Resumen Del Libro Utopia
Resumen Del Libro Utopia
Resumen Del Libro Utopia
"UTOPÍA"
Los principios que rigen esta obra son los de la razón y la igualdad. Presenta una
sociedad ideal, donde se elimina la codicia y la propiedad privada.
Una vez realizada y redactada la obra fue enviada a Peter Giles con el propósito
de que sea revisada y editada. Tomas Moro hace en el inicio, una especie de carta
introductoria a Giles explicándole acerca de algunas dudas e inquietudes.
LIBRO I
Dado que había surgido un conflicto entre Enrique VIII de Inglaterra y Carlos I de
España, se envía una comitiva a Flandes con la intención de conciliación y por una
decisión final sobre el tema.
El aboga en defensa del ciudadano, comentando que son los señores los que los
convierten en malhechores, encarcelándolos o pagándoles con la muerte. Critica a
los que se creen servidores de la República. Al Rey, a los caballeros sirvientes,
señores quienes se creen sabios y solo oprimen a los trabajadores con sus leyes
injustas.
Después de una extensa crítica a los poderosos, con los que no comparte sus
acciones, sugiere soluciones para evitar los excesos. No dejar que los ricos
manejen con su monopolio el mercado. Combatir la ociosidad que lleva a la
mendicidad, creando leyes justas y fuentes de trabajo.
No es que el robo deba escapar del castigo, sino que no es justo ni legal perder la
vida por dinero, la vida está por encima de todo. El asesinar a un hombre por
dinero no es menos punitorio que el apoderarse de dinero por hambre.
Los poderosos manejan la muerte aunque Dios diga: "no mataras". El hombre le
pone límite a este mandato, permitiendo matar mediante leyes que contemplan
este castigo ante el delito. Lo mismo, cree, debería establecer la constitución, es
decir, en que medida los actos inmorales puedan ser legales.
Ejemplifica a Utopía, donde hay pocas leyes y gran virtud, tiene abundancia por
que todo es común. Mientras haya un solo hombre, dueño absoluto de lo suyo,
habrá injusticia y pobreza. Por otro lado donde hay orden, organización, bien
común, trabajo, estudio y dedicación, habrá prosperidad justicia y paz
LIBRO II
El rey de Utopía, guía al pueblo que era salvaje, a la perfección en las costumbres,
humanamente y civilizándolos. Esta isla está constituida por ciudades - estado;
donde existen granjas, y donde hay un jefe llamado filarca (cabeza de tribu).
A los miembros de la ciudad se los prepara e instruye para las tareas del campo.
Para que no se produzca escasez de los productos por falta de conocimiento en el
tema. (Se practica la incubación artificial); lo producido, cuando no es usado se
reparte entre los vecinos.
El estado provee los elementos necesarios para la producción sin costo alguno. La
ciudad más importante es Amaurota, ya que allí reside el consejo de los
magistrados. Se eligen anualmente los sifograntes (filarcas), estos a su vez, con
voto secreto, eligen al príncipe, el cual es vitalicio siempre que no sea sospechoso
de tiranía. Además, los cargos son anuales, y el consejo es el encargado del bien
común y de dar los resultados de los comicios, luego de ser tratados durante tres
días. Esto se hacía con el fin, de evitar la tiranía de los gobernantes.
Si bien en esta isla no se cumple con las horas de trabajo, porque la provisión de
las cosas no falta. Se pregunta: ¿Cuanto de ocioso tiene la vida de los sacerdotes
y religiosos? También, incluye a los latifundistas, a los que llama gentiles, hombres
y nobles. Y pone de manifiesto que en la isla Utopía todos trabajan en cosas
productivas y no inútiles, como en otros lugares, de modo tal, que lo que se
produce es suficiente para la subsistencia, la comodidad y el placer.
Los únicos exentos del trabajo, son, además de los sifograntes, los que el pueblo,
aconsejado por los sacerdotes y los sifograntes, ha elegido para concederles una
dispensa perpetua del trabajo, para que se dediquen con toda tranquilidad al
estudio. Estos, deberán responder a la confianza depositada, caso contrario,
volverá al estamento de los artesanos. A veces, se dan casos contrarios, entre
estos estudiosos se eligen los sacerdotes, embajadores y hasta el príncipe.
A la hora de la alimentación, los primeros son los hospitales, que son tan amplios,
aparentando ser otras ciudades. Y están muy bien dotados de todo lo necesario.
Todos acuden a comer en salas preparadas por esclavos, de las comidas se
encargan las mujeres por turno.
La virtud es definida como una vida ordenada según la naturaleza, y los hombres
son orientados por Dios. Se considera injusticia, el hecho de que un hombre trate
de impedir a otro que sea feliz.
Dios recompensa a quienes han regalado placer. Los Utopienses, consideran
como algo bajo y vil, el hecho de que el más fuerte oprima o destruya al más débil
por placer. Podemos diferenciar dos clases de placeres: del alma y del cuerpo.
Son esclavos en Utopía, los que fueron castigados a serlo por haber cometido
delitos, o quienes han sido condenados a muerte por delitos graves en otras
ciudades, de esta clase hay muchos en la isla. Estos, trabajan continuamente y
están encadenados. A los otros, de la isla, los tratan con mayor severidad, por
considerarlos casos perdidos. Hay otro tipo de esclavos, el que elige por voluntad
propia serlo, debido a la mala situación en la que vivían en otras ciudades, a estos
se los trata de la misma manera que a los ciudadanos, salvo que deben trabajar
más. Si alguno de estos esclavos decide irse, no hay resistencia a ello y nunca
dejan que se marche con las manos vacías.
En cuanto a los enfermos, los Utopienses cuidan de ellos, con afecto y total
dedicación para devolverles la salud. En caso de enfermedades dolorosas o
incurables, los sacerdotes y los magistrados, inducen a estos a, que viendo que no
hay posibilidad de mejoría y vivir es una tortura, no se rehúsen a morir,
explicándoles, que obrando así, dejan esta vida siendo hombres virtuosos. Una
vez convencidos terminan con su vida voluntariamente de hambre, el que se
suicida sin el consejo de los sacerdotes y magistrados, es considerado indigno de
ser sepultado.
No existe ley que castigue algún tipo de transgresiones, sino que el consejo
decide el castigo según la gravedad del delito. Los más graves, son condenados a
la esclavitud, ya que así, se consigue más provecho para la ciudad, con su trabajo
que matándolos, lo que es un desperdicio de la mano de obra para los peores
trabajos. Consideran a la burla como algo vergonzoso para quien se burla; en
cuanto a la belleza, piensan que nunca está por sobre la humildad y la cualidades
honestas de los hombres.
Este pueblo está a quinientas millas de Utopía hacia el este, son repulsivos,
salvajes y fieros; viven en puestos agrestes y altas montañas, donde nacieron y se
criaron. Son de fuerte constitución, capaces de aguantar y resistir calor, frío y
trabajo; y desprecian todas las finuras delicadas y no se ocupan del trabajo y
cultivo de las tierras toscas y rudas, tanto en la construcción de sus casas como
en sus atavíos; no se dedican a nada bueno, únicamente a la cría y cuidado de
ganado. La mayor parte de su vida consiste en robar y cazar.
Han nacido solamente para la guerra, que buscan con interés y asiduidad, y
cuando lo consiguen se alegran extraordinariamente. Salen de sus tierras en
grandes bandadas y ofrecen sus servicios por poco dinero. Este, es el único oficio
con el que se ganan la vida, luchan esforzada, fiera y fielmente. No se
comprometen por un tiempo determinado, se alistan con la condición de que al día
siguiente se unirán al bando contrario por unas pagas más elevadas, y al próximo
día después de esto, estarán dispuestos de nuevo por un poco más de dinero.
Pocas guerras hay por allí, en las que no haya un gran número de ellos, ocurre
que parientes próximos que fueron alquilados juntos se trataban muy amistosa y
familiarmente; tiempo después de hallarse separados se lanzan unos contra otros
olvidando el parentesco y la amistad, se atraviesan sus espadas sin más motivos
que el estar alquilados por príncipes enemigos, hasta tal punto, que se les inducirá
a cambiar de bando por medio penique más. Rápidamente se han aficionado a la
avaricia, pero por otra parte no les sirve de ningún provecho, pues lo que ganan
luchando, lo gastan desenfrenada y miserablemente en juergas.
Este pueblo lucha a favor de los utopienses porque ellos les dan mayores salarios
que cualquier otra nación. Pues los utopienses de la misma manera que utilizan
bien a los hombres buenos, se aprovechan de estos malos y viciosos con
promesas de grandes recompensas, donde la mayor parte de ellos, nunca
regresan para pedir sus premios. Pagan lealmente a los que quedan vivos, para
que estén dispuestos a un peligro semejante otra vez.
Los utopienses, creen que harían una acción muy buena a la humanidad, si
pudieran liberarla de aquel cubil de gente sucia y apestosa, malvada y odiosa.
Además de esto, utilizan a los soldados, y en último término, reclutan a sus
propios súbditos; a uno de los cuales, de probado valor y destreza dan el mando y
dirección de todo el ejército. A sus órdenes designan a dos o más, que mientras
aquel está a salvo están en reserva y fuera del cargo.
Eligen en cada ciudad como soldados, a los que se ofrecen como voluntarios pues
no obligan a ningún hombre a la guerra contra su voluntad. Pero si se hace alguna
guerra contra el propio país, entonces ponen a estos cobardes, mientras sean
rudos.
Pues, así como ponen todos sus medios para evitar la necesidad de luchar,
haciéndolo por medio de sus mercenarios; cuando no hay más remedio que
luchar, ellos entonces, se lanzan con tanta valentía como prudencia pusieron
antes, mientras podían evitarla. Tampoco son valerosos a la primera acometida,
sino que poco a poco incrementan su fiero valor, con ánimos tan decididos, que
morirían antes que retroceder una pulgada. Además, su conocimiento de
caballería y hechos de armas les da confianza.
Pues recuerdan, que ha ocurrido más de una vez, que sus enemigos animados
por la victoria, han perseguido a los que huían salidos de la formación, y que
proseguían la persecución confiados en su seguridad, lo que ha cambiado la
suerte de la batalla, arrebatándoles de sus manos la segura e indudable victoria.
DE LOS MAGISTRADOS
Cada 30 familias se eligen por año entre sus miembros un magistrado llamado
Filarca. A la cabeza de 10 filarcas se encuentra un Protafilarca.
El total de los Filarcas, unos 200, eligen, mediante escrutinio secreto a un príncipe
haciéndolo entre cuatro candidatos que propuso previamente el pueblo; cada
cuarta parte de la ciudad designa un candidato y lo recomienda luego al Senado.
Concurren cotidianamente dos filarcas a las sesiones del Senado. Los mismos no
lo hacen nunca dos veces seguidas; En el Senado no se ratifica nada que no haya
sido previamente discutido con tres días de anterioridad a la votación y se castiga
con pena capital el hecho de deliberar sobre los negocios públicos fuera del
Senado o de los comicios públicos.
Estas reglas fueron establecidas para evitar que el príncipe pudiera oprimir al
pueblo y modificar el régimen de acuerdo con los protafilarcas.
DE LOS OFICIOS
Hay un oficio que ejercen todos los utópicos, ya sean hombres o mujeres: la
agricultura. Desde la infancia todos son instruidos en ella; esto mediante una
instrucción teórica que se da en la escuela o por prácticas en los campos próximos
a la ciudad.
Todos adoptan casi siempre los oficios de sus padres por propensión natural.
Pero, si alguien se siente atraído por otro oficio, pasa a formar parte de algunas de
las familias que lo ejecutan. Su progenitor y los magistrados se encargan de que
tenga como maestro a un honrado padre de familia. Por otra parte, si teniendo un
oficio, uno desea aprender otro, se le ofrece idéntica posibilidad. Más tarde
escogerá entre ambos oficios.
En Utopía dividen la jornada en 24 horas iguales. Seis las destinan al trabajo; tres
por la mañana, después de las cuales se ponen a comer; terminada la comida,
reposan dos horas, y trabajan luego tres horas hasta el momento de la cena.
Cuentan las horas a partir del mediodía. a las ocho se van a dormir, y duermen
La mayoría de los utópicos, en sus ratos de ocio, se dedican a las letras, pero, hay
otros muchos que prefieren emplear este tiempo en su oficio propio y es
entendible, ya que no todos tienen la capacidad para la elevación del alma, que
procuran la meditación y el estudio. "Bien veis que no existe motivo ninguno de
ocio, ni pretexto de holganza. No hay taberna alguna de vino o de cerveza... ni
ocasión de corruptelas, ni escondrijos, ni ocultas reuniones, ya que, estando todos
bajo las miradas de los demás, se ven obligados a dedicarse al trabajo habitual o
a un holgar honesto".
Esto será comprendido si se considera cuán grande es, en los restantes países, la
cantidad de la población que pasa el tiempo en ocio. El número de trabajadores
cuya actividad se aplica a suministrar las necesidades del género humano es muy
inferior. En estas ciudades son pocos los que ejercen un oficio que es
indispensable. Todo se mide por el dinero, por lo que se dedican a profesiones
inútiles y superfluas, que sólo sirven para acrecentar el lujo y la deshonestidad.
En Utopía, existen apenas en cada ciudad y territorio que de ella depende, 500
personas que teniendo edad y fuerzas para trabajar se encuentran dispensadas
de hacerlo. Los Filarcas, aunque la Ley los excluya del trabajo, no lo evitan, para
con su ejemplo, estimular a los demás. También están excluidos aquellos a
quienes el pueblo, a propuesta de los sacerdotes, y con el voto previo de los
Filarcas"otorgó una permanente dispensa para que puedan dedicarse al estudio"
Ocurre con frecuencia que algún obrero, después de consagrar sus horas de ocio
al estudio, logra grandes progresos por lo que le es permitido ejercer su oficio e
incluido en la categoría de los letrados. Entre éstos se elige a los sacerdotes, a los
protafilarcas y el príncipe.
Aunque los utópicos se dediquen solamente a oficios útiles y les consagren pocas
horas de trabajo, se produce superproducción de todos los bienes.
Toda ciudad se divide en cuatro partes iguales. en el centro de cada una hay un
mercado público. En esta parte, y en almacenes especiales, cada familia entrega
los frutos de su trabajo. Cada uno de los padres de familia busca allí lo que
necesitan él y los suyos; se lleva lo que desea, sin que tenga que entregar a
cambio dinero o cosa alguna. "¿Quién pedirá lo que necesita?... Unicamente el
temor a las privaciones es la causa que vuelve ávidos y rapaces a todos los seres
vivientes; para el hombre, es únicamente la soberbia la causante, pues le hace
vanagloriarse de superar a los demás en riquezas superfluas, cosa que las
instituciones de Utopía no permiten en ninguna forma".
Toda vez que un ciudadano tiene que ir a otra ciudad o desea viajar, fácilmente
tiene la aprobación del filarca y del protafilarca.
Los viajeros parten formando grupos, provistos de una carta del príncipe, en la que
costa la autorización del viaje, y se fija la fecha del regreso. Se les da un vehículo
y un esclavo público. Consigo no llevan cosa alguna ya que durante el viaje nada
les falta... en todas partes se encuentran como en su casa. Si en alguna parte se
detienen más de una jornada, trabajan allí en su oficio; serán acogidos con
amabilidad por parte de los artesanos de su corporación.
Se deduce la abundancia de todos los bienes. Como éstos están repartidos con
equidad entre todos, nadie puede ser pobre ni mendigo.
Si tienen provisiones suficientes para sí (las preparan para dos años, como acto
de previsión), exportan el sobrante a otros países. Merced a este comercio,
importan no sólo las materias de que carecen (solamente hierro), sino también
gran cantidad de plata y oro.
La práctica que tienen en este negocio les permite poseer abundantes riquezas.
No les importa el vender al contado o a plazo. No aceptan documentos de
particulares solos y exigen la garantía de una ciudad. Cuando se acerca el día del
vencimiento, ésta reclama el pago a los deudores particulares y deposita las
sumas cobradas en su Tesoro sirviéndose de ellas hasta que los utópicos las
reclaman, ya sea para prestar a otro país o para hacer la guerra.
El oro y la plata en Utopía no tiene valor superior al que les da la naturaleza, ella
puso abiertamente a la disposición de los utópicos todas las mejores cosas, como
son el aire, el agua, la tierra, a la vez que ocultó en lo profundo lo que es vano y
de ninguna utilidad. Estos metales son utilizados en Utopía para suplicio de los
esclavos, la diversión de los pequeños y como sinónimo de infamia.
DE LOS ESCLAVOS
Los esclavos deben trabajar constantemente pero tratan peor a los esclavos
utopianos puesto que una excelente educación no los mantuvo en la virtud,
educación que los esclavos extranjeros no disfrutaron.
Hay diversas religiones, no sólo en la isla, sino en cada ciudad, pero la mayor y
más "sabia" rinde culto al Padre de Todo, que es eterno, infinito, invisible e
incomprensible, y está más allá de lo que podemos conocer. El es el origen de
todo, y causa del desarrollo y el progreso, de las vicisitudes y el fin de cuanto
existe. Sólo a El tributan honores divinos.
Pero hay libertad para elegir la religión, y cualquier tipo de persecución religiosa
está prohibida.
CONCLUSIÓN
Esto fue posible, gracias a hombres con una visión muy clara, que hicieron de sus
ideales éticos, la base fundamental de sus vidas.
Ellos dejan ver a través de sus actos, su preocupación por la familia y la sociedad
misma, no importando su posición social, ya que la historia nos muestra el triste fin
que tuvieron, en manos del poder político y religioso que no pudo doblegar sus
ideales y principios, siendo uno ajusticiado por el monarca y el otro perseguido por
la Iglesia.
Como podemos ver, Tomas Moro, hombre de familia y con claras ideas Políticas
enfrentó el poder de la Monarquía absolutista inglesa que imperaba en ese
momento y no dudó en poner en juego su vida, por sus principios éticos y su fe
cristiana. Demostrándonos, no solo su valentía como hombre, sino la
inquebrantable fe en sus principios.