Heroinas Venezolanas
Heroinas Venezolanas
Heroinas Venezolanas
Hace tiempo atras, comenzando el actual proceso bolivariano, un compatriota a quien admiro y
aprecio por su trayectoria revolucionaria en la que continua a pesar de sus muchos años, me entregó un
libro con la esperanza de que diera a conocer entre las mujeres de nuestro pueblo, las microbiografias de
las heroinas venezolanas, "abnegadas mujeres que un día, ante el sacrificio que la patria reclamaba
de todos sus hijos, olvidaron su tradicional condición de CUIDADORAS DE LA CASA y
se incorporaron a la lucha por la libertad, unas haciendo oir su airada protesta contra los tiranos, otras
animando a los patriotas o empuñando las armas para ponerse a la cabeza de grupos revolucionarios,
como "Juana la Avanzadora", para dejar a sus hijos una herencia de patria libre."
Doña Joaquina Sánchez era hija de Don Joaquín Sánchez y de Doña Juana Bastidas, vecinos
del puerto de La Guaira. Nació en el mismo puerto el 18 de octubre de 1765. Casó con José
María España el 27 de julio de 1783, de cuyo matrimonio nacieron los siguientes hijos:
Bernandino, María, Germana María, Valentina Soledad, Francisca Josefa, José María Eufemio,
Prudencio José, Cosme Damián y José Asunción.
Joaquina Sánchez era mujer de carácter fuerte que sabía hacer frente a las vicisitudes de la
vida; había adquirido conciencia de lucha al lado de su esposo y en el trato constante de los
primeros revolucionarios que lucharon por nuestra independencia. Con ellos compartió sus
momentos peligrosos y los ayudó, no solamente en la propaganda y en la copia de los
documentos de la revolución, sino que ella fue quien confeccionó, con sus propias manos, las
primeras escarapelas de los patriotas y la bandera del movimiento emancipador.
A raíz de la develación del movimiento, su esposo había huido a Trinidad, regresando un año
después y ocultado en su casa, donde siguió desarrollando sus ideas revolucionarias. Delatado
su escondite, es hecho preso y sentenciado a muerte, hecho ocurrido el 8 de mayo de 1799.
Días antes había sido interrogada por las autoridades su esposa, Doña Joaquina en vista de la
delación que acababa de hacer el negro esclavo Rafael España quien confesó que su ama le
había dicho que "indujera a losdemás negros de sus Hacienda e inmediatas a que se
levantasen y vengan para La Guaira", en contra de las autoridades españolas.
El 29 de abril de 1799 llega Doña Joaquina Sánchez a Caracas privada de comunicación y bajo
la custodia de un pelotón de soldados al mando del Capitán Vicente Balvey. La sentencia fue
pronunciada el 19 de febrero de 1800. En ella se la condena a ocho años de reclusión
contados desde aquella fecha en la Casa Hospicio donde se hallaba, "y que cumplidos, se
diese cuenta al Tribunal para disponer lo que se estime más conveniente a la ulterior conducta
que debe observarse con la referida Sánchez".
Así es confinada a Cumaná, sin derecho a sacar ningún bien de fortuna, y con la prohibición de
volver, ni ella ni sus hijos a Caracas o La Guaira.
CONSUELO FERNANDEZ
Nativa de Villa de Cura, a esta joven venezolana le tocó vivir en su suelo natal la angustia del
año 14, año de dolor y sangre para la República, pero también año de demostraciones del valor
y el estoicismo de los patriotas venezolanos-hombres y mujeres- en una lucha a muerte contra
el ejército realista comandado por Boves,Zoazola,y Morales, entre otros.
El General José Félix Ribas levanta en Caracas "un arsenal de valientes", con los cuales forma
una columna y se lanza fogosamente hacia La Victoria para obstruir el paso a Boves.
Entre los jovenes decididos y valientes oficiales se encuentra Manuel Fernández, hermano de
Consuelo quien ha quedado en Villa de Cura acompañando a su anciano padre. Villa de Cura
está ocupada por las tropas de Boves sedientas de sangre.
Consuelo Fernández, a través de un llamado "Coronel Pérez" que la corteja, conoce de los
preparativos de Boves para atacar La Victoria, por lo que envía con un joven patriota un
mensaje a su hermano a La Victoria, pero el joven es perseguido por otro Oficial de Boves
quien logra apresarlo y arrebatarle el mensaje que decía: "El Sargento Boves que se encuentra
acuartelado en Villa de Cura, se prepara a invadir La Victoria, avísale al General Ribas. Uno de
los tenientes de Boves, llamado coronel Pérez, que me vio el otro día en la Iglesia, se atrevió a
pedir mi mano a papá. Figúrate con que indignación no rechazamos esta proposición, pues tú
sabes que entre los patriotas y los realistas hay un abismo insondable. Te bendice tu hermana
Consuelo".
La carta que era un grito de angustia, llegó a las manos del Coronel Pérez, quien se hallaba
ofendido por el rechazo de Consuelo a su propuesta amorosa. El decepcionado Oficial le
comentó a a sus compañeros: "O me caso con Consuelo Fernández o ella será fusilada"... Y de
inmediato imparte sus órdenes para que Consuelo y su padre sean reducidos a prisión.
Al día siguiente de esta confesión el padre de la joven es puesto en libertad y ella condenada a
sufrir la última pena "por haber transmitido noticias de la guerra a su hermano". Con gran
entereza de ánimo, oye Consuelo la sentencia que le es leída en medio de redobles de
tambores.
Y clareó el alba de la trágica mañana señalada para su ejecución: era el 10 de febrero de 1814.
Consuelo es conducida al sitio de la ejecución, y mientras camina el coronel Pérez: le dice ¿no
quieres ser mi esposa? Si consi
Apártese de mi camino, contestó con entereza la joven. Jamás podré unirme a lo que me
inspira tanto desprecio."¡Viva la Patria! ¡Viva la Libertad! Y mansamente se dejó conducir al
suplicio esta extraordinaria heroína de 17 años. De manera repentina, y sin poder evitarlo,
irrumpe el padre a la Plaza y se abraza a su hija cubriéndola con su llanto. Una descarga se
oye, y caen a tierra padre e hija abrazados, cubriendose el suelo con su sangre patriota.
Juana Ramírez era una mujer del pueblo que se ganaba lavida lavando la ropa de las familias
ricas de la región. Era, además, una hermosa muchacha, "una auténticacriolla de color entre
claro y moreno, de ojos vivos y departe regular y bien formada, poseída de un
patriotismoinigualable, de amable carácter en sus momentos apacibles, de prestancia de
ánimo indiscutible ante el peligro, infatigable en los preparativos de la defensa, vigilante cuando
las circunstancias difíciles lo demandaban y fogosa en el combate… capaz de cegar con
las balas de sus cañones al enemigo”.
De ella dice Lorenzo Zaraza, nieto del General Pedro Zaraza, quien combatió a su lado en la
defensa de Maturín: La gallarda Juana Ramírez, "La Avanzadora" formó parte de la emigración
caraqueña, combatió en Maturín y le prestó importantes servicios a la causa de la
independencia. Era nativa de Chaguaramas, del Estado Guárico. Otros historiadores dicen que
nació en Cumaná, otros que en Petare. Don Lorenzo Zaraza asegura que es de Chaguaramas
Bajo la dirección de Manuel Piar se organiza una batería que toma el nombre de "Las Mujeres",
porque está en su totalidad defendida por mujeres del pueblo que luchan al lado de los
hombres por su independencia, con su mismo valor y arrojo, dispuestas a obtener su libertad o
la muerte. Entre ellas está Juan Ramírez, "La Avanzadora". Este título lo ha ganado por ser ella
la primera en avanzar hacia el enemigo.
Juana Ramírez sintió un gran amor por la causa emancipadora; un día se le presentó al
General Bermúdez para pedirle la dejara tomar parte en el combate. Allí quedó en el campo de
batalla, cavando las trincheras, disparando los cañones, animando a los guerreros, curando los
heridos; enfriaba con un trapo húmedo la boca de los cañones.
En la batalla de los altos godos en medio de la lluvia de balas atravesó el campo de batalla y
arrancó su espada a un general muerto.
- “Con esta espada defenderé mi derecho a una patria libre! dijo estremecida de emoción.”
Y se volvió a su campamento con la espada en alto, como un trofeo. Desde entonces será
llamada Juana Ramíres "la avanzadora" por Manuel Piar.
Tras la caída de Maturin en manos de los realistas abandona la ciudad y regresa luego
de recuperada por las tropas patriotas, fallece a los 66 años y el 24 de junio de 1975 se
erige un monumento sobre su tumba.
Era Luisa gran admiradora del General José Félix Ribas apreciado amigo de su
padre, en cuya casa conoció ya viudo, al General Juan Bautista Arismendi,
quien más tarde había de ser su esposo.
Próxima a nacer su hijo solo tiene para vestirlo un velo que trajera atando sus
cabellos cuando fue conducida a prisión. Un oficial le pregunta que nombre va
a ponerle, ella contesta fríamente: "el de su padre". En condiciones de angustia
y solamente acompañada por otra prisionera, tiene el 26 de enero de 1816 una
niña que muere al nacer debido a los intensos sufrimientos de la prisión y al
recuerdo de su esposo. Cuando le van a echar las aguas bautismales y le
preguntan que nombre quiere ponerle le dice: "Juan Bautista". Dos días
pasaron sin que nadie se ocupara de enterrar el cadáver de aquella criatura,
Luisa pide ayuda y le mandan unos niños a quienes les entrega el cuerpecito.
Al regresar estos y preguntarle donde lo habían enterrado, le contestaron: "lo
hemos botado en el zanjón".
LEONOR GUERRA
En su ciudad natal contrajo nupcias con José Tinedo de quien tuvo una hija Francisca
Antonia. Desde muy joven Leonor sintió simpatías por la causa independentista.
En aquellos días los patriotas habían adoptado por divisa política la cinta azul. Las señoras
patriotas acostumbraban llevarlas en sus peinados, aunque con estudiada precaución. En las
colonias, donde tenían las emigradas más libertad, ostentábase con alegría la azul divisa. Así
al visitarse en los días de Navidad, se saludaban las familias con los siguientes versos:
Son el estribillo:
Que viva la Patria,
Doña Leonor se asomó a la ventana en cierto día en que Aldama estaba de mal humor. Sea
que Leonor ostentaba en su peinado un lazo de cinta azul, o que la ojeriza del Gobernador
necesitase, para estallar de alguna víctima, una delación fue hecha y una condena fue
pronunciada. Ordenábase que Leonor Guerra, sentada sobre un burro enjalmado, recibiese
públicamente doscientos azotes, por insurgente revolucionaria, que se le amonestase en cada
esquina por donde debía pasar y se la excitase a revelar los nombres de sus cómplices, y de
no hacerlo así, se cumpliese con lo dispuesto por la autoridad, teniendo que acompañar a la
acusada sus compañeras las insurgentes de Cumaná.
Colocada la heroína sobre un jumento enjalmado, con la espalda casi desnuda, comienza
aquella procesión, infame aborto del corazón de Aldama. Confiesa tus cómplices, le dicen los
verdugos, antes de cada descarga "Viva la patria, mueran los tiranos", contesta Leonor al
instante caen sobre la espalda de la admirable víctima repetidos latigazos y así va repitiéndose
el castigo hasta que Leonor casi exánime, es conducida a su hogar.
Por información histórica de testigo presencial quién narra este horrible suplicio de la heroína
Leonor Guerra, explica que esta noble mujer después de sufrir toda clase de infamias, rehusó
toda especie de alimento y asistencia médica, muriendo más tarde. La modestia y gran
delicadeza leimpidieron sobrevivir al castigo con que habían querido humillarla aquellos
bárbaros.
JOSEFA CAMEJO
Era nativa de Aquaque, Paraguaná, en las inmediaciones de Pueblo Nuevo, Distrito Falcón,
hija de Don Miguel Camejo y Doña Ignacia Talavera y Garcés. Nació el 18 de mayo de 1781.
Desde Barinas en al año 13 forma parte del Ejército Patriota. Perseguida por los Españoles se
asila en Nueva Granada.
Encabeza la rebelión poniéndose al frente de 300 esclavos para atacar a la Provincia de Coro
que inicia la obra liberación.
Y toca a ella misma leer el manifiesto que declara libre a la Provincia de Falcón el 3 de mayo
de 1821, haciendo el solemne juramento a la República en Pueblo Nuevo bajo un frondoso cují.
Noticioso el Libertador de aquellos sucesos, dirigió a los Corianos su famosa proclama de san
Carlos el 6 de junio del mismo año.
Algunos estudios de la historia dan por hecho que Josefa Camejo tomó parte en otras
campañas desde 1813, así como en las del Sur; pero sobre ambos particulares no se tiene a la
mano elementos comprobatorios. Mas no le hace falta al relieve histórico de la Camejo, pues
ella se inmortaliza con su heroico gesto de Pueblo Nuevo, cuando sus paisanos los coroneles
Carrera y Colina e Inchaupe se aprestaban a ensangrentar de nuevo la Provincia en defensa
de la causa realista.
Murió esta gran heroína dejando para la Patria, su recuerdo imperecedero y para las nuevas
generaciones, los sentimientos de honor y libertad que debemos llevar todos en nuestros
corazones por la gloria y la liberación de los pueblos oprimidos.
CECILIA MUJICA
Cecilia Mujica conocida como "La Mártir de la Libertad" era hija de del realista Martin
de Mujica de familia acomodada y prometida del joven español Henrique de Villalonga
con quien compartía las mismas ideas revolucionarias
Muy pronto será la boda para cuyo acontecimiento se mueve el círculo social de los futuros
contrayentes. Don Martín es realista de firmeza, Enrique y Cecilia pertenecen al Comité
Revolucionario y son de los más audaces propagandistas de las ideas emancipadoras: él
distribuye clandestinamente y con peligro de su vida boletines encendidos con el fervor de la
libertad: ella confecciona escarapelas y divisas tricolores para el pecho de los voluntarios y
compone exaltantes canciones patrióticas, y como sabe pulsar la lira las ofrece como regalo a
sus oyentes en las tibias y perfumadas tardes de la tertulia.
Muere su padre como una de las muchas víctimas del terremoto de 1812
El gobernador de San Felipe el teniente realista Don José Millet hace levantar un cadalzo como
contrapeso al decreto de guerra a muerte dictado por Bolívar en 1813 es justo en ese mismo año que es
sentenciada de antemano a morir fusilada
Don Martín de Mújica, es una de las innumerables victimas del terremoto de 1812. Cecilia
queda huérfana y desvalida. Su desolación no tiene nombre, su pena es infinita, pero arde en
ella, en lo más recóndito de su alma y su ser el fuego sagrado de la patria libre que le da
aliento para seguir viviendo y a partir de aquel momento Cecilia se convierte en una de las mas
audaces propagandista de las ideas emancipadoras, encendidos boletines clandestinos son distribuidos por
Cecilia en la ciudad de San Felipe
Pero hemos llegado al año 13, nublado por las consecuencias del decreto de Guerra a Muerte,
que entenebrece la ciudad de San Felipe regida por Don José de Millet, Teniente de
Gobernador de la muy noble y Leal Villa, quien con crueldad y firmeza sin nombre hace
contrapeso insólito a aquella medida necesaria de la Dirección Republicana, levantando
infamante cadalso, donde uno a uno fueron rindiendo sus vidas preciosas nuestros hermanos
de ayer, acusados del delito de profesar la fe de nuestros libertadores, sustentada por Bolívar
en sus proclamas que serian hoy documentos de avanzada hacia la compresión de los pueblos
unidos de las América.
TERESA HEREDIA
Mujer de garbo atrayente y de gran personalidad. Nace en la Villa de Ospino en 1787, en hogar
de levada posición social y económica, emparentada con el Coronel Fermín de Heredia, Jefe
realista que murió en la Batalla de Araure en 1813.
Teresa crece en medio del bullir de las ideas de emancipación y se decide, como sus padres,
por la independencia quienes pagan con sus vidas, su amor por la libertad dejando a Teresa
huérfana al cuidado de una tía con quien se traslada a la Guaira. Allá comienza a
transformarse la niña en la mujer y apenas con 17 años, en la flor de su hermosura contrae
matrimonio con un isleño de nombre José Antonio Aguero, quien al conocerla queda prendado
de su gracia y atractivo personal.
A los 19 años queda viuda y se dedica totalmente a la lucha por la independencia al lado del
ejército patriota, hasta que un día cayó presa porque no quería decir donde estaban
escondidos los "insurgentes" que habían buscado asilo a su lado.
Teresa Heredia, altiva y digna, habla ante los que los acusan. Confiesa que se llama Teresa
Heredia, que tiene 19 años y es viuda de José Antonio Aguero, "quien debe estar en los
infiernos por realista". Dice que es de oficio costurera vino a Caracas con un pasaporte firmado
por el Alcalde del Peñón a arreglar su matrimonio con el artillero Hidalgo. Niega los cargos que
se le hacen. No conoce a Yañez, nunca lo ha visto. Lo del dinero que dicen le quitó el
Gobernador Dato, es incierto, porque "nunca lo tuvo" refiere que la razón de que Dato, es
incierto, porque "nunca lo tuvo" refiere que la razón de que Dato la prendiera sin fórmula de
juicio le mandara a cortar el pelo, la bañara en mieles y la emplumara para luego pasearla por
las calles de Valencia al son de cajas destempladas, "es porque no quise ser del Gobernador
Dato porque me estaba casando con Pedro Marturel". Confiesa que en “Bárbula”, a cuatro
curros del Batallón Granada les salvó la vida". No tengo iglesia porque solo la necesito para
encomendarme a Dios". Y firma: Teresa Heredia.
Se ordenó ampliar la "sumaria" con los testigos de Valencia. El Regidor declara que "el castigo
vergonzoso fue por su infidelidad y vida relajada en el trato con los hombres", pero el Escribano
público Don José Otálora habla del patriotismo de Teresa Heredia y dice que este era en
verdad su crimen. No obstante se la juzgó y condenó.
Nada más volvió a saberse de esta gran heroína Teresa Heredia, que su nombre dejó escrito
para la posteridad, y para el corazón de los venezolanos con el recuerdo imborrable de su
inmensa pasión por la independencia.
La heroína Zuliana nace en Puertos de Altagracia, hija de Don Domingo Campos y Doña Ana
Maria Cubillán. Es decidida por la Independencia desde pequeña.
Durante los años de su infancia y de su adolescencia vive junto a los suyos los días y las
noches ardidas de heroísmo, radiantes, generosos plenos de sangre y de lágrimas que
parecían no agotarse jamás.
La casa de Ana Maria Campos es el puerto de salvación, el asilo seguro para reuniones
patrióticas; allí, entre sus cuartos estrechos se reúnen para organizar la resistencia, para
buscar prosélitos a la libertad. La muchacha gentil, en plena floración de su juventud, valiente,
generosa, se ofrece en su ayuda: ella también es venezolana. Y se da una y otra vez en la obra
generosa de ayuda, colaborando en la organización de los patriotas, dejando oír su voz en las
reuniones clandestinas, ¿por qué no? No era ella una venezolana? ¡Que importa que sea
mujer!
Y fue en una de estas reuniones clandestinas que dejó escapar de sus labios la frase inmortal
que debía llevarla al martirio: “si Morales no capitula, monda“. El capitán Francisco Tomás
Morales, Gobierna en Maracaibo y persigue a los patriotas con ensañamiento. Conducida
prisionera ante el mismo Morales no se desanima Ana Maria ¿había medido ella la gravedad
de su situación cuando ocurrió las calles que la separaban de su casa a la del tirano? En su
propia presencia explicó las razones que la inducían a creer que si no capitulaba, estaba
perdido. Conocedora, por haber compartido ampliamente, del frenesí patriota del amor de su
pueblo por la libertad, de su espíritu de sacrificio, no concebía Ana Maria que una vez libertada
la patria en su casi totalidad del yugo español, pudiera este hombre cruel y sanguinario
arrebatar la gloria a los suyos.
Morales, en un gesto de soberbia, sintiéndose humillado por aquella tierna mujercita, ordena
que sea vapuleada públicamente, montada en un asno y paseada desnudada por las calle de
la ciudad. Y así aparece ante la historia esta zuliana Ana Maria Campos: montada sobre un
asno, paseada a lo largo de las calles sintiendo sus carnes rasgarse al golpe del látigo infame.
Fue el negro africano Valentín Aguirre el encargado de descargar con toda su fuerza brutal la
mano armada del látigo sobre las carnes de la joven patriota. Ana Maria sintió correr su sangre
sin exhalar un gemido, concentrado su voluntad y sus anhelos en la repetición de la tremenda
disyuntiva.
“Si no capitula, monda”. La risa asquerosa del chacal satisfecho, asiste a la escena. “Si no
capitula, monda”. “Si no capitula, monda”…. La frase es repetida hasta la saciedad. A cada
latigazo del verdugo sobre sus carnes mayugadas salen de los labios sedientos y amargos: “Si
no capitula monda”…No seria extremado asegurar que en los oídos del tirano resonaron esas
palabras hasta en sus horas de soledad y de silencio. Creyó Morales, como lo creen todos los
tiranos. Que las ideas se matan con el látigo y con las torturas, que quebrantando el cuerpo, las
ideas mueren. Y lo que logró fue dar a la Patria venezolana una heroína al poner a prueba una
voluntad decidida. Hacer brillar con más alteza la causa de la Libertada y de la Justicia. Parecía
que nadie se hubiese dado cuenta del gesto heroico de la muchacha patriota. Las madres
aterrorizadas desconocían la razón por la cual las obligaron un día presenciar el espectáculo
de una joven arrastrada al suplicio, ignorando la entereza de su gesto.
Parecía que todo quedaría en silencio, que nadie sería capaz de recoger su nombre para
incluirlo entre los nombres de los héroes de la libertad. Pero el pueblo zuliano había guardado
en su noble corazón la imagen de la muchacha torturada y humillada. Para luego exhibirla
como un ejemplo de fe y de decisión en las futuras generaciones. Ana Maria Campos está allí
en su pedestal que el mismo pueblo le construyó con su sangre generosa: está en sus
corazones hoy como ayer, sirviendo de faro luminoso a todas las mujeres y a todas las
juventudes que aman la libertad sin claudicaciones, como la amó esta hermosa heroína
zuliana. Allí ha quedado esta flor inmaculada, hermosa, virginal, radiante, generosa: Ana Maria
Campos está en el Corazón de todos los venezolanos, de todos los hombres y mujeres que
aman la libertad y la justicia, sin claudicaciones, como el más hermoso símbolo de la lucha
femenina por estos mismos ideales.
Era hija de Don Ignacio Ramos y de Doña María Alejandra González Henríquez, nativa de
Tacarigua de Mamporal en los ricos valles de Barlovento.
A los diecisiete años de edad, y a comienzos del año 1812, contrae matrimonio con el joven
Juan José Velázquez, de familia muy conocida.
Bellos y alegres comenzaban los días para los desposados, por la paz de que gozaban. y sin
embargo ¡cuán presto la desgracia iba a amargar la existencia de aquellos seres, que creían
estar lejos de la tempestad!
El esposo huye de las persecuciones políticas, Eulalia también tiene que huir
de Mamporal, se interna en el monte donde debía esperar noticias para seguir
al vecino pueblo de Río Chico. Llevaba en sus brazos una niña de cuarenta
días, fruto de su primer amor.
Escondida en los montes pasó Eulalia algunos días, y cuando escaseaban los alimentos y la
soledad pesaba sobre ella como una masa que le agobiara, ve la madre en cierto día, que la
niña cansada de llorar, se tranquiliza de pronto, se enfría lentamente: la niña había muerto.
Días después de haber llegado a Río Chico, al salir de su casa una mañana para visitar a una
amiga de confianza, de pronto se encuentra en medio de una guerrilla española capitaneada
por un oficial de la localidad, a su lado una mujer de nombre Lorenza, trigueña y fornida,
amenazante corre al encuentro de Eulalia, darle a ésta una bofetada que la derriba, asirla por
los cabellos y arrastrarla por la calle, fué obra de un instante. Eulalia grita y pide socorro:
mátenla! contestan los soldados por Lorenza arengados, quien fuera de sí, conducía su víctima
cerca del capitán. Pálida y extenuada queda aquella, perdiendo el sentido.
Van a sacrificarla, pero en ese momento se oye un toque de corneta, a cuyo sonido huyen jefe
y soldados precipitadamente. Eran patriotas.
Sin comprender Lorenza, tenía aún asida por los cabellos a Eulalia, cuando el jefe se apodera
de aquella feroz mujer y luego de informarse de lo ocurrido manda a pasar por las armas a
Lorenza, en tanto que ofrece garantías a las familias del lugar. Eulalia es conducida a su casa,
donde sus amigos le prestan atenciones de todo género. Esto acontecía a mediados de 1813.
Al tener conocimiento en Caracas de los ultrajes sufridos por Eulalia, es mandada a buscar por
su tía Josefa Pía, esposa del Licenciado Martín. Llegados los acontecimientos del año 1814 y
con ellos la nueva pérdida de la República, el Licenciado acompañado de toda su familia y con
ellos Eulalia, salió para Cartagena.
Hecho prisionero fué conducido al sitio que servía de plaza pública e interrogado así:"¿Donde
está tu mujer Eulalia?" Pregunta con ira y sed de venganza. "Nada sé de ella contesta
Velásquez". "Entrega a esa insurgente, pues de lo contrario te fusilo". Repito que nada sé de mi
esposa y que ignoro dónde está. Sin más fórmula que ésta, el oficial ordena su fusilamiento,
Velásquez muere sin proferir siquiera una palabra.
Impuesta Eulalia a su llegada a Cumaná de la triste suerte que había corrido su esposo,
refugióse en la casa de su padre, en un sitio cerca de la ciudad. Allí vió correr al lado de su
padre los años de 1815 y gran porción del 1816, cuando conoce al oficial inglés Coronel
Chamberlain, edecán de Bolívar y quien llegó a prendarse de tal manera de la heroína, que le
padre tiene que dar su asentamiento para el próximo enlace de la viuda.
Pero volvamos de nuevo a la heroína que aparecerá en la última etapa de su gloria en la "Casa
Fuerte" de Barcelona, al lado de su esposo el Coronel Chamberlain.
El 7 de abril, bajo las órdenes del Coronel Aldama, el ejército español ocupaba a Barcelona. La
población compuesta de hombres, mujeres y niños se refugió en el convento de San Francisco
donde se fortificó el ejército patriota. Eulalia está en una celda en compañía de otras señoras y
de su esposo. "Estamos perdidos dice Chamberlain a Eulalia seremos víctimas de los
invasores". Eulalia es separada de su esposo, pero conserva una pistola que éste le ha
entregado, se oye un pistoletazo en la celda donde quedó Chamberlain, éste acaba de morir.
Eulalia escucha el tiro. un oficial español le ofrece salvarla, y algo le dice que ofende su pudor,
"Grita, viva España, mueran los patriotas y te salvo, le dice el oficial". Con el pensamiento
puesto en su marido, arma con rapidez la pistola y al grito de "Viva la Patria, mueran los
tiranos", descarga el arma en el pecho de tan pérfido amante, quien cae muerto a sus pies.
Sobre aquella mujer, descargan los soldados golpes con sus armas hasta cuando ya es
cadáver, le arrancan sus joyas, mutilan su cuerpo ensangrentado y lo amarran a la cola de un
caballo.
Así termina la existencia de aquella valerosa mujer, a quien Dios la tenía destinada para ser
una de las más valerosas heroínas de la emancipación del Nuevo Mundo.
Poseedora de valiosas propiedades, todos sus bienes y servicios personales estuvieron desde
el primer momento y hasta donde lo demandan los honestos fueron de la persona humana, a
favor de la justa causa de la Independencia.
Entre sus propiedades contábase un hato de ganado en la región de San Camilo, una elegante
y cómoda casa en San Cristóbal, y entre varias casas de que también era propietaria en el
Rosario de Cúcuta (Colombia), se incluía una de dos plantas amplísima y lujosa que fue sede
del Congreso del Rosario celebrado en 1821 y también sirvió como mansión de residencia del
Poder Ejecutivo y fue llamada Palacio del Congreso y Palacio de gobierno de la Gran
Colombia.
Su devoción a los principios e ideas emancipadoras hizo blanco a esta heroína de la furia y
hostilidad de los realistas de modo sañudo y cruel, tanto en su persona y familiares como en
sus intereses todos. A los últimos meses de 1819, cuando todavía se veían hostigadas estas
comarcas por las huestes realistas damos con doña María del Carmen en San Cristóbal donde
es víctima de la captura que en su persona hizo una fuerza enemiga que la condujo junto con
otras señoras patriotas en humillante calvario hasta el pueblo de bailadores, donde es
rescatada por un piquete de caballería que para tal fin hizo despachar Bolívar desde Pamplona
al mando del Coronel Leonardo Infante.
Se recuerda el calor de la tradición familiar el fastuoso recibimiento y hospedaje que dio poco
tiempo después de su experiencia a manos del enemigo, al Libertador y la parte que tuvo para
intervenir ante el Héroe implorando el indulto del realista Francisco Miguel Pacheco condenado
a la última pena.
Su condición de madre sufrió inmensa pena pero elevada a la sublimidad en esta gran mujer
venezolana que todo lo da y todo lo pierde por la liberación de la patria al alentar a su
adolescente hijo Pedro Briceño Ramírez quien no había cumplido os 16 años a que se aliste en
expedición guerrera con el osado intento de libertar a su patria. Tomado prisionero es
condenado a la última pena y se salva milagrosamente de ser ejecutado junto con sus
compañeros por la intervención piadosa según la leyenda de una damita criolla favorita de
Tíscar.
Este contratiempo en nada arredró al joven Briceño quien siempre alentado por su valerosa
madre empuña de nuevo las ramas en filas patriotas y peleando en varios combates con arrojo
y valentía alcanza el grado de capitán, cayendo al fin gallardamente después de larga y
sangrienta brega.
Gozó Doña María del Carmen de merecida fama entre los más preclaros adalides de la
Independencia, por ser su actuación descollante de su sublime mujer, por la entereza y
prestancia de sus actos heroicos, por su hidalguía y por el entusiasmo de su fe republicana.
Murió esta gran heroína en San Cristóbal el día 7 de febrero de 1857, se le hicieron oficios
religiosos por el cura Rector, Rafael M. Galvis, y se le dio sepultura eclesiástica a su cadáver
enterrándolo en una bóveda a la entrada del Cementerio Municipal.