Claries Lispector

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CLARIES LISPECTOR

SAUDADE

Saudade es un poco como hambre. Sólo ocurre cuando se come la presencia. Pero a
veces la saudade es tan profunda que la presencia es poco: se quiere absorber a la
otra persona toda. Estas ganas de uno ser el otro para una unificación completa es
uno de los sentimientos más urgentes que existen en esta vida.
AÑORANZA

La añoranza es un poco como el hambre. Sólo se pasa cuando se come la presencia.


Pero a veces la añoranza es tan profunda que la presencia es poco: se quiere
absorber del todo a la otra persona. Ese deseo de ser el otro para alcanzar una
unión total es uno de los sentimientos más urgentes que tenemos en la vida.
DORMIR

El inspector Maigret tiene una frase que dice: pour agacer le plaisir de dormir, para
intensificar el placer de dormir. Pues inventé una cosa muy buena en ese sentido:
cuando estoy finalmente acostada, después de un día difícil, pienso: ¿y si ahora
tuviera que ir a Bonsucesso a comprar un remedio? Y ahí me estremezco de placer
por estar en la cama. O pienso: ¿y si sonara el timbre y fuera una de esas visitas
gordas en palabras, que me obligara a vestirme y oír, oír, oír? Entonces, ante eso, la
cama resulta preciosa, y me encojo toda y agudizo –cómo traducir agacer- el placer
de tener una cama.
LECCIÓN DEL HIJO

Recibí una lección de uno de mis hijos, antes de que él cumpliera 14 años. Me
habían telefoneado avisándome que una muchacha que yo conocía iba a tocar por
televisión, en transmisión del Ministerio de Educación. Prendí el televisor con
grandes dudas. Yo la había conocido personalmente y era una muchacha
excesivamente suave, con voz de niña, y algo femenino infantil. Y me preguntaba:
¿tendrá fuerza al piano? La había conocido en un momento muy importante:
cuando ella iba a elegir el “camisón de la noche de bodas” para su casamiento. Las
preguntas que me hacía eran de una franqueza ingenua que me sorprendía.
¿Tocaría ella el piano?
Empezó. Y, Dios, sí que tenía fuerza. Su rostro era otro, irreconocible. En los
momentos de violencia apretaba fuertemente los labios. En los instantes de
dulzura entreabría la boca, entregándose por completo. Y transpiraba, de su frente
se escurría el sudor por su rostro. Por la sorpresa de descubrir un alma
insospechada, se me nublaron los ojos, la verdad es que yo lloraba. Vi que mi hijo,
casi un niño, se había dado cuenta, y le expliqué: estoy emocionada, voy a tomar un
calmante. Y él:
-¿No sabes diferenciar emoción de nerviosismo? Estás teniendo una emoción.
Entendía, acepté y le dije:
-No voy a tomar ningún calmante.
Y viví lo que merecía vivirse.
EL NACIMIENTO DEL PLACER (fragmento)

El placer que nace duele tanto en el pecho que se prefiere sentir el acostumbrado
dolor al insólito placer. La alegría verdadera no tiene explicación posible, no tiene
la posibilidad de ser comprendida –y se parece al inicio de una perdición
irrecuperable. Ese fundirse total es insoportablemente bueno –como si la muerte
fuera nuestro bien mayor y final, sólo que no es la muerte, es la vida
inconmensurable que llega a parecerse a la grandeza de la muerte. Se debe dejar
que la alegría inunde de a poco –pues es la vida que nace. Y quien no tenga fuerza,
que antes cubra cada nervio con una película protectora, con una película de
muerte para poder tolerar la vida. Esa película puede consistir en cualquier acto
formal protector, en cualquier silencio o en varias palabras sin sentido. Pues el
placer no es para que con él se juegue. Él es nosotros.
SÉ LO QUE ES LA PRIMAVERA

Bien sé que es vanidad decir en plena primavera que yo sé lo que es la primavera. A


veces, sin embargo, soy tan humilde que los otros me llaman la atención. Es una
humildad hecha de gratitud tal vez excesiva, hecha con un yo de niña, con un susto
también de niña. Pero, esta vez, cuando me di cuenta de que estaba demasiado
humilde con la alegría que se me concedía por la llegada de la primavera lluviosa,
esta vez me posesioné de lo que es mío y de los otros.
Sé lo que es la primavera porque siento un perfume de polen en el aire, siento
estremecimientos sin motivo cuando un pajarito canta, y siento que sin saberlo
estoy reformulando la vida. Porque estoy viva. La primavera torturante, límpida y
mortal que lo diga, ella que me encuentra cada año tan lista para recibirla. Bien sé
que es una perturbación de los sentidos. Pero, ¿por qué no marearme? Acepto a
esta cabeza mía que centellea con la lluvia de primavera, acepto que yo existo,
acepto que los otros existan porque es su derecho y porque sin ellos yo moriría,
acepto la posibilidad de que el gran Otro exista a pesar de haber rezado por lo
mínimo y no habérseme concedido.
Siento que vivir es inevitable. Puedo en primavera quedarme horas sentada
fumando, tan sólo siendo. Ser a veces sangra. Pero no hay cómo no sangrar pues es
en la sangre donde siento la primavera. Duele. La primavera que me da cosas. Da
con qué vivir. Y siento que un día de primavera voy a morir. De amor punzante y
corazón debilitado.
¿QUIÉN ESCRIBIÓ ESTO?

Anduve revolviendo papeles viejos y encontré una hoja donde estaban escritas,
entre comillas, algunas líneas en inglés. Lo cual quiere decir que yo copié las líneas
de tan bellas que me parecieron. Pero no estaba anotado el nombre del escritor,
algo imperdonable. Voy a intentar traducirlas y no sé si la traducción conservará
ese algo que tanto me afectó:
“Entonces por un momento los dos se apagaron en la dulce oscuridad tan profunda
que ellos eran más oscuros que la oscuridad, por unos instantes ambos eran más
oscuros que los negros árboles, y después tan oscuro que, cuando ella intentó
levantar hacia él los ojos, sólo pudo ver las ondas salvajes del universo por sobre
sus hombros, y entonces ella dijo: `Sí, creo que yo también te amo’”
AMOR A LA TIERRA

Naranja en la mesa. Bendito el árbol que te parió.


ESPERA IMPACIENTE

Lo que llamo muerte me atrae tanto que sólo puedo calificar como valeroso el
modo como, por solidaridad con los otros, yo todavía me aferro a lo que llamo vida.
Sería profundamente amoral no esperar, como los otros esperan, por la hora, sería
demasiada astucia de mi parte avanzar en el tiempo, e imperdonable ser más lista
que los otros. Por eso, a pesar de la intensa curiosidad, espero.
OBSEQUIO

¿…amor será obsequiar al otro con la propia soledad? Pues es lo máximo que se
puede dar de sí.
POR NO ESTAR DISTRAÍDOS

Era la levísima embriaguez de andar juntos, la alegría como cuando se tiene la


garganta un poco seca y se ve que por admiración se estaba con la boca
entreabierta: ellos respiraban de antemano el aire que estaba por delante, y tener
esa sed era el agua misma para ellos. Andaban por calles y calles hablando y
riendo, hablaban y reían para dar materia y peso a la levísima embriaguez que era
la alegría de su sed. A causa de los coches y personas, a veces se tocaban, y con ese
toque -la sed es la gracia, pero, las aguas son una belleza oscura-, con el toque
brillaba el brillo de su agua, y la boca quedaba un poco más seca de admiración
.¡Cuánto admiraban estar juntos!
Hasta que todo se convirtió en no. Todo se convirtió en no cuando quisieron esa
misma alegría. Entonces la gran danza de los errores. La ceremonia de las palabras
desacertadas. Él buscaba y no veía, ella no veía lo que él no había visto, ella que
estaba allí, sin embargo. Y él que estaba allí. Todo salía mal, y estaba la gran
polvareda de las calles, y cuanto más se equivocaban, con más aspereza querían,
sin una sonrisa. Todo porque habían prestado atención, sólo porque no estaban ya
distraídos. Sólo porque, súbitamente exigentes y duros, quisieron querer lo que ya
tenían. Todo porque quisieron dar un nombre; porque quisieron ser, ellos que ya
eran. Y entonces aprendieron que, al no estar distraídos, el teléfono no suena, y es
necesario salir de casa para que la carta llegue, y cuando el teléfono finalmente
suena, el desierto de la espera ya cortó los hilos. Todo, todo por no estar ya
distraídos.
LA COMUNICACIÓN MUDA

Lo que nos salva de la soledad es la soledad de cada uno de los otros. A veces,
cuando dos personas están juntas, a pesar de hablar lo que se comunican
silenciosamente una a otra es el sentimiento de soledad.
QUÉ ES LA ANGUSTIA

Un muchacho me hizo esa pregunta difícil de responder. Porque depende del


angustiado. Para algunos incautos, incluso es una palabra que se enorgullecen de
pronunciar como si con ella subiesen de categoría, lo que también es una forma de
angustia.
La angustia puede ser no tener esperanza en la esperanza. O conformarse sin
resignarse. O no confesarse ni ante sí mismo. O no ser lo que realmente se es y
nunca se es. La angustia puede ser el desamparo de estar vivo. Puede ser también
no tener valor para tener angustia, y la fuga es otra angustia. Pero la angustia
forma parte: lo que está vivo, por estar vivo, se contrae.
Ese mismo muchacho me preguntó: ¿no te parece que hay un vacío siniestro en
todo? Sí, lo hay. Mientras tanto esperamos que el corazón entienda.
UNA COSA LLEVA A OTRA

Estaba en la cocina tomando un café y oí a la cocinera tarareando una bella


melodía, sin palabras, una especia de cantinela extremadamente armoniosa. Le
pregunté de quién era la canción. Respondió: de nadie, es una tontería mía.
Ella no sabía que era creativa. El mundo no sabe que es creativo. Paré de tomar
café, medité: el mundo será aún mucho más creativo. El mundo no se conoce a sí
mismo. Estamos tan atrasados con relación a nosotros mismos. Incluso la palabra
creativo ya no se usará como palabra, ni siquiera se hablará de ella: simplemente
todo se creará. No es culpa nuestra –seguí con el café- si estamos miles de años
atrasados. Al pensar en <<miles de años>>, me entró casi vértigo, porque no
consigo siquiera imaginar el color que tendrá la Tierra. La posteridad existe y
aplastará nuestro presente. Y si el mundo se forma por ciclos, digamos, ¿es posible
que volvamos a las cavernas y que todo se repita de nuevo? Me duele hasta el
cuerpo al pensar que no sabré jamás cómo será el mundo dentro de miles de años.
Por otro lado, continué, estamos gateando muy deprisa. Y la tonada que la chica
cantaba dominará este mundo nuevo: se creará sin saberlo. Pero ahora estamos
secos como un higo seco que aún tiene un poco de humedad.
Mientras tanto la criada tiende la ropa en la cuerda y continúa son su melodía sin
palabras. Me baño en ella. La criada es delgada y morena, y en ella se aloja un
<<yo>>. Un cuerpo separado de los otros, ¿a eso se llama un <<yo>>? Es extraño
tener un cuerpo en el que alojarse, un cuerpo por donde la sangre mojada corre sin
parar, donde la boca sabe cantar y los ojos habrán llorado tantas veces. Ella es un
<<yo>>.
¿QUÉ ES QUÉ?

Si recibo un regalo hecho con cariño por alguien a quien no quiero, ¿cómo se llama
lo que siento? Alguien a quien ya no queremos y que ya no nos quiere, ¿cómo se
llama esa pena y ese rencor? Estar ocupado y de repente parar al haber sido
asaltado por una ociosidad beata, milagrosa, sonriente e idiota, ¿cómo se llama lo
que se ha sentido? La única manera de llamarlo es preguntando: ¿cómo se llama?
Hasta hoy sólo he conseguido nombrarlo con esa misma pregunta. ¿Cuál es el
nombre? Y éste es el nombre.
POR DISCRECIÓN

Dios le dio innumerables dones que él no usó ni desarrolló por temor a ser un
hombre completo y sin pudor.
DIÁLOGO DEL DESCONOCIDO

-¿Puedo decirlo todo?


-Sí, puedes.
-¿Me entenderías?
-Sí, te entendería. Yo sé muy poco. Pero tengo a mi favor todo lo que no sé y –por
ser un campo virgen- estoy libre de prejuicios. Todo lo que no sé es mi parte más
grande y mejor: es mi amplitud. Con ella lo comprenderé todo.
Todo lo que no sé constituye mi verdad.
DIVAGANDO SOBRE TONTERÍAS

Después de esporádicas y perplejas meditaciones sobre el cosmos he llegado a


varias conclusiones obvias (lo obvio es muy importante: garantiza cierta
veracidad). En primer lugar concluí que existe el infinito, es decir que el infinito no
es una abstracción matemática, sino algo que existe. Estamos tan lejos de
comprender el mundo que nuestra cabeza no consigue razonar más que a base de
finitos. Después se me ocurrió que si el cosmos fuese finito yo tendría otra vez un
problema entre manos, porque después de lo finito, ¿qué empezaría? Después
llegué a esa conclusión tan humilde y mía que Dios es el infinito. En esas
divagaciones mías también me di cuenta de lo poco que sabía, y eso me dio una
alegría: la de la esperanza. Me explico: lo poco que sé no llega para comprender la
vida, entonces la explicación está en lo que desconozco y en que tengo la esperanza
de llegar a saber un poco más.
La belleza del infinito es que no existe siquiera un adjetivo para definirlo. Él es,
sólo eso: es. Nos unimos al infinito a través del subconsciente. Nuestro
subconsciente es infinito.
El infinito no aplasta, porque con relación a él no se puede ni siquiera hablar de
<<grandeza>> o de <<inconmensurabilidad>>. Lo que se puede hacer es adherirse
al infinito. Sé qué es el absoluto porque existo y soy relativa. Mi ignorancia es
realmente mi esperanza: no sé adjetivar. Así es más seguro. La adjetivación es una
cualidad, y el subconsciente, como el infinito, no tiene cualidades ni cantidades. Yo
respiro el infinito. Mirando al cielo, siento vértigo de mí misma.
El absoluto es de una belleza indescriptible e inimaginable por la mente humana.
Nosotros aspiramos a esa belleza. El sentimiento de belleza es nuestro eslabón con
el infinito. Es la forma en que nos podemos unir a él. Hay momentos, aunque son
raros, en los que la existencia del infinito está tan presente que nos entra una
sensación de vértigo. El infinito es un llegar-a-ser. Es siempre el presente,
indivisible por el tiempo. El infinito es el tiempo. El espacio y el tiempo son lo
mismo. Qué pena que yo no entienda de física y de matemáticas para poder, en esta
gratuita divagación mía, pensar mejor y tener el vocabulario adecuado para
transmitir lo que siento.
Me asombra nuestra fertilidad: el hombre ha llegado con los siglos a dividir el
tiempo en estaciones del año. Ha llegado incluso a intentar dividir el infinito en
días, meses, años, porque el infinito puede agobiar mucho y oprimir el corazón. Y,
ante la angustia, traemos el infinito hasta el ámbito de nuestra conciencia y lo
organizamos en forma humana simplificada. Sin esa forma o cualquier otra de
organización, nuestro consciente sería un vértigo peligroso como la locura. Al
mismo tiempo, para la mente humana, la eternidad del infinito es una fuente de
placer: nosotros, sin entenderlo, comprendemos. Y, sin entender, vivimos. Nuestra
vida es sólo una forma de infinito. O mejor: el infinito no tiene formas. ¿Cuál es la
forma más adecuada para que el consciente se apropie del infinito? Porque el
subconsciente, como ya he dicho, lo admite por la simple razón de que también lo
es. ¿Entenderíamos mejor el infinito si dibujásemos un círculo? Me equivoco. El
círculo es una forma perfecta pero que pertenece a nuestra mente humana,
limitada por su propia naturaleza. Porque en realidad, incluso el círculo sería un
adjetivo inútil para el infinito. Uno de nuestros equívocos naturales es pensar que,
a partir de nosotros, está el infinito. No conseguimos pensar en <<existo>> sin
tomar como punto de partida <<nosotros>>.
A decir verdad, ya me he perdido y no sé de qué estoy hablando. Bueno, tengo más
cosas que hacer que escribir tonterías sobe el infinito. Es, por ejemplo, la hora de la
comida y la criada dice que ya está servida. Es hora de parar.

Estado de gracia (fragmento).mp3


FRAGMENTO

Ahora conozco ese gran miedo de estar viva, de tener como único amparo
justamente el desamparo de estar viva. De ese estar viva –sentí- tendré que hacer
mi motivo y mi tema. Con delicada curiosidad, atenta al hambre y a la propia
atención, empecé entonces a comer delicadamente viva los pedazos de pan.
LA ALEGRÍA MANSA (fragmento)

Pues la hora oscura, tal vez la más oscura, en pleno día, precedió a eso que ni
siquiera quiero intentar definir. En pleno día era de noche, y eso que no quiero aún
intentar definir es una luz tranquila dentro de mí, y a ésta la llamarían alegría,
alegría mansa. Estoy un poco desconcertada, como si me hubiesen sacado el
corazón y en su lugar estuviese ahora la súbita ausencia, una ausencia casi
palpable de lo que antes era un órgano bañado de la oscuridad diurna del dolor. No
siento nada. Pero es de lo contrario de un entumecimiento. Es una manera más
leve y más silenciosa de existir.
Pero también estoy inquieta. Estaba organizada para consolarme de la angustia y
del dolor. Pero ¿cómo me consuelo de esta simple y tranquila alegría? Es que no
estoy acostumbrada a no necesitar consuelo. La palabra consuelo apareció sin
sentirlo y no me di cuenta, y cuando fui a buscarla ya se había transformado en
carne y espíritu, ya no existía como pensamiento.
Entonces me acerco a la ventana, está lloviendo mucho. Por costumbre estoy
buscando en la lluvia una alegría tan grande que se vuelva afilada, y que me ponga
en contacto con una intensidad que se parezca a la intensidad del dolor. Pero la
busca es inútil. Me asomo a la ventana y sólo pasa esto: veo con los ojos
benevolentes la lluvia, y la lluvia me ve de acuerdo conmigo misma. Estamos
ocupadas ambas en fluir. ¿Cuánto me durará este estado? Noto que, con esta
pregunta, estoy palpando mi pulso para sentir dónde estará el latir dolorido de
antes. Y veo que no está el latido del dolor. Sólo esto: llueve y estoy viendo la lluvia.
Qué simplicidad. Nunca pensé que el mundo y yo llegáramos a este punto de trigo.
La lluvia no cae porque me necesite, y yo no miro la lluvia porque la necesite. Pero
estamos tan juntas como el agua de la lluvia está ligada a la lluvia. Y yo no estoy
agradeciendo nada. Si no hubiese tomado, desde que nací, involuntariamente y a la
fuerza, el camino que tomé, habría sido siempre lo que realmente soy: una
campesina que está en un campo donde llueve. Ni siquiera estoy dando las gracias
a Dios o a la naturaleza. La lluvia tampoco agradece nada. No soy una cosa que
agradece haberse transformado en otra. Soy una mujer, soy una persona, soy una
atención, soy un cuerpo mirando por la ventana. Así como la lluvia no está
agradecida por no ser una piedra. Ella es una lluvia. Tal vez sea esto lo que se
podría llamar estar vivo. Nada más que esto, pero esto: vivo. Y sólo vivo es una
alegría mansa.
IR CONTRA LA MAREA

Toda mi vida he luchado contra la tendencia la divagación, sin dejar nunca que me
llevase hacia aguas profundas. Pero el esfuerzo de nadar contra la dulce corriente
me quita parte de mi fuerza vital. Y si, luchando contra la divagación, gano en el
campo de la acción, pierdo interiormente una cosa muy dulce y que nada sustituye.
Pero un día me dejaré ir, sin que me importe adónde me llevará ese ir.
CUADERNO DE NOTAS

<<Todos los que han hecho grandes cosas las han hecho para salir de una
dificultad, de un callejón sin salida. >> Traduzco esto del francés, una frase
encontrada en un cuaderno de notas antiguo. Pero, ¿quién escribió esto? ¿Cuándo?
No importa, es una verdad vital y muchos podrían haberla escrito.
UNA PREGUNTA

¿Gastar la vida es usarla o no usarla? ¿Qué es lo que quiero saber exactamente?


LA PERFECCIÓN

Lo que me tranquiliza es saber que todo lo que existe, existe con una precisión
absoluta. Lo que es del tamaño de una cabeza de alfiler no desborda ni una fracción
de milímetro más allá del tamaño de una cabeza de alfiler. Todo lo que existe tiene
una gran exactitud. La pena es que la mayor parte de lo que existe con esa
exactitud es técnicamente invisible para nosotros. A pesar de que la verdad es
exacta y clara en sí misma, cuando llega hasta nosotros se vuelve vaga porque es
técnicamente invisible. Lo bueno es que la verdad nos llega como un sentido
secreto de las cosas. Acabamos por adivinar, confusos, la perfección.
SÓLO COMO PROCESO

Juzgar de acuerdo al bien y el mal es la única forma de vivir. Pero no hay que
olvidar que sólo se trata de una receta y de un proceso. Hay que intentar no
perderse en la verdad, esto no tiene ni bien ni mal.
SEGUIR LA FUERZA MAYOR

Es determinismo, sí. Pero sólo siguiendo ese mismo determinismo se es libre. La


prisión sería seguir un destino que no fuese el propio. Hay una gran libertad en
tener un destino. Éste es nuestro libre albedrío.
UNA REVUELTA

Cuando el amor es demasiado grande se vuelve inútil: ya no es aplicable, y ni


siquiera la persona amada tiene la capacidad de recibir tanto. Me quedo perpleja
como un niño al notar que incluso en el amor hay que tener sentido común y
sentido de la medida. Ah, la vida de los sentimientos es extremadamente burguesa.
ENTREGARSE POR FIN

El placer es abrir las manos y dejar correr sin avaricia el vacío-pleno que se estaba
aferrando encarnizadamente. Y de repente el sobresalto: ¡ah, he abierto las manos
y el corazón y no he perdido nada! Y el susto: ¡despierta, porque existe el peligro de
que el corazón esté libre!
Hasta que se comprende que en ese dilatarse se encuentra el placer mucho más
peligroso de ser. Pero viene una seguridad extraña: siempre habrá algo que gastar.
No hay que ser, pues, avaro con ese vacío-pleno: hay que gastarlo.
VIVIR

Él tuvo la sensación de ser. No podría explicarlo, de tan profundo, nítido y amplio


como era. La sensación de ser era una visión aguda, tranquila e instantánea de ser
el representante de la vida y de la muerte. Entonces no quiso dormirse, para no
perder la sensación de la vida.

CLARIES LISPECTOR

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