Adicta Al Placer - Fabrizzia Ece PDF

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Relato I

Con una ligera sonrisa, aparqué el coche


en el círculo situado al final de aquel
callejon de las afueras. Otros habían
llegado antes que nosotros para
agruparse junto a la piscina y disfrutar
de una barbacoa de fresca tarde
veraniega. Seguramente iría llegando
más gente a medida que avanzase la
tarde hasta que unas 2 docenas de
parejas estuvieran a disposición de la
fiesta; todas fueron recibidas, al igual
que Ana y yo, por nuestros anfitriones.
Roberto era un distinguido ejecutivo de
mediana edad de buen parecer, como el
de una estrella de cine italiano.
Beatrice, su mujer, era su opuesto: una
esbelta exmodelo que todavía hacía
girar cabezas por donde quiera que
pasase.
Ana bien podría haber sido modelo. De
hecho había sido bailarina: flexible y de
piernas largas, con un cuerpo esbelto y
unos perfectos pechos pequeños que
forman un conjunto muy armonioso. Ella
es alta, pero sólo me llega a los
hombros, y su oscura belleza rivaliza
con mi bronceada constitucion atletica y
mi pelo oscuro.
Para el que pudiera estar mirando por
casualidad tan sólo se trataría de otra
fiesra de fin de semana en una de mas
mejores zonas residenciales, y así sería
hasta la hora mágica de las 8, cuando no
se admitirían más invitados, y empezaría
la verdadera diversión de la noche.
Todos estábamos allí con una meta.
Pero, siendo tan pronto, paseábamos,
saludando a las amistades, observando
quién más había venido, tomando algún
bocado, y relajándonos con grandes
vasos de refrescantes bebidas.
La casa era enorme, con varias plantas y
moderna. Uno casi se atrevería a
llamarla mansión. Ostentaba una gran
cantidad de dormitorios, así como
también una cocina de último diseño y
un salón-comedor de grandes
dimensiones. La cocina en especial
estaba considerada como una zona
neutral cuando la temperatura erótica
subía en el ambiente.
Ana y yo ya habíamos estado allí
anteriormente, y muchos de los invitados
eran, si no viejos amigos, si viejos
conocidos. Algunas de las mujeres eran
nuevas y, eran esposas o amantes de
hombres que eran asiduos de las fiestas
de Roberto.
Llegaron las 8 de la tarde y todo
gradualmente: primero algunas mujeres
deambulando en topless, y después cada
vez más y más invitados despojándose
de las prendas exteriores, hasta que la
mayoría de nosotros nos quedamos con
poco más que la ropa interior o incluso
ni eso. Algunas parejas se abrazaban y
besaban intensamente por los rincones
del salón, mientras que otras se
encaminaban hacia los dormitorios. Una
morena con una figura magníficamente
bien proporcionada se dirigió hacia el
bar vestida tan sólo con una cadena de
oro alrededor de la cintura.
Ana y yo paseamos hasta más allá de los
ventanales que dominaban el apartado
césped situado detrás de la casa. La
palma de mi mano descansaba sobre su
encantador culito, y su brazo de rodeaba
la cintura. Me incliné para besarla,
excitado ya por la proximidad de tanta
energía, aunque sin ninguna
precipitación en particular. Eran noches
para disfrutar, y ambos queríamos
tomarnos un largo preámbulo,
besándonos y acariciándonos
mutuamente, antes de encaminar nuestros
pasos de vuelta hacia arriba en busca de
un dormitorio libre.
Varios dormitorios ya estaban ocupados
al máximo de su capacidad, tal como
evidenciaban los sonidos producidos
por los gemidos ardientes y la carne
humeante uniéndose en su ya ritmo
tradicional. La luz de las velas
iluminaba la bombeantes nalgas y los
palpitantes pechos y, aqui y allá, se
podía ver el destello de un collar de oro
o de una muñequera de tenis. Además de
algunas parejas activamente
entrelazadas, había otras mirando,
esperando el momento oportuno o la
invitación para unirse a ellas.
Encontramos una habitación donde las
camas habían sido alineadas una junto a
la otra para formar una amplia y
sugerente zona de juegos. Allí había un
hombre tumbado de espaldas que estaba
siendo montado por una rubia,
aparentemente insaciable, de enormes
pechos bamboleantes y largas uñas
rojas. Había 2 siluetas más abrazándose
en el otro extremo de la habitación, y
Ana y yo nos deslizamos hasta
sentarnos, y observamos cómo el
hombre empujaba a la mujer hasta el
lecho y empezaba a comerle el coño con
evidente placer. La mano izquiera de
Ana se deslizó hacia mi polla y empezó
a masturbarme con suavidad, mientras su
otra mano acariciaba su coño rasurado.
La mujer a quien le lamian el coño
volvió la cabeza hacia nosotros y
sonrió. Ella murmuró algo a su pareja,
quien tendría que haber respondido algo,
pero parecía no haber perdido en ritmo
en absoluto. Su mano se alzó hacia Ana
y le hizo señas para que se aproximara.
Ana se levantó graciosamente y se
arrodilló a su lado inclinándose para
besar a su nueva amiga. Yo la seguí
cómo una sombra, esperando que la
mujer me invitara a unirme a ellos.
Cuando me acerqué, me di cuenta que
les conocíamos ligeramente, aunque
nunca habíamos practicado sexo con
ellos. Julio era una prometedora estrella
de la banca, y creía que su esposa se
llamaba Vera.
Ana me atrajo hacia ellos, y Vera acercó
su mano a mi polla y empezó a
masturbarme mientras yo también me
inclinaba para besarla. Ana se deslizó
hacia abajo y besó la oreja de Julio,
forzándole a abandonar su festín el
tiempo suficiente para darle un
apasionado beso perfumado con la
fragancia de Vera.
Vera me empujó sobre ella de manera
que pudiera abrir las piernas sobre sus
hombros, dándole así fácil acceso a mi
polla. Por encima de mi hombro
vislumbré a Julio y a Ana que, por
turnos, intentaban incordiar a Vera para
que se corriera, pero rápidamente me
distrajo su cálida boca, que me
devoraba la verga. Parecía tener una
garganta sin final, y pronto me encontré
sujetándole la cabeza y follándole la
boca, cuando el movimiento tras de mí
me indicó que las cosas habían
cambiado también ahí detrás.
Un rápido vistazo me permitió ver la
cara de Ana sepultada bajo el coño de
su amiga mientras Julio se disponía a
tomar a Ana por detrás. Sentí el empuje
de su penetración inicial y gradualmente
Vera y yo adecuamos nuestro ritmo al de
ellos. Al otro lado de la habitación, la
tetuda rubia estaba gimiendo mientras se
corría una y otra vez, hundiendo sus
rojas uñas en los hombros de su pareja,
a la vez que él se erguía para enfrentarse
a su bamboleante culo. De pronto él se
agarrotó y asió sus caderas, obviamente
disparando a chorros su leche dentro de
ella.
Vera empezó a estremecerse debajo de
mi cuando Ana la llevó más allá del
límite, y eso hizo que mis pelotas se
endurecieran aun más. Mi polla se
hinchó al máximo cuando entré en
erupción dentro de la boca de Vera. Ella
tragó, tosió y volvió a tragar, y gemía
continuamente. Me volví para ver como
Ana aún succionaba otro espasmo
orgásmico de su amiga y se entregaba a
su propio clímas. Julio siguió
penetrándola hasta que él también se
agarrotó y se derrumbó sobre la espalda
de mi mujer.
Descansamos durante un rato para a
continuación ir en busca de un cuarto de
baño. La iluminación era intensa, y
había montones de toallas limpias y
esponjosas, además de un cuenco de
porcelana china repleto de condones de
varios colores. Ella me hizo caer en la
cuenta de que cogiera un par de ellos
después de que nos hubiéramos
duchado, por si nuestro siguiente
encuentro fuera con alguien que no
conociéramos. Esperaba encontrar algún
culo antes de que la noche tocara a su
fin, pero nunca se sabía con que se
podía topar uno.
Queria comer y beber alguna cosa, de
manera que fuimos hacia la cocina.
Como siempre, Roberto había dispuesto
un copioso bufet, y estuvimos un rato
probando diferentes viandas mientras
observábamos las travesuras amorosas
de otros invitados. Una vez saciado
nuestro apetito, nos dirigimos de vuelta
a los dormitorios y, decidimos
tácitamente que íbamos a observar a los
demás durante un rato.
Ana, siempre práctica, cogió el condón,
que yo había olvidado, y entramos en un
dormitorio al azar. Me apoyé contra la
pared con mi mujer al lado e
inspeccionamos la habitación. Una
hermosa mujer de cabellos castaños-
rojizos estaba de pie en brazos de un
hombre maduro. No había nadie más en
aquel momento, y Ana decidió tomar
cartas en el asunto. Se puso al lado de la
pelirroja y le cogió de la mano,
volviéndola hacia ella para darle un
beso que recibió con avidez. Las 2
mujeres se dirigieron hacia la cama y se
echaron en ella, explorándose
mutuamente los pechos y el culo antes de
situarse en posición para hcer un sesenta
y nueve que, obviamente, las excitó. Yo
me acerqué con la mano sobre mi polla,
acariciándomela hasta endurecerse de
nuevo. Al otro lado de la cama, el otro
hombre estaba haciendo lo mismo, pero
de forma más pausada. Creí que le
gustaba mirar, y yo respeté su actitud. La
mujer que estaba con él era digna de ser
observada.
Las 2 mujeres se sujetaban por las
nalgas, y dejaban escapar unos gritos
apagados a medida que ambas
empezaban a estremecerse con el inicio
de lo que parecía una serie de orgasmos
cada vez mas intensos. Cuando
emergieron para tomar aire, la belleza
de cabellos castaño-rojizos alzó la
mirada hacia su pareja y él sonrió en
señal de aprobación. Las chicas
volvieron a unirse, pero esta vez Ana se
situó encima de la otra besando y
mordiendo sus pezones mientras ella la
follaba con los dedos de su mano
derecha. La espalda de la otra se arqueó
debajo de mi mujer, quien gimió
mientras era poseida por otro orgasmo
que la estremeció hasta los huesos. Ella
levantó su mirada hacia mi y entonces
las 2 me agarraron y me arrastraron a su
lado.
Me colocaron tendido sobre mis
espaldas y en pocos momentos había 2
bocas voraces chupándome la polla. El
otro hombre estaba de pie tocándose y
sonriendo entusiásmadamente. Ana
cogió mi cipote con su mano y
desenrolló el condón que todavía
sujetaba. Haciendo señas a la otra mujer
para que separara mis caderas, ella guió
mi miembro enfundado en látex hacia su
destino, y la pelirroja se dejó caer sobre
mi con un gemido de placer. Cuando ella
empezó a montarme, Ana escudrinó al
otro hombre, pero e´l se contentaba con
hacerse una paja mientras observaba y
articuló un "no, gracias" cuando se le
invitóa unirse.
Ana se acercó y me besó antes de
sentarse sobre mi cara y dejarme lamer
su magnifico coño, mientras ella besaba
a su última compañera de juegos.
Cabalgaba sobre mi lengua con tanta
avidez como la otra mujer lo hacía sobre
mi verga, y era un auténtico dilema
saber quién de nosotros se correría
primero. En realidad fue el coño de la
pelirroja el que tuvo espasmos
momentos antes de que Ana se agarrase
a ella, atormentada por su propio placer
salvaje. Me había estado conteniendo
mejor de lo que yo creía, pero pronto me
deshice en una corrida abundante,
estremeciéndome y brincando bajo la
dulce carga de tan suculenta carne
femenina. Cuando Ana se apartó un poco
pude ver que nuestro compañero
silencioso se había corrido, y chorreaba
esperma sobre su mano mientras el coño
de su pareja me ordeñaba hasta que mi
debilitado miembro se escurrió
fácilmente de su chochito.
Pronto la otra pareja se marchó, y
nosotros permanecimos tumbados en
silencio durante unos minutos, antes de
que ella se escabullese para asearse.
Volvió al poco rato cogida de la mano
de otra mujer, obviamente recién salida
de la ducha, y ambas resplandecían de
una manera que delataba que habían
estado jugando entre ellas mientras se
refrescaban. Detrás de ellas venía un
hombre joven, más o menos de mi
estatura, con una de los miembros
viriles más grandes que había visto
aquella noche. Ana y la morenita estaban
ansiosas por continuar sus juegos, así
que me aparté a un lado y les dejé la
mejor parte de la enorme cama. El
hombre se apoyó en el estribo del lecho
y me lanzó una sonrisa de conspiración.
Su enorme porra estaba lista para la
acción, y las 2 chicas se abalanzaron
sobre ella con sus ávidas bocas. Pero
enseguida renunció a favor de mi mujer,
mientras ella se revolvió a un lado con
la clara intención de reanimar mi
fláccido órgano. Demostró poseer una
boca y unas manos de un talento
excepcional, y casi me alegré de estar un
poco cansado, ya que me dio la
oportunidad de disfrutar de sus servicios
durante un mayor periodo de tiempo
antes de tener que dejarlo.
Ana estaba echada de espaldas con las
piernas hacia arriba, y guiada la larga y
gruesa polla del hombre hacia su, por
fortuna, dilatado coño. Sus ojos se
engrandecieron cuando ella se estiró
para hacer que él penetrara por
completo en su interior, y gimoteó
lastimosamente cuando él a follarla,
lenta y gentilmente al principio y con
fuerza y ritmo crecientes posteriormente,
espoleado por sus gritos. Era una visión
asombrosa, y yo estaba seguro de que él
estaba escenificando su postura de
manera que obtuviera las mejores vistas
de su vasta erección desapareciendo
dentro del voraz coño de mi mujer.
Entre los servicios dispensados por la
boca de su pareja, y la prodigiosa
follada de mi mujer, volvía a tenerla
dura y lista para la acción. Ella cogió un
preservativo que estaba al lado de la
cama y lo desenrolló sobre mi polla,
usando tan sólo su boca. Giré la mujer
sobre su estómago y la puse de cuatro
patas de forma que podía tomarla al
estilo perruno. Me deslicé en el interior
de sus cálidas profundidades con
facilidad, deleitándome con su avidez
mientras ella encastraba sus caderas en
mi. Ella volvió la cabeza y dijo algo que
no pude entender del todo, después se
aclaró la garganta y me pidió que la
follara el culo con violencia.
Aquellas fueron las palabras mágicas, y
me aparté de su chorreante coño,
preparé su culo con sus propios jugos y
hundi mi palanca hasta el fondo. su
estrecho pasadizo me masajeaba
mientras la follaba más y más fuerte
para si intento placer. Entonces, de
pronto, sus músculos se reblandecieron
con esa suavidad que siempre me vuelve
loco, y se la metí y se la saqué como un
poseso hasta que sentí que sus piernas
empezaban a temblar y que su ano se
cerraba sobre mí de nuevo. Con una
última arremetida y un grito de guerra
victorioso, me corrí, arrastrándola a ella
conmigo. Nos estremecimos y brincamos
al unísono antes de dejarnos caer sobre
la cama.
Mi mujer todavía estaba siendo
empalada por su último amante, y estaba
claramente embriagada por toda su
intensidad. movió su cabeza adelante y
atrás sobre la almohada, y sus ojos se
pusieron vidriosos cuando se estremeció
a través de un clímax tras otro. Cuando
le venció el cansancio, él se retiró y se
hizo una paja sobre su cuerpo postrado,
y su polla se hinchó hasta hacerse aún
más grande justo antes de que su corrida
saliera a borbotones. La morenita se
movió debajo de mí, ávida de lamer el
semen del cuerpo de mi mujer, y me hice
a un lado, para que pudiera hacer
justamente lo que pretendía.
Las 2 mujeres yacían una en brazos de la
otra cuando me levanté para ir al lavabo
a asearme. Al salir se levantaron y se
besaron. Entonces las chicas fueron a
ducharse y a jugar un poquito más. Me
desplomé en una butaca y me quedé
adormilado pero enormemente
satisfecho.
Relato II
Tras separarse todos, Sergio se colocó
enfrente de mi, mientras yo continuaba
tumbada en el suelo. Por un momento
levanté la vista hacia la cama, pero pude
observar como mi chico continuaba
prácticamente inconsciente, yo le miraba
como suplicándole: “me van a follar
estos locos y tú ahí sin enterarte de
nada...”
- Preciosa... - me dijo Sergio, haciendo
una pausa.
Se arrodilló a mis pies. Me separó aún
más las piernas, me agarró por las
caderas y acercó mi coño hasta pegarlo
a su sexo. Me cogió por los tobillos y
los colocó en cada uno de sus hombros.
Nuestros cuerpos parecían pegarse por
el sudor. Él de rodillas, yo tumbada con
mis piernas a lo largo de su cuerpo y
nuestros genitales en pleno contacto.
Colocó la punta de su polla en mi
húmeda conchita y comenzó a acariciar
con el glande mis labios vaginales. Yo
me moría de gusto, sin poder reprimir
algún gemido, pero aún tuve fuerzas
para resistirme diciendo:
- ¡ Por favor, no me la metas...!
Me sonrió de nuevo, sin hacer el menor
caso de mis palabras, siguió con su
polla arriba y abajo de mi caliente
rajita. Cerré los ojos...
- ¡ Que coño más lindo tienes ! -
comentó mientras su polla crecía en la
entrada de mi sexo mojadito.
- ¡ No me la metas ! - insistí por si no
me hubiera oído. Pero todo mi cuerpo
deseaba ser penetrada y penetrada hasta
la extenuación.
- ¿ Sabes ? - me contó - Tu novio
Carlos, el que ahora está ahí totalmente
grogui, ha estado follándose a mi futura
mujer toda la tarde.
Abrí los ojos. Su cara sonriente
resplandecía.
- ¿ Que ? - contesté confusa y
sorprendida.
- Lo que oyes,... - continuó Sergio,
colocando su falo en la entrada de mi
cueva -...mientras tú estabas en la
peluquería, él y Tomás han estado
follándose y comiéndose a Rosa de
todas las formas posibles, incluso
metiéndosela los dos a la vez, uno por
delante y otro por detrás... ¿ que te
parece?
- ¿Como lo sabes? - pregunté algo
incrédula.
- Les he estado vigilando toda la tarde y
lo he visto con mis propios ojos.- me
contestó.
Era increíble, me quedé un instante
sorprendida, no sabía si era verdad ó
mentira, sentí algo de rabia y celos. El
cachondeo que tenía era tan grande que
aquellas palabras provocaron que yo me
vengara. De pronto le agarré por el culo
y le apreté contra mí, notando como toda
su polla entraba dentro de mí.
Necesitaba ser penetrada y no podía
aguantar más. Poco a poco toda su verga
se metió en mi coño.
Que sensación. El gusto era increíble, ya
que todos me habían excitado
muchísimo, pero tras oir las palabras de
Sergio el gusto era aun mayor y sentía su
polla contra las paredes de mi chochito,
arrancándome frases de gusto que no
podía ni controlar:
- ¡ Que bien me follas, cabrón ! - le
decía. - ¡ Así, así, así, hasta dentro !, ¡
Quiero notarla entera dentro de mi !, ¡
fóllame, fóllame !...
Estaba totalmente ida en aquel
maravilloso polvo. Él empezó a
moverse dentro de mi coño con gran
maestría, con un rítmico adentro y
afuera, haciendo una paradita casi al
final y colando toda su polla de golpe
hasta el fondo en un intento por darme un
trozo extra. La verdad es que follaba
muy bien.
Los demás se limitaban a observar a
distancia y a pajearse mientras
observaban como Sergio y yo nos
uníamos en un coito increíble.
El gusto me fue llegando más fuerte,
incluso una vez, aún tuve tiempo de
asomarme a ver la cama donde estaban
Carlos y Tomás, que seguían igual,
profundamente dormidos.
De pronto, en una de las fuertes
embestidas, sentí como mi piel y mi
cabello se erizaban, como mi cuerpo
sudoroso se convulsionaba, como mi
coñito se humedecía aún más, como de
mi boca salían gritos y gemidos de
extremo placer y como un intenso
orgasmo recorría mi interior, mientras
mordía mis labios y arañaba el culo y la
espalda de aquel hombre. Cerré los ojos
e hice sentirme en aquel orgasmo por
más tiempo apretando mi coño contra
sus huevos. Por mi cabeza pasaban las
imágenes de todos los chicos
sobándome y besándome y mi novio
tirándose a Rosa.
Me corrí como pocas veces.
Sergio continuaba en el rítmico vaivén,
haciendo su parada, y metiéndola
después hasta el fondo, mirándome y sin
borrar la sonrisa de su rostro. El ritmo
se fue acelerando hasta que de pronto
noté como él cerraba los ojos y en una
de sus fuertes metidas, su polla se tensó
y se corrió dentro de mi , notando su
semen caliente y potente. Por un
momento se quedó inmóvil. Me abrió las
piernas, las dejó caer al suelo y se tiró
sobre mí, besándome y juntando nuestras
lenguas en su boca.
Todos seguían observándonos y
masturbándose gracias a aquel polvo.
Unos segundos después Sergio se separó
de mi y se quedó observándome,
siempre con su bonita sonrisa y mirando
mi cuerpo tendido en el suelo.
- ¡ Estas que triscas ! - me dijo.
Siguió observándome y sonriendo. Yo
me quedé pensativa mirándole y algo me
pasó por la cabeza:
- ¡ Ahora lo entiendo ! - salté de pronto -
habéis organizado todo esto con toda la
intención, para vengaros de Carlos,
joderle bien y de paso joderme a mi.
Todos sonrieron y de alguna manera lo
asintieron.
- Bueno, si tu le quieres llamar venganza
- contestó Sergio - Carlos le ha hecho
una buena despedida de soltera a mi
novia y tu me la estás dando a mí. ¿no?
Me reí.
- ¡ Visto así ! - dije - . Yo lo he pasado
muy bien. Espero que te haya gustado a
ti...
- ¿A mi? - preguntó - ¡ he disfrutado
como nunca !, pero... pasa una cosa.
- ¿Que ocurre?
- Pues... la fiesta no ha acabado. Tendrás
que follar con todos. No se van a quedar
con esa empalmada...
Me quedé mirándole, y sus palabras me
gustaron, seguí sus órdenes, me sonrió y
a partir de ahí continuó la fiesta-orgía de
despedida de soltero.
Me dejé hacer de todo como si fuera la
mayor puta. Me pusieron a cuatro patas.
César colocó su polla junto a mi boca y
sin tardar me la metí hasta el fondo de
mi garganta. Echó su cabeza hacia atrás
y gozó como loco. Chema se colocó tras
de mi, deseoso de follarme, puso la
punta de su falo en mi chochito, al
principio le costó algo colarla en mi
chochito y al fin , poco a poco me
penetró. Lolo se puso bajo mi vientre
tocándome y besándome las tetas,
gozando como loco y dándome a mi
mucho gusto también. Sergio me
acariciaba la espalda y el pelo, supongo
que agradeciéndome el polvo que
habíamos echado minutos antes.
Las embestidas que me daba Chema por
detrás eran bastante fuertes y mi coño se
adaptaba bastante bien a su polla. La
postura no le gustaba demasiado y
decidió ponerse debajo mío porque
según me dijo quería verme las tetas
bailar al ritmo de un buen polvo.
Sergio se fue excitando de nuevo y
también quiso ser el primero en
encularme, y así como estaba, a cuatro
patas, pasó su pene por mi vagina,
recogiendo mis flujos y luego poco a
poco fue acercando su polla a mi
agujerito y mientras me acariciaba la
espalda fue metiéndomela por el culo,
haciéndome daño al principio y luego
más y más gusto. Chema que ya se situó
debajo, logró penetrarme por delante, y
casi al mismo ritmo empezaron a
follarme uno por delante y otro por el
culo con mucha fuerza. Yo sentía algo de
escozor y dolor, pero también mucho
placer. Lolo, bastante excitado, metió su
polla en mi boca y yo con mucha dulzura
comencé a chuparle. Era todo un
enjambre de hombres comiéndose a una
insaciable mujer.
Chema, sin dejar de decirme cosas
bonitas y acelerando su ritmo, no pudo
aguantar mucho tiempo y fue el primero
en detener el ritmo, se corrió dentro de
mi mientras me sobaba las tetas, lo que
hizo que yo también me corriera, que en
cadena hizo tener un orgasmo a Sergio
soltando su leche dentro de mi culo y
que a su vez llegando la vibración a
Lolo se corrió dentro de mi boca,
tragándome su leche que entraba en mi
garganta a borbotones.
Sin apenas recuperarme César que
estaba a la cola y deseoso de follarme,
me cogió en volandas se sentó en una
silla y me puso encima de su verga tiesa.
Mi coñito escocido recibió con gusto a
aquel tronco y empecé a subir y a bajar
por toda su longitud. César prefería
follarme él solo, además los otros
estaban bastante cansados por el
momento. Me agarraba por el culo y
hacía subir mi coño hasta la puntita de
su glande y luego me soltaba, lo que
hacía que todo mi cuerpo cayera sobre
aquella dura polla. Una y otra vez me
metía su pene, notando como chocaban
sus huevos en la entrada de mi rajita.
Debido a la gran excitación y a mis
grititos de gusto y de mis frases de
aliento, César no tardó en correrse
dentro de mi. Se quedo un rato con los
ojos cerrados y luego me besó con
ganas.
Era increíble el gusto y la excitación que
yo seguía sintiendo a pesar de haberme
corrido varias veces y de haber
complacido a aquellos chicos, que a
pesar del alcohol, estaban en plena
forma y parecía que querían más.
Eché un nuevo vistazo a la cama, pero
mi Carlos como si nada.
Luego sin tardar me colocaron en el
aparador y me follaban, me enculaban,
me metían sus pollas en la boca, me
sobaban, me chupaban, me mordían. Se
apartaban unos a otros diciendo “ahora
me toca a mi” e iban pasando por mi
chochito una y otra polla sin parar. ¡ Que
gusto ! Es una sensación alucinante.
Cuando me intentaba recuperar, volvían
a follarme una y otra vez, haciéndome
sentir orgasmo tras orgasmo, sin dejar
de chupetearme y besarme por todo el
cuerpo. No había un centímetro de mi
sin tocar.
Nunca hasta entonces había sido
devorada de aquella forma por esos
cuatro hombres, que se quedaron
completamente satisfechos y me hicieron
sentir muchísimo placer.
Todo aquello duró varias horas, hasta el
punto de que empezaba a amanecer, nos
duchamos, bueno mejor dicho, entre
todos me ducharon, me follaron alguna
otra vez, aunque ya casi los pobres no
podían. Ellos se vistieron, lograron
llevarse a Tomás a su habitación, yo me
puse un camisón y me metí en la cama
junto a Carlos, pues la noche había sido
agotadora y me dolía todo el cuerpo.
A la mañana siguiente, Carlos y yo nos
confesamos mutuamente nuestras
historias que incluso ahora recordamos
de vez en cuando, sin reproches, ya que
respetamos que cada uno pueda hacer lo
que quiera en cuanto al sexo se refiere.
Creo que eso nos ha hecho ser más
felices y estar más unidos.
Relato III
Cada uno de aquellos tíos, empezaron a
acariciarme, a hacerme cosquillas con
las yemas de los dedos, pero solo con
una mano, con la otra se masturbaban, se
escupían en la palma de la mano y se la
refregaban arriba y abajo por el capullo.
A un chasquido de los dedos de Loli,
todos empezaron a chuparme, me lamían
todo el cuerpo, la cara, los pechos, la
cintura, las caderas, las piernas,... yo me
revolví un poco en señal de protesta,
como indicando que me dejaran en paz
pero ellos hicieron caso omiso y
siguieron con lo suyo. En el fondo me
gustaba, pero ... ¡ estaba esposada a una
cama en un almacén de una ciudad que
no era la mía y con seis tíos (muy muy
buenos) pero no se con que intenciones !
¿ cómo me iba a poner caliente?
Enseguida vino la respuesta. A otro
chasquido de Loli, el uno, aunque aún
iba desde el principio con el tanga,
dejaba ver su número, pues el tanga lo
llevaba metido por la raja de su
hermoso, maravilloso y atlético culo, se
dirigió hacia el pie de la cama. En dicho
pie que no rebasaba en altura al colchón,
se acostó el uno, metiendo la cabeza
entre mis piernas atadas y abiertas a la
fuerza, mientras el resto continuaban
lamiéndome, con unas lenguas tan suave
como la seda, el satén o el terciopelo.
Yo tenía la cabeza incorporada por unos
cojines también de raso que tenía en la
espalda, por lo que podía ver todo lo
que acontecía sobre mi cuerpo, y en toda
la habitación. Para dejar de ver, sólo
podía cerrar los ojos, pues mirara donde
mirara, por el efecto de los espejos
siempre me veía. Entonces vi como el
uno adelantó la cabeza y sentí como su
lengua entraba en mi coño. Yo estaba
seca por el efecto de la impresión de
todo aquello, y el tamaño de la lengua,
bastante grande, al entrar en mi coño
reseco, hizo que de mi boca surgiera un
grito lastimero, que hizo que levantara
una sonrisa en el resto del equipo.
La lengua del uno se movía con un
meticuloso ritmo adentro y afuera, arriba
y abajo, a izquierda y a derecha, en
círculos... llegaba a todos los rincones
de mi sexo. Sentía oleadas de placer por
todo mi cuerpo, y aunque quería
disimularlo, de mi boca surgían débiles
gemidos de gozo mientras mi cuerpo
experimentaba suaves sacudidas.
Me estaban poniendo caliente, pero no
quería que lo supieran por lo que
pudiera pasar.
- Ya está chorreando - dijo el uno.
- Pues comiencen pues - respondió Loli.
Yo estaba desconcertada. ¿ Qué venía
ahora ? Me estaban soltando de mis
ataduras, yo sabía que no podía escapar,
así que decidí unirme a la fiesta, una
fiesta en mi honor.
Capítulo VIII
El primero en actuar, fue el dos, que me
metió su polla en mi boca. Me pareció
tremendamente parecida a la de Alberto,
casi gemela, y con un sabor también muy
agradable para el paladar. El tres se tiró
en la cama, boca arriba, mientras el uno
y el cuatro me levantaban entre los dos
en peso, para depositarme encima del
tres. Sentí entrar la polla del tres en mi
coño ya chorreante de jugo. Me recosté
hacia atrás, cubriendo totalmente al
número tres, mirando hacia arriba,
viendo mi reflejo en el espejo. Podía
perfectamente la polla del tres entrar y
salir de mi triángulo de pelo rizado
negro. Entonces el cuatro agachó la
cabeza y empezó a chuparme el clítoris,
me lo empujaba con su lengua hacia la
polla del tres que entraba y salía,
sintiendo doble placer. Sentía que
cuando salía la polla del tres, el cuatro
tenía que pasarle la lengua, pues le
pasaba de camino. Todo mientras le
chupaba con fuerza la polla al dos. El
cuatro, el que chupaba el clítoris, dejó
paso al cinco por abajo de él, y empezó
a chupársela. El cuatro la tenía más bien
delgada, no era delgada en sí, solo que
era la mas delgada del resto de las
maravillas. El uno y el seis, se
separaron un poco, y entre el hueco que
me dejaban entre todos, pude ver como
el seis se la metía al uno. Aún no había
podido ver la polla al uno, si la tenía en
proporción al cuerpo y a la lengua ¡
Madre de Dios !.
El uno estaba a cuatro patas,
moviéndose en un vaivén hacia el seis,
el cual levantaba la vista hacia arriba en
señal de placer. El uno gemía, de placer,
mientras incrementaban el ritmo. El seis
fue el primero en correrse, dentro del
uno, en una estampida de gritos y
convulsiones. Después le siguió el
cuatro, el que se lo estaba chupando. Se
corrió en la boca del cinco, a la vez que
el dos se corría en mi boca. Yo tenía la
boca llena de polvo, y no quería
tragármelo, no me apetecía. Entonces el
cinco se dirigió a mí con rapidez y
empezó a comerme la boca. No me dio
tiempo a vaciar mi boca de la leche
blanca del dos. Sentí que el cinco traía
la boca también llena de polvo, y
mientras nos comíamos la boca,
hacíamos un cóctel de polvos, cóctel
que ambos tragamos con muchas ganas.
Sólo quedaban el uno, el tres y el cuatro.
El resto se separó del grupo, se sentó en
el suelo apoyándose en las paredes y se
dispusieron a ver el espectáculo con un
dibujo de placer marcados en sus
rostros.
Capítulo IX
El uno se dirigía hacia mí, por fin le vi
su polla. Era grande, gorda, la mejor.
Pero, cuando se acercó hasta llegar a mí,
descubrí la realidad. Un miedo se
apoderó de mí. Era mucho más grande
de lo que creía en un principio. No me
iba a caber. Me iba a destrozar.
El uno abrió la boca y dijo: " Para tu
información, te diré que mide veinte
centímetros de largo, y seis de ancho."
Era imposible que me entrara, aunque
estuviera chorreando. Me abrieron las
piernas entre dos de los que habían
terminado. Primero hizo que se la
chupara para mojársela, yo accedí, pues
era mejor para mí, para que no me
doliera tanto. Para que el capullo entrara
en mi boca, tuve que abrirla al máximo,
mas o menos se sabe lo que son seis
centímetros de carne en la boca. Luego
fue para abajo, para mi coño, y ... me la
metió despacio, muy despacio. Sintiendo
como entraba el capullo primero, luego
el pequeño salto de donde acaba el
capullo y empieza el resto, y así hasta el
fondo. Noté que me llegaba muy adentro,
donde jamás había llegado nada. Sentí
como me desgarraba los labios exterio
res, como si fuera virgen, recordé mi
primera experiencia. Cuando ya estuvo
dentro entera empezó a moverse arriba y
abajo. Debido al grosor de su polla,
cada movimiento se me resentía en mi
clítoris, éste estaba en continuo roce con
la polla. Era como si me rozara
haciéndome una paja con toda la mano,
pero además el gusto de sentirla tan
adentro. El tres me la metió en la boca, y
el cuatro se la metió por atrás al uno,
por lo que recibía el doble de fuerza en
cada empujón. No dure mucho tiempo de
esta manera.
Estaba a punto de correrme. - ¡Me voy a
correr ya! -, grité.
Me faltaba tan poco. Ese poco me lo
suministró el tres, que cuando iba a
correrse se la llevó hasta la boca del
uno, y ahí se corrió. El uno con la boca
abierta recibía chorreadas de polvo
blanco. Yo lo estaba viendo por primera
vez en directo, antes sólo había sido en
películas. El ver al uno con la boca
rebosante de polvo, la cara también
llena, y para colmo que se lo pasara a la
boca del cuatro mientras se la metía por
detrás hizo que me corriera. Por mis
gritos también se corrió el uno, la saco y
se corrió en mi clítoris, mientras el
cuatro se corría también dentro de él.
Para que mis gritos no pararan, el uno
me chupó el clítoris, tomándose todo su
polvo. En su cara se podía ver la
felicidad, el gusto, el placer, el deleite,
la satisfacción, ...
Yo, simplemente quedé dormida, como
si el poco resto de polvo sobre mi
clítoris fuera una droga que me hiciera
dormir, mientras pensaba, "esto hay que
repetirlo".
Capítulo X
-¡ Señora, señora !, ¿qué le ha pasado? -
preguntaba Loli.
Yo estaba mareada, confusa. No sabía
donde estaba.
- Oí un fuerte ruido, como de una caída
desde el probador, entre haber si estaba
usted bien y la encontré en el suelo sin
sentido. Debió marearse por la calor
que hace aquí dentro .-
( Ahora recordaba, entré a probarme
este conjunto de cama y ... Entonces todo
lo que me ha ocurrido, esos seis amigos,
la cama con barrotes, todo ha sido un
sueño, una de mis muchas fantasías.
Pero, mi coño esta chorreando, me he
corrido hace muy poco tiempo. Debe de
haber sido mientras estaba inconsciente.
Porque, esto no se parece a nada del
almacén, es un probador normal de
tiendas de ropa, con dos paredes en
forma de L de espe jos.)
- ¿ Se encuentra ya mejor ? - dijo la
chica.
- Sí, gracias - argumenté mientras me
ponía de pie.
- Envuélvamelo, por favor -.
- Enseguida - respondió complacida la
dependienta.
Pagué con la tarjeta VISA Oro del BBV,
me despedí de la chica y tomando un
taxi, volví al hotel.
Eran aproximadamente las una del
mediodía cuando volví al hotel. Me
dirigí directamente hacia mi habitación,
justamente para llevarme una gran
sorpresa.
Capítulo XI
La apertura de la puerta de la
habitación, se hacía a través de una
tarjeta de crédito que facilitaba el hotel
a los clientes, por lo que al abrir la
puerta, no hice ruido alguno.
Una vez dentro, dejé la compra
realizada en la entradita y me dirigí
hacia mi cama para echar una siestecita
antes de ir a almorzar. Pero cual fue mi
sorpresa cuando al entrar en el
dormitorio, descubrí a la chica
encargada de arreglar las habitaciones,
con el televisor puesto, y acostada en mi
cama. Escuché gemidos, y vi que
procedían del aparato de televisión, el
cual estaba sintonizado en la cadena
privada del hotel, en la que pasaban cine
porno del mejor las veinticuatro horas
del día. Y ella, acostada en la cama, no
estaba precisamente durmiendo. Abierta
de piernas, frente a mí pero sin darse
cuenta de mi presencia, se estaba
masturbando, se estaba haciendo una
paja en mi cama, donde yo iba a dormir.
En un principio, mi primera intención,
fue gritarle, y dar las quejas oportunas al
director del hotel, pero a los diez
segundos de estar viéndola, salió de
dentro de mí es voayer, ese mirón que
todos llevamos dentro y que muy pocos
lo aceptan.
Retrocedí un poco, para pasar
inadvertida. Ella era una morena
imponente, mediría alrededor del metro
setenta y cinco, con unos ojos muy
negros, y la piel igualmente morena,
agitanada. Se humedecía los dedos y la
palma de la mano, para luego
restregarlos arriba y abajo por su coño,
un coño moreno, afeitado formando un
perfecto triángulo isósceles invertido
hacia abajo. Desde donde estaba, al
abrirse aún más de piernas pude ver
perfectamente los labios carnosos, su
clítoris rojo brillante por el rozamiento.
- Vamos, entra, vamos a hacerlo las dos
juntas - dijo ella.
Yo quede estupefacta, anonadada. Ella
sabía que yo estaba allí desde el primer
instante, y también sabía que aquello me
estaba gustando, que me iba a unir a
ella.
A los dos minutos, ambas estábamos
sobre la cama, mirando hacia la
televisión, y de reojo mirándonos para
ver como nos hacíamos cada una paja.
- ¿ Por qué no me la haces tu a mí y yo a
ti ? Así, si cambiamos el ritmo o
hacemos un movimiento extraño, no nos
lo esperaremos y gozaremos más.- dijo
la sirvienta.
Yo asentí con vergüenza, nunca una
mujer me había tocado el coño, y mucho
menos yo a nadie. Pero me gustaba. Ella
me tocaba de una forma diferente a la
que yo estaba acostumbrada por mi
mano al igual que ella, que no estaba
acostumbrada a mi ritmo. Aparecieron
los primeros jadeos por parte de las
dos. No había prestado atención a la
película, pero en pantalla, dos pivas,
muy jóvenes, no pasaban de diecisiete
años, estaban haciendo un 69. La chica
debió de darse cuenta, por que retiró la
mano de mi coño ya chorreante, se giró
a empezó a comerme el coño. Pero no
como yo estaba acostumbrada por
Alberto, u "otros" que también se
deleitaron con él, aquella chica me lo
estaba chupando simplemente con la
punta de la lengua y muy despacio.
Sabía donde tenía que dar. La chica me
empujó la cabeza hacia su sexo.Yo con
asco y repugnancia, sentí los pelos
rizados en mi boca. Sin embargo
enseguida noté un olor que me abría, y
como una loba atraía, comencé a
comerle el coño con ganas, con deseo,
con mucho afán y una increíble
apetencia.
Y así estuvimos durante un breve rato
pero que se nos hizo eterno. Las dos
disfrutando de lo lindo. Gozando como
locas hasta que nos corrimos, como por
una magia increíble, nos corrimos las
dos a la vez, y como decía Alberto, las
mujeres también se corren. Noté como
salía mayor cantidad de jugo de su coño,
mientras se corría entre gritos, entre
sacudidas, y yo corriéndome también,
engullendo todo su jugo, disfrutando con
cada trago que cruzaba mi boca y que
sentía caer por mi garganta.
Como es lógico, después de un buen
polvo, viene un buen sueñecito. Me
desperté a las cuatro de la tarde, sola,
sin nadie más junto a mí. Recordé con
una sonrisa en los labios lo que había
ocurrido hacía pocas horas, y tomé la
determinación de que ese iba a ser mi
secreto por ahora, que no se lo iba a
contar a Alberto.
Todas tenemos un secreto igual o muy
parecido.¿ O no ? Pero tal misterio no es
tan secreto, pues los novios o maridos, o
la mayoría lo saben que ha ocurrido algo
así, o se lo imaginan, pero nosotras por
pudor, vergüenza o desconfianza, nunca
se lo hemos contado.
Me duché, me arreglé un poco, y bajé a
almorzar algo. Si me cruzaba con la
morena, no sabría que hacer, por lo
menos le sonreiría. Pero un
presentimiento pasó por mi cabeza, que
ya no volvería a verla en los cuatro días
que me quedaban por pasar allí a esa
maravilla del sexo. A ese fenómeno del
placer y portento del goce.
Capítulo XII
El resto de los días, transcurrieron
normales, echando un polvo aquí a allá
con Alberto. En la cama, en el baño, en
la terraza, incluso en la playa una noche
de luna llena, y un día que pedimos por
una mañana completa el servicio de
yakuzi, echamos un magnífico polvo
entre agua caliente, sales de baño
aromáticas y burbujas.
Pero llegó el último día, el sábado. El
domingo por la mañana volvíamos a
casa. Volvíamos a la rutina del hogar sin
haber realizado nada fuera de lo normal
en el ámbito sexual, (me refiero a nada,
pues lo de mi trato con la sirvienta,
nunca se sabría), no habíamos hecho lo
que tanto deseaba, dos tíos para mí sola
y a la vez.
- Esta tarde, a las ocho, quiero que estés
bien guapa, y arreglada para cuando yo
llegue, quiero me esperes caliente, muy
caliente y preparada para todo - dijo
Alberto en el almuerzo.
Y así lo hice, me di un buen baño, me
marqué los límites de mi coño con la
depiladora eléctrica, me perfumé con la
mejor fragancia y esperé. Esperé
acostada en la cama viendo la
televisión. Hice una pasada rápida por
todos los canales del aparato, hasta
llegar a pararme en el canal X del hotel,
el de todo el día sexo. En ese me detuve,
atraída por una influencia especial, por
algo que me tiraba desde dentro.
En la cadena, lo que echaban, eran
pequeñas películas de unos diez minutos
de duración, y todas ellas de muy
variados temas. Igual salía una pareja
normal, que salía dos hombre o dos
mujeres o grupos entremezclados. A mí
lo que más me ponía caliente era ver dos
hombre follar, cuando uno se la chupaba
a otro, o se la metía por detrás, era algo
que deseaba ver en directo, no en una
pantalla.
A las ocho y diez oí como se abría la
puerta, era Alberto que venía caliente,
loco por follarme. Y me di cuenta
porque tal como llegó empezó a
comerme el coño, pasando luego a
chupársela yo y terminar follando como
cosacos.
En un momento de respiro, entre tanto
gritos y goces, le dije a Alberto: - Me
apetece un poco de champagna - .
Alberto.
- Está bien, bajaré por él abajo -
respondió.
- ¿ Para qué está el servicio de
habitaciones ? - le recordé.
- Tienes razón. Cogió el teléfono y pulsó
el número correspondiente al servicio
de habitaciones. Habitación 426 ... una
botella de champagna, por favor. ...
Gracias. Bueno pues ahora la suben. - Y
seguimos follando. A los cinco minutos,
ya metidos en faena otra vez, ni nos
acordábamos de la bebida cuando
llamaron a la puerta. Alberto se puso su
batita de seda y fue a abrir.
Yo me quedé en la cama, boca arriba y
abierta de piernas esperando el regreso
de Alberto, mientras me masturbaba un
poco para no enfriarme. Cerré los ojos y
sentí venir el goce.
- ¡¡ Laura !! - gritó Alberto.
- Yo abrí rápidamente los ojos y me
encontré frente a mí a Alberto, pero
acompañado, acompañado de ...
Jesús, el morenazo del bar, el antigua
amigo de Alberto.
- Coño, te digo desde la puerta que va a
pasar Jesús a tomarse una copa, que te
tapes un poco y ni te enteras, menos mal
que Jesús es como un hermano - me dijo
Alberto.
Yo estaba roja como un tomate por la
vergüenza que sentía, alguien a quien no
conocía de nada, sólo en sueños me
había visto como me hacía una paja,
frente a él. Jesús venía vestido con un
pantalón negro, una camisa blanca de
brillo, cubierta por un chaleco rojo en el
pecho y negro en la espalda, todo ello
rema tado por una bella pajarita de
brillo negro en su musculoso cuello. Un
auténtico camarero.
- ¿ Te apetece echar un polvo, Jesús ? -
bromeó Alberto.
- Mucho, Laura está buenísima, y entre
amigos, ya se sabe, ¿ o no ? - respondió
con broma Jesús.
- Pues empieza a comerle el coño, anda
- dijo Alberto.
Hasta el momento, creí que todo era
broma, todos hablaban en broma, pero
todos queríamos que pasara a ser parte
de la reali dad, y así fue. Alberto se tiró
en la cama, me abrió las piernas con
suavidad y empezó a comerme el coño
ante la mirada asombrada de Alberto.
Lo que empezó como una broma se
había convertido en realidad.
Jesús estuvo unos tres fantásticos
minutos comiendome el coño frente a la
mirada fascinada de Alberto. De pronto
se levantó, y yo creí que se iba a
marchar, que aquello se iba a acabar.
Pero lo que hizo fue desnudarse, dejar
un fantástico, increíble y maravilloso
cuerpo ante mi vista. Y sobre todo
resaltaba una fantástica polla, bien
empalmada, con un capullo rojo
brillante. La tenía normal pero muy, muy
bonita. Mediría unos quince centímetros
de largo por cinco de ancho.
No sé por que pero desde siempre me ha
encantado medir el tamaño de la polla
de los tíos, y si no, primero hacer un
calculo estimado.
- Déjate sólo la palomita- le pedí.
Y se la puso de nuevo mientras sonreía a
Alberto.
Alberto me puso a cuatro patas y me
metió su conocido miembro en mi coño
ardiente. Jesús, sin dejar de mirarme a
los ojos, me la metió en la boca. Nunca
había sentido nada así. Me la estaban
metiendo por la boca y por el coño a la
vez. Era la ilusión de mi vida hecha
realidad. Antes follando con Alberto,
me había metido los dedos en la boca
mientras me follaba, pero no tenía ni
comparación con esto. Nunca pensé en
follar con dos tíos a la vez, y aún más
siendo uno de ellos mi marido.
Cambiamos de postura rápidamente, me
imagino, porque ninguno de nosotros
queríamos corrernos muy pronto.
Aquello tenía que durar. Acosté a
Alberto en la cama boca arriba en la
cama y empecé a chupársela. De pronto
Alberto empezó a hacer unos
movimientos extraños con el cuerpo, y
cuando levanté la vista, maravillé al ver
que se la estaba chupando a Jesús. Mi
marido le estaba comiendo la polla a un
antiguo amigo ante mí, y lo mejor era
que ambos estaban disfrutando, porque
soltaban gemidos en un tono elevado,
audible para todo el hotel. Jesús, se
hacía una paja en la boca de Alberto y
con la otra le cogía la cabeza por el pelo
para empujársela hacia él.
Jesús me separó de Alberto, le dio la
vuelta y lo puso boca abajo.- Chúpale
aquí - me dijo señalándome la
entrepierna, la parte más baja.
Yo accedí rápidamente, y Alberto
empezó a disfrutar ante la atenta mirada
de Jesús. Entonces me retiró, se agachó
lentamente sobre él, y ante mi fija
mirada, empezó a pasarle la brillante
punta de su polla por el agujero del
culo. Tenía la punta mojada por el
lubricante que echan los hombres
cuando están muy calientes.
Alberto, al sentir el paso de la punta por
su trasero, soltó un gemido de placer.
- Ábrelo para que lo veas mejor - dijo
Jesús.
Yo le abrí el culo a mi esposo, mientras
veía deslizarse la puntita de Jesús por
toda la raja trasera. En uno de las
pasadas por el agujero, se detuvo, me
miró con una sonrisa en los labios, y
apretó un poco hacia dentro. La punta
entró con mucha facilidad, me pareció
increíble, y de la boca de Alberto solo
salió un dulce gemido., al parecer no le
había dolido como yo me imaginaba.
Pero ahí no se detuvo Jesús, porque
empezó a apretar hacia dentro, a
metérsela entera. Apenas habían entrado
cinco milíme tros más a partir del
capullo, Alberto soltó un pequeño grito,
claramente de dolor, estaba claro que
ahí era donde empezaba a doler.
Jesús, al contrario de echarse atrás,
pareció gustarle el débil grito de
Alberto, pues en sus ojos se dislumbró
claramente el deseo. Lentamente
continuó penetrándolo. Yo veía como se
abría el orificio al paso de la medida de
la polla. Alberto se mordía sus labios
por el dolor mientras echaba los brazos
hacia atrás hasta tomar contacto con el
cuerpo de Jesús y clavar sus cortas y
limpias uñas en la piel de su verdugo.
De la estrecha unión entre la polla y el
agujero, salía un tenue hilillo de sangre,
claro está de Alberto. Pensé en detener
aquello, miré a la cara de Alberto y le
pregunté - ¿ Te duele ? a lo que el
respondió con una sonrisa en sus labios
- sí, pero me encanta -.
Faltaba poco para que se la metiera
entera. Jesús se alzó, y de un golpe seco
y rápido se la metió entera. Hasta los
huevos. Alberto soltó un fuerte grito.
Temí que alguien del hotel viniera a ver
que estaba ocurriendo.
Jesús, con sus dos manos incorporó a
Alberto hasta ponerlo a cuatro patas.
Una vez que alcanzó dicha postura,
empezó a moverse adelante y atrás, con
un ritmo desenfrenado mientras ambos
levantaban la cabeza por el gusto y
soltaban gemidos de placer.
Estuvieron así unos cinco minutos.
Mientras, yo me pasaba un par de dedos
arriba y abajo por mi clítoris sin perder
de vista a la pareja de folladores.
- Jesús, desvírgame por detrás - le pedí.
- Vas a disfrutar como nunca, no se
parece a nada que se halla hecho antes -
dijo Alberto.
- Pero quiero los dos a la vez - dije.
Alberto se tumbó boca arriba en la
cama. Yo, boca abajo, me tiré encima
con las piernas abiertas. Mientras
Alberto me la metía, pensé que podía
correrme con un simple movimiento,
pero no quería. Deseaba correrme
cuando Jesús me la metiera.
Jesús me pasaba la lengua por detrás
para mojármelo, para que entrara mejor.
Luego me pasó arriba y abajo su punta
mojada para que cuando menos lo
esperara me la metiera. Igual que cuando
te ponen una inyección y te golpean
varias veces con la mano primero para
que cuando no te lo esperes te pinchen.
Fue entonces cuando sentí miedo. Pero
ya era demasiado tarde.
Entonces sentí como la suavidad del
capullo de Jesús comenzaba a entrar en
mí por donde nunca antes había entrado
nada. Sentí el paso de la parte del
capullo al resto de la polla. Entraba y
entraba sin parar, pero muy despacio,
con calma. En esos momentos solo
sentía un dolor que me recorría desde tal
parte hasta los terminales nerviosos de
mi cerebro.
Cuando sentí que me la había metido
entera, Jesús empezó a meterla y
sacarla, adentro y afuera. Despacio al
principio, pero incrementando la
velocidad por momentos. Jesús y
Alberto parecían estar interconectados
pues ambos empujaban y la sacaban al
mismo tiempo. Era algo inenarrable.
Una sensación única en el mundo. Si ya
es difícil de por sí describir un orgasmo,
aún más difícil es explicar algo así.
Estuvimos así durante al menos cinco
minutos, al final de los cuales, yo fui la
primera en empezar a corrernos. Los
dos, al oírme empezaron a correrse
también. Debido a los gritos y
movimientos incontrolados, creí que
íbamos a echar abajo el hotel.
Luego me quedé dormida por el
cansancio y el deleite.
Capítulo XIII
Cuando desperté a la mañana siguiente,
Alberto ya había preparado las maletas
para nuestra partida. No le pregunté por
Jesús, pero me imagino que se despidió
también por mí.
Volvíamos a casa. A la monotonía de los
trabajos en nuestra ciudad natal. Al
quehacer diario del invierno. El año que
viene Dios dirá. O ... Quizás apareciera
Jesús un día por casa para saludarnos y
quien sabe ...
Relato IV
La siguiente historia ocurrio en el año
1998 , mas precisamente en
verano(enero).-
Me fui de vacaciones con mamá a la
casa de unos familiares a los cuales no
veiamos hace muchisimo tiempo. Llegue
y me instale en la casa de un primo
soltero que vivia solo , bastante alejada
de la casa en la que se alojo mi vieja.
Todo era maravilloso , desde la primer
noche , vinieron unos amigos de él ,
compramos un par de cervezas y la
pasamos muy bien , charlando de
nuestras vidas.-
A los dos dias de estar alli , uno de sus
amigos , josé, hizo un comentario que
invitaba a la diversión .- "…hay que
mostrarle a este pibe lo bueno de la
noche de aquí…" y fue asi que salimos
los seis en un vehículo a en busca de
"putas".- No tardaron en aparecer , alli
estaba , con su mini color roja
asomandole por abajo , en la entre
pierna un trozito de su minuscula tanga.
Paramos y preguntamos cuanto nos
cobraba por una noche de placer y
lujuria …y nos desilusionamos al darnos
cuenta de que no llegabamos a juntar ni
la mitad de lo que pedia.-
Entonces fue Carlos , mi primo, quien
dijo :-"…bueno,te damos $20 y hacele
un buen pete a mi primo que esta de
paseo por aquí…" y asi fue , ella se
encargo de bajarme el pantaloncito corto
que yo tenia puesto y se meto toda mi
pija en la boca que ya estaba erecta
desde el momento en que paramos.-
Chupo y chupo hasta que se lleno la
boca de leche …y la muy sucia no lo
escupia….
Volvimos a la casa y organizamos para
el otro dia la noche soñada.
La noche siguiente salimos , buscamos
una flaquita muy bonita , morena , de
labios carnosos y unas gambas
espectaculares.-La llevamos a la casa y
empezo la fiesta…
Primero fue una buena mamada a todos.
Llegue a ver hasta tres pijas dentro de su
boca.
Tenia una facilidad escalofriante para
manejar la situación. Todo fue una gran
orgia de sexo fuerte . En un momento fue
penetrada por dos vergas en su conchita
coloradita que ya no daba mas.Al culito
tambien le toco su parte , …si , si , si ,
dos pijas por el culo tambien , salio cara
la loca , pero lo gozamos….
La noche siguiente hice un comentario
delante de mi primo ….de como gozaba
la negra , de la facildad para llevarnos a
todos al extasis total , de lo reina que se
sentiria entre todos nosotros haciendola
gozar y desesperados por ella no? ….y
en un tono comico me respondió
…."bueno, que queres , estar en el lugar
de ella?...a lo que respondi sin pensarlo
…" no estaria tan mal …..".-"¿Cómo?"
…me dijo el….y senti que ya era muy
tarde para echar atrás semejante
comentario que habia hecho…"Si , no
estaria mal ser el centro de todos por un
día…no?" … No termine de decir eso
que el ya me estaba acariciando mi
culito redondo y chiquito, pero no por
eso menos tentador…y estaba llegando
hasta mi zona mas intima, hasta mi ano.-
Yo mudo, no queria decir nada ni
respirar….queria saber hasta donde iva
a llegar…Saco su mano,se escupió los
dedos a modo de lubricación y no dudó
un instante en metermelos en el culo.
Primero me queje acusando dolor ,
luego deje que hiciera lo que quisiera
conmigo, al fin y al cabo , ese dolor no
era mas que placer….
Me dilato tanto el culo que ya pedia a
gritos una verga dentro de él.
Y asi fue, no habian pasado cinco
minutos que me pidio que me pusiera en
cuatro patas ….yo ya estaba entregado ,
casi ni me conocia y no pensaba volver
jamas a ese lugar.
Me puse en cuatro patas y comence a
sentir como se introducian esos cas 20
centimetros de carne dentro mio…
Empezó a bombear con mas fuerza y
todo mi dolor paso a ser placer , pero yo
no emitia sonido , hasta que empezo a
pegarme en mis nalgas y me repetia
"¡¡¡grita puto del orto…GRITA!!! Y
comence a gritar como un loco , loco de
placer ….
En eso entro José living …que era
donde se daba la escena .El amigo de
Carlos no entendía nada y solo dijo …-
"…Que paso acá? ….y nosotros
buscando putas cuando en realidad la
teniamos en casa?
No termino de decir eso , pelo su bonita
pija y me la puso entre los labios…yo
abrí la boca y comence a chupar su
pedazo que ya estaba bastante mojado…
Carlos seguia dandome por el culo y
pegandome cada vez mas fuerte en mis
nalgas que ya estaban enrojecidas .-
Llegaron luego dos amigos mas y
tuvieron la misma reaccion de José ,
solo se quitaron la ropa y me obligaban
a chuparles la pija .
En un momento , mi primo saco todo su
pedazo de mi interior y se acosto boca
arriba , yo me sente sobre el tragandome
nuevamente su gran pija , José me tomo
de las piernas , y las levanto expresando
al mismo tiempo …."¡Ahora vas a sentir
lo que ayer sentia esa putita!.... y me
imagine lo que venia…
Se lubrico bien la pija con crema e
intento meterla junto con la de mi primo
en mi culito , como vió que costaba
mucho , me comenzó a abrir el orto con
los dedos , yo siempre con la pija de
Carlos hasta el fondo de mi ser…Luego
de eso , volvió a insistir y esta vez ,
costo muchisimo , pero entro , en ese
momento senti tocar el cielo con las
manos … esos dos flacos me daban sin
asco , mi culo se dilataba mas y mas y
los otro dos no paraban de meterme sus
vergas en mi boca…
Luego de un rato , sacaron sus pijas y
acabaron en mi boca …y por supuesto ,
ahora les tocaba a los demas ….e
isieron lo mismo conmigo pero esta vez
yo boca abajo….con la diferencia que
uno de ellos acabó dentro de mi
culo….el otro no pdia acabar …saco su
pija y comenzó a introducirme la mano
…parece que esto le calentaba mas , y
comenzó a masturbarse….Yo , con el
orto destruido y totalmente dilatado ya
aceptaba cualquier cosa , froto y froto
una y otra vez hasta lograr introducir
hasta el puño , y alli acabo sobre mi
cola…Me levante , note que de mi culito
salia un poco de sangre y me fui al baño
a pegarme una ducha…a ellos los
escuchaba reir ….Nunca mas los volví a
ver ….
Relato V
Salimos de vacaciones a un camping de
montaña en pleno Pirineo, donde
llegamos el viernes por la mañana, hacia
un día radiante con un sol espléndido,
cosa que nos permitió alojar la caravana
en un punto muy solitario, con una vista
inmejorable. Estuvimos preparando la
acampada hasta la hora de comer, cosa
que hicimos en un restaurante de
carretera fuera del camping. Al regresar
por la tarde, sorpresa alrededor de
nuestra caravana se habían alojado dos
tiendas tipo iglú, cuyos ocupantes
viajaban con unas motos Harley
Davinson que, que contar, no estando
presentes los mismos, las admiramos y
vimos que eran de procedencia alemana.
No le dimos mas importancia y a lo
nuestro.
Al atardecer pudimos conocer nuestros
vecinos, dos alemanes de unos 38-40
años grandotes y fuertes, vestidos tipo
moteros, cuero etc. Solo verlos ya
surgieron los comentarios, si están
buenos, si demasiado hombretones, que
si esto que si lo otro, pero mi mujer o
mejor dicho compañera, fue
persiguiéndolos con la vista en todo
momento.
Sé cerro el día y nos fuimos a dormir,
sin faltar los comentarios oportunos
respecto a nuestros vecinos.
Por la mañana, lo mismo, seguía
persiguiendo con la vista a los
susodichos vecinos que haciendo gala
de sus cuerpazos, paseaban por delante
nuestro en bañador, hasta que nos
largamos a esquiar, a una conocida pista
de los alrededores.
Durante la mañana no se hablo mas de
los vecinos, pasamos el día de lo mejor.
Por la tarde ya cayendo el sol,
regresamos al camping, mi querida
observo que no estaban, cosa que le dio
a suponer que estarían de excursión.
Al cerrase el día fue nublándose y
bajado la temperatura de mala manera,
sobre las ocho de la tarde se puso a
llover y de que forma, cual fue la
sorpresa que nuestros perseguidos
vecinos llegaron con sus motos, mojados
como lechugas, cosa que sugirió algún
que otro comentario, que invítales a
entrar y cambiarse, a tomar una copa
para calentarse, que si dejares dormir
dentro, que si acostarse con ella etc.
Pero sin tomarlo en serio, cosa que
cambio de tono cuando uno de ellos nos
pidió si podíamos guardarle una bolsa, a
partir de este momento el tema fue
cambiando de sentido.
Si quieres diles que entren me decía mi
mujer
Yo le replicaba, pero tu quieres,
No pero si tu quieres invitarles a una
copa o que se cambien etc.
Y así durante un rato. Intentando acertar
sus deseos, le propuse que con bragas y
una camiseta de algodón blanco muy
fina, saliera a retirar unas toallas que se
estaban mojando en el tendedero. Sin
intercambiar palabra se quito el tejano,
la camiseta, los sostenes y se puso la
camiseta blanca.
Salió de la caravana lloviendo y se puso
a retirar las toallas, dejando que su
cuerpo se empapara de agua cosa que
hizo totalmente transparente la camiseta
y las bragas, coincidiendo que los
vecinos observaban la lluvia desde el
iglú, observe que intercambiaban
misivas.
Al entrar no mostró el mínimo interés
por mis comentarios, dejo las toallas,
cogió una de seca, el J.B., me beso
ardientemente y se encamino al iglú
donde estaban los dos vecinos.
Desde la caravana pude observar como
le hacían paso para entrar y se cayeron
las cortinillas de entrada al iglú. Mi
espera en la caravana, fue un autentico
ataque de calentura como pocas veces se
tienen.
Otro día os contare el resto.
El tiempo que pase solo dentro de la
caravana, fue de locura pensando lo que
podría estar ocurriendo dentro del iglú,
os lo podéis imaginar, tu esposa con dos
hombretones, deseada y complacida.
Pues no pude pegar ojo en toda la noche,
me consolé a mí mismo varias veces,
hasta que regreso. Pensé que serian
sobre las cuatro de la madrugada, al
entrar no pude ver su rostro, pero su voz
era angelical, se movía como una flor en
la brisa de la mañana, irradiaba
felicidad.
Le pregunte que tal estaba, contesto que
muy bien pero que tenia sueño, no
cruzamos mas palabras y nos pusimos a
dormir.
Al día siguiente nos levantamos a medio
día, entonces si pude ver su rostro de
satisfacción y placer. Que felices nos
sentimos en aquel nido, jugueteamos un
poco e intente comentarle como le fue la
noche, conversación que no cuajo y deje
para mejor momento, El hambre nos
empujaba, y el exterior estaba con dos
dedos de nieve, cosa que nos llevo a
correr para asearnos y salir del camping
para comer. Mientras se vestía me
comento, te parece que voy a pasar frío,
llevaba puesto un tejano, con una blusa
blanca con botones delanteros sin
mangas, le comente que si se ponía un
anorak no, que el frío era primaveral y
si salía el sol tendríamos calor. Sin mas
nos marchamos.
Comiendo le volví a insistir sobre que
tal paso la noche, comento que los dos
eran muy agradables amables pero
mientras uno era muy considerado el
otro cuando se excitaba era muy rudo,
sonrío y desvío la conversación, supuse
que no quería hablar de ello y seguimos
por otros temas.
Pasamos la tarde comprando en grandes
almacenes y regresamos al camping, por
cierto el restaurante excelente,
volveremos.
Al llegar observe que los vecinos ya
estaban, ella me pidió que al bajar del
coche fuéramos a saludarles pues nos
habíamos ido sin saber que tal estaban,
por consiguiente sin saludarlos. Así que,
aparque el coche, nos acercamos donde
ellos y con un mal ingles les salude, ella
comento no sé que, pues no entiendo
casi nada de ingles, con uno de ellos y
observe que él le daba una falsa
negativa por respuesta, a lo que ella
insistía, quedaron de acuerdo y nos
dirigimos a la caravana. Al
distanciarnos le pregunte que les había
dicho y me contesto que les había
invitado a cenar.
Accedí de lo mas conformado pues me
acorde al momento de la noche anterior,
y como podía ser esta.
Encendí la calefacción y nos pusimos
preparar la cena, ensaladas con
entremeses, tortillas, frutos secos, y
pastas de té para picar, un buen vino,
observe que antes de llamarles ella se
cambiaba de ropa, cosa que hizo que yo
apuntara
¿Que te vas a poner? ¿no se?,
Intentando adivinar, le propuse, ponte el
vestido negro de tirantes sin nada
debajo, sonrío y me comenta,
Con bragas ¿no? ,
Y asenté que sí con la cabeza.
Con el vestido mas sexy, me encanta
pues es muy corto y muy escotado, sale y
los llama para cenar.
Entran y les ofrezco asiento en la mesa
frente por frente nuestro, sirvo el vino,,
y brindamos a la salud de la fémina de
la reunión.
Durante la cena las miradas de los
vecinos no salieron de los pechos de mi
mujer pues con el escote y sin sostén se
los regalaba en todo momento.
Hablamos de las cosas más banales, de
las que yo me enteraba claro.
Sonrisas y vino va vino viene, nos
zampamos dos botellas, me levante para
hacer un poco de café y mientras vi
como uno de ellos acariciaba el brazo
de mi mujer mientras comentaba algo,
del brazo paso a acariciar le el pecho,
cosa que me puso a cien, lo que me
llevo a despejar la mesa para distraerme
y servir los cafés. Al acercarme para
retirar los platos observe, que el de
enfrente de ella retiraba el cuerpo hacia
atrás al tiempo que ella, dejando que
retirara la mesa, me percate de que ella
tenia su pie entre las piernas de el, no
podía resistir mas y la bese en la boca
locamente, sin mirar a los ojos de nadie
retire el resto de la mesa, mientras
conversaban serví los cafés y puse la
botella de J.B. antes de sentarme le
propuse si querían jugar algún juego de
mesa, cosa que accedieron y sugirieron
los dados de póker, saque la caja y me
senté, tomamos café y nos servimos
varios J.B. y jugamos al póker de dados
perdiendo y ganando fichas, en un
ambiente muy distendido. Cuando
ganaba mi mujer se felicitaba dándome
un beso en la boca. La vista de los
pechos de ella, el whisky, y algo mas
por debajo de la mesa el ambiente
estaba de lo mas caliente. Al rato ya
supuse quien era el rudo de los dos
vecinos, el que estaba sentado delante
de ella. Él estaba perdiendo y termino
con las fichas cosa que llevo a mi mujer
a pedirle la camisa ya que no podía
pagar, accedió de mil amores pues mi
mujer también iba perdiendo y ya
debería estar pensando ¿? , Dicho y
hecho, cuando le llega el turno de pagar
a mi mujer, no pudo, los tres le pedimos
el vestido que se lo sacara a cambio de
dinero, pero cual fue la sorpresa,
levantando sus nalgas del sofá, hurgó
por debajo de la falda y se quito las
bragas, que ofreció como pago.
Imaginaros que calientes nos puso a
todos, El otro vecino que se sentaba
delante de mí las recogió de encima de
la mesa, las olfateo y se acaricio la cara
con ellas, mas que sonrisas eran
suspiros de lujuria, lo que se sentía en el
ambiente.
Seguimos jugando hasta que el vecino
que iba perdiendo se tuvo que sacar los
pantalones cosa que hizo que tuviera que
levantarse para sacárselos y pudimos
ver sin mas su aparato en plena
erección, cosa que origino algún que
otro comentario.
Y de esta forma fue cerrándose la noche
por cierto que tuvimos que bajar los
oscurecedores para que no nos vieran de
fuera que nos estábamos jugando la
ropa. Siendo las dos de la madrugada
decidimos dejar la partida e ir nos a
dormir, todo el mundo estuvo de acuerdo
pues por la mañana queríamos
aprovechar el día. Nos levantamos de la
mesa cada cual mirando en diferentes
direcciones pues los tres estábamos en
estado menbril alto, recogimos las tazas
y el juego y mientras los estaba
guardando observe como el rudo la
besaba y ella se la agarraba por encima
del calzón, dejando al rudo hizo otro
tanto con el otro, me saludaron y los tres
salieron de la caravana, y me quede
preguntándome ¿ volverá o no? . Tiempo
de ordenar todo se abre la puerta y entra
mi caliente mujer.
No aguarde ni un momento, nos
abrazamos, nos besamos e hicimos el
amor como locos, los orgasmos eran de
campeonato mojamos lo indecible.
Repuestos de nuestra calentura, se abrió
a contarme lo que no le preguntaba y así
fue contándome la noche anterior.
Y será ella quien os lo cuente
Cuando entre en la tienda, mojada de la
lluvia, no sentía ni el frío de la calentura
que llevaba encima asentí algún
orgasmo solo de pensar que me iba a
meter en la tienda con ellos pues fue lo
que me comentaron cuando recogía las
toallas.
Yo Que si querían un Whisky para
calentarse.
Ellos No que mejor entrara yo con ellos,
que tenían suficiente.
Yo Que si las dos cosas etc..
Les ofrecí la botella de Whisky y
tomaron un trago con unos vasos de
plástico que tenían allí ofreciéndome
uno a mí el cual acepte y que me puso
mas caliente si cabe.
Mientras ellos seguían bebiendo me
saque la camiseta para secarme, empecé
a secarme con la toalla cuando uno de
ellos el considerado la tomo él y se puso
a secarme mientras el rudo me tumbaba
en el suelo de y procedía a sacarme las
bragas cosa que hizo con la mayor
suavidad recorrió con sus rudas manos
mis nalgas hasta alcanzar el caliente
coño donde ubico sus dedos y manoseo
con destreza y fuerza, mientras el
considerado seguía secándome la
cabeza, dejo la toalla debajo de mi
cabeza y succiono mis pezones con una
intensidad que parecía que los
arrancaría dándome mas gusto cuanto
mas fuerte, alargue mi brazo hasta
alcanzar los pantalones del mas rudo los
abrí pues estaban desabrochados y pude
alcanzar un vigoroso pené erecto que me
izo enloquecer acerque mi cuerpo hacia
el y me lo puse en la boca, lo succione,
con delirio desprendía liquido cosa que
aun me ponía mas y mas caliente
mientras el considerado advertí que se
estaba desnudando, los dedos del rudo
me hacían daño en el coño pero el gusto
era tal que no me importaba, cuando
quise separar mi cabeza del pené del
rudo no me dejo me apretó sobre su
pené cosa que me pareció bien y seguí
mamándolo, note como mis pechos eran
manoseados por el considerado u que su
miembro intentaba buscar mi coño pero
estaba demasiado plana pues allí
estaban los de dedos del otro, me ladee
mas para ponerle mejor mis nalgas y
probar si podía penetrarme por detrás,
cosa que no conseguía pero yo me ponía
al mil notar su pene entre mis nalgas,
cogí el brazo del rudo y insistí de que
sacara los dedos del coño para que su
amigo pudiera penetrarme, accedió y
note sus manos sobre mi cabeza, al
tiempo que su amigo me penetraba con
un pene increíble, así estuvimos no se
cuanto tiempo, si mejor dicho hasta que
el rudo se corrió en mi boca, estaba loco
de placer, separe mi cara de su pene
gracias a que no podía aguantar mas
después de correrse, trague su leche
hasta la ultima gota cosa que me cogió
de sorpresa que no me dejara separarme
para correrse fuera, me la izo tragar.
Pero mi calentura era tal que no me
importo lo mas mínimo se relajo y
estuvo manoseando mis pechos mientras
el otro seguía fallándome y de que
manera, me retire y le di la cara y volvió
a penetrarme besando mi cuerpo, de
pronto el rudo coloco su pene entre mis
nalgas pero por detrás intentando
penetrarme pero no podía pues la tenia
flácida, me incorpore puse plano a su
amigo me monte encima y así pude
acceder al miembro del rudo, se lo tome
con las manos hasta que se lo puse bien
duro, lo moje y volví a ponerme de lado
para que los dos pudieran penetrarme
uno en cada sentido, que locura, el
considerado no se molesto en ningún
momento y a mi el rudo me ponía a cien,
me abrí de nalgas para que me penetrara
por detrás, que dolor mas agradable y
luego siguió penetrándome por delante
el otro que gustazo tenerlos lo dos
dentro, y así hasta que se corrió en el
coño.
Si me preguntáis cuantos orgasmos tuve
no sabría decir pero un montón.
Estuvimos durante un buen rato
manoseándonos y besándonos hasta que
me volvieron a poner calienta.
Besos a todos / as y disfrutad de algo tan
maravilloso como es el sexo
Es mi marido quien esta ilusionado en
contaros el resto, ahí os lo dejo.

Hola amigos, voy a seguir contando lo


que mi mujer me relato que ocurrió
después de tan fantástico polvo, y
sabréis, él porque a uno le llamamos el
rudo y al otro considerado.
Después de quedar rendidos por la
pasión del primer encuentro, los tres
desnudos se quedaron dormidos, pero de
pronto despierta y se encuentra al
considerado comiéndole el coño hecho
que la puso a cien, medio dormida busco
los dos miembros de sus acompañantes
los agarro con fuerza, del inmenso
placer que sentía, viendo que uno de
ellos no respondía al igual que el otro
no dudo en llevárselo a la boca para
comérselo con toda intensidad, al
tiempo un dolor en sus pezones la
sacaba de quicio pues se los estaban
retorciendo, cuanto mas dolor sentía,
mas fuerte mordía el miembro el cual
succionaba, sintiendo que pertenecía la
mismo personaje, de esta forma entraron
en un juego de dolor y gozo que la ponía
a mil.
Sin poder conseguir ponérselo duro, le
invito a que se colocara encima de su
cara, mientras el otro seguía comiendo
por los bajos fondos, se lo introdujo en
la boca y lo chupo cuanto pudo, no
consiguiendo la erección anterior, el
rudo se la saco de la boca y la golpeo
con fuerza en la cara, consiguiendo una
erección inmediata, llevando a mi mujer
a comprender que al rudo le iba la
violencia, con tal reflexión ella le
agarro con fuerza los huevos cosa que
hizo estremecer de dolor y placer a su
compañero, que le propino una bofetada
que encajo con inmenso placer y gozo,
momento en el que volvió tirar de los
huevos, recibiendo una racha de
bofetadas a cambio y una erección de
caballo por parte del rudo.
Sin mas el rudo le pidió a su compañero
que la inmovilizara con los brazos por
encima de la cabeza, el considerado la
agarro por las muñecas y condujo las
manos a su pene que ella acogió con
dulzura, mientras el rudo la penetraba
por la boca hasta que quiso, la
manoseaba por todo el cuerpo, pechos,
coño, la abrió de piernas y la penetro a
su gusto por delante y por detrás, cosa
que a ella la hacia gozar como una loca,
pues me dice que no sabia cuando
acabaría tal combinación de dolor y
gozo.
Después de un breve descanso retorno a
la caravana y así termino su primer
encuentro con los germánicos.
Relato VI
Yo trabajo en una tienda de informática
y un día como otro cualquiera tenia que
ir a reparar un ordenador. Hoy tocaba
Sonia, una profesora de instituto de 24
años, alta, pelirroja y con unos ojos
verdes preciosos. Vive con otras dos
chicas en una pequeña urbanización a
pocos kilómetros. El chalet era
precioso, escondido entre los árboles,
con un jardín muy bien cuidado y una
piscina gigantesca.
Cuando llegué me recibió en albornoz y
con una toalla liada a la cabeza. "Me has
pillado recién salida de la ducha, ya
sabes donde esta el ordenata, mira a ver
que le pasa mientras que termino de
vestirme". No era la primera vez que iba
a esa casa, por lo que ya me sabia el
camino. Yo comencé como lo mío. Sonia
tardaba mucho en venir y yo tenia que
preguntarle unas cosillas así que me
puse a ojear su colección de música
para entretener mi espera
De pronto empecé a escuchar unos
murmullos en la habitación de al lado,
no logré entender lo que era así que no
les presté mucha atención, pero después
los murmullos se hicieron más claros,
eran como gemidos. Dejé lo que estaba
haciendo y presté atención a lo que oía.
Pude distinguir claramente como una voz
femenina decía: "no sigas Maite, por
favor que está aquí el chico del
ordenador ", "no pasa nada Sonia, si
seguro que no se entera", y después
siguieron los gemidos.
Yo no me podía creer lo que estaba
pasando, había dos chicas dándose el
lote en la habitación de al lado, cada vez
los gemidos eran más fuertes y
continuos, se podía ver que estaban
disfrutando de lo lindo y yo ya me
estaba poniendo cachondo.
Sin prensármelo dos veces me dirigí a la
habitación donde estaba la juerga. La
puerta estaba entreabierta. Me asomé
con sigilo para ver lo que estaba
pasando sin ser descubierto. Allí estaba
Sonia, comiéndole el coño a una chica
que debía ser Maite. Maite es rubia, con
un físico espectacular y unos pechos
bastante grandes. Estaba tendida boca
arriba en la cama, con las piernas bien
abiertas. Pude ver que se depilaba la
zona pubica. Sonia me sorprendió
cuando la vi desnuda. Su cuerpo era
impresionante, nunca me pude imaginar
que debajo de su ropa hubiera un cuerpo
tan precioso. Toda su piel era
sonrosada, sus pechos eran firmes y
duros, y su culo...... simplemente
perfecto. Aquella escena termino de
ponerme totalmente cachondo y además
Sonia parecía ser muy experta en comer
coñitos, porque la cara de placer de
Maite y sus gemidos eran
espectaculares.
Cuando se iban a cambiar de posición,
Maite se dio cuenta de mi presencia y
con un gesto me invito a que me uniera a
la fiesta. Yo entré y Sonia se quedó un
poco sorprendida, quizás mas por
vergüenza que por la sorpresa, pero su
amiga no estaba dispuesta a que se
detuviera la fiesta, se dirigió hacia mi y
en un segundo me dejó totalmente
desnudo y tendido en la cama. Se echó
sobre mi y empezó a besar mi cuerpo,
bajando poco a poco hasta llegar a mi
verga. La cogió con las manos y empezó
a chupar avidamente, como si fuera la
última vez que lo fuera a hacer. Se
notaba que ya era experta en el tema,
nunca hasta entonces me habian hecho
una mamada tan buena, era un placer
inmenso.
En el calor del momento cogi a Sonia, la
sente sobre mi boca y empecé a comerle
su rojizo coño. Primero lamiendo sus
sonrosados labios, después los abri en
busca de su clítoris. Alli estaba ese
músculo rojizo, acerqué mi lengua y
empecé a lamerlo suavemente. Sonia se
movia acompañando a mi lengua, cada
vez gemia mas y mas, y cuanto más
gemia, mas apretaba su cuerpo contra mi
boca. Entonces se dio cuenta de que
cuando Maite chupaba mi verga con más
fuerza, yo hacia lo mismo con ella, asi
que entre sus gemidos de placer animaba
a Maite a que me la chupara mas fuerte.
Entonces moje mi dedo corazon en mi
saliva y se lo meti a Sonia hasta el
fondo. Ella se estremecia de placer,
cogio mi cabeza con sus manos y la
apreto contra su coño hasta que con
grandes gemidos tuvo un orgasmo. Sus
jugos caian por sus muslos y me dejó la
cara totalmente mojada. Segui lamiendo
el coño de Sonia mientras que Maite
hacia lo mismo con mi verga, asi hasta
que no pude contenerme mas y mis
semen inundo la boca de Maite, quien
parecia sedienta, porque no dejó
escapar ni una gota de su boca.
Entonces Sonia se echó en la cama boca
arriba, se abrio de piernas y me pidio
que la follara. Yo me eché sobre ella y
empecé a comerle los pechos y a
mordisquearle los pezones. Ella, entre
gemidos me dijo que necesitaba tener mi
verga dentro de ella. "Te lo suplico,
metemela toda" dijo ella. No la hice
esperar mas y empecé a metersela, ella
gritaba de gusto y se movia
acompañando mis movimientos de tal
forma que el placer que ambos
recibiamos era inmenso. Mientras Maite
ofrecio su depilado coño para que Sonia
se lo comiera y ella acepto. Los tres nos
moviamos rítmicamente, mientras yo se
la metia a Sonia , besaba y lamia los
pechos de Maite. Al fin caimos los tres
a la vez en un intenso y placentero
orgasmo.
Maite queria más y se puso a cuatro
patas sobre la cama y me dijo que ahora
le tocaba a ella ser penetrada. Yo acepté
con mucho gusto, estaba deseando
follarme aquel depilado y humedo coño,
asi que cogi mi verga y me dispuse a
penetrarla con suavidad, pero ella, al
notar ya la presencia de mi verga,
empujo su cuerpo contra el mio
provocando una violenta penetración
que le hizo lanzar un estridente gemido
de placer. Ella queria llevar la voz
cantante en el asunto y empezo a
moverse según el ritmo que le convenia,
provocando penetraciones lentas y
largas y con sutiles gemidos de placer y
penetraciones rapidas y violentas con
grandes gemidos. Mientras tanto, Sonia
se echó en la cama para que Maite le
devolviera la comida de coño que le
habia hecho antes y esta se lanzo de
cabeza a lamer el dulce y rojizo conejito
de su amiga. Sonia me pidio que en mis
acometidas empujara fuertemente a
Maite para asi provocar mayor presion
en los lamidos de su conejito. Así lo
hice y comprendi que Sonia me pidiera
mayor empuje, porque sus gemidos
ahora eran mayores y su cara de placer
era inmensa.
Asi segui empujando mi verga dentro
del conejito de Maite, el placer era
inmenso, la tenia agarrada de las
caderas para ayudarme a penetrarla con
mayor profundidad. La sensación de su
precioso culo golpeando mi cuerpo era
fantastica. Entonces senti que no queria
acabar la fiesta sin metersela por detrás.
Saqué mi verga del coño de Maite, cogi
su culo y lo acaricié. Era muy suave y
con una forma perfecta. Cogi mi verga y
la acerqué y cuando Maite se dio cuenta
de lo que iba a hacer, paró de moverse y
se quedo quieta para facilitar la
penetración. Mojé con mi saliva la punta
de mi verga y el culo de Maite y empece
a metersela con suavidad, no queria
hacerle daño. Poco a poco mi verga se
fue abriendo paso por el culo de Maite
hasta que consegui meterla toda. Ella
lanzo un entrecortado gemido. Empezo a
moverse con suavidad y siguió
comiendo el conejito de Sonia. Yo
acompañaba sus movimientos hasta que
note que el orificio se habia hecho lo
suficientemente grande. Entonces yo
tomé la voz cantante, la cogi de las
caderas y empece a empujar. Ella cada
ver gemia mas y mas y yo empujaba
cada vez con mas y mas fuerza. El
placer era inmenso, ambos gemiamos
ampliamente de gusto y ella me pedia
que la penetrara con mas fuerza. Asi lo
hice hasta que descargué violentamente
todo mi esperma dentro del culo de
Maite. Ella, al notar mis ardientes jugos
inundar todo su culo empezo a empujar
violentamente su culo contra mi verga,
lanzando intensos gemidos y empezo a
gritar "...que me corroooo, que me
corrooooo..." hasta que paró exhausta,
se tendio sobre la cama, con la
respiración acelerada y con la cara llena
de felicidad. Me confesó que nunca la
habian penetrado por el culo y que habia
sido una experiencia maravillosa.
Intentamos convencer a Sonia que se
dejara penetrar por detrás, porque
tampoco a ella la habian penetrado por
ahí, pero se nego en rotundo, dijo que ya
se habia quedado bien satisfecha y que
ya lo probaria la proxima vez.
Cuando nos recuperamos, nos vestimos
y quedamos en repetir la experiencia
mas veces. Asi lo hemos hecho, y
casualmente, cada semana me llaman
para que vaya a arreglarles el
ordenador,
Relato VII
Yo era una estudiante de Fisioterapia
bastante modosita, mis amigas ligaban
bastante y alguna de ellas tenia novio. A
mi me gustaba salir con ellas, beber un
poco y reirles las gracias idiotas a los
chicos para estar integrada en el grupo y
que no dijeran que era una aburrida. Una
noche paso lo que os voy a contar.
Estaba en un pub con mis amigas, habia
bebido una copa de mas, no mucho pero
lo suficiente para estar mas desinhibida
que otros dias. Se me acerco Juan, un
chico que conocia de oidas, tenia fama
de haber estado con bastantes chicas, la
mayoria bastante lanzadas y de haberlas
dejado contentas. Me dijo si queria
bailar, yo le iba a decir que no pero al
ver que mis amigas me ponian una cara
rara y temiendo que me considerasen
una estrecha y que no quisieran salir
conmigo, acepte.
Despues de un rato, me maree un poco y
le dije a Juan que me iba a casa, el,
sonriendo me dijo que me acompañaba y
acepte, sin sospechar nada.
Al salir, resulto que tres amigos de Juan
tambien se iban y nos acompañaron.
Eran todos muy fuertes y rudos, ya que
jugaban con Juan en el equipo de rugby
de la universidad. Al llegar al portal de
mi casa, me dispuse a despedirlo, pero
me pregunto si podia subir, le dije que
no, pero insistio, y como estaba mareada
y no queria discutir acepte. Abri el
portal y entro Juan ¡y sus amigos!
Llame el ascensor y en el entre, tambien
entro Juan y cuando se iba a cerrar la
puerta entraron sus tres amigos. El
ascensor era pequeño y apenas cabian
dos personas, en ese momento
estabamos 5, yo en el centro.
Mientras subiamos, Juan me agarro de la
cadera como cuando bailabamos, y
empezo a acariciarme el vientre a la
altura del ombligo, senti tambien una
mano que me acariciaba el culo.
Aquello no me gustaba pero me quejaba
tan debilmente que no me oian, estaba
bastante mas mareada.
Llegamos a la puerta del piso y cuando
abri todo se desencadeno. Juan me cogio
en brazos mientras uno de sus amigos
cerraba la puerta, Juan me empezo a
besar en la boca con pasion,
mordiendome incluso, yo repetia: "NO,
no, por favor. ¿Que me vas a hacer?" Me
rompio la blusa y quede en sujetador, me
cogio de nuevo en brazos, abrio la
puerta de la habitacion de una
compañera de piso y me tiro en la cama.
Uno de sus amigos me rompio el
sujetador y comenzo a chuparme los
pezones de mis pequeños pechos, yo
intente taparme para que no lo hiciera,
pero al momento se pusieron dos de
ellos uno a cada lado y me agarraron por
los brazos.
Juan, mientras me pasaba la lengua por
los pechos y el vientre me bajaba los
vaqueros y me dejaba en braguitas, sus
amigos se habian bajado los pantalones
y habian sacado sus pollas ya duras
como rocas, de tamaño medio, me
atrevo a calibrar ahora, entonces me
parecieron descomunales. Entonces Juan
saco una navaja de barbero del bolsillo
de su pantalon, la abrio, me paso su hoja
fria por el cuello, los pechos, el vientre
y la introdujo bajo mis braguitas, intente
gritar, pensando que me iba a abrir en
canal empezando por mi sexo pero sus
amigos me hicieron callar, cuando abri
la boca el que estaba a mi derecha metio
su polla en mi boca, yo intente
quitarmela con asco pero el me sostuvo
la cabeza.
Entretanto Juan habia roto mis bragas
con la navaja, y el otro amigo, le habia
dado un bote de espuma de afeitar con la
que cubrio el vello que cubria mi
entrada, con gran maestria me afeito en
pocos segundos.
Yo intentaba cerrar mis piernas para que
no me hicieran nada de aquello pero los
que estaban a mi lado me agarraron por
los tobillos y mantuviero mis piernas
separadas.
Cuando termino, Juan se bajo los
pantalones y saco su polla dura, roja y
reluciente, saque la polla que tenia en la
boca y mire para la de Juan, me quede
sin respiracion, era de un tamaño
bestial, llegaria a los 28 cm. y era muy
gorda. Gemi: "Por favor, no me metas
eso, por favor no!" El sonrio ante mis
suplicas. Yo intente cerrarme para que
no pudiera penetrarme, hizo un gesto a
sus amigos y ellos me abrieron las
piernas mas aun. Agarro su cipote con su
mano y la dirigio a mi entrada, yo senti
su contacto, su calor ardiente, su presion
desaforada por entrar y mi dolor. El
empujaba con fuerza pero no conseguia
entrar, yo no podia gritar de dolor
porque de nuevo tenia una polla metida
hasta la garganta, asi que empece a
llorar. Tras tres intentos de entrar en mi
sin poder, desistio y me senti aliviada al
sentir que dirigia su boca a mi sexo, note
su lengua calida en mi clitoris, algo
mucho mejor que mis dedos y empece a
humedecerme, su legua frotaba chupaba
y empujaba mi clitoris, era muy
agradable, me estaba poniendo a cien,
estaba muy mojada.
Juan se agarro de nuevo el pene, lo puso
en la entrada de mi coño y de nuevo
empujo con hombria y potencia, llore
aun mas de dolor al sentir sus
embestidas que no podian entrar por su
tamaño.
El desistio de nuevo, me dijo "Puta,
abrete mas o te reviento!!", yo le dije
entre sollozos "No puedo abrirme mas,
no me rompas por favor". Mando a uno
de sus amigos a la cocina y volvio con
mantequilla, el se la unto en la polla, y
volvio a intentarlo, "Te metere solo la
cabeza, vale?" me dijo, y tras mucho
esfuerzo suyo y mucho dolor mio senti la
gran cabeza de su polla dentro de mi,
era una sensacion de lleno completo,
"Ya esta, no metas mas, ya me llega " le
dije. "que te crees tu eso, ahora veras", y
apoyo todo su peso, unos 85 kg. en su
polla y me la metio toda, rompiendo mi
virgo y rasgandome la vagina. Me quede
sin aire en los pulmones, parecia que
todo mi vientre estaba ocupado por su
polla. Mi grito habria sido descomunalsi
no lo hubiera ahogado la eyaculacion de
uno de sus amigos en mi boca.
"Era virgen, la modosita era virgen.!"
grito Juan al sacar su polla cubierta con
mi sangre, visiblemente excitado, y se
metio de nuevo completamente en mi
dandose a un frenetico mete-saca que me
destrozo por dentro. La revelacion de
que era virgen habia hecho a sus amigos
correrse sobre mi vientre y cuando ellos
se limpiaban el esperma de las pollas
con mi pelo, Juan se corrio en mi, senti
los borbotones de su leche ardiente
dentro de mi, y eyaculaba sin parar, guau
que cantidad de leche, como bombeaban
sus huevos. No se porque entre el dolor
y la leche sobre mi cuerpo me dio en
pensar que probablemente quedaria
preñada ya que no habia utilizado ningun
metodo anticonceptivo.
Cuando acabo aquelllo, yo reventada,
crei que todo habia acabado, pero senti
un hombre apoyandose sobre mi y
poniendo una polla sobre mi entrada aun
sangrante, era uno de sus amigos ,
"Creias que te ibas a quedar sin tener
mas polla dentro. Aun te quedamos tres"
me dijo.
Me follaron los tres salvajemente,
mientras Juan recuperaba su gran
ereccion. Cuando acabaron, Juan les
hizo otro gesto y me pusieron boca abajo
en la cama, yo no sabia que me querian
hacer hasta que Juan me agarro por la
cadera y me elevo el trasero, yo le dije
"No, eso no." y esta vez estaba dispuesta
a resistirme hasta el final. ME cerre de
piernas e intente escaparme pero sus
amigos me pusieron de nuevo en
posicion y separaron mis nalgas, el se
agarro a mis pechos y puso su polla en
la entrada de mi ano. Yo estaba aterrada
y le rogaba llorando que no lo hiciera, el
me mordio la oreja y me dijo "Intenta
relajarte o tendras que ponerte pañales
el resto de tu vida." Tras untarse de
nuevo con mantequilla empezo a
empujar, yo crei que aquello nunca me
entraria, pero era un chico fortisimo y
sus amigos aguantaban bien.
Senti una rotura intima y note su polla en
mis tripas, me quede sin aliento mientras
el la metia y sacaba rompiendome aun
mas y haciendome sangrar aun mas
profusamente. Al final, me apreto los
pechos hasta cas explotarmeos, me la
metio toda y senti su esperma caliente
bañando mis entrañas y lubricando mis
tripas. Vacio sus huevos definitivamente
y la saco.
Sus amigos estaban avidos de hacerme
lo mismo, pero el, al sentir mi
sufrimiento y notar que estaba sangrando
bastante opto por cogerme, llamar a un
taxi y dejarme en el hospital en
urgencias. El ginecologo que me atendio
se quedo asustado y me pregunto si
habia sido violada, yo, sin saber porque
conteste "No." y me desmaye alli mismo.
No volvi a ver a Juan.
Una dolorosa pero completa iniciacion,
desde aquella mi sexo y mi ano son un
sumidero donde vacian sus huevos
decenas de hombres al mes, quede
preñada, por cierto, pero aborte. Aun
conservo la imagen de modosita.
Relato VIII
Como todos los días, el despertador
sonó a la misma hora con un
desesperante tintineo en los oídos de
Lucía. Su profundo sueño se interrumpió
de inmediato, e instintivamente su mano
apareció entre las sábanas para golpear
el despertador, que cesó en su intención
de hacer cada vez más ruido. De un
manotazo, apartó las sábanas dejando al
descubierto su cuerpo desnudo, tan solo
cubierto por unas diminutas braguitas
blancas.
Aún sin despertar y con sus músculos
entumecidos, pudo alcanzar a ciegas el
baño y abrir a tientas el grifo de la
ducha. Cuando notó en su mano que la
temperatura del agua estaba en su punto,
entró. El agua sobre su piel empezó a
despertarla de su letargo, para darse
cuenta de que se había metido con las
bragas puestas. Empapadas, las deslizó
por sus muslos y las dejó caer en el
suelo de la ducha. La mata de pelo negro
oscuro que cubría su sexo, comenzó a
mojarse con el agua que caía como una
cascada desde sus pechos, acariciando
cada centímetro de su piel.
Ya más despierta, salió de la ducha y
comenzó a secarse, primero su largo
pelo negro, para después continuar
recorriendo sus brazos y detenerse a
secar con mimo sus grandes pechos, con
forma de pera y oscuros pezones. Su
singular recorrido por la geografía de su
cuerpo alcanzó el valle de su estómago,
se topó con el matorral negro que cubría
la entrada a la cueva húmeda y cálida
del placer.
Levantó una de sus piernas y la apoyó
sobre el borde de la bañera, para a
continuación deslizar la toalla desde la
zona interior de sus muslos hasta su
tobillo. Una vez estuvo su cuerpo bien
seco, extendió sobre él crema hidratante.
No dejó ni un solo rincón sin aplicar la
crema, incluidos sus pechos.
De un cajón extrajo unas braguitas rojas
de encaje y con equilibrio, levantando
una de sus piernas, la introdujo por uno
de los orificios para hacer lo mismo con
la otra pierna. Deslizó las braguitas por
sus muslos hacia arriba con cierta
dificultad, pues eran pequeñas.
Finalmente, se las colocó tapando con
dificultad el vello de su pubis, que
luchaba por salir por los bordes de la
braguita. Con sus dedos, recorrió el
borde de las bragas, que estaba metido
en la hendidura de su culo, para sacarlo
y colocarlo sobre sus nalgas acentuando
aún más si cabe su redondez.
Después de secar y peinar su melena,
eligió del armario ropa ligera pero
atractiva. Cogió una blusa blanca y una
minifalda roja. Prefería llevar sus
pechos libres y, como se mostraban
bastante firmes y levantados, decidió no
ponerse sujetador. Con delicadeza y
extremada sensualidad se puso unas
medias, lo bastante altas como para
quedar tapadas por la minifalda. Para
terminar, se colocó con dificultad unas
botas negras, que le llegaban hasta las
rodillas, y con prisas recogió sus libros
para salir con dirección al instituto.
Cuando entró en el aula todos estaban de
pie hablando, gritando y fumando, algo
que odiaba, sin embargo, sí había una
cosa que le gustaba, en cuanto la veían
entrar comenzaban a sentarse y se
callaban.
- Buenos días - dijo haciéndose oír entre
el murmullo - la clase de hoy tiene
relación con... - continuó explicando.
Desde que fue nombrada profesora
suplente en aquel instituto su vida había
cambiado, siempre había deseado dar
clases, y por eso estudió biología. Pero
lo que no la convencía mucho era, el
hecho de que sus alumnos fueran tan
solo unos años menores que ella, y
algunos, bastante atractivos y
desarrollados para su edad.
Ella sabía que no estaba mal, a su edad,
23 años (muy joven según sus
compañeros de trabajo), vestía ropa
ajustada y provocativa, lo que sabía que
producía el comentario y murmullo entre
sus alumnos y las malas miradas de sus
compañeras más mayores. Aquello no le
importaba, pero sin embargo, no le
parecía bien que sus alumnos se
distrajeran por su causa, aunque por
supuesto le gustaba sentirse mirada y
admirada.
Desde que empezó en aquel instituto,
había un grupo de cuatro alumnos que se
sentaban en su clase al final y que
siempre estaban murmurando y hablando
sin prestar atención. Ese día se había
propuesto descubrir que es lo que les
hacía murmurar tanto día tras día. Por
eso, al final de la clase se dirigió a
ellos:
- Por favor, Tomás, Alberto, Carlos y
Gonzalo quiero que me veáis en mi
despacho dentro de una hora, tengo que
hablar con vosotros.
Una cosa buena que tenía su despacho,
era que como había sido la última en
llegar al instituto, le habían asignado
uno en una zona que se encontraba
cerrada y apartada del resto, hasta que
pudieran darle otro mejor situado, cosa
que ella no deseaba.
Como estaba previsto, una hora después
de la clase, alguien llamaba a la puerta
de su despacho. Eran sus cuatro
alumnos. Ella les abrió la puerta y les
hizo pasar. El despacho no era muy
grande, pero al menos tenía un pequeño
baño en su interior, al que se accedía
por una puerta situada nada más entrar a
la derecha. Una ventana se encontraba
justo enfrente de la entrada y detrás de
la mesa, ante la cual solo había dos
sillas, sobre una gran alfombra.
Tomás y Carlos se sentaron en las sillas,
mientras que Gonzalo y Alberto se
quedaron de pie frente a la mesa, detrás
de la cual se sentaba Lucía.
- Bien, os he dicho que vengáis porque
quiero que me respondáis unas
preguntas...
- usted dirá - dijo Carlos
- Por favor, habladme de tu, - hizo una
pausa para mirarlos lentamente y añadió
- …soy casi de vuestra edad.
Todos sonrieron y se miraron entre
ellos.
- Quiero saber por qué en mis clases
siempre estáis murmurando y hablando
en voz baja..
Ninguno de ellos se atrevió a contestar
- Vamos, ¿de qué habláis?, Decídmelo…
- insistió Lucía.
- De nada, cosas nuestras, fútbol, chicas,
ya sabe... - respondió Gonzalo.
- Vamos, ¿os creéis que soy tonta?,
Decid la verdad, no os dé vergüenza…
- en realidad... bueno,... hacemos
apuestas... - dijo Tomás.
- ¿Apuestas?, ¿Sobre qué...? - preguntó
extrañada Lucía que no esperaba esa
respuesta. Ella hubiera admitido una
respuesta como "está usted muy buena",
"hablamos de usted", o cosas por el
estilo pero ¿apuestas?, ¿Qué respuesta
era esa?.
Todos bajaron la cabeza y ninguno quiso
responder.
- Creo que todos somos adultos, así que
no veo motivo para que os comportéis
como chiquillos. Hablad claro y sin
vergüenza.
Tomás que parecía el más lanzado fue el
que respondió:
- Hacemos apuestas sobre... - Tomás se
detuvo observando la reacción de sus
compañeros antes de responder. - …
sobre el color de su ropa interior...
Todos le miraron, indicando que se
había pasado sincerándose. Para Lucía,
aquella respuesta era la que había
estado esperando, ahora comprendía lo
de las apuestas, tenía sentido, ella era el
objetivo de aquellos murmullos
constantes.
Así que, no atendéis en mi clase
porque queréis saber cuál es el
color de mi ropa interior... bien,
entonces haremos algo, yo os diré
cuál es el color de mi ropa interior
al comienzo de la clase y así
podréis concentraros en mis
explicaciones..
Verá,... verás... Lucía, en realidad
también apostamos quién es el
primero en vértela... - Dijo Alberto
un tanto temeroso.
Entiendo - dijo Lucía levantándose
de su silla y colocándose delante de
la mesa y apoyada sobre ella -
bien,... esto ya es otra cosa... -
aquello daba un giro nuevo a la
situación y abría nuevas
expectativas a Lucía.
Veréis, - continuó hablando - voy a
hacer algo que debe quedar entre
nosotros y quiero que sepáis, que lo
hago por vuestro bien... - Dicho
esto, se desabrochó la minifalda y la
dejó caer al suelo dejando a la vista
sus braguitas rojas.- ¿Veis?, Son
rojas - dijo Lucía mostrando sus
braguitas ante los ojos asombrados
de sus alumnos - a partir de ahora,
las llevaré siempre de color rojo.
Ya las habéis visto, así que espero
que a partir de ahora prestéis más
atención a mi clase y os olvidéis de
este tema.
Todos permanecieron en silencio,
mirando aquellas piernas envueltas en
medias negras, con las botas puestas,
que le daban un aspecto realmente
sensual. Pero lo que les hizo mirar con
más interés era la entrepierna de Lucía,
tapada con las bragas, que dejaba
trasparentar una mancha oscura por
cuyos extremos se escapaban algunos
pelos. Lucía, se giró para volver a
colocarse detrás de su mesa, deseando
que alguno de ellos dijera algo antes de
finalizar aquella reunión. Sus nalgas se
mostraron redondas y desafiantes, con
las braguitas metidas entre ellas, lo que
hizo que los cuatro alumnos allí
presentes sintieran levantarse sus pollas.
Para Lucía, la reunión había terminado
al menos en la teoría, pero ella deseaba
que no fuera así. De hecho, para sus
alumnos acababa de empezar. Fue
Tomás el que habló:
...el, el problema es que ahora no
podremos olvidarte...
¿Qué? - preguntó Lucía sorprendida.
Si nos dejas así, ¿Cómo quieres que
atendamos a tu clase?
Lucía sonrió pícaramente y volvió a
colocarse delante de la mesa.
Pobres, - dijo poniendo voz mimosa
- ¿la tenéis dura?, Vamos bajaros los
pantalones y los calzoncillos.
Todos se quedaron sorprendidos y
alegres al mismo tiempo por la petición
de su profesora.
Pero, y si alguien entra. Esto no está
bien- dijo Gonzalo.
Vamos, desde el momento en que yo
me quité la falda nada está bien,
¿qué más da una cosa más?.
Además, aquí no va a venir nadie ¿o
es que os da vergüenza?
Aquellas palabras desafiantes hicieron
reaccionar a Tomás, que desabrochó su
pantalón y lo dejó caer para
seguidamente bajar su calzoncillo. Su
polla dura y apuntando hacia el techo
quedó libre. Lucía sonrió y miró a sus
compañeros.
¿Y bien?, ¿Me las enseñáis?
Ellos, observando la reacción de su
compañero hicieron lo propio y todos
quedaron con sus pollas al aire. Eran
cada una de una forma distinta, curvada,
tiesa y apuntando al techo, levantada
pero paralela al suelo, gruesas y
delgadas. Parecía una exposición de
pollas.
Lucía, se arrodilló delante de ellos y les
pidió que se acercaran formando un
círculo. Comenzó primero a
acariciarlas, tocarlas y palpar su grosor
y dureza. Las rodeaba con su mano y
empezaba a menearlas, arriba y abajo,
lo que hizo que pronto empezaran a
jadear por la excitación, pero aún les
quedaba lo mejor. Lucía, se metió la
polla de Tomás en la boca y comenzó a
mamarla, para seguidamente continuar
con las otras tres dándoles el mismo
tratamiento. Como una puta, chupó
aquellas pollas con deseo y gusto.
Lucía, sabía que aquello no estaba bien,
pero en el momento en que entró a
trabajar en aquel instituto y vio la edad
de sus alumnos comprendió que tarde o
temprano terminaría haciendo aquello.
Era su forma de ser, su sexualidad, no
podía evitar sentirse excitada al ver un
grupo de hombres. Desde que comenzó a
estudiar, había follado con todos sus
compañeros de clase y algún que otro
profesor, incluida una de sus profesoras,
una mujer de unos 30 años de buen
cuerpo y grandes tetas que siempre
vestía ropa ceñida. Fue su obsesión
desde el comienzo del curso, y pronto
entabló amistad con ella, una amistad
que terminó en una fantástica follada en
casa de su profesora. Ahora, la
profesora era ella y se encargaba de
darle a sus alumnos lo que ella hubiera
deseado que le hubieran dado en su
época de estudiante.
Las pollas, estaban tan duras y los
chicos tan calientes, que pronto
terminaría aquella triple mamada. Fue
Gonzalo el primero en correrse, y lo
hizo sobre el pelo moreno de Lucía
mientras ella chupaba la polla de Tomás.
Grandes chorretones de esperma
adornaban ahora su negra melena.
Avisadme cuando os vayáis a correr
- dijo Lucía separando su boca de la
polla.- no quiero que pueda
mancharse la alfombra... - les aviso
en tono de broma.
Una de las manos de Lucía continuó
masajeando la polla de Alberto y la otra
la de Carlos mientras su boca, seguía
ocupada en enseñar que todo cabe si se
sabe cómo hacer. Alberto, estaba ya al
límite y solo tuvo tiempo de avisar justo
cuando empezaba a correrse.
Ya, ya... señorita Lucía, ¡me corro!
Ahhhhhh
Lucía giró su cara hacia la polla, justo
en el instante de recibir el primer chorro
sobre los ojos y la nariz, mientras el
segundo caía en su boca ya abierta y lo
tragaba con delectación. Con su dedo,
recogió el que había quedado sobre sus
ojos y lo llevó a su boca chupándoselo.
Casi inmediatamente, sin tiempo para
recuperarse de la corrida de Alberto,
Carlos sintió que le venía.
¡Me corro!, ¡Uuummmffff!
Lucía, se giró hacia él tan rápido como
pudo, pero él ya estaba disparando
sobre su pelo y su mejilla. Puso su mano
para evitar mancharse y el resto de la
corrida cayó sobre ella. Al final, limpió
su mano con la lengua para rápidamente
seguir con Tomás.
Este era algo más difícil, a Lucía le
estaba costando hacerlo terminar, pero
su experiencia mamando pollas era algo
con lo que Tomás no contaba. Su lengua,
era como una serpiente enroscándose
alrededor de la polla y su boca parecía
una máquina de succionar.
Inevitablemente no podría aguantar más,
ella era una chica con matrícula en
mamadas y sabía como sacar hasta la
última gota.
Ah, joder, me voy a correr, ya,
Lucía. ¡Chupa!...así, ¡trágate toda mi
leche!...
Tomás, comenzó a correrse en el interior
de la boca de Lucía y esta tragó todo lo
que pudo, aunque ella no contó con que
un chico de su edad fuera a llenarla. La
corrida de Tomás, comenzó a salirle
entre sus labios y a chorrear por su
barbilla. Ella no tuvo más remedio que
sacar la polla de la boca, de forma que
el último disparo de esperma fue a parar
sobre su blusa blanca.
¡Mierda!, ¡Joder! Ya me has
manchado, ahora tendré que
limpiarla- dijo recogiendo con su
dedo el esperma que había sobre la
blusa y metiéndoselo en la boca.
Lucía se levantó y fue tras la mesa para
abrir un cajón, del que sacó un pañuelo
de papel con el que comenzó a limpiarse
la cara. Mientras, Tomás, Alberto
Carlos y Gonzalo empezaron a ponerse
sus pantalones con la intención de
marcharse.
¿Qué coño hacéis?- preguntó Lucia.
Extrañados, se miraron entre ellos sin
saber que decir.
Nos vestimos- dijo Alberto.
No pensareis iros ¿no?
pues...
Quiero decir, que ahora os toca a
vosotros hacerme acabar a mí. ¿No
pensareis dejarme así?
Dicho esto, Lucia se quitó sus bragas
rojas, tiró al suelo todo lo que había
sobre la mesa y se tumbó sobre ella con
las piernas abiertas. Por primera vez su
sexo aparecía con todo su esplendor,
húmedo y jugoso.
¿Quién es el primero en darme una
clase de anatomía femenina?-
preguntó Lucia
Fue Tomás el primero en acercarse,
colocándose entre sus piernas
observando con gusto el coño que se le
ofrecía jugoso y abierto, rodeado por
una capa de pelo negro brillante por la
humedad. Se acercó y colocó sus manos
sobre las rodillas de Lucía sintiendo el
tacto de sus medias. Con temor, fue
acercándose lentamente mientras
Gonzalo y Alberto se colocaban a los
lados de la mesa y acariciaban
suavemente, a través de la blusa, los
pechos de Lucía. Podían notar que no
llevaba sujetador y que sus pezones
estaban duros, tan duros que casi podían
pinchar. Carlos estaba a la altura de su
cabeza, con la polla sobre la cara de
Lucía tratando de que ella volviera a
mamársela.
Tomás, bajó sus manos por la parte
interna de los muslos hasta llegar a rozar
los pelos que rodeaban la entrada de la
vagina. Notó la humedad, pero no se
atrevió a tocarla. Lucía, pasó su mano
por encima de su sexo e introdujo un
dedo dentro ante la mirada de deseo de
Tomás. Ella llevó sus dedos a la boca y
los chupó como si fueran un delicioso
manjar. Entonces se decidió Tomás a
tocarla, pasó sus dedos sobre su rajita y
notó como una fuerza irresistible los
succionaba al interior sin ninguna
dificultad.
Gonzalo y Alberto trataban, quizás con
poco éxito, de desabrochar la blusa de
Lucía. Ella tuvo que ayudarlos y al
quitar el último botón sus pechos
aparecieron desafiantes, con sus pezones
apuntando al techo y con una gran forma
redondeada al estar tumbada.
Lucía trataba de alcanzar con su boca
las pollas que tenía a su lado, pero era
difícil pues sus dos alumnos estaban más
preocupados de chupar sus pezones que
de dejarla hacerles una mamada. Por
este motivo, tuvo que conformarse con
chupar la polla de Carlos, al menos de
momento.
Lucía se revolvió levantándose y
quedando a cuatro patas sobre la mesa.
En esta posición, no solo su coño
quedaba a la vista de Tomás, sino
también el orificio de su ano que se
mostraba limpio y pequeño ante sus
ojos. Alberto y Gonzalo no pudieron
evitar colocarse donde estaba Tomás
con la intención de ver el espectáculo
que se les ofrecía. No contenta con eso,
Lucía separó sus nalgas ofreciendo una
mejor vista. Carlos no perdió el tiempo
y en la posición de Lucía se colocó
delante ofreciéndole su polla, que ella
aceptó como un regalo, metiéndosela en
la boca entera hasta rozar con la nariz
los pelos del pubis. Tomás, estaba tan
excitado que sin pensarlo más metió su
cabeza debajo de Lucía entre las piernas
y con su lengua empezó a lamerle su
rajita. Alberto por su parte se adelantó a
Gonzalo y como pudo se dedicó a
pasarle la punta de su lengua por el ano.
Gonzalo, que había perdido posiciones
se dedicó a sobar y lamer los pechos de
Lucía que colgaban como bolas de
Navidad. Todos los rincones del cuerpo
de Lucía eran recorridos por una lengua
que dejaba su huella de saliva.
Tomás, subió a la mesa a la espalda de
Lucía y trató de introducir su polla en el
coño, pero no era capaz. Tuvo que ser
ella, la que metiendo su mano entre sus
piernas dirigió la punta del capullo a la
entrada de su orificio, lo suficiente para
que Tomás empujara y su aparato se
clavara hasta los huevos. Lógicamente,
Alberto tuvo que dejar de jugar con el
culo de Lucía, pero esto le sirvió para
unirse a Carlos de manera que ahora
Lucía se metía en su boca las dos pollas
al mismo tiempo.
Lucía no era mala chica, y entendía bien
a todos sus alumnos, en realidad los
conocía y por eso sabía de la cierta
timidez de Gonzalo, por lo que quiso
premiarle y moviéndose se puso de
rodillas sobre la mesa dejando a Tomas
con su polla erecta y decepcionada.
Túmbate en la mesa- le pidió a
Gonzalo dejándole sitio.
Gonzalo obedeció sabiendo lo que le
esperaba. Ella chupó su polla y cuando
consideró que ya estaba suficientemente
dura y húmeda se colocó sobre ella
dándole la espalda a Gonzalo.
Lentamente y sujetando en posición recta
la polla fue sentándose sobre ella
introduciéndosela por su ano. Cuando
estuvo toda dentro, empezó a mover en
círculos su culo haciendo que Gonzalo
gimiera de gusto.
Tomás volvió al ataque y colocándose
sobre ella se la metió en su coño
formando un sándwich con Gonzalo.
Con sus manos, Lucía acariciaba las
pollas de Carlos y la de Alberto para
mantenerlas duras. Después de un rato
follando en esta posición Tomás cedió
su sitio a Alberto que rápidamente la
embistió follándola con fuerza mientras
Gonzalo debajo, la agarraba por las
caderas tratando de acompasar su ritmo
con las embestidas de Alberto, que
parecía dispuesto a correrse a toda costa
por la velocidad con que se movía lo
que no le parecía bien a Lucía, al menos
de momento.
Tranquilo,... deja algo para luego... -
le dijo Lucía tratando de apartarlo.
Cuando lo consiguió, se levantó bajando
de la mesa. Gonzalo permaneció
tumbado extenuado por su esfuerzo. Ella
se colocó a un lado de la mesa para
chuparle su polla mientras ahora Carlos,
a su espalda la penetraba desde atrás.
Tomás y Alberto observaban la escena
mientras se masturbaban.
No os corráis todavía,... aguantad...
- les pedía Lucía.
Era una ventaja que el despacho
estuviera apartado del resto de las
instalaciones porque en la habitación
solo se oían gritos y gemidos de placer,
sobre todo de Lucía que cada vez que
sentía una polla llegar hasta el fondo de
su vagina no podía evitar gritar.
Lucía, masturbaba con su mano la polla
de Gonzalo subiendo y bajando la piel
de su capullo al tiempo que pasaba su
lengua por ella. Era excitante el sonido
de su boca dando lametazos a la polla,
unido al ruido de sus nalgas golpeando
sobre Carlos a cada embestida. Gonzalo
estaba ya al límite y Lucía lo sabía, por
eso cambió su boca por sus pechos. Los
colocó sobre la polla rodeándola y
empezó a moverlos apretándolos contra
ella con fuerza. Durante este lapso entre
el cambio de la boca por los pechos
Carlos cedió el sitio a Alberto que
estaba deseando follar a Lucía por el
culo. No le costó trabajo, apoyó la punta
de su pene sobre el ano y empujó hasta
que empezó a entrar. Lucía estaba tan
acostumbrada a ser enculada que apenas
protestó por aquella intromisión.
Gonzalo estaba ya en el punto de no
retorno, trataba de aguantar pero era
imposible, los pechos de Lucía eran
como una máquina de masturbar, un
potente chorro de esperma salió
disparado de su polla golpeando sobre
el cuello de Lucía. Los siguientes
disparos cayeron sobre sus pechos
empapándolos de esperma. Cuando
Gonzalo acabó, Lucía se dedicó a pasar
la lengua por sus pechos tratando de
recoger el esperma con dificultad, pues
apenas llegaba a rozarlos.
Mientras, Alberto seguía enculándola
con rabia sujetándola por las caderas al
tiempo que Carlos y Tomás seguían
masturbándose. Quizás por casualidad o
quizás adrede Alberto, empezó a gemir y
a gritar al mismo tiempo que el resto de
sus compañeros.
¡ aahh!...me corro. Me corro.
¡Hazlo sobre la mesa!, ¡Sobre la
mesa!...¡correros en la mesa! -
gritaba Lucía.
Alberto, sacó su polla del culo
disparando ya los primeros chorros de
esperma y se acercó a la mesa soltando
toda su carga sobre ella. Al unísono,
Carlos y Tomás corrieron hacia la mesa
y sin dejar de menear sus pollas
empezaron a lanzar copiosas descargas
de leche. Al final, toda la mesa estaba
cubierta por una espesa capa blanca de
salpicaduras de semen.
Lucía, se subió a la mesa y con su lengua
fue recorriéndola toda recogiendo hasta
la última gota. Cuando levantó su cara
sudorosa, estaba llena de esperma que
goteaba de sus labios. Con su lengua, los
recorrió recogiendo todos los restos que
quedaban ante la atenta mirada de sus
alumnos.
Agotados, todos estaban sentados sobre
la alfombra, excepto Lucía que estaba
sentada sobre la mesa con sus nalgas
apoyadas sobre un charco de saliva y
esperma.
- Bien, no ha estado mal. Sois buenos
alumnos. Si seguís así y hacéis los
deberes, tal vez aprobéis este año mi
asignatura.
-¿deberes?- preguntó Tomás.
- Por supuesto, - respondió Lucía - todos
los días a esta hora tendremos una clase
práctica como la de hoy, y espero que
vayáis mejorando con el tiempo y seáis
más aplicados...
Los cuatro se miraron con cara de
alegría sabiendo el año que les
esperaba, tal vez el mejor de sus vidas,
y quizás no aprenderían mucha Biología,
pero si que conocerían perfectamente la
anatomía femenina.
Relato IX
Todo ocurrió una calurosa tarde de
verano de hace unos años, cuando
estabamos en casa de mi novio Carlos,
una gran amiga mía, Maite , su novio
Juanjo y yo. La casa estaba vacía pues
los padres de Carlos estaban de viaje.
La tarde, aparte de calurosa, era
bastante aburrida, aunque amenizada por
buena música, algunos cubatas y algo de
picar. Nos entretuvimos con el trivial y
otros juegos a los que solíamos jugar en
tardes lluviosas como aquella. De buena
gana estaríamos los cuatro en la playa o
de excursión. Hacía mucho calor con
toda la casa cerrada de par en par por
culpa de la dichosa lluvia. Despues de
unas cuantas partidas, Juanjo el novio de
mi amiga, nos propuso jugar a algo
nuevo.
- ¿De que se trata? - pregunté
- Es un juego que me han dicho es muy
divertido - contestó - ¡ es el parchis de
streap-tease !
Hubo unos segundos de silencio.....
- ¿que es eso? - preguntó intrigado mi
novio.
- ¡Muy fácil! - respondió eufórico
Juanjo. Se juega como al parchis
normal, y se diferencia en que cuando le
comes una ficha a alguien, además de
contar diez, la víctima se debe quitar
una pieza de la ropa con cierto aire de
erotismo a modo de streap-tease.
Cuando alguien llegue al final, contará
veinte y todos los demás se quitarán una
prenda de ropa. Si a alguien se le
acabara la ropa, deberá pagar
obedeciendo un pequeño mandato del
que haya comido ficha o si éste llega al
final todos pagarán prenda u obedecerán
un mandato.
El que gane la partida eligirá una orden
que todos deberán acatar.
Otro silencio.....
- ¿Tú estas loco? - le preguntó su novia
Maite bastante mosqueada.
Carlos y yo nos miramos sorprendidos,
ya que Juanjo, al que conocemos hace
tiempo, sería la última persona de la que
hubiéramos sospechado se le ocurriera
algo semejante, ya que es muy serio,
además de muy celoso con su chica.
A mi en el fondo aquello me intrigaba
bastante, ya que conocía a mi novio
desnudo y a mi amiga Maite, pero no a
Juanjo, el cual, por cierto, estaba que
rompía. Si embargo salte con una
pregunta:
- Estas de broma, ¿verdad? - le dije.
- Y ¿por qué no? , ya nos conocemos
hace tiempo como para asustarnos, creo
yo. - contestó muy convencido.
Nos quedamos mudos. La propuesta en
el fondo me excitaba mucho y creo que a
los demás tambien, entre el alcohol, las
risas, el calor y todo eso. Parecía algo
muy fuerte, pero, ¿por que no?, como
decía Juanjo - se trataba de un simple
juego.
Despues de discutir y comentarlo
durante un rato, Carlos y yo nos miramos
y nos dirigimos una sonrisa de
asentimiento.
- ¡ Por mí de acuerdo ! - dijo Carlos.
- ¡ Por mí tambien ! - afirmé yo.
Maite nos miraba super extrañada, como
si estuvieramos locos, y repitió una y
otra vez:
- ¡ No ! , me parece un juego idiota. A
veces Juanjo pareces gilipollas.
En un principio dimos por cerrado el
asunto pensando en jugar a otra cosa,
pero fue su novio quien tras ciertas
discusiones la convenció:
- Mira, sois vosotras quienes teneis la
llave, cuando lo deseis, paramos el
juego y no se hable más, pero creo que
podríamos intentarlo, puede ser
divertido.
En eso si tenía razón Juanjo, podría ser
muy divertido....
Al fín, despues de muchos "tira y afloja"
y aunque aún no estaba muy convencida
mi amiga, decidimos comenzar la
partida. Colocamos el tablero en el
centro de la alfombra del salón y unos
cojines alrededor donde nos colocamos
todos comodamente, sentados o medio
recostados.
El juego empezó sin mayor
transcendencia y fue precisamente Maite
quién me comió a mi la primera ficha.
Sonreí, me puse en pie y me quité uno de
las sandalias de tacón que llevaba,
mientras la hacia girar en mi mano
cantando el ¡tariro, tariro!. La cosa era
divertida, mucho más que una partida de
trivial. A todos nos producia aquello una
risa nerviosa.
El juego se puso más interesante cuando
Maite se tuvo que quitar una prenda a
elegir entre sus jeans ajustados o su
camiseta blanca de tirantes. Optó por
ésta última, se puso en pie y sacó
lentamente sobre su cabeza aquella
camiseta. Sus tetas se movieron al
compás de sacar los brazos. Se quedó en
pantalones y en un sujetador color rosa
palo que le sujetaba mínimamente sus
enormes pechos. Parecía que ella y
todos nos íbamos animando con aquel
juego.
Luego Juanjo comió ficha a Carlos y
éste se quitó la camisa, despues yo le
comí una a Juanjo, que lentamente se
despojó de su camiseta. Su torso era
musculoso, bien depilado, pues
practicaba natación, tenía una enorme
espalda, unos brazos fuertes y los
abdominales muy marcados, además de
muy guapo, vamos, que estaba como
quería el tío.
Fue entonces cuando me tocó a mi
quitarme el vestido que llevaba. Aquel
vestido me sentaba realmente bien, era
estampado de flores de muchos colores,
cortito, de tirantes y con 8 botones que
iban a todo lo largo de arriba a abajo.
Me puse en pie y me fui quitando uno a
uno los botones, mientras meneaba las
caderas con un ritmo muy insinuante. A
Carlos, le encantaban aquellos
movimientos, pero a Juanjo aun más, ya
que nunca me había conocido así de
sexy y estaba deseando verme sin el
vestidito, se le salían los ojos de las
órbitas. Despues de soltarme todos los
botones y continuando con aquel baile,
me puse de espaldas y me fui bajando el
vestido que fue cayendo por mi espalda,
hasta dejarlo caer al suelo.
Mi ropa interior era blanca y ajustadita.
Me dí la vuelta y Juanjo se quedó con la
boca abierta. Posiblemente esté mal que
yo lo diga, pero estoy bastante bien, al
menos el cuerpo me gusta cuidarle y
resaltarle. Me tumbé recostada con
cierta sensualidad y continuamos
jugando.
Al rato, Maite metió una ficha en la
casilla de llegada, por lo que a todos
nos toco despojarnos de una prenda.
Comenzó por turno mi novio Carlos que
se fue bajando la cremallera de la
bragueta poco a poco, y dándose la
vuelta y sacando el culete se despojó de
los pantalones. Llevaba unos
calzoncillos de raso que yo le regalé de
tipo boxeador.
A continuación fue Juanjo quien se
levantó y fue quitandose, al ritmo de la
música, uno a uno los botones de la
bragueta de su vaquero. Poco a poco se
fue bajando la prenda y apareció ante
mis ojos todo un hombre macizo con un
slip negro ajustado, modernillo, y que
tenía debajo un paquete enorme. Yo creo
que estaba empalmado. Miré hacia su
novia Maite y le sonreí.
Después me tocó a mi quitarme una
prenda y solo tenía dos opciones:
quitarme las braguitas o el sostén, y fue
por este último por el que me decidí.
Siguiendo el ritmo me llevé las manos a
la espalda, solté el broche y me saqué el
sujetador de los brazos aguntandolo
sobre mis pechos. Todos querían verme
las tetas y levanté de golpe mis brazos,
cayendo el sostén al suelo y dejándose
ver mis tetas botando. No son
excesivamente grandes, pero si bien
puestas. Yo sabía que a mi novio le
encantaban, pero a Juanjo parecía que
tambien le entusiasmaban, no había más
que verle la cara.
Despues de varias jugadas, risas, copas,
etc, llegamos al momento en el que
Juanjo metió su tercera ficha en la meta.
Y como os podeis imaginar aquello
estaba tan caliente como una caldera.
Procedimos a quitarnos por turnos una
prenda. Primero Maite se quitó muy
despacio su ajustado pantalón, y
enseñando sus bonitas piernas, ya que
Maite era muy hermosa, con una cara
muy dulce, pelo largo pelirrojo, labios
carnosos, grandes tetas, cinturita, buenas
caderas y espectaculares piernas. Mi
chico no le quitaba ojo, y no era de
extrañar. Nos hizo a todos un baile
erótico en el centro de la alfombra y se
quedó solo con su ropita interior rosa.
Peor lo tenía yo que debía quitarme la
única prenda que llevaba: mis braguitas
blancas, que ya se empezaban a
humedecer con aquel ambiente. Me puse
en el centro, y girando sobre mi misma,
me fui bajando las bragas lentamente,
enseñando mi culito, mis caderas,
dejandolas bajar por mis muslos, por
mis rodillas y.... ¡zas! me las saque.
- ¡ guau ! - dijo Juanjo sin poder
reprimir su asombro.
Mi cuerpo que yo cuidaba a base de
mucha gimnasia estaba muy bien
proporcionado, y aun continúa
estándolo, me cuido mucho y me gusta
lucirme, un pelo rubio y rizado, boca
muy sensual, tengo bonitas tetas, bonitas
piernas y culo redondo y respingón.
Todos disfrutaron de mi desnudez. Me
volví a mi cojín y me senté de lado
dejándo a la vista mi sexo con las
piernas ligeramente entreabiertas. Noté
como a Juanjo le crecía su ya dilatado
paquete bajo el slip negro. A mi me
encantaba ponerle cachondo.
Mi chico fue el siguiente en despojarse
de su única prenda el calzoncillo, que se
bajó también lentamente ante la mirada
de todos y al hacerlo saltó su pene
supererecto, botando sobre aquel
calzoncillo, se le notaba muy excitado,
quizás por mi baile ó por el de mi
amiga. Maite me miró sonriente , se iba
animando paso a paso y se le veía
muchísimo más caliente. Solo había que
ver como se dejaban ver sus erectos
pezones tras el diminuto sostén.
Carlos tenía su miembro como una
estaca , deseoso de ser devorado.
- ¡ estas como una moto ! ¿eh cariño? -
le dije.
Él me besó ardientemente y ocupó su
lugar.
Total, que Carlos y yo quedamos
despelotados, Maite en sujetador y
braguitas y Juanjo en slip.
Yo para entonces, estaba a cien y
deseaba con locura, ver a Juanjo
desnudo, es que no os podeis imaginar
que pedazo de chico era.
Luego yo comí una ficha a Maite, que de
un salto se puso de pie, lanzó una dulce
sonrisa a todo el personal y en el centro
de la sala se quito lentamente el
sujetador rosita, dejando al aire sus
hermosas y grandes tetas. Carlos se
ponía vizco. Pero lo bueno es que
inmediatamente después de sentarse,
Juanjo le comió otra ficha a Maite y tuvo
que seguir con su particular streap-tease.
A mi chico, Carlos, se le ponía aquello
como a un toro mientras la sensualidad
de Maite nos electrizaba a todos. Tras
unos pases por delante de cada uno de
nosotros, prácticamente se arrancó las
bragas dejando ver a todos a una
preciosa mujer completamente desnuda.
- ¡ Preciosa ! - saltó Carlos.
- ¡ Tia buena ! - le gritó su novio.
¡que guapa estaba!, con una carita tan
dulce, con aquel cuerpo moreno, tan
cuidado, sus bonitas tetas, sus largas
piernas, su vientre liso y con el vello del
pubis bien recortadito. No era de
extrañar que los chicos estuvieran como
lobos.
En aquel momento solo quedaba Juanjo
en quedarse desnudo, me lo hacía desear
el muy cabrón, pero nada, no había
manera, él iba ganando poco a poco la
partida.
De repente sucedió un episodio nuevo:
Carlos le comió ficha a Maite, que la
pobre tenía tres en casa. Y surgió la
pregunta.
- ¿Y ahora que? - preguntó Carlos
desafiante.
- ¡ Tu mismo ! - contestó Juanjo. - debes
ordenarle algo a Maite.
- ¡ Bieeeen ! - grito Carlos que estaba
muy caliente y superempalmado.
Hubo unos segundos de silencio y al fin
dijo
- ¡ quiero, quiero, quiero.......!
- ¿Que quieres? -preguntamos todos.
Y mirando con ardiente deseo a Maite le
dijo:
¡ Que me hagas una buena mamada !
- ¿Queee? - saltó Maite asustada
mirándo su empinada polla.
- Pues que quiero que me la chupes, ese
es mi mandato.- respondió. Maite no
podía creerlo y yo tampoco, ya que no
nos lo esperábamos. Yo, la verdad, es
que sí deseaba que se la chupase a mi
chico, quería verle disfrutar con mi
amiga, con su hermosura y con sus
labios.
-¡ No, no y no ! - dijo Maite - creo que
debemos dejar este juego. Hasta aquí ha
sido divertido, pero eso no. No quiero.
Pero fue su novio quien respondio:
- ¡Vamos mujer! No te mosquees. A
partir de ahora puede ser mucho más
divertido, total se trata de jugar a algo
nuevo ¿no?. Solo son juegos eróticos....
Maite no podía creer lo que oía de los
labios de Juanjo, y creo que entre su mas
que visible excitación y con las ganas de
obedecer las palabras de su novio a
modo de venganza, se levantó,
acercandose hasta mi novio, se arrodilló
frente a él, se abalanzó sobre la erguida
polla y la cogió con su mano
suavemente. Maite me dirigió una
mirada a modo de aprobación y yo que
estaba muy cachonda asentí.
Se retiró su rojizo pelo hacia atrás y
comenzo a chupar los huevos de mi
chico con frenesí, mientras con su mano
subía y bajaba aquel nabo tieso. A
continuación y cogiéndolo por la base,
empezó a besar y a chupar por todo lo
largo de aquel poste, para luego dar
pequeños besitos en el glande, mientras
con su otra mano acariciaba el pecho de
Carlos y él acariciaba el cabello de ella.
Maite siguió besando el capullo
mientras le sonreía con cierta picardía, y
sacó su lengua para chupar con mayores
ganas. Juanjo y yo nos lanzamos una
mirada. En ese momento yo sentía entre
celos, rabia, excitación, de ver aquella
escena en la que mi amiga se comía la
polla de mi novio, algo que nunca me
había sucedido.
De repente Maite bordeó con sus
carnosos labios la punta de aquel nabo y
empezo a subir y a bajarlos suavemente
hasta que llegó el momento de metérsela
hasta dentro. Él daba grititos de placer a
modo de aullidos, y ella seguía con
aquella operación que desarrollaba con
mucho estilo; sacaba y metía aquel falo
en su boca mientras Carlos resoplaba .
Maite sacó la polla de su boca,
agarrandola con la mano, levantó la
cabeza y se incorporó de rodillas con
las piernas medio abiertas dejando ver
toda su desnudez entera, como diciendo:
¡cómeme! , mientras masturbaba a mi
chico. Volvió a agacharse sobre la polla
y practicamente se la comió una y otra
vez, hasta que otra vez retirada su boca,
se reincorporó de nuevo y él sin poderse
contener, hasta que soltando un apretado
gemido, lanzó varios potentes chorros
sobre la cara y pecho de Maite. Ella
pareció estrecemecerse de placer
agarrando sus pechos con ambas manos
y esparciéndose la leche por todo su
cuerpo y relamiéndose los labios con la
lengua, mientras el pene de Carlos
seguía lanzando su leche y dando
pequeños espasmos de placer. La escena
era muy excitante, viendo a Carlos
resoplando con la cabeza hacia atrás, su
pene convulsionado, mientras Maite
seguia con los ojos idos, magreándose y
luciendo su cuerpo brillante de aquel
esperma.
De verdad que aquella mamada, no se la
había hecho yo nunca a mi novio con
tanto estilo, ya que Maite era toda una
experta, haciéndole gozar muchísimo.
Ella volvió a su sitio y continuamos la
partida.
La cosa estaba muy caliente, pero se
puso aún más cuando yo metí una
ficha en la meta.
Esta era la mía.
- ¡ Tu mandas ! - dijo Carlos.
Juanjo, naturalmente, aún disponía de
una prenda por lo que procedió a
quitársela. Se colocó en el centro de la
alfombra y dándonos la espalda nos hizo
un super streap-tease. Bajaba y subía el
calzoncillo sobre su duro y redondo
culete, haciendonos sufrir, hasta que en
un ligero movimiento se lo bajó de
golpe hasta los tobillos, quedando su
escultural musculatura de espaldas a
nosotros. El seguía bailando y
momiendo su trasero mientras apoyaba
sus brazos sobre su nuca. ¡Que hermoso
cuerpo! . Nunca había sentido tantas
ganas de ser follada por un hombre
como aquel.
- ¡ Date la vuelta ! - grité como una
posesa. No pude reprimirlo, estaba
deseando verle su hermoso pene.
Y ....poco a poco, se fue dando la vuelta
hacia nosotros mostrándonos una polla
erecta como yo hasta entoces nunca
habia visto. Era enorme.
Miré a Maite con ojos de asustada, pues
nunca me había contado nada sobre el
extraordinario tamaño de aquella verga.
Ella me sonrió. Seguí mirando aquella
polla con deleite. Yo pensaba "es
preciosa, pero a mi creo que no me entra
en el coño" "ojalá me perforara ese
nabo". Mis pensamientos me torturaban.
El se la cogió con ambas manos y la
subia y bajaba al ritmo de una canción
muy sensual, mientras nos mostraba su
violáceo capullo. Poco a poco se volvió
de nuevo de espaldas y se sentó en su
lugar, dejando ver su daga en alto.
- Y ahora.... - comenté, haciendo una
pausa.
Todos me miraron con expectación. Y
solté:
- ¡Quiero que Carlos y Maite me chupen
entera!
A Juanjo parecía gustarle la idea. Y a
los otros también, ya que en un momento
se acercaron al centro de la alfombra
para obedecer mis órdenes. Yo,
igualmente, me situé en el centro en pie,
mientras ellos como dos esclavos
sumisos empezaron a lamer mis piernas
con sus lenguas. Primero Carlos me
chupaba por entre mis rodillas por
delante y Maite me besaba por detrás de
mis muslos. Aquello era sensacional, ya
que no me habían chupado dos personas
a la vez. A continuación Carlos me besó
el ombligo y me lamió los brazos, la
cintura, las tetas y el cuello. Maite
seguía en mi espalda y de pronto bajó
hasta mi culo concentrándo su lengua en
mi agujero. Yo me estremecí y sentí un
escalofrío que me hizo tambalear. Mi
chico que era un experto en comerme el
coño, no tardó en bajar hasta él y
besarlo y chuparlo como si comiera un
dulce, metió su lengua y mi clítoris rozó
sus labios. Todo pasaba muy deprisa.
Mientras uno me lamía el culo y el otro
el coño, me acariciaban a lo largo de mi
cuerpo, poniendome el vello erizado.
No pude aguantar y me corrí de repente,
acariciando sus cabezas a modo de
gratitud. Tuve un orgasmo largo y
profundo. Les di un apasionado beso en
la boca a cada uno y ocuparon de nuevo
su lugar, mientras yo hacía lo mismo en
el mío.
Todo mi cuerpo se sentía extraño, pero
aún sentí mayor excitación con solo
recordarlo deseando ser penetrada por
una polla bien cargada.
Todos mis deseos parecían hacerse
realidad cuando Juanjo consiguió llegar
a meta con su última ficha, ganando la
partida. Nos quedamos mirándonos unos
a otros como esperando cual iba a ser el
mandato de Juanjo, que dirigiéndonos
una dulce sonrisa y tras pensarlo durante
poco rato dijo señalándome:
- ¡ Quiero comerte entera, quiero que me
comas tu a mi y quiero que hagamos el
amor como nunca lo hayamos hecho ! La
onda expansiva de aquella frase se
reflejó en la cara de todos. Yo
alucinaba, ya que es lo que más deseaba
en ese momento, olvidándome de si era
el novio de mi amiga el que proponía
aquello o si mi chico estaba delante de
mi mientras me follaba otro. La cara de
Maite era un poema y no tardó en decir.
- ¡ Eres un cabrón ! , Lo que has estado
buscando todo el rato es follartela y
nada más, con este juego en el que nos
has hecho caer a todos. El sonrió sin
negarlo.
- ¡He ganado!- gritó al fin. Y soy ahora
yo quien pide un deseo. Vosotros lo
habeis pasado muy bien ¿no?
- Una cosa es una mamada, unos besos y
unas caricias y otra tirarte a mi novia. -
soltó de repente Carlos con un cierto
aire de celos. Creo que en el fondo él
deseaba verme follar con otro, pero dijo
aquello como justificando su poder
sobre mi.
Juanjo se levantó e hizo colocarse juntos
a Maite y a Carlos en el sofá para que
disfrutaran con el espectáculo
olvidándose de todo lo que había oido
hasta entonces. Me señaló con el dedo y
me hizo ir hacia él al centro de la
habitación.
Nuestras parejas debían sentir en esos
momentos lo que yo sentía: nervios,
confusión y mucha, mucha excitación.
Sin mediar palabra Juanjo me cogió por
ambas manos y me contempló durante
unos segundos, recorriendo con su vista
todos los poros de mi piel.
Mi cuerpo era muy pequeño junto al
suyo.
- ¡ Pero que buena estás ! - me dijo sin
dejar de contemplarme.
Me agarró por la cintura, me apretó
contra él chocando mis tetas por debajo
de su fornido pecho, su falo en erección
golpeó cerca de mi ombligo y en un
apasionado abrazo inclinó su cabeza
susurrándome al oido un sensual y
cariñoso: ¡ te deseo ! ...y comenzó a
besarme con mucha suavidad. Nuestras
lenguas se juntaron acompañando aquel
tierno abrazo. Sus manos recorrían mi
espalda y yo acariciaba sus duras
posaderas. Nuestros ojos se cerraban en
un ardiente beso. Su lengua buscaba la
mía y yo apretaba su culo con mis
manos. Con una mano me acariciaba las
tetas con suavidad y con la otra me
palpaba una de mis nalgas. Su polla se
apretujaba entre nuestros cuerpos. Mi
chochito soltaba todos los jugos del
placer. El bajó con su lengua por mi
cuello, besó y mordisqueó ligeramente
mis pezones, chupó mi cintura, mi
ombligo mis muslos, bajo por mis
rodillas, me giró y siguió por detrás de
mis muslos, me separó las piernas y
siguió lamiendo mi culo. Yo seguía en
pie muriéndome de gusto, mientras me
lamía por todas partes. Me giró de
nuevo frente a él y metió su lengua entre
mis muslos hasta llegar a mi húmedo
sexo, cuando sin poderme contener lanzé
un gritito de placer.
-¡ ahhhhhhhhhhhh, eres un cabrón, que
gusto me das ! Él seguía en su labor de
chuparme todo el coño con sus labios y
lengua, yo le introducía los dedos en su
ensortijado cabello negro. Notaba los
latidos de mi corazón en mí clítoris,
notaba su lengua como se habría entre
mis labios vaginales, como si estuviera
buscandome todos los rincones del
placer, hasta que de pronto sentí en mi
interior una ola de calor y gusto que
nunca había sentido, produciéndose en
mí un monumental orgasmo que deje
llevar con gemidos profundos.
Se incorporó y nuestras lenguas
volvieron a juguetear mientras nos
abrazabamos y acariciábamos.
Ahora me tocaba a mi. Fui bajando con
mi lengua por su cuello, le mordisqueé
en los fornidos hombros, le acaricié los
potentes brazos, le chupé las tetillas y
con mis manos iba bajando por su
espalda, salté sus genitales y seguí
besando, chupando y mordiendo sus
muslos, sus rodillas, sus gemelos, subí
por detrás hasta llegar a su culo,
lamiendo aquellas sabrosas y duras
posaderas.
Miré hacia el sofá y ví a Maite y a
Carlos , éste muy empalmado, como nos
miraban muy atentos con la operación
que llevabamos a cabo.
Me puse de nuevo frente a Juanjo a la
altura de su aparato, subí la mirada hasta
sus ojos, le sonreí y empecé a besuquear
aquel nabo enorme. Primero lo hice
suavemente jugueteando con mi lengua y
dando pequeños golpecitos del glande
contra mis suaves labios. Arrastré mi
lengua por toda su longitud, recorriendo
de arriba a abajo notando sus dilatadas
venas, mientras con mis uñas le arañaba
por detras de sus muslos y por su culo.
De golpe, me metí aquella polla en la
boca, aunque que no me cabía entera.
Ahora era él quien acariciaba mi rubio
cabello, mientras soltaba resoplidos de
gusto cerrando los ojos. Yo seguía
intentando comerme aquel tronco una y
otra vez, adentro y afuera de mis
carnosos labios. Mi saliva lubricaba
aquel falo, hasta que repentinamente él
me tiró del pelo separándome de su
sexo, evitando correrse. Yo para
entonces ya estaba como una moto y
deseaba ser penetrada por aquel potente
hombre. Juanjo me cogió por la cintura
como si yo no pesara nada y con su
extremada fuerza , pero con suma
delicadeza, me trasladó hasta la mesita
de madera que estaba frente al sofá,
justo a los pies de nuestras parejas. Era
alucinante, el hijo de puta quería
colocarse cerca de ellos para que vieran
bien la operación de como me follaba.
Para entonces a ellos se les veía muy
excitados.
Me tumbo boca arriba en aquella
reducida mesita, me agarró por los
muslos y puso mi coño al borde de la
pieza. Cogió su pene por la base y
acercó su punta hasta mi húmeda
caverna. Paseo ligeramente arriba y
abajo su glande por mi raja, mientras yo
me sobaba mis tetas que apuntaban al
techo.
- ¡ Mmmmmm, métemela , métemela ! -
gemía yo.
Sabía dar gusto a una mujer, esperando
el momento propicio. Sonrió
maliciosamente mirando a Maite y a
Carlos. Introdujo la punta en mi chochito
y yo pensaba: ¡ me va a rajar !. Entonces
empecé a sentir un gusto extraordinario.
Aquel enorme tronco fue entrando en mi
cuerpo. Me penetró : un centímetro, dos,
tres, cuatro....,yo me extremecía, ...ocho,
nueve, diez..., aquello no acaba nunca,
dieciseis, diecisiete, dieciocho,
diecinueve..., no sé cuanto mediría
aquello pero os juro que era
monumental.
La sentía en mi interior y como mi
coñito se adaptaba relamiendo su
largura. De repente entró entera dentro
de mí, sientiendo sus huevos chocar en
mis glúteos. Nunca había sentido tanto
placer por todo lo largo de mi cuerpo.
- ¡ ahhhhhhhhhh, uuuuuuuuffff ! - gritaba
como loca. Me estaba taladrando las
entrañas. En apenas unos segundos, sentí
dentro de mí una sensación
superextraña, un placer mayúsculo, un
orgasmo que llegó a ponerme la piel de
gallina, se apagaba y pronto volvía a
calentarme más y más, y así
corriendome una y otra vez, con
múltiples orgasmos. Él también soltaba
algún gemido, mientras bombeaba
suavemente al principio metiendo la
punta y apretando al final su gran polla
dentro de mi pequeño agujero. Mi
conchita se adaptaba dificilmente a su
duro y gigante miembro. Se detuvo. Sus
músculos se tensaron y en un vaivén
dejó toda la polla metida hasta el fondo.
- ¡ Dios mío ! , ¡ que gozada ! - dijo
Y tuvo una larga corrida, llenándome
toda con su semen dentro de mí. Notaba
como botaba con espasmos la polla en
mi interior, soltando aquellos jugos y él
apretaba su cuerpo contra el mío. Volví
a correrme mientras acariciaba su torax
y sus abdominales tensados. Nuestros
cuerpos sudaban y brillaban uno pegado
al otro.
Nunca me había ocurrido: tuve más de
siete u ocho orgasmos seguidos y muy
profundos. Nunca me habían follado de
esa manera ni me habían hecho gozar
como lo hizo aquel pedazo de hombre.
Tan concentrados habíamos estado en
nuestro ajetreo, que cuando alzamos la
mirada pudimos ver como Maite, bien
abierta de piernas, cabalgaba sentada
frente a nosotros sobre la erguida polla
de mi chico. La vista era espectacular,
primero la cara de gusto de Maite con
sus ojos cerrados, sus tetas bailando al
vaivén, su cinturita sudorosa y su coñito
metiéndose en el nabo de Carlos hasta
llegar a los huevos. La estaban gozando
en pleno. La cara de Carlos apenas
podía verse tras mi amiga, pero se le oía
gemir y decir:
- ¡ Si, si, que bien follas ! , ¡ me vas a
matar !.
Aquello excitó tanto a Juanjo, que tuvo
una erección al momento, me incorpore
e introduje aquella verga dentro de mi
boca de nuevo, chupando con
vehemencia: adentro, afuera, adentro,
afuera.... mientras él contemplaba el
folleteo de su novia sobre Carlos.
- ¡ ahhhhh, que bien, que bien ! - se le
oía decir a Juanjo entrecortadamente.
Yo seguía en mi tarea de comerle toda su
polla, que sabía deliciosa, jugaba con
mis labios sobre su capullo, con mi
lengua recorría toda su longitud y le
mordisqueaba por todas partes.
En ese momento de mi dulce mamada a
Juanjo, mi novio Carlos, dando
pequeños aullidos, se corrió dentro del
excitado sexo de Maite y ella a
continuación empezó a cabalgar más
fuerte hasta alcanzar también un
escandaloso orgasmo unos segundos
después. Ella apoyo su espalda sobre el
pecho de Carlos y cerró los ojos
intentando guardar aquel gusto en su
interior.
Aquello pareció excitar enormemente a
Juanjo, que pillándome desprevenida,
viendo la escena de los otros, noté como
su polla se hinchaba al límite y soltó
dentro de mi boca una corrida
expléndida, sintiendo ese dulce/amargo
y caliente sabor cayendo por mi
garganta. Era delicioso. Me tragué toda
la leche y le chupé con ahínco con mi
lengua por todo su miembro. Él se
relamía de gusto. Los otros se
abrazaban, se acariciaban y besaban sin
parar.
Juanjo se separó lentamente de mí y me
besó agradeciéndome aquel maravilloso
polvo. A continuación me volvió a
tumbar sobre la mesita y con su lengua
exploró de nuevo sobre mi húmedo
sexo. Mientras me tocaba los senos con
dulzura, su lengua recorría mis ingles,
mi pubis e introdujo la punta de su
lengua en mis labios vaginales haciendo
estallar de nuevo a mi clítoris
supersensible y haciendome correr de
nuevo. Apenas me tocaba yo estallaba
de placer. Aprendí esa tarde que las
mujeres podemos sentir esto tantas
veces seguidas.
La verdad es que aquella tarde nos
dejamos llevar los cuatro por nuestro
deseo y por nuestra excitación hasta el
punto de sentir el máximo placer. Fue
toda una gozada, creo que irrepetible.
La lluvia cesó afuera. El sol empezó a
brillar y se colaba por los ventanales
del salón. Todo se iluminaba poco a
poco.
Nos fuimos duchando y vistiendo uno a
uno, y salimos a la calle en busca de
algo de aire fresco que nos relajara de
aquella agitada y divertida tarde.
Fue una experiencia que repetimos
varias veces después durante unos
meses y que sirvió para conocernos
mejor incluso a nosotros mismos.
Después por otras razones el destino nos
separó y aquello quedó en un dulce
recuerdo.
Relato X
Hace un par de años mi amiga Rosa,
gran amiga mía desde la niñez, se
trasladó a vivir a Barcelona por motivos
de trabajo y allí conoció a un chico
estupendo con el que decidió casarse
después de unos meses de salir juntos.
Debido a que todos sus amigos y amigas
vivíamos lejos de Barcelona, nos
propuso hacer la despedida de soltera y
soltero justo un día antes de la boda
para que casi todos pudiéramos acudir;
total, uno solo puede celebrar su
despedida de soltero una vez en la vida.
Carlos que es mi novio y sus amigos no
conocían mucho al novio, pero se
unieron a la fiesta de despedida de
soltero de los hombres y yo naturalmente
a la de las chicas. La boda al día
siguiente era por la tarde, por lo que
disponíamos de toda noche y la mañana
posterior para dormir.
Mi novio Carlos y yo llegamos pronto a
Barcelona, fuimos directamente a la
casa nueva de Rosa y conocimos a su
futuro marido Sergio, que además de
alto y guapo, era encantador. Rosa
estaba guapísima, con su pelo negro,
largo y rizado, sus ojos castaños y una
cara tan dulce . Toda la mañana, hasta la
hora de comer, la dedicamos a ayudar a
la novia a formalizar algunas cosas que
quedaban pendientes de la boda. A la
hora de la comida se unió a la ayuda
nuestro amigo Tomás que llegó a esa
hora. Y a eso de las 4 de la tarde,
mientras Carlos y Tomás se quedaban
ayudando a Rosa a subir un montón de
cosas a su casa nueva, Sergio fue a
preparar el banquete del día siguiente y
yo me fui a un salón de belleza y me hice
un corte y un peinado moderno con el
pelo muy rubio cortito y con escalones,
también me hice la manicura, tomé unos
rayos UVA, un tratamiento de piel,
depilado total de piernas, dejando el
vello de mi pubis muy recortadito, tal y
como le gusta a mi hombre.
A las nueve llegue al hotel donde ya me
estaba esperando Carlos. Aquella noche
se presentaba muy calurosa y húmeda
por lo que debíamos ponernos ropa
ligera. Yo me quise poner sexy y me
decidí por un vestidito amarillo de gasa,
muy vaporoso, con tirantes, gran escote
y muy cortito de muslo; a mi novio le
encantaba y le ponía como una moto.
- ¡ Como te queda ese vestido ! - me
decía
- Ya sé que te gusta amor mío, luego te
dejo que me lo quites. - le respondí.
- No sé si voy a poder aguantar... -
contestó excitado. - ¡Estas buenísima!
A mí me encanta y me pone a tono que
me diga esas cosas y él lo sabe, pero es
que además aquel vestido era realmente
muy sexy y me quedaba muy bien, las
cosas como son.
Nos despedimos con unos ardientes
besos y nos dirigimos cada uno a nuestra
fiesta, él con los chicos y yo con las
chicas.
Al verme llegar mis amigas me
saludaron.
- ¡ Joder chica, nos vas a quitar los
pretendientes ! - comentó Carmen, que
por entonces estaba soltera y buscando
novio.
- ¡ Que guapa y que sexy estás ! - dijo
otra
- ¡ Vaya piernas ! - me piropeó mi amiga
Rosa.
Cuantas más cosas oía, más me gustaba,
más me recreaba y me paseaba entre
ellas y mi vestidito levantaba el vuelo
vaporoso y dejaba ver por entero mis
muslos. El camarero que nos serviría la
cena, no me quitó ojo en toda la noche.
Toda la cena fue de cachondeo, risas,
mucho vino y sobre todo criticando a los
hombres, yo no se que pasa pero
siempre que nos reunimos las mujeres
acabamos hablando de los mismo, de
hombres, supongo que ellos hagan lo
mismo hablando de mujeres. Luego , tras
el cava y los cafés, se hizo un reparto de
cosas típicas de despedida, regalos de
sex-shop, como : condones de colores y
de sabores, pollas andantes, conjunto de
lencería supersexy , un pequeño
consolador para la futura novia, etc...
Después nos fuimos a una discoteca
donde casi todas seguimos bebiendo
bastante y estuvimos hasta las tres y pico
de la madrugada riendo, vacilando y
bailando. Recuerdo que otras dos
amigas y yo estuvimos bailando encima
de los altavoces de la discoteca con
bailes más que sensuales y poniendo
cachondo al personal. Un camarero nos
tuvo que ayudar incluso a quitarnos de
encima unos tipos que no hacían mas que
intentar meternos mano.
En aquella discoteca había un chico
mulato que me gustaba mucho, le hice
unos gestos insinuantes, se acercó a mi y
después estuve bailando un buen rato
frente a él acariciándome a través del
vestido y a él evidentemente le
encantaba. Aquel chico tenía unos ojos
negros muy penetrantes y un cuerpo
divino. Pasado un rato se arrimó mucho
a mi por detrás, llegando a notar como
su paquete hermoso se endurecía pegado
a mi culo. Me pasaba una mano por la
cintura que yo notaba a través de la
ligera tela de mi vestido y con la otra
rozaba uno de mis pechos y yo al mismo
tiempo, acariciaba por detrás de mí su
precioso culo. La verdad es que le puse
muy cachondo y él a mi, pero la cosa
quedó ahí, en unos simples magreos y
unos roces ardientes y sensuales. Él
insistía en llevarme a su apartamento,
pero aunque me apetecía bastante
retozar con aquel moreno, le dije :
- Hoy no, no puedo, ¿quizás otro día?...
No es que le convenciera demasiado,
pero a pesar de todo, se comportó
educadamente y aceptó mi negativa. El
chico tenía un polvo...
A eso de las cuatro decidimos irnos
cada una a su casa o a su hotel, ya que al
día siguiente teníamos una boda y
debíamos descansar, sobre todo Rosa
que era la que se iba a casar. Nos
despedimos, cogimos varios taxis y nos
fuimos a descansar.
Yo llegué a mi hotel, pedí la tarjeta en
recepción y me fui a mi habitación.
Antes de abrir la puerta se oían ruidos y
risas tras ella. Mi sorpresa fue cuando
nada más entrar encontré una escena
curiosa: Carlos, mi novio, totalmente
borracho, tumbado en la cama en
calzoncillos roncando como loco, junto
a él estaba Tomás, su amigo inseparable,
también en calzoncillos e igualmente
borracho, Cesar que es otro amigo de la
pandilla, tirado en el suelo bebiendo a
morro de una botella de ron y junto a
éste Lolo y Chema que eran amigos del
novio y Sergio que era el futuro novio,
sentados en el suelo sobre la moqueta
azul contándose chistes verdes. Todos
ellos tan solo con los calzoncillos.
Me observaron cuando entré, menos
Carlos y Tomás que estaban
profundamente dormidos y roncando el
uno junto al otro. Se hizo un silencio...
- ¿Que ha pasado? - pregunté
sorprendida.
- Estos, que no saben beber - dijo
Sergio.
Según me explicaron, el caso era que
habían estado en una discoteca y algunos
no habían aguantado muy bien la mezcla
de copas, como era el caso de mi novio
y Tomás, entonces habían decidido
traerles a la habitación del hotel ,
quitarles la ropa, tumbarles en la cama y
esperar a que se les pasara la mona.
- Y ¿que hacéis todos en calzoncillos? -
pregunté de nuevo
La pregunta se contestaba sola, ya que
hacía mucho calor ese día, sobre todo en
aquella habitación, ya que recuerdo que
aquella noche fue muy caliente en todos
los aspectos. Lolo se disculpó diciendo
que hacía mucho calor y que se habían
sofocado acostando a los chicos en la
cama y hasta que se les pasara la
borrachera, no era cuestión de dejarlos
solos, por lo que continuaron su
particular fiesta en nuestra habitación
del hotel y lo más frescos posible.
- ¡ Vale !. Esperaremos un rato hasta que
se les pase un poco ¿no? - comenté.
Me invitaron a sentarme en el suelo con
ellos y accedí, me quité los zapatos y me
acomodé encima de una almohada en el
suelo, me sirvieron una copa y seguimos
contando chistes , charlando, bebiendo y
fumando durante un buen rato.
Después de algún chiste con cierto
picante, Sergio, el futuro novio, me
invitó a que me quitara el vestidito, para
quedarme en ropa interior como ellos.
- ¿Por que no te quitas ese vestido?,
estarás más cómoda,...hace tanto calor. -
comentó.
Yo en principio me negué, no era
cuestión de despelotarse delante de seis
tíos, aunque dos estuvieran k.o. en la
cama.
- ¡ Vamos mujer, no te hagas la estrecha !
- insistió Sergio.
Parecía muy interesado en verme sin el
vestido. Pero yo seguí negándome. Lo
cierto es que el calor invitaba a
desnudarse.
- ¡ Venga bonita !, no nos asustaremos. -
saltó Cesar para animarme.
César es un amigo que conozco desde
niña y naturalmente él no se iba a asustar
de verme sin ropa ya que me ha visto
desnuda varias veces e incluso hemos
hecho el amor cuando éramos más
jóvenes, somos de la misma panda
desde que teníamos catorce años, pero
al fin y al cabo Lolo, Chema y Sergio
eran desconocidos para mi.
La verdad es que yo estaba muy caliente
y en el fondo deseaba desnudarme
delante de ellos, ya que me apetecía
ponerles cachondos, además que mi
magreo con el chico de la discoteca me
había dejado muy excitada, pero aun así
seguí en mis trece.
Fue después de unos cuantos chistes y
unas cuantas copas, cuando Sergio
insistió tanto que al final accedí a
quitarme el vestido, total, tampoco tenía
tanta importancia el hecho de quedarme
en ropa interior.
- De acuerdo, me quito el vestido. Pero
sólo el vestido. - les aclaré.
Me puse en pie, y César me ayudó a
bajarme la cremallera de la espalda que
se resistía un poco y mi vestido cayó al
suelo lentamente.
Todos se quedaron contemplando mi
figura en ropa interior, mirándome de
arriba a abajo fijamente, aproveché para
hacer lentos mis movimientos y
haciendo posturas muy sexys para que
disfrutaran de las vistas. Para ser
sincera me gusta lucirme y que los
chicos disfruten viéndome. Además
sentía una sensación rara sabiendo que
mi novio estaba dormido en la cama y
yo le estaba haciendo una pequeña
trampa con otros chicos, prácticamente a
sus pies.
Mi sujetador, sin tirantes, de seda de
color blanco con encajes cubría casi
justos mis pezones, que para entonces ya
se notaban erectos a través de la tela, al
igual que mis braguitas de seda
brillantes, que tapaban lo mínimo por
delante en forma de uve y con una tirilla
por detrás que se me metía por el
canalillo del culo.
- ¡ Date la vuelta ! - me gritó Sergio que
se iba excitando más y más mientras
bajo su slip se empezaba a notar un
paquete mucho más abultado, al igual
que a los otros chicos.
Yo le obedecí y me giré lentamente. Mis
muslos morenos les encantaban a todos y
así me lo hicieron saber con algún que
otro piropo, mi cintura y mis senos
duros también les gustaron. Al final me
senté de nuevo apoyándome sobre una
de mis caderas. Todos los chicos
apuntaban sus ojos hacia mi, incluido
César que aunque me conocía bien, le
gustaba bastante mi cuerpo. Aquello de
que cuatro chicos cachondos me
desnudaran con sus miradas me hacía
sentir un placer enorme.
El más lanzado era Sergio que no hacía
más que comentarme:
- ¡ Que buena estas tía ! , ¡ tienes un
cuerpo divino !, ¡ quien te pillara !, ¡ te
follaría ahora mismo ! .
El tío no se cortaba un pelo, delante de
todos y delante de mi novio aunque éste
estaba dormido sobre la cama. Yo le
hacía entender que él se iba a casar al
día siguiente y que lo iba a hacer con mi
amiga, que se cortara un poco, que
incluso estaba mi novio allí, pero él
como si nada. Lo cierto es que aquellas
frases me ponían a tope y supongo que al
resto de los chicos también.
- ¡ que boca, que piernas, que tetas, que
todo.... ! - comentó otra vez, sin dejar de
mirarme con descaro.
La cosa se animó cuando todos se
unieron a las frases de admiración. Lolo,
César, Chema y Sergio no pararon de
piropearme. Como me gusta que me
digan cosas bonitas y es que me pongo a
cien.
- Perdónanos - dijo Chema en un
arranque de disculpa- pero es que justo
nos hemos tenido que venir cuando
íbamos a ir todos a un streap-tease, y
sobre todo este (refiriéndose a Sergio)
anda muy salido, ya sabes... se casa
mañana y...
Sonreí. Sergio clavó sus ojos en los
míos y me preguntó con descaro: -
¿podrías hacernos tú un strep-tease
privado?
Le miré sorprendida.
- ¿ que dices ? - pregunté con un leve
enfado.
- Si quieres nos desnudamos nosotros
primero. - saltó Sergio.
- Oye no, mejor no. - conteste algo seca,
aunque mi otro yo deseaba verles
desnudos.
- Nosotros tenemos calor y nos
despelotamos, ¿verdad chicos? - volvió
a decir Sergio.
Después de estas palabras, en un visto y
no visto, procedieron a quitarse la única
prenda que llevaban cada uno de ellos,
sus calzoncillos. Se pusieron en pie y
lentamente se bajaron sus calzoncillos al
unísono, dejándome ver todos sus
cuerpos desnudos y sus pollas tiesas
como robles. Parecía que se habían
puesto de acuerdo. Lo hicieron a la vez
como si lo tuvieran ensayado.
La situación me parecía increíble, como
si de un sueño se tratase. Como me
gustaba contemplar sus cuerpos
desnudos y con aquellas pollas a tope
apuntando al techo. A Cesar ya le he
visto otras veces desnudo y esta bastante
bien, ya que a pesar de no ser muy alto y
fornido, tiene un paquete hermoso. Lolo
es normalito, aunque más de una le
quisiera y es aparentemente muy tímido,
ya que no se le oyó decir casi nada.
Chema tiene un polvo, ya que está
bastante cachas, con unos brazos fuertes,
espalda grande y fornida, unos ojos
verdes muy claros y unos labios gruesos
muy bonitos. Y Sergio es muy guapo,
con una barba muy recortada, ojos
canela, bastante alto y con una buena
polla, sin duda la más grande de todas.
Yo estaba alucinada viendo a esos
cuatro hombres desnudos y deseosos de
sexo mientras mi novio estaba
totalmente ebrio durmiendo en la cama.
Hay que reconocer que esta situación
era el doble de excitante, sobretodo
porque yo estaba muy caliente, el
alcohol ayudaba a deshinibirse y el
calor era sofocante.
- ¡ Venga preciosa ! - dijo Chema - ahora
te toca a ti.
Los demás chicos le ayudaron a
jalearme y animarme a desnudarme.
Tuve que resistirme lo justo, ya que
aquellos chicos, el alcohol y el
calentamiento me animaron, entonces
decidí complacer a aquellos cuatro
lobos en celo y hacerles un streap-tease
completo:
- Me habéis pillado borracha que si
no.... dije a modo de disculpa.
- ¡ Bien ! - gritó Chema bastante
excitado.
- No me creo que vaya a hacer esto -
insistí en las disculpas, cuando era todo
mi cuerpo el que me empujaba a
desnudarme y lucirme delante de esos
cuatro hombres desnudos.
Me levanté, me situé en el centro de
aquel corro de chicos sedientos de sexo
y fui girando sobre mi misma lentamente
mientras me contoneaba sensualmente.
Ni yo misma me creía lo que estaba
haciendo. Me fui desabrochando los
corchetes del sostén, haciéndoles sufrir
un rato sin desvestirme del todo. Sus
ojos se clavaban en mi cuerpo y
deseaban ardientemente verme desnuda.
Poco a poco retiré el sujetador de mis
pechos, dejando asomar mis pezones,
siguiendo con mis giros, para luego,
poco a poco mostrar por entero mis
tetas. Ellos aplaudían. me silbaban y me
piropeaban. A todo esto, los de la cama
ni se enteraban. Aquella situación me
hacía sentirme muy cachonda sabiendo
que mi novio podía despertarse y
pillarnos. Después y siguiendo con mi
baile giratorio, me humedecí los labios
y me sobé las tetas sin dejar de
contonearme. Alguno de ellos se
agarraba su polla con la mano intentando
contenerla como si fuera un caballo
desbocado ante aquella lujuriosa danza.
Metí la punta de los dedos por dentro de
la braguita rozando ligeramente mi vello
púbico. Eso les gustaba, incluso alguno
se masturbaba mientras me contemplaba.
Luego, de espaldas, metí mi mano
también por la braguita acariciando mi
culo. Con la punta de mis pulgares, entre
mis caderas y los elásticos de las
braguitas lentamente las bajé,
dejándolas un rato a la altura de mis
ingles, dejándoles contemplar mi culo
redondo, girándome después y dejando
entrever los pelitos recortados de mi
sexo, luego procedí a bajarlas por
completo, haciendo una parada en mis
muslos, otra en mis rodillas, otra en mis
tobillos y me las saqué por completo,
quedándome en pelotas rodeada de esas
cuatro pollas que me apuntaban como
cuatro cañones dispuestos a disparar.
Mi cuerpo moreno y excitado, se
contoneaba como si fuera el baile de los
siete velos, pero sin velos. Seguí por un
rato con mi erótico baile, y ellos
continuaban observándome por todo lo
largo de mi cachondo cuerpo. Me sentía
húmeda cada vez más. Ellos seguían
gritándome todo tipo de cosas, desde
“guapa” hasta el “vaya polvo que
tienes” y otras cosas. Yo, sin dejar de
girar sobre mi misma, recorría con mis
manos la silueta de mi cuerpo, apretaba
mis manos contra mis caderas, me
giraba y me sobaba el culo, volvía a
girar y me acariciaba la parte interior de
mis muslos, mi culo, mis tetas, mi pelo,
me acariciaba el coño, sacaba mi lengua
y la pasaba por mis labios, les guiñaba
un ojo... parecía toda una profesional.
Ellos naturalmente babeaban...
Sergio, el más excitado de todos, no se
pudo resistir, se levantó de pronto.
- ¡ Te voy a devorar ! - me gritó.
Y se lanzó sobre mí, metiéndose una de
mis tetas en su boca, agarrándome
fuertemente el culo con sus manos. Tan
fuerte fue su embestida que caímos al
suelo los dos, yo de espaldas y él sobre
mí. La verdad es que fue un golpe fuerte
y me hizo daño. Como pude le di un
empujón, quitándomele de encima y él
se quedó un poco sorprendido.
- ¿ Que haces ? , ¡ Estas loco ! - le grité
Pero aquel chico, estaba superexcitado,
no estaba en sus casillas y quería
comerme entera sin miramientos y sin
importarle lo que yo le hiciera o le
dijera. De nuevo volvió a las andadas,
se tiró sobre mí, me quedé tumbada en el
suelo sin casi poderme mover y él
volvió a colocar sus labios y su lengua
en mis tetas, inmovilizándome con sus
brazos; yo al principio intentaba
separarle de mí empujándole sobre sus
hombros, pero al mismo tiempo sentía
en mi interior un gusto enorme. Al
lamerme los pezones y acariciar mis
pechos me hizo sentir un gusto enorme y
deje poco a poco de resistirme,
empujándole cada vez con menos fuerza.
Mi punto débil son las tetas...
- ¡ Para ya, por favor ! - le repetía
intentando guardar una invisible
distancia.
Estaba como un toro, se retorcía sobre
mí y apoyando su cuerpo sobre el mío,
me sostenía los brazos con su cuerpo y
mientras me besaba el cuello, me lamía
las orejas, me metía la lengua entre mis
labios...
Yo apenas podía hablar y menos
levantar la cabeza y ver como
reaccionaban los demás, que sin tardar
mucho me rodearon y empezaron a
sobarme como si de un rito satánico se
tratase. Notaba sus manos por mis pies,
por mis piernas, tocándome el coño, los
muslos, otros me besaban, me chupaban.
¡ que sensación !. Yo estaba
prácticamente inmóvil.
- ¡ Dejarme, no me hagáis esto ! - volvía
a suplicarles, pero al mismo tiempo
estaba totalmente entregada a aquel
maravilloso acto.
Es una sensación en la que sientes un
miedo terrible y eso se suma a un gran
gusto interior que te hace captar mayores
vibraciones...
Mis gemidos se hacían más y más
fuertes, acompañados de algún grito y
alguna lágrima, no sé si de gusto, de
dolor, de miedo ó de nervios. Cuanto
más oía mis gemidos y mis gritos notaba
más y más placer. Cuatro hombres
estaban chupándome, besándome y
tocándome por todo el cuerpo. Yo me
iba relajando cada vez más, cerraba los
ojos y me concentraba intentando darle a
mi cuerpo todo el placer que recibía de
ellos. Notaba como se humedecían mis
muslos, seguramente por los flujos de
aquellos ardientes penes, por mis
propios fluidos o por sus húmedas
lenguas. Sergio recostado a mi lado, me
sostenía la cabeza con sus manos y me
besaba mientras nuestras lenguas se
cruzaban, primero dentro de mi boca y
luego dentro de la suya.
Ligeramente podía ver como Cesar, de
rodillas a mis pies, acariciaba la planta
y los dedos, chupeteaba mis tobillos y
mis pantorrillas, Chema me acariciaba
la cintura y el ombligo con una mano y
con la otra me acariciaba el vello de mi
coño, mientras recorría con su lengua el
interior de mis muslos y Lolo me
chupaba los pezones mientras sostenía
las tetas entre sus manos...
Aquello era increíble. Siempre había
soñado con algo parecido, que varios
chicos ardientes me sobaran, me
metieran mano por todos lados y me
chuparan me besaran e hicieran con mi
cuerpo lo que quisieran.
Me giraban poniéndome boca a abajo en
el suelo, me chupaban los glúteos, la
espalda, la parte de atrás de mis muslos,
la nuca, las piernas, me volvían a girar
otra vez boca arriba y yo me dejaba
hacer como si fuera una muñeca.
- ¡ Dios mío, que gusto ! - me salió un
grito de repente.
Sergio levantó su cabeza y me sonrió. Se
puso en pie. Me daba miedo. Yo seguía
tumbada boca arriba. Los demás
continuaban en sus chupeteos,
tocamientos y besos por todo mi cuerpo.
Sergio se sentó sobre mis hombros
aplastándome contra el suelo y
colocando su polla sobre mi barbilla.
Comenzó a pasar su glande por la
comisura de mis labios. Yo notaba el
dulce sabor de sus jugos pre-seminales.
Saqué mi lengua instintivamente y
empecé a lamer aquella verga. El cerró
los ojos y lanzó un gemido. A pesar de
estar aplastándome, el gusto que me
daban entre todos era muy superior al
dolor que pudiera sentir por el peso de
Sergio sobre mi. Yo seguía metiendo y
sacando de mi boca su extraordinario
miembro erecto.
Sentí de pronto como uno de ellos me
separaba las piernas, no podía ver quien
era, puso su boca en mi pubis,
comenzándome a besar alrededor de mi
recortadito vello, por mis ingles y
pasando su lengua por mis labios
vaginales. ¡Que gusto!
Reconocí que era Chema cuando dijo:
- ¡ Que rica estás !
Un placer inmenso recorrió mi cuerpo,
era tal el gusto que sentía que parecía
que me iba a desmayar. El chupeteador
de Chema metió su lengua en mi coño y
lamía mi clítoris. Movía con estilo su
lengua dentro de mis labios y todo mi
chochito se estremecía de gusto.
Chupaba, besaba, mordía y acariciaba
mi coño. Le agarré de las orejas para
notarle más dentro de mí y enseguida
tuve un orgasmo increíble , lanzando una
especie de lamento. Él a continuación
bajó a mi ano chupando a su alrededor,
mientras yo seguía corriéndome en un
largo orgasmo, sin dejar de degustar
toda la polla de Sergio como si fuera un
rico caramelo.
Alguien recorría la parte interior de uno
de mis muslos con su lengua, pudiendo
notar su ardiente aliento. Otro hacía lo
mismo con la otra pierna, dándome
ligeros mordiscos y el último me sobaba
las tetas y con su capullo recorría mis
curvas, por las caderas, el vientre, las
axilas...
Estaba siendo comida entera por cuatro
lobos y estaba totalmente entregada a
aquel juego tan ardiente que no quería
que acabara nunca.
Con mis dientes dibujaba círculos en el
duro falo de Sergio, haciéndole sentir
mayor placer. Él me acariciaba la cara,
el cuello y el pelo. De pronto Chema
dijo:
- ¡ Que buenísima estas, te voy a follar !
Sergio sacó de repente la polla de mi
boca que para entonces parecía le iba a
estallar y se levantó empujando a su
amigo y a la vez separando a todos los
demás de mi cuerpo, yo no entendía lo
que pasaba.
- Yo debo ser el primero. - dijo como
confirmando un turno prefijado.
Me asustaba todo aquello, pero al
mismo tiempo quería que continuase.

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