Elementos de La Comunicación No Verbal: Kinesia, Proxemia y Paralingüística
Elementos de La Comunicación No Verbal: Kinesia, Proxemia y Paralingüística
Elementos de La Comunicación No Verbal: Kinesia, Proxemia y Paralingüística
Distancia Íntima: (0-45 cm): Es la más guardada por cada persona, ya que se
da entre personas que tienen mucha confianza, e incluso que están
emocionalmente unidos, como es el caso de parejas, y también con amigos o
familia. En esta distancia se puede oler al otro, y hablar en susurros.
Distancia Personal: (45-1,20 cm): Se da en las relaciones cercanas, como por
ejemplo: reuniones, en una oficina, asambleas, fiestas, conversaciones
amistosas o de trabajo. Por ejemplo, si estiramos el brazo, podemos tocar a
la persona con la que estamos hablando.
Distancia Social: (1,20- 3,65 cm): Se da en relaciones más impersonales y se
necesita un mayor volumen de voz para comunicarnos con una persona o
grupo de personas. Es la distancia que nos separa de personas extrañas o
desconocidas, por lo que se usa con personas con quien no nos une ninguna
relación amistosa. Por ejemplo: la dependiente de un comercio, los nuevos
empleados, los proveedores.
Distancia Pública: (3,65 cm). Es hasta el límite de lo visible. Es la distancia
idónea para dirigirse a un grupo de personas, en una conferencia, charla,
coloquio, discurso, usando un tono de voz alto.
Por último, hablaré de la Paralingüística, que es la capacidad de codificar y
decodificar mensajes, a través de códigos no verbales, producidos por la
voz. Los Elementos Paralingüísticos, los usamos al entablar una conversación, y
acompañan al lenguaje no verbal, de forma complementaria al mismo, para
transmitir una información adicional al mensaje que queremos emitir. Se refiere
más al cómo se dice, qué al que se dice. Dichos elementos son los siguientes:
1. Dicción: se refiere a una buena vocalización, es decir pronunciar las palabras de
forma correcta, morfológica y sintácticamente, para que sean comprendidas por
el receptor, sin margen de error.
2. Fluidez verbal: es el ritmo que tenemos a la hora de hablar, de forma clara y
concisa, usando pausas y silencios cuando sea necesario. Si es un ritmo lento,
entrecortado, monótono, implica rechazo al contacto social, frialdad en la
interacción; en cambio un ritmo modulado, ligero, fluido, es detonante de una
buena comunicación y contacto interpersonal.
3. Entonación: Es la modulación de la voz, a la hora de hablar, que indica si lo que
decimos es una pregunta, entonación, afirmación, o si tenemos dudas, ira, temor.
Los tipos de tono de voz, pueden ser agudos o graves, según cada persona; por
ejemplo, por regla general, los hombres suelen tener un tono de voz grave y las
mujeres más agudo.
4. Volumen de la voz: Transmite emociones y sentimientos, y enfatiza el discurso.
Hay que hablar en un volumen de voz adecuado; ni demasiado alto que
demuestra autoridad, dominio, enfado, ni demasiado bajo que puede indicar
timidez, inseguridad, introversión, y transmite la sensación de que no queremos
ser oídos.
5. Timbre: Es la cualidad que permite distinguir la voz de la persona concreta que
habla, así como el instrumento u objeto que emite el sonido. Cada persona tiene
una voz diferente, es decir, un timbre diferente, que permite distinguir quien es
la persona que está hablando. Según el timbre, también distinguimos si habla
una o más personas a la vez, y podemos diferenciar entre dos sonidos que tienen
el mismo tono e intensidad.
La Importancia de las Manos
Como estáis viendo en todos los contenidos de este blog, la comunicación no verbal
es muy importante. Me gustaría fijarme unos instantes en otra parte del nuestro
cuerpo que utilizamos de forma habitual cuando nos relacionamos y comunicamos
con los demás, se trata de nuestras manos, no me refiero al lenguaje de signos, canal
de comunicación para millones de personas en el mundo que tienen cierta
discapacidad, sino a los gestos con los que acompañamos nuestra comunicación
verbal y que no debemos descuidar si no queremos perder el control de lo que
comunicamos.
A continuación voy a describir unos cuantos movimientos que realizamos con
nuestras manos y su significado, es decir lo que expresan dichos gestos:
¿Hasta qué punto podemos averiguar la emoción que está experimentando nuestro
interlocutor con sólo observarle?; la emoción que nos tramite nuestro receptor, ¿es
absolutamente sincera o la está fingiendo?; ¿cómo es posible que la persona que está
a nuestro lado no experimente la misma reacción que nosotros ante el mismo
estímulo?. Estas preguntas y otras muchas de la misma índole, nos las hacemos más
habitualmente de lo que pensamos.
Cuando una persona se siente feliz o contenta se pueden observar en ella los
siguientes rasgos:
Sonríe constantemente y sin motivo aparente la mayoría de las veces.
Anda con la cabeza firme, alzada y con un “brillo especial” en la mirada.
Tiende a sonreír recién terminados sus comentarios, no necesariamente
graciosos o cómicos.
Sus músculos faciales tienden a estar muy relajados.
Su tono de voz suele ser un poco más alto y melódico de lo habitual.
Su punto de vista frente a adversidades es más optimista que de costumbre.
Cuando una persona se siente triste se pueden observar en ella los siguientes
rasgos:
Cuando una persona se siente ansiosa se pueden observar en ella los siguientes
rasgos:
Irritabilidad no justificada.
Músculos faciales tensos.
Mirada fija y penetrante.
Movimientos corporales rápidos y poco precisos.
Tartamudeo ocasional.
Manos sudorosas.
Realmente no existe una fórmula fija para detectar las emociones en nuestros
interlocutores y receptores a través de sus gestos. Todo ello nos indica que no solo
dicen de nosotros las palabras. Las posturas y reacciones de nuestro cuerpo, y
nuestros gestos y miradas también hablan, y expresan mucho más que lo que una
simple sonrisa o un ceño fruncido puede denotar. Los seres humanos tenemos
lenguaje verbal y también nos expresamos a través del cuerpo. Es muy importante
conocerlo y aprender a percibirlo, ya que en muchas ocasiones no decimos lo que
pensamos, sentimos o queremos, pero sí lo expresamos con nuestro cuerpo.
Gran parte de nuestra gestualidad es totalmente inconsciente, y los gestos, aunque
nuestras palabras indiquen lo contrario, son capaces de delatarnos hasta en los
momentos más inoportunos.
Llegar a dominar la totalidad de los gestos a la hora de expresarnos es una tarea muy
complicada, ya que como he indicado anteriormente, muchos de ellos van implícitos
en nuestros discursos.
Pero no sólo nuestros gestos “hablan” por sí solos. La postura general que tome
nuestro cuerpo tanto en el papel de emisor como en el de receptor de un mensaje;
la inclinación de nuestro tórax y cabeza; la posición de nuestras manos y piernas;
nuestra actitud; e incluso nuestra forma de vestir según sea la situación, el contexto
y el entorno dice mucho de nosotros sin pronunciar una sola palabra. En definitiva,
nuestras emociones, a través de nuestro lenguaje corporal en el más amplio sentido
de la palabra, hablan, y en muchas ocasiones con más vehemencia y
proporcionándonos más información que el propio mensaje enviado.
Además de los gestos innatos, están los Gestos Adquiridos, que son aquellos que
vamos aprendiendo a lo largo de la vida, a través de la imitación de conductas y
gestos de las personas que nos rodean.
A continuación, vamos a ver una clasificación más específica, que engloba los 6 tipos
de Gestos más usuales, que empleamos cada persona, los cuales pueden variar de
una cultura a ootra
Este tipo de gesto, refleja el Estado Emotivo de la persona; así, por ejemplo, una
persona se nota que esta alegre si sonríe al hablar y se ríe. Por tanto expresan
las emociones básicas, como alegría, tristeza, ira, enfado, miedo o asco, de forma
inconsciente
No debemos confundirlos con los gestos ilustradores, porque los ilustradores
son totalmente neutros y no expresan ninguna emoción ni sentimiento.
Por tanto los gestos de las manos nos pueden delatar; por ejemplo, si muestra
las palmas de las manos hacia arriba, indica al receptor que estoy abierto al
mismo, a escucharle y a expresarle también mis inquietudes sobre el tema o
situación que estemos hablando, mientras que cerrar los puños, sin dejar ver las
palmas de las manos, reflejan que somos celosos de nuestra propia intimidad.
Aunque a veces podemos fingir un tipo de expresión, tarde o temprano, los
gestos nos van a delatar y dejaremos al descubierto nuestros verdaderos
sentimientos, pensamientos, y emociones.
Por ejemplo, un gesto emotivo son las muecas de dolor, triunfo y alegría, y
ansiedad o tensión, que expresamos ante determinadas situaciones que nos
producen este tipo de emociones.
Son signos para tomar el relevo en una conversación, producidos por quién
habla (Emisor) o por quién escucha (Receptor), con la finalidad de regular las
intervenciones de cada uno en la interacción.
Son utilizados para frenar o acelerar al interlocutor, indicarle que debe
continuar hablando o bien darle a entender que debe ceder su turno de palabra,
o que queremos que nos repita algo que no hemos entendido.
El gesto regulador más común, es el asentimiento de cabeza, inclinada hacia
delante y la mirada fija, con lo que los ojos se posan en los del otro, firmemente,
lo cual, puede llegar a intimidar, sino hay mucha confianza entre ambos. Las
inclinaciones rápidas de cabeza llevan el mensaje de apresurarse y acabar de
hablar, mientras que las lentas piden que el interlocutor continúe e indican al
oyente que le parece interesante y le gusta lo que se está diciendo.
A continuación, vamos a ver una clasificación más específica, que engloba los 6 tipos
de Gestos más usuales, que empleamos cada persona, los cuales pueden variar de
una cultura a otra.
Este tipo de gesto, refleja el Estado Emotivo de la persona; así, por ejemplo, una
persona se nota que esta alegre si sonríe al hablar y se ríe. Por tanto expresan
las emociones básicas, como alegría, tristeza, ira, enfado, miedo o asco, de forma
inconsciente
No debemos confundirlos con los gestos ilustradores, porque los ilustradores
son totalmente neutros y no expresan ninguna emoción ni sentimiento.
Por tanto los gestos de las manos nos pueden delatar; por ejemplo, si muestra
las palmas de las manos hacia arriba, indica al receptor que estoy abierto al
mismo, a escucharle y a expresarle también mis inquietudes sobre el tema o
situación que estemos hablando, mientras que cerrar los puños, sin dejar ver las
palmas de las manos, reflejan que somos celosos de nuestra propia intimidad.
Aunque a veces podemos fingir un tipo de expresión, tarde o temprano, los
gestos nos van a delatar y dejaremos al descubierto nuestros verdaderos
sentimientos, pensamientos, y emociones.
Por ejemplo, un gesto emotivo son las muecas de dolor, triunfo y alegría, y
ansiedad o tensión, que expresamos ante determinadas situaciones que nos
producen este tipo de emociones.
En cuanto a la distancia social, los árabes (y también los latinos) se colocan aún más
juntos y en un ángulo más directo. Es muy frecuente ver en las conferencias
internacionales como norteamericanos y europeos retroceden ante el avance de los
árabes, intentando mantener una distancia adecuada a fin de no sentirse incómodos.
Los griegos, miran mucho más en los lugares públicos, tanto a las personas con las
que están manteniendo una charla, como al resto de la gente presente a su alrededor.
Incluso se molestan si los demás no muestran la misma curiosidad por ellos, pues
les hace sentirse ignorados.
Los italianos se acercan mucho a la otra persona cuando le hablan mientras que los
alemanes se mantienen bastante alejados uno del otro.
En los países occidentales, para hacer que un camarero se acerque, se levanta una
mano con el dedo índice estirado. Sin embargo, en Asia esta es la forma de llamar a
un perro u otro animal.
Normalmente, hacer un círculo con el dedo pulgar e índice separando el resto de los
dedos, indica que todo marcha bien, en cambio en Japón, este mismo signo indica
dinero, y en otros países tiene otros significados:
Extractos de
“Multiculturalidad y Comunicación”. Carlos Alba. Editorial Laertes. 2005
En el norte de la India y también en Bulgaria, asentir con la cabeza de arriba abajo,
indica “No”, y moverla de lado a lado, indica “Si”. En realidad, el primer gesto
significa desdén, y el segundo un aprecio forzado. En países como Japón, este mismo
gesto de mover la cabeza de arriba hacia abajo mientras se mantiene una
conversación, es sinónimo de “te escucho” y no de “estoy de acuerdo”.
En los países árabes, se debe evitar la mano izquierda (impura) en el contacto o los
gestos. En muchos países musulmanes solo se debe usar la mano derecha para
comer así como para dar y recibir objetos, incluyendo el dinero. La mano izquierda
está reservada para acciones más íntimas como el aseo personal o para tocar cosas
que hubieran estado en contacto con el suelo o la suciedad.
La cabeza ladeada indica sumisión para los nórdicos, y en cambio indica desinterés
para los latinos.
Los japoneses se miran poco a los ojos, más bien al cuello del otro.
Por definición, todos y cada uno de nosotros, somos habladores gestuales natos
quienes poseemos estilos de comunicación con los que dotamos a nuestros
mensajes de una fuerza que choca con nuestros interlocutores.
Ganamos sí, ganamos así de una mayor influencia verbal en nuestro entorno de
comunicación, y es más, el uso de nuestras manos atrae más y ayuda a que el entorno
esté más pendiente de lo que estamos compartiendo con ellos.
Hablar con las manos nos da un mayor carisma en el cual van implícitas (en gran
dosis) la energía y atracción hacia quienes van dirigidos nuestros mensajes
corporales, en una mayor transmisión de emoción.
Las manos expresan siempre la sinceridad mas sincera, son las que dan con total
sinceridad y transparencia nuestras queridas emociones a nuestros interlocutores
más próximos. Y en el caso de que lleguemos a ser conscientes del poder
comunicacional de nuestras manos, agudizaremos así nuestros sentidos y
desarrollaremos nuestra inteligencia. Por contra, el desconocimiento y la ignorancia
del sentido y longitud que abarcan éstas, nos pueden estar pasando tan
desapercibidas a nosotros mismos, esto es, a nuestro “yo” consciente que no
sabremos muy bien o no tan bien que queremos dar a entender a los demás en
cualquier ámbito en el que nos movamos.
En este sentido, nuestras manos son sin lugar a dudas la expresión más prolongada
de las emociones que impregnan todos y cada uno de nuestros sentidos y
sentimientos. Existen un sinfín de estudios científicos en todas las culturas del
mundo que siguen siendo testigos en tanto que sus investigaciones vienen a
reconocer y avalar esto mismo que les venimos divulgando en estos textos y que han
sido contrastados sondeando alrededor de 3000 publicaciones de entre los equipos
científicos universitarios más renombrados a nivel mundial durante el año 2015, y
de los cuales se derivan estas informaciones de la forma más precisa y divulgativa a
todos los efectos públicos y académicos, los cuales se encuentran dentro de la bien
denominada “Sociedad del Conocimiento”.
Voy a compartir con todos vosotros una serie de gestos que deberíamos evitar si
queremos tener una comunicación correcta con cualquier persona.
2. Mirar a otro lado cuando nos hablan. Si miramos a los ojos a una persona
que nos está hablando demostraremos seguridad y atención. Esa actitud será
tomada de manera positiva por el locutor. Todo lo contrario sucederá si bajamos
la mirada o cambiamos el foco hacia otro sector. Esto puede transmitir una
sensación de inseguridad o desinterés en el tema que se está tratando. Por otra
parte, mirar hacia arriba o girar los ojos cuando alguien se dirige a nosotros es
una muy buena forma de enviar señales negativas. Generalmente puede
interpretarse estos gestos como desinterés, aburrimiento, cansancio o hartazgo.
Será mejor no hacer esos movimientos durante una charla.
3. Mirar el reloj. Mirar el reloj durante una conversación hará que las otras
personas piensen que estamos apurados y debemos irnos. Además transmite la
sensación de que tenemos algo más importante para hacer. En ambos casos hará
que quién se dirige a nosotros se sienta incomodo o apurado. Lo mejor es que
durante esa conversación mantengamos el foco de concentración en la otra
persona y no miremos el reloj.
4. Tocarse el cuello o acomodarse el primer botón de la camisa. “Cuando nos
sentimos vulnerables protegemos el área de nuestro cuello”, señala Hoppe. Si
estamos en una conversación de negocios o reunión importante será mejor no
acomodar el primer botón de la camisa ni tocarnos esa área del cuerpo. Ese gesto
transmite inseguridad y también puede indicar que tenemos ganas de
escondernos.
9. Anotar algo mientras otra persona habla. Cuando estamos escuchando a otro
que nos habla directamente nunca debemos sacar un bolígrafo del bolsillo y
hacer una anotación. Esto hará que esa persona sienta desaprobadas las ideas y
conceptos que nos transmitió. También puede llevarlo a cohibir una opinión
sincera. Si queremos anotar algo debemos hacerlo cuando ya no estemos en esa
situación o nos encontremos en soledad.
demás.
11. Caminar. Otro aspecto a tener en cuenta cuando estamos en una reunión
importante es la forma de caminar. Las personas que lo hacen con la mirada
hacia abajo y las manos en los bolsillos transmiten sensación de derrota. Alguien
que está preocupado suele andar lentamente y con las manos en la espalda. Será
mejor evitar esos detalles si queremos demostrar seguridad ante los demás.
12. Mirar el teléfono móvil. El gesto de mirar nuestro teléfono móvil durante
cualquier tipo de conversación es una fuerte señal de que no nos interesa lo que
la otra persona nos está diciendo. También puede ser interpretado como una
acción arrogante. Siempre será mejor silenciar o apagar nuestro teléfono si
estamos en una conversación importante o reunión de trabajo.
13. Cuidar nuestra imagen personal en el vestir. No es malo vestirse “cool” o “ir
a la última” pero si constantemente nos mostramos descuidados en nuestra
manera de vestir, enviaremos una mala señal a los otros. El tener desatados los
cordones, la camisa fuera del pantalón o usar colores demasiado llamativos
constantemente puede indicar que somos desordenados. También habrá
quienes piensen que simplemente no nos importa esa reunión o que además
somos descuidados y desordenados para trabajar.