Resumen Psicología Clinica
Resumen Psicología Clinica
Resumen Psicología Clinica
La institución
- La formación de psicoanalistas.
- terapia conductual,
- terapia cognitiva,
- terapias humanistas,
- psicoanálisis y
- terapias psicodinámicas y
- Los grandes estudios multicéntricos y los meta análisis han demostrado que
los programas de psicoterapia reducen el número de visitas al médico y el gasto
sanitario
- Existe una fuerte evidencia científica que defiende las relaciones entre la
salud mental y la salud física, así como un número cada vez mayor de modelos y
programas que apoyan la integración del tratamiento psicológico en el sistema de
atención primaria
- Muchas personas prefieren la psicoterapia a los tratamientos farmacológicos
(por los efectos secundarios adversos y a diferencias individuales), comprobando
que las personas presentan una mejor adherencia al tratamiento si se les da
opción de participar en la elección de su tratamiento. La literatura científica
sugiere que tanto la finalización del tratamiento antidepresivo como la falta de
adherencia al mismo están asociados a unos costes económicos muy altos, por
lo que la psicoterapia es una intervención más rentable a largo plazo
La psicoterapia debe ser incluida dentro del sistema sanitario como una práctica
consolidada y avalada en la evidencia. Asimismo, la APA reafirma su compromiso de
redoblar su esfuerzo en:
Jones (1993) explica que el resurgimiento de este tipo de diseños (caso único) se da a partir
de la influencia ejercida por la interacción entre la práctica clínica y la investigación. Existe la
convicción de que los resultados de los estudios de caso único (ECU) no pueden
generalizarse. Se puede señalar que en el último informe sobre psicoterapia basada en la
evidencia de la Asociación Psicológica Americana (APA, Presidential Task Force on
Evidence-Based Practice, 2006) se incluye, aunque en forma muy sucinta, a los diseños
experimentales de caso único, como un tipo de diseño particularmente útil para establecer
una relación causal del individuo en su contexto.
Los estudios de caso único buscan establecer un vínculo entre la investigación y la práctica
clínica, siendo un método para el investigador en probar una técnica que en la práctica
clínica ya dio resultado. De esta forma, el diseño de caso único permitirá evaluar la validez
del tratamiento en una situación controlada.
En el caso de los diseños, se han ido estableciendo parámetros para sistematizar los ECU lo
cual genera la posibilidad de realizar réplicas que permiten contrastar resultados entre los
mismos. Han ido surgiendo nuevas herramientas que potencian el análisis de datos de los
ECU, otorgándole mayor precisión a los análisis de estos diseños, como:
- Los sistemas para análisis de texto asistido por computadoras, ya sean estos
cualitativos (Atlast TI, Nudist) o cuantitativos como el estudio de procesos
referenciales (Bucci, 1997) a través de diccionarios técnicos como el WRAD (Bucci y
Maskit, 2004) o su versión en castellano el SWRAD (Roussos y O’Connell, 2005)
Es necesario aclarar que el término “estudio” será utilizado para nombrar a los diferentes
tipos de diseños de caso único que se aplican en investigación, en psicología clínica. Se
elige este término para diferenciarlo del de “diseño”, que conlleva usualmente una
connotación experimental. El término “diseño” también hace referencia a los empíricos no
experimentales.
Los estudios de caso único estuvieron vinculados a corrientes psicológicas de muy diversas
características, siendo el Conductismo y el Psicoanálisis.
Kazdin (2001). El autor describe un universo metodológico delimitado por dos extremos:
- uno, ubica a los estudios de caso no controlados como son los reportes narrativos
del terapeuta (tal como se describió para el Psicoanálisis), intervenciones no
documentadas y descripciones subjetivas; sin control de las variables intervinientes.
- En el otro: los diseños experimentales de caso único que presentan medidas que
apunta a la reducción de las amenazas a la validez interna, ejerciendo un estricto
control de las variables participantes en el estudio y apuntando a establecer
relaciones de orden causal.
2. Kratochwill, Mott y Dodson (1989), plantean que los dos usos principales que
se les da en Psicología clínica son:
3. Presentaciones de caso
Un error común, es creer que los diseños de caso único solamente pueden analizar a un
único sujeto. Lo que delimita un estudio de caso único entonces no es la cantidad de casos
(que debe ser baja, por supuesto) sino la forma de análisis de los mismos. El análisis de
caso único solo puede ser comparativo intra casos y nunca entre casos.
Hans Eysenck, en los años 50 y 60 del pasado siglo, dinamitó la autoconfianza de los
terapeutas y de los modelos competidores de terapia de entonces, con un análisis de los
resultados de diversas terapias y afirmó que, aunque aproximadamente dos terceras partes
de los clientes con un diagnóstico de neurosis mejoró sustancialmente dentro de los
primeros dos años de terapia, una proporción parecida mejoró, en un período comparable,
sin ninguna terapia (5-6).
Jerome Frank, observó en 1973 que “La psicoterapia es el único tratamiento que crea la
enfermedad que pretende curar” (7). En un tiempo relativamente corto, la psicoterapia se
hacía con un mercado importante, así como con un fundamento teórico diversificado. Los
números así lo demuestran: las categorías del DSM (Manual diagnóstico y estadístico de las
enfermedades mentales – American Psychiatric Association) subieron de los 66 trastornos
mentales que catalogaba la primera edición a 286 en la cuarta.
Su conclusión fue que los aspectos compartidos por todas las terapias eficaces son cuatro:
1. Una relación de confianza y con contenido emocional con la persona que quiere ayudar 2.
Un entorno “sanador” 3. Un esquema conceptual, razón o mito que ofrece una explicación
plausible de los síntomas del paciente y prescribe un ritual o procedimiento para su solución
4. Un ritual o procedimiento que requiere la participación activa tanto del paciente como del
terapeuta y que ambos consideran el medio para restaurar la salud.
Los siguientes datos concretos ayudan a valorar mejor el rol del terapeuta.
a) Las variables del cliente y los eventos extraterapéuticos (peso 40%) : Los factores
más identificados en los estudios: - La severidad del trastorno, incluyendo el número de
síntomas físicos y psicológicos; estar o no en crisis - la motivación - la capacidad para
vincularse - la fuerza del ego y la organización mental - la medida en que puede pensar de
forma psicológica - la habilidad para identificar un problema focal - la naturaleza del
problema (trastornos de personalidad, esquizofrenia) - la historia personal (abuso en la
infancia, desconfianza personal hacia el profesional) - la madurez - la habilidad para
involucrarse productivamente en la terapia.
El terapeuta tiene influencia en todos los casos, aunque en un grado muy determinado por
los factores del cliente. En general, las variables del cliente no son constantes en el tiempo y
pueden cambiar rápidamente, en especial los estilos personales. La mejora espontánea en
casos no tratados o con tratamiento mínimo se produce en una media de 43% de los casos.
Afectan ,y por tanto debe considerarse factores terapéuticos: la duración del trastorno, la
presencia de un trastorno subyacente de personalidad, la naturaleza, la fuerza y la calidad
del apoyo social, especialmente la relación de pareja y el cambio afectivo, y el tipo de grupo
diagnóstico (se observa una mayor remisión espontánea en depresión, seguida por
ansiedad, fobias, trastorno obsesivo-compulsivo e hipocondría)
Según los datos estadísticos estadounidenses (APA, 2012), la mayoría de clientes necesita
unas 12 sesiones de terapia. Entre el 20 y el 30% necesita más de 25 sesiones. Este grupo
puede necesitar intervenciones alternativas o aproximaciones más intensivas y multifacetas.
Las cifras españolas oscilan entre medias de 11 y 18 sesiones. Los fracasos suelen deberse
a una falta de motivación y hostilidad; una historia de relaciones sociales pobres y una
postura de receptor pasivo de un procedimiento médico. Los resultados son más duraderos
si la terapia incluye entrenamiento para que 1) el cliente crea en su capacidad de
afrontamiento (coping) y 2) tenga una expectativa realista de posibles recaídas temporales
después de la terapia. Cada semana, el terapeuta debe revisar el progreso con el cliente al
comienzo de la sesión para que éste le comunique su estado psicológico.
Es aconsejable consultar con el cliente la terapia a seguir, sus formas y los progresos ya que
mejora la relación, incrementa la participación del paciente y reduce la presunción de
“experto” que pueda tener el terapeuta. Habría que preguntar al cliente si se están
cumpliendo sus expectativas, y recoger sus sugerencias para alcanzar mejoras. El terapeuta
necesita habilidades de comunicación específicas para conseguir que el cliente participe
activamente en el proceso y tenga lo que Rennie llamó “reflexividad”, que consiste en auto-
conciencia y auto-control.
Para muchos terapeutas es difícil aceptar el hecho de que los clientes se curan a sí mismos.
Sin embargo, la capacidad para curarse a sí mismo es el factor común más potente en
psicoterapia. Sin embargo, que haya una eficacia similar de todas las terapias no significa
que el terapeuta pueda hacer lo que le dé la gana. Para que la terapia sea eficaz tanto el
terapeuta como el cliente deben estar convencidos de que ésta puede ser eficaz, tomar en
serio sus propios roles, las técnicas y los modelos que están aplicando . Aunque la
experiencia del terapeuta no parece ser un factor decisivo , las cualidades personales que
se expresan en el trato y se reflejan en la calidad de la relación y la activación de los
recursos del cliente sí lo son.
Por ende, los “magos” con poderes especiales curativos son los clientes. Los terapeutas
organizamos el escenario y servimos de asistentes que aportan las condiciones bajo las
cuales la magia puede funcionar. Ayudamos a movilizar, canalizar y enfocar la magia del
cliente. El cliente tiene una capacidad considerable para generar su propio cambio, una vez
encontrado el método estructurado adecuado para ello. Parece que los que están en terapia
necesitan personas ajenas para hablar y aclarar el tema, en mayor medida que los que no
están en terapia.
Cuanto más activo y específico el procedimiento, más creíble resulta para el cliente y más
movilizará su esperanza, energía, creatividad y potencial de auto-curación intrínseca. Por
tanto: los rituales ayudan, pero ¿qué rituales? Aquí también la fuerza del efecto placebo se
ha demostrado en muchos estudios, tanto en medicina como en psicoterapia.
La relación terapéutica
Según la explicación tradicional, esta relación puede tener efecto terapéutico por sí mismo.
No está claro el mecanismo, pero en parte puede que tenga efecto por: - Ser una
“experiencia emocional correctiva”, así que tendría efecto curativo inherente por corregir
contactos o experiencias tóxicas del pasado - Crear un ambiente que refuerza conductas
más apropiadas sin perder identidad propia o someterse a otros - Crear nuevas
oportunidades de aprendizaje - Movilizar la estructuración psíquica propia y cómo se
concibe a sí mismo el cliente.
El terapeuta debe preguntarse: ¿Por qué este cliente busca terapia? Las razones son varias:
1. La persona está estresada o queda enganchada en ciclos de pensamiento rumiante e
improductivo. 2. Bajo estrés, las personas suelen usar conocimientos viejos para resolver
problemas nuevos, lo cual limita la creatividad que se necesitaría para encontrar soluciones
eficaces 3. Cuando el problema es resistente y ya han fracasado varios intentos de
solución, las personas tienden a exhibir el coping disfuncional de individuos impotentes o
incapaces, perseverando o bien probando otras soluciones pero de forma aleatoria, errática
o desesperada. 4. Faltan recursos en el entorno 5. No pueden tomar la distancia y
perspectiva necesaria 6. No tienen con quien hablar y quien verdaderamente les escuche 7.
Les faltan las habilidades personales mínimas.
Para los terapeutas alcanzar suficiente experiencia clínica les permite hacer diagnósticos
diferenciales y tener sensibilidad y rapidez para decidir cuando un paciente debe ser
derivado hacia otras fuentes de ayuda que resulten más pertinentes.
Trabajar sobre sí mismo: el terapeuta deberá aprender sobre si mismo y encontrar caminos
apropiados para la auto reflexión, no sólo para potenciar su trabajo sino para asegurar su
cuidado personal. Por tratarse de un trabajo emocionalmente toxico en que el profesional
está expuesto a alto riesgo de Burnout.
B) Terapia personal: la gran mayoría de los profesionales, han hecho una psicoterapia
personal, usualmente en más de una ocasión, el propósito más común de la terapia
personal es mejorar el trabajo como clínicos. Mejora el funcionamiento emocional y mental
del terapeuta, provee una mejor comprensión de la dinámica personal e interpretación de sí
mismo, alivia el estrés y la carga inherente a la profesión, sirve como una experiencia
profundamente socializadora, pone al terapeuta en el lugar del paciente, ofrece una
oportunidad intensiva para la observación de métodos clínicos.
Existe alguna evidencia que sugiere que el mejor terapeuta tiene los siguientes atributos:
son aprendices voraces, extraen de la experiencia, valoran la complejidad y ambigüedad
cognitiva, son conscientes de como su salud emocional afecta su trabajo, tienen fuertes
habilidades para relacionarse y son capaces de utilizar estas habilidades para relacionarse
en la terapia.
Luego del Primer Congreso Argentino de Psicología (1954, Tucumán) se transforman todas
esas carreras en una mayor en Psicología. “El Primer Congreso Argentino de Psicología
declara la necesidad de crear la carrera universitaria del psicólogo profesional (se establece
como sección autónoma en las facultades de carácter humanístico, la carrera comprenderá
un plan completo de asignaturas teóricas y practica otorgando los títulos de Lic. En
Psicología y de Doctor en Psicología. Además de carreras menores. Entre 1954 y 1959 se
organizan carreras de Psicología en 6 universidades. Aun cuando en algunas universidades,
como la de Bs As, el sesgo clínico aparecería tempranamente, en los comienzos no se
verificaba un énfasis exclusivo en el Psicoanálisis, ya que “se enseñaban y discutían muy
diversas teorías de la personalidad”, se enfatizaba la necesidad de una formación
universitaria que capacitara para distintos campos laborales.
A partir del 60 en la Universidad de Buenos Aires el sesgo clínico comenzaría a ser cada vez
mas hegemónico, en la U. del Literal la Psicotecnia comenzó a perder terreno, y crece la
preocupación por la clínica y junto con ello se fue produciendo una ocupación de cátedras
por la Asociación Psicoanalítica. La sustitución de la identidad del psicólogo por la del
psicoanalista demandaría algunos años (1960). La publicación de un libro sobre el rol del
psicólogo mostraría que la sustitución de dicho rol por el del psicoanalista ya era
hegemónica. En definitiva, la hegemonía psicoanalítica en la enseñanza universitaria de la
psicología en todo el país, fue un fenómeno que maduraría en la segunda mitad de los
sesenta y que recién comienza a investigarse. Muchas de las primeras carreras no fueron
de Psicología sino de Psicólogo, evidenciando el perfil fuertemente profesionalita de las
mismas. En la U. de Bs As el giro profesionalita seria menos evidente, en 1957 se creaba la
carrera de Psicología, cuya enseñanza en las materias especificas debía centralizarse en el
Instituto de Psicología. Surge una preocupación acerca de la orientación de la carrera, esto
se debe a que la cuestión que e estaba discutiendo eran los estudios de los psicólogos, no
de psicología.
Primeros problemas sobre los alcances del título y la legislación sobre el ejercicio
profesional
El primer problema en 1957 fue de conflicto interprofesional. El eje de la cuestión era definir
si al psicólogo le correspondería o no “la curación de enfermos”. Preocupación por la
“práctica de la hipnosis” y porque la carrera de la Psicología supuestamente fomentaba el
ejercicio ilegal de la medicina. El informe de la facultad de Medicina proponía que el titulo de
Psicólogo clínico se reemplazara por el de psicólogo auxiliar del médico psiquiatra. Se da un
doble impedimento para la actividad profesional del graduado en Psicología: primero porque
limitaba todo el posible trabajo de un psicólogo al que pudiera ejercer en el ámbito clínico,
segundo porque en dicho ámbito negaba toda autonomía al psicólogo, subordinándolo al
control del médico. El propio Estado Nacional desconocía la formación universitaria
impartida en instituciones sostenidas por el estado, en la cual la Psicología constituía una
carrera mayor universitaria y desconocía la especialización en Psicología clínica que
numerosos psicólogos recibían.
Dos años después de la recuperación democrática, todos los estados provinciales del país
habían legalizado el ejercicio profesional de la psicología. Todavía seguían vigentes las
resoluciones sobre incumbencias de titulo dictadas en 1980. La psicología parecía ser un
mismo tiempo, una disciplina cuyo objeto de estudio podía ser el hecho psicológico, las
motivaciones y actitudes, los sujetos o las personas. Esas inconsistencias estaban claras y
no parecían resultar fundamentales en aquel momento. Una clasificación tentativa de las
incumbencias resultaron relativamente equilibradas. En tal sentido, por casi 15 años, han
constituido una herramienta de enorme valor para la elaboración de los perfiles de graduado
de los planes de estudio de las carreras de psicología en Argentina, que a partir de la
recuperación democrática se han modificado en todas las universidades nacionales.
¿Qué es la drogadicción?
El camino a la drogadicción empieza con el acto voluntario de consumir drogas , pero con el
correr del tiempo la habilidad de una persona de dejar de consumir la droga se debilita.
¿Se puede tratar la drogadicción ¿ -Si, pero no es fácil. Es una enfermedad crónica. La
mayoría de los pacientes necesitan cuidado repetido o a largo plazo para parar de consumir
drogas completamente.
-Desintoxicación
-Consejería conductual
-Medicamentos
Los medicamentos se pueden utilizar para manejar los síntomas de abstinencia, prevenir
una recaída y tratar las condiciones co-ocurrentes. Los pacientes pueden usar
medicamentos para que estos los ayuden a restablecer las funciones normales del cerebro y
disminuir los antojos. Las personas que usan más de una droga, lo que es muy común,
necesitan tratamiento para todas las sustancias que usan.
Todos son más efectivos con la ayuda de las terapias conductuales. Las terapias
conductuales ayudan a los pacientes a: Modificar sus actitudes y comportamientos
relacionados con el abuso de las drogas, aumentar sus habilidades para llevar una vida más
saludable, persistir con otras formas de tratamiento.
Los tratamientos conductuales ambulatorios: incluyen una gran variedad de programas para
pacientes que visitan a un consejero de salud conductual a intervalos regulares. La mayoría
de los programas incluyen consejería individual o de grupo para tratar el abuso de drogas.
Los tratamientos de internación o residenciales: muy eficaces para las personas con
problemas más graves. Cuidado estructurado e intenso las 24 horas del día, que incluyen
alojamiento seguro y atención medica.
Ejemplos de tratamientos residenciales: comunidades terapéuticas, el tratamiento
residencial de corto tiempo, el alojamiento de recuperación.
El tratamiento del abuso de drogas puede ayudar a muchos delincuentes que consumen
drogas a cambiar su actitud, creencias y conductas con respecto al abuso de drogas, evitar
recaídas y alejarse exitosamente de una vida de crimen abuso de drogas. Muchos
delincuentes no tienen acceso a los tipos de servicios que ellos necesitan.
En chino le dan un doble significado al término “Crisis” siendo al mismo tiempo peligro y
oportunidad.
“Evento traumático que produce una disrupción en el curso normal de nuestra vida y que
nos provoca una reacción de estrés percibida como de intensidad excepcional”.
Du Ranquet la define como: "estado de conmoción, de parálisis en una persona que sufre o
ha sufrido un gran shock. Sobreviene cuando el estrés actúa sobre un sistema y requiere un
cambio que se sitúa fuera del repertorio habitual de respuestas. La persona o la familia se
encuentra ante un obstáculo que no pueden superar por sus propios medios".
El estado normal de una persona es de situaciones cambiantes pero ante las cuales tiene un
equilibrio y los recursos y capacidad suficientes para manejarlos. Ante una situación de crisis
ese equilibrio se pierde. La calidad de vida desciende bruscamente, los recursos de
afrontamiento habituales no son suficientes y se perturba el patrón de vida previo, todo ello
por las emociones que se generan.
Tipos de crisis
Es desde el punto de vista de ver las crisis como un periodo de transición entre etapas de la
vida como se entiende la intervención en crisis, pues es en estos momentos y según la
forma en que se organice el comportamiento, cuando la crisis puede representar una
oportunidad para el desarrollo personal o un momento crítico de vulnerabilidad para el
trastorno mental.
- EVOLUTIVAS: Las crisis del desarrollo son más predecibles y sobrevienen cuando
una persona va cumpliendo etapas en su vida desde la niñez a la senectud.
Presentan una conducta indiferenciada y marcan un trastorno en el área intelectual y
afectiva. Crisis del nacimiento e infancia, de la pubertad y adolescencia, de la
primera juventud, de la edad media de la vida, de la tercera edad.
Reacciones habituales
Una crisis es la respuesta a eventos peligrosos y es vivida como un estado doloroso. Las
reacciones ayudan a la hora de aliviar el malestar y recuperar el equilibrio, es decir que tiene
connotación positiva ya que la crisis es superada y la persona adquiere nuevos recursos.
- Mundo externo: cambiará y será percibido como extraño, sin significado, sin sentido,
amenazante, incierto, confuso y hasta violento.
Signos y síntomas:
Fases de reacción
Son 4.
- Fase de reacción: Dura de una a seis semanas. Se producen reacciones tardías: los
sentimientos previamente reprimidos o negados pueden salir a la superficie. Pueden
aparecer sentimientos dolorosos abrumadores, dejando a las personas debilitadas.
Ánimo triste y lábil. Las reacciones características son: Temor a regresar al evento.
Sueños o pesadillas. Ansiedad. Tensión muscular. Aumento de la irritabilidad.
- Fase de reparación; Dura de uno a seis meses. Se diferencia en que las reacciones
son menos intensas y no tan abrumadoras. Los sentimientos de dolor persisten, pero
se los puede sobrellevar. Se vuelve a sentir interés por los hechos cotidianos. Se
hacen planes para el futuro.
Factores y variables
Variables personales antecedentes: Biología, edad, sexo, grupo étnico, estilo personal, nivel
socioeconómico, historia de aprendizaje, creencias, experiencias previas, situación personal,
estilo de vida, momento vital en que sucede, sensación subjetiva de capacidad de
afrontamiento, patologías previas, disponibilidad y educación de las redes de apoyo social.
1° Estímulos estresantes.
2° La respuesta al estrés activa el sistema autonómico y el eje hipotalámo-hipófisoadrenal y
la conducta de “lucha o escape” es la conducta observable ante una situación peligrosa. El
organismo depende de estos mecanismos biológicos para sobrevivir, pero si existen
funciones de estos mecanismos inadecuados o excesivos pueden aparecer respuestas
ineficientes o desajustadas.
Se plantea no patologizar a los sujetos, sino que dar apoyo desde un punto que normalice y
busque fortalezas de la propia persona. Algunas reacciones luego de la crisis son normales
ante situaciones anormales.
Un enfoque orientado hacia la salud significa conocer principalmente los aspectos sanos de
una persona y los recursos que ella puede desarrollar en conjunto con su entorno.
Swanson y Carbón (1989), proponen cinco indicadores que aconsejarían una intervención:
Según Payne la intervención en crisis es "una acción clásica que consiste en interrumpir una
serie de acontecimientos que provocan anomalías en el funcionamiento normal de las
personas". Este modelo se basa en la psicología del yo, en la teoría del estrés, la teoría del
aprendizaje, la teoría del rol y la teoría de la homeostasis.
- Intervención cognitiva: las creencias más alteradas por una experiencia traumática son la
sensación de invulnerabilidad y la sensación de control. En la terapia se busca cambiar las
creencias irracionales a través de la reestructuración cognitiva que intenta restablecer estas
sensaciones y reconstruir los esquemas cognitivos de sí mismo y del mundo.
- Reducción del incidente traumático: Está orientado a eliminar la carga emocional negativa
de traumas pasados, así como también es efectivo para tratar sentimientos, emociones,
dolores, actitudes y sensaciones negativos. El procedimiento se basa principalmente en
recorrer mentalmente el episodio traumático repetidamente bajo ciertas condiciones
terapéuticas. El rol del terapeuta es guiar al consultante en la revisión del incidente
traumático sin ofrecer ninguna interpretación, o intervención de ningún tipo: todo el trabajo
es hecho por el consultante.
Todas estas tienen algo en común: la búsqueda del equilibrio interno perdido y la integración
del acontecimiento en las experiencias de la persona para poder continuar con la trayectoria
de vida interrumpida.
ANSIEDAD ESTRÉS
El Arousal
Para cada tipo de tarea se define un grado óptimo de activación en el cual el rendimiento
para esa tarea es máximo. Por encima y por debajo de ese nivel óptimo, el rendimiento
decrecerá tanto más cuanto más lejos se encuentre el nivel actual de activación del óptimo
para la tarea. Consecuentemente, cada tarea exige un determinado nivel de estimulación
ambiental para conseguir un arousal adecuado.
La mejora del rendimiento aumenta con un nivel de activación adecuado hasta un punto
óptimo y, más allá de éste punto, si la activación sigue aumentando empeorará dicho
rendimiento.
Fuentes de estrés
Un estresor es aquel factor que puede producir estrés porque dicho acontecimiento solo lo
será si el individuo lo percibe como tal, es decir, la especificidad del acontecimiento, el
contexto en el que se produce, la disposición personal del sujeto en ese momento, etc.
- Incertidumbre.
- La duración.
- La intensidad.
Factores causales
o Súbitos e inesperados.
Muertes en el acto del servicio, lesiones graves propias o de compañeros, accidentes con
múltiples víctimas, muertes o lesiones graves en niños, víctimas conocidas, situaciones que
amenazan la propia vida.
Una vez terminada la situación ésta posición debe ser inmediatamente abandonada para
dejar aparecer al estrés.
2. De su estilo de afrontamiento
El estrés desgasta, pero el deterioro, dentro de unos límites, forma parte del proceso vital.
Acá dice que es importante recuperarse del estrés, tener autoconocimiento y saber distribuir
cuanto tiempo le dedicamos a cada situación. El cuerpo aguanta en la medida en que lo
recuperemos.
El reconocer y atribuir de una manera correcta y lógica las sensaciones que vamos a poder
experimentar, una vez que se ha acabado la intervención, es una forma realista de evitar
que se condicionen aversiva y negativamente dichas sensaciones, puesto que en definitiva
es lo que se ha de sentir en función tanto de lo experimentado como de la actividad
realizada.
Un aval para la salud es aprender a cuidar a nuestro cuerpo tanto física, como psíquica y
socialmente.
Supone dos partes que se reúnen para un fin, una unión de fuerzas (para bien o para mal).
3) Las relaciones terapéuticas son formales, dado que la interacción está limitada a tiempos
y lugares concretos.
4) Las relaciones terapéuticas tienen un tiempo limitado. Terminan cuando se alcanzan los
objetivos y metas inicialmente acordados.
La relación terapéutica tiene ciertas características que la distinguen de otras relaciones
humanas: es un servicio profesional, remunerado, se establece intencionalmente con un fin
determinado y presupone roles definidos para los participantes.
Objetivo fundamental: crear una condición que permita que el cambio se produzca.
Antecedentes históricos
Freud, por supuesto. Quién dice que la transferencia es el primer objetivo a alcanzar en el
análisis, y que es beneficiosa a la hora de luchar contra las resistencias.
- Ferenczi (1937-1933): fue el primero en sugerir que era fundamental para los
pacientes no solo recordar sino revivir el pasado problemático en la relación
terapéutica.
Elizabeth Zetzel (1907-1970) distinguió entre transferencia y alianza sugiriendo que esta
última era la parte no neurótica de la relación entre el terapeuta y el paciente que posibilita el
insight y el uso de las interpretaciones para distinguir entre las experiencias relacionales del
pasado y la relación real con el terapeuta.
Ralph Greenson (1911-1979) hizo una distinción entre alianza de trabajo y alianza
terapéutica. La primera sería la habilidad del paciente para adaptarse a las tareas del
análisis, la segunda hace referencia a la capacidad del terapeuta de establecer un vínculo
personal.
2. Aceptación positiva incondicional: cálido respeto hacia él como persona de mérito propio
e incondicional, es decir, como individuo valioso independientemente de su condición,
conducta o sentimientos.
3. Comprensión empática: se logra "cuando el psicoterapeuta logra percibir los sentimientos
y significados personales que el cliente experimenta en cada momento, cuando puede
percibirlos desde `adentro' tal como se le aparecen al cliente y es capaz de comunicarle
parte de esa comprensión"
Pero esto va a funcionar solo si el cliente percibe que el terapeuta siente todo esto por él.
Pone énfasis en la calidad del encuentro = un Yo aceptador que haga el cliente sentirse
seguro.
Bordin percibe la AT como una relación integrada y plantea tres componentes constitutivos:
vínculo, tareas y metas, los que en combinación definen la calidad y fuerza de toda alianza.
2. Metas: son los objetivos generales hacia los que se dirige la psicoterapia. Es el grado de
acuerdo entre las partes respecto delos objetivos de la intervención. Una fuerte alianza
terapéutica estaría caracterizada por un terapeuta y un paciente que mutuamente respaldan
y valoran las metas establecidas (Horvath y Luborsky, 1993).
3. Tareas: las actividades específicas (sean explícitas o implícitas) que debe realizar el
paciente para beneficiarse con el tratamiento. Se refiere al acuerdo acerca de los medios
que son adecuados para conseguir los objetivos propuestos. Son las conductas y
cogniciones dentro de la terapia que forman la sustancia del proceso de psicoterapia.
Afirmó que la efectividad de cualquier técnica terapéutica dependerá de la claridad con que
el terapeuta exponga los I procedimientos técnicos, con las sensaciones que el paciente
tenga de sus dificultades y las ideas del modo en que desea cambiar. Antes de que los
pacientes modifiquen estas normas básicas, deben adquirir un sentido de confianza y
seguridad, así como comprender lo que se espera de él y sus deberes.
Su estilo comunicativo también influye. Los terapeutas con estilo más flexible en la
instalación del dispositivo logran una mejor alianza, ya que tienen más facilidad para
adaptarse a las diferentes necesidades.
Luborsky describió dos tipos de alianza en función de la etapa de la terapia: Alianza de tipo
1, se da en el inicio y se caracteriza por la sensación del cliente de apoyo y ayuda que
proporciona el terapeuta como contenedor. Y la Alianza de tipo 2, se da en fases posteriores
del proceso terapéutico y consiste en la sensación de trabajo conjunto hacia la superación
de los impedimentos y el malestar del paciente.
Se acuerda el tiempo esperable y los medios para alcanzar los logros, tales como la
comprensión intelectual, la expresión emocional o el aprendizaje de nuevas conductas.
Final: se trata del acuerdo sobre la finalización y el proceso de separación. hay dos
posibilidades pautadas desde el inicio: a) un número fijo de sesiones como establecen los
manuales de tratamiento o b) una extensión de tiempo breve, intermedio o prolongado.
En la medida en que se hayan cumplido los objetivos acordados, se restablece una alianza
positiva y potente. Sin embargo, también puede suceder que los pacientes abandonen
prematuramente el tratamiento.
Rupturas e impasses
Se trata de obstáculos que pueden aparecer durante la constitución, consolidación y
desarrollo de la alianza.
Son inevitables ya que el paciente protege sus modos habituales de funcionamiento (aun
cuando sufra por ellos) de la influencia externa y lo expresará del mismo modo en que lo
hace habitualmente fuera del espacio terapéutico. Estas tensiones pueden variar en su
intensidad e ir desde tensiones menores (impasses) a un quiebre mayor en la relación
(rupturas).
Puede expresarse de manera directa o indirecta. Mmmm me parece que voy a dejar de venir
porque no me dan los horarios. O, me caes mal no quiero venir más.
Y las intervenciones del terapeuta también pueden ser directas o indirectas. Si un paciente
cuestiona la relevancia del examen de emociones, la respuesta directa sería ofrecer una
justificación terapéutica y la indirecta, modificar la tarea.
Safran y Muran clasifican las rupturas en dos tipos: Ambas representan la forma que tienen
los pacientes de controlar la tensión entre sus necesidades contrapuestas de alejamiento y
cercanía, de autodefinición y de relación con otros.
Pueden surgir ambos tipos de ruptura en un mismo paciente y hasta puede predominar una
más que otra.
El terapeuta debe estar atento a detectar un marcador, un enunciado o acción que marca el
comienzo del evento de ruptura.
La resolución de una ruptura de la alianza no sólo facilita la ejecución de una particular tarea
terapéutica; también proporciona a los pacientes una oportunidad de aprender a negociar de
forma constructiva sus necesidades tanto de autodefinición como de relación con otros. Es
decir que pueden ser considerados, más que un obstáculo, "oportunidades" para conocer,
explorar en profundidad y resolver conflictos o necesidades de los pacientes.
Se debe tener en cuenta al paciente y a su contexto: familia, obra social, institución donde
se lleva a cabo la terapia.
La AT sostiene la terapia en momentos de tensión. Crea una condición que permite que el
cambio se produzca.
ETAPAS
Pre-contemplación
Las personas en esta etapa no tienen intención de cambiar su conducta y es típico que
nieguen tener un problema.
Resisten al cambio y son negadores. Están desmoralizados (no piensan ni leen acerca del
problema)
Contemplación
Están lejos de un compromiso real con la acción. Se sabe el destino e inclusive cómo uno
podría llegar, pero no se está listo para ir aún.
La gente que eternamente sustituye el pensamiento por la acción, pueden ser llamados
contempladores crónicos. Cuando los contempladores comienzan la transición a la etapa de
preparación, su pensamiento está claramente marcado por dos cambios. Primero,
comienzan a focalizar en la solución más que en el problema. Luego, comienzan a pensar
más acerca del futuro que del pasado. El final de la etapa de contemplación es un momento
de anticipación, actividad, ansiedad y excitación.
Preparación
Se planea actuar a lo largo del próximo mes, y hacen los ajustes finales antes de comenzar
a cambiar su conducta. Un paso importante ahora, es hacer pública la intención de cambio,
anunciando, por ejemplo, “El lunes cambiaré mi dieta”.
Pueden haber hecho ya algún número de pequeños cambios conductuales, como haber
comenzado a fumar menos o controlar sus calorías. Aquellos que acortan la etapa de
preparación, por ejemplo aquellos que se despiertan una mañana y deciden dejar de fumar,
disminuyen sus posibilidades de cambio.
Acción
Los cambios hechos durante la etapa de acción son más visibles que los realizados durante
otras etapas, y en consecuencia recibe mayor reconocimiento.
Mantenimiento
Terminación
No necesariamente se debe seguir el orden de las etapas, sino que algunos siguen el
proceso de cambio en forma de espiral saltando de una etapa a la otra.
La tabla 3 representa la integración encontrada entre los procesos más usados por las
personas con cambios exitosos en las diferentes etapas.
Los procesos de cambio tradicionalmente asociados con las intervenciones experienciales,
las cognitivas y las psicoanalíticas son más útiles durante las etapas de precontemplación y
contemplación. Aquellos procesos asociados a las tradiciones conductual y existencial, en
contraste, son más útiles durante la etapa de acción y mantenimiento.
En muchos ámbitos clínicos se debe distinguir de los acuerdos entre dos papeles distintivos
del trabajo del psicólogo:
Se identificara:
El proceso de entrevista, puede quedar trunco por la deserción del paciente, o la necesidad
de terapias opcionales o por la escasez de recursos, siendo que la probabilidad de éxito y
fracaso depende de cada caso y de las circunstancias.
Orlinsky y Howard (1992) han definido la intervención terapéutica como todos los hechos
incluidos en un procedimiento profesional delimitado, derivados de técnicas de psicoterapia;
que comprenden tareas y procedimientos específicos dirigidos por el psicólogo en respuesta
a problemas manifiestos de los pacientes.
Fase inicial
la actitud,
disposición,
o el porte,
o la forma de vestir,
o la presencia de cicatrices,
o el interés,
o la preocupación,
o el empeño y
El papel del psicólogo, será señalar la responsabilidad del paciente en las decisiones por
tomar y en el resultado del proceso. Establecerá un contrato, verbal o por escrito, de los
tiempos, obligaciones mutuas y costos de la intervención.
El paciente deberá tener claro lo que sí y lo que no puede esperar, tanto del psicólogo como
del proceso de intervención psicológica, no debiendo crear expectativas irrealistas ni hacer
falsas promesas, ya que puede producirse daños que pudieran ocurrir en el paciente, siendo
que la iatrogenia debe ser una consideración habitual en los ámbitos psicológicos, como lo
es en los médicos. Además el psicólogo, se encontrará con muchos otros aspectos
generales y primordiales en la evaluación clínica.
El psicólogo clínico debe poner especial cuidado en los pacientes con quienes trabaja por
primera vez y tener en mente algunas consideraciones importantes. Cada detalle es de
suma importancia: el espacio, la luz, los objetos, la decoración, el recibimiento al paciente,
de manera cortés; pero no efusiva.
La idea es tratar de que libremente y sin temor a ser enjuiciado se pueda hablar a partir de
donde el paciente quiera.
Fase de desarrollo
En ésta fase se percibirá todo lo que ocurre después del contacto inicial y continuará hasta
el cierre. Es importante revisar algunos aspectos relevantes en este periodo de desarrollo, el
cual puede variar según:
la índole y
los eventos,
Orlinsky y Howard (1992), señalan que la terapia breve, la intervención corta de cuatro a
ocho sesiones con un promedio de seis es el periodo más efectivo de tiempo.
Indicadores:
el cambio en los sentimientos (perdonar, sentir alivio de una culpa, aceptar la pérdida
del ser querido).
¿Cuáles son los criterios para establecer el éxito en el proceso de intervención psicológica?
Los criterios son más complejos y pueden presentar resultados inconsistentes y ambiguos.
Pero, en una postura netamente ecléctica, cualquier técnica o intervención que no cause
daño al paciente y produce un cambio más o menos permanente en su conducta
pensamiento y sentimientos, es una técnica efectiva, por lo contrario, sino no hay ningún
efecto perdurable en él, pasará a no ser una técnica efectiva o eficiente.
La relación terapéutica
3. La aceptación y el juicio no inquisitivo: que le permiten sentirse libre para tratar sus
problemáticas sin temor de ser criticado.
Para una buena alianza, el psicólogo clínico deberá estar específicamente capacitado para
manejar al mismo tiempo el significado de las conductas, el flujo de pensamiento y los
principios que rigen el raciocinio del paciente; deberá buscar consistencia y congruencia
entre lo que el paciente dice, siente y quiere hacer y también facilitará la toma de
consciencia sobre las consecuencias de las decisiones futuras.
Fase de terminación
Es importante que la intervención psicológica tenga un final planeado y el paciente tome
consciencia del punto de inicio, de culminación y de los cambios y logros obtenidos durante
este intervalo.
El psicólogo clínico debe ser un administrador de los tiempos, de los contenidos, de las
estrategias y de las metas del proceso.
En la última sesión, el psicólogo clínico debe ser capaz de resumir los logros y los avances,
estimular al paciente para tomar las acciones decididas y explorar la posible utilización de
las habilidades desarrolladas en otros tiempos y circunstancias. Si se diera el caso de la
continuación o de nuevos intentos terapéuticos éstos deberán discutirse, porque suele haber
resistencia en ellos ante el cierre, ya que sienten que no están totalmente curados o por la
preocupación de sufrir una recaída y experimentar de nuevo el problema. En esos casos, es
importante aclararle el grado de avance durante la intervención y hacerle notar que con la
intervención psicológica se aprende a resolver más eficazmente los problemas y no a curar
los problemas de manera milagrosa, asimismo deberá explicar que tiene las puertas abiertas
en caso necesario.
prevenir recaídas y
Los problemas asociados con la deserción o con los procedimientos, son muy comunes en
la atención psicológica. Si el clínico advierte que el paciente está deseando poner fin a la
intervención de manera temprana puede averiguar las posibles razones y afrontarlas,
incrementando la probabilidad de permanencia y terminación exitosa.
Algunas de las causas más comunes de abandono del tratamiento pueden ser:
Intervención psicológica
Fase inicial
El primer contacto con el paciente es fundamental.
El psicólogo clínico debe poner especial cuidado en los pacientes con quienes trabaja por
primera vez:
1. En la primera consulta con el terapeuta cada detalle es de suma importancia: el
espacio, la luz, los objetos, la decoración. La manera cómo recibe al paciente es muy
importante.
2. El sentimiento de estar ante alguien que comprende nuestro su frimiento y sentimos
la confianza de que nos ayudará a eliminarlo.
3. En este sentido, no existe un esquema fijo para la primera entrevista: algunos
terapeutas pueden tomar nota; pero otros no. Algunos pueden realizar un
cuestionario estándar breve, mientras que otros pueden sólo realizar algunas
preguntas acordes con lo expresado por el paciente para precisar las cuestiones
determinadas de una problemática. Pero, en general, se trata de que libremente y sin
temor a ser enjuiciado se pueda hablar a partir de donde el paciente quiera.
4. El entrevistado debe ser recibido de manera cortés; pero no efusivamente. Procure
llamarlo por su nombre y preséntese de inmediato. Explique los motivos de su
presencia y describa breve y concisamente su papel en el equipo multidisciplinario y
los posibles beneficios de la intervención. Háblele del secreto profesional y de los
principios de confidencialidad y permita hacer preguntas y clarifique en todo
momento las dudas.
5. El primer contacto es determinante en la predicción de la evaluación futura del acto
terapéutico; es decir, un buen inicio quizás no garantice el éxito; pero un mal inicio,
por lo general, se asocia con la interrupción de la intervención y la ausencia de
resultados positivos.
6. La primera impresión que se hace el psicólogo clínico del paciente es fundamental y
determina en gran parte la clínica general, ya que en el primer contacto se percibe
una idea global del estado general y mental del paciente; de la actitud, disposición,
estado físico y muchos otros aspectos generales y primordiales en la evaluación
clínica.
7. El psicólogo clínico debe observar el porte, la forma de vestir, la presencia de
cicatrices, tatuajes y accesorios que puedan otorgarnos alguna información acerca
del sujeto.
8. Observar en el primer contacto el interés, la preocupación, el empeño y la apertura
del paciente, tanto hacia el psicólogo como hacia el proceso de intervención y
establecer si acude de manera voluntaria con ganas de resolver sus problemas y
tomar decisiones, o si se muestra persuadido u obligado por un tercero. El primer
contacto es determinante en la predicción de la evaluación futura del acto
terapéutico; es decir, un buen inicio quizás no garantice el éxito; pero un mal inicio,
por lo general, se asocia con la interrupción de la intervención y la ausencia de
resultados positivos.
9. Indispensable en la primera sesión clarificar los propósitos de la intervención
psicológica y delimitarlos productos y expectativas de este proceso
10. Se deben clarificar y delimitar los objetivos, metas de la intervención, el papel del
psicólogo, señalar la responsabilidad del paciente en las decisiones por tomar y en el
resultado del proceso. En muchos casos será necesario establecer un contrato,
verbal o por escrito, de los tiempos, obligaciones mutuas y costos de la intervención.
11. Desde la primera sesión es importante establecer una relación afectiva y sensata con
el paciente, generando un clima de confianza y un ambiente de protección que
facilite la expresión de los sentimientos y pensamientos durante el proceso de inter
vención psicológica. Al establecimiento de un vínculo afectivo y de respeto se le
llama rapport y éste es un precursor insoslayable de la relación terapéutica.
Fase de desarrollo
1. La fase de desarrollo se refiere a todo lo que ocurre después delcontacto inicial y
hasta el cierre.
2. Una primera pregunta sería cuestionarse cuál es el periodo que, en opinión de
muchos autores, pudiera ser el óptimo para alcanzar un cambio o un efecto más o
menos significativo en vida de la persona. Orlinsky y howard (1992), en su vasta
revisión de intervenciones, señalan que la terapia breve, la intervención corta de
cuatro a ocho sesiones con un promedio de seis es el periodo más efectivo de
tiempo.
3. Una segunda interrogante reside en clarificar cuál es el producto o resultado de la
intervención. En este sentido, se han identificado algunos indicadores de cambio o
de efecto:
a. El cambio más o menos permanente y significativo del pensamiento,
conducta o aspecto del paciente es el criterio primordial de efecto en la
intervención psicológica; en otros escenarios menos positivos el cambio o la
mejoría se describe en términos de la desaparición de sentimientos que le
causaron malestar o dolor psicológico: angustia y ansiedad, entre ellos.
2. ¿cuáles son los criterios para establecer el éxito en el proceso de intervención
psicológica?
3. Cualquier técnica o intervención que no cause daño al paciente y sí produzca un
cambio más o menos permanente en su conducta pensamiento y sentimientos, es
finalmente una técnica efectiva; en cambio si no tendrá ningún efecto perdurable en
él, no es una técnica efectiva o eficiente.
La relación terapéutica
En la fase de desarrollo el rapport inicial se transforma en una relación profesional sui
generis, la cual consiste en una vinculación afectiva y emocional especial entre el
paciente y el profesional. Ésta es una relación desigual en cuanto al ejercicio del poder,
responsabilidad, propósito y riesgos; pero necesaria para facilitar algunas de las
ocurrencias comunes a la cual se le atribuye beneficios en la intervención como la
aparición de sentimientos y pensamientos antes reprimidos, la promoción del insight
a través de la confrontación, la abreacción y el descubrimiento de nuevas soluciones,
la experiencia, etc.
Esta relación terapéutica o relación de “trabajo”, consiste en una conversación
caracterizada por la revelación de ideas y sentimientos y la sensación de un ambiente
de confianza y confidencialidad que permiten el análisis profundo del problema. En la
relación terapéutica el paciente percibe genuinamente al psicólogo clínico como un aliado y
confidente. A veces, como un espejo donde ve reflejados sentimientos que antes no
eran conscientes y en algunas otras ocasiones lo vuelve objeto, inconscientemente, de sus
proyecciones, miedos, deseos y aspiraciones.
Actitudes del psicólogo clínico que contribuyen a la creación y mantenimiento de una
relación terapéutica, dentro de estas se destacan:
• La empatía, mediante la cual se demuestra al paciente que lo estamos escuchando
y presupone
Una serie de con ductas del psicólogo clínico, como mostrar deseos de comprender,
tratar lo importante para el paciente, uso de respuestas que denoten comprensión de
las ideas y sentimientos explícitos e implícitos del paciente.
• La autenticidad, la cual ayuda para reducir la distancia emocional entre el psicólogo
clínico y el paciente, aquí se incluyen conductas de refuerzo no verbal como el
contacto visual; el hecho de no enfatizar el rol y la autoridad; mostrar congruencia
entre la conducta verbal y no verbal por parte del psicólogo clínico.
• La espontaneidad, es decir, expresarse con naturalidad. La aceptación y el juicio no
inquisitivo que le permiten sentirse libre para tratar sus problemáticas sin temor de ser
criticado.
Alianza terapéutica:
• A través de la alianza terapéutica es posible analizar conjuntamente la
problemática del paciente.
• El psicólogo clínico, en esta fase, deberá estar específicamente capacitado
para manejar al mismo tiempo el significado de las conductas, el flujo de
pensamiento y los principios que rigen el raciocinio del paciente; así como los
sentimientos y emociones que surgen durante el proceso.
• El psicólogo clínico deberá buscar consistencia y congruencia entre lo que el
paciente dice, siente y quiere hacer, también facilitará la toma de consciencia
sobre las consecuencias de las decisiones futuras.
Fase de terminación
Es importante que la intervención psicológica tenga un final planeado y el paciente tome
consciencia del punto de inicio, de culminación y de los cambios y logros obtenidos durante
este intervalo.
Es indispensable que el psicólogo clínico sea, al mismo tiempo, un administrador de los
tiempos, los contenidos, las estrategias y las metas del proceso. La claridad de éstas
incrementará la probabilidad de que el paciente concluya el proceso de orientación.
La dependencia hacia el psicólogo clínico resulta indeseable de reforzar y debe manejarse
en el cierre del proceso, por ello debe recordarle al paciente el número de sesiones y
señalarle la proximidad de la última sesión, con la finalidad de facilitar la preparación de
cierre del proceso.
Resumir los logros y los avances, estimular al paciente para tomar las acciones decididas y
explorar la posible utilización de las habilidades desarrolladas en otros tiempos y
circunstancias. Si habrá acciones de seguimiento o nuevos intentos terapéuticos éstos
deberán discutirse.
Es indispensable cerrar los asuntos pendientes para evitar daños futuros y permitir que el
paciente recurra en un futuro a la intervención psicológica.
El paciente suele mostrar preocupación por sufrir una recaída y experimentar de nuevo el
problema, en estos casos se le puede explicar que tiene las puertas abiertas en caso
Otra técnica común es programar sesiones de seguimiento y espaciarlas de tal forma que el
paciente continúe con sus cuidados, la toma de su medicación o con las estrategias para
afrontar el problema sin la presencia profesional. Tanto el apego como la dependencia son
indeseables en el proceso terapéutico y son causas frecuentes de resistencia al cierre.
Si el clínico puede prever que el paciente está deseando poner fin a la intervención de
manera temprana puede averiguar las posibles razones y afrontarlas, incrementando la
probabilidad de permanencia y terminación exitosa.
Entre las causas comunes de abandono del tratamiento psicológico están las reacciones
negativas hacia el profesional, por transferencia inconsciente o bien porque esté molesto
o en desacuerdo con él. En estos casos, la honestidad y calidez son importantes para
abordar la problemática, puede referirse el paciente con un colega si esto resuelve la
discrepancia o bien puede confrontarse el desacuerdo con la finalidad de resolverlo; a fin de
cuentas, lo importante es la conclusión del proceso de intervención con la finalidad de
resolver el problema del paciente.
Muchos pacientes abandonan la terapia por ausencia de mejorías significativas durante
el tratamiento o recaídas durante el mismo o bien por una rápida mejoría de los síntomas.
En ambos casos la prevención reside en establecer expectativas realistas de evolución y
en aclararle al paciente que muchas veces, aunque haya mejoría, es indeseable truncar el
proceso terapéutico. Igualmente, en algunos casos se debe fomentar la paciencia y el
empeño de pacientes con cuadros de difícil evolución.