Lectura de Flavio Ausejo Las Instituciones - Siaf
Lectura de Flavio Ausejo Las Instituciones - Siaf
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Flavio Ausejo
Las instituciones
La comprensión del concepto de instituciones y su aplicación al quehacer del Estado es
un aspecto central para entender el proceso que siguen las políticas públicas y la
gestión de las mismas. Dado que la discusión entre “mercado” y “Estado” no es el
camino para la comprensión de la problemática, sino por el contrario son las
instituciones las que permiten realizar dicho análisis, es necesario definir este
concepto.
Las instituciones son, de acuerdo a North (1990), las reglas formales e informales que
moldean el comportamiento de los individuos y de las organizaciones, así como los
mecanismos de cumplimiento de las reglas. Las instituciones formales son explicitas
como por ejemplo, constituciones, leyes, contratos, entre otros, y las instituciones
informales no lo son, como por ejemplo, códigos de conducta, valores sociales, cultura
cívica, cuestiones éticas o religiosas, entre otras.
Las instituciones, entonces, tienen una acepción más restringida como una
organización formal, y una más sociológica de carácter más amplio y abstracto, como
una pauta de comportamiento social reiterado. En el intermedio, están principios,
valores, prácticas, normas formales e informales, estructuras de incentivos y hasta
métodos de trabajo, que son los que permiten explicar el comportamiento de actores
públicos y privados (Echevarria, 2001).
Las organizaciones es uno de los espacios donde el resultado de las instituciones puede
ser observado. Una de las principales organizaciones en la sociedad es el Estado, y
dentro del mismo las diferentes organizaciones estatales que lo integran. En el caso de
la gestión de los recursos hídricos las organizaciones estatales relevantes serán
aquellas que tienen algún tipo de responsabilidad dentro de los diferentes usos que
puede tener el agua, y que forman parte del Poder Ejecutivo, también llamado “el
gobierno”. Estas son las organizaciones que tienen la responsabilidad y la función de
hacer realidad las políticas públicas hacia los recursos hídricos y la gestión de la misma
de manera que los fines y objetivos de la acción gubernamental se hagan realidad.
1
Oré, Maria Teresa. (2005). “Agua: Bien común y usos privados. Riego, Estado y conflicto en La
Achirana del Inca”. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Estas organizaciones pueden tener institucionalidades diferentes, y no necesariamente
compatibles, en función a sus propios intereses, que podrían estar persiguiendo
objetivos diferentes del interés público.
Las organizaciones del sector estatal vinculadas a la gestión de los recursos hídricos
tienen un diseño organizacional cercano a este modelo debido a que, en efecto, son
profesionales los que desarrollan las diferentes funciones que el Estado tiene en ese
2
Mintzberg, Henry, James Brian Quinn y Sumantra Ghoshal (1999). El Proceso Estratégico. Prentice
Hall. Pp. 288.
campo. Los profesionales tienen un alto grado de control sobre las decisiones que
asuma el Estado en este campo, y desarrollan su propia institucionalidad.
3
Mintzberg, Henry, James Brian Quinn y Sumantra Ghoshal (1999). El Proceso Estratégico. Prentice
Hall. Pp. 287.
Los dos modelos de diseño organizacional identificados por Mintzberg, aplicados al
ámbito estatal revelan que junto con la estructura del diseño de la organización,
también debe considerarse la forma en la cual van a interactuar las partes de la
organización para el logro de los objetivos y funciones asignadas. La forma de la
interacción estará determinada por la institucionalidad existente, es decir, las reglas de
juego o directivas, tanto formales como informales al interior de la organización, y en
particular las reglas para la toma de las decisiones.
Las diferentes formas que el marco de incentivos puede adoptar es el que determina
los resultados, y en particular si los actores involucrados van a estar dispuestos a
colaborar entre sí para alcanzar un único interés común para los tres.
El marco de incentivos puede estar definido por diferentes factores. Aunque desde
una perspectiva diferente, Kotler y Lee (2007) desarrollan cuatro herramientas para
influir en el comportamiento y participación de los ciudadanos en programas del
gobierno, adicionales al “precio”, que en el ámbito público puede ser equivalente al
pago de un impuesto o una tasa. Este enfoque resulta interesante considerarlo dado
que permite identificar incentivos diferentes a los económicos que puede provocar en
los funcionarios públicos y los diferentes actores de la sociedad determinados
comportamientos, y que diseñados de manera adecuada podrían lograr que los
diferentes actores persigan intereses comunes.
Las herramientas son las siguientes: (i) incentivos económicos, que significan que la
organización estatal entrega al ciudadano algún tipo de incentivo por realizar
determinada acción. Un ejemplo de ello es la iniciativa de la Municipalidad de
Santiago de Surco que realiza descuentos en el pago de determinados impuestos
municipales a los ciudadanos que participan en el programa de reciclaje de
desperdicios; (ii) desincentivos económicos, que significa establecer una sanción
económica por un determinado comportamiento del ciudadano, como por ejemplo,
aplicar una multa a los ciudadanos que ensucian la vía pública; (iii) incentivos no
económicos, que significa promover determinados comportamientos sin recurrir al
dinero, como por ejemplo, otorgar un reconocimiento público a los ciudadanos que
son buenos contribuyentes; y (iv) desincentivos no económicos, que buscan persuadir
al ciudadano para que no realice determinada acción, sin la amenaza de multa o
sanciones, como por ejemplo, entregar una advertencia a los ciudadanos que no
cumplen con las reglas de tránsito, previo a la entrada en vigencia del Código de
sanciones por infracciones de tránsito4.
4
Kotler, Philip y Nancy Lee (2007). “Marketing del Sector Público. Todas las claves para su mejora”.
Pearson Educación S.A. pp. 127-147.
La aplicación de incentivos y desincentivos, en particular los de tipo no económico, es
un enfoque que permite incorporar elementos al marco de incentivos para lograr
determinado comportamiento por parte de la burocracia, en la cual usualmente no es
posible o existen pocas posibilidades de aplicar incentivos económicos para lograr
orientar sus esfuerzos hacia la generación de valor público.
Desde una perspectiva más amplia, cuando los mercados están ausentes y cuando los
actores particulares tienen acceso a información diferente, como es el caso de los
recursos hídricos, las relaciones entre las clases de actores estarán caracterizadas por
una relaciones entre “principales” y “agentes”, vinculados por contratos explícitos o
implícitos (Przeworski, 2008: 147-164).
El problema que enfrenta el principal frente a esta situación puede expresarse de esta
manera: Cómo inducir al agente a actuar a favor del interés del principal satisfaciendo
simultáneamente dos restricciones. La primera es la restricción de la “participación”,
es decir, que el agente reciba un ingreso (o utilidad) que esté por encima del ingreso
que podría recibir si no colabora con el principal -la oportunidad “siguiente mejor”. La
segunda restricción es de la “compatibilidad de incentivos”, esto es, que mientras el
agente está actuando para lograr los intereses del principal le es permitido actuar en
aras de su propio interés.
La forma que tendrán las relaciones entre estos principales y agentes estará
determinada por las instituciones vigentes en la sociedad:
Aquellas que son puramente “económicas”, como entre empleados y empleadores.
Aquellas que son puramente “políticas”, como entre ciudadanos y gobierno o
político y burocracia.
Aquellas que estructuran la “intervención” estatal y las relaciones entre gobierno y
agentes económicos privados.
Para que la economía opere bien todas estas relaciones principal - agente deben estar
estructuradas de forma tal que los agentes –políticos y burócratas- orienten sus
acciones hacia el logro del interés público. Los incentivos que la institucionalidad
permite definir en la sociedad deben ser tales que los agentes privados deben recibir
una recompensa si actúan buscado el interés público y deben sufrir un castigo cuando
no lo hacen, y lo mismo debe ocurrir con los otros actores: burócratas y políticos.