Suriano-Cuestión Social en Argentina PDF
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Juan Suriano*
Introducción
Los sectores populares y los trabajadores argentinos siempre vivieron situaciones .
de 'vulnerabilidad y precariedad. Estas fueron de mayor o menor gravedad según
las coyunturas, y obviamente los momentos de. crisis generalizada fueron .y son
los de mayores dificultades para los trabajadores. Pero, en sentido contrario a
, quienes ven Un paralelismo entre la cuestión social decomienzos delsiglo xxyla
emergente aínicios del XXI, una de las grandes diferencias entre ambas radica en
una variableclave.el horizonte dé las expectativas populares. En la 'primera eta-
pala gran mayoría de los trabajadores estaban excluidos de los más elementales
derechos sociales" pero en' el contexto de un proceso de' construcción, -lento y
.paulatíno, dé la ciudadanía social (y política} En esta afirmación no importa tan-·
, to si el estado y los grupos gobernantes, influenciados por la concepción liberal,
reaccionaron temprana otardíamente ante el conflicto social; si predominó un es-
'píritu preventivo del conflicto o existían verdaderos criterios aseguradores; si fue-
ron los intelectuales,' los activistas gremiales o los propios trabajadores .quienes
pusieron en locución la cuestión social. Por lo menos- hasta' 1930, es decir, hasta
el comienzo de la crisis del modelo agroexportador, se llevó 'adelante un proceso
_de construcción de políticas sociales que apuntaba a incluir a las masas al siste-
ma para neutralizar la agitación social, por supuesto parcialmente, pues la idea de
universalidad' en la aplicación de l~ políticas sociales se vincula a la respuesta
2.. Una definición similar para el caso chileno en James Morris, Las élites, los intelectua-
les y el consenso. Estado de la cuestión social y el sistema de relaciones industria-
les en Chile, Santiago de Chile, 1967, p. 79. . I
'3. Para el primer caso véase Enrique Mases, "Estado y cuestión indígena: Argentina,
1878-1885" en Juan Suriano, La cuestión social en Arqerüiru», 1870-1943,.Buenos Ai-
res, 2000; para el segundo, Mirta Z. Lobato, "Entre la protección y la exclusión: Discur-
so maternal y.protección de la mujer obrera, Argentina, 1890-1934" en ídem.
'4. En este sentido es interesante constatar que la escuela criminológica positivista vincu-
laba el problema de la criminalidad directamente con el "desgranamiento" del merca-
do de trabajo. Sus ideas y proyectos sobre las reformas de las prisiones apuntaban a .
reinsertar a los individuos en el mercado de trabajo y a contribuir a la imposición de
la disciplina laboral. Al respecto véase Ricardo D. Salvatore, "Criminología positivista, ,
reforma de prisiones y la cuestión social/obrera en Argentina" enJ. Suriano, .op. cit.
126 Juaai Suriano
Buenos Aires multiplicó su población por ocho, Córdoba por cuatro y Rosario poro
odiez." El fenómeno se entiende mejor silo acotamos, en el caso de Buenos Aires;
al comienzo del período: entre 1869 y 1887 la población aumentó de 177.787 habi-
tantes a 433.375;0 esta cifra indica que en el" lapso de 18 años se produjo el mayor
crecimiento relativo de la historia poblacional argentina (143,7 o%), a una tasa
ooanual del 7,9 %.6"pn aumento de esta índole rápidamente habría de- evidenciar se-
rios problemas de infraestructura y seríaouna muestra contundente de la irracio-
onalidad del desarrollo urbano, hecha visible por los' contingentes de inmigrantes
que pululaban en busca de trabajo,. por el hacinamiento habitacional, especial- o
mente en conventillos y casas de inquilinato, y por los consecuentes focos de in-
fección y enfermedades. Así, la salud/enfermedad trascendieron el ámbito de lo
individual para convertirse en un problema social, tal como lo planteara tempra-
onamente Sarmiento en 1868 al inauguraroobras ode aguas corrientes." .Cada brote
epidémico elevaba laso preocupaciones de los grupos gobernantes, como ocurrie-
ra con laepidemiade fiebre amarilla de abril de 1858, o con la de cólera de fines
de 1867 y principios del año siguiente. Claro que esa visibilidad tuvo un punto de
inflexión a partir de la gran epidemia: de fiebre amarilla que azotó Buenos Aires en
1871, matando al8 por ciento de la población y repercutiendo casi democrática-
mente sobre diversos grupos sociales. Si bien una de las consecuencias de este
episodio se relaciona con la segregaciónoespacial de las capas altas, que se trasla-
daron del sur al norte de la ciudad, aquí interesa centralmente "el descubrimien-
to de la enfermedad corno problema social'" y la decisión de un grupo de médicos
higienistas avalados porel gobierno para buscar la solución' del problema médi-
co-sanitario, res en este momento, al producirse la intersección entre los sabe-
res médicos y ia intervención estatal," cuando en Argentina comienzan a plantear-
se los problemas derivados de la cuestión social moderna.
Los higienistas pondrían énfasis en que el estado debía garantizar la "salud del
pueblo". Según Eduardo Wilde el gobierno "necesita tener atribuciones, yéstas
son forzosamente invasiones al derecho de cada uno, pero como no se puede vi-
viren sociedad sin ceder parte de los derechos individuales, tenemos que armar
a los gobiernos con aquellos poderes que nosotros mismos no disponemos"." En
5. Francisco Liemur, "La construcción del país urbano" en Mirta Z. Lobato (Ed), El pro-
o greso, la modernización y sus límites, 1880-1916, Buenos Aires, 2000.
6. Guy Bourdé, Buenos. Aires: urbanización e inmiqracion, Buenos Aires, 1977, p. 142.
7. Ricardo González Leandri , "Notas acerca de la profesionalización médica en Buenos
Aires durante la segunda mitad del siglo XIX" en J. Suriano, op. cit., p. 218. Sobre lapro-
fesionalización médica y su incidencia en la enunciación temprana de la cuestión so-
o
cial, véase del mismo autor Curar, persuadir, gobernar. La construcción historicade
o o
este sentido, resolverían una parte de los problemas a partir de impulsar y lograr
por parte del estado laconstrucción de obras de salubridad y el consecuenteequi-
parniento sanitario. Se crearon.lasoñcinas gubernamentales pertinentes: el De-
partamento Nacional de Higiene e~ 1880 y la Asistencia Pública tres años más tar-
de. Cómo sostiene Armus, "en estas nuevas instituciones, creadas en gran .medida
como resultado de la presión de los, médicos. higienistas, este grupo burocrático
profesional delineó su área de competencia específica y se transformó en elespe-
cialistapor excelencia" de los problemas medioambientales del mundo urbano." '
y fundamentalmente, los higienistas, asociados a la sensación de temor ante las '
epidemias, indujeron al estado a ampliar sus esferas de actuación, al tomar en sus
manos la salud pública e inmiscuirse de manera directa en la resolución de uno
,de los problemas planteados por la cuestión social urbana.
Pero el plano social parece haber sido la zona más liberal, sin que /esto signíñ- .,
que ausencia del estado en las relaciones sociales. En el transcurso de las últimas
, . ,
tres o cuatro décadas del 'siglo XIX los gobiernos nacionales intervinieron escasa-
mente en el plano social ysólo lo hicieron cuando su presencia' fue indispensable,
como en el caso de la problemática médico-sanitaria. , ,
'En el ámbito más específico del mundo deltrabajo no se percibía, la presencia'
gubernamental, en tanto predominaba una visión liberal que suponía la política,
social sin la participación del estado o que admitía su intervención sólo en parte,
,mediante políticas de control y reglamentación. "Elmundo del trabajo se estructu- ,
a
raba partir de un sistema de obligaciones y tutelas moral-es destinado a los tra- , '
'bajadores a través del patronato filantrópico, pues éstos eran. visualizados como
se relaciona con la salud y con la vida". 17 Ellos pensaban que, además del fomen-
to de la templanza, con el aseo personal, el mejoramiento del hábitat popular ba-
sado en la limpieza, el aire puro y un mayor espacio, así como por la higiene en el
lugar de trabajo, conseguirían moralizar lascostumbres obreras y resolver el pro-
blema de la higiene y la salud. Esta situación se alcanzaría mediante la reglamen-
tación de las formas de habitar y el estímulo al capital privado para que invierta
en iniciativas filantrópicas, al estilo de las que el millonario Peabody llevaba ade-
lante en Inglaterra, construyendo viviendas populares a precios accesibles para
los trabajadores. 18 El énfasis puesto en el problema de la higiene y la salud, así co-
mo la visión filantrópica de los problemas obreros, marcaban los límites que los
higienistas y los gobernantes de este período tenían para comprender la cuestión
social en toda su magnitud.
Hasta fines del siglo XIX estos problemas se resolvían por los mayores aportes
del Tesoro Nacional a las organizaciones de beneficencia que se hacían cargo de
instituciones tales como asilos, casas de huérfanos, hospitales, manicomios y ca-
sas de espósitos. El presidente Carlos Pellegrini sintetizaba bien esta estrategia de
intervención social: "la caridad ha hecho su deber -sostenía en 1892-, las institu-
ciones piadosas encargadas de cuidar a los enfermos, amparar a los desvalidos, y
asilar a los desheredados de la fortuna y el hogar, han seguido prestando sus ser-
vicios bajo la dirección de las beneméritas damas...(y) el gobierno ha tenido que,
acudir en su auxilio"."
La cuestión social fuera del marco de la higiene y la salud parecía no ser per-
cibida por los gobernantes, y es interesante constatar que en los discursos de Pe-
llegrini como presidente en la apertur.a de las sesiones del Congreso Nacional en
1891 y 1892 no hay, con la única excepción de una mención a la desocupación, nin-
guna alusión, no sólo a la cuestión social en términos generales, sino tampoco 'a
las consecuencias sociales de la crisis económica desatada en 1890.20 Esta actitud
en los discursos presidenciales se mantuvo invariable a lo largo de toda la déca-.
da, salvo en 1895, cuando el presidente José E. Uriburu, desde una perspectiva
más policial que social, manifestó su inquietud por los conflictos obreros que a su
criterio "obedecen al desarrollo creciente del socialismo en esta capital"."
Si bien las dificultades para comprender la cuestión social se vinculan en pri-
mera instancia a su carácter de fenómeno nuevo y a que el estado se hallaba en.
una etapa de construcción, deben recalcarse los límites que a esa comprensión es-
tablecía la concepción liberal predominante en buena parte de los grupos gober-
Por último, hay un aspecto que también debería ser vinculado a la cuestión so-
cial y que ha sido escasamente transitado desde esta perspectiva: el mutualismo.
Esta forma de asociación comenzó a desarrollarse partir de ladécada de 1850 en
el contexto de lo que algunos historiadores han denominado como una verdadera
"explosión de la 'vida asociativa". 2~ Por esos años se conformaron importantes so-
ciedades: en 1854 la ASociación Francesa, en 1857 la Sociedad Tipográfica Bonae-
rense, la Sociedad de Zapateros San Crispín y la Unione e Benevolenza, mientras
que un año más tarde se fundaba la Asociación Española de Socorros Mutuos; Es-
tas sociedades; lejos de ser homogéneas, eran de diverso carácter: las había étni-
cas, generalmente policlasistas y de representación regional o nacional; de oficio,
que combinabanla ayuda mutua con la defensa de la profesión; cosmopolitas, que
combinaban diversidad étnica y profesional; católicas y patronales. Las .socieda-
'des de ayuda o'socorro mutuo, que se' desarrollaron demanera notable durante la
segunda mitad del siglo XIX, tenían como 'finalidad, a 'partir del aporte de sus aso-
ciados, asistirlos en casos de enfermedad, cubrir los gastos de sepelios; ayudara
las mujeres y los niños en caso de indigencia; en 'ocasiones tambiéncubrían as-
pectos vinculados al desempleo y al suministro de educación y en los casos de or-
ganizaciones específicamente trabajadoras, se encargaban de la defensa del oficio
y la "profesión. Más allá de la heterogénea conformación y de la variada 'gama de
actividades que desarrollaron,' e incluso de cierta oposición de las primeras fede-
raciones obreras a esta forma de asociacionismo, las organizaciones mutuales pa-
recen haber expresado demandas sociales básicas, 'como era la de una cobertura
médica y de ayuda solidaria que garantizara mínimamente la existencia individual
o familiar, y en este 'sentido el movimiento mutualista entraría a formar parte 'd~
la cuestión social, precisamente por esta necesidad de lograr un resguardo básico
de los indivíduos." . :'
Sin embargo, el eco alcanzado por todas estas voces de 'advertencia, entre las
que habría que incluir a 'la prensa, fue realmente escaso en el seno de los grupos
gobernantes. El discurso delos primeros grupos socialistas y anarquistas era dé-
bil; los primeros, recién con la edición en 1894 del periódico La,Vanguardia, au-
todenominado "defensor de la clase trabajadora"," con lafundación del partido
29. Pilar González Bernaldo de Quirós, Civilité el politique aux origines de la nation ar-
gentine. Les sociabilités a Buenos Aires, París, 1999, p. 202; Hilda Sabato, La políti-
ca en las calles, (Buenos Aires, 1998), p. 51.
30. Sobre las sociedades de socorro mutuo, véase Samuel Baily, "Las sociedades de ayuda
mutua y el desarrollo de una comunidad italiana en Buenos Aires, 1858-1918" en De-
sarrollo Económico, Vol.21, No 84, 1982; Fernando Devoto" "Participación y conflictos
en las sociedades italianas de socorros mutuos" en F. Devoto - G. Rosoli, La inmigra-
ción italiana en Argentina, Buenos Aires, 1985; Ricardo Falcón, "Los trabajadores y
el mundo del trabajo" en Marta Bonaudo (Directora), Liberalismo, estado y orden
burgués (1852-1880), Buenos Aires, 1999; Sebastián Marotta, op. cii.; Rilda Sabato,
op. cit.
31. En su primer número sostenía el periódico socialista: "venimos a promover todas las
reformas tendientes a mejorar la situación de la clase trabajadora: la jornada legal de
134 Juan Suriano
dos años más tarde y con la conformación de las primeras organizaciones gremia-
les, comenzaron lentamente a tener un alcance mayor y a convertirse en un inter-
locutor del gobierno y en un punto de referencia para entender los problemas so-
ciales. Los anarquistas, más que visualizados como una manifestación de la cues-
tión social, eran percibidos como un producto de las sociedades industriales eu-
ropeas, extraño a la sociedad argentina y, como tal, un efecto no deseado de la in-
migración; en realidad se les prestaba atención sólo en su carácter de potenciales
terroristas, a la luz de los atentados libertarios en otras partes del mundo. Recién
hacia finales de la década del '90 esa imagen se complejizó debido al triunfo de las
tendencias organizacionistas, que impulsaron la creación de gremios para la de-
fensa de los intereses obreros. A partir de este momento el anarquismo se convir-
tió en un dinámico propagandista de las precariedades de las condiciones de vida
y de trabajo de la población trabajadora y, de esta manera, en uno de los principa-
les locutores de la cuestión social. 32
Durante la década del '90 tampoco la iglesia logró un eco profundo entre la éli-
te gobernante. En principio; aunque 'con menor intensidad; aún perduraban los
efectos del estado laico inaugurado en los '80.y, mas allá del impacto de la encí-
clica Rerum Novarum, ni los Círculos de Obreros ni la prédica de periódicos co-
mo La Voz de la Iglesia lograron, por ejemplo, convencer a los legisladores de la
necesidad de sancionar leyes laborales. Quizás uno de los pocos miembros de la
élite que se' síntíó atraído por la propuesta católica fueErnesto Q~esada, tampo-
co él escuchado en es"e momento porsus pares. En: i895"proniInció unaconferen-
cia sobre "La Iglesia Católica y la cuestión "social", donde rescataba la tradicional
postura de la iglesia en defensa de los humildes; compartía también la idea de evi-
tar las luchas obreras tal como se presentaban en Europa y alejarse de la posibi-
lidad de la revolución a partir de la resolución de la cuestión social. A pesar de
mirar negativamente al anarquismo, del mismo modo que la iglesia, se diferencia-
ba de manera notable en su apreciación del socialismo (Quesada era un asiduo y
buen conocedor de las obras de Marx), al que consideraba un partido positivo y
un posible freno al avance de los movimientos anarquistas." Y en este último sen-
tido verá con simpatía la propuesta de la iglesia y, particularmente, de los Círcu-
los Católicos, aunque en el centro de su atención ya aparece el tema del rol del
estado (que desarrollará de manera más profunda años más tarde) 33, en tanto
ocho horas, la supresión de los impuestos indirectos, el amparo de las mujeres y los
niños contra la explotación capitalista, y demás partes del programa mínimo del parti-
do internacional obrero" en La Vanguardia, 7 de abril de 1894.
32. En ese terreno desempeñó un rol central la prensa libertaria, especialmente La Protes-
ta Humana (más tarde La Protesta) que informaba cotidiana y sistemáticamente so-
bre las condiciones del mundo del trabajo.
33. Ver especialmente Ernesto Quesada, "La cuestión obrera y su estudio universitario",
Boletín, Departamento Nacional del Trabajo, n° 1, junio de 1907.
Cuestión social y políticas sociales en la Argentina moderna 135
34. Ernesto Quesada, La Iglesia y la cuestión social, (Buenos Aires, 1895). Sobre este as-
pecto de la obra de Quesada, véase Osear Terán, Vida intelectual en el Buenos Aires
jin-de-siglo (1880-1910), Buenos Aires, 2000", pp 265-272 r •
.glo XIX; esto es,' para que los grupos gobernantes tomaran conciencia de ella fue
necesaria la eclosión del conflicto social en toda su magnitud en 1901 y 1902.
Hasta ese momento, fuera del aspecto médico-sanitario, las iniciativas estata-
les en materia de regulación y legislación social habían sido escasamente signifi-
cativas. Los primeros síntomas de los desajustes en el mundo del trabajo fueron
percibidos en el ámbito muniéipalporteño. En 1881, con el apoyo de la Sociedad
Tipográfica Bonaerense, los dependientes de comercio elevaron un petitorio a la
Corporación Municipal en el que pedían el cierre de los comercios durante los
días domingo. El cuerpo municipal decretó el feriado invocando una resolución
decarácter religioso de 1857; sin embargo, comerciantes e industriales se movili-
zaron en manifestación pública y entregaron un petitorio con 7.000 firmas exigien-
do la derogación de la medida. En su apoyo se manifestaron unánimemente la
prensa y el propio Ministerio del Interior, ante lo cual la municipalidad derogó la
medida y la limitó a la prohibición del trabajo infantil." Este conflicto entre traba-
jadoresy empresarios" resulta sumamente interesante, no sólo porque fue uno de
los primeros en los que se vio involucrada una de las áreasdel gobierno, sino por
las propias contradicciones que' enfrentó el estado: el intento del poder municipal,
al margen de la convicción con que actuó, estableció los límites en los que se mo-
vería ante 10s problemas sociales. El terreno que enmarca esos límites hace refe-
rencia específicamente al campo de la higiene y la salubridad y, desde esta pers-
pectiva, la reglamentación del descanso dominical escapaba a su atribución', en la
medida en que el problema se vinculaba al mundo de las relaciones obrero-patro-
nales." Además, la intervención del Ministerio del Interior en contra de la regla-
mentación revelaba otros problemas: la escasa autonomía municipal, un incipien-
te conflicto entre el poder municipal y el nacional que alcanzaría su punto de ma-
yor tensión en tomo al problema de la vivienda popular y, fundamentalmente, la
escasa disposición del Poder Ejecutivo a inmiscuirse en los problemás vinculados
al mundo del trabajo.
Precisamente, si se observa la actuación del gobierno nacional, específicamen-
te en la Cámara de Diputados y en el contenido de los discursos presidenciales al
Congreso Nacional, durante 'las' dos últimas décadas del siglo XIX no se perciben
39. Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, (Buenos Aires, 1896), Vol. 1,p.129. Sobre las
iniciativas estatales en materia de política social entre 1880 y 1900 véase Juan Suriano,
"El estado argentino frente a los trabajadores urbanos. Política social y "represión,
1880-1916" en Anuario, n° 14, Rosario, 1989-90.
138 Juan Suriano
40. "Memorias policiales, 1892", p. 219 en Beatriz Ruibal, "El control social y la policía de
Buenos Aires. Buenos Aires, 1880-1920" en Boletín, Instituto de Historia Argentina y
Americana Dr Emilio Ravignani.N" 2, 1er semestre de 1990, p. 75.
41. Sobre este aspecto véase: Eugenia Scarzanella, Italiani malagente. Inmugrazione,
criminalita, razismo in Argentina, 1890-1940, (Milán, 1999).
42. Miguel Cané, Memoria a Estanislao Zeballos, AGN, Sala VII, Archivo Cané, Legajo 5 bis,
año 1889.
43. Miguel Cané, Proyecto de ley de Ley de Residencia, AGN, Sala VII, Archivo Cané, Lega- .
jo 6, año 1899.
Cuestión social y políticas sociales en la Argentina moderna 139
44. Como sostiene Ruibal "la policía se planteaba a fines de siglo, menos la sanción que la
rigurosa vigilancia que le permitiera formar un registro de los mismos" en B. Ruibal,
op. cit., p. 77.
45. El rey italiano Humberto I", el ministro español Cánovas, el presidente francés Sadi
Camot y el norteamericano Mac Kinley fueron algunas de las figuras asesinadas por
los anarcoterroristas, quienes, además, realizaron una gran cantidad de atentados con
bombas en lugares públicos que dejaron decenas de muertos. Sobre las corrientes vio..
lentas en el seno del anarquismo véase Rafael Nuñez Florencio, El terrorismo anar-
quista, 1888-!909, Madrid, 1983.
140 Juan Suriomo
cía de las Ideologías' obreristas eran sólo algunos de los tenias que se pusieron en
circulación y debate. .
El gobierno encaró la solución del problemacon una doble estrategia;' por un
lado, aplicó una fuerte carga represiva, destinada esencialmente a la erradicación
del anarquismo y a la limitación de la acción gremial, basada en la sanción de la
ley de Residencia y en la especialización de la policía; por otro, intentó. elaborar
una política preventiva e integradora de los trabajadores al sistema, a partir de
.una legislación de carácter laboral sumamente moderna, que se plasmó en el pro-
yecto de ley Nacional del Trabajo, impulsado por el ministro del interior Joaquín
v González.
Cuando el estado asumió la existencia de la cuestión social, especializó el apa-
rato represivo' con el objeto de neutralizar el anarquismo y la influencia que éste
ejercía sobre los trabajadores; recurriendo al control parcial del sindicalismo, a la
limitación del derecho de hueiga, a la persecución de los activistas más destaca-
. dos y a la restricción de lbs 'piquetes huelguísticos: Para ello sancionó la ley de Re-
sidencia en 1902, que le permitía expulsar del país a todos los extranjeros "cuya
conducta comprometa la seguridadnacional o perturbe el orden público", aunque
en realidad la ley 'apuntaba a dotar al"estado con un instrumento legal que le faci-
litara la represión de los militantes anarquistas, considerados verdaderos enemi-
gos del orden público. Ocho años más tarde esta ley fue complementada con la de
Defensa Social, que incluía el extrañamiento interno para los anarquistas argenti-
nos, y contemplaba también limitaciones a la libertad de reunión' y prensa; alpro-
hibir la asociación y la reunión de anarquistas, así como sus periódicos y revistas."
Además de la sanción d~ instrumentos legislativos, 'adaptó a la policía a los
nuevos tiempos; ya en 1901 se había creado la Sección Especial, destinada 'a per-
seguir y controlar al anarquismo y al socialismo. Tres años más tarde está oficina
amplió sus funciones al transformarse en Comisaría de Investigaciones, 'con el ob-
jeto de controlar las actividades políticas. En 1907, con la incorporación del siste-
ma dactiloscópico, el prontuario y la cédula de identidad, se perfeccionaron los
mecanismos de controL Fue precisamente a partir de la articulación de estos ins-
trumentos que la policía estableció un sistema de control que le permitióconocer
adecuadamente las formas de organización y movilización de los gruposoposito-
res. A través de una red de pesquisas civiles que asistían a los eventos obreros, po-
dían identificar las distintas tendencias que actuaban en el movimiento obrero, di-
ferenciar las jerarquías de los activistas, manejar las cifras de afiliados a sindica-
tos o conocerde antemano los lugares de realización de reuniones públicas.
Tanto las leyes COlTIO el discurso y la práctica de la policía estuvieron permea-
das por el pensamiento positivista criminológico, en el que el crimen era una pa-
tología de carácter social y biológico. Y el anarquismo fue percibido no como un
46. laacov Oved, "El transfondo histórico de la ley 4144 de Residencia" en Desarrollo Eco-
nómico, Vol. 6, N° 61, 1976; Juan Suriano, Trabajadores, anarquismo y estado repre-
sor: de la Ley de Resi dencia a la Ley de Defensa Social (1902-1910), Buenos Aires,
1988.
Cuestión social y políticas sociales en la Arqeniino. moderna 141
51. Sobre el proyecto González véase Ernesto A. Isuani, Los orígenes conflictivos de la se-
guridad social arqentina, Buenos Aires, 1985, pp 52-61; José Panettieri, Las prime-
ras leyes obreras, Buenos Aires, 1984, pp 15-24.
52. Ídem, p. 157.
53. Estas medidas están contempladas en los artículos 405 a 414. Ídem, pp. 160-162.
54. Véase Títulos.nI a XI y XIV, ídem, pp 11-156 Y 167-171.
55. Juan Suriano, "La oposición anarquista a la intervención estatal en las relaciones labo-
rales" en J. Surianó (Compilador), op.cit.
Cuestión social y políticas sociales en la Argentina moderna 143
Conclusión
Sin sobredimensionar las acciones gubernamentales en materia de política sa-
nitaria, legislación laboral, así corno la organización y funcionamiento del Depar-
60. Sobre los reformistas sociales véase E. A. Zimmermann, op. cit., pp 41-100.
61. Durante sus primeros años el DNT desempeñó un rol pasivo y se dedicó a "observar, ex-
perimentar y comparar", esto es a establecer un diagnóstico de las problemáticas del
mundo del trabajo para preparar las bases de la legislación laboral. Además de estu-
diar la legislación extranjera, una variada gama de temas fueron investigados y sus
conclusiones publicadas en los boletines trimestrales que la institución publicaba des-
de 1907. Hasta 1912 ésta fue su principal actividad, pero ese año, al sancionarse en el
Congreso la ley orgánica que reglamentaba su funcionamiento, su perfil cambió. La ley
ratificaba la existencia de las divisiones de legislación y estadística y creaba la de ins-
pección y vigilancia, que otorgaba a los inspectores el derecho de ingresar a fábricas,
talleres y comercios y labrar actas de infracción a quienes violaran las leyes vigentes,
'aunque restringía su alcance a la Capital Federal y a los territorios nacionales.
62. TOIUO este concepto de Osear Oszlak "Notas críticas para una teoría de la burocracia'
estatal" 'en O. Oszlak (comp.), Teoria de la burocracia estatal, Buenos Aires, 1985.
63. Theda Skocpol, "El estado regresa a primer plano" en Zonal Abierta, N° 50, Madrid,
enero-marzo de 1989, p.87.
Cuestión social y políticas sociales en la Argentina moderna 145
tamento de Trabajo, resulta indudable que durante el largo medio siglo que va de
la década de 1860 hasta 1916 (podríamos extender el período hasta 1930)64 el esta-
do fue especializando sus funciones y avanzando en la formulación de políticas
sociales. Fue un proceso complejo, puesto que no sólo durante mucho tiempo el
estado se mantuvo prescindente, sino que una parte de los actores también inten-
taron mantener al gobierno alejado de la resolución de la cuestión social; es el ca-
so de los empresarios y los industriales que pedían la acción estatal sólo para con-
trolar la actividad gremial, o de los anarquistas, que veían cualquier acción estatal
como atentatoria a las libertades individuales, pero también de.sectores sindica-
les que veían con desconfianza la intervención gubernamental. Sin embargo, tam-
bién es cierto que desde la sociedad, la demanda al estado de soluciones a la cues-
tión social fue creciendo de manera notable (y paralelamente al conflicto social):
desde el movimiento obrero, desde el mutualismo, desde la prensa, desde los in-
telectuales y profesionales, desde la iglesia o desde otras zonas de la 'sociedad ci-
vil hubo coincidencias en la necesidad de la intervención estatal. Una interven-
ción que iniciaría el camino hacia el Estado Interventor y que, finalmente, desem-
bocó en las políticas sociales inauguradas en los años '40 y que perdurarían con
variados matices hasta los años '80.
Hoy se produce un proceso inverso, en el contexto de una sociedad que se ca-
racteriza por la precarización del trabajo y por la crisis de los sistemas clásicos de
protección. En ese marco, el estado está abandonando aceleradamente la esfera
económica y social y deja de lado tanto el rol regulador como su aspiración uni-
versalista," Paralelamente, reaparecen con fuerza las políticas asistencialistas, en
las que la iglesia ocupa un papel cada vez más central." y aunque no se han aban-
64. Durante los gobiernos radicales no se produjeron cambios notables en materia de le-
gislación social e incluso en las actitudes represivas hacia algunos sectores del movi-
miento obrero. No obstante, debe remarcarse, especialmente con Hipólito Yrigoyen en
la presidencia, un cambio notable en las formas de resolución de los conflictos. Yrigo-
yen mediaba personalmente y mantenía una fluida relación con los dirigentes sindica-
listas (no así con los socialistas) y en muchas ocasiones laudó favorablemente a los
obreros y en contra de las grandes empresas. Sobre este tema véase Ricardo Falcón,
"Políticas laborales y relación estado-sindicatos en el gobierno' de' Hipólito Yrigoyen
(1916-1922)" en J. Suriano (Comp.) La cuestión social. ..; David Rock, El' radicalismo
argentino, 1890-1930, BuenosAires, 1977.
65. Por supuesto, como se sabe, el desmoronamiento' del estado administrativo fuerte y la
crisis de la seguridad social organizadapor el "estado providencia" responde a una ten-
dencia mundial y no es caracteristica exclusiva de Argentina. Véase Pierre Rosanva-
llon, La nueva cuestión social. Repensar el estado providencia, (Buenos Aires, 1995)
66. Sólo a modo de ejemplo: la organización Cáritas de la Iglesia Católica maneja unos 200
proyectos asistidos por 25.000 voluntarios que alimentan a 100.000 niños pobres en
2.000 comedores. La participación activa en la ayuda a los pobres se hizo cada vez más
común desde 1989, a partir del desamparo en que fueron dejados por el estado. La in-
formación sobre la obra de Cáritas en Clarín, 8 de octubre de 2000.
146 Juan Suriomo
" . . ~ : .. -"; .
-:. donado "det"todo las' prestaciones .del seguro social que;' 'de hecho, se combinan
con el asistencialismo, la tendencia marca en un futuro no muy lejano su desapa-
rición. A diferencia de comienzos del siglo, cuando los trabajadores contaban con
la acción colectiva para presionar por mejoras, hoy las condiciones para actuar
colectivamente Sé han precarizado y fragmentado como lo ha hecho el trabajo. En
ese. sentido Rosanvallon sostiene que "la cuestión social no es hoy la del proleta-
riado sino la derivada del desempleo, laexclusión y las nuevas formas de desigual-
dad quehan venido .acentuándose con elauge del liberalismo"," Quienes protes-
tanno son ya los obreros y sus sindicatos (o sólo son una parte), sinodesemplea-
dos, subempleados o cuentapropistas; en un marco de creciente exclusión y con
tácticas primitivas que apuntan tan sólo a obtener una ayuda asístencial." Este
proceso parece ser muy diferente al que se configuró a comienzos del siglo xx.
ABSTRACT
This paper analyses how the first social policies were constructed in Argentina. After
defining the concept of "social issue", first of all there is an examination of the emer-
gence of the social issue in the form. of medical and sanitary problems after the epidem-
ic outbreaks 'in the late 1860's and the early 1870's. Thereafter illness as a-social issue
was included on the state agenda and gave rise to the first public policies. .
Neoertheiess, the uiorkers' social.issue was not to be resolvedfor several decades. Only
at the start of the xx century, an.d as a result of the outbreak of social conjlict, did the
élites start lo give serious thought to the problem. GO!tSequently,1!/nfjrrr.p!!e$.sureoJ,:i;pil~
jlict (development of trades unions, strikes and a strongpresenc.é·6f··anarchi~tsand
socialists), the State embarked on the process of drawing up social policies by.combin-
ing repressive and integrative legislative instruments. This is the way state institutions
entered the arena of social policies, culminating in the social Sta te inaugurated at the
end of the '40's and which today seems to be reverting to a regressive welfare policy.