La Biblia
La Biblia
La Biblia
http://es.wikipedia.org/wiki/Septuaginta
http://ec.aciprensa.com/wiki/Versi%C3%B3n_de_los_Setenta
¿Qué contiene?
Contiene los 39 libros del canón del Antiguo Testamento así como algunos
libros apócrifos. El término “Apócrifos” fue acuñado por el estudioso de la Biblia
del siglo quinto, Jerome, y generalmente se refiere a un grupo de antiguas
escrituras judías escritas durante el período del último libro de las Escrituras
Judías, Malaquías, y la llegada de Jesús Cristo. Los libros apócrifos incluyen a
Judith, Tobit, Baruc, Sirac (o Eclesiástico), la Sabiduría de Salomón, 1 y 2 de
Macabeos, los dos libros de Esdras, fragmentos del libro de Ester, y otros del
libro de Daniel y la Oración de Manases.
2. La Versión de los Setenta fue aceptada primero por los judíos de Alejandría
y después por todos los países de habla griega, y ayudó a extender entre los
gentiles la idea de la expectación del Mesías y a introducir en el griego la
terminología teológica que lo convirtió en el mejor instrumento para la
propagación del Evangelio de Cristo.
Según la Tradición
Crítica
(3) Los pocos detalles que se han añadido al relato de Aristeas con el correr
del tiempo no pueden ser aceptados; tal como la historia de las celdas (San
Jerónimo la rechaza explícitamente), la inspiración de los traductores, una
opinión basada en la leyenda de las celdas, el número de traductores, setenta y
dos, (ver abajo), la afirmación de que se tradujeron todos los libros hebreos al
mismo tiempo. Aristeas habla de la traducción de la Ley (nomos), de la
legislación (nomothesia), de los libros del legislador; ahora bien, estas
expresiones, especialmente las dos últimas, ciertamente significan el
Pentateuco, excluyendo otros libros del Antiguo Testamento.
San Jerónimo (Comment. in Mich.) dice: “Josefo escribe y los hebreos nos
informan que sólo los cinco libros de Moisés fueron traducidos por ellos
(setenta y dos) y entregados al rey Ptolomeo”. Además, las versiones de los
varios libros del Antiguo Testamento difieren tanto en vocabulario, estilo, forma
y carácter, a veces libre a veces extremadamente literal, que no pueden ser la
obra de los mismos traductores. Sin embargo, a pesar de estas divergencias el
nombre de Versión de los Setenta se aplica universalmente a la colección
completa de los libros del Antiguo Testamento de la Biblia Griega adoptada por
la Iglesia Oriental.
Origen según la Opinión Comúnmente Aceptada
Poco a poco la mayoría dejó de usar y hasta olvidaron en gran parte el idioma
hebreo y corrían el peligro de olvidar la Ley. Por ello se convirtió en una
costumbre interpretar en griego la ley que se leía en las sinagogas y era muy
natural que después de algún tiempo, algunos hombres celosos de la ley
tomaran la iniciativa de compilar una traducción griega del Pentateuco. Esto
sucedió a mediados del siglo III a.C.
Recensiones: La versión griega, conocida como Los Setenta, bien acogida por
los judíos de Alejandría, se extendió rápidamente por los países de habla griega,
fue utilizada por diferentes escritores y suplantó al texto original en los servicios
litúrgicos. Filón de Alejandría la usó en sus escritos y consideró a los
traductores como profetas inspirados. Finalmente, fue recibida hasta por los
judíos de Palestina y fue empleada notablemente por Flavio Josefo, el
historiador palestino judío. Sabemos también que los escritores del Nuevo
Testamento hicieron uso de ella, tomando de ella la mayoría de sus citas.
Valor Crítico: La Versión de los Setenta, mientras que daba exactamente tanto
en la forma como en la sustancia el verdadero sentido de los Libros Sagrados,
difiere considerablemente de nuestro texto hebreo actual. Estas discrepancias,
sin embargo, no son de gran importancia y son sólo cuestión de interpretación.
Pueden clasificarse así: Algunas resultan de los traductores que tenían a su
disposición recensiones hebreas que diferían de las que eran conocidas por los
Masoretas. Algunas veces los textos variaban, otras eran idénticos, pero leídos
en diferente orden. Otras diferencias se deben a los mismos traductores, por no
hablar de la influencia ejercida sobre su trabajo por sus métodos de
interpretación, las dificultades inherentes al trabajo, su mayor o menor
conocimiento del griego y del hebreo, de vez en cuando traducían de forma
diferente de los Masoretas, porque leían los textos de forma diferente, lo que era
natural ya que el hebreo, escrito en caracteres cuadrados y con ciertas
consonantes que eran iguales en la forma, era fácil confundirlas ocasionalmente
y por ello dar una traducción errónea; más aún, como el texto hebreo se escribía
sin espacios entre las palabras, podían fácilmente cometer un error en la
separación de las palabras; y finalmente, el texto hebreo que tenían a su
disposición no llevaba vocales y podían poner vocales diferentes de las que
después usaron los Masoretas.
Es más, no debemos pensar que tenemos actualmente el texto griego tal como
fue escrito por los traductores; las frecuentes transcripciones durante los
primeros siglos, de la misma forma que las correcciones y ediciones de
Orígenes, Luciano y Hesiquio, perjudicaron la pureza del texto. Voluntaria o
involuntariamente los copistas permitieron que muchas corruptelas textuales,
transposiciones, adiciones y omisiones se colaran en el texto primitivo de los
Setenta. En particular podemos notar la adición de pasajes paralelos, notas
explicativas o traducciones dobles causadas por notas al margen. Sobre esto,
consultar Dicc. de la Biblia, art. cit. y Swete, "Introducción al Antiguo Testamento
en Griego".
Etimología
En general se piensa que la LXX habría sido formada con el objetivo de cultivar
la fe de las comunidades de israelitas piadosos que vivían en la Diáspora, y
que se comunicaban en la lengua griega común (koiné). En aquella época,
residía en Alejandría una muy nutrida y numerosa comunidad de inmigrantes
hebreos. Sin embargo, dado que la orden habría provenido del rey Ptolomeo II
Filadelfo, también es probable que el fin de la misma fuera proveer a la
Biblioteca de Alejandría de una versión griega de los textos sagrados hebreos.
“[...] la completa traducción de todos los Libros de la Ley (el Pentateuco), en los
tiempos del rey Filadelfo, ancestro vuestro [...]”
Y hay algunos indicios que sugieren que Cristo y sus discípulos habrían
utilizado, además de los Tárgum arameos, la Septuaginta; tal como se
desprende del hecho fácilmente comprobable de que la mayoría de las citas
explícitas del Viejo Testamento en el Nuevo Testamento reproducen el texto de
la Versión LXX, y solamente una de cada siete citas ha sido retomada del Texto
Masorético.
Una lectura atenta de los Códices griegos revela que los textos asentados en la
Biblia LXX representan fielmente, con certeza total, textos en un estado
“primitivo”, carente de un estilo pulido y acabado, mucho más primario y
primigenio, que el actual texto hebreo-arameo masorético, bastante más pulido
y editado en el curso de los siglos posteriores. Y tales diferencias se perciben
de un modo sumamente especial en libros que presentan variantes
consistentes en el orden de versos, ideas inacabadas o faltas de pulido,
presentes en la versión LXX de los Libros de Samuel, Reyes, Ester, Job,
Proverbios, Isaías, Jeremías, Lamentaciones, y Daniel. El actual texto hebreo-
arameo masorético refleja numerosas correcciones en términos de estilo, que
incluyen variaciones en el orden de numerosos versos y pasajes, y redondeo
de ideas que no habían sido asentadas de forma digerida, correcta o elegante
en los antiguos textos hebreos y arameos premasoréticos, de donde fue
tomada, de forma más temprana, la Biblia Septuaginta.
Hacia fines del Siglo I, y principios del Siglo II, el judío Teodoción hizo una
revisión de la LXX, tratando en lo posible de hacerla coincidir con los textos
hebreo-arameos con ciertas ediciones propias de esa época, los cuales hoy se
llaman los “protomasoréticos” —debido a que de ellos se derivan los “textos
masoréticos” de siglos subsecuentes—, los cuales ya incluían algunas
importantes “revisiones” tempranas de grupos de rabinos de esos siglos. Entre
123 d.C. y 130 d.C., Aquila de Sinope hizo una nueva traducción, siguiendo
textos hebreos de manera literal. Símaco hizo una nueva traducción hacia el
170 d.C., en la que buscaba mejorar la calidad de la redacción griega. 4 Hasta
ese momento, todavía los libros más tarde compilados bajo el término “Biblia”
solían circular por separado.
Los manuscritos bíblicos extensos más antiguos que incluyen la Versión de los
LXX en la parte de sus textos correspondiente al Antiguo Testamento de las
Biblias cristianas, son el Códex Sinaíticus y el Códex Vaticanus, del Siglo IV, y
el Códex Alexandrinus, de la primera mitad del Siglo V. Existen algunas
diferencias textuales, de número y de orden de los libros, entre estos tres
Códices: El Códex Sinaíticus omite algunos textos, aún protocanónicos, e
incluye I y IV Macabeos. El Códex Vaticanus omite los cuatro Libros de los
Macabeos, e incluye algunas partes y pasajes propios del texto griego conocido
del Libro de Enoc.7 Y el Códex Alexandrinus incluye los cuatro Libros de los
Macabeos, el Libro de las Odas y el Libro de los Salmos de Salomón.4
Además de los textos del Tanaj o Biblia hebrea, la Biblia Septuaginta incluye
algunos otros que no son incluidos en aquélla, pero sí en ésta. Estos textos
reciben varias nomenclaturas: las iglesias cristianas ortodoxas los llaman
“anagignoscomenos”, la iglesia católica romana los llama “deuterocanónicos”, y
la mayoría de grupos protestantes actuales los llaman “apócrifos”. Fueron
incorporados al texto de la Biblia por maestros judíos de habla y cultura griega
de los Siglos II y I a.C., y usados desde entonces, y en siglos subsecuentes,
por las comunidades judías de habla griega, y, en siglos sucesivos, por las
comunidades cristianas primitivas. La mayoría son reconocidos e incluidos
hasta la actualidad por todas las iglesias cristianas ortodoxas (calcedonianas y
no calcedonianas), y también por la iglesia católica romana. Algunas
importantes ramas del protestantismo, como los luteranos, anglicanos,
episcopalianos y anabaptistas, incluyen estos libros en sus Biblias, y los
consideran lecturas recomendables ricas en enseñanzas, aunque no como
textos de autoridad normativa o dogmática.
Existen cuando menos unos cinco libros en la Biblia LXX que -por influencia de
Jerónimo- no son reconocidos por la Iglesia católica romana como
deuterocanónicos. Ellos son 1 Esdras (llamado en la Vulgata 3 Esdras), 3
Macabeos, 4 Macabeos, Odas y Salmos de Salomón. Los primeros dos
libros, sin embargo, sí son reconocidos por la Iglesia ortodoxa.
1. El texto griego antiguo, OG, del pasaje Daniel 3:24bis-90; que incluye la
Oración de Azarías y el Himno de los 3 Jóvenes, junto a sus respectivas
Notas complementarias [EWT]
2. El texto griego antiguo, OG, de la Historia de Susana —nomenclaturada,
en la Biblia Latina, “Capítulo 13” del Libro de Daniel—, junto a su
respectivo Epílogo (Verso 63 OG, según el numeral de Alfred Rahlfs)
[EWT]
3. El texto griego antiguo, OG, de la Historia de Bel y el Dragón —
nomenclaturada, en la Biblia Latina, “Capítulo 14” del Libro de Daniel—,
junto a su respectivo Epígrafe (Verso 1 OG, según el numeral de Alfred
Rahlfs) [EWT]
°i 1. 41
40*.17
102 . E M
4091 J Ŷ-V
_ 440 , 4
440 ,!‘~
K HO. ‘¢
A1]? , 22.
»f†E. `·'ï?ß“
413 . 26
132 . M
Col 2
,_.×,_ ,
27, 463 X 4
27, 39
27, 43
27,-, 35. ,,.,
5, 8 X?
27, 24 p
26, 60 ?
26, 3 ?
5, 4 X
*,26, Sîïí
5, 35‛Xp
16, 27 Xp
‛ÏŶ'ŽÏ_-
° 27. "=z¢
VS, 3S
»¿l1;|'|Ï X
..-,
L7, æá 'Ï
2.2,*1*; X
2C, 64 X
` 21, uz w
25,34 X
Col 3
1, 11
9, 7
15, 29
.24. 1
14, 56 ?
.1É;..1.ŠL?$P_..-.
14, 34 Xp
m—Í«T'Ï’ŠÏŷ$'
JS.2·ă 2
N'. Sé ví
IL;. ga ><
já \}1q J
42,:0 X
H, CI