Amor
Amor
Amor
“Amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha
nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios, pues Dios es
amor.”
1 Jn 4,7-8
"El amor engloba la existencia entera y en todas sus dimensiones, incluido también el
tiempo. No podría ser de otra manera, puesto que su promesa apunta a lo definitivo: el
amor tiende a la eternidad." (Benedicto XVI, Dios es Amor)
Introducción
Juan Pablo II en su primera encíclica “Redemptor Hominis” afirma: “El hombre no puede
vivir sin amor. Se convierte en un ser incomprensible para sí mismo, y su vida carece de
sentido, si no le es revelado por el amor; si no se encuentra con el amor; si no lo
experimenta o lo hace propio; si no participa de él activamente”.
“Dios que ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al amor, vocación
fundamental e innata de todo ser humano. Porque el hombre fue creado a imagen y
semejanza de Dios que es amor” (CIC 1604).
Es decir, el amor forma parte de la esencia misma de la persona humana, hay una
vocación, una pertenencia del ser humano al amor.
El amor es una consecuencia de la semejanza del hombre con Dios, semejanza con la que
fue creado por amor. Como dice Madre Teresa de Calcuta: “El hombre desde el momento
mismo de la concepción es creado para un fin más grande, para amar y ser amado”. De
ahí resulta la necesidad psicológica de todo ser humano de encontrar el amor, de
experimentarlo, de vivirlo.
El hombre no puede encontrarse plenamente a sí mismo sino en la entrega sincera de sí.
El amor conduce a la realización plena del hombre. Por contra, la falta de amor conduce
al fracaso, a la infelicidad.
Conceptos del amor
Se puede hablar de amor hacia: las cosas y objetos inanimados, de amor por entes
colectivos (como la patria, el movimiento, el partido), amor al prójimo, amor a Dios.
Pero “el amor es siempre una relación mutua de personas que se funda a su vez en la
actitud de ellas individual y común respecto del bien”.
(K. Wojtyla, Amor y Responsabilidad)
El amor, la caridad (en latín “caritas”, es amor), es una de las tres virtudes teologales (fe,
esperanza y caridad). En este contexto “la caridad es la virtud por la cual amamos a
Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos
por amor de Dios” (CIC 1810).
Así, por amor humano se entiende la relación humana caracterizada por solidaridad y
concordia, que son los elementos constitutivos del amor y varían de acuerdo al nivel de
intimidad. Esta relación se da en tres niveles:
Físico -cuerpo
Psíquico -afectividad (sensibilidad)
Espiritual - inteligencia y voluntad
Al ser una exigencia de la persona humana en todo su ser, el amor es una realidad
tanto del cuerpo como del alma.
Físico
1. Superficial
Psíquico
2. Profundo Espiritual
Amar es:
La forma concreta de entender y vivir el amor está en relación directa con el aprendizaje
del amor. El aprendizaje del amor y su integración en la totalidad de la personalidad es
un proceso. Es importante reflexionar sobre este dinamismo formativo que capacita a la
persona para amar o, por el contrario, le obstaculiza lograr una vivencia del amor.
El amor adulto se logra cuando hay madurez afectiva del ser humano, y esta madurez se
logra en la vivencia de las siguientes etapas:
1. Egoísmo por excelencia. El recién nacido tiende a y prefiere sólo aquello que
le causa sensaciones agradables.
2. Aprender a depender. El niño pequeño aprende que para recibir es necesario
dar, aquí inician las tendencias oblativas. Es la manifestación del primer signo
de amor.
3. Aprender a compartir. El círculo de afectos del niño de 5 a 9 años se va
extendiendo a otras personas (compañeros), para entrar en relación con ellos
tiene que sacrificar algo de su egoísmo. Extensión de la oblatividad.
4. Despertar afectivo. El niño púber intensifica su amistad con otros niños
del mismo sexo. Empieza a pensar formalmente en otro. Aprende que el
egoísmo lo lleva a la soledad.
5. Despertar sexual. El adolescente se da cuenta que se complementa mejor
con las personas del sexo opuesto, que lo lleva a un refinamiento de sus
tendencias oblativas anti - egoístas.
6. Capacidad de amar. Oblatividad plena en función de la otra persona. El
egocentrismo del niño ha desaparecido, alcanzando así la madurez
afectiva, que lo dispone al amor adulto.
De la manera como sean vividas cada una de las etapas depende el paso a la siguiente
etapa de madurez afectiva. En cada una debe completarse el desarrollo afectivo esperado.
Así, por ejemplo, si en el “aprender a compartir” el niño no empieza a renunciar a sí
mismo en su relación con los demás, esta deficiencia se irá arrastrando en las etapas
subsecuentes, dificultando la vivencia deseable.
Si el aprendizaje del amor y su integración en la totalidad de la persona es un proceso, en
alguna medida el amor no ‘es’ nunca una cosa toda hecha, sino que ‘va siendo’ a cada
momento.
Es muy importante recordar que:
El gran mandamiento
“Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?”
Él le dijo: “¿Qué está escrito en la Ley?”
Respondió: “Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas
tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”.
Díjole entonces: “Bien has respondido. Haz eso y vivirás”.
(Lc 10, 25-28)
SENTIDO CIENTIFICO
Todos hemos sentido, gozado y sufrido por amor, pero ¿cómo lo entiende la ciencia?
Aunque cada uno de nosotros puede tener su propia definición del amor, desde el punto
de vista biológico, se le ha caracterizado como "un fenómeno integral que involucra
nuestro cerebro y nuestros órganos productores de hormonas, como la hipófisis y la
glándula adrenal".
En el amor participan varios mensajeros químicos que proporcionan una gama de
sensaciones que van desde el placer, la euforia, la confianza y la seguridad, hasta la
ansiedad, la obsesión y la depresión. Es un fenómeno que incluye patrones conductuales,
cognitivos y emocionales característicos.
Todas estas sensaciones y conductas complejas que se viven en el amor han llevado a los
investigadores a estudiar cada uno de sus componentes y conocer de este modo las bases
biológicas que lo sustentan.
Por ejemplo, hay investigaciones que indagan sobre las regiones cerebrales que participan
en el enamoramiento, mientras que otras, a través de experimentos de genética molecular,
tratan de conocer las bases de los lazos afectivos y las interacciones sociales.
Desde el punto de vista biológico, podemos distinguir básicamente dos tipos de amor: el
amor de pareja o romántico y el amor filial (maternal o paternal). Ambos son
fundamentales para la supervivencia de nuestra especie, ya que el primero en términos
generales lleva a la reproducción, mientras que el segundo permite que las crías reciban
los cuidados adecuados para su desarrollo.
LAS ETAPAS
Desde el momento en que una pareja se conoce, ésta suela atravesar seis etapas:
1) Enamoramiento o fusión (del primer mes hasta, máximo, 30 meses). Quieren estar todo
el tiempo juntos, se sienten unidos y están extasiados el uno con el otro. La pareja tiene
la sensación de afecto mutuo y de reciprocidad. Además, se vive especialmente el deseo
y la pasión, con o sin actividad sexual, pero con una intensa fantasía.
2) Relación y vinculación (desde los 18 meses a los tres años). Los integrantes de la pareja
se muestran afectivos el uno con el otro, pero también empiezan a mostrar su autonomía.
La pareja diferencia el "yo-tú" del "nosotros" y se empieza a mostrar más manejable. La
relación ya no es tan pasional, sino más compañera; deja de ser tan simbiótica y trasciende
el dormitorio. Se puede pasar de crear un vínculo amoroso a vivir juntos o proponerse
crear un hogar.
3) Convivencia (segundo y tercer año). El nivel sexual baja, se manifiesta el amor con
más compañerismo y el nido o el hogar. Se decora la casa, se hace confortable. Aquí el
amor se alimenta con el compañerismo y el apego amoroso. Pueden surgir los problemas
por la familiaridad y la rutina y esto puede crear molestias, irritación y enfados.
4) Autoafirmación (del tercer al cuarto año). Es el momento de sentirse lo suficientemente
seguro para hacer actividades por separado. Si no se tienen en cuenta las necesidades
individuales, se crea resentimiento y problemas de identidad de los miembros de la pareja.
Hasta aquí la pareja se fijó en las cosas que tenían en común; ahora se empiezan a fijar
en las diferencias, pero se tienen que sentir lo suficientemente cómodos para poder hacer
actividades independientes.
5) Colaboración (entre el quinto año y los 15 años). Si la pareja ya se unió para hacer
proyectos juntos, como los hijos, y éstos ya empezaron a ser independientes puede ser un
momento de mucha fricción. Esto puede ser debido a que los hijos adolescentes causan
tensiones o a que cada uno quiere tener un proyecto propio y la pareja se resiente.
6) Adaptación (del 15º al 25º año). En esta etapa las parejas deben adaptarse a los cambios
externos: hijos, "achaques", familiares en la vejez. Este es el momento en que las fantasías
o ilusiones de cómo podría ser la pareja se desmoronan y se ve la realidad de frente. Con
la madurez y la conciencia de cómo pasa la vida, hay algunas personas que tienen miedo
de perder el tren y, si coincide con la crisis de la mediana edad o la siguiente, puede ser
un momento en que la pareja o bien se rompe o se consolida en las nuevas rutinas sin
hijos.
CAMBIOS FISIOLOGICOS
Durante el enamoramiento ocurren cambios fisiológicos impresionantes en nuestro
organismo. Se modifica la producción de hormonas, cambia de manera notable nuestro
estado de ánimo e incluso se llega a tener una percepción diferente de la realidad.
Se ha encontrado que en los primeros meses de enamoramiento hay un aumento en los
niveles de cortisol, una hormona esteroide relacionada con el estrés. Además, en el
hombre disminuye la producción de testosterona, una hormona sexual que es más
abundante en el hombre que en la mujer, mientras que en la mujer aumenta, lo cual hace
que el hombre modifique un poco su conducta y se muestre más tranquilo, mientras que
la mujer puede estar más alerta o incluso agresiva.
Se sabe que los enamorados presentan estados de ansiedad y estrés moderados que se
manifiestan a través de un aumento en la sudoración, la presión arterial, el ritmo cardíaco
(palpitaciones) y en los movimientos peristálticos intestinales (las famosas "mariposas en
el estómago").
Mientras estos cambios fisiológicos sean moderados, el enamoramiento es benéfico para
la salud: es un estado muy motivador, inspirador y reconfortante, que mantiene a la gente
alerta y optimista. Se sabe que a la larga, después de esta etapa incierta, que es el
enamoramiento, el amor reduce el estrés.
¿UNA MOLECULA?
Dada la gama de sensaciones que involucra el fenómeno del amor, no cabe pensar que
exista "la molécula del amor"; sin embargo, sí hay sustancias íntimamente ligadas a los
estados emocionales que se presentan en el amor romántico y en la conducta maternal,
además de ser fundamentales en el establecimiento de los lazos afectivos entre los
individuos.
Estas sustancias son algunas hormonas como la vasopresina y la oxitocina,
neurotransmisores (moléculas encargadas de la comunicación entre las neuronas) como
la dopamina y la serotonina, y los opiáceos endógenos -moléculas producidas en nuestro
cerebro, relacionadas con las sensaciones de placer y la disminución del dolor- como las
endorfinas y las encefalinas.
Por ejemplo, la vasopresina, también llamada hormona antidiurética, participa en la
regulación del contenido de agua de nuestro cuerpo, mientras que la oxitocina es esencial
para el trabajo de parto y la lactancia. Además de estas funciones, se ha encontrado que
ambas participan en el despliegue de conductas sociales, el establecimiento y el
mantenimiento de los lazos entre la madre y su cría, y entre las parejas.
En el caso de la serotonina, la dopamina y las encefalinas, se sabe que participan en la
generación y reforzamiento de muchas de las emociones que se presentan durante las
relaciones amorosas a través de su acción en las estructuras cerebrales relacionadas con
el placer y las sensaciones de recompensa. Se sabe también que estos mensajeros
químicos pueden regular la producción y los efectos de la oxitocina y la vasopresina.
Si existen moléculas involucradas en el amor, entonces ¿podríamos elaborar pociones de
amor o tener la cura para el mal de amores? Lamentablemente no existe poción mágica o
píldora mágica que contenga dosis de amor. Es necesario también recordar que la
oxitocina, la vasopresina y demás moléculas mencionadas, participan en la regulación de
muchas funciones y no solamente en el mantenimiento de los lazos sentimentales, por lo
que su administración puede llegar a tener efectos colaterales importantes en nuestro
organismo.
En los últimos años, varios grupos de psicólogos han descubierto que entre los
ingredientes que dan mayor solidez a una relación de pareja, por un tiempo considerable,
son: la comunicación, el compromiso, la confianza, la intimidad y la celebración de los
momentos importantes para uno de los miembros de la misma, más que el apoyo en
situaciones desfavorables. De manera que si uno quiere permanecer con su pareja, no hay
que dudar en festejar con ella los momentos felices.
SENTIDO FILOSOFICO
"El hombre, que es la única criatura sobre la tierra a la que Dios ha querido por sí mismo,
no puede realizarse plenamente si no es mediante la entrega desinteresada de sí mismo".
Dado que el hombre es una persona, o sea, un ser que se posee a sí mismo y que se
gobierna por sí mismo, resulta que puede 'entregarse', que puede hacerse 'don' para los
demás sin rehusar por ello a su específico estatuto ontológico. No supone, ciertamente,
una entrega simple si no hay de por medio un 'bien' que de sentido a esa entrega. Este
deseo de obtener o proteger a ese 'bien' es la pauta que hace surgir al amor de cada quien.
Santo Tomás asentía en que todo hombre está inclinado a la persecución de un bien. Todo
ser humano encuentra en la libertad la libre elección del bien al cual se dirigirá. Pero junto
con la libertad se encuentra el amor que, desde un punto de vista filosófico es: el sentido
último o primero de la libertad, es su fundamento, hacia donde ella se dirige; es el motivo
que mueve a los hombres a aceptar o querer tal bien.
Santo Tomás lo afirmaba de manera explícita: todo ser dotado de inteligencia se encuentra
necesariamente provisto de esa inclinación al bien en cuanto bien que denominamos
voluntad, y cuyos frutos naturales son la libertad y el amor […] Siendo de esta manera
y algo que se realiza gracias a las facultades superiores del alma humana, se puede afirmar
que únicamente la persona resulta capaz de amar y únicamente ella es digna de ser amada.
La entraña personal de la persona exhibe, pues, un nexo constitutivo con el amor".
Por lo tanto, es el hombre completo el que ama pero a través de la voluntad y a su vez
ésta "impera, (…), movida por un gran amor". Y ya que el hombre, único ser dotado de
inteligencia y voluntad, tiene como cometido en la vida su trascendencia espiritual, ésta
sólo se logrará por el amor; es algo que viene implícito en nuestra naturaleza, y que
llevándolo a la práctica nos permite realizar plenamente nuestra esencia humana. Para
lograr tal objetivo, necesitamos un motivo que nos impulse a realizarnos, que sea la causa
de nuestro vivir, que nos de sentido a nuestra existencia. En palabras de Frankl:
"Lo que el hombre realmente necesita no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar
por una meta que le merezca la pena. Lo que precisa no es eliminar la tensión a toda costa,
sino sentir la llamada de un sentido potencial que está esperando a que él lo cumpla"
Ese esfuerzo y esa lucha que merece nuestro existir, es motivado por el amor y sólo en
razón de ella y por ella, podremos alcanzar nuestra trascendencia. Es, por ejemplo, el caso
de una persona que sufre algún mal incurable; sus esfuerzos y esperanzas por luchar por
tal enfermedad, sólo puede ser justificado por el amor que siente dicha persona ya sea a
Dios, a su esposa, a sus hijos, a él mismo etc. Esta es la radical importancia y naturaleza
del amor: olvidarse de sí mismo buscando, en los otros y en obras, la trascendencia
de uno mismo la cual, es motivada y fundada por el amor hacia los demás. Y es que
el hombre se encuentra a sí mismo, como tal, cuando se entrega a otro. El siguiente relato
de Viktor Frankl puede ayudar a ilustrar un poco más:
"¿Qué me ha llevado a casarme con Tilly? Cierto día ella preparaba el almuerzo en mi
casa, o sea, la casa de mis padres, en la calle Czerningasse, cuando llaman al teléfono. El
hospital de Rothschild me requería en forma urgente: acababa de ser internado un caso
de envenenamiento por medicación para dormir, que fue declarado insalvable por los
médicos clínicos. […] No esperé a que me prepararan un café: me comí unos granos de
café, masticándolos mientras corría a la parada de taxi. Dos horas después volvía a casa.
El almuerzo compartido estaba arruinado. Suponía que los demás ya habían comido, lo
que mis padres habían hecho. Pero Tilly había esperado, y su primera reacción no fue: 'Al
fin llegaste, porque te he esperado con la comida'. No. Su reacción fue: '¿Cómo fue la
operación y cómo se encuentra el paciente?'. En ese instante me decidí a hacer de esta
niña mi mujer, no porque era tal o cual cosa para mí, sino porque ella era ella".
Ese olvido de sí misma, esa entrega total y desprendimiento de cualquier egocentrismo,
fue lo que conmovió a Frankl para saber que aquella mujer conocía el verdadero sentido
del amor. Y sin vacilar, la hizo su esposa. Poco después el mismo autor escribió: "La
veía sonriéndome con su mirada franca y cordial. Real o no, su mirada era más luminosa
que el sol del amanecer. Un pensamiento me petrificó: por primera vez en mi vida
comprendí la verdad vertida en las canciones de tantos poetas y proclamada en la
sabiduría definitiva de tantos pensadores. La verdad de que el amor es la meta última
y más alta a la que puede aspirar el hombre (…) La salvación del hombre está en el
amor y a través del amor"
Y a lo anteriormente dicho, cabe añadir: "(…) el hombre, terminativa y perfectamente
hombre, es amor. Y si no es amor, no es hombre, es hombre frustrado, autorreducido a
cosa".
Por eso "…el primer y radical efecto del amor es ‘hacer ser’, de modo que cuando una
persona no alcanza en la vida la meta que está llamada a conseguir –cuando ‘no es nadie’-
, podemos asegurar, sin miedo a equivocarnos, que ‘no ha sido amada’, que ninguna otra
persona ha hecho de ella el término de su dilección. En efecto, el amor confirma en el
ser a la persona querida, busca su plenitud conclusiva o terminal e inventa los medios
más eficaces para que el amado o la amada conquisten ese apogeo perfectivo. Como de
rechazo […] quien ama, olvidándose plena y radicalmente de sí, pendiente solo del
bien del otro, obtiene también su propia mejora personal: más aún, sólo a través del
amor inicia y consuma cualquier individuo humano el proceso perfectivo que lo colma
como persona. Un ser humano vale, siempre, lo que valen sus amores".
Si el amor confirma en su ser a la persona a quien se ama y somos nosotros, cada uno,
capaces de lograr esto por la persona a la que amamos, repercutirá en nosotros a través de
una profunda alegría; una donación de nuestro ser para el bienestar y felicidad del otro,
es la verdadera esencia del sentido del amor. Y mayor será nuestra alegría si mayor es el
esfuerzo y la entrega que se hace al ser amado.
SENTIDO MORAL
La amistad, como la expresión más cotidiana del amor, neutralmente pasional, también
abarca todas las actitudes o virtudes indicadas, pues amar implica ser empático,
comprensivo, generoso, fraterno, tolerante y solidario. Ahora bien, con la intención de
alcanzar una aprehensión de ese algo más que define lo esencial del amor enfatizaremos
nuestro análisis en el amor en tanto cualidad de orden superior. Tomemos como punto de
partida un aporte de Aristóteles, quien nos da a entender que la virtud es la expresión de
la excelencia humana, de la acción humana en busca de lo superior, de lo más bello y de
lo más bueno. Así, la virtud se refiere a lo que es propio de la esencia de la condición
humana —y nos diferencia de los animales— como expresión de su voluntad inspirada
por la inteligencia.
Cuando los hombres y las mujeres se respetan mutuamente, su amor madura y mejora su
amistad con los padres de ambos.
Por lo general, los padres prefieren que sus hijos solteros vivan una vida de
continencia sexual.
Y les preocupa si saben que sus hijos tienen una vida sexual activa sin estar
casados, porque ellos han vivido sorpresas por los apresuramientos y los riesgos que
conlleva.
Cuando una pareja sabe que tiene que ocultar sus relaciones sexuales, su culpa y
estrés crecen.
Las parejas que deciden esperar se relacionan más amigablemente con sus propios padres
y con los padres de su pareja.
Las relaciones sexuales tienen el poder de unir firmemente dos personas por el sexo,
aunque no necesariamente en la relación diaria.
Y pueden prolongar una relación no saludable basada en la atracción física o la necesidad
de seguridad.
Una persona puede sentirse “atrapada” en una relación que le gustaría terminar, pero
no puede encontrar la salida.
Una persona que no está teniendo sexo puede romper más fácilmente el vínculo
emocional con el otro, porque no ha habido tal intimidad poderosa en el nivel físico.
Por otra parte, si la mujer queda embarazada, la pareja no se siente con la libertad de
decidir separarse, casarse, ir a trabajar, y así sucesivamente.
Las relaciones sexuales en las citas pueden conducir al egoísmo y un enfoque en la auto-
satisfacción.
Ellas pueden hacer que las personas sientan que están compitiendo con otras a quienes
su pareja puede encontrar más atractivas.
Fomenta la inseguridad y el egoísmo, porque cuando se está sexualmente intimando, la
tendencia es a pedir más y más.
El sexo fuera del matrimonio está asociado con la violencia y otras formas de abuso.
Por ejemplo, hay más del doble de agresión física entre las parejas que viven
juntas sin ningún tipo de compromiso que entre las parejas casadas.
Hay menos celos y menos egoísmo en las parejas de novios que deciden posponer la
actividad sexual que en las que están impulsadas por la pasión.
La investigación ha demostrado que las parejas que han cohabitado tienen más
probabilidades de divorciarse que aquellas que no han cohabitado.
Los lazos que forman la actividad sexual nos unen fuertemente a la otra persona, así
que si hay una ruptura, el dolor resultante es más intenso.
Cuando no has estado intimando físicamente y decides separarte, la separación es menos
devastadora.
Las personas están más expuestas a la posibilidad de infectarse con VHI u otras
enfermedades de transmisión sexual.
Se corre también el riesgo de que la mujer quede embarazada en un momento
inadecuado para la pareja, lo que desata todo tipo de problemas, incluso de divorcio.
Esto es debido a que uno o ambos cónyuges tendrá siempre como recuerdo “su
primer amor” a “otra persona” que no será precisamente el padre (o la madre) de
sus propios hijos.
Y ellos, tarde o temprano, sabrán que no fueron el fruto de un único amor.
ESTADISTICAS DE LA PORNOGRAFIA Y
PROSTITUCION
HISTORIA
El término pornografía procede de las palabras griegas πόρνη (pórnē, «prostituta») y
γράφειν (gráphein, «grabar, escribir, ilustrar») y el sufijo -ία (-ía, «estado de, propiedad
de, lugar de»), teniendo por lo tanto el significado de «descripción o ilustración de las
prostitutas o de la prostitución». Hay que decir, sin embargo, que el término es de
aparición reciente, pues en la Antigua Grecia nunca se usó la palabra «pornografía» y el
uso más antiguo de que se tiene constancia es, en francés, de la década de 1800.
El término pornografía se refiere a todos aquellos materiales, imágenes o reproducciones
que representan actos sexuales con el fin de provocar la excitación sexual del receptor.
Desde la década de 1970, las películas y fotografías con dicho contenido sexual explícito
recibían la clasificación X, para diferenciarlas de las de erotismo más suave (S). La
pornografía se manifiesta a través de multitud de disciplinas, como cine, escultura,
fotografía, historieta, literatura o pintura, y ha logrado un gran auge en medios como las
revistas pornográficas e inclusive el audio (teléfono erótico), y más recientemente en
Internet.
Bien podría decirse que la pornografía es casi tan vieja como el mundo. En tiempos
prehistóricos se dibujaban o se hacían estatuillas con caracteres sexuales exagerados: con
senos enormes, tal y como las Venus paleolíticas, o con falos prominentes. Sin embargo,
en aquella época, la intención de estas representaciones no era excitar sexualmente, sino
pedir a los dioses fertilidad y buenas cosechas.
En la India hay templos hinduistas construidos hace más de 2.500 años con decorados en
relieve o esculturas que muestran parejas en el momento de la cópula. En China se han
descubierto dibujos y grabados de la época de la dinastía Chin con representaciones en
pleno acto sexual.
En las ruinas de las ciudades griegas se han encontrado desde jarrones con dibujos de
parejas en el momento del coito hasta murales y textos con clara intencionalidad erótica.
Las ruinas de la ciudad de Pompeya, en el sur de Italia, sepultada por una erupción en 79
d. C., son como una cápsula de tiempo que ha permitido conocer cómo se divertían los
romanos. Los restos del principal burdel de la ciudad muestran numerosas escenas de
sexo.
La pornografía, tal como la conocemos hoy en día, surgió con la aparición de la fotografía.
Pocos años después de que Daguerre inventara su daguerrotipo ya se hacían las primeras
fotos de desnudos y las primeras fotos de parejas en el momento del coito. En Gran
Bretaña existe una fotografía tomada hacia el año 1890 que muestra una mujer realizando
sexo oral a un hombre, en lo que sería la primera foto pornográfica en un país anglosajón.
La invención del cinematógrafo amplió aún más la producción de pornografía, sobre todo
después de la Segunda Guerra Mundial. En los Estados Unidos, la llamada revolución
sexual de los años sesenta permitió que temas de sexualidad se trataran más abiertamente.
Una consecuencia indirecta de estos cambios sociales fue el aumento en la producción
gráfica de material de contenido erótico.
Con el surgimiento de Internet, el porno ha alcanzado una expansión aún mucho mayor.
Las películas de Jean Yves Le Castel, Rocco Siffredi, Jacobo «Charming» Tacher y
Cristoph Clark marcan un antes y un después en la historia del cine pornográfico.
En algunos países islámicos, todo tipo de pornografía es ilegal, hasta el punto de que
puede afectar incluso a billetes bancarios (por ejemplo, un billete francés que reproducía
el conocido cuadro «La libertad guiando al pueblo», fue considerado pornográfico en
algunos países integristas, ya que en esta obra el personaje central femenino muestra un
pecho descubierto).