245 42 Tito Livio Guerra de Sagunto 18
245 42 Tito Livio Guerra de Sagunto 18
245 42 Tito Livio Guerra de Sagunto 18
TITO LIVIO
Guerra de Sagunto (Libro XXI)
TRADUCCION Y NOTAS
DE
NOTAS.—
(1) El general cartagines Anibal, puesto al frente de las tropas cartaginesas a la muerte de As-
drubal, se dispone a perfeccionar la obra de sus antecesores, sometiendo por completo a Es-
pana para preparar su marcha contra Italia. Para ello empieza enfrentandose en guerra a la Ciu¬
dad ibferica de Sagunto, la mis poderosa de las situadas en la costa mediterrinea al sur del
Ebro. El ataque a esta ciudad planted un delicado problema diplomitico, cuyos tdrminos no
son del todo claros para nosotros. Un tratado del ano 348 a. J.C. fijd a Cartagena como limite
septentrional del dominio cartagines, quedando Sagunto como territorio neutral entre aquel y
la zona de influencia romana. Pero por un tratado que los romanos hicieron con Asdrubal el
ano 226, se fijd el Ebro como frontera entre las esferas de influencia de las dos potencias, con
lo cual parece que Sagunto quedd abandonado a los cartagineses. Si las cosas ocurrieron real-
mente asi, los romanos no podian, en estricto derecho, protestar por el ataque a Sagunto. Los
cartagineses se atenian a la letra del tratado, afirmando que dste se referia a los aliados que
tenian los romanos en el momento de firmarlo, en tanto que los romanos pretendian hacerlo
extensivo no sdlo a aquellos aliados sino a todos los que tuvieran en adelante. Elios se atuvie-
ron mis bien al espiritu del tratado. Por tanto, como afirma un principe cartagines: «Vobiscum
una disceptatio est, licueritne per foedus fieri. Itaque, quoniam discerni placet, quid publico
consilio, quid sua sponte imperatores faciant, nobis vobiscum foedus est Lutatio consule ic-
tum, in quo cavetur utrorumque sociis, nihil de Saguntinis (necdum enim erant socii vestri)
cautum est. At enim eo foedere, quod cum Asdrubale ictum est, Saguntini excipiuntur. Adver-
sus quod nihil ego dicturus sum, nisi quod a vobis didici: Vos enim, quod C. Lutatius consul
primo nobiscum foedus icit, quia neque auctoritate patrum, nec populi iussu ictum erat, negas-
tis vos eo teneri. Itaque aliud de integro foedus publico consilio ictum est. Si vos non tenent
vestra foedera, nisi ex auctoritate aut iussu vestro icta, ne nos quidem Asdrubalis foedus,
quod nobis insciis icit, obligare potuit» (Tito Livio, libro XXI, cap. XVIII). Pero el hecho es que, al
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verse amenazados, los saguntinos enviaron legados a Roma, reclamando la proteccidn a que
tenian derecho como aliados del pueblo romano. Esta alianza se concertd probablemente con
posteriorldad al tratado del 226, y se explica por las estrechas relaciones que los saguntinos
mantenian con Massalia (Marsella) y otras colonias griegas aliadas de Roma. El Senado roma¬
no, que no se hacia ilusiones sobre las intenciones de Anibal, considerO la conveniencla de
declarar ipso facto la guerra a Cartago, pero terminO imponifendose la opinion dilatoria de que
se mandara una embajada para protestar de los manejos de Anibal y pedir garantias. Anibal,
entretanto, siguid adelante con sus planes.
pasos (1) del mar. Sus habitantes se decian oriundos de la isla de Zacinto
(2), mezclados mas adelante con aigunos rbtulos de Ardea (3). Por lo demas,
habia acrecentado en breve tiempo sus riquezas hasta un alto grado, bien
por su comercio de mar y tierra, bien por el aumento de su poblacibn, o bien
por el valor sagrado de sus prinpipios, a causa de los cuales rindieron culto
a su lealtad de aliados hasta su propia ruina. Habiendo penetrado Anibal en
su territorio con un temible ejercito, despues de haber devastado por com-
pleto sus campos, atacd la ciudad por tres puntos a la vez. Un Angulo de la
muralla se adelantaba en un valle mas llano y descubierto que el terreno
inmediato; contra este lado de la muralla se propuso situar los manteletes,
a cuyo amparo podria acercarse el ariete a las murallas; pero tanto como, le-
jos de la muralla, el terreno habia sido bastante favorable para el transporte
de manteletes, asi tambibn no lo fue en absoluto cuando se Ileg6 a la reali-
zacibn de la obra. Se hallaban dominados por un torre inmensa, y el muro,
como era el flanco debil de la plaza, habia sido fortificado a mayor altura
que el resto; en fin, que lo mas escogido de la juventud, alii era donde debia
encontrar las mayores fatigas y peligros y donde debia hacer los mayores
esfuerzos. Al principio, una lluvia de dardos aleja a los sitiadores sin dejar a
los trabajadores ningun lugar suficientemente seguro; despues, bien pron¬
to, ya no solamente centelleaban sus dardos en defensa de sus murallas y
de su torre, sino que su arrojo les llevaba a lanzarse tambibn sobre los cuer-
pos de guardia y los trabajos de sitio enemigos; en aquellos desordenados
encuentros, por lo regular, no caian mas saguntinos que cartagineses. Pero
cuando el propio Anibal, mientras escalaba demasiado desprevenidamente
el muro, cayb gravemente herido por un dardo que le atravesb el muslo,
hubo tan gran fuga y confusibn a su alrededor, que no faltb mucho para que
abandonaran las obras y los manteletes.
VIII. Despubs, durante pocos dias, hubo bloqueo mas que asalto, mien¬
tras se curaba la herida de Anibal. En el interin, si bien se produjo una
tregua en el combate, sin embargo no hubo interrupcibn en la preparacibn
de las obras y de las fortificaciones. Y asi pues, la lucha comenzb de nuevo
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(1) Se trata de una distancia equivalente a un kilbmetro y medio; actualmente, el cerro sobre el
que se asentaba el oppidum de Sagunto (y a cuya falda esta hoy la ciudad del mismo nombre)
dista del mar unos cinco kilbmetros (algo m&s de tres millas romanas); la diferencia es debida
al terreno ganado al mar por los aluviones en el transcurso de veintidds siglos.
(2) Se trata de la actual isla de Zante, en el mar Jdnico. El dato es falso, puesto que Sagunto era
una ciudad ibdrica, como atestiguan las monedas conservadas; el error es debidoalasimilitud
de nombres y al hecho de que los griegos habian fundado numerosas colonias en la costa de
Espana, con las que los saguntinos mantenian un asiduo trato comercial.
(3) Ardea era una ciudad del Lacio, al sur de Roma, capital de los rutulos. La supuesta proce-
dencia de Ardea de parte de los habitantes de Sagunto explicaba su fidelidad a los romanos,
pero esta afirmacidn no tiene fundamento alguno y es quizS debida a la forma ARSE que se en-
cuentraen las monedas saguntinas.
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«Despues de hablar Han6n, ningun otro quiso replicarle: hasta tal pun-
to casi todo el Senado era proclive a Anibal. Incluso arguian que Handn ha¬
bia hablado con mayor hostilidad que el propio Flaco Valerio, el legado ro-
mano. Asi pues se respondid a los legados romanos que la guerra se habia
iniciado por parte de los saguntinos, no por parte de Anibal; que el pueblo
romano actuaba indebidamente si anteponia a los de Sagunto a la antiquisi-
ma alianza de los cartagineses.
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A plena luz, tras entregar sus armas a los centinelas enemigos, atrave-
sando la fortaleza fue conducido -el mismo asi lo mandaba- ante el pretor
saguntino. Habiendose formado alii rdpidamente un corro de toda clase de
hombres, retirada la gente que no pertenecia al Senado, este did la palabra
a Alorco. Su discurso fue asi:
XIII. «Si vuestro ciudadano Alcdn, de la misma manera que fue hasta a
Anibal para pedir la paz, hubiera vuelto con las condiciones de esta, no me
hubiera sido necesario llegar aqui a ml, que no soy ni portavoz ni traidor de
Anibal. Pero al permanecer aquel con el enemigo bien por su propia culpa,
bien por la vuestra -si fingid miedo por la suya; por la vuestra si entre voso-
tros corren peligro los que anuncian la verdad-, yo, por la hospitalidad que
me teneis, he venido para que no ignoreis que existen condiciones no sdlo
de salvacidn, sino de paz digna para vosotros. Que por vuestro interes y no
de ningun otro digo lo que digo, sea prueba suficiente el que ni mientras
resististeis con vuestras propias fuerzas ni mientras esperabais ayuda de
los romanos, os mencione la paz. Cuando ya ninguna esperanza os queda
de parte de los romanos, ni teneis murallas ni armas suficientes para defen-
deros, os traigo una paz mas necesaria que justa. Alguna esperanza de esa
paz hay si, de la misma forma que Anibal la ofrece como vencedor, vosotros
la recibis como vencidos. Si no sucede asi, lo que se deja, se deja en perjui-
cio -pues al vencedor pertenece todo-. Si algo os queda pues, lo debeis con-
siderar como ganancia. Os quita la ciudad que en gran parte est& derruida y
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Algunos han escrito que Sagunto fue tomada al cabo de ocho meses
de haber empezado a ser atacada.
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reci6 mbs propia de la dignidad romana que discutir con discursos sobre la
legalidad de los tratados, tanto antes como una vez tomada Sagunto. Pues
si se trata de una discusibn sobre los tbrminos, no se podia comparar el
tratado de Asdrubal con el anterior tratado de Lutacio habibndose dicho ex-
plicitamente en el de Lutacio que lo convenido seria asl si lo aprobaba el
pueblo. En el de Asdrubal no se matizb tal aspecto y se confirmb con el si-
lencio de tantos anos estando aqubl vivo, de manera que, muerto Asdrubal,
nada se cambib. Aunque hubiera que atenerse al primer tratado bastante se
prevenia sobre los saguntinos, aliados exceptuados de ambas partes. Pues
no se habia afiadido «estos que ahora son aliados ni los que se asuman con
posterioridad», solo que «ni los aliados de los cartagineses fueran provoca-
dos a la defeccibn ni se aceptara a los que abandonaran la alianza esponta-
neamente» (1).
.(1) En nuestra traduccibn hemos seguido como texto latino base de la edicibn preparada por la
Universidad de Oxford, t. 111, Libros XXI - XXV, 1.967. En cuanto a traducciones castellanas,
seguimos la editada por E.D.A.F., Madrid, 1.970. Consultamos aslmismo las traducciones fran-
cesas de Dubochet y Chevalier en Histoire Romaine, Llv. XXI, Paris, 1.850. Y mas modernamen-
te, J. Bayet y G. Baillet, ibid., id., 1.958.
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