Libro de Job
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Libro de Job
Job soporta los improperios de sus amigos (página miniada de Las muy ricas
horas del Duque de Berry, f82r, Musée Condé, Chantilly).
Ambientada en Tierra de Uz
Idioma Hebreo
Libros Sapienciales
Índice
1Datos generales
o 1.1Lugar en la Biblia
o 1.2Autor y datación
2Contenidos
o 2.1Temática
2.1.1Argumento
o 2.2Género literario y estilo
o 2.3Estructura
o 2.4El problema de la retribución en el libro de Job
o 2.5Problemas filosóficos y teológicos planteados
3Obras parecidas a Job
4Relaciones con otros libros
5Véase también
6Bibliografía
7Referencias
8Enlaces externos
Datos generales[editar]
Lugar en la Biblia[editar]
En la Biblia hebrea se le encuentra en dos lugares. Sea entre el Libro de los Salmos y el
de Proverbios sea tras este último dentro del mismo grupo de tres. En las versiones cristianas
del Antiguo Testamento también se dan variantes: las versiones siríacas lo ponen entre
el Pentateuco y el libro de Josué(indicando con ello su supuesto carácter histórico) y
la Vulgata al inicio de los libros llamados “didácticos”.
Autor y datación[editar]
Su autoría es desconocida, aunque la tradición lo atribuye a Moisés. Según la
tradición, Moisés pudo conocer la historia de Job durante su huida del Bajo Egipto. Si este
fuera el caso, Job era un habitante de la península arábiga, situada al este del imperio.
Aunque algunos de estos especialistas datan el libro entre el año 500 a. C. y el año 250 a. C.,
su cita en antiguos manuscritos judíos descartan tal opción. Popularmente se considera que
este fue escrito alrededor del año 500 a. C.
Dada la perfección formal del escrito se piensa normalmente en la época de oro de la literatura
judía, es decir, entre los siglos X y VIII antes de Cristo. Charles Pfeiffer, tomando en cuenta
los arameísmos presentes en el texto lo data con posterioridad, es decir, hacia el final de la
monarquía judía.
Por otro lado, la problemática tratada habla de una datación incluso posterior, por lo menos
tras las deportaciones y en tiempos del profeta Malaquías: entre el 538 y el 330 a. C.
El autor es anónimo pero de gran finura religiosa y conocimientos. El apéndice que añade la
traducción de los LXX afirma que Job vive en Uz, entre los confines de Idumea y Arabia.
Aun cuando la temática del libro es unitaria, hay diversos indicios de una composición más
compleja, como por ejemplo, la variación en el uso de los nombres divinos (Yahveh, Saddai,
Eloah, Elohím). Sin embargo, se mantiene a lo largo de la obra el uso coherente (por ejemplo,
Job solo usa una vez el nombre “Yahveh” en el prólogo y en una expresión corriente). Al
parecer las arengas de Elihú resultan ser añadidos debido a su forma de razonamiento y a
que el discurso anterior y posterior ni siquiera lo toman en cuenta.
Contenidos[editar]
Temática[editar]
Es evidentemente el sufrimiento del inocente Job. Ya desde la más remota Antigüedad los
pensadores se han enredado en el espinoso problema del hombre bueno que sufre y del malo
feliz. Incluso Platón se preocupó del asunto y le dio una formulación precisa, aunque sin
encontrarle una solución que no chocara contra la filosofía y la moral.
Varios mitos griegos se refieren a temas parecidos: Prometeo es culpable, pero la enormidad
de su castigo lo rebela; Edipo Rey sufre el castigo de los dioses por un pecado que él no era
consciente de estar cometiendo; Hércules no ha pecado, pero los puños de los dioses
terminan por aplastarlo.
Argumento[editar]
Dios le pregunta a Satanás si ha reparado en su siervo Job, a lo que éste le contesta que sí, y
que si es fiel es porque ha sido bendecido, beneficiado por él. Como respuesta Dios le permite
hacer con Job lo que quiera para demostrar su fe. Satanás mata a sus ovejas, a sus mozos y
a sus hijos, y le envía llagas dolorosas, pero la fe de Job sigue inquebrantable - actitud que no
entiende su mujer, que dirá: “maldice a Dios y muérete”1-. A continuación Job establece tres
diálogos con tres amigos (Elifaz, Bilad y Sofar) en los que éstos tratan de justificar los actos de
Dios, sostienen que un hombre no puede llevar la razón frente a Dios y que quizá Job haya
hecho algo malo y le aconsejan que se mantenga puro y tienda sus manos hacia él, ya que
Dios es justo. A todo esto contesta Job diciendo que “Dios acaba con inocentes y culpables
(…) deja la tierra en poder de los malvados y venda los ojos a sus gobernantes”,2 acusa a
Dios de no responder a su grito de auxilio y de enriquecer a los malvados. Job pide a Dios que
le revele su falta, que desea discutir con él. Elihú, enfadado con los otros tres hombres porque
al no haber conseguido responder a Job habían dejado a Dios como culpable, defenderá a
Dios deslegitimando las quejas de Job. Tras esto aparece Dios, quien a través de una serie de
interrogaciones retóricas le hace ver a Job que no sabe nada para concluir diciendo “Cuanto
hay bajo el cielo es mío”.3 Job reconoce hablar hablado sin entender de maravillas que
superan a su comprensión y se arrepiente. Dios deja traslucir su enfado hacia los cuatro
hombres que no han hablado rectamente de él y en cuanto a Job restituye y aumenta sus
bienes, dándole una vida larga y próspera.
Género literario y estilo[editar]
Según González Etchegaray, Job pertenecería a los libros sapienciales más antiguos, al igual
que Proverbios y Eclesiastés. Estos tres libros se caracterizarían por "su escasa atención al
culto oficial, su carencia de espíritu nacionalista y su orientación más hacia el individuo, la
naturaleza del mundo y el modo de vivir satisfactoriamente que hacia el conjunto del pueblo, la
historia de Israel y las relaciones personales entre el creyente y Dios".4 Añade que Job "utiliza
la narración en prosa, interrumpida por un largo diálogo en verso".4
Estructura[editar]
Consta de un inicio y un final bastante breves en prosa. El grueso del libro (es decir, del
capítulo 3 al 42) es un poema. El poema a su vez se divide en los tres discursos de los amigos
de Job (Elifaz, Bildad y Zofar) con sus correspondientes réplicas. Sigue luego otro discurso,
esta vez de Elihú y los dos de Yahveh.
El libro de Job consta de cinco secciones bien diferenciadas:
Desde el punto de vista de la mentalidad judía, el problema que ofrece el libro de Job es
complicadísimo. Para el judío, todo el Bien y todo el Mal proviene de Dios, porque Él ha
creado todo. Dios, al mismo tiempo, es completamente justo y observa una moralidad
completa. ¿Cómo es posible que someta a Job a la aparente injusticia que se narra en el
libro?
Correspondió, entonces, estudiar la forma en que Dios opera Su justicia. La respuesta de
los libros bíblicos es que:
Véase también[editar]
Biblia:
Antiguo Testamento
Job (personaje)
Respuesta a Job
Libros Sapienciales
Predecesor:
Job Sucesor:
Libro poético o sapiencial
IV Macabeos Salmos
del Canon ortodoxo.
Bibliografía[editar]
Alonso Schökel, Luis & Sicre Diaz, José Luis (2002). Job. Comentario teológico y literario.
Segunda edición actualizada. Madrid: Ediciones Cristiandad. ISBN 978-84-7057-444-3.
Cantera, F. & Iglesias, M. (1975). Sagrada Biblia. Versión crítica sobre textos hebreo,
arameo y griego. 3ª edición 2000, 2ª impresión 2003. Madrid: B. A. C. ISBN 978-84-7914-490-6.
Cazelles, Henry (1981). Introducción crítica al Antiguo Testamento. Barcelona:
Herder. ISBN 84-254-1085-1.
Jung, Carl Gustav (2008). Obra completa: Volumen 11. Acerca de la psicología de la
religión occidental y de la religión oriental. IX. Respuesta a Job (1952). Madrid: Trotta. ISBN
978-84-8164-902-4/ ISBN 978-84-8164-907-9.
Alonso Schökel, Luis (2011), La Biblia de nuestro pueblo, Ediciones Mensajero, S.A.U.,
Bilbao.
Carbajosa, Ignacio & González Etchegaray, Joaquín & Varo, Francisco, La Biblia en su
entorno, Ed. Verbo divino.
Referencias
Libro de Isaías
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Reproducción fotográfica del gran rollo de Isaías, el manuscrito bíblico mejor conservado de
los encontrados en Qumrán. Contiene todo el Libro de Isaías en hebreo, con algunas
pequeñas partes dañadas. Fue escrito probablemente por un escriba de la secta judía de
los esenios alrededor del siglo II a. C., por lo tanto es al menos 1000 años más antiguo que
los manuscritos masoréticos completos más añosos.
El Libro de Isaías (en hebreo, ספר ישעיהו, sɛ.fɛr jə.ʃaʕ.ˈjɑː.hu) es el primero de los Profetas
Mayores en la Biblia Hebrea y el primero de los Profetas Mayores en las Biblias cristianas.1 El
libro es identificado por un sobrescrito como la obra del profeta del siglo VIII a. C. Isaías ben
Amoz, pero hay amplia evidencia de que gran parte de este fue compuesto durante
la cautividad de Babilonia y después.2 Bernhard Duhm originó el punto de vista, en consenso a
través de la mayor parte del siglo XX, que el libro se compone de tres colecciones separadas
de oráculos:34 Proto-Isaías (capítulos 1–39), conteniendo las palabras de Isaías; Deutero-
Isaías (capítulos 40–55), el trabajo de un anónimo autor del siglo VI a. C. escrito durante el
Exilio; y Trito-Isaías (capítulos 56–66), compuesto después del retorno del Exilio.5 Mientras
que prácticamente nadie hoy en día atribuye todo el libro (ni siquiera la mayor parte) a una
persona,3 la unidad esencial del libro se ha convertido en un foco en la investigación actual.
Isaías 1–33 promete el juicio y restauración de Judá, Jerusalén y las naciones; y los capítulos
34–66 presumen que el juicio ha sido pronunciado y que la restauración llegará pronto.6 Por lo
tanto, se puede leer como una extensa meditación sobre el destino de Jerusalén durante y
después del exilio.7
La parte Deutero-isaiana del libro describe cómo Dios va a hacer de Jerusalén el centro de su
gobierno en todo el mundo a través de un salvador real (un mesías) que destruirá a su opresor
(Babilonia); este mesías es el rey persa Ciro el Grande, que no es más que el agente que trae
el reinado de Yahweh.8 Isaías habla en contra de los líderes corruptos y por los más
desfavorecidos; y las raíces de la rectitud en la santidad de Dios antes que en el pacto de
Israel.9 Isaías 44:6 contiene la primera declaración clara de monoteísmo: «Yo soy el primero, y
yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios».10 Este modelo del monoteísmo se convirtió en
la característica definitoria del judaísmo post-exilio, y la base para el cristianismo y el Islam.11
Isaías fue una de las obras más populares entre los judíos en la época del Segundo Templo
(c. 515 a. C.–70 d. C.).12 En los círculos cristianos se le tuvo en tan alta estima como para ser
llamado «el Quinto Evangelio»,13 y su influencia se extiende más allá del cristianismo a la
literatura y a la cultura occidental en general, desde el libreto de El Mesías de Haendel a una
serie de frases cotidianas como «espadas en rejas de arado» y «voz en el desierto».14
Índice
1Estructura
2Resumen
3Origen del nombre
4Traducción del Libro de Isaías al griego
o 4.1Traducción al griego del «Tanaj»
4.1.1Isaías 7:14
5Política de la época
6Ambiente religioso
7Realidad social
8Estructura del libro
9Autoría y atribución
o 9.1Tres Isaías
o 9.2Apertura del debate
o 9.3Argumentos por la unidad de Isaías
o 9.4La Escuela Isaiana
10Mensajes contenidos en el libro
11Mesianismo en Isaías
12Influencia en el cristianismo
13Referencias
14Bibliografía
15Enlaces externos
Estructura[editar]
El consenso de los expertos que dominó la mayor parte del siglo XX vio tres colecciones
separadas de oráculos en el libro de Isaías. Un esquema típico basado en este entendimiento
del libro considera su estructura fundamental en términos de la identificación de los personajes
históricos que podrían haber sido sus autores:
Resumen[editar]
Viendo a Isaías como un libro de dos partes (capítulos 1–33 y 34–66) con un tema general
conduce a un resumen de su contenido como el siguiente:
El libro se abre exponiendo los temas de juicio y posterior restauración de los justos. Dios
tiene un plan que se realizará en el «Día de Yahweh», cuando Jerusalén se convertirá en
el centro de su gobierno en todo el mundo. Ese día todas las naciones del mundo vendrán
a Sion (Jerusalén) para instrucción, pero primero la ciudad debe ser castigada y limpiada
del mal. Se invita a Israel a unirse a este plan. Los capítulos 5–12 explican la importancia
del juicio asirio contra Israel: el gobierno justo del rey davídico seguirá después de que el
monarca asirio arrogante es derribado. Los capítulos 13–27 anuncian la preparación de
las naciones para el gobierno mundial de Yahweh; los capítulos 28–33 anuncian que un
salvador real (un mesías) surgirá como consecuencia del castigo de Jerusalén y la
destrucción de su opresor.
El opresor (ahora identificado como Babilonia en lugar de Asiria) está a punto de caer. Los
capítulos 34–35 cuentan cómo Yahweh regresará a los exiliados redimidos a Jerusalén.
Los capítulos 36–39 hablan de la fidelidad del rey Ezequías a Yahweh durante el asedio
asirio como modelo para la comunidad restaurada. Los capítulos 40–54 señala que la
restauración de Sion está ocurriendo porque Yahweh, el creador del universo, ha
designado al rey persa Ciro el Grande como el mesías prometido y el constructor del
templo. Los capítulos 55–66 son una exhortación a Israel a mantener el pacto. La eterna
promesa de Dios a David se hace ahora a los hijos de Israel/Judá en general. El libro
termina ordenando justicia mientras suceden las etapas finales del plan de Dios,
incluyendo la peregrinación de las naciones a Sion y la realización del reinado de Yahweh.
La más antigua comprensión del libro como tres secciones relativamente diferenciadas
atribuibles a autores identificables conduce a una visión más atomizada de su contenido,
como en este ejemplo:
Isaías 7:14[editar]
En Isaías, La Septuaginta utiliza la palabra hebrea "parthenos" para traducir el
hebreo "almá" y sitúa la concepción de Emmanuel como si tuviera lugar en un
futuro cercano. Sin embargo, en el texto masorético -Tanaj hebreo-, este
hecho está narrado en pasado:
Versión masorética hebrea
Versión de la Septuaginta
(Tanaj).
Las diferencias entre estas versiones pueden ser vistas también incluyendo
los manuscritos hebreos más antiguos del Libro de Isaías, los rollos
encontrados en Qumrán, especialmente el texto completo 4Q55 (Qa).18
Las principales diferencias son:
Política de la época[editar]
En el siglo VIII a. C., Israel estaba atrapada entre las dos grandes potencias
del mundo de su época: Babilonia y Egipto. Era un país pequeño y débil que
se debatía en su papel de tapón entre las dos grandes esferas dominantes.
Para su fortuna, ambas estaban en decadencia. Sin embargo, otro gran poder
estaba apareciendo en la escena geopolítica del Asia de 700 a. C.: el
imperio asirio. Sargón IIhabía saqueado a todas las civilizaciones
circundantes y poco faltaba para que se autodenominara Señor del Mundo.
Ahora, las únicas vallas entre Asiria y su gran enemigo, Egipto, eran los
pequeños reinos independientes
de Edom, Filistea, Amón, Moab, Damasco, Hamat, Samaria y Jerusalén.
Así como Amós y su continuador Oseas predicaron en Israel, Isaías profetizó
en Judá. En realidad, Israel había caído en decadencia luego del reinado
de Jeroboam II y, tras la toma de Samaria (722 a. C.), en la práctica ya no
existía. Las tribus hebreas que habían querido separarse de Judá habían sido
deportadas.
Estos acontecimientos podían denominarse ajenos a Judá, pero
inevitablemente repercutían allí. Luego del reinado benévolo, próspero y
pacífico del rey Jotán (740-736 a. C.), degradado por la relajación de las
costumbres de las clases dirigentes de la sociedad, comenzó una larga serie
de enfrentamientos entre Judá e Israel que continuaron bajo el rey Acaz. El
mismo Isaías narra cómo este soberano, agobiado por las amenazas de
varios ejércitos aliados contra él, despreció el auxilio de Yahvéh para pedir
ayuda a Sargón, motivo por el cual Dios lo castigó severamente (Is. 7:2-16).
El profeta intervino en la política interna de la corte de Acaz para apartarlo del
torcido camino en que se estaba internando, aliándose con los asirios en la
así llamada Guerra Siro-Efraimita. Logrado su objetivo, el vocero de Dios se
alejó de la corte para regresar solamente cuando Acaz fue reemplazado
por Ezequías (716-687 a. C.).
El profeta Isaías tuvo también influencia en la política internacional: enemigo
de los egipcios, preconizó mantener la alianza con los asirios cuando un
sector de la sociedad hebrea pretendió asociarse con el faraón.
Ambiente religioso[editar]
Como fue una constante en la historia israelita, la afluencia de riquezas y la
llegada del bienestar precipitó una crisis de idolatría bajo el reinado de Jotán.
Más tarde, Acaz intentó, mediante el sincretismo religioso, asimilar al Dios
judío con otros extranjeros. Fue capaz de sacrificar su hija al dios Moloch e
incluso de introducir rituales paganos en el Templo.
Ezequías, por el contrario, comenzó su gobierno con una gran reforma
religiosa que expulsó el paganismo y restauró el culto verdadero de Yahvéh
que había sido atropellado por sus antecesores. La destrucción del reino de
Israel llevó a Jerusalén a todos los sacerdotes del norte que huían del
invasor, lo que produjo, bajo este rey, la fusión y asimilación de las
costumbres religiosas de ambos reinos en la capital meridional.
Realidad social[editar]
El ambiente social en tiempos de Isaías sigue tal cual como nos lo describen
los profetas menores Amós y Oseas: se había constituido una poderosa clase
social de nuevos ricos —propietarios y latifundistas— cuyas tierras se
extendían por interminables distancias. Esta clase oligárquica se había
establecido gracias a la prosperidad comercial generada durante los reinados
de Jotán en Judá y de Jeroboam II en Israel.
Primera parte:
Noticias biográficas (Is. 6:1-13; 8:1-4; 7:1-16 y 20:1-6).
Promesas y amenazas contra el reino de Judá (Caps. 1-12).
Oráculos contra pueblos extranjeros (13-23).
Profecías apocalípticas sobre el Juicio Final (24-27).
Más amenazas (28-33).
La sección llamada «Pequeño apocalipsis» (34-35).
Segunda parte
Primera sección: promesas para los exiliados en Babilonia (40-55) y
cánticos del Siervo de Yahvéh
Segunda sección: promesas para los dolientes de Sion (55-66).
Especialmente en esta última sección, Isaías explica por qué la salvación
tarda en llegar, pero asegurando que Sion y Jerusalén llegarán a ser los
centros religiosos más grandes del mundo y que gentes de todas las naciones
llegarán a ellas en peregrinación solemne.
Autoría y atribución[editar]
A finales del siglo XI, el rabino y exégeta sefardí Ibn Samuel ha-Cohen ibn
Chikatilia (llamado también Chiquitilla) fue el primero en afirmar, que, en el
texto de Isaías, existen dos autores completamente distintos.24
Posteriormente, los estudiosos coincidieron en que el Libro de Isasías, largo y
complejo como es, no pudo haber sido escrito por un solo autor, ni aún por
dos. Los especialistas consideran evidente que la obra se fue formando a lo
largo de muchos años, con partes provenientes de tiempos y lugares muy
distintos.
Isaías desempeñó su ministerio profético durante más de cuarenta años: ¿fue
él el compilador de tantos y tantos fragmentos distintos o en verdad escribió
todo el libro, que hoy nos parece dividido y fragmentario gracias a la
intervención de escribas posteriores que lo modificaron hasta dejarlo
irreconocible?
No se puede contestar con certeza a estas preguntas, hay diversas hipótesis
y muchos críticos, incluso católicos y protestantes, creen que el libro «no fue
escrito por un solo hombre, sino por tres». A falta de nombres mejores, se
conoce al primer autor como «proto Isaías», al segundo como «deutero
Isaías» y se llama al tercero «trito Isaías». Es por ello que es frecuente hallar
en la bibliografía alusiones al «segundo Isaías» o al «tercer autor de Isaías»,
por ejemplo.
Tres Isaías[editar]
La primera parte del libro es obra de un poeta y está escrita con estilo
brillante, precisión, composición armoniosa e imágenes novedosas. Los
críticos coinciden en que este autor redactó con seguridad los capítulos 1 a
12, 15 a 24 y 33 a 35, en tanto que se discute sobre la autoría del resto del
libro. Los capítulos 36 a 39 están escritos en tercera persona y posiblemente
fueron redactados por discípulos del primer autor. También podrían ser
añadidos posteriores los capítulos 13 y 14, 24 a 27 y 33 a 35. La segunda
parte del libro, capítulos 44 a 55, es muy diferente al resto.25 El tercer Isaías
es probablemente un autor postexílico26 y se le atribuyen especialmente los
capítulos 56, 68 y 6625 (después del 538 a. C.). Ciertos críticos consideran
que la introducción y las autobiografías (narradas en primera persona) no
pertenecen a ninguno de los tres autores principales, sino que parecen haber
sido añadidas por un redactor postexílico.
Así y todo, el padre Pedro Franquesa, profesor de Antiguo testamento,
manifiestamente afirma que los primeros 35 capítulos pertenecen a la pluma
del Isaías histórico original (con algunas reservas).27
Apertura del debate[editar]
El rabino Joseph H. Hertz (1872-1946) afirmó que la cuestión de la autoría del
libro no afecta su interpretación por los judíos.28 La PCB (Pontificia Comisión
Bíblica) del Vaticanodictaminó mediante su decreto del 28 de junio
de 1908 que la segunda parte del Libro de Isaías no parecía ser obra del
deutero Isaías sino del primero, pero que a pesar de la opinión de la PCB no
era posible descartar de plano la hipótesis de los tres Isaías.25
El citado decreto expresa que esa teoría no podía enseñarse hasta que fuera
completamente demostrada, pero dejó en libertad a los científicos particulares
para que la pongan a prueba e investiguen como deseen. Desde que la PCB
se pronunció al respecto, se han ido acumulando las pruebas en favor de la
falta de autenticidad de largos pasajes del libro (desde el capítulo 36 en
adelante) que, si bien no demuestran la verdad de la teoría de los tres
autores, al menos sugieren con indicios firmes que fueron más de uno.
Argumentos por la unidad de Isaías[editar]
A pesar de los cuestionamientos que ha sufrido, la atribución tradicional de
toda la obra al profeta Isaías se ve apoyada por diversas fuentes
comprobables: la tradición judía, la versión griega de los Setenta y la
afirmación del Libro de Eclesiástico (48:17-25) y los Manuscritos del Mar
Muerto, aunque en estos últimos, el libro de Isaías está seccionado en dos
rollos diferentes, uno hasta el capítulo 39 y otros desde el capítulo 40,29
cosidos después de haber sido transcritos, lo cual podría evidenciar su origen
dispar.
Por otro lado, existen razones de peso para mantener que el libro de Isaías es
obra de un solo escritor. Una de ellas es el uso constante de ciertas
expresiones. Por ejemplo, el apelativo divino «el Santo de Israel» aparece
doce veces en los capítulos 1 a 39 del libro, y trece veces en los capítulos 40
a 66. Sin embargo, en el resto de las Escrituras Hebreas solo se emplea en
seis ocasiones. El uso repetido de esta designación, infrecuente en los demás
libros, es una prueba a favor de que hubo un único escritor.
Entre los capítulos 1 a 39 y 40 a 66. En ambas secciones se utilizan con
frecuencia las mismas figuras retóricas, como la de una mujer con dolores de
parto y un «camino» o una «calzada». También se hace referencia a Sion
repetidamente: veintinueve veces en los capítulos 1 a 39 y dieciocho en los
capítulos 40 a 66. De hecho, en Isaías se menciona a Sion en más ocasiones
que en cualquier otro libro de la Biblia. Tales pruebas, según The International
Standard Bible Encyclopedia, «imprimen al libro una individualidad que sería
difícil de explicar» si hubiera tenido dos, tres o más escritores.
La principal prueba de que Isaías fue obra de un solo escritor se encuentra en
otros libros inspirados: las Escrituras Griegas Cristianas. Estas indican
claramente que los cristianos del siglo primero creían que el profeta había
compuesto la totalidad del libro. Lucas, por ejemplo, habla de un funcionario
etíope que estaba leyendo parte de lo que ahora constituye el capítulo 53 de
Isaías, el cual, según los críticos modernos, se debe a la pluma del Deutero-
Isaías. Sin embargo, Lucas dice que el etíope «leía en voz alta al profeta
Isaías» (Hechos 8:26-28).
Otro ejemplo lo hallamos en el evangelista Mateo, quien explica que el
ministerio de Juan el Bautista cumplió las palabras proféticas que ahora
leemos en Isaías. Mateo identificó al escritor sencillamente como «Isaías el
profeta» (Mateo 3:1-3). En otra ocasión, Jesús tomó un rollo y leyó las
palabras que actualmente aparecen en Isaías. Lucas indica en su relato que
«se le dio el rollo del profeta Isaías» (Lucas 4:17). En su Carta a los
romanos, Pablo cita tanto de las primeras secciones como de las últimas del
libro profético, y en ningún momento da a entender siquiera que no las haya
redactado una misma persona: Isaías (Romanos 10:16,20;15:12). Es obvio,
que los cristianos del siglo primero no creían que el libro de Isaías fuera obra
de dos, tres o más escritores.
Veamos también el testimonio de los Rollos del mar Muerto. Muchos de estos
documentos antiguos son anteriores a Jesucristo. El manuscrito conocido
como el Rollo de Isaías, que data del siglo II a. C. En este documento antiguo,
aunque está cosido precisamente en este punto, lo que ahora conocemos
como el capítulo 40 empieza en la última línea de una columna, y la oración
inicial concluye en la columna siguiente. Está claro que el copista no tenía
conocimiento de que en ese punto del libro hubiese un supuesto cambio de
escritor o división.
Examinemos el testimonio del historiador judío del siglo I Flavio Josefo. Este
no solo señala que las profecías de Isaías acerca de Ciro se escribieron en
el siglo VIII a. C., sino también que aquel monarca estaba al tanto de su
contenido. «Ciro conoció esto al leer el libro en que Isaías emitió profecías
relativas a él y que su autor había legado doscientos diez años antes»,
escribe Josefo. Según él, es posible que el conocimiento de tales profecías
incluso haya contribuido a la buena disposición de Ciro para enviar a los
judíos de regreso a su patria, pues señala que a este rey «lo embargó una
suerte de ímpetu y pasión por cumplir lo escrito» (Antigüedades Judías, libro
XI, cap. I, sec. 2 [5, 6]).
Muchos críticos señalan que del capítulo 40 en adelante se habla de
Babilonia como el imperio dominante y de los israelitas como si ya estuvieran
en el exilio. Hay que tener en cuenta que aún antes del capítulo 40 se
presenta a veces a Babilonia como la potencia mundial dominante. Por
ejemplo, en Isaías se la llama «la decoración de reinos» o, como lo traduce
la Versión Reina-Valera actualizada, «el más hermoso de los reinos». Estas
palabras son claramente proféticas, ya que Babilonia no se convirtió en
potencia mundial hasta más de un siglo después. Un crítico «resuelve» esta
aparente dificultad afirmando que el capítulo 13 de Isaías pertenece a otro
escritor. Pero lo cierto es que en las profecías bíblicas es bastante común que
se hable de sucesos futuros como si ya hubieran tenido lugar. Este recurso
literario recalca de forma eficaz la certeza del cumplimiento de la profecía en
cuestión (Apocalipsis 21:5-6).
La Escuela Isaiana[editar]
Sin embargo, parte de la crítica considera demostrado que toda una escuela
de escribas se derivó de la prédica del Isaías histórico.25 En Isaias 8:16;9:1, el
mismo libro habla de la inteligencia de los discípulos del profeta en
contraposición a la ignorancia de las masas populares que le respondían con
la indiferencia.
La existencia de una «escuela isaiana» de escribas formados y conducidos
por Isaías puede, entonces, entenderse como una solución intermedia al
enigma de la autoría: ni un autor único ni tres autores independientes. La
segunda y la tercera partes del Libro de Isaías muy bien pueden haber sido
escritas por dos de sus discípulos luego de la muerte del profeta.
Esta teoría se apoya en la lógica y se encuentra actualmente muy extendida
entre amplios sectores de los estudiosos.
El castigo de Dios contra el pueblo infiel es una de las ideas centrales del
Libro de Isaías. Es el único y verdadero creador del mundo y por lo tanto
dueño del mismo; ha hecho una alianza indisoluble con el pueblo de Israel y,
al verla traicionada, ha llamado con un silbido a los ejércitos egipcios y asirios
—como se llama a un perro— para que castiguen en Su nombre a los impíos.
Los puntos fundamentales que recalca el libro son los siguientes:
Mesianismo en Isaías[editar]
Uno de los puntos centrales alrededor de los que giran las ideas de Isaías, es
que la verdadera paz, la justicia y la equidad solo serán accesibles al ser
humano cuando llegue el Mesías.
La profecía isaiana habrá de cumplirse inexorablemente:
Influencia en el cristianismo[editar]
Algunos pasajes del libro de Isaías han conocido una gran fama debido a su
uso en la teología cristiana. Son famosos, en particular:
Isaías es la cita empleada por el autor del evangelio de Mateo para
probar que el nacimiento de Jesús a través de una virgen fue anunciado
por los profetas.
Isaías es la cita preferida por católicos y ortodoxos para enumerar
los Dones del Espíritu Santo.
Isaías es el texto más empleado para probar la idea de que
el mesías debía sufrir por los pecados de la humanidad y es ampliamente
citado tanto por los evangelistas, como en las epístolas.
Isaías es citado por San Pablo en Gálatas y también en la Segunda
epístola de Clemente.
Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ Cate, 1990b, p. 413.
2. Volver arriba↑ Sweeney, 1998, p. 75-76.
3. ↑ Saltar a:a b Petersen, 2002, p. 47–48.
4. Volver arriba↑ Sweeney, 1998, p. 76-77.
5. Volver arriba↑ Lemche, 2008, p. 96.
6. Volver arriba↑ Sweeney, 1998, pp. 78–79.
7. Volver arriba↑ Brueggemann, 2003, p. 159.
8. Volver arriba↑ Sweeney, 1998, pp. 79–80.
9. Volver arriba↑ Petersen, 2002, p. 89-90.
10. Volver arriba↑ Gnuse, 1997, p. 87.
11. Volver arriba↑ Coogan, 2009, p. 335-336.
12. Volver arriba↑ Hannah, 2005, p. 7.
13. Volver arriba↑ Sawyer, 1996, p. 1-2.
14. Volver arriba↑ Sawyer, 1996, pp. 1–2.
15. Volver arriba↑ Marconcini, B. (2000). «Isaías». En Leonardi, C.;
Riccardi, A.; Zarri, G. Diccionario de los Santos, Tomo I. Madrid: San
Pablo. pp. 1114-1117. ISBN 84-285-2258-8.
16. ↑ Saltar a:a b c Hugues COUSIN: La Biblia griega, los Setenta, 81.
Traducción de Alfonso Ortiz. Estella (Navarra): Verbo Divino, 1992.
17. ↑ Saltar a:a b c Fred P. Miller: «The translation of the great Isaiah
scroll».
18. Volver arriba↑ Fred P. Miller: «The great Isaiah scroll», 2001.
19. ↑ Saltar a:a b Fred P. Miller: «The great Isaiah scroll» (column VI), 6:7
a 7:15.
20. Volver arriba↑ Ireneo de Lyon: Libro III, capítulo XXI.
21. Volver arriba↑ Origen Contra Celcus XXXV.
22. Volver arriba↑ «Analysis of the Biblical Hebrew of Isaiah 7:14».
23. Volver arriba↑ Fred P. Miller: «Assyrian destruction of Israel is not the
end, God will bring the messiah to the same territory and the same
restored people» (capítulos 7-8).
24. Volver arriba↑ Bel Bravo, María Antonia (2006). Sefarad: Los judíos
de España (3ª edición). Madrid: Sílex. p. 127. ISBN 84-7737-163-6.
25. ↑ Saltar a:a b c d R. De Vaux: «Introducción a los profetas. Isaías»; en
la Biblia de Jerusalén: 987-988. Bruselas: Desclée de Brouwer, 1971.
26. Volver arriba↑ José Severino Croatto: «La inclusión social en el
programa del tercer Isaías», en la Revista Bíblica (60): págs. 91-110,
1998.
27. Volver arriba↑ Sagrada Biblia (edición manual), traducida por Pedro
Franquesa y José María Solé, misioneros claretianos. Barcelona:
Editorial Regina, 1968.
28. Volver arriba↑ «This question can be considered dispassionately. It
touches no dogma, or any religious principle in Judaism; and,
moreover, does not materially affect the understanding of the
prophecies, or of the human conditions of the Jewish people that they
have in view» (rabino Joseph H. Hertz).
29. Volver arriba↑ Fred P. Miller: «The great Isaiah scroll» (columna
XXXIII) 40:2 a 40:28.
Bibliografía[editar]
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the Hebrew Bible. Cengage Learning.
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Antiguo
Precedido por:
Testamento católico y
Sirácides
ortodoxo
Precedido por: Sucedido por:
Cantar de los Biblia Hebrea Jeremías
Cantares
Precedido por: Antiguo
Reyes Testamento protestante
Contenido
Salmo 1
Psalm 2
Psalm 3
Salmo 4
Psalm 5
Salmo 6
Psalm 7
Psalm 8
Psalm 9
Psalm 10
Psalm 11
Psalm 12
Psalm 13
Psalm 14
Psalm 15
Psalm 16
Psalm 17
Psalm 18
Psalm 19
Psalm 20
Psalm 21
Psalm 22
Psalm 23
Psalm 24
Psalm 25
Psalm 26
Psalm 27
Psalm 28
Psalm 29
Psalm 30
Psalm 31
Salmo 32
Psalm 33
Psalm 34
Psalm 35
Psalm 36
Psalm 37
Salmo 38
Psalm 39
Psalm 40
Psalm 41
Psalm 42
Psalm 43
Psalm 44
Psalm 45
Psalm 46
Psalm 47
Psalm 48
Psalm 49
Psalm 50
Miserere
Psalm 52
Psalm 53
Psalm 54
Psalm 55
Psalm 56
Psalm 57
Psalm 58
Psalm 59
Psalm 60
Psalm 61
Psalm 62
Psalm 63
Psalm 64
Psalm 65
Psalm 66
Psalm 67
Psalm 68
Psalm 69
Psalm 70
Psalm 71
Psalm 72
Psalm 73
Psalm 74
Psalm 75
Psalm 76
Psalm 77
Psalm 78
Psalm 79
Psalm 80
Psalm 81
Psalm 82
Psalm 83
Psalm 84
Psalm 85
Psalm 86
Psalm 87
Psalm 88
Psalm 89
Psalm 90
Psalm 91
Psalm 92
Psalm 93
Psalm 94
Psalm 95
Psalm 96
Psalm 97
Psalm 98
Psalm 99
Psalm 100
Psalm 101
Salmo 102
Psalm 103
Psalm 104
Psalm 105
Psalm 106
Psalm 107
Psalm 108
Psalm 109
Psalm 110
Psalm 111
Psalm 112
Laudate pueri
Psalm 114
Psalm 115
Psalm 116
Salmo 117
Psalm 118
Psalm 119
Psalm 120
Psalm 121
Psalm 122
Psalm 123
Psalm 124
Psalm 125
Psalm 126
Psalm 127
Psalm 128
Psalm 129
De Profundis
Psalm 131
Psalm 132
Ecce Quam Bonum
Psalm 134
Psalm 135
Psalm 136
Psalm 137
Psalm 138
Psalm 139
Psalm 140
Psalm 141
Psalm 142
Salmo 143
Psalm 144
Psalm 145
Psalm 146
Psalm 147
Psalm 148
Psalm 149
Psalm 150
Libros Sapienciales
Índice
Salmos 1 al 41
Salmos 42 al 72
Salmos 73 al 89
Salmos 90 a 106
Salmos 107 a 150
Sin embargo, hay salmos duplicados (por ejemplo, el 14, que se encuentra en el 54).10
Otro aspecto que hace pensar en la diversidad de autores y momentos o en la existencia
de otras colecciones anteriores es la falta de homogeneidad en el uso de palabras
como Yahveh o Elohim, ya que se considera habitualmente que los salmos que usan
Elohim para referirse a Dios son más antiguos que los yahvistas.
Títulos[editar]
La mayoría de los Salmos contienen un encabezado a modo de título. La versión de los
LXX incluye más que el texto masorético.11 La versión hebrea da como autor de 73
salmos a David y la LXX, 84.
Se usan algunas expresiones para dar a entender el tipo de salmo:
El texto[editar]
El texto original de los Salmos estaba en hebreo. Los manuscritos más antiguos con los
que se cuenta y que están en esta lengua son de fines del siglo X, aunque los fragmentos
encontrados en Qumram sean de mediados del siglo I. Dado que se trataba de un texto
muy usado con fines litúrgicos, sufrió diversas transformaciones y cambios que hacen muy
difícil descubrir el texto hebreo que fue la fuente de las traducciones más antiguas con que
se cuenta. Esto se puede comprobar si se comparan textos duplicados como el del Salmo
18 con 2Samuel 22 o el Salmo 14 con el 53. A esto se añade el hecho de que el período
de composición de todos ellos va de seis a ocho siglos.
Aun cuando fueron encontrados en Qumram diversos textos e incluso, en algunos casos,
variantes de un mismo salmo, el más importante es el rótulo de cuero 11QPs, con 41
salmos: 7 apócrifos (con el himno que se menciona en Sab 51, 13-20, y el Salmo 151, que
aparece también en la Septuaginta) y los últimos 33 salmos del salterio canónico.
Traducciones[editar]
Se habla de una especie de grupos de salmos dentro del salterio o incluso de “salterios
dentro del salterio”, y es que todas las técnicas de crítica textual se han usado en los
textos de los Salmos.15 A continuación se enumeran diversas traducciones:
Otras versiones en griego: Según Jerónimo, hubo también otras versiones griegas que
usó para su texto latino. Una, llamada “de Áquila” (realizada a inicios del siglo II), y la
de Símaco (hacia el año 200).
Pesitta o versión siriaca común: Existe ya una versión crítica preparada por W. E.
Barnes.17
El Tárgum es la versión en arameo que también resulta útil para descubrir la versión
original o fuente hebrea. Se caracteriza por la cantidad de comentarios que se añaden
al texto.
El rey David dictando los salmos a los escribas (Museo del Louvre).
Existe discusión entre los exegetas sobre el modo de clasificar los géneros literarios o
variantes de los salmos.18
Es tan grande la variedad de géneros o posibles clasificaciones que fácilmente quien
busca rigor y detalle se verá defraudado. La distinción más general es la que parte del
que hace la oración para distinguir si es uno solo o una comunidad o grupo. Los
salmos que expresan la oración de la comunidad suelen ser litúrgicos. Sin embargo,
hay casos en que una oración de una persona corresponde a la plegaria de un rey o
de un sacerdote lo que implica una oración litúrgica y además colectiva.
Una primera propuesta que se ha mostrado infructuosa es dividir los salmos por las
tradiciones de las que serían eco. Algunos salmos llaman a Dios Jehová o Yahveh,
mientras que otros lo denominan Elohim. Esta facilidad para identificar los salmos y
agruparlos en dos colecciones según el uso que hagan de los distintos nombres de
Dios ha generado los términos "colecciones o tradiciones yahvista o elohísta"
Es evidente que la única clasificación de utilidad será aquella que los separe según su
género literario; sin embargo, esta tarea también ha demostrado ser dificultosa dado
que la literatura judía no es individual, sino comunitaria. Las fuentes de sus escritos
son numerosas, pero, todas terminan remitiendo al culto y la liturgia. Como todos los
salmos vienen de la celebración litúrgica, también comparten un esquema estructural
común.
Teniendo esto en cuenta, se han individualizado tres condiciones que varios salmos
han de cumplir para poder ser incluidos en una categoría común:
1. Deben proceder originalmente de un mismo ámbito;
2. Tener un trasfondo intelectual y filosófico común; y
3. Poseer formas literarias semejantes.
De ahí la clasificación que se ofrece a continuación y que sigue a grandes rasgos la
ofrecida por Drijvers.
Los himnos[editar]
Hay varios himnos en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento (cf. Éx 15, 21, Jc 5)
como en el Nuevo Testamento (cf. Lc 1, 46-55, Lc 1, 68-79). Los himnos - salmos
tienen como característica principal es el ser cantos de alabanza, de glorificación
desinteresada, es decir, no contienen peticiones o ruegos. Además tiene un esquema
más o menos fijo. Comienza por una invitación a la alabanza y en el desarrollo se
ofrecen los motivos por los que Dios ha de ser glorificado incluyendo a veces largos
relatos de sus hazañas. Las conclusiones suelen ser variadas: repiten la introducción,
hacen una promesa o voto, una oración. Algunos tratan, como motivo de alabanza, la
creación; otros la historia del pueblo de Israel y la acción divina en ella. Se detienen
sea en las maravillas del mundo sea también en los hechos que muestran el amor
divino al hombre.
La redacción es casi siempre impersonal, lo que facilita su uso litúrgico o al menos el
que puedan ser empleados como medio para la oración en común. Incluso las
indicaciones de gestos o movimientos (arrodillarse, alzar los brazos, etc.) tienen un
sentido litúrgico y permiten también dar con el contexto original en que se usaban.
Las súplicas[editar]
En este caso prima el ruego personal (cf. Sal 3; 5; 13; 22; 25, etc.) sobre el colectivo
(Sal 4; 79; 80; 83, etc.); aunque las formas gramaticales de una persona bien pueden
referirse a la oración del sacerdote, que en realidad hace oración por intenciones
colectivas. En general todos son una respuesta religiosa a las desgracias y la
persecución de los enemigos, respuesta que incluye la petición de ayuda divina.
Suelen comenzar por una invocación breve o por un recuerdo apenas esbozado de
las bondades divinas. Luego viene la descripción de las desgracias que aquejan al
suplicante, quien a veces deja oír sus quejas, lamentaciones y gritos. Normalmente
desembocan en un reconocimiento de que por las propias fuerzas el orante no puede
salir de tal situación y que le resulta imprescindible la acción de Dios. Esto sirve de
marco e introducción a la súplica propiamente dicha que puede ser genérica (“Actúa,
Señor”) o concreta. En la conclusión se suele hacer un acto de confianza en que Dios
dará cuanto se le ha pedido.
Los salmos más conocidos y usados en la oración son de este género. Así el Salmo
22 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?,19 el Salmo 51 o Miserere y el
Salmo 130 conocido como De profundis.
Salmos de acción de gracias[editar]
Aquí también encontramos tanto salmos de gratitud cuyo sujeto es una persona
(cf. Sal 18; 32; 34; 40) como también varias o un colectivo (cf. Sal 66; 67; 124; 129).
La introducción es muy semejante a la de los himnos, a la que sigue una narración de
los motivos para dar gracias (una situación penosa que se ha resuelto, un ataque o
persecución superada, etc.) añadiendo una oración de súplica. Luego sigue el relato
de la acción divina salvadora. Concluyen con la acción de gracias propiamente dicha y
actos de confianza en el poder de Dios.
Salmos reales[editar]
Tienen dos modalidades: algunos salmos que hablan sobre el rey de Israel y otros
que muestran la realeza divina. La tradición de ambos grupos de salmos es davídica
en el sentido de que se apoya tanto en la elección divina del Rey David como en la
promesa que Yahveh le hizo sobre la perpetuidad de su dinastía. Inicialmente usados
para la consagración de reyes o para ceremonias reales, con la caída de la monarquía
son reutilizados en sentido mesiánico. Los más representativos son el Salmo 2, el 45,
el 89 y el 110 (para los directamente relacionados con la dinastía davídica) y los
Salmos 47; 93 al 99 sobre la realeza de Yahveh. Dada su diversidad de funciones,
resulta más difícil establecer un esquema general.
Salmos mesiánicos[editar]
El tema de los salmos mesiánicos es discutido entre las escuelas a tal punto que hizo
necesaria la intervención de la Comisión bíblica en la Iglesia católica. Es evidente la
tensión mesiánica que vivía Israel y también que los evangelistas se apropiaron de
algunos salmos para darles sentido de profecías que Jesús estaría cumpliendo. Sin
embargo, se discute sobre qué salmos contendrían este tipo de profecía y cuáles
serían extrapolaciones.
Cánticos de Sion[editar]
Muy relacionados con los dos géneros anteriores, se trata de salmos que cantan las
glorias de Sion, himnos de forma clásica pero a partir de un tema único. Recuerdan
los diversos momentos de la presencia de Yahveh con su pueblo desde el diálogo
con Moisés pasando por el Arca de la Alianza y hasta llegar al Templo de Jerusalén.
Salmos didácticos y salmos de sabiduría[editar]
Se trata de composiciones destinadas a la enseñanza. Se caracterizan por varios
elementos formales que ayudan a hacerlos más didácticos y fácilmente memorizables:
siguen un orden alfabético en la primera letra de algunos versos (cf. Sal 9-10; 25; 34;
37; 111; 112; 119; 145), tratan de la Ley o de la ética israelita.
Otras categorías[editar]
Autores como Lipinski o Peinador abogan por una clasificación que incluya también
otros géneros como salmos de imprecación, de profecía, de maldición, etc. También
se habla de salmos mixtos, es decir, que tienen formas o contenidos propios de los
diversos géneros mencionados anteriormente.
El Salmo 137 que narra las desventuras de los judíos en la cautividad no queda
dentro de ninguno de los géneros mencionados.
Sin embargo, está claro que no todos los salmos son obra de David, aun cuando la
expresión psalterium davidicum haya sido empleada también por el Concilio de
Trento. La crítica textual ha intentado descubrir las influencias dentro de los salmos
para poder ofrecer algún dato, aunque sea mínimo, sobre sus posibles autores y
mucho más del período dentro del desarrollo religioso en Israel. Aunque, tan solo
leyendo los encabezados de cada salmo, se pueden encontrar varios autores aparte
de David: Moisés, Asaf, Herman, los hijos de Core, Salomón, Etan y Jedutum y
algunos de ellos sin determinar a los que se llaman Salmos Huérfanos. El salmo 79
(según la numeración de la versión hebrea) es un lamento por la destrucción de
Jerusalén, escrito por lo tanto, al menos cuatro siglos después de David.
Luis Alonso Schökel da la siguiente muestra de atribuciones de autoría de tres salmos
por parte de diferentes biblistas:
:* Salmo 23.
Delitzsch: no hay razón para dudar que el autor es David.
De Wette: nada se opone, nada abona la autoría de David.
Ewald: el autor es de la época inmediatamente posterior a David y
Salomón.
Baethgen: exílico, como muestra el tono y el verso 6.
Hitzig: por la composición, el lenguaje y la claridad, hay que datado en el
siglo VII; podría ser de Jeremías.
Graetz: del tiempo de Manasés o Joaquín.
Salmo 90.
Delitzsch: de Moisés; nada prueba que sea tardío.
De Wette: en su tenor actual no puede ser de Moisés.
Ewald: por contenido y estilo bien puede ser mosaico, cierto anterior a
David, sea de Moisés o de Samuel.
Rosenmuller: probablemente de la época de Antíoco (siglo II).
Hitzig: muy tardío.
Hoberg: nada se opone a la atribución mosaica del título.
Koster, Graetz y Olshausen: postexílico.
Salmo 127.
Hengstenberg: la atribución a Salomón del título se confirma por el
contenido.
De Wette: que Salomón sea el autor no es impensable, aunque el título
reposa en un error.
Olshausen: postexílico, de la época de Simón.
Graetz: de Nehemías.24
De ahí el comentario del propio Alonso Schökel: «Cada autor hace la atribución
basándose en su concepción global, que es en buena parte conjetura. La mayoría
de los comentaristas actuales han tomado la prudente decisión de no discutir el
problema del autor del salterio o de salmos individuales».24
Mensaje[editar]
Notas[editar]
1. Volver arriba↑ «Salmo 91 - El que habita al abrigo del
Altísimo». estudobiblico.org. Consultado el 5 de mayo de 2014.
2. Volver arriba↑ «...menos capacitado que el griego para el pensamiento
lógico» (Gunkel 1933:17)
3. Volver arriba↑ «dos o tres palabras» (Gunkel 1933:17)
4. Volver arriba↑ «...sin determinar ningún tipo de relación lógica» (Gunkel
1933:17)
5. Volver arriba↑ «la brevedad de la mayoría de ellos» (Gunkel 1933:18)
6. Volver arriba↑ «tremendamente» (Gunkel 1933:178)
7. Volver arriba↑ «Para nosotros, no todo resulta tan fácil.» (Gunkel
1933:18)
8. Volver arriba↑ Esta expresión se usa también en el Nuevo Testamento
para referirse a este libro: véase Lc 20, 13, Lc 24, 44 y Hch 1, 20.
9. Volver arriba↑ Tanto el texto de los LXX como los hallazgos de Qumram
permiten hablar de un salmo 151 que es llamado “suplementario” pero
que no es considerado canónico.
10. Volver arriba↑ Otros casos: el salmo 70 es idéntico a los versículos 14 al
18 del salmo 40; el salmo 108 repite los versículos 8 al 12 del salmo 57 y
los versículos 7 al 14 del salmo 60.
11. Volver arriba↑ De los 150 salmos, 131 tienen introducción en la versión de
los LXX, y 116 en la hebrea.
12. Volver arriba↑ Esta traducción es la usada por la Biblia de los LXX pero
no es compartida por otras tradiciones y variantes del cristianismo que
fluctúan entre diversas variantes: “plegarias a media voz”, “salmo
expiatorio”, etc.
13. Volver arriba↑ Por ejemplo: 55 salmos comienzan diciendo: “Del maestro
de coro”, 73 “de David”, 12 “de la descendencia de Asaf”, 12 “de la
descendencia de Coré”, 1 “de Moisés”, 2 “de Salomón”, 1 “de Hemán el
ezrhaíta”, 1 “de Etán el ezrhaita”, 1 “de Yedutún”. Algunos personajes son
conocidos de la Biblia pero otros no, lo que dificulta sobremanera la
interpretación.
14. Volver arriba↑ cf. Dom Augustin Calmet, Dissertation sur les titres des
Psaumes.
15. Volver arriba↑ G. Ravasi, libro citado en la bibliografía, p. 37.
16. Volver arriba↑ cf. Luciana Mortari, Il Salterio della Tradizione, Gribaudi,
Turín, 1983, pp. 19-26.
17. Volver arriba↑ The Peshitta Psalter according to the West Syrian text
edited with an apparatus criticus, 1904.
18. Volver arriba↑ Además autores como Gunkel y Caselles abogan por
considerar no solo el salterio sino también todas las piezas hímnicas que
se encuentran en el Antiguo y Nuevo testamento así como la literatura
judía que no forma parte de la Biblia. Incluso, según estos autores, hace
falta estudiar los poemas religiosos de los pueblos aledaños al judío
19. Volver arriba↑ Aun cuando en la actualidad no tenga la misma utilización
que antaño es uno de los salmos más usados por el Nuevo Testamento.
20. Volver arriba↑ Cita tomada del libro que se menciona en la bibliografía,
pág. 557.
21. Volver arriba↑ "Los Salmos - Introducción"; Biblia de Jerusalén: 659.
Bilbao: Desclée de Blower.
22. Volver arriba↑ Véase, por ejemplo, 1Sm 16, 18-23 que habla de David
como músico; 2Sm 6, 5-16 que lo presenta organizando la liturgia.
23. Volver arriba↑ El versículo citado es Salmos 110:1
24. ↑ Saltar a:a b Alonso Schökel, Luis; Carniti, Cecilia (1992). Salmos. Tomo
1 (Salmos 1-72). Traducción, introducciones y comentario. Estella
(Navarra): Ed. Verbo Divino. pp. 85-86. ISBN 84-7151-667-5.
Véase también[editar]
Libros Sapienciales
Antiguo Testamento
Biblia
Judaísmo
Cristianismo
Lírica
Bibliografía[editar]
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Barcelona: Herder. ISBN 84-254-1085-1.
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Estella: Editorial Verbo Divino. ISBN 84-7151-907-0.
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Proverbs 25
Proverbs 8
Proverbs 13
Libros sapienciales
Índice
1 Datos generales
2 Contenidos
2.1 Estructura
3 Notas
4 Véase también
5 Bibliografía
6 Enlaces externos
Datos generales
Nombre del libro
Enseñanzas de inspiración más bien religiosa y moral, fundadas en observaciones comunes, las
más de las veces expresadas por medio de imágenes evocadas o sugeridas, que reclaman un
esfuerzo de reflexión para ser comprendidas1
La Septuaginta la denomina παροιμίαι y la Vulgata usa proverbia ambos son términos que
restringen el sentido original de la palabra hebrea al de refrán o máxima.
Estas sentencias morales son con frecuencia fruto de la revelación divina y otras veces provienen
de la experiencia humana y de su sabiduría (otros aspectos de la influencia de Dios). Suelen
expresarse, como otros conceptos de la pedagogía bíblica, en forma de comparaciones, ritmos
verbales, expresiones agudas o relatos enigmáticos. Está destinado a lectores inteligentes, porque
la mayor parte de las veces el esfuerzo de desentrañar sus contenidos exige una cierta
preparación. La palabra "proverbio" se entiende también como refrán conciso, alegoría o adagio,
siempre encerrando una enseñanza simple de la experiencia humana que puede contener o no
una afirmación teológica.
Autor y época
Los Proverbios se atribuyen tradicionalmente al rey Salomón. Los capítulos 10 al 22, 16 así como
25 al 29 son atribuidos a Salomón y al menos se puede demostrar, por medio del uso que en ellos
se hace de géneros literarios más arcaicos como el dístico, que son de los más antiguos del libro.
Asimismo se hacen menciones a la vida cortesana que no podrían provenir de tiempos posteriores
dado que el índice de esplendor y de florecimiento no será igualado en los reinados posteriores. La
sección de máximas de la segunda de ellas eran ya antiguas y muy bien conocidas en tiempos de
Ezequías, esto es, durante las invasiones asirias de alrededor de 722 a. C.
Sin embargo, también se encuentran algunos arameísmos que complican la datación o, al menos,
dan cuenta de ciertos retoques o añadidos posteriores.
Las discusiones realizadas en ámbito judío sobre su canonicidad se cerraron tras el Concilio de
Jamnia. Por su parte, en ámbito cristiano, Teodoro de Mopsuestia al parecer no negó que el libro
de los Proverbios pertenezca al canon pero sí consideró que su contenido versaba sobre prudencia
humana. Asimismo, en siglos posteriores algunos autores como Spinoza y Leclerc han negado
también su canonicidad.
Contenidos
Estructura
Es muy difícil clasificar el contenido del libro, porque no ha podido encontrarse ningún orden
lógico en la secuencia de proverbios que contiene. El orden de las secciones es indiferente a los
contenidos, y dentro de cada una de ellas no se advierte ningún método.
El libro tiene un prólogo, una serie de colecciones y un epílogo. El prólogo (Prov. 1-9) consiste en
un largo discurso que se interrumpe dos veces para insertar arengas que provienen de la
Sabiduría, mientras que las dos grandes colecciones (Prov. 10-22 y Prov. 25-29) muestran la forma
antiquísima del mashal tradicional. La redacción actual, sin embargo, es muy posterior.
Según los estudios de Whybray que han sido generalmente aceptados por los demás exegetas se
puede dividir el libro de los Proverbios en ocho secciones:2
1, 8 – 9, 18 Elogio de la sabiduría
25 – 29 Diversas máximas
1 al 9 La Sabiduría
10 al 31:9 Los Refranes
La sabiduría en Israel
Aún cuando se exprese un cierto conocimiento práctico que permita alcanzar la felicidad, la
sabiduría expresada en los libros sapienciales nunca deja de lado la fe en Yahveh mostrando así su
profundidad religiosa antes que práctica o moral. Las fuentes usadas por estos sabios son los
textos de los profetas. Otra característica es cierta tendencia a personificar o achacar a la sabiduría
acciones humanas.3
La línea argumental del libro está claramente establecida en Proverbios 1:2-7. Se basa en el
concepto de Sabiduría que se expresa en los Libros Sapienciales: el "sabio", que se presenta ante
el pueblo como una persona que proviene de Dios y habla en Su nombre; por lo mismo, el sabio
comparte algunos de los atributos de la divinidad.
En otras oportunidades, la deidad misma asume el papel de sabio, como creador del mundo y
organizador de la moral.
La sabiduría de los Proverbios, en fin, son las enseñanzas de la filosofía teológica que enseñan al
hombre a ser como los sabios y a vivir en consecuencia.
Como la mayoría de la literatura sapiencial, los Proverbios demuestran en varios pasajes que los
sabios que los escribieron (o Salomón mismo) tenían un fuerte contacto y un profundo
conocimiento de la literatura sapiencial de Oriente y especialmente de Egipto.
Sentido religioso
Además de la monocorde repetición de fórmulas casi idénticas, el libro contiene numerosos
consejos y órdenes pedestres y terrenales, que no parecen tener relación alguna con un mensaje
divino. Sus ideas de la vida y de la relación entre Hombre y Dios son simples y terrenales.
Pero las verdades que expresa son incuestionables para el hombre con experiencia y la mayoría de
los consejos no han perdido su validez a pesar de los miles de años transcurridos. La idea de que el
Hombre ha sido llamado al servicio de Yahvéh no lo dispensa de actuar con sabiduría en los
asuntos de menor rango, porque las virtudes naturales y la sabiduría de la tierra, el campo y la
familia están en la raíz misma de la santidad.
Para comprender acabadamente la literatura de este período se debe entender el punto de vista
de los sabios y Salomón, a saber: la revelación cristiana, con su bien y su mal, su justicia y su
pecado, son muy posteriores a su época, y el concepto de recompensa y castigo en el más allá les
era completamente desconocido.
Es por ello que los estrechos límites de sus enseñanzas parecen insuficientes desde el punto de
vista de la religión y la moral cristianas modernas.
Sin embargo, los sabios que escribieron los Proverbios lo hicieron como transmisores y
depositarios de la sabiduría de sus antepasados, buscando la forma de transmitirla hasta nuestros
días. Si este trabajo no se hubiera efectuado, estas antiguas tradiciones nos serían ajenas por
entero.
Notas
Cf. R. WHYBRAY, Some literary Problems in Prov 1-28, VT 1966, págs. 482-496.
En el Nuevo Testamento con el uso de Logos aplicado a Jesús de Nazaret, se indica que la
Sabiduría misma de Dios se ha encarnado.
Véase también
Libros Sapienciales
Ketuvim
Salomón
Antiguo Testamento
Tanaj
Biblia
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Monegro-David-Salomon.jpg
El rey Salomón (a la derecha), a quien se atribuye este libro, junto al rey David (Monasterio de El
Escorial).
Contenido
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Libros Sapienciales
Cantar de los Cantares (hebreo הַ ִש ִירים ִשיר, Shir Hashirim), conocido también como Cantar de
Salomón o Cantar de los Cantares de Salomón, es uno de los libros del Antiguo Testamento y de la
Biblia hebrea.
El Cantar de los Cantares es una celebración del amor sexual entre dos amantes y consiste de
elogios entre los amantes, las manifestaciones de su deseo, y unas invitaciones a disfrutar de la
unión sexual entre dos personas.12 Por ello, el Cantar es un libro único en la Biblia y no encaja en
ninguno de los principales géneros bíblicos: no se ocupa ni de la Ley, ni de los profetas, no es
propiamente un libro sapiencial, ni examina tampoco la alianza y ni siquiera se ocupa de Dios. En
el Cantar, los amantes se encuentran en plena armonía, y sienten un deseo mutuo y se regocijan
en su intimidad sexual.3
Índice
1 Datos generales
1.1 Etimología
1.2 Colocación
2 Contenido
2.2 Esquema
3 Interpretaciones
5 Notas
6 Bibliografía
7 Enlaces externos
8 Influencia posterior
Datos generales
Etimología
La construcción Cantar de los Cantares tiene valor superlativo, análogo al de otras expresiones
como "Rey de reyes" (Ez 26,7; Dn 2, 37), "Libro de los libros", "Santo de los santos" o Sábado de
sábados. Este honroso tratamiento implica reputarlo "El Cantar por excelencia", superior a todos
los demás y el singular y el excelso entre los de su misma textura. El nombre, concretamente,
dimana del capítulo 1 versículo 1 ("La canción superlativa que es de Salomón") "la canción de las
canciones".
Colocación
En la Biblia hebrea encabeza los libros llamados megillot y se ubica entre Rut y Eclesiastés. En la
Biblia cristiana católica se encuentra entre Eclesiastés y Sabiduría. En la Biblia cristiana protestante
se encuentra ubicado entre los libros de Eclesiastés e Isaías.
Autor y fecha
La introducción a este libro señala a Salomón como autor del libro, y así lo han considerado
tradicionalmente las religiones judía y cristiana. Sin embargo, esta atribución supone que la obra
debió componerse en el siglo X a. C., lo cual se considera inverosímil, pues, como señala el
arqueólogo Israel Finkelstein, los cinco primeros libros de La Biblia no se compusieron hasta el
siglo VII a. C.
La atribución a Salomón es, pues, ficticia, pues la cultura hebraico-bíblica no surge hasta el
cautiverio hebreo en Babilonia. El hebreo empleado en el texto es, además, obviamente tardío y
contiene algunos arameísmos e incluso influencias del griego, lo que sugiere que cuando se
compuso ya estaba escrita la Septuaginta. Por todos esos motivos filológicos y por la simbología de
la obra, Ricciotti sitúa la redacción en el siglo IV a. C.
Canonicidad y uso litúrgico
Su canonicidad fue puesta en duda en el ámbito judío, pero establecida firmemente en el Concilio
de Jamnia. En la tradición cristiana siempre ha sido considerado canónico. Llama la atención el uso
que se da de este libro en la misa en memoria de María Magdalena.
Contenido
Se han propuesto varias interpretaciones sobre la estructura de la obra y el género literario al que
pertenece. Así, Lapide divide el libro en cinco secciones; Muntz, en seis escenas, y Bossuet, en
siete cantos; pero hay aspectos que dan unidad:
Se trata de dos amantes separados, que se buscan ávidamente, claman su amor común, se reúnen
y se ven de nuevo separados, esperando llegar, después de una prueba de que triunfa la amada, a
poseerse definitivamente.
Esquema
Contenido general
A primera vista, el Cantar de los Cantares se estructura como un poema de amor conyugal a voces
o cantos alternos, ajeno a todo plan organizado y que escapa a cualquier categorización rigurosa.
Trata de dos amantes, un joven pastor y una sulamita, que han sido obligados a separarse, que se
buscan con desesperación, declaman su amor en una forma poética altamente sofisticada, se
reúnen y vuelven a separarse, siempre con la profunda esperanza de volver a estar juntos para
siempre, apoyándose en la antigua premisa de que "el amor siempre triunfa". Una de las claves del
Cantar de los Cantares es la forma descriptiva, sensual e inspiradora, con la que se desarrollan
todas las situaciones utilizando la metáfora a través del mundo de la naturaleza, los frutos, las
flores, los capullos, los árboles y la miel, para relacionarlo con los enamorados, el deseo de verse y
el amor profundo entre ambos. Las palabras utilizadas y la forma de usarlas inspiraron muchos
sermones como los de Bernardo de Claraval, quien encontró en las Cántigas, una forma nueva de
expresar el amor hacia Dios.
Panigarola, Jacobi y Guitton afirman que se trata de una obra dramático-lírica. Generalmente se
niega que tenga carácter histórico.
Interpretaciones
Dado su carácter canónico dentro de la Biblia hebrea, se ha dudado de que se le diera un sentido
literal, abogando más bien por un sentido alegórico. Por esta línea siguen Esdras (4 Esd 5, 24-26),4
el Tárgum y el Talmud. Lusseau afirma:
Algunas torpezas de exégesis más o menos fantásticas no logran oscurecer la concepción esencial
que se formaron del Cantar los judíos: la obra canta las bodas místicas del Señor con su pueblo
escogido.
cf. Cazelles, obra citada en la bibliografía, pág. 657
Los analistas antiguos no judíos se mantuvieron fieles a esta explicación, y lo mismo hacen los
judíos modernos y la inmensa mayoría de las confesiones cristianas: Dios es el perfecto esposo del
pueblo creyente y, como cualquier pareja de amantes, ambos suelen sufrir desilusiones,
desesperanzas y problemas. Con el cristianismo la imagen alegórica se actualizó: el cantar trata del
matrimonio místico de Cristo con su Iglesia. Y aunque las correspondencias de la esposa hayan
variado (la humanidad, el alma fiel del creyente), la interpretación simbólica prima durante
bastante tiempo. Teodoro de Mopsuestia consideraba que el libro era una evocación de la relación
de Salomón con una princesa egipcia.5 En la Edad Media, el exégeta hispanohebreo Abraham ben
Meir ibn Ezra (1089/92-1164/67), escribe en dos versiones (primero en Italia y más tarde en
Francia), un comentario al Cantar en el que aborda su interpretación en forma tripartita
(gramatical, literal y alegórica). El sentido literal, fue vuelto a proponer por Sebastian Castellio (en
el año 1537), en el ámbito judío. A partir de allí, diversos exégetas cristianos, entre los que se
cuenta al mismo Bossuet, le dan una interpretación literal que da pie para la interpretación
alegórica.
La otra escuela sostiene que la obra debe leerse en el sentido literal, es decir, no es más que una
colección de cantos eróticos que celebran el amor humano protagonizado por un hombre y una
mujer (cosa que también mandaría la Biblia). Según algunos analistas, el libro evitaría
cuidadosamente la profanación de este amor, ya que el casamiento del hombre y la mujer estaría
bendito por Dios y deseado por Él. No es la primera vez, como se ha dicho, que el tema es tratado
en el Antiguo Testamento, y la santidad que para la Iglesia significa el matrimonio religioso
justificaría que se lo entienda tanto de manera llana como alegórica.
En los años 50 se abrió una nueva forma de considerar el sentido literal: según Dubarle y Audet el
Cantar de los Cantares es un libro que canta y celebra el amor esponsal manifestando el modo
querido por Dios para su desarrollo.
Otras interpretaciones
Véase también
Antiguo Testamento
Tanaj
Biblia
Notas
Garrett, Duane (1993). Proverbs, Ecclesiastes, Song of Songs. B&H Publishing Group. ISBN
9780805401141., pág. 193
Alter, Robert (2011). The Art of Biblical Poetry. Basic Books. ISBN 0465028195., pag. 232
Exum, J. Cheryl (2012). "Song of Songs". In Newsom, Carol Ann; Lapsley, Jacqueline E. Women's
Bible Commentary. Westminster John Knox Press. ISBN 9780664237073., p. 248
Éste retoma las imágenes del jardín, del lirio y de la paloma para aplicarlas al pueblo judío.
Esta proposición fue juzgada errónea por el concilio de Constantinopla con duras palabras:
infanda Christianorum auribus (“cosas vergonzosas para los oídos cristianos”).
Bibliografía
Cantera, F. & Iglesias, M. (1975). Sagrada Biblia. Versión crítica sobre textos hebreo, arameo y
griego. 3ª edición 2000, 2ª impresión 2003. Madrid: B. A. C. ISBN 978-84-7914-490-6.
Cazelles, Henry (1981). Introducción crítica al Antiguo Testamento. Barcelona: Herder. ISBN 978-
84-254-1085-7.
Fernández Tejero, Emilia (edit.) (1998/2007). El cantar más bello. El Cantar de los Cantares de
Salomón. Cuarta edición. Madrid: Editorial Trotta. ISBN 978-84-8164-944-4.
Luzarraga, Jesús (2005). Cantar de los Cantares. Editorial Verbo Divino, Estella (Navarra). ISBN 978-
84-8169-695-0.
Solans Mur, Modest (1982). Cantar de los Cantares. Versión del hebreo de Modest Soláns Mur.
Depósito legal SE 498-1982. CDU 223.9.07.
Enlaces externos
Idioma Hebreo
Contenido
Ecclesiastes 12
Ecclesiastes 2
Ecclesiastes 1
Ecclesiastes 7
Ecclesiastes 8
Ecclesiastes 4
Ecclesiastes 6
Ecclesiastes 3
Ecclesiastes 5
Ecclesiastes 9
Ecclesiastes 10
Ecclesiastes 11
Libros sapienciales
Cantar de los
Proverbios Libro del Eclesiastés
Cantares
El Libro del Eclesiastés (griego ἐκκλησιαστής, Ekklesiastés, hebreo קֹ ֶהלֶ ת, Qohéleth,
"eclesiasta", "asambleísta" o "congregacionista"), a veces conocido como el "Libro del
Predicador", es un libro del Antiguo Testamento de la Biblia, y también del Tanaj,
perteneciente al grupo de los denominados Libros Sapienciales, o de enseñanzas. En el Tanaj
judío se ubica entre los Ketuvim (o los "escritos"). En el ordenamiento de la Biblia,
el Eclesiastés sigue a los Proverbios y precede al Cantar de los Cantares, mientras que en
el Tanaj se encuentra entre estos dos mismos libros, pero en orden inverso: le antecede
el Cantar de los Cantares, y le sucede el de Proverbios.
No debe confundirse con el Libro del Eclesiástico, el cual es otro libro sapiencial, de nombre
similar, que forma parte del Antiguo Testamento del Canon Amplio Oriental y Occidental,
sustento de las Biblias propias de las iglesias cristianas ortodoxas, orientales, y de la católica.
Índice
1Datos generales
o 1.1Nombre del libro
o 1.2Autor y datación
o 1.3Canonicidad
2Contenidos
o 2.1Críticas desde el cristianismo
3Libro de las citas
4Notas
5Bibliografía
6Véase también
7Enlaces externos
Datos generales[editar]
Nombre del libro[editar]
El autor se llama a sí mismo Qohéleth ( )קֹ הֶ לֶ תque significa literalmente "el hombre de la
asamblea" o "el representante de la asamblea", el vocero, un tribuno de la asamblea del
pueblo, que cansado de las ideas dominantes, se decide a tomar la palabra.1
En el Tanaj ( קֹ ֶ ֶ֣הלֶ תQohéleth) es el nombre que se da al libro. La Septuaginta griega lo traduce
como ἐκκλησιαστής (Ekklesiastés), que significa “miembro de la congregación" o de la
asamblea (ecclesía), y de ese título se deriva el título español Eclesiastés. Qohéleth ha sido
traducido a partir de Lutero como "el predicador" (Der Prediger) o mejor aún "el orador -
(persona que expone un tema ante una audiencia)". Sin embargo, una traducción más
aproximada de Qohéleth es "el congregador", lo que también aplica mejor a Salomón e
indicaría con qué propósito escribió el autor el libro.
Autor y datación[editar]
Vanidad de vanidades, y todo tipo de vanidad. Óleo que representa al rey Salomón ya anciano
y meditabundo (Isaak Asknaziy, Rusia, siglo XIX).
Eclesiastés es un libro postexílico,2 cuyo autor se llama a sí mismo "hijo de David" y "rey
en Jerusalén" (Eclesiastes 1:1), atribuido tradicionalmente, al igual que el Libro de Proverbios,
al rey Salomón.
Actualmente su autoría se considera un misterio. Varios círculos de eruditos niegan la autoría
salomónica. Comentan que se atribuía a Salomón cualquier obra de tema filosófico eminente
de la que se desconocía el autor y que el estilo literario y el uso de la lengua lo ubica en
tiempo de los persas de Ciro.3 Otro argumento es que el autor dice explícitamente
en Eclesiastes 1:12 que en el momento de escribir el libro ya no era rey " fui rey en
Jerusalén". Sin embargo, quienes defienden la autoría salomónica sostienen que esta última
idea presenta oposición histórica pues Salomón fue el hijo de David que llegó al trono, y que
su comentario "fui" puede ser una figura retórica o poética.
Actualmente la mayoría de los eruditos comentan que conocer la fecha y autoría del libro con
certeza es imposible por falta de evidencias históricas.4 El círculo de comentaristas a favor de
la autoría salomónica lo sitúan en su vejez,5 cuando su filosofía había sido enriquecida por
filosofías foráneas. (1Reyes 10:23-24)
El primero en dudar de la autoría salomónica del Eclesiastés fue Hugo Grocio, en 1644, quien
encontró que en el texto hebreo hay muchas palabras que solamente se encuentran
en Daniel y Esdrás.3 En 1875, en su comentario al Cantar de los
Cantares y Eclesiastés, Franz Delitzsch probó que el hebreo de este último no corresponde a
la época de Salomón y es posterior al exilio.2
El autor parece un hombre incuestionablemente ilustrado. Qohélet conoce lo que pasa fuera
de las fronteras de Israel, ha viajado y ha estado en profundo y prolongado contacto con
el helenismo. Aunque esto es claro, mucho más difícil resulta establecer con cuál de las tres
grandes corrientes de pensamiento helénico comulga o simpatiza: no se sabe si
fue cínico, epicúreo o estoico.
Tanto Siegfried6 como Podechard7 sostuvieron que el libro estaría compuesto por una base
original a la que se han ido añadiendo diversas partes. Ya el epílogo, por el modo en que
menciona al autor, sería de redacción posterior. Otros refranes que echan mano de
cierta métrica muestran quizás la intervención de otro autor. Sin embargo, los indicios no son
suficientes todavía como para afirmar con certeza la diversidad de autores.
La lengua del escrito es ya fuertemente arameizante, con términos que provienen del lenguaje
común de la calle o el mercado3 y con algunos préstamos del persa (como pardes: jardín,
huerto, parque; medina: provincia, distrito, barrio),8 en tanto que las reflexiones corresponden
más bien a un fondo helénico.9
Canonicidad[editar]
Estaba en el canon judío para el siglo I d. C. y aunque se elevaron dudas en ese ámbito,
el Concilio de Jamnia los disipó. Se han encontrado fragmentos del Qohélet en las cuevas
de Qumram. En el ambiente cristiano, solo Teodoro de Mopsuestia opuso o minimizó la
canonicidad del libro.
Contenidos[editar]
La estructura del Eclesiastés se presenta como difusa, o formada por una serie de 35
apartados sin conexión. Pero la Biblia de Jerusalén propone, a juicio de David Gonzalo
Maeso:
I Parte (1-6):
Título y prólogo sobre el hastío.
Cuatro decepciones:
La gran vida, realización de Salomón.
La condición mortal.
El individuo en la sociedad.
Sátira del dinero y la riqueza.
II Parte (7-12):
Prólogo sobre la risa.
Otras cuatro decepciones:
Sanción en esta vida.
Insatisfacción del amor.
Caprichos de la fortuna.
La senectud.10
El Eclesiastés se pregunta cómo afrontar la vida, ya que nada en ella es seguro excepto la
muerte. Tiene un tono marcadamente existencial. Reflexiona sobre la fugacidad de los
placeres, la incertidumbre que rodea al saber humano, la futilidad de los esfuerzos y bienes de
los hombres, la caducidad de todo lo humano y las injusticias de la vida.
La incertidumbre de la existencia es el centro de las reflexiones de Kohélet. Nos invita a
disfrutar de la vida, pues nunca podemos estar ciertos de qué nos deparará y también las
alegrías de este mundo son un don de Dios. Recomienda aceptar con serenidad las
desgracias y la adversidad, pues también ellas serán tan pasajeras como lo es todo en la vida
del hombre. La injusticia que con frecuencia domina lo humano, el valor de la sabiduría a
pesar de sus inevitables límites, lo inútil de todo afán del ser humano que necesariamente
concluye con la muerte, son algunos de los temas intemporales sobre los que reflexiona.
Resuena la voz de Kohélet en Ecle. 12, 8 según la versión Reina Valera:
"Vanidad de vanidades", dijo el Predicador, "todo es vanidad"
El Eclesiastés formula varios tópicos literarios universales del desengaño: Edad de oro o
"Cualquiera tiempo pasado fue mejor", Vanitas vanitatum, Ubi sunt?, Nihil novum sub sole...
pero la conclusión principal tiene que ver con el conocido carpe diem: disfruta del día, disfruta
del momento, aprovecha lo que la vida te ofrece para equilibrar el dolor. Quizás el mejor
extracto de esta propuesta existencialista se encuentre en Ecle. 9:
Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con
tus obras. En toda sazón sean tus ropas blancas y no falte ungüento sobre tu cabeza. Vive la
vida con la mujer que amas, todo el espacio de tu vana existencia que se te ha dado bajo el
sol, ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol. Cualquier
cosa que esté a tu alcance el hacerla, hazla según tus fuerzas, porque no existirá obra ni
razones ni ciencia ni sabiduría en el she'ol a donde te encaminas»
Eclesiastes 9:7-10
El profesor Antonio Bonora muestra con claridad que en el Eclesiastés enseña que la vida
humana está abocada sin remedio a la muerte y a finitud, y, ya que el conocimiento añade
dolor, el pensamiento de la muerte enseña a vivir sin temor la propia condición de criatura,
esto es, de ser finito y limitado; la auténtica culpa existencial consiste en la no aceptación de la
finitud del ser, en la desesperación que surge por no poder llegar a ser como Dios, en
amargarse la existencia en la infinitud del miedo de morir. Cuando el hombre se reconoce y se
acepta, frente a Dios, como criatura finita y mortal, conquista la libertad de disfrutar de la vida
y de sus dones sensacionales.11
Se señala a menudo la conexión del Eclesiastés con el Libro de Job. La pregunta ética por la
justicia, o la pregunta por el sentido del sufrimiento, que Job plantea, tiene un contexto de
creencias semejante. Así, al final del Libro de Job, éste, al depositar su confianza en Dios,
alcanza una vida larga y próspera y mucha descendencia, la máxima expectativa de un ser
humano.
Críticas desde el cristianismo[editar]
El Eclesiastés ha sufrido variadas críticas, que dependen exclusivamente de citar fuera de
contexto y en forma aislada algunas de sus afirmaciones. Así, se lo ha acusado
de pesimista, escéptico y epicúreo.
Estos así llamados "errores" desaparecen cuando se contempla a Kohélet en el marco de la
sociedad, la religión y la filosofía de su época, ya que el libro se adapta muy bien a la doctrina
hebrea de aquel tiempo y a los principios éticos y morales del judaísmo sin contradecirlos en
nada.
No es infrecuente que desde posturas cristianas se eche en falta en el Eclesiastés un sentido
de la trascendencia de la vida más allá de la muerte. Lo cierto es que el dogma cristiano de la
inmortalidad del alma no forma parte de las creencias del judaísmo originario, aunque si hace
referencia de la trascendencia espiritual en el Capítulo 12:7 El Eclesiatés es un clásico libro
sapiencial cuya intención parece marcado en enseñar a vivir y acompañar al hombre en los
vaivenes de su vida. Cobra pleno sentido que disfrutemos cuanto podamos de ésta y no nos
desesperemos cuando la fortuna nos sea contraria. Todo pasará. Hemos de mantener nuestra
confianza en Dios, no porque nos premie con la eternidad, sino porque Él es la única garantía
de justicia y sentido que en vano buscaremos en el mundo humano.
Detalle del techo de la capilla de los huesos en Évora (Portugal) con la cita "Melior est dies
mortis die nativitatis" (Ec. 7.1)
Representación fotográfica libre de una de las frases que se pueden encontrar en el libro: Vi
todas las obras que se habían hecho bajo el sol, y, ¡mira!, todo era vanidad y un esforzarse
tras viento (Ec. 1:14)
Es el libro más citado de la Biblia, incluso en la vida diaria, aunque el que utiliza sus dichos no
sepa de dónde provienen:
"Vanidad de vanidades, todo es vanidad" (1:2),
"Lo que fue, eso será. Lo que ya se hizo, eso es lo que se hará; no se hace nada nuevo
bajo el sol" (1:9),
"Todo tiene su momento, y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su tiempo. Hay
tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar; tiempo de llorar
y tiempo de reír; tiempo de lamentarse y tiempo de danzar; tiempo de esparcir las piedras
y tiempo de amontonarlas; tiempo de abrazarse y tiempo de separarse; tiempo de buscar
y tiempo de perder; tiempo de guardar y tiempo de tirar; tiempo de rasgar y tiempo de
coser; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de aborrecer; tiempo
de guerra y tiempo de paz" (3:1-8);
"Las generaciones de hombres vienen y van, pero la tierra permanece" (1:4),
¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos
han precedido. No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá
memoria en los que serán después" (1:10-11).
"Todos van al mismo lugar; todos han salido del mismo polvo y al polvo volverán" (3:20),
"Hay gente honrada que es tratada como si cometiera cosas malas, y hay gente malvada
que es tratada como si hiciera cosas buenas" (8:14);
"Las palabras del sabio son como aguijones" (12:11),
"Escribir libros es una tarea sin fin" (12:12)
"Todos los ríos terminan en el mar, y el mar no se llena" (1, 7)
"Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el
uno levantará al otro; pero ¡ay del hombre solo! Cuando cayere, no habrá segundo que lo
levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se
calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres
dobleces no se rompe pronto" (4: 9-12)
En la mucha sabiduría hay mucha angustia, y quien aumenta su conocimiento, aumenta
su dolor (1:18)
Notas[editar]
1. Volver arriba↑ Ubieta, José Ángel (1967) "Eclesiastés"; Biblia de Jerusalén: 856 n.
Bilbao: Desclée de Brouwer.
2. ↑ Saltar a:a b Delitzsch, Franz (1875) Hoheslied und Koheleth. Dörffling und Francke.
Leipzig.
3. ↑ Saltar a:a b c Seow, Choon-Leong (1996) "Linguistic Evidence and the Dating of the
Qohelet"; Journal of Biblical Literature 115 (4): 643-666.
4. Volver
arriba↑ http://isbndb.com/book/ecclesiastes_an_introduction_and_commentary. Falta
el |título= (ayuda)
5. Volver
arriba↑ http://books.google.com.mx/books?id=CkoAH9UpUUoC&printsec=frontcover&
dq=Ecclesiastes:+Interpretation:+A+Bible+Commentary+for+Teaching+and+Preachin
g&hl=es#v=onepage&q=Ecclesiastes%3A%20Interpretation%3A%20A%20Bible%20C
ommentary%20for%20Teaching%20and%20Preaching&f=false. Falta
el |título= (ayuda)
6. Volver arriba↑ Siegfried, Carl J.; Wilhelm Frankenberg und Wilhelm Nowack
(1898) Prediger und Hoheslied. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht.
7. Volver arriba↑ Podechard, Emmanuel (1912) L'Ecclésiaste. Paris: J. Gabalda.
8. Volver arriba↑ García-Treto, Francisco (2010) Job, Proverbios, Eclesiastés y Cantar
de los Cantares: 89-90. Justo L. González, editor general. Augsburg Fortress.
9. Volver arriba↑ Krüger, Thomas; Orville Cole Dean and Klaus Baltzer (2004) Qoheleth:
a commentary. Fortress Press.
10. Volver arriba↑ Cf. David Gonzalo Maeso, Manual de historia de la literatura hebrea.
Madrid: Gredos, 1960.
11. Volver arriba↑ Cf. Antonio Bonora, Guía espiritual del Antiguo Testamento. El Libro de
Qohélet, 1994.
Bibliografía[editar]
BLOOM, HAROLD (2005). ¿Dónde se encuentra la sabiduría?. Taurus. ISBN 978-987-04-0151-3.
CAZELLES, HENRY (1981). Introducción crítica al Antiguo Testamento. Barcelona:
Herder. ISBN 84-254-1085-1.
Vílchez Líndez, José (1994). Eclesiastés o Qohélet. Editorial Verbo Divino. ISBN 978-84-7151-
669-5.
KUSHNER, HAROLD S. (2000). Cuando nada te basta. Booket. ISBN 987-1144-88-1.
Véase también[editar]
Libro de Job
Antiguo Testamento
Biblia
Epicureísmo
Escuela cínica