Parabolas de Jesus
Parabolas de Jesus
Parabolas de Jesus
Es la más larga de las parábolas del reino y responde a una pregunta sobre por
qué se producen efectos tan distintos en los que escuchan el mensaje del reino.
La gracia es igual para todos, pero la libertad humana lleva a respuestas
diferentes.
"Aquel día salió Jesús de casa y se sentó a la orilla del mar. Se reunió junto a Él
tal multitud que hubo de subir a sentarse en una barca, mientras toda la multitud
permanecía en la orilla. Y se puso a hablarles muchas cosas en parábolas,
diciendo: He aquí que salió el sembrador a sembrar. Y al echar la semilla, parte
cayó junto al camino y vinieron los pájaros y se la comieron. Parte cayó en terreno
rocoso, donde no había mucha tierra y brotó pronto por no ser hondo el suelo;
pero al salir el sol, se agostó y se secó porque no tenía raíz. Otra parte cayó entre
espinos; crecieron los espinos y la sofocaron. Otra, en cambio, cayó en buena
tierra y dio fruto, una parte el ciento, otra el sesenta y otra el treinta. El que tenga
oídos, que oiga"(Mt).
La parábola de la cizaña
Las parábolas de Jesús.
"El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en
su campo. Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña
en medio del trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y echó espiga, entonces
apareció también la cizaña. Los siervos del amo acudieron a decirle: Señor, ¿no
sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña? Él les dijo:
Algún enemigo lo hizo. Le respondieron los siervos: ¿Quieres que vayamos y la
arranquemos? Pero Él les respondió: No, no sea que, al arrancar la cizaña,
arranquéis junto con ella el trigo. Dejad que crezcan ambas hasta la siega. Y al
tiempo de la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en
gavillas para quemarla; el trigo, en cambio, almacenadlo en mi granero".
Dormirse porque se han hecho bien las cosas, no es cosa buena; hay que contar
con la acción de los diversos enemigos entre los que destaca el diablo. Es un
misterio que Dios permita la acción del diablo y la malicia de los pervertidores. No
hay que escandalizarse ante la presencia del mal en el mundo; la extirpación
definitiva de todos los males se dará en la fase última del reino. En la fase inicial
se trata de sembrar, en la intermedia vigilar, sólo en la definitiva, cosechar.
La explicación
Sólo al final de los tiempos se desplegarán todas la virtualidades del reino de Dios.
Por esto, la esperanza debe mover a quienes viven en cada momento histórico
concreto. Es bien conocida la fuerza de la esperanza en los hombres. En este caso,
se dice que la meta no es una utopía, sino que el reino de paz, amor, justicia y
libertad es realizable por especial querer de Dios. Al final se alcanzará un progreso
sorprendente.
Parábola de la levadura
Las parábolas de Jesús
Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net
"El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que toma una mujer y mezcla
con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta"(Mt).
El que acepta el reino no debe separarse del resto de los hombres, por inmaduros
que estén. Pero debe tener fuerza interior, entonces, se obrará el prodigio de
cambiar la masa amorfa en buen pan de buen trigo.
Parábolas del tesoro escondido y la perla
Las parábolas de Jesús
El valor del Reino es supremo; todo lo demás carece de valor ante él, pero se
encuentra de improviso y hay que estar preparado y dispuesto a todo para
conseguirlo.
Toda renuncia es un buen negocio ante un hallazgo que llena el alma de gozo y
alegría. El agricultor no buscaba el tesoro, pero al encontrarlo pone todos los
medios para tenerlo.
Parábola de la perla
"El Reino de los Cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas y,
cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y la
compra"(Mt
Parábola de la red
Las parábolas de Jesús
La parábola hace par con la de la cizaña, pero sin mencionar el enemigo. El juicio
trae consigo la separación de buenos y malos. La referencia al cielo y el infierno
es importante.
"El Reino de los Cielos es semejante a una red que, echada en el mar, recoge
todo clase de cosas. Y cuando está llena la arrastran a la orilla, y sentándose
echan lo bueno en cestos, mientras lo malo lo tiran fuera. Así será el fin del
mundo: saldrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos y los
arrojarán al horno del fuego. Allí será el llanto y rechinar de dientes"(Mt).
Con estas explicaciones, tan fáciles de recordar, siguiendo los métodos didácticos
de la época y válidos en todos los tiempos, Jesús muestra el valor incomparable
del reino, sus dificultades, el desarrollo y la situación final en que sean superados
todos los enemigos, sin olvidar la suerte individual de todos los hombres que serán
juzgados según su actitud ante el reino.
Parábola de la oveja perdida
Las parábolas de Jesús
Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net
"Se le acercaban todos los publicanos y pecadores para oírle. Pero los fariseos y
los escribas murmuraban diciendo: Este recibe a los pecadores y come con ellos.
Entonces les propuso esta parábola: ¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y
pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la que se
perdió hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros
gozoso, y, al llegar a casa, convoca a los amigos y vecinos y les dice: Alegraos
conmigo, porque he encontrado la oveja que se me perdió. Os digo que, del
mismo modo, habrá en el Cielo mayor alegría por un pecador que hace penitencia
que por noventa y nueve justos que no la necesitan"(Lc)
La alegría que le producen los noventa y nueve justos -la mayoría- no parece
suficiente al buen pastor, que piensa en el que está perdido, y –después de dejar
seguros a los fieles- busca al extraviado. Nadie es indiferente al Señor; cada uno
vale mucho a sus ojos; le duele la situación del perdido; sufre y quiere salvarle y
se alegra con todos cuando lo ha recuperado. El perdón tiene el rostro de la
alegría por los que vuelven al redil seguro y reconfortante.
Parábola del hijo pródigo, misericordia del Padre
La misericordia de Dios supera todas las barreras, y, aceptar a Cristo, devuelve a
la condición de hijos.
La riqueza del perdón alcanza cimas insuperables en esta parábola que tanto
impresiona a todos. Pero aquí vamos a acercarnos más cosas a la enseñanza del
perdón al pecador. En esta parábola los hijos y el padre simbolizan a Israel y los
gentiles. Pero también muestra a Dios como muy Padre; y después describe el
fondo del corazón humano, en situaciones variadas.
"Un hombre tenía dos hijos. El más joven de ellos dijo a su padre: Padre, dame la
parte de la herencia que me corresponde. Y les repartió los bienes. No muchos
días después, el hijo más joven, reuniéndolo todo, se fue a un país lejano y
malgastó allí su fortuna viviendo lujuriosamente. Después de gastar todo, hubo
una gran hambre en aquella región y él empezó a pasar necesidad. Fue y se puso
a servir a un hombre de aquella región, el cual lo mandó a sus tierras a guardar
cerdos; le entraban ganas de saciarse con las algarrobas que comían los cerdos; y
nadie se las daba. Recapacitando, se dijo: ¡cuántos jornaleros de mi padre tienen
pan abundante mientras yo aquí me muero de hambre! Me levantaré e iré a mi
padre y le diré: padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no soy digno de ser
llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros. Y levantándose se puso
en camino hacia la casa de su padre.
El hijo mayor
El hijo mayor también necesita reconciliación. Se puede ver en él el resentido que
no tiene un corazón como el Padre, y se lamenta de la vuelta de su hermano. El
Padre también es misericordioso con él, aunque la parábola no dice si entró en el
banquete preparado para el hijo menor.
Había, y todavía hay, en Jerusalén hombres que viven al día, aún teniendo a su
cargo una familia. Su vida es el jornal que van a ganar aquel día. La inquietud por
la paga es grande, va en ello el sustento, no hay seguridad siquiera para lo más
elemental. Esta dura situación social marca la parábola.
"El Reino de los Cielos es semejante a un amo que salió al amanecer a contratar
obreros para su viña. Después de haber convenido con los obreros en un denario
al día, los envió a su viña. Salió también hacia la hora de tercia y vio a otros que
estaban en la plaza parados, y les dijo: Id también vosotros a mi viña y os daré lo
que sea justo. Ellos marcharon. De nuevo salió hacia la hora de sexta y de nona e
hizo lo mismo. Hacia la hora undécima volvió a salir y todavía encontró a otros
parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí todo el día ociosos? Le contestaron:
Porque nadie nos ha contratado. Les dijo: Id también vosotros a mi viña. A la caída
de la tarde dijo el amo de la viña a su administrador: Llama a los obreros y dale el
jornal, empezando por los últimos hasta llegar a los primeros. Vinieron los de la
hora undécima y percibieron un denario cada uno. Al venir los primeros pensaban
que cobrarían más, pero también ellos recibieron un denario cada uno. Cuando lo
tomaron murmuraban contra el amo, diciendo: A estos últimos que han trabajado
sólo una hora los has equiparado a nosotros, que hemos soportado el peso del día
y del calor. El respondió a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia;
¿acaso no conveniste conmigo en un denario? Toma la tuyo y vete; quiero dar a
este último lo mismo que a ti. ¿No puedo hacer yo con lo mío lo que quiero? ¿O es
que vas a ver con malos ojos que yo sea bueno? Así los últimos serán primeros y
los primeros últimos"(Mt)
La importancia de la justicia
"El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró las bodas de su hijo, y
envió a sus criados a llamar a los invitados a las bodas; pero éstos no querían
acudir. Nuevamente envió a otros criados ordenándoles: Decid a los invitados:
mirad que tengo preparado ya mi banquete, se ha hecho la matanza de mis
terneros y reses cebadas, y todo está a punto; venid a las bodas. Pero ellos sin
hacer caso, se marcharon uno a sus campos, otro a sus negocios; los demás
echaron mano a los siervos, los maltrataron y dieron muerte. El rey se encolerizó
y, enviando a sus tropas, acabó con aquellos homicidas y prendió fuego a su
ciudad. Luego dijo a sus criados: las bodas están preparadas pero los invitados no
eran dignos. Id, pues, a los cruces de los caminos y llamad a las bodas a cuantos
encontréis. Los criados, saliendo a los caminos, reunieron a todos los que
encontraron, malos y buenos; y se llenó de comensales la sala de bodas. Entró el
rey para ver a los comensales, y se fijó en un hombre que no vestía traje de boda;
y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin llevar traje de boda? Pero el se calló.
Entonces dijo el rey a sus servidores: Atadlo de pies y manos y echadlo a las
tinieblas de afuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son
los llamados, pero pocos los escogidos"(Mt).
Entre la gente que sigue y escucha al Señor, no todos tienen el mismo pensar.
Algunos quieren utilizar su prestigio para conseguir ventajas materiales. Jesús no
quiere ser rey al modo humano, ni tampoco juez de cuestiones temporales. Su
misión es más honda; respeta la autonomía de lo creado ante lo religioso. Ocurrió
que: "uno de entre la multitud le dijo: Maestro, di a mi hermano que reparta la
herencia conmigo. Pero Él le respondió: Hombre, ¿quién me ha constituido juez o
repartidor entre vosotros? Y añadió: Estad alerta y guardaos de toda avaricia,
porque si alguien tiene abundancia de bienes, su vida no depende de aquello que
posee""las tierras de cierto hombre rico dieron mucho fruto, y pensaba para sus
adentros: ¿qué haré, pues no tengo donde guardar mi cosecha? Y dijo: Esto haré:
voy a destruir mis graneros, y construiré otros mayores, y allí guardaré todo mi
trigo y mis bienes. Entonces diré a mi alma: alma, ya tienes muchos bienes
almacenados para muchos años. Descansa, come, bebe, pásalo bien. Pero Dios
le dijo: Insensato, esta misma noche te reclaman el alma; lo que has preparado,
¿para quién será? Así ocurre al que atesora para sí y no es rico ante Dios"(Lc).
La parábola del administrador
Las parábolas de Jesús
Exhortación a la vigilancia
El que ama debe cuidar ese amor para que no se pierda y para que aumente el
calor y el fuego. "Tened ceñidas vuestras cinturas y las lámparas encendidas, y
estad como quienes aguardan a su amo cando vuelve de las nupcias, para abrirle
al instante en cuanto venga y llame. Dichosos aquellos siervos a los que al volver
su amo los encuentre vigilando. En verdad os digo que se ceñirá la cintura, les
hará sentar a la mesa y acercándose les servirá. Y si viniese en la segunda vigilia
o en la tercera, y los encontrase así, dichosos ellos. Sabed esto: si el dueño de la
casa conociera a qué hora va a llegar el ladrón, no permitiría que se horadase su
casa. Vosotros, pues, estad preparados, porque a la hora que menos pensáis
viene el Hijo del Hombre" (Lc). Si la espera es corta, es fácil estar atento a la
llegada de Dios. Si se alarga, se puede debilitar la vigilancia; entonces entran las
tentaciones y las componendas con el maligno. Es más fácil luchar una hora que
mil, pero si se lucha cada hora como si fuese la última parece más fácil.
Los discípulos se inquietan por los peligros. "Y le preguntó Pedro: Señor, ¿dices
esta parábola por nosotros o por todos? El Señor respondió: ¿Quién piensas que
es el administrador fiel y prudente, a quien el amo pondrá al frente de su casa,
para dar a tiempo la ración adecuada? Dichoso aquel siervo, al que encuentre
obrando así su amo cuando vuelva. En verdad os digo que lo pondrá al frente de
todos sus bienes. Pero si aquel siervo dijera en sus adentros: mi amo tarda en
venir, y se pusiera a golpear a los criados y criadas, a comer, a beber y a
emborracharse, llegará el amor de aquel siervo el día menos pensado, a una hora
imprevista, lo castigará duramente y le dará el pago de los que no son fieles. El
siervo que, conociendo la voluntad de su amo, no fue previsor ni actuó conforme a
la voluntad de aquél, será muy azotado; en cambio, el que sin saberlo hizo algo
digno de castigo, será poco azotado. A todo el que se le ha dado mucho, mucho
se le exigirá, y al que le encomendaron mucho, mucho le pedirán" (Lc). Ellos han
recibido mucho y grande es su responsabilidad. El hecho de que Dios respete la
libertad de las personas y a veces parezca ausente, precisamente para no coartar
esa libertad, no significa que no lo sepa todo; al final Él va a pedir cuenta de las
acciones de cada uno. Los discípulos, además de su vida personal son
administradores de las cosas de Dios y, al tener gran responsabilidad, también
tendrán gran exigencia.
La matanza de galileos
La única parábola que tiene un nombre propio es la del rico epulón y el pobre
Lázaro. Dice así: "había un hombre rico que vestía de púrpura y lino finísimo, y
cada día celebraba espléndidos banquetes. Un pobre, en cambio, llamado Lázaro,
yacía sentado a su puerta, cubierto de llagas, deseando saciarse de lo que caía de
la mesa del rico. Y hasta los perros acercándose le lamían sus llagas. Sucedió,
pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán; murió
también el rico y fue sepultado. Estando en el infierno, en medio de los tormentos,
levantando sus ojos vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno; y gritando,
dijo: Padre Abrahán, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de
su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en estas
llamas. Contestó Abrahán: Hijo, acuérdate de que tú recibiste bienes durante tu
vida y Lázaro, en cambio, males; ahora, pues, aquí él es consolado y tú
atormentado. Además de todo esto, entre vosotros y nosotros hay interpuesto un
gran abismo, de modo que los que quieren atravesar de aquí a vosotros, no
pueden; ni pueden pasar de ahí a nosotros. Y dijo: Te ruego entonces, padre, que
le envíes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos, para que les advierta y
no vengan también a este lugar de tormentos. Pero replicó Abrahán: Tienen a
Moisés y a los Profetas. ¡Que los oigan! El dijo: No, padre Abrahán; pero si alguno
de entre los muertos va a ellos, se convertirán. Y les dijo: Si no escuchan a Moisés
y a los Profetas, tampoco se convencerán aunque uno de los muertos
resucite"(Lc).
La raíz de la conversión
Si estas palabras fueron dichas en Jericó, conviene recordar que es un oasis, rico
en agua y vegetación, con muchos frutales y de clima tropical, rodeado de
desiertos, fértil y generoso. En aquellos tiempos tenía construcciones riquísimas
hechas por el rey Herodes.
Entre los encuentros de esos días también los hay insidiosos. "Un doctor de la Ley
se levantó y dijo para tentarle: Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida
eterna?"(Lc). La misma pregunta que el joven rico, pero sin su ingenuidad. Jesús,
que lee en los corazones, le contesta con la ley que él bien conocía: "¿Qué está
escrito en la Ley? ¿Cómo lees? Y éste le respondió: Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y
a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Has respondido bien: haz esto y vivirás.
Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?" Todo está
escrito, pero resulta difícil entender y se suceden las interpretaciones, algunas
deforman el fondo, ponen limitaciones y existe el peligro de no vivir lo más
importante de la ley y lo que da sentido a todas las demás prescripciones: amar a
Dios plenamente, y a los hombres con ese mismo amor.
La verdadera humildad
Los acontecimientos explican muy bien una parábola de Jesús sobre la verdadera
oración, la actitud farisaica y la verdadera humildad. "Dijo también esta parábola a
algunos que confiaban en sí mismos teniéndose por justos y despreciaban a los
demás: Dos hombres subieron al Templo para orar: uno era fariseo, y el otro
publicano. El fariseo, quedándose de pie, oraba para sus adentros: Oh Dios, te
doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros,
ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana, pago el diezmo de todo lo
que poseo. Pero el publicano, quedándose lejos, ni siquiera se atrevía a levantar
sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh Dios ten compasión
de mí que soy un pecador. Os digo que éste bajó justificado a su casa, y aquél no.
Porque todo el que se ensalza será humillado, y todo el que se humilla será
ensalzado"
(Lc).
La oración del fariseo es rechazada porque sus pensamientos son fruto del orgullo
espiritual. Hace cosas difíciles y loables en sí mismas, pero con intención torcida.
El fariseo se vanagloria de sus limosnas, de sus ayunos y se compara con el
publicano, al que considera inferior, juzgándole. Busca el secreto orgullo de
saberse perfecto. No le mueve el amor de Dios, y no es consciente de que, sin la
ayuda del Señor, no puede nada. El orgullo ha tomado una apariencia espiritual
que esconde un pecado de soberbia, difícil de curar, porque está llena de buenas
obras no para la gloria divina. Usa a Dios para la propia gloria.
El perdón
Jesús quiere que los suyos juzguen con rectitud y no se queden en las meras
apariencias, sino que dejen el juicio íntimo para Dios, y ellos oren con humildad,
incluso cuando las obras buenas les puedan llevar a un cierto engreimiento y
vanidad.
«Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo:
Hijo, vete hoy a trabajar en la viña. Y él respondió: ´No quiero´, pero después se
arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ´Voy,
Señor´, y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» - «El primero» - le
dicen. Díceles Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan
antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de
justicia, y no creísteis en Él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron
en Él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en Él.
Premio o castigo
Porque a todo el que tenga se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo
que tiene se le quitará. En cuanto al siervo inútil, arrojadlo a las tinieblas
exteriores: allí será el llanto y el rechinar de dientes"(Mt).
A cada uno según su capacidad. Sólo Dios sabe lo que cada uno ha recibido en
inteligencia, carácter, familia, sensibilidad, dones de gracia, amigos. Los que dan
frutos con sus talentos muestran la alegría por el bien realizado. El premio es la
canonización de su buena acción. Pero el siervo de pocos talentos y perezoso,
que no hace nada porque no tiene amor, en lugar de confesar su pecado critica a
su Señor por lo poco que ha recibido, por eso es arrojado a las tinieblas exteriores
del llanto y rechinar de dientes.
El juicio final
Cielo, o vida eterna, e infierno, o suplicio eterno, premio o castigo por el amor con
que se trata al prójimo en sus necesidades. La misericordia llega más allá que la
justicia. Es significativa la identificación que hace Jesús del necesitado y sufriente
con Él mismo. La solidaridad debe ser la norma del discípulo que quiere alcanzar
el reino eterno. Aunque el hombre no sea consciente de ello, Dios contempla las
acciones y las omisiones de cada uno, y todos serán juzgados por la calidad de su
amor.
Por esto os digo que os será quitado el Reino de Dios y será dado a un pueblo
que rinda sus frutos. Y quien caiga sobre esta piedra quedará destrozado, y sobre
quien ella caiga, lo aplastará.
Al oír los príncipes de los sacerdotes y los fariseos sus parábolas, comprendieron
que se refería a ellos.
Jesús, el enviado
Una vez más se ha proclamado el Hijo enviado por el Padre a su viña, que es
Israel. Pero su suerte va a ser la muerte. Jesús es la piedra rechazada por los
constructores y el que le rechace se estrellará y será destrozado. Las alusiones
son entendidas, pero no cambian los corazones enemistados, sino que crece el
enfrentamiento. "Los escribas y los príncipes de los sacerdotes intentaban ponerle
las manos encima en aquel mismo momento, pero tuvieron miedo al pueblo; pues
se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola"