Prueba Unidad 2 Séptimo
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Narrativa
7° Básico
Nombre: ………………………………………………………………………………………………………………………..
Objetivos Indicadores
OA3)
(OA 3)
Explican el o los conflictos de una narración.
Analizar las narraciones leídas
Describen los problemas a los que se enfrentan los personajes en un texto
para enriquecer su
Explican las relaciones que hay entre los personajes, en términos de parentesco, amistad, influencias de uno
comprensión.
sobre otro, etc.
Describen a los personajes
Explican cómo cambia un personaje después de un evento provocado por otro.
(OA 6)
Distinguen qué partes del texto están contadas por el narrador y cuáles por los personajes.
Leer y comprender relatos
Describen cuáles son las consecuencias de las acciones de un personaje.
mitológicos.
(OA6)
Identifican características de los mitos.
(OA 07)
Explican la diferencia entre el mito y la leyenda.
Interpretar los textos leídos.
(OA 07)
Reconocen algunas características importantes de la visión de mundo
1.- Lea atentamente las preguntas que se presentan a continuación. Las respuestas debes hacerla con lápiz de pasta negro
o azul. No se aceptarán respuestas contestadas con lápiz grafito, con borrones, o borradas con corrector.
2.- Cuida de tu ortografía y caligrafía, ya que aquellas respuestas cuya lectura sea dificultosa o bien no se entiendan, no
serán revisadas y eso influirá en tu calificación final. Las respuestas que tengan corrector u otro mecanismo que no sea
considerada dentro de la revisión del test.
3.- Dispone de 80 minutos para contestar.
ÍTEM I – CONOCIMIENTO
1 A B C D 4 A B C D
2 A B C D 5 A B C D
3 A B C D 6 A B C D
1. “Voz que narra en 1ª persona, relata aquello que vive. La historia gira en torno a su accionar.
El relato es personalizado y subjetivo”. El narrador anterior corresponde a:
a) Omnisciente
b) De conocimiento relativo u objetivo
c) Protagonista
d) Testigo
3. “El punto de partida del relato es una instancia avanzada del argumento. Corresponde a un
orden artificial. De ese modo se puede avanzar o retroceder en la narración. ” La descripción
anterior corresponde a la disposición del relato llamado:
a) Ab ovo
b) In media res
c) In extrema res
d) Racconto
Texto 1 (Preguntas 1- 8)
El castillo en el cual mi criado se le había ocurrido penetrar a la fuerza en vez de permitirme,
malhadadamente herido como estaba, de pasar una noche al ras, era uno de esos edificios mezcla de
grandeza y de melancolía que durante tanto tiempo levantaron sus altivas frentes en medio de los Apeninos,
tanto en la realidad como en la imaginación de Mistress Radcliffe. Según toda apariencia, el castillo había
sido recientemente abandonado, aunque temporariamente. Nos instalamos en una de las habitaciones más
pequeñas y menos suntuosamente amuebladas. Estaba situada en una torre aislada del resto del edificio.
Su decorado era rico, pero antiguo y sumamente deteriorado. Los muros estaban cubiertos de tapicerías y
adornados con numerosos trofeos heráldicos de toda clase, y de ellos pendían un número verdaderamente
prodigioso de pinturas modernas, ricas de estilo, encerradas en sendos marcos dorados, de gusto arabesco.
Me produjeron profundo interés, y quizá mi incipiente delirio fue la causa, aquellos cuadros colgados no
solamente en las paredes principales, sino también en una porción de rincones que la arquitectura
caprichosa del castillo hacía inevitable; hice a Pedro cerrar los pesados postigos del salón, pues ya era hora
avanzada, encender un gran candelabro de muchos brazos colocado al lado de mi cabecera, y abrir
completamente las cortinas de negro terciopelo, guarnecidas de festones, que rodeaban el lecho. Quíselo
así para poder, al menos, si no reconciliaba el sueño, distraerme alternativamente entre la contemplación de
estas pinturas y la lectura de un pequeño volumen que había encontrado sobre la almohada, en que se
criticaban y analizaban.
Leí largo tiempo; contemplé las pinturas religiosas devotamente; las horas huyeron, rápidas y silenciosas, y
llegó la media noche. La posición del candelabro me molestaba, y extendiendo la mano con dificultad para
no turbar el sueño de mi criado, lo coloqué de modo que arrojase la luz de lleno sobre el libro.
Pero este movimiento produjo un efecto completamente inesperado. La luz de sus numerosas bujías dio de
pleno en un nicho del salón que una de las columnas del lecho había hasta entonces cubierto con una
sombra profunda. Vi envuelto en viva luz un cuadro que hasta entonces no advirtiera. Era el retrato de una
joven ya formada, casi mujer. Lo contemplé rápidamente y cerré los ojos. ¿Por qué? No me lo expliqué al
principio; pero, en tanto que mis ojos permanecieron cerrados, analicé rápidamente el motivo que me los
hacía cerrar. Era un movimiento involuntario para ganar tiempo y recapacitar, para asegurarme de que mi
vista no me había engañado, para calmar y preparar mi espíritu a una contemplación más fría y más serena.
Al cabo de algunos momentos, miré de nuevo el lienzo fijamente.
No era posible dudar, aun cuando lo hubiese querido; porque el primer rayo de luz al caer sobre el lienzo,
había desvanecido el estupor delirante de que mis sentidos se hallaban poseídos, haciéndome volver
repentinamente a la realidad de la vida.
El cuadro representaba, como ya he dicho, a una joven. Se trataba sencillamente de un retrato de medio
cuerpo, todo en este estilo que se llama, en lenguaje técnico, estilo de viñeta; había en él mucho de la
manera de pintar de Sully en sus cabezas favoritas. Los brazos, el seno y las puntas de sus radiantes
cabellos, pendíanse en la sombra vaga, pero profunda, que servía de fondo a la imagen. El marco era oval,
magníficamente dorado, y de un bello estilo morisco. Tal vez no fuese ni la ejecución de la obra, ni la
excepcional belleza de su fisonomía lo que me impresionó tan repentina y profundamente. No podía creer
que mi imaginación, al salir de su delirio, hubiese tomado la cabeza por la de una persona viva. Empero, los
detalles del dibujo, el estilo de viñeta y el aspecto del marco, no me permitieron dudar ni un solo instante.
Abismado en estas reflexiones, permanecí una hora entera con los ojos fijos en el retrato. Aquella
inexplicable expresión de realidad y vida que al principio me hiciera estremecer, acabó por subyugarme.
Lleno de terror y respeto, volví el candelabro a su primera posición, y habiendo así apartado de mi vista la
causa de mi profunda agitación, me apoderé ansiosamente del volumen que contenía la historia y
descripción de los cuadros. Busqué inmediatamente el número correspondiente al que marcaba el retrato
oval, y leí la extraña y singular historia siguiente:
“Era una joven de peregrina belleza, tan graciosa como amable, que en mal hora amó al pintor y se desposó
con él. Él tenía un carácter apasionado, estudioso y austero, y había puesto en el arte sus amores; ella,
joven, de rarísima belleza, toda luz y sonrisas, con la alegría de un cervatillo, amándolo todo, no odiando
más que el arte, que era su rival, no temiendo más que la paleta, los pinceles y demás instrumentos
importunos que le arrebataban el amor de su adorado. Terrible impresión causó a la dama oír al pintor hablar
del deseo de retratarla. Mas era humilde y sumisa, y sentóse pacientemente, durante largas semanas, en la
sombría y alta habitación de la torre, donde la luz se filtraba sobre el pálido lienzo solamente por el cielo
raso. El artista cifraba su gloria en su obra, que avanzaba de hora en hora, de día en día. Y era un hombre
vehemente, extraño, pensativo y que se perdía en mil ensueños; tanto que no veía que la luz que penetraba
tan lúgubremente en esta torre aislada secaba la salud y los encantos de su mujer, que se consumía para
todos excepto para él. Ella, no obstante, sonreía más y más, porque veía que el pintor, que disfrutaba de
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gran fama, experimentaba un vivo y ardiente placer en su tarea, y trabajaba noche y día para trasladar al
lienzo la imagen de la que tanto amaba, la cual de día en día tornábase más débil y desanimada. Y, en
verdad, los que contemplaban el retrato, comentaban en voz baja su semejanza maravillosa, prueba
palpable del genio del pintor, y del profundo amor que su modelo le inspiraba. Pero, al fin, cuando el trabajo
tocaba a su término, no se permitió a nadie entrar en la torre; porque el pintor había llegado a enloquecer por
el ardor con que tomaba su trabajo, y levantaba los ojos rara vez del lienzo, ni aun para mirar el rostro de su
esposa. Y no podía ver que los colores que extendía sobre el lienzo borrábanse de las mejillas de la que
tenía sentada a su lado. Y cuando muchas semanas hubieron transcurrido, y no restaba por hacer más que
una cosa muy pequeña, sólo dar un toque sobre la boca y otro sobre los ojos, el alma de la dama palpitó
aún, como la llama de una lámpara que está próxima a extinguirse. Y entonces el pintor dio los toques, y
durante un instante quedó en éxtasis ante el trabajo que había ejecutado. Pero un minuto después,
estremeciéndose, palideció intensamente herido por el terror, y gritó con voz terrible: “¡En verdad, esta es la
vida misma!” Se volvió bruscamente para mirar a su bien amada: ¡Estaba muerta!“
VOCABULARIO
Malhadadamente: Infeliz,desgraciado,que tiene o muestra mala suerte:
Suntuosamente: lujosamente
Heráldicos: Estudio y explicación de los blasones y escudos de armas. (Blasón: Figura de un escudo.)
Incipiente: Naciente, inicial
Postigos: Puerta falsa
Guarnecidas: provistas
Subyugarme: Someterme
Austero: Sobrio
Vehemente: Apasionado
4. ¿Qué quiere decir el narrador con: “ contemplé las pinturas religiosas devotamente; las
horas huyeron, rápidas y silenciosas, y llegó la media noche.” ? Quiere decir que…
a) El tiempo pasa muy rápido cuando se entrega a Dios.
b) La religión le provoca estremecimiento y descanso.
c) Creyentemente contempló las obras religiosas por bastante tiempo.
d) Estuvo hasta la media noche meditando sobre su existencia maravillosa.
5. ¿Por qué a la mujer del cuadro no le gustaba la pintura? No le gustaba la pintura porque:
a) No le gustaba estar tanto tiempo inmóvil.
b) Hacía que su esposo no la tomara en cuenta.
c) Sabía que en algún momento le causaría la muerte.
d) No gustaba de las artes en general.
Juana, la mujer del pescador, está en su choza, sentada junto al fuego reparando una vieja vela.
Afuera el viento silba y aúlla y las olas zumban, retumbando y rompiendo contra la costa... Está
oscuro afuera, y hace frío, hay tempestad en el mar, pero la choza del pescador es cálida y
acogedora. El piso de tierra está bien barrido; en el horno aún no se apaga el fuego; en el
estante brilla la loza. Sobre la cama, con su blanca cortina suelta, duermen cinco niños acunados
por los aullidos del mar tempestuoso. El marido salió a pescar en su bote por la mañana, y
todavía no vuelve. La mujer escucha el ruido sordo de las olas, el bramido del viento. Y siente
terror.
El viejo reloj de madera, con su ronco sonar, dio las diez y dio las once… Y él no llegaba. Juana
medita en lo mucho que se sacrifica, saliendo a pescar con frío y tempestad. También ella, por lo
demás, se lo pasa trabajando desde el alba hasta la noche. ¿Y qué sacan? Apenas les alcanza
para comer. Los niños todavía no tienen zapatos: andan descalzos en verano y en invierno.
Tampoco comen pan de trigo, y tienen que agradecer a Dios que les alcance para el centeno1. El
único acompañamiento de la comida es el pescado. “Pero gracias a Dios los niños están sanos.
No puedo quejarme”, piensa Juana, y vuelve a prestar oído a la tempestad. “¿Dónde estará
ahora? ¡Cuídalo, Señor, protégelo y ten piedad de él”, dice, persignándose.
Y como es temprano para acostarse, se pone de pie, se echa un grueso pañuelo en la cabeza y,
encendiendo una linterna, sale a la calle a ver si se ha calmado el mar, si está aclarando, si el faro
está iluminado y si se divisa el bote de su marido. Pero no se divisa. El viento le arranca su
pañuelo y algo lanza de golpe contra la puerta de la choza de su vecina. Juana se acuerda
entonces que desde la tarde estaba deseando ir a ver a su vecina enferma. “No tiene a nadie
que la cuide”, pensó Juana, golpeando la puerta. Escuchó… Pero no hubo respuesta.
“Triste suerte la de esta viuda”, piensa. “Aunque solo tiene dos hijos, está obligada a hacerlo
todo ella sola. ¡Y además esta enfermedad!”. —¡Eh, vecina! —grita.
Y piensa: “A lo mejor le ha pasado algo”, mientras empuja la puerta, que se abre ante ella de par
en par. Entra.
La choza estaba fría y húmeda. Juana levantó la linterna para ver dónde estaba la enferma. Lo
primero que encontraron sus ojos fue la cama, frente a la puerta, y en la cama ella, la vecina,
acostada de espaldas, tan silenciosa y tan inmóvil como solo pueden estar los muertos. Juana
acercó la linterna. Sí, era ella. La cabeza echada hacia atrás y sobre la cara, fría y azulada, la
inmovilidad de la muerte. Su pálida mano, sin vida, había resbalado del colchón de paja y
colgaba como si hubiera intentado alcanzar algo…
Y ahí mismo, en una pequeña cama junto a la difunta, dos niños pequeños, de pelo rubio rizado
y mejillas rellenas. Dormían acurrucados y apretados uno contra otro. Al parecer la madre,
muriendo, alcanzó a envolverles las piernecitas con un pañuelo viejo y a cubrirlos con su ropa. La
respiración de los niños era tranquila; dormían con un sueño profundo y dulce.
Juana toma la cunita, tras cubrir a los niños con su mantón, y se los lleva a su casa. El corazón le
late con fuerza; ella misma no sabe cómo y por qué hace eso, pero sabe que no podría dejar de
hacerlo.
1
En Rusia comer pan centeno es sinónimo de pobreza.
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En su casa, pone a los niños dormidos junto a sus propios niños, y junta la cortina.
Está pálida, agitada. Como si le remordiera la conciencia. “¿Qué irá a decir él?”, piensa. “No es
broma, tenemos cinco hijos propios. Como si no tuviéramos ya bastantes preocupaciones con
ellos… ¿Es él? ¡No, aún no! ¡Y para qué me los traje! ¡Va a irritarse! ¡Ahí viene! ¡No! Tanto
mejor…”.
“No. ¡Nadie, de nuevo! Dios mío, ¿para qué lo hice? ¿Cómo lo voy a mirar a los ojos?”. Y se
queda pensativa, callada largamente al lado de la cama. La lluvia terminó; ha amanecido, pero el
viento aúlla y el mar sigue bramando como antes.
De repente la puerta se abre de par en par y junto con una corriente de fresco aire marino entra
un pescador alto y moreno, arrastrando redes mojadas y rotas:
—¡Ah, eres tú! —dice ella, y se interrumpe, sin atreverse a mirarlo a los ojos.
¡Vaya noche! ¡Un horror! —¡Sí, sí, el tiempo fue terrible! ¿Y la pesca?
—¡Horrible! No pesqué nada. Solo conseguí romper las redes. ¡Mal, mal, sí, para qué te digo!
¡Qué tiempo! No podría recordar otra noche como esta. Así que mejor no hablemos de pesca.
Gracias a Dios llegué vivo… Y tú, ¿qué has hecho sin mí? —
¿Yo? —respondió Juana palideciendo—. Bien, nada de particular, he estado cosiendo… El viento
era tan fuerte que daba miedo. Tenía miedo por ti.
—Sí, sí —musitó su marido—. ¡Un tiempo horrible! Pero qué le vamos a hacer.
—¡No me digas! —No sé cuándo; supongo que ayer. Sí, le fue duro morir. ¡Cómo debe haberle
dolido el corazón por sus hijos! Son dos niños chiquitos… Uno todavía no habla, y el otro recién
está aprendiendo a gatear…
—¿Qué pasa, Juana? ¿No quieres? ¿Qué te pasa? —Ya están aquí —dijo Juana, y abrió la
cortina.
Tolstói, L. (2004). Gente pobre. En Colección Cuento contigo. Tomo III. Santiago: Planeta.
Vocabulario:
Tempestad: tormenta grande, especialmente marina, con Difunto: fallecido, muerto.
vientos de extraordinaria fuerza. Acogedor: agradable, cálido, Estremecer: ocasionar alteración o sobresalto en el ánimo de
cómodo. alguien.
Bramido: ruido grande producido por la fuerte agitación del Musitar: susurrar o hablar entre dientes.
aire, del mar, etc. persignar: hacer la señal de la cruz Ensombrecido: entristecido.
a) C.I
b) C.C de modo.
c) C.C. de lugar.
d) C.C. de tiempo.
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a) Inicio
b) Nudo
c) Desenlace
d) Ad ovo
Deméter
Deméter es la diosa de la tierra cultivada y del trigo. Tuvo una sola hija, Perséfone, a la que adoraba. Pero su
tenebroso tío Hades, el rey del mundo subterráneo, se enamoró de ella.Cierto día, Perséfone estaba
juntando flores para adornar su morada enel Olimpo y se inclinó para arrancar un lirio. En ese momento, la
tierra se abrió, apareció Hades y tomó a Perséfone por la cintura. Inmediatamente volvió a hundirse en las
profundidades de su reino. Deméter alcanzó a escuchar el grito que había lanzado Perséfone al hundirse en
la tierra.
La madre, desesperada, dejó el Olimpo y salió a buscar a su hija por el mundo. Durante nueve días y nueve
noches sin comer ni beber, Deméter recorrió todo el mundo conocido hasta enterarse de lo sucedido por los
habitantes de la región donde se había realizado el rapto.
Furiosa con su hermano Hades, decidió no regresar al Olimpo hasta que no le devolvieran a su hija.
Transformada en una anciana, se sentó durante días enteros en una roca, llamada desde entonces “Piedra
sin alegría”. Después se emprendió como nodriza y al niño que ayudó a criar le dio como misión difundir el
cultivo del trigo en el mundo.
Pero, entretanto, al faltar Deméter del Olimpo, la tierra entera se volvió estéril y ya nada crecía en ella. Zeus
ordenó a Hades que devolviera a Perséfone para establecer el orden del universo.
Y sin embargo ni siquiera Zeus podía hacer que Perséfone volviera con su madre. Porque cualquiera que
come o bebe algo en el mundo de los muertos queda atrapado para siempre. El error de Perséfone fue
probar, convidada por su marido, una simple semilla de granada. Ya no podía regresar al Olimpo.
Zeus tuvo que encontrar la manera de conformar a Deméter para convencerla de que volviera a hacerse
cargo de sus deberes de diosa. Perséfone tendría que vivir para siempre en el Mundo de los Muertos, pero
cada año podría volver por tres meses a la Tierra para estar cerca de su madre.
Desde entonces, cada vez que su hija vuelve a la Tierra, la felicidad de Deméter hace que broten los tallos,
crezcan las hojas, se abran las flores. Los mortales la llaman primavera.
Shua, A. (2011). Deméter. En Dioses y héroes de la mitología griega. México D. F.: Alfaguara.
Vocabulario:
Morada: hogar, casa.
Nodriza: ama, niñera.
Estéril: infértil, improductivo.
26. ¿Cuál es la principal diferencia del texto anterior con una leyenda? La principal diferencia
es que en el texto leído:
a) el tiempo corresponde a una anacronía.
b) el hecho principal lo constituye un suceso inexplicable.
c) el espacio es totalmente imaginario e indescriptible.
d) los personajes poseen características sobrehumanas.
27. ¿Cuál de los siguientes aspectos permite identificar la cosmovisión del relato?
a) La postura inquiebrantable de la madre hacia su hija.
b) Entender a la tierra cultivada y al mundo subterráneo como deidades.
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c) El poder de Zeus como facilitador y determinante para poder dar solución al conflicto.
d) La injusticia que debió sufrir la protagonista del relato.
28. ¿Cuál es la causa por la cual Perséfone no puede volver con su madre?
a) Desmerecer la salud de la protagonista.
b) Haber sido inacapaz de decir la verdad.
c) Haber probado una granada.
d) Depender de Zeus para poder solucionar el conflicto.
4 – 6 puntos Inicia su respuesta directamente, sin respetar el orden establecido y enseñado en clases (iniciar respuesta con lo
que se pregunta), se presentan ideas sin ser explicadas y fundamentadas con claridad, con ciertas faltas de
redacción y reglas ortográficas.
1 - 3 puntos Responde sin una redacción ordenada, entregando ideas sueltas y confusas que pierden la coherencia de la idea
central de lo que se pregunta. Presenta en gran parte de lo escrito debilidad en reglamentos ortográficos, lo que
dificulta su comprensión a la hora de leer su respuesta.
0 punto No responde lo que se pregunta, presentándose una idea difusa e incoherente, además de no fundamentar y
explicar lo solicitado. No hay un orden en redacción ni reglas ortográficas.
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