Vida de Giambattista Vico Escrita Por El Mismo

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Vida de Giambattista Vico escrita por el mismo

(1725-8)

Resumen

p. 17-24

Giambattista Vico nació en Nápoles en el año 1670, hijo de padres muy honrados
y de buena fama. Su padre era alegre mientras su madre algo melancólica. A los
siete años se cayó de cabeza por el hueco de una escalera, lo que le causó una
hendidura en parte del cráneo y un tumor. Después de una convalecencia de tres
años, se reintegró a sus estudios de gramática y, para sorpresa de su padre,
estaba muy adelantado, tanto que rogó que se le dejara pasar a la clase superior.

Fue a parar con los jesuitas en la segunda clase, pero tras una “diligencia”, esto es
una prueba difícil frente a otros adversarios, en la que salió victorioso pero por
influencias de uno de sus adversarios fue hecho pasar a la primera clase. Vico lo
tomó como una ofensa y tras el primer semestre dejó la escuela y se encerró en
su casa, dedicándose arduamente al estudio de los Padres, las humanidades y la
lógica.

Después tuvo por maestro al jesuita Antonio Blazo, quien le recomendó las obras
de Pedro Hispano y Paolo Véneto, pero debido a que era demasiado, terminó por
abandonar los estudios año y medio. Por aquella época las reuniones de
intelectuales y letrados era muy tentador para el joven Giambatista, que luego de
haberse instituido la Academia de los Infuriati en San Lorenzo, volvió al estudios
de la filosofía bajo el jesuita de corte escotista Giuseppe Ricci, quien le mostró la
escolástica de modo especial con el platonismo. Pero por su apetencia ávida de
conocimientos dejó sus lecciones y siguió solo en su casa leyendo la Metafísica de
Suarez.

Por una sola y única vez acudió a la Regia universidad de estudios, con don Felice
Aquadies en su clase de leyes, quien le indujo a leer a Ermanno Vulterio y luego
por consejo de Nícolo Maria Gianattasio las Instituciones canónicas de Errigo
Canisio. Lo que le dejó una profunda inquietud sobre las leyes, le fascionó las
interpretaciones de los jurisconsultos. Gracias a su formación metafísica tuvo
desde entonces el deseo de la búsqueda de los principios del derecho universal,
que más adelante lo llevarían a su obra De universo iuris uno principio.

p. 25-44

Tanto fue su gusto que empezó a asistir al foro en compañía de los señores Carlo
Antonio De Rosa que era senador y Fabrizio Del Vecchio que era un abogado.
Era ya tanto su conocimiento que a los dieciséis años tomo parte de un litigio que
concernía a su padre, con tal éxito logró la victoria que mereció el abrazo y la
felicitación del abogado adversario.

Después tuvo signos de padecer tisis, además que la economía familiar no


andaba bien, huía del ruido del foro, más no había cesado su sed de saber. Por
disposiciones de la providencia, se encontró con una oportunidad grandiosa,
monseñor Gerónimo Rocca, obispo de Ischia, lo encontró en una librería y tras
una breve charla sobre el modo de enseñar jurisprudencia le propuso ser
preceptor de sus sobrinos en el castillo de Cilenzo, señalando la conveniencia del
lugar para su salud y de la disponibilidad de tiempo para la continuación de sus
estudios. Ahí paso nueve años, además de enseñar se dedicó; con la ayuda de la
gran biblioteca que allí se guardaba; a la profundización en leyes y cánones,
dogmas, moral, letras, metafísica y física, geometría, manteniéndose al día sobre
las discusiones filosóficas en torno a las nuevas corrientes, como el cartesianismo.

p.45-

Cuando regresó a su ciudad natal se sintió como extraño, ya que encontró muy
cambiado el ambiente del lugar en el que se había formado, ya no se estudiaba la
física aristotélica sino en su lugar la cartesiana, la metafísica había sido recluida
en los claustros al igual que la lógica, la medicina y la jurisprudencia estaban
gravemente heridas en su solidez, por lo que Vico agradeció haberse apartado del
lugar y no tener un maestro al cual deberle obediencia. Tuvo entonces por meta el
profundizar en las letras, principalmente al latín, pero a pesar de esto no era
reconocido en el ambiente intelectual. Le invitaron a ser teatino pero denegó por
faltarle ascendencia noble y por tener a su cuidado a sus padres.

Su periodo de anonimato terminó cuando el señor Nicoló Caravita, quien era


abogado primario de los tribunales y benefactor de literaros, lo invitó para hacer un
discurso en lengua latina en loa de Pedro Antonio de Aragón conde de
Santostefano virrey de Nápoles. Lo que después hizo que fuera invitado a
pronunciar otro discurso en latín en los funerales de la madre del duque de
Medinaceli, virrey de Nápoles.

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