Filogenia y Ontogenia Del SN
Filogenia y Ontogenia Del SN
Filogenia y Ontogenia Del SN
Facultad de psicología.
Unidad I
Filogenia y ontogenia desde el punto de vista neurobiológico.
Agosto 2019.
La filogenia hace referencia a los cambios y procesos de evolución que sufren las
especies a lo largo del tiempo. El estudio filogenético del sistema nervioso, no es una tarea
fácil, debido a que el registro fósil no es suficiente para lograr una línea del tiempo perfecta
en la que se especifiquen todos los cambios que han surgido a lo largo de la historia del
planeta (Coward, 2012)
Ahora bien, al tener una madurez cerebral tardía, deberíamos prestarle completa
atención al desarrollo de cada individuo, para ayudarnos a entender qué experiencias de
vida facilitan o dificultan lograr la madurez deseada. Es justo lo que busca la ontogenia,
estudiar a un mismo organismo desde que es concebido hasta que muere (Coward, 2012).
El estudio ontogenético, nos ayuda a estandarizar las características esperadas para que se
de un desarrollo normal y poder identificar las patologías que puedan presentarse durante
este.
Debemos tomar ambas corrientes con la misma importancia al momento de estudiar
el sistema nervioso, pues la evolución de las especies se basa en los requerimientos de
cada individuo en su día a día, por lo que la filogenia no puede ser vista sin consideraciones
ontogenéticas.
Esta práctica, resulta útil al estudiar el sistema nervioso central, debido a que nos da
una idea del origen de éste, desde el primer registro de una neurona, las primeras sinapsis,
primeras interneuronas o el comienzo de la mielinización axónica. Se logra haciendo la
comparación del tipo de sistema nervioso que poseen distintos tipos de animales, los cuales
se muestran a continuación.
Cnidarios.
Son animales acuáticos con simetría radial, como medusas, corales y anémonas.
Sus células nerviosas se encuentran distribuidas sin un orden aparente, la mayoría de ellas
son multifuncionales, o sea que pueden ser tanto sensoriales como motoras o
interneuronas, aunque también poseen algunas que cumplen una función específica como
las células ciliadas que únicamente son sensoriales. Su sinapsis se lleva a cabo a partir de
las producción de serotonina y noradrenalina.
Ctenóforos.
Animales hermafroditas, marinos y bioluminiscentes, tienen ocho filas de brazos con
las cuales logran moverse y algunos poseen tentáculos. Sus redes neuronales se
encuentran mayormente concentradas en forma de anillo alrededor de la zona bucal y al
realizar la sinapsis liberan grandes cantidades de acetilcolina. Tienen un órgano sensorial
que específicamente se encarga de la orientación y el equilibrio repleto de células ciliadas.
1.1.2. Animales protóstomos.
Platizoos.
Son organismos vermiformes planos, de sistema nervioso difuso.
Ecdisozoos.
ienen un sistema nervioso centralizado con un cordón ventral y otro dorsal.
T
Lofotrocozoos.
Ya cuentan con un sistema nervioso centralizado, no hay mielinización. Tiene el
sistema nervioso más desarrollado de los organismos protóstomos.
Hemicordados.
Son organismos vermiformes marinos. Se dividen en enteropneustos o balanoglosos
(tienen probóscosis anterior, un collar medio y un trono anterior) y los pterobranquios. los
hemicordados son sésiles o sedentarios, con una capacidad limitada para moverse. Aunque
no tienen una notocorda, presentan un complejo corazón-riñón sostenido por una estructura
similar (Brusca citado en Arenas & González, 2011). Comparten algunas similitudes con los
equinodermos: la división del cigoto es radial y las larvas presentan una notocorda dorsal
(Perez, Galbany, Romero, 2010).
Urocordados o tunicados.
Son animales marinos cubiertos por una túnica exoesquelética, poseen branquias
faríngeas y dos sifones. La notocorda es dorsal.
Vertebrados.
Poseen notocorda ventral al cordón nervioso, cresta neural, somitas musculares,
hendiduras branquiales, esqueleto. La mayoría poseen dentina, esmalte y hueso (Brusca
citado en Arenas & González, 2011).
1.2. Introducción al neurodesarrollo ontogénico del sistema nervioso central.
Al final de la tercera semana, la placa neural se vuelve el tubo neural, dado como
resultado una estructura cilíndrica de dos neuropolos. Esta etapa se llama neuralización, y
tiene dos partes: la neuralización primaria (anterior), donde las células de la placa se
vuelven pliegues neurales que forman el cilindro, y la neuralización secundaria (posterior),
donde el tubo se ahueca y se empieza a cerrar a medida que los pliegues se encuentran en
la línea media dorsal. Antes de finalizar el cierre del tubo neural inicia una diferenciación
macroscópica, originando las vesículas primarias: el cerebro anterior o prosencéfalo, el
cerebro medio o mesencéfalo y el cerebro posterior o romboencéfalo. El tubo neural
restante se transforma en la médula espinal.
Cuando se cierra la parte posterior del tubo, las vesículas ópticas se extienden a
cada lado del prosencéfalo. Estas vesículas ópticas hacen parte de las vesículas
secundarias. El prosencéfalo se subdivide: telencéfalo, el cual forma los hemisferios
cerebrales y los ventrículos laterales y el diencéfalo, que forma regiones talámicas,
hipotalámicas y el tercer ventrículo. Finalmente el mesencéfalo no se divide y forma el
acueducto cerebral o de Silvio y el romboencéfalo se divide en metencéfalo, que origina el
cerebelo y el mielencéfalo, que forma la médula oblonga. Ambas vesículas formadoras del
cuarto ventrículo (Bayona, 2012).
Sinaptogénesis.
Una vez que las neuronas llegan a su destino final se agrupan de tal forma que
empiezan a originar las primeras conexiones sinápticas. La sinaptogénesis, aparte de
consistir en la sobreproducción de sinapsis, también consiste en la arborización neuronal
(desarrollo de dendritas y espinas dendríticas de las neuronas). Este proceso comienza
aproximadamente hacia el final del último trimestre de gestación prenatal, pero continúa
después del nacimiento hasta llegar a los dos años de edad.
Mielinización.
Una vez que las neuronas desarrollan sus prolongaciones, los axones serán
recubiertos por vaina de mielina. Esta sustancia es generada por células gliales,
oligodendrocitos en el sistema nervioso central y por células Schwann en el sistema
nervioso periférico. Este proceso comienza en la decimosegunda y decimotercera semanas
posteriores a la concepción en regiones caudales, y continúa progresivamente durante la
infancia, la adolescencia y hasta la adultez en regiones rostrales.
La vaina de mielina sirve como un aislante eléctrico para otras neuronas y, a su vez, las
neuronas se alcanzan su funcionamiento completo al presentar una conducción rápida y
eficiente.
Apoptosis y poda sináptica.
Debido a las sobreproducción de neuronas y sinapsis ocasionadas por la
neurogénesis y la sinaptogénesis, respectivamente, algunas de estas deberán ser
eliminadas por medio de procesos de autodestrucción.
En el caso de las neuronas, estas serán desintegradas por medio del proceso conocido
como apoptosis. Este proceso suele ocurrir al final de la gestación y también suele eliminar
a células gliales. Consiste en la muerte neuronal ocasionada por las mismas células
neuronales debido a que no lograron establecer suficientes conexiones sinapsis. Según
Buss, Sin y Oppenheim (2006), la principal función de la apoptosis es controlar el número
de neuronas del sistema nervioso con el fin de proporcionar suficiente inervación y corregir
errores en la formación de las conexiones sinápticas (como se cita en Domínguez, 2016).
Por otro lado, a consecuencia de esta muerte neuronal ocasiona la necesidad de poda
sináptica (degeneración de sinapsis). Esta ocurre durante el desarrollo postnatal del sistema
nervioso. Los principales mecanismos de poda sináptica son: la retracción axónica (el axón
es retraído gradualmente hacia secciones proximales del axón) y la degeneración (en los
axones pierden axosomas y posteriormente son digeridos, o fagocitados, por células
gliales).
Referencias.
Beltrán, V., Padilla, E., Palma, L., Aguilar, A. & Díaz, S. (2011). Bases
neurobiológicas del envejecimiento neuronal. Revista digital universitaria,
12(3), 1-11.
Martínez Pérez-Pérez, A., Galbany, J., Romero, A., Martinez, L. M., Estebaranz
Sánchez, F., Pinilla, B., & Gamarra Rubio, B. (2010). Origen y evolución de
los dientes: de los cordados primitivos a los humanos modernos. Revista
Española de Antropología Física, 2010, vol. 31, p. 167-192.