2 El Litoral Cautivo

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El Litoral cautivo en el alma de los bolivianos

Los bolivianos tenemos latente el sentimiento de esperanza para volver algún día a las
costas del Pacífico. Sin embargo, hasta que eso suceda lo recordaremos como aquel
departamento que en su momento fue parte de nuestra querida Patria Bolivia.

Para ello, nos remontaremos a la época de la cultura tiahuanacota, miles de años antes
de Cristo. Se expandió con siete asentamientos en el valle de Azapa en la costa del
Pacífico. Durante el incario, sus pobladores llegaron hasta el desierto de Atacama.
Posteriormente, los aymaras tuvieron una interacción hacia la costa marítima. Aquello
ocurrió hasta antes de la Colonia.

Una vez que los españoles llegaron a conquistar esta parte del continente americano,
se estableció una organización política-administrativa con la creación de virreinatos y
capitanías.

Durante la Real Audiencia de Charcas creada por cédula real en 1559 se incluyó al
distrito de Atacama dentro de su jurisdicción que abarcaba desde el río Loa hasta más
allá del paralelo 25. En 1776, cuando se creó el Virreinato del Río de La Plata pasó a
su dependencia. Seis años después, el nuevo virreinato fue dividido en ocho
intendencias, en las que se encontraba Potosí, denominado en ese entonces, Alto
Perú.

La intendencia de Potosí se subdividía en seis partidos, uno de ellos era el de Atacama


con su costa. Tras la independencia de Bolivia, el 6 de Agosto de 1825, se tomó en
cuenta el principio del "uti possidetis juris" (Del latín: Como poseéis de acuerdo al
derecho, así poseeréis), lo que significaba que se respetarían los límites coloniales que
se tenían para ese año. En 1826 se definió la división política de Bolivia, que dividió al
país en departamentos y provincias, hasta ese momento Atacama era considerada
como una provincia.

En 1829 se creó la provincia del Litoral y en 1867 se constituyó recién en departamento


con 120 mil kilómetros cuadrados. Sus límites eran desde el río Loa, frontera con Perú
hasta el río Salao, más allá del paralelo 25 que colindaba con la República de Chile.

Cabe establecer que en esa época el vecino país, nunca cuestionó la soberanía
marítima de Bolivia. Asimismo, en las constituciones políticas de Chile de 1822, 1823,
1828 y 1833 reconocían que su límite al Norte era el desierto de Atacama.

PUERTOS

El departamento de Litoral tenía varios puertos que estuvieron a las orillas del Pacífico,
como Cobija, Tocopilla, Mejillones y Antofagasta, más adentro Calama.
COBIJA

El puerto de Cobija fue creado el 25 de diciembre de 1825 con el nombre de Puerto La


Mar, una vez que se constituyó la República de Bolivia el 6 de agosto del mismo año,
por Simón Bolívar. Está situado entre las ciudades de Tocopilla y Mejillones.

La creación de este puerto, fue el resultado del fracaso de las negociaciones con el
Perú, para la cesión del puerto de Arica. Posteriormente, el gobierno de Bolívar
comisionó al militar, Francisco Burdet O´Connor para el establecimiento del puerto de
Cobija, que antiguamente era un asentamiento chango. Las condiciones geográficas
ayudaron para ese fin.

Cobija fue fundada por la colonia española en 1578, que en una primera instancia fue
un puerto de la Audiencia de Charcas y luego de la República de Bolivia, perteneció a
la región de Atacama y a la Intendencia de Potosí.

En su época fue importante por el arribo de aristócratas, quienes originaron un


desarrollo cultural y económico antes de la fundación del puerto de Antofagasta,
durante la República de Bolivia.

Durante el proceso de formación de la Confederación Perú-Boliviana, las tropas


peruanas tomaron el puerto de Cobija y en el combate mataron al militar boliviano
Gaspar Aramayo.

El progreso de Cobija fue notorio con la instalación de una planta de desalinización de


agua de mar en 1857, cuyo propietario era don José Santos Ossa. Tenía una población
de mil habitantes aproximadamente. Fueron precisamente sus pobladores que en 1870
descubrieron las riquezas argentíferas de Caracoles.

En 1868 se registró un terremoto, destruyó la mitad de la ciudad y un brote de fiebre


amarilla hizo escarnio de sus habitantes, un año después. En 1877 se registró otro
terremoto de 8,8 grados en la escala de Ritcher, destruyó Cobija luego de un tsunami.
Ante ese hecho, las autoridades bolivianas determinaron trasladarse a Antofagasta,
pese a esa situación la población sería menor en consideración a la cantidad de
chilenos que estaban viviendo en ese puerto.

Un año después de terminada la Guerra del Pacífico en 1883, Cobija tenía 429
habitantes y a inicios del siglo pasado, fue abandonada casi definitivamente,
convirtiéndose a la fecha en la ciudad de las ruinas.

ANTOFAGASTA

La ciudad fue fundada por orden expresa del presidente, Mariano Melgarejo, el 27 de
agosto de 1868; su fundador fue el prefecto de Litoral, José Taborga, quien el 22 de
octubre del mismo año, la bautizó con el nombre de La Chimba, pero después
Melgarejo le cambió el nombre por Antofagasta, que era la denominación de una finca
que tenía su hermano Anselmo, en Cochabamba.

Un desacierto de Melgarejo fue enviar una carta al gobierno de Chile, pidiendo que
envíen policías chilenos a Antofagasta para dar seguridad, porque no confiaba en la
Policía Boliviana.

Según relato chileno, en 1869 la caleta fue reconocida por Bolivia como Peña Blanca;
en 1870 Díaz Gana descubre la plata de Caracoles. Para ese entonces, Peña Blanca
tenía 330 habitantes y el agua era traída desde Tocopilla y Arica.

Tanta era la presencia chilena en Antofagasta que, al fundarse el municipio en 1872, la


población eligió nueve regidores: Dos alemanes, un inglés y seis chilenos. De hecho,
de los 8.500 habitantes de la ciudad, en 1878, 6.554 eran chilenos.

El viernes 14 de febrero de 1879, una escuadrilla compuesta por el "Blanco Encalada",


el "Cochrane" y la "O´Higgins" aparecen en la bahía de Antofagasta, donde
desembarcaron 200 soldados chilenos a cargo del coronel Emilio Sotomayor, ocupando
territorio boliviano, momento en el que se inicia la Guerra del Pacífico.

TOCOPILLA

Su nombre tiene origen aymara, cuyo significado es "rincón del diablo".

Esa urbe fue fundada por el arquitecto francés Domingo Latrille el 29 de septiembre de
1843, por designación del prefecto de Cobija, José Iriondo, quien pidió que practicaran
junto al comisionado, Mariano Benavides, las medidas de mensura del terreno de la
zona costera que llegaría a ser la ciudad de Tocopilla.

Según el libro: "Reivindicación del Patrimonio de Tocopilla" de Damir Galaz


Mandakovic Fernández: "Hasta fines del Siglo XIX, la actual región no era de Chile.
Esta provincia de Bolivia pasó a poder de Chile después de la Guerra del Pacífico
(1879-1883) que enfrentó a Chile contra Perú y Bolivia.

Tocopilla fue anexada a Chile el 22 de marzo de 1879, cuando el comandante chileno


Juan Williams Rebolledo desembarcó en Tocopilla en el blindado "Blanco Encalada" y
procedió a la toma pacífica del puerto.

El subprefecto del Litoral, Manuel María Abastos, fue el último boliviano en Tocopilla
tras firmar el acta de sometimiento el 22 de marzo de 1879.

En la subprefectura de Tocopilla, conocida como la cárcel de Bolivia, hoy denominada


Casa de Piedra que es el edificio más antiguo del puerto, fue donde se firmó la toma de
Tocopilla. Los habitantes y los invasores no perdieron ni un minuto y comenzaron a
desarrollar la ciudad y el puerto, con la actividad salitrera que fue el sostén de su
economía.
MEJILLONES

Mejillones nació en Bolivia, pero de acuerdo a la historia desde la percepción chilena,


se fundó oficialmente el 24 de diciembre de 1862, cuando su gobierno otorgó terrenos
de La Caleta a Juan "Chango" López, quien se encargó junto a la Sociedad Guanífera
a explotar ese combustible para las industrias. Se cree que fue traspasado a Bolivia
mediante el tratado de 1866 y luego fue recuperado por Chile tras la invasión de
Antofagasta el 14 de febrero de 1879.

La versión boliviana señala que Mejillones nació con Bolivia y siempre fue de interés
chileno, es por eso que en reiteradas ocasiones sus autoridades solicitaron al
embajador boliviano en Santiago, Rafael Bustillo, la compra de Mejillones, aspecto
negado en reiteradas oportunidades.

El nombre de Mejillones, es el plural que se debe a un molusco que existe en el lugar


denominado, mejillón.

Los primeros europeos que navegaron por el mar adyacente a la península de


Mejillones, observaron y describieron etnológicamente a varios grupos de habitantes
que vivían en aldeas y que en algunos de ellos navegaban en balsas de cuero de lobo
de mar.

Fueron denominados "changos" los primeros pobladores quienes dejaron una serie de
evidencias, que fueron descubiertas mediante trabajos arqueológicos, que se realizaron
desde el siglo XIX.

CALAMA

Calama es una ciudad en medio del desierto, aunque su significado de acuerdo a los
cronistas, viene de la lengua nativa Kunza "Ckara-ama", que significa "ciudad en el
medio del agua", porque está rodeada por el río Loa. Y "oasis", porque antes de llegar
a Calama se ve un gran vergel en medio del desierto de Atacama. Esta ciudad es rica
en minería, principalmente por Chuquicamata, la mina de cobre más grande del mundo.

En la época de la Colonia, dependía de la Intendencia de Potosí que a su vez


pertenecía a la Audiencia de Charcas.

Calama siempre fue una población estratégica, principalmente por los recursos
naturales, además que allí los viajeros se aprovisionaban tanto para ir a Antofagasta,
Mejillones, Cobija y Salta. En la época de la República pertenecía al departamento de
Litoral y a la provincia de Atacama, cuya capital era San Pedro de Atacama.

Para los chilenos, la fundación de Calama ocurrió el 23 de marzo de 1879. Después de


que las tropas chilenas desembarcaron en Antofagasta, se dirigieron a Calama para
tomarla por su situación geográfica estratégica; los militares Eleuterio Ramírez y Emilio
Sotomayor encabezaron el ataque. La defensa boliviana estaba al mando de Ladislao
Cabrera, quien preparó el recibimiento tras el aviso del prefecto de Antofagasta,
Severino Zapata, que se replegó por la invasión al puerto.

El combate central se realizó en el puente del Topáter, y el episodio épico se vivió en el


puente, donde Eduardo Avaroa murió acribillado con dos balazos del invasor. Los
chilenos admiraron el valor del combatiente que luego fue declarado héroe nacional,
sus restos mortales fueron repatriados en 1952.

El departamento cautivo del Litoral

El departamento de Litoral, territorio usurpado por Chile en 1879 con la invasión que
dio paso a la Guerra del Pacífico, fue creado el 12 de enero de 1867, durante el
gobierno del presidente Mariano Melgarejo.

En el nacimiento de Bolivia a la vida republicana (1825), el Litoral, que tenía una


extensión de 154.393 km2 —más grande que el departamento de La Paz (133.985
km2)—, era uno de los seis “partidos” de la intendencia o presidencia de Potosí. Pasó a
ser una provincia por determinación del mariscal Antonio José de Sucre.

De acuerdo con una revisión hemerográfica de los periódicos Antofagasta y El Litoral,


ese departamento contaba con dos provincias: La Mar con su capital Cobija, que
además era capital del departamento; y Atacama, con su capital San Pedro de
Atacama. Luego se establecieron Mejillones, con su capital Antofagasta; Loa, con su
capital Tocopilla, y Caracoles, con su capital del mismo nombre. Según datos ofrecidos
por el historiador militar general Tomás Peña y Lillo, la población del territorio
arrebatado era de aproximadamente de 15.000 habitantes, la mayoría de origen
chileno.

Contaba con cuatro puertos: Antofagasta, Mejillones, Cobija —llamado La Mar— y


Tocopilla, donde descargaban y anclaban los barcos y buques bolivianos y de otros
países. También pertenecían a Bolivia las bahías de Mejillones y Cobija, notable por
sus fondeaderos; la de Endimión; la de Algodonales en Tocopilla; la de Moreno o Playa
Brava en Antofagasta, con una cadena de arrecifes; la de Herradura, situada al sur de
la Punta de Lobos; la de Jorjillo y La Chimba situados al este y al sudeste del Morro de
Moreno y al norte de Antofagasta. En aquel departamento que perteneció a Bolivia
existen montañas como Viscachilla, a 5.809 metros de altura; Tapaquilcha, a 5.899;
Aucasquilucha, a 6.175; Napa, a 4.300 y Huasco —con dos puntas— a 5.030 metros
de altura.

Con relación a las riquezas naturales, en el Litoral se explotaba el guano (excremento


de aves costeras) y salitre de los yacimientos de nitrato de sodio. Además, es una zona
con vetas de plata, cobre, níquel, oro, alumbre, cristal roca, esmeraldas, ágata y bórax.

Ese territorio era atravesado de norte a sur por la Cordillera de los Andes y por el
desierto de Atacama. Se dividía en cuatro zonas geográficas. La primera nacía en las
quebradas de Huatacondo y abrazaba el macizo de las serranías rodeada por el río
Loa y los cerros de Limón Verde y Caracoles. La segunda comprendía la región que
asimila a la Cordillera de los Andes, compuesta por el volcán Olca, los nevados de
Ancanquilcha, Palpana, Polapi, San Pedro, San Pablo, Paniri, Pumaurco y Linzor. La
tercera estaba conformada por los grupos de serranías diseminadas en la región
llamada Puna cuya altitud media oscila entre los 3.500 y 4.000 metros. Figuran el
volcán Ollagua (Ollagüe), los cerros de Tarapaquilcha, los nevados de Laguna
Colorada, Torque, Quetena, Zapaleri, Lina, Antofalla y Mojones. La cuarta, considerada
como prolongación de la Cordillera Real, tiene la elevación de los cerros Chorolque,
Santa Isabel, Lípez, Granadas, Inca Huasi, Acay y la serranía de Cachi.

Litoral: Nació como territorio potosino

Cuando Bolivia nació a la vida independiente, Litoral era uno de los seis partidos
(territorio de una jurisdicción o administración que tiene por cabeza un pueblo principal)
de Potosí. Bolivia quedó dividida en cinco departamentos, Chuquisaca, La Paz,
Cochabamba, Santa Cruz y Potosí. A su vez estos consignaban a provincias y
cantones. Atacama fue una de las provincias dependientes de la prefectura de Potosí,
siendo su capital San Pedro de Atacama.

En 1839, el presidente José Manuel de Velasco, elevó el rango del Litoral a distrito, con
un prefecto. El 1 de Enero de 1867 el gobierno de Mariano Melgarejo creó el
departamento del Litoral con el denominativo genérico de Mejillones.

El 28 de Diciembre de 1825, Simón Bolívar emitió en Chuquisaca el decreto que


permitía la habilitación de un puerto, dando el nombre del Mariscal José La Mar, era el
primero que tenía Bolivia y permitía a las provincias de Potosí una salida al mar.

La población del Litoral tenía al nacer la República alrededor de 3.700 habitantes. En


1855 consignaba 5.500 y en el momento de la guerra alrededor de 15.000.

El hecho más dramático fue que la gran mayoría de esa población era de origen
chileno, lo que determinó una casi nula resistencia civil al despojo de 1879.

Las principales poblaciones eran Calama, San Pedro de Atacama y Caracoles dentro
del territorio y Cobija, Tocopilla, Mejillones, Antofagasta (el territorio más importante de
población con 6.000 habitantes).

Las causas para que Chile inicie la guerra a Perú y Bolivia fueron las riquezas del
guano, salitre y los minerales que había en el litoral boliviano.

Chile, aprovechando que Bolivia se encontraba con dificultades internas, logró


arrebatarle el territorio comprendido entre los paralelos 23 y 24 de latitud Sur;
explotando las riquezas bolivianas, no contentos con esto los chilenos iniciaron la
Guerra a Perú en procura de apoderarse de Tacna y Tarapacá.

Bolivia había declarado que quedaba cortado todo comercio con Chile, que los chilenos
residentes debían abandonar su territorio sin llevarse más que sus menajes
personales, que todos los bienes muebles e inmuebles quedaban incautados y que se
confiscaban las empresas de nuestros connacionales.

DATOS GEOGRÁFICOS

La extensión del Litoral era de 154.393 kilómetros cuadrados. En su división política se


consignaba a: Cobija, Mejillones, Caracoles, Loa y Atacama.
El Ing. Jorge Edgar Zambrana hace notar que evidentemente Chile le ha robado
su litoral a Bolivia, PERO no son 400 Km. ni 120.000 Km², como argumentan los
demandantes en La Haya, sino son 297 kilómetros y 90.000 km² de territorio,
ya que los gobiernos de Melgarejo y Frias regalaron, escandalosa y
falazmente a Chile 183 kilómetros de costa mediante los fraudulentos
tratados de 1866 y 1874 que fijaron el nuevo límite en el paralelo 24°,
obsequiando sin ningún motivo a Chile un grado y medio geográficos entre
dicho paralelo y el río Salado, 25°28’, que era el límite cuando Bolivia nació a
la vida, de acuerdo al Uti Possidetis Juris.
La cancillería boliviana y el “libro del mar” están difundiendo que Bolivia ha
perdido una costa de 400 kilómetros, lo que es erróneo. Los bolivianos
jamás olvidaremos que al nacer a la vida poseíamos nuestra extensa costa
de 480 Km. con legítimos derechos desde el río Salado en 25°28’ hasta la
desembocadura del río Loa en 21°25’, lo cual ningún “tratado” podrá negarlo
graciosamente. Los máximos responsables de la donación gratuita del territorio
entre los paralelos 25°28’ al 24° son los corruptos mandatarios Mariano Melgarejo
y Mariano Donato Muñoz, representantes de los latifundistas bolivianos que
gobernaron hasta 1952 y que mantuvieron la falta de una fuerte estructura
nacional, que fue aprovechado por Chile para mantener desde 1857 ocupados los
puertos del litoral boliviano por la marina de guerra chilena e invadirnos
militarmente en 1879 y arrebatarnos el resto de nuestro litoral, con la venia de la
ideología señorial y racista anti-indio más la participación a favor de Chile del
imperio británico. Los hacendados bolivianos preferían mantener a toda costa sus
feudos comunales viviendo montados en sus pongos, en vez de explotar los ricos
yacimientos de guano, salitre y plata del litoral boliviano que eran usurpados por la
oligarquía chilena, ante la mirada de palco de los militares bolivianos.

SÍMBOLOS CÍVICOS
BANDERA

La bandera del departamento de Litoral llevaba tres franjas de colores: azul, en la parte
superior, rojo al medio y amarillo en el sector inferior.
ESCUDO

Su escudo lleva imágenes referidas la actividad marítima, como las aguas del mar
boliviano y tres barcos ondeando la tricolor nacional y un ancla.

FECHA CONMEMORATIVA

En Bolivia, el 23 de Marzo es la fecha conmemorativa en la que se recuerda la guerra


del Pacífico ocurrida en 1879.

Se rinde homenaje a Eduardo Avaroa, a su compañero Ladislao Cabrera, como los


héroes que resistieron la invasión mapocha. Un capítulo importante de la historia
boliviana es para los Colorados de Bolivia, cuyo origen se remonta a 1821.

En la historia también se menciona a Genoveva Ríos, la niña que recuperó la bandera


nacional, resguardando la tricolor en medio de su ropa.

También se destacó el niño Juancito Pinto, el tamborero del Regimiento Colorados de


Bolivia que murió en 1880, durante el enfrentamiento con el Ejército chileno.
El litoral boliviano a través de un enciclopedista español -1

¿Cómo llegar a cada población? ¿Cuáles son las características geomorfológicas de la


costa boliviana?, son las interrogantes que dicho enciclopedista español, responde no
sólo a los navegantes y exploradores de la época, sino también a los estudiosos de la
historia del Litoral Boliviano.

Sobre las poblaciones originarias, conocidas como Atacamas, detalla: “se hallaban
establecidos entre la pendiente occidental de los Andes y las costas del Grande
Océano, ocupan aun en número de unos seis mil próximamente algunas comarcas del
desierto de Atacama” 8.

Con respecto a información más detallada sobre la situación administrativa y política


del Litoral, Baldomero Menéndez, dedica otro capítulo completo que lo titula, ‘Provincia
Litoral de Atacama’: “La provincia litoral de Atacama ó Lamar, denominación esta última
que se le dió á ella y al puerto que les sirve de capital después de haber conquistado el
país su independencia, como muestra de gratitud hácia el general Lamar, uno de sus
principales campeones en la lucha que el Alto Perú, sostuvo contra las tropas
españolas y para perpetuar así su memoria, se ha formado de la extremidad S. O. de la
Antigua Intendencia de Potosí, es la comarca más meridional de la República y confina
al N. con la provincia de Tarapacá, perteneciente al puerto peruano de Moquehua, de
la cual la separa geográficamente el Loa; al E. con la provincia de Chichas que acaba-
mos de describir, y con el Estado de la Rioja que forma parte de la Confederación
Argentina, sirviéndola de límite entre estos dos países la cadena occidental de los
Andes de Chile y Potosí, que cubren toda su frontera oriental; al S. con la provincia
chileña de Copiapo, de la cual la separa el río Salado, y al O. con el Grande Océano
meridional.

Esta provincia, compuesta en su totalidad del desierto de Atacama, tiene cien leguas
geográficas próximamente de N. á S. veinticinco de anchura media, tres mil quinientas
leguas cuadradas de superficie y treinta y cuatro mil habitantes, de los cuales las dos
terceras partes por lo menos son indígenas, sometidos todos al poder central. Es la
única provincia marítima con que cuenta la república de Bolivia, y tiene por capital á
Puerto-Lamar ó Cobija.

La cadena occidental de los Andes de Chile y Potosí y el Grande Océano ó mar


Pacífico encierran entre si esta comarca, cubriéndola la primera con algunas
ramificaciones poco importantes y bañando la segunda su litoral en extensión de
noventa y cinco leguas próximamente y abriendo en él algunas bahías y ensenadas, de
que dimos cuenta ya al ocuparnos en general de la hidrografía marítima de la
República.

Entre estos dos límites se extiende el gran desierto que da su nombre á la provincia
compuesto en su mayor parte de arena movediza, completamente estéril y desprovisto
de vegetación, si se exceptúan su parte septentrional, las cercanías de los Andes y
algunos pequeños valles que se extienden desde estas monta-ñas hasta la proximidad
de la costa, únicos puntos en que la naturaleza se presenta engalanada con alguna
pompa, contrastando notablemente con la triste aridez y con la fatigosa monotonía que
en el resto del país se advierte.

Los ramales que se desprenden de los Andes en dirección al mar, y que disminu-yen
por momentos de anchura y altitud, no son más que unas ligeras ondulaciones en esta
inmensa llanura sin poblaciones y hasta sin agua potable en su mayor parte.
Los pequeños ríos que atraviesan de E. á O. el desierto de Atacama y que fertilizan sus
reducidos valles, y entre los cuales solo el Loa y el Salado, que le limitan al N. y al S.,
merecen una mención especial, tie-nen todos ellos su origen en la pendiente occidental
de los Andes y desembocan en el grande Océano ó se pierden entre las arenas antes
de llegar al mar. Durante la estación de los deshielos aumenta algún tanto la cantidad
de agua que les sirve de alimento, pero pasada esta se arrastran lánguidamente por su
lecho de arena y la mayor parte se quedan completamente secos á pocas leguas de su
nacimiento.

El clima de esta provincia, es como hemos dicho ya en la Descripción General, cálido y


seco, si bien se encuentra al N. y en su extremidad oriental, que pudiéramos llamar la
Sierra, algunos parajes se disfruta de una temperatura templada y bastante agradable.
La lluvia es en este país un fenómeno, y los vientos fuertes del Mediodía mueven y
arrastran á menudo sus arenas con demasiada impetuosidad.

Los productos vegetales y animales de este país son, como no pueden menos de ser
atendidas sus circunstancias físicas, limitadísimos en número y cantidad. En las
inmediaciones del Loa, en los vallecillos y en la Sierra se dan algunos granos, frutas y
legumbres, apenas para alimentar á los pocos habitantes que pueblan esta comar-ca, y
en la última se encuentran algunos rebaños ó manadas de llamas, huanacos, vicuñas y
vizcachas. En el resto del país, nada absolutamente. La costa abunda en buenos peces
y se ve frecuentada por focas, lobos marinos y algunas ballenas.

En productos del reino mineral es este país bastante rico, abundando en él cobre, que
se exportan para el extranjero cantidades considerables, siendo considerado por
algunos como superior al de Chile. Hay algunas minas de oro, aunque poco pro-
ductivas aun, una cantidad muy considerable de salitre, especialmente en la parte
setentrional de la provincia, muy buena sal, cristal de roca, piedra lipis, jaspe de varios
colores, alumbre, caparrosa, azufre, hierro, piedra imán y talco bastante tras-parente.

La pesca, la recolección de salitre de que se hallan cubiertas sus llanuras del N., el
beneficio de las minas, la salazón de pescado y la agricultura son los principa-les
ramos á que los habitantes de la pro-vincia de Atacama se dedican con algún fruto, sin
que se conozca en el país ningu-na otra industria que merezca la pena de
mencionarse.

El comercio, que hace unos veinte años era casi nulo, va tomando algún incremen-to, y
el puerto de Cobija ó Lamar, antes un lugarejo insignificante, desde que ha mere-cido
una protección decidida por parte de todos los gobiernos que se sucedieron en el país
hasta el punto de declararle puerto franco para llamar á él la concurrencia de buques
extranjeros, adquiere de día en día mayor importancia, y por él se exportan ya parte de
los géneros, efectos y productos extranjeros que se consumen en las provin-cias
meridionales, las cuales exportan también por el mismo algunos de sus pro-ductos
naturales.

Las circunstancias físicas y locales de Puerto-Lamar son sin embargo tan malas, que
su prosperidad y engrandecimiento no podrán llegar á una altura mucho mayor de la
que alcanzan en el día; porque, falto casi absolutamente de agua potable, sin campiña
en sus inmediaciones donde cose-char los frutos de primera necesidad, ro-deado por el
desierto casi desde sus puer-tas, separado de los puntos de producción por una larga
distancia despoblada y esté-ril, carece de todos los elementos que pue-den contribuir al
desarrollo de la pobla-ción; y si bien la apertura de pozos arte- sianos podría remediar
en parte la falta de agua, y la construcción de un ferrocarril que le enlazase con el
Departamento de Potosí, aminorar la distancia que le sepa-ra del interior y hacer
menos sensibles las dificultades y los peligros que el tránsito por el desierto presenta,
siempre seria Lamar un pueblo que necesitaría traer de largas distancias todos los
artículos de primera necesidad, inconveniente para el cual no conocemos remedio.

En cualquier dirección que por esta pro-vincia se camine, hay que hacerlo á través del
desierto, y el viajero tiene que salir provisto de cuanto puede necesitar en su marcha,
porque ni víveres, ni agua, ni aun combustible ha de encontrar en su tránsi-to. En
tiempo de los Incas se construyó un camino estrecho en esta inmensa llanura, del cual
ha desaparecido en muchos pun-tos hasta los vestigios, y esta circunstan-cia, unida á
que fuera de las inmediacio-nes de algunos riachuelos todo el país se halla
despoblado, hace necesario el servi-cio de guías prácticos para viajar por él en
cualquiera dirección con alguna segu-ridad de no extraviarse. En el N. de la provincia,
en que se encuentran algunos pueblos de corta extensión, se hallan sen-deros
practicables que hacen el viaje me-nos molesto.

La provincia litoral de Atacama ó Lamar se divide en siete cantones, que reciben de los
pueblecitos que les sirven de capitales las denominaciones de Cobija, Atacama,
Esmorata, San Cristóbal, Licaitagua, San Antonio y Chincha” 9.

Con respecto a este capítulo, es necesario mencionar que el autor, describe de una
manera muy detallada los límites internacionales y la extensión geográfica de dicha
Provincia. Además, describe la cantidad de sus habitantes y el clima. Sobre la minería,
resalta la explotación del salitre y su exportación por el puerto boliviano de Cobija.
Cuenta también, sobre la falta de caminos y sugiere a los lectores tomar medidas ne-
cesarias para recorrer el desierto de Atacama y por último explica la división política del
distrito del Litoral.

Sin embargo, también en los anexos de la citada obra, se halla un apunte muy im-
portante sobre la ‘marina militar’, que según el autor constituye “dos ó tres lanchas en
Cobija ó Puerto-Lamar” .

Sin duda, esta selección documental es un argumento claro de que Bolivia disfru-taba
de una salida al Océano Pacífico y poseía un rico territorio guanero usurpado por los
chilenos en 1879. Por otro lado a través de este trabajo, homenajeamos la labor
emprendida por Baldomero Menéndez y esperamos que el pueblo boliviano, lo estudie
y lo difunda bajo una nueva perspectiva.

El litoral boliviano a través de un enciclopedista español -2

Desde el nacimiento de Bolivia en 1825, hasta el inicio de la denominada Guerra del


Pacífico en 1879, considerables historiadores y geógrafos de diversas nacionalidades,
publicaron obras monumentales dedicadas al estudio y difusión de la historia, geografía
y datos científicos de Bolivia, los mismos además, describen valiosa información del
litoral boliviano.

Uno de esos enciclopedistas fue Baldomero Menéndez, que exploró nuestro país en su
juventud y entre 1860 a 1861, ya ejerciendo el cargo de catedrático de Geografía e
Historia del prestigioso ‘Seminario Científico e Industrial de Vergara’, cursado en
España, publicó una serie de manuales geográficos e históricos no solo de Bolivia, sino
también de Chile y el Perú. Titulados: “Manual de Historia y Cronología de Chile”,
“Manual de Geografía y Estadística del Perú” y por último “Manual de Geografía y
Estadística del Alto Perú o Bolivia”.
Sin embargo, en esta ocasión presentamos y describimos el último manual citado. Para
entender de mejor manera, sobre esta obra, es necesario mencionar que según el
citado autor: “La República de Bolivia… después de la victoria de Ayacucho, es uno de
los Estados más notables, por muchos conceptos de la América del Sur. Sus recuerdos
históricos, su fama universal como centro de grandes tesoros minerales, la riqueza y
variedad de sus productos, la inteligencia y actividad de sus habitantes, que llevan en
estas cualidades mucha ventaja á los restantes del Nuevo Mundo, y el provenir que le
aguarda, cuando apagadas las pasiones políticas que le tienen en continua
intranquilidad, sacrifiquen sus hombres influyentes en aras del bien público las
diferencias y las rivalidades de bandería, siempre mezquinas para de pensar más que
en la prosperidad y en el engrandecimiento de su patria, la hacen digna de ser
estudiada y la preparan un puesto importante entre las naciones americanas” 1. Esta
reflexión sobre nuestro país, demuestra un sincero interés por difundir su historia,
geografía y su estadística.

En la primera parte de dicho Manual, el autor detalla una corta reseña histórica de
Bolivia, desde la época prehispánica hasta el gobierno del Gral. Manuel Isidoro Belzu
(1848 - 1855). Sin embargo, sobre la época fundacional de Bolivia, describe que el
Libertador Simón Bolívar: “promovió una reunión de los habitantes más influentes en
las provincias ó antiguas intendencias de La Paz, Potosí, Chuquisaca, Cochabamba y
Santa Cruz de la Sierra, y reunidos estos en la ciudad de Potosí declararon el 6 de
agosto de 1825, incluso el desierto de Atacama, formarían en adelante un Estado
independiente con el nombre de República de Bolivia” . Esta referencia es uno de los
cuantiosos testimonios que aclaran que nuestro país nació en 1825, con una salida al
Océano Pacífico.

Por otro lado, sobre los límites geográficos, puntualiza Menéndez: “la República de
Bolivia ó el Alto Perú, que forma parte de la América meridional, se halla situado entre
los 9° 30’ y los 25° 40’ de latitud S. y entre los 53°4’ y los 67°2’ de longitud occidental,
tomando por primer meridiano el que pasa por el observatorio astronómico de Madrid,
al cual referiremos todas las longitudes de que nos hagamos cargo en esta obra…
(delimita, J. P.) con la república de Chile (provincia de Copiapó ó de Atacama),
separándola…el río Salado, y al O. con el grande Océano meridional y ecuatorial y con
la república del Perú (departamento de Moquehua), de la cual la separa la cadena
occidental de los Andes” 3.

Debemos tener en cuenta que según Baldomero Menéndez, para 1858, nuestro país se
dividía políticamente en siete departamentos y dos provincias independientes de estos,
además subdivididos los primeros en veintiséis provincias que unidas a las dos
anteriores, formaban veintiocho, subdivididas al mismo tiempo en doscientos sesenta
cantones. Se refería a una de esas provincias independientes a la provincia de
Atacama, que mediante el “Decreto Supremo del 1° de julio de 1829, el Mariscal
Andrés de Santa Cruz, convirtió Atacama en una Provincia independiente con un
gobernador que respondía directamen-te al Presidente” 4.

Sobre el desierto de Atacama, el autor, comentó: “inmensa y estéril soledad que ocupa
una extensión superficial de tres mil quinientas leguas geográficas cuadradas” 5.
Además, so-bre los cabos y montículos más notables de la costa, señaló: “Algunos de
los ramales, que, arrancando de la cordillera principal de los Andes situada entre el
nudo de Porco y el Descabezado, se dirigen á la costa á través del gran desierto de
Atacama, forman al perderse en las aguas del Grande Océano meridional varios cabos
y puntas, pertenecientes en su totalidad á la provincia litoral de Cobija ó Lamar, y
algunos de los cuales tienen bastante importancia hidrográfica, y la tendrían mayor aun
á no hallarse situados á la extremidad de un territorio tan árido y despoblado. Entre
unos y otras merecen especial mención, recorriendo la costa N. á S. los cinco
siguientes: Punta de Tames, poco saliente y pronunciada, situada unas cuatro leguas al
S. del puerto de Cobija ó Lamar. El morro ó cabo de Megi-llones, que avanza cuatro
leguas próximamen-te en el Océano, á manera de una pequeña península, en la
dirección de S. S. E. á N. N. O. y que se halla situado catorce leguas, con corta
diferencia, al S. S. O. del anterior, teniendo en cuenta las sinuosidades de la costa que
no son por cierto muy notables, si se exceptúan las inmediaciones del Cabo. El morro ó
Cabo Moreno, bastante considerable, tanto por su anchura como por lo que penetra en
el mar, y que se halla situado siete leguas próximamente al S. del anterior. El morro ó
cabo Jorge, que avanza como el de Megillones en forma de pequeña península en la
dirección de N. E. á S. O. mas dos leguas y que se halla situado unas siete
próximamente al S. de la extremidad al S. de la extremidad meridional del anterior. La
punta de Chancaca, poco saliente, situada unas veinte leguas más al S. Y al cabo
Bahía, ó punto N. de la bahía de Nuestra Señora, como generalmente le denominan los
marinos, que se interna bastante en el mar, disminuyendo rápidamente de anchura y
que se halla situado veinte leguas S. S. E. del anterior y nueve próximamente al N. del
puerto chileno de Betas, ó de la desembocadura del río Salado. Hay en las
inmediaciones de las costas de Bolivia algunos cerros que se divisan del mar, á
distancia más ó menos larga, y que sirven de guía á los marinos para reconocer y
acercarse al litoral, entre los cuales los más notables son los Altos de Cobija, situados
siete leguas próximamente al N. N. E. del cabo ó morro de Megillones. En toda la
extensión de estas cos-tas no se halla isla alguna, y entre los varios islotes, situados
muy cerca de tierra por regla general, el único notable es el denominado Blanco, que
se halla ocho leguas al N. N. E. del cabo Bahía” . Sin duda, este documento es muy
valioso por que describe información geográfica precisa de la costa boliviana, que fue:
rocosa, árida, poco poblada y cortada frecuentemente por acantilados.

Por otro lado, sobre la hidro-grafía marítima de Bolivia, el autor dedica un capítulo
amplio, a un aspecto poco conocido por la historiografía de la época: “La extensión de
las costas de Bolivia, como hemos dicho ya en el capitulo primero, es de noventa y
cinco leguas, conta-das desde las desembocadura del Loa, situada a los 21° 40’ de
latitud meridional en las fron-teras del Perú, hasta el puerto de Betas ó la
desembocadura del río Salado, situado á los 25° 37’ de latitud en los límites de Chile.
Al apreciar esta exten-sión hemos tenido en cuenta las situaciones del litoral con la
aproximación posible, puesto que en línea recta no media entre aquellos dos límites
más que una distancia de setenta y nueve leguas.

Por lo general, estas costas, bañadas por el Grande Océano equinoccial y meridional,
son bajas ó cuando mas mediana altura, como que sirven de límite al desierto de
Atacama, y si-guen con corta diferencia la dirección N. S., si bien inclinándose al O. 40’
ó trece leguas geo-gráficas y una milla, puesto que su límite setentrional se halla 66°
22’ al O. del meridio-nal de Madrid, y el cabo Bahía, ó punta N. de la bahía de Nuestra
Señora, como algunos marinos le llaman, situado quince leguas al N. de su extremidad
meridional, cuenta 67° 2’ de longitud O., diferencia insignificante que ape-nas altera la
dirección general, y más si se tiene en cuenta que este avance se efectúa en una
extensión de ochenta leguas.

En la dirección particular de cada una de las cuatro secciones en que los morros de
Megillo-nes y Jorge y el cabo que acabamos de indicar dividen la costa no se advierten
tampoco cambios de dirección notables, si se exceptúan las comprendidas entre
aquellos dos morros y sus inmediaciones.

Desde la desembocadura del Loa hasta el morro de Megillones, distantes entre sí


treinta leguas próximamente, el avance es gradual, casi insensible y de 9’ ó tres leguas
geográficas solamente hasta la altura del morro en que forma la costa un avance
brusco de E. á O., proyectando un arco algo mas cóncavo que un semicírculo, y cuyas
extremidades, que tienen próximamente una misma latitud, distan entre sí tres leguas
escasas y forman los limites de una buena bahía.

Desde el morro de Megillones hasta el de Jorge, distantes entre sí catorce leguas, la


cos-ta es muy accidentada, formando dos curvas bastantes entrantes, una al N. y otra
al S. del morro Moreno, que se halla próximamente en la mitad de esta sección, y
avanza el litoral hacia el 0.7º ó dos leguas y una milla.

Desde el morro de Jorge hasta el cabo Bahía, distantes entre sí treinta y seis leguas,
hace la costa al S. del primero un avance brusco hacia el E. de 9’ ó tres leguas
geográficas y casi en línea recta; forma luego una ligera curva en-trante, cuya cuerda
tiene con corta diferencia doce leguas, avanzando hácia el O. en su extre-midad
meridional hasta acercarse al meridia-no del morro, y desde este punto hasta las
inmediaciones del cabo, en que avanza brusca-mente cuatro leguas hácia el O., sigue
con cortísima diferencia la dirección N. S.

Desde cabo Bahía hasta la desembocadura del río Salado, distante entre sí quince
leguas, forma la costa una curva entrante muy pronun-ciada cuyo fondo se halla cuatro
leguas mas al oriente que el cabo, y cuya cuerda tiene algo más de trece leguas, sin
que en las dos restan-tes hasta el puerto de Betas se note accidente alguno notable
que altere su dirección N. S… Entre los pocos é insignificantes accidentes que alteran
la línea general de estas costas se cuentan corriendo de N. á S. El puerto de Cobija ó
Lamar, situado próximamente á la mitad de la distancia que media entre la desem-
bocadura del Loa y el morro de Megillones, con fondo para toda clase de buques,
abierto á los vientos desde el O. al E. por el N., algún tanto abrigado de los restantes y
en particular del S., que es allí bastante frecuente y el que levanta mas marejada, con
mucha resaca á causa de los peñascos que obstruyen la playa y sin más agua potable
que un manantial bastan-te salobre situado á media legua de distancia de la ciudad.
Este puerto, el único que tiene la república de Bolivia, ha tomado bastante im-portancia
en los veinte últimos años por ha-bérsele declarado puerto franco para toda clase de
mercancías extranjeras y por la mar-cada protección que el gobierno le dispensa, y la
adquiriría mucho mayor si se abriesen en él un número regular de pozos artesianos,
único medio de suplir la falta de agua que es el mayor y el más importante de sus
defectos, y si se uniese á la ciudad de Potosí ó á otra del interior por medio de un
camino de hierro que aminorase la travesía del desierto. La bahía de Megillones,
situada al N. y al abrigo del morro de este nombre que la protege enteramente contra el
furor de los vientos del Mediodía, es bastante capaz, de tres leguas de ancho por otro
tanto próximamente de largo, con fondo limpio que va aumentando desde diez á quince
brazas, siendo por lo mismo un buen punto de arribadas, en particular cuando corren
tempo-rales del S. La bahía de la Herradura, situada al N. y al abrigo del morro Moreno,
ofrece, aunque de corta extensión, un regular tenedero á los buques que navegando de
S. con tiempos duros no pueden alcanzar la de Megillones, de la cual dista seis leguas
próximamente. La Bahía de Nuestra Señora, situada al S. de la punta del mismo
nombre, llamada también, como hemos dicho ya, cabo Bahía, se halla algún tanto
amparada por este de los vientos del 4° cuadrante, es muy abierta y desabrigada de los
sures que son allí los vientos más fre-cuentes y peligrosos, y más bien que de bahía
tiene todas las circunstancias de una rada de grande extensión. El resto de las costas
de Bolivia no ofrece ningún otro accidente, puesto que el puerto de Betas, situado á la
desembo-cadura del río Salado, pertenece á la república de Chile” 7. Como ya vimos
Baldomero Me-néndez, describe en el citado capítulo de una manera sencilla y clara
las principales pobla-ciones bolivianas, establecidas en la costa.

El Litoral boliviano a través de André Bresson

Desde el nacimiento de Bolivia en 1825, hasta el inicio de la Guerra del Pacífico en


1879, muchos franceses que ejercían la función de diplomáticos, ingenieros y militares,
entre otros. Trabajaron también como científicos exploradores, registrando en informes,
memorias de viajes y dibujos. Su visión sobre la riqueza mineral y vegetal, además de
la situación en que se encontraba el litoral boliviano.

Uno de esos pioneros fue Alcide d’Orbigny (1802-1857), que exploró nuestro país entre
1830 a 1834; posteriormente se encuentra Francis de Castelnau (1810-1880), que
recorrió Brasil, Paraguay, Bolivia y Perú, entre 1845 a 1846; Léonce Marie Angrad
(1808-1886), Cónsul y Encargado de negocios entre 1847 a 1849, describió a través de
dibujos las ciudades localizadas en la costa del litoral; consecutivamente otro colega
suyo, León Favre Clavaroiz, Cónsul y Encargado de negocios entre 1848 a 1849
escribió sobre la costa y los ríos en su gran obra: Apuntes sobre la navegación de los
ríos de Bolivia, traducido al español por Pablo Luis Rosquellas (Cochabamba, 1858) y
por último el coronel Felipe Bertrés, en su libro: Descripción topográfica e histórica de la
costa del mar correspondiente a Bolivia, de sus lagos y ríos navegables, con una
estadística particularizada en lo posible (Sucre, 1844), relató también con claridad la
heredad patria del litoral boliviano.
Muchos años después en la década de 1870, llegó a Bolivia otro importante ingeniero,
via-jero y explorador galo, llamado André Bresson. Según el escritor Manuel Frontaura
Argandoña, este personaje: “se constituyó en nuestro país… interesado al parecer en
los jugosos negocios que entonces se hacían especulando proyectos ferroviarios y
concesiones salitreras en el oeste, y de colonización en el este. Era ingeniero y recorrió
casi todo el desierto de Atacama antes de penetrar al interior de Bolivia. Como huella
de su paso y resultado de sus observaciones, publicó en 1886 y bajo los auspicios
económicos, al parecer, del Gobierno boliviano, una obra titulada Bolivia: sept années
d'explorations, de voyages et de séjours dans l’Amérique australe, que en sus 640
páginas, con pintorescos dibujos a pluma (algunos dibujados por Henri Lanos, J. P.) y
varios mapas ilustrativos, constituye un docu-mento muy interesante”.

Según el explorador Bresson el objetivo de esta obra, fue que: “Bolivia necesita
hacerse conocer en Europa, por medio de una propa-ganda inteligente y perseverante.
Esta es la única manera de atraer poco a poco, pero con seguridad, los brazos y
capitales europeos, indispensables para hacer prosperar un país rico en tierras pero
que, sin estos elementos, sólo podrá desarrollarse muy débilmente. Con este objetivo
trabajo desde hace quince años, también con esta finalidad escribí esta obra; espero
haber logrado llamar la atención de los capitalistas y productores franceses sobre la
importancia de un mercado donde todo está por abastecerse, mientras que un torrente
de materias primas podría expandirse en nuestra vieja Galia, si los comerciantes
quieren dedicarse a favorecer nuestras relaciones con la República de Bolivia”.

La obra señalada está compuesta por cinco partes: les amériques centrale at
méridionale; le chili, l’araucanie et la patagonie; la Bolivia méridionale; la Bolivia
septentrionale y notes et documents. Pero en esta oportunidad extractaremos la
información que se refiere al litoral boliviano, que se encuentra en la tercera parte y lo
presentamos transcrito traducido del idioma original, el francés al idioma español.

André Bresson comenzó a explorar nuestro país, cuando desembarcó en el puerto


Santa María Magdalena de Cobija, conocido también como puerto La Mar,
acompañado por Etienne Belté, su ayudante. Sobre este territorio escribió: “Es la sede
de la Prefectura del litoral boliviano y por consiguiente, residencia de las autoridades.
La misma es una ciudad relativamente elegante y mucho más limpia que las otras
pequeñas ciudades similares del litoral peruano. La ensenada es por desgracia mala;
los arrecifes que ella encierra hacen que su acceso sea difícil y los desembarcos, a
menudo peligrosos”.

Al día siguiente, después de visitar al Prefecto, viajó en mula hacia Mejillones, donde
fue recibido por el Cónsul de Italia y al día siguiente se dirigió hacia las guaneras, en
este lugar resaltó la participación de su compatriota Baron Arnous de Rivière, del cual
mencionó: “Él fue el verdadero fundador de Mejillones –el 25 de enero 1867, J. P.- y el
primero en descubrir los beneficios que se podían lograr de los guanos de esta región.
A él se le debe la mayoría de las construcciones del pueblo. Levantó en la bahía un
muelle de madera, que avanza unos cuarenta me-tros hacia el mar y que per-mite el
embarque y desem-barque de pasajeros y mercaderías. Construyó edifi-cios y casas,
casi elegan-tes, que son utilizadas por las diversas autoridades de la región. Todas
estas cons-trucciones son de madera y sólo tienen una planta baja. Una sola casa está
hecha de ladrillos y tiene un piso, la misma pertenece al representante chileno. Demás
está decir que en la playa de Mejillones están instaladas destilerías de agua de mar; el
agua que bebía era el principal producto de la indus-tria de la región; la que debe
fabricarse en primer lugar para no perecer”.

Este es un periodo durante el cual el litoral boliviano se encontraba en total abandono,


pe-ro a pesar de las adversidades, como fue la escases de agua potable. Los
bolivianos y ex-tranjeros residentes mediante la creación de empresas destiladoras de
agua salada, estable-cieron un pequeño puerto, que impulsó el co-mercio local.

Más adelante, continua con la descripción del caserío de la Caleta: “A dos millas de
Meji-llones (por mar) se encuentra el caserío de la Caleta, lugar de donde se embarcan
los guanos y donde viven los empleados y obreros de las guaneras. El lugar está muy
bien elegido; en una pequeña ensenada cuyas aguas son de bastante profundidad, el
pueblo está dispuesto en forma de anfiteatro y sirve de punto central para diferentes
rutas. Algunos senderos condu-cen a una plataforma donde las carretas dejan el guano
que cae, a través de un gran conducto metálico, hasta un almacén situado en el extre-
mo del muelle. Otros senderos conducen a la punta extrema de la península, llamada
Punta de Agamos. En la Caleta existe una destilería de agua que permite proveer de
agua dulce a la población de trabajadores y a las bestias de carga”.

En una nueva expedición en 1872 cuando investigaba en las costas bolivianas


navegando en el vapor boliviano “El Morro”, llegó y desembarcó en la población de
Antofagasta, de la cual escribió: “Es hoy el principal puerto de Bolivia. Acoge a más de
10.000 habitantes y posee una iglesia, una escuela, un hospital, un teatro, un circo y un
club. Todos estos edificios al igual que las casas, son de madera o de cala-mina
galvanizada; esto tal vez no sea muy arquitectónico, pero le da bastante buena apa-
riencia, tratándose de una ciudad sitiada en la frontera de dos desiertos: ¡las soledades
oceá-nicas y las soledades terrestres!”.

Sobre la población de Antofagasta, es necesario mencionar que fue fundada el 22 de


octubre de 1868, por el prefecto del Departa-mento del Litoral, José Ramón Taborga
acom-pañado por el tesorero público, Calixto Visca-rra; el fiscal, Abdón Senén Ondarza
y el notarito de hacienda, Agustín Vidaurre.

Sobre la localidad de Tocopilla, mencionó: “Está situado en una posición muy mala, al
pie de acantilados tan oprimidos por el mar, que apenas hay lugar para las pocas casas
de ma-dera que existen. Su relativa importancia se debe únicamente a una compañía
comercial que eligió este punto, porque constantemente tiene un gran número de mulas
en los caminos del desierto de Atacama y sus caravanas necesitan agua para poder
continuar el viaje. Mantener depósitos de agua dulce en el desierto resulta muy caro;
ahora bien, utilizando el puerto de Tocopilla, se puede recorrer una ruta larga, es cierto,
pero que en un cierto lugar, está provista de agua más o menos potable para las mulas.
No permanecí muchas horas en Tocopilla”.
No obstante, este puerto minero fue fundado por otro francés llamado Domingo Latrille,
el 29 de septiembre de 1843. Sin embargo, la des-cripción de Bresson muestra que
dicha población era pequeña, describe también una reali-dad lugareña.

Sobre San Pedro de Atacama, escribió: “Las casas están construidas con tierra; ni
siquiera el hotel del subprefecto escapa a esta modesta arquitectura. Se debe ser
indulgente con los constructores de esta región, pues están separados de todo centro
de abastecimiento por más de 200 millas geográficas. El arroyo que riega la ciudad,
nace al pie de la cordillera, a unas veinte leguas de distancia. Este arroyo abastece de
agua potable a la ciudad, permite el crecimiento de vegetación y hace posible la cría de
algunos rebaños de mulas, llamas y vicuñas, después, este arroyo se pierde en las
arenas. Al sur, se extiende un gran mar seco, que hoy forma un inmenso depósito
salino, la laguna de Atacama”.

Esta descripción de la población de Atacama, la exhibe como una ciudad pequeña y


aventajada al tener agua potable para el consumo de los habitantes y el ganado.
Aspectos importantes que ayudaron a crecer a dicha población y que la convirtió poco
a poco en un centro de abastecimiento, que proveía de suministros a los viajeros y
caravanas que atravesaban el desierto.

Después de años de investigación y exploración Bresson, escribió sobre las


poblaciones nativas que habitaban la costas bolivianas: “En Paposo, tuvimos la ocasión
de observar a los indios de la tribu de los Changos, curioso resi-duo de la población
nativa. Todos los Chan-gos son pescadores; piden al mar la alimentación que no puede
darles el desierto que comienza en la playa y se prolonga hasta el infinito. Para instalar
su pueblo, estos indios eligen los alrededores de un abrevadero, cuya agua es a
menudo bastante mala, pero ellos se contentan con esto. Sus habitantes son de una
construcción muy simple: entierran en la arena cuatro costillas de ballena -las playas
están repletas de ellas- y llenan los espacios con pieles de foca o con telas viejas. En el
interior, no hay ni camas, ni sillas, ni mesas: el único mueble es un odre. Hecho del
estomago de un lobo marino, que sirve para transportar y con-servar las provisiones de
agua dulce que se extraen del abrevadero vecino. Para pescar utilizan unas
embarcaciones raras llamadas balsas; éstas están formadas por dos cilindros de cuero
de foca lleno de aire y colocado para-lelamente. Las extremidades terminan en punta
un poco elevada, y las dos partes del esquife se unen a través de pequeños largueros
sobre los cuales se extiende otra piel de lobo marino; sobre esta especie de puente se
acuclillan los Changos; ponen en movimiento sus embarca-ciones, con la ayuda de
pagayas y confían bas-tante en su habilidad pues realizan viajes rela-tivamente largos.
Los Changos son los indios más aficionados a la hoja de coca pues la mas-can todo el
tiempo”...

Por último, sobre Caracoles escribió: “El nombre oficial del nuevo distrito argentífero
boliviano es Caracoles. Este nombre se debe a los numerosos fósiles de amonita y
belemnita que se encuentran en las tierras en que nacie-ron los filones del metal
precioso. En lo que se refiere al pueblo, no tardó en crearse en el centro de las
exploraciones y que se convirtió en una verdadera ciudad, recibió el nombre de
Placilla”.

La provincia Litoral boliviano fue creada cuatro años después de fundarse Bolivia

Después de cuatro años de haberse fundado la República de Bolivia, fue creada la


provincia Litoral por decisión del Mariscal Andrés de Santa Cruz, mediante decreto de 1
de julio de 1829, dando este nombre a lo que era la provincia Atacama.

En 1839, el Presidente José Miguel de Velasco elevó el rango del Litoral a distrito con
un prefecto, posteriormente la provincia Litoral se convirtió en departamento el 12 de
enero de 1867, por orden del presidente de ese entonces, Mariano Melgarejo.

Sobre la base de las provincias que desde siempre tuvo el Litoral con el denominativo
genérico de Mejillones, al parecer por ser el punto de mayor riqueza económica de ese
territorio.

El Litoral políticamente fue divido en dos provincias, La Mar con su capital Cobija, que
era además capital de todo el distrito y Atacama capital de San Pedro de Atacama.
Los cantones eran San Pedro de Atacama, Chiu Chiu, Calama, Rosario, Susquez,
Conche y Antofagasta excluyendo a la actual ciudad portuaria porque recién fue creada
en 1867.

La decadencia económica de Cobija sumada a los movimientos telúricos que la


afectaron, determinó en los hechos (sin mediar documento oficial conocido que así lo
establecerá) que desde 1875 la capital del departamento fuera Antofagasta, donde
residía el prefecto.

La provincia Litoral tenía al crearse alrededor de 3.700 habitantes, en el año 1855,


aproximadamente 5.500 habitantes y en el momento de la guerra alrededor de 15.000
personas.

Lo que llamó la atención es que la mayoría de esa población era de origen chileno, lo
que determinó una casi nula resistencia civil cuando la República de Bolivia fue
despojada del departamento del Litoral en 1879.

Según la historia, por codicia el país vecino se apoderó de este territorio boliviano,
luego de las concesiones que el presidente Mariano Melgarejo entregó a la Sociedad
Explotadora del Desierto de Atacama, para beneficiar y exportar todo el salitre
descubierto o por descubrir durante 15 años.

Este hecho originó el establecimiento de compañías inglesas y norteamericanas


dedicadas a ésta actividad y Chile, por razones de supervivencia, se ligó a estas
empresas.

Cuando el Gobierno boliviano decidió reemplazar la regalía del 10 por ciento por un
impuesto fijo de 10 centavos por quintal de salitre, que debía pagar la casa Melbourne
Clark & Co., Chile usó maliciosamente ese pretexto para invadir el territorio nacional.
Aquella guerra fue la consecuencia de una invasión, una cobarde y alevosa que se
produjo el 14 de febrero de 1789, cuando las fuerzas chilenas ocuparon Antofagasta.
Las guerras son parte de la historia de la humanidad y muchas veces concedieron
derechos. Si un país venció en una puede reclamar compensaciones, unas veces
económicas y otras de posesión de tierras; pero, para ello, debe demostrar que la
guerra, y sus resultados, no fueron injustos.
Una guerra arranca con una declaratoria formal del gobierno de un país a otro. Cuando
primero existe una ocupación, como lo fue la de Antofagasta, no existe declaratoria
sino invasión; es decir, acción y efecto de invadir, irrumpir, entrar por la fuerza.
Con invasión, sin declaración previa, una guerra nunca puede ser justa así que no
genera derechos. Esa es la base de la demanda que Bolivia ha formulado ante la Corte
Internacional de Justicia.
Chile invadió Bolivia y lo hizo sin provocación alguna. El impuesto de 10 centavos por
quintal de salitre fue un burdo pretexto porque la invasión había sido preparada durante
años.
Una de las razones para la invasión fue el salitre, que tuvo gran valor hasta fines de la
Primera Guerra Mundial. Los más grandes depósitos de esa mezcla estaban en
Antofagasta y Tarapacá, entonces territorios boliviano y peruano, respectivamente. El
historiador Fernando Cajías apunta que una de las razones para la invasión chilena fue
la riqueza salitrera de Tarapacá, ya que su explotación fue monopolizada en 1875 por
el gobierno peruano.
Es falso, entonces, que Perú haya entrado a la guerra por causa de Bolivia y el tratado
defensivo previo que habían firmado sus gobiernos. Chile había puesto sus ojos en el
salitre de ambos países y punto. No le interesaba solo el Litoral boliviano.
El guano, del que tanto hablaba Joaquín Aguirre Lavayén, servía para fertilizante, al
igual que el salitre, pero a los pocos chilenos que urdieron la guerra no les interesaba
tanto su explotación como recuperar las deudas que los peruanos tenían por su venta.
Entre 1869 y 1872, Perú adquirió deudas de firmas como la francesa Casa Dreyfus y la
inglesa Croyle & Russell. En todos los casos aparecen como garantía la explotación del
guano y el salitre. Aunque entre bambalinas, esas empresas tomaron parte activa en la
guerra porque consideraban que los yacimientos estaban literalmente hipotecados a su
favor. Les interesaba que gane aquel que garantizaría el pago de la deuda peruana.
Por tanto, la Guerra del Pacífico no fue tal. Tal vez sería más apropiado llamarla Guerra
del Salitre, por los intereses económicos que movió esa mezcla en el siglo XIX. Fue
una guerra por razones meramente económicas y, como siempre, los gobiernos
bailaron a su ritmo.
Los chilenos no querían quitarle el mar a Bolivia sino los yacimientos de salitre de
Antofagasta y, de paso, tomar los de Tarapacá. Por eso invadieron territorio boliviano el
14 de febrero de 1789.
Desde 1840, empresarios y gobernantes chilenos intentaron conseguir concesiones
mineras para explotar nuestro Litoral. Muchas fueron negadas; sin embargo, Melgarejo
sucumbió ante los halagos de los empresarios chilenos y el 18 de Septiembre de 1866,
la Legación Boliviana en Santiago “otorga a los empresarios Samuel Ossa Borne y a
Francisco Puelma derechos para ‘explorar’ (léase bien explorar) nuestro litoral en
busca de Salitre y Guano”. Sin embargo, una expedición secreta (tal como describe y
documenta el historiador chileno Oscar Bermúdez Miral, en su libro Historia del Salitre-
1963) realizada por estos mismos empresarios, devela que éstos ya habían
descubierto grandes salitreras, cobre y guano en 1860 en Antofagasta y Cobija.
Otro caso similar es el de los hermanos Domingo y Máximo Latrille, quienes entre 1841
y 1843 hallaron grandes depósitos de guano, plata y cobre en Antofagasta y Calama;
Máximo buscó personalmente a presidente Jorge Córdova para solicitarle un permiso
especial para “explorar” nuestros territorios en 1857. Pero 13 años antes, ya habían
realizado recorridos por nuestras tierras descubriendo cobre, plata, oro, y además
salitre. Córdova negó la concesión; para esa época los minerales de las caletas
peruanas y bolivianas ya eran exportados por empresarios chilenos sin dejar beneficio
alguno para estos pueblos.
Ossa y Puelma, según documentos que expone Bermúdez, explotaban abiertamente
nuestros recursos desde 1857 a pesar de no tener concesión alguna. La concesión que
cedió Melgarejo permitió a Ossa “explorar y explotar todos los recursos de nuestro
litoral por 15 años en caso de que se descubriera algún mineral”. Así, Ossa y Puelma
fundaron La Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama, en territorio boliviano.
Los historiadores bolivianos y peruanos coinciden en tres aspectos cuando analizan la
Guerra del Pacifico: Primero; que Chile conocía el tratado de defensa entre Perú y
Bolivia seis años antes de la invasión a Antofagasta. Pues a dos semanas de haberse
firmado el acuerdo, el diplomático chileno Carlos Walker Martínez consiguió copia del
documento. En Noviembre de 1873 el embajador de Chile en Argentina, Blest Gana,
consiguió otra copia mediante su colega brasileño el Barón de Cotegipe.
Segundo, que las condiciones sociales, políticas y económicas de nuestras naciones
eran paupérrimas. En Perú, pero mucho más en Bolivia, pequeñas oligarquías
familiares dedicadas a la minería, que se codeaba con las logias chilenas y europeas,
controlaban todas las formas de poder. Una clase política-militar a-patria gobernó
nuestros países. Tanto Manual I. Pardo (presidente del Perú y Daza en Bolivia) se
formaron militarmente ‘apagando incendios’; cuartelazos, caudillaje y borracheras en
masa eran la constante en nuestra clase política. Tercero; Chile desde 1857 sabía
perfectamente que jamás podría desarrollarse como país soberano, económica y
políticamente sin expandirse hacia el Norte para apoderarse de las salitreras, el
guano, la plata, y el cobre que hasta hoy es la fuente viva de su economía.
Urge en estas fechas, 14 de Febrero, recordar a los detractores de Daza que la única
unidad militar boliviana que hubiera cambiado el rumbo de la historia era la ‘5ta.
División’ dirigida por N. Campero. El hecho de que Daza hubiera ocultado o no la
noticia de la caída de Antofagasta no cambia(ría) para nada el curso de los hechos. Sin
ejército regular; ni recursos económicos para comprar armas (cañones, barcos de
guerra) 9 mil soldados harapientos se hicieron presentes en Tacna. Un 90 %
descalzos que a plan de coca, harina y papa cruzan los Andes para llegar al desierto
más árido del mundo.
Historiadores como Bulnes, Mackenna, William Sater, y el mismísimo General Buendía,
estratega del ejército peruano, admiten que ‘las falencias materiales del soldado
boliviano y de sus mandos superiores fueron compensadas con su valor y entrega en
todas las batallas’. La ‘5ta Columna’ dirigida por Campero era la única unidad boliviana
que gozaba de alimentación diaria, carne, frutas, verduras, armamento nuevo y pre-
diarios. Los pertrechos asignados les permitían caminar 12 días en cualquier condición
climatológica: pero las revelaciones hechas por los coroneles Morales, Estensoro y
Apodaca demuestran que Campero aceptó (que la 5ta. Columna, que debía ya estar
camino al frente de batalla) quedarse en la hacienda de la empresa minera
Huanchaca-Tomave, de Aniceto Arce. Estos coroneles describen con lujo de detalles,
que en medio de una borrachera el amigo íntimo de Campero, Manuel V. Alba, les
confiesa que (…)”Arce ofreció la presidencia a Campero y que la 5ta. Columna no irá a
Tarapacá, ni a Calama…van a Oruro” (Murillo, Raúl: La Quinta División”-pág. 61-63).
De San Francisco a Tacarapaca; de Antofagasta a la toma de Lima, la Guerra del
pacifico debe ser dirimida en la diplomática y aunque como diría Demetrio Canelas “La
clase política chilena, sus gobernantes y su diplomacia, siempre fueron los maestros
de las cortinas de humo”. Bolivia, hoy por la razón y no por la fuerza, enfrenta de
nuevo la guerra más larga de la historia de la humanidad…la Guerra del Pacifico.

Redacción : Sociedad Geográfica de Historia de Potosí,


Juan José Toro y Guido Montaño Peredo

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