Bethell Tomo 2 Cap 1
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1- ¿Qué ocurrió en el imperio español entre los períodos de Carlos V y Felipe II?
Hijo de Juana I de Castilla y de Felipe I de Habsburgo, nació en Gante (Flandes) en 1500. Sus padres reinaron en
Castilla durante un breve periodo (desde 1504), pero tras la muerte de Felipe I en 1505, su esposa Juana
enloqueció y aunque nunca perdió el título de reina de Castilla, sin embargo, no estuvo en condiciones de reinar.
Las Cortes castellanas nombraron heredero del trono a Carlos, que tomaría posesión del mismo con su mayoría
de edad. De este modo Carlos V reunió la herencia de los territorios de sus cuatro abuelos: Austria y el título de
emperador (de su abuelo paterno, Maximiliano I de Austria), Borgoñona, que comprendía los Países Bajos, el
Francocondado y Luxemburgo (de su abuela paterna, María de Borgoña), Aragón (de su abuelo materno
Fernando el Católico) y Castilla (de Isabel la Católica). A través de Aragón heredaba también los reinos de Sicilia,
Nápoles, Cerdeña y Jerusalén; y por medio de Castilla, Las islas Canarias y La América española.
El día 30 de mayo de 1516 fue proclamado rey en Madrid y se convirtió así en el primer monarca hispano de la
casa de Austria o Habsburgo (que gobernarán hasta el año 1700). Se le conoce como Carlos I (título de rey de
España) o como Carlos V (título imperial y que fue el más usado durante su reinado)
El monarca estuvo casi siempre alejado de España desarrollando su proyecto imperial en Europa. Durante todo su
reinado trató de vencer a sus enemigos Europeos: Francia, las regiones protestantes en Alemania y también el
Imperio Turco, a todos ellos tuvo controlados pero no logró derrotar totalmente. Eso sí: consiguió elevar a España
a la posición de nación más potente de Europa.
En su cabeza tenía un plan que con el paso de los años tuvo que abandonar: quería unir Europa bajo el mando de
un emperador (él mismo). Sería como consolidar una especie de “unión europea” en torno a la figura de una
monarquía universal con el catolicismo y su defensa como elemento de unión común. Pero en su proyecto se
entrometió Francia que no aceptaba estar subordinada a España y el incipiente protestantismo de Lutero que
pronto fue usado por los príncipes alemanes para enfrentarse a Carlos V, defensor del catolicismo.
El imperio estaba amenazado por diferentes enemigos y para mantenerlo hacía falta mucho dinero, que provenía
en su mayor parte de los impuestos recogidos en los reinos de España, el oro y la plata que venían de América y
los prestamos de los banqueros alemanes. Con todo, debido al excesivo gasto en guerras, al final de su reinado
el Estado quedó en bancarrota.
Carlos V cansado y enfermo abdicó un par de años antes de su muerte. Su hijo, Felipe II, que ya era duque de
Milán desde 1546 y rey de Nápoles heredó en 1556 las coronas de Castilla y Aragón. Sin embargo, los territorios
austriacos y el título imperial se los cedió a hermano Fernando I (1558), entre otras razones para evitar a su hijo
el tener que seguir luchando con el difícil problema del protestantismo.
Tomó el trono español tras la abdicación de Carlos V en 1556, y hasta 1598 gobernó el enorme imperio integrado
por Castilla, Aragón, Cataluña, Navarra, Valencia, el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña,
Milán, Nápoles, Orán y Túnez, toda la América española (menos las inhóspitas zonas de Norteamérica que
nunca se llegaron a colonizar) y Filipinas. En 1580 es nombrado rey de Portugal, por lo que incorporó Brasil y
los territorios afroasiáticos portugueses.
Durante su gobierno, el imperio español se extendió colonialmente a través de Atlántico y el Océano Pacífico; se
consolidó durante mucho tiempo como el principal país y potencia europea en todo el mundo. Su imperio fue el
primer imperio global de la historia, porque por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los
continentes, las cuales, a diferencia de lo que ocurría con el Imperio Romano o en el de Carlomagno, no se
comunicaban por tierra entre sí.
El rey se preocupó mucho más que su padre por la política española. Impulsó importantes cambios, los más
destacados son:
• Reforma y modernización administrativa. Felipe II modernizó la administración española, convirtiéndola en la
más sofisticada y compleja de su época. Con una red amplia de delegaciones u oficinas y funcionarios que
realizaban las tareas de estado. También se centró mucho en mejorar las comunicaciones y la correspondencia
postal (se decía que con el servicio de postas a caballo que articuló era posible hacer llegar un mensaje entre
Flandes y España ¡en tan solo 3 días!). Era fundamental estar bien comunicado para poder controlar ese gran
territorio. Creó un enorme cuerpo de embajadores y especialmente de espías que proporcionaban al rey
información privilegiada.
El principal problema para la gobernabilidad, en cambio, no lo resolvió: la mayoría de territorios que gobernaba
tenían sus propias leyes, monedas y sistemas de impuestos.
• Madrid, Capital de España. Es el primer rey que fija la capital en Madrid (1561), algo importante para la unidad
territorial, pues la España cristiana desde tiempos de los visigodos no había tenido una capital del conjunto
territorial. También vivió durante tres años en Lisboa cuando fue rey de Portugal. Madrid era entonces una ciudad
de unos 10.000 habitantes que cuando acabó el siglo alcanzaba los 150.000. La razón para hacerla capital fueron
sobre todo geográficas (aunque, sin querer extendernos demasiado, otras de las razones que pesaron en la
decisión fueron que: se trataba de una ciudad joven con posibilidades de crecer, no pertenecía a ninguna orden
militar u otra entidad privada y tenía buenos cazaderos en sus alrededores)
• Castilla. Aunque el oro y la plata de América se dice que fueron el motor del imperio, lo cierto es que también
una buena parte de los recursos se sacaban de los impuestos que pagaba el reino de Castilla (Aragón, Cataluña
y Navarra tenían otra legislación). Castilla, principal financiadora de las guerras europeas del rey, estuvo asfixiada
por los impuestos y no pudo dedicar el dinero necesario al desarrollo interior, viéndose claramente perjudicada por
la política imperial.
• Revueltas en el interior. El monarca tuvo, como su padre, que hacer frente a unos cuantos problemas internos,
el más grave: La revuelta de las Alpujarras (sierra granadina). Un conflicto que enfrentó a la corona contra los
moriscos de Granada (recordemos que los moriscos son los antiguos mudéjares, es decir, musulmanes que viven
en zona cristiana). Se desarrolló entre 1568 y 1571, y su origen estuvo en la negativa de los moriscos a la nueva
ley religiosa que les obligaba a renunciar a sus prácticas y costumbres. Los moriscos, que siempre vivieron
sometidos y en malas condiciones, estallaron en una revuelta o más bien una auténtica guerra cuando recibieron
estas nuevas presiones desde el poder. Al final, fueron vencidos por las tropas dirigidas por don Juan de Austria,
hermanastro del rey, y los 80.000 supervivientes fueron dispersados por los diferentes territorios nacionales para
evitar que siguieran congregados, con el riesgo que esto suponía de una futura rebelión. Finalmente, como
veremos en el tema siguiente, fueron expulsados definitivamente de España en 1609.
• Las bancarrotas. El enorme gasto en guerras llevó a España a sufrir 3 bancarrotas durante su reinado 1557
(ésta en realidad producida por la política de su padre), 1575 y 1596. Al final de su mandato la deuda pública era
enorme.
El rey se preocupó mucho más que su padre por la política española. Impulsó importantes cambios, los más
destacados son:
• Reforma y modernización administrativa. Felipe II modernizó la administración española, convirtiéndola en la
más sofisticada y compleja de su época. Con una red amplia de delegaciones u oficinas y funcionarios que
realizaban las tareas de estado. También se centró mucho en mejorar las comunicaciones y la correspondencia
postal (se decía que con el servicio de postas a caballo que articuló era posible hacer llegar un mensaje entre
Flandes y España ¡en tan solo 3 días!). Era fundamental estar bien comunicado para poder controlar ese gran
territorio. Creó un enorme cuerpo de embajadores y especialmente de espías que proporcionaban al rey
información privilegiada.
El principal problema para la gobernabilidad, en cambio, no lo resolvió: la mayoría de territorios que gobernaba
tenían sus propias leyes, monedas y sistemas de impuestos.
• Madrid, Capital de España. Es el primer rey que fija la capital en Madrid (1561), algo importante para la unidad
territorial, pues la España cristiana desde tiempos de los visigodos no había tenido una capital del conjunto
territorial. También vivió durante tres años en Lisboa cuando fue rey de Portugal. Madrid era entonces una ciudad
de unos 10.000 habitantes que cuando acabó el siglo alcanzaba los 150.000. La razón para hacerla capital fueron
sobre todo geográficas (aunque, sin querer extendernos demasiado, otras de las razones que pesaron en la
decisión fueron que: se trataba de una ciudad joven con posibilidades de crecer, no pertenecía a ninguna orden
militar u otra entidad privada y tenía buenos cazaderos en sus alrededores)
• Castilla. Aunque el oro y la plata de América se dice que fueron el motor del imperio, lo cierto es que también
una buena parte de los recursos se sacaban de los impuestos que pagaba el reino de Castilla (Aragón, Cataluña
y Navarra tenían otra legislación). Castilla, principal financiadora de las guerras europeas del rey, estuvo asfixiada
por los impuestos y no pudo dedicar el dinero necesario al desarrollo interior, viéndose claramente perjudicada por
la política imperial.
• Revueltas en el interior. El monarca tuvo, como su padre, que hacer frente a unos cuantos problemas internos,
el más grave: La revuelta de las Alpujarras (sierra granadina). Un conflicto que enfrentó a la corona contra los
moriscos de Granada (recordemos que los moriscos son los antiguos mudéjares, es decir, musulmanes que viven
en zona cristiana). Se desarrolló entre 1568 y 1571, y su origen estuvo en la negativa de los moriscos a la nueva
ley religiosa que les obligaba a renunciar a sus prácticas y costumbres. Los moriscos, que siempre vivieron
sometidos y en malas condiciones, estallaron en una revuelta o más bien una auténtica guerra cuando recibieron
estas nuevas presiones desde el poder. Al final, fueron vencidos por las tropas dirigidas por don Juan de Austria,
hermanastro del rey, y los 80.000 supervivientes fueron dispersados por los diferentes territorios nacionales para
evitar que siguieran congregados, con el riesgo que esto suponía de una futura rebelión. Finalmente, como
veremos en el tema siguiente, fueron expulsados definitivamente de España en 1609.
• Las bancarrotas. El enorme gasto en guerras llevó a España a sufrir 3 bancarrotas durante su reinado 1557
(ésta en realidad producida por la política de su padre), 1575 y 1596. Al final de su mandato la deuda pública era
enorme.
El impacto de los metales americanos sobre la economía española es paradójico: por un lado proporcionó enormes
cantidades de dinero, que en lugar de producir riqueza, impulsar las manufacturas, en definitiva, desarrollar la
industria, sirvió para comprar productos fabricados en el extranjero y pagar las numerosas guerras. La escasa
productividad del país, la enorme inflación causada por la llegada masiva de plata y el enorme déficit provocado
por los gastos de la guerra, provocaron hambrunas y miseria en la mayoría de la población, como , recordemos,
bien supo plasmar la novela picaresca.
La colonización.
Para el control de los territorios conquistados se organizó el sistema de la encomienda. Consistía en que los nuevos
territorios eran repartidos entre soldados-colonos. Cada uno se encargaba de una encomienda, o sea, un grupo
de indios que trabajaban para él. Ellos aportaban trabajo y beneficios, el encomendero: protección y evangelización
(pero en el fondo fue una forma de esclavitud encubierta). Esta situación llevó a que sectores de la Iglesia
protestaran por la explotación de los indios. Sobre todo los dominicos lideraron las reformas y en especial Fray
Bartolomé de las Casas, dominico que desde América escribió para el todavía principe Felipe II su obra Brevísima
relación de la destrucción de las Indias, donde narra con detalle las crueldades e injusticias que se cometían con
los indios. Todo ello obligó a la Corona a aprobar las Leyes Nuevas de 1542 (suprimían la esclavitud de la
encomienda). Fueron, probablemente, el primer intento moderno de reconocimiento de los derechos humanos
(véase la labor de los juristas de la conocida como Escuela de Salamanca) aunque, por desgracia, solo fueron
papel mojado y en la práctica no se cumplieron.
El Consejo de Indias, creado por la Corona Española en el año 1523. Una organización en forma de consejo, con
distintos consejeros responsables para los diferentes estados y provincias de la Monarquía era el mejor medio de
combinar intereses plurales con un control central unificado. El Consejo de Indias incorporaba –a los consejos de
Castilla y Aragón- la maquinaria formal para asegurar que los asuntos de los nuevos territorios llegaran
regularmente a la atención del monarca, y que sus deseos, en forma de leyes, decretos e instituciones, fueran
debidamente transmitidos a sus posesiones americanas.
La gobernación era una institución ideal para extender el gobierno español por las Indias, particularmente en
regiones remotas y pobres como Chile, donde las recompensas de la conquista eran, por otra parte, exiguas. Sin
embargo, dado que la Corona se había manifestado firmemente contraria a la creación de una raza de señores
feudales en Indias, los días de la gobernación parecían estar contados.
En los primeros años de la conquista, los principales representantes de la Corona en las Indias eran los
gobernadores. Al gobernador, como al donatario en los territorios ultramarinos de Portugal, se le concedía el
derecho de disponer de los indios y la tierra, lo que era claramente un importante aliciente para emprender
posteriores expediciones de conquista. Las gobernaciones demostraron su utilidad como institución para
administrar y defender regiones periféricas.
El virrey era el alter ego del rey, manteniendo la corte en su palacio virreinal y llevando con él algo del aura
ceremonial de la monarquía.
Combinaba en su persona los atributos de gobernador y capitán general y era considerado también, en su papel
de presidente de la Audiencia, como el principal representante judicial de la Corona.
Cada virrey sabía que sus enemigos buscarían usar el incumplimiento de alguna ley o real orden como un cargo
contra él. E igualmente sabía que cada una de sus acciones era observada de cerca por los funcionarios que
estaban encargados de guardar la ley: los oidores o jueces de la Audiencia.
Se pretendía que las Audiencias fueran los tribunales supremos de Justicia en el Nuevo Mundo. Estas instituciones
adquirieron ciertas competencias de gobierno, especialmente gracias a las Leyes Nuevas. Algunas Audiencias
cumplieron las funciones de gobierno en el ínterin entre la salida de un virrey y la llegada del siguiente, mientras
que los presidentes de Audiencias menores podían actuar como gobernadores y capitanes generales del área de
jurisdicción de su Audiencia.
Cada ciudad tenía su propio Consejo o Cabildo, una corporación que regulaba la vida de sus habitantes y ejercía
la supervisión sobre las propiedades públicas –las tierras, bosques y pastos comunales y las calles donde
establecerse con los puestos de las ferias- de las que procedían gran parte de los ingresos. Existían grandes
variaciones en la composición y los poderes de los cabildos a lo largo de las ciudades de la América española, y
la misma institución del Cabildo cambió durante el curso de los siglos en respuesta a las cambiantes condiciones
sociales y a los crecientes apuros financieros de la Corona.Los cabildos, como se podía esperar del modelo de
gobierno municipal de la España metropolitana, eran, ose convirtieron pronto, en oligarquías de los más
prominentes ciudadanos que se perpetuaban a sí mismas.El cabildo formaba parte de la más amplia estructura de
autoridad que alcanzaba por arriba a las audiencias, gobernadores y virreyes.Esencialmente, los Cabildos se
componían de funcionarios judiciales (alcaldes, que eran jueces y presidían el cabildo cuando el corregidor no
estaba presente) y regidores, que eran responsables del aprovisionamiento y la administración municipal y
representaban a la municipalidad en todas aquellas funciones ceremoniales que ocupaban tan sustancial parte de
la vida urbana. La Audiencia era un alto tribunal con jurisdicción civil y criminal en primera instancia o en apelación.
Si los virreyes se extralimitaban en cualquiera de sus funciones, la Audiencia estaba facultada para llamarlos al
orden y en caso de reincidir, comunicaba por escrito al rey la irregularidad. En materia religiosa, la Audiencia podía
detener las bulas papales que considerara contrarias a los intereses de la Corona, y aplicar a los religiosos las
penas de las Temporalidades, incautándose de la renta de su Diócesis.
La organización de la recaudación del tributo se dejo en manos de un nuevo grupo de funcionarios, los corregidores
de indios. Estos funcionarios, con nombramiento solo por dos o tres años, fueron designados como respuesta de
la Corona a los encomenderos. Se esperaba que funcionaran como agentes de confianza de la corona. Las
obligaciones del corregidor de indios incluían no solo la recaudación de tributo, sino también la administración de
justicia y la organización del abastecimiento de mano de obra para obras públicas y particulares. El corregidor, que
vivía como un señor entre sus indios, disponía de su pequeño ejército de funcionarios cuyas actividades recortaban
y reducían aún más la influencia de los caciques sobre su pueblo
Los indios vivían de manera segregada en el mundo colonial, de manera que a los españoles –excepto a los
funcionarios coloniales- no se les permitía vivir con ellos, y viceversa. Con la esclavitud prohibida y la encomienda
de servicios que tendía a ser reemplazada por la encomienda del tributo, se hacía necesario diseñar métodos
alternativos para movilizar la fuerza del trabajo indígena. Los trabajadores indios eran arrancados cruelmente de
sus comunidades y trasladados a los campos, a las obras públicas o a los obrajes, y sobre todo a las minas. En
conclusión, la forma de organización de los corregidores de indios, con sus funcionarios que hacían desaparecer
la influencia del cacique en una comunidad, terminaron por causar un sistema de mano de obra forzada y maltrato
a los indios.
8- ¿Qué balance hace el autor sobre la administración de los Austrias y Los Borbones?