Enfoques de La Geografía
Enfoques de La Geografía
Enfoques de La Geografía
En el itinerario de la ciencia geográfica se observa que los enfoques no surgen para luego
desaparecer, sino que -con mayor o menor protagonismo- logran convivir con las restantes
perspectivas tradicionales y con las más recientes. Incluso, algunos enfoques adoptan un estado
semejante a la hibernación en ciertas etapas y, luego, despiertan y logran recuperar fuerzas, a
veces cambiando su denominación, pero manteniendo su esencia. Para darle una designación
adecuada a la dinámica propia que caracteriza a la geografía, al menos desde fines del siglo XIX
hasta el presente, debería hablarse de una “coexistencia de gravitaciones relativas de distintos
enfoques”.
El fin de la segunda contienda mundial, en 1945, permitió ver la caótica realidad de muchos
espacios geográficos afectados y las propias limitaciones de los enfoques geográficos vigentes por
entonces. Países devastados, economías quebradas, campos improductivos, ciudades diezmadas,
servicios interrumpidos, ambientes deteriorados, poblaciones hambrientas, falta de trabajo y de
viviendas, problemas de comunicación y, por tanto, de provisión -debido al bombardeo sobre rutas,
puentes, puertos y aeropuertos- era el panorama exhibido en gran parte de Europa, con inevitables
implicancias en todo el mundo. Los enfoques geográficos más encumbrados hasta allí habían sido
la geografía general y la geografía regional (esta última logró jerarquizarse y ejercer fuerte
influencia durante los años transcurridos del siglo XX), pero ninguna de ellas estaba en
condiciones de brindar las soluciones que reclamaba el momento histórico. La fragmentación de la
primera y la debilidad teórica y, por qué no, metodológica de la segunda las colocaron a inferior
altura de la que exigían las circunstancias.
La geografía sistémica tuvo como contexto a la Teoría General de Sistemas enunciada por Ludwig von
Bertalanffy a fines de los ´60, la cual logró afianzarse en los años ´70 en las ciencias naturales y exactas,
aunque encontramos antecedentes de esta teoría en Hans Reichenbach, quien integraba el Grupo de Berlín
(confesamente neopositivista). En las ciencias sociales y, particularmente, en la geografía llegó más
tardíamente logrando una importante aceptación en las ramas física, ambiental y, más someramente, en
geografía humana.
Paradigmas y enfoques
El concepto de paradigma ya ha sido expuesto en párrafos anteriores y da idea de teorías,
doctrinas o enunciados filosóficos que representan un contexto, una visión del mundo y una
referencia (una brújula) para orientar la actividad científica. Por tanto, un paradigma trasciende a
una disciplina, se dimensiona social y culturalmente e influye en una parte o en la totalidad de los
campos científicos. Sin embargo, un enfoque (también puede aparecer en la literatura con los
nombres de perspectiva, óptica, tendencia, corriente, pedestal o escuela) se conforma en el interior
de una disciplina, generalmente como respuesta, asimilación o adecuación a una influencia
paradigmática. Esta influencia puede ser prolongada, breve u ofrecer altibajos según la surgencia o
resurgencia de otro/s paradigma/s. En este sentido, un paradigma representa una mirada distinta,
brinda atención y resolución a cuestiones preocupantes científica y socialmente, a la vez que
propone, instala o recupera temáticas de investigación atractivas y desafiantes para la comunidad
científica.
En la Edad Antigua (griegos) surgieron varios paradigmas, algunos impulsados por filósofos o
pensadores que llegaron a constituir verdaderas escuelas, con discípulos y seguidores. Por
ejemplo, el paradigma idealista de Platón (Atenas), el geocéntrico de Ptolomeo (Alejandría), el
empirista de Aristóteles (Atenas) y Eratóstenes (Alejandría) y el algorítmico o numerológico de
Pitágoras (primero en la isla de Samos en Asia Menor y, luego, en la Magna Grecia situada en el
Sur de Italia). No había enfoques muy definidos, pues no existían fronteras visibles entre las
disciplinas; se podría hablar de un enfoque enciclopédico o multitemático, aunque es posible
reconocer allí las improntas de la geografía regional en Heródoto y Estrabón o de la geografía
ambiental en Ptolomeo y Estrabón. Este último, con su obra “Geografía” coronó el rigor descriptivo
que caracterizó a este campo del saber durante mucho.
En la Edad Media se puede hablar de una cosmovisión o paradigma teocéntrico en Europa
católica, que dio paso a un enfoque literario o artístico-religioso en el abordaje del espacio
geográfico (mezcla de realidad con fantasía, género imaginativo), a diferencia de los árabes (Al
Idrisi, Batuta y Jaldún), que se apoyaban en los viejos paradigmas recuperados de los griegos y les
sumaron innovaciones (productos de sus viajes, cálculos y mapas), por lo que podría tratarse de
un enfoque exploratorio de carácter descriptivo.
La geografía general (enfoque que atravesó la Edad Moderna y Contemporánea), se sustentaba en
el paradigma antropocéntrico (en contraposición al teocéntrico), con fuerte tenor nacionalista-
colonialista. Más tarde, ya avanzada la Edad Contemporánea (siglo XIX), la geografía general se
ató al paradigma positivista y a las doctrinas naturalista, evolucionista y determinista que se
ensamblaban en él. Aún Ratzel, el gran defensor e impulsor de la geografía humana, estuvo
marcado por esas concepciones.
La geografía regional (perspectiva que tomó forma hacia 1880, es decir, en plena Edad
Contemporánea) se apoyó en el paradigma historicista y en la doctrina del posibilismo (enunciada
por el historiador francés Lucien Febvre, inspirado en el “anti-determinismo ambiental” expuesto
por Vidal de la Blache). De esa manera, el enfoque regional se despegó del determinismo y de la
generalización (camino nomotético), para concebir al espacio desde una visión idiográfica como
unidad geográfica diferenciada resultante de procesos históricos.
Como se ha visto, desde mediados del siglo XIX han sido dos los grandes paradigmas que ejercieron
influencia sobre la geografía: a) el positivismo (enunciado por Comte), que a mediados del siglo XX mostró
algunas innovaciones y se lo reconoce como neopositivismo; b) el historicismo (sintetizado por Dilthey), que
vino a ser un punto intermedio entre el positivismo y el idealismo, concibiendo que lo que se aprecia en la
sociedad y en el espacio es resultado del devenir histórico.
A partir de la segunda mitad del siglo XX ha proliferado una gran cantidad de teorías, modelos y
marcos conceptuales que podrían –en líneas generales- agruparse dentro de uno u otro
paradigma, a los que se podrían denominar:
a) Positivista-Neopositivista: el positivismo como doctrina filosófica sostiene que la razón y la
ciencia constituyen las únicas guías de la humanidad para lograr el orden social, excluyendo los
argumentos teológicos y metafísicos. La observación empírica es el camino para identificar y
explicar el comportamiento de los hechos, apuntando a la formulación de leyes y aplicando un solo
método para todas las ciencias. A mediados del siglo XX, gracias a los aportes de los miembros del
Círculo de Viena y del Grupo de Berlín, esta doctrina se renovó en ciertos aspectos y se la
reconoció como neopositivismo: dejó de ser excluyente la metodología inductiva e incorporó los
procesos hipotético-deductivos, se apartó de la unicidad causal y apostó a la probabilidad, a los
efectos de que las leyes y teorías fueran más sustentables.
b) Socio-histórico: en realidad esta nominación representa un alto grado de generalización, pues se
trata de un conjunto que incluye un gran número de concepciones o paradigmas que tienen por
denominador común al hombre, a la sociedad y a la temporalidad. El historicismo vendría a ser la
doctrina pionera, pero también integrarían este grupo el posibilismo, el paradigma interpretativo
(anticipado por Dilthey al sostener que las ciencias exactas y naturales explican y las ciencias del
hombre comprenden o interpretan), el conductismo, el marxismo y las diversas teorías sociales que
han ido surgiendo, sobre todo, en las últimas décadas.
Un amplio abanico de teorías, modelos, filosofías, doctrinas e ideologías vendrían a oficiar de nexo o
interface entre los enfoques de una ciencia y el o los paradigma/s vigente/s, tal como se ejemplifica en el
cuadro que sigue. Se entiende, entonces, que el paradigma trasciende el nivel escalar de una ciencia, se
instala como contexto, como marco referencial y, por tanto, incide sobre un conjunto o la totalidad de las
ciencias. Esa influencia es direccionadora a nivel de los conceptos, planteos, problemas, temas, métodos,
técnicas y modalidades de abordar el objeto de estudio y de desarrollar los procesos investigativos. Por tal
motivo, en el interior de las ciencias influidas se produce una aceptación y adecuación a la nueva concepción
y, así, surge un nuevo enfoque que puede coexistir o, en oportunidades, tomar el liderazgo e, incluso,
opacar a los demás enfoques. Al respecto, Fernández Caso afirma: “…una de las tendencias de las ciencias
sociales actuales es reconocer y respetar la coexistencia de diferentes enfoques…” (Fernández, Caso, M. V.,
2009), en tanto, Blanco sostiene que “El concepto de espacio geográfico se presta a distintas
interpretaciones y perspectivas”. (Blanco, J.,
Enfoques No
Enfoques tradicionales
Geografía
Geografía general (enciclopedista)
Geografí
Geografía regional
Geografía cultural (P
Geografía ecológica humana
Geo de la percepción
Geografía cultural (Sauer USA 50 y 60)
Geogra
Geografía
Geografía
Geografía a