La Segunda Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial
Dividió el mundo en dos bandos o fuerzas beligerantes principales, el bloque del Eje formado
por Alemania, Italia y Japón y el bloque de Aliados con Reino Unido y Francia a los que
durante la guerra se sumaron la Unión Soviética y Estados Unidos.
Causas
1. Primera Guerra Mundial y resolución del Tratado de Versalles que castiga en exceso a
Alemania.
2. Crisis socioeconómica mundial tras el “Crack del 29” que motiva el ascenso al poder del
Partido Nazi en Alemania liderado por Adolf Hitler.
3. Política exterior expansionista del gobierno de Adolf Hitler que invade Austria, Checoslovaqui
y Polonia.
Causas de la 2gm
Desarrollo de la Guerra
Inicio. El 1 de Septiembre de 1939 tropas alemanas invaden Polonia y Reino Unido y Francia
declaran la guerra a Alemania. Comienza un periodo denominado “Guerra de Broma” en el
cual los dos bandos movilizan tropas pero todavía no hay enfrentamientos bélicos ni batallas.
Inicio de la 2gm
Ofensiva alemana. Una vez conquistados Austria, Checoslovaquia y Polonia, Hitler reorganiza
sus tropas para comenzar la invasión de Francia y la colonización del norte de África ayudado
por las tropas italianas de Benito Mussolini. La estrategia de combate alemana denominada
Guerra Relámpago sorprende a las defensas francesas y las arrasa. Francia está en poder
alemán para 1940 y Hitler trata infructuosamente de conquistar Reino Unido y Rusia con las
operaciones León Marino y Barbarroja. Ambas fracasan.
Ofensiva alemana en la 2gm
URSS entra en la guerra. La Unión Soviética liderada por Stalin había firmado un pacto de no
agresión con Alemania en 1939, sin embargo Hitler rompe el pacto y con la Operación
Barbarroja inicia la invasión de Rusia. Stalin declara la guerra a Alemania y lanza el Ejército
Rojo contra las tropas alemanas. La URSS se une al bando aliado.
Estados Unidos entra en la guerra. Japón, aliada de Alemania e Italia, ataca la bahía de Pearl
Harbor donde tiene localizado EEUU la gran parte de su flota en el Pacífico. El ataque supone
la declaración de guerra de los Estados Unidos a Japón y por lo tanto a su aliado Alemania. A
partir de ahora América, que hasta ahora se había mantenido neutra, apoya al bando de los
Aliados.
Contraofensiva Aliada. Con el nuevo apoyo de la URSS y EEUU, el bando aliado es capaz de
atacar a Alemania por numerosos frentes lo que obliga a Hitler y sus comandantes a llevar a
cabo mucho desgaste y hace necesario el envío de suministros a muchos frentes. Los
suministros no llegan de la manera adecuada y la Wehrmacht comienza a perder batallas y
territorios hasta ahora en poder alemán. El desembarco de Normandía y la batalla de
Stalingrado son dos victorias clave de los aliados que suponen la reconquista de Francia y la
derrota de Alemania en Rusia.
Contraofensiva aliada en la 2gm
Fin de la guerra. Alemania derrotada en todos los frentes comienza a retirarse hacia la capital
Berlín, la superioridad numérica y de recursos de los Aliados hacen imposible cualquier
reacción alemana. Hitler se encierra en el Führerbunker de Berlín y finalmente se suicida el
30 de Abril de 1945, Alemania cesa los ataques el 8 de Mayo de ese mismo año. La Guerra
en el Pacífico entre EEUU y Japón concluye con el bombardeo atómico de las ciudades de
Hiroshima y Nagasaki, el emperador Hirohito firma la rendición incondicional el 2 de
Septiembre de 1945.
Consecuencias
1. EEUU y la URSS se reparten territorios y son las dos grandes potencias mundiales, dividen el
mundo en dos bloques, uno capitalista y otro comunista.
2. Crisis económica y social en Europa. 62 millones de muertos y 6 millones de casas destruidas.
3. Los países europeos dejan de ser potencias mundiales y pierden sus colonias.
Causas
Las causas del conflicto armado son variadas y hunden sus raíces, principalmente, en los
acuerdos de paz de la I Guerra Mundial, las consecuencias de la crisis económica del año
1929, y el desarrollo y llegada al poder de ideologías extremistas como el nazismo y el
fascismo italiano. Pero también es necesario resaltar el papel jugado por dos importantes
potencias en el período de entreguerras como la Unión Soviética, al margen de la política europea y por los Estados
Unidos, decidido en su política aislacionista. Igualmente es importante destacar la incapacidad de la Sociedad de
Naciones para resolver los problemas existentes.
Países beligerantes
Las fuerzas enfrentadas en el conflicto armado se agrupan en dos bloques: países aliados y potencias del eje. Muchos
de los países implicados en ambos bandos no participaron desde el comienzo de la guerra sino a partir del desarrollo de
la misma, debido a presiones o causas económicas y estratégicas o como respuesta a los ataques del enemigo.
Países neutrales
Por diversas razones –políticas,
económicas, ideológicas- algunos países
permanecieron neutrales a lo largo de los
seis años de guerra, si bien en el caso de
España sus simpatías hacia las potencias
del Eje, muy especialmente hacia Alemania
e Italia, así como el envío de tropas en la
conocida como División Azul cuestionan
dicha neutralidad
Armamento
El potencial militar de los contendientes durante la II Guerra Mundial era muy desigual al comenzar el
conflicto bélico. Alemania, fruto del esfuerzo de los tres últimos años, tenía una clara superioridad
militar terrestre y aérea frente a otros países europeos. El país germánico disponía de 13 millones de
soldados, 139 divisiones, 3.500 tanques y 5.200 aviones. En el mar la superioridad era británica al
disponer de unidades más modernas y de mayor tonelaje.
A lo largo del conflicto van a predominar las armas ofensivas, lo que va a dar una mayor movilidad al
desarrollo de la guerra. El tanque va a ser una de las armas más utilizadas, sobre todo en la guerra
en Europa y el norte de África, y el avión va a cobrar gran importancia, tanto para el ataque –
bombardeos aéreos- como para el transporte de tropas y equipos militares. Muy relacionado con el
empleo del avión en la guerra hay que destacar el papel jugado por los portaaviones y los
paracaidistas. Al final de la guerra y fruto del desarrollo en la investigación e innovación tecnológica
con fines militares de esos años se van utilizar armas autopropulsadas, las bombas volantes V-1 y V-
2, así como bombas nucleares, empleadas en el bombardeo de las ciudades japonesas de Hiroshima
y Nagasaki en agosto de 1945.
Principales líderes. Bosquejo biográfico.
Nace en Lamar, localidad del estado de Missouri en 1884 en el seno de una familia de
agricultores. Inicia su carrera política a través de cargos políticos locales dentro del
Partido Demócrata hasta que en 1934 pasa a ser elegido senador por su Estado.
Durante los años de la II Guerra Mundial presidió el Comité del Senado para el control
de los créditos de Defensa con gran eficacia, lo que le otorgó un gran prestigio político
siendo nombrado por su partido candidato a vicepresidente en las elecciones de 1944.
Tras su victoria ocuparía ese cargo hasta la muerte de Franklin D. Roosevelt en 1945,
fecha en que pasó automáticamente a ser el 33 presidente de los Estados Unidos,
siendo reelegido para un segundo mandato en el año 1949.
Su política fue en líneas generales continuista de la de Roosevelt, principalmente en
materia económica. En política exterior participó del final de la II Guerra Mundial y tomó
la decisión de lanzar la bomba atómica sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y
Nagasaki en agosto de 1945. La vía diplomática y pacífica de su antecesor no pudo
materializarse finalmente con la Unión Soviética iniciándose el período conocido como
guerra fría.
En el año 1953 y tras reformar la Constitución para evitar que en lo sucesivo un presidente fuese elegido por más de dos
mandatos se retiró de la vida política. Falleció en Kansas City en el año 1972.
Nace en el año 1874 en Blenheim Palace, Oxfordshire en el seno de una familia
aristocrática. Estudió la carrera militar en la prestigiosa Academia de Sandhurst y trabajó
como corresponsal de guerra para los periódicos de Londres. En el año 1900 alcanza un
puesto político siendo elegido diputado conservador. Sus discrepancias sobre la política
económica proteccionista de los conservadores hace que abandone este partido y milite
en el Partido Liberal, en el que desempeña distintos cargos. Diferencias con los liberales
y algunos fracasos en su gestión política provocan su vuelta al Partido Conservador en
1924 donde es nombrado Ministro de Hacienda.
Su decisión de abandonar el patrón oro fue ampliamente criticada y en opinión de los
especialistas su gran acierto político fue tomar una actitud cauta y crítica ante el
ascendente poder de los nazis en Alemania, frente a la postura más condescendiente de
otros políticos británicos.
Los acontecimientos que desencadenaron en la II Guerra Mundial dieron la razón a
Churchill lo que le otorgó popularidad y poder. Nuevamente es nombrado Ministro de
Marina y más tarde en 1940 fue elegido primer ministro sustituyendo al también
conservador Arthur N. Chamberlain. La dureza de los primeros momentos de la guerra y el ataque aéreo sistemático
alemán sobre las islas británicas, la llamada “batalla de Inglaterra”, la trató con algunos fallos pero también aciertos,
valiéndose de una eficaz retórica como queda reflejado en su ya histórica promesa al pueblo británico de “sangre, sudor
y lágrimas”. En las conferencias de paz que prepararon la postguerra fue uno de los artífices, junto a J. Stalin y F. D.
Roosevelt, de la nueva situación mundial y del reparto del poder. Durante las sesiones de la Conferencia de Potsdam
tuvo que retirarse para volver a Londres ante la derrota en las elecciones del año 1945 y la victoria del líder laborista
Clement Attlee. El pueblo británico criticó el abandono de los problemas internos del país.
En el año 1951 vuelve a ser primer ministro, cediéndole cuatro años más tarde el poder a su fiel colaborador Robert A.
Eden. En 1965 fallece en Londres y a su densa carrera política se suma una destacable y prolífica producción literaria
como lo demuestran algunas de sus obras; La crisis mundial (4 volúmenes) o Memorias de la guerra (6 volúmenes).
Adolf Hitler nació en Braunau (Bohemia) en el año 1889. Su educación fue muy superficial debido a la
situación familiar. Su juventud se desarrolló en los ambientes marginales de la ciudad de Viena en donde
fracasó en su vocación de pintor. De esos años data sus primeros contactos con organizaciones
antisemitas y próximas al nacionalismo germánico. Escapó de territorio austríaco para evitar realizar el
servicio militar, sin embargo participó años más tarde en el ejército alemán durante la I Guerra Mundial.
Una vez finalizada la guerra comenzó su participación en la política alemana tomando una postura muy
crítica hacia el régimen de la República de Weimar por considerar que no habían defendido los intereses
alemanes en el Tratado de Versalles (1918). Su vinculación con grupos ultraderechistas le hizo
convertirse en el dirigente del Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes (NSDAP). En
1923 fracasó en su intento de tomar el poder desde Munich lo que le llevó a prisión. Durante el año y
medio que estuvo en la cárcel escribió Mi Lucha, obra que recoge sus ideas políticas.
En el año 1925 salió de la cárcel y volvió a la política. Depuró de adversarios políticos al NSDAP,
rodeándose de personas fieles y afines a su ideología. Los estragos políticos y económicos que la gran
depresión produjeron en Alemania favorecieron la llegada al poder de Hitler. Desde la Cancillería
alemana instauró un sistema dictatorial totalitario cuya principal arma sería la violencia, es el Tercer
Reich.
Inició una sistemática persecución contra el pueblo judío, y sus ambiciones en política internacional llevarían al estallido
de la II Guerra Mundial. Tras los éxitos de los primeros años, la derrota sorprendió a un hombre convencido de su
victoria. En 1945 en pleno asedio de la ciudad de Berlín por el ejército rojo se suicidó junto a su mujer, Eva Braun.
Joseph Stalin nació en Georgia en el año 1879 en el seno de una familia de origen
humilde quedando huérfano en su infancia. Estudió en un seminario religioso pero su
vinculación con grupos revolucionarios provocó su expulsión. Continuó su colaboración
con los socialistas rusos en su lucha por derribar a los zares del poder, aproximándose a
la rama bolchevique liderada por Lenin. Fue apresado y deportado a Siberia, si bien
consiguió huir y continuó con su actividad revolucionaria durante el proceso
revolucionario de 1917. Dirigió el periódico del partido, Pravda, y en el año 1922 fue
nombrado Secretario General de Partido. Desde ese puesto pudo disponer todo a su
favor para ser el sustituto de Lenin como ocurriría en 1924 tras la muerte del líder
bolchevique.
Una vez en el poder, Stalin inició una férrea purga contra sus adversarios siendo su
víctima más simbólica Trotski a quien mandó al exilio en 1929 y ordenó asesinar en
México en 1940. Stalin instauró una dictadura totalitaria y un proyecto económico
comunista en la Unión Soviética. En el ámbito internacional intentó exportar el sistema
soviético a otros países, y tuvo una activa participación durante la II Guerra Mundial y en
los acuerdos de paz entre los países vencedores. Igualmente clave fue su participación en el establecimiento de un
nuevo orden mundial tras la finalización de la II Guerra Mundial y durante la guerra fría, creando una zona de influencia
soviética en los países del este de Europa y favoreciendo el desarrollo de movimientos revolucionarios de ideología
comunista en distintas zonas del mundo. Falleció en el año 1953 en Moscú.
Benito Mussolini nació en Predappio (Romaña) en el año 1883 en el seno de una familia humilde. Estudió
Magisterio si bien ejerció la profesión muy poco tiempo, prefiriendo la actividad política. Su primera
afiliación política fue en el Partido Socialista, atraído por el contenido revolucionario del mismo. Dirigió el
periódico de los socialistas italohablantes de Trento (Austria) y Avanti, el diario oficial del Partido
Socialista italiano. La postura belicista de Mussolini durante la I Guerra Mundial chocó con el pacifismo de
los socialistas, lo que provocó el cese de éste en la dirección de Avanti.
Participó en la I Guerra Mundial en el ejército italiano, si bien permaneció poco tiempo en el frente debido
a un accidente. En 1919 fundó los Fascios de Combate, organización de ideología fascista que expresaba
su descontento por los acuerdos de paz, y que planteaba un programa revolucionario en materia social.
Su fracaso por la vía democrática hizo que su actuación se orientase por la acción violenta,
fundamentalmente dirigido hacia los sectores sociales y políticos del movimiento obrero. El contexto
político italiano y la agitación social existente favoreció la actuación de los fascistas (camisas negras)
quienes llevaron a cabo en 1922 una manifestación desde Nápoles a Roma (la Marcha sobre Roma). La
reacción del rey Victor Manuel III fue la de entregarle el poder. Tras eliminar a la oposición política, se
erigió como poder único y transformó su gobierno en un régimen dictatorial siendo nombrado Duce. En política interior
llevó a cabo medidas encaminadas a modernizar la economía italiana y las obras públicas a través de un firme
intervencionismo estatal. Consiguió el apoyo del Vaticano a través del Tratado de Letrán, y en política internacional llevó
a cabo una política imperialista que le aproximaría a la Alemania de Hitler y que provocaría la intervención de Italia en la
II Guerra Mundial. Tras ser capturado por los partisanos antifascistas fue ejecutado y su cadáver expuesto en la ciudad
de Milán en 1945.
Ello se debe a que el acuerdo de Munich, que puede acarrear consecuencias muy graves para toda Europa, la
cual deberá sin duda revisar muchos de sus principios, amenaza enormemente a la Unión Soviética. Después de las
fechas del 16 de marzo de 1934, del 7 de marzo de 1936, del 12 de marzo de 1938, que son como otras tantas
estaciones del largo calvario de la paz transportando su cruz, la del 30 de septiembre ha visto derrumbarse, con una de
las cláusulas territoriales esenciales del tratado de Versalles, el baluarte central de la Europa pacífica. Con la
neutralización de Checoslovaquia, Alemania tiene abierta, de ahora en adelante, la vía hacia el sudeste. ¿Existirán
potencias que querrán y podrán impedir que la emprenda, o que se detenga antes de que haya alcanzado Rusia para
intentar obtener el «Lebensraum» anunciado en «Mein Kampf»? Esta cuestión es probablemente en la actualidad la
principal preocupación del gobierno soviético y la respuesta negativa que éste, no falto de razón, se ve obligado a dar
basta para explicar el estado de ánimo de su prensa.
Aquí se considera que los últimos acontecimientos han demostrado que ni Francia ni Inglaterra están
dispuestas a oponerse por las armas a la expansión germánica en Europa central y oriental. Incluso se pretende ver en
la declaración común publicada por Chamberlain y Hitler, el 30 de septiembre un compromiso por parte de Inglaterra,
que permitiría a Alemania la consecución de sus objetivos en el Este europeo, a cambio de la abstención del Reich en el
Oeste. Este acuerdo, esta «complicidad», dicen, anglo-alemana, se interpreta aquí de tal forma que el acuerdo de
Munich llega a considerarse como algo especialmente dirigido contra la URSS. Y hace sentir de forma bastante dolorosa
a los Soviets la proximidad del peligro, del que creían haberse librado uniéndose a los defensores del Tratado de
Versalles, al que temen por encima de todo desde que empezó a manifestarse el dinamismo alemán: encontrarse cara a
cara con el Reich...
En estas condiciones, ¿qué otra solución les queda sino reanudar la política de entendimiento con Alemania
que habían abandonado en 1931?”.
Informe de R. Coulondre, embajador de Francia.
En: Limouzin, P. Textes et documents d’histoire. París: Hachette, 1971, p.76-77.
Kairos – HISTORIA DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO: La Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias.
El bombardeo de Pearl Harbor. Peter Calvocoressi y Guy Wint
http://iris.cnice.mec.es/kairos/ensenanzas/bachillerato/mundo/textos/2guerra_bombardeo.doc
“Por muy impresionante que fueran los resultados del ataque, por humillantes que resultaran para la marina americana,
Japón estuvo a punto de conseguir el aplastante triunfo que había pretendido. Inexplicablemente los japoneses no destruyeron las
vastas existencias de petróleo de Hawai ni, por lo que sabemos, tampoco consideraron la posibilidad de apoderarse de ellas. América
comenzó la guerra con reservas petrolíferas casi iguales a todas las existencias de Japón. Japón las tuvo a su merced y resulta
inexplicable por qué no las voló. Es cierto que hubo un momento en que los japoneses pensaron capturar Cahu, la isla hawaiana
donde se encontraba Pearl Harbor, y en ese caso las reservas de petróleo hubieran pasado a manos de los japoneses. Pero esta
parte del plan había sido rápidamente abandonada, entre otras razones porque hubiera requerido el transporte de tropas y las
embarcaciones de desembarco que se necesitaban simultáneamente para la operación que comenzaba en los Mares del Sur. Para
haber hecho que la operación hubiera alterado realmente la posición fundamental de ambas partes, los japoneses hubieran
necesitado no sólo destruir los barcos sino también capturar territorio en medio del océano Pacífico.
Japón no incluyó entre su sus víctimas a ninguno de los cuatro portaaviones americanos que estaban destinados a la Flota
del Pacífico, y precisamente iban a resultar el arma decisiva en la lucha posterior del Pacífico, como bien lo comprendió el almirante
Yamamoto. Una serie de afortunados incidentes llevaron a uno de los portaaviones a entregar algunos aviones a la Isla Midway, al
otro a Guam, otro estaba en reparaciones en la costa americana del Pacífico y el cuarto, según se iba a descubrir más tarde, estaba
siendo perseguido por un submarino japonés pero este último fue hundido en el combate final entre ambos.
Pearl Harbor tuvo también otro fallo de los japoneses que fue poco notado en su momento, pero que iba a tener un efecto
decisivo. El plan de Yamamoto había incluido un ataque a cargo de los submarinos además del ataque aéreo, pero el primero resultó
un fracaso mientras que el segundo fue un triunfo. Un invento especial japonés, el submarino enano (un submarino diminuto operado
por una tripulación de dos hombres) iba a ser puesto dentro del puerto entre los acorazados para ver hasta dónde podía llevar la
destrucción. Cinco de estos submarinos, transportados por submarinos oceánicos mayores, fueron insertados a través de la entrada
del puerto. Esta era en realidad una misión suicida, porque las posibilidades de que las tripulaciones fuesen recogidas de nuevo eran,
aunque algunas, escasísimas. De hecho los cinco submarinos fueron destruidos y sólo un miembro de sus tripulaciones logró
sobrevivir, cayendo prisionero en manos de los americanos y –contrariamente a la costumbre japonesa- resultó de lo más locuaz y
reveló útil información a los americanos. En el consiguiente reparto de honores por el ataque, los oficiales al mando de la operación de
los submarinos se sintieron despreciados y toda la reputación fue para los pilotos. A partir de entonces el servicio de submarinos fue
menospreciado entre los japoneses, y no se trazaron nuevos planes en los que se otorgara al submarino una gran responsabilidad.
Aunque anteriormente se había prestado atención a la producción del submarino enano, la inventiva japonesa se desvió del
submarino y se concentró en otros asuntos (...).
¿Fue por tanto Pearl Harbor un verdadero triunfo para los japoneses? Considerando el curso entero de la guerra esto
resulta opinable. El historiador naval americano S.E. Morrison duda de ello; resume la situación diciendo que Pearl Harbor, a pesar de
toda la destrucción que logró, fue en realidad un triunfo hueco. Mira hacia el cuidadoso plan japonés que había sido trazado para
hacer frente a la esperada ofensiva americana a cargo de la Flota Asiática avanzando por el Pacífico, y estima que Japón hubiera
actuado más sabiamente de haber esperado a ser atacado y haberlo contenido en alguna parte de las Islas Marshall o de las
Carolinas. Mediante una acción de la flota en esta línea Japón hubiera obtenido la mejor oportunidad de sobrevivir; pero semejante
punto de vista es también difícil de creer. Según el cálculo más realista Yamamoto había ganado de dieciocho meses a dos años de
respiro para Japón, y aunque las perspectivas a largo plazo continuaron siendo bastante lúgubres, él había asegurado que el tifón
asolase a Japón al cabo de dos años y no inmediatamente. Fue él quien dio la oportunidad a sus propios planes bélicos y a otros que
Japón pudiera producir, o aún mejor, a sus diplomáticos y estadistas en su habilidad para encontrar una solución para la paz, para
encontrar un modo de detener la catástrofe final.
Una circunstancia peculiar ayudó a Japón en Pearl Harbor, circunstancia que iba a continuar en cierta manera todo a lo
largo de la guerra y a ser un estorbo constante para los planes americanos. Se trataba de que el Alto Mando de la marina y del ejército
americanos apenas se hablaban; el grado de discordia variaba de lugar a lugar y dependía en parte de las personalidades envueltas,
pero la tensión fue con frecuencia un factor importante en la evolución de los hechos, como había ocurrido en Pearl Harbor donde
hubo un mínimo de cooperación entre las fuerzas aéreas, que en los Estados Unidos formaban parte del ejército, y la marina (...).
Había también otros defectos en el aparato de defensa americano y todos ellos se pusieron de manifiesto en Pearl Harbor.
La extensión de los controles burocráticos llegaba hasta tal punto, que las baterías anti-aéreas estaban obligadas a tomar nota de
cada proyectil que fuera disparado. Conforme la maquinaria de guerra americana se puso en acción se descubrieron una gran
cantidad de disparates que tenían su causa en la meticulosidad excesiva del control civil. Eran la consecuencia natural de un largo
período de paz.
Si se levanta la vista más allá de esta guerra hay que constatar que, mediante el astuto golpe asertado a los Estado Unidos
(mucho más grandes que Japón), y por la soberbia reserva que se había mantenido al organizar una cooperación tan compleja.
Yamamoto había dado un impulso al amor propio japonés que levantaría al pueblo en futuros períodos de calamidad nacional. Llegará
un día en que el triunfo de Pearl Harbor será considerado de manera diferente por el bando rival de aquel tiempo; el recuerdo de la
traición se borrará y quedará como un hecho de armas de lo más notable”.
Peter Calvocoressi y Guy Wint. Guerra total 2. La II Guerra Mundial en Oriente. Madrid: Alianza Universidad, 1988, p. 728-
731.
Kairos – HISTORIA DEL MUNDO CONTEMPORÁNEO: La Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias.
Rusia y Polonia. La promesa soviética. Wiston S. Churchill
http://iris.cnice.mec.es/kairos/ensenanzas/bachillerato/mundo/textos/2guerra_polonia.doc
“Se habló de Polonia nada menos que en las siete de las ocho reuniones plenarias que se celebraron en Yalta y los documentos
británicos contienen un intercambio sobre este tema de casi dieciocho mil palabras entre Stalin, Roosevelt y yo. Con la colaboración
de nuestros ministros de Asuntos Exteriores y sus subordinados, que también mantuvieron entre sí, al final presentamos una
declaración que constituía tanto una promesa al mundo como un acuerdo entre nosotros acerca de nuestras futuras acciones. La triste
historia no ha concluido aún, y hasta hoy no se conoce del todo la verdad, pero puede que lo que aquí se exponga contribuya a hacer
una apreciación justa de los esfuerzos que hicimos durante la penúltima conferencia celebrada en tiempos de guerra. Las dificultades
y los problemas eran antiguos, innumerables y fundamentales. El gobierno de Lublin en Polonia, con el apoyo soviético, o el gobierno
de «Varsovia», como preferían llamarlo los rusos de cualquier ideología, sentía una profunda aversión por el gobierno polaco en
Londres. Los sentimientos entre ellos habían empeorado en lugar de mejorar después de la entrevista que tuvimos con ellos en
octubre en Moscú. Las tropas soviéticas invadían Polonia y se acusaba sin reparos al Ejército clandestino polaco del asesinato de
soldados rusos y de sabotaje y de ataques a sus zonas de retaguardia y sus líneas de comunicación. Se negaron a las potencias
occidentales tanto el acceso como la información. En Italia y en el frente occidental más de ciento cincuenta mil polacos luchaban con
valor por la destrucción definitiva de los ejércitos nazis. Ellos y muchos otros, en distintos lugares de Europa, esperaban con ansia la
liberación de su país y regresar a su patria desde un exilio voluntario y honorable. La numerosa comunidad de polacos que vivía en
Estados Unidos aguardaba con inquietud un acuerdo entre las tres grandes potencias.
Las cuestiones que discutimos se pueden resumir de la siguiente manera:
Cómo formar un gobierno provisional único para Polonia.
Cómo y cuando celebrar elecciones libres.
Cómo establecer las fronteras polacas, tanto en el este como en el oeste.
Cómo salvaguardar las zonas de retaguardia y las vías de comunicación de los ejércitos soviéticos que avanzaban.
En realidad Polonia había sido el motivo más urgente de la conferencia de Yalta y resultaría la primera de las grandes
causas que provocaron la descomposición de la gran alianza. Por mi parte estaba seguro de que una Polonia fuerte, libre e
independiente era mucho más importante que unos límites territoriales determinados. Quería que los polacos fueran libres y pudieran
vivir su vida propia a u manera. Este fue el motivo que impulsó a entrar en guerra contra Alemania en 1939. Había estado a punto de
costarnos la vida, no sólo como imperio sino como nación, y cuando nos reunimos el seis de febrero de 1945 planteé la cuestión de la
siguiente manera: ¿no podíamos crear un gobierno, o un instrumento de gobierno para Polonia, a la espera de unas elecciones
generales y libres, que fuera reconocido por todos? Este gobierno podría preparar la votación libre de todo el pueblo polaco sobre su
futura Constitución y gobierno. Si se pudiera hacer eso habríamos dado un gran paso al frente hacia la futura paz y prosperidad de
Europa central.
En el debate que comenzó Stalin dijo que comprendía nuestra actitud. Para los británicos, dijo, Polonia era una cuestión de
honor pero para los rusos era una cuestión tanto de honor como de seguridad: de honor, porque habían tenido muchos conflictos con
los polacos y querían eliminar las causas de estos conflictos, y de seguridad porque Polonia compartía fronteras con Rusia y a lo largo
de toda su historia Polonia fue un corredor por el que pasaron lo0s enemigos de Rusia para atacarla. Los alemanes lo habían hecho
dos veces en los últimos treinta años y lo habían conseguido porque Polonia era débil. Rusia quería que fuera fuerte y poderosa para
que pudiera cerrar este corredor con su propia fuerza. Rusia no podía mantenerlo cerrado desde fuera; sólo la propia Polonia podía
cerrarlo desde dentro. Esta era una cuestión de vida o muerte para el Estado soviético.
En cuanto a sus fronteras, Stalin continuó diciendo que el presidente había propuesto algunas modificaciones a la línea
Curzon y que se entregaran a Polonia Lvov y tal vez algunos distritos más y que yo había dicho que esto sería un gesto de
magnanimidad. Pero él destacó que la línea Curzon no había sido inventada por los rusos sino que la habían trazado Curzon y
Clemenceau y los representantes de Estados Unidos en la conferencia de 1918 a la que Rusia no fue invitada. La línea Curzon se
había aceptado contra la voluntad de Rusia partiendo de datos etnográficos. Lenin no la había aceptado. Los rusos ya habían
abandonado la posición de Lenin y ahora algunas personas querían que Rusia se conformara con menos de lo que le habían
concedido Curzon y Clemenceau, lo que sería vergonzoso. Cuando los ucranianos fueran a Moscú dirían que Stalin y Mólotov eran
menos dignos de confianza como defensores de Rusia que Curzon y Clemenceau. Era preferible continuar la guerra un poco más,
aunque le costara a Rusia mucha sangre, para poder compensar a Polonia a expensas de Alemania. Cuando Mikolajczyk estuvo en
Rusia en octubre preguntó qué frontera reconocería Rusia para Polonia en el oeste y escuchó con satisfacción que Rusia pensaba
que la frontera occidental de Polonia debía extenderse hasta el Nysa. Había dos ríos con ese nombre dijo Stalin: uno cerca de
Wroclaw y otro más al oeste. Él se refería al que estaba más al oeste.
Cuando volvimos a reunirnos el siete de febrero recordé a mis oyentes que yo siempre me había referido al desplazamiento
de la frontera de Polonia hacia el oeste diciendo que los polacos deberían tener libertad para ocupar territorios en el oeste, aunque no
más de lo que deseasen o pudiesen administrar adecuadamente. Sería una gran pena que atiborráramos tanto a los polacos, como si
fueran ocas, que los matáramos de una indigestión. A una importante corriente de opinión en Gran Bretaña la asustaba la idea de
trasladar a millones de personas por la fuerza. Se había alcanzado un éxito importante en la separación de la población griega y la
turca después de la última guerra y los dos países habían mantenido buenas relaciones desde entonces; pero en ese caso se
desplazaron menos de un par de millones de personas. Si Polonia se anexaba el este de Prusia y la Silesia hasta el Oder esto sólo ya
supondría el regreso a Alemania de seis millones de alemanes. Se podía conseguir pero dependía de una cuestión moral que yo
tendría que resolver con mi propio pueblo.
Stalin dijo que no había alemanes en esa zona ya que todos habían huido.
Le respondí que la cuestión era si había lugar para ellos en lo que quedaba de Alemania. Habían muerto seis o siete
millones de alemanes y era probable que muriera otro millón (Stalin sugirió que serían dos) antes de que acabara la guerra. Por
consiguiente habría lugar para estos inmigrantes, hasta cierto punto, y harían falta para llenar los huecos. No me asustaba el problema
de trasnportar a la población siempre y cuando fuera proporcional a lo que los polacos pudieran administrar y a lo que pudiera caber
en Alemania. Pero era un asunto que había que estudiar no como una cuestión de principio sino por las cifras que habría que manejar.
En estas discusiones generales no se utilizaron mapas y la distinción entre el Nysa oriental y el occidental no se planteó
con tanta claridad como se debería haber hecho. Sin embargo pronto se aclararía esta cuestión.
El día ocho Roosevelt aceptó que el límite oriental de Polonia fuera la línea Curzon con modificaciones a favor de Polonia
en algunas zonas de entre cinco y ocho kilómetros. Pero se mostró firme y preciso acerca de la frontera occidental. Sin duda Polonia
debería recibir una compensación a expensas de Alemania, «pero –prosiguió- parecería que no se justifica extenderla hasta el Nysa
occidental ». Esto es lo mismo que yo había opinado siempre y sobre lo que insistí con vehemencia cuando volvimos a reunirnos en
Potsdam cinco meses después.
De modo que en Yalta estábamos todos de acuerdo sobre la frontera occidental y la única cuestión era dónde trazar la
línea exactamente y cuánto deberíamos decir al respecto. Los polacos tendrían parte del este de Prusia y podrían subir hasta la línea
del Oder, si querían, pero teníamos muchas dudas sobre si seguir más allá o si referirnos a la cuestión a estas alturas; tres días
después comuniqué a la conferencia que habíamos recibido un telegrama del gabinete de Guerra en el que condenaba enérgicamente
cualquier referencia a trasladar la frontera hasta el Nysa occidental porque el problema de desplazar a la población era demasiado
difícil de manejar.
Por ello decidimos insertar lo siguiente en nuestra declaración:
Los tres jefes de gobierno consideran que la frontera oriental de Polonia debe seguir la línea Curzon, aunque puede
apartarse de ella en algunas regiones, de cinco a ocho kilómetros, a favor de Polonia. Reconocen que Polonia debe anexarse
bastante territorio en el norte y en el oeste. Piensan que a su debido tiempo hay que consultar la opinión del nuevo gobierno
provisional polaco de unidad nacional en lo que respecta a estas anexiones y que, por tanto, antes de delimitar de forma definitiva la
frontera occidental de Polonia habría que esperar a la conferencia de paz”.
Wiston S. Churchill. La Segunda guerra mundial. Madrid: La esfera de los libros, 2002, Vol. II, (Fragmento del capítulo XXIII, Rusia y
Polonia: la promesa soviética, p. 472-475)
Consecuencias
Los historiadores coinciden en señalar las terribles consecuencias del conflicto bélico y como muchos de los efectos de
la guerra van más allá de los campos de batalla. Siguiendo esta línea, podemos agrupar las consecuencias de la II
Guerra Mundial en cuatro grandes aspectos:
Organización de la Paz
Los líderes de las principales potencias aliadas se van a reunir periódicamente desde 1941 con dos objetivos
fundamentalmente: estudiar la táctica de las operaciones y el desarrollo militar del conflicto, y planificar una posible
victoria y por tanto, el establecimiento de un nuevo orden mundial y la creación de una organización internacional de
seguridad colectiva. En definitiva, una nueva estructura de relaciones internacionales que ha estado vigente hasta
comienzos de la década de los noventa del siglo XX.
Para lograr ese fin van a utilizar el conocido como sistema de conferencias, uno de los procedimientos diplomáticos más
antiguos. En un principio se van a reunir los líderes de Estados Unidos y el Reino Unido, en lo que se conocen como las
conferencias bipartitas. Desde el año 1943, estas reuniones de carácter diplomático se van a abrir a otras potencias,
China, Unión Soviética, son las denominadas conferencias tripartitas.
La Operación Barbarroja significó un duro golpe para las desprevenidas fuerzas soviéticas, que
sufrieron fuertes bajas y perdieron grandes extensiones de territorio en poco tiempo. No obstante,
la llegada del invierno ruso acabó con los planes alemanes de terminar la invasión en 1941.
Durante el invierno, el Ejército Rojo contraatacó y anuló las esperanzas de Hitler de ganar
la batalla de Moscú. La operación acabó el 5 de diciembre de 1941 con la retirada del ejército
alemán.
La noche del 5 de junio de 1944 despegaron de Inglaterra tres divisiones aerotransportadas. En total, 13.400
paracaidistas americanos y cerca de 7.000 británicos que volaron a Normandía a bordo de 1.200 aviones C-47 Dakota.
Allí debían perturbar a las fuerzas de ocupación alemanas para que no pudiesen lanzar un contraataque efectivo la
mañana del desembarco. Los soldados tenían encomendadas varias tareas, entre ellas conseguir accesos seguros a las
playas, destruir puentes y establecer pequeñas y estratégicas cabezas de playa.
Una de las divisiones acorazadas americanas –la 101.º– había permanecido estacionada en Londres durante cinco días.
Los soldados habían calmado los nervios de la espera montando y desmontando las armas, dándoles aceite y afilando
obsesivamente las bayonetas. Algunos habían comprado grandes cuchillos de combate y otros se habían hecho con
navajas de afeitar. Con una navaja se podía matar a un hombre sin hacer ruido: sólo había que acercarse sigilosamente
por detrás y rebanarle el cuello. Esto era parte de un entrenamiento brutal en el que incluso habían tenido
que arrastrarse por entre tripas y sangre de cerdo para endurecerse. Llegado el momento, había que estar a la altura.
La víspera de la partida, muchos se afeitaron la cabeza y se dejaron una fina cresta. Luego se dieron betún negro en la
cara y se la tiznaron con carbón hasta adquirir un aspecto realmente truculento. Entre los alemanes se había extendido
el rumor de que los paracaidistas americanos eran criminales sacados de las cárceles y no había motivo alguno para
desengañarles.
Justo antes de embarcar, los mandos lanzaron arengas. El coronel "Jump" Johnson, que comandaba el 501.º Regimiento
de Paracaidistas, llegó al hangar en un jeep y, cuando bajó, quedaron a la vista las cachas incrustadas en nácar de los
dos revólveres que llevaba en la cintura. Había 2.000 soldados observándole. "Jump" se sacó un inmenso cuchillo de
combate de una bota, lo blandió por encima de la cabeza y, entre gritos y aplausos, dijo: "Antes de que salga el sol, voy a
haber clavado este acero en el corazón de los nazis más sucios, rastreros y perversos de toda Europa".
Mientras que los japoneses respondían con sonrisas y evasivas a los diplomáticos norteamericanos que velaban
por la paz en el Pacífico en el Imperio del Sol Naciente, tripulaciones aéreas escogidas entre las que contaban
con más de 800 horas de vuelo, iniciaban un riguroso entrenamiento.
La flota nipona compuesta por seis portaaviones, dos acorazados, nueve destructores, dos cruceros y tres
submarinos zarpó de Hitahappu, en las Islas Curiles, el 26 de noviembre de 1941. Navegando con las estaciones
inalámbricas silenciadas para evitar ser descubiertos y aprovechando la bruma que por esos meses reinaba en
el Pacífico central, lograron tomar posiciones frente a Oahu, Hawái distantes unas doscientas millas.
Faltando pocas horas para el ataque, las tripulaciones aéreas fueron enteradas de lo que haría cada escuadrón.
La mayoría de los bombarderos fue destinada a terminar con la flota de acorazados estadounidenses; los demás
atacarían aeropuertos, instalaciones militares y al resto de la flota.
Por su parte la fuerza aérea americana basada en Hawái estaba compuesta de 754 oficiales y 6 mil 706
hombres.
El Proyecto Manhattan
El 2 de agosto de 1939,18 Albert Einstein dirigió una carta a Franklin Roosevelt, reclamando su
atención sobre las investigaciones realizadas por los científicos Enrico Fermi y Leó Szilárd,
mediante las cuales el uranio podría convertirse en una nueva e importante fuente de energía. En
dicha carta explicaba además la posibilidad de fabricar bombas sumamente potentes:
Recientes trabajos realizados por Enrico Fermi y Leo Szilard, cuya versión manuscrita ha llegado a mi
conocimiento, me hacen suponer que el elemento uranio puede convertirse en una nueva e importante fuente
de energía en un futuro inmediato[...] se ha abierto la posibilidad de realizar una reacción nuclear en cadena
en una amplia masa de uranio mediante la cual se generaría una gran cantidad de energía[...]
El ultimátum en Potsdam
El 26 de julio, Truman y otros líderes aliados emitieron la Declaración de Potsdam, la cual
bosquejaba los términos de la rendición de Japón. Fue presentada como un ultimátum y se
aseguraba que, sin la debida rendición, los aliados atacarían Japón, resultando en «la inevitable y
completa destrucción de las fuerzas armadas japonesas e inevitablemente la devastación del suelo
japonés», aunque no se mencionó nada sobre el arma atómica. El 28 de julio se hizo oficial el
rechazo por parte del gobierno japonés y el primer ministro Kantarō Suzuki ofreció una conferencia
de prensa en la que aseguró que la Declaración era tan sólo una copia (yakinaoshi) de
la Declaración de El Cairo y que el gobierno intentaba ignorarla (mokusatsu).29
Hiroshima durante la Segunda Guerra[editar]
Operación Barbarroja