Teoria General Del Proceso Devis Echandia
Teoria General Del Proceso Devis Echandia
Teoria General Del Proceso Devis Echandia
TEORÍA
GENERAL
DEL PROCESO
APLICABLE A TODA CLASE DE PROCESOS
N o c io n e s g e n e r a l e s . S u j e t o s
DE LA RELACIÓN JURÍDICA PROCESAL.
O bj et o , in ic ia c ió n , d e s a r r o l l o
y t e r min a c ió n d e l p r o c e s o
EDITORIAL UNIVERSIDAD
TEORÍAGENERALDELPR OCESO
HERNANDO DEVIS ECHANDÍA
Presidente de los Institutos Iberoamericanos y Colombianos de Derecho Procesal.
Miembro de la Asociación Internacional de Derecho Procesal y de los Institutos
Español, Argentino y Mexicano de Derecho Procesal. Profesor de la Facultad de
Derecho de la Universidad Nacional de Bogotá, Colombia.
TEORÍA GENERAL
DEL PROCESO
APLICABLEA TODA CLASEDE PROCESOS
NOCIONES GENERALES
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II
CAPíTULO III
o) Principio de la congruencia 76
p) Principio de la humanización de la justicia judicial 77
Otros principios fundamentales del proceso penal .. 78
a) Principio de la función preventiva de defensa social del pro-
ceso penal .. 78
Principio del “favor reí” o de la favorabilidad 79
El principio de que al procesado se le debe considerar ino-
cente, mientras no se le pruebe lo contrario
Principio que rechaza la absolución con advertencia de que’
se produce por insuficiencia de pruebas de la responsabi-
lidad .
Principio del juzgamiento por los jueces naturales ..
Principio del derecho del imputado a su libertad provi-
sional 82
Principio de la existencia de un ministerio público impar-
cial, distinto de los funcionarios de instrucción, acusación y
juzgamiento .. 82
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
FUNCIÓN JUDICIAL
Característica de la función judicial .. 89
Cómo se realiza la función judicial .. 89
Importancia de la función del juez en la vida del derecho 90
Interpretación de la ley procesal . 91
CAPÍTULO VI
LA JURISDICCIÓN
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VI I I
ORGANIZACIÓN DE LA FUNCIÓN
JURISDICCIONAL
CAPÍTULO IX
LA COMPETENCIA Y FACTORES
PARA SU DISTRIBUCIÓN
ENTRE LOS DIVERSOS DESPACHOS
56. Jurisdicción y competencia .. 141
57. Factores para la determinación de la competencia externa . 142
58. La “perpetuatio jurisdictionis” 144
59. Competencia absoluta o improrrogable y relativa o promo-
gable 146
60. La prórroga convencional previa al proceso. El lugar donde
debe cumplirse la obligación 147
61. Competencia privativa y preventiva o concurrente 147
62. Competencia externa y competencia interna. Reparto 148
63. Competencia legal y competencia por delegación. La comi-
sión . 148
64. Pérdida y suspensión de la competencia ........................................ 150
65. Noción del fuero o foro. Diversas clases de fueros .......... ... 151
66. La analogía en materia de competencia 152
67. Efectos procesales de la falta de competencia .. 152
68. Cómo se determina en definitiva el despacho judicial compe-
tente para una demanda o una investigación o un proceso
penal .................................................................................................. 153
CAPÍTULO X
DELPROCESO
69. Qué se entiende por proceso
70. Estructura del proceso
71. Objeto del proceso
72. Fin del proceso
73. Proceso y litigio
74. Funciones del proceso civil, laboral y contencioso-adminis-
trativo .... ...... 159
75. Funciones del proceso penal ............ 160
76. Clasificación de los procesos ..................................................................................... 160
77. Procesos declarativos y dispositivos .................. 160
78. Proceso declarativo puro . 161
79. Proceso de condena o de prestación .................................................................... 162
80. Proceso de declaración constitutiva ................... . 163
81. Procesos mixtos 164
82. Proceso declarativo genérico o de conocimiento y proceso de
ejecución ....... 165
83. El proceso cautelar.................................................................................................. 166
84. Proceso represivo y ¡Proceso preventivo ............. 166
Proceso singular y proceso colectivo .................. 167
Proceso contencioso y proceso de jurisdicción voluntaria .. 167
Naturaleza jurídica del proceso. La relación jurídica procesal 168
Acción y relación procesal. Cuándo surge ésta ............................................. 171
CAPÍTULO XI
DE LA ACCIÓN
CAPÍT**LO XII
EL DERECHO DE CONTRADICCIÓN
DE LA PRETENSIÓN
CAPÍTULO XIV
CAPÍTULO XV
CAPÍTULO XVI
LA “LEGITIMATIO AD CAUSAM”
O LEGITIMACIÓN EN LA CAUSA
CAPÍTULO XVI I
PARTE SEGUNDA
SUJETOS DE LA RELACIÓN
• URÍDICA PROCESAL
C íT LO XVIII
CAPÍTULO XIX
ELJUEZ
1»8 El juez como sujeto principal de la relación jurídica pro-
cesal . 291
159 Clasificación de los poderes dcl juez . 292
160 Deberes del juez 293
111 Garantías contra los abusos de los funcionarios judiciales.
Observaciones generales .. 295
162. Vigilancia del trabajo y sanciones disciplinarias a los fun-
cionarios judiciales 296
1G3. Responsabilidad penal y civil de los funcionarios judiciales 296
1ti4. Responsabilidad del Estado por la culpa o dolo de los funcio-
narios judiciales .. 298
165 Etica del juez . 299
CAPÍTULO
CAPÍTULO XXI
LAS PARTES
CAPÍTULO XXII
ÜAPÍT1'LO XXIII
CAPACIDAD, REPRESENTACIÓN Y
POST1ªLACIÓN PROCESALES DE LAS
PARTES E INTERVINIENTES
ÜAPiTULO XXIV
%ARTE RCERA
CAPÍTULO XXVI
CAPÍTULO XXVII
CAPÍTULO XXVIII
CAPÍTULO XXIX
LA COSA JUZGADA
CAPÍTULO XXXI
CAPÍTULO XXXII
CAPÍTULO XXXIII
C/\PÍTULO XXXIV
NOCIONES GENERALES
CAPÍTULO I
fenómenos sociales de todo orden que debe regular. Esto opera con
mayor razón en el derecho procesal. Pero su unidad exige que se
estudien en conjunto y con un criterio comiin sus principios ge-
nerales, y ésta es la razón del curso de la teoría general del
proceso.
’"' Devis Echan día: El Derecho Procesal como íiistrtzmento pero la tutela
de la dignidad y la libertad humanas, en Estudios de Derecho Procesal, tomo I,
ps. 163 a 186, Editorial ABC, Bogotá, 1979.
I) Lu escuela alemana.
Nace en 1856 y 1857 con la polémica Windschei y Muther
sobre la acción en el derecho romano desde el punto de vista del
derecho actual, que produjo tres trabajos reunidos luego en un
volumen. Representan el nacimiento del derecho procesal moder-
no. Viene luego la obra de Von Bülow sobre “las excepciones y los
presupuestos procesales”, en 1868, que da bases más firmes a esta
nueva rama del derecho. Más tarde aparece, ya en este siglo, la
gran obra de James Goldschmidt, el más grande de todos los
procesalistas alemanes hasta el momento; primero su libro El
proceso como situación jurídica. Crítica del pensamiento procesal,
publicado en 1915 en Berlín; luego su Derecho Procesal Civ il,
aparecido en 1919, y posteriormente su Teoría General del Pro-
ceso. Y como seguidores de aquél sobresalen Leo Rosenberg, Kisch,
Lent y otros.
HISTORIA DF. LOS SISTE1\1/\ ›' 1²ROCE8ALES
iiI) Esparta.
De Italia y Alemania pasó a España el movimiento científico
procesal, y allí sobresalen Jaime Guasp, L. Prieto Castro, Víctor
Fairén Guillén, Manuel de la Plaza, Pedro Aragoneses Alonso,
52 TEGRíA CiENERAL HEL PROCESO
iv) fberoaniérica.
No puede decirse que exista en Iberoamórica una escuela
autónoma de derecho procesal, como tampoco en España. Pero los
estudios de esta materia comenzaron a florecer en la Argentina
con Hugo Alsina, J. Ramiro Podetti, Ricardo Reimundín, Eduardo
B. Carlos y más recientemente con Lino Enrique Palacio, Clemen-
te A. Díaz, Alfredo Vélez Mariconde, Jorge A. Clariá Olmedo llos
dos últimos en procesal penal), Carlos J. Colombo, Jorge Are al y
otros. En el Brasil han sobresalido Pontes de Miranda, Guima-
raes, Alfredo Buzaíd, Moacyr Amaral Santos, Federico Márquez
y otros.
En el Uruguay, en primer término Eduardo J. Couture, de
extraordinario valor, cuya muerte prematura fue una gran pér-
dida para el derecho procesal hispanoamericano, y más reciente-
mente Enrique Vescovi, Adolfo Gelsi Vidart, Dante Barrios De
Angelis.
En Venezuela sobresalen Luis Loreto y José Rodríguez U.
En México, Humberto Briceño Sierra. En Chile, Hugo Pereira
Abnabalon y Mario Casarino Viterbo.
En Colombia pertenecen a la escuela moderna Antonio
Rocha, Jorge Cardoso y Gustavo Humberto R,odríguez en materia
de “La prueba”; Hernando Morales Molina, Alvaro Leal Morales,
Antonio J. Pardo, Carlos Ramírez Arcila, Monroy Cabra, Jairo
Parra Quijano, Hernán Fabio López, en derecho procesal civil;
Bernardo Gaitán Mahecha y Luis Eduardo Mesa Velásquez, en
procesal penal. Por nuestra parte, hemos contribuido al derecho
procesal colombiano con las siguientes obras: Derecho Procesal
Civil, Parte General ípublicado en 1949), Tratado de Derecho
Procesal Civil ttodavía incompleto, del cual se han publicado seis
tomos entre 1960 y 1968), Compendio de Derecho Procesal Ciuil
•y Compendio de Pruebas Judiciales, N‹›ciones Generales de Dere-
cho Procesal Ciuil, Teoría General de la Prueba Judicial y Of
nueuo proceso ciuil colombiano; además del actual compendio cuyos
tres primeros tomos fueron publicados en 1972. En derecho pro-
cesal civil, también Marco Gerardo Monroy Cabra (Instituciones
de Derecho Procesal Cíuíf, Bogotá, 1974), Hernán Fabio López
(Instituciones de Derecho Procesal Ciuil Colombiano, Bogotá, 1974)
y Jaime Azula Camacho t Manual de Derecho Procesal. Teoría del
Proceso, Bogotá, 1979), y en el penal Gustavo Humberto Rodríguez
(7Vizeuo Procedimiento Penaf Colombiano, Bogotá, 1976).
HISTCIIIIA DE LOS SISTEI\ÍAS PROCESALES 53
'² Ugo Rocco: Trottato di diritto processuale emite, Torino, 1966, t. II, ps.
145-156; Guarnieri: Los i nfI uenetas del derecho ciui/ en el derecho penal, México,
1952, ps. 68-71; Lessona: Teoría general de la prueba en derecho ciuil, Madrid,
1928, t. I, núms. 56-57; Micheli: Lo cnrgn de la prueba, Buenos Aires, 1961, nÚms.
aplicarse al proceso el principio fundamental del derecho moder-
no, sobre la protección de los débiles.
En materias civiles el principio dispositivo conserva las
siguientes aplicaciones, en los códigos modernos:
1‘) El proceso no puede ser iniciado mientras no se haya
formulado por la parte interesada la respectiva demanda o peti—
ción; en este aspecto creemos que debe mantenerse su vigencia,
con la salvedad de que deben otorgarse al Ministerio Público
facultades para demandar a nombro y para la defensa de los
incapaces que carezcan de representantes o necesiten protección
contra éstos. Sin embargo, en los países socialistas se autoriza al
juez para iniciar de oficio procesos civiles, cuando el asunto in-
teresa a la colectividad.
2‘) Se prohíbe al juez resolver sobre cuestiones no plantea-
das en la demanda y, en algunos países, también considerar ex-
cepciones de mérito que no hayan sido propuestas por el deman-
dado; estamos de acuerdo en mantener lo primero, pero lo segundo
es una exageración que no se justifica y que en el C. de P.C.
colombiano no existe, afortunadamente salvo las de prescripción,
nulidad, sustancial relativa y compensación, que sí deben alegarse
(véanse núms. 126, 128, 239 y 263). Pero en los países socialistas
(como la ex Unión Soviética , se autoriza al juez para separarse
de la demanda y conceder lo probado y no pedido.
3 ) Se permite a las partes ponerle fin al proceso por de-
sistimiento y transacción o conciliación véanse núms. 320-321).
4 ) Las partes pueden, por lo general, renunciar a los de-
rechos procesales, y tal renuncia se entiende existir, en muchos
casos, por el solo hecho de no usar de ellos en la debida oportu—
nidad, aun cuando esto se deba a olvido o descuido, y generalmen-
te sufren entonces consecuencias adversas (cuando no cumplen los
actos que las diversas cargas procesales les imponen) (véanse
núms. 7 y 218).
32 y 40; Carnacin i: Tutela jurisdiccional y técnica del proceso, ed. cit., ps. 97, 171-
172 y 182; Rosenberg: Tratado de derecho procesal ciuil, Buenos Aires, 1955, t.
I, ps. 386-392; Sentís Melendo: El proceso ciuil, Buenos Aires, 1957, p. 155; Couture:
Estudios, ed. cit., t. II, ps. 137-139 y 313-323; Mauro Cappelletti: Prcicesso e
idecilogie, Bologna, 1969, los capítulos: Le grandi tendenze euoluli ue del procesan
emite net di ri t to comparato e lit iziati ue probatorie del giudice e basi pregiu ridiche
della strut l ura del procesan, ps. 143-253; José Rodríguez U.: Autoridad del juez
y principio dispositivo, Valencia (Venezuela), 1968; Devis Echandia: Of moderno
proceso ciuil, en “Revista Iberoamericana de Derecho Pr cesal", Madrid, 1965, t.
I, ps. 15-70, y Dos reformas indispensables a nuestro proceso ci uil..., en “Revista
Derecho Positivo”, Bogotá, 1964, t. I, y adem:is 7’eorío general de la prueba judicial,
Buenos Aires, t. I, núms. 21-30, eds. 1970, 1972, 1974 y 1976.
PRINCII'IOS FUNDAJ\IENTALES UEL DERECHC1 PHCICESAL 63
gl El princip io de la inmediación.
l) Principio de la intpugnación.
Ricardo Reim undín: Dei echo procesal ciutl, 195G, t. I, ps. 144-14G.
74
" ' Devis Echandía: Proz resus y de[ic tencias dc nucstrn y usticia cíuí/, en
“Revista de la Academia de Jui isprudencia”, nú ms. 208—209, de julio-d iciembi‘e
197f›; pu blicado también en la revista “Derecho Coloinbiano”, núm. 167, nov ient bre
1975, págs. 403 a 414; /ft/ incr ii íencíÓzt dc lu )iistícín ciuí/ y Aceleración dc lii justicia
ciui/, ti abajos presentados al Congreso Mundial de Derecho Procesal ocu rrido en
Gante, Bélgica, del 26 de agosto al 4 de septienibre de 1977, publicados en nuestros
F!•studios d.e Dercch.o Procesol, ts. l y II, Bogotá, Edit. ABC, 19'79- 1980.
exp quen y fundamenten sus decisiones, a menos que se trate de
simples órdenes para el impulso del proceso.
Es tan importante este requisito que algunas Constitucio-
nes, como la colombian a, lo consagran expresamente (art. 163).
De esta manera se evitan arbitrariedades y se permite a las
partes usar adecuadamente el derecho de impugnación contra la
sentencia para los efectos de la segunda instancia, planteándole
al superior las razones legales y jurídicas que desvirtúan los
errores que condujeron al juez a su decisión. Porque la resolución
de toda sentencia es el resultado de las razones o motivaciones
que en ella so explican.
El requisito de la fundamentación se exige también para las
providencias que no son sentencias, pero que resuelven cuestiones
que afectan los derechos de las partes, como las llamadas en los
procedimientos colombianos autos interlocutorios.
o) Principio de la congruencia.
" º“”' Devis Echandía: Z’eor/n General de la prueba judicial. Buenos Aires,
t. 1, niíms. 126-130.
PRINC IPIOÑ FUNDAIVTE NTALES DEL DERECI IO PIIOCESAL 77
" "’ Devis Echandía: Principios fu ndainentales del derecho procesal penal
moderno, Bogotá, Edit. ABC, 1982.
79
” º""” Alfredo Vélez Mariconde: ob. cit., t. II, p. 43; Sentís Melendo: lii duhio
pro reo, citado; Mancini: Derecho Procesal Penal, Ed. Ejea, Buenos Aires, 195 l,
t. I, p. 153; Jorge Clariá Olmedo: Bases para orientar en Lotizton mérícn lu tiitt-
/icnciÓn /cgísIoti un cit mnterin penal, Ed. Universidad de Córdoba, 1966, en las
cuales se consagran dos textos sobre “i’estricción de la libertad” e ”interpi‘etación
restrictiva de las normas sobre privación de ell:i".
" Devis Echandía: 7'rntndo de Dereclio Procesal Ciuil, Edit. Temis, Bogotá,
t. II, 1962, niim. 172.
CAPÍTULO IV
²' Francisco Ricci: Pruebas judiciales, Madrid, cap. I, ps. 41-43; Florian:
Pruebas penales, eó. italiana, 1942, y ed. española, Bogotá, 1968, t. I, nÚm. 12;
Micheli: Lo cnrgn de la prueba, ed. cit., p. 233; Lessona: Teoría general d× la prueba
en derecha ciuil, Madrid, 1928, t. I, ps. 41-42.
86
FUNCIÓN JUDICIAL
91
" Carnelutt i: Sístcmn, ed. cit., t. I, núm. 37; Ugo Rocco: 7’rnttato, ed. cit.,
l, ps. 196-206.
Lo importante es tenor en cuenta cuál es la razón jurídica
de la norma que se trata do aplicar por analogía y cuál debe ser
la razón o principio jurídico que debe regular el caso no contem-
plado por ol legislador. Es decir, si ese principio se encuentra
c‹insagrado en alguna norma, tendremos que óste le es aplicable
por analogía al caso no regulado. Existe entonces eadeni ratio.
Y no deben olvidar los jueces este principio fundamental: el
proceso debe dar a los interesados todo aquello y sólo aquello que
tienen derecho a conseguir; de ahí que deben usar con la máxima
eficiencia las amplias facultades para dirigir e impulsar el proceso
y para decretar pruebas de oficio, y la libertad para valorar las
pruebas conforme a las reglas de la sana crítica, pues sólo así
podrán hacer efectivo y real en cada proceso dicho principio; y su
uso es un deber del juez, siempre quo pueda ser iitil para verificar
la verdad de los hechos, obtener la igualdad de las partes e impedir
fraudes, colusiones, actos de mala fe y otros atentados contra la
dignidad de la justicia a los procesos penales, laborales, contencio-
so-administrativos, etc.
CAPÍTULO VI
LA JURISDICCIÓN
. D .
" Couture: Fundamentos de derecho procesal ciuil, Buenos Aires, 1958, ps.
36; Rosenberg: Tratodo, eó cit., t. I, p. 45; Rocco: Trat LaLo, ed. cit., t. I, ps.
57; Redenti: Derecho procesal ciuil, eó. c‘it., t. I, ps. 6 y 9.
" Ugo Rocco. Trattcito, eó. ci t., t. I, ps. 235-302; Redenti: ob. cit. , t. I, p.
lil, Couture: Funclamcntos, ed cit., ps. 40-44. El Tribunal Disciplinario puso de
presente que la jurisdicción es un conjunto de poderes o facultades y de deberes,
en auto del 16 de mayo de 1975.
LA aviiisnlcclóN 99
o) Poder de decisión.
b) Poder de coerción.
Con éste se procuran los elementos necesarios para su
decisión (oficiosamente o a solicitud de parte, según sea el caso),
removiendo los obstáculos que se oponen al cumplimiento de su
TEORÍA GENERAL DEL PROCESO
d) Poder de eje.cución.
o) Jurisdicción contericiosa.
Se dice que la jurisdicción contenciosa se ejercita entre
personas que requieren la intervención del órgano jurisdiccional
fl f1I1 de que desate una controversia o litigio existente entre ellas,
sobre ol cual no han podido llegar a un acuerdo, es decir que ella
se ejercita inter nofentes, inter innitos o aduersus uolentes. Pero
pueden existir procesos contenciosos sin que haya en realidad
litigio entre dos o más personas, porque aunque una figure como
demandante y otra como demandada, ambas quieren que la sen—
tencia haga la misma declaración (por ejemplo: que declare el
divorcio o la nulidad del matrimonio, o la separación de bienes,
o la fillación extramatrimonial del hijo de una persona muerta);
por lo tanto, basta que deba hacerse una declaración judicial
pedida por una persona frente a otra y para vincular u obligar
a ésta, para que se trate de un asunto de jurisdicción contenciosa.
ó) lurisdicción uoluntaria.
" Carnelutti: Instituciones del proceso ciuil, Buenos Aires, 1959, t. I, núms.
18 y 23¡ Sistem, ed. cit. , t. I, p. 279; Ugo Rocco, ob. cit., t. I, ps. 117-118¡ Redenti:
ob. cit., t. I, ps. 9—11 y 29-30; Rosenberg: Tratado, ed. cit., t. I, ps. 73-79; Jaime
Guasp: Dereclio procesal ciuil, ed. cit., pe. 1637-1647; Manuel de la Plaza: Dcrec ho
procesal ciuil, Madrid, ed. cit., ps. 130- 141; Actas del III Congreso Internacional
de Derecho Procesal, Venecia, 1969, ps. 233—662; Angelo Januzzi: Maníale della
uo/ostnrío ,Sí tz risdizione, Milano, 1969; Elio Fazzalari: La ,gía risdizione uo/oii /nrío,
Padova, 1953; Niceto Alcalá-Zamora y Castillo: Estudios dc Teoría Ceneral e his-
toria del Proceso (1945-1972), México, 1974, t. I, ps. 115-238.
104
Alfi otto Veloz Mariconde: Derecho procesal permit, Buenos Aires, 1969,
t. II, ps. 12-² 126; ‹Joi so ilario Olniedo: Tratado che deme ho procesal penal, Buenos
- 15 ‹›0, I, nums. 20"—234, Giovanni Leone Tratado d. derecho procesal
penal, Buenos Aires, 1961 t. I, ps. 175-206; Vincenzo Manzin' Tratadci d‹ derecho
/›roct’ o' mcziri ² I3uc-ios Aires, 1949, t. I. ps. 247-2f› 7; Viada-A ragoneses C'ttrso di
de i e• " '›roci..s± i' pen cit, Madri‹l, 19G8, t. I, pe 71-73; Luis Eduarº o Mesa Velásquez:
Dere‹’h.‹. tu c›‹ =.. pe nal, ªieclellín, 1963, t. I, ps. 15-17; terri: Prof ‹:cÍ ura Fenale,
cor °r i’=n .as niinieografiaclas, 1923- 1924, ps. 5-53 Carn utti: Leec iones so ba el
pr‹ •' f›erinl, Buenos Aires, 1950, t. I, nÚnis. 12, 34 \' ñ ü.
L/\ JUIII SDICCIÓN 109
" " Devis Echandí a: El Derecho Procesal conto instru.mento para la tutela
de la dignidad y la libertad hamarras, en Estudios de Derecho Procesol, I, Edit.
ADC, Bogotá, 1979, ps. 163 a 186.
1 10 TEOFí/\ GEN ER/\I« DEL PItOCESO
³² Jaime Vidal Perdomo: Derecho admi nistratiuo, Bogotá, 1972, ps. 305-
31 l y 452-457; Eustorgio Sarria: Derecho procesal administratiuo, Bogotfi, 1953,
ps. 61-67 y 80- 133.
las rentas, los asuntos atribuidos expresamente a otra jurisdic-
ción y las decisiones y actuaciones de jueces y magistrados de
cualquier jurisdicción, que son de competencia de la justicia or-
dinaria.
Y debe otorgarse acción contenciosa para el resarcimiento
del daño o restablecimiento del derecho violado por simples
hechos u operaciones administrativas. Además, la misma acción
contra tóda clase de actos nacionales, seccionales y municipales
por simple violación de normas positivas superiores, o porque,
además, lesionen derechos materiales consagrados en la ley o la
Constitución.
•' La obra mfis completa y mejor sobre esta materia, que conocemos, es
la de Jesiis González Pérez: El procedimiento odmí ní strntíuo, Madrid, 1964, 1036
ps., e índices.
" ª" Devis Echandía: trabajo acabado de citar.
124 TEORIA GENERAL HEL PROCESO
Ugo Rocco ’³, ambas son una forma de tutela de intereses; pero
se diferencian en cuanto a lClS llmites y formas de la tutela. Es
lo mismo que nos quiere decir Carnelutti. El legislador establece
los límites de una tutela para determinadas categorías de inte—
reses, mediante normas generales y abstractas de conducta; la
jurisdicción, en cambio, otorga la tutela al interés concreto, dentro
de los límites establecidos por el derecho objetivo, cuando éste no
sea o no pueda ser espontáneamente actuado. Con la actividad
jurisdiccional se hace eficaz en el caso concreto la tutela consa-
grada en las normas generales. “La jurisdicción no es, por lo tanto,
ejecución pura y simple de la tutela concedida en la legislación;
es, por el contrario, una segunda y autónoma forma de tutela”.
Tutela abstracta la legislativa, concreta la jurisdiccional; inme-
diata la segunda, mediata la primera.
Las dos tutelas se complementan, puesto que la segunda le
da eficacia a la primera, y en ese sentido se relacionan íntima-
mente las funciones legislativa y jurisdiccional. Pero la verdadera
justicia se produce cuando el juez la aplica al caso concreto.
Lo anterior no impide que por mandato de la Constitución
o de la ley, los legisladores en ocasiones ejerzan jurisdicción para
el juzgamiento de ciertos ilícitos, sean políticos o penales, en razón
del cargo desempeñado por el reo.
ORGANIZACIÓN DE LA FUNCIÓN
JURISDICCIONAL
“ Couture: Estudios, ed. cit., t. I, ps. 132, 135 y 140; Sentís Melendo:
Teoría y práctica dcl proce.so, ed. cit., t. II, ps. 19-39; Devis Echandía: /Vocíozies
generales dc derecho procesal cíuí/, ed. cit., niím. 152.
de la j'arisprudencia exige el ingreso do abogados y profesores que
tengan ideas nuevas, formadas a través de experiencias ajenas a1
desempeño dé Ctlrgos Jud iciales, que aporten doctrinas modernas
y que no sufran el peso de la peligrosa rutina j udicial.
Una solución aconsej able es la do asignar una tercera parte
cte las plazas para renovar en la Corte, a profesionales en ejercicio
y profesores universitarios.
A las calidades anteriores se suman las de orden moral. Es
de suma importancia para la justicia, la honorabilidad, imparcia-
lidad, inde(len‹íeI1c1a y dignidad de los jueces y magistrados (véan-
se núnis. 49, 52).
Estos principios sirven para los concursos de ingreso a l a
carrera o do promociones.
Además, debe establecerse el retiro forzoso por edacl o in-
capaCldad y la destitución por falta grave en el desempefio de las
funciones o por haberse incurrido on sanciones penales, norin as
quo deben ostipularso para toda clase de funcionarios. Nos pai ece
mejor 70 y 65 años, respectivamente, para magistrados y j ueces.
Las promociones dcberán sor en base a concursos entre los
funcionarios en ejercicio, cuando se trate de llenar v acantes. Po-
drían utilizarse para las pruebas escritas los expedientes do pro-
cesos que se encuentren en estado de recibir sentencia, a flTl de
que los concui santes elaboren el proyecto del caso, sin olvidar que
deben ser los antecedentes morales y las obras, conferencias y
lecciones, la capacidad de trabajo y cstudio probada en los anos
servídos en la judicatura o en la profesión y el profesorado, y la
calidad demostrada a través de las sentencias y autos preferidos
o proyectados como j ueces y ni agistrados, y de J os conceptos como
fiscales, lo quo debe contar en primer término. Así resulta un
concurso do méritos y antecedentes.
Cuando se produzca una vacante para juez y existan fun-
cionarios de carrera con antecedentes nieritorios, en cargos de
igual jerarquía, pero ubicados en lugares menos im¡iortantes, lo
pertinente es llenarla con el traslado de uno de aquéllos y abrí r
cl concurso para la vacante que deje el favorecido. El traslado debe
ser también por concurso de méritos y antecedentes.
” I\'Iattirolo: Tratado de derecho judicial ciuí/, l‘ ed., Edit. Reus, I\Iad riel,
sin tech a, t. I, p. 3; Carnelutti: Sistemu, ed. cit., t. II, ps. 286 y ss.; Rocco. Trattalci,
ed. cit., t. II, ps. 37-44.
142
” Devis Echand ía: 7Vizeuo procedía iento ciuil colom btarro, ed. Rosarista,
Bogotá, 1970, t. I, pe. 49-50, e lnnooncrones y reformas al proced imienlo cí uil
introducidas en el nueuo Código, cit., ps. 67, G8.
causas de la demora, el cual será tenido en cuenta si se rindo
dentro del término señalado. El trámite de la sanción serú inde-
pendiente del proceso, es decir que no podrá suspenderlo iii
entorpecerlo.
El comisionado tendrá las mismas facultailes del comitente,
con relación al cumplimiento de la comisión, es decir, a las dili-
gencias materia de aquéllas; deberá, por lo tanto, resolver todos
los recursos de reposición que se le formulen, lo mismo que negar
o conceder la apelación que se le interponga, respecto de sus
actuaciones. Pero si excede los límites de sus facultades, en esa
parte quedará viciada de nulidad su actuación.
La apelación que otorgue el comisionado se tramita ante ol
superior del comitente.
"’ Guasp: Derecho pt ocesal cix il, ed. cit., p. 135; Devis Fchandía: Nociones
generales de derec lio procesal cíui/, ed. cit., p. 113.
TEG«íA ÜE NER/\L 11EL PRCICESG
DELPR OCESO
” Enrico Redenti: Derecho procesal chu il, 13 uenos Aires, 1957, t. I, p. 87;
Carnelutti: <Sí s /enin, ed. cit., t. I, núm. 16; Chiovend a: ob. cit., t. I, p. 100; Rocco:
Tratado, ed. cit., t. I, ps. lll— 113.
’³ " leviz Echand ía: E/ derecho procesal ccimo itistrumento p‹ira In tutela
dc' la libe.rtad y la dignidod hurnonas, trabajo para el libro homenaje a Eduardo
del Rosario, diciembre 1977, publicado en nuestro Estudios de derecli o proccsol,
t. I, Bogotú, 1979, Edit. ABC.
156
DE LA ACCIÓN
•' Chiovenda' Principios. eó . eiL., t. I, nÚm. I, ps. 69-84. Defendió esta tesis
también Piero Calamandrei: L’azione, en Opere giuridiche, Napoli, 1970, t. IV, p. 125.
179
" Devis Echandía: Nociones generales de derecho procesal ciuil, ed. cit.,
ps. l62—163, y Tratado, ecI . cit., t. I, nÚm. 102.
’² Carnelutti: 1 istema, ed. cit., t. II, nÚms. 137- 156; ins/ilociones, ed. cit.,
t. I, núm. 206.
TECIRIA GENERAL IIEL PROCESO
" Devis Echandía: Nociones generales, ed. cit., ps. 175- 179, y Tratodo, ed.
cit., t. I, nú m. 107.
” Contare: Estudios de derecho procesal ciuil, 1948, t. I, ps. 24-44, y
Fundamentos, 1958, ps. 57-78.
” Couture: cita anterior.
184
" Santi Romano: Princ ípí os de derecho procesal ci url, p. 311; Allorio: El
ordenar iento jurídico en el prism a de la declaración jud ic iol, Buenos Aires, 1957,
ps. 38-39, 98—101 y 121- 125; Zanz uchi: Di ritto process nate cmi le, Milano, 1955, ps.
50-64.
” Redenti: Derecho procesal cíuí/, Buenos Aires, 1951, t. I. pe. 44-58; Satta:
Di rilto processuale emite, Padova, 1967, ps. 102- 110.
³' Liebman: bon lzci/c di diritto processuale ciune, Milano, 1967, t. I, núms.
12-15, ps. 31-47.
DE I.A ACCIÓN 185
" Carnelutti: I.secciones sobre el proceso perret, Buenos Aires, 1950, t. II,
núms. 167-168; Fairén Guillén: f•n dí spoiií óí/í dod del derecho de de[ent a en el
sistema ocusntorío español, en «Revista Argentina de Derecho Procesal», enero-
marzo 1969, núm. l, ps. 76-86, y Lo sí t uocíñn actual del mmisterio público, en
«Revista de Derecho Procesal Iberoamericana», 1970, núm. 4, ps. 759-8 12; Tomás
Muñoz Rojas: A notcicioiies en torno a la cosa juzgada penal, en la Revista citada,
nÚm. 4, 1970, ps. 821-874; Vélez Mariconde: Derecho procesal penal, Buenos Aires,
1969, t. I, ps. 257, 272-279; Carlos J. Rubianes: Manual de derecho procesal penal,
Edit. Depalma, Buenos Aires, 1976, t. I, ps. 255-261; Devis Echandía: Principios
/tzridomeitn/es del derecho procesal penal, Bogotá, 1981, ed. cit., ps. 67 a 73; Devis
Echandía: Principios [undamentales del derecho procesal penal, Edit. ABC, Bogotfi,
1982; Ada Pellegrini Grinover: As coridicóes da acáo penal, Edic. Colecño Jurídica,
Edit. José Bushatsky, Sño Paulo, Brasil, 1977; Edgardo Gramajo: Lu ncciÓn en
191
lo teorí.a del delito, Edit. Astrea, Buenos Aires, 1975; Fenech Miguel: Derecho
procesal perret, Edit. Labor, Barcelona-Madrid, t. I, p. 283; Florian Eugenio:
Elementos de derecho procesal penal, Editorial Bosch, Barcelona, p. 179.
" Vélez Mariconde: cita anterior.
” Véase cita 131. Pero son muchos los autores que hablan erróneamente
de que el Estado es titular de la acción penal, por ejemplo, Clariá Olmedo: Tratado,
ed. cit., t. I, núms. 217-218; a menos que se refieran al sistema que limita su ejercicio
exclusivamente al Ministerio Público. Víctor Fairén Guillén opina que cuando el juez
inicia de oficio la investigación o el proceso penal, ejercita la acción ante el Estado;
rechazamos este concepto, porque tal dualidad jurídica es inaceptable, ya que el juez
obra siempre en representación del Estado; solamente si un juez formula la denuncia
penal ante otro juez, para que éste inicie la investigación o el proceso, el primero
actúa como cualquier denunciante y ejercita la acción penal; Fairén Guillén: Rstiz-
dios de derecho procesal, Madrid, Edit. Revista de Derecho Privado, 1955, p. 117.
192 TLOHÍA GENERAL DEL PROCESO
²”' Rocco: Trattato, ed. ci t. , t. I, ¡›s. 303-304; igual conce¡›to encon ti’anios
en Lino Eni'ique Palacio: Dei ec li o pt ocesol ciml, cd. cit.. t. I, ¡i. 389, y en Jaime
Azula Caiiiaclio: ed. cit., ps. 130 a 133.
206
DE LA PRETENSIÓN
"' Rosenber¡¡: Di•.recltn j›i ocesal ci uí/, Bue nos Aii’os, 19fi5, t. II, p. 30.
214
"' Carnelutti: lzistí taciones, Buenos Aires, 1959, t, I, núm. 8, p. 31, Guasp:
ob. cit., p. 225; Ricardo Reimundín: Los coiiceptos de pretensión y acción ezi lu
doctrí na actual, Buenos Aires, 1966; Lino Enrique Palacio: Derec ho procesal ciuil,
Buenos Aires, 1967, t. I, ps. 319-424.
"‘ Este concepto fue acogido por nuestra Corte Suprema, en la sentencia
citada de 27 marzo 1973.
"’ Guasp: ob. cit., ps. 225-226; Briceño Sierra: Derechci procesal, I\léxico,
1969, t. IV, ps. 3-27; Lino Enrique Palacio: ob. cit., t. I, ps. 395-398.
216 TEG :íA (GENERAL DEL PROCE8IJ
ó) En el proceso penal.
"’ Rosenberg: Tratado, ed. cit., t. II, ps. 33 y 37. Un buen estudio del objeto
de la pretensión se encuentra en Karl H. Schwab: El o 6jeto /itígíosci en el proceso
cíuí/, Buenos Aires, 1968.
"’ Carnelutti: lii stítizcíort.es, ed. cit., t. I, p. 32, y ! istema, ed. cit., t. II, núm.
123.
220 TEORíA GENER/\I, DEI. l'HOÜEStl
LA OPOSICIÓN A LA PRETENSIÓN.
LAS DEFENSAS DEL DEMANDADO E IMPUTADO
"’ Autores mencionados en la cita anterior, y Guasp: ob. cit., ps. 24‘•-³
y 254¡ De la Plaza: Derecho procesal ciuil, ed. cit., t. I, p. 371; Fornatti
preuins en el proceso pennl, Buenos Aires, 1952, p. 45¡ C'outure:
cit., ps. 96-97.
más de Sudamerica) los denominaba impropiamente excepciones
dilatorias, y el nuevo, con más corrección, excepciones previas
arts. 89-91J, tomando el término en sentido amplio.
"' Alsina: Defensas y excepciones, ed. cit., ps. 26-28, Vittorio Scialoja: Pro-
cedimiento ciuil romano, ed. cit., ps. 382-389.
²³' Chiovenda: ob. y núms. citados.
240 TEOR!A GENEEAL DEL PROCESO
²³• Ugo Rocco: Derecho procesal ciuil, México, 1944, ps. 156-160; 7'eorio
general del proceso ciuil, México, 1959, ps. 241 -248; 7’roftoto, 1‘ ed., Roma, 1957,
t. I, ps. 318-330, y 2‘ ed., 1966, t. I, ps. 322-355.
244 TEORÍA GENERAL DEL PROCESO
h ) No es el interés pa ra ac.cionar.
"' Giovanni Leone: Tratado de derecho procesal penal, Buenos Aires, 1963,
t. I, ps. 28-29 y 186-187; Manzini: Derecho procesal penal, Buenos Aires, 1952,
t. II, p. 319 y t. I, p. 398.
TEORiA GENEEAL DEL PROCESO
136. Definición.
ii 1 Su adecuada denominación.
Muchos inconvenientes le encontramos a la denominación de
legitimación para oóror propuesta por Ugo Rocco porque se presta
a confusiones, con el interés procesal para accionar y con el interés
sustancial que él mismo denomina para obrar y que estudiamos
en el capítulo anterior. Más correcto es hablar, como lo hace
Carnelutti, de legitimación para pretender o resistir la pretensión;
o dc legitimación para ohtener sentencia de [ondo o mérito. Pero
creemos que lo mejor es mantener la denominación tan conocida
y antigua de /eg'í/ínio/ío ad cnusom o legitimación en lo corso.
.Jorge Cl ariá Olmcdo: Tt atado ‹le che.recho proa.'es al perret, ed. cit., t, II,
ps. 44B, 454 v 416; I.eone: ob. cit., t. I, ps. 250, 449, 497, 519, 734, y t, II, p. 246,
Mancini: ob. cit., t. I, ps. 7 1 y 3fiº. y cita núm. 162; Alcalá Zamora y Levene:
Derec’ho procesal pena.l. cd. cit., t. II, ps. 119 y ss.
267
e) Conclusión.
141. Definición.
'" Devis Echandí a: Tralc'.du, ed. cit, t. I, nÚm. 1G8; Corte Suprema, 7 junio
1937, “G. J.", t. XLV, p. 3ñ2; 10 julio 1945, níím. 202<, p. 329: 3 octubre 1953,
núm. 210, p. 488; 24 setiembre 1954, núm. 2146, p. 668, y muchas más.
CAPÍTULO XVII
PRESUPUESTOS PROCESALES Y
MATERIALES O SUSTANCIALES
"' Devis Echandía: 7'rotndo, ed. cit., t. I, núms. 130-133¡ Nociones gene -
rn/es, ed. cit., núins. 138-141.
275
'º' Marco Gerardo Monroy Cabra: Acoge nuestra clasificación de los pre-
sopuestos procesales, ob. cit., ps. 168-172.
278
SUJETOS DE LA RELACIÓN
JURÍDICA PROCESAL
CAPÍTULO XVIII
²°* Sentís Melendo: Teonía y práctica del proceso, ed. cit., t. l, p. 3. Véase
también: Calamandrei: Elogio de los jueces escrito por un abogado, Buenos Aires,
1956.
EL JUEZ
160. Deberesdeljuez.
"' Devis Echandía: Nueuo procedí miento cíu‹/ co/om /› ‹oro, ed. cit., t. I, ps.
122- 126; Prtncí pios básicos dcl nueuo Código de Procedimiento Ciuil, en revista
“Derecho Colombiano”, agosto 1971, ps. 130-132, y en revista “Derecho”, del Colegio
de Abogados de Medellín, núm. 97, 1971, ps. 45-55, y Fraude procesal, sus carac -
terísticas, con[igurac ión legal y represión, en ”Revista de Derecho Procesal Ibero-
americana”, Madrid, 19'70, núm. IV, ps. 743-758.
En nuestros Estudios de derecho procesal, tomos I y II, Edit. ADC, Bogotá,
1979 y 1980, se publican varios de nuestros trabajos sobre estos temas, algunos
de los cuales sirvieron de antecedentes al C. de P. colombiano de 1970, del cual
fuimos ponentes.
29G TEO RI/\ GENERAL DEL I³HOCE I3C1
'"' Mario Guimaraes: f9 )ii•z n Funçóo ju rt sdiccicnn!, ed. cit., ps. 230 y 240;
Carnelutti: /ristttuc.ír›nes, ed. cit. t. II, ps. 299-3011; Rocco: Tratt,ato, eó. cit., p. 30;
Couture: ñstuclios, ed. cit., t. I, ps. 90-91.
298 TEO8M GENERAL DEL PHOCESO
"’ Devis Echandía: Nueuo procedimiento ciuil co/ozzibí‹ino, ed. cit., t. I, ps.
21-24; ?nnouncíoiics y re[orrnas al procedimiento ciuil, en revista “Derecho“, cit.,
ps. 154-155, y en As/ izd tos de derecho procesal, ed. cit., t. I, ps. 222 y 307¡ t. II,
p. 699.
"' Bielsa: Derecho ndmiiiístrotíuo, 4ª ed., t. II, p. 365, Guimaraes: ob. cit.,
p. 247¡ Duguit: Traité de droit administrati[, 2‘ el., p. 537; Devis Echandía:
Tratado, eó . cit., t. II, núm. 189, y Nociones generales, ed. cit., núm. 162; Silva
Melero: Lm prueba procesal, Madrid, 1963, t. I, ps. 138-139.
299
' Sentís Melendo: Teoría y próctica del proceso, ed. cit., t. II, p. 64.
CAPÍTULO XX
o) Consejo de Estado;
h ) tribunales administrativos;
ci jueces y Tribunal de Aduana y Tribunal Superior Militar
y Jueces Militares;
Ü.JERC IC IO DE LA FUNCIÓN .J1JRISDIC C IO NAL
168. Conjueces.
Rosenberg: Derecho procesal ci u il, ed. cit., t. I, p. 211; Eduardo B. Carlos: inte-
d uccion al estu.dio del derecho procesol, Buenos Aires, 1959, p. 161; Couture:
Es *udio, ed. cit., t. III, p. 425; Guasp: Derecho procesal ciuil, ed. cit., ps. 183-184;
Rocco: 7’rnttnto, ed. 1966, t. II, ps. 102-109.
B09
" ° Carnelutti: Sistemo, ed. cit., t. II, nÚm. 148; Calamand reí: Insti taciones,
ed. cit., p. 161; Aragoneses Alonso: Proceso y derecho procesal, Madrid, 1960, p.
91
312 TEORÍA DENEHAL DEL EROCESU
"‘ Carnelutti: Sistema, ed. cit., t. II, ps. 131 y 367; e Jnstí t ticiortes, ed. cit.,
t. I, núms. l5 y 261.
316
"’ Redenti: ob. cit., t. I, p. 236; Guasp: ob. cit., p. 216; Carnelutti: insti-
tuciones, ed. cit., p. 396. C'orte Supr,ema: Casación Civil, 22 febrero 1972, G. J.,
t. €'XLIII, núms. 2356-2357, publicada también en Foro Colombiano, nÚm. 33, ps.
289-2il0; l7 enero 1973, ordinario de Justino Sánchez y otros contra herederos de
Daniel Isauro Sánchez; 16 agosto 1972, G. J. , CXLIII, núms. 2358-2363, p. 84;
Tribunal de Cali sentencias 15 abril 1969 y 8 mayo 1972, en revista “Justicia"
del mismo Tribunal, enero-d icie mbre 1971, ps. 11-27 y 86- 108. Tribunal de
Medellín: autos de 12 noviembre 1974, 5 abril 1974 y 14 mayo 197t›.
317
"’ L'n buen estudio sobre esta materia puede verse en la “Revista Ibero-
americana de Derecho Procesal”, 1976, núms. 2-3, ps. 369 y ss., del profesor
español Valentín Cortés Domínguez.
TEORM GENERAL &EL 2HOC£SO
²" Carnelutti: Sisteutn, ed. cit., t. III, ps. 165-166 y t. IV, p. 350, e Ins -
tituciones, 5‘ ed., cit., t. I, ps. 389-391; Rocco: 7'rnttnto, ed. cit., t. I, ps. 338-339;
notas 4‘ y 5‘, y 43, y t. II, pe. 110-116; Redenti: Derecho procesal ciuil, ed. cit.,
t. I, ps. 232-233; Chiovenda: Principios, ed. cit., t. I, ps. 197-198.
319
Guasp: Derecho procesn/ cíuí/, ed. cit., p. 217; Fairén Guillén: Estudios
de derecho procesal, ed, cit., t. I, ps. 125-126; Carnelutti: ! intenta, ed. cit., t. II,
núm. 131; e Instituciones, ed. cit., t. I, núms. 15 y 261; Chiovenda: Principios, ed.
cit., t. II, nÚm., 85; Rocco: Trattato, eó. cit., t. II, p. 110; Redenti: ob. cit., t. I,
p. 313; J. Ramiro Podetti: Tratado de la tercería, Buenos Aires, 1949, umm. 144.
El consorcio inicial (voluntario o necesario) puede presentarse
ía parte demandante o también en la demandada —varios contra
o uno contra varios—; pero puede ocurrir también en ambas
les —varios contra varios—; el primero será octíuo, el segundo
•'uo y el último mixto tpreferimos reservar la denominación de
«iproco para el caso que luego explicaremos).
Por último, el lltisconsorcio voluntario puede ser simple o
íproco. El primero es el frecuente y ocurre cuando existe litigio
itre una o varias personas que forman una parte y las demás
son la parte contraria, pero no litigio de aquéllas entre sí; por
ejemplo: se demanda a varios deudores de una obligación, quienes,
=or lo tanto, están en litigio con ol demandante, pero no entre sí.
El segundo se presenta cuando existen ttintos litigios como parejas
de partes, es decir, cuando todos los sujetos del proceso se encuen-
tran en litigio entre sí; por ejemplo: el acreedor demanda al fiador
y éste por su parte llama en garantía al deudor en uso del beneficio
y excusión; o se reivindica una finca y el demandado denuncia el
pleito a su vendedor; en estos casos los intereses de todos los
sujetos son distintos y opuestos y por ende existen litigios recí—
procos entre ellos. Pero existe litisconsorcio en esta parte plural
frente a la contraria.
Debe aceptarse tanto el litisconsorcio facultativo propio como
el impropio, siempre que exista analogía en las cuestiones de
hecho y de derecho Uno de óstas solamente), aun cuando las
primeras sean separadas e independientes. También la acumula-
ción por identidad del fin perseguido, pero creemos que se trata
de consorcio propio, por conexión instrumental. El litisconsorcio
necesario es siempre propio.
La identidad de partes puede ser parcial, y por eso si a ella
se agrega la de objeto o causa o la instrumental, se tendrán dos
elementos comunes y habrá litisconsorcio propio; y si existe afi-
nidad jurídica de hecho y de derecho, habrá litisconsorcio impro—
pio; un ejemplo de éste es la demanda de varios hijos extrama-
trimoniales del mismo padre, pero de distintas madres, para que
se declare su filiación paterna; entonces se trata de litisconsorcio
facultativo.
Una buena regla es aceptar la acumulación de procesos cuan—
do las diversas pretensiones se hubieran podido acumular en la
misma demanda. De manera que so utiliza un mismo criterio para
la acumulación inicial y la posterior, es decir, la que ocurre en
la misma demanda y la de los procesos iniciados por separado.
En materia penal existen casos de litisconsorcio facultativo
(véase núm. 187 .
o) En euanto a la sentencia.
El primer efecto procesal del litisconsorcio es el de constituir
una sola causa, para ser resuelta mediante un mismo procedimien—
to y una sentencia común, con lo cual se crea una unión procesal
entre los varios litisconsortes. EStCl no signiflca que la decisión
contenida en la sentencia deba ser siempre igual para todos, pues
sus distintas pretensiones pueden correr suertes diferentes, como
acontece en los casos de litisconsorcio voluntario (favorable a uno
o varios de los demandantes o demandados y desfavorable a los
demás); pero cuando se trate dCl lltlsconsorcio necesario, la indivisi—
bilidad e inescindibilidad de la situación jurídica impide una dis—
tinta soluclón para los varios sujetos que en Ella concurren, como
hemos visto, y no puede dictarse sentencia de fondo o mérito cuando
no estén presentes todas las personas que la ley determina como
necesarios actores o contradictores. Si falta alguno de éstos y por
ignorancia del juez se pronuncia sentencia que condena a los varios
litisconsortes necesarios demandados y ésta queda ejecutoriada, su
ejecución parcial no será posible porque perjudicaría a los demás
contra quienes ningún efecto puede producir.
Cuando los litisconsortes necesarios actúan como de—
mandantes, existen ciertas modalidades de importancia en estas
dos hipótesis. Si la sentencia se pronuncia sobre el fondo a pesar
de faltar alguno de ellos y que entonces lo procedente es una
inhibición, y ella es desfavorable a los demandantes, como no
produce efectos de cosa juzgada contra los ausentes, éstos podrán
iniciar un nuevo proceso con la concurrencia o la citación de los
primeros, para que el contradictorio resulte completo, y obtener
sentencia favorable, que beneficiaria a todos si prueban el derecho
en debida forma. Si la sentencia de fondo resulta favorable a los
litisconsortes necesarlos a pesar de no estar completos, su ejecu-
ción vendrá a favorecer a los ausentes, por la misma indivisibi-
lidad de su objeto, y el demandado vencido no podrá oponerse
alegando esa circunstancia, que ha debido hacer valer durante el
proceso para conseguir una sentencia inhibitoria "'
²’² Hugo Alsina: Tratado de derecho procesol ciuil, Buenos Aires, 1941, t.
I, p. 340; Podetti: ob. cit., núm. 152.
LAS ›ARTEH
ó) En lo ej ue ntatic ul proceclimiento.
Consecuencia de la unidad de procedimiento es que los tér-
minos para interponer recursos y los de pruebas y traslados son
comunes o corren siinultáneain ente para todos los litisconsortes
una vez que se surta la notificación a todos. Se exceptúa el tras-
lado de la demanda, que es separado, si no tienen el mismo
apoderado.
La prórroga de competencia por saneamiento de la nulidatl
debe provenir do todos los litisconsortes, sean voluntarios o ne-
ccsari os, porque el acto de uno no puede perjii‹l1Cftr ii lOS dein ás.
d! En materia de recursos.
Podetti: Tratado de la tercería, eó. cit., núm. 154; Fairén Guillen: ob.
t. I, p. 136; De la Plaza Derecho procesal ciuil, ed. cit., t. I, ps. 294 y 602;
Guasp. ob. cit., p. 220; Chiovenda: Principios, ed. cit., t. II, umm. 88; Carnelutti:
?iisfí/tzcic'ncs, cit., t. II. núm. 537.
326
"’ Carnelutti: Instituciones, ed. cit., t. II, núm. 537; Chiovenda: Princi
ed. cit., t. II, núm. 88; De la Plaza: ob. cit., t. I, p. 296; Fairén Guillén: ob. cit.
t. I, ps. 150-152¡ Guasp: ob. cit., p. 213; Alsina: ob. cit., t. I, p. 342; Podetti: ob
cit., ps. 340—341.
LAS PARTES 827
"• Podetti: ob. cit., p. 389; Guasp: ob. cit., ps. 213-214.
828 TEORÍA GENRRAL DEL PROCESO
Podetti: Tratacln ’ 'as -•.erías, Buenos Aires, 1949, ps. 32 y 3€›; Roce'
Trnttnto, ed. t. . 1117
192. 'lerceristas o intervinientes “net e:rcf ucfert‹ iim ,litis-
consortes y coadyuvantes o intervinientes “ad adm -
rnncf iim”.
’ Gunsp: ob. cit., ps. 209-2 l7; Rosenberg: ob. cit , t. II, p. lls‘ Fairén
Guillén: ob cit., t. II, ps. 176-219; Devis Echandía Nociones generales de derecho
procesan ciuil, Madrid, 1966, núm. 193, Tratado, ed. cit., t. II, núms. 344 y 349,
y Nueuc› procedi iniento ciuí/ colombiano, 1970, t. I, ps. 142-144.
”' Carnelutti: Sí s /emri , ed. cit., t. II, núm. 376, e Iristi taciones, ed. cit., t.
I, nÚm. 105, p. 262; Redenti: Derecho procesal ciuil, ed. cit., t. I, ps. 236 y 241;
Chiovenda: Principios, ed. cit., t. II, núm. 89; Podetti: ob. cit., núm. 20, p. 32; Rocco:
Trattato, ed. cit., t. II, ps. 115-121; Guasp: ob cit., ps 216-224.
884 TEOníA GENERAL IIEL PECICI.SO
a 1 Su verdadera naturaleza.
El coadyuvante es siempre una parte accesoria o secundaria,
porque actúa “para sostener las razones de un derecho ajeno”
en un plano distinto del de la parte principal, de subordinacion
a ósta, ligado secundariamente a la posición de su coadyuvado "'
Esa actuación de1 coadyuvante puede limitarse a una colabo-
ración con la parto coadyuvada que también actúa en el proceso,
pero puede llegar a suplir la actividad de ósta, con las limitaciones
que más adelante indicaremos, cuanilo por desinterés u otra causa
abandona total o parcialmente su defensa. Sin embargo, el coadyu-
vante no actúa er nombre de la parte coadyuvada sino en su propio
nombre, a pesar de hacerlo en defensa de la causa de aquélla, y
por lo tanto, no se trata de una especie de representación.
rt. 52, que dice: “Quien tenga con una de las partes determi—
.a relación sustancial, a la cual no se extienden los efectos
dicos de la sentencia, pero que pueda afectarse desfavorable-
tte si dicha parte es vencida, podrá intervenir en el proceso
..o coadyuvante de ella”.
El coadyuvante puede ser, por consiguiente, ajeno a la re-
on sustancial debatida en el proceso por su coadyuvado tpor
.mp1o: no reclama ningún derecho en el inmueble cuya propie-
ad se discute), pero existirá otra relación sustancial entre ellos,
ie puedo resultar afectada con la decisión que sobre la primera
adopte en el proceso luna relación de crédlto, que no podrá
atisfacer si el coadyuvado pierde el pleito; o una relación de
parentesco que podrá lesionarse moral y socialmente, en el mismo
supuesto, como la de padres en el proceso de divorcio de los hijos
menores no habilitados de edad). El coadyuvante no es cotitular
e la misma pretensión del coadyuvado porque entonces tendría
una pretensión propia en ese proceso y sería litisconsorte, sino
titular de la suya propia, y por esto, aun cuando no está legitimado
para demandar respecto a la relación sustancial de aquél, sí lo
está para intervenir en el proceso que inició su coadyuvado o se
sigue contra éste.
Se trata de una legitimación menos plena, que sin facultarlo
para demandar la pretensión de su coadyuvado, sí lo autoriza para
coadyuvarla o defenderla en el proceso iniciado por éste o contra
éste.
No es necesario que se trate de un interés jurídico en la
causa u objeto del proceso, sino de un interés jurídicamente
tutelado que puede ser patrimonial o moral o familiar (como lo
aceptan Chiovenda y Carnelutti, y como se deduce de las ense-
ñanzas de Rocco y Alsina), cuya satisfacción o realización depen—
den de los resultados de ese proceso, en vista de una relación
jurídica que exista entre ese tercero y una de las partes, como
sucede en los ejemplos puestos. Esta circunstancia deberá ser
afirmada por el interviniente para que se admita su solicitud, y
ella deberá acompañar las pruebas que demuestren el hecho del
cual deduce tal interés del crédito, el parentesco, etc.).
El acreedor real con hipoteca o prenda, tiene con mayor
razón interés suficiente para intervenir como litisconsorte en el
proceso de nulidad o resolución del título de propiedad de su
deudor, ya que la sentencia afectará su garantía, aun cuando no
se solicite su cancelación en ese proceso (si se solicita, debe de-
mandársele, como litisconsorte necesario).
En resumen, el interés debe ser siempre jurídico en la misma
causa en los casos de intervención principal litisconsorcial; pero
puede ser simplemente económico o moral o familiar, siempre que
"• Chiovenda y Camelutti: véase cita 184; Rosenberg: ob. cit., t. I, ps. ?7 I-
272; Schonke: Derecho procesol ciUil, Barcelona, 1950, p. 101; Rocco: véase c.a
256; Redenti: ob. cit., t. I, p. 241; Alsina, Guasp y Couture: véase cita 254
LOS TERCEROS Y SU INTERVENCIÓN 339
"’ Devis Echandía: Nueuo procedimiento ciuil coloirib íano, Ed. Rosarista,
t. I, ps. 137-138.
reflejan en la sentencia, con un alcance definido claramente en
el texto legal, pues entonces se le condena a pagar al demandante
los perjuicios que éste sufra por tal conducta, que pueden ser el
valor de la cosa si era mueble y se pierde o se hace imposible su
recuperación, o el valor de los frutos y productos durante el tiempo
perdldo en ese proceso, y cualesquiera otros, además de las costas
del proceso.
El juez ordena citar a ese tercero, en la forma indicada para
la denuncia del pleito; si comparece y reconoce que es el poseedor
o tenedor tsegún el caso), se le tiene como parte en lugar del
demandado y éste queda fuera del proceso; si no comparece, o si
niega su calidad de poseedor o tenedor, el proceso continúa con
el demandado pero la sentencia surte efectr.s respecto de ambos.
Es decir, el citado queda de todas maneras vinculado al proceso
por el solo hecho de la citación.
CAPACIDAD, REPRESENTACION Y
POSTULACIÓNPROCESALESDE
LAS PARTES E INTERVINIENTES
"’ Rosenberg: Derecho procesal ciuil, ed. cit., t. I, p. 219; Rocco: Tratta.lo,
ed. cit., t. II, p. 128; Redenti: ob. cit., t. I, p. 151; Carnelutti: Instituciones, ed.
cit., t. I, núms. 322—323.
352
'” Guasp: Derecho procesal ciui/, eó . 1962, ps. 180-181; Rocco: Trattato, eó .
cit., t. II, p. 129; Carnelutti: Instituciones, ed. cit., t. I, nÚm. 106; Redenti: ob. cit.,
t. I, núm. 39.
'º³ Guasp: ob. cit., p. 182; Redenti: ob. cit., t. I, núms. 44-45; Rosenbcrg:
ob. cit., t. I, nú ms. 233-234.
CAPACIDAD Y RH PHE 5EN TACI ÓN DE LA IS P/\RTES 355
Del-is Echandía: Teoría general de la prueba judic int, Buenos Aires, eds.
1970, 19'72, 1974 y 1976, t. I, núms 119-12 l; y Tratado de deres ho procesal ciuí/,
ed. cit., t. I, núms. 747-749.
365
"' Calarnaud reí: Estud tos sobre el proceso ciuil, Buenos Aires, 1945, ps. 369
y ss.
”' Chiovenda: Principios, Madrid, 1922, t. II, p. 231; Carnelutti: Sistem o,
ed. cit., t. III, ps. 3-145, e Institucic›nes, ed. cit., t. I, ps. 298-300; Guasp: Derecho
procesal ciuil, Madrid, 1962, ps. 283-294; Enrique Vescovi: Derecho› procesal ciuil,
Madrid, t. III, Montevideo, Eds. Idea, 1975, ps. 7 a 52.
374 TEOt1l/\ GENERAL IIEL 1'II€ICESO
²ºº Otros países y algunos autores aceptan la nulidad por el principio ‘[raus
cmiiio corruinpit”. En ese sentido o como motivo de revocación aun después de
ejecutoriada la sentencia, se pronuncian: Enrique Véscovi: Derecho procesal cíoí l,
Montevideo, 1975, t. III, p. 25, y Fraude procesal, en “Revista de Estudios Pro-
cesales”, de Rosario, Argentina, t. II, p. l; Couture: ReuococíÓri de los actos pro -
cesn/es [raudulentos, en ñstdíos, ed. cit., t. III, p. 387; Gelsi Vidart: Noción de
[rande procesal, en “Revista de Derecho Procesal Iberoamericana", 1970, p. 7;
Devis Echandía: Fraude procesal, en “Revista de Derecho Procesal Iberoamerica-
na”, octubre-diciembre 1970, ps. 743 a 758.
376 TEOR M GENERAL DEL FROCESO
"’ Carnelutti: Instituciones, ed. cit., t. II, nÚms. 50 y 150; Guasp: Derecho
procesal ciuil, Madrid, 1962, ps. 309-313; Chiovenda: Principios, ed. cit., t. II, núm.
41; Fairén Guillén: ob. cit., t. I, ps. 439-441; Couture: Fundamentos, ed. cit., p.
107; Aragoneses Alonso: !Sentencias congruentes, Madrid, 1957, p. l7.
384 TE 01:ÍA GENERAL DEL PROCESO
l) Requisitos de [ondo.
o) capacidad del demandante;
ó ) capacidad del demandado;
ci competencia del juez;
d haberse escogido el procedimiento adecuado, ordinario o
especial del caso; pero el juez puede corregir el error del deman—
dante y adecuar el procedimiento al señalado en la ley;
el habilidad para demandar personalmente o poder de pos-
tulación, cuando no se hace por intermedio de abogado inscripto,
cuando la ley así lo exige;
/) prueba del derecho a representar al demandante, si se
demanda a nombre de otro;
g) prueba de la representación del demandado;
li) cuando la ley exige que se demande a varias personas
o se trata de un litisconsorcio necesario, debe dirigirse la domanda
contra todas ellas;
í) En los casos que la ley exija la prueba inicial del interés
sustancial del demandante para formular sus pretensiones y del
demandado para contradecirlas y de la legitimación en la causa
de las partes, éstos serán otros tres requisitos de fondo de la
" ' Devis Echandia: Nociones generales de dereck o procesa l ciuil, ed. cit.,
núms. 224-227; Tratado de derecho procesal ci url, ed. cit., t. III. núms. 286 -290.
388 TEORL\ GENERAL DEL I’fIOCESO
"" Devis Echandía: Tm.tado, ed. cit., t. I, núnis. 150, literal 0, 166, literal
V; Nos.iones generales, ed. cit., núms. 119 y 134.
399
²'" Devis Echandía: Wocír›rtes gcnern/es, ed. cit., núm. 232, y 7’rntcrd
cit, t II, núm 399
405
²' Luis Eduardo Mesa Velasquez: Derecho procesal penal, Medellín, 1963,
t. I, ps. 39 y 45-49; Bernardo Gaitán Mahecha: Esquemas de derecho procesal penal
co/om 6ínno, Bogotñ, 1958, t. I, ps. 197-199; Gustavo Humberto Rodríguez: Nueuo
procedi miento p-•nal colcini 6iono, ed. 1972, ps. 33-34, y 2‘ edición 1976, ps. 19 a
38; Jorge Clariá Olmedo: Lcr querella en dcli tos de accion de ejercicio pri nado, en
Jurisprudencia Argentina, mayo 1970, ps. 95- 112 y Lo denuncia en la [unci on
represiua, en Jurisprudencia Argentina, noviembre 1970. ps. 74-93; Antonio Vi-
cente Arenas: Procedimiento petial, Bogotá, 1972, ps. 78-91. Y los comentaristas
del C. de P.P. de 1981.
410
"' /\ntonio Vicente Arenas: ob. cit., p. 61; Mesa Velásquez: ob. cit., ps. 6o-
94; Gaitán Mahecha: ob. cit., ps. 279-324; Gustavo Humberto Rodríguez: ob. cit.
ed. 1972, ps. 87-99, y ed. 1976, ps. 83 a 94; Tulio Chiossone: Mannot de dereck- .
procesal pen al, Caracas, 1967, ps. 10- 15.
- — — . -
C»eí uLO XXVII
Son actos procesales de esta clase los que tienen por fin el
hacer marchar el proceso a través de las diferentes etapas que
la ley procesal establece o impedir su paralización.
"’ Carnelutti: ! isterna, ed. cit., t. II, núms. 150 y 165; Santiago Sentís
I\Referido: Ca.ducidad o perención de íns/nncín, y Derechos del juez y cnrgas pro—
cesu/es, en Estudios de Derecho Procesal, Buenos Aires, 1967, t. I, ps. 299-319 y
355-376.
Tronl ‹l \0HAL DEL I ItO ESO
los hay en los cuales concurren el juez y las partes o esos terceros,
como los de práctica de las pruebas cuando aquél y éstos inter-
vienen; por último, en algunos concurren el juez y terceros ajenos
al proceso como traductores, intérpretes, peritos y testigos.
En el proceso civil clásico, dominado por el criterio pri-
vatistico o de interés particular, los actos introductorios de prue-
bas deblan provenir de las partes, como regla casi general, mien-
tras que la intervención del juez estaba limitada a la admision,
el decreto, la práctica y valoración de las distintas pruebas; en
cambio, en el proceso penal se le otorgaba al juez iniciativa oficiosa
para investigar y decretar las pruebas. Pero on ol derecho con-
temporáneo como lo hemos explicado varias veces (véanse núms.
12 y 2ñ01, el juez civil tiene amplias facultades para decretar de
oficio todas las pruebas que estime convenientes para la formaciíín
de su convicción sobre los hechos, es decir, para verificar si corres-
ponden o no a la realidad ²27 Igual facultad se otorga en el C. de
P. Laboral y se aplica al proceso contencioso—administrativo.
Existe, además, para las partes la carga de probar los hechos en
los cuales fundamentan sus pretensiones o excepciones y que son
el supuesto de las normas que consagran ese efecto jurídico, por
lo cual corren el riesgo de sufrir consecuencias desfavorables si
llegare a faltar dicha prueba tvéanse núms. 7 y 12).
Existen algunos actos que pueden servir como medios de
prueba en el proceso, pero que no son procesales; se trata de los
documentos, sean públicos o privados, elaborados fuera del pro-
ceso, pero que más tarde son aducidos por las partes o llevados
por orden del juez al proceso.
El juez debe valorar o apreciar esas pruebas, de acuerdo con
las reglas de la sana crítica, para saber cuál es la fuerza de
convicción que contienen y si gracias a ella puede formar su
convicción sobrc los hechos que interesan al proceso; pero ese acto
del juez no es probatorio, sino decisorio, puesto que se trata de
adoptar la decisión que sea procedente.
En razón de existir nuestras obras Teoría general de la
prueba judicial y Pruebas judiciales, acabadas de citar, y porque
esta materia exige un curso anual especial en las Universidades
²²º Rocco: Trattato, eó. 1966, t. II, ps. 237-238; Calamandrei: Lo genesi
fogico della sentenza emite, en Opere Giuridiche, Nápoles, 1955, ps. 11-54; Santiago
Sentís Melendo: ‘Revista Iberoamericana de Derecho Procesal", 1976, núms. 2-3.
422
²³’ Devis Echand ía: Tratado, ed. cit., t. III, núm. 438.
426 TEORÍA GKNERL DEL RRUCESO
"‘ Caicedo Castilla: Derecho interna.ciona.l pri nudo, Bogotá, 1960, ps. 4í —
492.
²³° Chiovenda: Princiyíos, ed. cit., t. II, núm. 81; Carnelutti: Histem w-
cit., t. I, núms. 49-53, e lu stí t tzcíoii es, ed. cit., t. I, núms. 67 -75.
AUTOS Y SEN TENC 1/\'5 431
"’ SélttíS Melendo: Lu sentencia exti anjera, ed. cit., ps. 93-101; C
mandrei: I a sertterizn emite come mezzo di prouo, t. I, ps. 108-129.
CAPÍTULO XXIX
num. 15); pero se les observa que éste mira a la aportación por las
cartes del material del hecho y de las pruebas limitando la función
del juez a valorarlo. Sin embargo, en sentido general, el principio
espositivo se refiere a que en el proceso civil son las partes quienes
deben llevar la iniciativa en todo sentido, y si se le entiende así,
-'a relación con la congruencia aparece evidente; pero aquel prin-
-ipio no es bastante para explicar el fundamento de ésta, ya que
no da la razón de por qué una vez alegados los hechos por las partes
x‘ formuladas sus peticiones, no puede el juez resolver sobre algo
Estrato ni dejar de resolver sobre ellas.
Puede pensarse también que se trata de una derivación del
¡Principio de contradicción, pero como éste se refiere a que el de-
mandado tenga el derecho y la oportunidad real de defenderse, no
nos parece que la incongruencia lo desconozca, porque se trata de
que, a pesar de esa defensa efectiva, el juez no puede imponer una
condena mayor o distinta, o deje de resolver. En cierto sentido
puede decirse que si el juez condena a algo no pedido, el demandado
no ha tenido ocasión de contradecir ese punto; pero la observación
aparente, porque la contradlcción de la prueba en general y la
oportunidad de hacerse oír permanecen incólumes en esa hipótesis.
También se ha dicho que se trata de la necesidad de impedir
un exceso de poder por parte del juez; pero esto no explica todos
los supuestos de incongruencia, como los casos en que se deje de
resolver; ésta puede ser una de las finalidades del principio, mas
no explica su razón o fundamento 240
Nosotros creemos que se trata de una consecuencia lógica de
la relación de jurisdicción como derecho y deber del Estado, tal como
lo estudiamos en el capítulo IV (véanse núms. 21-24). Los derechos
de acción y de contradicción imponen al Estado el deber de proveer
mediante un proceso y por una sentencia, cuyo alcance y contenido
están delimitados por las pretensiones y las excepciones, que com—
plementan el ejercicio de aquellos derechos ²4 . Es decir, la relación
de jurisdicción comprende tanto la acción y la contradicción como
la pretensión y la excepción que en ejercicio de estos derechos se
formulan al juez para determinar los fines mediatos y concretos del
proceso, y de esta manera fija la materia sobre que debe versar la
sentencia (véanse núms. 98, 107, 113 y 127). En lo penal la excep-
ción en sentido estricto no juega papel, porque la existencia de una
causa de exculpación o de inimputabilidad excluye la existencia del
delito y por consiguiente son hechos impeditivos de éste, y no
exceptivos.
²" José Carlos Barbosa Moreira: 0 nono processo ciuil 6rasi lei ro, Edit
Forense, Río de Janeiro, 1975, vol. I, p. 22; Marcos Alfonso Borges: Comentá
oo códiyo de processo ciuil, San Pablo, 1975, ps. 150- 151.
TEGRtA GENERAL DEL PROCESO
"’ Guasp: Derecho procesal ciuil, Madrid, 1962, ps. 964-9G6, y Conte
ed. cit., t. I, p. 971; Aragoneses Alonso: ob. cit., ps. 89- 120; Rocco: Tra*’
cit., ps. 233-235.
441
²°' Rocco y Guasp: obs. y ps. citadas; Aragoneses Alonso: ob. cit., ps 137-
ÜONGTtUEN CIA EN LAS 1³ROV1DEN CIAS DEL JUEZ
²³² Jorge Clariá Olmedo: Tratado de derecho procesal penal, Buenos Aires,
1964, t. IV, ps. 414-416; Giovanni Leone: Tratodo de derecho procesal penal,
Buenos Aires, 1963, t. III, ps. 186-187 y 230; Vincenzo Manzini: Tratado de derecho
procesal penal, Barcelona, 1960, t. II, ps. 920-92 1; Emilio Gómez Orbaneja
Vicente Herce Quemada: Derecho procesal perret, Madrid, 1968, ps. 247-248; Carlos
Viada-Pedro Ara goneses: Curso de derecho procesol penal, t. I, ps. 4 27-43o.
444 TEO«|A GENEEAL DEL IIIOCESC)
LA COSAJUZGADA
"’ Chiovenda: Principios, 1\Iadrid, 1941, t. II, p. 415; Devis Echandía: No-
ciones generales de derecho procesal ciuil, Editorial Aguilar, Madrid, 1966, ps. 545-
605, y Tratado de derecho procesal ciuil, t. III, Ed. Temis, 1963, ps. 367-478.
448 TEGRIA GENER/\L DEL t³IIOCESO
"’ Rocco: Traitato, ed. cit., t. I, p. 303; Rodollo Pablo Migliore: Aiztorídcrd
de la cosa juzgada, Ruenos Aires, 1945, ps. C5-C9; Abitia Arzapalo: De la cosa
juzgada, México, 1959, p. 45.
²" Rocco: 7'rott‹ito, ed. cit., t. II, ps. 304-305; Devis Echand ía: Nociones
generales de derecho procesal ciuil, Madrid, 1966, núm. 255.
LA cosA .iUZ‹iADA 449
Rocco: ob. cit., t. II, p. 305; Abitia Arzapalo: ob. cit., ps. 54-55; Enrique
Tulio Liebman: E[icacia y autoridad de la sentencia, Buenos Aires, 1946, ps. 60-
2; Migliore: ob. cit., ps. 44-47; Devis Echandía: Nociones generales, ed. cit., num.
±Ü5.
² Rosenberg: 7’rotndo de derecho procesal ciuil, Buenos Aires, 1955, t II.
Es. 448-450.
"’ Chiovenda: Principios, ed. cit., t. II, ntím. 78; Redenti: Denecho procesal
cíuí/, Buenos Aires, 1957, t. I, núm. 15; Calamandre i: E/ proceso ciuil, Buenos
Aires, 1945, ps. 425, 599, 601-605; Carnet utti: Sistem a, Buenos Aires, 1944, t . I.
ps. 1ñ7-158, e Instí tuciones, Buenos Aires, 1959, t. I, núms. 78-82; Rocco, Trattat0.
Torino, 1íI66, t. II. cap. VII, ps. 308-354; Liebm an: E[icac ía y autoridad de la
sentcn cia, 9 ne consideramos el mejor trabajo sobre el tema, ed. cit.
451
DeviS Echandía: /Vocíoiies yeriero/es, ed. cit., núm. 256; Tratado, eó. cit.,
t. III, nÚm. 453.
453
ci Naturaleza y definición.
No es la cosa juzgada un efecto general de toda sentencia,
sino uno especial, o mejor dicho, una calidad especial que la ley
les asigna a ciertas sentencias, en virtud del poder de jurisdicción
del Estado.
La naturaleza de la cosa juzgada es la misma de la sentencia
que la contiene t vóase núm. 254).
En toda sentencia ejecutoriada se contiene un mandato sin-
gular y concreto, que es imperativo y obligatorio, no por emanar
de la voluntad del juez, sino por voluntad de la ley. Pero la cosa
juzgada le agrega una calidad especial: la inmutabilidad y la
defi iitividad, que son los efectos propios de ella.
Cuando a la sentencia se le otorga el valor de cosa juzgada,
no será posible revisar su decisión, ni pronunciarse sobre su
contenido, así sea en el mismo sentido, en proceso posterior. En
presencia de tal sentencia, el juez del nuevo proceso civil, laboral
o contencioso-administrativo, debe abstenerse de fallar en el fon-
do, si encuentra que hay identidad entre lo pretendido en la nueva
demanda o en las imputaciones penales formuladas al proceso y
lo resuelto en esa sentencia. Pero cuando se trate de procesos
penales, no debe dictarse en ese caso (ni en ningún otro sentencia
inhibitoria, como veremos en el punto d . Tiene, pues, la cosa
juzgada una naturaleza estrictamente procesal, porque es una
consecuencia del proceso y la emanación de la voluntad del Estado
manifestada en la ley procesal. Pero sus efectos jurídicos se ex-
tienden también indirectamente fuera del proceso y sobre las
relaciones jurídicas sustanciales, como una consecuencia de la
inmutabilidad de la decisión, que es su efecto directo, produciendo
así la definitividad de la certeza jurídica de aquéllas. Ambos son
efectos jurídicos de la cosa juzgada; directo y procesal, la inmu-
tabilidad de la decisión; indirecto y sustancial, la definitividad de
la certeza jurídica del derecho sustancial declarado o de su recha-
zado o negación '62
²ª² Además de los autores mencionados en la cita 36'7 , sobre este punto
también: Mario Vellani: Naturaleza de la cosa juzgada, Buenos Aires, 1958, ps.
115- 133; Contare: •undarnento de derecho procesa l ciuil, Buenos Aires, 1958,
308-315 y 40 1-412; Hugo Alsina: Tratado de derecho procesal ciuil, Buenos Aires.
1941, I, p. 264; t. II, 124-126, y III, p. 34; Devis Echandía: véase cita
Jairo Ochoa Franco (colombiano), buen trabajo publicado en revista “ñstud ios
de Derecho” de la Universidad de Antioquia, Medellín, num. 87, marzo 19'7ñ. ps. 153-
242; Ada Pellegrini Grinover: Di to y:›ro.•essual ciuil, 2‘ ed., 1975, Paulo,
pe. 85-88; Hernán Fabio López (colombiano), Derecho procesal ciuil, 1974.
ps. 33C-335.
454 TEURÍA CENRRAL DEL PROCESO
²‘ª José Carlos Barbosa Moreira: 7’emos de direi lo processual, Ed. Sara:. -
Río de Janeiro, 1977, ps. 90 -109.
LA COSA JUZ(I/\DA 459
Devis Echandía: Nociones generales, ed. cit., núm. 260, y Tratado, ed.
cit., t. III, núm. 456¡ Corte Suprema: véase cita 370.
4G0
Chiovenda: Prí ncipios, ed. cit., t. II, núm. '7 9, y t. I, nÚm. 12; Corte
Suprema: 24 febrero 1948, “G. J.”, t. LXIII, núm. 2057, p. 726; 31 marzo 1955,
t. LXXIX, núm. 2151, p. 869, t. XX, y sentencias mencionadas en la cita 372; Dex-is
Echandía: obs. cits., Trcitodo, núm. 457, y /ocíories gertero/ es de derecho proc .o t
cíuí/, núm. 261; Jairo Ochoa Franco: trabajo mencionado en la cita 373.
462
²" Leone: Tratado de derecho procesal perret, Buenos Aires, 1954, t. III, ps,
342-378; Manzini: Tratado de derecho procesol perret, Buenos Aires, 1954, t. I, p,
437, y t. IV, p. 521.
²³º Véanse los autores citados en el número anterior.
"' Carnelutti: Sistemn, ed. cit., t. I, núm. 99.
464
7 Leone: ob. cit., t. III, ps. 339-341; Manzini: ob. cit., t. I, ps. 270 y 358,
y t. IV, p. 521.
”" Carnelutti: ! interno, ed. cit., t. II, nÚm. 103, e ?iistítzcíoiies, eó. cit., t.
I, núm. 79; Chiovenda: Principios, ed. cit., t. II, ps. 429-430.
470 TEOftíA GENERAL DEL PItOCESO
²²º ª'ª Devis Echandía: Principios fu ndamentales del derecho procesal perret,
ed. cit., ps. 43 a 48 y 50.
472 TECIRÍA GENERAL DEL PRCICESO
in Lo amnistía y el indulto.
La amnistía y el indulto son excepciones a la inmutabilidad
de la cosa juzgad a, pero por disposición de la ley posterior bla
primera), o por decreto del Presidente de la República en ejercicio
de la facultad que le otorgase la ley y sólo por delitos políticos
y sin que comprenda la responsabilidad civil del indultado frente
a los particulares (el segundo .
La providencia que concede la amnistía (cuando la ley que
la otorga la haga necesaria) o del indulto, se comunica al juez que
dictó la sentencia de primera instancia y a las demás autoridades
a quienes se comunicó dicha sentencia.
Estas instituciones son peculiares y privativas del proceso
penal, pues no se las concibe en materia civil, laboral o conten-
cioso-administrativa.
Son, como se puede observar, excepciones a la inmutabilidad
de la cosa juzgada, en favor o para el béllefiClo del condenado. No
existen, en cambio, en su contra o para agravar la condena.
A diferencia de lo que ocurre para la revisión en materia
civil, la de sentencias penales no está sujeta a ningiin término
preclusivo. En cuanto a su naturaleza y fines se aplica lo dicho
sobre aquélla.
Puedo decirse que los tres grupos de casos acabados de exa-
minar constituyen una especie de condición extintiva de los efectos
de la cosa juzgada en materia penal.
6) Sentencias inhibitorias.
Para que so surta la cosa juzgada se necesita que la sen-
tencia haya recaído sobre el fondo del litlgio y por lo tanto, cuillldo
en x'irtud de una excepción do mérito temporal tdilatoria conforme
a la doctrinal el juez se abstiene de fallar sobre la existencia del
derecho o relación jurldica y no se pronuncla SObre el petituin,
nada impide que se promueva nuevo proceso entre las mismas
partes y por la misma causa y el mismo objeto. Así sucede cuando
prospera la excepción de petición de antes de tiempo o de modo
indebido, de falta de prueba de la existencia del demandado como
persona jurídica, de condición no cumplida, do excusión, de falta
de interés sustancial para obrar o de legitimación en la causa
tcomo cuando falta la prueba de la calidad de herederos de los
demandados en los procesos de filiación extramatrimonial después
de muerto el padre). No se trata de excepciones a la cosa juzgada,
sino de que no existe (véanse núms. 134, letra ), 138, letra d., y
TU)
Por último, la cosa juzgada tiene por objeto ponerle fin a los
litigios y de ahí su doble fuerza vinculatlVi3. Pero como este motivo
no opera para los procesos de jurisdicción voluntaria, en los que
no existe litigio slno un simple interés de certeza jurídica, en ellos
no se produce la cosa juzgada fvóase nüm. 27).
"’ Abitia Arzapalo: De la cosa juzgada en materia cíuif, I\léxico, ." "
156; Carne lutti: Sís/erito, t. I, ps. 357-358; Liebnia n: Lu e/ícncío y la a
de la se.ntencia, ed. cit., ps. 42-44.
477
²ªº Carnelutti: Instituciones, ed. cit., t. I, nÚm. 78; Guasp: Derecho procesal
ciuif, Madrid, 1962, p. 604; Rocco: Trattato, Torino, 1966, t. I, ps. 305-308; Chio-
venda: Principios, t. I, ed. cit., nÚms. 78-79; Liebman: ob. cit., ps. 73 y 77.
478 TrORM GENRRAL DE[ EROCMSO
²ª' Carnelutti: !Sistema, ed. cit., t. II, núm. 92. Además, véanse citas siguien-
tes.
²ª² Chiovend a: Prí ncip tos, t. II, nÚm. 79; Calainandrei: El proceso ciuil,
Buenos Aires, 1945, ps. 601-605; Rosenberg: Derecho procesal cíuí/, ed. cit., t. I.
núm. 150; Carnelutti: Instí taciones, ed. cit., t. I, núm. 79; Liebman: ob. cit., p. 49¡
Guasp: ob. cit., p. 604; Rocco: Trattoto, ed. cit., t. II, p. 319; Devis Echandía:
Tratado de derecho procesal cíuí/, t. III, núm. 46’?, y Nos iones generoles de derecho
procesol ciuil, nÚm. 270, eds. citadas.
LA CoSA JUZGADA 479
²ª³ Devis Echandía: Tratado, ed. cit., t. III, núm. 468, y Nociones genera les
de derecho procesal ciuil, eó. ci L., nú m. 271.
480 TEOhÍA GENERAL DEL HHOCESU
"’ Carnelu tti: Sisteiitn, eó . cit., t. II, nÚm. 107, e /nsfífizciones, t. I, núm.
82; Planiol y Ripert: Tratado de derecho ciuil, La Habana, 1945, t. YII, p. 898,
Abitia Arzapa lo: ob. cit., ps. 150- 154: Demolombe: cita de Abitia, p. 150.
"' Chiovenda: Principios, ed. cit., t. II, nÚm. 76.
"' Devis Echandía: Tratado, ed. cit., t. III, nfím. 470, y Nociones generado-
ed. cit., núm. 273.
LA COSA JUZGAIIA 488
²•’ Hugo Alsina: Lris cuestiones prejudiciales, Buenos Aires, 1959, ps. 44-
62; Menestrina: Lo prejudiziale net procesan emite, p. 27.
486 TEORÍA GENERAL DEL PROCESO
"’ Menestrina: ob. cit., ps. 27, 89, 92; Chiovend a: lii stítucíortes, ed. cii.. '
I, niíms. l24— 125; Jiméne z Asenjo: ?..ns cuestiones prejudiciales en materia c:. —
cita de Alsina, ob. cit., p. 58; Pontes de Miranda: Comenf iiríos oo codigo de procesar
cíuí/, Río de Janeiro, 1959, t. IV, p. 60.
"’ Manzini: Trotodo de derecho procesal perret, ed. cit., núms. 59 y ‘ü
Guasp: Come ntantos a lo ley de enjuiciain iento ciuil, ed. cit., t. I, p. 983, y Der•--: •=
procesal ciuil, Madrid, 1962, ps. 517-522; Rocco: Z’rottnto, ed, cit., t. III. pe. ----—
228.
"' Carnelutti: Histema, ed. cit., t. II, núm. 374, y t. IV, núm. 657
"' Morel: Traité élérnentaine de procedure emite, París, 1949, núms í --
275; Alsina: ob. cit., ps. 66-69.
LA PREJUDICIALIDAD 487
²’² José Guarneri: Los in/Iuencins del proceso cíuí/ eti el proceso penal,
Puebla, 1952, ps. 9-43; Alsina: ob. cit., p. 73.
"’ Devis Echandía: Tratado de derecho procesal ciuil, t. IV, Edit. Temis,
Bogotá, 1964, núms. 607-626, y Nociones generales de derec/ío procesal ciuil, Edit.
Aguilar, Madrid, 1966, núms. 276-292.
485 THURÍA GRNERAL DEL PROCESO
'ª• Manzini: Tratado, eó . cit., núm. 60; Prieto Castro: Derecho proceso
ed. cit., t. I, p. 150; Guasp: Comentoríos, ed. cit., p. 983, y Derecho proce
cit., ps. 517-522; Jiménez Asenjo: ob. cit., p. 58.
decidir sobre es cuestión en e mismo proceso ‘³³. En estos casos
existirá prejudicialidad, y podrñ suspenderse el proceso en razón
de ella; pero no cuando el juez de la causa tenga jurlsdicción y
competencia para resolver sobre la excepción en el mismo proceso,
como sobre la nulidad del título o la extinción de la obligación que
se cobra en un proceso ejecutivo.
²³³ Morel: ob. cit., nÚm. 273; Manzini: ob. cit., núm. 75; C uasp: obs. y ps.
citadas; Alsina: ob. cit., ps. 66-68.
’ Chiovenda: Instituciones, eü. cit., t I, núms. 124— 125; Alsina: ob. cit.,
ps. 64 y 71.
7 Menestrina: ob. cit. , ps. 123- 133; Chitivonda: cita anterior.
TEOxM ORNERAL DEL PROCESO
Dr) Personales.
d) Por auiso.
g) En estrados.
³ºº Manuel Ibáñez Frocham: Tratado de los recursos eri el praceso ciuil, @
41, 48-49; Goldschmidt: Derecho procesal ciuil, Barcelona, 1936, p. 399; Luis Lore-:
La adhesión a la apelación, en Revista de la Facultad de Derecho de I\féxi ::c
diciembre 1958, niims. 31-32, p. 126, y en £ztsoyos jurídicos, Caracas, 1970. eis
77-142; Hernando Morales M.: Curso de derecho procesal ciuil., Parte Gener=-
Bogotá, 1965, p. 578; Devis Echandía: Nociones generales de derecho procesal c:•
Edit. Aguilar, Madrid, 1966, nÚm. 303, y Tratado de derecho procesal cioil, t. • •
Ed. Temis. Bogotá, núm. 475.
"' Loreto: f•n adhesión a la apelación, ed. mexicana, p. 127.
R :cv sOS CONTRA LAS PRt)VIDENCIAÑ DEL JUEZ 507
³'• Couture sostiene esta tesis: Estudios, ed. cit., t. III, p. 376.
º’ Defienden la última tesie Mortara y Kolher: citas de Chiovenda: Pr r.
cipios, ed. cit., t. II, nÚm. 82, p. 462.
RECURSOS CONTRA LAS PROVIDENCLAS DEL JUEZ
312. Consultas.
cuanto a las sentencias que puedan ser objeto de él, pues sólo se
otorga para algunas de las dictadas por tribunales superiores en
segunda instancia y en lo civil además para las que dicten en única
instancia en procesos de responsabilidad civil contra jueces (pero
en lo civil y laboral puede proponerse también per so/tzm contra
la del juez de primera instancia); ) en cuanto a las causales que
sirven para que estas sentencias puedan ser revocadas o reforma-
das, que están taxativamente señaladas; y 3 ) en cuanto a las
facultades de la Corte en el examen y decisión del recurso, pues
no puede examinar errores de la sentencia que el recurrente no
acuse ni por causales que la ley no contemple. Es, además, un
recurso exageradamente formalista, lo cual debe reformarse para
atemporarlo con criterio contemporáneo, a efectos de no sacrificar
la justa decisión por ritualidades exageradas en la calificación de
los cargos y de las variedades del genérico por violación de la ley
sustancial, como lo recomendamos en el último trabajo citado y fue
acogido por unanimidad en el Congreso Ibero Americano de Dere-
cho Procesal, de Valencia, Venezuela, en 1978. Se debe interponer
antes de que venza el término para la ejecutoria de la sentencia.
Se interpone ante el Tribunal de instancia, sin funda-
mentación; pero ante la Corte Suprema que lo tramita y resuelve,
es indispensable formular su sustentación, mediante lo que en
Colombia se ha venido llamando “demanda de casación”, en la cual
se formulan las acusaciones contra la sentencia recurrida, por
separado y encajándolas en alguna de las causales que taxativa-
mente consagra la ley; allí es donde aparece su exagerado formu-
lismo, que se debiera suavizar al mínimo ³07 b
La Corte no puede examinar causales no alegadas, ni errores
de la sentencia no alegados aunque puedan corresponder a una de
las causales escogidas por el recurrente. En esto se diferencia de
la apelación y por ello no se trata de otorgar una tercera instancia.
Fue en Francia donde tuvo origen este recurso, durante la
famosa revolución de finales del siglo XVIII; en Colombia se creó
en el año de 1886.
El interés particular del recurrente es el medio para que
opere el recurso de casación, interponióndose oportunamente, pero
se otorga y se tramita en razón del interés público que radica en
el doble fin que con ól se persigue: la defensa def derecho objetivo
contra el exceso de poder por parte de los jueces o contra las
aplicaciones incorrectas que de la ley hagan y la u ní/ícncíón de
siz í rterpretncí‹í n, es decir, de fu jurisprudencia, necesaria para la
certidumbre jurídica y para que exista una verdadera igualdad
319. El arbitramento.
"’ Devis Echandía: Tratado, ed. cit., t. IV, núm. 529; Corte Suprema: “G.
J.“, t. LXXX, nÚm. 2155, p. 692, y t. LXXXVII, núms. 2192-2193, p. 57.
520 TEORÍA GENERAL DEL PROCESO
321. El desistimiento.
dicos de otro acto procesal ³". Las partes pueden desistir del
proceso o de un lncidente o recurso o de la demanda de reconven-
ción, mediante un memorial presentado personalmente, separada
o conjuntamente. El desistimiento de la demanda puede ser total,
en cuyo caso le pone fin al proceso y equivale a desistir de éste;
o de parte de la demanda y entonces el proceso continúa. También
se pone fin al proceso cuando versa sobre la apelación de la sen—
tencia de primera instancia o de un auto con efectos similares,
y como consecuencia se produce su ejecutoria; pero en el último
caso el proceso no concluye propiamente por el desistimiento sino
por la sentencia o el auto que deSi3ta III lltis.
Cuando se desiste de la demanda, o sea del proceso, en la
segunda instancia o durante la casación, pero el recurrente era
el demandado, el proceso termina en razón del desistimiento y por
tanto es un medio especial de ponerle fin.
El verdadero desistimiento del proceso o demanda debe ser
incondicional y total.
Cuando el desistimiento es conjunto, respecto de la demanda
principal y de la reconvención, si existe, y cuando se sujeta a
condiciones, en realidad hay una transacción total o parcial, según
se refiera a la totalidad o a parte de aquéllas.
"’ Fairén Guillén: Estudios de derecho procesal, Madrid, 1955, ps. 593-623
y El desisli miento y su bilateralidad en primera instancia, Barcelona, 1950; Chio-
venda: Prí iicipíos, Madrid, 1922, t. II, núm. 75; Carnelutti: Sí steirio, ed. cit., t. IV,
núm. 761.
522 TEO«íA CiENERAL I9EL PltOCESO
³²² Fairén Guillén: obs. citadas; Guasp: Derecho procesal ciuil, Madrid,
1962, p. 546; Carnelutti: El isteina, t. I, nÚm. 56; Chiovenda: Principios, ed. cit.,
t. II, núm. 75; Rocco: Trattatc›, ed. cit., t. II, ps. 414 y ss.; Kisch: F'.Cementos de
derecho procesal ciuil, Madrid, 1940, ps. 187-195; Sentís Melendo: F/ proceso ciuil,
Buenos Aires, 1957, pe. 309-CC5.
MODoS EXCEPCIONALES DE TERMINAR EL PROCESO 523
'²' Devis Echand ía: Tratado de derecho procesal ciuil, ed. cit. t i v’- va
537.
personal o por edicto como las sentencias, se levantan los secues-
tros y embargos, se ordena la cancelación de las inscripciones de
la demanda y se archiva el expediente.
e) Observaciones [males.
"’ Morón Palomino: ob. cit., ps. 89 y 109 a 112; Guasp: ob. cit., ps. 301-
306; De la Plaza: ob. cit., t. I, p. 34; Alsina: Tratado, ed. cit., t. I, p. 722; Chiovend a:
Principios, ed. cit., t. III, núm. 41 bis; Carnelutti: Instituciones, t. II, núms. 361-
363; Redenti: ob. cit., t. I, núms. 61-62.
"' Devis Echandía: Tratado de derecho procesal ciuil, Edit. Temis, Bogotá,
1964, t. IV, núm. 547; Corte Suprema: 22 octubre 1935; “G. J.”, t. XLIII, núm.
1907, p. 374; 2 octubre 1951, t. LXXI, núm. 2113, p. 669; 13 diciembre 1965, t.
LXXXIII, núms. 2174-2175, p. 932; 19 enero 1956, t. LXXXII, núms. 2163-2164,
p. 174; 9 mayo 1956, t. LXXXII, núm. 2167, p. 673; 6 marzo 1957, t. LXXXIV,
núm. 2179, p. 469; 29 octubre 1959, t. XCI, núms. 2217-2219, p. 812. Consejo de
Estado: 3 octubre 1950, Anales, núms. 367-371, p. 310.
’²’ Camelutti: instituciones, ed. cit., t. I, núm. 363; Rocco, Trattato, ed. cit.,
t. II, p. 289.
534 TEO«(A CENRRAL MEL PROCESO
’²’ Redenti: ob. cit., t. I, nÚm. 61; Guasp: ob. cit., p. 303; Alsina: ob.
t. I, ps. 716-7 18; Carnelutti: metí taciones, eó. cit., t. I, núms. 362-363; Roccc
Trattato, eó. cit., t. II, ps. 227-288.
"’ Carnelutti: Instituciones, ed. cit., t. I, nÚm. C62, Redenti: ob. cit., t. I.
núm. 62.
VICIOS DE LOS ACTOS PROCESALES Y’ SUS REMEDIOS
a ) Nulidad y anulabilidad.
La nulidad impide los efectos jurídicos del acto y se debe a
defectos de forma, capacidad, representación o competencia.
El acto nulo no produce sus efectos jurídicos mientras no se
cumple un hecho que lo sanee, si esto es posible; el acto anulable,
por el contrario, inicialriiente produce todos sus efectos jurídicos,
pero si luego se cumple un hecho previsto por la ley, esos efectos
desaparecen.
Por consiguiente, no es lo mismo acto anulable que acto nulo
pero saneablo; en realidad, constituyen dos formas antagónicas de
actos viciados ³²'. El primero está sujeto a una condición resolu-
toria, en forma que, si no se cumple, se lo considera vñlido siem-
pre, desde su ejecución, y por eso el juez no puede declarar el vicio
sino hasta cuando en ese evento aparezca la petición del intere-
sado para que se declare su nulidad; el acto nulo saneable está
sujeto a una condición suspensiva, y, como es nulo, mientras no
se cumpla esa condición Planeamiento o convalidación), la nulidad
existe aun cuando el juez no pueda declararla de oficio. La anula-
bilidad tampoco puede ser declarada de oficio, pero esta sola
circunstancia no la identifica con la nulidad, aunque se presenta
también en la nulidad relativa.
Ejemplos de anulabilidad son: cuando la ley procesal dice que
para que se produzca la nulidad de lo actuado por falta de noti-
ficación o emplazamiento a una parte o por indebida representa-
ción, o por enfermedad grave del apoderado o de la parte que litigue
personalmente, se necesita que esa misma parte la reclame en
oportunidad, o de lo contrario se produce su saneamiento si habien-
do concurrido y tenido oportunidad para alegarla, no lo hizo.
Pero aclaramos que si la persona mal representada o no
citada ha comparecido al proceso, el vicio será de simple anula-
"' Carnelutti: ! interna, ed. cit., t. III, nfíms. 551-552; Rocco: Trattato, ed.
cit., t. II, cap. IV, nfím. 3; Chiovend a: Principios, ed. cit., t. II, núm. 41 bis.
536 TLORÍA GENE LDR|LPROCESO
ó ) Inexistencia.
c) Revocabilidad.
La nulidad se refiere a la existencia de vicios que afectan
la validez del acto; la revocabilidad generalmente contempla los
defectos del acto que lo hacen injusto o equi uocado a pesar de su
validez •y eficacia, pero puede también operar en razón de aquellos
vicios si se interpone en tiempo el recurso pertinente.
Surge claramente la diferencia entre invalidar y revocar un
auto; la invalidación tiende a eliminar un acto nulo o anulable;
la revocación, además, a excluir la eficacia de un acto uálido.
En todas las legislaciones existe la tendencia a generolízor
la pertinencia de la revocación •y a limitar la anulación de los acto
procesales. Así sucede también en los Códigos colombianos y d‹
³²' Chiovenda: Principios, ob. cit., t. II, nÚm. 41 bis; Carnelutti: Sist
ed. cit., t. II, núms. 562 y 564; Redenti: ob. cit., t. I, nú m. 61¡ Rocco: Tro'
ed. cit., t. II, p. 272; Pontes de Mirand a: Comeiiiciríos oo Códigci de Processo *
Río de Janeiro, 1959, t. IV, p. 13; Hernando Morales M.: Curso de derecho pri.
ciui/, Parte General, Bogotá, ed. 1978, ps 393-394.
ICIC)Ñ DE LOS A( TOS PROCESALES Y SUS I(E5II,