Psicoanálisis y Estética
Psicoanálisis y Estética
Psicoanálisis y Estética
La introducción de la categoría de lo sublime a partir de los desarrollos de Burke y de Kant inaugura una estética que, a
nuestro entender, se acerca a la que interesa al psicoanálisis. Estética comprometida con lo que funda el “más allá del
principio del placer” y que, por lo tanto, se despliega en un “más allá” de la buena forma y de la armonía. El concepto
tradicional de lo bello quedaba restringido, hasta el siglo XVIII, a la idea de armonía y justa proporción. Podemos
observar los efectos de esta estética a lo largo de los siglos. Veamos entonces el modo como Freud y Lacan establecen una
diferencia con esta estética de la “buena forma”, en tanto aquello que interesa a la experiencia del psicoanálisis.
Veamos entonces el modo como Freud y Lacan establecen una diferencia con esta estética
de la “buena forma”, en tanto aquello que interesa a la experiencia del psicoanálisis.
Al comienzo de su trabajo Lo Siniestro de 1919 Freud sostiene que respecto de lo que
concierne al psicoanálisis: ”poco nos dicen las detalladas exposiciones estéticas, que
prefieren ocuparse de lo bello, grandioso y atrayente, es decir de los sentimientos de tono
positivo, de sus condiciones de aparición y de los objetos que los despiertan”. Manifiesta
que el psicoanálisis se ve impelido a prestar interés a un sector de la estética descuidado por
la literatura clásica, para discernir en lo angustioso, algo que además es siniestro. Propone
allí, entonces, no ceñir la estética a la doctrina de lo bello, considerando para el
psicoanálisis la necesidad de una estética que se ocupe de sentimientos también
desagradables. (Lo que en este texto Freud nombra como “obsesión demoníaca”, es lo que a
nuestro entender queda en su artículo inmediatamente posterior, bajo la égida de “más allá
del principio del placer”, nombre con el que además, titula dicho artículo).
En esta misma dirección Lacan, en el Seminario de la Etica introduce el “fenómeno
estético” como aquello que, por un lado, detiene, pero que a la vez indica al sujeto el campo
en el que se despliega la experiencia del análisis, experiencia que él define como “el campo
del deseo radical”. Lacan establece una tajante diferencia entre la función de lo bello y la
función del bien. Esta última constituye una barrera que se presenta siempre como una
coartada para el sujeto en relación con su deseo. La barrera de lo bello, en cambio, detiene
pero no engaña. “Si apuntamos al centro de la experiencia moral, si el bien tiene que ver
con el bien, pues lo bello tiene que ver con el mal”. Es esta cercanía que el fenómeno
estético tiene con el mal, lo que nos lleva a pensar que la vertiente desde la cual Lacan
aborda lo bello a lo largo de este seminario, no condice con lo bello concebido en tanto
armonía y buena forma. Creemos entonces que lo estético es abordado allí desde la
perspectiva de lo sublime. Recordemos que solicita a Kauffman un comentario de “La
Crítica del juicio” en tanto considera este texto de Kant fundamental para la definición de
lo bello y de lo sublime. Al finalizar la clase del 22 de junio, lo subraya cuando dice: “Esto
es lo que hoy quería recordarles para darles el sentido de nuestra búsqueda en lo
concerniente a la naturaleza de lo bello, y agregaría, de lo sublime. Pues no hemos sacado
toda la sustancia acerca de lo sublime que podemos obtener de las definiciones
kantianas”[3].
Es, entonces, a partir de la búsqueda de estas definiciones que creemos que Burke y Kant
inauguran una estética que se acerca a la que el psicoanálisis propone. Lo sostenemos en la
medida que en la categoría de lo sublime que ellos introducen, los sentimientos de tono
negativo o desagradable constituyen un elemento fundamental de esa experiencia.
La “nota azul” fue el nombre que Chopin, a principios del siglo XIX, le dio a una nota que
metaforiza cierta conmoción estética en la música. Actualmente se la conoce más
comúnmente como la blue note, típica del jazz. La “nota azul” no es una tecla del piano
sino un punto que, ya sea por el tempo o por su transgresión respecto de la armonía, nos
hace escuchar según el texto de D. Weill[13], “lo inaudito”.
En Chopin o el poeta de Guy de Pourtalés[14]: el autor describe las veladas en que Chopin
junto a su amante, George Sand recibía amigos, muchos de ellos compatriotas polacos.
Entre ellos, había un poeta, Miekiewiez, que recitaba con gran vehemencia poemas acerca
de la patria perdida. Era cuando el aire se cargaba de nostalgia que Chopin se acercaba al
piano y hacía escuchar la nota azul. Su sonido horadaba la densidad del aire trayendo algo
así como el sonido de una ausencia. Ausencia, en tanto no se trataba allí de agregar sentido
sino de algo relativo a una sustracción. Sonido asimilable a cuando en la prosa, la poesía
hace oír algo intraducible abriendo un espacio más allá del sentido. Conmoción estética,
entonces, en relación con una ausencia, a un sin-sentido que nos arranca de la lógica en la
que transcurrimos. Dice respecto a esto D. Weill en Los tres Tiempos de la Ley: ”....ese
sentido ilimitado que se aprehende en la experiencia de lo inaudito da al hombre una
lección sorprendente: es en el momento en que su entendimiento es tomado en flagrante
delito de no poder abarcar tal exceso semántico, en el momento en que este entendimiento
depone las armas delante de una amplitud que lo supera, que aparece la capacidad estética:
todo ocurre como si la alegría dispensada por la aprehensión de la belleza, propia a lo
inaudito, sólo pudiera desarrollarse porque el hombre no puede comprender lo que entonces
encuentra”[15]. De este modo establece Weill una correspondencia entre desvanecimiento
de la comprensión y crecimiento de la capacidad estética[16]. Vemos entonces que no se
trata aquí de una contemplación quieta sino de algo más cercano al desgarro. Encontramos,
en lo que la “nota azul” provoca, una experiencia que se acerca más a lo sublime que a lo
bello. Experiencia que según afirma D. Weill:“está muy próxima al análisis de Kant de lo
sublime”.
De lo sublime a la sublimación
Hemos intentado, a lo largo de este trabajo, situar una diferencia entre lo sublime y lo
siniestro. Diferencia que a nuestro entender no es ajena a la que podemos establecer entre
conmoción estética y terror. En los aportes de Burke y de Kant, encontramos resonancias de
cómo esta ideas son trabajadas posteriormente en el psicoanálisis. También en estos autores
del siglo XVIII se halla tematizada la idea de límite. Para ellos la experiencia de lo sublime
remite a lo ilimitado en tanto vértigo, vacilación del entendimiento, desgarro. Pero a la vez,
esta experiencia aparece limitada por condiciones, tales como la distancia que elide el
“peligro inminente”. Condiciones que como ya lo hemos dicho, a nuestro entender, impiden
que la experiencia de lo sublime vire al terror, y con ello a la posición subjetiva que esto
conlleva. Experiencia del límite, entonces, pero con un límite: lo sublime hace de barrera al
terror, y sin embargo no lo elimina radicalmente en tanto conserva “un terror deleitoso”. Es
por la vía de un saber hacer con el terror, en tanto esto posibilita que éste sea bordeado sin
ser obturado[17]donde encontramos un punto de contacto entre lo sublime y la
sublimación. Lacan establece una relación decisiva entre estos dos términos cuando afirma
en la clase del 22 de junio de 1960: “La conjunción de este término (lo sublime) con el de
sublimación no es probablemente tan solo un azar ni simplemente homonímica”.
Para finalizar, es entonces lo que en lo sublime se conserva de terror lo que nos alienta a
plantear que esta estética del siglo XVIII se acerca a la que interesa al psicoanálisis.
Estética que tendrá además consecuencias éticas.
No en vano Lacan nombra a la sublimación al final de la clase mencionada como “la única
satisfacción permitida por la promesa analítica”.
Claudia Lorenzetti
[email protected]
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Bibliografía:
Burke, E.: Indagación Filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo Sublime y
de lo Bello. Colección Arquitectura. Valencia Artes Soler., 1985
Borges J. L.: Arte Poética. Seis conferencias. Barcelona, Editorial Crítica, 2001.
Deleuze G: Kant Curso de los martes .Kant- tercera lección (28-3-78). Traducción al
español: Ernesto Hernández B., Santiago de Cali, Septiembre 1997, Revisión, Agosto de
1999.
Freud. S ( 1919): Lo Siniestro en Obras Completas. Tomo VII, Madrid Biblioteca Nueva,
1974.
Freud S (1915): Lo Perecedero en Obras Completas , tomo VI, Madrid, Biblioteca Nueva,
1974
Freud S. (1919- 1920) Más allá del principio de placer en Obras Completas, tomo VII,
Madrid, Biblioteca Nueva, 1974
Freud S. ( 1930[1929]) El malestar en la cultura en Obras Completas , Amorrortu editores
volumen XXI, Buenos Aires, 1979
Kant I.: Crítica del Juicio, Buenos Aires, Losada 1993
Kaufmann: Intervención en el seminario “La Etica del Psicoanálisis” clase del 15 de junio
de 1960, http//www.redesweb.com .
Lacan J.( 1959- 1960): El Seminario: libro 7: “La Etica del Psicoanálisis 1959-1960”.
Buenos Aires Paidós, 1988.
Lacan, J ( 1962- 1963)., El seminario: Libro 10 ( edición no autorizada)
Lessing G.: Referencias en la obra de Lacan , extractado de “Laocoonte, o sobre los límites
en la pintura y en la poesía”. Madrid,Orbis, 1985
Pourtalés Guy de: Chopin o el poeta.
Rabinovich D., La angustia y el deseo del Otro. Buenos Aires, Ediciones Manantial,1993
Ritvo, clases sobre el seminario de la ética de Lacan. Inéditas.
Trías E.: “Lo Bello y lo Siniestro” .España Seix Barral, 1984.
Weill A. D.: “Los Tres Tiempos de la Ley”. Rosario, Argentina Homo Sapiens
Ediciones,1997.
[1] Lessing en :Laaconte, o Sobre Los Limites en la Pintura y la Poesía trabaja esta idea.
Citado por Lacan en el Seminario de la Etica.
[2] Mencionado por E. Trías en Lo Bello y lo Siniestro
[3] J. Lacan, El Seminario: Libro 7 La Etica del Psicoanálisis, clase del 22 de junio de
1960.
[4] La temática del “gusto” es abordada primero por Burke y luego por Kant. La
consecuencia fundamental que trae es la introducción de la dimensión de lo subjetivo en la
estética. Así Kant sostiene en la Crítica del Juicio: “El juicio del gusto no es un juicio de
conocimiento, un juicio lógico, sino estético, o sea un juicio cuyo motivo determinante solo
puede ser subjetivo”.
[5] De nuestra lectura del texto Indagacion... concluímos que Burke utiliza indistintamente
los términos terror y horror.
[6] D. Weill Los tres tiempos de la ley. Editorial Homo Sapiens, Buenos Aires, 1977.
Pag17
[7] J.L.Borges: Arte Poética
[8] Esta aseveración de Lacan no puede más que recordarnos los versos de Rilke en
las Elegías de Duino, en donde el poeta dice : ”lo bello es el comienzo de lo terrible que
todavía podemos soportar ”
[9] E. Trías en Lo Bello y lo Siniestro nos brinda una reveladora definición de la obra de
arte desde esta perspectiva: “La obra, en ningún caso patentiza crudamente lo siniestro pero
carecería de fuerza la obra artística de no hallarse lo siniestro presentido. Sin esta
presencia- velada, sugerida, metaforizada- el arte carecería de vitalidad”.
[10] Kauffman. El Seminario: Libro 7, op. cit. . Clase 15 de junio 1960, inédito.
[11]II. Kant Critica del Juicio. Pag 55. Ed. Losada.
[12] En su trabajo Lo Perecedero Freud sostiene : ”Una flor no nos parece menos
espléndida aunque sus pétalos estén lozanos durante una sola noche” .Encontramos en el
modo de Freud de aludir a la belleza allí una resonancia de lo que plantea Lacan en relación
a lo bello, en tanto menciona allí la finitud junto a la lozanía, poniendo así en conjunción
vida y muerte .
[13] D. Weill Los tres tiempos de la Ley. Op. cit.
[14] El texto en francés me fue facilitado por Sergio Zabalza . El mismo fue traducido por
Liliana Lopez.
[15] D. Weill, op. cit. Pag 297
[16] Esto mismo trabaja D. Weill en su libro cuando desarrolla la temática del asombro que
mencionamos previamente.
[17] Recordemos que Lacan caracteriza en el Seminario de la Etica al arte como “modo de
organización alrededor de ese vacío” que representa, según sus palabras a “la Cosa”.
Pag.160...
* Trabajo presentado en el Ciclo “Sobre el gusto” de La Nota Azul. Año 2003