Coaching

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La Mente Holográfica

Las dos nuevas claves de la comunicación exitosa

Dos personas que se comunican son dos sistemas que se comunican, cada uno
desde su propio modelo.
Que las personas podamos comunicarnos es un hecho extraordinario, ya que
cada una es parte de su propio modelo y mapa del mundo.

¿Cómo podemos, entonces, avanzar en el camino de una comunicación


más eficiente?
Si partimos de la explicación básica de que para comunicarnos necesitamos un
emisor y un receptor, el éxito de la transmisión y la recepción del mensaje necesita
que ambos compartan un código y que dicho mensaje llegue con la menor
cantidad de ruido e interferencias posibles.

Dos herramientas de excelencia en el proceso de la comunicación en dos niveles:

 Comprender el código del emisor en la escucha y tenerlo como herramienta


en nuestro propio mensaje.

 Eliminar ruidos o filtros en la recepción del mensaje, utilizando la dimensión


espacial en el proceso de transmisión.

El tono en la comunicación: la voz del sí y la voz del no

Hagamos una sencilla experiencia:

Pregunte lo siguiente a una persona que está sentada y escuche atentamente sus
respuestas.

—¿Estas sentado/a?
—Si.
—¿Estas parado/a?
—No.

Notara una marcada diferencia en el tono:


El sí es más agudo, más alto en la escala, mientras que él no es más grave, mas
bajo en la escala.

Luego, pídale que mienta su primera respuesta:

—¿Estas sentado/a?
—No.
—¿Estas parado/a?
—No.

Y ahora, que lo haga en la segunda:

—¿Estas sentado/a?
—Si.
—¿Estas parado/a?
—Si.

Advertirá que hay un no más agudo, cuando la respuesta verdadera es si, y un si


más grave cuando la respuesta verdadera es no.

La persona no puede mantener la congruencia entre su tono y la respuesta, al


estar diciendo lo contrario a lo que es verdad.

Cuanto más afinamos nuestro oído, más detectamos las utilizaciones de estos dos
tonos en la comunicación, a los que llamamos “la voz del sí y “la voz del no”.
Podemos seguir experimentando.
Detecte en alguien el tono de su voz del sí.
Pruebe de hablarle a esa persona de algo que le encanta con el tono de la voz del
sí y observe sus gestos (sobre todo, las comisuras de la boca) y su lenguaje
corporal.
Luego, dígale lo mismo, pero con la voz del no, y observe el resultado de la
comunicación que están estableciendo.

Por último, pregúntele que le estuvo pasando en cada caso.


Encontramos que, por lo menos, hay un registro consciente de incomodidad o
desagrado, hasta un cierto nivel de hostilidad o inquietud física (la persona se
mueve en su silla o hace gestos de molestia) cuando utilizamos su voz del no en
la emisión de un mensaje.

Si estamos atentos a las voces del otro, podemos utilizar nuestro tono de voz
como estrategia de comunicación para asegurarnos de eliminar filtros muy
importantes en la recepción del mensaje y comprender el proceso.

Muchas veces, basta una simple pregunta inocente y casual al comienzo de la


conversación, que la persona ni notara, para detectar ese tono.
Las referencias habituales al clima son muy útiles en estos casos.

—¿Hace frio?
—Si.
—¿Tenes calor?
—No.
Imaginen por un momento un hombre en una situación de liderazgo, que imparte
instrucciones con el tono lo más grave posible, en la creencia de que esa es una
voz masculina de líder bien utilizada.
Lo más probable es que esté hablando con la voz del no de la mayoría, y esto es
un fuerte elemento de interferencia en la recepción del mensaje en todas las
personas que luego tienen que seguir esas instrucciones.

Si llevamos el mismo ejemplo a otros ámbitos:


conversaciones terapéuticas, de coaching, o los vínculos personales, nos daremos
cuenta de la enorme importancia de aplicar esta herramienta tan simple en la
emisión de nuestro mensaje.

Escuchemos la voz del sí del interlocutor y luego podremos estar utilizando esos
tonos para reforzar la congruencia de nuestras afirmaciones y negaciones, o para
sugerir la respuesta desde una analogía tonal.

Por ejemplo, utilizando la voz del sí de la persona le decimos:

—¿Estás de acuerdo en probar estas nuevas opciones en tu


vida?

Los campos de lo positivo y lo negativo

Cuando nos comunicamos en presencia del otro, estamos en una relación


espacial con él.
Estamos enfrente, atrás, a la izquierda, a la derecha, y estas posiciones afectan a
la comunicación.
Lo más habitual es que estemos frente a nuestro interlocutor o de costado, a su
derecha o izquierda.

Nuestro mensaje, ¿le llega de la misma manera si estamos a su derecha que a su


izquierda? Hoy sabemos que no.

Esto sucede porque las personas tenemos espacialmente un campo donde nos
representamos lo positivo y un campo donde nos representamos lo negativo, y
quien se comunica entra en ese campo, o su mensaje pasa a través de él, y es
“filtrado” por su polaridad.

Por ejemplo:

Hablarle sobre un lugar, hora y época que le guste.

Primero, podemos hacerlo de un lado y con su voz del sí:


—Imagina que estas allí en ese paisaje que tanto te gusta, y esa estación del ano
maravillosa donde todo es tan hermoso, y es justo esa hora del día con esa luz tan
especial, y estas allí disfrutando... etcétera.

Y observamos sus gestos, sobre todo los de su boca (si aprieta la mandíbula, si
mueve los labios hacia un lado, etc.).
Luego nos ubicamos del otro lado y repetimos lo dicho en el mismo tono.
De inmediato podremos ver que hay diferencias notables entre ambos casos.
Muchas veces basta con decirle a una persona:
—¿De qué lado te resulta más cómodo que te hable?

Si nunca ha pensado en eso (y es lo más probable) pueden ensayar ambas


posiciones, para que el otro elija.
¿Por qué sucede esto?

Cuando pensamos, nuestra mente que no está estrictamente dentro del cerebro
realiza disposiciones, configuraciones mentales que podemos ubicar
espacialmente en un campo alrededor de nuestro cuerpo.
A este campo lo llamamos el holograma mental.

El holograma es un espacio de representación que nos circunda donde,


literalmente, ubicamos pensamientos de acuerdo con cierta clasificación (lo
positivo y lo negativo

Por ejemplo:
Que, además, son filtros de la percepción.
Cuando realizamos procesos mentales, estos tienen una representación
holográfica y somos afectados por ella.

Campo positivo: lo que hay, lo que me gusta, lo que es bueno, lo agradable.


Campo negativo: lo que falta, lo que no me gusta, lo malo, lo desagradable.

En su configuración más usual, se encuentran ubicados respectivamente a


derecha e izquierda de la persona (no influye el hecho de ser zurdo o diestro) y
solo una minoría tiene la configuración opuesta.
Hablamos de campos holográficos, ya que hemos encontrado que estos tienen
una zona espacial, pero también una altura en relación con el cuerpo, y un
tamaño, y las personas cuando se contactan con él, describen un volumen
asociado.

Este descubrimiento nos permite comprender por qué algunos hacen ciertos
movimientos con las manos cuando hablan de algo, a la derecha o izquierda de su
cuerpo.

Realice la siguiente experiencia.


Pregúntele a alguien que tenga sus manos libres, por las ventajas y desventajas
de algo que posee.

por ejemplo:
Su auto, su teléfono celular, el lugar donde vive, etc.
Y observe que mientras va respondiendo, aparece una lateralidad de gestos a
derecha e izquierda, según hable de una cosa y de otra, y que, además, es muy
probable que esos gestos reafirmen con el tipo de movimientos e intensidad lo que
están diciendo.

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