Oscar Alfaro

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Poesía de Oscar Alfaro

Poemas y cuentos de
OSCAR ALFARO

Les presento al poeta boliviano Oscar Alfaro (1921-1963), cuya obra dirigida a niños y
jóvenes, bien merece ser conocida y divulgada. Con un lenguaje poético ágil y bello,
lleno de sonoridad y ritmo, nos habla de la naturaleza y costumbres de su gente, sin
descuidar su inquietud por el aspecto social. Nuestras clases de lenguaje pueden ser el
vehículo que lleve a nuestros niños a descubrir y gozar de éste género literario, junto con
proporcionarnos a los docentes, el cumplir nuestros propósitos de clase.

1.

Pequeña voz helada

Estás llorando madre,


todos lloramos.

Nos echan de casa,


¿dónde nos vamos?

Las aves y las fieras


tienen morada.
¿Por qué nosotros nunca
tenemos nada?

Los animales llevan


plumas y pelos.
¿Por qué sufren, desnudos
tus pequeñuelos?

Yo he visto a los pichones


morir de frío,
cuando en noches de invierno,
caen del nido...
¡Mira mi cuerpecillo,
cómo tirita!...
¿No iremos a morirnos,
verdad mamita?

2.

Burrito botánico.

Burrito botánico
que comes las hierbas;
tú lees el campo,
que es libro ilustrado.

Tus ojos de niño,


llenos de inocencia,
coleccionan flores,
pájaros y estrellas...
¡todo lo más lindo
que hay en la pradera!

Con la cola al viento,


-pañuelo de niebla-
yo no sé que bailas
con la nube aquella,
-tu burrita blanca-
que sobre ti vuela.

Jugando pelota
con la luna llena;
tiras contra el cielo
tus patas traseras.

¡Ay burrito mio,


cómo traveseas!...
Bueno como el agua
que besa la tierra,
tú vas recogiendo
cogollos de hierbas
y tu alma es un ramo
de amapolas frescas.
Borriquito lindo,
cuando tú te mueras,
bajarán los pájaros
y de las orejas
te alzarán al cielo
desde la pradera.

3.

Viaje al Pasado
A Doña Carmen Alfaro, mi madre.

Desde adentro, desde adentro,


desde el fondo de un abismo,

viene corriendo a mi encuentro

un niño que soy yo mismo.

Iluminando el olvido,
con este niño en los brazos,

yo voy haciendo pedazos

los años que ya he vivido.

En el fondo del pasado,


hallo mi casa materna

donde esta mi madre eterna

frente a un Dios crucificado.

Junto al molino coplero


lleno de antiguas fragancias,

sigue jugando mi infancia

con la hija del molinero.

En los vientos pastoriles


desgranan su florilegio,

de canciones infantiles
las campanas del colegio

Y, perforando los años,


desde el abismo profundo

salgo de nuevo a este mundo

lleno de niños extraños.

4.

La alegre cosecha

La montaña de manta verde

es una chola sentada,

con su pollera extendida


sobre los valles que cantan.

Por los pliegues de su ropa


suben las niñas al alba.
Sus cuerpecillos, a ratos,
entre las hierbas naufragan.

Y tan solo sus sombreros


- caminan sobre la paja.
Sus pisadas van dejando
la senda garabateada
mientras sus trenzas azotan
el aire de la mañana.

La rueca cae bailando


desde sus manos rosadas.
-Trompo prendido a la cuerda,
juguete de nuestra raza-.
¿A dónde se van en fila
las muchachitas serranas?

Van al papal de la finca,


donde el sendero se acaba.

Y la montaña de fiesta.
es una chola muy guapa,
que lleva a todas las niñas,
cargadas sobre la espalda.
5.
Pequeña odisea de dos hormigas.

Dos hormiguitas cruzan a nado


las aguas puras de un arroyuelo.
¡Cómo bracean desesperadas!
pero el camino queda muy lejos.

— ¡Basta! ¡No puedo seguir a flote!


Tengo calambres en todo el cuerpo,
dice llorando la más pequeña,
y se le quedan los miembros tiesos.

¡Ay que naufraga la pobrecilla,


mientras derrama perlas de viento!
mas, ¡oh prodigio!, baja un pato,
como llovido del mismo cielo.

Se mete al agua y al rato sale


con dos garrudos lunares negros.
¡Cómo se abrazan las hormiguitas,
con todo el gozo de estar viviendo!

Mas, como el pato de nuevo enfila


hacia la sierpe del arroyuelo,
ellas le quitan dos plumas blancas
y en paracaídas bajan al suelo.

6.
La gata en el acuario.
Los peces rosados, juegan a la mancha,
en el luminoso globo del acuario,
que es un embrujado mar en miniatura,
con algas y rocas y un pequeño barco.

Se acerca al acuario la señora gata


y enciende sus ojos lo mismo que faros.
Maulla diciendo: —Yo soy la sirena,
tiburones míos, escuchen mi canto.

Y los pecesillos le sacan la lengua


y gritan y saltan igual que muchachos.
Pero el más pequeño la invita muy serio:
— señora sirena pase al océano.

La gata levanta la tapa del globo,


mientras se relame los bigotes blancos.
En el agua fría mete la cabeza
y sus ojos lanzan terribles relámpagos...
— Pase más adentro, señora sirena...
y de las orejas la van arrastrando
Felizmente el amo la alza por la cola
y la pobrecilla huye dando saltos.

Y los peces siguen, como si tal cosa,


jugando a la mancha dentro del acuario.

7.

El pájaro revolucionario.

Ordena el cerdo granjero:


“¡Fusilen a todo pájaro!“.
Y suelta por los trigales
su policía de gatos.

Al poco rato le traen


un pajarillo aterrado,
que aún tiene dentro del pico,
un grano que no ha tragado.

“¡Vas a morir, por ratero!”.


“¡Si soy un pájaro honrado,
de profesión carpintero,
que vivo de mi trabajo! “.

“ ¿Y por qué robas mi trigo?”.


“¡Lo cobro por mi salario,
que Ud. se negó pagarme,
y aún me debe muchos granos!,
y lo mismo está debiendo,
a los sapos hortelanos,
a mi compadre el hornero,
y al minero escarabajo,
a las abejas obreras,
y a todos los que ha estafado.

¡ Ud. hizo su riqueza,


robando a los proletarios! “.
“ ¡ Qué peligro ¡, ¡ Un socialista!.
¡ A fusilarlo en el acto!”.
“ Preparen, apunten..., ¡ fuego!”.
“ ¡Demonios, si hasta los pájaros
en la América Latina,
se hacen revolucionarios!”.

8.
Ronda de Paz.

Contra la muerte y la guerra,


blancas rondas de escolares
envuelven como collares
el globo azul de la tierra.

Son los chiquillos felices


que ignoran las distinciones
de razas y religiones
de credos y de países.

Desprecian el fanatismo
de los hombres inhumanos
que matan a sus hermanos
en nombre del patriotismo.
Un coro de corazones
empapa todos los vientos
de risas y de canciones
de luces y sentimientos.
Y con un amor profundo,
los niños universales
en cadenas musicales
unen los pueblos del mundo.

9.
El zorro y la tortuga.

Señora tortuga,
¿por qué usted camina con su escudo
a cuestas?
Debe ser sin duda,
una gran guerrera.
Descúbrase, amiga,
y deje que el mundo mire su belleza.

-Gracias, señor zorro,


solo usted me dice palabras tan tiernas.
Voy a descubrirme,
porque, como toda mujer, soy coqueta.
Pero antes permita que me asee un poco,
mirando el espejo del agua serena.

Súbase a mi lomo,
lo llevaré al río a dar una vuelta.-
-Usted es un cisne.-
-Y usted es un rayo de luna que besa.-
Y va la tortuga
con el zorro a cuestas.
Pero en medio vado,
lo tira a las aguas y se da la vuelta.
- ¡Usted no me engaña, señor zalamero,
yo no soy el cuervo de la fabuleja!...
Ya que pretendía tan solo almorzarme,
¡ahora los peces a usted se lo almuerzan!

10.
La kantuta.

El regio sol de los incas,


allá en los tiempos distantes,
convirtió a todas las ñustas
en vivas flores de sangre.

Y las flores se juntaron


en una hoguera fragante,
como un enjambre de estrellas,
girando sobre los aires.

Así nació la kantuta,


que hoy ilumina el paisaje,
como un volcán de rubíes.

en cada cerro del Andes.

11.
El guanaco y la vicuña.

El viejo dios de la puna,


jugaba haciendo figuras.

Hizo el símbolo del aire,


con unas líneas muy ágiles,
que cayeron de sus manos.

Y así, se formó el guanaco.

Sopló un pedazo de luna,


hizo un poema de curvas...

Y así formó la vicuña.

Y cortó con un relámpago


la melena de la lluvia.

Y tuvieron pelos blandos


el guanaco y la vicuña.

12.
La hormiguita colegiala.

La hormiguita colegiala,
con delantal y con trenzas
me saluda en las mañanas
inclinando la cabeza.

Y quedan como lunares


sus morenas compañeras
sobre una rosa gigante.
que es la escuela.

Bajo el sol de medio día


la hormiguita parpadea
y conduce como un pétalo
su cuaderno de tareas.

Allí arriba está su casa


y su madre está en la puerta.
-Buenos días, madre mía.
-Buenos días, mi pequeña...
- ¡Qué hambre traigo! ¿Qué almorzamos?
- Miel y fresas.

La hormiguita se arremanga
y lava sus manos negras
y muy limpia y atildada
se va a sentar a la mesa.

13.

EL CANTOR DE LA RAZA NEGRA.

La orquesta sinfónica de pájaros ofrecía su concierto de todas las tardes en el teatro


redondo del cielo, que estaba repleto de luces.

Un pájaro rojo con el copete erizado y con trazas de director, dio la señal convenida y
todos los ejecutantes rompieron a tocar sus instrumentos.

Aquel hermoso teatro por hermosas fuentes y jardines al natura. Nada de lo pintado
artificialmente podía igualar la belleza de aquellos paisajes vivos.

- Necesito un solista par el segundo acto- dijo el pájaro maestro, cuando la última
melodía se perdió en el atardecer.
- Quiero una voz jamás oída y digan de recordarse por todas las generaciones de
pájaros
músicos.
- Aquí estoy yo! Dijo el canario y comenzó a trinar con toda la armonía de que era
capaz. Pero el maestro lo interrumpió:
- ya se sabe que tu cantas bien pero eres demasiado conocido y yo preciso alguien
nuevo.
- Pues entonces yo seré el solista – dijo el jilguero y lanzó al aire sus gorgeos mágicos
pero el maestro también lo interrumpió:
- Tu eres tan conocido como el canario.
- Yo cantare - dijo el ruiseñor – Mi voz y mi figura se han lucido el los palacios de la
China de Egipto y del Japón, como lo prueban las historias que sobre mi se han escrito.
Mi linaje de artistas se pierde en la tradición y en los siglos...
- Y por lo mismo no me sirves, porque eres más conocido que nadie
- Entonces canto yo – dijo el tordo – pero su estampa y color hicieron reír a todos los
pájaros.
- Que pretensiones, las de este negro insolente...! dijo el canario.
- Como es posible que tú salvaje, ignorante pretendas rivalizar con nosotros que somos
los príncipes del arte? – le dijo el ruiseñor.
- De donde saliste tú? Que antecedentes ilustres tienes? Quien te conoce en la
sociedad de los artistas? – dijo el jilguero.
- Este pájaro viene de los bosques – explico el maestro – Su linaje es tan oscuro como
sus plumas. Pero un artista no vale por lo que fueron sus antepasados, sino por lo que
es el mismo. De manera que dejémoslo cantar.
- Y por primera vez en la historia, se oyó el canto del tordo. El maestro lo escuchaba con
los ojos cerrados. Cuando terminó de cantar, lo abrazó con las alas y le dijo
emocionado:

- Tú serás el solista Tienes la voz más armoniosa que he conocido...! Eres un digno
cantor de la raza negra.
- Y desde aquella tarde el tordo inicio triunfalmente su carrera artística y llegó a ser
famoso en el mundo entero.

14
El pájaro de fuego.

Era un pájaro bellísimo, de color tan rojo que parecía una llamarada volando por el
aire. Si se paraba en un alero, el dueño de la morada inmediatamente salía gritando:
—¡Auxilio! ¡Hay fuego en el techo de mi casa!... —Y al punto le arrojaban chorros de
agua, con lo cual aquella llama viva se lanzaba otra vez al cielo.
Si se paraba sobre un granero, los ratones se llevaban el susto más grande de su
vida.
—¡Sálvese quien pueda! ¡Ha caído una brasa en el granero! ¡Pronto comenzará el
incendio!... —Y escapaban despavoridos.
Una vez se lo vio bajar hasta el borde del río, tocar el agua y levantarse de nuevo.
Entonces se lo creyó una brasa encantada, pues tocaba el agua y no se apagaba,
además
de tener la virtud de volar.
Pero aquel pájaro maravilloso no creía ni remotamente estar hecho de fuego y más
bien él soñaba con parecerse a una flor, que él conceptuaba como la encarnación de la
belleza.
—Yo soy la flor del aire. Mi tallo es tan largo como el hilo de un volador y me permite
ir adonde quiero —decía alegremente.
Pero los demás pájaros no creían en su tallo imaginario, además de que sus formas
no tenían nada de común con la flor.
—¿Dónde se ha visto una flor con pico? —decían.
—¿Y una flor que cante?...
El pájaro encendido escapaba entonces de tantos incrédulos y se daba a vagar,
ardiendo, por los aires.
Un día se dijo:
"Me posaré sobre un árbol seco y lo alegraré con mis colores. Él sí creerá que soy
una flor." Y se sentó sobre un ceibo partido por un rayo.
Allí, rojo y vistoso, parecía una extraordinaria flor encarnada. Abrió las dos alas
radiantes y las elevó a los cielos semejando entonces una flor bipétala.
Su identidad era perfecta, pero le faltaba una cosa: el perfume. Se dejó caer entonces
sobre unas flores silvestres que crecían al pie del árbol y aleteó sobre ellas un largo
rato.
Cuando se consideró suficientemente perfumado, voló de nuevo a la punta del ceibo y
adoptó la posición anterior, mejorándola todavía, pues se paró sobre una sola patita, que
semejaba muy bien el tallo de una flor.
Estuvo así muchas horas seguidas y empezó a sentir hambre. En esto se presentó una
mariposa, dispuesta a libar la miel de la supuesta flor. El pájaro se la tragó en un
santiamén
y volvió a quedar inmóvil.
—¿Qué flor tan extraña es ésa, que se traga a nuestra hermana? —dijeron las demás
mariposas, asombradas.
—Vamos a averiguar lo que pasa. —Una tras otra volaron hacia el pájaro y
corrieron la misma suerte.
Todos los insectos se alarmaron ante aquella flor carnicera que se alimentaba de
mariposas, pero el pájaro estaba radiante. Y después de saciar su apetito cogió a una
mariposa azul y se la colocó al cuello de collar. Luego se puso a cantar alegremente,
olvidándose de su oficio de flor.
—¡Pero qué raro! ¡Es una flor musical! —dijo una avispa.
—No es ella la que canta. Tiene un grillo en el corazón —contestó la libélula.
—Eso es absurdo —dijo la langosta.
—¡Y qué perfume tan exquisito!... —siguió diciendo la libélula.
—¡Y qué color!... ¡Si parece un lucero!...
—Bueno, esta flor se parece a muchas cosas. Iremos a examinarla... —dijeron las
avispas desconfiadas.
Volaron sobre "la flor" y la rodearon.
—Libaremos su miel, que debe ser deliciosa...
Pero apenas se acercó la primera avispa, el pájaro levantó el pico y ésta
retrocedió asombrada.
—¡Vengan todas! ¡No es una flor, sino un pájaro disfrazado!...
—¡Hay que matarlo a flechazos! ¡Es un peligroso impostor!
Y las avispas desenvainaron sus espadas y se lanzaron sobre el ave. En ese momento
el ceibo se estremeció, como volviendo de otra vida, y habló así:
—¡Hermanas avispas, no sacrifiquen a esa
flor bellísima!...
Las atacantes pararon el asalto y se
miraron unas a otras, llenas de sorpresa.
—¡El árbol muerto ha revivido! —
exclamaron a coro.
—¡Y esa flor extraordinaria fue quien hizo el milagro de resucitarme! —confesó el ceibo
viejo.
—¡Pero si no es una flor sino un pájaro disfrazado!...
—Aunque así sea. Él me revivió con una mentira piadosa. Al sentirlo en mis ramas
creía que era una flor mía y me dije jubiloso: "Aún puedo florecer". Entonces la vida
comenzó a circular otra vez por mis gajos muertos. Y aquí me tienen nuevamente,
cubierto de flores...
Y en efecto, el ceibo repentinamente se había llenado de grandes flores rojas, tan
grandes como el pájaro.
—¡Te perdonamos todo por haber resucitado una vida con sólo una hermosa
mentira! —dijeron entonces las avispas, guardando sus aguijones, y se dedicaron a libar
la miel de las nuevas flores del ceibo.

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Ronda de Paz
Contra la muerte y la guerra,
blancas rondas de escolares
envuelven como collares
el globo azul de la tierra.

Son los chiquillos felices


que ignoran las distinciones
de razas y religiones
de credos y de países.

Desprecian el fanatismo
de los hombres inhumanos
que matan a sus hermanos
en nombre del patriotismo.
Un coro de corazones
empapa todos los vientos
de risas y de canciones
de luces y sentimientos.
Y con un amor profundo,
los niños universales
en cadenas musicales
unen los pueblos del mundo.
Tengo una sed infinita

Mocita, cuando me miras,


te juro que yo quisiera
beberme de un solo sorbo
tus ojitos de uva negra.
¡Ay! mi gentil gitanilla,
bella y dulce, blanda y buena;
Derrámate al alma mía
como una lluvia de estrellas

Tengo una sed infinita


de niñas verdes y frescas,
quiero un río de ternuras
para anegar mi tristeza
Gitanilla, la más linda
de las mozas tarijeñas,
voy a tomarte un trago
en esta tarde morena
Porque me han dicho que tú eres
aquella copa soberbia,
donde el Señor ha vertido
toda el alma de esta tierra.

Y he de llevarte a mis labios,


vaso azul de mi bohemia
para morir embriagado
por la dulzura suprema.
Viaje al Pasado

A Doña Carmen Alfaro, mi madre

Desde adentro, desde adentro,


desde el fondo de un abismo,
viene corriendo a mi encuentro
un niño que soy yo mismo.

Iluminando el olvido,
con este niño en los brazos,
yo voy haciendo pedazos
los años que ya he vivido.

En el fondo del pasado,


hallo mi casa materna
donde está mi madre eterna
frente a un Dios crucificado.

Junto al molino coplero


lleno de antiguas fragancias,
sigue jugando mi infancia
con la hija del molinero.

En los vientos pastoriles


desgranan su florilegio,
de canciones infantiles
las campanas del colegio
Y, perforando los años,
desde el abismo profundo
salgo de nuevo a este mundo
lleno de niños extraños.

Madre proletaria

A Juana de Ibarbourú

Madre obrera, madre obrera,


Con luces y con matices…
Haz de trajes de primavera
Para los niños felices.

Que tiritando en el suelo


De un tugurio sombrío,
Se está muriendo de frío
Tu miserable chicuelo.

Desata, madre, desata


El ovillo de la luna
Y con sus hilos de plata
Teje canciones de cuna.

Si no hay pan en tu morada


Dale a comer al infante
Tu corazón palpitante
De madre sacrificada.

Y con cariño,
Sobre la tierra morena,
¡Que te bendigan por buena
Todos los niños del mundo!

Trompo

Lanzado por un cintillo


Cayó del cielo serrano
El iris como un ovillo
Para bailar en mi mano.

Y el trompo suelta collares


De notas y de rumores,
Las notas se hacen colores
Y los colores, cantares.

Es un clarísimo prisma
Y un remolino que ronda
Como una canción redonda
Que gira sobre sí misma.

Y por un solo segundo


Yo soy un dios soberano
Que hace bailar en su mano
El trompo inmenso del mundo.

Chapaquita

Dulce chapaquita de mi tierra verde


Con una pollera de rosas silvestres,
Con manta de cielo, con trenzas de río,
Con un primoroso sombrero florido,
Con todo el aroma del de diciembre.

Dulce chapaquita de mi tierra verde


Tú luces zarcillos de agua cristalina
Y rubios collares de uva campesina.

Tienes la sonrisa de los choclos


Y los ojos verdes de los verdes huertos,
Y eres más graciosa que una gitanilla,
Dulce chapaquita de la tierra mía.

El concierto de los grillos

Con su carga de sonidos


Ya se acercan
Dando brincos.

Son los músicos nocturnos


Embriagados de rocío.

El más grande
lleva el ritmo
moviendo las dos batutas
de sus antenas de vidrio.

Campanillas
Y platillos
y un diluvio
cristalino
de canciones y de risas
y de notas y de trinos.

Ya se apagan
Las brasas del infinito
Finaliza
El concierto de los grillos.
Y por todos los caminos
Se van llevando a la espalda
Sus instrumentos divinos.

Río Guadalquivir

El río es un mozo alegre,


Que arrastra su poncho largo.

Y haciendo sonar el erke,


Sale a campear valle abajo.

Visita todas las villas,


Que son chapacas del pago.

Y abrazando a sus cinturas


Sigue el camino cantando.

A veces es un cuatrero,
Que brinca sobre el ganado,
Que asalta los pueblos chicos
Y roba mozas del campo.

Pero luego se modera


Y le duro al trabajo.

Y hace cantar los molinos


Y es el labriego más guapo.

¡Ay juna! Qué lindo mozo


Es este río chapaco,
Que en todas las primaveras
Hincha su pecho de macho.

El Moto Méndez

¡Ah! Compadre Moto Méndez,


Héroe de poncho y ojota,
Aún estas vigilando
Tu tierra llena de coplas.

¡Que brava que fue tu vida,


Chapaco de sangre mora!

Tú te abriste a machetazos
El camino hacia la gloria.

¡Cuántas batallas ganaste,


Compadre de mano rota!

Con tu muñón escribiste


En letras rojas la historia.
Tu estampa de guerrillero
Se multiplica y remoza.

En cada chapaco nuevo,


Que por el valle galopa.

¡Venga un abrazo, compadre!


¡Viva tu tierra cantora!

El cantor de la raza negra


La orquesta sinfónica de pájaros ofrecía su concierto de todas las tardes en el teatro
redondo del cielo, que estaba repleto de luces.
Un pájaro rojo con el copete erizado y con trazas de director, dio la señal convenida y
todos los ejecutantes rompieron a tocar sus instrumentos.
Aquel hermoso teatro por hermosas fuentes y jardines al natural. Nada de lo pintado
artificialmente podía igualar la belleza de aquellos paisajes vivos.
- Necesito un solista par el segundo acto- dijo el pájaro maestro, cuando la última
melodía se perdió en el atardecer.
- Quiero una voz jamás oída y digan de recordarse por todas las generaciones de
pájaros músicos.
- Aquí estoy yo! Dijo el canario y comenzó a trinar con toda la armonía de que era
capaz. Pero el maestro lo interrumpió:
- ya se sabe que tu cantas bien pero eres demasiado conocido y yo preciso alguien
nuevo.
- Pues entonces yo seré el solista – dijo el jilguero y lanzó al aire sus gorjeos mágicos
pero el maestro también lo interrumpió:
- Tu eres tan conocido como el canario.
- Yo cantare - dijo el ruiseñor – Mi voz y mi figura se han lucido el los palacios de la
China de Egipto y del Japón, como lo prueban las historias que sobre mí se han escrito.
Mi linaje de artistas se pierde en la tradición y en los siglos...
- Y por lo mismo no me sirves, porque eres más conocido que nadie
- Entonces canto yo – dijo el tordo – pero su estampa y color hicieron reír a todos los
pájaros.
- Que pretensiones, las de este negro insolente...! dijo el canario.
- Como es posible que tú salvaje, ignorante pretendas rivalizar con nosotros que somos
los príncipes del arte? – le dijo el ruiseñor.
- De donde saliste tú? Que antecedentes ilustres tienes? Quien te conoce en la
sociedad de los artistas? – dijo el jilguero.
- Este pájaro viene de los bosques – explico el maestro – Su linaje es tan oscuro como
sus plumas. Pero un artista no vale por lo que fueron sus antepasados, sino por lo que
es el mismo. De manera que dejémoslo cantar.
- Y por primera vez en la historia, se oyó el canto del tordo. El maestro lo escuchaba con
los ojos cerrados. Cuando terminó de cantar, lo abrazó con las alas y le dijo
emocionado:
- Tú serás el solista Tienes la voz más armoniosa que he conocido...! Eres un digno
cantor de la raza negra.
- Y desde aquella tarde el tordo inicio triunfalmente su carrera artística y llegó a ser
famoso en el mundo entero.

El Pájaro Revolucionario
Ordena el cerdo granjero:
“¡Fusilen a todo pájaro ¡ “.
Y suelta por los trigales
su policía de gatos.

Al poco rato le traen


un pajarillo aterrado,
que aún tiene dentro del pico,
un grano que no ha tragado.

“¡Vas a morir, por ratero ¡”.


“¡Si soy un pájaro honrado,
de profesión carpintero,
que vivo de mi trabajo ¡ “.

“¿Y por qué robas mi trigo ¿”.


“¡Lo cobro por mi salario,
que Vd. se negó pagarme,
y aún me debe muchos granos ¡
y lo mismo está debiendo,
a los sapos hortelanos,
a mi compadre el hornero,
y al minero escarabajo,
a las abejas obreras,
y a todos los que ha estafado.

¡ Vd. hizo su riqueza,


robando a los proletarios ¡ “.
“ ¡ Qué peligro ¡, ¡ Un socialista ¡.
¡A fusilarlo en el acto ¡”.
“ Preparen, apunten..., ¡fuego ¡”.
“ ¡Demonios, si hasta los pájaros
en la América Latina,
se hacen revolucionarios ¡”.

El chapaco alzado

Yo soy como un árbol pegau a la tierra


y naides me arranca del pago en que vivo.
Tengo un poncho verde lo mesmo que el campo
y llevo una faja platiada de rio…

Y tengo una moza brotada del valle


que espero que pronto jloresca en un hijo,
por eso me priendo del suelo chapaco
y naides me arranca del pago en que vivo.

Y osté, dostorcito que vino del pueblo


pretiende sacarme del valle jlorido?
y disque no es miya la tierra que labro,
Ni la pobre choza que hey jecho yo mesmo..?

El suelo es tan solo del que lo trabaja,


no de los que roban a los campesinos,
¡Váyase a la porra con sus papeleyos
que osté no me saca de este valle chico!

Aquí yo me planto jirme como un árbol


y a mí no me llevan por otros caminos,
mancuando me quemen la choza de paja
y me echen encima peñascos y riscos.

Colgau de la faja yo llevo un relámpago


y tengo en los ojos un par de cuchillos,
y se dejenderme como hombre de agallas
y naides me espanta del suelo que es miyo…

La tierra es del hombre, como es de los pájaros


o ¿Acaso la tierra la han jecho los ricos..?

Quien es el que pone linderos al aire?


y quien se hace dueño del agua del rio?
Y como no hay dueños pal aire ni el agua,
¡Tampoco hay patrones pal suelo que piso!

La cruz de palo

Algunos arrieros,
al mirar la sombra de ´sta cruz de palo
rezan pagre nuestros,
como si aquí hubiera muerto algún cristinao,
Pero naides sabe
que dende hacen años
bajo esta cruz chueca duerme solamente
mi caballo blanco…

Cada vez que miro


su tumba jlorida de rojos airampus,
parece que siento respirar la tierra
y moverse el pasto,
¡Como si al sentirme tan cerca quisiera
volver a la vida mi pogre caballo!

Galope y galope,
aquella mañana salí de mi rancho,
los rondas del pueblo me andaban siguiendo
y el potro espumiaba de puro cansancio.
¡De un tiro lo hicieron torcer el pescuezo!
Siguió pá adelante, sangrando y renguiando.
después de librarme de aquellos demonios
¡Cayó moribundo debajo los tacos!
Me clavó los ojos
¡Vidriosos y humanos!
Como si rogara: “Salvame la vida!”
¡Y mancuando quise, no pude salvarlo!

Y agora que cruzo descalzo el camino


la cruz a lo lejos me estira los brazos
y siento un relincho tan triste y projundo,
¡Cuál si me llamara el alma del caballo!

Y mancuando creyan que mei güelto loco,


cuando caminando me muera en el campo,
¡Quiero que me entierren junto con mi potro,
Debajo la sombra de esta cruz de palo!.

El desfile de los patitos

Con paso de ganso,


marciales y rígidos,
frente a la patilla
cruzan los patitos.

Llevan uniforme
color amarillo,
desfilan cantando
igual que escolinos.

Levantan las patas


con rápido ritmo
al son de la banda
que tocan los grillos.

Como banderines
llevan en el pico
gajitos de flores
del huerto vecino.

Ordena la madre:
-¡Al agua patitos!-
Y todos de un salto
se lanzan al río.

Anochecer

En la cumbre de los Andes


un cóndor de tinta china
se traga el sol de la tarde
y apaga la luz del día.

Frutilla
Es una niña pintada
toda fresca y ruborosa
con su carita pecosa
y su carne perfumada.

Amanecer

La aguadora de mi tierra
viene loca de alegría
y en el filo de la sierra
¡Rompe el cántaro del día!

Víbora

Un relámpago con ojos


zigzaguea por el campo
derramando escalofríos
y escribiendo verdes rasgos.

Cuando cruza los caminos


¡Se electrizan los muchachos!
Cual si vieran en el suelo
¡La gran rúbrica del diablo!

EL PAIS DE LOS PAJAROS


¡Señores pájaros, paguen arriendo
De estos hermosos y alegres nidos!
- ¡Ay! ¿cómo quiere que le paguemos
Si los hicimos nosotros mismos?
-Eso no importa, que esta es mi tierra
Y en ella todo lo que hay es mío.
También los indios hacen sus chozas
Mas, cuando quiero, yo se las quito...
Paguen, señores, los alquileres.
-¿Con qué pagamos?
-Con huevecillos.
-¡Hay! Yo no tengo ni un sólo huevo.
-En pago, entonces, dame tus hijos.
-Mis hijos nunca se los daría.
-En ese caso ¡fuera del nido!
Y arroja al ave con sus pichones
Sobre un cercado lleno de espinas.
Y el ave muere mirando al cielo
Bajo los ojos del asesino...
Al ver un crimen tan espantoso
El sindicato de pajarillos
Se alza cantando la Marsellesa.
Vuela a la choza de los nativos
Y con su ayuda vencen al amo
Y le arrebatan el bosque umbrío
¡Y desde entonces viven cantando
Indios y cholos y pajarillos!...
EL PAJARO REVOLUCIONARIO
Ordena el cerdo granjero
-¡Fusilen a todo pájaro!
Y suelta por los trigales
Su policía de gatos.
Al poco rato le traen
un pajarillo aterrado
Que aún tiene dentro del pico
Un grano que no ha tragado.
-¡Vas a morir por ratero!...
-¡Si soy un pájaro honrado
De profesión carpintero
que vivo de mi trabajo!
-¿Y por qué robas mi trigo?
-Lo cobro por mi salario
Que usted se negó a pagarme
Y aún me debe muchos granos
Y lo mismo está debiendo
A los sapos hortelanos
A mi compadre el hornero
Al minero escarabajo
A las abejas obreras
¡Y a todos los que ha estafado!
Usted hizo su riqueza
Robando a los proletarios...
-¡Qué peligro!... ¡Un socialista!
¡A fusilarlo en el acto!
¡Preparen!... ¡Apunten!... ¡Fuego!
¡Demonio...si hasta los pájaros
En América Latina
Se hacen revolucionarios...!

SU OBRA POETICA
¿De qué está hecho un poema?
- ¡De palabras! ¡De imágenes! ¡De silencios!
Aquéllas aligeran el alma. Las imágenes y los sueños reconstruyen el tiempo de la
contemplación interior jamás repetida de la misma manera...
El poema proviene de la poesía, de la vigilia del poeta. Está elaborado después de un
proceso de exploración de la experiencia poética.
Así como el perfume es inherente a la flor, el poema proviene del miraje hacia la
interioridad del testimonio vivencial.
Es que el poeta escribe sus palabras; imagina, penetra en el silencio al influjo de las
reminiscencias de su espíritu.
Y, de pronto, su obra nos pertenece a todos, cuando lo que dice es auténtico.
Oscar Alfaro lo supo a su manera; porque para él, la poesía —el amor— era la
develación de la justicia social y el poema... un tránsito para alcanzarla. El más sincero
propósito unitario entre los buenos hombres...
Alfaro tenía un criterio fundado a este respecto. El dejó establecido el pensamiento de
que los niños están al margen de toda intención sectaria.
¡Los niños son niños en cualquier escala social!
Los hombres los sitúan —desde sus mirajes culturales— para excecrar sus dolencias o
exaltar sus júbilos. Y, a veces, nada más para asumir una postura engañosa...
¿Qué dicen los “moralizadores” cuando un niño “burgués” —del barrio principal de la
ciudad— repite los poemas de Alfaro en los que se da cuenta del dolor inmisericorde de
la vida?
¿Y del pequeño “proletario” -del campamento de una mina- frente al milagro de una
gota de rocío clavada en la espina de un cacto?
Este y aquél aman las palabras que fueron dichas para ellos:
“Son los chiquillos felices
Que ignoran las distinciones
De razas y religiones,
De credos y de países (...)
Si lo dice el poeta, es que hay certeza de que la poesía sirve (está descontada la
observación de los críticos oficiales) para humanizar al hombre. Y este fue el propósito
de la obra del creador, al margen de toda presunción de sus cuestionadores.
Especialmente la poesía a la que alude esta nota, está directamente “comprometida”.
Pese a ello escribió poemas que tienen la inefabilidad de un sueño, inmersos en lo que
los panegiristas de la escuela neutral consideran como lo óptimo.

EL VOLADOR
Como un sol cortado en rombo
Va subiendo por el aire
y su cola de arco iris
Pinta el lienzo de la tarde.

Es completamente rojo
y es soberbiamente grande
Como un fúlgido cometa
De los reinos siderales.

Vuela a un lado y vuela al otro


Cual un pájaro gigante
Que buscara sobre el viento
Mariposas celestiales.

Y se va por el espacio
Derramando claridades
Hasta ser sólo una estrella
En el cielo de la tarde.

CIEN POEMAS PARA NIÑOS


La atmósfera de este libro es esencialmente poética, no sólo en el acercamiento a la
belleza de la forma -que el poeta descubría y aprehendía, en todo cuanto constituyó su
mundo- sino en el contenido de los versos que lo estructuran; más allá de las palabras...
Recreando ese mundo (los poetas ven, a veces, sólo lo angelical), él escribió estrofas
como éstas:
“Lanza lluvia
De colores
En las flores
Del rosal
El sonoro
Pedrerío
Del rocío
Matinal”
(El borriquillo)

“Como un faro salvador


Torrentes de luz arroja
Una luciérnaga roja
Que está ardiendo en una flor”
(Barquitos de papel)

“Y danzan los querubines


La danza azul de las flores
En los vientos parlanchines
Cuajada de ruiseñores”
(Carrousel)

“Sobre las líricas viñas


Las almas se vuelven flores,
Las flores se vuelven niñas
Y las niñas, ruiseñores”
(Salida del Colegio)

“Mientras saltan
Las ovejas
Por las rejas del redil
Dulcemente silba el viento
Su lamento
Pastoril”
(Instantánea)

Pero también escribió como testigo y como actor -nunca como un reflejo- la terrible
crueldad de la vida; inmerso en ella, fidedigno, real:

“Brillan sus ojos en los zapatos


Del atildado señor burgués
Que no se digna ni por un rato
Mirar la pena llena de harapos
Del ángel negro que está a sus pies”
(El lustrabotas)

“Coleccionista de coscorrones
Y pararrayos de toda rabia,
Está tatuado de moretones
Su cuerpecito de niña esclava”
(“La Mocha”)

“Cómo consternan los niños indios


Tiernos esclavos de las haciendas
Que son tatuados a latigazos
Por el delito de ir a la escuela”
(La escuela de indios)

“Si no hay pan en tu morada


Dale a comer al infante
Tu corazón palpitante
De madre sacrificada”
(Madre proletaria)

Ante tal riqueza dadora de su espíritu, el niño se colma de humanidad.


Abre las puertas y mira a lo lejos —dijo Tagore- Pero también mira dentro de tu
corazón”.
~ ¡Tal la visión globalizadora de este libro!

LOS TESTIMONIOS DEL ALMA


¡Mirar! ¡Dar testimonio de que la vida es hermosa...! ¡Aprehender –en una red inasible-
el fulgor de las estrellas ¡
¡Devolver con palabras el milagro de la Creación!...
Esta es la tarea necesaria de los poetas. Porque, es verdad: no sólo de pan vive el
hombre.
Así lo hizo Antoine de Saint-Exúpery:

...“Cuando me desperté no vi nada más que un cuenco del cielo nocturno; pues, yo
estaba tendido sobre una cresta, los brazos en cruz, cara al vivero de las estrellas”

El Pescador de Estrellas, con sus ojos de niño, observaba los motivos del alma; las
cosas más simples y elementales como una rosa o la imagen solemne del recuerdo;
como un instante de la eternidad.
Poeta, nos enseñó a descubrir el sortilegio de la vida a través del relato de las cosas
menos predecibles.
En sus manos, ellas se toman, sin embargo, prismas de luz, ánforas de plenitud del
espíritu, búcaros colmados de perfumes.

EL POETA HABLA DE SUS TESTIMONIOS


VIAJE AL PASADO

Desde adentro, desde adentro,


Desde el fondo de un abismo,
Viene corriendo a mi encuentro
Un niño que soy yo mismo.
Iluminando el olvido
Con este niño en los brazos,
Yo voy haciendo pedazos
Los años que ya he vivido.
En el fondo del pasado
Hallo mi casa materna
Dónde está mi madre eterna
Frente a un Dios crucificado.
Junto al molino coplero
Lleno de antigua fragancia
Sigue jugando mi infancia
Con la hija del molinero.
En los vientos pastoriles
Desgranan su florilegio
De canciones infantiles
Las campanas del colegio.
Y perforando los años,
Desde el abismo profundo,
Salgo de nuevo a este mundo,
Lleno de niños extraños.

el poeta reconstruye el drama del amor

EL SAPO

Con sus pupilas de cobre


Empapadas de dolor,
Yo lo vi lloran do sobre
El cadáver de una flor.

Desde tiempo inmemorial


Este viejo enamorado
Vivió siempre arrodillado
A los pies del rosedal.

Y, en el campo del honor,


Venció a ñeros batallones
De apasancas y escorpiones
Por la rosa de su amor.

¡Pero gentes despiadadas


Una roja tarde en flor,
Lo mataron a pedradas
En el huerto del dolor!

EL POETA ASCIENDE POR LA ESCALA AZUL DE UN SUEÑO

TROMPO
Lanzado por un cintillo
Cayó del cielo serrano
El iris como un ovillo
para bailar en mi mano.

Y el trompo suelta collares


De notas y de rumores.
Las notas se hacen colores
Y los colores, cantares.

Es un clarísimo prisma
Y un remolino que ronda
Como una canción redonda
Que gira sobre sí misma.

Y por un sólo momento


Yo soy un Dios soberano
Que hace bailar en su mano
El trompo inmenso del mundo.

SUS CUENTOS
El cuento...
“Este género literario —dice Martín Vivaldi- no es, como pudiera creerse, una novela
condensada, sino un trozo de la vida, un capítulo de la existencia, una anécdota, en
suma, pero con argumento, con su principio, su término medio y su conclusión; un modo
de convertir en relato interesante lo que, sin arte, sería sólo una estampa
intrascendente, o que sin trama, no pasaría de ser un poema en prosa”.
Los cuentos para niños de Oscar Alfaro, reúnen tales condiciones, siendo —como son—
, perfectamente definidos en el sentido de la ficción unitaria de que debe estar
significada toda pieza del género. Estos, en efecto, acuerdan un proceso de desarrollo-
lineal—. y narran un argumento sencillo, alentados por un fuerte impulso estético para
mover la sorpresa y el deslumbramiento del pequeño lector.
(Y sin embargo, Oscar Alfaro fue más poeta que cuentista...)
Una pieza representativa de su obra, a este respecto, lo constituye “El Pequeño Mártir’’
que forma parte de un opúsculo bellamente ilustrado:
“El niño tenía verdadera pasión por la pintura y su padrastro era maniático que odiaba el
arte con toda su alma.
El chiquillo, cuando tenía unos minutos de tiempo, llenaba de figuras el suelo de ladrillos
de la casa. Llegaba el hombre, descubría aquello y golpeaba brutalmente al pequeño.
Después lo obligaba a traer un balde de agua y a borrar, uno tras otro, los dibujos.
Pero el muchacho no escarmentaba y al día siguiente los ladrillos aparecían de nuevo
pintados con tierras de colores. En cada uno había un paisaje, unas flores, un retrato de
su madre, una caricatura del padrastro...
El hombre, después de repetir la paliza, obligaba al diminuto artista a borrar su nueva
obra. Este lo hacía, llorando a mares. Y cuando ya no quedaba ni una rayita, salía
desesperado de la casa y se iba por el campo, pintando las piedras.
Con el tiempo no había piedra en el camino donde el niño no hubiera dejado una
muestra de su arte.
- ¡Hay que poner atajo a esta barbaridad! -dijo un día el padrastro—. Llamó al pequeño,
lo encerró en una habitación y…
-¡De aquí no saldrás hasta que aprendas a obedecer!... —Echó llave a la puerta y se
fue.
Pasaron los días y el niño pintor permanecía encerrado como un delincuente. El hombre
le había quitado todos los carbones, tizas y colores con que acostumbraba pintar. Y
ahora e pobrecillo se moría de ansiedad por decorar su propio calabozo, sin hallar con
qué.
Un día llamaron al niño a la puerta para que recibiera su desayuno y no respondió. Lo
volvieron a llamar y tampoco
Padrastro, entró dispuesto a castigar su desobediencia. Dio un tremendo garrotazo al
jergón de su cama, creyendo que el niño dormía aún, pero se equivocó.
- ¡No está!... ¡El maldito ha escapado!... ¡Esta vez sí se arrepentirá!...
Ya salía con el garrote en la mano, mordiéndose de furia, cuando... tropezó con el
cuerpo del niño en la oscuridad. Abrió la puerta para dar luz y vio que el muchacho
estaba rígido. Tenía un pincel, hecho con sus cabellos, en una mano. Se aproximó más,
lo tocó y se dio cuenta que el niño había muerto.
Las paredes de su prisión estaban llenas de dibujos rojos, el pincel chorreaba gotas del
mismo color y en un antebrazo tenía una gran herida.
- ¡Este muchacho se ha matado por pintar!... —sentenció el hombre y salió sintiendo
renacer un asomo de arrepentimiento.
Y así era. El niño privado de todo medio para manifestar su arte, había pintado con su
propia sangre hasta morir.”
Del libro: “El pescador de estrellas” de: Luis Fuentes Rodríguez.
Tarija – Bolivia. 1988
Talleres gráficos del ISER

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