No Reprendas Al Escarnecedor Pero Sì Al Sabio
No Reprendas Al Escarnecedor Pero Sì Al Sabio
No Reprendas Al Escarnecedor Pero Sì Al Sabio
“El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta; El que reprende al impío, se atrae
mancha. No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; Corrige al sabio, y te
amará. Da al sabio, y será más sabio; Enseña al justo, y aumentará su saber.” (Proverbios 9:7-
9)
@ El consejo del proverbista es que NO ANDEMOS queriendo corregir a todo el mundo, sin
considerar bien de quién se trata. ¿Por qué hace este planteamiento el autor de los proverbios?
Porque El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta;
@ Cuando se corrige a una persona con este carácter y conducta, dice el texto, que lo que se
cosecha es afrenta, agravio, ignominia e insultos, ¿Por qué? porque esta persona responderá
conforme a la necedad de su corazón, haciendo de la persona que lo corrige objeto de la
maldad que lleva interiormente. Por eso dice que el que reprende al impío, se atrae mancha.
@ La pregunta es Entonces, ¿nos quedaremos con los brazos cruzados? De ninguna manera,
tenemos que recordar que nuestra mejor arma es la oración. Por lo tanto, debemos orar a
Dios por la salvación y la transformación de estas personas.
@ A diferencia de lo que pasa cuando corrige al escarnecedor, cuando uno corrige al sabio, dice el
texto que te amará, es decir, va a expresar gratitud y afecto por lo que está haciendo. El sabio
entiende que si nos tomamos el tiempo para hablar con él es porque su vida nos interesa; y si
nos incomodamos para corregirlo es porque lo amamos.
@ Reprender a alguien de manera correcta y con el propósito de construir, es una obra que debe
ser apreciada. Es verdad que corregir no es fácil, no es fácil por la incomodidad que trae
enfocarse en lo negativo del carácter y conducta de la otra persona al confrontarla.
@ Otra de las razones por las que el sabio responde con amor a quien lo corrige es porque sabe
que lo que está recibiendo es algo que contribuirá para que “sea más sabio”. El justo, es decir, el
hombre recto que por la rectitud y honestidad de su corazón reconoce que necesita aprender mucho
más, sabe que la enseñanza que está recibiendo aumentará su saber y, por lo tanto, atesorará la
amonestación recibida.
@ Hemos dicho que frente al necio burlador es mejor no hablar sino orar, pero con la persona sabia
es bueno hablar, aunque sea incomodo o tal vez parezca innecesario; él lo agradecerá y apreciará
más.
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