La Empresa Monsanto
La Empresa Monsanto
La Empresa Monsanto
Algunos de estos elementos tóxicos como el RoundUp y el Agente Naranja han causado
generaciones de niños con malformaciones y problemas de cáncer.
Cuando usted reflexiona por un momento sobre los productos desarrollados por Monsanto,
¿qué encuentra? Esta es una lista certificada por organismos legales mundiales, describiendo
12 creaciones que Monsanto lanzó al mercado:
1. Sacarina.
John Francisco Queeny fundó “Monsanto Chemical Works”, con el objetivo de producir
sacarina para Coca-Cola. Estudios realizados durante la década de 1970 mostraron que este
químico produce cáncer en ratas y otros mamíferos de prueba. Sin embargo, tras descubrir
que causa el mismo efecto en humanos, Monsanto sobornó a médicos e instituciones para
seguir comercializandola.
2. PCBs.
Durante la década de 1920, Monsanto comenzó a expandir su producción química mediante
bifenilos policlorados (PCB), para producir fluidos refrigerantes de transformadores
eléctricos y motores.
Cincuenta años después, la EPA publicó un informe citando a los PCBs como causantes de
cáncer en animales, con pruebas adicionales indicando que produce cáncer en seres
humanos.
Casi 30 años después los PCBs fueron prohibidos en EE.UU., este químico sigue apareciendo
en la sangre de las mujeres embarazadas, como se informó en un estudio de 2011. En muchas
áreas de Argentina se sigue utilizando PCBs.
3. Poliestireno.
En 1941, Monsanto comenzó a enfocarse en plásticos y el poliestireno sintético, que todavía
es ampliamente utilizado para envasar alimentos.
El poliestireno fue clasificado quinto en la lista de 1980 de la EPA, donde se enumeran
productos químicos cuya producción genera los residuos más peligrosos.
Al estar en los envases de comida ingerimos poliestireno (efecto de migración), que causa
depresión, cáncer y daños a los nervios. Los vasos y recipientes hechos de este material
sintético son difíciles de reciclar. Deben ser derretidos utilizando un equipo adecuado que la
mayoría de los centros de reciclaje no poseen.
Dentro de 1000 años, la bandeja de carne que usted compró en Carrefour o Wall-Mart seguirá
existiendo en alguna parte del planeta. Es fatal para la vida marina: Flota en la superficie del
océano, se descompone en pequeñas esferas que los animales comen. Las tortugas de mar,
por ejemplo, pierden su capacidad de sumergirse y mueren de hambre.
5. DDT.
En 1944, Monsanto empezó a fabricar el insecticida DDT, con la excusa de combatir a los
mosquitos “transmisores de malaria”.
En 1972, el DDT fue prohibido en EE.UU. – Sus efectos adversos para la salud humana
incluyen infertilidad, fallos en el desarrollo, destrucción del sistema inmunológico, muerte.
El DDT impide al andrógeno unirse con su receptor, bloqueando, por lo tanto, al andrógeno
para conducir un normal desarrollo sexual, dando lugar a anormalidades. Durante un
experimento llevado a cabo en el Mar Caspio (Mediterráneo), el DDT a una concentración de
1 ppb redujo la población de peces hasta un 50%.
El transporte atmosférico de largo de esta sustancia afecta actualmente a todos los seres vivos
del planeta. Fue detectado en el aire del Ártico, terreno, hielo y nieve y virtualmente en todos
los niveles de la cadena alimentaria mundial.
Los sedimentos del fondo en lagos y los lechos de los ríos actúan como reservas para el DDT
y sus metabolitos. Todos los bebés humanos nacen con DDT en la sangre.
6. Dioxinas.
En 1945, Monsanto comenzó a promover el uso de pesticidas químicos en la agricultura con
la fabricación del herbicida 2,4,5-T (uno de los precursores de agente naranja), que contiene
dioxina.
Las dioxinas son un grupo de compuestos químicamente relacionados que se conocen como
los “Doce del patíbulo” – Son contaminantes ambientales persistentes que se acumulan en la
cadena alimentaria, principalmente en el tejido adiposo de los animales.
Durante décadas, desde que fue desarrollado por primera vez, Monsanto fue acusada de
encubrimiento o no informar sobre la contaminación por dioxinas en una amplia gama de
sus productos.
7. Agente Naranja.
Durante la década de 1960, Monsanto fue el principal fabricante de Agente Naranja, un
herbicida / defoliante utilizado como arma química en la guerra de Vietnam.
La fórmula de Monsanto tenía niveles de dioxinas mucho mayores que el Agente Naranja
producido por Dow Chemicals, el otro fabricante (por lo que Monsanto fue el acusado clave
en la demanda presentada por veteranos de la guerra en los Estados Unidos).
Como resultado del uso de Agente Naranja, Vietnam estima que más de 400.000 personas
fueron asesinadas o mutiladas, 500.000 niños nacieron con defectos de nacimiento, y un
máximo de 1 millón de personas quedaron discapacitadas o sufrieron problemas de salud,
por no hablar de los efectos a largo plazo que lesionaron a más de 3 millones de soldados
americanos y sus descendientes.
Mientras tanto, el legado de Monsanto para las generaciones futuras se traduce nacimientos
de niños deformes, que continuarán durante las próximas décadas.
9. RoundUp.
Durante la década de 1970 Monsanto fundó su división Agricultural Chemicals, para producir
herbicidas, y uno en particular: RoundUp (glifosato).
La propaganda de Monsanto es que puede erradicar “las malezas” un día para el otro.
La utilización de este químico aumentó cuando Monsanto introdujo las semillas “RoundUp
Ready” (resistentes al glifosato), lo que permite a los agricultores a saturar el campo con
herbicidas sin matar estos cultivos (transgénicos).
El RoundUp fue hallado en muestras de aguas subterránea, así como en el suelo, y el mar, e
incluso en las corrientes de aire y las lluvias. Pero por sobre todo en alimentos.
En 1985, Monsanto adquirió la empresa que fabricaba aspartame (GD Searle) y comenzó a
comercializar el producto rebautizándolo NutraSweet.
Veinte años más tarde, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE.UU. publicó
un informe que enumera 94 problemas de salud causados por el aspartamo.
Las vacas sometidas a rBGH sufren un dolor insoportable debido a la inflamación de las
ubres, y mastitis. El pus de la infección resultante entra en el suministro de leche que requiere
el uso de antibióticos adicionales. La leche rBGH produce cáncer de mama, cáncer de colon,
y cáncer de próstata en seres humanos.
En otras palabras, las plantas envenenan y matan a los insectos y mamíferos que las devoran,
y, resisten el agroquimico (pariente del Agente Naranja) RoundUp que persiste en ellas
incluso tras su procesamiento hasta llegar al consumidor.
Pese a las décadas de propaganda diciendo que los cultivos genéticamente modificados
podrían alimentar al mundo, que tendrían más nutrientes, resistencia a la sequía, o mayor
rendimiento, ninguna de esas promesas se cumplió.
Los cultivos GM no alimentan al mundo, causan cáncer. No tienen más nutrientes, de hecho
no alcanzan ni un 10 % de los nutrientes de los cultivos orgánicos. No resisten a la sequía.
La mayoría de las ganancias de Monsanto provienen de las semillas diseñadas para tolerar el
RoundUp, este diseño transforma a los “alimentos” en armas mortales para la humanidad.
Los ingresos de Monsanto aumentan constantemente ya que los agricultores se ven obligados
a usar más y más químicos debido a la proliferación de super malezas que evolucionan
desarrollando resistencia al RoundUp.
Monsanto y los medios de comunicación masivos ocultan que el Amaranto orgánico era el
verdadero alimento proyectado para la humanidad del futuro. Cura el cáncer, lo previene, es
el cereal más nutritivo del planeta y fue la primera planta en germinar en el espacio. Tal es
así que los astronautas de la NASA utilizan amaranto para mantenerse saludables y no soja.
Al igual que durante los primeros días de los PCB, el DDT, o el Agente Naranja, Monsanto ha
engañado y sobornado con éxito a los organismos públicos y reguladores generales
implantando la creencia de que el RoundUp y los cultivos modificados genéticamente son
beneficiosos y “seguros”.
Sin embargo Monsanto tuvo que ordenar a Obama que firmara una Ley en salvaguarda de la
corporación para defenderse de las denuncias y demandas producto de 100 años de nuevos
estudios que demuestran los efectos negativos e impactos ambientales de los OGM.
Monsanto ataca dichos estudios científicos mediante medios de comunicación masivos
controlados, denigrando e ignorando a las organizaciones independientes, y científicos
honestos.
Pero además, Monsanto cuenta con asociaciones industriales, blogs, científicos sobornados,
“ciencia independiente” falsa y todo tipo de herramientas que a su vez, los mismos medios de
comunicación corruptos patrocinan, sumado a cientos de miles de artículos de relaciones
públicas “privadas” realizados por empresas que con frecuencia fueron fundadas, son
financiadas y mantenidas por Monsanto.
En el siguiente gráfico elaborado por Millones contra Monsanto puede ver algunos ex
vicepresidentes de Monsanto y abogados de la firma que más tarde ocuparon cargos en la
FDA. Y no se olvide de Clarence Thomas, el ex abogado de Monsanto, que siendo juez de la
Corte Suprema de Justicia, falló a favor de Monsanto en cada caso presentado.
Por lo cual Monsanto decidió exigir a los agricultores la firma de un contrato de acuerdo para
que no re-utilicen ni vendan las semillas, lo que les obliga a comprar nuevas semillas y se
antepone a la necesidad de un “gen terminator”.
El fracaso parcial de las semillas terminator es una suerte para nosotros … ya que también
eran susceptibles a polinización cruzada y podrían haber contaminado cultivos y bosques en
todo el mundo. Lo cual no significa que este objetivo siga en los planes de Monsanto.
Entre el 85% y el 90% de los alimentos que usted consume cada día tiene OGMs y tóxicos
químicos de Monsanto, y residuos de RoundUp.
(Las cifras en esa fuente están desactualizadas)
En lugar de frutos sanos, verduras, granos y animales alimentados con hierba natural, las
granjas industriales de Estados Unidos y Argentina producen un exceso de comida chatarra
de ingeniería genética para ocasionar enfermedades cardíacas derrame cerebral, diabetes y
cáncer, con el respaldo de subsidios agrícolas, mientras que los agricultores orgánicos no
reciben dichas subvenciones.
1. Sacarina
En 1901 John Francisco Queeny fundó la compañía Monsanto Chemical Works en St.
Louis, Missouri, para producir sustitutos del azúcar. Es uno de los edulcorantes más
antiguos y usado principalmente para la elaboración de galletas, golosinas, gaseosas y
otros alimentos. Entre sus efectos negativos destaca la modificación de la flora bacteriana
que favorece el aumento de peso y el riesgo de padecer diabetes tipo 2.
La alarma sonó en Monsanto: después de una amenaza de bomba en su sede francesa de Peyrehorade,
en el departamento de Las Landas, la segunda empresa mundial de semillas agrícolas incluyó en su red
intranet un protocolo de seguridad para casos de ataques cibernéticos o físicos contra sus empleados.
telefónica no identificada, a cualquier persona que no luzca su tarjeta de identificación; deben cerrar con
llave todas las puertas, bloquear el acceso a las computadoras por medio de contraseñas y dejar de
utilizar los módem conectados con el exterior. En cuanto a las entrevistas con los periodistas, están
prohibidas, salvo a las personas expresamente autorizadas. Por otra parte, este culto del secreto no es
A partir del escándalo de Terminator, primera planta asesina en la historia de la agricultura 1, la empresa
se debate entre una actitud de paranoia defensiva y una agresividad estratégica debida a sus
contrariedades. Los problemas comenzaron cuando Monsanto compró la firma Delta & Pine Land por la
suma de 1.800 millones de dólares. Con esa operación Monsanto se apropiaba de una patente que
permitía “bloquear” la reproducción de las semillas por medio de una ingeniería genética que inhibía su
rebrote de un año al otro. Esto hizo que la organización RAFI (The Rural Advancement Foundation
International) designara dicha técnica de esterilización con el nombre de Terminator. Ante el escándalo
suscitado, el presidente de Monsanto, Bob Shapiro, anunció que retiraba el producto y presentó su
renuncia.
Desde entonces, la multinacional abandonó su ambiciosa consigna de otros tiempos: “Nutrición, salud,
púdicamente bautizados biotecnologías) es, en efecto, una empresa de alto riesgo, tanto en términos de
imagen como de inversión. Para no hablar de los posibles accidentes biológicos: amenazas sobre la
biodiversidad, aparición de insectos mutantes o resistencia a los insecticidas incorporados en las plantas
transgénicas2. La Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA) ya incitó a los
agricultores a dedicar al menos el 20% de sus tierras a cultivos convencionales, con el fin de que puedan
parte de la agroquímica que engloba las biotecnologías vegetales (es decir, los OGM) sea
marco de esa lógica que Aventis trata de desvincularse de CropScience, su rama agroquímica. En efecto,
la firma había comercializado el maíz transgénico Starlink, susceptible de provocar alergias en los seres
humanos3. A pesar de estar destinado exclusivamente a la alimentación animal, ese maíz fue utilizado
masivamente en la elaboración de los chips y los corn-flakes vendidos en Estados Unidos, y también en
la pastelería marca Homemade Baking (“Elaboración Casera”) comercializada en Japón. Fue en ese
contexto que en octubre de 2000 surgió Syngenta –se presentó en la Argentina en mayo de 2001–, el
primer grupo mundial de agroquímica, nacido de la unión de la suiza Novartis con la anglo-sueca Astra-
Zeneca, y cuya facturación rondará los 8.000 millones de euros (aproximadamente 6.850 millones de
dólares).
Luego de haberse fusionado con la gran firma farmacéutica Pharmacia & Upjohn, Monsanto sólo se
ocupa de la agricultura, con una facturación de 5.490 millones de dólares en 2000. Cedió a Pharmacia la
Roundup, el herbicida más vendido en el mundo (2.600 millones de dólares de facturación en 2000, o
sea, casi la mitad del total del grupo). El objetivo actual de Monsanto consiste en hacer que los
consumidores acepten sus productos transgénicos, persuadiéndolos de que es preferible consumir una
planta genéticamente modificada que una planta que fue rociada con pesticidas4. Para eliminar los
últimos obstáculos, esa estrategia se viste ahora con un ropaje filantrópico y ecológico.
“Buenas intenciones”
Decidida a apostar fuerte a la “ética”, en enero de 2001 Monsanto adoptó nuevos principios, que
consumidores europeos –los más reticentes a los OGM– deben entender que un organismo
nacimiento del nuevo Monsanto, llamado “proyecto M2” en el lenguaje interno, cuyas semillas son
ecológicas y buenas para la salud. Quienes lo ponen en duda, simplemente están mal informados. Por lo
demás, hagamos tabla rasa del pasado: ¿quién se acuerda de que Monsanto fabricaba el defoliante
conocido como agente naranja, utilizado por los bombarderos estadounidenses en la guerra de Vietnam?
Hoy en día los equipos de la multinacional se reúnen en ciudad Ho-Chi-Minh para vender sus herbicidas
y establecer buenas relaciones con los medios, los científicos y los miembros del gobierno vietnamita.
Desde Filipinas hasta Argentina, se trata de disponer de una latitud de intervención ilimitada: Free to
Por lo tanto, para consumo externo, lo mejor es poner de relieve las virtudes ecológicas de los OGM, de
los cuales el grupo comercializa dos variedades. En primer lugar el gen Bt, derivado de la bacteria
Bacillus Thuringiensis, que difunde sus propias toxinas insecticidas, lo que ahorra la fumigación de otros
pesticidas: una cosecha de algodón llamada “Bt” necesitará apenas dos fumigaciones, en lugar de seis u
ocho. La segunda variedad es el Roundup Ready, concebido para resistir al herbicida Roundup. ¡Así, el
agricultor compra al mismo tiempo la semilla y el herbicida! La firma presenta el Roundup como un
producto biodegradable, lo que le valió un juicio por parte de la Dirección General de la Competencia, el
En Estados Unidos, la EPA estima que el volumen anual de glifosato diseminado oscila entre los 20 y los
24 millones de kilos5. Se lo utiliza masivamente en la producción de soja, trigo, heno, en los campos de
pastoreo y en los barbechos. Desde 1998 su uso aumentó en un 20% anual. El glifosato, uno de los
componentes del Roundup, es el herbicida más vendido del mundo, y representa para Monsanto una
ganancia anual de 1.500 millones de dólares. La patente caducó en 2000, pero la firma conservará una
parte del monopolio gracias a las plantas genéticamente modificadas, concebidas para tolerar el
glifosato. En la región francesa de Bretaña, el glifosato figura entre los contaminantes importantes y
regulares: en octubre de 1999 se detectó una presencia de dicha sustancia 172 veces superior a la
normal en el Elorn, que alimenta en agua potable un tercio de la región de Finisterre, “lo que prueba que
el Roundup, presentado como biodegradable, es una impostura”, explica la doctora Lylian Le Goff,
del suelo, del agua, del agua de lluvia, de toda la cadena alimentaria y del aire por parte de los
pesticidas, se convirtió en un serio problema de salud pública que la administración francesa tardó en
incitación a utilizar pesticidas, particularmente cuando ésta es estimulada por una publicidad engañosa
doctora Le Goff.
La ingestión de pesticidas por parte de los consumidores sería mucho mayor si las plantas
genéticamente modificadas se extendieran, dado que están impregnadas de esas substancias. Al igual
que las dioxinas, los pesticidas –entre ellos el glifosato– no son biodegradables en el cuerpo humano, y
constituyen una verdadera contaminación invisible6. Sus moléculas acumulan efectos alérgicos,
propiedades son comparables a las de las hormonas femeninas, los estrógenos: globalmente, esas
acciones hormonales serían responsables de una baja del 50% en la tasa de espermatozoides en los
últimos cincuenta años. ¡Si esa declinación espermática continúa, la clonación se impondría a la especie
Además de sus pretendidas virtudes de biodegradabilidad, las semillas transgénicas compatibles con el
Roundup son, según Monsanto, “amigables con el clima” (climate friendly), pues su utilización permitiría
a los agricultores reducir y hasta eliminar cualquier tipo de labranza, permitiendo que se acumulen en la
tierra grandes proporciones de gas carbónico y de metano, lo que reduciría en un 30% las emisiones de
gas carbónico en Estados Unidos. Falta explicar por qué un cultivo no transgénico sería menos eficaz…
Lo único seguro es que las ganancias serían menores, fundamentalmente porque un cultivo tradicional
su presidente, Robert B. Horsch, “por el desarrollo sustentable”, convergen con el interés de los
vendedores de derechos de contaminar, como esos propietarios de tierras en Montana que ya formaron
Si la fraseología para uso externo del nuevo Monsanto está centrada en “la tolerancia”, “el respeto” y “el
diálogo”, el vocabulario estratégico interno se torna francamente más crudo. La “filosofía” de la firma, tal
como fue expuesta por Ted Crosbie, director del programa de desarrollo vegetal ante una asamblea de
superficies agrícolas disponibles para ocupar el terreno de manera irreversible. Desde ese punto de
vista, América Latina es “un medioambiente ganador”: sólo en Brasil, Monsanto evalúa en 100 millones
Pero ese país sigue siendo reticente a los OGM, se lamentan Nha Hoang y sus colegas del grupo
Monsanto encargados de la estrategia Free to Operate en América Latina: Brasil “ya es el segundo
productor mundial de soja transgénica, después de Estados Unidos, y pronto será sin dudas el primero.
Es la mayor potencia económica de América Latina, pero es la única donde los cultivos transgénicos aún
no fueron autorizados. Los jueces señalaron como defectuoso el proceso de autorización de la soja
transgénica Roundup Ready, pues no se habían hecho los estudios de impacto ecológico apropiados,
llegando a sostener que la actual agencia de regulación de biotecnologías había sido constituida de
manera ilegal”8. La regulación del estatuto de dicha agencia, la CTNBio, espera la ratificación del
Congreso brasileño… Objetivo: desatascar el “conducto” de la soja transgénica para arrastrar otras
autorizaciones de lanzamiento al mercado: maíz Yieldgard, algodón Bollgard y algodón Roundup Ready
en 2002; maíz Roundup Ready en 2003; soja insecticida Bt en 2005. Mientras tanto, Monsanto invierte
550 millones de dólares en la construcción de una fábrica de su herbicida Roundup en el noreste del
Estado de Bahía.
Acaparar la comunicación
La estrategia de la multinacional está centrada en la biotech acceptance: hacer que la sociedad acepte
los OGM, y luego, o al mismo tiempo, inundar los mercados. Ese plan se articula con la ayuda de
grandes campañas de saturación publicitaria. En Estados Unidos, los spots televisivos son directamente
adquiridos por el órgano de propaganda de las empresas del sector, el Council for Biotechnology
Information. Monsanto es cofundadora de ese organismo que centraliza las informaciones relativas a los
“beneficios de las biotecnologías”: “La televisión es una poderosa herramienta para hacer aceptar las
biotecnologías. Por lo tanto miren bien los spots publicitarios y hagan que sus familias y sus amigos los
vean” aconseja vivamente Tom Helscher, director de los programas de biotechnology acceptance de
estadounidenses que, preocupados fundamentalmente por sus mercados externos, dudan en comprar
Si bien Aventis Crop Science, BASF, Dow Chemical, DuPont, Monsanto, Novartis, y Zeneca Ag Products,
lanzaron masivas campañas de propaganda en Estados Unidos, dudan aún en hacer lo mismo en
Europa… En el Reino Unido, el equipo comercial de Monsanto celebró los resultados de su programa
“alegato en favor de las biotecnologías”, que luego de un curso dado por la empresa, permite a sus
agentes comerciales autoproclamarse “expertos” en la materia y, luego, ir a elogiar los méritos de los
productos transgénicos ante los agricultores y en las escuelas. “No hay nada mejor que un exceso de
El sistema educativo constituye evidentemente un punto estratégico clave en la conquista de las mentes.
El programa Biotechnology Challenge 2000, parcialmente financiado por Monsanto, hizo que el 33% de
los alumnos de secundaria irlandeses escribieran informes sobre el papel de las biotecnologías en la
producción alimentaria. Movilizado para distribuir premios y trofeos, el comisario europeo a cargo de la
Protección de la Salud de los Consumidores, David Byrne en persona, no tiene “ninguna duda de que
existe un vínculo entre las reticencias de los consumidores respecto de las biotecnologías y la falta de
seriedad de la información sobre el tema”. El director de Monsanto-Irlanda, Patrick O’Reilly, espera para
2001 una más amplia participación juvenil, pues “estos estudiantes son los consumidores esclarecidos
Demonizar la oposición
La multinacional aprende a descifrar y hasta a reciclar los mensajes y las expectativas de la sociedad.
Desde hace algunos meses Monsanto oscila entre sus veleidades de diálogo y un rechazo visceral de las
principales Organizaciones No Gubernamentales (ONG) que critican las supuestas virtudes de los OGM,
empezando por Greenpeace, calificada de “criminal contra la humanidad” por el suizo que inventó el
arroz dorado, Ingo Potrykus, empleado de Syngenta. El arroz dorado es un arroz transgénico
enriquecido con beta-caroteno (vitamina A), es decir, un OGM de segunda generación, llamado
“alicamento” pues además de su carácter alimenticio tiene pretensiones medicinales. El primer arroz
terapéutico de la historia de la agricultura creó gran expectativa en las grandes firmas biotecnológicas:
gracias a él, los últimos escépticos ya no dudarán más del carácter fundamentalmente virtuoso del
proyecto OGM. La vitamina A, integrada por transgénesis, será finalmente la promotora moral de la
alimentación transgénica mundial: ¿quién se atreverá aun a criticar sus méritos, cuando tantos niños del
Tercer Mundo padecen de ceguera por falta de beta-caroteno? ¿Quién osará en adelante dudar de que la
humanitaria?
Sin embargo, la eficacia del arroz dorado sobre la población en cuestión no está del todo probada:
los microgramos, que para alcanzar la cuota necesaria de vitamina A, un niño del Tercer Mundo debería
cumplir la proeza de ingerir 3,7 kilos de arroz dorado hervido cada día, en lugar de dos zanahorias, un
mango y un bol de arroz9. La reacción pública de Ingo Potrykus se conoció en una conferencia de prensa
ofrecida en febrero 2001 en Lyon, durante el último Biovision, el “Davos” de las biotecnologías: “Si
ustedes pretenden destruir los cultivos de ensayo del arroz dorado humanitario, serán acusados de
colaborar en un crimen contra la humanidad. Las acciones que realicen serán meticulosamente
registradas, y espero que tengan que responder ante un tribunal internacional por los actos ilegales e
inmorales cometidos”.
De manera que todos los que dudan y cuestionan, son responsables de crímenes contra la humanidad, y
hasta “demonios de la Tierra” (Fiends of the Earth), juego de palabras con la denominación inglesa de
los Amigos de la Tierra (Friends of the Earth). Por otra parte, Fiends of the Earth es el nombre de un
sitio Internet muy apreciado por el personal de Monsanto. Si se considera el cuestionamiento político
como intrínsecamente “demoníaco”, el “diálogo” no puede durar. Pero, ¿acaso el nuevo Monsanto no se
había comprometido en su carta deontológica “a instaurar un diálogo permanente con todos los actores
en cuestión, para comprender mejor los interrogantes generados por las biotecnologías y las
Detrás de esa aparente amabilidad se organiza una estrategia comercial muy directa, la de la doble
conformidad: conformidad a posteriori de la imagen de los productos OGM con las expectativas de los
consumidores; conformidad de las mentes, por medio del lavado de cerebro a través de la publicidad y
biopolítico mundial, el nuevo Monsanto necesita ostentar una ética, obligatoriamente de geometría
variable, dado que es la misma multinacional quien fija sus reglas. Con ese objetivo, la firma confió a
mecanismos y las herramientas que ayuden a Monsanto a persuadir a los consumidores a través de la
Ese sondeo de las mentes –bautizado Proyecto Vista– se basa en “la detección de los sistemas de
valores de los consumidores”. Se trata, a partir de datos obtenidos, de elaborar “una cartografía de las
formas de pensamiento, en cuatro niveles (…): las ideas preconcebidas, los hechos, los sentimientos y
los valores. En Estados Unidos, los resultados de ese estudio llevaron a la elaboración de mensajes que
impactan al público en general, como por ejemplo, los que argumentan en favor de las biotecnologías:
menos pesticidas en los alimentos que consumimos”. En Francia, los empleados de Monsanto fueron
sometidos a ese sondeo en una entrevista confidencial, que supuestamente les permitía expresar
libremente lo que pensaban “de bueno o de malo” sobre las biotecnologías, con el objetivo de formar
El acceso irrestricto al material genético y a los mercados es una doble prioridad estratégica definida por
el concepto Free to Operate. La obtención de un OGM cuesta entre 200 y 400 millones de dólares y
demora entre siete y diez años. En contrapartida de esa gran inversión la multinacional debe obtener
una renta, garantizada por la dependencia respecto de la patente registrada de la planta. Para poder
volver a sembrar cada año, el agricultor deberá pagar nuevamente los royalties a la empresa. Cualquier
variedad que incluya un OGM quedará protegida por esa patente, lo que, para el agricultor, implicará la
compra de una licencia. El riesgo a (corto) plazo consiste en dar a las firmas comercializadoras de
generando una situación irreversible: el agricultor ya no podrá recuperar ese patrimonio para volver a
Este es un punto que podría crearle problemas a Monsanto, ya que su propia Carta Ética la compromete
a “hacer que los agricultores sin recursos del Tercer Mundo se beneficien con el conocimiento y las
ventajas de todas las formas de agricultura, con el objeto de contribuir a mejorar la seguridad
alimentaria y la protección del medio ambiente”. Eso explica la generosa cesión de la patente de la
batata transgénica a Sudáfrica, con la esperanza de una mayor implantación en el continente negro: “En
África podríamos extender pacientemente nuestras posiciones con el Yield Gard, y hasta con el maíz
Roundup Ready. Paralelamente deberíamos pensar en reducir o eliminar los derechos sobre nuestras
Se trata de una estrategia de doble filo, que muestra generosas intenciones para poder instalarse en los
mercados con menos demanda y hasta en los menos solventes, pero potencialmente dependientes. Una
acción parecida a la de la implantación del arroz dorado de Syngenta en Tailandia (cuya entrega gratuita
requirió la supresión de unas 70 patentes), o de la vaca lechera en la India, dopada con Posilac de
Monsanto, hormona prohibida en la Unión Europea, para conquistar mercados locales poco afectos a las
biotecnologías.
Al contrario, Monsanto logró recientemente que se condene a Percy Schmeiser, un granjero canadiense,
a pagar una multa de casi 10.000 dólares por “piratear” la colza transgénica. El interesado contraatacó
acusando a Monsanto de haber contaminado accidentalmente sus campos de colza tradicional con colza
transgénica resistente al Roundup. Falta saber si la justicia es capaz de establecer el origen de una
contaminación genética. Este caso, que puede repetirse, muestra la dificultad de contener las
diseminaciones accidentales de OGM. En Francia están pura y simplemente sometidas a la ley del
silencio. En marzo de 2000 se sembraron en Europa varios lotes de semillas convencionales de colza de
primavera de la sociedad Advanta, que estaban contaminados por las semillas OGM de otra compañía.
Los plantíos afectados fueron destruidos. En agosto de 2000, variedades de colza de invierno, que
habían sido controladas por la DGCCRF, resultaron estar contaminadas por semillas OGM, a pesar de que
hasta ahora no existe autorización para ningún cultivo o consumo de OGM de colza en Francia.
La posiblidad de rastreo ya muestra sus fallas. Las contaminaciones fortuitas son cada vez más
de semillas de soja y de maíz de Monsanto. Otros OGM fueron descubiertos en semillas de maíz
almacenadas en Lodi, cerca de Milán. Y la presión va a aumentar en Europa, pues la soja importada, ya
de por sí masivamente transgénica, está llamada a reemplazar las harinas animales actualmente
prohibidas.
Cabe entonces preguntarse si el objetivo de las firmas que producen semillas transgénicas no consiste
en hacer desaparecer la red de distribución de semillas sin OGM, poniendo el acento en los importantes
costos de control que la misma implica. Es probable que en los próximos años los agricultores tengan
cada vez más dificultades para conseguir semillas provenientes de esa red. Dado que la investigación a
nivel mundial se orienta hacia las semillas transgénicas, es posible que las variedades no-OGM acaben
En contra
> No se sabe aún si estas nuevas especies son más invasivas que las
convencionales y por lo tanto pueden alterar seriamente al ecosistema. Ponen
en peligro la biodiversidad porque se eliminan organismos de la naturaleza.
> Según Greenpeace un estudio de laboratorio con ratas detectó que estas se
reproducían menos si eran alimentadas con transgénicos.
> Desde el punto de vista ético, los pequeños agricultores se ven perjudicados
porque las patentes de las semillas modificadas están en manos de unas pocas
multinacionales. Ellas controlan los precios y son demasiado caras para que
los campos de tamaño medio o pequeño resulten rentables.
Impacto en la biodiversidad
Muchos detractores de los organismos modificados genéticamente mantienen que estos
tendrán ventaja de crecimiento y desarrollo, provocando la pérdida de las especies
salvajes. El uso de la proteína Bt podrá provocar la desaparición de especies de insectos.
Otra de las críticas de los alimentos transgénicos sobre la salud es que se creen
mutaciones en quienes consumen el producto. Esto también se ha demostrado que no es
posible.