La Empresa Monsanto

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La empresa Monsanto

Monsanto es una de las multinacionales que abarca el mercado


alimenticio, usa una serie de semillas transgénicas para sus cultivos
y también abarca el mercado global de pesticidas. Monsanto ha sido
criticado también por limitar la variedad de semillas, y por lo tanto
cultivos en el mercado, más lamentablemente ninguno de estos
ejemplosno se compara a otras de las acciones y creaciones en las
que ha estado involucrada la multinacional:

1. Monsanto estuvo involucrada en la creación de la primera bomba


nuclear en la Segunda Guerra Mundial y operó una planta nuclear
en la década de los ochenta para el gobierno estadounidense.

2. En 1944 Monsanto inició con la creación de DDT, un pesticida


que después se prohibió en Hungría en 1968, Noruega y Suecia en
1970, Estados Unidos en 1972. Durante la Convención de
Estocolmo en el 2004 se prohibió su uso general, ya que se acumula
en tejidos grasos y en la leche y causa daños irreparables en los
riñones e hígado.

3. Durante la Guerra de Vietnam, Monsanto fue una de las 7


compañías que le dieron Agente Naranja al gobierno de Estados
Unidos (sin embargo su fórmula era cien veces más fuerte que las
demás) como parte de su programa de Guerra Química. El gobierno
de Vietnam estima que a causa del Agente Naranja murieron
400,000 personas y en los años siguientes medio millón de bebés
nacieron con defectos.

4. Somatotropina bovina (abreviado como BST), es una hormona de


crecimiento artificial ampliamente utilizada en Brasil, Estados
Unidos y México. Ha sido prohibida en el resto del mundo ya que se
ha ligado con problemas de salud (cómo cáncer). La hormona es
utilizada por Monsanto.

5. El uso del aspartame fue aprobado en 1974 y para 1998 era el


causante principal de quejas relacionadas a los aditivos. El
edulcorante no calórico causa dolores de cabeza, diarrea, cambios
de humor, vomito etc. también se ha ligado al cáncer y diabetes.
Monsanto fundó la compañía a NutraSweet en 1980 y gozó el
monopolio de los venenosos endulzantes sin calorías unos años.

6. Desde la década de los noventa la variedad en semillas (y cómo


consecuencia en cultivos) ha disminuido un 90% ya que Monsanto
se ha dedicado a comprar todas las semillas y vender
exclusivamente las que ellos han manipulado genéticamente. El
problema con esto último es que no sólo han comprado gran parte
de las semillas orgánicas, sino han estado comprando a las
compañías que venden semillas y así han reducido el número de
semillas —por lo tanto comida.

7. La solución de Monsanto a la muerte de abejas no fue analizar y


renovar sus tóxicos métodos de cultivo. Estos son demasiado
nocivos para la fauna que poliniza las plantas por lo que han
afectado ecosistemas enteros. En vez se han enfocado en un
acercamiento completamente anti-natural: abejas biónicas.
Entonces: ¿Es Monsanto la peor compañía del mundo? Es probable
que así sea, pero esto es en gran parte porque lo permitimos y hasta
lo alentamos al comprar sus productos en vez de apoyar a
productores locales y orgánicos. El problema con Monsanto es que
es difícil detectar sus cultivos, no vemos en el supermercado
jitomates o manzanas que dicen Monsanto. Para evitar comer sus
productos (o los de las otras multinacionales como Cargill,
Halliburton, Bechtel, o De Beers) hay que enfocarnos en consumir
sólo productos orgánicos. Los alimentos procesados
indudablemente tendrán algún producto/ingrediente transgénico,
criado y formulado reteniendo químicos y pesticidas. Algunas de
las marcas que utilizan productos Monsanto, que deberíamos
evitar a toda costa son:

La historia de Monsanto refleja un cuadro persistente de sustancias químicas


tóxicas, demandas, y ciencia manipulada. ¿Es este el tipo de entidad que
queremos para controlar el suministro de alimentos de nuestro mundo?
Para muchos es “paranoico” e incluso “caricaturesco” señalar a la Corporación Monsanto
como el “Imperio del Mal”.
Sin embargo una breve revisión histórica expone como sembró y cosechó miseria durante el
transcurso de un siglo con productos tóxicos como el Aspartamo, DDT, PCB, la hormona de
Crecimiento Bovino, Sacarina, entre otros.

Algunos de estos elementos tóxicos como el RoundUp y el Agente Naranja han causado
generaciones de niños con malformaciones y problemas de cáncer.

Cuando usted reflexiona por un momento sobre los productos desarrollados por Monsanto,
¿qué encuentra? Esta es una lista certificada por organismos legales mundiales, describiendo
12 creaciones que Monsanto lanzó al mercado:
1. Sacarina.
John Francisco Queeny fundó “Monsanto Chemical Works”, con el objetivo de producir
sacarina para Coca-Cola. Estudios realizados durante la década de 1970 mostraron que este
químico produce cáncer en ratas y otros mamíferos de prueba. Sin embargo, tras descubrir
que causa el mismo efecto en humanos, Monsanto sobornó a médicos e instituciones para
seguir comercializandola.
2. PCBs.
Durante la década de 1920, Monsanto comenzó a expandir su producción química mediante
bifenilos policlorados (PCB), para producir fluidos refrigerantes de transformadores
eléctricos y motores.
Cincuenta años después, la EPA publicó un informe citando a los PCBs como causantes de
cáncer en animales, con pruebas adicionales indicando que produce cáncer en seres
humanos.

Casi 30 años después los PCBs fueron prohibidos en EE.UU., este químico sigue apareciendo
en la sangre de las mujeres embarazadas, como se informó en un estudio de 2011. En muchas
áreas de Argentina se sigue utilizando PCBs.

3. Poliestireno.
En 1941, Monsanto comenzó a enfocarse en plásticos y el poliestireno sintético, que todavía
es ampliamente utilizado para envasar alimentos.
El poliestireno fue clasificado quinto en la lista de 1980 de la EPA, donde se enumeran
productos químicos cuya producción genera los residuos más peligrosos.

Al estar en los envases de comida ingerimos poliestireno (efecto de migración), que causa
depresión, cáncer y daños a los nervios. Los vasos y recipientes hechos de este material
sintético son difíciles de reciclar. Deben ser derretidos utilizando un equipo adecuado que la
mayoría de los centros de reciclaje no poseen.

Dentro de 1000 años, la bandeja de carne que usted compró en Carrefour o Wall-Mart seguirá
existiendo en alguna parte del planeta. Es fatal para la vida marina: Flota en la superficie del
océano, se descompone en pequeñas esferas que los animales comen. Las tortugas de mar,
por ejemplo, pierden su capacidad de sumergirse y mueren de hambre.

4. Bomba Atómica y armas nucleares.


Poco después de ser adquirida por Thomas and Hochwalt Laboratories, la corporación
Monsanto se convirtió en una división de su Central Research Department. Entre 1943 y
1945, este departamento coordinó esfuerzos de producción clave con Manhattan Project. Lea
sobre el mayor accidente industrial de Norteamérica.

5. DDT.
En 1944, Monsanto empezó a fabricar el insecticida DDT, con la excusa de combatir a los
mosquitos “transmisores de malaria”.

En 1972, el DDT fue prohibido en EE.UU. – Sus efectos adversos para la salud humana
incluyen infertilidad, fallos en el desarrollo, destrucción del sistema inmunológico, muerte.

El DDT impide al andrógeno unirse con su receptor, bloqueando, por lo tanto, al andrógeno
para conducir un normal desarrollo sexual, dando lugar a anormalidades. Durante un
experimento llevado a cabo en el Mar Caspio (Mediterráneo), el DDT a una concentración de
1 ppb redujo la población de peces hasta un 50%.

El transporte atmosférico de largo de esta sustancia afecta actualmente a todos los seres vivos
del planeta. Fue detectado en el aire del Ártico, terreno, hielo y nieve y virtualmente en todos
los niveles de la cadena alimentaria mundial.

Los sedimentos del fondo en lagos y los lechos de los ríos actúan como reservas para el DDT
y sus metabolitos. Todos los bebés humanos nacen con DDT en la sangre.

6. Dioxinas.
En 1945, Monsanto comenzó a promover el uso de pesticidas químicos en la agricultura con
la fabricación del herbicida 2,4,5-T (uno de los precursores de agente naranja), que contiene
dioxina.

Las dioxinas son un grupo de compuestos químicamente relacionados que se conocen como
los “Doce del patíbulo” – Son contaminantes ambientales persistentes que se acumulan en la
cadena alimentaria, principalmente en el tejido adiposo de los animales.

Durante décadas, desde que fue desarrollado por primera vez, Monsanto fue acusada de
encubrimiento o no informar sobre la contaminación por dioxinas en una amplia gama de
sus productos.

7. Agente Naranja.
Durante la década de 1960, Monsanto fue el principal fabricante de Agente Naranja, un
herbicida / defoliante utilizado como arma química en la guerra de Vietnam.

La fórmula de Monsanto tenía niveles de dioxinas mucho mayores que el Agente Naranja
producido por Dow Chemicals, el otro fabricante (por lo que Monsanto fue el acusado clave
en la demanda presentada por veteranos de la guerra en los Estados Unidos).

Como resultado del uso de Agente Naranja, Vietnam estima que más de 400.000 personas
fueron asesinadas o mutiladas, 500.000 niños nacieron con defectos de nacimiento, y un
máximo de 1 millón de personas quedaron discapacitadas o sufrieron problemas de salud,
por no hablar de los efectos a largo plazo que lesionaron a más de 3 millones de soldados
americanos y sus descendientes.

Memos internos de Monsanto muestran que la corporación conocía perfectamente los


problemas de contaminación por dioxinas del Agente Naranja cuando vendió el producto al
gobierno de EE.UU. (para su uso en Vietnam).

Sin embargo, la “Justicia” norteamericana permitió a Monsanto y Dow apelar y recibir


protección financiera por parte del gobierno, ignorando a los veteranos que buscan una
compensación por haber sido expuestos al Agente Naranja.
Recién en el año 2012, 50 años más tarde del rociamiento con Agente Naranja, comenzaron
algunos esfuerzos por limpiarlo.

Mientras tanto, el legado de Monsanto para las generaciones futuras se traduce nacimientos
de niños deformes, que continuarán durante las próximas décadas.

¿Piensa que no puede suceder aquí?


Varios cultivos argentinos son modificados genéticamente para resistir un herbicida hecho
con el principal componente del Agente Naranja (2,4-D), con el fin de luchar contra las “súper
malas hierbas” desarrolladas por el RoundUp. Estos químicos persisten en los alimentos
hasta llegar a las góndolas del supermercado y más tarde a su estomago.

8. Abono a base de petróleo.


En 1955, Monsanto empezó con la fabricación de “fertilizantes” a base de petróleo, luego de
comprar una refinería petrolera.

Los “fertilizantes” a base de petróleo matan microorganismos benéficos del suelo


esterilizando la tierra y creando dependencia, es como una adicción a los sustitutos
artificiales. Dado el creciente precio del petroleo no parece una opción demasiado económica
ni prospera…

9. RoundUp.
Durante la década de 1970 Monsanto fundó su división Agricultural Chemicals, para producir
herbicidas, y uno en particular: RoundUp (glifosato).

La propaganda de Monsanto es que puede erradicar “las malezas” un día para el otro.

Por supuesto los agricultores lo adoptaron de inmediato.

La utilización de este químico aumentó cuando Monsanto introdujo las semillas “RoundUp
Ready” (resistentes al glifosato), lo que permite a los agricultores a saturar el campo con
herbicidas sin matar estos cultivos (transgénicos).

Monsanto es una corporación muy poderosa, como lo demostró recientemente haciendo


firmar a Obama un Acta de Protección para sus crímenes.

Y aunque el glifosato inicialmente fue aprobado por organismos reguladores de todo el


mundo, y es ampliamente utilizado en Argentina y Estados Unidos, más tarde fue
prácticamente erradicado de Europa.

El RoundUp fue hallado en muestras de aguas subterránea, así como en el suelo, y el mar, e
incluso en las corrientes de aire y las lluvias. Pero por sobre todo en alimentos.

Es el causante de la desaparición de abejas, y produce malformaciones, infertilidad, cáncer y


destrucción del sistema inmunológico. Los estudios independientes demostraron efectos
sobre la salud consistentemente negativos que van desde tumores y función orgánica
alterada, hasta muerte por intoxicación. El RoundUp es Agente Naranja con distinto nombre.

10. El aspartame (NutraSweet / Equal).


Fue descubierto accidentalmente durante una investigación sobre hormonas
gastrointestinales. Se trata de un producto químico dulce que en primera instancia, mató a
un mono bebé y dejó a otros 5 dañados gravemente (sobre un total de 7 monos), en un ensayo
clínico realizado para que la FDA apruebe el Aspartame. ¡Y la FDA lo hizo! (1974).

En 1985, Monsanto adquirió la empresa que fabricaba aspartame (GD Searle) y comenzó a
comercializar el producto rebautizándolo NutraSweet.
Veinte años más tarde, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE.UU. publicó
un informe que enumera 94 problemas de salud causados por el aspartamo.

11. Hormona de Crecimiento Bovino (rBGH).


Esta hormona modificada genéticamente fue desarrollada por Monsanto para ser inyectada
en las vacas lecheras y aumentar la producción de leche cuando no hay escasez de leche.

Las vacas sometidas a rBGH sufren un dolor insoportable debido a la inflamación de las
ubres, y mastitis. El pus de la infección resultante entra en el suministro de leche que requiere
el uso de antibióticos adicionales. La leche rBGH produce cáncer de mama, cáncer de colon,
y cáncer de próstata en seres humanos.

12. Cultivos Genéticamente Modificados OGM / GMO / GM.


A principios de la década de 1990, Monsanto comenzó el “empalme” de genes de maíz,
algodón, soja y canola.

Utilizó ADN de fuentes extrañas para lograr dos características principalmente:

Un pesticida generado internamente, y resistencia al herbicida RoundUp de Monsanto.

En otras palabras, las plantas envenenan y matan a los insectos y mamíferos que las devoran,
y, resisten el agroquimico (pariente del Agente Naranja) RoundUp que persiste en ellas
incluso tras su procesamiento hasta llegar al consumidor.

Por supuesto la transgenesis se ha extendido. Papas, frutillas, manzanas, tomates, lechuga,


tabaco, peras, sandías. TODO tiene su versión OGM.

Pese a las décadas de propaganda diciendo que los cultivos genéticamente modificados
podrían alimentar al mundo, que tendrían más nutrientes, resistencia a la sequía, o mayor
rendimiento, ninguna de esas promesas se cumplió.
Los cultivos GM no alimentan al mundo, causan cáncer. No tienen más nutrientes, de hecho
no alcanzan ni un 10 % de los nutrientes de los cultivos orgánicos. No resisten a la sequía.

No brindan mayor rendimiento sino menor rendimiento, mientras encarecen la producción.

La mayoría de las ganancias de Monsanto provienen de las semillas diseñadas para tolerar el
RoundUp, este diseño transforma a los “alimentos” en armas mortales para la humanidad.

Los ingresos de Monsanto aumentan constantemente ya que los agricultores se ven obligados
a usar más y más químicos debido a la proliferación de super malezas que evolucionan
desarrollando resistencia al RoundUp.

Monsanto y los medios de comunicación masivos ocultan que el Amaranto orgánico era el
verdadero alimento proyectado para la humanidad del futuro. Cura el cáncer, lo previene, es
el cereal más nutritivo del planeta y fue la primera planta en germinar en el espacio. Tal es
así que los astronautas de la NASA utilizan amaranto para mantenerse saludables y no soja.

Al igual que durante los primeros días de los PCB, el DDT, o el Agente Naranja, Monsanto ha
engañado y sobornado con éxito a los organismos públicos y reguladores generales
implantando la creencia de que el RoundUp y los cultivos modificados genéticamente son
beneficiosos y “seguros”.

Sin embargo Monsanto tuvo que ordenar a Obama que firmara una Ley en salvaguarda de la
corporación para defenderse de las denuncias y demandas producto de 100 años de nuevos
estudios que demuestran los efectos negativos e impactos ambientales de los OGM.
Monsanto ataca dichos estudios científicos mediante medios de comunicación masivos
controlados, denigrando e ignorando a las organizaciones independientes, y científicos
honestos.

Pero además, Monsanto cuenta con asociaciones industriales, blogs, científicos sobornados,
“ciencia independiente” falsa y todo tipo de herramientas que a su vez, los mismos medios de
comunicación corruptos patrocinan, sumado a cientos de miles de artículos de relaciones
públicas “privadas” realizados por empresas que con frecuencia fueron fundadas, son
financiadas y mantenidas por Monsanto.

Desafortunadamente, muy pocos de nosotros tomamos el tiempo para localizar a los


miembros fundadores, y las relaciones de estas fuentes no válidas con Monsanto. (Leer más
en esta página en inglés).

La FDA respalda enfáticamente a Monsanto, ya que comparte funcionarios con Monsanto


mediante el fenómeno “Puertas Giratorias”.

En el siguiente gráfico elaborado por Millones contra Monsanto puede ver algunos ex
vicepresidentes de Monsanto y abogados de la firma que más tarde ocuparon cargos en la
FDA. Y no se olvide de Clarence Thomas, el ex abogado de Monsanto, que siendo juez de la
Corte Suprema de Justicia, falló a favor de Monsanto en cada caso presentado.

El viento y las abejas transportan mutaciones genéticas de Monsanto a la naturaleza salvaje,


comprometiendo el ecosistema global. Muy pronto todas las plantas serán transgénicas.

13. Un producto extra para este informe:


Las semillas Terminator.
A finales de 1990, Monsanto desarrolló tecnología para producir granos estériles incapaces
de germinar.

Estas “semillas Terminator” obligarían a los agricultores a comprar nuevas semillas de


Monsanto cada año, en lugar de guardar y reutilizar las semillas de sus cosechas como lo
hicieron durante siglos. Afortunadamente, esta tecnología fracasa en al mercado.

Por lo cual Monsanto decidió exigir a los agricultores la firma de un contrato de acuerdo para
que no re-utilicen ni vendan las semillas, lo que les obliga a comprar nuevas semillas y se
antepone a la necesidad de un “gen terminator”.

El fracaso parcial de las semillas terminator es una suerte para nosotros … ya que también
eran susceptibles a polinización cruzada y podrían haber contaminado cultivos y bosques en
todo el mundo. Lo cual no significa que este objetivo siga en los planes de Monsanto.

¿Cómo se traduce el legado de Monsanto para la humanidad?

Entre el 85% y el 90% de los alimentos que usted consume cada día tiene OGMs y tóxicos
químicos de Monsanto, y residuos de RoundUp.
(Las cifras en esa fuente están desactualizadas)

¿Cómo logra Monsanto su impunidad? Según la Asociación de Consumidores Orgánicos en


un documento del año 2011, “Hay una correlación directa entre el suministro de alimentos
genéticamente modificados y los $ 2,000,000,000,000 de dólares que el gobierno de EE.UU.
gasta anualmente en atención médica, es decir, una epidemia de enfermedades crónicas
relacionadas con la dieta y un vinculo comercial con los laboratorios de fármacos y vacunas.

En lugar de frutos sanos, verduras, granos y animales alimentados con hierba natural, las
granjas industriales de Estados Unidos y Argentina producen un exceso de comida chatarra
de ingeniería genética para ocasionar enfermedades cardíacas derrame cerebral, diabetes y
cáncer, con el respaldo de subsidios agrícolas, mientras que los agricultores orgánicos no
reciben dichas subvenciones.

La historia de Monsanto refleja un cuadro persistente de sustancias químicas tóxicas,


demandas, y ciencia manipulada. ¿Es este el tipo de entidad que queremos para controlar el
suministro de alimentos de nuestro mundo?

Monsanto no deja de generar fuertes críticas por el impacto


negativo que ha tenido sobre la alimentación y la salud en
nuestro planeta.
Monsanto es una transnacional que promociona productos transgenéricos. La organización
Greenpeace México señala que uno de los planes de Monsanto es convertir la
producción agrícola y alimentaria en un gran experimento genético.
A continuación los 12 productos más nocivos creados por Monsanto.

1. Sacarina
En 1901 John Francisco Queeny fundó la compañía Monsanto Chemical Works en St.
Louis, Missouri, para producir sustitutos del azúcar. Es uno de los edulcorantes más
antiguos y usado principalmente para la elaboración de galletas, golosinas, gaseosas y
otros alimentos. Entre sus efectos negativos destaca la modificación de la flora bacteriana
que favorece el aumento de peso y el riesgo de padecer diabetes tipo 2.

2. PCBs (bifenilos policlorados)


En la década de los 20 del siglo pasado Monsanto empezó a producir los bifenilos
policlorados. Se han usado como lubricantes y refrigerantes en transformadores,
condensadores y otros equipos eléctricos. Entre los efectos a la salud destaca el acné o
erupción (cloroacné), así como alteraciones en la sangre y la orina que indican daños al
hígado. Los PCBs han sido tipificados por las Naciones Unidas como un Contaminante
Orgánico Persistente (COP).
3. Poliestireno
En 1941 Monsanto se enfocó en el plástico y el poliestireno sintético no biodegradable
para empaquetar los alimentos. Su uso más común se encuentra en el envasado de
alimentos conocida como la espuma de poliestireno. Es considerado el mayor responsable
de los residuos peligrosos a escala global. Síntomas como depresión, dolor de cabeza,
fatiga y debilidad están asociados a una exposición crónica con el producto.
4. Armas nucleares
En 1936 Monsanto adquirió Thomas & Hochwalt Laboratories en Ohio y lo convirtió en su
Departamento Central de Investigación. Entre 1943 y 1945 el departamento coordinó sus
esfuerzos con el Comité de Investigación de la Defensa Nacional de EE.UU. y se dedicó a
la purificación y producción de plutonio, y a refinar las sustancias químicas que se usan
como detonantes para armas nucleares.

5. DDT (dicloro difenil tricloroetano)


En 1944, Monsanto fue uno de los primeros fabricantes del insecticida DDT, diseñado para
combatir los mosquitos transmisores de la malaria. En 1972 fue prohibido por estar
relacionado con daños en el hígado, infertilidad y daños temporales al sistema nervioso.
6. Dioxina
En 1945, Monsanto promueve el uso de pesticidas químicos en agricultura y fabricó el
herbicida 2,4,5-T, uno de los precursores del agente naranja que contiene dioxina. Se
acumulan en la cadena alimentaria principalmente en el tejido adiposo de los animales. Es
muy tóxico, está relacionado con problemas de reproducción y desarrollo, afecta el sistema
inmunitario, interfiere en las hormonas y provoca cáncer.
7. Agente naranja
En la década de los 60, Monsanto era uno de los fabricantes de este agente que fue usado
como arma química en la guerra de Vietnam. Cerca de 400 mil personas fueron
asesinadas o mutiladas con este agente, 500 mil nacieron con defectos, entre otros
problemas de salud. Los informes internos de Monsanto revelan que la compañía estaba
al tanto sobre los efectos tóxicos del agente naranja cuando lo vendió al Gobierno de
EE.UU.

8. Fertilizantes a base de petróleo


En 1955 Monsanto inició esta práctica luego de compra una refinería petrolera. Los
fertilizantes a base de petróleo destruyen los microorganismos del suelo.
9. Herbicida RoundUp
También conocido como glifosato (un componente principal del herbicida RoundUp. Varios
estudios han demostrado que el herbicida está relacionado con el cáncer, así como la
interferencia con el sistema hormonal de los mamíferos que provoca trastornos del
desarrollo, defectos de nacimiento y tumores.
10. Aspartamo
Es un edulcorante artificial usado en gaseosas dietéticas, chicles y bebidas en polvo, entre
otros. Estudios revelan que un consumo excesivo de estos contribuye a la aparición de
linfomas y leucemia en la población más joven.
11. Hormona del crecimiento bovino (rBGH)
Es una hormona genéticamente modificada que se inyecta en las vacas lecheras para
aumentar la producción de leche. Este eleva los niveles de pus, residuos antibióticos y
una hormona aceleradora del cáncer llamada IGF-1. Está vinculada con el cáncer de
mama, colon y próstata.
12. OGM (organismos genéticamente modificados)
La Organización de Naciones Unidas (ONU) define a un organismo genéticamente
modificado (OGM) como un organismo animal o vegetal que ha sufrido cambio genético
para darle nuevas propiedades.En la década de los 90 Monsanto inició esta campaña que
aún continúa. Estudios han demostrado efectos perjudiciales en la salud como el cáncer
de hígado y riñón.

La nueva estrategia mundial de Monsanto


Los escándalos derivados de la producción de semillas autodestructivas y el
fuerte rechazo –proveniente sobre todo de grupos ecologistas europeos–
provocaron un cimbronazo en la empresa multinacional Monsanto. El resultado
es una feroz estrategia publicitaria que busca resaltar su “ética” para crear un
terreno ilimitado de operaciones. Con esa estrategia, que apunta a la
conformidad de generaciones futuras basándose en el sistema educativo, no
sólo se pretende doblegar la ley, sino incluso hacerla.

La alarma sonó en Monsanto: después de una amenaza de bomba en su sede francesa de Peyrehorade,

en el departamento de Las Landas, la segunda empresa mundial de semillas agrícolas incluyó en su red

intranet un protocolo de seguridad para casos de ataques cibernéticos o físicos contra sus empleados.

Estos fueron conminados a denunciar cualquier comportamiento sospechoso, cualquier llamada

telefónica no identificada, a cualquier persona que no luzca su tarjeta de identificación; deben cerrar con

llave todas las puertas, bloquear el acceso a las computadoras por medio de contraseñas y dejar de

utilizar los módem conectados con el exterior. En cuanto a las entrevistas con los periodistas, están

prohibidas, salvo a las personas expresamente autorizadas. Por otra parte, este culto del secreto no es

del todo ajeno a la actual directora de comunicación de Monsanto-Francia, Armelle de Kerros, ex


funcionaria de la Compagnie Générale de Matières Atomiques (Cogema). Lo que no impide a Monsanto

declarar su intención de ser una empresa “transparente”.

A partir del escándalo de Terminator, primera planta asesina en la historia de la agricultura 1, la empresa

se debate entre una actitud de paranoia defensiva y una agresividad estratégica debida a sus

contrariedades. Los problemas comenzaron cuando Monsanto compró la firma Delta & Pine Land por la

suma de 1.800 millones de dólares. Con esa operación Monsanto se apropiaba de una patente que

permitía “bloquear” la reproducción de las semillas por medio de una ingeniería genética que inhibía su

rebrote de un año al otro. Esto hizo que la organización RAFI (The Rural Advancement Foundation

International) designara dicha técnica de esterilización con el nombre de Terminator. Ante el escándalo

suscitado, el presidente de Monsanto, Bob Shapiro, anunció que retiraba el producto y presentó su

renuncia.

Desde entonces, la multinacional abandonó su ambiciosa consigna de otros tiempos: “Nutrición, salud,

futuro” y trata de reconstruir su prestigio. Producir OGM (Organismos Genéticamente Modificados,

púdicamente bautizados biotecnologías) es, en efecto, una empresa de alto riesgo, tanto en términos de

imagen como de inversión. Para no hablar de los posibles accidentes biológicos: amenazas sobre la

biodiversidad, aparición de insectos mutantes o resistencia a los insecticidas incorporados en las plantas

transgénicas2. La Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA) ya incitó a los

agricultores a dedicar al menos el 20% de sus tierras a cultivos convencionales, con el fin de que puedan

desarrollarse insectos no resistentes al transgen Bacillus Thuringiensis.

Eventualidades que explican que, en la serie incesante de fusiones-compras y reestructuraciones, la

parte de la agroquímica que engloba las biotecnologías vegetales (es decir, los OGM) sea

sistemáticamente aislada de los otros sectores, a fin de compartimentar el riesgo transgénico. Es en el

marco de esa lógica que Aventis trata de desvincularse de CropScience, su rama agroquímica. En efecto,

la firma había comercializado el maíz transgénico Starlink, susceptible de provocar alergias en los seres

humanos3. A pesar de estar destinado exclusivamente a la alimentación animal, ese maíz fue utilizado

masivamente en la elaboración de los chips y los corn-flakes vendidos en Estados Unidos, y también en

la pastelería marca Homemade Baking (“Elaboración Casera”) comercializada en Japón. Fue en ese

contexto que en octubre de 2000 surgió Syngenta –se presentó en la Argentina en mayo de 2001–, el

primer grupo mundial de agroquímica, nacido de la unión de la suiza Novartis con la anglo-sueca Astra-

Zeneca, y cuya facturación rondará los 8.000 millones de euros (aproximadamente 6.850 millones de

dólares).

Luego de haberse fusionado con la gran firma farmacéutica Pharmacia & Upjohn, Monsanto sólo se

ocupa de la agricultura, con una facturación de 5.490 millones de dólares en 2000. Cedió a Pharmacia la

explotación de su medicamento líder antiartrítico, Celebrex, para especializarse en la fabricación de

productos fitosanitarios, semillas agrícolas, y particularmente semillas genéticamente modificadas.


Monsanto es actualmente el segundo productor mundial de semillas (después de Pionneer), el segundo

en productos fitosanitarios (después de Syngenta), y el primero en herbicidas, gracias a su producto

Roundup, el herbicida más vendido en el mundo (2.600 millones de dólares de facturación en 2000, o

sea, casi la mitad del total del grupo). El objetivo actual de Monsanto consiste en hacer que los

consumidores acepten sus productos transgénicos, persuadiéndolos de que es preferible consumir una

planta genéticamente modificada que una planta que fue rociada con pesticidas4. Para eliminar los

últimos obstáculos, esa estrategia se viste ahora con un ropaje filantrópico y ecológico.

“Buenas intenciones”

Decidida a apostar fuerte a la “ética”, en enero de 2001 Monsanto adoptó nuevos principios, que

incluyen cinco compromisos respecto de su clientela: “diálogo”, “transparencia”, “respeto”,

“participación” y “beneficios”. Según el director general de Monsanto-Francia, Jean-Pierre Princen, los

consumidores europeos –los más reticentes a los OGM– deben entender que un organismo

genéticamente modificado no es otra cosa que un organismo genéticamente mejorado. De allí el

nacimiento del nuevo Monsanto, llamado “proyecto M2” en el lenguaje interno, cuyas semillas son

ecológicas y buenas para la salud. Quienes lo ponen en duda, simplemente están mal informados. Por lo

demás, hagamos tabla rasa del pasado: ¿quién se acuerda de que Monsanto fabricaba el defoliante

conocido como agente naranja, utilizado por los bombarderos estadounidenses en la guerra de Vietnam?

Hoy en día los equipos de la multinacional se reúnen en ciudad Ho-Chi-Minh para vender sus herbicidas

y establecer buenas relaciones con los medios, los científicos y los miembros del gobierno vietnamita.

Desde Filipinas hasta Argentina, se trata de disponer de una latitud de intervención ilimitada: Free to

Operate (libertad para operar) en la jerga de la empresa.

Por lo tanto, para consumo externo, lo mejor es poner de relieve las virtudes ecológicas de los OGM, de

los cuales el grupo comercializa dos variedades. En primer lugar el gen Bt, derivado de la bacteria

Bacillus Thuringiensis, que difunde sus propias toxinas insecticidas, lo que ahorra la fumigación de otros

pesticidas: una cosecha de algodón llamada “Bt” necesitará apenas dos fumigaciones, en lugar de seis u

ocho. La segunda variedad es el Roundup Ready, concebido para resistir al herbicida Roundup. ¡Así, el

agricultor compra al mismo tiempo la semilla y el herbicida! La firma presenta el Roundup como un

producto biodegradable, lo que le valió un juicio por parte de la Dirección General de la Competencia, el

Consumo y la Represión de Fraudes (DGCCRF) de Lyon (Francia), por publicidad engañosa.

En Estados Unidos, la EPA estima que el volumen anual de glifosato diseminado oscila entre los 20 y los

24 millones de kilos5. Se lo utiliza masivamente en la producción de soja, trigo, heno, en los campos de

pastoreo y en los barbechos. Desde 1998 su uso aumentó en un 20% anual. El glifosato, uno de los

componentes del Roundup, es el herbicida más vendido del mundo, y representa para Monsanto una

ganancia anual de 1.500 millones de dólares. La patente caducó en 2000, pero la firma conservará una
parte del monopolio gracias a las plantas genéticamente modificadas, concebidas para tolerar el

glifosato. En la región francesa de Bretaña, el glifosato figura entre los contaminantes importantes y

regulares: en octubre de 1999 se detectó una presencia de dicha sustancia 172 veces superior a la

normal en el Elorn, que alimenta en agua potable un tercio de la región de Finisterre, “lo que prueba que

el Roundup, presentado como biodegradable, es una impostura”, explica la doctora Lylian Le Goff,

miembro de la misión Biotecnologías de la Asociación France Nature Environnement. La contaminación

del suelo, del agua, del agua de lluvia, de toda la cadena alimentaria y del aire por parte de los

pesticidas, se convirtió en un serio problema de salud pública que la administración francesa tardó en

comprender. De allí “la imperiosa necesidad de aplicar el principio de precaución, oponiéndose a la

incitación a utilizar pesticidas, particularmente cuando ésta es estimulada por una publicidad engañosa

que sostiene la inocuidad y la biodegradabilidad de los productos basados en glifosato”, sostiene la

doctora Le Goff.

La ingestión de pesticidas por parte de los consumidores sería mucho mayor si las plantas

genéticamente modificadas se extendieran, dado que están impregnadas de esas substancias. Al igual

que las dioxinas, los pesticidas –entre ellos el glifosato– no son biodegradables en el cuerpo humano, y

constituyen una verdadera contaminación invisible6. Sus moléculas acumulan efectos alérgicos,

neurotóxicos, cancerígenos, mutágenos y hormonales, que alteran la fertilidad masculina. Sus

propiedades son comparables a las de las hormonas femeninas, los estrógenos: globalmente, esas

acciones hormonales serían responsables de una baja del 50% en la tasa de espermatozoides en los

últimos cincuenta años. ¡Si esa declinación espermática continúa, la clonación se impondría a la especie

humana alrededor del año 2060!

Además de sus pretendidas virtudes de biodegradabilidad, las semillas transgénicas compatibles con el

Roundup son, según Monsanto, “amigables con el clima” (climate friendly), pues su utilización permitiría

a los agricultores reducir y hasta eliminar cualquier tipo de labranza, permitiendo que se acumulen en la

tierra grandes proporciones de gas carbónico y de metano, lo que reduciría en un 30% las emisiones de

gas carbónico en Estados Unidos. Falta explicar por qué un cultivo no transgénico sería menos eficaz…

Lo único seguro es que las ganancias serían menores, fundamentalmente porque un cultivo tradicional

no necesitaría del herbicida Roundup. La repentina vocación ecológica de Monsanto y la preocupación de

su presidente, Robert B. Horsch, “por el desarrollo sustentable”, convergen con el interés de los

vendedores de derechos de contaminar, como esos propietarios de tierras en Montana que ya formaron

una coalición para la venta de derechos de emisión de gas carbónico7.

Si la fraseología para uso externo del nuevo Monsanto está centrada en “la tolerancia”, “el respeto” y “el

diálogo”, el vocabulario estratégico interno se torna francamente más crudo. La “filosofía” de la firma, tal

como fue expuesta por Ted Crosbie, director del programa de desarrollo vegetal ante una asamblea de

ejecutivos de Monsanto-América Latina en enero de 2001, no se molesta en buscar matices:


“Suministremos al mismo tiempo el conducto y el futuro”. Es decir, se trata de inundar de OGM las

superficies agrícolas disponibles para ocupar el terreno de manera irreversible. Desde ese punto de

vista, América Latina es “un medioambiente ganador”: sólo en Brasil, Monsanto evalúa en 100 millones

de hectáreas la superficie que queda para “desarrollar”.

Pero ese país sigue siendo reticente a los OGM, se lamentan Nha Hoang y sus colegas del grupo

Monsanto encargados de la estrategia Free to Operate en América Latina: Brasil “ya es el segundo

productor mundial de soja transgénica, después de Estados Unidos, y pronto será sin dudas el primero.

Es la mayor potencia económica de América Latina, pero es la única donde los cultivos transgénicos aún

no fueron autorizados. Los jueces señalaron como defectuoso el proceso de autorización de la soja

transgénica Roundup Ready, pues no se habían hecho los estudios de impacto ecológico apropiados,

llegando a sostener que la actual agencia de regulación de biotecnologías había sido constituida de

manera ilegal”8. La regulación del estatuto de dicha agencia, la CTNBio, espera la ratificación del

Congreso brasileño… Objetivo: desatascar el “conducto” de la soja transgénica para arrastrar otras

autorizaciones de lanzamiento al mercado: maíz Yieldgard, algodón Bollgard y algodón Roundup Ready

en 2002; maíz Roundup Ready en 2003; soja insecticida Bt en 2005. Mientras tanto, Monsanto invierte

550 millones de dólares en la construcción de una fábrica de su herbicida Roundup en el noreste del

Estado de Bahía.

Acaparar la comunicación

La estrategia de la multinacional está centrada en la biotech acceptance: hacer que la sociedad acepte

los OGM, y luego, o al mismo tiempo, inundar los mercados. Ese plan se articula con la ayuda de

grandes campañas de saturación publicitaria. En Estados Unidos, los spots televisivos son directamente

adquiridos por el órgano de propaganda de las empresas del sector, el Council for Biotechnology

Information. Monsanto es cofundadora de ese organismo que centraliza las informaciones relativas a los

“beneficios de las biotecnologías”: “La televisión es una poderosa herramienta para hacer aceptar las

biotecnologías. Por lo tanto miren bien los spots publicitarios y hagan que sus familias y sus amigos los

vean” aconseja vivamente Tom Helscher, director de los programas de biotechnology acceptance de

Monsanto en Crève-C?ur (Missouri). Se trata sobre todo de tranquilizar a los agricultores

estadounidenses que, preocupados fundamentalmente por sus mercados externos, dudan en comprar

semillas genéticamente modificadas.

Si bien Aventis Crop Science, BASF, Dow Chemical, DuPont, Monsanto, Novartis, y Zeneca Ag Products,

lanzaron masivas campañas de propaganda en Estados Unidos, dudan aún en hacer lo mismo en

Europa… En el Reino Unido, el equipo comercial de Monsanto celebró los resultados de su programa

“alegato en favor de las biotecnologías”, que luego de un curso dado por la empresa, permite a sus

agentes comerciales autoproclamarse “expertos” en la materia y, luego, ir a elogiar los méritos de los
productos transgénicos ante los agricultores y en las escuelas. “No hay nada mejor que un exceso de

comunicación” se congratula Stephen Wilridge, director de Monsanto-Europa del Norte.

El sistema educativo constituye evidentemente un punto estratégico clave en la conquista de las mentes.

El programa Biotechnology Challenge 2000, parcialmente financiado por Monsanto, hizo que el 33% de

los alumnos de secundaria irlandeses escribieran informes sobre el papel de las biotecnologías en la

producción alimentaria. Movilizado para distribuir premios y trofeos, el comisario europeo a cargo de la

Protección de la Salud de los Consumidores, David Byrne en persona, no tiene “ninguna duda de que

existe un vínculo entre las reticencias de los consumidores respecto de las biotecnologías y la falta de

seriedad de la información sobre el tema”. El director de Monsanto-Irlanda, Patrick O’Reilly, espera para

2001 una más amplia participación juvenil, pues “estos estudiantes son los consumidores esclarecidos

del mañana y quienes tomarán las decisiones en el futuro”.

Demonizar la oposición

La multinacional aprende a descifrar y hasta a reciclar los mensajes y las expectativas de la sociedad.

Desde hace algunos meses Monsanto oscila entre sus veleidades de diálogo y un rechazo visceral de las

principales Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que critican las supuestas virtudes de los OGM,

empezando por Greenpeace, calificada de “criminal contra la humanidad” por el suizo que inventó el

arroz dorado, Ingo Potrykus, empleado de Syngenta. El arroz dorado es un arroz transgénico

enriquecido con beta-caroteno (vitamina A), es decir, un OGM de segunda generación, llamado

“alicamento” pues además de su carácter alimenticio tiene pretensiones medicinales. El primer arroz

terapéutico de la historia de la agricultura creó gran expectativa en las grandes firmas biotecnológicas:

gracias a él, los últimos escépticos ya no dudarán más del carácter fundamentalmente virtuoso del

proyecto OGM. La vitamina A, integrada por transgénesis, será finalmente la promotora moral de la

alimentación transgénica mundial: ¿quién se atreverá aun a criticar sus méritos, cuando tantos niños del

Tercer Mundo padecen de ceguera por falta de beta-caroteno? ¿Quién osará en adelante dudar de que la

vocación del comercio de semillas transgénicas es fundamentalmente alimenticia, ecológica y

humanitaria?

Sin embargo, la eficacia del arroz dorado sobre la población en cuestión no está del todo probada:

Greenpeace y otros lo demostraron por el absurdo, argumentando fundamentalmente, sobre la base de

los microgramos, que para alcanzar la cuota necesaria de vitamina A, un niño del Tercer Mundo debería

cumplir la proeza de ingerir 3,7 kilos de arroz dorado hervido cada día, en lugar de dos zanahorias, un

mango y un bol de arroz9. La reacción pública de Ingo Potrykus se conoció en una conferencia de prensa

ofrecida en febrero 2001 en Lyon, durante el último Biovision, el “Davos” de las biotecnologías: “Si

ustedes pretenden destruir los cultivos de ensayo del arroz dorado humanitario, serán acusados de

colaborar en un crimen contra la humanidad. Las acciones que realicen serán meticulosamente
registradas, y espero que tengan que responder ante un tribunal internacional por los actos ilegales e

inmorales cometidos”.

De manera que todos los que dudan y cuestionan, son responsables de crímenes contra la humanidad, y

hasta “demonios de la Tierra” (Fiends of the Earth), juego de palabras con la denominación inglesa de

los Amigos de la Tierra (Friends of the Earth). Por otra parte, Fiends of the Earth es el nombre de un

sitio Internet muy apreciado por el personal de Monsanto. Si se considera el cuestionamiento político

como intrínsecamente “demoníaco”, el “diálogo” no puede durar. Pero, ¿acaso el nuevo Monsanto no se

había comprometido en su carta deontológica “a instaurar un diálogo permanente con todos los actores

en cuestión, para comprender mejor los interrogantes generados por las biotecnologías y las

preocupaciones que las mismas despiertan”?

Detrás de esa aparente amabilidad se organiza una estrategia comercial muy directa, la de la doble

conformidad: conformidad a posteriori de la imagen de los productos OGM con las expectativas de los

consumidores; conformidad de las mentes, por medio del lavado de cerebro a través de la publicidad y

de la comunicación intensiva. Pues si el único objetivo de Monsanto consiste en imponer su proyecto

biopolítico mundial, el nuevo Monsanto necesita ostentar una ética, obligatoriamente de geometría

variable, dado que es la misma multinacional quien fija sus reglas. Con ese objetivo, la firma confió a

Wirthlin Worldwide, especialista mundial en comunicación empresarial, la tarea de “hallar los

mecanismos y las herramientas que ayuden a Monsanto a persuadir a los consumidores a través de la

razón y a motivarlos por medio de la emoción”.

Ese sondeo de las mentes –bautizado Proyecto Vista– se basa en “la detección de los sistemas de

valores de los consumidores”. Se trata, a partir de datos obtenidos, de elaborar “una cartografía de las

formas de pensamiento, en cuatro niveles (…): las ideas preconcebidas, los hechos, los sentimientos y

los valores. En Estados Unidos, los resultados de ese estudio llevaron a la elaboración de mensajes que

impactan al público en general, como por ejemplo, los que argumentan en favor de las biotecnologías:

menos pesticidas en los alimentos que consumimos”. En Francia, los empleados de Monsanto fueron

sometidos a ese sondeo en una entrevista confidencial, que supuestamente les permitía expresar

libremente lo que pensaban “de bueno o de malo” sobre las biotecnologías, con el objetivo de formar

“voceros que utilizarán los mensajes definidos por el público en general”.

Arma de doble filo

El acceso irrestricto al material genético y a los mercados es una doble prioridad estratégica definida por

el concepto Free to Operate. La obtención de un OGM cuesta entre 200 y 400 millones de dólares y

demora entre siete y diez años. En contrapartida de esa gran inversión la multinacional debe obtener

una renta, garantizada por la dependencia respecto de la patente registrada de la planta. Para poder

volver a sembrar cada año, el agricultor deberá pagar nuevamente los royalties a la empresa. Cualquier
variedad que incluya un OGM quedará protegida por esa patente, lo que, para el agricultor, implicará la

compra de una licencia. El riesgo a (corto) plazo consiste en dar a las firmas comercializadoras de

semillas la posibilidad de bloquear todo el sistema, monopolizando el patrimonio genético mundial y

generando una situación irreversible: el agricultor ya no podrá recuperar ese patrimonio para volver a

ser él mismo quien seleccione.

Este es un punto que podría crearle problemas a Monsanto, ya que su propia Carta Ética la compromete

a “hacer que los agricultores sin recursos del Tercer Mundo se beneficien con el conocimiento y las

ventajas de todas las formas de agricultura, con el objeto de contribuir a mejorar la seguridad

alimentaria y la protección del medio ambiente”. Eso explica la generosa cesión de la patente de la

batata transgénica a Sudáfrica, con la esperanza de una mayor implantación en el continente negro: “En

África podríamos extender pacientemente nuestras posiciones con el Yield Gard, y hasta con el maíz

Roundup Ready. Paralelamente deberíamos pensar en reducir o eliminar los derechos sobre nuestras

tecnologías adaptadas a los cultivos locales, como la batata o la mandioca”.

Se trata de una estrategia de doble filo, que muestra generosas intenciones para poder instalarse en los

mercados con menos demanda y hasta en los menos solventes, pero potencialmente dependientes. Una

acción parecida a la de la implantación del arroz dorado de Syngenta en Tailandia (cuya entrega gratuita

requirió la supresión de unas 70 patentes), o de la vaca lechera en la India, dopada con Posilac de

Monsanto, hormona prohibida en la Unión Europea, para conquistar mercados locales poco afectos a las

biotecnologías.

Al contrario, Monsanto logró recientemente que se condene a Percy Schmeiser, un granjero canadiense,

a pagar una multa de casi 10.000 dólares por “piratear” la colza transgénica. El interesado contraatacó

acusando a Monsanto de haber contaminado accidentalmente sus campos de colza tradicional con colza

transgénica resistente al Roundup. Falta saber si la justicia es capaz de establecer el origen de una

contaminación genética. Este caso, que puede repetirse, muestra la dificultad de contener las

diseminaciones accidentales de OGM. En Francia están pura y simplemente sometidas a la ley del

silencio. En marzo de 2000 se sembraron en Europa varios lotes de semillas convencionales de colza de

primavera de la sociedad Advanta, que estaban contaminados por las semillas OGM de otra compañía.

Los plantíos afectados fueron destruidos. En agosto de 2000, variedades de colza de invierno, que

habían sido controladas por la DGCCRF, resultaron estar contaminadas por semillas OGM, a pesar de que

hasta ahora no existe autorización para ningún cultivo o consumo de OGM de colza en Francia.

La posiblidad de rastreo ya muestra sus fallas. Las contaminaciones fortuitas son cada vez más

frecuentes. Un responsable sanitario de Lombardía anunció recientemente la presencia de OGM en lotes

de semillas de soja y de maíz de Monsanto. Otros OGM fueron descubiertos en semillas de maíz

almacenadas en Lodi, cerca de Milán. Y la presión va a aumentar en Europa, pues la soja importada, ya
de por sí masivamente transgénica, está llamada a reemplazar las harinas animales actualmente

prohibidas.

Cabe entonces preguntarse si el objetivo de las firmas que producen semillas transgénicas no consiste

en hacer desaparecer la red de distribución de semillas sin OGM, poniendo el acento en los importantes

costos de control que la misma implica. Es probable que en los próximos años los agricultores tengan

cada vez más dificultades para conseguir semillas provenientes de esa red. Dado que la investigación a

nivel mundial se orienta hacia las semillas transgénicas, es posible que las variedades no-OGM acaben

resultando inadaptadas y hasta obsoletas respecto de la evolución de las técnicas agrícolas.

En contra

> No se sabe aún si estas nuevas especies son más invasivas que las
convencionales y por lo tanto pueden alterar seriamente al ecosistema. Ponen
en peligro la biodiversidad porque se eliminan organismos de la naturaleza.

> El cruce de genes puede provocar la resistencia de las bacterias a


antibióticos.

> Hongos y virus pueden mutar hacia especies desconocidas para


autoprotegerse.

> Hay sospechas de que pueden afectar a la fertilidad.

> Según Greenpeace un estudio de laboratorio con ratas detectó que estas se
reproducían menos si eran alimentadas con transgénicos.

> Desde el punto de vista ético, los pequeños agricultores se ven perjudicados
porque las patentes de las semillas modificadas están en manos de unas pocas
multinacionales. Ellas controlan los precios y son demasiado caras para que
los campos de tamaño medio o pequeño resulten rentables.

Desventajas de los alimentos transgénicos


Como en todos los avances tecnológicos, su aplicación puede ser desvirtuada para fines
perjudiciales. Para esto existen una serie de controles y organismos reguladores
encargados de aprobar o no el uso de dichos alimentos.
Consecuencias ambientales potenciales
Organizaciones que se oponen a la difusión de los alimentos transgénicos expresan que
las plantas y animales modificados genéticamente pueden llevar a daños ambientales.

Impacto en la biodiversidad
Muchos detractores de los organismos modificados genéticamente mantienen que estos
tendrán ventaja de crecimiento y desarrollo, provocando la pérdida de las especies
salvajes. El uso de la proteína Bt podrá provocar la desaparición de especies de insectos.

Impactos sobre la salud


Una de las grandes preocupaciones del consumo de alimentos transgénicos es su
potencial efecto alergénico. Sin embargo, la posibilidad de que un alimento transgénico
produzca alergia es la misma que cualquier otro alimento. Por lo tanto, una persona
alérgica a las fresas o al maní debe ser cuidadoso de consumir un alimento transgénico
que tenga algún compuesto proveniente de estos alimentos.

Otra de las críticas de los alimentos transgénicos sobre la salud es que se creen
mutaciones en quienes consumen el producto. Esto también se ha demostrado que no es
posible.

Dependencia de monopolios biotecnológicos


La producción de plantas y animales genéticamente modificados en su mayoría son
realizadas por grandes compañías. Estas buscan su beneficio económico y tienen
estrategias para que los agricultores sólo puedan depender de ellas.

Desventajas de los alimentos transgénicos


Por contra, los detractores de los transgénicos sostienen que sus
efectos en la salud humana son aún desconocidos y
potencialmente negativos. Además creen que su consumo
generalizado podría disparar el número de alergias alimentarias.

El medioambiente sería el otro gran perjudicado por el uso de


transgénicos según muchos científicos y organizaciones
ecologistas. Entre su impacto negativo se encuentra la pérdida de
biodiversidad, por destinar grandes áreas de cultivo a estos
alimentos, y la alteración de los ecosistemas.

Por ley, los productores de transgénicos están obligados a


informar a los consumidores de la procedencia y componentes
de los alimentos que comercializan.
Ya conoces las ventajas y desventajas de los alimentos
transgénicos. Ahora puedes formar tus propias ideas al respecto.
¿Transgénicos sí o no? El debate sigue abierto, deja tu opinión
en los comentarios.

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