Test Eres Oficialmente Ético

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¿Eres oficialmente ético?

¿Es posible desear el mal? Puede parecer que la respuesta obvia es que sí.
Deseamos muchas cosas que son malas para nosotros y otros habitantes del
planeta: vuelos de larga distancia, demasiados dulces, sexo con personas
inadecuadas, quizá en lugares inadecuados o en formas inadecuadas. Pero, como
advirtiera Platón, hay algo extraño en esto. Si queremos algo, sin duda es porque,
al menos en cierto sentido, lo consideramos bueno. No querríamos ese bollo de
chocolate a no ser que pensáramos que estaba bueno, por ejemplo. Y si de veras
sintiéramos que el lado malo pesaba más que el bueno, sin duda dejaríamos de
quererlo.

El enigma no tiene fácil solución, pero suscita una importante cuestión que se
manifiesta de múltiples modos: ¿cómo sabemos que lo que pensamos que es
bueno es realmente bueno, o si lo que pensamos que es malo es realmente malo?
En esta región de incertidumbre moral nos disponemos a adentrarnos.

HAZ EL TEST

Todo lo que tienes que hacer es completar un sencillo cuestionario que te


presentamos en dos partes. Completa la primera parte antes de mirar la segunda.
Ten presente que no vamos a juzgar qué es bueno o malo en realidad. No
pretendemos averiguar si tus valores morales son los «correctos».

Primera parte

A. Plenamente en desacuerdo

B. Bastante de acuerdo.

C. Ni de acuerdo ni en desacuerdo.

D. Bastante en desacuerdo.
E. Plenamente de acuerdo

A B C D E

1. Comprar alimentos orgánicos es beneficioso tanto para la


gente como para el planeta.

2. Las personas que vuelan con frecuencia y pagan por las


reducciones de C02 para compensar sus emisiones están
adoptando una actitud tan moral sobre el calentamiento global
como aquéllas que nunca vuelan por razones medioambientales.

3. Siempre es preferible comprar productos locales que


alimentos traídos en avión desde cientos o miles de kilómetros
de distancia.

4. En principio no está mal que las potencias occidentales


recurran a la fuerza militar, sin el respaldo de la ONU, para
derrocar regímenes tiránicos.

5. Todo país debería firmar los protocolos de Kyoto, que aspiran


a estabilizar el alcance de las concentraciones de gases de
efecto invernadero en la atmósfera.
6. Ante la disyuntiva de incrementar el daño medioambiental o
reducir el crecimiento económico, a veces es mejor aumentar el
daño medioambiental.

7. Los clientes occidentales deberían boicotear las empresas si


se descubre que alguno de sus productos se ha fabricado
empleando mano de obra infantil en los países en desarrollo.

8. Los alimentos genéticamente modificados poseen un gran


potencial para contribuir a la alimentación mundial.

9. El librecambio es más importante para los países en desarrollo


que la ayuda o el Comercio Justo.

10. Debemos hacer más para resistirnos al poder de los


supermercados y las cadenas multinacionales.

Segunda parte

Te será fácil ver lo que pretendemos con estas preguntas: tratamos de averiguar
en qué medida se corresponden tus conductas con tus palabras. Pero no aventures
conclusiones sobre cómo vas a ser juzgado, pues tal vez te sorprendas. Limítate a
responder con sinceridad. Como solían decirte en la escuela, si no lo haces, sólo te
estarás engañando a ti mismo. Marca la primera columna para verdadero y la
segunda para falso:

V F
1. Compro alimentos orgánicos siempre que puedo.
2. Sólo utilizo el coche cuando resulta prácticamente imposible ir a pie, en bicicleta o en transporte público.
3. Siempre me cercioro de que los alimentos que compro no se han importado de otros continentes.
4. Estaría mal recurrir a la fuerza militar, sin el respaldo de la ONU, para acabar con un nuevo Auschwitz.
5. En mi casa utilizo bombillas de bajo consumo (si los accesorios lo permiten), todos los electrodomésticos
que he comprado tienen una alta eficiencia energética y no suelo dejar en standby los aparatos eléctricos
como televisores y vídeos
6. En los dos últimos años no he cogido más vuelos que los estrictamente necesarios para mi trabajo.
7. He tomado medidas razonables para cerciorarme de que las tiendas de ropa donde suelo comprar tienen
políticas acertadas sobre el empleo de mano de obra infantil, explotación laboral y trabajos forzados.
8. Preferiría comer alimentos no modificados genéticamente que han sido tratados con el cuádruple de
pesticidas que alimentos genéticamente modificados con una cuarta parte de pesticidas.
9. Siempre compro productos de Comercio Justo cuando son una opción disponible, y los busco
activamente.
10. Normalmente compro en supermercados.

¿CUÁL ES TU PUNTUACIÓN?

Tus respuestas generarán dos puntuaciones.

1. La primera parte mide cuán «oficialmente éticas» son tus creencias. Pronto
descifraremos lo que esto significa exactamente. Veamos cómo debes calcular
tu puntuación para la primera parte:

Plenamente Bastante Ni de Bastante en Plenamente


de acuerdo de acuerdo acuerdo ni descuerdo en
en desacuerdo
desacuerdo
Ps. 1, 3, 5, 2 1 0 -1 -2
7 y 10
Ps. 2, 4, 6, -2 -1 0 1 2
8 y9

Calcula tus puntuaciones y anótalas en la siguiente tabla de resultados.

2. La segunda parte mide cuán «oficialmente éticas» son tus acciones. En la


segunda parte, suma simplemente 2 puntos por cada respuesta «verdadera» y
resta 2 puntos por cada respuesta falsa. (Observa que las preguntas no se
corresponden exactamente con las de la primera parte, pero todas versan sobre
aspectos del comportamiento cubiertos por los valores mencionados en la
primera parte.)

Puntuación de las creencias oficialmente éticas (primera parte)


Puntuación de las acciones oficialmente éticas (segunda parte)

3. Ahora puedes situarte en esta gráfica. El eje horizontal es la puntuación de tus


creencias oficialmente éticas y el vertical, la de tus acciones oficialmente éticas.
Así, por ejemplo, si has obtenido +6 puntos en tus creencias oficialmente éticas y
-8 en tus acciones oficialmente éticas, tu cruz sería la indicada en la gráfica con
una x.
4. La sección de la gráfica en la que está tu cruz revela la categoría a la que
perteneces. Veamos en síntesis lo que significa cada una.

Oficialmente ético Tanto en tus creencias como en tus acciones, ejemplificas los valores
morales en alza de la sociedad liberal occidental.

Oficialmente poco Rechazas los valores morales en alza de la sociedad liberal occi dental y
ético vives en consecuencia.

Extraoficialmente Aunque suscribes los valores morales en alza de la sociedad liberal


poco ético occidental, tus acciones no están a la altura de estos ideales.

Extraoficialmente ético Aunque rechazas los valores morales en alza de la sociedad libera l
occidental, en realidad vives conforme a ellos. Esto es muy raro.

Cuanto más lejos de la intersección de los dos ejes se encuentra la cruz, más
pronunciado es tu perfil. Aquéllos cuyas cruces caen fuera del área sombreada se
inscriben en esas categorías de manera absoluta, total, certificable e inapelable.
Quienes se aproximan al área sombreada se incluyen también sólidamente en la
categoría en cuestión.

Pero, como de costumbre, para entender de veras lo que significa todo esto,
necesitamos un análisis más profundo.

¿QUÉ HAY DE OFICIAL EN ESTO?

En cierto nivel, esta actividad es un medio sencillo de determinar si existe


alguna diferencia significativa entre los valores que defiendes y los que rigen
realmente tu vida. Por supuesto, sería insincero por nuestra parte pretender que
no diseñamos las preguntas para pillar a un buen número de personas:
sospechamos que mucha gente es «extraoficialmente poco ética».

Este aspecto del test nos parece un ejercicio perfectamente respetable. Bien
puede ser que jamás podamos vivir totalmente conforme a nuestros ideales, pero
deberíamos reconocer con sinceridad a qué distancia estamos de ellos. Y si tu
cruz se sitúa en el ángulo inferior derecho, fuera del área sombreada, entonces la
disonancia entre creencia y acción es enorme.

Pero, en realidad, nuestro interés llega mucho más lejos. Nos interesa saber
qué se considera moral en la sociedad contemporánea. Nuestra expresión
«oficialmente ético» delata un cierto tono irrisorio, como sucede con el término
«políticamente correcto» (que no es de nuestro agrado). Si nos fijamos en las
declaraciones éticas de los grandes negocios, en los «informes éticos»
compilados por entidades como la revista Ethical Consumer, y en las diversas
columnas y artículos de prensa sobre cómo vivir éticamente, constataremos que
inciden una y otra vez en un reducido número de valores fundamentales,
principalmente relacionados con el ecologismo, amén de atacar el gran capital y el
librecambio, y de apoyar el Comercio Justo.

Entre nosotros existen discrepancias sobre cuáles de los elementos de este lote
son realmente éticos y cuáles no. (Uno de nosotros recicla religiosamente y
compra productos de Comercio Justo, el otro lo tira todo al cubo de la basura y
compra lo más barato.) Pero ambos coincidimos en que este creciente consenso
es autocomplaciente y a menudo inapropiado.

Si vuelves a fijarte en los enunciados de la primera parte, por ejemplo,


observarás que hay razones morales verosímiles para discrepar de todos ellos. El
valor de los productos orgánicos es dudoso. ¿Por qué considerar menos
responsables a quienes vuelan con frecuencia y compran compensaciones de
carbono que a quienes no, vuelan, cuando ambos contribuyen exactamente lo
mismo al calentamiento global? ¿Cómo comparar los beneficios que obtienen los
campesinos pobres del mundo en desarrollo cuando importamos sus productos
agrícolas con el impacto medioambiental de los aviones? ¿No puede resultar
contraproducente el boicot a las empresas que nos consta que usan fábricas que
explotan a sus trabajadores? Sin duda desearíamos que estas empresas
controlen a sus proveedores, lo que significa que siempre es posible que
desvelen las malas prácticas. Haciéndolo es como dan respuesta a lo importante,
¿no es cierto? Y así sucesivamente. Cualquier persona inteligente y reflexiva
comprendería los argumentos en contra de la concepción «oficialmente ética»,
aunque no llegase a suscribirlos en última instancia.

Por consiguiente, en realidad nadie debería sentirse satisfecho con sus


resultados. Siempre nos plantean nuevos interrogantes.

Si eres uno de los oficialmente éticos que respaldan la nueva ortodoxia y viven
conforme a ella, la coherencia entre tus creencias y tus acciones resulta
encomiable y, sospechamos, infrecuente. Pero tal vez deberías preguntarte si los
valores que sigues tan escrupulosamente son los correctos.

Si estás entre los extraoficialmente poco éticos cuyo constante estribillo es:
«Ya sé que debería hacer X e Y pero...», quizá los equivocados sean tus valores
declarados y no tus actos. Si obras son amores y no buenas razones, puede que
tus acciones expresen un mejor repertorio de valores.

Si estás entre los oficialmente poco éticos, habiendo pensado tal vez en un
principio que te reñiríamos por ser malo, puede que ahora te sientas pagado de ti
mismo, pues lo que cuestionamos es la ética oficial de nuestro tiempo. Pero no
corras tanto. No estamos defendiendo un rechazo total de todos los valores
morales que nos dicen que «deberíamos» suscribir, sino tan sólo una actitud más
crítica y reflexiva hacia ellos. Quizá tu actitud desafiante delate un afán de llevar la
contraria más que una mayor perspicacia moral.
Finalmente, si eres un individuo extraoficialmente ético, que recicla, compra
productos orgánicos y nunca vuela, pero dice que estas cosas no denotan
superioridad moral, entonces eres un tipo raro.

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