Oscar Alfaro
Oscar Alfaro
Oscar Alfaro
Poemas y cuentos de
OSCAR ALFARO
Les presento al poeta boliviano Oscar Alfaro (1921-1963), cuya obra dirigida a niños y
jóvenes, bien merece ser conocida y divulgada. Con un lenguaje poético ágil y bello,
lleno de sonoridad y ritmo, nos habla de la naturaleza y costumbres de su gente, sin
descuidar su inquietud por el aspecto social. Nuestras clases de lenguaje pueden ser el
vehículo que lleve a nuestros niños a descubrir y gozar de éste género literario, junto con
proporcionarnos a los docentes, el cumplir nuestros propósitos de clase.
1.
2.
Burrito botánico.
Burrito botánico
que comes las hierbas;
tú lees el campo,
que es libro ilustrado.
Jugando pelota
con la luna llena;
tiras contra el cielo
tus patas traseras.
3.
Viaje al Pasado
A Doña Carmen Alfaro, mi madre.
Iluminando el olvido,
con este niño en los brazos,
de canciones infantiles
las campanas del colegio
4.
La alegre cosecha
Y la montaña de fiesta.
es una chola muy guapa,
que lleva a todas las niñas,
cargadas sobre la espalda.
5.
Pequeña odisea de dos hormigas.
6.
La gata en el acuario.
Los peces rosados, juegan a la mancha,
en el luminoso globo del acuario,
que es un embrujado mar en miniatura,
con algas y rocas y un pequeño barco.
7.
El pájaro revolucionario.
8.
Ronda de Paz.
Desprecian el fanatismo
de los hombres inhumanos
que matan a sus hermanos
en nombre del patriotismo.
Un coro de corazones
empapa todos los vientos
de risas y de canciones
de luces y sentimientos.
Y con un amor profundo,
los niños universales
en cadenas musicales
unen los pueblos del mundo.
9.
El zorro y la tortuga.
Señora tortuga,
¿por qué usted camina con su escudo
a cuestas?
Debe ser sin duda,
una gran guerrera.
Descúbrase, amiga,
y deje que el mundo mire su belleza.
Súbase a mi lomo,
lo llevaré al río a dar una vuelta.-
-Usted es un cisne.-
-Y usted es un rayo de luna que besa.-
Y va la tortuga
con el zorro a cuestas.
Pero en medio vado,
lo tira a las aguas y se da la vuelta.
- ¡Usted no me engaña, señor zalamero,
yo no soy el cuervo de la fabuleja!...
Ya que pretendía tan solo almorzarme,
¡ahora los peces a usted se lo almuerzan!
10.
La kantuta.
11.
El guanaco y la vicuña.
12.
La hormiguita colegiala.
La hormiguita colegiala,
con delantal y con trenzas
me saluda en las mañanas
inclinando la cabeza.
La hormiguita se arremanga
y lava sus manos negras
y muy limpia y atildada
se va a sentar a la mesa.
13.
Un pájaro rojo con el copete erizado y con trazas de director, dio la señal convenida y
todos los ejecutantes rompieron a tocar sus instrumentos.
Aquel hermoso teatro por hermosas fuentes y jardines al natura. Nada de lo pintado
artificialmente podía igualar la belleza de aquellos paisajes vivos.
- Necesito un solista par el segundo acto- dijo el pájaro maestro, cuando la última
melodía se perdió en el atardecer.
- Quiero una voz jamás oída y digan de recordarse por todas las generaciones de
pájaros
músicos.
- Aquí estoy yo! Dijo el canario y comenzó a trinar con toda la armonía de que era
capaz. Pero el maestro lo interrumpió:
- ya se sabe que tu cantas bien pero eres demasiado conocido y yo preciso alguien
nuevo.
- Pues entonces yo seré el solista – dijo el jilguero y lanzó al aire sus gorgeos mágicos
pero el maestro también lo interrumpió:
- Tu eres tan conocido como el canario.
- Yo cantare - dijo el ruiseñor – Mi voz y mi figura se han lucido el los palacios de la
China de Egipto y del Japón, como lo prueban las historias que sobre mi se han escrito.
Mi linaje de artistas se pierde en la tradición y en los siglos...
- Y por lo mismo no me sirves, porque eres más conocido que nadie
- Entonces canto yo – dijo el tordo – pero su estampa y color hicieron reír a todos los
pájaros.
- Que pretensiones, las de este negro insolente...! dijo el canario.
- Como es posible que tú salvaje, ignorante pretendas rivalizar con nosotros que somos
los príncipes del arte? – le dijo el ruiseñor.
- De donde saliste tú? Que antecedentes ilustres tienes? Quien te conoce en la
sociedad de los artistas? – dijo el jilguero.
- Este pájaro viene de los bosques – explico el maestro – Su linaje es tan oscuro como
sus plumas. Pero un artista no vale por lo que fueron sus antepasados, sino por lo que
es el mismo. De manera que dejémoslo cantar.
- Y por primera vez en la historia, se oyó el canto del tordo. El maestro lo escuchaba con
los ojos cerrados. Cuando terminó de cantar, lo abrazó con las alas y le dijo
emocionado:
- Tú serás el solista Tienes la voz más armoniosa que he conocido...! Eres un digno
cantor de la raza negra.
- Y desde aquella tarde el tordo inicio triunfalmente su carrera artística y llegó a ser
famoso en el mundo entero.
14
El pájaro de fuego.
Era un pájaro bellísimo, de color tan rojo que parecía una llamarada volando por el
aire. Si se paraba en un alero, el dueño de la morada inmediatamente salía gritando:
—¡Auxilio! ¡Hay fuego en el techo de mi casa!... —Y al punto le arrojaban chorros de
agua, con lo cual aquella llama viva se lanzaba otra vez al cielo.
Si se paraba sobre un granero, los ratones se llevaban el susto más grande de su
vida.
—¡Sálvese quien pueda! ¡Ha caído una brasa en el granero! ¡Pronto comenzará el
incendio!... —Y escapaban despavoridos.
Una vez se lo vio bajar hasta el borde del río, tocar el agua y levantarse de nuevo.
Entonces se lo creyó una brasa encantada, pues tocaba el agua y no se apagaba,
además
de tener la virtud de volar.
Pero aquel pájaro maravilloso no creía ni remotamente estar hecho de fuego y más
bien él soñaba con parecerse a una flor, que él conceptuaba como la encarnación de la
belleza.
—Yo soy la flor del aire. Mi tallo es tan largo como el hilo de un volador y me permite
ir adonde quiero —decía alegremente.
Pero los demás pájaros no creían en su tallo imaginario, además de que sus formas
no tenían nada de común con la flor.
—¿Dónde se ha visto una flor con pico? —decían.
—¿Y una flor que cante?...
El pájaro encendido escapaba entonces de tantos incrédulos y se daba a vagar,
ardiendo, por los aires.
Un día se dijo:
"Me posaré sobre un árbol seco y lo alegraré con mis colores. Él sí creerá que soy
una flor." Y se sentó sobre un ceibo partido por un rayo.
Allí, rojo y vistoso, parecía una extraordinaria flor encarnada. Abrió las dos alas
radiantes y las elevó a los cielos semejando entonces una flor bipétala.
Su identidad era perfecta, pero le faltaba una cosa: el perfume. Se dejó caer entonces
sobre unas flores silvestres que crecían al pie del árbol y aleteó sobre ellas un largo
rato.
Cuando se consideró suficientemente perfumado, voló de nuevo a la punta del ceibo y
adoptó la posición anterior, mejorándola todavía, pues se paró sobre una sola patita, que
semejaba muy bien el tallo de una flor.
Estuvo así muchas horas seguidas y empezó a sentir hambre. En esto se presentó una
mariposa, dispuesta a libar la miel de la supuesta flor. El pájaro se la tragó en un
santiamén
y volvió a quedar inmóvil.
—¿Qué flor tan extraña es ésa, que se traga a nuestra hermana? —dijeron las demás
mariposas, asombradas.
—Vamos a averiguar lo que pasa. —Una tras otra volaron hacia el pájaro y
corrieron la misma suerte.
Todos los insectos se alarmaron ante aquella flor carnicera que se alimentaba de
mariposas, pero el pájaro estaba radiante. Y después de saciar su apetito cogió a una
mariposa azul y se la colocó al cuello de collar. Luego se puso a cantar alegremente,
olvidándose de su oficio de flor.
—¡Pero qué raro! ¡Es una flor musical! —dijo una avispa.
—No es ella la que canta. Tiene un grillo en el corazón —contestó la libélula.
—Eso es absurdo —dijo la langosta.
—¡Y qué perfume tan exquisito!... —siguió diciendo la libélula.
—¡Y qué color!... ¡Si parece un lucero!...
—Bueno, esta flor se parece a muchas cosas. Iremos a examinarla... —dijeron las
avispas desconfiadas.
Volaron sobre "la flor" y la rodearon.
—Libaremos su miel, que debe ser deliciosa...
Pero apenas se acercó la primera avispa, el pájaro levantó el pico y ésta
retrocedió asombrada.
—¡Vengan todas! ¡No es una flor, sino un pájaro disfrazado!...
—¡Hay que matarlo a flechazos! ¡Es un peligroso impostor!
Y las avispas desenvainaron sus espadas y se lanzaron sobre el ave. En ese momento
el ceibo se estremeció, como volviendo de otra vida, y habló así:
—¡Hermanas avispas, no sacrifiquen a esa
flor bellísima!...
Las atacantes pararon el asalto y se
miraron unas a otras, llenas de sorpresa.
—¡El árbol muerto ha revivido! —
exclamaron a coro.
—¡Y esa flor extraordinaria fue quien hizo el milagro de resucitarme! —confesó el ceibo
viejo.
—¡Pero si no es una flor sino un pájaro disfrazado!...
—Aunque así sea. Él me revivió con una mentira piadosa. Al sentirlo en mis ramas
creía que era una flor mía y me dije jubiloso: "Aún puedo florecer". Entonces la vida
comenzó a circular otra vez por mis gajos muertos. Y aquí me tienen nuevamente,
cubierto de flores...
Y en efecto, el ceibo repentinamente se había llenado de grandes flores rojas, tan
grandes como el pájaro.
—¡Te perdonamos todo por haber resucitado una vida con sólo una hermosa
mentira! —dijeron entonces las avispas, guardando sus aguijones, y se dedicaron a libar
la miel de las nuevas flores del ceibo.
Ronda de Paz
Contra la muerte y la guerra,
blancas rondas de escolares
envuelven como collares
el globo azul de la tierra.
Desprecian el fanatismo
de los hombres inhumanos
que matan a sus hermanos
en nombre del patriotismo.
Un coro de corazones
empapa todos los vientos
de risas y de canciones
de luces y sentimientos.
Y con un amor profundo,
los niños universales
en cadenas musicales
unen los pueblos del mundo.
Tengo una sed infinita
Iluminando el olvido,
con este niño en los brazos,
yo voy haciendo pedazos
los años que ya he vivido.
Madre proletaria
A Juana de Ibarbourú
Y con cariño,
Sobre la tierra morena,
¡Que te bendigan por buena
Todos los niños del mundo!
Trompo
Es un clarísimo prisma
Y un remolino que ronda
Como una canción redonda
Que gira sobre sí misma.
Chapaquita
El más grande
lleva el ritmo
moviendo las dos batutas
de sus antenas de vidrio.
Campanillas
Y platillos
y un diluvio
cristalino
de canciones y de risas
y de notas y de trinos.
Ya se apagan
Las brasas del infinito
Finaliza
El concierto de los grillos.
Y por todos los caminos
Se van llevando a la espalda
Sus instrumentos divinos.
Río Guadalquivir
A veces es un cuatrero,
Que brinca sobre el ganado,
Que asalta los pueblos chicos
Y roba mozas del campo.
El Moto Méndez
Tú te abriste a machetazos
El camino hacia la gloria.
El Pájaro Revolucionario
Ordena el cerdo granjero:
“¡Fusilen a todo pájaro ¡ “.
Y suelta por los trigales
su policía de gatos.
El chapaco alzado
La cruz de palo
Algunos arrieros,
al mirar la sombra de ´sta cruz de palo
rezan pagre nuestros,
como si aquí hubiera muerto algún cristinao,
Pero naides sabe
que dende hacen años
bajo esta cruz chueca duerme solamente
mi caballo blanco…
Galope y galope,
aquella mañana salí de mi rancho,
los rondas del pueblo me andaban siguiendo
y el potro espumiaba de puro cansancio.
¡De un tiro lo hicieron torcer el pescuezo!
Siguió pá adelante, sangrando y renguiando.
después de librarme de aquellos demonios
¡Cayó moribundo debajo los tacos!
Me clavó los ojos
¡Vidriosos y humanos!
Como si rogara: “Salvame la vida!”
¡Y mancuando quise, no pude salvarlo!
Llevan uniforme
color amarillo,
desfilan cantando
igual que escolinos.
Como banderines
llevan en el pico
gajitos de flores
del huerto vecino.
Ordena la madre:
-¡Al agua patitos!-
Y todos de un salto
se lanzan al río.
Anochecer
Frutilla
Es una niña pintada
toda fresca y ruborosa
con su carita pecosa
y su carne perfumada.
Amanecer
La aguadora de mi tierra
viene loca de alegría
y en el filo de la sierra
¡Rompe el cántaro del día!
Víbora
SU OBRA POETICA
¿De qué está hecho un poema?
- ¡De palabras! ¡De imágenes! ¡De silencios!
Aquéllas aligeran el alma. Las imágenes y los sueños reconstruyen el tiempo de la
contemplación interior jamás repetida de la misma manera...
El poema proviene de la poesía, de la vigilia del poeta. Está elaborado después de un
proceso de exploración de la experiencia poética.
Así como el perfume es inherente a la flor, el poema proviene del miraje hacia la
interioridad del testimonio vivencial.
Es que el poeta escribe sus palabras; imagina, penetra en el silencio al influjo de las
reminiscencias de su espíritu.
Y, de pronto, su obra nos pertenece a todos, cuando lo que dice es auténtico.
Oscar Alfaro lo supo a su manera; porque para él, la poesía —el amor— era la
develación de la justicia social y el poema... un tránsito para alcanzarla. El más sincero
propósito unitario entre los buenos hombres...
Alfaro tenía un criterio fundado a este respecto. El dejó establecido el pensamiento de
que los niños están al margen de toda intención sectaria.
¡Los niños son niños en cualquier escala social!
Los hombres los sitúan —desde sus mirajes culturales— para excecrar sus dolencias o
exaltar sus júbilos. Y, a veces, nada más para asumir una postura engañosa...
¿Qué dicen los “moralizadores” cuando un niño “burgués” —del barrio principal de la
ciudad— repite los poemas de Alfaro en los que se da cuenta del dolor inmisericorde de
la vida?
¿Y del pequeño “proletario” -del campamento de una mina- frente al milagro de una
gota de rocío clavada en la espina de un cacto?
Este y aquél aman las palabras que fueron dichas para ellos:
“Son los chiquillos felices
Que ignoran las distinciones
De razas y religiones,
De credos y de países (...)
Si lo dice el poeta, es que hay certeza de que la poesía sirve (está descontada la
observación de los críticos oficiales) para humanizar al hombre. Y este fue el propósito
de la obra del creador, al margen de toda presunción de sus cuestionadores.
Especialmente la poesía a la que alude esta nota, está directamente “comprometida”.
Pese a ello escribió poemas que tienen la inefabilidad de un sueño, inmersos en lo que
los panegiristas de la escuela neutral consideran como lo óptimo.
EL VOLADOR
Como un sol cortado en rombo
Va subiendo por el aire
y su cola de arco iris
Pinta el lienzo de la tarde.
Es completamente rojo
y es soberbiamente grande
Como un fúlgido cometa
De los reinos siderales.
Y se va por el espacio
Derramando claridades
Hasta ser sólo una estrella
En el cielo de la tarde.
“Mientras saltan
Las ovejas
Por las rejas del redil
Dulcemente silba el viento
Su lamento
Pastoril”
(Instantánea)
Pero también escribió como testigo y como actor -nunca como un reflejo- la terrible
crueldad de la vida; inmerso en ella, fidedigno, real:
“Coleccionista de coscorrones
Y pararrayos de toda rabia,
Está tatuado de moretones
Su cuerpecito de niña esclava”
(“La Mocha”)
...“Cuando me desperté no vi nada más que un cuenco del cielo nocturno; pues, yo
estaba tendido sobre una cresta, los brazos en cruz, cara al vivero de las estrellas”
El Pescador de Estrellas, con sus ojos de niño, observaba los motivos del alma; las
cosas más simples y elementales como una rosa o la imagen solemne del recuerdo;
como un instante de la eternidad.
Poeta, nos enseñó a descubrir el sortilegio de la vida a través del relato de las cosas
menos predecibles.
En sus manos, ellas se toman, sin embargo, prismas de luz, ánforas de plenitud del
espíritu, búcaros colmados de perfumes.
EL SAPO
TROMPO
Lanzado por un cintillo
Cayó del cielo serrano
El iris como un ovillo
para bailar en mi mano.
Es un clarísimo prisma
Y un remolino que ronda
Como una canción redonda
Que gira sobre sí misma.
SUS CUENTOS
El cuento...
“Este género literario —dice Martín Vivaldi- no es, como pudiera creerse, una novela
condensada, sino un trozo de la vida, un capítulo de la existencia, una anécdota, en
suma, pero con argumento, con su principio, su término medio y su conclusión; un modo
de convertir en relato interesante lo que, sin arte, sería sólo una estampa
intrascendente, o que sin trama, no pasaría de ser un poema en prosa”.
Los cuentos para niños de Oscar Alfaro, reúnen tales condiciones, siendo —como son—
, perfectamente definidos en el sentido de la ficción unitaria de que debe estar
significada toda pieza del género. Estos, en efecto, acuerdan un proceso de desarrollo-
lineal—. y narran un argumento sencillo, alentados por un fuerte impulso estético para
mover la sorpresa y el deslumbramiento del pequeño lector.
(Y sin embargo, Oscar Alfaro fue más poeta que cuentista...)
Una pieza representativa de su obra, a este respecto, lo constituye “El Pequeño Mártir’’
que forma parte de un opúsculo bellamente ilustrado:
“El niño tenía verdadera pasión por la pintura y su padrastro era maniático que odiaba el
arte con toda su alma.
El chiquillo, cuando tenía unos minutos de tiempo, llenaba de figuras el suelo de ladrillos
de la casa. Llegaba el hombre, descubría aquello y golpeaba brutalmente al pequeño.
Después lo obligaba a traer un balde de agua y a borrar, uno tras otro, los dibujos.
Pero el muchacho no escarmentaba y al día siguiente los ladrillos aparecían de nuevo
pintados con tierras de colores. En cada uno había un paisaje, unas flores, un retrato de
su madre, una caricatura del padrastro...
El hombre, después de repetir la paliza, obligaba al diminuto artista a borrar su nueva
obra. Este lo hacía, llorando a mares. Y cuando ya no quedaba ni una rayita, salía
desesperado de la casa y se iba por el campo, pintando las piedras.
Con el tiempo no había piedra en el camino donde el niño no hubiera dejado una
muestra de su arte.
- ¡Hay que poner atajo a esta barbaridad! -dijo un día el padrastro—. Llamó al pequeño,
lo encerró en una habitación y…
-¡De aquí no saldrás hasta que aprendas a obedecer!... —Echó llave a la puerta y se
fue.
Pasaron los días y el niño pintor permanecía encerrado como un delincuente. El hombre
le había quitado todos los carbones, tizas y colores con que acostumbraba pintar. Y
ahora e pobrecillo se moría de ansiedad por decorar su propio calabozo, sin hallar con
qué.
Un día llamaron al niño a la puerta para que recibiera su desayuno y no respondió. Lo
volvieron a llamar y tampoco
Padrastro, entró dispuesto a castigar su desobediencia. Dio un tremendo garrotazo al
jergón de su cama, creyendo que el niño dormía aún, pero se equivocó.
- ¡No está!... ¡El maldito ha escapado!... ¡Esta vez sí se arrepentirá!...
Ya salía con el garrote en la mano, mordiéndose de furia, cuando... tropezó con el
cuerpo del niño en la oscuridad. Abrió la puerta para dar luz y vio que el muchacho
estaba rígido. Tenía un pincel, hecho con sus cabellos, en una mano. Se aproximó más,
lo tocó y se dio cuenta que el niño había muerto.
Las paredes de su prisión estaban llenas de dibujos rojos, el pincel chorreaba gotas del
mismo color y en un antebrazo tenía una gran herida.
- ¡Este muchacho se ha matado por pintar!... —sentenció el hombre y salió sintiendo
renacer un asomo de arrepentimiento.
Y así era. El niño privado de todo medio para manifestar su arte, había pintado con su
propia sangre hasta morir.”
Del libro: “El pescador de estrellas” de: Luis Fuentes Rodríguez.
Tarija – Bolivia. 1988
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