Trabajo Pensamiento Economico VII Final
Trabajo Pensamiento Economico VII Final
Trabajo Pensamiento Economico VII Final
Aristóteles hizo distinciones, en Oeconomicus (cabe aclarar que este libro no está escrito en
su totalidad por Aristóteles: también recibió ayuda de otros pensadores de la época), por
ejemplo entre el comercio lícito para el intercambio de mercaderías y el incorrecto que sólo
buscaba la obtención de ganancias, y estos tópicos sirvieron como base para establecer la
ciencia económica.
Edad Media
Artículo principal: Pensamiento económico medieval
Los pensadores cristianos de la Edad Media, entre ellos Santo Tomas de Aquino,
debatieron el problema del precio y de la ganancia, desde el punto de vista de si era
correcto o pecaminoso obtener ganancias a partir del intercambio de mercaderías.
Ibn Jaldún
Ibn Jaldún también fue un economista pródigo, el cual consideró aspectos como el trabajo y
el valor, la demanda, el costo, los precios y su independencia, la riqueza como producto
social y no individual, el dinero no como sinónimo de riqueza, las clases de ocupaciones,
las fases del desarrollo económico, las relaciones de dependencia entre campo y ciudad, las
artes y los oficios, la importancia del Estado dentro de la economía y las consecuencias de
la falta de este, el lujo, necesidades naturales y normales. También consideró aspectos de
finanzas públicas, como las tarifas de los impuestos, la distribución de estos, los gastos
sociales de los servicios estatales, un gobierno como comprador de bienes y servicios, y los
efectos de los gastos del Estado sobre el ingreso y las entradas de impuestos. Algunos de
estos aspectos tomaron años hasta que fueron redescubiertos, por ejemplo por Adam Smith
o Karl Marx. Ibn Jaldun consideró que la economía era un determinante para los pueblos.
Todo esto yace escrito en su Magnus Opus, el Muqaddima, escrito el siglo XIV.
Economía moderna
Mercantilismo
En 1622 sostuvo una polémica pública con Edward Misselden, quien sostenía
que la emigración de la moneda era el resultado de la balanza desfavorable de
comercio, replicándole que "las mercancías y la moneda son pasivas y lo único
activo es el intercambio", el cual debía estar reglamentado y monopolizado para
ordenamiento del comercio y recobramiento del caudal monetario. Durante esa
controversia publicó su Maintenance of Free Trade According to the Three
Essential Parts of Trattique (1622) , The Center of the Circle of Commerce (1623),
y Consuetudo veZ lex mercatoria (1622), donde se contiene todo el sistema de sus
ideas económicas y sus aplicaciones prácticas. Su libro Saint George lor England,
Allegorically Described (1601) es de factura medioeval, a pesar de que en él
sostiene la legitimidad del interés del dinero y refuta la tesis de Culpepper en favor
de la limitación de las tasas de interés. En su England's Views in the Unmasking al
Two paradoxes (1603), parafraseando la refutación de Bodin a Malestroit, acusa a
aquél de haber perdido de vista el punto esencial: la variedad de los incrementos
de precios en los distintos países resultante de las actividades ilícitas de los
especuladores. De todas maneras, sus entusiasmos "dineristas" no lograron
convencer a sus contemporáneos, abocados a la libertad de comercio, de que era
necesario restablecer el monopolio real para encerrarse en el clásico par pro pari
sistema de intercambio. Tampoco consiguió mayor éxito en sus campañas a favor
de los necesitados ni en su advocación de los Montes de Piedad, lo cual hizo
exclamar a Thomas Mun: "En vano luchó Gerard de Malynes a través de tantos
años y de tanta letra impresa".
Contexto Historico
- Juan Bodino, fue precursor del mercantilismo propiamente dicho y autor de un tratado
sobre la moneda.
- Gerald Malynes, distingue entre usura e interés y es el principal representante del
corriente metalista dentro del mercantilismo.
- Antonio Serra, afirma que a industria es mejor que la agricultura por las ventajas que
ofrece.
- Thomas Mun (1571–1641), mercantilista ingles que desarrollo ampliamente dicha
doctrina.
Principales Pensadores
Thomas Mun nació en Londres y fue un "mercader afortunado", como lo calificó más tarde
su hijo. Fue uno de los pensadores del mercantilismo más importantes de la historia.
Los críticos de Thomas Mun planteaban que la importación de productos que realizaba la
compañía era desventajosa para Inglaterra. A raíz de esto, Thomas Mun escribió un libro
que fue la base de su pensamiento: Riqueza de Inglaterra por el Comercio Exterior, escrito
en 1630, y publicado después de su muerte por su hijo en 1664. Este libro es claramente
una manifestación de las ideas económicas mercantilistas de la época.
Antonio Serra fue un economista napolitano, que vivió a finales del siglo XVI y principios
del siglo XVII
También parece que llegó a definir la ley de los rendimientos decrecientes para la
agricultura. Su pensamiento económico supone una superación de las concepciones morales
escolásticas sobre economía, en beneficio de otras más seculares.
Entretanto, Bodino había plasmado las ideas que sustentaban su postura en un libro
fundamental para la historia del pensamiento político occidental: Los seis libros de la
República (1576), publicado sólo cuatro años después de la gran matanza de hugonotes de
la Noche de San Bartolomé. En ellos acuñó el concepto de soberanía como el poder único,
perpetuo, absoluto e indivisible que impone el orden en un Estado impidiendo la guerra
entre sus súbditos; bajo ningún concepto consideraba legítima la insurrección contra el
soberano, pues estimaba que siempre era preferible la tiranía a la anarquía.
Edward Misselden
(1608
-
1654), mercader y economista inglés, fue miembro del comité permanente para la
investigación de la decadencia del comercio que con el tiempo daría lugar al Board
of Trade(Junta de
Comercio).Era uno de los numerosos mercaderes asociados en la Merchant
Adventures
que se consideraron discriminados por los privilegios concedidos a la East India
Company fundada recientemente, en 1600. En su libro Comercio libre o el medio
de conseguir un comercio floreciente(1622) atacó a la East India Company
A este respecto, es preciso recordar que los mercantilistas españoles, por lo
general, supieron apreciar en qué consistía la verdadera riqueza de una nación: en
el desarrollo integral de la economía del país y no en la acumulación de oro y
plata.por ejercer un comercio en régimen de monopolio, para el cual se le había
concedido el privilegio de exportar un cierto contingente de plata con
el que importaba productos procedentes de la India. A l
AUTORES
WILLIAM PETTY:
IDEAS:
Petty inició el paso del análisis centrado en la esfera de la circulación al análisis
del proceso de producción. Toma de las ciencias naturales el método que aplica
en economía política y lo complementa con el análisis matemático y estadístico.
Fue el primero en formular la teoría de que el valor tiene su origen en el trabajo.
Diferenciaba el valor interno, denominado por él “valor natural”, del precio de
mercado o, según su terminología, “precio político”. Petty determinaba el valor por
el trabajo invertido y establecía una dependencia matemática de la magnitud del
valor respecto a la productividad del trabajo. Empleaba dos medidas para estimar
la magnitud del valor: la tierra y el trabajo, considerando que el trabajo es el padre
de la riqueza, y la tierra, su madre. La incomprensión de la doble naturaleza del
trabajo y de la mercancía impidió a Petty descubrir por completo la esencia del
dinero. Sin embargo, veía en el dinero el equivalente general e hizo un análisis de
algunas de las funciones del dinero. Al examinar las categorías de salario,
ganancia y renta del suelo, planteó el problema referente a la división de la
jornada de trabajo en tiempo necesario y tiempo adicional. Definía la renta como
forma universal de la plusvalía, la cual aparecía como renta del suelo y como renta
en dinero (interés). Petty fue el primer economista que habló de la teoría de la
renta diferencial. También era científica su manera de enfocar la cuestión del
precio de la tierra. Las concepciones de Petty sobre los problemas de la economía
política reflejaban la tendencia a subordinar la economía del país al capital
industrial, pese a considerar como perfectamente lógico que el Estado interviniera
en la regulación de la economía nacional.
Como médico, Petty ejerció en Oxford con bastante éxito, a pesar de su corta
edad. Su curiosa personalidad queda de manifiesto, sin embargo, en un episodio
que le tocó vivir mientras ejercía esta ciencia. En una ocasión, Petty revivió
exitosamente a una joven ahorcada por infanticidio. Poco después apareció un
panfleto anónimo titulado "Noticias desde la muerte", escrito probablemente por el
mismo Petty, donde se ensalzaban sus milagrosos poderes médicos que
desafiaban a la muerte. Semejante personalidad caracterizó muchos de sus
esfuerzos intelectuales, incluyendo sus incursiones en la economía.
Años más tarde fue designado profesor de música en el Greham College de
Londres, alcanzando bastante fama cuando apenas tenía 28 años. La peculiaridad
de su método es que enseñaba matemática aplicándola a la música. Pero el
mundo académico no calzaba con la personalidad de Petty, por lo que antes de
cumplir los 30 años abandonó definitivamente el ámbito universitario y se marchó
a Irlanda para hacer fortuna. Y lo logró. Al cabo de un Tiempo, William Petty había
acumulado posesiones de Tierra irlandesa por un total de 100.000 acres, lo que lo
convirtió en uno de los mayores terratenientes de Irlanda.
Más tarde, en Inglaterra, realizó una serie de estudios para promover sus teorías y
mejorar la situación económica y política del país. Estos estudios serían la base de
su legado para la economía. Su principal publicación fue el Tratado de los
Impuestos y contribuciones, que apareció en 1662 y fue objeto de varias ediciones
a lo largo de su vida.
OBRAS:
A Treatise of Taxes and Contributions (1662)
Verbum Sapienti or an Account of the Wealth and Expences of England, and the
Method of raising Taxes in the most Equal Manner (1665, publicada en 1691)
Anatomía política de Irlanda (Political Anatomy of Ireland) (1671-1672, publicado
en 1691);
La Aritmética política (Political Arithmetick or a Discourse concerning the Extent
and Value of Lands, People, Buildings,... etc. As the same relates... to the
Territories of ... Great Britain,... Holland, Zealand, and France) (escrito aprox.
1672-1676, publicado 1690);
Quantulumcunque Concerning Money (1682, publicado 1695);
Another Essay in Political Arithmetick concerning the Growth of the City of
London (1682, publicado 1683);
Observations (and further Observation) upon the Dublin Bills of Mortality (1683 y
segunda edición 1686);
Two Essays in Political Arithmetick concerning London and Paris (1687);
Observations upon the Cities of London and Rome (1687);
Five Essays in Political Arithmetick (1687); y
A Treatise of Ireland (escrito en 1687, publicado en 1899)
Las principales obras de Petty dedicadas a la economía política son: “Tratado
de los impuestos y contribuciones’’ (1662), “Palabras a un prudente” (1664),
“Anatomía política de Irlanda” (1672), “Aritmética política’’ (1676) y otros. En un
principio, sus trabajos contenían ideas mercantilistas, mas en sus obras
posteriores, particularmente en “Algunas palabras sobre el dinero’’ (1682),
desaparecieron las últimas huellas de sus concepciones mercantilistas.
John Stuart Mill nació en (Inglaterra). Fue el mayor de los hijos del filósofo e
historiador James Mill. Sus hazañas como niño eran excepcionales. A la edad de
tres años le enseñaron el alfabeto griego y largas listas de palabras griegas con
sus correspondientes traducciones al inglés. Alrededor de los ocho años ya había
leído las fábulas de Esopo, la Anábasis de Jenofonte y todas las obras de
Heródoto, en su idioma original; al mismo tiempo ya conocía a Luciano, Diógenes,
Isócrates y seis diálogos de Platón. Para entonces ya había leído mucha historia
en inglés.
A la edad de ocho años empezó a estudiar latín y álgebra. Fue designado como
profesor de los niños más pequeños de su familia. Su principal lectura continuaba
siendo la historia, pero estudió también a todos los autores latinos y griegos
comúnmente leídos en las escuelas y universidades de aquel entonces. No le
enseñaron a escribir en latín ni en griego y nunca fue exactamente un erudito: todo
estaba orientado hacia el fin por el cual le hacían leer. A la edad de diez años ya
leía a Platón y Demóstenes con facilidad. La Historia de la India de su padre fue
publicada en 1818; inmediatamente después, a los doce años, John comenzó el
cuidadoso estudio de la lógica escolástica al tiempo que leía los tratados lógicos
de Aristóteles en su lengua original. Al año siguiente lo introdujeron en la
economía política y el estudio de Adam Smith y David Ricardo.
Pero a los 20 años, en 1826, sufrió una “crisis mental”, descrita detalladamente en
su Autobiografía (1873). Se rebeló contra su estricta educación, contra el
utilitarismo (aunque sin romper con él), y se abrió a nuevas corrientes intelectuales
como el positivismo de Comte, al pensamiento romántico y al socialismo.
Mill trabajó para la Compañía de las Indias Orientales y fue al mismo tiempo
miembro del Parlamento por el partido Liberal. Mill abogó por aligerar las cargas
sobre Irlanda y básicamente trabajó por lo que él consideró oportuno. En
Consideraciones sobre el gobierno representativo, Mill propuso varias reformas del
Parlamento y del sistema electoral, especialmente trató las cuestiones de la
representación proporcional y la extensión del sufragio. En 1840 inició una
fecunda amistad con el psicólogo y filósofo escocés Alexander Bain.
En 1851 Mill se casó con Harriet Taylor (Harriet Taylor Mill) tras 21 años de
amistad. Taylor fue una importante influencia sobre su trabajo e ideas, tanto
durante su amistad como durante su matrimonio. La relación con Harriet Taylor
inspiró la defensa de los derechos de las mujeres por parte de Mill.
Aunque no fue profesor universitario, Mill cultivó casi todas las ramas de la
filosofía, desde la lógica hasta la teoría política pasando por la ética. En lógica,
psicología y teoría del conocimiento, Mill era empirista y positivista. Consideraba
que el conocimiento humano tenía su origen y su límite en la experiencia
observable. Todo conocimiento parte de las impresiones sensibles de los sujetos y
los conceptos más abstractos se forman a partir de las “asociaciones” de
impresiones realizadas por la mente, este es el llamado asociacionismo psíquico.
Según Mill, la inducción es el principio lógico que permite derivar conocimientos
universales a partir de la observación de fenómenos particulares. Después de
haber observado muchos cisnes blancos particulares podría inducirse el
enunciado universal “Todos los cisnes son blancos”. Ahora bien, una gran
cantidad no equivale a la totalidad, “muchos” —por más que sean— no puede
equipararse a “todos”. De manera que el conocimiento científico es meramente
probable, no necesario, como ya indicó en su momento David Hume, a quien Mill
sigue en este punto.
IDEAS:
La obra Sobre la libertad de Mill se dirige a la naturaleza y límites del poder que
puede ser ejercido legítimamente por la sociedad sobre el individuo. Uno de los
argumentos insignia de Mill es el principio del daño o principio del perjuicio
(harm principle). Éste mantiene que cada individuo tiene el derecho a actuar de
acuerdo a su propia voluntad en tanto que tales acciones no perjudiquen o dañen
a otros. Si la realización de la acción solo abarca la propia persona, esto es, si
solo afecta directamente al individuo ejecutor; la sociedad no tiene derecho alguno
a intervenir, incluso si cree que el ejecutor se está perjudicando a sí mismo.
Sostiene, sin embargo, que los individuos están exentos del derecho a llevar a
cabo acciones que puedan causar daños perdurables y graves sobre su persona o
propiedades según postula el harm principle. En tanto que nadie existe en
absoluto ostracismo, el daño que recibe uno mismo también perjudica a otros y el
destruir propiedades afecta a la comunidad tanto como a uno mismo.[1] Mill
excluye a aquellos que son "incapaces de autogobierno" de tal principio, tales
como niños en edad temprana o aquellos que viven en "estados socialmente
atrasados" (backward states of society).
Para dichos estados atrasados Mill mantiene que el despotismo puede
considerarse una forma de gobierno aceptable, siempre que el déspota tenga en
mente los intereses del pueblo, a causa de los obstáculos y dificultades del
progreso espontáneo.[2] Aunque este principio parezca claro, hay un número de
complicaciones. Por ejemplo, Mill defiende explícitamente que lo que entendamos
por "daño" puede englobar actos de omisión así como actos de comisión. Por
ende, fracasar a la hora de salvar un niño en apuros contaría como un acto
perjudicial, tanto como no pagar impuestos o ausentarse en una vista judicial a la
que se ha sido exhortado como testigo. Todas estas omisiones negativas pueden
ser recogidas por una regulación, según Mill. Por contra, no cuenta como un eco
perjudicial el dañar a alguien si —sin fuerza o fraude— el individuo afectado
consiente asumir el riesgo. Por esta razón, uno podría ofrecer empleos sin
seguridad laboral a otros, dado que no involucra decepción (Sin embargo, Mill
reconoce un límite concreto a este consentimiento: la sociedad no debe permitir
que los individuos se vendan a sí mismos en la esclavitud). En estos casos es
importante tener en mente que los argumentos que usa en Sobre la libertad están
basados en el principio de utilidad y nunca apelan a derechos naturales.
La cuestión de cuáles son las acciones que consideramos como atañentes
exclusivamente al individuo ejecutor y cuáles, ora por comisión, constituyen daños
sujetos a regulación, sigue viva en las interpretaciones del autor. Es importante
enfatizar que Mill no consideraba que la ofensa fuera constitutiva de "daño";
ninguna acción podría ser restringida simplemente por haber violado las
convenciones morales de una sociedad determinada. La idea de una "ofensa" que
perjudica y, por tanto, objeto de restricción fue posteriormente desarrollada por
Joel Feinberg en su "principio de ofensa" (offense principle), que es esencialmente
una extensión del harm principle de Mill.
En Sobre la libertad se lleva a cabo una apasionada defensa de la libertad de
expresión. Mill defiende el discurso libre como una condición necesaria para el
progreso social e intelectual. No podemos determinar con claridad, dice, que una
opinión silenciada no contenga algún elemento de verdad. Además sostiene que el
permitir divulgar opiniones falsas puede ser productivo por dos razones. En primer
lugar, los individuos tenderán a abandonar creencias erróneas si están
involucrados en un fecundo intercambio de ideas. Y en segundo lugar, forzando a
otros individuos a reexaminar y reafirmar sus creencias en el proceso de debate,
estas creencias se abstienen de desvirtuarse volviéndose meros dogmas. No es
suficiente para Mill la defensa de una creencia que casualmente sea cierta, el
creyente debe comprender por qué la idea que sostiene es la verdadera.
OBRAS:
RICHARD CANTILLON:
IDEAS:
Richard Cantillon es hoy conocido por una única obra, se trata de un ensayo
titulado Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general, en dicho texto el
autor realiza un análisis sobre la mayor parte de los elementos de la economía de
su tiempo. Una vez leído el ensayo cuesta encasillar a Cantillon dentro de una
escuela económica determinada, pues tiene elementos de varias escuelas
económicas tanto contemporáneas como futuras. Así, existen elementos
fisiócratas, mercantilistas, clásicos e incluso austriacos y keynesianos.
El primer capítulo del ensayo se titula De la riqueza y en él se define la riqueza
como los alimentos, las comodidades y las cosas superfluas que hacen
agradables la vida. Otro comentario que merece la pena destacar es la tierra es la
fuente o materia de donde se extrae la riqueza, y el trabajo del hombre es la forma
de producirla. De donde se deduce que para Cantillon los factores de producción
son la tierra y el trabajo, olvidándose del capital. A lo largo de todo el ensayo esta
marginación del capital es constante; podríamos disculpar este olvido teniendo en
cuenta que Cantillon murió el año 1734, cuando la Revolución Industrial se
encontraba en un proceso embrionario y la economía era básicamente agraria y
artesana. Como veremos más adelante, ésta es una influencia clara de William
Petty.
En el segundo capítulo, De las sociedades humanas, Cantillon muestra una
curiosa ley económica: la desigualdad como algo inevitable. Todas las sociedades
complejas presentes y pretéritas han tenido un alto grado de desigualdad y esto se
debe o bien a un reparto inicial desigualitario o a una evolución que ha hecho que,
de un reparto inicial equitativo se haya pasado a una situación inequitativa. Esta
evolución se debe a herencias favorables a propietarios en caso de muerte sin
descendencia o a ventas de tierras debido o bien a un espíritu holgazán o pródigo,
o bien a necesidad por enfermedad.
El tercer capítulo se titula De los pueblos y en él se muestra a los pequeños
poblados como un lugar donde los campesinos pueden disponer de determinados
servicios esenciales para su actividad.
El cuarto es De los burgos, se trata de una continuación del anterior. Aquí se
justifica la existencia de lugares de reunión tipo ferias en vez de que los
mercaderes vayan de aldea en aldea por los siguientes motivos: 1) Si los
mercaderes fueran pasando de aldea en aldea, en los pueblos se multiplicaría, sin
necesidad, el gasto de transporte. 2) Tales mercaderes se verían obligados,
acaso, a visitar diversos lugares antes de encontrar la calidad y cantidad de los
artículos cuya compra les interesa. 3) Los aldeanos se hallarían con frecuencia
trabajando en los campos, a la llegada de los mercaderes, y, no sabiendo qué
género de mercaderías desean, no tendrían nada dispuesto para ofrecerles en
cambio. 4) Casi imposible resultaría fijar en los pueblos los precios de producto y
mercaderías entre los mercaderes y los aldeanos. El mercader no se avendría a
pagar en un pueblo el precio que allí se solicita por la mercancía, con la esperanza
de encontrarla más barata en otro lugar, y los aldeanos rehusarían el precio que el
mercader les ofrece por sus productos, ante la expectativa de otro mercader que
pueda venir después y la tome a mejor precio. Es decir, para reducir los costes de
transporte y para que todas las partes puedan hacerse una idea del precio de
mercado en cada momento, reduciendo la incerteza y la especulación.
Los siguientes capítulos son De las ciudades y De las ciudades capitales, donde
se nos indica el motivo por el que se forman las ciudades, que no es otro que el
asentamiento en ellas de terratenientes y sus criados, los cuales necesitan una
serie de servicios y bienes de artesanía. Las capitales surgen por el asentamiento
en ellas del Rey, cuya presencia atrae a los terratenientes y, del mismo modo que
en el caso anterior, a un amplio grupo de sirvientes y artesanos. Estos cuatro
últimos capítulos tienen un cierto interés pero en ellos no se aporta nada nuevo al
pensamiento económico, no así el siguiente.
El séptimo capítulo se denomina El trabajo de un labrador vale menos que el de
un artesano. Este artículo se refiere a la determinación de los salarios y en él se
reflejan los mismos motivos que decenios más tarde mostraría Adam Smith. Por
ello sostengo que esa parte de La riqueza de las naciones es un mero plagio de la
obra de Cantillon. Los motivos son los siguientes: un agricultor ya de niño
comienza a ser productivo mientras que un artesano requiere un largo aprendizaje
durante el cual es una carga para su padre. Para que el oficio de artesano tenga
atractivo los salarios han de ser mayores, de lo contrario nadie sería artesano.
El siguiente capítulo insiste sobre la teoría de los salarios y se titula Los artesanos
ganan, unos más, otros menos, según los distintos casos y circunstancias. Y en el
se afirman cosas como: Los oficios que reclaman más tiempo para perfeccionarse
en ellos, o más habilidad y esfuerzo, deben ser, naturalmente, los mejor pagados y
también Las artes y oficios que llevan consigo ciertos riesgos y peligros, como en
el caso de los fundidores, marineros, mineros de plata, etc., deben ser pagados en
proporción a dichos riesgos. Cuando, además de los peligros, se exige habilidad,
la paga será todavía más alta. En el capítulo hay más ejemplos de este tipo, en
ellos se justifican los salarios por motivos de oferta, habría sido interesante unir al
análisis algunos motivos de demanda. Esto lo hace Cantillon, aunque de un modo
incompleto en el siguiente apartado.
El capítulo noveno se titula El número de labradores, artesanos y otros, que
trabajan en un Estado, guarda relación, naturalmente, con las necesidades que de
ellos se tiene. Aquí muestra lo que indica su título y utiliza este razonamiento para
criticar que el Rey cree escuelas en las que se enseñe un oficio que la sociedad
no necesita. Pero, siguiendo con esta reflexión observamos una influencia
claramente mercantilista, ya que dichas escuelas si sirven para evitar las
importaciones de productos que pueden fabricarse en el propio estado. Se trata de
un apoyo a la política de sustitución de importaciones tan común en su época. Sus
ideas sobre comercio exterior quedan reflejadas más claramente en el primer
capítulo de la tercera parte.
El décimo capítulo es muy interesante, se titula El precio y el valor intrínseco de
una cosa en general es la medida de la tierra y del trabajo que interviene en su
producción, y como su nombre indica, es un intento por descubrir de dónde viene
el valor y cómo se forman los precios. Recordemos que los factores de producción
para Cantillon son la tierra y el trabajo, ignorando al capital. Aquí Cantillon razona
que debe existir una relación entre el coste de producción y el valor del producto.
Existe una parte en la que se acerca a la paradoja del agua y los diamantes pero
yerra en su razonamiento: El precio de un cántaro de agua al río Sena no vale
nada, porque su abundancia es tan grande que el líquido no se agota; pero por él
se paga un sueldo en las calles de París, lo cual representa el precio o la medida
del trabajo del aguador. Pero en la siguiente parte aun se acerca más, cuando
distingue entre el valor intrínseco (el determinado por el coste de producción) y el
valor de mercado: El precio o valor intrínseco de una cosa a la medida de la
cantidad de tierra y de trabajo que intervienen en su producción, teniendo en
cuenta la fertilidad o producto de la tierra, y la calidad del trabajo. Pero ocurre a
menudo que muchas cosas, actualmente dotadas de un cierto valor intrínseco, no
se venden en el mercado conforme a ese valor: ello depende del humor y la
fantasía de los hombres y del consumo que de tales productos se hace. Aquí
parece que Cantillon le comienza a dar importancia a la demanda y al valor
subjetivo de las cosas, determinado por su utilidad y utilidad marginal, en este
caso podría ser un claro precursor del neoclasicismo y quizás sea este el motivo
por el que Jevons sacó el ensayo del olvido; pero poco después se vuelve a alejar
de una teoría subjetiva del valor dando a esta circunstancia un carácter
excepcional cuando dice que: Sin embargo, en las sociedades bien administradas,
lo precios de los artículos, y mercaderías en el mercado, cuyo consumo es
bastante constante y uniforme, no difieren mucho del valor intrínseco, y cuando los
años no son estériles o abundantes en demasía, los regidores de la ciudad se
hallan en condiciones de fijar el precio de mercado de muchas cosas, como el pan
y la carne, sin que nadie tenga motivo de queja.
El capítulo undécimo se titula De la propiedad o relación entre el valor de la tierra y
el valor del trabajo. En él se expone una teoría que más tarde desarrollaría Marx,
que es el coste de producción de una unidad de factor trabajo; es decir, la cesta
de consumo necesaria para que viva un trabajador en un nivel de subsistencia. En
este caso la abstracción es aun mayor, ya que dicha cesta se muestra en forma de
volumen de tierra necesaria para permitir la reproducción de los trabajadores
(recordemos que para Cantillon los factores de producción son la tierra y el
trabajo), con lo que los factores de producción quedan reducidos a uno sólo: la
tierra; lanzando una teoría que podríamos calificar como fisiócrata, aunque sea
más elaborada que la de Quesnay. Todo ello se resume en la siguiente frase: el
valor del trabajo cotidiano guarda relación con el producto de la tierra, y que el
valor intrínseco de una cosa puede medirse por la cantidad de tierra que para su
producción se emplea, y por la cantidad de trabajo que interviene en ella, es decir
por la cantidad de tierra cuyo producto se atribuye a los propietarios; y como todas
estas tierras pertenecen al príncipe o a los propietarios, todas las cosas que tienen
ese valor intrínseco lo poseen a expensas de ellos. Curiosamente, mientras
Quesnay define a la clase terrateniente como parasitaria, para Cantillon los
dueños de la tierra son los verdaderos productores puesto que la tierra es en
último término el único factor de producción.
El capítulo duodécimo tiene el sugerente título de Todas las clases y todos los
hombres de un Estado subsisten o se enriquecen a costa de los propietarios de
tierras y es una continuación del anterior. También se construye parte de un
tableau économique, a través de un estudio de las transmisiones de flujos entre
las distintas clases sociales, similar a la de Quesnay, convirtiéndose en el
auténtico padre de este instrumento analítico a pesar de que no llegó a formularlo
de una forma clara, es necesario deducirlo con fragmentos de varios capítulos.
El capítulo número trece es muy novedoso, se titula La circulación y el trueque de
bienes y mercaderías, lo mismo que su producción, se realiza en Europa por
empresarios a riesgo suyo. Su actualidad consiste en crear la figura del
empresario-riesgo que dos siglos más tarde popularizaría Frank Knight. Los
riesgos consisten en comprar inputs a coste cierto para revenderlos a precio
incierto, lo que hace que el peligro de bancarrota sea constante. Cantillon no llega
a desarrollar una teoría del riesgo y la incertidumbre pero es un pionero, además
tiene el valor de que los economistas clásicos posteriores a él se olvidaron por
completo de esta cuestión; el caso más extremo llega con Marx, cuando considera
que toda remuneración al capital es un robo; uno de los motivos por los que el
capital debe ser remunerado es para compensar el riesgo, pues de lo contrario el
ahorro jamás se volverá inversión. Por ello y por su énfasis en la fantasía y gustos
de los terratenientes los austriacos consideran a Cantillon como a un precursor de
su escuela. (Rothbard [1995] y Hébert [1985]) El tema del interés será tratado en
la tercera parte del ensayo de un modo más profundo. Además, Cantillon da a los
empresarios la función de organizar todos los trueques e intercambios, el
empresario de Cantillon es un equilibrador frente al rupturista empresario
schumpeteriano.
El capítulo decimocuarto se titula Las fantasías, modos y maneras de vivir del
príncipe, y en particular de los propietarios de las tierras se destinan en un Estado,
y causan, en el mercado, las variaciones de los precios de todas las cosas. Para
Cantillon, los labriegos y capataces utilizan la tierra según el uso más lucrativo que
puedan prever, estudiando usos alternativos. Sin embargo, la cosa cambia para el
señor rico, que tiene una gran autonomía a la hora de decidir que uso se le va a
dar a la tierra para satisfacer sus deseos, por ejemplo, si le gustan los caballos
destinará la tierra a praderas y si prefiere tener muchos criados la destinará a
alimentos, aquí la demanda vuelve a recuperar terreno frente a la preponderancia
que tuvo la oferta hasta el neoclasicismo.
El siguiente capítulo es una continuación del anterior y se titula La multiplicación y
el descenso en el número de habitantes de un Estado dependen principalmente de
la voluntad, de los modos y maneras de vivir de los terratenientes. En él se insiste
en que la tierra puede destinarse a satisfacer los lujos del propietario o a aumentar
el número de habitantes como sucede en la populosa China, donde los padres
tienen tantos hijos como puedan mantener, sin que quepa el lujo. No trata de un
precedente de los rendimientos decrecientes de la tierra de Malthus, la
argumentación que justifica que tener hijos sea costoso tiene que ver con la
mortalidad infantil y las probabilidades de que un niño llegue a edad adulta. En el
otro extremo tenemos a los indios americanos, que por sus costumbres cazadoras
necesitan enormes extensiones de tierra para vivir. Cantillon nos ofrece una teoría
del volumen poblacional óptimo según los factores culturales y la productividad del
uso de la tierra, que hace que los chinos tengan una enorme población por acre
debido a factores culturales principalmente mientras que con los indios sucede
justo lo contrario debido a su escasísima productividad del terreno. Son estos
factores los que determinan la población y no al revés, podría pensarse que lo que
está dado es la población y que ésta se adapta al entorno; así, los chinos al ser
muchos tendrían que vivir con una austeridad extrema aprovechando muy
eficientemente el acre y los indios al ser pocos podrían vivir de la caza, esto sería
una visión más marxista según la cual el modo de producción determina la
superestructura, las costumbres; la postura de Cantillon es la inversa. Con esta
teoría del volumen poblacional óptimo no existe superpoblación, China no está
superpoblada ni la América precolonial subpoblada, sino que viven en un equilibrio
determinado por tres factores: recursos, tecnología y valores culturales (Tarascio
[1985]). Siguiendo esta teoría de que los deseos de los terratenientes determinan
el volumen poblacional, Cantillon se sirve para dar un argumento mercantilista:
Pero cuando los señores y los propietarios de tierras adquieren en las
manufacturas extranjeras sus lienzos, sedas y encajes, y para pagarlos envían al
exterior los artículos alimenticios de su propio país, disminuyen con ello
extraordinariamente las posibilidades de subsistencia de sus compatriotas, y
aumentan las de las extranjeros, que muchas veces se convierten en enemigos
del propio Estado. Si un propietario o señor polaco, a quien sus colonos pagan
anualmente un renta aproximadamente igual al producto del tercio de su tierra,
acostumbra usar telas, lienzos, etc., de Holanda, pagará por estas mercancías la
mitad de su renta, y acaso empleará la otra mitad para la subsistencia de su
familia en otros artículos y mercaderías burdas, producidas en Polonia: así, la
mitad de su renta, en nuestro supuesto, corresponde a las sexta parte del
producto de sus tierras, y esta sexta parte será absorbida por los holandeses, a
quienes los colonos polacos la entregarán en forma de trigo, lana, cáñamo y otros
artículos. He aquí pues una sexta parte de la tierra en Polonia sustraída a sus
habitantes, ello sin contar con el pienso para los caballos de coches, carrozas y
paradas, que se crían en Polonia, para atender el régimen de vida propio de los
señores; además, si sobre los dos tercios del producto de las tierras que se
atribuyen a los colonos, éstos, siguiendo el ejemplo de sus dueños, consumen
manufacturas extranjeras, y saldan su importe, al exterior, en materias primas de
Polonia, habrá un buen tercio del producto de las tierras polacas sustraídas a la
subsistencia de los habitantes, y, lo que es peor, la mayor parte de ese producto
se enviará al extranjero, procurando, a menudo, sustento a los enemigos del
Estado. Si los propietarios de las tierras y los señores de Polonia se avinieran a
consumir en un principio manufacturas de su propio Estado, por deficientes que
fueran, poco a poco harían mejorar su calidad, y ocuparían en su producción un
mayor número de sus conciudadanos, en lugar de dar esta ventaja a los
extranjeros: y si todos los Estados mostraron un parecido empeño en no dejarse
engañar por los demás en el comercio, cada Estado adquiriría importancia en
proporción a sus productos y a la laboriosidad de sus habitantes. Como vemos,
Cantillon es un pensador extraño, un heterodoxo de todas las escuelas
económicas, pues en su obra encontramos una mezcla de puntos de vista, en este
caso hay un clarísimo punto de vista mercantilista, incluso el considerar que con el
tiempo se mejoraría la calidad recuerda a la teoría de las empresas nacientes de
List. Aquí encontramos también un argumento malthusiano que recuerda al
principio según el cual la pasión entre los sexos hace que el ser humano con
medios de subsistencia se multiplique sin parar: No hay sino un reducido número
de habitantes en un Estado que evitan el matrimonio por puro espíritu de
libertinaje; todas las clases bajas no piden otra cosa que vivir y criar hijos que
puedan por lo menos vivir como ellos. Cuando los labradores y artesanos no se
casan, es porque esperan ahorrar lo suficiente para ponerse en situación de
constituir una familia, o de encontrar alguna muchacha que lleva a la misma una
pequeña dote. O más claramente: Los hombres se multiplican como los ratones en
una granja, si cuentan con medios ilimitados para subsistir.
El capítulo decimosexto se titula Cuanto más trabajo hay en un Estado tanto más
rico se considera, naturalmente. Este capítulo se inicia calculando la población
productiva, que es una cuarta parte, la mitad no trabaja y dentro de los que
trabajan una mitad lo hacen en trabajos no productivos, entre los que se
encuentran los destinados al lujo por no contribuir a un aumento de la población.
Este comentario es contradictorio con el del primer capítulo que definía riqueza
como los alimentos, las comodidades y las cosas superfluas que hacen
agradables la vida, donde mostraba el significado actual de riqueza. Cantillon se
lamente de que este trabajo improductivo no se destine a otros usos preferibles
para el Estado: Y si estos habitantes trabajan en atraer oro y plata al Estado a
cambio de los artículos y mercaderías que ellos confeccionan y envían a los
países extranjeros, su trabajo será igualmente útil, y beneficiará
considerablemente al Estado. Cantillon se muestra defensor de los mercantilistas
en relación a su política comercial y a su espíritu belicista de ser más poderoso
militarmente que nadie: el verdadero acervo de un país consiste en el oro y en la
plata, cuya cantidad actual, mayor o menor, determina necesariamente la
grandeza relativa de los Reinos y de los Estados. Si por costumbre se atrae oro y
plata del extranjero mediante la exportación de artículos y productos del Estado,
como trigo, vinos, lanas. etc., ello permitirá enriquecer al Estado a expensas de la
disminución del número de habitantes; pero si el oro y la plata se obtienen del
extranjero a cambio del trabajo de los habitantes, así como de las manufacturas y
artículos donde interviene pequeña cantidad de productos de la propia tierra, esto
engrandecerá al Estado en forma útil y sustancial.
El último capítulo es el decimoséptimo, se titula De los metales y de las minas y
particularmente del oro y de la plata. Consiste en una teoría sobre los metales en
tanto medio de intercambio. Se señala que el valor de los metales es proporcional
a su coste de producción, como el resto de los bienes. Más adelante y de una
forma casi escondida da una explicación subjetiva al enigma ¿De dónde salen los
precios?, al dar a la demanda y a la escasez un papel más decisivo: Si los
propietarios de las tierras y las otras clases sociales subalternas de un Estado,
que imitan a los primeros, renunciaran al uso del estaño y del cobre, en el
supuesto, aunque falso, de que son nocivos a la salud, y generalmente se
sirvieran de vajilla y batería de barro, dichos metales se cotizarían a un precio bajo
en los mercados, suspendiéndose el trabajo que antes se destinaba a extraerlos
de la mina; pero como estos metales se consideran útiles y de ellos nos servimos
en los usos de la vida, tendrán siempre en el mercado un valor correspondiente a
su abundancia o a su rareza, y al consumo que de ellos hace; y así se continuará
extrayéndolos de la mina para reembolsar la cantidad de dichos metales que en el
uso diario se destruyen. Este capítulo justifica el uso de los metales como bien de
intercambio debido a sus propiedades más adecuadas, por no ser perecederos,
fáciles de transportar, divisibles y poco voluminosos debido a su alto valor. Los
metales son un bien más que satisfacen necesidades como cualquier otro bien
pero que se han utilizado como medio de intercambio por sus mejores
propiedades.
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