Varones Víctimas de Violencia Doméstica2
Varones Víctimas de Violencia Doméstica2
Varones Víctimas de Violencia Doméstica2
339-354
* Este trabajo forma parte de una amplia investigación titulada: Violencia: género, masculinidad y violencia doméstica hacia el varón, que se
lleva a cabo en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Universidad Nacional Autónoma de México.
** Correspondencia: Patricia Trujano. Facultad de Estudios Superiores Iztacala. Universidad Nacional Autónoma de México. Dirección postal: Carre-
ra de Psicología. Ave. De los Barrios No. 1, Los Reyes Iztacala, Tlalnepantla, CP 54090, Estado de México, México. Correo electrónico: trujano@
servidor.unam.mx
339
Patricia Trujano, Aimé Edith Martínez, Samanta Inés Camacho
Abstract
A novel fact in the phenomenon of the domestic violence is the men who begin to denounce they
are victims of their women, but at the moment exists very little investigation. Our objective was
to identify in 100 heterosexual men what attitudes and behaviors perceived like violent in their
pair as well as the frequency and modalities whereupon appeared: 50 of them with a relation of
engagement and 50 married. VIDOFyP inventory was applied in Mexico’s City. Low violence le-
vels were found on both samples, but there was a greater incidence and a greater perception in
married men. The modalities with a greater incidence and better perceived by both groups were
psychological, social and sexual. A positive correlation between perception and frequency was
observed, suggesting that the discrimination of attitudes and violent behaviors is not enough so
that they are able to be avoided.
Key words: gender violence, domestic violence, mistreated men, engagement, marriage.
“[…] la sociedad no tiene derecho a discriminar a abierta en las sociedades actuales. Como señala
una víctima de violencia doméstica debido a su Vílchez (2007), hoy por hoy, hablar de la violencia
género[…]” de la mujer contra el varón no es políticamente
www.batteredmen.com correcto y, por el contrario, puede restar votos y
Introducción simpatías de muchas mujeres, incluidos los gru-
pos feministas, además de acarrear acusaciones
La percepción social generalizada acerca de la vio- por machismo o misoginia, y subraya que las de-
lencia doméstica es que ésta tiene siempre como nuncias suelen registrar sólo la violencia domés-
víctimas a las mujeres y como agresores a los hom- tica contra la mujer, mostrando la mitad del pro-
bres, lo que ha favorecido el surgimiento de medi- blema. Pues es verdad que, desde los formatos
das y declaraciones que, aunque tienen la intención de registro, los protocolos de atención y la infra-
de acabar con la violencia doméstica (también alu- estructura generada está orientada a ellas, como
den a ella como violencia de género), mantienen las comisarías y agencias especializadas, las casas
un sesgo importante que otorga al varón invariable- refugio, las líneas de apoyo telefónico, etcétera.
mente el papel de verdugo (Pérez, 2005).
Veamos algunas cifras, recordando que es difícil
Incluso, agencias internacionales como la Organi- la precisión, y que, como sucede con las muje-
zación Mundial de la Salud (OMS) o leyes de suma res, pueden ser sólo la punta del iceberg. Algunos
trascendencia por la protección que ofrecen a las autores en 1997 encontraron que el 1% de las es-
víctimas (como la Ley Integral contra la Violencia posas maltrataba a sus maridos (Olamendi, 1997);
de Género en España que viera la luz en diciem- para 1998 otros observaron un 2% (Corsi, 1997;
bre del 2004, o la Ley General de Acceso de las 1998); pero para el año 2005, se hablaba ya de
Mujeres a una Vida Libre de Violencia, promulga- al menos un 10% a 15% de varones golpeados. Fi-
da en México en febrero del 2007) mantienen esta nalmente, se calcula un 23% aproximadamente en
postura, lo que parece una actitud sexista, discri- que los combates son mutuos; al respecto, por
minatoria y sobre todo, lejana de la tan buscada razones obvias, existe menos investigación.
equidad de género.
En México tenemos una dificultad adicional, y es
Nosotros pensamos que las leyes de protección a que cada fuente tiene sus propias estadísticas,
las víctimas deberían ser lo suficientemente in- que suelen no coincidir del todo; éstas pueden
cluyentes para todos, especialmente si considera- consultarse en las páginas web de las institucio-
mos temas pendientes como las nuevas relaciones nes oficiales: el Centro de Atención a la Violen-
que se están gestando de manera cada vez más cia Intrafamiliar (CAVI) informó que en el primer
semestre de 1997, una de cada 10 víctimas de dido entre los 18 y 59 años lo constituye la pareja
violencia doméstica era varón; pero para el 2006 conviviente o esposa.
aumentó al 14.1% en la capital de la República,
según el mismo CAVI y el DIF (Desarrollo Integral En España, en el año 2000 fueron asesinados 44
para la Familia). hombres por sus esposas; 16 más en el 2002. En
el 2005 la cifra fue de quince. Pero si contamos
En Guanajuato, datos recientes revelan que el 10% a todos los varones muertos en el ámbito familiar
de las demandas corresponden a víctimas hom- por cónyuge, excónyuge, novia, compañera sen-
bres. Durante el año 2001 se registró un 6% de va- timental, hijo/a, padre/madre, o pariente, tene-
rones víctimas de sus parejas, y de enero a agosto mos que suman 56, representando el 48.2% de la
del 2002, hubo 23 denuncias por parte de ellos en cifra total, según el Ministerio del Interior, Anua-
el Estado de Aguascalientes. También en el D.F., de rio 2005. En el mismo año, en Andalucía se regis-
enero a septiembre del 2002, fueron atendidos por traron 2.600 casos de varones maltratados por sus
violencia doméstica de sus cónyuges 234 varones, mujeres y la Fiscalía de Madrid, en el 2006, in-
según cifras de las Unidades de Atención y Preven- formó que se perpetraron sólo en esa Comunidad
ción de la Violencia Familiar (UAPVIF). 2.589 delitos de violencia cometidos por mujeres
en contra de sus parejas (Montero, 2007). En el
Algunos estudios revelaron que de cada siete hom- resto de Europa, países como Francia, Alemania
bres denunciados en el 2003 como agresores, tres y Noruega parecen tener las cifras más altas de
eran en realidad las víctimas (Del Ángel, 2003). violencia doméstica en contra de los varones.
En el mismo 2003, el Consejo General del Poder
Judicial en México informó de siete varones ase- En Estados Unidos existe más investigación al res-
sinados por sus esposas. En el 2004, el Instituto pecto: de acuerdo con cifras de su Departamen-
Nacional de las Mujeres confirmó que 73 varones to de Justicia, cada año más de ochocientos mil
fueron atendidos por malos tratos sólo en el D.F. y varones son víctimas del maltrato de sus muje-
en el 2005, en Veracruz se presentaron 56 denun- res. Datos de Washington apuntan que cada 37
cias de varones por malos tratos físicos y psico- segundos un hombre es herido por su compañera
lógicos. En el mismo año, las personas atendidas con pistolas, cuchillos u otros objetos, además de
por violencia familiar en las unidades de la Secre- ser frecuentes las lesiones por patadas, rasguños,
taría de Salud del Distrito Federal (SSDF) manifes- mordiscos, y jalones de cabello. Autores como
taron que el 21.8% de las víctimas fueron varones. Eloy Rodríguez (citado en Bernal, 2001) aseguran
En el 2007, el Procurador General de Justicia en que en la actualidad, en Estados Unidos la cifra
el Estado de México aseguró que en esta entidad, de muertes de hombres por violencia domésti-
en los últimos años por cada asesinato de mujeres ca es mayor que la de las mujeres. Ciertamente,
ocurren tres homicidios dolosos contra hombres, pensamos que los varones deben enfrentar aun
casi todos producto de problemas pasionales. mayores dificultades para obtener credibilidad,
de acuerdo con los testimonios que conocemos.
Con respecto a otros países, en Bolivia se regis-
traron trece mil denuncias por maltrato doméstico Si nos detenemos a analizar el patrón de violencia
durante el año 2004; más de 1.000 eran de varo- ejercido por las mujeres, las observaciones de los
nes. En el 2007, la Brigada de Protección a la Fa- psicólogos apuntan a que es similar cuando ellas
milia habla de seis víctimas masculinas cada día. son las víctimas, lo que puede llegar al asesinato.
Es decir, ellos también sufren violencia física, psi-
En Perú, de acuerdo con el Programa Nacional cológica, sexual, económica, social y objetal: al-
contra la Violencia Familiar y Sexual, las estadís- gunas esposas maltratadoras se burlan en privado
ticas indican una creciente proporción y vulnera- o en público del marido, lo intimidan y humillan;
bilidad de varones víctimas de la violencia con- lo aíslan de familiares y amigos; le retienen el di-
forme aumenta su edad. Según datos del 2002, la nero; lo amenazan con suicidarse o dañar a sus hi-
principal persona agresora en el grupo compren- jos; le impiden trabajar o estudiar; lo chantajean
con gritar pidiendo ayuda a los vecinos, seguras dios violentos, un carácter cíclico (que suele ini-
de que les creerán a ellas; lo agreden físicamente ciar con una etapa de acumulación de tensión,
de propia mano o recurren a terceros (a través de seguida de la crisis o descarga aguda de violencia)
familiares, amigos o amantes) a quienes conven- y, por último, una fase llamada luna de miel o
cen de que el marido merece ser castigado (Del reconciliatoria, que paradójicamente puede ser
Ángel, 2003; Monserrat, 2006). el anuncio de que se reinicia dicho ciclo (Walker,
1984) y en los hombres que son las víctimas, apa-
Por su parte, Hoff (1999) agrega otros indica- recen un conjunto de reacciones al maltrato como
dores, como intentar vigilar y acaparar todo su el que pueden mostrar ellas (síntomas derivados
tiempo, acusarlo constantemente de infidelidad, reconocidos como “Síndrome de la Mujer Maltra-
enojarse fácilmente, destruirle sus propiedades tada”), lo que incluye una gran dificultad para
o cosas con valor sentimental, pegarle, darle bo- buscar ayuda y abandonar la relación (Hoff & Eas-
fetadas, patearlo, morderlo, arrancarle cabello, terbrooks, 1999).
rasguñarlo, amenazar con herirlo a él o a sus hijos
e incluso forzarlo a tener sexo contra su voluntad. Algunas investigaciones en Estados Unidos venían
Esto lo sostienen diversos autores como Olszewski afirmando que cuando la violencia se mide en ac-
(1999), Padres por la Igualdad Parental (2000) y tos (frecuencia, diversidad), las mujeres resultan
Pérez (2006). Llerena (2004) asegura que de cada más violentas, pero cuando se mide en heridas,
cien varones, cuarenta son agredidos por sus mu- los hombres suelen ser más violentos. Esto, sin
jeres, y Menacho (2004) subraya la tendencia a embargo, puede estar cambiando, pues cada vez
violentar psicológicamente a los hombres cuestio- más mujeres asesinan a sus maridos con armas de
nando su eficacia sexual. fuego (en Estados Unidos) o con arma blanca (en
España), en un solo acto.
Fiebert (2004), al examinar 244 estudios sobre la
violencia conyugal en todo el mundo, concluyó Este escenario nos lleva a pensar ¿por qué para
que las mujeres son significativamente más pro- mucha gente es tan difícil aceptar que los varo-
pensas que los hombres a expresar violencia, que nes pueden ser víctimas de sus mujeres? Desde
el 29% de ellas reconocen haber agredido a sus la perspectiva de género, la explicación surge de
parejas en los últimos cinco años, y que tienen la adhesión a los estereotipos de género tradi-
tres veces más probabilidades de usar un arma cional, en los cuales se piensa que el hombre es
que un hombre en el curso de un conflicto mari- siempre fuerte, poderoso, violento y dominador
tal. Este mismo autor, profesor de Psicología de la (Montesinos, 2002), y, en contraparte, la mujer
Universidad de California, muestra también resul- se considera sumisa, débil y dependiente, pero se
tados producidos a través de 147 investigaciones olvida que la violencia es un ejercicio de poder y
especializadas, 119 estudios empíricos y 28 análi- control, más que de tamaño o fuerza.
sis efectuados, lo que finalmente lo lleva al exa-
men de más de 106.000 casos, lo que debilita el Esta construcción social de lo femenino y lo mas-
argumento de que sólo existen especulaciones y culino le otorga incuestionablemente una supe-
testimonios cuestionables sobre el tema. Algunos rioridad física y psicológica al varón en diferentes
autores hacen ya intentos por reunir y formalizar contextos como el familiar, laboral, social y jurídi-
la información actual (Trujano, 2008). co (Goodrich, Rampage, Ellman & Halstead, 1989;
Rodríguez, Marín & Leone, 1993), y se conforma
Paralelamente, en lo que se refiere a la dinámica como un imperativo que aprisiona a hombres y
de estas relaciones, llaman la atención los estu- mujeres en un marco de creencias rígido y pa-
dios que afirman haber observado en las mujeres ralizante. De ahí que muchas víctimas de ambos
un cuadro de ejercicio de la violencia similar al géneros se mantengan en silencio en relaciones
de los hombres, con una elevación significativa altamente destructivas en un intento por cumplir
con el paso del tiempo en la escalada de episo- con la exigencia social de su “deber ser”.
No obstante, en muchos contextos dichos roles En este contexto, hoy por hoy existen cada vez
parecen estar sufriendo serias transformaciones. más medidas de prevención y erradicación de la
Mujeres de todo el mundo luchan por acceder a violencia (todavía insuficientes), a través de in-
vidas más plenas, participando activamente en fraestructuras que han ido construyendo recur-
las diferentes esferas de su vida, mientras que sos al alcance de las manos de miles de víctimas
muchos varones buscan deshacerse del papel de registradas año tras año que, como sabemos,
“machos” para generar nuevas identidades que continúan siendo en su mayoría las mujeres. Sin
les permitan relacionarse consigo mismos y con embargo, nos estamos topando con un hecho con-
el mundo de manera diferente (Lomas, 2003). Sin tundente: las demandas en aumento de varones
embargo, este optimista panorama se ve opacado victimizados a manos de sus mujeres.
por mujeres que repiten aquello de lo que tanto
nos quejamos: el recurso de la violencia. Y tal y Sacar a la luz que los hombres también pueden
como ocurrió con las mujeres en las décadas de ser objeto de la violencia doméstica (aunque no
los cincuenta, sesenta y setenta, ahora la incre- necesariamente sean más débiles físicamente, ni
dulidad es hacia las víctimas masculinas. Quizá ancianos, enfermos o dependientes económicos)
por ello existen tan pocos datos al respecto, por ha producido un giro en las investigaciones, esca-
lo que urge generar estudios formales que con- sas aún, a pesar de que autores como Williamson
templen la prevención, detección, evaluación e (1995) advirtieron que desde 1975, Murray Straus,
intervención en lo individual, pero también la Richard Gelles y Susan Steinmetz, pioneros en la
creación de centros e instituciones de apoyo que investigación sobre violencia doméstica, averi-
sensibilicen y protejan a las víctimas masculinas guaron a través de un estudio nacional (en Esta-
en un nivel macro, como afortunadamente ya dos Unidos) que los varones podían conformar el
ocurre con las mujeres. 50% de las víctimas reales.
29) Mi pareja no me informa cuánto gana o tiene, Sin embargo, estos datos también indican que los
pero me presiona para saber cuánto tengo yo. episodios violentos presentan una mayor inciden-
cia y percepción en los hombres casados que en
El inventario consta de 30 reactivos que se respon- los que mantienen una relación de noviazgo. Al
den a través de una escala Lickert, en los cuales aplicar una t de Student para muestras indepen-
se describen conductas y actitudes que expresan dientes encontramos que sí existen diferencias
seis formas de violencia comúnmente ejercidas significativas en cuanto a la escala de frecuen-
en relaciones de pareja abusivas, como la física, cia, es decir, los hombres casados reportan una
psicológica, objetal, económica, social y sexual. mayor incidencia de episodios violentos que los
Los reactivos se distribuyen de la siguiente ma- hombres que mantienen una relación de noviazgo
nera: Violencia física: 17, 19, 21 y 23. Violencia (t=2.91, p<.005), mientras que en la escala de per-
psicológica: 2, 3, 5, 7, 9, 14, 16 y 22. Violencia cepción las diferencias no resultaron significativas
social: 1, 6, 8, 10, 12 y 15. Violencia sexual: 11, (t=1.834).
13, 24, 27 y 30. Violencia económica: 4, 18, 26 y
29. Violencia objetal: 20, 25 y 28 Por otra parte, para realizar una comparación en-
tre la escala de frecuencia y percepción, se aplicó
Procedimiento una prueba t de Student para muestras relacio-
nadas tanto en los hombres casados (t= -5.158,
Antes de comenzar con la aplicación del instru- p<.05) como en los que mantienen una relación
mento, se le proporcionó a cada participante un de noviazgo (t= -3.652, p<.05), y se obtuvieron en
consentimiento informado en el que se le expli- cada caso diferencias significativas entre la fre-
có en qué consistía la investigación, se le solici- cuencia y percepción, es decir, en ambos casos la
tó su participación anónima y voluntaria, y se le percepción es mayor que la frecuencia.
informó que podía retirarse en el momento que
lo deseara. Se mantuvo siempre un trato respe- Con el propósito de saber si existía relación en-
tuoso, ético y profesional y se les instruyó para tre la escala de frecuencia y percepción de las
responder al inventario. El tiempo aproximado de conductas violentas, se obtuvieron coeficientes
respuesta fue de quince minutos. de correlación rho de Spearman. Se encontró en
el caso de la muestra de hombres casados un co-
eficiente de .320 con una p<.05 y en la muestra
Resultados de hombres con una relación de noviazgo un co-
eficiente de .423 con una p<.05. De acuerdo con
De acuerdo con el análisis estadístico, se pudo ob- los valores obtenidos, podemos afirmar que en la
servar que, en general, en las dos muestras tanto la muestra de hombres con una relación de noviaz-
frecuencia como la percepción de actitudes y com- go, la relación entre frecuencia y percepción re-
portamientos violentos de la pareja fueron bajas si sultó ser positiva moderada, mientras que en la
las comparamos con los puntajes máximos que po- muestra de hombres casados la correlación resul-
dían obtenerse en las escalas que era de 150 puntos. tó ser positiva débil, es decir, a mayor percepción
de episodios violentos mayor frecuencia de éstos.
Con respecto a la frecuencia obtuvimos las me- En ambos casos las correlaciones resultaron sig-
dias (X= 47.02 para la muestra 1; X=40.80 para la nificativas.
muestra 2), sus medianas (44 y 38.5) y sus modas
(33 y 47). En cuanto a la percepción las medias Se realizó posteriormente otro análisis para ob-
fueron (73.54 y 59.8), sus medianas (60.5 y 37.5) servar la escala de frecuencia y percepción en
y modas (32 y 30). Esto apunta a que en las re- la relación de pareja de los hombres de cada
laciones de pareja de ambas muestras son poco muestra, pero en esta ocasión por modalidades,
frecuentes los episodios violentos, pero también es decir, por los tipos de violencia que evalúa el
existe una baja percepción de los mismos. instrumento:
Media
Desv.
Moda
Med.
Max.
Min.
nómica. A continuación se describen los valores
obtenidos (Tabla 1).
Matrimonio
n =50
Tabla 1. Medidas descriptivas por muestra, de la Psicológica
escala de frecuencia por modalidades de violen- 19.06 17 17 9.03 8 40
Física
11.38 10.50 4 6.50 4 20
cia en la relación de pareja Sexual
12.92 12 5 7.06 5 25
Económica
8.34 7.50 4 4.22 4 20
Social
13.76 11.50 7 7.08 6 30
Mediana
Objetal
Media
Desv.
Moda
Max.
Min.
8.08 6 3 4.97 3 15
Noviazgo
Matrimonio n =50
n = 50 Psicológica 16.04 11 8 9.14 8 40
Psicológica 14.56 13.50 10 5.29 8 40 Física 9.38 5.50 4 6.74 4 20
Sexual 9.78 5 5 6.78 5 25
Física 5.54 4 4 2.18 4 20
Económica 6.98 4 4 4.70 4 20
Sexual 7.04 7 5 2.08 5 25 Social 11.36 8 6 7.13 6 30
Económica 6.80 6 4 2.44 4 20 Objetal 6.26 3 3 4.38 3 15
Social 9.42 8.5 8 3.06 6 30
Objetal 3.66 3 3 1.27 3 15
Para conocer si existen diferencias entre la esca-
Noviazgo la de frecuencia y percepción de la violencia en
n = 50 cada una de las muestras, se aplicó una t de Stu-
Psicológica 12.86 12 12 3.68 8 40 dent para grupos independientes, como resultado
Física 5.08 4 4 1.76 4 20 se encontró que en la escala de frecuencia de la
Sexual 6.48 5 5 2.33 5 25 violencia económica sí hubo diferencias significa-
Económica 4.48 4 4 1.01 4 20 tivas entre los hombres casados y los que mantie-
Social 8.54 8 8 2.53 6 30 nen una relación de noviazgo, es decir, que esta
Objetal 3.36 3 3 .85 3 15 modalidad de violencia se presenta con mayor
frecuencia en los hombres casados. Mientras que
en las modalidades de violencia psicológica, fí-
Escala de Percepción sica, sexual, social y objetal no se encontraron
diferencias significativas en cuanto a la escala de
La Tabla 2 presenta las puntuaciones promedio en frecuencia entre ambas muestras (Tabla 3).
ambas muestras, así como también los puntajes
mínimos y máximos que podían obtenerse. Se ob- En cuanto a la escala de percepción de la violen-
servaron valores bajos, pero los hombres casados cia sexual sí se encontraron diferencias significa-
correlación positiva débil. Mientras que en la mues- Tabla 6. Comparación de las escalas de frecuen-
tra de hombres con una relación de noviazgo (rho= cia de las modalidades de violencia por muestra
-.022, p>.05) notamos una correlación casi nula.
Matrimonio Noviazgo
Social: en esta opción observamos que en ambas n = 50 n = 50
muestras, tanto en la de hombres casados (rho= t de t de
Prob. Prob.
.210, p>.05) como en la de hombres con una rela- student student
Física
ción de noviazgo (rho= .330, p<.05), la correlación
comparada con:
resultó ser positiva débil. En la muestra de hom- -5.324 .000 -3.045 .004
Sexual
bres casados la correlación no fue significativa. 7.152 .000 6.490 .000
Objetal
-3.627 .001 2.189 .033
Económica
-9.940 .000 -10.737 .000
Objetal: nuevamente en ambas muestras, tanto Social
-12.767 .000 -15.335 .000
Psicológica
en la de hombres casados (rho= .182, p>.05) como
Sexual
en la de hombres con una relación de noviazgo comparada con:
(rho= .332, p<.05), la correlación resultó ser po- 13.491 .000 9.781 .000
Objetal
.706 .484 5.959 .000
sitiva débil. En la muestra de hombres casados la Económica
-5.555 .000 -4.612 .000
correlación no fue significativa. Social
-11.272 .000 -14..240 .000
Psicológica
Objetal
Tabla 5. Correlación entre la escala de frecuencia
comparada con:
y percepción por modalidad de violencia en cada -15.481 .000 -19.933 .000
Psicológica
muestra -9.638 .000 -6.226 .000
Económica
-14.095 .000 -15.622 .000
Social
Matrimonio Noviazgo Económica
n = 50 n = 50 comparada con:
-7.566 .000 -11.362 .000
rho de rho de Social
Prob. Prob. -12.838 .000 -16.148 .000
Spearman’s Spearman’s Psicológica
Psicológica Psicológica
Frecuencia comparada con:
.303 .032 .498 .000 9.548 .000 10.473 .000
Percepción Social
Física
Frecuencia Tabla 7. Comparación de las escalas de percep-
.313 .027 .268 .060
Percepción ción de las modalidades de violencia por muestra
Sexual
Frecuencia
.121 .404 .437 .001 Matrimonio Noviazgo
Percepción
n = 50 n = 50
Económica
Frecuencia t de t de
.326 .021 -.022 .879 Prob. Prob.
Percepción Student Student
Social Física comparada
Frecuencia con:
.210 .143 .330 .019 - 4.049 .000 - 1.052 .298
Percepción Sexual
9.096 .000 8.036 .000
Objetal Objetal
6.405 .000 5.400 .000
Frecuencia Económica
.182 .206 .332 .019 - 4.732 .000 - 5.954 .000
Percepción Social
- 12.251 .000 - 12.208 .000
Psicológica
Para comparar la escala de frecuencia de las mo- Sexual compara-
da con:
dalidades de violencia entre sí, se aplicó una t 11.517 .000 8.067 .000
Objetal
de Student para muestras relacionadas. El mismo 8.718 .000 6.113 .000
Económica
análisis se llevó a cabo para comparar la percep- - 2.022 .049 - 3.871 .000
Social
- 10.745 .000 - 9.713 .000
ción. Los resultados pueden apreciarse en las ta- Psicológica
blas 6 y 7.
Matrimonio Noviazgo
cediendo. Algunos testimonios en los consultorios
n = 50 n = 50 muestran que muchos de ellos manifiestan tener
t de t de “problemas” con su compañera, que “cada vez se
Prob. Prob. salen más de control”, en un intento por justificar
Student Student
Objetal compara- lo que está ocurriendo, y es durante el transcurso
da con: de la intervención terapéutica que aceptan ser
- 15.415 .000 - 12.513 .000
Psicológica víctimas de la violencia de sus mujeres. Ramírez
- .761 .450 - 3.078 .003
Económica (2002) menciona al respecto la dificultad e inclu-
- 12.066 .000 - 10.477 .000
Social
so el temor de muchos varones por no cumplir con
Económica com-
parada con: el papel socialmente asignado.
- 10.197 .000 - 9.698 .000
Social
- 13.142 .000 - 12.405 .000
Psicológica Por lo mismo, parece conveniente incluir, en este
Psicológica com- tipo de estudios, entrevistas que personalicen la
parada con: obtención de información y que eviten, en alguna
10.777 .000 10.150 .000
Social
medida, que los varones lleguen a contestar pen-
sando más en buscar respuestas correctas o en dar
Discusión una “imagen adecuada”, si bien cabe señalar que el
instrumento utilizado ha sido probado en estudios
Dado que los estudios sobre violencia domésti- anteriores que han mostrado su validez y confiabi-
ca en contra de los varones son escasos, resulta lidad (Trujano & Mata, 2002; Trujano & Mendoza,
difícil tener puntos de referencia con los cuales 2003; Trujano, Nava, Tejeda & Gutiérrez, 2006).
contrastar nuestros hallazgos. Por otro lado, de-
bemos recordar que trabajamos con una muestra Otro hallazgo fue que los hombres casados tuvie-
pequeña y, además, que los varones en relacio- ron niveles más altos tanto de frecuencia como
nes de noviazgo fueron población universitaria, lo de percepción de violencia. Esto es acorde con
que restringe las posibilidades de generalización lo señalado por autores como Beck (1993), quien
de nuestros hallazgos. establece que la vida conyugal trae consigo una
serie de deberes, derechos y obligaciones en la
Sin embargo, podemos decir que los resultados de convivencia diaria que aumentan la probabilidad
esta investigación apuntan a que aún durante el de afrontar situaciones de conflicto en cuanto a
noviazgo, pero más durante la relación de matri- distribución de dinero, crianza de los hijos, mane-
monio, pueden ocurrir comportamientos violen- jo del tiempo libre, etcétera. Mientras que en el
tos, y aunque la incidencia en nuestras muestras noviazgo la idealización del amor y las expectati-
fue baja, no deja de ser un indicador preocupan- vas de futuro pueden llevar a hacer invisibles las
te, pues de acuerdo con Zubizarreta, Sarasúa, diferencias (Trujano y Mata, 2002; Hanson, 2005).
Echeburúa, de Corral, Sauca y Emparanza (1994),
una vez que se han presentado episodios de vio- De cualquier modo, esta etapa de la vida merece
lencia, es probable que aumenten tanto en fre- ser más explorada, ahora con varones, especial-
cuencia como en intensidad, reduciendo las pro- mente porque los estudios apuntan a que muchas
babilidades y los recursos de la víctima para salir relaciones violentas lo fueron desde el noviazgo.
de la relación. En México, por ejemplo, el Instituto Nacional de
las Mujeres mostró en el 2004 que nueve de cada
También se obtuvieron niveles bajos de percep- diez mujeres habían sufrido violencia en el no-
ción, lo que puede traducirse en que la violencia viazgo, lo cual fue consistente con lo publicado
puede ser minimizada como conflictos personales por el gobierno del Distrito Federal al realizar el
de la compañera o simplemente como desavenen- programa Amor es... sin violencia.
cias propias de cualquier pareja. Por otro lado, el
apego a los roles de género tradicional puede lle- Por otro lado, se encontró también y de manera
var a los varones a la negación de lo que está su- significativa, que en ambas muestras la percep-
ción de episodios violentos fue mayor que su fre- permite contar con sus propios recursos; otras,
cuencia, lo que pudo deberse a que actualmente de hecho, se han convertido en las principales
existe mucha información en torno al tema de la aportadoras al ingreso familiar; existen también
violencia (si bien está dirigida a las mujeres), lo amas de casa que administran el salario del ma-
que quizá facilitó su identificación. Estos resul- rido. En cualquier caso, es más factible este tipo
tados son consistentes con los de Trujano y Mata de violencia entre cónyuges que entre novios,
(2002) quienes también encontraron que la sola quienes suelen manejar su dinero de manera in-
discriminación de los episodios violentos no fue dependiente.
suficiente para evitarlos, como sugirieron Trujano
y Mendoza en el 2003. De hecho, se observó en Resta señalar que la modalidad de violencia
ambas muestras una correlación positiva y signifi- sexual resultó mejor percibida por los casados, lo
cativa entre la percepción y la frecuencia, lo que que se explica a través de que los novios pueden
significa que a mayor percepción, mayor presen- traducirla como algo excitante y novedoso en su
cia de episodios violentos. relación, mientras que los casados pueden perci-
birla como transgresión a los límites dentro de los
Esto quiere decir, por un lado, que no es sufi- cuales se movía la pareja, y como una agresión a
ciente identificar estos comportamientos, sino su intimidad y a su masculinidad.
que es necesario proveer herramientas y habi-
lidades específicas de afrontamiento, y, por el Para terminar, es importante subrayar la impor-
otro, que indudablemente en muchos contextos tancia de trabajar con los jóvenes como una tarea
se está brindando educación a los hombres de impostergable, teniendo en cuenta que el noviaz-
manera diferente a la tradicional, es decir, se les go puede ser la antesala de la violencia conyugal.
está inculcando el respeto que deben tener hacia Un estudio comparativo de género realizado re-
las mujeres (Fiebert, 2004), lo que puede expli- cientemente por Corral y Calvete (2006) con jó-
car que muchos varones aunque perciban que los venes universitarios de entre 18 y 30 años mostró
comportamientos de su mujer son violentos, los que, en cuanto a la agresión psicológica mode-
toleren y aprendan a vivir con ellos. rada, hubo más casos de mujeres que relataron
haber recibido y utilizado ésta, mientras que para
En cuanto a las modalidades de violencia, se en- la violencia física ejercida, un mayor porcentaje
contró para ambas muestras que la psicológica, la de mujeres (en comparación con los varones), re-
social y la sexual presentaron una mayor percep- conoció haberla empleado en contra de su pareja.
ción y también una mayor frecuencia, mientras En cuanto a coerción sexual, el patrón se invirtió.
que la económica, la física y la objetal tuvieron Lo anterior nos muestra que incluso en parejas
los puntajes más bajos. Ya antes se ha argumen- muy jóvenes la violencia está empezando a cons-
tado que la violencia psicológica y la social pare- tituirse como un estilo normalizado de afrontar
cen ser más recurrentes debido a la facilidad con los conflictos. De hecho, la violencia cada vez
que pueden emplearse y a que no dejan huellas más deja de ser una característica exclusivamen-
visibles. En cuanto a la sexual, es factible que la te masculina, como muestra la crónica de Tereixa
transformación en los roles de género esté faci- Constenla (2007), quien apuntó que las jóvenes
litando actitudes en las mujeres antes impensa- empiezan a recurrir a comportamientos agresivos
bles, incluido llegar al sometimiento y control de y a cometer delitos violentos antes impensables
la sexualidad en la relación con su pareja. en mujeres, lo que constató en el Centro de Re-
forma Juvenil de Cádiz, España, en donde la ma-
El hallazgo de que la violencia económica es ma- yoría de las menores ingresaron por maltrato fa-
yor entre los casados parece lógico dado que en la miliar, lesiones y agresiones, tendencia ratificada
actualidad cada vez más mujeres salen del ámbito por algunas fiscalías que asisten a un incremento
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