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Primavera de 2018

I S S N 2 4 51- 6 9 10

Ideas
8
Revista de filosofía moderna y contemporánea
8

dossier
JORGE DOTTI, in memoriam

artículos
Estructuras formales en la operatividad de una soberanía
absoluta 
FRANCISCO BERTELLONI
Alteración e intoxicación: Fenomenología del cuerpo adicto
MARCELA VENEBRA MUÑOZ
Gilles Deleuze, el Ungrund en lengua francesa
LUCA RODRÍGUEZ
Heidegger, lector de Spinoza
VALENTÍN BRODSKY
Detrás del terrorismo, la guerra y el capitalismo
JUAN ACERBI

crónicas
II Jornadas de discusión sobre Idealismo: teoría y práctica
I Jornadas del Círculo Sartre

reseñas 
La incomodidad de la herencia
Sublunar, entre el kirchnerismo y la revolución
Lecciones de filosofía aplicada
La vida de las plantas. Una metafísica de la mixtura
Ciudadano Sujeto. Vol. 1 y Vol. 2
El fondo de la historia. Estudios sobre Idealismo alemán
y Romanticismo
Ideas
8
8
Revista de filosofía moderna y contemporánea

ERIH Plus / Indexada en The Philosopher’s Index

una publicación de RAGIF Ediciones


ISSN 2451-6910
Frecuencia semestral
Año 4 - Número 8
noviembre de 2018 - abril de 2019

grupo editor

Celia Cabrera
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires - Argentina)
Julián Ferreyra
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Mariano Gaudio
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Verónica Kretschel
(Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Natalia Lerussi
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Rafael Mc Namara
(Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Andrés Osswald
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –
Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Sandra Viviana Palermo
(Universidad Nacional de Río Cuarto, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas - Argentina)
Matías Soich
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – Universidad de Buenos Aires - Argentina)
María Jimena Solé
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – Universidad de Buenos Aires - Argentina)

director general

Julián Ferreyra (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – Universidad de Buenos Aires - Argentina)
secretario de redacción

Matías Soich (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – Universidad de Buenos Aires - Argentina)
director web

Andrés Osswald (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – Academia Nacional de Ciencias de
Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires - Argentina)
diseño
Juan Pablo Fernández

www.revistaideas.com.ar
mail [email protected]
facebook  RevistaIdeas
twitter @IdeasRevista
dirección postal  Dr. Nicolás Repetto 40 PB “B” (1405) CABA - Argentina

RAGIF. R ed A rgentina de Grupos de Investigación en Filosofía  www.ragif.com.ar


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grupo colaborador comité asesor

Lucía Gerszenzon Emiliano Acosta


(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y (Vrije Universiteit Brussel/ Universiteit Gent – Bélgica)
Técnicas – Universidad de Buenos Aires - Argentina) Fernando Bahr
Alejandro Lumerman (Universidad Nacional del Litoral - Argentina)
(Universidad Nacional de Lomas de Zamora - Argentina) Mónica Cragnolini
Laura Martín (Universidad de Buenos Aires - Argentina)
(Universidad Nacional de las Artes, Universidad de Jorge Dotti †
Buenos Aires - Argentina) (Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Pablo Moscón Jorge Eduardo Fernández
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y (Universidad Nacional de San Martín - Argentina)
Técnicas – Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Leiser Madanes
Pablo Pachilla (Universidad Nacional de La Plata - Argentina)
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas – Universidad de Buenos Aires - Argentina, Silvia Luján Di Sanza
Paris VIII) (Universidad Nacional de San Martín - Argentina)

Gonzalo Santaya Diana María López


(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y (Universidad Nacional del Litoral - Argentina)
Técnicas – Universidad de Buenos Aires - Argentina) Philippe Mengue
Alan Savignano (Université Populaire d’Avignon - Francia)
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Esteban Mizrahi
Técnicas – Academia Nacional de Ciencias de Buenos (Universidad Nacional de La Matanza - Argentina)
Aires, Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Dorothea Olkowski
Micaela Szeftel (University of Colorado - Estados Unidos)
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Faustino Oncina Coves
Técnicas – Academia Nacional de Ciencias de Buenos
(Universidad de Valencia - España)
Aires, Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Lenin Pizarro
(Universidad de Valparaíso - Chile)
Graciela Ralón de Walton
(Universidad Nacional de San Martín - Argentina)
Jacinto Rivera de Rosales
(Universidad Complutense de Madrid y Universidad de
Educación a Distancia de Madrid - España)
Rosemary Rizo Patrón
(Pontificia Universidad Católica del Perú - Perú)
Vicente Serrano Marín
(Universidad Austral de Chile - Chile)
Diego Tatián
(Universidad Nacional de Córdoba - Argentina)
Roberto Walton
(Universidad de Buenos Aires - Argentina)
Jason Wirth
(University of Seattle - Estados Unidos)
Antonio Zirión Quijano
(Universidad Nacional Autónoma de México - México)
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proporcionando un vínculo a la licencia e indicando si se realizaron cambios.

3
editorial  PÁGINA 6

dossier
Jorge Dotti, in memoriam  PÁGINA 13
1. Estructuras formales en la operatividad de una soberanía absoluta
FRANCISCO BERTELLONI  PÁGINA 14
2. Jorge Dotti: un encuentro
GIUSEPPE DUSO  PÁGINA 37
3. Compañero de avatares gnoseológicos...
ROBERTO J. WALTON  PÁGINA 45
4. Responso para Jorge Dotti
SEBASTIÁN ABAD  PÁGINA 55
5. Dotti oral. Un monje destilando licores
ESTEBAN MIZRAHI  PÁGINA 61
6. El vanguardismo decisionista de Carl Schmitt
JAVIER DE ANGELIS  PÁGINA 65
7. A Jorge, un abrazo
LEISER MADANES  PÁGINA 70
8. Non est potestas super terram quae comparetur ei
ANDRÉS ROSLER  PÁGINA 73
9. El 22: comentarios a la cuadratura del círculo
JOSÉ LUIS GALIMIDI  PÁGINA 79
10. El Hobbes de Dotti
ANDRÉS DI LEO RAZUK  PÁGINA 95
11. Las relaciones entre universales y particulares
MACARENA MAREY  PÁGINA 101
12. La argentina reciente según Jorge Dotti
TOMÁS WIECZOREK  PÁGINA 107
13. Monotopología de la fluidez infinita
GABRIEL LIVOV / RODRIGO PÁEZ CANOSA  PÁGINA 115
14. ...¡Viva el rey!
MARIANO GAUDIO  PÁGINA 123
15. Leer a los lectores
MARÍA JIMENA SOLÉ  PÁGINA 137
16. La tiranía del pluralismo
JULIÁN FERREYRA  PÁGINA 143
17. Una amistad filosófico-política
CARLO GALLI  PÁGINA 149
18. ex libris Jorge E. Dotti
MARTIN TRAINE PÁGINA 153
4
SUMARIO

artículos  PÁGINA 157


1. Alteración e intoxicación: Fenomenología del cuerpo adicto
MARCELA VENEBRA MUÑOZ  PÁGINA 158
2. Gilles Deleuze, el Ungrund en lengua francesa
LUCA RODRÍGUEZ  PÁGINA 184
3. Heidegger, lector de Spinoza
VALENTÍN BRODSKY  PÁGINA 208
4. Detrás del terrorismo, la guerra y el capitalismo
JUAN ACERBI  PÁGINA 230

crónicas PÁGINA 255


1. II Jornadas de discusión sobre Idealismo: teoría y práctica
MARIANO GAUDIO Y SANDRA PALERMO  PÁGINA 256
2. I Jornadas del Círculo Sartre. La actualidad del pensamiento
de Jean-Paul Sartre en Argentina
JULIETA MEDRANO Y TOMÁS SABIO  PÁGINA 265

reseñas  PÁGINA 268


1. Cien años no es nada
RAFAEL MC NAMARA  PÁGINA 269
Reseña de Tatián, Diego, La incomodidad de la herencia. Breviario ideológico de la Reforma
Universitaria, Córdoba, Encuentro Grupo Editor, 2018, 66 pp.
2. Aceleracionismo de Estado
JULIÁN FERREYRA  PÁGINA 274
Reseña de Trímboli, Javier, Sublunar, entre el kirchnerismo y la revolución, Buenos Aires,
Cuarenta Ríos, 2017, 168 pp.
3. La Doctrina del Estado, la última palabra de Fichte
MARIANO GAUDIO  PÁGINA 279
Reseña de Fichte, J. G., Lecciones de filosofía aplicada, edición y traducción de Salvi Turró,
Barcelona, Sígueme, 283 pp.
4. Sobre dioses realmente existentes
PABLO NICOLÁS PACHILLA  PÁGINA 297
Reseña de Coccia, Emanuele, La vida de las plantas. Una metafísica de la mixtura, trad. de
Gabriela Milone, Buenos Aires, Miño y Dávila, 2017, 143 pp.
5. El devenir ciudadano
FERNANDO TULA MOLINA  PÁGINA 303
Reseña de Balibar, Étienne, Ciudadano Sujeto. Vol. 1: El sujeto Ciudadano y Vol. 2: Ensayos de
Antropología Filosófica, Buenos Aires, Prometeo, 2013-2014.
6. La modernidad frente a la encrucijada idealista y romántica
NAÍM GARNICA  PÁGINA 309
Reseña de Carrasco Conde, Ana y Gómez Ramos, Antonio (eds.), El fondo de la historia.
Estudios sobre Idealismo alemán y Romanticismo, Madrid, Dykinson S.L., 2013, 168 pp.

normas y políticas editoriales PÁGINA 317


5
editorial

L
a devastación material y simbólica que el gobierno de
Cambiemos está llevando a cabo en la República Argen-
tina ha tomado, en los meses que transcurrieron desde el
último número de Ideas, revista de filosofía moderna y contempo-
ránea, una aceleración notoria. En lo material: la creciente vio-
lencia por parte de las fuerzas de seguridad; la abrupta caída del
salario real como efecto de la devaluación y la quita de subsidios a
los servicios públicos, acompañadas de la imposición de un techo
muy bajo a las negociaciones paritarias. En lo simbólico: la degra-
dación de los Ministerios de Salud, Trabajo y Ciencia y Tecnología
refuerza la lucha contra tres pilares de los valores democráticos
que, quizás con inocencia, considerábamos sólidos fundamentos.
Esta devastación tiene un efecto productivo en el ámbito de las
subjetividades: el sentido común se transforma a toda velocidad
y los valores se subvierten de un modo que consideramos clara-
mente declinante.
En este contexto, no es extraño que quienes nos dedicamos a la fi-
losofía volvamos a preguntarnos por su sentido y por las formas en
que se vincula con ese mundo que –se supone, se prejuzga– estaría
fuera de las fronteras cerradas de esa mítica torre de marfil. Y no es
extraño que volvamos a preguntarnos, en particular, por cómo ese
vínculo se da –o puede darse, o puede desencadenarse, o potenciar-
se– en el modo académico de hacer filosofía, que es nuestro trabajo,
y que potenciaría el encierro marfileño, distanciándose así incluso
de otros modos, más nacionales y populares, de hacer filosofía.

6
EDITORIAL

Nos hacemos esta pregunta, la recogemos y tomamos la interpela-


ción. Sin embargo, nos resistimos a tomarla en términos de utilidad.
Creemos que la pregunta por la utilidad es una pregunta mal plan-
teada, que supone una respuesta en términos de mercantilización
o de instrumentalización. Tampoco pensamos que el problema esté
bien planteado en términos del vínculo con un mundo que estaría
más allá de la filosofía académica, constituyendo una trascendencia
del pensar y su acreditación a través de la burocracia científica. Si el
mundo no nos es en absoluto indistinto, no es por una buena volun-
tad o un interés teórico, sino porque ya estamos en él. No se trata por
lo tanto de unir lo separado, ni de establecer puentes entre abismos,
sino de reflexionar sobre los sentidos de ese estar en el mundo y ex-
plorar la medida en que puede ser transformado por el pensamiento.
Lo cual no quiere decir, ni por asomo, que todo resulte esclarecido, o
que no seamos presas del sentido común epocal o sesgado a nuestra
condición, que hayamos conjurado prejuicios o que logremos captar
y expresar lúcidamente ese entorno que nos atraviesa; sólo quiere
decir que tenemos que extraer y poner delante el problema.
Ya estamos afuera. Somos trabajadorxs de la investigación y la
docencia académicas, y en tanto tales parte del movimiento obrero
y no un ente extraño que contemplaría el mundo laboral desde una
vitrina (como falazmente se desliza en muchos discursos que aspi-
ran a legitimarse mágicamente sobre la base del modismo de criti-
car a la academia y a las instituciones en general, como si ello fuera
una certificación de libertad absoluta y reproduciendo paradójica-
mente el individualismo aislado que lo ve todo desde un presunto
afuera); simplemente, nuestra labor tiene sus exigencias y requeri-
mientos específicos, como toda obligación laboral: las investigacio-
nes deben realizarse, su pertinencia y originalidad justificarse, los
libros, artículos, partes de libros y trabajos en eventos científicos
deben producirse, las evaluaciones y formación de investigadorxs
concretarse, etcétera; el sistema académico lo requiere y, para bien
o para mal, es la forma que tenemos hoy de cumplir con nuestro tra-
bajo. Que tenga sus exigencias propias no significa que sea un cisne
negro en el mundo laboral. Está tan en el mundo (o tan alienada
de él) como cualquier otro trabajo. Estamos tan en el mundo como
cualquier otrx trabajador, sin transparencia ni calma, sometidxs a
los vaivenes de ser parte de lo que nos constituye, con interferencias
y éxtasis, con embriaguez y rutina.

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

De la misma manera, nos vinculamos con otras formas de ser, tra-


bajar y naufragar en el mundo. No somos sólo filósofxs académicxs.
Por ejemplo, a través de la actividad docente, inescindible de la in-
vestigación y que es siempre una inmersión en el afuera, cuando la
clase se concibe –como lo hacemos nosotrxs– como una construcción
colectiva con lxs estudiantes y como un ejercicio para repensarse
y vitalizar los conceptos. Realizamos nobles tareas de extensión y
divulgación. Ponemos el cuerpo en el afuera, cada vez que participa-
mos de las marchas y protestas para defender la educación pública,
los derechos humanos y los valores democráticos. Nos ponemos en el
afuera cada vez que redactamos y participamos en declaraciones pú-
blicas en torno a la coyuntura. Tenemos familias, amigxs, amantes,
conocidxs y encuentros con los que tejemos los más diversos modos
de comunidad, intercambio y devenir conjunto.
Ahora bien, también nuestra investigación en sí misma está ya
afuera. Nuestra labor específicamente académica es parte consti-
tutiva de lo que desborda sus fronteras disciplinarias y técnicas. Y
esto porque nuestra investigación básica tiene un aspecto inheren-
temente práctico. Estudiar la obra de lxs grandes filósofxs, hacerlo
en forma contextual y comparada con pensadorxs de otras épocas y
otras geografías, y sobre todo cruzar sus caminos con las preguntas
del presente, permite comprender que no existen cosas ni hechos
desnudos, independientes de nuestra forma de pensarlos, sino que
cada forma del pensamiento transforma el mundo, sus objetos y su
acontecer. Se trata de pensar el mundo (interpretarlo), y pensándo-
lo lo transformamos. (Quizás no de la manera inmediata en que se
puede transformar el mundo –el entorno, el estar– en otras activida-
des, pero no por ello menos productiva, eficaz o importante; porque
en sí misma la praxis supone un momento del pensar, del proyectar
y potenciar, momento que comienza con la puesta en discusión de lo
dado, del pensamiento único y hoy, concretamente, del dogmatismo
neoliberal).
Investigando, meditando, discutiendo y escribiendo comprende-
mos que, en cada tiempo, hay una imagen del pensamiento que se
constituye (o puede constituirse) como un sentido común, una ima-
gen dogmática que se anquilosa, se fija, y se vuelve la única forma
de lo verdadero, lo naturalmente cierto. Ese sentido común nos nu-
tre y nos constituye. Lo bebemos en nuestras conversaciones coti-
dianas, en nuestra educación, en los medios, en la literatura y las

8
EDITORIAL

canciones, en los cuentos que nos leen antes de ir a dormir, en la


trama de nuestras ciudades y en la arquitectura de nuestras vivien-
das. La filosofía ha sido históricamente crítica del sentido común
y, al mismo tiempo, tanto su víctima pasiva (puesto que aquel se
mete por la ventana aún en los sistemas filosóficos que han luchado
denodadamente para tapiarle hasta la más mínima abertura) como
una de sus grandes productoras (en forma deliberada o azarosa). No
hay peor estupidez filosófica que el pensamiento que se siente libre
de estupidez y sentido común. La lucha contra el sentido común en
el seno del propio pensamiento (en la filosofía, en la academia, en
nuestrxs compañerxs de ruta, en nosotrxs mismxs, sobre todo en
nosotrxs mismxs) es uno de los desafíos que la filosofía retoma sin
cesar.
Reflexionar sobre el sentido común, luchar contra sus disfraces
y astucias, combatir la estupidez (que no es otra cosa que el sentido
común hecho verdad) es una de las tareas indelegables de la filo-
sofía. Así, la filosofía es reflexión, crítica y disrupción. Nunca una
verdad, nunca un saber desapegado de su época y sus condiciones,
sino siempre un trabajo incesante sobre sí misma, en un círculo de
reflexión que nunca cesa, porque aquello sobre lo cual la reflexión
reflexiona no deja de variar, de devenir, de mutar.
También el sentido común, a pesar de su apariencia fija y an-
quilosada, no cesa él mismo de mutar (la parálisis no es más que
una abstracción, como el reposo y el instante). Las fuerzas que lo
constituyen varían, y con ellas la imagen de lo verdadero, el valor
de los valores. La axiología quiso protegernos del relativismo de la
posmodernidad, pero, velozmente, se mostró ella misma relativa.
La mutación del sentido común puede llevar milenios, pero tam-
bién acelerarse hasta el vértigo, como se hizo evidente en nuestro
país en los últimos años. Cambió el gobierno, cambiaron las fuerzas
hegemónicas, cambió la subjetivación y, con ello, cambió el sentido
común mismo. Cambió aquello que pretende y logra relativamente
establecerse como pensamiento hegemónico en cierto contexto, ten-
sionando internamente seguidores y detractores. Los valores que
parecían ganados para siempre se han puesto en duda, e incluso in-
vertido. Cada variación de valores modifica el mundo, y exige nue-
vos conceptos para pensarlos y para luchar contra su aberración,
cuando ésta tiene lugar. Exige, por lo tanto, crear conceptos. Y tal es
la tarea específica de la filosofía.

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Sin embargo, la filosofía no debe por ello confundirse con un ilu-


minismo, como si fuera la disciplina que detenta la verdad de las
formas del saber y endereza el pensamiento torcido del pueblo. Lxs
no-filósofxs ya piensan y tienen un buen sentido (siguiendo la dis-
tinción de Gramsci) del cual, muchas veces, lxs filósofxs carecemos,
envueltos en la maraña de conceptos, términos y sistemas. No ense-
ñamos a pensar. No les decimos a lxs demás quiénes son, ni sabemos
la verdad hundida en la impenetrable otredad. No atravesamos con
la luz de nuestra razón los abismos de las perspectivas, las coyun-
turas y las contingencias que constituyen las individuaciones (indi-
viduales y colectivas) con las que compartimos la esfera social. Sólo
practicamos la actitud del pensamiento que desconfía de sí mismo.
La ejercitamos y convocamos a quienes no han pensado en prac-
ticarla a ejercitarla ellxs mismxs. Y sólo ejercitando la crítica y la
reflexión, el buen sentido puede distinguirse de ese sentido común
que arrastra y lleva consigo. Se trata de un mero punto de partida,
no de llegada.
Ya estamos afuera, entonces, trabajando, viviendo, investigando.
Ahora bien, la experiencia histórica muestra que, si bien en sí habi-
tamos el mismo mundo, las esferas tienden a escindirse, a deshacer
la comunidad que, ontológicamente, pone a la sociedad como prius
del individuo. Una vez abierta la brecha, fragmentada la comuni-
dad, la actividad reflexiva y los conceptos creados por la filosofía
pueden quedar atrapados en los libros y los debates académicos, o
pueden tener una influencia más o menos decisiva en la sociedad
en su conjunto. Encrucijada vital para nuestra actividad. ¿De qué
depende su declinación? ¿De un mero azar, o de fuerzas que tra-
bajan a espaldas de nuestra actividad y que de pronto recogen sus
frutos, como un mar embravecido recoge los vestigios que arrastra?
¿Podemos volcar deliberadamente nuestra labor en la esfera social?
¿Debemos hacerlo? El intelectual comprometido es, después de todo,
una figura que ha suscitado bien ganada desconfianza. La interven-
ción en la esfera pública no puede hacerse, por tanto, con ingenui-
dad o naturalidad.
Existen diferentes modos de encarar el salto hacia lo que se ha
vuelto ajeno. Uno es la divulgación, a la que mucho debe la actua-
lidad de la filosofía. Colegas y amigxs se desempeñan con virtuo-
sismo en ese difícil campo de transformar las nociones filosóficas,
frecuentemente duras y secas, en frutos jugosos para el público ma-

10
EDITORIAL

sivo. Algunxs, menos virtuosxs, caen en simplificaciones excesivas


y transforman el arte del pensamiento en un catálogo de caricatu-
ras. La filosofía arriesga convertirse en mercancía, el discurso en
edificante, el genuino placer de pensar en mero consumo de nove-
dades. En todos los casos, desnudan en la academia, incluso en quie-
nes intentamos conjurarlo sin cesar, un excesivo recelo de poner su
labor en un cuerpo a cuerpo con otros ámbitos sociales. El gesto de
ir hacia afuera no puede ser dejado de lado.
Otro camino es la vía de la autonomía filosófica. Como alguna
vez teorizó el arte, en esa autonomía, en ese gesto de trabajar sus
propias leyes y formas de desarrollo y validez, consistiría su rela-
ción con la sociedad. La filosofía se comunica con lo social merced
a su autonomía, y evita todo riesgo de explicar al otro su verdad
y sentido. Las leyes de la academia, sus códigos disciplinarios, el
formato de sus formas de comunicación, la división social de los
estamentos intra-disciplinarios, los modos de intercambio y eva-
luación, formarían en su juego ese campo autónomo. Especiali-
zarse sería la clave de la socialización. Como dijimos más arriba,
sería al mismo tiempo la forma de cumplir con nuestro trabajo y,
por lo tanto, a mucha honra.
Un tercer modo, quizás más frágil en su certeza, es el que veni-
mos abrazando quienes hacemos Ideas, revista de filosofía moderna
y contemporánea. Se trata de tejer lazos, colaboración, comunidad.
Pensar la filosofía como una actividad eminentemente colectiva que
necesita que se creen y sostengan los espacios que la hagan posible.
Escribimos en el editorial del número 4, en ese sentido, que los gru-
pos de investigación son las bases de la filosofía, y no los individuos
solos y aislados. Grupos que realizan jornadas, coloquios, encuen-
tros y debates, donde se expone ante el público, donde convocamos
también a sumarse a colegas y amigxs. Encuentros donde nos en-
contramos con otros grupos y modos de pensamiento. Jornadas de
discusión. Encuentros con otrxs investigadorxs de América Latina
y el mundo. Libros que se distribuyen en forma gratuita en todo el
mundo gracias a la inmediatez de lo virtual. Esta revista, donde se
juntan los artículos académicos con doble referato ciego de pares
con los márgenes, las crónicas y los debates. Donde podemos home-
najear a nuestrxs maestrxs y tratar de hacer honor a su memoria.
Uso intensivo de las redes sociales. Iniciativas como la Definición de
Agosto, en la que varios de quienes hacemos esta revista firmamos

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

y adherimos. Eventos como la noche de la filosofía en Télam, donde


esta revista participó junto a otrxs colegas (en su enorme mayoría
académicxs como nosotrxs) defendiendo a lxs compañerxs injusta-
mente despedidxs y perseguidxs, y también estableciendo un con-
trapunto con la noche oficial de la filosofía. Y sin embargo, conven-
cidxs de que también podemos confluir con aquellxs que optaron
por ir al Centro Cultural Kirchner a llevar la pelea desde adentro, en
conflicto directo con la infame dirección de la ahora Secretaría de
Cultura. En cada una de estas instancias, en cada punto de colecti-
vidad, el pensamiento alcanza una nueva densidad, una dimensión
imposible para un pensar solitario. Cada vez mayor densidad, hasta
alcanzar el umbral de desborde donde, de pronto, nos encontremos
ya inmersxs en el punto en que la diferencia entre la filosofía acadé-
mica y lo social se haga indiscernible, haciendo bloque con la otre-
dad, tejiendo comunidades de sentido. Desbordadxs de filosofía, el
problema del exterior –soñamos– se habrá desvanecido.

Ideas, revista de filosofía moderna y contemporánea

12
dossier
el legado filosófico
de Jorge Dotti
JORGE DOTTI,
in memoriam

Francisco Bertelloni es profesor (consulto) de Historia de la Filosofía Medieval en la


Facultad de Filosofía y Letras (UBA) e investigador superior jubilado en el CONICET.
Dirige la revista Patristica et mediaevalia, la Sección de Filosofía Medieval de la Facultad
de Filosofía y Letras y el Instituto de Filosofía (UBA). Dictó cursos en Suiza, Italia, Brasil,
Alemania y Portugal. Ha publicado numerosos artículos sobre filosofía medieval y teoría
política en revistas argentinas y extranjeras.
Cuadrado negro y cuadrado rojo. Kasimir Malevich

14
Estructuras formales
en la operatividad de
una soberanía absoluta
FRANCISCO BERTELLONI
(UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - ARGENTINA)

Recibido el 30 de julio de 2018 – Aceptado el 15 de septiembre de 2018.

RESUMEN: El artículo trata de las estructuras ABSTRACT: The paper deals with the formal
formales que se muestran cuando el absolutus structures that are shown when the political
político opera como absoluto. Por ello, el artí- absolutus operates as an absolute. Therefore,
culo no intenta demostrar la existencia de un the paper does not attempt to demonstrate the
absolutus político. Tampoco intenta encontrar existence of a political absolutus. Nor does it
el status ontológico de ese absoluto. Tampoco attempt to find the ontological status of that
trata de justificar la forma en que actúa ese ab- absolute. Nor does it try to justify the way in
soluto, porque si admitimos que este absoluto which that absolute acts, because if we admit
político existe, tenemos que admitir que opera that this political absolute exists, we have to
consistente­mente a su status de absoluto. Para admit that it operates consistently to its status
definir los límites del tema, es necesario recu- as absolute. In order to define the limits of the
rrir a Carl Schmitt. La originalidad de Schmitt subject it is necessary to turn to Carl Schmitt.
consiste en hacer confluir política y teología. Schmitt’s originality consists of bringing toge-
Llamó a esa coincidencia teología política. Pero ther politics and theology. He called that coinci-
su déficit fue no haber estudiado mejor la tradi- dence political theology. But its deficit was not
ción teológico-política para ahondar más en las having studied better the theological-political
estructuras formales de la operatividad de un tradition to know better the formal structures of
poder político absoluto. Este trabajo se ocupa, the conducts of an absolute political power. In
primero, del mejor paradigma de la teología this paper I deal, first, with the best paradigm of
política medieval (Aegidius Romanus) y su des- medieval political theology (Aegidius Romanus)
cripción de las estructuras formales de la ope- and its description of the formal structures
ración de un poder monárquico absoluto. Luego of the operation of an absolute monarchical
presento una síntesis de la confluencia de la power. Then I present a synthesis of the con-
política y la teología en Schmitt. Esta confluen- fluence of politics and theology in Schmitt. This
cia ayudará, en tercer lugar, a un acercamiento confluence will help, thirdly, an approach and
y una comparación entre Schmitt y Aegidius. a comparison between Schmitt and Aegidius.
Trataré de mostrar que en el origen más remoto I try to show that in the most remote origin of
de las estructuras formales del funcionamiento the formal structures of the operation of an
de una soberanía absoluta ya están presentes absolute sovereignty the categories of classical
las categorías de la teología clásica. theology are already present.
PALABRAS-CLAVE: Carl Schmitt – Egidio KEYWORDS: Carl Schmitt – Egidio Romano –
Romano – teología política – poder político political theology – absolute political power.
absoluto.

15
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

JORGE DOTTI,
in memoriam
El fin del mundo es más real que
el mismo mundo que se acaba
(Chesterton, La esfera y la cruz, cap. XIX)

L a idea de una soberanía absoluta ha conocido formulaciones de


estilo antagónico. Las que recoge la literatura están en un extre-
mo. El cubano Alejo Carpentier fue quien mejor las describió cuando,
remedando un argot latinoamericano, relata que un tal Cholo Mendo-
za, sudoroso, baja rápidamente de un automóvil e informa al Primer
Magistrado que el general Ataúlfo Galván se alzó contra el gobierno
“a la boliviana”, argumentando defender una Constitución que nunca
había sido observada “por aquello de que jefe con cojones no se guía
por papelitos”.1 En el otro extremo, las formulaciones de algunos capí-
tulos de la Academia hablan de otra revuelta –al menos posible– ad-
mitida por una teología que enseña que Dios podría, con su potentia
absoluta, destruir el actual orden del mundo e instituir uno nuevo.
Ahora no es el jefe con cojones, sino un Dios omnipotente el que pasa
por encima del actual orden del mundo, lo aniquila, e introduce un
orden nuevo que, a su vez, puede volver a sustituir por otro.
¿Tienen algo común ambas soberanías, la sudamericana y la de
Dios? ¿Son cercanos en algo los cojones de quien no respeta la Cons-
titución y la omnipotencia divina? Un reciente dixit de mi amigo
Andrés Rosler (dime qué concepción de Dios tienes y te diré cuál es tu
concepción política) parece sugerir acercamientos. Lo conversé con
Jorge Dotti a propósito de Carl Schmitt y llegamos a algunos, pocos
acuerdos. Pero ese fructífero intercambio estimuló mi búsqueda de
las estructuras presentes en el modus operandi de un ab-solutus que,
sin límites, introduce un orden totalmente nuevo en la realidad.
Mi problema no era fundamentar la existencia de ese absolutus
ni encontrar su condición ontológica. Tampoco era justificar su ope-
ratividad, pues si admitimos que existe ese absoluto, debemos admi-
tir que opera en forma consecuente con su carácter de absoluto. Mi

1
Carpentier, Alejo, El recurso del método, México, Siglo XXI, 1974, p. 31.

16
ESTRUCTURAS FORMALES EN LA OPERATIVIDAD DE UNA SOBERANÍA ABSOLUTA FRANCISCO BERTELLONI

problema residía en hallar las estructuras formales de su operati-


vidad. Intentaré aquí describir esas estructuras, lamentablemente,
sin mi querido interlocutor.
Para marcar los límites del tema es inevitable recurrir a Schmitt.
Su originalidad residió en hacer confluir política y teología, con-
fluencia que llamó teología política.2 Pero su notable déficit fue, en
mi opinión, no haber aprovechado la tradición teológico-política
para ahondar más en las estructuras formales de la operatividad
de un poder político absoluto. En lo que sigue expondré, primero, el
mejor paradigma de teología política medieval y su descripción de
las estructuras formales de la operatividad de un poder monárquico
absoluto. Luego presento una síntesis de la confluencia de política y
teología en Schmitt que me servirá para intentar, en tercer lugar, un
acercamiento entre ambos. Mi objetivo es mostrar que el origen más
remoto de las estructuras formales de la operatividad de una sobera-
nía absoluta ya están presentes en algunos capítulos de una teología
que, aunque sin duda es clásica, no es la única teología posible.

-I-

El mejor paradigma de un esquema teológico aplicado al orden polí-


tico es el tratado De ecclesiastica potestate3 de Egidio Romano, escrito
poco después del 1300. Poco antes, la filosofía política naturalista,
emergente desde la segunda mitad del siglo XIII, había anclado la po-
lítica en la natura aristotélica. Egidio, en cambio, ancla la política en
el orden sobrenatural resultante de la historia de la salvación cris-
tiana. Ello equivale a una total teologización de la política. Ésta no
toma su origen en la naturaleza humana, sino en el pecado adánico.
Esa contraposición genera dos tipologías de la política radicalmente

2
Mario Scattola, en Teología política, Bs. As., Nueva Visión, 2008, reconstruye la génesis
histórica de una teología política que comienza en S. Agustín, pasa por el medioevo
y la modernidad y llega hasta hoy. Esa reconstrucción histórica es meritoria y útil,
pero en ella la teología política tiene un significado lato que incluye todo discurso
en el que lo sagrado toca, más o menos, el discurso político. Aquí limito mi uso del
término al significado schmittiano: vaciamiento del sentido carismático de la teología,
consecuente formalización y aplicación de las estructuras formales resultantes al
discurso político. En este contexto no importa si Dios o lo sagrado (i.e. algún absoluto)
existen o no, sino, si existieran, si sus modos de ser y operar serían o no análogos con
los modos de ser y operar de un poder político absoluto.
3
En adelante cito página de la edición de R. Scholz, Aegidius Romanus. De ecclesiastica
potestate, Aalen, Scientia, 1961.

17
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

diferentes. Una es la del naturalismo político, apoyado en


la regularidad y frecuencia de la legalidad natural. Esta
JORGE DOTTI, legalidad permitía atribuir al naturalismo político una
in memoriam buena dosis de racionalidad, pues la regularidad y la fre-
cuencia actuaban como categorías conceptuales básicas
de su arquitectura teórica. Otra tipología fue teológica. En
ella el orden político no se apoya en la legalidad natural,
sino que depende de la decisión de un poder absoluto. Egi-
dio construye un orden “político” piramidal cuyo vértice lo ocupa el
sacerdocio; más aún, el primer sacerdote es el Papa. Éste, como su-
premo administrador de los medios de salvación, posee una potestas
coactiva ilimitada (plenitudo potestatis), cuyas características son: es
ejercida por el Papa dentro de una Ecclesia que abarca toda la rea-
lidad, espiritual y temporal; alcanza a todos los cristianos, clérigos
y laicos; y es condición de la salus, es decir, de la realización de los
hombres sobre los cuales ella es ejercida. De allí su conclusión: extra
Ecclesiam nulla salus, es decir, fuera del ordo y la legalidad eclesiásti-
cos y sin subjectio a la potestas papal el hombre se destruye y perece.
La imagen veterotestamentaria del Arca de Noé, único espacio posi-
ble de conservación de las especies, prefigura la Ecclesia neotesta-
mentaria como espacio exclusivo de realización del hombre.
La síntesis precedente se apoya en tres elementos: un poder abso-
luto, un orden eclesiástico instituido y sostenido por ese poder abso-
luto, y la posibilidad del hombre de no perecer y de realizarse gra-
cias a ese orden eclesiástico, es decir, la realización humana. Nótese
que en esta argumentación el punto de partida y la primera certeza
introducida como axioma es el dato revelado transmitido por Mateo
16, 19: la existencia del poder de Pedro como sede de todo el poder,
espiritual y temporal. La segunda certeza la ofrece la experiencia;
ésta constata que, además del poder total, existen poderes menores;
por ejemplo, los poderes temporales. Luego recurre a Dionisio Pseu-
doareopagita para mostrar que en toda la realidad existe una re-
ducción de lo inferior a lo superior mediante intermediarios.4 Y por
fin aplica esa reductio per media a las relaciones entre los poderes
temporal y espiritual. Así puede concluir que el poder temporal se
subordina al espiritual, no directamente, sino mediante interme-

4
“[...] secundum Dionysium in De Angelica Ierarchia lex divinitatis est infima in suprema
per media reducere. Hoc ergo requirit ordo universi, ut infima in suprema per media
reducere” (ibíd., p. 12).

18
ESTRUCTURAS FORMALES EN LA OPERATIVIDAD DE UNA SOBERANÍA ABSOLUTA FRANCISCO BERTELLONI

diarios. Nótese que Egidio no recurre a Dionisio para fundamen-


tar la subordinación de reinos y naciones al poder espiritual –pues
esa subordinación surge de Mateo 16, 19, es axiomática–, sino para
mostrar, con conceptos filosóficos, el modo como naciones y reinos
se subordinan a la Iglesia y las relaciones entre ambos derivadas
de ese modo. Así concluye que el poder temporal está ordenado al
espiritual como lo inferior a lo superior según la estructura de la
mediación gradual.
Con todo, la mediación no atenta contra la reductio, pues a pesar
de la mediación, esa subordinación es una dependencia total del po-
der temporal respecto del espiritual: gladius temporales [...] reducen-
dus est per spiritualem tamquam per superiorem.5 Ahora bien, si la
dependencia del poder temporal respecto del espiritual es total y si
el poder espiritual se extiende a todo, ¿cómo justificar que el poder
temporal no es superfluo? ¿No basta con la existencia de un solo po-
der?6 Su respuesta se apoya en la analogía entre el modo como Dios
gobierna el mundo y el modo como lo gobierna el poder espiritual.
En virtud de su omnipotencia, todo lo que Dios puede con la cria-
tura lo puede sin ella, puede calentar sin fuego, enfriar sin agua.7
Pero además Dios tiene una superabundante bondad y comunica su
dignidad a las criaturas para que éstas –y no sólo Él– actúen como
causas de las cosas. Aunque en virtud de su omnipotencia Dios pue-
de operar sobre la realidad sin esas causas, en virtud de su bondad
puede operar con ellas, es decir cogobernar.8 Análogamente, el po-
der espiritual cogobierna junto con el temporal y a través de éste eje-
cuta actos de gobierno que, si ejecutara directamente, no ejecutaría
tan convenientemente como cuando los ejecuta a través del poder
temporal. Éste, pues, opera acciones que contribuyen a un gobier-
no más adecuado del poder espiritual sobre los hombres. Aunque
el poder espiritual puede gobernar toda la realidad directamente,
debe actuar sobre lo mejor de ella; por ello es preferible que, además

5
Ibíd., p. 13.
6
“[...] quia cum potestas spiritualis extendat se ad omnia et iudicet omnia, non solum
animas, sed eciam corpora et res exteriores, videtur, quod unus solus gladius sufficiat”
(ibíd., p. 112).
7
“[...] quicquid potest Deus cum creatura, potest sine creatura [...] posset enim Deus
calefacere sine igne, infrigidare sine aqua [...]” (ibíd., p. 131).
8
“[...] voluit dignitatem suam communicare creaturis, et voluit, quod creature sue haberent
acciones proprias et virtutes proprias et essent cause rerum [...]” (ibídem).

19
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

del poder espiritual –que tiene jurisdicción universal–,


exista también el poder temporal que está bajo el poder
JORGE DOTTI, espiritual, es instituido por él y obra por comisión de él
in memoriam
para desempeñar una función definida.9
El carácter no superfluo del poder temporal y la con-
secuente simultaneidad de jurisdicciones ejercidas por
ambos poderes sobre el mismo ámbito permite distinguir
entre esencia del poder y modo de ejercerlo. La afirmación
que dice que el poder temporal no es superfluo, sino que tiene ju-
risdicción legítima porque es instituido para facilitar la dedicación
del poder espiritual a gobernar las mejores cosas y así optimizar
el ejercicio del poder espiritual, concierne sólo al modo de ejercicio
de ambos poderes; esa afirmación no afecta la afirmación que se
expide acerca de la esencia de esos poderes, según la cual el poder
temporal está contenido en el espiritual que puede producir, sin el
poder temporal, los mismos efectos que produce con la mediación
del poder temporal. Egidio descarta que el poder espiritual pueda
con el temporal algo que no podría sin él.10 Si así fuera, habría en las
cosas inferiores un poder que no está en las superiores;11 ello aten-
taría contra la plenipotencia del poder espiritual garantizada axio-
máticamente por la entrega de ambos poderes al Papa.12 Ello crea
un espacio de simultáneo coejercicio de ambos poderes. Este espa-
cio optimiza el modo del ejercicio del poder espiritual mediante el
temporal y, al mismo tiempo, conserva intacta su esencia, que es la
misma tanto en el modo de ejercicio inmediato como en el modo de
ejercicio mediato del poder espiritual, que aunque no es un modo ne-
cesario de ejercicio del poder, es el más conveniente.13 Ello se resume
en dos tesis: (a) todo lo que el poder espiritual puede con el temporal,
lo puede sin él; (b) la existencia del poder temporal como potestas no

9
“Potestas [...] terrena est sub spirituali et instituta per spiritualem et agit ex institucione
spiritualis potestatis” (ibíd., p. 114).
10
“[...] quoniam aliquid potest superior cum potestate inferiori [...] quod non potest sine ill[a
...]” (ibíd., p. 129).
11
“[...] quia aliqua potestas potest esse in inferioribus que non est in superioribus [...]” (ibíd.,
p. 135).
12
“[...] quia utrumque gladium habet ecclesia et utramque potestatem, sibique simul terreni
et celestis iura imperii sunt commissa, extra quam non est salus [...]” (ibídem).
13
“[...] non est decens quod habeat eam [i.e. execucionem materialis gladii] immediatam”
(ibídem).

20
ESTRUCTURAS FORMALES EN LA OPERATIVIDAD DE UNA SOBERANÍA ABSOLUTA FRANCISCO BERTELLONI

superflua se justifica porque él puede hacer en la realidad, de otro


modo, lo que el poder espiritual puede hacer sobre la misma reali-
dad directamente. La tesis (a) presenta una situación ontológicamen-
te irrevocable que concierne a la naturaleza ontológica de los poderes
y a su mutua relación. Esa relación no puede sufrir mutaciones que
afecten la plenitudo potestatis del poder espiritual. En cambio la tesis
(b) presenta una situación referida al modo accidental de ejercicio de
los poderes, acerca de cuya esencia e inalterabilidad –no acerca del
modo de ejercerlo– se expide la tesis (a). Egidio presenta la tesis (b) (el
coejercicio de ambos poderes) como compatible con la tesis (a) (todo
lo que el poder espiritual puede con el temporal lo puede sin él). Esa
compatibilidad sólo implica la conveniencia de (b), y concierne sólo
al modo de ejercicio del poder; por ello la tesis (b) es accidental. Egidio
presenta esa conveniencia implícita en la tesis (b) como la situación
normal de gobierno: a pesar de su carácter no necesario y accidental,
conviene (es decens) que en situaciones normales coactúen ambos
poderes, pero este coejercicio es sólo un modo de gobierno, no una
situación que afecte la esencia del poder cuya naturaleza es expre-
sada por la tesis (a). El coejercicio de ambos poderes en situaciones
de normalidad no es una regla esencial ni necesaria, sino una regla
modal y posible de ejercicio del poder. Por ello puede ser alterada por
una regla o principio esencial concerniente al poder mismo.
Para llegar a la tipificación teórica de la plenitudo potestatis Egi-
dio despliega una amplia red de relaciones entre la situación de nor-
malidad expresada por la tesis (b) y el caso de excepción equivalen-
te a la actualización fáctica de la totalidad del poder atribuido por la
tesis (a) al poder espiritual.
La primera relación se percibe en la respuesta a la pregunta:
¿cuándo puede ser alterada la situación (b) de coejercicio de ambos
poderes? Egidio responde: cuando el Papa interviene inmediata-
mente en el orden temporal, no a través de los poderes por él ins-
tituidos para casos normales. Esta situación se llama casus immi-
nens.14 Egidio justifica esta intervención inmediata en la dimensión
espiritual implicada en lo temporal. Esa intervención tiene lugar

14
“Nam quia spiritualis gladius est tam excellens et tam excellentia sunt sibi commissa, ut
liberius possit eis vacare, adiunctus est sibi secundus gladius, ex cuius adiunccione in nullo
diminuta est eius iurisdictio et plenitudo potestatis ipsius sed ad quandam decenciam
hoc est factum, ut qui ordinatur ad magna, nisi casus immineat, non se intromittat per
se ipsum et immediate de parvis” (ibíd., pp. 145 ss.).

21
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

cuando lo espiritual implicado en lo temporal es afecta-


do por el mal gobierno del poder temporal. En este caso
JORGE DOTTI, se produce una usurpación de las cosas temporales, esa
in memoriam
usurpación implica un mal para el espíritu que debe ser
corregido por el poder espiritual,15 las cosas temporales
pasan a ser llamadas espirituales16 y pasan a estar bajo
jurisdicción del poder espiritual.17
La segunda relación se expresa analogando el casus
imminens con el modo como Dios actúa sobre la realidad sin causas
segundas. En virtud de una ley común de gobierno de las cosas, Dios
distribuye sus virtudes a todas las criaturas, otorga a cada una su
virtus, no obstaculiza la acción de ninguna y permite que cada una
opere según su propia virtus.18 Según esta ley común Dios no hace
excepciones, actúa frente a cada cosa de modo uniforme y regular.19
Análogamente, el Papa gobierna la Iglesia siguiendo la ley común,
actúa uniformemente frente a cada uno de sus miembros,20 conser-
va a cada uno en su estado, no impide el oficio de ninguno21 y no in-
terviene directamente en los asuntos temporales que corresponden
al poder temporal.22 Pero los agentes naturales pueden depender de
Dios también según una ley especial,23 pues Dios tiene un dominio
universal sobre el mundo natural que le permite hacer que el fuego

15
“Sed iudex spiritualis et ecclesiasticus habebit huiusmodi iurisdiccionem, ne ipsa
temporalis indebite accepta et inuste usurpata inferant malum animabus nostris et
spiritibus nostris” (ibíd., p. 180).
16
“In hiis ergo casibus ipsa temporalia possunt dici spiritualia” (ibídem).
“[...] in certis casibus, quia ipsa temporalia secundum se et immediate ordinantur ad
17

corpus [...] ex mandato tamen domini [spectat ad potestatem ecclesiasticam excercere


temporalem iurisdiccionem]” (ibíd., p. 179).
18
“Quod universale agens omnibus rebus suas virtutes tribuit et nullam rem in sua accione
impedit, sed omnes res proprios cursus agere sinit” (ibíd., p. 150).
19
“[Deus] secundum communem legem se habet uniformiter ad omnia” (ibíd., p. 151).
20
“Sicut [...] censendum est de Deo, prout secundum legem communem gubernat totum
mundum, sic eciam censendum est de vicario Dei, prout secundum communem legem
totam ecclesiam gubernat [...]” (ibíd., p. 152).
21
“[...] summus pontifex [...] secundum legem communem gubernat ecclesiam et ad
omnia uniformiter se habet, quia omnia in suo statu conservat [...] nullum in suo
officio impedit [...]” (ibíd., p. 155).
22
“Secundum [...] legem communem non intromittet se Papa de temporalibus [...]” (ibíd., p.
156).
23
“Sic enim videmus in naturalibus quod aliqua fiunt [...] secundum divinam dispensacionem
et Dei providenciam specialem [...]” (ibíd., p. 150).

22
ESTRUCTURAS FORMALES EN LA OPERATIVIDAD DE UNA SOBERANÍA ABSOLUTA FRANCISCO BERTELLONI

no caliente o el agua no moje.24 Análogamente, el Papa tiene un do-


minio universal sobre las cosas temporales;25 aunque normalmente
gobierna siguiendo la ley común y no incursiona in temporalibus,
puede hacerlo si en lo temporal acontece algo que exige su inter-
vención directa.26 Esta intervención implicará –como sucede cuan-
do Dios interviene más allá de la ley común– actuar más allá del
normal curso de los acontecimientos.
La tercera relación es resuelta con un concepto filosófico: la cau-
salidad. Primero formula su definición de plenitudo potestatis en
términos positivos: tiene plenitud de poder el agente que, sin causa
segunda, puede hacer todo lo que puede hacer con causa segunda.27
El fundamento de esta proposición reside en que ese agente tiene
un poder en el que se concentra todo el poder. Luego lo hace en tér-
minos negativos: carece de plenitud de poder el agente que no tiene
el poder de efectuar sin causa segunda lo que puede con ella.28 El
fundamento de esta proposición reside en que ese agente carece del
poder en el que está concentrado todo el poder. Paradigma de pleni-
tudo potestatis es el poder de Dios: in ipso Deo est plenitudo potesta-
tis. Dios puede sin causas segundas todo lo que puede con ellas, pues
puede todo del mismo modo como lo puede cuando hace un milagro,
es decir, cuando salta por encima del curso de las leyes regulares
de la naturaleza. Aunque normalmente Dios permite que las causas
segundas actúen según sus propias leyes, el verdadero poder divino
no se muestra en su accionar natural, sino en el milagro, máxima
expresión de la omnipotencia de Dios que neutraliza la acción de las
causas segundas y produce inmediatamente un efecto sin recurso
a otra causa que no sea su poder absoluto. Análogamente, también
el Papa tiene plenitud de poder en la Iglesia y puede actuar direc-
tamente en ella pasando por encima de sus instituciones.29 Aunque

24
“Nam sicut Deus habet universale dominium in omnibus rebus naturalibus, secundum quod
dominium facere posset, quod ignis non combureret et aqua non madefaceret [...]” (ibídem).
25
“[...] ipse tamen secundum communem legem mundum gubernat [...]” (ibídem).
26
“[...] nisi aliud speciale in talibus [rebus temporalibus] occurrat [...]” (ibídem).
“[...] plenitudo potestatis est in aliquo agente, quando illud agens potest sine causa
27

secunda, quicquid potest cum causa seconda” (ibíd., p. 190).


28
“Quod si agens aliquod non habet tale posse, consequens est, quod non habeat plenum
posse, quia non habet posse in quo reservatur omne posse” (ibídem).
29
“Posset enim [summus pontifex] providere cuicumque ecclesie sine eleccione capituli,
quod faciendo ageret non secundum leges communes inditas, sed secundum plenitudinem

23
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

regularmente la gobierna respetando instituciones y le-


yes que Él instituye, en casus imminens puede obrar sin
JORGE DOTTI, ellos,30 pues en virtud de una deficiencia en el ejercicio de
in memoriam los poderes delegados, éstos se repliegan y se concentran
en su origen.
Por fin, el casus imminens puede ser leído con otra cate-
goría teológica: la escatología. El discurso escatológico es
un discurso sobre lo último, pero al mismo tiempo sobre
lo más originario que se deja percibir como presente en las situacio-
nes preescatológicas sólo cuando irrumpe el momento escatológico.
Aquí adquiere su sentido el epígrafe que he elegido para este artícu-
lo: “El fin del mundo es más real que el mismo mundo que se acaba”.
En nuestro contexto, el epígrafe puede ser reformulado así: el casus
imminens es más real que el orden jurídico eclesiástico que caduca.
Pues la irrupción del momento escatológico implica la caducidad del
proceso preescatológico precedente y la aparición de otra realidad,
de una situación nueva equivalente a un progreso cualitativo, tanto
desde el punto de vista de la manifestación de lo que la realidad es
como desde el punto de vista de nuestro conocimiento de ella. Tam-
bién el casus imminens es una situación última en cuanto a su rea-
lización temporal, pero primera en el orden de la fundamentación;
es como un momento escatológico cuya irrupción facilita nuestra
inteligencia de las situaciones preescatológicas. Cuando irrumpe el
casus imminens el orden institucional se revela como un orden de-
rivado de la plenitudo potestatis del poder espiritual: porque está
cronológicamente al final, el casus imminens es una realidad últi-
ma, pero es primera en sí pues a partir de ella pueden explicarse las
primeras. No se entiende la plenitudo potestatis desde el orden ecle-
siológico-institucional, sino éste desde la plenitudo potestatis que
irrumpe en el casus imminens. El casus imminens es el momento de
eclosión de la escatología del poder político porque constituye el mo-
mento culminante del proceso que comienza con la presentación de
la subordinación per media de gentes et regna a la ecclesia y concluye
en la presentación de esa subordinación immediate.

potestatis” (ibíd., p. 191).


30
“[...] summus pontifex [...] secundum has leges debet ecclesiam gubernare [...]. Ex causa
tamen racionabili potest preter istas communes leges sine aliis agentibus agere, quia
posse omnium agencium reservatur in ipso, ut sit in ipso omne posse omnium agencium in
ecclesia et ut ex hoc dicatur, quod in eo potestatis residet plenitudo” (ibíd., p. 192).

24
ESTRUCTURAS FORMALES EN LA OPERATIVIDAD DE UNA SOBERANÍA ABSOLUTA FRANCISCO BERTELLONI

En síntesis, el casus imminens es una situación excepcional. En ella


se verifica la caducidad de la jurisdicción del poder temporal y la re-
conducción de todos los poderes a su origen: el poder espiritual. El ca-
sus imminens equivale al tránsito desde el ejercicio normal del poder
mediate hacia su ejercicio pleno immediate, es decir, cuando irrumpe
in re todo el contenido conceptual de la tesis esencial (a) que sustituye y
neutraliza provisoriamente la vigencia del contenido conceptual de la
tesis modal (b). En el casus imminens el contenido conceptual del posse
omnia propio del poder espiritual coincide con el ejercicio concreto del
posse omnia, es decir, se pone de manifiesto fácticamente la totalidad
de ese posse omnia y eclosiona en la realidad la plenitudo potestatis pa-
pal en toda su potencia. Como comportamiento del poder originario
respecto de los poderes derivados, el casus imminens es una situación
extrema que pone a prueba la condición ontológica de esos poderes
derivados y les compele a mostrarse en su verdadera naturaleza, aún
oculta en el modo de subordinación mediato. Pues el casus imminens
desoculta la realidad político-eclesiástica y la muestra en lo que ella en
verdad es: el poder total del Papa. Ello permite percibir la paradoja que
subyace en la estructura del tratado: mientras la normalidad y la regu-
laridad propia del orden jurídico-institucional de la Iglesia expresan un
orden alterable y accidental, el casus imminens muestra una potestas
inalterable y ontológicamente irrevocable. Así, mientras lo regular y
normal es accidental y alterable, lo excepcional es esencial e inaltera-
ble. El casus imminens logra desnudar los tres aspectos más relevantes
de la teoría política de Egidio: (1) la esencia de cada uno de los pode-
res implicados en la relación de subordinación, (2) el carácter pleno y
esencial del poder espiritual y (3) el carácter derivado y accidental del
coejercicio con ella del poder temporal.

- II -

Objetivo del pensamiento de Carl Schmitt es recuperar la especifici-


dad de la política. Núcleo conceptual de su pensamiento es lo que ha
sido denominado, con razón, la autonomía de lo político.31 Decidido
enemigo de posiciones que ven en ella un epifenómeno de la eco-

Distintas perspectivas acerca de esa autonomía han sido reunidas en el volumen


31

Die Autonomie des Politischen. Carl Schmitts Kampf um einen beschädigten Begriff,
Herausgegeben von Hans-Georg Flickinger, Weinheim, VCH, 1990.

25
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

nomía, el derecho o la sociología, Schmitt quiere mostrar


que la política no es reductible a otras disciplinas, sino
JORGE DOTTI, que tiene una esencia propia que permite explicarla des-
in memoriam
de sí misma. Pero aunque combate en todos los frentes que
muestran la posible emergencia de una instancia no polí-
tica con aspiraciones a colocarse por encima de ella para
operar como su fundamento, el pensamiento de Schmitt
se muestra en todo su apogeo, sobre todo, cuando debe en-
frentar a su gran adversario visible: el normativismo jurídico.
Para superar la simple decisión y, con ello, para privilegiar las
normas sobre el arbitrio implícito en la política y en el hombre, el
normativismo hace de toda norma una suerte de derivación de una
norma anterior. Pero de ese modo, reprocha Schmitt, el sistema de
normas se constituye en un límite permanente más allá del cual es
imposible remontarse. Esa imposibilidad de salir del sistema nor-
mativo hace que éste opere como un ab-solutus habilitado para re-
gular todos los conflictos que emergen dentro del orden político.
Con ello, lo político es subsumido en lo jurídico, y éste se transforma
en fundamento del orden político. Schmitt identifica el normativis-
mo con el principal protagonista de la despolitización porque hace
de la norma un gran soberano capaz de resolver las crisis políticas
dentro de un marco exclusivamente jurídico. Pero en rigor es exac-
tamente lo contrario lo que debería suceder, pues lo político “[...] es
lo que no se puede subsumir”; y, porque es excepcional, “escapa a
toda determinación general”.32
¿Qué significa que lo político es excepcional? Para oponerse a la
despolitización consecuente a la absolutización de la norma, Sch-
mitt recurre a una situación extrema: la irrupción de la crisis o del
caos del sistema regulado por las normas. Schmitt utiliza la crisis
como momento que pone a prueba el sistema de normas. En cuanto
situación extrema, la crisis muestra que ésta no se puede resolver
con el mismo sistema de normas que fue víctima de la crisis y del
caos, ya que ello equivaldría a intentar resolver el caos con el caos,
la crisis con la crisis, el desorden con el desorden. De allí que las nor-
mas en crisis no puedan pretender resolver la crisis de las normas.

32
En lo sucesivo cito la siguiente edición: Schmitt, C., Politische Theologie. Vier Kapitel zur
Lehre von der Souveränität, München-Leipzig, Duncker & Humblot, segunda edición
1934. Aquí p. 19.

26
ESTRUCTURAS FORMALES EN LA OPERATIVIDAD DE UNA SOBERANÍA ABSOLUTA FRANCISCO BERTELLONI

Más aún, del mismo modo como en situaciones de crisis el derecho


no genera derecho, sino que incrementa la crisis del derecho, así
las situaciones de crisis muestran que la suspensión del sistema de
normas, es decir la excepción, no se deja subsumir por una norma:
“No existe una sola norma –escribe Schmitt– que se pueda aplicar a
un caos [...]”.33 Para restablecer el orden jurídico no basta el mismo
orden jurídico que caduca como consecuencia del caos
Si la posibilidad de restablecer el orden jurídico escapa a ese mis-
mo orden, esa posibilidad sólo se habilita saliendo del sistema en
crisis. El restablecimiento del orden no puede lograrse mediante el
recurso a las normas en crisis, sino apelando a una instancia ajena
a las normas que cayeron en la trama de la crisis. En otros térmi-
nos, el caos exige la irrupción de una instancia no caótica, libre y
exceptuada de las consecuencias de la crisis. Schmitt identifica esa
instancia no caótica con una decisión no normativa proveniente de
una voluntad soberana que no es jurídica.
Esta voluntad soberana extrajurídica y extranormativa opera
como un límite último más allá del cual es imposible remontarse. El
normativismo está siempre dispuesto a suplir la caducidad de una
norma con una norma anterior. Su límite es siempre el recurso a
otra norma. El decisionismo, en cambio, sugiere interrumpir drás-
ticamente esa suplencia y sustituir la caducidad de las normas con
una decisión que opera como medida última del orden normativo;
más allá de ella es imposible avanzar. Así, mientras el límite del
normativismo es siempre el sistema de normas, el límite del deci-
sionismo es cualitativamente diferente de la norma; ese límite es la
decisión política que irrumpe en el momento de crisis. La crisis neu-
traliza la vigencia y la soberanía de la norma, y habilita a un nuevo
soberano, el único que puede restaurar el orden jurídico en crisis.
Esa decisión no se deduce de una norma ni de un orden previo. Al
contrario, la norma y el derecho existen porque son creados por la
voluntad y la decisión de una autoridad política. La norma carece de
autoridad si no proviene de una decisión: “El orden jurídico, como
todo orden, descansa en una decisión, no en una norma”.34 Sólo la
decisión la convierte en norma y sólo la decisión constituye el nuevo

33
Ibíd., p. 20
34
Ibíd., p. 16.

27
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

límite que, por encima del sistema normativo, resuelve y


decide su caducidad.
JORGE DOTTI,
in memoriam Ese límite no jurídico constituye la única posibilidad
de moderar el caos y de restituir el orden jurídico, pues al
tiempo que el caos es desorden y éste es impotente para
restaurar la normalidad, la decisión soberana extrajurí-
dica es un posse, una voluntad que en sí misma aún no es
orden, pero que tiene la potencia suficiente para introdu-
cir un orden y así poner fin a la excepción y suspensión del sistema
jurídico producidas por el caos. En la medida en que el orden jurí-
dico resulta de una voluntad, ese orden toma su origen en un acto
no jurídico o prejurídico extra-ordinario, es decir, en un acto prove-
niente de un ámbito no ordinariamente jurídico. Este acto extra-or-
dinario es esencialmente político, se llama decisión, y es ejercido
por una voluntad soberana.
La voluntad soberana puede suspender la ciega cadena causal del
caos del sistema de normas e introducir un sistema normativo con
una nueva causalidad, es decir, puede decidir sobre el estado de ex-
cepción y de crisis del sistema normas e introducir la vigencia de
un orden nuevo. Schmitt define esa voluntad soberana: “Soberano
es aquel que decide sobre el caso de excepción”.35 Con su brevedad
y concisión, esta definición logra sintetizar la relación entre las dos
instancias más importantes que diseñan el arco dentro del que se
desenvuelve el sistema de Schmitt: por un lado la política, que equi-
vale a la decisión soberana, por el otro el orden normativo suspen-
dido, que equivale al caso de excepción.
Aunque Schmitt es escéptico respecto de la posibilidad de que la
norma víctima de la crisis resuelva la crisis del sistema normati-
vo y de que esa misma norma en crisis pueda restablecer el orden
jurídico en estado de caducidad, no es escéptico respecto de la con-
veniencia de que rija el sistema de normas. Por ello no privilegia
la caducidad del orden jurídico en términos absolutos, sino que se
limita a privilegiar su caducidad solamente cuando ese orden entra
en crisis. En rigor, prefiere la vigencia de la norma y sostiene que
cuando irrumpe el caos del sistema jurídico es necesario restaurar-
lo para volver a la normalidad. Normalidad significa que el derecho

35
Ibíd., p. 11.

28
ESTRUCTURAS FORMALES EN LA OPERATIVIDAD DE UNA SOBERANÍA ABSOLUTA FRANCISCO BERTELLONI

y el orden jurídico vuelven a tener validez: “Es necesario restable-


cer el orden para que el orden jurídico adquiera sentido. Hay que
crear una situación de normalidad [...]”.36
Aunque, en el orden de fundamentación, la decisión política está
por encima de la norma, y aunque en ese orden la voluntad deci-
soria es siempre superior y está por encima del orden normativo
porque es su causa, con todo, en términos absolutos, esa politicidad
no es preferible a la norma, ella sólo es superior a la norma. Pues Sch-
mitt sostiene que es conveniente la vigencia del sistema de normas
cuando este sistema es orden normativo, y lo considera preferible a
la vigencia de la excepción y de la decisión, porque la norma es or-
den. Por ello, cuando el sistema jurídico caduca a causa del caos, esa
preferencia aconseja restaurarlo para volver a la normalidad. Con
la introducción por parte del soberano de un nuevo orden normati-
vo queda satisfecha la conveniencia de que rija la norma.
Pero a pesar de que es más conveniente la vigencia de la norma
porque ella es orden, siempre el soberano puede más que la nor-
ma porque él introduce el orden. Con la irrupción de la decisión
del soberano en el caso de excepción queda, para Schmitt, total-
mente recuperada la esencia de la política. La decisión es una
acción del poder político que opera como constituyente, actúa
contra la Constitución, y utiliza la excepción como instancia para
neutralizar la Constitución preexistente y para crear una nueva
Constitución. Esta acción, que proviene de una facultad ilimitada
(unbegrenzte Befügnis), 37 es equivalente a una omnipotencia so-
berana. Ésta es, precisamente, la situación en la que el soberano
decide en caso de excepción. Esta definición de soberano es esen-
cialmente política y no está limitada por el derecho, pues el crite-
rio para medir el derecho y la normalidad es la decisión política
que irrumpe en el caso de excepción que suspende el derecho y el
orden e introduce uno nuevo. Siempre lo político se muestra por
encima del derecho
La recuperación de la esencia de la política como fundamento de
un orden normativo-jurídico permite percibir que, aunque prefe-
rible, este orden es siempre frágil a causa de la fugacidad implícita

36
Ibíd., p. 19.
Ibídem.
37

29
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

en su posible caducidad: “La existencia del Estado [de lo


político] muestra una clara superioridad sobre la vigen-
JORGE DOTTI, cia de la norma”.38 Ello nos desliza hacia algunas estruc-
in memoriam
turas formales de la operatividad del soberano –ontológi­
camente superior– y sus mutuas relaciones con el orden
normativo –ontológicamente inferior–:
1) La irrupción de la potencia y de la eficiencia de la de-
cisión política del soberano es habilitada por la falencia
y el déficit de la norma. Sabemos quién es el soberano cuando
sabemos quién puede decidir sobre la excepción del sistema
de normas en el momento de su caducidad.
2) La política, en sí misma, aún no es orden normativo, sino de-
cisión y voluntad, pero ella sí es toda la posibilidad del orden
normativo. Sólo cuando esa posibilidad de orden se concreta
estamos ante la irrupción de la politicidad. Al mismo tiempo,
cuando el orden normativo es restablecido, éste ya no es la
política, pues tan pronto como la política restaura el orden,
ella se retira y permanece latente, como escondida, a la es-
pera de una nueva irrupción provocada por alguna futura
crisis del orden.
3) Para ser derecho, el derecho requiere de la voluntad y de la
decisión no jurídicas de la autoridad política. Pero esta deci-
sión política no requiere del derecho para instituir el derecho.
La autoridad política no está afectada por el derecho, está por
encima de él.
4) Aun cuando el derecho caduca, éste, en cuanto sistema de or-
den en general –no en cuanto “este orden jurídico determina-
do y concreto”–, siempre espera la decisión política para volver
a tener vigencia; y cuando el orden normativo o derecho está
vigente, la decisión política no desaparece, sino que asume
una latencia, un estado de “estar en espera” del momento de
crisis para poder mostrarse nuevamente como poder soberano
e instancia decisoria.
5) El orden jurídico muestra una manifiesta paradoja. Por una
parte, en cuanto es orden, no es voluntad ni política. Por la

Ibídem.
38

30
ESTRUCTURAS FORMALES EN LA OPERATIVIDAD DE UNA SOBERANÍA ABSOLUTA FRANCISCO BERTELLONI

otra, en cuanto a su origen y a su fundamento, ese orden jurí-


dico muestra cierta politicidad, pues el origen de su existencia
está en la decisión política del soberano. Pero también la deci-
sión política es paradojal, pues al tiempo que es voluntad y no
orden, sin embargo en ella se concentra toda la posibilidad de
la existencia del orden, pues todo el fundamento y posibilidad
de existencia del orden jurídico reside en la decisión.
6) Si bien la voluntad soberana muestra absoluta superioridad
sobre el orden jurídico, pues puede proceder a su caducidad
y a la introducción de un orden nuevo, esa voluntad soberana
no es equivalente a una automática caducidad de ese orden.
La voluntad soberana sólo es equivalente a la posibilidad de
restaurarlo. Sólo en caso de crisis la voluntad soberana es
equivalente a la automática caducidad del orden. La volun-
tad soberana y su politicidad son causa de la caducidad del
sistema jurídico cuando éste se muestra caótico, y también
son garantía de la restauración del sistema jurídico cuando,
como consecuencia del caos, ha caducado su existencia.
7) Aunque en el orden de fundamentación la decisión política está
por encima de la norma porque es su causa, y aunque siempre
la voluntad decisoria es superior y está por encima del orden
y de su caos, esa politicidad no es preferible a la vigencia de la
norma. Puesto que la norma es orden, su vigencia es preferible
a la vigencia de la excepción y de la decisión. Schmitt privile-
gia la vigencia del sistema de normas, no su caducidad. El or-
den es preferible al caos del orden. Cuando el sistema jurídico
caduca a causa del caos, esa preferencia aconseja restaurarlo
para volver a la normalidad.
8) Schmitt prefiere la normalidad a la excepción; no se opone a
que la norma obligue. Pero ella obliga exclusivamente en si-
tuaciones de normalidad, es decir, en situaciones de vigencia
del sistema de normas. Su confrontación con el normativismo
se limita a negar la reducción del sistema de normas a una nor-
ma o, en última instancia, a una norma fundamental. Pues la
norma fundamental, dice, no se deduce de una norma, sino de
una decisión política y soberana. Ésta es obligante en situacio-
nes de excepción. Así, su litigio con el normativismo no afecta
la validez del sistema de normas, sino sólo el fundamento y el
origen de esa validez.

31
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

9) Aunque norma y orden jurídico obligan cuando tie-


ne vigencia la normalidad, durante esa vigencia la so-
JORGE DOTTI, beranía de la decisión sigue existiendo en estado latente
in memoriam
y reducida a un mínimo (auf ein Minimum). El carácter
soberano de la decisión como fundamento absoluto de
toda norma sólo se pone de manifiesto en su verdadera
esencia, es decir, sólo transita desde el estado latente a
su estado de total actualidad y con irrupción plena en
el momento de la excepción, suspensión y crisis del sistema
normativo.39

- III -

“Todos los conceptos sobresalientes de la moderna teoría política


son conceptos teológicos secularizados”.40 Esta confesión de parte
parece suficiente para relevarnos de generar pruebas acerca de la
fuerte impronta teológica de la teoría política de Schmitt. Con todo,
y como conclusión, algunas semejanzas y diferencias entre Schmitt
y Egidio nos permitirán marcar con mayor precisión sus respecti-
vas posiciones.
En lo que concierne a las semejanzas –siempre teniendo en cuen-
ta que esas semejanzas deben ser entendidas aquí en términos sim-
plemente estructurales y como concernientes solamente a la opera-
tividad del soberano entendido como poder político absoluto– tres
son las tesis principales de Schmitt que encuentran un antecedente
en Egidio: (1) la excepción y/o suspensión de la vigencia de la norma-
lidad jurídica puede ser estructuralmente analogada al milagro en
teología;41 (2) es soberano (ab-solutus) quien decide en caso de excep-
ción;42 (3) en caso de excepción la decisión política del soberano es
análoga a la decisión infalible del Papa.43 Pero aun una cuarta seme-
janza es ineludible. Ella es la que surge de la paradoja implícita en
ambas teologías políticas: mientras la normalidad y la regularidad

39
Ibídem.
40
Ibíd., p. 49.
41
Ibídem.
42
Véase supra, nota 35.
43
Ibíd., p. 71.

32
ESTRUCTURAS FORMALES EN LA OPERATIVIDAD DE UNA SOBERANÍA ABSOLUTA FRANCISCO BERTELLONI

propia del orden jurídico en Schmitt y del orden institucional de la


Iglesia expresan un orden alterable y accidental, el casus imminens
en Egidio y el caso de excepción en Schmitt muestran una potestas
inalterable y ontológicamente irrevocable. Ello hace del papa en la
Iglesia y del soberano en el Estado dos figuras asociadas al momento
de la excepción, y ello hace del momento de la excepción el momento
en que se pone de manifiesto la esencialidad e inalterabilidad del
poder político absoluto.
En cuanto a las diferencias, la primera se verifica entre el carác-
ter no-secular de la teología política de Egidio y el carácter seculari-
zado de la teología política de Schmitt. Para Egidio la teoría política
aún depende de una teología que deja ingresar en la realidad un
orden sagrado objetivo que penetra todo el orden político y lo tiñe
íntegramente de sacralidad. Esta sacralidad no es estructural o for-
mal, sino esencial y constitutiva, y lo es hasta el punto de que cada
momento de la política equivale a un momento de la presencia del
orden sagrado en el mundo. Pues Egidio no conoce la secularización
ni la emancipación de los momentos políticos de la realidad respecto
de la Iglesia, sino que sostiene una total sacralización eclesiástica de
la política; ello invita a definir la política como continuación de la
teología. En cambio para Schmitt la teología sólo tiene una presen-
cia “como si” la política; ésta, vaciada de sacralidad objetiva, recibe
de la teología estructuras cuya validez está condicionada por su es-
tricta formalidad. La teología política de Schmitt es una formaliza-
ción de la teología que no ofrece contenidos a la teoría política, sino
estructuras, tipos de relaciones entre sus protagonistas y de opera-
ciones entre ellos.
La segunda diferencia tiene lugar entre dos decisiones infalibles:
la decisión papal y la del soberano. En este caso la diferencia resulta
de la diferencia anterior. Puesto que en Egidio la teología equivale a
un contenido objetivo que incluye un conjunto de tesis dogmáticas,
el papa es infalible porque sabe, es decir, su decisión depende de
su conocimiento de una verdad objetiva y de existencia real de la
que él es el primer e inmediato recipiendario y, consecuentemente,
el árbitro último acerca de su contenido. En cambio el soberano de
Schmitt es el último árbitro acerca del estado de excepción, pero no
porque sabe, sino porque puede decidir acerca de él. La diferencia
entre ambos está marcada por el conocimiento que define la infa-
libilidad papal acerca del contenido del Cristianismo y por la vo-

33
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018-ABRIL DE 2019

luntad del soberano que define su infalibilidad porque el


poder de esa voluntad lo muestra colocado por encima de
JORGE DOTTI, cualquier otra voluntad decisoria.
in memoriam
Si en el caso de la segunda diferencia la decisión papal
parece ganar una cierta objetividad frente a la decisión
política del soberano cuyo arbitrio se apoya en su volun-
tad, en esta tercera diferencia puede señalarse una suer-
te de pérdida de racionalidad en la decisión infalible del
papado en la medida en que éste recurre a un conocimiento revela-
do, mientras que en el caso de Schmitt la decisión apela a un prin-
cipio que muestra una racionalidad indiscutible, pues es racional la
necesidad de restablecer el orden que garantice la preservación del
hombre y del Estado.
En suma, Schmitt y Egidio suscribirían a Horacio: “hay una me-
dida en las cosas, hay ciertos límites más allá de los cuales no pue-
de consistir lo recto”.44 Decisión soberana e infalibilidad papal son,
ambas, irreducibles a una instancia precedente.

44
“Est modus in rebus, sunt certi denique fines, quos ultra nequit consistere rectum”
(Horacio, Sat., I, i, 106-7).

34
ESTRUCTURAS FORMALES EN LA OPERATIVIDAD DE UNA SOBERANÍA ABSOLUTA FRANCISCO BERTELLONI

Bibliografía

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Scientia, 1961.
Carpentier, Alejo, El recurso del método, México, Siglo XXI, 1974.
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Flickinger, Hans-Georg (Hrsg.), Die Autonomie des Politischen. Carl Schmi-
tts Kampf um einen beschädigten Begriff, Weinheim, VCH, 1990.
Horace, Satires. Epistles. The Art of Poetry, Loeb Classical Library 194,
Cambridge, Harvard University Press, 1926.
Scattola, Mario, Teología política. Léxico de política, Bs. As., Nueva Visión,
2008.
Schmitt, C., Politische Theologie. Vier Kapitel zur Lehre von der Souveräni-
tät, München-Leipzig, Duncker & Humblot, segunda edición 1934.

35
Jorge Dotti con Francisco Bertelloni
JORGE DOTTI,
in memoriam

36
Jorge Dotti: un encuentro
GIUSEPPE DUSO
(UNIVERSIDAD DE PADUA – ITALIA)

E n las páginas que siguen quisiera dar cuenta de un encuentro


que he tenido con un intelectual y un hombre notable, como
el que fue Jorge Dotti; como así también de un núcleo problemá-
tico común a partir del cual comenzamos un diálogo profundo
y provechoso. No había tenido oportunidad de conocerlo en mis
precedentes estadías en Buenos Aires; lo había contactado por
mail en relación con un proyecto de ref lexión coral sobre un au-
tor importante para ambos, Carl Schmitt; una ref lexión que hoy
me parece urgente, sobre todo para aquellos que, a partir de los
primeros años de la década del ochenta del siglo pasado, como
consecuencia de una confrontación seria con el jurista alemán,
modificaron de manera significativa su forma de pensar la po-
lítica.1 A estos intelectuales les formulaba la pregunta de si, des-
pués de haber constatado la fecundidad del atravesamiento del
pensamiento de Schmitt, no existe hoy la exigencia de superar
el horizonte de esa forma política moderna que él pensó de ma-
nera radical pero sin ir más allá de ella. Después de este primer
contacto, y en virtud del deseo de conocerlo personalmente, en
noviembre, durante una breve permanencia en Buenos Aires,
para la Maestría en Historia Conceptual de la UNSAM, tuve la
oportunidad de tener un encuentro con él; encuentro que fue
para mí muy significativo. En la siguiente ref lexión toco algu-
nos de los puntos alrededor de los cuales giró nuestro largo co-
loquio y que remiten específicamente a un ensayo reciente de
Dotti sobre la representación; ensayo que yo había leído poco
tiempo antes y que tuve presente durante nuestro coloquio. 2

1
Algunas respuestas a la pregunta formulada han sido publicadas en el número 5 de
Conceptos históricos (2018). Un ejemplo significativo del debate cultural y político
italiano que apoya sus pies sobre el pensamiento de Schmitt es el volumen Duso, G.
(ed.), La politica oltre lo Stato: Carl Schmitt, Venecia, Arsenale, 1981 (ahora en www.
cirlpge.it); volumen que también para Dotti, según lo que él mismo me refirió, fue una
ocasión para privilegiar la relación con el pensador alemán.
2
Cf. Dotti, Jorge E., “La representación teológico-política en Carl Schmitt”, en Avatares

37
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

El punto central y decisivo que enlaza el tema de la


soberanía moderna, la cuestión de la teología política,
JORGE DOTTI, la prestación intelectual de autores como Hobbes, Hegel,
in memoriam Schmitt y la naturaleza de la democracia moderna es el
de la representación, que para nosotros dos tiene un sig-
nificado crucial tanto para el pensamiento como para la
praxis política. Me parece significativo que para ambos
sea la estructura de la representación –consistente en la
necesidad de volver visible la idea, que trasciende la realidad empí-
rica– lo que constituye el núcleo teológico-político del pensamiento
schmittiano y la lección que él nos deja para nuestra tarea de pensar
la política. Pero sobre este punto fundamental compartido nuestros
itinerarios se muestran divergentes.
Para Dotti, la estructura de la representación y la lógica de
la soberanía se identifican, y no es casual, en ese sentido, que
las mismas emerjan juntas en la reflexión política de Hobbes.
La estructura de la representación es entonces específicamen-
te moderna y se identifica con la tarea de la producción de la vo-
luntad del sujeto colectivo. Ésta, es decir la ley, asume una di-
rección vertical: el mando político procede desde arriba. Dotti
tiene presente que, en el proceso lógico que en el Leviatán lleva a la
figura del soberano, es importante ese proceso de autorización que
en el capítulo XVI define la legitimación típicamente moderna del
poder; pero con justa razón niega que en la dialéctica autor-actor se
lleve a cabo un protagonismo de los ciudadanos, o una verdadera
fundación del poder desde lo bajo. De hecho, si la unidad de una mul-
titud es posible sólo representativamente, nos podríamos preguntar
si no es ya necesaria la figura del representante-soberano para el
realizarse de esa situación unitaria en la que todos los individuos
juntos autorizan al representante. Siguiendo a Schmitt, Dotti reco-
noce, para el escenario mismo del contrato, la necesidad de que el
soberano sea no sólo resultado, sino también presupuesto. Para que
haya posibilidad de que todos los individuos se hallen en la situa-
ción de expresar, todos juntos, unitariamente, la misma cesión de
derechos en favor del soberano, es necesario que alguien haya he-
cho posible tal situación unitaria: precisamente, el soberano.

filosóficos, Nº 1, 2014, pp. 25-54. Evito indicar, en esta sede, los trabajos sobre los
conceptos y sobre los autores sobre los cuales apoyaba mis posiciones durante el
coloquio.

38
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI GIUSEPPE DUSO

Tal verticalidad del mando político y la falta de protagonismo de los


ciudadanos se presentan de manera aún más significativa allí adonde
Schmitt complica la soberanía hobbesiana. De hecho, se produce una
actualización de la temática de la representación en el momento en que
se reconoce en el pueblo la potestad de autodeterminarse y se conside-
ra que en la democracia los ciudadanos deben ser activos respecto de la
producción de la ley. Schmitt no olvidaría, desde el punto de vista con-
ceptual y de los procedimientos constitucionales, la legitimación de-
mocrática y el movimiento que va desde lo bajo del pueblo hacia lo alto
del poder; movimiento que sin embargo no es en sí mismo suficiente,
en la medida en que el nexo teológico-político –siempre mantenido–
comporta la función unitaria y decisiva de la representación, que no
permite que se acepte el pluralismo de la metáfora organicista. En fin,
se trata siempre del pueblo que puede ser unidad política y sujeto co-
lectivo sólo mediante el representante soberano o mejor dicho, en la
democracia, mediante el representante del pueblo soberano.
En realidad la función del pueblo es decisiva, en el sentido de
que no hay ley si no hay obediencia, pero no es el pueblo el que
hace realmente la ley. Por eso se puede decir, en consonancia con
Schmitt, que la democracia directa en realidad no puede ser más
que democracia plebiscitaria, en la que el pueblo se forma en
el consenso dado a la puesta en forma unitaria que es obra de
quien guía (Führer), del líder político. El hecho de que Schmitt
considerara al pueblo como el lado impolítico (unpolitische Seite)
en la tríada Estado-movimiento-pueblo, comportaba, según Dotti,
la distancia del jurista alemán respecto del movimiento nacio-
nal-socialista, y conlleva hoy la imposibilidad de utilizar a Sch-
mitt como base del populismo en la Argentina. Sobre este punto
quería trabajar Dotti para el debate arriba mencionado a partir
de la pregunta “¿Más allá de Schmitt?”.
Tal actualización de la representación en clave democrática
permite una reflexión sobre el momento rousseauniano. Dotti ve
en Rousseau el pasaje necesario de la inmediatez del pueblo a la
representatividad propia de la vida estatal. El pueblo soberano
es el del poder constituyente, que puede vivir políticamente sólo
en el estado constituido. Pero Dotti va más allá, en la medida en
que reflexiona sobre aquello que para Schmitt son los dos prin-
cipios cardinales de la forma política: identidad y representación.
De hecho, si es cierto que la identidad del pueblo se da solamente

39
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

mediante la puesta en forma unitaria de la multitud de


individuos, una puesta en forma que no proviene de los
JORGE DOTTI, muchos sino que mantiene una función de unificación
in memoriam –representativa– respecto de ellos, él accede a la aguda
conclusión de que no se trata de un verdadero dualismo
de principios, sino antes bien de la “diferenciación inter-
na del principio representativo”.
El reconocimiento de que los dos principios indivi-
duados por Schmitt se encuentran en la estructura única de la
representación es otro de los puntos de notable consonancia de
nuestros respectivos análisis. Sin embargo, es precisamente a
partir de este análisis convergente que comienza el diálogo entre
nosotros. De hecho, hasta aquí se ha hablado de esa representa-
ción que se identifica con la soberanía, dentro de ese escenario
moderno que piensa la política a partir de los individuos y de
sus derechos. Tal presupuesto, que llevó a la disolución (al me-
nos teóricamente) de privilegios y jerarquías, comportó también,
contradictoriamente, mediante el proceso de autorización –y, por
lo tanto, del poder legítimo en tanto que representativo–, la despo-
litización del ciudadano.3 El problema es, entonces, a mi modo de
ver, si es verdad que la estructura de la representación, innegable
para el pensar y para la praxis, y que emerge en el corazón de la
soberanía moderna, se identifica con tal soberanía y con la lógica
de la relación muchos-uno.
En realidad el movimiento estructural para el pensar y para la
praxis del volver visible la idea tiene un alcance mucho mayor, y no
es sólo moderno; de hecho, se revela filosóficamente ya con Platón,
en cuyo pensamiento, por un lado, se expresa la necesidad, para
la experiencia, de relacionarse con la idea; pero, por otro lado, se
muestra la imposibilidad de que tal idea se vuelva objeto empírico
de nuestro ver y de nuestro saber, es decir, de que se reduzca a ob-
jeto inmanente a nuestro logos. Tal estructura está necesariamente
implicada, pero al mismo tiempo traicionada, en la soberanía, en
la medida en que el movimiento de trascendencia hacia la idea se
transforma en un proceso de inmanentización en el cual la repre-
sentación termina por identificarse con el poder y con quien lo ejer-

3
En esta dirección se mueven los trabajos del grupo de investigación en historia
conceptual de Padua (véase www.cirlpge.it)

40
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI GIUSEPPE DUSO

ce. No es casual, en este sentido, que Voegelin, que después de Sch-


mitt hace de la representación la estructura clave de la experiencia
y del pensar, critique a Schmitt por haber defendido la idea de que
la función representativa es atribuible solamente a quien ejercita el
poder, haciendo así perder a la representación su carácter trascen-
dental, que no puede no ser válido para todos.
Se trata, entonces, de entender cuándo el movimiento de tras-
cendencia de lo empírico que tiende a hacer visible la idea es trai-
cionado en virtud de un proceso de inmanentización. Dotti vislum-
bra este peligro en el mismo legislador, en el cual conviven ambos
aspectos, el representativo, teológico-político, y el inmanentista,
que reduce la representación a un elemento empírico y económico.
Esta diferencia debería ser reconducida a la diferencia entre Re-
präsentation y Vertretung: mientras la primera consiste en dar for-
ma unitaria a la realidad política, presentificando la idea en una
política caracterizada por la igualdad de los individuos singulares,
la segunda se reduce al mero reflejo de voluntades e intereses ya
formados y particulares.
A mí me parece que la línea inmanentista no es una degenera-
ción contingente, sino una característica del órgano legislativo, en
la medida en que, mediante la regla de la mayoría, lo que se tiende
a representar no es tanto la determinación contingente de la idea
de justicia, sino más bien la voluntad del sujeto colectivo, que es
por definición justa. La inmanentización caracteriza ya ese modo
de entender la representación que se inaugura con la soberanía
moderna. En Hobbes, de hecho, el mando del soberano es como tal
representativo y se justifica en base al proceso de autorización. La
trascendencia de la idea de justicia termina por disolverse, junto
con la tarea, difícil y jamás agotada, de pensarla en el presente, en
la medida en que la misma es reducida a la racionalidad formal
según la cual “es justo obedecer a la ley”, y la ley es la voluntad del
sujeto colectivo, atribuible a todos (que son los autores de la mis-
ma). La excedencia estructural de la idea se traduce (y traiciona)
en la absolutez del mando político. En conformidad con lo dicho
anteriormente, es necesario reconocer que tal proceso de inma-
nentización se cumple entre Hobbes y Rousseau y se realiza en las
constituciones democráticas, y la causa de ello reside en el hecho
de que lo que ha de ser representado no es más la idea de lo justo,
sino el sujeto colectivo, es decir, el pueblo, que es el sujeto perfecto

41
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

de la política, en la medida en que comprende a todos


aquellos que deben obedecer al mando y que, haciéndo-
JORGE DOTTI, lo, se obedecen en el fondo a sí mismos y se mantienen
in memoriam de esa manera libres.

Dotti muestra hacer A la luz de este razonamiento, la lí-


propia la idea de un nea que va de Hobbes a Schmitt parece
pluralismo presente en manifestar el núcleo teológico-político,
la unidad del Estado, ese pero al mismo tiempo también traicio-
pluralismo del que habla narlo, justamente en virtud del hecho
de que el sujeto colectivo, el pueblo, se
Schmitt en Staatsethik
presenta como una justificación abso-
und pluralistischer Staat,
luta, inmanente, del mandato político,
ensayo que gentilmente
tanto en el caso en que emerja median-
me hace llegar el día
te el cuerpo representativo, como en
después en su traducción,
las formas que se acercan a la demo-
seguida por más de cracia directa, como el referéndum. A
doscientas páginas de mí me parece que Hegel complica esta
observaciones suyas, línea. De hecho, desde el periodo je-
en la que se pone en nense denuncia la contradicción del
evidencia la amplitud iusnaturalismo, donde la función fun-
y la profundidad de su dacional atribuida al individuo para
cultura. concebir la política implica su total
sometimiento. Hegel denuncia la ins-
titución de las elecciones, las cuales
tendrían la tarea de neutralizar los intereses excluyéndolos de la
legitimación del poder, y sin embargo permiten la imposición de
algunos intereses particulares que se hacen pasar por intereses
de todo el pueblo.4 Sobre la base de esta crítica, Hegel piensa de
manera completamente diferente la totalidad política, como arti-
culada y plural; y, por consiguiente, entiende de manera distinta
la función de la representación, que no produce la unidad política
(tarea que pertenece más bien al príncipe y a su gobierno), sino
que presenta en el ámbito político los grandes intereses de las par-
tes sociales. Su crítica a la soberanía, que nacida en el iusnatura-
lismo vivifica las constituciones modernas, emerge con claridad

4
Cfr. Hegel, G. W. F., Werke in 20 Bänden, Tomo 7: Grundlinien der Philosophie des Rects,
Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag, 1970, § 311, pp. 480-481. Traducción española:
Principios de la filosofía del derecho, trad. J. L. Vermal, Barcelona, Edhasa, 1988, § 311,
pp. 463-464.

42
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI GIUSEPPE DUSO

en la Enciclopedia de 1830, en la que incluso desaparece el término


“soberanía”, como así también la función del poder fundamental
de la soberanía, el poder legislativo.
En nuestro coloquio Dotti muestra no compartir una lectu-
ra de Hobbes que conduzca la soberanía a una racionalidad for-
mal y que vislumbre en aquélla la pretensión de inmanencia;
al mismo tiempo, Dotti no comparte una crítica dirigida, sobre
esta base, a la forma política moderna, es decir al Estado. El mis-
mo se le presenta como la institución que expresa sustancial-
mente el núcleo teológico-político de la representación. Dotti
ve en Schmitt la sabiduría y la responsabilidad de un jurista atento
a lo que ha pasado y pasa en la historia y que, reconociendo que
ambos principios –el de la trascendencia y el de la inmanencia– es-
tán presentes en el Estado contemporáneo, considera que, en una
situación de conflictos de opiniones e intereses, la representación
está en quien logra mantener la unidad del Estado, en el que sólo
han de defenderse los derechos iguales de los individuos contra la
lucha de las facciones y de los intereses particulares. Frente a mi
intento de recuperar la excedencia de la idea de justicia en un hori-
zonte que supere la soberanía, mediante una concepción de la uni-
dad política como estructuralmente plural (para salir de la lógica
hobbesiana del “de los muchos al uno”), Dotti muestra hacer pro-
pia la idea de un pluralismo presente en la unidad del Estado, ese
pluralismo del que habla Schmitt en Staatsethik und pluralistischer
Staat, ensayo que gentilmente me hace llegar el día después en su
traducción, seguida por más de doscientas páginas de observacio-
nes suyas, en la que se pone en evidencia la amplitud y la profundi-
dad de su cultura.5
Escucha perplejo mis críticas a la despolitización del ciudadano,
que se determinaría en las constituciones democráticas justamen-
te en virtud del hecho de que en ellas la democracia es concebida
dentro del horizonte de la soberanía y es muestra de identificar la
participación de los ciudadanos con la obediencia a las leyes demo-
cráticamente producidas, obediencia poco ejercitada todavía en la
Argentina. Por ello insiste sobre la función del Estado y de la so-
beranía. Entonces, aun reconociendo, con generosidad y gentileza,
alguna razón a mis críticas a la inmanencia que caracterizaría la

5
En Deus mortalis, Nº 10, 2011-2012.

43
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

lógica del Estado como tal y a la despolitización actual del


ciudadano, concluye: “ustedes, en Italia, están después
JORGE DOTTI, de la democracia; nosotros, antes”, expresión con la cual
in memoriam muestra hacer propia, en la situación histórica que la Ar-
gentina estaba viviendo, ese sentido de responsabilidad
del intelectual que atribuye a Schmitt. En el debate al que
lo había invitado a participar su voz habría sido segura-
mente una voz competente, en la dirección de la actua-
lidad del pensamiento schmittiano y de la forma Estado, al menos
en relación con la realidad histórica de la Argentina, frente a quien
propone (como yo), después de la productividad del pasaje a través
del pensamiento schmittiano, la necesidad hoy de pensar la política
más allá de Schmitt y más allá de la forma política moderna.
Me considero afortunado por haber tenido un encuentro con
un hombre y un pensador de su talla, completamente abocado a la
reflexión sobre la cosa misma, más allá de las modas y de las exhibi-
ciones que caracterizan, las más de las veces, el escenario actual del
debate intelectual; un pensador que me hizo reflexionar críticam-
ente sobre algunas de mis posiciones.

Traducción del italiano: Sandra Palermo.

44
“Compañero de avatares
gnoseológicos...”
ROBERTO J. WALTON
(CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS-
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES, ARGENTINA)

A sí reza la dedicatoria de uno de sus libros, y en esa condición


quiero recordarlo. Me tocó compartir con Jorge Dotti desde
1980 y durante más de una década la cátedra de Gnoseología en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. La
antigua cátedra de Gnoseología y Metafísica fue dividida a fines del
año anterior por iniciativa de la directora del Departamento de Fi-
losofía, Prof. María Mercedes Bergadá, y nos fue asignado el dictado
de la parte relacionada con la teoría del conocimiento. Fue entonces
cuando lo conocí en el despacho de la directora en el cuarto piso del
viejo edificio de 25 de mayo.
Mencionar la historia de la cátedra tiene su importancia porque
una parte de ella es evocada por Jorge en el libro que preparaba
por esa época: La letra gótica. Recepción de Kant, desde el romanti-
cismo hasta el treinta. Se trata de una cátedra cuyos antecedentes
se remontan a la fundación de la Facultad en 1896. Desde ese año
se estableció una cátedra de “Filosofía”, que estuvo a cargo de Ro-
dolfo Rivarola. En el año 1904, todavía a cargo de Rivarola, y ante la
creación de otras, la cátedra se convirtió en “Ética y Gnoseología”.
Esta denominación subsistió hasta 1922 en que Alejandro Korn se
convirtió en el titular y se cambió el nombre por “Gnoseología y
Metafísica”. En años posteriores la cátedra fue ocupada por figuras
como Francisco Romero, Carlos Astrada, Eugenio Pucciarelli y final-
mente Adolfo P. Carpio, quien, en la división, quedó a cargo de la
parte dedicada a Metafísica.
Es importante recordar las reconstrucciones de Jorge sobre algu-
nas etapas de este proceso. Señala que en los cursos de Rivarola se
gesta la desestabilización del positivismo ya que el kantismo que ex-
ponía fue un preludio de la “reacción antipositivista”. Además, su-
braya que la recepción de Kant tuvo lugar en el marco del privilegio

45
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

que la filosofía contemporánea daba a las cuestiones gno-


seológicas. Y observa: “El contacto intelectual de Rivarola
JORGE DOTTI, con el kantismo se limita, entonces, al comentario de tex-
in memoriam tos y a la propuesta de claves de lectura, a lo largo de sus
cursos universitarios”.1 Respecto de Alejandro Korn como
gran figura de un momento de transición, la obra descri-
be su insatisfacción ante el inevitable desemboque escép-
tico del positivismo, la influencia ejercida sobre él por el
criticismo, su posición respecto de la razón teórica expresada en el
rechazo del realismo ingenuo y el solipsismo junto con la asignación
de la forma del conocimiento a lo dado, sus disonancias con el plan-
teo gnoseológico de Kant y la más evidente presencia de motivos kan-
tianos en los aspectos prácticos de su obra. Según esta presentación,
lo esencial de la recepción de Kant se encuentra en la aceptación del
dualismo básico de naturaleza y libertad, de ser y deber ser, pero con
la transformación del segundo término del contraste en algo fáctico
de la índole del sentimiento que pone en juego un valor y da lugar a
una acción externa. Jorge enfatiza una actitud más afín a Kant en
los escritos posteriores, “sobre todo en el problema del conocimiento,
al acentuar el carácter ineliminable del dualismo sujeto-objeto, so
pena de generar hipóstasis metafísicas si se lo anula”.2 Esta condi-
ción del conocimiento junto con la implicación ética del saber serían
temas de significativa reflexión personal para él.
Embarcados en el nuevo camino como continuadores de una
honrosa tradición, organizamos el programa de la cátedra que re-
cibíamos en torno de la filosofía trascendental añadiendo a la base
kantiana de la que se ocupaba Jorge los aportes de la fenomenología
de Edmund Husserl que estaban a mi cargo. A ello se sumaron cues-
tiones de la filosofía posterior a Kant y de la fenomenología posthus-
serliana relacionadas con la teoría del conocimiento.
Los cursos de Jorge mostraban una construcción armónica cuyos
lineamientos más generales menciono. En el inicio destacaba que el
programa crítico de Kant, tanto en el plano teórico como en el prác-
tico, es el de la autolimitación. La idea del hombre como un ser limi-
tado es una premisa a la que califica de “metafísica en sentido am-

1
Dotti, Jorge, La letra gótica. Recepción de Kant, desde el romanticismo hasta el treinta,
Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1992, p. 158.
2
Ibíd, p. 170.

46
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI ROBERTO J. WALTON

47
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

plio”3. No somos dioses ni en el campo del conocimiento ni


en el campo de la moral. Esta finitud humana se traduce
JORGE DOTTI, en el plano del conocimiento en el hecho de que el hombre
in memoriam
es incapaz por sí mismo de dar existencia a sus represen-
taciones. No habría problema gnoseoló-
El conocimiento
gico si el elemento racional mismo pu-
implica llegar a algo diera generar el contenido material del
nuevo más allá de una conocimiento en lugar de ser deudor de
homogeneidad ontológica una instancia distinta. El problema del
entre el yo y lo conocido conocimiento se volatiliza si el entendi-
que solo implicaría miento humano es asimilado al enten-
una purificación del dimiento divino. De ahí que no haya en
espíritu: “Toda la Crítica Platón un problema del conocimiento en
de la Razón Pura es un sentido estricto porque, de acuerdo con
esfuerzo para resolver su punto de vista, el problema se limi-
esta cuestión”. ta a una purificación del espíritu por la
cual se vuelven a ver las verdades que
siempre incluye dentro de sí mismo. Tampoco hay un problema del
conocimiento en Hegel porque en la racionalidad misma están gra-
badas las verdades últimas acerca de todas las cosas. Solo hay pro-
blema del conocimiento cuando se asume que el hombre, para co-
nocer, tiene que ir a lo que está fuera de él. El problema es entonces
la posibilidad de un contacto entre el yo que tiene pautas de orden
de carácter intelectual y aquello hacia lo cual el yo va y que no tiene
ese carácter. El conocimiento implica llegar a algo nuevo más allá
de una homogeneidad ontológica entre el yo y lo conocido que solo
implicaría una purificación del espíritu: “Toda la Crítica de la Razón
Pura es un esfuerzo para resolver esta cuestión”.
Un tema central de los cursos era la Deducción Trascendental de
las Categorías, que era explicitada en su significación desde la Di-
sertación hasta el Opus Postumum y como prueba de la capacidad
objetiva del conocimiento. Jorge ponía énfasis en que la prioridad
de la síntesis, y con ella el acceso a algo nuevo como conocimiento en
sentido estricto, era el nervio central de la Crítica. La explicitación
de este tema conduce a las tres fuentes subjetivas del conocimiento,
es decir, el sentido, la imaginación y la apercepción como los funda-

3
Esta cita y las siguientes fueron tomadas de los desgrabados de las clases dictadas por
Jorge Dotti durante los años a que hace referencia este trabajo.

48
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI ROBERTO J. WALTON

mentos originarios que contienen las condiciones de posibilidad de


la experiencia y que, “en sí mismas no pueden derivarse de ninguna
otra facultad del espíritu”.4 Esta falta de derivación implica un dua-
lismo sujeto-objeto que es absolutamente originario y no puede ser
remitido a otra instancia. En la presentación se aclaraba que estas
síntesis eran exhibidas primero por Kant como un proceso doble en
tanto síntesis de la imaginación y unidad de la síntesis en el enten-
dimiento, y luego presentadas como aprehensión de representacio-
nes en la intuición, reproducción en la imagen y reconocimiento en
el concepto. Como problema específico que era destacado estaba el
modo en que la imaginación puede ser guiada por conceptos. Una
actividad ciega, pero indispensable, tiene que ser conceptualizada,
y, por tanto, el núcleo de la Deducción Trascendental “está en la Doc-
trina del Esquematismo”.
Otra cuestión que destacaba era que la lógica trascendental ofrece
un criterio positivo de verdad más allá de la coherencia lógico-for-
mal, esto es, un criterio que no es meramente negativo, sino que con-
cierne a la ampliación del saber. Esto se debe a que su tema es la co-
nexión de instancias intelectuales a priori con un contenido intuiti-
vo que, por ser también puro y no empírico o particular, no afecta su
carácter formal y universal. Se trataba de explicar cómo Kant hace
suyo el concepto tradicional de verdad como adecuación entre repre-
sentación y cosa mediante una identificación –acorde con la natura-
leza limitada del hombre– entre la cosa y la representación en virtud
de la síntesis trascendental de la multiplicidad espacio-temporal.
Merece mencionarse que la cátedra publicó un Cuaderno de Gno-
seología con una traducción realizada por Jorge de la versión de
1781 de la Deducción Trascendental de las Categorías, acompañada
de dos cartas de Kant a Markus Herz, también traducidas y provis-
tas por él de una introducción.
Jorge no se limitaba a la ardua tarea de explicar en detalle esta
obra. Sus preocupaciones se extendían a la constitución del conoci-
miento sistemático y el juicio reflexionante. Ya mencionaba la obra
del Juicio en la integración y diferenciación de los contenidos intui-
tivos mediante su direccionamiento hacia representaciones fenomé-
nicas. Sus exposiciones de la Crítica del Juicio procuraban explicitar

4
Kant, Immanuel, Crítica de la Razón Pura, A 94.

49
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

el saber trascendental de la naturaleza iniciado con el


análisis de los postulados del pensamiento empírico y de
JORGE DOTTI, las ideas regulativas, e incluían consideraciones sobre el
in memoriam
conocimiento científico y la teleología como ficcionalis-
mo. Tampoco se restringía a la filosofía de Kant, sino que
abarcaban el pensamiento postkantiano. Destacaba que
el modo de lectura de la Crítica de la Razón Pura determi-
na la posición respecto de la filosofía posterior.
La lectura del idealismo alemán supone que la actividad inte-
lectiva y espontánea se antepone a las categorías y es previa a la
distinción sujeto-objeto. Toda situación de alteridad es un producto
del entendimiento en una condición previa que no está limitada por
nada. La razón teórica se extiende en armonía con la razón práctica
como una fuerza original y absolutamente creativa previa a todo
dualismo y en que toda limitación es autoimpuesta y de ese modo
es superable. En este caso hay un puro pensar previo al pensar ca-
tegorial como un Uno del que emana el universo. En contraste con
esto, se ha de enfatizar que Kant solo concede retóricamente la posi-
bilidad de categorías no esquematizadas, pero, si explica la función
de las categorías, no deja de aludir a las categorías esquematizadas
que se encuentran en relación con el tiempo. Por tanto, no es pensa-
ble una función intelectual productiva previa a la separación entre
yo y lo que le es dado: “La lectura de Kant depende de si queremos
aceptar el dualismo sujeto-objeto o no. El punto decisivo es ese. [...]
La Crítica de la Razón Pura es la toma de conciencia de un límite y no
la producción de un límite”.
Otro tema era precisamente la razón dialéctica y especulativa.
Jorge había publicado el libro Dialéctica y derecho. El proyecto éti-
co-político hegeliano (Buenos Aires, Hachette, 1983), cuyas raíces re-
miten a sus tesis doctoral en la Università degli Studi di Roma. En
lo que atañe a la teoría del conocimiento explicaba en las clases, en
términos claros y comprensibles, el armazón conceptual de la lógica
hegeliana. La guía de esta tarea puede encontrarse en una referen-
cia a la Deducción Trascendental en las páginas con que se inicia
la Doctrina del Concepto: “Pertenece a las más profundas y más co-
rrectas intelecciones que se encuentran en la Crítica de la Razón que
la unidad que constituye la esencia del Concepto se encuentra cono-

50
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI ROBERTO J. WALTON

cida como la unidad originariamente sintética de la apercepción”5.


Frente a la dependencia de condiciones empíricas, Hegel deriva a
partir de la unidad trascendental. Es lo Uno dotado de capacidad
productiva previa a la distinción sujeto-objeto. El núcleo del pensa-
miento hegeliano, explicaba Jorge, reside en la negación de la auto-
nomía de lo finito respecto del verdadero infinito. Frente al empi-
rismo y la filosofía crítica, esto implica que lo empírico como objeto
de la certeza sensible es puesto por lo universal concebido como la
Idea que contiene en sí la particularidad como un momento de au-
toenajenación. De este modo se realiza lo racional de manera que
lo real es su vehículo de expresión. Ahora bien, para acceder a esta
verdad especulativa es necesario partir de lo particular empírica-
mente dado y ascender a lo universal o Absoluto en que esa particu-
laridad encuentra su razón de ser. No obstante, el significado de este
proceso reside en el movimiento contrario que va desde lo universal
a lo particular. Esto significa que lo finito, que aparecía como con-
dicionante, es en realidad condicionado por lo Absoluto. No es una
existencia firme externa, sino que es puesta por lo universal como
lo otro de sí mismo. Por tanto, lo particular empírico no debe ser
presupuesto como un contenido real dado, sino considerado como
algo derivado de lo universal. La naturaleza es la Idea que se ha
enajenado a sí misma, es decir, lo universal que sale fuera de sí para
volver a sí como espíritu.
Había nexos entre los temas que exponíamos. Uno de ellos
es el tipo de orden que la sensibilidad puede imponer sin el en-
tendimiento, es decir, la manera en que predispone el material
intuitivo para ser sometido a las categorías. Es la cuestión de lo
que pasa en la sensibilidad para entregar el material intuitivo
al entendimiento. Se trata de la “sinopsis” kantiana, concebida
como el máximo de ordenamiento que la sensibilidad puede
imponer. Un paralelo puede encontrarse en la fenomenología
trascendental si se tiene en cuenta que las configuraciones y
articulaciones del objeto sensible sirven, en su versión genéti-
ca, de fundamento a una estructuración categorial. Otros temas
que permitían paralelos y un diálogo en torno de ellos eran la

5
Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, Wissenschaft der Logik. Zweiter Teil, ed. Georg
Lasson, Hamburg, Felix Meiner, 1963, p. 221; Wissenschaft derl Logik, Zweiter Band. Die
subjektive Logik (1816), ed. Friedrich Hogermann y Walter Jaeschke, Hamburg, Felix
Meiner, 1981, p. 17 s.

51
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

exclusión de las cosas en sí mismas del campo del co-


nocimiento, el desfasaje husserliano en favor de la
JORGE DOTTI, Estética Trascendental mediante la fundamentación
in memoriam en ella de la Analítica Trascendental, el doble camino
“desde arriba” y “desde abajo” en la
La compañía de Jorge en Deducción Trascendental, la univer-
estos “avatares gnoseo- salización de las ideas trascenden-
lógicos” fue para mí una tales llevadas a operar en el terreno
experiencia filosófica- propio de la Estética, y la distinción
mente extraordinaria, y, entre receptividad y espontaneidad
además, por su sentido que Husserl interpreta de un modo
del humor, muy festiva y más relativo según diferentes niveles
alegre. de la actividad cognoscitiva en térmi-
nos de pasividad, receptividad y acti-
vidad. Pero el tema central en estas
convergencias era la triple síntesis en la medida en que la teoría
husserliana del conocimiento pone de relieve de una manera
análoga que lo aprehendido en la percepción necesita, por su ca-
rácter efímero, ser reproducido en la rememoración, y, además,
para ser objetivado, ser sometido a una síntesis de identificación
de lo aprehendido y lo reproducido. Nos alegraba sobremanera
que coincidiera el momento de nuestra presentación de ambas
versiones de la triple síntesis durante el desarrollo del respecti-
vo curso.
No todos los temas de convergencia sobre lo que podíamos
conversar eran “trascendentales” en sentido estricto. Había que
coincidir en lo práctico, por ejemplo, en qué hacer con un alum-
no que nos observaba en clase provisto de un rústico catalejo
y que ya había impugnado la cátedra con un escrito redactado
en líneas circulares concéntricas. O con aquel que habíamos
aplazado siete veces, había aprobado las restantes asignaturas,
y amenazaba con la octava presentación. En un día de examen
caminábamos por los pasillos de la Facultad y nos encontramos,
entre los múltiples carteles que habitualmente la deslustran y
agravian, con una enorme pancarta en la que aparecían denos-
tados los nombres de una buena parte de nuestros colegas pro-
fesores de filosofía. La lámina panf letaria estaba motivada por
razones puramente políticas como la participación en el Congre-
so de Filosofía de 1982. Nosotros habíamos intervenido, pero no

52
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI ROBERTO J. WALTON

estábamos mencionados. Ante el rudo choque con la confusión


reinante en esa expresión antiacadémica, junto con la sorpresa
de no estar incluidos en el libelo infamatorio, Jorge comentó ri-
sueñamente: “Con la filosofía trascendental, navegamos por el
medio y sobrevivimos a todo”.

La compañía de Jorge en estos “avatares gnoseológicos” fue


para mí una experiencia filosóficamente extraordinaria, y, ade-
más, por su sentido del humor, muy festiva y alegre. Pero final-
mente llegó el triste, e inevitable, alejamiento. Cuando pudo con-
centrar, dentro de la Facultad, su interés en otro gran apartado
de su labor como investigador, se perdió un componente irreem-
plazable en una tarea común en el área de la teoría del conoci-
miento. La cátedra de dos titulares padeció una disminución de
la intensidad y amplitud exhibida desde sus orígenes, y el trabajo
en ella se hizo menos reconfortante. Se había ido un pensador de
hondura espiritual y acendrada ref lexión, un profesor capaz de
exponer en forma clara las bases de los problemas mediante la
sutil diferenciación entre líneas argumentativas y dramatizacio-
nes retóricas, y un ser humano con compromiso y responsabili-
dad íntimos, siempre atento a las solicitaciones externas. Ha sido
una dicha inolvidable trabajar con él, beneficiarme con su saber
y gozar de la cordialidad y generosidad mediante las cuales ejer-
citaba esa kantiana “buena voluntad” que pudimos apreciar en
él desde un principio y valorar reiteradamente en todo momento
posterior.

53
JORGE DOTTI,
in memoriam

54
Responso para Jorge Dotti
SEBASTIÁN ABAD
(UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL - ARGENTINA)

E l aporte de un gran ser humano a los demás, a quienes están


cerca de él o lo frecuentan, suele ser gran cosa. En el caso de un
filósofo, este aporte se extiende, en virtud de las enseñanzas orales
o escritas, más allá del círculo de los discípulos. Desde su muerte,
la fama de Dotti se incrementó exponencialmente y seguirá hacién-
dolo. Las leyendas, todas ellas verdaderas, sobre su personalidad,
humor y oficio filosófico formarán parte, más temprano que tarde,
del trabajo sobre el mito. Aulas, seminarios, coloquios y otras yer-
bas serán bautizados con su nombre. La muerte es insoportable y
los seres humanos nos arreglamos como podemos para transitarla.
Mientras seguimos lidiando con esa muerte, podría ser bueno que
nos preguntemos –a quienes nos interesa la filosofía política– qué
nos deja Dotti y qué hacemos con eso que nos deja. Esto presupone
desde luego que no vamos a ocuparnos indefinidamente de bauti-
zar instalaciones in nomine magistri sino que vamos a retomar –a
quienes nos interesa la filosofía política– su enseñanza para hacerla
legado o herencia.
Jorge Dotti era, a todas luces, poco amigo de lo trendy en sus
diversos sentidos. Incluso olfateaba algo malo en que un pensa-
miento estuviera de moda. Aun el del mismísimo Schmitt. Si bien
era unánimemente querido, Dotti era temido por su office de cen-
sor riguroso en el plano de la erudición. Pero tal reverencia –bien
fundada– seguramente se enraizaba menos en un stock fijo de
saber acumulado en años de esfuerzos que en la inventio, en la
héuresis presencial de su pensamiento, que luego decantaba en
extensos artículos, libros o ensayos que publicaba en Deus Mor-
talis, su refugio para el exceso. La imponencia de Dotti (y el co-
rrelativo temor que generaba, cual pasión esclarecida, en colegas
y estudiantes) producía un beneficio tan enorme como difícil de
cuantificar: el freno a la imbecilidad filosófica.
“Imbécil” significa, si nos remitimos a la etimología corriente,
privado de bastón, y se refiere a la incapacidad que una persona

55
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

tiene de valerse por sí misma. La aspereza y violencia


engañosas con que el término resuena en el español rio-
JORGE DOTTI, platense se acerca en verdad, según lo anterior, a cierta
in memoriam banalidad mansa, a una mediocritas que no es áurea. Lo
interesante de esta idea reside en ilu-
El olvidado minar no tanto lo que nos lleva a nece-
Schopenhauer, quien sí, sitar bastón, sino más bien la relación
en efecto, despreciaba a que establecemos con los bastones que
las masas, construyó un siempre necesitamos. La imbecilidad
concepto de genio que de que hablamos sería entonces la ne-
condensa y radicaliza el gativa a valerse de un bastón cuando
romanticismo alemán: en verdad todos sabemos que es abso-
la capacidad de conocer lutamente necesario hacerlo; al mismo
independientemente tiempo, sostener esa negativa sería pre-
del principio de razón tender que cada uno cuenta ya con todo
suficiente lo necesario para hacer lo que tiene que
hacer y puede autocrearse.
Llevada al límite, esta idea desemboca en la soberanización o
autopoetización del pensamiento individual. He aquí lo que im-
porta a la filosofía o a cierta filosofía. La soberanización del indi-
viduo (hoy en día, en la sociedad del entretenimiento, podríamos
incluso hablar de una soberanización de partes del cuerpo) con-
duce al reino de la opinión, entendida como el pensamiento cuya
legitimidad reside en haber sido pronunciado por un soberano
cualquiera. La opinión es un derecho formalista que hace secun-
dario al contenido y esencial a la ocurrencia. Opinar no significa
trabajar ni responder, sino emitir. Y la emisión sin respaldo gene-
ra inflación.
Frente a esta sombría conclusión podría reprochársele a quien la
traza una visión elitista que se hallaría a la búsqueda de un genio
para despreciar mejor a las masas. Las masas son imbéciles, pero
los genios no. ¿Los genios no? El olvidado Schopenhauer, quien sí,
en efecto, despreciaba a las masas, construyó un concepto de genio
que condensa y radicaliza el romanticismo alemán: la capacidad de
conocer independientemente del principio de razón suficiente. Este
concepto conduce trágicamente a la escisión entre la prudencia y el
acceso a la idea, la conservación de sí y la grandeza, la normalidad y
la Abnormität. El genio se parece más bien a Lev Nikoláievich Mysh-
kin que a un reposado pensador.

56
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI SEBASTIÁN ABAD

La imbecilidad que detenía (y cada vez menos detendrá) Dotti


es la de una sociedad y, por ende, la de una discusión filosófica en
la que todos somos Myshkin. Si Dotti podía hacerlo es porque no
era un genio à la Myshkin, ni un miembro del club fiat iustitia y
menos aun un pensador crítico trabajado por las diversas formas
de universalismo anti-absolutista que Koselleck supo describir en
su libro sobre la crítica y la crisis, y hoy en día se reeditan sin pudor
(y sin pagar derechos de autor). Por eso el gran profesor se hallaba
también lejos del buen sentido que impera en nuestros días, y que
se particulariza como objeción buenista al Estado o al Poder, o bien
como una forma de autonomía que no puede explicar su origen y
no sabe (o no puede confesar) para quién trabaja. Lo contrario de
esta genialidad es, desde un punto de vista subjetivo, el estudio y la
frecuentación de los grandes pensadores. Algo así como la cruzada
hobbesiana contra el “espíritu privado” y la inspiración, que con-
vierte a todo cristiano en profeta y a todo ciudadano en legislador
extraordinario. En sentido objetivo, en cambio, lo contrario del ge-
nio-Myshkin, es el Estado.
La fuerza viviente que residía en Jorge Dotti ya no puede dete-
ner banalidades, pero al trasladarse a la obra, se convierte en he-
rencia a ser leída. Esta herencia, tal como la veo, se centra –diría
un schmittiano–, no tanto en la política, sino en lo político, donde
confluyen el Estado, el orden, lo universal con el punto de desqui-
cio que no cabe amar, pero tampoco negar u omitir. Ese punto de
desquicio, que Hamlet elevó a mundo, dice para los modernos la
verdad de la convivencia de distinta manera y en distintas épocas.
En este sentido, el legado de Dotti no es la filosofía política como
disciplina genérica definida vaya uno a saber cómo, sino el pro-
blema de los fundamentos y la estructura de la institucionalidad
política moderna, que no puede sino pensar en el horizonte de la
crisis desatada para siempre por la ciencia natural, la Reforma y
la identidad yoica.
Dotti estaba de acuerdo con Schmitt en que el genio individual
o societal cifra su existencia en el Estado, entendido como ordena-
miento espacial concreto fundado y protegido por la intervención
soberana extraordinaria. He aquí el eje de su contienda con la filo-
sofía contemporánea posfundacionalista, posmoderna o populista,
que mantenía con humor y amargura. Dotti hostigaba a los nietzs-
cheanos por su interpretacionismo y les objetaba que sin la noción

57
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

de “causa” la pendiente hacia el ocasionalismo románti-


co parecía irresistible. A los ranciereanos les espetaba:
JORGE DOTTI, “muy interesante la distinción entre política y policía,
in memoriam pero ¿quién tiene el poder legislativo? ¿Quién decide sobre
la excepción?”. En los seminarios sobre
El pensamiento político, Strauss se permitía un hobbesianismo
en la medida en que duro, que mancillaba el Spinoza de los
es contemporáneo, no deleuzianos, algo similar a lo que suce-
puede pensar meramente día en los seminarios sobre Benjamin,
a partir de valores, donde –en confrontación con la ange-
sustancias o bienes, logía– se ponía en entredicho el mesia-
pero tampoco a partir nismo sin Mesías de los derrideanos,
de estabilizaciones y todo mesianismo en general. A esta
normalizadas como el secuencia pertenece desde luego un ex-
consenso, lo “social” tenso y medular artículo publicado en
Deus mortalis, cuya sustancia se deja
ver también en diversas intervencio-
nes posteriores, donde Dotti polemiza con Laclau y sus discípulos
(“posmopopulistas” y “revolucionaristas”), a quienes les objeta el
carácter inflacionario de la emisión de signo sin respaldo que en-
traña la “política hegemónica”. Este mismo argumento llegó a rozar
la coyuntura política, cuando, en un escrito reciente, incluido en la
reedición del libro Las vetas del texto, el revolucionarismo llegó a
cruzarse con el rostro menos interesante del kirchnerismo.
Estas objeciones no agotan ni mucho menos lo que Dotti tenía
para decir y hoy tenemos para escuchar. No pretendemos, además,
escuchar para refugiarnos ante lo sombrío de la época (con lo cual
se desmiente menos la sombra que el refugio), sino para continuar
ese camino, ya generosamente desbrozado y urbanizado, si cabe la
expresión. Si esa continuación o prolongación es posible o fructífera
se verá in praxi y con el tiempo. Pero del punto de partida, del co-
mienzo que Dotti plantea, podemos hacernos una idea, aunque sea
borrosa. Quisiera hacer en lo que sigue una lista de afirmaciones
que podrían ser tomadas de modo categórico, pero encomiendo al
lector que atribuya lo tajante a lo lacónico, y esto último a la falta de
espacio. Comienzo, pues.
El pensamiento político no puede ser sólo pensamiento crítico.
Si la modernidad decimonónica postuló una metafísica de la liber-
tad, mas no del arbitrio, que presupone una enorme estructuración

58
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI SEBASTIÁN ABAD

institucional de la convivencia, y el siglo XX arrasó con una enorme


cantidad de supuestos y conceptos que sostenían esa estructuración,
eso no significa que nuestra época deba contentarse con los “frag-
mentos de espantosa necesidad” y renuncie a designar o crear una
metafísica donde se identifique la res dura que un orden político
contemporáneo defiende.
El pensamiento no-crítico (pluscuamcrítico) que el pensa-
miento político (estatalista) es o debe ser no puede, en razón de
lo anterior, desreponsabilizarse de la idea de “orden político”.
La designación de una res dura o la construcción de una meta-
física política no puede ser sólo destrucción, sino postulación y
posición conceptual. El momento positivo del pensamiento del
orden no puede coincidir con una mera objeción a lo instituido
ni evitar la especificación de las formas de obediencia y lealtad
política que lo hacen perdurable.
El pensamiento político, en la medida en que es contemporá-
neo, no puede pensar meramente a partir de valores, sustancias
o bienes, pero tampoco a partir de estabilizaciones normaliza-
das como el consenso, lo “social”, etc. ya que, en todo caso, es el
orden político el que hace en general posibles todas las instan-
cias señaladas a partir de un cierre territorial, jurídico y herme-
néutico. Si bien tal cierre soberano, para ser efectivo y concre-
to, no ha de sofocar la vitalidad política que pretende ordenar,
tampoco puede renunciar a conducir y formar según criterios
públicos a la población o al pueblo.
El pensamiento político, testigo de crisis bélicas, políticas y
económicas, no puede obviar, al pensar el ordenamiento político
contemporáneo, anticipar los efectos de las crisis conocidas e ima-
ginar los de las desconocidas a fin de especificar, en la medida de
lo posible y lo necesario, las instancias o los sujetos autorizados a
lidiar con la crisis, pero también, en la medida de lo posible y lo
necesario, el margen de discrecionalidad con que han de contar
para enfrentar la anomalía, lo desquiciante, lo que pone en peli-
gro el orden político.
Si el pensamiento político no quiere pensar un orden y prote-
gerlo, ¿qué quiere? El pensamiento político estatalista propone
una idea de orden sin pretender suprimir o ignorar, sino más
bien elaborar –casi en sentido freudiano–, la contingencia en

59
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

función de la idea inscripta en el orden. De este modo


interpretaría el “Pf licht zum Staat” que Schmitt pos-
JORGE DOTTI, tula en su texto sobre la ética estatal. En la época del
in memoriam pluralismo, la estatalidad no es algo obvio, sino un
trabajo. La lealtad al Estado, como configuración ins-
titucional que expresa la unidad del pueblo, es proble-
mática. Pero es problemática porque también lo es el
Estado, entendido como ordenador de la normalidad
que interviene de modo extra-ordinario (aunque jurídicamente)
para defenderse de la disolución o la revolución. Lo político (tal
como Dotti lee a Schmitt) es entonces un momento de neutrali-
zación soberana, no la electrificación de los particularismos de
la sociedad civil.
Desde luego soy yo quien atribuye estas ideas a la persona, ama-
ble y jovial, pero severa y estricta, que oficiaba de freno a la imbe-
cilidad (filosófica), y que se nos ha muerto. Su obra, esperemos, nos
proteja del buenismo, un falso amigo de la vida y un enemigo decla-
rado del pensamiento. La filosofía debe guardarse de la pretensión
de ser edificante. Gracias, Jorge. Hasta siempre.

60
Dotti oral.
Un monje destilando licores
ESTEBAN MIZRAHI
(UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA MATANZA – ARGENTINA)

J orge Dotti ha dejado una vasta obra escrita que recoge lo central
de su pensamiento filosófico puesto a trabajar sobre los textos
de Hobbes, Locke, Rousseau, Kant, Hegel y Schmitt, aunque también
de muchos otros autores a propósito de estos. También se ha ocu-
pado de la peculiar recepción argentina de diversos pensadores y
corrientes ideológicas, centrales en la historia moderna de Occiden-
te. Sus libros y numerosos artículos así lo documentan y este será,
seguramente, su aporte más perdurable. Con todo, hubo y hay otro
Dotti, difícilmente accesible para aquellos que no lo conocieron en
vida y que sólo se enfrentan con sus trabajos publicados. Se trata de
un Dotti no escrito que, lejos de lo que esta expresión en principio
pudiera insinuar, no entra en contradicción con el primero sino que
lo complementa de una manera magistral. Detenerse en el Dotti oral
es hacer justicia al profesor de filosofía, manera en que le gustaba
pensarse y presentarse a sí mismo.
Por más de treinta años dictó sus teóricos de filosofía política
en la UBA alternando entre dos programas: uno centrado en la
filosofía política de Hegel y otro en el contractualismo moderno.
El temario se repetía; sus clases no. Dotti era un profesor de fi-
losofía que pensaba nuevamente los temas que explicaba mien-
tras lo hacía. Su dispositivo de transmisión era al mismo tiem-
po un dispositivo de pensamiento. El recorrido conceptual de
sus cursos le era bien conocido por transitado. Pero Dotti no lo
emprendía de manera rutinaria sino con el entusiasmo propio
de quien está dispuesto a asombrarse con lo nuevo que pudiera
aparecer en el camino. Cada cuatrimestre encaraba sus teóricos
provisto de una hoja de ruta. Sus clases progresaban a través
de la lectura morosa de textos centrales de la filosofía política
moderna. Iba leyendo y explicando el sentido de cada párrafo
que leía. En rigor, se lo explicaba una vez más a sí mismo en

61
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

presencia de sus estudiantes. Pero volverse a explicar


cada año los mismos textos implicaba de hecho una
JORGE DOTTI, reinterpretación. Por eso, en cierto sentido, podría
in memoriam afirmarse que Dotti, como Pierre Menard, “dedicó sus
escrúpulos y vigilias a repetir en un
Pero Dotti sabía que un idioma ajeno un libro preexistente”.
claustro también puede Y también que, tal como ocurría con
ser un bastión. Lejos de Menard, su repetición era un acto de
toda actitud escéptica o auténtica creación. Porque es inevi-
irónica –complacientes en table la intromisión del pensamiento
el fondo con la condición cuando se trata de interpretar crítica-
contemporánea–, leer mente un texto filosófico.
y enseñar a leer textos
Dotti no buscaba en las obras con-
filosóficos fue el modo
sagradas respuestas mecánicas, ni
que encontró para
mucho menos antojadizas, a proble-
mantener vivo el nervio
mas actuales. También despreciaba
de la crítica.
el congelamiento del pensar en la for-
ma de academicismo. Rara vez men-
cionaba en sus cursos discusiones entre comentaristas. Tampo-
co hacía concesiones didácticas de ningún tipo. El pizarrón a
sus espaldas era parte de un decorado que aceptaba con indi-
ferencia. Su ejercicio docente se basaba en la confianza de que
un mismo texto leído en otras coordenadas espacio-temporales,
desde marcos culturales distintos y expectativas vitales diver-
sas, se abre a nuevos sentidos antes ocultos. También en la con-
vicción de que el arte de leer textos filosóficos sólo puede trans-
mitirse en su ejercicio. Y Dotti ejecutaba su arte con un rigor y
una seriedad admirables.
Con toda probabilidad consideraba que ésta era la única opera-
ción filosófica con sentido en el marco de lo que denominó “nues-
tro posmodernismo indigente”, es decir, en un mundo donde la
filosofía queda relegada frente a “la conmutación horizontal de
equivalentes a ritmo vertiginoso”. Si es cierto que, como afirmaba
a menudo, no hay política sin metafísica, la abolición posmoderna
de toda dimensión trascendente parece destinada a clausurar la
posibilidad misma de hacer filosofía en un clima cultural que, o
bien la banaliza en clave mediática, o bien la sepulta en los claus-
tros. Pero Dotti sabía que un claustro también puede ser un bas-
tión. Lejos de toda actitud escéptica o irónica –complacientes en

62
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI ESTEBAN MIZRAHI

el fondo con la condición contemporánea–, leer y enseñar a leer


textos filosóficos fue el modo que encontró para mantener vivo el
nervio de la crítica.
Tal vez esté en lo cierto el narrador de Pierre Menard cuando
afirma que “no hay ejercicio intelectual que no sea finalmen-
te inútil”. Puede ser. Sin embargo, Menard jamás asoció sentido
con eficacia. Tampoco Dotti lo hizo. Ser y enseñar a ser profesor
de filosofía fue, en su caso, un gesto de resistencia frente a un
clima de época despiadado con el pensamiento. Ejerció la do-
cencia universitaria como una acción valiosa en sí misma, con
independencia de sus efectos. Ese valor intrínseco de su prácti-
ca es lo que Dotti transmitía cuando leía, cuando releía, cuando
explicaba y se explicaba por enésima vez un texto, cuando no se
resignaba a dejar de pensar.

63
JORGE DOTTI,
in memoriam

64
El vanguardismo decisionista
de Carl Schmitt en la lectura
de Jorge Dotti
JAVIER DE ANGELIS
(CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS –
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES – ARGENTINA)

E mbarcarnos hoy en el estudio de la obra de Carl Schmitt sin


dejarnos guiar por Jorge Dotti y su obra nos resulta una posibili-
dad apenas concebible. Su trabajo y su pensamiento indudablemen-
te han contribuido a enriquecer de modo fundamental la lectura
y la interpretación del jurista alemán. Por eso se convirtió en una
referencia ineludible dentro del campo de la investigación especia-
lizada. Pero al tiempo que conseguía elucidar la densidad filosófica
del pensamiento schmittiano, su horizonte histórico-espiritual y el
modo singular en que sobre este se afirmó, Dotti introdujo a la vez
a Schmitt en nuestro propio horizonte argentino y latinoamericano.
La potencia de la operación interpretativa que llevó a cabo con la
obra schmittiana durante las últimas tres décadas reside en haber
revelado su sentido contemporáneo y local. La obra de Dotti en tor-
no al jurista es, por esa razón, inescindible de su propia lectura de
la historia y del presente. Esta premisa interpretativa guía de forma
manifiesta su trabajo. Su meditación sobre la obra schmittiana es
también una reflexión sobre el presente y una indagación sobre la
tarea del pensamiento en su destino latinoamericano.1

1
Consultado sobre el concepto de recepción, Dotti señala la afinidad entre la tarea
del intérprete y la del traductor: “Ni siquiera la aduana ideológica más impermeable
puede evitar este efecto paradójico: leer textos ajenos genera inevitablemente
respuestas autóctonas; más aún: receptar y concretizar discursos que se originan en
otros ámbitos es siempre un gesto original, por menardista que fuere. Así como todo
autor precedente es inevitablemente contemporáneo a la lectura que de él se hace, así
también toda idea receptada es necesariamente tan local como la comprensión y uso
–argumentativo, retórico y/o político– que de ella se ensaya”, en AA. VV., “Encuesta
sobre el concepto de recepción”, en Políticas de la Memoria, Nº 8/9, Verano 2008/2009, p.
98. Cf. también “Conversación con Jorge Dotti”, en El río sin orillas. Revista de filosofía,
cultura y política, Nº 1, Año 1, octubre 2007, pp. 236-245. En esta extensa entrevista,
Dotti desarrolla aquella afinidad entre traductor e intérprete, especialmente en el
ámbito de las humanidades. Insiste, en efecto, en el gesto decisionista implícito en toda
traducción-interpretación. Es este gesto fundacional, original de toda interpretación,
el que la liga a su situación existencial a partir de la unicidad del actor que la realiza.

65
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Siguiendo esta intuición, quisiéramos sugerir breve-


mente una hipótesis que anuda los elementos determi-
JORGE DOTTI, nantes de su lectura de Schmitt. Es de este Schmitt de Do-
in memoriam
tti, leído en la clave de un vanguardismo sui generis, que
parte no solamente nuestra reflexión, sino también la de
muchos de nuestros contemporáneos. El Schmitt de Dotti,
en efecto, ha sido apropiado y reelaborado de forma cre-
ciente en el campo intelectual argentino. Dotti también
se hizo eco de estas recepciones. Su obra tomó la palabra en el mar-
co del amplio debate que, durante la última década, ocupó a las hu-
manidades en torno a la crisis del neoliberalismo de fines del siglo
pasado, la “renacida” función del Estado y el sentido de lo político.2
En este marco, entendemos que al menos hasta comienzos de la
década del 2000 Dotti interpreta la teología política schmittiana en
los términos de una politización del vanguardismo estético de los
años veinte. Por ello, anuda su Deutung a la quiebra vanguardista
que implica lo excepcional y al formalismo del momento de la de-
cisión.3 Bajo esta lectura que parte de la politización schmittiana
de las tendencias estéticas de la vanguardia histórica, Dotti acerca
al jurista a lo que Oscar Terán denominó los “modernos intensos”
de la literatura argentina de los años veinte.4 En efecto, Dotti leyó

2
Una exhaustiva reconstrucción y análisis de este debate puede leerse en Abad,
Sebastián, “Die aktuelle Rezeption Carl Schmitts in Argentinien seit Beginn des neuen
Jahrhunderts”, en Voigt, Rüdiger (ed.), Der Staat des Dezisionismus: Carl Schmitt in der
Internationalen Debatte, Baden-Baden, Nomos, 2007, pp. 167-186.
3
Esta línea queda fundamentalmente expresada en Dotti, Jorge, “Teología política y
excepción”, en Daimon. Revista de Filosofía, Nº 13, Julio-Diciembre, 1996, pp. 129-140.
Cf. también Dotti, Jorge, “From Karl to Carl: Schmitt as a Reader of Marx”, en Mouffe,
Chantal (ed.), The Challenge of Carl Schmitt, London, Verso, 1999, pp. 92-117. Silvia
Schwarzböck ha determinado la articulación de esta operación estético-política en la
lectura dottiana de Schmitt en “Schmitt y la Argentina”, en ADEF. Revista de Filosofía,
Vol. XVI, Nº 2, noviembre 2001, pp. 167-177; y en “Schmitt, Marx y Argentina. Una
lectura estético-política de la lectura de Jorge Dotti”, en Avatares Filosóficos. Revista del
Departamento de Filosofía, N° 2, 2015, pp. 84-102.
4
A través de la afinidad con los modernos intensos de Terán, Dotti destaca el impulso
anti-liberal y anti-burgués del decisionismo schmittiano. Este vanguardismo anti-
racionalista (aunque no irracionalista) se presenta entonces como la rebelión que
la conciencia moderna efectúa contra sí misma. La ruptura vanguardista amenaza
fundamentalmente el ideal liberal-burgués de progreso: “El revolucionario arltiano,
el Naphta porteño, a través de la acción anhelada y no obstante su imbroglio ideológico
(la «ensalada rusa» que ni Dios entiende, de esa frase iluminante recordada por Oscar)
rechaza la neutralización del tiempo como cinta transportadora de condicionamientos
causalistas y teleológicos, y vivencia de antemano la consiguiente libertad ganada para
la subjetividad creadora, precisamente a través de la resemantización de la existencia
en el puro presente, en el instante absoluto –no pasado, no futuro– de la revolución”,

66
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI JAVIER DE ANGELIS

a Schmitt como vanguardia, del mismo modo en que Schmitt hizo


lo propio con los reaccionarios Bonald, de Maistre y Donoso Cortés.
En esta interpretación, el decisionismo schmittiano se revela como
un pensamiento de lo político anti-liberal y anti-romántico suscep-
tible de ser apropiado por una política de izquierda democrática.
Comprender a la derecha derrotada en la segunda Guerra Mundial
resulta entonces la mediación clave para comprender al liberalis-
mo triunfante y las figuras de su actual despliegue global. Silvia
Schwarzböck ha condensado este movimiento de la lectura dottiana
en la fórmula: pensar con Schmitt para ir más allá de él.
Pero justo cuando el jurista está a punto de transfigurarse en uno
de aquellos conspiradores revolucionarios de las novelas arltianas, un
libertario desesperado, esta intensificación vanguardista del momento
de la decisión encuentra su límite en la lectura de Dotti con el nacimien-
to del nuevo siglo. Arriesgamos algunos motivos para este nuevo matiz
de la interpretación dottiana de Schmitt. Por un lado, la situación políti-
ca concreta de la Argentina y la región durante el primer lustro del siglo
XXI, que Dotti leyó en los términos de la primacía epocal de un revolu-
cionarismo nacional-populista,5 en el contexto global de una violencia
terrorista desatada.6 Por otro lado, la transformación del adversario
post-estructuralista (cuya afinidad metafísica con el neoliberalismo y
la lógica disolvente del capital Dotti no dejaba nunca de señalar) en di-
versas formas de mesianismo –light o benjaminiano– que se expandían
dentro del campo intelectual y afectaban al concepto de excepción y a la
comprensión del pensamiento jurídico-político schmittiano.

Dotti, Jorge, “Comentario a la ponencia de Oscar Terán”, en Prismas. Revista de historia


intelectual, Año 1, Nº 1, 1997, pp. 201-203, p. 203. Cf. también Terán, Oscar, “Modernos
intensos en los veinte”, en Prismas. Revista de historia intelectual, Año 1, Nº 1, 1997,
pp. 91-103. Como prolongación de esta reflexión acerca del momento libertario de la
decisión, puede leerse el encuentro que Dotti imagina entre Schmitt y Max Stirner
en: Dotti, Jorge, “El visitante de la noche. En torno a la presencia de Max Stirner en el
pensamiento de Carl Schmitt”, en Dotti, Jorge y Pinto, Julio (comps.), Carl Schmitt. Su
época y su pensamiento, Buenos Aires, Eudeba, 2002, pp. 13-29.
5
La consideración dottiana sobre este momento histórico, como época de invocación
y procreación continua del estado de excepción, y su crítica a la ética militante del
revolucionarismo populista en la ocupación del Estado pueden leerse en “Incursus
teológico-político” y en “Depredo, luego existo. O el salvajismo de Las teorías salvajes”,
ambos en Dotti, Jorge, Las vetas del texto (segunda edición ampliada), Buenos Aires, Las
cuarenta, 2011, pp. 247-300.
6
Cf. Dotti, Jorge, “Hegel filósofo de la guerra y la violencia contemporánea”, en Anuario
Filosófico de la Universidad de Navarra, Vol. XL, Nº 1, 2007, pp. 69-107; y Dotti, Jorge,
“Violencia, guerra y terror postmoglobales”, en Cruz, M. (coord.), Odio, violencia,
emancipación, Barcelona, Gedisa, 2007, pp. 109-124.

67
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

La crisis de fin de siglo y los nuevos procesos políticos


latinoamericanos marcan entonces para la obra de Dot-
JORGE DOTTI, ti un pasaje desde la intensificación del momento revo-
in memoriam
lucionario (o fundacional) de lo político schmittiano, su
momento genético, hacia el tiempo de la responsabilidad
en la faena estatal.7 Este movimiento implica una crítica
de la recepción estetizada del vanguardismo decisionis-
ta y su reconfiguración en los términos de una teleología
estatalista de impronta cristiana.8 De forma manifiesta, el desplaza-
miento de aquel acento en la quiebra vanguardista que podía acer-
carlo a una variante del movimientismo se produce con su lectura
del Leviatán hobbesiano de Schmitt, publicada en 2002.9 Ya en los
textos de Schmitt sobre Hobbes de 1938, Dotti lee una crítica radical
de la instrumentalización del Estado por parte de los poderes indi-
rectos (económicos y corporativos) y, como respuesta a este proceso,
una fuerte apología de la mediación teológico-política concretada
por el Estado aún en la era de su ocaso.

7
A este momento de su lectura del jurista pertenece también su traducción y comentario
exhaustivo de Carl Schmitt, “Ética del Estado y Estado pluralista”, en Deus Mortalis.
Cuaderno de Filosofía política, N° 10, 2011-2012, pp. 289-524. En indudable continuidad
con esta línea de la interpretación del Schmitt de Dotti leemos las contribuciones
fundamentales de Sebastián Abad, Mariana Cantarelli y Esteban Amador al desarrollo
de una subjetividad estatal contemporánea (y su crítica tanto de la ética militante
como de la subjetividad tecnocrática en la ocupación del Estado). Cf. entre otros, Abad,
Sebastián y Cantarelli, Mariana, Habitar el Estado. Pensamiento estatal en tiempos
a-estatales, Buenos Aires, Hydra, 2012; y Abad, Sebastián y Amador, Esteban (comps.),
El fantasma en la máquina. Sobre la formación de los agentes estatales, Buenos Aires,
Hydra, 2017.
8
Beatriz Sarlo ha desplegado esta noción estetizada del vanguardismo schmittiano,
remitiendo directamente a Dotti y a su artículo “Teología política y excepción” (1996),
en su consideración crítica de las juventudes peronistas de Montoneros en los años
setenta. En su tratamiento, la excepción schmittiana parece no distinguirse de su
variante mesiánica en la lectura de Giorgio Agamben. Dotti discutió esta interpretación
vinculada al mesianismo “light” e impolítico de Agamben, diferenciándola claramente
del sentido que recibe la excepción en la teología política schmittiana de base
cristológica: “Yo acentúo allí [en el artículo de 1996] un formalismo de la decisión que
deja tácita su premisa, la cual, de haber sido expresamente expuesta, habría reducido
el efecto de la omni-aplicabilidad, o sea de la apertura del discurso decisionista a una
pluralidad de contenidos diversos. En ese artículo, en general, debí haber marcado la no
neutralidad schmittiana respecto de los contenidos de la decisión, la cual, en su metafísica
específica, tiene como referente una teleología estatalista de impronta indeleblemente
cristiana [...]”, en “Conversación con Jorge Dotti”, op. cit., pp. 258 y ss. (el subrayado es
nuestro). Cf. también Sarlo, Beatriz, La pasión y la excepción. Eva, Borges y el asesinato
de Aramburu, Buenos Aires, Siglo XXI, 2003, pp. 194 y ss., pp. 268-270.
9
Cf. Dotti, Jorge, “¿Quién mató al Leviatán? Schmitt intérprete de Hobbes en el contexto
del nacionalsocialismo”, en Deus Mortalis. Cuaderno de filosofía política, Nº 1, 2002, pp.
93-190.

68
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI JAVIER DE ANGELIS

Entonces, a partir de una reflexión sobre la quiebra vanguardista


del decisionismo frente a la inmanencia radical de la cultura neo-
liberal mercantilizada, Dotti pasa a acentuar el matiz de la necesa-
ria prudencia política del estadista y la naturaleza del poder neu-
tral soberano a partir de la misma conceptualidad schmittiana.10 No
obstante este desplazamiento, el decisionismo continúa significando
para Dotti la negación de la reificación de las relaciones sociales y
políticas, una alternativa frente al avance disolvente de la lógica del
capital sobre lo político y su concepto de representación. El modo en
que se articulan los dos momentos de aquel vanguardismo schmit-
tiano sui generis, el rostro de Jano de la soberanía estatal, es el enig-
ma que animó su lectura del jurista y que, a la vez, lo llenó de sentido
para nosotros en estas tierras.

La elaboración conceptual más acabada de este aspecto del vanguardismo decisionista


10

schmittiano en la obra de Dotti puede encontrarse en su tratamiento del poder neutral


en Dotti, Jorge, “Ménage à trois sobre la decisión excepcional. Kierkegaard, Constant
y Schmitt”, en Deus Mortalis. Cuaderno de filosofía política, Nº 4, 2005, pp. 303-380. Cf.
también Dotti, Jorge, “La cuestión del poder neutral en Schmitt”, en Kriterion, Vol. 49,
Nº 118, Diciembre 2008, pp. 309-326. Allí, Dotti busca articular el momento rupturista
y totalitario de la decisión existencial con la incorporación de algunos elementos del
constitucionalismo liberal de Benjamin Constant: “La premisa de la triangulación que
proponemos es que para los tres pensadores [Kierkegaard, Constant, Schmitt], y no
obstante las modulaciones literarias diversas y distintivas, la crítica de la época, esa
Kritik der Zeit en la que confluyen motivos, sugestiones y expectativas variadas, es ante
todo compromiso existencial, serio y profundo. En segundo lugar, presuponemos también
que la dualidad interpretativa, quizás inclusive la ambivalencia, de Schmitt respecto de
Constant es un elemento central de la relación teórica entre el liberalismo clásico y el
decisionismo. El intelectual lausannois es el intelectual liberal que más ha estimulado
la reflexión schmittiana sobre la estructura constitucional apta para responder al
desafío del estado de excepción. En tal sentido, esta ambivalencia o esta duplicidad
hermenéutica forma parte de la posición teórica general que Schmitt asume frente al
liberalismo anglofrancés clásico, es decir anterior a la era de las masas. Insistiremos:
no solamente critica sus dogmas inmanentistas y utilitario-individualistas, sino que
también recepta positivamente elementos relativos al problema del funcionamiento
estructural del Estado como articulación entre la esfera de la voluntad soberana única
y el pluralismo inherente a la vida societal y a los espacios personales (momentos cuyas
diversidad específica y consecuente no identificabilidad son reconocidas y defendidas
por los liberales clásicos) cuando irrumpe la crisis extrema”, Dotti, Jorge, “Ménage à
trois sobre la decisión excepcional. Kierkegaard, Constant y Schmitt”, op. cit., p. 309.
La importancia que adquiere para Dotti esta ambivalencia schmittiana respecto del
constitucionalismo liberal en el marco del ciclo populista en América Latina no pasa
desapercibida: “[...] así como el teórico del poder neutral quiere ver cerrado el ciclo
revolucionario mediante la instauración de un orden liberal, porque es consciente del
carácter obsoleto del absolutismo del antiguo régimen, que rechaza, pero a la vez teme y
desea excluir la posibilidad de que se repitan dictaduras como la jacobina o la cesarista
de Bonaparte, así también Schmitt, por su parte, busca fortalecer constitucionalmente
el orden estatal weimariano para poder enfrentar el peligro de la crisis revolucionaria.
Es con esta motivación que extrapola la propuesta de Constant al contexto alemán de
entreguerras. Cierro con una pregunta: ¿qué valor pueden alcanzar estas disquisiciones
para nuestros agitados regímenes latinoamericanos en la crispada globalización
posmoderna?”, Dotti, Jorge, “La cuestión del poder neutral en Schmitt”, op. cit., p. 326.

69
A Jorge, un abrazo
LEISER MADANES
(CENTRO DE INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS - ARGENTINA)

C onocí a Jorge hace 40 años, en la Facultad, cuando cursaba Gnoseo-


logía y Metafísica y Jorge estaba a cargo de las comisiones de Tra-
bajos Prácticos. Le servían de apuntes para sus clases sobre la Crítica
de la razón pura prolijas anotaciones manuscritas en cuadernos espi-
ralados, que alguna vez espié, en las que Jorge había copiado párrafos
del texto de Kant seguidos, en tinta de otro color, si mal no recuerdo, de
las interpretaciones de los comentaristas más significativos. Recuerdo
estas primeras y más lejanas imágenes de esos cuadernos porque ahí
estaban volcadas las lecturas que él había hecho de la Crítica; Jorge fue
ante todo un gran lector y me enseñó a leer filosofía, a leer los grandes
textos como los leía él: de manera prolija, ordenada, desentrañando sin
prisa ni pausa el sentido del texto entre manos.
Esta lectura atenta no estaba dedicada únicamente a los autores clási-
cos. Si algo vamos a extrañar quienes todavía seguíamos trabajando con
Jorge es la lectura que hacía de nuestros escritos. La meticulosa, razonada,
a veces piadosa, a veces impiadosa, pero siempre justa lectura que hacía
cuando le presentábamos un texto en busca de su aprobación. Porque, en
definitiva, buscábamos su aprobación, ya que sabíamos que, si Jorge apro-
baba un artículo, era porque lo merecía, y si no le conformaba, bastaba con
leerlo nuevamente para caer en la cuenta que su veredicto había sido justo.
Casi al mismo tiempo que sus clases de Gnoseología y Metafísica, co-
menzó a dirigir un grupo de lectura de textos de filosofía política. Nos
reuníamos en el edificio de la calle 25 de Mayo para leer y comentar
obras de Hobbes, Locke, Alexis de Tocqueville, Marx, autores que pocos
años más tarde serían incorporados a la flamante cátedra de Filosofía
Política que inauguró en nuestra Facultad. En esa cátedra convocó a
graduados que tenían los intereses más diversos, alentando a que cada
uno elija para desarrollar en su clase el autor clásico de su preferencia.
Si la primera lección que recibí de Jorge fue la manera de leer filosofía,
la segunda fue que es posible y deseable la cohabitación de diferentes
corrientes de pensamiento e intereses teóricos en una misma cátedra.
El resultado era una pluralidad ordenada y coherente que se mantuvo

70
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI LEISER MADANES

a lo largo de los años. La ausencia de Jorge nos presenta un gran desafío


que tenemos por delante, que es mantener esta manera de estar uni-
dos, cada uno desde su lugar.
Años más tarde Jorge creó Deus mortalis, porque Deus mortalis fue una
creación enteramente suya, a su imagen y semejanza. En sus cuidadosísi-
mos volúmenes tuvieron cabida todas las corrientes de la filosofía política y
todos sus períodos históricos. Más aún, hubo una apertura del pensamien-
to político hacia la literatura, el cine, la religión. Del – podríamos decir–
back stage de la producción de Deus Mortalis quiero rescatar otra cualidad
del trabajo intelectual con Jorge: la alegría en las reuniones para preparar
cada volumen, o en las que celebrábamos su aparición. Una felicidad y en-
tusiasmo poco frecuentes. Ahora la pregunta es: ¿Tiene sentido un Deus
Mortalis sin Jorge? Es demasiado pronto para darnos una respuesta.
Hace cuarenta años que tengo una deuda con Jorge, una deuda
que siempre supe que nunca podría saldar. Nuestros temperamen-
tos eran muy diferentes, y siento, siempre sentí, que no podía retri-
buirle la fuerza de su abrazo, su sonrisa expansiva al encontrarnos,
su entrega en una amistad que siempre excedió, ciertamente no lo
que yo sentía, pero sí lo que yo podía expresar. Seguramente Jorge
habrá comprendido, y aceptado, mis limitaciones.
Hobbes cita en el Leviathan el Salmo 14. Este Salmo habla del
hombre necio, el insensato, el hombre tonto, el fool. Este insensato
observa el mundo que lo rodea y concluye: no hay justicia, no hay
Dios. Hobbes pretende haberlo refutado. Si continuamos la lectura
de este Salmo, leemos unas líneas más adelante:
El Señor observa desde el cielo a los seres humanos,
para ver si hay alguien que sea sensato
alguien que busque a Dios.

Para el salmista, el hombre sensato, el sabio opuesto a la figura del


necio, no es el hombre que afirma la existencia de Dios y de su justicia,
sino el que busca a Dios y no pretende haberlo encontrado. El sabio es
quien sigue requiriendo a lo largo de su vida un Dios o cualquiera de
los sinónimos de dios: fundamento, sentido, orden, honestidad. Jorge
no claudicó en su afán por estos sinónimos de Dios, y nos obliga a noso-
tros a continuar con su búsqueda.
Despido a Jorge con el abrazo fuerte que quizás nunca llegué a darle,
y con agradecimiento por tantos años de inquebrantable generosidad.

71
JORGE DOTTI,
in memoriam

72
Non est potestas super terram
quae comparetur ei.
Jorge Dotti y la autonomía de lo político

ANDRÉS ROSLER
(CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS -
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - ARGENTINA)

C onocí a Jorge Dotti mientras yo cursaba la maestría en ciencia


política de FLACSO a fines de la década del ochenta del siglo
pasado. En uno de los intervalos de su clásico seminario sobre el
contractualismo moderno y sus críticos, mientras él conversaba con
los estudiantes acerca de la rebelión carapintada du jour, solía decir
que “la figura del Leviatán se cernía sobre el horizonte”. En aque-
llos días la democracia estaba seriamente en peligro debido a que
tenían lugar verdaderos actos destituyentes, y Dotti hacía hincapié
en que debíamos entender la democracia como un régimen político,
en el sentido estricto de la palabra.
El sentido estricto de lo político se refiere a que toda decisión po-
lítica, incluso la de darse un régimen democrático, tiene enemigos.
Por supuesto, la decisión política correcta también consiste en tra-
tar de neutralizar o contener el conflicto dentro de la legislación y
del gobierno ordinarios, pero sin perder de vista que “el conflicto
existencial entre la norma ordinaria y la excepción”1 es solamente
una cuestión de tiempo.
Con el tiempo, Dotti se fue dedicando cada vez más a defender la
autonomía de la filosofía política frente a la ética y el derecho.2 En

1
Dotti, Jorge Eugenio, “Incursus teológico-político”, en Las vetas del texto, 2da. ed.
ampliada, Buenos Aires, Las Cuarenta, 2009, p. 277. En una nota al pie del autor
consta que la novela Las teorías salvajes de Pola Oloixarac “es un disparador de las
consideraciones siguientes” (p. 275, n. 1), es decir, del último capítulo agregado en la
segunda edición del libro.
2
Por supuesto, la tesis de la autonomía de lo político está estrechamente vinculada a la
tesis de la teología política. Lamentablemente, sin embargo, por razones de espacio en
este trabajo me voy a concentrar solamente en la primera.

73
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

efecto, la ética moraliza lo político debido a que lo entien-


de fundamentalmente como una práctica deliberativa,
JORGE DOTTI, y el derecho lo juridifica ya que supone que puede com-
in memoriam
prenderlo exclusivamente en términos de derechos e ins-
tituciones. En otras palabras, la moralización subordina
la política a la ética como si ninguna persona razonable
pudiera estar en desacuerdo con las decisiones políticas,
mientras que la juridificación cree que la política se re-
duce a atribuir o reconocer derechos y a asignar los conflictos jurí-
dicos a ciertas instituciones.
El discurso sobre los derechos humanos, a su vez, tiende a com-
binar la moralización y la juridificación de la filosofía política.
Mientras que la idea de “humanidad” aporta la moralización con
su pretensión de universalidad, los “derechos” apuntan en la direc-
ción juridificadora mencionada más arriba. Dicho sea de paso, Dotti
solía recordar que cuando al comienzo de la última restauración
de la democracia Carlos Nino hablaba de derechos humanos en sus
clases de filosofía política en la Facultad de Filosofía y Letras, los
estudiantes se mofaban de él esgrimiendo “La Cuestión Judía” de
Marx. Irónicamente, hoy en día quienes descreen de los derechos
humanos tienen prohibida la entrada a la Facultad.
Por supuesto, Dotti no tenía nada en contra de los derechos huma-
nos, todo lo contrario. Le preocupaba que la comprensión de la po-
lítica exclusivamente como la continuación de la ética y del derecho
por otros medios pusiera en peligro al Estado, el cual hace posible la
protección efectiva de los derechos humanos. Después de todo, cada
vez que los derechos humanos fueron violados a gran escala, no fue-
ron la sociedad civil o las organizaciones no gubernamentales las
que salieron exitosamente en su defensa, sino los Estados, a saber,
los mismos que habían provocado la catástrofe. Algo muy similar
se puede decir acerca del castigo penal en casos de crímenes de lesa
humanidad.
En sus comienzos, Dotti se había sentido bastante atraído por
el marxismo. Sin embargo, con el tiempo invirtió la crítica que
Marx solía hacerle a Hegel.3 Para decirlo muy brevemente, a pe-

3
Cf. Dotti, Jorge Eugenio, Dialéctica y derecho. El proyecto ético-político hegeliano, Buenos
Aires, Hachette, 1983.

74
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI ANDRÉS ROSLER

sar de que Marx enfatizaba el papel del conf licto en la historia,


suponía que era concebible y por supuesto deseable que dicho
conf licto desapareciera una vez que diéramos con las circunstan-
cias propicias.
A veces, dichas circunstancias propicias requerían de cierta
ayuda por parte de los agentes mismos y en aras de superar el
conflicto definitivamente primero habría que llevarlo hasta el
extremo, luego instituir una dictadura del proletariado para fi-
nalmente lograr una forma de asociación en la cual la libertad de
cada persona no fuera sino la condición de posibilidad de la liber-
tad y del bienestar de todas las demás. Una vez que hubiésemos
alcanzado dicha etapa el Estado se habría vuelto completamente
redundante o contraproducente. Hegel, en cambio, entendía al Es-
tado como la condición de posibilidad de la libertad e incluso del
bienestar de los individuos.
En otras palabras, Hegel defiende lo que podríamos describir
como la autonomía de lo político, para usar la expresión que se le
suele atribuir a Carl Schmitt, otro cuidadoso lector de Hegel y que
no tardaría en atraer la atención de Dotti a tal punto que, por su-
puesto, hoy en día “Schmitt” y “Dotti” son términos casi intercam-
biables, al menos en Argentina. Basta con referirnos a Carl Schmitt
en Argentina para dar testimonio de esta asociación.4 Cabe recor-
dar sin embargo que antes de que Dotti comenzara a trabajar sobre
Schmitt, en nuestro país la obra del jurista de Plettenberg estaba
fundamentalmente confinada dentro de los límites del pensamiento
nacionalista, para ser suaves con los términos. Fue gracias a Dotti
que los schmittianos y schmittólogos vernáculos pudieron salir fi-
nalmente del clóset de lo políticamente correcto.
Dado que según la propia tesis de la autonomía de lo político todos
los conceptos políticos son polémicos, es decir, son incomprensibles
“cuando no se sabe quién debe ser in concreto referido, combatido,
negado o refutado mediante una palabra tal”,5 para entender en qué
consiste la tesis de la autonomía de lo político convendría identificar
cuáles son sus tres grandes enemigos, a saber: anarquismo, cosmo-

4
Cf. Dotti, Jorge Eugenio, Carl Schmitt en Argentina, Rosario, Homo Sapiens, 2000. Dotti
solía referirse a su suma schmittiana como “el mamotreto” y “Schmitt apud barbaros”.
5
Schmitt, Carl, Der Begriff des Politischen, texto de 1932 con un prefacio y tres corolarios,
Berlín, Duncker & Humblot, 1963, p. 31.

75
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

politismo y pacifismo, que no por casualidad tienen en


común a su vez ser enemigos jurados del Estado.6
JORGE DOTTI,
in memoriam El anarquismo supone que en el fondo no existen des-
acuerdos políticos genuinos. Todo aquel que sea razona-
ble y moral, si parte de una misma premisa correcta—por
ejemplo la autonomía de los agentes—tiene que llegar a la
mismas conclusiones. Dado que el Estado es incompatible
con la autonomía de los individuos ya que pretende ser
obedecido con independencia de que estemos de acuerdo con sus de-
cisiones, entonces toda persona razonable y moral debe oponerse a
la existencia del Estado. La autonomía de lo político, en cambio, sos-
tiene que el desacuerdo político es inevitable incluso entre agentes
de cuya racionalidad y moralidad no podemos sospechar y es preci-
samente por eso que necesitamos una autoridad que resuelva dichos
desacuerdos. De ahí que quien cree que el desacuerdo –y por lo tanto
el Estado– se debe exclusivamente a que la gente es irracional y/o
inmoral, y de ese modo asume que si fuéramos racionales y morales
no necesitaríamos Estado, está moralizando lo político.
El cosmopolitismo, no sin razón, pone en duda la relevancia mo-
ral que puedan tener las comunidades políticas particularistas, es
decir, aquellas que incluyen mediante la exclusión sobre la base de
razones contingentes o moralmente sospechosas como la geografía y
la cultura. Bajo esta descripción caen todos los Estados existentes, e
incluso las uniones regionales, las cuales parecen ser más generosas
en relación a la inclusión, pero no por eso dejan de excluir, precisa-
mente, a quienes no pertenecen a dichas uniones regionales. De ahí
que quien se tomara en serio al cosmopolitismo y al razonamiento
moral que lo subyace, debería abogar por la creación de una única
comunidad política precisamente cosmopolita, en la que estuvieran
incluidos todos los seres humanos por el solo hecho de ser tales.
En cambio, los que defienden la autonomía de lo político sostie-
nen que la universalización típica del razonamiento moral puede

6
Huelga decir que el pensamiento anti-(teológico-)político puede ser capitalista o anti-
capitalista, individual o comunitarista, sea que se trate del inmanentismo “liberal” o
del marxista, respectivamente. Mientras que el primero le otorga “poder instrumental
a la propiedad burguesa”, el segundo hace otro tanto con “la dictadura proletaria”. Cf.
Dotti, Jorge Eugenio, “Filioque. Una tenaz apología de la mediación teológico-política”,
en Schmitt, Carl, La tiranía de los valores, traducción de S. Abad, Buenos Aires, Hydra,
2009, p. 49.

76
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI ANDRÉS ROSLER

tener efectos colaterales bastante nocivos. En primer lugar, es muy


difícil lograr la cooperación entre agentes que pertenecen a un
conjunto absolutamente all-inclusive. La psicología humana por sí
misma tiende a formar grupos para facilitar la cooperación entre
los seres humanos, y la existencia de un grupo supone la existencia
precisamente de otro.
En segundo lugar, aunque descontáramos estas dificultades psico-
lógicas que atañen sobre todo a la posibilidad del cosmopolitismo, to-
davía quedarían dudas acerca de lo que sucedería una vez instituida
esta “República del Género Humano”. Semejante república tendería a
cometer la sinécdoque de hacer pasar como universal ciertos intereses
particulares. Pensemos por ejemplo, qué sucedería con quienes por al-
guna razón se resistieran a obedecer la autoridad de este único sistema
normativo mundial. Serían por definición criminales o enemigos de la
Humanidad, con independencia de qué fuera exactamente lo que esta-
ban haciendo. Hoy en día es muy común de hecho que solamente algu-
nas personas, grupos o Estados sean acusados y condenados por haber
cometido crímenes de lesa humanidad, dependiendo de las relaciones
de fuerza en el escenario nacional e internacional.
Finalmente, la ambición pacifista de acabar con la violencia ado-
lece de un defecto bastante similar. En realidad, el pacifismo, que
aboga por una moralización completa de la violencia a tal punto
que si llegáramos a ser víctimas de violencia deberíamos ofrecer la
otra mejilla, suele ser confundido con una teoría de la guerra justa,
según la cual la moralización de la violencia es parcial ya que la
víctima de la agresión puede recurrir a la violencia. Esto tiende a
que las supuestas víctimas de una agresión deshumanicen a quie-
nes en el fondo son sus enemigos políticos, todo lo cual no hace sino
incrementar la violencia en lugar de contenerla. La autonomía de lo
político, por el contrario, asume la necesidad de que el Estado cuen-
te con el monopolio legítimo de la violencia para poder resolver los
conflictos y prefiere distinguir entre la violencia criminal o clara-
mente inaceptable y la violencia política.
Suele pasar además que muchos se consideran asimismo pacifistas
pero desean, por ejemplo, que quienes cometen cierto tipo de delitos
sean encarcelados, por lo cual, otra vez, en lugar de ser pacifistas, en
el fondo suscriben una teoría de la violencia justa. Algo muy similar
ocurre con quienes creen que el pacifismo—o el anarquismo y el cos-
mopolitismo para el caso—tendrá lugar una vez que administremos

77
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

una última dosis de violencia, considerablemente más fuer-


te que las usuales debido a que precisamente será la última.
JORGE DOTTI, Se tratará de “un régimen de justicia que acabará con todas
in memoriam las injusticias precedentes”, construyendo un “nuevo hom-
bre post-histórico, libre de las lacras con que la historia y las
instituciones dañaron a su antecesor”.7
Sin embargo, como tan sabiamente dice Dotti, “el ver-
dadero problema de la revolución no es hacerla, sino ce-
rrarla”,8 ya que “una auténtica revolución no concluye”.9 La ironía es
que la revolución continuará apelando a instituciones autoritativas
(por no decir dictatoriales), particulares en lugar de genuinamente
universales y radicalmente violentas. En otras palabras, la revolu-
ción tampoco podrá escaparse de lo político: “si hay revoluciones
políticas, no hay revolución en lo político”.10
Ciertamente, Dotti es plenamente consciente de que “revolución
y Estado mantienen entre sí una intrínseca complementación con-
ceptual e histórica, y la vitalidad de esta conexión cubre el período
que va –a grandes trazos– desde fines del siglo XVI hasta el último
cuarto del XX. Ambas figuras son específicamente modernas y su
actor es el sujeto”.11 Después de todo, el Estado es un producto de la
revolución. La gran diferencia entre ambos, sin embargo, consiste
en que mientras que el “propósito primero y último [del Estado] es
evitar que impere la excepcionalidad absoluta”,12 el estado de excep-
ción “es la meta consciente de la praxis revolucionaria”.13
En resumen, el punto de Dotti en defensa de la autonomía de lo
político era que el Estado es un verdadero Dios herido literalmente
de muerte, que sin embargo todavía no termina de morir, causante
tal vez de los daños más atroces que ha sufrido la Humanidad, pero
que a la vez, muy probablemente haya evitado otros peores, como,
por ejemplo, la vida sin el Estado.

7
Dotti, Jorge Eugenio, “Incursus teológico-político”, op. cit., pp. 278-279.
8
Ibíd., p. 277.
9
Ibíd., p. 278.
10
Freund, Julien, L’essence du politique, 3ra. ed., París, Dalloz, 2004, p. ix.
11
Dotti, Jorge Eugenio, “Incursus teológico-político”, op. cit., p. 279.
12
Ibíd., p. 285.
13
Ibíd., p. 284.

78
El 22: comentarios a la
cuadratura del círculo
JOSÉ LUIS GALIMIDI
UNIVERSIDAD DE SAN ANDRÉS – UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES – ARGENTINA

§1. “La cuadratura del círculo. La Constitución argentina como tes-


timonio de la imposible normativización de lo político.”1 Tal es el tí-
tulo del texto de Jorge Dotti al que refiere nuestro breve comentario.
Se trata de una intervención ensayística, si se atiende a la (notable,
dado su autor) moderación del sistema de notas y referencias, y al
hecho de estar planteado como ilustración de algunos motivos teóri-
cos asiduamente transitados por él, mediante el análisis de eventos
y características del paisaje político y cultural contemporáneo. Lo
cual no significa que su elaboración ceda un ápice en cuanto al rigor
argumentativo y a la habitual riqueza de la escritura dottiana, pro-
motora en igual medida de perplejidades y de furor legendi. En esta
oportunidad, el evento estudiado es el texto de la Constitución de la
Nación Argentina, según la Reforma de 1994. Y resulta relevante no-
tar que el trabajo aparece junto con la reedición de un ensayo sobre
el pensamiento de Juan Bautista Alberdi, publicado por primera vez
en 1989, y con otros dos escritos breves. Uno, referido a la novela de
Pola Oloixarac, Las teorías salvajes, a la que Dotti considera como
intento estético por acercarse a “la particularización argentina del
«Zeitgeist» global”.2 Y el otro, disparado según el propio autor por la
novela de Oloixarac, intitulado “Incursus teológico-político”,3 en el
que se analiza el espíritu antipolítico y antiestatalista de la recep-
ción del “sentido común imperante en las filosofías posmodernas”
por parte de los intentos socialistas en América Latina del siglo XXI.
Análisis filosófico del texto constitucional, entonces, como aporte a
una reflexión nunca discontinuada que enfoca los extremos de un

1
En Dotti, Jorge Eugenio, Las vetas del texto (Segunda edición ampliada), Buenos Aires, Las
cuarenta, 2011, pp. 16-245.
2
Cf. Dotti, Jorge E., “Depredo, luego existo. O el salvajismo de Las teorías salvajes”, en Las
vetas del texto, op. cit., pp. 247-274.
3
Cf. Dotti, Jorge E., “Incursus teológico-político”, en Las vetas del texto, op. cit., pp. 275-300.

79
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

arco que va desde la gestación conceptual hasta el proba-


ble ocaso de la estatalidad soberana argentina. Esfuerzo
JORGE DOTTI, que en Dotti es profesión de fe, pronunciamiento existen-
in memoriam cial en su situación concreta.
En sintonía con su coloración schmittiana, se trata de
un texto polémico. De un lado, frente a las perspectivas
administrativistas y abstractamente normativizantes de
lo estatal, poco dispuestas a valorar el carácter constitu-
tivo de la voluntad excepcional originaria, y reacias, por tanto, a
adjudicarle un plus interpretativo –nunca reductible sin residuo a
silogismos prácticos o a causalidades socio-históricas–, que decide
ofrecer al consenso societal este específico modelo de convivencia,
como traducción idiosincrática de las aspiraciones universales de
racionalidad jurídica, productividad, sensatez y decencia. Y del
otro, frente al posmo-populismo –heredero a la vez que parricida,
según Dotti, de la modernidad clásica– como postura destituyente
de la ética de un concepto de Estado que se afirma como potencia
garante, en lo jurídico y en lo, digamos, fáctico, de la dimensión es-
piritual de sus integrantes. Tensando los argumentos, y, en cierto
modo, a la Strauss, Dotti tienta al adversario y le ofrece el flanco
que a éste parecería resultarle más favorable, porque sostiene (esta,
es, pensamos, la tesis del ensayo) que la única manera de evitar que
el territorio estatalizado aniquile la humanidad de sus habitantes,
reduciéndolos a mera corporeidad biológica es, precisamente, la rei-
vindicación de la activación, cuando la prudencia así lo indique, de
algún modo de prerrogativa. El recaudo de la aplicación en dosis
homeopáticas del poderío soberano extralegal vale, en esta visión,
como antídoto contra el peligro de una tiranía biopolitizante. Esta-
do y estado de excepción, en palabras de Dotti, en oposición dialécti-
ca y no con identidad sinérgica. Alianza estratégica, en este sentido,
con el liberalismo filosófico, dada la común finalidad de preservar
una institucionalidad sustantivamente ordenadora.

§2. Para abordar el asunto específico de su ensayo, Dotti necesita


presentar el ritmo de generación histórico-conceptual de lo políti-
co-estatal. Es una manera de situar la reflexión (vs. las pretensiones
universalistas de lo más estrecho de la perspectiva liberal), a la vez
que de apuntalar, por virtud de su procedencia y por el vigor de su
desarrollo, la legitimidad conceptual del momento soberano (vs. la

80
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI JOSÉ LUIS GALIMIDI

genealogía denunciante, defensora de la fluidez permanente de las


enunciaciones del sujeto “multitud” y de su accionar omnidemocrá-
tico). Este recorrido debe hacerse desde el punto de vista del concep-
to de libertad, que es el a priori de la juridicidad moderna. Pero una
libertad que ha de ser integrada en su contexto teológico-político
secularizado. De un lado, en tanto imagen y semejanza de Dios, la
autoconcepción del hombre moderno se atribuye, en lo teórico, una
capacidad cognitiva sin límites y, en lo institucional y en lo técnico,
una creatividad inusitada. Viraje del cosmocentrismo de los clási-
cos y del teocentrismo de los medievales hacia un antropocentrismo
que tiene al yo por fuente última de irradiación de sentido. Y del
otro lado, con conciencia crítica de la esencial finitud, es una liber-
tad que se sabe (que nunca debería olvidarse) presta a recaer y a fa-
llar, ya como autoridad, ya como voluntad protegida y obediente. La
pecaminosidad –la celebérrima maldad ontológica que sólo recono-
cen las teorías políticas dignas de consideración según Schmitt– es
la contracara conceptualmente necesaria del ejercicio virtuoso de
la libertad. La tiranía desembozada, o la rebeldía sin otro norte que
el propio desorden interno, enemigo de toda jerarquía, aparecen en
este cuadro como reediciones seculares de la soberbia idolátrica de
los faraones o de los adoradores de becerros de la eidética bíblica. El
hombre moderno, que es a la vez un Dios hacedor y un súbdito teme-
roso de su Leviatán, porta la conflictividad esencial de ser natura et
naturata et naturans.
Esta condición trascendental de la libertad yoica se apropia de la
suprema creatividad ex nihilo que el pensamiento teologizado atri-
buía a la voluntad divina, a la vez que distribuye universalmente
(eurocéntricamente, en rigor) el más benigno de los dones con los
que dicha voluntad agracia a los hombres: todos los seres humanos
nacen libres e igualmente dignos de reconocimiento, en tanto su-
jetos de derecho natural. Los sucesivos dispositivos colectivos que
disponga la historia moderna compartirán la función de tener que
propiciar por igual la redención de todos sus integrantes, pero ahora
en esta vida terrenal, mediante los beneficios de la juridicidad esta-
tal, o del goce de bienes económicos, culturales o estéticos.

§3. Como no podría ser de otra manera, ambos aspectos de la li-


bertad, el creativo y el problemático, se hacen presentes en los dife-
rentes niveles y temporalidades del artificio estatal. Con eminencia,

81
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

en el supremo nivel del imperio soberano, como manera


específica y personal de ejercer la facultad judicativa. En
JORGE DOTTI, primer lugar, para, cuando sea el caso, leer la circuns-
in memoriam
tancia como situación disvaliosa e intolerable –estado de
excepción– y obtener por parte de una porción crítica de
la población angustiada una primera forma de consen-
timiento. Y, en segundo lugar, como acción decisiva, que
no puede prescindir de un monto importante de violencia
arbitraria, dado el contexto de disolución y caducidad del antiguo
régimen en el que opera, imponiendo una nueva manera de subsun-
ción de lo particular bajo los cánones ordenadores de lo universal.
La clave para diferenciar esta dictadura soberana de una tiranía
vulgar radica en dos notas: vocación por habilitar un espacio nor-
mado, previsible y duradero, y grandeza de alma para comprender
que la acción instauradora es exitosa sólo si puede llegar a ausen-
tarse del espacio cotidiano, delegando su carisma en las diferentes
instancias del poder constituido, y habilitando así el interjuego de
voluntades particulares efectivamente libres.4
Los poderes constituidos por la libertad soberana, y divididos
con equilibrio según el espíritu liberal que los anima, “heredan”
responsable y acotadamente este margen de libertad cuando ejer-
cen en tiempos de normalidad institucional. En tanto autoridades
delegadas, el juez, el Presidente o el senador, también deben resol-
ver situaciones y administrar recursos estatales considerando un
plus prudencial que rebasa ampliamente los límites del mero ajuste
a lo legal, o del puro algoritmo experto. Y lo mismo ocurre con los
agentes societales, ya sean individuos o grupos de interés. El supues-
to aquí es que la decisión originaria de prestar libre consentimiento
a la fundación de lo común se reedita, bien que con menos angustia,
en cada situación capilar de observancia de lo establecido.
En base a los mismos principios, el cuadro se invierte cuando lo
conforman voluntades contrarias al agrupamiento decisivo. El ene-
migo que integra una potencia estatal antagónica, el revolucionario
en acto, y aún el anarquista, cada uno en su posición específica, tam-
bién son protagonistas a priori de la escena de lo político, aunque (o

4
La referencia arquetípica aquí es la escena del pueblo hebreo, al pie del monte Sinaí, que
le pide a Moisés queinterceda ante Dios para que no se dirija a ellos viva voce, pues temen
morir. (Ex. 20:19)

82
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI JOSÉ LUIS GALIMIDI

más bien, porque) su aparición sea impredecible y sujeta a contin-


gencia. En ejercicio de su libertad natural, los asiste el derecho de
interpretar y decidir que el régimen imperante en el territorio es
ofensivo para su existencia plenamente humana, y de actualizar su
dignidad optando, por tanto, por alguna manera de combatirlo.
Ahora bien. Sabido es que, para Schmitt, la excepción ilumina
con nitidez los contornos y la sustancia de la autoridad estatal. Por
tal razón, queda claro que hay (que no puede no haber) excepción
antes de que el territorio físico y espiritual haya sido normalizado/
pacificado, y asimismo, que ésta, como amenaza existencial, per-
manece latente en las formas ya mencionadas de enemistad externa
o revolucionaria. La zona gris que genera dificultades interpreta-
tivas, y a la que Dotti dedica su energía de lectura en el texto que
estamos comentando es, precisamente, ese transcurrir de normali-
dad que está resultando perturbado por un grado de zozobra que, si
bien no es (todavía) abierto y generalizado estallido de hostilidades,
sin embargo ya registra ciertos aspectos de la puja por el poder que
no se cuadran con fluidez bajo el mando de las autoridades y de los
carriles legales establecidos. Es decir, escenarios en los que algunos
agentes están reivindicando para sí –con diversos grados de inten-
sidad– la recuperación de su libertad (o de su maldad, dependiendo
de quién los juzgue) originaria, y obligando, de tal manera, a que las
personas que ejercen las dignidades más elevadas del orden político
despierten de su sueño dogmático administrativista, y activen con
carácter de urgencia el modo de lucidez decisoria. Que esa es, en
última instancia, la razón decisiva por la que se los ha honrado con
su designación.
La Constitución argentina, que es liberal y moderna, contempla
estas situaciones con una ambivalencia que según Dotti le es con-
natural e inevitable. De un lado, porque reconoce la probabilidad
de que lo excepcional se re-presente y, por tanto, prevé dispositivos
de asignación de atribuciones supralegales para que se lo enfrente
con sensatas expectativas de eficacia. El discurso estructurante y
fundante sobre el todo (que articula la idea básica de cómo nosotros
queremos convivir aquí, y a qué, implícitamente, nos oponemos,
eventualmente, hasta con nuestro propio cuerpo), debe ser capaz de
articular precauciones para contener amenazas a la parte. Pero, del
otro lado, y aquí es donde nuestro autor resalta la grieta inadvertida
entre los pliegues del corpus normativo, la Constitución expone sus

83
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

compromisos, sus marcas de origen, en forma de puntos


ciegos. Muestra su “ingenuidad” iluminista, y entonces
JORGE DOTTI, incurre en contradicción. No quiere permitir que retor-
in memoriam
ne la condición hobbesiana de naturaleza, en forma de
conmoción interior, pero retacea energía al ejercicio dic-
tatorial soberano que la debería contener. Establece tem-
poralidades que pueden resultar morosas ante el vértigo
de los acontecimientos, y habilita controles recíprocos
que nublan la nitidez con la que tendría que volverse a percibir la
decisividad propiamente dicha. Esa es, precisamente, la “cuadratu-
ra del círculo”: para que no reaparezca lo excepcional-disolvente, la
Constitución normativiza (intenta, con éxito dispar, normativizar)
lo excepcional-creativo.

§4. Precisando un poco lo anterior.

La Constitución demuestra que conoce la matter tumultuosa con la


que construye estatalidad. A tal efecto, categoriza, por grado cre-
ciente de peligrosidad, una serie de situaciones problemáticas. A sa-
ber: emergencia pública, sedición, conmoción interior y, en el lími-
te, suspensión forzada de su propia vigencia. Y dispone, correlativa-
mente, conductas extra-normales que suspenden, provisoriamente,
la validez del principio que impide la delegación de poderes legis-
lativos en el Ejecutivo (decretos de necesidad y urgencia), persigue
penalmente los intentos de sedición, autoriza la instauración del es-
tado de sitio y, en última instancia, alienta a la ciudadanía a ejercer
el derecho de resistencia. Y hace todo esto, señala Dotti, con un nivel
razonable de prudencia, de admisión de la propia condición parado-
jal. En el caso de los DNU, por ejemplo, calla discretamente acerca
del detalle del proceso que los debe convalidar. Si en primera im-
presión esta es una deficiencia que podría derivar en conflictos en-
tre los poderes legislativo y ejecutivo, sin embargo, se debe advertir
que el margen indeterminado para la maniobra y la negociación de
los agentes involucrados reposa sobre el supuesto de que la seriedad
y el juicio son la condición de posibilidad de todo sistema normado
y, por tanto, han de prevalecer, en una situación preocupante, por
sobre la hipocresía del apego inescrupuloso a la letra. Asimismo, en
caso del estado de sitio, “última Thule” de la Constitución, vuelve a
acertar el texto cuando otorga más chances de iniciativa al Ejecuti-

84
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI JOSÉ LUIS GALIMIDI

vo, un decisor nato, que dé impugnación al Congreso, un cuerpo que


en esencia es deliberativo.
Pero la tensión aparece plena, resalta Dotti, cuando, con esta in-
tención general de lectura, se contraponen los contenidos de los ar-
tículos 23 y 36. El primero de ellos habilita al Presidente, ante una
situación de sedición o conmoción interior, a declarar el estado de
sitio, que suspende en el territorio afectado por la medida (que pue-
de abarcar la totalidad del país) las garantías constitucionales. Y el
segundo, por su parte, habilita el derecho de resistencia de los ciu-
dadanos contra quienes, mediante actos de fuerza, interrumpieran
el orden institucional. Y entonces nuestro pensador se hace fuerte
en sus señalamientos, que podemos resumir así:
(i) Si llegara a haber, por caso, una situación en la que el Presi-
dente, apoyado por los altos mandos de las fuerzas armadas y
de seguridad, declarara un estado de sitio que el Congreso no
está dispuesto a convalidar, ¿quis judicabit? ¿Quién decidirá
si se trata de una medida sabia y, digamos, patriótica que no
está siendo justipreciada por un cuerpo incapaz de percibir,
dada la heterogeneidad de intereses que representa, la seve-
ridad de la amenaza o, por el contrario, de un atentado por la
fuerza al imperio de la Constitución?

(ii) Si el imperium es el grado sumo de potestad, ejercido por una


persona concreta con poder real y no por un texto con poder
ideal, ¿qué puede significar la frase críptica que dice que: “Esta
Constitución mantendrá su imperio aún cuando se interrum-
piera su observancia por actos de fuerza contra el orden insti-
tucional y el sistema democrático”? ¿Cómo puede un texto legal,
tributario en un sentido fuerte de la lógica leviatánica, preten-
der la extensión de su potestad hacia zonas temporales en las
que ha perimido su eficacia?

(iii) Siguiendo el mismo sentido de argumentación, ¿no está el


texto del artículo 36 renegando del carácter fundante de la
relación originaria, cuando insta a pelear a (ex)ciudadanos a
los que ya no puede defender, en una situación que, además,
puede anticiparse como sumamente desventajosa para ellos?
La respuesta que podría ensayarse, y que Dotti considera
insuficiente, es que esta reeditada justificación constitucio-
nal de la lockeana “apelación a los cielos” debe leerse como
un desplazamiento desde lo político-jurídico hacia el ámbi-
to moral, animado por una fe ilustrada (y candorosa) en la
productividad de la historia. Un intento por “reforzar con la

85
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

dignidad de la Constitución un instrumento de pedagogía


cívica y de prevención intimidante para los aspirantes a
JORGE DOTTI,
golpistas y/o revolucionarios”.5 Esta manera-inevitable en
in memoriam que lo político “asoma su cabeza” rebasando lo normativo
que intenta contenerlo, concluye Dotti, suscita “sugestivas
dificultades conceptuales”.6 Precisamente a propósito de
tales dificultades, y respetando su dirección general de
lectura, es que queremos ensayar el contorno de algunas
reflexiones.

§5. Señala Dotti, acertadamente a nuestro entender, que la CNA


presenta ciertas dualidades no conciliadas. Si bien reconoce, como
vimos, la conveniencia de neutralizar la reaparición de lo político
en su faz disolvente, resta vigor a sus gestos de autodefensa porque
privilegia el momento normativista, y de este modo, se despolitiza
a sí misma allí donde debería darse más margen de acción. Pues
bien, encontramos que el discurso constitucional también incluye
la mención de otra serie de dualidades, pero con una proporción
enfática inversa a la que analiza Dotti. Al tomar nota de esta inver-
sión de prioridades reparamos en ciertos aspectos que energizan el
momento autodefensivo de la Constitución, en tanto que rejerarqui-
zan los sucedáneos leviatánicos de la dimensión decisoria origina-
ria. Comentamos, a los efectos de nuestra sugerencia, dos lugares de
aparición de dichas dualidades.

(a) El Preámbulo menciona en dos ocasiones el pronombre de la pri-


mera persona del plural. Y lo hace con una notación diferente, “Nos”
y “nosotros”. Pues bien, entendemos que por detrás de la expresión
retórica de una gramática protocolar propia de otra época, existe
una consideración sustantiva. “Nos”, tal como lo dice el propio texto,
alude a los representantes del pueblo de la Nación, que se han reu-
nido en el (primer) Congreso General Constituyente. Son los actores
que, tal como señala Schmitt en su Teoría de la Constitución, encar-
nan el elemento aristocrático indispensable para la configuración

5
Dotti, Jorge Eugenio, “La cuadratura del círculo. La Constitución argentina como
testimonio de la imposible normativización de lo político”, en Las vetas del texto, op. cit.,
p. 240.
6
Ibídem.

86
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI JOSÉ LUIS GALIMIDI

de un orden político-jurídico concreto. Interpretan, soberanamente,


la voluntad de las Provincias y confirman que la población ha de ob-
servar la forma representativa, republicana y federal. Son el cuerpo
colectivo, pero discreto, capaz de ordenar, decretar y establecer un
conjunto de normas estructurantes, acciones todas ellas que requie-
ren de una competencia creativa, arquitectónica y colaborativa que,
además, debe ser unánime. Excepcionalidad cognitiva-práctica que
es correlativa de un poderío politizante también excepcional, por el
grado de credibilidad que condensa y por la suprema intensidad de
las tareas de normalización que se propone: unificación de la Na-
ción, pacificación, provisión de la defensa y promoción del bienes-
tar. Y lo hacen “para nosotros, para nuestra posteridad y para todos
los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.
Ese “nosotros” no es, con toda evidencia, coextensivo con el pri-
mer Nos. “Nosotros” es el conjunto de los representados del instante
cero, en el cual se incluyen, volviendo discursivamente al llano, los
representantes constituyentes. “Nosotros” mienta, ahora sí, al ele-
mento democrático, sujeto último de emisión de voluntad política,
enriquecido por su disposición para recibir y observar la Constitu-
ción, y para consolidar su acción civilizante, enseñando a conocerla
y respetarla, a las futuras generaciones. Nos y nosotros se necesi-
tan recíprocamente y el Preámbulo claramente afirma el desdobla-
miento metafísico de la representación. Pero reivindica, además, la
jerarquía de la dictadura soberana que, para legitimarse, debe pro-
clamar su vocación de normalidad. Confirma, implícitamente, que
la norma no es el universal de Anselmo, que existe por virtud de su
perfección semántica.7 Nos es la voluntad que ha de ser “heredada”,
según la expresión de Dotti, por los agentes estatales que, en posi-
ción de autoridad constituida, han de enfrentar la faz disolvente o al
menos obsoleta de lo político cuando ésta, en el indefectible futuro,
vuelva a hacerse presente.
Pero por más soberana que se sepa, Nos no puede prescindir de
ciertos límites y determinaciones. Está constituido por un elemento
de finitud que, con un poco de mala voluntad, podría llegar a ser
leído como maldad, y por eso debe mostrar que es dictadura, más

7
Para un desarrollo sobre las insuficiencias del planteo positivista respecto de la
autosuficiencia de la norma, véase Dotti, Jorge Eugenio, “Teología política y excepción”,
Daimon: Revista Internacional de Filosofía, Nº 13, 1996, pp. 129-140.

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

no tiranía vulgar. Es decir, debe esforzarse por aparecer


también con un aroma comisarial. Forzando la lógica,
JORGE DOTTI, debe decirse comisionada por un sujeto que, en verdad,
in memoriam no tiene (una) voz –el pueblo– 8 y que, además, en el mo-
mento prenormal del Preámbulo, atraviesa una situación
sumamente endeble en cuanto a la calidad de su convi-
vencia. Por tal razón, si de un lado, Nos se propone como
intérprete último de los universales razón y justicia, en
base a los cuales diseña, creativa y libremente, un orden en el cual
se podrán disfrutar los beneficios de la libertad, del otro, se cuida
muy bien de pretender que puede convocar la protección de Dios. El
hecho de apenas invocarla, en cambio, indica un ánimo de humil-
dad y esperanza. Teología, sí, pero conscientemente secularizada.

(b) La preeminencia del principio representativo aristocrático res-


pecto del elemento democrático que, por naturaleza y no por mera
circunstancia histórica, es proclive a carecer de paz, de unidad y de
visión sofisticada para darse un corpus normativo complejo y armó-
nico, vuelve a ser afirmada por la Constitución en el artículo 22: “El
pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representan-
tes y autoridades creadas por esta Constitución.”
Este artículo, ya inmerso en el entramado de la normalidad, aun-
que todavía en el nivel alto, eidético digamos, de la Primera Par-
te de “Declaraciones, derechos y garantías”, reivindica la gestión
politizante del sujeto excepcional Nos, y la confirma. Declara, jus-
tamente, que los protagonistas de dicha normalidad deben tomar
conciencia de la dinámica que la originó, y que la amenaza. El texto
constitucional, entonces, les hace saber que la suprema intensidad
disolvente se acumula en torno de dos polos opuestos: la multitud
descontrolada y la tiranía sin frenos. Y, en una misma frase, los im-
pugna a ambos. Ante la eventualidad de la aparición de aventureros
carismáticos, advierte que el pueblo de la Nación (nosotros) ya se
pronunció, consintiendo y asumiendo como propio el conjunto de
estructuras y procedimientos políticos que les indicó el Congreso
General Constituyente (Nos), el cual, a su vez, invistió a las sucesivas

8
Y que, según Hobbes, ni siquiera es un sujeto (Cf. Hobbes, Thomas, Leviatán: O la materia,
forma y poder de una república, eclesiástica y civil, trad. de Manuel Sánchez Sarto, México,
FCE, 1980, cap. 16).

88
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI JOSÉ LUIS GALIMIDI

autoridades y a los representantes creados y legitimados por la ob-


servancia de la Constitución para que sean ellos, y solo ellos, quie-
nes en su nombre administren la normalidad y enfrenten las situa-
ciones problemáticas. Y a los partidarios de la democracia directa,
de la supuesta autenticidad de la presencia del pueblo en asamblea,
les recuerda el axioma –hobbesiano– que afirma que una multitud,
por sí, no puede expresar una única voluntad discernible, porque lo
más probable es que no la tenga, como no la tuvo en el instante cero.
Entendemos que lo anterior se puede conciliar con el contenido
del artículo 36, que postula, recordemos, la vigencia del imperio de
la Constitución aunque ésta haya visto interrumpida su observancia
por la fuerza. Si la matriz conceptual de la institucionalidad política
moderna es la secularización de imágenes y constelaciones teológi-
cas, se puede decir, sin forzar las cosas, que la dictadura soberana
ejercida por Nos y proclamada en el Preámbulo tiene algo de inter-
vención profética. Y a los efectos de garantizar la continuidad del
orden que está legando, en lo conceptual al menos (en lo fáctico, ya
sabemos, el ser humano es pecador, es decir, dinámico y peligroso),
el cuerpo representativo constituyente tiene que aparecer como el
último de los profetas genuinos. Por eso les marca el terreno a todos
sus herederos. Quiere ser heredado, más no suplantado. Los futu-
ros constituyentes podrán, en teoría, cambiar cada coma del texto
constitucional, pero al respetar las normas del procedimiento que
los invista como tales, han de llegar a la asamblea con una energía
menguada en cuanto a su capacidad política real de poner el mundo
institucional cabeza abajo. Serán, ya siempre, poder constituido. Lo
mismo hace, como ya vimos que señala Dotti, con los poderes estata-
les que han de enfrentar situaciones de crisis. Y con la anatemización
de los revolucionarios. No en vano enseña Hobbes que la supersti-
ción no es otra cosa que la creencia en poderes sagrados e invisibles
cuya proclamación pública no ha sido autorizada por el soberano.9
Decir, entonces, que la Constitución conserva su imperio durante
los lapsos en los que ha sido violentada es una manera de proclamar
ante los mortales libres del mundo la creencia en la eternidad de la
Nación Argentina y de los laureles que ésta ha sabido conseguir. El
artículo 36 declara que la única manera aceptable de ser argenti-
no consiste, llegado el caso, en asumir el compromiso del agrupa-

9
Cf. Hobbes, Thomas, Leviatán, op. cit., cap. 6.

89
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

miento existencial decisivo. Esa es la enseñanza que los


representantes fundadores prescribieron al pueblo y a su
JORGE DOTTI, posteridad. Es la expresión de una Alianza laica.
in memoriam
Dice Dotti que “(...) una constitución vive de la para-
doja de tener que regular lo irregulable: las conductas
excepcionales de la autoridad en el estado de excepción
para la protección del orden estatal”.10
Pues bien. Digamos, para terminar, que la vitalidad de esta para-
doja se nutre, también, de la tensión entre dos energías necesarias,
pero cada una por sí insuficiente. Para decirlo en términos de nues-
tro filósofo: la decisión soberana vertical y el consentimiento activo
y observante horizontal. La Constitución Argentina testimonia, con
su intención de normativizar el accionar de las autoridades en si-
tuaciones problemáticas, que hace bien en proponerse algo que es
imposible pero, a efectos de su preservación, irrenunciable.

A penas enterado de lo de Jorge, un colega y amigo me mandó


un whatsapp muy cariñoso de condolencia. La respuesta me
salió casi sin pensarla: “Muchas gracias, querido E., creeme que
lo tengo conmigo cada vez que entro al aula, que me siento a leer,
que intento escribir algo”.

Cada vez que entro al aula.

Cursando la carrera de Filosofía, con sede en Marcelo T., Jorge


fue mi profe en Gnoseología (daba la parte de Kant) y en Filo-
sofía Política, cátedra a la cual me incorporé algunos años des-
pués, en 1996. Dictaba clase en primera persona (del singular,
porque su natural pudor y respeto por las tradiciones lo obli-
gaba a escribir en primera del plural). Gesticulaba, buscaba la

Dotti, Jorge Eugenio, “La cuadratura del círculo. La Constitución argentina como
10

testimonio de la imposible normativización de lo político”, op. cit., p. 169.

90
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI JOSÉ LUIS GALIMIDI

expresión más propicia, y su tono vocal y corporal subía cuan-


do sentía que estaba cerca del punto. Sobrio, bienhumorado y
amigable. En su voz y en sus gestos, la exposición metafísica
del espacio se volvía algo muy concreto y presente. Y no pocas
veces, divertido. En primera persona, digo, en nombre propio,
porque sólo hablaba de lo que le parecía relevante. Defendía
con su entusiasmo la seriedad de esto que hacemos. Me que-
daba muy claro que estábamos tratando con un asunto de la
filosofía, por caso, kantiana, pero que sólo tenía sentido men-
cionarla si uno le había puesto toda su energía a la empresa de
lidiar con sus significados hasta hacerlos propios, ya por amis-
tad o por antagonismo. “Abstracto” era, en general, un adjeti-
vo peyorativo para Dotti. Honraba el aula de la manera menos
solemne y acartonada: disfrutando el hecho de pensar en voz
alta a los pensadores. Uno nunca quería que la clase terminara.
Me habilitó como profesor, porque me mostró, en presencia,
que el ejercicio de la fe (en los buenos libros, en el trabajo, en
los alumnos) salva. Jorge era un creyente, humilde y orgulloso,
que nunca dejó de dar testimonio. Por eso se empecinaba en dar,
por ejemplo, la inexpugnable Ciencia de la Lógica, para animar a
sus estudiantes a que se midieran con las mentes más poderosas,
templando las armas más nobles: el tiempo, los amigos para com-
partir el estudio y un lápiz blando. Por eso se empecinaba en to-
mar examen final oral, que en ocasiones duraba hasta la noche.
Para actualizar el principio de la representación, para dejar bien
claro que creía en el valor de la palabra dicha y escuchada. En
las pocas oportunidades en que no pudo asistir a alguna fecha de
final, no era extraño ver a algún estudiante que pedía disculpas
y que se retiraba, porque quería “rendir con Dotti”. Imagen posi-
tiva 100 - demagogia 0.

Cada vez que me siento a leer.

Jorge siempre supo, siempre dijo, que la vida es muy breve. Que
no hay tiempo como para no leer en serio lo que se cree que vale
la pena. Y en serio, si entendí algo, significaba elegir algo escrito
por un pensador de los que abren o cierran época, de los que

91
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

JORGE DOTTI,
in memoriam

luchan con el lenguaje para lograr un destello de lo que


es, por naturaleza, imposible: expresar la mediación
entre lo infinito y lo mortal. Si faltaba la referencia a
lo divino, a lo trágico, a lo absoluto, Jorge, discretamente, se abu-
rría. Pero cuando leía, cuando te contaba que leía, la filosofía era
una fiesta. Sonreía de oreja a oreja cuando le comentabas un pa-
saje de Hobbes, o de Romanos. “Lo que pasa es que estos tipos...”
empezaba a decir, y muchas veces no terminaba la frase. Pero
quedaba clarísimo. Leía con respeto agonal, sin dar ni pedir tre-
gua. Y con una autoestima conmovedora. “Nosotros, parecía de-
cir, somos el lector in fabula de esta gente. No le podemos fallar.”
Me habilitó como lector, diría, porque me enseñó, sin decirlo, que
leer en serio, asediando el texto en busca de sentido y de disfrute,
es el único camino sensato si uno se va a dedicar a esta profesión.

Cada vez que intento escribir.

Una vez, volviendo de un final en Puán, angustiado por los ecos


de los acontecimientos excepcionales del 2001, le pregunté si ha-
bía tenido ofertas de trabajo en regiones menos convulsionadas
y más prósperas que la nuestra. Y me contestó en serio. Discreto,
no me dijo si había tenido ofertas concretas, aunque era obvio
que sí, o que podría haber encontrado opciones. Pero, además
de las motivaciones familiares y afectivas, que siempre ponía en
primerísimo plano, lo que le impedía irse era una cuestión de
lealtad. Y a Jorge la lealtad, entre otras cosas, le pasaba por la
escritura. La reflexión sobre la filosofía (la producción de filo-
sofía propiamente dicha él se la reconocía sólo a los Platón, a los
Hegel), merece toda nuestra capacidad expresiva y emocional,
porque escribir es intervenir en el presente. Y el presente de Jor-
ge era argentino, y se escribía en castellano. Aunque el asunto
fuera la soberanía en Schmitt.

92
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI JOSÉ LUIS GALIMIDI

No carecía, obviamente, de astucia. Pero la mera astucia nunca


era la primera consideración cuando sugería un tema de traba-
jo. La indicación era siempre la misma. Escribir sobre autores
y asuntos relevantes, en el sentido más elevado que se le pueda
dar al adjetivo. Apuntando alto, en el tema, y en el tipo de lector
que uno querría tener. Escribir pensando que se le va a poner
el propio nombre al artículo, al ensayo, al libro, a la tesis. Con
formato académico y espíritu ensayístico, diría. Otra vez, y no
encuentro otra manera de decirlo, escribir en primera per-
sona. Dicho así, salta a la vista la consistencia ética de Deus
Mortalis, la niña de sus ojos. “La revista”, como le decía Jorge.
Frente a la crisis del 2001, fundar aquí, con colegas amigos, un
espacio en el que escribir e invitar a escribir filosofía política
fue una manera eminente de ejercer la lealtad.

Jorge Dotti fue mi profesor. Después fue mi director de beca y


de tesis doctoral. Y mi jefe de cátedra. Con el tiempo, lo empecé
a tutear, y él, para mi orgullosa sorpresa me empezó conside-
rar como un amigo. Me enseñó, incluso, los ocho pasos básicos
del tango. No conozco un único término preciso para referirme
a Jorge. Me sale decir que es una de las presencias decisiva-
mente benéficas que iluminaron mi vida. Me transmitió vigor
y alegría. Y también me sale decir que estoy dimensionando
cada vez más la sabiduría de Hobbes, que pone el agradeci-
miento como una de las leyes de naturaleza, esas virtudes del
alma que determinan que la vida de los hombres pueda ser
civilizada, confortable, acompañada y prolongada. Agradecer
es reconocer que se está disfrutando de un bien que no habría
cómo merecer, pero que hay que aprender a apreciar y cuidar.
Agradezco a los colegas de Ideas por la generosa oportunidad
para publicar estas líneas, y doy gracias, en la querida memo-
ria de Jorge, por la universidad pública, por mis profesores,
por mis colegas y amigos, por nuestros estudiantes, y por nues-
tra bendita profesión.

JOSÉ LUIS GALIMIDI

93
Discutiendo con Horacio González
JORGE DOTTI,
in memoriam

94
El Hobbes de Dotti.
Legado teológico-político
ANDRÉS DI LEO RAZUK
(UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA MATANZA - ARGENTINA)

Hubo en tierra de Uz un hombre llamado


Job; y era este hombre perfecto y recto,
temeroso de Dios y apartado del mal.
Job I:1

P or medio de Jorge Dotti conocí el modo de reflexionar teológi-


co-político. Esta forma de aproximarse a los problemas teóricos
y prácticos no pudo sino seducirme en los oscuros años de la década
del noventa, donde parecía que ya nada tenía sentido. El neolibera-
lismo imperante, que no sólo tenía impactos en el mercado, sino que
constituía subjetividades egoístas, caprichosas y apáticas, sacudía
sin piedad todo tipo de intento especulativo, acelerando desembo-
zadamente el proceso moderno hasta llevarlo a un nihilismo extre-
mo e inédito para estas regiones del mundo. El ingreso de Dios a la
reflexión filosófica de manera crítica no fue sino un remanso que,
por un lado, me reconectó tanto con los estudios, como con la tan
deteriorada realidad política-social. Y, por otro lado, me distanció
(¡al fin!) de las dos corrientes teóricas que gravitaban el escenario
teórico de aquellos días: una izquierda atomizada por la caída del
Muro y un liberalismo feroz en pleno ascenso.
Alejado de aquellas tradiciones en pugna, donde el hombre, consi-
derado en su pureza libre y racional, llama a una autoridad de modo
provisional, ya sea para protegerlo de ciertas coyunturas o para en-
columnar a la humanidad a una liberación definitiva, encontraba en
esta teología-política un retrato antropológico conflictivo y sustancial.
Un ser humano menesteroso, pero no por eso sin brillo y en condicio-
nes de actualizar sus más profundas y policromáticas capacidades pa-
cíficas, aunque siempre necesitado de una autoridad, que, lejos de ser
prescindible, se presenta inevitable y necesaria mientras el hombre
habite este mundo.

95
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

En este contexto, releer la obra de Hobbes en tanto padre


fundador de la comprensión filosófica moderna se presenta-
JORGE DOTTI, ba como un objetivo seductor para quienes creíamos que el
in memoriam proyecto estatal estaba agotado y, lo peor de todo, habitaba
en nosotros mediante sus maliciosos espectros. Ahora bien,
llevar adelante esa lectura bajo esta óptica, con la cual me es-
taba familiarizando, era además un bálsamo. Herida la gran
ballena que es el Estado, son los ocultos poderes indirectos,
como en el barco de Benito Cereno, los que sin responsabilidad, aunque
beneficiándose sin límites de su debilidad, activan tal aparato institucio-
nal. De allí que entender los fundamentos y los alcances de, como solía
decir Schmitt, aquella joya conceptual que fue el Estado no hacía sino
traer luz a una sombría y ensombrecedora situación política-cultural.
Arrinconado dentro de un absolutismo anacrónico con filiacio-
nes a los regímenes totalitarios del siglo XX o desmembrado teóri-
camente como un filósofo que puede aportar, no sin cierta condes-
cendencia, algunos argumentos a las discusiones sobre una política
devenida en administración, la fortuna de Hobbes fue rescatada de
tal lodazal en nuestro país por Jorge Dotti en el año 1989, tres años
antes de que Martinich publicara un sólido libro que renovaría la
hermenéutica hobbesiana mundialmente. Luego de estos textos, el
lector que se acerca a la obra de Hobbes no puede descartar simple-
mente, como se solía hacer durante casi todo el siglo XX, las innume-
rables reflexiones teológicas que el filósofo de Malmesbury no esca-
tima en mostrar ya desde su ostensible, famoso y, paradójicamente,
poco comprendido frontispicio al Leviatán.
La publicación del profesor de filosofía política (como le gusta-
ba llamarse, pese a exceder con creces tal compleja tarea) a la que
hice referencia es “El Hobbes de Schmitt”. En tal texto, además de
identificar tres momentos por la cuales el jurista alemán se acer-
ca a la obra del filósofo británico, Dotti aporta a la hermenéutica
hobbesiana una “propuesta de interpretación, que calificaría como
de inspiración schmittiana, aunque no he encontrado en Schmitt
indicaciones en este sentido”.1 En definitiva, el problema que abor-
da allí no es sino la vexata quaestio, a saber, ¿por qué los hombres
obedecen? ¿Por qué renuncian a su derecho a todo y restringen tal

1
Dotti, Jorge, “El Hobbes de Schmitt” en Cuadernos de Filosofía, XX, N.º 32, 1989, pp. 57-
69, p. 65.

96
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI ANDRÉS DI LEO RAZUK

libertad natural? Más precisamente, ¿por qué pactan los hombres?


¿Cuál es la motivación o razón por la cual los hombres transfieren
sus derechos en un estado de naturaleza a cambio de protección,
en un escenario donde la amenaza y las incertezas son constantes?
Trascribo la respuesta debido a su importancia: “Hobbes no puede
encontrar la condición a priori de la transición efectiva del estado
de naturaleza a la sociedad civil más que en el miedo a Dios”.2
De esta forma, a contrapelo de las interpretaciones imperantes,
Dotti identifica en los textos de Hobbes una obligación pre-política
dada en aquellos que poseen ese miedo a Dios como aptos para una
vida cívica. Esta recuperación de Dios, en una parte tan sensible
para una filosofía política, permite transitar la obra del filósofo bri-
tánico integrando innumerables pasajes que ante una lectura libe-
ral o marxista suelen ser recortados, ignorados o desprestigiados
por muchos comentadores.
Por ejemplo, en el capítulo XXXI del Leviatán se deja claro que los
ateos son enemigos de Dios, pues niegan que éste gobierne el mundo,
que ha dado preceptos y que otorga castigos y recompensas a sus
súbditos. Ahora bien, si es el miedo a Dios la condición de posibilidad
del ingreso a la sociedad civil, no solamente es claro que los ateos no
pueden ingresar al Estado, sino que son sus enemigos. La concien-
cia atea sólo reconoce los universales de la razón, cuyo formalismo
y relativismo le proporcionan elementos para asentir o violentar la
ley, según sus juicios personales. De allí que la República leviatánica
necesite no sólo de súbditos que tengan un vínculo instrumental con
la ley y la estatalidad, sino que en su fuero interno crean en Dios y en
su normatividad, la cual será actualizada por el soberano.
El otro aspecto que, si bien la autoría es de Schmitt, Dotti tra-
baja en toda su obra, extrayendo consecuencias, profundizando e
interpretando textos y problemas filosófico-políticos desde allí, es
la apertura a la trascendencia que presenta la posición de Hobbes.
En efecto, el Hobbes-Kristall propuesto por el jurista alemán no es
sino la remisión a una instancia decisoria, alejándose así de toda
interpretación positivista, para actualizar el dogma “Jesús es el cris-
to”, lo cual nos conduce a comprender la representación política y la
soberanía con estructuras teológicas.

2
Ibíd., p. 67.

97
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Con 20 años de diferencia del primer texto que men-


cioné, Dotti escribe un prólogo/epílogo, como él mismo
JORGE DOTTI, sugiere que se puede comprender, a La tiranía de los
in memoriam
valores de Schmitt: “Filioque. Una tenaz apología de
la mediación teológica-política”. Allí apreciamos cla-
ramente un fecundo desarrollo de las ideas del jurista
alemán recién mencionadas:
Este es el cogollo hobbesiano de la cuestión que anima la re-
flexión schmittiana: allí donde la mediación alto/bajo no es ins-
titucional, o sea donde la articulación es sólo vertical e inme-
diata (sin representación) o sólo horizontal y mediada en clave
inmanentista (representación utilitaria), no en cruz, allí impera
la dialéctica de la complementación entre una universalidad va-
cua y la arbitrariedad del particularismo faccioso con más po-
der para imponerse como su intérprete y ejecutor.3

Debido a una ausencia de normatividad efectiva en el mundo que


guíe las voluntades de los hombres hacia la paz, la presencia de un
dispositivo que coordine las acciones humanas se muestra indispen-
sable. Por eso, es esta ausencia la que demanda tal presencia. Ahora,
¿de qué tipo de Estado se trata? ¿Dónde residen sus fundamentos, su
legitimidad y cuál es la fuente de su fortaleza? El Estado, como insti-
tución visible y transparente, al ser la presencia de lo trascendente
en lo inmanente, como Cristo lo es de su padre, recibe su funda-
mento no de los hombres, quienes al percibir el poder que detenta
acuerdan mediante un consenso, no condicionante, ser gobernados
por aquél. De allí que la cruz sea una imagen apta para entender la
mediación. Puesto que el poder, que desciende verticalmente desde
lo trascendente, se intersecta con la convivencia de los hombres, ho-
rizontalmente estipulada, para prodigarles una vida pacífica.
En cambio, en el primer caso, cuando la articulación es vertical
e inmediata, se daría ocasión para una implementación totalitaria
del Estado y, en el segundo, cuando es sólo horizontal y en clave in-
manentista, de un Estado gendarme, herramienta de ciertas clases
dominantes o corporaciones que impongan la agenda de lo públi-
co. Por todo lo cual, la función original del Leviatán, a saber, dar

3
Dotti, Jorge, “Filioque. Una tenaz apología de la mediación teológica-política”, en
Schmitt, Carl, La tiranía de los valores, Buenos Aires, Hydra, 2009, p. 11.

98
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI ANDRÉS DI LEO RAZUK

seguridad a todos sus súbditos, se ve imposibilitada por la falta de


mediación arriba/abajo, ya que, o se produce la implementación del
terror sin ninguna posibilidad de freno, o la protección exclusiva de
determinadas corporaciones privadas.
De esta forma, la teología-política hobbesiana se aleja de propo-
ner un Estado como dispositivo instrumental para que ciertas cla-
ses (eufemísticamente llamadas “pueblo”) le brinden seguridad a su
antojo, posición argumentada por su compatriota y cuasi contempo-
ráneo John Locke. En cambio, la venida de Cristo al mundo y la ins-
titución de la Iglesia, le otorgan a Hobbes un modelo estatal donde el
fundamento resida en la trascendencia, para poder lidiar con éxito
la conflictiva convivencia de los hombres libres e iguales. El filósofo
de Malmesbury, de esta forma, no integra la tan mentada tradición
contractualista liberal, si se entiende a ésta como una posición fi-
losófica-política que puede limitar con el contrato las acciones gu-
bernamentales. El pacto originario debe interpretarse solo como el
consenso de los súbditos a ser gobernados por el Estado. Y no como
una transferencia de poder. Pues, como sentencia el apóstol Pablo,
omnis potestas a Deo.
De esta manera, Dios juega un rol esencial en el proyecto filosó-
fico-político hobbesiano desde dos puntos de vista. Por un lado, es
la condición de posibilidad de la generación del aquel deus morta-
lis, pues los hombres sólo restringen su libertad ante el miedo a un
ser omnipotente. Por otro lado, Dios es el garante del ejercicio de la
soberanía mediante un representante, el Estado, única institución
con potestad soberana para efectivizar la normatividad natural. En
precisas palabras, “la apertura a la trascendencia no está sólo donde
la pone Schmitt, en la decisión soberana, sino también «antes»: en la
decisión individual [...] que da origen al Estado”.4
Dotti nos ofrece, entonces, un Hobbes moderno pero no libe-
ral, conceptos que, debido a la inf luencia de esta corriente doc-
trinaria, la mayoría de las veces están indebidamente equipara-
dos. La teología-política schmittiana, que es a su vez el profesor
argentino quien la introduce y discute en el contexto nacional,
ofrece un marco de interpretación distinto y posible no exclu-
sivamente de Hobbes, sino de la modernidad misma, la cual es

4
Dotti, Jorge, “El Hobbes de Schmitt”, op. cit., p. 67.

99
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

sólo vista desde un prisma secularizante que confi-


naría las creencias religiosas al fuero íntimo, hasta
JORGE DOTTI, quizás hacerlas desaparecer por su inutilidad prag-
in memoriam mática, a medida que la emancipación humana y los
adelantos tecnológicos imperan.
La secularización, entonces, si bien es el concepto ade-
cuado para la interpretación de la era que se inicia en el
siglo XVII, no consiste en un proceso de eliminación de
lo teológico de lo político, sino en brindarle una estructura analogi-
zante para pensar lo político, de allí que como afirmó Schmitt: “To-
dos los conceptos sobresalientes de la doctrina moderna del Estado
son conceptos teológicos secularizados”.
Como he mostrado, Jorge Dotti no se limitó a “introducir” la po-
sición de Schmitt en nuestro contexto filosófico, tampoco, como
han señalado otros, a leer críticamente los textos de los clásicos
como Hobbes, Locke, Rousseau, Kant, Hegel o Marx en sus afama-
das clases, tareas ambas que ya requieren de capacidades exqui-
sitas. Pensó filosóficamente la aceleración moderna con el arsenal
teórico de la teología-política schmittiana. Así, cuestiones como la
guerra, el tiempo, el espacio, el hombre, la obediencia, la ley, la so-
beranía u obviamente el Estado son enmarcadas en una reflexión
que, lejos de presuponer premisas que las aceleran hasta la incom-
prensión o que alimentan más ese movimiento, las desactiva para
observarlas con la precisión y dedicación que este hombre recto y
temeroso de Dios nos compartía gentilmente a todos los que estu-
vimos cerca de él.

100
Las relaciones entre
universales y particulares.
Sobre el significado de Jorge Dotti en mi experiencia
personal-política.

MACARENA MAREY
(CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS-
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES-ARGENTINA)

El Profesor Jorge Dotti es nuestro maestro

Soy filósofa política desde hace casi dos décadas. Jorge Dotti fue mi
profesor en la materia Filosofía política de la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de Buenos Aires en 1999 (aquella cursada que
adquirió un estatuto cuasi mítico: Jorge dio diez de un total de catorce
teóricos sobre la Wissenschaft der Logik. Diecinueve años después, les
estudiantes siguen preparando Hegel con las transcripciones de esas
clases para rendir el final de la materia). Jorge fue también quien hace
casi diez años, por medio de un procedimiento de selección interna
(práctica sucedánea de los concursos docentes que se usa en nuestra
Facultad para cubrir cargos interinos) al que me había presentado con
muy pocas expectativas de éxito, me eligió para que formara parte de
su cátedra, en un gesto de generosidad muy poco común en un ambien-
te de trabajo (la academia) que nos acostumbró al egoísmo, al indivi-
dualismo, a la ingratitud y a la arbitrariedad, a tomar por natural la
mercantilización de nuestras vocaciones, por la cual se nos ponen pre-
cios a nuestras personas y se nos considera cosas intercambiables. Yo
no había hecho mis tesis ni tenido mis becas de formación bajo su di-
rección pero aun así él me incluyó en su equipo de trabajo. Es por esto
que a Jorge le debo más que a ninguna otra persona mi lugar en la Uni-
versidad de Buenos Aires, a él y a esa vocación filosófico-política por
la que privilegiaba la discusión filosófica libre y seria por sobre mitos
meritocráticos y sin hacer distinción de adscripciones filosóficas y po-
líticas. La seriedad y profundidad de esa vocación lo llevaron también
a mantenerse alejado de cualquier pretensión de poder fáctico en las

101
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

instituciones. Por estos motivos, muches de mis compañe-


res han expresado públicamente en diversos medios (entre
JORGE DOTTI, otros, en una nota editorial de esta revista) que sin Jorge es-
in memoriam tamos en orfandad. Yo también creo que la academia se ha
vuelto más hostil sin él. Sin embargo, también pienso que lo
colectivo de esta experiencia de orfandad es lo que nos hace
menos vulnerables frente a y dentro de un estado de (se-
gunda) naturaleza que responde a la lógica frágil e innece-
saria del derecho del más fuerte. En otras palabras, el legado de Jorge,
al menos según resulta desde la perspectiva situada de mi experiencia
personal-política, está sobre todo en el modo en el que sus estudiantes
podemos generar los lazos sociales de una normatividad filosófica con
la que fundar un Estado ético contrapuesto a la inhabitabilidad de la
academia en esta época de desuniversalización-desparticularización.
Este testimonio brevísimo que me invitaron a compartir mis co-
legas de Ideas es en realidad un momento emotivo y afectivo en una
reflexión permanente sobre los modos en que hacemos filosofía en
las instituciones académicas. Reflexionar sobre las condiciones ma-
teriales y simbólicas en las que desarrollamos nuestras labores como
docentes e investigadorxs es una acción continua y al mismo tiempo
personal, colectiva y objetiva no sólo porque toda reflexión es por ne-
cesidad inacabable especialmente cuando su objeto es la producción de
conocimiento. Si hay un lugar en el que se disuelve en mito el dualismo
sujeto-objeto es precisamente aquí, es decir en la acción de reflexionar
sobre nuestras tareas de elaboración y transmisión de saberes filosó-
ficos qua modos situados del pensar y del hacer. Las condiciones en las
que pensamos son constitutivas de nuestro pensar y de nuestros pensa-
mientos y nuestra percepción de lo real tiene una relación productiva y
reproductiva respecto de esas condiciones (y de la equidad y justicia de
sus estructuraciones). Aquí está una instancia de esos objetos-agentes
del conocimiento situado de los que habla Haraway, aquí está una de
las rosas que hacen del danzar un llamado (un deber y una tarea).

***
Memento mori

Hay otro sentido en el que pienso el legado de Jorge situadamente:


la perspectiva personal-política desde la cual puedo hoy (a media-
dos de 2018, en Buenos Aires, en un contexto económico-político ad-

102
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI MACARENA MAREY

verso al desarrollo de nuestras labores investigativas y docentes, y


como mujer sudamericana, feminista, kantiana y marxista) hacer
inteligible para mí trayectoria en la filosofía política, que no es algo
muy diferente de decir “mi biografía”.
Uno de los contenidos epifánicos que apareció en mi conciencia
el día en el que nos enteramos de la muerte de Jorge fue “hoy dejé
de ser estudiante”. Me recibí en 2003, me doctoré en 2010 y nunca
había dejado de sentirme estudiante. Siempre voy a ser estudiante
porque mi trabajo es estudiar filosofía, eso es evidente, pero dejé de
ser estudiante ese día en un sentido específico. Con Jorge se fue una
época en la que muches todavía nos sentíamos amparades también
porque sentíamos que había a quién ir a preguntarle lo que no sa-
bíamos, alguien de quien seguir aprendiendo. La mayoría de edad
no se alcanza de manera individual, es siempre en relación-con. Na-
die se atreve stricto sensu a saber en soledad. El solipsismo no es
más que un contexto de injusticia para el pensamiento y por eso es
que necesitamos también tener maestras y maestros. La filosofía es
un aprender necesariamente intergeneracional.
¿Cómo cuidar la dignidad de las personas en lo inmediato de su
muerte? Es una tarea para quienes vivimos y es evidente que nos fal-
ta mucho para conseguirlo, quizás porque no podemos detenernos
a pensarlo lo suficiente: si podemos acaso pensar frente a la muerte
tendemos a pensar sobre la muerte en sí, como lo abstracto de la au-
sencia concreta, sin prestarle atención a lo que sucede a propósito de
ella y a su alrededor. Pero la dignidad de una persona no se apaga
con la muerte y la muerte no nos iguala. Como casi todas las perso-
nas que conozco, quiero creer que Epicuro tenía razón, pero no me
sale. Relacionarnos con la muerte es una cuestión de cómo juegan
entre sí finito e infinito y lo difícil, pace nos, filósofxs, es lo finito. La
fenomenología y la dialéctica del duelo tienen lamentablemente ins-
critas la conciencia de que superamos casi todo. “Lamentablemente”
porque sabemos del devenir del dolor presente por causa de dolo-
res y pérdidas pasadas y porque es algo desmoralizante saber que
terminaremos asimilando ausencias. Reconciliarse con la realidad,
que siempre gana, como dice Freud en Trauer und Melancholie, me
pareció siempre un modo de traicionarnos, pero sabemos que no nos
queda otra cosa para hacer: a quien intenta retroceder, por espanto
o por desgano, la situación misma y sus circunstancias le gritan “Hic
Rhodus, hic salta! Hier ist die Rose, hier tanze!” (Marx esta vez). Ha-

103
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

cemos lo que podemos con la finitud y sólo raras veces lo


que debemos. ¿Qué hay entre el pensar y el sentir que se
JORGE DOTTI, escinden frente a la muerte de una persona querida? Hay
in memoriam
el llamado a hacer y en el caso de Jorge la acción toma la
forma específica del emular. Quedarse inmóvil en ese in-
termundia entre el universal y el particular sería algo de
seres pervertidos, podría decir Rousseau. Con Jorge Dotti
aprendimos que la distancia entre universales y particu-
lares no es el hiato entre dos mundos, es la apertura en la que se com-
ponen los mundos en los que vivimos y los que queremos fundar.

***
“Die Frage ist diese: Wie muß eine Welt
für ein moralisches Wesen beschaffen
sein?”

El cierre narrativo y conclusivo que tiene este pequeño texto en parti-


cular, como instancia determinada de una reflexión que será de toda
una vida, es, en este momento, muy claro y distinto para mí, aunque
decida no explicitarlo del todo. Salvando (o no) las distancias, es un re-
sultado como aquel con el que empieza la Wissenschaft der Logik.
Para quienes hacemos filosofía política, nuestro objeto de estudio
informa de una manera muy especial el modo en el que lo estudia-
mos: estamos en una institución estatal produciendo conocimiento
sobre el Estado. La institucionalidad y la estatalidad son productos
de la agencia y, a su vez, son agentes. En nuestra disciplina, los he-
chos de que los objetos de estudio tienen agencia y de que actúan
sobre el modo en el que percibimos el mundo son parte del saber de
nuestra disciplina. Pienso que esto nos da ciertas ventajas respecto
de otras disciplinas (incluyendo otras disciplinas filosóficas) para
entender la filosofía (las filosofías) en su carácter de situada y para
emprender proyectos de filosofías, ciencias y saberes sucesores,
como reclaman por caso las epistemologías feministas. En nuestro
marco práctico personal-institucional-político y desde esa situación
determinada, podemos armar nuestros propios conocimientos a
partir de la apertura de los conceptos que conforman las gramáti-
cas, los estilos y los idiomas de las teorías y las prácticas políticas.

104
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI MACARENA MAREY

Jorge Dotti nos enseñó a hacer filosofía política incluso a quienes no


piensan exactamente como él porque nos enseñó que el valor de la
teoría está en su práctica. La filosofía es invendible, no se presta a
ser mercancía, no tiene precio, tiene dignidad. La filosofía es inter-
generacional e internacionalista. Nos queda actuar de modo tal que
hagamos advenir un mundo futuro en el que la vida universitaria,
nuestro mundo de la vida, gane en conciencia de las intersecciones
y pierda todo lo de innecesario que haya en su hostilidad.
Yo quiero y necesito hablar del legado de Jorge Dotti como un
asunto personal-político. Jorge me transmitió valiosos contenidos
filosóficos como mi profesor y luego como el titular de la cátedra en
la que me desempeño como docente e investigadora. He llegado a
compartir muchas de sus tesis fundamentales acerca de la filosofía
política con la misma convicción que él mostraba. Aprendí también
de él a tener mis propias lecturas de los sistemas, a tener posiciones
propias y originales en filosofía y a defenderlas a veces de manera
temeraria. Pero lo que más lo ha vuelto mi maestro es que gracias
a él puedo dar testimonio de que sí se puede hacer filosofía de una
manera generosa, humilde, seria y apasionada, sin concesiones, sin
prejuicios, sin demagogia. Jorge me legó la conciencia de esa posi-
bilidad de otro filosofar como un Faktum y también un lugar en el
que hacerlo: me reservó un lugar docente en la filosofía política, mi
métier vocacional y profesional desde hace dos décadas, que para
mí es ahora una trinchera desde la que proyectar junto con otres
estudiantes como yo y por medio de acciones que emulen las suyas
esa configuración nueva de una academia sucesora, nuestra y hos-
pitalaria. Ahí también hay una rosa.

***

Es difícil decir “hasta siempre” cuando sabemos que no vamos a


obtener respuesta. El eco de la despedida eterna es insoportable. A
Jorge Dotti prefiero decirle “gracias”. Del agradecimiento genuino
no cabe esperar respuesta porque es lo que nos cabe devolver mo-
ralmente frente a los dones. “Gracias” y después ese otro silencio.
Este silencio como respuesta a la gratitud es más tolerable y poder
vivirlo con dignidad es, para quienes no tenemos dioses, lo que re-
futa definitivamente al ateísmo del mundo ético.

105
JORGE DOTTI,
in memoriam
La argentina reciente según
Jorge Dotti: un desafío para la
ciencia política argentina
TOMÁS WIECZOREK
(CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS -
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - ARGENTINA)

E l profesor Jorge Dotti definió a la práctica de la filosofía política


como un ejercicio de reflexión sobre el presente.1 Diferencián-
dose de las especulaciones orientadas por premisas científicas, él se
propuso abordar la realidad política argentina desde una “interpre-
tación de impronta palmariamente teológico-política, lo cual supone
encontrar en la metafísica «la expresión más intensa y clara de una
época».” Su propuesta, por lo tanto, se incardinó en el teorema sch-
mittiano de acuerdo con el cual “la metafísica de lo político es teolo-
gía política secularizada y (...) el Estado es, o fue, su resultado.”2 Sus
reflexiones han excedido su propio ámbito de enunciación: para las
ciencias sociales argentinas, y en especial para la ciencia política,
sus elaboraciones constituyen, según un giro caro a Carl Schmitt,
un verdadero desafío.

-I-

El profesor Dotti avanzó una interpretación de la experiencia kirch-


nerista forjada a partir de su personalísima apropiación de la filo-
sofía política de Carl Schmitt. Su interpretación, además, se perfiló
en oposición explícita a ciertos lugares comunes atribuidos por la
publicística reciente (y actual).

1
Dotti, Jorge E., “Siempre se piensa el presente. La cuestión es pensarlo”, en Revista
Argentina de Ciencia Política, Nº 18, 2015, pp. 47-52.
2
Dotti, Jorge E., “Incursus teológico político”, en Idem, Las vetas del texto. Segunda edición
ampliada, Buenos Aires, Editorial Las Cuarenta, 2009, p. 287.

107
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Contrario a la idea de que la matriz intelectual del


kirchnerismo estaría dada por filosofías y teorías peri-
JORGE DOTTI, midas ante la contemporaneidad globalizada, Dotti com-
in memoriam prendió su simultánea apropiación de repertorios nacio-
nal-populares, conservadores y revolucionarios como un
ejercicio propio del horizonte contemporáneo de desubs-
tancialización filosófica:
En la posmodernidad, enterrados (¿prematuramente?) los
respaldos teológico-políticos y metafísicos, las marcas tanto es-
tatales como revolucionarias resultan simultáneamente neutra-
lizadas paródicamente y activadas con una violencia extrema
en el escenario de una performancialidad que entremezcla es-
tilos vaciados de sustancia y actuaciones sin más entidad que la
de su (re-)presentarse en el proscenio.3

De cara a esta novedad, la pregunta central para Dotti fue “en


qué puede consistir hoy este peronismo posmoderno, una vez
que ese pueblo continuamente invocado ha perdido su sustan-
cialidad vigorizante, sus aspiraciones y expectativas deudoras
del esencialismo nacional y popular, y ha devenido significante
f lotante.”4
En oposición a cierto decisionismo “de vulgata” atribuido
al kirchnerismo, basado en las superficiales resonancias pole-
mológicas entre el pensamiento de Ernesto Laclau y el de Carl
Schmitt, para Dotti la teoría antagonista laclausiana –y su es-
tructural necesidad de exteriorizar un elemento (contingente,
a priori indecidible) que dé una (siempre precaria) sutura a un
sistema discursivo-político– es inconmensurable con la filoso-
fía decisionista schmittiana. Sin detenernos en las críticas que
Dotti dedicó a la perspectiva de Laclau 5 conviene retener que,

3
Ibíd., p. 283.
4
Dotti, Jorge E., “Depredo, luego existo”, en Las vetas del texto... op. cit., p. 260.
5
Para Dotti, una evaluación de la propuesta de Laclau depende de que no constituya una
mera “reontologización” posmoderna de dos antiguos principios constitutivos del filosofar
(la problemática platónica respecto de la inconmensurabilidad entre universal y particular,
y la aristotélica afirmación de la politicidad del hombre seguida de su discursividad
o participación en el logos); depende, en suma, tanto de su efectiva superación de toda
metafísica sustancialista como de su capacidad para determinar la especificidad de lo
político. Dotti detecta dos grandes limitaciones filosóficas vinculadas al formalismo de

108
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI TOMÁS WIECZOREK

para el primero, la laclausiana radical “indecibilidad”


entre las dos direcciones ontológicas (lógicas de la equivalen-
cia y la diferencia) da testimonio de la horizontalidad valora-
tiva que caracteriza la comprensión de los distintos principios
éticos sustentados por los candidatos a ejercer la hegemonía.
El esquema deconstructivista rompe así toda liaison sustan-
cial con cualquier posición presuntamente privilegiada, y
alcanza la universalidad pluralista que es idiosincrática del
politeísmo contemporáneo: todos los sectores, particularis-
mos, corporaciones, individualidades, facciones y actores de
las más distintas laya y en las más variadas situaciones exis-
tenciales y acontecimientos sociales lo respetan, todos actúan
siempre more antagónico.6

Por el contrario, la decisión política en su acepción schmittiana


se dispone siempre, ordinativa y normalizadora, en oposición a la
real situación de excepción, y en tanto encuentra apoyatura en lo
teológico-político, supone la realización de una mediación personal
entre lo trascendente y lo inmanente propia de la estructura cristo-
lógica. El elemento teológico-político es, según Dotti, una cualidad
inextricable del gran pensamiento de la representación estatalista,
tal como es desarrollado por Hobbes, Hegel y Schmitt: la (verdadera)
decisión política revela su orientación catejóntica en su opción por
el orden y la norma, y en su apuntalamiento de claras distinciones
(adentro/afuera; amigo/enemigo; Estado/revolución).7

Laclau: por un lado, sugiere la persistencia insuperada de motivos hegelianos; por otro,
señala que la crítica de Laclau a Hegel se desliza, en buena medida, hacia una posición
criticista kantiana. Sobre esto último, Dotti advierte la analogía morfológica entre la tesis
laclausiana de la necesaria interioridad del exterior constitutivo de todo sistema discursivo
con la figura del “objeto ideal” en la articulación entre fenómeno y noúmeno propia de la
gnoseología trascendentalista kantiana. Sobre el primer punto, afirma que la contingencia
de Laclau –que, a diferencia del mero azar, remite a un límite constitutivo u ontológico-
no es en absoluto desemejante a la relación entre particular y universal en Hegel -cuyas
mediaciones lógicas entre universalidad abstracta y concreta no son de una necesidad
mecanicista, sino de un comprender filosóficamente su realización. Según la visión de
Dotti, la correspondencia (e, incluso, isomorfismo) entre el concepto populista-posmoderno
de pueblo y la metafísica dineraria del equivalente general no sería en absoluto azarosa.
(Dotti, Jorge E., “¿Cómo mirar el rostro de la Gorgona? Antagonismo postestructuralista y
decisionismo”, en Deus Mortalis, N 3, 2004, pp. 451-516)
6
Ibíd., p. 482.
7
Dotti, Jorge E., “La representación teológico-política en Carl Schmitt” en Avatares
filosóficos, N 1, 2014, pp. 27-54.

109
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

La interpretación de Dotti se apartó también de los ca-


rriles habituales al oponerse a la idea de una presunta re-
JORGE DOTTI, vigorización del Estado operada por el kirchnerismo, reve-
in memoriam
lándose el núcleo de su lectura en referencia al “atributo
estatal básico”: “juzgar para pacificar”. Considerado a esta
luz, la “cuestión medular” respecto del “revolucionarismo
populista” es

si [éste], en sus conductas concretas [...], afianza o más bien soca-


va la estatalidad y la primacía de lo público sobre lo particula-
rista y, en especial, lo faccioso [y] hasta qué punto este fenóme-
no idiosincrático de la Argentina contemporánea no define su
significación histórica en la capacidad para desarrollar desde el
Estado –aprovechado como espacio instrumental– una política
cuyo núcleo motivador es disolvente del orden estatal mismo.8

En esta clave, Dotti afirma que

la recepción del sentido común imperante en las filosofías pos-


modernas [...] provee un respaldo actualizado al manejo de los
dispositivos estatales para debilitar el principio rector del Esta-
do, que es limitar para apaciguar y proteger. [...] Quienes se valen
estratégicamente del aparato estatal respetan la legalidad vigen-
te para impulsar políticas que mantienen vivo el idealismo re-
volucionario están justificados por la muerte de Dios, en cuyas
transustanciaciones (fueran religiosas-teología de la liberación;
mesianismo benjaminiano, o laicas –la patria socialista; las nue-
vas Cubas–, o los más habituales cruces e intersecciones) creían
sus antecesores de los setenta.9

En su opinión, sobre un fondo filosófico que ha “[d]esestima-


do los tradicionales respaldos sustanciales, revestidos de una
trascendencia no inmediatamente reducible a su inmanencia”
se da la ambigua apropiación, por parte de la generación pre-
sente, del “principio estructurante de las doctrinas setentistas
(tanto de las revolucionarias como de sus contrafiguras antirre-

8
Dotti, Jorge E., “Incursus teológico político”, op. cit., p. 284.
9
Ibídem.

110
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI TOMÁS WIECZOREK

volucionarias), a saber: la guerra es la verdad determinante de


la política”.10 Su actualización contemporánea, inasible para las
éticas (revolucionarias y contrarrevolucionarias) precedentes –
que inscribían siempre su posición en la inconciliabilidad de la
opción entre Estado y Revolución– conduce a la afirmación de
un compromiso táctico de la militancia con la ley y la democra-
cia, cuya contrapartida es la instrumentalización del Estado de
Derecho en favor de miras estratégicas revolucionarias; de allí
también
la confianza [de la nueva militancia] en poder usufructuar
el poder estatal sin dar el salto cualitativo alocado a la cri-
sis indomable [y] la confianza de poder manejar legalmente
una excepcionalidad moderada para actualizar un proyecto,
sin retrocesos ni tergiversaciones de los fines. Ahora bien,
el respaldo de esta conducta anti-estatal de las autoridades
estatales [...] es el apotegma posmoderno de que el estado de
excepción, con su violencia ciega, es la verdad del Estado; de
lo cual se sigue [...] que la soberanía no es más que el nombre
del sistema represivo que administra y aplica la violencia
en términos ontológicamente similares a como la utilizan
aquellos que el mismo dispositivo estatal quiere reprimir,
disciplinar, aniquilar.11

- II -

En el marco de las Jornadas “Actualidad de Carl Schmitt. A 30


años de su muerte”, y en vísperas de la segunda vuelta de la
elecciones presidenciales argentinas de 2015, el Prof. Dotti abor-
dó la conferencia de Carl Schmitt “Economía sana en un Estado
fuerte”12 resaltando su persistente actualidad. En este texto de
noviembre de 1932, Schmitt precisó su teoría del “estado total”
como forma política ascendente en la era de politización total de
lo social, introduciendo una distinción en torno a sus tipos cuan-

Ibíd., p. 296-297.
10

11
Ibíd., p. 289-290.
12
Schmitt, Carl, “Starker Staat und gesunde Wirtschaft” en Maschke, Günter (ed.) Staat,
Grossraum, Nomos: Arbeiten aus den Jahren 1916-1969, Berlín, Duncker & Humblot,
1995, pp. 71-91.

111
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

titativo y cualitativo. El estado total cuantitativo sería


aquel que, por lo general en nombre de la democrati-
JORGE DOTTI, zación económica, restringe la autonomía individual
in memoriam en favor del gobierno económico estatal: desgarrado
entre la imposibilidad de la reducción de lo político a
lo técnico y las exigencias de un sistema de partidos
con cosmovisiones antagónicas, está condenado a la
debilidad por su mismo exceso de politización:
Esta totalidad, en el sentido de volumen, en la opuesta a la
potencia y la fortaleza. El estado alemán actual es total debi-
do a su debilidad y falta de resistencia, debido a su incapa-
cidad de resistir el embate de partidos y organizaciones de
intereses. Debe ceder ante todos y contentar a cada uno, sa-
tisfaciendo simultáneamente intereses contradictorios. [...]
Su expansión es la consecuencia, no de su fuerza, sino de su
debilidad.13

En oposición, el Estado total cualitativo sería aquel Estado que


no permite que fuerzas que lo son enemigas, o aquellas que
lo limitan o dividen, puedan desarrollarse en su interior. No
contempla rendir los nuevos poderes de coerción [aludiendo
al cine y la radio] a sus enemigos y destructores [...] Puede
discernir entre amigos y enemigos. En este sentido, [...] todo
verdadero estado es, y siempre ha sido, un estado total. La
novedad es simplemente el nuevo poder tecnológico, cuyo
significado político uno debe reconocer claramente.14

Tal Estado “fuerte” y “autoritario” sería capaz, a diferencia del


liberalismo decimonónico, de asumir la politicidad ínsita en la
diferenciación entre lo público y lo privado, y entre lo estatal y
lo no estatal: sería, por lo tanto, aquel capaz de cortar sus exce-
sivas conexiones con la economía reemplazando el dualismo pú-
blico=estatal / privado=individual por una estructura trimem-
bre que contemple también una esfera pública no estatal de au-
togobierno, presuntamente librada de las acechanzas de los po-
deres intermedios. En réplica a estas tesis, y en virtud de “cómo
sus proponentes se posicionan de cara al problema cardinal del

13
Ibíd., p. 75.
14
Ibíd., p. 74.

112
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI TOMÁS WIECZOREK

presente, esto es, la cuestión del orden económico”, Hermann


Heller definió al “Estado total cualitativo” schmittiano como un
“liberalismo autoritario”, cuyas características principales están
dadas por el “retiro del Estado «autoritario» de la política social,
liberalización de la economía y control dictatorial por parte del
Estado de las funciones político-intelectuales”.15
El “desafío Dotti” permanece abierto para la ciencia y la teo-
ría política: aún hoy resta evaluar las potenciales conexiones de
esta constelación con un nuevo discurso oficial que, a diferencia
del liberalismo romántico que fuera artífice de la nacionalidad,
encuentra en diversas especies de la fauna autóctona las formas
paradigmáticas de la argentinidad.

Heller, Hermann, “Authoritarian liberalism?” en European Law Journal, Vol. 21, N 3,


15

2015, pp. 299-300.

113
Una imagen fotográfica muy difundida recientemente (en julio de 2006) muestra a
unas niñas o preadolescentes israelíes, risueñas mientras escriben «dedicatorias» en
los misiles que algún tiempo más tarde caerán sobre sus congéneres libanesas.
JORGE DOTTI,
in memoriam

114
Monotopología de
la fluidez infinita
GABRIEL LIVOV
(UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - ARGENTINA)
RODRIGO PÁEZ CANOSA
(UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - ARGENTINA)

P ensar es siempre una experiencia del presente. Por más que que-
ramos escapar a nuestra época, orientarnos a remotos aconteci-
mientos o ideas, o proyectarnos hacia paisajes futuristas propios de
la literatura de la anticipación, siempre estaremos orbitando en torno
de nuestra situación y sus problemas. Esta era una de las premisas
fundamentales del pensamiento de Jorge Dotti y su obra escrita es una
muestra cabal de ello. Si bien en todo momento alternó trabajos eru-
ditos de exégesis con textos que abordaban problemáticas políticas
actuales, no consideraba a estos últimos como vehículos exclusivos
para un pensamiento del presente. Ejercía la exégesis en el modo del
pensar: interpretar, leer, juzgar autores clásicos se convirtió en Dotti
en un ejercicio consciente de comprensión del presente. La exégesis
no era para él la pretemporada del pensamiento, sino el pensamien-
to mismo en acto. Ambos modos del pensar, por otra parte, pueden
ser ejercidos seria o irresponsablemente. Entre la Scila del academi-
cismo estéril y la Caribdis del chantismo intelectual, el camino de la
reflexión específicamente filosófica se constituía para Dotti en el es-
fuerzo responsable impulsado por la vocación de comprender el co-
gollo conceptual de un problema que nos interpela existencialmente
hoy. En su caso se trataba de lo político y el Estado, dos cuestiones muy
propensas actualmente al abordaje superficial, sometido a la tiranía
de la novedad que él rechazaba enfáticamente. En una dirección dia-
metralmente opuesta Dotti buscaba detectar el núcleo metafísico del
asunto, y lo hallaba cifrado en torno a la pregunta fundamental de la
filosofía política moderna: ¿por qué el Estado y no la guerra civil?
La línea Malmesbury-Berlín-Plettenberg. Aunque desde postu-
ras opuestas entre sí, a lo largo de su obra Dotti destacó siempre

115
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

el carácter teológico político del Dios mortal moderno.


Desarrolló la articulación específica de su comprensión
JORGE DOTTI, del Estado a través de tres autores que trazaban para él
in memoriam
una misma línea de pensamiento teológico-político cohe-
rente: Hobbes, Hegel y Schmitt. En los abordajes de estos
autores y sobre el desarrollo del pensamiento político
moderno, esta línea no es aceptada sin más. Si bien la re-
lación Hobbes-Schmitt es más transitada, la inclusión de
Hegel en este esquema no es autoevidente. Sin embargo, desde una
mirada atenta al núcleo metafísico, Dotti entendía que los tres com-
partían la comprensión teológica del Estado que se expresaba en la
centralidad de la representación como forma de mediación entre
lo trascendente y lo inmanente; de la que se sigue la común postu-
ra antirrevolucionaria y el carácter fundamental del concepto de
soberanía. Es decir, Dotti entiende que el Estado moderno alcanza
su conceptualización más acabada en estos tres pensadores porque
ellos identificaron con claridad el carácter teológico-político de su
fundamento. Este modo de comprender al Estado sitúa al sobera-
no como figura mediadora entre lo trascendente y lo inmanente de
modo que produce un concepto específico de autoridad y obedien-
cia que constituye el corazón de la estatalidad moderna. Otras for-
mas de entender al Estado relativizan a lo largo de la modernidad
y hasta el presente este concepto de soberanía de raíz teológica y
alientan, volente o nolente, diversas formas de desautorización y
desestatalización. Frente a ellas proponemos un breve recorrido
por algunos núcleos relevantes de esta matriz estatalista de com-
prensión de la política
La marcha del orgullo del sujeto moderno. A la hora de recuperar
perspectivas teológicas para iluminar conceptos de orden modernos,
los pensadores en cuestión son irremediablemente contemporáneos
en la medida en que hacen frente de manera común al desafío teo-
lógico-político del Estado moderno. Si según el libro de Job, el mons-
truo Leviatán “es el rey de los hijos del orgullo”, el desafío consiste
en armar orden entre subjetividades hijas del orgullo: diseñar una
figura de subjetividad obediente y responsable ante la epidemia de
narcisismo desenfrenado que se desata a partir de la Reforma pro-
testante. La desmesura propia del yo moderno consiste en querer
estar en todos lados, en pretender reconocerse como fuente última
de existencia y validez de toda experiencia, acción, conocimiento e

116
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI GABRIEL LIVOV - RODRIGO PÁEZ CANOSA

institución. La voluntad desatada tras la absolutización de la subje-


tividad que sólo conoce los límites que ella misma se impone tiene
una capacidad constructiva ilimitada que coincide, como cóncavo y
convexo, con su capacidad destructiva. Allí radica el problema. Do-
tti entendía que el núcleo problemático del sujeto moderno residía
en su comprensión de sí mismo como trascendencia de sí mismo. El
yo se produce a sí como lo otro de sí, y entonces se encuentra como
fundamento de los más diversos ámbitos de realidad. Pero allí no
agota su pulsión expansiva, si así fuese lo creado no sería más que
el acta de defunción del yo. En cuanto trascendencia de sí mismo el
yo va más allá también del sí-mismo-como-lo-otro-de-sí. Es decir,
el impulso creador que pone al yo fuera de sí en lo otro de sí tras-
ciende también ese movimiento y destruye lo producido. En otras
palabras, Estado y revolución tienen el mismo origen y se implican
mutuamente.
Modernidad antimoderna. En la medida en que Hobbes, Hegel y
Schmitt configuran la línea estatalista del pensamiento político mo-
derno, buscan pensar el modo en que efectivamente el Estado ha lo-
grado, dentro de un horizonte de conflictividad ineludible (sea en su
forma intra- o inter-estatal), contener el ascenso a los extremos de la
violencia. Bajo la comprensión teológico-política, la posición común
a ellos es la de una paradójica modernidad antimoderna. Es decir,
conscientes del carácter bifronte de la subjetividad moderna, enten-
dían que sólo una referencia a lo trascendente era capaz de encorse-
tar a los ciudadanos de manera tal que su potencial constructivo se
desplegara neutralizando sus devenires nihilistas, destructores de
orden. Si lo específicamente moderno es el teocidio y la inmanen-
tización, la línea Malmesbury-Berlín-Plettenberg encuentra en la
apertura a la trascendencia y la humildad metafísica los precarios
diques que pueden contener la corriente nihilista que, tarde o tem-
prano, terminará de abrirse paso. Lo que la subjetividad moderna
no logra ver es que el teocidio del que se vanagloria se revela a fin
de cuentas como un suicidio: la subjetividad que sacrifica a Dios en
el altar de una inmanentización absoluta de la realidad es la misma
que lo necesita (en calidad de restricción habilitante) como condi-
ción de posibilidad de su agentividad, como atractor que contiene
la hiperpolitización revolucionaria y hace posible la vida en común
contrarrestando la entropía de la diferencia que domina el dina-
mismo de los átomos orgullosos en competencia recíproca.

117
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

La revolución es una pesadilla eterna. El común carác-


ter antirrevolucionario de los autores citados es, desde
JORGE DOTTI, la perspectiva de Dotti, la consecuencia coherente de su
in memoriam modo de comprender la política. Para estos tres autores la
revolución es ante todo un gran error y,
¿Por qué la revolución en general, un error recurrente. Quien
es un error? Porque mejor lo explica sigue siendo el vie-
despierta el potencial jo de Malmesbury en su demostración
destructivo del sujeto a dialéctica del principio sobre el que se
tal punto de que corroe sostiene en última instancia la arqui-
la posibilidad de cerrar tectura de la obligación estatal.1 (Levia-
el ciclo revolucionario tán, cap. XV). El principio en cuestión es
en alguna cristalización la Tercera Ley de Naturaleza (es decir,
estable de orden posible legislada por Dios) y su enunciado reza
al margen de un intenso básicamente: “no te rebeles”. El perso-
despliegue de violencia naje conceptual frente al que se articula
aniquiladora de vidas el diálogo que sirve de demostración del
humanas. principio es El Necio, que en su corazón
dice “No hay Dios” mientras toma las
armas contra el soberano y desata la re-
volución. ¿Por qué la revolución es un error? Porque despierta el po-
tencial destructivo del sujeto a tal punto de que corroe la posibilidad
de cerrar el ciclo revolucionario en alguna cristalización estable de
orden posible al margen de un intenso despliegue de violencia ani-
quiladora de vidas humanas. Hobbes señala que toda rebelión hace
siempre pedagogía de la rebelión, y en tal sentido ninguna interven-
ción violenta en contra del orden es gratuita, siempre viene acompa-
ñada de una lesión de la soberanía y de la representación política de
la que no se beneficia nadie, en tanto impide la consolidación de un
orden institucional (del signo que sea, incluso de aquel que acaba
de llevar adelante una revolución exitosa) que logre desactivar los
costados insociables de los seres humanos. “El verdadero problema
de la revolución no es hacerla, sino cerrarla”.2
Utopofobia. Hobbes, Hegel y Schmitt parecen coincidir en que los
relatos utópicos son piezas literarias en las que se manifiesta con

1
Hobbes, Thomas, Leviathan, cap. XV, Cambridge, Cambridge University Press, 1996, pp.
100 y ss.
2
Dotti, Jorge E., “Incursus teológico-político” en Las vetas del texto, segunda edición
ampliada, Buenos Aires, Las Cuarenta, 2009, p. 277.

118
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI GABRIEL LIVOV - RODRIGO PÁEZ CANOSA

claridad la soberbia del yo moderno que se cree capaz de crear mo-


delos que guíen a los hombres con vistas a establecer un orden jus-
to. Perciben asimismo que la praxis concreta de tan buenas y orgu-
llosas intenciones es la violencia irrestricta: todo vale con vistas a
realizar un orden justo futuro (que nunca termina de establecerse
en el presente). Frente a la potencia destructora de relato utópico
ellos sostienen el apotegma “Jesús es el cristo”, pues de ese modo
deja de quedar en la conciencia particular la decisión última acerca
del carácter justo o no del orden político del que uno forma parte.
La utopía contiene en sí la atopía: desterritorializa y desespacializa.
No sólo barre con los límites trazados por el nomos (y con ellos la
autoridad del soberano que ordena el territorio), sino que sustituye
la referencia espacial por la temporal orientada al futuro que mina
la posibilidad misma de la distinción (dentro-fuera, criminal-ene-
migo) y socava así la forma estatal moderna. De allí que Schmitt
percibiese en el nacimiento mismo del concepto de utopía, “como
una sombra”, el surgimiento de la existencia técnico-industrial ni-
hilista.3 Lo específico de la estatalidad es justamente el movimiento
contrario, la neutralización del tiempo y la espacialización, cuyo co-
rrelato es la temporalidad homogénea del calendario que no conoce
irrupciones o interrupciones.
Ex nihilismo nihil fit. Aquella sombra de la utopía transmutada
en nihilismo terminó rompiendo todos los diques del orden estatal.
Situado desde la perspectiva de la línea Malmesbury-Berlín-Plet-
tenberg, Dotti dirigió su mirada hacia las teorías contemporáneas
asociadas a lo político en las que percibía el trabajo del nihilismo
en acto. Por un lado, las teorías contemporáneas que celebran la in-
manentización y la inmediatez como modos de emanciparse de la
legitimidad y la autoridad que dejan paso al primado de la mera apa-
riencia sin sustancia. Esas teorías se deleitan en diseñar umbrales de
indiscernibilidad donde norma y excepción se traspasan la una en la
otra, se confunden, hibridan y difieren recíprocamente. De ellas, la
“semiosis decontructiva” o la “ontología salvaje de la multitud” con-
figuran las versiones más extremas en su afirmación nihilista de la
excepción, de la que resulta imposible construcción política alguna.
Por otro, el antagonismo laclauniano mereció mayor atención por

3
Schmitt, Carl, Der Nomos der Erde im Völkerrecht des Jus Publicum Europaeum, zweite
Auflage, Berlin, Duncker & Humblot, III, 3, c, p. 210.

119
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

parte de Dotti en la medida en que se presenta como un


intento de comprensión más acabado de los modos de ar-
JORGE DOTTI, ticulación política desde una ontología desustancializada.
in memoriam Si los primeros explican las posiciones más irresponsa-
bles en cuanto a posicionamientos político se trata, ya que
de allí se nutren las diversas formas de esteticismo políti-
co que encuentran en toda institución una forma de opre-
sión, el segundo da la cifra que permite comprender la
lógica de la acción política de aquellos actores políticos que ocupan
las instituciones estatales con prácticas que, paradójicamente, des-
conocen y corroen los principios que sustentan dichas instituciones.
Incipit Formloswelt. El fin de la estatalidad moderna de raíz teo-
lógico-política produce diversas reacciones. A quienes gozan de la
opresión bajo la praxis de la resistencia les resulta inaceptable la
muerte del leviatán, fuente primordial de violencia, pues sin él pier-
den el sustento de su propia existencia qua resistentes. De allí que
afirmen aún hoy la omnipotencia (y a veces también la omnipre-
sencia) del viejo Dios mortal. Por su parte, quienes encontraban en
el Estado un obstáculo para el desarrollo de sus negocios, activos
militantes de su desaparición, celebran la nueva situación en la que
pueden expandirse ilimitadamente. Que la versión intelectual de
esta posición se refugie en eufemismos como progreso, libertad o
democracia no la exime de trabajar para aquella expansión ilimita-
da. Otra actitud toman quienes percibían en el Estado una creación
admirable del espíritu, aún sin desconocer que la existencia huma-
na “nunca puede tener lugar sin alguna que otra incomodidad”.4 En
ellos, entre los que se encontraba Dotti, se produce una cierta osci-
lación: en su faz más optimista, buscan identificar restos de politi-
cidad estatal, procuran recrearlos y pensar cómo habitarlos. En la
más pesimista, se dedican a caracterizar la época a partir de la reti-
rada plena de lo estatal y su correlato: el fin de las distinciones clási-
cas y la indiscernibilidad que se extiende en todos los planos: terri-
torial, jurídico, político, ético, bélico, pero también, estético, sexual,
relativo al género, al conocimiento, a lo real y lo virtual. La sociedad
sin forma se despliega como espacio abierto en el que prima la cir-
culación veloz e irrestricta de cuerpos, reales y virtuales de todo
tipo. De allí que Dotti destacase el primado del dinamismo propio

4
Hobbes, Thomas, op. cit., p. 128.

120
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI GABRIEL LIVOV - RODRIGO PÁEZ CANOSA

del intercambio dinerario como núcleo metafísico de nuestra época.


Tanto la economía, como el conocimiento y la guerra se rigen por la
lógica del valor que homogeniza todo para que rija el intercambio
irrestricto, pero habilita también una violencia destructiva extre-
ma al considerar al otro bajo el signo del no-valor. Lo que no vale
puede y debe ser descartado, “La estabilidad de la pax commutativa
legitima la intensificación de la violencia fuera de toda contención”.5

“Monotopología de la fluidez infinita.” Con esta imagen concep-


tualiza Dotti nuestro presente. La hiperreflexividad sustrae del ya
desustancializado Dasein tanto su “ser” como su “ahí” para que sea
sustituido por un aparecer-por-todos-lados (Umschein) que está a la
base del juego de espejos que constituye la plataforma habilitante de
una movilidad veloz y permanente de todo. El anclaje en la aparien-
cia permite una volatilidad que derriba todos los límites. El Estado
deja de refrenar la llegada del caos que ahora se expresa en el des-
encadenamiento de una violencia irrestricta. La continuidad de la
línea Malmesbury-Berlín-Plettenberg no parece encontrar ningún
relevo posible en el paisaje posmoglobal de nuestros días. La disolu-
ción de la ya precaria identidad del sujeto moderno y su resolución
en imagen desustancializada; la devaluación general de la decisión
soberana y su envés problemático: la hipertrofia del estado de ex-
cepción de la violencia contemporánea; la impotencia de la sobera-
nía tanto hacia dentro para configurar un espacio de convivencia
seguro como hacia fuera para instaurar un pluriverso interestatal
regulado de guerra circunscripta; la deshistorización del tiempo y el
alisamiento del espacio; la transmutación del miedo (una pasión aún
politizable) en terror son algunos de los síntomas de la época post-es-
tatal en que vivimos y cuya dinámica tendencial de fondo se cifra
en una velocidad y una aceleración ampliadas que exceden las ca-
pacidades retardatarias del viejo Leviatán. Hemos alcanzado final-
mente un mundo sin barreras, pero no resultó como el que quería el
pacifismo lennonista, porque se trata de un mundo sin barrera, sin
katechon. Sin nadie ni nada que contenga, sin nada que contener, el
hiperdinamismo planetario de las lógicas de proliferación ilimitada
de la globalización fluye de maneras capilares que escapan a la ma-

5
Dotti, Jorge, “Filioque. Una tenaz apología de la mediación teológica-política” en
Schmitt, Carl, La tiranía de los valores, Buenos Aires, Hydra, 2009, p. 83.

121
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

triz de comprensión e intervención del Estado territorial


clásico, diseñado para establecer condiciones de solidez y
JORGE DOTTI, estabilidad, ontológicamente inviables en nuestro tiempo.
in memoriam
Dejémoslo terminar a Jorge.
La espacialidad en que se Concluyamos. El miedo hobbesiano
desenvuelve hoy nuestra terminaba derivando en la justificación
existencia es conceptual del artefacto político que lo transmuta-
y efectivamente ba en obediencia a cambio de seguridad,
homogénea, absoluta, dentro de su territorio; el espacio esta-
una monotopología de la tal, pacificado, se distinguía del espacio
fluidez infinita. exterior al leviatán, belicoso e inseguro,
imperio de la libertad. Este orden fue de-
molido por el mismo sujeto que lo había
construido. La espacialidad en que se desenvuelve hoy nuestra exis-
tencia es conceptual y efectivamente homogénea, absoluta, una mo-
notopología de la fluidez infinita. En ella el miedo se ha potenciado co-
herentemente en terror absoluto, una suerte de variable funcional de
una sistematicidad paradójica, la anomia postglobal y su dinamismo
autorreproductivo (posiblemente ininterrumpible), donde la violencia
irrestricta se ha vuelto un rasgo endémico. Esta conflictividad sistémi-
ca desmiente la vieja creencia de que se combate para alcanzar la paz
mediante la imposición de la propia voluntad, y disuelve el entramado
eterno entre protección y obediencia: resulta imposible distinguir en-
tre proteger y poner en peligro. Al representar el espectáculo del esta-
do de terror, las redes cibernéticas, mediáticas y doxológicas en general
lo normalizan como estatus convivencial; lo diseminan y estabilizan
como factor a su modo también dinamizador de la circulación infinita.
Una imagen fotográfica muy difundida recientemente (en julio
de 2006) muestra a unas niñas o preadolescentes israelíes, risueñas,
mientras escriben “dedicatorias” en los misiles que algún tiempo
más tarde caerán sobre sus congéneres libanesas. ¿Están justifica-
das para hacerlo? Menos incierta que la respuesta es la convicción
de que nada las dispensa de sufrir, después, el mismo terror que
provocarán los portadores de sus mensajes. El resto no es silencio.6

6
Dotti, Jorge E., “Violencia, guerra y terror postmoglobales” en Cruz, M. (comp.), Odio,
violencia, emancipación, Barcelona, Gedisa, 2007, p. 124.

122
“...¡Viva el rey!”
El Hegel de Dotti
MARIANO GAUDIO
(CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS-
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - ARGENTINA)

E stas primeras líneas resultan muy difíciles y dolorosas para


quien escribe, porque la figura de Jorge Eugenio Dotti, cuya re-
ciente partida ha generado un vacío incolmable, apenas comienza a
ponderarse desde ciertos puntos de vista, y porque cualquier sem-
blante que aquí se pueda ofrecer será de antemano insuficiente y
parcial. Jorge fue un excelente profesor, un investigador extraordi-
nario, un intelectual irreverente, un faro para nuestra generación y
para otras precedentes y posteriores; pero todos estos aspectos no al-
canzan a reflejar esa peculiaridad admirable, la de un filósofo pro-
fundo e inquietante, contagioso y comprometido, situado siempre
en un plano de complejización y universalidad, con el gesto gene-
roso de acercarse y hablar desde el llano, para rematar un encuen-
tro ocasional con un chiste (cada uno tendrá, al respecto, un sinfín
de anécdotas) o dejar repiqueteando palabras cómplices. La calidez
extraordinariamente personal de Jorge, ese dato de la singularidad
que conjugaba con la seriedad y la contundencia de sus pensamien-
tos, sin por ello perder su más sincera humildad, es un rasgo que no
suele encontrarse en la academia y que excede por mucho los cáno-
nes establecidos.1 Tal acercamiento de una figura largamente consa-
grada no sólo nos contentaba sobremanera, también habilitaba una
vía de elevación espiritual para liquidar el múltiple de posiciones y
corrientes circulantes que, con consignas pegadizas y fugaces como
la moda, rebajan la calidad de la filosofía, y en contrapartida recu-
perar así el valor y el sentido de fondo de esta profesión.
Dotti nos conmovía y convencía. Con ese carácter hiperactivo y
abundante en producciones y proyectos, siempre entregado a y obse-

1
Ciertamente nada diremos de los varios obituarios descolocados y lamentables que se
publicaron y que son propios de una mezquindad y mediocridad que no merecen más
que esta observación de repudio y de contraste con lo que aquí afirmamos respecto de
lo que significó para nosotros la enorme figura de Jorge.

123
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

sionado con nuevos desafíos, nos contagiaba y estimulaba


a realizar cosas, muchas cosas. Y aunque esto sea verda-
JORGE DOTTI, deramente poco –no más que un ápice– para ponderar
in memoriam
su figura y su obra, la relevancia que Jorge tuvo, tiene y
tendrá en quienes receptamos algunas de sus insistencias
cobra la dimensión de un referente crucial, de una luz ge-
neradora y de una huella que nos cala vertebralmente; es
decir, nos excede de modo tan amplio que el hecho de su
partida física, de muy dura asimilación, se torna más posible de so-
brellevar cuando se capta y expresa una suerte de legado y horizonte
de continuidad en otros elementos empíricos de una misma Idea. De
alguna manera el pensamiento de Jorge se distancia con irreveren-
cia de los arcos coyunturales y contingentes para remover el espíritu
de época y desde allí presentar elaboraciones profundas y consisten-
tes, que rebasan los objetos disecados por los parámetros académicos
y que se convierten en consideraciones vitales, de hondo contenido
filosófico y de vigencia muy por encima del cuadro histórico.
La polifacética y variada producción de Dotti denota una esta-
ción absolutamente obligada: el idealismo de Hegel, el filósofo por
excelencia de la especulación y del Estado. Precisamente a Hegel le
dedica su investigación doctoral presentada en la Universidad de
Roma y volcada luego en Dialéctica y derecho. El proyecto ético-po-
lítico hegeliano (Buenos Aires, Hachette, 1983). Con las hojas de la
prueba de galera de este libro y con innumerables anotaciones y
colores de subrayados, Jorge brindaba sus clases de la cátedra de Fi-
losofía Política en la Universidad de Buenos Aires, reconstruyendo
el sistema completo de Hegel desde la fundamentación metafísica
de la Ciencia de la Lógica hasta la concepción institucional y jurídi-
co-política de la Filosofía del derecho. Este periplo condice a grandes
rasgos con el de Dialéctica y derecho, pero no de modo lineal ni re-
productivo, porque Jorge establecía una y otra vez mediaciones e
ilaciones sorprendentes, recovecos y descubrimientos que sacudían
cualquier acomodamiento procedimental. Como su título lo indica,
el libro está dividido en dos partes, una primera dedicada a la dia-
léctica (capítulos I a V) y una segunda dedicada al derecho (capítulos
VI a XI); y, además de una breve conclusión, cierra con un apéndice
sustancioso y concentrado en la interpretación de Marx. En lo suce-
sivo reseñamos el trazo argumental de Dialéctica y derecho, hacien-
do hincapié en tres momentos cruciales, que se conectan entre sí y

124
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI MARIANO GAUDIO

resultan inescindibles para pintar “el Hegel de Dotti”: la realización


de lo infinito en la Ciencia de la Lógica, la soberanía en la cabeza del
monarca en la Filosofía del derecho, y la crítica y recepción de Hegel
por parte de Marx.
Desde el comienzo (cap. I), el joven Jorge Dotti 2 se focaliza en una
cuestión fundamental: el nexo entre metafísica y política como clave
de comprensión de la filosofía de Hegel en términos de unicidad, des-
garramiento y conciliación. No se entiende el concepto de derecho si
no se muestra la mediación especulativa que explica la realización
efectiva de aquello que la Lógica expone en su pureza conceptual.3
Pero este proceso implica asumir la inmediatez de lo particular bajo
la transformación conceptual de lo universal, y más allá del tinte
gnoseológico o epistemológico que se le pueda dar,4 la relación entre
estas dos instancias se resuelve, al modo de la parte y el todo, en la
articulación dinámica entre lo finito y lo infinito. Por ende, en cuan-
to la razón se ciñe a los límites que ella misma se impone, abre paso
a una autosuficiencia propia de la Idea y exhibe la posibilidad de su-
peración dialéctica del dualismo entre ser y pensamiento (o entre lo
ideal y lo real), y en este sentido revierte la gnoseología en metafísica
y hace prevalecer la unidad sobre el dualismo.5
Ahora bien, todo este constructo adquiere carnadura y base tex-
tual en “Las posiciones del pensamiento frente a la objetividad” de la
Enciclopedia, que a la vez constituye una de las llaves maestras para
introducirse en la dialéctica de Hegel (cap. II). De un lado, la polé-
mica contra el saber inmediato (Jacobi) y la metafísica pre-kantiana
y, del otro, la polémica con el entendimiento (el empirismo y Kant),
arrojan una mediación trunca y necesitada de una reconfiguración
de la razón que, en el primer caso, queda escindida de lo Absoluto y
éste reducido a mera creencia subjetiva y, en el segundo, permane-

2
Destacamos este aspecto porque no deja de llamar la atención que semejante texto sea
escrito con apenas poco más de treinta años. Por entonces había publicado El mundo
de J.-J. Rousseau (Buenos Aires, Centro Editor, 1980) y artículos especializados, entre
los cuales vienen al caso: “Hegel: Estado y derecho” (Revista Los Libros, 1975) y “La
doctrina de la esencia y el idealismo” (Cuadernos de filosofía, 1978).
3
Cf. Dotti, Jorge., Dialéctica y derecho, op. cit., pp. 18-19.
4
En una ocasión, y a raíz del vicio tan academicista de husmear detenidamente la
bibliografía, le comenté que había algunas referencias de este libro que me llamaban
la atención; Jorge se rió, adivinó rápidamente el motivo, y en vez de hilvanar una
justificación, se mofó de lo que serían ciertas lecturas sólo de juventud.
5
Cf. Ibíd., p. 26.

125
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

ce encorsetada en el formalismo abstracto del deber-ser


susceptible de cualquier tipo de contenido concreto y se
JORGE DOTTI, equipara, por tanto, con la “mala infinitud”.6 Desde luego,
in memoriam el detalle con que Dotti examina la crítica de Hegel a Kant
no lo exime de volver sobre el primero
Dotti lo dice con nitidez: y señalar, por ejemplo, que el organi-
“Solamente con la cismo sólo intenta superar la distinción
sacralización de lo entre moral y derecho y, sin embargo,
vigente, de la que la se revela “aun más endeble y proclive a
dialéctica no parece aceptar cualquier contingencia empíri-
ciertamente librarse, se ca (instituciones históricas contingentes
evita la «contradicción» y transeúntes) como «manifestación» de
con el deber-ser” la Idea y «esencia» del Estado”. Porque
detrás de esta cuestión, que es en última
instancia la del cierre de la historia, está
la de subrayar o disolver la crítica al deber-ser, y Dotti lo dice con
nitidez: “Solamente con la sacralización de lo vigente, de la que la
dialéctica no parece ciertamente librarse, se evita la «contradicción»
con el deber-ser”.7 Sin esta restitución subrepticia de lo empírico –
que Marx denunciará con maestría– Hegel no tendría más remedio
que dejar abierto un residuo de deber-ser operando en la historia,
una línea de fuga que debilitaría no sólo toda su crítica a la filosofía
anterior, sino incluso su propia fuerza especulativa.
En el cap. III, “Mediación e idealismo”, madura el cogollo metafí-
sico del pensamiento de Hegel: dado que el problema de las posicio-
nes frente a la objetividad reside en el carácter fallido y dualizante
de su mediación, el signo distintivo de la razón dialéctica hegeliana
consiste, no en tomar lo finito como un dato último e irreductible
sobre el cual se aplica la razón como un instrumento extrínseco,
sino en deducir lo particular como contenido que la razón se da a sí
misma en su propia auto-mediación dialéctica. Únicamente de esta
manera se supera el abismo infranqueable entre ser y pensamiento.
Y se lo supera desde la prueba ontológica, esto es, desde el enajenar-
se de la Idea en Naturaleza, un ponerse fuera de sí como lo otro de
sí –y, a la vez, como aquello que está subsumido en este desarrollo
de sí–, de modo que lo universal se erige en lo incondicionado que

6
Ibíd., p. 44.
7
Ibíd., p. 49.

126
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI MARIANO GAUDIO

condiciona lo particular, en la unidad dinámica que envuelve y se


desenvuelve en las diferencias, lo universal concreto. Aquí se abre
uno de los hitos de la interpretación de Dotti, “La realización del
idealismo”, centrado en el desarrollo de la infinitud y en las notas
que cierran el segundo capítulo (el ser determinado o existencia) de
la primera sección de la “Doctrina del Ser” de la Ciencia de la Lógica.
Y lo prepara de la siguiente manera:
Esta disolución del término inicial de la mediación (lo particu-
lar; lo finito; el mundo; la materia) por obra de la mediación mis-
ma (el movimiento de la “totalidad”) [...] constituye el proceso de
idealización de lo finito o de destrucción de su subsistencia autó-
noma frente al “verdadero” infinito. La “superación” del térmi-
no antitético, y con él de la antítesis misma, tiene lugar gracias a
la mediación que se elimina a sí misma.8

La idealización de lo finito y la consiguiente realización de lo infinito


son dos caras de un mismo proceso que se desprende de la dialéctica
inherente a las cosas, del rasgo contradictorio de lo finito que simul-
táneamente es y no-es, que denota una insuficiencia metafísica que
sólo puede colmarse con lo infinito considerado dinámicamente, con
lo Absoluto ya no escindido sino haciéndose presente en lo finito como
en su manifestación. Aunque en este punto Dotti confiese seguir a Lu-
cio Coletti,9 su interpretación rebasa originalidad, porque atribuye a
lo infinito la vitalidad y la dinámica de ponerse a sí mismo como lo
finito, de autoconfigurarse mediante sus momentos insuficientes has-
ta completar y cerrar el proceso, y porque de esta articulación deduce
la clave de lectura de la Filosofía del derecho, a saber, la relación entre
sociedad civil (el terreno de lo finito) y el Estado (lo universal concreto
que contiene dentro de sí lo otro de sí, su contradicción y superación).
Así presenta Dotti al “infinito verdadero”:
Por ser una “mezcla” o co-presencia de ser y no-ser, por estar
internamente corroído por la contradicción, lo finito se disuel-
ve, desaparece. El fundamento o sostén ontológico que no puede
darse a sí mismo lo tiene entonces en lo otro de sí. Su verdad re-
side “fuera” de sí, en lo infinito verdadero. A través del recurso a
la contradicción, Hegel hace aparecer lo universal absoluto de la

8
Ibíd., p. 64.
9
Véase Ibíd. pp. 65 (nota) y 67.

127
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

especulación como instancia metafísica fundante de toda


finitud y particular, reducida [ésta] a su “momento”.10
JORGE DOTTI,
in memoriam La famosa sentencia del comienzo de la Filosofía del derecho
de Hegel descansa en esta explicación: “lo real es racional”
significa que lo finito, en su íntima contradictoriedad, se di-
suelve en la especulación que lo engendra como lo otro de sí,
y de este modo se revela la idealidad de lo sensible-empíri-
co; mientras que “lo racional es real” significa que esa mis-
ma finitud, en cuanto puesta y deducida como exposición o realización
de lo Absoluto, alcanza su dignidad filosófica. En el soslayo de lo finito,
en el permanente eliminarse a sí mismo, se muestra lo universal o rea-
lización de la Idea como fundamento de lo finito, incluso con una con-
notación dinámica de auto-mediación por la cual se extroyecta (esto es,
deviene existencia) como lo otro de sí. Precisamente, en la medida en
que la “mala infinitud” intelectualista consiste en aplicar lo universal
formal y extrínsecamente a lo finito contradictorio pero no resuelto (y,
por lo tanto, no superado), al punto que en tal procedimiento conserva
lo finito como lo verdadero, la “verdadera infinitud” por el contrario
no puede mantener lo universal y lo particular por separado, y no pue-
de no reconciliarlos sino llevando hasta las últimas consecuencias la
resolución de lo finito y exponiéndolo como enajenación de lo Absoluto
(en un “afuera” que, desde luego, es un “adentro”).
Ahora bien, este ponerse a sí como lo otro de sí requiere y expre-
sa otro movimiento especulativo y capital de la Lógica de Hegel: la
“Doctrina de la esencia”. A ella Dotti le dedica dos capítulos (cap. IV
y V), ambos titulados “La reflexión”. En la Wesenlehre resulta claro
que la esencia, a raíz de su propia negatividad, sale de sí para poner-
se como lo otro de sí, esto es, como un ser determinado cualitativa
y cuantitativamente. Entonces, si la verdad del ser es la esencia, lo
que aparece como existencia implica la exposición de un proceso
más profundo y que retorna “para sí”. De esta manera, las deter-
minaciones que aparecían como inherentes al ser, se revelan ahora
como puestas por el movimiento de la esencia que a la vez retorna
a sí misma. Lo otro de la esencia, lo inesencial, es el aparecer de la
esencia que se pone como fenómeno o realidad, para reconfigurar-
se, enriquecerse y recogerse en sus determinaciones. (Todo esto lo
reconstruimos aquí de modo sucinto y muy simplificado). En lo su-

Ibíd., p. 49.
10

128
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI MARIANO GAUDIO

cesivo, Dotti se detiene en minuciosos aspectos de la “Doctrina de la


esencia” (la equiparación entre poner y presuponer, las esencialida-
des, el pasaje al fundamento) con algunas referencias a la “Doctrina
del concepto”, así como explicita y analiza las críticas de Trendelen-
burg, Feuerbach y Marx, que por razones obvias dejaremos de lado.
La primera parte del libro concluye con ciertas consideraciones
evaluativas sobre la lógica-dialéctica de Hegel. Y la segunda parte,
titulada “Derecho”, inicia con un capítulo (cap. VI) dedicado a la Fi-
losofía del derecho en general, que curiosamente no se detiene en
el sustancioso “Prefacio”, sino que de inmediato se involucra en la
estructura argumentativa de la obra de Hegel y en la mediación es-
peculativa que presupone, en la esfera de la eticidad, la unidad de
la unidad indiferenciada (la familia) y de la unidad diferenciada
(sociedad civil): el Estado. La verdad de la familia y de la sociedad
civil es el Estado, pues aquéllas son “fases preparatorias de la eclo-
sión final o extroversión de su razón más profunda, del Estado como
instancia totalizante y realización mundana de lo Absoluto”.11
Ciertamente, en los tres siguientes capítulos Dotti desbroza
este condensado inicial desde una doble perspectiva. En primer
lugar (cap. VII), desde la sociedad civil en debate con la concep-
ción de la economía política clásica; esto implica que, asumien-
do Hegel el principio moderno de la subjetividad y de la per-
sona, lo reconfigura mediante el “sistema de las necesidades”
y, por lo tanto, la confrontación con las categorías propias de
la racionalidad económica (egoísmo, trabajo, valor, mercancía,
etc.) arroja un balance de negatividad que el filósofo sintetiza
con maestría en los §§ 243-244, donde vincula directamente el
progreso y el enriquecimiento de un sector con el simultáneo
surgir de la pobreza y de la plebe que, al mismo tiempo, facilita
aún más la concentración. En segundo lugar (cap. VIII), desde las
instituciones de la sociedad civil que ofician de mediación y de
alguna manera de transición hacia el Estado: los estamentos, la
administración de justicia y el poder de policía que introducen
la dimensión política, y finalmente las corporaciones. En tercer
lugar (cap. IX), Dotti analiza la mediación desde el Estado, pero
no siguiendo el orden expositivo de Hegel, sino anteponiendo
el poder legislativo que justamente expresa en el plano repre-

Ibíd., p. 121.
11

129
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

sentacional-político la dinámica propia de la sociedad


civil y que se muestra como lo primero-apariencial
JORGE DOTTI, que tendrá luego su resignificación en la unidad su-
in memoriam perior. La cristalización de los estamentos en las ins-
tituciones públicas no está exenta de
No obstante, enfatiza una tensiones, y así lo ref leja la bivalencia
y otra vez la necesidad de del término Stand –dice Dotti–: “el es-
instancias de mediación tamento como organismo social cuyos
para, de un lado, disolver pies están apoyados en el firme suelo
el atomismo de lo de la propiedad privada, y cuya ca-
particular y, del otro, beza respira el aire puro de la políti-
permitir articulaciones ca”.12 No obstante, enfatiza una y otra
universales en un sentido vez la necesidad de instancias de me-
gradualista diación para, de un lado, disolver el
atomismo de lo particular y, del otro,
permitir articulaciones universales
en un sentido gradualista; y ambas caracterizaciones que Dotti
enfatiza respecto del pensamiento político de Hegel se contrapo-
nen con el iusnaturalismo moderno. El capítulo cierra con algu-
nas críticas y discusiones en el hegelianismo.
La verdad y las superación de las figuras momentáneas de las
instituciones del Estado, el poder legislativo y el poder guberna-
tivo, residen en el poder del príncipe, del cual Dotti se ocupa al
comienzo del capítulo X y sobre el cual queremos detenernos es-
pecialmente.13 Más allá de las cuestiones de contexto, la monar-
quía constitucional pregonada por Hegel conlleva una visión de la
soberanía y de la legitimidad que, lejos de la aclamación al pueblo
y apartándose del aparato legal y de los poderes administrativos,
coloca en la cima del poder una persona determinada, el monarca
que reúne en su persona y singularidad el nivel de lo universal,

12
Ibíd., p. 182.
13
En rigor, observamos aquí un problema en la exposición: en principio, Dotti parece
seguir la lógica dialéctica con ese sentido de mediaciones graduales en instancias cada
vez más universales, y coherentemente comienza con el poder legislativo. Hegel, sin
embargo, invierte su exposición habitual y antepone el momento de la superación: el
poder del príncipe. En el cap. X, entonces, Dotti tendría que proseguir con el poder
gubernativo; pero no, no prosigue de ese modo, sino que atiende la priorización de Hegel.
Recuerdo que en sus clases Jorge subrayaba insistentemente en esta modificación que
realiza Hegel sobre el orden expositivo, y concentraba en efecto toda su atención en la
soberanía monárquica, lo que resulta muy afín a su visión filosófico-jurídico-política y
a la vez lo separa de muchas interpretaciones corrientes de Hegel.

130
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI MARIANO GAUDIO

de la deliberación y articulación con lo particular, y de la decisión


última. Así lo presenta Dotti:
El príncipe resume en sí mismo todas las determinaciones de la
idea de derecho, en la medida en que confluyen en su función
personal todos los poderes y momentos del Estado. Su Yo vale
así como la culminación del organismo ético; en cuanto “indivi-
dualidad”, en cuanto “lo más individual y lo más universal a la
vez”, el monarca de la constitución hegeliana –sin ser absolutis-
ta pues todo el sistema balancearía de algún modo su potestad
resolutiva–, es igualmente “lo animoso y el principio vivifican-
te, la soberanía que contiene en sí toda diferencia” (Filosofía del
Derecho, § 275 agr.).14

El punto más alto del proyecto ético-político hegeliano se concen-


tra en la decisión última que toma una persona que contiene la vi-
sión de lo universal y no admite ninguna remisión por encima ni
por debajo. La soberanía se explica, entonces, como la realización de
lo infinito, la encarnación de la Idea en un particular concreto, en
un sujeto único que se define naturalmente, es decir, por herencia.
También aquí Hegel se separa de las filosofías intelectualistas, del
entendimiento o de la reflexión, que buscan deducir la figura del
monarca formalmente o incluso en sus determinaciones, pues para
Hegel el monarca significa “«lo que comienza absolutamente a partir
de sí mismo» (Filosofía del Derecho, § 279)”.15 Este aspecto conceptual
donde lo ideal necesariamente se realiza conlleva no sólo la justifi-
cación racional del príncipe, sino también de absolutamente todo.
Según razona Dotti, la lógica dialéctica le permite a Hegel cubrir
hasta los detalles empíricos más ínfimos con el manto de la racio-
nalidad absoluta. No hay lugar para la casualidad, todo se vuelve
manifestación de lo Absoluto, una omnipresencia argumentativa de
la prueba ontológica de la existencia de Dios. El motivo más político
de esta absolución completa del monarca es el de que, si se le adi-
ciona una batería de condicionamientos para delimitar su poder,
se lo rebaja a la situación de mero apéndice de la sociedad civil y,
por lo tanto, su carácter soberano quedaría trunco. Pero, por otra
parte, la determinación de la singularidad del monarca desde la ló-
gica especulativa –continúa Dotti– evita una concepción abstracta

14
Ibíd., p. 198.
15
Ibíd., p. 200.

131
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

de la soberanía y, a la vez, coloca a ésta como la instancia


fundamental que pone el monarca, que “es presentado
JORGE DOTTI, como apéndice de la soberanía, como el momento puesto
in memoriam
por ella para manifestarse en el mundo”, porque la vo-
luntad del monarca (el “sí” o “quiero” último y decisivo)
no constituye su facultad personal, sino el resultado de “la
sustancia-sujeto del despliegue que lleva a cabo la idea de
derecho”.16
En otras palabras, frente a la dinámica cambiante y acelerada de la
sociedad civil que en cierta medida se mediatiza en las instituciones
estatales, la figura del monarca encarna el punto fundamental de esta-
bilidad y de continuidad, la cumbre de un organicismo ético y moder-
no que, como decía Hegel en el pasaje citado por Dotti arriba, anima y
vivifica el cuerpo social y político entero. La vida atraviesa al organis-
mo y se concentra en el soberano como particular que revierte sobre
sí y, al mismo tiempo, como universalidad que trasciende los aspectos
empíricos, contingentes e históricos.
Consumada la soberanía en lo más alto, en el resto del capítulo
X Dotti se dedica al poder gubernativo que Hegel concibe en tér-
minos de aplicación de las decisiones soberanas, o de subsunción
de lo particular en lo universal, y que involucra a los funcionarios
públicos y, en general, a toda una burocracia o estamento medio, lo
que significa un retorno a la sociedad civil en cuanto organización
desde abajo. Y en el último capítulo del libro (cap. XI), en vez de
proseguir con el desarrollo de la Filosofía del derecho, Dotti vuelve
sobre el módulo concepto-existencia en relación con la libertad, y
analiza, desde los primeros parágrafos de aquella obra, la articula-
ción entre ética y derecho, la noción de libertad-voluntad en conso-
nancia con la especulación,17 la originalidad de la doctrina jurídica
hegeliana frente al intelectualismo kantiano (cuya ilación alcanza
a la Revolución Francesa y a Rousseau, aunque respecto del último

16
Ibíd., p. 203.
“Si la Idea es libre cuando, estando en «lo otro», está consigo misma sin que nada externo
17

la condicione, o sea cuando se revela como totalidad dialéctica; si la «verdadera»


universalidad es la de la sustancia dinámica que en su movimiento disuelve toda
oposición al presentar la «diferencia» como momento interno a la totalidad, entonces
es evidente que el concepto hegeliano de «libertad» coincide con el de realización del
idealismo, es decir con la aniquilación especulativa de la autonomía ontológica de lo
particular y finito frente a lo universal e infinito” (Ibíd., p. 215).

132
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI MARIANO GAUDIO

Jorge coloca ciertos reparos), y la consideración de la eticidad como


armonización de deberes y derechos que neutraliza las cavilaciones
de la subjetividad reticente y que logra concretizarse plenamente
con la Constitución.
En la breve “Conclusión” Dotti reafirma su lectura crítica del
proyecto especulativo y ético-político de Hegel, y señala entre otros
aspectos la sustancia-sujeto dialéctica como hipóstasis capaz de ge-
nerar sus propios contenidos, la circularidad de la superación, el
cierre sobre sí de la razón y sus consiguientes consecuencias dogmá-
tico-predeterministas, la legitimación de instituciones contingentes
y cambiantes bajo el rótulo de momentos de lo Absoluto, la repro-
ducción del componente deóntico que Hegel denuncia en las filoso-
fías abstractas, y la mediación limitada a lo meramente teórico.
Ahora bien, toda esta batería de críticas remite a una matriz muy
potente que Jorge profundiza en un apéndice titulado “El hierro de
madera”, donde traza los ejes de la recepción de la filosofía de Hegel
por parte del joven Marx con la misma metáfora con que el último
interpreta la pseudoconciliación que propone el primero. No se en-
tiende la lectura crítica de Dotti sobre Hegel sin la Crítica de Marx de
1843. Pero, al mismo tiempo, no se entiende la crítica de Marx –y en
gran medida su desarrollo posterior– sin la densidad especulativa
de Hegel. Éste es el gran legado de Dialéctica y derecho: exigir una
comprensión filosófica –y, en el buen sentido de los términos: meta-
física, idealista y seria– de los textos manifiestamente políticos. Le-
jos del latiguillo cientificista y antimetafísico (o de la contraposición
simplista entre idealismo y materialismo), Dotti muestra con clari-
dad diáfana que el pensamiento de Marx brota de un arduo horadar
la especulación hegeliana. Y jalona esta recepción crítica en cuatro
niveles: (1) el rechazo a la falsa mediación propia del idealismo; (2)
la re-inversión (o “enderezamiento”) de la inversión hegeliana de
los opuestos; (3) la reactivación de la contradicción; y (4) la elabora-
ción de una visión crítica del Estado y de la política.18 En lo siguiente,
y a modo de cierre, barnizamos algunas de estas cuestiones.
Marx detecta en un mismo movimiento, la dotación de actividad
y autonomía a lo abstracto (la Idea, la sustancia-sujeto, lo universal,
etc.), no sólo la hipóstasis que hace de lo pensado-racional algo efec-

18
Ibíd., p. 234.

133
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

tivo-real, sino también –en clave de encubrimiento– “la


restauración subrepticia de lo empírico” –fórmula que
JORGE DOTTI, Dotti toma de Della Volpe, pero agregando que “adquie-
in memoriam re su máxima significación cuando lo restaurado son las
instituciones históricas y la realidad
Marx “admite –al igual socio-política en general”–,19 o el falsea-
que el idealismo que miento de lo concreto y verdaderamen-
está criticando– que la te real. En este descorrer el velo de lo fe-
contradicción es real, noménico, sin embargo, Marx se aferra
que la empiria concreta a la misma dialéctica apariencial y mis-
que está defendiendo es tificatoria que denunciaba en Hegel; así
contradictoria” lo afirma Dotti, lapidariamente: “Lo pe-
culiar del proyecto de Marx es intentar
desandar el camino hegeliano sobre el
mismo vehículo, la contradicción dialéctica, que sería el «núcleo ra-
cional» de un método mistificatorio. Creyendo que con la dialéctica
se hace ciencia”.20 Pues la dialéctica le sirve a Marx para poner de re-
lieve la contradicción moderna por excelencia, la alienación, como
el resultado más agudo y acentuado del proceso social y técnico de la
división del trabajo, incluso aunque con ella tenga que postular una
esencia y su no-realización en la sociedad actual.
En tanto que la contradicción aflora en la realidad y revela el ca-
rácter ilusorio de la conciliación de Hegel, Marx tendría a mano la
solución, la superación verdadera de la contradicción. Y en este des-
plazamiento o re-colocación de las cosas tal como son (y no tal como
estaban en la cabeza del filósofo de la especulación) la sociedad ci-
vil (lo concreto) pasa a ser prioritaria respecto del Estado (abstrac-
to). En otras palabras, el carácter ilusorio de la dialéctica hegeliana
contiene como contracara necesaria el carácter revelador, porque
Marx “admite –al igual que el idealismo que está criticando– que la
contradicción es real, que la empiria concreta que está defendien-
do es contradictoria”; por lo tanto, al enderezar la hipóstasis y a la
vez mantener el alcance ontológico de la contradicción, el mismo
Marx produce un “hierro de madera”.21 La sociedad contemporánea
y su reflejo (el Estado que consagra la desigualdad y la explotación)

19
Ibíd., p. 236.
20
Ibíd., p. 239 (nota).
21
Ibíd., p. 245.

134
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI MARIANO GAUDIO

ofrecen por doquier contradicciones y falsas superaciones que, de


un lado, se explican como la degeneración de pautas socio-comuni-
tarias originarias e ideales, y, del otro lado, muestran los engranajes
del despliegue dialéctico:
Marx recurre a una instancia esencialista, a una suerte de na-
turaleza humana como socialidad en general, que le sirve para
describir la situación contemporánea como su distorsión o con-
tradicción, y abre a la vez la perspectiva de su superación en
una meta histórica que recomponga (teleología mediante) la
unidad “negada”, que lleve a cabo la “negación de la negación”.22

El ideal de sociedad armónica y democrática constituye el mode-


lo de socialidad que resolvería a futuro, también bajo el signo ad-
ministrativista, las contradicciones de la sociedad presente. Pese (o
gracias) a la agudeza y profundidad de la crítica, la apropiación que
Marx realiza del idealismo de Hegel resulta tan intensa que alcan-
za su vertebración medular y comparte sus resonancias. Y gracias
(o pese) a las reivindicaciones que el mismo Dotti coloca como sus
antecesores, su interpretación resulta tan peculiar y original que
alcanza a explicitar las articulaciones conceptuales internas tanto
de Hegel como de Marx mostrando siempre el hondo contenido filo-
sófico que las atraviesa.
Dialéctica y derecho constituye una obra meditada, contundente y
orgánica en cada una de sus líneas, una obra más afín a un pensa-
miento de madurez y que goza de una consistencia lo suficientemen-
te esencial como para ser reivindicada –al menos, en sus líneas fun-
damentales, pero también mucho más– por su autor y sus estudiosos
veinte o treinta años después de publicada. Se ha convertido en un
clásico, como suele suceder con los trabajos de Jorge. Precisamente
porque se desprende de lo empírico y contingente, para hurgar y ex-
poner lo universal que atraviesa y abraza los contenidos particula-
res. Por eso lo finito es ideal, es la mostración de lo infinito, y por eso
el rey vive más allá de su existencia física (aunque ésta nos duela
sobremanera), y por eso la alta filosofía, el idealismo, y la metafísica,
persisten y se reconfiguran incluso en tiempos en los que se los pre-
tende decretar fenecidos.

Ibíd., p. 247.
22

135
JORGE DOTTI,
in memoriam

136
Leer a los lectores:
La historia de la recepción
como reflexión sobre el
presente
MARÍA JIMENA SOLÉ
(CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS -
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - ARGENTINA)

E n 1992 apareció el libro La letra gótica. Recepción de Kant en Ar-


gentina, desde el Romanticismo hasta el Treinta de Jorge E. Dotti,
publicado por la editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de la Uni-
versidad de Buenos Aires.1 Con prosa dinámica y citas generosas, Dotti
muestra las variaciones que sufren las ideas kantianas en las sucesivas
interpretaciones de intelectuales, políticos, científicos y filósofos rio-
platenses, desde la primera mención de su nombre en el discurso inau-
gural del Salón Literario pronunciado por J. B. Alberdi en 1837 hasta
la creación de la Sociedad Kantiana de Buenos Aires en 1930. No se
trata de explicar a Kant ni de juzgar la validez o incorrección de las
exégesis locales, sino de entender cómo fue leído, cómo fue valorado y
“utilizado” –término al que Dotti recurre frecuentemente– a lo largo
de un siglo en nuestro suelo. Para lograrlo, Dotti reconstruye en cada
caso el contexto cultural en el que se enmarca y del que surge cada una
de las interpretaciones que analiza, y que no sólo incluye las circuns-
tancias sociales y políticas locales, sino que se extiende también –como
es de esperar– al análisis de las fuentes sobre las que se apoyan esas
lecturas, esto es, al análisis de los entretelones de la Kantrezeption en
Francia y también, aunque en menor medida, en Italia.
Así planteada, esta investigación evidencia inmediatamente su ca-
rácter original, como señala en su presentación José Sazbón, quien era

1
Dotti, Jorge Eugenio, La letra gótica. Recepción de Kant en Argentina, desde el
Romanticismo hasta el Treinta, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras – UBA, 1992.

137
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

en ese entonces Director del Instituto de Filosofía de la FFyL


de la UBA. Enmarcado en la disciplina de la Historia de las
JORGE DOTTI, Ideas, dice Sazbón, Dotti logra una perspectiva innovadora
in memoriam gracias, precisamente, a la naturaleza de su investigación
que combina dos iluminaciones: “la reconstrucción –suce-
siva y razonada– de la tenacidad del campo intelectual en
cada caso receptor y el mantenimiento en foco, durante un
considerable período de tiempo, de la obra singular (no de
una «corriente» o «escuela», sino de un autor) que, una y otra vez, muta
su apariencia al incidir sobre aquél”.2 El resultado es, así, doblemente
excepcional. “No es habitual en nuestro medio”, continúa Sazbón, “la
aleación del vigor interpretativo y el acopio historiográfico de fuentes
a propósito de la fortuna de un pensador singular en un ambiente inte-
lectual distinto del originario y, para el caso: Argentina”.3
Dotti se ocupa, en primer lugar, de mostrar en qué medida Kant es,
en el programa cultural y político de los principales representantes de
la Generación del 37, una “figura conceptual”, esto es, una fuente de
sugestiones que no se asienta en un conocimiento detallado de la obra
ni en un ejercicio filológico riguroso. “Kant” es para Alberdi, Quiroga
de la Rosa y Avellaneda la referencia a un antecesor sobre el cual res-
paldar sus propios programas, que expresan la necesidad profunda de
adoptar un sistema de referencias culturales y simbólicas alternativo
al vigente –la escolástica y las ideas hispánicas ligadas al pasado vi-
rreinal que se quiere dejar atrás–. En su esfuerzo por generar un pen-
samiento autóctono a partir del cual construir nuestra nacionalidad,
Kant es para ellos –gracias a las fuentes francesas sobre las que basan
su lectura– un modelo a seguir, pues es considerado como el padre de
la filosofía alemana, como el precursor de la conciencia histórica ger-
mana. Sin haberlo leído directamente, los románticos lo utilizan como
un elemento de ruptura. En este sentido, señala Dotti específicamente
acerca del caso de Alberdi, “lo que desde el punto de vista del conoci-
miento científico del texto kantiano podría ser descrito como un equí-
voco exegético, adquiere en cambio otro significado –válido en sí mis-
mo– por la función sociopolítica que cumple”.4 Los románticos presen-
tan a Kant como un antecesor de su propio proyecto: la construcción

2
Ibíd., p. 7.
3
Ibíd., pp. 8-9.
4
Ibíd., p. 38.

138
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI MARÍA JIMENA SOLÉ

de una filosofía nacional. La situación argentina y su propio proyecto


político funcionan como el factor regulativo de la lectura. El Kant de los
románticos rioplatenses “vale como un modelo para la tarea histórica
del presente argentino”.5
El segundo momento de la recepción kantiana coincide con el pe-
riodo de la modernización nacional que abarca las últimas décadas
del siglo XIX y se extiende hasta 1910. La actividad filosófica en Ar-
gentina, confinada a ciertas instituciones educativas, se practicaba
como una tarea complementaria a otras actividades, como la políti-
ca o el derecho, que sí permitían ganarse la vida. Al igual que con
los románticos, Kant cumple durante este periodo una función que
no se cimenta en el estudio riguroso de su obra. Esa función, explica
Dotti, consiste en “operar como punto de referencia ideológico de
una tendencia política, la cual invoca una autoridad filosófica para
incorporarla al propio discurso como «antecesor» prestigioso o para
rechazarla como precedente equívoco”.6 Esta función se comprueba
en los representantes de las dos tendencias que conviven en el es-
cenario cultural argentino del momento: el espiritualismo –repre-
sentado por los krausistas W. Escalante y C. López-Sánchez, y por
figuras como el pedagogo C. Vergara– y el positivismo –cuyos prin-
cipales exponentes son C. O. Bunge y J. Ingenieros–. Lo interesante
es que, como muestra Dotti, la actitud hacia Kant que adoptan los
protagonistas de ambas corrientes permite ver que más allá de las
divergencias en los principios, el núcleo conceptual adoptado por
ambos extremos es análogo. La creencia compartida en una lega-
lidad absoluta que rige la evolución universal –sea de leyes espiri-
tuales o materiales– es el punto de partida desde el cual se valora la
figura de Kant, que se combina en cada caso con las circunstancias
sociales, profesionales y políticas de cada uno de los lectores.
El tercer momento de la recepción kantiana local examinado por
Dotti coincide con el momento de democratización del sistema políti-
co argentino y la profesionalización de la filosofía, que se da durante
las primeras décadas del siglo XX. Se trata de un momento dominado
por la “reacción antipositivista”, en el que la discusión en torno a Kant
adquiere gran relevancia en el proceso de configuración del campo
intelectual en tanto que esfera autónoma respecto de otros ámbitos,

5
Ibíd., p. 47.
6
Ibíd., p. 61.

139
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

como el político, el literario, el religioso. Con la creación


de la Facultad de Filosofía y Letras, Kant se transforma
JORGE DOTTI, en objeto de exégesis más rigurosas y científicas gracias
in memoriam a profesores como Rivarola, Quesada o Dellepiane, quie-
nes recurren a Kant para oponerse a algunos aspectos del
positivismo, que consideran agotado. Alejandro Korn, por
ejemplo, propone impulsar una nueva filosofía de orienta-
ción ética –y no científica– que, basada en el aspecto prác-
tico del pensamiento kantiano, “ha de devolvernos la dignidad de
nuestra personalidad consciente, libre y dueña de su destino. [...] Si
queremos un mundo mejor, lo crearemos”.7 El kantismo de Korn, ex-
plica Dotti, se limita sin embargo a la adopción de cierta terminolo-
gía y de ciertas ideas genéricas que no puede decirse que conformen
un conjunto coherente. Sin embargo, esta sección de la investigación
concluye con el análisis de la discusión en torno a Kant que se dio
en el grupo de la revista Inicial, en la que participaron figuras como
Caraffa, quien compara a Kant con Byron y exhorta a abandonar el
dualismo ontológico para alcanzar un verdadero idealismo, y Cossio,
quien invoca los principios kantianos para justificar el movimiento
de democratización de la vida universitaria argentina –lo cual, se-
ñala Dotti, “da testimonio de la inserción inmediata de una lectura
filosófica en una problemática política actual”–.8
Esta brevísima –y por supuesto simplificada– reseña del recorri-
do que Dotti realiza en el libro intenta poner en evidencia lo que
considero el principal legado de esta obra excepcional.
Una investigación como esta, que aborda la recepción de la
obra kantiana en nuestro país, implica un esfuerzo doble. Por un
lado, el de definir exactamente su objeto; por el otro, el de encon-
trar una metodología apropiada. Dotti refiere de manera concisa
y con pocas palabras a ambos asuntos en el prólogo. Objeto y teo-
ría no pueden escindirse. Sería ingenuo, advierte, asumir el refe-
rente objetivo como una entidad neutra y acabada, independiente
de las categorías teóricas que lo explican. La referencia objetiva
de esta investigación son escritos “portadores de ideas y valores”,
discursos que constituyen la intelección del conjunto de hechos
“que llamamos «historia», tal como la construyeron sus enuncia-

7
Ibíd., p. 173.
8
Ibíd., p. 218.

140
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI MARÍA JIMENA SOLÉ

dores”.9 Se trata de textos producidos por políticos e intelectuales


que, al mismo tiempo que hacen referencia a Kant, piensan críti-
camente su propio presente y, al hacerlo, delinean sus contornos,
lo fabrican, lo explican, le dan sentido. Es por eso que encarar
una investigación que toma a estos textos como objeto implica no
sólo indagar esos diferentes “proyectos de intelección/construc-
ción de lo real”, sino también, simultáneamente, “interpretar/re-
construir desde nuestra contemporaneidad esa realidad histórica
misma”.10
Así como los protagonistas de esta historia de la recepción del kan-
tismo en Argentina construyeron, configuraron y transformaron su
propio presente apelando al nombre de Kant, a ideas y conceptos
kantianos, nosotros, lectores de esos lectores (de Kant), reconstrui-
mos y configuramos esa realidad histórica desde nuestro contexto
cultural, desde nuestro tiempo y desde nuestro suelo. Reflexionar
acerca de la recepción de Kant en Argentina es reflexionar acerca
de cómo narramos, cómo entendemos y cómo queremos presentar
nuestra propia historia intelectual.
Pero además, Dotti muestra que el caso de la recepción del kan-
tismo permite pensar el proceso de configuración del ámbito aca-
démico argentino. Y así como en los distintos protagonistas de esta
historia se comprueba que las interpretaciones, valoraciones y re-
ferencias a Kant se entremezclan con preocupaciones y proyectos
peculiares a cada uno –sociales, culturales, políticos, económicos–,
encontramos en la conclusión del libro una referencia a lo que po-
dríamos considerar la gran preocupación de Dotti –que es también
la nuestra, la de los editores de esta revista–.
A partir de los años veinte, dice Dotti al final del libro, se produce
una variación cualitativa en la recepción de Kant, expresada en el
abordaje riguroso y la exégesis cuidadosa de las fuentes y los co-
mentaristas. Esta especialización tiene efectos profundos:
Una tensión interna a la filosofía misma caracteriza en el futu-
ro (hasta nuestros días) numerosos casos de dedicación plena a
ella. Se trata de la dificultad para encontrar la mediación ade-
cuada entre el ejercicio académico de la profesión, por un lado,
y la interpretación auténticamente filosófica del mundo como
lo humano circundante, por otro; esto es, la brecha no cerrada

9
Ibíd., p. 18.
10
Ibídem.

141
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

entre la disciplina como tarea sometida a requisitos técni-


cos (imprescindible para neutralizar la improvisación y/o
charlatanería) y como ensayo de comprensión/construc-
JORGE DOTTI,
in memoriam ción discursiva de lo real en torno.11

Esa tensión interna, esa brecha no cerrada que todavía


hoy experimentamos es –me atrevo a arriesgar– la fuente
del interés de Dotti por investigar la recepción de Kant
en Argentina: entender cómo y por qué una figura como
Kant pasa de ser utilizada por los intelectuales argentinos para de-
codificar y para incidir en la realidad política y cultural de nuestro
país a ser la propiedad exclusiva de especialistas que, obligados por
las pautas del rigor académico, ya no pueden volver con esos concep-
tos a la realidad en la que viven. El legado de La letra gótica reside,
creo, en proponernos pensar la génesis de esa brecha, tomar cons-
ciencia de ella y problematizarla. Pero el legado de Jorge Dotti es no
haberse resignado jamás a respetar su existencia y habernos mos-
trado con su ejemplo que es posible habitar, al mismo tiempo y con
igual compromiso, el mundo riguroso de la academia y el mundo,
quizás más confuso y siempre desconcertante, de la realidad políti-
ca y cultural de la Argentina del presente.

Ibíd., p. 224.
11

142
La tiranía del pluralismo
JULIÁN FERREYRA
(CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS -
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - ARGENTINA)

L a tiranía y la opresión deben provenir de un poder central y sus


leyes. La libertad y la emancipación, por su parte, es asunto de
los individuos. Éstos son los dos axiomas del sentido común que
Jorge Dotti demuele, para afirmar justamente lo contrario: la tira-
nía contemporánea proviene de los individuos, de la “absurdidad
histórica, antropológica, psicosocial, sociológica, y filosófica –salvo
para los seguidores de la metafísica liberal– de las robinsonadas”.1
Al mismo tiempo, la libertad sólo es posible bajo la contención de
las leyes de un poder central –soberano y legitimado de manera
trascendente–. Las atrocidades totalitarias no son consecuencia de
llevar al extremo (irracional) la lógica soberana, sino de la lógica
liberal-capitalista (donde no existe una instancia soberana que re-
gule las tensiones de las corporaciones y las facciones económicas).
¿Cómo ejerce su tiranía el liberalismo? A través de un doble jue-
go: por un lado, el recurso a un universal vacío (llamado “valor”) que
nadie puede poner en duda; por otro lado, la imposición por la fuerza
de una particularidad. “Estas nociones generales están a disposición
de la subjetividad individualista, que las plenifica con los contenidos
concretos que le va indicando su conveniencia”.2 El universal vacío es
llenado en forma arbitraria por la perspectiva que logra imponerse.
Esta perspectiva encarna el valor, es decir, actúa en su nombre (“hom-
bre” es la perspectiva de lo humano de un cierto grupo y está cargado
de marcas particulares). No hay desacople porque el valor es vacío, y
puede por lo tanto estar “llenado” legítimamente por esas acciones. Así,
la axiología se presenta como universalmente válida y neutral, pero
en realidad implica una lógica del conflicto: se trata de una lucha por
imponer cuál perspectiva particular ocupará el lugar universal.

1
Dotti, Jorge, “Notas complementarias” en Deus Mortalis. Cuaderno de filosofia política,
Nº 10, 2011-2012, p. 427.
2
Dotti, Jorge, “Filioque. Una tenaz apología de la mediación teológica-política” en
Schmitt, Carl, La tiranía de los valores, Buenos Aires, Hydra, 2009, p. 46.

143
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Pero la cuestión no termina allí. Que se pueda defen-


der cualquier interés particular en nombre de un valor
JORGE DOTTI, universal es el primer aspecto de la cuestión, la primera
in memoriam capa de la cebolla de cinismo de la organización políti-
ca contemporánea. El problema central es que se trata
de una lógica que lleva a una escalada irrefrenable del
conflicto, cuyo destino ineluctable –dentro de esta lógi-
ca– es la destrucción total. Porque si es cierto que cual-
quier acción encarna el universal, lo mismo es cierto para cualquier
otra: valen lo mismo, y no hay criterio para dirimir los conflictos.
La lógica de los valores –veremos– es la misma de la mercancía: su
intercambiabilidad exige la equidad y, recíprocamente, la equidad
habilita la intercambiabilidad, al mismo tiempo que ésta implica
una situación de competencia entre los valores en juego. En la axio-
logía, sin embargo, los conflictos son necesariamente cruciales, ya
que lo que está en disputa son “valores supremos”. De allí la esca-
lada hasta la destrucción total, pues “contra quien pone en peligro
los valores supremos, vale todo”.3 Ante lo candente, impostergable y
definitorio de la cuestión en disputa, cada facción debe sostener su
posición “del modo que fuere”. Pero, en realidad, lo que está impo-
niendo “del modo que fuere” son sus propios intereses. Al mismo
tiempo, dado que el valor predilecto y el indiscutible por excelen-
cia es el humanismo, cada facción encarna lo humano y la que se
le enfrenta es “inhumana” y debe ser tratada como tal: inhumana-
mente. El enemigo no es un rival coyuntural, sino que se presenta
como el “no valor” (encarnando la popular mala comprensión de la
distinción amigo-enemigo): “a diferencia de lo que es propio de la
enemistad política en sentido schmittiano, el enemigo axiológico no
es merecedor de otro tratamiento que la discriminación, criminali-
zación y exterminio [...]. El otro es inhumano y debe ser removido,
no importa cómo”.4
La propuesta de Dotti es algo nihilista: la única solución es una
estatalidad con un fundamento trascendente (“soberanía leviatáni-
ca”),5 pero ésta no tiene posibilidad alguna de actualizarse: ha fe-
necido. El Estado ha muerto. El capitalismo ha triunfado. Dotti no

3
Ibíd., p. 71.
4
Ibíd., p. 82.
5
Ibíd., p. 57.

144
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI JULIÁN FERREYRA

parece compartir el optimismo que le atribuye a Schmitt: que la


eticidad idealista “todavía podría ser una fuerza ideológico-prácti-
ca [...] en pleno imperio del inmanentismo”.6 Dotti se posiciona en
cambio en una encrucijada sin salida. Su defensa de la soberanía
trascendente como única forma de lo político es categórica. Lo que
no es teológico-político no es político tout court. Sin soberanía tras-
cendente no hay Estado, sino sociedad-civil: “el intercambio capi-
talista con su lógica dineraria y el espacio público no estatal con
su pluralismo doxológico”.7 Sin representación que medie entre él
y sus semejantes, el ser humano cae en las garras del capitalismo.
Pero esta representación no puede ser débil (fundada en el sufragio)
sino fuerte (teológico-política), ya que la representación débil tam-
bién está sometida a la lógica del intercambio y de los valores. La po-
sibilidad de la única solución viable (soberanía fuerte) es señalada
una y otra vez como quimérica, mientras Dotti va enlazando con un
nudo argumentativo de hierro todas las alternativas: totalitarismo,
liberalismo, marxismo, democracia, populismo. Se trata de diferen-
tes estadios o vertientes de la lógica economicista.
Dotti eslabona con cuidado la complicidad de pensamientos en
principio heterogéneos para una misma imagen del mundo. El eje
de este trabajo argumental es la figura de Karl Marx. El valor, tal
como se desarrolla y expone en la primera parte de El Capital, y el
valor de la axiología, son puestos sobre el mismo plano. Así, todo
se torna económico (“la modernidad comienza con una primacía
de lo político y concluye con su sometimiento a lo económico”).8
El triunfo del capitalismo y el de la teoría de los valores van de la
mano. Evidentemente, Dotti no equipara la teoría marxista a la
economía clásica y sus “robinsonadas”. Destaca, en cambio, que la
supuesta “igualdad” que la teoría del valor establece entre hetero-
géneos es una apariencia de una relación esencial de sometimiento
–de impronta hegeliana–. Falsa igualdad, falsa equivalencia, falsa
democracia, que se observa en el dinero que “se sobreimpone ver-
ticalmente a quienes lo han generado”.9 Sin embargo, este juego he-
geliano-marxista entre la apariencia de la igualdad del valor y su

6
Dotti, Jorge, “Notas complementarias”, op. cit., p. 352.
7
Dotti, Jorge, “Filioque”, op. cit., p. 42.
8
Ibíd., p. 30.
9
Ibíd., p. 27.

145
Ideas, 8 revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

esencia despótica, lejos de “salvar” a Marx del nudo de


serpientes que Dotti está tramando, es lo que lo anuda a
JORGE DOTTI, él. Dotti muestra que la lucha contra el capitalismo res-
in memoriam ponde a la misma lógica que el capitalismo que intenta
combatir: “Marx no pone en discusión
El poder que surge “de la lógica del valor”.10 La lógica de la so-
abajo hacia arriba” ciedad liberal (donde la soberanía la
se revela así como tiene el desarrollo capitalista) y la mar-
esencialmente tiránico, xista es la misma, en tanto ninguna es
justamente porque es una política, es decir, ninguna evita que el
particularidad que rompe conflicto alcance una conflictividad
con la horizontalidad extrema. La revolución proletaria, en
para imponerse sobre sus efecto, implica una necesaria lógica de
–aparentemente– iguales la guerra total (“justifica que el prole-
tario aniquile a la burguesía explota-
dora y acabe con la forma última y más
perfeccionada de la explotación”).11 Por ello la lógica sigue siendo
economicista, en sentido metafísico, es decir, fundada en el valor:
se trata de imponer un valor como el valor de los valores. Sea el di-
nero o el proletario, en ambos casos se trata de verticalidades que
emergen de la horizontalidad, es decir, de particularidades que se
ponen por encima de las otras, y por lo tanto son esencialmente
tiránicas. El poder que surge “de abajo hacia arriba” se revela así
como esencialmente tiránico, justamente porque es una particula-
ridad que rompe con la horizontalidad para imponerse sobre sus
–aparentemente– iguales (de allí la crítica dottiana al populismo
y su “apariencia de una férrea unidad bajo un liderazgo mesiá-
nico”). No es así extraño que la misma lógica rija al totalitarismo
marxista que “avasalla las esferas privadas” –se trata del valor del
proletariado como encarnación de la “esencia natural humana”
que debe ser impuesto “del modo que fuere”. La democracia, final-
mente, sigue la misma lógica: “todos los sujetos están igualmente
autorizados a imponer valor, sin límites heterónomos a la evalua-
ción subjetiva”.12 Un Estado pluralista está siempre en riesgo de
estallar por su conflictividad y competencia interna.

Ibíd., p. 34.
10

11
Ibíd., p. 67.
12
Ibíd., p. 73.

146
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI JULIÁN FERREYRA

En todos los casos mencionados, aparentemente en conflicto (totali-


tarismo, liberalismo, marxismo, democracia, populismo), la compli-
cidad metafísica es puesta en evidencia por Dotti. La conflictividad
que surge entre los valores (y la amenaza de “no valer” si no se hacen
efectivos) es irrefrenable, y tiende a escalar. A menos que haya una
instancia decisoria en el momento de crisis, es decir, que esté estable-
cido “quién juzga”. Valores en pugna, inmanencia, horizontalidad:
tales son los rasgos de lo económico, que pervive entre las diferentes
(e “isomorfas”) formas de gobierno contemporáneas. La alternativa
política es un poder decisorio, último, que evite la guerra total: un
Estado monista que garantice la coexistencia pacífica de las plura-
lidades en su seno. La norma estatal no puede entrar en una lógica
economicista que nos lleve a obedecerla sólo si juzgamos (nosotros,
Robinson, en nuestra interioridad) que esa norma vale más que otros
compromisos en conflicto horizontal. Si esto sucediera, la rienda de
la lógica de la competencia quedaría suelta y el conflicto no se resol-
vería más que por una guerra total (= aniquilación).
Éstas son las ideas que más fuertemente me impactaron de dos
textos de Jorge Dotti relativamente marginales: su prefacio (“Filio-
que”) a la traducción de La tiranía de los valores de Carl Schmitt pu-
blicada en 2009 por Hydra y sus “«Notas complementarias», a «Ética
del estado y estado pluralista» de Carl Schmitt”, publicadas en el nú-
mero 10 de Deus Mortalis (2011-2012). Textos marginales: un prefacio
y un conjunto de notas (¡qué rótulos engañadores, qué máscara para
construir, en un ejercicio de estilo filosófico, una obra –actual y ur-
gente– de filosofía política –de un modo acorde con la modestia y la
humildad de Dotti–!). Ambos están plagados de referencias y concep-
tos cruzados y pueden leerse como una de las expresiones más aca-
badas de la voz propia de Dotti (que por momentos se escucha clara
y nítida mientras hace como si sólo comentara a su querido Schmitt).
Fueron dos textos que, en el momento de su publicación, provo-
caron en mí la urgencia de escribir, de replicar. Había que pensar, y
pensar ya, porque de eso trataba la cosa, hoy, en la actualidad, con
absoluta vigencia (“se trata de un problema teológico-político fun-
damental, desde entonces y todavía –sobre todo– hoy significativo
e importante”;13 “conflictos que, con transmutaciones y modifica-

13
Ibíd., p. 47. Subrayado en el original.

147
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

ciones, mantienen vigencia en la actualidad”).14 Uno me


llevó a un intercambio de correos electrónicos, el otro al
JORGE DOTTI, honor de publicar mi réplica en el número siguiente de
in memoriam Deus Mortalis. Replicar, tratar de reivindicar una sobera-
nía popular donde la democracia no encarne una suma
de robinsones sino un conjunto de fuerzas emancipato-
rias que permitan vivificar un Estado metafísicamente
pluralista pero de efectos distintamente soberanos: he
aquí la ley, para todos, por igual, desmantelando las bandas de la-
drones que persisten en ser los dueños de nuestras tierras. Tanto lo
extrañaré a Dotti, entre tantas y tantas cosas, por esa generosidad,
por esa apertura a tomar como un halago el debate de ideas –y la
humildad con la que recibía mi entusiasmo. Los textos seguirán con
nosotros, para seguir discutiendo y pensando juntos. Pero no estará
su cálida respuesta. La alegría (“nota bene!”) de que algo tuyo pueda
resultarme sugestivo.
Además de los intercambios en torno a los dos textos que aquí
comento, quiero señalar para concluir algunos recuerdos más que
acompañan mi duelo y pesar por su temprana y cruel partida: pri-
mero, esas dos encrucijadas de mi vida donde conté con su consejo
como uno de los fundamentales –la primera vez en un aula de Puán
después de una fecha flaca de finales, la otra en el Gato negro de
avenida Corrientes–. Y luego, el día en el que lo conocí, cargado de
expectativas por los elogios de mi viejo que conocía algunos de sus
escritos, en aquel teórico de filosofía política del año –creo– 1997, un
curso donde Jorge Dotti, con toda naturalidad, dedicó la principal
parte del semestre a exponer detalladamente la Ciencia de la lógica,
y un puñado de clases a la Filosofía del derecho de Hegel. Extraordi-
naria lección –hay que conocer bien la ontología para comprender
la filosofía política de un gran autor–, como lo era también la apa-
sionada y atenta lectura en vivo de los textos: así se hace, se vive y se
enseña la filosofía.
Te extrañaré, Jorge, y lamento tantísimo tu partida, y trataré de
estar a la altura de tu llamado a “estudiar filosóficamente filosofía”
y tu lección fundamental: la metafísica es política y no hay política
sin metafísica.

14
Ibíd., p. 48. Subrayado en el original.

148
Una amistad filosófico-política
CARLO GALLI
(UNIVERSIDAD DE BOLONIA - ITALIA)

N os conocimos gracias a Carl Schmitt y a Thomas Hobbes, con


todo lo que los nombres de estos dos autores, que abren y cie-
rran el escenario político moderno, implican y evocan; es decir, no
sólo por lo que valen en sí mismos, en virtud de la articulación in-
terna de sus pensamientos, sino por lo que dicen de la modernidad
y del Estado, y por lo que los estudiosos han vislumbrado en ellos
respecto de estas cuestiones.
En este sentido, no es casual que tanto Jorge como yo hayamos
llevado a cabo una reseña de las interpretaciones de Schmitt, cada
uno en su propio país –la suya, para ser sinceros, inmensamente
más rica y compleja que la mía, que tampoco era breve–,1 conven-
cidos de que a través del análisis de la suerte de Schmitt fuese po-
sible reconstruir la condición de la conciencia crítica de una cultu-
ra nacional. Aun cuando las dos historias difieren y se presentan
desfasadas, como es el caso de la Argentina y de Italia, la primera,
asomándose con esfuerzos a la democracia, la segunda, alejándose
incómoda de ella, y de Europa.
No es casual, por otro lado, que ambos nos hayamos medido por
mucho tiempo con uno de los libros más enigmáticos de Schmitt,
el texto sobre el Leviatán, además de medirnos con Hobbes, autor
que Schmitt amó y criticó, interpretó y traicionó, en un “cuerpo a
cuerpo” que es más bien batalla última y decisiva –nunca acabada,
ni para él ni para nosotros– con la pretensión moderna de raciona-
lizar y juridicizar la política y su órgano principal, el Estado. Una
pretensión que a Jorge, como a mí, nos parecía obligada y, al mismo
tiempo, imposible; y que a través de la lectura de Schmitt lector de
Hobbes se fue delineando en su complejidad, en su necesidad y en
su carácter aporético.

1
Véase Dotti, Jorge E., Carl Schmitt en Argentina, Rosario, Homo Sapiens, 2000.

149
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

No es casual, finalmente, que ambos hayamos sido direc-


tores y fundadores de revistas –yo de Filosofía política, en
JORGE DOTTI, 1987; Jorge, de Deus mortalis. Cuaderno de Filosofía política,
in memoriam en el 2002–. Fundar y dirigir revistas es una de las empre-
sas más importantes entre aquellas a las que nos invita y
tienta nuestra profesión: tanto porque permite al investi-
gador organizar cultura, intentar proponer una dirección
coherente al desarrollo de la investigación científica, como
por el carácter militante, casi político que reviste el intento de hacer
funcionar una revista, si bien rigurosamente científica; pero también
por el esfuerzo comunitario de crear grupos de trabajo ni compactos ni
unitarios, sino respetuosos de todas las individualidades y de todas las
sensibilidades, pero movidos por el fervor, por la urgencia intelectual,
de debatir temas e interrogantes compartidos. El cruce no termina
aquí: Jorge formó parte, con otros muy ilustres estudiosos, del Comité
internacional de Filosofía política; y yo tuve el honor de publicar un
ensayo en el Nº 8 de Deus mortalis (2009).
En fin, aun en la diferencia de recorridos y de estilos, la conver-
gencia temática y metodológica entre nosotros no fue casual; prácti-
camente coetáneos, ambos nos formamos sobre el pensamiento ale-
mán y, en general, sobre la filosofía clásica moderna (sobre todo la
línea “continental”, dentro de la cual contamos también a Hobbes y a
Locke), de la que hemos medido la energía interna que el viraje hacia
el neoliberalismo intentó despotenciar, junto con las instituciones
políticas (el Estado) que, de distintas maneras y en diferente medida,
hacían referencia a ese aparato de pensamiento. Un viraje con el que
nos tocó confrontarnos en nuestra primera madurez científica y que
contrastamos, cada uno en su propio contexto cultural y geográfico,
con la idea de que se trataba y se trata de manifestar una justificada
“desconfianza ante el reduccionismo moral o económico que impera
en la filosofía práctica actual”, y de que era y es necesario intentar
contraponer a este pensamiento único “la reivindicación de la iden-
tidad idiosincrática de lo político” y “la necesidad de atender a esos
antagonismos constitutivos de toda relación política, que confieren
a doctrinas y programas de acción su consistencia conceptual y su
densidad histórica”, como respuesta “al arcano del tiempo teológico
secularizado, como decisión ante la crisis”.2

2
Dotti, Jorge E., “Prefacio”, en Deus mortalis. Cuaderno de filosofia política, Nº 1, 2002.

150
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI CARLO GALLI

Estoy citando, con variaciones mínimas, la Presentación que


Jorge escribió para el primer número de Deus mortalis, delinean-
do así un recorrido original y fuera del coro que testimoniaba la
seriedad tanto de su hacer filosofía como de su intento no confor-
mista de luchar contra los idola fori de las neutralizaciones con-
temporáneas –por otro lado falaces–, es decir, contra el mundia-
lismo acrítico y sus ideologías individualistas y mercantiles. Un
recorrido y un programa con los que estoy de acuerdo y que he
hecho míos desde que me inicié en esta profesión, con la concien-
cia de que sin el encuentro con los clásicos (no sólo modernos) y
sin sus aparatos conceptuales, la filosofía es sólo charla, tanto más
subalterna al curso del mundo cuanto más pretende deconstruir
verbalmente sus conceptos y categorías.
Un recorrido y un programa que Jorge trazó magistralmente y
al que adhirió con coherencia, y que cuando escribía esas pala-
bras ya había ampliamente honrado como estudioso de robusta
formación y de amplia doctrina, como autor de libros y ensayos
sobre Hobbes, Rousseau, Kant, Hegel, Schmitt, y de trabajos sobre
temas como la soberanía, el liberalismo, la representación, la de-
mocracia, la guerra. Un pensador muy activo en lo que hace a la
investigación acerca de la recepción argentina de figuras y cues-
tiones del pensamiento político europeo –investigación que prac-
ticaba con el intento de sustraer la cultura filosófica del Sur al
dominio anglosajón y postmoderno, y de ofrecer, al mismo tiem-
po, una interpretación muy original. Un intento que también yo
he perseguido en la convicción de que la tradición moderna clá-
sica contiene una constelación de conceptos que, oportunamente
interrogados, aún tienen la fuerza de instituir y de organizar un
pensamiento realmente crítico. Crítica que no sea académica re-
petición del pasado, sino sentido de la historia y de las crisis, de
las contradicciones y de la realidad, de los conflictos y de las ins-
tituciones. Y que pueda ofrecer orientación y estímulo intelectual
ante los desafíos del mundo contemporáneo.
Naturalmente, haciendo referencia al arco filosófico que va de
Hobbes a Schmitt, nuestro punto de partida era diferente: mi inten-
to se orientaba, y se orienta, a un “realismo crítico”, no a restaurar
las arquitecturas intelectuales y políticas modernas; mientras que
el esfuerzo de Jorge apuntaba a realizar, por primera vez, las insti-
tuciones de la modernidad en el contexto político en el que vivía y

151
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

operaba. Sin embargo, Jorge y yo, cada uno a su manera,


siempre nos encontramos cerca –aun cuando nos movía-
JORGE DOTTI, mos en contextos políticos y geográficos muy lejanos– en
in memoriam la voluntad de hacerle honor a nuestra profesión de estu-
diosos y en hacer filosofía con sentido de la responsabili-
dad política y civil. Y en virtud de esta cercanía, así como
del afecto y del reconocimiento que siento hacia él por
sus gestos de señorial generosidad hacia mí, desde lo más
hondo de mi corazón le digo: “en el nombre del pensamiento filosó-
fico que has practicado con pasión, no te olvidaremos, Jorge. Que la
tierra te sea leve, amigo”.
Traducción del italiano: Sandra Palermo.

152
ex libris Jorge E. Dotti
MARTIN TRAINE
(UNIVERSIDAD DE COLONIA – ALEMANIA)

E s curiosa la indiferencia de Jorge frente al fenómeno del 68,


a pesar de la coincidencia generacional, y de alguna manera
también temática: crítica ideológica y antidogmatismo cultural. La
biblioteca que trajo de Italia contenía la ebullición intelectual eu-
ropea de izquierda de la postguerra. Jorge había ingresado a la filo-
sofía por inquietud política, pero no por rebeldía. De ahí su interés
por leer y entender a Marx. Y así accedió a través de Colletti a Hegel.
Desde esa perspectiva leyó inicialmente también a Rousseau y Kant.
Su biblioteca de los setenta incluía todos los textos epocales del mar-
xismo occidental, de Gramsci, la producción italiana, los franceses y
desde luego las obras sueltas que circulaban entonces de los franc-
fortianos, Luckas y Korsch. Por supuesto, ya estaban Hegel y Kant en
las versiones originales y las traducciones italianas y francesas; no
menos que la literatura secundaria relevante.
Cuántos problemas le habría ocasionado una requisa policial en
los años del autoritarismo; no sólo porque junto a Marx estaban Le-
nin o Mao, en los estantes se encontraban también publicaciones crí-
ticas y esporádicas de ese tiempo. Su biblioteca no acumulaba sin
embargo subversión, no buscaba fuentes de legitimación revolucio-
naria, sino explicaciones de la fragilidad de las instituciones, de la
debilidad constitucional, del crecimiento amorfo del Estado Argenti-
no. Jorge había estudiado derecho y cursado la carrera diplomática,
y al regresar de Roma fue asistente de Werner Goldschmidt en la
cátedra de Derecho Internacional Privado. El pensamiento jurídico
había dominado entonces sus lecturas, de modo que las recorridas
por las librerías de Tribunales de nuevos y usados –y mucho antes
de ocuparse de Carl Schmitt– fueron engrosando la biblioteca con
los textos clásicos desde Grotius, Pufendorf y la Escuela de Salaman-
ca hasta los formalistas y positivistas del siglo pasado. Ese interés
jurídico no era no obstante abstracto: la cuestión de fondo era una y
otra vez la organización política argentina. Con ese interés se había

153
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

ocupado ya en los tempranos ochenta de Alberdi, y con él


del entorno histórico, para lo cual había reunido material
JORGE DOTTI, jurídico y político argentino de los siglos XIX y XX. Desde
in memoriam
esos años en más, y ya casi como programa, sus biblio-
grafías giraban juntas sobre filosofía moderna, derecho
público europeo e historia. Con esa amplitud se exten-
dieron también sus monografías: que van desde aspectos
puntuales de las críticas kantianas, pasando por Locke y
Hobbes hasta los neohegelianos o H. Arendt, y simultáneamente re-
construyendo las recepciones locales, históricamente contextualiza-
das. Iba de suyo que no existiendo esa biblioteca para sus búsquedas,
tenía que armarla. Cómo ocuparse de éste o aquél tema, sin tener el
libro al alcance de la mano, para leerlo, volver a consultarlo, una y
otra vez. Su estudio sobre Kant en Argentina trae una recopilación
de textos fundamentales para comprender la formación académica e
ideológica del país. Algo similar vale para su trabajo sobre Justo que
reúne material desconocido del pensamiento socialista argentino.
Jorge “descubrió” a Carl Schmitt a fines de los setenta, pero su lec-
tura sistemática arrancó algo después. Siendo un autor demasiado
complejo y controvertido para atreverse a juicios rápidos, empezó
por una búsqueda completa de los textos, siguiendo la bibliografía
de Piet Tommissen del ‘59, con las ampliaciones del ‘68, ‘75 y ‘78.
Hablo con causa porque fui testigo directo de esa tarea de detective
bibliográfico. No era fácil. Buena parte de las ediciones estaba ago-
tada, algunas revistas ni figuraban en los catálogos, y –dígase tam-
bién– no existía la internet ni las facilidades electrónicas actuales.
Schmitt no estaba aún de moda. No habían aparecido sus cuader-
nos, tampoco Schmittiana ni los innumerables estudios que se mul-
tiplicaron a partir de los noventa. Como en un juego de lotería, Jorge
había rellenado ese cartón de libros y artículos a fines de los noven-
ta, y desde entonces no dejó de sumarle las nuevas apariciones de
los textos del mismo Schmitt o aquellos secundarios principales. No
creo que haya en toda Sudamérica al respecto una biblioteca igual.
Riguroso como era, no se conformaba con las obras de Schmitt, sino
que acopiaba también la bibliografía de la que éste se servía, sea
en derecho, teología o historia. Con esa aproximación también se
perfilaron las adquisiciones complementarias de su biblioteca: Re-
volución Conservadora, violencia política, crítica de la modernidad,
teología política. El rastreo minucioso que emprendió sobre Schmitt

154
EL LEGADO FILOSÓFICO DE JORGE DOTTI MARTIN TRAIN

en Argentina terminó siendo, como lo habían sido ya los estudios


sobre Kant en el Río de la Plata y las traducciones e interpretaciones
de Justo de El Capital, una reconstrucción extensa y profunda de
las corrientes de pensamiento en Argentina. Jorge recopiló todo ese
material desde las lecturas schmittianas de izquierda, de los nacio-
nalistas, hasta los constitucionalistas. Que esa bibliografía no se en-
cuentra reunida en ninguna otra parte lo constataba hace no mucho
tiempo atrás Tulio Halperin Donghi, que de paso por Buenos Aires
le pidió a Jorge poder consultar su biblioteca, pues de otro modo le
resultaba imposible acceder a esa literatura.
Desde fines de los ochenta, Jorge y Beatriz, con sus hijos, nos visi-
taban una vez al año en el invierno europeo. Con variaciones y cam-
bios espontáneos en el itinerario, los viajes tenían un curso preesta-
blecido claro: junto a los emprendimientos familiares, eran obliga-
torias las largas búsquedas en bibliotecas y librerías alemanas, y las
infaltables escapadas a Italia y Francia, eventualmente a Inglaterra,
todas en una suma de turismo y afán bibliófilo. El cierre de esas es-
tancias era siempre un drama logístico: cómo hacer con el sobrepe-
so de libros y copias acopiados que superaba toda tolerancia. Jorge
intentaba todos los trucos posibles. Alguna que otra valija con un
poquito más de lo reglamentario, el equipaje de a bordo excedido
de toda norma y, como si nada, bolsas de mano con varios libros
cada una, como si se trataran de obsequios de freeshop. Siempre nos
reíamos de la respuesta de la empleada en el check in del aeropuerto
que no confundiera a una compañía aérea con una organización de
ayuda social o científica, cuando Jorge –por supuesto sabiendo él
mismo las limitaciones de su argumento– legitimaba su sobrepeso
con un proyecto de investigación. Cuando a mediados de los noventa
se mudaron a la nueva casa, los de la empresa mudadora se pregun-
taban cómo podían haber entrado tantos libros en un departamento
de ese tamaño. Fue así que el espacio mayor que ofrecían las nuevas
paredes sirvió casi como invitación para la ampliación bibliográfi-
ca. Poco después, las treinta bibliotecas Thomson en las que Jorge y
Beatriz sabían conservar su literatura ya no daban abasto. Apare-
cieron entonces estanterías en los pasillos, en la escalera que sube al
escritorio, ¡y en el lavadero! Y a medida que los hijos mayores fueron
abandonando el hogar, los libros colonizaron también esos cuartos.
En la lista de textos reunidos durante décadas se proyecta la tra-
yectoria intelectual de Jorge, que refleja a su modo el momento his-

155
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

tórico que le tocó vivir. La crítica ideológica de los seten-


ta, que se dirigía contra el autoritarismo de esos años, se
JORGE DOTTI, apoyaba en la interpretación contrahegeliana de Della
in memoriam Volpe, se continuó poco después con la lectura de Kant
como sostén teórico para el proceso de democratización.
La experiencia de esos años a su turno, el desencanto
frente a la progresiva desarticulación de las instituciones,
lo llevaron a las búsquedas de legitimación de un estado
de derecho robusto. Si su biblioteca fue espejo de ese tiempo, nada
sin embargo lo habría irritado tanto como incluirlo en el espíritu de
época. Qué poca simpatía expresaba por el gesto ideológico indolente
e individualista de la postmodernidad. Jorge, a pesar de esa inquie-
tud rectora de todas sus reflexiones por lo político, no tuvo partici-
pación partidaria ni gremial. Él no intervenía en política, tampoco
universitaria. La biblioteca era su universo, como soporte también
de su vida docente, y compromiso social. Así como era implacable en
los exámenes, con la misma disciplina perseguía libros y artículos;
no como placer coleccionista, sino como contribución histórica.
Si la biblioteca denuncia en el fondo las deficiencias estructura-
les en las condiciones de investigación en Argentina, por las cuales
un docente para estudiar seriamente deba recurrir a sus recursos
privados, y no cuente más que con fuentes públicas magras y mal or-
ganizadas; expresa también una enorme energía intelectual, legada
ahora a sus discípulos. Descontando los libros de Beatriz, las obras
de literatura argentina y universal, y las muchas curiosidades reco-
piladas desde la juventud, incluso las revistas infantiles que todavía
guardaba, la biblioteca alberga unos 15.000 volúmenes de filosofía,
filosofía política, derecho e historia universal y argentina. Jorge re-
conocía que era un error que su biblioteca no estuviera clasificada
y catalogada. No le alcanzó el tiempo para hacerlo. Es la responsa-
bilidad de los que seguimos de preservar ese acervo. Concluyo por
eso estas líneas con un llamado a los amigos, colegas y autoridades
académicas para conservarla. En una oportunidad le pregunté qué
pensaba debería ser de su biblioteca cuando él ya no estuviera. No
ocupándose Beatriz y sus hijos de esos temas, se alegraba que a los
libros se les estampara un sello “ex libris Jorge E. Dotti” y quedaran
a disposición de las generaciones futuras en la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

156
artículos

Los textos publicados en esta sección están sometidos a doble referato ciego

157
Marcela Venebra Muñoz es Profesora Investigadora de la Facultad de Humanidades de
la Universidad Autónoma del Estado de México. Doctora en Filosofía por la Universidad
Nacional Autónoma de México, Maestra en Filosofía por la misma Casa de Estudios y Li-
cenciada en Etnología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Fenomenología
trascendental, filosofía de la cultura y antropología filosófica son las áreas de investiga-
ción sobre las que trabaja actualmente.

158
Alteración e intoxicación:
Fenomenología del cuerpo
adicto1
MARCELA VENEBRA MUÑOZ
(UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO - MÉXICO)

Recibido el 23 de abril de 2018 - Aceptado el 30 de junio de 2018

RESUMEN: El objetivo principal de este artículo ABSTRACT: The main aim of this paper is to
es explorar las posibilidades de una descripción explore the possibilities of a phenomenological
fenomenológica de la adicción como un tipo description of addiction as such kind of expe-
de experiencia y relación con el propio cuerpo, rience and relationship with the own body. The
científicamente descriptible en primera perso- complexity of this field justifies the possibility
na. Ensayo un análisis de la adicción a la luz of a scientific description from a first person
del concepto fenomenológico de cuerpo vivido perspective. I try here to offer an analysis of the
como unidad anímico-espiritual. En un primer disturbances in the own body experience level
momento, desde las descripciones del segundo as a spiritual-animic unity. First, from descrip-
libro de Ideas de Edmund Husserl, expongo el tions of the second book of Ideas by Edmund
concepto fenomenológico de cuerpo vivido Husserl, I try to justify the pertinence of this
como herramienta que permite ampliar y pro- concept of corporality as a tool that allows
fundizar las descripciones de los procesos adic- to amplify and to go deeper in the scientific
tivos. En un segundo momento, defino la altera- descriptions of addictive processes. Second, I
ción toxicológica como estado anímico alterado define the toxicological disturbing in analogous
que, análogamente al dolor crónico, rebasa el sense to chronic pain, as a disturbed mood
campo de las meras sensaciones ‘templando’ which beyond simple sensations determines the
anímicamente toda la vida personal. En el tercer personal life. Third, I complete this definition
apartado completo esta definición de la altera- of the mood disturbances of addiction as be-
ción anímica de la adicción como devenir alter coming alter to body itself, an alien thing for the
para sí del propio cuerpo o cosa ajena al yo. ego. Finally, in the fourth part, I try to describe
Trato de describir el orden de las motivaciones the order of spiritual motivations which perform
espirituales que inciden y orientan tal experien- this experience.
cia en el cuarto y último apartado.
KEYWORDS: Addiction – Alteration - Embodied
PALABRAS CLAVE: Adicción – Alteración – Experience – Intoxication.
Carne – Corporalidad – Intoxicación.

1
Quisiera ante todo agradecer a los árbitros de este artículo sus valiosas observaciones.
Gracias a su atenta lectura esta contribución ganó precisión y profundidad.

159
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

1. La unidad anímico-espiritual del cuerpo propio y su función


en el análisis de las adicciones

La fenomenología del cuerpo propio aplicada al análisis de procesos


adictivos nos permite integrar una perspectiva unitaria y compleja
de la corporalidad que previene cualquier totalización o reduccio-
nismo naturalista de la experiencia (o de la conciencia). En el diálo-
go (posible) entre la filosofía y las ciencias empíricas, concretamen-
te con las ciencias cognitivas, no se trata —tal como lo ve Varela— de
“construir una teoría unificada, sea científica o filosófica, acerca de
la relación mente-cuerpo [...]. Deseamos abrir un espacio de posibi-
lidades donde se pueda apreciar plenamente la circulación entre las
ciencias cognitivas y la experiencia humana.”2 En todo caso, pode-
mos adelantar que las neurociencias se limitan a una tematización
de tales experiencias (la alteración adictiva) como procesos natura-
les o momentos de la naturaleza explicables causalmente. Frente a
esta limitación resta evitar el reduccionismo latente que se aloja en
la interpretación bioquímica hedonista3 de la adicción proponiendo,
complementariamente, un análisis de la adicción como experiencia
que tiene su centro de irradiación en el propio cuerpo, un cuerpo
que no se deja asir desde su mera materialidad física o biológica.

2
Varela, Francisco J., Thompson, Evan y Rosch, Eleanor, De cuerpo presente. Las ciencias
cognitivas y la experiencia humana, Barcelona, Gedisa, 2011, p. 21.
3
Los análisis de esta perspectiva enfocan el proceso a nivel de las alteraciones que
ocurren en sistema de recompensa (o dopaminérgico) y definen desde ahí la estructura
de la adicción en clave enteramente hedonista, como búsqueda de placer, siempre
que el placer se entienda como tal reacción bioquímica. Ver Juárez González, Jorge,
Neurobiología del hedonismo, México, Manual moderno, 2007. En la fenomenología
el análisis de la adicción es un campo fértilmente cultivado desde hace décadas.
Copoeru describe y localiza las diferentes vertientes y posiciones filosóficas, dentro
de la fenomenología de Husserl, Levinas y Heidegger principalmente. Ahí traza el
autor un paisaje bastante claro de la fenomenología del cuerpo aplicada al análisis
de la adicción y su definición o descripción fenomenológica. En este paisaje y frente
a análisis que se centran en momentos concretos de la experiencia adictiva, como el
éxtasis (Leneghan, Sean, The varieties of ecstasy experience: An exploration of person,
mind and body in Sydney’s club culture, Saarbrüken, LAP Lambert, 2011), la experiencia
del tiempo en la adicción (Kemp, Ryan, “The Temporal Dimension of Addiction”, Journal
of Phenomenological Psychology, Vol. 40, Leiden-Boston, 2009, pp. 1-18) o el aislamiento
individual, etc., este ensayo aborda el problema en términos de una relación activa con
el propio cuerpo, un vínculo que se constituye en el proceso adictivo que abarca no sólo
el éxtasis o las motivaciones del ‘enganche’, sino el dolor de la abstinencia y la unidad
anímica que envuelve la particular dinámica autoconstituyente del cuerpo adicto,
por ello no puedo hacer aquí sino mención de estos valiosos estudios. Copoeru, Ion,
Understanding Addiction: A threefold Phenomenological Approach, Dordrecht, Springer,
2014. También puede verse el libro de Schow, Frank, Toward a Phenomenology of
Addiction: Embodiment, Technology and Transcendence, Dordrecht, Springer, 2017.

160
ALTERACIÓN E INTOXICACIÓN: FENOMENOLOGÍA DEL CUERPO ADICTO MARCELA VENEBRA MUÑOZ

La adicción es una experiencia cuyo sentido parece prefigurado


tanto por el entorno socio-histórico y biográfico de los sujetos como
por el modo de constitución de su propio cuerpo y el talante de su
enlace con el mundo. La adicción es experiencia de una subjetividad
encarnada o un cuerpo él mismo experimentado por un yo. La re-
lación del yo y su cuerpo es el primer aspecto problemático de esta
descripción de la alteración adictiva ensayada en un registro no na-
turalista sino fenomenológico:
Yo, el observador, y cada uno de los otros en la comunidad de
los hombres, encuentro o puedo encontrar a este hombre como
unidad que en la causalidad de la naturaleza se mantiene corpó-
reo-corporalmente, y en tal medida, esta unidad física cumple
como unidad orgánica ciertas condiciones físicas como cuerpo
de un sujeto que en su vida de sensación y de percepción, en su
vida de fantasía y de las configuraciones físicas del cuerpo y, a
la inversa, influye en ellas desde dentro.4

“Corpóreo” debe entenderse aquí como referido al Leib, como so-


mático o carnal, sobre la base de la distinción terminológica de Ideas
II entre Körper y Leib-Körper, donde el primero es cosa u objeto en el
espacio, y el segundo es cuerpo vivo. Esta última categoría compren-
de cualquier cuerpo vivo como cuerpo orgánico (si orgánico no se
entiende aquí más que como aquello que en términos generales de-
signa el movimiento de la vida del nacimiento, la reproducción y la
muerte). Un cuerpo vivo es lo mismo una planta que un animal; no
obstante, Husserl se referirá, en la Segunda parte del libro, sólo al
cuerpo vivo animal que tiene un nivel orgánico básico, pero además
es autosintiente, automoviente y, en el caso del cuerpo humano, au-
toconsciente: “El cuerpo –afirma Quepons– no es un punto fijo sino
que, como órgano de la subjetividad, es concreción de la subjetivi-
dad en su libre movimiento.”5 Exploraré esta condición en el tercer
apartado. Aquí basta con ver que el cuerpo en su materialidad y por
su condición de cuerpo animado no es sólo vivo sino vivido, no es
su pura materialidad orgánica sino que esta misma está penetrada,

4
Husserl, Edmund, Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomeno-
lógica, Libro II: Investigaciones filosóficas sobre la constitución, trad. Zirión Quijano,
Antonio, México, FCE, 2005, p. 395/342. (En adelante Ideas II)
5
Quepons Ramírez, Ignacio, “El temple de ánimo y los horizontes de la vida corporal.
Esbozo de una sistematización fenomenológica”, en Anuario colombiano de fenomenolo-
gía, Universidad de Antioquia, Colombia, 2014, p. 57.

161
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

influida desde la interioridad vivida del cuerpo propio, es decir, del


cuerpo de un yo, de un animal que no sólo ‘es’ su cuerpo sino que
además ‘tiene’ un cuerpo.
En los análisis estáticos (o psicológicos)6 de Ideas II Husserl se
atiene a la lógica experiencial del modo de aparición y constitución
del propio cuerpo a través de una descripción de los estratos que
–atendiendo a la arquitectónica misma de la Fundierung– 7 expone
los niveles y condiciones estructurales de su constitución en la expe-
riencia. El cuerpo animado, la vida anímica es la del cuerpo animal:
autosintiente, automoviente y dominado por el instinto y el impulso
que, como el hambre o la sed, arraigan en la funcionalidad orgánica
del cuerpo que conforma el estrato pasivo de la vida de conciencia.
El yo del impulso es un yo dormido que sintetiza o polariza acciones
mecánicas, habituales en un sentido pasivo; es un yo cuya identi-
dad se constituye estilística y habitualmente en el decurso de sus
vivencias, pero ese polo yo apenas delineado por una individuación
instintiva no es necesariamente un yo despierto. El yo despierto se
constituye en oposición y resistencia al impulso, es el yo de la re-
flexión. Cada estrato se implica en otro de tal modo que la unidad de
la conciencia contiene al yo como un momento no opuesto ni aislado
sino desplegado en diferentes niveles de lucidez y actividad.
La unidad concreta de la persona, que abarca su cuerpo, no lo
implica como un agregado o una ‘parte’ de sí, sino como el sustrato
sensible unitario de la vida personal. La conciencia corporal 8 abar-

6
En última instancia las descripciones estáticas sostienen (como su fundamento) el
edificio de la psicología descriptiva o fenomenológica, que es el nivel en el que se
despliegan las descripciones de Ideas II.
7
“Fundierung” quiere decir “fundamentación”: en términos husserlianos esta funda-
mentación refiere a una estructura experiencial según la cual hay capas o niveles de la
experiencia más básicos o primarios sobre los cuales se fundan planos más complejos o
superficiales en una continua cadena de dependencias. Un objeto o acto fundado es en
realidad un objeto o acto dependiente de otros más básicos o no dependientes. Así, por
ejemplo, y en el caso concreto que nos atañe afirma Husserl: “Toda nóesis que se desta-
ca por su índole peculiar, y aunque sea una capa no-independiente, aporta su contribu-
ción a la constitución del objeto total, como, por ejemplo, el ingrediente del valorar, que
es no-independiente, pues que está necesariamente fundado en una conciencia de cosa,
constituye la capa objetiva del valor, la de la ‘valiosidad’” (E. Husserl, Ideas relativas a
una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, Libro Primero: Introducción ge-
neral a la fenomenología pura, trad. Zirión Quijano, Antonio, México, UNAM-FCE, 2013,
p. 371/275).
8
La expresión misma “conciencia corporal” no es de Husserl y la tomo del contexto de
los análisis de Agustín Serrano de Haro sobre la tactilidad como condición carnal de la
subjetividad sin que por ello pueda subsumirse la conciencia interna del tiempo, como

162
ALTERACIÓN E INTOXICACIÓN: FENOMENOLOGÍA DEL CUERPO ADICTO MARCELA VENEBRA MUÑOZ

ca la pasividad de los hábitos y el instinto, así como los impulsos


básicos que engranan el proceso de individuación de la persona. Los
impulsos, las conductas sedimentadas en la pasividad de la vida de
conciencia, desplazan continuamente a un segundo plano el cuerpo
propio. La condición de la carne es su opacidad;9 el cuerpo vivido se
despliega continuamente como cuerpo viviente en su condición anó-
nima. Ese cuerpo viviente es continuamente presente en el modo de
una «transparencia».10 Y, sin embargo, subsiste siempre un hiato,
una no coincidencia entre el yo y su cuerpo.
La afección es, para Husserl, el medio de ‘enlace’ entre el yo y la
naturaleza: “la afección pertenece sin duda a la esfera de la natura-
leza y es el medio de enlace del yo y la naturaleza”. En la configura-
ción del yo de la motivación está presupuesto el “engranaje entero
de la naturaleza”.11 Aquí naturaleza se entiende como el sustrato

Serrano lo expresa, ni al cuerpo ni al yo. “Y sí, mientras que el yo, que no es visible, per-
sonaliza la corriente de vivencias y unifica su historia biográfica, el cuerpo sentiente
encarna esta subjetividad y le pone cara, rostro, humanidad” (Serrano de Haro, Agus-
tín, Paseo filosófico por Madrid. Introducción a Husserl, Madrid, Trotta, 2016, p. 210). En
este sentido lo que llamo aquí conciencia corporal es esa encarnación ‘sentiente’ de la
subjetividad.
9
Natalie Depraz distingue entre el cuerpo vivido y el cuerpo poseído como un objeto
propio. El cuerpo propio demanda una suerte de distanciamiento y captación de esa
primera condición anónima de la corporalidad. El cuerpo propio es la corporalidad
sabida y reconocida en esa condición de propiedad. “Es este saber secundario, este co-
nocimiento de sí que nos hace pasar sobre un plano trascendental: la carne corporal
a diferencia del cuerpo vivido es conciencia aperceptiva de ella misma como carne
corporal. En ella reside la experiencia de una alteridad interna que corresponde al
movimiento de la toma de conciencia, es decir a la alteración del sujeto que supone
la dinámica de la apercepción” (Depraz, Natalie, Lucidité du corps, Dordrecht, Kluwer
Academic Publisher, 2001, p. 6).
10
Javier San Martín, como veremos más adelante, utiliza el concepto de carne para des-
cribir este nivel de experiencia anónima del propio cuerpo, y en una metáfora bella
por su precisión, dice que “la carne es transparente”; el modo mismo, pues, de este
no-darse del propio cuerpo es la transparencia. Ver San Martín, Javier, “El contenido
del cuerpo”, en Investigaciones Fenomenológicas, vol. Monográfico 2: Cuerpo y Alteri-
dad, Madrid, UNED, 2010, pp. 169-187.
11
Husserl, Edmund, Ideas II, Anexo XII, § 3, p. 390 (también el entrecomillado inmediata-
mente anterior). En Ideas II se distinguen, conforme a la teoría de las actitudes al me-
nos tres conceptos de naturaleza: la naturaleza física o espacio temporal de la actitud
natural en que configura nuestro entorno inmediato ya significado espiritualmente; la
naturaleza como concepto científico dependiente de la actitud naturalista que procede
por una abstracción o vaciamiento de todos los predicados espirituales y la natura-
leza como un núcleo de materialidad predada del mundo mismo, que es el concepto
que aparece en estos fragmentos citados de los anexos pero que con mayor precisión
desarrolla Husserl en el tomo XXXIX de Husserliana. Ver Husserl, Edmund, Die Lebens-
welt. Auslegungen der vorgegebenen Welt und ihrer Konstitution. Texte aus dem Nachlass
(1916-1937), Rochus Sowa, ed., (Hua xxxix), Nueva York, Springer, 2008.

163
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

material de la predación del mundo. Tengo el mundo predado, esto


es, como algo que yo no he creado ni depende de mis fuerzas pero
desde donde surge el orden –al mismo tiempo más íntimo– de mi ex-
periencia. No se trata aquí de la naturaleza en el sentido abstracto
de la actitud naturalista (es decir, de la res extensa y mensurable),
sino de las bases elementales de la acción del sujeto, los elementos
básicos que constituyen la condición pre-dada del mundo mismo.
Husserl llama naturaleza al subsuelo “afectante” de la vida subjeti-
va, esto es, aquellas afecciones primarias, determinaciones del im-
pulso o el instinto, que pueden ser en algún momento moduladas
por el yo libremente: “Todo acto libre tiene su cola de cometa en la
naturaleza, pero él mismo no ha llegado a ser a partir de la natura-
leza sino que ha llegado a ser por el yo.”12 El yo es naturaleza sólo
en lo que lo constituye pasivamente. Pero el yo en cuanto sujeto de
voluntad y decisión no ha llegado a ser por la naturaleza, es decir,
su decisión ya no corresponde a ese estrato de pasividad básica y no
se puede entender la actividad que conforma su desenvolvimiento
desde esa base: “Ninguna motivación activa del yo se origina por
asociación y por legalidad psicofísica.”13 ¿Entonces qué relación hay
entre esa legalidad psicofísica que atañe al cuerpo (la funcionalidad
orgánica) y los nexos de motivación que constituyen la unidad del
yo (su subsuelo anímico)?
La pasividad egoica, el yo orientado o gobernado por el impul-
so o el instinto, pertenece a la “mera” naturaleza, es decir, a esa
esfera pre-reflexiva que constituye el sustrato de lo viviente. Pero
ese yo de la pasividad o esa esfera de la mera impulsividad no es
la del yo de la libertad (es decir, el sujeto mismo del proceso adic-
tivo). El yo de la mera naturaleza es, para Husserl, un mero “yo
hago” mecánico.14 Para explicarlo Husserl recurre a un ejemplo –

12
Husserl, Edmund, Ideas II, Anexo XII, § 3, p. 391.
13
Ibídem.
14
Ibíd., p. 390. El “yo-hago mecánico” no abarca ni mucho menos la entera vida subjetiva
sino cursos de acción orientados por el impulso (instinto en el sentido de la génesis
pasiva). En el contexto de los Anexos de Ideas II la oposición actividad/pasividad está
marcada por la libertad reflexiva y la resistencia al impulso, el impulso mismo está
prefigurado por síntesis de motivación, habitualidades y sedimentaciones de sentido
que, para el caso que nos importa (el del impulso del fumador) tienen su génesis en una
síntesis activa. En todo caso “mecánico” quiere decir aquí no reflexivo, pues no hay que
olvidar que el concepto de naturaleza del que aquí se trata no es el de la biología o la
física. Hay un “yo-hago libre” que se constituye en su resistencia al impulso o su franca
oposición al estar hundido en la pasividad. En estos pasajes de Ideas II se establece una

164
ALTERACIÓN E INTOXICACIÓN: FENOMENOLOGÍA DEL CUERPO ADICTO MARCELA VENEBRA MUÑOZ

para él muy íntimo–, el impulso del fumador que mientras trabaja


concentrado en algo busca con el tacto sobre el escritorio la caja de
cigarros –la pipa llena–.15 Alcanza un cigarrillo, lo pone entre sus
labios, lo enciende y da la primera calada sin perder con ello un
ápice de la atención puesta en lo que está leyendo o escribiendo en
ese preciso momento. No operó reflexión alguna en la realización
del acto completo de la búsqueda a la exhalación de humo. No hubo
actividad del yo sino que el yo fue dirigido pasivamente en sus ac-
ciones y operó, entonces, desde un nivel de pura pasividad. Surge
el impulso sensible, el impulso de fumar en tal caso, enciendo el ci-
garro mientras mi atención está puesta en lo que escribo, hay aquí
una afección egoica a la que se suma una reacción (por así decir
inconsciente) en el sentido de que lo afectante llega al yo, pero no al
yo en vigilia; puedo toparme en la exploración táctil del escritorio
con el cenicero (en lugar de la caja de cigarros), llama mi atención
y lo miro, localizo con la vista los cigarros, luego cuento las colillas
y decido aplazar mi impulso, actúo libremente. El yo despierto se
constituye en la resistencia al impulso, es un yo activo en el sentido
de la libertad y la decisión.
El cuerpo propio (y aquí nos referimos sólo al cuerpo humano
desde el que podemos testificar) es siempre cuerpo de un yo, y el yo
se despliega (biográficamente) a través de nexos de motivación que
se determinan desde un “subsuelo anímico”16 , como le llama Hus-
serl al núcleo básico de la sensibilidad anclada en el cuerpo. Este es
el subsuelo de todo lo espiritual y lo anímico espiritual, es materia
elemental de los actos espirituales desde los más simples (la mira-
da espiritual) hasta los más complejos (las obras de la cultura). La
cartografía de este subsuelo anímico expone las condiciones más
básicas del proceso adictivo. Esta distinción entre los niveles que
constituyen la sensibilidad y su relación con la afección resulta de-
cisiva para la comprensión de la alteración que precede y determina
las modalidades de la intoxicación por sus efectos descritos en pri-
mera persona. La adicción se comprende como alteración de la vida

clara distinción entre actos pasivos y actos libres.


15
“Surge un impulso sensible, digamos el impulso de fumar; agarro el cigarro y lo
enciendo, mientras que mi atención, mis actividades de yo, mi consciente estar afectado,
está enteramente en otra parte” (Ibídem).
16
El §2 del Anexo XII de Ideas II desarrolla esta idea bajo el subtítulo “La sensibilidad
como subsuelo anímico del yo” (Ibíd., p. 386).

165
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

anímica que envuelve la unidad idéntica y concretísima del sujeto


personal. Un estado anímico no tiene una localización orgánica ni
fisiológica, pero abarca todos los ámbitos de relación de la persona
y expone el modo en que se constituye como unidad anímico espi-
ritual, o los modos de enlazamiento del yo y la naturaleza material
del cuerpo en la experiencia de su propiedad y su condición paradó-
jicamente ajena.

2. La adicción como un estado anímico

Un estado anímico se distingue de las sensaciones por su amplitud


(e incluso amplificación) a través de las distintas esferas o planos de
la vida de conciencia. Los estados anímicos no son experiencias sino
que nos orientan —sin ser sólo inmanentes– hacia el mundo y sus
objetos. Los estados anímicos son una suerte de esquemas de la sensi-
bilidad que determinan nuestra experiencia inmediata pues abren el
horizonte de nuestro mundo y están enlazados con disposiciones cor-
porales de las que depende la constitución de horizontes de objetos:
Estos sentimientos (temples) que se distinguen claramente de
los que están directamente referidos valorativamente a un ob-
jeto [...], que fluyen como excitaciones o suscitaciones de otros
sentimientos, o afectos, y que como corrientes de sentimiento
pueden acoger múltiples componentes, se encuentran justo en-
tre estos componentes, “sentimientos sensibles corpóreos, de
malestar general, o bienestar, que inundan el cuerpo, etc.”.17

La alegría o la tristeza son pautas duraderas que acompañan


nuestra disposición ordinaria ante las cosas y nuestras propias ac-
ciones en el mundo. No son intencionales porque no son actos, sino
pre-orientaciones o coloraciones de los actos; no solo acompañan los
actos sino que modulan el sentido intencionalmente constituido.
Las sensaciones de dolor o placer sitúan en un primer plano y

Zirión Quijano, Antonio, texto inédito que forma parte de los trabajos desarrollados
17

en el proyecto “Fenomenología del cuerpo y análisis del dolor”, FFI 2013-43240-P,


Ministerio de Economía y Competitividad de España (2016, p. 7-8), y está basado en el
ensayo escrito en lengua inglesa “Colorations and Moods in the Studien zur Struktur
des Bewusstseins”, el cual será publicado próximamente en The New Yearbook for
Phenomenology and Phenomenological Philosophy, 2018 (en prensa). Una versión de
este análisis aparecerá en español en 2018 en la revista Isegoría (también en prensa).
Señalaré la paginación de la lectura de 2016 en la sesión del Seminario del CSIC.

166
ALTERACIÓN E INTOXICACIÓN: FENOMENOLOGÍA DEL CUERPO ADICTO MARCELA VENEBRA MUÑOZ

hacen salir de su condición anónima al cuerpo propio. El malestar


generalizado de la enfermedad, o bien el gozo sensible de la sexuali-
dad, o el placer localizado por el tacto traen de algún modo el cuer-
po a presencia al tiempo que opacan el entorno. El dolor crónico,
sin embargo, no se corresponde con la estructura del dolor sensible
sin más, sino que abarca todos los ámbitos de la experiencia desde
un foco de irradiación puramente sensible. El dolor crónico como
estado anímico arraiga en el cuerpo vivido por el dolor, y su expe-
riencia impregna la circunstancia entera del sujeto que padece, la
templa anímicamente. El estado de dolor anega el modo en que el
sujeto está en el mundo y, según Savanaeus, fuerza al sujeto a cen-
trarse en su propio cuerpo, a traer a un primer plano de atención
aquello que es normalmente anónimo: “entonces el mundo desapa-
rece del campo de atención. Nuestro horizonte pierde su sentido. Es
una fuerza centrípeta que opaca todo lo demás”.18 Se fragmenta la
propia identidad del sujeto por el debilitamiento de los vínculos co-
municantes con otros sujetos y se produce una reorientación de los
hábitos y de su significación, en función del dolor de la abstinencia
y de la valoración negativa del mismo. Lo que quiero sostener es
que el dolor crónico y el proceso de adicción (en sus diferentes fases)
comparten su estructura en cuatro aspectos: 1) ambos son estados
anímicos; 2) aíslan al sujeto o bloquean sus vínculos personales; 3)
en ellos se empobrece el entorno mundano de la persona; y 4) tie-
nen como centro al propio cuerpo, pero ya no en su referencia al
mundo sino a una conciencia corporal cerrada sobre sí. El término
‘dolor de la adicción’ parece más preciso para describir los estados
de adicción avanzada. Podemos ver la distancia que hay, por ejem-
plo, entre el dolor sensible y el temor del dolor sensible por venir. La
ansiedad que impulsa la búsqueda de otra dosis de droga está más
bien fundada en el temor del dolor por venir en caso de prolongarse
el tiempo de abstinencia, más que en un dolor efectivo (y en esto se
distingue, desde luego, de los estados de dolor crónico), pero ade-
más, incide una valoración negativa del dolor físico que preorienta
o predetermina la valoración positiva de la intoxicación.
En el dolor el cuerpo adicto se experimenta no reflexiva o egoi-
camente como cuerpo propio, sino como la fuente del dolor de un yo

18
Svaneaeus, Fredrik, “The phenomenology of chronic pain: embodiment and alienation”,
en Continental Philosophy Review, 48 (2), Springer, junio de 2015, p. 116.

167
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

que no se identifica con su cuerpo, con un cuerpo que se revela no


desde su transparencia o su anonimato, sino desde una condición
ajena, como un alter de sí:
Hay una sensación cenestésica muy peculiar, que es el dolor, que
hace que aparezca el cuerpo en sí mismo, de manera que la in-
tensidad del dolor puede romper la transparencia de la carne
e impedir que se convierta en órgano de la voluntad. No se in-
terrumpe la constitución del cuerpo, el aspecto cognitivo sigue
funcionando, pero la carne ya no es transparente a la conciencia
volitiva.19

La peculiaridad de los modos de alteración de dolor y placer sen-


sibles es que atraviesan la corporalidad, brotan de ella y, al mismo
tiempo, la escinden en su propiedad del yo de la voluntad (hasta la
del libre movimiento del cuerpo) y de las capacidades, y en el dolor
paralizante o el éxtasis más álgido el cuerpo deviene otro para sí,
deviene alter desde sí, desde su presencia carnal. De este modo, el
análisis comparativo del dolor crónico y el estado de adicción nos
permitiría acceder a la esfera en que se produce esta suerte de re-
verberación sensible de la alteración anímica en el cuerpo adicto.
El dolor de la adicción es, como el dolor crónico, un estado aní-
mico que impregna –debilitando– todo lo que constituye la identi-
dad personal del sujeto sumido en la presencia sensible de su propio
cuerpo, en la insalvable paradoja del desgarramiento, ser otro y uno
mismo a un solo tiempo; mi cuerpo es mío y me es ajeno. El dolor
–de la adicción– diluye la identidad personal y en su consecuente
aislamiento desfigura los vínculos de socialidad y comunicación del
sujeto. En los estados de dolor como en los de adicción el cuerpo es el
foco omnipresente de todas las acciones y posibilidades del sujeto, el
cuerpo doliente, el cuerpo que se “rebela” –al yo– desde su alteridad
más que desde su anonimato.20

19
San Martín, Javier, op. cit., p. 186.
20
Esto es lo que ocurriría, por ejemplo, en el caso de los deportistas de alto rendimiento o los
músicos profesionales, también según los ejemplos de Depraz. “La carne trascendental
corporal/espiritual —dice Depraz— es depositaria de una difusividad ejercida [...] es el
resultado siempre en acto de una apercepción trascendental que corresponde a una re-
encarnación de sí mismo por el hecho de apercibirse en pleno ejercicio, sea incluso en
una re-sensibilización mediante el ejercicio continuo del cuerpo” (Depraz, Natalie, op.
cit., pp. 18-19). Este ejercicio del cuerpo es atendido aquí como centramiento del cuerpo,
un modo de experiencia en el cual el cuerpo es el centro de la acción del sujeto. En este
caso el proceso de entrenamiento es ciertamente una actividad centrada en el propio
cuerpo, pero de modo tal que el entrenamiento y la concentración en la actividad

168
ALTERACIÓN E INTOXICACIÓN: FENOMENOLOGÍA DEL CUERPO ADICTO MARCELA VENEBRA MUÑOZ

La persona que se encuentra en un estado alterado, digamos de do-


lor crónico o depresión (que es el caso al que recurre M. Rattcliffe21
para explicar el anclaje sensible de los estados de ánimo), se ve a sí
misma en el mundo reducido a la presencia de su cuerpo como órgano
de padecimiento –o de un dolor que lo aísla–. Ese centro de dolor físico
constituye el núcleo de la alteración, porque, en efecto, no se identifica
con la persona concreta. No logra esta identificación cuando, al volver
sobre sí, se encuentra no referido a un mundo –como ocurre con la
persona concreta que tiene como correlato la naturaleza– sino referido
a un foco de dolor continuo que ensordece todo lo demás. La alteración
de la persona estriba entonces en este no-encontrarse en un mundo,
referido a un mundo, sino en la rotunda soledad del dolor del cuerpo.
En el padecimiento el cuerpo ocupa el centro de la atención; fren-
te al dolor la libertad no puede nada. Se trata de un estado en el que
la sensibilidad primaria inunda la entera disposición anímica del
yo: “El dolor nos hace sentir nuestro propio cuerpo de tal modo que
es obvio que es mi cuerpo, pero es, al mismo tiempo, ajeno: más allá
del control de la persona.”22 El cuerpo deviene otro para sí; ese “más
allá del control de la persona” es la dimensión pasiva e impulsiva
de la sensibilidad primaria que se impone en el dolor hasta abarcar
todos los planos de nuestra experiencia. El cuerpo doliente se esca-
pa al yo de la voluntad, se vuelve obstáculo, enfrentante (ob-jectum,
Gegen-stand, “lo que está enfrente”) del yo cuya identidad está afin-
cada en la propiedad de su cuerpo vulnerada en el dolor por el que
el cuerpo es ajeno, alter de sí, escindido del yo por el filo punzante,
quemante o persistente del dolor.23
En este sentido podemos afirmar que la abstinencia (como fase
más amplia del proceso adictivo) es, más que una sensación de dolor

corporal se mantienen en un plano de propiedad corporal, del yo que es su cuerpo,


sin el cual un doble salto mortal sería irrealizable para un gimnasta, por ejemplo. En
el caso de las adicciones no es esa propiedad corporal la que sostiene los actos, sino su
enajenación la que paraliza toda posibilidad activa.
Rattcliffe, Matthew, “The phenomenology and Neurobiology of Moods and Emotions”,
21

en Handbook of phenomenology and Cognitive Science, Dordrecht, Springer, 2010.


22
Svaneaeus, Fredrik, op. cit., p. 121.
23
“Hay dolores constantes, punzantes y quemantes. En contraste con los términos para
la percepción del color, no se ha desarrollado una terminología especial para definir
estas variadas sensaciones. No hay nombres propios para esto. ¿Quizá porque dos
personas pueden ver el mismo color, mientras dos personas no pueden experimentar el
mismo dolor? (Ibíd., p. 108).

169
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

–ya que incluso cobra más fuerza en ella el temor del dolor sensible
por venir, incluso aún más, la valoración negativa de esta clase con-
creta de dolor sensible–, un estado anímico que abarca toda la vida
del sujeto y que se caracteriza por la experiencia del propio cuerpo
como un foco de atención disociado. El cuerpo adicto templa al yo en
el dolor, esto es, su unidad anímico-espiritual concreta, escinde en
el dolor la unidad viviente del cuerpo propio, que deviene parte alie-
nable de sí. Incluso el cuerpo entero se vuelve parte alienable del yo.
En el proceso adictivo se vulnera la identidad del sujeto como ocu-
rre en los estados de dolor crónico y es la alteración anímica la que
produce una constitución alienada del propio cuerpo en esa paradó-
jica consciencia de tener mi cuerpo y, en ese tener, desidentificarme
de él. El cuerpo deviene alter para sí. El cuerpo no se me da como
mío; aun cuando su aprehensión reposa en el aflujo de la sensibilidad
primaria, ese cuerpo, el del sujeto adicto –el que padece dolor—, es
constituido como un objeto o enfrentante del yo; hay una disociación
efectiva (experiencial quiero decir) entre el yo del dolor y su propio
cuerpo que el yo toma y utiliza en su propiedad objetiva, cósica. El
adicto a la heroína casera llamada Krokodile, que ve su propia carne
necrotizada y busca en su rostro un espacio en el que pueda inser-
tar la aguja una vez más, no tiene más que un vínculo intencional y
cosificante con su cuerpo, a tal grado que pretende su aniquilación.
Entonces el dolor de la adicción se deja describir como alteración del
cuerpo, es decir, como devenir alter para sí del propio cuerpo.

3. La adicción como devenir alter para sí del propio cuerpo

El devenir alter para sí del cuerpo propio en el dolor de la adicción


puede verse ahora a través de dos momentos: primero, en el que he-
mos recorrido como enganche, inicio o detonación del proceso adic-
tivo, el dolor aparece como dolor de la abstinencia o temor del dolor
de la abstinencia, donde igual que en el dolor crónico se manifiesta
esta suerte de escisión del yo respecto de la propiedad de su cuerpo,
una desidentificación en la que el cuerpo es foco de irradiación aní-
mica de estados alternados de dolor y placer sensible, el dolor de la
abstinencia y el placer del flash (nombre técnico del trance toxicoló-
gico). El flash es el segundo momento de la experiencia adictiva, el
éxtasis de la intoxicación. Fenomenológicamente podríamos decir
que el flash es el momento más distante del yo en vigilia respecto

170
ALTERACIÓN E INTOXICACIÓN: FENOMENOLOGÍA DEL CUERPO ADICTO MARCELA VENEBRA MUÑOZ

de su cuerpo. El yo se hunde en el dormir sin sueño de la pasivi-


dad. Aquí el cuerpo no es, como en el dolor agudo, confrontante y
obstáculo del yo, sino que el yo libre es sólo espectador distante del
curso de una sensibilidad primaria devenida a un primer plano de
experiencia, pero de una experiencia no reflexiva sino puramente
autosintiente. Un sueño en vigilia, si se entiende este en relación con
los niveles de constitución del propio yo.
El trance del flash es analizable a la luz del concepto de “hiperes-
tesia” que Natalie Depraz pone en circulación en la fenomenología
del cuerpo. “Hiperestesia”24 significa hipersensibilidad del cuerpo
propio no centralizado por la reflexión, pero tampoco pre-yoico, la
hipersensibilidad refiere un estrato constitutivo (experiencial) del
propio cuerpo, más bien “post-reflexivo” o que demanda un apla-
zamiento de la reflexión. Una experiencia de hipersensibilidad no
es una experiencia reflexiva sino de ‘abandono’ a la pasividad. La
hiperestesia es una experiencia no objetivante del cuerpo sino un
modo de reconocimiento del cuerpo desde el nivel de una sensibili-
dad que exige un opacamiento (un ceder al impulso) del yo que deja
traslucir la “carne”. El concepto de carne remite al estrato pre-egoi-
co de la constitución del cuerpo propio (el cuerpo propio es el cuerpo
de un yo) y representa los estratos más básicos de la sensibilidad y el
sustrato anímico de todas las vivencias. A ese plano puramente car-
nal, impulsivo, no se tiene acceso, según Depraz, desde la reflexión
o el yo de la reflexión, sino que demanda un hundimiento del yo en
la pasividad: “El flujo carnal es de-reflexivo —según Depraz— él ha
decantado el movimiento reflexivo”.25 Esto de-reflexivo significa, en
el proceso adictivo, un ceder al impulso, que en el flash como efecto
produce una inundación sensible del yo, o su hundimiento en un
flujo de autosensibilidad del cuerpo, sin tema, sin objeto y en un
horizonte aislado. La de-reflexividad implicaría estas dos fases, la
entrega al impulso y el hundimiento del yo de la voluntad en la car-
ne o el cuerpo del que se desidentifica. En el caso del dolor, el yo está
inundado por su propio dolor, pero en el flash ese yo ha quedado
opacado junto con el mundo entorno; el mundo entorno se estrecha
en los límites de la corporalidad, pero ya no de la corporalidad en su

24
Con este concepto Natalie Depraz pretende explorar “la subjetivación de nuestra propia
carne –comprendida en sus giros objetivantes–, así como la ambivalencia de dicha
objetivación” (Natalie Depraz, op. cit., p. 1).
25
Ibíd., p. 9.

171
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

sentido objetivo sino de una hipersensibilidad no centralizada por


el yo, una corriente sensible que más bien inunda al yo como centro
de propiedad o apropiación del cuerpo. La pasividad sensible no es
puesta aquí en un primer plano reflexivo sino que el centro yoico
reflexivo se hunde en tal corriente sensible.
Desde este punto de vista se diría que, mientras el cuerpo vivido
“no es todavía” aperceptivo, la experiencia del cuerpo intoxicado
“ya no es aperceptiva”. El cuerpo primero no es todavía apercepti-
vo porque es anónimo o transparente, porque sólo el accidente o la
reflexión lo traen a presencia, el segundo “ya no es” porque, par-
tiendo de una experiencia centralizante del cuerpo vivido, ha gene-
rado una desidentificación o alteración, un devenir alter para sí del
cuerpo propio por la que en su propiedad “ya no es aperceptivo”, ha
dejado de serlo en su dejarse arrastrar por la pasividad del impulso.
En el dolor crónico el cuerpo se antepone al yo como su obstáculo,
como el invasor contra el que yo no puede nada; en el flash el yo no
representa ya ninguna resistencia al impulso sensible y el yo de la
voluntad ha quedado suspendido junto con el mundo.
La alteración de la carne en que consistiría el flash no es explici-
tación de la apercepción de sí por el cuerpo, o por la propiedad egoi-
ca del cuerpo, se trata más bien de un opacamiento de la apercep-
ción de sí por la imposición de una hipersensibilidad o difusividad
sensible. La sensación difusiva –cenestesia– de bienestar se explica
como alteración de la carne o hipersensibilización del cuerpo. El
flash trae a presencia lo impresentable, la carne emerge en una ex-
periencia que revela su alteridad primigenia, su alteridad respecto
del yo. La carne que emerge en el arrobo de la hipersensibilidad
(es decir sin perder un ápice de ella, de su alteridad) es la carne in-
toxicada. El yo es ahora una transparencia, permanece en el fondo
como espectador.
Esta determinación de originaria extrañeza del cuerpo vivido
puede explorarse en sus contenidos, o en lo que Depraz llama “su
dinámica estructural”, como una fluida circulación emocional, hi-
lética, pulsional, cinética y cenestésica. La consideración conjunta
de todos estos momentos o determinaciones nos sitúa más allá del
esquema abstracto hylé-morphé; la hylé pertenece a un plano previo
a la polarización interno/externo respecto de la conciencia. La expe-
riencia no reflexiva en su carácter unitario no se ajusta a las oposi-
ciones propias de la actitud natural, incluso psicológica. La fenome-

172
ALTERACIÓN E INTOXICACIÓN: FENOMENOLOGÍA DEL CUERPO ADICTO MARCELA VENEBRA MUÑOZ

nología del cuerpo vivido retiene una continua afluencia entre lo


puramente inmanente y lo meramente trascendente que parece an-
terior a la oposición interior y exterior. La intoxicación de la carne,
en cambio, abre una esfera de la sensibilidad que solo adviene en
el desbordamiento de la experiencia egoicamente centralizada que
deja al descubierto un campo de sensibilidad autoapercibida desde
sí misma, y no ya desde un centro reflexivo, que sin desaparecer
queda más bien atravesado en medio del curso de una sensibilidad
difusiva, como experiencia sin objeto.
La intoxicación –el flash– reduce la experiencia egoica del cuerpo
a un “puro flujo carnal”, en el entendido de que este no es un modo
de dación del cuerpo entre otros posibles. Esta alteración (la intoxi-
cación) es la de la propia carne, la determinación de su alteridad
en el acto de su captación. El flujo carnal no es objeto ni tiene un
objeto. No hay intención a este nivel conformado por una corriente
de sensaciones, sin instanciación, sin localización, vivida por un yo
dormido como un sueño en vigilia. El flash produce este esparci-
miento omniabarcador y omnipresente de la hipersensibilidad que
devora el cuerpo (como cuerpo propio, de un yo). Las sensaciones en
su difusividad poseen el cuerpo sin dejarse poseer por el yo, y es que
la carne no aparece, no se da el flujo sensible, de tal modo que sólo
se deja describir como un continuum pulsional inmanente.
El flash describiría así una experiencia de la corporalidad de-re-
flexiva no de un yo cuerpo o encarnado, sino de una recuperación
de la carne tras el opacamiento del yo. Recuperación de una condi-
ción originaria que la conciencia despierta mantiene por necesidad
en su anonimato. La carne alterada no es lo opuesto del yo, ni su
correlato necesario, sino un momento suyo, la carne es un estrato o
sustrato del yo que no puede abrazar el yo en vigilia sino alterado,
en su devenir alter de sí. La paradójica condición de este sueño en
vigilia estriba en un primer momento en la voluntad del yo de dejar-
se llevar, en la búsqueda de su pérdida.
La intoxicación de la carne describe una experiencia sensible en
la que está entretejida, incidiendo desde dentro, la unidad anímica
y el plexo de motivaciones espirituales del propio sujeto, aun en la
pasividad a la que se entrega. La carne alterada del cuerpo adicto
describe una experiencia que implica una corrosión de la identidad
personal de la vida subjetiva, es decir, la del sustrato sensible que
anega al yo en el flash bordado en la vida espiritual del yo que se

173
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

hunde. ¿Qué hay en el flash que pueda conducir al sujeto a su pro-


pia aniquilación, ya no a su opacamiento momentáneo, sino a su
definitiva disolución? El sujeto toma la libre determinación de su
aniquilación, se entrega a una experiencia prefigurada histórica o
espiritualmente. Esto quiere decir que no es sólo la sensación la que
actúa como acicate de la adicción, sino que es la valoración de la sen-
sación lo que constituye el núcleo y sentido de la necesidad física del
estimulante. Aunque abstractivamente, es distinguible entonces la
sensación hiperestésica de la valoración misma de la sensación. Esta
distinción expone la amplitud de la experiencia adictiva y su funda-
mento en un factor extracorporal en el sentido de no estar determi-
nado por la materialidad orgánica del cuerpo. La experiencia hipe-
restésica del flash está entrelazada y prefigurada por un contenido
espiritual no incrustado sino injertado (co-originario) en la mate-
rialidad del cuerpo. El flash es una experiencia corporal desplegada
en un plano que expone la materialidad del cuerpo (la physis) como
algo más que vísceras y fluidos. El cuerpo humano tiene una di-
mensión espiritual. La carne es tan espiritual como trascendental
y la experiencia adictiva expone la afluencia de esa dimensión, su
incidencia en la constitución del propio cuerpo.

4. El contenido espiritual de la adicción

Unidad anímico-espiritual significa vida que no se reduce a ningu-


na de sus fases. La arquitectónica de esta unidad se muestra desde su
dimensión más básica o su materialidad viva en el entorno de cosas
vivas y meros objetos físicos; esto significa que aun en su primitiva
materialidad la vida se comprende en su referencia al mundo. Esa
vida está entre las cosas de modo tal que constituye un continuum
de lo viviente; yo estoy en mi entorno como parte o momento de él;
mi piel se eriza como reacción al frío, mi cuerpo transpira si el calor
es abrasador, etc. Cada reacción corporal es enlace del entorno por
esa sensibilidad básica (ubistésica) y continua afectación que cons-
tituye el “medio” de mis más inmediatas acciones. A este estrato le
llama Husserl proto-sensibilidad o sensibilidad primaria.26 La pro-

26
“La protosensibilidad son los datos sensibles, los datos de color en su campo visual
de sensación, que es unidad anterior a toda apercepción [...] pero también los datos
sensibles del impulso, los impulsos no como cosas supuestas trascendentes a la
conciencia sino como protovivencias, siempre pertenecientes a la composición del

174
ALTERACIÓN E INTOXICACIÓN: FENOMENOLOGÍA DEL CUERPO ADICTO MARCELA VENEBRA MUÑOZ

tosensibilidad está fundada en la impresión que deriva en protosen-


sibilidad y en la dimensión afectiva que orienta de algún modo las
acciones del yo. La protosensibilidad no se origina en asociaciones;
lo mismo aplica para las protointelecciones, pues no son asociativas
sino que son, de acuerdo con Husserl, “simplemente irradiadas por
el yo”.27 La más básica “actividad” egoica es espontánea y receptiva.
La sensibilidad secundaria abarca los “sentimientos espiritua-
les” y la esfera de las emociones. Esta esfera también llamada de
la sensibilidad “impropia” tiene un carácter intelectivo articula-
do con la dimensión espiritual de la existencia y, a su vez, fundada
en estados anímicos que representan la dimensión más amplia y
abarcadora de la vida subjetiva concretamente personal: “Quizá
sea terminológicamente mejor distinguir –afirma Husserl– entre
sensibilidad propia e impropia, y por este último lado hablar tam-
bién de sensibilidad intelectiva o espiritual y por el primero de
sensibilidad sin espíritu”.28 Los niveles más básicos no determi-
nan unidireccional y absolutamente a los niveles más complejos y
las experiencias actuales se sedimentan en la estructura de hábi-
tos y el nexo de motivaciones de tal manera que llegan a incidir y
modificar los elementos primarios de la vida anímica, modulan-
do estilísticamente el instinto y la tendencia. Las sedimentaciones
generan predeterminaciones de la experiencia, a las que Husserl
llama habitualidades, que funcionan como una suerte de “rieles”
de las vivencias, y experiencia sedimentada, que orienta y prefi-
gura el decurso del presente.
La adicción no es como el hambre, un impulso primario que se
agota en la pasividad o la organicidad. En la experiencia de la adic-
ción, como experiencia del propio cuerpo (o que tiene el cuerpo pro-
pio como centro de irradiación) convergen las fluidas estructuras
que conforman la individualidad del sujeto. El entorno, la circuns-

subsuelo anímico.” Husserl, Edmund Ideas II, Anexo XII, p. 387.


La protosensibilidad no es receptividad sino pasividad, la pasividad es el ámbito más
27

básico de la vida de conciencia respecto del cual el yo no tiene ninguna participación


sino que prefigura orientaciones o acciones egoicas: “La protosensibilidad —afirma
Husserl— la sensación, etc., no nace a partir de bases inmanentes, de tendencias anímicas;
ella está simplemente ahí, se presenta [...]. Por otro lado el yo presupone la sensibilidad
como afección, como estímulo, primero la protosensibilidad y luego la secundaria. El yo
siempre tiene un haber. La protosensibilidad es su proto-haber” ibídem (en mayúscula
en el original).
28
Husserl, Edmund, Ideas II, Anexo XII, §2, p. 387.

175
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

tancia psicosocial en la que tanto interés tiene la sustancia adictiva


como el proceso de administración, la vía, los instrumentos y, sobre
todo, la circunstancia socialmente tipificada:
Es la aguja lo que te engancha. La heroína es una sustancia más,
en un momento dado, como el vino. Pero te construyes una vida
entera alrededor de eso [...]. Quizá sea innecesario aclarar —
dice Escohotado— que nunca me fascinó lo más mínimo el papel
de yonki. Pero sin esa fascinación me parece difícil que alguien
arrostre los trabajos imprescindibles para contraer una verda-
dera dependencia física.29

La constitución personal y su determinación histórica tienen


una incidencia directa sobre los efectos producidos por cada sustan-
cia. Una de las tesis que sostiene la neurobiología de las adicciones
es que la riqueza o pobreza del ambiente es directamente propor-
cional a las posibilidades de generación de patrones adictivos en los
sujetos expuestos.30 Esta perspectiva no hace sino trasladar un fac-
tor de determinación externa (el entorno material) a una determi-
nación interna (los patrones de consumo de las sustancias activas),
pero dice todavía muy poco del proceso adictivo en humanos. Entre
sujetos humanos el ambiente más “rico” (espiritualmente) puede es-
timular las tendencias adictivas de los sujetos y el consumo de una
sustancia tóxica puede incluso verse como un modo de “ampliar” la
experiencia del entorno inmediato u ordinario.
La alteración anímica precede a la intoxicación, pues los estados
anímicos prefiguran los efectos (y la valoración de los mismos) que
causalmente recaen en la sustancia adictiva. La alteración precede a
la intoxicación y la encauza; no sólo a nivel de las motivaciones que
operan en el proceso adictivo sino de las modificaciones perceptivas
que se registran en el trance de intoxicación. Hay habitualidades
de los modos de percepción sensible que determinarían también
la percepción sensible alterada, es decir, la modalidad del placer o
dolor que permea, en este caso, la percepción sensible del propio
cuerpo. La esfera pre-egoica tiene una unidad idéntica y un estilo,

Escohotado, Antonio, Historia general de las drogas. Incluyendo el apéndice


29

Fenomenología de las drogas, Madrid, Espasa Calpe, 2004, p. 1220.


30
Ver Venebra, Arturo et. al., “Enriched environment attenuates nicotine self-
administration and induces changes in ∆FosB expression in the rat prefontal cortex
and nucleus accumbens”, en Cellular, molecular and developmental neuroscience,
NeuroReport, Vol. 25, No. 9, 2014, pp. 688-692

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ALTERACIÓN E INTOXICACIÓN: FENOMENOLOGÍA DEL CUERPO ADICTO MARCELA VENEBRA MUÑOZ

una determinación individualizante del sujeto que pervive incluso


en su desenvolvimiento pasivo del propio cuerpo.
Uno de los casos que recupera Escohotado y que puede ser muy
útil para ejemplificar la precedencia de la alteración (en relación
con la analogía que antes establecimos entre dolor crónico como es-
tado anímico y dolor de la adicción) es que los sujetos que padecen
algún tipo de dolor crónico son más propensos a incurrir en patro-
nes adictivos a sustancias como la heroína, cuyos efectos son descri-
tos como estados de “felicidad”. Parece que la captación del estado
de intoxicación está determinado por el estado de dolor crónico que
le precede como alteración anímica. El estado alterado de dolor de-
termina la captación de la sensación como bienestar generalizado o
placer difusivo que produce, por ejemplo, una dosis de heroína en
un adicto avanzado con antecedentes de dolor crónico u otro tipo de
alteración anímica (como depresión o ansiedad).
Escohotado describe la sintomatología de la heroína como me-
nos depresora que la morfina, es decir, no induce el sueño sino
un “excedente de satisfacción activa”: “La inyección intraveno-
sa actúa en muy pocos segundos, con sensaciones casi siempre
desagradables para el recién iniciado (si no le aquejan dolores
o sufrimientos), que el usuario crónico atesora como momentos
de placer supremo”. 31 El f lash se caracteriza por una “interrup-
ción del desasosiego”. Aquí el placer es pura ausencia de dolor.
¿Qué es en realidad ese estado generalizado de bienestar? En
términos neurobiológicos todas las drogas (opiáceas o de otro
tipo) actúan sobre el “sistema de recompensa” produciendo una
masiva liberación de dopamina que induce una inmediata sen-
sación ilocalizada de bienestar. 32 Escohotado define el estado de
intoxicación como una “estimulación general difusa”, 33 término
que designa la sensación de bienestar que una dosis media de

31
Escohotado, Antonio, op. cit., p. 1215.
La prolongación y agudeza de esta sensación depende de la “desconexión” de las vías
32

que van del tálamo a la corteza cerebral, se ralentiza la actividad eléctrica del sistema
nervioso afectando directamente a las funciones de aprendizaje y memoria, que, a su vez,
dependen del puente fisiológico que va del estímulo y la sensación a la corteza cerebral
donde la información se organiza. Las alteraciones son puramente sensoriales, o bien los
datos de sensación permanecen a nivel de los núcleos subcorticales. Cambia la actividad
eléctrica provocando hiperpolarizaciones o despolarizaciones neuronales que afectan
directamente a los receptores sensibles (Ver Venebra, Arturo et. al., op. cit.).
33
Escohotado, Antonio, op. cit., p. 1214.

177
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

heroína produce, por ejemplo, en un usuario habitual no nece-


sariamente adicto.
El proceso adictivo es más bien relativo a la valoración subjetiva
del consumo en cuanto tal y las disposiciones psicológicas e históri-
cas de los sujetos. En la detonación de la sensación opera una dispo-
sición espiritual subjetiva que incluye las habitualidades del consu-
midor. La variación efectiva de la sensibilidad es todavía un aspecto
impenetrado por las descripciones bioquímicas.34 ¿Qué es en verdad
el placer sensible que se describe aquí como “bienestar generaliza-
do”? Podemos servirnos de la distinción que establece Husserl entre
sensibilidad propia e impropia: en la propia o primaria se desplie-
ga el impulso como protovivencia y corresponde a la sensibilidad
más básica. La sensibilidad impropia, la espiritual, es el plano en
el que se comprende el “bienestar generalizado” que no describe
una mera sensación física, ni múltiples e ilocalizadas sensaciones
simultáneas, sino una difusividad sensible que abarca la totalidad
del cuerpo y su mundo entorno:
El temple de ánimo no es un mero fondo emotivo a la manera de
una tonalidad que ‘refleja’ mi estado anímico en el entorno sino
la exhibición de cómo ese entorno es a su vez el margen de mo-
vimiento de mi actividad práctica y cómo asumo dicho entorno
como el correlato de mis habitualidades prácticas.35

El estado de bienestar generalizado no es una mera sensación


aislada sino un sentimiento espiritual en cuyo núcleo de irradia-
ción hay una captación valorativa de la sensación, que incide “desde
dentro” en los efectos causalmente atribuidos a la sustancia activa.
Un sentimiento espiritual de gozo corporal (como el de la intoxica-
ción) implica la valoración positiva de la sensación: ¿Hasta dónde
es posible distinguir entre la corriente de placer sensible que inun-
da el cuerpo del adicto y las aprehensiones de esta corriente, sus
apercepciones carnales como agrado en sí mismo? Los sentimientos
espirituales tienen un subsuelo anímico (como todo lo espiritual),
corresponden al plano de la sensibilidad secundaria o impropia o

34
Refiriéndose a los variables efectos de la marihuana, dice Escohotado: “Esto resulta
incómodo de explicar considerando que el THC es una molécula invariable, y las plantas
se limitan a ofrecer distintas concentraciones de lo mismo” (Escohotado, Antonio, op.
cit., p. 1308).
35
Quepons, Ignacio, op. cit., p. 72.

178
ALTERACIÓN E INTOXICACIÓN: FENOMENOLOGÍA DEL CUERPO ADICTO MARCELA VENEBRA MUÑOZ

intelectiva y se distingue de la protosensibilidad por ser esta sin es-


píritu: “En el placer de la sensación —nos dice Zirión— no puede ha-
blarse de sentido, de razón o sinrazón: no se constituye ninguna ob-
jetividad axiológica... en el ‘placer espiritual’, sí...”.36 Un sentimiento
espiritual no es una mera sensación sino que implica una valicep-
ción.37 El placer espiritual tiene un objeto intencional que constitu-
ye como valioso, bello o agradable, al que se dirige la voluntad. Espí-
ritu quiere decir sentido intersubjetivamente constituido del mun-
do entorno, la vida personal biográfica, la vida significativa de uno
mismo. En la administración de sustancias tóxicas, según describe
Escohotado, influye tanto la valoración de la circunstancia como la
naturaleza de la sustancia. Añadiría que, en tal caso, hay también
una valoración positiva de los efectos, de la sensación hiperestésica
del flash, que es el gatillazo de todo el proceso adictivo. La valicep-
ción de las sensaciones y los sentimientos sensibles juega un papel
central en la descripción del “enganche” adictivo y esa valicepción,
la valoración positiva de los efectos sensibles, es lo que se explica a
través de los sentimientos espirituales pues el placer producido por
la sustancia adictiva no es solo sensible en los términos básicos de la
sensibilidad primaria, sino que es un sentimiento espiritual deter-
minado por una valoración positiva del placer en cuanto tal, quiero
decir que la sensación de bienestar generalizado que describe, por
ejemplo, la perspectiva hedonista no se explica solo en términos de
la sensibilidad primaria sino como una sensación prefigurada es-
piritualmente o fundada en valoraciones emergentes en un marco
cultural (e histórico) concreto que incide en la valoración de dicha
sensación. Esta valoración se entiende, además, en relación con el
marco general del estado anímico personal.
Las variaciones individuales se producen en el ámbito de la cap-
tación valorativa de los efectos. En esta variación distinguimos,
del placer sensible, el sentimiento espiritual de placer, además el
“placer espiritual” está determinado por la disposición anímica
que subjetivamente incide en la captación de la sensación que se

36
Zirión Quijano, Antonio, op. cit., p. 11.
“Valicepción” quiere decir captación del valor en el objeto sensiblemente dado: “La
37

más primigenia constitución de valor se ejecuta en la emoción como aquel abandono


disfrutante preteórico (en un sentido amplio de la palabra) del sujeto-yo sensible, para
el cual ya desde hace décadas he usado [...] la expresión valicepción [...] un análogo de
la percepción” (Husserl, Edmund, Ideas II, §4, p. 39).

179
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

estructura desde el tejido de habitualidades: el que para unos algo


sea sentido como sufrimiento lo que otros describan como bienestar
máximo se explica desde la circunstancia anímica concreta de cada
sujeto. La valoración de la sensación de placer (o de dolor) funciona
aquí como lo que orienta el acto, pero tal valoración tiene su funda-
mento en una alteración anímica previa: el dolor de la abstinencia
que ha quedado sedimentado en la experiencia del sujeto adicto. No
sería entonces una necesidad meramente biológica la que impele al
sujeto a buscar otra dosis, sino la valoración negativa del dolor por
venir y la valoración positiva del alivio o cese de la ansiedad que
trae consigo el consumo. En el orden del proceso adictivo es la valo-
ración negativa de la propia situación de abstinencia la que precede
a la intoxicación y prefigura los efectos de la misma.
La aproximación a la adicción como un estado anímico espiri-
tualmente bordado nos abre una vía nueva de análisis. Primero,
porque nos conduce a tematizar el “trauma” de la abstinencia antes
que la búsqueda de placer. Segundo, nos permite ver que, así como
los estados anímicos tienen un anclaje en la sensibilidad, las propias
sensaciones están orientadas por los estados anímicos asociados a
disposiciones habituales que abarcan, incluso, modos de la percep-
ción sensible, y que son irreductibles a variaciones orgánicas. Se
altera el cerebro, sí, se altera el cuerpo en sus funciones orgánicas y
bioquímicas, es innegable, pero la alteración38 no se entendería sin
más como una corriente de dopamina viajando a toda velocidad por
el sistema nervioso, produciendo y rompiendo sinapsis, etc. El au-
mento en la actividad del sistema dopaminérgico no es en verdad la
“alteración” ni puede explicarla, la alteración no se limita al momen-
to del flash y detona ella misma el proceso adictivo. Esa alteración es
primeramente anímica, mas lo anímico no se agota en lo corporal
orgánico ni lo corporal orgánico se limita a una masa de vísceras y
sangre.39 En todo caso lo orgánico es (fenomenológicamente pensa-
do) lo viviente, que implica al mundo y en él a los otros; es decir, el

38
La alteración abarca aquí las dos dimensiones del consumo de drogas que señala
Escohotado, tanto la intoxicación como la ebriedad: “El estado que produce una droga
psicoactiva puede llamarse intoxicación (si se considera su contacto con nuestro
organismo) y llamarse ebriedad (si se considera el efecto que esta sustancia ejerce
sobre el ánimo); para la intoxicación intensa de alcohol disponemos de la palabra
embriaguez, o borrachera en casos límites” (Escohotado, Antonio, Aprendiendo de las
drogas. Usos, abusos, prejuicios y desafíos, Barcelona, Anagrama, 1995, p. 25.)
Serrano de Haro, Agustín, op. cit., p. 183.
39

180
ALTERACIÓN E INTOXICACIÓN: FENOMENOLOGÍA DEL CUERPO ADICTO MARCELA VENEBRA MUÑOZ

cuerpo vivido tiene una dimensión espiritual. La consideración na-


turalista del cuerpo angosta la perspectiva neurobiológica, porque
tratándose de un cuerpo (anímico) humano es necesario considerar
también su dimensión espiritual40 o no material, es decir, su dimen-
sión cultural pero más allá de los dualismos que lastran la tradición
metafísica moderna.
El asunto fenomenológico es en verdad dar cuenta de los modos
en que el tejido de habitualidades actúa como horizonte de moti-
vaciones del sujeto enlazadas a la constitución de su propio cuer-
po. Este tejido vertebra la vida práctica, valorativa y espiritual de
la persona concreta. El cuerpo, en la medida en que es experiencia
del propio cuerpo, está también atravesado (prefigurado) por el ho-
rizonte espiritual o interpersonal de los sujetos; el cuerpo en tanto
constituido es una objetividad cultural o espiritual. Las descripcio-
nes estructurales de sus modos de constitución en la alteración es
parte de lo que la fenomenología puede aportar al análisis científico
de las adicciones, la consideración del cuerpo desde la experiencia
anímico-espiritual del mundo.

En el contexto de Ideas II, se refiere nada más que a todo lo cultural, es decir, lo que
40

se gesta y emerge en el entrelazamiento de las personas y sus mundos circundantes


en un mundo común. “Las personas no se aprehenden comprehensivamente sólo de la
manera sin duda primera y fundante en la cual el uno comprende la corporalidad del
otro que pertenece a su mundo circundante, y el sentido espiritual de ésta como cuerpo
[...] sino también [...] actúan, pues, personalmente enlazados” Husserl, Edmund, Ideas
II, Anexo XII, §1, p. 239 /12.

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

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gua inglesa “Colorations and Moods in the Studien zur Struktur des
Bewusstseins”, el cual será publicado próximamente en The New
Yearbook for Phenomenology and Phenomenological Philosophy, 2018
(en prensa). Una versión de este análisis aparecerá en español en
2018 en la revista Isegoría (también en prensa).

183
Jacob Böhme
zum Titelkupfer der Aurora

184
Gilles Deleuze, el Ungrund
en lengua francesa
LUCA RODRÍGUEZ
(UNIVERSIDAD PARÍS VIII - UNIVERSIDAD DE LYON - URUGUAY)

Recibido el 14 de mayo de 2018 – Aceptado el 6 de agosto de 2018

RESUMEN: El siguiente artículo se propone estu- ABSTRACT: The following article examines the
diar el concepto de Ungrund o sin-fondo a partir concept of Ungrund, non-ground or groundless-
de la lectura que Deleuze hace de este. Para ello ness from the perspective of Gilles Deleuze.
proponemos, en primera instancia, un repaso Firstly, we propose to do a revision concerning
por las distintas traducciones al francés del tér- the different translations of the word from
mino alemán. Término que designa lo Absoluto, German into French. This word, in its original
lo Indeterminado al que podemos encuadrar language, means the Absolute, the Undeter-
dentro de la larga tradición de la mística alema- mined which can be attributed to the German
na, que tuvo fuerte impacto en el romanticismo mysticism, which is a long-lasting philosophical
alemán. Dicha tradición no es comúnmente aso- tradition that had a remarkable impact and
ciada al pensamiento deleuziano, más próximo influence on the German Romanticism. Among
del spinozismo y en cierta medida del kantismo. the common influences on Deleuze’s work, the
El filósofo francés propone una lectura del mystical tradition is not the most quoted, and we
Ungrund que pasa a menudo por Schelling para found instead Spinoza’s work as well as the Kan-
instalarse en el análisis de Böhme realizado por tian tradition. The French philosopher suggests
el historiador de la filosofía Alexandre Koyré. El a reading of the Ungrund that meets Schelling
Ungrund resulta fundamental para entender el and finally access to the core of Böhme’s works
comienzo del primer capítulo de Différence et by the reference of Alexandre Koyré, the famous
répétition que se abre sobre el problema de la Historian of Philosophy. The Ungrund plays a
indiferencia. Asimismo, el sin-fondo guarda una fundamental role in the understanding of the first
íntima relación con uno de los conceptos claves chapter of Différence et repetition, that begins
del Deleuze de los años sesenta –como es el with the notion of indifference. In the same way,
concepto de bêtise– y es parte fundamental en the non-ground keeps a strong connection with
el desarrollo de la Idea en el filósofo parisino. the concept of bêtise and also with the develop-
ment of the Idea in the Parisian philosopher.
PALABRAS CLAVES: Deleuze – Ungrund – Bêtise -
Idea. KEYWORDS: Deleuze – Ungrund – Bêtise – Idea.

Luca Rodríguez (Montevideo, 1990), es Magister en filosofía por la Universidad de París


VIII (2016). Actualmente se encuentra realizando una tesis de doctorado en la Universi-
dad de Lyon sobre la metafísica del mal en Leibniz y Deleuze.

185
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Allein das Wesen Gottes stehet in Kraft,


und es begreift es nur der Geist und
nicht das tote Fleisch.
Jakob Böhme, Aurora, XXIII, § 46.

El Ungrund o sin-fondo tiene su presencia en la filosofía deleuzia-


na. Dicha noción aparece particularmente en la tesis principal de
estado de Gilles Deleuze, publicada en 1968 bajo el título Différence
et répétition. El sans-fond está presente también en Logique du sens,
libro publicado un año después de la salida en imprenta de su te-
sis. El concepto de sin-fondo pierde fuerza una vez empezados los
trabajos con Félix Guattari. Por ejemplo, en L’Anti-Œdipe no encon-
tramos ninguna referencia al Ungrund y en las obras posteriores a
esta, solo algunas menciones marginales.1
Ya es momento de preguntarnos ¿Por qué nuestro interés se dirige
hacia el Ungrund en lengua francesa? En definitiva, ¿cuál es la relación
del Ungrund con la lengua francesa? En primer lugar, en Deleuze, el
Ungrund se expresa en francés, salvo una excepción en el último capí-
tulo de Différence et répétition donde la palabra aparece en alemán.2
Deleuze prefiere, recurrentemente, emplear sans-fond o sans fond (sin
guión) para referirse al Ungrund. Se trata de un juego típicamente de-
leuziano: el autor es poco cuidadoso con las etimologías y a veces has-
ta parece llevárselas por delante. Esto tiene como efecto que el lector
poco familiarizado con la mística alemana o el romanticismo alemán
termine por perder de vista la filiación germánica en este caso pun-
tual.3 En segundo lugar, Gilles Deleuze es un filósofo francés, demasia-
do francés; o más bien un filósofo très parisien. El autor de Différence

1
Deleuze emplea, creemos, indistintamente sans-fond y sans fond (sin guión). El término
aparece 27 veces en Différence et répétition (París, PUF, 1968) y 23 veces en Logique du
sens (París, Minuit, 1969). Si tomamos los pasajes posteriores a Logique du sens donde
el Ungrund está presente, encontramos su uso en Deleuze, Gilles y Guattari, Félix, Mille
Plateux, París, Minuit, 1980, p. 418; Deleuze, G., Foucault, París, Minuit, 1986, p. 23;
Cinéma 1 - L’image mouvement, París, Minuit, 1983, p. 37, 38, 77, 86; Cinéma 2 - L’image
temps, París, Minuit, 1985, p. 309, 311. Y finalmente en Le pli, París, Minuit, 1988, p. 104.
2
Deleuze, Gilles, Différence et répétition, op. cit., p. 296.
3
Jacques Rancière menciona dicha filiación en La chair des mots, París, Galilée, 1998,
p. 186. Para este autor, el zócalo de la filosofía deleuziana puede encontrarse en la
filosofía alemana.

186
GILLES DELEUZE, EL UNGRUND EN LENGUA FRANCESA LUCA RODRÍGUEZ

et répétition no dictaba clases en Estados Unidos como lo hacían sus


contemporáneos Foucault, Derrida, Serres, Lyotard, entre otros. Tal
como se lo puede escuchar en las entrevistas con Claire Parnet para
El abecedario, su inglés era pésimo. Deleuze es un filósofo casanier. A
él no le gustaba viajar; así, al menos, testimonia el escritor y amigo de
Deleuze, Michel Tournier, a quién Deleuze le dedicó un artículo que
forma parte de los apéndices de Logique du sens: Michel Tournier et le
monde sans autrui. Según el testimonio de Tournier, el filósofo en su
juventud habría cruzado por primera y única vez la frontera de Fran-
cia con Alemania, y además no se interesaba en el alemán.4 Si Deleuze
es un filósofo que descuida las etimologías y no emplea casi nunca el
Ungrund en su idioma de origen, nos resulta, en cambio, de interés in-
dagar por la génesis del sans-fond, como también su utilización en el
pensamiento del filósofo parisino.

Del Ungrund al sans-fond

El Ungrund tiene sus orígenes en el pensamiento místico y Deleu-


ze toma contacto con dicho pensamiento a partir de una temprana
edad. Así lo sostienen François Dosse y –siguiendo a este– Joshua
Ramey, quien observa un cierto hermetismo en Deleuze, con espe-
cial énfasis en las reuniones a las que asistía el joven Deleuze en
casa de Marie-Madeleine Davy y de Marcel Moré.5 Estas reuniones
eran frecuentadas por De Gandillac como también por Wahl, dos de
los maestros de Deleuze. Un episodio curioso: nuestro joven filósofo
atiende al pedido de Davy de escribir una introducción a la obra de
Malfatti titulada: Études sur la mathèse ou anarchie et hiérarchie de
la science.6
Jean Wahl, el profesor de la Sorbonne, historiador de la filosofía con
una obra importante y vasta, influyó considerablemente en Deleuze,
no solamente a través de la obra Les Philosophies pluralistes d’Angle-

4
La entrevista se puede escuchar en: https://www.franceculture.fr/emissions/les-nuits-
de-france-culture/radio-libre-gilles-deleuze-vitesse-infinie-1925-1995-gilles [último
acceso: 18 de septiembre de 2018].
5
Cf. Ramey, Joshua, The hermetic Deleuze. Philosophy and the Spiritual ordeal, Durham,
Duke University Press, 2012, pp. 89-90.
6
Deleuze, Gilles, “Mathèse, science et philosophie”, en Lettres et autres textes, París,
Minuit, 2015, pp. 288-298.

187
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

terre et d’Amérique, obra que marcó un antes y un después en la recep-


ción de la filosofía anglosajona en Francia. Además, Wahl es de suma
importancia en la lectura deleuziana de Leibniz con Whitehead en Le
pli y en los cursos de Deleuze de 1980 y 1987 en la Universidad de París
8 donde Vers le concret era lectura obligatoria. Es posible encontrar
trazos de Wahl en la metafísica más dura de Différence et répétition,
donde Deleuze seguramente se apoyó en el arduo Traité de Métaphy-
sique. A su vez, la lectura de Platón en su tesis debe bastante al Étude
sur le Parménide de Platon. Pero, para este trabajo, tal vez sea mejor
mencionar un libro poco conocido de su autoría: Poésie, pensée, percep-
tion, donde el tono de Wahl es más místico que en sus libros de historia
de la filosofía. A decir verdad, Wahl no se refiere propiamente al Un-
grund en su libro, pero la idea del hambre universal –que es analizado
en dicha obra– hace pensar en él. Estas son las palabras del Wahl al
respecto: “El hambre como fuerza cósmica (hambre universal), como
principio de desenvolvimiento [Développement], como Élan vital, tal es
la imagen que está en el centro”.7
Otra referencia obligada para entender el interés por el pensa-
miento místico en Deleuze es, como ya mencionamos, la de Maurice
de Gandillac, su director de tesis. Mucho más cercano de la teología
mística, Gandillac es autor de una Introduction aux œuvres complètes
du Pseudo-Denys y estudió también muy de cerca la mística renana
de Eckhart, Taulero, Suso. Mencionamos en especial su tesis sobre
el pensamiento de Nicolás de Cusa, leída por el filósofo de Différence
et répétition.8 De Gandillac parecería una pista más acertada que
Wahl para abordar el problema del Ungrund; no obstante, este no lo
aborda. Esto nos lleva a un tercer desplazamiento hacia otro histo-
riador de la filosofía que va directamente al encuentro del Ungrund
deleuziano: hablamos del filósofo de origen ruso Alexandre Koyré.
Las influencias de Koyré en Deleuze son sin duda menores que las
de Wahl y De Gandillac. Koyré no aparece en las casi cuatrocientas
páginas que componen la tesis de Deleuze, pero en lo referente al
problema del sin-fondo, su contribución resulta central.

7
Whal, Jean, Poésie, pensée, perception, París, Calmann-Lévy, 1948, p. 64.
8
Cf. De Gandillac, Maurice, La Philosophie de Nicolas de Cues, París, Aubier, 1941.
Sobre Eckhart, De Gandillac dice lo siguiente : “no habrá que ver en el predicador
de Hochheim un herético de segundo nivel, sino más bien el anunciante de las más
grandes revoluciones espirituales, el precursor de toda la metafísica alemana”, en
Eckhart, Traités et sermons, París, Éditions d’aujourd’hui, 1976, p. 24. La traducción es
propia. En lo que sigue, siempre que no se indique el traductor, la traducción es propia.

188
GILLES DELEUZE, EL UNGRUND EN LENGUA FRANCESA LUCA RODRÍGUEZ

La influencia de Koyré, que es el punto de partida de nuestro artí-


culo, supone una referencia más conceptual que personal. La filosofía
de Koyré emerge en Deleuze desde un segundo plano pues se encar-
na en la tesis complementaria para la obtención del doctorado de es-
tado: Spinoza et le problème de l’expression. En dicha tesis, el nombre
de Koyré se torna central, aunque su aparición es breve. En una nota
al pie de la página 12 de Spinoza et le problème de l’expression, el autor
sugiere al lector la consulta de dos obras de Alexandre Koyré, la pri-
mera es su tesis doctoral: La philosophie de Jacob Boehme, dedicada a
Étienne Gilson, miembro del jurado, y a Léon Brunschvicg, director;
la segunda es una obra posterior titulada Mystiques, spirituels, al-
chimistes du siècle allemand : Schwenckfeld, Séb. Franck, Weigel, Pa-
racelse, obra que contaba con un prefacio de Lucien Febvre, quien
también escribió el prefacio a la primera traducción de las Investiga-
ciones de Schelling en francés. Veamos ahora el párrafo que precede
la nota al pie del libro de Deleuze sobre Spinoza:
Implicación y explicación, envolvimiento y desarrollo, son tér-
minos heredados de una larga tradición filosófica, siempre acu-
sada de panteísmo. Precisamente porque estos conceptos no se
oponen sino que los mismos reenvían a un principio sintético:
la complicatio. En el neoplatonismo, acontece a menudo que la
complicación designe al mismo tiempo la presencia de lo múl-
tiple y de lo Uno y lo Uno en lo múltiple. Dios, es la Naturaleza
«complicativa»; y dicha naturaleza explica e implica Dios, en-
vuelve y desarrolla Dios. Dios «complica» las cosas, pero toda
cosa lo explica y lo envuelve. Este engranaje de nociones cons-
tituye la expresión; en este sentido, se caracteriza una de las
formas esenciales del neoplatonismo cristiano y judío, tal como
este evoluciona durante la Edad Media y el Renacimiento. Desde
este punto de vista, podríamos haber dicho que la expresión era
una categoría fundamental del pensamiento renacentista.9

Creemos que se puede apreciar a partir de esta cita de Deleuze


la importancia del libro de Koyré en tanto devela el problema de la
expresión, objeto de la tesis complementaria de Deleuze. El Ungrund
está íntimamente inscrito en el problema de lo Uno de inspiración
platónica, el cual es puesto en juego por Deleuze en este párrafo. Se
trata del pasaje de lo Uno a lo múltiple, de la participación del Uno
en el Ser o, según el Parménides, cómo operar el pasaje de la primera

9
Deleuze, Gilles, Spinoza et le problème de l’expression, París, Minuit, 1968, p. 13.

189
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

hipótesis a la segunda. Todo esto lo veremos con más profundidad


a lo largo del texto; por ahora, cabe decir que la filosofía de Böhme
toca un punto neurálgico de la cuestión de la expresión en Deleuze
que alcanza a Spinoza y a Leibniz.10 El Dios-Naturaleza complicativa
se resuelve en Böhme, a través de las signaturas de manera análoga
a Paracelso. Con esto queremos decir que Dios no es propiamente
hablando la naturaleza, sino que se expresa (en el mundo) a través
de ciertas marcas o signaturas: el mundo es una expresión y una
encarnación orgánica de la divinidad. El surgimiento del ser viene
luego y desde el Ungrund, la deidad en tanto tal (Gottheit) se distin-
gue del Dios creador que está asociado a la naturaleza en su mani-
festación por medio de las signaturas.
Tendríamos que decir también que el problema del sin-fondo
no se reduce a su relación con el problema de la expresión, puesto
que es en realidad el terreno del Absoluto. Si bien en Différence et
répétition Deleuze no pasa por Böhme, sí lo hace por Schelling, el
cual tiene un planteamiento similar e inspirando en el zapatero de
Görlitz. En el libro sobre Spinoza, Deleuze se distingue de la lectura
que hace Schelling del spinozismo, y propone una lectura de Böhme
para entender a Schelling: “Incluso cuando Schelling elabora su fi-
losofía de la manifestación (Offenbarung), no remite a Spinoza sino
a Böhme: es de Böhme, y no de Spinoza o incluso de Leibniz, que le
viene a Schelling la idea de expresión (Ausdruck).”11 Esta observa-
ción no es únicamente deleuziana; la lectura del filósofo teutónico
deja marcas profundas en la obra de Schelling, en particular a par-
tir de 1809 en las Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la li-
bertad humana y en el libro inacabado Las edades del mundo. Según
Xavier Tilliette, este preciado descubrimiento se debe al autor de
los Fermenta cognitionis: Franz von Baader.12 Antes de que lo leyera

“Esta cuestión es tan importante que Leibniz hace de la expresión uno de sus conceptos
10

fundamentales. En Leibniz, como en Spinoza, la expresión tiene un alcance a la vez


teológico, ontológico y gnoseológico” (ibíd., p. 139). No podemos entrar aquí en el
problema de la expresión en Deleuze, que ocupa una tesis entera. Sólo lo mencionamos
al pasar, dado que lo que nos interesa es mostrar una permanencia del Ungrund, de las
signaturas de Dios cuando este todavía no es.
11
Ibíd., p. 14.
12
“El encuentro personal con Franz Baader fue determinante. Baader provoca una
especie de conversión de Schelling, quien le desveló el mundo tumultuoso y barroco del
filósofo teutónico. De forma que la inflexión mayor que distingue las Investigaciones
sobre la libertad y la empresa de las Weltalter se resume casi unilateralmente al
descubrimiento de Böhme, mediado por Baader, y en la adopción de los temas del

190
GILLES DELEUZE, EL UNGRUND EN LENGUA FRANCESA LUCA RODRÍGUEZ

Schelling, Böhme era ya conocido no solamente por Baader: Tieck,


Novalis y Schlegel ya se referían a Böhme como “nuestro J. Böhme”,
por lo que podemos afirmar que Schelling es tanto actor como es-
pectador del descubrimiento.
Pasemos ahora a Deleuze. ¿Dónde comienza a hablar del proble-
ma del Ungrund en Différence et répétition? Desde el principio, o al
menos, desde donde creemos tendría que empezar el libro, es decir,
desde la indiferencia. Deleuze da comienzo al primer capítulo del
libro de esta manera:
La indiferencia tiene dos aspectos: el abismo indiferenciado, la
nada negra, el animal indeterminado en cual todo se disuelve –
pero también la nada blanca, la superficie vuelta calma donde
flotan las determinaciones no enlazadas, como miembros despa-
rramados, cabeza sin cuello, brazo sin espalda, ojos sin frente. Lo
indeterminado es, de hecho, indiferente, pero las determinaciones
flotantes no lo son menos, unas con otras en relación con las otras.13

El problema de la indiferencia es donde Schelling había termi-


nado sus Investigaciones y donde Deleuze empieza el primer capí-
tulo del libro. Como lo veremos más adelante, la toma de partido
por una filosofía de la libertad en Schelling, por parte de Deleuze,
implica poner la libertad en el fondo del ser, colocando en dicho fon-
do lo irracional o, más preciso aún, un “abismo de la razón” –como
diría Kant–, opuesto, sin dudas, al panlogismo hegeliano. El primer
concepto al que nos enfrentamos en el comienzo del capítulo, es el
concepto de indiferencia. Podemos decir que el pensamiento quizás
nos reserve una vida llena de aventuras; sin embargo, la vida es
oscura en su origen y, por lo tanto, el pensamiento y la filosofía co-
mienzan en la profundidad de la noche.14 Es la cuestión de la in-
diferencia, o para emplear lo que era sinónimo para Schelling: el
Ungrund que, como dijimos, supone el final de las Investigaciones y
el comienzo del primer capítulo del libro de Deleuze.

segundo romanticismo. Böhme, tomado como símbolo, fue en el trayecto de Schelling


una piedra angular, un referente tan decisivo como Spinoza o Fichte.” (Tilliette, Xavier,
Schelling. Une philosophie du devenir, T. I, París, Vrin, 1970, p. 504).
13
Deleuze, Gilles, Différence et répétition, op. cit., p. 44.
14
“Lo más importante en la filosofía de Schelling, es la consideración de las potencias.
Cuán injusta es la crítica de Hegel al respecto, sobre las vacas negras. De las dos
filosofías, es Schelling quien sabe hacer salir la diferencia de la noche de lo idéntico con
claros más finos, más variados y más terroríficos, también, que los de la contradicción:
con progresividad” (ibíd., p. 246).

191
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Para empezar a hablar del Ungrund deleuziano, retomemos la


idea desde el principio. Deleuze sólo emplea una única vez en toda
la obra el término Ungrund y prefiere el resto de las ocasiones es-
cribirlo en francés, por lo que merece la pena que nos retrasemos
un poco en el repaso de las distintas traducciones de Böhme y de las
Investigaciones de Schelling a ese idioma. Deleuze emplea sans-fond
para Ungrund, por lo que sería interesante ver cuán adecuada resul-
ta dicha traducción.
El Ungrund no es una creación de Böhme, la palabra lo precede. Lo
que es nuevo en el zapatero de Görlitz es el sentido que adquiere esta
noción para su doctrina. Anteriormente, la palabra designaba la ausen-
cia de razón o una pseudo-prueba. Según Koyré, incluso en Böhme es
posible encontrar este viejo uso cuando este habla de Ungründe.15 El
Ungrund no es solo la ausencia de razón, en cuanto que dicho concepto
adquiere un estatuto ontológico que expresa la ausencia total de deter-
minación, de causa, de Grund que designa la razón de algo y su causa,
su fundamento ideal y a su vez real; el Ungrund es verdaderamente lo
Absoluto. Dios es Ungrund, un Dios que se desconoce a sí mismo, que to-
davía no es y que está más cerca del no-ser que del ser. Dios es la pareja
Uno-nada y en este sentido muy cercano al de la Gottheit eckhartiana,
es decir, un Dios sin por qué al igual que la rosa de Silesius: “Die Ros’
ist ohn’ Warum”. Nuevamente, se trata del “Dios como deidad” (Got als
gottheit) que se distingue del Dios creador.
Es importante no confundirlo con otros términos similares que em-
plea Böhme: Urkund, Urgrund y Abgrund. El Urkund, creación original
de Böhme, hace referencia al problema del origen absoluto del ser que
quiere decir origen detrás, la fuente-raíz del ser, no particular sino del
Ser en general.16 Por otro lado, el Urgrund significa el fondo-original
de las cosas; se trata del Absoluto como causa detrás, principio origi-

15
Cf. Koyré, Alexandre, La philosophie de Jacob Boehme, París, Vrin, 1929, 1979, p. 280.
16
“Quiere decir, en Böhme, el origen detrás de una cosa en tanto que ella (esta fuente o
raíz) se revela en la cosa, que lleva consigo la revelación o la expresión, da la «noticia»
(Kunde). La cosa es entonces, por decirlo así, el documento que atestigua la naturaleza de
su propia raíz. El problema del Urkund puede aplicarse –y es su sentido verdadero– no a
tal o tal otro ser particular, sino al Ser en general; todo tiene, en efecto, un origen y una
fuente; todo ser es una expresión de su esencia y una manifestación de su naturaleza.
Ahora, el Ser como tal solo puede ser fundado en lo que no es, y ese algo que no es el
ser, sino solamente su raíz, su origen y su principio, que nos proporciona testimonio. El
problema del Urkund es, de esta forma, el problema del origen detrás de todo ser, y que
debe necesariamente ayudarnos a trascender el ser” (ibíd., p. 174-175, nota 4).

192
GILLES DELEUZE, EL UNGRUND EN LENGUA FRANCESA LUCA RODRÍGUEZ

nal que no puede ser nunca predicado de Dios porque Dios es sin ori-
gen. Finalmente, el Abgrund es el abismo o sin-fondo ardiente (feuri-
ger Abgrund) de los entes particulares que se encuentran desprovistos
de fundamento. Como resulta evidente, tomar los diferentes términos
como sinónimos implicaría un mal manejo del concepto de Ungrund.
Veamos ahora las traducciones al francés de Böhme. El primer
traductor de Böhme, que aprendiera el alemán para traducirlo y
quien diera a conocer su obra en lengua francesa es Louis Claude
de Saint-Martin. El Filósofo desconocido (como se lo conoce) traduce
Ungrund por sans-fond y es seguramente la traducción más recur-
rente del término alemán al francés, pero no la única. Por otro lado,
el célebre traductor del Mysterium magnum, Samuel Jankélévich,
elige lo inmotivado (l’immotivé) para traducir Ungrund. N. Ber-
diaeff, en la introducción al libro, se alinea con Jankélévich, lo que
no resulta del todo adecuado.17 Tampoco lo es la traducción de los
Fermenta cognitionis de Franz von Baader que hace Eugène Susini
y aunque el libro es de Baader y no de Böhme, el traductor traduce
Ungrund simplemente por “abismo”, lo que puede incitar confusión
con el Abgrund; no obstante, escribe el término en alemán como
nota al pie. También Sédir traduce Ungrund por “abismo” o “abîme
sans fond”.18 Pierre Deghaye, traductor de De signatua rerum, deja
la palabra en alemán sin tocarla.19 Tilliette critica la traducción de
Ungrund por “fondo causal” (fond causal) o “fundamento causal” y
“fondo sin causa”, pues la causa estaría ausente del Ungrund.20 El au-
tor propone sustituir las traducciones anteriormente expuestas por
“fond sans cause”, “fondement sans fondement” o “fond sans fond”,
sin perder de vista la distinción respecto al Abgrund que acabamos
de ver.21 Alexandre Koyré, opta por traducirlo como “l’Absolu” o
“l’absolu absolument absolu”.

Cf. Böhme, Jakob, Mysterium Magnum, París, Aubier, 1945.


17

Cf. Böhme, Jakob, De signatura rerum : miroir temporel de l’éternité, París, Chacornac, 1908.
18

19
Cf. Böhme, Jakob, De la signature des choses, París, Grasset, 1995.
20
Cf. Tilliette, Xavier, Schelling. Une philosophie du devenir, op.cit., T. 1, p. 535, nota 22.
21
El Aurora privilegia el Abgrund a diferencia de las Cuarenta preguntas sobre el alma,
el Mysterium magnum o De signatura rerum. El Aurora es el primer libro del filósofo
teutónico, en dicha obra, el Abgrund permanece muy cercano al Ungrund, término que
Böhme empleará más tarde, una vez que su doctrina se encuentre más desarrollada.
Cf., por ejemplo, Aurora, cap. 5, §16, en Sämtliche Schriften, T. I, Stuttgart, F. Frommanns
Vernalng, 1955, p. 62.

193
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Si pasamos ahora a Schelling, las controversias son aún mayores.


Encontramos cuatro traducciones de las Investigaciones al francés.
Adicionalmente, la elección del texto de 1809 se debe a que es la obra
más citada y sin duda la más conocida de Schelling por el público
general. Es también la obra más referida cuando se trata de compa-
rar a Schelling con el filósofo teutónico. En la primera traducción de
las Recherches philosophiques sur l’essence de la liberté humaine, Georges
Politzer, su traductor, propone las siguientes equivalencias: fond o fond
causal para Grund, fond causal originel para Urgrund y fond-sans-cause
para Ungrund.22 Henri Lefebvre, como dijimos, escribe el prefacio de
esta edición, y prefiere mantener la palabra en alemán. La segunda
traducción, aquella leída por Deleuze, pertenece a S. Jankélévich y
es de 1946.23 Aquí el traductor traduce Ungrund como sans-fond, al
igual que lo hará la traducción de Marc Richir de 1977.24 Sin embar-
go, la última traducción de la que se dispone en lengua francesa de
las Recherches sur la liberté humaine, traducida por J-F. Courtine y E.
Martineau, se prefiere remplazar el sans-fond por un non-fond.25 En
una tesis de doctorado dirigida por el propio Courtine sobre Böhme,
su autor, David König, le da la razón a los últimos traductores, ya
que a su entender, el non-fond capta mejor la tentativa schellinguia-
na que distingue al filósofo idealista del teutónico respecto de la
indiferencia.26 Esta distinción la veremos acto seguido.
El Ungrund aparece en el escrito de 1809 como una vía de escape al
problema del dualismo. Schelling propone un solo y mismo ser para
todos los opuestos: una identidad absoluta para la luz y las tinieblas,
para el bien y el mal. El Ungrund se distingue, no obstante, de la iden-
tidad, pues es un ser (Wesen) anterior a todo fondo y a todo existente.
Este se posiciona como indiferencia de los dos principios, es anterior a
toda identidad y a toda oposición. La indiferencia no puede salir de los
opuestos de la misma forma que los opuestos no están contenidos en

22
Cf. Schelling, Friedrich, Recherches philosophiques sur l’essence de la liberté humaine,
París, Rieder, 1926.
23
Cf. Schelling, Friedrich, Essais, París, Aubier, 1946.
24
Cf. Schelling, Friedrich, Recherches sur la liberté humaine, París, Payot, 1977.
25
Cf. Schelling, Friedrich, Recherches philosophiques sur l’essence de la liberté humaine
et les sujets qui s’y rattachent, en Œuvres métaphysiques (1805-1821), París, Gallimard,
1980, p. 188.
26
König, David, Le Fini et l’Infini. L’Odyssée de l’Absolu chez Jacob Böhme, París, Cerf, 2016,
p. 174.

194
GILLES DELEUZE, EL UNGRUND EN LENGUA FRANCESA LUCA RODRÍGUEZ

esta indiferencia. El sin-fondo es una no-oposición original, es un non-


fond o un no-ser que se encuentra fuera de la lógica de la predicación
en cuanto que a él no le pertenece ningún predicado.
[A]mbos principios nunca pueden ser predicados del no-fondo a
título de oposiciones. Pero nada impide predicarlos del no-fondo
a título de no-oposiciones, es decir, disyuntivamente cada uno
para sí, por donde se establece precisamente la dualidad efecti-
va de los principios. No hay nada en el no-fondo en sí que impida
esto, pues de hecho se comporta con total indiferencia de cara
a los dos principios. Es también igualmente diferente a uno y a
otro. Es un ser propio como disyunción.27

Para rehabilitar la dualidad en lo Uno sin caer en el dualismo,


Schelling se ve obligado a neutralizar la oposición bajo la forma de la
dualidad. Esto hace, según König, que asistamos a un desplazamien-
to del Ungrund concebido como indiferencia al Ungrund como indife-
rente a la diferencia.28 Esta distinción resulta de suma importancia,
puesto que el Ungrund schellinguiano, a diferencia del de Böhme, es
un Ungrund donde tiene lugar la no-oposición y no así la oposición.
Podemos afirmar entonces que el Ungrund de Schelling no sería to-
talmente indiferente. En el Ungrund de Böhme, en cambio, la no-opo-
sición no tiene lugar, como no lo tiene tampoco la oposición. A pesar
de los intentos de Schelling, su Ungrund, que pretendería encontrar
la unidad de los dos principios en la indiferencia, termina por des-
cuidar el desarrollo interno del sin-fondo y proponer una solución
más lógica que dinámica en su desarrollo. Para disolver en lo Uno
la oposición, el Urgrund (el Absoluto en tanto fundamento original
y causa detrás de las cosas) debe permanecer próximo al Ungrund,
a saber, al fondo-original (traducción de Courtine y Martineau para
Urgrund) anterior a todo fondo y a todo existente.29 Koyré acusa a

27
Schelling, Friedrich, Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la libertad humana
y los objetos con ella relacionados, Madrid, Anthropos, 1989, p. 281-282. La traducción
de Cortés y Leyte se ha modificado siguiendo la traducción de Courtine y Martineau (p.
188-189) para que el pasaje tenga más sentido. La traducción de Cortés y Leyte traduce
Ungrund por “Infundamento”, no nos parece tampoco la traducción más adecuada ni la
más agradable a los ojos.
28
Cf. König, David, op. cit., p. 174.
“En lo que concierne a nuestra primera tentativa, ya hemos explicado que debe haber
29

necesariamente un ser (Wesen) anterior a todo fondo y a todo existente, en general a toda
dualidad. ¿Cómo podremos llamarlo sino fondo originario (Urgrund), o mejor aún, no-fondo
(Ungrund)?” (Schelling, Friedrich, Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la libertad
humana y los objetos con ella relacionados, op. cit., p. 279, traducción modificada).

195
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Schelling de confundir el Ungrund con el Abgrund y el Urgrund. Se-


gún el autor, Schelling llega hasta el extremo de hablar de un dunkler
Ungrund, lo que Tilliette desmiente. Para este último, Schelling ha-
bla de dunkler Grund (IV 300, 305), nunca de dunkler Ungrund.30
Ahora bien, el Ungrund no es solamente lo Uno-nada, lo Absoluto,
ausencia total de determinación; es también hambre, una aspiración,
hambre de algo. Con este giro del Ungrund como hambre, Jakob Böhme
viene a resolver el problema que se encuentra presente desde Eckhart
de la continuidad entre las dos entidades.31 Böhme hace entrar en es-
cena un movimiento divino que va de la indeterminación de la Deitas
hacia la determinación: he aquí su originalidad. El philosophus teuto-
nicus introduce una voluntad original en la nada que es causa de su
propia determinación, aludiendo a la rueda que gira sobre sí misma
y al ojo que se mira en un espejo y se autorrefleja. Quizás Böhme se
inspire aquí en la Magia naturalis; el deseo deviene fuego ardiente me-
diante un espejo cóncavo que lo enciende. La voluntad toma el lugar de
una esencia en el filósofo teutónico; como voluntad pura, es la esencia
universal indeterminada. La voluntad es ansia, hambre universal, es
un “hambre de nada”, dice el filósofo zapatero. El deseo es lo que surge
a partir de esa voluntad, es decir, tiene a la voluntad como fundamen-
to y a través de él es posible el acto. El deseo introduce una actividad
dinámica de la voluntad en la naturaleza. Es agitación, actividad en
metamorfosis, mientras que la voluntad es –al igual que en Eckhart–
silenciosa, tranquila e inmóvil (Stille).
En la eternidad, como en el Ungrund de la naturaleza solo hay
un silencio sin esencia [Wesen]; en ello no hay nada que pueda
dar lugar a algo, es una calma eterna y no un equilibrio, un Un-
grund sin comienzo ni fin: no es tampoco una meta o un lugar,
no se busca ni se encuentra y no encierra en sí ninguna posibi-
lidad. Este mismo Ungrund se parece a un ojo pues es su propio

30
“Schelling confundió Ungrund (el absoluto absolutamente absoluto), Urgrund (el
Absoluto en tanto que fundamento y causa detrás de las cosas) y Abgrund (Abismo
ardiente y sin fondo). Así torció su propia comprensión de Böhme de la misma forma
que lo harán los historiadores que vinieron después de él. Luego y a partir de él, todo
el mundo hable de dunkler Ungrund, lo que es un sin-sentido.” (Koyré, Alexandre, La
philosophie de Jacob Boehme, op. cit., p. 281, nota 1).
“La consecuencia más importante es que, como se trata del Absoluto que quiere desarro-
31

llarse, el movimiento deja de ser un signo de la inmanencia y la marca de privación para


estar ahora presente en la divinidad misma. El movimiento es, de esta forma, elevado
al rango de principio. Desde allí, es abolida la oposición clásica entre una inmanencia
«cambiante» y una trascendencia «inmóvil» (König, David, op. cit., p. 77).

196
GILLES DELEUZE, EL UNGRUND EN LENGUA FRANCESA LUCA RODRÍGUEZ

espejo, no posee esencia alguna (ningún movimiento), y no com-


porta luz ni tinieblas, es antes que nada una «magia», y posee
una voluntad. Gracias a esa voluntad, entendemos el Fondo de la
Deidad [Grund der Gottheit] que es sin origen.32

En el Ungrund concebido como Uno-Nada, Absoluto, Dios es sin


causa, pero en la voluntad el Dios sans cause es Dios te causant toi-
même, es causa de sí: causa sui.33

El sin-fondo y la bêtise

Ahora bien, ¿cómo queda posicionado Deleuze frente al Ungrund y


a las precisiones que acabamos de realizar? ¿Toma Deleuze en con-
sideración las objeciones de Koyré respecto de Schelling o confun-
de Ungrund con Urgrund y Abgrund? Sabemos que Deleuze leyó a
Koyré, y podemos suponer que no caería en las críticas que Koyré
le hace a Schelling, sean estas acertadas o no. Si se lee atentamente
el índice de Différence et répétition, encontramos que Deleuze men-
ciona el fondo oscuro como la primera parte del capítulo primero;
en cambio, la oscuridad no es atribuida al sin-fondo sino al fondo,
permaneciendo, de esta forma, leal a Schelling. Pero Deleuze parece
a veces confundir el Ungrund, no precisamente con el Urgrund pero
sí con el Abgrund. De esto nos ocuparemos en el apartado que co-
mienza. Por otro lado, Deleuze no utiliza en la obra los términos en
alemán Zorn, Angst, Quall que de hecho se encuentran en francés y
que están ligados, como es de suponerse, al pensamiento germánico.
En las Investigaciones, Schelling propone un sistema de la volun-

32
Böhme, Jakob, De incarnatione verbi, oder Von der Menschenwerdung Jesu Christi, cap. 1,
§ 8, en Sämtliche Schriften, T. V, Stuttgart, F. Frommanns Vernalng, 1957, p. 120-121.
33
En este Ungrund, ningún «dar razón» puede ser encontrado pues el Ungrund
permanece sin fundamento. El Ungrund va más lejos que el entendimiento, más lejos
que las verdades eternas. Dios tal como es, solo él lo sabe. Solo él se conoce a sí mismo,
mientras que para nosotros permanece como el gran misterio. Si dios permanece sin
fundamento, esto supone una instancia superior a la de la racionalidad donde ninguna
razón suficiente puede presentarse como causa de las cosas. Empero, el hecho de
no encontrar la razón en el Ungrund no quiere decir que se trate de lo irracional. Si
precisamos, anteriormente, que no encontrábamos en él ni luz ni tinieblas, podemos
afirmar, para este caso, que no es cuestión de lo irracional más que de lo racional. El
Ungrund como el fundamento de lo que no tiene fundamento escapa a la razón misma
porque la funda. En el Ungrund como Uno-Nada, no hay lugar para la lo irracional (que
se produce cuando la voluntad prende el fuego del deseo); de igual manera que no la
hay para una racionalidad llamada amor, sophia o sabiduría virginal.

197
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

tad-libertad, es decir, se trata de una voluntad que es siempre libre


y que no parte del Yo como principio. Si la voluntad es libre, el de-
seo no lo es. El filósofo francés, por su parte, propone una filosofía
de la diferencia contra la semejanza, la identidad y la analogía; sin
embargo, estos principios son precedidos por lo que Deleuze llama
precursor sombrío (précurseur sombre): “invisible, insensible, que
determina de antemano el camino derribado, como en un hueco. De
igual forma, todo sistema contiene su precursor sombrío que asegu-
ra la comunicación de las series de bordes”.34 Este precursor sombrío
puede decirse del sin-fondo, en tanto que este se esconde; dicho en
otras palabras: su esencia como sin-fondo permanece escondida. Es
en la determinación de lo indeterminado que algo (quelque chose)
del fondo remonta a la superficie. Lo que está en la superficie no se
conoce si no es por la constatación de algo más profundo. El sin-fon-
do en Deleuze sube a la superficie, es ese quelque chose del fondo
que sube “sin tomar forma, instalándose más bien entre las formas,
existencia autónoma sin rostro, base informal. Dicho fondo que está
ahora en la superficie se llama lo profundo, el sin-fondo”.35
Aquí Deleuze hace que el sin-fondo suba a la superficie; en otras
palabras, que deje el abismo indiferenciado de la nada negra, para
pasar a una nada blanca. Es la creación inacabada, o un mundo sin
relación. La nada blanca es una primera luz, no es Ungrund ya que
en éste dicha oposición está ausente. La nada blanca es anónima,
implica para el filósofo de Différence et répétition una primera de-
terminación. Es blanca como la superficie de un cheque en blanco
donde no se especifica el monto que este, sin embargo, acuerda al
acreedor. No es que el sin-fondo deje de ser indeterminado, sino que
se deja ver solo una vez determinado lo profundo. Recién allí pode-
mos hablar de él, es decir, a posteriori. Es algo semejante al Prius de
la última filosofía de Schelling: indemostrable del que solo se puede
tener noticia a posteriori.
En Deleuze, el sin-fondo introduce en el pensamiento un elemen-
to de distorsión, en tanto el sin-fondo es sin figura, sin diferencia,
fondo o “abismo esquizofrénico”. Deleuze habla de una imagen es-
quizofrénica del pensamiento, que en realidad no es una imagen

34
Deleuze, Gilles, Différence et répétition, op. cit., p. 156.
35
Ibíd., p. 352.

198
GILLES DELEUZE, EL UNGRUND EN LENGUA FRANCESA LUCA RODRÍGUEZ

puesto que hablamos, más bien, de una esquizofrenia que disuelve


toda imagen. La esquizofrenia no se opone a la imagen dogmática
del pensamiento que Deleuze describe en el capítulo III de Diferen-
cia y repetición; más bien, su diferencia radica en las desventuras
a las que el pensamiento nos puede llevar. La esquizofrenia, de la
que habla Deleuze, es un hecho propiamente humano, es una “po-
sibilidad del pensamiento” que aparece cuando arrancamos de él
su imagen.36 La imagen dogmática, dice Deleuze, sólo reconoce al
error como desventura del pensamiento; de hecho, el error es, en
realidad, una “falsa recognición”. Si preguntamos de dónde viene el
error, nos damos de cara con la representación. El error viene “de
una falsa repartición de los elementos de la representación, de una
falsa evolución de la oposición, de la analogía, de la semejanza y de
la identidad [...]. El error rinde, entonces, homenaje a la «verdad»
en la medida que sin tener forma, le da a lo falso la forma de lo ver-
dadero.”37 Deleuze lo asocia a ese “negativo” que se desarrolla en la
Cogitatio natura universalis. La imagen dogmática no reconoce que
hayan otras desventuras distintas del error, no obstante, esta per-
manece demasiado cercana al error para quien la locura, la bêtise
y la maldad serían solamente hechos. Mientras que, para Deleuze,
estas son capaces de “desviar desde el afuera la rectitud del pensa-
miento.”38 La bêtise, de igual modo que la cobardía, la crueldad y
la bajeza no son, para el filósofo de Différence et répétition, simples
potencias corporales hechas de carácter y sociedad, sino verdade-
ras “estructuras del pensamiento”, excitación de un fondo digestivo,
mucho más profundas que la representación ortodoxa de la imagen
del pensamiento.39 Es lo que vemos en la individuación cuando lo
virtual, jamás disociable de un fondo indeterminado que persiste
e insiste, se efectúa. Es del sin-fondo que se puede decir que es so-
porte, y lo es de manera más profunda, es soporte del Cogito mismo.
El error es siempre menos profundo que la bêtise.
Ahora, no podemos confundir la bêtise con el sin-fondo. De la bê-
tise, Deleuze nos da el ejemplo de la superstición en la filosofía del
siglo XVII y XVIII. La superstición como bêtise proviene del mismo

36
Cf. Ibíd., p. 192.
Ibíd., p. 193.
37

38
Ibíd., p. 194.
39
Ibíd., p. 196.

199
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

lugar que las fuerzas de la imaginación, es decir, de un “sin-reglas”,


de un “temor desregulado”, de un temor al anéantissement. La bê-
tise se hace posible gracias al nexo que se va a establecer entre el
pensamiento y la individuación. Según el autor, “[e]ste vínculo es
mucho más profundo que el que aparece en el Yo pienso, se anu-
da en un campo de intensidad que constituye ya la sensibilidad
del sujeto pensante”.40 Es una individuación que opera en todas las
formas, y no es separable de un “fondo puro” que “lleva consigo”.
Nos confrontamos a un fondo desgarrador, del cual el individuo no
podrá jamás deshacerse, y todo intento de remoción se paga muy
caro.41 Para expresarlo en palabras de Schelling, podríamos decir
que se trata todavía de un Ungrund y no del Abgrund que sería la
causa del segundo, es decir, de la pérdida de fundamento o fondo
oscuro de los entes particulares que es posible asociar a la bêtise. Es
a través de la bêtise que pasamos de la nada negra a la nada blanca.
El Je y el Moi, minados por campos de individuación que los tra-
bajan, sin defensa contra una subida del fondo que les tiende su
espejo deforme o deformante, y donde todas las formas hasta
ahora pensadas se disuelven. La bêtise no es el fondo ni el indi-
viduo, sino más bien la relación donde la individuación hace su-
bir al fondo, siendo incapaz de darle forma (sube a través de Yo,
penetrando lo más profundo en la posibilidad del pensamien-
to, constituyendo lo no-reconocido de toda recognición). Todas
las determinaciones se vuelven crueles y malas, captadas úni-
camente por un pensamiento que las contempla y las inventa,
desollado, separadas de su forma viva, flotando sobre ese fondo
lúgubre. Todo se vuelve violencia sobre ese fondo pasivo. Ata-
que, sobre ese fondo digestivo. Allí se opera el sabbat de la bêtise
y de la maldad.42

40
Ibíd., p. 197.
41
Cf. Ibíd., p. 197. Gilles Deleuze tiene presente aquí a Schelling. Según el filósofo de las
Investigaciones, Dios domina siempre su fundamento y no puede caer de nuevo en las
tinieblas o en el mal; Dios va siempre hacia la luz o hacia el bien. La criatura, en cambio,
a través de una mala voluntad puede caer en el mal que tiene su origen en la agitación,
la sublevación del fondo.
42
Ibíd., pp. 197-198. Dejamos Je y Moi en francés al igual que bêtise, como lo venimos
haciendo. En este caso, le agregamos las cursivas ausentes del texto original. Aquí,
tal vez, el término maldad (Méchanceté) deba ser remplazado por el término alemán
Böseheit. Las derivaciones del latín Malum, resultan, a nuestros ojos, insuficientes. El
bös, forma adjetiva de böse, está presente en todo, el mal viene a ser una fuerza cósmica.
El fuego es bös, no se dice en referencia a la cualidad de ser dañino o destructivo, sino
refiriéndose a un cierto ardor destructivo que encuentra su pertenencia en la cosa
misma o en el fenómeno como tal.

200
GILLES DELEUZE, EL UNGRUND EN LENGUA FRANCESA LUCA RODRÍGUEZ

El individuo se sitúa en el cruce entre dos caminos, puede elegir


entre el bien y el mal, entre ir hacia la derecha o hacia la izquierda.
La Idea en Deleuze tiene también dos caras: “El amor en la búsque-
da de fragmentos, en la determinación progresiva y en el encadena-
miento de cuerpos ideales de adjunción; la cólera, en la condensación
de singularidades, que define a golpe de acontecimientos ideales el
recogimiento de una «situación revolucionaria» y hace estallar la
Idea en lo actual”.43 Y también Deleuze: “El Dios de amor y el Dios
de cólera nunca están de más para tener una Idea”.44 Estos pasajes
son, con seguridad, los pasajes de Différence et répétition donde en-
contramos más claramente a la filosofía deleuziana expresada en
términos böhmianos. Para el filósofo teutónico, la cólera del padre
constituía el primer principio que se opone al amor, representado
comúnmente, aunque no exclusivamente, por el hijo, si bien ambos
principios vienen del mismo lugar.45
El amor es vinculum, es determinación progresiva de un mundo sin
relación. La cólera está asociada en Deleuze a la condensación de singu-
laridades. Furor heroico que, por metamorfosis, transforma la tragedia
en comedia, revuelta luciferiana que apunta hacia una reconquista.

Conclusión

Si Deleuze fuera leibniziano, o sin duda platónico, podría preguntar-


se: ¿qué es una Idea? Sin embargo, el qué es (Quid sit) va en sentido
contrario a lo expresado por Deleuze en el capítulo IV de Différence et
répétition. El filósofo rechaza las preguntas que conciernen esencias,
pero por el contrario, el rápido desprecio de Deleuze a la pregunta por
la esencia no nos impide pensar que la Idea descansa sobre un fondo
confuso. Para concluir, de una manera libre, proponemos relacionar el

Ibíd., p. 246.
43

44
Ibíd., p. 247.
45
En Böhme, las referencias al Dios colérico y al Dios como amor o Sophia son recurrentes
a lo largo de toda su obra. Citamos aquí un pasaje de los De tribus principiis que puede
servir de ilustración: “No hay realmente diferencia alguna en Dios; solamente cuando
buscamos de dónde viene el mal o el bien, debemos saber que es la primera y originaria
fuente de la cólera y del amor, pues ambos son del mismo origen, de la misma madre
y son solo una cosa.” Böhme, Jakob, De tribus principiis, oder Benschreibung der Drey
Principien Göttliches Wesens, cap. 1, § 4, en Sämtliche Schriften, T. II, Stuttgart, F.
Frommanns Vernalng, 1960, p. 10.

201
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

sin fondo con la Idea y el mar, tomando en cuenta a Deleuze, Schelling


e incorporando los aportes de Leibniz sobre la Idea y el mar. La Idea en
Leibniz, no es acto del pensamiento sino facultad, es decir, puedo tener
la idea de una cosa sin que esté necesariamente pensando en ella. No es
necesaria la conciencia para que tenga una idea, claro está, puedo pen-
sar en ella siempre que tenga la ocasión. De ahí que las ideas no siem-
pre sean claras y distintas, sino que estas pueden ser oscuras y confu-
sas. Es el caso recurrente en Leibniz del ruido del mar, o de la función
del mar mismo. El mar representa la confusión en su filosofía, es la alta
mar del inconsciente que avanza mediante pequeñas percepciones. La
mónada expresa la totalidad del universo, es de una omnisciencia per-
ceptiva como la divinidad pero de manera confusa, mientras que la
divinidad es de expresión clara. Leibniz piensa en Dios como un océa-
no, la Idea en Deleuze no es, en este sentido, menos oceánica que lo es
en Leibniz. Es el rumbo que toma la preferencia personal que tenía
Deleuze por Leibniz en lugar de Hegel:
Finalmente, volvamos a Leibniz y a Hegel en su esfuerzo común
de llevar la representación al infinito. No estamos seguros de
que Leibniz no haya ido «lo más lejos» (y, de los dos, no sea el
menos teólogo): su concepción de la Idea como conjunto de rela-
ciones diferenciales y de puntos singulares, su manera de partir
de lo inesencial, y de construir las esencias como centros de en-
volvimiento alrededor de las singularidades, su presentimiento
de las divergencias, su procedimiento de vice-dición, su enfoque
de una razón inversa entre lo distinto y lo claro, todo esto mues-
tra por qué el fondo resuena con más potencia en Leibniz.46

Curiosamente, Deleuze habla de un fondo que retumba en Leib-


niz y que no refiere propiamente al Ungrund; además, Leibniz no es-
taba convencido en lo absoluto por esta idea de Böhme.47 Leibniz nos

46
Ibíd., p. 340.
47
“Le confieso que formas de hablar como las que usted menciona de Böhme donde este
llama Dios das auge des Ungrundes, da sich der unerforschliche will in einem Spiegel zu
seiner selbst erkantniss fasset, no me contentan en lo absoluto. Se trata de expresiones
metafóricas que podemos torcerlas como queramos, y yo quiero expresiones propias
[propres] y distintas. Tengo miedo también que todo lo que se dice sobre la sal, del
azufre y del mercurio no sean otra cosa que juegos de metáforas. La voluntad no es
nunca la primera fuente; al contrario, ella sigue naturalmente el conocimiento del
bien. Yo estaría más bien de acuerdo con aquellos que reconocen en Dios como en otro
espíritu diferente tres formalidades: fuerza, conocimiento y voluntad. Pues toda acción
de un espíritu pide posse, scire, velle” (Leibniz, Gottfried Wilhelm, Leibniz à Morell,
29 de septiembre de 1698, en Textes inédits, d’après les manuscrits de la Bibliothèque
provinciale de Hanovre, publiés et annotés par Gaston Grua, París, PUF, 1948, T. I, p. 139).

202
GILLES DELEUZE, EL UNGRUND EN LENGUA FRANCESA LUCA RODRÍGUEZ

habla, de todas formas, de la importancia de la confusión para que


la mónada pueda encontrar su centro. Es un fondo oscuro, confuso,
el que resuena. Leibniz no utiliza el verbo gronder para describir el
ruido del mar, prefiere un sonido más animal cercano a un grogner,
se trata de un mugissement.48 Quien asocia claramente el Ungrund al
mar es Schelling, quien evoca un mar ondulante y agitado.49 Koyré
aproxima esta idea de Schelling con la Gnosis valentiniana, catalo-
gados dentro de los falsos gnósticos. Según el filósofo ruso, Schelling
relaciona el Ungrund con el abismo de los valentinianos que estos
llaman βάθος (profundidad). Se trata del padre de todas las cosas,
ligado a βυθός que tiene un empleo menos frecuente y que refiere al
abismo o primer principio.50 Bυθός tiene además una segunda acep-
ción: es el manto o relieve oceánico que se encuentra en el fondo de
los océanos. Dicha relación constituye un error a los ojos de Koyré,
quien desprecia apresuradamente la asociación de Böhme con la
Gnosis, lo que le quita a su trabajo una inclinación especulativa im-
portante. En su tesis, al igual que en su Schelling, Tilliette igualmente
lo pasa por alto. Si Schelling es culpable de dicha interpretación, se
debería primero estudiar su relación con la Gnosis, relación ambi-
gua según Albert Franz, de la que no podemos ocuparnos aquí.51

48
Leibniz, Gottfried Wilhelm, Nouveaux essais sur l’entendement humain, Prefacio, GP. V, p. 47.
49
“El hombre se forma en el seno materno, y sólo desde la oscuridad de lo que carece
de entendimiento (del sentimiento y el ansia, maravillosa madre del conocimiento)
nacen los pensamientos luminosos. Por lo tanto, así tenemos que imaginarnos al ansia
originaria: dirigiéndose hacia el entendimiento, al que todavía no conoce, de la misma
manera en que nosotros, en nuestra ansia, aspiramos hacia un bien desconocido y sin
nombre, y moviéndose a la vez que presiente al modo de un mar ondulante y agitado,
igual a la materia de Platón, buscando una ley oscura e incierta, incapaz de construir
por sí misma algo duradero” (Schelling, Friedrich, Investigaciones filosóficas sobre la
esencia de la libertad humana y los objetos con ella relacionados, op. cit., pp. 169-170).
La relación del Ungrund a la materia en Platón (origen del mal) refuerza aún más la
hipótesis del Ungrund como fuente del mal en Schelling.
50
Para un estudio exhaustivo de la Gnosis valentiniana, cf. el trabajo clásico de Sagnard,
François, La Gnose valentinienne et le témoignage de Saint Irénée, París, Vrin, 1947.
Schelling rechaza la Gnosis en la Filosofía de la revelación y según Franz: “Es importante
51

saber que en esta confrontación con la gnosis que Schelling rechaza la representación
gnóstica del mundo en tanto que Creación, no tanto de un Dios verdadero sino de un
demiurgo, y que este sostiene, por decirlo de alguna manera, el nivel de las especulaciones
gnósticas, para afirmar a su encuentro la doctrina joánica del Logos en tanto saber objetivo
del comienzo, de la Archè del mundo en general, del lugar entre Dios y el mundo, en fin, como
verdadera gnosis”, Franz, Albert, “La gnose dans la dernière philosophie de Schelling”, en
Natalie Depraz y Jean-François Marquet (ed.) La gnose, une question philosophique. Actes
du Colloque Phénoménologie, gnose, métaphysique, Université Paris IV-Sorbonne, 16-17
octobre 1997, París, Cerf, 2000, p. 172. Desgraciadamente, Franz no hace énfasis especial
en los valentinianos dejando así el comentario de Koyré sin respuesta. Si profundizamos

203
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Retomando la cuestión de la Idea en Deleuze, sus dos caras (cólera y


amor), pueden entenderse a través de la extensión de la metáfora marí-
tima: su comprensión reside en el pasaje de la alta mar al estanque.
En la alta mar el fondo es oscuro, como teñido por el café. Saint-Mar-
tin señala hábilmente que si observamos bien su grano, vemos que su
centro está dividido, y en este sentido podemos decir que el café lleva
impreso en él los signos de la Première nature.52 Las mónadas deben
encontrar sus centres d’enveloppement, su Centrum, diría el teósofo.53
Los peces se mueven en un estanque, pero el estanque representa ya
la mónada que encontró su fundamento, su chez-soi. El pensamiento
de Leibniz, parte según Deleuze de lo inesencial y el pensamiento en
Deleuze no conoce otro punto de partida. El movimiento a efectuar es
desde la alta mar hacia las orillas de Dionysos.

un poco más en las influencia directa o indirecta de la Gnosis sobre el zapatero, los textos
de Böhme arrojan similitudes claras en lo que concierne, por ejemplo, al misterio de la
sicigia; encontramos un Adán ἀρσενόθηλυν, masculo-femineus al igual que lo hace una de las
vertientes que propone al primer principio como masculino-femenino.
“La cereza insípida (Fade) que la rodea, indica que [el café] fue privado de su centro, de su
52

agua por ese poder compresivo que se colocó entre él y ella. Vemos en su flor, numéricamente,
el signo de la división y de su centro: pues es en el centro de las cosas que residen los factores
de sus potencias desenvueltas, o envueltas, o de sus producciones” (Saint-Martin, Louis
Claude, De l’esprit des choses ou coup d’œil philosophique sur la nature des êtres et sur l’objet
de leur existence. Ouvrage dans lequel nous considérons l’homme comme étant le mot de tout
énigme, T. I, París, Laran, 1800-1801, p. 156). El café para Saint-Martin es una especie de mal,
un anti-conatus : “que si de esta forma viene a nuestra ayuda en ciertas incomodidades, no es
sino para ocasionarnos otras, estas incomodidades disminuyen realmente nuestras fuerzas
vitales; y si gozamos en la medida apropiada de nuestras fuerzas vitales, no recurriríamos
a él jamás” (ibíd., p. 157).
53
En su lectura de los centros de envolvimiento, Leibniz se suma a Böhme. Dicho encuentro
se hace explícito en un pasaje clave de la correspondencia con Morell: “Creo en efecto
que la superficie o la corteza de nuestra tierra es un efecto del fuego, y de una fusión
o vitrificación, incluso sostengo que el mar no es más que una especie de oleum per
deliquium, cuando luego del enfriamiento la humanidad, cayendo sobre la tierra, embebió
la sal fija de la que el mar estaba impregnado. Pienso del resto, que todo es animado. Que
todos los espíritus a excepción de Dios son incorpóreos, que el universo va siempre hacia
mejor, que si éste recula es para mejor saltar. Que toda sustancia organizada tiene en ella
una infinidad de otras, y que ella tiene incluso sus semejantes en su centro; que ninguna
sustancia sabría perecer, y que las que están en las tinieblas de centros, serán producidas
en el teatro a su vez [à leur tour]” (Leibniz, Gottfried Wilhelm, Carta a Morell, Diciembre
de 1697 enero 1698?, en Textes inédits, op. cit., p. 126).

204
GILLES DELEUZE, EL UNGRUND EN LENGUA FRANCESA LUCA RODRÍGUEZ

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Eckhart, Johannes, Traités et sermons, trad. por F. Aubier y Jacques Molitor;
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205
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Franz, Albert, “La gnose dans la dernière philosophie de Schelling”, en


Natalie Depraz y Jean-François Marquet (ed.) La gnose, une question
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206
GILLES DELEUZE, EL UNGRUND EN LENGUA FRANCESA LUCA RODRÍGUEZ

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207
Heidegger, lector de Spinoza
VALENTÍN BRODSKY
(FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES -
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA - ARGENTINA)

RESUMEN: La presente investigación se propone ABSTRACT: The present investigation intends to


abordar lo que podría denominarse una “lectura address what could be termed as a “tangential
tangencial” de Spinoza. El eje que hemos esco- reading” of Spinoza. The axis that we have cho-
gido para estudiar este episodio periférico en la sen to study this peripheral episode in the histo-
historia del spinozismo se constituye a partir de ry of Spinozism is a seminar dictated by Martin
un seminario dictado por Martin Heidegger que Heidegger and entitled History of philosophy
lleva por título Historia de la filosofía desde Santo from St. Thomas Aquinas to Kant. This course of
Tomás de Aquino hasta Kant. Este curso de fines late 1926 represents a point of complex texture
de 1926 representa un punto de compleja textu- within the history of Germany: the lectures that
ra dentro de la historia de Alemania: las clases Heidegger dedicates to the careful and detailed
que Heidegger dedica para el análisis cuidadoso analysis of the Ethics coincide with his editing
y detallado de la Ética coinciden con sus trabajos and correction works for the first publication
de edición y corrección para la primera publica- of Being and Time, with the celebrations for the
ción de Ser y Tiempo, con las celebraciones por 250th anniversary of the death of Spinoza (Feb-
el 250º aniversario de la muerte de Spinoza (fe- ruary 1927) in the Republic of Weimar and with
brero de 1927) en la República de Weimar y con the dissemination of the cultural project of the
la difusión del proyecto cultural propio de la So- Societas Spinoziana founded by Gebhardt. In this
cietas Spinoziana fundada por Gebhardt. En este sense, the aim of our work will be to reconstruct
sentido, el objetivo de nuestro trabajo consistirá some central elements in the heideggerian in-
en reconstruir algunos elementos centrales de la terpretation of Spinoza, putting them in relation
interpretación heideggeriana de Spinoza, ponién- with his reflections on the concept of “facticity”.
dolos en relación con sus reflexiones sobre el For Heidegger, the idea of amor Dei intellectualis
concepto de “facticidad”. Para Heidegger, la idea expressed in the Ethics is one of the ways in
del amor Dei intellectualis que expresa la Ética es which the metaphysical tradition has clogged
una de las formas en las que la tradición metafí- the richness of man’s relationship with the world,
sica ha obturado la riqueza que posee la relación with himself and with others.
del hombre con el mundo, consigo mismo y con
KEYWORDS: Heidegger – Spinoza – Phenome-
los otros.
nology - Facticity
PALABRAS CLAVE: Heidegger – Spinoza – Feno-
menología - Facticidad

Valentín Brodsky es licenciado en Filosofía, miembro del grupo de investigación “Spi-


nozismo contemporáneo, realismo y democracia” radicado en el Centro de Investigacio-
nes “Maria Saleme de Burnichon” (Facultad de Filosofía y Humanidades - Universidad Na-
cional de Córdoba) y adscripto a la docencia en la asignatura “Teoría Política I”, Facultad
de Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de Córdoba.

208
Martin Heidegger
Fotos de Willy Pragher

209
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

I) Introducción

La historia de la filosofía ha aportado evidencia suficiente para sos-


tener que existe una gran distancia entre los proyectos filosóficos de
Heidegger y Spinoza. En un ensayo de la década del 90, Étienne Balibar
afirma que la idea de organizar unas jornadas de estudio sobre la rela-
ción histórica entre ambos autores reposaría sobre un tema falso o ar-
tificial, puesto que “no hay nada que estudiar”.1 Sin embargo, gracias
a las declaraciones del maestro de Friburgo, a la reciente publicación
de sus cursos universitarios y a la labor desarrollada por algunos es-
tudiosos de su obra temprana, hoy sabemos con certeza que el primer
contacto con Spinoza se produjo alrededor de 1911/12, mientras que su
mención explícita no se llevará a cabo hasta 1913/14.2
Desde una perspectiva propia de los estudios culturales, podemos
observar que desde los inicios del siglo XIX el spinozismo emerge

1 En su momento, Balibar detecta un fenómeno sumamente interesante: por un lado, las


menciones que Heidegger realiza sobre Spinoza son tan escasas y tan poco específicas,
que un buen trabajo de historia de la filosofía debería “atenerse a esos datos y cerrar
su exposición”. Por otro lado, parece que esta situación desalentadora no implica una
clausura total de las posibilidades de reflexión sobre la relación entre ambos autores.
De hecho, ese “silencio” de Heidegger sobre Spinoza no ha dejado de provocar diferentes
efectos en el campo filosófico. Se trata de un “rumor”, de una “intuición” que circula
por diversos autores y produce una suerte de “cacofonía” en la filosofía del siglo XX.
(Cf. Balibar, Étienne, “Heidegger et Spinoza”, en Spinoza au XXe siècle, Paris, Presses
Universitaires de France, 1993)
Algunos autores han tematizado la relación Heidegger-Spinoza desde perspectivas
diferentes y no necesariamente complementarias. Véase: Althusser, Louis, “La única
tradición materialista”, en Youkali. Revista Crítica de las artes y el pensamiento, Nº4,
diciembre de 2007, pp. 132-154 (Consultado el 26 de agosto de 2018. URL: http://www.
youkali.net/youkali4d%20Althusser%20launicatradicionmaterialista.pdf); Para un
Materialismo Aleatorio, Madrid, Arena Libros, 2002; El porvenir es largo/Los Hechos,
Barcelona, Ediciones Destino, 1992; Macherey, Pierre, “Spinoza’s Philosophical Actuality
(Heidegger, Adorno, Foucault)”, en In a Materialist Way. Selected Essays by Pierre
Macherey, Nueva York, Verso, 1998; Vaysse, Jean-Marie, Totalité et subjectivité: Spinoza
dans l’idealisme allemand, París, Librarie Phiolosphique J. Vrin, 1994; Totalité et finitude.
Spinoza et Heidegger, París, Librarie Phiolosphique J. Vrin, 2004; Negri, Antonio, “Potencia
y ontología: Heidegger o Spinoza”, en Spinoza y nosotros, Buenos Aires, Nueva Visión, 2011,
pp. 63-77; Derrida, Jacques, “«Hay que comer» o el cálculo del sujeto”. Entrevistado por
Jean-Luc Nancy, en Pensamiento de los Confines, Nº17, Buenos Aires, diciembre de 2005.
(Consultado el 26 de agosto de 2018. URL: https://redaprenderycambiar.com.ar/derrida/
textos/comer_bien.htm); Biset, Emmanuel, “Silencio ensordecedor. Irrupciones de Spinoza
en Derrida”, en Instantes y Azares, Nº8, 2010, pp. 77-91 (Consultado el 26 de agosto de 2018.
URL: https://www.aacademica.org/emmanuel.biset/3.pdf); Tatián, Diego, La cautela del
salvaje. Pasiones y política en Spinoza, Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2001; Desde
la línea. Dimensión política en Heidegger, Córdoba, Alción Editora, 1997.
2
A pesar de su carácter marginal y tangencial en la historia del spinozismo, la lectura
heideggeriana de Spinoza se extiende a lo largo de toda su obra y experimenta múltiples
variaciones con el paso del tiempo. Por razones metodológicas, no nos será posible
reconstruir aquí las diferentes etapas de esta interpretación.

210
HEIDEGGER, LECTOR DE SPINOZA VALENTÍN BRODSKY

como un punto de esencial importancia para diversos movimientos


sociales en Alemania: en un primer plano de análisis, el impacto de
las cartas de Jacobi y Mendelssohn, las diferentes derivas de la Ilus-
tración –como la Haskala– y las nuevas investigaciones científicas
en el campo de la psicología –Gustav Fechner es solo un ejemplo–,
nos muestran que Alemania se constituye en el centro de los desa-
rrollos intelectuales de una “ciencia del judaísmo” (Wissenchaft des
Judentums) que toma a Spinoza como su mayor representante.3
En un segundo plano de análisis, vemos que la comunidad judía
de Alemania desarrolla un complejo trabajo crítico sobre nuestro
autor holandés, con una fuerte impronta religiosa –marcada por
la idea de “salvación”– y política –abarcando desde el sionismo
más radical hasta las más diversas formas del integracionismo.
Al tomar como excusa el aniversario de la muerte (febrero de
1927) y del nacimiento (noviembre de 1932) de Spinoza, diarios,
museos y templos se convierten en las instituciones privilegiadas
para volver a interpretar su vida y su obra: algunos escritos de
Franz Rosenzweig, Hermann Cohen y Leo Strauss reflejan, entre
otras cosas, la diversidad de lecturas sobre la política y la ontolo-
gía spinoziana que circulan en la época; pero también los dilemas
que experimenta la comunidad judía en la república democrática
de Weimar.4 A su vez, como el reverso exacto de este movimien-
to intelectual de las comunidades judías, algunas corrientes an-
tisemitas de la época desarrollan diversas operaciones teóricas
y editoriales. Hasta el auge del nazismo, algunos historiadores y
críticos literarios buscan desligar a Spinoza de la tradición cultu-
ral germánica o –en caso de no ser posible– negar el componente
“judío” de su filosofía. Para estos ideólogos del antisemitismo, el
solo hecho de pensar que Spinoza se encontraba a la base de las
obras de Goethe, Hegel y Hölderlin resultaba simplemente inacep-
table. El judaísmo amenazaba con “contaminar” los fundamentos
del pueblo alemán, sus creaciones artísticas y filosóficas.5

3
Acerca de la recepción de Spinoza en Alemania en el siglo XVIII puede consultarse:
Solé, María Jimena, Spinoza en Alemania 1670-1789: Historia de la santificación de un
filósofo maldito, Córdoba, Editorial Brujas, 2011.
4
Al respecto, véase Strauss, Leo, Spinoza’s Critique of Religion, Nueva York, Schocken
Books, 1982.
5
Para un estudio cultural detallado sobre los diversos movimientos intelectuales de
Alemania que toman a la figura de Spinoza como un punto de condensación de sus

211
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

En 1927, luego de un extenso recorrido intelectual y con motivo


del 250º aniversario de la muerte de Spinoza, un grupo de estudio-
sos adquiere en La Haya la casa donde Spinoza pasó sus últimos
días. Esa antigua morada se convierte entonces en museo, archivo
y biblioteca, al mismo tiempo que se constituye en la sede escogida
para organizar una serie de importantes conferencias.6 Habían pa-
sado seis años desde que Carl Gebhardt, junto con León Brunschwi-
cg, Harold Hoffding, Willem Meijer y Frederick Pollock, fundaron la
Societas Spinoziana y volvieron a impulsar el estudio sistemático de
la obra del filósofo holandés. En efecto, la publicación del Chronicon
Spinozanum (1921-1929), la Bibliotheca Spinozana, las obras de Uriel

concepciones religiosas y políticas, véase: Wertheim, David J., Salvation Through


Spinoza: A Study of Jewish Culture in Weimar Germany, Boston, Brill, 2011; Walter,
Manfred, “A presença de Espinosa na Alemanha o período do nacional-socialismo:
Espinosa como ‘contra-exemplo’ da influência destrutiva do judaísmo sobre o espírito
alemao?”, en Cadernos Espinosanos, Nº 28 (Consultado el 26 de agosto de 2018. URL:
https://www.revistas.usp.br/espinosanos/issue/view/6249/showToc)
6
Entre las conferencias programadas en La Haya, existe un famoso discurso de
Max Scheler que posee especial relevancia. En efecto, este texto es uno de los pocos
documentos capaces de registrar el impacto que tuvo la interpretación heideggeriana
sobre Spinoza entre sus contemporáneos: Scheler planificó su conferencia para el
21 de febrero de 1927, mientras que las lecciones de Heidegger que nos interesan en
este artículo comienzan el 2 de noviembre de 1926. Como apoyo para esta clase de
hipótesis sobre una posible influencia histórica, en la primera página de las clases
dedicadas a Spinoza podemos leer la siguiente indicación temporal: “[Spinoza] Vivió
en diferentes lugares de Holanda: el último fue La Haya, con el pintor Van der Spyck,
donde murió el 21 de Febrero de 1677 (por lo tanto, se acerca el 250º aniversario de su
muerte)”. Heidegger, Martin, Geschichte der Philosophie von Thomas von Aquin bis Kant
(1926/1927), GA 23, Fráncfort, Klostermann, 2006, p. 145; traducción nuestra. No sería
extraño pensar que Scheler asistió a estas clases sobre Historia de la Filosofía...
Las dedicatorias y los comentarios que Heidegger realiza de las teorías schelerianas,
así como las críticas de Scheler al autor de Friburgo y su reseña sobre Ser y Tiempo, dan
cuenta de una compleja y prolongada relación intelectual. Scheler era un interlocutor
importante para los problemas en torno a la antropología filosófica, la afectividad
humana y la intersubjetividad, que Heidegger aborda durante esta etapa de su
producción teórica. Por lo demás, no nos será posible desarrollar aquí esta relación
en todos sus matices. Para un análisis más detallado, véase: Gabas Pallás, Raúl,
“Fenomenología de los sentimientos en Max Scheler y el concepto de afección en Martin
Heidegger”, en Enrahonar, N 34, 2002, pp. 31-46; Escudero, Jesús Adrián, “Hacia una
Fenomenología de los afectos: Martin Heidegger y Max Scheler”, en Thémata. Revista
de Filosofía, N 39, 2007, pp. 1-4.; Muñoz Pérez, Enrique V., Heidegger y Scheler: estudios
sobre una relación olvidada, Navarra, Cuadernos de Anuario Filosófico, 2013.
Es importante destacar que la conferencia que Scheler le dedica a Spinoza tendrá cierto
impacto en nuestro país. En 1933, la revista Trapalanda publica una traducción de este
documento histórico, junto con algunos ensayos de Carlos Astrada y Pedro Henríquez
Ureña que intentan explicar la importancia de la filosofía spinoziana. (Cf. Scheler,
Max, “Spinoza”, en Trapalanda: un colectivo porteño, Buenos Aires, Biblioteca Nacional,
2012, pp. 289-310; Astrada, Carlos, “Spinoza y la metafísica”, en Trapalanda: un colectivo
porteño, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, 2012, pp. 283-288; Henríquez Ureña, Pedro,
“Las teorías sociales de Spinoza”, en Trapalanda: un colectivo porteño, Buenos Aires,
Biblioteca Nacional, 2012, pp. 311-319.)

212
HEIDEGGER, LECTOR DE SPINOZA VALENTÍN BRODSKY

da Costa (1922) y los Dialoghi d’Amore de León Hebreo (1929) convir-


tieron a Gebhardt en uno de los especialistas más reconocidos.7 A
esto debemos añadirle la edición de las Opera (1925) de Spinoza, por
encargo de la Academia de Ciencias de Heidelberg –ya que, hasta el
momento, sólo se contaba con el trabajo de Van Volten-Land.
Heidegger es consciente de estos diferentes elementos históricos.
Como lo demuestra su correspondencia, el ambiente universitario
donde se mueve, el círculo de amistades que posee y las intervencio-
nes políticas de sus discípulos, al menos en cierta medida el maes-
tro de Friburgo no era ajeno a este clima intelectual de la época.
Se comprenden así las diferentes referencias históricas que realiza
sobre Spinoza y el trabajo de Gebhardt, en el tercer apartado de sus
lecciones dedicadas a la Historia de la filosofía desde Santo Tomás
de Aquino hasta Kant.8 Este curso de 1927, montado sobre la edición
de Ser y Tiempo y las celebraciones por el aniversario de la muerte

7
Cf. Tatián, Diego, “Gebhardtiana”, en Spinoza. Filosofía terrena, Buenos Aires, Colihue,
2014, pp. 157-167. Al menos en cierta medida, esto nos permite comprender algunos
comentarios sobre la edición de las obras de Spinoza que encontramos en las lecciones
de 1927-1928: “De todos los filósofos modernos, la transmisión de los textos de Spinoza
es la más incierta y dudosa. Hasta el momento, la única fuente textual es la edición
póstuma, junto con dos textos publicados bajo el cuidado del propio Spinoza y una
traducción holandesa de su trabajo juvenil. De las ediciones publicadas en el s. XIX,
la única de utilidad es la de Joh. Van Volten y J. Land [...] por encargo de la Academia
de Ciencias de Heidelberg, Gebhardt elaboró una nueva edición que apareció el año
pasado: Spinoza, Opera, IV tomos –ahora esencial para el trabajo científico.” (Heidegger,
Martin, Geschichte der Philosophie von Thomas von Aquin bis Kant (1926/1927), op.cit., p.
147; traducción nuestra)
Para un estudio cuidadoso del itinerario filosófico del joven Heidegger –donde ha
8

quedado registrada su asistencia a un curso universitario sobre Spinoza en 1911/12–,


resulta imprescindible el trabajo de Xolocotzi, Ángel, Fenomenología de la vida fáctica.
Heidegger y su camino a ‘Ser y Tiempo’, Barcelona, Universidad Iberoamericana, 2004,
p. 208. La emergencia explícita de Spinoza en la obra de Heidegger puede rastrearse
hasta una conferencia de 1913/14. Cf. Heidegger, Martin, Frühe Schriften, GA 1, ed. F.-
W. von Herrmann, Fráncfort, Klostermann, 1978, p. 46. En segundo lugar, como fuente
para esclarecer el marco de interlocutores del maestro de Friburgo, es particularmente
interesante su epistolario con Jaspers. Las menciones sobre Spinoza se encuentran
dispersas a lo largo de la vida de ambos autores: si centramos nuestra mirada en el
caso particular de Jaspers podremos constatar la enorme importancia que posee el
pensamiento spinoziano dentro de su formación. En efecto, como nos lo indica en su
Autobiografía filosófica, Spinoza es el primer autor con el cual entra en contacto durante
su juventud, llegando a convertirse en su “filósofo predilecto”. (Cf. Jaspers, Karl,
Autobiografía Filosófica, Buenos Aires, Editorial Sur, 1964, p. 10). Es probable que las
cartas de Jaspers, sus escritos y sus recomendaciones de lectura –especialmente aquellas
que se encuentran vinculadas a las problemáticas del idealismo alemán–, ejercieran su
influencia en la interpretación que Heidegger realiza sobre Spinoza. En esta línea de
pensamiento, existe una serie de cartas (fechadas el 24/04/1926 y el 08/11/1927), donde es
posible constatar que Heidegger comienza a leer el Tratado sobre la esencia de la libertad
humana de Schelling gracias a la insistencia de Jaspers. (Cf. Heidegger, Martin/Jaspers,
Karl, Correspondencia 1920-1963, Madrid, Editorial Síntesis, 1990)

213
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

de Spinoza, es de central importancia para nuestra investigación:


podríamos decir que, entre los escritos que integran la Gesamtaus-
gabe, este texto constituye el mejor documento para observar –con
claridad y de manera detallada– la interpretación que Heidegger
hace de Spinoza.

II) Fenomenología de la vida fáctica y crítica del presente

A pesar de sus desplazamientos y variaciones, el hilo que une toda la


obra de Heidegger es la pregunta por el sentido del ser. Como sostie-
ne Ángel Xolocotzi, es posible registrar cierta unidad en el camino
del pensar del maestro de Friburgo: la Gesamtausgabe nos muestra
los diferentes virajes de una única reflexión, que intenta situarse
a la altura de aquello por lo que se interroga; un pensar que expe-
rimenta la rareza que poseen las cosas y la dificultad de acceder a
las mismas. En este sentido, para desarrollar de manera radical la
interrogación por el ser, el maestro de Friburgo comienza por ana-
lizar críticamente a aquel ente (el Dasein) que es capaz de formular
la pregunta ontológica fundamental. La interrogación por el sentido
del ser está fuertemente ligada a la cuestión de la vida fáctica.9
Durante sus años de juventud, Heidegger elabora la antigua
pregunta por el sentido del ser mediante una apropiación inno-
vadora de la tradición. En el centro de su trabajo especulativo, in-
fluenciado por su formación religiosa y los efectos de la Primera
Guerra Mundial, se esconde la siguiente sospecha: nuestras socie-
dades están preparadas para “funcionar” a la perfección sin esta
clase de preguntas ontológicas, pero es posible que la eliminación
de la actividad filosófica y de su interrogación por el sentido del
ser implique la pérdida de una dimensión esencial para la huma-
nidad. Por eso mismo, el estudio científico y riguroso de la vida
humana –de sus movimientos y sus diferentes configuraciones–,
emerge como una de las posibles vías para la radicalización de la
investigación.
La idea de un análisis sobre la experiencia de la “vida fáctica” es
sumamente relevante para comprender la lectura heideggeriana de

9
Cf. Xolocotzi, Ángel Yañez, “Fundamento, Esencia y Ereignis. En torno a la unidad del
camino del pensar de Martin Heidegger” en Endoxa: Series Filosóficas, N 20, Madrid,
UNED, 2005, pp.733-744.

214
HEIDEGGER, LECTOR DE SPINOZA VALENTÍN BRODSKY

Spinoza, puesto que este autor alemán no está interesado en desarro-


llar una interpretación erudita de la historia de la filosofía, ni conci-
be la posibilidad de acceder a los escritos de la tradición tal y como
son “en sí mismos” –extraña forma de objetividad, que pretendería
“limpiar” al texto de todo malentendido y “suspender” toda clase de
distancia temporal. Por el contrario, sus exploraciones sobre la “si-
tuación hermenéutica” pretenden conquistar el horizonte de sentido
en el que ya siempre se mueve la vida fáctica y desde el cual se inter-
preta a sí misma.10 En todo momento, el hombre se encuentra en un
estado de interpretación heredado que define el sentido de su rela-
ción consigo mismo, con los otros y con las cosas del mundo.
Si la Primera Sección de Ser y Tiempo se mueve en el marco de una
hermenéutica del Dasein, esto acontece de forma preparatoria: la fi-
losofía es una invitación a pensar radicalmente nuestro “ser en el
mundo”.11 A contramarcha de la concepción tradicional sobre la sus-
tancia y de las distinciones entre esencia-existencia, sujeto-objeto,
teoría-práctica, Heidegger afirma que la “esencia del Dasein consis-
te en existencia”.12 La vida humana es un conjunto de posibilidades
proyectadas, en tensión de realizarse. Asumir esto, implica sostener
que el hombre no posee un fin inherente ni se configura a partir
de cierta teleología, pero también quiere decir que cotidianamente
nos encontramos inmersos en el mundo y comprendemos nuestras
posibilidades a partir del mismo. En términos heidggerianos, diría-
mos que una de las formas de responder a la pregunta por el “quien”
del Dasein –una vez que hemos descartado la idea de un sujeto como
sustancia o subjectum–, consiste en identificar fenoménicamente
ciertas características de aquel modo de ser que caracteriza a su ex-
presión cotidiana: bajo estas condiciones, inmediata y regularmente
los hombres se encuentran absorbidos por el mundo que los rodea.

Cf. Heidegger, Martin, Interpretaciones fenomenológicas sobre Aristóteles (Indicación de


10

la situación hermenéutica), Madrid, Editorial Trotta, 2002, p. 29.


11
Si bien las citas de nuestro trabajo se apoyan en la edición de Ser y Tiempo elaborada
por Jorge Eduardo Rivera, para la traducción de los existenciales heideggerianos (ej.
ser en el mundo) nos hemos servido del trabajo realizado por José Gaos. Una de las
virtudes de esta última traducción, consiste en mantener el sentido profundo y radical
del concepto de “existencia” mentado por Heidegger, al colocar el verbo “ser” en
infinitivo. Heidegger, Martin, El Ser y el Tiempo, trad. José Gaos, Ciudad de México,
Fondo de Cultura Económica, 1993.
12
Heidegger, Martin, Ser y Tiempo, trad. Jorge Eduardo Rivera, Madrid, Editorial Trotta,
2012, p. 63.

215
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

También resulta característico el “cuidado por la diferencia”, un con-


vivir intranquilo que asume la forma de la “distancialidad” (Abstän-
digkeit): todo aquello que emprende la ocupación, parece contener
un íntimo y profundo deseo por parecernos a los otros o superarlos.
De esta forma, el Dasein queda sujeto al dominio completamente im-
personal de los otros, que se convierten en el criterio por excelencia
para definir cómo se debe vivir, cómo se debe actuar, cómo se debe
establecer una amistad, cómo se debe amar y –esto no deja de ser
paradójico– cómo debemos apartarnos de la multitud.13
El mundo de la ocupación común, regido por el “Uno” (Das Man),
deja entrever cierta tendencia a la “medianía” (Durchschnittlichkeit) y
a la “nivelación” de las posibilidades del Dasein. En el “mundo circun-
dante público” el hombre es forzado a igualarse a los demás, no sólo
a través de los medios masivos de comunicación y de transporte, sino
también mediante una determinación previa sobre lo posible o lo per-
mitido. Bajo estas condiciones todo “conato de excepción” es silenciosa-
mente nivelado, lo más propio se vuelve banal, la luz de lo público hace
que lo íntimo pierda su intensidad. Se ingresa así en un mundo de la
apariencia donde la gravedad de la existencia es desplazada, y el trato
con las cosas se vuelve trivial. Gracias al disimulo y el ocultamiento,
el trato con los otros pierde profundidad, las conversaciones pierden
textura y color, la vida se vuelve leve y ligera.14
Pero el Dasein puede asumir un modo de ser “propio” o “impro-
pio”. Ese ente al que en cada caso le va su propio ser, puede “ganar-
se a sí mismo o puede perderse”.15 Hemos llegado a este mundo sin
saber desde dónde venimos ni hacia dónde vamos, pero lo cierto es
que nos vemos inmersos en una coyuntura histórica. En cada situa-
ción concreta, el hombre se ve obligado a tomar una decisión, y en
cada acto resolutivo, incluso cuando opta por “no actuar”, está en
juego la totalidad de su ser, puesto que no hay esencias substancia-
les y la vida no tiene un fin inherente, no va hacia ningún lado. Lo
interesante en este punto es que Heidegger cree que la filosofía des-
empeña un papel fundamental. De manera involuntaria, mediante
sus diversos trabajos especulativos, la tradición filosófica no ha he-

13
Cf. Ibíd., pp. 145-146.
14
Cf. Ibíd., pp. 146-147.
15
Ibíd., p. 64.

216
HEIDEGGER, LECTOR DE SPINOZA VALENTÍN BRODSKY

cho más que apoyarse y fortalecer esta clase de tendencias que he-
mos mencionado como características del mundo público cotidiano:
El Dasein no solo tiene la propensión a caer en su mundo, es de-
cir, en el mundo que es, y a interpretarse por el modo en el que se
refleja en él, sino que el Dasein queda también, y a una con ello,
a merced de su propia tradición, más o menos explícitamente
asumida [...] La tradición desarraiga tan hondamente la histori-
cidad del Dasein, que éste no se moverá ya sino en función del
interés por la variedad de posibles tipos, corrientes y puntos de
vista del filosofar en las más lejanas y extrañas culturas, y bus-
cará encubrir bajo este interés la propia falta de fundamento.
La consecuencia será que el Dasein, en medio de todo ese interés
histórico y pese a su celo por una interpretación filológicamente
«objetiva», ya no comprenderá aquellas elementales condicio-
nes sin las cuales no es posible un retorno positivo al pasado, es
decir, una apropiación productiva del mismo.16

La analítica de la existencia, en su intento por capturar el fenó-


meno móvil y escurridizo de la vida, es también una tematización
de la actividad filosófica. Toda investigación es una posibilidad ón-
tica del Dasein, por lo que la tarea de volver a formular la pregunta
por el sentido del ser corre de manera paralela al intento por al-
canzar una comprensión adecuada de la existencia humana y de la
tradición filosófica:
Si se quiere que la pregunta misma por el ser se haga transpa-
rente en su propia historia, será necesario alcanzar una fluidez
de la tradición endurecida, y deshacerse de los encubrimientos
producidos por ella. Esta tarea es lo que comprendemos como la
destrucción, hecha al hilo de la pregunta por el ser, del conteni-
do tradicional de la ontología antigua, en busca de experiencias
originarias en las que se alcanzaron las primeras determinacio-
nes del ser, que serían en adelante las decisivas.17

La “destrucción” (Destruktion) no consiste en exponer los diferen-


tes puntos de vista que se han desarrollado a lo largo de la historia de
la ontología con el propósito de relativizarlos, neutralizarlos y reducir
su importancia. No se trata de una suerte de obsesión filológica por

16
Ibíd., p. 42.
Ibíd., p. 43.
17

217
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

el pasado o lo exótico, ni mucho menos de un intento por deshacerse


de la tradición y sepultarla. Destruir es mostrar los “límites” de una
determinada interrogación. Se trata de desmontar las tesis esenciales
de aquellos autores que han definido la historia de la filosofía de Oc-
cidente –como es el caso de Spinoza– para volver a inscribirlas en lo
positivo y originario de sus posibilidades. Para Heidegger, la “crítica de
la historia es única y exclusivamente crítica del presente”.18

III) La metafísica de Spinoza como proyecto ético

Ahora bien, dentro del seminario Historia de la filosofía desde Santo


Tomás de Aquino hasta Kant, la lectura heideggeriana de Spinoza se
estructura de forma compleja. Los debates y el trasfondo sobre los
cuales reposa esta interpretación no se encuentran necesariamente
explicitados. Heidegger toma –de manera velada y parcial– aquello
que han sostenido otros autores con el propósito de pensar sus pro-
pios problemas:
Aunque la proyección técnica es clara, buena parte del conteni-
do permanece en la oscuridad. No se puede decir que ya hemos
alcanzado una interpretación filosóficamente satisfactoria de la
totalidad de la obra de Spinoza. Por el contrario, la interpreta-
ción de Spinoza todavía se encuentra demasiado orientada me-
diante las categorías ideológicas de “panteísmo”, “determinis-
mo”, “paralelismo psicofísico” y similares, como para que pue-
da verse su problema ontológico central: hacer comprensible la
idea de substancia, es decir, el ser del ente, de aquello que es.19

Y posteriormente sostiene:
La metafísica apunta hacia una ética; por eso, el hombre (homo)
y su esencia son un tema especial. Para Descartes la res cogitans
es diferente de la res extensa; lo mismo acontece con Spinoza. De
ahí se siguen las definiciones de corpus, idea, duratio, realitas,
res singularis.20

18
Heidegger, Martin, Interpretaciones fenomenológicas sobre Aristóteles (Indicación de la
situación hermenéutica), op.cit., p. 33.
19
Ibid., pp. 149-150.
20
Ibid., p. 158.

218
HEIDEGGER, LECTOR DE SPINOZA VALENTÍN BRODSKY

En un primer momento, Heidegger parece cuidadoso y precavi-


do en su lectura. El trabajo de investigación y edición de Gebhardt
es reconocido como un elemento “esencial para el trabajo cientí-
fico”, al mismo tiempo que se nos advierte sobre la imposibilidad
de afirmar que “ya poseemos una interpretación filosóficamente
satisfactoria de la totalidad de la obra de Spinoza”. La construcción
more geometrico de los conceptos de la Ética es clara y rigurosa,
pero aún hay ciertos puntos del pensamiento spinoziano que no
han sido considerados en toda su profundidad. En este sentido,
mediante las nociones de “panteísmo”, “determinismo” y “parale-
lismo psico-físico”, esta cita nos introduce al eje temático que ar-
ticula la interpretación heideggeriana: el spinozismo es una clara
demostración de que la “metafísica apunta hacia una ética”. El pro-
blema central de Spinoza consiste en pensar de manera rigurosa
el ser. Pero esta empresa de carácter teorético posee ciertos efectos
sobre la propia existencia que deben ser regulados y estudiados.
El proyecto ético del spinozismo es solidario con sus tesis metafí-
sicas: en su intento por responder a la pregunta por el sentido del
ser, Spinoza abre el terreno para una determinada experiencia de
la vida fáctica, para una determinada comprensión de la relación
entre el hombre y el mundo.
De manera implícita, Heidegger se sirve de las investigaciones
de Carl Gebhardt y Carl Stumpf para afirmar que ciertas categorías
como las de “panteísmo” y “paralelismo psicofísico” se dirigen a un
punto clave de la ontología spinoziana, pero distorsionan su conte-
nido mediante un lenguaje ideológico, mediante conceptos que no
pertenecen al autor.21 El tercer apartado de las lecciones sobre Histo-

Como podemos observar en la conferencia dedicada a Spinoza que ya hemos mencionado


21

anteriormente, Max Scheler no sólo alude a Gebhardt y a Stumpf con el propósito de


introducir el problema del “panteísmo” y del “paralelismo”, sino que incluso parece
replicar la tesis heideggeriana sobre la existencia de un vínculo esencial entre ética
y metafísica, entre la práctica filosófica y el mundo: “la “Ética” de Spinoza quiere ser
no mera transmisión doctrinal de principios y de la demostración de estos principios,
sino, en primer lugar, conducción viva, conducción pensada en modo enteramente
práctico, del alma del lector a este idear de la experiencia, a esta continua afirmación
de la experiencia del mundo y de la vida en la idea. Y a través de este hacer espiritual
del conocer a la venturosa contemplación de Dios (frui Deo) como hacia una elevación
que en forma permanente y dominante hinche al hombre y lo arrebate por encima de
la situación vulgar de la práctica de la vida.” (Scheler, Max, “Spinoza”, en Trapalanda:
un colectivo porteño, op.cit., p. 297). Y más adelante agrega: “En el «mundo» de Spinoza
ni el concepto de «tiempo» ni el concepto de «fuerza», ni los conceptos de «dirección» y
«evolución» encuentran lugar. Aquí yace el mayor defecto de su sistema. El mundo es
pensado de modo enteramente eleático; es un ser eterno, carente de fuerza, intemporal,

219
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

ria de la filosofía... nos sitúa entonces ante un punto de importantes


rupturas y reenvíos con la tradición:
Vimos cómo en Descartes la pregunta por el ser en general no
estaba completamente desarrollada. Se mueve en una compren-
sión heredada del ser (überkommenen Seinsverstandnis). Indicio
para esto: se apropia de la interpretación ontológica del sum-
mum ens. Además, observamos que incluso ese ser que asume
un papel metodológicamente central, la res cogitans, no ha sido
completamente aclarado en su modo de ser. En todas partes, se
evita el problema ontológico originario. En lugar de esto, se re-
cupera la ontología antiguo-medieval. La sistematización de la
totalidad del ente, en el sentido de la idea griega, alcanza su pun-
to más alto de desarrollo en Spinoza.22

Y algunas páginas más adelante, en el contexto del análisis de los


conceptos ontológicos fundamentales de Spinoza, agrega:
El mismo estar-ahí (Vorhandenes) y coestar-ahí (Mitvorhande-
nes) se muestran principalmente en la contemplación pura del
ente [...] Sin que este origen (Ursprung) de la idea del ser (Sein-
sidee) sea expresamente entendido y conceptualizado, el com-
portamiento real hacia el ente será determinado por ella. (Cf.
beatitudo en Tomás, θεωρία Aristóteles).23

El problema del sujeto, del Dasein, de la determinación de la vida


consciente, es lo que le interesa a Heidegger. Sobre el fondo de la
pregunta por el sentido del ser, se trata de cuestionar la forma en
que la tradición filosófica ha tematizado a la vida humana: al igual
que Husserl, Heidegger cree que el análisis fenomenológico no pue-
de tomar al hombre como un simple ente entre otros entes, como
una de las tantas “cosas” que pueblan el mundo. El Dasein posee una
estructura ontológica diferente, un privilegio óntico y ontológico,
que no es reductible a los términos de la subjetividad trascendental
husserliana ni a una simple conciencia. Por el contrario, la defini-
ción de la vida humana bajo una orientación unilateral de carácter
teoreticista y racionalista debe ser desmontada. Es necesario proce-

incapaz de evolución [...] La realidad es una relación estricta y eternamente intemporal


de premisas y consecuencias, realidad completamente conceptual y transparente como
un cristal.” (Ibíd., p. 299).
22
Heidegger, Martin, Geschichte der Philosophie von Thomas von Aquin bis Kant (1926/1927),
op.cit., pp. 151; traducción nuestra.
Ibíd., p. 155; traducción nuestra.
23

220
HEIDEGGER, LECTOR DE SPINOZA VALENTÍN BRODSKY

der a una destrucción de la tradición para evitar toda recaída en el


ámbito de una comprensión heredada de la existencia –como es el
caso de Descartes.
En este sentido, para esclarecer los conceptos ontológicos funda-
mentales de Spinoza, Heidegger se remonta hasta Aristóteles. A par-
tir de su lectura de la Ética a Nicómaco, la topología de los lugares de
la verdad que reconstruye el maestro de Friburgo nos enseña que la
theoria (θεωρία) es sólo uno de los modos de la actitud descubridora
mediante la cual el hombre puede relacionarse con las cosas. La Éti-
ca de Spinoza, entendida como el punto más alto que se ha alcanzado
en la sistematización de la idea griega del ser, es la consumación de
algunos elementos esenciales de la tradición metafísica: el trato del
hombre con el hombre, del hombre con las cosas y consigo mismo, es
reducido al ámbito de la simple presencia, del estar-ahí. La actitud con-
templativa es tomada como el vínculo por excelencia con el mundo.
Al confrontar el libro VI de la Ética a Nicómaco con la Metafísica
y la Física, Heidegger intenta repensar el modo de ser propio del
Dasein: las cosas del mundo que nos rodean, según la actitud que
asuma el hombre, pueden aparecer en el modo de ser de la utiliza-
bilidad, como ser-a-la-mano (Zuhandenheit) y demandar una actitud
descubridora de tipo técnico (poiesis), por ejemplo cuando son toma-
das como útiles para el trabajo–; o bien, pueden aparecen en el modo
de la simple presencia, como ser-a-la-vista (Vorhandenheit) y deman-
dar una actitud descubridora de carácter contemplativo (theoria),
por ejemplo cuando las tomamos como objeto de estudio científico.
Al apoyarse en Aristóteles, el trabajo crítico de Heidegger busca des-
nudar la pluralidad inherente a la existencia humana y el carácter
esencialmente práctico de la misma –puesto que la praxis es tomada
como el modo de develamiento fundamental.24
En este marco se inserta el análisis heideggeriano sobre la natu-
raleza y el origen de los “afectos” o “estados de ánimo”:
Aquí, nuevamente, el paralelismo entre res cogitans y res ex-
tensa, es decir, los modos. Estos corresponden al estado de
cosas fenomenal, los afectos no se dan de manera pura en el
cuerpo, sino que siempre nos encontramos afectados (im Affekt
befinden) de una u otra manera: esto remite a un encontrarse

Para un análisis detallado de la lectura heideggeriana de Aristóteles, véase Volpi,


24

Franco, Heidegger y Aristóteles, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012.

221
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

a sí (Sichbefinden) y a un ser concernido (Angegangenwerdens)


[...] Pregunta fundamental: ¿Cuál es el presupuesto ontológico
general, el encontrarse o el encontrarse templado, para que el
ente pueda ser?25

Para el análisis fenomenológico, el contenido de la experiencia


de la vida fáctica recibe el nombre de “mundo”. Pero el mundo no es
un objeto frente al cual se encontraría situado el Dasein. Tampoco se
trata de una totalidad de entes, en cuyo interior podríamos localizar
al hombre como una cosa entre otras cosas. No hay abismo ni con-
traposición entre Dasein y mundo. Heidegger está discutiendo con
la filosofía cartesiana, que establece la extensio como el modo de ser
del mundo y la intellectio como la auténtica vía de acceso al mismo.
En contra de esa idea, la “mundaneidad” emerge como un “a priori”
irreductible al conocimiento físico-matemático, como algo que no
puede ser re-presentado. Afirmar que el Dasein “es” mundo tam-
bién implica sostener que este último concepto no puede ser pensa-
do como “permanente estar-ahí”, como “permanencia constante”.26
Nuestra comprensión del ser se encuentra completamente atrave-
sada por aquello que la tradición ha llamado estados de ánimo. Los
afectos poseen una dimensión óntico-ontológica que la analítica de
la existencia no puede pasar por alto. Por eso mismo, los parágrafos
§29-31 de Ser y Tiempo introducen a la “comprensión” y la “disposi-
ción afectiva” como estructuras co-originarias del Dasein:27 enten-

25
Heidegger, Martin, Geschichte der Philosophie von Thomas von Aquin bis Kant (1926/1927),
op.cit., pp. 160; traducción nuestra.
26
Heidegger, Martin, Ser y Tiempo, op.cit., pp. 116-117.
Al respecto, puede leerse en el §31: “La disposición afectiva es una de las
27

estructuras existenciales en que se mueve el ser del “Ahí”. Este ser está constituido,
cooriginariamente con ella, por el comprender (Verstehen). La disposición afectiva
tiene siempre su comprensión, aun cuando la reprima. El comprender es siempre un
comprender afectivamente templado.” (Ibíd., pp. 161-162). Algunos intérpretes de la
obra heideggeriana, como es el caso de Vattimo, sostienen que la “disposición afectiva”
es anterior –en términos no cronológicos– a la comprensión del Dasein: “Que el Dasein
se encuentre siempre y originariamente en una disposicionalidad no es un fenómeno
que “acompañe” sencillamente la comprensión y la interpretación del mundo; la
afectividad es más bien ella misma una especie de precomprensión, aún más originaria
que la comprensión misma. Verdad es que en Ser y Tiempo se habla solo de un coorigen
de disposicionalidad y comprensión. Pero nuestra hipótesis es legítima si se piensa, por
un lado, que precisamente la disposicionalidad “abre al Dasein en su estado-de-yecto”
(y ahora se verá la importancia central de esta noción) y, por otro lado, que el encuentro
mismo con las cosas en el plano de la sensibilidad es posible solo sobre la base del hecho
de que el Dasein está siempre originariamente en una situación afectiva.” (Vattimo,
Gianni, Introducción a Ser y Tiempo, Barcelona, Gedisa, 2002, p. 37).

222
HEIDEGGER, LECTOR DE SPINOZA VALENTÍN BRODSKY

dido como totalidad significativa, el mundo abierto por la compren-


sión se encuentra ya siempre templado anímicamente. La estructu-
ra móvil de significados y remisiones entre significados que cons-
tituyen al mundo puede ser develada de diferentes maneras por la
articulación entre la comprensión y la disposición afectiva.
No es casual que Heidegger reemplace la palabra Mensch/en (hom-
bre) por Dasein (ser-ahí) dentro de Ser y Tiempo. Esa operación crítica
sobre el lenguaje tiene como propósito mostrar los límites de la tradi-
ción filosófica, al mismo tiempo que abre la posibilidad de efectuar
diferentes desplazamientos: en el caso particular de los “estados de
ánimo”, la filosofía heideggeriana nos dice que éstos no deben ser en-
tendidos como “sentimientos” o “emociones” capaces de revelarnos la
supuesta interioridad del sujeto. Tampoco es posible reducir los esta-
dos de ánimo al nivel de un conjunto de procesos neuronales y endócri-
nos, como pretenden algunos enfoques científicos actuales. El término
alemán “Da-sein” suele traducirse a nuestra lengua mediante la con-
junción forzada de dos palabras: la expresión da puede encontrar su
equivalente en “ahí”, mientras que sein nos remitiría al verbo “ser”. El
Dasein es el ahí (da) del ser (sein). Pero el da no mienta un punto especí-
fico dentro de un sistema de coordenadas geográficas.28
“Mundo” y “Dasein” son dos momentos de una misma relación. Por
un lado, vemos que el comprender y la disposición afectiva involucran
una relación consigo mismo, un “encontrarse a sí” (Sichbefinden). El
Dasein experimenta su propio ser como un proyecto templado aními-
camente.29 Por otro lado, decimos que los entes que componen al mun-
do, según el modo de ser bajo el cual aparecen, pueden interpelar al
Dasein de diferentes maneras. Mediante la expresión “ser concernido”

28
Cf. Gilardi, Pilar, Heidegger: la pregunta por los estados de ánimo, Ciudad de México,
Bonilla Artigas Editores, 2013, p. 60.
En Los problemas fundamentales de la fenomenología de 1927, al referirse al problema
29

de la “diferencia ontológica”, Heidegger expresa esto con claridad: “Nuestro objetivo


es comprender de un modo fundamental la posibilidad de la comprensión del ser
en general. Con la interpretación del comprender en general se pone de relieve una
condición necesaria pero no suficiente, con relación al comportamiento del Dasein
respecto del ente. Y es que solo me puedo comportar respecto del ente si puedo encontrar
al ente mismo en la luz de la comprensión del ser. Esta es la condición necesaria. Desde
el punto de vista ontológico fundamental, esto puede expresarse también así: todo
comprender está esencialmente relacionado con un encontrarse a sí (Sichbefinden) que
pertenece a la comprensión de sí mismo. El encontrarse es la estructura fundamental de
lo que designamos como temple, pasión, afecto, etc.” (Heidegger, Martin, Los problemas
fundamentales de la fenomenología, Madrid, Trotta, p. 337).

223
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

(Angegangenwerdens), Heidegger busca destacar que nuestra relación


con el mundo no se agota en un simple intercambio de datos sensibles:
la vida se ve implicada en el mismo, se despliega en una multiplicidad
de planos y se ve afectada por todos ellos. Solo así podemos entender
que el develamiento de la ocupación circunspectiva, del trato coti-
diano con las cosas, permita que un ente aparezca como “inservible”,
“resistente”, “amenazante” o provoque cierto “apremio” en nosotros.
La existencia, bajo diferentes estados de ánimo, se encuentra siempre
consignada al mundo y en una relación comprensora consigo misma.
Como se nos indica en Ser y Tiempo, la tradición no ha podido su-
perar el análisis de las pasiones desarrollado por Aristóteles.30 Pero
esto no impide que Heidegger reconozca la importancia de la teoría
spinoziana sobre los afectos: al preguntar por el modo de ser espe-
cífico del Dasein y el carácter ontológico de las pasiones, por las con-
diciones que hacen posible la servidumbre y la libertad humana,
la Ética se encuentra en el camino correcto. Lo que resulta inacep-
table es que Spinoza sostenga una metafísica de la presencia donde
el amor Dei intellectualis –entendido como saber teorético, puro y
contemplativo– defina la temporalidad, la experiencia fáctica de la
vida y la respuesta a la pregunta por el sentido del ser.

30
En el parágrafo §29 de Ser y Tiempo, puede leerse: “Es conocida la manera como la
interpretación de los afectos se prolonga en la Stoa, como asimismo su transmisión
a la Edad Moderna por medio de la teología patrística y escolástica. Pero lo que no
suele advertirse es que la interpretación ontológica fundamental de lo afectivo no ha
podido dar un solo paso hacia adelante digno de mención después de Aristóteles. Por
el contrario: los afectos y sentimientos quedan sistemáticamente clasificados entre
los fenómenos psíquicos, constituyendo de ordinario la tercera clase de ellos, junto
a la representación y la voluntad. Y de este modo descienden al nivel de fenómenos
concomitantes.” (Heidegger, Martin, Ser y Tiempo, op.cit., p. 158).

224
HEIDEGGER, LECTOR DE SPINOZA VALENTÍN BRODSKY

IV) Consideraciones finales

A modo de conclusión, podemos afirmar que la interpretación hei-


deggeriana de la Ética se desarrolla en un contexto social estimu-
lante y convulsionado, donde Spinoza ocupa un lugar de gran im-
portancia. Durante los años previos al ascenso del nazismo, la Repú-
blica de Weimar registra una serie de debates políticos y culturales
que toman como eje la figura del filósofo holandés: diarios, museos
y revistas se convierten entonces en el lugar privilegiado para ins-
peccionar el pasado y efectuar una crítica del presente. Se trata de
retornar a las obras de Spinoza, a sus efectos sobre la tradición judía
y la cultura alemana, para elaborar diferentes estrategias políticas
e intervenir sobre una comunidad que se encamina hacia el horror
de los campos de concentración.
Siguiendo las investigaciones de Ángel Xolocotzi, hemos consta-
tado la importancia que posee la pregunta por la vida fáctica den-
tro de la obra de Martin Heidegger. A pesar de sus variaciones y
virajes, existe cierta continuidad en el pensamiento del maestro de
Friburgo: la filosofía debe volver a formular la pregunta por el sen-
tido del ser, pero eso solo será posible si antes hemos esclarecido las
estructuras ontológicas que caracterizan al Dasein. La pregunta por
el sentido del ser está estrechamente vinculada a la pregunta por la
vida fáctica. Es necesario someter a crítica a las grandes obras de la
historia de la filosofía (como la Ética de Spinoza), mostrar los efectos
que la tradición ha producido en nuestra vida cotidiana, señalar los
límites de esas interrogaciones filosóficas y despejar el camino para
otras formas de transitar el presente.
Al centrar nuestra atención en las lecciones de fines de 1926 titu-
ladas Historia de la filosofía desde Santo Tomás de Aquino hasta Kant,
vimos que las clases dedicadas a la obra de Spinoza se estructuran
bajo dos grandes ejes: en primer lugar, comprendemos que la inter-
pretación heideggeriana de la Ética forma parte de una lectura de-
tallada y cuidadosa de algunas obras fundamentales de la tradición
filosófica, que podría enmarcarse dentro del programa de una “crí-
tica a la historia de la ontología”, tal y como es formulada en Ser y
Tiempo (1927). En segundo lugar, esa misma lectura del pensamien-
to de Spinoza nos dice algo sobre las formas en las que la filosofía
impacta sobre nuestra existencia. Para Heidegger el pensamiento de
este autor holandés emerge como una clara demostración de que la

225
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

metafísica esconde un proyecto ético. Al tomar la actitud contempla-


tiva del amor Dei intellectualis como el vínculo por excelencia con el
mundo, Spinoza reduce el trato del hombre con los otros, con las co-
sas y consigo mismo al ámbito de la simple presencia, del estar-ahí.
Por supuesto, llegados a este punto nos vemos obligados a señalar
el carácter provisorio de nuestra conclusión. Tras registrar breve-
mente el impacto que la obra de Spinoza produjo en la República De-
mocrática de Weimar y en la obra de Heidegger, se abren a nuestro
alrededor una multiplicidad de preguntas que trabajan en distintos
niveles y se encuentran íntimamente vinculadas entre sí: las afirma-
ciones que Heidegger realiza sobre este autor holandés a lo largo de
su vida, ¿muestran ciertas variaciones, o pueden inscribirse dentro
del marco de lectura que hemos reconstruido en nuestro artículo?
¿Cuáles son los interlocutores más importantes de Heidegger para
comprender su interpretación de la Ética? ¿Existe una dimensión
política en los encuentros que se produjeron entre ambos autores?
Estos interrogantes quedan abiertos para trabajos de investigación
en el futuro. Sabemos que diferentes autores contemporáneos han
tematizado la relación “Heidegger-Spinoza”. Quizá una buena pista
pueda encontrarse en las obras de Max Scheler, Karl Jaspers, Her-
mann Cohen o Carl Stumpf, pero también en ciertas derivas latinoa-
mericanas del pensamiento heideggeriano.31

31 No nos proponemos reconstruir una “simple” historia de lectores y de anticipaciones.


Heidegger y Spinoza son dos autores que han marcado profundamente la trayectoria
del pensamiento filosófico de la región, por lo que omitir toda referencia a los
elementos que conforman nuestro horizonte de comprensión solo puede redundar
en un empobrecimiento del mismo. Nuevamente, hay que seguir las indicaciones de
Heidegger: leer críticamente la obra de Spinoza, preguntar por la manera en la que
funciona el sistema de referencias de algunos intelectuales alemanes en los años
previos al nazismo, supone también la difícil tarea de explicitar las formas en las que
históricamente la filosofía abre la existencia a un cierto trato con el mundo, con los
otros y consigo mismo. Indagar sobre los caminos por los que otras comunidades han
retornado a la historia de la filosofía en busca de una respuesta a sus problemas es una
estrategia para comprender nuestro propio tiempo.

226
HEIDEGGER, LECTOR DE SPINOZA VALENTÍN BRODSKY

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229
El Siluetazo (1983)
Foto de Eduardo Gil

Detrás del terrorismo,


la guerra y el capitalismo.
La anulación de la personalidad como método de dominación
post-totalitaria y su vínculo con el contexto político
internacional actual1


1
El presente artículo fue realizado en el marco del Proyecto “La necesidad no tiene ley: razón
de Estado y suspensión de la ley en la tradición republicana” (PIDUNTDF-B-01/2016) radicado
en el Instituto de Cultura, Sociedad y Estado de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego.

230
JUAN ACERBI
(UNIVERSIDAD NACIONAL DE TIERRA DEL FUEGO – ARGENTINA)

Recibido el 25 de noviembre del 2017; aceptado el 07 de mayo del 2018

RESUMEN: Desde sus orígenes, la tradición ABSTRACT: From its origins, Western political
política de Occidente encontró en el otro una tradition found in the other an alien identity
alteridad identitaria mediante la cual fue posible, through which it was possible, by opposition, to
por oposición, definir la propia identidad de los define the identity of the community members
integrantes de la comunidad no solo por ser not only for being citizens but, fundamentally,
ciudadanos sino, fundamentalmente, por ser for being men. In this way, politics has officiated
hombres. De esta manera, la política ha oficiado as a boundary that allows to distinguish and
como frontera que permite distinguir, y separar, to separate that which is the typical sphere of
aquello que es propio del ámbito de los hombres, mankind and its community from that which is
y su comunidad, de aquello que es propio de typical of animals and the gods but also of sick
los animales y los dioses pero también de los persons, criminals and degenerates. However,
enfermos, los criminales y los degenerados. Sin this tradition seems to have become obsolete, in
embargo, dicha tradición parece haber quedado our time, when two phenomena that mark most
obsoleta al confluir, en nuestros días, dos fe- of the current world’s everydayness converge:
nómenos que signan la cotidianeidad de buena on the one hand, the nullification of personality
parte del mundo: por una parte, la anulación de and, with it, the elimination of the will itself and,
la personalidad y, con ella, la eliminación misma therefore, of the typical human component; on
de la voluntad y, por ende, del componente pro- the other hand, the appearance of a diffuse en-
piamente humano del hombre; por otra parte, la emy that is confused with each of us but whose
aparición de un enemigo difuso que se confunde essential characteristic is its inhumanity. Thus,
con cada uno de nosotros pero cuya característi- the world population coincides with that charac-
ca esencial es su inhumanidad. Así, la población teristic that is typical of those who do not belong
mundial coincide con aquella característica que to the human race making it impossible to distin-
resulta propia de los que no pertenecen al géne- guish the other and internalizing the war against
ro humano, imposibilitando la distinción del otro terrorism towards our own cities. These issues
e internalizando la guerra contra el terrorismo will be dealt with in this article.
hacia nuestras propias ciudades. Estas cuestio-
KEYWORDS: Totalitarianism - Capitalism - Ter-
nes serán tratadas en el presente artículo.
rorism - Democracy
PALABRAS CLAVE: Totalitarismo - Capitalismo -
Terrorismo - Democracia

Juan Acerbi es Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires y Licen-
ciado en Ciencia Política por la misma Universidad. Actualmente se desempeña como
Profesor Adjunto Regular de Teoría Política en la Universidad Nacional de Tierra del
Fuego y participa de diversos grupos de investigación en el campo de la Teoría Política
Clásica y Contemporánea. Asimismo dirige el Proyecto de Investigación “La necesidad no
tiene ley: razón de Estado y suspensión de la ley en la tradición republicana” radicado en
el ICSE-UNTDF. Recientemente ha publicado el volumen colectivo Viviendo la catástrofe.
Inseguridad, capitalismo y política (Ediciones UNTDF, 2016) y como editor el libro Diez
conceptos (no tan) básicos de Ciencias Sociales (Ediciones UNTDF, 2018).

231
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Introducción

El presente artículo se propone abordar la relación entre totali-


tarismo y democracia. Particularmente, se tratarán ciertas ca-
racterísticas propias de los regímenes totalitarios y se analizará
la vigencia de los mismos en nuestras democracias actuales. Para
ello, partiremos del aporte realizado por Hannah Arendt sobre la
capacidad desarrollada en el nazismo de eliminar, en la persona,
todo rasgo de personalidad y espontaneidad para, luego, situarnos
sobre un diagnóstico que reverbera sobre nosotros desde media-
dos del siglo pasado: la incapacidad que hombres y mujeres tienen
de experimentar empatía hacia otros -y fundamentalmente hacia
sí mismos- en el contexto de las democracias capitalistas. Esta in-
capacidad no sólo significaría la concreción del anhelo totalitario
de aislar a la población a escala global sino que, paradójicamen-
te, dicho proyecto se habrá realizado en un contexto donde la de-
mocracia, la libertad y la comunicación con el otro se presentan
como algunos de los principales paradigmas que animan nuestra
época. En procura de ahondar sobre las consecuencias que posee
para nuestras sociedades dicha situación, nos apoyaremos en el
trabajo de Giorgio Agamben con el ánimo de comprender algunas
de las implicancias que sobre nosotros pueda tener el haber tras-
ladado el nómos del espacio político del campo de concentración a
nuestras propias democracias. En este punto resultará ineludible
interrogarnos sobre las consecuencias que posee dicha situación
no solo en materia jurídico-política, sino también en lo que sig-
nifica, para cada uno de los seres humanos que habitan nuestras
sociedades, vivir bajo la regla imperante de la apatía que sienten
unos con otros. Esto nos llevará a reflexionar sobre el sentido que
tienen hoy nociones como la vida, la muerte, la identidad y la per-
sonalidad, lo cual, en definitiva, significa también preguntarnos si
lo propiamente humano sigue habitando en nosotros. Esperamos
que esto nos permita avanzar hacia la comprensión de un fenóme-
no particular que se da entre la deshumanización propia de las
sociedades capitalistas actuales y el surgimiento de un actor que
se ha vuelto un verdadero protagonista de nuestra época. Ese pro-
tagonista es el terrorista, es decir, aquel que se ha transformado en
el único capaz de justificar en nuestros días una guerra en nombre
de la Humanidad, lo cual representa una paradoja si consideramos
un hecho que esperamos tratar aquí: que, en realidad, dicha para-

232
DETRÁS DEL TERRORISMO, LA GUERRA Y EL CAPITALISMO JUAN ACERBI

doja encierra las consecuencias que tiene para los habitantes del
mundo el vivir en un mundo donde lo humano ya ha dejado de ser
lo que rige la vida y el destino tanto del planeta como de los que
habitan en él.

1. Destrato

Uno de los aspectos más sobresalientes de la obra de Hannah Arendt


es el haber demostrado que un fenómeno como el totalitarismo no
fue una invención del siglo xx sino que sus orígenes se remontaban,
al menos, a hechos que habían ocurrido en los siglos xviii y xix. Sin
embargo, poco se ha llamado la atención sobre el hecho de que Los
orígenes del totalitarismo, en una de sus últimas notas, recurra a un
pasaje de la Antigüedad Clásica para dar cuenta de una de las re-
velaciones más desgarradoras del libro:2 que la aspiración máxima
del poder, de esa forma desnuda del poder que se corresponde con
lo que se ha denominado totalitarismo, no consiste en aislar a cada
uno de los hombres del resto de sus semejantes sino en impedir toda
posibilidad de encuentro consigo mismo.3
En este sentido, el pasaje seleccionado sirve para recordarnos
que la inquietud que al poder le despierta aquel diálogo que se ori-
gina cuando el hombre es capaz de hablar consigo mismo no es con-
temporánea sino que ha sido un tópico por más de dos milenios. La
recurrencia a un pasaje clásico para referirse a un fenómeno con-
temporáneo no se debe a una presunción de la autora por mostrar
su erudición, sino al hecho de que el totalitarismo mostró ser exito-
so ante un problema concreto en el que sus predecesores fracasaron
y que consistía en dar una respuesta a la pregunta que interroga
sobre cómo impedir que el hombre pueda dialogar con su propio yo.
Cómo impedir ese diálogo del que surgen ideas, ideas que poseen un
estatus que las asimila a las acciones políticas más prominentes. De
esta manera, el totalitarismo encontraba sus orígenes en un marco
temporal que se extendía más allá del siglo que los vio cobrar forma

2
A la luz del hito que significó la aparición de La condición humana (1958) resulta
pertinente recordar que el capítulo 13 de la Tercera Parte de Los orígenes del totalitarismo
(capítulo que, como veremos, resulta central para el desarrollo del presente artículo)
fue incorporado en la segunda edición del libro, publicada también en 1958.
3
Cf. Arendt, Hannah, Los orígenes del totalitarismo, trad. Guillermo Solana, Madrid,
Alianza Editorial, 2015.

233
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

y vida política. El pasaje fijado por Arendt también nos recuerda que
algo tan propio del ser-humano, como lo es el encuentro del hombre
consigo mismo, ha sido un tópico que ha inquietado al poder desde
hace más de dos milenios. El pasaje en cuestión corresponde al pri-
mer libro del tratado Sobre la república de Marco Tulio Cicerón (106-
63 a.C.) y en él se afirma que uno de los hombres más ilustres de
la historia romana solía repetir que “nunca hacía más que cuando
nada hacía, y nunca se hallaba menos solo que cuando estaba solo”.4
Así, y como si se tratara de un estudio que venía a anticipar algunos
de los avances más resonantes del campo de la psicología del siglo
xx, el pasaje en cuestión deja entrever que aquella unidad orgánica
que denominamos “hombre” admite, en su interior, al menos, una
dualidad de voces o de personalidades que posibilitan un diálogo
consigo mismo, a través del cual, como luego comprenderemos, se
conforma la identidad yoica del sujeto.5
De esta manera, sabemos que al hombre, por su condición misma
de ser-humano, le es dada la posibilidad de dialogar incluso encon-
trándose en la soledad más absoluta, posibilidad que, como hemos
dicho, ha inquietado al poder durante milenios. En este sentido, el
aporte arendtiano consiste en subrayar el hecho de que el totalita-
rismo fue portador de una originalidad que, por supuesto, no es la
de haber producido muertes masivas sobre poblaciones civiles sino
la de haber logrado aislar al hombre de sí mismo. Pero aún más, la
originalidad de la solución aportada por el totalitarismo poseía ade-
más su cariz económico ya que al tiempo que se lograba anular la
humanidad del hombre se dejaba intacta su capacidad productiva.6
Para concretar tales logros había sido necesario producir una forma
de aislamiento mucho más sutil que aquella que aísla a la persona

4
Cicerón, Marco Tulio, Sobre la república, trad. Álvaro D’Ors, Madrid, Gredos, 1984, I, 27.
Para las obras clásicas se consignará el número de libro y parágrafo en aras de facilitar
el cotejo entre las diferentes ediciones existentes.
5
En el sentido en el que Alain Supiot nos recuerda en su trabajo Homo juridicus. Ensayo
sobre la función antropológica del derecho, trad. Silvio Mattoni, Buenos Aires, Siglo
xxi Editores, 2007, p. 12: “Convertir en «homo juridicus» a cada uno de nosotros es la
manera occidental de vincular las dimensiones biológica y simbólica que constituyen
al ser humano. El derecho reúne la infinitud de nuestro universo mental con la finitud
de nuestra experiencia física y cumple así en nosotros una función antropológica de
instauración de la razón”. En el mismo sentido, el autor aborda la multiplicidad de
personalidades en diferentes culturas en las que se considera normal que un hombre
se encuentre habitado por sus diferentes yoes.
6
Cf. Arendt, H., op. cit., pp. 608-616.

234
DETRÁS DEL TERRORISMO, LA GUERRA Y EL CAPITALISMO JUAN ACERBI

en una celda o en cualquier tipo de espacio confinado. Es decir, no


se trata de algo tan simple como aislar físicamente a la persona sino
de anular, propiamente, a la persona que anida en el interior del
cuerpo de cada ser humano. En términos esquemáticos esta forma
de aislamiento se refleja en las pautas conductuales del hombre ya
que existe una relación entre la espontaneidad de la conducta hu-
mana y su personalidad, su individualidad. En este sentido, elimi-
nar todo viso de espontaneidad en el hombre implica anular tam-
bién toda forma de voluntad y, de esa manera, se elimina también
la propia individualidad, la personalidad. Es de esta manera que se
posibilita la eliminación de la persona conservando su cuerpo, su
vida biológica, ya que la erosión de los lazos que conforman la per-
sonalidad conlleva la eliminación de la individualidad y, con ella,
de toda posibilidad de acción espontánea.7
La lección que Arendt nos brinda a través de la cita ciceroniana
también resulta cercana a los testimonios que nos fueron brinda-
dos por aquellos que fueron testigos -en primera persona- de los di-
versos intentos que a lo largo de los años se implementaron en pos
de impedir que cualquier atisbo de voluntad surja de la masa de
hombres y mujeres que habitaban los campos de concentración y
exterminio. Sin embargo, también encontramos un punto de coin-
cidencia con aquellos pensadores que, desde Walter Benjamin hasta
Giorgio Agamben,8 han vislumbrado la relación existente entre la
pobreza de experiencia y el contexto de una sociedad que se cir-
cunscribe al nómos de lo excepcional volviéndose ella misma un
espacio en el que la excepción ha devenido la norma. Y si una de
las aristas del aporte arendtiano nos permitía comprender que el
totalitarismo era un fenómeno cuyas raíces se extendían más allá
del marco histórico y político en el que surgió, los aportes de au-
tores como Agamben nos permiten ahondar en los lazos de pervi-
vencia que el totalitarismo guardaría con las democracias que le
siguieron.9 En otros términos, se trataría del desarrollo posterior de

7
Cf. Arendt, H., op. cit. pp. 624-640.
8
Cf. Benjamin, Walter, Discursos Interrumpidos I. Filosofía del arte y de la historia, trad.
Jesús Aguirre, Buenos Aires, Taurus, 1989; Agamben, Giorgio, Homo sacer. El poder
soberano y la nuda vida, trad. Antonio Cuspinera, Valencia, Pre Textos, 2006; Agamben,
Giorgio, Estado de excepción. Homo sacer II,1, trad. Flavia Costa e Ivana Costa, Buenos
Aires, Adriana Hidalgo, 2004.
9
No ha sido Agamben el único que ha ahondado en la relación que, más allá de sus límites

235
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

aquella última inquietud planteada por Arendt al concluir su inves-


tigación. Allí leemos que
la crisis de nuestro tiempo y su experiencia central han produ-
cido una forma enteramente nueva de gobierno que [...] es muy
probable que permanezca entre nosotros a partir de ahora, de la
misma manera que otras formas de gobierno [...] que surgieron
en diferentes momentos históricos [...] han permanecido con la
humanidad al margen de sus derrotas temporales.10

Considerada debidamente, esta advertencia encontraría su con-


firmación en aquel diagnóstico posterior que sostiene que un cui-
dadoso análisis de las instituciones jurídico-políticas de nuestras
democracias occidentales
nos conducirá a considerar el campo de concentración no como
un simple hecho histórico o una aberración perteneciente al pa-
sado (aunque todavía encontremos, eventualmente, situaciones
comparables), sino, en algún modo, como la matriz oculta, el nó-
mos del espacio político en que vivimos todavía.11

En este punto, no resultará impropio recordar que Arendt tam-


bién había advertido (aunque en otros términos) sobre las conse-
cuencias que tendría sobre la política -y, por ende, sobre la esfera
pública- aquella primacía del Homo Laborans sobre el Homo Faber.12
Y en este sentido debemos señalar, en la línea de lo ya advertido
por Agamben,13 lo lamentable que resulta el hecho de que Arendt
no haya extendido su análisis al campo de la biopolítica, lo cual, en
nuestra opinión, le ha impedido alcanzar algunas de las conclusio-
nes a las que llegará el propio Agamben años después.

históricos, podía trazarse entre democracia y totalitarismo aunque su perspectiva


biopolítica es la que hemos decidido priorizar aquí. Sobre otras perspectivas consultar,
por ejemplo, Lefort, Claude, La incertidumbre democrática, Barcelona, Anthropos,
2004. También del mismo autor, The Political Forms of Modern Society: Bureaucracy,
Democracy, Totalitarianism, MIT-Polity Press, 1986.
Arendt, H., op. cit., p. 640.
10

11
Agamben, Giorgio, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, op. cit., p. 212.
12
Cf. Arendt, Hannah, La condición humana, trad. Ramón Gil Novales, Buenos Aires,
Paidós, 2011.
13
Cf. Agamben, Giorgio, Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, op. cit., pp. 12-13.
De la misma manera, aunque en el sentido opuesto, Agamben señala que Foucault no
“trasladó nunca su investigación a los lugares por excelencia de la biopolítica moderna:
el campo de concentración y la estructura de los grandes Estados totalitarios del siglo
xx ” (Agamben, Giorgio, Homo sacer, op. cit. p. 13).

236
DETRÁS DEL TERRORISMO, LA GUERRA Y EL CAPITALISMO JUAN ACERBI

Pero continuando con nuestra argumentación, podemos ahora


afirmar que existen buenos indicios para sostener la hipótesis de
que si nuestras vidas se desarrollan en el contexto de sociedades que
responden declamativamente a valores democráticos mientras su-
brepticiamente subsisten elementos propios de la forma de gobierno
totalitaria, uno de dichos elementos -y tal vez el más importante de
ellos- es aquel mediante el cual se ha logrado extender globalmente la
incapacidad del hombre para ser humano, para ser sujeto con volun-
tad y personalidad. Si el totalitarismo había aportado la novedad de
poder disolver el vínculo de la persona consigo misma en una escala
controlada, el mundo de la democracia, la libertad y el consumo que
le siguieron han posibilitado que esa característica del totalitarismo
se imponga exitosamente a escala planetaria. Y en este sentido po-
dríamos interpretar el hecho ya tantas veces denunciado de que el
hombre pueda encontrarse inmerso en una multitud y, sin embargo,
emerger de ella sin ninguna experiencia que lo haya transformado
-aunque sea mínimamente- en su humanidad. La atomización del
hombre de Leo Löwenthal o la pobreza de experiencia denunciada
por Benjamin encuentran en las postales de nuestras grandes urbes,
y en los relatos de aquellos que las habitan, el testimonio de que no
existe ninguna relación entre la proximidad física que puedan tener
las personas entre sí y el trato humano que las mismas puedan dis-
pensarse.14 Si ya se había advertido sobre la incapacidad política que
adquiría la masa en las últimas décadas del siglo xx,15 con el ingreso
de la era digital y el imperio de las redes sociales esto se ve agudiza-
do debido a que la distancia entre las personas ha sido directamente
eliminada, lo cual, lejos de suponer una ventaja, implica la anulación
de toda forma de comunicación al lograr eliminarse, a partir de la he-
gemonía de lo positivo y la eliminación de lo distinto, toda forma de
diferencia hasta volver carente de sentido hasta el lenguaje mismo.16
De esta manera se comprende la importancia que posee la denuncia
sobre las aspiraciones últimas del poder totalitario de anular la perso-
nalidad (y la espontaneidad) del hombre, ya que allí gravitaría el marco

14
Löwenthal, Leo, “Terror’s Atomization of Man”, en Commentary, 1, 1945/1946, pp. 1-8.
15
Cf. Canetti, Elias, Masa y poder, trad. Horst Vogel, Barcelona, Alianza, 2013 y también
Sloterdijk, Peter, El desprecio de las masas. Ensayo sobre las luchas culturales de la
sociedad moderna, trad. Germán Cano, Valencia, Pre-Textos, 2002.
16
Cf., por ejemplo, Han, Byung-Chul, La expulsión de lo distinto, trad. Alberto Ciria, Buenos
Aires, Herder, 2017.

237
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

de referencia que nos permitiría comprender, en el contexto de nues-


tras sociedades democráticas, por qué no debería sorprendernos el he-
cho de que el hombre pueda encontrarse inmerso en la muchedumbre
y ser incapaz de relacionarse humanamente con sus semejantes debido
a que, antes que nada, es incapaz de relacionarse consigo mismo. En
otros términos, el hecho de que el proyecto totalitario haya logrado ha-
cer realidad la anulación del hombre en tanto ser humano y al mismo
tiempo dejar intacta su capacidad productiva, y que luego esto se haya
trasladado al ámbito de nuestras sociedades, puede verse en el slogan
que nos recuerda insistentemente que gozamos de una libertad tan
plena en la no hay imposibles y que sólo es cuestión de, simplemente,
hacerlo. Pero al tiempo que se nos insiste con que somos seres libres y
que podemos hacer lo que nos plazca sabemos que dicha libertad no
puede ser más que un engaño, una estrategia de marketing que insiste
en aquello que no puede ser real debido a que no es posible concebir
ningún tipo de libertad humana si previamente se encuentra impedida
la relación constitutiva del propio ser humano, el encuentro del yo con
el yo.17 Pero retomando, una vez más, el pasaje ciceroniano, pareciera
poder vislumbrarse en él una buena parte de las preocupaciones que
actualmente mantienen en estado de permanente vigilia a los diferen-
tes Servicios de Inteligencia de las potencias mundiales. Nos referimos
a todo aquello que escapa a las posibilidades materiales (o digitales) del
registro y del monitoreo de la población y que se reserva, en última ins-
tancia, a la esfera de la intimidad que sólo es accesible al propio ser. Esta
cuestión también había sido planteada por el mismo Cicerón y la encon-
tramos en aquella pregunta de profunda resonancia estoica:
¿quién puede pensar en serio que Dionisio hizo más cuando
arrebató la libertad a los ciudadanos apoderándose de todo el
gobierno, que cuando Arquímedes, su conciudadano, sin apa-
rente actividad alguna, fabricó esta esfera de la que se hablaba
hace un momento? -Pregunta a la que, inmediatamente, agrega-
¿quién dejará de pensar que los que en medio de la muchedum-
bre del foro no tienen el gusto de encontrar con quien hablar es-
tán más solos que los que hablan con ellos mismos sin nadie que
los juzgue, y se deleitan con lo que discurrieron y escribieron los
autores más sabios, como si estuvieran reunidos con ellos?18

Esta cuestión se encuentra debidamente abordada en el ya citado trabajo de Arendt


17

sobre el totalitarismo y en Agamben, Giorgio, Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el


testigo. Homo Sacer III, trad. Antonio Cuspinera, Valencia, Pre-Textos, 2010.
18
Cicerón, M.T., op. cit., I, 28.

238
DETRÁS DEL TERRORISMO, LA GUERRA Y EL CAPITALISMO JUAN ACERBI

La clave de todo lo que hemos tratado hasta aquí puede resu-


mirse de manera esquemática diciendo que pensamiento y acción
política no solo guardan una íntima relación entre sí, sino que
además resultan equiparables. Explicitada desde la Roma repu-
blicana, la potencia propia del pensamiento es tal que es capaz de
equipararse con los más grandes episodios políticos, aunque el
cuerpo de aquel ser pensante pueda no manifestar ningún signo
de actividad. Y es, precisamente, esa aparente inactividad la que
vuelve doblemente peligrosa a la persona que, en diálogo consigo
misma, piensa; doblemente porque no es posible saber cuándo o
qué está pensando pero también porque no existen garantías de
que, a pesar del confinamiento o la tortura, dentro de ese cuerpo
no habite aún una voluntad que disponga el ánimo para seguir
luchando. Pero la cuestión que llama aquí nuestra atención es,
considerando la demostrada capacidad de trasladar las condicio-
nes que hicieron posible la eliminación de la personalidad, de los
contextos totalitarios a las democracias que les sucedieron, que
los mecanismos que hacen esto posible son aquellos que vuelven a
los hombres superfluos produciendo un ensimismamiento tal que
se refleja en la falta de empatía que buena parte de la población
mundial experimenta hacia cualquier otro ser sin importar si se
trata de un niño nepalí o de su vecino más próximo. Se trata de las
continuidades previstas por Arendt y que intentaremos explorar
a continuación.

2. Superfluos

El volver superfluos a los hombres, había notado Arendt, era una


de las características fundamentales del totalitarismo que luego
sería considerada por otros autores como una de las característi-
cas propias de las democracias contemporáneas. Una de las con-
secuencias que más célebremente han sido vislumbradas a partir
de dicha característica es aquella que diagnostica que el trato hu-
manitario ha sido eliminado de las relaciones sociales, lo cual se
debe no solo al hecho de que las mismas revisten un carácter ins-
trumental, al punto que los hombres tratan a otros como un me-
dio que sirve para concretar sus objetivos y se tratan a ellos mis-
mos como si cada uno fuese el empresario de sí mismo que debe
garantizar, mediante una buena administración del capital, la

239
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

maximización de las ganancias, de la capitalización y de invertir


eficientemente su propio tiempo.19 De las múltiples consecuencias
que parecen desprenderse de una época en la que la superficiali-
dad vuelve a las personas incapaces de reconocerse como tales sin
dudas la necesidad de repensar y de volver a concebir el concepto
de lo humano es uno de ellos. Mientras tanto, resultan previsibles
algunas de las inquietudes planteadas en torno al lugar que tiene
el componente humanitario en el reconocimiento y la lucha por
el respeto de los derechos del otro, así como los cuestionamientos
que se erigen en torno al carácter ontológico del ser humano y de
lo que podría (o debería) significar en nuestros días la muerte de
centenares o miles de personas.
De las múltiples posibilidades de análisis que podrían suscitar-
se a partir de aquí, entendemos que la falta de humanidad que pa-
rece caracterizar a la Humanidad en nuestros días plantea algu-
nas cuestiones sensibles sobre un fenómeno como la guerra. Fenó-
meno que, como sabemos, se ha realizado desde tiempos arcaicos
en nombre de la Humanidad o de las variantes que la misma tuvo
a lo largo de la historia. Paradójicamente, nuestra época también
se encuentra atravesada por otro fenómeno de escala global que
posee como una de sus principales características la de producir
hechos inhumanos cuya autoría recae en seres cuya humanidad
les es comúnmente negada y que posibilitan que pueda hablarse
de “bombardeos humanitarios”. El hecho de que podamos conce-
bir una sociedad carente de verdaderos lazos humanitarios y que
las mismas sociedades se encuentren azotadas por un fenómeno
que suele ser caracterizado como inhumano podría ser concebido
como un problema en el que ambas partes se encuentran profun-
damente imbricadas a pesar de que, en una primera instancia,
parezcan independientes entre sí. Sin embargo, ciertas cuestio-
nes pueden decirse al respecto para intentar comprender alguna
de las causas que se esconden detrás de las luctuosas derivas que
contemplamos a diario.
Giorgio Agamben ha formulado recientemente una serie de re-
flexiones que tienen como punto de partida el silencio que se le-

19
Como sabrá notar el lector, a partir de aquí estableceremos cierta distancia con el
planteo estrictamente arendtiano en pos de arriesgar algunas hipótesis sobre el
contexto social y político actual.

240
DETRÁS DEL TERRORISMO, LA GUERRA Y EL CAPITALISMO JUAN ACERBI

vanta en torno al concepto de guerra civil. En términos del propio


filósofo italiano, leemos al comienzo de su análisis que
mientras hoy parece estar ausente la posibilidad misma de dis-
tinguir la guerra entre los Estados de la guerra intestina, los
especialistas en el tema continúan evitando con cuidado toda
mención a una teoría de la guerra civil.20

Cuestión que resulta paradójica cuando se verifica que esta


“desatención hacia la guerra civil [va] de la mano con el avance
de la guerra civil mundial”.21 Sin pretender realizar un análisis
pormenorizado del trabajo de Agamben, su observación sobre la
guerra civil y algunos aspectos subsecuentes de su trabajo nos
permiten actualizar las implicancias de la problemática que he-
mos desarrollado hasta aquí.22 En todo caso, y como intentaremos
desarrollar a continuación, la inquietud planteada por Agamben
parece desprenderse como una consecuencia previsible si consi-
deramos lo antes expresado acerca de la imposibilidad del hom-
bre por experimentar su propia humanidad. Incluso, y ampliando
la propia inquietud del autor sobre la guerra civil, consideramos
que debería ponderarse la posibilidad de que seamos contempo-
ráneos al surgimiento de una época en la que la muerte perdió
el sentido que había tenido para el hombre desde hace milenios,
lo cual también afecta a la guerra como campo privilegiado en el
que lo humano y la muerte se ponían en juego.
Si hemos de aceptar que el hombre es incapaz de relacionarse
consigo mismo de manera humana comprenderemos también que
es aún más difícil que pueda desarrollar hacia sus semejantes algún
tipo de vínculo, o de sentimiento, más noble o humanitario que los
que tiene para consigo mismo. Y, en consecuencia, podremos espe-

20
Agamben, Giorgio, Stasis. La guerra civil como paradigma político. Homo sacer II, 2,
trad. Rodrigo Molina-Zavalía, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2017, p.11.
Agamben, G., op. cit., p.11.
21

22
Herfried Münkler lúcidamente ha observado que un concepto tan arraigado en la
tradición de la teoría política como el de “guerra civil” impide comprender un conjunto
de cambios relativamente recientes que han, como veremos luego, modificado la
esencia de la guerra tal como la conocíamos. Particularmente, Münkler advertirá que
el concepto de guerra civil es un “concepto complementario clásico de la «guerra entre
Estados»” la cual, en una opinión que compartimos con el autor alemán, forma parte
de nuestro pasado. Al respecto, cf. Herfried Münkler, Viejas y nuevas guerras. Asimetría
y privatización de la violencia, trad. Carlos Martín Ramírez, Madrid, Siglo XXI Editores,
2003, p. 31.

241
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

rar que tanto la guerra como la muerte se encuentren afectadas, ya


que ambas cobran su verdadero sentido para el hombre en tanto
encubren (o proclaman) su relación con el carácter humanitario del
hombre. Por una parte, y a pesar del tiempo transcurrido, parece
no haber perdido vigencia aquella advertencia sobre el peligro que
encubre cualquier guerra realizada en nombre de la humanidad ya
que, además de ser un engaño, implica la deshumanización del otro
mediante la cual se anula la duplicidad amigo–enemigo y se posibili-
ta cualquier tipo de acción contra el enemigo que ha sido desplazado
de los límites de lo humano.23 Por otra, parece necesario distinguir
el hecho de que la muerte del ser humano es, antes que la muerte del
cuerpo, la muerte de la persona. Es la personalidad lo que hace que
ese conjunto de órganos, huesos, tejido y sangre se vuelva verdade-
ramente único y allí anida lo impar e insustituible de la pérdida
ante la muerte. Por lo tanto, la anulación de la personalidad es, para
los seres humanos, equivalente a anular la posibilidad de la muerte
misma, ya que lo que muere es algo carente de humanidad. Es, en
términos del filósofo italiano, el equivalente a la nuda vida.
Sobre la guerra, y de manera un tanto esquemática, nos permiti-
remos recordar que el acto de declarar una guerra no se correspon-
de con cualquier tipo de conflicto sino con aquel en el que se tiene
como protagonista, al menos, a un Estado que debe estar dispuesto
a llevar adelante un conflicto armado contra otro Estado.24 Es de-
cir que, para hacer una guerra, se necesitan dos partes, las cuales,
a su vez, no pueden ser privadas.25 Este punto de vista ciertamente

Recordemos que para Carl Schmitt “cuando un Estado combate a su enemigo político
23

en nombre de la humanidad, no se trata de una guerra de la humanidad sino de una


guerra en la que un determinado Estado pretende apropiarse un concepto universal
frente a su adversario, con el fin de identificarse con él (a costa del adversario), del
mismo modo que se puede hacer un mal uso de la paz, el progreso, la civilización con
el fin de reivindicarlos para uno mismo negándoselos al enemigo”. Las alusiones y la
cita corresponde a Schmitt, Carl, El concepto de lo político, trad. Rafael Agapito, Madrid,
Alianza, 2014, p. 84.
24
No desconocemos el hecho de que hoy existen un sinfín de posibilidades de llevar
adelante una “guerra” (psicológica, informática, económica, publicitaria, blanda, etc.);
sin embargo, y por motivos que serán debidamente precisados, preferimos referirnos
a la guerra en su sentido tradicional como conflicto armado entre, al menos, dos
Estados. Sobre posibles definiciones del término guerra, su historia y posibles derivas
contemporáneas sugerimos Lindley-French, Julian y Boyer, Yves, The Oxford Handbook
of War, Oxford, Oxford University Press, 2012.
25
Resulta pertinente recordar que, según la tradición jurídica occidental, fijada a partir
del canon del derecho romano, no todo enemigo es un enemigo público. La distinción se
refleja en el uso de los términos inimicus y hostis. Mientras que el inimicus es cualquier

242
DETRÁS DEL TERRORISMO, LA GUERRA Y EL CAPITALISMO JUAN ACERBI

requiere ser actualizado debido a que, como bien señala Herfried


Münkler, la guerra entre Estados es un modelo obsoleto en nuestros
días, especialmente cuando han surgido nuevas formas de conflicto
donde los protagonistas son actores paraestatales o privados.26 Sin
embargo, y más allá de la crisis que atraviesan los Estados-nación
respecto del ejercicio de su soberanía y, fundamentalmente, de los
pilares simbólicos que han servido para la conformación de las dife-
rentes identidades nacionales, es también necesario considerar que
los elementos que caracterizan dicha crisis no se limitan al ámbi-
to de lo estatal sino que tienen profundas consecuencias sobre cada
uno de los miembros de la sociedad. Teniendo en cuenta estos facto-
res podemos ahora formularnos la pregunta de si es verdaderamen-
te posible declarar la guerra en nuestros días. Si consideramos que,
en la actualidad, ni el hambre ni la enfermedad ni la muerte de una
buena parte de la humanidad resultan capaces de despertar (y, por lo
tanto, de movilizar) sentimientos en el hombre, podremos arriesgar
que dicha insensibilidad se produce como consecuencia de una inca-
pacidad que padece el hombre para entablar empatía con otros seres
humanos. En este sentido, toda imagen, todo símbolo o referencia
que apele –directa o indirectamente– a valores humanos o a entida-
des sociales o colectivas no despertará en el hombre otra cosa que un
progresivo sentimiento de apatía, de indiferencia. Así comprendere-
mos por qué, en un proceso que se manifiesta de manera gradual, la
apelación a valores tradicionales como la patria o la nación despier-
tan escasos sentimientos y se vuelven cada vez más incapaces de mo-
vilizar a los hombres exceptuando a los grupos que responden a va-
lores e ideales fuertemente nacionalistas o fundamentalistas, ambos
considerados social y políticamente un problema en el mundo actual
por la mayoría de las sociedades. En general, los hombres y mujeres

enemigo privado, el hostis es el enemigo de la patria y al que, por lo tanto, se le puede


suspender su status civil (ius civis) y luego se le puede dar muerte. Emile Benveniste
ha demostrado, además, la carga semántica que poseía el término hostis al guardar
relación con la noción de huésped y de hospitalidad pudiendo entenderse el sentido
del término como la de aquel que, habiendo sido hospedado en nuestro hogar, se nos
vuelve una amenaza para nuestras propias vidas. Es decir, el hostis siempre refiere a
un enemigo interno. Al respecto, cf. Benveniste, Emile, Vocabulario de las instituciones
indoeuropeas, trad. Mauro Armiño, Madrid, Taurus, 1983.
26
Estas nuevas formas de conflicto constituyen lo que Münkler denomina “nuevas
guerras”, cuyas características centrales pueden resumirse en los siguientes ítems:
a) “la desestatalización o privatización de la violencia bélica”; b) “la asimetría de la
violencia bélica”; c) la “paulatina independización o autonomización de carácter
militar”. Al respecto, cf. Münkler, H., op. cit.

243
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

que habitan el planeta parecen tener suficiente con su propia super-


vivencia como para involucrarse en causas que les son completa-
mente ajenas (se trate del hambre que pasa el niño nepalí o del que
pide limosna a unos metros de su casa) o que solo afectaría de ma-
nera poco probable a su vida (el cambio climático o la modificación
de la política exterior china). Pero lo importante es que, sin importar
verdaderamente si se trata de noticias que se relacionan con nuestro
futuro inmediato, cualquiera de nosotros que se enfrente cotidiana-
mente a una cadena de noticias sabe –y muchas veces puede, incluso,
contemplarlo– que los cadáveres se apilan no de a cientos, sino de a
miles. Ese conocimiento y esa convivencia constituyen la superación
de aquella condición que se debía atravesar, según Himmler, para
endurecerse al punto de volverse indiferente a la muerte.27 Debemos
reconocer que esta condición se ha superado, curiosamente, de ma-
nera global y no en el contexto de la amenaza totalitaria sino en el de
nuestras sociedades democráticas.
Tal vez este sea el trasfondo que nos permitirá comprender que no
debemos percibir como un hecho que se debe meramente al avance
tecnológico las pruebas que actualmente realizan varias potencias
mundiales con el objetivo de conformar ejércitos de robots telediri-
gidos.28 En este sentido, las bombas “inteligentes” sobre las que nos
ilustraban los canales informativos hace algunos años no han sido
más que el preludio de lo que vendría poco después: aviones y ejér-
citos controlados a miles de kilómetros de distancia a través de una
pantalla de video en la que cada vez resulta más difícil discernir si
se trata de un juego o de una aldea en la que un mando a distancia
acaba de provocar la muerte de decenas de personas. Pero la cues-
tión que no podemos dejar de resaltar es que los ejércitos que com-
batirán en un futuro cercano no estarán conformados por hombres
y mujeres sino solo comandados por ellos y así, paradójicamente, se
enviarán al frente de batalla a cuerpos sin voluntad. Los portadores

Rhodes, Richard, Amos de la muerte. Los SS Einsatzgruppen y el origen del holocausto,


27

trad. Ignacio Hierro, Barcelona, Seix Barral, 2003.


28
Cf., por ejemplo, Sky News, “SuperRobot With Twin Guns is Unveiled”, [En línea], 2012.
Consultado el 20 de noviembre 2017. URL: http://news.sky.com/story/super-robot-
with-twin-guns-is-unveiled-10474438. Sobre el famoso modelo Kurata japonés se
puede consultar el sitio que lo comercializa, URL: http://suidobashijuko.jp/. Sobre el
modelo chino ver Knight, Will, “China is Building a Robot Army of Model Workers”,
[En línea], 2016. Consultado en noviembre 2017. URL: https://www.technologyreview.
com/s/601215/china-is-building-a-robot-army-of-model-workers/.

244
DETRÁS DEL TERRORISMO, LA GUERRA Y EL CAPITALISMO JUAN ACERBI

de aquellas insignias y banderas por las que han llegado a morir mi-
llones de personas ya no serán hombres y mujeres sino máquinas.
Esto, seguramente, traerá algunos dilemas que en nada afectarán
a su desarrollo pero que sin embargo mantendrán ocupados a los
analistas de las Relaciones Internacionales y de los Organismos de
Derechos Humanos. Pero el corolario es que la guerra, tal como se
la ha conocido desde la Antigüedad, ya no es posible. Las nuevas
formas que están adquiriendo los ejércitos tendrán, entre algunas
de sus consecuencias más promocionadas, el que algunas naciones
podrán atravesar un conflicto bélico con la seguridad de que no
se contarán, entre sus filas, a víctimas humanas. Pero aceptar esta
perspectiva acerca de las nuevas condiciones tecnológicas de la gue-
rra es aceptar como cierto el barniz ético y humanitario con el que
se intentará revestir el hecho de que se enviará a combatir a robots
y no a hombres y que no es otro que el evitar la pérdida de vidas hu-
manas o las que se consideren como tales. Pero las presuntas causas
humanitarias que se esgrimen son las que permitirían mantener
oculta la verdadera razón por la que asistimos al incipiente surgi-
miento de los primeros ejércitos conformados enteramente por ro-
bots: que si bien la tecnología hace realidad esta posibilidad, la mis-
ma se da en una época en la que ya no es posible contar con grandes
sectores de la población dispuestos a ser movilizados y a luchar por
valores que ya no los representan. Si hemos aceptado que la muerte
de una parte de la humanidad ya no conmueve al hombre, ¿por qué
debería sentirse movilizado a marchar a una muerte casi segura
por cuestiones tan ajenas como lejanas a sus intereses cotidianos y
que en nada le conmueven?
Así, no debería sorprendernos que el término “guerra civil” no
haya sido el único que ha desaparecido del vocabulario de los es-
pecialistas y de la prensa internacional debido a que, junto con
la humanidad, también ha desaparecido la guerra, lo cual puede
comprobarse a través de un hecho que puede parecer meramente
anecdótico pero que no lo es: nos referimos a la desaparición de
aquella figura que toda guerra producía. La muerte de la guerra,
conocida como lo fue por miles de años, tiene su correlato en un
hecho que parece pasar desapercibido y que es que han desapa-
recido los héroes.29 Una lectura atenta de las noticias demostrará

Coincidimos con Münkler sobre el hecho de que vivimos tiempos “post-heroicos” y no


29

245
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

que el término “héroe” es actualmente utilizado, casi con exclusi-


vidad, en el ámbito deportivo, el cual, sin estar desprovisto de su
arista política, 30 reviste otras implicancias, muy distintas de las
connotaciones clásicas con las que se revestía al héroe antaño. En
todo caso, esto revelaría que el ámbito de producción del héroe
dejó de ser el campo de batalla (o su rememoración a través de la
épica) y se trasladó a los estadios deportivos aunque, no casual-
mente, también los encontramos en las ficciones orquestadas que
ofrece el cine y en las pantallas de los noticieros, en los efímeros
minutos dedicados al héroe que salvó a una mascota de la copa
de un árbol o al que devolvió el dinero que había encontrado en
el asiento trasero de un taxi. Es decir, el héroe se encuentra a la
altura de la épica de nuestros tiempos, una épica en la que tanto
la guerra como sus héroes se miden a la luz del rédito económico
y de las mediciones de audiencias. En todo caso, la desaparición
de la guerra y, en consecuencia, del héroe, no serían más que el
reflejo de lo que, desde hace décadas, está sucediendo con el hom-
bre y su humanidad y que nos remite a aquella tesis de Arendt en
la que había anticipado que tanto la moral como todo componente
anímico estaban desapareciendo de la guerra.31 Resulta también
pertinente observar que la tecnificación de la guerra, mediante
la cual las únicas bajas posibles para las grandes potencias serían
potencialmente nulas, será válida en la medida en que no se en-
frenten dos potencias cuyas fuerzas militares sean medianamen-
te comparables. Sin embargo, este escenario se presenta como al-
tamente improbable si tenemos en cuenta la reciente irrupción de
un nuevo protagonista en el escenario internacional.

debemos dejar de notar la interesante consecuencia que el autor alemán establece entre
dicho fenómeno y la dimensión asimétrica que caracteriza a las guerras en nuestros
días. Münkler nos recuerda que, en sociedades donde nada de heroico hay en vivir,
“el valor más alto es la preservación de la vida humana y con ello la multiplicación
e intensificación de las sensaciones individuales de bienestar”, cuestión que también
contrapondrá con el accionar de tintes heroicos de aquellos que llevan adelante acciones
ligadas al fanatismo religioso. La cita corresponde a “The Wars of the 21st century”, en
International Review of the Red Cross, Marzo, vol. 85, n. 849 (2003), p. 12.
30
Cf. Canetti, E., op. cit., especialmente pp. 35-38, 44-51 y 655-663.
Cf. Arendt, Hannah, Sobre la revolución, trad. Pedro Bravo, Madrid, Alianza Editorial, 2013.
31

246
DETRÁS DEL TERRORISMO, LA GUERRA Y EL CAPITALISMO JUAN ACERBI

3. Rupturas

Si consideramos la situación política internacional, el único esce-


nario factible por el que hoy una de las grandes potencias podría
sufrir numerosas muertes entre sus ciudadanos se da a partir del
ataque de aquel que, recientemente, se ha constituido en el enemigo
común de las grandes potencias armamentísticas: el terrorismo. Las
racionalidades estatales características de las guerras hasta hace
unas décadas nos hacen suponer que, dado que “no hay ninguna
potencia -ya sea un Estado o una coalición de Estados- que esté, ni
de lejos, a la altura de los Estados Unidos en cuanto a las condiciones
en que se desarrollaría una guerra simétrica”,32 los conflictos entre
potencias son una cosa del pasado. En este sentido, el terrorismo
cumpliría actualmente una doble función: por una parte, disminu-
ye la hipótesis de conflicto entre las grandes potencias,33 al consti-
tuirse en el enemigo común a todas ellas. Un enemigo al que, más
allá de que sea declarada una Guerra contra el Terror,34 cumple per-
fectamente su rol de enemigo externo. Por otra parte, el terrorismo
estaría cumpliendo una función sumamente sutil en el esquema del
poder global ya que por su intermedio se lograría desplazar el eje
clásico de la guerra centrado en valores como la patria, el deber, el
honor y la nación a un valor universal, la Humanidad (si se es parte
de la Humanidad, se está en guerra) y a través de ella al ámbito de
lo civil y de allí al plano individual. No es nuestro país quien está en
guerra sino nosotros; cada uno de nosotros puede ser la víctima del
enemigo y eso nos ubica en la primera línea del frente de batalla.
La abstracción que supone una guerra contra la Humanidad se par-
ticulariza de la manera más concreta en el atentado que sufre una
señora en el subterráneo o en la bomba que explota en un bar o un
mercado de un barrio residencial. Ya no se trata, como ocurría has-

32
Münkler, Herfried, op. cit., p.146.
33
Si bien no compartimos su opinión al respecto, resulta interesante la conclusión a la
que arriba Esposito, Roberto, Bíos. Biopolítica y filosofía, trad. Carlo Molinari Marotto,
Buenos Aires, Amorrortu, 2011.
34
“Quisiera informar a los Americanos sobre la situación de nuestra guerra contra el
terror” (I would like to report to the American people on the state of our war against
terror). Con estas palabras iniciaba George W. Bush su discurso del día 11 de octubre
de 2001 dando así inicio a un término que continuaría con algunas variantes hasta el
día de hoy. El discurso se encuentra transcripto bajo el título “Bush gives update on
war against terrorism”, [En línea], 2007. Consultado 20 de noviembre 2017. URL: http://
edition.cnn.com/2001/US/10/11/gen.bush.transcript.

247
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

ta hace pocas décadas, de cuestionar al Estado como, por ejemplo,


hacían los manifestantes norteamericanos al preguntar qué hacían
sus hijos combatiendo en Asia. Los países ya no marchan a las gue-
rras, ahora la guerra se traslada a las calles de sus principales ciuda-
des en donde lo civil ha reemplazado los otrora objetivos militares.35
Esto diluye, a los ojos de Occidente, las responsabilidades que las
potencias tienen sobre el surgimiento o el fortalecimiento de grupos
terroristas como Al Qaeda o el Estado Islámico.36 Pero también, y
paradójicamente, favorece el hecho de que los Estados-nación sean
demandados como los únicos capaces de brindar seguridad. Por esto
también se puede comprender el hecho de que el terrorismo venga
a eliminar el último resquicio de carga moral que pudieran sentir
aquellos que se preguntan qué hace su gobierno con el dinero de
sus impuestos; el terrorismo es lo que viene a darle una nueva carga
moral a la guerra en un mundo donde los hombres han perdido la
capacidad moral y anímica de morir por sus patrias. De esta mane-
ra, y como lúcidamente ha sido señalado Münkler, podríamos decir
que el terrorismo también vino a evidenciar una fractura con la
tradición política iniciada por la Modernidad: los Estados han per-
dido la iniciativa sobre la guerra,37 no es ya un Estado el que da la
orden de invadir a otro sino que se ha puesto en evidencia la ca-
pacidad que posee hasta un único individuo para poner a un país
-y hasta a una gran parte del mundo- en estado de alarma.38 Esta

35
Cf. Münkler, Herfried, “The Wars of the 21st century”, op. cit., p. 18.
36
Al respecto, cf., por ejemplo, Komisar, “Ties Between the Bush Family and Osama bin
Laden”, [En línea], 2007. Consultado 20 de noviembre 2017. URL: http://www.truth-out.
org/archive/item/69782:ties-between-the-bush-family-and-osama-bin-laden; también
CBC, “George W. Bush and the Bin Laden Family, Meeting at Ritz Carlton Hotel, NYC,
One Day Before 9/11”, [En línea], 2013. Consultado 20 de noviembre 2017. URL: http://
www.globalresearch.ca/george-w-bush-and-the-bin-laden-family-meet-in-new-york-
city-one-day-before-911/5332870.
Cf. los ya citados trabajos de Münkler, Herfried, “The Wars of the 21st century” y Viejas
37

y nuevas guerras. Asimetría y privatización de la violencia.


Por citar solo el caso más reciente, las investigaciones realizadas sobre la autoría del
38

atentado realizado en el mercado navideño de Berlín (20-12-2016) revelaron que el


presunto autor atravesó diversos países sin ser detectado por las autoridades. Esto llevó
a que el gobierno holandés planteara la necesidad de reinstaurar los requerimientos
formales para cruzar fronteras al interior de la Unión Europea. Al respecto, cf. EFE,
“Holanda busca retomar los controles de pasaporte”, [En línea], 2017. Consultado 20 de
noviembre 2017. URL: http://www.dw.com/es/holanda-busca-retomar-los-controles-de-
pasaporte/a-36998101. A su vez, utilizamos el término “estado de alarma” para evidenciar
la tensión existente entre el término “guerra” (utilizado por los Estados en sus campañas
y discursos contra el terrorismo internacional) y la imposibilidad de considerar
propiamente dicha situación como una guerra a pesar de cómo se la denomine.

248
DETRÁS DEL TERRORISMO, LA GUERRA Y EL CAPITALISMO JUAN ACERBI

cuestión no puede dejar de ser considerada como un profundo cues-


tionamiento a la tradición inaugurada por la teoría de la soberanía
del Estado moderno en la que aquel que decide sobre la guerra es
también quien decide sobre la vida de la población y, en este senti-
do, los Estados contemporáneos han dejado de gozar del monopolio
de dicha potestad.39 Sin embargo, el terrorismo cumple una función
elemental en la psicología del hombre y, por ende, en la política:
permite mantener latente y direccionado el miedo en la población,
mecanismo que permite, paradójicamente, reforzar la soberanía del
Estado, y es por este motivo que el terrorismo se vuelve esencial
para sostener la estructura material, económica, política y psicoló-
gica de la guerra incluso cuando la misma, como hemos afirmado,
ya no exista como tal.40 El terrorista es lo único que puede producir
temor a una población que ya no debería temer a las guerras, pues
ningún familiar puede perder la vida allí porque en ellas solo puede
morir aquello que no pertenece a ningún estamento de lo humano
y la única consecuencia a temer es una mayor tasa de impuestos -o
el recorte del presupuesto de salud o de educación- para así poder
cumplir con los gastos de Defensa, los cuales, a pesar de todo, pueden
llegar a estimarse como un precio irrisorio en comparación con las
implicancias que ofrecía el escenario bélico tradicional.
Según Samuel Huntington, un aspecto fundamental que demar-
caba el cambio del orden que surgía a inicios de la década del ‘90,
tras el fin de la Guerra Fría, era el hecho de que los países ya no
debían responder a las preguntas “¿de qué lado te encuentras, a qué
lado te has aliado o por cuál sientes simpatía?” Para él, en el nuevo
escenario internacional, el hombre debía responder a otra pregunta
“mucho más fundamental: «¿Quién eres?»”, pregunta que presupo-
ne que “cada Estado debe tener una respuesta, su identidad cultu-
ral, que define el lugar del Estado en la política global, sus amigos
y sus enemigos”.41 Sin intentar dilucidar si la teoría de Huntington

39
Cf., por ejemplo, en la parte II del Leviatán, Cap.18 en el que afirma que “es inherente a
la soberanía el derecho de hacer guerra y paz con otras naciones y Estados”. También,
en la parte II, cap. 28, leemos: “contra los enemigos a quienes el Estado juzga capaces de
dañar, es legítimo hacer guerra”. Hobbes, Thomas, Leviatán o la materia, forma y poder
de una república eclesiástica y civil, trad. Manuel Sánchez Sarto, México D.F., Fondo de
Cultura Económica, 1982, p. 260.
40
Cf. Butler, Judith, Precarious Life. The Power of Mourning and Violence, London-New
York, Verso, 2004, pp. 52-70.
41
Huntington, Samuel, El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial,

249
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

era acertada, lo que resulta claro es que la misma ha sido superada


por los hechos. Particularmente, la pregunta “¿quién eres?” carece
verdaderamente de sentido debido a que la relación hombre-ciuda-
dano-nación se ha interrumpido, motivo por el cual ya no podemos
significar –ni certificar– qué significa que alguien responda a dicha
pregunta. Por ejemplo, la pregunta que en términos de nacionalidad
interroga “¿quién eres?” esperando respuestas como “soy francés,
alemán o argentino”, evidencia en realidad, más allá de que dicha
pregunta no adquiere sentido con el fin de la Guerra Fría sino con
el nazismo,42 que no hay ninguna respuesta objetiva o subjetiva que
pueda dar el individuo que tenga algún sentido político.43 Hoy nadie
aseguraría que un hombre que nació y fue criado y educado en París
–de acuerdo a los valores culturales franceses– se encuentra total-
mente exento de la posibilidad de ser un terrorista o de convertirse
en uno. Una prueba de esto la encontramos en los incansables esfuer-
zos que los servicios de inteligencia llevan a cabo para intentar res-
ponder a la pregunta “quién eres” y cuya dificultad para ser respon-
dida se expresa tanto en lo burdo como en lo obsoleto que resultan
los mecanismos de recopilación masiva de información privada que
se emplean a diario para intentar dar con la respuesta. Por lo tanto,
debería aceptarse que la verdadera pregunta que intentan respon-
der los Estados no es “quién soy”, ya que la identidad no es hoy, en
sí misma, una cuestión privada, sino aquella otra que no se formula
para no revelar el hecho de que muchas de las calamidades que se vi-
ven a diario en el mundo no se deben a exabruptos o errores circuns-
tanciales que potencialmente no podrían traspasar cualquier tipo
de límite geográfico, religioso, cultural, político o económico debido
a que dichas formas de brutalidad se encuentran reservadas para
todos aquellos que no se encuentran comprendidos dentro de la hu-
manidad. Por lo tanto, lo que se debe ocultar es que la pregunta que
no se debe formular en voz alta no gira sobre nuestra identidad, sino
sobre nuestra naturaleza, y así la pregunta “quién eres” ha perdido
vigencia y ha dejado paso a una pregunta que recala en lo más hondo
del propio ser y que nos inquiere constantemente: “¿qué eres?”.

Buenos Aires, Paidós, 2015, p. 147.


42
Agamben, Giorgio, “Política del exilio” en Archipiélago. Cuadernos de crítica de la
cultura, 26/27, Barcelona, Editorial Archipiélago, 1996, pp. 41–52.
Agamben, Giorgio, Medios sin fin, trad. Antonio Cuspinera, Valencia, Pre-Textos, 2001.
43

250
DETRÁS DEL TERRORISMO, LA GUERRA Y EL CAPITALISMO JUAN ACERBI

La pregunta que interroga acerca del ser no presupone una huma-


nidad sobre aquel al que le dirige la pregunta sino que el ser puede -o
no- ser humano, lo cual revela una coincidencia de época, ya que con-
fluirían en nuestros días dos fenómenos consonantes: mientras que el
propio concepto de lo humano está en crisis, el mundo se encuentra
bajo la amenaza constante de un fenómeno que es caracterizado por su
inhumanidad. Es en este sentido que se puede comprender el éxito que
ha tenido el terrorismo internacional en la medida en que ha puesto
a Occidente en un estado de alerta y de angustia constante, trasladan-
do la sospecha permanente sobre cualquier ciudadano sin importar
su lugar de nacimiento, etnia, tipo de educación, idioma o vestimen-
ta.44 Así, la guerra en nombre de la humanidad se ha trasladado desde
los campos de batalla a nuestras propias calles, bares y monumentos,
siendo cada uno de nosotros las potenciales víctimas pero también los
principales sospechosos.45 Si una parte de la humanidad pudo en cada
época establecer con claridad cuál era el límite que permitía separar
al nosotros del ellos, en nuestros días dicha distinción resulta inviable
y las consecuencias recién comienzan a vislumbrarse.

4. Conclusiones

Hemos iniciado el desarrollo de nuestra disquisición a partir de la


premisa que afirma que uno de los componentes co-constitutivos de
lo humano radica en aquellas dos voces que, al interior de cada uno
de nosotros, posibilitan el diálogo del yo consigo mismo. A partir de
allí hemos abordado el hecho de que la eliminación de la espontanei-
dad o de la individualidad de la persona coincide, en nuestras demo-
cracias, con el objetivo perseguido en los campos de concentración, lo
cual viene a confirmar el dictum agambeniano de que el nómos jurí-
dico-político del campo de concentración se ha trasladado a nuestras
sociedades. La superficialidad del trato con el otro, pero, fundamen-

44
Como bien explica Peter Sloterdijk, “el terror sistemático no deja en ningún momento
de generar un clima de angustia, en el que la protección se adecúa a los ataques
permanentes, mas sin poder detenerlos”. Sloterdijk, Peter, Temblores de aire. En las
fuentes del terror, trad. Germán Cano, Valencia, Pre-Textos, 2003, p. 59.
45
Münkler constituye una rara excepción al haber notado que es en el concepto de
ciudadano donde se concentran muchos aspectos inherentes a las concepciones
políticas y jurídicas tradicionales que hoy se encuentran excluidos en los márgenes
de las “nuevas guerras”, como bien lo expresa en su ya citado Viejas y nuevas guerras.
Asimetría y privatización de la violencia, op. cit., p. 31.

251
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

talmente, con uno mismo, nos ha llevado a preguntarnos sobre el pro-


pio status de lo humano (y lo humanitario) en nuestros días, lo cual
nos condujo a aseverar que hasta la muerte ha perdido el sentido que
tenía hasta hace unas pocas décadas. En el mismo sentido, hemos vis-
to que tanto los pilares jurídico-políticos como simbólicos sobre los
que se constituyó el Estado moderno demuestran, a diario, su crisis
tanto en la imposibilidad de establecer un vínculo efectivo entre los
componentes del binomio Estado-ciudadano como en el hecho de que
toda apelación a los valores colectivo-humanitarios evidencia la pér-
dida de poder que los mismos han sufrido respecto a épocas no muy
lejanas en las que aún eran capaces de movilizar a decenas de miles
de personas al frente de batalla mientras millones los vitoreaban en
las calles. Curiosamente, comprobamos también que la imposibili-
dad de trasladar a los ciudadanos a los frentes de batalla ha sufrido
una inversión a partir de lo que podríamos denominar “el fin de las
guerras clásicas”. Es decir que, en un mundo donde los Estados han
perdido la iniciativa a declarar la guerra -y a conducirla de acuerdo a
la racionalidad que impone el derecho y las convenciones internacio-
nales- hoy las calles de nuestras ciudades se han convertido en el ver-
dadero campo de batalla. Sin embargo, nuestras calles también son el
escenario de una transformación propia de nuestra época, ya que en
ellas la muerte ha perdido el sentido que ha tenido durante milenios:
ya no se trata de la muerte propiamente de seres humanos sino de la
mera extinción de cuerpos a los que previamente les ha sido arreba-
tada la persona que los habitaba. Es en este contexto en el que surge
la única figura capaz de posibilitar aún un discurso en nombre de la
Humanidad: el terrorista. Es la aparición de este singular protagonis-
ta, como lo demuestran los sucesos ocurridos en los últimos años, la
que hizo posible que ya no se espere que aquel que quiere destruir
nuestra sociedad y toda nuestra civilización surja extra muros, sino
que se aguarda con expectación que surja del seno de nuestros ba-
rrios. El que el otro con el que nos cruzamos en la calle esté sospecha-
do de ser un Otro es lo que ha posibilitado que la pregunta de nuestra
época se haya trocado de “quién eres” a “qué eres”, desplazando así,
preventivamente, al otro hacia el lugar del Otro. En consecuencia, he-
mos concluido que nos encontramos condenados a habitar un mundo
en el que la única posibilidad de apelar a la Humanidad surge como
reacción ante aquello que se presenta como la encarnación misma
de lo radicalmente Otro y que, como tal, se encuentra más allá de los
límites de lo humano.

252
DETRÁS DEL TERRORISMO, LA GUERRA Y EL CAPITALISMO JUAN ACERBI

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254
crónicas

255
II Jornadas de discusión sobre
Idealismo: teoría y práctica
MARIANO GAUDIO Y SANDRA PALERMO

L os días jueves 12 y viernes


13 de julio de 2018, en un
aula de la Facultad de Filosofía
Investigación sobre Idealismo
(Jimena Solé, Julián Ferreyra,
Natalia Lerussi, Lucas Scarfia,
y Letras de la Universidad de Gonzalo Santaya, Juan José
Buenos Aires, se celebraron las Rodríguez, Federico Vicum, So-
“II Jornadas de discusión sobre ledad Barsotti, Javier De Ange-
Idealismo: teoría y práctica”, lis, Bruno Del Piero, y quienes
organizadas por el Grupo de escribimos esta reseña) con el

El público como parte constitutiva de las Jornadas. En este caso, mesa sobre Schelling.
II JORNADAS DE DISCUSIÓN SOBRE IDEALISMO CRÓNICAS

auspicio de la Red RAGIF. En Novalis, Schelling, Hegel, y


consonancia con las primeras en el idealismo en conexión
jornadas realizadas a fines de con otras corrientes de pensa-
2014, estas segundas contaron miento. El rigor académico y el
con una distribución equitativa clima amistoso caracterizaron
del tiempo en un formato de las treinta presentaciones de
bloques o mesas temáticas de especialistas provenientes de
tres, cuatro o cinco exposicio- diversas Universidades Nacio-
nes breves, seguidas por un am- nales de Buenos Aires, del Gran
plio espacio dedicado a pregun- Buenos Aires, Bahía Blanca,
tas, comentarios e intercambios Rosario y Santa Fe, así como del
para una mejor compresión y exterior (Santiago de Chile; To-
análisis de las problemáticas ledo, Belo Horizonte y Lavras,
expuestas. El idealismo fun- de Brasil; y México DF).
cionó como marco general del
encuentro y el eje teoría-prác- En las palabras de bienvenida,
tica como hilo conductor de las se señalaron aspectos relacio-
discusiones y reflexiones que nados con la génesis de las jor-
se fueron desgranando a lo lar- nadas, así como el panorama
go de dos intensas jornadas de de crecimiento y proliferación
trabajo. Mediante exposiciones del Idealismo en las últimas
breves que respetaron el tiem- dos décadas en la región en
po destinado al debate y al in- términos de congresos, publica-
tercambio, se sortearon las con- ciones y redes de articulación.
secuencias indeseables tanto de Respecto de este panorama, se
los mega-eventos mercantiliza- destacaron entre otras hipóte-
dos y sobrecargados de mesas sis la de que el crecimiento del
paralelas, como las de los ul- Idealismo se debe no sólo a su
tra-especializados que cierran potencial intrínseco especula-
el círculo sobre sí. Estas jorna- tivo-práctico, sino también a
das lograron articular en un su anclaje en elementos vitales
mismo espacio compartido todo del presente contexto que van
un abanico de exposiciones y más allá de las típicas crisis
discusiones, que enriquecieron finiseculares y del consiguien-
la labor académica posicionán- te intento de re-fundación o
dola en una instancia colectiva, reformulación, e incluso van
en un ambiente signado por la más allá de la mera crítica al
cordialidad y el sentido colabo- neoliberalismo imperante, por-
rativo. Las mesas se focalizaron que el Idealismo atañe al suelo
en Kant, Fichte, Schiller, fermentoso de la actividad, a

257
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

la mitología y a la racionalidad acerca de si Schelling y Hegel


que pugnan por realizarse, es traicionaron –en un sentido
decir, a distintos vectores que creativo (o en el marco de la
electrifican y que se fructifican mejor comprensión que se sigue
en la realidad del suelo latinoa- de la distinción entre el espí-
mericano. Finalmente, se hizo ritu y la letra)– la filosofía de
una emotiva mención a quien Kant, acerca del problema de
fuera un referente fundamen- la validez subjetiva y necesaria
tal en la investigación de esta de ciertos conceptos en “¿Qué
corriente, Jorge Eugenio Dotti. significa orientarse en el pensa-
miento?”, de la figura del genio
En la primera mesa expusieron
y de sus similitudes y diferen-
Silvia Di Sanza (Universidad
cias con las figuras del filósofo
Nacional de San Martín): “La
y del científico en Kant, y de
concertación de una alianza
la noología en conexión con la
en un tránsito imposible: de la
cuestión jurídica y los usos teó-
naturaleza a la libertad”; Betza-
rico y práctico de la razón.
beth Guzmán Soto (Universidad
de Chile): “Una propuesta de En la segunda mesa expusieron
aplicación del juicio reflexio- Leonardo Abramovich (Univer-
nante en la filosofía de I. Kant: sidad Nacional de San Martín,
la historia como lugar del trán- CONICET): “El misticismo como
sito de la naturaleza a la liber- la solución hegeliana al proble-
tad”; Pablo Pachilla (CONICET, ma de la relación entre teoría
UBA): “¿Puede hablarse de un y práctica”; Alejandro Murúa
iusnaturalismo noológico en (Universidad Nacional General
Kant?”; y Sandra Palermo (CO- Sarmiento): “La genética del
NICET, UBA, Universidad Nacio- concepto: apuntes sobre la re-
nal de Río Cuarto): “Aprender la futación hegeliana al spinozis-
filosofía, aprender a filosofar. mo”; Hugo Figueredo Núñez
El joven Hegel frente a la idea (CONICET, Universidad Nacio-
kantiana de razón”. El debate nal General Sarmiento, UBA):
giró alrededor del problema de “Observaciones sobre la reali-
si el tránsito entre naturaleza dad efectiva en la filosofía de
y libertad en la Crítica de la la historia de Hegel”; y Damián
facultad de juzgar se hace po- Rosanovich (CONICET, UBA):
sible gracias a la técnica de la “¿Puede trabajar cualquier per-
naturaleza o a la historia y la sona en el Estado? Aportes he-
importancia de las analogías en gelianos para una reflexión so-
esa obra. Se discutió también bre las instituciones públicas”.

258
II JORNADAS DE DISCUSIÓN SOBRE IDEALISMO CRÓNICAS

Dos intensas jornadas de reflexión con especialistas de distintos lugares de Latinoamérica. En este caso, mesa de cierre

En el debate surgieron, entre tinción entre la posición de la


otros temas, la compatibilidad vida y el punto de vista especu-
del pensamiento de Hegel con el lativo en Fichte”; Mariano Gau-
misticismo y el significado pre- dio (CONICET, UBA): “Teoría y
ciso de esta corriente, la recep- práctica en las reelaboraciones
ción de Spinoza en Jacobi, Kant de la Doctrina de la Ciencia de
y Fichte; la diferencia entre el Fichte”; y João Martins Da Cun-
Estado liberal y el Estado social ha (Universidad Federal de La-
y las consecuencias que habría vras, Brasil): “Crítica da razão
que asumir en cada una de es- e crítica da política em Fichte”.
tas perspectivas, la relevancia A partir de estas exposiciones,
de la información en el espacio la discusión se concentró sobre
público, y el significado de la la temática de la tensión entre
razón finita y de la superación teoría y práctica en Fichte en
en la dialéctica de Hegel. comparación con Kant, sobre la
idea de sumo bien en Fichte y
En la tercera mesa expusieron Schelling, también en compa-
Luciano Utteich (UNIOESTE, ración con Kant. Se reflexionó
Toledo, Brasil): “El sumo bien además sobre la ambigüedad
como causa del primado prácti- del concepto de vida que se pue-
co de la razón en Fichte y Sche- de conectar con la actividad y/o
lling”; Bruno Del Piero (UBA): con la naturaleza, sobre el acos-
“Los riesgos de la teoría: la dis- mismo, y sobre la duda relativa

259
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Exposiciones y debate en un clima cordial, la marca distintiva de las jornadas. En este caso, mesa sobre Hegel.

a la equiparación entre –por un cendental”. El debate ulterior


lado– teoría y especulación y giró alrededor de varias cues-
–por otro lado– práctica y vida, tiones: la posibilidad de que la
y el rol del intelectual en la ac- Doctrina de la Ciencia de 1804
tualidad y en la transformación solape una crítica a Schelling,
de la realidad. así como la cuestión del Yo, de
En la cuarta y última mesa del Dios y de la luz en esta obra; el
primer día expusieron Ileana problema del espacio público y
Beade (CONICET, Universidad la publicidad, de la crítica y la
Nacional de Rosario, Grupo de educación de los gobernantes
Estudios Kantianos): “Reflexio- en Kant; la contradicción per-
nes en torno al concepto de formativa en el pragmatismo
práctica en la filosofía política trascendental, el lenguaje en
kantiana”; Julián Ferreyra las distintas formas del giro
(CONICET, UBA): “La luz con- lingüístico y en corrientes de
tra los dogmatismos del Yo y la filosofía contemporánea; la
la unidad en la Doctrina de noción de verdad en la filoso-
la Ciencia 1804/2 de Fichte”; y fía moderna, la intersubjetivi-
Alberto Damiani (UBA, Uni- dad en Kant y la subordinación
versidad Nacional de Rosario, de la coyuntura a la normati-
CONICET): “Intersubjetividad vidad de lo teórico en el pensa-
y reflexión en la filosofía tras- miento de este filósofo.

260
II JORNADAS DE DISCUSIÓN SOBRE IDEALISMO CRÓNICAS

En la quinta mesa (la primera la autonomía estética y la auto-


del segundo día) expusieron nomía moral, y la relevancia de
María Soledad Barsotti (Uni- los filósofos idealistas solapada
versidad Nacional General Sar- por otras figuras.
miento): “Algunas ideas para
En la sexta mesa expusieron
pensar la mediación teoría-pra-
María Jimena Solé (CONICET,
xis en Friedrich Schiller”; Juan
UBA): “La filosofía como una
Lázaro Rearte (Universidad
práctica creadora. Lectura
Nacional General Sarmiento,
de las Cartas filosóficas sobre
UBA): “Ascenso, caída y re-
criticismo y dogmatismo de
dención idealista: sobre Die
Schelling”; Juan José Rodríguez
Jungfrau von Orleans, de Frie-
(UBA): “Dificultades de toda
drich Schiller”; Santiago Napoli
(Universidad Nacional del Sur, interpretación puramente in-
CONICET): “«Experimentar con manente de la relación entre la
la multiplicidad». Novalis en libertad humana y Dios en el
torno al método filosófico”; y Freiheitsschrift de Schelling”;
Lucas Scarfia (UBA, CONICET): Jorge Eduardo Fernández (Uni-
“Filosofía práctica y Estética en versidad Nacional de San Mar-
el idealismo de Friedrich von tín): “La esencia de la libertad y
Hardenberg (Novalis). Praxis la teoría de las tres potencias”;
moral y Poiesis artística”. En el Gonzalo Santaya (CONICET,
debate surgieron, entre otras UBA): “El drama de Dios: la dia-
cuestiones, en relación con léctica de las potencias en Sche-
Schiller: cómo juega la aparien- lling”; y Mario Gómez Pedrido
cia estética en la mediación y (Universidad Nacional de San
en sus aspectos subjetivo y ob- Martín, UBA): “La temporalidad
jetivo, el problema de la grada- inmanente de Dios como siste-
ción y la oscilación entre opues- ma en la filosofía de Schelling”.
tos (o la no-síntesis final), el En el debate surgieron, entre
sentido de lo patético, la repre- otros temas, el problema acerca
sentación de la libertad como de cómo salir del dogmatismo,
decepción y pérdida, la noción la distinción entre dogmatis-
de tragedia romántica, el ideal mo y dogmaticismo (o entre un
de comunidad y el Estado esté- dogmatismo débil y un dogma-
tico; mientras que, en relación tismo perfecto), la cuestión de
con Novalis, la cuestión de si la si acaso Schelling alcanza una
magia se equipara a creación síntesis última y cuál sería, la
absoluta o si resulta equivalen- resolución estética (y no ética)
te a lo poético, el conflicto entre de la tragedia, el contacto de

261
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Schelling con la cábala y la teo- para el pensamiento crítico), de


sofía, la contracción y la expan- si la filosofía social y política de
sión, las dimensiones del tiempo Fichte se basa en el individua-
orgánico, el intento fallido y el lismo o en la sociedad total (o
abandono del sistema del tiem- el Estado autoritario) y de si lo
po de las Weltalter junto con público-estatal está subsumido
sus repercusiones en su última a lo social; así como también de
filosofía, así como el problema la cuestión de la difusión de la
de la alteridad de o en Dios en el filosofía en Feuerbach y la re-
escrito sobre la libertad. misión de los conceptos filosófi-
cos a la experiencia.
En la séptima mesa expusieron
Héctor Arrese Igor (CONICET, En la octava y última mesa, la
Universidad Pedagógica): “La mesa de cierre, expusieron Dia-
libertad de expresión como me- na María López (Universidad
diación formativa en Kant, Fi- Nacional del Litoral): “Lógica
chte y Mill”; Pablo Uriel Rodrí- trascendental y Lógica especu-
guez y Alejandro Peña Arroya- lativa. Del diferente modo de
ve (CONICET, UBA, Universidad concebir forma y fundamento”;
Nacional General Sarmiento): Giorgia Cecchinato (Universi-
“Feuerbach y la comunicación dad Federal de Minas Gerais,
filosófica del futuro”; y Javier Brasil): “Verdade do espírito e
De Angelis (UBA, CONICET): Ilusão verdadeira. A diferença
“«El furioso imperialismo del entre a concepção da arte de
yo de un profesor de filosofía». Hegel e a de Fichte como conse-
J. G. Fichte en el marco de la quência do diferente modo de
crítica schmittiana a la estetiza- entender o absoluto”; y Virginia
ción de la política romántica”. López-Domínguez: “¿Cambiar
Las problemáticas que se dis- el mundo?: La respuesta del ide-
cutieron durante el debate gi- alismo tras la revolución fran-
raron alrededor de quién inter- cesa”. La discusión que siguió
preta el concepto de humanidad puso en evidencia, entre otros
como fin en sí mismo en Fichte temas, la importancia de Schil-
(y las consecuencias peligrosas ler para la estética de Fichte y
de la apropiación de este con- de Hegel, las características del
cepto) y el activismo raciona- amor en la filosofía de Fichte
lista que Schmitt ve en Fichte. y su compatibilidad (o no) con
También se habló sobre cómo el anhelo (y con el impulso, el
se realizaría el fomento de la esfuerzo o la tendencia), las
libertad en Mill (o cómo educar dimensiones lógica y trascen-

262
II JORNADAS DE DISCUSIÓN SOBRE IDEALISMO CRÓNICAS

losophie para el sistema de Fi-


chte, sobre el punto de vista de
la recepción y el punto de vista
de la producción de la obra ar-
tística según Fichte, así como
también sobre el significado de
este filósofo para los románti-
cos en el amor como desborde y
como vida.
Algunas apostillas, afirmacio-
nes polémicas o cuestiones para
seguir pensando: respecto de
Kant, se dijo que hay una obse-
sión neurótica por la Crítica de
la razón pura, una caricatura
epistemologizante; que suele
interpretarse la Crítica de la fa-
cultad de juzgar como dividida
en dos partes, que Kant brilla
a través de las interpretaciones
de Fichte, Schelling y Hegel, en
Arriba: Mesas temáticas sobre los grandes filósofos
del Idealismo. En este caso, sobre Fichte. cuanto iluminan problemas
Abajo: Mesas temática sobre las corrientes de la época.
En este caso, Romanticismo.
que él vislumbró pero no se
animó a solucionar; que la li-
bertad de expresión significa
un espacio para ante todo edu-
dental de la reflexión en Kant
car a los gobernantes y, sin em-
y el movimiento propio de la bargo, la crítica no resulta ser
esencia en Hegel donde la refle- vinculante y el orden prima so-
xión ya no es subjetiva sino de bre la libertad de pensamiento.
la cosa misma. Se problematizó En relación con Fichte, se dijo
también acerca de la transfor- que la especulación significa
mación de la realidad (si en ello un quiebre y una vuelta a la ex-
el protagonismo lo tiene que periencia, que la tarea de la fi-
tener el filósofo o la filosofía) losofía se entrelaza con el diag-
y acerca de la relación entre lo nóstico sobre el presente y tiene
trascendental y lo especulativo. un fuerte sentido de aplicación
Se discutió finalmente sobre la de lo universal a una situación
relevancia de la Praktische Phi- concreta, que la luz engendra al

263
Ideas, 8 revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018-ABRIL DE 2019

ojo en la Doctrina de la Ciencia aniquila todo lo que lo rodea y


de 1804, que el desafío de Staat- el reconocimiento concluye en
slehre es construir el Estado, la esclavización; que propone
que su pensamiento político un cierre de la historia, y que
sería proto-liberal, que El Esta- su “Doctrina de la Esencia” es
do comercial cerrado conlleva un tratado sobre las filosofías
autoritarismo, y que se anticipó de Kant y de Fichte.
a la crítica de Hegel. Respecto
Más allá de los contenidos espe-
del romanticismo, se puso en
cíficos, estas jornadas tejieron
duda el significado de la noción
un espacio de encuentro y de
de progreso en Schiller, y se
intercambio de saberes y de
sostuvo que no habría una re-
afectos entre investigadores de
presentación definida de liber-
distintas universidades nacio-
tad o un proyecto, mientras que
nales de nuestro país y de Amé-
sobre Novalis se dijo que en
rica Latina. Un encuentro que
sus últimos años se alejaría de
fue posible gracias a la labor
Kant y de Fichte, y que la cima
conjunta y al esfuerzo de los
de su pensamiento sería ocu-
miembros del Grupo de Investi-
pada tanto por lo moral como
gación sobre Idealismo, y a sus
por lo estético. En relación con
ganas de hacer filosofía –pues
Schelling se afirmó que la no-
no se contó con ninguna finan-
ción de Absoluto de las Cartas
ciación y tampoco se cobró ins-
anticipa y culmina en la filo-
cripción–. Este espacio de diálo-
sofía de la indiferencia, y que,
go, genuino y abierto, mostró la
consciente de la imposibilidad
riqueza y la fuerza del pensar
de la revolución política en Ale-
que se realiza desde el propio
mania, propone una revolución
lugar y siempre con otros y que
cultural práctico-poiética, una
justamente en y gracias a esos
religión estética. Y sobre Hegel
lazos de amistad resiste en su
se consideró que el recurso al
búsqueda de lo universal y de
misticismo no es un capricho
la verdad.
provinciano, sino que lo espe-
culativo mismo, que constituye
un misterio para el entendi-
miento, también es la razón y el
misticismo; que su filosofía sig-
nifica una vuelta a la Crítica de
la razón pura, en cuanto ya no
se plantea cambiar el mundo,
sino entenderlo; que el deseo

264
I Jornadas del Círculo Sartre.
La actualidad del pensamiento
de Jean-Paul Sartre en
Argentina
JULIETA MEDRANO Y TOMÁS SABIO (UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES)

L a polisemia es una virtud


de los significados y tam-
bién de los pensamientos que
martillos, de papers autotélicos
y rigurosidad cientificista. Por
eso elegimos abrirnos a Sartre
logran identificar a una genera- en sucesivos encuentros y, este
ción y la interpelan. Así, violen-
tamente, la libertad, el compro-
miso y la nada, con toda su va-
De Izquierda a derecha: Horacio Gonzalez junto a Alan
cilación reflexiva, atravesaron Savignano, en la presentación de su conferencia "Problemas
medio siglo hasta nuestros días de lectura en la Crítica a la Razón Dialéctica".
para darnos una ofrenda. El
pensamiento filosófico de Jean-
Paul Sartre es una ofrenda de
tiempos de compromisos a ul-
tranza y tibiezas impugnadas,
de revoluciones permanentes y
cadáveres al por mayor, de con-
tradicciones éticas y náuseas
esclarecedoras. La ofrenda que
late furiosa ante la mínima
auscultación es lo que nos im-
puso repensarla, repartirla y
actualizarla. Esa ofrenda que
combina tantos géneros y regis-
tros discursivos pulsa a un rit-
mo contracíclico en tiempos de
conformismos y filosofías sin

265
Ideas, 8 revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018-ABRIL DE 2019

Eduardo Grüner, en su conferencia Mesa de ponencias individuales “Estudios contemporáneos del


"Acerca del San Genet de Sartre" sartrismo”. De Izquierda a derecha: Danila Suaréz Tomé, Paula
Díaz Romero, Alan Patricio Savignano y Gonzalo Santaya.

año, presentar las primeras jor- actualidad que lo había dejado


nadas sobre su pensamiento en mohoso, en un rincón. Así em-
la actualidad. prendimos talleres, espacios de
En el círculo Sartre, conforma- lectura y cursos de extensión,
do por estudiantes, graduadxs con el objetivo de, al mismo
y docentes de distintas trayec- tiempo que buscamos instalar
torias académicas, venimos nuevamente un pensamiento
trabajando en el pensamiento audaz y agudo, lo repensamos
del filósofo francés desde hace en la discusión y divulgación.
ya mucho tiempo. Leímos desde Volvimos a hablar de Sartre:
sus obras de teatro hasta su fi- y fue punto de encuentro con
losofía más abstracta, desde su muchxs más. Recurrimos a
literatura comprometida hasta quienes supieron identificarse
su ontología fenomenológica, (como también distanciarse) de
desde sus artículos periodís- su pensamiento, y que gustaron
ticos donde pregonaba por la de hacerse parte del evento:
independencia de todas las Samuel Cabanchik, Eduardo
colonias hasta la aplicación de Grüner y Horacio González, que
la psicología existencial esbo-
brindaron conferencias para la
zada en El ser y la nada y en el
ocasión.
San Genet. Todo ese derrotero
nos deparó discusiones éticas, Pero Sartre no sólo concierne a
filosóficas y políticas. Todo ese lxs que transitamos la filosofía:
camino nos indujo, poco a poco, la participación de la Cátedra
a asumir una responsabilidad de Psicología Existencial y
(la responsabilidad es la lección Fenomenológica (Facultad de
fundamental) de abrir seme- Psicología, UBA) y la Cátedra de
jante tensión creadora a una Teoría Egológica del Derecho

266
I JORNADAS DEL CÍRCULO SARTRE CRÓNICAS

(Facultad de Derecho, UBA) dan accesible: tenemos la alegría de


cuenta de ello. disponer del registro audiovi-
La magnitud de sus obras, el sual de todas las mesas y con-
impacto de su pensamiento, la ferencias que se presentaron,
variedad de los géneros en los y están disponibles tanto en la
que escribió, no alcanzan para página de Facebook como en el
explicar por qué entre tantxs canal de Youtube para todxs lxs
otrxs, y habiendo tantxs des- interesadxs.1
pués, nos atrae Sartre. “Toda la Ver el interés y la grata re-
tradición que nos decía «el ser cepción de tantxs respecto al
se dice de muchas maneras» y proyecto de volver a trabajar
acá nos encontramos un filóso- las obras de Sartre nos llenó
fo que nos dice «la nada se dice de alegría y nos motiva para
de muchas maneras».” Danila seguir abriendo espacios para
Suarez Tomé, miembra funda- pensarlo y pensarnos. Porque
dora del CS, dijo esto durante sostenemos que toda esa tinta
su exposición y quizás sea la que derramó nos brinda he-
forma más clara de explicar rramientas para entender esta
por qué seguimos leyéndolo: realidad conflictiva en la que
somos lxs seres por lxs cuales la hemos sido arrojadxs, para sa-
nada adviene al mundo, y ésta
lir a la calle a hacernos respon-
no sólo es condición de posibi-
sables de nosotrxs mismxs y
lidad de nuestra libertad, sino
del mundo que habitamos; para
que también se manifiesta en
disputar y construir nuevos
cada acción que comportamos.
sentidos, nuevas nadas.
Los valores que izamos, los vín-
culos que entablamos con lxs Y, por supuesto, abrir esos espa-
otrxs (el contacto, la amistad, cios para todxs aquellxs que se
el amor, el odio), y toda acción sientan atraídxs, interpeladxs,
que emprendemos corroe a lo marcadxs por el existencialis-
que es a través de la nada que mo, por su ritmo jazzero y su
somos. estética dark, por sus puestas
Así que nos reunimos a hablar en escena y sus bodoques téc-
en torno a esos “nombres” de nicos. Hecha la invitación, la
la Nada: la cita fue en J. E. Uri- puerta queda abierta.
buru 950, en la ciudad de Bue-
nos Aires. Durante el viernes 1
Los URLs son, respectivamente:
www.facebook.com/circulosartre/ y
8 y el sábado 9 de agosto del www.youtube.com/channel/UCcFHax-
corriente año. Irrepetible pero B1bJ0nLOuybgPom0A

267
IIdeas, 8
JORNADA revista de filosofía
DE DEBATE moderna y contemporánea
RAGIF CRÓNICAS #8 NOVIEMBRE DE 2018-ABRIL DE 2019

reseñas

268 268
Cien años no es nada Con la muerte pisándole los talones, Walter
RAFAEL MC NAMARA
Benjamin escribió que toda generación reci-
(UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - ARGENTINA) be de las que la precedieron “una débil fuer-
za mesiánica”, y que no hay emancipación
posible sin una respuesta que asuma como
propia esa interpelación del pasado. Esa
fuerza irrumpe, a veces violentamente, en
algunos acontecimientos señalados, como
signo o ensoñación de aquello que excede
la historia. Tiempo pleno del que emergen
las revoluciones o, como fuera teorizado
por el joven Nietzsche, bruma a-histórica
que rodea toda acción y la hace posible.
Quizá se pueda leer en el concepto de lo
arcaico, que Tatián propone en algunos
textos, una variación metafísica del mismo
tema. Dice el filósofo que “algo arcaico se
aloja en la rutina de los seres como tem-
pestades, desencadenadas o retenidas. La
fuerza de existir que anima las criaturas es
arcaica y por ello eficaz, cargada de cosas
nuevas. [...] Es lo que yace en el fondo del
tiempo –no en el sentido de un inicio o un
origen perdidos del que nos hemos alejado,
sino en el fondo de cada instante–; lo que
yace, más bien, en el trasfondo del tiempo,
lo que el tiempo trae y carga a su pesar. [...]
No existe poder, ningún poder, que se halle
a salvo de ser vulnerado por lo arcaico” (Ta-
Reseña de Tatián, Diego, La tián, Diego, Baruch, Buenos Aires, La cebra,
incomodidad de la herencia. 2012, p. 18). Potencia del Ser que habita
Breviario ideológico de la los seres como tormenta posible, fuerza de
Reforma Universitaria, Córdoba, existir que insiste y rechaza todo orden que
Encuentro Grupo Editor, 2018, disminuya o limite su potencia de obrar. Tal
66 pp. la potencia de ciertos pasados cargados de
Recibida el 15 de agosto de 2018 –
futuro.
Aceptada el 30 de agosto de 2018
Hemos invocado el tiempo mesiánico de
Benjamin, la bruma a-histórica de Nietz-
sche, y lo arcaico de Tatián. Coordenadas
posibles para una filosofía de la historia
que no teme apoyarse en formulaciones
metafísicas, sino que las afirma como par-
te inescindible de la creación filosófica. Con
ese telón de fondo quisiéramos recorrer el

269
IdeasAÑOS
CIEN 8
, revista
NO ESde filosofía moderna y contemporánea
NADA #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL
RAFAEL DE 2019
MC NAMARA

libro La incomodidad de la herencia. Brevia- a cargo del propio Tatián (“El trabajo con la
rio ideológico de la Reforma Universitaria, herencia”), y una serie de veinte “Apuntes
donde Tatián aborda un problema mayor reformistas”. Estos fragmentos no siguen
para cualquier pensamiento comprometido una cronología lineal, ni pertenecen exclu-
con el presente: ¿cómo narrar un aconte- sivamente a testimonios de la época. Tam-
cimiento político?, ¿qué se conmemora al poco se limitan a recoger las voces de los
recordar ciertas fechas históricas?, ¿una protagonistas del movimiento estudiantil
simple efeméride o la plena irrupción de lo del 18. Componen más bien un mosaico he-
arcaico, que obliga no solo a narrar un he- terogéneo, cuyo principal objetivo radica en
cho del pasado, sino a pensar su insistencia mostrar, como diría una vez más Benjamin,
en el presente y, por qué no, a preguntarse las “astillas de tiempo mesiánico” incrus-
por las semillas de futuro que aún porta? tadas en esa constelación histórica que
Este año se cumple el Centenario de la llamamos “Reforma Universitaria”. Como se
Reforma Universitaria y se multiplican las trata de desplegar justamente las aristas
conmemoraciones. Pero a pesar de los in- más cortantes del acontecimiento, el texto
tentos oficiales por reducir la gesta del 18 a sigue una lógica fragmentaria, que avanza
un hecho pedagógico en sentido reducido, por ecos y desvíos, resonancias y guiños
de meros cambios formales y técnicos, o intergeneracionales, en una geografía que
a una visión mercantilista y profesionalista se extiende por todo el suelo latinoameri-
de los estudios superiores, Tatián insiste cano. El mandato que cierra el fragmento
en lo incómodo de esa herencia. Incómodo de Ernesto “Che” Guevara, extraído de un
para el poder instituido, se entiende. Muy discurso ante los estudiantes cubanos en
especialmente para las fuerzas coronadas 1959, resume la paradójica temporalidad
por la era cambiemita. En este contexto, que aquí se intenta pensar: “investiguen la
dice el filósofo, “[m]antener vivo el legado vida futura, futura pero ya pasada, desde
reformista en lo que tiene de más esencial el momento en que se inició la reforma del
podría requerir la construcción de una nue- dieciocho hasta ahora” (p. 64). Intentemos
va encrucijada de pensamiento, militancia atajar, junto a Tatián, la flecha que nos
y compromiso desde la que enfrentar los envía el revolucionario argentino desde esa
poderes que bloquean la irrupción de la época que parece tan lejana.
igualdad social” (p. 18). Pensamiento, mili- Uno de los aspectos más incómodos –y
tancia y compromiso por una Universidad por lo tanto, casi siempre silenciado– de
democrática en sentido fuerte, es decir, que la Reforma fue su costado violento. El
cobije y fortalezca la potencia instituyente primer “apunte reformista” lo muestra sin
que atraviesa lo común. Ese es, en esencia, ambigüedad. Se trata de una entrevista de
el legado reformista que se propone resca- 1998, donde Juan Filloy relata los “actos
tar en este libro –rescatar, en primer lugar, insurreccionales” protagonizados por los
de su apropiación (y desviación) neoliberal. estudiantes, donde ocurrió “lo que debe
A contrapelo de cierta versión protocolar suceder en toda revolución: depredaciones,
que circula por los eventos oficiales, Tatián actos un poco vandálicos” (p. 27), como
se interna en los aspectos más intratables “romper sillones y el cuadro de Trejo”, ya
de esa herencia de la manera más efecti- que “el espíritu de la revolución latente
va: poniendo a disposición y pensando el caldeaba los ánimos de los muchachos” (p.
archivo. El libro se compone de un ensayo 28). Tatián insiste en mostrar esa violencia

270
CIEN AÑOS NO ES NADA RAFAEL MC NAMARA

como puerta de acceso al acontecimiento Manuel Ugarte, como “anuncio del glorioso
desde las primeras líneas de su ensayo. incendio que se avecina” (p. 50). El aviso de
Primera provocación del libro. Sobre todo incendio se propagó tanto espacial como
si se considera que el Centenario de la Re- temporalmente. Así, por ejemplo, el dirigen-
forma nos sorprende en un contexto donde te peruano Haya de la Torre encontró en el
la condena y el ninguneo de estudiantes movimiento cordobés la “principal inspira-
y docentes en estado de movilización es ción para el surgimiento del APRA” (Alianza
moneda corriente, objeto de disputa para Popular Revolucionaria Americana), partido
ratings televisivos de la más baja estofa. Es fundado en 1924, “de clara impronta latinoa-
relevante recordar, entonces, que durante la mericanista y antiimperialista” (p. 38). Asi-
tan unánimemente celebrada Reforma, los mismo, como destaca Tatián, se puede con-
estudiantes “mantuvieron tomada la Uni- siderar a la cultura reformista precursora de
versidad, declararon de inmediato la huelga las militancias más recientes en defensa de
general, y durante varias horas ejercieron la los Derechos Humanos, ya que, durante las
más desopilante irreverencia” (p. 10). décadas del 20 y el 30, numerosos reformis-
tas estuvieron comprometidos en la lucha
Otro componente fundamental de la in-
por la libertad de presos políticos.
surrección dieciochesca fue su carácter
marcadamente obrerista. Desde sus co- Aún en otra deriva, y dada su afinidad con
mienzos, las organizaciones estudiantiles la Revolución Rusa, la cultura reformista
estuvieron íntimamente ligadas al movi- envía un guiño a través de los tiempos al
miento obrero y abrazaron las numerosas que quizá sea el movimiento político más
huelgas de las que fueron contemporá- vital y potente de los últimos años: el femi-
neos. El mundo obrero, por su parte, apoyó nismo. Así lo testimonia un fragmento del
la lucha por la Reforma Universitaria. En artículo “La socialización de la mujer en
este sentido, en un texto de 1925 sobre el Rusia”, publicado originalmente en La ga-
carácter económico del movimiento, Ma- ceta universitaria. Órgano de la Federación
riano Hurtado de Mendoza fue categórico: Universitaria de Córdoba, el 18 de agosto
“al lado del obrero: he ahí el verdadero lugar de 1919, poco más de un año después de
del reformista” (p. 42). ¿La Reforma del 18 la publicación del Manifiesto Liminar en la
como precursora oscura de la alianza obre- misma revista (pp. 31-32). En todos estos
ra-estudiantil del mayo francés? No parece sentidos, la “cultura reformista promovió
tan arriesgado afirmarlo. una activación militante de instituciones
contra las relaciones de dominación impe-
La palabra “revolución” circula frecuente-
rantes –que, con modalidades diferentes,
mente por los fragmentos seleccionados,
tanto en 1918 como en 2018 llevan el nom-
retomando una fibra que ya estaba pre-
bre de capitalismo” (p. 17).
sente en las primeras líneas del Manifiesto
Liminar (“estamos pisando sobre una Otro acierto del libro es poner en circula-
revolución, estamos viviendo una hora ción el archivo visual al lado del escrito. El
americana”). “Obrerismo” y “violencia” se tejido textual incluye en su urdimbre una
dicen, entonces, de una gesta que también serie de imágenes que otorgan visibilidad
se consideró a sí misma, en palabras de a otros matices del acontecimiento. En
Mariátegui, como “la afirmación del «espí- efecto, si la experiencia de una “universidad
ritu nuevo», entendido como «espíritu revo- común” (p. 23), es decir, una universidad
lucionario»” (p. 45). O bien, en la pluma de hospitalaria con lo múltiple socio-cultural,

271
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

solo puede pasar por la construcción de un de la herencia revolucionaria sin atención


nuevo “sistema de vínculos” (p. 22), las imá- por el resurgir de esa otra herencia, la de la
genes muestran un recorrido posible por el reacción. No estamos entonces ante una
complejo sistema de relaciones aconteci- visión nostálgica del 18, sino ante la invo-
mentales que dan consistencia a la bruma cación a una comunidad hospitalaria, en el
a-histórica que rodea el significante “Re- presente, con esa potencia emancipatoria
forma Universitaria”. Entre los documentos que late en la herencia reformista.
escritos se intercalan, así, fotografías de
Cuando se trata de pensar el lazo que une
un grupo de partisanas soviéticas (p. 31),
la cultura reformista con el presente, el
una esquina porteña durante la “semana
filósofo no podría ser más claro. “En el siglo
trágica” (p. 33), la toma de la UNC en 1918 y
XXI, la autonomía universitaria afronta ries-
2016 (p. 35), una reunión de FORJA (p. 59),
gos mayores que los poderes políticos y
el “Che” Guevara recibiendo un Doctorado
religiosos contra los que fue reivindicada y
Honoris Causa en 1959 (p. 63), y otras.
practicada en 1918. El mercado financiero,
En este Centenario, el fantasma de la Re- los organismos internacionales de crédito
forma recorre la República Argentina. Con [...], las empresas transnacionales y otras
autoridades que claman abiertamente por corporaciones económicas e instituciona-
el cierre de las Universidades Públicas, les que operan para la mercantilización del
que niegan al pobre no solo el acceso a la saber, son los poderes que en la actualidad
educación superior sino incluso la facultad más vulneran su persistencia cada vez más
de pensar, resulta imperioso responder a frágil” (p. 14). Frente a esto, el legado an-
la interpelación de este acontecimiento y tiprofesional del reformismo –otro de sus
estar a la altura de su demanda. Es que, así bordes filosos– resulta fundamental. En
como los espectros revolucionarios insis- efecto, el rol de la Universidad Pública no
ten, los monstruos reaccionarios hacen lo se puede limitar a formar profesionales se-
propio. Si la débil fuerza mesiánica está gún las necesidades del mercado sino que
siempre volviendo, entonces, es quizás por- debe, por sobre todas las cosas, constituir
que el reino del Anticristo, como también territorios de ciudadanía y pensamiento
le gustaba decir a Benjamin, nunca termina crítico, puntos de reparo para la producción
de morir –es posible que su vitalidad no de saberes “inútiles”. En esa línea, Tatián se
consista más que en ese perpetuo morir pregunta si es posible una universidad que
que mata–. Algo análogo se vio ya en los resguarde espacios de interrupción de la
tempranos años 20, cuando la “reacción reproducción del capital y de la conversión
había cambiado de táctica. Viendo que no de todo lo que hay al equivalente general
era posible detener la corriente, procuró del dinero. ¿Es posible pensar una Educa-
desviarla”, en un intento desesperado –pero ción Superior que fomente la producción de
coyunturalmente exitoso– por conservar lo “sin precio” (p. 20), aún en el seno de un
“algunos puestos de comando hasta que sistema en el que todo “se puede comprar
llegare el momento oportuno” y “circuns- y vender” (p. 21)? Esta apuesta paradojal
cribir el movimiento a un simple problema anima el “trabajo con la herencia” que aquí
pedagógico”, para finalmente “aislar el mo- se propone. Afirmación de una Universidad
vimiento estudiantil de sus vinculaciones como pura donación y cultivo del resto
populares” (Gregorio Bermann, citado en p. inapropiable que vibra en la producción de
62). No hay “fidelidad y reinvención” (p. 11) todo saber.

272
CIEN AÑOS NO ES NADA RAFAEL MC NAMARA

El trabajo con el legado asume que no hay


repetición sin diferencia. Pero también, que
no hay diferencia que no esconda una repe-
tición. Visitar el pasado, hurgar en el archi-
vo, supone tomar posición en el campo de
batalla de la memoria. Se trata, finalmente,
de estar a la altura del Acontecimiento. O
como diría Nietzsche, de un trabajo activo
con la historia que busca reactivar lo vivo
del Acontecimiento, evitando transformarlo
en pieza de museo o efeméride. Este libro
resulta, ya desde su portada sanguinolenta,
un llamado en ese sentido. En la pluralidad
de voces que en él se dan cita resuena un
grito que insiste a través de los tiempos,
“un grito de guerra contra la oligarquía...
La consigna era [agregamos nosotros: es]:
abrir la Universidad al pueblo” (extracto de
las Memorias de Miguel Contreras, citado
en p. 30).

273
Aceleracionismo de Estado Si la adversidad triunfa dolerá porque fui
JULIÁN FERREYRA
feliz. Fuimos felices y ya no lo somos más.
(CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y
TÉCNICAS – UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES – ARGENTINA)
Fuimos felices. ¿Por qué fuimos felices?
¿Cómo fuimos felices? No lo somos más.
¿Por qué no lo somos más? Explicitemos:
fuimos felices con el kirchnerismo, no lo
somos más con el macrismo. La adversi-
dad triunfó. Y duele. Pero, ¿cómo es posible
que fuéramos felices nosotros con el kir-
chnerismo, nosotros que alguna vez estu-
vimos bajo el signo de la revolución (Cuba,
el Che, Fidel, el socialismo real en la patria
grande, los palos que creíamos no cesarían
de caer sobre el señor caimán)? ¿Cómo es
posible que dejáramos de serlo, cuando
en un momento el kirchnerismo parecía un
fenómeno irreversible (“rápido se irradió
entre nosotros un nuevo estado de ánimo,
convencidos de que el Estado era un sujeto
todopoderoso” –p. 137–)? ¿Cómo interpre-
tar ese ya no ser felices? ¿En términos de
derrota, de inexorabilidad, de milagro? El
arco del libro de Javier Trímboli va desde
aquella revolución que supimos atesorar
(y que sólo existió en el cielo, en el ámbito
supralunar) hasta este presente cargado
de zozobra, intentando comprender lo que
significó el kirchnerismo para una cierta
subjetividad (a la que Trímboli logra darle
universalidad a partir de la exploración
exhaustiva de su propia singularidad). El
Reseña de Trímboli, Javier, Su- nudo argumental es la interrogación de la
blunar, entre el kirchnerismo y la posdictadura: el alfonsinismo, el menemis-
revolución, Buenos Aires, Cuarenta mo y, muy especialmente, esa ruptura en
Ríos, 2017, 168 pp. la línea del tiempo que fue el 2001 –entre
Recibida el 21 de agosto de 2018 –
Aceptada el 30 de agosto de 2018
cacerolazos y saqueos– (para Trímboli, a
diferencia por ejemplo de Schwarzböck, la
posdictadura termina con el kirchnerismo
–o, más exactamente, con la presidencia
de Cristina Kirchner). En ese trayecto, las
subjetividades revolucionarias se fueron
sepultando, mientras se abrían dos cami-
nos posibles (que constituirían los territo-
rios ahora separados por la “grieta”): el que
llevó al cinismo individualista y aquel en el

274
ACELERACIONISMO DE ESTADO JULIÁN FERREYRA

cual la utopía se hizo terrestre, lo celeste se de la voz del autor. El resultado es bello,
hizo sublunar. es complejo, es conmovedor, y es exigente
(sólo con la misma exacta formación del
El libro concluye con la oposición entre
autor se puede seguir con facilidad el hilo
la necesidad de las leyes naturales y la
de las voces que pueblan el texto).
contingencia de la historia humana (p. 163,
citando a Arendt), que parece para Trímboli El libro se va construyendo en forma en-
hacer esperable un nuevo milagro, como lo trecortada, en 27 apartados donde nada
fue aquel que empezó en 2003 –empezó, anticipa cuál será el curso de la argumen-
digo bien, ya que fue un milagro progre- tación (lo cual no quita que este libro tenga
sivo–; milagro que el autor parece cifrar un hilo argumental, como Trímboli mismo
en la posibilidad de mestizar las fuerzas indica en p. 90) y que carecen de una
populares y el Estado con la tecnología (“la sistematicidad explícita (ningún apartado
alianza más complicada” –p. 160–). Peque- tiene título, no hay ningún agrupamiento
ño milagro, brevísima cosa buena que, sin de apartados). Dentro de esta forma algo
embargo, queda a la expectativa Trímboli, rizomática, podríamos marcar una primera
puede llegar a tener “una influencia deci- parte, apartados uno al diez, donde el tema
siva” sobre un largo período de tiempo (p. central es la revolución y la derrota (que
164, citando a Arendt nuevamente quien vuelve en el 13). Del 10 al 12 la cuestión es
tiene, casi, la última palabra). de qué manera y hasta qué punto esa de-
rrota de la revolución arrastra la figura “del
odio al burgués” y cómo éste se reconvierte
*** en las subjetividades liberales y su signo
antipolítico (que paradójicamente son más
“antiburguesas” que “burguesas”). Del 14
El argumento está construido a través al 18 empieza la cuestión del kirchnerismo
de un collage donde se va tramando una (“por qué le creímos a Néstor Kirchner”) y la
selección muy personal de lecturas y re- relación de su aparición con la fractura del
cortes, de personajes y plumas: Jacoby, lazo social, el 2001, y el Estado bombardea-
Fogwill, los Redonditos de Ricota, Canetti, do por el mercado. Del 19 al 23 el pasaje
Del Barco, Tatián, Sarlo, Halperin Dongui, de la reparación a la salvación, con 2008
Borges, Fabián Polosecki, Novaro, Rinesi, como punto de quiebre. A partir del 24 y
Escobar, García Linera, Pasolini, González, casi hasta el final (26) empiezan los signos
Asís, Favio, Hernández, Arendt, Romero, premonitorios de la debacle de 2015, el
Walsh, Alarcón, Lewkowicz, Colectivo Situa- consumo como la cancha del capitalismo
ciones, numerosas revistas: Contorno, La en la que sólo por ilusos creíamos que po-
Maga, Martín Fierro, Punto de Vista, Crisis, díamos hacer partido. En el 27 se condensa
Confines, Acontecimiento, además de los la propuesta positiva que sólo podemos
grandes diarios nacionales, entrevistas pe- sobreinterpretar: la técnica no debe ser un
riodísticas y televisivas. La selección es tan enemigo de la política sino una herramienta
personal que las terceras personas, lejos para hacer posibles sus fines: derechos y
de implicar un distanciamiento objetivo del libertades.
autor, constituyen la mencionada exhausti-
va exploración de la singularidad del texto,
y que hace natural la episódica aparición ***

275
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

El tema de la derrota recorre el libro. Podría cimiento del orden a través de la violencia
pensarse que se trata de un diagnóstico contra las organizaciones sociales” (p. 78).
de los tiempos macristas, de la derrota de Sublunar impugna duramente el espíritu
2015. Trímboli baraja de hecho esta posibi- anti-estatal (salvo un llamativo pasaje de p.
lidad. Pero no se queda con ese diagnósti- 149 en sentido contrario): “«Una sociedad
co. La derrota es la de la revolución como sin cámara de diputados, sin senadores,
“mito moderno por excelencia” (citando a sino con asambleas que ejerzan las decisio-
Halperin Donghi –p. 70–), del sueño de un nes sin la representación y todo su circo». El
socialismo triunfante y el capitalismo de ro- cuestionamiento radical a la representación,
dillas. Ahí sí, hubo derrota. Derrota que fue salvaba de impugnación a las clases domi-
un largo proceso (un largo maltrato: “dicta- nantes, también a las medias” (p. 115, la cita
dura primero, neoliberalismo durante y des- es del Colectivo Situaciones). En este pano-
pués, aunque también se diga menemismo rama, el consumo se transformó en la única
o década de los noventa” –p. 87–), pero que “práctica reguladora que en alguna medida
tienen también una fecha exacta: 1989 (caí- morigeraba el borramiento de los sentidos”
da del muro en Alemania, triunfo de Menem (p. 91). En suma: sin Estado, el sentido
en la Argentina). Repentina certeza de que quedaba en manos del consumo, ariete de
el sueño de tomar el cielo por asalto había nuestros tiempos neo-liberales.
fenecido, repentina interpelación sobre Para las subjetividades que resistían al hu-
cómo transitar esa muerte (que el sueño racán del espíritu de la época, se trataba de
acabó ya te dijeron, pero no que todos los sobrevivir en los “entresijos” de la sociedad
sueñitos, dice el Indio Solari en uno de los del mercado, el consumo y el lazo social
primeros temas de los Redondos –una de fracturado. El resultado fue un conglome-
las referencias culturales que transita Su- rado de “limaduras desperdigadas” (p. 73).
blunar–). El menemismo es, más que nada, Ese es el eje de la historia, el “punto de
el nombre del duelo de los sueños de revo- bifurcación”: el destino de las limaduras, los
lución. Sólo ese duelo menemista abriría distintos nortes que las orientarán. Algunas
la posibilidad de un nuevo amor, sublunar, limaduras fueron atraídas por el kirchneris-
llamado kirchnerismo. “Sólo al aceptar la mo, mientras el resto serán imantadas por
derrota [...] se podría apreciar el pasaje de el macrismo: las que lograron concretar “el
la revolución a la reparación” (p. 87). corte” con el signo de la revolución. No son
Ese largo duelo noventista de los sueños de nortes equivalentes. Uno tiene una poten-
revolución se agudiza hacia 2001 (momento cia terrible (“el lote al que varios pertene-
al que Trímboli le da gran importancia, con cíamos del signo de la revolución, empezó
especial énfasis en el malestar de las clases a sospechar que eso que denominábamos
populares y los saqueos): “del Estado o de historia y escribíamos con mayúscula
un nuevo gobierno no esperábamos nada” no estaba a favor nuestro” –p. 152–, y ya
(p. 80). “Nada que conversar con el Estado cuenta entre sus filas a los que nunca estu-
del que casi exclusivamente se conoce a vieron bajo el signo de la revolución —y los
fanáticos del consumo y la competencia
la policía”, es la óptica de Alarcón y Cuando
sin más—), mientras que al otro —el nues-
me muera quiero que me toquen cumbia
tro— lo caracteriza la excepcionalidad.
e incluso la de Lewkowicz y su Pensar sin
Estado. Aún peor, el Estado parecía repre- Así aparece la definición del nosotros
sentar “la posibilidad cierta del reestable- (“Cómo volver a conjugar un «nosotros»

276
ACELERACIONISMO DE ESTADO JULIÁN FERREYRA

después de todas las miserias de los indi- La reparación que propuso Néstor Kirch-
vidualismos” –p. 103–) que compartimos ner en su llegada al poder no aparece sin
con Trímboli: “el devenir que intentamos embargo como el último sino. Nuevo punto
perseguir –el nuestro, digamos, y que nos de quiebre: 2008. Allí se divide lo que 2001
condujo al kirchnerismo–, puede definirse había de alguna manera unido, clases do-
en la imposibilidad de la pura ruptura” (p. minantes y clases dominadas, digamos, a
49). No hay pura ruptura, quiere decir: la través del “mito de la postdictadura, el de
revolución (la idea y su signo) han sido la unidad de una sociedad vejada” (p. 115).
derrotados, pero la ruptura, el corte total, Ahora se observa que no hay alianza posi-
el cinismo, el individualismo y abrazar ple- ble entre clases altas y clases bajas, que
namente al mercado se hace sin embargo piquete y cacerola no puede ser una sola
imposible. No se puede aceptar que lo lucha. Ese es el quiebre que representa el
único que hay es derrota y supervivencia. conflicto entre “el gobierno que se había
El tránsito fue de la derrota a la “redota” hecho cargo del Estado nacional” y la “So-
(en términos de Artigas): la búsqueda ciedad Rural” (p. 116). Trímboli ofrece una
de otro lugar. “Lo que nos convocó del breve historia de las retenciones, de cómo
kirchnerismo en la primera hora fue la estas se remontan al gobierno de Duhalde y
tarea de reparación de una trama social cómo estuvieron vinculadas en su génesis
sistemáticamente maltratada, al límite de al plan Jefes y Jefas de Hogar y el esfuerzo
su desasimiento, tarea que fue emprendida por desactivar la lucha social que piquetes
con pizcas de épica y que, nuevamente, iba y saqueos habían vuelto incontrolable (pp.
un poco más lejos de lo que la sociedad –o 117-122). En este conflicto, el rol del Estado
lo que quedara de ella, decíamos en ese se resignifica y los que “veníamos del signo
entonces– esperaba de un nuevo gobierno” de la revolución” descubrimos que “está-
(p. 86). Trímboli pasa en pocas líneas de bamos habilitados a pensar que al Estado
la tercera a la primera persona del plural, en algún momento le correspondía jugar
pero no hay ambigüedad: nosotros somos un importante papel” (p. 130). En 2008,
los que fuimos atraídos por esa fuerza así, pensar con Estado no sólo se hace
indeterminada que fue el kirchnerismo en el nuevamente posible, sino que deviene una
poder: “Les asignó sentido y tarea [...]. Dio exigencia. Torcer el Estado del lugar téc-
cauce a la inquietud por la vida en común nico-administrativo que dejaba tranquilas
que se resistía a apagarse por completo, a las clases respetables. Usar el Estado
cuando asunto del pasado casi remoto la por el cual “nadie daba dos pesos” y al que
revolución, se supuso que nunca más la se nos había permitido acceder “seguros
vida política –la sublunar y prosaica– vol- de que nos enredaríamos en una madeja
vería a convocarnos. No, nunca nos había de impotencias” (p. 132). Esa exigencia
convocado; más correcto decir entonces implica que conquistas sociales y derechos
que así fue que la política sublunar por pri- deben complementar la mera ampliación
mera vez nos atrajo en serio” (p. 73). Así se del consumo (p. 117), es decir, superar al
pudo “«configurar» nosotros en tanto forma consumo como única “práctica reguladora
de subjetividad activa que logra habitar el que en alguna medida morigeraba el borra-
«desfondamiento»” (p. 101). miento de los sentidos”, proponer un nuevo
sentido, un nuevo andamiaje social, bien
que sublunar, que compita con el sentido
*** común capitalista.

277
Ideas, 8 revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018-ABRIL DE 2019

Es decir, se trata de romper con la paradoja redota. No hay búsqueda de otro lugar, sino
de los gobiernos populares de América la confianza en volver a ser felices en este
Latina: “Gobiernos que han producido más lugar donde logramos serlo: el Estado. Pero
riqueza y han sido más justos a la hora de su un Estado que rompa con aquel prejuicio
redistribución, que apuntalaron la expansión según el cual necesariamente “mientras el
del bienestar y el consumo, crearon final- mercado anda a velocidades supersónicas,
mente «una nueva clase media con capaci- el Estado sigue petrificado en las máquinas
dad de satisfacción pero portadora del viejo de escribir” (p. 130). Un Estado que, por
sentido común conservador»” (p. 145, la cita el contrario, sea capaz de usar las veloci-
es de García Linera). Lamentablemente, el dades supersónicas en su provecho, para
consumo era la cancha en la que jugábamos crear ese “nuevo sentido común” (p. 146)
la partida (“la cancha en la que jugábamos y las “nuevas formas de vida” (p. 147) que
era enteramente la del capitalismo” –p. rompan con la fatídica lógica del consumo.
137–) y por lo tanto el partido estaba arre- En ese sentido, nos dice Trímboli, aún no
glado de antemano. Y sin embargo, Trímboli hemos visto nada. Aceleracionismo de Es-
sostiene un optimismo sereno: “Que el futu- tado parece ser la clave de volver a ser feli-
ro no esté de nuestro lado, que sea incluso ces. ¿Volveremos a ser felices? Veremos.
un error grosero esperar que el desenvolvi-
miento del tiempo nos asegure algo bueno,
nada de esto quiere decir mucho. Será
cuestión, como siempre, de interrumpirlo”
(p. 158). Esa interrupción –ese optimismo,
esa apertura al milagro breve, aparece en
el cierre del libro ligada a la alianza de dos
supuestos enemigos: la política y “los dispo-
sitivos y técnica” (p. 158). Los dispositivos
biopolíticos descriptos por Foucault dejan
de ser imagen del sometimiento para tornar-
se clave de la liberación. El uso kirchnerista
de la televisión (“el ojo blindado empezaba
a mirarte bien” –p. 160–) es la punta donde
asoma para Trímboli el iceberg de un nuevo
sentido común: “Zamba tomó el ritmo y el
shock que en los cartoons parece lisérgico
y lo puso al servicio del sentido [...]. Esta fue
la alianza más complicada y más necesaria
que produjo el kirchnerismo” (p. 160).

***

Más allá de algunas vacilaciones, el libro se


inclina por un diagnóstico donde no esta-
mos viviendo una derrota, y tampoco una

278
La Doctrina del Estado, la 1. En el repertorio de las traducciones cas-
última palabra de Fichte tellanas de las obras de Fichte, la que rese-
ñamos a continuación sin dudas contiene
MARIANO GAUDIO
(CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TECNO- una gran relevancia, por varios motivos.
LÓGICAS – UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - ARGENTINA)
Ante todo, porque se ubica en un período
de Fichte, el de los últimos años, poco
conocido y poco trabajado en esta lengua.
Además, porque el filósofo ofrece cierta
mirada retrospectiva, de recogimiento y
equilibrio sobre su propia fluctuación ter-
minológica. Y en particular respecto de las
Lec­ciones, porque corona todo un periplo
de desarrollos concernientes a la filosofía
aplicada, o lo que más tempranamente de-
nominaría “política”, aunque no sea el único
ámbito sobre el que se explaya. Uno de los
rasgos característicos de Fichte (quizás
una de sus máxi­mas de­bilidades) es que en
cada caso repone toda su concepción, des-
de lo más fundamental hasta las determi­
na­ciones más precisas, y en este caso des-
de lo especulativo hasta lo coyuntural.
Todos estos motivos relucen gracias al
gran trabajo de tra­ducción y edición de
Salvi Turró, catedrático de la Universidad
de Barcelona y destacado especialista en
filosofía moderna y en la obra de Fichte.
En el “Estudio preliminar” (pp. 9-56) Turró
emprende, en primer lugar, la ardua tarea
de re­poner en un lenguaje accesible al
Reseña de Fichte, J. G., Lecciones gran público el conjunto de la filosofía de
de filosofía aplicada, edición Fichte en su signi­ficación más esencial. Y
y traducción de Salvi Turró, para ello parte de la caracterización de la
Barcelona, Sígueme, 2017, 283 pp. Doctrina de la Ciencia como el saber con
Recibida el 20 de agosto de 2018 – unidad sistemática o filosofía trascendental
Aceptada el 10 de septiembre de 2018
que tiene que fundamentar las regio­nes
particulares de la ciencia y los modos de la
acción humana. Asimismo con el término
“Doc­trina de la Ciencia” Fichte designa tan-
to la unidad fundamental última o primera
de todo el saber (la Tathandlung, el ver el
ver), como la gama de principios que funda-
mentan las ciencias particulares: la teoría,
la práctica, el derecho y la religión. En este

279
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

punto Turró sigue la división que traza Fich- done las tesis establecidas en Jena, sino
te en Nova methodo. Y la amplifica con dos que las completa con una refle­xión suple-
focos: de un lado, las disci­plinas mixtas y mentaria para fijar la vinculación (y límites)
aplicadas (política, economía, filosofía de entre la con­ciencia y lo divino” (p. 31). En lo
la historia, pe­dago­gía), que llevan el punto sucesivo Turró presenta y explica la termi-
de vista trascendental al punto de vista real nología técnica que se desprende de este
o de la vida y, del otro, las perspectivas in- movimiento (absoluto, manifestación, ima-
troductorias o propedéuticas (científicas o gen, libertad, ser, Dios, aniquilación, etc.) y
populares) que proponen el camino inverso, afirma que los elementos trascendentales
van del pensamiento común al pensamien- “devienen epifanía del ser absoluto” (p. 35).
to trascendental. Al respecto Turró ofrece En tercer lugar, procede a contextualizar
un esquema muy didáctico (p. 22) sobre la la obra traducida. La Doctrina del Estado
estruc­turación de los saberes en introduc­ corres­ponde al último curso de lecciones
ciones, disciplinas trascendentales y disci- de Fichte en 1813 anun­ciadas con el título
plinas aplica­das, que desde luego se condi- “Enciclo­pe­dia científica universal”. Pero
cen con las obras de Fichte (pp. 23-24). con el inicio de la caída de Napoleón y el
En segundo lugar, el editor se enfrenta a un llamamiento a las armas del rey de Prusia
tema que divide aguas en la literatura espe­ las lecciones fueron reformuladas en torno
cia­lizada, la cuestión de la unidad –y, por de la cuestión de la filosofía aplicada. Bajo
ende, de la diferenciación– de la Doctrina este hilo conductor se interpola, no obstan-
de la Ciencia a través del tiempo y de las te, una temática muy in­tensa proveniente
exposiciones de Fichte. Y toma posición: la de los sucesos históricos concretos y que
unidad sistemática se mantiene inalterada cobra una importancia notable, la “gue-
en todo el periplo, mientras que la división rra verdadera”, porque el que convoca al
en una pri­mera y una segunda época (se- pueblo a levantarse contra el invasor es el
paradas por la disputa del ateísmo y, desde último represen­tante de la monarquía abso-
una con­sideración espacio-temporal, por luta. Se trata de un tema urgente y de alto
las ciudades en las que residió Fichte: Jena voltaje político que interpela al filósofo, que
y Berlín, y por el cambio de siglo: XVIII / lo lleva a cambiar la postura de una trans-
XIX) podrá ser útil o no, pero no constituye formación cultural-nacional de los Discur-
una ruptura y “es cierto que la Doctrina de sos (1808) y a definirse de modo sutil –dice
la Ciencia sufre una evolución en sentido Turró– en favor de que el pueblo acompañe
de profundizar y desplegar temas sólo al monarca exigiendo como contrapartida
implícitos en el período de Jena” (p. 27). En la instauración del Esta­do de derecho (pp.
este sentido, Turró se detiene en los textos 40-41). Este aspecto contextual y concep-
de la disputa del ateísmo y en el problema tual, le­jos de quedarse en el decorado de la
sobre cómo concebir a Dios de manera argumentación, atra­viesa todas las leccio-
trascen­den­tal, problema que se encumbra nes de Fichte.
con el concebir lo inconcebible. Así la inno- Dejando de lado la reconstrucción de las
vación de Fichte consiste en revelar la rela- secciones que Turró realiza en las páginas
ción entre las estructuras trascenden­ta­les siguien­tes y que aquí analizamos abajo,
que tematizó en la primera época con el ser cabe señalar que en el último apartado
absoluto de la segunda: “No se trata, por ofrece un minucio­so panorama de las pu-
tanto, de que a partir de 1801 Fichte aban- blicaciones póstumas de esta obra de Fich-

280
LA DOCTRINA DEL ESTADO, LA ÚLTIMA PALABRA DE FICHTE MARIANO GAUDIO

te: la primera, aun­que muy parcial, en 1815 den de las secciones de ésta, sino la de la
y con el título Sobre el concepto de guerra tercera y la cuarta edición, lo que le da ma-
verdadera; la segunda en 1820 y con el títu- yor sentido y arti­culación al texto; y respec-
lo Doctri­na del Estado, que según el editor to de las notas aludi­das, inclu­ye todas las
de la misma expresa más precisa­mente el de la primera edición, las corrige en erratas
contenido específico de las lecciones; la y referencias, las traduce directamente del
tercera en 1834 y como parte de las obras texto de Lutero que tenía Fichte, y las dis-
com­ple­tas editadas por el hijo de Fichte; la tingue de sus propias notas aclaratorias y
cuarta en 1911 en las obras escogidas de explicativas ubicadas cuidadosa­mente con
F. Medicus; y la última en 2011 correspon- un sentido de aporte y con mucha sobrie-
de a la edición crítica de la Academia de dad. Además, introdujo títulos en cada una
Ciencias de Baviera. La segunda edición de las secciones y en las subpartes basán-
se basa en el manuscrito de Fichte, por lo dose en los temas y con términos utiliza-
que se erige en primera instancia de refe­ dos por el mismo Fichte, completó muchas
rencia; pero, además de intentar –sin gran elipsis –sin lo cual la ilación del texto y
éxito (a juicio de Turró, y concordamos con los giros se volve­rían incomprensibles–, y
él tomando como parámetro la tercera todo ello como corresponde, señalizándolo
edición)– completar lagunas, corregir ana- con corchetes. Celebra­mos desde aquí las
colutos e inflexiones, el editor de entonces decisiones y el compromiso de Salvi con la
introduce abundantes notas al pie en la úl- letra y el espíritu de la obra de Fichte.
tima sección y en relación con pasajes del 2. La primera línea de la “Introducción” (pp.
Nuevo Testamento sin especificar cuáles 59-89) convalida el título elegido para esta
estaban en el manus­crito y cuáles fueron edición: Fichte anuncia que las lecciones
añadi­das, es decir, cuáles eran de Fichte y versarán sobre filosofía aplicada. Cierta-
cuáles no. Dado que el ma­nuscrito se per­ mente, la primera cuestión es qué significa
dió, y dado que las siguientes ediciones “filosofía”, y el desarrollo entero de la
adoptaron cri­te­rios muy disí­miles sobre “Introducción” cons­tituye verdaderamente
tales notas (algunos las reducen, también un compendio de las principales ideas de
sin especificar cuáles, o las colocan apar- Fichte, como dijimos, no sólo res­pecto de
te, y añaden otras), Salvi Turró propone su madurez sino incluso de toda su obra.
clasificarlas en tres grandes gru­pos: las Filosofía significa, ante todo, pensar por sí
que reflejan casi de modo literal el texto mis­mo, y esto sucede ya desde siempre;
de Fichte, las que podrían ser una glosa, y luego, de lo que se trata es de escla­re­cerlo.
las que ser­virían para sustentar la tesis del Cualquiera admitiría que conoce, y que co-
cuerpo del texto. Sin embargo, reconoce noce objetos del mundo exterior; la filoso­fía
que esta clasificación no ofrece un criterio consiste en volver sobre ese conocimiento,
concluyente para determinar cuáles notas en conocer el conocer, y poner de re­lieve
son de puño de Fichte (pp. 51-52). tal instancia como un saber específico.
Por otra parte, la explicitación de estos as- Por ende, la filosofía abre un mundo ab-
solutamente nuevo, al modo de un órgano
pectos de corte filológico le permite a Salvi
creador o un ojo.
Turró justificar la elección del título y tomar
muy buenas decisiones: pese a sus críticas, Con una estrategia similar a la Primera y a
reprodu­ce la paginación de la edición de la la Segunda Introducción de 1797 (cf. p. 61
Academia, pero no sigue la división y el or- nota, donde Fichte mismo remite a ellas),

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

aunque a nuestro entender más refinada, nifestaciones, como las denominaremos–


procede a la contra­po­si­ción entre los dos sólo son para exponer en ellas la primera
puntos de vista, el del mundo de la expe- imagen, la ley” (p. 68). Así, el mundo se
riencia que parte de la existencia de las define como exteriori­zación de las leyes, y
cosas (otrora, dogmatismo) y el de la con- en sí mismo o como lo dado no existe en
ciencia de ese mundo que lo re­configura ab­soluto.
como imagen (otrora, idealismo). Pero Aniquilado el mun­do, sólo quedan las leyes,
procede directamente hacia la disyunción y quedan como el ser absoluto y último.
excluyente y la nece­si­dad de unidad, es ¿Aca­so podrían remitir a un ser anterior?
decir, hacia aquello que precisamente el De nuevo funciona aquí la disyunción ex-
primero no puede lograr sin caer en un cluyente: o bien se cae en una regresión
sistema determinista que remita a un ser al infinito (con fundamentos contingentes,
trascendente o a un do­ble comienzo, mien­ temporales, erró­neos, etc.), o bien se halla
tras que el segundo, en cambio, lo legitima el verdadero fundamento último y absoluto,
desde el acceso inmediato a la conciencia. la imagen originaria. La filosofía pre­supone
Y por eso la visión natural de las cosas que existe este último camino y que el ser
encuentra su plena explicación en la visión absoluto proviene de sí, por sí y desde sí;
filosófica: en su exponerse, la imagen pone es Dios, y el conocimiento su revelación
lo imaginado. Esto es lo que la concien­cia (Offenbarung). Además, la filosofía ve su
natural pierde de vista, y por eso no ve la propio devenir y, por ende, se erige en co-
imagen ni cómo actúa su conciencia (lo nocimiento genético que, incluso abocán-
cual no quiere decir que no opere). Al no ver dose a algo, siempre conoce su co­nocer;
las leyes del actuar, atribuye ese poder a es decir, se revierte intui­tivamente sobre sí.
las cosas, mientras que la visión filosófica, Llevada a concepto, la filosofía equivale a
al tomar conciencia de las leyes, se eleva Doctrina de la Ciencia: sis­tema que conoce
a la libertad. En suma, la filosofía recién se el conocer, que capta intelectivamente el
alcanza al superar el dualismo y contem- fundamento y se expresa en la forma de lo
plar el mundo en su unidad fundamental. universal. “La Doctrina de la Ciencia es un
Ahora bien, al preguntar por el fundamento entender completo, un ver realiza­do [...]; es,
–prosigue Fichte– se pide una ley por la por tanto, libertad” (p. 73).
cual la imagen se determina. En su conjun- A partir de aquí Fichte avanza hacia una
to, las imágenes son de dos tipos: las que consideración práctica de la filosofía, no
se dan inme­dia­tamente en la existencia na- como un suplemento que se agrega a lo
tural, y las que no se dan inmediatamente y anterior, sino como una profundización
en cuya esencia se conoce el fundamento que lo explica y lo resignifica. En esta
de las primeras. Por ejemplo, al observar perspectiva, los conocimientos, imágenes
un cuerpo en reposo o en movimiento, la y el ser mismo, son enfocados desde el
visión natural no-filosófica diría que se cognoscente, el Yo que actúa, se efectiviza
trata de una cosa, la filosófica que se trata y establece como fundamento au­tó­no­­mo.
de una imagen, y el conocimiento mediato Luego, ¿cómo se justifica la libertad? Por la
sería hallar la ley de gravedad o de atrac­ vía negativa, la libertad queda anulada en
ción de los cuerpos. El filósofo tiene que la medida en que se sobrepone una fuerza
encontrar este último conocimiento, “pues superior que determina la voluntad, que la
está claro que las otras imágenes –o ma- coloca como efecto o resultado. En este

282
LA DOCTRINA DEL ESTADO, LA ÚLTIMA PALABRA DE FICHTE MARIANO GAUDIO

contexto, el rival argumentativo de Fichte volun­ta­des individuales que pue­den obsta-


–el exponente del dogmatismo, otrora Spi- culizarse mutuamente o entrar en conflicto,
noza– todavía es Schelling y su filosofía de se requiere una ley jurídica que delimite la
la naturaleza; por tanto, no hay ninguna na- dimensión exterior de las libertades. Fichte
turaleza y ningún ser sino mediante la vo- afirma con con­tundencia que el estado de
luntad. El mundo sensible sólo existe como derecho aún no se ha realizado fáctica­
material disponible para visibilizar el mundo mente, que sólo rige hasta cierto punto,
superior, las creaciones de la libertad. Y a y esto sucede porque se desconoce el
la inversa: Fichte define la voluntad como concepto, porque falta formación y por­que
el “principio absolutamente crea­dor, [que a ciertos sectores sociales no les conviene.
está] engendrando puramente a partir de sí La cuestión a dilucidar reside en cuáles
mismo un mundo específico y una esfera son los medios para alcanzar el auténtico
propia del ser” (p. 76). Lo sensible aparece estado de derecho. Y aquí se reúnen lo es­
únicamente porque hay un actuar que se peculativo y la acción, la ciencia y la praxis,
pro-pone un concepto de fin, es decir, una los dos esta­mentos fundamentales: los
imagen de la eficiencia (Wirksamkeit) de la cientí­ficos o sabios, y el pue­blo. El medio
vo­luntad. La creatividad consiste en que el más cercano para superar la actual Consti-
actuar no se determina por lo dado sino por tución de necesidad (donde no todos tienen
sus propios conceptos. derechos, ni tienen los mismos derechos)
La Doctrina de la Ciencia ha nihilizado el e instaurar una Constitución acorde al
mundo y ha visibilizado las leyes. Éstas concepto de derecho (donde el “todos” sea
respon­den a una ley superior, la ley moral. plenificado igualitaria­mente de manera
El ser último (Dios) denota, entonces, una cuantitativa y cualitativa) es la formación
voluntad absoluta­mente libre. Pero en el o educación (p. 86). De ahí la relevancia de
plano de la visibilidad o manifestación ser la filosofía aplicada y del estamento forma-
equivale a de­ber ser o devenir. La eterni- dor. No obstante, aquí Fichte interrumpe la
dad divina contrasta con la permanente ilación y se ocupa de un tema urgente de
aspiración de la imagen, con el inagotable coyuntura.
auto-hacerse del hombre. Así, el perpetuo 3. En “Sobre el concepto de guerra verda-
devenir invo­lucra la realización concreta dera” (pp. 91-118) la pregunta disparadora
de una vida ética, y la filosofía –la Doctrina (¿cómo se legitima conceptualmente la
de la Ciencia, que se encarga de formar el guerra, o qué la hace justa o auténtica?)
ojo espiritual para captar lo suprasensible– abre un abanico de consideraciones disími-
tiene que aplicarse en esa realización, tiene les pero muy en sintonía con la propuesta
que volverse práctica: “Aplicar la filosofía de filosofía aplicada. En principio, Fichte
significa precisamente: en el vivir, obrar y vincula la visión del hombre común –dog-
crear, ser la auténtica fuerza fundamental mática, empirista, acotada al goce inmedia-
que forma el mundo” (p. 79). La filosofía to– con la siguiente jerarquización: primero
aplica­da expresa una tarea y, por lo tanto,
la concepción sensible de la vida, segundo
para ello debe tener en cuenta las con­
los bienes y posesiones, tercero el Estado
diciones efectivas para la realización de la
para proteger esa posición individual. Todo
vida moral.
el énfasis recae sobre el individuo y sus
En este punto ingresa a escena el derecho: posesiones. Mientras el comercio aparece
puesto que la libertad opera en múltiples sólo como prolongación de lo segundo, se

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

convierte en instancia de sublimación del se presenta como tarea y como instancia


robo que sólo está prohibido a nivel mate- a conquistar interna y externamente. En lo
rial; los negocios, entonces, poten­cian la interno, cada uno tiene que libe­rarse por
desigualdad que el mismo Estado viene a sí mismo de los impulsos naturales; en
cubrir, en cuanto se define como mero ser- lo externo, todos tienen que liberarse en
vidor de los propietarios y, al fin y al cabo, comunidad mediante una articulación con
como soldado a sueldo para protegerlos otros en una relación jurídica que asegure
ante un eventual ataque externo. La guerra la libertad de cada uno. La lucha por la
surge entre familias soberanas que dispu- libertad que caracteriza a la vida temporal
tan un mismo botín, y así los propietarios desemboca en el Estado o reino conforme
permanecen al margen y a la espera de al derecho. (Este segundo concepto de Es-
cuál sea el señor vencedor. Tales situacio- tado, completa­men­te distinto y opuesto a
nes de necesidad fomentan el encierro en la visión anterior propia del Estado fáctico,
sí mis­mo y el egoísmo universal. “Ésta es atraviesa todo el pensamiento de Fichte,
una forma de ver la vida y, por consiguiente, y en sí denota una distinción fundamental
el Estado y la guerra” (p. 98). Fichte quiere que muchas veces se pasa por alto). Todos
decir que hay otra, contrapuesta y superior. son libres y todos son iguales, porque to-
dos tienen exactamente el mismo derecho
En efecto, en la visión auténtica y filosó- –aspecto que será aclarado más abajo–.
fica la vida se desarrolla infinitamente en No hay dos estamentos castificados, ni se
figuras y formas que nunca se agotan, y transfiere a otro la defensa del conjunto.
en ella el individuo se torna medio o ins- Todos son un pueblo con una historia co-
trumento de la vida-una y, no obstante, es mún, una cultura y un sentido de progreso
libre y autónomo, porque la libertad moral hacia el reino; luego, si resulta agredido,

Esquema clasificatorio de las disciplinas filosóficas y de las obras de Fichte, propuesto por el editor y traductor Salvi Turró.

a. textos propedéuticos (tránsito de la perspectiva real a la trascendental)


Introducciones populares
Introducciones científicas

b. disciplinas trascendentales
Fundamento de la Doctrina de la Ciencia
Ciencias filosóficas particulares:
Doctrina de la Ciencia de la Teoría (naturaleza)
Doctrina de la Ciencia de la práctica (ética)
Doctrina del Derecho
Doctrina filosófica de la religión

c. disciplinas aplicadas (tránsito de la perspectiva trascendental a la real)


Filosofía política
Política económica
Filosofía de la historia
Pedagogía general, moral y religiosa

284
LA DOCTRINA DEL ESTADO, LA ÚLTIMA PALABRA DE FICHTE MARIANO GAUDIO

obstaculizado, inva­dido, opri­mido, etc., se miento de la nación y la voluntad firme e in-


habilita “una guerra verdadera” (p. 101). quebrantable no alcanzan para convertir a
Napoleón en “benefactor y libertador de la
Aplicado al contexto concreto, el enemigo
humanidad” (p. 114), precisamente porque
(el innombrable, Napoleón) ha construido el
carece de sentido espiritual, y entonces
reino del diablo que hay que derrotar activa-
mente y sin esperar nada de la Providencia. deviene voluntad arbitraria y caprichosa
Por consiguiente, la guerra está justifica- que, coherentemente, se pone por enci­ma
da –para Fichte– en función de realizar el del derecho. Justo cuando la nación fran-
reino de la libertad, que supone: un pueblo cesa comenzaba a conocerse y a captar la
o comunidad de lengua, una visión moral, el necesidad de educación para la libertad, el
conocimiento de la ley jurí­dica y la forma- poder cayó en manos del usurpador, que si
ción respectiva, y la aproximación gradual hubiera tenido una chispa de visión podría
en la historia median­te la configuración del haber dispuesto una educación –tema que
carácter del pueblo. La unicidad del pueblo se despliega más abajo– que se prolon-
se refuerza con acciones y padecimientos gase en el tiempo y determinase el mejor
comunes, o también median­te la enseñan- sucesor. En este sentido, ante el rechazo
za del concepto. Mien­tras los antiguos fichteano del de­terminismo y ante los
griegos y romanos tuvieron un Estado desvíos histórico-coyunturales, los medios
“puramente fáctico”, sin derechos univer- para la consecución del reino de la libertad
sales y que “no es filosófico, no procede de cobran una importancia central.
ningún concepto” (p. 109), los modernos se 4. A nuestro entender, en “Sobre el estable-
desarrollaron al mar­gen del vínculo estatal cimiento del reino de la razón” (pp. 119-146)
y por estir­pes, en las cuales se destacan la Doctrina del Estado alcanza su clímax.
dos: los francos, que se unifi­caron con las Lo primero que se destaca es la estrecha
conquistas y donde lo colectivo determina conexión entre la metafísica y el problema
lo personal, y los ale­manes, cuya unidad jurídico-político; en efecto, tras retomar
proviene de afuera y que con­servan una los conceptos filosóficos presentados al
independencia tal que el vínculo y lo común comienzo (Dios, manifestación, libertad,
siempre son débiles. Pese a ello, se alude Yo, ley moral, mundo sensible), Fichte de-
a los últimos como si fueran uno, y según limita el ámbito propio de la Doctrina del
Fichte “los alemanes están llamados a Derecho: la comunidad de seres libres bajo
presentar en el plan eterno del mundo este una ley jurídica. Pero, en contraste con la
postulado de una unidad imperial, de un Es- Rechtslehre donde separa com­pletamente
tado interna­mente fusionado de modo or- derecho y moral, aquí deduce la ley jurídica
gánico” (p. 112) donde, no obstante, prime directamente desde y como una parte de la
la libertad indivi­dual y formada, en estricta ley moral. (Esta cuestión resulta compleja,
igualdad. Es decir, los alemanes están lla- porque el derecho recibe su validez de la
mados a realizar el reino del derecho. moral y al mismo tiempo se erige en condi-
Pero Napoleón exige una comprensión ción para su realización; de todos modos, el
genética: aunque sin ser francés, supo sentido sería el de enfatizar la continuidad
apropiarse de la ebullición caótica de la y no la especificidad de cada ámbito). El
Revolución –dice Fichte– protagonizada estado de derecho se basa en la contradic-
por una masa volátil incapaz de orientarse ción entre la (tesis) libertad individual para
y carente de destinación moral. El conoci- captar la inte­lec­ción y elevarse moralmen-

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

te, y la (antítesis) coacción o imposición se con­valida como el educador que con la


por la fuerza de la ley jurídica. La solución progresiva realización del derecho va ani-
(síntesis) consiste en aclarar el concepto de quilando la coacción misma. Por tanto, el
libertad y buscar el punto de concordancia: titular de la soberanía obtiene dos fuentes
mientras la moral sólo se atiene a la volun- de legitimidad, o dos instancias ante las
tad y el derecho sólo se ocupa de acciones cuales se responsabiliza: Dios y la humani-
externas, ambos coinciden en que intentan dad; y él mismo se ubica como mediación,
evitar las acciones contrarias a la ley y como aquel elegido al que se le esclarece
entonces se complementan como inicio el concepto de derecho y como el conduc-
(derecho) y desenlace (moral). La síntesis tor que lleva a los demás a su intelección.
posee como elemento clave la inseparabili- Sin estos dos lados, sería un tirano o un
dad entre coacción y educación. usurpador del poder; y, cumpliendo con
estos dos lados, genera la igualdad donde
Así, de un lado, la instauración de la cons-
el coaccionado deviene su propio juez.
titución jurídica se justifica para Fichte
simple­mente por la inte­lección de un indi- Más allá de algunos aspectos aparente-
viduo respecto del concepto de derecho y, mente colaterales (por ejemplo, que la
del otro, la legi­timación de ese individuo de humanidad debe ser coaccio­nada “sin
partida se produce en virtud del alcance clemencia ni indulgencia” -p. 127- para ins-
otorgado a la formación, es decir, en cuanto taurar el derecho, que se presupone que el
fomente la educación para la intelección en concepto es absolutamente claro y eviden-
todos los de­más. De un lado, el individuo te, o que hay un progreso ininterrumpido en
que tiene el concepto de derecho –“en el dominio sobre la naturaleza y para ello
nombre de todos como su representante el derecho tiene que ser puesto sin más),
por la gracia de Dios obrando en él”– es el Fichte se concentra en lo que considera
Zwingherr, el “señor de la coac­ción” (traduc- la raíz de todas estas cuestiones, a saber,
ción que, como bien indica Turró en nota, deter­minar quién debe ser el Zwingherr,
no equivale a déspota, aunque tampoco quién decide sobre la tarea para el presente
exactamente al que domina un territorio; y para el contexto determinado. Y esto “ya
sí expresa el poder soberano, y se aclara no puede responderse incondicionalmente
más en lo que sigue); “instaurado por Dios” diciendo que el primero, el mejor, el que es
(p. 124) –repite Fichte, y de inmediato cri- capaz” (p. 130). Ante todo, no queda ningu-
tica a quien pareciera deberle este punto, na duda respecto del lugar soberano que
Rousseau, por cuanto pretende deducir el ocupa, porque se auto-asigna la función de
concepto de derecho del contrato social, coacción y la de intérpre­te del concepto de
al igual que la designación del Zwingherr, derecho, o –como dice Fichte– “hace valer
que no proviene de un acuer­do voluntario su juicio [...] como equi­va­len­te al derecho
desde abajo, sino de la gracia divina–. Del objetivo” (ibíd.) y, en cuanto instancia última
otro lado, la legitimación del Zwingherr sí y suprema, no admite revi­sión ni revoca-
se articula con la capacidad para llevar a ción. Nada compensa el poder del Zwing-
todos a la intelección clara del concepto herr, salvo la educación progre­siva, que ofi-
de derecho y, consiguientemente, hacer ciará de su legitimación o deslegitimación.
superflua la coacción misma. Sólo en cuan­ Pero, ¿cómo se garantiza este proceso?
to conlleva la comprensión del derecho, ¿Cómo se asegura que instaure el derecho
la coacción resulta legítima. El Zwingherr y fomente la formación correspondiente?

286
LA DOCTRINA DEL ESTADO, LA ÚLTIMA PALABRA DE FICHTE MARIANO GAUDIO

Que se defina al Zwingherr como “quien po- designación del soberano se deduce de los
see el máximo entendimiento en su tiempo pares cultivados, y en este sentido Fichte
y en su pueblo” (p. 132) no resuelve el asun- resuel­ve la cuestión planteada, aunque
to, porque además de relativo a cada época dando por descontado que no erosiona la
y lugar, no ofrece más que una tautología soberanía ni se generan tensiones al interior
(se sobreentiende que el mejor será aquel del estamento.
que juzgue mejor el concepto de derecho) Más aun, la determinación del estamento
que sólo se mide por sí misma. Desde académico conlleva una división social en-
lue­go, Fichte presupone de modo intelec- tre educadores y educados, reunidos en el
tualista que el buen entendimiento implica marco de una educación común universal
necesaria­mente un buen obrar y, por ende, (contra el sistema de castas de Platón) a
cumplir con el legado pedagógico-cultural. partir de la cual se justifica el lugar social
Pero el punto de partida condensa la gran de cada uno, que atraviesa y jerarquiza el
dificultad, pues todo depende de encontrar conjunto que no obstante debía ser iguali-
el Zwingherr. tario. Pues el segundo estamento se produ-
La potencia absoluta del soberano en cierta ce desde la acción educadora del primero,
medida se compensa desde el origen, por- y entonces el “hijo del más humilde puede
que el mismo presupuesto intelectualista alcanzar el lu­gar superior, [y] el hijo del más
impediría que se auto-designe como tal, elevado el lugar infe­rior” (p. 142); es decir,
puesto que aquel que se crea po­seedor del los lugares estamen­tales no se establecen
mejor entendimiento denotaría una deficien- por nacimiento, sino por la edu­ca­ción. Así,
cia moral, e igualmen­te deja­ría sin decidir si se subsanaría la desigualdad natural y las
lo es o no. Así, el “máximo entendimiento” limitaciones del alcance del concepto de
tiene que ser seña­lado por otros. ¿Quiénes? dere­cho, aunque a costa de reinstalar una
Y más, ¿acaso tal designación no significa- desigualdad basada en el conocimiento.
ría un quiebre interno y la consiguiente con- En la enseñanza del abanico de saberes
flictividad en la instancia soberana? Ante (técnicos, naturales, jurídicos, morales y
todo, Fichte apela a que la verdad se mues- religio­sos) los profesores han de captar
tre por sí misma y a que el entendimiento se tanto la realidad como la potencialidad de
atenga a lo que es “comúnmente válido”, a la fuerza de un pueblo, y así exponer las
la “ley de unidad”, a la “libertad aprehendida metas a lograr y, por ende, la forma de vida
como una”, de modo que el “entendimiento de una época. De este modo, se perfila un
objetivo y comúnmente válido del soberano” gobierno de entendimientos cultivados,
sea el que “todos deben tener” (p. 135). Se- porque entre el soberano-docente y el cuer-
mejante uni­cidad y universalidad concierne po de profesores que modelan la sociedad
directamente al concepto de derecho, y hay una suerte de continuidad, y sólo por
aquel que posee no sólo ese entendimien- la acción formadora de este sector se
to clarificado, sino también la capacidad configura el pueblo (“el representante del
de conducir a los demás al conocimiento género huma­no en ese lugar” -p. 143- dice
Fichte, dándole algo de carnadura simultá-
–como el profesor con sus estudiantes–,
neamente a dos abstracciones, el pueblo y
se presenta espontáneamente como guía.
la humanidad).
Pero no está solo: en rigor, surge de un con-
junto, el estamento de los profesores, y por Con el estamento de profesores se explica
definición no se señala a sí mismo. Ahora la que el soberano, que conceptualmente

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

significa la decisión última y suprema, sea individuos a unidad, y el que educa y eleva
conjugable con una sola persona física o hacia lo inteligible.
con varias (un senado); de una o de otra
5. La “Deducción del objeto de la historia
manera, lo fundamental reside en que se
humana” (pp. 147-180) funciona como pre-
exprese en una única voz. Y este requeri-
ludio y justificación del ámbito propio de la
miento se condice con la interpretación y
filosofía aplicada cuyos contenidos Fichte
concretización del concepto de derecho:
despliega en lo sucesi­vo. El punto de parti-
“En los asuntos del derecho alguna voz
da polémico y heurístico refleja nítidamen­te
humana tiene que decidir en algún mo­
el auténtico rival del idealismo fichteano
mento [...]. ¡Tiene que hablar un hombre,
desde las primeras obras: el determinismo,
Dios mismo no desciende para decidir!” (p.
que postula un mundo de cosas dadas, que
144). Con ello la doctrina jurídica deviene
fundamentan las representaciones, que a
práctica. Como decíamos, en el punto de
la vez fundamentan las acciones. En un ser
comienzo se concentra toda la dificultad;
total atravesado por la reciprocidad de las
luego, una vez establecido el soberano e
cosas no hay lugar para la libertad. En la
iniciada cierta con­cep­ción del derecho, el
posición contraria, la que sustenta Fichte,
resto se desprende del progreso racional,
la naturaleza carece de vida y de movimien-
o más precisa­mente, de la tarea histórica,
to, y sólo deviene vivificada y animada gra-
siendo la historia –tema de la siguiente
cias a la libertad. El idealismo logra unificar
sección– un tercero respecto de la natura-
los dos mundos, el de la masa inerte y el
leza y de la libertad. Pero, para garantizar
del espíritu moviente, bajo la primacía de
ese progreso y la consecución del reino
la libertad sobre la naturaleza, y ésta sólo
de la razón, o para realizar el estado de
existe en virtud de aquélla. El mundo de
derecho que según Fichte todavía no está
la liber­tad responde a la intelección de la
en práctica, la voz originaria que abandona
ley moral. Pero en la historia los productos
la deliberación infinita y decide tiene que
de la libertad no aparecen ni sujetos a la
ser designada conforme a lo establecido,
ley natural, ni a la ley moral, sino como
es decir, el mejor entendimiento dentro del
acciones humanas libres (en el sentido de
estamento cultivado, y no por herencia,
absueltas y caóticas), arbitrarias y sin ley.
por elección o por una acción recíproca
¿Cómo explicarlas, entonces?
meramente horizontal. Porque ese punto
de comienzo, el rey-filósofo que Platón deja Ante todo, la naturaleza existe en cuanto
indeterminado, constituye la orga­nización materia para la realización de la ley moral,
misma de la comunidad, y por eso, aunque está para servir al bien; en segundo lugar,
Dios no aparezca y defina, al menos se des- la libertad moral debe despertarse y de-
prende una perspectiva desde el evangelio sarrollar, a par­tir de ciertas imágenes, un
juánico: “¿Qué signos y prodigios hará el principio formador (el Yo) que acondicione
profeta que debe venir al mundo? Que dé la la voluntad, desde lo individual hasta la
vida a los muertos, que la fuerza vivificante proyección en lo universal, en un mundo
proceda de él” (p. 145). Más abajo Fichte ordenado moralmente. Del mismo modo,
explicará qué significa dar vida a los muer- una voluntad que siga inmediatamente la
tos en el marco del cristianismo; por lo ley moral, como si fuera un poder natural,
pronto, en la instancia de fundación jurídi- pero que en verdad tendría que comprender
ca, el soberano-educador es el que vivifica y explicitar que dirige su voluntad (y que
el cuerpo social, el que lleva el múltiple de no está bajo una fuerza ciega), daría con

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LA DOCTRINA DEL ESTADO, LA ÚLTIMA PALABRA DE FICHTE MARIANO GAUDIO

un mundo moralmente ordenado, y esto es la formación. Este eslabón moral –razo-


Dios, “el espíritu que abarca todos los espí- na Fichte– no puede no conte­ner cierto
ritus” (p. 151). Dios como ser moral conlle- igualitarismo, porque una sociedad injusta
va que las determinaciones de la voluntad donde no importe la libertad del otro resul-
según la ley moral se conviertan en medios ta incapaz de subsistir en el tiempo, y por
para la realización de un fin superior, la eso en la naturaleza misma se presentan
Providencia o gobierno: “un plan divino del dis­posiciones para la conservación. En la
mundo para la formación moral del género misma medida en que la manifestación se
humano” (p. 152). revela necesaria hay que presuponer una
Ahora bien, semejante legalidad divina comunidad moral originaria que inicie la
instrumentando las determinaciones de serie desde una connotación moral y en
la voluntad humana, ¿acaso sería, con el una secuencia de perfectibilidad: “La mani-
agravante de la connotación moral, una festación es vida, vida creadora, renovada,
reintroducción subrep­ticia del determi- en constante desarrollo. Avanzar siempre
nismo? Fichte lo analiza dialécticamente: hacia un estado más perfecto constituye,
según la tesis, un gobierno divino del mun- pues, su ser” (p. 158). Por lo tanto, en la
do no puede existir en absoluto, porque voluntad moral divina reside el funda­mento
anula completamente la libertad, y la sola de determinación del primer género huma-
manifestación de la voluntad divina implica no y de la conservación y perfec­tibilidad
la contradicción entre querer una libertad del proceso. En el individuo este afán por
incon­dicionada en la creatura y a la vez extender la libertad y la moral se condensa
suprimirla. Según la antítesis, el gobierno en el amor, un aspecto innato y clave para
divino del mundo puede existir en cuanto el desarrollo. Precisamente la división de
supone una condición incondicionada: la sexos signi­fica que las voluntades tienen
visibilidad de la libertad en una determina- que ser reunidas y que la libertad que el
da situación. Pese a la dudosa contraposi- ser humano produce por sí se traduce, al
ción entre las posicio­nes, Fichte procede engendrar, en un principio vivificador de
a mediarlas, y encuentra en el oxímoron la naturaleza. La necesidad de reunir a los
“naturaleza moral” el ámbito característico individuos muestra que éstos necesaria-
de la historia. En este sentido, Dios no mente poseen un carácter social. Por ende,
actúa, ni como entendimiento (reu­niendo no sólo una pareja, sino un pueblo entero
o separando lo múltiple) ni como voluntad se sitúa en la condición moral originaria.
(actuando o decidiendo), sino que surge Más allá de las consideraciones de Fichte
en la conformación moral de la voluntad sobre el varón, la mujer, el matrimonio, etc.,
individual como una ley formal acorde al la educación estructurada en familias no
mani­festarse de lo Uno, de lo Absoluto que alcanza a ser una educación universal del
existe. Por consiguiente, la conciliación o pueblo, porque la primera está signada por
síntesis re-sitúa la libertad en el nivel indivi- la desigualdad. El Estado surge de familias
dual y como constitutiva del orden moral.
reunidas en torno del derecho, sin coacción
Desde una perspectiva histórica, puesto y con una sola voluntad física unificadora
que el despertar de la libertad y del en- (el monarca). De las familias se sigue el
tendimiento sólo se logra en sociedad y linaje y la fijeza de los estamentos. Así
mediante la educación, tiene que haber se inicia el Estado histórico, no el Estado
una comunidad origina­ria donde se efectúe acorde al reino racional, y contra esos privi-

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

legios se pronunció la Revolución Francesa, en la unidad que contiene jerarquía y sime-


pero con el error fundamental de pretender tría. Así como dentro del primer género la
construir el Estado desde elementos ató- unicidad soslaya el conflicto, en el segundo
micos individuales y, no obstante, poner la libertad –valga la redun­dan­cia– liberada
de relieve la cuestión de la libertad e igual- necesita vínculo y articulación, es decir, “un
dad. Para el cimiento común se requiere nuevo vínculo puesto por el entendimiento”
–agrega Fichte, en concordancia con sus (ibíd.). Sin embargo, la síntesis no elimina
planteos an­te­riores– una lengua innata que el conflicto, porque la intelección avanza
entra en circularidad con el presupuesto del suce­si­vamente sobre el esclarecimiento de
entendimiento formado. “La lengua es más la fe, hasta que no haya nin­gún resto y se
inteligente que nosotros” (p. 171); lenguaje produzca el fin de la historia.
y libertad van de la mano. Y el pueblo origi-
La sección concluye aplicando la caracteri-
nario se erige por revelación.
zación de la historia como conflicto entre fe
Pero con el pueblo originario no sucede y entendi­miento al desarrollo del Estado en
más que la armonía interna sin historia, dos grandes épocas: en la época antigua, el
sin quiebre ni superación de la voluntad Estado es lo Absoluto basado en la fe, bajo
inicial. Por lo tanto, hay que pensar un una configuración determinada y con un
segundo género huma­no carente de aque- desa­rrollo parcial del entendimiento; y en la
lla disposición moral y con la libertad de época nueva, se da la caída del Estado por
formar imágenes infinitamente diversas de medio del perfeccionamiento del entendi-
lo Absoluto. Las imágenes producidas se miento. Pero aquí, como veremos, lo que se
dividen entre las que parten de lo dado y lo destruye es el Estado fáctico y antiguo que
reproducen unitariamente y sin diferencias consagraba la desigualdad, y por eso Fich-
(naturaleza), y las que parten de la libertad te añade de inme­dia­to: “Validez del Estado
y que se subdividen entre las que conectan como medio y preparación de las condicio-
la voluntad con la revelación y las que co- nes para [...] el estableci­miento del reino [de
nectan la voluntad con el deber. Este último la razón]” (p. 180). En las secciones siguien-
subconjunto constituye la auténtica imagen tes se ocupa de las dos épocas.
y manifes­tación de Dios, porque conduce
6. En “El mundo antiguo” (pp. 181-203) Fich-
al entendimiento, mientras que el primer
te explora la composición fáctica y concep-
subconjunto con­duce a la fe.
tual del Estado. Mientras que el origen últi-
La clave del inicio de la historia reside, mo resulta desconocido, hasta donde llega
entonces, en el encuentro entre los dos el conoci­miento histórico se observa que
géneros originarios, o de otra manera, entre los Estados se conformaron por conquista
los partidarios de la fe y los de la razón: y por familias, es decir, por minorías go-
gracias a los últimos, los primeros se libe- bernantes que dominaron y coaccionaron
ran y superan la fe natural en la autoridad. a las mayorías gobernadas en virtud de un
Luego: “Los papeles se alteran: mientras el supuesto derecho divino. Más allá de esta
primer género inició la reciprocidad con el legitimación, el Estado anti­guo –argumenta
mandato del respeto, el segundo la prosi- Fichte– rechaza completamente el enten-
gue por el desarrollo del intelecto, convir- dimiento y exige sólo la fe ciega. En esta
tiéndose en maestro y creador” (p. 177). La cosmovisión Dios produce directamente el
verticalidad de la fe se curva en la horizon- Estado y el individuo, absorbido completa­
talidad de la razón, y ambas se sinte­ti­zan mente en aquél, carece de enti­dad propia.

290
LA DOCTRINA DEL ESTADO, LA ÚLTIMA PALABRA DE FICHTE MARIANO GAUDIO

Sin embargo, “ese dios no era ningún con- hoy, se consuelan con frases que justifican
cepto metafí­sico, sino un concepto de ex- y absuelven a los ricos.
periencia” (p. 183), basado exclusivamente
La desigualdad no proviene –como pensa-
en los signos de su manifestación. Luego,
ba Rousseau– del arte, ni de la sociabilidad,
si cada pueblo tiene su dios particular, y si
sino de la naturaleza, o más pre­cisamente,
los dioses se juegan su condición en los
de la división en linajes; por ende, la igual-
resultados de las guerras, con el vencedor dad se impone como una tarea de la razón
se revela el dios verdadero. Todos los Esta­ práctica. Pues va de suyo que la mera fe en
dos antiguos fueron teocracias, esto es, la autoridad dada encubre debilidad y gene-
organizaciones cuya soberanía y gobierno ra desconfianza. Además de esta fisura, el
divino hacen de los pueblos instrumentos uso del entendi­miento reservado para los
de su poder. asun­tos particulares podría activarse y de-
Ahora bien, ¿qué es el Estado? –se pregun- batir sobre lo público, lo que en los Estados
ta Fichte, sobreentendiendo que en refe- antiguos significó la lucha de la democracia
rencia al antiguo, y agrega–: aquello que contra la aristocracia. En rigor, dice Fichte,
se funda en determinadas familias, aquello se trató de una ampliación de la aristocra-
que con el linaje establece una diferencia cia –y no una igualdad plena y universal–;
insalvable entre gobernantes y gobernados, pero lo importante es que se hizo ya no
un régimen de castas. En su origen el Es- por obra de Dios, sino por la Constitu­ción
tado está internamente fracturado (con la del Estado, la ley que definió la génesis del
desigualdad como su síntoma intrínseco) cuerpo gobernante. La Constitución des­
y, a la vez, ensamblado a la fuerza por evo- can­sa en un nuevo tipo de fe, la “lealtad
cación al derecho divino. Sócrates fue el recíproca” (p. 193), que aunque supone la
único que se animó a cuestionar la división religio­sidad (por ejemplo, el juramento),
mediante la exi­gencia de un prin­cipio inte- representa una secularización o internaliza-
lectivo, y estuvo a punto de abrir una nueva ción social de lo religioso. La Constitución
época. (De ahí que en otro pasaje –p. 253– se ofrece como la ley más elevada, sagrada
Fichte asimile la figura de Sócrates a la de e inviolable.
Jesús). Pero en las teocracias el hombre En lo sucesivo Fichte examina el caso de
esta disuelto en el ciudadano, en el lugar Roma de manera análoga a los griegos: el
social que ocupa, y sólo por ello se distin­ senado, que había surgido como mediador
gue de las cosas. En la modernidad, por el entre la realeza y la plebe, pugnó contra la
contra­rio, la humanidad se coloca por en- primera y a la vez se debilitó frente a la se-
cima y como fundamento de la ciudadanía, gunda, porque al intentar detener el impul-
del mismo modo que la igualdad se coloca so de igualdad jurídi­ca repuso argumentos
por sobre la desigualdad del sistema de religiosos ya entrados en descrédito. Sin
castas. “Tal desigualdad había sido puesta embargo, para que este avance se con­diga
por una decisión absoluta e incom­­prensible con la plena igualdad, los esclavos tendrían
de la divinidad” (p. 191). Desde la visión mo- que haber luchado contra los ciudada­nos;
derna, esta constitución se caracte­riza por es decir, el entendimiento encendido y re-
la necesidad (Nothverfassung) y se basa volucionario debería continuar el im­pulso
en la fe en la reve­lación y en la autoridad; y consumarlo hasta llegar a las últimas
por eso –prosigue Fichte– en la comedia consecuencias. ¿Por qué no sucedió? La
antigua los esclavos, co­mo los pobres de explicación de Fichte resulta curiosa: el

291
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

entendimiento bus­ca delimitarse y atenerse a lo sensible, la vida co­mún se pierde. “Un


a lo que demarca el bienestar. Una vez aco- pueblo ajeno (entfremdetes) al sentido del
modados, los plebeyos se aferraron al pan Estado se alegrará incluso de no tener que
y circo: “El Estado era para ellos algo ajeno”, ocuparse de elecciones y nombramientos,
mientras que en los aristócratas la fe y el y que su soberano nazca por vía natural
entusiasmo se apagaron, “de modo que sin su inter­vención” (p. 202); en semejante
carecían de impulso para actuar por el Es- Estado, concluye Fichte, “la vida se ha ex-
tado. El Estado ya no era objeto ni asunto tinguido” (pp. 202-203). Resulta muy claro,
de nadie” (p. 198). Convertido en mero me- entonces, cuál ha de ser el legado para su
dio para asegurar el bienestar personal –la época contemporánea en caso de hallar al
conservación de lo adquirido por parte del Zwingherr: la legitimación del Estado con-
pueblo, las ganancias y privilegios en los cierne tanto a la cabeza directriz como al
gobernantes–, lo común se convierte en un cuerpo organizado, y nunca será completa
botín: “Así, su amor a la patria, como decía y acabada si no involucra absolutamente a
un inglés, es parecido al amor al asado de todos en un progreso cultural-pedagó­gico.
buey: ¡cada uno corta su pedazo!” (p. 199). 7. El tema de cierre (“El mundo nuevo”, pp.
La de­cadencia del Estado –diagnostica 205-283) parece prometedor y concierne
Fichte, en consonancia con los escritores al cristianismo en su dimensión religiosa y
romanos– se origina con el debilitamiento teológica, pero también filosófica, moderna
de la fuerza interior y de la honorabilidad, y en concordancia con la Doctrina de la
la pérdida y sustitu­ción de las buenas cos- Ciencia. Hacia el final Fichte vuelve sobre
tumbres por el lujo y el goce sensible, y con la ilación argumentativa anterior y ofrece
el desprecio a los dioses: sin fe, y sin un ciertas precisiones histórico-políticas.
entendimiento encendido sino abocado al Estas cáscaras de­notan que en la textura
cálculo utilitario, se propaga el egoísmo. de la sustancia religiosa emerge y reluce
Y esto marca no sólo el fin de la época lo filosófico, esto es, un modo de captar e
antigua, sino también de la misma época interpretar la época y, más en concreto y
de Fichte: esto marca la Ilustración; se trata acorde a nuestro interés, el legado jurídi-
del contexto en que “nadie se interesa en co-político de Fichte.
modo alguno por el Estado, sino que todos Frente al dios arbitrario y determinante (un
se interesan en exclusiva por sí mismos” ser dado) del mundo antiguo, el significado
(p. 200). En tal con­texto puede ocurrir una del cristianismo se corresponde con el de
genialidad, como el devenir entusiasmo e un dios en devenir que en su visibilidad po-
impulso del principio religioso inconsciente sibilita una libertad absoluta y que se defi-
donde los individuos se consideran instru- ne como legislador moral y artífice mediato
mentos de la voluntad divi­na. De ese modo del mundo o de la manifestación. Tal nuevo
la República romana volvió a encenderse mundo coincide plenamente con la Doctri-
y logró conquistar el mundo. Pero se basó na de la Ciencia y descansa en el concepto
en el genio-gobernante como el único de reino de los cielos en contraposición con
que entiende su oficio, y en consecuencia el reino de este mun­do; por consiguiente, el
significó el retorno a la monarquía. Ahora desafío consiste en realizar, me­diante el ac-
bien, el mero individuo extraordinario no tuar libre, la voluntad de Dios en este mun-
garantiza nada: en la medida en que la ma- do, o el primer reino en el segundo. Para
yoría abandone la religiosidad y se aferre ello cada uno tiene que efectuar la intelec-

292
LA DOCTRINA DEL ESTADO, LA ÚLTIMA PALABRA DE FICHTE MARIANO GAUDIO

ción de la voluntad de Dios de manera libre ca (lo temporal, lo cambiante, lo perecede-


e inde­pendiente de todo poder. “El cristia- ro y, en última instancia, lo finito mismo) no
nismo es, pues, el evangelio de la libertad tienen ningún valor.
y de la igualdad” (pp. 207-208). La igual­dad
En cuanto a lo histórico, “[l]a visión fun-
quiebra la jerarquía, elimina la mediación, y
damental del cristianismo –el mundo
abre la necesidad de una enseñanza orien­
puramente espiritual– resultó nueva por
tada a la intelección. Para Fichte libertad e completo en su tiempo” (p. 220), y enton-
igualdad son inescindi­bles y en este enlace ces la figura de Jesús resulta clave, porque
se juega el potencial inno­vador de la reli- intuye el reino de los cielos, pero no lo
gión y de la filosofía. El cristianismo implica comprende en el sentido de poder mostrar
no sólo una doctrina o tarea, sino también genéticamente, desde una imagen, el co-
una constitución interna de la voluntad hu- nocimiento implicado en ella. No obstan­te,
mana donde Dios se convierte en el único como fundador del reino e instrumento de
Señor, y donde la libertad se absorbe en la la voluntad divina, Jesús estaba impulsado
soberanía divina que se despliega primero de manera innata y vocacional a realizarlo,
fácticamente y por la fe, y luego genética- a exigir a los hombres que dejen de consi-
mente y por la razón. derarse principio absoluto y se entreguen
Ahora bien, el cristianismo que coincide a un impulso superior. La intelección y la
con la Doctrina de la Ciencia es, parafra- exposición filosófica del cristianismo recién
seando la herencia kantiana de la Segunda se consuman con la Doctrina de la Ciencia.
introducción, el cristianismo “bien enten- En lo sucesivo, Fichte analiza el factum
dido”. La correcta intelección se alcanza, de la vida de Jesús como manifestación
o bien atendiendo a su unidad sistemática sensible que habilita la reconstrucción ge-
conceptual, o bien a partir del contexto de nética e inteligible del mandato del reino de
surgimiento y en polémica con otros pen- los cielos. El Hijo significa la intervención
samientos; es decir, de modo filo­só­fico o de la eternidad en lo temporal, pero no la
de mo­do histórico. En cuanto a lo filosófico, degradación de lo pri­mero ni la reducción
mientras la captación deformada de esta de lo filosófico a lo histórico, sino que oficia
corriente proviene de la compilación de ras- de caso que habilita la aplicación de la ley,
gos particulares y de la carencia de unidad o de imagen que remite al concepto. Lo
orgánica conceptual, la Doctrina de la Cien- empírico en nada contamina a lo inteligi-
cia, en cambio, logra unificar y articular lo ble, porque la muerte de Jesús implica el
esen­cial del cris­tianismo en el reino de los renacimiento en la verdadera vida, y porque
cielos (pp. 214-215). Y lo curioso de esta entre Padre e Hijo media el Espíritu. Cohe-
distinción entre lo divino y lo terrenal reside rentemente, Fichte descarta el recurso a
en que, además de exigir el sacrificio de la milagros y signos, que considera paganos
propia volun­tad en aras de la voluntad de y a-espirituales, y se ocupa del significado
Dios (o la puesta en concordancia absoluta de la Trinidad: por definición, lo múltiple
de lo parti­cular con la ley moral), jerarquiza pertenece al plano de la manifestación, y
la eternidad sobre la temporalidad, la vida entonces a Dios corresponde la simplicidad
auténtica y verdadera sobre la muerte y la absoluta; por lo tanto, la Tri­nidad significa
apariencia. En efecto, en la medida en que que “Dios se ha revelado como Padre, Hijo
lo único verdadero y vital está en ser en y Espíritu” (p. 236). Lo Uno se muestra en
Dios, el ser fuera de Dios y la muerte empíri- tres; sin embargo, el Padre ocupa el lugar

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

de máxima jerarquía, en cuanto es lo pre- que moral). Ambas cuestiones, los dos
vio a lo dado y a la separación (lo que se tipos de vida y el sentido moderno de peca-
sustrae), mientras que Cristo implica la ele­ do, ya se encuentran en obras anteriores de
va­ción de la manifes­tación y el Espíri­tu la Fichte, especialmente desde la disputa del
conciliación y, como mediador, la instancia ateísmo.
de apli­cación del Padre al Hijo o de lo pura-
Pero aunque haya descartado por com-
mente inteligible a la transformación de lo pleto el valor de los milagros y demás
sensible en función de lo inteligible. aspectos empí­ricos, Fichte se dedica con
El siguiente asunto teológico que Fichte ne- detalle a las profecías de Jesús, desde una
cesita para su equiparación entre filosofía y doble perspectiva: el medio para la reali-
cris­tianismo, la doctrina de la justificación zación del reino de los cielos (el Espíritu
que sostiene que el reino de los cielos está como entendimiento natural universal que
abierto a todo hom­bre absolutamente sin se dispone hacia lo suprasensible, y que en
excepción, se entrama con el igualitarismo su desarro­llo desplaza la fe) y la certeza
y arroja un rasgo distintivo respecto de sobre tal realización, que involucra a Jesús
otras religiones y, en especial, del judaísmo no sólo como funda­dor, sino también como
y su visión de Dios como déspota arbitrario continuador permanente de la obra “hasta
y del pecado como existir fuera de Dios. el fin del mundo” (p. 257), donde todos los
Con Jesús todos los hombres se redimen pueblos reunidos se someterán al Hijo y,
de este sentido peculiar del pecado sólo tras largos años, éste al Padre. En semejan-
con la fe en el evangelio. Luego, la consi­ te fin del mundo desaparecerán el Estado
deración moderna del pecado como y el cristianismo como institu­ción de en-
inmoralidad para Fichte constituye una señanza. Sólo el Padre sabe cuándo suce-
abstracción (y no un concepto cristiano) derá. La larga duración del en­tretanto y la
de la que se ocupa la Sittenlehre; y agrega: ampliación de la humani­dad hasta hacer
“Ahora bien, ningu­na acción viva es mera imposible reunirla en un lugar –argumenta
forma: nunca se vive puramente en el con- Fichte– llevaron a que esta pro­fe­cía fuera
cepto de la moralidad o de la inmoralidad abandonada y declarada ininteligible; sin
[...], sino que la vida auténtica tiene otro embargo, con la Doctrina de la Ciencia se
impulso” (p. 245). Por un lado, este pasaje restitu­ye y comprende claramente, a saber,
previene contra aquellas interpretaciones como el dominio de Dios, en cuanto ser
que subsumen la filosofía de Fichte en una moral, en este mundo (su manifestación) y
absolutización de la moral, que en rigor mediante la voluntad libre y la intelección,
se disuelve en la religión; por otro lado, de modo que cese cualquier otro dominio
denota que el nervio filosófico reposa en el sobre los hombres.
modo de articular lo inteligible y lo sensible, Bajo este registro eminentemente escato-
porque contra la abstracta pureza de la lógico y milenarista se produce el cierre de
eticidad Fichte propone la distinción entre la Staatslehre y el retorno a las cuestiones
la vida aparente y sin contenido, y la vida centrales de las lecciones. La realización
auténtica en y desde Dios. Por tanto, si aca- del reino mediante el principio del Espíritu
so se quisiese admitir una noción moderna se enlaza con la libertad, el derecho y la
de pecado, ésta sería la de colocar la vo- historia. “El reino del derecho exigido por
luntad particular por encima de la voluntad la razón y el reino de los cielos en la tierra
de Dios (una noción, entonces, más política prometido por el cristianismo son uno y lo

294
LA DOCTRINA DEL ESTADO, LA ÚLTIMA PALABRA DE FICHTE MARIANO GAUDIO

mismo” (p. 265); de ahí la relevancia que mientos menores de edad hasta determinar
Fichte otorga a la igualdad. Ahora bien, la minuciosamente (pues podría ocurrir, razo-
teocracia de la fe se reemplaza por una na, que tuvieran un talento oculto o sin de-
teocracia de intelección, donde cada uno sarrollar) en cuál de los dos senderos han
tiene que explicitarse la voluntad divina, de situarse y, por consiguiente, a cuál pro-
pero donde la obediencia a Dios no excluye fesión y lugar social pertenecerán. Sólo en
la obediencia a un hombre determinado – este senti­do de escrutar hasta el detalle la
en la medida en que Dios hable a través de voluntad divina resulta plenamente justifi-
él (es decir, la religión no anula la política)–; cada la coacción. Y sólo de esta manera se
para ello el entendimiento tiene que ser conforma la comunidad de sabios (o, como
formado y se requiere una institución edu- decía antes, el estamento de profesores)
cativa. Si el plan divino fuera esclarecido que únicamente aman el conoci­mien­to por
has­ta el más mínimo detalle, tendría que sí mismo, el bien común y la comunicación
dilucidar una posición social-comunitaria de la verdad; esto es, una escuela perma-
para cada individuo; y si se lograse eso, no nente que oficia de garantía de la realiza­
surgirían conflictos ni antagonismos que ción del plan de Dios.
justi­fiquen la cons­ti­tución jurídica. No obs-
Desde luego, el intelectualismo y la confian-
tante, incluso bajo la hipótesis de comu-
za en el progreso moral por parte de Fichte
nidad armónica, la tarea de sometimiento
no impiden que sus preguntas sean más
y transformación de la naturaleza que se
filosas que las propuestas: “¿Quién es el
efectúa progre­sivamente necesita, al igual
que asegura la conservación de la escuela
que la educación, dos piezas complemen-
de sabios, su sosiego y su tranqui­lidad?” (p.
tarias: la dirección del entendi­miento que
273). En efecto, si con el reino de los cielos
ve el trabajo completo, y las fuerzas de los
caen la coacción jurídica exter­na, las fuen-
dirigidos que trabajan en función de ese
tes de desigualdad (familia, propie­dades,
entendimiento que, por lo demás, no todos
etc.) y las condiciones que hicieron posible
lo tienen. En este punto, de nuevo, los diri-
el Estado, ¿cómo se sus­tenta el avance
gidos no siguen ciegamente la intelec­ción
progresivo? En vez de dar una respuesta
extrínseca de los dirigentes, sino la propia,
enfocada en las cuestiones, traza un rodeo
que tiene que surgir de una con­ciencia
a partir de la relación histórica entre Estado
común y absolutamente concordante, de
e Iglesia, rodeo que va desde la oposi­ción
modo que las órdenes recibidas sean como
hasta la abso­lutización de ambos y, en el
expresiones de la voluntad de Dios. (En
caso del moderno Estado cristiano-ger-
este punto, de nuevo, la moral no resuelve
mano, la comple­men­tación recíproca, que
el problema político, y la religión tampoco
equivale a articular entendimiento (ciencia)
lo soslaya).
y fe (reli­gión). Estado e Iglesia se benefician
Con la distinción entre dirigentes y diri- mutuamente en términos de formación
gidos, y con la argumentación rusoniana y obediencia, respectivamente. Aunque
sobre la libertad-obediencia, Fichte asume el avance del cultivo (en es­pecial, en los
y lleva hasta las últimas consecuencias el funcionarios públicos) podría llevar a la
drama político: en la educación, además de supresión de la Iglesia, Fichte sos­tiene que
lo religioso-moral, se ofrecen los cami­nos el progreso del Estado consiste en acumu-
de la naturaleza (lo necesario) y de la liber- lar conocimiento y po­der, y para ello jamás
tad (creatividad), y se forman los entendi­ puede dejar de educar: “el medio más se-

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

guro para que un Estado obten­ga poder y


riqueza consiste en tener los súbditos más
inteligentes y formados” (p. 278), lo cual
le asegura un rol formador a la iglesia. La
educación atraviesa todos los estamentos,
pero Fichte le otorga un lugar cada vez más
preponderante a la ciencia, que vendría a
reemplazar a la iglesia. Con la elimi­na­ción
de la desigualdad y la equiparación absolu-
ta de todos mediante un único propietario
(el Estado), se desvanece por completo la
coacción, tanto para la educa­ción de las
nuevas ge­ne­raciones como para la guerra,
pues se abre un largo período de paz y de
hombres buenos y honestos. Todo esto,
puesto en pers­pecti­va, hace innecesario el
gobierno y el Estado coactivo, y así –agre-
ga Fichte– “el último heredero de la sobera-
nía, en caso de existir, habrá de integrarse
en la igualdad universal” (pp. 281-282), es
decir, entregarse al pueblo y a la espera
del Hijo y de la absor­ción en el Padre. No
obstante, apenas unas líneas más abajo y
tras reiterar que se requiere un prolon­gado
tiempo de paz, afirma: “todo el género hu-
mano sobre la tierra será abarcado por un
único Estado cristiano internamente fede-
rado que, según un plan co­mún, vencerá a
la natu­raleza entrando en la esfera superior
de otra vida” (p. 282). En suma, por más
apocalíptico que sea el cierre de Fichte, y
contra las interpretaciones que enfati­zan la
armo­nía comuni­taria-moral como soslayo
de lo político y en desmedro de lo religioso,
hasta el fin de los tiempos subsiste el ma-
trimonio entre Estado e Iglesia o, más se-
cularizadamente, entre conducción, cuerpo
social y educación.

296
Sobre dioses realmente “Este libro es el intento por resucitar las
existentes ideas surgidas durante esos cinco años de
contemplación de su naturaleza, su silen-
PABLO NICOLÁS PACHILLA
(CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS cio, su aparente indiferencia a todo lo que
Y TÉCNICAS – ARGENTINA)
llamamos cultura”. Con esta frase concluye
una suerte de proemio que leemos antes
del prólogo y antes aún de los epígrafes, en
el que Coccia da cuenta del origen autobio-
gráfico de su interés por la vida de las plan-
tas. De los catorce a los diecinueve años
fue alumno de una escuela agrícola en la
campiña italiana y, entre libros de botánica
y horticultura, surgieron en esa época de la
vida, tan proclive a la comunión romántica
con la naturaleza, las ideas aludidas en
la cita. La mirada curiosa y fascinada del
joven se combina sin embargo con cierto
sosiego propio de la vejez; es esta actitud
tan poco frecuente lo que hace de La vida
de las plantas un libro notable, afortunada-
mente ya traducido al castellano en la bella
edición de Miño y Dávila –un rápido reflejo
acaso atribuible a la amistad entre el autor
y Fabián Ludueña Romandini, encargado
del cuidado de la edición.
Una segunda clave de lectura se encuen-
tra en el primer epígrafe, del panteísta
medieval David de Dinant, una suerte de
spinozista avant la lettre para quien “Dios
es la razón de todos los espíritus y la ma-
Reseña de Coccia, Emanuele, La teria de todos los cuerpos”, de modo tal
vida de las plantas. Una metafísica que hay una sola sustancia común a todo
de la mixtura, trad. de Gabriela lo que es. El libro, en efecto, se sirve de la
Milone, Buenos Aires, Miño y biología contemporánea para desarrollar
Dávila, 2017, 143 pp. / La Vie des una metafísica intempestiva, en la que re-
plantes. Une métaphysique du suenan ecos neoplatónicos, renacentistas
mélange, París, Payot & Rivages, y vitalistas. En esto, el libro se diferencia
2016, 192 pp. de otros intentos recientes por pensar la
vida vegetal desde la filosofía, tales como
Recibida el 24 de julio de 2018 – el Plant-Thinking de Micheal Marder (2013),
Aceptada el 15 de agosto de 2018.
que ignora olímpicamente las ciencias
contemporáneas encerrándose en la torre
de marfil de la repartición disciplinar aca-
démica –cabe destacar que no es el caso

297
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

de otros textos de Marder. Desmarcándose a la praxis filosófica actual, que abandona


felizmente de dicho aislamiento, La vida esas materias para replegarse sobre sí.
de las plantas reclama la naturaleza como “Privada de sus objetos supremos, ame-
objeto de la filosofía –léase, lo que se nazada por otras formas de saber (poco
entiende comúnmente por “naturaleza”, importa si se trata de ciencias sociales o
puesto que el libro deshace cualquier po- de ciencias naturales), la filosofía se ha
sible distinción entre naturaleza y cultura: transformado en una suerte de Don Quijote
“produciendo modificaciones permanentes de los conocimientos contemporáneos,
y transmisibles de generación en genera- comprometida con una lucha imaginaria
ción, los seres vivientes producen cultura, contra las proyecciones de su espíritu; o en
la cual no es una prerrogativa humana un Narciso replegado sobre los espectros
sino más bien una suerte de herencia no de su pasado, vueltos recuerdos vacíos de
anatómica sino ecológica, una herencia museo de provincia. Obligada a ocuparse
exosomática” (p. 51, traducción modifica- no del mundo sino de las imágenes más
da). “No hay ninguna separación entre la o menos arbitrarias que los hombres han
materia y lo inmaterial, la historia y la física” producido en el pasado, se ha transformado
(p. 29). El “fisiocidio” –el término pertenece en una forma de escepticismo, frecuente-
a Iain Hamilton Grant– llevado a cabo por mente moralizado y reformista” (pp. 30-31).
la filosofía es, para Coccia, aún más dañino No se trata estrictamente de ser “realista” ni
que la especialización, dispositivo ruinoso “materialista”, sino de no subestimar inge-
para el pensamiento que debe ser pensa- nuamente saberes ajenos a la filosofía que
do en términos menos epistemológicos son no obstante indispensables para pensar
que sociológicos. “El establecimiento de filosóficamente. Ajena a cualquier segmen-
la especialización en las universidades tación de saberes, la apasionada erudición
está construido sobre un dispositivo de de Coccia, medievalista de formación,
ignorancia recíproca: ser un especialista abarca un corpus cuya variedad disciplinar,
no significa disponer de más conocimiento idiomática y epocal contrasta con el hu-
sobre un tema, sino tener que obedecer a la milde tamaño de la obra aquí reseñada.
obligación jurídica de ignorar las otras dis-
Una singularidad de las plantas es que, a di-
ciplinas” (p. 126). Esta compartimentación
ferencia de la casi totalidad de los seres vi-
del saber en disciplinas resulta contraria al
vos, su existencia no presupone la de otros
espíritu de la filosofía, “pasión salvaje, bruta
vivientes. Si bien el autor no utiliza estos
e indócil por el conocimiento bajo todas
términos, la distinción a tener en cuenta
sus formas y en todos sus objetos” (p. 119,
aquí es aquella entre nutrición autótrofa y
traducción modificada).
nutrición heterótrofa. Mientras que la últi-
Dicha idea de la filosofía como pasión sal- ma implica una “autorreferencialidad de lo
vaje es acompañada por otra característica viviente” o “inmensa tautología cósmica”,
definitoria: la creación. Hacer filosofía es que siempre se presupone y no se produce
“transformar en idea cualquier materia, más que a sí misma, los organismos au-
objeto o acontecimiento, tal como las plan- tótrofos como las plantas son los únicos
tas son capaces de transformar en vida capaces de crear vida a partir de la no-vida.
cualquier pedazo de tierra, de aire y de luz” “Solamente las plantas contravienen esta
(p. 115, traducción modificada). Dicha pro- regla topológica de auto-inclusión” (p. 22).
puesta no puede sino conllevar una crítica Tanto los humanos como el resto de los

298
SOBRE DIOSES REALMENTE EXISTENTES PABLO NICOLÁS PACHILLA

animales dependemos de ellas y, en este Las plantas son “los primeros ojos que se
sentido, “[v]ivir es esencialmente vivir de han posado y abierto sobre el mundo, son
la vida de otro: vivir en y a través de la vida la mirada que alcanza a percibirlo en todas
que otros han sabido construir o inventar” sus formas” (p. 32). Si Deleuze quería encon-
(p. 21) –hay un “parasitismo” o “canibalis- trar a través del cine una visión del mundo
mo universal” de lo viviente. Tal vez por antes del hombre, las plantas para Coccia
ese motivo Coccia ataque tan fuertemente “[v]en el mundo antes de que sea habitado
el debate animalista, del cual dice estar por las formas de vida superiores, ven lo
“fuertemente impregnado de un moralismo real en sus formas más ancestrales” (p. 22)
extremadamente superficial” que “parece –donde “superiores” debe ser visualizado
olvidar que la heterotopía presupone la como requiriendo de un fundamento ya
muerte provocada de otros seres vivientes vivo: en este sentido, la vida de las plantas
como una dimensión natural y necesaria es el fundamento de la vida animal, y por
de todo ser viviente” (p. 124). Las notas al eso “es la forma más intensa, más radical
pie, entre las cuales se encuentran dichos y más paradigmática del ser-en-el-mundo”
comentarios, constituyen un libro aparte, (p. 19, traducción modificada). “Interrogar a
repleto de discusiones con autores ac- las plantas es comprender lo que significa
tuales y del pasado; en este caso, su blanco ser-en-el-mundo”, escribe Coccia en heide-
es el australiano Peter Singer y su zoocen- ggeriano, señalándolas como el ente privile-
trismo, que el autor considera como una giado al cual dirigir la pregunta por el ser. El
deriva del narcisismo humano ampliado al autor evidencia así su contemporaneidad
reino animal. En este punto, sería deseable al formular la pregunta, no ya al ente que
una argumentación que no despache tan tiene mundo, sino a aquel que hace –literal-
rápidamente a su adversario, aunque ello mente– nuestro mundo, sorteando la heren-
fuera en desmedro de la artesanal sencillez cia aún (anti-)cartesiana de cierta filosofía
y la concisión poética del texto. En efecto, (aún) actual. “Preguntarle al hombre lo que
el zoocentrismo de Singer se basa en una significa ser-en-el-mundo –como lo hace
axiología hedonista –sumada a la premisa Heidegger y toda la filosofía del siglo XX–
de que los animales somos los únicos significa reproducir una imagen extremada-
seres capaces de sentir placer y dolor– que mente parcial del cosmos” (p. 32). Coccia
merece una discusión amplia sobre dichos modula de este modo la ontología hacia una
conceptos, así como sobre la capacidad de praxis que, sin embargo, no es la nuestra,
sentir. Tal vez una vía inexplorada para abrir sino aquella que la nuestra presupone ra-
un debate serio con el animalismo sea el dicalmente. “El mundo es ante todo lo que
descentramiento ontológico del individuo
las plantas han sabido hacer de él. Son ellas
que permea el texto. En este sentido, por
las que han hecho nuestro mundo [...]” (p.
ejemplo, va su teoría de la flor, de acuer-
32). Y no obstante, el texto no extrae de su
do con la cual “[e]n tanto que espacio de
detenida admiración de las plantas ninguna
elaboración, de producción y de engendra-
apresurada consecuencia para una ética
miento de nuevas identidades individuales
humana (o post-humana); tal vez allí yazgan
y específicas, la flor es un dispositivo que
al mismo tiempo su fuerza y su límite.
invierte la lógica del organismo individual:
es el último umbral donde el individuo y la La habilidad vegetal milagrosa es la fo-
especie se abren a los posibles de la muta- tosíntesis, creación de vida como propie-
ción, del cambio, de la muerte” (p. 101). dad emergente mediante la captación y

299
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

transformación de energía que deambula trarse en la imposibilidad de no compartir


en el universo. “Es por ellas y a través el espacio ambiental con otras formas de
de ellas que nuestro planeta es una cos- vida, de no estar expuesto a la vida de los
mogonía en acto, la génesis constante otros” (p. 51); más aún, “el mundo es por
de nuestro cosmos. La botánica, en este definición la vida de los otros” (p. 51).
sentido, debería encontrar un tono hesió-
Un aspecto que puede chocar a lxs lectorxs
dico y describir todas las formas de vida
de filosofía contemporánea es la ausen-
capaces de fotosíntesis como divinidades
cia de esos cuidados estilos que buscan
inhumanas y materiales, titanes domésti-
sutiles interrupciones de una dialéctica
cos que no tienen necesidad de violencia
tenida por inexorable. Coccia no le teme a
para fundar nuevos mundos” (p. 23). Dicha
las palabras pesadas ni a las afirmaciones
construcción de mundo es rastreada hasta
tajantes: la física debería ser enteramente
elementos botánicos concretos –la crea-
reescrita (p. 75); hay inteligencia, pero es
ción de una atmósfera, hecha por las hojas,
mineral (de lo cual da cuenta la “Teoría
es una forma de “transformar el universo
de la raíz”); los espíritus existen (en todo
en un mar donde sumergirnos” (p. 43)– y
lo material); hay razón, pero es la flor. Por
es la razón por la cual “[n]uestro mundo es
su parte, la relación entre el adentro y el
un hecho vegetal antes de ser un hecho
afuera está planteada en términos de res-
animal” (p. 22). Sin embargo, este principio
piración. Ser en el mundo es respirar, y el
vale primordial pero no exclusivamente
aliento es el primer nombre del ser, que no
para las plantas; de hecho, “la existencia de
se confunde con una substancia ni con un
todo ser viviente es necesariamente un acto
objeto separado, sino con la mezcla misma,
cosmogónico” (p. 55). Nosotrxs también
con el hilo que hace pasar todo afuera a un
tenemos una habilidad mediante la cual “lo
adentro y viceversa, el latido ontológico por
que nos contiene, el aire, se vuelve conteni-
el cual todo se distingue de aquello con lo
do en nosotros y, a la inversa, lo que estaba
cual, sin embargo, se confunde. Coccia su-
contenido en nosotros se vuelve lo que nos
braya la importancia metafísica del aliento
contiene”: la respiración (p. 24). Si la vida
en distintas culturas y saberes, del antiguo
(de las plantas) es una anomalía topológica
pneuma a la atmósfera en la hipótesis Gaia
a la manera de la subjetividad como pliegue
de Lovelock y Margulis, quienes comen-
del Afuera, una ruptura (efectuada por las
zaron en 1974 a desarrollar químicamente
plantas) “de la asimetría entre continente y
la idea de que la materia inorgánica que
contenido” (p. 24), la respiración es la vida
rodea y entra en contacto con la materia
vegetal en nosotrxs. Desde la respiración,
orgánica no es sino un eco de esta última,
dependemos de la vida de lxs otrxs, en
y que el planeta Tierra es por tanto un
tanto que el aire no es un mero factum sino
sistema homeostático del mismo modo
un sub-producto de la vida de las plantas.
que cualquier organismo –que contiene
El aliento es por ello “una primera forma de
también materia inorgánica. Los bucles de
canibalismo” (p. 55), la prueba más íntima
retroacción o feedback loops entre materia
de que vivimos de la vida de lxs otrxs. “El
orgánica e inorgánica tornan relativa la dis-
viviente no se contenta con dar vida a la
tinción misma, en tanto que se constituyen
porción restringida de materia que llama-
la una a la otra y que ninguna de ellas pue-
mos su cuerpo, sino también y sobre todo
de existir por separado.
al espacio que lo rodea” (p. 55). En este
sentido, “estar en el mundo significa encon- El noveno capítulo es el que mejor expresa,

300
SOBRE DIOSES REALMENTE EXISTENTES PABLO NICOLÁS PACHILLA

junto con el prólogo, la idea principal del relación entre una cosa y el mundo, es la
libro: todo está en todo. Coccia no teme relación que liga a las cosas entre ellas” (p.
llevar esta idea hasta sus últimas conse- 74). Sin embargo, el propio Coccia recurre
cuencias: “Así, la luz que me permite ver más adelante al Deus sive Natura, aunque
la página que escribo es el mar en el que más no sea como recurso: “Dios ya no está
me baño” (p. 72). Hay una “traductibilidad en otra parte, coincide con la realidad de
universal de las formas”, cuyos ejemplos las formas y los accidentes” (p. 93, traduc-
más insospechados resultan plausibles en ción modificada).
tanto se refieren a algo tan ubicuo como Como ya observara el botanista ruso Kli-
la luz. Esta ubicuidad universal se traduce ment Timiryazen, las plantas son mediado-
a la experiencia singular en el modo de ras entre el sol y el mundo animal, son el
una inmersión trascendental, otra perla lazo entre la vida y el centro de energía de
conceptual del libro. “Si vivir es respirar es nuestro sistema solar. “Las plantas son la
porque nuestra relación con el mundo no transfiguración metafísica de la rotación
es la del estar-arrojado o la del ser-en-el- del planeta alrededor del Sol, el umbral
mundo, ni tampoco la del dominio de un que transforma un fenómeno puramente
sujeto sobre un objeto que le hace frente: mecánico en un acontecimiento metafísi-
estar-en-el-mundo significa hacer la expe- co. Además, ellas hacen habitar el Sol en
riencia de una inmersión trascendental” (p. la Tierra: transforman el aliento del Sol –su
71, traducción modificada). Esta inmersión, energía, su luz, sus rayos– en los cuerpos
que es a su vez definida como “una inheren- que habitan el planeta, hacen de la carne
cia o una imbricación recíproca” (p. 88), es viva de todos los organismos terrestres
la clave de la mezcla (mélange) o “mixtura” una materia solar” (p. 88, traducción
mencionada en el título, y cambia radical- modificada). Este patente heliocentrismo
mente el estatuto del espacio, que pasa de conduce a Coccia hacia una crítica de la
ser la forma de la exterioridad a ser “la inte- religión de la tierra que define, según él, al
rioridad universal” (p. 73); la extensión deja mundo contemporáneo, de cuyo sentido
de ser partes extra partes –principal de- común geocéntrico también participaría la
fecto atribuido por la tradición moderna a filosofía. Dicha crítica abarca desde el “la
la res extensa– para devenir “la experiencia tierra no se mueve” husserliano hasta la
donde toda cosa se expone a ser atrave- geofilosofía deleuzo-guattariana, pasando
sada por toda otra cosa y se esfuerza por por Nietzsche y la deep ecology.
atravesar el mundo, en todas sus formas,
consistencias, colores, olores” (p. 73). El universo no tiene cosas, puesto que las
cosas presuponen una detención que no se
Entre muchas críticas emitidas “de taco”, ajusta a la inmersión y el desplazamiento
llama la atención la que dirige a la inma- constante de la vida y de su medio; así, no
nencia panteísta por haber pensado la inhe- hay ya objetos que hagan frente a sujetos,
rencia y coincidencia de las cosas entre sí sino materias fluidas que son en otras relati-
solamente a través de Dios –reparo similar vamente más estables, como el aire que en-
al que Deleuze dirigiera a Spinoza. “La ver- tra y sale de nuestros cuerpos. La mixtura
dadera inmanencia es la que hace existir del título está en esa respiración universal
toda cosa al interior de toda otra cosa: por la cual todo entra y sale de todo, todo se
todo está en todo significa que todo es interpenetra y co-es con todo lo demás. La
inmanente a todo. La inmanencia no es una experiencia de lectura del libro implica, en

301
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

este sentido, una des-hechura de toda iden- tasía que no tiene necesidad de órganos
tidad. La vida de las plantas constituye así ni de sujetos para consumarse” (p. 103).
un golpe certero en el corazón del humanis- Cabría poner aquí en cuestión, como lo
mo moderno que aún nos define y, al mismo hiciese ya Raymond Ruyer al toparse con
tiempo, una exploración madura del mundo conclusiones semejantes, la atribución
sin la quimera trasmundana del Hombre exclusiva de estas características a la ma-
como propietario exclusivo de la razón, el teria orgánica. ¿No puede acaso decirse
espíritu, la actividad y la creación de mundo. lo mismo de un cristal? En este punto, el
La cosmología de Coccia encuentra razón propio razonamiento de Coccia parece
en las flores y subjetividades abiertas en la quedarle grande a su fitocentrismo, que no
materia. “Las plantas son la herida siempre deja de ser un biocentrismo en el sentido
abierta del esnobismo metafísico que formal del término. Tanto más en cuanto
define nuestra cultura. El retorno de lo repri- que el propio autor propone “[n]o hacer del
mido, del que es necesario liberarnos para intelecto un órgano separado, sino más
considerarnos como diferentes: hombres, bien hacerlo coincidir con la materia” (p.
racionales, seres espirituales. Son el tumor 104). Quizás nos corresponda a lxs lectorxs
cósmico del humanismo, los deshechos dejarnos atravesar por estas potentes re-
que el espíritu absoluto no alcanza a elimi- flexiones y evaluar su alcance más allá de
nar” (p. 17). la vida de las plantas.
Los recursos que desarrollan muchas
flores hermafroditas para evitar la autofer-
tilización patentizan su apertura al mundo.
“Los estoicos imaginaban que, inmedia-
tamente luego del nacimiento, todo ser
viviente se percibe a sí mismo y, sobre la
base de esta percepción, se apropia de sí,
se acostumbra a sí. Ellos llamarían a este
proceso de apropiación y familiarización de
sí oikeiosis, un devenir propio, suyo, del ser
viviente. [...] La flor, muy a menudo, muestra
un mecanismo inverso: el de la desapropia-
ción de sí, el de volverse extranjera para sí
misma” (p. 102). Con ello, Coccia apunta a
inscribirse –polémicamente– en la línea de
las filosofías de la diferencia. “El encuentro
con el otro es necesariamente siempre
unión con el mundo, en su diversidad de
formas, de estatuto, de sustancia. Impo-
sible encerrarse en una identidad, sea de
género, de especie o de reino” (p. 101).
El alma vegetativa es el lugar de una ima-
ginación trascendental material, cuyos
productos no son representaciones sino
modificaciones corporales de sí, “una fan-

302
El devenir ciudadano Étienne Balibar (n. 1942) es uno de los
FERNANDO TULA MOLINA
principales pensadores marxistas contem-
(UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES – CONSEJO NACIONAL DE
INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS - ARGENTINA)
poráneos. Fue discípulo y colega de Louis
Althousser, con quien escribió Para leer El
Capital. También es co-autor, junto a Im-
manuel Wallerstein, de varias obras, entre
las que se cuenta Violencia, identidades y
civilidad. Hasta el año 2002 Balibar enseñó
Filosofía Política y Moral en la Universidad
de París X Nanterre, de donde actualmente
es profesor emérito. Los dos volúmenes
aquí considerados reúnen artículos y con-
ferencias que abarcan dos décadas (1989-
2009). Sin embargo, no se trata de una
mera recopilación, sino del resultado de
esos veinte años de reflexión en los que el
autor buscó la inteligibilidad interna y com-
pletó su redacción final; años que su editor
esperó pacientemente.
Como eje problemático para tal reflexión
Balibar tomó la pregunta formulada por el
filósofo francés Jean Luc Nancy: “¿Quién
viene después del sujeto?”. Su respues-
ta será que después del sujeto viene el
ciudadano, el cual, en la medida en que
está definido por sus derechos y deberes,
constituirá ese “no sujeto” que pone fin a su
sujeción. Pero esta respuesta teórica tiene
una finalidad política, la de cuestionar el
Reseña de Balibar, Étienne, dogmatismo de la subjetividad que le per-
Ciudadano Sujeto. Vol. 1: El sujeto mite al pensamiento liberal construir mode-
Ciudadano y Vol. 2: Ensayos de los de identidad que encierran a los sujetos
Antropología Filosófica, Buenos entre la penalización y la medicalización.
Aires, Prometeo, 2013-2014. Para tal cuestionamiento Balibar utiliza
Recibida el 30 de octubre de 2017 – dos etimologías de “Sujeto”: el subjectum
Aceptada el 22 de mayo de 2018. derivado de la metafísica y el subjectus
asociado a la relación de soberanía.
El orden en el que se presentan los ensayos
apunta a que se puedan comprobar, com-
plejizar, rectificar las hipótesis propuestas
en el ensayo titulado Ciudadano-Sujeto, y
cuyo título extendió a todo el conjunto. En
definitiva, si bien Balibar reconoce que la
propia concepción y contenido del libro

303
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

fueron evolucionando en esos años, tam- locura hayan anudado estructuralmente las
bién es cierto que se mantuvieron tanto instituciones por un largo período del cual
el punto de partida como su finalidad. Por no hemos salido aún? Balibar ofrece tres
tal motivo, podemos considerar que estos explicaciones metahistóricas: la explica-
dos volúmenes nos ofrecen sus categorías ción teológica –sugerida por Dostoievski–
filosóficas en su estado más maduro; es donde “crimen” y “locura” representan los
por esta misma razón que a continuación dos restos dejados por la desaparición del
no buscaré señalar las diferencias en lo pecado en las instituciones de occidente.
dicho en un momento y otro, sino apreciar Luego, la explicación sociológica –seguida
sucintamente el contenido filosófico de por Foucault– por la cual habría que ver en
tales categorías. la complementariedad de crimen y locura
Modernidad. Balibar plantea una filosofía la estrategia de dominación de la clase bur-
determinada por coyunturas filosóficas guesa para disciplinar a la sociedad; y final-
que se manifiestan por su irreversibilidad, mente –la seguida por Balibar– a través de
es decir, por la imposibilidad de actuar y tres fórmulas que cristalizan concepciones
pensar por adelantado. La coyuntura del políticas diferentes: Utopismo crítico: “Ni
problema del sujeto es la de la modernidad, loco ni criminal”, Positivismo conservador:
en la cual se produce la contradicción entre “Loco y criminal”, Pensamiento liberal: “O
un discurso político universal y un discurso loco o criminal”. En otro ensayo Balibar se-
de las diferencias antropológicas. De tal ñala la necesidad de una psicología política
contradicción surgirá una situación de doble que enfrente la ambigüedad fundamental
vínculo –o contradicción interna– entre la en la que queda el enfermo mental cuando
relación del yo con el sí –o con lo propio– y es proclamado sujeto de derecho: ¿debe
la relación del yo con el otro. Por este moti- interpretarse como el derecho a la locura
vo, podrá también considerar la modernidad o como derecho al cuidado? Balibar mues-
como el momento donde la asignación tra la insuficiencia para tal fin del modelo
de responsabilidad social –el juicio de los antipolítico freudiano basado en la iden-
otros– debe relacionarse con un juicio de sí tificación, dado que refiere la esencia de
mismo. Queda claro que estos movimientos la autoridad a la persistencia de un fondo
entran en conflicto cuando la variación de inmortal de tiranía y venganza –por defini-
lo humano se vuelve el medio de privar de ción desconocido–sobre el cual ninguna
derechos a los individuos. Balibar muestra acción deliberada es posible. Por otra par-
que tal es el caso de la trama institucional te, el tribunal psíquico inconsciente ignora
que se prolonga en nuestros días a través la contradicción; castiga tanto a los actos
de la justicia, la medicina, la escuela y de- como a las intenciones y, consecuentemen-
más instituciones que funcionan oponiendo te, tanto a la transgresión a la ley como a
la normalidad a la anormalidad. Con ello su obediencia.
expande los resultados de M. Foucault: las Transindividualidad. Con el término “tran-
diferencias antropológicas denotan no tanto sindividualidad” Balibar responde al proble-
diferencias entre los individuos, sino el lugar
ma de la relación entre la metafísica de la
desigualmente reconocido que éstos ocu-
subjetividad y los modos de sujeción. Para
pan en un marco dado, o en sus bordes.
ello recorre diversos caminos; menciono
Instituciones Normalizadoras. ¿Cómo los tres más explícitos. El primero conti-
explicar que la alternativa del crimen y la núa el problema anterior con relación a la

304
EL DEVENIR CIUDADANO FERNANDO TULA MOLINA

invención del súper-yo por parte de Freud. cial de la comunicación “es el hecho de que
Efectivamente, se trata de una estructu- pueda interrumpirse, fracasar en encontrar
ra transindividual donde se desdobla la respuesta” (p. 199). Balibar concluye, en-
subjetividad en un Yo y un Yo ideal, lo cual tonces, con M. Blanchot: “el fundamento
genera una doble relación que distribuye sin fondo o sin substancia no es Yo sino Tú,
subjetividades múltiples en su relación interlocutor que se escapa siempre”.
originaria con la autoridad. Con ello se ofre-
Inmanencia. Los ensayos de Balibar re-
ce una nueva representación del aparato
gistran diversos momentos del paso de
psíquico, el cual estaría dividido entre las
la trascendencia a la inmanencia en el
exigencias contradictorias de la libido, la
pensamiento occidental. El primero de
culpabilidad y el principio de realidad. El
segundo de los caminos, en este sentido, ellos es el de la definición aristotélica de
corresponde a las formas de autoenuncia- “ciudadano” a través de una magistratura
ción del yo en Hegel. La fórmula “un Yo que sin límite, o sólo limitada por su competen-
es Nosotros y un Nosotros que es un Yo”, al cia para “representar la superación de sus
igual que en Freud, indica no sólo el desdo- opiniones individuales (doxai) hacia una
blamiento del yo en “la igualdad del Sí mis- sabiduría práctica colectiva (phrónesis)”.
mo con el Consigo mismo”, sino también Este derecho absoluto de juzgarse a sí
la necesidad de salir hacia la exterioridad mismo reduce la “soberanía” desde su fun-
de un nosotros para lograr adecuación con damento divino a la inmanencia terrestre.
nosotros mismos, y donde la reconciliación Al mismo tiempo inicia la dialéctica del
final del sí mismo supone la historicidad juicio a la que Balibar se referirá como indi-
absoluta de la comunidad. El otro registro vidualismo reflexivo. Otro de los momentos
hegeliano sobre lo transindividual es la es el del Contrato Social de Rousseau. En
función central que cumple la definición de la medida en que la constitución del pueblo
la “substancia espiritual” (Substanz) como tiene un carácter performativo –decir la
una obra, resultado de la “actividad de to- asociación, en las formas requeridas, es
dos y cada uno”. Aquí también se produce hacerla– puede considerarse que la “sobe-
una reconciliación del sujeto y el objeto: la ranía” ha descendido para identificarse con
obra implica tanto la transformación de la la reciprocidad de la relación política. Con
materia como la formación de sí mismo. ello se equiparan las nociones de “subjeti-
Finalmente, el tercer camino es la relación vidad” y “comunidad”. Por último, también
entre la deconstrucción propuesta por J. Marx operó una reducción de lo humano
Derrida –a partir de que “toda lengua es de a la inmanencia al concebirnos como un
otro”– en contrapunto con la posibilidad conjunto de relaciones que se diferencian,
de “reapropiación del lenguaje” gracias a la alternan y anulan al transferirse de un
eficacia de los performativos según señaló sujeto a otro. Balibar llamará “mesiánico”
Benveniste. Balibar muestra cómo –tanto al momento del pensamiento de Marx
en Benveniste como en Hegel– el “yo” no es representado por el advenimiento de esa
nada más que la persona que está hablan- fuerza paradójica, esencialmente pasiva y
do –intercambiable con el “tú” al cual se sin embargo radicalmente transformado-
dirige el locutor– en lo que Benveniste lla- ra: la masa de proletariados. En los tres
ma “correlación de la subjetividad”. Sin em- casos podemos encontrar una “inversión”
bargo, se mantiene vigente la observación de la pasividad en actividad. Ello genera
de Derrida referida a que el carácter esen- una aporía en la representación del sujeto

305
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

histórico, dado que debemos representarlo pasiones, a partir de la afirmación de Paul


tanto como una totalidad (pueblo), y como De Man: “la pasión no es como la sensación,
una falta (el pueblo por venir). Desde el algo que pertenece propiamente a un ser,
punto de vista epistemológico Balibar tam- sino más bien como la música, un conjunto
bién desacraliza al cogito cartesiano como de relaciones que sólo existen en términos
fundador de la consciencia y la certeza de del sistema”. Balibar destaca cómo, a dife-
occidente. En una lectura alternativa, trae rencia tanto de la tradición proveniente del
al plano de la inmanencia el fundamento estoicismo antiguo como de los moralistas
trascendente (divino) que le había provisto agustinos, en esta obra la definición de
Descartes: en definitiva es el “yo” el que las pasiones singulares no procede por
piensa la perfección; si bien se trata de una diferencias y tipologías, sino por interfe-
verdad fundacional indudable, también se rencias y diálogo. Este diálogo incluye una
trata de la verdad cotidiana de una cosa dimensión temporal que se manifiesta por
que piensa. Balibar ve también allí el huma- la distancia intrínseca “entre la experiencia
nismo radical de Descartes, entendiendo de la felicidad –que aporta la pasión– y el
por ello una reflexión sin premisas “sobre sentimiento de espera que implica el deseo
la autonomía de la libertad y la bondad del de respuesta del otro” (p. 173). Aquí ninguna
hombre” (p. 124). voz soberana se eleva para mostrarnos el
camino de la verdad. Con ello comienza
Ontología Relacional. Balibar defiende que el
un proceso de subjetivación y socialización
lugar de iniciador de la consciencia moderna
diferente del esquema de “unidad subjetiva”
es ocupado con mayor legitimidad por J.
del Contrato Social. Por otra parte, Balibar
Locke que por Descartes. Fue Locke quien
recurre a La Guerra y la Paz de Tolstoi para
hizo de la conciencia (conciousness) “el
destacar el aspecto relacional –casi natural
operador de una apropiación del sí mismo”.
y “sin sujeto”– que lleva a la alternancia
Balibar muestra cómo esta idea de “apropia-
entre los períodos de guerra y de paz. En
ción” –que conduce a la identificación con
este sentido, ve en el texto de Tolstoi una
adquirir y con la propiedad privada– funda a
ilustración de la famosa tesis de Clausewitz
la vez una metafísica del sujeto y una teoría
referida a la superioridad estratégica de
política que universaliza la idea de ciuda-
la defensiva sobre la ofensiva y, con ello,
danía, dado que cada individuo puede ser
una delimitación crítica del problema: “el
considerado como propietario de sí mismo.
ejército y el pueblo no son uno más que en
Sin embargo, a diferencia de la metafísica
condiciones determinadas, las de la defensa
cartesiana, el proceso de apropiación de
estratégica, [están] al servicio de un objetivo
sí es antes relacional que substancial: por
negativo” (p. 122). Finalmente, será junto a
más que avancemos se mantiene siempre
Marx y Hegel que Balibar dará forma a su
el “malestar” (uneasiness) que relaciona
conclusión ontológica: somos un conjunto
de modo intrínseco la conciencia con el
de relaciones dinámicas que se despliegan
deseo. De este modo, cuando se pregunta
interactivamente en un continuum.
en primera persona quién es el sujeto de
los placeres prohibidos o actos involunta- Doble vínculo. El “concepto clave” para ex-
rios, resultan igualmente problemáticas la plicar por qué el subjectus con su modo de
respuesta soy yo como no soy yo. Balibar subjetivación vertical –puesto en cuestión
vuelve sobre este punto al analizar La Nueva por la ciudadanía de los ciudadanos– no
Eloísa de Rousseau como un tratado de las cesa de volver a su seno, es el de “doble

306
EL DEVENIR CIUDADANO FERNANDO TULA MOLINA

vínculo” (double bind). Con ello Balibar indi- una jerarquía; a partir de ahora es nece-
ca que, más allá del hecho de que las mo- sario pensar la paradoja de una soberanía
dalidades de la sujeción sean irreductibles igualitaria. Dado que esta tensión no se re-
a un modelo único, la propia “ciudadanía” suelve, lo que nace allí no es un sujeto sino
es una relación doble, con una modalidad un devenir sujeto. Balibar ve en el carácter
que afirma la soberanía colectiva y otra que “hiperbólico” de la Declaración –i.e., que
individualiza su obediencia a la norma. Por sus enunciados excedan siempre a la enun-
la propia característica doble de este pro- ciación– el inicio de un proceso que, tarde
ceso el “ciudadano” puede ser considerado o temprano, lleva a concluir que es correcto
a la vez miembro constituyente del Estado sublevarse. Como se vio al comienzo, a
y actor de una revolución permanente. Tal la pregunta de J. L. Nancy –“¿Quién viene
revolución supone enfrentar las diferencias después del sujeto?”– Balibar responde
antropológicas fijadas por las instituciones apuntando al ciudadano. En un anexo Bali-
normalizadoras, las cuales nos “atrapan” bar señala su deuda filosófica con autores
con normas a la vez ineludibles e indefini- como Deleuze, Lacan y Foucault, quienes
bles o imposibles de localizar. pusieron al sujeto en relación interna con la
Devenir Sujeto del Ciudadano: malestar del “sujeción personal”, lo cual condujo más “a
sujeto. Desde el punto de vista de los vín- la ética de la obediencia interior y la ascesis
culos que nos sujetan sucede que no existe que a la metafísica del espíritu y a la psico-
libertad que no sea el reverso de una prohi- logía de la consciencia” (p. 90). Con ello se
bición y, por lo tanto, no existe conducta no produjo un desplazamiento de la pasividad
judicial. El proceso de subjetivación del ciu- a la actividad, “del aislamiento a la comu-
dadano pasa por una confrontación política nidad, del devenir sujeto del ciudadano, al
con esa contradicción. ¿Qué decir de ese devenir ciudadano del sujeto” (p. 335). El
sujeto que no sería solamente sujeto de multiculturalismo y los estudios de género
una doble relación, o colocado –por la vida, ya mostraron que las diferencias antropo-
la historia, la institución– en una relación, lógicas no pertenecen a la particularidad,
sino que sería como tal relación, expuesto sino a los conflictos entre universalidades.
a sus fluctuaciones? El sujeto es aquí “el Balibar ve en ellas no sólo el sitio de las
portador (suppositum) o el destinatario normalizaciones difíciles, sino también el
(subditus) del universal que lo domina o lo punto donde se originan las reversiones del
constituye desde el interior” (p. 332). Esta poder; en su multiplicidad inestable son
respuesta implica pasar de la idea de un el único sitio donde existen los sujetos a
sujeto dividido –que conlleva un lado oscu- quienes se les plantea la cuestión –sin res-
ro– a la idea de un malestar del sujeto in- puesta– de ver o no como humanos a otros
trínsecamente “afectado por malformación sujetos que también son otros sujetos, y
en la exterioridad y la inmanencia misma de conferirles así lo que H. Arendt llamó el
de la relación social” (p. 334). “derecho a tener derechos”. En definitiva,
Balibar sostiene una concepción inmanente
Devenir Ciudadano del Sujeto: soberanía de
y dialéctica de las diferencias antropoló-
sí. Existe una tensión fundamental en la
gicas, donde la propia dinámica de la ex-
Declaración de Derechos del Ciudadano y
clusión genera al mismo tiempo lo que, sin
del Hombre de 1789: ¿la noción fundante es
tregua, la fuerza a retroceder.
la de hombre o la de ciudadano? Hasta ese
entonces la idea de “soberanía” suponía Por mi parte, queda por lamentar que

307
Ideas, 8 revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018-ABRIL DE 2019

Balibar no haya desarrollado más sistemá-


ticamente su pensamiento con relación
a la ascesis y la obediencia interior que
permitirían evitar la sujeción del “universal
que nos domina por dentro”. También se
extrañan las referencias a G. Bateson como
creador del concepto de “doble vínculo”.
Por otra parte, hubiese resultado enrique-
cedor sustentar el devenir del sujeto de
modo más sistemático con la metafísica
del devenir de G. Simondon, quien también
defiende una concepción transindividual del
sujeto. Con ello se habría evitado el carác-
ter estrictamente filosófico de la crítica de
Balibar. Por último, también debe señalarse
la enorme distancia entre la gran calidad
del pensamiento de Balibar y la falta de
cuidado con el cual se lo ha vertido en la
versión española.

308
La modernidad frente a Los once artículos compilados por Ana Ca-
la encrucijada idealista y rrasco Conde y Antonio Gómez Ramos reú-
nen no sólo una multiplicidad de enfoques
romántica posibles para abordar los problemas filo-
NAÍM GARNICA sóficos del siglo XVIII y XIX, sino también
(UNIVERSIDAD NACIONAL DE CATAMARCA – ARGENTINA)
la posibilidad de abrir nuevos modos de
comprender este legado. Divididos en dos
momentos de un tiempo que se puede ca-
racterizar por el idealismo y el romanticis-
mo y que, a su vez, los caracteriza a ellos,
los distintos artículos posibilitan un análisis
donde se entrecruzan los conceptos de his-
toria y libertad. Si bien el hilo temático de
los trabajos corresponde a la historia, ésta
no se convierte en un tópico reduccionista
bajo el cual todo puede ser entendido. El
concepto de historia se ve problematizado
a partir de los desarrollos que la filosofía
romántica e idealista llevó adelante, en vir-
tud del arte, la literatura y su atención a los
acontecimientos histórico-políticos.
En los diversos estudios los autores evitan
caer en algún tipo de historicismo que los
lleve a eludir el papel activo del sujeto en
los procesos históricos. Colocar la historia
por encima del sujeto y su capacidad pare-
cería violar el operativo idealista y románti-
co alrededor de la subjetividad. La renuncia
historicista en cuanto a la participación
del sujeto, en la medida en que éste no es
otra cosa que un elemento determinado
Reseña de Carrasco Conde, Ana
por la historia, es cuestionada, por ejemplo,
y Gómez Ramos, Antonio (eds.)
a través de Schelling. En esta dirección,
El fondo de la historia. Estudios
el texto de Ana Carrasco Conde “Estratos
sobre Idealismo alemán y
de tiempo” ofrece algunas respuestas
Romanticismo. Madrid, Dykinson
posibles si se quiere pensar la subjetividad
S.L., 2013, 168 pp.
y su relación con la historia. Esta autora
Recibida el 17 de abril de 2017 -
Aceptada el 21 de agosto de 2018 propone partir de la distinción entre dos
consideraciones sobre el tiempo, las cuales
definen la clase de concepción que se tiene
sobre la historia. La primera consideración
está relacionada a todas aquellas perspec-
tivas que afirman la linealidad temporal y
suponen que “pasado, presente y futuro
conforman los momentos sucesivos de una

309
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

línea temporal según la cual se estructura La autora, en este contexto, muestra la


lo que fue, lo que es y lo que será” (p. 61). importancia de Schelling a los efectos de
La segunda consideración está orientada no quedar atrapados en la comprensión
por una mirada circular donde se repiten del tiempo bajo estas consideraciones, ya
las mismas estructuras del tiempo, pero su sea la lineal o la circular. Apelando a las
forma “no deja de ser una línea que vuelve consideraciones de Reinhart Koselleck en
sobre sí misma” (p. 61). Pese a que, final- Estratos de tiempo, Conde establece la po-
mente, la concepción circular presenta una sibilidad de analizar el tiempo como “estra-
estructura de sucesión de la temporalidad, tos de tiempo entendidos como diferentes
la autora marca una diferencia decisiva en- niveles o capas que ordenan los actos de
tre ambas consideraciones, según la cual un sujeto libre en distintas profundidades
la mirada circular del tiempo no supone temporales [...]” (p. 63). Este análisis per-
progreso como sí lo hace la mirada lineal, mitiría enfatizar de qué modo Schelling
sino movimiento. muestra la dificultad de asumir alguna de
Entender la historia como un movimiento, estas concepciones, en tanto ninguna de
según reconoce Conde, es uno de los apor- ellas reconoce el fondo o fundamento del
tes más sustanciales de la filosofía idealis- propio sujeto en su realización. El supuesto
ta. Dicho aporte permite pensar la historia acerca de la existencia de un fondo, resto o
como un proceso que no es determinado elemento que excede al sujeto, pero al mis-
exteriormente o por algo dado, sino como mo tiempo lo funda, está relacionado con el
la concreción de un hacer específico del su- concepto de Pasado en Schelling. Según la
jeto. La historia como un proceso no puede autora, recién a partir de los textos de 1811
entenderse, en el contexto de la filosofía Schelling vinculará tal Pasado con ese “res-
idealista, como un proceso que tiene un to irreductible” que no puede ser asimilado
origen extra-subjetivo. Por el contrario, tal ni por la actividad de la razón, ni por el en-
proceso “es el de un Sujeto que va alcan- tendimiento. Conde lo explica del siguiente
zando, a través de las diferentes fases de modo: “aparece así este éxtasis del tiempo
su desarrollo, una completa realización” (p. no como aquello que queda atrás, como el
62). Esta concepción explica de qué modo hecho solidificado producto de la acción,
el sujeto se va auto-determinando y cons- superado, sino al contrario aparece como
truyendo su propia historia, en tanto esta la base retráctil de lanzamiento, inasible y
última es el campo de acción de la activi- literalmente fuera de la razón, fuera de la
dad libre de los hombres. En ese sentido, conciencia, pero que permite y posibilita
Conde destaca que el idealismo piensa la todas las acciones presentes y futuras
historia como un proceso que es efecto del de la conciencia misma” (p.65). Pese a
actuar del sujeto como concreción de su esta explicación, la autora advierte que su
libertad. Así, si la historia es la historia de lectura intenta no caer en la interpretación
los actos del sujeto, entonces, sólo median- irracionalista de este concepto de Schelling
te la libertad puede pensarse la historia. Sin sobre el Pasado como un resto irreductible.
embargo, una concepción de esta índole, De ese modo, la propuesta de Conde pre-
tan radical en relación a la libertad del su- tende destacar cómo Schelling evidencia
jeto, necesita una mirada más compleja y un camino para pensar el Pasado como
profunda en relación con un concepto de fundamento activo de las acciones del
historia que se “forja a través del desarrollo sujeto en el marco de una tensión con el
de un ser en devenir” (p. 63). presente. Frente a un planteo como el de

310
LA MODERNIDAD FRENTE A LA ENCRUCIJADA IDEALISTA Y ROMÁNTICA NAÍM GARNICA

Fichte, según el cual el Yo va realizando los zan la época idealista y sus discusiones a
hechos y su acumulación sería el pasado, partir de enfoques actualizadores de esta
aquí se remarca que el Pasado no es un temática. Duque, empleando un lenguaje
presupuesto del Yo, sino que el Yo se ma- cargado de teología, intenta mostrar de qué
nifiesta a partir del Pasado. El Pasado se modo en Schelling y en la poesía de Hölder-
constituye como condición de posibilidad lin se podría ver el origen del habla. Según
de los demás tiempos. Por eso, “el tiempo su análisis, mediante la palabra del poeta
presente nace de la tensión entre dos polos “el inicio se torna arché” (p. 30), pero en un
y se mantiene sólo en función de la conti- sentido de lo por venir. Las comparaciones
nua resistencia y amenaza que le supone el que se establecen en este texto, entre este
Pasado” (p. 68). Si el Pasado es entendido futuro anunciado por la palabra poética y
como fondo y fundamento que ofrece la figuras deudoras de la tradición cristiana,
posibilidad latente del despliegue del pre- son supuestas a partir de “una filosofía
sente, esto supone que debemos pensar abierta al misterio del Inicio que ha de
al sujeto en un contexto temporal de “pura poder mostrar (...) lo Mismo que aquello a
tensión entre el tejido de los acontecimien- lo que el texto religioso da nombre” (p. 26).
tos” (p. 70). Precisamente, Conde advierte El análisis de Duque, acerca de lo porvenir
que Schelling nos ayudaría a pensar en como una repetición de aquello que ya ha
nuestro tiempo en la medida en que acep- sido parte del origen, puede compararse
táramos que “el tiempo de los hombres es con la explicación del concepto de dios
el tiempo de la lucha: el tiempo presente venidero en las lecciones de Manfred Frank
de ese Sujeto de la Historia (...)” (p.72). Por (El dios venidero, Barcelona, Ediciones del
ello, el Pasado no es algo absoluto, sino Serbal, 1994). En este texto, Frank sostiene
una manifestación de la efectividad con la que el hombre en la modernidad, al con-
cual trabaja la historia en los distintos es- vertirse en dios, hace que el futuro deje de
tratos de tiempo que la conforman. significar aquello que debemos esperar
También Alois Wieshuber propone interro- como un acontecimiento que nunca ha
garse, a través de la filosofía del arte de tenido lugar. Antes bien, el futuro supone
Schelling, acerca del papel de la libertad porvenir, pero en el sentido de un tiempo
dentro del complejo sistema de identidad. enteramente repetido. En un tiempo de esa
Aunque este último texto de la primera naturaleza ningún dios podría venir, pues lo
parte no logra poner en cuestión el con- nuevo que es esperado tanto por la palabra
cepto de modernidad, ni mucho menos de teológica como por la recuperación sagra-
modernidad estética, sí se permite poner da del lenguaje poético, no puede entender-
en relación las tendencias románticas e se si no es como aquello que ya ha estado
idealistas con lo que se podría denominar ahí. Tanto Frank como Duque coinciden en
pensamiento posmoderno a través de la la idea de que poesía y palabra sagrada son
crítica de la identidad. En este sentido, el lenguajes que pueden nombrar aquello por
pensamiento de Schelling hallaría cercanía venir, es decir, esa “pura forma sin palabra
con la crítica antirrepresentacional posmo- (...) forma divina (...) hasta que es recogida,
derna por medio de “una liberación de la nombrada en la Palabra” (p. 27).
diferencia frente al dominio de la identidad” En el caso de los textos de Jacobs y God-
(p. 57). Además, la primera parte contiene dard su estructura temática es similar, en
los trabajos de Félix Duque, Wilhem Jacobs tanto analizan el problema de la libertad
y Jean-Christophe Goddard, quienes anali- en Schelling y Fichte. Sin embargo, el texto

311
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

de Goddard se destaca del conjunto de los la Wissenschaftslehre deja de entenderse


artículos, dado que contiene una propuesta como un conjunto de esquemas y estruc-
de lectura renovadora de la Wissenschafts- turas que buscan facilitar la identificación
lehre de Fichte a partir de autores contem- y unidad científica. Contrariamente, ella
poráneos como Delueze, Guattari y Berg- refiere a un tipo de ciencia como juego que
son, entre otros. Primero, Goddard intenta “repitiendo escena a escena las categorías
leer la Wissenschaftslehre en relación a de esta ciencia sobre el modelo teatral del
un análisis antropológico del Discurso de als (de «en tanto que»), con el fin de hacer-
la nación alemana para advertir un nuevo las entrar en una especie de trance en el
enfoque de la obra fichteana. Partiendo del que sus pretensiones teoréticas, puestas
problema de la diferencia de ser que expli- en escena, no consigan conformar ningún
cita la Wissenschaftslehre en torno a “dos aparato conceptual durable y cedan ante la
humanidades, antigua y moderna, propieta- unidad inmanente del fenómeno” (p. 50). De
ria y no propietaria, etc.” (p. 43), la cual pue- este modo, una lectura descolonizadora de-
de traducirse en el contexto del Discurso bería considerar elementos de una ciencia
en la polarización ontológica entre Ausland que tienda a una transformación continua
(extranjero) y Urvolk (pueblo originario), el “del ver y de la experimentación del devenir
autor muestra la necesidad de despolarizar otro” (p. 50).
a nivel práctico dicha diferencia. Su inten- Mientras Schelling se constituye en el con-
ción es reivindicar la obra de Fichte como ductor de las reflexiones de la primera par-
un conjunto de operaciones y estrategias te, la segunda se puede observar como una
que intentan “liberar al pensamiento de la fragmentación de temas que buscan iden-
dominación del modelo ontológico (dogmá- tificar, en las problemáticas abiertas por el
tico) adoptado casi sin excepción por toda romanticismo, el trasfondo de la historia.
la filosofía occidental” (p. 48). Segundo, Los géneros poéticos, la desdiferenciación
Goddard indica que existe la necesidad de entre filosofía y literatura, el problema del
llevar a cabo una lectura inmaterial de la juicio en la crítica, el absoluto de la razón,
Wissenschaftslehre que permita identificar etc., son tematizados en función de sus
de qué modo esta diferencia expresada en implicancias históricas. El romanticismo,
polarizaciones, como la antes mencionada, en su máxima expresión, mostraría lo pa-
no puede sostenerse, en tanto la formación radójico que podría ser encarar un estudio
de estos polos descansa en “una cultura histórico del mismo sin que éste se vuelva
simbólica viviente en perpetua transforma- en contra de sus propios presupuestos.
ción que no se deja fijar” (p. 45). En conse- Pese a ello, como indica Antonio Gómez
cuencia, la Wissenschaftslehre constituye Ramos en su artículo, no se puede descui-
una enseñanza sobre los acontecimientos dar que fue en la época del idealismo y del
de una experiencia de transformación an- romanticismo que emergió la conciencia
tropo-ontológica que pretende “hacer ver histórica. Una conciencia de esta naturale-
las cosas jamás antes vistas hasta enton- za es la que anima gran parte de los análi-
ces” (p. 47). También, explicar la obra fich- sis que el lector encontrará. Así, a medida
teana mediante conceptos provenientes de que las tensiones de la conciencia histórica
autores como Deleuze y Guattari ayudaría aparecen, la figura de Hegel en los artículos
con una lectura descolonizadora de la obra cobra notoriedad. Los textos de Christoph
fichteana, pues cuestiona el orden identita- Asmuth y Volker Rühle parecen hacer des-
rio que limita las formas de liberación. Así, cansar en el pensamiento hegeliano sus

312
LA MODERNIDAD FRENTE A LA ENCRUCIJADA IDEALISTA Y ROMÁNTICA NAÍM GARNICA

consideraciones y reelaboraciones. Asmuth el autor cree que todavía, en ese trasfondo,


intenta, por medio de la historiografía de la es posible encontrar algunos caminos plau-
filosofía de Hegel, llevar a cabo una “funda- sibles en la filosofía especulativa de Hegel
mentación de la historia de la filosofía” (p. y Fichte para pensar los procesos de la
106) sin caer en las clásicas etiquetas y re- ciencia en el devenir histórico.
duccionismos legitimadores de “idealismo”, Finalmente, Carlos Thiebaut y Antonio
“filosofía trascendental”, o “filosofía clásica Valdecantos, ofrecen algunas lecturas ro-
alemana”. Su reflexión sobre el fondo de mánticas que, en las últimas décadas, han
la historia se centra en evidenciar que la estado en la palestra de las discusiones
solución hegeliana de reflexionar sobre la estéticas y políticas. Thiebaut encuentra
historia de forma sistemática, merece hoy a través del estudio de James Engell (The
ser pensada a pesar de los problemas que creative Imagination. Enlightenment to Ro-
ella posee en algunos de sus supuestos manticism, Harvard University Press, 1981),
centrales. de qué modo en el siglo XIX poetas como
Por su parte, Volker Rühle examina el pro- Coleridge y Wordsworth descubren el papel
yecto de la ciencia moderna mediante los activo de la memoria y la imaginación. A
momentos temporalizadores de la razón, contramano de la teoría cartesiana del
a los fines de mostrar de qué modo no se sujeto que las consideraba como funciones
podría absolutizar una ciencia pura. A partir secundarias y pasivas, en el marco del ro-
de las teorizaciones de Fichte, Jacobi y manticismo podríamos hallar un desarrollo
Hegel, el autor intenta iluminar las posi- de estas capacidades del sujeto. El autor
bilidades del conocimiento científico y su apela a cierto vínculo entre el yo poético
fundamentación racional en un contexto de de Coleridge y la filosofía idealista, lo cual
cambio de la ciencia moderna. Apoyándose lo lleva a considerar la imaginación como
en los debates idealistas, Rühle intenta una forma de poder unificador, orgánico y
mostrar por qué sería necesario considerar totalizador. Thiebaut distingue dos tipos de
los desarrollos filosóficos de estos autores imaginación, una primaria y otra secunda-
en un contexto histórico que ya no respon- ria, asignándole a la secundaria el verdade-
dería a las categorías idealistas. A pesar ro poder del símbolo poético. Siguiendo a
del desarrollo especializado de la ciencia, Coleridge, el autor destaca que este nuevo
como por ejemplo la biología cognitiva, estatuto de la imaginación “es la forma de
el idealismo todavía puede pensarse en definir aquella capacidad alemana de la
tanto conciencia de la descripción histórica Einbildungskraft como la unificación en la
de los cambios. Rühle sostiene que las unidad orgánica de lo múltiple (...)” (p. 101).
modificaciones históricas de la ciencia no El autor sostiene que la poesía romántica
sólo cambian la relación sujeto-objeto, sino podría entenderse a partir de las filosofías
que comportan “una modificación radical idealistas de Kant y el postkantismo. Cabe
de la relación –consigo mismo y con el indicar, en este marco, que este tipo de
mundo (...)” (p. 145). El ensayo de Rühle análisis sobre la poesía romántica inglesa
permite pensar los procesos de actuali- ha sido cuestionado en diversos estudios,
zación y temporalización del saber, como por ejemplo, en los elaborados por el crítico
también la validez de los conceptos de la Paul De Man (Romanticism and Contempo-
ciencia moderna en el marco de la filosofía rary Criticism, United States of American,
especulativa. Frente a todos los intentos The Johns Hopkins University Press, 1993
deconstructivos y críticos de la metafísica, y La retórica del romanticismo, España,

313
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Akal, 2006). En sus análisis del romanticis- consciente de su propio proceso a través
mo, De Man observaba que la estructura, de su desintegración. Valdecantos cree que
aparentemente orgánica de la imaginación ambos textos nos provocan algo más que
romántica, en realidad, evidenciaba su pro- una lectura cultural. Por el contrario, ellos
pio cuestionamiento, pues esa pretensión exigen cuestionarnos sobre la contempo-
jamás consigue su éxito. raneidad no sólo de sus producciones, sino
Por otra parte, Antonio Valdecantos ofrece también del objeto que analizan. En esa
algunas anotaciones y reflexiones sobre las dirección, Schmitt y Benjamin, política y
lecturas más influyentes en el siglo XX en poesía, se entrecruzarían para cuestionar
torno a la comprensión del romanticismo los modos en los cuales gestionamos el
temprano alemán. Tanto Romanticismo po- pensamiento en relación a la decisión y la
lítico de Carl Schmitt como El concepto de elección. Una poesía de la política o una
crítica de arte en el romanticismo alemán política de la poesía ya no estarían tan
de Walter Benjamin, probablemente, sean delimitadas entre sí, en caso de que logre-
dos obras ineludibles a la hora de enfren- mos asumir la ironía constitutiva de todo
tarse a la estética romántica. Ambos textos pensamiento. Por ello, pensar la política
forman parte de esa disputa entre detrac- implicaría para Valdecantos “no sólo [que]
tores y protectores del romanticismo que se la romantiza y descompone, sino que se
se extiende, bajo otras consideraciones y presta una colaboración preciosa a quienes
clasificaciones filosóficas, hasta el debate no cesan de despolitizar el mundo, y no
entre modernidad y posmodernidad. La para entregarlo a la ausencia de dominio,
acusación schmittiana de indecisión y oca- sino para seguir dando vueltas de tuerca
sionalismo político que produciría el sujeto a formas no políticas de dominación” (p.
romántico, al priorizar sus creaciones por 162). Así, la actualidad del romanticismo se
encima de las condiciones objetivas del podría pensar en el marco de una extensa
juicio, son entendidas por Valdecantos novela o proceso de romantización de
como parte de una novelización del juicio. nuestra cultura.
Según el autor, en su crítica al romanticis- Finalmente, el mérito de este compilado
mo, Schmitt “cree estar lo bastante libre de de textos de profesores europeos espe-
todo morbo novelizador para que su juicio cializados en idealismo y romanticismo
sea exactamente una muestra de aquello parece radicar en la posibilidad de indagar
para lo que los románticos se habían vuelto sobre estas tendencias filosóficas sin caer
incapaces” (p. 155). Ante el enjuiciamiento en reduccionismos. No obstante, pueden
de Schmitt, el proyecto de Benjamin en re- notarse algunos lugares comunes en el
lación a la crítica romántica como un juicio análisis de ciertas temáticas. Probable-
sin decisión final, se establece como otra mente tenga que ver con la ausencia del
posibilidad de lectura política. Valdecantos necesario interrogante de la modernidad
rescata la idea benjaminiana acerca de que la época romántica e idealista planteó.
que, en el romanticismo, existiría la posi- Se puede advertir en el conjunto de textos
bilidad de pensar un juicio crítico que se una rápida aceptación, o bien, una supo-
desintegra de forma permanente en virtud sición inmediata de la modernidad como
de su forma irónica. De ese modo, la crítica época del sujeto y la razón, sin cuestionar
romántica no sería otra cosa que la expo- esa identificación entre lo moderno y lo
sición de las condiciones de producción de subjetivo-racional. Esta indicación no supo-
la obra de arte, en la cual la obra se vuelve ne pensar la inexistencia de dicha concep-

314
LA MODERNIDAD FRENTE A LA ENCRUCIJADA IDEALISTA Y ROMÁNTICA NAÍM GARNICA

ción, sino tratar de indagar en ese complejo tales condiciones de posibilidad deberían
legado que los siglos XVIII y XIX gestaron. mostrar el carácter negativo de la estética,
La modernidad pareciera mostrar coorde- de tal modo que no quede atrapada ya
nadas que van más allá de las frecuentes sea en su extrema autonomización o en
caracterizaciones de esta época como una auto-fundamentación metafísica de sí
momento histórico de la autonomía de los misma. Menke propone llevar a cabo una
saberes, la exaltación de la libertad o el im- crítica a la identificación entre modernidad
perio de la ciencia, la razón y la técnica. La y subjetividad. Su exigencia radica en re-
modernidad tampoco podría agotarse en pensar las enseñanzas históricas acerca de
la caída de la metafísica o en la explicación estos conceptos que las ideas de Hegel y
secularizada de sus conceptos. Por caso, el Heidegger han expresado. En estos autores,
libro no ofrece alguna reconstrucción de un la modernidad estaría caracterizada por
elemento decisivo del romanticismo como un fundamento que determina a todos los
la modernidad estética. Ciertos estudios elementos existentes. El sujeto moderno, en
como los de Karl Heinz Bohrer (La crítica dicha tradición, involucra supuestos metafí-
del romanticismo, Bs. As., Prometeo, 2017) sicos que lo promueven como fundamento
o Christoph Menke han llamado la atención de todas las determinaciones, substrato
acerca del equívoco que supone no recu- de toda representación y signo distintivo
perar al romanticismo en clave estética en de un absoluto que cimienta la época. A
el marco de la modernidad. La intención partir de esta explicación, Menke trata de
de repensar el romanticismo, particular- desdiferenciar subjetividad y modernidad
mente el círculo de Jena, pretende evitar recurriendo a la caracterización de la subje-
la identificación de la subjetividad con su tividad estética como una reflexividad que
adjetivación científica y la racionalidad no es originada de forma consciente por el
auto-fundante, lo cual no obliga a pensar sujeto. Este tipo de subjetividad sólo sería
al romanticismo como una mera crítica posible pensarla en esa extensa tradición
anti-ilustrada o irracionalista. (de Baumgarten a Adorno) y en conceptos
Por caso, puede encontrarse en Christoph como fuerza, ironía y reflexividad.
Menke (Estética y negatividad, Bs. As. FCE, Esta discusión acerca de evitar la identi-
2011, La actualidad de la tragedia, Madrid, ficación entre subjetividad y modernidad
La Balsa de la Medusa, 2008 La soberanía tal como la tradición hegeliano-heidegge-
del arte, Madrid, Visor, 1997) una perspecti- riana había enseñado en la historia de la
va que intenta des-identificar la modernidad filosofía, esto es, que el sujeto moderno
de la subjetividad tal como lo ha asumido la no podría pensarse de otro modo que no
tradición filosófica. Menke propone pensar sea a partir del autocontrol, la autonomía
a la modernidad inscripta en una tradición y su capacidad para someter al objeto,
que se extiende desde Alexander Baumgar- puede cuestionarse también desde otra
ten a Theodor Adorno pasando por Friedrich perspectiva, como la de Manfred Frank
Schlegel. Su tentativa radica en reconstruir (La piedra de toque de la individualidad,
elementos para una estética negativa. A Barcelona, Herder, 1995, The Philosophical
través de esta tradición estética, se podrían Foundations of Early German Romanticism,
hallar las condiciones de posibilidad de New York, State University of New York
una caracterización de la subjetividad y la Press, 2004, ¿Qué es el neoestructuralismo?
razón que no se limite a meros aspectos México, FCE, 2011). Frank cree que ha sido
gnoseológicos y epistemológicos. Además, una equivocación pensar al sujeto moderno

315
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

como una totalidad centrada en sí misma y historia del sujeto constituye una falacia,
en su capacidad racional de decisión sobre además de ser demasiado bella para ser
su historia. Una prueba de esta interpreta- verdad. Es inexacto que el idealismo y el
ción que Frank crítica puede encontrarse romanticismo piensen la autoconciencia
en los cuestionamientos heideggerianos al como presencia ante sí. La teoría idea-
sujeto moderno. Heidegger sostiene que el lista-romántica parte del escepticismo
surgimiento del sujeto moderno muestra de una instancia segura para el Yo, dicho
de qué modo la modernidad se habría con- fundamento no es inmediato ni tampoco
vertido en una época que prioriza la repre- presente, de modo tal que hace imposible
sentación técnica de la razón, olvidando los un sistema del saber autoconsciente.
procesos de des-velamiento de la verdad En consecuencia, Frank enfatiza que la filo-
que habían evidenciado los poetas griegos. sofía romántica ha postulado desde Novalis
El sujeto moderno occidental que ha sabido a Friedrich Schlegel que la conciencia no es
impregnar no sólo las concepciones de la productora de sí. Por tanto, propone revisar
subjetividad provistas por las humanidades la forma en la que el sujeto es entendido en
y las ciencias, también ha comenzado a los distintos sistemas filosóficos y, a su vez,
configurar un horizonte posthumano cuyas investigar semánticamente sobre lo que
consecuencias aún resultan incalculables. se califica como sujeto. Asimismo, Frank
Sin embargo, esta versión heideggeriana cuestiona la clásica fórmula que explicaría
podría ser cuestionada si reconocemos al- la filosofía moderna (von Kant bis Hegel),
gunos momentos de la historia de la filoso- según la cual este período filosófico se re-
fía moderna. Nos referimos a los momen- duce a las obras de estos dos pensadores.
tos del pensamiento post-kantiano donde La aceptación de este tipo de presupuestos
el sujeto no es pensado como un centro ha colaborado en la formación de una
auto-controlado y soberano. Siguiendo a imagen de la filosofía moderna que no aten-
Dieter Henrich, Frank cuestiona la clásica día en profundidad movimientos como el
imagen del sujeto moderno. Sus estudios idealismo y el romanticismo. En fin, el lector
han abierto la posibilidad de reconocer de encontrará en El fondo de la historia algunos
qué modo en la época post-kantiana la par- de los motivos en virtud de los cuales se
ticipación del arte y la estética cumple un siguen pensando idealismo y romanticismo
rol decisivo para pensar el sujeto moderno. como corrientes que adquieren algún senti-
Estos autores destacan de qué modo las do para la filosofía moderna sólo si están en
críticas al sujeto de la ciencia moderna y la relación a Kant y Hegel. No cabe duda que
fundamentación filosófica del mismo han estos dos filósofos han sido determinantes
descuidado, gracias a la historiografía filo- para el pensamiento moderno, sin embargo,
sófica y el desconocimiento sobre el idea- la modernidad no parece poder explicarse
lismo y el romanticismo, las reflexiones de exclusivamente en virtud de sus trabajos.
la tradición estética del sujeto. El proyecto En cualquier caso, la modernidad parece
de Frank pretende evidenciar la dificultad extenderse a formas de pensamiento que
de contar la historia de la subjetividad aún requieren ser investigadas. Romanti-
como un desarrollo de interpretaciones cismo e idealismo, como momentos cons-
sobre el Ser como presencia, hasta llegar titutivamente modernos, evidencian una
al oscurecimiento u olvido del mismo en complejidad que podrían exceder incluso la
la autoconciencia como presencia ante sí idea de modernidad que se puede derivar de
de la era moderna. A su juicio, este tipo de las obras de Kant y Hegel.

316
ESTRUCTURAS FORMALES EN LA OPERATIVIDAD DE UNA SOBERANÍA ABSOLUTA FRANCISCO BERTELLONI

normas y políticas editoriales

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Ideas8
8
Revista de filosofía moderna y contemporánea

Normas para el envío de contribuciones


Idiomas aceptados: español y portugués.

Las contribuciones pueden ser:


Artículos
Textos originales, inéditos. Serán sometidos a doble referato ciego, a
través de evaluadores externos al comité editorial de la revista.
Extensión: entre 7.500 y 10.000 palabras (entre 45.000 y 60.000 caracte-
res con espacios) incluyendo las notas al pie.

Reseñas
Reseñas de libros publicados recientemente. Serán sometidas a doble
referato ciego, a través de evaluadores externos al comité editorial de
la revista.
Extensión: entre 1.500 y 6.000 palabras (entre 15.000 y 37.000 caracte-
res con espacios).

Debates
Comentarios a los artículos publicados en la revista (extensión: hasta
2.500 palabras) o contribuciones de varios autores que discutan sobre
una misma problemática filosófica (extensión: 2.500 palabras por con-
tribución - se aceptan propuestas alternativas fundadas).

Crónicas
Crónicas de eventos académicos y otras instancias de producción filosó-
fica en vivo (extensión: entre 1.500 y 4.000 palabras).

Márgenes
Experimentación estilística, formato abierto, juego con los límites del
discurso filosófico (académico o ensayístico).

318
NORMAS Y POLÍTICAS EDITORIALES

Pautas para artículos


(ver abajo las pautas específicas para reseñas y crónicas)

Enviar en dos archivos en formato .doc, .rtf  u .odt (Word u OpenOffice):


A) Artículo completo:
1. Título del artículo en castellano e inglés (centrado, fuente Times New
Roman tamaño 14, en negrita).
2. Nombre y apellido del autor/es (centrado, fuente Times New Roman
tamaño 12).
3. Pertenencia/s institucional/es sin abreviaciones y país (entre parén-
tesis, centrado, fuente Times New Roman tamaño 12; todo separado
con guiones). Ej.: (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas - Universidad de Buenos Aires - Argentina).
4. Resumen en castellano e inglés (200 palabras cada uno).
5. Cuatro palabras clave, en castellano e inglés (separadas por guiones).
6. Breve CV en forma de párrafo (200 palabras).
7. Texto completo (justificado, fuente Times New Roman tamaño 12, in-
terlineado 1,5, con sangría de 1 cm al comienzo de cada párrafo).
8. Bibliografía.

B) Artículo preparado para referato ciego:


1. Título del artículo en castellano e inglés (centrado, fuente Times New
Roman tamaño 14, en negrita).
2. Abstract en castellano e inglés (200 palabras cada uno).
3. Cuatro palabras clave, en castellano e inglés (separadas por guiones).
4. Texto completo (justificado, fuente Times New Roman tamaño 12, in-
terlineado 1,5).
5. Bibliografía.
NOTA: si se mencionan obras del propio autor, reemplazar la referen-
cia, tanto en el texto como en la bibliografía, por la leyenda “AUTOR”.

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Pautas generales:

- Notas: a pie de página, fuente Times New Roman tamaño 10, justificado.
- No utilizar negritas ni subrayado en el cuerpo del texto.
- Evitar doble espacio entre palabras y al final de cada párrafo.

Citas y notas al pie


- Todas las citas deben estar traducidas al castellano. Si se considera necesa-
rio incluir también la versión en idioma original, hacerlo en nota al pie.
- Las citas en el cuerpo del texto que superen las cuatro líneas de ex-
tensión deben insertarse en un párrafo aparte, con margen izquier-
do y derecho de 1cm, letra tamaño 11, centrado, sin sangría, interli-
neado simple, sin comillas.
- El índice numérico de las notas al pie debe ir siempre luego del sig-
no de puntuación (luego del punto o del signo de pregunta/exclama-
ción, si la nota está al final de la oración, o luego de la coma, punto y
coma, etc. si la nota está dentro de la oración).
Ej.: Esto lo sostiene Deleuze en su tesis sobre Spinoza.1

- Utilizar corchetes con tres puntos [...] para indicar que la cita conti-
núa o que alguna frase quedó elidida.
- Utilizar comillas comunes: “...”. Dentro de las comillas comunes, uti-
lizar las comillas francesas: “... «...»...”

Palabras en otras lenguas


- Toda palabra perteneciente a otra lengua debe estar en letra cursiva.
- Si se desea aclarar un término en su idioma original, hacerlo entre
paréntesis ().

Referencias a la bibliografía
- Incluir todas las referencias a la bibliografía en las notas al pie.
- La primera vez que se cita una obra: mencionar los datos comple-
tos (para el formato de la cita según el tipo de texto citado, Cf. infra,
“Modo de citar” p. 325)”
Ej.: Deleuze, Gilles, Diferencia y repetición, trad. M. S. Delpy y H. Beccace-
ce, Buenos Aires, Amorrortu, 2006, p. 42.

320
NORMAS Y POLÍTICAS EDITORIALES

- Si se vuelve a hacer referencia a la misma obra: mencionar solamen-


te el autor y la abreviatura op. cit. (en cursiva) seguida del número
de página al que se remite.
Ej.: Deleuze, Gilles, op. cit., p. 56.
- Si se hace referencia a la misma obra a la que se hizo referencia en
la nota al pie inmediatamente anterior: utilizar la abreviatura Ibíd.
(en cursiva) seguida del número de página (ej: Ibíd., p. 3).
- Si se maneja más de una obra del mismo autor: citar las obras con
sus datos completos la primera vez que se haga referencia a ellas y
luego, si se vuelve a hacer referencia a ellas, indicar el título o las
palabras iniciales del título de cada una, luego op. cit. (en cursiva) y
el número de página al que se remite.
- Si se hace referencia a la misma obra y misma página a la que se
hizo referencia en la nota al pie inmediatamente anterior: utilizar
la abreviatura Ibídem (en cursiva).
- Si se utilizan letras, siglas o abreviaturas especiales para referirse a
una determinada obra o edición, indicarlo lo más claramente posi-
ble en nota al pie, la primera vez que se haga referencia a esa obra.
- Si no hay referencia a una cita textual, sino que se cita indirecta-
mente, utilizar la abreviatura Cf. (en cursiva) seguida de la referen-
cia bibliográfica y el número de página.

Sección bibliográfica
Indicar todos los datos de los textos citados o a los que se hace refe-
rencia en las notas a pie de página y, si corresponde, otra bibliogra-
fía consultada pero no citada. Si se menciona más de una obra del
mismo autor, no se repite el nombre, sino que se lo reemplaza por
tres guiones (---).

Modo de citar:
Libros:
Autor (Apellido, Nombre), Título en cursiva, datos del traductor/edi-
tor/etc. si corresponde, Lugar, Editorial, año.
Ej.:
Deleuze, Gilles, Spinoza y el problema de la expresión, trad. Horst Vo-
gel, Barcelona, Muchnik Editores, 1996.

321
Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Capítulos de libros / Artículos en compilaciones:


Autor (Apellido, Nombre), “Título entre comillas” en Referencia al
libro (como se indicó arriba), pp. XXX-XXX.
Ej.:
Beiser, Frederick, “The Enlightenment and Idealism” en Ameriks,
Karl (ed.), The Cambridge Companion to German Idealism, Cambri-
dge, Cambridge University Press, 2000, pp. 18-36.

Artículos en revistas:
Autor (Apellido, Nombre), “Título entre comillas” en Nombre de la
revista en cursiva, volumen/número, año, pp. XXX-XXX.
Ej:
Dotti, Jorge E., “Jahvé, Sion, Schimtt. Las tribulaciones del joven
Strauss” en Deus Mortalis, Nº 8, 2009, pp. 147-238.

Artículos en revistas electrónicas:


Autor (Apellido, Nombre), “Título entre comillas” en Nombre de la
revista en cursiva [en línea], volumen/número, año, pp. XXX-XXX
si corresponde. Consultado el dd/mm/aaaa. URL: xxx.
Ej.:
Razzante Vaccari, Ulisses, “A disputa das Horas: Fichte e Schiller sobre
arte e filosofia” en Revista de Estud(i)os sobre Fichte [en línea], Nº 5,
2012. Consultado el 16/03/2015. URL: http://ref.revues.org/263.

Pautas específicas para reseñas


Enviar en un único archivo en formato .doc, .rtf u .odt (Word u
OpenOffice):
1. Título de la reseña (centrado, fuente Times New Roman tamaño
14, en negrita).
2. Nombre y apellido del autor/es (centrado, fuente Times New Ro-
man tamaño 12).
3. Pertenencia/s institucional/es sin abreviaciones y país (entre pa-
réntesis, centrado, fuente Times New Roman tamaño 12; todo
separado con guiones). Ej.: (Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas - Universidad de Buenos Aires - Argentina).
4. Datos completos del libro reseñado, respetando el siguiente formato:

322
NORMAS Y POLÍTICAS EDITORIALES

Autor (Apellido, Nombre), Título en cursiva, datos del traduc-


tor/editor/etc. si corresponde, Lugar, Editorial, año, cantidad
de páginas.
Ej.: Deleuze, Gilles, Spinoza y el problema de la expresión, trad.
Horst Vogel, Barcelona, Muchnik Editores, 1996, 348 pp.
5. Texto completo (justificado, fuente Times New Roman tamaño 12,
interlineado 1,5, con sangría de 1 cm al comienzo de cada párrafo).
- No deben incluirse notas al pie.
- Para hacer referencia a la obra reseñada, indicar simplemente
“p.”, seguido por el número de página entre paréntesis (p. xx), en
el cuerpo del texto.
- Se debe adjuntar foto de portada (a 300 dpi).

Pautas específicas para crónicas


Enviar en un único archivo en formato .doc, .rtf u .odt (Word u
OpenOffice):
1. Título, que debe ser el nombre del evento del que trata la crónica
(centrado, fuente Times New Roman tamaño 14, en negrita).
2. Nombre y apellido del autor/es (centrado, fuente Times New Ro-
man tamaño 12).
3. Pertenencia/s institucional/es sin abreviaciones y país (entre pa-
réntesis, centrado, fuente Times New Roman tamaño 12; todo
separado con guiones). Ej.: (Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas - Universidad de Buenos Aires - Argentina).
4. Texto completo (justificado, fuente Times New Roman tamaño 12,
interlineado 1,5, con sangría de 1 cm al comienzo de cada párrafo).
5. El primer párrafo debe ser de carácter informativo, indicando el
qué, cuándo y dónde del evento cronicado.
- No deben incluirse notas al pie.
- Se debe adjuntar material gráfico (a 300 dpi): fotos del lugar de
realización, conferencias, etc.
- Cada imagen debe ir acompañada de un breve epígrafe.

NOTA:
Ideas. Revista de filosofía moderna y contemporánea se reserva el derecho de realizar
modificaciones formales menores sobre las contribuciones recibidas, de acuerdo al
estilo de la revista.

323
Ideas, 8 revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Políticas Editoriales

Sistema de arbitraje
Se someten a arbitraje los textos publicados en las secciones “Ar-
tículos” y “Reseñas”. Estas contribuciones son sometidas a un do-
ble referato ciego por parte de evaluadores externos a la revista
y reconocidos especialistas en el área pertinente. La evaluación
se realiza sobre la base de una grilla acorde a los estándares aca-
démicos vigentes. Cada contribución puede ser considerada: pu-
blicable sin modificaciones, publicable con modificaciones leves,
publicable con modificaciones significativas o no publicable. En
caso de que ambos dictámenes la consideren publicable, se pro-
cede a su edición, diseño y publicación. En caso de que ambos
dictámenes la consideren no publicable, se comunica al autor tal
decisión. En caso de que sólo un dictamen la considere no publi-
cable, se envía el texto a un tercer evaluador cuyo dictamen defi-
nirá si es en efecto no publicable. En los otros casos, se solicita al
autor que cumpla con las modificaciones de ambos evaluadores (o
de uno sólo de ellos, en el caso de que un dictamen no considere
necesarias modificaciones). En el caso de que las modificaciones
fueran significativas, se somete nuevamente el artículo a consi-
deración del mismo evaluador. Si es aceptado, se procede a su edi-
ción, diseño y publicación.
Las contribuciones incluidas por fuera de las secciones “Artículos”
y “Reseñas” son evaluadas por el Grupo Editor de Ideas, revista de
filosofía moderna y contemporánea.

Política de acceso abierto


El material publicado en la revista es de acceso abierto (open access)
y está sujeto a las normas de derecho de autor CC BY-SA 4.0. Vale
decir, se autoriza la copia, el uso y la difusión del contenido publica-
do a condición de que i) se cite la autoría y la fuente original de su

324
NORMAS Y POLÍTICAS EDITORIALES

publicación (revista, editorial y URL de la obra) y ii) se mencione la


existencia y especificaciones de esta licencia de uso.

Aviso de derechos de autor


Los autores que publican en esta revista están de acuerdo con ceder
de forma no exclusiva los derechos de explotación de los trabajos
aceptados para su publicación. Con ello, garantizan a la revista el
derecho de ser la primera publicación del trabajo y permiten que
la revista distribuya los trabajos publicados bajo la licencia de uso
indicada en el apartado anterior.

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Contenidos a preservar: revista completa y archivos individuales
correspondientes a cada uno de los artículos, reseñas y contribu-
ciones a otras secciones en formato PDF en sus últimas versiones.
Periodicidad de la migración: cada cinco años (incluye prueba de
accesibilidad). Tipo de soporte actual: físico, disco óptico en DVD (a
definir para el próximo período de preservación de acuerdo a los
estándares vigentes). Protocolo: se realizan tres copias físicas que
son almacenadas en tres domicilios distintos.

Políticas de detección de plagio


Como las normas editoriales lo indican, Ideas. Revista de filosofía
moderna y contemporánea publica solamente textos inéditos y ori-
ginales. No se aceptan, por lo tanto, textos plagiados total o parcial-
mente ni autoplagiados. Esta exigencia no es válida para las traduc-
ciones de trabajos originariamente publicados en otros idiomas y
traducidos al castellano.

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Ideas8, revista de filosofía moderna y contemporánea #8 NOVIEMBRE DE 2018 - ABRIL DE 2019

Se solicitará a los autores una declaración en la que garanticen que se


trata de una contribución original y que poseen los derechos mora-
les sobre ella.

Para la detección de eventuales plagios o autoplagios Ideas. Revista


de filosofía moderna y contemporánea utilizará el software gratui-
to Dupli Checker u otros gratuitos a disposición. Allí adonde alguna
forma de plagio fuera detectada, la revista se pondrá en contacto
con el autor de la contribución solicitando explicaciones. De no ser
las mismas satisfactorias se procederá al rechazo del trabajo.

Código de ética
Ideas. Revista de filosofía moderna y contemporánea adhiere a las
normas y códigos de ética COPE.

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