Motos Teatro Imagen PDF
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PALABRAS CLAVE: Teatro del Oprimido, Teatro Imagen, educación estética, dra-
matización, expresión corporal.
ABSTRACT: In this paper Augusto Boal’s Image Theatre is presented. It’s a dramatic
intervention tool based on body language, which, through the iconography made with
the postures adopted by the participants, attempts to analyze a specific state of personal
or collective conflict induced by a real oppression, fear or exclusion. And straight they
seek collectively real alternative solution for implementing it. Then the carried out images
can be dynamized through different procedures in order to create theatrical scenes. In
addition, Image Theatre also can be used in education as a procedure for dynamization
and encouragement to read and even as a creative, intuitive and alternative way for
assessment. Image Theatre is an inclusive cross-curricular modality intervention of
educational drama focused on body language, and it is also a complex confluence space
of aesthetics, citizenship, ethics and psychotherapy.
E
L TEATRO DEL OPRIMIDO1 (T.O.) es una formulación teórica y un método
estético, creado por Augusto Boal2, basado en diferentes formas de arte y
no solamente en el teatro. Reúne un conjunto de ejercicios, juegos y técni-
cas dramáticas que pretenden la desmecanización física e intelectual de sus practi-
cantes y la democratización del teatro. El T.O. tiene por objetivo utilizar el teatro
y la dramatización como un instrumento eficaz para la comprensión y la búsque-
da de alternativas a problemas sociales, interpersonales e individuales. La primera
formulación de este sistema está recogida en su libro Teatro del Oprimido y otras
estéticas políticas (1974). Con esta práctica se trata de estimular a los participantes
no actores a expresar sus vivencias de situaciones cotidianas de opresión, miedo o
exclusión a través del teatro. Desde sus implicaciones pedagógicas, sociales, cultu-
rales, políticas y terapéuticas se propone transformar al espectador —ser pasivo—
en espect-actor, protagonista de la acción dramática —sujeto creador—, estimulán-
dolo a reflexionar sobre su pasado, modificar la realidad en el presente y crear su
futuro. El espectador ve, asiste, pero el espect-actor ve y actúa o mejor dicho ve
para actuar en la escena y en la vida (Boal, 1980).
Con el T.O. se pretende que los participantes reflexionen sobre las relaciones
de poder, mediante la exploración y representación de historias entre opresores y
oprimidos, a las que el público asiste y, a su vez, participa en ellas. Las obras tea-
trales son construidas en equipo, a partir de hechos reales y de problemas típicos
de una comunidad o de un grupo homogéneo de personas, tales como la discrimi-
nación, los prejuicios, la violencia, la intolerancia y otros. El T.O. es, ante todo,
un espacio de acción que se vale de las técnicas de representación con el propósito
de analizar y proponer soluciones de cambio ante la opresión o exclusión que
bajo distintas formas sufren los individuos y las comunidades.
1 Oprimidos, según Paulo Freire y Augusto Boal, aquellos individuos o grupos que, social, cultu-
ral, política, económica, racial, sexual, o de cualquier otra manera son privados de su derecho al diálo-
go o impedidos a ejercer este derecho de cualquier forma. Y por diálogo, el libre intercambio con los
demás, como persona y como grupo. Es decir, participar en la sociedad en situación de igualdad, res-
petar las diferencias y ser respetado.
2 Augusto Boal (Río de Janeiro, Brasil, 1931-2008). Dramaturgo, escritor, director de teatro y edu-
cador social. Desarrolló su método y formulación teórica —el Teatro del Oprimido— en su exilio
político durante los años 1971-1986, en América Latina (Argentina y Perú, principalmente) y también
en diferentes países de Europa, con incursiones en países africanos, «para otorgar la palabra a las clases
oprimidas y a todos aquellos quienes son oprimidos en el interior de éstas». Durante más de treinta
años ha sido la voz teórica más potente, más comprometida y de más largo alcance del teatro latinoa-
mericano. Su nombre nos queda junto a Antonin Artaud, Bertolt Brecht, Jerzy Grotowski, Tadeusz
Kantor, Peter Brook o Eugenio Barba, como uno de los pensadores teatrales fundacionales de la segun-
da mitad del siglo XX y cuya visión y propuestas teórico-prácticas siguen plenamente vigentes en estos
momentos. Doctor honoris causa por 20 universidades. Fue candidato al Premio Nobel de la Paz en el
2008.
3 Es la parte final del espectáculo de Teatro del Oprimido donde los espectadores intervienen plan-
teando alternativas de solución al problema plantado en la escena. El foro es entendido por Boal como
«el encuentro entre los espectadores, que defienden sus ideas, y los actores, que contraponen las suyas…
Se destruye la obra propuesta por los artistas para construir otra todos juntos» (BOAL, 2004: 20).
La fértil tierra de la que el árbol toma su savia nutriente está constituida por la
Ética, la Política, la Historia, la Filosofía y la Economía. Sus raíces son: la palabra,
el sonido y la imagen. El tronco está formado por los juegos y actividades que
conforman el arsenal del T.O., recogidos en dos de sus libros: Juegos para actores
y no actores (2001) y El Arco Iris del Deseo (2004). Los juegos que propone tienen
dos características esenciales, comunes a la vida en sociedad —reglas y libertad
creadora—, pues sin reglas no hay juego y sin libertad no hay vida. Su finalidad
es desmecanizar el cuerpo y la mente para establecer los diálogos sensoriales que
utilizan la creatividad mediante la improvisación.
Las ramas son las diferentes modalidades teatrales del T.O. Los frutos que caen
a la tierra sirven para reproducirse mediante la multiplicación. La solidaridad sig-
nifica la necesidad de conocer no sólo nuestras opresiones personales sino tam-
bién las de nuestros compañeros y conciudadanos.
A pesar de su prolongada vida, de que se ha difundido a través de los cinco
continentes y de la solidez ideológica de sus postulados, el T.O. es un movimien-
to minoritario. No ha tenido en los medios de comunicación el eco que prestan a
las manifestaciones artísticas de la cultura de élite, la de las clases dominantes,
pues a sus dueños no les interesa escuchar a los excluidos ni dar la voz a los opri-
midos. Tanto el conocimiento como la práctica del T.O. se han dado preferente-
mente en círculos restringidos de la pedagogía y de la intervención sociocultural.
Pero los especialistas reconocen que se trata de un ensayo para intentar cambiar la
realidad, un sistema estético que abre la puerta a las personas para que actúen en
la ficción del teatro y luego se transformen en protagonistas, en sujetos activos de
sus vidas. Hoy día es practicado en más de 70 países por campesinos, trabajado-
res, profesores, estudiantes, artistas, trabajadores y educadores sociales y psicote-
rapeutas. Se ha utilizado en programas de alfabetización, de reinserción social de
los internos en centros penitenciarios, en el debate de problemas sociales (violen-
cia de género, exclusión social de discapacitados físicos y mentales, de toxicóma-
nos, de minorías, etc.), para la reflexión y propuesta de solución de problemas
escolares (relaciones entre profesorado y alumnado, relaciones del alumnado entre
sí, violencia escolar), para la interpretación y modificación de las relaciones fami-
liares, para discutir en la calle los problemas o las leyes que afectan al ciudadano
común. Como afirman Gigli, Tolomelli y Zanchetti (2008: 26) «se ha afirmado en
todo el mundo como un instrumento de trabajo teatral en clave educativa, social
y política».
Tras este intento de situar el Teatro Imagen dentro del sistema del T.O. vamos
a tratar de describir sus rasgos característicos, cómo llevar una sesión de trabajo a
la práctica y señalar algunas de sus aplicaciones en los ámbitos de la educación
formal y no formal.
4 La visión signaléctica implica rasgos de modulación de toda clase, sensoriales (visuales y sono-
ros), kinésicos, intensivos, afectivos, rítmicos, tonales e incluso verbales (escritos y orales), según
DELEUZE (1986: 49).
El objetivo del T.I. es ayudar a los participantes a ver mejor, a discernir las
imágenes escondidas, aquellas que son menos evidentes. La riqueza de esta moda-
lidad teatral reside en tomar conciencia de que ante una misma imagen no descu-
brimos todos lo mismo. La interpretación depende de la subjetividad de cada
quien. El lenguaje visual ofrece una manera original, en ocasiones simbólica, y
accesible a todos, para aprehender la realidad.
En una primera elaboración el T.I. se ocupaba de las opresiones sociales y era
utilizado como técnica de transición entre el trabajo corporal de la acción teatral
y la acción teatral misma. Pero, posteriormente, se ha ido conceptualizando como
trabajo sobre la opresión psicológica, concretado en estrategias más elaboradas y
complejas, desarrolladas por Boal en El Arco Iris del Deseo (2001), por ejemplo,
«el policía en la cabeza», técnica próxima al psicodrama, en la que no se busca
representar las opresiones objetivas provenientes del exterior, sino aquellas que
han sido interiorizadas por cada uno de nosotros.
La traslación a imágenes aclara a los protagonistas sus diversas conductas de
sumisión y les ayuda en su proceso de liberación. Y en este sentido se convierte
en el instrumento base para las técnicas del Arco Iris del Deseo, que se proponen
indagar sobre la realidad interna de la persona.
En esencia, el trabajo con las imágenes corporales puede tomar dos direcciones:
la primera, dirigida a la investigación de las opresiones sociales para poder llegar
a la definición de un modelo para el Teatro Foro; la segunda se propone la utili-
zación del cuerpo como instrumento expresivo y comunicativo superando así la
mediación, a menudo engañosa, de la palabra (Gigli, Tolomelli y Zanchetti, 2008:
57).
Para que una experiencia de T.I. sea llevada a buen término, es necesario que
el grupo de participantes sea homogéneo, porque una sesión de esta modalidad
arranca de un tema de opresión, miedo o exclusión que concierne al grupo, elegi-
do de forma unánime por éste.
El animador5, cuyo papel es incitar y dirigir la representación, no debe ocupar-
se más que de la forma de la misma y no del fondo, invita a un participante a rela-
tar una experiencia vivida de opresión, miedo o exclusión, relacionada con el tema
elegido, y después a convertirse en escultor de los demás participantes. Es decir,
ha de utilizar el cuerpo de los demás y modelarlos con precisión para esculpir un
conjunto de estatuas relacionadas entre sí en una imagen fija (incluso aunque ésta
presuponga movimiento), de manera que haga visible para todos la imagen real
que él tiene del tema de opresión seleccionado. Y todo esto, sin dar ninguna indi-
cación verbal que estorbe o se superponga al lenguaje visual.
El escultor dirige, sin utilizar la palabra, cada uno de los movimientos de las
estatuas, que no pueden ser autónomas, y construye una imagen congelada, una
iconografía, sin movimiento, como si de un friso escultórico se tratara. Para ello,
5 En las actividades del T.O. se otorga gran importancia al coringa. Es la figura que realiza las fun-
Fotografía 1.
6 Esta fotografía está tomada en el seminario Teatro del Oprimido, organizado por el Instituto de
El animador vigilará que las imágenes resultantes no muestren sólo los efectos
de la opresión sino también, y sobre todo, las causas. La imagen debe mostrar
ambos polos del conflicto a fin de que los participantes puedan entender bien cuál
es el origen para, de este modo, proponer soluciones alternativas.
A continuación, este mismo escultor realiza entonces otro conjunto de esta-
tuas, que ofrecen su solución ideal al problema planteado y que revela por tanto
la imagen ideal. Véase Fotografía 2. La fase de la dinamización, que es primordial,
va a mostrar cómo es posible pasar de la imagen real colectiva (opresiva) a la ima-
gen ideal (liberadora).
Fotografía 2.
En síntesis, una sesión de Teatro Imagen consta de las siguientes fases, concre-
tadas en el Cuadro 1.
Foro
Ante la propuesta que hace una imagen los participantes pueden reaccionar en
tres niveles de implicación diferentes: identificación, reconocimiento y resonancia
(Boal, 2004: 91):
a) Identificación. Se produce cuando el participante siente que existe semejan-
za completa entre lo que expresa la imagen y su caso particular. Implica
una relación emotiva vivida en primera persona: «yo soy así» o «eso es lo
que a mí me pasa».
b) Reconocimiento o analogía. Cuando no existe identidad entre la imagen y
la vida del participante, pero éste puede colocarse en el lugar del otro:
«reconozco esa situación», «soy capaz de ponerme en su lugar».
En este apartado recogemos algunos ejercicios, que son muy adecuados para
trabajar en un taller de T.I. Las propuestas de actividades se pueden realizar de
dos maneras básicas:
– ilustrar el tema con el propio cuerpo,
– ilustrar el tema con el cuerpo de los demás, en este caso, hay siempre un
participante que actúa como director.
5.1. Iconografías
7 Xema Palanca desarrolla estas cuatro posibilidades en De la imagen al teatro, obra no publicada.
Es importante que tanto A como B no cuenten la historia, sino que dejen a las
imágenes hablar por sí solas, pues lo importante es mostrar el deseo. Y recuérdese
que deseo es lo que uno quiere aunque no pueda hacerlo.
También se pueden colocar en las esculturas otros personajes relacionados con
el relato.
Esta técnica produce composiciones variadas, interesantes, y colocan el foco
sobre lo que quieren enfatizar el protagonista o el copiloto.
a) Se parte de dos imágenes: una, la «imagen real» y otra, «la imagen ideal»,
que el grupo haya elaborado para trabajar un tema. Por ejemplo:
ideal. Esto es la rebelión ante el final negativo, buscando otra donde la situa-
ción de miedo, abuso o marginación queda superada. Este final es el que
propone el grupo al protagonista real de la historia y se someterá a discu-
sión en el foro.
Había una vez un joven que estaba muy celoso de una muchacha bastante voluble.
Un día le dijo:
—Tus ojos miran a todo el mundo.
Entonces, le arrancó los ojos.
Después le dijo:
—Con tus manos puedes hacer gestos de invitación.
Y le cortó las manos.
«Todavía puede hablar con otros», pensó. Y le extirpó la lengua.
Luego, para impedirle sonreír a los eventuales admiradores, le arrancó todos los
dientes.
Por último, le cortó las piernas. «De este modo —se dijo— estaré más tranquilo».
Solamente entonces pudo dejar sin vigilancia a la joven muchacha que amaba.
«Ella es fea —pensaba—, pero al menos será mía hasta la muerte».
Un día volvió a la casa y no encontró a la muchacha: había desaparecido, raptada
por un exhibidor de fenómenos.
Tras la lectura del texto, se pide que por grupos construyan la imagen central
que refleja el momento crucial del relato. Luego se dinamiza la imagen utilizando
alguna de las técnicas que se proponen en el apartado siguiente. A continuación se
les solicita que construyan la imagen ideal, que se va modificando tras la discu-
sión en el foro.
También estamos utilizando la técnica del T.I. para la evaluación de actividades
(talleres, cursos, programas de intervención, etc.) de una manera informal, intuiti-
va, creativa e integrada en los procesos de aprendizaje y en los de análisis reflexi-
vo personal.
8 Resumimos aquí las propuestas que Francisco Tejedo hace en su texto «Hacia una teoría de la
focalización. Cómo aprovechar las enseñanzas de Brecht en el Taller de teatro», texto sin publicar y
elaborado para el III Posgrado de Teatro en la Educación de la Universidad de Valencia 2007-2008.
Cada uno realiza una acción, un gesto, un sonido; el siguiente la repite exac-
tamente y así de forma sucesiva, pero hay uno que hace la acción más exa-
gerada, más larga, más corta, dos veces, la modifica o la hace al revés, etc.,
al romperse la secuencia, focaliza.
Para los talleres de T.I. se pueden proponer actividades que ayuden a los parti-
cipantes a tomar conciencia del foco y a dinamizar las imágenes, pero sobre todo
no hay que olvidar que el T.O. ante todo es teatro y ha de estar estéticamente
bien elaborado para que sea una fuente no sólo de concienciación sino también de
placer estético. «Debe ser un espectáculo bueno y hermoso», nos recuerda Boal
(2001: 393).
Para dinamizar las imágenes se puede recurrir a las técnicas que se emplean en el
psicodrama, con la finalidad fundamental de que los participantes sean capaces de
ponerse en lugar tanto del oprimido (protagonista) como del opresor (antagonista)
y de esta forma entender la situación desde diferentes perspectivas. Además ayudan
a improvisar situaciones para crear el texto. He aquí algunas de las más básicas.
1. Soliloquio
Consiste en decir en voz alta lo que se está pensando, ya sea con referencia al
diálogo que se mantiene o a otro tema que se le ocurra al protagonista. Es como
una meditación a solas en voz alta. De este modo, los participantes actores com-
parten con el auditorio sentimientos y pensamientos que normalmente quedan
ocultos o reprimidos. Un soliloquio puede tener lugar en cualquier momento de
la representación.
Caso de utilizar el soliloquio intercalado en un diálogo conviene advertir al
protagonista que realice una postura o gesto determinado, como inclinar la cabeza
o cambiar de tono de voz, para que los interlocutores comprendan que lo que se
está diciendo no entra en la réplica que está dando a otro personaje.
2. Doble
Consiste en que uno de los actores (protagonista), que se encuentra en un momen-
to de conflicto, es ayudado por un doble. Éste se coloca a su lado e interactúa con
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TEATRO IMAGEN: EXPRESIÓN CORPORAL Y DRAMATIZACIÓN 71
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él. El doble tratará de adoptar al máximo la actitud postural y afectiva del actor al
que dobla. Su misión es expresar todos aquellos pensamientos, sentimientos y sensa-
ciones que por una u otra razón éste no muestra o elude. Duplica al protagonista y
le ayuda a sentirse a sí mismo, a ver y estimar por sí mismo sus propios problemas.
En la ejecución de esta técnica, protagonista y doble están juntos en el escena-
rio, pero el doble actúa como un yo invisible del protagonista, como el yo que
habla a veces, pero que sólo existe dentro de uno mismo.
Puede usarse esta técnica a continuación del soliloquio para acelerar la produc-
ción de soluciones alternativas o en caso de que uno de los protagonistas se
encuentra bloqueado y no puede representar su papel, o si la técnica del solilo-
quio falla. También, para dar al auditorio la oportunidad de añadir las alternativas
que no aparecieron anteriormente.
3. Dobles múltiples
Es una variación sobre la técnica anterior. El protagonista está en escena con
varios dobles de su yo, encarnando cada uno de ellos una faceta diferente de la
personalidad del actor, por ejemplo: distintos estados de ánimo, distintas etapas de
la vida, etc. Los dobles pueden aparecer en escena, bien simultáneamente, bien
uno tras otro.
Esta técnica es útil para la aportación de diferentes puntos de vista y propor-
ciona un buen vehículo para torbellino de ideas en grupo.
5. Espejo
Un participante adopta el papel del protagonista, para ello entra en la repre-
sentación, imitando su modo y manera de comportarse, y le muestra, como si de
un espejo se tratara, la manera en que le ven los espectadores.
Esta variante puede ser empleada cuando un protagonista está bloqueado y no
representa acertadamente su papel. El participante que hace de espejo puede exage-
rar su actuación, empleando la distorsión, con la intención de estimular al protago-
nista o a algún otro miembro del auditorio a corregir y matizar la representación.
La técnica del espejo ayuda a los protagonistas y al auditorio a tomar concien-
cia de los bloqueos emocionales que obstaculizan la búsqueda de soluciones.
6. Cambio de papeles
Consiste en cambiar de papel con otro actor. El protagonista adopta el papel
de su antagonista y viceversa. Las deformaciones de la personalidad del otro se
sacan de esta manera a la luz y pueden ser exploradas en el transcurso de la acción
nuevas alternativas de solución.
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