CS09 Historia Del Caliche 1930 PDF

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CARLOS OLIVER SCHNEIDER

Pro/eso1· de Geologla y Mfaeralogla


en la
Escuela de lngenim·ia Qulmioa Industrial

EL CALICHE YSU HISTORIA

Conferencia dada en el acto organizado por la


Universidad de Concepción y la Sociedad
Agrícola del Sur en conmemoración del
Centenario del Salitre celebrado en el
Teatro Rialto el 21 de Julio.

FACULTAD DE TECBOLOGIA
UNIVERSIDAD DE CONCEPCION
Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
1eao
j

Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.


EL CALICHE Y SU HISTORIA

Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.


Imp1•eso en los
If::.i:-7allere, Gra(l.s, de "El Sm·"
Concepción. Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
CARLOS OLIVER SCHNEIDER
Profe&or <le Geologfa y Mineralogla
en la
E&cuela de lngenie1·la Qufmioa lndtt&trial

EL CALICHE YSU HISTORIA.

Conferencia dada en el acto organizado por la


U nlversidad de Concepción y la Sociedad
Agrioola del Sur en conmemoración del
Centenario del Salitre celebrado en el
Teatro Rlalto el 21 de Julio.

Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.


Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.


Señor intendente,
señoras y señores:
El centenario del día en que el Salitre pasó a
ser una fuente de riqueza, a influir en el .concierto
económico de las naciones, no podía ni debía cons-
tituir una fecha indiferente para esta nuestra Uni-
versidad de Concepción que, desde los primeros
momentos de su gestación, habría de encaminar su
acción, orientando su labor en el campo educacio-
nal hacia la preparáción de la juventud chilena, en
el mejor aprovechamiento de las riquezas naturales
del país.
Es por eso, pues, que su Facultad de Tecno-
logía, la que prepara a los alumnos que han ido, y
que han de ir a convertir en acción las más bellas
ideas de nacionalismo práctico, la que ha formado
la primera pléyade de técnicos industriales univer-
sitarios, que aun fue_ra de las fronterás de la patria,
demuestran cuanto valen en la ruda jornada diaria,

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Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.


y que aun, en la misma pampa salitrera, han halla-
do un campo extenso y amplio para sus activida-
des. Es por eso, digo, que ha organizado este acto
comemorativo de aquel día 2 1 de Julio de 1830, en
que el salitre dejó de ser un producto duro en un
campo yermo, para ir por el Mundo, no sé por qué
·-rara, no sé por qué mágica paradoja, sembrando
fertilidad y llevando lozanía.
Dichas estas breves palabras explicativas de la
adhesión de nuestra Universidad, a este centenario
que hoy conmemora todo el país, debo entrar al
desarrollo de mi tema, cual es: El Caliche y su
historia.

***

No es para todos desconocido el término con


que el pueblo del norte del país conoce el salitre
bruto, tal cual yace, en su estado natural: Caliche.
Su nombre tiene una extrafia significación en
el idioma indígena, tan rara que he llegado a
pensar que bien puede ser significativa de la
exuberante imaginación de algún sofiador tocador
de la quena, que en una tarde la haya imaginado,
mientras arrancaba lastimeras melodías a su primi-
tivo instrumento.
Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
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Cali significa único y che, es hombre, ser,
gente, grupo.
Qué bien interpreta esto, en la caldeada y
desierta pampa, la vieja tradición del único hombre,
del único indígena, que tras afanosas peripecias
regresó de la pampa, donde se habían perdido todos
su compañeros, regresó, digo, para contar aquel
descubrimiento de árida tierra que ardía.

Caliche. El Unico
Cuenta la tradición, y ésta, que voy a re~erir,
a grandes rasgos, es una de las muchas que por
allá, en el norte, se refieren. Un grupo de esforza-
dos indígenas, perdidos en la inmensidad de la
pamr,a del Tamarugal, se agruparon una noche,
junto a una p·equefía fogata, que hicieron con jari-
11a, de la que felizmente iban provistos.

El calor del fuego iba a protegerlos en aquella


gélida noche, que es siempre bastante cruda en la
pampa, como corresponde a los climas de los
desiertos.
Es fácil figurarse el grupo en la penumbra,
arrebujados en sus mantas listádas, de colores vivos
y de urdimbres tiesas. Los rostros cabizbajos,
musitando, mejor que diciendo, a grandes interva-

Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. -5-


los, una que otra palabra. Tal es la posición típica
de aquel1a gente primitiva, en cualquier tiempo y
en cualquier siglo.
El fuego qu~ ardía rojo, devorando la jarilla, se
fué tornando amariWo, amarillo pardo y las llamas
comenzaron a crepitar. A cada instante detonaban
más fuerte ¿Qué espíritu maligno contendría el
fuego?
No vamós a entrar en largas disquisiciones
para explicar todo el proceso de lo que pasó por
la mente de aquel1a gen~ primitiva. Bástenos saber
que ellas vieron a Ja tierra, al suelo, a los trozos de
aquella tierra áspera y parda de ]a superficie, cre-
pitar, estallar, arder. La tierra que ardía.
Esa fué la observación curiosa que determinó
llevar un trozo de aquella tierra, como singular
primicia a la lejana puebla. El portentoso descubri-
miento del único hombre que salvó de las penurias
del desierto. Caliche.

***
¿Qué ~s Caliche?
Es ésta una pregunta que la ciencia puede
contestar con exactitud, con precisa exactitud y lujo
de detalles.

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Es un nitrato de sodio que se encue!'}tra en
masas cristalinas e incoloras, blancas, grises o par-
das, de brillo vítreo y de un sabor fresco y a1ca1i·
no. E~, además, delicuescente,.

. Se le encuentra mezclado con yeso, con arci·
Ilas, con varias cJases de sodio y magnesio, sean
ellos cloruros, yodatos, nitratos y sulfatos.
Este mineral, así determinado, se encuentra
cubriendo una vasta extensión de territorio de la
República, casi dos provincias enteras, Tarapacá y
Antofagasta.
Sus yacimientos corresponden a dos tipos
morfológicos distintos y bien determinados.
Uno de ellos es el que está al norte del Río
Loa, o sea las salitreras de Tarapacá.
Forman a)Jí los yacimientos enormes fajas que
corren paralelas a la Cordillera de la Costa, ocu-
pando su ladera oriental_ y cubriendo alturas de
cincuenta a cien metros sobre el fondo de la pampa.
Al sur, en Antofagasta y Taita], 1a repartición
del salitre es distinta.
Los depósitos ocupan las quebradas interiores
de la Cordillera de la Costa y las depresiones del
terreno, llegando a grandes alturas.

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En la zona de Paposo alcanzan a dos mil me-
tros de altura. En el Cerro de La Peineta, en las
cercanías de Taita], a dos mil doscientos ochenta
metros, en Morros Blancos a una altura igual.
Así podemos decir que al norte del Loa hay
una dete~minada homogeneidad en la distribución
del caliche y que al sur de este río, su distribución
es completamente caprichosa y tanto se le halla en
el relleno del fondo de una quebrada, como en la
cumbre de un cerro elevado; está en la Cordillera
de la Costa, como en la Cordillera de los Andes,
como sucede con los yacimientos de la Maricunga
y los del Cerro del Azufre y del Toro.
Esta repartición caprichosa, que he ido recal-
cando, tiene una gran importancia como veremos
más tarde.
Formarán el eterno signo interrogativo frente
a todas las t.eorías que traten de explicar el origen
de las calicheras.

* 11

*
'
Hace un momento, al preguntarme, a no1nbre
de ustedes, señoras y señores, qué cosa era el cali-
che, decía que la ciencia podía contestar con exac-

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titud precisa, matemática, su naturaleza mineraló-
gica, química, física.
El Caliche no es hoy día un secreto para nadie,
pero s,i ahora me preguntáis, con justa razón, con
toda lógica, por qué el caliche está allí, por qué
el caliche está allí oubriendo una vasta zona del
territorio de la República.
¿ Por qué está allí y no t n otra parte? ¿ Por
qué se formó el caliche?
Entonces ya no podré contestaros, no podré
hablaros con ]a seguridad que se requiere y con
que hasta ahora os he estado hablando.
Tenemos que apartarnos de los hechos incon-
trovertibles y entrar al campo de las especulacio-
nes científicas.
¿Cuál es el origen del Caliche?
Seis teorías bien dt;terminadas, revestidas de
toda seriedad, de mucho y muy sólido fundamento,
tratan de dar respuesta a esta pregunta.
Cada una tiene su fondo de observación prác-
tica, su deducción bien razonada, pero la enorme
variedad de los yacimiemtos le pone a cada una
una interrogación, una pregunta, u'na objeción, a
que aún la ciencia no ha podido contestar.

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Estas seis teorías importantes, científicas y digo
científicas porque hay muchas que no lo son, las
voy a enumerar en el siguiente orden~
La Teoría de las algas.
La Teoría del guano.
La Teoría volcánica.
La Teoría atmosférica.
La Teoría eléctrica.
La Teoría de los microbios nitrificantes.
Pasemos, ya que estamos haciendo la historia
geológica del caliche, una revist.1 rápida, somera, a
estas seis teorías.
Declaro, en forma categórica, que no creo pru-
dente abanderizarme a ninguna de e11as. Vosotros
podéis, si así fuere vuestro parecer, acogeros a
cualq~iera de ellas. Todas, aunque tienen mucho
fundamento científico, no satisfacen enteramente el
problema sobre el origen del salitre.
La primera teoría a que me he referido es la
de Noellner y de Sieveking, o sea la teoría de las
algas.
Esta teoría supone, que en épocas pasadas, la
pampa salitrera estuvo cubierta por el mar y en sus
ensenadas se acumularon tan grandes cantidades

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de algas, que cuando estas ensenadas fueron cerra-
das por una barra natural y convertidas en lagunas
de agua salada, que hubieron de desecarse por
evaporación; las algas tuvieron que entrar en
putrefacción, originando amoníaco, el que, al actuar,
sobré el cloruro de sodio y el carbonato de calcio que
había quedado de las aguas, hubo de dar origen
al ~alitre.
Estas teorías nos explican también, por qué
hay yodo en el caliche y eso le da ur, aspecto
aceptable, aunque," al mira~ las cosas con mayor
atención, podíamos decir, relativamente aceptable.
;

Surgen dos formidables interrogantes; es sabi-


do que las algas tienen en cantidad mayor que
yodo, bromo y ácido fosfórico. ¿Qué se hicieron el
bromo y el ácido fosfórico?
Y surge también, con toda la fortaleza de su
imponente mole andina, el cerro de la Maricunga,
con sus cuatro mil metros, para preguntar qué mar
lo cubrió, que no ha dejado sedimento alguno que
lo demuestre.

Tenemos en seguida la teoría que se ha dado


en llamar del guano y que tuvq por campeón al
sabio Ochsenius.

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También supone ella la formación de grandes
lagunas 'de agua salada, que -por desecación se
trailsformaron en grandes salares. El voJcanismo,
~uy activo en esa época, al producir fuertes
emanaciones de ácido carbónico, transformó una
parte del cloruro de sodio en carbonato. Desde los
depósitos de guano en la costa, el viento llevó
partículas de guano, donde el carbonato reaccionó
con los nitratos formados por el guano, dando
origen al nitrato de sodio.
Aunque sea todo esto un poco traído de los
cabellos, como usualmente se dice, surg.en aquí las
dos mismas interrogantes de la teoría anterior.
¿Qué se hizo el ácido fosfórico del guano? ¿Y
las salitreras de las tierras altas? ¿Cómo recibieron
el sodio y el guano?

La teoría que sindica al caliche, como de origen


volcánico, que es muy extensa de explicar, la voy
a resumir en farma sintética.
Ella trata de hacer proceder el caliche de las
exhalaciones de los volcanes de la alta cordillera,
de la acción radioactiva de las cenizas volcánicas y
de las sales amoniacHles que encierran las rocas
volcánicas de la era secundaria.

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-~
Viene, en seguida, otra teoría mu acelJlcRll,C
la enunciada por Pis sis y Sundt, la ,_,> ,.origen
\ l..
atmosférico de] salitre. \ ,
Fsta nos dice que en la atmósfera nun~~~
pequeñas cantidades de ácido nítrico, de ácid0 ni-
troso y de amoníaco. Las rocas feldespáticas se irían
descomponiendo por la acción del ácido carbónico,
lo que en realidád sucede, formando carbonato de
sodio, que debido a la acción de las substancias
nitrogenadas de la atmósfera se convertiría en
nitrato de sodio. Esta acción sería acelerada por
las fuertes neblinas de las ·salitreras, las camancha-
cas, que contribuyen en alto grado a condensar
el ácido nítrico y el amoníaco.
Debo explicar también, en forma breve, la
teoría de origen atrnosférico, la fonnulada en 1916,
por Miller y S~ngewald, teoría que tiene muchos
partidarios en los técnicos de la pampa, t:s ]a teoría
que dice que en las salitreras chilenas se producen
en cantid~.des anormales, substancias nitrogenadas,
a causa de una tensión eléctrica, muy grande, exis-
tente en esa r€gión y que supone que los nitratos
se han formado por oxidación del nitrógeno del
aire, debido a una fuerte tensión electroestática que
acompaña. lo que está aprobado en forma experi-
mental, a las frecuentes neblinas de la costa.
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Y finalmente, debo referirn1e a la teoría de los
rnicrobios nitrificantes, la teoría que han sostenido
Muntz, Plageman, Headden, la teoría que supone
que haya habido una vegetación andina exuberar;ite
en la región de Bolivia y norte de Chile, que
permitió la vida, en sus raíces, de microbios fijado-
res de nitratos.
Tales son', en fonna muy sintética, casi diría,
si a ello se ajustara mejor mi exposición de estas
teorías, esquen1ática; las distintas teorías que éxpli-
can el origen y la historia geológica del caliche.
Tenemos, pués, todavía envuelta en la penum-
bra de las teorías y de las hip0tesis, lo que pode-
mos llamar la historia endógena del caliche.

***
Echemos, pues, ahora, una breve mirada a
la hist~ria exógena, a lo que tiene relación con
nosotros, a la historia de ese descubrimiento que
ha creado uná industria, que ha tenido sus dramas,
que ha tenido sus héroes. Esta historia a que nada
le falta para tener el carácter epicó de las grandes
historias.
Sea simplemente un pequeño vistazo a esta
historia del salitre, el que hagamos ahora, ya que
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me he extendido demasiado, un pequeño vistazo a
los principios de esta historia del salitre, que es una
verdadera epopeya industrial.
Los incas conocieron la bondad fertilizante del
caliche, no hay· en e1lo duda alguna, porque así lo
ha sugerido Prescott y más de uno lo ha repetido,
afirmándolo, en el último tiempo.
La primera descripción del salitre fué dada en
J 7 7 6, tn el J ournal de Phisique, de París, por el

naturalista francés José Dom bey, que andaba por


estos países recogiendo objetos de historia natural.
Pero el primer ensayo de aprovechamiento
industrial del caliche, según noticias que publicó la
"Minerva Peruana" y que conozco transcritas en
"El Correo del Comercio", periódico publicado en
Buenos Aires, por Manuel Belgrano, en su número
del I o de Marzo de 181 o, tiene un cierto sabor he-
roico. Hay en ello mucho de hazafia, mucho de
empuje sobrehumano, mucho de lo que se ha con-
venido en llamar heroico.
Bastante se había hablado en el Perú colonial,
del caliche, pero nada preciso se sabía, hasta que
dos hombres que adquieren la categoría de pioners
de esta industria, don Sebastián de U garriza y don
Matías de la Fuente, tomaron muestras del mineral

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de caliche y se dieron a buscar un entendido que ]es
explieara su naturaleza y su aprovechamiento, que
era, al fin de cuentas, aquello que les palpitaba
debía constituir una gran riqueza.
Diez años de trajines, entre químicos, ensaya-
dores y boticarios, o sea entre todos aquellos hom-
bres capaces de manejar pelícanos y m,traces, por
todo el vasto reino del Perú, ya les iba a hacer
desmayar, cuando se les dijo que un sabio bohemio,
Tadeo Haencke, naturalista de Su Majestad el Rey
de España, andaba por ]a ciudad de Cochabamba
y que era tan grande su sabiduría que talvez podría
i]ustrarlos en eso que al caliche se refiere.
Allá se fueron U g-arriza y de Ja Fuente, con
tan mala suerte que a su arribo a Cochabamba, les
dieron la mala noticia de que el ansiado Haencke
se había dirigido a la Sierra de Santa Cruz de Eli-
cona, región donde la selva era intrincada. Allá lo
siguieron los dos valerosos y futuros industriales.
Y allá, en medio de la naturaleza, a 1nuchas leguas
de su yacimiento, Haencke determinó el caliche y
con una generosidad y un conocimiento poco común
'·dió, dice la vieja crónica, en el acto, las reglas
químicas para la separación del alca1í mineral
reduciéndolo a su excelente nitro prismático y ense-
ñó el beneficio teórico y práctico".
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Esta fué la primera iniciativa, el esfuerzo pri-
mero para el aprovechamiento industrial del caliche.
Ahora veamos cómo nuestra provincia de
Concepción, que muy lt-jos está de la zona salitre-
ra, tuvo su acción en esa primera jornada. Ese don
Matías de la Fuente, que era un opulento industrial
de Lima, obtuvo del Rey de España el privilegio
de elaborar nitrato de sodio y de nitrato de potasio,
para lo cual formó una empresa que con el nombre
de Compañía del Perú, se estableció en Talca-
huano en 181 5; empresa a la que estaban asocia-
dos Calixto y Antonio Gutiérrez de la Fuente y
Ramón Castilla, el personaje que más tarde fu€ra
Mariscal y Presiden te del Perú.
Aunque sea fuf-'ra de lugar, vale decir, que
ese esforzado industrial don Matías Gutiérrez de la
Fuente, ha sido el tronco de una larga generación
de penquistas, que llega hasta nuestros días y que
se ha distinguido siempre por su esfuerzo en el
campo de la industria.
Tales son los comienzos de esta industria que
ha alcanzado proporciones numdiales, industriá a la
cual, como dije anteriormente, nada le ha faltado
para considerarla como una de las epopeyas indus-
triales del orbe.

Universidad de Tarapacá, Arica, Chile. - 17 ---


Sus héroes: Ugarriza, de la Fuente, José San-
tos Ossa, Barrenechea, Diego de Almeyda y Daniel
Oliva, campeones del esfuerzo inteligeHte y del
progreso, merecen ser señalados sonoramente, co-
mo ejemplo para nuestras generaciones y para las
generaciones futuras, que han de pelear en las bra-
vas y duras luchas, que han de hacer a Chile gran-
de, en el concierto industrial de las naciones.
Es por eso, también, señoras y señores, que
nuestra Facultad de Teonología, conciente de la
responsabilidad que tiene en ]a educación de los
futuros jefes de la industria nacional s~ ha adherido
a la conn1emoraci6n de este día.
He dicho.

-18 - Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.


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Impreao en loa
Ex-TaUere, Gr,1:flcoa de "El 81.w"
ConcepciOn.

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