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EN LA MOSICA.
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DE LA BELLEZA EN LA MÚSICA
Impreuta y Fundición de la Viuda ó Hijos de G arcia,
Gampomanes. 6.
DE LA BELLEZA
EN LA MÚSICA.
E N S A Í O OS REFORMA E N LA E S T É T I C A MUSICAL
POE
EDUARDO HANSLICK
Profesor en la U n iversidad de V iena.
T R A D U C C IO N
POE LA
SEÑORADOÑAELISADELÜXÁNDE GARCÍADANA.
MADRID:
GASA EDITORIAL DE MEDINA
CampomaneSj 8.
ÜTííVEHSITilíIi'^
o
PROLOGO DE LA QUINTA EDICION.
Ed: H.
CAPÍTULO L
La estética del sentimiento.
Cuanto se ha dicho hasta el dia de la esté
tica musical, está, casi por completo, basado
en un sistema falso, á saber: que esta ciencia
debe tratar ménos de profundizar lo que hay
de hermoso en la m úsica en sí propia, que de
retratar los sentimientos que despierta en el
que escucha. Tal dirección dada al estudio
corresponde en un todo á lo s antiguos sistem as
estéticos, que solo consideraban la belleza en
su relación con el efecto producido por sus ma
nifestaciones, y por consiguiente la denomi
naban «la filosofía de la belleza,» según el ori
gen que le atribuían, es decir, el sentimiento.
[o/^¡cén<TL(;,)
Antifilosóficos desde luego tales sistemas,
revisten (al flotar sobre las más etéreas cimas
del arte) un tinte de sentimentalismo que pue
de ser seductor y hasta vivificante para las
almas hermosas, pero de donde los espíritus
que alimentan la sed del saber sacarán muy
escasa luz. El que quiere penetrar en la esen
cia del arte musical, desea también sustraer-
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se á la dominación misteriosa y vaga del sen nes que esta idea primordial debe recibir, se
timiento, y no estar (como sucede en casi to gún el arte á que se aplica. Las estéticas es
dos los tratados) teniendo á cada instante que peciales han dependido servilmente hasta
apelar á ese mismo sentimiento, como á la ahora en muchos autores, del principio meta-
única razón de todo. físico supremo de una estética general; pero
La tendencia á conocer las cosas del modo esta apreciación está en vías de ceder el pues
más objetivo posible, ó sea separándose com to á una convicción m ás sana, que considera
pletamente del «yo» y considerándolas en sí á cada arte como digno de ser estudiado en su
mismas, se hace sentir en nuestros dias en destino técnico, propio; de ser comprendido
todos los ramos del saber humano, y debe ne en sí y por sí mismo. El sistema se va reem
cesariam ente influir también en el estudio de plazando lentamente por el estadio, y éste toma
lo bello. Pero estudio y tendencia no estarán por punto de partida el axioma de que las le
realm ente de acuerdo hasta que el estético yes de lo bello en un arte, son inseparables clel
moderno renuncie á un método que empieza carácter propio y matei’ial del mismo en su
en el sentimiento sM&/e/róo del «yo,» y después parte técnica.
de dar un poético paseo al rededor de lain a- En segundo lugar, los estéticos de la poe
teria que se propone tratar, viielve finalmente sía ó la pintura, así como los críticos de arte,
al punto de partida; al sentimiento. Para que que puede decirse lo practican, han estableci
el estudio de lo bello no conduzcá á un resul do y a y aplican regularmente el principio de
tado ilusorio, es fuerza que se aproxime al que en los estudios estéticos hay que preocu
método científico natural, lo bastante al mé parse ante todo del objetivo artísticamente
nos para apreciar esencialmente la obra ar bello y no del sujeto que siente la impresión.
tística y encontrar en ella la parte objetiva que Tal es la dirección, positiva que parece se
queda, después de eliminadas las mil formas guir casi generalmente la conciencia artísti
contingentes á la impresión recibida. ca en las artes no m usicales. El poeta, el pin
La estética de la poesía la pintura está tor, ya no se persuade de que se ha dado
mucho m ás adelantada que la de la música. cuenta del género de belleza particular de su
Para tal progr eso hay dos causas. arte, porque ha tratado de preveer-qué senti
En primer lugar, la mayor parte de los que mientos despertaría su drama ó su cuadro, si
la estudian no incurren en el error de creer no que se esfuerza en descubrir por qué poder
que la estética de un arte determinado puede ineludible agrada su obraj’- la razón que la
sacarse fácilmente de principios generales y hace agradar de este modo y no de otro.
de la idea metafísica de lo bello, sin tener en Solo á nuestro arte no le ba sido dado aun
cuenta para nada las nuniei*ósas modificacio colocarse en tan ventajosa situación. La mú
curidad, llega á descubrir que el sentimiento
sica separa rigorosamente sus reglas gram a
ticales y teóricas de las investigaciones esté desempeña dos papeles en las reglas general
ticas, y trata de sostener á las primeras en el mente adoptadas para juzgar la música. O
dominio, pura y secamente intelectual, mien bien se da á este arte por misión despertar
sentimientos, hermosos sentimientos, se en
tras impulsa á las segundas hacia el lirismo y
tiende; ó bien se representan los sentimientos
el sentimentalismo. Colocarse clara y resuel
como inherentes á la música, y expresados
tam ente frente á los elementos que constitu
por la obra artística. Las dos definiciones son
yen la belleza en la música, y que existen en
Igualmente falsas.
ella por sí misma, es un esfuerzo que la esté
No perderemos mucho tiempo en refutar
tica musical no se ha atrevido á hacer toda
la primera, que sirve de introducción á la ma
vía. Entre tanto el «sentimiento» continúa
yor parte de los m anuales de música. Gene
descaradamente haciendo de las suyas, como
ralmente la belleza no se propone nada, por
en otros tiempos. Ahora, como antes, la be
que no es más que una forma, la cual, si bien
lleza musical se aprecia exclusivam ente por
e s cierto que puede emplearse para los más
el efecto que produce, y libros, críticos y
diversos fines, según la naturaleza de lo que
conversaciones confirman de continuo el an
encierra, en cuanto á sí, no tiene otro fin que
tiguo error de que la pasión ó la emoción
ella propia. Si se producen sentimientos agra
constituyen la única base estética de la músi
dables en quien contempla la belleza, estos
ca, y solo ellas deben fijar el limite en que
sentimientos no tienen nada que ver con la
puede juzgarse una obra.
belleza abstractamente considerada en si m is
Nos dicen; pues que la música no interesa
ma. Yo puedo presentar una obra hermosa
á la inteligencia con pensamientos, como la
ante el espectador, con la intención de que
poesía, ni á la vista con formas visibles, como
encuentre placer en el espectáculo; pero la
la pintura, debe tener por misión obrar sobre
belleza misma de la obra es independiente del
los sentim ientos del género humano. «La mú
fin que me propongo. Aun cuando no despier
sica es solo asunto de sentimiento,» afirman te ningún sentimiento, y aun cuando con na
los tratados de estética. ¿Dónde está la corre
die esté en contacto, lo bello es, y sigue sien
lación de la música con el sentimiento? ¿La
do bello. Existe para causar placer en quien
de ciertas obras musicales con ciertos senti
lo contempla, y no por ser causa de ese mis
mientos? ¿Qué leyes de la naturaleza la rigen?
mo placer.
¿Según qué ley del arte hay que darle forma?
Así pues, no h.2jjfin ó propósito en la músi
Todo esto lo han dejado completamente en
ca, en el sentido que acabamos de examinar;
sombra los' que han tratado este asunto.
y el hecho de que esté en la más intima corre-
Pero la vista, ya acostumbrada á tanta os
6
lacion con nuestros sentimientos, no nos au pre relación, y aveces relaciones, complicadas.
toriza á encontrar en tal correlación su signi Para provocar sensaciones no se necesita del
ficado estético. arte; solo un sonido ó un color pueden prodiq
Para estudiar esta fase de la cuestión, es cirlas. Como hemos dicho ya, las dos expre
pVeciso establecer desde luego la diferencia siones se toman á veces indiferentemente una
capital que existe entre el sentimiento y la por otra: en las obras antiguas sobre todo, se
sensación; diferencia que suele desatenderse llam a generalmente sensación a lo que hoy lla
con frecuencia en la conversación usual. mamos sentimiento. La música deberia> por lo
La sensación es la percepción de una cuali tanto, según esos escritores, excitar en nos"
dad material; por ejemplo, un sonido ó un co otros sentimientos, y llenarnos unas veces de
lor, por medio de nuestros sentidos. El senti alegría, otras de tristeza, piedad, etc.
miento es la conciencia adquirida de una mo Pero ni el arte musical, ni ningún otro, tie
dificación en el estado del alma, sea por un nen en realidad semejante misión. El arte debe
movimiento de ensanche, ó sea al contrario ante todo expresar la belleza. La facultad por
por uno de compresión, es decir, saber que se cuyo medio nos impresiona lo bello, no es oi
siente agrado ó malestar. Cuando apercibo sentimiento, si no la imaginación, es decir, el
sencillamente por medio de mis sentidos la estado activo de pura contemplación. Es riota-
forma, el color, el sonido, el gusto ó el olor de bleque ni Jos músicos, ni los estéticos antiguos,
una cosa, tengo la sensación de esas cualida funden sus teorías en el contraste entre el sen
des; cuando la tristeza, la esperanza, la ale timiento y la inteligencia, como si el lazo de la
gría ó el odio me elevan ó me abaten, sobre ó cuestión no estuviese precisamente entre los
bajo el nivel habitual de mi alma de modo términos de ese pretendido dilema. La obra
que me es dado conocerlo, pruebo un senti musical emana de la imaginación del artista,
miento (1). para dirigirse á la del oyente. Bajo el punto de
La belleza hiere nuestros sentidos directa vista de lo bello, la imaginación no es solo (ha
m ente, que en eso es igual á cuanto tiene ma blando con propiedad) simple contemplación,
nifestación ostensible. La sensación es princi sino contemplación inteligente, es decir, la re"
pio y condición del placer estético, y forma la unión de la imágen presentada, á la inteligen
base del sentimiento, con quien supone siem - cia y al juicio; éste se emite naturalmente con
tal rapidez, que nos deja inconscientes de las
(1) Los aiósofos antig'uos estáa de acuerdo con los flsió-
log’os modernos en este modo de definir la sensación y el
diversas fases del fenómeno, y creemos innie"
sentim iento, y lo liemos preferido á la clasificación de la diato ó instantáneo lo que necesita en rea
escuela de Heg-el, que, como es sabido, distingue sensa lidad una operación complexa del espíritu. La
ciones interiores y exteriores. palabra contemplación (anschaunng), que ha
ÜKíVERSlTARl
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9
pasado hace tiempo desde el dominio de la di cosaria á ese fin, caracteriza para ellos por
visión material al de los fenómenos espiritua consiguiente, á la música, y no á las demás ar
les, se aplica pei’fectamente al acto de la aten tes (1).
ta audición, que no es más que la considera Pero nosotros no podemos asignar tal mi
ción sucesiva de los colores sonoros. La ima sión á la música, así como tampoco la hemos
ginación no es entonces campo estrecho y cer admitido para las artes en general.
rado, pues si saca de las sensaciones la chis" La imaginación, lo hemos dicho, es el
pa que le dá vida, fecunda al instante con sus único órgano que percibe lo bello: después de
rayos á la inteligencia y al sentimiento, que herida por la belleza, ejerce á su vez acción
han entrado en actividad. sobre el sentimiento, y así en todas las artes.
El oyente goza en pura contemplación de Un gran cuadro de historia, ¿no nos conmueve
la obra musical. Todo encanto material (como tanto como un suceso? Las Madonas de Ra
lo es la tendencia á provocar emociones en sí fael, ¿no nos inspiran devoción? Los paisajes
mismo) debe serle extraño. La acción que ejer del Poussino, ¿no nos hacen desear las delicias
ce la belleza sobre la inteligencia sola, es ló del campo? La vista de la catedral de Stras-
gica, no estética; para estudiarla sobre el sen bourg, ¿no hace efecto en nuestra alma? No es
timiento solo, seria preciso alejarse aun más, dudosa la respuesta. Lo mismo sucede con la
y recurrir á la patología. poesía, y lo mismo con otras manifestaciones
Estos principios, desenvueltos há tiempo déla actividad intelectual, que no son del do
para la estética en general, son aplicables á minio de la estética, tales como la elocuencia,
todas las artes. Así, pues, si se trata d éla mú la emoción producida en un auditorio por un
sica como arte, hay que reconocer que la ima orador sagrado, etc. Todas las artes tienen,
ginación y no el sentimiento es su terreno e s pues, la misma poderosa influencia sobre el
tético. Nos parece justo sentar estas premisas sentimiento, y en la gradación variable de esa
porque se habla tan enérgicamente y tan sin influencia es donde podida fundarse la supues-
tregua de «dulcificar las humanas pasiones con
la música,» que á veces es realmente difícil (1) En todas las obras donde la sensación no se distingue
del sentimiento, no puede bacerae un estudio profundo de
averiguar si se trata del arte de los sonidos, ó los caractéres especiales de éste: los sentimientos sensua
de reglas de policía, pedagogía ó medicina. les é intelectuales, la fuerza crónica da la disposición del
Los músicos no suelen incurrir en el error espíritu, la forma aguda de la emoción, la inclinación y la
de considerar á todas las artes como deriva pasión, asi como los diversos matices que llev a en sí au
toda la extensión del sentido dado al patJios de los griegos
das del sentimiento, en el cual se inclinan m ás y á la passio de los neo-latinos, todo se ba nivelado confu
bien á ver algo especial á la música. El poder samente. No es así como ba podido decirse da la m úsica
producir emociones gratas, y la tendencia ne- que es «el arte de hacer nacer sentimientos.»
10 11
ta diferencia que existe entre ellas y la música. za siempre á dar noticia de una obra musical,
Pero semejante subterfugio es anticientífico, por su propia impresión, impresión subjetiva,
sin contar con que es además muy cómodo de la juzga el crítico y la elogia ó la censura.
jar á cada uno decidir si conmueve más fuerte jComo si se debiera juzgar del vino por la faci-'
y profundamente una sinfonía de Mozart que lidad con que se sube á la cabeza! El efecto que
una tragedia de Shakespeare; una poesía de la belleza de cualquier género que sea produce
Uhland, que un rondó de Hummel. Y si nos di en nuestros sentimientos, conviene á la psico
cen que la música obra directamente sobre el logía más que á la estética. Que sea pequeño
sentimiento, mientras las demás artes necesi ó grande el efecto de la 'música, si se quiere
tan que medie la inteligencia, responderemos profundizar su naturaleza hay que atenerse á
que es el mismo error en distintas palabras; ella, hay que permanecer en sus dominios.
porque, como liemos probado ya, los sentimien Hegel ha demostrado de un modo perentorio
tos no sufren la influencia de la belleza musi que el estudio de las sensaciones producidas
cal m ás que en segundo término, y solo se de por una obra de arte, carece por compleio de
rivan inmediatamente de |la imaginación. En precisión, no tiene punto objetivo concreto y
las obras de estética se lia hablado mil veces especial. «Lo que se siente, dice, queda envuel
de la analogía que existe entre la música y la to en la sombra de la individualidad más abs
arquitectura. ¿Ha pasado nunca por la imagi tracta; por eso los caractéres de la sensación
nación de un arquitecto razonable, el decir son puras abstraciones, y no los de la cosa
que su arte tiene la misión de excitar senti misma. (Estética, I, 42.)
mientos, ó que los sentimientos son inherentes Si la música posee poder específico sobre
á él, forman parte integrante de la arquitec, nuestras impresiones (cosa que luego exami
tura? naremos detenidamente), es fuerza precaverse
La verdadera obra artística se impone á contra su encanto para llegar á comprender
nuestra facultad de sentir, pero solo bajo cier la causa: pero hasta tantb que se impone ese
to aspecto, y nunca completa y exclusivamen método, mezclamos de continuo la impresión
te. Resulta, pues, que apreciar la música se sentimental y la belleza musical, en vez de
gún su efecto sobre el sentimiento, no significa considerarla científica y aisladamente. Juz
nada para la determinación de su principio gar por un efecto incierto y variable en vez de
estético. . penetrar en el fondo de la misma obra, y tra
Y sin embargo, siempre se colocan bajo ese tar de explicar según las leyes de su particu
punto de vista cuando tratan de penetrar en lar organismo lo que realmente contiene; en
la esencia de la música; describiendo la sensa qué consiste la belleza que en ella reside; in
ción que ha producido, es por donde se empie terrogar la naturaleza del arte, partiendo de
12 13
la impresión subjetiva: tanto valdría sacar una que sus elementos son convencionales y no
conclusión de lo dependiente á lo independien necesarios. No solo en los usos y en la forma,
te; de lo condicional á lo incondicional. hasta en la manera de sentir y de pensar, se
Así pues, el sentimiento en general no pue establece con el tiempo algo de uniforme, de
de servir de base á leyes estéticas; además común á todos; por medio de esas nociones
de que hay mucho que decir sobre su insegu adquiridas por rutina, creemos penetrar en
ridad en punto á música. La relación de una la naturaleza de cosas que, como las letras del
obra musical con los sentimientos que excita, alfabeto, ignoran el significado que para nos
lio es necesariamente causal, como se dice en otros tienen. En ese caso están principalmen
filosofía. Según las nacionalidades, tempera te los diversos géneros de música apropiados
mentos, edades y circunstancias, y hasta en á usos que podríamos llamar externos, como
igualdad de condiciones, en diversos indivi las composiciones guerreras y teatrales. En
duos, la misma música producirá diferentes éstas hay una verdadera terminología páralos
efectos. No es preciso recurrir á los indios y más distintos sentimientos; terminología que
caribes, que son generalmente los ejércitos llega á hacerse tan familiar á los composito
de reserva del estético que batalla sobre la res y al público de una época, que el uno y los
diversidad de gustos: nos basta para pro otros exclusivamente, no abrigan sobre su
bar nuestro aserto, el público habitual de los significado la menor duda. Estas se quedan
conciertos en Europa. La mitad de ese públi para las generaciones siguientes. ¡Cuántas
co encontrará en los últimos cuartetos de veces hemos extrañado que nuestros padres
Beethoven, ó en las cantatas de Bach, el ma hayan podido aceptar tal fórmula musical,
nantial de sus más vivas emociones. La otra como la exacta expresión de tal sentimiento!
mitad solo verá en ella «música difícil de com El modo de escuchar, el de sentir, cambian
prender.» Esas obras no le dirán nada. Una con el tiempo y las costumbres. La música
pieza hará hoy brotar lágrimas de nuestros queda la misma, pero su efecto se modifica
ojos, y mañana nos dejará perfectamonte según la educación ó las convenciones de que
tranquilos. Mil causas exteriores pueden mo el espíritu llega á ser esclavo. Una de las mu
dificar de distintos modos el efecto que en chas pruebas que podríamos aducir de la faci
nosotros produjo, y hasta anularlo por com lidad con que nuestros sentimientos se dejan
pleto. La correlación de las obras musicales sorprender por los más mezquinos artificios,
con ciertas disposiciones del espíritu, no exis nos la dan las piezas de música instrumental
te por lo tanto, siempre, y en todas partes. que van provistas de un epígrafe ó título des- .
Donde nos limitamos á considerar el efecto criptivo. En las más insignificantes elucubra
actualmente producido, descubrimos á veces ciones para piano, en que el mejor microsco-
14 1.5
pió no podria descubrir absolutamente nada, un billete de lotería y una obertura; una junta
nos encontramos inmediatamente dispuestos de módicos y una sinfonía, no hay derecho pa
á ver nna «Noche antes de la batalla» un «Dia ra calificar de especiales de la música, ó de
de estío en Noruega» una «Aspiración al mar» una obra musical determinada, las emociones
ó cualquier otro absurdo por el estilo, si la de que hablamos. En último análisis, llegare
cubierta tiene la audacia de afirmar que tal mos sencillamente á considerar cómo se ex
es el argumento de la pieza. Los títulos des citan específicamente tales emociones por la
criptivos dan á la imaginación y al sentimien música. En los capítulos 4.° y 5.° estudiaremos
to una dirección, que atribuimos con dema detalladamente sus efectos sobre el senti
siada frecuencia á la misma música. Lo me miento, y buscaremos la parte positiva de esta
jor que podemos hacer contra tal credulidad, notable relación estética. En cuanto á la parte
es recomendar la excelente broma de un cam negativa, debíamos insistir en ella con todas
bio de título. nuestras fuerzas, desde luego, en este ensayo,
De modo que el efecto de la música sobre como protesta contra un principio reprobado
el sentimiento, carece de estos tres caractéres: por la ciencia.
necesidad, constancia, exclusivismo: solo un
fenómeno puede dárselos, y solo teniéndolos N ota . N o nos parece preciso para el fin
podria constituir un principio estético. que acabamos de exponer, mencionar al m is
Lejos de nosotros la idea de desdeñar los mo tiempo que las teorías que combatimos,
poderosos sentimientos que despierta la mú los nombres de sus autores (ellos se apelli
sica; esas emociones dulces ó tristes; esos éx dan legión). Además, estas teorías son ménos
tasis deliciosos en que nos mece. Uno de los producidas por convicciones personales que
más hermosos y admirables privilegios del como reproducción de un modo de ver que se
arte es el de poder provocar esos estados del ha hecho general. Citaremos, con todo, aquí
alma, sin ningún móvil terrestre y como por á algunos musicógrafos antiguos y modernos,
la gracia de Dios. Solo alzamos la voz contra aunque solo sea para dar idea del imperio que
la trasformacion abusiva y anticientífica de ha llegado á ejercer la opinión en esta cues
tales hechos en principios estéticos. La músi tión erigida en axiom a.
ca puede excitar en alto grado el placer y el Mattheson: «En una melodía debemos pro
dolor: es incontestable. Pero ¿no excita tam ponernos como fin principal una emoción del
bién, y aun con mayor intensidad quizá, el pla alma (ó muchas si la situación se presta á
cer, la ganancia de un gran premio álalotería; ello).»— Vollkomm. Capellmeister, pág. 143.
el dolor, la enfermedad mortal de un amigo? Neidhardt: «El fin principal de la música
Mientras se dude en poner en la misma línea es excitar todas las pasiones con el ritmo y
16 17
simples sonidos, tan bien como el mejor ora apropiada.» K u n std er reinen Saües, 2.^ parte,
dor.»—Prólogo de la Temperatur. página 152.
J . N". Forkel: «Las figuras en la música Pierer: «La música es el arte de expresar
son lo mismo que en retórica ó en poesía, di con hermosos sonidos los sentimientos y el es
versas formas para expresar los sentimientos tado del alma. Es superior á la poesía, porque
y las pasiones.»— Fe&er die Theorie der Musik. ésta no es apta más que para expresar lo que
Goitingen, 1777, pág. 26. solo la inteligencia puede comprender (!), en
J. M osel define la música: «El arte de ex tanto que la música expresa sentimientos y
presar determinados sentimientos con soni disposiciones del alma, que las palabras no
dos arreglados.» pueden expresar.»—Unwersallexikon, 2.^ edi
C. F . M icliaelis: «La música es el arte de ción.
expresar sentimientos por la modulación de G. Sehilling, da la misma explicación en
los sonidos. Es el lenguaje de las pasio el artículo «Musik» de su Unioersallexikon der
nes, eia.yy—Véber den Getst der Tonkunt, 2.“ Tonkunst.
ensayo, 1800, pág. 29. Kooh, define la música: «El arte de ex
Marpurg: «El fin que lia de proponerse el presar con sonidos un juego agradable de sen
compositor en su obra es imitar á la natura saciones.»— ikfíísdc Lescikon, en la palabra
leza... excitar á su antojo las pasiones... co ^(■Musik.yy
piar de la vida los movimientos del alma, las A . André; «La música es el arte de produ
tendencias del corazón.»—Arzá Míísf/cns, 1650, cir sonidos que pintan, provocan y sostienen
título I, §40. sentimientos y pasiones.»—Lehrbueh der Ton
W . H einse: «El fin de la música es imitar, kunst, tomo I.
ó m ás bien excitar las pasiones.»—AfusícnZ Sulzer: «La música es el arte de expresar
Dialoge, 1805, pág. 30. nuestras pasiones con sonidos, como se ex
J . J. E n g el: «Una sinfonía, una sona presan en un discurso con palabras.»—Theo
ta, etc., deben encerrar la expresión conti rie der Sehónen Kiinste.
nuada de una pasión derivándose en mil sen J. W . Bohm: «Ni á la inteligencia, ni á la
timientos diversos.»—Ue&er musikalisehe Ma- razón; solo á nuestras facultades sensitivas,
lerei, 1780, pág. 29. es á quien se dirigen los sonidos de las cuer
J. Ph.. K irnberger: «Una melodía (tema) das armoniosas.»—Analyse des Sehónen der-
es una frase inteligible en el idioma del senti Musik, Viena, 1830, pág. 62.
miento, que provoca en el oyente sensible el G ottfried W eber; «La música es el arte
estado del alma á que la misma melodía está de expresar sentimientos con sonidos.»—T/ieo-
3
18
He der Tonsetzkiinst, 2.“- edición, tomo I, pa
gina 15.
I*. H and: «La música expresa sentimien
tos. Cualquier sentimiento ó estado del alma,
CAPÍTULO II.
tiene en sí, y por consiguiente también en la
música, su sonido y su ritmo particulares.»—
Aestheük der Tonkunsf, tomo I, § 24. L a expresión de los sentimientos no se encierra
A m adeus Autodidactus: «La música no en la música.
nace ni se arraiga m ás que en el mundo de
los sentim ientos y sensaciones. Sonidos mu Como consecuencia, al par que como cor
sicalm ente melodiosos (!) no resuenan para la rectivo de la teoría que asigna á la música el
inteligencia que solo describe y diseca los sentimiento por resultado final, se formula
sentim ientos... ellos hablan solo al alma, etc.» este aforismo: «La música expresa los senti
Aphorismen über Musik, Leipzig, 1847, pá mientos que contiene,» ó en términos más ri
gina 329. j gorosamente exactos: «Los sentimientos son
E erm o B ellini: «La música es el arte de el contenido de sí propia, que la música debe
expresar sentimientos y pasiones por medio expresar.»
de sonidos.»—ManitaZe di música, Milán Ri- El estudio filosófico de un arte, conduce
cordi, 1854. desde luego á la investigación de lo que en
P ried rieb Thierseh: «La música es el arte cierra, délo que constituye su esencia. A cada
do expresar ó excitar sentimientos ó disposi una de las artes se adapta un círculo de ideas
ciones del alma por la elección y la reunión que sé hacen perceptibles por medios especia
de los sonidos.»—Allgemeine Aesthetik, Berlin, les; el sonido, la palabra, el color, la pie
1846, § 18, pág. 101. dra, etc. La obra de arte da, pues á la idea de
A. v o n Dom m er: «El fin de la m úsica es terminada una forma particular que reúne los
hacer nacer en nosotros sentimientos, y por caractéres de lo bello: esta idea, la forma que
estos sentimientos, imágenes.»—Elemente der la hace sentir y la unidad, gracias á la cual
Musik, Leipzig, 1862, pág. 174. constituye un todo, son condiciones indispen
sables para que se comprenda su belleza; con
diciones que deben ser base del estudio ver
daderamente filosófico de cualquiera de las
artes.
El argumento (el contenido, inhalt) de una
obra poética, pictórica ó escultural, puede ex
20 21^
presarse fácilmente con palabras; ellas darán lazo, cuya única fuerza consiste en ser anti
á la inteligencia idea suficiente y precisa. De guo: el murmullo sí, pero no la ternura; el
cimos: Esta estáfua, representa un gladiador: ímpetu sí, pero no el valor. Porque en reali
este cuadro, una ramilletera; este poema,, dad, la música carece de medios para expre
canta las proezas de Rolando. Después forma sar en estos dos casos otra cosa que el mur
m os juicio sobre la belleza de la obra; juicio mullo ó la impetuosidad, y solo nuestro propio
que establece para nosotros la aclaración corazón le presta con liberalidad suma la ter
m ás ó ménos perfecta de la manifestación ar nura y el valor.
tística del contenido así determinado. Nunca se insistirá demasiado en este pun
En cuanto á la música, hasta ahora todos to: la expresión del sentimiento determinado
han dicho de común acuerdo que lo que esen de tal ó cual pasión, está fuera del alcance de
cialmente encierra es la escala completa dé la música. Los sentimientos no existen tan
los sentimientos humanos; y esto porque se aislados en el alma que se dejen extraer solos
creia encontrar en el sentimiento lo opuesto por decirlo así, por medio de un arte que no
á la percepción intelectual definida y precisa, puede expresar ninguno de los demás estados
y por consiguiente, la verdadera diferencia activos del espíritu. Por el contrario, ellos de
entre el ideal de la música, y el de la poesía y penden de condiciones fisiológicas y patológi
la pintura. De aquí se deduce que los sonidos cas; de nociones, de ideas preconcebidas, en
no son más que el material, ó sea, los medios fin, de cuanto constituye el dominio de la in
exteriores con que cuenta el compositor para teligencia y la razón, frente á las cuales se
expresar el amor, la cólera, la piedad, el é x los coloca á veces sin embargo, como una
tasis. Los sentimientos en su diversidad in antítesis, como una oposición inconciliable.
finita, representan en tal caso la idea encar ¿Qué será pues, lo que del sentimiento en
nándose en el sonido para habitar la tierra general haga un sentimiento determinado;
b a jo la /o rm a de obra-artística musical. Lo el deseo, la esperanza, el amor? ¿Es sencilla
que nos trasporta y nos embelesa en una her mente su intensidad? ¿Su grado de agitación
m osa melodía, en una armonía potente ó in interior? Seguramente no. La intensidad pue
geniosa, no seria entonces la melodía ni la de ser la misma en mil sentimientos diversos,
armonía m ism as, sino lo que significan; el como puede diferir en el mismo sentimiento,
dulce murmullo de la ternura; el ímpetu del según los tiempos y los individuos. Solo sobre
valor. la base de ciertas ideas y juicios próviamente
Para establecer con solidez nuestro siste adquiridos (de que el individuo no se da cuen
m a, debemos desde luego separar atrevida ta en el momento en que está profundamente
m ente estas metáforas que se unen por un afectado), es cuando nuestra alma se conden
23
sa en un determinado sentimiento. El de la en los sentimientos reside precisamente en
esperanza, es inseparable de la idea de un es .un principio intelectual?
estado futuro m ás dichoso, comparado con el Ya veremos m ás adelante, cuando trate
presente. El de la tristeza, pone en paralelo mos de la impresión subjetiva producida por
la dicha pasada y la presente desgracia. Estas la música, que ciertos sentimientos, tales co
son concepciones claras, definidas. Sin este mo el dolor, la alegría, etc., pueden (pero no
m aterial intelectual preexistente, lo que se deben) ser provocados por ella. H asta aquí so
siente no puede llamarse esperanza ó triste lo hemos querido exam inar teóricamente, si
za; solo él imprime á los movimientos del al la música tiene el poder de expresar un sen
m a dirección ó carácter; sin él solo queda una timiento definido. La respuesta ha sido nega
va g a agitación, la sensación de bienestar ó- tiva, por que el carácter definido de los senti
desagrado general. El amor no se concibe sin mientos no puede separarse de ideas concre
la idea de la persona amada, sin desear y tas que son inaccesibles á la música.
buscar su felicidad, su gloria, su posesión. No Pero hay un órden de ideas en que puede
es solo por la manera que afecta al alma por lo revindicar sus ventajas sobre la pintura, por
que se le puede llamar amor, sino por el ele medios que le son propios, y en las más am
mento intelectual activo objetivo que se une plias proporciones. Desde luego es en cuanto
al sencillo principio sensitivo. Lo mismo pue se relaciona con las variaciones perceptibles
de ser dulce que violento; tanto puede ser sa al oido, de fuerza, movimiento y proporción,
tisfecho como doloroso, y no dejar por eso de así como en las ideas de aumento, disminu
ser amor. ción, celeridad, lentitud, enlace, etc. La ex
Estas consideraciones demuestran eviden presión estética de la música puede también
tem ente que la música no es apta para expre llamarse graciosa, dulce, violenta, enérgica,
sar m ás que los adjetivos que pueden acompa elegante, fresca, porque las ideas que des
ñar al sustantivo: el sustantivo mismo (el piertan tales palabras encuentran en cierta
amor), está fuera de su alcance. Un senti relación con los sonidos una aplicación en a l
miento definido, una pasión, no existen bajo gún modo material, que nada tiene de ficti
este nombre, sin el elemento positivo depen cio. Así nos es permitido emplear estos califi
diente de la inteligencia, que los localiza, les cativos al hablar de las creaciones musicales,
presta actividad, les da una historia. Si la de un modo inmediato, sin pensar en el senti
m úsica no puede traducir ideas porque es do ético que tienen en la vida moral, y en que
idioma indefinido, ¿no será incontestable que una asociación de ideas, los adapta instantá
es también incapaz de expresar sentimientos neamente á la música, y á veces hasta los
definidos, si este carácter de determinación sustituye á los verdaderos calificativos mu si-
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cales. Los pensamientos que expone el compo ni en la pieza m usical, y ni el uno ni la otra
sitor sonpuramente musicales ante todo. Cuan pueden expresar el sentimienio d.e la instabili
do una bella melodía de cierto carácter se pre dad, ni el de la indiferencia juvenil.
senta á sn imaginación, no debe ser nada más Ciertas ideas están muy bien representadas
que ella misma. El exám en de un fenómeno por la música, y con todo eso no podrían pa
concreto, nos hace pensar en su carácter ge sar por sentimientos: por el contrario, ciertos
nérico, en el pensamiento que lo constituye, sentimientos conmueven el alma de modo tan
primero; después, y elevándonos m ás aún, en complexo, que no encuentran expresión ade
la idea en absoluto. Lo mismo sucede con los cuada en ninguna de las ideas que la música
pensamientos m usicales. Por ejemplo, el in puede expresar.
mediato efecto de un adagio de sonoridad dul ¿Qué parte de los sentimientos podrá, pues,
ce y armoniosa, será sencillamente el de dar expresar la música, ya que no es su contenido,
carácter de belleza á la idea de lo armonioso su tema mismo? Es exclusivam ente la parte
y dulce, después de lo cual la imaginación, que dinámica.
relaciona fácilmente las cosas de arte con las La música se presta á figurar el movimien
<ie la vida moral, se apoderará del fenómeno to en un estado psicológico según las fases que
para hacer de él la expresión de la resignación atraviesa, y es con ellas lenta ó viva, fuerte ó
piadosa ó de cualquier otro sentimiento com suave, impetuosa ó lánguida. Pero el movi
patible con una música dulce y armoniosa, y miento es un atributo, una fase del sentimien
puede quizá llegar hasta la idea de una paz to, no el sentimiento mismo. Se cree en gene
eterna que no es de este mundo. ral definir bastante el poder expresivo de la
La poesía y la pintura presentan también música al decir que, aunque inhábil para sig
en primer término fenómenos concretos. Un nificar el objeto de un sentimiento, expresa
cuadro que representa una joven cogiendo fio • bien el sentimiento propio; por ejemplo, que
res, ó un cementerio cubierto de nieve, solo no retrata el objeto amado, pero pinta el amor.
mediatamente nos conduce á la idea de la mo- Lo uno no es más exacto que lo otro. La mú
áestia y el candor virginales, ó á la de la fra sica no expresa él amor, sino un movimiento
gilidad de las cosas humanas. Del mismo mo que puede producirse cuando se siente amor,
do, pero con infinita ménos certeza y mucha ó una emoción análoga, y esto es precisamen
mayor arbitrariedad, puede encontrar el au te lo accesorio o secundario en lo caracterís
ditorio en una pieza de música la idea de la in tico de este sentimiento. Am or es una idea
diferente alegría de la juventud, ó la de la ins abstracta, como inmortalidadó virtud. La. afir
tabilidad de las cosas del mundo: solo que es mación de los teóricos de que la música no
tas nociones abstractas, ni están en el cuadro, puede expresar abstracciones, es supérílua.
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porque las otras artes no tienen más poder el artista puede dar valor colocándola en el si
que ella en este sentido. En la realización de tio que debe ocupar, si no que es una verda
la obra de arte no hay más que ideas, es decir, dera/uer,sa, que bruta aún, y aún sin empleo,
nociones que han pasado al estado activo; esto ya por naturaleza propia posee cierta relación
se cae de su peso. Pero las ideas de amor, de simpática con algunos estados psicológicos.
cólera, de miedo, no pueden llegar á ser fenó ¿Quién no conoce el lenguaje de los colores en
meno artístico en una obra instrumental, por toda su sencillez, y en el refinamiento poético
que no hay ninguna conexión forzosa entre á que algunos escritores lo han elevado? To
ellas y la más hermosa combinación de soni dos asociamos sin vacilar la idea de esperanza
dos. ¿Cuál es, pues, la parte constitutiva de las al color verde, la de fé al color celeste. Rosen"
ideas, que la música se asimila con m ás efica kranz llega hasta á ver en el rojo «la digni
cia? Es el movimiento. (Naturalmente esta pa dad atemperada por la gracia,» en el violeta
labra se aplica aquí en su sentido más lato, y la «ingenuidad vulgar,» etc. (Psieologia, 2.“edi-
comprende también la variación en la inten cion, p. 102.)
sidad de los sonidos.) El movimiento es lo que De igual manera los elementos materiales
la m úsica tiene de común con el sentimiento; de la música; tonalidad, acordes, matices so
es el elemento á que, como verdadera creado noros, son ya earaetéres por sí propios, para
ra, puede dar mil formas diversas, con infini nosotros. Tenemos una verdadera escuela de
tos m atices y contrastes. exegesia, ocupada en inquirir su significado.
La idea del movimiento se ha desatendido El simbolismo de ¡as tonalidades de Schubart,
de un modo que sorprende, por cuantos em es compañero de la interpretación de los colores
prendieron el estudio de la esencia y los efec de Goethe. Pero estos elementos (sonidos y co
tos de la música, y sin embargo, en nuestro lores) están sometidos como materia artística
concepto es la m ás importante y fecunda de á distintas leyes que las que los rigen como
todas. manifestación natural y aislada. En un cuadro
Digamos ahora que lo que nos parece que de historia, todo lo que es rojo ó grana no sig
en la música pinta ciertos y determinados es nifica alegría, ni todo lo que es blanco signifi
tados del alma, es simbólieo. Los sonidos como ca inocencia; en una sinfonía, todo lo que está
los colores, poseen natural ó individualmente en la bemol, no representa tampoco disposicio
■un significado simbólico, cuya influencia se nes novelescas, ni todo lo que está en si menor
ejerce, fuera y ante toda consideración artís hostilidad al hombre, ni satisfacción todo acor
tica. En cada color brilla, por decirlo asi, un de perfecto, ni desesperación todo acorde de
carácter que le es propio; en nuestro enten sétim a disminuida. Trasportados al terreno
der, el color no es una simple cifra á que solo estético los elementos independientes de que
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hablamos, están neutralizados y nivelados es indispensable hacer la experiencia.—Oiga
por leyes superiores. Lo cierto es que en su mos, por ejemplo, el principio de la obertura
estado natural este género de fenómenos están de Prometeo, de Beethoven. Lo que la atención
muy lejos de poder expresar nada. Los hemos m ás sostenida hará descubrir al oido musical,
calificado de simbólicos, porque no traducen es esto, poco más ó ménos.
directamente lo que existe enla obra.su tema; Las notas del primer compás se suceden
la forma en que queda es por el contrario muy ligera y rápidamente como lluvia de perlas,
diferente. Cuando vem os la maldad en el color en movimiento casi siempre ascendente: el
amarillo, la alegría en el tono de sol mayor, segundo compás es repetición exacta del pri
ó en el ciprés el luto, nuestra asimilación tiene mero: el tercero les es casi semejante; y en el
una relación fisiológica y psicológica con cier cuarto, las gotas del saltador manantial que
tos caractéres de estos sentimientos; pero no acaban de subir algo más alto, caen, para
existe m ás que para nosotros, porque así lo volver á empezar luego su marcha primitiva,
queremos, y no porque el color, el sonido ó el con el mismo dibujo, y durante otros cuatro
árbol, la establezcan naturalmente y por sí compases. Así se establece, para el sentido
propios. No puede, por lo tanto, decirse de un musical del que escucha, bajo el punto de vis
acorde aislado que expresa un sentimiento, y ta melódico, una simetría entre los dos prime
ménos aún si se le considera relativamente á ros compases, entre éstos y los dos siguientes,
s :i sitio en la obra de arte. y en fin, entre los cuatro primeros compases
En suma, la m úsica sola no tiene para lle y los que vienen después, como entre un gran
gar al pretendido fin que le han supuesto, más arco y el que le corresponde. El bajo que mar
medio que la analogía del mommiento y del ca el ritmo, señala la entrada de los tres pri
simbolismo de los sonidos. meros compases con un solo acorde fuerte en
Deducida tan fácilmente la impotencia de cada uno: divide el cuarto en dos con otros
la m úsica para expresar sentimientos por la tantos acordes; y lo mismo se repite en los
naturaleza misma de los sonidos, casi parece cuatro compases siguientes. La diferencia rít
incomprensible que no se haya conocido ge mica que existe entre el cuarto compás y los
neralmente esta verdad desde hace mucho otros tres, y que se repite en el segundo pe
tiempo. Que el que sienta vibrar en sí la emo ríodo, deleita el oido como un nuevo elemento
ción al escuchar una pieza de música instru que se introduce en el perfecto equilibrio que
mental, trate de explicar de un modo claro y precede. Armónicamente considerado el tema,
razonable la naturaleza del sentimiento que nos muestra también la correspondencia de
constituye la esencia misma de la pieza, por un arco grande y dos pequeños: al acorde
las ideas ó impresiones que ha recibido. Aquí perfecto de do mayor que llena los cuatro pri
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meros compases, responde el acorde de se dar como por sorpresa solidez á una teoría, tal
gundo grado en los compases quinto y sexto, teoría debe ser falsa. Por una sola vía de agua
y después el de quinta menor y sexta en los dos se v a á pique un navio. Aquel á quien no sa
siguientes. De esta correspondencia entre la tisfaga este ejemplo, puede ensanchar el cam
melodía, el ritmo y la armonía, resulta un po. Abrir el casco del navio. Que se escuche
cuadro simétrico, aunque variado, que se en el tem a de cualquiera de las sinfonías de Mo
riquece aun de luces y sombras por la diferen zart ó de Haydn, el de un adagio de Beetho-
cia de timbres de los diversos instrumentos y ven, el de un scherzo de Mendelssohn, el de
por los m atices de intensidad. una pieza de piano de Schumann ó Chopin, do
No es imposible encontrar en este tem a las obras que constituyen cuanto de más sus
más que lo que acabamos de explicar, y ni aun tancial existe en música instrumental, y lo
podemos designar el sentimiento que expresa, mismo los temas más populares de las obertu
ó el que deba despertar en el auditorio. ras de Auber, de Donizetti, de Flotow, y el
Semejante desmembración destru 3’e toda que tenga más confianza en su propio criterio
belleza, y hace, es cierto, un esqueleto de lo que diga qué sentimiento puede encerrarse en
que antes era cuerpo floreciente; pero no deja ellos. Quizá uno responda: el amor; es posi
subsistir interpretaciones fantásticas. ble.—Otro: el deseo; puede ser.—El tercero; el
Hemos tomado este tema á la casualidad: sentimiento religioso; no lo contradecimos: y
la demostración seria igual con cualquier otro así consecutivamente. Pero ¿puede juzgarse
tema. H ay cierta clase de aficionados á músi expresado un sentimiento, cuando nadie sabe
ca (y en verdad no la niénos numerosa), que de cierto lo que se expresa? Sobre la belleza y
considera como defecto característico de la las bellezas de la obra musical, todos sin duda
que llaman clásica, su poca propensión á ex pensarán lo mismo: las opiniones solo serán
presar las pasiones, empezando por convenir distintas cuando se trate de caracterizar el
en que nadie podria indicar, ni siquiera en uno sentimiento. Expresar es poner una cosa os
de ios 48 preludios y fugas de J. S. Bach, un tensiblemente al alcance de nuestras faculta
sentimiento que pueda considerarse como te des, haciendo que éstas perciban claramente
ma. Tienen razón,—y eso es ya una prueba de su naturaleza. ¿Cómo, pues, se podrá presen
que la m úsica no tiene por fin necesario exci tar como expresado por un arte, el m ás in
tar sentimientos, y de que éstos no residen en cierto, el más ambiguo desús elementos, aquel
ella. Así viene completamente á tierra la mú sobre el cual nadie está de acuerdo?
sica figurativa. Y si e s fuerza desconocer las A propósito hemos tornado nuestros ejem
grandes manifestaciones del arte, reconocidas plos de la música instrumental, porque cuanto
ya histórica y estéticamente para tratar de se diga de esta, puede aplicar.se á toda la mú
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sica en general. Si se quiere penetrar de un La música vocal es un compuesto, cuyos
modo amplio y preciso en la esencia de la mú elementos se confunden de tal modo que seria
sica; si se trata de determinar sus límites, su imposible evaluar la importancia de cada uno.
dirección, es fuerza hablar de la música ins Cuando se trate de apreciar el poder del arte
trumental. Lo que ella no alcance, no lo al poético, de fijo á nadie se le ocurrirá hacer la
canzará nunca la música en general, porque demostración en una ópera: pues bien; fiján
solo ella es m úsica pura en absoluto. Que se dose en los principios fundamentales de la es
prefiera como valor ó como efecto la música tética musical, basta con hacer el mismo ra
instrumental á la vocal, ó esta á aquella zonamiento (aunque con alguna mayor inde
(comparación que, sea dicho de paso, mani pendencia de espíritu), para adquirir la con
fiesta la estrechez de miras bastante habitual vicción análoga, en cuanto al valor de la
en los que se designa con el nombre de aficio obra en música.
nados): hay que reconocer que la idea de mú La m úsica vocal sirve para dar color al di
sica en su sentido absoluto no se aplica bien bujo de la poesía (1). Hemos reconocido en los
á una pieza compuesta para ciertas palabras. elementos de la música colores de gran brillo
La parte que corresponde á los sonidos en el y delicadeza, que además tienen significado
general efecto de una obra lírica no puede se simbólico. Estos colores quizá lleguen á hacer
pararse tanto de la que toca al texto, á la ac de una poesía mediana el más hermoso len
ción escénica, á las decoraciones, que la cuen guaje del corazón; pues sin embargo, en una
ta de cada una de las artes pueda hacerse ais melodía vocal, la expresión no está en los soni
ladamente con exactitud. dos, sino en las palabras. El dibujo, no él co
Cuando se trate de determinar el conteni lor, determina el tema que se desarrolla ante
do de la música, hay que eliminar hasta las nosotros. Apelamos á la facultad de abstrac
piezas que llevan títulos descriptivos ó pro ción del lector, y le rogam os que recuerde al
gram as. Su unión con la poesía aumenta su guna bella melodía dramática cuyo efecto ha
poder, pero no sus límites (1). ya sentido, haciendo el esfuerzo de no consi-
(!) Gervinus en su libro JlancL&l y Shakespeare (186S),
(lebationdo la preferencia entre la m úsica de canto y la para probar que se puede ser m uy admirador de Handel, y
instrumental, no reconoco como verdadera y natural más sábio Imusicógrafo, cometiendo graves errores respecto á
m úsica que «el arte vocal.» y hace del «arte instrumental» la naturaleza de la música.
esta definición: «es un producto artístico que tiene origen (1) Esta frase técnica encuentra aquí precisamente su
en lo que hay de más íntimo, y ha caido en lo más externo» lugar, porque todavía no se trata más que de considera
(sin von alien innerlichen anf das Aeusserlichste neraige- ciones estéticas, de la relación abstracta y general de la
kommenes Kunslwerh), es decir, un medio físico de provo m úsica con el texto, y de atribuir á esta ó á aquella el
car un placer fisiológico. Es hacer gran gala de sutileza privilegio de encerrar en sí regularmente y por naturale-
3
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dorarla m ás que bajo el punto de vista pura texto .diferente, á palabras de amor, siempre
mente musical, separándola del preciso sig que puedan ser dichas con cierto fuego.
nificado que ha podido tener para él en la es Cuando el ária de Orfeo
cena del drama en que el compositor la colo J’ai perdu mon Eurydice,
có. Entonces verá que una melodía destinada, ríen n’egale mon malheur! (2)
por ejemplo, á expresar la cólera, no encier hacia derramar lágrimas á millones de espec
ra cuando se la exam ina aislada é intrínse tadores (y entre ellos á hombres como Rous
cam ente m ás sentido psicológico, que el de seau), un contemporáneo de Gluck, Boyé, hi
nn movimiento rápido y apasionado. Y aun zo observar que la melodía podria convenir
quizá la misma melodía se adapte bien á un tan bien, y aun quizá mejor, á las siguientes
palabras, que dicen todo lo contrario:
J’ai trouvé mon Eurydice,
za la esencia de la olma musical, Pero desde que e l exámeu rien n’egale mon bonheurl (3)
no recae sobre el que, sino sobre el como, la frase deja da Este es, por si el lector no lo recuerda, el
ser exacta. Solo en un sentido lógico (casi diríam os/wm -
dico), es donde el texto tieno el principal papel, y la mú
principio del ária.
sica e l papel accesorio pero en estética se exige del compo No es nuestra opinión en modo alguno que
sitor mucho más; es preciso que lleg u e á la belleza m usi ■el compositor necesite absolución porque la
cal oxisteute por s í misma, aunque sin separarse de las música carezca de acentos que se adapten
otras partes de la obra. Preguntémonos abora, no ya en
abstracto lo que hace la m úsica unida á las palabras, sino
mejor á.la expresión del dolor. Pero hemos
como lo hará realmente: reconoceremos que es imposible elegido este ejemplo entre mil, en primer lu
encerrar su independencia respecto á la poesía, en los es gar, por ser del maestro á quien se atribuye
trechos lím ites que e l dibujante deja al colorista. Desde más verdad en la expresión dramática; y en
que G luck inauguró la famosa y necesaria reacción contra
las usurpaciones melódicas de los italianos, reacción en la
segundo, porque varias generaciones han ad
cual, lejos de traspasar el justo lím ite, por el contrario, no mirado en esta melodía el sentimiento de do
llegó á é l (exactamente lo mismo que hoy Ricardo W ag- lor profundo, que en realidad solo existe en
ner), se repite siempre la célebre frase de la dedicatoria de las palabras.
Aloesíes, donde dice que «el texto es el dibujo correcto y
bien trazado» y la misión de la música se lim ita á darle
Por otra parte, determinar el sentim iento
colorido. Si la m úsica respecto á la poesía no tiene otro que el autor se propone en melodías vocales
papel más importante que e l de darle colorido; si siendo aun mucho más precisas y expresivas que
ella á la vez dibujo y color, no añade alguna cosa comple ■ésta, nos obligaría á hacer verdaderos esfuer-
tam ente nueva cuya belleza original le pertenezca por
completo y que florezca y fructifique ayudada de las pala
(2) He perdido á mi E u rid ice, no hay desgracia como
bras y e l texto, entonces no es más que un ejercicio de es
la m ia !
cuela ó una diversión de dilettante, y las altas cimas del
arte le están vedadas. (3) He encontrado á mi Euridice, no hay dicha como
1 a mia!
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zos ele adivinación. Sucede con esto como cow leita con los equívocos que la acompañan en
los perfiles sacados de la sombra en la pared, la parodia de que hablamos.
cuyo original jamás reconocemos hasta que Según vemos, un tema musical tiene la
nos dicen de quién es. manga tan ancha como una pasión humana.
Hemos hecho la demostración en un caso No se han agotado nuestras pruebas. El sen
particular, pero que se reproduce hasta lo in timiento religioso pasa, y con razón, por uno
finito y en proporciones inmensas. Mil veces de los que mejor se reconocen en la música:
se ha modificado del principio al fin y en sen esto no impide que hajm pocas iglesias de pue
tido diferente el texto de una pieza de canto. blo en Alemania donde el organista no hala
Cuando se representa Los Hugonotes, de Me- gue los oidos de los fieles durante la proce
yerbeer, con el título de los Gibelinos de Pisa, sión con El cuerno de los Alpes, de Procli, ó el
cambiando el argumento, la época, el lugar, ária final de La Sonnámbula, sin omitir el gra
los personajes y las palabras, si bien es cierto cioso salto de décima «¡Ah m’abbraccia!» ó
que la trasformacion hecha con poco acierto algún otro recuerdo mundano por el estilo.
causa extrañeza al espectador que conoce la Los que han viajado por Italia se han admi
obra original, no lo es mónos que la expresión rado al oir en las iglesias aires de las óperas
puramente musical no tiene alteración algu más conocidas de Rossini, Bellini, Donizetti y
na. Y sin embargo, el fanatismo religioso, re Yerdi. Estas piezas, y otras aún más profa
sorte de la acción en Los Hugonotes, desapa nas, con tal de que tengan el compás algo
rece por completo en Los Gibelinos. El coral tranquilo, no turban á lo s buenos feligreses,
de Lutero, que aquí no encuentra racional que, por el contrario, quedan edificados ojmn-
empleo, solo figura como cita en esta ópera: dolas. Si la música tuviese por sí misma la
como m úsica, conviene á todos los cultos. El facultad de expresar el sentimiento religioso,
lector (aleman) debe haber oido el allegro fu - semejantes qui pro quos serian tan imposibles
gato de la obertura de il Flautío mágico, con como que un predicador contase en el púlpito
vertido en cuarteto vocal con una disputa en en lugar de sermón una novela de Tieck ó una
tre chalanes judíos por texto. La m úsica de sesión del Parlamento.
Mozart, en la que no se ha alterado ni una Nuestros grandes compositores de música
nota, se adapta de un modo que sorprende á religiosa nos proporcionan pruebas abundan
aquellas palabras de una gracia cómica, que tes para apoyar esta tésis. Quizá ningún otro
de todo tiene ménos de elegante, y no es posi haya procedido con tanto descaro en eso co
ble que agrade más la composición oyéndola mo Hándel. Winterfeld prueba que muchas
en la ópera en su cuadro sério, que lo que de piezas del Mesías, las más célebres y en que
más se admira el sentimiento religioso, están
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sacadas de una colección de dúos profanos, y luir la estética de la música en general, tam
hasta eróticos, compuestos por Handel en poco puede en práctica destruir la base que
1711 y 1712 para la Princesa Electora Carolina hemos fijado con ayuda de la instrumental.
de Hannover, con madrigales de Mauro Or- El principio que combatimos se ha encar
tensio por texto. La m úsica del segundo dúo; nado de tal modo en las máximas usuales de
No, di voi non vó fidarmi, estética musical, que todos sus derivados, di
cieco Amor, crudel beltá; rectos ó colaterales, han llegado á ser invio
troppo siete meuzognere, lables como él. Citaremos entre estos, la teo
lusínghiere Deitá (1). ría de la imitación por la música de los obje
está sin la menor modificación en el popular tos visibles, ó perceptibles al oido extra-musi
coro del Mesías: For unto us a ehilcl is born (2). calmente. Los que quieren abordar la cues
El tema de la tercera frase del mismo dúo; tión de la «pintura musical» cuidan siempre
So per prova i vostri inganni (3) de decir que la m úsica no puede presentar el
es el mismo del coro; A lt we like sheep (4), fenómeno á nuestra vista por, que á tanto no
de la segunda parte del Mesías. Poco difiere alcanza, y que solamente es apta para expre
la música del madrigal núm. 16 (dúo de so sar el sentimiento que despierta en nosotros el
prano y contralto), y la del dúo: O death, objeto exterior. Precisamente es á la inversa.
zühere is thy stincfl (5) de la tercera parte del La música solo consigue imitar la apariencia
Mesías: estas son las palabras del madrigal; exterior, y jamás podrá expresar el senti
Se tu non lasci amore, miento suscitado por esa apariencia. No se
mió cor, ti prentirai. pintan con la música los copos de la nieve que
Lo só ben io! (6). caen, los pájaros que revolotean, la salida
Es por lo tanto notorio que la música vo del sol, más que produciendo sensaciones
cal, incapaz de servir en teoría para determi- acústicas de im orden análogo, que tienen
con aquellos fenómenos cierta afinidad diná
(1) No, no quiero fiarme de vosotros, Amor ciego. V e mica. La elevación, la intensidad, la rapidez,
nus cruel; m entís demasiado, lisonjeras Deidades. el ritmo de los sonidos, constituyen en algún
(2) «¡Ali! entre nosotros nació el niño.» (Traducion anó
nima)— «Canta, oh Judá, á tu divino maestro.»—(Traduc modo una figura para el oido; la impresión
ción de V. W ilder.) que produce tiene con la percepción visual
(3) «Por experiencia conozco vuestros engaños.» la analogía á que pueden llegar entre sí sen
(4) «Rebaño balador.» (Traducción de V. W ilder.) saciones materiales de distinta índole. Fisio
(5) «¡Oh muerte,! ¿qué has hecho de tu poder?» (Tra
ducción de V. Wilder.) lógicamente puede suceder que un sentido se
(6) «Si no dejas de amar, te arrepentirás, corazón mió sustituya á otro hasta cierto limite; estética
estoy seguro de ello.» mente pasa también algo de eso en las sensa
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ciones. Pues si existe analogía bien definida cada uno, no son realizables para la obra ar
entre el movimiento en el espacio j el movi tística, porque á esta le falta base fuera de la
miento en el tiempo, entre el color, lo delgado cuestión; ¿para qué sirve el movimiento?
ó lo grueso de un objeto, y la altura, el tim Lo que hay de exacto en la fórmula modi
bre, ó la fuerza de un sonido, está en lo posi ficada, es decir, en la afirmación de que la
ble pintar ciertas cosas por medio de la músi música es impotente para pintar sentinaientos
ca; pero querer representar con los sonidos el definidos, es ya un progreso en el órden ne
sentimiento que aquellas cosas excitan en gativo. ¿Cuál será, pues, el elemento positivo,
nosotros; lo que sentimos ante la nieve que creador de la obra musical? Un sentimiento
cae, el gallo que canta ó el relámpago que indefinido no puede por si propio ser motivo
brilla, es ridículo, ni m ás, ni ménos. de la manifestación artística: si el arte se apo
Aunque todos los teóricos musicales, al dera de él, todo va á depender del modo en que
ménos los que conocemos, continúen siempre reciba forma. La actividad artística consiste
edificando tranquilamente sobre la base de la en individualizar ideas generales, en sacar lo
expresión de los sentimientos por medio de la , definido de lo indefinido, lo particular de lo
música, con todo hay algunos á quien un jui general. En la teoría de los «sentimientos in
cio más recto impide admitir en absoluto tal definidos» seria preciso proceder al contrario.
principio. Los detiene la falta de precisión in Con ella se llega á un resultado peor aún que
telectual de la música, y modifican de este el de la antigua doctrina, pues nos obliga á
modo la formula consagrada; «La música .creer que la música expresa alguna cosa, con
liace nacer y expresa sentimientos m ás bien denándonos á no saber nunca qué cosa sea. Y
indefinidos, que definidos con claridad.» Lo sin embargo, desde ahí solo falta un paso para
que razonablemente se deduce de esta frase llegar á la verdad, para reconocer que la mú
es que el movimiento del sentimiento, separa sica no expresa sentimientos definidos ni inde
do del tema ó motivo del mismo sentimiento, finidos. Pero ¿qué músico consentirá en re
de lo que constituye su estado pasivo, es lo nunciar para su arte á las prerogativas, al
que pertenece á la música. Eso justamente es dominio que cree conquistados por él desde
lo que le atribuimos bajo el nombre de parte tiempo inmemorial? (1).
dinámica de los sentimientos. Pero esta facul
tad de la música no consiste en «expresar sen (1) Ea ciertas obras justamente estimadas bajo otros
timientos indefinidos,» porque la idea de ex aspectos, ee puede ver basta qué absurdos conduce el falso
presado y la de indefinido se excluyen una á principio de la música expresando sentimientos definidos!
así como el más falso todavía que asigna á cada diferente
otra. Los movimientos del alma, como sim forma del arte m usical un sentimiento especial que le es
ples movimientos, y aparte del motivo de necesario é inherente. Mattheson,’ cuya inteligencia es
42 43
Nuestra conclusión da lugar también á otro sayarenios tal ficción en la música instrumen
sistem a que continúa presentando la expre tal, pues evidentemente se niega á una de
sión de los sentimientos definidos como ideal mostración que tenga por objeto sentimientos
de la música, pero añadiendo que nunca ha definidos; la haremos en la vocal, que es la
conseguido llegar á su ideal, y que puede y única que puede acentuar los sentimientos ya
indicados. En ella, por medio de palabras im
debe seguir tratando de aproximarse siempre
puestas al compositor, se determina el objeto
más á él. Las grandes frases, tantas veces
alambicadas sobre la tendencia de la música que hay que expresar; la música tiene el po
á libertarse de las trabas que hacen de ella un der de vivificar esas palabras, de comentar
idioma vago, indeterminado, para adquirir la las, de comunicarles hasta un grado más ó
ménos elevado la expresión íntima ó indivi
precisión de un lenguaje concreto; los elogios
prodigados á las composiciones en que se en dual. Lo hace caracterizándolas lo mejor po
cuentran, ó se creen encontrar vestigios de im sible por el movimiento, haciendo valer el
esfuerzo hecho en ese sentido, manifiestan simbolismo que es atributo de los sonidos. Si
toma por principal objetivo el texto y no su
bien claro de cuánto favor goza este sistema,
propia belleza intrínseca, puede llevar su in
Pero debemos combatirlo aun m ás resuel
dividualidad más lejos todavía, hasta el punto
tamente que á la doctrina de la expresión
mismo de parecer que expresa por sí sola ei
efectiva y usual de los sentimientos por la
sentimiento que sin embargo existia ya en las
música, como si tuviera probabilidad de llegar
palabras, donde está de seguro, aunque sus
á ser nunca el principio estético de este arte.
ceptible de graduación. Esta tendencia condu
Aun cuando se pudiera llegar á precisar la
ce en realidad á un fin que tiene cierta analo
expresión de los sentimientos, la belleza mu
gía con la pretendida «expresión de un senti
sical no dejarla de ser incompatible con ella.
miento propuesto como tema á la obra mu
Admitamos por un momento esa posibilidad,
sical.» Admitiendo que estas dos cualidades de
para fijar m ás aun nuestra convicción. No cn-
la música, una efectiva y supuesta la otra,
estén acordes entre sí; que la expresión de
ciertamente notable, nos pueda servir de ejemplo. Según
el punto de partida de su teoría estética, «en toda melodía los sentimientos sea posible para la música, y
debemos proponernos como fin principal una emoción del constituya el objeto de este arte, estamos obli
alma,» lleg a á expresar en. serio estos aforismos en su gados á atribuir el más alto grado de perfec
Vollkommener Capellmeister ( páginas 200 y siguientes).
«La pasión que debe expresarse en la zarabanda, es la am
ción á las composiciones cuyo sentido se pre
bición.»—«En e l concertó grosso debe dominarlo todo la cise mejor y más seguramente. Pero ¿quién
expresión de la voluptuosidad.»—«La chacona debe tradu no conoce gran número de obras musicales,
cir la saciedad.»—«En la overtura es fuerza que se reco cuya belleza resalta, sin necesitar tan expir
nozca la magnanimidad.»
45
44 tro razonamiento; las formas más completas
citas determinaciones? Por otra parte, hay y elevadas del arte, nos ayudan aun mejor, á
m uchas composiciones vocales en que el au hacer constar que la belleza musical tiende á
tor se ha esforzado en reproducir con exacti alejarse de cuanto expresa demasiado especial
tud un sentimiento en los términos que aca mente; con sobrada precisión; á su imperiosa
bamos de exponer, poniendo por cima de todos necesidad de libre espansion, no puede conve
los principios la verdad de la reproducción. nir tanto servilismo.
Pues examinándolas bien, adquirimos la cer Dejemos pues el principio declamatorio del
teza de que el rigor en adaptar á un progi*a- recitado, y ascendamos al principio estético
ma la pintura musical, está en sentido inverso de la ópera. En las de Mozart, las piezas de
de su propia belleza, y que la exactitud decla música están en perfecta armonía con el tex
matoria y dramática, solo va hasta la mitad to. Escuchemos hasta las más complicadas de
del camino unida á la perfección musical; al dichas piezas, los finales, sin las palabras: sin
llegar á cierto punto, se separan. duda quedará alguna oscuridad en las partes
La mejor prueba de esto es el recitado, que intermedias; pero las principales, así como el
es la forma musical que más se ajusta á la conjunto, aparecerán en toda su belleza, que
expresión declamatoria, pues llega hasta á dar por si propia existe. Satisfacer las exigencias
acento á la palabra aislada, sin m ás aspira dramáticas y musicales, equilibrando las unas
ción que la de fijar como con la fidelidad del con las otras, se considera con razón como el
molde los estados definidos del alma, que cam bello ideal de la ópera. Pero nosotros no cree
bian casi siempre con rapidez. Sacando extric- mos que se haya realizado nunca de modo que
tamente la consecuencia de este punto de par sea imposible sacar más partido del i ema; de
tida, el recitado debería ser la manifestación las condiciones en que se efectúa el equilibrio
más verídica y elevada de la música, pues en del perpótuo combate del principio de la exac
realidad, esta pierde en elrecitado toda su pro titud dramática con el de la belleza musical;
pia importancia, y queda reducida á s e r 'hu de las concesiones que incesantemente deben
milde servidora del texto. De donde resulta hacerse el uno al otro. Lo que hace que el sis
que la expresión de los sentimientos definidos tema de la ópera sea indeciso, difícil de fijar,
lejos de ser necesaria en la música, está en no es la inverosimilitud de personajes que can
completa y absoluta oposición con ella. Cantad tan al mismo tiempo que se agitan, trabajan
un largo recitado sin palabras, y buscad su y hasta mueren (que la imaginación se amol
significado, su valor musical; el resultado no da fácilmente á lo convencional), sino la situa
es dudoso. Por el contrarío, la verdadera mú ción dependiente en que están el texto y la
sica soportará la prueba. música, quedos obliga]á continuas alternativa-
Y no solamente el recitado corrobora nues
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apreciar hasta qué puntcj es así, examinando
de preeminencia; esto hace á la ópera sem e
las diversas disposiciones en que se va á ver
jante á un estado constitucional, que solo exis
un drama ó una ópera del mismo argumento.
te por la lucha incesante de dos poderes igual
Lo débil de la parte musical en una ópera nos
mente autorizados. Esta lucha, en que el artís
será siempre mucho más sensible que la de la
ta debe dar la victoria tan pronto á uno como
á otro, es origen de cuanto tiene la ópera de parte dramática (1).
La niajur importancia que para nosotros
irracional ó insuficiente, y causa de la inefica
iene la famo sa cuestión de Gluckistas y Picci-
cia de las reglas artísticas, queparece deberían
nistas en la historia del arte, es haber mani
por el contrario decidir á favor de su valor e s
festado, y puesto en discusión por vez prime
tético. Llevados á sus últimas consecuencias
ro, la íntima lucha de los dos elementos de la
el principio dramático y el musical, forzosa
ópera. Cierto es, que los dos bandos deba
mente llegarían á chocar en el plano que tie
tían sin tener conciencia científica de las in
nen trazado; pero como las dos líneas son tan
mensas consecuencias que para los principios
largas, parecen paralelas en toda la extensión
])odria tener la solución. Quien se tome el
del curso en que son perceptibles á la mirada
humana. trabajo de seguir las fases de esta larga con
tienda (1), verá en ella la polémica francesa
Lo mismo sucede respecto al baile, como po
demos verlo en el primero que nos venga á la (1) En sus últim as obras Ricardo Wagner trata de acen
memoria. Mientras la belleza rítmica se aleja tuar la tendencia dramáticaen oposición á la musical. No
más de sus formas especiales, tratando de ha podemos ménos de aplaudir cuantos esfuerzos sa bagan para
blar por medio de la música, más semejanza conseguir la inteligente mejora de la parte dramática en la
obra lírica, sin olvidar por eso que la música de ópera, se
toma con la pantomima, que es más inferior y parada del texto, satisface poco a l sentido estético. Se ad
desnuda de formas. La importancia que el quiere el convencimiento de su insuflciencia cuando sa ve
principio dramático dá al baile está en razón á W agner preocuparse en engrandecer y caracterizar un
inversa de su bellezaplástica y rítmica. En una elemento aislado, á expensas del conjunto, lo cual en últL
mo resultado hace resaltar la forma general, como la carga
ópera no se puede proceder como en un drama desproporcionada de un canon lo hace estallar. Colocándose
hablado, ni como en una obra instrumental; bajo e l aspecto puramente dramático W agner debe consi
por eso el verdadero coznpositor lírico se pro derar su obra Tristan é Isela como la mejor que ha escrito.
pone por fin la combinación, la conciliación Nosotros preferimos el Tannhausser, porque, aunque en
esta obra el compositor no haya ciertamente acertado por
perpétua de los dos elementos, texto y m úsica, completo con la belleza m usical absoluta, al escribirla no
y no establece como principio .el predominio habla repudiado todavía #us principios.
del uno ó de la otra. En caso de duda debe dar (1) Los documentos más importantes que pueden consul
la preferencia á la música, porque la ópera es tarse en la cuestión de Gluckistas y Piccinistas están en
la eoleccionde «Memoires pour servir á 1‘histoire de la re-
musical antes de ser dramática; todos pueden
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con todo su esprit y su habilidad, empleando
detiene la escena y se perjudica el efecto. Ta
todos los medios de combate, desde la injuria
les objeciones me parecen completamente ilu
más grosei'a hasta la más ñna adulación; pero
sorias. En primer lugar, admitido el canto,
verá también al mismo tiempo razonamientos
hay que admitirlo lo m ás bello posible, y no es
tan infantiles en sus principios, y tal falta de más natural cantar m al que cantar bien. To
verdadero saber y reflexión profunda, que
das las artes se fundan en convenciones. Al ir
pronto sacará la conclusión de que de allí no á la ópera, voy á oir m úsica. No ignoro que
podia resultar nada de provecho parala esté Alcestes no se despedía de Admeto cantando
tica musical.
un ária; pero como A lcestes está en el teatro
Los más inteligentes de estos polemistas, para cantar, si encuentro su dolor y su amor
Suard y el abate Arnaud de parte de Gluck; en un ária muy melodiosa, gozaré con su can
Marmontel y La Harpe en contra suya, han to, compadeciendo su infortunio.» Y sin em
querido muchas veces en verdad caracterizar bargo, La Harpe no conocía la solidez del ter
el principio dramático de la ópera, y su modo reno que pisaba a! expresarse así, pues que
de ser con respecto al musical; pero han tra poco después no duda en criticar duramente
tado la relación entre los dos principios, lo m is el dúo de Agamenón y Aqüiles en Iphigenie,
mo que otros muchos atributos, como pertene bajo pretesto de que haciendo hablar á un
cientes á la ópera, en vez de ver en ellos el tiempo á los dos héroes, el autor los despoja
origen de su m isma vida. No sospechaban que de su dignidad. Esto era abandonar la tierra
la existencia de la ópera depende precisamen firme, hacer traición al seguro principio de la
te de determinar esa relación. belleza puramente musical, y dar implícita ó
Cosa notable: los adversarios de Glnck han inconscientemente razón á su adversario.
llegado á veces muy cerca del punto en que Mientras mayor preponderancia quiera
aparece quizá victoriosamente combatida la dársele al principio dramático de la ópera,
falsedad del principio dramático. Veamos lo quitándole así el aire vital con que la belleza
que escribe La Harpe en el Journal de poliü- musical lo alimentaba, más se empequeñece
que et de litteraiure del 5 de Octubre de 1777. la obra lírica, que queda como el pájaro puesto
«Dicen que no es natural que se cante un bajo el recipiente de la máquina pneumática.
ária en una situación apasionada; que así es Asi, por fuerza retrogradaríamos hasta el
drama hablado; lo que prueba al ménos que la
volution operée dans la musique par M. leChevalier Gluck.
Napias et París, 1781.» ópera es de todo punto imposible si el princi
La parta histórica de la cuestión está hoy expuesta com pio m usical no domina en ella con el pleno
pleta y fielmente en el libro de M. G.Desnoireterres Gluck convencimiento de que su naturaleza es ene
e t Piccini. Paris, 1872, in 8,“ m iga del realismo. En la práctica artística
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nunca se ha puesto en duda esta verdad: ¿Qué queda, pues, al principio de belleza en
Gluck, el más rígido de los dramatistas, emite la música, puesto que hemos eliminado el sen
en teoría la falsa idea de que la música de ópe timiento como insuficiente para constituirla?
ra no debe ser más que declamación intensa, Queda otro elemento completamente dis
superlativa; pero en la práctica se sobrepone tinto, que existe por sí propio, y que vamos á
con frecuencia á todo, su naturaleza musical, examinar con detención.
y siempre con gran ventaja para la obra. Otro
tanto diremos de Ricardo W agner. Nos basta
aquí para la hilacion de nuestros razonamien
tos hacer notar la debilidad del punto de par
tida de W agner, tal cómo lo establece en el
primer tomo de su obra Opera y Drama. «El
error de la ópera, como género artístico, con
siste en que un medio (la música) se emplea
como fin, y el fin (el drama) como medio.» Una
ópera en que la m úsica sea constante y ver
daderamente empleada como simple medio de
llegar á la expresión dramática, es un contra
sentido musical.
Cuanto más de cerca contemplamos esa
unión m organática contraida entre la belleza
musical pura, y un tema definido y determi
nado, m ás ilusorio nos parece que sea indiso
luble.
¿En qué consiste que en una pieza de canto
podríamos introducir pequeñas modificaciones
que en nada alterarían su expresión, y sin
embargo destruirían por completo la belleza
del tema? Esto seria imposible si la belleza re
sidiera solo en la expresión. ¿En qué consiste
que hay piezas de canto que traducán correc
tamente el texto, y con todo nos parecen in
tolerablemente malas? Y sin embargo, son in
atacables en la teoría musical del sentimiento.
CAPITULO III.
LA BELLEZA EN LA MÚSICA.