Historia y Textos de La Literatura Espanola I PDF

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J O S É M A N U E L B L E G U A

Historia y textos
de la

Literatura Española

i
OTRAS PUBLICACIONES
DKL AUTOR
DON j DAN MANUEL, Libro Infinido
edic, critica. Zaragoza, 1938.
(Agotada.)
Gramática histórica, en colabora-
ción con el profesor RAÏAEL
GASTON. Zaragoza, 1938. (Ago-
tada.)
LOPE DE VEGA, Poesía Urica, edi-
ción, prólogo y notas. Zarago-
za, 1939. (Clásicos EBRO.)
GONGORA, Poesía, selec, prólogo
y notase Zaragoza, 1940. (Clá-
sico EBRO.)
FERKAN PEREZ DE GUZMAN, Gene-
raciones y semblanzas. HER-
NANDO DE PULGAR, Claros varo-
nes de Castilla, selección, pró-
logo y notas. Zaragoza, 1940
Clásicos EBRO.)
Poesía romántica, Antología. Za-
ragoza, 1940. (Clásicos EBRO.)
GARCILASO DE LA VEGA, Poesía, se-
lección, prólogo y notas. Zara-
goza, 1941. (Clásicos EBRO.)
LOPE DE VEGA, El caballero de Ol
tnedo, edición, prólogo y notas
Zaragoza, 1941. (Agotada.) (Clá-
sicos EBRO.)
JUAN DE MENA, El laberinto de
Fortuna o Las trescientas, edi-
ción, prólogo y notas. Ma-
drid, 1943. (Clásicos castellanos,
Espasa Calpe.)
Los pájaros en la poesía españo-
la. Editorial HISPÁNICA. Madrid.
Las flores en la poesía española.
Editorial HISPÁNICA. Madrid.
LOPE DE VEGA, Peribáñez y el Co-
mendador de Ocaña. Editorial
EBRO.
Un nuevo códice gongorino, Re-
vista CASTILLA. Valladolid.
El mar en la poesía española.
Editorial HISPÁNICA. Madrid.
Cancionero de 1628, ed. de la RFB
p. DE HERRERA, Rimas inéditas,
Anejo de la R. F . E-, Madrid,
1948.
La poesía de Jorge Guillén, en
colaboración con R. Gullón.
Zaragoza, 1949.
EN PR E N S A
Poetas aragoneses del siglo XVII.
Biblioteca de. Escrutares Ara-
goneses (Zaragoza).
JOSE MANUEL BLECUA
Catedrático del Instituto «Goya» de Zaragoza

Historia y textos
de 1a

Literatura r^spañola
i

AULA

LIBRERÍA GENERAL
ZARAGOZA
1951
ES PROPIEDAD DEL AUTOR
Copyright, by
JOSÉ MANUEL BLECUA
ZARAGOZA, 1951
I N D I C E

Tags.

Prólogo 6
Primeras manifestaciones de la lengua vulgar. — La epopeya medieval. —
Caracteres de la épica española. — El Cantar de Mio Cid. — Otros can-
tares de gesta .. .. 9
El mester de clerecía. — Gonzalo de Berceo. •— Otros poemas del meater
de clerecía 24
La lírica popular. — Los cancioneros galaico-portitgueses. — Las formas cas-
tellanas. — La «Razón feita de amor» y otros poemas de origen francés.
Restos del teatro medieval 81
Alfonso el Sabio : Su figura y su obra. — a) Históricas. — b) Obras jurídi-
cas. —• c) Obras científicas. — d) Obras literarias. — Libros de influen-
cia oriental 42
El siglo xiv. — La poesía. -*~ Arcipreste de Hita. — Otros poetas 52
La prosa en el siglo xiv. — Don Juan Manuel 67
El siglo xv. -— Caracteres generales. — Los Cancioneros. -— Los grandes
poetas del Cuatrocientos : Mena, Santillana, los Manriques. — Poesía
satírica 74
Los romances viejos. — Clasificación de los romances: a) Romances histó-
ricos ; b) Romances carolingios y de ciclo bretón ; c) Romances nove-
lescos y líricos. — Publicación y estilo de los romances 93
La prosa en el siglo xv. -— Características. — La historia. — La prosa di-
dáctica.— La novela 102
Humanismo. — Nebrija. — La poesía. — La prosa. — La Celestina. — Edicio-
nes y autor. — Aigumento. — Caracteres y estilo. — Realismo, idealismo.
Euentes. — Trascendencia. — Libros de caballerías 111
El teatro. — Direcciones.—Juan del Encina. — Lucas Fernández 128
Características del Renacimiento español. — Introducción de las formas ita-
lianas. — Petrarquismo y platonismo. — La poesía : Boscán, Garcilaso de
la Vega. — Obra poética. — Temática e influencias. — Estilo. — Poetas
petrarquistas ... ... 137
Págs.
La prosa en. la época de Carlos V : Sus características.—Los hermanos
Valdés ; el erasmismo. — Fray Antonio de Guevara. — El Lazarillo y la
novela picaresca. — Las dos épocas de la picaresca. — La vida de Lazarillo
de Tormes.— Sus características y estilo.—Los historiadores 16-2
El teatro en la primera mitad del siglo xvi. — Bartolomé Torres Naharro. —
Gil Vicente. — Lirismo y paisaje. — Códice de Autos viejos 178
La época de Felipe II. — La poesía. — Fray Luis de León. — Su obra en
prosa-. — Estilo. — La poesía. — Herrera. — Temática. — Estilo. — Otros
poetas castellanos y andaluces 186
Ascética y mística. — Características. — Juan de Avila. — Fray Luis de Gra-
nada. — Obras. — Estilo. — Santa Teresa de Jesús. — Obras. — Estilo. —
San Juan de la Cruz. — Poesía y prosa. — Lirismo y estilo. — Otros
escritores ascéticos y místicos ... 206
La novela pastoril. — Orígenes. — Jorge de Montemayor. — Gaspar Gil Polo.
Éxito de la novela pastoril. — El tema morisco. —• La prosa histórica. —
Juan de Mariana 233
El teatro prelopista. — El teatro erudito. — Lope de Rueda. — Obras. — Juan
de la Cueva. — Juan de Timoneda .. 240
El barroco literario. — Culteranismo y conceptismo. — La poesía culterana.—
Don Luis de Góngora. — Obra. — Los poemas mayores. — Estilo. — Segui-
dores de Góngora. — Enemigos y defensores de Góngora 250
Grupo sevillano y aragonés. — La poesía épica de los dos siglos ... 275
Apogeo de la novela : Cervantes. — Vida. — Cervantes, poeta. — La Galatea.
Novelas ejemplares. — Don Quijote, — El Quijote de Avellaneda. — Cer-
vantes, escritor dramático. — Persiles y Sigismunda 289
La novela en el siglo xvii. — Mateo Alemán. — Vicente Espinel. — Otras
novelas picarescas. — Castillo y Solorzano. — La llamada novela cortesana.
Principales autores de este género novelesco ... 306
Qu e ved o : Vida. — Quevedo, poeta. — Quevedo, prosista. — Estilo 316
Baltasar Gracián — Teorías literarias.—Tratados morales y políticos. — El Cri-
ticón. — Ideas. — Influencia de Gracián. — Estilo. — Saavedra Fajardo. —
Historiadores ;. ... 329
El teatro nacional. — Lope de Vega. —• Obras no dramáticas. — El teatro de
L o p e : Sus características.—'Las comedias más importantes ... ,. 333
Seguidores del teatro de Lope. — Guillen de Castro. — Tirso de Molina.—
J. Ruiz de Alarcón. — Vélez de Guevara. — Mira Amescua ... 363
Características del teatro calderoniano. — Vida de Calderón. — Obras. — Los
autos sacramentales. — Rojas Zorrilla. — Agustín Moreto ... 377
PROLOGO

Estos dos volúmenes de Historia y Textos responden a una metodologia


universal ya en lu enseñanza de las literaturas maternas : metodología que
se reduce a algo tan simple como leer y comentar. Continúan así el criterio
seguido en los manuales de los cursos anteriores. Siempre será más eficaz
la lectura comentada de las Coplas de Jorge Manrique, los análisis orales
y escritos, que el brillante recitado de las páginas del mejor manual, por
muy excelente que sea. La impresión viva y palpitante de una lectura, la
observación del estilo, los caracteres y las ideas son mucho más formativos
que el simple recitado memorístico. Y urge devolver cuanto antes a nuestra
asignatura su carácter formativo y abandonar de una vez métodos deste-
rrados de la enseñanza desde hace muchos años. (Baste recordar, por
ejemplo, que el Ministerio de Educación francés prohibió ya en 1904 el
uso de Historias literarias sin textos.)
Aunque entre nosotros abundan los manuales excelentes de Historia
literaria, son muy escasos los que combinan la Historia con la edición de\
Textos. Por esta razón (no han faltado tampoco cariñosas incitaciones de
amigos y compañeros) nos hemos atrevido a publicar estos dos volúmenes
con la esperanza de remediar en parte la ausencia de esta clase de obra*.
No creemos, ni mucho menos, haber conseguido algo definitivo, puesto
que la tarea estaba erizada de escollos, ya que no se trataba de escoger
unos cuantos textos, más o menos bellos, sino de elegir aquellas páginas
decisivas dentro de una obra. Había que vencer también el inconveniente
de la extensión. No obstante, siempre que ha sido posible, los textos poé»
ticos se imprimen íntegros, como sucede con la Égloga primera de Garcüaso
o el Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz, y se añaden notas expli-
cativas. Los interrogatorios son sólo una pauta de lo que se puede exigir
a un joven estudiante que ha cursado ya cinco años de lengua y literatura.
Obligan a una lectura reposada, a tomar notas » a ordenar las ideas y a
exponerlas con elegante decoro, ya en ejercicios orales —más o menos,
colectivos—• ya en ejercicios de redacción. El alumno se acostumbra a
leer, toma gusto a los clásicos o modernos y se le incita a pensar por su
cuenta. Es también el único método posible para tentar el gusto por la
lectura de una obra completa, ya que además no faltan colecciones de
clásicos, como la de Clásicos castellanos o la de Clásicos Ebro, asequibles
en todas las biblioteca escolares. Por esta razón se da también una breve
indicación bibliográfica al final de cada capítulo. El lector ávido y curioso
encontrará una bibliografia muy completa en los excelentes libros de
Hurtado y G. Palència, L. Pfände y Valbuena y Prat.
DESDE LOS ORÍGENES AL SIGLO XVIII
E D A D M E D I A

C A P I T U L O I

LA POESIA ÉPICA

i Primeras manifestaciones de la lengua vulgar. — Como es sabido,


la lengua española pertenece al grupo de las llamadas lenguas románicas t
última evolución del latin vulgar. Los primeros testimonios en lengua
romance se hallan en los documentos notariales, donde alternan formas
latinas puras como altariu y carraña frente a autairo, auteiro, otero y ca~
rraira, carreña, carrera, ya romances. Además de estos documentos nota-
riales poseemos las llamadas Glosas Silenses (del Monasterio de Silos) y
Glosas Emilianenses (de San Millán de la CogoUa), del siglo x, que son
irataditos latinos que llevan al margen o interlineadas ciertas voces roman-
ces, correspondientes a otras latinas del texto. Entre los mozárabes (espa-
ñoles que quedaron en las poblaciones conquistadas por los árabes) se
hicieron también Glosarios, como el de la biblioteca de Ley den, del siglo x.

Là epopeya medieval. —: Los primeros monumentos literarios con-


servados son los cantares de gesta, poemas épicos referentes a héroes o
hechos medievales. Nuestra poesía épica arranca del siglo x, aunque el
más antiguo cantar, el del Cid, date del siglo xn. Según Menéndez Pidal
el origen de estos poemas hay que buscarlo en la éfica germánica, aunque
también se perciba lá influencia de las chansons d& geste francesas, muy
conocidas merced a las peregrinaciones a Santiago de Compostela. Hasta
el siglo xiv visitaron las Cortes españolas numerosos juglares franceses,
y lo francés influye también en otros géneros literarios.

Caracteres de la épica española. — La épica castellana se caracteriza


por su historicidad y realismo. Menéndez Pelayo llegó a escribir que «en
Castilla la épica es una forma de la historia y la historia una prolongación
10 JOSÉ MANUEL BLECUA

de la epopeya». Por ser de contenido histórico, las gestas se pr osificaron


eu las crónicas medievales (vid. en la Crónica General los fragmentos
referentes a los Siete infantes de Lara). El realismo se percibe en múltiples
detalles, sobre todo en la ausencia de lo fantástico y quimérico.
Otra de las características es su continuidad histórica a lo largo de
la literatura española. Las gestas pasan a las Crónicas, se prolongan en
el Bomancero y aparecen en el teatro del siglo xvn, como se puede obser-
var siguiendo el tema de los siete Infantes de Lara.
La versificación de estos cantares es irregular, aunque predominan
los versos de catorce y dieciséis sílabas. E s poesía anónima y popular;
sin embargo, cada poema es obra de un solo juglar, según admite hoy
la crítica.

El cantar de Mio Cid. — El único poema que ha llegado íntegro a


nuestros días es el Cantar o Poema de Mio Cid, escrito hacia 1140 por un
juglar de cerca de Medinaceli, y copiado en 1307 por un Per Abbat. E l
poema se divide en tres cantos o partes y narra las hazañas de Rodrigo
Díaz de Vivar, el célebre conquistador de Valencia. Su argumento es el
siguiente :

Acusado el Cid de haberse quedado con las parias del rey moro de Sevilla,
es desterrado por Alfonso VÎ, saliendo de Burgos y dirigiéndose a tierras aragonesas.
Después de vencer a los reyes moros Fariz y Galve, se pone al servicio del rey
moro de Zaragoza, derrotando al Conde Ramón Berenguer de Barcelona.
La segunda parte refiere las hazañas del Cid hasta la conquista de Valencia.
Una vez conquistada esta ciudad, Rodrigo Díaz envía grandes presentes al rey de
Castilla, con la súplica de que le permita llevarse a su mujer y a sus hijas, que
aejó en el monasterio de Cárdena, cerca de Burgos. El rey lo concede y además
arregla el casamiento de las hijas del Cid con los infantes de Carrión.
La tercera parte comienza pintando la cobardía de los infantes, yernos del
Cid. Después de varios incidentes, los infantes, avergonzados y llenos de rencor,
solicitan permiso del Cid para trasladarse a sus tierras. Lo concede el Cid, pero
a? llegar al robledo de Corpes, los infantes atan a sus mujeres a unos árboles y
las azotan cruelmente, abandonándolas. Félez Muñoz, primo suyo, las encuentra
y las vuelve a Valencia. El Campeador apela al Rey para que castigue a los
malvados. En las cortes de Toledo son vencidos los infantes de Carrión por los
caballeros del Cid, el cual casa después a sus hijas con los infantes de Aragón y
Navarra.

E l autor fué un poeta excepcional y el cantar abunda en episodios be-


llísimos, como el exilio del héroe cuando pasa por Burgos, la despedida
en Cárdena, la alegría por la toma de Castejón, la afrenta de Corpes, tan
meticulosamente preparada, y por último, la soberbia escena de las cortes
de Toledo. Por otra parte, el cantar es rigurosamente histórico en sus
mejores momentos, y los personajes existieron todos, como demostró
Menéndez Pidal. Todo el. poema gira alrededor del engrandecimiento
del Cid, pero las numerosas conquistas no le hacen perder su entrañable
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA II

humanidad. E s siempre «el campeador complido y leal», modelo de va-


sallos y de caballeros. Los demás personajes están dibujados con trazos
breves, pero de gran energía expresiva, lo mismo los compañeros del
Cid que sus enemigos. Las notas referentes al paisaje son escasas, aun-
que en sólo un verso es capaz de decribir un amanecer, como en «Ixie
el sol, ¡Dios que fermoso apuntaba!». Con u n solo verso también puede
describir la pena o la alegría de los personajes.

Otros cantares dé gesta. — Además del poema del Cid tenemos no-
ticia de la existencia de otros cantares de gesta, ya porque se nos haya
conservado algún fragmento, ya porque aparezcan prosificados en las
crónicas.
E n este último caso se encuentra la dramática leyenda de los Infantes
de Lara, reconstruida sagazmente por don Eamón Menéndez Pidal, cuyo
argumento puede leerse en las páginas que copiamos de la Crónica Ge*
neral y en el romance correspondiente. Los caracteres y la geografía
del poema son profundamente históricos y realistas. Sólo el personaje
Mudarra está «imaginado para satisfacer la justicia poética». Abunda en
trozos de gran belleza dramática, como el llanto del padre, Gonzalo Gus-
fcioz, cuando Almanzor le presenta las cabezas de sus hijos. El poema
tuvo una gran trascendencia, ya que se incorporó al Romancero, dando
origen a uno de los más bellos ciclos de romances viejos ; pasó al teatro
de J u a n de la Cueva, Lope de Vega y otros, y terminó en el Romanti-
cismo con el poema de El moró expósito, del Duque de Rivas.
Hubo también cantares de gesta referentes al infante don García, al
conde Fernán González, a Sancho í í y el Cerco de Zamora, y otros, re-
construidos por haberse prosificado en la Crónica General,
Hasta nosotros han llegado cien versos de un cantar de gesta del si-
glo xni que refería la derrota de Carlomagno en RoncesvaUes. E s el único
ejemplar de épica castellana de asunto francés y el más remoto antece-
dente de los romances carolingios.

C O N S Ú L T E S E . — M . M e n é n d e z Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos,


vol. I ; R. M e n é n d e z Pidal, La epopeya castellana a través de la literatura española,
Madrid. 1946; del m i s m o , Historia y epopeya, Madrid. 1934.
12 JOSÉ MANUEL BLECUA

POEMA DE MIO CID

DESTIERRO DEL CID

Adiós del Cid a Vivar


De los sos ojos1 tan fuertemientre llorando,
tornaba la cabeça y estábalos 2 catando 3 .
Vio puertas abiertas e uços sin cañados 4 ,
alcándaras vázias sin pielles e sin mantos 5
5 e sin falcones e sin adtores mudados 6 .
Sospiró mió Cid ca mucho habié grandes cuidados 7 .
Fabló mió Çid bien e tan mesurado 8 :
«Grado9 a ti, Señor Padre que estás en alto!
«Esto me han vuolto 10 mios enemigos malos.»

Agüeros en el camino de Burgos


ió Allí pienssan de aguijar, allí sueltan las riendas,
A la exida de Bivar hobieron la corneja diestra 11 ,
e entrando a Burgos, hubiéronla siniestra.
Meció12 mió Çid los hombros y engrameó la tiesta :
1
Obsérvese la construcción, frecuen- sin acento —Ca, p o r q u e , p u e s (de quia),
te e n la E d a d Media. llcbié, imperfecto d e indic. V é a n s e m á s
2
Estábalos se refiere a los palacios adelante otros ejemplos, q u e alternan
y casas a b a n d o n a d o s por el Cid, m e n - a d e m á s con las terminaciones ia, ié.—
cionados en u n verso anterior, recons- C ztidados, p e n a s .
8
truido por la Crónica de veinte Reyes : Mesurado, comedido.
9
«Assi d e x a sua palacios yermos e des- Grado, 1. a p e r s . del pres. indic. d e
heredados» . gradar, agradecer.
3 10
Cafando, m i r a n d o con amor, des- Vuolto, u r d i d o . (De volver traición,
pacio. urdir, tramar.) L o urdido por los e n e m i -
*' öco3 sin cañados, puertas sin can- gos del Cid fué la acusación d e haberse
dados. q u e d a d o con los tributos p a g a d o s por el
6
«Perchas vacías sin m a n t o s y sin rey moro d e Sevilla, causa del destierro
túnicas d e piel.» L a s alcándaras servían del C a m p e a d o r por Alfonso V I .
11
t a m b i é n p a r a posar sobre ellas las aves Exida, salida. —- Hobieron, tuvie-
d e caza, los halcones y azores, mencio- ron. — L a corneja era a v e agorera. El Cid
nados e n el verso siguiente. desprecia los malos agüeros q u e significa-
• Mudados, q u e h a b í a n c a m b i a d o las ba el volar de la corneja d e izquierda a
p l u m a s y eran valiosos. derecha
T 12
Sospirar alternaba con la forma sus- Meció, movió. — Engrameó, sacu-
pirar, como so, tos, y su, sus. Léase Mío, dió, alzó
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 13
«Albricia, Alvar Fáñez, ca echados somos de tierra!
[»mas a grand hondra 13 tornaremos a Castiella».]

3
El Cid entra en Burgos
15 Mio Cid Roy Díaz por Burgos entróve 14 .
Kn sue compaña sessaenta pendones 15 ;
i6 d exien lo veer mujieres e varones,
burgueses e burguesas por las finiestras 15 soné,
plorando de los ojos17, tanto habien el dolore.
De las sus bocas, todos dizían una razone:
20 « ¡ Dios, qué buen vassallo ! ¡ Sí 18 hobiese buen señore ! »

4
Nadie hospeda al Cid.—Sólo una niña le dirige la palabra para mandarín
alejarse.—El Cid se ve obligado a acampar fuera de la población,
en la glera.
Convidar le ien de grado 19 , mas ninguno non osaba :
el rey don Alfonso tanto habie le grand saña.
Antes de la noche en Burgos del entró su carta,
con gran recabdo e fuertemientre seellada20 :
25 que a mió Cid Roy Díaz que nadi nol díessen posada 21 ,
e aquel que gela 22 diesse sopiesse vera palabra
que perderíe los haberes e más los ojos de la cara,
e aun demás los cuerpos e las almas 23 .
Grande duelo habien las yentes cristianas 24 ;
30 ascóndense de mío Cid, ca nol osan dezir nada.
El Campeador adeliñó 25 a su posada ;

13 19
Hondra y hondrar, como terne, ten- Forma del condicional, formado con
té y tendré, son formas medievales. el infinitivo más el imperfecto {hob) ta
14
Entrove, forma muy arcaica de una (aquí, te) ; «le convidarían de buena
e paragógica, exigida por el asonante oe. gana».
20
Nótese la e paragógica ele los versos si- «Con grandes prevenciones y mu-
guientes. cho rigor.»
15 21
Pendones, es decir, hombres con Nadi, nadie.—Nol, ' no le (Véanse
ianzas que llevaban pendones, bande- otros ejemplos semejantes más adelante.)
rolas. Posada, hospedaje.
16 22
Finiestras, ventanas. Gela, se la (de iüi illam).
17 23
Plorando de loa ojos, es construc- Al prometer Alfonso VI ese casti-
ción calcada de las gestas francesas. go, sigue una corriente usual en su
18
Si, así.—Este verso ha quedado co- tiempo.
24
mo proverbial. Nótese cómo describe Yentes cristianast todos.
25
con una sola frase el dolor de los bur- Campeador, de campear, batalla-
galeses ante el destierro del Cid, dor.—Adeliñó, se dirigió.
14 JOSÉ MANUEL BLECUA

así commo llegó a la puorta 26 , fallóla bien cerrada,


por miedo del rey Alfons, que assí lo pararan 27 :
que si non la quebrantas 28 , que non gela abriessen por nada.
35 Los de tnio Çid a altas voces llaman,
los de dentro non les querién tornar 29 palabra.
Aguijó mió Çid, a la puerta se llegaba,
sacó el pie del estribera 30 , una feridal daba ;
non se abre la puerta, ca bien era cerrada.
40 Una niña de nuef años a ojo se paraba :
«Ya31 Campeador, en buena 32 çinxiestes espada!
«El rey lo ha vedado, anoch del entró su carta,
econ grant recabdo e fuertemientre seellada.
» Non vos osariemos abrir nin coger33 por nada;
45 »si non perderiemos los haberes e las casas,
»e aun demás los ojos de las caras.
Ȃid, en el nuestro mal vos non ganades nada ;
»mas el Criador vos vala con todas sus vertudes santas.»
50 Ya lo vede el Çid que del rey non habie gracia.
Partios de la puerta, pora 34 Burgos aguijaba,
llegó a Santa María, luego descabalga 35 ;
finco los inojos 36 , de coraçon rogaba.
I,a oración fecha, luego cabalgaba ;
55 salió por la puerta e Arlançón 37 passaba.
Cabe Burgos essa villa en la glera S8 posaba,
fincaba la tienda e luego descabalgaba.
Mio Çid Roy Díaz, el que en buena çinxó espada,
posó en la glera quando nol coge ñadí en casa ;
60 derredor del una buena compaña.
Assí posó mió Çid como si fosse en montaña.

26
Puorta, c o m o vuolto, con diptongo epítetos épicos q u e el juglar emplea
HO = ae. para designar al C a m p e a d o r . V i d . el
37
Pararan, ordenara. verso 58.
33
28
Quebrantas, rompiese, con e a p o c o Coger, acoger.
34
p a d a , como nol, feridal, etc. Pora, c o m p u e s t a de por a : hacia.
35
29
Tornar, volver, devolver. Santa María, catedral d e Burgos.
30 Nótese c ó m o el poeta c a m b i a la t e m p o -
Estribera, estribo d e montar a ca-
ralidad de la acción : llegó... descabal-
ballo.—Ferida, golpe, e m p u j ó n .
31
ga ; fincó... rogaba.
Ya, exclamación árabe : ] oh Ï 36
32
Fincó los inojos, Kineo las rodillas.
En buena, omitido hora, fórmula 37
Arlançón, río q u e p a s a por Burgos.
m u y frecuente. El Cid es el d e la b a r b a
38
complida, el q u e e n b u e n a hora nasçíó, Glera, arenal, de glarea. — Cabe,
y el q u e en b u e n a ciñó espada. Son los cerca d e .
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 15

Vedada l'an 39 compra dentro en Burgos la casa


de todas cosas quantas son de vianda;
nol osarien vender al menos dinerada 40 .

i.° Indíquense algunos rasgos psicológicos del Cid. ¿ Cuáles son


y cómo los caracteriza el poeta?
2.° Analícense los sentimientos que inspira la desgracia del Cid
y cómo se expresan.
3. 0 Estudíese el desarrollo de esta última serie de versos, partes
en que se puede dividir y cuál es la más dramática. Expliqúese en
qué consiste su dramatismo.
4.0 Muéstrese la sobriedad con que el juglar describe el paso del
Cid por Burgos.
5.0 Hágase notar el cambio de rimas al cambiar la acción.
¿Cuántas sílabas tienen los versos? Señalar las es paragógicas.

14
El Cid ua a Cárdena a despedirse de su familia
Tornabas' don Martino 1 a Burgos e mió Cid aguijó
pora San Pero de Cárdena quanto pudo a espolón2,
con estos caballeros quel sirven a so sabor.
235 Apriessa cantan los gallos e quieren crebar albores 3 ,
quando llegó a San Pero 4 el buen Campeador;
el abbat don Sancho, cristiano del Criador,
rezaba los matines avuelta de los albores.
I estaba doña Ximena con cinco dueñas de pro 5
240 rogando a San Pero e al Criador :
«Tú que a todos guías, val 6 a mió Cid el Campeador.»

39 3
Vedada Van, prohibida le Kan. Nótese la belleza del verso. — Cre-
*° Dinerada, la ración de víveres que bar, quebrar, romper (de crepare).
4
se podía comprar con un dinero. A San Pedro de Cárdena, monaste-
1
Don Martino es Martín Antolínez, rio cercano a Burgos.
5
el burgalés de pro, gran amigo del Cid. /, allí, de ibi. — Ximena, la mujer
3
Aguijó... a espolón, es decir, espo- del Cid. — Pro, alcurnia, nobleza.
6
leó cuanto pudo. Protege, ayuda.
¡6 JOSÉ MANUEL BLECÜA

16
Jimena lamenta el desamparo en que queda la niñez de sus hijas.—El Cid
espera llegar a casarlas honradamente.
«Merced, ya Cid, barba tan complida ! 7
»Fern8 ante os yo e vuestras fijas,
»Yo lo veo que estades 10 vos en ida
270 »con aquestas mis dueñas de quien so yo servida,
269* »iffantes son e de días chicas 9 ,
»e nos de vos partir nos hemos en vida.
»Dandnos consejo por amor de santa Mariai»
Bnclinó las manos la barba bellida 11 ,
¡175 a las sues fijas en braco* las prendía,
llególas al coraçon ca mucho las quería.
Llora de los ojos, tan fuerte mientre sospira :
«Ya doña Ximena, la mi mujier tan complida,
icommo a la mié alma yo tanto vos quería.
380 »Ya lo veedes que partir nos hemos 12 en vida,
»yo iré y vos fincaredes remanida 13 .
»Tlega a Dios e a santa María,
s83 »que aun con mis manos case estas mis fijas14
b

»e quede ventura y algunos días vida,


»e vos, mujier hondrada, de mí seades servida!»

18
Adiós del Cid a su familia
La oración fecha15, la missa acabada la han,
salieron de la eglesia, ya quieren cabalgar.
El Çid a doña Ximena íbala a abraçar ;
doña Ximena al Çid la manol va besar,
370 llorando de los ojos, que non sabe qué se far16.
E él a las niñas tornólas a catar :
»a Dios vos acomiendo e al Padre spirital ;

7
Epíteto épico con que el juglar de- es frecuente encontrar el pronombre en-
signa al Cid. Víd. el 274. tre el infinitivo y el auxiliar. Vid. eí
8
Fem, heme, con e apocopada. Trá- v. 21.
13
tase del adverbio demostrativo he, de Fincaredes remanida es un pleo-
origen árabe. nasmo, puesto que fincar y remanir sig-
* Días chicas, de pocos años, niñas. nifican lo mismo, permanecer, quedar.
10 14
Estades, estáis (de estofis). Fíjese bien la atención en ese verso,
11
Epíteto épico para designar al Cid. que jugará un buen papel más adelante.
13 15
Partir nos hemos, nos partiremos. El Ablativo absoluto.
16
futuro ímperf. formóse con el infín. más Far, hacer.
he. Hasta bien entrado el siglo XVI aún
HISTORIA V TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 17

*agora nos partimos. Dios sabe el ajuntar.»


Llorando de los ojos, que non vidiestes atal,
375 assis 17 parten unos d'otros commo la uña de la carne.

i.° ¿Cómo describe el juglar? Indíquese la manera de utilizar los


elementos realistas y las comparaciones.
2.° Estudíese el arte del diálogo.
3.0 ¿Cómo aparece el Cid en estos versos?
4.0 Muéstrense los elementos patéticos de esta escena.
5.0 ¿Qué nuevos perfiles psicológicos nos muestra el juglar?
6.° Señálense la verosimilitud, realismo y poesía de esta escena.

17
Ass'a, as< se.

2
Î8 JOSÉ MANUEL BLECUA

LA AFRENTA BE COUPES

112
Suéltase el león del Cid. — Miedo de los infantes de Carrión, — El Cid
amansa al león. — Vergüenza de los infantes.
En Valencia sedí 1 inio Çid con todos los sos 2 ,
con elle amos sos yernos iff an tes de Carrion.
2.280 Yazies 3 en u n escaño, durmie el Campeador,
mala sobrevienta 4 , sabed 5 , que les cuntió 6 .
salios de la red 7 e desatós el león.
E n grant miedo se vieron por medio de la cort ;
enbraçan los mantos los del Campeador,
a.285 e cercan el escaño, e fincan sobre 8 so señor.
Ferrand Goncálvez, ifant de Carrión,
2.286d non vido allí dos alçasse 9 , nin cámara abierta nín torre ;
metiós sol escaño, tanto hobo el pavor.
Diag Goncálvez por la puerta salió,
diziendo de la boca : « ¡ non veré Carrión ! »
2.290 Tras una viga lagar metiós con grant pavor;
el manto e el brial 1 0 todo suzío lo sacó.
E n esto despertó el que en buen ora nació ;
vido cercado el escaño de -sos buenos varones:
(f¿Qttés esto, mesnadas, o qué queredes vos?»
2.295 —«Ya, señor ñondrado, rebata 1 1 nos dio el león.»
Mio Çid finco el cobdo, en pie se levantó,
el manto trae al cuello, e adeliño pora el león ;
el león quando lo vio, assí envergoncé,
ante mió Çid la cabeca premió 1 2 e el rostro fincó.
2.300 Mio Cid don Rodrigo al cuello lo tomó 1 3 ,
e liévalo adrestrando 1 4 , en la red le metió.
A maravilla lo han quantos que i son,
tornáronse al palacio pora la cort.
Mio Çid por sos yernos demandó e no los falló ;
2.305 maguer 1 5 los están llamando, ninguno non responde.
Quando los fallaron, assí vinieron sin color ;

1 8
Sedí, estaba {de sedere). Sobre, alrededor de.
2 9
Los suyos. Dos alçasse, d o n d e se escondiese.
3 10
Yazies, estaba echado. Brial, especie de túnica.
11
* Sobrevienta, sorpresa (de süper- Ya, oh.—Rehata, sobresalto, susto.
12
vënta). Premió, bajó.
5 1S
Nótese esa fórmula juglaresca. T o m ó l o por el cuello.
6 14
Cuntió, sucedió. Adestrando, como diestro.
7 15
Red, jaula. Maguer, a u n q u e .
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

non vidieste tal juego 16 cornmo iba por la cort;


mandólo vedar 17 rnio Cid el Campeador.
Muchos tuvieron por embaídos18 ifantes de Carrión,
2.310 ñera cosa les pesa desto que les cuntió.

i.° Nótese otro nuevo rasgo psicológico de los infantes,


2.0 Analícense los elementos descriptivos.
3.0 ¿Cuál es la intención del juglar en esta escena?
4.0 Estudíese el contraste de caracteres.

128
Los viajeros entran en el reino de Castilla.—Duermen en el robledo de
Corpes.—A la mañana quédanse solos ¡os infantes con sus mujeres v
se preparan a maltratarlas,—Ruegos inútiles de doña Sol—Crueldad
de los infantes.
2.697 Entrados son los ifantes al robledo de Corpes1,
los montes son altos, las ramas pujan con las nuobes 2 ,
e las bestias fieras que andan aderredor.
2.700 Fallaron un vergel con una limpia fuont;
mandan fincar la tienda ifantes de Carrión,
con quantos que ellos traen í 3 yazen essa noch,
con sus.mujieres en braços demuéstranles amor;
¡ mal gelo cumplieron quando salíe el sol !
2.705 Mandaron cargar las azémilas con haberes [a nombre] 4
cogida han la tienda do albergaron de noch,
adelant eran idos los de criazón5 :
assí lo mandaron ifantes de Carrion,
que non i fincas ninguno, mujier nin varón,
2.710 si non amas 6 sus mujieres doña Elvira e doña Sol:
deportar 7 se quieren con ellas a todo su sabor8.
Todos eran idos, ellos quatro solos son,
tanto mal comidieron9 ifantes de Carrión :
«Bien lo creades don Elvira e doña Sol,
2.715 jaquí seredes escarnidas 10 en estos fieros montes.
la
Non vidieste tal juego, nunca vis- verbal de nombrar).
reís tal burla. * f Loa de criazón, los familiares o los
17
Vedar, prohibir. criados en sus casas.
18 6
Embaídos, avergonzados, corridos. Amas, ambas.
1 7
El robledal de Corpes existió cerca Deportar, holgar, divertir,
8
de San Esteban de Gormaz. Sabor, placer.
2 9
«Llegan hasta las nubes.» Comidieron, pensaron.
3 10
1, aquí (de íoí). Escarnidas, maltratadas, escarne-
* Nombre, número, abundancia (post- cidas.
20 JOSÉ MANUEL BLECUA

»Hoy nos partiremos, e dexadas seredes de nós ;


»non habredes part en tierras de Carrión.
Irán aquestos mandados al Çid Campeador ;
»nos vengaremos aquesta 11 por la del león.»
2.720 Allí les tuellen 12 los mantos e los pelliçones13,
páranlas en cuerpos y en camisas y en çiclatones 14 .
Espuelas tienen calcadas los malos traydores 15 ,
en mano prenden las cinchas fuertes e duradores 16 .
Quando esto vieron las dueñas, fablaba doña Sol :
2.725 «For Dios vos rogamos, don Díago e don Ferrando, nós!
»dos espadas tened es fuertes e tajadores,
»al una dizen Colada e al otra Tizón,
cortadnos las cabeças, mártires seremos nós,
»moros e cristianos 17 departirán desta razón,
2.730 »que por lo que nos merecemos non lo prendemos nós.
»Atan malos enssiemplos 18 non fagades sobre nós :
»si nós fuéremos majadas 19 , aviltaredes a vos 20 ;
»retraer vos lo han 21 en vistas o en cortes.»
Lo que ruegan las dueñas non les ha ningún pro.
ss nora
2.735 ^ l e s conpieçan a dar if antes de Carrión ;
con las cinchas corredizas niájanlas tan sin sabor;
con las espuelas agudas, don ellas han mal sabor22,
ronpien las camisas e las carnes a ellas amas a dos ;
linpia salie la sangre sobre los çiclatones.
2.740 Ya lo sienten ellas en los sos coraçones.
¡ Quál ventura serie ésta, si ploguiese al Criador,
que assomasse ess hora el Çid Campeador !
Tanto las majaron que sin cosimente 23 son ;
sangrientas en las camisas e todos los çiclatones.
2.745 Canssados son de ferir ellos amos a dos,
ensayandos amos quál dará mejores colpes.
Ya non pueden fablar don Elvira e doña Sol,
por muertas las dexaron en el robredo de Corpes.

11
Aquesta, suplido vez. bigracia : «la mía señor», en Razón de
13
Tuellen, quitan. amor. (Hoy todavía se dice la calor y el
13
Pelliçones, chaquetas amplias, de calor.)
17
piel, que se ponían sobre el brial y en- Todos.
18
cima del manto. Enssiemplos, acciones.
14 19
Páranlas, déjanlas—Cuerpos, a cuer- Majadas, 'golpeadas (de maleare).
20
po, sin los mantos ni pellizones, con so- «Si fuéramos azotadas os envilece-
las las prendas de vestir. réis vosotros mismos.»
15 21
Nótese la colocación de las voces, Retraer vos lo han, os lo deman-
que obliga a pensar antes en las espuelas.. darán.
16 22
Las terminaciones or, ores se utili- Donde pueden causar más dolor.
23
zaban también para el femenino ; ver- Sin cosiment, sin sentido, sin fuerzas.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA ?.\

129
Los injantes abandonan a sus mujeres
Leváronlas los mantos e las pieles armiñas,
a.750 mas déxanlas marridas 24 en brialet» y en camisas,
e a las aves del monte e a las bestias de la fiera guisa.
Por muertas las dexaron, sabed, que non por vivas.
¡ Quál ventura serie si assomas ess hora el Cid Roy Díaz !

131
Fêlez Muñoz sospecha de los injantes.—Vuelve atrás en busca de las hijas
del Cid.—Las reanima y las lleva en su caballo a San Esteban de
Gormaz.—Llega al Cid la noticia de su deshonra.—Minaya va a
San Esteban a recoger las dueñas.—Entrevista de Minaya con sus
primas.
Alabandos 25 iban ifantes de Carrión.
Mas yo vos diré 26 d'aquel Félez Muñoz ;
3.765 sobrino era del Cid Campeador ;
mandáronle ir delante, mas de so grado non fo27.
En la carrera do iba doliól el coraçón28,
de todos los otros aparte se salió.
En un monte espesso Félez Muñoz se metió,
2.770 fasta que viesse venir sus primas amas a dos
o que ban fecho ifantes de Carrión.
Víolos venir e odió29 una razón,
ellos noi vidien ni dend sabien ración;
sabed bien que si ellos le vidiessen, non escapara de muort.
Vansse los ifantes, aguijan a espolón.
Por el rastro tornos Félez Muñoz,
falló sus primas amortecidas amas a dos.
Llamando: «Primas, primas!», luego descabalgó,
arrendó 30 el caballo, a ellas adeliñó:
2.780 «Ya primas, las mis primas, don Elvira e doña Sol,
«¡mal se ensayaron 31 ifantes de Carrión!
» ¡ A Dios plega que dent prendan ellos mal galardón ! »
Tanto son de traspuestas que nada dezir non puoden.
2.785 Partiéronsele las telas de dentro del coraçón32,
llamando: «¡Primas, primas, don Elvira e doña Sol !
»Despertades, primas, por amor del Criador!
24 2
Marridas, aquí desmayadas. 9 Odió, oyó.
25 30
Alabandos, alabándose. Arrendó, ató por las riendas.
26 31
Nótese la fórmula juglaresca. «Mala acción cometieron.»
27 32
No fué de buena gana. Nótese la profunda belleza de este
28
«En el camino tuvo un presenti- verso.
miento, una corazonada.»
22 JOSÉ MANUEL BLECUA

»mientras es el día ante que entre la noch.


»los ganados fieros non nos coman en aqueste mont!»
2.790 Van recordando 34 don Elvira e doña Sol,
abrieron los ojos e vieron a Fêlez Muñoz.
«Esforçadvos, primas, por amor del Criador!
De que no me fallaren if antes de Carrión,
»a grant priessa seré buscado yo;
2.795 »si Dios non nos vale, acá morremos 35 nós.»
Tan a grand duelo fablara doña Sol :
«Sí36 vos lo meresca, mío primo, nuestro padre el Campeador
^dadnos del agua, sí vos vala el Criador.»
Con un sombrero que tiene Félez Muñoz,
^.800 nuevo era e fresco, que de Valençial sacó,
cogió del agua en elle e a sus primas dio;
tsaiicho son lazradas 37 e amas las fartó.
Tanto las rogó fata que las assentó.
Valas conhortando e metiendo coraçón38
2.805 fata que esfuerçan, e amas las tomó
e privado 39 en el caballo las cabalgó ;
con el so manto a amas las cubrió,
el caballo priso 40 por la rienda e luego dent 41 las partió.
Todos tres señeros 42 por los robredos de Corpes
2.810 entre noch e día salieron de los montes ;
a las aguas de Duero ellos arribados son,
a la torre de don Urraca ellas las dexó.
A San Esteban vino Félez Muñoz,
falló a Díag Téllez el que 'de Albar Fáñez fo ;
2.815 quando elle lo odió, pesól de coraçón ;
priso bestias e vestidos de pro,
iba reçebir a don Elvira e a doña Sol;
en Sant Esteban dentro las metió,
qttando elle mejor puede allí las ondró.

[Fragmentos según la edic. de R. Menéndez Pidaí


en Clásicos ccsfeffanos]

34 39
Recordando, despertando. Privado, rápidamente.
3Ä 40
Morremos, moriremos. Prisa, cogió.
36 41
Si, así. Dent, de aquí.
37 43
Lazradas, laceradas. Señeros, solitario*.
38
cLaa va confortando y animando*
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 23

i.° Estudiar la composición de este episodio, que refleja el arte


del juglar, partes de que consta, el diálogo, el paisaje, la ausencia de
lo fantástico, etc..
2.° Indíquense los elementos dramáticos, patéticos y poéticos.
3. 0 Analizar el sentimiento de los personajes. Hágase un retrato
moral de los infantes.
4.0 Muéstrense los elementos descriptivos, la verosimilitud y
realismo del episodio.
5.0 Estudíese el valor estilístico de las repeticiones y encadena-
mientos.
6.° Indíquese en qué reside el valor humano del poema.
7.0 Díganse cuáles son las expresiones juglarescas.
8.° Señalar los versos más bellos y por qué.
9.0 Nárrese en prosa el episodio anterior, procurando evitar el
vocabulario y las construcciones del Poema.
ANÁLISIS GRAMATICAL.—Expliqúese el paso de feras=fieras ; fonte =
fuont ; mulleres=mujieres ; homine = omne ; spata = espada; sapere=
saber; habui—hobe; oapitia—cabeza \ ratione=razón.
2.0 Hágase una lista de voces que hayan desaparecido en la
actualidad.
3.0 Analícense los elementos oracionales de los versos 2749-55.

LOS SIETE INFANTES DE LARA

(Pasaje reconstruido por don R. Menéndez Pidal)


La cabeça de [don] Ñuño tornóla en su lugar
e la de Diago Gonçalez[en los braços] fué a tomar ,-
[eJ mesando sus cabellos e las barbas de su faz :
«Señero so e mezquino, para estas bodas bofordar ! l
Fijo Diago Gonçalez, a vos amaba yo más,
facíalo con derecho, ca vos naciérades ante.
Grant bien vos quería el Conde ca vos érades su aîcalle,
también toviestes su seña en el vado de Cascajar.
En la refundición de la Tercera crónica general se lee así este fragmento :
«La cabeça de Ñuño Salido tornaba en su lugar, e la de Diago González fué a
tomar, mesando sus cabellos e las barbas de su faz :—Viejo so, mesquino, para
estas bodas bofordare ! Fijo Diago Gonçalez, a vos quería yo mase ; fazíalo con
derecho, ca vos érades su alcalde; también tuvisteis la seña en el vado de Cascajares.
(R. Menéndez Pidal, La leyenda de los siete infantes de Lara, Madrid, 1896,
páginas 423 y 319.)
1
Bofordar, tirar bohordos, especie de
jabalina.
C A P I T U L O II

MESTER DE CLERECIA

El mester dé clerecía. — Cuando ya la poesía épica había llegado a


s'ü apogeo, surgió a su lado una poesía más culta, propia para una mino-
ría de caballeros estudiosos y de clérigos, conocida con el nombre de mes-
ter de clerecía. Presenta con la poesía anterior diferencias profundas, tanto
por la forma como por el contenido.
Frente a las gestas, los poemas de esta escuela se escriben en cuartetas
de versos alejandrinos monorrimos, que ellos llamaron cuaderna vía. El
autor del Libro de Alexandre se muestra muy orgulloso de esta manera
de componer:

Mester trago fermoso, non es de ioglaria,


mester es sen pecado, ca es de clerezia ;
fablar curso rimado, por la cuaderna vía,
a sí Habas cuntadas, ca es gran maestría.

El léxico se amplía, dando entrada a numerosos latinismos, abundan-


do las comparaciones ajenas a la épica, como en este ejemplo: «Estas
quatro doncellas, ligeras más que viento».
En cuanto a la temática, interesan más los temas de tipo erudito if
europeo: vidas de santos, narración de milagros, leyendas-referentes a
la antigüedad clásica, como la de Apolonio, etc. Pero, a su vez, esta
poesía sufre alguna influencia de los cantares de gesta : así, por ejemplo,
Berceo Uama a San Millán, el buen campeador, y el tema de Fernán Gon-
zález aparece con un poema íntegro.

Gonzalo de Berceo. —El mejor poeta de clerecía, y el de nombre co-


nocido más antiguo de la literatura española, es GONZALO DE BERCEO,
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 25

educado en el monasterio de San Millán. Vivía todavía en 1246, año en


que figura como testigo en un documento. E l mismo nos dice :

«Gonzalo fué su nombre qui fizo este tractado,


en San Millán de suso fué de niñez criado,
natural de Berceo, on San Millán fué nado.»

Su obra es bastante extensa, escribiendo tres vidas de Santos —San-


io Domingo, Santa Oria y San Millán—, tres obras de devoción a la
Virgen María, entre las que descuella su colección de Milagros, y otras
tres obras de tipo religioso, como el Martirio de San Lorenzo y El sacri-
ficio de la misa.
Su obra más divulgada es la colección de los veinticinco Mirados de
la Virgen, llenos de candor primitivo y devota sencillez, pero también
de auténtica poesía y de viveza narrativa. Berceo no trata los temas reli-
giosos como un teólogo, sino como buen poeta religioso deseoso de que
los demás participen en su gozo. Su estilo directo, la brevedad de los
temas, la pureza de intenciones hacen que su obra se lea con verdadero
gusto. De sus milagros son famosos, aparte de la bella introducción
a^góríca, el del devoto ignorante, el del labrador ambicioso y el conocido
y divulgado de Teófilo, que vende su alma al diablo. Berceo confiesa que
quiere dirigirse a todo el pueblo, como un juglar, y por eso adaptará
delicadamente al romance temas que aparecían en obras latinas. Usará
también comparaciones o expresiones dfe tipo popular y de origen ecle-
siástico.

Otros poemas del mester de clerecía.—El poema más largo del rnes-
ter de clerenoia es el Libro de Alexandre, escrito a mediados del siglo xni,
que refiere la vida de Alejandro Magno siguiendo fuentes francesas. Ss
atribuye a un JUAN LORENZO DE ASTORGA.
El Libro de Apolonio, de la misma época, aunque anónimo, refiere
las aventuras de Apolonio, rey de Tiro y de su hija Tarsiana. Abunda en
fragmentos interesantes, como la narración de los amores de Apolonio
con Luciana, o el encuentro de éste con Tarsiam.
E l Poema de Fernán González narra la gesta del Conde que hizo inde-
pendiente a Castilla del reino leonés. E s el mejor ejemplo de la influencia
de los cantares de gesta sobre los poetas cultos del mester de clerecía.
Parece que fué escrito poco después de 1250 por un monje del Monasterio
de San Pedro de Arlanza. Este poema se prosifica también en la Crónica
General y fué conocido en la Edad de Oro.

C O N S Ú L T E S E . M. M e n é n d e z Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos,


Madrid, 1944, vol. I. — Poesías completas, en B. A . E., vol LVII.
26 JOSÉ MANUEL BLECUA

MILAGRO XXII

LOS NÁUFRAGOS P E R E G R I N O S

Señores, si quisiéredes, mientre dura el día,


destos taies miraglos, aún más vos diría 1 ;
si vos non vos quejasedes yo non me quejaría,
ca como pozo fondo tal es Sancta María.
5 Tal es Sancta María como el capdal río
que todos beben delli, bestias e el gentío;
tan grande es eras como eri 2 e non es más vacío,
en todo tiempo corre en caliente e en frío.
Siempre acorre ella en todos los lugares,
io por valles e por montes, por tierras e por mares ;
qui 3 rogar la sopiese con limpios paladares,
non lo podrien torzones tomar a los ijares.
Leemos un miraglo de la su sanctidat
que cuntió a un obispo, omne de caridat,
15 que fué omne católico de gran autoridad ;
violo por sus ojos, bien sabía la verdat.
Así como lo vio así lo escribió,
non menguó dello nada, nada non añadió;
Dios li 4 dé paraíso ca bien lo comedió 5 ,
20 alguna misa dijo que tanto nol valió.
Cruzáronse 6 romeros por ir en ultramar,
saludar el sepulcro, la vera cruz orar;
metiéronse en naves para Acre pasar
si el padre del cielo los quisiere guiar.
25 Hobieron vientos bonos luego de la entrada,
orage 7 muj' - sabroso, toda la mar pagada 8 ;
habían gran alegría la alegre mesnada,
con tal tiempo aína 9 habrían la mar pasada.
Habían buena partida de la mar travesada
30 que la habrían aína a la otra part pasada ;
más tóvoles su fado 10 una mala celada,
fué la gran alegría en tristicía tornada.
Movióse la tempesta, una oriella brava,
desarró 1 1 el maestro que la nave guiaba;
35 nin a sí nin a otri nul 1 2 consejo non daba,
toda su maestría non valía una faba 13 .
1 8
Nótese el estilo directo. Pagada, pacificada, tranquila.
2 9
Cras, mañana ; en, ayer. Aína, aprisa.
3 10
Quí, quien. Fado, hado, suerte.
11
* Li, le. Desarrar, perder el ánimo.
5 13
Comedió, pensó, consideró. Nul., ningún.
6 13
Cruzar, tomar la cruz. Faba, haba. Berceo recurre con fre-
7
Orage, viento (galicismo). cuencia a expresiones de tipo popular.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

Cuntiólis 1 4 otra cosa, otra grant ocasión 15 ,


rompióselís la nave yuso 1 6 en el fondón ;
vedía entrar grant agua, rompía cada rincón;
40 había de ir la cosa toda en perdición.
Cerca la mayor nave traían otra pocaza 17
—non sé si le dicían galea o pinaza 1 8 ,
que si fuesen cuitados de oriella 19 malvaza 2 0
en esa estorciesen 21 de la mala pelaza 2 2 .
45 Fizo el marinero como leal cristiano,
a su señor el bispo tomólo por la mano
con otros bonos omnes de pleito más lozano 2 3 ,
metiólos en la barca, tomó consejo sano.
Un de los pelegrinos cuidó de ser artero 2 4 ,
50 • dio salto de la nave ca era bien ligero,
cuidó en la galea entrar por compañero,
enfogóse en el agua, murió mas non señero 2 5 .
Abes 2 6 podía seer media hora cumplida,
quísolo Dios sofrir, fué la nave sumida ;
55 de la gente que era dentro remanescida 2 7 ,
por medicina 2 8 uno no escapó a vida.
El obispo e los otros que con elli salieron,
salieron a terreno do más cerca podieron ;
facían m u y gran duelo por los que perescieron,
60 pesábalis porque con ellos non murieron.
Habiendo de los muertos duelo grande e pesar ;
extendieron los ojos, cataban a la mar
sí verían de los muertos algunos arribar,
ca el mar nunca quiere cosa muerta celar,
65 Catando si algunos muertos podrían ver
por darlis cimiterio, so tierra los meter,
vidieren palomiellas de so la mar nacer,
cuantos fueron los muertos tantas podrían ver.
Vidieron palomiellas salir de so la mar,
70 más blancas que las nieves 2 9 contrai cielo volar ;
credían que eran almas que quería Dios levar
al sancto paraíso, un glorioso logar.
De derecha invidia se querían desquizar 3 0 ,
14 23
Cuntiólis, sucedióles. De pleito más lozano, de m á s impor-
15
Ocasión, d a ñ o grave. tancia,
2
16 * Artera, hábil.
Yuso, bajo. 25
17
Señero, sólo, solitario.
Pocaza, pequeña. 26
A bes, a p e n a s .
18 27
Galea, galera, — Pinaza, nave pe- De remanescer, permanecer.
28
q u e ñ a de vela y remo. Por medicina, expresión popular se-
19
Orietta, orilla. mejante a la de hoy : «ni p a r a u n mal
20
Malvaza, mala. remedio».
21 29
Estorciesen, se salvasen. Nótese la comparación.
21 30
Pelaza, mala p a s a d a . Desquiciar.
28 JOSÉ MANUEL BLECUA

porque fincaron vivos habían gran pesar,


75 ca tenían bien afirmes, non era de dubdar,
que almas eran desos los que sumió la mar.
Dicían : « ¡ Ay, romeos !, vos f uestes venturados,
que ya sodes per ignen et per acuam pasados 3 1 ,
nos fincamos en yermo como desamparados,
8o nos velamos ca vos dormides segurados,
«Grado al Padre Sancto e a Sancta María,
ya vestides la palma 3 2 de vuestra romería ;
nos somos en tristicia e vos en alegría,
nos cuidamos fer seso e ficiemos folia 33 .»
85 Habiendo gran quebrant del daño que lis vino,
querían tomar carrera 3 4 , entrar en su camino;
vidieron de la mar salir un peregrino,
semejaba que era romeruelo 3 5 mezquino.
Cuando vino a ellos que fué en la ribera,
90 conosciéronlo todos que el que salió era ;
sanctiguáronse todos, como por cual manera
fincó en el mar vivo una hora señera.
Dijo el peregrino: «Oidme, sí 3 6 vívades,
yo vos faré certeros 37 en eso que dubdades ;
95 cómo escapé vivo quiero que lo sepades,.
diredes Deo gracias luego que lo oyades.
«Cuando de la gran nave quise fuera salir,
que parescía por ojo 38 que se quería somir,
vidi que de muerte non podía guarir 3 9 ,
100 «¡Valme Sancta María!», empecé a decir.
«Diji esta p a l a b r a : «¡Valme Sancta María!»,
non pudi más decir ca vagar non había ;
fué luego ella presta por su placentería ;
si non fuese por ella enfogado sería.
105 «Luego fué presta ella, adusso 4 0 u n buen paño,
paño era de precio, nunca vid su calaño 4 1 ;
echómelo de suso, dijo : 'Non habrás daño;
cuenta que te dormiste o que yoguiste 4 2 en baño'.
«Nunca tan rica obra vio omne carnal,
110 obra era angélica ca non material;
tan folgado yacía como so un tendal 4 3 ,

31 37
Es decir : ya h a b í a n sufrido todas las Certeros, seguros,
38
pruebas. Por ojo, a ojos vistas.
32 3
Vestides la palma, lleváis la p a l m a . $ Guarir, guarecer, defender.
33 40
Fer, hacer, tener. — Seso, sentido. Adusso, trajo.
41
Folia, locura. Vid, vide, ve. — Calaño, s-mejante,
84
Tomar carrera, e m p r e n d e r la jor- igual.
42
nada. Yoguiste, de yacer, estuviste, yaciste
35 43
Nótese PI valor del diminutivo. Tendal, tienda de c a m p a ñ a .
36
Sí. a s '
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 29

o como qui se duerme en un verde pradal.»


Feliz será la alma e bienaventurada
que so tan rica sombra fuera asolazada ;
115 nin frío nin calura nin viento nin helada
non li fará enojo que sea embargada.
So esti paño fuelgan alegres e pagadas
las vírgenes gloriosas de don Cristo amadas,
que cantan a su madre laudes multiplicadas
120 e tienen las coronas preciosas e ondradas.
Iva sombra daquel paño trae tal tempradura
omne con el ardor falla so él fridura 4 4 ;
falla el friolento temprada calentura ;
¡ Dios, qué rico consejo en bora de ardura !
125 Tantas son sus mercedes, tantas sus caridades,
tantas las sus virtudes, tantas las sus bondades,
que non las contarían obispos nin abades,
nin las podrien asmar 4 3 reyes nin podes tades 4 6 .
E l pesar que hobieron de los que peligraron
130 con sabor del miraglo todo lo oblidaron 4 7 ;
rendieron a Dios gracias, el Te Deum cantaron,
desend 48 Salve Regina dulcement la finaron.
Cumplieron los romeros desend su romería,
plegaron 4 9 al Sepulcro con m u y grant alegría,
135 adoraron la cruz del fijo de María ;
nunca en este mundo vidieron tan buen día.
Contaron el miraglo de la Madre gloriosa,
cómo libró al omne de la mar periglosa;
dicíen todos que fuera una estraña cosa ;
140 ficieron end 50 escripto, leyenda m u y sabrosa.
Cuantos que la udieron 5 1 esta sancta razón,
todos a la Gloriosa dicien su bendición ;
habíen pora servirla mayor devoción,
ca esperaban délia mercet e gualardón.
145 La fama desti fecho voló sobre los mares,
no la retovo viento, pobló muchos solares,
metiéronla en libros por diversos lugares,
ond es hoy bendicha de muchos paladares 3 3 .
Cuantos que la bendicen a la Madre gloriosa
150 par el Rey de Gloria facen derecha cosa,
ca por ella issiemos de la cárcel penosa
en que todos yaciemoSj foya 53 m u y periglosa.
44 48
Fridura, frescura. (Obsérvese la ale- Desend, después (de de-ex~inde).
49
goría de este fragmento.) Plegaron, llegaron (de pilcare),
45 50
Asmar, estimar (de aestimare). End, ende, de allí.
46 51
Podesíades, ricos h o m b r e s d e altos Udieron, oyeron,
52
cargos inferiores a I03 c o n d e s . Paladares, gargantas.
53
aron, olvidaron, por metátesis. Foya, hoya, sepultura.
30 JOSÉ MANUEL BLECUA

Los que por Eva fuemos en perdición caídos,


por ella recombramos los solares perdidos ;
150 si por ella non fuese yazríamos amortidos ;
mas el so sancto fruto nos hobo redimidos.
Por el so sancto fruto que ella concibió, •
que por salud del mundo pasión e muert sufrió,
isiemos de la foya que Adán nos abrió
cuando sobre deviedos54 del mal mueso 55 mordió,
160 Desend siempre contiende de valer a cuitados,
gobernar los mesquinos, revocar56 los errados,
por tierras e por mares fer mirados granados
tales e muy ma3?ores de los que son contados.
Ella que es de gracia plena e abondada,
165 guíe nuestra facienda, nuestra vida lazrada,
guárdenos en est mundo de mala sorrostrada 57 ,
ganemos en el otro con los sanctos posada.
[Milagros de Nuestra Señora, edic. de A . G. Solalinde,
Clásicos Castellanos. ]

i.° Señálense las diferencias entre el rnester de clerecía y el de


juglaría, comparando diversos fragmentos del Poema del Cid con
otros del Milagro XXII.
2.0 Estudíense la versificación, el lenguaje, las comparaciones,
imágenes, etc. del milagro anterior.
3.0 Anótense las expresiones juglarescas y populares que utiliza
Berceo.
4.0 Indíquese el valor poético y afectivo de los diminutivos.
5.0 Estudíese el contenido religioso, de exaltación mariana, y
compárese con la atmósfera épica del Cantar del Cid.
6.° Muéstrense los elementos descriptivos y los alegóricos o
simbólicos.
7.°' Escríbase un breve estudio sobre El estilo de Berceo en el
Milagro XXII.
ANÁLISIS GRAMATICAL.—Díganse los cambios que ban sufrido! ;
puteu = -pozo; capüal =capdal; n i m m = r í o ; semper—siempre ; Um-
pidv-^limpio ; veritatem=verásLa.
Búsquense cinco semicultismos y cinco voces de influencia ecle-
siástica.
Analícense sintácticamente los versos 12 al 16.

56
« Debiedo, prohibición. Revocar, llamar.
efi 57
Mueso, mordisco, bocado (de morso). Sorrostrada, desastre, afrenta.
C A P I T U L O i l l

LA LÍRICA POPULAR O TRADICIONAL

La Urica popular. — E n la poesía medieval española coexisten dos


tipos de lírica, la castellana y la galaico-portuguesa, diferenciadas por su
forma y por la temática. L a forma castellana consta generalmente de un
estribillo o villancico inicial glosado en estrofas, al final de las cuales se
repite todo o parte del estribillo, mientras que en la forma gallega el mo-
limiento lírico, dice Menéndez Pidal, parte de la estrofa y los versos
son, casi siempre, •paralelisticos, aunque rimen entre sí. Véanse estos dos
ejemplos.

Lindos ojos habéis, señora, l A y flores, ay flores do verde pino,


de los q u e se usaban agora. si sabedes novas do m e u a m a d o ?
Î A y Deu ! ¿ E hu é ?
V o s tenéis los ojos bellos,
y tenéis lindos cabellos, i A y flores, ay flores do verde ramo,
q u e matáis con sólo vellos so sabedes novas do m e u a m a d o ?
a q u i e n d e vos se e n a m o r a . ¡ A y Deu ! ( E hu é ?
Lindos ojos habéis, señora,
de îos que se usaban agora

Los orígenes de ambas líricas lian sido muy discutidos, queriéndolos


encontrar unos en la Urica provenzal, que tanta influencia ejerció en
Europa, y otros, en una lírica árabe de carácter popular, sobre todo en la
forma estrófica conocida con el nombre de zéjel, especie de cancioncilla
que constaba de un estribillo inicial, seguido de una estrofa o varias,
de tres versos monorrimos, seguidos, a su vez, de otro que rima con
uno o los dos del estribillo, como en el ejemplo anterior. También hay
quien deriva la lírica europea romance de los himnos o secuencias de i a
Iglesia, opinión que parece ser la firme, aunque, por otra parte, es evidente
el influjo de los trovadores provenzales y del zéjel árabe.
32 JOSÉ MANUEL BLECUA

Los cancioneros galaicoportugueses. — Se nos han conservado tres


famosos cancioneros que contienen abundantes cantigas galaico-portuguesas.
Son los conocidos con los nombres de Cancionero de la Vaticana, de
Ajuda y de Collocci-Brancuti, y contienen las más antiguas muestras de
la lírica peninsular. Los poemitas se clasifican ordinariamente en tres
grandes grupos: a) Cantigas de escarnio, poesía satírica ; b) Cantigas de
amor o de Indino, generalmente lamentaciones amorosas, y c) Cantigas
de amigo, llamadas así por la repetición de la voz amigo.
Los poetas más importantes de estos Cancioneros son Paio Gómez
Charíño, Joan Zorro, Martín Cod&x, el mismo rey Don Dionis, Meendiño,
y otros.

Las formas castellanas. — Las canciones castellanas no tuvieron la


fortuna de las galaico-portuguesas, ya que no se recogieron en cancioneros.
Por restos posteriores se nan podido estudiar algunos tipos, como las serra-
nillas, derivadas, las más antiguas, de villancicos propios de caminantes
por la montañas o de las pastourelles francesas. Hubo también cantos de
primavera, como las llamadas mayas y marzas ; cantos de siega, de hoda,
etcétera. Lope de Vega reúne en sus comedias un verdadero cancionero de
este tipo de lírica popular. Berceo nos ha conservado el más antiguo canto
de vela o centinela en su poema el Duelo de la Virgen.

La «Razón feiía de amor» y otros poemas de origen francés. — La


Razón feita de amor es un poemita de principios del siglo xin, copiado por
un Lupus de Moros, que narra delicadamente el encuentro de dos enamo-
rados en un jardín. Enlazado con esta parte se encuentra un debate, De-
nuestos del agua y el vino, de carácter burlesco, imitación de alguno de los
muchos debates franceses.
Además de este debate o disputa, se conservan el de Elena y María
y el posterior del Alma y el Cuerpo. Otros poemas de origen francés son la
Vida de Santa Maria Egipciaca, de mediados del siglo x m , y el Libre deis
tres Heys d'Orient, de muy corta extensión, en versos irreguläre?, con
algunos aragonesismos en la lengua.

C O N S Ú L T E S E . M. M e n é n d e z Pelayo, Antología, vol. Î. — R. Menéndez Pi-


<?al, Estudios literarios. Colee. Austral. — Del mismo, Poesía árabe y poesía
evropea, Colee. Austral.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 33

CANTAR DE VELA*

¡Eya 1 velar, eya velar, eya Vuestra lengua sin recabdo 7 ,


[velar ! ¡ eya velar !
por mal cabo vos ha echado.
Velat aljama 2 ¡de (los judíos.
¡ Eya velar !
¡Eya velar!
30 Non sabedes tanto de engaño,
Que non nos furten 3 al Fijo de ¡ eya velar !
[Dios. que salgades ende 8 este año.
5 ¡ Eya velar ! ¡ Eya velar !
Ca furtarvoslo querrán, Non sabedes tanta razón,
¡eya velar! 35 ¡ eya velar !
Andrés, e Peidro e Joan. que salgades de la prisión.
¡ Eya velar ! ¡ Eya velar !
ïo Non sabedes tanto descanto 4 , Tomasejo e Mateo
¡ eya velar ! I eya velar !
que salgades de so el canto. 40 de furtarlo han gran deseo.
¡ Eya velar ! ¡ Eya velar !
Todos son ladronciellos El discípulo lo vendió,
15 ¡ Eya velar ! ¡ eya velar !
que asechan por los pestíellos. el Maestro non lo entendió.
¡ Eya velar ! 45 ¡ Eya velar !
Don Filípo, Simón e Judas,
Vuestra lengua tan palabrera, ¡ eya velar !
¡ eya velar ! por furtar buscan ayudas.
20 havos dado mala carrera. ¡ Eya velar !
¡ Eya velar ! 50 Si lo quieren acometer,
5
Todos son omnes plegadizos , ¡ eya velar !
¡ eya velar ! hoy es día de perescer.
rioaduchos 6 , mescladizos. ¡ Eya velar !
25 ¡ Eya velar ! ¡ Eya velar, eya velar, ej^a velar !

[Berceo, Duelo de la Virgen.]

Cantar de vela. Un solista entona los versos y el coro repite el estribillo.

j EyaI, I Ea ! * Rioaduchos, compuesto de rio y adtt'


Aljama, judería. chos, traídos por el río, advenedizo».
7
Furten, roben. Recabdo, tino, discreción.
8
Descanto, encantamiento. Ende, de donde, de este.
Plegadizos, venales.
3
34 JOSÉ MANUEL BLECUA

RAZÓN DE AMOR

Qui triste tiene su coraçón mas hobi 3 miedo que era encan
venga oir esta razón 1 . [tado.
Odrá 2 razón acabada, Sobre un prado p u s ' m i tiesta
feita 3 d'amor e bien rimada. que nom' fiziese mal la siesta 1 0 ;
5 Un escolar la rimó 35 partí 1 1 de mí las vistiduras
que siempre dueñas amó; que nom' fiziés' mal la calentura.
mas siempre ovo criança Pleguém' 1 2 a una fuente perenal,
en Alemania y en Francia ; nunca fué omne que vies' tal;
moró mucho en Lombardía tan grand virtud en sí avía,
ió pora aprender cortesía 4 . 40 que, de la fridor que d' í 13 ixía,
E n el mes d'abril, después cient passadas 1 4 a derredor
[yantar, non sintíades la calor.
estaba so un olivar. Todas yerbas que bien olién 15
Entre cimas d'un mançanar la fuent cerca de sí las tenié:
un vaso de plata vi estar. 45 í es la salvia, í son as 1 6 rosas,
35 Pleno 5 era d'un claro vino í el lirio e las violas;
que era verme jo e fino; otras tantas yerbas í avía,
cubierto era de tal mesura 6 que sol' 1 7 nombrar no las sabría.
non lo tocás'la calentura. Mas ell olor que d'í ixía
Una dueña lo í eva 7 puesto, 50 a omne muerto ressucitaría.
20 que era señora del huerto, Pris' 1 8 del agua u n bocado
que, cuan 8 su amigo viniese, e fui todo esfriado.
d'aquel vino a beber le diesse. E n mi mano pris una flor,
Qui de tal vino hobiesse sabet non toda la peyor 1 ",
en la mañana cuan' comiesse S5 e quis' cantar de fin 20 amor.
25 e dello hobiesse cada día Mas vi venir una doncella,
nuncas más enfermaría. pues nací non ví tan bella:
Arriba del mançanar blanca era e bermeja,
otro vaso vi estar ; cábelos cortos sobr'ell 2 1 oreja,
pleno era de un agua frida 60 fruente blanca e ioçana,
30 que en el mançanar se nacía. cara fresca como mançana ;
"Rebiera d' la de grado, nariz egual e dreita 2 2 ,
1 11
Razón, discurso, plática. Partí, quité.
2 12
Odrá, oirá. Pleguem, llegúeme.
3 13
Feita, hecha. (Forma aragonesa de d'í, de allí.
14
techa.) Passadas, pasos.
15
* Nótese la influencia d e lo francés. OItên, prêt, imperf., olían.
5 16
Pleno, lleno. As, las (aragonesismo).
6 17
Mesara, m e d i d a , manera. Sol', solamente.
7 18
I, allí. — Eva, había, (Lo allí había s Pris, cogí, t o m é .
19
forma aragonesa.) Peyor. peor.
8
Cuan, c u a n d o . 2° Fin, fino.
9
Hobt, h u b e , tuve. 2 1 Eli, d e illa, la.
10 22
Siesta, la hora de m á s calor del día. Dreita, derecha (aTagonesismo).
HÏSTORU Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 35
nunca viestes tan bien feita, Cuant'la mía señor 3 1 esto dizía,
ojos negros e ridientes, sabet a mí non vidía;
65 boca a razón e blancos dientes, 100 pero sé que no me conocía,
labros bermejos non m u y delga- que de mi non foiría 32 .
por verdat bien mesurados [dos, Yo non fiz aquí como vilano ;
por la Centura delgada, levém' e pris'la por la mano.
bien estant e mesurada; 105 Juñiemos 3 3 amos en par
70 el manto e su brial e posamos so ell olivar.
de xamet 2 3 era que non d'al 24 ; Dix'le yo : «Dezit, la mía señor,
un sombrero tien* en la tiesta si supieses nunca d'amor?»
que nol' fiziese mal la siesta; 110 Diz ella: «A plan con grant amor
unas luvas 2 5 tien'en la mano, [ando,
75 sabet non gelas dio vilano. mas non conozco mi amado;
De las flores viene tomando, pero dizem' un su mensajero,
en alto voz d'amor cantando, qu'es clérigo 34 e non cavallero,
e decía : « ¡ Ay, meu 2 6 amigo, sabe muito 3 5 de trobar,
si me veré ya más contigo ! 115 de leyer e de c a n t a r ;
80 Amet' siempre e amaré dizem' que es de buenas yentes,
cuanto que viva seré. mancebo barbapunientes 3 6 ».
Porque eres escolar —«Por Dios, que digades la mía
quisquiere 2 7 te debría 28 más [señor,
37
[amar. l qué donas tenedes por la su
Nunqua odí de homne decir [amor?»
85 que tanta bona manera hobo en 120 —«Estas luvas y es' capiello 38 ,
Más amaría contigo estar [sí. est'oral 3 9 y est'aniello
que toda España mandar; ernbió a mí es* meu amigo,
mas d'una cosa so cuitada : que por la su amor travo con-
he miedo de seder engañada, [migo.»
90 que dicen que otra dona, Yo conocí luego las alfayas 40
cortesa e bela e bona, 125 que yo gelas había embiadas.
te quiere tan grant ben, Ela conoció una mi cinta man
por ti pierde su sen 29 , [a mano 4 1 ,
e por eso he pavor qu'ela fiziera con la su mano.
95 que a esa quieras mejor. Toliós' 4 2 el manto dé los hom-
j Mas si io te vies' una vegada, [bros,
a plan 3 0 me queries por amada ! » besóme la boca e por los ojos;
23
Xamet, jamet, tejido de seda, gonesa de iungere).
24 í4
D'al, de otra cosa. Clérigo, aquí hombre de letras.
25 35
Luvas, guantes. Muito, mucho (forma aragonesa).
26 36
Meu, mío, mí. Barbapunientes, joven al que co-
27
Quisquiere, cualquiera. mienza a salir la barba.
28 37
Debría, debería. Donas, regalos.
29 38
Sen, sentido. Capiello, capillo, prenda para cu-
30
A plan, ciertamente. brir la cabeza, que usaban las damas.
31
Mía señor: la terminación or era (La terminación ietto es aragonesa).
39
masculina y femenina. (Vid la su amor, Oral, velo que tapaba la boca.
40
verso 123). Alfayas, alhajas.
32 41
Huiría. Man a mano, en seguida.
33 42
Juñiemos, juntámonos (forma ara- ToUiós, quitóse.
36 JOSÉ MANUEL BLECUA

130 tan gran sabor de mí avía, La mia señor se va privado 46 ,


sol* fablar non me podía, dexa a mi desconortado 47 .
—« ¡ Dios señor, a ti loado Desque la vi fuera del huerto,
cuant conozco meu amado ! por poco non fui muerto.
¡ Agora ne tod' bien comigo 155 Por verdat quisiéram' adormir,
135 cuant 43 conozco meo amigo ! » mas una palomela vi,
Una gran pieça alí estando, tan blanca era como la nieve del
de nuestro amor ementando 44 , [puerto,
ela dixo : —«El mío señor, volando viene por medio del
oram' 45 sería tornar Un cascabielo dorado [huerto.
140 si a vos non fuese en pesar». 160 tray 48 al pie atado.
Yol' dix' : —«It, la mía señor, En la fuent quiso entrar;
pues que ir queredes, cuando a mi vido estar
mas de mi amor pensat, fe que entrós', en el vaso del malgra-
[devedes». [nar 49 .
Ela dixo: —«Bien seguro seit de Cuando en el vaso fué entrada,
[mi amor, 165 e fué toda bien esfriada,
150 non vos camiaré por un empe- ela quiso exir festino 30 ,
rador». vertios el agua sobr'el vino...

[Edic. Menéndez Pidal, Recae Hispanique, 1905, XIII, 608.]

LÍRICA TRADICIONAL

eres desdicha,
desdicha mala.
Llorad las damas, Tus campos rompan
sí Dios os vala. tristes volcanes,
Guillén Peraza no vean placeres
quedó en la Palma, sino pesares,
la flor marchita cubran tus ñores
de la su cara. los arenales.
No eres Palma, Guillén Peraza,
eres retama, Guillen Peraza,
eres ciprés ¿dó está tu escudo?,
de triste rama, ¿dó está tu lanza?

43 1. Endechas que se cantaron en Canarias


Cuant, cuando.
44 a la muerte de Guillen Peraza (1443).
Ementando, hablando.
45 Endechas eran cantos fúnebres, elegiaco«.
Oram , ahora me.
4ft Estas fueron recogidas de la tradícciórt
Privado, rápidamente.
47
Desconortado, desconsolado. oral por el franciscano Abreu Galindo en
48
Trae. 1663. (Texto de M. Pelayo, Antología de
4
' Malgranar, granado (aragonesismo). poetas Úricos, X, 229.)
*° Festino, pronta, rápidamente.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 37

Todo lo acaba Salid, mi señora,


la malandanza. de so'l naranjale:
que sois tan hermosa,
II quemarvos ha el aire,
de amores sí.
Al alba venid, buen amigo,
al alba venid. V
Amigo el que yo más quería,
venid al alba del día. Malferida iba la garza
Amigo el que yo más amaba, enamorada :
venid a la luz del alba. sola va y gritos daba.
Venid al alba del día, Donde la garza hace su nido,
non trayais compañía. ribericas de aquel río,
Venid a la luz del alba, sola va y gritos daba.
non traigáis gran compaña.
VI
III
De los álamos vengo, madre,
Tres morillas me enamoran de ver cómo los menea el aire.
en Jaén : De los álamos de Sevilla,
Axa y F á t i m a y Marien. de ver a mi linda amiga.
Tres morillas tan garridas De los álamos vengo, madre,
iban a coger olivas, de ver cómo los menea el aire.
y hallábanlas cogidas
en Jaén : VII
Axa y Fátima y Marién.
Y bailábanlas cogidas Que no cogeré yo verbena
y tornaban desmaídas la mañana de San Juan,
y las colores perdidas pues mis amores se van.
en Jaén : Que no cogeré yo claveles,
Axa y F á t i m a y Marien. madreselva ni mirabeles,
Tres moricas tan lozanas, sino penas tan crueles
iban a coger manzanas cual jamás se cogerán,
a Jaén: pues mis amores se van.
Axa y F á t i m a y Marién.
VIII
IV
Por el montecico sola
Las mis penas, madre, ¿cómo iré?
de amores son. ; A y Dios, si me perderé!

II, Del Cancionero musical de los si- I V . Ibidem, n ú m . 48.


glos XV y XVI, publicado por F . Asenjo V . D e la Poesia de la Edad Media g
Barb ieri, n ú m . 6. Canción de tipo para- poesía de tipo tradicional, de Dámaso
lelístico. Se conserva con su música corres- Alonso, n ú m . 189.
pondiente, c o m o las siguientes. VI. Ibíd em, n ú m . 192.
III. Ibidem, n u m . 17. Nótese la forma V I L Ibíd em, n ú m . 192.
estrófica d e zéjel. VIII. Ibidem, n ú m . 210.
38 JOSÉ MANUEL BLECUA

¿Cómo iré triste, cuitada, ya que las campanas suenas,


de aquel ingrato dejada? toma ejemplo y mira en mí,
Sola, triste, enamorada, que velando en él me perdí.»
¿dónde iré?
¡ Ay Dios, si me perderé ! [ L o p e d e V e g a , d e Las almenas de
Toro.']
[Lope de V e g a , de El villano en sti
rincón. J X

IX Segadores., afuera, afuera :


dejen llegar a la espigaderuela.
—«Velador que el castillo velas, Si en las manos que bendigo
vélale bien y mira por ti, fuera yo espiga de trigo,
que velando en él me perdí.» que me hiciera harina, digo,
—«Mira las campañas llenas y luego torta o bodigo,
de tanto enemigo armado.» porque luego me comiera.
—«Ya estoy, amor, desvelado Segadores, afuera, afuera :
de velar en las almenas. dejen entrar a la espigaderuela.

[ T i r s o de b o l i n a , de La mejor espigadera.]

i.° Indíquense los sentimientos que expresa esta Razón de amor


y cuáles son los momentos más bellos y por qué.
2.° Muéstrese el arte del poeta en las descripciones y retratos,
3. 0 Analícense las distintas partes de que consta la pieza.
4.0 Estudíese la versificación.
5.0 Anótense las formas aragonesas y expliqúense los cambios.
EL TEATRO

Restos del teatro medieval. — El teatro religioso y el profano deri-


van, como es sabido, de las festividades eclesiásticas, ya que el teatro latino
no fué conocido en la Edad Media. E n España, al revés que en Francia,
los restos que nos han quedado del teatro religioso son muy escasos, que-
dando reducidos a una piececita, conocida con el nombre de Auto de los
Heyes Magos, que no se conserva íntegra. E s un fragmento de 147
versos, dividido en cinco escenas, que refiere el encuentro de los reyes
Magos, su marcha para adorar al Niño y su encuentro con Herode?.
Al lado de este teatro religioso, existió otro de tipo profano, bastante
popular, ya que la legislación de las Siete Partidas y diversos textos de
concilios prohibían a los clérigos que asistiesen a estas representaciones,
llamadas juegos de escarnio, «porque fazen y muchas villanías e desapos-
turas». No es difícil imaginar, por otra parte, que los juglares dramati-
zasen pequeñas piezas teatrales en las plazas de ios p'ueblos, del mismo
modo que harían escenas de circo, acompañadas de canto y baile.

C O N S Ú L T E S E . A Bonilla, Las Bacantes, o del origen del teatro, Madrid, 1921 —


K. González, El teatro religioso en la Edad Media, en Ciudad de Dios, 1918.—A. Vaí-
'buena, Literatura dramática española, Colee. Labor.
40 JOSÉ MANUEL BLECUA

AUTO DE LOS REYES MAGOS

[Escena I ] 25 senior a seer, da oriente


de todos hata 1 1 in ocidente.
[GASPAK, solo] Por tres noches me lo veré
i más de vero 1 2 lo sabré...
¡Dios criador, cual maravilla, [(Pausa).
non sé cual es aquesta estrella! ¿ E n todo, en todo es nacido?
Agora primas la he veída 1 , 30 Non sé si algo he veído.
poco ti[e]mpo lia que es nacida. Iré, lo aoraré,
5 ¿Nacido es el Criador i pregaré 1 3 i rogaré.
que es de las gentes senior ?
Non es verdad, non sé que digo,
todo esto non vale uno figo; [MELCHOR, solo]
otra nocte me lo cataré, Val, Criador, ¿atal facinda 14
io si es verdat, bine 2 lo sabré... fu nunquas alguandre 1 5 falada
[(Pausa) 35 o en escriptura t r a b a d a ? 1 8
¿Bine es verdat lo que yo digo? Tal strela non es in celo,
E n todo, en todo, lo prohio 3 . desto so yo bono strelero ;
¿Non pude 4 seer otra señal? bine lo veo sines escarno
Aquesto es i non es al 5 ; que uno omne es nacido de carne,,
15 nacido es Dios, por ver, de fembra 40 que es senior de todo el mundo,
en quest mes de december. asi cumo el cilo es redondo;
Alá iré, o que fure, aoralo he 6 ; de todas gentes senior será,
por Dios de todos lo terne 7 . i todo seglo iugará 1 7 .
¿ E s ? ¿Non es?
[BALTASAR, solo] 45 Cudo 18 que verdad es.
Esta strela non sé dond vinet, Veer lo he otra vegada,
20 quin 8 la trae o quin la tine. si es verdad o si es nada...
¿Por qué es aquesta señal? Nacido es el Criador [(Pausa)
E n mos 9 días non vi atal. de todas gentes maior;
Certas 1 0 nacido es in terra 50 bine lo veo que es verdad,
aquel que en pace i en guerra iré ala por caridad.

1 10
Primas, por primera vez. — Veída, Certas, ciertamente.
11
vista. Hata, hasta.
3 12
Bine, b i e n . D e vero, de verdad, m a s cierto.
3 13
Prohio, noto, percibo. Pregaré, oraré (de precaré).
4 14
Pude, p u e d e . Facinda, suceso, h e c h o .
s 16
AI, otra cosa (de aliud). Alguandre, j a m á s . El sentido es %
* Alá, allá. — Fure, fuere. — Aoralo ¿ F u é alguna vez h a l l a d a ?
16
he, lo adoraré. Trubada, encontrada, hallada (de
7 l tropare ?)
Terne, t e n d r é (por metátesis de tenré).
8 17
Quin, quien. Iugará, juzgará.
18
* Mos, mis. Cudo, cuido, pienso.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 4Ï

[Escena I I ] [GASPAR]

[GASPAR A BALTASAR] Nos irnos 22 otrosí, sil' podre-


[mos falar.
Dios vos salve, senior : ¿sodes 1 9 Andemos tras el strela, veremos
[vos strelero ? 20 [el logar 2 3
Dezidme la verdad, de vos sábelo
[MELCHOR]
[quiro.
[¿Vedes tal m a r a v i l a ? ] ¿ Cumo podremos probar si es
55 [Nacida] es una strela. [homne mortal,
o si es rei de terra o si es celes-
[BALTASAR] tial?
Nacido es el Criador, [BALTASAR]
que de las gentes es senior , ¿Queredes bine saber cumo lo
Iré, lo aoraré. [sabremos ?
Oro, mira i acenso a él ofreçere-
[GASPAR] [mos :
si fuere rei de terra, el oro quera;
Yo otrosí 2 1 rogar lo he. si fuere omne mortal, la mira
[tomará ;
[MELCHOR a los otros dos] si rey celestial, estos dos dexará
6o Séniores, ¿ a cual tirra, o queredes tomará el encenso quel pertene
[andar ? [cera.
¿Queredes ir conmigo al Criador [GASP, Y METXH.]
[rogar ?
¿ Avedes lo veído ? Yo lo vo adorar Andemos y así lo fagamos.

[ E d i c de R. Menéndez Pidal, en Rev. de Arch. Bibl. y Museos.]

i.° Estudíense los caracteres. ¿Cuál de los tres personajes aparece


con más originalidad y más perfilado?
2.° Señálense expresiones populares y cultas.
3. 0 Expliqúense : terne, pregaré, seer, seglo, veer, rogar lo he,
y logar.

19 22
Sodes, sois (de sotis). Irnos, vamos.
20 23
Strelero, astrólogo. Logat, lugar (de locale).
21
Otrosí, también.
C A P I T U L O IV

LA PROSA ROMANCE

EL SIGLO XIII: LA FIGURA DE ALFONSO EL SABIO

E n el reinado de Fernando I I I el Santo se comienza a abandonar el


latín, vertiéndose entonces al romance el Fuero juzgo y crónicas del
célebre historiador don Rodrigo Ximénez de Hada. De esta época daten
dos libritos didácticos: las Flores de Filosofía y el Libro de los doce sabios.

Alfonso el Sabio : Su figura y su obra. — La creación de la prosa


romance se debe al impulso definitivo de ALFONSO X, el SABIO, (1221-
1284), una de las figuras de más trascendencia en la cultura europea de
la Edad Media. Rodeado de colaboradores, lo mismo castellanos que
árabes o judíos, logra producir una obra de carácter enciclopédico. Pero,
además de conservarse los nombres de muchos de estos colaboradores,
diversos textos dan idea de cómo el Rey Sabio intervenía en la redacción
de s^s obras : «El rey faze un libro, non porque lo escriba con sus manos,
mas porque compone las razones del, e las enmienda e yegua e enderesca,
e muestra la manera de como se deue fazer, e desi escriue las que aquí
él manda, pero decimos por esta razón que el Rey faze el libro». E n el
Libro de la Ochava esfera, se especifica que Alfonso X corrige de su
mano los textos que no le agradan : «Tollió [quitó] las razones que enten-
dió eran sobejanas [torcidas] et que non eran en castellano derecho, et
puso las otras que entendió que compilan ; et cuanto en el lenguaje,
endreçólo él por sise [por sí mismo] ; et en los otros saberes tuvo por
ayuntadores al maestre Joan de Mesina, et al maestre Joan de Cremmona,
et a Yhuda, el sobredicho, et a Samuel. (Obsérvese cómo se especifican
los colaboradores, cristianos y judíos.)
Su producción se puede clasificar en cuatro grandes grupos : obras
históricas, jurídicas, científicas y propiamente literarias.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 43

a) Históricas. — Las obras históricas de Alfonso X están repre-


sentadas por la GrónioG, general y la General Estoria. La Crónica, cujya
segunda parte se redactó en el reinado de Sancho IV, es la primera gran
historia de España escrita en lengua vulgar, utilizando las crónicas ante-
riores y las fuentes latinas clásicas (Ovidio, Lucano, Suetonio). Su sig-
nificación lingüística es extraordinaria, y tiene también el inmenso valor
de haber conservado prosificados numerosos cantares de gesta perdidos.
La segunda, Grande e General he'storia, es un intento de historia uni-
versal. E n estas obras colaboran diversos historiadores, como Jofre de
Loaysa, Juan Gil de Zamora y Bernardo de Brihuega.

b) Obras jurídicas — La más importante es el código titulado las


Siete PartiddSj cuyo nombre deriva de las siete partes en que aparece
dividido: 1. a , de la religión; 2. a , del monarca, de su familia y de las
relaciones con los vasallos ; 3. a , de la administración de justicia ; 4 . \ del
matrimonio; 5. a , de los contratos; 6. a , de los testamentos, y 7. a de lo3
delitos.
Este cuerpo legislativo, que empezó a regir en el reinado de Alfon-
so XI, tiene la particularidad de ser, además de un código, un tratado
moral de gran valor ético. A pesar de que es obra de muy diversos
autores, se pueden notar formas de estilo llenas de vivacidad, siendo un
buen modelo de lenguaje didáctico.

c) Obras científicas.—Además de sus obras jurídicas, que se pue-


den también considerar como científicas, el saber matemático y astro-
nómico está representado por los famosos Libros del saber de astronomía
y las Tablas astronómicas o Alfonsies, traducciones hechas por sabios
árabes y judíos. Pero no contento Alfonso el Sabio con verter en romance
obras puramente científicas, mandó traducir también otras de vulgari-
zación, como el Septenario o Tratado de las siete artes, inspirado en el
Tesoro de Brunetto Latini, maestro del Dante. Los Libros de ajedrez,
de los juegos y de las tablas son obras de entretenimiento.

d) Obras literarias. —• Están representadas por la hermosa colec-


ción de las Cantigas, narraciones en verso de milagros de la Virgen
María. Están escritas en gallego y muchas de ellas van acompañadas
de su notación musical. H e aquí el argumento dé una de ellas :

Un monje, devoto de la Virgen, le rogaba siempre que le diese alguna idea de


los que están en el Paraíso. Un día se sentó en un vergel, junto a una fuente. Des-
pués de rezar oyó cantar a una avecilla, con tan deliciosa melodía, que, embebe-
cido y suspensa con aquel canto, pasó así cerca de trescientos años, juzgando después
que sólo había transcurrido un breve rato. Volvió a su convento; pero contemplaba
44 JOSÉ MANUEL. BLECUA

con asombro que no era el mismo, ni tampoco los frailes, que al principio le
tomaron por loco. Enterados del caso, bendicen a Dios, que por medio de Santa
María da al hombre la fe como anuncio de la vida futura.

Libros de influencia oriental. —Durante toda la Edad Media estu-


vieron de moda las narraciones y las fábulas de sabor oriental, y esta
afición hizo que se tradujesen al romance o al latín numerosas colec-
ciones de apólogos, cuya difusión en la literatura europea fué conside-
rable. Entre las obras traducidas, descuellan el Ccdila e Dimita, colec-
ción de fábulas que del sánscrito pasó al persa y de aquí al árabe; el
Sendebar, la leyenda de Barlaam y Josafat, etc.

CONStJLTESE. — G. Solalinde, Alfonso el Sabio, Antologia de sus obras, Co-


lee. Austral. — M. Menéndez Pelayo, Orígenes de la Novela, vol. I, Madrid, 1943.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 45

CRÓNICA GENERAL

DE CUEMO LOS SIETE INFANTES MATARON AL VASALLO DE DOÑA L/LAMBtA1

Pues que aquella contienda fué apaziguada 2 , et las bodas partidas,


salió de Burgos ell cuende 3 Garçi Ferrández et fué andar por la tierra, et
levo4 consigo a Roy Blasquez et a Gonçalo Gustioz 5 et a otros caballe-
ros muchos. Otrosí doña Llambla et doña Sancha, su cuñada, et los siete
infantes et aquel Ñuño Salido, so imo, que fincaron en Burgos con doña
Llambla en compaña, salieron ende 6 et fuéronse pora 7 Barbadiello. Et
los infantes por fazer placer a doña Llambla, su cuñada, fueron Arlança
arriba, cacando con sos acores ; et pues hobieron presas muchas aves, torná-
ronse pora doña Llambla et diérongelas. Desi 8 entraron en una huerta que
habie y cereal palacio do posaba doña Llambla, pora folgar9 et assolaçarse
mientre se guisaba la yantar 10 . Pues que fueron en la huerta, Gonçalvo
Goncálvez desnuyóse estonces los paños 11 , et parósel 2 en paños de lino,
et tomo só acor en mano et fuel bañar. Doña Llambla, quandol vio assí
estar desnuyo, pesól mucho de coraçón, et dixo assí contra 13 sus dueñas :
«Amigas, ¿non veedes cuerno anda Gonçalvo Goncálvez en paños de lino?
Fien cuedo1* que lo non faze por al sinon porque nos enamoremos dell;
certas 15 vos digo, que me pessa mucho si él assí escapar de mí que yo non
haya derecho déll». Et assí como ovo dicho esto, mandó llamar un so 16
omne et díxol : «Toma un cogombro17, et hínchel 18 de sangre, et ve a la
huerta do estan los infantes et da con él en los pechos a Gonçalvo Goncál-
vez, aquel que vees que tiene ell açor en la mano ; et desí vente pora acá
a mí, et non ayas miedo; ca yo te ampararé; et assí tomaré yo vengança
de la puñada et de la muerte de mió primo Alvar Sánchez 19 , ca esta
joglería 20 a muchos empeecrá2^». Eli omne fizo estonces cuemol mandó
1 5
Doña Lambra de Bureba, casada con Gonzalo Gustioz es el padre de los
Ruy Velázquez, tío de los infantes de siete infantes.
6
Lara. Ende, después.
2 7
Referencia a la muerte de Alvar Sán- Pora, hacia.
8
chez, primo de doña Lambra, narrada en Desi, desde allí (de de-ex hic).
9
ti capítulo anterior a éste. Alvar Sánchez Folgar, holgar, divertirse.
10
se vanaglorió de lanzar sus bohordos (es- Se preparaba la comida.
11
pecie de jabalina) mejor que los demás Paños, vestidos.
12
caballeros y de ser mejor que todos. Gon- Paróse, quedóse.
13
zalo González, el menor de los siete infan- Contra, a, hacia.
14
tes, le venció con su bohordo ; enfadóse Cuedo, cuido, pienso.
15
Alvar Sánchez, y Gonzalo le dio tan tre- Certas, ciertamente.
16
mendo puñetazo «que los dientes e las So, su.
17
quixadas le crebantó, de guisa que luego Cogombro, cohombro, calabaza me-
cayó muerto a los pies del cavallero». nuda.
18
Ruy Velázquez, marido de doña Lambra, Hinchel, llénalo.
19
hirió con su asta a Gonzalo González. Vid. la nota 2.
3 20
Cuende, conde, (de comité). Joglería, burla.
21
* Levó, llevó. Empeecrá, empecerá, dolerá, dañará
46 JOSÉ MANUEL BLECUA

doña Llambla. Los infantes cuando vieron venir a aquell omne contra 22
si, cuedaron que les enviaba su cuñada alguna cosa de corner, porque se
tardaba la yantar ; ca tenien ellos que bien estaban con ella, et ella que
los amaba sin toda arte, mas eran ellos engañados en esto 23 . Et assí cuerno
llegó aquell omne, alço aquel cogohombro, et tiról, et dio con ell a
Gonçalvo Goncáloz en los pechos, cuerno su señora le mandara, et
ensuziól todo con la sangre, et fuxo 24 . Los otros hermanos, quando esto
vieron, començaron de reír, mas non de coraçón25. Et díxoles estonces
Gonçalvo Goncález : «Hermanos, muy mal lo fazedes que desto vos riides,
ca assí se me pudiera ferir con al 26 , como cjon esto, et matarme ; et mas
vos digo, que si a algun de vos contesciesse27 esto que a mí, yo non
querría vivir un día más fasta quel non vengasse ; et pues que vos le-
vades en juego tal fecho cuerno este et tal deshondra, mande Dfc>s que vos
aun repintades 28 ende». Dixo estonces Diago Goncálvez, ell otro her-
mano : «Hermanos, mester es que tomemos consejo a tal c'.osa como esta,
et que non finquemos assí escarnidos 29 , ca mucho serie la nuestra des-
hondra grand ; et tomemos por ende agora nuestras espadas so nuestros
mantos et vayamos contra aquell omne, et si viéramos que nos atiende et
non a miedo de nos, entendremos que fué la c'osa fecha por juego, et dexar
lemos ; mas si fuxiere contra doña Llambla, yl ella acogiere, sabremos qtie
por so consejo della fué,'et si assí fuere, non nos escape a vida, aunquel 30
ella quiera amparar». Pues que esto ovo dicho Goncálvez, tomaron todos
sus espadas et fuéronse poral palacio ; et ell omne quando los vio venir,
fuxó pora doña Llambla, et ella cogiól so 31 el so manto. Essa ora le dí-
xieron los infantes : «Cuñada, nton vos embarguedes 32 con esse omne, de
nos le querer amparar». Díxoles ella : «¿Cuerno non?, ca mió vasallo es ;
et si vos alguna cosa fizo que non deviese, emendar vos lo a, et demientre
que él fuere en mió p*oder, conséjovos quel non fagades ningún mal».
Ellos fueron estonces pora ella, et tomáronle por fuerça ell omne que
tenie so el manto, et matarongele y luego delantre, assí quel non pudo
él defender, ni otro ninguno por ella ; et tomáronle por fuerça ell omne que
cayó de la sangre sobre las tocas et en los paños de doña Llambla, de
guisa que toda fincó ende enssangrentada. Pues que esto ovieron fecho
aquella infantes, cabalgaron en sos caballos, et dixieron a su madre doña
Sancha que cabalgasse ella otrosí ; et ella fizólo, et fuéronse pora Salas, a
su casa et a su heredad. Pues que ellos fueron idos, fizo doña Llambla
poner un escaño en medio de so corral, guisado 33 et cubierto de paños
cuerno pora muerto; et ll«oró ella et fizo tan grand llanto sobrell, con todas
sus dueñas, tres días, que por maravilla fué, et rompió todos sus paños,

22 29
Contra, hacia. Escarnidos, escarnecidos, deshonra-
23
¿ Por qué estaban en un error ? dos.
24 30
Fuxó, huyó (de fugire). Aunquel, aunque le.
2fi 31
De corazón, de buena gana. So, bajo
26 32
Con al, con otra cosa. De embargar, poner obstáculos.
27 33
Contesciesse, sucediese. Guisado, preparado.
28
Repintades, arrepintáis.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITE^ATUKA ESPAÑOLA 47

liamániose bibda 3 4 et que non habie marido. Agora dexamos aquí de fablar
de doña Llamóla, e t direm-os de don Rodrigo, so marido, et de don Gon-
çalvo Gustioz 3 5 .

PE CUEMO ALMANÇOE PRISO A GONÇALVO GUSTIOZ EN CÓRDOBA


POR CONSEJO DE R O Y BLASQUEZ

Empos esto, pues que el cuende Garçi Ferrández se tornó a Burgos de


so andar en que andudiera por l a tierra, espidiéronse allí dell Roy Blas-
quez et don Gonçalvo Gustioz, et íbanse pora alfoz 36 de Lara, do tenien sus
mugieres. E t yendo por la carrera 3 7 , dixiéronles las nuevas de tod el fecho
que allá contesçiera, e t la manera en que se fiziera; e t ellos quando lo oye-
ron, pesóles tanto que non pudiera más, assí que se nton sopieron y d a r
consejo, pero fuéronse fasta en Barbadíello amos 3 8 a dos en compaña; don
Gonçalvo partióse estonces de don RVxLrigo, et fuésse pora Salas, a s u
mugier et a sus fijos. Estonces doña Liambla, quando sopo que vinie
don Rodrigo, cató, et quandol vio entrar por el palacio, fuesse pora ell
t¡oda rascada 3 9 et llorando mucho de los ojos, e t echóse a sos pies pidiéndol
merced quel pesasse mucho de la deshondra que había recibida de sos so-
brinos, et que por Dios e t por s u mesura quel diesse ende derecho. Dixol
estonces don Rodrigo: «Doña U a m b l a , callad, non v o s pese, et sofrit vos,
ca y o vos prometo que tal derecho vos dé ende que todo el mundo habrá
dezir dello». D'on Rodrigo envió luego so mandado a don Gonçalvo Gustioz
que viniese otro día a veerse amos en uno, ca mucho habie de fablar con
e i l ; e t don Gonçalvo veno 4 0 y otro d í a con sos siete fijos, e t h'obieron s u
fabla entre Barbadiello et Salas ; e t pusieron su amor unos con otros 4 1 , e t
metiéronse estonces los infantes en mano de so t í o don Rodrigo, que ell
catasse aquel fecho por quien se levantara, et que él fiziese y aquello que
toviese por bien et fuesse derecho. A don Rodrigo plogo mucho con esta
razón, e t començo estonces luego a falagar a s*os sobrinos con sos engaños
et sus palabras enfiñidas et falssas, por tal que non se guardassen dell 42 ».

^ D E CUENO F U É SOLTADO GONÇALVO GUSTIOZ D E LA PRISIÓN ET SE F U É

PORA CASTIELLA, A SALAS, SO LOGAR

Pues que Viara e t Galve llegaron a Còrdova, fuéronse luego pora Al-
mançor, et emprestáronle 4 5 las cabeças de los siete infantes e t l a de Mun-
34 41
Léase viuda. «Se reconciliaron.»
42
« Este final es típico de los cantares Ruy Velazquez envió a Córdoba a
de eesta ^*" Gustioz con una carta para Alraanzor
„. . . . . . . ,, , , , ,, . en la cual rogaba al célebre caudillo
• í6 Alfoz, distrito (del arabe at-natiz). I J - t D ' « . i * *
v
' ' ' que Je diese muerte, rreparo también
i7
• Carrera, camino. —de acuerdo con los moros fronterizos—
A mos, ambos. u n a traición en la que murieron valerosa-
39
Rascada, arañada. mente los siete infantes y su ayo.
40 4S
Veno, vino. Presentáronle.
48 JOSÉ MANUEL BLECUA

no Salido, so amto 44 . Almançor, quando las vio yl departieron quien fueran,


et las cató et las connosçió por el departimiento quel ende fiziera, fizo
semejanza 45 quel pesaba mucho porque assí los matara a todos ; e man-
dólas luego lavar bien con vino, fasta que fuessen bien limpias de la sangre
que estaban untadas ; et pues que lo hobieron fecho, fizo tender u n a sábana
blanca en medio del palacio, et mandó que pusiessen en ella las cabeças,
todas en haz et en orden, assí cuerno los infantes nasçieran, et la de Ñuño
Salido en cabo délias. Desí fuesse Almançor pora la cárcel do yacie preso
Gonçalvo Gustifoz, padre de los siete infantes, et assí cuerno entró Alman-
çor, yl vió, díxol : aGonçalvo Gustioz, ¿cuerno te va?.» Respondiól Gon-
çalvo Gustioz : «Señor, assí cuerno la vuestra merçet tiene por bien, et
mucho me plaze agtora porque vos acá viniestes, ca bien sé que desde hoy
más habredes merced, et me mandaredes daquí sacar, pues que mi viniestes
veer ; ca assí es costumbre de los altos omnes por su nobleza, que pues
que el señor va veer so preso, luegol manda soltar». Díxol estonces Alman-
çor : «Gonçalvto Gustioz, fazerlo e esto que me dizes, ca por esso te vin
veer. Mas dígote antes esto : que yo envié mis huestes a tierra de Cas-
tiella et hobieron su batalla con los christianos en el campo de Almenar ;
et agora aduxieronme 4 6 dessa batalla ocho cabeças de m u y altos 'omnes, las
siete son de mancebos, et la otra de omue viejo; et quiérote sacar daquí
que las veas si las podrás connosçer, ca dizen mios adalides que de alfoz
de L,ara s'on naturales». Esto dixo Gonçalvo Gustioz : «Si las yo viere,
dezir vos e quien son, et de que logar, ca non a caballero de prestar en
toda Castiella que yo non connosca quien es, et de quales 4 7 ». Almançor
: mandó estonces quel sacassen, et fué con ell al palacio do estaban las
cabeças en la sábana ; et pues que las vió Gonçalvo Gustioz, et las connos-
çió, tan grand hobo ende el pesar que luego all hora cayó por muerto en
tierra; et desque entró en acuerdo, començo de llorar tan fieramientre so-
breñas que maravilla era. Desí dixo a Almançor : «Estas cabeças connosco
y m u y bien, ca son las de mios fijos, los infantes de Salas, las siete ; et
esta otra es la de Ñuño Salido, so amo que los crió». Pues que esto hobo
dicho, començo de fazer so duelo et so llanto tan grand sobrellos, que non
a omne que lo viesse que se pudiesse sofrir de non llorar ; et desí tomaba
las cabeças una a una et retraye 4 8 e contaba de los infantes todos los buenos
fechos que fizieran.

[Fragmentos según la edic. de R. Menéndez Pidal,


La leyenda de los siete infantes de Lara, Ma-
drid, 1896.]

47
Ama, ayo. Es decir, «de qué familia».
48
Fingió. Reiraye, decía.
A duxteronme, trajéronme.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 49

i.° Estudíese los caracteres y señálense notas distintivas.


2.° Idéase el romance de la página 95 y con los fragmentos an-
teriores reconstruyase la gesta de los siete infantes de I,ara. Véase
también la escena de la comedia de Juan de la Cueva,
3.0 Hágase el retrato moral de doña Lambra.
4.« Indíquense los elementos patéticos.
5.0 Estudíense algunas costumbres medievales.
6.° Convertir el fragmento final en un romance, semejante al
de la pág. 95.
7.0 Indíquese algún rasgo estilístico de la Crónica General.
ANÁLISIS GRAMATICAL.—Díganse los cambios que sufren las siguientes
voces: fórtea=íuerza ; dictu=dicho ; justitia= justicia; /¿xcíw=fecho;
domina=dueña ; habuisent = ovÍesen; multu*= mucho; ibi=i, y.

!<AS SIETE PARTIDAS

Q U E C O S A E S C O R T E E P O R O U E H A A S S I N O M E , E Q U A L D E B E S E R

Corte es llamado el lugar do es el rey e sus vassallos e sus oficiales, con


el que le han cotidianamente de consejar e 1 de servir, e los ornes del reyno
que se llegan y 3 , o por honra del o por alcançar derecho o por fazerlo o por
recabdar las otras cosas que han de ver con él. E tomó este nome de una
palabra de latín, que dize cohors3, en que muestra tanto como ayunta-
miento de compañas 4 . Ca allí se allegan todos aquellos que han de honrar
e de guardar al rey e al reyno. E otrosí5 ha nome en latín curia, que quiere
tanto dezir como lugar do es la cura de todos los fechos de la tierra, ca
allí se ha de catar lo que cada uno deve haber, según su derecho e su estado.
Otrosí es dicho corte, según lenguaje de España, porque allí es la espada
de la justicia con que se han cortar todos los malos fechos, también de
dicho como de fecho, assí como los tuertos, e las fuerças e las soberbias que
íazen los ornes, e dízen, porque se muestran por atrevidos e denodados. E
otrosí los escarnios e los engaños e las palabras sobejanas6 e vanas que
fazen a los ornes envilescer e ser rahezes 7 . E los que desto se guarda-ron e
usaron de las palabras buenas e apuestas llamáronlos buenos e enseñados.
E otrosí llamáronlos corteses, porque las bondades e los otros enseña-
1 4
Nótese la repetición de las conjun- Campañas, gentes.
5
ciones. Otrosí, también.
6
2 Y, allí. Sobejanas, i m p r u d e n t e s , innecesarias.
3 7
Corte deriva efectivamente de cohor- Rahezes, viles, bajos, (del árabe
tem. rail's).

4
50 JOSÉ MANUEL BLECUA

œientos buenos, a que llaman cortesía, siempre los fallaron e los apri-
sieron 8 en las cortes. E por ende fué en España siempre acostumbrado
de los ornes honrados de embiar sus fijos a criar a las cortes de los de los
reyes, porque aprisiessen a ser corteses e enseñados, quitos 9 de villanía
e de yerros, e se acostumbrassen bien, assí de dicho como de fecho, por-
que fuessen buenos, e los señores hobiesen razón de les fazer bien. Onde
los que tales fueren, débelos el Rey allegar a sí e fazéries mucho bien e
mucha honra. E a los otros arredrarlos 10 de la Corte e castigarlos de los
yerros que fizieren. Porque los buenos tomen ende fazaña para usar del
bien e los malos se castiguen 11 de non fazer las cosas desaguisadas, e la
corte finque quita de todo mal, e abondada e complida de todo bien.

COMO HAN DE DESCEÑIR LA E S P A D A AL N O V E L , DESPUES QUE FUERE

FECHO CABALLERO

Desceñir el espada es la primera cosa que deben fazer después que el


caballero novel fuere fecho. E por ende ha de ser muy catada quien es
el que gela ha de desceñir. E esto non deve ser fecho si non por mano que
haya en sí alguna destas tres cosas: o que sea señor natural 12 , que lo
faga por el debdo 13 que han de consumo; o orne honrado que lo fiziesse
por sabor1* que hobiesse de fazerle honrra ; o caballero que fuesse muy
bueno de armas 15 , que lo fiziesse por su bondad. E en esto se acordaron 16
los antiguos más que en las otras dos, porque tuvieron que era muy buen
comienço, para lo que el novel era tenudo 17 de fazer. Pero cualquier délias
que sea, vale e es buena. E a este que le desciñe el espada llámanle pa-
drino. Ca bien assí como los padrinos al baptismo ayudan a confirmar e
a otorgar a su fijado, como sea cristiano, otrosí el que es padrino del
caballero novel, desciñíéndole el espada con su mano otorga e confirma
la caballería que ha recibido.

E N QUE MANERA DEBEN LOS MAESTROS MOSTRAR A LOS ESCOLARES LOS SABERES

Bien e lealmente deben los maestros mostrar sus saberes a los es-
colares leyendo 18 los libros e faziéndogelos entender lo mejor que ellos
pudieren. E de que començaren a leer, deben continuar el estudio 19 todavía,
fasta que hayan acabado los libros que començaran. E en cuanto fueren

8 u
Apusieron, aprendieron. Sabor, placer, gusto.
9 15
Quitos, limpios. Es decir, «buen guerrero».
16
10 Arredrarlos, alejarlos. Convinieron.
11 17
Castigar significa también escarmen- Tenudo, tenido, participio un poco
lar, tomar ejemplo. arcaico en este tiempo.
12 18
Señor natural era el que tenía man- Se explicaba en clase 'eyendo y
damiento sobre sus vasallos. comentando un texto determinado.
13 19
Debdo, deber, obligación. Estudio, clase, explicación.
HISTORIA V TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 51

sanos non deben mandar a otros que lean en logar dellos, fueras ende 20 si
alguno dellos mandasse a otro leer alguna vez para le honrrar, e non por
razón de se escusar él del trabajo del leer. Mas si, por ventura, alguno
ele los maestros enfermasse después que hobiesse començado el estudio,
de manera que la enfermedad fuesse tan grande e tan luenga que non
pudiesse leer en ninguna manera, mandamos que le den el salario, también
como si leyesse. E si acaesciesse que muriesse de la enfermedad, sus
herederos deben haber el salario también como si leyesse todo el año.

I.° Obsérvese el gusto por la definición y la etimología en las


Partidas.
2.° Defínase la palabra Corte según el texto anterior.
3-° Anótese la tendencia didáctica de las Partidas. ¿ En qué se
diferencia ese cuerpo legal de otros?
4-° ¿Quienes pueden desceñir la espada al nuevo caballero y
por qué?
5-° ¿ Qué costumbres escolares refleja el último texto?

so Fueras ende, excepto, (de joras,


Fuera).
C A P I T U L O V

LA LITERATURA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIV

El siglo XIV. — Este siglo presenta caracteres diferentes del ante-,


rior. Por 'una parte, las gestas van perdiendo su antiguo apogeo y dejan
paso a una literatura menos heroica, lo mismo en la prosa que en el
verso. La escuela del Mester de clerecía se prolonga en el Arcipreste
de Hita y en el Canciller Ayala, pero la forma no tiene ya la antigua
rigidez de la cuaderna vía, sino que se intercalan otros tipos de versos y
estrofas, y, además, la temática ya no es la misma, abandonando argu-
mentos anteriores. La prosa novelesca tiene un magnífico exponente en
la obra de D. Juan Manuel, y a finales del siglo se presienten nuevas
direcciones, como tendremos ocasión de estudiar. Hay también una pre-
ocupación por llegar a tener ün estilo personal, preocupación que faltaba
en el siglo anterior.

La poesía. — El poeta más original de todo el siglo es JUAN RUIZ,


ARCIPRESTE DE HITA, del que no sabemos gran cosa, aunque en su
obra hay noticias autobiográficas. No se conocen la fecha de nacimiento,
ni el lugar, aunque se ha supuesto que fuese nacido en Alcalá ce He-
nares. Parece ser que en 1351 ya había muerto.
Juan Euiz es autor de un libro, conocido con el nombre de Libro de
buen amor, de contenido muy variado. Hay en él una parte lírica y una
parte narrativa, unidas estrechamente. La parte lírica se compone de
serranillas, cantos a la Virgen, cantares de ciego, etc. ; la narrativa, de
fábulas y apólogos, procedentes de Esopo o del Calila e Dimna; digre*
siones morales y ascéticas ; una especie de narración autobiográfica, cuyo
principal personaje es un Arcipreste ; una parodia de cantares épicos
en la batalla de don Carnal con doña Cuaresma, procedente de algún
fabliau francés ; una bella narración amorosa en el episodio de don Me-
lón y dona Endrina, en el que aparece una especie de Celestina, llamada
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 53

Trotaconventos; y, finalmente, contiepe elementos satíricos, como la


sátira contra el dinero, y cantigas juglarescas.
E l Arcipreste de Hita es el poeta de más acusada personalidad de
todo el siglo xiv. Los alejandrinos se han hecho más ligeros y tienden
al ritmo de dieciséis sílabas ; maneja muy bien el vocabulario y los re-
franes -populares, y sabe utilizar comparaciones de gran belleza o de
sabor popular. Lo mismo que Berceo, usa con gran frecuencia los dimi-
nutivos, dándoles un matiz cariñoso, emotivo o ligeramente irónico. Po-
cos le ganan en la observación de tipos, costumbres, escenas, y posee
un fino humor y una gran fuerza satírica.
La mezcla de elementos populares y eruditos, de didáctica y sátira,
hace que el Libro de Buen Amor sea obra única en nuestra poesía me-
dieval. Inícianse con él tendencias que serán permanentes en nuestras
letras : uso del refranero, tipos picaros, vocabulario popular, etc. Algu-
nos caracteres o personajes cuajarán más logrados en la literatura pos-
terior, como el de Trotaconventos, antecedente inmediato de Celestina.
Si a esto unimos la alegría y el fino sentido del humor, la sana vitalidad
que corre por todos los versos, la abundancia de su lenguaje y la exac-
titud en la observación, tendremos un libro único en la literatura del
siglo xrv.
E l otro gran poeta del siglo es el Canciller D. PERO LÓPEZ
DE AYALA, nacido en Vitoria en 1332 y muerto en Calahorra en 1407. Su
vida es rica en acontecimientos políticos, y su figura está colocada en la
encrucijada medieval que va de finales del siglo xrv al siglo xv: medie-
valismo y humanismo.
E s autor de un extenso libro, conocido vulgarmente con el título de
Rimado de Palacio, de contenido muy heterogéneo, lo mismo en su temá-
tica que en la versificación. Como el Arcipreste, el Canciller Ayala mezcla
elementos líricos con narrativos, profanos con religiosos ; métrica del
mester de clerecía con versos de doce sílabas ; elementos satíricos, con
didáctica política, etc. No es tan gran poeta como el Arcipreste y su
sátira es más agria y fuerte. E n la critica de costumbre se parece a
Juan Ruiz, pero conviene señalar algunas diferencias. Mientras el Ar-
cipreste muestra con alegría las costumbres de su tiempo, Ayala goza
recargando los cuadros con tintas agrias y ásperas, completándose así
los dos libros. Hay también diferencias en cuanto al estilo. La abundan-
cia y facilidad del léxico del Arcipreste, su viveza y colorido, se encuen-
tran en el Canciller más contenidos. La intención moralizante es mucho
más acusada en López de Ayala. Su sátira es más reducida y cortesana,
por decirlo así, que la del Arcipreste, pero López de Ayala versificaba con
una gallardía que anuncia los mejores momentos del siglo xv.
E l Canciller fué también un gran prosista. Escribió cuatro Crónicas
54 JOSÉ MANUEL BLECUA

referentes a los reinados de Pedro I, Enrique I I , Juan I y Enrique III


(esta última inconclusa, a causa de la muerte del escritor). La más
importante de las cuatro es la referente al rey don Pedro, llena de dror-
matismoj de observaciones agudas, de estilo vivo y de hondura en la
pintura de caracteres. Lo que más le interesaba era la psicologia de los
personajes. Ayala tradujo también del latín obras de Boecio, de Gre-
gorio Magno, de Bocaccio y de Tácito, traducciones que anuncian el hu-
manismo del siglo xv.

Otros poetas. —• La poesía épica, ya muy decadente, está representa-'


da en este siglo por dos obritas : el Poema de Alfonso onceno y la Oró«
nica rimada o Cantar de Rodrigo. E l primero se debió de escribir hacia
1350, quizá por Rodrigo Yáñez, y narra con oesenvoltura los sucesos
del reinado de Alfonso X I hasta 1312. Está escrito en cuartetas de ocho
versos con dos rimas consonantes cada una. E l Cantar de Rodrigo es un
poema juglaresco de finales del siglo xiv o principios del siguiente, re-
fundición tardía del tema de las Mocedades de Rodrigo. La figura del
Cid ha perdido en este poema su antigua humanidad, quedando conver-
tida en altanera y brava.
La poesía didáctica* y sentenciosa se halla en los Proverbios del ju-
dío D. SEM TOB, de Carrión, dedicados al Bey don Pedro. Son 386 cuar-
tetas de versos heptasíiabos, de estilo muy castellano, conciso y parco
en la expresión.
Una muestra de la llamada literatura aljamiada (escrita en caracte-
res árabes, pero de contenido castellano) es el Poema de Yusuf, obra de
algún morisco aragonés. Narra la historia de José, siguiendo fuentes
coránicas.

C O N S Ú L T E S E . — M. M e n é n d e z Pelayo, Antologia, vol. I . — R . M e n é n d e z Pidal,


Poesía juglaresca y juglares, Colee. Austral.—María Rosa Lida, Libro de Buen
Amor, selección y estudio, Buenos Aires, 1941.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÎJOLA 55

ARCIPRESTE DE HITA

Prólogo

t B ruego e consejo a quien lo viere e lo leyere que guarde bien las


tres cosas del alma. Lo primero, que quiera bien entender e bien juzgar
la mi intención... B Dios sabe que la mi intención non fué de lo fazer por
dar manera de pecar ni por mal dezir ; mas fué por reducir a toda per-
sona a memoria buena de bien obrar e dar ensiempro de buenas costumbres
e castigos 1 de salvación, porque todos sean aperçebidos e se puedan mejor
guardar de tantas maestrías como algunos usan por el loco amor3,.. B
compósele otrosí a dar algunos leçión a muestra de metrificar e rrimar
e de trobar ; ca trobas e notas e rimas e ditados e versos, que fiz corn-
plídamente segund que esta ciencia requiere.»

i.° Muéstrese la doble intención del autor. ¿Cuáles son sus


propósitos? Ved si coinciden estos propósitos con los fragmentos
siguientes.
2.° ¿Responden esos propósitos a una tendencia medieval? ¿Por
qué?
3.0 Compárense esas líneas con las del prólogo de don Juan
Manuel, pág. 69.

Enjiemplo del águila y del cazador

«El águila caudal canta sobre la baya;


todas las otras aves, de allí las atalaya ;
no hay péndola 1 della que en tierra caj^a ;
si ballestero la baila, precíala más que saya.»
5 Saetas y cuadrillos 2 , que trae amolados 3 ,
con. péndolas de águila los lia empendolados.
Fué como babía usado a berir los venados,
al águila caudal dióle por los costados.
1 1
Castigos significó consejos. Péndola, piuma.
2 2
El loco amor es el amor liviano Cuadrillos, dardos,
3
mundanal. Amolados, afilados.
56 JOSÉ MANUEL BLECUA

Cató contra sus pechos el águila herida,


i o y vido en que sus péndolas, la habían escarnida 4 ,
dijo contra sí mesma una razón temida:
«De mí salió quien me mató, y me tiró 5 la vida».
El loco, el mezquino que su alma no cata,
usando tu locura y tu mala barata 6 ,
15 destruye a su cuerpo y a su alma mata,
que de sí mismo sale quien su vida desata.

[Episodio de doña Endrina y don Melón]

¡ Ay Dios, y cuan fermosa viene doña Endrina por la plaça !


¡ Qué talle, qué donaire, que alto cuello de garça !
¡ Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buen andança !
Con saetas de amor fiere cuando los sus ojos alça.
5 Pero tal lugar no era fablar en amores:
a mí luego me venieron muchos miedos e temblores,
los mis pies y las mis manos no eran de sí señores,
perdí seso, perdí fuerça, mudáronse mis colores.
Unas palabras tenía pensadas por le dezir;
10 el miedo de las compañas me facían ál departir 1 ;
apenas me conoscía ni sabía por dó ir,
con mi voluntad mis dichos no se podían seguir.
Fablar con mujer en plaça es cosa muy descubierta ;
a vezes mal perro atado tras mala puerta abierta :
15 bueno es jugar fermoso, echar alguna cobierta :
a do es lugar seguro, es bien fablar cosa cierta.
—«Señora, la mi sobrina, que en Toledo seía 2 ,
se vos encomienda mucho, mili saludes vos envía;
si oviés' lugar e tiempo, por cuanto de vos oía,

4
Escarnida, escarnido, herido*. (Nótese corresponden a las estrofas 653-74 Î de
la concordancia, frecuente en textos la edic. de Ducamin, Toulouse, 1902.
medievales.) Suprimimos algunas estrofas indicándolo
5
Tiró, quitó. con puntos suspensivos.
x
* Barata, engaño. (Trátase de la locura Al, otra cosa. — Departir, hablar.
2
> engaños del amor loco, mundanal.) Seía, estaba, residía.
* Hemos numerado los versos que
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

20 deséavos mucho ver e conoscervos querría.


«Querían allá mis parientes cassarme en esta sacón
con una doncella rica, fija de don Pepión 3 :
a todos di por respuesta que la non quería, non :
de aquélla sería mi cuerpo que tiene mi coraçón.*
25 Abaxé más la palabra, díxel' que en juego fablaba,
porque toda aquella gente de la plaça nos miraba ;
desque vi que eran idos, que orne ahí non fincaba,
comencél* dezir mi quexa del amor que me afincaba4 :
—«En el mundo non es cosa que yo ame a par de vos ;
30 tiempo es ya pasado de los años más de dos
que por vuestro amor me pena, ámovos más que a Dios :
non oso poner presona que lo fable entre nos.
«Con la grant pena que paso vengo a vos dezir mi quexa,
vuestro amor e deseo, que me afinca e me aquexa,
35 nós' me tira 5 , nós' me parte, non me suelta, non me dexa :
tanto me da la muerte cuanto más se me alexa.
«Recelo he que non me oídes esto que vos he fablado ;
fablar mucho con el sordo es mal seso y mal recabdo;
cret que vos amo tanto que no hey mayor cuidado ;
40 esto sobre todas cosas me traye más afincado.
«Señora, yo non me atrevo a dezir vos más raçones,
fasta que me respondades a estos pocos sermones 6 ;
dezitme vuestro talante 7 , veremos los coraçones*—.
Ella dijo : —«Vuestros dichos non los precio dos piñones.
45 «Bien así engañan munchos a otras munchas Endrinas ;
el orne tan engañoso así engaña a sus vecinas ;
non cuidedes que so 8 loca por oír vuestras parlillas,
buscat a quien engañedes con vuestras falsas espinas.»
Yo le dixe: —«Yag, sañuda, anden fermosos trebejos 10 ;
50 -son los dedos en las manos, pero no todos parejos ;
todos los ornes non somos de unos fechos nin consejos;
la peña 11 tien* blanco e prieto 12 pero todos son conejos.
«A las vegadas lastan 13 justos por pecadores,

3 8
Nótese el carácter burlesco de los So, soy.
9
nombres. Pepión era una moneda de \Ya\ j O h ! (ínterj. árabe),
10
poco valor. Trebejos, piezas del juego.
4 11
Afincaba, apremiaba. Peña, piel, abrigo.
5 12
Noa'me tira, no se me quita. Prieto, oscuro, negro.
6 13
Sermones, palabras. Vegadas, veces. — Lastan,
7
Talante, opinión. sufren.
58 JOSÉ MANUEL BLECUà

a munchos empeecen 14 los ajenos errores


55 faz* mal culpa de malo a buenos e a mejores,
deven tener la pena a los sus fazedores.
«El yerro que otro fizo a mí non faga mal,
• avet por bien que vos fable aliï so aquel portal ;
non vos vean aquí todos los que andan por la cal' 1 5 ;
6o aquí vos fable uno, allí vos fablaré ál.»
Paso a paso don Endrina so el portal es entrada,
bien loçana e orgullosa, bien mansa e sosegada,
los ojos baxó por tierra, en el poyo asentada ;
yo torné en la mi fabla que tenía conmençada:
65 «Escúcheme, señora, la vuestra cortesía,
un poquillo, que vos diga... la muerte mía 1 6 ;
cuidades que vos fablo en engaño e en folia 17 ,
e no sé qué me faga contra vuestra porfía.
«A Dios juro, señora, para 1 8 aquesta tierra,
70 que cuanto vos he dicho de la verdad non yerra ;
estades enfriada más que la nief 19 de la sierra,
y sodes atan moza que esto me atierra.
«Fablo en aventura con la vuestra mocedat,
cuidades que vos fablo lisonja e vanidat ;
75 non me puedo ' entender en vuestra chica edat:
querriedes jugar con la pella más que estar en poridat 2 0 .
«It et venit a la fabla otro día, por mesura 2 1 ,
pues que hoy non me creeres, o non es mi ventura ;
id y venit a la fabla; esa creencia atan dura,
80 usando oír m i pena, entendredes mi quexura.
«Otórgatele ya, señora, aquesto de buena miente,
que vengades otro día a la fabla solamiente;
yo pensaré en la fabla e sabré vuestro tálente,
ál non oso demandar, vos venid seguramiente.»—
85 Esto d i x o doña Endrina, esta dueña de prestar 2 2 :
—«Honra es e no deshonra en cuerdamiente fablar ;
las dueñas e las mujeres deven su respuesta dar
a cualquier que las fablare o con ellas razonar'.
«Cuanto esto, vos otorgo a vos o a otro cualquied;

14 19
Empeescen, dañan. Nief, nieve.
lá 20
Cal', calle. «Más q u e hablar en secreto q u e niai«
16
Faltan u n a s sílabas e n el verso, jugar a la pelota.»
21
quizá «del dolor e». Por mesura, por cortesía.
17 23
Folia, b r o m a . De prestar, d e p r o .
18
Para, por. (Usada sólo en los jura-
mentos).
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 39

90 fablat vos, salva mi honra, cuanto fablar vos quigéredes 2 3 ;


de palabras en juego dirélas si las oyer',
non vos consintré 2 4 engaño cada que lo entendier.
Estar sola con vos solo, esto yo non lo faría,
non deve la mujer estar sola en tal compañía :
95 nace dende 2 5 mala fama, m i deshonra sería ;
ante testigos que nos veyan 2 6 fablar vos he algún día.»
—«Señora, por la mesura que agora prometedes,
non sé gracias que lo valan cuantas vos merecedes ;
a la merced que agora de palabra me fazedes
100 igualar no se podrían ningunas otras mercedes...»
Fuese mi señora, de la fabla, su vía.
Desque yo fué 27 nacido nunca vi mejor día,
solaz tan plazentero e tan grande alegría,
quísome Dios bien guiar et la ventura mía.
105 Busqué trotaconventos cual me mandó el Amor;
de todas las maestras escogí la mejor.
¡Dios y la mi ventura, que me fué guiador ! :
Acerté en la tienda del sabio corredor.
Fallé una vieja cual avía menester,
l i o artera e maestra e de mucho saber ;
doña Venus por Panfilo 28 no pudo más fazer,
de cuanto fizo aquesta por me facer plazer.
Era vieja buhona 2 9 déstas que venden joyas ;
éstas echan el laço, éstas cavan las foyas 30 ;
115 non hay tales maestras como estas viejas troyas 3 1 ,
éstas dan la macada : si has orejas, oyas.
Como lo han de uso estas tales buhonas,
andan de casa en casa vendiendo muchas donas 3 2 ,
non se reguardan délias, están con las personas,
120 fazen con el muncho viento andar las atahonas 3 3 .
Desque fui en mi casa esta vieja sabida,
díxele : «Madre 34 señora, tan bien seades venida,
en vuestras manos pongo m i salud e mi vida,
si vos no me acorredes 35 , mí vida es perdida.
125 «Oí dezir siempre de vos mucho bien e aguisado,
de cuántos bienes fazedes al que a vos viene cuitado,
cómo ha bien e ayuda quien de vos es ayudado :
por la vuestra buena fama he por vos enviado.

23
Quigéredes, quisiereis. bulante.
24 30
Consintré, consentiré, Foyas, hoyos, trampas.
25 31
Dende, de allí. Troyas, quizá en el sentido de
26
Veyan, vean. viejas alcahuetas sagaces.
27 32
Fué, fui, (como en el asturiano Donas, regalos,
33
actual). Atahonas, molinos.
28 34
Referencia a la comedia De Vetvts. Se llamaban madres a las ancianas.
29 33
Buhona, buhonera, vendedora am- A corredes, socorréis.
60 JOSÉ MANUEL BLECUA

«Quiero fablar convusco36 bien como en penitencia 37 ,


130 toda cosa que vos diga, oídla en paciencia;
sinon vos, otro non sepa mi queja y mi dolencia».
Diz la vieja : «Pues decidlo, y habed en mí creencia.
«Conmigo seguramente vuestro coraçón fablat,
faré por vos cuanto pueda, guardar he vos lealtat;
135 oficio de corredores es de mucha poridat 38 ,
más encobieitas encobrimos que mesón de vecindat.
«Si a cuantas desta villa nos vendemos las alfajas39
sopiesen unos de otros, muchas serían las barajas 40 ;
muchas bodas ayuntamos que vienen a repinta jas 41 ,
140 muchos panderos vendemos que no suenan las sonajas.»
Yo le dixe : —«Amo una dueña sobre cuantas yo vi,
ella, si me non engaña, parece que ama a mí,
por excusar mili peligros fasta hoy lo encobrí;
toda cosa deste mundo temo mucho e temí.
145 De pequeña cosa nace fama en la vecindat ;
desque naze, tarde muere, maguer 42 non sea verdat ;
siempre cada día crece con envidia e falsedat,
poca cosa le empece al mezquino en mezquindat 43 .
«Aquí es 44 , bien mi vecina ; ruego vos que allá vayades,
150 e fablad entre vos ambas lo mejor que entendades,
encobrid todo aquesto lo más mucho que podades,
acertad aqueste fecho, pues que vierdes las voluntades.»
Díxo: «Yo iré a su casa de esa vuestra vecina,
e la faré tal escanto, le daré -tal atalvina 45 ,
155 porque esa vuestra llaga sane por mi melecina.
Decidme quién es la dueña». Yo le dixe: «Doña Endrina».
—«La cera que es mucho dura e mucho brozna 46 e helada,
desque ya entre las manos una vez está masnada 47 ,
después con el poco fuego cient vezes será doblada:
160 doblarse ha toda dueña que sea bien escantada...»
«Amigo, non vos durmades, que la dueña que dezides,
otro quier*48 casar con ella, pide lo que vos pedides,
es orne de buen linaje, viene donde 49 vos venides;
vayan ante vuestros ruegos que los ajenos convites.
165 «Yo lo trayo estorbando, por cuanto non lo afinco,
ca es orne muy escaso50, pero que 51 es muy rico,
36 éS
Con üttsco, con vos, Escanto, e n c a n t o . — A tahfina, puche.
37
En penitencia, en secreto. [Es decir : le daré tales ungüentos y
38
Poridat, secreto. filtros).
3S 46
Alf ajas, alhajas. Brozna, bronca, áspera.
40 47
Barajas, riñas. Masnada, amasada.
41 48
Repintajas arrepentimientos. Quier, quiere.
42 49
Maguer, aunque. Donde, de donde.
43 50
«Al pobre cualquier cosa daña en Escaso, avaro.
51
su pobreza.» Pero que, aunque.
* 4 Aquí es, aquí vive.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

mandóme por vestuario una piel e un pellico,


diómelo tan bien parado, que ni es grande ni chico.
«El presente que se da luego, si es grande de valor,
170 queblanta leyes e fueros, e es del derecho señor ;
a muchos es grand ayuda, a muchos estorbador,
tiempo hay que aprovecha, e tiempo hay que faz peor.
«Esta dueña que decides, mucho es en mi poder,
si non por mí, non la puede orne del mundo haber ;
175 yo sé toda su fazienda, e cuanto ha de fazer
por mi consejo lo faze, más que non por su querer.
«No os diré más raçones, que asaz 52 vos he fablado ;
de aqueste oficio vivo, no he de otro coidado;
muchas veces he tristeza del lacerio 53 ya pasado,
180 porque me non es agradecido, nin me es gualardonado... »
Yol'5* dije : —«Madre señora, yo vos quiero bien pagar,
el mi algo e mí casa, a todo vuestro mandar;
de mano tomad pellote, e id, nol' dedes vagar 55 »...
Iya buhona con farnero 56 va tañendo cascabeles ;
185 meneando de sus joyas, sortijas, e alfileres;
dezía: «¡Por fazalejas5T, comprad aquestos manteles!»
Vídola doña Endrina, dixo : «Entrad, no receledes».
Entró la vieja en casa ; díxole : «Señora fija,
para esa mano bendicha 58 , quered esta sortija ;
190 si vos non me desèobrierdes, dezir vos he una pastija5»
que pensé aquesta noche». Poco a poco la aguija.
«Fija, siempre vos estades en casa encerrada,
sola envejecedes, quered alguna vegada
salir, andar en la plaça con vuestra beldat loada,
195 entre aquestas paredes non vos prestará 60 nada.
«En aquesta villa mora muy ferinosa mancebía,
mancebillos apostados 61 y dé mucha loçanía,
en todas buenas costumbres crecen de cada día :
nunca veer pudo orne atan buena compañía.
200 «Muy bien me resciben todos con aquesta pobledat ;
el mejor e el más noble de linaje e de beldat
es don Melón de la Huerta, mancebillo de verdat;
a todos los otros sobra62 en fermosura y bondat.
«Todos cuantos en su tiempo en esta tierra nacieron,
205 en riqueças e en costumbres tanto como él non crescieron ;
con los locos fazes' loco, los cuerdos del bien dixteron ;
manso más que un cordero, nunca pelear lo vieron.
sa ñ7
Asaz, bastante. Fazalejas, tohallas.
53 58
Lacerio, pena sufrimiento. Bendicha, bendita.
5 59
* Yol' Yo le. Pastija, historia.
56 60
De mano, primero. — Peüofe, vestí- Prestará, aprovechará,
61
do de pelo, — Non dedes vagar, no Apostados, apuestos,
62
perdáis el tiempo. Sobra, vence.
5
* Farnero, harnero.
62 - JOSÉ MANUEL BLECUA

«Orne es de buena vida, e es bien acostumbrado,


creo que casaría él convusco de buen grado ;
210 si vos lo bien sopiésedes, cuál es e cuan preciado,
vos querríades aquesto que yo vos he fab lado...
«Agora, señora fija, dezit vuestro coraçón,
esto que os he fablado si vos plaze o si non;
guardar vos he poridat, celaré vuestra raçón,
215 sin miedo fablat conmigo todas cuantas cosas son.»
Respondióle la dueña con mesura e bien :
—«Buena mujer, dezidme : ¿ cuál es ése o quién,
que vos tanto loades e cuántos bienes tien* ?
Yo pensaré en ello, si para mí convién'».
220 Dixo Trotaconventos: «¿Quién es, fija señora?
Es'aparado 63 bueno que Dios vos traxo agora,
mancebillo guisado 64 en vuestro barrio mora :
don Melón de la Huerta; queredlo en buena hora!
«Creedme, fija señora, cuantos vos demandaron,
225 a par deste mancebillo ningunos non llegaron ;
el día que vos nacistes, fadas 65 albas vos fadaron,
que para esse buen donaire atal cosa vos guardaron.»
Dixo doña Endrina: «Callad ese predicar,
que ya ese parlero me coidó engañar;
230 muchas otras vegadas me vino a retentar,
mas de mí él nin vos non vos podredes alabar.
«L,a mujer que vos cree las mentiras parlando,
y cree a los hombres con mentiras jurando,
sus manos se contuerce, del coraçón trabando,
235 mal se lava la cara con lágrimas llorando.»

DE CÓMO LOS ESCOBARES DEMANDAN POR D l O S *

Señores, dat al escolar,


que vos vien' demandar.
Dat limosna o ración ;
faré por vos oración,
5 que Dios vos dé salvación*,
quered por Dios a mí dar.
E¡1 bien que por Dios ferierdes,
la limosna que por Ê1 dierdes,
cuando deste mundo salierdes,
10 esto vos habrá de ayudar.
Cuando a Dios dieredes cuenta
de los algos e de la renta 1 ,

63
Aparado, aparejado. * Nótese q u e la estrofa es del tipo de
64
Guisado, p r e p a r a d o , dispuesto. zéjel.
65 x
Fadas, h a d a s . De los algos, de las riquezas.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 63

excusaros ha de aumenta2
la limosna por Él far3.
15 Por una ración que dedes,
vos ciento de Dios tomedes
e en paraíso entredes:
¡ ansí lo quiera Ê1 mandar !
Catad que el bien facer
20 nunca se ha de perder.
podemos ha estorcer4.
del infierno, mal lugar.

i.° Estudíese la composición de este capítulo y distíngase las


escenas. Nótese la forma narrativa, la descriptiva y la dialogada.
2.0 Muéstrese la psicología de los personajes.
3. 0 Trácese un retrato de la Trotaconventos y compárese con la
Celestina, según los textos de la pág. 117 y ss.
4-° ¿Q u é piensa del capítulo desde el punto de vista moral?
5.0 Muéstrense algunos elementos cómicos y otros realistas.
6.° ¿A qué público se destinaba este episodio? ¿Por qué?
7.0 Estudíense la versificación y el lenguaje ; anótense algunas
comparaciones y analícense las expresiones populares.
ANÁLISIS GRAMATICAL. — Díganse qué cambios han sufrido las si-
guientes voces: Deus = T)ios ; venet = viene; platea=plaza ; capillu =
cabello; oculos=ojos ; fabulare=fablar ; meíw=miedo; parábola apala-
bra; dictu = dicho ; pectu=pecho.

2
Ajruenía, afrenta.
3
Far, hacer, dar.
* Estorcer, apartar.
64 JOSÉ MANUEL BLECUA

PERO LOPE DE AYALA

RIMADO DK PALACIO

Aquí comiença de los mercaderes


¿Pues qué de los mercaderes aquí podría dezir
si tienen tal oficio para poder fallir1,
jurar e perjurar, en todo siempre mentir?
Olvidan Dios e alma, nunca cuidan morir.
5 En sus mercadurías 2 han mucha confusión,
a mentira e a engaño e a mala confesión;
Dios les quiera valer e ayan su perdón,
que cuanto ellos non dexan dar quinta por bordón 3 .
Una vez pidrán 4 cincuenta doblas 5 por un paño,
io si vieren que estades duro e entendedes vuestro daño,
diz' : —«Por trenta vos lo do6», mas ¡nunca él cumpla el año,
si non le costó cuarent ayer de un omne extraño !
Diz' : —«Tengo escarlatas 7 de Brujas e de Mellinas 8 ,
veinte años ha que no fueron en esta tierra tan finas ;
15 diz' : —«Tomadlas vos, señor, antes que unas mis sobrinas
las Heven de mi casa, que son por ellas caninas 9 .
«Si vos tenedes dineros, si non yo tomar he plata,
ca en mi tienda fallaredes toda buena baratal 10 .»
El cuitado que lo cree e una vez con él se ata,
30 a través yaze caído sí delante non se cata 11 ...
Si quisieres aver plazo 12 el precio les doblarás :
lo que davan por cincuenta, ciento les pagarás ;
desto luego buen recabdo con ellos obligarás,
e si el día pasare, intereses les otorgarás.
25 Aun fazen otro engaño al cuitado comprador :
muéstranle de una cosa y dánle de otra peor,
e dizen en la primera : —«Desto vos mostré, señor»,
¡ sí non, él nunca vaya velar a Rocamador 13 !
Fazen escuras sus tiendas e poca lumbre les dan,
30 por Brujas muestran Ypré y por Mellinas, Roan 14 ,
los paños violetas bermejos parescerán :
1 9
Fallir, e n g a ñ a r . Caninas, ansiosas.
2 10
Mercadurías, negocios. Buena barata, b u e n a compra, ne-
3
Quinfa y bordón son términos musi- gocio
11
cales. «No dejan d e dar u n a cosa por 5 e cata, se apercibe.
otra.» 12
Es decir : «Si no p a g a s al contado...»
4
Pidrân, p e d i r á n . 13
s Rocadamor era u n santuario lemo-
Doblas, m o n e d a s de oro.
sín d e m u c h a devoción, m u y citado e n
« Do, doy.
7 la literatura medieval.
Escarlata, tela costosa de coior rojo. 14
8
Mellinas, Mallinas, célebre centro co- «Muestran u n o s p a ñ o s por otros.»
mercial.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 65

al contar de los dineros las finestras abrirán.


Segunt que en el Evangelio de nuestro Señor paresce,
el que quiere fazer mal siempre la luz aborresce ;
35 e pues quien tiniebras ama verlas siempre meresce,
e con el cabdillo délias el tal pecador paresce.

i.° Muéstrese la psicología de los mercaderes.


2.° ¿Cómo hacían sus negocios?
3. 0 índíquense algunos rasgos irónicos y satíricos.
4.0 Obsérvese la maestría en la pintura de costumbres.
5.0 Aclárese la alusión del último verso, y con ella la intención
moral.
—. —

CRÓNICA DEL REY DON PEDRO


E en tal manera se fizo, que finalmente el rey don Pedro, porque
estaba tan afincado en el castillo de Montiel que non lo podía sofrir, e
algunos de los suyos se venían para el rey don Enrique, e otrosí porque
non tenían agua si non poca, por esto, e con el esfuerzo de las juras que
le avían fecho aquellos con quien Men Rodríguez tratara este fecho,
aventuróse una noche, vínose para la posada de mosén Beltran, e púsose
en su poder armado de unas fojas, e un caballo. E así como allí llegó,
descabalgó del caballo ginete en que venía dentro en la posada de mosén
Beltrán, e dixo a mosén Beltrán : «Cabalgad, que ya es tiempo que vaya-
mos». É non le respondió ninguno, porque ya lo habían fecho saber al
rey don Enrique cómo el rey don Pedro estaba en la posada de mosén
Beltrán. Cuando esto vio el rey don Pedro, dubdó, e pensó que el fecho
iba a mal, e quiso cabalgar en el su caballo ginete en que había venido
e uno de los estaban con mosén Beltrán trabó del y díxole: •—«Esperad
un poco». E tóvole, que non le dexó partir. E venían con el rey don
Pedro esa noche don Fernando de Castro e Diego González de Oviedo,
fijo del maestre de Alcántara, e Men Rodríguez de Sanabria e otros.. E
luego que allí llegó el rey don Pedro, e le detovieron en la posada de
mosén Beltrán, como dicho habernos, sopólo el rey don Enrique, que
estaba ya apercebido e armado de todas sus armas, e el bacinete en la
cabeza, esperando este fecho. E vino allí armado, e entró en la posada
de mosén Beltrán ; e así como llegó el rey don Enrique, trabó del rey don
Pedro. E él non le conoscía, ca avía grand tiempo que non le avía visto ;
e dicen que le dijo un caballero de los de mosén Beltrán : «Catad que
este es vuestro enemigo». E el rey don Enrique aun dubdaba si era él ;
e dicen que dixo el rey don Pedro dos veces : «Yo so, yo so». E estonces
el rey don Enrique conoscióle, e firióle con una daga por la cara ; e dicen
que amos a dos, el rey don Pedro e el rey don Enrique, cayeron en tierra,
e el rey don Enrique lo firió estando en tierras otras feridas. E allí morió
el rey don Pedro a veinte e tres días de marzo deste dicho aña.
[Edic. de Llaguno, Madrid, 1769.]

5
66 JOSÉ MANUEL BLECUA

SEM TOB

PROVERBIOS MORALES Ni MAS NI MENOS

AGUA DE OLOR
Por nascer en espino
la rosa, yo no siento
Cuando es seca la rosa, que pierde, nin el buen vino
por salir del sarmiento.
que ya su sazón sale, Nin vale el acor menos
queda el agua olorosa, porque en vil nido siga,
rosada, que más vale. nin los enxemplos buenos
porque judío los diga.

[Edic. en la BibK de .utores Españoles, vol. L V I I , p á g . 351.1


C A P I T U L O VI

LA PROSA EN EL SIGLO XIV

La prosa. — La obra iniciada por Alfonso X es continuada por su


hijo Sancho IV, autor del Libro de los castigos y documentos, y sobre
todo por su sobrino don Juan Manuel.

Don Juan Manuel nació en Escalona en 1282, siendo hijo del infante
don Manuel y nieto de San Fernando. Intervino activamente en ] os suce-
sos políticos de su tiempo; fué adelantado mayor de la provincia " del
reino de Murcia, señor de Villena y Alarcón, y uno de los caballeros más
poderosos de su tiempo. Debió morir hacia 1349.
La obra de don Juan Manuel es rica y extensa, aunque no se ha
conservado en su totalidad. El manuscrito que corrigió de su puño y
letra y depositó en el monasterio de Peñan el ha desaparecido, llegando
hasta nosotros una copia bastante defectuosa. Entre los libros conser-
vados, ofrecen interés el Libro del caballero e del escudero, manual de
caballeros, con influencias de Raimundo Lulio ; el Libro de los Estados,
la obra más extensa de don Juan Manuel, de gran interés para el estudio
de la organización social de la Edad Media, ya que en ella, después de
una ligera trama novelesca procedente de un Barlaam y Josafat, se in-
dican los deberes y las obligaciones de todas las clases sociales y además
abundan las referencias autobiográficas ; el Libro de la caza refiere nu-
merosos detalles sobre el cuidado de los halcones, y la Crónica abreviada
es un extracto de la Crónica Generah de Alfonso X. Mención sparte
merece su obra novelesca titulada El Conde Lucanor o Libro de Patronin.
Este libro es una colección de cincuenta exiemplos o apólogos áe
tendencia didáctica, redactados entre 1328 y 1332. Estos cuentos tienen
antecedentes bien conocidos en otras colecciones similares, como Fedro,
el Calila e Dimna, la Disciplina clericales, etc., aunque otros son orígi-
68 JOSÉ MANUEL BLECUA

nales. La técnica y su desarrollo son semejantes en cada uno: el conde


Lucanor dialoga con Patronio, su consejero, pidiéndole su parecer sobre
un aeunto; éste le cuenta un sucedido, aplicable al caso, terminando
con una moraleja en dos versos. La naturaleza del consejo determina el
carácter del cuento, y éstos suelen ser muy cariados. Destacan, entre
otros, el exiemplo del mancebo que casó con la mujer brava; el de la
raposa mortecina ; el de don Ulan, gran mágico de Toledo ; el de los
burladores que fabricaron el paño maravilloso, etc. Estos cuentos fueron
editados en el siglo xvi por el erudito Argote de Molina y tuvieron una
acogida excepcional, siendo leídos por los mejores escritores de la época.
La creación de la prosa novelística arranca en España de don Juan
Manuel. El fué el primero que llegó a sentir una preocupación por él
estilo personal. Observa que su tío don Alfonso X había querido escribir
«en las menos palabras que se podia poner», tendencia que él habría de
seguir con más rigor aún al recomendar a su hijo que escribiese «con las
menos palabras-» que pudiere, «con verdad e derechamente». En el pró-
logo al Conde Lucanor nos habla de su preocupación moralista - y lite-
raria : <aFiz este libro compuesto de las más apuestas palabras que yo
pude, et entre las palabras entremeti algunos exiemplos de que se podrían
aprovechar los que los oyeren».

CONSÚLTESE. — M. Menéndez Pelayo, Orígenes de ¡a Novela, Madrid. 1943.


•oL I. — A. Giménez Soler, Don Juan Manuel, Zaragoza, 1935.
HISTORIA V TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 69

DON JUAN MANUEL

CONDE LUCANOR

Prólogo

Este libro fizo don Johan, fijo del muy noble infante don Manuel 1 ,
deseando que los omnes fiziessen en este mundo tales obras, que les
fuessen aprovechosas de las honras e de las faciendas ét de sus esta-
dos ; et fuessen más allegados a la carrera 2 por que pndiessen salvar las
almas. E puso en él los enxiemplos más aprovechosos que él sopo
de las cosas que acaesçieron, por que los ornes puedan fazer esto que
dicho es. Et sería maravilla, si de cualquier cosa que acaezca a cual-
quier omne, non fallare en este libro su semejança que acaesció a otro.
Et porque don Johan vio e sabe que en los libros costesçen muchos
yerros en los trasladar porque las letras semejan vnas a otras, cuydando
por una letra que es otra, en escribiéndolo, múdase toda la razón, et
por aventura confóndese, et los que después fallan aquello escripto ponen
la culpa al que fizo el libro ; et porque don Johan se receló desto, ruega
a los que leyeren qualquier libro que fuere trasladado del que él compuso,
o de los libros que él fizo, que si fallaren alguna palabra mal puesta,
que non pongan la culpa a él, fasta que vean el libro mismo que don
Johan fizo, que es emendado, en muchos logares, de su letra. El los libros
que él fizo, son estos que ha fecho fasta aquí : La Crónica abr-eviada*,
El libro de los Sabios*, El Libra del Infante5, El Libro del Ca-
ballero et del Escudero, El Libro del Conde6, El Libro de la Caça
El Libro de los Engeños, El Libro de los Cantares''. Et estos libros estan
en el monasterio de los Frayres Predicadores que él fizo en Peñafiel8.
Pero, desque vieren los libros que él fizo, por las menguas que en ellos
fallaren, non pongan la culpa a la su entención, mas pónganla a la
mengua de su entendimiento, porque se atrevió a se entremeter 9 a fablar
en tales cosas. Pero Dios sabe que lo fizo por entención que se apro-
vechassen de lo que él diría las gentes que non fuessen muy letrados, nin
muy sabidores 10 . Et por ende, fizo todos sus libros en romance, e esto es
señal cierto que los fizo para los legos et de no muy grand saber commo
lo él es. Et de aquí adelante, comiença el prólogo del Libro de los Enxiem-
plos del Conde Lucanor e de Patronio.
1 6
Don Manuel era hermano de Al- Es el libro del Conde Lucanor.
7
fonso X . Estos dos libros se han perdido
3 también.
Camino.
3 8
Es un extracto de la Crónica Gene' A pesar de toda la diligencia de don
ral, de Alfonso X . Juan Manuel, ese manuscrito se perdió,
4
Eiste se ha perdido. conservándose una copia incompleta.
9
s
Quizá sea el Libro de los consejos a Nótese la construcción.
10
su hijo don Fernando. Obsérvese la concordancia.
70 JOSÉ MANUEL BLECUA

EXEMPLO XXXV

D E LO QUE CONTESCIO A UN MANCEBO QUE CASÓ CON UNA MUJER MUY FUERTE
1
E MUY BRAVA

Otra vez fablaba el conde L-ucanor con Patronio, e díxole :


—Patronio, un mió criado me dixo quel trayan cassamiento con una
muger m u y rica e aunque es más honrada que él, e que es casamiento
muy bueno para él sinon por un embargo que y ha, et el embargo es este ;
díxome quel dixeran que aquella muger que era la más fuerte e más
brava cosa del mundo. E t agora ruégovos que me consejedes si le mandaré
que case con aquella muger, pues sabe de cual manera es o sü'mandaré
que lo non faga.
—Señor conde— dixo Patronio— } si él fuere tal commo fué u n fijo de
un omne bueno que era moro, consejalde que case con ella, mas si non
fuere tal, non gelo consejedes.
El conde le rogó que dixiesse cómmo fuera aquello.
Patronio le dixo que en una villa había un omne bueno que había un
fijo el mejor mancebo que podía ser, mas non era tan rico que pudiesse
complir tantos fechos e tan grandes commo el su coraçón le daba a
entender que debía complir. E t por esto era él en grand cuidado, ca había
la buena voluntad e non había el poder.
En aquella villa misma, había otro omne m u y más honrado e más rico
que su padre, e había una fija non más, e era muy contraria de aquel
mancebo, ca cuanto aquel mancebo había de buenas maneras, tanto las
había aquella fija del omne bueno malas e revesadas 2 : et por ende omne
del mundo non quería casar con aquel diablo.
Aquel tan buen mancebo vino un día a su padre e díxole que bien
sabía que él non era tan rico que pudiesse darle con que él pudiesse venir
a su honra, et que, pues le convenía a facer vida menguada e lazdrada 3
o yrse daquella tierra, que si él por bien toviesse, quel paresçía mejor
seso de catar algun casamiento con que pudiesse haber alguna passada.
E t el padre le dixo quel plazía ende mucho si pudiesse fallar para él
casamiento quel cumpliesse.
Entonce le dixo el fijo que, si él quisiesse, que podría guisar 4 que aquel
omne bueno que había aquella fija que gela diesse para él. Cuando el padre
esto oyó, fué maravillado e díxol que cómmo cuydaba 5 en tal cosa, que non
había omne que la conosçiesse que por pobre que fuesse quisiese casar con
ella. El fijo le dixo quel pidía por merced quel guisasse aquel casamiento.
E tanto lo afincó que, commo quier que el padre lo rovo por estraño, que
gelo otorgó.
E t él fuesse luego para aquel omne bueno, e amos eran mucho amigos,
e díxol todo lo que passarà con su fijo e rogól que, pues su fijo se atrevía

1 4
De muy mal genio. Arreglar, preparar.
2 5
Atravesadas. Pensaba.
1
Lacerada, penosa.
.HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 7!

a casar con su fija, quel ploguiesse que gela diesse para él, Quando el
vorrme bueno esto oyó [a] aquel su amigo, díxole :
—Por Dios, amigo, sí yo tal cosa fiziesse seervos ya 6 m u y falso amigo,
•ca7 vos habedes m u y buen fijo, e t e m í a 8 que fazia m u y grand maldad si
y o consintiesse su mal nin su muerte; et so cierto que si con mi fija
casase, que o seria muerto o le valdría más la muerte que la vida : *A
n o n entendades que vos digo esto por non complir vuestro talante, ca, si
l a quisierdes, a mi mucho me place de la dar a vuestro fijo o a quienquier
.que me la saque de casa.
E l su amigo le dixo quel gradescía mucho cuanto le dizía, e que pues
£U fijo quería aquel casamiento, quel rogaba quel ploguiesse 9 .
El casamiento se fizo, e levaron 10 la novia a casa de su marido. E t
los moros han por costumbre que adoban 1 1 de cenar a los novios e ponénles
l a mesa e déxanlos en su casa fasta otro día.
E fiziérenlo aquellos assí; pero estaban los padres e las madres e
parientes del novio e de la novia con gran recelo, cuidando que otro dia
¿aliarían el novio muerto o m u y maltrecho.
Luego que ellos fincaron solos en casa, assentáronse a la mesa, e ante
que ella hubíesse a dezir cosa, cató 1 2 el novio en derredor de la mesa,
<e vio un perro e díxol ya quanto bravamente 1 3 :
—¡ Perro, danos agua a las manos !
El perro non lo fizo. E el encomençósse a ensañar, e díxol mas bra-
vamente que les diesse agua a las manos. E el perro non lo fizo. Et
^desque vio que lo non fazía, levantóse m u y sañudo de la mesa e metió
mano a la espada e endereçó 14 al perro. Cuando el perro lo vio venir
contra si començo a foyr e él en pos él, saltando amos por la ropa, e por
la mesa, e por el fuego, e tanto andido 1 5 en pos del fasta que lo alcançó,
-e cortól la cabeça e las piernas, e los braços, e fizólo todo pedaços et
«ensangrentó toda la casa e toda la mesa e la ropa 1 6 .
E t assí, m u y sañudo e todo ensangrentado, tornóse a sentar a la mesa
-e cató enderredor, e vio un gato e díxol quel diesse agua a manos: ef
porque non lo fizo, díxole:
•—¿Cómmo, don falso traydor, e non vistes lo que fiz al perro porque
non quiso fazer lo quel mandé yo? Prometo a Dios que si poco nin más
conmigo porfías, que esso mismo faré a ti que al perro.
El gato non lo fizo, ca tampoco es su costumbre de dar agua a mano^,
commo del perro. E t porque non lo fizo, levantóse e tomól por las piernas
• e dio con él a la pared e fizo del más de cient pedaços et mostrándol muy
mayor saña que contra el perro.
E t assí, bravo e sañudo e faziendo m u y malos contenentes 1 7 , tornóse
a la mesa e cató a todas partes. La muger quel vio esto fazer, tovo que
-estaba loco o fuera de seso e non dizía nada.
0 12
Condicional : os sería. Miró.
7 13
Pues. Enfurecidamente.
8 14
Condicional, tendría. Dirigióse,
9 15
Ploguiesse, de placer, agradase. Anduvo.
10 16
Llevaron. Nótese el uso de' las conjunciones,
A1 17
Preparan. Gestos.
72 * JOSÉ MANUEL BLECUA

Et desque hobo catado a cada parte, e vio un su caballo que estaba


en casa, e él non había más de aquel, e dixol muy bravamente que les
diesse agua a las manos ; el caballo non lo fizo. Desque vio que non lo
fizo, díxol :
—¿Cómmo, don caballo, cuidades 18 que porque non lie otro caballo,
que por esso vos dexara si non fizierdes19 lo que yo vos mandare? Dessa20
vos guardat, que si por vuestra mala ventura non fizierdes lo que yo vos
mandare, yo juro a Dios, que tan mala muerte vos dé cornmo a los otros;
et non ha cosa viva en él mundo que non íaga lo que yo mandare, que
esso mismo non le faga.
El caballo estuvo quedo. Et desque vio que non fazía su mandado»
fué a él e cortól la cabeça con la mayor saña que podía mostrar e des-
pedaçólo todo.
Cuando su muger vio que mataba el caballo non habiendo otro e que
dizía que esto faría a quiquier 21 que su mandado non cumpliesse, tovo
que esto ya non se fazía por juego, e hobo tan grand miedo que non
sabía si era muerta o viva.
Et él assí, bravo e sañudo e ensangrentado, tornóse a la mesa, jurando
que si mil caballos e omnes e mugeres hobiesse en casa quel saliessen de
mandado, que todos serían muertos. Et assentósse e cató a cada parte
teniendo la espada sangrienta en el regaço : e desque cató a una parte
e a otra e non vio cosa viva, volvió los ojos contra su muger muy brava-
mente e díxol con grand saña, teniendo la espada en la mano :
—I^evantadvos e datme agua a las manos.
La muger que non esperaba otra cosa sinon que la despedaçaría toda,
levantóse muy apriessa e diól agua a las manos, E díxoí él :
—¡ Ah ! ¡cómo gradesco a Dios, por que fiziestes lo que vos mandé,,
ca de otra guisa, por el pesar que estos locos me fizieron, esso mesmo
hobiera fecho a vos que a ellos !
Después mandól quel diesse de comer : e ella fizólo.
E cada quel dizía alguna cosa, tan bravamente gelo dizía e en tal
son, que ella ya cuydaba que la cabeça era ida del polvo.
Assi passó el fecho entrellos aquella noche, que nunca ella fabló, mas
fazía lo quel mandaba. Desque hobieron dormido una pieça, díxol él :
—Con esta saña que höbe esta noche non pude bien dormir. Catad que
non me despierte eras 22 ninguno ; tenedme bien adobado de comer.
Cuando fué gran mañana, los padres e las madres e parientes llegaron
a la puerta, e porque non fablaba ninguno, cuidaron que el novio era
muerto o ferido. Et (lesque vieron por entre las puertas a la novia e non
al novio, cuidáronlo más.
Quando ella los vio a la puerta, llegó muy paso e con grand miedo e
començóles a dezir :
—Locos traidores, ¿ qué fazedes ? ¿ cómo osades llegar a la puerta

18 21
19
Pensáis. 22
Quienquiera.
30
Hiciereis. Mañana.
De esa razón.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITEfîATURA ESPAÑOLA 73

nin fablar? ¡Callad!, sinon todos, también vos commo yo, todos somos
muertos.
Cuando todos esto oyeron, fueron maravillados e desque sopieron commo
passaron en uno presçiaron mucho el mancebo porque assí sopiera fazer
lo quel cumplía e castigar 23 tan bien su casa.
Et daquel día adelante, fué aquella su muger muy bien mandada e
hobieron muy buena vida.
Et dende a pocos días su suegro quiso fazer assí commo fiziere su yerno,
e por aquella manera mató un gallo e díxole su muger:
—A la fe, don fulano, tarde vos acordastes, ca ya non vos valdría nada
si matassedes cient caballos, que ante lo hobiérades a començar, ca ya
bien nos conosçemos.
Et vos, señor conde, si aquel vuestro criado quiere casar con tal
muger, si fuere el tal commo aquel mancebo, consejalde que case segu-
ramente, ca él sabrá commo passa en su casa, mas si non fuere tal que
entienda lo que debe fazer et lo quel cumple, dexadle passe su ventura.
Et aun consejo a vos que con todos los omnes que hobierdes a fazer, que
siempre les dedes a entender en cual manera han de passar con vusco.
El conde ovo este por buen consejo, e fizólo assi e fallóse dello bien.
Et porque don Johan 24 lo tovo por buen enxiemplo, fizólo escrebir
en este libro, et fizo estos víessos25 que dizen assi :

SÍ al comienço non muestras qui eres,


nunca podrás después cuando quisieres.

[ £ / Conde Lucanor, edic. de E. Julia, M. 1933.]

i.° Dígase que espíritu anima el prólogo anterior.


2.a Estudíese la técnica del cuento y las partes de que consta.
3. 0 Analizar el carácter del mancebo y el de su mujer.
4.0 Muéstrese la intención del autor y cuál es la lección del cuento.
5.0 Convertir este cuento en un breve entremés.

29
Consejar, gobernar.
24
Don Juan Manuel.
28
Versos.
C A P I T U L O V I I

LA LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XV

Caracteres generales. — Con el siglo xv se inicia un cambio profun-


do en la literatura española. Por una parte, comienza nuestro período
humanista, lo que llevará consigo La influencia de los escritores latinos;
la lengua se recargará de palabras L·tinas y la sintaxis se transformará
en el mismo sentido. Así no es extraño encontrar frases como la siguien-
t e : «El olor de las narices natural^. Pero además de este influjo latino,
se comienza entonces a imitar la literatura italiana, especialmente la
Divina comedia. Una tendencia cultista y minoritaria llevará al despre-
cio de la poesía popular, como en Santillana, por ejemplo.

Los Cancioneros. — Los poetas del siglo xv se encuentran reunidos


en el famoso Cancionero de Baena, llamado así por haberlo recogido J u a n
Alfonso de Baena hacia 1445. Los poetas más interesantes de este gr*upo
son los siguientes :
ALFONSO ALVAREZ DE VILLASANDINO, escritor de vena fácil, que logra a
veces aciertos indudables ; MICER FRANCISCO IMPERIAL, sevillano, aunque
italiano de origen, autor del Desir de las siete virtudes, poema alegórico
-con el que se inicia la imitación del Dante en la poesía del siglo xv ; y
FERRANT SÁNCHEZ DE CALAVERA, poeta sentencioso y de tono doctrinal.

Los poetas de la corte de Alfonso V de Ñapóles se encuentran reuni-


dos también en otro Cancionero, llamado de Stúñiga, por el primer poeta
que aparece en sus páginas. Las composiciones más interesantes están
firmadas por CARVAJAL O CARVAJALES, delicado poeta cortesano, habilí-
simo en los decires y canciones ligeras. Escribió también romances, pero
aconsonantados, y diversas serranillas.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 75

Los grandes poetas del cuatrocientos. — El creador de la poesía


más original y personal del -siglo xv es JUAN DE MENA (1411-1456), cordo-
bés que después de estudiar en Salamanca pasó una temporada en Italia.
Escribió en prosa una versión de la IUada, con el título de Homero roman*
ceado, y unos comentarios •&, su poema Coronación.
Su obra poética se compone de un corto número de pequeños poemas,
a la manera trovadoresca, algunos muy bellos, y de tres obras más exten-
sas, de corte alegórico-dantesco : Lo claro-escuro, La coronación del
Marqués de Santülana y, sobre todo, el Laberinto de Fortuna.
El Laberinto, conocido también con el nombre de las Trescientas, es
un extenso poema que consta de 297 coplas de arte mayor, de tendencia
alegórica, pero de fondo épico. Su argumento es el siguiente:

Arrebatado el poeta por el carro de la diosa Belona, es transportado al palacio


de la Fortuna. Guiado por la Providencia, penetra en la gran casa, donde con-
templa tres ruedas : dos inmóviles, alegorías del tiempo, pasado y del porvenir,
y otra en continuo movimiento, el tiempo presente. Cada rueda consta de siete
círculos influidos por los siete planetas. En el primer círculo, de la Luna, se
encuentran los castos y los gustos ; en el de Mercurio, los consejeros prudentes ; en
el de Marte, los guerreros, etc.

El poema abunda en episodios muy bellos, como el de la muerte del


Conde de Niebla, el del duelo de la madre de Lorenzo Dávalos, la sombría
descripción de los agüeros de la maga de Valladolid, que vaticina la muerte
del Condestable don Alvaro de Luna, etc. U n hondo patriotismo se percibe
en sus mejores versos.
Su estilo es, en gran parte, imitación latina. Así abusa del neologismo
y del hipérbaton, elude los nombres siempre que puede, utiliza la alitera-
ción y tiende en el verso a conseguir un ritmo anfíbraco (u—^) (amores,
me dieron corona de amores). A su vez, Mena no retrocede ante la creación
de una voz nueva derivada del latín, como belígero, penatígero, y sufre
las influencias de Virgilio, Lucano y Dante.
Pero el representante más perfecto de nuestro naciente humanismo
es' D. IÑIGO LÓPEZ DE MENDOZA, primer marqués de Santülana. Nació
en Carrión de los Condes en 1398. Intervino de manera activa en la polí-
tica de su tiempo, unas veces al lado del monarca y otras en contra, y
murió en Guadalajara en 1458.
E n prosa escribió una célebre carta al Condestable don Pedro de
Portugal, llamada Carta Proemio, que es el primer tratadito de crítica
literaria escrito en español, interesante para conocer sus gustos y su
ideología literaria. Su obra poética sigue con fidelidad las corrientes de su
tiempo. De tendencia italianizante es su poema Comsdieta de Ponçat que
narra la batalla naval en la que se perdió la armada de Alfonso V. Más
interés ofrecen sus célebres sonetos fechos al itálico modo, primer intento
76 JOSÉ MANUEL BLECUA

de aclimatar este género poético en España. Aunque sus endecasílabos


no son muy correctos, algunos sonetos no dejan de ofrecer notas bellas.
Además de estos poemas, escribe otros de carácter provenzal o galaico-
portugués, como las conocidas serranillas y las canciones y deciros. Los
motivos tradicionales se estilizan hasta producir efectos insuperables y
logra un arte fino y exquisito. Finalmente, el Marqués de Santillana
escribió diversas composiciones de carácter doctrinal y moralista, como
los Proverbios de gloriosa doctrina y el Diálogo de Bias contra Fortuna.

Gómez Manrique . — (¿ 1422 ? —• ¿ 1490 ?), intervino eficazmente en las


luchas de su época. Actuó contra don Alvaro de Luna y peleó contra los
moros. Más adelante fué partidario de la infanta Isabel y contribuyó con
eficacia en las negociaciones de la boda con don Fernando.
Gómez Manrique escribió poesías amorosas, siguiendo la moda de su
tiempo; poemitas de burlas, como el Razonamiento de un rocín a su paje ;
alegórico se muestra en el PL·nto por la muerte del Marqués de Santillana,
y político y doctrinal en los célebres Consejos a don Diego Arias de Avila,
contador de Enrique IV. Estos Consejos son el antecedente más cercano
de las famosas Coplas de Jorge Manrique y una magnífica lección sobre
la fragilidad de las cosas humanas.
De singular valor para la historia del teatro español son sus dos piece-
citas religiosas, Representación del Nacimiento de Nuestro Señor, que
termina con un delicioso villancico, y las Lamentaciones fechas para
Semana Santa, pieza entroncada con el ciclo de la Pasión.

Jorge Manrique, perteneciente a familia de poetas y soldados, nacido


hacia 1440 en la villa de Paredes de la Nava, murió muy joven defen-
diendo los derechos de la reina Isabel frente al castillo de Garci-M'uñoz.
El Cancionero de Jorge Manrique es breve. E n él se encuentran com-
posiciones amorosas al gusto de la época, algunas niuy bellas, como las
que empiezan Ved qué congoja la mía, Quien no estuviera en presencia
y la glosa al mote Sin Dios, y sin vos y mí. Sin embargo, su fama de
altísimo poeta procede de una sola composición, las célebres Coplas a ía
muerte eßl Maestre don Rodrigo. Consta de 43 coplas de pie quebrado,
dedicadas a ensalzar, en parte, la figura de su padre y, también a mostrar-
nos de un modo insuperable lo breve de nuestra vida y lo huidizo de los
bienes temporales. Estas Coplas poseen uno de los estilos más bellos de
nuestra poesía. La forma estrófica se acomoda perfectamente a la (dea.
Una suprema elegancia caracteriza el pensamiento y la forma de expre-
sión, sin latinismos ni violencias sintácticas. Su lenguaje es el corriente„
lo que le presta un encanto singular y hace que traspase modas poéticas,
quedando siempre como ejemplo de poesía honda, castellanísima y ele-
gante.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 77

Las fuentes de las Coplas han sido minuciosamente señaladas. Apare-


cen reminiscencias bíblicas, de los santos padres, de Boecio, de la poesía
del siglo xv, especialmente de la de su tío Gómez Manrique, pero lo que
era sólo un esbozo en la de éste, en la de Jorge Manrique es algo defini-
tivo.

Poesía satírica. • Finalmente, la poesia satírica de esta época de


decadencia política se contiene en las Coplas del Provincial, contra los
personajes de la corte de Enrique IV, lo mismo que en las Coplas de
Mingo Bevulgo, ambas anónimas. A otro género, entroncado con una
corriente europea, pertenece la célebre Danza de la muerte.

CONSÚLTESE. — M. Menéndez Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos,


vob. I y II. Madriá, 1944.
78 JOSÉ MANUEL BLECUA

ALFONSO ALVAREZ DE VILLASANDINO

A UNA DAMA*

Señora, ñor de açucena, yo vos fui siempre leal


claro visso 1 angelical, más que fué Paris 2 a Elena.
vuestro amor me da grant pena.
Vuestra vista deleitosa
Muchas en Extremadura 20 más que lirio nin que rosa
5 vos han grant envidia pura, me conquista, pues non osa
de cuantas han fermosura : mi coraçón decir cuál
dubdo mucho si fué tal es quien assí lo enagena.
en su tiempo Policena. Complida de noble asseo,
25 cuando vuestra imagen veo,
Fizo vos Dios delicada,
otro placer non desseo
io honesta, bien ensseñada : si non sofrir bien o mal,
vuestra color matizada andando en vuestra cadena.
mas que rosa del rosal,
me tormenta e desordena. Non me basta más mi seso,
30 pláceme ser vuestro presso;
Donaire, gracioso brío señora, por ende besso
15 es todo vuestro atavío, vuestras manos de cristal,
linda flor, deleite mío; claro luna en mano llena.

^Cancionero de Baena, num. 8]

i.° Mostrar el arte del poeta en la maestría con que maneja los
octosílabos y hágase un esquema de la versificación empleada.
2.0 Obsérvese la belleza de las comparaciones, imágenes y me-
táforas. ¿Cuál es la metáfora más bella y por qué?
3. 0 Analícense los sentimientos del poeta.

1
* Fué escrita «por ruego del adelan- Visso, rostro.
2
tado Pero Manrique, cuando andaba ena- Paris fué el célebre troyano que rap-
morado desta su mujer, fija que es del tó a Helena, mujer de Menelao, causa
señor Duque de Benavente». de la guerra inmortalizada por Homero.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 79

MICER FRANCISCO IMPERIAL


ENCUENTRO DEI, POETA CON EL DANTE

Era cercado todo aquel jardín


de aquel arroyo a guisa de cava 1 ,
e por muro muy alto jazmín,
que todo a la redonda lo cercaba.
5 El son del agua en dulçor passaba
arpa, duçaina, vihuela de arco ;
e non me digan que mucho abarco,
que non sé si dormía o velaba.
E n mí decía: «Mucho me maravillo
io que non veo aquí alguna entrada ;
non veo puente, puerta r i n portillo».
Esto diciendo vi una puerta alçada
entre el jazmín, non tabla labrada,
mas de robí más vivo que centella ;
15 como movi a ir a derecho a ella,
non vi de quien luego lué abaxada.
Muy a vagar passé allen la puente 2 ,
oliendo del jardín los dulces olores,
porque de entrar höbe mayor talante,
e fize entrada entre flores e flores.
20 Ante que entrase, höbe muchos suores 3 ;
de que fui entrado, ¡ oí 4 qué aventura !,
vi toda blanca la mí vestidura,
e luego conosçí los mis errores.
Desque volví a man 5 diestra el rostro,
25 vi por la yerba pissadas de homne,
onde alegre fuíme por rastro,
el cual derecho a un rosal llevóme :
e como cuando entre árboles asome
alguno que ante los ramos mesce,
30 e poco a poco todo assí paresçe,
tal vi un homne ; m u y cortés saluóme.
[Edíc.Cancionero de Baena, m i m . 250, Madrid.', 1851.]

i. o Analícese la forma estrófica y la vacilación entre los versos


dodecasílabos y endecasílabos. ¿A qué se debe?
2.° Estudíese el sentido alegórico de las descripciones. ¿ Qué
elementos reales entran en ellas ?

1 4
A guisa de cava, a m a n e r a de foso Oí, oíd {el imperativo perdía aigu-
3
Alten, allende, m á s allá. — Puente pas veces la d final).
5
e s femenino hasta el siglo XVIII. Man, m a n o .
* Suores, sudores.
80 JOSÉ MANUEL BLECUA

S A N T I L L A N A

C O M I E N Ç A E L P R O E M I O E CARTA O.UEL MARQUES D E S A N T I L L A N A ENVIO

2
AL CONDESTABLE DE PORTUGAL C O N LAS OBRAS SUYAS

(Fragmentos)

En estos días passados, Alvar González de Alcántara, familiar e ser-


vidor de la casa del señor infante don Pedro, muy ínclito Duque de
Coimbra, vuestro padre, de parte vuestra, Señor, me rogó que los decires
e canciones mías enviasse a la vuestra manifiçençia...
¿B qué cosa es la poesía (que en nuestro vulgar gaya sçiençia2 llama-
mos), si non un fingimiento de cosas útiles, cubiertas o veladas con muy
fermosa cobertura, compuestas, distinguidas e escandidas 3 por cierto cuento,
peso e medida?... Esta en los deíficos4 templos se canta, e en las cortes
e palacios imperiales e reales graciosamente es resçebida. Las plaças,
las lonjas, las fiestas, los convites opulentos sin ella así como sordos e
en silencio se fallan...
[Estilo] sublime se podría decir por aquellos que las sus obras escri-
bieron en lengua griega o latina, digo metrificando... Mediocre usaron
aquellos que en vulgar escribieron... ínfimos son aquellos que sin ningún
orden, regla nin cuento facen estos romances e cantares de que las gentes
de baja e servil condición se alegran...
Entre nosotros usóse primeramente el metro en assaz formas, así como
el Libro de AUxandre, Los votos del Pavón5 e aun el libro del Archipreste
de Hita. Aun desta guisa escribió Pero López de Ayala, el viejo, un libro
que fico de las Maneras de Palacio, e llamáronlo Rimos. E después falla-
ron esta arte que mayor se llama, e el arte común, creo, en los reinos de
Galliçia e Portugal, donde non es de dubdar que el exerçiçio destas esçien-
çias más que en ningunas otras regiones e provincias de España se acos-
tumbró ; en tanto grado, que non ha mucho tiempo qualesquier decidores
e trovadores destas partes, agora fuessen castellanos, andaluces o de la
Extremadura, todas sus obras componían en lengua gallega o portuguesa...
Acuerdóme yo, señor muy manífico, seyendo yo en edad non provecta 6 ,
mas assaz pequeño moco, en poder de mi abuela doña Mençia de Çisneros,
entre otros libros haber visto un volumen de cantigas, serranas e deci-
res portugueses e gallegos, de los cuales la mayor parte eran del rey don
Dionís de Portugal 7 (creo, señor, fué vuestro bisabuelo)...
1 6
Don Pedro de Portugal, de vida ro- Parece tratarse de un poema de la
mántica, también escritor. cuaderna vía, hoy perdido.
2
La lengua vulgar es la romance, y • Latinismo, vieja.
7
gaya ciencia o gay saber es el arte de El rey don Dionís fué uno de los
ka poesía. grandes poetas portugueses d e la Edad
3
Medidas. Media.
* Deíficos, de Deus, latinismo.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 61

Bu este reino de Castilla dixo bien el rey don Alfonso el Sabio, e yo


vi quien vio decires suyos, e aun se dice metrificada altamente en lengua
latina... Concurrió en estos tiempos un judío que se llamó Rabí Santo e
escribió muy buenas cosas, e entre las otras, Proverbios morales, en verdad
de assaz comendables8 sentencias...
Desde el tiempo del rey don Enrique, de gloriosa memoria, padre del
rey nuestro señor, e fasta estos tiempos nuestros, se començo a elevar más
esta ciencia e con mayor elegancia : e ha habido omnes muy doctos eñ
esta arte, e principalmente Alfonso Alvarez de Illescas 9 , gran decidor ; del
cual se podría decir aquello que en loor de Ovidio un gran hestoriador des»
cribe, conviene a saber, que todos los motes e palabras eran metro 10 . Fico
tantas canciones e decires, que sería bien luengo e difuso nuestro proceso,
si por extenso, aun solamente los principios délias, a recontar se hoviesen.
E así por esto, como por ser tanto conosçidas e esparcidas a todas partes
las sus obras, pasaremos a Micer Francisco Imperial, al cual yo non llama-
ría decidor o trovador, mas poeta...

SONETO
En este nono soneto el actor muestra cómo un día de una grand fiesta vio
a la señora suya en cabello 1 , e dice ser los cabellos suyos muy rubios e de la
color de la estupaÇa, que es una piedra que ha la color como de oro. Dice así
mesmo que loa premia 2 una verdor placiente e flores de jaÇmines : quiso decir
que la crespina 3 suya era de seda verde e de perlas.
Non es el rayo de Febo luciente,
nin los filos4 de Arabia más fermosos
que los vuestros cabellos luminosos,
nin gema 5 de estupaça tan fulgente,
5 Eran ligados de un verdor placiente
e ñores de jazmín, que los ornaba ;
e su perfecta belleza mostraba
cual viva flama6 o estrella de Oriente.
Loó mi lengua, maguer sea indina,
io aquel buen punto que primero vi
la vuestra imagen e forma divina,
tal como perla e claro rubí,
e vuestra vista társica 7 e benina,
a cuyo esguarde 8 e merced me di.
8 5
Recomendable. Gema, piedra preciosa.
9 6
Villasandino. Flama, llama.
10 7
Poesía. Társica, de Tarsis o Tarso, ciudad de
1
Es decir, sin nada a la cabeza. Oriente. Quizá llevase fama la belleza
3
De apremiar, rodear, sujetar. de los ojos de sus mujeres.
8
3
Redecilla. Esguarde, mirada, la acción de ex-
4 presar por medio de la vista algún afecto
Filos, hilos de oro de la Arabia. La
imagen procede de Petrarca y se hará del alma. Del italiano aguardo.
muy popular, como tendremos ocasión
de ver en la poesía del siglo xvi.
6
JOSÉ MANUEL BLECU&

CANCIÓN* De gentil seda amarilla


eran aquestas dos hopas 1 1 ,
Recuérdate de m i vida, tales que nunca vi ropas
pues que viste 20 tan lindas a maravilla :
m i . p a r t i r e despedida el guarnimiento e la silla
ser tan triste. daquesta linda señora,
certas después nin agora
5 Recuérdate que padesco non lo vi tal en Castilla.
e padescí
las penas que non meresco ?5 Por música e maestría
desque vi cantaba esta canción,
la respuesta non debida que fizo a mi corazón
JO que me diste ; perder el pavor que había:
por lo cual mi despedida «Bien debo loar Amor,
fué tan triste. 30 pues todavía
quiso tornar mi tristor
Pero no cuides, señora, en alegría».
que por esto
55 fce fui nin te sea agora
SERRANILLA
menos presto :
que de llaga non fengida Moza tan fermosa
me feriste ; non vi en la frontera,
asi que mi despedida como una vaquera
sa fué tan triste. de la Finojosa.
5 Faciendo la vía
DECIR del Calatraveño
a Santa María,
Yo mirando una ribera, vencido del sueño,
v i venir por un gran llano por tierra fragosa
tin orne que cortesano io perdí la carrera
parescía en su manera : do vi la vaquera
f: vestía ropa extranjera, de la Finojosa.
fecha al modo de Bravante,
bordada, bien rocegante, E n un verde prado
pasante del estribera 9 . de rosas e ñores,
15 guardando ganado
Traía al su diestro lado con otros pastores,
IG una m u y fermosa dama, la vi tan graciosa
de las que toca la fama que apenas creyera
en superlativo grado : que fuesse vaquera
tin capirote charpado 1 0 20 de la Finojosa.
a manera bien extraña,
15 & fuer del alta Alimaña Non creo las rosas
donosamente ligado. de la primavera

m
Poemita de corte trovadoresco, en que terminaba en punta, con bandas de
we rao* de pie quebrado. s^da que caían sobre los hombros. Estas
* Estribo. El caballero va montado en bandas se llamaban charpas.
11
fojoso arnés, como la dama. Especie de túnicas. Parece referirse
**' Especie de sombrerillo o cubierta ft las charpas.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 83

sean tan fermosas (por saber quien era),


nin de tal manera, î.5 ¿dónde es la vaquera
25 fablando sin glosa, de la Finojosa?»
si antes sopiera
de aquella vaquera Bien como riendo,
de la Finojosa. dijo: «Bien vengades ;
que ya bien entiendo
Non tanto mirara 40 lo que demandades :
30 su mucha beldad, non es deseosa
porque me dejara de amar, nin lo espera,
en mi libertad. aquesa vaquera
Mas dije: «Donosa de la Finojosa».

PROVERBIOS

mas honesta.
¡ Oh fijo !... Cuan poco cuesta
Fijo mío mucho amado, bien fablar !...
para mientes, 35 Fv sobrado amenaçar
e non contrastes las gentes, poco presta.
mal su grado:
5 ama e serás amado,
e podrás XIII
facer lo que non farás Inquiere con gran cuidado
desamado.
la sçiençia
VI 20 reposado :
non cobdiçes ser letrado
B sea la tu respuesta por loor;
10 muy graciosa : mas sçiente reprehensor
non terca nin soberbiosa, de pecado.

[De las Obras de don Iñigo López de Mendoza, edid. de J. Ama-


dor de los Ríos, Madrid, 1852.]

i.° Estudíense las ideas poéticas de Santillana según la carta


proemio.
2.0 Analizar las distintas fórmulas poéticas que aparecen en,
su obra.
3. 0 Nótese el lirismo de la canción y del decir. Expliqúense los
sentimientos del poeta en estas dos composiciones.
4.0 Anótense las distintas formas estróficas empleadas.
5.0 Utilizando los elementos anteriores y la semblanza de Pulgar,
en la pág. 107, hágase un retrato del Marqués de Santillana.
64 JOSÉ MANUEL BLECUA

¿UAIN UH MENA

K L IVABERINTO DE FORTUNA

Ya de más gentes diversas que viera,


tanto fallaba sus letras de fuertes,
que fiz que me diese sus nombres e suertes
haber por l·iestoria la mi compañera 1 ;
5 la cual, inclinada como placentera
a las plegarias de mi simple voto,
con un armonía de estilo devoto
respuso cantando por esta manera :
«Aquel que allí vees al cerco2 trabado,
ió que quiere subir e se falla en el aire,
mostrando su rostro robado donaire
por dos deshonestas feridas 5 llagado,
aquél es el Dávalos 4 y mal fortunado,
aquél es el limpio mancebo Lorenço,
15 que fiço en un día su fin y comienço,
aquél es el que era de todos amado ;
«el mucho querido del señor infante,
que siempre le fuera señor como padre ;
el mucho llorado de la triste madre,
20 que muerto ver pudo tal fijo delante.
! Oh dura Fortuna, cruel tribuíante 5 ,
por ti se le pierden al mundo dos cosas :
la vida e las lágrimas tan piadosas
que ponen dolores de espada tajante !
25 «Bien se mostraba ser madre en el duelo
que fizo la triste, después ya que vido
el cuerpo en las andas sangriento tendido
de aquel que criara con tanto recelo :
ofende con dichos crueles el cielo,
30 con nuevos dolores su ñaca salud,
e tantas angustias roban su virtud 6 ,
que cae por fuerça la triste en el suelo
1 4
La Providencia, que acompaña di Lorenzo de Avalos, camarero y pri-
poeta al palacio de la Fortuna. vado del infante don Enrique. Murió en
2
Círculo. Es decir : «querría subir al Escalona, después de haber sido herido y
círculo de la fama». preso por las huestes de don Alvaro de
3
Quizá porque afeaban su rostro o Luna.
5
porque procedían de la guerra civil y no Aeon goj ador (Latinismo).
6
de la lucha contra los moros. Fuerza, vigor.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA »5

«B rasga con uñas crueles su cara,


nere sus pechos con mesura poca,
35 Desando a su fijo la su fría boca,
maldice las manos de quien lo matara,
maldice la guerra do se començarà,
busca con ira crueles querellas,
niega a sí mesma reparo de aquéllas,
40 e tal como muerta viviendo se para.
«Decía,- llorando, con lengua rabiosa :
¡Oh matador de mi fijo cruel,
mataras a mí, dexaras a él,
que íuera enemiga no tan pcrfiosa ;
45 fuera la madre muy más dina cosa
para quien mata levar menor cargo,
e non te mostraras a él tan amargo,
nin triste dexaras a mí querellosa!-
«Si antes la muerte me fuera ya dada,
50 cerrara mis ojos con estas sus manos
mi fijo, delante de los sus hermanos,
e yo non muriera más de una vegada :
así morré muchas, desaveniurada,
que sola padesco lavar sus feridas
55 con lágrimas tristes e non gradeçidas,
maguer que lloradas por madre cuitada».
«Así lamentaba la pía matrona
faciéndole encima semblante de triste,
al fijo querido que muerto '* viste,
60 segund al que pare face 1 a leona6 ;
pues ¿dónde podría pensar la persona
los daños que causa la triste demanda
de la discordia del reino que anda,
donde non gana ninguno corona?».

[Edic. de J. M. Blecua, Clásicos Castellanos.']

r.° Hágase un estudio de la versificación.


2.0 Anótense los latinismos, tanto de léxico como sintácticos.
3.0 Estudíense el espíritu épico que anima el episodio.
4.0 Anótese algunas particularidades del estilo : latinismos,
medidas de los versos, aliteraciones, comparaciones e imágenes, etc.

T
Según San Isidoro, la leona da gran- que duerme durante tres días después d e
dea bramidos para despertar a su cría, nacer.
86 JOSÉ" MANUEL BLECUA

GOMEZ MANRIQUE

¡ O tú, que en amor hermano, Comparación


nascido para morir,
io En esta mar alterada
pues lo non puedes fuir, por do todos navegamos,
el tiempo de tu vivir los deportes que pasamos,
no lo despiendas 1 en vano. si bien lo consideramos,
Que vicios 2 , bienes, honores no duran más que rociada.
15 ¡O, pues, tú, hombre mortal,
que procuras, mira, mira,
pássanse como frescuras la rueda cuan presto giro
de las flores! mundanal !

[Cancionero de Gómez Manrique, edic. cíe Paz y Melia, I pág. 75.]

JORGE MANRIQUE

COPLAS por passado.


No se engañe nadie, no,
POR LA MUERTE DE SU PADRE 20 pensando que ha de durar
lo que espera
Recuerde 1 el alma dormida, más que duró lo que vio,
avive el seso y despierte, pues que todo h a de pasar
contemplando por tal manera.
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte 25 Nuestras vidas son los ríos
tan callando ; que van a dar en la mar
cuan presto se va el placer, que es el morir:
cómo, después de acordado, allí van los señoríos
da dolor, derechos a se acabar
10 cómo, a nuestro parescer, 30 y consumir ;
cualquiera tiempo pasado allí los ríos caudales,
fué mejor. allí los otros, medianos
y más chicos,
Pues si vemos lo presente allegados son iguales,
cómo en un punto se es ido 35 los que viven por sus manos
15 y acabado, y los ricos.
si juzgamos sabiamente, Dejo las invocaciones
daremos lo no venido de los famosos poetas
1 1
Despiendas, gastes. Recuerde, despierte.
2
Vicios, placeres.
ïêUSTORlA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA m
y oradores ; en componer la cativa 3 ,
4 0 no euro 2 de sus ficciones, dejándonos la señora
que traen yerbas secretas descompuesta !
sus sabores.
Aquel solo me encomiendo, 85 Ved de cuan poco, valor
Aquel solo invoco yo son las cosas tras que andamos
45 de verdad, y corremos,
que en este mundo viviendo, que, en este mundo traidor,
el mundo no conosció aun primero que muramos
su deidad. 90 las perdemos :
délias desface la edad,
Este mundo es el camino délias casos desastrados
50 para el otro, que es morada que acaescen,
sin pesar; délias, por su calidad,
mas cumple tener buen tino 95 en lo más altos estados
para andar esta jornada desfallescen.
sin errar.
.55 Partimos cuando nacemos, Decidme, la fermosura,
andamos mientras vivimos, la gentil frescura y tez
y llegamos de la cara,
al tiempo que fenescemos, 100 la color y la blancura
así que cuando morimos cuando viene la vejez,
(60 descansamos. ¿cuál sé p a r a ?
Las mañas y ligereza
Este mundo bueno fué y la fuerza corporal
si bien usássemos del 105 de joventud,
como debemos, todo se torna graveza
porque, según nuestra fe, cuando llega al arrabal
•.65 es para ganar aquel de senectud.
que atendemos.
Y aun aquel fijo de Dios Pues la sangre de los godos,
para sobirnos al cielo 110 y el linage, y la nobleza
descendió tan crescida,
•yo a nascer acá entre nos, {por cuántas vías y modos
y a vivir en este suelo se sume su grand alteza
do murió. en esta v i d a !
115 Unos, por poco valer,
Si fuese en nuestro poder ¡por cuan bajos y abatidos
tornar la cara fermosa que los tienen !
75 corporal, Y otros, por no tener,
como podemos fazer con oficios no debidos
el ánima gloriosa 120 se mantienen.
angelical,
¡ que diligencia tan viva Los estados y riqueza,
;8o toviéramos toda hora que nos dejan a deshora,
y tan presta, ¿quién lo d u d a ?
a
Curo, cuido. preso de los sentidos y apetitos, frente »i
* Cativa, cautiva. Trátase del cuerpo, alma, que es la señora.
88 JOSÉ MANUEL BLECUA

No les pidamos firmeza, 165 y prelados


125 pues que son de una señora así los trata la Muerte
que ^e muda ; como a los pobres pastores
que bienes son de Fortuna de ganados.
que revuelve con su rueda
presurosa, Dejemos a los troyanos,
130 la cual no puede ser una, 170 que sus males no los vimos,
ni estar estable ni queda 4 ni sus glorias;
en una cosa. dejemos a los romanos,
aunque oímos y leímos
Pero digo que acompañen sus historias ;
y lleguen hasta la huesa 5 175 no curemos de saber
135 con su dueño : lo de aquel siglo pasado
por eso no nos engañen, qué fué dello;
pues se va la vida apriesa vengamos a lo de ayer,
como sueño. que también es olvidado
Y los deleites de acá 180 como aquello.
140 son, en que nos deleitamos,
temporales, ¿ Qué se fizo el rey don Juan ?
y los tormentos de allá, L,os infantes de Aragón,
que por ellos esperamos, ¿qué se fizieron?
eternales. ¿ Qué fué de tanto galán ?
^ 5 ¿Qué fué de tanta invención
145 I^os placeres y dulzores como trujeron?
desta vida trabajada Las justas y los torneos,
que tenemos, paramentos 6 , bordaduras,
¿qué son sino corredores, y cimeras,
y la muerte la celada
190 ¿ fueron sino devaneos ?
150 en que caemos ?
No mirando nuestro daño, ¿qué fueron sino verduras
corremos a rienda suelta de las eras ?
sin parar ; ¿Qué se fizieron las damas,
desque vemos el engaño sus tocados, sus vestidos,
1
55 Y queremos dar la vuelta, 195 .sus olores?
no hay lugar. ¿Qué se fizieron las llamas
Esos reyes poderosos de los fuegos encendidos
que vemos por escrituras de amadores?
ya pasadas, ¿Qué se fizo aquel trobar,
160 con casos tristes llorosos 200 las músicas acordadas
fueron sus buenas venturas que tañían?
trastornadas ; ¿Qué se fizo aquel danzar,
así que no hay cosa fuerte, aquellas ropas chapadas 7
que a papas y .emperadores que traían?

* Queda, quieta.
a los7 caballos.
Huesa, sepultura. Ropas chapadas, guarnecidas, bor-
* Paramentos, cubiertas o adornos de dadas.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 89

205 Pues el otro su heredero, degollado.


don Enrique, ¡ qué poderes Sus infinitos tesoros,
alcanzaba ! sus villas y sus lugares,
¡Cuan blando, cuan falaguero su mandar,
el mundo con sus placeres 250 ¿ qué le fueron sino lloros ?
210 se le daba! ¿ fuéronle sino pesares
Mas veréis cuan enemigo, al dejar ?
cuan contrario, cuan cruel
se le mostró, Pues los otros dos hermanos
habiéndole sido amigo, maestres tan prosperados
315 cuan poco duró con él 255 como reyes,
lo que le dio. que a los grandes y medianos
tr ujier on tan sojuzgados
Las dádivas desmedidas, a sus leyes,
los edificios reales aquella prosperidad
llenos de oro, 260 que tan alta fué sobida
220 las vajillas tan fabridas 8 , y ensalzada,
los enriques 9 y reales ¿qué fué sino claridad
del tesoro, que estando más encendida
los jaezes, los caballos fué amatada?
de su gente, y atavíos
225 tan sobrados, 265 Tantos duques excelentes,
¿ dónde iremos a buscallos ? tantos marqueses y condes,
¿qué fueron sino rocíos y varones
de los prados? como vimos tan potentes,
di, Muerte, ¿dó los escondes
Pues su hermano el inocente, 270 y traspones?
230 que en su vida sucesor Y las sus claras hazañas
se llamó, que ficieron en las guerras
¡ qué • corte tan excelente y en las paces,
tuvo, y cuánto grand señor cuando tú, cruda, te ensañas,
le siguió ! 275 con tu fuerza las atierras
235 Mas como fuese mortal, y desfaces.
metiólo la Muerte luego
en su fragua. Las huestes innumerables,
¡ O juicio divinal ! : los pendones y estandartes
cuando más ardía el fuego, y banderas,
240 echaste agua. 280 los castillos impunables,
los muros y baluartes
Pues aquel grand condesta- y barreras,
maestre que conoscimos [ble 10 . la cava 11 honda chapada,
tan privado, o cualquier otro reparo,
no cumple que del se fable, 285 ¿ qué aprovecha ?
245 sino sólo que lo vimos que si tu vienes airada,
8
Fabridas, relucientes, bruñidas. vedo de Juan II, decapitado en Valiado-
9
Enriques, monedas con efigie de En- lid en 1453.
11
rique III. Caoa, foso.
10
Don Alvaro de Luna, el célebre pri-
90 JOSÉ MANUEL BLECUA

todo lo pasas de claro 330 y buen talante.


con tu flecha. Aurelio Alexandre fué
en disciplina y rigor
Aquel de buenos abrigo,
de la guerra ;
290 amado por virtuoso un Costantíno en la fe,
de la gente, 335 Camilo en el grand amor
el maestre don Rodrigo de su tierra.
Manrique, tanto famoso
y tan valiente, No dejó grandes tesoros,
295 sus grandes fechos y claros ni alcanzó grandes riquezas
no cumple que los alabe, n i vajillas,
pues los vieron, 340 mas fizo guerra a los moros,
ni los quiero facer caros, ganando sus fortalezas
pues el mundo todo sabe y sus villas :
300 cuáles fueron. y en las lides que venció,
¡ Qué amigo de sus amigos ! muchos moros y caballos
¡ Qué señor para criados 345 se perdieron,
y en este oficio ganó
y parientes !
las rentas y los vasallos
¡ Qué enemigo de enemigos !
que le dieron.
305 ¡ Qué maestro de esforçados
y valientes ! Pues por su honra y estado,
¡ Qué seso para discretos ! 350- en otros tiempos pasados
¡ Qué gracia para donosos ! ¿ cómo se hubo ?
¡ Qué razón ! Quedando desamparado,
310 ¡ Qué benigno a los subjetos, con hermanos y criados
y a los bravos y dañosos, se sostuvo.
un león ! $55 Después que fechos famosos
E n ventura Octaviano, fizo en esta dicha guerra
Julio César en vencer que fazía,
315 y batallar, fizo tratos tan hermosos,
en la virtud Africano, que le dieron aun más tierra
Aníbal en el saber 360 que tenía.
y trabajar ; Estas sus viejas hestorias,
en la bondad un Trajano, que con su brazo pintó
320 Tito en liberalidad en, joventud,
con alegría, con otras nuevas victorias
en su plaça Aurelïano. 365 agora las renovó
Marco Afilio en la verdad en senectud.
que prometía. Por su grand habilidad,
325 Antonio Pío en clemencia, por méritos y ancianía
Marco Aurelio en igualdad bien gastada,
del semblante, 370 alcanzó la dignidad
Adriano en elocuencia, de la grand cavalleria
Teodosio en humildad del Espada 13 .
12
El maestrazgo de la Orden de Ca-
ballería de Santiago de la rispada.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 91

Y sus villas y sus tierras, que la otra temporal


ocupadas de tiranos 420 perescedera.
375 las falló,
mas por cercos y por guerras «El vivir que es perdurable
y por fuerça de sus manos no se gana con estados
las cobró. mundanales,
Pues nuestro rey natural ni con vida deleitable,
380 si de las obras que obró 425 en que moran los pecados
fué servido, infernales;
dígalo el de Portugal, mas los buenos religiosos
y en Castilla quien siguió gánanlo con oraciones
su partido. y con lloros,
430 los caballeros famosos
385 Después de puesta la vida con trabajos y aflicciones
tantas veces por su ley contra moros.
al tablero,
después de tan bien servida «Y pues vos, claro varón,
la corona de su rey tanta sangre derramastes
390 verdadero, 435 de paganos,
después de tanta hazaña esperad el galardón
a que no puede bastar que en este mundo ganastes
cuenta cierta, por las manos ;
en la su villa de Ocaña y con esta confianza,
395 vino la Muerte a llamar 440 y con la fe tan entera
a su puerta, que tenéis,
partid con buena esperanza,
diciendo : «Buen caballero, que estotra vida tercera
dejad el mundo engañoso ganaréis.»
y su bálago : 445 «No gastemos tiempo y a
400 vuestro coraçón de acero en esta vida mezquina
muestre su esfuerzo famoso por tal modo,
en este trago ; que mi voluntad está
y pues de vida y salud conforme con la divina
feciste tan poca cuenta 450 para todo;
405 por la fama, y consiento en mi morir
esfuércese la virtud con voluntad placentera
para sofrir esta afruenta clara y pura,
que vos llama. que querer hombre vivir
«No se os faga tan amarga 455 cuando Dios quiere que muera
410 la batalla temerosa es locura.
que esperáis,
pues otra vida mas larga «Tú, que por nuestra maldad
de fama tan gloriosa tomaste forma servil
acá dejáis. y baxo nombre ;
415 Aunque esta vida de honor 460 Tú, que a tu divinidad
tampoco no es eternal juntaste cosa tan vil
ni verdadera, como el hombre ;
mas con todo es m u y mejor Tú, que tan grandes tormentos
92 JOSÉ MANUEL BLECUA

sofriste sin resistencia cercado de su muger,


465 en tu persona, de sus fijos y hermanos
no por mis merescimientos, y criados,
más por tu sola clemencia 475 di° e l a l m a a quien gela dio,
me perdona.» el cual la ponga en el cielo
en su gloria,
Assí con tal entender, y aunque la vida murió,
470 todos sentidos humanos nos dejo harto consuelo
conservados, 480 su memoria.

[Edic. de R. Foulché-Delbosc, Cancionero Castellano del Siglo XV.]

i.° Nótese la perfecta acomodación que existe entre la idea y


la forma.
2.0 Obsérvese la naturalidad y sobria elegancia del lenguaje.
¿ Hay muchos latinismos ? Anótense. Hágase también una lista de las
palabras que hoy no se usan y saqúese alguna consecuencia.
3. 0 Muéstrense las imágenes y comparaciones más felices.
4.0 Dígase en qué partes podríamos dividir las coplas.
5.0 Estudíense las ideas de Jorge Manrique. ¿En qué reside su
universalidad ?
6.° ¿Cuántas vid&s distingue Jorge Manrique?
C A P I T U L O V I l I

LOS ROMANCES VIEJOS

Los romances viejos. — Los romances son poemitas en versos octo-


sílabos, asonantados y cantables. Los romances más antiguos derivan
de fragmentos de gesta conservados en la memoria popular, y a imitación
de éstos se escribieron otros, conocidos con el nombre aß romances
juglarescos. Los romances más antiguos, que datan del siglo xv, son
llamados romances viejos, frente a los romances posteriores a la segunda
mitad del siglo xvi, escritos por autores conocidos, como Lope, Góngora,
Quevedo, llamados romances artísticos o cultos.
Los romances viejos no se coleccionan hasta mediado el siglo xvi. Se
transmitían oralmente, lo que explica el gran número de variantes, quizá
más valiosas que la versión original, como sucede en el famoso romance
del Infante Arnaldos. También podía ocurrir que versos de un romance
pasasen a otro.

Clasificación de los romances. — Los romances viejos fueron clasi-


ficados por Menéndez Pelayo en los siguientes grupos :

a) Romances históricos, que se refieren al rey don Kodrigo, a Ber-


nardo del Carpió, al Conde Fernán González, al Cid Campeador, a los
infantes de Lara, etc. Son famosos los que empiezan : Después que el rey
don Rodrigo ; Con cartas y mensajeros-, Afuera, afuera, Rodrigo ; Helo, helo,
for do viene ; Rey don Sancho, Rey don Sancho, etc. Los fronterizos
refieren distintos episodios de la lucha con los moros. Los más conocidos
son los que empiezan: Moricos, los mis moricos ; Abenámar, Abenámar ;
Paseábase el rey moro, etc.

b) Romances carolingios y de ciclo bretón, que derivan de asuntos


tratados en la épica francesa, como los que empiezan : En París está
doña Alda; En Castilla está un castillo; Nunca fuera caballero, etc.
94 JOSÉ MANUEL BLECUA

c) Romances novelescos y líricos, como los conocidos A cazar va


el caballero ; Fonte frida, fonte frida ; For el mes era de mayo, el famoso
del Infante Amalaos, etc.

Publicación y estilo de los romances. — Los romances se trans-


mitieron oralmente, pero desde muy antiguo se editaron en pliegos sue1 tos.
Sólo en la mitad del siglo xvi aparecen colecciones llamadas Romanceros
o Cancioneros de Romances, como el impreso por Martín Nució en Ámbe-
res en 1550.
Los recursos estilísticos del romancero son muy sencillos. E n primer
lugar, gustan del diálogo y del estilo directo, son parcos en la adjetivación-
y en motivos fantásticos y se fragmentan con facilidad. Los romances,
tan bellos, del Infante Arnaldos y del prisionero que oía cantar a la ave-
cilla, son fragmentos de romances más extensos. Utilizan también con
frecuencia las exclamaciones y las repeticiones.

C O N S Ú L T E S E . — M. M e n é n d e z Pelayo. Antología de poetas líricos castellanos,


vol. IV,—• R. M e n é n d e z P i d a l . Los romances de América y otros estudios, colee.
Austral. — R. M e n é n d e z Pidal, Flor nueva de romances viejos, Madrid, 1933.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 95

ROMANCES VIEJOS

al que casaba su hija,


dole 7 yo m u y rico don;
Fernán González es llamado a las cada día que amanece,
cortes de León* por mí hacen oración ;
35 no la hacían por el rey,
—«Buen conde Fernán Gonzá- que no lo merece, non;
el rey envía por vos, [lez, él les puso muchos pechos 8
que.vayades 1 a las cortes y quitáraselos yo.»
que se hacían en León ;
5 que si vos allá vais, conde, I I
daros lian buen galardón :
daros h a a Palenzuela Duelo de Gonzalo Gustios ante las
y a Palència la mayor; cabezas de stis hijos
daros ha las nueve villas,
io con ellas a Carrión ; Pártese el moro Alicante
daros ha a Torquemada, víspera de Sant Cebrián ;
la torre de Mormojón. ocho cabezas llevaba
Buen conde, si allá no ides, todas de hombres de alta sangre*
daros hían 2 por traidor.» 5 Sábelo el rey Almanzor,
15 Allí respondiera el conde a recebírselo sale :
y dijera esta razón : aunque perdió muchos moros '
•—«Mensajero eres, amigo, piensa en esto bien ganar.
no mereces culpa, no 3 ; Mandara hacer un tablado
que yo no he miedo al rey, 10 para mejor las mirar;
20 ni a cuantos con él son. mandó traer u n cristiano
Villas y castillos tengo, que estaba en capüvidad,
todos a mi mandar son ; como ante sí lo trajeron
de ellos 4 me dejó mi padre, empezóle de hablar ;
de ellos me ganara yo ; 15 díjole : —«Gonzalo Gustos,
25 los que me dejó mi padre, mira quién conocerás ;
poblélos de ricos hombres 3 ; que lidiaron mis poderes
. las 6 que 3^0 me hube ganado, en el campo de Almenar :
poblélas de labradores ; sacaron ocho cabezas,
quien no tenía más de un buej/, 20 todas son de gran linaje».
30 dábale otro, que eran dos ; Respondió Gonzalo Gustos :
5
* Refiere este romance la resistencia q u e Ricos hombres, h o m b r e s libres, no
o p o n e el conde de Castilla F e r n á n Gon- siervos.
6
zález a Sancho I, rey d e León. Las, las villas.
1 7
Vcyades, vayáis. Dole, doy le.
2 8
Daros hian, os darían. Pechos, tributos (de pacttis).
6
* Estos dos versos se hicieron prover- Obsérvese ia rima. La terminación se
biales. atenuaría en el canto.
4
De ellos, parte de ellos.
96 JOSÉ MANUEL BLECUA

« Presto os diré la verdad.» Y tomando la del cuarto


Y limpiándoles la sangre lasamente la miraba :
asaz se fuera a turbar ; —« ¡ Oh hijio Fernán Gonzáleí
25 dijo llorando agrámente : 70 (nombre del mejor de España
•—« ¡ Conóscolas por mi mal ! del buen Conde de Castilla
L,3. una es de mi carillo ; aquel que vos baptizara),
las otras me duelen más, matador de puerco espín,
de los Infantes de Lara amigo de gran compaña,
30 son, mis hijos naturales». y5 nunca con gente de poco
Así razona con ellas os vieran en alianza!»
como si vivos hablasen : Tomó la de Ruy González,
—«Dios os salve, el mi compadre de corazón la abrazaba :
el mi amigo leal! —<r ¡ Hijo mío, hijo mío,
35 ¿adonde son los mis hijos 80 quien como vos se hallara ;
que yo os quise encomendar? nunca le oyeron mentira,
Muerto sois como buen hombre, nunca por oro ni plata;
como hombre de fiar». animoso, buen guerrero,
Tomara otra cabeza muy gran feridor de espada,
40 del hijo mayor de edad: 85 que a quien dábades de lleno
—« ¡ Sálveos Dios, Diego Gonzá- tullido o muerto quedaba.»
lez, Tomando la del menor
hombre de muy gran bondad, el dolor se le doblara :
del Conde Fernán González —«Hijo Gonzalo González,
alférez el principal, 90 los ojos de doña Sancha!
45 a vos amaba yo mucho, ¡Qué nuevas irán a ella,
que me habíades de heredar ! » que a vos más que a todos ama !
Alimpiándola con lágrimas ¡ Tan apuesto de persona,
volviérala a su lugar. decidor bueno entre damas,
Y toma la del segundo, 95 repartidor de su haber,
50 Martín Gómez que llamaban : aventajado en la lanza !
—« ¡ Dios os perdone, el mi hijo, ¡Mejor fuera la mi muerte
hijo que mucho preciaba, que ver tan triste jornada!»
jugador era de tablas 10 Al duelo que el viejo hace
el mejor de toda España; 100 toda Córdoba lloraba.
55 mesurado caballero, El rey Almanzor, cuidoso,
muy buen hablador en plaza!» consigo se lo llevaba
Y dejándola llorando, y mandó a una morica
la del tercero tomaba : lo sirviera muy de gana.
—«¡Hijo, Suero Gustos, 105 Esta le torna en prisiones
60 todo el mundo os estimaba ; y con amor le curaba ;
el rey os tuviera en mucho hermana era del rey,
sólo para la su caza! doncella moza y lozana,
Gran caballero esforzado, con esta Gonzalo Gustos
muy buen bracero a ventaja : n o vino a perder la su saña,
65 Ruy Gómez, vuestro tío, que de ella le nació un hijo
estas bodas ordenara.» que a los hermanos vengara.
10
Tablas, el juego de damas
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 97

III de lo que te es preguntado :


si fuiste, ni consentiste
La jura de Santa Gadea1 en la muerte de tu hermano*.
35 Jurado tiene el buen Rey
En Santa Gadea de Burgos, que en tal caso no es hallado ;
do juran los fijosdalgo, pero con voz alterada
allí le toma la jura dijo muy mal enojado :
el Cid, al rey castellano. —«Cid, hoy me tomas la jura,
5 Las juras eran tan fuertes, 40 después besarme has la mano8.»
que a todos ponen espanto; Respondiérale Rodrigo;
sobre un cerrojo de hierro d'esta manera ha fablado :
y una ballesta de palo : —cPor besar mano de rey
—«Villanos mátente, Alfonso, no me tengo por honrado ;
villanos, que non fidalgos ; 45 porque la besó mi padre
de las Asturias de Oviedo2, me tengo por afrentado.»
que no sean castellanos. —«Vete de mis tierras, Cid,
Mátente con aguijadas 3 , mal caballero probado,
no con lanzas ni con dardos; y no me estés más en ellas
15 con cuchillos cachicuernos 4 , 50 desde este día en un año.»
no con puñales dorados ; —tPláceme, dijo el buen Cid,
abarcas traigan calzadas, pláceme, dijo, de grado,
que non zapatos con lazos ; por ser la primera cosa
capas traigan agualderas, que mandas en tu reinado :
20 non de contray, ni frisado5 ; 55 tú me destierras por uno,
con camisones de estopa, yo me destierro por cuatro.»
non de Holanda, ni labrados 3 ; Ya se despide el buen Cid,
vayan cabalgando en burras, sin al Rey besar la mano,
non en muías ni caballos; con trescientos caballeros,
25 frenos traigan de cordel, 60 esforzados fijosdalgo.
non de cueros fogueados ; Todos son hombres mancebos,
mátente por las aradas 7 , ninguno hay viejo ni cano;
non por villas ni poblados, todos llevan lanza en puño
y sáquente el corazón con el hierro acicalado,
3c por el siniestro costado, 65 y llevan sendas adargas 9
si non dijeres verdad con borlas de colorado.

1
Iglesia de Burgos donde el Cid, jun- cuerno.
5
to con otros caballeros castellanos, tomó Contray y frisado, telas costosas.
6
juramento a Alfonso VI después de la Labrados, bordados.
7
muerte de don Sancho. Aradas, campos.
2 8
Los villanos asturianos descendían de Al besar la mano, un caballero 8«
los siervos de los señores godos y forma- comprometía a ser fiel a su señor. Era se-
ban una clase especial de labradores. ña! de vasallaje.
s
Aguijadas, quijadas. ~* Adargas, escudos.
* Cuchillos pastoriles, con mango de
7
98 JOSÉ MANUEL BLECUA

IV moro que en tal signo nace,


no debe decir mentira.»
Fajardo y el rey moro juegan al Allí respondiera el moro,
ajedrez* 10 bien oiréis lo que decía: *
—«Yo te la diré, señor,
Jugando estaba el rey moro, aunque me cueste la vida,
y aun al ajedrez un día, porque soy hijo de un moro
con aquese buen Fajardo y una cristiana cautiva;
con amor que le tenía. 15 siendo yo niño y muchacho,
5 Fajardo jugaba a Lorca mi madre me lo decía :
y el rey moro a Almería ; que mentira no dijese,
jaque le dio con el roque 1 0 , que era grande villanía ;
el alférez 11 le prendía. por tanto, pregunta, rey,
A grandes voces dice el moro : 20 que la verdad te diría.
io —«La vida de Lorca es mía.» —Yo te agradezco, Abenámar,
Allí hablara Fajardo, aquesa t u cortesía.
bien oiréis lo que decía : ¿Qué castillos son aquéllos?
—«Calles, calles, señor rey, ¡ Altos son y relucían !
no tomes la tal porfía, 25 —El Alhambra era, señor,
15 que aunque me la ganases, y la otra la mezquita;
ella no se te daría : los otros los Alixares,
caballeros tengo dentro labrados 2 a maravilla.
que te la defenderían.» El moro que los labraba
Allí hablara el rey moro, 30 cien doblas 3 ganaba al día,
20 bien oiréis lo que decía : y el día que no los labra
—«No juguemos más, Fajardo, otras tantas se perdía.
ni tengamos más porfía, El otro es Generalife,
que sois tan buen caballero, huerta que par no tenía ;
que todo el mundo os temía a 35 e L o t r o Torres Bermejas,
castillo de gran valía.—•
V Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía :
Abenámar1 —Si tú quisieses, Granada,
40 contigo me casaría;
-—«¡Abenámar, Abenámar, daréte en arras y dote
moro de la morería, a Córdoba y a Sevilla.
el día que t ú naciste —Casada soy, rey don Juan ;
grandes señales había ! casada soy, que no viuda ;
5 Estaba la mar en calma, 45 el moro que a mí me tiene,
la luna estaba crecida : muy grande bien me quería.

1
* Romance fronterizo de la época de Cuenta este romance el interrogate
Enrique IV. Alonso Yánez Fajardo fué lio que sufre el prisionero de Juan II
adelantado de Murcia en 1480 y señor de Aben Alhamar o Aben Almao, en 143!,
Cartagena. frente a las posesiones granadinas.
10 2
Roque, la torre. {De ahí, enrocar.) Labrados, trabajados con cuida do.
3
» Alférez, alfil. Doblas, monedas de oro.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 99

VI que cristianos de braveza


ya nos han ganado Alhama.
\Ay de mi Alhama^ 40 « ¡ Ay de mi Alhama ! »
Allí habló un alfaqui 7
Paseábase el rey moro de barba crecida y cana :
por la ciudad de Granada, —j Bien se te emplea, buen rey,
desde la puerta de Elvira buen rey, bien se te empleara!
hasta la de Vivarambla, 45 « ¡ Ay de mi Alhama ! »
5 « ¡ Ay de mi Alhama ! » Mataste los Bencerrajes,
Cartas le fueron venidas que eran la flor de Granada ;
que Alhama era ganada ; cogiste los tornadizos
las cartas echó en el fuego, de Córdoba la nombrada.
y al mensajero matara, 50 ¡ « Ay de mi Alhama ! »
ió «Ay de mi Alhama!» Por eso mereces, rey,
Descabalga de una mula, una pena muy doblada :
y en un caballo cabalga; que te pierdas t ú y el reino
por el Zacatín arriba y aquí se pierda Granada.—
subido se había al Alhambra. 55 M-^y de m i Alhama!»
15 « ¡ Ay de mi Alhama ! »
Como en el Alhambra estuvo,
al mismo p u n t o mandaba VIÏ
que se toquen sus trompetas,
sus añafiles 5 de plata.
El prisionero
20 « ¡ Ay de mi Alhama ! »
Y que las cajas 6 de guerra
apriesa toquen al arma, —«Que por mayo era por mayo
porque lo oigan sus moros, cuando hace la calor,
los de la Vega y Granada. cuando los trigos encañan
25 «¡Ay Alhama!» y están los campos en flor,
Los moros que el son oyeron 5 cuando canta la calandria
que al sangriento Marte llama, y responde el ruiseñor,
. uno a uno y dos a dos cuando los enamorados
juntado se ha gran batalla. van a servir al amor;
50 «¡Ay de mi Alhama!» sino yo, triste, cuitado,
Allí habló un moro viejo, 10 que vivo en esta prisión ;
de esta manera hablara : que ni sé cuándo es de día
—«¿Para qué nos llamas, rey, ni cuándo las noches son,
para qué es esta llamada?» sino por una avecilla
35 « ¡ Ay de mi Alhama ! » que me cantaba al albor.
—«Habéis de saber, amigos, 15 Matómela un ballestero ;
una nueva desdichada : déle Dios mal galardón.»

5
* Refiere el dolor del rey granadino por Añafiles, trompetas moriscas.
6
la pérdida de Alhama, conquistada por Cajas, tambores.
7
don Rodrigo Ponce de León en febrero Aïfaqvî, doctor de la ley.
de 1482.
TOO JOSÉ MANUEL BLECUA

VIII que a tierra quiere llegar.


Las velas traía de seda,
Fonte'frîda* 10 la ejarcia12 de un cendal13 ;
marinero que la manda
Fonte-frida, fonte-frida, diciendo viene un cantar
fonte-frida y con amor, que la mar facía en calma,
do todas las avecicas los vientos hace amainar,
van tomar consolación, 15 los peces que andan n'el 14 hondo
5 si no es la tortoHca arriba los hace andar;
que está viuda y con dolor9. las aves que andan volando
Por allí fuera a pasar n'el mástil las faz posar ;
el traidor del ruiseñor ; Allí habló el conde Arnaldos, ,
las palabras que le dice 20 bien oiréis lo que dirá :
io llenas son de traición : —«Por Dios te ruego, marinero,
—«Si tú quisieses, señora, digásme ora ese cantar.»
yo sería tu servidor.» Respondióle el marinero,
—«Vete de ahí, enemigo, tal respuesta le fué a dar :
malo, falso, engañador, 25 —«Yo no digo esta canción
15 que ni poso en ramo verde, sino a quien conmigo va.»
ni en prado que tenga flor;
que si el agua hallo clara,
turbia la bebía yo ; X
que no quiero haber marido,
20 porque hijos no haya, no ; Doña Alda
no quiero placer con ellos,
ni menos consolación. En París está doña Alda,
¡ Déjame, triste enemigo, la esposa de don Roldan,
malo, falso, mal traidor, trescientas damas con ella
25 que no quiero ser tu amiga para bien la acompañar;
ni casar contigo, no!» 5 todas visten un vestido,
todas calzan un calzar,
IX todas comen a una mesa,
todas comían de un pan.
El conde Amalaos si no era sola doña Alda,
10 que era la mayoral.
¡Quien hubiese tal ventura 10 Las ciento hilaban oro,
sobre las aguas del mar, las ciento tejen cendal,
como hubo el conde Arnaldos las ciento instrumentos tañen
la mañana de San Juan ! para doña Alda holgar.
5 Con un falcón11 en la mano 15 Al son de los instrumentos
la caza iba a cazar, doña Alda adormido se ha ;
vio venir una galera ensoñado había un sueño,
8 10
Fonte-frida, fuente fría. Ventura, dicha.
6 11
La tradición medieval habla del do- Falcón, halcón.
12
lor de la tortolilla al enviudar, dolor que Ejarcia, jarcia.
13
le lleva a no posar en ramo verde ni Cendal, seda.
beber el agua clara. « N'el, en el.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 101

un sueño de gran pesar. con las uñas lo despluma.


Recordó despavorida 40 con el pico lo deshace.—
20 y con u n pavor muy grande, Allí habló su camarera,
los gritos daba tan grandes bien oiréis lo que dirá:
que se oían en la ciudad. •—Aquese sueño, señora,
Allí hablaron sus doncellas, bien os lo entiendo soltar :
bien oiréis lo que dirán : 45 el azor es vuestro esposo,
2
5 —¿ Q u é es aquesto, mi señora ? que viene de allende el mar;
¿ Quién es el que os hizo mal ? el águila sedes vos,
—Un sueño soñé, doncellas, con la cual ha de casar,
que me ha dado gran pesar : y aquel monte es la iglesia
que me veía en un monte 50 adonde os' han de velar.
30 en un desierto lugar; —Si así es, mi camarera,
bajo los montes muy altos bien te lo entiendo pagar.—
un azor vide volar ; Otro día de mañana
tras del viene una aguililla cartas de fuera le traen ;
que lo afincaba muy mal. 55 tintas venían de dentro,
35 El azor con grande cuita de fuera escritas con sangre,
metióse so mi brial ; que su Roldan era muerto
el águila con grande ira en la caza de Roncesvalles.
de allí lo iba a sacar ;

[ T e x t o s según la Primavera y Flor, eclic. d e M. M e n é n d e z Peíayo. ]

i.o Estudíese el estilo de los romances : a) versificación, termi-


naciones de la rima, paragoge y apócope, etc. ; b) el arte del diálogo ;
c) el valor de las repeticiones, exclamaciones, etc. ; d) la ausencia
de lo fantástico ; e) la parquedad y la belleza de las descripciones ;
f) el fragmentarismo,
2. 0 Distinguir las diferencias de tono poético entre los distintos
romances.
3.0 Hágase notar el profundo lirismo de algunos momentos.
4. 0 Estudíese la psicología del Conde Fernán González y la del
Cid en los dos romances. Compárese la de este último con la del
Poema.
5.° Compárese el romance de Gonzalo Gustos con el fragmento
de la Crónica, inserto en la pág. 45 y ss. y analícense las diferencias.
6.° Estudíense algunas costumbres que reflejan estos romances.
7.0 Convertir u n fragmento del Poema del Cid en u n romance,
utilizando la técnica de los romances anteriores.
C A P I T U L O IX

LA PROSA EN EL SIGLO XV

Características. — La prosa del siglo xv sigue la misma corriente


de imitación latina que vimos aparecer en la poesía. El hipérbaton violen-
to, el latinismo de vocabulario, laa referencias a la mitología clásica, y,
por otra parte, la utilización del habla popular, coloq'uial, son las notas
más características. No es extraño encontrar frases como la siguiente :
«pocos hallo que de las mías se paguen obras». Abundan las parejas de
sinónimos, como se verá en el fragmento del Corbacho, y algunas veces
casi se llega a la prosa rimada, siendo muy frecuente la similicadencia.
El vocabulario se nutre de términos latinos o derivados del latín, como
seductos, belígeros, armígero, etc. Pero también se dará entrada a refra-
nes, como en el Corbacho o en La Celestina.

La historia. —• La literatura histórica del siglo xv conoce una nueva


modalidad : la biografía corta, el retrato hecho en pocas líneas, pero
jugoso y expresivo. Inicia este género FERNÁN PÉREZ DE G-UZMÁN (1376-
1460?), señor de Batres, enemigo de don Alvaro de Luna, que demostró
sus condiciones de poeta en el género doctrinal y moralista con la Coro-
nación de L·s cuatro virtudes y los Loores de los claros varones de Espanta.
Sin embargo, su obra más notable fué la tercera parte de su Mar de his-
torias, titulada Generaciones y semblanzas, donde con pequeños detalles,
llenos de gran penetración y agudeza, nos va retratando a los personajes
más célebres de la época, al mismo tiempo q'ue no desdeña ni el menor
rasgo psicológico.
HERNANDO DEL PULGAR, que fué cronista de los Beyes Católicos imitó
el género de las semblanzas en sus Claros varones de Castilla, Ferie cbe
veinticinco retratos de los personajes más interesantes de los reinados de
Juan I I y Enrique IV. La técnica del retrato es la misma que la empleada
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 103

por Pérez de Guzmán, pero los resultados no son tan felices debido a
las digresiones y a que intercala ejemplos de la antigüedad clásica; en
cambio, describe mejor el ambiente y es visible su preocupación por llegar a
darnos lo esencial de un personaje.
Muy interesantes son algtmas crónicas reales, como la de Juan I I , de
autor incierto, o particulares, como la deliciosa Crónica de don Pero
Ni*ñot conde de Buelna.

La prosa didáctica. — L a prosa didáctica está representada en las


obras de don ENRIQUE DE VILLENA (1384-1434), personaje singular, del que
decían sus amigos que sabía «mucho en el cielo y poco en la tierra» alu-
diendo a sus estudios de astrologia. Villena es autor de una traducción de
la Divina comedia, de diversas obras didácticas, como el Arte de trovar,
interesante para el estudio de la preceptiva provenzal, el Arte cisoria, trata-
do de etiqueta cortesana, y de un libro de carácter simbólico, Los doce
trabajos de Hércules, en el que, bajo un aspecto mitológico, da preceptos
morales. E n su prosa se dan cita todos los recursos estilísticos del latín,
y por esta causa su lectura es fatigosa y molesta.
Mejor prosista y mucho más original es ALFONSO MARTÍNEZ DE TOLEDO
(1398-1470?), más conocido con el nombre de ARCIPRESTE DE TALAVERA,
que vivió durante algún tiempo en Aragón, Valencia y Cataluña, llegando
a ser capellán de Juan I I .
E s autor de la obra titulada Corbacho o Reprobación del amor mun-
dano, que trata «de vicios y virtudes, e reprobación del loco amor, ansí de
los hombres como de las mugeres». El libro se divide en cuatro partes, pero
s"u interés no reside tanto en su sátira cuanto en &u estilo. Algunas veces
su estilo se aproxima al modo elegante, ampuloso y con tendencia latini-
zante, que domina durante todo el siglo xv, por ejemplo: «las potencias
del ánima tres», «su conos-ciento amigo» ; pero al mismo tiempo la lengua
popular, familiar, se utiliza con una gallardía y una abundancia inusitadas,
resultando el antecedente más claro del lenguaje de La Celestina. La len-
gua de la conversación diaria entra por primera vez en nuestra literatura
con una gracia excepcional.

La novela. — La novela del siglo xv está representada por los libros


de caballería, que después estudiaremos, y por la llamada novela senti-
mental, con elementos simbólicos, que refiere las torturas que pasan loa
enamorados para conseguir la felicidad, aunque muchas veces el finai
feenga un claro sabor romántico, puesto que termina con. el suicidio de Uno
de los protagonistas y a veces de los dos.
OUAN EODRÍGUEZ DEL PADRÓN o DE LA CÁMARA, trovador gallego rodeado
de una atmósfera legendaria y romántica, es autor de El siervo Ubre de
amor, novela que contiene elementos muy diverso*. Entre continuados
m JOSÉ MANUEL BLECUA

simbolismos relata los amores y la trágica muerte de Ardanlier e Liesa.


Más interés ofrece la obra de DIEGO DE SAN PEDRO (teniente justicia
mayor de Peñafiel en 1466) titulada Cárcel de amor, la novela sentimental
de más éxito del siglo xv y que en los dos siguientes logró numerosas
reediciones. Relata los desgraciados amores de Leriano con Laureola, y
el lento suicidio del primero. Una gran parte de la novela está escrita en
forma eptstoL·r, a veces con demasiada retórica, pero también, con cierta
delicadeza y pulcritud. Ejerció verdadera influencia en las letras poste-
riores, como se ve en La Celestina, ya que uno de los trozos más bellos,
eï llanto de la madre de Leriano, será recordado por Fernando de Rojas
en el llanto de los padres de Melibea.
Anteriormente Diego de San Pedro había escrito una novela titulada
Tratado de amores de Arnalte y Lucenda, también de carácter sentimen-
tal, pero menos apasionada que la anterior.

C O N S Ú L T E S E . — M. M e n é n d e z Pelayo, Antologia, vol. 11. — M. Menéndez


Pelayo, Offgenes de la novela, vol. 1, Madrid, 1943.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITEJRATURA ESPAÑOLA 105

ARCIPRESTE DE TALAVERA

CORBACHO

De cómo la mujer parlera siempre fabla de fechos ajenos

La mujer ser mucho parlera, regla general es dello: que non es mujer
que non quisiese siempre fablar e ser escuchada. 1$ non es de su costumbre
dar logar a que otra fable delante della ; e si el día un, año durase, nunca
se fartaría de fablar e non se enojaría día nin noche. E por ende, verás
muchas mujeres que de tener mucha continuación de fablar1, cuando non
han con quién fablar, están fablando consigo mesmas entre sí. Por ende,
verás una mujer que es usada de fablar las bocas de diez hombres atapar
e vencerlas fablando e maldiciendo 2 . Cuando razón non le vale, via a
porfiar3, e con esto nunca los secretos de otros a otra podría celar 4 . Antes
te digo que te debes guardar de haber palabras con mujer que algund se-
creto tuyo sepa como del fuego; que sabe, como suso dije, non guarda lo
que dize con ira la mujer, aunque el tal secreto de muerte fuese o venial,
o lo que más secreto le encomendares aquello está reptando e escarbando 5
por lo dezir e publicar, en tanto que todavía fallarás las mujeres por ren-
conçillos, por renconadas e apartados diciendo, fablando de sus vecinas e
de sus comadres e de sus fechos, e mayormente de los ajenos ; siempre
están fablando, librando 6 cosas ajenas : aquélla cómo vive, qué tiene, cómo
anda, cómo casó e cómo la quiere su marido mal, cómo ella se lo meresce,
cómo en la iglesia oyó decir tal cosa, e la otra responde otra cosa, e así
pasan su tiempo despendiéndolo 7 en locuras e cosa vanas, que aquí espe-
cificarlas8 sería imposible. Por ende, general regla es que dondequier que
hay mujeres hay de muchas nuevas 9 . Alléganse las benditas en un tropel,
muchas matronas, otras mozas de menor e mayor edad, e comienzan e non
acaban, diciendo de fijas ajenas, de mujeres extrañas, en el invierno al
fuego, en el verano a la frescura, dos o tres horas sin más estar diciendo :
—«Tal, la mujer de tal, là fija de tal, a osadas 10 , quien se la vee, quién non
la conosce, ovejuela de Sant Blas, corderuela de Sant Antón, quién en ellas
se fiase, etc.» Responde luego la otra : —¡ O bien si lo supiésedes cómo es
de mala lengua!, rabia, Señor, a la ira, por embazada 11 esteríades, coma-
dre; quién se la vee simplecilla...» etc. Todo el día estarán detrás mal
fablando.
1 6
Mucha costumbre. Deliberando.
2
Nótese la similicadencia : fablar... ata- i Gastándolo.
par; fablando... maldiciendo. R D i *
B
' ,r r r o ñ e r í a s por extenso.
• «Venga a pornar.»
4 Noticias
Guardar. ° . sucesos.
5 10
Obsérvense las parejas de sinónimos : Por cierto.
n
reptando e escarbando; fablando, íi- Asustada.
brando.
106 JOSÉ MANUEL BLECUA

E si quieres saber de mujeres nuevas, vete al forno12, a las bodas, a la


iglesia, que allí nunca verás sinon fablar la una a la oreja de la otra, e
reírse la una de la otra, e tomar las unas compañías con las malquerientes
de las otras, e afej^tarse13 e arrearse a porfía, aunque soplesen fazer
malbarato de su cuerpo por haber joyas, e ir las unas más arreadas que
las otras, diziendo : —«Pues mal gozo vean de mí si el otro domingo que
viene tú me pasas el pie delante»—. Ayúntanse las unas lozanas de un
barrio contra las otras galanas de la otra vecindad : —«Pues agora veamos
a cuáles mirarán más e cuáles serán las más fabladas e presciadas : quizá
si piensan que non somos para plaza, mejor que non ellas, aunque les pese
e mal pese ; sí somos, en verdad. ¡ Yuy, amiga ! ¿ Non vedes cómo nos
miran de desgaire ? ¿ Quieres que les demos una corredura 14 e una ladradu-
ra? Riámonos la una con la otra e fablémonos así a la oreja mirando facia
ellas, e veréis cómo se correrán; o antes que ellas se levanten pasemos
ayna 15 delante délias, porque los, que miraren a ellas, en pasando nosotras,
fagan primero a nosotras reverencia, antes que non a ellas ; ésta les dare-
mos en barba aunque les pese, cuanto a lo primero.» E estas e otras infi-
nitas cosas largas de escribir estudian las mujeres e urden, en tanto que
nunca donde van e se ayuntan facen sino fablar e murmurar e de ajenos
fechos contractar 16 . Do podemos dezir: la mujer ser muy parlera e de se-
cretos muy mal guardadora. Por ende, quien délias non se fía non sabe
que prenda tiene, e quien de sus fechos se apartare e más las olvidare,
vivirá más en seguro : desto yo le aseguro.

[Edic. del Corbacho por J. Rogerio Sánchez, Madrid, s. a..


Biblioteca Clásica, CCLVIII.]

i.° Señalar los elementos pintorescos y realistas del capítulo.


2.° Estudíese el estilo, sus características y recursos : símili-
^adencia, parejas de sinónimos, construcciones latinizantes, etc. j
3. 0 Muéstrese el paso de la forma expositiva y narrativa a la j
dialogada. ¿Por qué combina esas maneras? j
4.0 Señálese lo exagerado de la sátira. =
_
i
i

12 4
Homo. De correrse, avergonzarse.
13 5
Darse afeite«, ungüentos* en el Aprisa.
6
rostro. SimiJicandencia.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 107

HERNANDO DE PULGAR

E L MARQUÉS DE SANTILLANA

Don Iñigo Inopes de Mendoza, marqués de Santillana, e conde del Real


de Mançanares, señor de la casa de la Vega, fijo del almirante don Diego
Hurtado de Mendoza e nieto de Pero Gonçales de Mendoça, señor de Álava,
fué omne de mediana estatura, bien proporcionado en la compostura de
sus miembros e fermoso en las faciones de su rostro, de linaje noble cas-
tellano e m u y antiguo.
E r a omne agudo e discreto, y de tan grand corazón, que ni las cosas
grandes le alteraban, n i en las pequeñas le placía entender. E n la conti-
nencia 1 de su persona e en el razonar de su fabla mostraba ser omne ge-
neroso e magnánimo. Pablaba muy bien e nunca le oían decir palabra que
no fuese de notar, quier 2 para dotrína quier para placer. E r a cortés e
honrador de todos los que a él venían, especialmente de los omnes de
ciencia...
Fué templado en su comer e en su beber, e en esto tenía una singular
continencia.
Tovo en su vida dos notables exerçicios : uno en la disciplina militar,
otro en el estudio de la ciencia ; e ni las armas le ocupaban el estudio, ni
el estudio le impedía el tiempo para platicar con los caballeros e escuderos
de su casa en la forma de las armas necesarias para defender, e cuáles ha-
bían de ser para ofender, e cómo se había de ferir el enemigo, e en qué ma-
nera habían de ser ordenadas las batallas e la disposición de los reales*-
cómo se habían de combatir e defender las fortalezas, e las otras cosas que
requiere el exercicio de la caballería : e en esta plática se deleitaba por la
grand habituación 4 que tovo en su mocedad. E porque los suyos sopiesen
por experiencia lo que le oían decir por dotrina, mandaba continuar en su
casa justas 5 , e ordenaba que se fiziesen otros exercicios de guerra, porque
sus gentes, estando habituados en el uso de las armas les fuesen menores
los trabajos de la guerra.
E r a caballero esforçado, e ante de la facienda 6 cuerdo e templado, e
puesto en ella, era ardid 7 e osado; e ni su osadía era sin tiento, ni en su
cordura se mezcló jamás punto de cobardía...
Daba liberalmente todo lo que a él como a capitán mayor pertenecía
de las presas que se tomaban, e allende de aquello que les repartía de lo suyo
en los tiempos necesarios ; e al que le regradescía las dádivas que daba
solía decir : —«Si deseamos bienes al que bien nos da, debérnoslos dar al
que bien nos desea». E guardando su continencia con graciosa liberalidad,
1 4
En el aspecto. De hábito, costumbre.
2 £
Quier, ya... ya. Torneos.
3 6
Sitios donde acampaban los ejércitos, Lucha, batalla.
7
o donde está la tienda del rey o del ge- Ardido, valiente,
neral.
108 JOSÉ MANUEL BLECUA

las gentes de su capitanía le amaban ; e temiendo de le enojar, no salían


de su orden en las batallas...
Era omne magnánimo, y esta su magnanimidad le era ornamento e
compostura de todas las otras virtudes. Acaescióle un día que fablandóle
en 8 su facienda, e ofresciéndole acrecentamiento de sus rentas, como omne
poco atento en semejantes pláticas, respondió : —«Eso que decís no es mi
lenguaje : fablad —dixo él— esa cosa allá con omnes que mejor la en-
tiendan». E solía decir a los que procuraban los deleites, que mucho más
deletable debía ser el trabajo virtuoso que la vida sin virtud, cuanto quier
que fuese deletable.
Tenía una tal piedad, que cualquier atribulado o perseguido que venía
a él hallaba defensa e consolación en su casa, pospuesto cualquier incon-
veniente que por le defender9 se le pudiese seguir. Consideraba asimismo
los omnes e las cosas segund su realidad, e no segund la opinión, y en
esto tenía una virtud singular e casi divina ; porque nunca le vieron
fazer accebción de personas, ni miraba dónde ni quién, sino cómo e cuál
era cada uno.
Este caballero ordenó en metros los proverbios que tomiençan Fijo
mío, mucho amado, etc., en los cuales se contienen casi todos los precep-
tos de la filosofía moral que son necesarios para virtuosamente vivir. Tenía
grand copia de libros, e dábase al estudio, especialmente de la filosofía
moral e de cosas peregrinas e antiguas. Tenía siempre en su casa doctores
e maestros con quien platicaba en las ciencias e leturas que estudiaba.
Fizo asimismo otros tratados en metros e en prosa muy doctrinales para
provocar a virtudes e refrenar vicios : e en estas cosas pasó lo más del
tiempo de su retraimiento.
Tenía grand fama e claro renombre en muchos reinos fuera de España,
pero reputaba mucho más la estimación entre los sabios, que la fama entre
los muchos...
No quiero negar que no toviese algunas tentaciones de las que esta
nuestra carne suele dar a nuestro espíritu, e que algunas vezes fuese ven-
cido, quier de ira, quier de luxuria, o que excediese faciendo, o faltase al-
guna vez non faciendo lo que era obligado : porque estando como estovo
envuelto en guerras e en otros grandes fechos que por él pasaron, defícil
le fuera entre tanta multitud de errores vevir sin pecar. Pero si verdad es
que las virtudes dan alegría e los vicios traen tristeza, como sea verdad
que este caballero lo más del tiempo estaba alegre, bien se puede juzgar
que mucho más fué acompañado de virtudes que dan alegría, que se-
ñoreado de vicios que ponen tristeza...

[Edic. Domínguez Bordona, Clásicos castellanos.^

8
Es decir : «de asuntos rje 3U hacienda».
9
Nótese la colocación del p r o n o m b r e .
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 109

i.° Estudíese la técnica del retrato. ¿De qué elementos consta


esa pequeña biografía?
2.° Analícense las cualidades morales del Marqués de Santillana.
3. 0 Expliqúese esta frase : «Consideraba asimismo los otnnes e
ías cosas segund su realidad, e non segund la opinión».
4.0 Nótese el uso de la conjunción e.

DIEGO DE SAN PEDRO

CÁRCEL DE AMOR

CARTA DE LERIANO A LAUREOLA

Laureola: según tu virtuosa piedad, pues sabes mi pasión, no puedo


creer que sin alguna causa la consientas, pues no te pido cosa a tu honra
fea ni a ti grave. Si quieres mi mal, ¿ por qué lo dudas ? A sin razón
muero, sabiendo tú que la pena grande así ocupa el corazón, que se
puede sentir y no mostrar. SÍ lo has por bien pensado que me satisfaces
con la pasión que me das, porque dándola tú es el mayor bien que puedo
esperar, justamente lo harías si la dieses a fin de galardón ; pero, ¡ desdi-
chado yo!, que la causa tu hermosura y no hace la merced tu voluntad.
Si lo consientes juzgándome desagradecido porque no me contento con el
bien que me hiciste en darme causa de tan ufano pensamiento, no me
culpes, que aunque la voluntad se satisface, el sentimiento se querella. Si
te place porque nunca te hice servicio, no pude subir los servicios a la
alteza de lo que mereces, que cuando todas estas cosas y otras muchas
pienso, hallóme que dejas de hacer lo que te suplico porque me puse en
cosa que no pude merecer. Lo cual yo no niego; pero atrevíme a ello pen-
sando que me harías merced, no según quien la pedía, mas según tú, que
la habías de dar. Y también pensé que para ello me ayudaran virtud y
compasión y piedad, porque son aceptas a tu condición, que cuando los
que con los poderosos negocian para alcanzar su gracia, primero ganan las
voluntades de sus familiares, y paréceme que en nada hallé remedio.
Busqué ayudadores para contigo, y hállelos por cierto leales y firmes, y
todos te suplican que me hagas merced: el alma, por lo que sufre ; la
vida, por lo que padece ; el corazón, por lo que pasa ; el sentido, por lo
que siente. Pues no niegues galardón a tantos que con ansia te lo piden
y con razón te lo merecen. Yo soy el más sin ventura de los más desaven-
turados. Las aguas reverdecen la tierra, y mis lágrimas nunca tu espe-
no JOSÉ MANUEL BLEClM

ranza, la cual cabe en los campos 3' en las hierbas y árboles, y no puede
caber en tu corazón.
Desesperado habría, según lo'que siento, si alguna vez me hallase solo;
pero como siempre me acompañan el pensamiento que me das y el deseo
que me ordenas y la contemplación que me causas, viendo ' que lo voy a
hacer, consnélome acordándome que me tienen compañía de tu parte, de
manera que quien causa las desesperaciones me tiene qué no desesperé.
Si todavía te place que muera, házmelo saber, que gran bien harás a la
vida, pues no será desdicha del todo. Lo primero de ella se pasó en ino-
cencia, y lo del conocimiento, en dolor ; a lo menos, el fin será en des-
canso, porque tú lo das, el cual, si ver no me quieres, será forzado que
veas».

[Edic. Editorial Renacimiento.]

i.° Nótese el estilo complicado y ampuloso de la carta. Obsér-


vese la construcción y muéstrese alguna expresión difícil o antité-
tica.
2.0 Analícense los sentimientos de Leriano.
C A P I T U L O X

REINADO DE LOS REYES CATÓLICOS

Humanismo, — Durante el reinado de los Beyes Católicos, el cono-


cimiento del latín se acentúa y gana terreno. Excelentes humanistas
extranjeros vienen a España para dirigir la educación de los jóvenes de la
nobleza. Así llegaron Pedro Mártir de Angleria, Lucio Marineo Síeulo y
los hermanos Geraldiao. E n 'una carta de J u a n de Lucena se lee : «Pues
si otro saber que el latín nos hace diferenciar de las bestias, el que latín
non sabe, asno se puede llamar de dos pies». A esta inquietud por los
estudios clásicos vino a sumarse la enorme influencia que ejerció la intro-
ducción de la imprenta en 1473.
El humanista más destacado de este período, a quien se debe la in-
troducción de la ciencia filológica en España, es el andaluz E L I O ANTONIO
DE NEBKIJA (1441 ?-1522), quien desp'ués de estudiar en la Universidad de
Salamanca, pasó a Italia, donde explicó en las Universidades de Boma,
Pisa y Florencia. A su vuelta se le nombró profesor de Salamanca, y
posteriormente Cisneros le encargó la dirección de los trabajos de la Biblia
poliglota, estableciéndose en Alcalá, donde murió.
Nebrija se vanaglorió siempre de haber introducido la filología clásica
en España : «Yo fui el primero que abrí tienda de la lengua latina en
España, y todo lo que en ella se sabe de latín se ha de referir a mí».
Eue el primer europeo que escribió una gramática de una lengua vulgar,
Arte de la lengua castellana, siendo también autor de un Diccionario
latino-espafiol y espanol-L·lino.

La poesía. — La poesía de la época de los Beyes Católicos sigue


tres direcciones o corrientes: 1.a) Una trayectoria aiegórica-dantesoa, en
la que se imita la obra de Juan de Mena, como en J u a n de Padilla;
\\2 JOSÉ MANUEL BLECUA

2. a ) Una corriente de tipo cancioneril o de poesía cortesana, con gran


sutileza conceptista, que veremos cristalizar en el Cancionero General,
poesía que ejercerá verdadera influencia en los siglos xvi y xvn, puesto
que ese Cancionero fué reeditado numerosas veces hasta, fines del s. xvi
y fué también leidísimo por todos ; y 3.a) Una corriente de tipo tradicional.
La poesía popular se revaloriza y se pone de moda, escribiéndose canción-
cillas y romances. Se llegan a adaptar a lo divino temas profanos, como
vemos en Montesino y Mendoza.
La poesía religiosa está representada por tres poetas singulares : FRAY
IÑIGO DE MENDOZA, autor de la Vita Christi, interesante por el empleo de
la poesía popular; FRAY AMBROSIO MONTESINO, que publica en 1508 un
encantador Cancionero, y, finalmente, JUAN DE PADILLA, autor de extensos
poemas con influencias de J u a n de Mena, como el Retablo de la vida de
Cristo y los Doce triunfos de los doce Apóstoles.
Entre los poetas profanos, además de los incluidos en el famoso Can-
cionero General, de Hernando del Castillo, (Toledo, 1511) son dignos de
mención RODRIGO DE COTA, llamado el Viejo, autor de un delicioso Diálogo
entre el amor y un caballero viejo, que contiene elementos líricos y dra-
máticos; GARCI SÁNCHEZ DE BADAJOZ, poeta exquisito, cuyas redondillas
fueron elogiadas por Lope de Vega ; ANTÓN DE MONTORO, sastre de Cór-
doba, agudo epigramista ; PERO GUILLÉN DE SEGOVIA y ALVAREZ GATO.

C O N S Ú L T E S E . — • M. M e n é n d e z Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos,


v o l III. Madrid, 1944.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITEJIATURA ESPAÑOLA 11)

FRAY AMBROSIO MONTESINO


IvA NOCHE SANTA

No la debemos dormir si de su divina esencia


la noche santa, temblará,
no la debemos dormir. io o qué le podrá decir.
La Virgen a solas piensa No la debemos dormir
qué liará la noche santa,
cuando al Rey de luz inmensa no la debemos dormir.
parirá,
[Edic. de Poesía de la Edad Media,
de D. Alonso, núm. 37]

JUAN DE PADILLA
Los doce triunfos de los doce apóstoles
EL. INFIERNO

...En medio del pozo, según Por agujeros, resquicios y minas


[parecía 15 brotaban helados y negros vapo-
vimos de bruzas 1 estar aleando 3 res :
una muy fea visión, trabajando helaban las caras de los pecado-
por levantarse maguer 3 no podía. res,
La manos y cola de grado tenía, doblando sus males y penas con-
y más las espaldas atan escama- finas
[das Cercaban en torno la bestia
como las sierpes de Libia con- [caída
chadas ; otras mil bestias, maguer dife-
y como la Ydra su cuello tendía, rentes :
con siete gargantas y lenguas 20 y de su muy grande caída gi-
[sacadas. [mien tes.,
IO Las alas mayores que velas y no de su culpa civil cometida.
[latinas, No pienso que pluma ni mente
y de las morciégalas 4 no dife- [leída
rían, podría decir ni pintar por entero
dos vientos las alas batiendo la fea visión del caído Lucero,
[hacían 25 y de su malina batalla vencida
5
helantes las partes del pozo con la potencia de Dios verda-
[vecinas. dero,
[Edic. de Foulché-Delbosc, Cancionero
del siglo XV, pág. 340. J
1
De bruces, echada. * La forma morciégalo ea hoy todavía
* Aleteando. frecuente en ciertas comarcas.
5
* Aunque. Latinismo.
3
H4 JOSÉ MANUEL BLECUÀ

GAHCI SANCHEZ DE BADAJOZ

Villancico

Secáronme los pesares 20 mas agora ya esto 6 tal,


los ojos y el corazón, que de muerto no lo siento;
que no pueden llorar, non. para tener sentimiento
Los pesares me secaron tanta tengo de razón,
5 el corazón y los ojos; que non puedo llorar, non.
y a mis lágrimas y enojos
y a m i salud acabaron : COPLA
muerto en vida me dejaron,
traspasado de pasión, E n dos prisiones esto
io que non puedo llorar, non, que me atormentan aquí :
la una me tiene a mí
Y d'estar mortificado y la otra tengo yo.
mi corazón de pesar, 5 E aunque de la una pueda,
y a no está para llorar, que me tiene, libertarme,
sino para ser llorado : de la otra que me queda
15 esta es la causa, cuitado, jamás espero soltarme.
ésta es la triste ocasión, Ya no espero, triste, no,
que no puedo llorar, non. 10 verme libre cual nací,
Al principio de mi mal que aunque me suelten a mí
lloraba mi perdimiento, no puedo soltarme yo.

[Edic. Cancionero General. n.° 659 y


Apéndice, n.° 169.]

GUEVARA
ESPARSA

Las aves andan volando 3,'o, sin ventura amador, .


cantando canciones ledas 7 , contemplando mi tristura,
las verdes hojas temblando, deshago por mi dolor
las aguas dulces sonando, la gentil rueda de amor
5 los pavos hacen las ruedas: 10 que hice por mi ventura.

[Edic. Cancionero General, n.° 215.]

6
Estoy.
7
Alegres.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 115

COMENDADOR ESCRIVÀ
CANCIONES

II

Ven, muerte, tan escondida, Vos me matáis de tal suerte


que no te sienta conmigo, y con pena tan gloriosa,
porque el gozo de contigo que no sé más dulce cosa
no me torne a dar la vida. que los trances de mi muerte.
E della soy tan ufano,
Ven como rayo que hiere,
tan penado e tan contento,
que hasta que ha herido
que no trocaré un tormento
no se siente su ruido,
por mejor herir do quiere : por mil bienes de otra mano.
así sea tu venida; Y, pues que quiso mi suerte
si no desde aquí me obligo darme pena tan gloriosa,
que el gozo que habré contigo no quiero más dulce cosa
me dará de nuevo vida. que los trances de mi muerte.

[Edic. Cancionero General; n.° 392 y


Apéndice, n.° 150.]

I.° Nótese la acomodación de la lírica popular a la religiosa.


2.° Obsérvese la influencia de Ju.an de Mena en Padilla.
3-° Díganse los sentimientos que expresan los poeniitas de Garci
Sánchez, Guevara v Escrivà.
4 Estudíese la forma estrófica.
i! *°
5-° Señálense algunas antítesis* '
\
!
LA P R O S A

La Celestina. —. La obra más interesante del siglo xv, y una de. Las
más logradas manifestaciones de la literatura española, es La Celestina o
Tragicomedia de Calisto y Melibea.

Ediciones y autor. — Publicóse por primera vez en Burgos en 1499,


pero en la edición de Sevilla de 1502 se le añaden cinco actos más, ya que
las dos anteriores no contenían más que dieciséis. S'u autor fué FERNANDO
DE ROJAS, bachiller nacido en la Puebla de Montalbán, que yivió mucho
tiempo en Talavera, donde otorgó testamento en 1541. E n el Prólogo dice
el autor que siendo él estudiante en Salamanca, corría entre sus amigos
el primer acto, atribuido a Juan de Mena y a Rodrigo de Cota, y que
él se decidió a continuar la obra, acabándola en quince días de vacaciones,
lo que parece cierto, ya que Rojas vivió hasta 1541 y la obra apareció
en 1499.

Argumento. — Su argumento es muy sencillo: Calisto, enamorado


de Melibea, recurre a los oficios de una vieja llamada Celestina. E s t a
logra vencer la resistencia de la joven, y los enamorados se ven por las
noches en el jardín. Cierta noche, al oír Calisto unos ruidos y voces en
la calle, baja por la escalera, y cae mortalmente herido. Melibea, después de
una triste despedida, se arroja desde un torreón. Termina la obra con el
triste llanto de los padres.

Caracteres y estilo. — Con este argumento crea Fernando de Rojas


una obra de poderosa fuerza y belleza. Los caracteres están perfectamente
estudiados ; pero descuella entre todos el de Celestina, uno de lo» tipos
más perfectos de la literatura europea. Contrasta con la perversidad de-
moniaca de Celestina la pareja de los enamorados Calisto y Melibea. Por
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 117

su estilo, La Celestina presenta también notas originales. Ya Juan de


Valdés reconocía «que ningún libro hay escrito en castellano donde la
lengua esté más natural», aunque encontraba dos defectos : «el amonto-
nar de vocablos» y el poner algunos «tan latinos que no se entienden en
el castellano.» Esta unión de la lengua popular con la tendencia latini-
zante es característica, como vimos, de todo el siglo xv.

Realismo, idealismo. — E n La Celestino, vemos por primera vez


conseguido el intento de fundir elementos idealistas con realistas. Por una
parte, el mundo celestinesco, de baja extracción, se aproxima a una nota
realista, de tipo picaresco, y por otra, el mundo de los amantes Calisto
y Melibea, es una exaltación que tiende al idealismo.

Fuentes. — Las fuentes de La Celestina han sido minuciosamente


estudiadas por la critica. Además de los escritores clásicos (Ovidio, Vir-
gilio, Terencio, Séneca), se notan pasajes que proceden de las obraa lati-
nas de Petrarca, de Boccacio, y de las españolas del Arcipreste de Hita,
López de Ayala y otros.

Trascendencia. — La Celestina ha sido una de las obras que más in-


fluencia han ejercido en la literatura española, y fué continuada e imi-
tada numerosas veces. Lope de Vega la tuvo bien presente al escribir
La Dorotea, una de sus más perfectas creaciones. E n el teatro, la figura
celestinesca es popular desde Gil Vicente hasta nuestros días.

Libros de caballerías. —La novela de caballerías es un género extra*


ño a la literatura española, nacido en fuentes francesas, pero que, a ~u vez,
obtuvo un éxito excepcional en la literatura del siglo xvi. Relata aven-
turas irreales de esforzados caballeros. E l héroe es siempre el mismo, muy
apuesto y gentil, pero sin consistencia humana. Lo interesante es la
acción, la aventura complicada y el triunfo del caballero. A esto hay que
unir el idealismo amoroso.
El modelo más perfecto de estos libros es el Arnadís de Gaula, escrito
hacia 1492 e impreso en Zaragoza en 1508. Lo publicó GAECI BODBÍ-
GÜEZ DE MONTALVO, regidor de Medina del Campo en tiempo de los Reyes
Católicos.
L a obra de Montalvo no es propiamente una obra original, ya que,
como él dice, retocó los antiguos originales que muy corruptos s& leían
y además añadió de su propia cuenta el libro quinto con las Sergas de
EspL·ndian. El Amadís era conocido ya en plena Edad Media, como lo
atestiguan citas del Canciller Ayala y de Pedro Eerrús. Parece que la
versión primitiva debe localizarse en lengua portuguesa.
118 JOSÉ MANUEL BLECUA

El argumento es un verdadero alarde de fantasía brillante. Traba


de las aventuras del caballero Amadís, hijo de Peñón de Gaula y de la
princesa Elisena de Inglaterra, enamorado platónicamente de Oriana,
princesa de Escocia. El libro obtuvo lino de los éxitos más grandes que
registran las letras españolas y se continuó e imitó numerosas vece^. En
la lectura del Amadís se deleitaron numerosas generaciones de escritores
como Santa Teresa v Cervantes, San Ignacio v Juan de Valdés.

CONSÚLTESE. — M. Menéndez Pelayo, Orígenes de la Novela, vols. I y I!.


Madrid, 1943.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 119

FERNANDO DE ROJAS
LA CELESTINA

Argumento de toda la obra

Calixto fué de noble linaje, de claro ingenio, de gentil disposición, de


linda crianza, dotado de muchas gracias, de estado mediano. Fué preso
en el amor de Melibea, mujer moza, m u y generosa, de alta y serenísima
sangre, sublimada 1 en próspero estado, una sola heredera a su padre
Pleberio, y de su madre Alisa m u y amada. Por solicitud del pungido 2
Calixto, vencido el casto propósito de ella (entreveniendo Celestina, mala
y astuta mujer, con dos sirvientes del vencido Calixto, engañados y per
ésta tornados desleales, presa su finalidad con anzuelo de codicia y de
deleite), vinieron los amantes y los que les ministraron en amargo y
desastroso fin. Para comienzo de lo cual dispuso la adversa fortuna lugar
oportuno, donde a la presencia de Calixto se presentó la de&^ada Melibea,

[Encuentro de Calixto y Melibea]

CALIXTO.—En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.


MELIBEA.—¿En qué, Calixto?
CALIXTO.—En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te do-
tase, e facer a mí inmérito tanta merced, que verte alcanzase 3 , e en tan
conveniente lugar, que mi secreto dolor manifestarte pudiese. Sin duda
incomparablemente es mayor tal galardón, que el servicio, sacrificio, devo-
ción e obras pías que por este lugar alcanzar yo tengo a Dios ofrecido ni
otro poder mi voluntad h u m a n a puede cumplir. ¿Quién vido 4 en esta vida
cuerpo glorificado de ningún hombre como ahora el mío? Por cierto, los
gloriosos santos que se deleitan en la visión divina, no gozan más que
yo ahora en el acatamiento tuyo. Mas, ¡ oh triste !, que en esto diferimos :
que ellos puramente se glorifican sin temor de caer de tal bienaventuranza ;
y yo, mixto, me alegro con recelo del esquivo tormento que tu ausencia
me ha de causar.
MELIBEA.—¿Por tan gran premio tienes esto, Calixto?
CALIXTO.—Téngolo por tanto, en verdad, que si Dios me diese en el
cielo la silla sobre sus santos, no la t e m í a por tanta felicidad 5 .

1
Sublimada (latinismo), enaltecida. hermosura ; dotase.,, alcanzase.
4
* Apenado (latinismo). Vio.
5
* Nótese la similicandencia : natura,.. Obsérvese la ideología renacentista.
120 JOSÉ MANUEL BLECUA

MELIBEA.—Pues aún más igual galardón te daré yo, si perserveras*.


CAXIXTO.—¡ Oh bienaventuradas orejas mías, que indignamente tan
gran palabra habéis oído!
MELIBEA.—Más desventuradas de que me acabes de oír ; porque la paga
sera tan fiera cual merece tu loco atrevimiento. E el intento de tus pala-
bras, Calixto, ha seído de un ingenio de tal hombre como tú, haber de
salir para perderse en la virtud de tal mujer como yo. ¡Vete, vete de ahí,
torpe !...
CALIXTO.—Iré como aquél contra quien solamente la adversa fortuna
pone su estudio con odio cruel.

{Hermosura de Melibea]

CALIXTO.—Pero no de Melibea; e en todo lo de que me has gloriado,


Sempronio, sin proporción ni comparación se aventaja Melibea. Mira la
nobleza y antigüedad de su linaje, el grandísimo patrimonio, el excelen-
tísimo ingenio, las resplandecientes virtudes, la altitud e inefable gracia,
la soberana hermosura, de la cual te ruego me dejes hablar un poco, por-
que haya algún refrigerio7. E lo que te dijere será de lo descubierto, que
'si de lo oculto yo hablarte supiera, no nos fuera necesario alterar tan
miserablemente estas razones.
SEMPRONIO.—¿Qué mentiras y qué locuras dirá ahora este cativo de mi
amo?
CALIXTO ¿Cómo es eso?
SEMPRONIO.—Dije que digas, que muy gran placer habré de oír. ¡ Asi
te medre Dios, como será agradable ese sermón !
CALIXTO.—¿ Qué ?
SEMPRONIO.—Que ¡ así me medre Dios, como me será gracioso de oír í
CALIXTO.—Pues porque hayas placer, yo la figuraré por partes mucho
por extenso.
SEMPRONIO.-—¡Duelos tenemos! Esto es tras lo que yo andaba. De pa-
sarse habrá ya esta importunidad 8 .
CALIXTO.—Comienzo por los cabellos : ¿ves tú las madejas del oro del-
gado que hilan en Arabia 9 ? Más lindos son, e no resplandecen menos. Su
longura hasta el postrero asiento de sus pies; después, crinados 10 e atados
con la delgada cuerda 11 , como ella se los pone, no ha más menester para
convertir los hombres en piedras.
SEMPRONIO.—Más en asnos.
CALIXTO.—¿Qué dices?

• ¿Qué tono emplearía Melibea en esa Marqués de Santillana,


10
respuesta? Crinados por peinados, cepillados»
7
Consuelo. cuidados. (De crin, cabello.)
R 11
Nótese el contraste de los caracteres. Cuerda por cinta.
* Cfr. con el verso 3 del soneto del
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 121

SEMPRONIO.—Dije que esos tales no serían cerdas de asno.


CALIXTO.—j Ved, qué torpe e qué comparación !
S E M P R O N I O . — ¿ T ú cuerdo?
CALIXTO.—Los ojos verdes, rasgados ; las pestañas luengas ; las cejas
delgadas e alzadas; la nariz mediana, la boca pequeña, los dientes menu-
dos e blancos ; los labios colorados e grosezuelos ; el torno del rostro poco
más luengo que redondo ; el pecho alto... La tez lisa, lustrosa ; el cuero 1 2
suyo oscurece la nieve; la color mezclada, cual ella la escogió para sí.
SKMPRONIO.—¡En sus trece está este necio!
CALIXTO.—Las manos pequeñas en mediana manera, de dulce carne
acompañadas ; los dedos luengos ; las uñas en ellos largas e coloradas que
parecen rubíes entre perlas. Aquella proporción que ver yo no pude, sin
duda por de fuera juzgo incomparablemente ser mejor que la que París
juzgó entre las tres deesas 1 3 .

[Soliloquio de Celestina por la callej

CELESTINA.—Agora que voy sola quiero mirar bien lo que Sempronio


ha tenido de este mi camino, porque aquellas cosas que bien no son pen-
sadas, aunque algunas veces hayan buen fin, comúnmente crían desvariados
efectos. Así que la mucha especulación 14 nunca carece de buen fruto; que
aunque yo he disimulado con él, podría ser que si me sintiesen estos
pasos de parte de Melibea, que no pagase con pena que menor fuese que la
vida, o m u y amenguada quedase, cuando matar no me quisiesen, man-
teándome o azotándome cruelmente. Pues amargas cien monedas serían
éstas. ¡ A y cuitada de mí ! ¡ E n qué lazo m e he metido, que por me mostrar
solícita y esforzada pongo m i persona al tablero ! ¡ Qué haré, cuitada,
mezquina de mí, que n i el salir afuera es provechoso ni la perseverancia
carece de peligro ! Pues ¿ iré o tornarme he ? ¡ Oh dudosa e dura perple-
jidad ! No sé cuál 1 5 escoja por mas sano. E n el osar, manifiesto peligro ;
en la cobardía, denostada pérdida. ¿Adonde irá el buey que no are 1 6 ?
Cada camino descubre sus dañosos y hondos barrancos. Si con el h u r t o
soy tomada, nunca de muerta o encorozada 17 falto, a bien librar ; si no
voy, ¿qué dirá Sempronio? ¿Que todas éstas eran mis fuerzas, saber e
esfuerzo, ardid e ofrecimiento, astucia e solicitud? E su amo Calixto ¿qué
dirá, qué hará, que pensará, sino que hay nuevo engaño en mis pisadas 1 8
e que yo he descubierto la celada, por haber más provecho de esta otra
parte, como sofística prevaricadora? O si no se le ofrece pensamiento tan
12 15
La piel. Cual camino.
13 16
Deesas, diosas. (Nótese la construc- Frase popular.
17
ción : dea - esa :Comp. princesa). Alu- Encorozada, de poner coroza. La
sión al célebre juicio de Paris. Las tres coroza era un capirote hecho de papel
diosas fueron Minerva, Juno y Venus. engrudado y de figura cónica que se po-
14
El mucho pensar. (Nótese el habla nía por castigo en la cabeza de ciertos
de Celestina, mezcla de cultismo y popu- delincuentes.
18
larismo). Andanzas.
122 JOSÉ MANUEL BLECUA

odioso, dará voces como loco ; dirárne en mi cara denuestos rabiosos; pro-
ponía 1 9 mil inconvenientes, que mi deliberación presta le puso, diciendo :
--«Tú, ...vieja, ¿por qué acrecentastes mis pasiones con tus promesas?
Alcahueta falsa, para todo el mundo tienes pies, para mí lengua ; para
todos obra, para mí palabra ; para todos remedio, para mí pena ; para
todos esfuerzo, para mí te faltó ; para todos luz, para m í tiniebla; pues,
vieja traidora, ¿por qué te me ofreciste? Que t u ofrecimiento me puso
esperanza, la esperanza dilató m i muerte, sostuvo mi vivir, púsome título
de hombre alegre ; pues no habiendo efecto, ni tú carecerás de pena ni yo
de triste desesperación». Pues ¡triste y o ! Mal acá, mal acullá; pena en
ambas partes. Cuando a los extremos falta el medio, arrimarse el hombre
al más sano es discreción... Más quiero ofender a Pleberio que enojar a
Calixto. Ir quiero: que mayor .es la vergüenza de quedar por cobarde
que la pena cumpliendo como osada lo que prometí; pues jamás al esfuerzo
desayudó la fortuna. Ya veo su puerta ; en mayores afrentas me he visto.
Esfuerza, esfuerza, Celestina, no desmayes, que nunca faltan rogadores
para mitigar las penas. Todos los agüeros se aderezan favorables, o yo
no sé nada de este arte. Cuatro hombres que he topado, a los tres llaman
Juanes... L a primera palabra que oí por la calle fué de achaques de amo-
res. Nunca he tropezado, como otras veces. Las piedras parece que se apar-
tan y me hacen lugar que pase, ni me estorban las haldas, ni siento can-
sancio en andar. Todos me saludan. Ni perro me ha ladrado, ni ave negra
he visto, tordo, ni cuervo, ni otras nocturnas ; e lo mejor de todo es que
veo a Lucrecia a la puerta de Melibea. Prima es de Elicia : no me será
contraria,

[CelesUna habla con Melibea]

MELIBEA,—¡Ya, ya, ya ! Buena vieja, no me digas más; no pases ade-


lante. ¿Us ese el doliente por quien has hecho tantas premisas en tu
demanda?, ¿por quien has venido a buscar la muerte para t i ? , ¿por quien
has dado tan dañosos pasos, desvergonzada, barbuda? ¿Qué siente ese
perdido que con tanta pasión vienes ? De locura será su mal. ¿ Qué te
parece ? ¡ Si me hallaran sin sospecha de ese loco con qué palabras me
entrabas ! No se dice en vano que el más empecible 20 miembro del mal
hombre o mujer es la lengua. Quemada seas, alcahueta, falsa, hechicera,
enemiga de honestad, causadora de secretos yerros. ¡ Jesú,Jesú ! ¡ quíta-
mela, Lucrecia, de delante, que me fino, que no me h a dejado gota de
sangre en el cuerpo! Bien se lo merece esto y más quien a estas tales da
oídos. Por cierto si no mirase a mi honestidad, y por no publicar su
osadía de ese atrevido, yo te hiciera, malvada, que t u razón y vida acaba-
ran en u n tiempo.

19
Poma, pondrá.
20
Empecible dañoso.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 123

CELESTINA.—[Aparte], E n hora mala acá vine, si me falta mi conjuro 21 .


Ka pues, bien sé quién digo. ¡ Cé, hermano, que se va todo a perder !
MELIBEA.—¿Aun hablas entre dientes delante mí, para acrecentar mí
enojo e doblar tu pena? ¿Querrías condenar mi honestidad por dar vida a
un loco, dejar a mí triste por alegrar a él e llevar tú el provecho de mi
perdición, el galardón de mi yerro?, ¿perder e destruir la casa e la honra
de mi padre, por ganar la de una vieja maldita como t ú ? ¿Piensas que no
tengo sentidas tus pisadas e entendido t u dañado mensaje? Pues yo te
certifico que las albricias que de aquí saques no sean sino estorbarte de
más ofender a Dios, dando fin a tus días. Respóndeme, traidora, ¿cómo
osaste tanto hacer ?

[Entrevista de Calixto y Melibea]

CALIXTO.—Poned, mozos, la escala e callad, que me parece que está


hablando m i señora de dentro. Subiré encima de la pared, e en ella estaré
escuchando, por ver si oyere alguna buena señal de mi amor en ausencia.
MELIBEA Canta más, por mi vida, Lucrecia, que me huelgo en oirte,
mientras viene aquel señor \ e muy paso entre estas verduricas 2 2 , que no
nos oirán los que pasaren.
LUCRECIA.—¡Oh quien fuese la hortelana
de aquestas viciosas 23 flores,
por prender cada mañana
al partir a tus amores !
Vístanse nuevas colores
los lirios y el azucena ;
derramen frescos olores
cuando entre, por estrena 2 4 .
MELIBEA.—¡ Oh cuan dulce me es oírte! De gozo me deshago : no ceses,
por mi amor.
LUCRECIA.—Alegre es la fuente clara
a quien con gran sed la vea ;
mas m u y más dulce es la cara
de Calixto a Melibea,
Pues, aunque más noche sea,
con su vista gozará...
MELIBEA.—Cuanto dices, amiga. Lucrecia, se me representa delante ; todo
todo me parece que lo veo con mis ojos. Procede, que a m u y buen son lo
dices, e ayudarte he yo.

21 Z3
Alude al conjuro que hizo antes de Viciosas, placenteras,
24
salir de su casa. Estrena, regalo.
22
Nótese el valor del diminutivo.
124 JOSÉ MANUEL BLECUA

I/OCRECIA. MELIBEA.—Dulces árboles sombrosos,


humillaos cuando veáis
aquellos ojos graciosos
del que tanto deseáis.
Estrellas que relumbráis,
norte e lucero del día,
¿por qué no le despertáis,
si duerme mi alegría?
MELIBEA.-—Óyeme tú, por m i vida, que yo quiero cantar sola.
Papagayos, ruiseñores,
que cantáis al alborada,
llevad nueva a mis amores,
cómo espero aquí asentada.
L a media noche es pasada,
e no viene:
sabedme si hay otra amada,
que lo detiene.
CALIXTO.—Vencido me tiene el dulzor de tu suave canto ; no ffctedo
más sufrir tu penado esperar. ¡ Oh mi señora y mi bien todo ! ¿ Cuál mujer
podía haber nacida que desprivase 2 3 tu gran merecimiento ? ¡ Oh salteada
melodía! ¡ O h gozoso r a t o ! ¡Oh corazón m í o ! . . .
MELIBEA.—¡Oh sabrosa traición! ¡Oh dulce sobresalto! ¿ E s mi señor
de mi alma? ¿ E s él? No lo puedo creer. ¿Dónde estabas, luciente sol?
¿ Dónde me tenías t u claridad escondida ? ¿ Había rato que escuchabas ?
¿Por qué m e dejabas echar palabras sin seso al ire, con m i ronca voz de
cisne? Todo se goza este huerto con t u venida. Mira la luna cuan clara
se nos muestra ; las nubes cómo huyen. Oye la corriente agua de esta
fontecíca, cuánto más suave murmurio su río lleva por entre las frescas
yerbas. Escucha los altos cipreses, ¡ cómo se dan paz unos ramos con
otros por intercesión de un templadico viento que los menea! Mira sus
quietas sombras cuan escuras están...
CALIXTO.-—Pues, señora e gloría mía, si mi vida quieres, no cese t u
suave canto ; no sea de peor condición mi presencia con que te alegras,
que m i ausencia que te fatiga.
MELIBEA.—¿Qué quieres que cante, amor mío? ¿Cómo cantaré, que tu
deseo era el que regía mi son e hacía sonar m i canto? Pues conseguida tu
venida desapareció el deseo; destemplóse el tono de mi voz...

25
Que venciese.
HISTORIA V TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 125

{Muerte de Calixto]

LUCRECIA.—Escucha, escucha: ¡gran mal es éste!


MELIBEA.—¿ Qué es esto ?, ¿ qué oigo ?, ¡ amarga de mi !
TRISTAN.—[Dentro].—\ Oh mi señor e mi bien muerto ! ¡ Oh mi señor
despeñado! ¡Oh triste muerte sin confesión! Coge, Sosia, esos sesos de
esos cantos, júntalos con la cabeza del desdichado amo nuestro ¡ Oh día
de aciago ! j Oh arrebatado fin !
MELIBEA.—¡Oh desconsolada de m í ! ¿Qué es esto? ¿Qué puede ser tan
áspero acontecimiento como oigo? Ayúdame a subir, Lucrecia, por estas
paredes, veré mi dolor ; si no, hundiré con alaridos la casa de mi padre.
¡ Mi bien e placer todo es ido en humo ! ¡ Mi alegría es perdida ! \ Con-
sumióse mi gloria!
LUCRECIA.—Tristan, ¿qué dices, mi amor?, ¿qué es eso que lloras tan
sin mesura?
TRISTAN [Dentro].—¡Lloro mi gran mal, lloro mis muchos dolores!
Cayó mi señor Calisto del escala, e es muerto ; su cabeza está en tres
partes ; sin confesión pereció. Díselo a la triste e nueva amiga, que no
espere más su penado amador. Toma, Sosia, de esos pies; llevemos el
cuerpo de nuestro querido amo donde no padezca su honra detrimento,
aunque sea muerto en este lugar. Vaya con nosotros llanto, acompáñenos
soledad, síganos desconsuelo, visítenos tristeza, cúbranos luto e dolo-
rosa jerga 26 .
MELIBEA.—¡Oh la más de las tristes triste! ¡Tan tarde alcanzado el
placer, tan presto venido el dolor!
LUCRECIA.—Señora, no rasgues tu cara, ni meses tus cabellos. Ahora en
placer, ahora en tristeza : ¿ qué planeta hubo que tan presto contrarió su
operación? ¿Qué poco corazón es éste? Levanta, por Dios, no seas hallada
de tu padre en tan sospechoso lugar, que serás sentida. Señora, señora,
¿no me oyes? No te amortezcas, por Dios. Ten esfuerzo para sufrir la
pena, pues tuviste osadía para el placer.
MELIBEA.—¿Oyes lo que aquellos mozos van hablando? ¿Oyes sus tris-
tes cantares ? ¡ Rezando llevan con responso mi bien todo ! ¡ Muerta llevan
mi alegría! No es tiempo de yo vivir. ¿Cómo no gocé más del gozo?
¿ Cómo tuve en tan poco la gloria que entre mis manos tuve ? ¡ Oh ingra-
tos mortales ! ¡ Jamás conocéis vuestros bienes, sino cuando de ellos ca-
recéis !
[Edic. de J. Cejador y Frauca en Clásicos castellano».]

3
* Tela tosca y burda.
126 JOSÉ MANUEL BLECUA

i.° Muéstrese el exotismo de los nombres y su valor poético.


2.° Analícense los caracteres, señalando los contrastes. ¿Cómo
es Melibea ? Anótese el cambio que sufre su psicología.
3.0 Trácese la semblanza de Celestina. Indíquese el interés psico-
lógico del soliloquio.
4.0 Compárese la primera escena del jardín con la última. Dígan-
se en qué consisten las diferencias.
5.0 Muéstrese el ambiente ideológico que refleja la obra.
6.° Estudíese los elementos pintorescos, los cómicos y los paté-
ticos.
7.0 Analícese la presencia del paisaje, su belleza.
8.° Muéstrese ajgún rasgo estilístico.

AMADIS DE GAULA
De cómo Amadís fué encantado por Arcalaus porque él quiso sacar de
prisión a la dueña Grindalaya e a otros, e cómo escapó de los encanta-
mentos que Arcalaus le había hecho

Grindalaya, que así habia nombre la dueña presa, facía muy gran
duelo sobre Amadís, que lástima era de la oir 1 , diciendo a la mujer de
Arcalaus é las otra dueñas que con ella estaban : —« ¡ Ay mis señoras !
¿no mirais qué fermosura de caballero y en qué tan tierna edad era uno
de los mejores caballeros del mundo? ¡Mal hayan aquellos que de en-
cantamentos saben, que tanto mal é daño á los buenos pueden hacer ! ¡ Oh
Dios mío, que tal quieres sofrir!»— La mujer de Arcalaus, que tanto
como su marido era sojuzgado a la crueza é a la maldad, tanto lo era
ella á la virtud é piedad, é pesábale muy de corazón de lo que su marido
hacia, é siempre en sus oraciones rogaba a Dios que lo emendase, consolaba
a la dueña cuanto podía, y estando así, entraron por la puerta del palacio
dös doncellas, é traían en las manos muchas candelas encendidas, e pu-
sieron délias a los cantos 2 de la cámara donde Amadís yacía. Las dueñas
que allí eran no las pudieron hablar ni mudarse de donde estaban; e la
una de las doncellas sacó un libro de una arquita que so el sobaco traía,
e conmenzó a leer por él, e respondíale una voz algunas veces; e leyendo
desta guisa una pieza, al cabo respondiéronle muchas voces juntas dentro
en la cámara, que más parecían de ciento. Entonces vieron cómo salía por
el suelo de la cámara rodando un libro como que viento lo llevase, e
paró a los pies de.la doncella, y ella lo tomó e partiólo en cuatro partes,
e fuélas quemar en los cantos de la cámara, donde las candelas ardían;
e tornóse donde Amadís estaba, e tomándolo por la diestra mano, le dijo :

1 2
Nótese la colocación del pronombre. Esquinas de la habitación, rincones.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 127

•—«Señor, levantadvos, que mucho yacéis cuitado»—. Amadís se levantó e


d i j o : —«Santa María ! ¿qué fué esto, que por poco fuera muerto?» «Cierto,
Señor, —dijo la doncella— tal hombre como vos no debia así morir ; que
ante querrá Dios que a vuestra mano mueran otros que mejor lo merescen».
E tornáronse ambas las doncellas por donde vinieran, sin más decir. Ama-
dís preguntó por Arcalaus qué se hiciera, e Grindalaya le contó cómo
fuera encantado, e todo lo que Arcalaus dijera, e cómo era ido armado
de sus armas y en su caballo a la corte del rej* Lisuarte 3 a decir cómo le
matara. Amadís dijo : —«Yo bien sentí 4 cuando me él desarmó, más todo
me parescia como en sueños.» Y luego se tornó á la cámara, e armóse de
las armas de Arcalaus, e salió del palacio, e preguntó que ficieran a Gan-
dalín 5 e al Enano. Grindalaya le dijo que los metieran en la cárcel. Ama-
dís dijo a la mujer de Arcalaus : —«Guardadme esta dueña como vuestra
cabeza fasta que yo torne.» Entonces bajó por la escalera e salió al corral.
Cuando los hombres de Arcalaus así armado lo vieron, fuyeron y espar-
ciéronse a todas partes ; y él se fué luego a la cárcel y entró en el palacio
donde los hombres matara, y de allí llegó a la prisión en que estaban
los presos, y el lugar era m u y estrecho e los presos muchos, e había más
en largo de cien brazadas, y en ancho una e media, y era así escuro como
adonde claridad ni aire podía entrar, y eran tantos, que ya no cabían.
Amadís entró por la puerta e llamó a Gandalín ; mas él estaba como
muerto, e cuando oyó su voz estremescióse e no cuidó que era él, que por
muerto lo tenía, e pensaba que él estaba encantado, Amadís se aquejó
mas e dijo: —«Gandalín, ¿dónde eres? ¡ Ay Dios, que mal haces en me no
responder!» E dijo contra los otros: —«Decidme por Dios si es vivo el
escudero que acá metieron». E l Enano, que esto oyó, conoció que era
Amadís, e dijo : —«Señor, acá yacemos e vivos somos, aunque mucho la
muerte hemos deseado.» El fué m u y alegre en lo oír, e tomó candelas,
que cabe la lámpara del palacio estaban, y encendiéndolas, e tornó á la
cárcel, e vio donde Gandalín y el Enano eran, e dijo : —«Gandalín, sal
fuera, e trae tras tí todos cuantos aquí están, que no quede ninguno.» E
'todos d e c í a n : «Ay buen caballero! Dios te dé buen galardón porque nos
acorriste.» Entonces sacó de la cadena á Gandalín, que era el postrero,
e tras él al Enano e á todos los otros que allí estaban cativos, que fueron
ciento e quince, e los treinta caballeros ; e todos iban tras Amadís á
salir afuera de la cueva, diciendo: —«¡Ay caballero bienaventurado! que
así salió nuestro Salvador Jesucristo de los infiernos cuando sacó sus
servidores ; él te dé las gracias de la merced que nos faces.»
[Edic. en la Biblioteca de Autores Españoles.]

i.» Compárese el ambiente del Amadís con el de la Celestina


y el Lazarillo. ¿ E n qué consisten las diferencias ?
2.° Nótese la presencia de lo maravilloso.
3.0 Señalar el exotismo.

3 5
Lisuarte es el padre de Oriana, la Gandalin, hijo del escudero Ganda-
amada de Amadis. les, que crió a Amadís, y escudero de éste
4
Noté.
C A P I T U L O XI

EL TEATRO EN ESTA ÉPOCA

El teatro. Direcciones. — Las obras dramáticas de esta época segui-


rán la trayectoria del teatro medieval religioso, lo mismo que en las demás
literaturas. Un poco más adelante encontraremos elementos nuevos, rena-
centistas ya, en las obras de J u a n del Encina y después en Torres Naharro
y Gil Vicente. Por otra parte, presionará el teatro latino de Plauto y Te-
rencio y el teatro italiano renacentista.

Juan del Encina. — Nacido hacia 1469 en la provincia de Salamanca,


JUAN DEL ENCINA es una figura de gran interés en las letras peninsulares.
Músico y poeta, después de estudiar en Salamanca, marchó a Italia,
poniéndose en contacto con nuevas formas de cultura. E n 1519 fué en
peregrinación a Jerusalén, donde celebró su primera misa. Los últimos
años de su vida los pasó en León, en cuya catedral había obtenido un
cargo. Muere en 1529.
Música, poesía lírica y drama son en J u a n del Encina inseparables.
Su Cancionero apareció en 1496 y contiene numerosos poemitas de gran
belleza y corte tradicional. Su producción dramática pertenece a dos
épocas : en la primera época, la acción £s muy sencilla, entroncándose
con' los autos de Nacimiento y de la Pasión, característicos de la Edad
Media. A esta época pertenecen las Églogas o Autos de Navidad, de
carácter sacro, y las profanas Égloga de Carnaval o de Antruejo y el
Auto del Repelón. A la segunda época pertenecen sus tres obras funda-
mentales, las Églogas de Fileno, Zambardo y Cardonio, de Plácida y
Victoriano y la Égloga de Cristmo y Febea, en las cuales se da el paso
de lo medieval a lo renacentista. La primera corresponde a la temática
de los amores trágicos, que vimos ya en La Celestina : Fileno se mata
por amor de la pastora Cefira. La segunda significa el triunfo del amor
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 129

renacentista sobre el medieval, lo mismo que la torcera. Las tres Églogas


están llenas de belleza y lirismo, ya que Juan dei Encina es uno de los
poetas más perfectos de su tiempo.

Lucas Fernández. — Frente al renacimiento que suponen las últimas


piezas de Juan del Encina, la obra de LUCAS FERNÁNDEZ conserva las
notas típicas de medievalismo y castellanismo. Nacido en la misma Sala-
manca, allí estudió, allí logró ser catedrático de música y allí imprimió
sus Farsas y Églogas en 1514.
Consérvanse de Lucas Fernández seis Farsas y églogas al modo y
estüo 'pastoril y castellßno, más un Diálogo para cantar. Tres de ellas
pertenecen al género profano y las otras son de carácter sacro. Destaca
entre todas ellas el famoso Auto de la Pasión, de gran importancia en la
historia de nuestra literatura dramática. La obríta se caracteriza por su
profundo realismo y por la sabia utilización de elementos musicales y
tradicionales. Representóse en la catedral de Salamanca y conserva todar
vía algunas acotaciones.

CONSÚLTESE. — M. Menéndez Peíayo, Antología, vol. Ill, Madrid, 1944. -


A. Valbuena Prat, Literatura dramática española, Colee. Labor.

9
130 JOSÉ MANUEL BLECU\

JUAN DEL ENCINA

ÉGLOGA DE PLACIDA Y VICTORIANO

PLÁCIDA querría, triste, vivir.


¡ Oh traidor ! ¿ Si se partió ?
Lastimado corazón, ¡ No lo creo !
mancilla tengo de tí. Mas sí creo, que mi deseo
I Oh gran mal, cruel presión ! 1 tarde o nunca se cumplió...
No ternía 2 compasión Di, mi dulce enamorado,
Victoriano de mi ¿ No me escuchas, ni me sientes ?
si se va. ¿Dónde estás, desamorado?
Triste, ¿de mí qué sera? ¿No te duele mi cuidado
¡ Ay, que por mi mal le vi ! ni me traes a tus mientes?
No lo tuve yo por mal, ¿Dó la fe?
ni lo tengo, si quisiese Dí, Victoriano, ¿por qué
no ser tan esquivo y tal. me dejas y te arrepientes?
Esta mi llaga mortal Yo no sé por qué me deja
sanaría si le viese. si no tiene queja alguna,
Ver ¿o qué? ni siento de qué se queja.
Pues que no me tuvo fe Yo me temo que se aleja;
mas valdría que se fuese. cierto sin duda ninguna
¡ Que se vaya!.. Yo estoy loca, ¡ya me olvida!
que digo tal herejía. Nunca espero su venida,
Lástima que tanto toca según me acorre fortuna...
¿cómo salió por mi boca? Partirme quiero sin duda;
¡ Oh qué loca fantasía ! faga mi vida mudanza ;
Fuera, fuera, que dicen que quien se muda
nunca Dios tal cosa quiera, a las veces Dios le ayuda.
que en su vida está la mía. Mas ya no espero bonanza ;
Mi vida, mi cuerpo e alma mi tormenta
en su poder se trasportan ; cada día se acrecienta ;
toda me tiene en su palma; va perdida mi esperanza.
en mi mal jamás hay calma Yo me vo 4 . Quedaos a Dios,
y las fuerzas se me acortan palacios de mi consuelo ;
y alargan de aquel amor de los dos
penas que en mí tanto tardan âad testimonio entre nos,
que con muerte se conhortan. no tengáis ningún recelo.
Conhórtase 3 con morir Los clamores
la que pena como yo; de mis penas e dolores
mas sólo por le servir suenen tierra, mar y cielo.

3
i Prisión. Confórtase, aliviase.
* Tendría. * Voy.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 131

(Plácida se va) ni de aquella fe apartarme ;


es ya imposible mudarme,
VITOEIANO que allá queda el corazón.
Mi deseo
¡Oh desdichado de mí! crece cuando no la veo
¿Qué es de tí, Vitor'íano? y acrecienta mi pasión.
Corazón, ¿ estás aquí ? Pues es forzoso de jalla,
Yo me acuerdo que te vi corazón, mira qué haces.
preso, libre, enfermo y sano. Sin dejar la fe de amalla,
Mas agora, enciendes mayor batalla
captivo de tal señora en lugar de poner paces.
¿cómo saldrás de su mano? Sí, no puedes ;
Nunca espero libertarme porque según son las redes
de tan dichosa prisión necesario es que te enlaces...

[Su amigo Suplicio le aconseja buscar nuevos amores y Victoriano


acude a la reja de Fulgencia, pero ella le rechaza en una deliciosa escena,
para terminar Victoriano recordando de nuevo a Plácida : ]

Dentro en mi contemplo en VITORIANO


[ella ;
siempre con ella me sueño; De morir por tal señora,
no puedo partirme della. pues que mi mal empeora
Si en placer 5 está muy bella, y con mucha razón crece,
tan hermosa está con ceño. y en montañas
¡ Qué franqueza ! 6 padecer penas extrañas,
Para según su grandeza pues ella por mí padece.
todo el mundo es muy pequeño... 33 allí vida quiero hacer
que peor será que muerte,
SUPLICIO muy ajena de placer,
por mejor satisfacer
¿ Qué determinas agora ? a mi desastrada suerte...
Dime lo que te parece.

[Los dos amigos van en busca de Plácida, a quien han visto unos pas-
tores andar apenada por la sierra].

PLÁCIDA (sola) y se abrasan las entrañas


con tal fuego,
Soledad, penosa, triste, que con su mismo sosiego,
más que aprovechas me dañas; con sus fuerzas muy extrañas
mal remedio en ti consiste muy extraño pensamiento
para quien de mí se viste; a mi flaqueza combate,

Si alegre.
Generosidad, liberalidad.
132 JOSÉ MANUEL BLECIM

sin tener defendimiento. Ve, mi alma,


Para salir de tormentó donde Amor me da por palma
cumple, triste, que me mate la muerte por beneficios.
sin tardanza.
Y está seca mi esperanza; VITOBIANO
no sé qné remedio cate.
Remedio para mi llaga ¡ Desdichado ! Yo soy muerto,
no la siento ni la espero. si buena suerte no adiestra.
¡Cuitada!... no sé qué haga. [ Oh maldita mi ventura !
Mil veces la muerte traga Cierto que es ella, ¡ muerta está 1
quien muere como yo muero. ¡Hoy entró en la sepultura!
Ven ya, muerte, Lo menos de mi tristura
acaba mi mala suerte para más mal basta ya.
con un fin muy lastimero... Mi dolor
Sus, brazo de mi flaqueza, ya no puede ser mayor.
dad comigo en el profundo ¡ Ay, que el alma se me va!...
sin temor e sin pereza ; Heme aquí, Plácida ; vengo
memoria de fortaleza para contigo enterrarme.
dejarás en este mundo. Mi vivir es ya muy luengo ;
Cuerpo tierno, hora, sus, 8 cuchillo tengo
aunque vayas al infierno con que pueda bien matarme
ternas pena : mas no dudo. sin tardanza :
Por menos embarazarme muera yo sin esperanza,
en los miembros impedidos, sin más ni más consejarme9.
para más presto matarme, Quiero dar fin al cuidado ;
muy bien será desnudarme rómpase mi corazón
e quitarme los vestidos sin confesar su pecado ;
que me estorban. que quien va desesperado
Ya los miembros se me encorvan no ha menester confesión.
y se turban mis sentidos. Pues Cupido
recobra, Plácida, fuerzas ; siempre me pone en olvido,
no te burles ni embaraces ; a Venus hago oración.
cumple que te despedaces '
y con la muerte te abraces ; ORACIÓN DE VITORIANO A VENUS
deste camino no tuerzas.
Mano blanca, ¡ Oh Venus*dea10 graciosa!
sey 7 muy liberal y franca a ti quiero e a ti llamo ;
en ferir, que ya te esfuerzas. toma mí alma penosa,
¡ Ob, Cupido, dios de amor ! pues eres muy piadosa.
Recibe mis sacrificios, A ti sola ahora llamo;
mis primicias de dolor, que tu hijo
pues me diste tal señor tiene conmigo letijo 11 ,
que despreció mis servicios. nunca escucha mi reclamo 13 .
10
' Imperativo : sé.
11
Diosa.
8
Pues. Litigio,
12
* Sin pensarlo más Mi llamada.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 133

A ti, mi bien verdadero, na sido a manera e modo


mis sacrificios se den, de tu fe experimentar.
como se los dio primero Si Cupido te olvidó,
su siervo Leandro a Hero 13 , aquí me tienes a mí.
Tisbe e Píramo l d también No te desesperes, no;
tú, señor, Plácida no se mató
recibe mi alma agora. sino por matar a ti ;
y no es muerta,
yo te la daré despierta
VENUS antes que vamos 15 de aquí.
Confía en mi poderío,
Ten queda la mano, ten. e jamás no te acontezca
Vitoriano, ¿qué es esto? apartarme de ser mío;
¿Así te quieres matar? de libertad e albedrío
I Así desesperas ? Presto a quien es de amor cabeza,
torna la color al gesto, no contrastes
no quieras desesperar ; do con tus fuerzas no bastes,
que esto todo y tu soberbia feneza.

[Edic. de Ernesto Giménez Caballero en Clásicos EBRO.~]

POESÍAS LÍRICAS

Nunca me verán decir,


vida mía,
VILLANCICO sino a ti, Virgen María.
¿A quién debo yo llamar Duélete, Virgen, de mí ;
vida mía, mira bien nuestro dolor,
sino a ti, Virgen María?
qu'este mundo pecador
Todos te deben servir, no puede vevir sin ti.
Virgen y Madre de Dios, No llamo desque nací
que siempre ruegas por nos, vida mía,
y tú nos haces vevir. sino a ti, Virgen María...

[Cancionero musical de los siglos Xv


y XVI, n.° 299.]

13
Leandro pereció ahogado en el He- primero Tisbe, que fué atacada por una
lesponto cierta noche que volvía de ver a fiera, logrando salvarse. Cuando apareció
Hero, la cual se suicidó al día siguiente Píramo y vio el manto ensangrentado y
ai ver el cadáver de su amado. las señales de la lucha, creyó que su
14
Referencia a la fábula de Píramo y amada había perecido y se suicidó. Al
Tisbe. Los dos jóvenes decidieron fugarse vo'ver Tisbe y encontrar el cadáver ,de
de sus casas para casarse y se citaron Píramo, matóse con la misma espada.
35
en las afueras de la población. Llegó Vayamos.
134 JOSÉ MANUEL BLECUA

II III
VILLANCICO
Montesina era la garza
No te tardes que me muero, y de muy alto volar:
carcelero, no hay quien la pueda tomar.
no te tardes que me muero. Mi cuidoso pensamiento
Apresura tu venida ha seguido su guarida,
porque no pierda la vida, mas cuanto más es seguida
que la fe no está perdida. tiene más defendimiento ;
Carcelero, de seguirla soy contento
no te tardes que me muero. por de su vista gozar :
Bien sabes que la tardanza no hay quien la pueda tomar.
trae gran desconfianza ; Otros muchos la han seguida
ven y cumple mi esperanza. pensando poder tomalla,
Carcelero, y a quien más cerca se halla
no te tardes que me muero. tiene más puesto en olvido ;
Sácame desta cadena, harto paga lo servido
que recibo muy gran pena, en sólo querer mirar :
pu.es tu tardar me condena. no hay quien la pueda tomar.
Carcelero, Nunca vi tanta lindeza
no te tardes que me muero. ni ave de tal crianza,
Iva primer vez que me viste mas a quien tiene esperanza
sin te vencer me venciste ; muéstrale mucha esquiveza ;
suéltame pues me prendiste. puede bien con su belleza
Carcelero, todo el mundo cativar :
no te tardes que me muero. no hay quien la pueda tomar.

[Edic. Cancionero, 1496, fs. 95 v. y 88 v.]

i.° Nótese el ambiente renacentista de la Égloga.


2.° Estudíese el lirismo y señálense los momentos más bellos.
3.0 Analícense los caracteres y las reacciones psicológicas de Plá-
cida y Victoriano.
4.0 Estudíense las formas estróficas de los tres poemitas. Dígase
qué sentimientos expresan y hágase ver el interés poético del estri-
billo.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 135

LUCAS FERNANDEZ
AUTO DE LA PASIÓN
SAN MATEO Con huego 3 de caridad
hizo confación6 de ungüentes
Y Pilato, importunado para ungir la enfermedad
d'aquel pueblo, dio sentencia, y maldad
como loco atolondrado, ya de todos los vivientes.
que fuese crucificado Desque Juan le vio llegado
el Cordero de paciencia. a la muerte, así a deshora,
Y el pueblo cbn gran hemencia 1 con la nueva apresurado
arremetió a él muy presto, vuelve a la Virgen turbado
sin tenerle reverencia diciendo : «Salid, Señora,
ni clemencia, oirés aquel pregón :
con denuedo deshonesto. que va a muerte condenado
Luego allí los mohatrones 2 Aquel que sin corrupción,
Rabís y Aljama y Sinoga, en perfición
asen de sus cabezones : concebistes sin pecado.
unos le dan empujones, Dejad el trono real,
otros le tiran la soga. apresúreos el dolor,
] Oh, qué fué verle acezando, veréis aquel divinal
con una cruz muy pesada, sancto rostro imperial
cayendo y estropezando cómo va tan sin color!»
y levantando ! Con tales nuevas turbada
] Con la cara ensangrentada, sale la Virgen María,
con la voz enronquecida, sin fuerzas, apresurada,
rompidas todas las venas transformada
y la lengua enmudecida con el dolor que sentía,
con la color denegrida, Y viendo con tal fación
cargado todo de penas, aquel Hijo tan amado,
y los miembros destorpados 3 , comienza su corazón
los ojos todos sangrientos, a quebarse de pasión,
los dientes atenazados, de tormentos traspasado.
lastimados Ea, Virgen singular,
los labrios con los tormentos ! que si vais fuera del cuento
lágrimas, sangre y sudor en el parir sin penar,
era el matiz de su gesto, d'escotar
derretido con amor lo habéis en este tormento.
para curar el langor* I Veis ? Va su fuerza escondida
en qu'el mundo estaba puesto. entre aquel pueblo tirano,

1 3
Locura. Estropeados, desfigurados.
4
* Los que hacen mohatras, engaños, Pena.
5
fraudes. Aquí los judíos, aludidos en el Fuego (forma popular).
6
verso siguiente. Mixtura.
JOSÉ MANUEL BLECUA

que la hora es ya venida SANT MATEO


donde quitarán la vida
al Hijo del Soberano. Bien como oveja paciente
Dad, Señora, dad mandado entre los lobos rabiosos,
en la corte celestial, quedó el gran rey obediente,
que tienen su Rey cercado muy clemente,
y maltratado entre perros maliciosos.
por la culpa paternal. ¿Qu'es de los reyes indianos
que vinieron a adorarte?
SANT DIONISIO ¿Dónde están tus cortesanos,
que la fuerza de sus manos
Dime, di dónde quedaron no socorren ayudarte?
las gentes que le seguían.
SANT MATEO
SANT* P E D R O

Todos, todos le negaron, Entre los fieros aleones


todos le desampararon. muere'l águila caudal,
SANT DIONISIO viéndole aquellas legiones
y naciones
¿Cómo no le socorrían? desde el coro angelical.

[Edic. de las Farsas y Églogas de la Reaí


A. Española, Madrid, 1929.]
C A P I T U L O XII

EL RENACIMIENTO EN ESPAÑA

Características del Renacimiento español. — Son notas característi-


cas del Renacimiento español, según el hispanista Bell, la unidad política
y religiosa ; la tendencia a armonizar elementos que parecen contradicto-
rios ; la nacionalización de ideas extranjeras; la universalidad del drama;
la erudición, inspirada más en Erasmo que en los italianos ; el profundo
conocimiento del griego de numerosos eruditos españoles, lo mismo que
el hebreo; la cultura enciclopédica, integralismo de un Nebrija, Vives y
otros. El célebre Hernán Núñez escribía una vez : «Menester es el hombre
íntegro». Finalmente, a diferencia de las demás culturas europeas, la
española del Renacimiento no dedéñó la Edad Media, ya que elementos
medievales, poesía y drama, penetran hasta el siglo xvii.
La labor de los eruditos y filólogos del Renacimiento español fué muy
intensa y eficaz. Baste recordar solamente la empresa de editar la célebre
Biblia políglota de Alcalá, patrocinada por Cisneros, que consta de seis
volúmenes en folio con los textos caldeos, hebreos, griegos y latinos, impre-
sos desde 1514 a 1517, cuyos trabajos se habían comenzado en 1502 bajo
la dirección de Nebrija.
Ni debemos pasar por alto, tampoco, la inmensa trascendecia de la
obra filosófica de Luis VIVES, el español más europeo de su época, que
llegó a obtener importantes cargos académicos en las mejores universi-
dades de su tiempo, cuyos trabajos abarcan los asuntos más dispares. Un
estudioso de su obra dice que «Vives es el más grande reformador de la
filosofía de su tiempo, y precursor a la vez de Bacon y Descartes».

Introducción de las formas italianas. — España se adelantó a los


demás países europeos en la adopción de las formas italianas, y, aunque
ya vimos cómo Santillana intentaba aproximarse & los sonetos petrarquís-
138 JOSÉ MANUEL BLECUA

tas, ün hecho casi fortuito le da el impulso definitivo : la venida a España


del embajador de Venecia ANDREA NAVAGIEEO, que llegó en 1525. E n
una conversación que sostuvo con J u a n Boscán, en Granada, le indujo a
ensayar la métrica y los temas italianos. Lo cuenta el mismo Boscán en
una carta célebre dirigida a la Duquesa de Soma. Y rara vez encontraremos
en ninguna literatura un documento en el que, con tanta sencillez, se dé
cuenta de una innovación, cuyos efectos todavía perduran. Garcilaso y
Boscán aclimatan en nuestra poesía el endecasílabo, los sonetos, la canción,
la lira, los tercetos, etc.

Petrarquismo y platonismo. —Petrarca fué el poeta preferido y el


más imitado, como sucedió en el resto de Europa. A la influencia de Pe-
trarca se junta un concepto platónico del amor aprendido también en dos
libros fundamentales de origen italiano: El Cortesano, de Baltasar de
Castiglione, traducido por Boscán, y los Diálogos de amor, de León
Hebreo, judío de origen español. E l platonismo dejará su huella no sólo
en la poesía sino también en la mística y en la novela, y su influjo durará
todo el siglo xvi y parte del siguiente.

LA POESIA

JUAN BOSCÁN, (1474-1542), nacido en Barcelona, estudió con Marineo


Sículo, quizá en Castilla, y fué ayo del gran duque de Alba, don Femando.
E n la corte del Emperador Carlos V conoció a Garcilaso, amistad que
había de durar siempre. Murió en Barcelona en 1542, y al año siguiente
aparecieron sus obras junto con las de Garcilaso, edición que él mismo
había preparado.
Las poesías de Boscán están divididas en tres libros : el primero, con-
tiene sus obras a la manera tradicional, propia de poeta de cancionero
de fines del siglo x v ; el segundo, consta de numerosos sonetos y diez
canciones a la manera italiana, y el tercero, contiene la Historia de
Leandro y Hero, en versos sueltos, en general pesada, un poema alegórico,
La octava rima, y una deliciosa epístola dirigida a don Diego Hurtado de
Mendoza.
Boscán no es un poeta excepcional, aunque a veces logre aciertos
definitivos en algunos sonetos. E s mejor prosista, como se ve en la
traducción que hizo de El Cortesano, de Castiglione, elogiada por Gar-
cilaso, que dijo : «Guardó una cosa en la lengua castellana que muy pocos
la han alcanzado, que fué huir de la afectación sin dar consigo en nin-
guna sequedad ; y con gran limpieza de estilo usó de términos muy cor-
tesanos y muy admitidos de los buenos ofdos, y no nuevos ni al parecer
desusados de la gente».
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 139

Garcilaso de la Vega. — El triunfo do la lírica italianizante se debió'


a GARCILASO DE E,A VEGA, nacido en Toledo en 1503 y soldado del Empera-
dor desde 1520. Luchó contra los comuneros, asistió a la expedición de
la isla de Bodas, estuvo en Italia y después sufrió destierro en una isla
del Danubio por haber desobedecido las órdenes de Carlos V al figurar
como testigo en la boda de un sobrino suyo, hijo de Pedro Lasso de la
Vega. E l Emperador le perdonó a condición de que marchase a Ñapóles
en el séquito del Virrey don Pedro de Toledo. E n 1535 fué herido por los
turcos en la jornada de Túnez, muriendo al año siguiente en la campaña
de Provenza contra los franceses.

Obra poética. — Las poesías completas de Garcilaso comprenden tres


Églogas, dos elegías, una epístola, cinco canciones, treinta y ocho sonetos
y varias composiciones breves en octosílabos. Apenas llegan a 4.500 versos.
Sin embargo, a pesar de su brevedad ha sido la poesía que más influencia
ha ejercido en la lírica castellana.
E n la Égloga primera intervienen dos pastores •—Salieio y Nemoroso—
que lamentan los desdenes y la muerte de Galatea y Elisa, respectivamente.
Tanto Salieio como N e m o r o ^ representan al mismo Garcilaso, y Galatea
y Elisa a Isabel Freyre. La Égloga segunda consta de dos partes : en la
primera, Albanio cuenta sus amores con Camila ; en la segunda, se hace
la apología de la casa de Alba. E n la Égloga tercera, nos describe belli sima-
mente un paisaje del Tajo, al que concurren diversas ninfas que bordan
en delicadas telas algunas fábulas mitológicas, en una de las cuales figura la
muerte de Elisa.
De sus sonetos, escritos en diversas circunstancias, son dignos de
admiración los que comienzan De agüella vista pura y excelente, j Oh
dulces prendas por mi mal halladas, Estoy contino en lágrimas bañado},
etcétera. De sus cinco canciones descuellan la conocida Flor de Gnido,
dedicada a Violante Sanseverino, la segunda, que empieza La soledad
siguiendo, y la tercera.

Temática e influencias. — E l eje central de i a poesía garcilasista lo


constituye la pasión inspirada por Isabel Freyre, casada en 1529 con don
Antonio Fonseca, que murió muy joven. Alrededor de estos dos momentos
casamiento y muerte de Isabel, ha de girar lo esencial de la poesía de
Garcilaso, como las Églogas primera y tercera y ayunos sonetos. Pero a
su vez encontramos otros sentimientos, como el de la amistad profesada
a Boscán o a don Pedro de Toledo.
Tan esencial como su sentimiento amoroso, e3 su visión de ia Natu-
raleza, heredada de los italianos y vaciada en el molde pastoril de las
églogas clásicas a lo Virgilio. Los paisajes de Garcilaso, imitados después
140 JOSÉ MANUEL BLECUA

son finos y llenos de delicadeza. La Naturaleza se estiliza en versos exqui-


sitos y desaparece lo feo y lo agreste.
En cuanto a las influencias, la crítica ha señalado diversos pasajes en
íós que se ve la huella de Horacio, Virgilio, Tibulo y Ovidio, entre loa
cliásicos, junto con reminiscencias de Petrarca, Sannazaro y Bembo,
entre los italianos, y de Ausias March, entre los españoles.

Estilo.—Los endecasílabos de Garcilaso se caracterizan por su mu*


sicalidad y perfección. Merced a su extraordinario dominio de las formas
italianas logró aclimatar en España la lira, la canción, el soneto,
los tercetos, etc. En -su poesía se observa la ausencia de lo retórico y afec-
tado. Ya Herrera decía que en el divino poeta toledano todo era «elegante
y puro y terso y generoso y dulcísimo». Su lenguaje es natural y setscto.
sin latinismos ni violencias sintácticas. Por esta causa, y por su rara
sinceridad e intimidad, Garcilaso es un poeta siempre actual.

Poetas petrar quistas. —fistas innovaciones fueron seguidas muy pronto


por un grupo de poetas, algunos de verdadero interés, como HEBNANDO DE
ACUÑA (1520?-1580?), soldado y cortesano, autor de agradables sonetos y
canciones, y GUTIEKRE DE CETINNA (1520-1557) amigo de don Diego Hur
tado de Mendoza y de Jorge de Montemayor, poeta delicado, que escribió
también numerosos sonetos italianizante-s y bellísimos madrigales, algu-
nos tan conocidos como el que principia Ojos claros, serenos.

C O N S Ú L T E S E . —• M. M e n é n d e z Pelayo, A fitología de poetas líricos castellanos,


vol. X , Madrid, 1945, (para Boscán). —• Margot A r c e Blanco, Garcilaso de la Vega,
Madrid, 1930. — Rafael Lapesa, La trayectoria poética de Garcilaso, Madrid, 1948.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 141

J U A N B O S C A N

CARTA DE BOSCÁN A LA DUQUESA DE SOMA


DÁNDOLE CUENTA DE LA INTRODUCCIÓN
DE LAS FORMAS ITALIANAS

«En este modo de invención 1 ( si así quieren llamarla) nunca pensé que
inventaba ni hacía cosa que hubiese de quedar en el inundo, sino que entré
en ello descuidadamente como en cosa que iba tan poco en haçella que no
había para qué dexalla de hacella, habiéndola gana 2 ; cuanto más, que vino
sobre habla. Porque estando un día en Granada con el Navagero 3 (al cual,
por haber sido tan celebrado en nuestros días, he querido aquí nombralle
a vuestra señoría), tratando con él en cosas de ingenio y de letras, y espe-
cialmente en las variedades de muchas lenguas, me dijo porque no pro-
baba en lengua castellana sonetos y otras- artes de trovas usadas por los
buenos autores de Italia; y no solamente me lo dijo así livianamente, más
aún, me rogó que lo hiciese. Partíme pocos días después para mi casa, y
con la largueza y soledad del camino, discurriendo por diversas cosas, fui
a dar muchas veces en lo que el Navagero me había dicho; y así comencé
a tentar este género de verso; en el cual al principio hallé alguna dificultad,
por ser muy artificioso y tener muchas particularidades diferentes del nues-
tro. Pero después, pareciéndome, quizá con el amor de las cosas propias,
que esto comenzaba a sucederme bien, fui paso a paso metiéndome con
calor con ello. Mas esto no bastara a hacerme pasar muy adelante, si
Garcilaso con su juicio, el cual no solamente en mi opinión, mas en la
de todo el mundo, ha sido tenido por regla cierta, no me confirmara en
esta mi demanda. Y así, alabándome muchas veces este mi propósito, y
acabándomele de aprobar con su ejemplo, porque quiso él también llevar
este camino, al cabo me hizo ocupar mis ratos ociosos en esto más par-
ticularmente.»

[Textos según la edic. de Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega,


Barcelona, 1543.]

i.° Dígase qué consecuencias tuvo esa conversación para la poesía


española. Indíquese también algún antecedente de poesía italiana.
2.° Muéstrese el papel de Garcilaso en esa innovación.
3.0 ¿Qué concepto tiene de Garcilaso su amigo Boscán?

1
Referencia a la nueva manera italiana. que llegó a España en 1525 como embaja-
2
Es decir : «teniendo gusto en hacerlos. dor de la república de Venecia,
3
Andrea Navagiero, gran humanista,
142 JOSÉ MANUEL BLECUA

I 25 oh amor, que tú hiciste


A LA TRISTEZA
que el placer de mi tristura
me quitase de ser triste!
Tristeza, pues yo soy tuyo, Pues me das por mi dolor
tú no dejes de ser mía; el placer que en ti no tienes,
mira bien que me destruyo 30 porque te sienta mayor,
sólo en ver que la alegría no vengas, que sí no vienes,
5 presume de nacerme suyo. entonces vendrás mejor.
¡Oh tristeza, Pues me places,
que apartarme de contigo vete ya, que en tu ausencia
es la más alta crudeza 35 sentiré yo lo que haces
que puedes usar conmigo! mucho más que en tu presencia,
io No huyas, ni seas tal,
que me apartes de mi pena ;
soy tu tierra natural, II
no me dejes por la ajena; VILLANCICO
do quiera te querrán mal.
15 Pero di : SÍ no os hubiera mirado
ya que esto en tu compañía, no penara ;
¿cómo gozaré de ti, pero tampoco os mirara.
que no goce de alegría? Veros harto mal ha sido,
Que el placer de verte en mi 5 mas no veros peor fuera ;
20 no hay remedio para echallo. no quedara tan perdido,
¿ Quién jamás estuvo así pero mucho más perdiera.
que, de ver que en ti me hallo, Que os viera o que no os viera,
me hallo que estoy sin ti? igual quedara,
¡ Oh ventura, 10 señora, si no os mirara".

Soneto

El tiempo en toda cosa puede tanto,


que aun la fama por él inmortal muere.
No hay fuerza tal, que el tiempo, si la hiere,
no le ponga señal de algún quebranto.
No es perpetuo el placer, ni lo es el llanto ;
si esto es así ¿por qué mi dolor quiere
que mientras más en mí se envejeciere
esté más firme en un tenor su canto?
Quien consolar quisiese algún amigo,
10 después de haberle dicho otras razones,
que esperase en el tiempo le diría.
Perdióse este consuelo ya conmigo,
porque antes con el tiempo mis pasiones
se van acrecentando cada día.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 143

i.° Muéstrense las diferencias de forma y contenido entre esos


tres poemas.
2.° Analícense los sentimientos que expresan.
3.0 Nótense las antítesis internas y externas del Villancico.

GARCILASO DE LA VEGA

ÉGLOGA PRIMERA1
[Al Visorrey de Ñapóles 2 ]
[ SALICIO, NEMOROSO]

El dulce lamentar de dos pastores,


Salicio juntamente y Nemoroso,
he de contar, sus quejas imitando ;
cuyas ovejas el cantar sabroso
5 estaban muy atentas, los amores,
de pacer olvidadas, escuchando 3 .
Tú 4 , que ganaste obrando
un nombre en todo el mundo,
y un grado sin segundo,
10 agora estés atento, solo y dado
al ínclito gobierno del Estado,
Albano; agora vuelto a la otra parte,
resplandeciente, armado,
representando en tierra al fiero Marte ;
15 agora de cuidados enojosos
y. de negocios libre, por ventura
andes a caza el monte fatigando
en ardiente jinete, que apresura
el curso tras los ciervos temerosos,
20 que en vano su morir van dilatando,
espera que en tornando
a ser restituido
al ocio ya perdido,
luego verás ejercitar mi pluma
25 por la infinita innumerable suma

1 Escrita en Ñapóles, en 1534. Salicio gran amigo y protector de Garcilaso.


3
y Nemoroso representan al mismo Garci- Nótese la construcción latinizante,
4
taso y Galatea y Elisa a Isabel Freyre. Tú, vocativo unido a Albano (verso
2
El virrey de Nápoleg don Pedro de 12), nombre poético del virrey don Pedro.
Toledo, tío del gran Duque de Alba,
144 JOSÉ MANUEL BLECUA

de tus virtudes y famosas obras,


antes que me consuma,
faltando a ti, que a todo el mundo sobras 5 .
En tanto que este tiempo que adivino
30 viene a sacarme de la deuda un día,
que se debe a tu famà y a tu gloria ;
que es deuda general, no sólo mía,
mas de cualquier ingenio peregrino
que celebra lo dino 6 de memoria,
35 el árbol de Vitoria7
que ciñe estrechamente
tu gloriosa frente
dé lugar a la yedra que se planta
debajo de tu sombra, y se levanta
40 poco a poco arrimada a tus loores ;
y en cuanto esto se canta,
escucha tú el cantar de mis pastores.
Saliendo de las ondas encendido
rayaba de los montes el altura 8
45 el sol, cuando Salicio, recostado
al pie de un alta haya, en la verdura 9 ,
por donde un agua clara con sonido
atravesaba el fresco y verde prado :
él, con canto acordado
50 al rumor que sonaba
del agua que pasaba,
se quejaba tan dulce y blandamente
como si no estuviera de allí ausente
la que de su dolor culpa tenía;
55 y así como presente 10 ,
razonando con ella, le decía ;

SALICIO
¡ Oh más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!
60 Estoy muriendo, y aún la vida temo ;
temóla con razón, pues tú me dejas ;
que no haj^ sin ti, el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
s
Vences, superas. at.nque en realidad, se trata del artículo
6
Digno. femenino, ela, ell, el, con pérdida de la
r
El árbol de la victoria es el laurel. a final).
8 9
En esta época casi todos los nombres Nótese la presencia del paisaje,
l0
fjue comenzaban por a llevaban el ar- Es decir : «como si estuviera pre-
tículo el (Vid. más adelante el aspereza), sente».
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

ninguno en tal estado,


65 de ti desamparado,
y de mí mismo yo me corro 11 agora.
¿De un alma te desdeñas ser señora
donde siempre moraste, no pudiendo
della salir un hora?
70 Salid sin duelo, lágrimas, corriendo 13 .
El sol tiende los rayos de su lumbre
por montes y por valles, despertando
las aves y animales y la gente :
cuál por el aire claro va volando,
75 cuál por el verde valle o alta cumbre
paciendo va segura y libremente ;
cuál 13 con el sol presente,
va de nuevo al oficio,
y al usado ejercicio
80 do su natura 14 o menester le inclina :
siempre está en llanto esta ánima mezquina,
cuando la sombra el mundo va cubriendo,
o la luz se avecina.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
85 ¿Y tú, desta mi vida ya olvidada,
sin mostrar un pequeño sentimiento
de que por ti Salicio triste muera,
dejas llevar, desconocida, al viento
el amor y la fe, que ser guardada
90 eternamente sólo a mí debiera?
¡ Oh Dios !, ¿ por qué siquiera
(pues ves desde tu altura
esta falsa perjura
causar la muerte de un estrecho amigo)
95 no recibe del cielo algún castigo?
SÍ en pago del amor yo estoy muriendo,
¿qué hará el enemigo?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Por ti el silencio de la selva umbrosa,
100 por ti la esquividad y apartamiento
del solitario monte me agradaba ;
por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa 18
y dulce primavera deseaba.
105 ¡ Ay, cuan diferente era
y cuan de otra manera
11
Me avergüenzo. a los sustantivos del v. 73.
11 li
Nótese el valor poético de ese verso, La naturaleza,
1S
ijue se repetirá al final de cada estrofa. Garcilaso gusta de contraponer
11
Los tres pronombres cuál se refieren color rojo al blanco.

It
146 JOSÉ MANUEL BLECUA

lo que en tu falso pecho se escondía !


Bien claro con su voz me lo decía
no la siniestra corneja repitiendo 16 ,
la desventura mía.
Salid sin duelo, lágrimas corriendo.
¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta,
reputándolo yo por desvarío,
115 vi mi mal entre sueños desdichado!
Soñaba que en el tiempo del estío
llevaba por pasar allí la siesta 17 ,
a beber en el Tajo mi ganado;
y después de llegado.
120 sin saber de cual arte,
por desusada parte
y por nuevo camino el agua se iba;
ardiendo yo con la calor estiva 18 ,
el curso enajenado iba siguiendo
125 del agua fugitiva.
Salid sin duelo, lágrimas corriendo.
Tu dulce habla, ¿en cuya 19 oreja suena?
Tus claros ojos, ¿a quién los volviste? 20
¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
130 Tu quebrantada fe, ¿dó la pusiste?
¿Cuáles es el cuello que, como en cadena,
de tus hermosos brazos anudaste?
No hay corazón que baste,
aunque fuese de piedra,
135 viendo mi amada yedra,
de mí arrancada, en otro muro asida,
y mi parra en otro olmo entretejida 21 ,
que no se esté con llanto deshaciendo
hasta acabar la vida.
140 Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
¿ Qué no se esperará de aquí adelante,
por difícil que sea y por incierto?
O ¿qué discordia no será juntada?
y juntamente, ¿qué tendrá por cierto,
145 o qué de hoy más no temerá el amante,
siendo a todo materia por ti dada?
Cuando tú enajenada22
de mí, cuitado, fuiste,
18 19
Alusión al carácter agorero de la Cuyo, como interrogativo, hoy no
corneja. Recuérdense los primeros versos se usa.
del Poema del Cid. 20 £ s u n endecasílabo dactilico.
1T
La hora de más calor del día. 21 Alude al casamiento de Isabel con
19
Calor estival. don Antonio Fonseca.
22
Retirada, apartada.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

notable causa diste


150 y ejemplo a todos cuantos cubre el cielo,
que el más seguro tema con recelo
perder lo que estuviere poseyendo;
salid fuera sin duelo,
salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
155 Materia diste al mundo de esperanza
de alcanzar lo imposible y no pensado,
y de hacer 23 juntar lo diferente,
dando a quien diste el corazón malvado,
quitándolo de mí con tal mudanza,
160 que siempre sonará de gente en gente.
X,a cordera paciente
con el lobo hambriento
hará su ayuntamiento,
y con las simples aves sin ruido
165 harán las bravas sierpes ya su nido *,
que mayor diferencia comprehendo
de ti al que has escogido 34 .
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Siempre de nueva leche en el verano
170 y en el invierno abundo ; en mi majada
la manteca y el queso está sobrado ;
de mi cantar, pues, yo te vi agradada,
tanto, que no pudiera el mantuano
Títiro 35 ser de ti más alabado.
175 No soy, pues, bien mirado,
tan disforme ni feo ;
que aun agora me veo
en esta agua que corre clara y pura ;
y cierto no trocara mi figura
180 con ese que de mí se está riendo ;
trocara mi ventura.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
¿Cómo te vine en tanto menosprecio?
¿ Cómo te fui tan presto aborrecible ?
185 ¿Cómo te faltó en mí el conocimiento? 2 '
Si no tuvieras condición terrible,
siempre fuera tenido de ti en precio,
y no viera de ti este apartamiento.
¿No sabes que sin cuento
190 buscan en el estío
mis ovejas el frío
de la sierra de Cuenca, y el gobierno 27
23 26
La h de hacer es aspirada. Como si dijera : ¿ C
24
Alusión a don Antonio Fonseca. conocerme?
25 27
Virgilio. El sustento.
148 JOSÉ MANUEL BLECUA

del abrigado Extremo 28 en el invierno?


Mas ¿qué vale el tener, si derritiendo.
195 me estoy en llanto eterno?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Con mi llorar las piedras enternecen
su natural dureza y la quebrantan,
los árboles parece que se inclinan ;
200 las aves que me escuchan, cuando cantan,
con diferente voz se condolecen,
y mi morir cantando me adivinan.
Las fieras que reclinan
su cuerpo fatigado,
205 dejan el sosegado
sueño por escuchar mi llanto triste.
Tú sola contra mí te endureciste,
los ojos aun siquiera no volviendo
a lo que tú hiciste.
210 Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
Mas ya que a socorrer aquí no vienes,
no dejes el lugar que tanto amaste,
que bien podrás venir de mí segura.
Yo dejaré el lugar do me dejaste;
215 ven, si por sólo esto te detienes.
Ves29 aquí un prado lleno de verdura,
ves aquí un espesura,
ves aquí un agua clara,
en otro tiempo cara,
220 a quien de ti con lágrimas me quejo.
Quizá aquí hallarás, pues yo me alejo,
al que todo mi bien quitarme puede;
que pues el bien le dejo,
no es mucho que el lugar también le quede.»
225 Aquí dio fin a su cantar Salicio,
y sospirando en el postrero acento,
soltó de llanto una profunda vena.
Queriendo el monte al grave sentimiento
de aquel dolor en algo ser propicio,
230 con la pesada voz retumba y suena.
L,a. blanca Filomena 30 ,
casi como dolida
y a compasión movida,
dulcemente responde al son lloroso.

98
Extremadura. lengua. Rescatada por su hermana Prog-
** Ves, con la significación de mira. ne, los dioses, doloridos, la convirtieron
19
Filomena es el ruiseñor. Según la en ruiseñor y a su hermana en golondrina.
mitología, su cuñado Tereo le cortó la
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

235 Los que cantó tras esto Nemoroso


decidlo vos, Piérides 31 , que tanto
no puedo yo ni oso,
que siento enflaquecer mi débil canto.

NEMOROSO

Corrientes aguas, puras, cristalinas;


240 árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
yedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno ;
245 yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento,
que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
250 o con el pensamiento discurría
por donde no hallaba
sino memorias llenas de alegría.
Y en este mismo valle, donde agora
me entristezco y me canso, en el reposo
255 estuve ya contento y descansado.
¡ Oh bien caduco, vano y presuroso !
Acuérdate durmiendo aquí algún hora,
que despertando, a Klisa 32 vi a mi lado.
¡ Oh miserable hado !
260 j Oh tela 33 delicada,
antes de tiempo dada
a los agudos filos de la muerte !
Mas convenible suerte
a los cansados años de mi vida,
2Ó5 que es más que el hierro fuerte,
pues no la ha quebrantado tu partida.
¿Do están agora aquellos claros ojos
que llevaban tras sí como colgada
mi alma doquier que ellos se volvían?
270 ¿Do está la blanca mano delicada,
llena de vencimientos y despojos
que de mí mis sentidos le ofrecían?
Los cabellos que vían 34
31 33
Las Piérides son las nueve musas, En el sentido de cuerpo humano
habitadoras del monte Pierio. envuelve al alma.
32
Isabel Freyre. 34 Veían. La forma es corriente en
clásicos.
150 JOSÉ MANUEL BLECUA

con gran desprecio el oro,


275 como a menor tesoro,
¿adonde están?, ¿adonde el blando 35 pecho?
¿Dó la coluna 36 que el dorado techo
con presunción graciosa sostenía?
Aquesto todo agora ya se encierra,
280 por desventura mía,
en la fría, desierta y dura tierra.
¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
cuando en aqueste valle al fresco viento
andábamos cogiendo tiernas flores,
285 que había de ver con largo apartamiento
venir el triste y solitario día
que diese amargo fin a mis amores ?
El cielo en mis dolores
cargó la mano tanto,
290 que a sempiterno llanto
y a triste soledad me ha condenado;
y a lo que siento más es verme atado
a la pesada vida y enojosa,
solo, desamparado,
295 ciego sin lumbre en cárcel tenebrosa.
Después que nos dejaste, nunca pace
en hartura el ganado ya, ni acude
el campo al labrador con mano llena.
No hay bien que en mal no se convierta y mude :
300 la mala hierba al trigo ahoga, y nace
en lugar suyo la infelice37 avena.
Iva tierra, que de buena
gana nos producía
flores con que solía
305 quitar en sólo vellas 38 mil enojos,
produce agora en cambio estos abrojos,
ya de rigor de espinas intratable ;
yo hago con mis ojos
crecer, llorando, el fruto miserable.
310 Como al partir del sol la sombra crece,
y en cayendo su rayo se levanta
la negra escuridad que el mundo cubre,
de do viene el temor que nos espanta,
y la medrosa forma en que se ofrece
315 aquella que la noche nos encubre,

85
Blando con la significación de dul- 37 Infelice con e paragógica, frecuen-
ce, delicado. te en el siglo XVI.
86 38
Metáfora para designar al cuello. Verlas, por asimilación de la r
a la L
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 151

hasta que el sol descubre


su luz pura y hermosa ;
tal es la tenebrosa
noche de tu partir, en que he quedado
320 de sombra y de temor atormentado,
hasta que muerte el tiempo determine
que a ver el deseado
sol de tu clara vista me encamine.
Cual suele el ruiseñor con triste canto
325 quejarse, entre las hojas escondido,
del duro labrador, que cautamente
le despojó su caro y dulce nido
de los tiernos hijuelos, entre tanto
que del amado ramo estaba ausente,
330 y aquel dolor que siente
con diferencia tanta
por la dulce garganta
despide, y a su canto el aire suena,
y la callada noche no refrena
225 su lamentable oficio y sus querellas,
trayendo de su pena
al cielo por testigo y las estrellas,
desta manera suelto ya la rienda
a mi dolor, y así me quejo en vano
240 de la dureza de la muerte airada.
Ella 39 en mi corazón metió la mano,
y de allí me llevó mí dulce prenda ;
que aquel era su nido y su morada.
i Ay muerte arrebatada !
345 Por ti me estoy quejando
al cielo y enojando
con importuno canto al mundo todo.
Tan desigual dolor no sufre modo.
No me podrán quitar el dolorido
250 sentir, si ya del todo
primero no me quitan el sentido.
Tengo una parte aquí de tus cabellos,
Elisa, envueltos en un blanco paño,
que nunca de mi seno se me apartan ;
355 descójolos, y de un dolor tamaño
enternecerme siento, que sobre ellos
nunca mis enojos de llorar se hartan.
Sin que de allí se partan,
con sospiros calientes,
360 más que la llama ardientes,

39
La muerte.
152 JOSÉ MANUEL BLECUA

los enjugo del llanto, y de consuno


casi los paso y cuento uno a uno ;
juntándolos, con un cordón los a t o :
tras esto el importuno
365 dolor me deja descansar un rato.
Mas luego a la memoria se me ofrece
aquella noche tenebrosa, escura,
que tanto aflige esta ánima mesquina
con la memoria de mi desventura.
370 Verte presente agora me parece
en aquel duro trance de Lucina",
y aquella voz divina,
con cuyo son y acentos
a los airados vientos
375 pudieras amansar, que agora es muda ;
me parece que oigo que a la cruda,
inexorable diosa demandabas
en aquel paso ayuda ;
y tú, rústica diosa, ¿dónde estabas?
380 ¿Ibate tanto en perseguir las fieras?
¿Ibate tanto en un pastor dormido?* 1
¿ Cosa pudo bastar a tal crueza 42 ,
que, comovida43 a compasión, oído
a los votos y lágrimas no dieras
385 por no ver hecha tierra tal belleza,
o no ver la tristeza
en que tu Nemoroso
queda, que su reposo
era seguir tu oficio4*, persiguiendo
390 las fieras por los montes, y ofreciendo
a tus sagradas aras los despojos?
¿Y tú, ingrata, riendo
dejas morir mi bien ante los ojos?
Divina Elisa, pues agora el cielo
395 con inmortales pies pisas y mides,
y su mudanza ves, estando queda,
¿por qué de mí te olvidas, y no pides
que se apresure el tiempo en que este velo 41
rompa del cuerpo, y verme libre pueda,
400 y en la tercera rueda 46
contigo mano a mano

*° Lucina es Diana, la luna. ** Diana era también la diosa de la caza.


41 45
Endimión es el pastor dormido, del Cuerpo, como tela.
6
que se enamoró Diana. * El cielo de Venus, según anotó
43
Crudeza, dureza. Herrera.
48
Conmovida, reducción de la forma
culta.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 153

busquemos otro llano,


busquemos otros montes y otros ríos,
otros valles floridos y sombríos,
405 donde descanse, y siempre pueda verte
ante los ojos míos,
sin miedo y sobresalto de perderte?
Nunca pusieran fin al triste lloro
los pastores, ni fueran acabadas
410 las canciones que sólo el monte oía,
si mirando las nubes coloradas,
al tramontar del sol bordadas de oro,
no vieran que era ya pasado el día.
La sombra se veía
415 venir corriendo apriesa
ya por la falda espesa
del altísimo monte, y recordando 47
ambos como de sueño, y acabando
el fugitivo sol, de luz escaso,
420 su ganado llevando,
se fueron recogiendo paso a paso.

CANCIÓN QUINTA^ sería de mí, hermosa flor de


el fiero Marte airado [Gnido*,
Si de mi baja lira 2 a muerte convertido,
tanto pudiese el son, que un mo- 15 de polvo y sangre y de sudor
aplacase la ira [mento [teñido;
8
del animoso viento, ni aquellos capitanes
y la furia del mar y el movi- en las sublimes ruedas colocados,
[ miento; por quien los alemanes
el fiero cuello atados 6 ,
y en ásperas montañas
20 y los franceses van domesticados.
con el suave canto enterneciese Mas solamente aquella
las fieras alimañas, fuerza de tu beldad sería canta-
los árboles moviese, y alguna vez con ella [da,
10 y al son confusamente los tra- también sería notada
jese3; 25 el aspereza de que estás arma-
no pienses que cantado y cómo por ti sola, [da ;
47 s
Despertando. Referencia a Orfeo.
* G nido o Nido, barrio de Ñapóles.
1 5
Dedicada a Violante Sanaeverino, Los capitanes romanos acostumbra-
dama napolitana, pretendida por Mario b a n , cuando volvían victoriosos a Roma,
Grleota, amigo de Garcilaso a entrar en carros triunfales, llevando
2
Por primera vez en la poesía espa- delante los prisioneros, en este caso ger*
ñola se usan estas estrofas, llamadas liras manos.
a causa de la palabra del primer verso. « Acusativo griego o de parte.
Garcilaso las imitó de Bernardo Tasso.
154 JOSÉ MANUEL BLECU4

y por tu gran valor y hermo- 70 y así su alma con su mármol


convertida en viola8, [sura T , Estábase alegrando [arde,
llora su desventura del mal ajeno el pecho empeder-
30 el miserable amante en su figura. cuando abajo mirando [nido,
Hablo de aquel cautivo, el cuerpo muerto vido
de quien tener se debe más cui- 75 del miserable amante, allí ten-
que está muriendo vivo, [dado, Y al cuello el lazo atado, [dido.
al remo condenado9, con que desenlazó de la cadena
35 en la concha de Venus amarra- el corazón cuitado,
Por ti, como solía, [do 10 , que con su breve pena
del áspero caballo no corrige 80 compró la eterna punición 13 aje-
la furia y gallardía, sintió allí convertirse [na.
ni con freno le rige, en piedad amorosa el aspereza.
40 ni con vivas espuelas ya le afli- ¡ Oh, tarde arrepentirse !
Por ti, con diestra mano [ge. ¡ Oh, última terneza !
no revuelve la espada presurosa, 85 ¿ Cómo te sucedió mayor dureza ?
y en el dudoso llano Los ojos se enclavaron
huye la polvorosa en el tendido cuerpo que allí
45 palestra, como sierpe ponzoñosa. los. huesos se tornaron [vieron,
Por ti, su blanda musa 11 , más duros y crecieron,
en lugar de la cítara sonante, 90 y en sí toda la carne convir-
tristes querellas usa, las entrañas heladas [tieron ;
que con llanto abundante tornaron poco a poco en piedra
50 hacen bañar el rostro del amante. por las venas cuitadas [dura ;
Por ti, el mayor amigo la sangre su figura
le es importuno, grave y enojoso; 95 iba desconociendo y su natura ;
yo puedo ser testigo, hasta que, finalmente,
que ya del peligroso en duro mármol vuelta y trans-
55 naufragio fui su puerto y su re- hizo de sí la gente [formada,
Y agora en tal manera [poso. no tan maravillada
vence el dolor a ia razón perdida, 100 cuanto de aquella ingratitud
que ponzoñosa fiera [vengada
nunca fué aborrecida No quieras tú, señora,
60 tanto, como yo del, ni tan temi- de Némesis 14 airada las saetas
No fuiste tú engendrada, [da. probar, por Dios, agora ;
ni producida de la dura tierra ; baste que tus perfectas
no debe ser notada 105 obra y hermosura a los poetas
que ingratamente yerra den inmortal materia,
65 quien todo el otro error de sí sin que también en verso la-
Hágate temerosa [destierra, celebren la miseria [mentable
12
el caso de Anaxérete , y cobar- de algún caso notable,
que de ser desdeñosa [de, 110 que por ti pase triste y mise-
se arrepintió muy tarde rable.
7 12
La h es aspirada. Anaxarete fué convertida en mármol
H
Juego de palabras entre viola, violeta, porque habiendo desdeñado al joven
y Violante. ifis, que apareció muerto en sus rejas,
» Nótese la semejanza entre galeote no se condolió en el entierro.
13
y Galeota, Condenación, castigo.
10 14
Venus nació de la espuma del mar. Nemesis era la diosa de la venganza
11
Mario Galeota era también poeta. y de la justicia distributiva en Grecia.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 155

SONETOS

¡Oh. dulces prendas, por mi mal halladas,


dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas.
5 ¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?
Pues en un hora junto me He vastes
ió todo el bien que por términos me distes,
llevadme junto el mal que me dejas tes.
Si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.
II
Hermosas ninfas, que en el río metidas,
contentas habitáis en las moradas,
de relucientes piedras fabricadas,
y en colunas de vidrio sostenidas;
5 agora estéis labrando embebecidas,
o tejiendo las telas delicadas;
agora unas con otras apartadas
contándoos los amores y las vidas;
dejad un rato la labor, alzando
io vuestras rubias cabezas a mirarme,
y no os detendréis mucho según ando ;
que o no podréis de lástima escucharme,
o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá de espacio consolarme.

i.» Hágase un estudio de la lengua poética de Garcilaso : a) Es-


trofas y versos ; 6) el lenguaje, su claridad, modernidad ; c) Metá-
foras, imágenes y comparaciones,
2.° Indíquense las partes de la Égloga primera y sentimientos
qué expresan.
3.0 Muéstrese la sinceridad del poeta. ¿Cómo expresa su dolor?
4.0 Estudíese la presencia del paisaje y de qué manera coincide
la Naturaleza con los sentimientos del poeta. ¿Cómo es el paisaje?
5.0 Indíquense los elementos renacentistas de la Égloga, tanto
en la forma como en el contenido.
6.° Señalar los momentos más bellos.
JOSÉ MANUEL BLECLU

GUTIERRE DE CETINA

MADRIGAL

Ojos, claros, serenos,


si de un dulce mirar sois alabados,
¿Por qué si me miráis, miráis airados?
Si cuando más piadosos,
5 más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos líennosos.
¡ Ay tormentos rabiosos !
Ojos claros, serenos,
ió ya que así miráis, miradme al menos.

SONETO

Como de duro entalle una figura


con gran facilidad se imprime en cera,
y como queda siempre aquella entera
mientras que otra imprimir no se procura :
5 tal en mi alma vuestra hermosura
ha esculpido el amor cual en vos era,
y hala dejado siempre en la primera,
viendo que de algún otra no se cura.

El cuerpo, que a seguir al alma aspira,


io por no haber parte en él de vos ajena,
muestra en sí mil imágenes iguales :
Como sala que está de espejos llena,
que la imagen de aquel que en uno mira
en todos muestra siempre unas señales.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITEflATURA ESPAÑOLA

HERNANDO DE ACUÑA

SONETO

Ya se acerca, Señor, o ya es llegada


la edad gloriosa en que proclama el cielo
un pastor y una grey sola en el suelo
por suerte a vuestros tiempos reservada.
5 Ya tan alto principio en tal jornada
os muestra el fin de vuestro santo celo
y anuncia al Mundo para más consuelo
un Monarca, un Imperio y una Espada.
Ya el orbe de la Tierra siente en parte
io y espera en todo vuestra Monarquía
conquistado por vos en justa guerra.
Que a quien ha dado Cristo su estandarte
dará el segundo, más dichoso día
en que vencido el Mar venza la Tierra.
158 JOSÉ MANUEL BLECUA

LA REACCIÓN TRADICIONALISTA

La reacción tradicionalista, — E l más importante de los poetas que se


oponen a las innovaciones de Garcilaso es CRISTÓBAL DE CASTILLEJO (1490 ?-
1550), natural de Ciudad Rodrigo, que como secretario del rey de Bohemia,
don Fernandos estuvo en Viena y en otras ciudades de la Europa central.
Aunque monje, fué de vida algo desenvuelta, y sus poesías recogen amo-
res reales. Toda su obra está escrita en versos cortos, a la manera tradi-
cional, y los octosílabos adquieren en su pluma una ligereza notable.
Protestó contra las innovaciones garcilasistas en su composición Contra
los que dejan los metros castellanos y siguen los italianos. De intención
satírica es su Sermón de amores y el Diálogo de las mujeres.
Siguió al principio la manera de Castillejo, el poeta GREGORIO SIL-
VESTRE (1520-1569), nacido en Lisboa, pero que vivió muchos años en
Granada. E s autor de versos octosilábicos bastante graciosos, aunque derivó
después a la poesía italianizante, en la que nos dejó numerosos sonetos
y canciones de raro interés.
También fué poeta tradicional e italianizante don DIEGO HURTADO
MENDOZA (1503-1575) soldado y diplomático, erudito y gran humanista.
E n prosa escribió una historia de la sublevación de los moriscos en tiempo
de Felipe I I , titulada Guerra de Granada, caracterizada por su estilo
cortado y lacónico, aunque elegante.
Como poeta oscila entre una manera tradicional y un gusto por lo ita-
lianizante. S'us redondillas fueron muy elogiadas por Lope de Vega. Es-
cribió tambfén sonetos, epístolas y fábulas de contenido mitológico. En
general, es preferible su poesía en metros cortos.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 159

CRISTOBAL DE CASTILLEJO

VILLANCICO REPRESIÓN CONTRA LOS POETAS ESPA-

No pueden dormir mis ojos ~ Ñ O L E S £>UE ESCRIBEN EN VERSO


no pueden dormir. ITALIANO
Pero, ¿cómo dormirán
cercados en derredor Pues la sancta Inquisición
5 de soldados de dolor, suele ser tan diligente
que siempre en armas están? en castigar con razón
Los combates que les dan, cualquier secta y opinión
no los pudiendo sufrir, 5 levantada nuevamente,
no pueden dormir.
resucítese Lucero,
io Alguna vez, de cansados a corregir en España
del angustia y del tormento, una nueva tan nueva y extraña,
se duermen que no lo siento, como aquella de Lutero
que los hallo trasportados ;
pero los sueños pesados 10 en las partes de Alemana.
15 no les quieren consentir Bien se pueden castigar
que puedan dormir. a cuenta de anabaptistas,
Mas ya que duerman un poco, pues por ley particular
están tan desvanecidos, se tornan a baptizar
que ellos quedan aturdidos, 15 y se llaman petrarquistas.
20 yo poco menos de loco ; Han renegado la fee
y si los muevo y provoco de las trovas castellanas,
con cerrar y con abrir,
no pueden dormir. y tras las italianas
se pierden, diciendo que
CANCIÓN so son más ricas y loçanas...
Dios dé su gloria a Boscán
Aquel caballero, madre, y a Garcilaso poeta,
como a mi le quiero yo,
y remedio no le do. que con no pequeño afán
y por estilo galán
KI me quiere más que a sí, 25 sostuvieron esta seta,
5 yo le mato de cruel ; y la dexaron acá
mas en serlo contra él
también lo soy contra mí. ya sembrada entre la gente ;
De verle penar así por lo cual debidamente
muy penada vivo yo, les vino lo que dirá
TO y remedio no le dó. 30 este soneto siguiente:

1
Parece tratarse d e cierto 'nquisidor
cordobés, famoso por su dureza.
160 JOSÉ MANUEL. BLECÜA

SONETO

Garcilaso y Boscán siendo llegados


al lugar donde están los trovadores
que en esta nuestra lengua y sus primores
fueron en este siglo señalados,
35 los unos a los otros alterados
se miran, con mudanza de colores,
temiéndose que fuesen corredores
espías o enemigos desmandados ;
y juzgando primero por el traje,
40 paresciéronles ser, como debía,
gentiles españoles caballeros ;
y oyéndoles hablar nuevo lenguaje
mezclado de extranjera poesía,
con ojos los miraban de extranjeros.

[Edic. de las Obras de Castillejo en Clásicos Castellanos.]

1.o ¿Cuál es la posición de Castillejo frente a las innovaciones


ie Boscán y Garcilaso? ¿Qué resultados obtuvo esa protesta?
2.0 Hágase un estudio de esos dos poemitas y relaciónese con
3oemas anteriores.

GREGORIO SILVESTRE

CANCIÓN son de sol y más si hay más


15 adonde suba el compás
Señora, vuestros cabellos lo más precioso del suelo.
de oro son, No hay que comparar con ellos,
y de acero el corazón, de oro son,
que no se muere por ellos. y de acero el corazón
5 No son de oro, que no es el 20 que no se muere por ellos.
oro de tanto valor; Vuestros cabellos, señora,
porque no hay cosa mejor, son de oro para mí,
los comparamos con él. que cada uno por sí
Yo digo, que el oro es dellos me enriquece y me enamora.
10 y ellos son 25 Las almas ponéis en ellos
tesoro del corazón, en prisión,
que siempre contempla en ellos. y es de acero el corazón
Son de lumbre, son de cielo, que no se muere por ellos.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 161

SONETO

En la muerte de doña María

Mortales : ¿ Habéis visto tnayor cosa


que siendo muerte me he tornado vida,
y de áspera, cruel y desabrida
me lie hecho blanda, dulce y amorosa?
3 Ya me codician todos por hermosa,
y de quien era más aborrecida
soy con alegre cara recebida
por suerte deseada y venturosa.
¿Sabéis de qué manera el mortal velo
ió del alma santa desaté de aquella
por quien era el vivir dulce, agradable?
Murió doña María y subió al cielo :
quedó hecho el vivir muerte sin ella,
y alegre vida yo, dulce y amable.

[Edic. de las Poesías de G. Silvestre, Granada, 1939.]

DON DIEGO HURTADO DE MENDOZA

DEI, CONVENTO DE ALCÁNTARA su naturaleza trueca ;


15 no es nacida cuando es seca,
Lugar propiamente mío o de viciosa se pierde.
es el lugar donde estoy; Llanos y montes y sierras
todo es mañana sin hoy, nombres son y devaneo;
todo es invierno o estío. oyólos y no los creo,
5 El tiempo os pasa adelante, 20 como cuentos de otras tierras.
sentíslo y no lo veréis, Dícese que hay río y puente,
con la mano tocaréis vemos casas por defuera,
el poniente y el levante. que hay calles y corredera ;
Vaya el hombre por do fuere, pero no vemos la gente.
ro no ve sino abismo y cumbre ; 25 Lugar sólo y sin consuelo,
aun el día no da lumbre de pensamientos misterio,
cuando en los ojos se mueve. no hay en tí otro refrigerio
Si alguna yerba verde sino peñascos y cielo.

11
C A P I T U L O X I I I

LA PROSA EN EL REINADO DE CARLOS V

La prosa en la época de Carlos V : Sus características. — Cuando,


en 1517, comienza el gobierno del Emperador han aparecido ya, como
vimos, dos libros decisivos en nuestra literatura : La Celestina y el Ama-
ais. Hemos estudiado cómo en el primero se mezclan sabiamente lati-
nismo con popularismo : junto a los refranes o frases populares caminan
los cultismos más exagerados ; y el segundo marca la pauta para toda
una extensa y cíclica literatura que influirá poderosamente en ] a con-
cepción caballeresca de la vida —G-arcilaso, San Ignacio, Don Quijote—.
Algo posterior es el Lazarillo, creación del héroe de la vida minúscula
en contraposición al caballero andante. De este libro arrancará en nues-
tras letras una de sus formas más típicas, la novela picaresca, que alcanzará
su esplendor en los tiempos de Felipe I I I y Felipe IV.
La estilística de la época puede reducirse a pocas palabras : se pro-
pende a la sencillez y al habla normal, sin afectación, aunque al mismo
tiempo, en ciertos escritores, se recurre a las oraciones rimadas y a la
similicadencia, a la retórica y al periodo amplio, ciceroniano, resultando
de todo ello un lenguaje expresivo, lleno de dignidad y gracia.

Los hermanos Valdés ; el erasmismo. — Las doctrinas de Desiderio


Erasmo tuvieron en esta época una acogida extraordinaria. Los más fer-
vorosos »partidarios fueron precisamente cortesanos y humanistas, como
los hermanos Valdés, Juan de Vergara y los arzobispos Alonso de Fonseca
y Alonso Manrique.
ALFONSO DE VALDÉS (1490-1532) de Cuenca, secretario del Empera-
dor, mereció el apelativo de «más erasmista que Erasmo». E s autor de
dos Diálogos muy interesantes, el de Lactancio y un Arcediano y el de
Mercurio y Carón (Aqueronte). E l primero es una dura censura de carde-
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 163

ter erasmista y una-defensa del saqueo de Roma por las tropas del Con-
destable Borbón. El de Mercurio y Carón, que tiene sus antecedentes
en las viejas Danzas de la Muerte y en los Diálogos de Luciano, signi-
fica una apologia del Emperador, junto con una visión satírica de los
personajes de su tiempo. Los dos Diálogos están escritos con gran ele*
ganda y son «un tesoro de la lengua» según expresión de Menéndea
Pelayo.
Su hermano gemelo JUAN (fl541) vióse obligado por sus ideas reli-
giosas a marchar a Italia, siendo agente del Emperador y gentilhombre
del Papa Clemente V I I . Vivió muchos años en Ñapóles, ocasionando con
sus ideas la propagación de cierto protestantismo.
Influido Juan por su hermano, no tardó en convertirse en un propa-
gandista de Erasmo. La mayor parte de su producción es de carácter
religioso. Citemos el Alfabeto cristiano, las Ciento diez consideraciones
divinas, las interpretaciones de los Salmos, etc. Pero la obra verdadera-
mente interesante, desde el punto de vista literario, es su Diálogo de la
lengua, donde Valdés recoge la corriente defensora de las lenguas vul-
gares, admitiendo gran cantidad de giros populares y de neologismos.
Este Diálogo es uno de los libros más bellamente escritos de toda nuestra
literatura, con una elegancia desafectada, semejante a la de un Garcilaso,
su gran amigo.

Fray Antonio de Guevara. —Contrasta con e1 estilo de los Valdés


el de FRAY ANTONIO DE GUEVARA (1480-1545), nacido en las Asturias
de Santillana, que fué obispo de Guadix y Mondofiedo y predicador oficial
de la corte del Emperador, a quien más de una vez escribió sus discursos.
Guevara es autor de las obras más leídas en la Europa del siglo xvi : el
Relox de Principes y Libro de Marco Aurelio, de carácter didáctico-polí-
tico, cuyo fin es la educación de los príncipes, fué traducido hasta al
armenio, logrando un éxito considerable ; el titulado Menosprecio de corte
y alabanza de aldea, es un librito de contenido moralizante, en el que
se hace la apología de la vida retirada, y finalmente, sus Epístolas fami-
liares, llenas de donaire y gracia, muy leídas también en todo el sigt.o xvi.
Frente a Valdés, que propugna la naturalidad sin afectación, el estilo
de Guevara destaca por su artificiosidad. E s frecuente encontrar las pare-
jas de sinónimos, la similicadencia, las antítesis y todos los recursos
típicos del siglo xv. Influido por su carácter de orador, su estilo es suasorio
y no faltan ciertos elementos conceptistas que anuncian el barroquismo
de final de siglo.

El Lazarillo y la novela picaresca. — La novela picaresca es una de


las manifestaciones más originales y autóctonas de la literatura española.
Es la autobiografía de un picaro^ personaje antîheroico y vagabundo, de
164 •> JOSÉ MANUEL BLECUA

baja extracción social, que vive sin oficio determinado, sin aspiraciones
ni deseo de gloria. Este género novelesco no tiene carácter poético, y las
grandes pasiones —^el amor y la gloria— carecen allí de importancia. Lo
interesante es la aventura, el vagabundeo de pueblo en pueblo y la ¿es-
cripción realista y satírica de diversos tipos y clases sociales.

Las dos épocas de la picaresca. — E n la novela picaresca suelen


distinguirse dos épocas: la del Lazarillo y la del Guzman de Alfarache,
que sintetiza la picaresca en el Barroco. Entre una y otra hay algunas
analogías, pero son más las diferencias. La visión del mundo que nos
presenta el Lazarillo no es tan mordaz y desilusionada como Xa del Guz-
man. Lázaro, como veremos, no es propiamente un picaro, sino un mu-
chachillo que lucha contra la avaricia de sus amos, mientras que Guzmán
o Pablos son auténticos picaros que viven al margen de la ley.

La vida de Lazarillo de Tormes. — La Vida de Lazarillo de Tor*


mes y de sus fortunas y adversidades se publicó por primera vez en 1554
en Burgos, Alcalá y Amberes, con poca diferencia de tiempo. Obtuvo un
éxito extraordinario y cinco años más tarde era prohibida por la Inquisi-
ción, hasta que en 1573 apareció con algunas supresiones. Se desconoce
su autor, habiéndose atribuido a don Diego de Mendoza, pero sin pruebas
suficientes.

Narra la vida y desventuras de Lázaro de Tormes, primero como mozo de ciego,


y después como criado de un clérigo avariento, de un escudero, de un buldero y
de un alguacil, alcanzando por último el cargo de pregonero de la ciudad de Toledo.

Sus características y estilo. — El Lazarillo interesa lo mismo por


la pintura de caracteres, que por el estilo. Lázaro no es un -picaro, como
ya dijimos, y está lleno de simpatía y gracia. E s bondadoso y alegre, y
a su lado contrastan los caracteres del ciego, del clérigo avariento y del
hidalgo pobre, retratados magistralmente y con ironía. El estilo es ner-
vioso y vivo, natural y elegante al mismo tiempo. «Cada palabra —dice
Menéndez Pidal— va derecha a lograr un marcado efecto pictórico y sa-
tírico».

Los historiadores. — Los hechos del Emperador fueron narrados por


PERO MEXIA, JUAN GINÉS DE SEPÚLVEDA, L U I S DE AVILA Y ZÚÑIGA, co-
rriendo a cargo del bufón don FRANCESILLO DE ZTJÑIGA la visión satírica de
los personajes más célebres y poderosos de la época.
Ofrecen, sin embargo, mucho más interés los escritores de Indias, los
historiadores que se dedicaron a escribir los hechos y descubrimientos de
los colonizadores. Con ellos nace una nueva manera de escribir ""a histo-
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 165

. ría, ya que, en algunos casos, fueron los mismos descubridores quienes


contaban los hechos en que habían tomado parte, como sucede con H E R -
NÁN CORTÉS, BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO y ALVAR NUNEZ CABEZA DE
VACA. Los más interesantes de este grupo son : FRANCISCO LÓPEZ DE G O -
MARA (1512-1557), autor de la Historia general de las Indias ; FRAY BAR«.
TOLOMÉ DE LAS CASAS, autor del célebre libro titulado Brevísima relación de
la destruición de Indias, famosa porque de él parte la triste leyenda negra,
pero que supone una encendida defensa de los indígenas, y FERNÁNDEZ DE
OVIEDO, que escribió la primera Historia natural de las Indias.

CONSÚLTESE. — Para los hermanos Valdés, M. Menéndez Pelayo, Historia


de Í03 heterodoxos españoles, vol. Ill, 1947, y también los prólogos de J. Montesinos
en las ediciones de Clásicos Castellanos.—Para Guevara; M. R. Lida, Fray Anto-
nio de Guevara en la Revista de Filología Hispánica, 1945, VIII. — Para El Laza-
rillo, F. W. Chadler, La novela picaresca en España, Madrid, 1913. — Para el estilo
de la época : R. Menéndez Pida!, El lenguaje del siglo Xvi, en La lengua de
Cristóbal Colón, Col. Austral.
166 JOSÉ MANUEL BLECU*

JUAN DE VALDES

DIÁLOGO D E LA LENGUA*

VALDÉS.—¿Qué es lo que queréis?


MARCIO.—Que nos digáis lo que observáis y guardáis acerca del escrivir
y hablar en vuestro romance castellano quanto al estilo.
[VI] VALDÉS..—Para deziros la verdad, muy pocas cosas observo, por-
que el estilo que tengo me es natural, y sin afetación ninguna escrivo como
hablo ; solamente tengo cuidado de usar de vocablos que sinifiquen bien
lo que quiero dezir, y dígolo quanto más llanamente me es possible, por-
que a mi parecer ea ninguna lengua stá bien Pafetación. Quanto al hazer
diferencia en el alçar o abaxar el estilo, según lo que scrivo, o a quien
derivo, guardo lo mesmo que guardáis vosotros en el latín.
MARCIO.-—Si acerca desto uviéssedes de aconsejar a alguno, ¿qué le
diríades ?
VALDÉS.-—Diríale primeramente que guardasse lo que al principio dixe
de los artículos, porque esto pertenesce assí para el hablar bien como para
el escrevir. Avisaríale más que no curasse 1 de un que supérfluo que muchos
ponen tan continuamente, que me obligaría quitar de algunas escrituras,
de una hoja, media dozena de ques supérfluos.
MARCIO.—Dadnos algún exemplo para que entendamos esso.
VALDÉS.—De refrán3 no se me ofrece ninguno que tenga este que de-
masiado, y creo lo causa la brevidad con que stán escritos ; pero, si miráis
en lo que leéis, hallaréis ser verdad lo que os digo en partes semejantes
que ésta: creo que será bien hazer esto. Adonde aquel que stá supérfluo,
porque diría mejor : creo será bien hazer esto.
MARCIO.—Bien me contenta esso, pero ¿qué señal tememos 3 para ver
quándo stá supérfluo y quándo no?
VALDÉS.—La mesma escritura, si la miráis con cuidado, os lo mostrará.
Como también en un de que se pone demasiado 4 y sin propósito ninguno,
diziendo no os he sorito esperando de embiar, donde staría mejor, sin
aquel de, dezir esperando embiar. Y creedme que estas superfluidades no
proceden sino del mucho descuido que tenemos en el scrivir en romance.
MARCIO.—Bien creo esso y bien me ha parecido esotro. Proseguid adelante.
VALDÉS.—También avisaría que conviene usar la composición del verbo
con lo y la, los y las muy libremente, sin pensar dezir por otra manera lo
que se puede dezir por aquélla.
MARCIO.—¿Cómo se haze essa composición?
VALDÉS.—Diziendo hablarlo y traerla, hablarlos y traerlas.
MARCIO.—¿Qué queréis en esto, que no os entiendo?
VALDÉS.—Que se deve usar esta composición de la manera que digo y no
2
* Loa tratados en forma de diálogo Va 1 dés acostumbra a poner ejemplo«
son muy frecuentes en el Renacimiento. con refranes.
1 3
No cuidase. Tendremos.
4
Innecesariamente, de más.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 167
andar por las ramas como algunos que, por no hablar como los otros, dizen
por ponerlos, los poner y por traerlas, las traer, etcétera. Es bien verdad
que lo uno y lo otro se puede seguramente usar, pero el dezir ponerlos y
traerlas, a mi parecer es más llano y más puro, y aun más galano y más
castellano. Dévese también huir toda manera de dezir que tenga mal sonido,
como es diziendo me he de perder, adonde, como veis, estaría mejor y más
galanamente he de perderme. Y destas maneras de dezir hallaréis muy
muchas, si miráis un poco en ellas. Hablar o escrivir de suerte que vuestra
razón pueda tener dos entendimientos, en todas lenguas es muy gran falta
del que habla o escrive.
CORIOLANO.—Esso mesmo enseña Quintiliano.
VALDÉS Assí es verdad. En este error caen especialmente los que
quitan una a que se deve poner delante de algunos accusativos, y assí,
aviendo de dezir el varón prudente ama a la justicia, dizen ama la justicia,
la qual manera de hablar, como veis, puede tener dos entendimientos ; o
que el varón prudente ame a la justicia, o que la justicia ame al varón
prudente, porque sin la a parece que stán todos dos nombres en un mesmo
caso. También es falta poner dos partes una cabo5 otra de tal manera que,
juntándose la una con la otra, de todas dos se haga una, por que hazen
desatinar al lector.
CORIOLANO.—Para entender bien esso, es menester que nos lo mostréis
por algún exemplo.
VALDÉS.—Por exemplo os puede bastar esto, que, si avéis de dezir es bien,
no digáis bien es, y de otra suerte, sí avéis de screvir es -verdad, no digáis
verdad es, y si es mal, no digáis mal es, porque no parezcan plurales.
Otros muchos os podría señalar, pero, para entender lo que digo, harto
bastan éstos.

MARCIO.—...Proseguid en dezirnos lo que pertenece al estilo de vuestra


lengua castellana.
VALDÉS.—Con deziros esto, pienso concluir este razonamiento desabrido :
que todo el bien hablar castellano consiste en que digáis lo que queréis
con las menos palabras que pudiéredes, de tal manera que, explicando bien
el conceto de vuestro ánimo y dando a entender lo que queréis dezir, de
las palabras que pusiéredes en una cláusula o razón no se pueda quitar
ninguna sin ofender o a la sentencia 6 della, o al encarecimiento, o a la
elegancia.
MARCIO.—Declaradnos 7 más esso.
VALDÉS.—Que me plaze. Si quisiésedes quitar algo deste reirán : Ama
a quien no te ama y responde a quien no te llama, con qualquier cosa que le
faltasse gastaríades 8 la sentencia que tiene. Y si deste refrán : Quien
guarda y condessa, dos vezes pone mesa, donde lo mesmo es guardar que
ôondessar, quitássedes el uno dellos, aunque no gastaríades la sentencia,
quitaríades el encarecimiento que suelen hazer dos vocablos juntos que

5 7
Cerca de, junto a. Explicadnos.
fr
Al sentido. ° Estropearíais.
168 JOSÉ MANUEL BLECUA

sinifican una mesma cosa9. De la mesma manera, si deste refrán : Qual la


madre, tal hija y tal manta que las cobija quitássedes el segundo tal, o
deste : Del monte sale quien el monte quema quitássedes el segundo monte,
aunque no gastaríades la sentencia ni disminuiríades el encarecimiento,
estragaríades de tal manera el estilo, que las cláusulas quedavan coxas.
MARCIO.—Muy bien me parece esto. Pero dezidme, ¿tenéis por buena
manera ésta destos refranes, que parece van con no sé qué consonantes ?
VALDÉS.—Sí, que es buena por estas sentencillas assí breves, pero siempre
aconsejaría a quien quisiesse hablar o escrivir bien que se guardase della,
porque, si no es en semejantes dichos breves, en lo demás es muy agena del
estilo castellano.
MARCEO.—Pues ¿cómo ay algunos que emprimen libros en este tiempo
que usan esta manera de screvir? 10
VALDÉS.—Porque también ay algunos que imprimen libros en latín que
usan otras cosas muy agenas del buen estilo de la lengua latina.

[ E d i c . de R. L a p e s a e n Clásicos Ei>ro.]

i.° Díganse cuáles son las doctrinas estilísticas de Valdés y su


calor.
2.° Muéstrense los usos que condena. ¿Pueden aplicarse hoy?
3.0 Compárense estas páginas con las de Guevara y el Lazarillo.
¿Qué diferencias se hallan?

1
• E l p o n e r en u n a cláusula d o s o tres .° Nótese ¿cómo V a l d é s condena Ja
vf/ces sinónimas era u n recurso estilístico similicandencia.
frecuente ya e n el siglo XV y m á s usado
e n el siglo XVI. V i d . algún ejemplo en
Guevara
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 169

G U E V A R A

LETRA PARA D . ENÍUQUÜZ1, EN LA CUAL EL AUTOR LE RESPONDE A MUCHAS


DEMANDAS GRACIOSAS

Magnífico Señor y mi amigo antiguo: Valdivia, vuestro solicitador, me


dio una carta, la cual parecía bien ser de su mano escrita, porque traía
pocos renglones y muchos borrones 2 . SÍ como os hizo Dios caballero, os
hiciera escribano, mejor maña os diérades a entintar cordobanes3, que a
escrebir procesos: Siempre trabajad*, señor, en que si escribiérades alguna
carta mensajera 5 , que los renglones sean derechos, las letras juntas, las
razones apartadas, la letra buena, el papel limpio, la nema 6 sutil, la ple-
gadura 7 igual y el sello claro ; porque es ley de corte que en lo que se
escribe se muestre la prudencia, y en la manera de escribir se conozca la
crianza. En la carta que me fué dada se contenían muchas preguntas debajo
de muy pocas palabras; y porque con una turquesa 8 hagamos ambos dos
bodoques 9 , será pues el caso que a cada pregunta responderé una sola
palabra. Preguntáisme, señor, que a qué vine a la corte. Y a esto os respon-
do que no vine de mi voluntad sino que me constriñó necesidad ; porque en
el debate y pleito 10 que traemos la iglesia de Toledo y yo, fuéme necesario
venirme a disculpar, y al pleito desmarañar. Decísme, señor, que qué es lo
que hago en la corte. Y a esto os respondo que, según mis contrarios me
siguen y mis negocios se alargan, que ninguna cosa hago, sino que me
deshago 11 . Decísme, señor, que os escriba qué es la cosa en que mas
ocupo el tiempo. Y a esto os respondo que, según los cortesanos tenemos
por oficio malquerer, cizañar, blasfemar, holgar, mentir, trafagar 12 y
maldecir, con más verdad podremos decir del tiempo, que le perdernos,
que no que le empleamos. Decísme, señor, que 13 quiénes son los con
quien más converso en esta corte. Y a esto os respondo que es de tan
mal viduño 14 la corte y su gente, que los que en ella andamos y dende
niños nos criamos, no es nuestro estudio buscar con quién conversemos,
sino en descubrir de quienes nos guardemos. Apenas tenemos tiempo
para defendernos de los enemigos, ¿y queréis que nos ocupemos en buscar
nuevos amigos? En las cortes de los príncipes yo confieso que hay con-
versación de personas, mas no hay confederación de voluntades; porque
aquí la enemistad es tenida por natural, y la amistad por peregrina. Es
1 7
Don Enrique Enríquez, caballero de Los pliegues.
8
la Corte de Carlos V. Piedra preciosa.
2 9
Nótese la similicadencia y la antí- Bola de barro endurecida al aire,
10
tesis. Obsérvese la pareja de sinónimos.
3 1J
Cordobanes eran cueros trabajados. Similicadencia y antítesis.
4 12
Procurad. De tráfago.
5 13
Carta mensajera, como misiva, en- Nótese el uso de los ques, censurado
viada. por Valdés.
6 14
Cierre o sello de una carta. Viduño es una variedad de la vid.
170 J°SÉ MANUEL BLECUA

de tal condición la corte, que los que más se visitan, peor se tratan, y
los que mejor se hablan, peor se quieren 15 . Los que andan en las cortes
de los príncipes, si quieren ser curiosos y no necios, hallarán muchas
cosas de que se espantar, y muchas más de que se guardar 16 . Decísme,
señor, que cómo están en sus diferencias el Almirante y el Conde de
Miranda. A esto os respondo que el Almirante, como poderoso, y el Conde,
como privado, danse bien el uno al otro que hacer, y a nosotros, dan
harto que murmurar. Preguntáisme, señor, que qué nuevas tenemos del
Emperador, si viene o no. A esto os respondo que lo que agora sabemos
es que el turco es retraído, Florencia se concertó, el duque de Milán se
redujo, venecianos amainaron, el Papa y César consagraron, los estados,
de Ñapóles se repartieron, el cardenal Colona murió, al marqués de Villa-
franca hicieron visorrey de Ñapóles 17 , al príncipe de Orange mataron,
y al Chanciller y al Confesor sendos capelos les dieron. Otras nuevas 18
secretas escriben de allá, que son para los que tocan, lastimosas, y para
los que las oyen, graciosas ; y son, que muchos de los que fueron a
Italia con César, se han allá enamorado, y más de lo que era menester
derramado ; mas en este caso yo vos juro, señor, que, según me zumban
los oídos, sus mujeres tomen acá venganza dellos : [ ]. Decís, señor,
que os escriba cómo nos va esta cuaresma de bastimientos 19 . A esto os
respondo que por la gracia de Dios no nos han faltado en esta cuaresma
hartos pescados que comer, y aun hartos pecados20 que confesar ; porque
ha venido la cosa a tanta disolución y desvergüenza, que tienen los
caballeros por estado y pundonor de honra comer carne en Cuaresma.
Preguntáisme, señor, si está la corte cara o barata. A esto os respondo
^ue me dijo mi mayordomo, que ende 21 otubre hasta abril había gastado
en mi despensa ciento y cuarenta ducados 22 de carbón y leña; y caúsalo
esto, que esta villa de Medina, cuanto es rica de ferias, tanto es pobre
de montes : por manera que, echada bien la cuenta, nos cuesta tanto la
leña como la olla que se guisa. Otras cosas hay en esta corte a buen
precio, o por mejor decir, a buen barato ; es a saber, crueles mentiras,
nuevas falsas, mujeres perdidas, amistades fingidas, envidias continuas,
malicias dobladas, palabras vanas y esperanzas falsas ; de las cuales ocho
cosas tenemos en esta corte tanta abundancia, que se pueden poner tiendas
y aun pregonar ferias. Preguntáisme, señor, si hay buena expedición en
los negocios 23 , porque querríades enviar a despachar algunos. A esto os
respondo que, según las cosas de la corte son pesadas, enojosas, prolijas,
costosas, entrincadas, malhadadas, deseadas, sospiradas, lamentadas y
marañadas, téngome por dicho que, si son diez los despachados, van
noventa despechados. Escribísme, señor, que os escriba si hay hogaño
15
Nótese la antítesis. dos ...pecados. Vid. más adelante despee-
16
Obsérvese la colocación del pro- chados, .. .despechados.
21
nombre. Desde.
17 22
Se trata de don Pedro de Toledo, Los ducados eran monedas de bastan-
amigo de Garcilaso. te valor.
18
Noticias. 23 E 3 decir : si se resuelven fácilmente
19
Abastecimientos. los asuntos en los negociados.
20
Obsérvese el juego de voces : pesca-
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 171

buena feria aquí en Medina. A esto os respondo que, como soy cortesano y
pleiteante, y no tengo mercadería que vender, y menos dineros con que
la comprar, ni sé de qué la loar, ni hallo de qué me quejar, mas de que
andando por esta feria, veo en estas tiendas de burgaleses tantas cosas
ricas y apacibles, que en mirarlas tomo gozo, y de no poderlas comprar
tomo pena 24 . L,a Emperatriz salió a ver la feria, y como princesa pruden-
tísima, no quiso consigo sacar ninguna dama ; porque siendo los galanes
que las sirven tan pobres y tan pocos, no pudiera ser menos sino que
ellas se desmandaran a pedir ferias, y ellos se obligaran a pagarlas. Pre-
guntáisme, señor, si está la corte sana, y si hay en alguna parte pestilen-
cia. A esto os respondo que de calenturas, tercianas, cuartanas, nacidos
y otras enfermedades corporales, todos estamos sanos y buenos, excepto
el licenciado Alarcón, que estando relatando un proceso en el Consejo,
se cayó muerto de súbito y de verdad, que espantó en la corte a muchos
su muerte, aunque a ninguno vi por eso enmendar la vida. Otras enfer-
medades hay en esta corte, que no son corporales, sino espirituales ; así
como iras, envidias, competencias, rencores, bandos y homicidios; las
cuales enfermedades consisten, no en que andan los cuerpos dañados, sino
en que están los brazos hinchados y los hígados podridos. Muchas veces
he tornado a leer vuestra carta, y no he hallado más a que responder a
ella, que a la verdad más parecía interrogatorio para tomar testigos, que
no carta para amigos. No quiero más decir, sino que escapo de escribiros
muy cansado, y aun enojado, no de responder a la carta, sino de construir
vuestra maldita letra. Nuestro Señor sea en vuestra guarda, y a mí me
dé gracia para que le sirva. De Medina del Campo, a 5 de Junio, año
d e 1532.

i.° Señalar el estilo de la carta, similicandencias, juegos de


wees, antítesis.
2.a ¿Qué requisitos deberá reunir una carta, según Guevara?
3-° ¿Qué dice Guevara sobre la Corte? Obsérvese el tono
burlesco.
4.0 Señálense los elementos pintorescos.
1

Antítesis : gozo... pena.


172 JOSÉ MANUEL BLECUA

HERNÁN CORTES

ENCUENTRO DE CORTÉS Y MUTECZUMA

Pasada esta puente, nos salió a recebir aquel señor Muteczuma con
fasta docientos señores, todos descalzos y vestidos de otra librea o manera
de ropa, asimismo bien rica a su uso, y más que la de los otros; y venían
en dos procesiones, muy arrimados a las paredes de la calle, que es muy
ancha y muy hermosa y derecha, que de un cabo se parece el otro 1 , y
tiene dos tercios de legua, y de la una parte y de la otra muy buenas y
grandes casas, así de aposentamientos como de mezquitas ; y el dicho
Muteczuma venía por medio de la calle con dos señores, el uno a la mano
derecha y el otro a la izquierda; de los cuales el uno era aquel señor grande
que dije que me había salido a tablar en las andas, y el otro era su hermano
del dicho Muteczuma, señor de aquella ciudad de Iztapalapa, de donde yo
aquel día había partido ; todos tres vestidos de una manera, excepto el
Muteczuma, que iba calzado y los otros dos señores descalzos : cada uno
le llevaba de su brazo ; y como nos juntamos, yo me apeé, y le fui a
abrazar solo : e aquellos dos señores que con él iban me detuvieron con las
manos para que no le tocase ; y ellos y él ficieron asimismo ceremonia de
besar la tierra; y hecha, mandó aquel su hermano que venía con él que
se quedase conmigo y me llevase por el brazo, y él con el otro se iba
delante de mi poquito trecho ; y después de me haber él fablado, vinieron
asimismo a me fablar todos los otros señores que iban en las dos proce-
siones, en orden uno en pos de otro, e luego se tornaban a su procesión.
E a tiempo que yo llegué a fablar al dicho Muteczuma, quíteme un
collar que llevaba de margaritas y diamantes de vidrio, y se lo eché al
cuello ; e después de haber andado la calle adelante, vino un servidor suyo
con dos collares de camarones, envueltos en un paño, que eran hechos de
huesos de caracoles colorados, que ellos tienen en mucho ; y de cada collar
colgaban ocho camarones de oro, de mucha perfección, tan largos así como
un gerne ; e como se los trajeron, se volvió a mí y me los echó al cuello,
y tornó a seguir por la calle en la forma ya dicha, fasta llegar a una muy
grande y hermosa casa, que él tenía para nos aposentar, bien aderezada.
EJ allí me tomó por la mano y me llevó a una gran sala, que estaba
frontera de un patio por do entramos. B allí me fizo sentar en un estrado
muy rico, que para él lo tenía mandado hacer, y me dijo que le esperase
allí, y él se fué, y dende a poco rato, ya que toda la gente de mi compañía
estaba aposentada, volvió con muchas y diversas joyas de oro y plata, y
plumajes, y con fasta cinco o seis mil piezas de ropa de algodón, muy
ricas y de diversas maneras tejida e labrada.

[Relaciones, edic. en la Biol. a Autores Españoles, vol. XXII. ]

Es decir : De una parte se ve la otra.


HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 173

LAZARILLO DE TORMES

...En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual, parescién-


¡dole que yo sería para adestralle 1 , me pidió a mi madre y ella me enco-
mendó a él diciéndole cómo era hijo de buen hombre, el cual por ensalzar
la fe había muerto en la de los Gelves2 y que ella confiaba en Dios no
saldría peor hombre que mi padre e le rogaba me tratase bien y mirase
por mí, pues era huérfano.
£1 respondió que así lo haría y que me recibía no por mozo sino por
hijo. Y así le comencé a servir e adestrar a mi nuevo e viejo3 amo.
Como estuvimos en Salamanca algunos días, paresciéndole a mi amo
que no era la ganancia a sti contento, determinó irse de allí y, cuando
nos hubimos de partir, yo fui a ver a mi madre e ambos llorando, me
dio su bendición y dijo :
—«Hijo, yo sé que no te veré más. Procura de ser bueno y Dios te
guíe. Criado te he e con buen amo te he puesto, válete por ti» 4 .
J3 así me fui para mi amo, que esperándome estaba.
Salimos de Salamanca y, llegando a la puente, está a la entrada della
un animal de piedra, que casi tiene forma de toro 5 , y el ciego mandóme
que llegase cerca del animal, e puesto allí, me dijo :
—«Lázaro, llega6 el oído a este toro e oirás un gran ruido dentro del».
Yo simplemente 7 llegué, creyendo ser ansí. Y como sintió que tenía
la cabeza par de 8 la piedra, afirmó recio la mano y dióme una gran cala-
bazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la
cornada, y dijome :
—«Necio, aprende : que el mozo del ciego un punto ha de saber más
que el diablo».
Y rió mucho la burla.
Parescióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que como
niño estaba dormido.
Dije entre mí :
—«Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar 9 , pues solo
soy, y pensar cómo me sepa valer».
Comenzamos nuestro camino y en muy pocos días me mostró jerigon
10
za , Y como me viese de buen ingenio, holgábase mucho y decía:
—«Yo oro ni plata no te lo puedo dar; mas avisos para vivir, muchos
te mostraré».
1 5
Es decir : sería útil para guiarle. Especie de verraco de piedra que hoy
2
El padre de Lázaro fué condenado por para en el Museo de Salamanca.
6
hurtar harina y murió en la batalla de Acerca.
7
Gelves, frente a laa costas de Túnez, Como simple, inocente.
8
en 1510. Cerca de.
9
3
Expliqúese esa antítesis. Estar sobre aviso, ser avisado.
10
4 Lengua usada por la gente de hampa.
¿Qué quiere decir esa frase y qué
importancia tiene?
174 JOSÉ MANUEL BLECUA

Y fué ansí, que después de Dios, éste me dio la vida, y siendo ciego,
me alumbró y adestró en la carrera de vivir.
Huelgo de contar a V. M. estas niñerías, para mostrar cuánta virtud
sea saber los hombres subir siendo bajos y dejarse bajar siendo altos,
cuánto vicio.
Pues tornando al bueno de m i ciego y contando sus cosas, V. M.
sepa que, desde que Dios crió el mundo, ninguno formó más astuto ni
sagaz. E n su oficio era un águila. Ciento y tantas oraciones sabía de
coro 11 . Un tono bajo, reposado y m u y sonable, que hacía resonar la
iglesia donde rezaba, un rostro humilde y devoto, que con m u y buen con-
tinente ponía, cuando rezaba, sin hacer gestos y visajes con boca n i ojos,
como otros suelen hacer...
Pues en caso de medicina, decía que Galeno no supo la mitad que él
para muela, desmayos, males de madre. Finalmente, nadie le decía pade-
cer alguna pasión, que luego no le decía :
—«Haced esto, haréis estotro, cosed 12 tal yerba, tomad tal raíz».
Con esto andábase todo el mundo tras - él, especialmente mujeres, que
cuanto les decía, creían. IDéstas sacaba grandes provechos con las artes
que digo y ganaba más en u n mes que cíen ciegos en un año.
Mas también quiero que sepa V. M. que, con todo lo que adquiría y
tenía, jamás tan avariento ni mezquino hombre no vi 1 3 , tanto que me
mataba a m í de hambre y así no me demediaba 1 4 de lo necesario. Digo
verdad : si con mi sotileza y mis buenas mañas no me supiera remediar,
muchas veces me finara de hambre; mas con tqdo su saber y aviso le
contraminaba de tal suerte, que siempre o las más veces me cabía lo
más u mejor. Para esto le hacía burlas endiabladas, de las cuales contaré
algunas ; aunque no todas a mi salvo. .
Bl traía el pan y todas las otras cosas en un fardel de lienzo, que
por la boca se cerraba con u n a argolla de hierro y su candado y su llave,
y al meter de todas las cosas y sacarlas, era con tan gran vigilancia y
t a n t o por contadero 1 5 , que no bastara hombre en todo el mundo hacerle
menos una migaja. Mas yo tomaba aquella lazeria 16 que él me daba, la
cual en menos de dos bocadas, era despachada.
Después que cerraba el candado y se descuidaba, pensando que yo
estaba entendiendo en otras cosas, por un poco de costura, que muchas
veces de un lado del fardel descosía y tornaba a coser, sangraba 1 7 el
avariento fardel sacando no por tasa pan, mas buenos pedazos, torreznos 1 8
y longaniza. Y ansí buscaba conveniente tiempo para rehacer, no la
chaza 1 9 , sino la endiablada falta, que el mal ciego me faltaba.

11 15
D e m e m o r i a . Decorar significaba reci- Con tanta minuciosidad, contando
tar la lección d e coro. todo.
™ Cosed, quiza p o r coged o cocecí, c o m o " Miseria, m e z q u i n d a d .
17
„„„i „ „ „L_ H u r t a b a , sisaba.
cosecha por cogecha. , , .
18
,, Pedazos fritos de tocino.
15
Nótese la construcción con el verbo 1 9 F r a s e d e I j u e g o ¿& p e l o t a . s u e r t e e n
al nnal. q u e ¿ g ^ v u e l v e contrarrestada y se p a r a c
14
D a b a la mitad, proporcionaba. la detienen antes d e llegar al saque.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 175

Todo lo que podía sisar y hurtar traía en medias blancas y, cuando


le mandaban rezar y le daban blancas 20 , como él carecía de vista, no
había el que se la daba amagado con ella, cuando yo la tenía lanzada
en la boca y la media aparejada, que por presto que él echaba la mano,
ya iba de mi cambio aniquilada en la mitad del justo precio. Quejábase-
me el mal ciego, porque al tiento luego conocía y sentía que no era
blanca entera, y decía :
—«¿Qué diablo es esto, que, después que conmigo estás, no me dan
sino medias blancas y de antes una blanca y un maravedí hartas veces
me pagaban? Ein ti debe estar esta desdicha».
También él abreviaba el rezar y la mitad de la oración no acababa,
porque me tenía mandado que, en yéndose el que la mandaba rezar, le
tirase por cabo del capuz 21 . Yo así lo hacía. Luego él tornaba a dar voces,
diciendo :
«¿Mandan rezar tal y tal oración?», como suelen decir.
Usaba poner cabe sí 22 un jarrillo de vino, cuando comíamos e yo muy
de presto le asía y daba un par de besos callados y tornábale a su lugar.
Mas turóme 23 poco. Que en los tragos conocía la falta y por reservar su
vino a salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el
asa asido. Mas no había piedra imán, que así trajese a sí, como yo con
una paja larga de centeno, que para aquel menester tenía hecha, la cual,
metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino, lo dejaba a buenas
noches. Mas como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió y
dende en adelante mudó propósito y asentaba su jarro entre las piernas,
y atapábale con la mano y ansí bebía seguro.
Yo, como estaba hecho al vino, moría por él y, viendo que aquel reme-
dio de la paja no me aprovechaba ni valía, acordé en el suelo del jairro
hacerle una fuentecilla y agujero sotil y delicadamente con una muy del-
gada tortilla de cera taparlo y al tiempo de comer, fingiendo haber frío,
entrábame entre las piernas del triste ciego a calentarme en la pobrecilla
lumbre que teníamos, y al calor della luego derretida la cera, por ser muy
poca, comenzaba la fuentecilla a destilarme en la boca, la cual yo de
tal manera ponía, que maldita la gota que se perdía. Cuando el pobrecillo
iba a beber, no hallaba nada,
Espantábase, maldecíase, daba al diablo el jarro y el vino, no sabiendo
qué podía ser.
—«No diréis, tío, que os lo bebo yo, —decía—, pues no le quitáis la
mano».
Tantas vueltas y tientos dio al jarro, que halló la fuente y cayó en la
burla; mas así lo disimuló como si no lo hubiera sentido.

20 22
Blancas y medias blancas eran mone- Cerca de sí.
28
ditas de poco valor. Dos blancas valían Duróme. La forma turar vive aún en
entonces un maravedí. ciertas comarcas.
21
Capa larga, de paño, cerrada por
delante.
176 JOSÉ MANUEL BLECUA

Y luego otro día, teniendo yo rezumando mi jarro como solía, no


pensando el daño que me estaba aparejado, ni que el mal ciego me sentia,
sentéme como solía, estando recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara
puesta hacia el cielo, un poco cerrados los ojos por mejor gustar el sabroso
liquor, sintió el desesperado ciego que agora tenía tiempo de tomar de
mi venganza y con toda su fuerza alzando con dos manos aquel dulce y
amargo jarro, le dejó caer sobre mi boca, ayudándose, como digo, con
todo su poder, de manera que el pobre Lázaro, que de nada de esto se
guardaba, antes, como otras veces, estaba descuidado y gozoso, verdadera-
mente me pareció que el cielo, con todo lo que en él bay, me había caído
encima.
Fué tal el golpecillo, que me desatinó y sacó de sentido, y el j arrazo
tan grande, que los pedazos del se me metieron por la cara, rompiéndome-
la por muchas partes, y me quebró los dientes, sin los cuales hasta oy
día me quedé. Desde aquella hora quise mal al ciego, y aunque me
quería y regalaba y me curaba, bien vi que se había holgado del cruel
castigo. Cavóme con vino las roturas, que con los pedazos del jarro me
había hecho, y, sonriéndose decía :
«¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud».
Y otros donaires que a mi gusto no lo eran..

[Edic. de A. G. Palència en Clásicos Ebro,]

i.° Señalar la técnica narrativa. ¿Por qué utiliza la forma auto-


biográfica ?
2.« Muéstrese el ambiente. ¿Qué particularidades ofrece?
3.0 Estudíense los caracteres. ¿Qué móviles mueven a Lázaro?
4.0 Señálense algunas características del estilo.
C A P I T U L O XIV

EL TEATRO EN ESTA ÉPOCA

El teatro en la primera mitad del siglo XVI. — E l teatro de la prime-


ra mitad del siglo xvi, sigue, por una parte, la trayectoria iniciada por
Juan del Encina, y por otra, 'un teatro de tipo humanista, con imitaciones
de Plauto y Terencio, a la manera italiana. Continuó vivo también el
teatro religioso medieval de los autos, al mismo tiempo que se cultivaba
el llamado teatro de colegio, en latín.

Bartolomé Torres Naharro. •— E l primer teorizador de la comedia en


España es BARTOLOMÉ DE TORRES NAHARRO, nacido en la Torre de Miguel
Sexmero, cerca de Badajoz. Fué cautivo en Argel, ordenóse de sacerdote
en Italia y vivió algún tiempo en Koma. E n Ñapóles publicó, en 1517, la
Propalladin, muriendo hacia 1524.
E l volumen de la Propalladia contiene ocho comedias, un Diálogo de
Navidad y diversas composiciones líricas sueltas. Las comedias son : Se-
rafina, Calamita, AquÜana e Himenea, menos realistas que las siguientes,
Soldadesca y Tinelaria. De realización intermedia son las comedias Trofea
y Jacinta. E n alguna obra, como en Himenea, se anticipa a las comedias
de capa y espada y surge por primera vez el llamado problema del honor.
Soldadesca y Tinelaria son cuadros de costumbres.
Aunque el teatro de Torres Naharro sea un poco rudo, es muy superior
al de su época. El diálogo es vivo y gracioso y la versificación, ágil. Todas
las comedias están escritas en verso, divididas en cinco actos o jornadas
y precedidas de un introito y argumento de toda la obra. E n muchas de
ellas, además del castellano se 'utilizan otras lenguas, como el italiano,
el catalán, etc.
12
178 JOSÉ MANUEL BLEOJA

Gil Vicente La culminación del teatro medieval y renacentista, en


síntesis perfecta, se da en la obra dramática del portugués Gn. VICENTE,
del cual se conocen pocos datos biográficos. Desempeñó cargos en la corte
de los reyes portugueses, donde desde 1502 se representaban obras suyas.
Se supone que murió hacia 1536.
A pesar de ser nacido en Portugal, casi toda s'u obra dramática está
escrita en castellano, aunque es un castellano, muy peculiar con abun-
dantes portuguesismos y leonesismos. Sólo siete de las cuarenta y dos obras«
que han llegado a nosotros están escritas en portugués. Esta producción
se suele clasificar en dos grupos o épocas.
E n las obras de la primera época, a las influencias de Juan del Encina sé
unen otras procedentes de texîos bíblicos. Son de trama muy sencilla y se
refieren a diálogos entre pastores. Las obras religiosas de su segunda
época ofrecen mucha más complicación, como el Auto da feira, interesante
por su sátira, que recuerda algo el Gran teatro del mundo, de Calderón.
E n el Auto da Sibila Casandra se juntan elementos renacentistas, paganos,
con otros del Antiguo Testamento y contiene muestras delicadísimas de
poesía popular. La Trilogía de las Barcas es su obra más ambiciosa, y s'u
última parte, el auto Da barca da Gloria, ofrece relaciones directas con el
tema medieval de las Danzas de la Muerte. L a Muerte va llevando a la.
barca del diablo a los potentados de la tierra: Emperador, Papa, Eey...
que van recitando oraciones.
La Comedia do viuvo y la Comedia Bub&na se apoyan en temas popu-
lares, siendo la primera una obra de tipo costumbrista. E n cambio ofrecen
distinto carácter dos obrítas basadas en libros de caballerías, Amadis j
Don Duardos, las más bellas de las escritas en castellano y donde mejor se
une la corriente medieval con la renacentista.

Lirismo y paisaje,— Lo que mejor caracteriza la labor dramática de


Gil Vicente es su hpndo lirismo. Este lirismo procede en la mayoría de
los casos del delicado uso que sabe hacer de "una cancioncilla de tipo tra-
dicional. Muy rara será la pieza en la que no encontremos un villancico,
una glosa o una canción de poderosa gracia lírica. E l lirismo procede tam-
bién de la especial importancia que cobra el paisaje en las comedias de
Gil Vicente. Como señala uno de los mejores críticos, Gil Vicente nos
da la naturaleza «con todo su corazón, con una verdad y una nitidez de
artista mágico, con una pasión, con una vehemencia de enamorado co-
rrespondido».

Códice dé Autos viejos. — E l códice de. Autos viejos, conservado en la


Biblioteca Nacional de Madrid y editado por Léo Bouanet, contiene no-
renta y seis piezas dramáticas, procedentes de la primera mitad del si-
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 17»

glo xvi. Son de tipo religioso y se cree se representaron en el interior da


ios templos. Por sü técnica y por su temática pertenecen al tipo del auto
medieval religioso. Ofrecen más interés que los personajes bíblicos y prin*
cipales, los tipos secundarios, populares. El «bobo», antecedente del «gra-
cioso» de las comedias de Lope, surge ya en algunos autos.

CONSÚLTESE. — M. Menéndez Pelayo, Bartolomé de Torres Naharro y su Pro*


palladia, en Estudios y discursos de crítica histórica y literaria, vol. II, Madrid, 1941.
Del mismo, para Gil Vicente, Antología, vol. III., Madrid, 1944.
180 JOSÉ MANUEL BLECUA

TORRES NAHARRO

OPINIONES SOBRE LA COMEDIA

...Comedia no es otra cosa sino un artificio ingenioso de notables y


finalmente alegres acontecimientos, por personas disputado. L,a división
della en cinco actos, no solamente me paresce buena, pero mucho necesa*
ria ; aunque yo les llame jomadas, porque más parecen descansaderos
que otra cosa. ¡De donde la comedia queda mejor entendida y rescitada.
El número de las personas que se han de introducir, es mi voto que
no deben ser tan pocas que parezcan la fiesta sorda, ni tantas que engen-
dren confusión. Aunque en nuestra Comedia Tinellaria se introdujeron
pasadas veinte personas, porque el sujeto 1 della no quiso menos, el honesto
número me parece que sea de seis hasta doce personas. El decoro en las
comedias es como el gobernalle en la nao, el cual el buen cómico siempre
debe traer ante los ojos. I$s decoro una justa y decente continuación de
la materia, conviene a saber ; dando a cada uno lo suyo, evitar las cosas
impropias ; usar de todas las legítimas, de manera que el siervo no diga
ni haga actos del señor, et econverso; y el lugar triste entristecello, y el
alegre alegrallo, con toda la advertencia, diligencia y modo posibles, etc t
De dónde sea dicha comedia, y por qué, son tantas las opiniones, que
es una confusión. Cuanto a los géneros de comedias, a mí paresce que
bastarían dos para en nuestra lengua: comedia a noticia, y comedia a
fantasía. A noticia se entiende de cosa nota 2 y vista en realidad de verdad,
como son Soldadesca y Tinellaria. A fantasía, de cosa fantástica o fingida
que tenga color de verdad, aunque no lo sea, como son Serafina, Himena,
etcétera. Partes de comedia, ansimismo, bastarían dos, scilicet: intro\ito y
argumento. Si más os paresciere que deban ser, ansí de lo uno como de
lo otro, licencia se tienen para quitar y poner los discretos. Ansímismos
hallarán en parte de la obra algunos vocablos italianos, especialmente en
las comedias, de los cuales convino usar, habiendo respecto al lugar y a
las personas a quien se recitaron. Algunos dellos he quitado, otros he
dejado andar, que no son para menoscabar nuestra lengua castellana,
antes la hacen más copiosa.

[Prólogo a la Propalladia, edic, de J. Gillet. 1946.]

i • *

1
El argumento.
2
Anotada, conocida.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 181

GIL VICENTE

POEMAS LÍRICOS

por cordón de mis cabellos,


ió los mis amores,
Muy graciosa es la doncella, ¡ malhaya quien los envuelve !
¡ cómo es bella y hermosa !
E n Sevilla quedan ambos
Digas tú, el marinero, los mis amores,
que en las naves vivías, ¡ malhaya quien los envuelve !
5 si la nave o la vela o la estrella
es tan bella. 15 E n Sevilla quedan ambos,
sobre ellos armaban bandos,
Digas tú, el caballero los mis amores,
que las armas vestías, ¡ malhaya quien los envuelve í
si el caballo o las armas o la
io es tan bella. [guerra
III
Digas tú, el pastorcíco
que el ganadico guardas, Del rosal vengo, m i madre,
si el ganado o los valles o la vengo del rósale.
es tan bella. [sierra A riberas de aquel vado
viera estar rosal granado :
II 5 vengo del rósale.
¡ Malhaya quien los envuelve A riberas de aquel río
los mis amores, viera estar rosal florido :
malhaya quien los envuelve ! vengo del rósale.
Los mis amores primeros Viera estar rosal florido,
en Sevilla quedan presos, 10 cogí rosas con sospiro :
los mis amores, vengo del rósale.
¡ malhaya quien los envuelve !
Del rosal vengo, mi madre,
E n Sevilla quedan presos vengo del rósale.

[De Poesía española de la Edad Media, de Dámaso Alonso.]

DON D U A R D O S

ARGUMENTO DE LA COMEDIA

j"En la corte del emperador Palmerín de Constantinopla se celebra el


combate del príncipe don Duardos de Inglaterra con Prímaleón, hijo del
emperador. Vence don Duardos y queda prendado de Flérida, hija de Pal-
182 JOSÉ MANUEL BLECUA

merín. Ya en Inglaterra, la infanta Olimba le aconseja que vuelva a la


corte y como joven labrador se asiente con los hortelanos de Flérida,
haciéndose pasar por su hijo Julián. Al mismo tiempo le da una copa
encantada para que haga beber en eüa a Flérida. Don Duardos cumple
estos consejos y Flérida queda prendada de Julián, descubriéndose por
último la personalidad del príncipe don ¡Duardos, marchando los jóvenes
a Inglaterra.]

SOLILOQUIO TERCERO ver que este suyo se va


DE DON DUARDOS al infierno,
onde por su amor pene?
Tres días ha que no viene : 35 y la gloria será,
guisándome está la muerte que es eterno.
mi señora.
Señora, ¿quién te detiene? Entrando Flérida, sola, por el pomaf
No sé cómo estoy sin verte de la huerta, va diciendo :
sola un hora. ¡ Cuan alegres y contentos
Pues de darme eres servida estos árboles están!
despïadosa batalla Bn esto veo
y triste guerra, que no son grandes tormentos
io y mi paz está perdida, 40 los que sufre Julián
1 Muerte, llévame a buscalla con deseo :
so la tierra! que en la cámara a do esto
Que cuando Amor me prendió, veo llorar las figuras
dijo : «Presto has de morir de los paños
*5 , por justicia». 45 del dolor que siento yo,
Luego me sentenció y aquí crecen las verduras
y aluéngame el vivir con los daños.
con malicia. Y mis jardines, tejidos
Dios de amor, ¿no te contentas con seda de oro tirado,
ao que te quiero dar la vida 50 se amustiaron,
n'este día, porque mis tristes gemidos,
la misma que tú atormentas ? teñidos de mis cuidados
¡Sácame la dolorida los tocaron:
alma mía! y yo veo aquí las flores
¿ Qué más quieres ? ¡ Oh, huer- 55 y las aguas perenales
[ta, y lo ál,
deseo verte arrancada tan ajenas de dolores
donde esto! como yo llena de males
I Quema tu cerca y tu puerta, por mi mal.
pues estás tan olvidada
30 como yo! [Llega al sitio donde está don
Tu diosa, ¿por qué no viene Duardos, Y dice esté para sí :],
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 183

DON DTJARDOS DON DTJARDOS

60 No sé qué viene hablando Yo no hago desconcierto


la mayor diesa del cielo en andaros contemplando
entre sí : 95 noche y día.
si mal me viene rogando Diesa mía, no pequé
ya los males son consuelo en adoraros, señora,
65 para mí. la hermosura.
Si ruega a Dios me dé muerte, ¿Cómo? ¿Contra la ley n i fe
nadie tiene en m í poder, 100 v a aquel que os adora
sino ella ; por ventura ?
y dichosa fué m i suerte, ¿Adonde estuvo escondida
70 pues muerte no puede haber, vuesa Alteza, pues que sabç
sino de ella. mi pasión? :
105 que p'iedad merecida
FLÉRIDA
en tales señoras cabe
de razón.
Julián, ve tú ahora
y cógeme u n a manzana. FLORIDA

DON DTJARDOS Pïedad tengo de ti,


que tu mal para sanar
L,o que yo digo : 1110 no hay cura.
75 ¡discordia queréis, señora!
¡ Oh, mi guerrera troyana ! : DON DTJARDOS
¡ paz comigo !
L a manzana que queréis, ¿Por qué, señora?
aunque vos la merecistes,
-8o vida mía, FLORIDA
es discordia que traéis,
de alegría. Porque oí
que no se puede curar
FLORIDA la locura.

¿Qué hablas? ¿Estás dormido? DON DTJARDOS


%$ ¿Sueñas en la Troya a h o r a ?
Pues, ¿ qué haré, perdido el seso¿
DON DTJARDOS 115 sin tener, en tierra ajena,
cura en m í ?
Mas despierto
Pues pesad, en justo peso,
el sueño de vueso olvido,
que por vos, reina señora,
con que estos días, señora,
lo perdí.
me habéis muerto.
Y perdí el ánima mía,
* si de perder yo ventura
FWÉRIDA
sois servida ;
•90 Si supiese bien de cierto perdí de ser quien solía
que eso me dices velando, por la mayor hermosura,
matarm'hia. 125 desta vida.
184 JOSÉ MANUEL BLECU*.

FLORIDA aquel noble emperador


me sed, señora :
¿Quién solías tú de ser? y yo, la moza del molino,
la que él hizo por amor
DON DUARDOS
15,5 emperadora.
De mozo guardé ganado ¡ Oh, milagrosa señora,
y araba : ¡ Oh, milagrosa princesa
esto sé yo bien hacer. divinal,
130 Después dejé el arado no matéis quien os adora,
y trasquilaba. 160 que ninguna santa diesa
Después estuve a soldada hace mal !
y acarreaba harina
de un molino. FLORIDA
[Sale Artada y Flérida le dice:]
Vamonos de aquí, Artada,
FLÊRIDA de esta huerta sin consuelo
para nos,
135 Paréceme a mí, Artada, 165 ¡ de fuego seas quemada,
que este caso no camina y sea rayo del cielo :
buen camino. plega a Dios !
¡ Oh, hombre ! ¿ No me dirás,
DON DUARDOS pues que me quieres servir,
170 quién tú eres ?
Ya lo veo, alma mía:
Dímelo a mí no más ;
que es camino de dolor
ya sola te quiero oir
140 y de pesar.
si quisieres.
FLÉRIDA
DON DUARDOS
¿Adonde hallaste osadía?
Pláceme, con tal cautela,
DON DUARDOS 175 por hacer hechos discretos,
En el templo del Amor, que estemos
sobre el altar. sin sol, luna ni candela
que descubra los secretos
FLORIDA que hacemos.
180 Será a horas y en lugar
Luego bien sospecho yo que estén solas las estrellas
145 que no llega ahí villano. de presente,
los árboles sin lunar
DON DUARDOS
y Artada allí con ellas
¡ Oh, mi Dios, 185 sin más gente.
no queráis saber quien so! : Allí os descobriré
sed vos Roma, yo Trajano quien soy, y seréis servida
para vos. pues queréis
150 Sed para mí Costantino ; no crer quien yo soy, por fe,
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 185

190 que por vos tomé esta vida esto quiero,


que me veis. 195 juro a los dioses del cíelo
Y.si tenéis desconsuelo, que solamente en miraros
pensando que para enojaros tiemblo y muero.

[Edic. de Dámaso Alonso, Madrid, 1942.)

i.° Estudíese la versificación de los tres poemitas. ¿Cuál es por


su forma el más cercano a la poesía galaico-portuguesa ?
2.° Señalar en los fragmentos de Don Duardos los versos en que
el lirismo dramático es más acentuado.
3. 0 Analizar la presencia de la Naturaleza,
4.0 ¿Qué clase de versificación emplea Gil Vicente? Nótense
versos con cierta irregularidad.
5.0 Estudíense los caracteres y la psicología de Don Duardos.
CAPITULO XV

LA ÉPOCA DE FELIPE II

La poesía, — Tradicionalmente, dentro de la lírica culta de este pe-


ríodo se ha señalado la existencia de dos corrientes : una andaluza, repre-
sentada por los poetas sevillanos y granadinos; y otra, castellana, salman-
tina, representada por Fray Luis de León. E n la primera, hay un
predominio de lo formal sobre lo íntimo, frente a la segunda, caracterizada
por su hondo subjetivismo y su aparente despreocupación por la forma.

Fray Luis de León. —^ La figura más completa de esta época es la de


FRAY L U I S DE L E Ó N , nacido en Belmonte (Cuenca) en 1527, agustino y
profesor de la Universidad de Salamanca, donde había estudiado. Por sus
lecciones bíblicas, y más aún por intrigas, fué denunciado a la Inquisición
y preso en 1572. Su proceso duró cinco años, siendo al final absuelto. A
su vuelta :se reintegró a los trabajos de cátedra, muriendo en Madrigal
en 1591.

Su obra en prosa. — Como prosista, nos dejó en De los nombres de


Cristo sn obra más perfecta, y una de las más bellas de toda nuestra lite-
ratura, escrita con maravillosa elegancia, con un cuidado exquisito y
llena de armonía. E s un comentario, en forma de diálogo, de catorce nom-
bres aplicados a Cristo en las Sagradas Escrituras. El tratadito de La
perfecta casada versa sobre los deberes de la mujer cristiana, siguiendo
fuentes bíblicas. Tradujo magistralmente el Cantar de Cantares de Salo-
món, a ruegos de doña Isabel Osorio, añadiéndole unos comentarios llenos
de agudeza y poesía, lo mismo que en la Exposición del libro de Job.

Estilo. — Fray Luis de León fué uno de los prosistas que sintieron
más hondamente el problema del estilo. E n De los nombres de Cristo nos
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 187

expone su delicada concepción del trabajo al advertir que es tachado por-


que no escribe «desatadamente y sin orden y porque pongo las palabras
en concierto y las escojo y les doy su lugar ; porque piensan que hablar
romance es hablar como se habla en el vulgo, y no conocen que el bien
hablar no es común, sino negocio de particular juicio, ansí en lo que se
dice como en la manera como se dice ; y negocio que de las palabras que
todos hablan elige las que le convienen y mira el sonido de ellas, y aun
cuenta a veces las letras, y las pesa y las mide y las compone, para que
no solamente digan con claridad lo que se pretende decir, sino también
con armonía y dulzura». Por esta causa, la prosa de Fray Luis de León
es una de las más bellas de toda la literatura española; prosa llena de
cadencias y armonías estudiadas con todo cuidado. Cadencia y armonía
que se dan también en las ideas.

La poesía. •— Como poeta, es Fray Luis de León 'uno de los más


hondos y llenos de interés de toda la lírica europea de su tiempo. S^is
poesías completas, que él no llegó a editar, están divididas en tres libros :
el primero contiene sus poemas originales ; y los dos restantes, los tradu-
cidos. Su obra original es muy breve, y se reduce a veintitrés composicio-
nes. La poesía lírica desde Garcilaso a Fray Luis ha ganado en hondura
y trascendencia, como en las odas A Salinas, Noche serena, A Felipe Ruiz,
Alma región luciente, etc. La anécdota amorosa desaparece para dar en-
trada al puro subjetivismo del poeta. No es una poesía sensual y agradable
a los sentidos, sino que va derecha a calar en lo espiritual, despreciando
las bellezas retóricas. Casi toda la obra está escrita en liras y su vivo ardor
lírico no rompe los moldes de la estrofa. Tina adecuación perfecta entre
el espíritu y la materia poética, un sereno equilibrio, sintetiza toda su
obra. «El realizó —según Menéndez Pelayo—• la unión de la forma clásica
y del espíritu nuevo, presentida, mas no alcanzada por otros ingenios del
Renacimiento. »
Fray Luis de León fué un traductor impecable y exquisito. E l mejor
de la lengua española. Tradujo, mejor dicho, recreó la poesía de Virgilio
y de Horacio, de Tibulo y de Píndaro, junto con los poemas bíblicos y con
Petrarca. Poetas que dejaron su huella en la obra original, especialmente
Virgilio y Horacio.

Herrera. — El representante más genuino de lo que se ha dado en


llamar escuela sevillana es FERNANDO DE HERRERA, nacido en Sevilla ¡en
1534 y muerto en la misma ciudad en 1597. Como a Garcilaso, 'un amor
imposible le arrancó sus versos más encendidos : el amor por doña Leonor
de Milán condesa de Gelves, esposa de don Alvaro Colón. Amor plató-
nico que no pasó del verso.
186 JOSÉ MANUEL BLECUA

Temática..— Sus poesías giran alrededor de un tema amoroso y de un


tema patriótico, aunque también las hay de temas religiosos o amistosos.
Las amorosas están todas dedicadas a mostrar su pasión por doña Leonor.
a la que llama Luz, Estrella, Lumbre, etc. Su concepto del amor plató-
nico deriva de Petrarca, de Bembo y del Cortesano, de Castiglione, pero
una dulce resignación melancólica le hace encontrar deleite en su propio
dolor.
Porque alegre en el mal de mi cuidado,
de la prisión huir no pienso mía,
ni los lazos romper desta cadena.

E l mismo valor tiene su poesía de contenido heroico, como las conoci-


das canciones Por la victoria de Lepanto, A don Juan de Austria, Por la
pérdida del Bey don Sebastián, llenas de reminiscencias bíblicas.
Se han notado en los poemas de Herrera influencias de Garcilaso, de
Ausías March, de Petrarca y de la Biblia, pero hay algo profundamente
original en su pensamiento y en su forma. Herrera censuraba a sus com-
patriotas que, copiando la gracia y ligereza de los italianos, escribían «sin
espíritu y vigor», «sin nervio y músculos».

Estilo. — E n las Anotaciones a las obras de Garcilaso de la Vega, 1580,


nos ha dejado Herrera, además de una muestra de sus profundos cono-
cimientos clásicos e italianos, lo que pudiéramos llamar su estética o doc-
trina poética. Herrera evita con cuidado las voces vulgares y no teme usar
neologismos o construcciones latinizantes, junto con imágenes y metáforas
brillantes y coloristas. Pero Herrera supo limar su obra con un cuidado
exquisito, como lo demuestran muchísimos poemas conservados en dos o
tres versiones distintas y corregidas.

Otros poetas castellanos y andaluces, — Otros poetas de singular valor


en esta época fueron FRANCISCO DE LA TORRE, cuya predilección por el
tema de la noche hace destacar su temática de los restantes poetas del
siglo xvi, y FRANCISCO DE FIGUEROA, amigo de Cervantes, soldado y poeta,
que nos dejó bellísimos sonetos y lindas canciones.
Entre los .sevillanos destacan JUAN DE MAL LARA, gramático y huma-
nista, autor de un poema titulado La hermosa Psiehe, CRISTÓBAL MOS*
QUERA DE FIGUEROA, y BALTASAR DEL ALCÁZAR, representante de un tipo
de poesía satírica y juguetona, con influencias de Marcial.

CONSÚLTESE. — Aubrey Bell, Fray Luis de León, Barcelona, s. a. — Carlos


Vossler, Fray Luis de León, Colección Austral. — Adolphe Coster, Fernando de
Herrera, París, 1908.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 189

FRAY LUIS DE LEON

PROLOGO A SUS POESÍAS

A DON P E D R O PORTOCARRERO 1

Entre las ocupaciones de mis estudios en mi mocedad, y casi en mi


niñez, se m e cayeron como de entre las manos estas obrecillas, a las cuales
me apliqué más por inclinación de mi estrella que por juicio o voluntad.
No porque la poesía, mayormente si se emplea en argumentos debidos,
no sea digna de cualquier persona y de cualquier nombre... sino porque
conocía los juicios errados de nuestras gentes y su poca inclinación a
todo lo que tiene alguna luz de ingenio o de valor, y entendía las artes
y mañas de la ambición y del estudio, del interés propio y de la presun-
ción ignorante, que son plantas que nacen siempre y crecen juntas, y se
enseñorean agora de nuestros tiempos. Y ansí tenía por vanidad escusada
a costa de mi trabajo ponerme por blanco a los golpes de mil juicios des-
variados y dar materia de hablar a los que no viven de otra cosa. Y señala-
damente siendo yo de mi natural tan aficionado al vivir encubierto, que
después de tantos años como ha que vine a este reino, son tan pocos los
que me conocen en él, que como V. M. sabe, se pueden contar por los
dedos. Por esta causa nunca hice caso desto que compuse, ni gasté en
ello más tiempo del que tomaba para olvidarme de otros trabajos, ni puse
en ello más estudio del que merecía lo que nacía para nunca salir a luz;
de lo cual ello mismo y las faltas que en ello hay dan suficiente testimonio.

1 se admira, fabricado
del sabio moro, en jaspes sustentado.
V I D A RETIRADA 2

¡ Que descansada vida No cura 5 si la fama


la del que huye 3 el mundanal ruido, canta con voz su nombre pregonera 0 >
y sigue la escondida ni cura si encarama
senda por donde han ido la lengua lisonjera
los pocos sabios que en el mundo lo que condena la verdad sincera.
[han sido !
Que no le enturbia el pecho ¿ Q11^ presta a mi contento
de los soberbios grandes el estado 4 , si soy del vano dedo señalado,
ni del dorado techo si en busca de este viento
1 Beatas ille...
Don Pedro de Portocarrero, gran ami-
3
go y protector de Fray Luis, fué obispo La h es aspirada e impide la sinalefa.
de Calahorra, Córdoba y Cuenca e Inqui- * Es decir, que no siente envidia por
sidor General. Dedicóle también De los la riqueza y poderío de los grandes,
5
nombres de Cristo. Cuida, preocupa.
6
2 El tema de la oda procede de Horacio, Nótese el hipérbaton.
190 JOSÉ MANUEL BLECUA

ando desalentado el paso entre los árboles torciendo,


con ansias vivas, con mortal cuida- el suelo de pasada
[do? de verdura vistiendo,
¡ Oh monte, oh fuente, oh río ! y con diversas flores va esparciendo.
j oh secreto seguro deleitoso !
Roto casi el navio, El aire el huerto orea,
a vuestro almo 7 reposo y ofrece mil olores al sentido,
huyo de aqueste mar tempestuoso 8 . los árboles menea
con un manso ruido
Un no rompido 9 sueño, que del ord y del cetro pone olvido.
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño Ténganse su tesoro
vanamente severo los que de un flaco leño 12 se confían;
de a quien la sangre 10 ensalza o el no es mío ver el lloro
de los que desconfían
[dinero 11 .
cuando el cierzo y el ábrego 13
Despiértenme las aves [porfían.
con su cantar suave no aprendido,
no los cuidados graves La combatida antena
de que es siempre seguido cruje, y en ciega noche el claro día
el que al ajeno arbitrio está atenido. se torna, al cielo suena
confusa vocería, '
Vivir quiero conmigo, y la mar enriquecen a porfía.
gozar quiero del bien que debo al
A mí una pobrecilla
a solas sin testigo, [cielo,
mesa de amable paz bien abastada1*
libre de amor, de celo, me baste, y la vajilla
de odio, de esperanzas, de recelo. de fino oro labrada
Del monte en la ladera sea de quien la mar no teme airada.
por mi mano plantado tengo un Y mientras miserable- 15
que con la primavera [huerto, mente se están los otros abrasando
de bella flor cubierto con sed insaciable
ya muestra en esperanza el fruto del no durable mando,
[cierto. tendido yo a la sombra esté cantan-
Y como codiciosa do.
de ver y acrecentar su hermosura, A la sombra tendido
desde la cumbre airosa de yedra y lauro 16 eterno coronado,
una fontana pura puesto el atento oído
hasta llegar corriendo se apresura. al són dulce acordado
Y luego sosegada del plectro 17 sabiamente meneado,
7 13
Vivificador, criador. {Del latín almus.) Los vientos Norte y Sur.
14
* Metáfora para designar al mundo y Abastecida.
15
sus tráfagos. Nótese la singularidad de esa rima.
9 16
Ininterrumpido. La forma rompido es Laurel.
17
frecuente en los clásicos. El plectro es una púa pequeña, de
10
El linaje, la nobleza. marfil, hueso o madera, que sirve para
11 tocar ciertos instrumentos de cuerda. Por
Nótese que ]a rima es además aso-
nante. extensión significa algunas veces el mis-
12 mo instrumento musical o la inspiración
Metáfora para designa»" la nave.
poética.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 191

II ¡ Ay ! levantad los ojos


a aquesta celestial eterna esfera,
A DIEGO ORARTE18 burlaréis los antojos
de aquesa lisonjera
Noche serena vida, con cuanto teme y cuanto espe-
Cuando contemplo el cielo [ra.
de innumerables luces adornado, ¿Es más que un breve punto
y miro hacia el suelo el bajo y torpe suelo, comparado
de noche rodeado, a aqueste gran trasunto,
en sueño y en olvido sepultado ; do vive mejorado
lo que es, lo que será, lo que ha
el amor y la pena
despiertan en mi pecho una ansia [pasado ?
despiden larga vena [ardiente; Quien mira el gran concierto
los ojos hechos fuente 19 ; de aquestos resplandores eternales
la lengua dice al fin con voz doliente: su movimiento cierto,
sus pasos desiguales,
Morada de grandeza, y en proporción concorde tan iguales;
templo de caridad y hermosura 20 ,
mi alma que a tu alteza la luna cómo mueve
nació, ¿qué desventura la plateada rueda, y va en pos de
la tiene en esta cárcel baja, escura? la luz do el saber Hueve24, [ella
y la graciosa estrella
¿Qué mortal desatino de Amor le sigue reluciente y
de la verdad aleja así el sentido, [bella 25 :
que de tu bien divino y cómo otro camino
olvidado, perdido, prosigue el sanguinoso Marte airado
sigue la vana sombra, el bien fingi- y el Júpiter benino
[do 21 ? de bienes mil cercado
El hombre está entregado serena el cielo con su rayo amado :
al sueño, de su suerte no cuidando,
y con paso callado rodéase en la cumbre
el cielo vueltas dando 23 Saturno, padre de los siglos, de
las horas del vivir le va hurtando. tras él la muchedumbre [oro 26 ,
¡ Oh !, despertad, mortales ; del reluciente coro27
mirad con atención en vuestro daño ; su luz va repartiendo y su tesoro :
¿ Las almas inmortales ¿Quién es el que esto mira,
hechas a bien tamaño 23 y precia la bajeza de la tierra,
podrán vivir de sombras y de enga- y no gime y suspira
[ño? por romper lo que encierra
18 24
Diego Olarte, amigo de fray Luis, fué El planeta Mercurio, dios a quien
arcediano de Ledesma. los romanos atribuían la sabiduría.
2s
19
Els decir : lloran los ojos copiosa- Venus.
26
mente. Saturno, dios del tiempo, padre de
20 la famosa edad de Oro. Por estar rodeado
La h es aspirada. de anillos y ser el más lejano de la tie-
21
Nótese Ja rima. rra, fray Luis escribe rodéase en la
22
Obsérvese la construcción sintáctica. cumbre.
23 27
Tan grande, (de Tan magnum). Las estrellas.
192 JOSÉ MANUEL BLECUA

el alma, y de estos bienes l a des- t a n a nivel y plomo 3 3 ,


tierra ? do estable eterno asiento
Aquí vive el contento, posée el pesadísimo elemento 3 4 .
aquí reina la paz ; aquí asentado
está el Amor sagrado Veré las inmortales
de honra y de deleites rodeado. colunas do la tierra está fundada,
las lindes y señales 3 5
Inmensa hermosura con que a la m a r hinchada
aquí se muestra toda ; y resplandece la Providencia tiene aprisionada.
clarísima luz pura,
que jamás anochece ; Por qué tiembla la tierra,
eterna primavera aquí florece. por qué las hondas mares se embra-
do 3 6 sale a mover guerra [vecen ;
] Oh campos verdaderos ! el Cierzo, y por qué crecen
¡oh prados con verdad frescos y las aguas del Océano y descrecen 37 ;
¡ riquísimos mineros ! [amenos !
¡ oh deleitosos senos ! de do manan las fuentes;
¡repuestos 3 8 valles de mil bienes quién ceba, y quién bastece de los
[llenos ! las perpetuas corrientes ; [ríos
de los helados fríos
veré las causas, y de los estíos;
III las soberanas aguas
del aire en la región quién las sos-
A FEUPE RUIZ29
de los rayos las fraguas ; [tiene 3 8 ;
¿Cuando será que pueda dó los tesoros tiene
libre de esta prisión 3 0 volar al cielo, de nieve Dios, y el trueno dónde
Felipe, y en la rueda [viene.
que h u y e más del suelo 3 1 , ¿No ves cuando acontece
contemplar la verdad pura sin velo? turbarse el aire todo en el verano?
Kl día se ennegrece,
Allí a mi vida j u n t o sopla el Gallego 39 insano,
en luz resplandeciente convertido, y sube hasta el cielo el polvo vano.
veré distinto y junto
lo que es y lo que h a sido, Y entre las nubes mueve
y su principio propio 3 3 y ascondído. su carro Dios, ligero y reluciente,
horrible son 40 conmueve,
Entonces veré cómo relumbra fuego ardiente 4 1 ,
el divino poder echó el cimiento treme 4 2 la tierra, humíllase la gente.
28 35
Secretos, ocultos (de repono). Hitos o mojones que se ponen para
29
Felipe Ruiz era también íntimo de señalar un camino.
fray Luis. Escribió algunos poetas latinos, 36
Donde, de donde.
30
De este mundo. 37
Las mareas.
31
El paraíso de los justos, que coro- 38
Las nubes.
na la estructura del universo, según la 39
división del sistema planetario de Pto- El viento noroeste. ¿Por qué le lla-
lomeo. ma Gallego?
40
32
Su esencia. El trueno.
33 41
Plomada. El relámpago.
34 42
La „Tierra. Tiembla.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 193

L a lluvia baña el techo, la música extremada


invían largos ríos los collados ; por vuestra sabia mano gobernada.
su trabajo deshecho, A cuyo son divino
los campos anegados mi alma que en olvido está sumida,
miran los labradores espantados. torna a cobrar el tino
Y de allí levantado y memoria perdida
veré los movimientos celestiales, de su origen primera 4 7 esclarecida.
ansí el arrebatado 4 3 Y como se conoce,
como los naturales, en suerte y pensamientos se mejora;
las causas de los hados 4 ' 1 , -las se- el oro desconoce
[nales. que el vulgo ciego adora,
Quién rige las estrellas la belleza caduca engañadora.
veré, y quién las -enciende con her-
Traspasa el aire todo
y eficaces centellas; [mosas
hasta llegar a la más alta esfera,
por qué están las dos Osas,
de bañarse en el mar siempre medro- y oye allí otro modo
sas. de no perecedera
5 música, que es la fuente y la pri-
Veré este fuego eterno*
mera48.
fuente de vida y luz do se mantiene;
3^ por qué en el invierno Y como está compuesta
tan presuroso viene, de números concordes 49 , luego envía
quién en las noches largas le detiene. consonante respuesta,
y entreambas a porfía
Veré sin movimiento se mezcla una dulcísima armonía.
en la más alta esfera las moradas
del gozo y del contento, Aquí la alma navega
de oro y luz labradas, por un mar de dulzura, 3' finalmente
de espíritus dichosos habitadas. en él ansí se anega,
que ningún accidente
extraño o peregrino oye o siente.
IV
¡ Oh desmayo dichoso !
A FRANCISCO SAUNAS 46
¡ oh muerte que das vida ! ¡ oh
[dulce olvido!
El aire se serena ¡durase en tu reposo
y viste de hermosura y luz no usada, sin ser restituido
Salinas, cuando suena jamás a aqueste baxo y vil sentido!

43 manca desde 1567, era uno de los gran-


El de las estrellas fugaces, cornetas
etcétera. des amigos de nuestro poeta. Es autor
44
Alude a las creencias en la astro- de un tratado musical titulado De música.
47
logia, Origen, femenino latino, alternaba
45 con el masculino en el s. XVI.
El sol. 48
46
Francisco Salinas, ciego, catedrático La armonía universal de las esfe-
de música de la Universidad de Sála- ras según h. teoría de los pitagóricos.
4?
De sonidos cadenciosos, acordados.

r¿
194 JOSÉ MANUEL BLECUA

A este bien os llamo, i Oh ! suene de contino,


gloria del apolíneo sacro coro, Salinas, vuestro son en mis oídos,
amigos, a quien amo por quien al bien divino
sobre todo tesoro ; despiertan los sentidos,
que todo lo visible es triste lloro. quedando a los demás adormecidos.

i.° ¿Qué dice fray Luis de León de sus poemas?


2.° Indíquese en qué sentimiento se inspira cada poema. Hágase
un estudio temático.
3-° ¿Qué es el mundo para fray Luis? ¿Qué contrapone a este
bajo mundo? Díganse las ideas que expone acerca de la vida sobre-
natural.
4-° l Qué efectos causa la música según nuestro poeta ?
5.Û Anótense algunas expresiones de tipo místico.
6.° Estudíense la forma y el estilo. Señálense algunas metáforas,
alegorías o imágenes frecuentes en los poemas.

DE LOS NOMBRES DE CRISTO

I N T R O D U C C I Ó N

Era por el mes de junio, a las vueltas de la fiesta de sant Juan, al


tiempo que en Salamanca comienzan a cesar los estudios, cuando Marcelo»
el uno de los que digo (que ansí le quiero llamar con nombre fingido, por
ciertos respectos que tengo, y lo mismo haré a los demás), después de
una carrera tan larga como es la de un año en la vida que allí se vive,
se retiró, como a puerto sabroso, a la soledad de una granja que, como
V. M. sabe, tiene mi monasterio en la ribera de Tormes; y fuéronse con
él, por hacerla compañía y por el mismo respecto, los otros dos. Adonde
habiendo estado algunos días, acónteselo que una mañana, que era la
del día dedicado al apóstol sant Pedro, después de haber dado al culto
divino lo que se le debía, todos tres juntos se salieron de la casa a la
huerta que se hace delante della.
Es la huerta grande, y estaba entonces bien poblada de árboles, aunque
puestos sin orden ; mas eso mismo hacía deleite en la vista, y sobre
todo la hora y la sazón. Pues en ella, primero, y por un espacio pequeño,
se anduvieron paseando y gozando del frescor, y después se sentaron
juntos, a la sombra de unas parras y junto a la corriente de una pequeña
fuente, en ciertos asientos. Nasce la fuente de la cuesta que tiene la casa
a las espaldas, y entraoa en la huerta por aquella parte, y corriendo y
estropezando parecía reírse. Tenían también delante de los ojos y cerca
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 195

dellos, una alta y hermosa alameda. Y más adelante, y no m u y lejos, se


veía el río Tormes, que aun en aquel tiempo, hinchiendo bien sus riberas,
iba torciendo el paso por aquella vega. El día era sosegado y purísimo,
y la bora, m u y fresca. Así que, asentándose, y callando por u n pequeño
tiempo, después de sentados, Sabino (que así me place llamar al que
de los tres era el más mozo), mirando hacia Marcelo y sonriéndose, co-
menzó a decir así:
—Algunos hay a quien la vista del campo los enmudece, y debe ser
condición de espíritus de entendimiento profundo ; mas yo, como los
pájaros, en viendo lo verde, deseo cantar o hablar.
—Bien entiendo por qué lo decís —respondió al punto Marcelo—, y
no es alteza de entendimiento, como dais a entender por lisongearme o
por consolarme, sino cualidad de edad y humores diferentes, que nos pre-
dominan, y se despiertan con esta vista, en vos de sangre, y en mí de
melancolía. Mas sepamos —dice— de Juliano —(que este era el nombre
del otro tercero)— si es pájaro también o si es de otro metal.
—No soy siempre de uno mismo —respondió Juliano—, aunque agora
al humor de Sabino me inclino algo más. Y pues él no puede agora razonar
consigo mismo mirando la belleza del campo y la grandeza del cielo,
bien será que nos diga su gusto acerca de lo que podremos hablar.
Entonces Sabino, sacando del seno un papel escripto y no m u y grande :
— A q u í .—dice— está mi deseo y m? esperanza.
Marcelo, que reconoció luego el papel, porque estaba escripto de su
mano, dijo, vuelto a Sabino y riéndose :
—No os atormentará mucho el deseo a lo menos, Sabino, pues tan en
la mano tenéis la esperanza ; ni aun deben ser ni lo uno ni lo otro muy
ricos, pues se encierran en tan pequeño papel.
—Si fueran pobres —dijo Sabino— menos causa tendréis para no satis-
facerme en una cosa tan pobre.
—'¿En qué manera —respondió Marcelo— o qué parte soy yo para
satisfacer a vuestro deseo, o qué deseo es el que decís ?
Entonces Sabino, desplegando el papel, leyó el título, que decía: De
los nombres de Cristo; y no leyó más. Y luego dijo:
-—Por cierto caso 1 hallé hoy este papel, que es de Marcelo, adonde,
como parece, tiene apuntados algunos de los nombres con que Cristo es
llamado en la Sagrada Escriptura, y los lugares d ella adonde es llamado
así. Y como le vi, me puso codicia de oirle algo sobre aqueste argumento,
y por eso dije que mi deseo estaba en aqueste papel ; y está en él mi
esperanza también, porque como parece del, éste es argumento en que
Marcelo h a puesto su estudio y cuidado, y argumento que le debe tener
en la lengua ; y así, no podrá decirnos agora lo que suele decir cuando se
escusa si le obligamos a hablar, que le tomamos desapercibido. Por manera
que, pues le falta esta escusa, y el tiempo es nuestro, y el día sancto, y
la sazón tan a propósito de pláticas semejantes, no nos será dificultoso
el rendir a Marcelo, si vos, Juliano, me favorecéis.

Por casualidad.
196 JOSÉ MANUEL BLEClM

—Eu ninguna cosa me hallaréis más a vuestro lado, Sabino —respondió


Juliano.
Y dichas y respondidas muchas cosas en este propósito, porque Mar-
celo se escusaba mucho, o a lo menos pedía que tomase Juliano su parte
y dijese también, y quedando asentado que a su tiempo, cuando pareciese,
o si pareciese ser menester, Juliano haría su oficio2, Marcelo, vuelto a
Sabino, dijo así :
.—Pues el papel ha sido el despertador desta plática, bien será que él
mismo nos sea la guía en ella. Id leyendo, Sabino, en él y de lo que en
él estuviere, y conforme a su orden, así iremos diciendo, si no os parece
otra cosa.
—Antes nos parece lo mismo —respondieron como a una Sabino y
Juliano.

PAZ DEL HOMBRE

...El tener nno paz consigo es principio certísimo para tenerla con
todos los otros. Porque sabida cosa es lo que nos diferencia y lo que
nos pone en contienda y en guerra a unos con otros son nuestros deseos
desordenados ; y que la fuente de la discordia y rencilla siempre es y fué
la mala codicia de nuestro vicioso apetito. Porque todas las diferencias y
enojos que los hombres entre sí tienen, siempre se fundan sobre la pre-
tensión de algunos destos bienes, que llaman bienes los hombres, como
son o el interés o la honra, o el pasatiempo y deleite, que como son
bienes limitados y que tienen su cierta tasa, habiendo muchos que los
pretenden sin orden, no bastan a todos ; o vienen a ser para cada uno
menores : y así se embarazan y se estorban los unos a los otros, aquellos
que sin rienda los aman. Y del estorbo nace el desgusto ; y del, el enojo ;
y al enojo se sigue los pleitos y las diferencias, y finalmente las enemis-
tades capitales y las guerras : Como lo dice San lago casi por estas últi-
mas palabras : «¿ Dónde hay en vosotros pleitos y guerras sino por causa
de vuestros deseos malos?» Y al revés, el hombre de ánimo bien compuesto,
y que conserva paz y buena orden consigo, tiene atajadas y como cortadas
cuasi todas las ocasiones : y cuanto es de su parte sin dubda todas las
que le pueden encontrar con los hombres... Así que como la piedra en el
edificio está asentada en su debido lugar, o por decir cosa más propia,
como la cuerda en la música, debidamente templada en sí misma, hace
música dulce con todas las demás cuerdas sin disonancia ninguna, así el
ánimo bien concertado dentro de sí, y que vive sin alboroto, y tiene siem-
pre en la mano la rienda de sus pasiones, y de todo lo que en él puede
mover inquietud y bullicio, consuena con Dios y dice bien con los hombres;
y teniendo paz consigo mismo, la tiene con los demás.

(Lfibro II, Príncipe de la paz)

Es decir, intervendría en el diálogo.


HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 197

FERNANDO DE HERRERA

ALGUNAS IDEAS ESTÉTICAS DE HERRERA

...las palabras son imágenes de los pensamientos. Debe ser la claridad


que nace délias luciente, suelta, libre, blanda y entera ; no oscura, no
intrincada, no forzada, no áspera y despedazada... Mas la oscuridad que
procede de las cosas y de la dotrina es alabada y tenida entre los que
saben mucho, pero no debe oscurecerse más con las palabras; porque
basta la deficultad de las cosas...
...la elegancia es modo que trae claridad a todos los modos de la
oración ; la puridad de sí mesma es clara y abierta; mas la elegancia está
en la grandeza y manificencia del decir, y es como el sol que deshace la
oscuridad. Las palabras que usa son claras, llanas, nativas (llamo nativas
las que se sinifican con el sentido y son casi nacidas con las mesmas
cosas) y tales que ninguna dureza se halla en ellas, y finalmente las mes-
mas que usa la pureza...
...la suavidad de la oración es donde no hay muchas consonantes y se
evitan los elementos ásperos... las vocales suenan más dulcemente que
las consonantes ; y así hacen más blanda la oración y con más lenidad y
no con tanto ruido y estruendo... El verso que tiene muchas consonantes
es grave, tardo y lleno...
...Todas las lenguas tuvieron infancia o niñez, juventud, perfección y-
vejez, y ninguna se hizo grande de repente.
...¿Y temeremos nosotros traer al uso y ministerio della [de la lengua]
otras voces extrañas y nuevas, siendo limpias, propias, sinificantes, con-
vinientes, maníficas, numerosas y de buen sonido, y que sin ellas no se
declara el pensamiento con una sola • palabra ? Apártese este rústico miedo
de nuestro ánimo ; sigamos el ejemplo de aquellos antiguos varones que
enriquecieron el sermón romano con las voces griegas y peregrinas y con
las bárbaras mesmas...
(Anotaciones a las Obras de Garcilaso.)
198 JOSE MANUEL BLECU*

REDONDILLAS

Ya de vos no lie de querer porque ser menos perdido


galardón de mis suspiros, es su mayor perdición.
pues de m i pena en serviros Matadme en vuestra memoria
me supe satisfacer. porque menos me matéis,
No tengo más que esperar que con aquesta victoria
en la causa de mi pena, nunca alcanzaréis la gloria
pues es la causa tan buena que en mis males pretendéis.
con que me puede salvar. Tan ufano y tan contente
Y pues llego a merescer me hallo con mi pasión,
la gloria de mis suspiros, que en lugar del galardón
de mis males con serviros pido, señora, el tormento.
me puedo satisfacer. Porque sola la memoria
Pues nunca tenéis memoria de que vos causais mi pena,
del daño que me hacéis, hace mi pasión tan buena
para matarme la gloría que su mal es mayor gloria.
de mi mal no os acordéis. Y descansa el corazón
Que no sufre el corazón de su grave sentimiento,
no morir ya en vuestro olvido ; pues honra su perdición
memoraos de su pasión, con la causa del tormento.

SONETO

Rojo sol, que con hacha luminosa


cobras 1 el purpureo 2 y alto cielo,
¿hallaste tal belleza en todo el suelo,
que iguale a mi serena Luz 3 dichosa ?

5 Aura suave, blanda y amorosa


que nos halagas con tu fresco vuelo ;
cuando se cubre del dorado velo
mi luz ¿tocaste trenza más hermosa?
Luna, honor de la noche, ilustre coro
io de las errantes lumbres y fijadas4
¿considerastes tales dos estrellas?

1
Recobras. nor de Milán— Luz, Estrella, Eliodora*
2
Purpureo es palabra grave. etcétera.
3 4
Herrera llama a su amada —D.* Leo- Las estrellas fijas y las fugaces.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

Sol puro, aura, luna, llamas de oro,


¿oístes vos mis penas nunca usadas?
¿vistes Iyuz más ingrata a mis querellas?

SONETO

Suspiro y pruebo con la voz doliente


que en su dolor espire el alma mía ;
crece el suspiro en vano y mi agonía,
y el mal renueva siempre su accidente.
5 Estas peñas, do solo muero ausente,
rompe mi suspirar en noche y día 5 ;
y no Mere (¡oh dolor de mi porfía!)
a quien estos suspiros no consiente.
Suspirando no muero y no deshago
io parte de mi pasión, mas vuelvo al llanto,
y, cesando las lágrimas, suspiro.
Esfuerza Amor el suspirar que hago,
y, como el cisne muere en dulce canto 6 ,
así acabo la vida en el suspiro.

SONETO

Despoja la hermosa 7 y verde frente


de los árboles altos el turbado
otoño, y dando paso al viento helado,
queda lugar al aura de ocidente.
5 L,as plantas que ofendió con el presente
espíritu de Zéfiro templado
cobran honra y color, y esparce el prado
olor de bellas flores dulcemente.
Mas ¡oh triste! que nunca mi esperanza,
io después que lo abatió desnuda el hielo,
torna avivar para su bien perdido.

5
Nótese la construcción. gar común en la poesía.
6 7
El canto del cisne al morir es un lu- La h es aspirada.
200 JOSE MANUEL BLECÜA

¡ Cruda suerte de amor, dura mudanza,


firme a mi mal, que el variar del cielo
tiene contra su fuerza suspendido !

SONETO

Oye tú solo,, eterno y sacro río 8 ,


el grave y mustio son de mi lamento ;
y mezclado en tu grande crecimiento
lleva al padre Nereo9 el llanto mío.
5 Los suspiros ardientes que a tí envío,
antes que los derrame leve viento,
acoge en tu sonante movimiento,
porque se asconda en ti mi desvarío.
No sean más testigos de mi pena
io los árboles, las peñas, que solían
responder y quejarse a mí gemido.
Y en estas ondas y corriente llena,
a quien vencer mis lágrimas porfían,
viva siempre mi mal y amor crecido.

ELEGÍA

No bañes en el mar sagrado y cano,


callada Noche, tu corona oscura,
antes de oír este amador ufano.
Y tú 10 alza de la húmida hondura
5 las verdes hebras de la bella frente,
de Náyades lozana hermosura.
Aquí, do el grande Betis ve presente
la armada vencedora, que el Egeo
manchó con sangre de la turca gente 11 ,
io quiero decir la gloria en que me veo ;
pero no cause invidia este bien mío
a quien aun no merece mi deseo.

8 10
El Guadalquivir. Confróntese esta El Guadalquivir.
11
situación con la de la Elegía. La armada de don Juan de Austria.
9
Nereo es el dios del Océano, padre La elegía datará de 1571, cuando la ar-
de las Nereidas. mada estaba en el Guadalquivir.
HÍSTORÍA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

Sosiega el curso, tú, profundo río,


oye mi gloria, pues también oíste
15 mis quejas en tu puro asiento frío13.
Tú amaste, y como yo también supiste
del mal dolerte, y celebrar la gloria
de los pequeños bienes que tuviste.
Breve será la venturosa historia
20 de mi favor ; que breve es la alegría
que tiene algún lugar en mi memoria.
Cuando del claro cielo se desvía
del sol ardiente el alto carro apena 14
y casi igual espacio muestra el día,
25 con blanda voz, que entre las perlas suena,
teñido el rostro de color de rosa,
de honesto miedo, y de amor tierno llena,
me dijo así la bella desdeñosa
que un tiempo me negaba la esperanza,
30 sorda a mi llanto y ansia congojosa:
—«Si por firmeza y dulce amar se alcanza
premio de amor, yo tener bien debo
de los males que sufro más holganza.
«Mil veces, por no ser ingrata, pruebo
35 vencer tu amor, pero al 15 fin no puedo ;
que es mi pecho a sentillo rudo y nuevo.
«Si en sufrir más me vences, yo te ecedo
en pura fe y afectos de terneza:
vive de hoy más ya confiado y ledo16».
40 No sé si oí, si fui de su belleza
arrebatado, si perdí el sentido ;
sé que allí se perdió mi fortaleza.
Turbado dije al fin : —«Por no haber sido
este tan grande bien de mí esperado,
45 pienso que debe ser (si es bien) fingido.
«Señora, bien sabéis que mi cuidado
todo se ocupa en vos ; que yo no siento
ni pienso, sino en verme más penado.
«Mayor es que el humano mi tormento,
50 y al mayor mal igual esfuerzo tengo,
igual con el trabajo el sentimiento.
«Ivas penas que por sola vos sostengo
me dan valor, y mi firmeza crece
cuanto más en mis males me entretengo.
55 «No quiero concederos que merece
mi afán tal bien, que vos sintáis el daño;
más ama quien más sufre y más padece.
13 15
Recuérdese el soneto anterior. Léase sin sinalefa.
14 16
Apenas. Contento.
202 JOSÉ MANUEL BLECUA

«No es mi pecho tan rudo o tan extraño


que no conosca en el dolor primero
6o si en esto que dijístes cabe engaño.
«Un corazón de impenetrable acero
tengo para sufrir, y está más fuerte,
cuanto más el asalto es bravo y fiero.
«Dióme el cielo en destino aquesta suerte,
°5 y yo la procuré, y hallé el camino
para poder honrarme con mi muerte».
Lo demás que entre nos pasó no es dino,
Noche, de oir el Austro presuroso,
ni el viento de tus lechos más vecino.
70 Mete en el ancho piélago espumoso
tus negras trenzas y húmido semblante;
que en tanto que tu yaces en reposo
podrá Amor darme gloria semejante.

c ANc 1 o N17
Voz de dolor y canto de gemido
y espíritu de miedo, envuelto en ira,
hagan principio acerbo a la memoria
de aquel día fatal aborrecido
5 que Lusitania mísera suspira,
desnuda de valor, falta de gloria;
i la llorosa historia
asombre con horror funesto y triste
dende el áfrico Atlante y seno ardiente
10 hasta do el mar de otro color se viste 18 ,
y do el límite rojo de Oriente,
y todas sus vecinas gentes fieras
ven tremolar de Cristo las banderas.
¡ Ay de los que pasaron, confiados
15 en sus caballos y en la muchedumbre
de sus carros, en ti, Libia desierta,
y en su vigor y fuerzas engañados,
no alzaron su esperanza a aquella cumbre
de eterna luz ; mas con soberbia cierta
20 se ofrecieron la incierta
vitoria ; y sin volver a Dios sus ojos,
con hierto cuello y corazón ufano
sólo atendieron siempre a los despojos !
Y el santo de Israel abrió su mano,
25 y los dejó, y cayó en despeñadero
17
Lamenta Herrera en esta bella can- don Sebastián en agosto de 1578. La can-
ción la célebre derrota que infligieron los cíón está llena de reminiscencias bíblicas,
18
árabes a las huestes portuguesas del rey El mar Rojo.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

el carro y el caballo y caballero 19 .


Vino el día cruel, el d;a lleno
de indicación, de ira y furor, que puso
en soledad y en u n profundo llanto
30 de gente, y de placer el reino ageno.
m cielo no alumbró, quedó sonfuso
el nuevo sol, presagio de mal tanto ;
y con terrible espanto
el Señor visitó sobre sus males,
35 para humillar los fuertes arrogantes,
y levantó los bárbaros no iguales,
que con osados pechos y constantes
no busquen oro, mas con crudo hierro
venguen la ofensa y cometido yerro.
40 Los impíos 2 0 y robustos, inclinados,
las ardientes espadas desnudaron
sobre la claridad y hermosura
de tu gloria y valor, y no cansados
en tu muerte, t u honor todo afearon,
45 mesquina Lusitania sin ventura ;
y con frente segura
rompieron sin temor con fiero estrago
tus armadas escuadras y braveza.
La arena se tornó sangriento lago,
50 la llanura con muertos, aspereza ;
cayó en unos vigor, cayó denuedo,
mas en otros, desmayo y torpe miedo.
¿Son estos, por ventura, los famosos,
los fuertes y belígeros varones
55 que conturbaron con furor la tierra,
que sacudieron reinos poderosos,
que pusieron desierto en cruda guerra
cuanto enfrena y encierra
60 el m a r Indo, y feroces destruyeron
grandes ciudades? ¿Dó la valentía?
¿Cómo así se acabaron y perdieron
t a n t o heroico valor en sólo u n día;
y lejos de su patria derribados,
65 no fueron justamente sepultados? 2 1
Tales fueron aquestos, cual hermoso
cedro del alto Líbano, vestido
de ramos, hojas con ecelsa alteza;
las aguas lo criaron poderoso,
70 sobre empinados árboles subido,
19 21
Nótense las aliteraciones y el uso de Como si dijera : sepultad
la conjunción. no debido.
20
Léase acentuando la primera i
204 JOSÉ MANUEL BLECUA

y se multiplicaron en grandeza
sus ramos con belleza;
y, extendiendo su sombra, se anidaron
las aves que sustenta el grande cielo,
75 y en sus hojas las fieras engendraron,
y hizo a mucha gente humbroso velo :
no igualó en celsitud y hermosura
jamás árbol alguno a su figura.
Pero elevóse con su verde cima,
8o y sublimó la presunción su pecho,
desvanecido todo y confiado,
haciendo de su alteza sólo estima.
Por eso Dios lo derribó deshecho,
a los impíos y ágenos entregado,
85 por la raíz cortado ;
que opreso de los montes arrojados,
sin ramos y sin hojas y desnudo,
huyeron del los hombres espantados,
que su sombra tuvieron por escudo ;
90 en su ruina y ramos cuantos fueron
las aves y las fieras se pusieron.
Tú, infanda Libia, en cuya seca arena
murió el vencido reino Lusitano,
y se acabó su generosa gloria,
95 no estés alegre y de ufanía llena,
porque t u temerosa y flaca mano
hubo sin esperanza tal victoria,
indina de memoria ;
que si el justo dolor mueve a venganza
100 alguna vez el español coraje,
despedazada con aguda lanza ,
compensarás muriendo el hecho ultraje ;
y Luco, amedrentando al mar inmenso,
pagará de africana sangre el censo.
(Edic. de Clásicos Castellanos)

i.° Expliqúense algunas ideas de Fernando de Herrera, especial-


mente las referentes al amor platónico.
2.» Distínganse los temas poéticos. Analícense los sentimientos
que expresan los sonetos y compárense con los de la Elegía.
3. 0 Estudíense las diferentes características formales que ofrecen
los poemas amorosos y el patriótico. Nótese el predominio de las
vocales y de las consonantes en cada poema.
4. 0 Compárese el estilo de fray Luis con el de Herrera. ¿ E n qué
consisten las diferencias formales y temáticas?
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 205

BALTASAR DEL ALCAZAR

A FRANCISCO SARMIENTO

Deseáis, señor Sarmiento, 25 Después, que, cayendo, viene


saber en estos mis años, a dar en el m a r hesperio,
sujetos a tantos daños, desamparando el imperio
cómo me porto y sustento. que en nuestro horizonte tiene,
5 Yo os lo diré en brevedad, me suelen dar a comer
porque la historia es bien breve, 30 tostadas en vino mulso, 1
y el daros gusto se os debe que el debilitado pulso
con toda puntualidad : restituyen en su ser.
Salido el sol por Oriente, Luego me cierran la puerta,
ro de rayos acompañado, y me entrego al dulce sueño ;
35 dormido, soy de otro dueño ;
me dan un güevo pasado
no sé de m í cosa cierta.
por agua, blando y caliente,
Hasta que, habiendo el sol
con dos tragos del que suelo [nuevo,
llamar yo néctar divino, me cuentan cómo he dormido,
15 y a quien otros llaman vino, y así de nuevo les pido
porque nos vino del cielo. 40 que me den néctar y güevo.
Cuando el luminoso vaso Ser vieja la casa es esto ;
toca en la meridional, veo que se va cayendo ;
distando por un igual vóile puntales poniendo,
20 del Oriente y del Ocaso, porque no caiga tan presto.
me dan asada y cocida, 45 Mas todo es vano artificio :
de u n a gruesa y gentil ave, que presto dicen mis males
con tres veces del suave han de faltar los puntales
licor que alegra la vida. y allanarse el edificio.

1
V i n o mulso es el mezclado con miel
o azúcar.
CAPITULO XVI

EL PERIODO DE LOS GRANDES MÍSTICOS

Ascética y mística. — E n la época de Felipe I I , por muy diversas cau-


sas, la ascética y la mística españolas adquieren un desarrollo prodigioso,
debido, en parte, al impulso de la Contrarreforma, poseyendo también
una calidad literaria excepcional. Estos libros constituyen uno de los
grupos más originales de las letras españolas.
La ascética, del griego ásc&sis, ejercicio, trata de los ejercicios que
debe practicar el cristiano que aspire a la perfección espiritual. La mística
(en griego sabidura secreta) trata de conseguir la unión del alma con Dios
en la vida presente. Para conseguir esta unión con Dios el místico des-
arrolla un proceso de tres grados : 1.°, la purgatío, purificación y apar-
tamiento 'del pecado por medio de la oración, meditación, la penitencia,
etcétera (proceso ascético) ; 2.°, la illuminatio, ascensión del alma purifi-
cada al verdadero conocimiento de la bondad y hermosura divinas ; y 3.°, la
unto, el total abandono del alma a Dios, el consumirse por completo en
el amor divino.

Características. •— Singulariza a los místicos españoles su realismo y


activismo, es decir, su extraordinario sentido de la realidad y su carácter
práctico e inmediato. Su fuerte psicologismo, su habilidad para describir
ios diversos procesos subjetivos, es otra de las notas características. En
estos -libros se agotan las posibilidades del análisis interior. Por último,
debemos tener en cuenta su carácter didáctico : los místicos no escriben
por crear una literatura bella, sino por ,afán proselitista, y muchas veces
por obligación, por cumplir un mandato de los confesores, como Santa
Teresa, o un ruego de los amigos, como San Juan de la Cruz. Sin
embargo, crearon obras de perenne valor literario, como las Moradas d©
Santa Teresa o el GáníiGo de San Juan.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 207

Juan de Avila. — Orador extraordinario, antecedente de fray Luis de


Granada, fué el beato JUAN DE AVILA (1500-1569), a quien llamaban el
Apóstol de Andalucía. No se han conservado sus sermones, pero sí un
comentario al psalmo 44, Audi, filia, et vide, que constituye un tratado
de ascética. De carácter ascético es también su Epistolario espiritual para
todos, colección de cartas de muy diversos temas religiosos, no escritas
para ser divulgadas.

Fray Luis de Granada. — La ascética de los dominicos está represen-


tada en la obra de FRAY L U I S DE GRANADA, Luis de Sarria, nacido en 1504
y muerto en 1588, uno de los más grandes predicadores españoles de todos
ios tiempos.

Obras. — Fray Luis de Granada escribió numerosos tratados de ascé-


tica, entre los que destacan la Quia de pecadores, dedicada a Felipe I I ,
dividida en dos libros que tratan de la virtud y sus ventajas y de los re-
medios que deben seguir los hombres contra los pecados capitales ; la
Introducción al símbolo de la fe es su obra más extensa y también la que
más bellezas encierra. Se divide en tres partes y viene a ser un resumen
de Teodicea, Apologética, ciencia de la época y observación minuciosa de
la Naturaleza. Fray Luis de Granada era un enamorado del paisaje, que
¡íabe retratar con delicadeza, y un observador muy agudo y notable. Final-
mente debemos recordar el Libro de la oración y meditación que contiene
catorce meditaciones y trata de las cinco partes de la oración.

Estilo. — El estilo de Fray Luis de Granada es un estilo oratorio, que


recuerda el período amplio y extenso de Cicerón, a quien estudiaba con
minuciosidad. E n su obra de Retórica eclesiástica no estudia lo que él
llama composición sencilla que «no tiene períodos muy largos», y en
cambio se detiene con prolijidad en lo que él denomina composición doble,
que usa de oraciones «torcidas y largas». L a construcción «cuanto más
larga es más elegante, con tal, empero, que guarde tasa en esta extensión».

Santa Teresa de Jesús. — Nació TERESA DE CEPEDA Y AHUMADA en


Avila, en 1515. Profesó en el convento de las carmelitas de la Encarna-
ción de su ciudad natal, comenzando en 1562 la fundación del primer
convento de carmelitas reformados. Sus propósitos reformistas le ocasio-
naron graves disgustos, llegando a ser procesada por la Inquisición. Des-
pués de una vida fecunda y activa murió en Alba de Tormes en 1582.

Obras. — La obra literaria de Santa Teresa es rica y extensa. El Libro


de su vida es una especie de autobiografía espiritual, con análisis finísi-
mos de conciencia. E l Castillo interior o Las Moradas es su obra más ex-
2Ö8 JOSÉ MANUEL BLECUA

tönsa e importante. Escrita lo xnismo que la anterior por u n mandato o


ruego, trata de sus experiencias místicas, divididas en siete moradas o
grados de oración. De carácter histórico es su Libro de las fundaciones
de los diversos conventos de carmelitas reformados. Escribió también un
corto número de poemitas, algunos tan conocidos y divulgados como la
célebre glosa Vivo sin vivir en mi. Finalmente, se conservan de Santa
Teresa más de cuatrocientas cartas de distinta índole, pero muy intere-
santes, tanto por su estilo, cuanto por su valor autobiográfico.

Estilo. -^ E l estilo de Santa Teresa es uno de los más característicos


del siglo xvi. Fray Luis de León, que prologó la edición de las obras de
la Santa, escribió que «en la forma del decir, y en la pureza y facilidad
del estilo, y en la gracia y buena compostura en las palabras, y en una
elegancia desafectada, que deleita en extremo, dudo yo que haya en nues-
tra lengua escritura que con ellos se iguale». Nuestra Santa emplea el
lenguaje corriente de Castilla la Vieja, más por modestia que por igno-
rancia de la lengua literaria. Prefiere utilizar «el estilo de ermitaños y
gente retirada, que no ir tomando vocablos de novedades y melindres»,
como dice una vez. Recurre muchas veces a los diminutivos y, por afán
de claridad, a comparaciones con lo cotidiano.

San Juan de la Cruz. —Al lado de Santa Teresa, descuella la figura de


SAN JUAN DE LA CRUZ (1Ö42-1591), llamado en el siglo JUAN DE YEPES,
natural de Fontiveros (Avila). Estudió en Salamanca y en 1568 encontróse
con Santa Teresa, que le asoció a sus empresas reformistas, convir-
tiéndose desde entonces en uno de los más celosos defensores del carmen
descalzo e interviniendo activamente en la fundación de numerosos con-
ventos. Sufrió, como la Santa, persecuciones, llegando a estar encarcelado
en Toledo, de donde se fugó.

Poesía y prosa. — E n San Juan de la Cruz poesía y prosa están re-


lacionadas por vínculos muy estrechos. La prosa es el resultado de co-
mentar y aclarar su obra en verso, de contenido místico, que es muy
breve, pero de un lirismo excepcional. Dentro de su obra poética podría-
mos establecer dos grupos de poemas : los que no se comentan y los co-
mentados por el mismo autor. Entre los primeros sobresalen dos poemitas
de singular belleza y rara estructura métrica : el famoso poema del pastorcico
(Un pastorcico solo está penado) y el que comienza Que bien sé yo la
fonte que mana y corre. E n el segundo grupo se encuentran los tres poe-
mas decisivos : la canción de la Noche oscura, el Cántico espiritual entre
U alma y Cristo (tratado místico en liras) y la Llama de amor viva, que
dan origen a tres tratados en prosa. Así, por ejemplo, la primera canción
da por resultado el libro titulado Subida del Monte Carmelo, lleno de pro-
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 209

fundo interés. E s 'uno de los tratados místicos más importantes de la


mística universal.

Lirismo y estilo.—• San Juan de la Cruz.es el poeta de más hondo


lirismo de toda nuestra literatura. Nunca se ha escrito poesia más arreba-
tiada y consumida por el fuego interior. Y este lirismo procede de elementos
bastante simples. San J u a n utiliza un vocabulario muy restringido ;
intensifica el sentimiento por medio de exclamaciones ; enumera una serie
de comparaciones e imágenes sin ningún nexo que las una ; frecuente-
mente recurre a la onomatopeya ; pero su característica más decisiva es
el frecuente uso de los símbolos, simbologia que aclaran los comentarios
en prosa, llenos también de auténtica poesía. Una sensibilidad extrema
para los efectos musicales del verso, una delicada visión de la naturaleza
y un gusto por aproximarse a la poesía popular y la presencia de la mejor
poesía culta (desde la Biblia a Fray Luis de León) son otras de sus notas
características.

Otros escritores ascéticos y místicos. — Del inmenso número de auto-


res q'ue escribieron tratados ascéticos y místicos (Menéndez Pelayo
calculaba en más de tres mil los libros escritos) no podemos silenciar los
nombres de tres o cuatro de verdadera importancia. E l beato ALONSO DE
OROZCO (1500-1591), predicador y consejero de Felipe I I , es un escritor
puro y elegante, del que deberá arrancar el estudio de nuestra ascética,
ya que los libros anteriores a los suyos no pasan de la categoría de ensayos.
Sus obras castellanas son muy numerosas, pero señalaremos sólo las más
importantes, que son las tituladas Vergel de oración, Desposorio espiritual
y regimiento del alma y Epistolario cristiano para todos los estados. E s
también autor de un bello tratadito De nueve nombres de Cristo, que pa-
rece ser el antecedente inmediato de la obra de Fray Luis de León.
Dentro de la mística franciscana se lleva la palma FEAY JUAN DE LOS
ANGELES (1536-1609), autor de los Triunfos del amor de Dios y de la
Lucha espiritual y amorosa entre el alma y Dios, caracterizado por su
hondo platonismo y por su sentido humanista. Sus libros, delicadamente
escritos, con amable suavidad y elegancia, demuestran un espíritu preocu-
pado por el Renacimiento.
Más importancia literaria que los anteriores tiene Ja obra del agustino
PEDRO MALÓN DE CHAIDE, de Cascante (Navarra), autor del Libro de la
conversión de la Magdalena, el cual, según opinión de Menéndez Pelayo
era «e] más brillante, compuesto y arreado, el más alegre y pintoresco
de nuestra literatura • devota ; libro que es todo colores vivos y pompas
orientales, halago ponderable de los ojos». Esta obra contiene además de
una cálida defensa de la lengua castellana, algunas poesías, versiones de
los Psalmos, con influencias de Fray Luis de León.
14
210 JOSÉ MANUEL BLECUA

Muy difícil es saber con toda seguridad quién puede ser el autor del
famoso soneto A Cristo Crucificado, que comienza No me mueve, mi Dios,
para quererte, y que es una pequeña joya de la mística española. Se ha
atribuido a San ÏYancisco Javier, Santa Teresa y San Ignacio y, final-
mente, al agustino fray Miguel de Guevara, a quien parece pertenecerle.

C O N S Ú L T E S E . — P . Saínz Rodríguez, Introducción a la historia de la mística


en España, Madrid, 1927. — R, M e n é n d e z Pidal, El estilo de Santa Teresa, en La
lengua de Cristóbal Colón, Colección Austral. — D á m a s o Alonso, La poesía de
San Juan de la Cruz, Madrid, 1942.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 21Ï

FRAY LUIS DE GRANADA

De otras excelencias y propiedades de la mar, que simbolizan los atributos


de su Criador

I^a mar también por una parte divide las tierras, atravesando en medio
délias, y por otra las junta y reduce a amistad y concordia con el trato
común que hay entre ellas. Porque queriendo el Criador amigar entre sí
las naciones, no quiso que una sola tuviese todo lo necesario para el uso
de la vida, porque la necesidad que tienen las unas de las otras, las re-
conciliase entre sí. Y así la mar, puesta en medio de las tierras, nos repre-
senta una gran feria y mercado, en el cual se hallan tantos compradores
y vendedores, con todas las mercaderías necesarias para la sustentación de
nuestra vida. Porque como los caminos que se hacen por tierra,. sean muy
trabajosos, y no fuera posible traer por tierra todo lo que nos es nece-
sario, proveyó el Criador deste nuevo camino, por donde corren navios
pequeños y grandes, uno de los cuales lleva mayor carga que muchas bes-
tias pudieran llevar para que nada faltase al hombre ingrato y destonoscido.
Estas y otras muchas utilidades tenemos en la mar. Porque, como dice
San Ambrosio, ella es hospedería de los ríos, fuente de las aguas, materia
de las grandes avenidas, acarreadora de las mercaderías, compendio de los
caminantes, remedio de la esterilidad, socorro en las necesidades, y liga
con que los pueblos apartados se ligan, y freno del furor de los bárbaros,
para que no nos hagan tanto daño.
Tiene también otra cosa la mar, la cual como criatura tan principal,
nos representa por una parte la mansedumbre, y por la otra la indignación
e ira del Criador. Porque, ¿qué cosa más mansa que el mar cuando está
quieto y libre de los vientos, que solemos llamar mar de donas, o cuando
con un aire templado blandamente se encrespa, y envía sus mansas ondas
hacia la ribera, sucediendo unas a otras con un dulce ruido, y siguiendo
el alcance las unas de las otras, hasta quebrarse en la pla3'a ? En esto,
pues, nos representa la blandura y mansedumbre del Criador para con
los buenos. Mas cuando es combatido de recios vientos, y levanta sus
temerosas ondas hasta las nubes, y cuanto más las levanta a lo alto, tanto
más profundamente descubre los abismos, con lo cual levanta y abaja a los
pobres navegantes, azotando poderosamente los costados de las grandes
naos {cuando los hombres están puestos en mortal tristeza, las fuerzas y
las vidas ya rendidas), entonces nos declara el furor de la ira divina, y la
grandeza del poder que tales tempestades puede levantar y sosegar, cuando
a Él le place. I^o cual cuenta el real Profeta entre las grandezas de Dios,
diciendo : Señor, tenéis señorío sobre la mar, y vos podéis amansar el
furor de sus ondas. Vuestros son los cielos, y vuestra la tierra, y Vos
criasteis la redondez della, con todo lo que dentro de sí abraza, y la mar
y el viento cierzo, que la levanta, Vos los fabricasteis.
Quédanos otra excelencia de la mar tan grande, que el ingenio y la
pluma temen acometerla. Porque ¿qué palabras bastan, no digo yo para
212 JOSÉ MANUEL BLECtM

explicar, sino para contar por sus nombres (si los hubiera) las diferen-
cias de pescados que hay en este elemento? ¿Qué entendimiento, qué
sabiduría fué aquella, que pudo inventar, no digo ya tantas especies,
sino tantas diferencias de figuras de peces de tan diferentes cuerpos,
unos muy pequeños, otros dé increíble grandeza, y entre estos dos ex-
tremos, otras mil diferencias de mayores y menores? Porque Ê1 es el
que crió la ballena, y crió la rana, y no trabajó más en la fjábrica de
aquel pece tan grande, que en la deste tan pequeño.

Admirable providencia para la conservation de las frutas, y de


la fertilidad de tos vides

Ni tampoco se olvidó la Providencia de la guarda de los frutos ya ma-


duros, porque para esto antes proveyó que los árboles tuviesen hojas,
no sólo para hermosura y sombra, sino para defender la fruta de los ardo-
res del sol, que en breve espacio la secarían. Y cuando el fruto destos
árboles es más tierno, como lo es el de las higueras, y vides, tanto proveyó
que las hojas fuesen mayores, como lo vemos en éstos. Mas no quiso que
las hojas fuesen redondas, sino arpadas y abiertas por algunas partes,
para que de tal manera defendiesen del sol, que también dejasen estos
postigos abiertos, para gozar templadamente de los aires y del.
Pero más aún se descubre esta providencia en la guarda de otros
frutos que están en mayor peligro, cuales son los de los árboles muy
altos y ventosos, 1 de los cuales algunos nascen en la cumbre de los mon-
tes, como son los pinos, cuya fruta no se lograría, si el Criador no le
pusiera una tan fiel guarda como la pina, donde con tan maravilloso arti-
ficio está el fruto en sus casicas abovedades tan bien aposentado y guar-
dado, que toda la furia de los vientos no basta para derribarlo. También
los nogales son árboles grandes y altos y no menos lo son los castaños
(que es mantenimiento de gente pobre, cuando les falta el pan), los cuales •
a veces están plantados en lugares montuosos, y así muy subjectos al
ímpetu y frialdad de los vientos. Por lo cual los vistió y abrigó el Criador
con aquel erizo que vemos por defuera, y después con dos túnicas, una
más dura y otra más blanda, que viste el fruto, que son como la dura
ináter y pía máter que cercan y guardan los sesos de nuestro cerebro. Y
cuasi lo mismo podemos decir de las nueces, que también nacen bien
arropadas y guardadas de las injurias de los soles y aires.
Pues la hermosura de algunos árboles, cuando están muy cargados de
fruta ya madura, ¿ quién no la ve ? ¿ Qué cosa tan alegre a la vista como
un manzano o camueso, cargadas las ramas a todas partes de manzanas,
pintadas con tan diversos colores, y echando de sí un tal suave olor ? ¿ Qué
es ver un parral, y ver entre las hojas verdes estar colgados tantos y
tan grandes y tan hermosos racimos de uvas de diversas castas y colo-
res? ¿Qué son éstos sino unos como hermosos joyeles, que penden deste
1
Expuestos al viento.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 213

árbol i Pues el artificio de una hermosura granada, ¡ cuánto nos declara


la hermosura y artificio del Criador! El cual, por ser tan artificioso, no
puedo dejar de representar en este lugar. Pues primeramente él la vistió
por defuera con una ropa hecha a su medida, que la cerca toda, y la
defiende de la destemplanza de los soles y aires : la cual por defuera es
algo tiesa y dura, m a s por de dentro más blanda, porque no exaspere-
el fruto que en ella se encierra, que es m u y tierno : mas dentro della
están repartidos y asentados los granos por tal orden, que ningún lugar,
por pequeño que sea, queda desocupado y vacío. Está toda ella repar-
tida en diversos cascos, y entre casco y casco se extiende u n a tela más de-
licada que un cendal, la cual los divide entre sí. Porque como estos
granos sean t a n tiernos, consérvanse mejor divididos con esta tela, que
si todos estuvieran juntos. Y allende desto, si uno destos cascos se pudre,
esta tela defiende a su vecino, para que no le alcance parte de su daño.
Porque por esta causa el Criador repartió los sesos de nuestra cabeza en
dos senos o bolsas, divididos con sus telas, para que el golpe o daño que
recibiese la una parte del celebro n o llegase a la otra. Cada uno destos
granos tiene dentro de sí un hosecico blanco, para que así se sustenten
mejor lo blando sobre lo duro, y al pie tiene un pezoncico t a n delgado
como un hilo, por el cual sube la virtud y jugo dende lo bajo de la raíz,
hasta lo alto del grano; porque por este pezoncico se ceba él, y cresce,
y se mantiene, así como el niño en las entrañas de la madre por el om-
bliguillo. Y todos estos granos están asentados en una cama blanda, hecha
de la misma materia de que es lo interior de la bolsa que viste toda la
granada. Y para que nada faltase a la gracia desta fruta, remátase toda
ella en lo alto con u n a corona real, de donde paresce que los reyes toma-
ron la forma de la suya. E n lo cual paresce haber querido el Criador
mostrar que era ésta reina de las frutas. A lo menos en el color de
sus granos, t a n vivo como el de unos corales, y en el sabor y sanidad
desta fruta n i n g u n a le hace ventaja. Porque ella es alegre a la vista,
dulce al paladar, sabrosa a los sanos y saludable a los enfermos, y de
cualidad que todo el año se puede guardar. Pues ¿por qué los hombres,
que son tan agudos en filosofar en las cosas humanas, no lo serán en
filosofar en el artificio desta fruta, y resconoscer por él la sabiduría y
providencia del que de u n poco de humor de la tierra y agua cría una
cosa tan provechosa y hermosa? Mejor entendía esto la Esposa en sus
Cantares 2 , en los cuales convida al Esposo al zumo de las granadas, y
le pide que se vaya con ella al campo para ver si h a n florecido las viñas
y ellas.
Y porque aquí se hace mención de las viñas, no será razón pasar en
silencio la fertilidad de las vides. Porque con ser la vid un árbol tan
pequeño, no es pequeño el fruto que da. Porque da uvas cuasi para todo
el año, da vino que mantiene, esfuerza y alegra el corazón del hombre,
da vinagre, da arrope, da pasas, que es mantenimiento sabroso y saludable
para sanos y enfermos.

2
El Cantar de Cantares, de Salomón.
214 JOSÉ MANUEL BLECUA

De la república y orden de las abejas

Comenzaré, pues por lo que todos sabemos, esto es, que las abejas
tienen su rey, a quien obedecen y siguen por do quiera que vaya. Y
como los reyes entre los hombres tienen sus insignias reales, que son
corona y sceptro, y otras cosas tales, con que se diferencian de sus
vasallos, así el Criador diferenció a este rey de los suyos, dándole mayor
y más hermoso y resplandeciente cuerpo que a ellos. De modo que lo
que allí inventó el arte, aquí proveyó la misma naturaleza. Nacen de
cada enjambre comúnmente tres o cuatro reyes (porque no haya falta
de rey, si alguno peligrase), mas ellas entienden que no les conviene más
que un solo rey, y por eso matan los otros, aunque con mucho sentimiento
suyo. Mas'vence la necesidad y el amor de la paz al justo dolor, porque
esto entienden que les conviene para excusar guerras y divisiones. Aris-
tóteles al fin de su Metafísica, presuponiendo que la muchedumbre de los
principados es mala, concluye que no hay en toda esta gran república del
mundo más que un solo príncipe, que es un solo Dios. Mas las abejas,
sin haber aprendido esto de Aristóteles, entienden el daño que se sigue
de tener muchos príncipes, y por eso escogiendo uno, matan los otros, aun-
que no sin sentimiento y dolor. Ya en esto vemos una grande discreción
y maravilla en tan pequeño animalillo.
Escogido el rey, tratan de edificar sus casas, y primeramente dan
un betumen a todas las paredes de la casa, que es la colmena, hecho de
yerbas muy amargas, porque como saben que es muy cobdiciada la obra
que han de hacer de muchos anirnalillos (como son avispas, arañas, ranas,
golondrinas, serpientes y hormigas) quiérenle poner este ofensivo delante,
para que exasperadas con esta primera amargura, desistan de su hurto.
Y por esta misma causa las primeras tres órdenes de las casillas que
están en los panares más vecinos a la boca de la colmena, están vacíos
de miel, porque no halle luego el ladrón a la mano en que se pueda cebar.
Esta es también otra providencia y discreción.
Hecho este reparo, hacen sus casas. Y primeramente para el rey edi-
fican una casa grande y magnífica, conforme a la dignidad real, y cercanía
de un vallado como de un muro para más autoridad y seguridad. Luego
edifican casas para sí, que son aquellas celdillas que vemos en los panares,
las cuales sirven para su habitación, y para la criación de los hijos, y
para guardar en ellas como en unos vasos la provisión de su miel. Las
cuales celdas hacen tan perfectas y proporcionadas, cada una de seis cos-
tados, y tan semejantes unas a otras, como vemos : para lo cual ni tienen
íiecesidad de regla, ni de plomada, ni de otros instrumentos, mas que su
boquilla y sus píececillos tan delicados, donde no sabéis de qué os habéis
de maravillar, o de la perfección de la obra, o de los instrumentos con
que se hace. Ni se olvidan también de hacer casas para sus criados, que
son los zánganos, aunque menores que las suyas, siendo ellos los mayores.
Hecha la casa y ordenados los lugares y oficinas della, sigúese el trabajo
y el repartimiento de los oficios para el trabajo en la forma siguiente. Las
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 215

más ancianas, y que son ya como jubiladas y exemptas del trabajo, sirven
de acompañar al rey, para que esté con ellas más autorizado y honrado.
L,as que en edad se siguen después déstas, como más diestras y experi-
mentadas que las más nuevas, entienden en hacer la miel. Las otras más
nuevas y recias, salen a la campaña a buscar los materiales de que se
ha de hacer así la miel como la cera. Y cada una trae consigo cuatro cargas.
Porque con los pies delanteros cargan las tablas de los muslillos, la cual
tabla no es lisa, sino áspera, para que no despidan de sí la carga que les
ponen: y con el pico cargan los pies delanteros, y así vuelven a la colmena
con estas cuatro cargas que decimos. Otras entienden de dos en dos, o de
tres en tres, en recibir a éstas, y descargarlas cuando vienen. Otras llevan
estos materiales a las que hacen la miel, poniéndolos al pie de la obra.
Otras sirven de dar a la mano a estos oficiales para que la hagan. Otras
entienden en pulir y bruñir los panales, que es como encalar, la casa des-
pués de hecha. Otras se ocupan de traer mantenimientos de ciertas cosas
de que ellas comen. Otras sirven de azacanes, que traen agua para las
que residen dentro de la casa, la cual traen en la boca y en ciertos pelillos
<o vello que tienen por el cuerpo, con los cuales viniendo mojados, refri-
geran la sed de las que están trabajando. Y deste oficio de traer agua y
acarrear mantenimientos sirven principalmente los zánganos. Otras hay que
sirven de centinelas y de guardas, que asisten a la puerta, para defender
la entrada a los ladrones. A todo esto preside el rey, y anda por sus estan-
cias, mirando los oficios y trabajos de sus vasallos, y exhortándolos al tra-
bajo con su vista y real presencia, sin poner él manos en la obra. Porque
no nació él para servir, sino para ser servido como rey. Y junto a él van
otras abejas que sirven de lo acompañar como a rey.

i.° Estudíese el sentimiento de la naturaleza de las páginas ante-


riores. Indíquese la observación personal.
2.° Analícese el aspecto moralizador.
3-° Estudíese el estilo. ¿Qué características ofrece?
216 JOSÉ MANUEL BLECUA

SANTA TERESA DE JESUS

V I D A

CAPÍTULO PRIMERO

En que trata cómo comenzó el Señor a despertar esta alma en su niñez


a cosa virtuosa, y la ayuda que es para esto serlo los padres
El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no
fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena. Era
mi padre aficionado a leer buenos libros, y así los tenía de romance 1 para
que leyesen sus hijos. Esto, con el cuidado que mi madre tenía de hacernos
rezar y ponernos en ser devotos de Nuestra Señora y de algunos Santos»
comenzó a despertarme de edad, a mi parecer, de seis o siete años. Ayu-
dábame no ver mis padres favor sino para la virtud. Tenían muchas.
Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los
enfermos y aun con los criados; tanta, que jamás se pudo 'acabar con él
tuviese esclavos2, porque los había 3 gran piedad; y estando una vez
en casa una de un su hermano, la regalaba como a sus hijos. Decía que»
de que no era libre, no lo podía sufrir de piedad. Era de gran verdad ;
jamás nadie le vio jurar ni murmurar. Muy honesto en gran manera.
Mi madre también tenía muchas virtudes, y pasó la vida con grandes
enfermedades, grandísima honestidad. Con ser de harta hermosura, jamás
se entendió a que ella hacía caso de ella ; porque con morir de treinta y
tres años, ya su traje era como de persona de mucha edad ; muy apacible
y de harto entendimiento. Fueron grandes los trabajos 4 que pasaron el
tiempo que vivió. Murió muy cristianamente 5 .
Eramos tres hermanas y nueve hermanos 6 . Todos parecieron a sus
padres, por la bondad de Dios, en ser virtuosos, si no fui yo, aunque
era la más querida de mi padre. Y antes que comenzase a ofender a Dios,
parece tenía alguna razón ; porque he lástima cuando me acuerdo las
buenas inclinaciones que el Señor me había dado y cuan mal me supe
aprovechar de ellas. Pues mis hermanos ninguna 7 cosa me desayudaban
a servir a Dios.
Tenía uno casi de mi edad. Juntábamos entrambos a leer vidas de
Santos, que era el 8 que yo más quería, aunque a todos tenía gran amor
y ellos a mí. Como veía los martirios que por Dios las santas pasaban,
1 6
Es decir, en lengua española. Don Alonso Sánchez de Cepeda tuvo
2
Eran generalmente moriscos. tres hijos de su primera mujer, doña
3
Tenía. Catalina del Peso, y nueve de doña Bea-
4
Penas, enfermedades. triz D avila y Ahumada.
6
En 1528 en Gotarrendura (Avila). 7
En ninguna.
8
El hermano.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 217

parecíame compraban m u y barato el ir a gozar de Dios, y deseaba y o


mucho morir así ; no por amor que yo entendiese tenerle, sino por gozar
tan en breve de los grandes bienes que leía haber en el cielo, y juntábame
con este m i hermano a tratar qué medio habría para esto. Concertábamos
irnos a tierra de moros, pidiendo por amor de Dios para que allá nos
descabezasen ; y paréceme que nos daba el Señor ánimo en tan tierna
edad, si viéramos algún medio sino que el tener padres nos parecía el
mayor embarazo. Espantábanos 9 mucho el decir que pena y gloria era
para siempre, en lo que leíamos. Acaecíamos estar muchos ratos tratando
'de esto y gustábanos de decir muchos veces: «¡Para siempre, siempre,
siempre ! » 33n pronunciar esto mucho rato era el Señor servido m e que-
dase en esta niñez impreso el camino de la verdad.
De que 1 0 v i que era imposible ir adonde nos matasen por Dios, orde-
nábamos ser ermitaños, y en la huerta que había en casa procurábamos,
como podíamos, hacer ermitas, poniendo unas píedrecíllas, que luego se
nos caían, y así n o hallábamos remedio e n nada para nuestro deseo ; que
ahora m e pone devoción ver cómo me daba Dios t a n presto lo que y o
perdí por m i culpa.
Hacía limosna como podía, y podía poco. Procuraba soledad para
rezar mis devociones, que eran hartas, en especial el Rosario, de que
mi madre era m u y devota, y así nos hacía serlo. Gustaba mucho, cuando
jugaba con otras niñas, hacer monasterios, como que éramos monjas; y
yo me parece deseaba serlo, aunque no tanto como las cosas que he dicho.
Acuerdóme que cuando murió m i madre, quedé yo de edad de doce
años, poco menos 1 1 . Como yo comencé a entender lo que había perdido,
afligida fuíme a u n a imagen de Nuestra Señora y suplíquela 1 2 fuese m i
madre, con muchas lágrimas. Paréceme, que aunque se hizo con simple-
za, que me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen
soberana en cuanto me h e encomendado a Ella, y en fin, me h a tornado
a sí. Fatígame ahora ver y pensar en qué estuvo el no haber yo estado
entera 1 3 en los buenos deseos que comencé.
i Oh Señor mío ! Pues parece tenéis determinado que me salve, plegué
a Vuestra Majestad sea así, y de hacerme tantas mercedes como me habéis
hecho, ¿ n o tuvierais por bien, no por m i ganancia, sino por vuestro
acatamiento, que no se ensuciara tanta posada adonde tan continuo habíais
de morar? Fatígame, Señor, aun decir esto, porque sé que fué mía toda la
culpa ; porque no m e parece os quedó a Vos nada por hacer, para que
desde esta edad no fuera toda vuestra. Cuando voy a quejarme de m i s
padres tampoco puedo ; porque n o veis en ellos sino todo bien y cui-
dado de m i bien. Pues pasando de esta edad que comencé a entender
las gracias de naturaleza que el Señor m e había dado, que según decían
eran muchas, cuando por ellas le había de dar gracias de todas m e co-
mencé a ayudar para ofenderle, como ahora diré. ,

9 12
Nos asombraba. Nótese el uso del pronombre.
10
Desde que.
13 E s decir, haber mostrado más en-
11
Tenía en realidad catorce añoe. tereza.
218 JOSÉ MANUEL BLECUA

JHS

Este tratado llamado «Castillo interior», escribió Teresa de Jesús,


monja de Nuestra Señora del Carmen, a sus hermanas e hijas
las monjas carmelitas descalzas
Pocas cosas que me ha mandado la obediencia se me han hecho tan
dificultosas como escribir ahora cosas de oración; lo uno, porque no me
parece me da el Señor espíritu para hacerlo, ni deseo; lo otro, por tener la
cabeza tres meses ha con un ruido y flaqueza tan grande 1 , que aun los
negocios forzosos escribo con pena. Mas, entendiendo que la fuerza de la
obediencia suele allanar cosas que parecen imposibles, la voluntad se deter-
mina a hacerle muy de buena gana, aunque el natural 2 parece que se aflige
mucho ; porque no me ha dado el señor tanta virtud, que el pelear con la
enfermedad continua y con ocupaciones de muchas maneras, se pueda hacer
sin gran contradicción suya. Hágalo el que ha hecho otras cosas más difi-
cultosas por hacerme merced, en cuya misericordia confío.
Bien creo he de saber decir poco más que lo que he dicho en otras
cosas que me han mandado escribir3, antes temo que han de ser casi
todas las mismas; porque así como los pájaros que enseñan a hablar no
saben más de lo que les muestran u oyen, y esto repiten muchas veces,
soy yo, al pie de la letra. Si el Señor quisiere diga algo nuevo, Su Majestad
lo dará, o será servido traerme a la memoria lo que otras veces he dicho,
que aun con esto me contentaría, por tenerla tan mala, que me holgaría
de atinar a algunas cosas, que decían estaban bien dichas, por si se hu-
bieren perdido 4 . Si tampoco me diere el Señor esto, con cansarme y acre-
centar el mal de cabeza por obediencia, quedaré con ganancia, aunque de
lo que dijere no se saque ningún provecho.
Y así comienzo a cumplirla hoy, día de la Santísima Trinidad,
año de MDLXXVII 5 , en este monasterio de San José del Carmen en To-
ledo, adonde al presente estoy, sujetándome en todo lo que dijere al pa-
recer de quien me lo manda escribir, que son personas de grandes letras 6 .
Si alguna cosa dijere que no vaya conforme a lo que tiene 7 la santa Iglesia
Católica Romana, será por ignorancia y no por malicia. Esto se puede
tener por cierto, y que siempre estoy y estaré sujeta, por la bondad de Dios,
y lo he estado a ella. ¡ Sea por siempre bendito, amén, y glorificado !
Díjonie quien me mandó escribir, que como estas monjas de estos mo-
nasterios de Nuestra Señora del Carmen tienen necesidad de quien algunas
dudas de oración las declare, y que le parecía mejor se entienden el
1 4
Nótese la presencia de notas intimas. Parece ser que la Santa no volvía a
2 íeer stís
El espíritu, la naturaleza de uno. escritos.
5 2 de
s Tanto Santa Teresa como San Juan Í u n i o d e 1577"
6 El P
escriben por mandato o ruego de confe- - Jerónimo Gracian, su confesor,
7
sores o amigos. Es decir, no hacen Ixte- Sobreentendido, «ordenado»,
ratura normal, sino didáctica o doctrinal.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 219

lenguaje unas mujeres de otras, y con el amor que me tienen les haría
más al caso lo que yo les dijese, tiene entendido por esta causa será de
alguna importancia si se acierta a decir alguna cosa ; y por esto iré ha-
blando con ellas en lo que escribiré 8 , y porque parece desatino pensar
que puede hacer al caso a otras personas : harta merced me hará Nuestro
¡Señor si a alguna de ellas se aprovechare para alabarle algún poquito 9
más. Bien sabe Su Majestad que yo no pretendo otra cosa ; y está muy
claro que cuando algo se atinare a decir, entenderán no es mío, pues
no hay causa para ello, si no fuere tener tan poco entendimiento como
yo y habilidad para cosas semejantes, si el Señor, por su misericordia,
no la da.

CAPITULO PRIMERO

En que trata de la hermosura y dignidad de nuestras almas. Pone una


comparación para entenderse, y dice la ganancia que es entenderla y saber
las mercedes que recibimos de Dios, y cómo la puerta
de este castillo es oración
Estando • hoy suplicando a Nuestro Señor hablase por mí, porque yo
no atinaba cosa que decir ni cómo comenzar a cumplir esta obediencia, se
me ofreció lo que ahora diré, para comenzar con algún fundamento: que
es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy
claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay
muchas moradas 10 . Que si bien lo consideramos, hermanas, no es otra
cosa el alma del justo, sino un paraíso adonde dice Ê1 tiene sus deleites 11 .
Pues ¿qué tal os parece que será el aposento adonde un Rey tan pode-
roso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita? No
hallo yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran
capacidad. Y verdaderamente, apenas deben llegar nuestros entendimientos,
por agudos que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a con-
siderar a Dios ; pues $1 mismo dice que nos crió a su imagen y seme-
janza. Pues si esto es, como lo es, no hay para qué cansarnos en que-
rer comprender la hermosura de este castillo ; porque puesto que hay
la diferencia de él a Dios, que del Criador a la criatura, pues es criatura,
basta decir Su Majestad que es hecha a su imagen, para que apenas
podamos entender la gran dignidad y hermosura del ánima.
No es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no enten-
damos a nosotros mismos, ni sepamos quién 12 somos. ¿No sería gran
ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién es, y no se cono-
ciese, ni supiese quién fué su padre, ni su madre, ni de qué tierra?
8
Esta circunstancia condiciona el esti-
11
Proverbios, VIII, 31.
12
lo, como se observará. Quien se utilizaba también como
9 plural, uso que es aun frecuente encon-
Santa Teresa manejó delicadamente
los diminutivos. trar en la conversación actual.
10
Según San Juan, XIV, 2.
220 JOSÉ MANUEL BLECUA

Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que


hay en nosotras, cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que
nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y por-
que nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Mas qué bienes puede
haber en esta alma, o quién están dentro en esta alma, o el gran valor de
ella, pocas veces lo consideramos ; y así se tiene en tan poco procurar con
todo cuidado conservar su hermosura. Todo se nos va en la grosería del
engaste o cerca de este castillo, que son estos cuerpos.
Pues consideremos que este castillo tiene, como he dicho, muchas mo-
radas, unas en lo alto, otras en bajo, otras a los lados ; y en él centro
y mitad de todas éstas tiene la más principal, que es adonde pasan las
cosas de mucho secreto entre Dios y el alma. Es menester que vayáis
advertidas a esta comparación. Quizá será Dios • servido pueda por ella
daros algo a entender de las mercedes que es Dios servido hacer a las almas,
y las diferencias que hay entre ellas, hasta donde yo hubiere entendido
que es posible ; que todas será imposible entenderlas nadie, según son
muchas: ¡cuánto más quien es tan ruin como y o ! Porque os será gran
consuelo, cuando el Señor os las hiciere, saber que es posible ; y a quien
no, para alabar su gran bondad. Que así como no nos hace daño con-
siderar las cosas que hay en el cielo, y lo que gozan los bienaventurados,
antes nos alegramos y procuramos alcanzar lo que ellos gozan; tampoco
nos hará ver que es posible en este destierro comunicarse u n tan gran
Dios con unos gusanos tan llenos de mal olor, y amar una bondad tan
buena, y una misericordia tan sin tasa. Tengo por cierto que a quien
hiciere daño entender que es posible hacer Dios esta . merced en este
destierro, que estará m u y falta de humildad y del amor del prójimo;
porque si esto no es, ¿cómo nos podremos dejar de holgar de que haga
Dios estas mercedes a un hermano nuestro, pues no impide para hacér-
noslas a nosotras, y de que Su Majestad dé a entender sus grandezas,
sea en quien fuere? ¿Que algunas veces será sólo por mostrarlas, como
dijo del ciego que dio vista, cuando le preguntaron los Apóstoles si era
por sus pecados o de sus padres 1 3 . Y así acaece no hacerlas por ser más
santos a quien las hace que a los que no, sino porque se conozca su
grandeza, como vemos en San Pablo y la Magdalena 1 4 , y para que nos-
otros le alabemos en sus criaturas. •
Podráse decir que parecen cosas imposibles, y que es bien no escan-
dalizar los ñacos. Menos se pierde en que ellos no lo crean, que no en que
se dejen de aprovechar a los que Dios las hace; y se regalarán y des-
pernarán a más amar a quien hace 'tantas misericordias, siendo tan
grande su poder y majestad. Cunto más, que sé que hablo con quien
no habrá este peligro; porque saben y creen que hace Dios aún inuy
mayores muestras de amor. Yo sé que quien esto no creyere, no lo
verá por experiencia ; porque es m u y amigo de que no pongan tasa
a sus obras ; y así, hermanas, jamás os acaezca 15 a las que el Señor
no llevare por este camino.
13
San Juan. IX, 2. Pablo y la Magdalena.
14 1S
Referencias a la conversión de San Se sobreentiende «esto».
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 221

Pues tornando a nuestro hermoso y deleitoso castillo, hemos de ver


cómo podremos entrar en él. Parece que digo algún disparate ; porque
.si este castillo es el ánima, claro está que no hay para qué entrar, pues se
es él mismo ; como parecería desatino decir a uno que entrase en una
pieza, estando ya dentro. Mas habéis de entender, que va mucho de estar
a estar ; que hay muchas almas que se están en la ronda del castillo, que
es adonde están los que le guardan, y que no se les da nada de entrar
dentro, ni saben qué hay en aquel tan precioso lugar, ni quién está den-
tro, ni aun qué piezas tiene. Ya habréis oído en algunos libros de oración
aconsejar al alma que entre dentro de sí : pues esto mismo es.
Decíame poco h a un g r a n letrado que son las almas que no tienen
oración como un cuerpo con perlesía 1 6 o tullido, que aunque tiene pies
y manos, no los puede mandar 1 7 , que así son : que h a y almas tan
enfermas y mostradas 1 8 a estarse en cosas exteriores, que no hay remedio,
ni parece que pueden entrar dentro de sí ; porque ya la costumbre la tiene
Jtal, de haber siempre tratado con las sabandijas y bestias que están en el
cerco del castillo, que y a casi está hecha como ellas ; y con ser de natural
tan rica, y poder tener su conversación no menos que con Dios, no hay
remedio. Y si estas almas no procuran entender y remediar su gran
miseria, quedarse tan hechas estatuas de sal, por no volver la cabeza
hacia sí, así como lo quedó la mujer de Lot por volverla 1 9 .
Porque, a cuanto yo puedo entender, la puerta para entrar en este
castillo, es la oración y consideración ; no digo más mental que vocal,
que como sea oración, h a de ser consideración. Porque aunque algunas
veces sí será, aunque no lleve este cuidado, más es habiéndole llevado
otras. Mas quien tuviese de costumbre hablar con la majestad de Dios
como hablaría con su esclavo, que ni mira si dice mal, sino lo que se le
viene a la boca y tiene aprendido, por hacerlo otras veces, no la tengo
por oración, ni plegué a Dios que ningún cristiano la tenga de esta
suerte. Que entre vosotras, hermanas, espero en Su Majestad no la habrá,
por la costumbre que hay de tratar de cosas interiores, que es harto bueno
para no caer en semejante bestialidad.
Pues no hablemos con estas almas tullidas, que sí no viene el mismo
Señor a mandarlas se levanten, como al que había treinta años que estaba
en la piscina 2 0 , tienen harta mala ventura y gran peligro; sino con otras
almas que, en fin, entran en el castillo. Porque, aunque están m u y metidas
en el mundo, tienen buenos deseos, y alguna vez, aunque de tarde en
tarde, se encomiendan a Nuestro Señor, y consideran quién son, aunque
no m u y despacio. Alguna vez, en un mes, rezan llenos de mil negocios,
el pensamiento casi lo ordinario en esto, porque están t a n asidos a ellos,
que, como adonde está su tesoro se va allá el corazón, ponen por sí
algunas veces de desocuparse, y es gran cosa el propio conocimiento y ver
que no van bien, para atinar a la puerta. E)n fin, entran en las primeras
piezas de las bajas; mas entran con ellos tantas sabandijas, que ni le
16
Parálisis. i» Génesis, XIX, 26.
17 20
Gobernar, mover. San Juan, V, 5.
18
Acostumbradas, hechas.
222 JOSÉ MANUEL BLECUA

dejan ver la hermosura del castillo, ni sosegar; harto hacen en haber


entrado.
Pareceros ha 21 , hijas, que es esto impertinente, pues por la bondad
del Señor no sois de éstas. Habéis de tener paciencia, porque no sabré
dar a entender como yo tengo entendido algunas cosas interiores, de
oración, si no es así y aun plegué al Señor que atine a decir algo; porque
es bien dificultoso lo que querría daros a entender, si no hay experiencia ;
si la hay, veréis que no se puede hacer menos de tocar en lo que, plegué
al Señor, no nos toque por su misericordia 22 .

i.° Muéstrense algunos rasgos psicológicos de Santa Teresa.


2.« Anótense las diferencias en la prosa de la Vida y de las
Moradas.
3.0 ¿Cuál es la intención de Santa Teresa al escribir?
4.0 Indíquense algunas características de su estilo.

SAN JUAN DE LA CRUZ

CÁNTICO ESPIRITUAL

Declaración de las Canciones que tratan del ejercicio de amor entre el


Alma y el Esposo Cristo, en la cual se tocan y declaran algunos puntos y
efectos de oración, a petición de la madre Ana de Jesús, priora de las
descalzas en San José de Granada. Año de 1584 años.

Prólogo

Por cuanto estas canciones, religiosa Madre, parecen ser escritas con
algún fervor de amor de Dios, cuya sabiduría y amor es tan inmenso,
que, como se dice en el libro de la Sabiduría, toca desde un fin hasta
otro fin, y el alma que de él es informada y movida, en alguna manera
esa misma abundancia e ímpetu lleva en el su decir, no pienso yo ahora
declarar toda la anchura y copia que el espíritu fecundo del amor en
ellas lleva, antes sería ignorancia pensar que los dichos de amor en
inteligencia mística, cuales son los de las presentes canciones, con alguna
manera de palabras se puedan bien explicar, porque el Espíritu del Señor
que ayuda nuestra flaqueza, como dice San Pablo, morando en nosotros^
pide por nosotros con gemidos inefables lo que nosotros no podemos bien
entender ni comprender para lo manifestar. Porque ¿quién podrá "escri-
1 22
F u t u r o , 03 parecerá. Nótese !a construcción.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 223

bir lo que a las almas amorosas, donde él mora, hace entender ? ¿ Y quién
podrá manifestar con palabras lo que las nace sentir? Y ¿quién finalmente
lo que las hace desear ? Cierto, nadie lo puede ; cierto, ni ellas mismas
por quien pasa lo pueden ; porque esta es la causa porque, con figuras,
comparaciones y semejanzas, antes rebosan aJgo de lo que sienten, y de
la abundancia del espíritu vierten secretos y misterios que con razones
lo declaran. Las cuales semejanzas, no leídas con la sencillez del espíritu
de amor e inteligencia que ellas llevan, antes parecen dislates que dichos
puestos en razón...
Por haberse, pues, estas canciones compuesto en amor de abundante
inteligencia mística, no se podrán declarar al justo, ni mi intento será
tal, sino sólo dar alguna luz general (pues V. R. así lo ha querido) ;
y esto tengo por mejor, porque los dichos de amor es mejor declararlos
en su anchura para que cada uno de ellos se aproveche según su modo
y caudal de espíritu, que abreviarlos a un sentido a que no se acomode
todo paladar...

Argumento

m orden que llevan estas canciones es desde que un alma comienza


a servir a Dios hasta que llega al último estado de perfección, que es
matrimonio espiritual ; y así, en ellas se íocan los tres estados o vías de
ejercicio espiritual por las cuales pasa el alma hasta llegar al djchoj
estado, que son : purgativa, iluminativa y unitiva, y se declaran acerca
de cada una algunas propiedades y efectos de ella.
El principio de ellas trata de los principiantes, que es la vía purgativa.
Las de más adelante tratan de los aprovechados, donde se hace el despo-
sorio espiritual, y ésta es la vía iluminativa. Después de éstas, las que
se siguen tratan de la vía unitiva, que es la de los perfectos, donde se
hace el matrimonio espiritual. La cual vía unitiva y de perfectos se
ßigue a ¿la iluminativa, que es de los aprovechados ; y las últimas
canciones tratan del estado beatífico, que sólo ya el alma en aquel
estado perfecto pretende.
224 JOSÉ MANUEL BLECUA

Cántico espiritual entre el alma y CristOj su Esposo

Esposa
i ¿Adonde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huíste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido,
2 Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero,
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero
decidle que adolezco, peno y muero.
3 Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas,
ni cogeré las flores,
ni temeré a las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
4 ¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado,
oh prado de verduras,
de flores esmaltado,
decid si por vosotros ha pasado!

Respuesta de las criaturas


5 Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dexó de su hermosura.
Las notas van numeradas con arreglo coros de los ángeles». — b) Ofero :
al número correspondiente de la estrofa. Dios.
3
Las letras a, b, c, d, e, indican el nú- b) Montes : las virtudes. — Riberas :
mero del verso dentro de la estrofa. He las mortificaciones y penitencias.—c) Flo-
procurado reducir los comentarios de San res : los deleites del mundo. — d,e) Fie-
Juan a lo más necesario para la inteli- ras, fuertes y fronteras : mundo, demonio
gencia del texto. y carne.
1 4
d) «Es de saber que este salir espi- a) Bosques : los cuatro elementos.—
ritualmente se entiende aquí de dos ma- Espesuras : las criaturas. — b) Planta-
neras para ir tras Dios : la una, saliendo das : creadas. — c) Prado ; cielo. —
de todas las cosas, lo cual se hace por d) Flores : ángeles y almas santas. —
aborrecimiento y desprecio de ellas ; la e) Decid qué excelencias en vosotros ha
otra, saliendo de sí misma por olvido de criado.
5
sí. lo cual se Kace por amor de Dios. b) Pasar es criar los elementos. «Las
3
a) Pastores : los deseos, afectos y criaturas son como un rastro del paso de
gemidos, — b) Majadas : «gerarquías y Dios.» d) Figura es el Hijo de Dios.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 225

Esposa
6 ¡ Ay, quién podrá sanarme !
Acaba de entregarte ya de vero,
no quieras enviarme
de hoy ya más mensajero.
Que no saben decirme lo que quiero.
7 Y todos cuanto vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan
y déjame muriendo
un no sé qué que queda balbuciendo.
8 Mas, ¿cómo perseveras,
oh vida, no viviendo donde vives,
y haciendo porque mueras,
las flechas que recibes,
de lo que el Amado en ti concibes?
9 ¿Por qué, pues, has llagado
aqueste corazón, no le sanaste ?
Y pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste
y no tomas el robo que robaste ?
io Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos
y sólo para ti quiero tenellos.
ii Descubre tu presencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
12 ¡ Oh, cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados i
13 Apártalos, Amado,
que voy de vuelo
8 13
«El alma más vive donde ama que a-b) «Como si dijera que voy de
en el cuerpo donde anima». —- e) «Es vuelo de la carne, para que me los co-
a saber, de Ja grandeza, hermosura, sa- muniques fuera de ella, siendo ellos la
biduría, gracia y virtudes que de él en- causa de hacerme volar fuera de la car-
tiendes». ne» . •—• c) Ciervo '. Esposo. — «) «Esto
12
es por la altura de contemplación que
a) Fuente : la fe. — b) Semblan- tienes en "ese vuelo». — «Por el vuelo
tes '. artículos y proposiciones de la fe. entiende la contemplación de aquel éx-
d) Ojos : rayos y verdades divinas. — tasis... y por el aire entiende aquel espí-
e) «En su alma según el entendimiento ritu de amor que causa en el alma este
y la voluntad.» vuelo de contemplación.»

15
226 JOSÉ MANUEL BLECUfc

Esposo

Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma,
al aire tu vuelo, y fresco toma.

Esposa

14 Mí Amado, las montañas,


los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos.
15 La noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena, que recrea y enamora.
16 Cazadnos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos ' una pina,
y no parezca nadie en la montiña.
17 Detente, Cierzo muerto;
ven, Austro que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.
18 ¡ Oh, ninfas de Judea,
en tanto que en las ñores y rosales

14 y 15 «En l a s cuales dice la Esposa objetos al alma, ni otras operaciones na-


que todas estas cosas es su amado en sí, turales.»
y lo es para ella ; porque en lo que Dios 17
a Cierzo : sequedad espiritual. —
suele comunicar en semejantes excesos, b) Austro : Espíritu santo. — Recuer-
siente el alma y conoce la verdad de das : despiertas. — c) Huerto : alma. —
aquel dicho que dijo San Francisco, es e) «Lo que pace es la misma alma trans-
a saber : «Dios mío y todas las cosas.» formada en sí.»
16
a) Raposas :cLlama el alma a toda 18
esta armonía de apetitos y movimientos a) Ninfas : las aficiones de la parte
sensitivos raposas». — b) Viña :«el plan- inferior del alma, que es la sensitiva a la
tel que está en esta santa alma de todas que llama Judea. — b) Flores : virtudes
las virtudes, las cuales le dan a ella vino del alma. — Rosales : las potencias de la
de dulce sabor». e) En todas las po- misma alma. — c) Ámbar : «El divino
tencias espirituales del alma... y en todos espíritu del Esposo que mora en el alma».
los sentidos y potencias corporales... no d) Arrabales (de Judea) : «Son los senti-
haya otras digresiones y formas, e ima- dos sensitivos inferiores». — e) «No to-
gen y figuras, ni representaciones de quéis a la parte superior.»
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITEJRATURA ESPAÑOLA £27

el ámbar perfumea,
mora en los arrabales,
y no queráis tocar nuestros umbrales.
19 Escóndete, Carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decillo;
mas mira las campañas
de la que va por ínsulas extrañas.

Esposo
20 A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores,
y miedos de las noches veladores ;
21 por las amenas liras
y canto de sirenas os conjuro
que cesen vuestras iras,
y no toquéis al muro,
porque la Esposa duerma más seguro.
22 Entrádose ha la Esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.

19
a) «Esposo mío, recógete en la paite canto de sirena significa el deleite ordina-
más interior de mi alma». — b) «La haz rio que el alma posee». — c) «Llaman-
de Dios es la Divinidad». Montañas : las do iras a las dichas turbaciones y moles-
potencias del alma. — d) «El mirar de tias de las afecciones y operaciones des-
Dios es amar y hacer mercedes. —* Com- ordenadas». —. d) Muro : el cerco de paz
pañas : «la multitud de virtudes y dones y vallado de virtudes y perfecciones con
y perfecciones y otras riquezas espiritua- que la misma alma está cercada y guar-
les que él ha puesto ya en ella». — e) «Es dada, siendo ella el huerto... donde su
a saber, de mi alma que va a ti por ex- Amado pace las flores, cercado y guar-
trañas y ajenas de todos los sentidos y dado solamente para él». — e) .Es a
del común conocimiento natural.» saber, porque más a sabor se deleite de
20
a) Aves : las digresiones de la ima- la quietud y suavidad que goza en el
ginación. — b) Leones : «los ímpetus Amado».
de la potencia irascibles... Y por ciervos
22
y gamos entiende la otra potencia del b) «Transformádose ha en su Dios,
alma que es la concupiscencia». — c) Mon- que es el que aquí llama huerto ameno».
tes... : los actos viciosos y desordenados c, d) «El cuello significa aquí la forta-
de las tres potencias del alma».—d, e) Las leza del alma. — d, e) «Reclinar el
aficiones de las cuatro pasiones». cuello en los brazos de Dios es tener ya
21 unida su fortaleza, o, por mejor decir,
a) Amenas liras : «la suavidad que
de sí da el ama en este estado. — b) Eli su flaqueza, en la fortaleza de Dios».
228 JOSÉ MANUEL BLECUA

23 Debajo del manzano


allí conmigo fuiste desposada,
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada.

Esposa
24 Nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.
25 A zaga de tu huella
las jóvenes discurren el camino,
al toque de centella,
al adobado vino
emisiones de bálsamo divino.
26 En la interior bodega
de mi Amado bebí y cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí, que antes seguía.
27 Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa ;
allí le prometí de ser su esposa.

i3
a) Manzano : «Esto es, debajo del e) «El sentido de estos tres versillos es
favor del árbol de la cruz. — b , c) «Le- el siguiente : «Al toque de centella con
vantándote de tu bajo estado en mi com- que recuerdas mi alma, y al adobado
pañía y desposorio». — d, e) «Que si vino con que amorosamente la embria-
tu madre [la naturaleza humana] deba- gas, ella te envía las emisiones de movi-
jo del árbol te dio la muerte, yo debajo mientos y actos de amor que en ella
de árbol de la Cruz te di la vida». causas.»
24
a) «Este lecho del alma es el Es- 26
«Cuenta el alma en esta canción la
poso Hijo de Dios, el cual está florido
soberana merced que Dios le hizo en
para el alma. — b) «Entendiendo por
cuevas de leones las virtudes que posee recogerla en lo íntimo de su amor, que
el alma en este estado de la unión con es la unión o transformación de amor
Dios. — c) Púrpura : la caridad, e) Es~ en Dios, y dice dos efectos que de allí
cudos : las virtudes y doñea del aima. sacó, que son olvido y enajenación de
25
a) La suavidad y noticia que da todas las cosas del mundo, y mortificación
Dios de sí al alma que le busca es ras- de todos los apetitos y gustos.»
27
tro y huella por donde se va conociendo a) Pecho : «Dar el pecho a uno es
y buscando a Dios». — b) Jóvenes : al- darle su amor y amistad y descubrirle
mas devotas. — c) Centella : aun toque sus secretos, como a amigo. — h) Cien'
sutilísimo que el Amado hace &\ alma». da : la teología mística.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 229

28 Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal en su servicio :
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.
29 Pues ya si en el ejido,
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido,
que andando enamorada,
me hice perdidiza y fui ganada.
30 De flores y esmeraldas
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas,
en tu amor florecidas
y en un cabello mío entretejidas.
31 Bn sólo aquel cabello,
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.
3a Cuando tú me mirabas,
su gracia en mí tus ojos imprimían :
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que en tí vían.
33 No quieras despreciarme,
que si color moreno en mí hallaste,
28 en esta canción : la primera es dar a en-
b) Caudal : ccTodo lo que pertenece
a la parte sensitiva del alma». — c, d, e) tender que aquel amor en que estan asi-
«Que es tanto como decir : «.Ya no me das las virtudes no es otro sino sólo el
ando tras mis gustos y apetHos, porque amor fuerte, porque a la verdad, tal ha
habiéndolos puesto en Dios y dado a él, de ser para conservarlas. La segunda,
ya no loa apacienta ni guarda para sí dice que Dios se prendó mucho de este
el alma» su cabello de amor, viéndolo solo y fuer-
30
a) Flores : las virtudes del alma.— te. La tercera, dice que estrechamente se
Esmeraldas : los dones que tiene de Dios, enamoró de ella Dios, viendo la pureza
b) Mañanas : <cEs a saber : ganadas y y entereza de su fe».
32
adquiridas en las juventudes, que son b) «Por los ojos del Esposo se en-
las frescas mañanas de las edades». c) Ha* tiende aquí su Divinidad misericordio-
remos las guirnaldas, entendiendo por sa». — c) Adamar cees .amar mucho, es
guirnaldas todas las santas almas engen- más que amar simplemente, es como amar
dradas por Cristo en la Iglesia, que cada duplicadamente»,
una de ellas es como una guirnalda 33
c, d) «Después que me miraste, qui-
arreada de flores de virtudes y de dones, tando de mí ese color moreno y desgra-
e) Cabeüo : «la voluntad y amor que ciado de culpa con que no estaba de ver,
tiene al Amado, el cual amor tiene y en que me diste la primera vez gracia,
hace el oficio que el hilo en la guir- ya bien puedes mirarme ; esto es, ya
nalda» . bien puedo yo y merezco ser vista, reci-
S1
«Tres cosas quiere decir el alma biendo más gracia de tus ojos*.
230 JOSÉ MANUEL BLECUA

ya bien puedes mirarme,


después que me miraste,
que gracia y hermosura en mí dejaste.

Esposo
34 La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado,
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes ha hallado.
35 En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de.amor herido.

Esposa
36 Gocémonos, Amado,
y vamonos a ver en tu hermosura
al monte y al collado,
do mana el agua pura ;
entremos más adentro en la espesura,
37 Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos
y el mosto de granadas gustaremos.
38 Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí, tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.
34
«El Esposo es el que habla en esta Amado, y ésta le pide cuando dice : «En*
canción, cantando la pureza que ella tie- tremos más adentro en la espesura».
37
ne ya en este estado». Palomica y Torto- a, b) Las subidas cavernas son Jos
lica : el alma. — Socio : el Esposo. subidos y profundos misterios de la sa-
36
«Ella es la que habla en esta oca- biduría de Dios que hay en Cristo, e) Las
sión con el Esposo, pidiéndole tres cosas granadas significan aquí los misterios de
que son proDias de amor : la primera, Cristo y los juicios de la sabiduría de
quiere recibir el gozo y sabor del amor, Dio3.
y esa le pide cuando dice : «Gocémonos, 88
Amado». La segunda, es desear y hacer- e) «Por aquel otro día entiende el
se semejante al Amado, y ésta le pide día de la eternidad de Dios, que es otro
cuando dice : «Vamonos a ver en tu que este día temporal ; en el cual día de
hermosura». Y la tercera es escudriñar y la eternidad predestinó Dios al alma para
saber las cosas y secretos del mismo la gloria.»
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 231

39 El espirar del aire,


el canto de la dulce Filomena,
el soto y su donaire,
en la noche serena
con llaga que consume y no da pena.
40 Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco parecía,
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.
[Textos de Clásicos EBRO.]

A N Ó N I M O

A CRISTO CRUCIFICADO

Soneto
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cíelo que me tienes prometido ;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
5 Tú me mueves, Señor ; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido ;
muéveme ver tu cuerpo tan herido ;
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera,
10 que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera ;
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

39
a, b) «Lo que nace en el alma de las pasiones y mortificados ios apetitos
aquel aspirar del aire es la dulce voz de naturales ; la cuarta y quinta, que ya
su Amado en elía». — c) Soto : Dios, está la parte sensible e inferior reforma-
d) «Esta noche es la contemplación en da y purificada, y que ya está conforma-
que el alma desea ver estas cosas. — e) da con la parte espiritual ; de manera
Llama : el amor del Espíritu Santo.
40 que no sólo no estorbará para recibir
«Dice cinco cosas : la primera, que
aquellos bienes espirituales, mas antes
ya su alma está desasida y ajena de to-
das las cosas ; la segunda, que ya está se acomodará a ellos, porque aun de los
vencido y ahuyentado el demonio [Ami- que tiene ahora participa según su ca-
nadab] ; la tercera, que ya están sujetadas pacidad.»
232 JOSÉ MANUEL BLECUA

i.« Analícese la doctrina mística de san Juan, según el Cántico


espiritual,
2.° • Estudíese las características del lenguaje místico : símbolosf
metáforas y alegorías. Muéstrese lo que piensa San Juan acerca de
este lenguaje.
3.0 El paisaje y la Naturaleza.
4.0 Indíquense las relaciones entre la prosa y la poesía.
CAPITULO XVII

LA PROSA Y EL TEATRO

La novela pastoril. — Al levés de la novela picaresca, la llamada no-


vela pastoril tiene unos orígenes extranjeros, y, como los libros de caba-
llerías, es de carácter internacional. El Renacimiento, que puso de moda
el género bucólico en la poesía (recuérdense las Églogas, de Garcilaso),
difundió este tipo de novela, bastante convencional, lo mismo por los
personajes —refinados pastores que dialogan pulcramente y citan a Pla-
tón—, que por sus paisajes y trama en general. E l argumento de estas
obras suele ser siempre un conflicto amoroso, resuelto al final con toda
felicidad.

Orígenes. •— Los orígenes de esta clase de obras hay que buscarlos en


la novelística italiana de Boceado (en Ninfale de Ameto y Ninfale fieso-
ïano), pero sobre todo en la Arcadia, de Jacobo Sannazaro, aparecida a
principios del siglo xvi, que influyó mucho en nuestra literatura, traducida
en 1547. El portugués Bernardina Eiberiro fué el primer imitador de
Sannazaro con su novela Menina e moca.

Jorge de Montemayor. — Otro portugués, Jorge de Montemayor


(fl561), de Montemor o Velho, cerca de Coimbra. músico y poeta, nos
dejó el mejor ejemplar del género en su célebre novela titulada Diana,
en la que se desarrolla el conflicto amoroso de tres pastores, Diana, Sireno
y Delio. Se intercalan, como era costumbre en este género novelístico,
diversas composiciones poéticas, y fué obra muy leída y difundida en su
época. Tradújose al francés e influyó en la literatura inglesa.
234 JOSÉ MANUEL BLECUA

Gaspar Gil Polo. —• El valenciano GASPAR G I L POLO publicó en 1564


una continuación de esta novela, con el título de Diana enamorada, utua
de las producciones más interesantes del género, ya que Gil Polo era un
poeta que sabía revestir de lirismo las descripciones de su región levantina,
de singular originalidad. Pero su interés reside más en los versos que en
la misma prosa. Gil Polo utilizó una métrica poco frecuente en el Siglo
de Oro, como sucede con las llamadas rimas provenzales, de gran musi-
calidad y perfección.

Éxito de la líovéla pastoril, — L a novela pastoril obtuvo un éxito se-


mejante al de los libros de caballerías. Novelas pastoriles escriben, como
veremos, Cervantes y Lope de Vega, y hasta se llegaron a convertir a lo
divino, como la Clara Diana a lo divino, de fray Bartolomé Ponce.

El tema morisco. — A medida que avanza el siglo xvi se va notando


en la literatura española una exaltación ideal de lo morisco, exaltación q'ue
se traduce en diversas obras en prosa y en la creación de un ciclo de
romances nuevos conocidos con el nombre de moriscos. Lope de Vega,
por ejemplo, se disfrazará bajo el nombre del pastor Belardo, pero otra?
usará el de Zaide o el de Gazul, al paso que Elena Osorio se convertirá
en la bella Zaida.
Una idealización romántica es la bella Historia del Abencerraje y de la
hermosa Jarifa, que ya se encuentra intercalada en la de la Diana de Mon-
mayor. E l tema, que también pasó al teatro y al romancero nuevo, se
refiere a los amores de Abindarráez, prisionero del alcaide de Antequera,
con la hermosa Jarifa, y la generosidad del citado alcaide devolviendo la
libertad al moro.
Más interesante es la novela morisca de GINÉ s PÉREZ DE H I T A (que
muy joven peleó contra los moriscos Sublevados de Granada), titulada
Historia de los bandos de Zegrles y Abencerrajes, especie de novela histó-
rica, continuada posteriormente con una segunda parte, Las guerras civi-
les de Granada, de menos interés.
La primera parte trata de las rivalidades entre Zegríes y Abencerrajes,
de los desafíos entre moros y cristianos, de amores dramáticos y de fes-
tejos y certámenes celebrados en Granada a fines del siglo xv, descritos
con una pompa y colorido sin igual y aderezados con elementos poéticos.
Los moros se convierten en caballeros galantes y románticos, romanticismo
que pasará a numerosas narraciones posteriores, ya que la obra de Ginés
Pérez de Hita fué muy leída en ¿oda Europa.

La prosa histórica. — La historiografía de este período comienza con


JERÓNIMO ZURITA (f 1580), aragonés, autor de unos severos An-ales de la
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESfAÑOLA 235

Corona de Aragón, meticulosos y veraces, imprescindibles para el cono-


cimiento de la Edad Media en la Corona de Aragón.
La obra histórica que refleja con más exactitud las corrientes histó-
ricas de la época es la Historia de L· orden de San Jerónimo, de FRAY J O S É
DE SIGÜENZA, sucesor de Arias Montano en el cargo de Bibliotecario de
El Escorial, a cuya fundación se refiere casi toda su obra. Obra que
Unamuno llamó con hábil comparación «el Escorial de la literatura clásica
española».

Juan de Mariana. —• El mayor historiador del siglo xvi fué el jesuíta


Padre JUAN DE MARIANA, nacido en Talavera en 1535 y muerto en 1624,
autor de numerosos tratados políticos, escritos en latín con el título Trac-
tatus septem, y de una monumental Historia de España, redactada tam-
bién en latín y traducida posteriormente por su mismo autor.
La obra de Juan de Mariana nace de un deseo de exaltación de la
Historia de España, pero haciéndola girar de una manera sincrónica alre-
dedor de Castilla, concebida como un estado completo. E s una historia
artística, por lo que cuidó con todo esmero su composición y su lenguaje,
habiendo quedado por esto como prototipo de prosa histórica.

C O N S Ú L T E S E . —• P a r a la novela pastoril y los t e m a s moriscos, M. M e n é n d e z


Pelayo, Orígenes de la novela, vol. II, Madrid, 1943. — P a r a la prosa históri-
ca, B. Sánchez Alonso, Historia de 7<r historiografía española, vol. II, Madrid, 1944.
236 JOSÉ MANUEL BLECUA

JORGE DE MONTEMAYOR

DIANA

Acabando Silvano la amorosa canción de Diana, dijo a Sireno (que


como fuera de sí estaba oyendo los versos que después de su partida la
pastora había cantado) : —«Cuando esta canción cantaba la hermosa Diana,
en mis lágrimas pudieran ver si yo sentía las que ella por su causa derra-
maba; pues que no queriendo yo della entender que la había entendido,
disimulando lo mejor que pude (que no fué poco podello hacer) llegúeme
adonde estaba.» Sireno entonces le atajó diciendo : •—«Ten punto 1 , Sil-
vano; ¿ que un corazón que tales cosas decía pudo mudar fe ? ¡ Oh cons-
tancia, oh firmeza, y cuántas pocas veces hacéis asiento sobre corazón
de hembra, que cuando más subjecta 2 está a quereros, tanto más propues-
ta 3 para olvidaros ! Y bien creía yo que en todas las mujeres había esta
falta, mas en mi señora Diana jamás pensé que naturaleza había dejado
cosa buena por hacer». Prosiguiendo, pues, Silvano por su historia ade-
lante, le dijo: •—«Como yo me llegase más adonde Diana estaba, vi que
ponía los ojos en la clara fuente, adonde prosiguiendo su acostumbrado
oficio4, comenzó a decir: «¡Ay, ojos, y cuánto más presto se os acabarán
las lágrimas qué la ocasión de derramallas ! ¡ Ay, mi Sireno, plega a
Dios que antes que el desabrido invierno desnude el verde prado de frescas
y olorosas flores, y el valle ameno de la menuda hierba, y los árboles som-
bríos de su verde hoja, vean estos ojos tu presencia tan deseada de mí
ánima, como de la tuya debo ser aborrecida», —«A este punto alzó el di-
vino rostro, y me vido 3 ; trabajó 6 por disimular el triste llanto, mas no
lo pudo hacer de manera que las lágrimas no atajasen el paso a su disi-
mulación, levantóse a mí, diciendo : «Siéntate aquí, Silvano, que asaz
vengado estás y a costa mía. Bien paga esta desdichada lo.que dices que
a su causa sientes, si es verdad que es ella la causa» 7 . «¿Es posible, Dia-
na —le respondí— que eso me quedaba por oír? En fin, no me engaño en
decir que nascí para cada día descubrir nuevos géneros de tormentos, y
tú para hacerme más sinrazones de las que en tu pensamiento pueden
caber. ¿Ahora dudas ser tú la causa de mi mal? Si tú no eres la causa
del, ¿quién sospechas que mereciese tan gran amor? O ¿qué corazón ha-
bría en el mundo, si no fuese el suyo, a quien mis lágrimas no hubiesen
ablandado? Y a esto añadí otras muchas cosas, de que ya no tengo me-
moria. Mas la cruel enemiga de mi descanso, atajó mis razones diciendo :
—'«Mira, Silvano; si otra vez tu lengua se atreve a tratar de cosa tuya y
a dejar de hablarme en el mi Sireno, a tu placer8 te dejaré gozar de la

1 6
Els decir : «Detente un poco». Esforzó.
2 7
Latinismo : sujeta. También el pastor Silvano está ena-
3
Dispuesta. morado de Diana.
4 8
De lamentarse, de llorar, Es decir : solitario.
s Vio.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 237

clara fuente donde estamos sentados. ¿Y tú no sabes que toda cosa que
en mi pastor no tratare, me es aborrescible y enojosa? ¿Y que la persona
que quiere bien, todo el tiempo que gasta en oír cosa fuera de sus amores
le parece mal empleado?.—Yo entonces, de miedo que mis palabras no
fuesen causa de perder el descanso que su vista me ofrescía, puse silencio
en ellas, y estuve allí un gran rato gozando de ver aquella hermosura so-
berana, hasta que la noche se dejó venir (con mayor presteza de lo que
yo quisiera) y de allí nos fuimos los dos con nuestros ganados al aldea.»
Sireno, suspirando, le dijo : —«Grandes cosas me has contado, Silvano,
y todas en daño mío ; desdichado de mí, cuan presto vine a experimentar
la poca constancia que en las mujeres hay. Por lo que los 9 debo me pesa.
No quisiera yo, pastor, que en algún tiempo se oyere decir que en un
vaso, donde tan gran hermosura y discreción juntó naturaleza, hubiera
tan mala mixtura, como es la inconstancia que conmigo ha usado. Y lo
que más me llega al alma, es que el tiempo le ha de dar a, entender lo
mal que conmigo lo ha hecho ; lo cual no puede ser sino a costa de su
descanso. ¿Cómo le va de contentamiento después de casada?». Silvano
le respondió : —«Dicenme algunos que le va mal, y no me espanto 10 , por-
que, como sabes, Delio su esposo, aunque es rico de bienes de fortuna,
no lo es de los de naturaleza, que en esfco de la disposición ya ves cuan
mal le va. Pues de otras cosas que los pastores nos preciamos, como son
tañer, cantar, luchar, jugar al cayado, bailar con las mozas el domingo,
paresce que Delio no ha nacido más que para mirallo»,
—«Ahora, pastor, dijo Sireno—, toma tu rabel y yo tomaré mi zam-
pona, que no hay mal que con la música no se pase, ni tristeza que con
ella no se acresciente».
Y templando los dos pastores sus instrumentos con mucha gracia y
suavidad comenzaron a cantar.

[Texto según la edic. de López Estrada en Clásicos Castellanos.^

i.° ¿Cuál es el ambiente que describe Monteinayor ? Compárese


con el del Lazarillo. ¿ En qué consisten las diferencias ?
2.° Muéstrese la complicación sentimental.
3. 0 Analícese la presencia del paisaje.

9
Los parece referirse a daños.
10
Asombro.
238 JOSÉ MANUEL BLECUA

ANÓNIMO

H I S T O R I A D E A B I N D A R R Á E Z Y LA H E R M O S A J A R I F A

Hubo en Granada un linaje de caballeros que llamaban los Abencerra-


jes, que eran flor de todo aquel reino : porque en gentileza de sus perso-
nas, buena gracia, disposición y esfuerzo, bacía ventaja a todos los de-
más ; eran muy estimados del rey y de todos los caballeros, y muy ama-
dos y quistos de la gente común. En todas las escaramuzas que entraban,
salían vencedores, y en todos los regocijos de caballería se señalaban.
Ellos inventaban las galas y los träges. De manera que se podía bien decir
que en ejercicio de paz y de guerra eran regla y ley de todo el reino. Dí-
cese que nunca bubo Abencerraje escaso, ni cobarde, ni de mala disposi-
ción. No se tenía por Abencerraje el que no servía dama, ni se tenía por
dama la que no tenía Abencerraje por servidor...
[Rodrigo de Narvaez, alcaide de Antequera, hace prisionero a Abinda-
rráez, joven abencerraje, enamorado de Jarifa. El moro confiesa su preo-
cupación.]
...Yo iba de Cártama a Coin, breve jornada (aunque el deseo la alargaba
mucho), el más ufano Abencerraje que nunca se vio. Iba llamado de mi
señora, a gozar de mi señora, y a casarme con mi señora. Véome ahora
herido, cativo y vencido : y lo que más siento: que el término y coyun-
tura de mi bien se acaba esta noche. Déjame, pues, cristiano, consolar
entre suspiros, y no los juzgues a flaqueza, pues lo fuera muy mayor tener
ánimo para sufrir tan riguroso trance.
Rodrigo de Narváez quedó espantado y apiadado del extraño aconteci-
miento del moro ; y paresciéndole que para su negocio ninguna cosa le po-
dría dañar más que la dilación, le dijo : «Abindarráez, quiero que veas
que puede más mi virtud que tu ruin fortuna. Si tú me prometes como
caballero de volver a mi prisión dentro del tercero día, yo te daré libertad
para que sigas tu camino».
[Marcha Abindarráez, y una vez casado vuelve con su esposa a la pri-
sión. Narváez logra que el rey moro de Granada los perdone y además
les otorga la libertad. El Abencerraje envía a Narváez espléndido rega-
los, y este contesta con la siguiente carta] :
«Hermosa Jarifa : No ha querido Abindarráez dejarme gozar del ver-
dadero triunfo de su prisión, que consiste en perdonar y hacer bien : y
como a mí en esta tierra nunca se me ofresció empresa tan generosa, ni
tan digna de capitán español, quisiera gozarla toda y labrar della una
estatua para mi posteridad y descendencia. Eos caballos y armas rescibo
yo para ayudarle a defender de sus enemigos. Y si en enviarme el oro se
mostró caballero generoso, en rescibirlo yo paresciera codicioso mercader ;
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 239

yo os sirvo con ello en pago de la merced que me hicistes en serviros


de mí en mi castillo. Y también, señora, yo no acostumbro robar damas,
sino servirlas y honrarlas».
Y con esto les volvió a enviar las doblas. Jarifa las recibió, y dijo :
«Quien pensare vencer a Rodrigo de Narváez de armas y cortesía, pensará
mal».
[Inventario de A. de Villegas, en C. Pérez Pastor, La imprenta
en Medina del Campo, Madrid, 1895.]

i.° Estudíese el ambiente. ¿Cómo son las relaciones entre moros


Y cristianos ?
2.» Analícense [os caracteres. Muéstrense los elementos ideales.
240 JOSÉ MANUEL BLECUA

EL TEATRO

El teatro prélopista. — Ya vimos en el capítulo xv que, por una parte,


el teatro renacentista se orientó hacia el teatro clásico grecolatino, teatre
que vamos a ver continuado en esta época, aunque sin gran éxito. Por
otra parte, surgirá un tipo de obras con carácter más realista y popular,
sin influencias latinas ni italianas, del que derivará el entremés. Otros
autores, como Juan de la Cueva y Cervantes, incorporarán al teatro temas
de la historia de España.

El teatro erudito. — L a s traducciones e imitaciones de los clásicos con-


tinúan en la segunda mitad del siglo xvi. Así, por ejemplo, PEDRO SIMÓN
ABRIL, filólogo y humanista, tradujo comedias de Terencio y Aristófanes,
y la tragedia Medea, de Eurípides. Estas traducciones y el conocimiento
directo de las tragedias clásicas, especialmente las de Séneca, influyen
en la producción de diversos autores, como J'uan de Mal Lara y en JERÓ-
îriaio BERMÚDEZ, que dramatizó la bella y trágica historia de doña Inés
de Castro en sus dos piezas Nise lastimosa y Nise laureada, escritas en
verso, con coros y monólogos al uso clásico. También escribieron tragedias
de tipo erudito Cristóbal de Virués y Lupercio Leonardo de Argensola.
El mismo Cervantes compuso algunas obras siguiendo esta técnica, que
haría desaparecer integramente Lope de Vega.
Lope de Rueda. — El brillante comienzo de Torres Naharro y de Gil
Vicente fué continuado por L O P E DE RUEDA, batihoja sevillano, cuya acti-
vidad escénica transcurre entre 1550 y 1565. Incorporóse muy joven a una
compañía de teatro, y él mismo fué autor y representante de sus obras.
Murió en 1565.
De Lope de Rueda escribía Cervantes lo siguiente : «Yo dije que me acordaba
de haber visto representar al gran Lope de Rueda, varón insigne en la representa-
ción y en el entendimiento. Fué natural de Sevilla y de oficio batihoja, que quiere
decir de los que hacen panes de oro. Fué admirable en la poesía pastoril y en este
modo, ni entonces ni después acá, ninguno le ha llevado ventaja... Las comedías
eran unoa coloquios como églogas entre dos o tres pastores y alguna pastora. Ade-
rezábanla con dos o tres entremeses, ya de negra, ya de rufián, ya de bobo y ya de
vizcaíno ; que todas estas cuatro figuras y otras muchas hacía el tal Lope con la
mayor excelencia y propiedad que pudiera imaginarse. Murió Lope de Rueda, y
por hombre excelente y famoso le enterraron en la iglesia mayor de Córdoba, entre
loa dos coros».

Obras. — Lope de Eueda sigue la moda de escribir comedias a la ma-


nera italiana, como Eufemia, Medora, Armelina, Los engañados, pero al
mismo tiempo es el creador de un género vivo y gracioso, antecedente de
los entremeses de un Cervantes, llamado yaso, intercalado muchas veces
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 241

entre acto y acto de las comedias, o en medio de dos escenas. Son muy
graciosos los pasos de Las aceitunas, La tierra de Jauja, La carátula y
El rufián cobarde. Estas pequeñas piezas son de tipo realista, interesando
por su fuerza cómica y por la agudeza y gracia de su lengua. «Lope de
Rueda —dice M. Pelayo—... transportó a las tablas el tipo de prosa de
la Celestina, pero aligerándole de su opulenta frondosidad, haciéndole más
rápido e incisivo, con toda la diferencia que va del libro a la escena».

Juan de la Cueva. — Mucho más interesante, por su aproximación al


teatro de Lope de Vega, es la obra del sevillano JUAN DE LA CUEVA (1550?-
1.610), del que se conservan hasta catorce comedias y tragedias, mas nu-
merosos poemas líricos y una especie de preceptiva literaria titulada Exem-
plar 'poético.
Juan de la Cueva es el primero que incorpora temas de la historia
nacional al teatro, como haría después Lope de Vega, en sus comedias
de Los siete infantes de Lata y en La muerte del rey don Sancho, recu-
rriendo para esto a las crónicas y al romancero. Dramatiza el tema con-
temporáneo del Saco de Boma, obra de gran vigor, y crea, finalmente,
algún tipo de interés excepcional, como el de Leucino, especie de don Juan
Tenorio, en su Comedia del infamador. Destaquemos por lo último la
aportación técnica que supone reducir el número de jornadas a cuatro,
y el uso de gran número de formas estróficas. Mezclará el estilo lírico y
el épico y lo trágico y lo cómico en una misma escena, como hará des-
pués Lope de Vega.

Juan de Timoneda. — El valenciano JUAN DE TIMONEDA (f hacia 1583)


desarrolló una gran actividad, ya que fué librero, impresor y literato.
Como impresor le debemos algunas joyas, como la célebre Rosa de ro-
mances viejos, uno de los romanceros más interesantes.
Como dramaturgo, se acerca al teatro de Planto en la obra titulada
Turiana, que contiene diversas comedias, farsas, pasos y entremeses. Tra-
dujo comedias plaUtinas y es también autor de seis autos sacramentales,
publicados en el Ternario sacramental.
Más interés ofrecen sus cuentos y novelitas cortas, recogidas en dos
colecciones, Sobremesa y alivio de caminantes y Patrañuelo. La primera
reúne una serie de cuentecillos amables y entretenidos, muy breves,
mientras que en la segunda se leen veintidós patrañas o novelas cortas,
procedentes de obras italianas, algunas adaptadas con evidentes aciertos.

CONSÚLTESE. — Para Lope de Rueda, el prólogo de E. Cotarelo en la edic. de


las Obras, Madrid, 1908, y el de Moreno Villa en Clásicos castellanos. — Para Juan
de la Cueva, el prólogo de Icaza en la edic. de las Tragedias y comedias, y tam-
bién en Clásicos Castellanos. — P a r a Juan de Timoneda, M. Menéndez Pelayo, Orí-
genes We la novela, vol. II.
16
242 JOSÉ MANUEL BLECUA

LOPE DE HUEDA

L,AS ACEITUNAS

TOR. i Válame Dios y qué tempes- cielo de Dios que eramos yo


tad ha hecho desdel 1 reque- y vuestro ahijado a cargalla
brajo2 del monte acá, que no y no podíamos.
parescía sino quel cielo se AGU. Ya, noramaza 9 sea, marido,
quería hundir y las nubes ¡ y qué mojado que venís !
venir abajo! Pues decí3 TOR. Vengo hecho una sopa da-
agora : ¿ qué os terna 4 apa- gua. Mujer, por vida vues-
rejado de comer la señora tra, que me deis algo que
de mi mujer? ¡Así mala cenar.
rabia la mate!... ¿Oíslo? AGU. ¿ Y O qué diablos os tengo
¡ Mochacha5 Mencigüela ! Si de dar, si no tengo cosa nin-
todos duermen en Zamora 6 .. guna?
I Águeda de Toruégano ! MENC. ¡ Jesús, padre, y qué moja-
¿ Oíslo ? da que venía aquella leña!
MKNC. ¡ Jesús, padre ! ¿ Y habéísnos TOR. Sí, después dirá tu madre
de quebrar las puertas? ques el alba.
TOR. ¡ Mira qué pico, mira qué AGU. Corre, mochacha, adrézale 10
pico ! ¡ Y adonde está vues- un par de huevos para que
tra madre, señora? cene tu padre, y hazle luego
MENC. Allá está en casa de la ve- la cama. Yos 11 aseguro, ma-
cina, que le ha ido a ayu- rido, qtie nunca se os acor-
dar a coser unas madejillas. dó de plantar aquel renuevo
TOR. ¡ Malas madejillas vengan de aceitunas que rogué que
por ella y por vos ! Andad plantásedes.
y llamalda 7 , TOR. Pues ¿en qué me he deteni-
AGU. Ya, ya, el de los misterios, do sino en plantalle, como
ya viene de hacer una ne- me rogastes?
gra carguilla de leña, que AGU. Callad, marido, ¿y adonde
no hay quién se averigüe 8 lo plantastes?
con él. TOR. Allí junto a la higuera bre-
TOR. S Í ; ¿carguilla de leña le pa- valj12, adonde, si se os
resce a la señora? Juro al acuerda, os di un beso.
1 7
Contracción de desde el. Metátesis muy frecuente en el a. XVJ.
8 8
De resquebrajar. Se entienda.
3 9
Imperativo, como aguarda, vení, etc. Com© noramala.
10
* Tendrá. Vid teméis, más adelante. Forma popular de aderezar. Vid
* Forma popular. drecho más adelante.
11
* Dicho popular, procedente de un ro- Contracción de Yo o».
12
mance viejo. Breva}, de brevas.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 243

MENC. Padre, bien puede entrar a ¿ a cómo has de pedir?


cenar, que ya está adrezado MENC. A como quisiéredes, padre.
todo. TOR. A catorce o quince dineros.
AGü. Marido, ¿no sabéis qué he MENC. Así lo haré, padre.
pensado? Que aquel renuevo AGU. ¿ Cómo «así lo haré, padre» ?
de aceitunas que plantastes Ven acá, mochacha : ¿ a có-
hoy, que de aquí a seis o mo has de pedir?
siete años llevará cuatro o MENG. A como mandáredes, madre
cinco hanegas de aceitunas, AGU. A dos reales castellanos.
y que poniendo plantas acá TOR. ¿Cómo a dos reales castella-
y plantas acullá, de aquí a nos? Yos prometo que si
veinticinco o treinta años no hacéis lo que yo os man-
t e m é i s un olivar hecho y do, que os tengo de dar más
derecho. de doscientos correonazos.
TOR. Eso es la verdad, mujer, que ¿A cómo has de pedir?
no puede dejar de ser lindo. MENC. A como decís vos, padre.
AGU. Mira, marido : ¿ sabéis qué TOR. A catorce o quince dineros.
he pensado? Que yo cogeré MENC, Así lo haré, padre.
la aceituna y vos la carrea- AGU. ¿Cómo «así lo haré, pa-
réis con el asnillo, y Men- dre» ? Toma, toma, hace lo
cigüela la venderá en la pla- que yos mando.
za. Y mira, mochacha, que TOR. Dejad la mochacha.
te mando que no me des MENC. ¡ Ay, madre; ay, padre, que
menos el celemín de a dos me m a t a !
reales castellanos. ALOXA. ¿Qués esto, vecinos? ¿Por
TOR. ¿Cómo a dos reales castella- qué maltratáis ansí la mo-
n o s ? ¿No veis ques cargo chacha ?
de consciència y nos llevará AGU. ¡ Ay, señor ! Este mal hom-
al amotazén 1 3 cadaldía la bre, que me quiere dar las
pena, que basta pedir a ca- cosas a menos precio y quie-
torce o quince dineros por re echar a perder mi casa :
celemín ? ¡ unas aceitunas que son co-
AGU. Callad, marido, ques el ve- mo nueces !
duño 1 4 de la casta de los de TOR. Y O juro a los huesos de mi
Córdoba. linaje que no son ni aun
TOR. Pues aunque sea de la casta como piñones.
de los de Córdoba, basta pe- AGU. S Í son.
dir lo que tengo dicho. TOR. N O son.
AGU. Ora no me quebréis la cabe- ALOXA. Ora, señora vecina, haceme
za. Mira, mochacha, que te tamaño placer que os entréis
mando que no las des me- allá dentro, que yo lo ave-
nos el celemín de a dos rea- riguaré todo.
les castellanos. AGU. Averigüe o póngase todo del
TOR. ¿Cómo a dos reales castella- quebranto.
nos ? Ven acá, mochacha : ALOXA. Señor vecino, ¿qué son de
13
Almotacén, fiel de pesos y medidas. las vidas o uvas. Aquí se extiende el
14
Veduño es la calidad o especie de significado a ]a calidad del olivo.
244 JOSÉ MANUEL BLECUA

las aceitunas? Sacaldas acá y la mochacha la vendiese,


fuera, que yo las compraré, y que a fuerza de drecho ha-
aunque sean veinte hanegas. bía de pedir a dos reales por
TOR. Que no, señor ; que no es cada celemín ; yo que no y
desa manera que vuesa mer- ella que sí, y sobre esto ha
ced se piensa, que no están sido la quistión.
las aceitunas aquí en casa, ALOXA. ¡ Oh, qué graciosa quistión ;
sino en la heredad. nunca tal se ha visto! Las
ALOXA. Pues traeldas aquí, que yo aceitunas no están planta-
las compraré todas al precio das, ¿y ha llevado la mo-
que justo fuere. chacha tarea sobre ellas?
MENC. A dos reales quiere mi ma- MENC. ¿Qué le paresce, señor?
dre que se vendan el cele- TOR. NO llores, rapaza. La mo-
mín. chacha, señor, es como un
ALOXA. Cara cosa es esa. oro. Ora andad, hija, y po-
TOR. ¿ N O le paresce a vuesa mer- nedme la mesa, que yos pro-
ced? meto de hacer un sayuelo de
MENC Y mi padre a quince dine- las primeras aceitunas que
ros. se vendieren;
ALOXA. Tenga yo una muestra de- ALOXA. Ahora andad, vecino, en-
lias. traos allá adentro y tened
TOR. ¡ Válame Dios, señor! Vue- paz en vuestra mujer.
sa merced no me quiere en- TOR. Adiós, señor.
tender. Hoy he yo planta- ALOXA. Ora por cierto, i qué cosas
do un renuevo de aceitu- vemos en esta vida que po-
nas, y dice mi mujer que de nen espanto ! Las aceitunas
aquí a seis o siete años lle- no están plantadas, ya las
vará cuatro o cinco hanegas habernos visto reñidas. Ra-
de aceituna, y quella la co- zón será que dé fin a mi em-
gería, y que yo la acarrease bajada.

i.° Estudíense los caracteres. ¿Cuál es el más perfilado?


2.° ¿En qué reside lo cómico de la situación?
3. 0 Muéstrense las características del lenguaje.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 245

JUAN DE LA CUEVA

LOS S I E T E I N F A N T E S D E L A R A

ARGUMENTO DE LA TRAGEDIA

DOÑA LAMBRA, mujer de R U Y VELAZQUEZ y hermana de GONZALO BUSTOS,


padre de los siete Infantes de Lara, mandó a un criado suyo que le diese
a GONZALO GONZÁLEZ, el menor de los Infantes, [con] un vaso de sangre ;
y haciéndolo el criado, el GONZALO GONZÁLEZ lo mató en las faldas de su
tía DOÑA LAMBRA, adonde se fué a guarecer. La cual, querellándose a su
marido R U Y VELÁZQUEZ, trazó la venganza, enviando una carta al R E Y
ALMANZOR de Córdoba con su cuñado GONZALO BUSTOS, por l a cual le pedía
que luego le mandase dar la muerte al GONZALO BUSTOS, y asimismo le en-
viase gente, y que le daría en poder a los siete Infantes, de quien él tanto
daño recibía. Leída la carta por el R E Y ALMANZOR, puso a GONZALO BUSTOS
en prisión, y envió a dos capitanes suyos llamados GALVE y VIARA, con
diez mil moros, y siguiendo el orden dado por el R U Y VELÁZQUEZ le entregó
los Infantes a los'moros. De suerte que, aunque hicieron su deber como
valientes caballeros, fueron todos muertos, y más doscientos caballeros que
con ellos iban, y cortándoles las cabezas a los siete Infantes, y la de su
ayo Ñ U Ñ O SALIDO, se las enviaron al R E Y ALMANZOR, que luego que las
recibió mandó sacar de la prisión a GONZALO BUSTOS, y habiendo comido
con él aquel día le hizo poner delante las ocho cabezas de sus hijos y ayo.
El cual, conociéndolas, hizo encima de ellas m u y doloroso llanto, que,
movido a sentimiento el moro, le concedió libertad para que se fuese a su
tierra. E n el tiempo que había estado preso, ZAIDA, hermana del R E Y A L -
MANZOR, había tratado amores con GONZALO BUSTOS, la cual quedó preñada
de él, y llegando el tiempo del parto parió un hijo que, siendo de edad, lo
envió al padre, y fué vuelto cristiano, y se llamó GONZALO MUDARRA, el
cual mató a R U Y VELÁZQUEZ y quemó a su tía DOÑA LAMBRA, en venganza
de la muerte de sus hermanos los siete Infantes de Lara, cuyos nombres
fueron: D I E G O GONZALEZ, MARTIN GONZALEZ, SUERO GONZALEZ, FERNÁN
GONZALEZ, RUY GONZALEZ, ÑUÑO GONZALEZ, GONZALO GONZALEZ.

E s t a tragedia representó la primera vez ALONSO RODRÍGUEZ en Sevilla,


en la Huerta de doña Elvira, siendo asistente don Francisco Zapata de
Cisneros, conde Barajas. Año de mil y quinientos y setenta y nueve.
246 JOSÉ MANUEL BLECUA

ALMANZ. ALMANZ.

¿Coméis así por allá? Si es eso tan importante,


¿recebirás gran placer
G. BUST. si te los hago traer
Señor, sí, del mesmo modo a todos siete delante?
se sirve y se come todo ;
G. BUST.
no en el suelo, como acá.
A ser aqueso posible,
ALMANZ. me fuera sumo remedio.
¿ H a s recebido placer ALMANZ.
en salir hoy de prisión?
Si a ti te puede ser medio,
G. BUST. no es cosa tan imposible.
La fuerza de la razón G. BUST.
puede por mí responder. ¿Por qué arte o por qué vía
ALMANZ. puedes hacer tal hazaña?
¿Qué te pide tu deseo? ALMANZ.
Que por m í te es otorgado.
No usaré de arte extraña
G. BUST. si uso de nigromancía.
Bueno ha estado este guisado.
Quien de Rey es convidado, ¿ Hate dado gusto, Bustos ?
¿qué más gloria ni trofeo?
G. BUST.
ALMANZ.
Bs tal, que a todos los gustos
En esta cautividad será por fuerza extremado.
¿ser libre querrás, amigo?
ALMANZ.
G. BUST.
¿ H a faltado alguna cosa?
Señor, comiendo contigo
G. BUST.
cierta está mi libertad.
Señor, a lo que imagino,
ALMANZ. tener sabor de tocino.
¿ N o te congoja ni pena ALMANZ.
otra cosa en este estado?
¡ Oh, qué comida enfadosa !
G. BUST. No sé por qué los cristianos
tan sucia comida usáis,
Mis hijos me dan cuidado si no es porque gustáis
más que mi dura cadena. de comer cieno y gusanos.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 247

No sin causa el dios Mahoma, ALMANZ.


so pena de grande afán Ponías aquí, quita presto
nos veda por su Alcorán ese velo que está encima.
que ningún moro la coma. Limpíalas, Gonzalo Bustos,
Mas dejando ésto a una parte, y míralas una a una.
quiero mostrarte u n presente,
que ponértelo presente G. BUST.
h a de ser para alegrarte. Rey, ya he visto mi fortuna
Dicen que sobre Almenara y mis últimos desgustos.
una batalla se dio, Mis hijos son los que veo,
donde m i gente venció los siete Infantes de Lara;
por su esfuerzo y virtud rara. ya veo m i muerte clara,
H a n muerto muchos cristianos, que es el premio que deseo.
y hanme del robo escogido Hijos, luz del alma mía,
honor y espanto del mundo,
ocho cabezas, traído
¿dó el valor vuestro en quien fundo
de ocho fuertes castellanos.
el prez de la valentía?
Recebiré gran placer
¿ Dó las belicosas mañas ?
que puestas delante de tí, ¿ Dó los invencibles pechos ?
me vayas diciendo aquí ¿ Qué ha podido de esta suerte
quien son, a tu parecer. acabaros en el suelo?
Si no ha sido ira del cielo,
G. BUST.
¿qué pudo daros la muerte?
Si son cabezas cristianas E n u n hecho tan terrible,
no pongo ' duda ninguna ¿quién la victoria ha emprendido?
conocerlas u n a a una, Con brazo divino ha sido,
como sean castellanas. porque humano no es posible.
Mas si son de otra nación Espada mortal no pudo,
será grande maravilla ; ¡ ay, hijos, daros la muerte,
mas como sean de Castilla que jamás a humana suerte
se domeñó vuestro escudo !
darte he clara relación.
¿ Qué enemigos combatiendo
hubo en valor tan constantes,
ALMANZ.
que al nombre de los Infantes
Del modo que las dejé no revolviesen huyendo?
las pongan delante mí, ¿ Quién resistió vuestras manos ?
y conociéndolas, di ¿Quién vuestras fuertes espadas,
quién son, porque gustaré que en el mundo eran llamadas
que contarte tal empresa pestilencia de paganos ?
cual mis moros han habido, ¿Cuál rayo, rompiendo el cielo,
bajó, haciendo igual daño
sobre lo que se h a comido
que vuestro valor extraño
servirá de sobremesa.
hizo en gentes de este suelo?
VIARA.
Y tú, ayo, amparo y guía
de mis hijos, dame cuenta
Rey, a quien Mahoma estima, de esta dolorosa afrenta,
lo que demandas es esto. mueve aquesa lengua fría.
248 JOSÉ MANUEL BLECUA

Dímelo, Ñuño Salido. Hijos, pues estáis conmigo,


¿No quieres, por no ofenderme, no tengo ya que temer;
pues solías responderme esto así se ña de hacer,
y a mi razón dar tu oído? y vengarme en mi enemigo.
¡ Oh triste ! ¿ dó mi cordura ? Morid todos, que es muy justo,
¿qué ciega ignorancia es esta, pues muerte a mis hijos disteis ;
que a muertos pido respuesta que en vengar lo que hicisteis
de mi extraña desventura? a Bustos morir le es gusto.
[ E d i c . de Icaza en Clásicos Castellanos.']

i.° ¿Qué relaciones guarda esta tragedia con la leyenda de los


Infantes de Lara según la Crónica General!
2.° Hágase una comparación entre esa escena de la tragedia y la
misma según la Crónica y el Romancero, ¿Cuáles con las coinciden-
cias y las divergencias? ¿En dónde es más patética? ¿Por qué?
3.0 Señálense los rasgos psicológicos de Almanzor.

JUAN DE TIMONEDA

SOBREMESA Y ALIVIO DE CAMINANTES

Rescibió un caballero por criado un mozo al parecer simple, llamado


Pedro, y, por burlarse del, dióle un día dos dineros y dijole :
—Ve a la plaza y tráeme un dinero de uvas y otro de aix.
El pobre mozo, comprado que hubo las uvas, se reían y burlaban del,
viendo que pedía un dinero de aix. Conosciendo que su amo lo había hecho
por burla, puso las uvas en la capilla de la capa, y encima de ellas un
manejo de ortigas, y llegando a casa, dijole el amo:
—.Pues ¿traes recaudo?
Dijo el mozo:
—Sí, señor: ponga la mano en la capilla y sáquelo.
Puesta la mano, encontró con las ortigas, y dijo :
.—¡Aix!
Respondió el mozo :
Tras eso vienen las uvas, señor.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 249

II

Estando afeitando el barbero a un gentilhombre en su casa, el cual es-


taba muy mohino del por ser tan parlero, que cuando vino a hacerle la
barba, dijo :
—Señor, ¿cómo quiere que le haga la barba?
Respondió el gentilhombre :
—Callando.

III

Estaban unos ladrones desquiciando una puerta, para robar lo que había
en la casa ; sintiéndolo el dueño de la posada, asomóse a una ventana, y
dijo :
—Señores, de aquí un rato venid, que aun no somos acostados.

[Obras de Juan de Timoneda, edic. de E. Julia, Madrid, 1947.]


CAPITULO XVI í i

LA É P O C A BARROCA

LA POESIA

El barroco literario. —• En la historia de la cultura europea se cono-


ce con el nombre de barroco un período que surge como evolución natural
del arte renacentista. Las formas clásicas de la arquitectura renacentista
(imitación de las grecorromanas), en las que predominaban las líneas
rectas, van poco a poco recargándose de elementos ornamentales y cur-
vos. Frente a una portada renacentista, la forma barroca se distingue con
rapidez por el predominio de lo ornamental, de lo dinámico y de la línea
quebrada, zigzagueante e imprecisa. Lo mismo sucederá en la escultura-
Pero, a su vez, en la poesía y en la prosa se da también este mismo
fenómeno: poco a poco, de Garcilaso a Herrera y de este último a Gón-
gora, el verso va adquiriendo más complicación formal, recargándose
con palabras extrañas y con lina sintaxis retorcida. Si Garcilaso describe
así el deslizarse de un río

Danubio, río divino,


que por fieras naciones
vas con tus claras ondas discurriendo,

Góngora, en cambio, dirá :

En roscas de cristal serpiente breve,


por la arena desnuda el Luco yerra,
el Luco, que con lengua al fin vibrante,
si no niega el tributo, intima guerra
al mar, que el hombre con razón le bebe
y las faldas besar le hace de Atlante.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 251

Características internas. —El barroco es un fenómeno europeo. E n


España corresponde a los reinados de Felipe I I I y Felipe IV (comienzo
de, la decadencia imperial), y durará hasta el siglo xvin. Ideológicamente
nuestro barroquismo se caracteriza por el fuerte contraste entre un rea-
lismo y un idealismo como en Don Quijote o en la pintura del siglo xvn ;
por el tono melancólico y desengañado, que lleva a los poetas a cantar
las ruinas, la caducidad y brevedad de la existencia: la vida no es más
que un sueño, como en Calderón ; y, finalmente, por la tendencia a
huir de lo natural y espontáneo, prefiriendo lo artificioso y complicado.

Culteranismo y conceptismo. — El lenguaje del barroquismo se re-


suelve en dos maneras : culteranismo y conceptismo. El culteranismo es
la culminación de los elementos externos de la poesía renacentista, ten-
diendo a una deliberada dificultad por el uso de latinismos (tanto de léxico
como sintácticos), metáforas audaces y originales, elusion de los términos
corrientes, perífrasis, etc. El conceptismo aspira a sugerir, en cambio,
un significado profundo con un lenguaje conciso. Gracián, teorizador del
conceptismo, dirá : «Lo bueno, si breve, dos veces bueno». «Más obran
quintas esencias, que fárragos». El conceptismo abusa del juego de voces,
de los equívocos, paronomasias, etc., como se verá en los textos
corresp ondientes.

La poesía culterana. •— Entre el estilo de Herrera y el plenamente


culto de Góngora, cabría colocar la obra de los poetas del grupo anteque-
rano-granadino, como Luis Martín de la Plaza, Pedro Espinosa y otros,
níuy preocupados por el cultivo de una poesía sensorial, llena de belleza.
Más importancia tiene la obra de Lurs CARRILLO Y SOTOMAYOR (1583-1610),
autor de un corto número de romances y sonetos, de una Fábula de Atis
y Galatea (que algunos críticos han considerado el antecedente inmediato
del Polifemo gongorino) y de un libro en prosa, donde señalaba sus teorías
literarias.

Don Luis de Góngora. •—El realizador de la reforma poética del ba-


rroco fué don Luis DE GÓNGORA y ARGOTE, nacido en Córdoba (1561),
como Lucano y Juan de Mena. Después de estudiar en Salamanca, orde-
nóse de sacerdote y obtuvo un beneficio en la catedral cordobesa. E n
1617 fué nombrado capellán de Felipe I I I y trasladó su residencia a Ma-
drid, donde vivió hasta 1626, en que regresó a Córdoba desengañado de
la corte, muriendo al año siguiente.

Obra. — Su obra se puede dividir en dos grandes grupos : a) Peque-


ños poemas —romances, letrillas, sonetos y canciones—*; y b) Poemas
252 JOSÉ MANUEL BLECUA

de mayor extensión : Soledades y Polifemo. La crítica ha demostrado que


el estilo empleado en los poemas extensos es una intensificación de los
elementos formales aparecidos en los pequeños poemas anteriores a. 1613.
Góngora es autor de deliciosos romances y letrillas, algunos irónicos
y burlescos. Son muy conocidos y bellos los que principian Servía en
Oran al Rey, Entre los sueltos caballos, La desgracia del forzado, Her-
mana Marica, etc., Entre las letrillas destacan por su belleza o fino
humor las que comienzan No son todos ruiseñores, En los finares del
Júcar, Ándeme yo caliente, etc. Sus sonetos son también muy perfectos
y bellos, quizá los más perfectos de toda la poesía española.

Los poemas mayores. -— TÓngora termina en 1612 la Fábula de Po-


lifemo y Galatea, basada en el tema ovidiano de los amores del gigante
Polifemo, desdeñado por Galatea, enamorada de Acis. Escrita en octa-
vas, es quizá el poema más logrado y perfecto del barroco, lleno de imá-
genes y metáforas audaces y sorprendentes. Las Soledades (de 1613) son
el poema capital de la revolución gongorina. Parece ser que Góngora no
llegó a terminar más que la Soledad primera y 878 versos de la segunda.
Su asunto (un joven náufrago que llega a unas costas y es recogido por
unos cabreros) no tiene interés épico, sino lírico. E s un pretexto para
buscar en las descripciones de la Naturaleza motivos para 'una poesía
extraordinaria, llena de pompa y colorido.

Estilo.— Cuéntase que Góngora solía decir: «Deseo hacer algo, no


pam los muchos», expresando de este modo su deseo de escribir poesía
para una minoría • intelectual. Góngora consigue su objíeto con UTLDS
recursos estilísticos no nuevos en su tiempo, pero sí audaces. E n primer
lugar acumulará neologismos aparecidos en la poesía anterior y sus poe-
mas breves (véase en Quevedo una lista de voces censuradas) ; hará des-
aparecer el orden normal de la frase bajo la presión del hipérbaton latini-
zante ; eludirá las palabras vulgares o corrientes, sustituyéndolas por una
perífrasis, y creará nuevas metáforas partiendo de otras, desgastadas por
el uso. Pero también cuidará exquisitamente la musicalidad del verso,
colocando las palabras más bellas donde el ritmo alcanza mayor intensidad.

Seguidores de Góngora. •—Xa poesía de Góngora despertó una admi-


ración extraordinaria y al mismo tiempo encendidas protestas de otros
poetas de su generación. Entre los amigos más fervorosos de Góngora
figuraba don JUAN DE TAS SIS (1586-1622), Conde de Villamediana, de
vida agitada, uno de los mejores poetas del siglo xvn, autor de bellísimas
sonetos y de agudos y satíricos epigramas.
Don JUAN DE JÁUREGUI (1583-1641), pintor y poeta, fué al principio
uno de los mejores críticos de las Soledades, escribiendo un célebre estudio
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 253

titulado Antídoto contra la pestilente poesía de las Soledades, lo que tío


le impidió terminar en poeta culterano en su bella traducción de la Far-
salia, de Lucano, y en un poema sobre Orfeo.
Otros notables poetas gongorinos fueron PEDRO SOTO DE BOJAS (1585-
3658), autor de un extenso poema descriptivo, Paraíso cerrado para mu-
chos, y de bellísimos sonetos y madrigales; GABRIEL BOCANGEL Y U N -
ZUETA, autor de un libro, Rimas, con aciertos indudables ; Fray HORTENSIO
F É L I X PARAVICINO, el célebre predicador, amigo del Greco y de Góngora,
que introdujo el culteranismo en el pulpito; y, en América, Sor JUANA
INÉS DE LA CRUZ (1651-1695), mejicana, que también sufrió la influen-
cia de Calderón en su obra dramática.

Enemigos y defensores de Góngora. — La crítica y defensa de las


Soledades y el Polifemo constituyen uno de los capítulos más interesantes
de nuestra historia literaria. Entre los críticos, el primer lugar por la
cronología corresponde al humanista PEDRO DE VALENCIA, amigo de
don Luis, el primero que hizo observaciones a las Soledades, observacio-
nes que tuvo en cuenta Góngora. Por otra parte, el Antídoto de Jáuregui
dio ocasión a que los amigos del cordobés editasen sus obras con comen-
tarios, explicando en algún caso verso a verso toda la obra, o parte de
ella, como hicieron, entre otros, Salcedo Coronel, Pellicer y Salazar
Mardones.
De otro tipo son los ataques de Lope de Vega y Quevedo. El primero
fijó sri posición en cierta Respuesta a un papel que escribió a un señor
de estos reinos sobre la nueva poesía, y en numerosos y graciosos sonetos,
que fueron contestados con bastante pulla por el mismo Góngora. Que-
vedo, que ya era enemigo de Góngora antes de 1613, burlóse en multitud
de sátiras del estilo culterano del cordobés. Su célebre Aguja de navegar
cultos es la mejor caricatura de la poesía gongorina.

C O N S Ú L T E S E . — E. Wölfflin, Conceptos fundamentales de la Historia del Arte,


Madrid, 1936. —• W . WeisbacH, El barroco, arte de la Contrarreforma, Madrid,
1942. — M, Artigas, D o n Luis de Góngora, Madrid, 1925. — D á m a s o Alonso, La
lengua poética de Góngora, Madrid, 1935.
254 JOSÉ MANUEL BLECUA

DON LUIS CARRÏLLO Y SOTOMAYOR


Canción

Baña el cansado rostro, caluroso,


en el soberbio mar el sol; y, triste,
celos y agravios viste
el viudo prado y viudo cielo hermoso;
5 y, por gemir enojos,
trocara en lengua sus dorados ojos.
De su tirano escuro 1 temerosas,
son cárcel de sí mismas, enojadas,
las flores, encerradas
io entre sus verdes brazos ; y, llorosas,
niegan su blando aliento,
por no darle a la noche envuelto en viento.
Los laureles, que alzados requebraban
con amorosa voz el alto cielo,
15 prestan lenguas al suelo,
y endechas lloran los que amor cantaban :
y, por su dueño 2 ausente,
llanto es la risa de la hermosa fuente.
La blanca Aurora con la blanca mano
20 abre las rojas puertas del Oriente ;
ofrece, firme ausente,
las lágrimas lloradas, verde, el llano,
que él medio heló al verterlas
y entre esmeraldas 3 las guardó por perlas.
25 Desata, alegre, el placentero gusto
la dulce voz del ruiseñor pintado ;
lamenta en delicado
acento el mando de la noche injusto,
y, firme en su congoja,
30 ya en voz es ave, ya en color es hoja.
El álamo, que fué a la temerosa
vid de la noche escura amparo y guarda,
trepa, alegre y gallarda 4 ;
a ver del claro sol la luz hermosa,
35 y, por la nueva dada,
le corona la frente levantada.
La tristeza del cielo, el ancho prado,
1
De la noche. rocío —las lágrimas— por perlas.
2 4
EJ sol. Gallarda se refiere a vid.
1
Las hierbas del prado que guardan e]
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 255

pasa sin sol ; el gusto y alegría


con que recibe el día,
40 al verse de sus rayos coronado,
mi pecho, i oh Celia !, siente :
en tu presencia, vivo; muerto, ausente.

[Edic. de Dámaso Alonso, Poesías completas.


Madrid. 1936]

i.° Díganse los sentimientos que expresa la canción y qué com-


paraciones utiliza el poeta.
2.0 Indíquense las principales dificultades sintácticas.

PEDRO ESPINOSA

San Raimundo en el Mediterráneo1


Tiran yeguas de nieve2
el carro de cambiante argentería 3
sobre que viene el día
con rubias trenzas, de quien perlas llueve;
5 la alcatifa4 sembrada de diamantes
se borda y se matiza
de génuli, carmín y azul ceniza,
cuando de sus alcobas,
cerúleas, espumantes,
10 sale Neptuno horrendo,
quitando de la frente el musgo y ovas,
alborotado con el sordo estruendo
que hacen los tritones,
que en torno van de un manto
15 que el agua corta, que sustenta un santo ;
y recostado en el azul tridente,
con arrugada frente,
mira el barco veloz que va volando,

1 2
Pinta el poeta en esta canción la Las yeguas que arrastran el carro
huida de San Raimundo de Palma de del sol.
3
Mallorca. Por haberle negado el rey Es decir, de distintos reflejos metá-
4pn Jaime una embarcación, San Rai- lieos,
4
mundo utiliza su manto. La alfombra ; el mar aquí.
256 JOSÉ MANUEL BLECUA

sus erizadas ondas despreciando.


20 De claridades bellas
vido pintada y rica la canoa ;
que la luna era proa,
la popa el sol, y lo demás estrellas ;
y, viendo aquella maravilla santa,
25 bebe el delgado viento
y un caracol torcido le da aliento
y en el profundo estrecho,
oyendo furia tanta,
Doris*, con miedo helado,
30 los azules hijuelos 6 llegó al pecho ;
aparecieron sobre el mar salado
los escamosos dioses,
a quien Neptuno pide
apriesa el carro que las ondas mide;
35 encima sube, a los caballos grita
y a volar los incita,
hasta que al venerable santo llega,
y con espumas los tritones ciega.
Parece el mar que bulle
40 brocado7 azul, de plata la entretela ;
por donde el carro vuela,
que, por más gala, a veces se zabulle ;
de nácares 8 cubiertas las espaldas
relumbra el dios que rige
45 fieros caballos de color de acije9,
que con las ondas chocan,
del cual, entre esmeraldas
y sanguinos corales,
los cabellos al pecho helado tocan,
50 de quien manan clarísimos cristales 10 ,
y sobre el carro verde,
un caudaloso río
de las barbas preñadas de rocío ;
y los que deste triunfo allí se admiran
55 también del viejo miran
que las canas, por mas ornato, aforra
de una arrugada concha en vez de gorra.
Arrojan los delfines
por las narices blanco espuma en arco
5 8
Ninfa marina o nereida. Gotas de agua.
8 9
Llama azules a los hijuelos por ser El acije es la caparrosa, sulfato que
de agua. puede tener un color azul.
7 10
Tela de seda entretejida con oro y Es decir, «gotas de agua», como ex-
plata, plica unos versos más adelante.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 25?

60 y, destilando de las verdes crines 12


aljófar, las nereidas asomaron
y más dulces sirenas
sobre pintadas conchas de ballenas ;
Tritón, Forco y Proteo 13
65 delante se mostraron,
cuando salió rigiendo
un caballo marino el dios Nereo,
que con hendido pie va el mar hendiendo.
La escuadra de las ninfas
70 ligera en torno zarpa,
midiendo acentos en discante 14 y arpa ;
y tú, Raimundo, sobre el pobre manto,
miras la fiesta, en tanto,
que hace a tu santísima persona
75 el turquesado mar de Barcelona.

LICENCIADO LUIS MARTIN DE LA PLAZA


Soneto
Nereidas, que con manos de esmeraldas,
para sangrarle las ocultas venas,
de perlas, nácar y corales llenas,
azotáis de Neptuno las espaldas;
5 y ceñidas las frentes con guirnaldas,
sobre azules delfines y ballenas
oro puro cernéis de las arenas,
y lo guardáis en las mojadas faldas;
decidme, así de nuestro alegre coro
10 no os aparte aquel dios que en Eolia mora,
y con valiente soplo os hace agravios,
¿halláis corales, perlas, nácar, oro,
tal como yo lo hallo en mi señora,
en cabellos, en frente, en boca, en labios ?
[Fydic. de Rodríguez Marin y Quirós
de las Flores de poetas ilustres]

i.» Estudíese el arte de la descripción. Anótense las imágenes


y metáforas más felices.

12 13
Nereidas son diosas marinas, apa- Diosea marinos,
14
recen con su verde pelo destilando gotas Instrumento de cuerda,
de agua.

17
253 JOSÉ MANUEL BLECUA

D. LUIS DE G O N G O RA

RETRATO

Fué don Luis de buen cuerpo, alto, robusto, blanco y rojo, pelo negro. Así lo
dice él en su retrato : de aquel tiempo se habla :

Fué un tiempo castaña,


pero ya es morcilla

Ojos grandes, negros, vivísimos, corva la nariz, señal de hábil, como todo su rostro
la dio ; adornó el talle, y el aire de sus movimientos, los hábitos clericales. Habló
en las veras con eminencia grande, aun en prosa. En las burlas joviales fué agu-
dísimo, picante (sin pasar de la ropa) y envuelto en los donaires con que entretenía,
»e dejaba oir sentenciosamente.
Daba orejas a las advertencias o censuras, modesto y con gusto. Enmendaba, si
había qué, sin presumir : tanto, que haciendo una nenia 1 a la traslación de los
huesos del insigne castellano Garci Laso de la Vega a nuevo y más suntuoso sepul-
cro, por sus descendientes, una de las coplas comunicó, y el que le oyó res-
pondió con el silencio. Preguntó don Luis : ¿Qué : no es buena? Replícesele : Sí ;
pero no para don Luis. Sintiólo con decirle : ¡Fuerte cosa que no me basten oaa-
re(nta años de aprobaóión para que se me fíe ! No se habló más en la materia. La
noche deste día se volvieron a ver los dos, y lo primero que don Luis dijo, fué :
\Ah, señor, soy como el gato de algalia, que a azotes da el olorl : ya está diferente
la copla. Y así fué, porque se excedió a sí mismo en ella.
Solía decir : El mayor fiscal de mis obras soy yo. Otras veces dijo : Deseo hacer
algo ; no para los muchos.
[Escrutinio, Anónimo, en Obras completas, edic. de Millé, págs. 1.292 y 3.]

ROMANCES Y LETRILLAS

I 1580 Dejadme llorar


La más bella niña 10 orillas del mar.
de nuestro lugar, Pues me distes, madre,
hoy viuda y sola en tan tierna edad
y ayer por casar, tan corto el placer
viendo que sus ojos* tan largo el pesar,
a la guerra van, 15 y me cautivastes
a su madre dice de quien hoy se va
que escucha su mal: y lleva las llaves
1
Nenias eran cantos funerales.
2
Es decir : el amor de sus ojos.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

de mi libertad, Dejadme llorar


dejadme llorar 60 orillas del mar.
20 orillas del mar.
E n llorar conviertan 11.-—1580
mis ojos, de hoy más, Hermana Marica,
el sabroso oficio mañana, que es fiesta,
del dulce mirar, no irás tú a la amiga 3
25 pues que no se pueden ni iré yo a la escuela.
mejor ocupar, 5 Pondráste el corpino
yéndose a la guerra y la saya buena,
quien era mi paz. cabezón labrado 4 ,
Dejadme llorar toca y albanega 6 ,
30 orillas del mar. y a m í me pondrán
No me pongáis freno 10 mi camisa nueva,
ni queráis culpar ; sallo 6 de palmilla,
que lo uno es justo, media de estameña;
lo otro por demás. y si hace bueno
35 Si me queréis bien, trairé la montera
no me bagáis mal ; 15 que me dio la Pascua 7
harto peor fuera mi señora abuela,
morir y callar. y el estadal 8 rojo
Dejadme llorar con lo que le cuelga,
40 orillas del mar, que trajo el vecino
Dulce madre mía, 20 cuando fué a la feria.
¿quién no llorará Iremos a misa,
aunque tenga el pecho veremos la iglesia,
como un pedernal, darános un cuarto 9
45 y no dará voces mi tía la ollera.
viendo marchitar 25 Compraremos de él
los más verdes años (que nadie lo sepa)
de mi mocedad? chochos 10 y garbanzos
Dejadme llorar para la merienda;
50 orillas del. mar. y en la tardecica,
Vayanse las noches, 30 en nuestra plazuela,
pues ido se han jugaré yo al toro
los ojos que hacían y tú a las muñecas
los míos velar ; con las dos hermanas,
55 vayanse, y no vean Juana y Madalena,
tanta soledad, 35 y las dos primillas,
después que en mi lecho Marica y la tuerta ;
sobra la mitad. y si quiere madre

3
Escuela <ie niñas. que se solía llevar al cuello ,
4
Cuello del vestido, bordado. * Monedita de escaso valor.
5
Redecilla que sujetaba el cabello. 10
Los dulces que solían comprar
6
Sayo, saya. niños. También se llamaba así a. loa
7
En la Pascua. tramuces.
8
Cinta bendita en algún santuario,
260 JOSÉ MANUEL BLECUA

dar las castañetas, Barbóla, la hija


podrás tanto dello de la panadera,
40 bailar en la puerta ; 75 la que suele darme
y al son del adufe 11 tortas con manteca...
cantará Andrehuela :
No me aprovecharon, 111 1581
madre, las hierbas12 ;
45 y yo de papel Da bienes, Fortuna,
haré una librea, que no están escritos:
teñida con moras cuando pitos, flautas,
porque bien parezca, cuando flautas, pitos.
y una caperuza
50 con muchas almenas ; 5 ¡ Cuan diversas sendas
pondré por penacho se suelen seguir
las dos plumas negras en el repartir
del rabo del gallo, honras y haciendas !
que acullá 13 en la huerta A unos da encomiendas 16 ,
55 anaranjeamos 14 10 a otros sambenitos 17 .
las Carnestolendas ; Cuando pitos, flautas,
y en la caña larga cuando flautas, pitos.
pondré una bandera A veces despoja
con dos borlas blancas de choza y apero
60 en sus tranzaderas; 15 y a quien se le antoja;
y en mi caballito la cabra más coja
pondré una cabeza parió dos cabritos.
de guadamecí 15 , Cuando pitos, flautas,
dos hilos por riendas; 20 cuando flautas, pitos.
65 y entraré en la calle Porque en una aldea
haciendo corvetas. un pobre mancebo
Yo, y otros del barrio, hurtó solo un huevo,
que son más de treinta, al sol bambolea 18 ,
jugaremos cañas 25 y otro se pasea
70 junto a la plazuela, con cien mil delitos.
porque Barbolilla Cuando pitos, flautas,
salga acá y nos vea ; cuando flautas, pitos.

16
11
Pandero morisco. Dignidad en las órdenes militares.
ir
12 illa po-
i Estribillo de una cancioncílla po- Sambenitos eran letreros infamantes
pular. que se colocaban en las iglesias con las
13
Aquí y allá, allá. penas y castigos de los penitenciados por
14 . la Inquisición. También se conocía con
La diversión conocida con el nom-
el nom- e s t e n o m ^ r e e J sayo que llevaban los
bre de «correr galloss. condenados.
15
Cuero adornado con dibujosi en re- i 8 Que lo ahorcaron y cuelga al sol
lieve. bamboleándose.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 261

I V.-1583 » ¡ Pues he vivido diez años


sin libertad y sin ella,
Amarrado al duro banco 35 siempre al remo condenado,
de una galera turquesca, a nadie matarán penas!»
ambas manos en el remo En esto se descubrieron
y ambos ojos en la tierra, de la Religión seis velas 33 ,
5 un forzado19 de Dragut 20 y el cómitre 24 mandó usar
en la playa de Marbella21 4c al forzado de su fuerza.
se quejaba al ronco son
del remo y de la cadena : V.—1602
« ¡ Oh sagrado mar de España,
ic famosa playa serena, ROMANCE DE ANGÉLICA Y MEDORO 35
teatro donde se han hecho En un pastoral albergue,
cien mil navales tragedias ! que la guerra entre unos robres 26
«pues eres tú el mismo mar le dejó por escondido
que con tus crecientes besas o le perdonó por pobre,
15 las murallas de mi patria, 5 do la paz viste pellico
coronadas y soberbias, y conduce entre pastores
»tráeme nuevas de mi esposa, ovejas del monte al llano
y dime si han sido ciertas y cabras del llano al monte,
las lágrimas y suspiros mal herido y bien curado 27 ,
20 que me dice por sus letras ; ic se alberga un dichoso joven,
porque si es verdad que llora que sin clavarle Amor flecha,
mi captiverio en tu arena, le coronó de favores.
bien puedes al mar del Sur Las venas con poca sangre,
vencer en lucientes perlas 22 . los ojos con mucha noche 28
25 »Dame ya, sagrado mar, 15 le halló en el campo aquella
a mis demandas respuesta, vida y muerte de los hombres2*
que bien puedes, si es verdad Del palafrén se derriba,
que las aguas tienen lengua; no porque al moro conoce,
»pero, pues no me respondes, sino por ver que la hierba
30 sin duda alguna que es muerta, 20 tanta sangre paga en flores30.
aunque no lo debe ser, Limpiale el rostro, y la mano
pues que vivo yo en su ausencia. siente al Amor que se esconde
19 25
El condenado a servir en los remos El tema del romance procede del
de las galeras. Orlando furioso, canto XIX.
20 26
Dragut fué un célebre corsario tur- Robles, forma culta.
27
co. Hecho prisionero por Andrea Doria, Nótese que el romance aparece lle-
fué libertado después por Barbarroja, no de contraposiciones.
21 28
Pueblecito de la provincia de Como está herido, las venas se ha
Málaga. lian con poca sangre, y los ojos sin luz,
22
Las perlas de los mares del Sur son como asomándose a la noche de la
un tópico literario de la época para de- muerte.
29
signar las lágrimas. Perífrasis para designar a Angélica.
33 30
Es decir, seis naves de los caballe- Es decir, al caer la sangre en la
ros de Malta. hierba la ha coloreado, haciendo el efec-
24
El que dirigía las maniobras de las to de convertirla en rosas.
galeras y castigaba a los remeros.
262 JOSÉ MANUEL BLECUA

tras las rosas, que la muerte cortésmente corresponde.


31
va violando sus colores . Humilde se apea el villano
25 Escondióse tras las rosas y sobre la yegua pone
porque labren sus arpones un cuerpo con poca sangre,
el diamante del Catay 6c pero con dos corazones37 ;
con aquella sangre noble 32 . a su cabana los guía,
Ya le regala los ojos, que el Sol deja su horizonte
30 ya le entra, sin ver por dónde, y el humo de su cabana
una piedad mal nacida les va sirviendo de Norte.
entre dulces escorpiones. 65 Llegaron temprano a ella,
Ya es herido el pedernal, do una labradora acoge
ya despide el primer golpe un mal vivo con dos almas
35 centellas de agua 33 . ¡ Oh, piedad y una ciega con dos soles 38 .
hija de padres traidores ! Blando heno en vez de pluma
Hierbas aplica a sus llagas, 7c para lecho les compone,
que si no sanan entonces, que será tálamo luego
en virtud de tales manos do el garzón sus dichas logre.
40 lisonjean los dolores. Las manos, pues, cuyos dedos
Amor le ofrece su venda, des ta vida fueron dioses,
mas ella sus velos rompe 75 restituyen a Medoro
para ligar sus heridas : salud nueva, fuerzas dobles.
los rayos del Sol perdonen 34 . Y le entregan, cuando menos,
45 Los últimos nudos daba su beldad, y un reino en dote 39 ,
cuando el cíelo la socorre segunda invidia de Marte,
de un villano en una yegua 80 primera dicha de Adonis.
que iba penetrando el bosque. Corona un lascivo enjambre
Enfrenante de la bella de Cupidillos menores
50 las tristes piadosas voces, la choza, bien come abejas
que los firmes troncos mueven hueco tronco de alcornoque.
35
y las sordas piedras oyen . 8¿ ¡ Qué de nudos le está dando
Y la que mejor se halla a un áspid la invidia torpe,
en las selvas que en la Corte, contando de las palomas
36
55 simple bondad , al pío ruego los arrullos gemidores!

51
Es decir, va robando el color de escena, le ofrece su venda para curar a
las mejillas de Medoro, las rosas tras de Medoro, pero ella rompe sus velos y deja
las que se esconde el Amor. al descubierto sus hermosos ojos, ante
** «Escondióse el Amor detrás de las cuyos rayos Í03 del sol desmerecen.
35
mejillas de Medoro porque la sangre del Nótese la contraposición.
3
garzón ablandase el corazón de la An- * Obsérvese la construcción : Y la
gélica (reina de Catay), duro como el simple bondad, que mejor se halla en las
diamante.» (Según los antiguos el dia- selvas que en la Corte.
37
mante no se podía labrar sino con otro El suyo y el de Angélica.
38
diamante o con sangre caliente.) Una labradora acoge a Medoro—me-
ss
Siendo el corazón de Angélica un dio vivo—, del que se ha enamorado
diamante —un pedernal por lo duro—. Angélica, ciega de amor, con dos ojos
al disparar el dios sus flechas, despide como soles.
centellas, chispas, pero de agua, lágrimas. 39
34
Angélica era reina de Catay.
Como r\ Amor está presente a esta
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 263

i Qué bien la destierra Amor, deja que sombras las moren


90 haciendo la cuerda azote 40 , profanan con sus abrazos
porque el caso no se infame a pesar de sus horrores.
y el lugar no se inficione ! Choza, pues, tálamo y lecho,
Todo es gala el Africano41, 130 cortesanos labradores,
su vestido espira olores, aires, campos, fuentes, vegas,
95 el lunado arco suspende, cuevas, troncos, aves, ñores,
y el corvo alfange depone. fresnos, chopos, montes, va-
Tórtolas enamoradas [lles,
son sus roncos atambores, contestes 45 destos amores,
y los volantes de Venus 135 el cielo os guarde, si puede,
100 sus bien seguidos pendones. de las locuras del Conde 46 .
Desnuda el pecho anda ella 42 ,
V I.—1603
vuela el cabello sin orden ;
si le abrocha, es con claveles, Ein los pinares de Xúcar 47
con jazmines si le coge. vi bailar unas serranas,
105 Bl pie calza en lazos de oro, al son del agua en las piedras,
porque la nieve se goce, y al son del viento en las ramas.
y no se vaya por pies 5 No es blanco coro de ninfas
la hermosura del orbe 43 . de las que aposenta el agua,
Todo sirve a ios amantes : o las que venera el bosque,
110 plumas les baten, veloces44, seguidoras de Diana :
airecillos lisonjeros, serranas eran de Cuenca,
si no son murmuradores. 10 honor de aquella montaña,
Los campos les dan alfombras, cuyo pie besan dos ríos
los árboles pabellones, por besar de ella las plantas.
115 la apacible fuente sueño, Alegres corros tejían,
música los ruiseñores. dándose las manos blancas
Los troncos les dan cortezas J5 de amistad, quizá temiendo
en que se guarden sus nombres, no la truequen las mudanzas.
mejor que en tablas de mármol ¡ Qué bien bailan las serranas !
120 o que en láminas de bronce. ¡ Qué bien bailan 1
No hay verde fresno sin letra, El cabello en crespos nudos
ni blanco chopo sin mote ; 2c luz da al sol, oro a la Arabia,
si un valle «Angélica» suena, cuál de flores impedido 48 ,
otro «Angélica» responde. cuál de cordones de plata.
125 Cuevas do el silencio apenas Del color visten del cielo,
40 t i m e n calza y ata con cintas d o r a d a s , J
L a Envidia, q u e tiene c o m o atribu-
to el áspid, c a d a vez q u e se acarician a d e m á s p o r q u e n o h u y a la hermosa A n -
loa e n a m o r a d o s hace u n n u d o , p e r o n o gélica. (Realmente se trata d e un chi»te
en u n a cuerda, sino en el m i s m o ás- —irse por pies— poco acertado.)
44
p i d . El A m o r la destierra azotándola con Nótese el h i p é r b a t o n .
la misma c u e r d a —áspid— e n q u e hacía 45
Testigos.
sus n u d o s . 46 D e Roldan u O r l a n d o .
41
Medoro. 47
Jócar. I J O S n o m b r e s de ríos n o lle-
42
Acusativo griego. v a b a n artículo. Crf. Lázaro de Torme:
43
Es decir : p o r q u e sus pies, blan- 4
» Atado.
cos c o m o la nieve, se gocen y n o se las-
264 JOSÉ MANUEL BLECUA

si no son de la esperanza 49 , las veréis pisar,


25 palmillas que menosprecian unas por piñones,
al zafiro, y la esmeralda. otras por bailar.
El pie (cuando lo permite
la brújula de la falda) V 11.—1609
lazos calza, y mirar deja No son todo ruiseñores
30 pedazos de nieve y nácar 50 . los que cantan entre las flores^
Ellas, cuyo movimiento sino campanitas dé plata,
honestamente levanta que tocan al Alba,
el cristal de la columna 5 sino trompeticas de oro,
sobre la pequeña basa 51 . que hacen la salva
35 ¡ Qué bien bailan las serranas1. a los Soles que adoro.
¡ Qué bien bailan ! No todas las voces ledas 54
Una entre los blancos dedos son de sirenas con plumas 35 ,
hiriendo negras pizarras, 10 cuyas húmidas espumas
instrumento de marfil son las verdes alamedas.
40 que las musas le invidiaran, Si suspendido te quedas
las aves enmudeció, a los suaves clamores,
y enfrenó el curso del agua ; no son todos ruiseñores
no se movieron las hojas, 15 los que cantan entre las flores»
por no impedir lo que canta : sino campanitas de plata
45 «Serranas de Cuenca que tocan al Alba,
iban al pinar, sino trompeticas de oro
unas por piñones, que hacen la salva
otras por bailar. 20 a los Soles que adoro.
Bailando, y partiendo, IvO artificioso que admira,
5c las serranas bellas, y lo dulce que consuela,
un piñón con otro, no es de aquel violin que vuela 55
si ya no es con perlas 53 , ni de esotra inquieta lira 56 ;
de Amor las saetas 25 otro instrumento es quien tira
huelgan de trocar, de los sentidos mejores :
55 unas por piñones, No son todo ruiseñores
otras por bailar. los que cantan (%tre las flores,
Entre rama y rama, sino campanitas de plata,
cuando el ciego dios 53 30 que tocan al Alba,
pide al Sol los ojos sino trompeticas de oro
60 por verlas mejor, que hacen la salva
los ojos del Sol a los Soles que adoro.
4,9
Es decir, unas visten de azul y se pueden ver sus piernas, pequeñas co-
otras de verde, que es el color de la lumnas de cristal por su blancura, sos-
esperanza. tenidas sobre los pequeños pies.
60 52
Cuando el movimiento pendular Piñones y perlas son metáforas que
—como de brújula por lo rápido— de la designan los dientes.
53
falda lo permite, se puede ver el pie, Cupido.
54
calzado con lazos, y permite ver pedazos Alegres, contentas.
de nieye y nácar por su blancura. 55
Pájaros cantores.
61 56
Al honesto movimiento del baile, Pájaros también. Nótese la origina-
levántase un poco la falda, y entonces lidad de las metáforas.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITEJÎATURA ESPAÑOLA

SONETOS

I.— i 5 8 2

Al tramontar del Sol, la ninfa mía,


de flores despojando el verde llano,
cuantas troncaba la hermosa mano,
tantas el blanco pie crecer hacía,
5 Ondeábale el viento que corría
el oro fino con error galano,
cual verde hoja de álamo lozano
se mueve al rojo despuntar del día;
mas luego que ciñó sus sienes bellas
10 de los varios despojos de su falda
(término 1 puesto al oro y a la nieve),
juraré que lució más su guirnalda
con ser de flores, la otra ser de estrellas,
que la que ilustra el cielo en luces mueve.

I I. — 1 5 8 2

Mientras por competir con tu cabello,


oro bruñido, el Sol relumbra en vano,
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio 2 bello ;
5 mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello ;
goza cuello, cabello, labio y frente,
10 antes que lo que fué en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata, en viola troncada 3
se vuelva, más tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

1
Término tiene ahí el valor de límite. líos, y tu cuello se aje como
2
Lirio {forma culta). troncada.
3
No sólo hayan encanecido tus cabe-
266 JOSÉ MANUEL BLECUA

III. — IS84

Con diferencia tal, con gracia tanta


aquel ruiseñor llora, que sospecho
que tiene otros cien mil dentro del pecho
que alternan su dolor por su garganta ;
5 y aun creo que el espíritu levanta
—y como en información de su derecho—
a escribir del cuñado el atroz hecho
en las hojas de aquella verde planta*.
Ponga, pues, fin a las querellas que usa,
10 pues ni quejarse ni mudar estanza 5
por pico ni por pluma se le veda,
y llore sólo aquel que su Medusa*
en piedra convirtió, porque no pueda
ni publicar su mal ni hacer mudanza.

IV.-1615 [1614Î]

Inscripción para el sepulcro de Dominico Greco


Esta en forma elegante, oh peregrino,
de pórfido luciente dura llave
el pincel niega al mundo más suave
que dio espíritu a leño, vida a lino 7 .
5 Su nombre, aún de mayor aliento dino 8
que en los clarines de la Fama cabe,
el campo ilustra de ese mármol grave :
venérale y prosigue tu camino.
Yace el Griego. Heredó Naturaleza
10 arte, y el Arte estudió, Iris colores,
Febo luces, si no sombras Morfeo.
Tanta urna a pesar de su dureza
lágrimas beba y cuantos suda olores
corteza funeral de árbol sabeo9.
* Alusión al mito de Filomena. aura llave que niega al mundo el pintor
5
Estancia, sitio. más delicado y suave que dio espíritu •
6 la madera (el Greco era también escul-
Una de las tres Gorgonas y la única
que era mortal. Sus cabellos fueron con- tor) y al lienzo.
8
vertidos en sierpes que petrificaban al que Digno.
9
los miraba. Esta urna, a pesar de su dureza, se
7 empape de lágrimas y de cuantos olores
Esta urna de forma elegante y de
mármol rosado, oh peregrino, es como suda la corteza funeral del árbol del in-
cienso (árbol sabeo).
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 267

V. — 1 6 2 0

De una dama que quitándose una sortija se picó con un alfiler


Prisión del nácar era articulado
de mi firmeza un émulo luciente,
un diamante, ingeniosamente
en oro también él aprisionado 10 .
5 Clori, pues, que su dedo apremiado
de metal aun precioso no consiente,
gallarda un día, sobre impaciente,
lo redimió del vínculo dorado 11 .
Mas ay, que insidioso latón breve
10 en los cristales de su bella mano
sacrilego divina sangre bebe 12 :
púrpura ilustró menos indiano
marfil; invidiosa sobre nieve,
claveles deshojó la Aurora en vano 13 .

SOLEDAD PRIMERA

{Fragmentos']

Era del año la estación florida


en que el mentido robador de Europa
—media luna las armas de su frente,
y el sol todos los rayos de su pelo—,
5 luciente honor del cielo,
en campos de zafiro pace estrellas;
cuando el que ministrar podía la copa
a Júpiter mejor que el garzón de Ida,
—náufrago y desdeñado, sobre ausénte-
lo lagrimosas de amor dulces querellas
da al mar ; que, condolido,
fué a las ondas, fué al viento
10 l2
Un diamante, émulo luciente de mi Mas i a y ! , un agudo alfiler {inai-
firmeza, engarzado en oro —como yo en dioso latón breve) le produjo una peque-
los cabellos dorados de mi dama— apri- ña, herida en su cristalina mano —divina
sionaba el dedo tan blanco como el sangre bebe—.
13
nácar, La púrpura colorea menos el mar-
11
Clori que no permite que su dedo fil de las Indias y la Aurora deshoja
*ea preso de tan precioso metal, cierto en vano claveles sobre la nieve por coni-
dia, impaciente y gallarda, se lo quitó. petir con la gota de sangre en el dedo
de Clori-
26« JOSÉ MANUEL BLECUA

el mísero gemido,
segundo de Arión dulce instrumento 1 .
15 Del siempre en la montaña opuesto pino
al enemigo noto,
piadoso miembro roto
•-breve tabla —delfín no fué pequeño
al inconsiderado peregrino
20 que a una Libia de ondas su camino
fió, y su vida a un leño.
Del Océano, pues, antes sorbido,
y luego vomitado
no lejos de un escollo coronado
25 de secos juncos, de calientes plumas,
—alga todo y e s p u m a s -
halló hospitalidad donde halló nido
de Júpiter el ave 5 .
Besa la arena, y de la rota nave
30 aquella parte poca
que le expuso en la playa dio a la roca ;
que aun se dejan las peñas
lisonjear de agradecidas señas.
Desnudo el joven, cuanto ya el vestido
35 Océano ha bebido,
restituir le hace a las arenas ;

1
Era aquella florida estación del ano roso canto del mancebo hubiera repetido
en que el Sol entra en el signo de Tau- el prodigio de la dulce lira de Arión.
2
ro (signo del Zodíaco que recuerda la Una piadosa tabla de pino (árbol
engañosa transformación de Júpiter en opuesto siempre en la montaña al viento
toro para raptar a Europa). Entra el Sol Noto su enemigo), una rota y pequeña
en Tauro por el mes de abril, y entonces tabla de la naufragada embarcación, sir-
el toro celeste (armada su frente por la vio como de «delfín» suficiente a mies-
media luna de los cuernos, luciente e tro peregrino, fué suficiente para salvar
iluminado por la luz del Sol, traspasado la vida del mancebo, tan inconsiderado,
de tal manera por el Sol que se confun- que se había atrevido a confiar su camino
den los rayos del astro y el pelo del a un desierto de olas, al mar, y su vida
animal) parece que pace estrellas en los a un leño, a una nave,
campos azul zafiro del cièlo. Y habiendo sido primero tragado por
Pues en este tiempo, un mancebo, que el mar, y luego devuelto por el oleaje
por su belleza pudiera mejor que el a la costa, fué a salir a la orilla, no lejos
garzón Ganimedes ser el copero de Jú- de donde se levanta un escollo, corona-
piter, náufrago en medio del mar, y, do de nidos de águila, hechos de juncos
a más de esto, ausente de la que ama secos y de abrigadas plumas, Y así nues-
y desdeñado por ella, da dulces y lagri- tro náufrago, que salía de la maT cubierto
mosas querellas al mar, de tal suerte, de espuma y de algas, halló hospitali-
que, condolido el Océano, sirvió el mí- dad entre las mismas altas rocas en que
sero gemido del joven para aplacar el anidan las águilas, aves dedicadas a Jú-
viento y las ondas, caso como si el dolo- piter.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 269

y al sol lo extiende luego,


que, lamiéndolo apenas,
su dulce lengua de templado fuego,
40 lento lo embiste, y con suave estilo
la menor onda chupa al menor kilo... 3

FABULA D E POLJFEMO Y G A L A T E A
[Descripción de Polifemo~\

35 Donde espumoso el mar siciliano,


el pie argenta de plata al Lilibeo,
bóveda o de las fraguas de Vulcano
o tumba de los huesos de Ti feo,
pálidas señas cenizoso un llano
30 —cuando no del sacrilego deseo—,
del duro oficio da. Allí una alta roca
mordaza es a u n a gruta de su boca.
Guarnición tosca de este escollo duro
troncos robustos son, a cuya greña
35 menos luz debe, menos aire puro
la caverna profunda, que a la peña ;
caliginoso lecho, el seno obscuro
ser de la negra noche nos lo enseña
infame turba de nocturnas aves,
40 gimiendo tristes y volando graves.
De este, pues, formidable de la tierra
bostezo, el melancólico vacío
a Polifemo, horror de quella sierra,
bárbara choza es, albergue umbrío,
45 y redil espacioso donde encierra
cuanto las cumbres ásperas, cabrío,
de los montes esconde : copia bella
que un silbo junta y un peñasco sella.
50 Un monte era de miembros eminente
este que •—de Neptuno hijo fiero—,

3
Besa el joven la arena y ofrece a la das—, bien exprimida, salga del tejido
roca, como un exvoto, aquel pequeño caiga a la arena. Y por fin las extiende
tablón de la destrozada nave, que le a secar al sol, el cual las va lamiendo
había llevado hasta la playa : porque aun ligeramente con su dulce lengua de tem-
las mismas peñas son sensibles a las plado fuego, y de tal modo con su suave
calor las acomete parte por parte y en-
muestras de agradecimiento. Después se juga, que* llega hasta evaporar y hacer
desnuda y retuerce sus ropas de modo desaparecer delicadamente la menor gota
que todo el «océano» que habían bebido de agua de la menor partícula, de la
<—toda el agua de que estaban empapa- más diminuta hebrilia del vestido.
270 JOSÉ MANUEL BLECUA

de un ojo ilustra el orbe de su frente,


émulo casi del mayor lucero;
cíclope a quien el pino más valiente,
bastón, le obedecía tan ligero,
55 Y a l grave peso junco tan delgado,
que un día era bastón y otro cayado.
Negro el cabello, imitador undoso
de las obscuras aguas del Leteo,
al viento que le peina proceloso
6o vuela sin orden, pende sin aseo ;
un torrente es su barba impetuoso
que —adusto hijo de este Pirineo—
su pecho inunda —o tarde o mal o en vano
surcada aún de los dedos de su mano.
[Textos según la edic. de Foulché Delbosc, excepto el fragmento d e
las Soledades que procede de la edic. de D. Alonso lo mismo
que la versión en prosa.]

i.° Comentar las frases de Góngora : «El mayor fiscal de mis


obras soy yo» y «Deseo hacer algo, no para los muchos*. Indicar
con ejemplos el resultado de estas ideas.
2.° Estudíense la temática de Góngora y las diferentes formas que
usa.
3.0 Señálense las características de su estilo : a) Elusion y alu-
sión perifrástica; b) metáforas originales ; c) belleza del endecasí-
labo; d) complicación sintáctica y proliferación de las oraciones ;
e) hipérbaton y cultismos ; /) alusiones mitológicas ; e) contraposi-
ciones o antítesis.
• 4.0 Nótese cómo Góngora embellece la realidad. Compárense las
descripciones de Góngora con las de Garcilaso y fray Luis. Señalar
el predominio del color en la poesía gongorina.
5.0 Expliqúense las estrofas del Polifemo.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA. ESPAÑOLA

DON JUAN DE TARSI S


C O N D E D E VIIXAMEDIÀNA

Soneto

A una dama que se peinaba

En ondas de los mares no surcados,


navecilla de plata dividía.
Una candida mano la regía
con viento de suspiros y cuidados.
5 Los hilos que de frutos separados
el abundancia pródiga esparcía,
dellos avaro, Amor los recogía,
dulce prisión forzando a sus forzados.
Por este mismo proceloso Egeo,
ió con naufragio feliz va navegando
mi corazón cuyo peligro adoro.
Y, las velas al viento desplegando,
—rico en la tempestad— halla el deseo
escollo de diamante en golfos de oro.

Soneto

Ando tan altamente que no alcanza


al sujeto la vista; sólo verse
puede por fe, y por fe comprehenderse
aquella excelsa luz sin semejanza.
5 Ni un átomo de sombra de esperanza
a mi suerte jamás puede atreverse ;
antes llegó mi amor a prometerse
en vivo fuego bienaventuranza.
Que sólo lo inmortal respeta y ama,
io nunca por lo posible se enajena,
como no aspira a causa transitoria.
Antes si en la pureza de la llama
es la gloria lo acerbo de la pena,
no ha de poder faltarme en pena gloria.
272 JOSÉ MANUEL BLECUA

PEDRO SOTO DE ROJAS

Soneto
Borde el Dauro gentil su margen de oro
sobre tapetes de esmeralda hermosa,
y matutina, deshojada rosa
en él disipe intacto su tesoro ;
5 las bellas ninfas, olvidando el coro,
en profusión de flores olorosa,
imiten divertidas a la diosa
que presta a Mayo su primer decoro ;
para que Fénix con altivo orgullo
io favorecida pise arroyo y prado:
mas si le da como el amor desvío,
ni deshoje la rosa su capullo;
ni de Flora las ninfas sean traslado;
ni de oro el margen suyo borde el río.

JUAN DE JAUREGUI

Afecto amoroso comunicado al silencio

Deja tu albergue oculto,


mudo silencio ; que en el margen frío
deste sagrado río,
V en este valle solitario inculto,
5 . te aguarda el pecho mío.
Entra en mi pecho, y te diré medroso
lo que a ninguno digo,
de que es amor testigo,
y aun a tí revelarlo apenas oso.
ió Ven, ¡ oh silencio fiel ! y escucha atento,
tú sólo, y mi callado sentimiento
sabrás ; mas no querría
me oyese el blando céfiro, y al eco
en algún tronco hueco
15 comunicase la palabra mía,
o que en el agua fría
el Bétis escondido me escuchase ;
sabrás que el cielo ordena
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

que con alegre pena


20 en dulces llamas el amor me abrase,
y que su fuego el corazón deshecho,
de sus tormentos viva satisfecho.
Al incendio suave
de un soberano ardor estoy rendido ;
25 que ni remedio pido,
ni quién me le ha de dar mis penas sabe,
porque a su casto oído
no se atreve mi lengua, en fin, no aguardo
otro mayor consuelo,
30 sino saber que un cielo
es el incendio en que padezco y ardo,
y que el honor de tan ilustre empleo
es premio suficiente a mi deseo.
Si extremos semejantes
35 te maravillan, ¡ oh silencio amigo !
no entiendas, no, que sigo
el vano razonar de los amantes.
No extraño que te espantes;
pretendo sí que mis verdades creas.
40 Mi gozo es el tormento,
el fuego mi sustento,
y deste se alimentan mis ideas.
Con tal regalo, el corazón me inflama
la causa bella de mi pena y llama.
45 Silencio, no te niego
que osado alguna vez tentar quisiera
que ya I^isarda oyera
cuánto me abrasa de su vista el fuego.
50 Ardo en la pura luz del claro día,
veme la noche ardiendo ;
en nuevo ardor me enciendo
cuando su oscura sombra el sol desvía,
y todos los objetos igualmente
55 son a mis ojos una llama ardiente.
Mas huyo que lo entienda.
( ¡ Justo recato ! ) si ha de ser preciso
le dé mi lengua aviso,
y mi atrevida voz al fin le ofenda.
60 ¡ Oh alegre paraíso !
No quiera el cielo que a la dulce calma
de tu beldad serena
turbe una breve pena,
aunque mil siglos la padezca el alma;
65 dile, silencio, tú, con señas mudas,
lo que ha ignorado siempre y tú no dudas.
ÎOSÊ MANUEL BLECUA
t

Mas ¡ ay ! no se lo digas,
que es forzoso decirlo en mi presencia ;
y bien que la decencia
70 de tu recato advierto, al fin me obligas
que espere tu sentencia,
y el temor ya me dice en voz expresa :
cNo has sido poco osado
solo en haberla amado :
75 no te abalances a mayor empresa ;
basta que sepan tu amorosa historia
el secreto silencio y tu memoria.
CAPITULO XIX

LA POESIA

(Continuación)

Grupo sevillano y aragonés. —Tanto los poetas sevillanos como los


aragoneses de esta época son poco gongorinos, enlazándose más con un
clasicismo renacentista que con el barroco culterano.
Entre los sevillanos, destacan FRANCISCO DE EIOJA (1595-1659), que
se ha hecho famoso por sus silvas a las flores, de exquisita sensibilidad
y lenguaje depurado, autor, también, de delicados sonetos ; RODRIGO
CARO (1573-1647), erudito arqueólogo, célebre por su Canción a las ruinas
de Itálica, y JUAN DE ARGUIJO (1560-1623), amigo de Lope, hábil sone-
tista, especialmente de lös sonetos de temas clásicos, perfectos y bellos.
Al lado de estos poetas, debemos colocar el anónimo autor de la Epís-
tola moral a Fabio, atribuida modernamente al capitán Andrés Fernán-
dez de Andrada, llena de elegancia y suave melancolía. Como ejemplo de
poesía moral, estoica y cristiana, es el poema más bello y decisivo de
nuestra poesía del siglo xvn.
Aunque la obra de FRANCISCO DE MEDRANO tiene momentos que la
enlazan con el grupo salmantino (como sus bellísimas traducciones de
Horacio) por haber nacido en SeviEa (1570-1607) nos parece mejor colo-
carle al lado de Arguijo y Rioja, de quien fué amigo. Medrano es un deli-
cadísimo poeta que adaptó a circunstancias personales diversas odas de
Horacio y escribió un corto número de sonetos amorosos, llenos de emo-
cionada sinceridad y belleza.
LUPERCIO LEONARDO DE ARGENSOLA (1559-1613) se distingue por su
equilibrio y ponderación, por su sentido moralizante y por la influencia
horaciana de sus versos. Pero es más completa la obra de su hermano
BARTOLOMÉ LEONARDO (1562-1631), también poeta impecable, que huye de
la fantasía para crear una obra de carácter intelectual, austera en la forma
y filosófico-moral en el fondo. E s autor de numerosos sonetos y de una
serie de epístolas de singular interés. Los dos hermanos colocan siempre
276 JOSÉ MANUEL BLECUA

por encima de todo los modelos clásicos, especialmente a Horacio y


Juvenal. No son brillantes en la exposición ni amigos de imágenes bellas,
tampoco apasionados, sino razonadores en verso.
Al lado de ellos figuran los nombres de D. FRANCISCO DE BORJA (f en
1658), amigo de Lope, que sigue una tendencia argensolista, aunque tam-
bién se dejó seducir por la poesía gongorina, y D . ESTEBAN MANUEL DE
VILLEGAS (1589-1669), profundo conocedor de la poesía clásica, célebre
por sus composiciones a la manera anacreóntica y por sus innovaciones
métricas, ya que logró aclimatar en nuestra poesía diversos metros clási-
cos, como la estrofa sáfico-adónica en el poemita «Dulce vecino de la
verde selva».
La poesía épica de los dos s i g l o s . — L a poesía épica tiene en estos
dos siglos menos importancia y valor que la lírica. Hay intentos de imitar
la poesía de Tasso y Ariosto, pero estos intentos no lograron cristalizar
en un poema como el de Camoens, por ejemplo.
Los principales poetas que cultivan épica culta de asunto histórico
son: JUAN BUFO (1547-1620), autor de La Austriada, elogio de don J u a n
de Austria y relación de la guerra contra los moriscos en tiempos de
Felipe I I ; BERNARDO DE BALBUENA (1582-1625), que escribió un extenso
poema, El Bernardo, referente a Bernardo de Carpió, lleno, a ratos, de
fastuosidad y colorido, pero también sin mucha unidad; y ALONSO DE
ERCILLA (1533-1594), el mejor de todos, autor de La Araucana, referente
a las luchas y negociaciones entre los araucanos y los españoles, hábil en
las descripciones de batallas y encuentros personales y eficaz en la pintura
de caracteres, como Caupolicán, Lantaro, Valdivia, etc. E n cambio le
faltaba el impulso genial de poeta auténtico, la fantasía y la ternura, que
tanto derrochó Camoens.
La épica religiosa y la que tenía por asuntos temas clásicos fué tam-
bién cultivada en esta época. Poemas religiosos de interés son El Mon-
serrate, de CRISTÓBAL DE VIRUÉS (1550-1610), que refiere la leyenda del
ermitaño Juan Garín, y La Cristiada, de FRAY DIEGO DE OJEDA (1570-
1615), que tiene por asunto la pasión y muerte de Jesús, en el que abundan
las notas llenas de delicadeza y poesía. La épica novelesca y de asunto clá-
sico, a la manera italiana, está representada en la obra de Luis BARA-
HONA DE SOTO (1547-1595), autor de las Lágrimas de Angélica o Prim&ra
parte de la Angélica, imitación del Orlando furioso, de Ariosto. Barahona
es un excelente poeta lírico, autor dé bellos sonetos y canciones.
La épica de tema burlesco cristaliza en dos poemas de algún interés ;
La Gatomaquia, de Lope de Vega, y La Mosquea, de J o s é DE VILLA-
VICIOSA (1589-1658), inspirados en los poemas de Teófilo Folengo.

C O N S Ú L T E S E . — G. Díaz-Plaja, La Poesía Urica española, Barcelona, 1948, se-


g u n d a edición.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

FRANCISCO DE RIOJA

Soneto
Pasa, Tírsis, cual sombra incierta y vana
este nuestro vivir, y como nieve
al tibio rayo, desvanece en breve
todo apacible bien y gloria humana.
5 Mira cuánto en color, cuánto en lozana
juventud confiar el hombre debe,
si así acabó Medrano 1 en vuelo leve,
subido ya a la estanza soberana.
Siento tu fin veloz, aunque no incierto ;
i o triste imagino a aquel que nos aguarda
solo por no avenirle en pena, en lloro.
Tírsis, deja este mar, vuelve ya al puerto
la nave y busca el celestial tesoro;
que a nos quizá tan triste fin no tarda.

SILVA

A la rosa
Pura, encendida rosa,
émula de la llama
que sale con el día,
¿cómo naces tan llena de alegría,
5 si sabes que la edad que te da el cielo
es apenas un breve y veloz vuelo?
Y no valdrán las puntas de tu rama
ni tu púrpura hermosa
a detener un punto
io la ejecución del hado presurosa.
El mismo cerco alado,
que estoy viendo ríente,
ya temo amortiguado,
presto despojo de la llama ardiente.
15 Para las hojas de tu crespo seno
te dio Amor de sus alas blandas plumas
y oro de su cabello dio a tu frente.
¡ Oh fiel imagen suya peregrina !
Bañóte en su color sangre divina
20 de la deidad que dieron las espumas 2 ;
1 2
Alude a la muerte de Francisco Me- Venus, de cuya sangre
drano. ron las rosas.
278 JOSÉ MANUEL BLECUA

y esto, purpúrea flor, y esto ¿no pudo


hacer menos violento el rayo agudo?
Róbate en una hora,
róbate licencioso su ardimiento
15 eí color y el aliento;
tiendes aun no las alas abrasadas,
y ya vuelan al suelo desmayadas.
Tan cerca, tan unida
está al morir tu vida,
30 que dudo si en sus lágrimas la aurora
mustia tu nacimiento o muerte llora.

1.° Señálense las relaciones ideológicas entre el soneto y la silva.


2.0 El tema de la brevedad de la vida y la rosa.

DON JUAN DE ARGUIJO

Soneto

Crece el insano amor, crece el engaño


del que en las aguas vio su imagen bella ;
y él, sola causa en su mortal querella,
busca el remedio y acrecienta el daño.
5 Vuelve a ver en la fuente, caso extraño,
que della sale el fuego, mas en ella
templarlo piensa ; y la enemiga estrella
sus ojos cierra al fácil desengaño.
Fallecieron las fuerzas y el sentido
10 al ciego amanté amado, que a su suerte
la belleza fatal cayó rendida.
Y ahora en flor purpúrea convertido,
la agua, que fué principio de su muerte,
usee que crezca y prueba a darle vida.

i.« Dígase a qué personaje mitológico alude el soneto.


í
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

FRANCISCO DE MEDRANO
Soneto

Vére al tiempo tomar de ti, señora,


por mí venganza, hurtando tu hermosura ;
veré el cabello envuelto en nieve pura,
que el arte y juventud encrespa y dora.
5 Y en vez de rosas, en que tiñe ahora
tus mejillas la edad «¡ay!» mal segura,
lilíos sucederán en la madura,
que el pesar quiten y la envidia a Flora.
Mas, cuando a tu belleza el tiempo ciego
io los filos embotare, y el aliento
a tu boca hurtare soberana,
bullir verás mi herida, arder el fuego :
que ni mueve la llama, calmo el viento,
ni la herida, embotado el hierro, sana.

Soneto

Quien te dice que ausencia causa olvido


mal supo amar, porque si amar supiera,
¿qué es la ausencia?, la muerte nunca hubiera
las mientes de su amor adormecido.
5 ¿Podrá olvidar su llaga un corzo herido
del acertado hierro, cuando quiera
huir medroso, con veloz carrera,
las manos que la flecha han despedido?
Herida es el amor tan penetrante
io que llega al alma, y tuya fué la flecha
de quien la mía dichosa fué herida.
No temas pues en verme así distante,
que la herida, Amarili, una vez hecha,
siempre, siempre y doquiera será herida.

j , p Relaciónese el soneto primero con otros semejantes


gora y Rioja.
2.° Kxplíquese el soneto segundo.
28e JOSÉ MANUEL BLECUA

¿FERNANDEZ DE ANDRADA?

Epístola moral a Fabio

Fabio, las esperanzas cortesanas


prisiones son do el ambicioso muere,
y donde al más activo nacen canas ;
el que no las limare o las rompiere,
5 ni el nombre de varón ha merescido,
ni subir al honor que pretendiere.
El ánimo plebeyo y abatido
procura, en sus intentos temeroso,
antes estar suspenso que caído :
io que el corazón entero y generoso,
al caso adverso inclinará la frente,
antes que la rodilla al poderoso.
Más coronas, más triunfos dio al prudente
que supo retirarse, la Fortuna,
15 que al que esperó obstinada y locamente.
Esta invasión terrible e importuna
de contrarios sucesos, nos espera
desde el primer sollozo de la cuna :
dexémosla pasar, como a la fiera
20 corriente del gran Betis, cuando airado
dilata hasta los montes la ribera.
Aquel entre los héroes es contado,
que el premio meresció, no quien lo alcanza
por vanas consecuencias del estado.
25 Peculio es proprio ya de la privanza
cuanto de Astrea 1 fué, cuanto regía
con su temida espada y su balanza.
El oro, la maldad, la tiranía,
del inicuo procede y pasa al bueno :
30 ¿qué espera la virtud o qué confía?
Vente, y reposa en el materno seno
de la antigua Romulea 2 , cuyo clima
te será más humano y más sereno ;
adonde, por lo menos, cuando oprima
35 nuestro cuerpo la tierra, dirá alguno:
«¡Blanda le sea!», al derramarla encima;
donde no dexarás la mesa ayuno
cuando en ella te falte el pece raro,
o cuando su pavón nos niegue Juno.
1
La Justicia.
a Sevilla
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 281

40 Busca, pues, el sosiego dulce y caro,


como, en la noche obscura del Egeo,
busca el piloto el eminente faro :
que, si acortas y ciñes tu deseo,
dirás: «Lo que desprecio he conseguido»,
45 que la opinión vulgar es devaneo.
Más quiere el ruiseñor su pobre nido
de pluma y leves pajas, más sus quejas,
en el monte repuesto 3 y escondido,
que agradar lisonjero las orejas
50 de algún príncipe insigne, aprisionado
en el metal de las doradas rejas.
¡Triste de aquel que vive destinado
a esa antigua colonia de los vicios 4 ,
augur de los semblantes del privado!
55 Cese el ansia y la sed de los oficios,
que acepta el don y burla del intento
el ídolo a quien hace sacrificios.
Iguala con la vida el pensamiento,
y no le pasarás de hoy a mañana,
60 ni aun quizás de un momento a otro momento.
Apenas tienes ni una sombra vana
de nuestra antigua Itálica, y esperas :
¡ oh error perpetuo de la suerte humana !
Las enseñas grecianas, las banderas
65 del Senado y romana monarquía,
murieron y pasaron sus carreras.
¿Qué es nuestra vida más que un breve día
do, apenas sale el sol, cuando se pierde
en las tinieblas de la noche fría?
70 ¿Qué más que el heno, a la mañana verde,
seco a la tarde ? ¡ Oh ciego desvarío !
¿Será que deste sueño se recuerde?
¿Será que puede ver que me desvío
de la vida viviendo, y que está unida
75 la cauta muerte al simple vivir mío ?
Como los ríos que en veloz corrida
se llevan a la mar, tal soy llevado *>
al último suspiro de mi vida.
De la pasada edad, ¿qué me ha quedado?
80 ¿O qué tengo yo a dicha en la que espero,
si no alguna noticia de mi hado?
¡ Oh si acabase, viendo como muero,
de aprender a morir, antes que llegue
s
Apartado, retirado.
4
La Corte.
202 JOSÉ MANUEL BLECU*

aquel forzoso término postrero,


85 antes que aquesta mies inútil siegue
de la severa muerte dura mano,
y a la común materia se la entregue!
Pasáronse las flores del verano,
el otoño pasó con sus racimos,
90 pasó el invierno con sus nieves cano;
las hojas que en las altas selvas vimos
cayeron, ¡ y nosotros a porfía
en nuestro engaño inmóviles vivimos !
Temamos al Señor que nos envía
95 las espigas del año y la hartura 5 ,
y la temprana pluvia y la tardía.
No imitemos la tierra siempre dura
a las aguas del cielo y al arado,
ni la vid cuyo fruto no madura.
100 ¿Piensas acaso tú que fué criado
el varón para rayo de la guerra,
para sulcar el piélago salado,
para medir el orbe de la tierra
y el cerco donde el sol siempre camina?
105 ¡ Oh, quien así lo entiende, cuánto yerra !
Esta nuestra porción, alta y divina,
a mayores acciones es llamada
y en más nobles objetos se termina.
Así aquella que al hombre solo es dada,
110 sacra razón y pura, me despierta,
de esplendor y de rayos coronada ;
y en la fría región dura y desierta
de aqueste pecho enciende nueva llama,
y la luz vuelve a arder que estaba muerta.
115 Quiero, Fabio, seguir a quien me llama,
y callado pasar entre la gente,
que no afecto los nombres y la fama.
Ea soberbio tirano del Oriente
que maciza las torres de cien codos
120 del candido metal puro y luciente
apenas puede ya comprar los modos
del pecar ; la virtud es más barata;
ella consigo mesma ruega a todos.
I Pobre de aquel que corre y se dilata
por cuantos son los climas y los mares,
perseguidor del oro y de la plata!
Un ángulo me basta entre mis lares,
un libro y un amigo, un sueño breve,

5
La h es aspirada.
HISTORIA y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

que no perturben deudas ni pesares.


130 Esto tan solamente es cuanto debe
naturaleza al simple y al discreto,
y algún manjar común, honesto y leve.
No, porque así te escribo, hagas concepto
que pongo la virtud en ejercicio ;
135 que aun esto fué difícil a Epíteto 6 .
Basta al que empieza a aborrecer el vicio,
y al ánimo enseñar a ser modesto ;
después le será el cielo más propicio.
Despreciar el deleite no es supuesto
140 de sólida virtud; que aun el vicioso
en sí propio le nota de molesto.
Mas no podrás negarme cuan forzoso
este camino sea al alto asiento,
morada de la paz y del reposo.
145 No sazona la fruta en un momento
aquella inteligencia que mensura
la duración de todo a su talento.
Flor la vimos primero hermosa y pura,
luego materia acerba y desabrida,
150 y perfecta después, dulce y madura ;
tal la humana prudencia es bien que mida
y dispense y comparta las acciones
que han de ser compañeras de la vida,
no quiera Dios que imite estos varones
155 que moran nuestras plazas macilentos,
de la virtud infames histriones ;
esos inmundos trágicos, atentos
al aplauso común, cuyas entrañas
son infaustos y ' oscuros monumentos.
160 ¡ Cuan callada que pasa las montañas
el aura respirando, mansamente !
¡ Qué gárrula y sonante por las cañas ! ;
¡ Qué muda la virtud por el prudente !
¡ Qué redundante y llena de ruido
165 por el vano, ambicioso y aparente!
Quiero imitar al pueblo en el vestido,
en las costumbres sólo a los mejores,
sin presumir de roto y mal ceñido.
No resplandezca el oro y los colores
170 en nuestro traje, ni tampoco sea
igual al de los dóricos cantores.
Una mediana vida yo posea,
un estiló común y moderado,
Epicteto, filósofo estoico.
284 JOSÉ MANUEL BLECUA

que no lo note nadie que lo vea.


175 En el plebeyo barro mal tostado
liubo ya quien bebió tan ambicioso
como en el vaso múrino preciado ;
y alguno tan ilustre y generoso
que usó, como si fuera plata neta,
180 del cristal transparente y luminoso.
Sin la templanza ¿ viste tú . perfecta
aîguna cosa ? ¡ Oh muerte 1 ven callada,
como sueles venir en la saeta,
no en la tonante máquina preñada
185 de fuego y de rumor ; que no es mi puerta
de doblados metales fabricada.
Así, Fabio, me muestra descubierta
su esencia la verdad, y mi albedrío
con ella se compone y se concierta.
190 No te burles de ver cuánto confío,
ni al arte de decir, vana y pomposa,
el ardor atribuyas de este brío.
¿Es por ventura menos poderosa
que el vicio la virtud? ¿Es menos fuerte?
195 Nc la arguyas de flaca y temerosa.
La codicia en las manos de la suerte
se arroja al mar, la ira a las espadas,
y la ambición se ríe de la muerte.
Y ¿no serán siquiera tan osadas
200 las opuestas acciones, si las miro
de más ilustres genios ayudadas?
Ya, dulce amigo, buyo y me retiro
de cuanto simple amé; rompí los lazos,
ven y verás al alto fin que aspiro,
205 antes que el tiempo muera en nuestros brazos.

i.» Indíquense los distintos temas de la Epístola : a) Elogio de


la vida retirada ; b) Menosprecio de la Corte ; c) Brevedad de la
vida ; à) Estoicismo.
2.» Señalar las relaciones ideológicas de la Epístola con otros
poemas españoles.
3. 0 Búsquense las comparaciones más felices. Indíquense algunas
características del estilo.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

LUPERCIO LEONARDO DE ARGENSOLA

CANCIÓN

A la esperanza
Alivia sus fatigas
el labrador cansado
cuando su yerta barba escarcha cubre,
pensando en las espigas
5 del agosto abrasado
y en los lagares ricos del otubre ;
la hoz se le descubre
cuando el arado apaña,
y con dulces memorias le acompaña.
10 Carga de hierro duro
sus miembros, y se obliga
el joven al trabajo de la guerra.
H u y e el ocio seguro,
trueca por la enemiga
15 su dulce, natural y amiga tierra ;
mas cuando se destíerra
o al asalto acomete,
mil triunfos y mil glorias se promete.
La vida al mar confia
20 y a dos tablas delgadas,
el otro, que del oro está sediento.
Escóndesele el día,
y las olas hinchadas
suben a combatir el firmamento ;
25 él quita el pensamiento
de la muerte vecina,
y en el oro le pone y en la mina.
Deja el lecho caliente
con la esposa dormida
30 el cazador solícito y robusto,
sufre el cierzo inclemente,
1a nieve endurecida,
y tiene de su afán por premio justo
interrumpir el gusto
35 y la paz de las fieras,
en vano cautas, fuertes y ligeras.
Premio y cierto fin tiene
cualquier trabajo humano,
y el uno llama al otro sin mudanza.
40 El invierno entretiene
266 JOSÉ MANUEL BLECUA

la opinión del verano,


y un tiempo sirve al otro de templanza.
El bien de la esperanza
solo quedó en el suelo,
cuando todos huyeron para el cielo.
Si la esperanza quitas,
¿qué le dejas al mundo?
Sü máquina disuelves y destruyes.
Todo lo precipitas
50 en olvido profundo,
y ¿del fin natural, Flérida, huyes?
SÍ la cerviz rehuyes
de los brazos amados,
¿qué premio piensas dar a los cuidados?
55 Amor, en diferentes
géneros dividido,
él publica su fin, y quien le admite
todos los accidentes
de un amante atrevido
60 (.niegúelo o disimúlelo) permite.
Cimite pues, limite
la vana resistencia;
que, dada la ocasión, todo es licencia.

Soneto

Llevó tras sí los pámpanos otubre,


y con las grandes lluvias insolente,
no sufre Ibero márgenes ni puente,
mas antes los vecinos campos cubre.
5 Moncayo, como suele, ya descubre
coronada de nieve la alta frente ;
y el sol apenas vemos en oriente,
cuando la opaca tierra nos lo encubre.
Sienten el mar y selvas ya la saña
10 del Aquilón, y encierra su bramido
gente en el puerto y gente en la cabana.
Y Fabio, en el umbral de Tahis tendido,
con vergonzosas lágrimas lo baña,
debiéndolas al tiempo que ha perdido.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA

Soneto

Fabio, pensar que el Padre soberano


en esas rayas de la palma diestra
(que son arrugas de la piel) te muestra
los accidentes del discurso humano,
5 es beber con el vulgo el error vano
de la ignorancia, su común maestra ;
bien te confieso que la suerte nuestra,
mala o buena, la puso en nuestra mano. .
Di, ¿quién te estorbará el ser rey, si vives
ió sin envidiar la suerte de los reyes,
tan contento y pacífico en la tuya,
que estén ociosas para ti sus leyes,
y cualquier novedad que el cielo influya
como cosa ordinaria la recibes ?

Canción

Filis, naturaleza
pide la ostentación y los olores
para sus nuevas flores ^
a la fértil verdad de tu belleza,
5 y que en meses ajenos
pródigas abran sin temor los senos.
De tu cerviz reciba
candido lustre el de la rosa pura,
como animar procura
io su carmesí en tu rostro la más viva ;
den tus labios crueles
púrpura más soberbia a los claveles.
Kl cogollo más tierno
crezca con ambición de formar selva
15 tan firme, que aunque vuelva
a herirla por asaltos el invierno,
ni le marchite el brío,
ni agrave más sus hojas que el rocío.
Por ti con los jardines
20 más prósperos compiten estas peñas,
que entre gramas risueñas
te producen violetas y jazmines,
JOSÉ MANUEL BLECUA

para que de los dones


que tu hermosura influye la corones.
25 Ya, al favor de tus ojos,
entre frutos pendientes, el otubre
segunda flor descubre,
y te ofrece esperanzas y despojos ;
porque en entrambas suertes
30 anticipados regocijos viertes.
Mas ay, que cuando inspiras
el no esperado honor con que se apresta
pera ti la floresta,
haciendo en el vigor de cuanto miras
35 tan dichosa mudanza,
mísera yace y sola mi esperanza.

ESTEBAN MANUEL DE VILLEGAS


S afleos

Dulce vecino de la vetde selva,


huésped eterno del abril florido,
vital aliento de la madre Venus,
céfiro blando :
5 Si de mis ansias el amor supiste,
tú. que las quejas de mi voz llevaste,
oye, no temas, y a mi ninfa dile,
dile que muero.
Filis un tiempo mi dolor sabía,
10 Filis un tiempo mi dolor lloraba,
quísome un tiempo, mas agora temo,
temo sus iras.
¡ Así los dioses con amor paterno,
así los dioses con amor benigno,
15 nieguen al tiempo que feliz volares
nieve a la tierra!
¡ Jamás el peso de la nube parda,
cuando amanece en la elevada cumbre,
toque tus hombros, ni su mal granizo
20 hiera tus alas !
CAPITULO XX

APOGEO DE LA NOVELA: CERVANTES

Vida. — M I G U E L DE CEBVANTES SAAVEDRA nació en Alcalá de Henares


en 1547, siendo hijo de don Rodrigo de Cervantes, cirujano, y de Leonor
de Cortinas. Estudió en Madrid con el licenciado J'uan López de Hoyos,
pasando después a Boma acompañando al cardenal Julio Aquaviva. Fué
soldado en los tercios italianos, y a bordo de la galera Marquesa tomó
parte en la batalla de Lepanto, siendo herido en el pecho y en la mano
izquierda. Cuando regresaba a España en 1575, fué apresado por los
piratas y llevado cautivo a Argel, donde estuvo más de cinco años, siendo
rescatado por los P P . Trinitarios.
A su vuelta'a España, instalóse en Madrid, casando en 1584 con doña
Catalina de Salazar y Palacios, Tres años después marchó a Sevilla, con
el cargo de comisario para proveer la Armada Invencible. La quiebra de
un banquero sevillano, depositario de algunos fondos de Cervantes para
la Hacienda, fué causa de que se le formara un proceso, estando en la
eárcel dos veces. Después de unos años de estancia en Madrid, marchó
a Valladolid, donde se vio de nuevo envuelto en otro proceso a causa del
acuchillamiento del caballero don Gaspar de Ezpeleta. Finalmente, in-
tenta marchar, sin conseguirlo, a Ñapóles, con el Conde de Lemos, mu-
riendo en Madrid en 1616.

Cervantes, poeta. —Aunque el mismo Cervantes parece que se lamenta


repetidas veces de su incapacidad poética, es evidente que su juicio era
bastante modesto. No es, desde luego, un poeta como Góngora o Lope,
pero ofrece muchas veces evidente interés. La verdadera poesía de Cer-
vantes hay que buscarla intercalada entre sus obras en prosa o en sus
19
296 JOSÉ MANUEL BLECUA

comedias. Así en La gitanilla se encuentra un soneto bellísimo, Cuando


Preciosa el panderete toca, y varios romances, lo mismo que en sus co-
medias. E n todas las antologías figura también un soneto burlesco Al
túmulo de Felipe II, que empieza Voto a Dios que me espanta esta gran-
deza.
Su obra de crítica literaria se encuentra en los poemas extensos Viaje
del Parnaso y Canto de Caííope. El primero, es un poema en tercetos,
especie de alegoría, donde se hace el elogio de más de cien poetas contem-
poráneos. El segundo, es una imitación del Canto del Turia, de Gil Polo,
y se encuentra inserto en La Galatea*. E s también un poema en elogio de
los escritores del siglo xvi.

La Galatea. — La primer obra que publicó Cervantes fué La Galatea,


cuya primera parte, dividida en seis libros, apareció en 1585. Se trata
de una novela pastoril a la manera de las Dianas, con las mismas virtudes
y los mismos defectos de todas ellas. Aunque Cervantes prometió una
segunda parte, no llegó a publicarla. Intercala diversas composiciones
poéticas, como era costumbre en este género novelesco, y algunas son
muy bellas.

Novelas ejemplares. — Mucho más interés ofrecen las Novelas ejem-


plares, publicadas en 1613. Les dio el nombre de ejemplares, porque «no
hay ninguna de quien no se pueda sacar un ejemplo provechoso». Se
componen de doce novelitas cortas, de temas muy diversos. Unas, narran
lances de amor y fortuna, como La Gitanilla* La española inglesa, El
amante liberal, La fuerza de la sangre, El celoso extremeño y Las dos
doncellas ; otras, son de carácter satírico, como El coloquio de los perros,
o descripciones realistas, llenas de vida, como Rinconete y Cortadillo,
pintura magistral del hampa sevillana. Finalmente, dentro de un marco
filosófico podría incluirse una de las más logradas, El licenciado Vidriera.

El estudiante Tomás Rodaja, después de haber ingerido un brebaje que le admi-


nistra una dama enamorada, cae en la extraña locura de creer que es de vidrio.
La locura se resuelve de este modo, pero lo curioso es que Tomás da unas contes-
taciones llenas de agudeza y contenido sentencioso. Después de haber conquistado
gran fama, al cabo de dos años vuelve a cobrar la razón, curado por un religioso
de la orden de los Jerónimos, y entonces no le prestan la misma atención que antes
La novelita viene a ser como un pequeño Quijote, en otro sentido.

Don Quijote. •— Las Novelas ejemplares hubiesen servido para colo-


car el nombre de Cervantes a la altura de los mejores escritores de la
lengua española, pero la creación genial del Ingenioso hidalgo don Qui-
jote de la Mancha, le hace entrar en los dominios de la literatura univer-
sal, con el mismo rango que Shakespeare o Goethe.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 291

La primera parte del Quijote se publicó en 1605 y sólo diez años des-
pués apareció la segunda. Su asunto, tan conocido, narra las aventuras
del hidalgo Alonso Quijada, que, loco por haber leído tantos libros de ca-
ballerías, decide convertirse en caballero andante, haciéndose acompañar
de un campesino, Sancho Panza, que también termina por contagiarse
ée la fiebre idealista de su señor. Después de haber sufrido diversas aven-
turas y descalabros, vuelven a su casa, y momentos antes de morir reco-
bra la razón.
La crítica no se ha mostrado unánime en su intento de esclarecer las
ideas y la intención de Cervantes. Según unos, Cervantes se, propuso
acabar con los libros de caballerías. «La obra de Cervantes, dice Menéndez
Pelayo, no fué de antítesis, ni de seca y prosaica negación, sino de puri-
ficación y complemento. No vino a matar un ideal, sino a transfigúrale
y enaltecerle. Cuanto había de poético, noble y humano en la caballería,
se incorporó en la obra nueva con más alto sentido. Lo que había de qui-
mérico, inmoral y falso, no precisamente en el ideal caballeresco, sino
en las degeneraciones de él, se disipó como por encanto ante la clásica sere-
nidad y la benévola ironía del más sano y equilibrado de los ingenios del
Eenacimiento.
Por sus ideas, Cervantes pertenece al Renacimiento, y. por eso tam-
bién era partidario del habla natural, del lenguaje propio y elegante. Como
Juan de Valdés, Cervantes piensa que se debe escribir y hablar sin afec-
tación : «Habla en reposo, pero no de manera que parezca que te escuches
a ti mismo, que toda afectación es mala». Tampoco tiene inconveniente
en admitir el uso de voces nuevas o el utilizar con maestría los refranes
populares. De este modo la prosa cervantina aparece guardando un su-
premo equilibrio entre el Renacimiento y el Barroco, que entonces co-
menzaba con Gróngora y Quevedo.

El Quijote de Avellaneda.— Hasta 1615 no apareció la segunda parte


del Quijote, debido, sin duda, a haberse publicado el año anterior una
continuación de la primera parte, firmada por un Alonso Fernández de
Avellaneda, pseudónimo que encubre a un enemigo de Cervantes, todavía
no descubierto. E n el prólogo ataca al autor de las Novelas ejemplares,
del que dice que es «soldado tan viejo en años, cuanto mozo en bríos».
Cervantes se vengó en el capítulo LXIX, que entonces redactaba, y de
paso se enorgullece de nuevo por haber asistido a la batalla de Lepanto.

Cervantes, escritor dramático.— Cervantes fué también a'utor dramá-


tico, y siempre recordó el éxito que habían tenido algunas de sus come-
dias, aunque después «entró el gran Lope de Vega, y alzóse con la monar-
quía cómica».
292 JOSÉ MANUEL BLECUA

Dentro de las comedias, se distinguen dos épocas : una, de la que no


nos quedan más que El trato de Argel y El cerco de Numancia, enlazada
con la corriente del teatro humanista ; y otra, más cercana a la técnica
de Lope de Vega, representada por sus ocho comedias, entre las que des-
tacan Los baños de Argel, La gran sultana, El rufián dichoso y Pedro
de Urdemalas, su mejor creación.
Escribió también entremeses, quizás los mejores de su género, peque-
ñas estilizaciones con los elementos más simples, como El viejo _ celoso,
La elección de los alcaldes de Daganzo, El retablo de las maravillas, La
guarda cuidadosa y El Hospital de los podridos. Arrancando die Lope de
Eueda, Cervantes mueve sus personajes con una gracia y una ironía de
la mejor calidad, logrando pequeñas creaciones tan maestras como las
novelas cortas.

Persiles y Sigismunda. — La última obra que escribió Cervantes se


titula Los trabajos de Persiles y Sigismunda, historia septentrional, apa-
recida en 1617. Es una novela de tipo bizantino, y según el mismo autor,
bahía de ser «o el más malo, o el mejor de los libros que en nuestra lengua
se haya compuesto, quiero decir de los de entretenimiento». La crítica
no se muestra tan animada como el autor, pero no le faltan cualidades
literarias, ya que su prosa es realmente de una perfección encantadora.
Visiones deliciosas de paisajes exóticos, de mares desconocidos avaloran
esta obra.

CONSÚLTESE. — M. Herrero García, Vida de Cercantes, Madrid, 1949.—A .Cas-


tro, El pensamiento de Cervantes, Madrid, 1925.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 293

CERVANTES

Autorretrato

«Este que veis aquí, de rostro aguileno, de cabello castaño, frente


lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien pro-
porcionada, las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de
oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni
crecidos, porque no tiene sino dos, y esos mal acondicionados y peor
puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo
entre dos extremos, ni grande ni pequeño, la color viva, antes blanca que
morena, algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies ;* este digo
que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha,
y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal
Perusino 1 , y otras obras que andan por ahí descarriadas, y, quizá, sin
el nombre de su dueño. LJámase comúnmente Miguel de Cervantes Saave-
dra. Fué soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió
a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Le-
pante la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece
fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable
y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros,
militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra,
Carlos Quinto, de felice memoria.»

[Prólogo a las Novelas ejemplares.']

Yo corté con mi ingenio aquel vestido,


con que al mundo la hermosa Galatea
salió para librarse del olvido.
Soy por quien La Confusa2, nada fea,
pareció en los teatros admirable,
si esto a su fama es justo se le crea.
Yo, con estilo en parte razonable
he compuesto comedias que, en su tiempo,
tuvieron de lo grave y de lo afable.
Yo he dado en Don Quixote pasatiempo
al pecho melancólico y mohíno,
en cualquiera sazón, en todo tiempo.
Yo he abierto en mis Novelas un camino,
por do la lengua castellana puede
mostrar con propiedad un desatino.
1
Cesare Caporali (1531-1601), italiano, e n 1582.
2
escribió un Viaggio in Parnaso, impreso Comedia perdida.
294 JOSÉ MANUEL BLECUA

Yo soy aquel que en la invención excede


a muchos, y, al que falta en esta parte,
es fuerza que su fama falta quede.
Desde mis tiernos años amé el arte
dulce de la agradable poesía,
y en ella procuré siempre agradarte.
Nunca voló la pluma humilde mía
por la región satírica, bajeza
que a infames premios y desgracias guía.
Yo el soneto compuse que así empieza,
por honra principal de mis escritos :
Voto a Dios que we espanta esta grandeza.
Yo he compuesto romances infinitos,
y el de los oelos es aquel que estimo,
entre otros, que los tengo por malditos.
Por esto me congojo y me lastimo
de verme solo en pie, sin que se aplique
árbol que me conceda algún arrimo.
Yo estoy, cual decir suelen, puesto a pique
para dar a la estampa al gran Persües,
ton que mi nombre y obras multiplique.
Yo, en pensamientos castos y sotiles,
dispuestos en sonetos de a docena,
he nonrado tres sugetos fregoniles.
También al par de Filis mi Filena
resonó por las selvas, que escucharon
más de una y otra alegre cantilena,
y en dulces varias rimas se llevaron
mis esperanzas los ligeros vientos,
que en ellos y en la arena se sembraron.
Tuve, tengo y tendré los pensamientos
merced al cielo que a tal bien me inclina,
de toda adulación libres y exentos.
Nunca pongo los pies por do camina
la mentira, la fraude y el engaño,
de la santa virtud total ruina.
De mi corta fortuna no me ensaño,
aunque, por verme en pie, como me veo,
y en tal lugar, pondero así mi daño.

[Viaje del Parnaso. E d i c de R. Schevill y A. Bonilla.]


HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA *95

Al túmulo del Rey Felipe II en Sevilla

«Voto a Dios que me espanta esta grandeza


y que diera un doblón 3 por describilla,
porque ¿a quién no suspende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?
Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo, ¡ oh, gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y nobleza!
Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio hoy ha dejado
la Gloria, donde vive eternamente.»
Esto oyó un valentón, y dijo : «Es cierto
cuanto dice voacé4, seor5 soldado,
y quien dijere lo contrario, miente».
Y luego incontinente
caló el chapeo6, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese, y no hubo nada.
[Obras completas, edic. Real Acad. Española, Madrid, 1923.]

Soneto

Cuando Preciosa el panderete toca,


y hiere el dulce son los aires vanos,
perlas son, que derrama con las manos,
flores son, que despide de la boca.
Suspensa el alma y la cordura loca
queda a los dulces actos sobrehumanos,
que úe limpios, de honestos y de sanos
su fama al cielo levantado toca.
Colgadas del menor de sus cabellos
mil almas lleva, y a sus plantas tiene
Amor rendidas una y otra flecha.
Ciega y alumbra con sus soles bellos;
su imperio Amor por ellas le mantiene,
y aun más grandezas de su ser sospecha.
[La Gitanilla, edic. de las Novelas ejemplares de Schevill y A. Bo-
nilla, Madrid, 1922.]
3 5
Moneda de bastante valor en la Señor,
6
época. Sombrero.
4
Vuestra merced.
296 JOSÉ MANUEL BLECUA

Letras para Cantar

I II
A la puerta puestos Bailan las gitanas,
de mis amores míralas el rey ;
erpinas y zarzas la reina, con celos
se vuelven flores mándalas prender.
Do pone la vista Por Pascua de Reyes
o la tierna planta, hicieron al rey
la hierba marchita un baile gitano
verde se levanta, Bélica e Inés.
los campos alegra, Turbada, Bélica
regocija el alma, cayó junto al rey,
enamora a siervos, y el rey la levanta
rinde a señores de puro cortés.
y espinas y zarzas Mas como es Bélica
se vuelven flores. de tan linda tez,
la reina, celosa,
mándalas prender.

[De la comedia Pedro de Urdemalas. ]

NOVELAS EJEMPLARES

Y así te digo otra vez, lector amable, que destas Novelas que te ofrezco,
en ningún modo podrás hacer pepitoria, porque no tienen pies ni ca-
beza, ni entrañas, ni cosa que se le parezca; quiero decir que los requiebros
amorosos que en algunas hallarás, son tan honestos y tan medidos con la
razón v discurso cristiano, que no podrán mover a mal pensamiento al
descuidado o cuidadoso que las leyere.
Heles dado el nombre de Ejemplares, y si bien lo miras, no hay nin-
guna de quien no se pueda sacar algún ejemplo provechoso ; y si no fuera
por no alargar este sujeto, quizá te mostrara el sabroso y honesto fruto
que se podría sacsi, así de todas juntas, como de cada una de por sí...
...Una cosa me atrevo a decirte, que si por algún modo alcanzara que
la lección de estas novelas pudiera inducir a quien las leyera a algún
mal deseo o pensamiento, antes me cortara la mano con que las escribí,
que sacarlas en público. Mi edad no está ya para burlarse con la otra
vida, que al cincuenta y cinco de los años gano por nueve más y por
la mano.
A esto se inclinó mi ingenio, por aquí me lleva mi inclinación, y más
que me doy a entender, y es así, que yo soy el primero que he novelado
en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas,
todas son traducidas de leneuas -vtranjeras, y éstas son mías propias,
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITEJRATURA ESPAÑOLA 297

no imitadas ni hurtadas ; mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma,


y van creciendo en los brazos de la estampa. Tras ellas, si la vida no me
deja, te ofrezco los Trabajos de Persiles, libro que se atreve a competir
con Eliodoro 7 , si ya por atrevido no sale con las manos en la cabeza ; y
primero verás, con brevedad dilatadas, las hazañas de don Quijote y
donaires de Sancho Panza, y luego las Semanas del Jardiiis,

RETRATO DE MONIPODIO

Manuscrito Texto definitivo


Bajó en este punto Monipodio, el .„.Llegóse en esto a la sazón y
cual era un hombre de hasta cuaren- punto en que bajó el señor Monipo-
ta años, alto de cuerpo, barbiespeso, dio, tan esperado como bien visto
do toda aquella compañía. Parecía
hundidos los ojos y cejijunto. Venía de edad de cuarenta y cinco a cua-
en camisa, con unos zaragüelles 9 renta y seis años, alto de cuerpo,
anchos, muy blancos, y deshilados moreno de rostro, cejijunto, barbine-
gro y muy espeso, los ojos hundidos.
con pita, que llegaban hasta los to- Venía en camisa, y por la abertura
billos, sin cuello en la camisa y cu- de delante descubría un bosque: tan-
bierto con una gran capa de bayeta, to era el vello que tenía en el pecho.
y un sombrero de viudo, y ceñida Tiaía cubierta una capa de bayeta,
cssí hasta los pies, en los cuales
una espada muy ancha. Era muy traía unos zapatos enchancletados ;
moreno de rostro, y poi la abertura cubríanle las piernas unos zaragüe-
de la camisa se le descubría en el lles de lienzo, anchos y largos hasta
los tobillos : el sombrero era de los
pecho un bosque, tanta era la espe-
de la hampa, campanudo de copa y
sura del vello que tenía en él; las tendido de falda. Atravesábale un
manos eran cortas, carnudas y pelo- tahalí por espalda y pechos, a do
sas ; los dedos, anchos ; chatas las colgaba una espada ancha y corta,
a modo de las del perrillo 10 ; las ma-
uñas y algo torcidas hacia dentro ; ros eran cortas y pelosas, y los de-
la? piernas no se le parecían, pero dos, gordos, y las uñas, hembras y
los pies eran disformes de grandes, remachadas ; las piernas no se le
anchos y juanetudos; en efecto, re- parecían ; pero los pies eran desco-
munales de anchos y juanetudos. En
presentaba un rústico y disforme eiecto, él representaba el más rús-
bárbaro. tico y disforme bárbaro del mundo.

[Rinconete y Cortadillo, edic. de Rodríguez Marín Sevilla, 1905.]


7 9
Heliodoro, novelista griego, autor de Especie de calzones.
10
Téagenes y Caridea, novela bizantina Llamadas así porque tenían la fi-
que tuvo presente Cervantes en el Per- gura de un perro grabada en la hoja.
siles. Fué la marca del espadero del siglo XV
8
Cervantes no llegó a publicar esta Julián del Rey,
obra.
298 JOSÉ MANUEL BLECTJA

i.° Trácese una semblanza de Cervantes utilizando los datos auto-


Di ográficos.
2,.c Estudíense los elementos irónicos y burlescos del soneto an-
terior. Anótese lo hiperbólico.
3.0 Analícense algunas ideas de Cervantes sobre la novela.
4.0 Estudíese el arte de Cervantes comparando las dos versiones
L·l retrato de Monipodio. ¿Por qué es más perfecto el texto impreso
que el manuscrito?

Retrato de Preciosa

Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para


ser ladrones; nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para
ladrones, y, finalmente, salen con ser ladrones corrientes y molientes a
todo ruedo ; y la gana de hurtar y el hurtar son en ellos como accidentes
inseparables, que no se quitan sino con la muerte.
Una, pues, desta nación, gitana vieja, que podía ser jubilada en la
ciencia de Caco, crió una muchacha, en nombre de nieta suya, a quien
puso nombre Preciosa, y a quien enseñó todas sus gitanerías y modos de
embelecos y trazas de hurtar. Salió la tal Preciosa, la más única bailadora
que se hallaba en todo el gitanismo, y la más hermosa y discreta que
pudiera hallarse, no entre los gitanos, sino entre cuantas herniosas y dis-
cretas pudiera pregonar la fama. Ni los soles, ni los aires, ni todas las
inclemencias del cielo, a quien más que otra gente están sujetos los gi-
tanos, pudieron deslustrar su rostro, ni curtir las manos ; y lo que es
más, que la crianza tosca en que se criaba, no descubría en ella sino ser
nacida de mayores prendas que de gitana, porque era en extremo cortés
y bien razonada.
Y, con todo esto, era algo desenvuelta ; pero no de modo que descubrie-
sen algún género de deshonestidad; antes, con ser aguda, era tan honesta,
que, en su presencia, no osaba alguna gitana vieja, ni moza, cantar cantares
lascivos, ni decir palabras no buenas; y, finalmente, la abuela conoció el
tesoro que en la nieta tenía ; y así determinó el águila vieja sacar a volar
su aguilucho, y enseñarle a vivir por sus uñas.
\L,a Gitanilla, edic. cit.]
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 299

DON QUIJOTE

CAPÍTULO X [de la Segunda Parte)

DONDE SE; CUENTA LA INDUSTRIA QUE SANCHO TUVO PARA ENCANTAR A LA


SEÑORA DULCINEA, Y DE OTROS SUCESOS TAN RIDÍCULOS COMO VERDADEROS

Llegando el autor desta grande historia a contar lo que en este capí-


tulo cuenta, dice que quisiera pasarle en silencio, temeroso de que no
había de ser creído ; porque las locuras de don Quijote llegaron aquí al
término y raya de las mayores que pueden imaginarse, y aun pasaron dos
tiros de ballesta más allá de las mayores. Finalmente, aunque con este
miedo y recelo, las escribió de la misma manera que él las hizo, sin
añadir ni quitar a la historia un átomo de la verdad, sin dársele nada por
las objeciones que podían ponerle de mentiroso ; y tuvo razón, porque la
verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira, como el
aceite sobre el agua. Y así, prosiguiendo su historia, dice : que así como
don Quijote se emboscó en la floresta, encinar, o selva junto al gran
Toboso, mandó a Sancho volver a la ciudad, y que no volviese a su pre-
sencia sin haber primero hablado de su parte a su señora, pidiéndola fuese
servida de dejarse ver de su cautivo caballero, y se dignase de echarle su
bendición, para que pudiese esperar por ella felicísimos sucesos de todos
sus acometimientos y dificultosas empresas. Encargóse Sanche de hacerlo
así como se le mandaba, y de traerle tan buena respuesta como le trujo
la vez primera.
—Anda, hijo —replicó don Quijote—•, y no te turbes cuando te vieres
ante la luz del sol de hermosura que vas a buscar. ¡ Dichoso tu sobre
todos los escuderos del mundo! Ten memoria, y no se te pase della cómo
te recibe : si muda las colores el tiempo que la estuvieres dando mi em-
embajada ; si se desasosiega y turba oyendo mi nombre; si no cabe en la
almohada, si acaso la hallas sentada en el estrado rico de su autoridad ;
y si está en pie, mírala si se pone ahora sobre el uno, ahora sobre el otro
pie ; si te repite la respuesta que te diere dos o tres veces ; si la muda de
blanda en áspera, de aceda en amorosa; si levanta la mano al cabello para
componerle, aunque no esté desordenado; finalmente, hijo, mira todas sus
acciones y movimientos ; porque si tú me los relatas como ellos fueron,
sacaré yo lo que ella tiene escondido en lo secreto de su corazón acerca de
lo que al fecho de mis amores toca ; que has de saber, Sancho, si no lo
sabes, que entre los amantes, las acciones y movimientos exteriores que
muestran, cuando de sus amores se trata, son certísimos correos que traen
las nuevas de lo que allá en lo interior del alma pasa. Ve, amigo, y guíete
otra mejor ventura que la mía, y vuélvate otro mejor suceso del que yo
quedo temiendo y esperando en esta amarga soledad en que me dejas.
—Yo iré y volveré presto —dijo Sancho— ; y ensanche vuesa merced,
señor mío, ese corazoncillo, que le debe de tener agora no mayor que una
300 JOSÉ MANUEL BLEOJA

avellana, y considere que se suele decir que buen corazón quebranta mala
ventura, y que donde no hay tocinos, no hay estacas ; y también se dice :
donde no piensan, salta la liebre. Dígolo porque si esta noche no hallamos
los palacios o alcázares de mi señora, agora que es de día los pienso hallar,
cuando menos lo piense; y hallados, déjenme a mí con ella.
—Por cierto, Sancho —dijo don Quijote—, que siempre traes tus re-
franes tan a pelo de o que tratamos cuanto me dé Dios mejor ventura
en lo que deseo.
Esto dicho, volvió Sancho las espaldas y vareó su rucio, y don Qui-
jote se quedó a caballo descansando sobre los estribos y sobre el arrimo de
su lanza, lleno de tristes y confusas imaginaciones, donde le dejaremos,
yéndose con Sancho Panza, que no menos confuso y pensativo se apartó
de su señor que él quedaba; y tanto, que apenas hubo salido del bosque,
cuando, volviendo la cabeza y viendo que don Quijote no parecía, se apeó
del jumento, y sentándose al pie de un árbol comenzó a hablar consigo
mesmo y a decirse :
—Sepamos agora, Sancho hermano, adonde va vuesa merced ¿Va a
buscar algún jumento que se le haya perdido? —No, por cierto. —Pues
¿qué va a buscar? —Voy a buscar, como quien no dice nada, a una prin-
cesa, y en ella al sol de la hermosura y a todo el cielo junto. —Y ¿adonde
pensáis hallar eso que decís, Sancho? •—¿Adonde? En la gran ciudad del
Toboso. —Y bien, y ¿de parte de quién la vais a buscar? —De parte del
famoso caballero don Quijote de la Mancha, que desface los tuertos, y da
de comer al que ha sed, y de beber al que ha hambre. —Todo eso está
muy bien. Y ¿sabéis su casa, Sancho? —Mi amo dice que han de ser unos
reales palacios, o unos soberbios alcázares. —Y ¿habéisla visto algún día
por ventura? —Ni yo ni mi amo la habernos visto jamás. —Y ¿pareceos
que fuera acertado y bien hecho que si los del Toboso supiesen que estáis
vos aquí con intención de ir a sonsacarles sus princesas y a desasosegarles
sus damas, viniesen y os moliesen las costillas a puros palos, y no os de-
jasen hueso sano? —En verdad que tendrían mucha razón, cuando no con-
siderasen que soy mandado, y que
Mensajero sois, amigo,
non merecéis culpa, non 11 .
—No os fiéis en eso, Sancho ; porque la gente mánchega es tan colé-
rica como honrada y no consiente cosquillas de nadie. Vive Dios que si
os huele, que os mando mala ventura. —[ ] ¡ Allá darás, rayo 12 Î
¡ No, sino ándeme yo buscando tres pies al gato por el gusto ajeno ! Y más,
que así será buscar a Dulcinea por el Toboso como a Marica por Rávena,
o al Bachiller en Salamanca. ¡ El diablo, el diablo me ha metido a mí en
esto ; que otro, no !
Este soliloquio pasó consigo Sancho, y lo gue sacó del fué que volvió
a decirse : —Ahora bien, todas las cosas tienen remedio, si no es la
11 12
Versos del romance viejo que prin- Parte de un refrán muy conocido :
cipia Con cartas y un mensajero. Se hi- «Allá darás, rayo, en cas de Tamayo».
cieron proverbiales.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 301

muerte, debajo de cuyo yugo hemos de pasar todos, mal que nos pese, al
acabar de la vida. Este mi amo por mil señales he visto que es un loco de
atar, y aún también yo no le quedo en zaga, pues soy más mentecato que
él, pues le sigo y le sirvo, si es verdadero el refrán que dice : «Dime con
quién andas, decirte he quién eres», y el otro de «No con quien naces,
sino con quien paces». Siendo, pues, loco, como lo es, y de locura que las
más veces toma unas cosas por otras, y juzga lo blanco por negro y lo
negro por blanco, como se pareció cuando dijo que los molinos de viento
eran gigantes, y las muías de los religiosos dromedarios y las manadas
de carneros ejércitos de enemigos, y otras muchas cosas a este tono, no
será muy difícil hacer creer que una labradora, la primera que me topare
por aquí, es la señora Dulcinea ; y cuando él no lo crea, juraré yo ; y si
él jurare, tornaré yo a jurar ; y si porfiare, porfiaré yo más, y de manera
que tengo que tener la mía sobre el hito 13 , venga lo que viniere. Quizá con
esta porfía acabaré con él que no me envíe otra vez a semejantes mensa-
jerías, viendo cuan mal recado le traigo délias, o quizá pensará, como
yo imagino, que algún mal encantador de estos que él dice que le quieren
mal la habrá mudado la figura, por hacerle mal y daño.
Con esto que pensó Sancho Panza quedó sosegado su espíritu, y tuvo
por bien acabado su negocio, deteniéndose allí hasta la tarde, por dar
lugar a que don Quijote pensare que le había tenido para ir y volver del
Toboso; y sucedióle todo tan bien, que cuando se levantó para subir en
el rucio vio que del Toboso hacia donde él estaba venían tres labradoras
sobre tres pollinos, o pollinas, que el autor no lo declara, aunque más se
puede creer que eran borricas, por ser ordinaria caballería de las aldea-
nas ; pero como no va mucho en esto, no hay para qué detenernos en
averiguarlo. En resolución, así como Sancho vio a las labradoras, a paso
tirado volvió a buscar a su señor don Quijote, y hallóle suspirando y di-
ciendo mil amorosas lamentaciones. Como don Quijote le vio, le dijo:
—¿Qué hay, Sancho amigo? ¿Podré señalar este día con piedra blanca,
o con negra? 1 4
•—Mejor será .—respondió Sancho— que vuesa merced le señale con
almagre, como rétulos de cátedras, porque le echen bien de ver los que
le vieren 15 .
—De ese modo —replicó don Quijote—, buenas nuevas traes.
—Tan buenas -—respondió Sancho—, que no tiene más que hacer vuesa
merced sino picar a Rocinante y salir a lo raso a ver a la señora Dulcinea
del Toboso, que con otras dos doncellas suyas viene a ver a vuesa merced,
—¡ Santo Dios! ¿Qué es lo que dices, Sancho amigo? —dijo don Qui-
jote— Mira no me engañes, ni quieras con falsas alegrías alegrar mis
verdaderas tristezas 16 .
13 13
Término del juego de las tejuelas Son los rótulos con pintura roja, al-
o hito, en que gana quien más se apro- magre, que los estudiantes pintaban en
xima al hito. las paredes de los claustros universi-
14
Alude a la costumbre romana de tarios.
16
señalar los días felices con piedra blan- Nótese la antítesis,
ca y los desgraciados con negra.
302 JOSÉ MANUEL BLECUA

—¿Qué sacaría yo de engañar a vuesa merced —respondió Sancho—, y


más estando tan cerca de descubrir mí verdad? Pique, señor, y venga, y
verá venir a la Princesa nuestra ama vestida y adornada ; en fin, como
quien ella es. Sus doncellas y ella todas son una ascua de oro, todas ma-
zorcas de perlas, todas son diamantes, todas rubíes, todas telas de brocado
de más de diez altos ; los cabellos, sueltos por las espaldas, que son otros
tantos rayos del sol que andan jugando con el viento ; y, sobre todo, vie-
nen a caballo sobre tres cananeas remendadas, que no hay más que ver.
—«Hacaneas»17 querrás decir, Sancho.
—Poca diferencia hay —respondió Sancho— de «cananeas» a «haca-
neas» ; pero vengan sobre lo que vinieren, ellas vienen las más galanas
señoras que se puedan desear, especialmente la princesa Dulcinea mi se-
ñora, que pasma los sentidos.
—Vamos, Sancho, hijo —respondió don Quijote—; y en albricias destas
no esperadas como buenas nuevas, te mando el mejor despojo que ganare
en la primera aventura que tuviere, y si esto no te contenta, te mando
las crías que este año me dieren las tres yeguas mías, que tú sabes que
quedan para parir en el prado concejil de nuestro pueblo.
—A las crías me atengo —respondió Sancho— ; porque de ser buenos
los despojos de la primera aventura no está muy cierto.
Ya en esto salieron de la selva y descubrieron cerca a las tres aldeanas.
Tendió don Quijote los ojos por todo el camino del Toboso, y como no
vio sino a las tres labradoras, turbóse todo, y preguntó a Sancho si las
había dejado fuera de la ciudad.
—¿Cómo fuera de la ciudad? —respondió—. ¿Por ventura, tiene vuesa
merced los ojos en el colodrillo, que no ve que son éstas, las que aquí
vienen, resplandecientes como el mismo sol a medio día?
—Yo no veo, Sancho •—dijo don Quijote—, sino a tres labradoras sobre
tres borricos.
—¡Agora me libre Dios del diablo! —respondió Sancho—. Y ¿es po-
sible que tres hacaneas, o como se llaman, blancas como el ampo de la
nieve, le parezcan a vuesa merced borricos ? ¡ Vive el Señor, que me pele
estas barbas si tal fuese verdad !
•—Pues yo te digo, Sancho amigo —dijo don Quijote—, que es tan
verdad que son borricos, o borricas, como yo soy don Quijote y tú Sancho
Panza ; a lo menos, a mí tales me parecen.
—Calle, señor —dijo Sancho— ; no diga la tal palabra, sino despabile
esos ojos, y venga a hacer reverencia a la señora de sus pensamientos,
que ya llega cerca.
~" Y diciendo esto, se adelantó a recebir a las tres aldeanas, y apeándose
del rucio, tuvo del cabestro al jumento de una de las tres labradoras, y
hincando ambas rodillas en el suelo, dijo :
—Reina y princesa y duquesa de la hermosura, vuestra altivez y gran-
deza sea servida de recebir en su gracia y buen tálente al cautivo caba-

17
Jacas muy apreciadas y herniosas.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 303

Hero vuestro, que allí está hecho piedra mármol, todo turbado y sin pulsos,
de verse ante vuestra magnífica presencia. Yo soy Sancho Panza, su escu-
dero, y él es el asendereado caballero don Quijote de la Mancha, llamado
por otro nombre el Caballero de la Triste Figura. •
A esta sazón ya se había puesto don Quijote de hinojos junto a Sancho,
y miraba con ojos desencajados y vista turbada a la que Sancho llamaba
reina y señora ; y como no descubría en ella sino una moza aldeana y no
de muy buen rostro, porque era carirredonda y chata, estaba suspenso y
admirado, sin osar desplegar los labios. Las labradoras estaban asimismo
atónitas, viendo aquellos dos hombres tan diferentes hincados de rodillas,
que no dejaban pasar adelante a su compañera; pero rompiendo el silen-
cio la detenida, toda desgraciada y mohína, dijo :
—Apártense, nora en tal, del camino, y déjenmos pasar; que vamos
de priesa.
A lo que respondió Sancho :
—¡Oh princesa y señora universal del Toboso! ¿Cómo vuestro mag-
nánimo corazón no se enternece viendo arrodillado ante vuestra sublimada
presencia a la coluna y sustento de la andante caballería?
Oyendo lo cual otra de las dos dijo :
—Mas, i jo, que te estregó, burra de mi suegro ! Mirad con qué se vie-
nen los señoricos ahora a hacer burla de las aldeanas, como si aquí no
supiésemos de echar pullas como ellos ! Vayan su camino, e déjenmos
hacer el nueso 18 , y serles ha sano.
—Levántate, Sancho —dijo a este punto don Quijote— ; que ya veo
que la Fortuna, de mi nial no harta 19 tiene tomados los caminos todos
por donde pueda venir algún contento a esta ánima mezquina que tengo
en las carnes. Y tú, ¡ oh extremo del valor que puede desearse, término
de la humana gentileza, único remedio deste afligido corazón que te
adora!, ya que el maligno encantador me persigue, y ha puesto nubes y
cataratas en mis ojos, y para sólo ellos y no para otros ha mudado y trans-
formado tu sin igual hermosura y rostro en el de una labradora pobre, si
ya también el mío no le ha cambiado en el de algún vestiglo, para hacerle
aborrecible a tus ojos, no dejes de mirarme blanda y amorosamente, echan-
do de ver en esta sumisión y arrodillamiento que a tu contrahecha hermo-
sura hago la humildad con que mi alma te adora.
—¡Toma 20 que mi agüelo! —respondió la aldeana—. ¡ Amiguita soy yo
de oír resquebrajos 21 ! Apártense y déjenmos ir, y agradecérselo hemos.
Apartóse Sancho y dejóla ir, contentísimo de haber salido bien de su
enredo. Apenas se vio libre la aldeana que había hecho la figura de ¡Dul-
cinea, cuando picando a su cananea con un aguijón que en un palo traía,
dio a correr por el prado adelante. Y como la borrica sentía la apunta del
aguijón, que le fatigaba más de lo ordinario, comenzó a dar corcovos, de
manera, que dio con las señora Dulcinea en tierra; lo cual visto por don
Quijote, acudió a levantarla, y Sancho a componer y cinchar el albarda,
que también vino a la barriga de la pollina. Acomodada, pues, la albarda,
18 20
Forma popular de nuestro. Imperativo.
19 21
Verso de Garcila«>. De requiebros.
304 JOSE MANUEL BLECUA

y quiriendo don Quijote levantar a su encantada señora en los brazos


sobre la jumenta, la señora, levantándose del suelo, le quitó de aquel tra-
bajo, porque haciéndose algún tanto atrás, tomó una corridica, y puestas
ambas manos sobre las ancas de la pollina, dio con su cuerpo, más ligero
que un halcón, sobre la albarda, y quedó a horcajadas, como si fuera
hombre ; y entonces dijo Sancho :
—¡ Vive Roque, que es la señora nuestra ama más ligera que un aco-
tan 22 , y que puede enseñar a subir a la jineta al más diestro cordobés o
mejicano ! El arzón trasero de la silla pasó de un salto, y sin espuelas hace
correr la hacanea como una cebra, Y no le van en zaga sus doncellas ; que
todas corren como el viento.
Y así era la verdad; porque en viéndose a caballo Dulcinea, todas pica-
ron tras ella y dispararon a correr, sin volver la cabeza atrás por espacio
de más de media legua. Siguiólas don Quijote con la vista, y cuando vio
que no parecían, volviéndose a Sancho, le dijo :
—Sancho, ¿ qué te parece cuan mal quisto soy de encantadores ? Y mira
hasta dónde se extiende su malicia y la ojeriza que me tienen, pues me
han querido privar del contento que pudiera darme ver en su ser a mi
señora. En efeto, yo nací para ejemplo de desdichados y para ser blanco
y terrero 23 donde tomen la mira y asiesten las flechas de la mala fortuna.
Y has también de advertir, Sancho, que no se contentaron estos traidores
de haber vuelto y transformado a mi Dulcinea, sino que la transformaron
y volvieron en una figura tan baja y tan fea como la de aquella aldeana,
y juntamente le quitaron lo que es tan suyo de las principales señoras,
que es el buen olor, por andar siempre entre ámbares y entre flores. Por-
que te hago saber, Sancho, que cuando llegué a subir a Dulcinea sobre su
hacanea (según tú dices, que a mí me pareció borrica), me dio un olor de
ajos crudos, que me encalabrinó y atosigó el alma.
—¡Oh canalla! —gritó a esta sazón Sancho—. ¡Oh encantadores acia-
gos y mal intencionados, y quién os viera a todos ensartados por las aga-
llas, como sardinas en lercha 24 ! Mucho sabéis, mucho podéis, y mucho
mal hacéis. Bastaros debiera, bellacos, haber mudado las perlas de los
ojos de mi señora en agallas alcornoques as, y sus cabellos de oro purí-
simo en cerdas de cola de buey bermejo, y, finalmente, todas sus faccio-
nes de buenas en malas, sin que le tocáredes en el olor; que por él si-
quiera sacáramos lo que estaba encubierto debajo de aquella fea corteza ;
aunque, para decir verdad, nunca vi yo su fealdad, sino su hermosura, a
la cual subía de punto y quilates un lunar que tenía sobre el labio de-
recho, a manera de bigote, con siete o ocho cabellos rubios como hebras
de oro y largos de más de un palmo.
í ]
—Yo lo creo, amigo •—replicó don Quijote—, porque ninguna cosa puso
la naturaleza en Dulcinea que no fuese perfecta y bien acabada ; y así,
22 2
Alcotán, aguililla. * Junquillo en que se ensartan aves o
23
Objeto que sirve de blanco en el peces muertos,
tiro de la ballesta o del arco.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 305

si tuviera cien lunares como el que dices, en ella no fueran lunares, sino
lunas y estrellas resplandecientes. Pero dime, Sancho : aquella que a mí
me pareció albarda, que tú, aderezaste, ¿era silla rasa, o sillón?
—No era —respondió Sancho —sino silla a la jineta, con una cu-
bierta de campo, que vale la mitad de un reino, según es de rica.
—Y ¡ qué no viese yo todo eso, Sancho ! —dijo don Quijote—. Ahora
torno a decir, y diré mil veces, que soy el más desdichado de los hombres.
Harto tenía que hacer el socarrón de Sancho en disimular la risa,
oyendo las sandeces de su amo, tan delicademente engañado. Finalmente,
después de otras muchas razones que entre los dos pasaron, volvieron a
subir en sus bestias, y siguieron el camino de Zaragoza, adonde pensaban
llegar a tiempo que pudiesen hallarse en unas solenes fiestas que en aque-
lla insigne ciudad cada año suelen hacerse. Pero antes que allá llegasen
les sucedieron cosas que, por muchas, grandes y nuevas, merecen ser
escritas y leídas, como se verá adelante.

i.° La composición : partes del capítulo, su gradación ; descrip-


ciones y retratos.
2.° La lengua: diferencias entre el lenguaje de don Quijote, San-
cho y las aldeanas Los arcaísmos de don Quijote y los refranes de
Sancho.
3.0 La psicología de los personajes. Reacciones de Sancho ar_¿te
el encargo de su señor. ¿En qué funda Sancho su engaño?
4.0 La locura de don Quijote. El sentimiento amoroso.
5.0 Estudíense los elementos humorísticos.

20
CAPITULO XXI

LA NOVELA

(Continuación)

La novela en el siglo XVII.'—Ya vimos al tratar del Lazarillo d$


Tormes que, en realidad, el apogeo de la novela picaresca coincidía con la
aparición del Barroco, del que es una de las características principales.
Lo que se llamó; el picaro por antonomasia arranca de la novela de Mateo
Alemán. Por otra parte, esie género novelesco, a medida que avanza el
siglo xvii, irá perdiendo sus características novelescas para terminar en un
cuadro alegórico de la vida humana, como en El Criticón, o en una especie
de descripción realista de la sociedad contemporánea. Este proceso de des-
novelización se hará patente en la segunda mitad del siglo.
Pero también la. novela picaresca, por lo menos en muchos casos,
llevaba dentro una tendencia didáctica, aleccionadora, como en el Guz-
man de Alfarache o en El escudero Marcos de Obregòn. Quieren deleitar
aprovechando y es producto de la Contrarreforma. Nótese que en el
Lazarillo la tendencia moralizante no aparece.

Mateo Alemán. — MATEO ALEMÁN nació en Sevilla en 1547, donde


se graduó de Artes y Filosofía, continuando sus estudios en Salamanca y
Alcalá. En Sevilla fué nombrado contador de resultas, y por ciertas deudas
se le encarceló, aunque por poco tiempo. Pasó a Lisboa, después, y en
compañía de sus hijos, emigró a Méjico, donde imprimió una Ortografía
castellana en 1609, muriendo al poco tiempo en la misma ciudad.
La Primera parte del picaro Guzmán de Alfarache se pubicó en 1599
y la Segunda en Lisboa. Como todas las novelas de esta clase, la de Mateo
Alemán es la autobiografía de un picaro.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 307

Guzmán de Alfarache es hijo de un mercader, emigrado de Italia por sus trato»


poco amistosos con la justicia genovesa. Muerto su padre, Guzmán se lanza con sus
quince años a una vida de vagabundeo y aventuras. En Madrid desempeña el oficio
de pinche de cocina ; estafa una suma y se marcha a vivir lujosamente a Toledo.
Desde allí va a Roma, viviendo como mendigo, para terminar de paje de un car-
denal y, después, de criado del embajador francés. De Roma, pasando por Siena
y Bolonia, se dirige a Genova ; estafa a sus parientes y se traslada a su patria,
realizando por todas partes cuantas picardías puede. Se convierte en vendedor de
joyas, se casa en Madrid con una mujer gastadora ; pero, muerta ésta, decide hacerse
clérigo, marchando a estudiar Teología a la Universidad de Alcalá. Cierta meso-
nera le hace abandonar la idea, y se casa de nuevo, aunque ella le abandona al
poco tiempo. Marcha a Sevilla, sirviendo de mayordomo de una rica dama, a
quien roba todo lo que puede, siendo condenado por ello a seis años d e galeras.
Una tentativa de fuga le agrava la pena a perpetuidad, pero habiendo descubierto
a la justicia una conjura de los otros forzados, obtiene en premio la libertad. Aaí
termina la novela.
Como se puede observar por el argumento, estamos muy lejos de la
ingenuidad y sencillez infantil de Lázaro de Tormes. El personaje es un
picaro y hampón y el marco de s'us aventuras se ha hecho más amplio e
internacional. Además, por su estilo es también muy diferente : se inter-
calan diversos capítulos que son digresiones morales, a modo de sermones,
y hasta una novelita de corte morisco. E n cuanto al lenguaje, Mateo
Alemán tiende a una sobriedad jugosa y elegante. Pule y lima, seleccionan-
do con cuidado las palabras. Sabe utilizar también los refranes y las fra-
ses populares.
Vicente Espinel. — D e Ronda (1550-1624), poeta y músico, traductor
de Horacio y maestro de Lope de Vega, viajó por toda España y diversos
países europeos. Publicó en 1618 las Relaciones de la vida y aventuras
del escudero Marcos de Obregón, que más bien parece una autobiografía
del mismo Espinel que una novela picaresca. Un carácter misceláneo
distingue esta novela. Por una parte alterna la didáctica moralizante con
lo propiamente narrativo, y en lo narrativo se entremezclan diversos ele-
mentos procedentes de las novelas de aventuras con los picarescos y cos-
tumbristas. Intercala también pequeños cuentos o anécdotas de su tiempo.
narrados con cierta finura y agilidad. E n algunos momentos Vicenre
Espinel demuestra una exquisita sensibilidad para la descripción de
paisajes.
Otras novelas picarescas. —A nombre del médico toledano FRAN-
CISCO LÓPEZ DE UBEDA publicóse en 1605 El libro de entretenimiento de
la Picara Justina que consta de cuatro partes dedicadas a narrar las aven-
turas de una picara llamada Justina. La novela interesa más por la des-
cripción de escenas populares y por el vocabulario, que por la gracia no-
velesca.
Una de las últimas novelas picarescas es la narración anónima de la
Vida y hechos de Estebanillo González (Amberes, 1646), que cuenta las
aventuras de Estebanillo como aprendiz de barbero en Boma, falso prac-
306 JOSÉ MANUEL BLECUA

fcicante en Ñapóles, peregrino en Santiago, etc. Aunque la novela resulte


entretenida, por su ambiente y su marco resulta ïa menos picaresca de
las novelas españolas, ya que el escenario es cosmopolita, aunque la lengua
demuestra que el anónimo autor era un escritor de talento.
Castillo y Solorzano. — E l fecundo novelista ALONSO DE CASTILLO
y SOLORZANO '(1584-1648 ?) ensayó con éxito este género de novela. Nos
dejó en Las arpías de Madrid, en La garduña dé Sevilla y en La niña de
los embustes tres graciosas e interesantes muestras de su fino ingenio.
Arrancando de la Pícara Justina, sus novelas se apartan de este tipo para
dejar sólo la narración de la pequeña trapazaría. E n La garduña de Sevi-
lla se defiende Solorzano de que la consideren como una pintura amable
de la vida de los picaros, ya que su propósito es moralizante, que los li-
bertinos reflexionen y los atrevidos se vuelvan temerosos. Lo interesante
de sus novelas no reside en los tipos ni en los acontecimientos, sino en
el ambiente que describe.
La llamada novela cortesana. — Designamos con el nombre de nove-
la cortesana un género de novelita corta en la que se recogen los elementos
de la novelística anterior, picaresca, costumbrista, novela italianizante y
pastoril. Sus escenarios son siempre o casi siempre la corte o ciudades
importantes : es decir, un escenario urbano. Su temática girará alrededor
de problemas amorosos o de honra, como en el teatro contemporáneo. El
héroe suele ser siempre un caballero galán, apuesto y enamorado, gentil
y elegante, que muchas veces no retrocede ante nada para conseguir sus
propósitos.
Principales autores de este género novelesco. — Los principales
autores de este género novelesco fueron Castillo y Solorzano, ya citado,
autor de las Tardes entretenidas y JERÓNIMO DE SALAS BARBADILLO (1581-
1635), gracioso poeta lírico, autor de una novela picaresca, La hija de Ce-
lestina, (historia de una aventurera vulgar que muere a manos de la justicia)
y de las novelas cortesanas tituladas Casa del placer honesto y Don Diego
de Noche, en la que cuenta las 'nocturnas aventuras amorosas de cierto
caballero a quien todo sale mal.
Distinto carácter ofrecen las narraciones de DOÑA MARÍA DE ZAYAS Y
SOTOMAYOR, dama madrileña que vivió algún tiempo en Zaragoza, cuyas
"Novelas amorosas y ejemplares se distinguen por la libertad con que trata
los temas amorosos y por la importancia que concede a las mujeres. Ob-
serva bien la realidad y más de una vez es algo desenvuelta.

C O N S Ú L T E S E . — M. Herrero García, Nuetía interpretación de la novela pica-


resca, en la Revista ele Filología española, 1937, págs. 343 y sigs. — A . González
d e A m e z ú a , La novela cortesana, Madrid, 1929. — P a r a las biografías y estudio«
particulares sobre cada autor, véanse los prólogos a las ediciones en Clásicos Cas-
tettano*.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 309

MATEO ALEMÁN

COMO NO HALLANDO GUZMAN DE ALFARACHE LOS PARIENTES, QUE BUSCABA EM


GENOVA, SE FUE A ROMA Y LA BURLA QUE ANTES DE " ' i R T I R S E LE HICIERON

Luego, pues, que dejé a mi amo el capitán, con todos mis harapos y
remiendos, hecho un espantajo 1 de higuera, quise hacerme de los godos 2 ,
emparentando con la nobleza de aquella ciudad, publicándome por quién
era ; y preguntando por la de mi padre 3 , causó en ellos tanto enfado, que
me aborrecieron de muerte. Y es de creer que, si a su salvo pudieron, me
la 4 dieran y aun tú hicieras lo mesmo, si tal huésped te entrara por la
puerta; mas harto me la procuraron por las obras que me hicieron.
A persona no pregunté que no me socorriese con una puñada o bo-
fetón. El que menos mal me hizo fué, escupiéndome a la cara, decirme :
«¡Bellaco, marrano 5 ! ¿Sois vos genovès?... Y como si mi padre fuera
hijo de la tierra o si hubiera docientos años atrás fallecido, no hallé rastro
de amigo ni pariente, suyo. Ni descubrirlo pude, hasta que uno se llegó
a mí con halagos de cola de serpiente...
«Yo, hijo, bien oí decir de vuestro padre, aquí os daré quien haga
larga relación de sus parientes y han de ser do los más nobles desta ciu-
dad, a lo que creo. Y pues habréis ya cenado, venios a dormir a mi casa,
que no es hora de otra cosa ; de mañana daremos una vuelta y os pondré,
como digo, con quien los conoció y trató gran tiempo».
Con la buena presencia y gravedad que me lo dijo, su buen talle, la
cabeza calva, la barba blanca, larga hasta la cinta, un báculo en la mano,
me representaba un San Pablo.
Fieme del, seguílo a su posada, con más gana de cenar que de dor-
mir ; que aquel día comí mal, por estar enojado y ser a mi costa, que
temblaba de gastar. Mas como Xo que nos dan es poco, y, si nos cuesta
dineros, comemos poco pan y duro, y aun se nos hace mucho y blando,
yo me hacía guardoso. Ibame cayendo de hambre y ¡ mira cuál era mi
huésped! pues, como el cordobés, me dijo que yo habría cenado. Y si no
fuera temiendo perder aquella coyuntura, no fuera con él sin visitar pri-
mero una hostería ; mas la esperanza del bien que me aguardaba, me
hizo soltar el pájaro de la mano por el buey que iba volando.
1
Espantapájaros mercader genovès no muy honrado en
2
Alusión irónica a la manía genealo- sus tratos.
i
gista de la época que hacía descender La tiene como antecedente muerte.
5
de los reyes godos a la nobleza castellana. Judío.
3
El padre de Guzmán había sido un
310 JOSÉ MANUEL BLECUA

Luego como entramos, un criado salió a tomar la capa. No se la dio ;


antes en su lengua estuvieron razonando. Enviólo fuera y quedámonos a
solas paseando. Preguntóme por cosas de España, por mt madre, si le
quedó hacienda, cuántos hermanos tuve y en qué barrio vivía. Fuíle
dando cuenta de todo con mucho juicio. En esto me entretuvo más de una
hora, hasta que volvió el criado.
No sé qué recaudo le trajo, que me dijo el viejo : «Ahora bien, idos a
dormir y mañana nos veremos. ¡ Hola ! ¡ Antonio María ! Lleva este hi-
dalgo a su aposento».
Fuíme con él de una en otra pieza. La casa era grande, labrada de
muchos pilares y losas de alabastro. Atravesamos a un corredor y entra-
mos en un aposento, que estaba al cabo del. Teníanlo bien aderezado con
unas colgaduras de paños pintados de matices, a manera de arambeles 6 ;
salvo que parecían mejor. A una parte había una cama y junto a la ca-
becera un taburete. Y como si tuviera que desnudarme, acometió el criado
a quererlo hacer.
Llevaba un vestido que aun yo no me lo acertaba a vestir sin ir to-
mando guía de pieza en pieza y ninguna estaba cabal ni en su lugar. De
tal manera, que fuera imposible discernir o conocer cuál era la ropilla o
los calzones, si los viera tendidos en el suelo. Así desaté algunos ñudos
con que lo ataba por falta de cintas y lo dejé caer a los pies de la cama;
y sucio como estaba, lleno de piojos, metíme entre la ropa.
Era buena, limpia y olorosa. Consideraba entre mí: si este buen viejo
es deudo mío y me hace cortesía y no quiere descubrirse hasta mañana,
buen principio lleva : haráme vestir, trataráme bien. Pues estando tal me
hace tan buen acogimiento, sin duda es como lo digo : de esta vez yo
soy de la buena ventura. Era muchacho, no ahondaba ni veía más de la
superficie; que si algo supiera y experiencia tuviera, debiera considerar
que a grande oferta, grande pensamiento, y a mucha cortesía, mayor cui-
dado. ¡ Que no es de balde, misterio tiene !
Si te hace caricias el que no las acostumbra hacer, o engañarte quiere
o te ha menester.
Salió fuera el criado, dejándome una lámpara encendida. Díjele que la
apagase. Respondió que no hiciera tal, porque de noche andaban en
aquella tierra unos murciélagos grandes muy dañosos y sólo el remedio
contra ellos era la luz, porque huían a lo oscuro. Más me dijo : que era
tierra de muchos duendes y que eran enemigos de la luz y en los aposen-
tos oscuros algunas veces eran perjudiciales. Creílo con toda la simpli-
cidad del mundo.
Con esto se salió. Yo luego me levanté a cerrar la puerta, no por
miedo de lo que me pudieran hurtar ; mas con sospecha de lo que, como
muchacho, me pudiera suceder. Volvíme a la cama, dormíme presto y
con mucho gusto, porque las almohadas, colchones, cobertores y sábanas
me brindaban 7 y a mí no me faltaba gana.

* Especie de colgaduras como tapices. vasos ya llenos. En las comidas solían


7
Brindar era incitar a beber con lo» ser muy frecuentes loa brindis.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 311

Pasado ya lo más de la noche, declinaba la media caminando al claro


día y estando dormido como un muerto, recordóme8 un ruido de cuatro
bultos, figuras de los demonios, con vestidos, cabelleras y máscaras dello.
Llegáronse a mi cama y dióme tanto miedo, que perdí el sentido y sin
hablar palabra me quitaron la ropa de encima. Dábame priesa haciendo
cruces, rezaba oraciones, invoqué a Jesús mil veces ; mas eran demonios
baptizados y más priesa me daban.
Habían puesto sobre el colchón, debajo de la sábana, una frazada.
Cada uno asió por una esquina délia y me sacaron en medio de la pieza.
Túrbeme tanto, viendo que rezar no me aprovechaba, que ni osaba ni
podía desplegar la boca. Bra la pieza bien alta y acomodada.
Comenzaron a levantarme en el aire, manteándome como a perro en
carnestolendas, hasta que ellos, cansados de zarandearme, habiéndome mo-
lido, me volvieron a poner adonde me levantaron y, dejándome por muer-
to, me cubrieron con la ropa y se fueron por donde habían entrado, de-
jando la luz muerta.
Yo quedé tan descoyuntado, tan sin saber de mí que, siendo de día,
ní sabía si estaba en cielo, si en tierra. Dios, que fué servido de guar-
darme, supo para qué. Serían como las ocho del día ; quíseme levantar,
porque me pareció que bien pudiera. Hálleme de mal olor, el cuerpo
pegajoso y embarrado. Acordóseme de la mujer de mi amo el cocinero y,
como en las turbaciones nunca falta un desconcierto, mucho me afligí.
Mas ya no podía ser el cuervo más negro que las alas -: estreguéme todo
el cuerpo con lo que limpio quedó de las sábanas y añúdeme mi hatillo.
En cuanto me tardé en esto, estuve considerando qué pudiera ser lo
pasado, y a no levantarme descoyuntado, creyera haber sido sueño. Miré
a todas partes ; no hallaba por donde hubiesen entrado. Por la puerta
no pudieron, que la cerré con mis manos y cerrada la hallé. Imaginaba
si fueron trasgos, como la noche antes me dijo el mozo; no me pareció
que lo serían, porque hubiera hecho mal de no avisarme que había trasgos
de luz.
Andando en esto, alcé las colgaduras, para ver si detrás délias hu-
biera portillo alguno. Hallé abierta una ventana, que salía al corredor.'
Luego dije : ¡ ciertos son los toros ! Por aquí me vino el daño. Y aunque
las costillas parece que me sonaban en el cuerpo, como bolsa de trebe-
jos 9 de ajedrez, disimulé cuanto pude por lo de la caca, hasta verme
fuera de allí.
Cubrí muy bien la cama, de manera que no se viera en entrando mi
flaqueza y por ella me dieran otro nuevo castigo. El criado que allí me
trajo, vino casi a las nueve a decirme que su señor me esperaba en la
iglesia, que fuese allá. Y porque allí no se quedara el mozo, para ganarle
ventaja, roguéle me llevara hasta la puerta, que no sabía salir. Llevóme
a la calle y volvióse. Cuando en ella me vi, como si en los pies me na-
cieran alas y el cuerpo estuviera sano, tomé las de Villadiego. Afufélas,
que no me alcanzara una posta.
8 9
Despertóme. Piezas.
312 JOSÉ MANUEL BLECUA.

Más se huye que se corre. Mucho esfuerzo pone el miedo. Yo me tras-


puse, como el pensamiento.
Compré vianda y, para ganar tiempo, iba comiendo y andando. Así
no paré hasta salir de la ciudad, que en una taberna bebí un poco de vino,
con que me reformé para poder caminar la vuelta a Roma, donde hice
mi viaje, yendo pensando en todo él con qué pesada burla quisieron des-
terrarme, porque no los deshonrara mi pobreza. Mas no me la quedaron
a deber, como lo verás en la segunda parte.

i.° Nótese la forma autobiográfica de la narración.


2.° Obsérvese el realismo del episodio y la ausencia de los mo-
tivos heroicos.
3.0 Nótense los elementos cómicos y burlescos.
4.0 Estudíese el estilo y la composición del episodio.

VICENTE ESPINEL

EX ESCUDERO MARCOS DE OBREGÓN

En Valladolid serví al conde de Icemos don Pedro de Castro 1 , el de la


gran fuerza, caballero de excelentísimo gusto y bondad muy suya... Entré
en su gracia, y hice muy poco, porque tenía el conde un pechazo tan
generoso, manso y apacible, que con poca diligencia se entraba en las
entrañas de quien le quería. Con todo no me hallé muy bien a los prin-
cipios, porque me faltaba lo que es menester para servir en palacio, que
es decir con gracia una lisonja, salpimentar una mentira, traer con blan-
dura y artificio un servil chiste, fingir amistades, disimular odios; que
caben mal estas cosas en los pechos ingenuos y libres. Dejo aparte el
rigor y majestad de los porteros, que ordinariamente tienen una gravedad
más seca que sus personas, y ellos lo son tanto como sus palabras ; aun-
que eché de ver que lo que más importa es que en presencia del señor
el criado tenga siempre el rostro alegre ; y en las cosas que le mandan,
y aunque no se las manden, será menester ser diligente y solícito y cum-
plir cada uno puntualmente con su ministerio...
Estando en esta casa y en Valladolid, se descubrió aquel gran cometa,
tantos años antes pronosticado por los grandes astrólogos, amenazando a
1
Padre del célebre Conde de Lemos, vantes, los Argensola y otros ingenio«
donde Pedro de Castro, protector de Cer- de su tiempo.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 313

la cabeza de Portugal. Hubo tan grandes juicios sobre ella2, y algunos


tan impertinentes, que dieron harto que reír ; entre los cuales hubo uno
que decía que las cosas grandes habían de descrecer, y las pequeñas habían
de crecer. Llegó este juicio al de un hombrecico pequeño, que tam-
bién en esto lo era 3 , que estaba muy malcontento de verse con tan aparrada 4
presencia, que trayendo unos pantuflos 5 de cinco o seis corchos, aun no
podía lucir entre la gente. Andaba siempre pulido y bien puesto, ena-
morado y bien hablado, y aun hablador no sin afectación, En las conver-
saciones procuraba no que sus conceptos llegasen a igualarse con los otros,
sino que sus hombros se ajustasen con los de la rueda 6 ; y como no
podía ser, pensando que era la culpa de las agujetas 7 , meneaba a un
lado y otro hasta que crujían todas. Pues como llegó a su noticia la
interpretación del cometa, que las cosas pequeñas habían de crecer, se le
encajó que se decía por él; que fácilmente nos persuadimos a creer lo que
deseamos, aunque sea tan gran disparate como este. Dijéronle que yo
era nigromante, y que si quería podía hacelle crecer dos o tres dedos,
o más; pero que había de ser muy secreto, porque no se supiese que yo
sabía tal arte diabólica. Pasando por la plaza, haciendo mi escuderaje8 con
los demás gentileshombres de casa, me señalaron con el dedo para que
me conociese. Sin haberme avisado los que le tornaban loco, se llegó a
mí con una retórica bien pensada, ofreciéndome amistad y hacienda y
favor para toda la vida, y el fin de todo fué decir : «Ya vuesa merced ve
el agravio que Naturaleza hizo a un hombre de mis partes en dar a
tan altos pensamientos tan pequeño cuerpo : yo sé que si vuesa merced
quiere puede suplir esta falta ; con que tendrá un esclavo para siempre
jamás.» —«Eso —dije yo— sólo Dios puede hacerlo, que es superior a la
Naturaleza, y si vuesa merced quiere crecer por los pies, póngase más
corchos de los que trae ; y si del pecho arriba, con ahorcarlo crecerá tres o
cuatro dedos.» «—Oh, señor —dijo él—, ya venía informado que vuesa
merced me había de negar este bien: por amor de mí, que se disponga
a ello, y en lo demás corte por donde quisiere.» Veíalo tan rematado
en su disparate, que Jo hube de reducir a las obras de Naturaleza, di-
ciéndole : «—Señor, vos vais tras un imposible ; que no solamente no
es hacedero, pero os tendrán por loco cuantos supieren que dais en ese
error. Las obras de Naturaleza son tan consumadas, que no sufren en-
mienda ; nada hace en vano; todo va fundado en razón; ni hay superfluo
en ella, ni falta en lo necesario. Es Naturaleza como un juez, que después
que ha dado la sentencia no puede alterarla ni mudarla, ni es señor ya
de aquel caso, sino es que apelen para otro superior. En formando
Naturaleza sus obras con las calidades que les da, ya no es señora de la
obra que hizo, sino es que Dios como superior quiere mudallas ; si hace
grande, grande se ha de quedar ; si chico, chico se ha de quedar ; si
j .

3 6
Referido a cometa, palabra que gene- La rueda de los que estaban en el
raímente era femenina. corro hablando.
3 7
En su juicio. Las articulaciones.
4 8
De parra. Hoy achaparrado. Acompañando a su señor con los de-
6
Especie de zuecos. máa sirvientes.
314 JOSÉ MANUEL BLECUA

monstruo, así ha de permanecer ; ni hay para qné cansarse nadie pen-


sando imposibles.» A esto replicó diciendo: «—Pues ¿no es más dificul-
toso hacerse un hombre invisible, y hay quien lo hace?» «—No es —dije
yo—. sino facilísimo; que con ponerse un hombre detrás de una tapia
queda invisible, o encubriéndose con una nube; y vos os haréis invisible
con sólo poner delante de vos un mosquito.» «—Gentil consuelo —dijo—
he hallado en quien pensé tener todo lo que he deseado toda mi vida.»
«—¿Qué consuelo ha de hallar —dije— quien quiere ir contra las obras
de la misma Naturaleza, que es la que nos representa la voluntad del
primer Movedor v Autor de todas las cosas?»

[Edic. de la Bibl. Auts. Espñs., vol. X I X . ]

i.° Obsérvese la técnica de este capítulo. Nótese la mezcla de


narración y moralidad. ¿ Cuáles son los elementos didácticos ?

ANÓNIMO

VIDA Y HECHOS DE ESTEQANILLO GONZÁLEZ

Bra mi memoria tan feliz, que venciendo a mi inclinación (que siem-


pre ha sido lo que de presente es), supe leer, escribir y contar ; lo que
me ha valido para continuar el arte que profeso ; pues puedo asegurar,
a fe de picaro honrado, que no es oficio para bobos.
Gustó mi padre de darme estudio ; y con no haber, por mis travesu-
¡rae, llegado la) la filosofía, salí ían buen bachiller;, que puedo leer
cátedra 1 al que más blasona dello. Tiaía tan enredados a los maestros
con enredos y a los discípulos con trapazas, que todos me llamaban el
Judas Españoleto. Compraba polvos de romero, y revolvíalos con ceba-
dilla, y haciendo unos pequeños papeles los vendía a real a todos los
estudiantes novatos, dándoles a entender que eran polvos de la anacar-
dina, y tomándolos por las narices, tendrían feliz memoria; con lo cual
tenía yo caudal para mis golosinas, y ellos para inquietar el estudio
y sus posadas y casas. Escapábanse pocos libros de mis manos y pocas
estampas de mis uñas ; sobre lo cual cada día andaba al morro o había
quejas a mi padre y hermanas. Tenía a cargo la mayor de ellas el cas-
tigarme y reprehenderme ; y unas veces me daba con su mauo de mante-
quilla bofetadas de algodón, y otras me decía que era afrenta de su linaje,
1
En las cátedras se leía y comentaba
un texto.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 315
fr

que por qué no acudía a quien era, y poi que no procedía como hijodalgo ;
que atendiera a que nuestra madre la decía que yo era el mayorazgo de
su casa y cabeza de su linaje y descendiente del ccnde Fernán González,
cuyo apellido me había dado por línea recta de varón ; y por parte de
hembra, del ilustre y antiguo solar de los Muñatones, cuyos varones
insignes fueron conquistadores de Cuacos y Jarandina y los que en batalla
campal prendieron a la serrana de la Vera y descubrieron el archipiélago
de las Batuecas ; y que una tía mía había dado leche al infante don
Pelayo, antes que se retirara al valle de Covadonga ; y otra había amorta-
jado al mancebito Pedrarias, siendo dueña de honor de la infanta, doña Urraca.
"Reime yo de todos estos disparates, y por un oído me entraba su re-
prensión, y por otro me salía; y finalmente, fueron tantas mis rapacerías
¿ inquietudes, que me vinieron a echar del estudio poco me^os que con
rajas destempladas. Por cuya causa, mi padre, después de haberme zu-
/rado muy bien la. badana, me llevó a casa de un amigo ¿-uyo, llamado
bernardo Vadía, que era barbero del Duque de Albur quelque, emba-
jador ordinario de España, con el cual me acomodó por su aprendiz, y
después de haber hecho el entrego 2 de la buena prenda, se volvió a su
casa sin su hijo, y yo quedé sin padre y con amo. El cual me dijo que
me quitase el sombrero y la capa y entrase a ver a mi ama, lo cual
hice al instante, y entrando en la cocina, la hallé cercada de infantes,
y no de Lara. CDióme una rueda de naranja para cortar la cólera, y un
mendrugo de pan, abizcochado3 de puro duro, para sacar los malos hu-
mores; y después del breve desayuno y después de haber lavado cuatro
docenas de platos, escudillas y pucheros y ollas, y puesto la ordinaria*
con poca carne y mucha menestra, me dio una canasta de mantillas,
pañales, sabanillas y baberos de los niños, y abriendo la puerta de un
patio y dándome dos dedos de jaboncillo de barba, me enseñó un pozo
y una pila, y me dijo : «Estebanillo, manos a la labor, que este oficio
toca a .los aprendices, y por aquí van allá, que no quiera Dios que
yo os quite lo que de derecho os toca.»
[Edic. de J. Mille y Giménez en Clásicos Castellanos, 108.]

2 3
La entrega. Aun se dice asi en el Bizcocho era el pan duro que lleva-
español de América. ban los marinos o soldados.
4
La olla de todos los días.
CAPITULO XXII

LA NOVELA

(Continuación)

Vida. — DON ÏKANCISCO DE QUEVEDO Y VILLEGAS nació en Madrid


en 1580. Estudió con notable aprovechamiento en la Universidad de Al-
calá y después en la de Valladolid. Trabó amistad con el Duque de Osuna f
que le llevó consigo a Italia, donde intervino en peligrosas misiones di-
plomáticas, poniendo en riesgo su vida.
Al caer el Duque de Osuna, Quevedo fué desterrado a la Torre de J u a n
Abad, pero con la muerte de Felipe I I I , volvió a obtener la confianza de
la Corte, que no duró mucho tiempo. Cuéntase que, cierto día, el rey tuvo
ocasión de leer el memorial que comenzaba Católica, sacra y Real Majes-
tad, y habiendo averiguado que su autor era Quevedo, le mandó encerrar
en el convento de San Marcos de León, donde estuvo por espacio de cuatro
años en un calabozo húmedo y frío. Enfermo y apesadumbrado, retiróse
a su señorío de la Torre de Juan Abad, pasando después a Villanueva de
los Infantes, donde murió el 18 de septiembre de 1645.
La obra de Quevedo es muy extensa y variada, lo mismo en verso que
en prosa. Quevedo pasa de un tratado político a una novela picaresca con
suma facilidad.

Quevedo, poeta.— Quevedo es un<? de los más grandes poetas de


todos los tiempos, siendo su poesía muy variada. Una poesía de tipo
satírico y 'político tiene en su obra abundante representación, como la
célebre Epístola satírica y censoria, dirigida al Conde-Duque, el Memorial
a Felipe IV y numerosos sonetos. Son también típicos de su obra en verso
HISTORIA Y TEX l o o DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 317

los temas burlescos, tratados en forma hiperbólica, como el conocido soneto


Erase un hombre a una nariz pegado, o las letrillas y romances. E n algu-
nos casos ataca cruelmente la poesía de Góngora, de quien fué enemigo
personal.
Pero Quevedo es también uno de los más hondos poetas filosóficos de
nuestra literatura. La desilusión y la melancolía barrocas tienen en su poesía
la máxima representación. Son famosos y bellísimos los sonetos que em-
piezan : Huye sin percibirse lento el día ; ¡ Cómo de entre mis manos te
deslizas ! y el conocido Miré los muros de la patria mía. Tampoco está
ausente de su obra el tema amoroso, que toca delicadamente en numero-
sas composiciones.
Quevedo, prosista. — La obra en prosa de Quevedo ofrece una va-
riedad extraordinaria. Escribe tratados de tipo político, como la célebre
Política de Dios, gobierno de Cristo y tirania de Satanás ; obras ascéticas
y vidas de santos, (Providencia de Dios, Vida de Fray Tomás de Villanue-
va), o bien tratados filosóficos y morales, como La cuna y la sepultura
para el conocimiento propio y desengaño de las cosas ajenas, tratado estoico
a imitación de Séneca, uno de los libros más importantes de Quevedo, y,
en su género, del siglo xvii, donde mejor se percibe el tono desengañado
y melancólico del Barroco: «Es, pues, la vida un dolor en que empieza
el de la muerte», dice una vez.
Pero al lado de estas obras, de tono serio y doctrinal, no faltan los
escritos de crítica literaria contra el gongorismo como en Aguja de navegar
cultos con la receta para hacer Soledades en un día, o contra Montalbán
(La Perinola), a quien ataca fieramente. Ni están ausentes de su obra en
prosa los motivos satíricos, que cristalizan en los Sueños, la obra más
perfecta y clásica de Q'uevedo. Son seis discursos, medio narrativos, medio
descriptivos, escritos en forma alegórica y simbólica, por los que hace
desfilar, como en un aguafuerte goyesco, los oficios y las costumbres de
su tiempo. Los más importantes son: El sueño de las calaveras, El mundo
por dentro, y la fantasía moral. La hora de todos y la fortuna con >seso,
llena de sorprendente originalidad. Quevedo se muestra en estas obras
como el más formidable satírico y moralista de toda la literatura española.
Quevedo tampoco desdeñó el cultivo de la novela picaresca, dejándonos
en la Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos uno de los más
logrados y perfectos de sus libros.
Con lenguaje preciso y cortado, lleno de antítesis y equívocos : con
una visión triste y más que realista, naturalista, de muchos aspectos so-
ciales, Quevedo nos cuenta la vida de Pablos, en la forma usual de la
picaresca, la autobiogràfica :
Pablos, el Buscón, es hijo de un barbero, que también rapaba bolsas, y de una
madre que tiene sus puntas y ribetes de bruja y celestina. Al servicio de don Diego
Coronel marcha a estudiar a Segovia, a casa del dómine Cabra, hombre tan avaro
318 JOSÉ MANUEL BLECUA

que dormía de un lado para no gastar las sábanas. Pasan, después de una corta
temporada en casa de su señor, a estudiar a la Universidad de Alcalá. Aquí hace
abundantes travesuras y picardías, pero al recibir una carta de su tío, verdugo de
Segovia, en la que le cuenta cómo ahorcó a su padre y lo que le ha dejado, Pablos
«e pone en camino, encontrando a su paso una serie de tipos notables : el arbi-
trista, el diestro en esgrima, el poeta, etc. En el camino encuentra también el
cadáver de su padre hecho cuartos. Cobrada la herencia, se traslada a Madrid.
Aquí ingresa en una cofradía de picaros y timadores ; pero, denunciados, van a
la cárcel, salvándose Pablos de los azotes «con mordaza de plata». Después de al-
gunas aventuras y vapuleos por la justicia, marcha a Toledo, haciéndose cómico
especialista en papeles de cruel, al mismo tiempo que escribe comedias. De allí
se dirige a Sevilla, donde se hace fullero e intenta pasar a las Indias, pero es dete-
nido y encarcelado.

Como se puede ver por este resumen, Quevedo no retrocede ante los
cuadros más realistas y macabros, pero la novela tiene un interés excep-
cional, a pesar de su humorismo vidrioso, como los retratos que hace
del dómine Cabra o la descripción de la muerte del padre de Pablos,
puesta en boca de su tío.

Estilo. — El estilo de Quevedo es uno de los más originales de toda


nuestra literatura.
El lenguaje no conocía secretos para su pluma y extrema las posibi-
lidades expresivas de una palabra por medio de antítesis, juegos de voces,
paronomasia, etc. Quevedo no tiene inconveniente en hacer de sustantivos
adjetivos («hombres crepúsculo»), o intenta inusitadas palabras por
derivación o composición («hambre imperial», es decir, tan grande como
un imperio). Quevedo ve todo a través de un proceso desrealizador y cari-
catural, deformando hiperbólicamente la realidad. Por esta causa es el
más barroco de los prosistas españoles.

COSULTESE.—Antonio Papell, Quevedo, Barcelona, 1947. — Obras Completas,


edición de Astrana Marín, Madrid, 1932.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

DON FRANCISCO DE QUEVEDO

Soneto

Fué sueño ayer, mañana será tierra:


poco antes nada, y poco después humo ;
y destino ambiciones y presumo,
apenas punto al cerco que me cierra.
5 Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa soy peligro sumo :
y mientras con mis armas me consumo,
menos me hospeda el cuerpo, que me entierra.
Ya no es ayer, mañana no ha llegado ;
ió hoy pasa y es, y fué, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.
Azadas son la hora y el momento,
que a jornal de mi pena y mi cuidado
cavan en mi vivir mi monumento.

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera


sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera ;
5 mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía ;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
io venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado ;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
320 jÛSÉ MANUEL BLECUA

A la memoria de don Pedro Girón1, duque de Osuna,


muerto en prisión

Faltar pudo su patria al grande Osuna,


pero no a su defensa sus hazañas ;
diéronle muerte y cárcel las Españas,
de quien él hizo esclava la Fortuna.
5 Lloraron sus invidias una a una
con las propias naciones las extrañas ;
su tumba son de Flandes las campañas,
y su epitafio la sangrienta Luna.
En sus exequias encendió al Vesubio
io Parténope 2 , y Trinacria al Mongibelo* ;
el llanto militar creció en diluvio.
Dióle el mejor lugar Marte en su cielo ;
la Mosa, el Rhin, el Tajo y el Danubio
murmuran con dolor su desconsuelo.

A un narigudo

Erase un hombre a una nariz pegado,


érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada mal barbado ;
5 era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara medio viva,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado;
érase un espolón de una galera,
io érase una pirámide de Bgito,
las doce tribus de narices era;
érase una naricísimo infinito,
frisón archinariz, caratulera,
sabañón garrafal, morado y frito;

x
Don Pedro Téllez Girón, Duque de caída de Uceda.
2
Osuna, virrey de Sicilia, gran protector Ñapóles.
3
de Que vedo, murió en la cárcel, a la Sicilia y Etna.
HISTORIA V TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 321

AGUJA DE NAVEGAR CULTOS


Receta

Quien quisiere ser culto en sólo un día,


la jeri (aprenderá) gonza siguiente :
fulgores y arrogar, joven, presiente,
candor, construye, métrica armonía;
5 poco, mucho, si no, purpurada,
neutralidad, conculca, erige, mente,
pulsa, ostenta, librar, adolescente,
señas traslada, pira, frustra, harpía.
Cede, impide, cisuras, petulante,
ió palestra, liba, meta, argento, alterna,
si bien, disuelve, émulo canoro.
Use mucho de líquido y de errante,
su poco de nocturno y de caverna,
anden listos livor, adunco y poro;
15 que ya toda Castilla,
con sola esta cartilla,
se abrasa de poetas babil ones,
escribiendo sonetos confusiones ;
y en la Mancha pastores y gañanes,
20 atestadas de ajos las barrigas,
hacen ya Soledades como migas.

i.° Señalar los distintos motivos en los sonetos anteriores.


2.0 Relaciónense las ideas sobre la vida y la muerte del soneto
con las de La cuna y la sepultura y el Sueño de la muerte.
3,0 Anótense los elementos hiperbólicos.
4.0 Compruébese si en los poemas de Góngora editados en las
páginas 267-9 aparecen algunas de las voces o construcciones cen-
suradas por Que vedo.

L A CUNA Y LA SEPULTURA

Dichoso serás y sabio habrás sido, si cuando la muerte venga no te


quitare sino la vida solamente ; que en los necios no sólo quita la vida,
sino la confianza necia, el descuido bestial, el amor de las cosas tempo-
rales ; todo lo cual habrás tú dejado antes, y así aliviarás mucho la
postrera hora. \ Dichoso aquel que en su fin da a la muerte lo que
pide, > desdichado del que se defiende a ella y la niega lo que la debe y
ha de cobrar!
Por este modo, pues, debes apartar todas las cosas de las opiniones
que las afean y hacen espantables, y anteponer a todo la paz de tu alma,
y no tener por precioso lo que no sirviere a la quietud y libertad de tu
espíritu.
21
322 JOSÉ MANUEL BLECUA

SUEÑO DE LA MUERTE

...Luego comenzó a entrar una gran cantidad de gente: los primeros


eran habladores. Parecían azudas 1 en conversación, cuya música era peor
que la de órganos destemplados. Unos hablaban de hilván 2 , otros a borbo-
tones, otros a chorretadas, otros habladorísimos 3 hablaban a cántaros :
gente que parece que lleva pujo de decir necedades, como si hubiera to-
mado alguno purga confeccionada de hojas de Calepino 4 de ocho lenguas.
Estos me dijeron que eran habladores de diluvios, sin escampar de día
ni de noche ; gente que habla entre sueños, y que madruga a hablar.
Había habladores secos, y habladores que llaman del río o del rocío y
la espuma ; gente que graniza de perdigones. Otros que llaman tarabilla 5 ,
gente que se va de palabras como de cámara 6 , .que hablan a toda furia.
Había otros habladores nadadores, que hablan nadando con los brazos hacia
todas partes y tirando manotadas y coces ; otros jimios, haciendo gestos
y visajes. Venían los unos consumiendo a los otros.
Síguense los chismosos, muy solícitos de orejas, muy atentos de ojos,
muy encarnizados de malicia, y. andaban hechos uñas de las vidas ajenas
espulgándolos a todos. Venían tras ellos los mentirosos, contentos, muy
gordos, risueños y bien vestidos y medrados, que no teniendo otro oficio,
son milagro del mundo, con un gran auditorio de mentecatos y ruines.
Detrás venían los entremetidos, muy soberbios y satisfechos y pre-
sumidos, que son las tres lepras de la honra del inundo Venían ingirién-
dose en los otros y penetrándose en todo, tejidos y enmarañados en
cualquier negocio : son lapas de la ambición y pulpos de la prosperidad.
Estos venían los postreros, según pareció, porque no entró en gran rato
nadie. Pregunté que cómo venían tan apartados; y dijéronme unos habla-
dores (sin preguntarlo yo a ellos) : «Estos entremetidos son la quinta
esencia de los enfadosos, y por eso no hay otra cosa peor que ellos.» En
esto estaba yo considerando la diferencia tan grande del acompañamiento,
y no sabía imaginar quién pudiese venir.
En esto entró una que parecía mujer, muy galana y llena de coronas,
cetros, hoces, abarcas, chapines 7 , tiaras, caperuzas, mitras, monteras, bro-
cados, pellejos, seda, oro, garrotes, diamantes, serones, perlas y guijarros.
Un ojo abierto y otro cerrado, y vestida y desnuda de todas colores;
por el un lado era moza, y por el otro era vieja; unas veces venía
despacio, y otras apriesa ; parecía que estaba lejos, y estaba cerca ; y
cuando pensé que empezaba a entrar, estaba ya a mi cabecera. Yo me quedé
como hombre que le preguntan qué es cosa y cosa8, viendo tan extraño
1 5
Norias. Charlatanes.
2 a
Nótese la construcción. Hilüanar es Como si padeciesen disenteria,
7
dar puntadas largas en los vestidos. Zapatos con suela de corcho.
3 8
Obsérvese el superlativo d e un sus- «En la proposición de los enigmas
tantivo, poco frecuente. (acertijos) se suele preguntar qué cosa es
* Ambrosio Calepino (1448-1510) fué cosa», Covarrubiaa, Tesoro.
autor de un diccionario monumental.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA . 323

ajuar y tan desbaratada compostura. No me espantó ; suspendióme, y no


sin risa, porque bien mirado era figura donosa. Pregúntele quién era, y
díjome : «La mutrte». ¿La muerte? Quedé pasmado. Y apenas abrigué
al corazón algún aliento para respirar, y muy torpe de lengua, dando
transijos 9 con las razones, la dije: «Pues ¿a qué vienes?» «Por ti», dijo.
« ¡ Jesús mil veces ! Muérome según eso.» «No te mueres, dijo ella ; vivo
has de venir conmigo a hacer una visita a los difuntos ; que pues han
venido tantos muertos a los vivos, razón será que vaya un vivo a los
muertos, y los muertos sean oídos. ¿Has oído decir que yo ejecuto sin
embargo? Alto, ven conmigo.» Perdido de miedo le dije «¿No me dejarás
vestir?» «No es menester, respondió; eme conmigo nadie va vestido, ni-
soy embarazosa ; yo traigo los trastos de todos porque vayan más li-
geros, s Fui con ella donde.me guiaba; que no sabré decir por dónde,
según iba poseído del espanto. Kn el camino la dije : «Yo no veo señas
de la muerte, porque allá nos la pintan unos huesos descarnados con su
guadaña». Paróse y respondió : «Kso no es la muerte, sino los muertos o
lo que queda de los vivos. Esos huesos son el dibujo sobre que se labra
el cuerpo del hombre. La muerte no la conocéis, y sois vosotros mismos
vuestra muerte: Tiene la cara de cada uno de vosotros, y todos sois
muertos de vosotros mismos. La calavera es el muerto, y la cara es la
muerte ; y lo que llamáis morir es acabar de morir, y lo que llamáis
nacer es empezar a morir, y lo que llamáis vivir es morir viviendo,
y los huesos es lo que de vosotros deja la muerte y lo que le sobra
a la sepultura. Si esto entendiérades así, cada uno de vosotros estu-
viera mirando en sí su muerte cada día y la lejana en el otro; y
viérades que todas vuestras casas están llenas délia, y que en vuestro
lugar hay tantas muertes como personas; y no la estuviérades aguardando,
sino acompañándola y disponiéndola. Pensáis que es huesos la muerte, y
que hasta que veáis venir la calavera y la guadaña no hay muerte para
vosotros; y primero sois calavera y huesos que creáis que lo podéis ser.»
«Dime, dije yo, ¿qué significan éstos que te acompañan, y por qué van,
siendo tú la muerte, más cerca de tu persona los enfadosos y habla-
dores que los médicos ?» Respondióme : «Mucha más gente muere
de los enfadosos que de los tabardillos 10 y calenturas, y mucha más
gente matan los habladores y entremetidos que los médicos. Y has de
saber que todos enferman del exceso o destemplanza de humores ; pero
lo que es morir, todos mueren de los médicos que los curan: y así no
habéis de decir, cuando preguntan, ¿de qué murió Fulano?, de calen-
tura, de dolor de costado, de tabardillo, de peste, de heridas ; sino murió
de un doctor Tal, que le dio de un doctor Cual. Y es de advertir que en
todos los oficios, artes y estados se ha introducido el don en hidalgos,
en villanos : yo he visto sastres y albañiles con don, y ladrones y galeotes
en galeras. Pues si se mira en las ciencias, en todas hay a millares ; sólo
los médicos ninguno ha habido con don, pudiéndolos tener muchos; mas

10
* Traspiés. Fiebres.
324 JOSÉ MANUEL BLECUA

todos tienen don de matar, y quieren más din 11 al despedirse que don al
llamarlos.»
En esto llegamos a una sima grandísima, la muerte predicadora y
yo desengañado. Zabullóse sin llamar, como de casa, y yo tras ella, ani-
mado con el esfuerzo que me daba mí conocimiento tan valiente. Estaban
a la entrada tres bultos armados a un lado, y otro monstruo terrible
enfrente ; siempre combatiendo entre sí todos, y los tres con el uno, y el
uno con los tres. Paróse la Muerte, y díjome : «¿Conoces a esta gente?»
«Ni Dios me la deje conocer», dije yo. «Pues con ellos andas a las
vueltas (dijo ella) desde que naciste ; mira cómo vives, replicó. Estos son
los enemigos del hombre : el Mundo es aquél, éste es el Diablo, y aquella
la Carne.» Y es cosa notable que eran todos parecidos unos a otros, que
no se diferenciaban. Díjome la Muerte : «Son tan parecidos, que en el-
mundo tenéis a los unos por los otros. Piensa un soberbio que tiene todo
el mundo, y tiene al diablo. Piensa un lujurioso que tiene la carne, y
tiene al demonio; y así anda todo». «¿Quién es, dije yo, aquel que está
allí apartado naciéndose pedazos con estos tres con tantas caras y figu-
ras ?» «Ese es (dijo la Muerte) el Dinero ; que tiene puesto pleito a los
tres enemigos del alma, diciendo que quiere ahorrar 12 de émulos, y que
adonde él está no son menester, porque él sólo es todos tres enemigos. Y
fúndase para decir que el dinero es el diablo en que todos decís : «Diablo
es el dinero; y que lo que no hiciere el dinero, no lo hará el diablo;
endiablada cosa es el dinero. Para ser el Mundo, dice que vosotros
decís que no hay más mundo que el dinero; quien no tiene dinero vayase
del mundo; al que le quitan el dinero decís que le echan del mundo, y
que todo se da por el dinero.» «No tiene mal pleito el Dinero (dije yo),
según se platica por allá.»
[ T e x t o s según la edic. de F e r n á n d e z G u e r r a en la B. A . E.J

i.° Estudíese la técnica de la descripción : comparaciones, hipér-


boles, contrastes, la personificación y la alegoría.
2.° Señálese lo caricaturesco y lo satírico.
3.0 La idea de la muerte.

11 12
Dinero. Librarse.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 325

HISTORIA DE LA VIDA DEL BUSCÓN

D g CÓMO FUI A UN PUPILAJE POR CRIADO DE DON DIEGO CORONEL


[Retrato del dómine Cabra]

Determinó, pues, don Alonso de poner a su hijo en un pupilaje ; lo uno


por apartarle de su regalo, y lo otro por ahorrar de cuidado. Supo que
había en Segovia un licenciado Cabra, que tenía por oficio criar hijos de
caballeros, y envió allá el suyo, y a mí para que le acompañase y sir-
viese. Entramos el primer domingo de Cuaresma en poder de la hambre
viva, porque tal laceria no admite encarecimiento. El era un clérigo cer-
batana 1 , largo 2 sole en e! talle, pelo bermejo3 (no hay más que decir) ; IQS
ojos avecindados en el cogote, que parece miraba por cuévanos ; tan hun-
didos y escuros, que era buen sitio el suyo para tienda de mercaderes ; la
nariz entre Roma* y Francia... ; las barbas descoloridas de miedo de la
boca vecina, que, de pura hambre, parece que amenazaba comérselas ; los
dientes, le faltaban no sé cuantos, y pienso que por holgazanes y vaga-
bundos se los habían desterrado ; el gaznate, largo como de avestruz ; una
nuez tan salida, que parece que, forzada de la necesidad, se le iba a
buscar de comer; los brazos secos; las manos, como un manojo de sar-
mientos cada una. Mirado de medio abajo, parecía tenedor o compás; las
piernas, largas y flacas ; el andar, muy espacioso ; si se descomponía algo,
le sonaban los huesos como tablillas de San Lázaro* ; la habla, ética ;
la barba, grande, por nunca se la cortar (por no gastar) ; y él decía
que era tanto el asco que le daba ver las manos del barbero por su cara,
que antes se dejaría matar que tal permitiese : cortábale los cabellos un
muchacho de nosotros. Traía un bonete los días de sol, ratonado con mil
gateras, y guarniciones de grasa.. La sotana era milagrosa, porque no se
sabía de qué color era. Unos, viéndola tan sin pelo, la tenían por de
cuero de rana ; otros decían que era ilusión ; traíala sin ciñidor. No
traía cuellos ni puños ; parecía, con los cabellos largos y la sotana
mísera, lacayuelo de la muerte. Cada zapato podía ser tumba de un
filisteo6. ¿Pues su aposento? Aun arañas no había en él; conjuraba los
ratones, de miedo de que no le royesen algunos mendrugos que guardaba;
la cama tenía en el suelo; dormía siempre de un lado, por no gastar
las sábanas. Al fin, él era archipobre y protomiseria.

1 4
Nótese el uso d e l sustantivo -cer- Juego de voces entre roma, chata,
batana. y Roma.
2 3
E n su doble significado d e «delga- T r e s tablillas u n i d a s por u n cordel
do» y «liberal», (Recuérdese «largueza», q u e servían a los leprosos p a r a pedir li-
liberalidad».) mosna con destino a los hospitales d e
3
T e n e r el pelo d e color rojo era de San Lázaro.
6
mal agüero. Se encarecía la estatura de u n hom-
bre llamándole /íVisfeo. «
326 JOSÉ MANUEL BLECUA

D S LA HUÍDA DE DON DlEGO, Y NUEVAS DE LA MUERTE DE MIS PADRES,


Y LA RESOLUCIÓN QUE TOMÉ EN MIS COSAS PARA ADELANTE

En este tiempo vino a don Diego 1 una carta de su padre, en cuyo


pliego venía otra de un tío mío llamado Alonso Ramplón, hombre alle-
gado a toda virtud 2 , y muy conocido en Segovia por lo que era allegado
a la justicia, pues cuantas allí se habían hecho de cuarenta años a esta
parte han pasado por sus manos. Verdugo era, si va a decir la verdad,
pero un águila en el oficio. Vérsele hacer daba gana de dejarse ahorcar. -
Este, pues, me escribió una carta a Alcalá desde Segovia, en esta forma :

Carta

«Hijo Pablos (que por el mucho amor que me tenía me llamaba así):
Las ocupaciones grandes desta plaza en que me tiene ocupado su majestad,
no me han dado lugar a hacer esto; que si algo tiene malo el servir al
Rey, es el trabajo, aunque le desquita con esta negra honrilla de ser
sus criados. Pésame de daros nuevas de poco gusto. Vuestro padre murió
ocho días ha con el mayor valor que ha muerto hombre en el mundo :
dígolo como quien le guindó. Subió en el asno sin poner pie en el estribo ;
veníale el sayo haquero 8 que parecía haberse hecho para él; y como tenía
aquella presencia, nadie le veía con los cristos delante que no lo juzgase
por ahorcado. Iba con gran desenfado mirando a las ventanas y haciendo
cortesías a los que dejaban sus oficios por mirarle ; hízose dos veces los
bigotes ; mandaba descansar a los confesores, y íbales alabando lo que
decían bueno. Llegó a la de palo 4 , puso el un pie en la escalera, no subió
a gatas ni despacio ; viendo un escalón hendido, volvióse a la justicia,
y dijo que mandase adrezar aquel para otro ; que no todos tenían su
hígado. No sabré encarecer, cuan bien pareció a todos. Sentóse arriba y
tiró las arrugas de la ropa atrás ; tomó la soga, y púsola en la nuez ;
y viendo que el teatino le quería predicar, vuelto a él le dijo : «Padre,
yo lo doy por predicado, y vaya un poco de Credo, y acabemos presto ;
que no querría parecer prolijo». Hízose ansí : encomendóme que le pu-
siese la caperuza de lado y que le limpiase las babas : yo lo hice así.
Cayó sin encoger las piernas ni hacer gestos; quedó con una gravedad
que no había más que pedir. Hícele cuartos, y dile por sepultura los
caminos : Dios sabe lo que a mí me pesaba de verle en ellos, haciendo
mesa franca a los grajos; pero yo entiendo que los pasteleros desta tierra
nos consolarán, acomodándole en los de a cuatro 5 . De vuestra madre, aun-
1 5
Don Diego Coronel, a quien servía Pasteles de hojaldre, rellenos de car-
Pablos, ne, que valían cuatro maravedís.. Ein
2
Nótese la ironía. nuestros clásicos abundan las broma*
3
Sayo que se ponía a los condenados. acerca de la carne de que se servían \o»
•* La horca. pasteleros.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 327

que está viva agora, casi os puedo decir lo mismo; que está presa en la
Inquisición de Toledo porque desenterraba los muertos 6 sin ser murmu-
radora... Dice que representará en un auto 7 el día de la Trinidad, con
cuatrocientos de muerte : pésame ; que nos deshonra a todos, y a mí prin-
cipalmente, que al fin soy ministro del Rey y me están mal estos
parentescos. Elijo, aquí ha quedado no sé qué hacienda escondida de
vuestros padres; será en todo hasta cuatrocientos ducados ; vuestro tío
soy ; lo que tenga ha de ser para vos. Vista ésta, os podréis venir para
aquí ; que con lo que vos sabéis de latín y retóricas seréis singular en
el arte de verdugo. Responde luego, y entre tanto, Dios os guarde,
etcétera.»
No puedo negar que sentí mucho la nueva afrenta ; pero holguéme en
parte (tanto pueden los vicios en los padres, que consuelan de sus des-
gracias . por grandes que sean a los hijos). Fuíme corriendo a don Diego,
que estaba leyendo la carta de su padre en que le mandaba que se fuese
y no me llevase en su compañía, movido de las travesuras mías que
había oído decir. Díjome. cómo se determinaba ir, y todo lo que le man-
daba su padre, que a él le pesaba dejarme, y a mí más. jDíjome que me
acomodaría con otro caballero amigo suyo para que le sirviese. Yo en esto,
riéndome, le dije : «Señor, yo soy otro, y otros mis pensamientos ; más
alto pico y más autoridad me importa tener, porque si hasta ahora
tenía, como cada cual, mi piedra en rollo, ahora tengo mi padre 8 ».
Declárele cómo había muerto tan honradamente como el más estirado 9 ;
cómo le trincharon e hicieron moneda 10 , y como me había escrito mi señor
tío el verdugo desto y de la prisioncilla de mama 11 ; que a él, como quien
sabía quién soy 3ro, me pude descubrir sin vergüenza. Lastimóse mucho, y
preguntóme qué pensaba hacer. Díle cuenta de mis determinaciones; y con
esto, al otro día él se fué a Segovia harto triste, y yo me quedé en la
casa disimulando mi desventura. Quemé la carta, porque perdiéndoseme
acaso no la leyese alguno, y comencé a disponer mi partida para Segovia
con intención de cobrar mi hacienda y conocer mis parientes, para huir
dellos.
[Edic. de Américo Castro en Clás. Castellanos. ]

6
La madre de Pablos era hechicera y se utilizaba también como picota, en la
alcahueta. En, su aposento tenía dientes que se exponían las cabezas de los ajus-
de muerto y sogas de ahorcado para sus ticiados, de ahí el macabro chiste de
ensalmos y brujerías. Quevedo.
7 9
Un Auto de Fe de la Inquisición. Juego de voces.
8 í0
Juego de voces. Rollo era ei sitio don- Por no haberle convertido en cuartos.
11
de conversaban los ancianos y nadie ocu- Mamá no se acentuó hasta el si-
paba el asiento que correspondía a otro. glo xvill. Algunas regiones siguen con-
Hombre de rollo valía tanto como ser servando }<i palabra sin acentuar.
«hombre de honra». Pero como el rollo
328 JOSÉ MANUEL BLECUA

i.° Nótense los elementos barrocos en el retrato del dómine Cabra.


(L,o desmesurado y caricatural.)
2.° Señalar el ambiente en que se pudo educar Pablos a juzgar por
la carta de su tío.
3.0 Anotar los elementos irónicos y los burlescos.
4. 0 Señálense las características del realismo en Quevedo, y la
deformación hiperbólica de la realidad.
5.0 Bstúdiese el estilo y sus notas distintas : brevedad, inten-
sidad, hipérbole, juegos de palabras, creación de voces nuevas, con-
trastes, etc.
CAPITULO XXIII

LA PROSA

(Continuación)

Baltasar Gracián. — Quien llevó a las últimas consecuencias la prosa


conceptuosa de Quevedo fué el aragonés BALTASAB GRACIÁN, nacido en
Belmonte (cerca de Calatayud) en 1601. Estudió Teología en Zaragoza
y residió algunas temporadas en Huesca, donde hizo amistad con el eru-
dito Lastanosa, gran protector suyo. La publicación de sus obras con
pseudónimo y sin la autorización de los superiores de la Compañía de
Jesús, a cuya orden pertenecía, le acarreó serios disgustos. Murió en
Tarazona en 1658.

Teorías literarias. — Gracián exp'uso sus doctrinas literarias en la


AgvSßeza y Arte de ingenio, el tratado conceptista por excelencia. «Lo
q'ue es para los ojos la hermosura y para los oídos la consonancia, eso ea
para el entendimiento el concepto», dice una vez. Distingue tres clases
de agudeza: de concepto (de pensamiento), verbal (que consiste en la
palabra) y de acción. Gracián pone numerosos ejemplos de conceptismo
poético, pero el poeta más veces citado es Góngora.

Tratados morales y políticos, — Gracián escribió diversos tratados


morales o didácticos y políticos. E n 31 Héroe da las reglas y las veinte
cualidades (primores) para ser un hombre superior. Unida a esta obrita,
debemos colocar El Discreto donde completa su teoría sobre la educación
del perfecto hombre del siglo xvii. Intimamente relacionadas con estas
dos se encuentran El político Fernando, apología del Rey Católico, pro-
puesto como modelo de hombre de gobierno, y su Oráculo manual y Arte
de la prudencia, colección de trescientos aforismos o sentencias para orien-
tarse en la vida.
330 JOSÉ MANUEL BLECUA

Estas cuatro obras constituyen como una tetralogía para la educación


cortesana del hombre barroco, del mismo modo que El Cortesano do
Castiglione fué el tratado educativo del Renacimiento.

El Criticón.—-Su obra más importante es El Criticón, publicada coa


el pseudónimo de Lorenzo Gracián. Es una novela de tipo alegórico y
filosófico, con un argumento muy simple :

En un naufragio, Critilo es arrojado a la costa de Santa Elena, encontrando»©


allí con Andrenio, joven salvaje que todavía no sabe hablar. Guiado por Critilo
aprende a hablar y después emprenden el camino de la vida. Llegan a España,-
y en Madrid Andrenio es víctima de los engaños de Falsirena. Suben después a la
Aduana de la edad viril, donde los hombres se transforman. Siguen el camino
hacia Francia ; pesan por el niermo de Hípocrinda (la Hipocresía), visitan el arsenal
del valor, etc. Al llegar a la vejez se dirigen a Roma, conociendo el palacio de la
Vejez y de la Embriaguez. Desde unas colinas contemplan la rueda del tiempo,
la Muerte, pasando después a la isla de la inmortalidad.

Ideas. — Aunque el argumento tenga antecedentes conocidos, la obra


resulta de una originalidad sorprendente. Por sus ideas, es la obra más
representativa del pesimismo barroco. Como Quevedo, Gracián concibe
la vida como «un ir cada día muriendo». Pero hay q'ue vivir en un mundo
donde los hombres tienen una intención «más torcida que los cuernos
de un toro... Tienen unas entrañas más dañadas que las víboras, un
aliento venenoso más que el de los dragones... »Por esto, Gracián pos-
tula una milicia contra malicia : «De suerte que la vida del hombre n;>
es otra cosa que una milicia sobre la haz de la tierra».

Influencia de Gracián. — La obra de Gracián, muy leída en Espa-


ña en el siglo xvii, fué rápidamente conocida en el extranjero y ha in-
fluido mucho en una serie de escritores europeos, como La Rochefou-
cauld, Schopenhauer, Nietzsche, y otros.

Estilo. — El arte de Gracián es eminentemente intelectualista. Des-


precia al vulgo y exige repetidas veces la distinción, el no ser vulgar. Su
estilo se caracteriza por la brevedad sentenciosa, cortada y enérgica de
la frase. Es muy conocido su aforismo: «lo bueno, sí breve, dos veces
bueno». Gracián utiliza con- más frecuencia aún que Quevedo las parono-
masias, las contraposiciones y los juegos de voces. Sus descripciones son
también hiperbólicas y desrealizadoras.

Saavedra Fajardo. —Escritor de tratados políticos y de crítica litera-


ria fué Don DIEGO DE SAAVEDRA FAJARDO, natural de Algezares (1584
1648). Empezó sü carrera diplomática como secretario del Cardenal de
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 331

Borja, con quien estuvo en Koma y Ñapóles. Fué después ministro en


Baviera, representante en el Congreso de Münster y consejero de Indias
en Madrid.
De sus experiencias como diplomático y ministro proceden las Empre-
sas políticas o Idea de un principe polUÍGO=cristiano representada en cien
empresas (emblemas o dibujos), que tratan de la formación de un prín-
cipe cristiano, todo lo contrario del Principe de Maquiavelo. Escribió
también un tratadito de crítica literaria con el título de República litera-
rija, sueño & la manera de los de Luciano que sirve para hacer desfilar
un pequeño panorama de la cultura literaria de sü tiempo.

Historiadores. — La historia en el período barroco ofrece dos o tres


figuras de singular relieve, más que por sus dotes de auténticos historia-
dores, por la belleza literaria de sus obras.
FRANCISCO DE MONCADA (1586-1635), gobernador de Milán, es autor
de la Expedición de catalanes y aragoneses contra turcos y griegos, ins-
pirada en la Crónica de Bamón Muntaner, escrita en un estilo breve y
cortado, lleno de interés y belleza.
El portugués FRANCISCO MANUEL DE MELO (1608-1666), amigo y ad-
mirador de Quevedo, que luchó a las órdenes de España, es poeta con-
ceptista y culterano en Las tres musas de Melodino y un ejemplar histo-
riador en la Historia de los movimientos y separación de Cataluña en
tiempos de Felipe IV, que encaja dentro de los moldes conceptistas. Melo
sabe retratar con gran viveza y realidad los hechos que presenció y
caracteriza hábilmente a los personajes. Su Historia contiene páginas de
gran fuerza y belleza.
La historiografía de Indias se cierra con la obra de ANTONIO DE SOLÍ S
(1610*1686), titulada Historia de la conquista de Méjico, que, dividida
en tres partes, narra desde el principio de la conquista a la rendición de
la capital. Su concepto de la historia es poético, y poética resulta la
forma, llena de retórica y de preocupaciones literarias. Es la historia
artística, frente a la narración escueta y sobria de los soldados escritores.

C O N S Ú L T E S E . — A . Coster, Baltasar Gradan, Zaragoza, 1948. — Saavedra Fa-


jardo, Obras completas, Madrid, 1946, prologadas y a n o t a d a s por A . González Pa-
tencia.
332 JOSÉ MANUEL BLECUA

BALTASAR GRACIAN

AGUDEZA Y ARTE DE INGENIO

...Lo que es para los ojos la hermosura y para los oídos la conso-
nancia, eso es para el entendimiento el concepto.
...Toda potencia intencional del alma, digo las que perciben objetos,
gozan de algún artificio en ellos ; la proporción entre las partes del visible
es la hermosura; entre los sonidos, la consonancia... El entendimiento»
pues, como primera y principal potencia, álzase con la prima del artificio,
con lo extremado del primor, en todas sus diferencias de objetos.
...De suerte que se puede definir el concepto: Es un acto del entendi-
miento que exprime la correspondencia que se halla entre los objetos.
...Son las voces lo que las hojas en el árbol, y los conceptos su fruto...
...Son los conceptos vida del estilo, espíritu del decir, y tanto tiene
de perfección cuanto de sutileza.
.;.Puédese decir de los conceptos lo que de las figuras retóricas, ni todo
el cielo es estrellas, ní todo el cielo es vacío; sirven éstos como de
fondos, para que campeen más los de aquéllas y altérnanse las sombras,
para que brillen más las luces.

ORÁCULO MANUAL Y ARTE DE LA PRUDENCIA

Pagarse más dt intensiones que de extensiones. — No consiste la per-


fección en la cantidad, sino en la calidad. Todo lo muy bueno fué siempre
poco y raro ; es descrédito lo mucho. Aun entre los hombres, los gigan-
tes suelen ser los verdaderos enanos. Estiman muchos los libros por la
corpulencia, como si se escribiesen para ejercitar antes los brazos que
los ingenios. La extensión sola nunca pudo exceder de medianía, y es
plaga de hombres universales, por querer estar en todo, estar en nada.
La intensión da eminencia, y heroica si en materia sublime.
En nada vulgar. — No en el gusto. ¡ Oh, gran sabio el que se des-
contentaba de que sus cosas agradasen a los muchos ! Hartazgos de aplauso
común no satisfacen a los discretos. Son algunos tan camaleones de la
popularidad, que ponen su fruición, no en las mareas suavísimas de Apo-
lo 1 , sino en el aliento vulgar. Ni el entendimiento no se pague de los
milagros del vulgo, que no pasan de espanta ignorantes, admirando la
necedad común, cuando desengañando la advertencia singular,
Gracia de las gentes. •— Mucho es conseguir la admiración común,
pero más la afición ; algo tiene de estrella, lo más de industria ; co-
mienza por aquélla y prosigue por ésta. No basta la eminencia de pren-
1
Apolo es el dios protector de las be-
lles Artes.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 333

das, aunque se supone que es fácil de ganar el afecto, ganado el concepto.


Requiérese, pues, para la benevolencia, la beneficencia : hacer bien a todas
manos, buenas palabras y mejores obras, amar para ser amado. La cortesía
es el mayor hechizo político de grandes personajes. Hase de alargar'
la mano primero a las hazañas y después a las "plumas ; de la hoja a
las hojas 2 , que hay gracia de escritores, y es eterna.
No cansar. — Suele ser pesado el hombre de un negocio y el de un
verbo 3 . La brevedad es lisonjera y más negociante. Gana por lo cortés lo
que pierde por corto4. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y aun ló
malo, si poco, no tan malo 5 . Más obran quintas esencias que fárragos.
Y es verdad común que, hombre largo, raras veces entendido, no tanto
en lo material de la disposición cuanto en lo formal del discurso. Hay
hombres que sirven más de embarazo que de adorno del universo, alhajas
perdidas, que todos las desvían. Excuse el discreto el embarazar, y mucho
menos a grandes personajes, que viven muy ocupados, y sería peor desazo-
nar uno de ellos que todo lo restante del mundo. Lo bien dicho se dice
presto.
Tener amigos. — Es el segundo ser. Todo amigo es bueno y sabio para
el amigo. Entre ellos todo sale bien. Tanto valdrá uno cuanto quisieren
los demás, y para que quieran se les ha de ganar la boca por el corazón.
No hay hechizo como el buen servicio, y para ganar amistades, el mejor
medio es hacerlas. Depende lo más y lo mejor que tenemos de los otros.
Hase di? vivir o con amigos o con enemigos : cada día se ha de diligenciar
uno, aunque no para íntimo, para aficionado ; que algunos se quedan
después para confidentes pasando por el acierto del delecto6.
Hanse de procurar los medios humanos como si no hubiese divinos, y
los divinos como si no hubiese humanos : regla de gran maestro ; no
hay que añadir comento.

EL CRITICÓN

ENTRADA DEL MUNDO

Cauta, si no engañosa, procedió Naturaleza con el hombre al introdu-


cirle en este mundo, pues trazó que entrase sin género alguno de cono-
cimiento, para deslumhrar 7 todo reparo. A oscuras llega y a ciegas quien
comienza a vivir, sin advertir que vive y sin saber qué es vivir. Críase
niño y tan rapaz, que cuando llora, con cualquier niñería le acalla y
con cualquier juguete le contenta. Parece que le introduce en un reino
de felicidades, y no es sino un cautiverio de desdichas 8 que, cuando llega
2 3
De la hoja de la espada a las hojas Obsérvese la elipsis del verbo ser.
6
de los libros. Latinismo : elección.
3 7
De una misma conversación. Gracián da a deslamhar el significado
* Nótese el juego de voces entre cortés d¿ confundir, impedir la visión.
8
y corto. Nótese la contraposición.
334 JOSÉ MANUEL BLECUA

a abrir los ojos del alma, dando en la cuenta de su engaño, hállase


empeñado sin remedio. Vese metido en el lodo de que fué formado y ya
¿ qué puede hace r , sino pisarlo, procurando salir de él como mejor pu-
diere? Persuádome que si ninguno fuera con este universal ardid, ninguno
quisiera entrar en tan engañoso mundo y que pocos aceptaran la vida
después si tuvieran estas noticias antes. Porque, ¿quién, sabiéndolo, qui-
siera meter el pie en ur reino mentido y cárcel verdadera, a padecer tan
muchas como variadas penalidades? En el cuerpo hambre, sed, frío, calor,
cansarcio, desnudez, dolores, enfermedades, y en el ánimo, engaños, per-
secuciones, envidias?, desprecios, deshonras, ahogos, tristezas, temores,
iras, desesperaciones y salir al cabo condenado a miserable muerte, con
pérdida de todas las cosas, casa, hacienda, bienes, dignidades, amigos, pa-
rientes, hermanos, padres y la misma vida, cuando más amada. Bien
supo la Naturaleza lo que hizo y mal el hombre lo que aceptó. Quien no
te conoce, \ oh vivir !, te estime, pero un desengañado tomará antes haber
sido trasladado de la cuna a la urna, del tálamo al túmulo 9 . Presagio
común es de miserias el llorar al nacer, que, aunque el más dichoso cae
de pies, triste posesión toma y el clarín con que este nombre rey entra
en el mundo, no es otro que su llanto, señal que su reinado todo ha
de ser penas. Pero, ¿cuál puede ser la vida que comienza entre los gritos
de la madre, que la da, y los lloros del hijo, que la recibe ? Por lo menos,
ya que le faltó el conocimiento, no el presagio de sus males, y si no los
concibe, los adivina.
—Ya estamos en el mundo —dijo el sagaz Critilo al incauto Andrenio,
al saltar juntos en tierra—. Pésame que entres en él con tanto conoci-
miento, porque s? te ha de desagradar mucho. Todo cuanto obró el Su-
premo Artífice está tan acabado que no se puede mejorar, mas todo cuanto
han añadido los hombres es imperfecto. Criólo Dios muy concertado y
el hombre lo ha confundido. Digo, lo que ha podido alcanzar, que, aun
donde no ha llegado con el poder, con la imaginación ha pretendido
trabucarlo. Visto has hasta ahora las obras de la Naturaleza y admirá-
dolas con razón; verás de hoy adelante las del artificio, que te han de
espantar. Contemplado has las obras de Dios; notarás las de los hom-
bres y verás la diferencia. ¡ Oh cuan otro te ha de parecer el mundo
civil del natnral y el humano del divino! Ve prevenido en este punto,
para que ni te admires de cuanto vieres ni te desconsueles de cuanto
experimentares.
Comenzaron a discurrir por un camino tan trillado, como sólo y pri-
mero 10 . Mas reparó Andrenio que ninguna de las humanas huellas mira-
ba hacia atrás : todas pasaban adelante, señal de que ninguno volvía.
Encontraron a poco rato una cosa bien donosa y de harto gusto ; era un
ejército desconcertado de infantería 11 , un escuadrón de niños de diferentes
estados y naciones, como lo mostraban sus diferentes trajes. Todo era
confusión y vocería. Ibalos primero recogiendo y después acaudillando
una mujer bien rara, de risueño aspecto, alegres ojos, dulces labios y pa-
9 1X
Paronomasia. De infante, niño.
10
Es el camino de la vida.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 335

labras blandas, piadosas manos, y toda ella caricias, halagos y cariños.


Traía consigo muchas criadas de su genio y de su empleo, para que los
asistiesen y sirviesen ; y así llevaban en brazos los pequeñuelos, otros
de los andadores y a los mayoreiHos de la mano, procurando siempre
pasar adelante. Era increíble el agasajo con que a todos acariciaba aquella
madre común, atendiendo à su gusto y regalo, y para esto llevaba mil
invenciones de juguetes, con que entretejerlos. Había hecho también
gran provisión de regalos y, en llorando alguno, al punto acudía afec-
tuosa, haciéndole fiestas y caricias, concediéndole cuanto pedía, a true-
que de que no llorase. Con especialidad cuidaba de los que iban mejor
vestidos, que parecían hijos de gente principal, dejándoles salir 13 con
cuanto querían. Era tai el cariño y agasajo que esta, al parecer ama
piadosa, les hacía, que los mismos padres la traían sus hijuelos y se
los entregaban, fiándolos más de ella, que de sí mismos.
Mucho gustó Andrenio de ver tanta y tan donosa infantería, no aca-
bando de admirar y reconocer al hombre niño. Y tomando en sus brazos
uno en mantillas, decíale a Critilo.
—¿ Es posible que este es 13 el hombre ? ¡ Quién tal creyera ! ¡ Que
este casi insensible, torpe e inútil viviente ha de venir a ser un hombre
tan entendido a veces, tan prudente y tan sagaz, como un Catón, un Sé-
neca, un conde de Monterrey ! 14
—Todo es extremos el hombre, dijo Critilo. Ahí verás lo que cuesta
el ser persona. Eos brutos luego 15 lo saben ser, luego corren, luego
saltan, pero al hombre cuéstale mucho, porque es mucho.
—Lo que más me admira, ponderó Andrenio, es el indecible afecto
de esta rara mujer : ¿ Qué madre como ella ? ¿ Puédese imaginar tal
fineza? Desta felicidad carecí yo, que me crié dentro de las entrañas
de un monte y entre fieras : allí lloraba hasta reventar, tendido en el
duro suelo, desnudo, hambriento y desamparado, ignorjando estas ca-
ricias.
—No envidies, dijo Critilo, lo que no conoces ni la llames felicidad,
hasta que veas en qué para. De estas cosas toparás muchas en el mundo,
que no son lo que parecen, sino muy al contrario. Ahora comienzas a
vivir ; irás viviendo y viendo 16 .

[Textos según ecíic. de Correa Calderón, Obras completas, Madrid,


1944, excepto para El Criticón, que hemos seguido la de Romera
Navarro, Pennsylvania, 1938.]

13
Con la significación de conseguir Jo don Manuel de Fonseca y Zúñiga, em-
que se desea. bajador de Felipe IV en Roma y después
1S
En los textos clásicos es frecuente virrey de Ñapóles,
1S
encontrar ese uso de es por sea. Enseguida, muy pronto.
14 lf
Quizá se refiera a su contemporáneo Paronomasia.
336 JOSÉ MANUEL BLECUA

i.» Expliqúese el conceptismo según los textos anteriores.


2.° Indíquense algunas ideas de Gracián, especialmente su vi-
sión del mundo,
3. 0 Estudíese el estilo y sus características : concisión, elipsis,
juegos de voces, paronomasias, alegorías, etc.

DIEGO SAAVEDRA FAJARDO

IDEA DE UN PKINCIPE POLÍTICO CRISTIANO

En el uso de las virtudes que tienen su ejercicio en el bien ajeno,


como la generosidad y la misericordia, se suele peligrar o padecer, por-
que no corresponde a ellas el premio de los príncipes ni el agradeci-
miento y buena correspondencia de los amigos y parientes ; antes, cre-
yendo por cierto que ellos estimarán nuestros servicios, y que éstos
aventurarán por nosotros en el peligro y necesidades las haciendas y las
vidas, fundamos esta falsa opinión en obligación propia, y para satis-
facer a ella no reparamos en perdernos por ellos ; pero cuando nos vemos
en alguna calamidad, se retiran y nos abandonan. En los trabajos de
Job sólo tres amigos le visitaron, y éstos inspirados de Dios ; pero
no le asistieron con obras, sino con palabras y exhortaciones pesadas
que le apuraron ía paciencia ; mas cuando volvió Dios a él los ojos pia-
dosos, y empezó a multiplicar sus bienes, se entraron por sus puertas
todos sus parientes,, hasta los que solamente le conocían de vista, y se
sentaron a su mesa, para tener parte en sus prosperidades.
Este engaño, en especie de bien y de buena correspondencia y obliga-
ción, ha perdido a muchos; los cuales, creyendo sembrar beneficios, co-
gieron ingratitudes y odios, haciendo de amigos enemigos, con que después
vivieron y murieron infelices. El Espíritu Santo 1 dijo que daba a clavar su
mano y se enlazaba y hacía esclavo con sus mismas palabras quien
salía fiador por su enemigo, y nos amonesta que delante del estemos
con los ojos abiertos, guardándonos de sus manos, como se guardan el
gamo y el ave de las del cazador2. Haz bien, y guárdate, es proverbio
castellano, hijo de la experiencia. No sucede esto a los que viven para sí
solos, sin que la misericordia y caridad los mueva al remedio de los
males ajenos; hácense sordos y ciegos a los gemidos y a los casos,
huyendo las ocasiones de mezclarse en ellos ; con lo cual viven libres
de cuidados y trabajos, y, si no hacen grandes amigos, no pierden a
los que tienen. No serán estimados por lo que obran, pero sí por lo

1
Proverbios, 6, 1.
2
Ibdem, v. 5.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 337

que dejan de obrar, teniéndolos por prudentes los demás ; fuera i^e
que naturalmente hacemos más estimación de quien no nos ha menester,
y, despreciándonos, vive consigo mismo ; y así parece que, conocido el
trato ordinario de los hombres, nos habíamos de estar quedos a la vista
de sus males, sin darnos por entendidos, atendiendo solamente a nues-
tras conveniencias, y a no mezclallas con el peligro y calamidad ajena.
Pero esta política sería opuesta a las obligaciones cristianas, a la caridad
humana, y a las virtudes más generosas y que más nos hacen parecidos
a Dios ; con ella se disolvería la compañía civil, que consiste en que
cada uno viva para sí y para los demás. No ha menester la virtud las
demostraciones externas ; de sí misma es premio bastante, siendo mayor
su perfección y su gloria cuando no es correspondida ; porque hacer bien
por la retribución es especie de avaricia, y cuando no se alcanza, queda
un dolor intolerable en el corazón. Obremos, pues, solamente, por lo que
debemos a nosotros mismos, y seamos parecidos a Dios, que hace siempre
bien aun a los que no son agradecidos. Pero es prudencia estar con tiempo
advertidos de que a una correspondencia buena corresponde una" mala ;
porque vive infeliz quien se expuso al gasto, al trabajo o al peligro ajeno,
y, creyendo coger agradecimientos, cogió ingratitudes. Al que tiene cono-
cimiento de la naturaleza y trato ordinario de los hombres no le halla
nuevo este caso, y, como le vio antes, previno su golpe, y no quedó
ofendido del.
[Obras completas, edíc. de A. González-Palencia, Edit. Aguilar.]

I.°Indicar las ideas de Saavedra Fajardo acerca de la amistad


v de la caridad
2,° Anótese la concisión del estilo.

m
CAPITULO XXIV

EL T E A T R O NACIONAL
EL C I C L O DE LOPE DE VEGA

Vida de Lope. — LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIÓ nació en Madrid, en


1562, de familia humilde. Protegido por don Gerónimo Manrique, marchó
a estudiar a Alcalá, pero no llegó a graduarse de bachiller. Abandonó
los estudios, después de pasar 'una temporada en Salamanca. Por sus sá-
tiras contra la familia de Elena Osorio, de quien había estado enamorado,
fué. condenado a ocho años de destierro de la Corte. Antes de marcharse,
casa con Isabel de Urbina, en 1588, y al poco tiempo embarca en la
Invencible. A su regreso, estuvo una corta temporada en Valencia, de
donde marcha a Alba de Tormes, residencia del Buque don Antonio. Allí
murió su esposa. En 1595 se le levanta el destierro y vuelve a la Corte,
casando después con Juana de Guardo, al mismo tiempo que escribía
versos a Micaela de Lujan. En 1614 se ordenó de sacerdote, residiendo
en Madrid y continuando su vida dé escritor y dramático, hasta su muerte,
ocurrida en 1635. Su último apasionado amor fué Marta de Nevares,
Amarilis, a la que celebró en versos exquisitos.
Lope de Vega gozó en vida de una fama extraordinaria, tanta que
para alabar una cosa se decía que era de Lope : «No hay casa de hombre
curioso que no tenga su retrato», dice Montalbán. Incluso circuló un
Credo que prohibió la- Inquisición, q"ue empezaba: «Creo en Lope de
Vega, poeta todopoderoso del cielo y de la tierra».
Su obra literaria es pasmosa por la cantidad y por los aciertos tan
innumerables que encierra. Cultivó todos lös géneros, desde la novela
corta hasta la dramática, pasando por la poesía lírica y el poema narra-
tivo extenso.
Obras no dramáticas. —Lope de Vega cultivó la poesia narrativa
en bastantes poemas, aunque no logró crear en ninguno de ellos una
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 339

obra maestra, como le sucedió en el teatro o en la lírica. De imitación


italiana es la Jerusalén conquistada ;La Dragontea tiene por motivo la
muerte del célebre corsario inglés F. Drake ; los tres poemas de La Circe,
La Filomena y La Andrómeda son de contenido mitológico; La Gato.'
maquia es una parodia burlesca, llena de gracia, y, finalmente, El laurel
de Apolo ©s un poema en el que se llegan a elogiar más de trescientos
escritores contemporáneos. De contenido didáctico es su conocido Arte
nuevo de hacer comedias, donde expone parte de sus teorías dramáticas.
Más importancia tiene Lope como poeta Úrico, siendo un poeta afec-
tuoso y lleno de cordialidad. El verso le servía para expresar sus sen-
timientos más íntimos. Escribe deliciosos romances y endechas, llenos
de perfección, como los incluidos en La Dorotea, que empiezan: Pobre
barquilla mía, A mis soledades voy, etc. Sus villancicos y letrillas para
cantar, insertos muchas veces en las comedias, son los más bellos de
nuestra lirica como el conocido, Pues andáis en las palmas, o las letri-
llas, Deja las avellanícas, moro; Naranjitas me tira la niña.
Lope es también un sonetista excepcional, tanto por la calidad de su
perfección y felices aciertos, cuanto por su extensión. Eara será la co-
media donde no aparezca un soneto. Los mejores se encuentran en las
Rimas humanas, de carácter amoroso casi todos, y en las Rimas sacras,
de contenido religioso. En este último libro se hallan los conocidos Qué
tengo yo que mi amistad procuras ? ; Pastor que con tus silbos amoro-
sos, etc.
Como prosista, Lope fué también un escritor genial. Prescindiendo
de su novela pastoril La Arcadia, nos dejó en La Dorotea un libro bellí-
simo. Imitando en la estructura a La Celestina, nos narra sus amores
con Elena Osorio, pero su carácter autobiográfico ha hecho que no se
le haya prestado toda la atención que merece como pura obra de arte.
Es una de sus obras más perfectas.
Otras obras en prosa son El peregrino en su patria, novela de tipo bi-
zantino, y Los pastores de Belén, interesante por los numerosos y bellos
villancicos que encierra.
El teatro de Lope: características.—Cuando decimos que Lope es
el creador del teatro nacional, no queremos significar con esto que el
teatro anterior tenga un mérito escaso, sino más bien que merced a sus
innovaciones y a su extraordinaria fecundidad, Lope logra crear un teatro
distinto, que será muy imitado. Las innovaciones del teatro lopesco,
frente al anterior, se refieren lo mismo a la forma externa que al conte-
nido de la comedia,
destierra del teatro la prosa como vehículo total del diálogo. Utiliza todas
Como Shakespeare, con quien tiene tantos puntos de contacto, Lope
las formas métricas, especialmente el romance, la redondilla y la décima.
340 JOSÉ MANUEL BLECUA

Eeduce a tres los actos y no se atiene a la preceptiva clásica de las


famosas tres unidades : mezcla también los elementos trágicos con los
cómicos ; crea la figura del donaire, el gracioso ; funde lo popular con Do
erudito e incorpora la leyenda y la historia nacional a la obra dramática.
La lírica popular (una cancioncilla, un refrán), cobra en este teatro una
importancia considerable.

Las comedias más importantes.—Lope fué un poeta de una capa-


cidad creadora asombrosa. Escribía con maravillosa rapidez y una vez
nos dice que había escrito más de mil ochocientas comedias. Aun-
que la cifra sea un poco exagerada, todavía nos quedan alrededor de-
quinientas. Con mucha razón Cervantes le llama «monstruo de la Na-
turaleza».
La temática de estas comedias es muy variada. Escribe numerosas
obras sobre asuntos religiosos, mitológicos, históricos, novelescos y cos-
tumbristas. El grupo de comedias más importante está constituido por
aquellas que tienen un motivo histórico o legendario, como Peribáñez,
El caballero de Olmedo, Fuenteovejuna, El mejor alcalde, el rey, etc. Son
muy bellas también las costumbristas, comedias de intriga o de capa y
espada, como La dama boba, La mom del cántaro, de tan fina penetra-
ción psicológica, o las de contenido novelesco, como El castigo sin ven-
ganza, una de sus más logradas creaciones. Por s'ü contenido filosófico,
es muy interesante El villano en su rincón. Escribió también autos y
piezas cortas de singular valor, como los autos de La siega y de La Maya.
He aquí el argumento de dos de sus mejores obras, Peribáñez y El
caballero de Olmedo.

En Peribáñez y el Comendador de Ocaña refiere la desgraciada pasión del Co-


mendador de Ocaña y su muerte : Cuando celebran las fiestas de la boda de Peri-
báñez y Casilda, un novillo hiere al Comendador, que es trasladado a casa de los
novios, donde se enamora de Casilda. Es rechazado varias veces, y cierta noche
que Peribáñez ha ido a Toledo, se introduce, dirfrazado de aldeano, en casa del
labrador, requiriendo de nuevo a Casilda. Esta, de la manera más discreta y
emotiva, le arroja de su casa. Peribáñez concibe sospechas del Comendador y,
volviendo a su casa, oye cantar a un labrador :
La mujer de Peribáñez mientras Pedro está en Toledo
hermosa es a maravilla ; desta suerte respondía :
el Comendador de Ocaña «Más quiero yo a Peribáñez
de amores la requería. con su capa la pardilla,
La mujer es virtuosa que no a vos, Comendador,
cuanto hermosa y cuanto linda ; con la vuesa guarnecida».

El Comendador trata de alejar del pueblo a Peribáñez y le nombra capitán de


una compañía que va a luchar contra los moros. Peribáñez marcha, pero vuelve por
la noche al pueblo, encontrando al Comendador que había penetrado en su casa,
y le mata. El Rey perdona a Peribáñez y confirma su nombramiento de capitán.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 341

En El Caballero de Olmedo, Lope supo acercarse al drama romántico creando


una obra de profunda belleza : Don Alfonso, el caballero de Olmedo, enamorado
en Medina de doña Inés, cierta noche que volvía a su pueblo es muerto por un
rival, a quien él había salvado la vida en una corrida de toros. La obra se basa
en referencias históricas y legendarias, y en un cantarciüo, popular hoy todavía :

Que de noche le mataron


al caballero :
la gala de Medina,
la flor de Olmedo.

CONSÚLTESE. —- J. de Entrambasaguas, Vida de Lope de Vega, Barcelona,,


1936. — Karl Vossler, Lope de Vega y su tiempo, Madrid, 1933.
342 J°SÉ MANUEL BLECUA

LOPE DE VEGA

SONETOS AMOROSOS

I
. Versos de amor, conceptos esparcidos
engendrados del alma en mis cuidados,
partos de mis sentidos abrasados,
con más dolor que libertad nacidos ;
5 expósitos al mundo en que perdidos
tan rotos anduvisteis y trocados,
que sólo donde fuisteis engendrados
fuérades por la sangre conocidos.
Pues que le hurtáis el laberinto a Creta,
io a Dédalo los altos pensamientos,
la furia al mar, las llamas al abismo,
si aquel áspid hermoso no os aceta,
dejad la tierra, entretened los vientos,
descansaréis en vuestro centro mismo.

II
Ir y quedarse y con quedar partirse,
partir sin alma y ir con alma ajena,
« ir la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
5 arder como la vela y consumirse
haciendo torres sobre tierna arena ;
caei de un cielo y ser demonio en pena
y de serlo jamás arrepentirse ;
hablar entre las mudas soledades,
io pedir, pues resta, sobre fe paciencia
y lo que es temporal llamar eterno ;
creer sospechas y negar verdades
es lo qu.? llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma y en la vida infierno.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

III
Suelta mi manso, mayoral extraño,
pues otro tienes tú de igual decoro,
deja la prenda que en el alma adoro,
perdida por tu bien y por mi daño.
5 Ponle tu esquila de labrado estaño
y no le engañen tus collares de oro ;
toma en albricias este blanco toro
que a la?, primeras yerbas cumple un año.
Si pides señas, tiene el vellocino
ió pardo, encrespado, y los ojuelos tiene
como duimiendo en regalado sueño.
Si piensas que no soy su dueño, Alcino,
sueltas y verásle si a mi choza viene,
que aun tienen sal las manos de su dueño.

SONETOS SACROS

I
¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío
pasas las noches del invierno escuras?
5 ¡ Oh, cuánto fueron mis entrañas duras
pues no te abrí ! ¡ Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras !
¡ Cuántas veces el ángel me decía :
io « ¡ Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!»
] Y cuántas, hermosura soberana :
«Mañana le abriremos •—respondía—,
para lo mismo responder mañana!
344 JOSÉ MANUEL BLECU»

II

No sabe qué es amor quien no te ama,


celestial hermosura, esposo bello ;
tu cabeza es de oro, y tu cabello
como el cogollo que la palma enrama ;
tu boca como lirio, que derrama
licor al alba ; de marfil tu cuello ;
tu mano el torno, y en su palma el sello,
que el alma por disfraz jacintos llama.
I Ay Dios ! ¿ en qué pensé cuando, dejando
tanta belleza, y las mortales viendo,
perdí lo que pudiera estar gozando?
Mas si del tiempo que perdí me ofendo,
tal prisa me daré, que un hora amando
venza los años que pasé fingiendo.

SONETOS CONTRA EL CULTERANISMO

Boscán, tarde llegamos. —¿Hay posada?


—Llamad desde la posta, Garcílaso.
—¿Quién es? —Dos caballeros del Parnaso.
—Ño hay donde nocturnar palestra armada.
5 —No entiendo lo que dice la criada.
Madona, ¿qué decís? —Que afecten paso,
que obstenta limbos el mentido ocaso
y al sol depingen la porción rosada.
—¿Estás en ti, mujer? —Negóse al tino
io el ambulante huésped. —¡ Que en tan poco
tiempo tal lengua entre cristianos haya!
Boscán, perdido habernos el camino,
preguntad por Castilla, que estoy loco
o no habernos salido de Vizcaya.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 345

II

Pululando de culto, Claudio amigo,


minotaurista soy desde mañana,
derilinquo la frasi castellana,
vayan las Solitudines conmigo.
5 Por precursora desde hoy más me obligo
a la Aurora llamar Bautista o Juana,
chamelote la mar, la ronca rana
mosca del agua y sarna de oro al trigo.
Mal afecto de mí, como odio y murrio,
io cáligas diré ya, que no gregüescos
como en el tiempo del pastor Dandurrio.
Estos versos ¿ son turcos o tudescos ?
Tú, lector Garibay, si eres bandurrio
aplaúdelos, que son cultidiablescos.

ROMANCES

I el gallo de las bravatas,


la nata de los donaires,
Mira, Zaide, que te aviso 25 y pierdo mucho en perderte
que no pases por mi calle, y gano mucho en amarte,
ni hables con mis mujeres, y que sí nacieras mudo
ni con mis cautivos trates, fuera posible adorarte ;
5 ni preguntes en qué entiendo y por este inconveniente
ni quién viene a visitarme, 30 determino de dejarte,
qué fiestas me dan contento que eres pródigo de lengua
o qué colores me aplacen ; y amargan tus libertades
basta que son por tu causa y habrá menester ponerte
io las que en el rostro me salen, quien quisiera sustentarte
corrida de haber mirado 35 un alcázar en el pecho
moro que tan poco sabe. y en los labios un alcaide.
Confieso que eres valiente, Mucho pueden con las damas
que hiendes, rajas y partes los galanes de tus partes,
:
5 y Qne k a s muerto más cristianos porque los quieren briosos,
que tienes gotas de sangre ; 40 que rompan y que desgarren ;
que eres gallardo ginete, mas tras esto, Zaide amigo,
que danzas, cantas y tañes, . si algún convite te hacen
gentil hombre, bien criado al plato de sus favores,
20 cuanto puede imaginarse ; quieren que comas y calles.
blanco, rubio por extremo, 45 Costoso fué el que te hice ;
señalado por linaje, venturoso fueras, Zaide,
346 JOSÉ MANUEL BLECUA

si conservarme supieras 15 cómo se sufre a sí mismo


corno supiste obligarme. un ignorante soberbio.
Apenas fuiste salido De cuantas cosas me cansan
50 de los jardines de Tarfe fácilmente me defiendo,
cuando hiciste de la tuya pero no puedo guardarme
y de mi desdicha alarde. 20 de los peligros de un necio.
A un morito mal nacido El dirá que yo lo soy,
me dicen que le enseñaste pero con falso argumento,
55 la trenza de los cabellos que humildad y necedad
que te puse en el turbante. no caben en un sujeto.
No quiero que me la vuelvas 25 La diferencia conozco
ni quiero que me la guardes, porque en él y en mí contemplo.
mas quiero que entiendas, moro, su locura en su arrogancia,
60 que en mi desgracia la traes. mi humildad en mi desprecio.
También me certificaron O sabe naturaleza
cómo le desafiaste 30 más que supo en este tiempo,
por las verdades que dijo, o tantos que nacen sabios
que nunca fueran verdades, es porque lo dicen ellos.
65 De mala gana me río ; «Sólo sé que no sé nada»,
¡ qué donoso disparate! dijo un filósofo, haciendo
Ño guardas tú tu secreto 35 la cuenta con su humildad,
¿y quieres que otri le guarde? adonde lo más es menos.
No quiero admitir disculpa; No me precio de entendido,
70 otra vez vuelvo a avisarte de desdichado me precio,
que esta será la postrera que los que no son dichosos
que me bables y te hable— 40 ¿cómo pueden ser discretos?
Dijo la discreta Zaida No puede durar el mundo,
a un altivo bencerraje, porque dicen, y lo creo,
75 y al despedirle repite : que suena a vidrio quebrado
«Quien tal hace, que tal pague». y que ha de romperse presto.
45 Señales son del juicio
II ver que todos le perdemos,
unos por carta de más,
A mis soledades voy, otros por carta de menos.
de mis soledades vengo, Dijeron que antiguamente
porque para andar conmigo 50 se fué la verdad al cielo ;
me bastan mis pensamientos, tal la pusieron los hombres
5 No sé que tiene el aldea que desde entonces no ha vuelto.
donde vivo y donde muero, En dos edades vivimos
que con venir de mí mismo los propios y los ajenos;
no puedo venir más lejos. 55 la de plata los extraños
Ni estoy bien ni mal conmigo, y la de cobre ios nuesros.
10 mas dice mi entendimiento 5o y el valor a lo moderno?
que un hombre que todo es alma ¿ A quién no dará cuidado,
está cautivo en su cuerpo. si es español verdadero,
Entiendo lo que me basta ver los hombres a lo antiguo
y solamente no entiendo Todos andan bien vestidos,
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 347

y quéjanse de los precios, que no lo fueron sus dueños.


de medio arriba, romanos, ¡ Oh, bien haya quien los hizo,
de medio abajo, romeros. 90 porque solamente en ellos
65 Dijo Dios que tornería de los poderosos grandes
su pan el hombre primero se vengaron los pequeños !
en el sudor de su cara Fea pintan a la envidia,
por quebrar su mandamiento, yo confieso que la tengo
y algunos, inobedientes 95 de unos hombres que no saben
70 a la vergüenza y al miedo, quién vive pared en medio.
con las prendas de su honor Sin libros y sin papeles,
han trocado los efetos. sin tratos, cuentas ni cuentos,
Virtud y filosofía cuando quieren escribir
peregrinan como ciegos ; 100 piden prestado el tintero.
75 el uno se lleva al otro, Sin ser pobres ni ser ricos
llorando van y pidiendo. tienen chimenea y huerto ;
Dos polos tiene la tierra,
no los despiertan cuidados,
universal movimiento :
la mejor vida, el favor, ni pretensiones, ni pleitos ;
80 la mejor sangre, el dinero. 105 ni murmuraron del grande
Oigo tañer las campanas ni ofendieron al pequeño ;
y no me espanto, aunque puedo, nunca, como yo, firmaron
que en lugar de tantas cruces parabién, ni pascuas dieron.
haya tantos hombres muertos. Con esta envidia que digo
B5 Mirando estoy los sepulcros, 110 y lo que paso en silencio,
cuyos mármoles eternos a mis soledades voy,
están diciendo sin lengua de mis soledades vengo.

VILLANCICO

La Niña a quien dijo el ángel porque si yo más pudiera,


que estaba de gracia llena, vos sabéis que vuestros cielos
cuando de ser de Dios madre 20 envidiaran mi riqueza».
le trujo tan altas nuevas, El niño recién nacido
5 ya le mira en un pesebre no mueve la pura lengua,
llorando lágrimas tiernas, aunque es la sabiduría
que obligándose a ser hombre de su eterno Padre inmensa,
también se obliga a sus penas. 25 mas revelándole el alma
«¿Qué tenéis dulce Jesús?— de la Virgen la respuesta,
10 le dice la niña bella—, cubrió de sueño en sus brazos
' ¿tan presto sentís, mis ojos, blandamente sus estrellas.
el dolor de mi pobreza? Ella entonces, desatando
Yo no tengo otros palacios 30 la voz regalada y tierna,
en que recibiros pueda, así tuvo a su armonía
15 sino mis brazos y pechos la de los cielos suspensa :
que os regalan y sustentan. Pues andáis en las palmas,
No puedo más, amor mío, ángeles santos,
348 JOSÉ MANUEL BLECUA

35 que se duerme mi niño, por su descanso,


tened los ramos. sosegar quiere un poco
Palmas de Belén 50 del tierno llanto.
que mueven airados Que se duerme mi niño,
los furiosos vientos tened los ramos.
40 que suenan tanto : Rigurosos yelos
no le hagáis ruido, le están cercando ;
corred más paso, 55 ya veis que no tengo
que se duerme mi niño, con qué guardarlo.
tened los ramos. Angeles divinos
45 El niño divino, que vais volando,
que está cansado que se duerme mi niño,
de llorar en la tierra 60 tened los ramos.

IvETRES PARA CANTAR


II
Si os partiéredes al alba,
Salen de Valencia quedito, pasito, amor,
noche de San Juan no espantéis al ruiseñor.
Si os levantáis de mañana
mil coches de damas 5 de los brazos que os desean,
al fresco del mar. porque en los brazos no os vean
j Cómo retumban los remos, de alguna envidia liviana,
madre, en el agua, pisad con planta de lana,
quedito, pasito, amor,
con el fresco viento 10 no espantéis al ruiseñor.
de la mañana!
III
Despertad, señora mía,
10 despertad, Río de Sevilla,
¡ cuan bien pareces,
porque viene el alba con galeras blancas
del señor San Juan. y ramos verdes !
[ T e x t o s ele la selección de J. F . Montesinos, en Cías. Castellanos.']

ARTE NUEVO DE HACER COMEDIAS EN ESTE TIEMPO

(Fragmentos)
Verdad es que yo he escrito algunas veces
siguiendo el arte que conocen pocos,
mas luego que salir por otra parte
veo los monstruos de apariencias llenos,
adonde acude el vulgo y las mujeres
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

que este triste ejercicio canonizan,


a aquel hábito bárbaro me vuelvo,
y cuando he de escribir una comedia,
encierro los preceptos con seis llaves,
saco a Terencio y Plauto de mi estudio,
para que no me den voces, que suele
dar gritos la verdad en libros mudos,
y escribo por el arte que inventaron
los que el vulgar aplauso pretendieron,
porque, como las paga el vulgo, es justo
hablarle en necio para darle gusto.

Lo trágico y lo cómico mezclados,


y Terencio con Séneca, aunque sea
como otro Minotauro de Pasife,
harán grave una parte, otra ridicula,
que aquesta variedad deleita mucho ;
buen ejemplo nos da naturaleza,
que por tal variedad tiene belleza.
Adviértase que solo este sujeto
tenga una acción, mirando que la fábula
de ninguna manera sea episódica,
quiero decir, inserta de otras cosas
que del primero intento se desvíen,
ni que della se pueda quitar miembro
que del contexto no derribe el todo.
No hay que advertir que pase en el período
de un sol, aunque es consejo de Aristóteles,
porque ya le perdimos el respeto
cuando mezclamos la sentencia trágica
a la humildad de la bajeza cómica.
Pase en el menos tiempo que ser pueda,
si no es cuando el poeta escriba historia,
en que hayan de pasar algunos años,
que estos podrá poner en la distancia
de los dos actos, o si fuere fuerza
hacer algún camino una figura,
cosa que tanto ofende a quien lo entiende ;
pero no vaya a verlas quien se ofenda.
j Oh cuántos deste tiempo se hacen cruces
de ver que han de pasar años en cosa
que un día artificial tuvo de término,
que aun no quisieron darle el matemático!
Porque considerando que la cólera
de un español sentado no se templa
si no le representan en dos horas
350 JOSÉ MANUEL BLECUA

hasta el final Juicio desde el Génesis,


yo hallo que, si allí se ha de dar gusto,
con lo que se consigue es lo más justo...

Acomode los versos con prudencia


a los sujetos de que va tratando :
las décimas son buenas para quejas,
el soneto está bien en los que aguardan,
las relaciones piden los romances,
aunque en octavas lucen por extremo;
son los tercetos para cosas graves
y para las de amor las redondillas.
L,as figuras retóricas importan,
como repetición o anadiplosis,
y en el principio de los mismos versos
aquellas relaciones de la anáfora ;
las ironías y adubitaciones,
apostrofes también y exclamaciones.

i.° Iyos sentimientos en la lírica de Lope, según los poemas an-


teriores.
2.° El amor y la poesía en L,ope. L,a sinceridad.
3. 0 Lo popular y lo erudito.
4.0 Estudíense las ideas del romance A mis soledades voy.
5.0 Señalar la teoría dramática de Lope según el Arte nuevo.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 358

PERIBÁÑEZ Y EL, COMENDADOR DE OCANA

ACTO PRIMERO

[Sala en casa de PERIBÁÑEZ, en O caña']

P*RIBÁÑEZ y CASILDA, de novios ; IN^S, de madrina ; el CURA, COSTANZA,


MÚSICOS, LABRADORES Y LABRADORAS

INÉS CASILDA
Largos años os gocéis. No me deis vos ocasión
que en mi vida tendré- celos.
COSTANZA
Si son como yo deseo, PERIBÁÑEZ
casi inmortales seréis. Por mí no sabréis qué son.
CASILDA INÉS
Por el de serviros, creo Dicen que al amor los cielos
5 que merezco que me honréis. 25 le dieron esta pensión.
CURA
CURA
Aunque no parecen mal,
son excusadas razones Sentaos, y alegrad el día
para cumplimiento igual, en que sois uno los dos.
ni puede haber bendiciones
io que igualen con el misal. PERIBÁÑEZ
Hartas os dije : no queda Yo tengo harta alegría
cosa que deciros pueda en ver que me ha dado Dios
el más deudo, el más amigo. 30 tan hermosa compañía.
INÉS CURA
Señor doctor, yo no digo Bien es que a Dios se atri-
15 más de que bien les suceda. [buya ;
que en el reino de Toledo
CURA
no hay cara como la suya.
Esperólo en Dios, que ayuda
a la gente virtuosa. -CASILDA
Mi sobrina es muy sesuda.
Si con amor pagar puedo,
PERIBÁÑEZ 35 esposo, la afición tuya,
Sólo con no ser celosa de lo que debiendo quedas
20 saca este pleito de duda. me estás en obligación.
352 JOSÉ MANUEL BLECUA

PERIBÁÑEZ 75 ya que a merecerte vengo.


Vive en él ; que si un villano
Casilda, mientras no puedas
por la paz del alma es rey,
excederme en afición,
40 no con palabras me excedas. que tú eres reina está llano,
Toda esta villa de Ocaña ya porque es divina ley,
poner quisiera a tus pies, 80 y ya por derecho humano.
y aun todo aquello que baña Reina, pues, que tan dichosa
Tajo hasta ser portugués, te hará el cielo, dulce esposa,
45 entrando en el mar de España. que te diga quien te vea :
El olivar más cargado la ventura de la fea
de aceitunas me parece 85 pasóse a Casilda hermosa 2 .
menos hermoso, y el prado
que por el mayo florece, CASILDA
50 sólo del alba pisado.
Pues yo ¿cómo te diré
No hay camuesa que se afeite1 lo menos que miro en ti,
que no te rinda ventaja, que lo más del alma fué?
ni rubio dorado aceite
Jamás en el baile oí
conservado en la tinaja,
90 son que más bullese el pie,
55 que me cause más deleite.
M el vino blanco imagino que tal placer me causase
de cuarenta años tan fino cuando el tamboril sonase,
como tu boca olorosa ; por más que el tamborilero
que como al señor la rosa, chillase con el garguero 3
60 le huele al villano el vino. 95 y con el palo tocase.
Cepas que en diciembre arran- En mañana de San Juan
nunca más placer me hicieron
y en otubre dulce mosto, la verbena y arrayán,
ni mayo de lluvias franco, ni los relinchos me dieron
ni por los fines de agosto 100 el que tus voces me dan.
65 la parva de trigo blanco, ¿ Cuál adufe4 bien templado,
igualan a ver presente cuál salterio 5 te ha igualado?
en mi casa un bien, que ha sido ¿Cuál pendón de procesión,
invención más excelente con sus borlas y cordón,
para el invierno aterido 105 a tu sombrero chapado?
70 y para el verano ardiente. No hay pies con zapatos nue-
Contigo, Casilda, tengo [vos
cuanto puedo desear como agradan tus amores;
y sólo el pecho prevengo ; eres entre mil mancebos
en él te he dado lugar, hornazo6 en pascua de Flores
1
Afeite en el sentido de dar color toda la caña del pulmón». Dice, de
al rostro. Autoridades. Quizá signifique alguna
a
AJusión al refrán : La ventura de especie de flauta.
4
la fea, la bonita la desea. Aduje, pandero.
3 5
Garguero, «La parte interior de la Solterio, instrumento músico.
ß
garganta, por otro nombre gorja, por Hornazo, «la rosca con huevos que
donde desciende de la boca el alimen se solía dar por Pascua de Flores». Co-
to al estómago... Se toma también por varrubias. Tesoro
*
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 353

n o con sus picos y sus huevos- CURA


Pareces en verde prado Ea, bastan los amores
toro bravo y rojo echado ; que quieren estos mancebos
pareces camisa nueva, bailar y ofrecer.
que entre jazmines se lleva
PERIBÁÑEZ
115 en azafate7 dorado.
Fareces cirio pascual Señores,
pues no sois en amor nuevo«,
y mazapán de bautismo,
perdón.
con capillo8 de cendal,
y paréscete a ti mismo, UN LABRADOR
120 porque no tienes igual. 125 Ama hasta que adores.

(Cantan los músicos y bailan los labradores y labradoras.)

Músicos (Vuelven a danzar)


Dente parabienes Montañas heladas
el mayo garrido, y soberbios riscos,
los alegres campos, antiguas encinas
las fuentes y ríos. y robustos pinos,
130 Alcen las cabezas 150 dad paso a las aguas
los verdes alisos, en arroyos limpios,
y con frutos nuevos que a los valles bajan
almendros floridos. de los hielos fríos.
Echen las mañanas, Canten ruiseñores,
Ï35 después del rocío, *55 y c°n dulces silbos
en espadas verdes sus amores cuenten
guarnición de lirios. a estos verdes mirtos.
Suban los ganados Fabriquen las aves
por el monte mismo con nuevo artificio
C40 que cubrió la nieve 160 para sus hijuelos
a pacer tomillos. amorosos nidos.
(Folia) (Folia)
Y a los nuevos desposados Y a los nuevos desposados
eche Dios su bendición; eche Dios su bendición- ;
parabién les den los prados, parabién les den los prados,
145 pues hoy para en uno son. 165 pues hoy para en uno son.

[El Comendador, enamorado de Casilda, regala al matrimonio un par de


muías, y unos reporteros-alfombras para que adornen su carro en la ro-
mería de la Virgen de Toledo. Un pintor, secretamente, toma un esbozo
de Casilda.]
7
Azafate, especie de canastilla. cetera, que se ofrecía a la Iglesia».
8
Capillo, «la cubierta o paño con Dice, de Auts.
que se cubría la ofrenda de pan, et-

23
354 JOSÉ MANUEL BLECUA

ACTO SEGUNDO

[Los cofrades de San Roque eligen a Peribáñez mayordomo, encargán-


dole que vaya a Toledo con objeto de que un pintor restaure la imagen del
santo.—El Comendador habla con Leonardo, su confidente, quien le dice
haber convencido a Inés, prima de Casilda, para que le ayude en sus atre-
vimientos amorosos. Lujan, criado del Comendador, ha conseguido entrar
al servicio de Peribáñez, disfrazado de segador. Acuerdan penetrar en casa
del labrador mientras se halla éste en Toledo.]

BARTOLO, CHAPARRO.—LLORENTE, MENDO

LLORENTE LLORENTE
Muesama acude a la puerta. Pardiez, Bartol, que quisiera
Andará dándonos prisa, que en un año amaneciera
170 por no estar aquí su dueño. cuatro veces solamente.
BARTOLO
HELIPE, LUJAN, de segador
Al alba he de haber segado
todo el repecho del prado. HELIPE
190 ¿Hay para todos lugar?
CHAPARRO

Si diere licencia el sueño. MENDO


Buenas noches os dé Dios, ¡ Oh Helipe ! Bien venido.
Mendo y Llorente.
LUJAN
MENDO
175 El sosiego Y yo, si lugar os pido,
no será mucho, si luego ¿podréle por dicha hallar?
habernos de andar los dos
con las hoces a destajo, CHAPARRO
aquí manada, aquí corte. No faltará para vos.
£195 Aconchaos junto a la puerta.
CHAPARRO
180 Pardiez, Mendo, cuyo importe, BARTOLO
bien luce el justo trabajo. Cantar algo se concierta.
Sentaos, y antes de dormir,
o cantemos o contemos CHAPARRO
algo de nuevo y podremos
185 en esto nos divertir. Y aun contar algo, por Dios.

BARTOLO LUJAN
¿Tan dormido estáis, Lio- Quien supiere un lindo cuento,
frente ? póngale luego en el corro.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA
355
CHAPAB.HO los segadores durmiendo
200 De mi capote me ahorro, 230 Noche, este amor te encomiendo:
y para escuchar me asiento. prisa los silbos me dan.
La puerta le quiero abrir.
LUJAN [Abre.)
Va primero de canción, INÓRENTE, MENDO, CHAPARRO, BAR-
y luego diré una historia TOLO, HELIPE; LEONARDO, oculto
que me viene a la memoria. E L COMENDADOR Y LUJAN, embo-
zados
MEND o
LUJAN
Cantad.
LlvORKNTB ¿Eres tú, señor?
205 Ya comienzo el son. COMENDADOR
Yo soy.
(Cantan con guitarras)
LUJAN
Trébole, \ ay Jesús cómo huele !
Trébole, ¡ ay Jesús, qué olor ! Entra presto.
Trébole de la casada, COMENDADOR
que a su esposo quiere bien ; Dentro estoy.
210 de la doncella también,
entre paredes guardada, LUJAN
que fácilmente engañada,
sigue su primero amor. Ya comienzan a dormir.
Seguro por ellos pasa ;
Trébole, \ ay Jesús cómo huele ! que un carro puede pasar
215 Trébole, ¡ ay Jesús, qué olor ! sin que puedan despertar.
Trébole de la soltera, COMENDADOR
que tantos amores muda ;
trébole de la viuda, Lujan, yo no sé la casa.
que otra vez casarse espera, 235 Al aposento me guía.
220 tocas blancas por defuera LUJAN
y el faldellín de color.
Quédese Leonardo aquí,
Trébole, \ay Jesús cómo h%elt\
Trébole, \ ay Jesús qué olor ! LEONARDO

LUJAN Que me place.

Parece que se han dormido. LUJAN


225 uo tenéis ya que cantar. Ven tras mí.
Yo me quiero recostar,
aunque no en trébol florido. COMENDADOR
I Oh amor ! ¡ Oh fortuna mía !
LUJAN i Dame próspero suceso Ï
¿Qué me detengo? Ya están Entranse el COMENDADOR y LUJAN ;
356 JOSÉ MANUEL BLECUA

LEONARDO se queda detrás de una MENDO


puerta.) No hubiera
LLORENTE, M E N D O , CHAPARRO, en Ocaña quien pusiera
BARTOLO, HELIPE ; LEONARDO, oculto tan atrevidos los pies,
255 ni aun el pensamiento, aquí.
LLORENTE
I Hola, Mendoí LLORENTE
Ksto es casar con mujer
MENDO hermosa.
¿Qué hay Llorente? MENDO
340
¿No puede ser
LLORENTE que ella esté sin culpa?
Eu casa anda gente.
LLORENTE
MENDO Sí.
¿ Gente ? Ya vuelven. Hazte dormido.
Que lo temí te confieso.
¿Así se guarda el decoro £CL COMENDADOR Y LUJAN, embozad
a Peribáñez? COMENDADOR

LLORENTE (En voz baja.) ¡Ce! ¡ Leonardo 1


No sé. LEONARDO
245 Sé que no es gente de a pie.
260 ¿Qué hay, señor?
MENDO
¿ Cómo ? COMENDADOR
Perdí la ocasión mejor
LLORENTE que pudiera haber tenido.
Trae capa con oro.
LEONARDO
MENDO ¿ Cómo ?
¿Con oro? Mátemme aquí COMENDADOR
si no es el Comendador.
Ha cerrado, y muy bien,
LLORENTE el aposento esta fiera.
Demos voces.
LEONARDO
MENDO Llama.
COMENDADOR
¿No es mejor
callar ? ¡Si gente no hubiera!...
z6§ Mas despertarán también.
LLORENTE
«50 Sospecho que sí. LEONARDO
Pero ¿de qué sabes que es No harán, que son segadores;
el Comendador? y el vino y cansacio son
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 357

candados de la razón y sois con él tan extraña),


y sentidos exteriores. 290 que no os dejara, aunque el
270 Pero escucha : que han abierto [Rey
la ventana del portal. por sus cartas le llamara ;
que dejar sola esa cara
COMENDADOR nunca fué de amantes ley.
Todo me sucede mal. CASILDA

LEONARDO Labrador de lejas tierras,


275 que has venido a nuesa villa,
¿SÍ es ella?
convidado del agosto,
COMENDADOR
¿quién te dio tanta malicia?
Ponte tu tosca antipara 2 ,
Tenlo por cierto. del hombro el gabán derriba,
300 la hoz menuda en el cuello,
CASILDA,, con un rebozo, asomándose los dediles en la cinta.
a una ventana que da al portal Madruga al salir del alba,
mira que te llama el día,
CASILDA ata las manadas secas
¿Es hora de madrugar, 305 sin maltratar las espigas.
amigos ? Cuando salgan las estrellas
a tu descanso camina,
COMENDADOR y no te metas en cosas
de que algún mal se te siga.
275 Señora mía, 310 El Comendador de Ocaña
ya se va acercando el día, servirá dama de estima,
y es tiempo de ir a segar. no con sayuelo de grana
Demás, que saliendo vos, ni con saya de palmilla.
sale el sol, y es tarde ya. Copete3 traerá rizado,
280 Lástima a todos nos da 315 gorguera* de holanda fina,
de veros sola, por Dios. no cofia de pinos tosca
No os quiere bien vuestro es- y toca de argentería 5 .
[poso, En coche o silla de seda
pues a Toledo se fué, los disantos* irá a misa ;
y os deja una.noche. A fe 320 no vendrá en carro de estacas
285 que si fuera tan dichoso de los campos a las viñas.
el Comendador de Ocaña Dirále en cartas discretas
(que yo sé que os quiere bien, requiebros a maravilla,
aunque le mostréis desdén no labradores desdenes,

3
Polaina. • * Lienzo plegado y alechugado que
8 se ponía al cuello.
Porción de pelo que se levanta en-
5
cima de la frente más alta que lo de- Lentejuelas, bordadura d e plata o
más. de oro.
6
Disantos, días festivos.
358 JOSÉ MANUEL BLECUA-

325 envueltos en señorías. abridme, por vuestra vida.


Olérale a guantes de ámbar 7 Mirad que tengo que daros
a perfumes y pastillas ; dos sartas de perlas finas
no a tomillo ni cantueso, y una cadena esmaltada
poleo8 y zarzas floridas. 365 de más peso que la mía.
330 Y cuando el Comendador
me amase como a su vida CASILDA
y se diesen virtud y honra
por amorosas mentiras, Segadores de mi casa,
más quiero yo a Períbáñez no durmáis, que con su risa
345 con su capa la pardilla os está llamando el alba.
que al Comendador de Ocaña Ea, relinchos 10 y grita;
con la suya guarnecida. 370 que al que a la tarde viniere
Más precio verle venir con más manadas cogidas, ~~
en su yegua la tordilla, le mando el sombrero grande
340 la barba llena de escarcha con que va Pedro a las viñas (En-
y de nieve la camisa, [trase.)
la ballesta atravesada, MKNDO
y del arzón de la silla
dos perdices o conejos, Llorente, muesa ama llama.
345 y el podenco de trailla,
que ver al Comendador LUJAN
con gorra de seda rica, 375 (Aparte a su amo.) Huye, Señor,
y cubiertos de diamantes [huye apriesa ;
los brahones y capilla 9 ; que te ha de ver esta gente.
350 que más devoción me causa
la cruz de piedra en la ermita COMENDADOR
que la roja de Santiago
en su bordada ropilla. (Aparte.) ¡ Ah cruel sierpe de
Vete, pues, el segador, [Libia!
355 mala fuese la tu dicha ; Pues aunque gaste mi hacienda,
que si Peribáñez viene, mi honor, mi sangre y mi vida,
no verás la luz del día. 380 he de rendir tus desdenes,
tengo de vencer tus iras.
COMENDADOR
BARTOI/O
Quedo, señora... ¡Señora...!
Casilda, amores, Casilda, Yérguete cedo11, Chaparro ;
360 yo soy el Comendador ; que viene a gran prisa el día.
7
Los guantes y demás prendas de parte superior del brazo». Dice, de
vestir hechas de cuero se solían perfu- Auts.—Capilla, pieza a la espalda de
mar con ámbar. Se llamaban por eso la capa, que servía para cubrir la ca-
«guantes de ámbar», «cuera de ámbar», beza.
10
etcétera. Relinchos, «relinchos se toma por
8 los gritos y voces en regocijo y fiestas».
Hierba del género menta con fio-
res azules, purpúreas o blancas. Dice, de A nt$.
11
? Bramones, «en algunos vestidos son Cedo, rápidamente, pronto.
ciertas roscas o dobleces que ciñen la
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 359

CHAPARRO LLORENTE

Ea, Helipe ; que es m u y tarde.


Seguidme todos, amigos,
porque muesama no diga
HELIPE
390 que porque muesamo falta,
385 Pardiez Bartol, que se miran andan las hoces baldías. (Vanse.)
todos los montes bañados
de blanca luz por encima.

[Mientras tanto, Peribáñez ha ido a la misma casa del pintor toledano


que retrató a su esposa por encargo del Comendador. Allí ve el retrato.
Comienza a sospechar, y el mismo pintor le dice quién es el autor del en-
cargo. Cuando Peribáñez vuelve a su casa, oye cantar a sus segadores. ~E?
rey envía una orden al Comendador con objeto de que le reúna dos com-
pañías de labradores para que le ayuden en la guerra contra los moros. El
comendador nombra capitán a Peribáñez.]

M E N D O , BARTOLO, LLORENTE y otros segadores, dentro PERIBÁÑEZ

MENDO MENDO

(Dentro).Date más priesa, Bar- (Dentro). Canta,


Llorente, el
[tol; [cantar
mira que la noche baja, de la mujer de muesano.
y se va a poner el sol.
PERIBÁÑEZ
BARTOLO
¿Qué tengo más que esperar?
395 (Dentro). Bien cena quien bien 405 La vida, cielos, desamo.
[trabaja, ¿Quién me la quiere quitar?
dice el refrán español.
U N SEGADOR
UN SEGADOR
(Canta dentro). La
mujer de
(Dentro). Echote una pulla, An- [Peribáñez
[drés ; hermosa es a maravilla ;
que te bebas media azumbre. el Comendador de Ocaña
410 de amores la requería.
OTRO SEGADOR La mujer es virtuosa
cuanto hermosa y cuanto linda ;
(Dentro). Échame otras dos Gi- mientras Pedro está en Toledo
[nés. desta suerte respondía :
PERIBÁÑEZ 415 «Más quiero yo a Peribáñez
con su capa la pardilla,
400 Todo me da pesadumbre que no a vos, Comendador,
todo mi desdicha es. con la vuesa guarnecida».
360 JOSÉ MANUEL BLECUA

PERIBÁÑEZ Que el jornal dejan recelo.


Notable aliento he cobrado Aquí me quiero esconder.
430 con oir esta canción, ¡ Ojalá se abriera el suelo !
porque lo que éste ha cantado Que aunque en gran satisfación,
las mismas verdades son 430 Casilda, de ti me pones,
que en mi ausencia habrán pena tengo con razón,
[pasado. porque honor que anda en can-
¡ Oh cuánto le debe al cielo ciones
435 quien tiene buena mujer!— tiene dudosa opinión. (Vase).

ACTO TERCERO

[El Comendador arma capitán a Peribáñez, que marcha de Ocaña al


frente de su compañía. Por la noche, el Comendador penetra en casa de
Peribáñez, pero éste, sospechando la trama, vuelve en una veloz yegua y
le mata. El Rey ofrece un premio a quien entregue a Peribáñez.]

[Escena en la Corte]

UN PAJE 445 Pero siéndome forzoso,


con la justa confianza
435 (Al Rey). Aquí dice un labrador
que tengo de tu jusicia,
que le importa hablar contigo.
comienzo tales palabras.
Yo soy Peribáñez.
REY
Señora, tomemos sillas. REY
¿ Quién >
CONDESTABLE
PERIBÁÑEZ
Este algún aviso es,
450 Peribáñez el de Ocaña.
(PBRIBÁÑEZ, de labrador y con capa REY
larga ; CASILDA)
Matadle, guardas, matadle.
PERIBÁÑEZ
REINA
Dame, gran señor, tus pies.
No en mis ojos.—Teneos, guar-
REY
das.
440 Habla, y no estés de rodillas. REY

PERIBÁÑEZ Tened respeto a la Reina.


¿Cómo, señor, puedo hablar, PERIBÁÑEZ
si me ha fallado la habla Pues ya que matarme mandas,
y turbado los sentidos 455 ¿ n o m e °i r ás siquiera, Enrique,
después que miré tu cara? pues Justiciero te llaman?
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 361

REINA para que con gente alguna


le sirviese esta jornada ;
Bien dice : oídle, señor. en fin, de cien labradores
500 me dio la valiente escuadra.
REY
Con nombre de capitán
Bien decís ; no me acordaba salí con ellos de Ocaña;
que las partes se han de oír, y como vi que de noche
460 y más cuando son tan flacas.— era mi deshonra clara,
Prosigue. 505 en una yegua a las diez
de vuelta en mi casa estaba ;
PERIBÁÑEZ que oí decir a un hidalgo
que era bienaventuranza
Yo soy un hombre, tener en las ocasiones
aunque de villana casta, 510 dos yeguas buenas en casa.
limpio de sangre, y jamás Hallé mis puertas rompidas
de hebrea o mora manchada. y mi mujer destocada,
465 Fui el mejor de mis iguales, como corderilla simple
y en cuantas cosas trataban que está del lobo en las garras.
me dieron primero voto, 515 Dio voces, llegué, saqué
y truje seis años vara. la misma daga y espada
Cáseme con la que ves, que ceñí para servirte,
470 también limpia, aunque villana; no para tan triste hazaña ;
virtuosa, si la ha visto pásele el pecho, y entonces
la envidia asida a la fama. 520 dejó la cordera blanca,
El comendador Fadrique, porque yo, como pastor,
de vuesa villa de Ocaña supe del lobo quitarla.
475 señor y comendador, Vine a Toledo, y hallé
dio, como mozo, en amarla. que por mi cabeza daban
Fingiendo que por servicios, 525 mil escudos ; y así quise
honró mis humildes casas que mi Casilda me traiga.
de unos reposteros, que eran Hazle esta merced, señor ;
480 cubiertas de tales cargas. que es quien agora la gana,
Dióme un par de muías buenas... porque viuda de mí,
mas no tan buenas que sacan 530 no pierda prenda tan alta.
este carro de mi honra
de los lodos de mi infamia. REY
485 Con esto intentó una noche, ¿Qué os parece?
que ausente de Ocaña estaba,
forzar mi mujer ; mas fuese REINA
con la esperanza burlada. Que he llorado,
Vine yo, súpelo todo, que es la respuesta que basta
490 y de las paredes bajas para ver que no es delito,
quité las armas, que al toro sino valor.
pudieran servir de capa.
REY
Advertí mejor su intento ;
mas llamóme una mañana, ¡ Cosa extraña !
495 y díjome que tenía 535 I Qué un labrador tan humilde
de vuestras altezas cartas estime tanto su fama !
362 JOSÉ MANUEL BLECUA

¡Vive Dios, que no es razón PERIBÁÑEZ


matarle ! Yo le hago gracia Con razón todos te llaman
de la vida... Mas ¿qué digo? don Enrique el Justiciero.
540 Esto justicia se llama.
Y a un hombre deste valor REINA
le quiero en esta jornada
por capitán de la gente A vos, labradora honrada,
misma que sacó de Ocaña. 555 os mando de mis vestidos
545 Den a su mujer la renta, cuatro, porque andéis con galas
y cúmplase mi palabra, siendo mujer de soldado.
y después desta ocasión,
PERIBÁÑEZ
para la defensa y guarda
de su persona, le doy Senado, con esto acaba
550 licencia de traer armas la tragicomedia insigne
defensivas y ofensivas. 560 del Comendador de Ocaña.

1,° Estudíese la técnica de la comedia : ausencia de las tres unir


dades, versificación, lenguaje, etc. (Véase si se cumple en ella algunos
de los preceptos del Arte nue-vo de hacer comedias.)
2.° Señalar la importancia de los elementos populares : lengua,
comparaciones, lírica, etc.
3. 0 Hágase un análisis de los caracteres.
CAPITULO XXV

Seguidores del teatro de Lope. — Las innovaciones teatrales de Lop*


de Vega lograron una aceptación rápida, y en seguida gran número de
escritores copiaron sus fórmulas dramáticas. Entre los principales autores
dramáticos del ciclo de Lope señalaremos a Guillén de Castro, Tirso de
Molina, Alarcón, Vélez de Guevara y Mira de Amescua.

Guillen de Castro.—Nació en Valencia (1569-121) y fué uno de los


poetas que fundaron la célebre Academia de los Nocturnos. Amigo de
Lope, es autor de numerosas comedias inspiradas en el romancero. Son
famosas las dos partes referentes a Las mocedades del Cid, que tienen
por asunto los amores de Rodrigo con doña Jimena, hija del Conde Lo-
zano. E s el mejor ejemplo de la supervivencia de un tema épico en
nuestro teatro nacional. La comedia primera fué imitada por Corneille,
aunque prescindiendo de ciertos elementos que creía poco adecuados a
la sensibilidad francesa. Del Romancero procede también su comedia de
El conde Atareos. Llevó también al teatro motivos cervantinos, como
La fuerza de la sangre, versión dramática de la célebre novela ejemplar.

Tirso de Molina.—Más importancia que Guillen de Castro ofrece


TIRSO DE MOLINA (1541-168), pseudónimo de FRAY GABRIEL TÉLLEZ, de
la Orden de la Merced, autor de dos libros en prosa, Cigarrales de Toledo
y Deleitar aprovechando, en los que también se incluyen novelitas cortas,
poesía lírica y teatro. Fué un buen prosista y también un fino poeta lírico.
No obstante, su fama la debe a la obra dramática. Escribe numerosas
comedias de tan variados temas y asuntos como Lope, aunque ofrece
notas características. E n primer lugar, cuida más la creación de los per-
364 JOSÉ MANUEL BLECUA '

sonajes, y algunos, como el de don Juan, se habrán de incorporar a la


literatura "universal. Los personajes femeninos tienen un relieve muy
acusado, como el carácter de doña María de Molina en La prudencia en
la mujer, o el de las muchachas emprendedoras y resueltas de El ver-
gonzoso en Palacio y de Don Gil de las calzas verdes.
Dentro de su extensa producción dramática, destacan algunas obras
del más alto interés. Dejando aparte los problemas de su autenticidad,
la mejor obra de contenido religioso y teológico de Tirso es El condenado
por desconfiado, que plantea el problema de la predestinación y de la
gracia divina:
El ermitaño Paulo vive preocupado por su destino final, por su salvación. El
demonio, en forma de ángel, le dice que su fin será el mismo que el del bandido
Enrico, de Ñapóles. Con objeto de conocer a Enrico, Paulo abandona el yermo
y marcha a Ñapóles. Al ver que éste es un malhechor de la peor calidad, decide
hacerse también bandolero, pero no sabe que Enrico tenía amor y respeto a su
padre. Enrico es aprisionado y en la cárcel se arrepiente y se salva, mientras que
Paulo muere como un bandolero en el bosque, condenándose.

Dentro de las comedias de ambiente histórico y legendario, destacan


por su valor y por su trascendencia dos obras logradísimas : La pru-
dencia en la mujer, referente a doña María de Molina, la esposa de
Sancho IV, y El burlador de Sevilla y convidado de -piedra, basado en la
leyenda de don J u a n Tenorio, el burlador sevillano, que muere al tocar
la mano de la estatua del Comendador. E n el género de la comedia que
pudiéramos llamar psicológica, logra una deliciosa creación con El ver-
gonzoso en Palacio y también en La Gallega Mari-Hernández. De las
comedias de enredo, la mejor es, sin duda, Don Gil de las calzas verdes,
llena de auténtica gracia y de sostenida elegancia.

Juan Ruiz de Alarcón.— DON JUAN R U I Z DE ALARCÓN Y MENDOZA


nació en Méjico (1581), viniendo a España en 1600 para estudiar en la
Universidad de Salamanca. Llegó a ser relator del consejo de Indias,
muriendo en Madrid en 1639. Por su defecto físico —era corcovado—< y
por su carácter, fué cruelmente satirizado por los demás poetas contem-
poráneos, que le llaman don Talegas, camello enano, poeta entre dos
platos, etc.
Escribe poco, sobre todo en relación con los anteriores, pero también
su teatro es diferente. Una tendencia 'moralizante, una sobriedad y rara
perfección en la forma, un sentimiento de la dignidad humana, y hasta
una «mesurada protesta contra Lope», son las notas distintivas. E l ca-
rácter ético se ve en los argumentos de casi todas las comedias : en La
verdad sospechosa, el mentiroso don García es condenado a no casarse
con la mujer que ama a causa de sus embustes (Corneille la imitó en
Le menteur, y decía que era la comedia española que más le gustaba)
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 365

En Las paredes oyen se introduce un personaje principal, de mala figura,


pero de verdadera grandeza de alma. Se hace la apología del hombre
virtuoso frente al maldiciente. El mismo carácter ético se ve en Los
pechos privilegiados, Mudarse por mejorarse y en Ganar amigos.

Vélez dé Guevara. — Luis VÉLEZ DE GUEVARA nació en Ecija en


1579, fué estudiante en Osuna, soldado en Italia, abogado en la Corte y
siempre anduvo falto de dinero y sobrado de b'uen humor.
jEs autor de una novelita satírica, con algo de costumbrista y picares-
ca, titulada El Diablo cojuelo, creación personalísima que serviría para
darle un lugar destacado en nuestra literatura. Es también el poeta dra-
mático que con más fidelidad sigue la trayectoria de Lope, especialmente
en las comedias de tipo histórico o legendario, como Reinar después de
morir, referente a la patética historia de doña Inés de Castro, o La Se-
rrana de la Vera, procedente de un romance. Entroncadas con las come-
dias de Lope, se encuentran otras dos creaciones, La luna de la sierra y
La niña Gómez Arias, llenas de vigor dramático.

Antonio Mira de Amescua- — (1574 ?-l644) es un b'uen poeta lírico,


cuyo valor como dramaturgo se sustenta en una comedia de gran interés,
El esclavo del demonio, sobre la leyenda de San Gil de Portugal, que se
puede considerar como el precedente de El mágico prodigioso, de Calde-
rón, y, en cierto modo, del FavJsto, de Goethe:

Don Gil, que vive con fama de santo, después de una serie de tentaciones, firma
con el diablo (Angelio) el pacto de entregarle su alma a cambio de la mujer amada.
El diablo le trae lo que don Gil cree ser su dama, pero al ir a abrazarla descubre
un esqueleto. Don Gil entonces invoca al ángel de la Guarda, que lucha con el
demonio hasta arrancarle el papel firmado que contiene el pacto.

Ofrecen también interés sus otras obras, La rueda de la Fortuna, La


mesonera del cielo y Lo que puede el oir misa.

CONSÚLTESE. — Conde de Schack, Historia de la literatura y del arte dramá-


tico en España, Madrid, 1885. — A. Valbuena Prat, Historia de la literatura espa-
ñola, Barcelona, 1946.
366 JOSÉ MANUEL BLECUA

TIRSO DE MOLINA

El, CONDENADO POR DESCONFIADO

(Muerte de Paulo)

PEDRISCO PEDRISCO
Como en las culpas de Enrico , En la plaza le ahorcaron
no me hallaron culpado, de Ñapóles.
luego que públicamente
los jueces le ajusticiaron, PAULO
me echaron la puerta afuera, Pues ansíj
y vengo al monte. ¿Qué aguardo? ¿quién duda que condenado
¿Qué miro? ha selva y monte estará al infierno ya?
anda todo alborotado.
Allí dos villanos corren, PEDRISCO
las espadas en las manos.
Allí va herido Fineo, Mira lo que dices, Paulo;
y allí huyen Celio y Fabio, que murió cristianamente
y aquí, \ qué gran desventura !, confesado y comulgado
tendido está el fuerte Paulo, y abrazado con un Cristo,
en cuya vista clavados
PAULO
los ojos, pidió perdón,
¿ Volvéis, villanos, volvéis ? misericordia, dando
la espada tengo en la mano. tierno llanto a sus mejillas,
No estoy muerto, vivo estoy, y a los presentes espanto.
aunque ya de aliento falto. Fuera de aquesto, en muriendo
resonó en los aires claros
PEDRISCO
una música divina ;
Pedrisco soy, Paulo mío. y para mayor milagro
y evidencia más notoria,
PAULO dos paraninfos alados
Pedrisco, llega a mis brazos. se vieron patentemente,
que llevaban entre ambos
PEDRISCO el alma de Enrico al cielo.
¿ Cómo estás ansí ?
PAULO
PAULO
¡ A Enrico, el hombre más malo
Î Ay de mí ! que crió naturaleza !
muerte me han dado villanos.
Pero ya que estoy muriendo, PEDRISCO
saber de tí, amigo, aguardo
que hay del suceso de Enrico. ¿De aquesto te espantas, Paulo,
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 367

PAULO Enrico, con ser tan malo,


Pedrisco, eso lia sido engaño: se salvó, y éste al infierno
otra alma fué la que vieron, se fué por desconfiado.
no la de Enrico. Cubriré el cuerpo infeliz
cortando a estos sauces ramos.
PEDRISCO (Cúbrele)
¡ Dios santo, ¿Más qué gente es la que viene?
reducilde vos !
ESCENA XXf
PAULO JUEZ
Yo muero. ^ i el capitán se ha escapado,
PEDRISCO poca diligencia ha sido.
Mira que Enrico gozando JUEZ
está de Dios: pide a Dios UN VILLANO
perdón. Yo lo vi caer rodando,
PAULO pasado de mil saetas,
¿Y cómo ha de darlo de los altivos peñascos.
a un hombre que le ha ofendido
como yo? Un hombre está aquí : prended-
PEDRISCO
[le.
PEDRISCO
¿Qué estas dudando? ¡ Ay, Pedrisco desdichado !,
¿No perdonó a Enrico? esta vez te dan carema.
PAULO OTRO VILLANO (Señalando a Galván)
Dios Este es criado de Paulo
es piadoso... y cómplice en sus delitos.
PEDRISCO
GALVÁN
Es muy claro. Tú mientes como villano ;
que sólo lo fui de Enrico,
PAULO
que de Dios está gozando.
Pero no con tales hombres.
Ya muero, llega tus brazos. PEDRISCO (A Galván)
Y yo. Galvanito hermano,
PEDRISCO
no me descubras aquí,
Procura tener su fin. por amor de Dios.
JUEZ (A Galván}
PAULO
Esa palabra me ha dado Si acaso
Dios : si Enrico se salvó me dices donde se esconde
también yo salvarme aguardo. el capitán que buscamos,
(Muere) yo te daré libertad.
PEDRISCO
1 Habla !
Lleno el cuerpo de lanzadas PEDRISCO
quedó muerto el desdichado. Buscarle es en vano
Las suertes fueron trocadas. cuando es muerto.
368 JOSÉ MANUEL BLECUA

JUEZ y de culebras cercado.


¿Cómo muerto? No doy la culpa a ninguno
de los tormentos que paso :
PEDRISCO
sólo a mí me doy la culpa,
pues fui causa de mi daño.
De varias flechas y dardos Pedí a Dios que me dijese
pasado le hallé, señor, el fin que tendría, en llegando
con la muerte agonizando de mi vida al postrer día :
en aqueste mismo sitio. ofendíle, caso es llano;
y como la ofensa vio
JUEZ de las almas el contrario,
incitóme con querer
¿Y dónde está? perseguirme con engaños.
Forma de un ángel tomó
PEDRISCO y engañóme ; que a ser sabio,
Entre esos ramos con su engaño me salvara ;
le metí. pero fui desconfiado
(Va a apartar los ramos y apa- de la gran piedad de Dios,
rece Paulo rodeado de llamas). que noy a su juicio llegando,
Mas, ¡ qué visión me dijo ; «Baja, maldito
descubro de tanto espanto! de mi padre, al centro airado
de los oscuros abismos,
PAULO donde has de restar penando».
¡ Malditos mis padres sean
Si a Paulo buscando vais mil veces, pues me engendraron!
bien podéis ya ver a Paulo, IY yo también sea maldito,
ceñido el cuerpo de fuego, pues que fui desconfiado!

[Texto según la edic. de A. González Palència en Clásicos EBRO.]

E L BURLADOR D E S E V I L L A

(Diálogo entre la pescadora Tisbea y Don Juan Tenorio)

ESCENA XII TISBEA


Ya podéis ver :
TISBEA en brazos de una mujer.
Mancebo excelente,
DON JUAN
gallardo, noble y galán.
Volved en vos, caballero. Vivo en vos, si en el mar muero.
Ya perdí todo el recelo
DON JUAN que me pudiera anegar,
pues del infierno del mar
*¿Dónde estoy? salgo a vuestro claro cielo
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 369

Un espantoso huracán pues solo con la apariencia,


dio con mi nave al través, siendo de nieve abrasáis,
para arrojarme a esos pies
que abrigo y puerto me dan. TISBEA
Y en vuestro divino oriente Por más helado que estáis,
renazco, no hay que espantar, tanto fuego en vos tenéis,
pues veis que hay de amar a mar que en este mío os ardéis.
una letra solamente. ¡ Plega a Dios que no mintáis !
TISBEA
ESCENA XVI
Muy grande aliento tenéis
para venir sin aliento, TISBEA
y tras de tanto tormento
muy gran contento ofrecéis. El rato que sin ti estoy
Pero si es tormento el mar estoy ajena de mí.
y sus ondas son crueles, DON JUAN
la fuerza de los cordeles
pienso que os hace hablar. Por lo que finges ansí,
Sin duda que habéis bebido ningún crédito te doy.
del mar la oración pasada, TISBEA
pues, por ser de agua salada,
con tan grande sal ha sido. ¿Por qué?
Mucho habláis cuando no habláis,
DON JUAN
y cuando muerto venís
mucho al parecer sentís ; Porque si me amaras,
¡ plega a Dios que no mintáis ! mi alma favorecieras.
Parecéis caballo griego
TISBEA
que sus límites desata ;
pues venís formado de agua Tuya soy.
y estáis preñado de fuego.
DON JUAN
Y si mojado abrasáis,
estando enjuto, ¿ qué haréis ? Pues di, ¿qué esperas,
Mucho fuego prometéis ; o, en qué, señora reparas ?
5 plega a Dios que no mintáis !
TISBEA
DON JUAN Reparo que fué castigo
A Dios, zagala, pluguiera, de amor el que he hallado en tí.
que en el fuego me anegara DON JUAN
para que cuerdo acabara
y loco en vos no muriera; Si vivo, mi bien, en ti
que el mar pudiera anegarme a cualquier cosa me obligo.
entre sus olas de plata Aunque yo sepa perder
que sus límites desata ; en tu servicio la vida,
mas no pudiera abrasarme. la diera por bien perdida,
Gran parte del sol mostráis, y te prometo de ser
pues que el sol os da licencia tu esposo.
370 JOSÉ MANUEL BLECUA

TlSBEA DON JUAN


Soy desigual
a tu ser. Este es al que muerte di.
DON JUAN ¡ Gran sepulcro le han labrado !

Amor es rey CATALINÓN


que iguala con justa ley
la^seda con el sayal. Ordenólo el rey ansí.
¿Cómo dice este letrero?
TISBEA «Aquí aguarda del Señor,
Casi te quiero creer ; el más leal caballero,
mas sois los hombres traidores. la venganza de un traidor.»
Del mote reírme quiero.
DON JUAN ¿Y hábeisos vos de vengar,
¿Posible es, mi bien, que ignores buen viejo, barbas de piedra?
mi amoroso proceder?
Hoy prendes con tus cabellos CATALINÓN
mi alma. No se las podrá pelar,
TISBSA que en barbas muy fuertes medra*
Yo a ti me allano
bajo la palabra y mano DON JUAN
de esposo.
Aquesta noche a cenar
DON JUAN os aguardo en mi posada.
Juro, ojos bellos, Allí el desafío haremos,
que mirando me matáis, si la venganza os agrada ;
de ser vuestro esposo. aunque reñir mal podremos,
si es de piedra vuestra espada.
TISBEA
CATALINÓN
Advierte,
mi bien que hay Dios y que hay Ya, señor, ha anochecido ;
[muerte, vamonos a recoger.
DON JUAN

l Qué largo me lo fiáis! DON JUAN

(Desafía Don Juan al Comendador) Larga esta venganza ha sido.


¿Qué sepulcro es este? Si es que vois la habéis de hacer,
importa no estar dormido,
CATALINÓN que si a la muerte aguardáis
dem Gonzalo está enterrado. la venganza, la esperanza
agora es bien que perdáis, *
pues vuestro enojo y venganza
tan largo me lo fiáis.

[Texto según al edic. de A. Castro en Clásicos Castellanos.']


HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

JUAN RUIZ DE ALARCÓN

LA VERDAD SOSPECHOSA •

{Diálogo entre don Beltrán y García, su hijo)

DON BELTRAN DON GARCÍA


¿Sois caballero, Garda? Es verdad.
DON GARCÍA DON BELTRÁN
Téngome por hijo vuestro. Luego si vos
obráis afrentosos hechos,
DON BELTRÁN aunque seáis hijo mío
¿Y basta ser hijo mío dejáis de ser caballero ;
para ser vos caballro? luego si vuestras costumbres
os infaman en el pueblo,
DON GARCÍA no importan paternas armas,
no sirven altos abuelos.
Yo pienso, señor, que sí. ¿Qué cosa es que la fama
diga a mis oídos mesmos
DON BELTRÁN
que a Salamanca admiraron
¡ Qué engañado pensamiento ! vuestras mentiras y enredos?
Sólo consiste en obrar ¡ Qué caballero y qué nada !
como caballero el serlo. Si afrenta al noble y plebeyo
¿Quién dio principio a las casas sólo el decirle que míente,
nobles? Los ilustres hechos decid, ¿qué será el hacerlo,
de sus primeros autores. si vivo sin honra yo,
Sin mirar más nacimientos, según los humanos fueros,
hazañas de hombres humildes mientras de aquel que me dijo
honraron sus herederos. que mentía no me vengo?
Luego en obrar mal o bien ¿Tan larga tenéis la espada,
está el ser malo o ser bueno. tan duro tenéis el pecho,
¿Es así? que pensáis poder vengaros,
DON GARCÍA diciéndolo todo el pueblo?
¿Posible es que tenga un hombre
Que las hazañas tan humildes pensamientos,
den nobleza, no lo niego ; que viva sujeto al vicio,
mas no neguéis que sin ellas mas sin gusto y sin provecho?
también la da el nacimiento. El deleite natural
tiene a los lascivos presos ;
DON BELTRÁN
obliga a los codiciosos
Pues si honor puede ganar el poder que da el dinero ;
quien nació sin él, ¿no es cierto el gusto de los manjares
que por el contrario puede al glotón; el pasatiempo
quien con él nació perdello? y el cebo de la ganancia
372 JOSÉ MANUEL BLECUA

a los que cursan el juego ; todos los vicios, al fin,


su venganza al homicida, o dan gusto o dan provecho ;
al robador su remedio, mas de mentir ¿qué se saca
la fama y la presunción sino infamia y menosprecio?...
al que es por la espada inquieto:

LOS FAVORES DEL MUNDO

(Perdón de las ofensas)

PRÍNCIPE (A GARCÍA) seguir la airada pasión,


y deslustra la victoria
Vuestra dicha es tan extraña la villana ejecución.
que quisiera, vive Dios, Quien venció, pudo dar muerte ;
más haber hecho la hazaña pero quien mató ¿no es cierto
que hoy, García, hicisteis vos, que pudo vencer ; que es suerte
que ser príncipe de España. que le sucede al más fuerte,
Porque Alejandro decía sin ser vencido, ser muerto?
(¡Ved cuánto lo encarecía!) Y así no os puede negar
que más ufano quedaba quien más pretenda morder,
si un rendido perdonaba, que más honra os vino a dar
que si un imperio rendía.
el vencer y no matar,
Que en los pechos valerosos,
bastantes por sí a emprender que el matar y no vencer.
los casos dificultosos, Dar la muerte al enemigo,
el alcanzar y vencer de temello es argumento ;
consiste en ser venturosos ; despreciallo es más castigo,
mas que un hombre perdone pues que vive a ser testigo
viéndose ya vencedor, contra sí del vencimiento.
a quien le quitó el honor, La victoria el matador
nada la fortuna pone ; abrevia, y el que ha sabido
todo se debe al valor. perdonar la hace mayor,
Si vos de matar, García, pues mientras vive el vencido,
tanta costumbre tenéis, venciendo está el vencedor.
matar, ¿qué hazaña sería? Y más donde a'cobardía
vuestra mayor valentía no puede la emulación
viene a ser que no matéis. interpretar el perdón,
En vencer está la gloria, pues tiene el mundo, García,
no en matar ; que es vil acción de vos tal satisfación.

[Textos según la edic. de la B. A. E.. vol. X X . ]


HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 373

ANTONIO MIRA DE AMESCUA

EL ESCLAVO DEL DEMONIO

ANGELIO (Salé) y a costa de los que pasan


gozo diversos regalos
No tengas melancolía;
con la vida alegre y anclia.
¿por qué con lágrimas bañas
Doncellas fuerzo, hombres mato,
el rostro? ¿no soy t u dueño?
niego a Dios, h u y o su gracia,
¿qué te aflige? ¿qué te falta?
y fiel deleite me anima,
buen amo soy ; àe dos mundos
infiernos no me acobardan.
soy señor, y Dios me llama
Sólo quiero que me cumplas
grande Príncipe en su Iglesia
una liberal palabra,
que así m i poder le iguala.
condición de la escriutra
Desde la región del fuego
en tu favor otorgada.
hasta la esfera del agua
Amo a Leonor, sufro y peno
el corazón de la tierra
viviendo con esperanzas
mi mano pródiga abraza.
que me convierten las horas
Yo penetro con la vista
en siglos y edades largas.
las avarientas entrañas
de la tierra, de tesoros, ANGELIO
y de hombres muertos preñada.
Si acaso estas soledades Como obligado me tienes,
melancolizan y cansan, prevenido en eso estaba ;
y te pide el apetito a pesar de su virtud
comunicar gentes varias, traigo a Leonor conquistada:
no te arrepientas, no lloren de su casa la he traído,
los ojos que m e idolatran el monte pisan sus plantas,
y te llevaré a que mores con quien están compitiendo
en ciudad extraordinaria... limpia nieve y fina grana.
Vuelve los ojos y mira
DON GH el raro Fénix de Arabia,
No quiero, dueño y maestro, y el encendido planeta
cuya ciencia al mundo espanta, que alumbra a la esfera cuarta ;
Repúblicas de Catón, reverencia su hermosura,
en la idea fabricadas. esta imagen idolatra,
No quiero, no, las riquezas a cuyas aras es justo
de que el mundo ofrece parias que sacrifiques el alma.
a soberbias majestades, Llega, habla, goza, gusta,
de la gente idolatradas. ¿qué tiemblas, qué te desmaya?
Que entre relevados pinos, tuya es Leonor, no te admires,
que son rústicas guirnaldas goza, gusta, llega y habla.
de las ásperas cabezas
de las soberbias montañas, DON GIL
aprendo ciencias gustosas Hermoso dueño del mundo,
»4 JOSÉ MANUEL BLECUA

que tienes tiranizadas DON G I L


las almas con tu hermosura, Quiero, divina Leonor,
que ya da vida, ya mata. pues que merezco gozar
En hora dichosa vengas, destos regalos de amor,
huésped de nuestras montañas, tener luz para juzgar
prisión de los albedríos de tus partes el valor.
de cuantos miran tu cara. No es bien que tanta ventura
Parece que triste vienes se goce en la cueva escura,
a sei* destos montes alma, aunque a ser águila yo
mensajera de ti misma viera los rayos que dio
que eres el sol que se aguarda. este sol de tu hermosura.
Muda estás, Leonor ,responde ; Dichoso yo que he gozado
si mis regalos te agradan al Angel... ¡ Jesús, qué veo !
con ánimo generoso (Descúbrela y luego se hunde)
te mostraré manos francas :
ANGEUO
ven conmigo a aquesta cueva,
será con tu gloria honrada, Cómo es propio del pecado
dame la mano... parecerle al hombre feo
(Vase y queda Angelio) después que está ejecutado.
DON GIL
ANGELIO Sombra infernal, visión fuerte,
Sale a la plaza el toro de Jarama, a quien el alma perdida
como furia cruel de los infiernos, le pagan de aquesta suerte
tiemblan los hombres, porque son, gustos al fin desta vida
[no eternos, que todos para en muerte.
cual huye, cual en alto se encarama. Qué bien un sabio ha llamado
Herido el toro, en cólera se infla- la hermosura cosa incierta,
[ma, flor del campo, bien prestado,
mármoles rompe como vidrios tier- tumba de huesos, cubierta
[nos, con un paño de brocado.
hombres de bulto le echan a los ¿Yo no gocé de Leonor...? ;
[cuernos, ¿qué es de su hermoso valor?,
y allí quiebra su furia, bufa y brama. pero marchitóse luego,
Soberbia fiera soy, nada perdono, porque es el pecado fuego
tres partes derribé de las estrellas y la hermosura una flor.
para que al coro deste mundo bajen. Alma perdida, ¿qué sientes?,
Heridas tengo, y por vengarme de- Dios sólo a los allegados
[Ilas, da los bienes existentes ;
coger no puede a Dios, por que está el mundo los da prestados,
[en trono pero el demonio, aparentes.
y me vengo en el hombre, que es No te espante, no te admire,
[su imagen. no te cause confusión :
contempla estos gustos, mira,
(Sale don Gil abrazado con una que no sólo breves son
muerte, cubierta con un manto) pero que son de mentira.
[Texto según, la edic. de A. Valbuena
en Clásicos EBRÖ.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAfiOLA 375

VELEZ DE GUEVARA
REINAR DESPUES DE MORIR

VIOLANTE (Canta) inadvertida prudencia


Es verdad que yo la vi pronosticarme yo el mal.
en el campo entre los flores,
cuando Celia dijo así : DIONIS
+ \Ay} que me muero de amores ! ¿ N o ve a mi madre llorar?
¡ Tengan lástima de mí ! > Pues, ¿por qué no la perdona?

DOÑA INÉS REY

Aguarda, espera, Violante, Inés, que muráis es fuerza,


deja ahora de cantar ; Apenas puedo y a hablar ;
que temo alguna desdicha, y aunque la muerte sintáis
que no podré remediar. sabe Dios, aunque yo viva,
quién ha de sentirla más.
VIOLANTE DOÑA INÉS

¿Qué tienes, señora m í a ? No siento, señor ; no siento


¿ H a y algún nuevo pesar? esta desdicha presente,
sino porque Pedro ausente
DOÑA INÉS tendrá mayor sentimiento ;
en mí esa muerte homicida,
Por los campos del Mondego antes viene a ser contento,
caballeros vi asomar, que perder por él la vida
y, según he reparado, no h a sido nada, señor.,
se van acercando acá. porque ha mucho que mi amor
Armada gente los sigue : se la tenía ofrecida.
¡ Válgame Dios\, ¿qué será! Y cuando t u Majestad
¿ A quién irán a prender? quiera quitarme la vida
que aunque puedo imaginar la daré por bien perdida,
que el rigor es contra mí, que en mí viene a ser piedad
m e hace llegarlo a dudar lo que parece crueldad,
que son para u n a mujer si bien, en viendo mi muerte,
muchas armas las que traen. morirá también mi esposo,
y mi desdichada suerte,
VIOLANT«
pues este rigor forzoso,
Jesús, señora, ¿eso dices? no será en él menos fuerte.

DOÑA I N É S PRÍNCIPE

Violante, no puede más ¡ Qué ha llegado ya el día


m i temor; pero volvamos en que pueda decir que Inés es mía !
a la labor, que será I Qué alegre y qué gustosa
376 JOSÉ MANUEL BLECU*

reinará ya conmigo Inés hermosa ! NIÑO


(Canta una voz) Esta es la corona de oro.
¿Dónde vas, el caballero,
donde vas, triste de ti?, PRÍNCIPE
que la tu querida esposa De otra manera entendí
muerta está que yo la vi. que fuera Inés coronada ;
Las señas que ella tenía mas, pues no lo conseguí,
bien te las sabré decir : en la muerte se corone.
su garganta es de alabastro Todos los que estáis aquí
y sus manos de marfil. besad la difunta mano
de mi muerto serafín ;
PRÍNCIPE yo mismo seré el rey de armas.
Silencio, silencio, oíd :
Aguarda, voz funesta, esa es la Inés laureada,
da a mis recelos y temor respuesta esta es la reina infeliz
aguarda, espera, tente... que mereció en Portugal
reinar después de morir.

[Texto según la eclic. de F. Yüduráin en Clásicos Ebro-J


CAPITULO XXV I

EL TEATRO NACIONAL
(Continuación)

EL CICLO DE CALDERÓN

Características del teatro calderoniano. — Calderón, partiendo de las


fórmulas de Lope, crea también un teatro con notas características. Cal-
derón es más contenido ; poda las acciones secundarias y suprime lo in-
necesario. Se dio cuenta del valor que tenía el subordinar los personajes
accesorios a uno central, delineado a la perfección. Intensifica las ideas
de monarquismo y del honor, aparecidas en el teatro lopesco; da un con-
tenido filosófico puro a muchas comedias, y, finalmente, crea el auto
sacramental, de carácter simbólico y alegórico. Se diferencian también
en cuanto al lenguaje, ya que Calderón es un gongorino, frente a cierta
naturalidad que caracterizaba a Lope. Aumenta el valor de la escenogra-
fia, llegando en algunas obras a conceder gran importancia al puro valor
musical o arquitectónico, como en las comedias mitológicas.

Vida de Calderón. — A diferencia de la biografía apasionada de Lope,


la de D. PEDRO CALDERÓN DE LA BARÍ)A es una vida muy parca en motivos
externos, serena y tranquila. Nace en Madrid en 1600, estudiando con
los jesuítas y después en las Universidades de Alcalá y Salamanca. Asis-
tió como soldado a la guerra de Cataluña, ordenóse sacerdote y fué nom-
brado capellán de Reyes Nuevos de Toledo, donde vivió algunos años.
Pasó a la Corte con el cargo de capellán de honor de la casa real, m u -
riendo en 1681.

Obras.—Su obra dramática es menos extensa que la de Lope, ya


que entre comedias y autos se llega sólo al numero de doscientas piezas.
Como Lope, Calderón cultiva todos los géneros, desde la comedia reli-
giosa a la de contenido histórico o mitológico.
378 JOSÉ MANUEL BLECUA.

Dentro de las comedias religiosas las mas importantes son: La de-


voción de la Cruz, El príncipe constante y El mágico prodigioso. Esta
última es la más bella y su asunto es parecido al drama de Mira de
Ámesela. De las comedias históricas o legendarias, la más importante
es la conocida El Alcalde de Zalamea, basada en otra obra del mismo
título de Lope.

Exalta Calderón la justicia que se toma Pedro Crespo en el capitán Alvaro de


Ataide, que rapta a su hija y, después de deshonrarla, la deja abandonada en un
bosque. Como después de las súplicas del padre, el capitán no quiera casarse con
ella, Pedro Crespo, a quien acaban de nombrar Alcalde de Zalamea, le manda
ajusticiar

Pero al lado de estas comedias, Calderón logra crear otras de capa y


espada o de enredo, llenas de finura, como La dama duende o Casa con
dos puertas. Entre las que tienen por asunto un motivo' de honra, son
célebres El médico de su honra, El mayor monstruo, los celos y El pintor
de su deshonra. Sin embargo, son muy superiores sus comedías de tipo
filosófico, entre las que se encuentra su obra más genial y universal, La
vida es sueño, una de las creaciones más interesantes del teatro europeo
de todos los tiempos :

Eli rey Basilio, de Polonia, tiene encerrado en una cárcel a su hijo Segismundo,
para evitar que se cumplan los augurios de su nacimiento. Sin embargo, decide
probar a Segismundo, para lo cual, después de narcotizarlo, lo lleva a la Corte.
Al despertar se encuentra en un estancia suntuosa y, al poco tiempo, da muestras
de cólera, arrojando por un balcóo a un cortesano que le replica cuando trataba de
atropellar a la gentil Rosaura. Basilio vuelve a narcotizarle y encerrándole de nuevo
en la fortaleza, le hace creer que las escenas pasadas no han sido más que un
sueño. Pero entonces el pueblo se subleva en favor de Segimundo ; le libertan los
soldados y vence a su padre, aunque se porta con él generosamente. El eje de la
comedia tiene por base lo fugaz y huidizo de los bienes terrenos :

¿Qué és la vida? Un frenesí. y el mayor bien es pequeño;


¿ Qué es la vida ? Una ilusión. que toda la vida es sueño,
Una sombra, una ficción, y los sueños sueños son.

Los autos sacramentales. —Calderón es el creador del auto sacramen-


tal, pues, aunque ya había sido cultivado el género con anterioridad, él
es quien le da forma definitiva. El auto sacramental es una composi-
ción dramática (en una jornada) alegórica y relativa, generalmente, a la
Comunión. La alegoría, elemento esencial, consiste en la presentación
de ideas o cosas abstractas o concretas en forma de personajes. Así, por
ejemplo, es frecuente que aparezcan personajes como la Culpa, el Tacto,
la Fe, el Agua, etc. El asunto capital del auto —escribe VALBUENA PRAT—,
*tt entraña dramática, está en el misterio de la Bedención.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA 379

Como se ve, es ün teatro esencialmente teológico y religioso. Un pro-


ducto de la Escolástica contrarreformista, armonizado con una potencia
dramática de primer orden. Los mejores autos sacramentales son: El
gran teatro del mundo, El gran mercado del mundo, La vida es sueñú.
y La Cena de Baltasar,

La representación de estos autos sacramentales se solía hacer en el día del


Corpus, en lo que se llamaban ¡carros del Corpus, pero con abundante escenogra-
fía. Una serie de tablados sobre carretas, con las decoraciones pertinentes, consti-
tuían los distintos escenarios, ya que a pesar de ser en un acto, las mutaciones
escénicas son numerosas. ,

Rojas Zorrilla. — Nació FRANCISCO DE ROJAS ZORRILLA en Toledo, en


1607. Estudió Humanidades en Salamanca, residiendo después en Madrid,
donde llevó una activa vida teatral, interviniendo en numerosas polémicas
literarias. Murió, joven, en 1648.
Eojas Zorrilla, aunque de escasa inventiva, como Moreto, retoca sus
comedias hasta dejarlas perfectas. Introduce por primera vez la mujer
vengadora de su honra, dando una sohicién más humana al problema del
honor, como en la comedia Cada cual lo que le toca. Intensifica la figura
del gracioso, creando lo que se ha de llamar la comedia de figurón en
su graciosa obra Entre bobos anda el juego, pintura de don Lucas del
Cigarral, viejo feo y receloso que pretende casarse con una jovencita. Su
más lograda obra es la titulada Del rey abajo, ninguno o El labrador más
honrado.
Agustín Moreto. —De familia oriunda de Italia, nació en Madrid en
1618. Estudió en Alcalá, se ordenó de sacerdote y vivió casi siempre en
Toledo, donde muere en 1669.
Moreto cultivó la comedia de santos en San Franco de Sena ; la co-
media de fina penetración psicológica en El desdén con el desdén, obra
de gran elegancia y finura hasta por el ambiente : (Un galán, Carlos, re-
chazado por Diana repetidas veces, sigue el consejo de su criado Polilla,
y finge desdeñarla. Entonces ella se enamora de veras.) Dejó también
una muestra de ingenio en la comedia de figurón, El lindo don Diego
llena de gracia y de finísima ironía. Al tipo de comedia histórico-legen-
daria pertenece El rico-hombre de Alcalá, referente al rey don Pedro.
El teatro de Moreto no es por su temática muy original, ya que casi
todas sus más logradas creaciones proceden de comedias anteriores. Tuvo,
en cambio, un instinto de perfección raro en nuestros autores del siglo xvn,
unido a una gran delicadeza y pulcritud, que es su más exacta caracte-
rización.
CONSÚLTESE. — A. Valbuena Prat, Calderón Su personalidad, su arte dra-
mático, su estilo y sus obras, Barcelona, 1941. — Eugenio Frutos, Calderón de la
Barca, Barcelona, 1949.
360 JOSÉ MANUEL BLECUA

CALDERÓN

LA VIDA ES SUENO

ESCENA II
SEGISMUNDO (Dentro) (Abrense las hojas de la puerta y
¡ Ay mísero de mí ! ¡ Ay infelice ! descúbrese SEGISMUNDO con una
cadena y vestido de pieles. Hay
ROSAURA luz en la torre.)
¡ Qué triste voz escucho ! SEGISMUNDO
Con nuevas penas y tormentos lu-
[cho. ¡ Ay mísero de mí ! ¡ Ay infelice !
CLARÍN Apurar, cielos, pretendo,
Yo con nuevos temores. ya que- me tratáis así,
qué delito cometí
ROSAURA contra vosotros naciendo ;
Clarín... aunque si nací, ya entiendo
CLARÍN qué delito he cometido.
Señora... Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
ROSAURA pues el delito mayor
Huyamos los rigores del hombre es haber nacido.
desta encantada torre. Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
CLARÍN (dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
Yo aun no tengo ¿qué más os pude ofender
ánimo para huir, cuando a eso para castigarme más?
[vengo. ¿No nacieron los demás?
ROSAURA
Pues si los demás nacieron,
¿No es breve luz aquella ¿qué privilegios tuvieron
caduca exhalación, pálida estrella, que yo no gocé jamás?
que en trémulos desmayos, Nace el ave, y con las galas
pulsando ardores y latiendo rayos, que le dan belleza suma,
hace más tenebrosa apenas es flor de pluma
la oscura habitación con luz dudosa? •o ramillete con alas,
Sí, pues a sus reflejos cuando las etéreas salas
puedo determinar (aunque de lejos) corta con velocidad,
una prisión oscura, negándose a la piedad
y porque más me asombre, del nido que deja en calma.
que es de un vivo cadáver sepultura, ¿Y teniendo yo más alma,
en el traje de fiera yace un hombre tengo menos libertad?
de prisiones cargado, Nace el bruto, y con la piel
y sólo de una luz acompañado. que dibujan manchas bellas,
Pues huir no podemos,, apenas signo es de estrellas
desde aquí sus desdichas escuche- (gracias al docto pincel),
sepamos lo que dice. [mos : cuando atrevido y cruel
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPARGIA 381

la h u m a n a necesidad ROSAURA
le enseña a tener crueldad, No es sino un triste, ¡ ay de m í ! ,
monstruo de su laberinto. que en estas bóvedas frías
IY yo, con mejor instinto oyó tus melancolías.
tengo menos libertad ?
Nace el pez, que no respira, SEGISMUNDO
aborto de ovas y lamas,
Pues muerte aquí te daré ;
y apenas bajel de escamas
porque no sepas que sé (Ásela.)
sobre las ondas se mira,
que sabes flaquezas mías.
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad Sólo porque me has oído,
de tanta capacidad entre mis membrudos brazos
como le da el centro frío. te tengo de hacer pedazos.
¿Y yo con más albedrío
tengo menos libertad? CLARÍN
Nace el arroyo, culebra Yo soy sordo, y no he podido
que entre flores se desata, escucharte.
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra, ROSAURA
cuando músico celebra
de las flores la piedad, Sí has nacido
que le da la majestad humano, baste el postrarme
del campo abierto a su huida, a tus pies para librarme.
¿Y teniendo yo más vida
tengo menos libertad ? SEGISMUNDO
E n llegando a esta pasión, Tu voz pudo enternecerme,
un volcán, un E t n a hecho, tu presencia suspenderme
quisiera arrancar del pecho y tu respeto turbarme.
pedazos del corazón. ¿ Quién eres ? Que aunque yo aquí
; Qué ley, justicia o razón tan poco del mundo sé,
negar a los hombres sabe que cuna y sepulcro fué
privilegio tan suave, esta torre para m í ;
excepción tan principal, y aunque desde que nací
que Dios le ha dado a un cristal, —si esto es nacer—sólo advierto
a un pez, a un bruto y a un ave? este rústico desierto
donde miserable vivo,
ROSAURA siendo un esqueleto vivo,
siendo u n animado muerto ;
Temor y piedad en mí
sus razones han causado. y aunque nunca vi ni hablé
sino a un hombre solamente
SEGISMUNDO que aquí mis desdichas siente,
por quién las noticias sé
¿Quién mis voces ha escuchado? de cielo y tierra, y aunque
¿ E s Clotaldo? aquí, porque más te asombres
y monstruo humano me nombres,
CLARÍN
entre asombros y quimeras,
(Ap. a su ama.) Di que sí. soy un hombre de las fieras
382 JOSÉ MANUEL BLECUA

y una fiera de los hombres ; ni sé qué pueda decirte,


y aunque en desdichas tan graves ni qué pueda preguntarte :
la política he estudiado, sólo diré que a esta parte
de los brutos enseñado, hoy el cielo me ha guiado
advertido de las aves, para haberme consolado,
y de los astros suaves, si consuelo puede ser
los círculos he medido ;
tú sólo, tú has suspendido del que es desdichado, ver
la pasión a mis enojos, otro que es más desdichado.
la suspensión a mis ojos, Cuentan de un sabio, que un día
la admiración a mi oído. tan pobre y mísero estaba,
Con cada vez que te veo que sólo se sustentaba
nueva admiración me das, de unas hierbas que cogía.
y cuando te miro más, ¿Habrá otro—entre sí decía—
aún más mirarte deseo. más pobre y triste que yo?
Ojos hidrópicos creo Y cuando el rostro volvió,
que mis ojos deben ser ; halló la respuesta viendo
pues cuando es muerte el beber, que iba otro sabio cogiendo
beben más, y desta suerte, las hojas que él arrojó 1 .
viendo que el ver me da muerte,
estoy muriendo por ver. Quejoso de la fortuna
Pero véate yo y muera ; yo en este mundo vivía,
que no sé, rendido ya, y cuando entre mí decía :
si el verte muerte me da, «¿habrá otra persona alguna
el no verte qué me diera. de suerte más importuna?»
Fuera más que muerte fiera, piadoso me has respondido ;
ira, rabia y dolor fuerte; pues volviendo en mi sentido,
fuera muerte ; desta suerte hallo que las penas mías,
su rigor he ponderado, para hacerlas tú alegrías
pues dar vida a un desdichado las hubieras recogido.
es dar a un dichoso muerte.
Y por si acaso mis penas
pueden en algo aliviarte,
ROSAURA
óyelas atento y toma
Con asombro de mirarte, las que de ellas me sobraren.
con admiración de oirte, Yo soy...
1
Los antecedentes de esta conocidí- mente ; pero con la grand fame comen-
sima décima se encuentran en don Juan zó de comer de ellos, et comiéndolos
Manuel : estaba llorando, et echaba las cascaras
«Señor conde, dijo Patroneo» destos dellos en pos de sí ; et él estando e n este
dos homes, el uno llegó a tan, grant po- pesar et e n esta cuita, sintió que estaba
breza, que le non fincó e n el mundo otro home en pos del, et volvió la ca-
cosa que pudiese comer ; et desque fizo beza, et vio un home cabe sí que estaba
mucho por buscar alguna cosa que co- comiendo de las cascaras que ¿1 dese-
miese, non pudo haber cosa sinon una chaba, et era aquel de que vos fablé de-
escudilla de altarmuces, et acordándose suso.» (El Conde Lucanor, Enxemplo X.
do tan rico que solía ser, et que agora De lo que contesció a un home que por
con fame et con mengua comía altarmu- pobreza et mengua de otra vianda comía
ces, que son tan amargos et de tan mal atarmucea.)
sabor, comenzó de llorar mucho fiera -
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

ACTO II

ESCENA III

SEGISMUNDO CRIADO I . °
¡ Válgame el cielo, qué veo ! (A SEGIS)
¡Válgame el cielo, qué miro! ¿Volverán a cantar?
Con poco espauto lo admiro,
con mucha duda lo creo. SEGISMUNDO
¿ Yo en palacios suntuosos ? No,
¿Yo entre telas y brocados? no quiero que canten más.
¿Yo cercado de criados
tan lucidos y briosos? CRIADO I . °
¿Yo despertar de dormir Como tan suspenso estás
en lecho tan excelente ? quise divertirte.
¿Yo en medio de tanta gente
que me sirva de vestir? SEGISMUNDO
Decir que sueño es engaño : Yo
bien sé que despierto estoy. no tengo de divertir
¿Yo Segismundo no soy? con sus voces mis pesares ;
Dadme, cielos, desengaño. las músicas militares
Decidme, ¿qué pudo ser sólo he gustado de oír.
esto que a mi fantasía
sucedió mientras dormía, CLOTALDO
que aquí me he llegado a ver? Vuestra Alteza, gran señor,
Pero sea lo que fuere, me dé su mano a besar,
¿quién me mete en discurrir? que el primero os ha de dar
dejarme quiero servir, esta obediencia mi honor.
y venga lo que viniere.
SEGISMUNDO (Ap.)
CRIADO I.° Clotaldo es : * ¿ pues cómo así
(Ap, al CRIADO 2. 0
y a CLARÍN.) quien en prisión me maltrata,
¡ Qué melancólico está ! con tal respeto me trata?
¿Qué es lo que pasa por mí?
CRIADO 3. 0
CLOTALDO *
¿Pues a quién le sucediera
esto, que no lo estuviera? Con la grande confusión
que el nuevo estado te da,
CLARÍN mil dudas padecerá
A mí. el discurso y la razón ;
CRIADO 2.0
pero ya librarte quiero
de todas, si puede ser,
Ivlega a hablarle ya. porque has, señor, de saber,
384 JOSÉ MANUEL BLECUA

que eres príncipe heredero SEGISMUNDO


de Polonia. Si has estado No
retirado y escondido, me estorbe nadie, que es vana
por obedecer ha sido diligencia : ¡ y vive Dios !
a la inclemencia del hado, Si os ponéis delante vos,
que mil tragedias consiente que os eche por lá ventana.
a este imperio, cuando en él
el soberano laurel CRIADO 2. 0
corone t u augusta frente.
Mas fiando a tu atención Huye, Clotaldo.
que vencerás las estrellas, CLOTALDO
porque es posible vencellas
un magnánimo varón, ¡ A y de ti
a palacio te han traído qué soberbia vas mostrando,
de la torre en que vivías, sin saber que estás soñando ! {Vase.)
mientras al sueño tenías
el espíritu rendido. CRIADO 2. 0
T u padre, el rey mi señor, Advierte...
vendrá a verte y del sabrás, SEGISMUNDO
Segismundo, lo demás.
Aparta de aquí.
SEGISMUNDO
CRIADO 2. 0
Pues vil, infame, traidor,
¿qué tengo más que saber, Que a su rey obedeció.
después de saber quién soy, SEGISMUNDO
para mostrar desde hoy
mi soberbia y mi poder? Bu lo que no es justa ley
¿Cómo a tu patria le has hecho no h a de obedecer al rey,
tal traición, que me ocultaste y su príncipe era yo.
a mí, pues que me negaste
CRIADO 2. 0
contra razón y derecho
este estado? Bl no debió examinar
si era bien hecho o mal hecho.
CLOTALDO
SEGISMUNDO
¡ Ay de mí triste !
Que estáis mal con vos sospecho
SEGISMUNDO pues me dais que replicar.
Traidor fuiste con la ley, CLOTALDO
lisonjero con el rey,
y cruel conmigo fuiste ; Dice el príncipe m u y bien,
y así el rey, la ley y yo, y vos hicisteis m u y mal.
entre desdichas tan fieras,
CRIADO 2. 0
te condenan a que mueras
a mis manos. ¿Quién os dio licencia igual?

CRIADO 2. 0 CLARÍN

Señor... Yo me la he tomado.
ÏOfté MANUEL BLECUA 385

SEGISMUNDO SEGISMUNDO
¿ Quién T ú sólo en tan nuevos mundo«
eres tú, d i ?
me has agradado.
CLARÍN
CLARÍN
Entremetido,
y deste oficio soy jefe, Señor,
porque soy el mequetrefe soy un grande agradador
mayor que se h a conocido. ' de todos los Segismundos«

ESCENA XVIII

BASILIO ahora ? Escuchemos, pues,


Ciotaldo.
SEGISMUNDO (Entre sueños,)
CLOTALDO
Piadoso príncipe es
I Señor !, ¿así el que castiga tiranos :
viene Vuestra Majestad ? Clotaldo muera a mis manos.
Mi padre bese mis pies.
BASILIO
CLOTALDO
X-a necia curiosidad
de ver lo que pasa aquí "Con la muerte me amenaza.
a Segismundo ( \ ay de mí ! ) BASILIO
deste modo me n a traído.
A mí con rigor y afrenta.
CLOTALDO
CLOTALDO
Mírale allí reducido
Quitarme la vida intenta.
a su miserable estado.
BASILIO
BASILIO
Rendirme a sus plantas traza.
¡ Ay, Príncipe desdichado
Iylega a dispertarle, y a SEGISMUNDO [Entre sueños.)
y en triste punto nacido! Salga a la anchurosa plaza
que fuerza y vigor perdió del gran teatro del m u n d o
con el opio que bebió. este valor sin segundo,
porqué mi venganza cuadre,
CLOTALDO vean triunfar de su padre
al príncipe Segismundo. (Despierta.)
Inquieto, señor, está Mas ¡ ay de mí ! ¿ Dónde estoy ?
y hablando.
BASILIO
BASILIO
Pues a mí no me h a de ver (A CLO-
¿Qué soñará TALDO.) ;

25
386 HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

ya sabes lo que has de hacer. lo que vi, Clotaldo, sí.


Desde allí a escucharle voy. (Retí- Yo desperté, yo me vi
rase.) ( ¡ q u é crueldad tan lisonjera!)
SEGISMUNDO en un lecho, que pudiera
con matices y colores
¿Soy yo, por ventura? ¿Soy ser el catre de las flores
el que preso y aherrojado que tejió la primavera.
llegué a verme en tal estado? Aquí mil nobles, rendidos
¿No sois mi sepulcro vos, a mis pies, nombre me dieron
torre? Sí. jVálgame Dios! de su príncipe, y sirvieron
¡ Qué de cosas he soñado ! galas, joyas y vestidos.
CLOTALDO (Ap.)
La calma de mis sentidos
tú trocaste en alegría
A m í me toca llegar, diciendo la dicha mía,
a hacer la deshecha 2 ahora.— que, aunque estoy de esta manera,
¿ E s y a de dispertar h o r a ? Príncipe en Polonia era.
SEGISMUNDO
CLOTALDO
Sí, hora es ya de dispertar.
Buenas albricias tendría.
CLOTALDO
SEGISMUNDO
¿Tocio el día te has de estar
durmiendo? ¿Desde que yo No m u y buenas ; por traidor,
al águila que voló con pecho atrevido y fuerte,
con tardo vuelo seguí, dos veces te daba muerte.
y te quedaste t ú aquí,
nunca has dispertado? CLOTALDO

¿Para mí tanto rigor?


SEGISMUNDO
No, SEGISMUNDO
ni aun agora he dispertado ;
que según, Clotaldo, entiendo, De todos era señor,
todavía estoy durmiendo, sólo a una mujer amaba
y no estoy m u y engañado; y de todos me vengaba ;
porque si ha sido soñado Que fué verdad, creo yo,
lo que vi palpable y cierto, en que todo se acabó,
lo que veo será incierto, y esto solo no se acaba (Vase el
y no es mucho que rendido, Rey.)
pues veo estando dormido,
CLOTALDO (Ap.)
que sueñe estando despierto.
Enternecido se ha ido
CLOTALDO el Rey de haberle escuchado.—
Como habíamos hablado
Lo que soñaste me di. de aquella águila, dormido,
tu sueño imperios han sido ;
SEGISMUNDO mas, en sueños, fuera bien
Supuesto que sueño fué, honrar entonces a quien
no diré lo que soñé ; te crió en tantos empeños,
3
Disimular.
JOSÉ MANUEL BLECUA 387

Segismundo, que aun en sueños ESCENA III


no se pierde el hacer bien (Vase.)
SEGISMUNDO

ESCENA X I X ¿Quién nombra aquí a Segis-


mundo?
SEGISMUNDO CLARÍN

Es verdad ; pues reprimamos ¡Mas que soy príncipe huero!


esta fiera condición,
esta furia, esta ambición, SOLDADO I . °
por si alguna vez soñamos ; ¿ Quién es Segismundo ?
y sí haremos, pues estamos,
en mundo tan singular, SEGISMUNDO
que el vivir sólo es soñar ;
y la experiencia me enseña Yo.
que el nombre que vive sueña
SOLDADO 2.0
lo que es hasta dispertar.
(A CLARÍN.)
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando, ¿Pues cómo, atrevido y necio
disponiendo y gobernando ; tú te hacías Segismundo?
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe, CLARÍN
y en cenizas le convierte ¿Yo Segismundo? Eso niego.
la muerte ( ¡ desdicha fuerte ! ). Vosotros fuisteis los que
¿Que hay quien intente reinar me segismundeasteis, luego
viendo que ha de dispertar vuestra ha sido solamente
en el sueño de la muerte? necedad y atrevimiento.
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece; SOLDADO I . °
sueña el pobre que padece Gran príncipe Segismundo
su miseria y su pobreza, (que las señas que traemos
sueña el que a medrar empieza, tuyas son, aunque por fe
sueña el que afana y pretende, te aclamamos señor nuestro),
sueña el que agravia y ofende, tu padre, el gran rey Basilio,
y en el mundo en conclusión, temeroso que los cielos
todos sueñan lo que son, cumplan un hado, que dice
aunque ninguno lo entiende. que ha de verse a tus pies puesto,
Yo sueño que estoy aquí vencido de ti, pretende
destas prisiones cargado, quitarte acción y derecho
y soñé que en otro estado y dárselo a Astolfo, duque
más lisonjero me vi. de Moscovia. Para esto
¿Qué es la vida? Un frenesí, juntó su corte, y el vulgo,
¿Qué es la vida? Una ilusión, penetrando ya, y sabiendo
una sombra, una ficción, que tiene rey natural,
y el mayor bien es pequeño, no quiere que un extranjero
que toda la vida es sueño venga a mandarle. Y así,
y los sueños sueños son. haciendo noble desprecio
388 HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERATURA ESPAÑOLA

de la inclemencia del hado, Ya os conozco, j^a os conozco,


te ha buscado donde preso y sé que os pasa lo mesmo
vives, para que asistido con cualquiera que se duerme ;
de sus armas, y saliendo para mí no hay fingimientos,
desta torre a restaurar que, desengañado ya,
tu imperial corona y cetro, a* bien que la vida es sueño.
se la quites a un tirano.
Sal, pues, que en ese desierto SOLDADO 2. 0
ejército numeroso Si piensas que te engañamos,
de bandidos y plebeyos vuelve a esos montes soberbios
te aclama: la libertad los ojos, para que veas
te espara ; oye sus acentos. la gente que aguarda en ellos
para obedecerte.
VOCES
SEGISMUNDO
(Dentro.)
Ya
SEGISMUNDO otra vez vi aquesto mesmo
¿ Otra vez, ¡ qué es esto, cielos !, tan clara y distintamente
queréis que sueñe grandezas, como ahora lo estoy viendo,
que ha de deshacer el tiempo? y fué sueño.
¿Otra vez queréis que vea
entre sombras y bosquejos SOLDADO 2.0
la majestad y la pompa Cosas grandes,
desvanecida del viento? siempre, gran señor, trajeron
¿ Otra vez queréis que toque anuncios, y esto sería
el desengaño o el riesgo si lo soñaste primero.
a que el humano poder
nace humilde y vive atento? SEGISMUNDO
Pues no h a de ser, no ha de ser Dices bien, anuncio fué ;
mirarme otra vez sujeto y acaso que fuese cierto,
a mi fortuna ; y pues sé pues que la vida es tan corta,
que toda esta vida es sueño, soñemos, alma, soñemos
idos, sombras, que fingís otra vez ; pero ha de ser
hoy a mis sentidos muertos con atención y consejo
cuerpo y voz, siendo verdad de que hemos de despertar
que ni tenéis voz ni cuerpo ; deste gusto al mejor tiempo ;
que no quiero majestades que llevándolo sabido
fingidas, pompas no quiero será el desengaño menos,
fantásticas, ilusiones que es hacer burla del daño
que al soplo menos ligero adelantarle el consejo.
del aura han de deshacerse, Y con esta prevención
bien como el florido almendro, de que cuando fuese cierto
que por madrugar sus flores, es todo el poder prestado
sin aviso y sin consejo, y ha de volverse a su dueño,
al primer soplo se apagan, atrevámonos a todo.
marchitando y desluciendo Vasallos, yo os agradezco
de sus rosados capillos 3 la lealtad ; en mí lleváis
belleza, luz y ornamento. quien os libre osado y diestro

* Cabecita.
JOSÉ MANUEL BLECUÀ 389

de extranjera esclavitud. CLOTALDO


Tocad el arma, que presto
¿Qué dices?
veréis mi inmenso valor.
Contra mi padre pretendo
SEGISMUNDO
tomar armas y sacar
verdaderos a los cielos. Que estoy soñando, y que quiero
Puesto he de verle a mis plantas... obrar bien, pues no se pierde
(Ap.) el hacer bien aun en sueños.
Mas si antes desto despierto,
¿no será bien no decirlo CLOTADO
supuesto que no he de hacerlo?
Pues, señor, si el obrar bien
TODOS
es ya t u blasón, es cierto
que no te ofenda el que yo
¡ Viva Segismundo, viva ! hoy solicite lo mesmo.
¡ A t u padre has de hacer guerra !
Yo aconsejarte no puedo
E S C E N A IV
contra mi rey ni valer te.
A tus plantas estoy puesto,
CLOTAIVDO
dame la muerte.
¿ Qué alboroto es éste, cielos ?
SEGISMUNDO
SEGISMUNDO
¡ Villano,
Clotaldo. traidor, ingrato! (Ap.) Mas, ¡cielos!
el reportarme conviene,
CLOTALDO
que aun no sé si esto}' despierto.—
Señor... (Ap.) E n mí Clotaldo, vuestro valor
su rigor prueba. os envidio y agradezco.
Idos a servir al re}',
CLARÍN que en el campo nos veremos.
(Ap.) Yo apuesto Vosotros, tocad el arma.
que le despeña del monte. (Vase.)
CLOTALDO
CLOTALDO Mil veces tus plantas beso. (Vase.)
A tus reales plantas llego, SEGISMUNDO
ya sé que a morir.
A reinar, fortuna, vamos ;
SEGISMUNDO no me despiertes, si duermo,
y si es verdad, no me aduermas.
Levanta, Mas sea verdad o sueño,
levanta, padre, del suelo, obrar bien es lo que importa ;
que t ú has de ser norte y guía si fuere verdad, por serlo ;
de quien fíe mis aciertos; si no, por ganar amigos
que y a sé que m i crianza para cuando despertemos.
a t u mucha lealtad debo.
Dame los brazos. (Vanse tocando cajas.)
INDICE
I N D I C E

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Prólogo 6
Primeras manifestaciones de la lengua vulgar. — La epopeya medieval. —
Caracteres de la épica española. — El Cantar de Mio Cid. — Otros can-
tares de gesta .. .. 9
El mester de clerecía. — Gonzalo de Berceo. •— Otros poemas del meater
de clerecía 24
La lírica popular. — Los cancioneros galaico-portitgueses. — Las formas cas-
tellanas. — La «Razón feita de amor» y otros poemas de origen francés.
Restos del teatro medieval 81
Alfonso el Sabio : Su figura y su obra. — a) Históricas. — b) Obras jurídi-
cas. —• c) Obras científicas. — d) Obras literarias. — Libros de influen-
cia oriental 42
El siglo xiv. — La poesía. -*~ Arcipreste de Hita. — Otros poetas 52
La prosa en el siglo xiv. — Don Juan Manuel 67
El siglo xv. -— Caracteres generales. — Los Cancioneros. -— Los grandes
poetas del Cuatrocientos : Mena, Santillana, los Manriques. — Poesía
satírica 74
Los romances viejos. — Clasificación de los romances: a) Romances histó-
ricos ; b) Romances carolingios y de ciclo bretón ; c) Romances nove-
lescos y líricos. — Publicación y estilo de los romances 93
La prosa en el siglo xv. -— Características. — La historia. — La prosa di-
dáctica.— La novela 102
Humanismo. — Nebrija. — La poesía. — La prosa. — La Celestina. — Edicio-
nes y autor. — Aigumento. — Caracteres y estilo. — Realismo, idealismo.
Euentes. — Trascendencia. — Libros de caballerías 111
El teatro. — Direcciones.—Juan del Encina. — Lucas Fernández 128
Características del Renacimiento español. — Introducción de las formas ita-
lianas. — Petrarquismo y platonismo. — La poesía : Boscán, Garcilaso de
la Vega. — Obra poética. — Temática e influencias. — Estilo. — Poetas
petrarquistas ... ... 137
Págs.
La prosa en. la época de Carlos V : Sus características.—Los hermanos
Valdés ; el erasmismo. — Fray Antonio de Guevara. — El Lazarillo y la
novela picaresca. — Las dos épocas de la picaresca. — La vida de Lazarillo
de Tormes.— Sus características y estilo.—Los historiadores 16-2
El teatro en la primera mitad del siglo xvi. — Bartolomé Torres Naharro. —
Gil Vicente. — Lirismo y paisaje. — Códice de Autos viejos 178
La época de Felipe II. — La poesía. — Fray Luis de León. — Su obra en
prosa-. — Estilo. — La poesía. — Herrera. — Temática. — Estilo. — Otros
poetas castellanos y andaluces 186
Ascética y mística. — Características. — Juan de Avila. — Fray Luis de Gra-
nada. — Obras. — Estilo. — Santa Teresa de Jesús. — Obras. — Estilo. —
San Juan de la Cruz. — Poesía y prosa. — Lirismo y estilo. — Otros
escritores ascéticos y místicos ... 206
La novela pastoril. — Orígenes. — Jorge de Montemayor. — Gaspar Gil Polo.
Éxito de la novela pastoril. — El tema morisco. —• La prosa histórica. —
Juan de Mariana 233
El teatro prelopista. — El teatro erudito. — Lope de Rueda. — Obras. — Juan
de la Cueva. — Juan de Timoneda .. 240
El barroco literario. — Culteranismo y conceptismo. — La poesía culterana.—
Don Luis de Góngora. — Obra. — Los poemas mayores. — Estilo. — Segui-
dores de Góngora. — Enemigos y defensores de Góngora 250
Grupo sevillano y aragonés. — La poesía épica de los dos siglos ... 275
Apogeo de la novela : Cervantes. — Vida. — Cervantes, poeta. — La Galatea.
Novelas ejemplares. — Don Quijote, — El Quijote de Avellaneda. — Cer-
vantes, escritor dramático. — Persiles y Sigismunda 289
La novela en el siglo xvii. — Mateo Alemán. — Vicente Espinel. — Otras
novelas picarescas. — Castillo y Solorzano. — La llamada novela cortesana.
Principales autores de este género novelesco ... 306
Qu e ved o : Vida. — Quevedo, poeta. — Quevedo, prosista. — Estilo 316
Baltasar Gracián — Teorías literarias.—Tratados morales y políticos. — El Cri-
ticón. — Ideas. — Influencia de Gracián. — Estilo. — Saavedra Fajardo. —
Historiadores ;. ... 329
El teatro nacional. — Lope de Vega. —• Obras no dramáticas. — El teatro de
L o p e : Sus características.—'Las comedias más importantes ... ,. 333
Seguidores del teatro de Lope. — Guillen de Castro. — Tirso de Molina.—
J. Ruiz de Alarcón. — Vélez de Guevara. — Mira Amescua ... 363
Características del teatro calderoniano. — Vida de Calderón. — Obras. — Los
autos sacramentales. — Rojas Zorrilla. — Agustín Moreto ... 377
COLECCIÓN AULA

fextos para el estudio de la Len-


gua y Literatura españolas, di-
rigidos por José Manuel Blecua.

H a n aparecido :
GRAMÁTICA ESPAÑOLA, p r i m e r CUT80,
GRAMÁTICA ESPAÑOLA, S e g u n d o GUI-
SO.
GRAMÁTICA ESPAÑOLA, tercer curso.
PRECEPTIVA LITERARIA Y NOCIONES
DE GRAMÁTICA HISTÓRICA, CUartO
curso.
HISTORIA GENERAL DE LA LITERATU-
RA, quinto curso.
LITERATURA ESPAÑOLA, S e x t o CUrsO-
LITERATURA ESPAÑOLA, séptimo
curso.
HISTORIA Y TEXTOS DE LA LITERA-
TURA ESPAÑOLA (Dos volúmenes.)
EL LIBRO DE ESPAÑA, antología de
textos para los alumnos de Ba-
chillerato, p o r E l e n a Villatnana
Peco.
HISTORIA DE LA LITERATURA EX-
1
TRANJERA, por Ildefonso Maiiue
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