Ficha de Lectura
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Sumilla:
Fundamento
El artículo 315 del Código Civil prescribe que para disponer de los bienes de una
sociedad de gananciales se requiere la intervención del marido y la mujer.
Empero, cualquiera de ellos puede ejercitar tal facultad si tiene poder especial
del otro.
Sin embargo, el acto jurídico ineficaz es aquel que cuenta con los elementos
esenciales y los presupuestos intrínsecos de validez, pero que no es eficaz por
una causa ajena a la estructura de ese acto, añadió.
Por tanto, el supremo tribunal considera evidente que si uno de los cónyuges
celebra un acto de disposición sin autorización del otro, carecerá de facultades
de representación expresas respecto al titular del bien, que es la sociedad de
gananciales; así, al celebrar el acto, el cónyuge culpable se atribuye una falsa
representación. Por tanto, al carecer el enajenante de estas facultades de
representación (respecto a la sociedad de gananciales) y de legitimidad para
contratar, el acto jurídico es ineficaz e inoponible respecto del cónyuge inocente,
quien, de creerlo conveniente podría confirmar el acto jurídico.
Debate doctrinario
Corolario
EL PERUANO 20/10/2014
II. ANTECEDENTES:
III.- CONSIDERANDO:
Primero:
Conforme se aprecia del escrito de fojas veinticuatro, don Víctor Almir Gamarra Martínez,
interpone demanda civil a efecto que se declare la nulidad de los actos jurídicos contenidos en
las Escrituras Públicas a través de las cuales don Víctor Rolando Castellares Aguilar habría
adquirido de doña Karina del Pilar Saavedra Mozombite dos predios rústicos, situados en la
ubicación rural San José, que constan de un área de once punto treinta hectáreas (11.30
Hectáreas.), Unidad Catastral 30894, el primero y sesenta punto cero cero (60.00 Hectáreas.),
Unidad Catastral 31050, el segundo, ambas celebradas el dos de noviembre del dos mil siete,
según se puede ver de los asientos de inscripción de fojas siete y doce de los presentes autos.
Segundo:
El demandante, don Víctor Almir Gamarra Martínez, sustenta su pretensión en lo dispuesto por
el artículo 315 del Código Civil, que sanciona con nulidad la no intervención en el acto jurídico
de uno de los cónyuges, alegando para el efecto que con fecha nueve de octubre de mil
novecientos noventa y nueve contrajo matrimonio con la transferente doña Karina del Pilar
Saavedra Mozombite, y que con fecha diecisiete de noviembre del dos mil tres, es decir, dentro
del matrimonio adquirieron como sociedad conyugal ya formada, los predios rústicos en
mención; no obstante, sin contar con su consentimiento, su cónyuge otorgó en compra venta
los referidos bienes a favor del demandado don Víctor Rolando Castellares Aguilar, quien se
habría coludido con su esposa para simular la compra venta de los bienes materia de litis, pues
a partir del mes de setiembre del dos mil siete se encontraba separado de la misma.
Tercero:
Mediante sentencia de primera instancia, el Juzgado Civil de la Corte Superior de Justicia de San
Martín, ha resuelto declarar fundada la demanda interpuesta tras considerar que a la fecha en
que adquirió los inmuebles doña Karina del Pilar Saavedra Mozombite se encontraba casada con
el hoy demandante por lo que los mismos tienen la calidad de bienes de la sociedad conyugal,
aún cuando lo haya comprado a título personal, en tanto que de la lectura de las Escrituras
Públicas del dos de noviembre de dos mil siete se aprecia que la citada emplazada transfirió los
referidos inmuebles a título personal, esto es sin la intervención de su esposo.
Cuarto:
El argumento impugnatorio esencial del recurso de casación, recae en el hecho que al dictarse
la sentencia de vista no se habría tenido en cuenta que el acto jurídico materia de impugnación
atenta contra el núcleo básico de la sociedad, que es la familia, en la medida que vulnera una de
sus instituciones, como es el patrimonio de la Sociedad de Gananciales, pues de acuerdo con el
artículo 315 del Código Civil, no se pueda disponer de bienes de la sociedad conyugal sin que
hayan intervenido ambos cónyuges.
Sexto:
Sétimo: En ese sentido, advirtiéndose de la sentencia de vista que para la aplicación del artículo
2014 del Código Civil, en cuya virtud, “el tercero que de buena fe adquiere a título oneroso algún
derecho de persona que en el registro aparece con facultades para otorgarlo, mantiene su
adquisición una vez inscrito su derecho, aunque después se anule, rescinda o resuelva el del
otorgante por virtud de causas que no consten en los Registros Públicos. La buena fe del tercero
se presume mientras no se pruebe que conocía la inexactitud del registro”, ha tenido en cuenta
que el adquirente don Víctor Rolando Castellares Aguilar, ha adquirido la propiedad de los
inmuebles sub litis en base a la información que brindaba el registro público, pues conforme se
aprecia de la instrumental de fojas diez, en la ficha registral respectiva aparece que doña Karina
del Pilar Saavedra Mozombite tiene la condición de soltera; estado civil que si bien es cierto no
se sujeta a la realidad, pues la misma contrajo matrimonio con el demandante don Víctor Almir
Gamarra Martínez, con anterioridad a que ella adquiriera los bienes y que por tanto éstos
pertenecerían en realidad a la sociedad de gananciales, no menos cierto es que al no haber
demostrado el demandante que el demandado adquirente don Víctor Rolando Castellares
Aguilar, tenía conocimiento de la referida inexactitud que aparecía en el registro público, la
buena fe de dicho adquirente permanente incólume y por tanto protegido por el principio de
publicidad registral recogido en el artículo 2014 del Código Civil.
Octavo:
En dicho contexto, no es correcta la aplicación del artículo 315 del Código Civil, que aunque
inspirado en el concepto de familiar como núcleo básico de la sociedad y que por tanto debe
estar respaldado materialmente por una sociedad de gananciales, no puede prevalecer respecto
de la aplicación del artículo 2014 del mismo cuerpo legal, inspirado más bien en el principio –
valor de la seguridad jurídica, que debe irradiar a todo el ordenamiento jurídico en vigencia y en
especial al que rige a la propiedad y a los Registros Públicos, entendida aquélla además como un
derecho fundamental previsto en el artículo 70 e inciso 16 del artículo 2 de la Constitución
Política del Estado. Noveno: En consecuencia, no habiéndose acreditado los argumentos
impugnatorios expuestos en el recurso de casación, tras evidenciarse que al no haberse
demostrado la mala fe del tercero adquirente que se ha basado en la información registral, la
norma que debe prevalecer es la del artículo 2014 del Código Civil, y por ende que la aplicación
del artículo 315 del mismo cuerpo legal no tiene lugar, es evidente que el recurso de casación
debe ser desestimado.
IV.- RESOLUCIÓN:
Consideraciones por las que declararon INFUNDADO el recurso de casación interpuesto por el
demandante don Víctor Almir Gamarra Martínez de fecha veintiuno de agosto de dos mil doce,
obrante a fojas doscientos sesenta y siete, en consecuencia NO CASARON la sentencia de vista
de fecha veinte de julio de dos mil doce, obrante a fojas doscientos cincuenta y nueve;
ORDENARON la publicación del texto de la presente resolución en el diario oficial El Peruano,
conforme a ley; en los seguidos por don Víctor Almir Gamarra Martínez contra don Víctor
Rolando Castellares Aguilar, sobre Nulidad de Acto Jurídico; y se devuelvan. SS. WALDE
JÁUREGUI, ACEVEDO MENA, VINATEA MEDINA, LAMA MORE
I. VISTOS; la causa número cinco mil ochocientos sesenta y cinco – dos mil trece: SENTENCIA
MATERIA DE CASACIÓN: La sentencia de vista, resolución Nº 17, de fecha veinte de julio de dos
mil doce, de fojas doscientos cincuenta y nueve, que resuelve revocar la sentencia apelada
resolución Nº 12, de fecha cinco de marzo de dos mil doce, de folios doscientos uno, que declara
fundada en parte a demanda y como consecuencia la nulidad de los actos jurídicos contenidos
en la escritura pública de compra venta de los inmuebles sub litis a que se contrae la demanda,
y a la vez nulos los asientos regístrales; y reformándola, declararon infundada la referida
demanda, en los seguidos por don Víctor Almir Gamarra Martínez contra don Víctor Rolando
Castellares Aguilar y la litisconsorte necesaria pasiva doña Karina del Pilar Saavedra de
Mozombite, sobre Nulidad de Acto Jurídico, Indemnización por Daños y Perjuicios y otros.
Por resolución de fecha once de setiembre de dos mil trece, de fojas sesenta y uno del
cuadernillo de casación formado por esta Sala Suprema, este Tribunal declaró procedente el
recurso de casación formulado por el demandante don Víctor Almir Gamarra Martínez, de fecha
veintiuno de agosto de dos mil doce, obrante a fojas doscientos sesenta y siete, por la causal de
infracción normativa por inaplicación del artículo 315 del Código Civil con la sustentación del
recurrente, de que la sentencia de vista no ha tenido en cuenta que el acto jurídico materia de
impugnación atenta contra el núcleo básico de la sociedad, que es la familia, en la medida que
vulnera una de sus instituciones, como es el patrimonio de la sociedad de gananciales, que para
poder disponer del mismo tienen que intervenir ambos cónyuges. I.3 ANTECED
ANALISIS DEL VIII PLENARIO
Sobre el particular, cabe recordar que los contratos son actos jurídicos
particulares, que se integran dentro del sistema jurídico general, y, por obvia
cuestión de principio, lo particular tiene que adecuarse a lo general, en tanto este
último abarca y comprende la totalidad; en consecuencia, el sistema jurídico
establece los requisitos y condiciones para que los contratos sean reconocidos
y tutelados. En tal sentido, cuando el acto particular carezca de un elemento
esencial previsto por la ley, o uno de ellos sea gravemente defectuoso, o cuando
el fin concreto de las partes sea incompatible con el sistema, entonces el acto es
desconocido por el ordenamiento jurídico, pues, no supera el test de validez, por
lo que se trata de un supuesto de nulidad.
La nulidad puede ser: total o parcial. En el primer caso, la invalidez recae sobre
los elementos esenciales del contrato, por lo que, todo el acto queda afectado,
pues no cabe que este subsista cuando falta o está viciado un requisito
estructural. En el segundo caso, la invalidez recae, normalmente, sobre un
elemento accesorio del contrato, por lo que es posible anular esa parte,
separable, sin que afecte al resto (art. 224 CC), salvo que la ley imperativa
complete el vacío esencial que se produce por efecto de la nulidad.
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Gunther Hernán Gonzales Barrón es Profesor de Derecho Civil
En este contexto, el acto celebrado por un solo cónyuge, respecto del bien social,
no puede ser ineficaz, puesto que el problema no se encuentra en la eficacia del
acto, sino en su ejecución, en tanto el vendedor no puede transferir la propiedad
por falta de poder dispositivo. Por tal motivo, no extraña que, en el derecho
italiano, por ejemplo, dicha hipótesis cause la resolución por incumplimiento.
Precisamente, por ello, el acto es “eficaz”, puesto que las partes pueden exigirse,
tanto el pago del precio, la entrega del bien, o el resarcimiento por daño
contractual, todo lo que presupone su eficacia jurídica. En consecuencia, no
puede hablarse de “ineficacia”, ni total, ni parcial, máxime cuando esta última
resultaría un absurdo lógico, pues un acto que surte efectos, aunque sea
parcialmente, no puede, ya, considerarse “ineficaz”.
Algo más: el comprador puede desligarse del contrato celebrado por un solo
cónyuge, mediante la acción de rescisión por venta de bien parcialmente ajeno,
pero ello requiere sentencia judicial promovida exclusivamente por el comprador
(arts. 1372 y 1540 CC). En virtud de estas normas, es imposible que el tercero
formule “demanda de ineficacia”, pues, mientras no haya sentencia de rescisión,
el contrato entre las partes se mantiene vigente en su totalidad; y luego de la
sentencia, la acción del tercero sería innecesaria, puesto que el acto se
extinguió.
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como solución válida, aunque constituye un remedio insuficiente, conforme lo
veremos luego.
Por otro lado, la posible nulidad del contrato en el caso de venta de bienes
ajenos, que incluye el acto dispositivo por un cónyuge sobre bien social, es una
solución que normalmente debe rechazarse, pues, en realidad, ocasiona más
perjuicio a la víctima, por lo que se trata de un típico caso de demagogia o
populismo jurídico. En efecto, la nulidad impide el remedio de la indemnización
por daño contractual; además, descarta la usucapión ordinaria que presupone
justo título, y, por último, no permite las adquisiciones a non domino, tratándose
de un acto nulo. En tal sentido, la declaración de validez del art. 1409 CC es
correcta (véase, la excelente obra de: RUBIO GARRIDO, Tomás. Contrato de
compraventa y transmisión de la propiedad, Real Colegio de España, Zaragoza
1993, pp. 258 ss.), pero, lamentablemente, esa norma ha sido desnaturalizada
totalmente por la jurisprudencia.3
En mi opinión, desde una perspectiva teórica, el acto del cónyuge debería ser
válido, pero evidentemente sin producir la transmisión del dominio, en cuyo caso,
el cónyuge preterido u omitido en el acto de disposición, no debería intentar una
acción contractual, sino, de forma preferente, una acción real, por cuya virtud, el
cónyuge no-partícipe tendría que formular una demanda de declaración de
propiedad a favor de ambos cónyuges, o de reivindicación, si el bien se
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encuentra en manos del comprador, pues, la voluntad de uno de ellos no habría
producido la transmisión a favor del comprador. Esta solución es preferible
incluso a la “inoponibilidad”, que culmina con una sentencia de mera declaración,
pero que no resuelve la propiedad, ni la posesión, pues, el bien podría continuar
en manos del comprador, por más “inoponible” que sea el acto.
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Gunther Hernán Gonzales Barrón es Profesor de Derecho Civil.
incoherente que la Constitución proteja a la familia, pero que, en la práctica, un
solo cónyuge venda el bien social, sin que el otro pueda recuperarlo, por la
“buena fe” del comprador, con lo cual, en la práctica, la nulidad, ineficacia,
inoponibilidad o cualquier remedio que se dispensara, sería un auténtico “saludo
a la bandera”, pues el bien quedaría en propiedad del “segundo”, sin necesidad
de que exista un “tercero”, con lo que el consentimiento de “ambos cónyuges”
sería una burla, pues uno solo lo extraería de la sociedad de gananciales, a pesar
que no existe norma legal de apoyo para esa aventurada, e ilegal, solución.
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