Resumen-1er Parcial Adolescencia Grassi
Resumen-1er Parcial Adolescencia Grassi
Resumen-1er Parcial Adolescencia Grassi
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Práctico Semana 2. Texto 2/3
La adolescencia es un pasaje obligado, el pasaje delicado, atormentado pero también creativo, que se
extiende desde el fin de la infancia hasta las puertas de la madurez. El adolescente es un muchacho o una
chica que poco a poco deja de ser un niño y se encamina difícilmente hacia el adulto que será.
Nasio define la adolescencia desde tres puntos de vista diferentes pero complementarios:
Desde la perspectiva biológica, sabemos que la adolescencia corresponde a la pubertad, más
exactamente el principio de la adolescencia corresponde a la pubertad, a ese momento de la vida en
el que el cuerpo de un niño de 11 años es abrasado por una sorprendente llamarada hormonal. La
pubertad designa justamente el periodo en el que se desarrollan los órganos genitales, aparecen
signos distintivos del cuerpo del hombre y de la mujer, y se produce un impresionante crecimiento de
altura así como una modificación sensible de las formas anatómicas. Biológicamente hablando, la
adolescencia es sinónimo del advenimiento de un cuerpo maduro, sexuado, susceptible de procrear.
En cuanto a lo sociológico, el vocablo “adolescencia” abarca el periodo de transición entre la
dependencia infantil y la emancipación del joven adulto. En nuestra sociedad los jóvenes conquistan
su autonomía muy tardíamente, dados la extensión de los estudios y el desempleo masivo, factores
que mantienen la dependencia material y afectiva del adolescente respecto de su familia. Un adulto
joven de cada dos sigue viviendo en el domicilio de los padres a los 23 años, gozando no sólo del
techo por tiempos cada vez más prolongados, sino también de su sostén económico que, muy a
menudo, se extiende incluso más allá. Puede afirmarse que la pubertad signa su entrada hacia los 11
o 12 años, mientras q la emancipación puntúa su salida alrededor de los 25 años.
Punto de vista psicoanalítico: el joven de hoy es un ser trastornado que, alternativamente, se precipita
alegre hacia delante en la vida, luego de pronto se detiene, agobiado, vacío de esperanza, para volver
a arrancar inmediatamente llevado por el fuego de la acción. Todo en él son contrastes y
contradicciones. Puede estar rebelde como conformista, intransigente y decepcionado; en un
momento entusiasta y de golpe inactivo y desmoralizado. A veces, es muy individualista y exhibe una
vanidad desmesurada o, por el contrario, no se quiere, se siente poca cosa y duda de todo. Los únicos
ideales a los que adhiere son los ideales de su grupo de amigos. A sus padres les manifiesta
sentimientos que son la inversa de lo que siente realmente por ellos: los desprecia y les grita su odio,
mientras que el niño que subsiste en el fondo los ama con ternura.
El impulso creador del adolescente:
El adolescente, sin ninguna duda, es un ser que sufre, exaspera a los suyos y se siente sofocado por ellos,
pero es, sobre todo, el que asiste a la eclosión de su propio pensamiento y al nacimiento de una fuerza
nueva; una fuerza viva sin la cual en la edad adulta ninguna obra podría llevarse a cabo. Todo lo que
construimos hoy está erigido con la energía y la inocencia del adolescente que sobrevive en nosotros. La
adolescencia es una de las fases más fecundas de nuestra existencia. El cuerpo se acerca a la morfología
adulta y se vuelve capaz de procrear; por otro lado, la mente se inflama por grandes causas, aprende a
concentrarse en un problema abstracto, a discernir lo esencial de una situación, a anticipar las dificultades
eventuales y a expandirse ganando espacios desconocidos. El adolescente conquista el espacio intelectual
con el descubrimiento de nuevos intereses culturales; conquista el espacio afectivo con el descubrimiento
de nuevas maneras de vivir emociones que ya conocía, pero q nunca antes había experimentado de esa
manera; y por ultimo, conquista el espacio social al descubrir, más allá del circulo familiar y del escolar, el
universo de los seres humanos en toda su diversidad. Ante la creciente importancia que la sociedad reviste
ahora en su vida, comprende muy pronto que nada puede surgir de una acción solitaria. Nos damos cuenta
de cuan vital es el otro biológica, afectiva y socialmente para cada uno de nosotros, cuanta necesidad
tenemos del otro para ser nosotros mismos.
La mayor parte del tiempo, lo que se presenta ante nosotros es un adolescente en estado de desasosiego;
un joven al que le cuesta expresar su malestar con palabras. No sabe o no puede verbalizar el sufrimiento
difuso que lo invade y es a nosotros, adultos, a quienes nos compete soplarle las palabras que le faltan,
traducirle el mal-estar que siente y que habría expresado el mismo si hubiera sabido reconocerlo.
El adolescente no siempre sabe hablar de lo que siente pq no sabe identificar bien lo que siente. Si el
adolescente no habla no es pq no quiere comunicar, sino pq no sabe identificar lo que siente, y mucho
menos verbalizarlo. Se ve lanzado a actuar mas que a hablar y que su mal-estar se traduce más por medio
de los actos que de las palabras. Su sufrimiento, inconsciente, está más expresado mediante
comportamientos impulsivos que conscientemente vivido y puesto en palabras.
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El sufrimiento inconsciente del adolescente puede manifestarse de tres maneras diferentes:
- por medio de una neurosis de crecimiento (sufrimiento icc moderado): La adolescencia es una
neurosis sana, necesaria para volverse adulto.
- por medio de comportamientos peligrosos (sufrimiento icc intenso): Estos comportamientos
peligrosos son interpretados como la puesta en acto de un sufrimiento inconsciente. Por ejemplo:
comportamientos depresivos, aislamiento, intentos de suicidio y suicidio, adicciones, consumo de drogas
duras, alcoholismo, pornografía invasiva, anorexia y bulimia, distanciamiento escolar y ausentismo,
vandalismo, violencia contra los otros y contra sí mismo, ciberdependencia y uso abusivo de chats.
- por medio de perturbaciones mentales (sufrimiento icc extremo): Perturbaciones mentales,
principalmente la esquizofrenia, los TOC, las fobias, la depresión, los desórdenes alimentarios crónicos y
las perversiones sexuales, que revelan un sufrimiento inconsciente.
Nasio dice que para crecer, nos hemos visto obligados a soportar dos neurosis: la primera entre los tres y
seis años, una neurosis infantil durante el Edipo; y más tarde, la segunda entre los once y dieciocho años,
una neurosis juvenil durante la adolescencia. Estas dos neurosis de crecimiento son neurosis sanas porque
son pasajeras y se resuelven por sí mismas.
La adolescencia es un duelo de la infancia: el joven debe perder a la vez su universo de niño, conservar en
sí mismo sus sensaciones y emociones infantiles, y conquistar la edad adulta.
El segundo aspecto del abordaje psicoanalítico entiende el periodo de la adolescencia como un lento y
doloroso proceso de duelo y renacimiento. Detrás de los comportamientos angustiados, tristes o rebeldes
del adolescente neurótico, se esconde en lo más profundo de él un lento, doloroso y sordo trabajo interior
de alejamiento progresivo del niño que ha sido, pero también de construcción igualmente progresiva del
adulto por venir.
El adolescente debe perder, conservar y conquistar a la vez: perder el cuerpo de niño universo familiar en
el cual creció; conservar todo lo que sintió, percibió, quiso desde su primer despertar, en particular su
inocencia de niño; y conquistar finalmente la edad adulta.
El duelo es un tiempo, tiempo que hace falta para aceptar vivir con la ausencia definitiva de aquel a
quien amamos y que acabamos de perder. Aceptar vivir con la ausencia significa, de hecho, aprender a
amar de otro modo a aquel que ya nunca más volverá a estar, aprender a quererlo de otra manera que
cuando estaba vivo.
No es fácil para un adolescente amar al niño que hay en él, de hecho tiene horror a sentirse tratado como
un niño porque eso sería un signo de debilidad, por eso rechaza todo lo que de su infancia vuelve en él.
Pero sólo podrá crecer asumiendo, lo quiera o no, su infancia pasada. Para hacernos adultos, felices de
serlo, aún necesitamos amar al niño que hemos sido.
El pasado infantil resurge en la vida concreta del joven sin que el sea consciente de ello. Al amar a una
pareja de la misma edad, al descubrir un país desconocido, al crear una cuenta en fb o al reírse con los
amigos, el joven de hoy revive sin saberlo la ternura y la sensualidad del primer amor que de pequeño sintió
por su madre, la sorpresa de sus primeros descubrimientos, la pasión de sus primeros juegos infantiles.
Para dejar atrás la infancia el adolescente debe volver a ella sin cesar y sin cesar revivirla en la frescura de
los nuevos encuentros. Cada retorno al pasado marca un paso hacia delante.
Sin ignorar que ser adulto es más un ideal inalcanzable que un estado bien definido, reconocemos, empero,
dos indicadores de madurez afectiva que muestran que el adolescente ha abandonado la adolescencia, ya
no vive bajo la presión del superyó asfixiante y, por consiguiente, se ha vuelto más conciliador consigo
mismo y con el mundo. Primero, el joven adulto ya no se avergüenza de jugar como un niño; ha comprendido
intuitivamente que ser un hombre o una mujer es permitirse regresar a la infancia cuando se quiere y como
se quiere, sin por ello sentirse rebajado. Y el segundo indicador es que ya no le molesta mostrarse obediente
frente a la autoridad. Puede responder a las órdenes de un superior jerárquico o plegarse a una disciplina
sin sentirse indigno. Creer que es ridículo mostrarse niño o creer que es humillante obedecer son
susceptibilidades que revelan que el joven adulto no terminó de atravesar su pasaje adolescente; sigue
habitado por el miedo histérico e infantil a ser humillado. Entonces, dos principales indicadores de madurez
afectiva: ser adulto es vivir sin temor de jugar como un niño y sin vergüenza de mostrarse obediente.
Seguramente hay muchos indicadores más, además del indicador social de cuando ya no es dependiente
económicamente de sus padres. Nasio piensa tres indicadores psíquicos elocuentes: ser apto para
reconocer las propias imperfecciones y aceptarse tal como se es; estar cómodo consigo mismo y, por ende,
disponible con los otros; y, haber aprendido a amar al prójimo y a amarse a sí mismo de otra manera que
cuando se era un niño.
Las crisis de la adolescencia tienen lugar las más de las veces entre los doce y dieciséis años, durante los
primeros años del secundario. El indicio más evidente del surgimiento de una crisis es un cambio brutal de
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la conducta habitual en el adolescente. En general, el adolescente en crisis es un adolescente
desescolarizado desde hace más de dos meses, desocupado, a veces suicida, con frecuencia encerrado
en su cuarto, obnubilado por la computadora, o en el otro extremo, vagando por la calle. No es lo mismo
hablar de crisis de la adolescencia, que de un adolescente en crisis.
En el estadio del Espejo se oponen dos parámetros: uno es el cuerpo real de un bebé (10 a 16 meses) q
siente y vive la experiencia turbulenta, tumultuosa de sus propias sensaciones internas y externas. El otro
parámetro es visual y virtual. El mismo bebe, desbordado por ese real corporal tumultuoso, percibe una
imagen global y globalizante q el espejo le devuelve. Tenemos dos parámetros: un cuerpo real sentido y
vivido como despedazado, fragmentado. En frente de este real caótico tenemos la imagen especular que
es una imagen redonda, entera y unificante, pq le da al niño la posibilidad de sentirse una unidad en relación
a si mismo, y una entidad diferente de las otras personas q lo rodean. Una unidad y una entidad todavía
relativas pero ya presentes.
En el caso del adolescente tenemos entonces un cuerpo, q no es un cuerpo despedazado como el del bebe
pero es un cuerpo enloquecido por las múltiples e intensas fuerzas pulsionales, en particular sexuales y
agresivas. El adolescente sufre del choque entre dos intensidades: la intensidad de un cuerpo que vibra al
ritmo de pulsiones que reclaman furiosamente convertirse en actos impulsivos e imprevisibles; y al mismo
tiempo la intensidad del superyó rígido e inflexible q reprime las pulsiones con tanta violencia como la
violencia q las anima. Frente a esas dos fuerzas antagonistas: un superyó intransigente que quiere aplacar
con mucho rigor dichas pulsiones, y las pulsiones que con mucho fervor, mucha furia quieren manifestarse,
frente entonces a esas dos fuerzas opuestas entre sí, aparece una imagen en el espejo. Una imagen q es
tmb una imagen unitaria, pero con la particularidad de ser ante todo una imagen de seducción.
La diferencia entre el estadio del espejo, donde aparecen dos parámetros, y el estadio del adolescente
donde tenemos tres parámetros, reside sobre todo en el tercer personaje; que no aparece en el caso del
bebe, que es el superyo. Para mí el elemento mayor, típico de la adolescencia es sin lugar a dudas, el
superyo. Lo q marca esencialmente el periodo de la adolescencia, es la presencia del superyo. Es decir, la
presencia del pudor, o del impudor. El superyo es el pudor, es el nombre psicoanalítico q le damos al pudor.
Y el adolescente vive en esa lucha entre pudor e impudor, entre reserva y salvajería, entre retención y
osadía. Es en esa constante contradicción inherente al antagonismo entre superyo y pulsiones q caracteriza
al ser adolescente.
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Esta importancia q le doy al superyo, me lleva a agregar una nueva diferencia entre el estadio del espejo y
el estadio de la adolescencia. En el caso del bebe, el sentimiento q domina es la alegría, el jubilo de verse
reflejado en una imagen redonda y unificadora. En el caso del adolescente, el sentimiento q domina es la
vergüenza o, su contrario, la omnipotencia. Para mi el sentimiento mas importante en la adolescencia es la
vergüenza. Y por supuesto, la vergüenza con su par antagonista q a veces toma la figura de la insolencia,
la rebeldía o hasta la violencia. La violencia del adolescente es una exteriorización de un superyo furioso.
Cualquiera sea el contexto social. Siempre hay un superyo brutal en el adolescente, q provoca inhibición, o
al contrario, comportamientos agresivos y antisociales.
El superyo puede ser agresivo con el propio sujeto, o puede retornarse hacia fuera y convertirse en violencia
destructiva.
La adolescencia es una etapa de conflicto permanente, compleja; un periodo difícil, tanto para el adolescente
como para su medio familiar. Es difícil para ambas partes: padres e hijos. Se instala allí lo q llamamos una
neurosis. Una neurosis es justamente esta tensión dolorosa entre un cuerpo q reclama exteriorizarse y una
cabeza, un superyo, q inhibe, impide esa exteriorización. Esa lucha crea comportamientos contradictorios,
en primer lugar frente a aquellos q están en primera línea, q son los padres. Entonces el adolescente está
mal primero consigo mismo a causa de esta tensión interna q le impide sentirse interiormente coherente. Y
esta incoherencia interna va a manifestarse a través de comportamientos q son igualmente incoherentes
frente a los padres. Esta situación define exactamente una neurosis. Una neurosis es una incoherencia de
sentimientos y de comportamientos, incoherencia entre el cuerpo y la cabeza del joven, y una incoherencia
en la relación de él con los otros. Los otros de los cuales depende.
La relación de una adolescente por ejemplo con sus padres de quien depende es seguramente conflictiva.
En cambio la relación de la misma con sus abuelos, con los amigos de su familia, con terceros cercanos, es
indiscutiblemente mas calma. El problema de la neurosis es el hecho de amar y odiar a aquel de cual
dependo. Si no hay relación de dependencia no hay neurosis.
Durante la adolescencia existe naturalmente una dependencia afectiva y material q favorece la neurosis.
Por ello la adolescencia se acaba (y la neurosis tmb) cuando el joven ya no vive mas en una relación de
dependencia financiera con sus padres. En ese momento, cuando el joven adulto puede irse de la casa y
comenzar a ganar dinero, la relación cambia. Se termino la adolescencia y la neurosis como neurosis de
crecimiento. Ese periodo largo de la adolescencia q comienza con la pubertad y termina con la emancipación
financiera del joven, esos largos años (unos diez años) son de neurosis, de crisis y de conflictos. Sin
embargo, ese periodo es indispensable para comenzar luego la nueva época de “la juventud/adulta” de una
manera más armada y mejor vacunados contra ciertas dificultades. Un joven q ha sabido atravesar la
adolescencia y el problema de dependencia con sus padres y ha terminado bien esa relación a pesar de las
dificultades, tendrá ciertamente una muy buena relación con sus jefes y con la autoridad. Autoridad con la
q estamos todos confrontados en la vida. Por eso digo q es una neurosis necesaria, pero tmb, sana. Sana
pq se disipa inevitablemente sin tratamiento psicológico ni medicamentos.
El complejo de Edipo se manifiesta en una serie de conductas eróticas, eminentemente infantiles, totalmente
normales, q comienzan a los 3 años y terminan hacia los 6. Mas tarde, a los 6/7 años, aparece este
componente psíquico q es tan importante en la adolescencia: el superyo. Es decir q aparece el pudor. El
pudor es la expresión exterior del superyo. Aquel niño de 6 años capaz de mostrarse desnudo mientras los
padres están cenando con amigos, dos años mas tarde se vuelve completamente tímido e incapaz de
mostrar su cuerpo. Surgió el pudor, la vergüenza y la necesidad de esconderse. El fenómeno del Edipo es
un fenómeno neurótico. Pq el niño edipico tmb siente interiormente una desunión profunda, una fuerza q lo
empuja y otra q le impide tener comportamientos transgresivos.
Estamos entonces frente a dos neurosis sanas: una q se instala entre los 5 y 6 años; y la otra q se instala
entre los 11 y 23 años. Son dos periodos cruciales en la evolución del ser humano. La repercusión negativa
o positiva de estas neurosis infantil y juvenil en vida adulta del individuo, dependerá mucho de la reacción
de los padres frente a los comportamientos difíciles del niño edipico y del joven adolescente. Si bien es
cierto q se trata de neurosis sanas y necesarias puede ocurrir q dichos periodos sean la base de futuras
neurosis graves en el adulto. Por eso tenemos q saber q son sanas y necesarias a condición q la reacción
del medio familiar sea relativamente adecuada y permita al joven q las sobrepase sin herida q cicatricen
mal. Estas dos neurosis pueden terminar brutalmente y dar lugar a conflictos durables en la vida adulta.
Para los psicoanalistas, el Edipo es el núcleo, el nudo de toda futura neurosis en un adulto. El origen de la
formación de una neurosis en un adulto es preciso buscarlo en el final del Edipo.
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Teórico Semana 1 Texto 2/3
EL PENSAMIENTO DE LO COMPLEJO
Cuando un niño nace se encuentra con un nombre, alguien, otro, otros pusieron un nombre, y eso es algo
fundacional.
El evolucionismo como teoría científica tiene una relación muy estrecha con la biología y las ciencias
naturales.
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De lo simple a lo complejo
El establecimiento de secuencias de formas de organización q van de lo simple a lo compuesto, a lo
complejo. Formas de evolución simples q “evolucionarían” a formas de organización mas complejas. El
evolucionismo piensa en términos del desarrollo que va hacia su complejización y completamiento hacia el
logro de estadios o estados superiores, que son de una complejidad y completud mayores. El desarrollo es
una línea q tiene una dirección progresiva hacia el mejoramiento de sus formas de organización.
Ortogénesis
Uno de los principios del evolucionismo es la ortogénesis, que quiere decir al menos dos cosas: que el
desarrollo es recto y se dirige hacia una finalidad y; que lo que va a venir, la etapa posterior, está
predeterminada por un estado anterior.
En el terreno de la psicología se ha tomado ese principio en el sentido que se progresa a un estado superior
de maduración. El niño es menos maduro q el adolescente, el adolescente es menos maduro q el adulto,
entonces hay una idea q se progresa hacia formas mas complejas, mas maduras.
El evolucionismo plantea la idea de la superación de los estadios inferiores. En el pensamiento evolucionista
lo anterior es inferior, esta en menos, carece de algo respecto a lo posterior. Los que vendrán son más
complejos y completos, superiores en cuanto a su organización.
La falta
Con la idea del progreso, del perfeccionamiento a estructuras más complejas, con la idea de q se va
ascendiendo, en alguna medida, se desprende q las formas anteriores de algo carecen en relación a las
superiores. El niño carece en relación al adolescente, y el adolescente carece en relación al adulto. El
adolescente carece de la madurez. Por eso es importante el concepto de Winnicott donde él no está
planteando que la inmadurez carece de algo en relación a la madurez. Que el adolescente inmaduro carece
en relación al adulto maduro mas completo. Lo que plantea es que hay un valor positivo en eso que es la
creatividad y que por otra parte, hay que darle tiempo al proceso que se está dando. O sea, la variable de
ese apuro del cual les hablaba no está presente, ya que encuentra un valor positivo en la inmadurez y no
algo que hay que abandonar por ser en sí malo. Se introduce esa dimensión de la espera que requiere un
proceso y no del apuro por finalizarlo o completar.
Tradicionalmente, la adolescencia misma esta definida como carente, por lo q no tiene. De lo q adolece en
relación al adulto. Hay un prejuicio en la definición del término adolescencia en la medida en q se lo asocia
a adolecer. Dos palabras q suenan iguales adolescente y adolecer q por homofonía quedan ligadas, quedan
asociadas, pero hay un prejuicio por un error, ya q la etimología de una y de otra son diferentes. Ambos
términos tienen etimologías distintas. El término adolescencia viene de “adolescere” y remite justamente
a crecer y no a sufrir, padecer, o carecer. En el caso de adolecer, en su etimología contiene la idea de
sufrimiento, de padecimiento, de estar en menos. Y asociarlo a adolescencia por homofonía es producir un
desplazamiento de sentido. Lo q produce es llenar de prejuicios el termino adolescencia. No nos interesa
definir la adolescencia en términos evolucionistas, en relación de lo q le falta. Nos interesa seguir la idea de
cómo se da este proceso, y no cuanto hay q apurarlo para q salga de ahí o cuanto hay q compararlo con
otro mas completo, mas maduro, superior.
Lo que plantea este pensamiento evolucionista es que se define un lugar superior del desarrollo desde
donde se piensan las etapas anteriores. El evolucionismo define la adultez como lugar de llegada y desde
ahí se piensa entonces la adolescencia, por eso decimos que es un pensamiento adultocéntrico.
Desde el psicoanálisis se piensa el desarrollo de otra manera. Freud plantea el desarrollo libidinal como un
movimiento con avances y retrocesos. Los retrocesos son en función de poder seguir avanzando, hasta con
más fuerzas. Igualmente Winnicott ve algo positivo en las regresiones en la adolescencia, se regresa para
volver sobre cuestiones que quedaron pendientes y así luego seguir avanzando. Se piensa el desarrollo en
una suerte de alternancia entre regresión y progresión. Plantea una alternancia entre dependencia relativa
y la independencia. De estados de independencia, se vuelve a estados de independencia relativa para lograr
luego la independencia. La adolescencia misma es vista como un tiempo que requiere de una espera, un
tiempo en el cual se esta dando un proceso q tiene su tiempo de maduración el cual no es conveniente
apurar. Winnicott plantea que el mejor remedio para la adolescencia es la espera. Esto iría en contra de la
idea evolucionista del desarrollo progresivo, sin pausas ni retrocesos.
Transformaciones corporales
Pubertad es un término que va muy de la mano con adolescencia. Cuando se piensa en los inicios de la
adolescencia que tiene que ver con las transformaciones del cuerpo, los cambios propios de la pubertad. Y
uno de los cambios fundamental es la aparición tanto en muchachos como en muchachas, de los caracteres
sexuales secundarios, la maduración de los órganos genitales. La aparición en las mujeres de la
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menstruación y en los hombres, del líquido seminal, con toda una serie de cambios hormonales y corporales
q acompañan a esta maduración del aparato genital.
Con la maduración de los órganos genitales, lo primero que aparece es la posibilidad de establecer
relaciones sexuales. Ahora el adolescente está en condiciones físicas para establecerlas, no así con
anterioridad. Está en condiciones de tener lo que es la experiencia (nueva) del orgasmo genital. Junto con
el establecimiento de las relaciones sexuales y lo orgásmico, esta la posibilidad concreta de la reproducción.
Esta la posibilidad de “ser progenitores”, no se dice “ser padres”, ya q es un poco distinto. Padre y madres
son funciones simbólicas, no todos quienes son progenitores llegan a ser padres y algunos q son padres no
son progenitores. Por ejemplo, quienes adoptan pueden ser muy buenos padres y no ser progenitores. El
ser padres es una función simbólica. La de procreación es una consecuencia de la pertenencia a un sexo y
el establecimiento de relaciones sexuales con el otro sexo, pero q no implica directamente la función
simbólica de ser padre/madre.
Consecuencias:
- Relaciones sexuales- Procreación
- Capacidad de puesta en crisis o desorden del sistema
familiar. Hay adolescentes que transcurren suadolescencia y no
son capaces de hacer entrar en crisis nada, esos son los que se
adaptan rápidamente, los que están en posición de un falso-self,
se adaptan o someten. No ponen en crisis el sistema familiar.
Lo que aparece con las posibilidades del adolescente de tener relaciones y de reproducción es la apertura
a la sucesión generacional, se abre a una cadena q es generacional, el hijo q era hijo puede ser padre/madre
(en el sentido de progenitor/a) y el q era padre puede ser abuelo. La idea de crisis adolescente tiene una
dimensión q es intergeneracional. Con la adolescencia del hijo algo toca a los padres en relación primero
con la posibilidad de ser abuelos y después algo en relación a la vejez y a la muerte.
Hay adolescentes q transcurren por la pubertad y por la adolescencia tan inhibidos q no pueden conmover
nada del orden de lo familiar, q no pueden hacer entrar en crisis, por ejemplo a los padres, no toleran q los
padres se angustien por temas relativos a ellos mismos. De lo cual no se diría q eso es un desarrollo
saludable, no diríamos eso sino q diríamos q ahí hay un falso-self, hay un adaptarse rápidamente a un orden
preestablecido, el deseo del otro.
La adolescencia es un fenómeno grupal q tiene al menos dos o tres perspectivas o dimensiones. Una es
intrapsiquica, es decir, lo q acontece al sujeto consigo mismo, la dimensión de lo individual. Otra es la línea
de lo intersubjetivo, este fenómeno grupal/familiar/extrafamiliar. Por otro lado, eso de lo “intra”, eso de la
propia subjetividad no se da “por fuera de”, sino q se da en un contexto q es familiar e intergeneracional.
Entonces, son tres dimensiones: lo intrapsiquico o intrasubjetivo; lo intersubjetivo, es decir, lo q tiene q ver
con la familia, padres, hermanos, los pares, etc. Y dp lo intergeneralcional. Pq esa familia tmb tiene una
proveniencia de una genealogía.
Estas tres dimensiones a su vez están enmarcadas en un momento historico-politico-social.
Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil a su
conformación normal definitiva. La pulsión sexual era hasta entonces autoerótica; ahora halla al objeto
sexual. Hasta ese momento actuaba partiendo de pulsiones y zonas erógenas singulares que,
independientemente unas de otras, buscaban un cierto placer en calidad de única meta sexual.
Ahora hay una nueva meta sexual, y para alcanzarla todas las pulsiones parciales cooperan, a la par que
las zonas erógenas se subordinan al primado de la zona genital. La nueva meta sexual asigna a los dos
sexos funciones muy diferentes. El desarrollo sexual en el hombre es el más consecuente, en cambio en la
mujer, se presenta como una involución. La normalidad de la vida sexual es garantizada únicamente por la
exacta coincidencia de las dos corrientes dirigidas al objeto y a la meta sexuales: la tierna y la sensual. La
nueva meta sexual consiste para el varón en la descarga de los productos genésicos. La pulsión sexual
se pone ahora al servicio de la reproducción, se vuelve altruista. Todas las perturbaciones patológicas
de la vida sexual han de considerarse como inhibiciones del desarrollo.
El primado de las zonas genitales y el placer previo
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Se ha escogido como lo esencial de los procesos de la pubertad, el crecimiento de los genitales externos,
que durante el período de latencia había mostrado una relativa inhibición. Al mismo tiempo, el desarrollo de
los genitales internos ha avanzado hasta el punto de poder ofrecer productos genésicos, o bien recibirlos,
para la gestación de un nuevo ser.
Este aparato debe ser puesto en marcha mediante estímulos, esto se logra por tres caminos: desde el
mundo exterior, por excitación de las zonas erógenas; desde el interior del organismo; y desde la vida
anímica. Por estos tres caminos, se provoca un estado que se define como “excitación sexual” y se da a
conocer por dos clases de signos anímicos y somáticos. El signo anímico consiste en un particular
sentimiento de tensión; los signos corporales son las alteraciones en los genitales, la preparación.
Un sentimiento de tensión debe conllevar el carácter de displacer. Opera pulsionalmente, lo cual es por
completo extraño a la naturaleza del placer sentido. Pero, sin embargo, siempre la tensión producida por los
procesos sexuales va acompañada de placer; aún en las alteraciones preparatorias de los genitales puede
reconocerse una suerte de sentimiento de satisfacción.
Mecanismo del placer previo las zonas erógenas se conjugan para brindar, mediante su adecuada
estimulación, un cierto monto de placer; de este arranca el incremento de la tensión, la cual a su vez tiene
que ofrecer la energía motriz necesaria. El placer provocado por la excitación de las zonas erógenas se
designa como placer previo; y el producido por el vaciamiento de las sustancias sexuales, placer final. El
placer previo es lo mismo que ya podía ofrecer (aunque en escala reducida) la pulsión sexual infantil; el
placer final es nuevo y depende de condiciones que se instalan en la pubertad, es la expulsión de las
sustancias genésicas. Es evocado enteramente por la descarga, un placer de satisfacción y con él se elimina
temporariamente la tensión de la libido.
Las exteriorizaciones infantiles de la sexualidad no marcan solamente el destino de las desviaciones
respecto de la vida sexual normal, sino el de su conformación normal.
Papel de las sustancias sexuales hipótesis: la acumulación de los materiales sexuales crea y sostiene a
la tensión sexual. Los puntos débiles de esta doctrina, es q fue creada para explicar la actividad genésica
del hombre maduro, y no toma en cuenta tres situaciones cuyo esclarecimiento debería brindar al mismo
tiempo. Son las situaciones de los niños, de las mujeres y de los varones castrados. En ninguno de estos
tres casos puede hablarse de acumulación de productos genésicos.
Teoría Química:
Las glándulas de la pubertad tienen normalmente una disposición andrógina. Este descubrimiento biológico
viene a sumarse a lo que ya sabemos acerca del papel de la tiroides en la sexualidad. Estamos autorizados
a pensar que en el sector intersticial de las glándulas genésicas se producen ciertas sustancias químicas
que, recogidas por el flujo sanguíneo, cargan de tensión sexual a determinados sectores del sistema
nervioso central. Desde la teoría química empieza a haber algo del metabolismo que da cuenta de lo sexual.
Es lo que le permite pensar a Freud la teoría de la libido.
La teoría de la libido
Libido como una fuerza susceptible de variaciones cuantitativas, que podría medir procesos y trasposiciones
en el ámbito de la excitación sexual. Al separar la energía libidinosa de otras clases de energía psíquica,
damos expresión a la premisa de q los procesos sexuales del organismo se diferencian de los procesos de
la nutrición por un quimismo particular.
La libido yoica se vuelve cómodamente accesible al estudio analítico cuando ha encontrado empleo psíquico
en la investidura de objetos sexuales, vale decir, cuando se ha convertido en libido de objeto. La vemos
centrarse en objetos, fijarse a ellos o bien abandonarlos, pasar de unos a otros y, a partir de estas
posiciones, guiar el quehacer sexual del individuo, el cual lleva a la satisfacción, o sea, a la extinción parcial
y temporaria de la libido. En cuanto a los destinos de la libido de objeto: es quitada de los objetos, se
mantiene fluctuante entre los estados de tensión, y por ultimo es recogida en el interior del yo, con lo cual
se convierte de nuevo en libido yoica. A esta, por oposición a la libido de objeto, se la llama también libido
narcisista. La libido narcisista o libido yoica aparece como el gran reservorio desde el cual son emitidas las
investiduras de objeto y al cual vuelven a replegarse; y la investidura libidinal narcisista del yo, como el
estado originario realizado en la primera infancia, q es solo ocultado por los envíos posteriores de la libido,
pero se conserva en el fondo tras ellos.
La libido tiene un fin particularmente sexual. Es una sola, con transformaciones en lo psíquico, la sede de
ésta se encuentra en el yo. Pero uno la identifica cuando es libido objetal. Mientras está en el yo es libido
yoica/narcisista.
Diferenciación entre el hombre y la mujer
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Solo con la pubertad se establece la separación tajante entre el carácter masculino y femenino, una
oposición que después influye de manera más decisiva que cualquier otra sobre la trama vital de los seres
humanos.
En la niñez, el desarrollo de las inhibiciones de la sexualidad (vergüenza, asco, compasión) se cumple
primero en la niña y con menores resistencias que en el varón. En general, parece mayor en ella la
inclinación a la represión sexual, adoptan de preferencia la forma pasiva. Pero la activación autoerótica de
las zonas erógenas es la misma en ambos sexos, y esta similitud suprime en la niñez la posibilidad de una
diferencia entre los sexos como la que se establece después de la pubertad. Tesis: la sexualidad de la niña
pequeña tiene un carácter enteramente masculino. La libido es regularmente de naturaleza masculina, ya
se presente en el hombre o en la mujer, y prescindiendo de que su objeto sea el hombre o la mujer.
Los conceptos de masculino y femenino en la ciencia se cuentan entre los más confusos y tienen al menos
tres direcciones. Se los emplea en el sentido de actividad y pasividad, o en el sentido biológico, o en el
sociológico. La libido tiene siempre un comportamiento masculino, en términos de que es siempre activa.
Lo pulsional es siempre activo
Zonas rectoras en el hombre y la mujer en la niña la zona erógena rectora es el clítoris y por lo tanto, es
homóloga a la zona genital masculina, el glande.
La pubertad, que en el varón trae aparentado aquel gran empuje de la libido, se caracteriza para la
muchacha por una nueva oleada de represión, que afecta justamente a la sexualidad del clítoris. Es un
sector de vida sexual masculina el que cae así bajo la represión.
La mujer desmiente su sexualidad. Toda vez que logra transferir la estimulabilidad erógena del clítoris a la
vagina, la mujer ha mudado la zona rectora para su práctica sexual posterior. En cambio, el hombre la
conserva desde la infancia. En este cambio de la zona erógena rectora, así como en la oleada represiva de
la pubertad, que por así decir, elimina la virilidad infantil, residen las principales condiciones de la proclividad
de la mujer a la neurosis, en particular a la histeria. En la mujer hay una mudanza con el advenimiento de
la pubertad del clítoris a la vagina.
El hallazgo de objeto
En Freud, el hallazgo de objeto es siempre un reencuentro. En la pubertad el hallazgo de objeto es un
reencuentro, porque ya hubo un objeto previo que coincide con esa primera experiencia de satisfacción. Las
pulsiones se apuntalan sobre las necesidades en el acto de nutrición. Freud plantea dos modalidades de
hallazgo de objeto:
- Modelo por apuntalamiento: buscar el objeto según los modelos de la infancia. Se busca en el
objeto rasgos similares con los primeros. Se busca algo que tenga relación con esos primeros objetos de
amor. Madre nutricia y padre protector.
- Modelo narcisista: encontrar en el objeto de amor al si mismo. Un encuentro según lo que uno es,
lo que uno busca o querría ser (ideal del yo).
No es tajante la división entre los dos modelos. Puede haber una conjunción entre ambos modelos. Siempre
hay una búsqueda ilusoria de la completud. Puede haber un tercer modelo de hallazgo de objeto, el modelo
por alteridad. Hallar algo nuevo, diferente a lo ya inscripto. Estos dos modos de hallazgo que son puro
reencuentro dejan por fuera la alteridad.
Durante los procesos de la pubertad se afirma el primado de las zonas genitales, varón y mujer tienen metas
diferentes. Al mismo tiempo, desde el lado psíquico, se consuma el hallazgo de objeto, preparado desde la
más temprana infancia. Cuando la primerísima satisfacción sexual estaba todavía conectada con la
nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto fuera del cuerpo propio: el pecho materno. Lo perdió solo mas
tarde, quizás justo en la época en que pudo formarse la representación global de la persona a quien
pertenecía el órgano que le dispensaba satisfacción. Después la pulsión sexual pasa a ser, autoerótica, y
sólo luego de superado el período de latencia se restablece la relación originaria. No sin buen fundamento
el hecho de mamar el niño del pecho de su madre se vuelve paradigmático para todo vínculo de
amor. El hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente un reencuentro.
Objeto sexual del período de lactancia de estos vínculos sexuales, los primeros y los más importantes de
todos, resta aún luego de que la actividad sexual se divorció de la nutrición, una parte considerable, que
ayuda a preparar la elección de objeto y, así, a restaurar dicha perdida. A lo largo de todo el período de
latencia, el niño aprende a amar a otras personas que remedian su desvalimiento y satisfacen sus
necesidades. Lo hace siguiendo en todo el modelo de sus vínculos de lactante. El trato del niño con la
persona que lo cuida es para él una fuente continua de excitación y de satisfacción a partir de las zonas
erógenas, y tanto más por el hecho de que esa persona dirige sobre el niño sentimientos que brotan de su
vida sexual, lo acaricia, lo besa, lo mece, y claramente lo toma como sustituto de un objeto sexual de pleno
derecho.
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Un exceso de ternura de parte de los padres resultará dañino, pues apresurará su maduración sexual; y
también “malcriará” al niño, lo hará incapaz de renunciar temporariamente al amor en su vida posterior, o
contentarse con un grado menor de este. Uno de los mejores preanuncios de la posterior neurosis es que
el niño se muestre insaciable en su demanda de ternura de los padres. Son casi siempre padres
neuropáticos los que se inclinan a brindar una ternura desmedida, y contribuyen en grado notable con sus
mimos a despertar la disposición del niño para contraer una neurosis.
El periodo de latencia se caracteriza por la prohibición del incesto, diques de la moral.
Angustia Infantil los propios niños se comportan desde temprano como si su apego por las personas que
los cuidan tuviera la naturaleza del amor sexual. La angustia no es originariamente nada más que la
expresión de su añoranza de la persona amada; por eso responden a todo extraño con angustia, tienen
miedo de la oscuridad porque en esta no se ve a la persona amada y se dejan calmar si pueden tomarle la
mano.
En esto el niño se porta como el adulto: tan pronto como no puede satisfacer la libido, la muda en angustia;
y a la inversa, el adulto, cuando se ha vuelto neurótico por una libido insatisfecha, se porta en angustia como
un niño: empezará a tener miedo apenas quede solo (es decir, sin una persona de cuyo amor crea estar
seguro) y a querer apaciguar su angustia con las medidas más pueriles.
La barrera del incesto cuando la ternura que los padres vuelcan sobre el niño ha evitado despertarle la
pulsión sexual prematuramente y despertársela con fuerza tal que la excitación anímica se abra paso de
manera inequívoca hasta el sistema genital, aquella pulsión puede cumplir su cometido: conducir a este
niño llegado a la madurez, hasta la elección del objeto sexual. Lo más inmediato para el niño sería escoger
como objetos sexuales justamente a las personas a quienes desde su infancia ama. Pero, en virtud del
diferimiento de la maduración sexual, se ha ganado tiempo para erigir, junto a otras inhibiciones sexuales,
la barrera del incesto, y para implantar en él los preceptos morales que excluyen expresadamente de la
elección de objeto, por su calidad de parientes consanguíneos, a las personas amadas de la niñez. El
respeto de esta barrera es sobre todo una exigencia cultural de la sociedad: tiene que impedir que la familia
absorba unos intereses que le hacen falta para establecer unidades sociales superiores, y por eso en todos
los individuos, pero especialmente en los muchachos adolescentes, echa mano a todos los recursos para
aflojar los lazos que mantienen con su familia, los únicos decisivos en la infancia.
Pero la elección de objeto se consuma primero en la representación; y es difícil que la vida sexual del joven
que madura pueda desplegarse en otro espacio de juego que el de las fantasías, o sea, representaciones
no destinadas a ejecutarse. A raíz de estas fantasías vuelven a emerger en todos los hombres las
inclinaciones infantiles, sólo que ahora con un refuerzo somático. Y entre estas, la moción sexual del niño
hacia sus progenitores, casi siempre ya diferenciada por la atracción del sexo opuesto. Contemporáneo al
doblegamiento y la desestimación de estas fantasías claramente incestuosas, se consuma uno de los logros
psíquicos más importantes, pero también más dolorosos, del período de la pubertad: el desasimiento
respecto de la autoridad de los progenitores, el único que crea la oposición tan importante para el
progreso de la cultura, entre la nueva generación y la antigua.
Un número de individuos se queda retrasado en cada una de las estaciones de esta vía de desarrollo que
todos deben recorrer. Así, hay personas que nunca superaron la autoridad de los padres y no les retiraron
su ternura o lo hicieron sólo de modo muy parcial. Son casi siempre muchachas: conservan plenamente su
amor infantil mucho más allá de la pubertad. Esto enseña que el amor a los padres, no sexual en apariencia,
y el amor sexual se alimentan de las mismas fuentes; vale decir, el primero responde solamente a una
fijación infantil de la libido. Estas personas están enamoradas en el sentido corriente del término, de esos
parientes.
Efectos posteriores de la elección infantil de objeto el hecho de que el primer enamoramiento del joven,
se dirija a una mujer madura, y el de la muchacha a un hombre mayor, dotado de autoridad, es un claro eco
de esta fase del desarrollo: el varón persigue la imagen mnémica de la madre y armoniza plenamente con
ello que la madre se revuelva contra esta renovación suya y le demuestre hostilidad. Dada esta importancia
de los vínculos infantiles con los padres para la posterior elección del objeto sexual, es fácil comprender que
cualquier perturbación de ellos haga madurar las más serias consecuencias para la vida sexual adulta.
Por otra parte, podemos ver en la adolescencia una inclinación hacia la inversión: se ven amistades
apasionadas entre personas del mismo sexo. La disposición a la perversión es originaria de la pulsión
sexual, y a partir de ella se desarrolla la conducta sexual normal. Así, a expensas de las mociones sexuales
perversas y con ayuda de la educación, se edifican en la infancia los poderes destinados a mantener la
pulsión sexual dentro de ciertas vías. Otra parte de estas mociones escapa y puede exteriorizarse como
práctica sexual.
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TEÓRICO:
Primer objeto: pecho materno
Pérdida de objeto: el pecho no le pertenece a él.
Autoerotismo
Período de latencia: el autoerotismo no desaparece del todo; sublimación (nuevo fin de los impulsos
sexuales que la sociedad aprovecha para encauzarla hacia situaciones intelectuales) por prohibición ligada
al superyo.
Amigo íntimo: previo al hallazgo de objeto
Hallazgo de objeto: apuntalamiento y narcisismo. Los objetos van cambiando y se van alejando de los
objetos primarios (los padres). Unión de la corriente tierna y sensual con la genitalidad; nueva meta sexual;
unificación de las pulsiones parciales bajo el primado genital; encuentro con el otro.
Alteridad (lo agrega la cátedra) encuentro con el deseo del otro que me hace ver mis propios deseos. Me
encuentro con la diferencia.
Procesos que se inician en la pubertad:
o Emergencia y primado de la pulsión genital
o Nueva meta
o Nueva zona erógena
o Unificación de las pulsiones tiernas y sensuales oReedición genital del complejo de Edipo
o Reorganización psíquica y de las instancias ideales
o Hallazgo de objeto. A partir de la ausencia y renovación de la elección infantil de objeto o
Masculino/femenino
o Placer final
o Desasimiento de la autoridad de los padres por caída y búsqueda personal del sujeto que
no coincide con los valores de los padres.
El fin de la pulsión siempre es la satisfacción, no la reproducción. La pulsión humana, a diferencia del instinto
animal se caracteriza por la búsqueda de la satisfacción. La pulsión sexual, su descarga, puede esperar.
Puede ser reemplazada con otro objeto. A diferencia del instinto de hambre que no puede esperar.
Se diferencia la pulsión también del interés. Energía propia del yo que también tiene que ver con la
motivación, pero a nivel del yo.
- Primera teoría pulsional:
Pulsiones sexuales vs. Pulsiones de autoconservación (yoicas) -
Segunda teoría pulsional:
Pulsiones del yo (libido yoica) vs. Pulsiones de objeto (libido de objeto)
- Tercera teoría pulsional:
Pulsiones de vida (eros) vs. Pulsiones de muerte (tanatos)
El niño tiene una sexualidad perversa polimorfa. Perversa porque se aparta del fin reproductivo. Y polimorfa
porque tiene tres zonas erógenas (oral, anal y fálica), porque puede satisfacerse de diversas formas. La
pulsión sexual nace apuntalada en las funciones de nutrición. En el quehacer biológico van naciendo, se
van apuntalando. El apuntalamiento no es en una sola dirección sino que es mutuo. Si a un niño no se le da
más de comer muere, pero si no se le da mas amor también. Si no se le da amor no quiere comer.
Pictograma de fusión / pictograma de rechazo. Si no se da esa fusión entre madre y bebe no hay
apuntalamiento. No hay fusión y sexualidad sin las funciones de nutrición y tampoco hay nutrición sin la
fusión entre madre e hijo.
A partir de la pubertad emerge la pulsión sexual genital que va a primar sobre las otras. Comanda el
quehacer sexual. La pulsión sexual genital es altruista (a diferencia de la infantil autoerótica). No le alcanza
la satisfacción en el propio cuerpo como al bebe, sino que busca al objeto de satisfacción. Es altruista porque
busca al objeto por fuera del cuerpo, va a buscar al altero, al otro. Todo este recorrido no es tan lineal, sino
que hay avances, retrocesos, detenciones, etc. El desorden de la adolescencia implica la posibilidad de un
cambio en la cadena generacional. Porque ese adolescente puede ser padre, ergo su padre puede ser
abuelo…
Acometida sexual bifásica:
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entre el polo que ama y aquel que rompe y destruye. Eros (pulsiones de vida) y Tánatos (pulsiones de
muerte), son en última instancia fuerzas que en el sujeto se presentan juntas y que sólo teóricamente son
separables, y que se ocultan tras las pulsiones manifiestas, pulsiones del yo y pulsiones de objeto. La pulsión
de vida procura ligar, complejiza la vida psíquica, ya que crea unidades cada vez mayores; en cambio, la
pulsión de muerte desliga la energía psíquica, destruye nexos y procura un retorno al estado inorgánico.
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o Cuatro elementos: objeto - meta - empuje -
fuente o Cuatro destinos: - la sublimación,
- la represión,
- la transformación en lo contrario, y - la vuelta hacia la persona propia.
o Dos corrientes: la corriente tierna y la corriente sensual
La constitución de la sexuación tiene como fundamento un carácter bifásico: sexualidad infantil (propia del
complejo de Edipo) y sexualidad adulta (caracterizada por el hallazgo de objeto). Lo puberaladolescente
aparece como interfase, un entretiempo.
Freud plantea que la normalidad de la vida sexual es garantizada únicamente por la exacta coincidencia de
las dos corrientes dirigidas al objeto y a la meta sexual: la tierna y la sensual. La corriente tierna proviene
de la primera infancia, se ha formado sobre la base de los intereses de la pulsión de autoconservación.
Corresponde a la elección infantil primaria de objeto. La ternura de los padres y personas a cargo de la
crianza, que rara vez desmiente su carácter erótico contribuye en mucho a acrecentar los aportes del
erotismo a las investiduras de las pulsiones yoicas en el niño.
En la pubertad se adiciona a la pulsión sexual, la poderosa corriente sensual, que ya no ignora sus metas
(penetrar/ser penetrada) ni su objeto (genitales del sexo opuesto instaladas en la categoría de
femenino/masculino). Esta corriente constituye el erotismo genital, que nunca deja de investir con montos
libidinales más intensos los objetos de la elección infantil primaria. Pero como tropieza ahí con los obstáculos
de la barrera del incesto y los diques morales de la pulsión, construidos en la latencia, exteriorizará el afán
de hallar lo más pronto posible el paso de esos objetos inapropiados en la realidad hacia los objetos ajenos,
con los cuales pueda cumplirse una real vida sexual.
El encuentro de las dos corrientes de la pulsión en el (nuevo) objeto y con la (nueva) meta (penetrar/ser
penetrada) de la pulsión en la pubertad, es una perfecta coincidencia
Lo puberal-adolescente aparece como momento de rehistorización de lo infantil ligándose con las
inscripciones de lo nuevo. Es un momento de bisagra, de ligadura.
La pulsión y el altruismo:
Una de las posibilidades de inscripciones diferenciales tiene que ver con la categoría de lo altero. Lo altero
hace referencia a la alteridad y al altruismo.
“La pulsión se pone al servicio de la reproducción, se torna altruista”
1) En la infancia, el niño (perverso polimorfo) crece entre autoerotismo, narcisismo y elección infantil
de objeto. Hay una orientación (hetero u homosexual) en la elección de objeto. Pero la elección de objeto
en pleno sentido, implica una renuncia al autoerotismo y al narcisismo, como a la elección infantil de objeto,
y tmb implica una relación de vincularidad; se trata tmb de encontrar el máximo placer en el orgasmo en
relación al compañero, generar placer en el otro. Este es un sentido del hecho que la pulsión deja de ser
egoísta y se vuelve por así decir altruista. La alteridad se está constituyendo junto con el erotismo (concepto
de la cátedra).
2) Si la pulsión se pone al servicio de la reproducción y esto entonces abre a la cuestión de la relación
del sujeto con un interés que no es exclusivamente individual sino de la “humanidad”, también aquí asistimos
a la transformación de la pulsión hacia el altruismo: la consideración por lo altero es el acoplarse a un interés
colectivo.
3) El progenitor/a se agrega en una cadena generacional que lo enlaza de una manera muy particular
al otro (altero) del nuevo ser objeto de afecto, el hijo/a.
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al fin sexual normal, y esta generalidad es suficiente para hacer notar la impropiedad de emplear el término
“perversión” en un sentido peyorativo.
El psicoanálisis actual no puede soslayar la diversidad sexual de la posmodernidad expresada por las
neosexualidades, el transgénero y las familias homoparentales entre otros nuevos significantes que
cuestionan la lógica “natural” de las polaridades masculino/femenino, heterosexualidad/perversión,
paternidad/maternidad. Nos encontramos ante profundos cambios sociales y culturales, y nuevos
paradigmas interdisciplinarios abiertos a lo complejo, que problematizan los modos de pensar la sexualidad
y consecuentemente también los criterios de salud y procesos saludables.
Para McDougall el niño está expuesto a traumas universales, a realidades difíciles de aceptar como la
alteridad, la diferencia sexual y generacional y la inevitabilidad de la muerte. Ante estas situaciones
conflictivas las soluciones encontradas dependerán del modo de elaboración de los padres de estas mismas
realidades. Otros traumas infantiles se deberán a la “patología parental” (ambiente traumatizante continuo).
Estos niños lucharán desesperadamente por encontrar un sentido para preservar su existencia. Sus
soluciones pueden ser consideradas patológicas o perversas, pero responden a la “meta positiva” de
sobrevivir.
McDougall propone redefinir y delimitar claramente las nociones de perversión y acto perverso, y pensar
desde la teoría en articulación con la clínica aquellas “creaciones” que se denominan “neosexualidades”,
modalidades que introducen “soluciones” y alternativas ante trabajos psíquicos fallidos en la infancia. La
alteridad para ciertos sujetos es altamente desestabilizante. Las neosexualidades como solución “cumplen
la finalidad de mantener no solo la homeostasis libidinal, sino tmb la homeostasis narcisista…”
ENTRETIEMPO PUBERAL-ADOLESCENTE-JUVENTUD
Sexualidad infantil:
Momento de implantación por el adulto de la sexualidad en el niño.
Pregenital en el niño – Genital sublimada en el adulto
El complejo de Edipo proviene del otro adulto y cobra su forma invertida en el deseo del niño
Pulsión: concepto limite-cuerpo erógeno- proceso originario
Pulsión parcial: forman parte de una organización más amplia, a la vez que funcionan en forma
independiente, autónomas, desligadas unas de otras que tienden a unirse con las diferentes organizaciones
libidinales
El objeto si bien es el yo (narcisismo) y en la elección del objeto edípico se prefigura un esbozo de reunión
de las pulsiones parciales, aun no ha tomado el estatuto de “otro” como sujeto de deseo, ni reúne en si la
corriente tierna y sensual de la pulsión. La pulsión es autoerótica.
Autoerotismo - Narcisismo - Constitución del yo - Complejo de Edipo - Prohibición del incestoSepultamiento
del complejo de Edipo - Latencia - Pubertad
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la inscripción del nuevo cuerpo genital. Nuevos pictogramas que hacen a la constitución del cuerpo erógeno
puberal/adolescente.
Duelo por el cuerpo infantil. Integración en la imagen especular (yo) del nuevo cuerpo y la genitalidad.
Objeto: duelo por los padres de la infancia. Se va constituyendo el espacio de lo extra-familiar. Objeto como
medio para la confirmación de la identidad sexual. El otro, como medio o instrumento de la afirmación
narcisista.
Fin: la nueva meta sexual asigna a los dos sexos funciones diferentes. Confirmación del potencial sexual y
de la propia identidad sexual y ser progenitor/a como modo de salir de la dependencia hijo/a.
Lo puberal instituye una genitalización de las representaciones incestuosas. Una vez q se presento lo
puberal, debe ser pensado en relación con su anclaje en lo real biológico, q ejerce una presión sobre las
tres instancias y choca con la barrera del incesto ligada por lo edipico infantil.
Lo adolescente es un trabajo elaborativo concomitante o retrasado. Es exclusivamente realizable sobre la
base del material puberal. Utiliza los procedimientos de la idealización, del ideal del yo y la identificación.
Su fin es la desexualización (sublimación) de las representaciones incestuosas, conduce a la elección de
objeto potencialmente adecuado.
La juventud: con la juventud ya aparece la dimensión del otro como alteridad y la dimensión del futuro como
posible.
LO ORIGINARIO – GRASSI
Lo originario nos ubica en la perspectiva de los movimientos iniciales del psiquismo, de su fundación.
Representar-Metabolizar
Una función fundamental que tiene el aparto psíquico es la actividad de representación. Representar es
metabolizar. Igual que en la respiración por ejemplo, el organismo incorpora elementos heterogéneos a sí,
los incorpora, los transforma a su propia estructura, a la vez que él mismo se modifica por este proceso.
Además, produce un desecho, expulsando lo que no le sirve de aquellos elementos incorporados. Lo
“heterogéneo” debe ser incorporado y transformado en una materia “homogénea”. El aparato psíquico va
a tener que metabolizar el efecto de un doble encuentro: del bebé con la madre, y de este naciente
aparato psíquico con su propia corporeidad.
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La subjetividad demanda encontrar nuevos ordenamientos, re-ordenar, des-ordenar las relaciones del
cuerpo infantil con la propia historia, con los padres de la infancia, con la infancia de los padres, con su lugar
en el circuito de deseo familiar. Demanda replantear las identificaciones infantiles enraizadas en lo somático
y en la familia. Se requieren nuevas organizaciones q signifiquen, q den sentido al crecimiento y la
genitalidad. La simbolización del crecimiento del cuerpo con su naciente genitalidad implica trabajos
psíquicos en relación con el estadio del espejo y sus categorías, y del Complejo de Edipo q comprometen
toda la estructura del aparato psíquico.
Los trabajos de duelo en la infancia son paradojales. El fin de la infancia requiere de una caída, una
muerte, pero a la vez de una conservación superadora, transformación de lo infantil. Algo se pierde
pero los referentes simbólicos de la identidad son resignificados (nombre, apellido, filiación,
pertenencia a un sexo, a un grupo de origen, a una generación).
Dada esta peculiaridad de la sexualidad humana de constituirse en dos tiempos o fases, cabe preguntarse
por la relación entre la sexualidad infantil y la sexualidad adulta con su hallazgo de objeto y procreación
como nuevo fin.
Lo puberal-adolescente es el entretiempo de la sexuación, en la medida en q la culminación de la
sexualidad infantil no se produce automáticamente y deviene en su conformación normal definitiva.
Requiere de estaciones de recambio de su identidad infantil, de des-orden del cuerpo, del objeto
familiar, de reposicionamiento generacional. Entre re-edición y repetición, lo puberal adolescente
tiene urgencia de transformar y crear. Urgencia por la inscripción de un cuerpo q conlleve una
identidad diferenciada de lo infantil, de lo conocido y de lo parental, con rasgos originarios y q
contenga el deseo genital ligado a un objeto no-familiar. Entre repetición de lo viejo e inscripción de lo
nuevo, lo puberal adolescente demanda un proceso identificatorio q se debate entre principio de
permanencia y principio de cambio.
En la adolescencia no habría necesariamente una mera transferencia o desplazamiento automático de libido
desde los objetos incestuosos de lo familiar hacia el afuera de lo familiar. Con la aparición del deseo genital,
se requiere de nuevas inscripciones, de nuevas organizaciones psíquicas. Dicha operatoria,
sepultamiento del complejo de Edipo mediante, no se produce sin conflicto, no sin las marcas de la historia
familiar libidinal infantil y no sin la consideración por lo nuevo y no familiar del objeto. El conflicto se expresa
en términos de un cuerpo pre-genital q conlleva las marcas del deseo del otro familiar, la sexualidad del
adulto inscripta en el cuerpo del niño y q ahora, con el devenir puberal adolescente, el cuerpo constituye
deseo genital en un vinculo no-familiar. Lo puberal-adolescente es ese entretiempo de trabajos
específicos, lugar de transformación e inscripción del cuerpo pre-genital en cuerpo genital y de
objeto familiar en objeto de deseo no-familiar.
Tanto en la inscripción del cuerpo genital como en este pasaje a la elección de objeto heterofamiliar, “el
vinculo al otro” compañero sexual, sujeto de deseo, es marca q inaugura. La iniciación sexual marca un
antes y un dsp, un hito en los procesos de subjetivación, el cual no es sin “el otro”. El otro, a la vez
par y extraño, en su función de compañero sexual, en presencia y diferencia, con su participación coopera
en la inscripción del cuerpo genital. Esto no es sin una profunda angustia, en la inscripción de la
categoría misma de la alteridad de objeto (objeto heterofamiliar).
El reacomodamiento q la adolescencia implica por sus posibilidades de fecundación y procreación
impone al psiquismo un trabajo de simbolización de un nuevo emplazamiento generacional. El
corrimiento y reubicación generacional deviene des-orden no por el inexorable paso del tiempo. El potencial
pasaje de hijo/a y su proyección como padre/madre, y consecuentemente el pasaje de padres a abuelos,
es un corrimiento generacional cuya metabolización implica un deseo de muerte y asesinato de los padres
como operaciones simbólicas. La elección de la formulación “deseo de muerte de los padres” guarda la
suficiente ambigüedad como para dar lugar a la consideración de que los procesos de crisis y duelos son
EN la adolescencia, a la vez que DEL adolescente; es decir, que se producen en un campo que es de
intersubjetividad. Si los padres tienen que sobrevivir al asesinato (simbólico), deseo de muerte del cual son
objeto por parte del hijo/a, los hijos también han de sobrevivir a los deseos destructivos e incestuosos en
las distintas formas que puedan tomar de los padres respecto de su progenie. Lo puberal de los padres es
un desarrollo conceptual que sitúa las crisis en la adolescencia, y no sólo en la doble vertiente de los trabajos
psíquicos de hijos y padres, sino sobre todo en su mutua, relativa o absoluta dependencia.
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DEL PICTOGRAMA AL PENTAGRAMA – CORDOVA
El rock expresa poéticamente las vivencias adolescentes. El rock les otorga cierta consistencia identitaria,
comienzan a crear sus propias manifestaciones artísticas colectivas. Lo puberal somete al sujeto
adolescente al ardor, es el exceso de sensualidad que se derrama creando representaciones incestuosas
que dan sustento a una intensa actividad autoerótica. Lo puberal genera el exceso de sensualidad que
infiltra al adolescente, mientras que lo adolescente enternece ese plus, lo apacigua. Lo puberal activa el
Edipo genital, lo adolescente permite su elaboración. Lo puberal permanece cercano al yo ideal como
anhelo narcisista de retorno; lo adolescente crea las condiciones para la primacía del ideal del yo,
como proyecto identificatorio y horizonte que señaliza un posible camino de salida para el sujeto
adolescente.
Ejemplo de canción de Calamaro “me arde”, metáforas de los procesos puberal y adolescente. Lo puberal
crea los materiales sobre los que trabaja lo adolescente. Lo puberal es la presencia ardiente de la
sexualidad genital que activa la interpretación de la sexualidad infantil, creando representaciones
incestuosas y fantasmas de seducción.
El cuerpo púber se encuentra tomado por un proceso de transformación entre dos litorales: lo aún niño y lo
ya adulto. Con la llegada de la pubertad, el cuerpo genital-puberal, seduce al cuerpo todavía niño. Lo puberal
habita en el centro de los procesos adolescentes.
El adolescente tendrá que dejar algo de si en el camino; en principio el cuerpo infantil. Abandonar
los restos del yo ideal y sus objetos amorosos, y poner gradualmente en funciones al ideal del yo
como guía.
Se juega siempre un proceso dialéctico entre la fuerza fusionante de lo puberal y los trabajos separadores
de lo adolescente.
Lo originario puberal en su expresión mas tajante
“Durante los procesos de la pubertad, se afirma el primado de las zonas genitales y en el varón, el ímpetu
del miembro erecto remite imperiosamente a la nueva meta sexual: penetrar una cavidad del cuerpo que
excite la zona genital. Al mismo tiempo, desde el lado psíquico, se consuma el hallazgo del objeto”. Freud
plantea una simultaneidad entre la aparición de los procesos de excitación sexual genital y el trabajo
psíquico del hallazgo del objeto. Sabemos ahora que hay un largo recorrido y un tiempo que Grassi
denomina entretiempo de la sexuación, para arribar en el mejor de los casos a ese hallazgo.
Freud no avanza demasiado, se detiene en la idea de un reencuentro.
Queremos retomar la frase de Freud, “luego de superado el periodo de latencia se reestablece la relación
originaria” para señalar que esta afirmación nos conduce al territorio de lo originario-puberal.
Recordaremos que lo puberal es inundación, saturación sexual genital incestuosa. Pulsa por el retorno a la
unidad narcisista originaria (puberal), el narcisismo originario entre madre y lactante. La pubertad, trauma
narcisista por excelencia, derrumbe de la omnipotencia infantil, ofrece al mismo tiempo una solución
sexual para su curación. La solución positiva a lograr es el hallazgo de un compañero genital cooperativo,
de un estado amoroso compartido.
En los primeros tiempos, lo puberal por lo originario es empuje a la búsqueda del genital complementario,
en relación con el genital del otro sexo. Pene y vagina, son ahora tan fusionalmente complementarios como
otrora lo fueran la boca y el pecho. Son tratados inicialmente como objetos parciales.
Por el supuesto de la complementariedad de los sexos y la búsqueda del reestablecimiento de la unidad
narcisista originaria, ahora puberal, es preciso que la figura paternal no se presente seductora e
inadecuadamente solicita con el hijo/a. En este caso dificultaría el desasimiento y la exploración de un afuera
que demarque un recorrido pulsional suficientemente alejado.
En ciertos casos, bordeando los límites de lo patológico, el encuentro del objeto complementario, la fantasía
de retorno a la mítica unidad narcisista originaria se sitúa en el plano oral de los actos compulsivos de
consumo: el exceso de alcohol, la droga, la comida. Todo aquello que inunda sensorialmente anulando
ilusoriamente la experiencia, a veces intolerable, de agujereamiento, de dolor insondable y vacío; obra del
trabajo en negativo del pictograma de rechazo.
El descubrimiento del coito es una conocimiento ligado a lo nuevo y lo esta inscribiendo desde lo originario,
como una experiencia placentera, en forma de pictograma de fusión.
Lo puberal en su versión originaria, es una tendencia anti-separadora, búsqueda de la repetición de toda
experiencia de complementariedad. Lo adolescente, en cambio, es una fuerza separadora, promueve la
búsqueda de lo nuevo; es tendencia a la creatividad.
Muchacha ojos de papel: corriente tierna derivada de la sexualidad de fin inhibido, donde predominan las
marcas de la sublimación y la creatividad, la desexualización de lo genital incestuoso y, finalmente, cierta
idealización del objeto amoroso en proceso de creación y siendo hallado.
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El adolescente va creando/hallando el objeto con elementos nuevos y retazos insignificantes de objetos
pertenecientes a su pasado, lo que Aulagnier denomina “fondo de memoria”. El hallazgo, dirá Freud, se
completa primero en la fantasía.
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La apropiación del cuerpo se da a partir del encuentro con nuevos cuerpos, también en proceso de
escritura de lo propio en el otro y por el otro; dado que lo propio no es sin la otredad.
La vestimenta adolescente con sus marcas significantes generacionales tiene una dimensión de envoltura
corporal. El adolescente utiliza ropas viejas y gastadas, zapatillas sucias y olorosas que representarían
partes de su antiguo cuerpo niño yaciente en el cuerpo adolescente.
El acopio de ropas en descomposición que caerán cuando finalice el proceso de creación del nuevo cuerpo,
podría ser el equivalente del acto de retener y de figurar el duelo por las partes del cuerpo infantil
perdido.
Lenguajes y escrituras del cuerpo
Durante el entretiempo de la sexuación, el arduo trabajo de creación/apropiación del cuerpo se expresa de
diversos modos: 1) Conversiones
- Transformaciones corporales propias de la adolescencia.
- Proceso de histerización, que crea síntomas conversivos transitorios, escenas de seducción ofrecidas a la
mirada del otro. 2) Somatizaciones
- El soma es un espacio no inscripto y por lo tanto, no representado por el psiquismo.
- El cuerpo es sede de trastornos corporales transitorios, sensaciones dolorosas, temores hipocondríacos,
etc.
- Desencadenamiento de graves trastornos corporales que dan cuenta de un proceso patológico.
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El bebé se encuentra con un objeto exterior a sí, fuera de su cuerpo, aunque él no experimente nada aún
de la exterioridad del mismo, y esa exterioridad hace al objeto “no-yo ajeno”. Que en los comienzos esa
ajenidad esté al servicio del bebe y de la ilusión de objeto propio, depende de que la función materna sea
suficientemente adecuada. Se reduce así, la exterioridad del objeto y pictograma de fusión mediante, la
pulsión pasa a ser regularmente autoerótica; el objeto toma cuerpo en el niño. Luego, y una vez que alcanza
la representación del objeto por fuera de la propia corporeidad, se producirá la elección infantil de objeto.
Es necesario tener en cuenta que cuando Freud habla de objeto, se refiere a representaciones psíquicas
de los objetos y no al objeto del mundo exterior.
Se crean e inician diferencias yo-no yo, sujeto objeto, interno externo, dentro fuera, y la representación
global de la persona a quien pertenecía el órgano que le dispensaba satisfacción. Proceso este que no se
da de una vez y para siempre, sino que a lo largo de toda la estructuración psíquica vuelve y re-vuelve
desde el pecho y lo oral, y todos los momentos de la constitución del psiquismo en la niñez/adolescencia.
Modelo que no va a ser ajeno a la genitalidad y al hallazgo de objeto.
El cuerpo puberal
Llegada la pubertad, la sexualidad (genitalidad) ya no puede ser diferida. Una vez instalada la barrera de la
prohibición del incesto y los diques morales que hacen al sujeto de la ética y la búsqueda de alteridad propia
de la pulsión genital con la pulsión puberal, al psiquismo le urgen trabajos específicos.
El cuerpo puberal, con sus reorganizaciones y neoorganizaciones, requiere de nuevas inscripciones y
nuevos circuitos pulsionales. El objeto, para terminar de constituirse como tal (exterior-ajeno-extraño),
requiere de tiempos y espacios donde hacerlo, de ensayos y exploraciones. Le urge que el objeto sea
investido siguiendo las vías corrientes tierna y sensual de la pulsión por el olor, la mirada, el tacto, la voz,
por todo lo no corporal propio, por todo lo no familiar ya conocido y con mucho gusto intergeneracional.
Hallazgo es fundamentalmente nueva inscripción e inscripción de lo nuevo, creatividad propia, por
fuera del cuerpo familiar. Objeto marcado a fuego con la angustiosa extrañeza del afuera. Re-encontrar la
exterioridad del objeto es reencontrar su recreación.
Apuntalamiento plataforma y momento de salida adolescente, el cuerpo requiere de nuevas inscripciones
con el objeto que es reinventado en la alteridad, se adiciona así el otro modo de elección por alteridad y
radical diferencia (subjetiva) del (sexo) objeto.
El trabajo clínico de procesos adolescentes se detiene como uno de sus lugares privilegiados en el especial
uso del cuerpo puberal. Y esto tanto en el campo de los procesos saludables como en las patologías
graves (accidentes frecuentes, desarrollo de enfermedades psicosomáticas, procesos adictivos que
comprometen de manera muy importante funciones vitales como en la anorexia y bulimia, actuaciones que
recaen sobre el cuerpo con cortes y amputaciones que sin ser necesariamente intentos de suicidio ponen
en riesgo su integridad, temores hipocondríacos, cambios bruscos de peso, obesidad), además de todos los
ropajes que acompañan el cambio de piel, con sus dibujos, adornos y perforaciones.
Se llega a lo descrito como vivencia de extrañamiento corporal. El sentimiento de extrañeza (bajo la forma
de angustia no mentalizada) asociado al cuerpo puberal, la pérdida de los reparos y los límites corporales
llevan al adolescente a tratar su cuerpo como un “objeto externo (extraño)”. Este cuerpo tratado como
ajenidad y el uso de defensas paradojales que supone traen resonancias en dirección de la
autodestructividad y el masoquismo.
Los conceptos de originario y originario puberal abren perspectivas donde situar la problemática del
objeto inscripto en lo corporal y sus tratos. Si los cambios corporales toman importancia con relación al
hallazgo de objeto es porque “las reestructuraciones objetales y narcisistas encuentran su origen en las
capas más profundas del inconciente inscriptas en la máxima proximidad de lo somático”. Son las
inscripciones pictogramáticas. La pubertad por su anclaje en lo biológico es un momento privilegiado y
cualitativamente inédito de este fenómeno.
Por el trabajo de lo originario puberal, la pulsión busca el objeto (complementario) inscripto en el propio
cuerpo erógeno.
La elaboración psíquica de lo originario puberal transforma la búsqueda de objeto acoplado al cuerpo propio.
Lo originario puberal repite y busca que en el objeto (narcisista) se reinsista al yo y reduplique la mismidad.
Su elaboración es trabajo de no identificación de la propia yoidad en el objeto, búsqueda de la alteridad
corporal subjetiva al objeto.
Pero también, lo originario puberal insiste y nuevamente busca repetir los modelos vividos ya conocidos,
investidos a lo largo de la historia de las identificaciones corporales, incestuosas familiares (lo cual constituye
otra derivación psicopatológica). Elaboración de lo originario puberal de no repetición en el hallazgo de
objeto, de identificaciones infantiles familiares. Trabajo de des-identificación del objeto con los modelos
familiares, búsqueda de lo altero en un espacio extrafamiliar.
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Una de las condiciones para el hallazgo de objeto, una primera condición es la creación de la espacialidad
exterior al propio cuerpo (transformación del autoerotismo y del narcisismo) y espacialidad extrafamiliar
donde hallarlo. Otras condiciones serán hacer de lo extrafamiliar lo heterofamiliar y que en el vínculo el
objeto se deje crear.
El hallazgo de objeto no es sin el pasado historizado, no es sin la re-interpretación de la historia infantil, no
es sin su construcción, sin su ligadura con la genealogía.
Lo puberal, empuja al autoerotismo, al narcisismo, a los objetos incestuosos, a lo familiar conocido. Lo
adolescente que ataca la prohibición del incesto (con las barreras morales de la pulsión), es trabajo de
simbolización, de elaboración de lo puberal, de creatividad-hallazgo de objeto por fuera del propio cuerpo
familiar.
Por lo originario puberal, la repetición pulsa. La creatividad adolescente, la libido altruista va más allá,
diferencia, crea, es hallazgo, encuentra objeto otro, es alteridad. Entro lo puberal y lo adolescente, la
repetición, la creatividad.
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el establecimiento del dominio. Si se quiere que el niño llegue a adulto ese paso se logrará pasando por
encima del cadáver de un adulto.
La rebelión va a corresponder a la libertad que se le ha otorgado al hijo. En la fantasía inconsciente total
correspondiente al crecimiento de la pubertad y la adolescencia existe la muerte de alguien. Mucho puede
lograrse en el juego y con los desplazamientos, y sobre la base de las identificaciones cruzadas; pero en la
psicoterapia del adolescente, la muerte y el triunfo personal aparecen como algo intrínseco del proceso de
maduración y de la adquisición de la categoría de adulto. Esto plantea grandes dificultades a padres y
tutores. También las presenta a los propios adolescentes, que llegan con timidez al asesinato y triunfo
correspondientes a la maduración en esta etapa crucial. El tema inconsciente puede hacerse manifiesto
como la experiencia de un impulso suicida, o como un suicidio real. Los padres están en condiciones de
ofrecer poca ayuda, lo mejor que pueden hacer, es sobrevivir, mantenerse intactos y sin abandonar ningún
principio importante.
Punto central: la inmadurez del adolescente. Los adultos maduros deben conocerlo, y creer en su propia
madurez como nunca creyeron hasta ahora ni creerán después.
Es posible que de pronto un niño de cualquier edad (digamos de seis años) necesite hacerse responsable,
quizá por la muerte de uno de los padres o por la separación de la familia. Ese niño será prematuramente
viejo y perderá espontaneidad y juegos, y el alegre impulso creador. Es más frecuente que se encuentre en
esa situación un adolescente que debe hacerse cargo de su familia por ejemplo por problemas económicos.
Caso distinto es cuando los adultos delegan tal responsabilidad, hacer esto es una forma de traicionar a los
hijos: la rebelión ya no tiene sentido, el adolescente triunfa demasiado temprano, preso de su propia trampa.
Si los adultos abdican, el adolescente se convierte en un adulto en forma prematura por un proceso de falsa
madurez. Se pierde toda la actividad imaginativa y los esfuerzos de la inmadurez. El adolescente es
inmaduro, la inmadurez es un elemento esencial de la salud en la adolescencia. La única cura para ella
es el paso del tiempo y la maduración que este puede traer. La inmadurez contiene los rasgos más
estimulantes del pensamiento creador, sentimientos nuevos y frescos, ideas para una nueva vida. Se
podría aconsejar a la sociedad que por el bien de los adolescentes y de su inmadurez, no les permitan
adelantarse y llegar a una falsa inmadurez, no les entreguen una responsabilidad que no les corresponde.
Lo característico de la adolescencia es su inmadurez y el hecho de no ser responsable. Esto es una prioridad
que cada individuo debe perder cuando llega a la inmadurez.
En la adolescencia, la fantasía de muerte pasa a ser una fantasía de asesinato, inconsciente, se da en el
plano de lo psíquico. Tiene que ver con el crecimiento del cuerpo. Asesinar para poder ocupar su lugar. Esta
fantasía hace a la constitución psíquica. Requiere de un adulto capaz de sostener, de dejarse asesinar,
capaz de confrontar, de habilitar la palabra, la escucha, choque generacional.
Niñez Fantasía de muerte
Adolescencia Fantasía de asesinato
Hay algo de la cadena generacional que se pone en cuestión. Se deja de pensar en el mito fundacional. La
adolescencia viene a romper con esto. Cada uno es un eslabón más en la familia, no se arranca de cero.
Los padres dejan de ser idealizados, pasan a ser falibles y mortales. Se da una modificación del vínculo.
Hay algo de este padre real que empieza a romper ese ideal. Reconstrucción de ese vínculo y búsqueda
del adolescente de otros referentes que puedan ser tan infalibles e incuestionables como lo eran los padres
de la infancia: idealismo, fanatización.
Naturaleza de la inmadurez
No hay que esperar que los adolescentes tengan conciencia de la inmadurez o conozcan sus características.
Lo que importa es que se salga al encuentro del reto de los adolescentes.
Los cambios de la pubertad suceden a distintas edades. La espera supone una gran tensión, en especial a
los de desarrollo tardío. La tensión corresponde a la fantasía inconsciente del sexo, y a la rivalidad vinculada
con la elección del objeto sexual. El adolescente, no puede hacerse cargo aún de la responsabilidad por la
crueldad y el sufrimiento. El sentimiento de culpa es enorme. La madurez corresponde a un periodo posterior
y no es posible esperar que el adolescente vaya más allá.
Se puede decir que una de las cosas más estimulantes de los adolescentes es su idealismo. Todavía no se
han hundido en la desilusión, por ello tienen un gran idealismo. Tienen libertad de ideas y suelen actuar por
impulso.
El cambio físico de la pubertad no es un cambio sexual únicamente, sino también hay un cambio físico y
de la adquisición de verdaderas fuerzas; aparece un verdadero peligro, que otorga a la violencia un nuevo
significado. Junto con las fuerzas llegan también la astucia y los conocimientos para usarlas. Existe una
fuerte propensión a la agresión que se manifiesta en forma suicida, la alternativa es que aparezca como una
búsqueda de la persecución, que constituye un intento de alejamiento de la locura y la ilusión.
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Hacen falta adultos si se quiere que los adolescentes tengan vida y vivacidad. La confrontación se refiere a
una contención que no posea características de represalia, de venganza; pero que tenga su propia fuerza.
La madurez corresponde a un período posterior de la vida, y no es posible esperar que el adolescente vea
más allá de la etapa siguiente, la de comienzos de su tercera década de vida.
Lo principal es que la adolescencia es algo más que pubertad física, aunque en gran medida se basa en
ella. Implica crecimiento, que exige tiempo. Y mientras se encuentra en marcha el crecimiento las figuras
paternas deben hacerse cargo de la responsabilidad.
Ensueño y realidad
Este recorrido tiene un momento imaginario, masturbatorio, donde los objetos incestuosos y nuevos desfilan
incesantemente y todas las formas de sexualidad son exploradas. El placer alucinatorio no se abandona por
completo, y representa el remanente autoerótico que se retiene como una reserva de placer ante las
vicisitudes del vínculo real. Una parte de la sexualidad se conserva pues, autoerótica. Pero, se muestra
insuficiente, empujando al sujeto al mundo real.
La errancia y el movimiento exploratorio
En nuestra civilización, es poderoso el mito de la adolescencia como errancia casi necesaria. Puede errar
en el amor, en el pensamiento, en el lugar. Social y psicológicamente se libera del aporte parental y familiar
narcisista, permitiendo el régimen del intercambio inter e intrageneracional. Ese tiempo de moratoria culmina
en una elección: de profesión, de pareja, por nacimiento, real o fantaseado, de un hijo. En la adultez tendrá
nostalgia por este momento de errar. Este tipo de subjetividad adolescente es producto de una determinada
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construcción social, pero si el adolescente no se constituye en esa subjetividad queda como un producto
paralizado de esa época.
A la errancia psíquica de buena ley en cuanto a su capacidad de desarrollo se opone dialécticamente la
errancia repetida.
Exploración y elección vocacional
Se deviene lo que se elige, lo que uno elige no es un envoltorio intrascendente. Antes de la adolescencia el
sujeto se encuentra en un estado de alienación donde el deber ser se lo marca el otro, a menos que esté
embarcado en el más terco de los oposicionismos. El adolescente, exigido socialmente de una elección, se
desorienta más de lo que estaba anteriormente. Y allí aparece en la superficie la búsqueda de una
orientación vocacional que va más allá de una orientación profesional. La orientación vocacional plantea en
su profundidad el asunto del ser. Allí se plantea la cuestión si va a ser el otro el que diga para que sirvo yo,
para que estoy acá y me instruya para aquello que soy apto, o si se trata, en cambio, de algo que atañe a
mi propia decisión, más allá del plano de la necesidad, de la oferta y de la demanda, y de lo bien visto. Este
problema se plantea en la adolescencia, que se emparenta con los senderos de la sublimación y es por eso
que constituye un campo exploratorio de gran importancia. Su no desarrollo es factor de graves
consecuencias con el pasar de los años. La desinvestidura de los espacios vocacionales y laborales despoja
al medio social de todo atractivo, dificultando toda salida hacia el mundo y encerrando al sujeto en un
espacio cada vez más regresivo.
Condenado a investir
Cuando Waserman habla de exploración esta hablando de investir. (P. Aulagnier – condenado a investir).
La exploración es consecuencia de la investidura. Es el momento paradigmático de la exploración al mundo.
Piera: “Estás condenado por y para toda la vida a una puesta en pensamientos y en sentido de tu propio
espacio corporal, de los objeto-meta de tus deseos, de esta realidad con la que deberás cohabitar, que les
asegure para siempre permanecer como soportes privilegiados de tus investiduras.” “Para conservarse vivo
está condenado a preservar una relación de investidura con su propio cuerpo, con el Yo de esos otros cuyo
deseo se revela siempre autónomo y a veces antagónico al suyo, con esa realidad que nunca corresponderá
totalmente a la representación que él desearía darse de ella” “ese cuerpo, ese otro investido por él, esa
realidad serán periódica e inevitablemente fuente de sufrimiento, provocando por lo tanto un movimiento de
desinvestidura, un deseo de fuga”.
Es tan valida la capacidad de estar con otros como la capacidad de estar solos en el adolescente. Hay un
fuerte fervor del adolescente de encerrarse en su cuarto, de estar solo, y es muy importante desarrollar esa
capacidad de poder estar solo. También hay una fuerte necesidad por crear grupos, por estar con otros, la
categoría del “nosotros”, del pertenecer… Campos exploratorios:
- una tiene q ver con el cuerpo como territorio a ser explorado
- otra tiene q ver con el mundo social
- y otra tiene q ver con el otro sexo
El cuerpo se presenta como un territorio, como un campo a ser explorado. Hay algo q tiene q darse también
en el plano psíquico, búsqueda del otro como sujeto no solo como objeto parcial en relación a quien porta
ese objeto complementario. Para Waserman este trabajo es impersonal, intransferible y se hace siempre
acompañado por unos objetos q funcionan como apuntalamiento.
Objetos de apuntalamiento:
1) objetos internos o narcisistas: q son generalmente los propios padres. El adolescente necesita del
amorde sus padres para poder realizar este camino exploratorio. Para poder reforzar su narcisismo. Toda
exploración conlleva un peligro. Cuando ese peligro es mayor, aparece un refugio. Hay padres q dañan ese
narcisismo mas q apuntalarlo.
2) objetos transicionales: en el adolescente por ejemplo las mismas zapatillas. El objeto transicional
sejuega en el adolescente como algo q lo representa ante el mundo exterior. Algo q no es el yo, es no-yo,
no forma parte del yo, pero a la vez lo representa ante la sociedad. También puede ser un espacio, un lugar
donde apuntalarse para arrancar ese camino exploratorio. Puede ser un espacio transicional cargado de
una significación q se construye en ese encuentro con los otros. Por ej: la plaza como lugar de encuentro.
3) el otro objeto de apuntalamiento q señala Waterman es el “otro complementario”. Aquello q completa.
Ese encuentro complementario con el otro sexo. Aquello q apuntala. Estar capacitado para tener relaciones
no significa estar capacitado para el recorrido exploratorio del otro en cuanto sujeto.
4) el otro objeto es el grupo de pares. Esta necesidad de hacerlo todo en grupo (por ejemplo irse de
vacaciones 10 adolescentes en un monoambiente).
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Prácticos Semana 6 Texto 4/4
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PIERA AULAGNIER:
El proceso de historización sirve para armar la temporalidad, para organizar una continuidad entre pasado
presente y futuro. La historia se va construyendo a lo largo de toda la vida, siempre está abierta. Va tomando
materiales desde la infancia, en principio se construye con la contribución de los padres. El sujeto va a tener
que apropiarse de los materiales de su historia para hacerla propia, va a tener que resignificar los sucesos
significantes. El sujeto arma su autobiografía, formando un cofre de recuerdos de representaciones
significantes (fondo de memoria).
Entre las tareas reorganizadoras propias a ese tiempo de transición que es la adolescencia, Piera
considera que tiene un rol determinante ese trabajo de poner en memoria y de poner en historia gracias
al cual, un tiempo pasado, y como tal perdido, puede continuar existiendo psíquicamente en y por esta
autobiografía, obra de un Yo historiador. Autobiografía que jamás es terminada, en la cual pueden hacerse
modificaciones y también desapariciones.
En el curso del tiempo de la infancia el sujeto deberá seleccionar y apropiarse de los elementos
constituyentes de ese fondo de memoria gracias al cual podrá componer su autobiografía.
Piera separa el recorrido que sigue el adolescente en dos etapas:
a) Una primera durante la cual deberán seleccionarse, ser puestos al amparo del olvido, los
materialesnecesarios para la constitución de ese “fondo de memoria” garante de la permanencia
identificatoria de lo que uno deviene y de lo que continuará deviniendo, y por allí de la singularidad de su
historia y su deseo
b) Una segunda que prepara la entrada a lo que se califica de edad adulta. La puesta en lugar, a partir
deese pasado singular del panorama de sus elecciones y de los límites.
Tanto una como otra son dependientes, son el corolario de este otro trabajo psíquico que las acompaña: la
constitución de lo reprimido. Lo recordado y lo recordable de la infancia son función del éxito o el fracaso
del trabajo que incumbe a la instancia represora.
Según Piera, el aparato psíquico se constituye a partir del intercambio que el niño establece con el
adulto que lo asiste. La madre (o quien cumpla esa función), a través de un vínculo de amor y
dependencia, fija las normas de acceso al placer alrededor del cual el andamiaje psíquico comienza
a desarrollarse. En la niñez, y también en la adolescencia, el aparato psíquico está en vías de constitución.
La actividad psíquica según Piera está conformada por el conjunto de tres procesos: originario, primario
y secundario. Estos tres modos de funcionamiento psíquico no están presentes desde un primer
momento, sino que se suceden temporalmente y cada uno de ellos incide en los posteriores. Están
vigentes durante toda la vida.
Proceso originario: Es el primer proceso que comienza a funcionar en el recién nacido a partir
de la necesidad psíquica de reconocer la cualidad placentera o displacentera de los estímulos
que le llegan. El tipo de información que le llega a partir de los sentidos es una información
libidinal: presencia o ausencia de placer. Este proceso se rige por el postulado del
autoengendramiento, es decir, que la vivencia del bebé, es que él es quien crea el estado de
placer y el objeto causante del mismo: el pecho materno.
La actividad que representa al proceso originario es el pictograma: pintura, sello de este encuentro
inaugural del recién nacido con la madre, y el encuentro de este naciente aparato psíquico con su
propia corporeidad. El concepto de pictograma conlleva una equivalencia entre representante y
representado, en donde no hay diferenciación entre zona y objeto. El pictograma es una
representación zona-objeto complementaria, ej: boca-pecho. Es la representación de la experiencia
inaugural de placer que deja marcas de procesamiento psíquico. Si las marcas se instauran bajo el
signo de placer, zona y objeto se fusionan, (boca-pecho) y se inscribe un pictograma de fusión,
pictograma de signo positivo que promueve un efecto de ligadura e integración psicosomática, bajo
la representación de Eros. Por el contrario si prevalece el displacer, originado en la ausencia del
objeto, o en su inadecuación por exceso o por defecto, lleva a la inscripción de un pictograma de
rechazo. Pictograma de signo negativo que conlleva un desinvestimento de la representación zona-
objeto complementaria. Desligadura. Tánatos.
Proceso primario: En este segundo momento de organización del psiquismo, la actividad
representativa preponderante es la fantasía. Es una actividad psíquica que se caracteriza por la
realización imaginaria de deseos para evitar el sufrimiento producido por la ausencia del vínculo
inicial constituyente (juego del carretel Fort-Da). La separación y el reconocimiento del mundo
externo se concreta cuando la mirada y el placer de la madre se depositan en otro lugar, distinto
al lugar que se le otorgó al niño. Así, le impone al niño la existencia de otros espacios. Mediante
la fantasía el niño se apropia de dichos espacios, los reproduce, y considera que los posee. Este
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proceso comienza a funcionar a partir de la necesidad de reconocer la existencia de un espacio
separado del propio. Durante el proceso primario, las funciones parentales son las únicas
referencias certeras. Sin embargo, para que el yo pueda advenir y acceda a un mayor nivel de
autonomía se requiere un quiebre de éstas.
Proceso secundario: Este tercer momento de constitución del psiquismo del niño se caracteriza
por la aproximación del mismo a una diversidad de acontecimientos sociales, como el contacto
con pares, los conocimientos escolares, etc. La representación que caracteriza este periodo es
la representación ideica o enunciado. Aquí se instalan el desarrollo del lenguaje y del
pensamiento. El pensar, como actividad representativa compleja, es comprendido como un
proceso que tiende a la reedición de situaciones placenteras. El movimiento libidinal inaugural
es el que marca el sentido que adquieren los sucesivos movimientos de investimento que se
concretan en el campo socio-cultural.
La pertenencia a una familia, la inscripción a una genealogía, implica la puesta en marcha de ciertos trabajos
psíquicos que tienden a promover la investigación histórica familiar, entre ellos se mencionan:
o La construcción de la escena originaria: Conjunto de operaciones psíquicas que realiza el niño para
poder historizarse ligado a los padres, ubicándose como causa y consecuencia, une a los padres entre sí y
con él mismo. La escena originaria se constituye como una alianza simbólica que une dos líneas
genealógicas distintas. Es una construcción imaginaria que realiza el niño de modo anticipatorio, respecto
de la unión entre ambos padres y de la relación de ambos con él. o Trabajo de filiación - afiliación: Un
trabajo elaborativo de aquello recibido, heredado, y entonces también un desasimiento. El niño debe
metabolizar que los padres forman parte de un grupo que los antecede, y que ese grupo tiene una historia
a la cual debe articular la suya. o Contrato narcisista: Provee referentes a partir de los cuales el proceso
identificatorio se define. Es una operación simbólica cuya función está vinculada al encadenamiento
generacional. Cada sujeto es eslabón de una cadena generacional. Se definen dos funciones, que hacen
referencia a la temporalidad, las figuras del Ancestro y el Sucesor.
Dos dimensiones de la historización: por un lado, la figura del Ancestro, categoría simbólica que agrupa los
mitos de origen, que se transmiten desde una generación a otra, por ejemplo valores, ideologías, emblemas.
Por otro lado, el Sucesor, representado en la figura del porvenir (el hijo que advendrá). Estos mitos de origen,
se constituyen como anclajes, le permiten al grupo tener una referencia compartida al pasado, un lugar de
memoria en común. Se signa un contrato que garantiza que los nuevos integrantes reproduzcan los mitos
en común, promoviendo la continuidad del grupo al cual pertenecen; a cambio, el grupo le otorgará al
sucesor un lugar en el entramado familiar que lo anuda a las generaciones precedentes. Al inscribirse esta
categoría, el niño obtiene una certeza sobre el origen y accede a la historicidad.
El hijo es el soporte narcisista del grupo: el concepto de contrato narcisista ubica claramente que la
función de la familia es dar un lugar al nuevo integrante filiándolo a la cadena generacional, proyectándole
ideales, valores que porta el grupo. Contrato que implica para el hijo la función de continuar la trascendencia
del grupo en una nueva generación.
PORTAVOZ :
Piera sitúa la figura de la madre como vocera de la genealogía, vocera de los enunciados identificatorios.
La madre es la portavoz de las representaciones ligadas al padre, es portavoz del discurso
sociocultural al que pertenece la pareja parental y sus propias familias de origen. Los enunciados
emitidos por la voz materna son tomados por el niño y constituyen el yo parental.
Cuerpo imaginado o sombra hablada:
Para Piera, la dimensión de la historia se inicia antes del nacimiento del niño. Antes de nacer un niño, el
grupo familiar imagina y simboliza anticipando el cuadro posible de esa subjetividad por venir. Piera
Aulagnier ha conceptualizado categorías como cuerpo imaginado o sombra hablada, que dan cuenta de
este trabajo anticipado de las funciones parentales sobre el niño. Son conceptos que toma la autora para
dar cuenta del conjunto de enunciados que son testimonio del anhelo maternal concerniente al niño.
La madre inviste al niño representándolo; arma una envoltura psíquica indispensable y necesaria
para ubicarse como tal. No hay cuerpo psíquico sin esa historia, que es su sombra hablada.
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Esto nos lleva a otro concepto que Piera denomina VIOLENCIA PRIMARIA, que es constitutiva del
aparato psíquico del bebé. Las palabras y los actos maternos se anticipan siempre a lo que el niño
puede conocer de ellos. La madre siempre anticipa lo que necesita su bebé. Piera conceptualiza como
violencia esta acción anticipatoria y necesaria dado el grado de dependencia, que presenta el recién
nacido y su imposibilidad de autonomía subjetiva. Este acto materno es estructurante para el devenir
subjetivo del niño. La violencia primaria es la que rige el contrato narcisista: el grupo transmite al niño la
potencialidad vinculante inherente a todo vínculo. Potencialidad vincular implica una capacidad con que
cuenta el grupo de no definir el vínculo por lo preestablecido, y dejar en suspenso la posibilidad de que el
niño sea diferente, altero, imposible de definirse ya que está “por venir”.
La VIOLENCIA SECUNDARIA representa un exceso perjudicial y nunca necesario para el
funcionamiento del yo. Se le impone al niño una elección, un pensamiento, motivados por el deseo materno.
Este exceso si se consuma, anula la capacidad de pensamiento autónomo del niño. Este acto materno
implica una imposibilidad de reconocer al otro en su dimensión de alteridad. El psiquismo del niño
es colonizado por un imperativo materno arrasante. Conlleva a la instalación de ciertas condiciones para
el desarrollo de la enfermedad. En este caso, el niño es candidato a ser tomado como objeto de proyección
de los otros y el espacio intersubjetivo deviene relación de objeto. La violencia secundaria no es necesaria.
La madre se apropia del psiquismo de su hijo, y quiere que haga lo que ella desea. Ejemplo: pq estudiaste
medicina si yo quería que estudiaras… No reconoce que el hijo es algo diferente de sí. La subjetividad por-
venir quedaría reducida a repetir un cuadro ya pincelado por las generaciones anteriores, sin que hubiera
permiso para la transformación.
El espacio intersubjetivo entre un hijo y quienes sostienen las funciones parentales puede advenir relación
de objeto o vínculo. El primero ocupa un lugar de objeto de proyecciones de los otros; mientras que el
vínculo deviene cuando aún cumpliendo el grupo con la función de transmisión, aloja a la subjetividad
naciente como un sistema abierto.
Al transmitir el grupo la función de la potencialidad vinculante, también transmite algo de la esencialidad
del sujeto: su falta, la falta inherente a todo sujeto, que habilita el movimiento deseante de búsqueda y
construcción. La falta del sujeto, es el motor de toda producción subjetiva.
Para apropiarse de la potencialidad vinculante transmitida por los padres, el hijo tiene que realizar muchos
trabajos psíquicos durante la infancia y la adolescencia, para construir y conquistar las categorías de vínculo
y de alteridad. Que un sujeto construya la categoría de alteridad implica que pueda considerar al otro en su
diferencia: con un cuerpo separado y deseo diferente. Implica asumir la diferencia del otro y la propia.
La primer experiencia que tiene el infante del otro se juega en un registro pictogramático, de sensaciones
corporales. Es función del otro sostener la presencia, y tmb la diferencia, condición necesaria para la
búsqueda del placer en la vida. La distancia del cuerpo del otro posibilita la creación de la fantasía y el
deseo. Allí reside el primer registro de la alteridad, al modo de una diferencia sensorial.
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contar con el grupo de pares como soporte de la función del espejo: otros en quienes reconocerse e
identificarse.
Cuando en la subjetividad predominan procesos de metamorfosis, se vivencia como la emergencia de algo
monstruoso q aterra, desgarra o fragmenta el cuerpo. Esto daría cuenta de un fracaso en la
constitución de la categoría de lo extraño, y todo lo ajeno o lo altero de si mismo o del otro produciría
desorganización y angustias masivas. En cambio cuando predominan en la subjetividad procesos de
transformación, los cambios del cuerpo se vivencias con inquietud y extrañeza, pero sin perder la
mismidad del sujeto.
La vulnerabilidad caracteriza a la subjetividad durante el entretiempo del proceso puberal-adolescente.
Sentirse ajeno a sí mismo y al otro. Esto puede leerse en cualquier producción saludable adolescente. La
extrañeza q les genera darse cuenta de q ya no son lo q eran, no saben aun como van a ser. El viejo
caparazón podría entenderse como la imagen del cuerpo infantil q ya no le sirve al joven, y del cual
él y la familia deben desprenderse. El nuevo caparazón seria el cuerpo sexuado vincular q solo se
construye en el encuentro con el otro.
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