Las Cajitas Del Exito
Las Cajitas Del Exito
Las Cajitas Del Exito
No sabemos c�mo acceder a las fuentes de nuestra propia energ�a. Jos� Antonio
Marina, �tica para n�ufragos
1. La rueda de la vida
La imagen es hermosa: un c�rculo dividido en seis perfectas porciones que definen
una vida en equilibrio, pero estamos lejos de saber qu� es una vida en equilibrio.
Cualquier persona a la que preguntemos tendr� dificultades para responder o lo
har� de forma vaga: �es estar bien conmigo misma�, �tener buena salud�, �que mi
familia est� bien�, �que no me agobien�, �que mi jefe me respete� o �tener
trabajo�.
Somos prisioneros de f�rmulas sociales que nos dicen qu� es v�lido y qu� no, c�mo
pensar, qu� desear y qu� valoraci�n debemos hacer de todo ello. Estamos
condicionados a que sea positivo aunque no seamos felices, pero no importa: el
sistema posee recursos para disuadirnos de ideas insoportables, cuenta con
distracciones y diversiones a la carta casi a la altura de cualquier bolsillo.
Cuando la cosa se pone realmente fea, tenemos a nuestra disposici�n profesionales
que nos ayudan a restablecer las buenas migas con la norma imperante y, de ese
modo, volver al redil lo antes posible. Se trata de que seamos infelices, pero bien
adaptados.
El mundo que George Orwell imagin� en su aterradora distop�a 1984 con su Gran
Hermano vigilante ya est� aqu�. Nos encontramos rodeados de c�maras que nos
observan sin descanso: en los centros comerciales, en los transportes p�blicos, en
las entidades bancarias, los cajeros autom�ticos, los centros de salud, los parques
e incluso en los accesos y calles de zonas residenciales. Vivimos apresurados,
estresados y ansiosos a la b�squeda de un futuro que repare este presente
incompleto como si la gran m�quina que hemos creado nos tuviera como rehenes a la
espera de que abonemos el rescate, un rescate a cambio de un poco de libertad. Nos
inquieta no solo ignorar qu� podemos hacer, sino incluso saber si podemos hacer
algo.
Quiz� no sea tarde, no si ponemos freno a esta loca carrera reduciendo el ritmo y
reflexionando. Quiz� no para quienes est�n decididos a pagar el precio que esa
libertad exige.
�SI QUIERES, PUEDES!
Vamos a ver por d�nde empezar�n estos valientes la b�squeda, qu� har�n para
ablandar los barrotes de la jaula.
La rueda de la vida es una herramienta utilizada en el mundo del desarrollo
personal, una met�fora que invita al individuo a hacerse una fotograf�a reflexiva
de su propia existencia. Al enfocar cada �rea, le permite caer en la cuenta de su
estado actual y definir los aspectos que debe mejorar para alcanzar resultados m�s
satisfactorios. Su representaci�n gr�fica puede tener entre seis y doce secciones.
Tomemos como referencia su forma reducida:
EVAL�A DE 0 A 10C�MO ME
VEOC�MO QUIERO VERMECuestiono los valores que me han inculcado.
Analizo si los anteriores chocan con mis valores personales actuales, as� como mi
comportamiento con familia, amigos y compa�eros de trabajo.1- AGRADECIMIENTO.
Practico la gratitud, el agradecimiento y el aprecio sinti�ndolo desde el coraz�n,
reconociendo beneficios que se han recibido o se van a recibir.
2- ALEGR�A. Cuestiono cu�l es mi felicidad en la vida. Me considero una persona
alegre.3- AMABILIDAD. Me importa ser amable con los dem�s.4- AMISTAD. Mantengo una
relaci�n de afecto mutuo con mis amigos. 5- AMOR. Amo a las dem�s personas. Me
expreso y act�o desinteresadamente para desarrollar emociones en mis seres
queridos.6- AUTODOMINIO. Controlo siempre
mis emociones y los impulsos que me afectan en un determinado momento.7- CONFIANZA.
Soy alguien en quien se puede confiar plenamente. Siempre conf�o en las personas.8-
COHERENCIA. Poseo coherencia moral. Mis actos son coherentes con mis valores
morales.9- COMPROMISO. Pongo al m�ximo mi
capacidad para sacar adelante la tarea encomendada y tomo conciencia de la
importancia que tiene cumplir los compromisos.10- DIGNIDAD. Tengo un derecho innato
de respeto y trato �tico.12- GENEROSIDAD. Practico el h�bito de dar sin esperar
nada a cambio. Ofrezco mi tiempo, dinero y talento para ayudar a cualquiera que lo
necesite.13- HONESTIDAD. Me considero honesto, honrado e �ntegro, y la mentira o el
enga�o no caben en m�.
14- HUMILDAD. Soy modesto y respetuoso, carente de ego.15- JUSTICIA. Respeto los
derechos de las dem�s personas.16- LABORIOSIDAD. Me da gusto trabajar y esforzarme
por conseguir mis objetivos sin rendirme. Soy muy trabajador.17- LEALTAD. Soy fiel,
devoto a una persona, pa�s, grupo o causa.18- LIBERTAD. Tengo la capacidad de
controlar mis emociones.19- PACIENCIA. Tolero, comprendo y soporto los
contratiempos con fuerza y sin lamentos.
Modero mis palabras y conducta en los momentos delicados.20- PAZ. Me siento en un
estado de tranquilidad. 21- PERD�N. Perdono libremente en lugar de abrigar
rencores.22- PERSEVERANCIA. Soy perseverante en mis prop�sitos.23- PERTENENCIA. Me
considero un miembro de mi comunidad, familia, negocio, etc. asumiendo sus triunfos
y desgracias.24- PUNTUALIDAD. Soy merecedor de confianza, tengo una personalidad de
car�cter, orden y eficacia. Siempre soy puntual.25- PRUDENCIA. Poseo la capacidad
de gobernarme y disciplinarme a m� mismo mediante el uso de la raz�n.
26- RESPETO. Respeto las ideas de los dem�s.
Muestro aprecio, honor y estima a las personas (incluyendo el respeto por m�
mismo).27- RESPONSABILIDAD. Siento el deber y la obligaci�n de realizar
satisfactoriamente una tarea.28- SINCERIDAD. Muestro una actitud acorde con mis
principios. Siempre digo la verdad, aunque eso conlleve un perjuicio para m� o para
otra persona (familia, amigos, trabajo�).29- SOLIDARIDAD. Tengo la capacidad de
trabajar en equipo respetando y ayudando lo m�s posible hacia una meta com�n.30-
TOLERANCIA. Soy tolerante ante lo diferente, respeto las m�ltiples diferencias
existentes entre los seres humanos. Muestro una actitud justa y objetiva.31- Mis
valores afectan fuertemente a mis elecciones y decisiones.32- Trato de ejercer una
buena influencia moral y �tica sobre los dem�s.33- Me gusta compartir con los
dem�s.34- Me siento culpable con frecuencia.35- Poseo un sentido de prop�sito.36-
Practico la paz interior.
EVAL�A DE 0 A 10C�MO ME
VEOC�MO QUIERO VERME1- Practico una dieta equilibrada.2- Como demasiado deprisa.3-
Mi peso est� bastante bien.4- Hago deporte al aire libre y/o voy al gimnasio.5-
Tengo tiempo para pasear, tomar contacto con aire puro, sol�6- Voy al m�dico cada
a�o a hacer mis revisiones.7- Descanso lo suficiente y duermo bien por la noche.
8- Sufro tensi�n en mi vida familiar y social.9- Sufro tensi�n en el trabajo,
estudios�10- Estoy estresado y voy corriendo a todos los sitios.11- Caigo enfermo a
menudo.12- Me siento con energ�a.14- Trabajo de noche o en tiempos extras.15- Me
siento deprimido con frecuencia.16- Habitualmente me siento feliz.17- Experimento
cambios frecuentes de estado de �nimo.18- Mantengo una adecuada higiene diaria.9-
Tengo h�bitos perjudiciales para mi salud.20- Bebo.21- Fumo.22- Comprendo
claramente la importancia del buen desarrollo f�sico en relaci�n con las otras
metas de mi vida.23- Sigo un adecuado y regular programa de ejercicio.24- Padezco
indigestiones a menudo.25- Poseo m�s fuerza f�sica que una persona promedio de mi
edad.
EVAL�A DE 0 A 10C�MO ME
VEOC�MO QUIERO VERME1- Mantengo buenas relaciones y una comunicaci�n abierta con
todos los miembros de mi familia.2- Demuestro cortes�a y consideraci�n a todos los
miembros de mi familia.3- Hago un esfuerzo serio para manejar de forma constructiva
los problemas que surgen en mi familia.
4- Mis actitudes y comportamientos ayudan a otros miembros de mi familia a
satisfacer sus necesidades de autoestima y respeto de s� mismos.5- Expreso mi
cari�o y amor por cada miembro de mi familia.6- Entiendo claramente lo que los
dem�s miembros de mi familia esperan de m�.7- Tengo metas definidas de contribuir a
las buenas relaciones familiares.8- Disfruto las horas de la comida con mi familia.
9- Participo en las tareas dom�sticas.10- Hago demostraciones tangibles de cari�o y
afecto a mi familia.11- Les hago part�cipes de mis decisiones.12- Comparto con
ellos mis metas personales.13- Defino las metas familiares contando con ellos.14-
Me siento a hacer una lista de metas comunes con mi pareja.15- Planifico el fin de
semana con mi familia tal como hago con mis compa�eros de profesi�n en lo referente
al trabajo.16- Apoyo los esfuerzos de los dem�s miembros de mi familia que trabajan
hacia sus propias metas.
17- Me alegra que los miembros de mi familia pasen tiempo fuera con sus amigos.18-
Planifico y llevo a cabo las diversiones y esparcimientos destinados a reunir a los
miembros de mi familia.19- Cuento con el apoyo emocional de mi familia.20- Dedico a
los miembros de mi familia el tiempo que se merecen. Salgo antes del trabajo para
estar m�s tiempo con ellos.21- Las horas que paso con mi familia son de calidad.
EVAL�A DE 0 A 10C�MO ME
VEOC�MO QUIERO VERME1- Dedico tiempo a m� mismo.2- Practico las aficiones que
quiero.3- Recibo formaci�n profesional.4- Me reciclo profesionalmente por mi
cuenta.5- Tengo inquietud por formarme en idiomas, inform�tica, m�sica�
6- Ejercito mi mente.7- Leo libros de entretenimiento.8- Leo libros relacionados
con mi profesi�n.9- Leo libros de autoayuda.10- Medito.11- Practico actividades
relajantes. 12- Voy al cine, teatro, musicales, conciertos�13- Defino mis metas
personales en funci�n de mis prioridades personales.14- Visualizo los beneficios
personales de lo que hago y lo que me aporta cada cosa.15- Soy inteligente.16-
Aprender me satisface profundamente.17- Me agrada saber sobre temas no
necesariamente relacionados con mi trabajo.18- Considero que tengo una buena
educaci�n.19- Me gusta aprender por aprender.20- Necesito m�s educaci�n o
capacitaci�n en alg�n �rea.21- Podr�a incrementar los ingresos o �xito en mi empleo
aumentando conocimientos y destrezas.22- Me mantengo al d�a con las tendencias y
descubrimientos en mi campo.
23- Uso activamente mi imaginaci�n y creatividad.24- Programo tiempo regularmente
para estudiar, investigar o aprender.25- Visualizo los beneficios personales de lo
que hago, de lo que cada cosa me aporta.26- Tengo una lista de inquietudes
pendientes (aficiones, idiomas, instrumentos, deporte, manualidades, etc.) que me
encantar�a practicar, pero� �no tengo tiempo�.
Testimonio
Cuando tocas fondo y no tienes motivos para levantarte de la cama, cuando lo �nico
que quieres es dormir y no despertar, cuando decides que desaparecer es la �nica
soluci�n para dejar de sufrir, de pronto, te dices: �Qu� afortunada soy, SIGO VIVA!
Octubre de 2016, un antes y un despu�s en mi vida.
Tuve una infancia feliz y una familia perfecta, pero el destino hizo que con
catorce a�os todo cambiara para m� y el dolor se instaurase en m� vida hasta que
fui capaz con dieciocho a�os de cont�rselo a mi hermano y, cuatro a�os despu�s, a
mis padres.
No voy a entrar en detalles sobre hasta qu� punto puede sufrir en silencio una
ni�a de esta edad una situaci�n de acoso sin compartirla para no hacer sufrir a los
seres queridos. Todo eso me repercuti� acad�micamente, puesto que deb� repetir
tercero de BUP. Despu�s, todo se enderez�: carrera de piano, magisterio musical,
EGA1, m�ster de musicoterapia� Todo dedicado a la educaci�n y a ayudar a los dem�s.
He trabajado durante once a�os como andere�o2 en educaci�n primaria, como tutora,
como profesora de m�sica y como musicoterapeuta de adolescentes con problemas. Hace
9 a�os decid� emprender con una firma de alta cosm�tica como directora de ventas.
Mi vida sentimental, desde mi trauma de la adolescencia hasta el d�a de hoy, ha
pasado por muchas fases. Con dieciocho a�os era odio, rechazo a los hombres, nula
confianza, inseguridad. Luego, pas� por mis a�os locos de salir, pero no ve�a que
pudiera tener novio como era el caso de mis amigas.
As� continu� hasta que consegu� confiar, tener mis relaciones no estables y, poco
a poco, pasar a las estables y llevar a cabo la boda de mis sue�os.
Desafortunadamente, el amor solo dur� cinco a�os. Cuando cre�a que lo ten�a todo,
que tocaba tener hijos, etc. me desenamor� y, con mucha pena, me divorci�.
Estuve unos a�os sin pareja hasta encontrar a la persona gracias a la cual me he
hecho m�s fuerte. La que hizo que desapareciera la ilusi�n por vivir.
Volv� a ser v�ctima, esta vez de mi pareja. Jam�s pens� que podr�a vivir esta
situaci�n una persona fuerte, valiente, emprendedora, luchadora, y sin embargo,
capaz de sufrir esta dram�tica situaci�n. Ten�a muchos problemas con su conducta,
h�bitos, vicios y yo cre� que le podr�a ayudar hasta que me di cuenta de que no era
ni su madre ni su psic�loga ni su psiquiatra. Gracias a la ayuda siempre
incondicional de mis amigas, consegu� dejar a esa persona. Como siempre, no quer�a
decir nada a mi familia para no hacerlos sufrir, pero la presi�n por parte de mi
madre fue tal que me hizo contarle todo.
Llevo dos a�os sin levantar cabeza, otra vez sin confiar en los hombres. He
intentado alguna relaci�n, pero no conf�o, no puedo. A lo mejor es porque no he
dado con la persona adecuada o, tal vez, porque ahora me tengo que preocupar por
curarme, por quererme m�s, por aceptarme y dejar de pensar que he fracasado
respecto a mi sue�o de tener la familia ideal.
Todo esto me llev� a caer en picado en una depresi�n existencial: cuarenta y un
a�os, sin pareja, sin hijos (con lo que me gustan los cr�os), sin ilusi�n, sin
motivaci�n, sin ganas de vivir, sin querer estar con los amigos ni con la
familia... Sin querer trabajar. No ten�a raz�n alguna para percibir el mundo de
otra manera y seguir viviendo.
As� estuve hasta conocer a Aritz Urresti, quien me hizo pensar, analizar y
reflexionar acerca de los motivos por los cuales no tirar la toalla y construir una
autoconfianza a prueba de bomba.
Durante dos a�os, acud� a terapias con psic�logos y psiquiatras, y terapias de
grupo. Puedo decir que la �nica terapia que me est� ayudando a salir es el programa
y los seminarios de GoalBoxes.
Este programa no es una terapia de grupo, aunque est� siendo mi particular
salvavidas. He vuelto a so�ar, a recordar cu�les eran mis sue�os, mis �para qu�s�
en la vida, mis objetivos, mis metas. Mi rueda de la vida empieza a girar, ya que
he puesto como prioridad mi salud y bienestar. Como segundo pilar importante, estoy
retomando el amor incondicional de mi familia y amigas, y encontrando mi paz
interior. Cada d�a me siento m�s viva, m�s motivada, con ganas infinitas de todo.
En este programa de desarrollo personal y profesional, nos marcamos metas
personales y profesionales semanales, mensuales, etc. y vemos c�mo las vamos
consiguiendo, c�mo nos refuerzan y la enorme confianza que nos dan.
Mi inquietud laboral, mi formaci�n y mi ocio tambi�n est�n dando un gran giro.
Cada vez siento con m�s intensidad la necesidad de trabajar y colaborar con Aritz,
de ayudar y cambiar la vida a millones de personas de la misma manera que me ha
cambiado a m�.
He pasado de no querer vivir, de no tener ning�n motivo por el que levantarme de
la cama, de no valorar la maravillosa familia que tengo ni a mis amigas
incondicionales a asombrarme por lo grande que es vivir. Esto ha sido fundamental.
He pasado de estar medio muerta a sentirme viva, con ilusi�n por vivir, por comerme
el mundo, con pasi�n por hacer miles de cambios. Es maravilloso.
Por supuesto que no es f�cil. Son caminos distintos a los convencionales y luchas
contra tus propios prejuicios y los de los tuyos, aunque, en mi caso, mis padres
solo quieren mi bienestar. Para ellos, es importante que yo tenga un sueldo fijo y
estable, Seguridad Social, jubilaci�n, etc., pero para m� es esto y� mucho m�s.
Gracias a Aritz, he vuelto a creer en m�, a hacer frente a las adversidades, a
ser fuerte, a cambiar h�bitos, a romper barreras mentales cada d�a, a nadar contra
corriente, a luchar por mis sue�os, a llegar a ese punto donde estoy ahora: un
estado de paz interior y de infinito agradecimiento.
Octubre de 2017: yo manejo el tim�n de mi vida. He eliminado los t�xicos de ella,
incluidas las personas, tal como Aritz me ha venido aconsejando: �Todo lo que te
haga da�o y te quite salud, fuera�. S� lo que quiero, soy mil veces m�s fuerte y
valiente, y siento gratitud por lo pasado. Incluso doy gracias a las personas que
me han puesto la zancadilla, para ser ahora quien soy. Es lo que me permite vivir
ahora con esta intensidad y este amor por mi familia y mis amigas (todas ellas), y
querer aportar bienestar a las vidas de otras personas.
Gracias Aritz, gracias por tu ayuda incondicional y por confiar y apostar por mi.
Esther Diaz
TESTIMONIO
Si de algo soy consciente a d�a de hoy respecto al �xito y gracias a la dedicaci�n
de Aritz con todos nosotros es, sobre todo, de dos cosas:
La primera es que todas las Cajitas que acometemos deben estar bien alineadas.
Primero, con nuestras metas; en segundo lugar, con nuestros objetivos espec�ficos;
finalmente, con nuestros Sue�os (as�, con may�scula). A m� me ha servido
escribirlos y reescribirlos una y otra vez, dos, tres, muchas m�s. Me ha servido no
tirar los papeles viejos, sino contrastar los antiguos con los m�s modernos y
actualizados. Tambi�n, de vez en cuando, recordar los logros obtenidos, que anoto y
guardo como he aprendido a hacer con Aritz; esto, porque es importante verlos en el
papel y saber que los voy consiguiendo. Me da fuerza.
Pasa igual con los Sue�os, escribo uno y otro, y de tantas maneras como puedo. No
importa que se repitan, porque es como llego hasta su esencia, su perfume, y como
me hace consciente de ellos. Tenerlos escritos y comprobar c�mo recorro la
distancia hasta conseguirlos me da la fuerza y el valor necesarios. As�, voy
alineando mis objetivos generales y, desde ah�, paso a los espec�ficos, las metas,
las Cajitas� Saber que esto funciona as� me empuja a pasar por encima de las
objeciones, a convertir las dificultades en nuevas oportunidades para recolocarme y
realinearme.
Confieso que me cost� horrores llegar a ser consciente de que solo cuando tomaba
decisiones encaminadas a lo que est� m�s arriba del �rbol, los Sue�os (de donde
salen todas mis ramas u objetivos) me llevaban un paso adelante, un paso que me
hac�a progresar.
La segunda cosa que quiero destacar est� muy relacionada con la primera y, aunque
es de otro autor (Anxo P�rez), Aritz tambi�n la defiende: �La soluci�n est� en
adelantarnos� en luchar contra el piloto autom�tico y entender que, en 2016, no
compet�amos en 2016, sino en 2019, pues la batalla de 2016 ya se hab�a ganado o
perdido en 2013. Lo que determinar� que ganemos la batalla en 2025 no son las
decisiones que tomemos en 2025, sino las que adoptemos en 2022�.
Cuando lo le�, fue otro torbellino emocional y profesional que me hizo m�s
consciente a�n de lo importante que es �adelantarme�, de tener siempre claro, sea
el �rbol lo grande que sea, con todas sus ramas de objetivos, metas y Cajitas, que
todo lo que haga tiene que caber dentro del porqu�, el c�mo y el para qu� de mis
Sue�os. Aritz insiste continuamente en que los tengamos bien presentes. Es bueno
compartir esos sue�os; al menos, a m� me est� resultando. Es verdad que no los
compartes con cualquiera o que, en su caso, compartes algo m�s espec�fico. Como
dice Aritz, cuanto m�s espec�ficos somos, m�s f�cil que nos ayuden� sin olvidar dar
antes lo que queremos recibir.
Esto, que parece f�cil y se lo o� decir a Aritz desde el primer d�a creyendo
entenderlo, no lo es tanto en la pr�ctica. Solo cuando te pones a trabajar las
Cajitas y practicas un d�a y otro y otro es cuando dices: �Bien, lo estoy
consiguiendo. Por fin puedo comunicar lo que quiero, me acerco a lo que busco, s�.
Por fin escribo mi propio libro y lo pinto y despinto, y le agrego y le desagrego
las p�ginas que quiero. Es mi libro, no el de otros�.
Trabajar en mis acciones y Cajitas, d�a a d�a, me hace ser consciente de que me
acercan a ese Sue�o que persigo. Es una sensaci�n indescriptible, un Sue�o que, en
verdad, ya estoy cumpliendo, que es un �xito en s� mismo, puesto que lo disfruto y
me hace vibrar con lo que hago.
Despu�s de tres a�os trabajando conscientemente en lo que hago y de saber su
porqu�, hay quien me ha llegado a decir ��Qu� claras tienes las cosas que haces y
d�nde quieres llegar!� y ��Qu� bien haces encadenando un proyecto con otro, c�mo de
bien conectas acciones mirando siempre hacia d�nde te van a llevar o hacia d�nde
quieres que te lleven!�.
Porque esa es otra: al trabajar tanto en alinear y realinear objetivos para que
me lleven donde quiero llegar, s� lo que quiero, lo que me vale y lo que no, as�
como cu�ndo y a qui�n comunic�rselo. Es significativo comprobar que las
oportunidades que estoy buscando y de las que soy muy consciente, porque les dedico
horas, se me aparecen o cruzan de forma casi constante, lo que me hace avanzar a�n
m�s. Quiz� antes tambi�n ten�a esas oportunidades, pero no era realmente consciente
de ellas.
�Mil gracias, Aritz!
Sergio
Sergio Pampliega Campo, cofundador junto a Cristina Alonso del Chicca, en Espa�a,
del Colectivo Art Toy Gama. Se trata de un colectivo internacional, art�stico y
profesional vinculado a los Art Toys o �juguetes de autor�. Asimismo, son
responsables de la marca Art Toy Maison.
Cap�tulo 3
Cultiva solo aquellos h�bitos que quisieras que dominaran tu vida. Elbert Hubbard
3. La puerta de salida
Mantenernos en la queja permanente conserva intactos nuestros problemas, tenemos
que hacer algo distinto para salir de ellos. Estamos a punto de mostrar la salida
para que cada lector comprenda que solo �l tiene la llave que abre las puertas de
sus sue�os, porque son varias las puertas, pero solo una la llave.
Hay otra buena noticia: los sue�os se cumplen, pero nos necesitan, requieren de
nuestra participaci�n. Estamos acostumbrados a creer que somos de una determinada
manera cuando eso que nos es tan familiar y que llamamos �nosotros mismos� apenas
es un reflejo p�lido de quienes somos. Podemos retenerlo como verdad �nica y
encapsularlo o expandirlo y revelar nuestra capacidad e inteligencia en toda su
dimensi�n; es decir, hacer realidad lo que so�amos y lo que somos.
El primer paso para ello es comprendernos a nosotros mismos, entender la raz�n de
nuestras acciones, reacciones, actitudes, expectativas, sentimientos, h�bitos,
barreras mentales y creencias err�neas hasta llegar a comprender que el 70 % de lo
que nos sucede en la vida est� vinculado con aspectos nuestros que desconocemos.
Nos sirve saber c�mo somos, pero nos sirve, sobre todo, saber c�mo queremos ser.
Existen tres cuestiones fundamentales que conviene tener en cuenta antes de
seguir:
No basta con leer este libro.
Memorizarlo tampoco es la soluci�n.
Ser� un incre�ble punto de partida solo si se pasa a la acci�n.
Aunque este libro contiene claves muy funcionales, el aut�ntico secreto consiste
en actuar, en llevarlas a la pr�ctica.
Los libros nos pueden servir de inspiraci�n porque nos presentan contextos en
perspectiva, mapas de quienes han efectuado la traves�a y saben d�nde hay cruces o
desv�os, pero el cada uno debe realizar su propio periplo.
Un viejo proverbio dice: �Olvido lo que veo, recuerdo lo que oigo y aprendo lo
que hago�. Se trata de hacer. Nos transformamos gracias a acciones en cadena
dirigidas por una intenci�n o un prop�sito.
3.1. Autoobservaci�n: empezar por el principio
Observarse a s� mismo requiere no solo una actitud decidida, sino tambi�n grandes
dosis de honestidad. No tenemos m�s que recordar la tensi�n que nos atenaza si
alguien hace un comentario negativo acerca de nosotros; m�s a�n si es en p�blico.
En lugar de iniciar una conversaci�n para conocer sus razones, nos quedamos
paralizados por el desconcierto, buscamos desaparecer cuanto antes y, a veces,
preparar alg�n modo de venganza. Lo �ltimo que nos interesa es saber qu� puede
haber de verdad en su comentario, porque no lo vemos como oportunidad para crecer.
Imaginemos un juego en el que fuera necesario tomar buena nota para elaborar el
perfil profesional de un extraterrestre.
El ejercicio consiste en remitirlo al departamento de recursos humanos de una
empresa de la Tierra interesada en espec�menes de este tipo. Como presenta un
curr�culum que no sabemos interpretar aqu�, el asunto consiste en desentra�ar sus
habilidades; por supuesto, siendo lo m�s concretos posible. No sirve decir �es muy
inteligente�, �se nota que sabe mucho� o �tiene que destacar sobre cualquiera de
nosotros�. Hay que entrar en lo particular, hay que enfocarlo hacia un departamento
determinado de una empresa determinada. Las generalidades nos distraen y no nos
permiten especificar.
No es posible adoptar medidas ni acometer planificaciones de este modo.
Algunas de las siguientes preguntas podr�an servir de pauta para entrevistar al
candidato:
�Tienes habilidades para la mec�nica?
�Se te da bien cocinar? �Cu�l es tu especialidad?
�Eres buen orador?
�Te consideras dotado para las relaciones p�blicas?
�Tienes buena visi�n espacial?
�Eres paciente? �M�s con personas mayores o con los ni�os?
�Se te dan bien los n�meros? �Y las letras?
�Eres intuitivo?
�Te gusta el contacto con la naturaleza?
�C�mo te relacionas con los animales?
�Te gusta escuchar?
�Qu� tal se te da dibujar?
Por supuesto, no son preguntas para un extraterrestre, pero s� para nuestro alter
ego imaginario.
En la siguiente fase, m�s enfocada hacia nuestro inter�s particular, plantearemos
preguntas del tipo:
�Qu� relaci�n tienes con tu trabajo actual?
�Crees que est�s a la altura de lo que tu puesto de trabajo exige?
�Podr�as mejorar las relaciones con tus compa�eros?
�A qu� te gustar�a dedicarte?
�Qu� suceder�a si cambiaras?
�Cu�l es el principal problema?
�Hay algo que puedas hacer? �Qu� es lo m�s arriesgado?
�Qu� podr�as ganar?
�Hasta qu� punto influye la situaci�n general en tu manera de actuar?
Sin embargo, lejos de concretar, puede que las respuestas a las cuestiones
anteriores terminen pareci�ndose a estas:
Hago lo que puedo y dentro de lo que puedo. Todo est� fatal.
Mi jefe no tiene en cuenta todo lo que he hecho por la compa��a.
Mis compa�eros no son nada solidarios, cada uno va a lo suyo. No hay nada que
hacer.
Me tienen envidia y van a por m�. Quieren hundirme porque, en el fondo, soy
mejor que ellos.
El encargado es un incompetente y me lo pone muy dif�cil.
El problema es que trabajo m�s que cualquiera de mis jefes. Ellos �nicamente se
dedican a hablar por tel�fono.
No saben explicar las cosas y luego dicen que soy yo quien las hace mal.
En casa siempre me esperan m�s tareas; mi mujer no tiene ni idea de lo que me
empe�o por ella y mis hijos.
Mi marido se cree que todo est� resuelto con poner la lavadora y llevar a los
ni�os al colegio.
Ya me he hartado. Me gustar�a hacer cualquier otra cosa en cualquier otro
sitio, pero �ad�nde voy a ir si no hay nada, si llevo toda la vida trabajando aqu�?
Es frecuente que presentemos una buena adaptaci�n al entorno aun manteniendo una
queja tras otra a lo largo de toda la vida. Esto sucede porque lo compensamos con
otras �reas y nadie lo nota. Divagamos y nos vamos por las ramas. Tal es la actitud
de quien tiene un miedo profundo y un f�rreo instinto de supervivencia, de alguien
anclado en la fase infantil de su vida. Sus formas son �tiles y funcionales en
apariencia, pero enmascaran desequilibrios que sabotean cualquier tentativa de
cambio.
Es una verdad de Perogrullo que hacer lo de siempre nos proporciona los mismos
resultados de siempre, id�nticos a los que nos mantienen en la queja y la inacci�n.
Ciertos atributos responden a este tipo de perfil y podemos observarlos en la
columna de la izquierda, mientras que sus contrarios aparecen en la de la derecha:
nadas estar�n sus experiencias posteriores tal como expresa el diagrama anterior.
Importa m�s la intensidad del impacto que la causa concreta que lo produjo (m�s
cu�nto lo vivimos, qu� sensaci�n intensa nos produjo, que los detalles de lo que
pas�).
Si la percepci�n de amenaza para la integridad es lo que queda de las m�ltiples
percepciones infantiles, la criatura generar� sentimientos y emociones similares en
situaciones parecidas, y estas configurar�n la base de sus respuestas emocionales
en el futuro.
Es un hecho: nuestro destino est� en nuestras manos. Nuestra serenidad y
equilibrio interno depender�n de hacia d�nde enfoquemos la atenci�n, de a qu� lobo
alimentemos.
Aprender a mirar de otra manera y actuar en consonancia es un ejercicio
fundamental para la salud ps�quica, aunque genera una gran resistencia. Se trata de
permanecer atentos y de escuchar nuestras inquietudes, as� abrimos la puerta a
cualquier posible modificaci�n que est� a nuestro alcance.
Somos rehenes de nuestros pensamientos autom�ticos, puesto que jam�s los
cuestionamos a pesar de que condicionan
nuestro circuito de pensamientos, sentimientos, emociones y creencias.
De lo contrario, vivimos una vida de ansiedad y estr�s. Si solo fuera eso,
podr�amos soportarlo de manera estoica y acostumbrarnos, pero la ansiedad y el
estr�s cr�nicos nos impiden acceder a recursos que tendr�amos disponibles para
lograr cualquier objetivo. Una vida insatisfecha nos va a despertar el deseo de
mirar hacia otros lados, aunque, para avanzar hacia ellos, nos encontramos una y
otra vez con obst�culos que superar y sin poder echar mano de esos recursos que no
hemos ejercitado.
Este libro va dirigido a quienes cuentan con capacidad suficiente como para
afrontar los cambios que desean pero desconocen c�mo acceder a ellos. El error m�s
frecuente es pensar que la monta�a es demasiado alta. Ahora bien, la cosa cambia si
pensamos en c�mo hacer fracciones de la ruta en lugar de pensar en la cima.
Siempre hay un punto de partida.
Es el �aqu� y ahora�, nos calzamos las zapatillas y trazamos una ruta. Es el
primer d�a y no tenemos costumbre de caminar, as� que calculamos un tiempo te�rico.
Finalizado el ejercicio podremos sacar conclusiones: el tiempo real que hemos
empleado y nuestro estado de forma. Si reproducimos la caminata en d�as alternos,
podremos establecer un plan provisional al final del primer mes.
Es f�cil que tengamos m�s de un objetivo en mente, pero acometeremos el segundo
cuando hayamos acabado el primero. Para abordar la tarea de gestionar la propia
actitud, es preferible centrarnos en un primer objetivo. En caso de que nuestros
pensamientos sean de tipo saboteador (��vaya rollo!�, ��qui�n me mandar� a m�?�,
��con el fr�o que hace�!�, ��con lo temprano que es�!, ��pero si no se ve a nadie
m�s!�, ��pero si esto es una tonter�a!�, �est� claro que no lo conseguir�, ��qu�
locura!�, etc.), podr�amos acabar desistiendo y con sensaciones negativas.
Cambiar de h�bitos no es tarea f�cil. El cerebro trabaja con la ley del m�nimo
esfuerzo. Resulta decisivo entender que esta masa repleta de conexiones neuronales
tiene que llevar a cabo miles de operaciones complejas y que busca atajos
constantemente. Necesita automatizar cualquier ruta para rendir al m�ximo. Ante
determinada se�al, entra en modo autom�tico, en las soluciones aprendidas, y sabe
que tendr� una gratificaci�n �la del resultado esperado� como resultante. En ese
instante, se activa el denominado circuito de recompensa.
Es importante que nos digamos ��lo conseguimos!�, ��pudimos con ello!� cada vez
que logremos algo que nos hab�amos propuesto. Nuestro cerebro obtiene as� un premio
adicional y segrega sustancias similares a las secretadas ante cualquier otra
sensaci�n de triunfo. Adem�s, acabamos haciendo nuevas conexiones de conquista y
satisfacci�n y se a�ade algo crucial y que cierra el mecanismo: el impulso de
reproducir la acci�n. Necesitamos prop�sitos con fuerza suficiente para que la
motivaci�n inicial no decaiga y tambi�n una fe inquebrantable en que podremos
conseguirlos. Si escalar la monta�a es una medida para mantenernos en buena forma
el mayor tiempo posible, el objetivo tirar� de nosotros.
Solo queda convertirlo en h�bito.
3.4. Aprender a �tangibilizar�
Qu� queremos, para qu� lo queremos y para cu�ndo. Concretar, concretar,
concretar. Responder a estas preguntas nos coloca en la l�nea de salida de
cualquier desaf�o.
Algo �tangible� es algo que puede ser tocado o medido
�un cuaderno, una silla�� y tambi�n algo que pueda ser probado o verificado de
alg�n modo. Siguiendo con el ejemplo de caminar, no podemos tocar los pasos que
damos o los kil�metros que recorremos, pero s� llevar un registro de ellos.
De nada sirve decir �estoy mal y quiero estar bien� o �quiero ser feliz�. �Mal� y
�bien�, como �felicidad�, �tristeza� o �amor�, no pueden palparse ni
contabilizarse. Son conceptos abstractos que requieren manifestaciones mensurables:
un anillo puede ser una demostraci�n tangible de amor como tambi�n puede serlo
cortar el c�sped para alguien, enviar una carta de apoyo o acompa�ar a un enfermo.
�No tengo dinero para planificar unas vacaciones en Irlanda� ser�a una afirmaci�n
inconcreta con la que poco o nada puede hacerse. En cambio, �necesito 6.000 euros
para el viaje que quiero hacer a Irlanda� me coloca en un �mbito de realidad y
frente a un objetivo concreto: obtener dicha cantidad.
Debemos hacer el esfuerzo de volver cuantificables las cosas que no lo son si
queremos introducir cambios notables y constatables en nuestras vidas.
Nuestra mente se parece a una criatura hiperactiva, necesita todos sus juguetes y
todos al mismo tiempo para no hacer caso de ninguno de ellos salvo por instantes.
Le gusta dedicarse a todos en general y a ninguno en particular. Vive al asalto y
le parece normal. Dicen que tenemos alrededor de sesenta mil pensamientos al d�a:
60.000.
�Cu�ntos de estos pensamientos est�n dirigidos a alcanzar nuestros objetivos?
�Cu�ntos, por el contrario, se enfocan en lo que no queremos?
Nos asusta la posibilidad de que alguien pueda hacernos un lavado de cerebro
cuando lo cierto es que no necesitamos a nadie para eso. Estamos program�ndonos a
nosotros mismos todo el tiempo, y los est�mulos externos se encargan de actualizar,
fijar y dar brillo a las ideas cuando nos faltan.
La mente humana:
Generaliza. Se siente poderosa en medio del caos que crea por s� sola. Le
encanta decir �fatal�, �genial�, �todo�, �nada�, �siempre�, �nunca�, �bien�, �mal�.
Estas inconcreciones no sirven m�s all� de una conversaci�n de calle o de ascensor.
Distorsiona. Si un compa�ero con el que he tenido alguna diferencia no me
saluda, r�pidamente me digo: �le caigo mal�, �no me aguanta� o �ya sab�a yo que no
le gusta c�mo visto�. Siendo m�s ben�volo, pensar�: �es que tiene �toque�, siempre
he sabido que es medio raro� o �no pienso preguntarle qu� le pasa, porque es capaz
de soltarme un bufido�. A partir de ah�, lo f�cil es que monte toda una
arquitectura de prejuicios contra �l.
Omite. �Me felicitaron por el balance que present�, pero comet� un error al
hacer la declaraci�n de Fulanito. Soy un incompetente�.
Se enga�a. �Si el d�a tuviese veinticuatro horas m�s, pondr�a a cero mi bandeja
de entrada�. �Si tuviese m�s dinero, ayudar�a a organizaciones humanitarias�. �Si
encontrase una persona as�, as� y as�, ser�a feliz�.
La mente se enga�a por partida doble, porque le mostramos que esto es as� y sigue
funcionando igual. Dice que tiene claro lo que quiere, pero se mantiene en lo que
no le lleva a conseguirlo. Asegura ser consciente de sus sue�os y, en lugar de
dise�ar un plan que le conduzca hasta ellos, se dedica a criticar lo mal que est�
todo y la dificultad de que las cosas puedan ser de otra manera.
Si resulta prioritario ser riguroso y aprender a precisar en el mundo personal,
es vital en el contexto de la empresa. T�rminos como �servicios� son intangibles,
de manera que hay que traducirlos a n�meros para que el valor de lo intangible
tenga su equivalente tangible.
Hay sue�os que son para so�ar y sue�os que son para ser cumplidos. Es hora de
definir a qu� categor�a pertenecen los nuestros.
TESTIMONIO
Me llamo Diego Fern�ndez-Navamuel y soy un empresario vasco residente en Marbella.
Aritz Urresti ha cambiado mi existencia.
Cuando le conoc�, viv�a lo que me tocaba vivir: ten�a un bar en el que trabajaba
con mi mujer todos los d�as de la semana y sufriendo, puesto que la situaci�n era
la misma desde hac�a cinco a�os.
Un a�o antes, mi salud me dio un aviso. Normal. La �nica v�a de escape que ten�a
en esa vida desagradable era comer y beber. Empec� a darme cuenta de que necesitaba
un cambio, aunque no imaginaba hasta qu� punto.
Cuando acud� a Aritz, fue porque quer�a ser m�s productivo. Me sent�a cautivo, y
los beneficios de mi negocio no daban para contratar empleados.
Lo primero que aprend� fue a ser realmente consciente de mi situaci�n. Estaba
vendiendo todo mi tiempo y el de mi mujer, as� que no nos quedaba nada para
cuidarnos la salud ni para cuidar y ayudar a nuestras familias (que nos
necesitaban); ni siquiera para tener hijos. Ten�amos poca o ninguna relaci�n con
nuestros amigos y ni tiempo ni fuerzas para aprender o mejorar. Hasta el car�cter
se nos hab�a agriado, porque est�bamos amargados. Era evidente, lo s�, pero no
terminaba de verlo porque no hac�a nada para remediarlo.
Aritz no solo me abri� los ojos; adem�s, me ense�� c�mo hacerlo.
Entr� en un proceso de transformaci�n. Cada vez que iba a sus clases, me ense�aba
algo nuevo y revolucionario, as� que empec� a procesar much�sima informaci�n. Sal�a
como si ya tuviera la clave para solucionar mis problemas, pero la cosa era
distinta cuando volv�a a mi realidad, puesto que requer�a un proceso de aprendizaje
y un tiempo de asimilaci�n, ya que llevaba toda mi vida haciendo las cosas de otra
manera. Poco a poco, fui mejorando mis h�bitos y rompiendo algunos l�mites que me
imped�an conseguir lo que quer�a.
Recuerdo especialmente, y considero clave, una clase en la que nos ense�� que lo
contrario de hacer las cosas bien no era hacerlas mal, sino que hacerlas mal es
parte del aprendizaje. Lo contrario de hacerlas bien es no hacerlas. Tambi�n nos
mostr� c�mo la opini�n negativa de la gente nos afecta cuando algo nos sale mal.
Esto no deber�a ser as�, porque hay algo muy cierto: no aprendes si no te
equivocas. Equivocarse es necesario para aprender.
Adem�s, me gustar�a recalcar que Aritz no solo nos ense�aba teor�a, sino que �l
mismo era un claro ejemplo de la pr�ctica de su m�todo y con excelentes resultados.
Todo esto me lleva a resaltar la importancia de aprender lo que necesitas de
quien ya ha conseguido lo que t� quieres. En ese momento, comprend� que deb�a dejar
de hacer caso a mi entorno, familia, amigos e incluso a m� mismo, ya que, al menos
hasta ese momento, ninguno hab�amos tenido �xito.
Entonces, y cada vez de forma m�s r�pida, todo cambi� hasta un punto que nunca
hubiese imaginado y en todas las �reas de mi vida.
Por lo que se refiere a mi faceta f�sica, me plante� competir en culturismo
natural de manera profesional. En cuanto a mi equilibrio emocional, he empezado a
desarrollar una inteligencia que me hace mejorar mi relaci�n con los dem�s y
conmigo mismo. Solo esto hace que mi vida sea maravillosa. En el nivel familiar,
ayudo a mis padres, mi hermana y mi mujer como nunca antes lo hab�a hecho.
Mi faceta empresarial ha pasado a un tercer plano. Sigo evolucionando mi
mentalidad financiera y, sin �nimo de ofender la sensibilidad de nadie, digo que no
voy a volver a trabajar de la forma que se considera convencional, porque me impide
hacer lo realmente importante para vivir en abundancia. En lo social, no solo he
recuperado la relaci�n con mis amigos, sino que estoy conociendo a gente de todo el
mundo. En cuanto a mi formaci�n, puedo asegurar que mi mentalidad financiera,
sumada a la inteligencia emocional que voy ganando, me brindan unas oportunidades
personales y de negocio inimaginables.
Lo que menos pod�a sospechar es que, adem�s, me he convertido en una persona
much�simo mejor de lo que era antes. Como conclusi�n, hoy vivo mis sue�os. He
comprendido que lo que separa las cosas que deseo de m� mismo es el aprendizaje y
he aprendido a aprender.
Ahora es cuando me quedo sin palabras. �C�mo agradecer todo esto a una
persona...? No es suficiente con dar las gracias. Lo �nico que puedo decirte,
Aritz, es que estoy aqu� para lo que necesites y que estar� deseando
corresponderte.
Un abrazo muy fuerte, amigo.
Diego Fern�ndez-Navamuel
Diego Fern�ndez-Navamuel es propietario de dos bares-jamoner�as en Bilbao.
Emprendi� una nueva aventura empresarial en Marbella mientras este libro estaba
siendo elaborado.
Cap�tulo 4
Si un hombre vive sin conflictos internos, si todo ocurre sin que �l oponga
resistencia� seguir� siendo tal y como es. G. I. Gurdjieff
4. Sue�os y deseos sinceros
�Cu�ntas veces nos hemos dicho que queremos dedicarnos a algo que nos gusta
mucho? A veces tenemos suerte y lo logramos, pero entonces, con frecuencia nos
termina desmotivando o decepcionando.
�Por qu�?
Es obvio que la elecci�n entre tener y no tener trabajo es clara, pero cuando
somos bendecidos con una n�mina en esa compa��a de nuestros desvelos, la buena
disposici�n inicial acaba dinamitada por jornadas de trabajo interminables y
horarios estrictos. La rutina nos vuelve aut�matas, robots sin m�s iniciativa que
hacer lo correcto y con un anhelo que pocas veces se cumple: prosperar, crecer en
la profesi�n y poner fin a ese resentimiento que nos envenena, porque la esencia de
la vida es ir hacia delante.
En ese momento, nos preguntamos si no seremos demasiado exigentes, si no
estaremos confundiendo utop�a con realidad y si no ser� mejor que nos resignemos �a
lo que hay�. Entre tanto, los medios de comunicaci�n colocan delante de nuestros
ojos a personas que triunfan: carism�ticas, brillantes, con capacidades asombrosas
para conectar con los dem�s y venderles lo que se propongan. Son personas
influyentes a las que todo va bien, que cotizan al alza, fen�menos de audiencia
que, en cuanto abren la boca, sale el sol. �Y qu� hacemos? Las seguimos
discretamente desde la retaguardia (pantallas y revistas) envidiando sus vidas y
haci�ndonos la ilusi�n de que algo de su universo se nos transmite por �smosis o
por la v�a de los vasos comunicantes. �No dicen que todo est� interconectado?
Lo est�, pero los triunfos no se nos transfieren de esa manera.
Lo que se nos transfiere de esa manera es la posibilidad de salir de la
mediocridad, de que nos preguntemos qu� hay en nosotros para impulsarnos a recorrer
los mismos caminos que esas personas han recorrido.
Es un momento que exige honestidad, puesto que la luz con que nos presentan a los
denominados triunfadores frecuentemente oculta realidades m�s opacas, aspectos
vinculados con la popularidad por los que no estar�amos dispuestos a pagar aunque
nos prometiesen todo el oro del mundo. En tal caso, nuestros valores nos impiden
ceder ante el precio de la superficialidad, el culto a la imagen u otras
servidumbres que la popularidad comporta a menudo.
Una contradicci�n habitual es desear cosas que nos resultan atractivas por su
envoltorio, pero que rechazamos en el nivel inconsciente al no estar alineadas con
las gu�as internas que regulan nuestra conducta y que llamamos valores. Por otro
lado, puede que el sentimiento sea difuso, que no terminemos de creer que sea
posible para nosotros, como que no merecemos un objetivo tan incre�ble. Hay m�s
razones: nos encontramos liados, lo consideramos demasiado complicado, nos falta
determinaci�n, no valemos...
Justificaciones as� proclaman que esos deseos no son lo bastante poderosos. No
nos dan lo que se necesita para poner en marcha una estrategia dirigida a ese
objetivo que nos han provocado.
Ahora bien, si lo que nos impacta de quienes admiramos son sus cualidades o
aptitudes para alcanzar el �xito y lo hace en un �rea alineada con los valores de
la superaci�n o del esfuerzo �que s� son valores nuestros�, nos encontrar�
dispuestos a abrir esa �caja cerebral� puesto que querremos saber c�mo se hace, ir
m�s all�.
En tal caso, �hay sue�os que deben llevarse a cabo y sue�os que deben permanecer
en la fantas�a?
4.1 C�mo funcionamos
�Una vida no examinada no merece ser vivida�, dec�a S�crates. Ya hemos hablado de
la importancia de conocernos como fundamento sobre el que edificar la construcci�n
de nosotros mismos. Una vida examinada es, ni m�s ni menos, que la piedra angular
de nuestro sistema interno de seguridad y la �nica herramienta de que disponemos
para tener una vida satisfactoria.
Sin embargo, cuando algo nos ha salido mal y lo revisamos con la firme intenci�n
de no volver a repetirlo, pocas veces lo conseguimos. Ning�n animal tropieza dos
veces con la misma piedra� salvo el ser humano.
Nos somos cr�ticos, o mejor dicho, somos cr�ticos con lo que sucede fuera de
nosotros, pero no con lo que sucede dentro. Examinamos nuestros tropiezos, pero de
manera superficial. Si observamos el lenguaje que utilizamos al hacer balance de
algo, descubriremos que la culpa de lo que nos pasa suele ser de otro. Siempre hay
un �otro� que me perjudica, un otro con control absoluto sobre m�, ya que
indefectiblemente es: otro el que no me aprueba otro el que no me saluda otro el
que no me contrata otro el que no me reconoce otro el que no me asciende otro el
que no me entiende
No somos tan eficaces como para que cada decisi�n nuestra se cumpla por el simple
hecho de haberla tomado. El cerebro no funciona as�, necesita pasar por los mismos
inconvenientes, circunstancias desagradables o acciones erradas, aunque desde un
lugar distinto cada vez. Es as� como interioriza el aprendizaje. Dos, tres� siete
veces ha de pasar por lo mismo. �En cu�ntas ocasiones nos ca�mos cuando empez�bamos
a andar? No tenemos otra manera de ir ganando en seguridad, estabilidad y control
sobre nuestros movimientos y nuestro propio cuerpo. Con cada ca�da, �bamos afinando
en la direcci�n de esos primeros pasos que nos mantendr�an, por fin, en pie.
Nuestro aprendizaje no es lineal. Se parece m�s al garabato de una criatura, con
trazos hacia delante, hacia atr�s y l�neas que se superponen y cruzan.
Vivimos en un mundo de brutal competencia y m�ltiples oportunidades en el que
hemos de ser exquisitos para prosperar, aunque es posible vivirlo como una
aventura. Al hacerlo as�, perder� adem�s buena parte de su gravedad.
Interesa empezar por el principio, por saber qu� datos tenemos acerca de nosotros
mismos. Un an�lisis de fortalezas y debilidades (v�ase cuadro: an�lisis DAFO) nos
permitir� discernir la calidad de nuestro equipaje: conocer las posibilidades que
nos ofrece y amenazas a que estamos expuestos. Dicho an�lisis deber�a ser sensible
y caritativo acerca de c�mo somos y c�mo funcionamos, porque tenemos la insana
costumbre de atribuir nuestra torpeza a la de los dem�s o de acribillarnos con la
autocr�tica: �Me merezco lo que me pasa porque todo es culpa m�a�. Hemos de
reconocer que esta postura, si bien no realista, nos coloca ante un punto de vista
interesante: la soluci�n depende de nosotros. El afuera seguir� siendo el que es,
pero haremos todo lo que est� en nuestra mano para modificar la parcela de mundo
que nos corresponde; es decir, la que empieza por que nos cambiemos nosotros
mismos.
No tenemos reparo en reconocer que admiramos los valores en las personas de
�xito. Hay un porqu�: nos colocan ante posibilidades elevadas de nosotros mismos.
No obstante, tanto los grandes l�deres como las personas que triunfan tienen
tambi�n grandes h�bitos: correr durante hora y media antes de ir a trabajar, botar
una pelota durante ese tiempo, meditar o escribir un determinado n�mero de palabras
cada d�a con independencia de las variables de su agenda. Son decididos,
proactivos, nadie tiene que empujarlos; es m�s, todo lo que hacen les parece
�f�cil�. Todos los d�as son s�bado para ese tipo de seres extraordinarios, pues
suelen hacer gala de muy buen humor por si no fuera poco lo que hacen y la
disciplina a que se someten.
Alg�n secreto tienen los h�bitos y alg�n secreto adicional tienen los buenos
h�bitos.
�Tenemos h�bitos saludables, sostenibles, ecol�gicos, h�bitos que no solo no
da�an a nadie �ni, por supuesto, a nosotros mismos�, sino que nos sirven para
realizar una inmersi�n positiva en el juego de la vida?
La ventana de Johari ilustra las cuatro �reas que gu�an el descubrimiento de las
interacciones humanas.
La zona de confort, dec�amos, es c�moda porque tiene lo b�sico para vivir: un
panorama familiar, una manera de sentir y de reaccionar a los sucesos, recursos
b�sicos para salir de los atolladeros� Si bien su equipamiento es muy b�sico, hace
posible la interacci�n con el mundo y con uno mismo al tiempo que presenta una
ventaja indudable: todo est� automatizado en ella y sabemos a qu� atenernos.
Dir�amos que su importancia radica en que ciertos automatismos nos hacen la vida
f�cil.
Tampoco es agradable saber �y mucho menos reconocerlo como propio� que eso
llamado nosotros mismos no es un nosotros aut�ntico, expandido y libre, sino un
conjunto de patrones automatizados de lo que el entorno (padres, maestros,
sociedad) ha ido colocando en nosotros. Son patrones que dirigen nuestra conducta:
c�mo reaccionar, qu� sentir, qu� nos conviene, qu� no.
De haberlos revisado conscientemente y aceptado libremente, nada habr�a que
objetar, pero �es as�? Vienen en modo inconsciente a instalarse y van amurallando
la zona de confort. Luego, a fuerza de repetirse, desencadenan una qu�mica
sangu�nea tan poderosa que nos convierte en aut�nticos adictos, cautivos de formas
de funcionar y de ser.
Esa es la raz�n de que nos cueste solventar una discusi�n sin gritos, un desamor
sin drama o una p�rdida del tipo que sea sin un desgarro excesivo. Sin embargo,
mayor feedback recibimos cuanto m�s nos exponemos al exterior con el resultado de
que las �reas sobre las que menos dominio tenemos se reducen, nos volvemos m�s
conscientes de nosotros mismos y de los dem�s, y los intercambios con estos
resultan m�s f�ciles.
Cuanto m�s consciente soy de m�, mejor puedo hacerme cargo de m� mismo.
4.2. La vida me ha hecho as�
Nuestra manera de ser se va instaurando muy temprano a base de recompensas y
castigos. Con el sistema de recompensa, se provoca la repetici�n de una conducta,
mientras que la inhibici�n de la misma o que su frecuencia disminuya se consigue
con el castigo.
Las experiencias que hemos tenido condicionan nuestras predicciones futuras, que
acaban siendo tan poco cient�ficas como infundadas; sin embargo, nos apoyamos en
ellas como si fuesen verdades universales. Es lo que en psicolog�a se conoce como
disonancias cognitivas.
Algunos ejemplos dan cuenta de este tipo de sesgos:
� Estudiamos los riesgos de ese viaje por el Amazonas: cuanto m�s minuciosa y
v�vida es la carga emocional que ponemos en los detalles, m�s arriesgado y dif�cil
nos parece. � Un peque�o grupo de extranjeros protagoniza actos de vandalismo en
el centro. Conclusi�n: no es posible estar seguro ni siquiera en el cogollo de la
ciudad desde que hay tanta inmigraci�n.
� Hay menos crisis porque los comercios est�n a tope. Esta es una suposici�n
arbitraria, puesto que tendr�amos que especificar qu� tipo de comercios, qu� compra
la gente, etc. � Nos han tocado diez euros en la loter�a. Deducimos que estamos en
racha; si compramos otro d�cimo, seguro que nos vuelve a tocar.
� Esta peque�a empresa exigi� inversi�n en dinero y en esfuerzo, pero los datos
muestran claramente que no es viable; aun as�, nos resistimos a abandonar.
� La figurita ten�a un precio de 60. La hemos conseguido por 40 tras un encendido
regateo y marchamos encantados por nuestra astucia. Lo que no sabemos es que su
precio real era de 40. Recogemos datos que confirman nuestras propias creencias,
pero no ponemos el mismo af�n en reunir informaci�n que respalde creencias
opuestas, y no solo eso: es f�cil que si nos presentan pruebas, las despreciemos.
Tendemos a hacer suposiciones sobreestimadas: cae un avi�n, fallecen todos los
pasajeros y consideramos que ese medio de transporte es m�s peligroso que la
carretera, aunque las estad�sticas digan lo contrario y las probabilidades de
sufrir un accidente de tr�fico en un d�a sean mucho mayores que viajando en avi�n..
Estos �atajos� de pensamiento nos libran en muchas ocasiones de tener que hacer
c�lculos complejos para sacar conclusiones, aunque el precio que pagamos por ello
es la falta de objetividad y la creencia arraigada de que determinadas cosas no son
posibles.
De esto se deduce que no somos concretos ni espec�ficos, que tendemos a
generalizar y que generalizar nos lleva con frecuencia a cometer errores. Jung
dec�a con no poca iron�a que eso llamado �identidad� es �la suma de aquellas cosas
que en realidad no nos definen, pero que mostramos continuamente para convencernos
y convencer a los dem�s de que as� somos�.
Una peque�a historia
Pedro, maestro de escuela en la actualidad, es vulnerable a los sentimientos de
culpa.
Siendo el mayor de seis hermanos, la reprimenda era �pica cada vez que hac�a algo
inconveniente y sus padres lo descubr�an. Su padre se ausentaba durante d�as, y su
madre le montaba escenas de gran dramatismo: lloros, gritos, gemidos y amenazas de
quitarse la vida.
Una noche, de regreso a casa, vio a su padre con otra mujer. Tambi�n ellos le
vieron. �l lo cogi� por el brazo y, muy serio, le dijo:
�T� no has visto nada. Es imposible explicar las cosas a tu madre, ya sabes c�mo
se pone.
Finalmente, el hombre termin� y�ndose de casa despu�s de una pelea memorable y su
madre ingres� en un psiqui�trico cuando �l ten�a quince a�os.
Hace unos d�as, fue testigo de c�mo un maestro con el que no tiene buen trato
abofeteaba a un alumno. El compa�ero se justific� y le comprometi� para que no
dijera nada, porque �a veces no queda otra que cortar por lo sano, pues si no, no
lo entienden�.
Efectivamente, call�, pero el sentimiento de culpa no le abandona. Se le dispara
en situaciones muy variadas en que sospecha que alguien quiere ocultar algo, aunque
�l sea ajeno por completo y nada tenga que ver. Le pasa incluso cuando presencia
peleas que son de ficci�n.
Un ambiente determinado genera una manera de pensar que, a su vez, produce
emociones o sentimientos en consonancia. Estos ordenan al organismo segregar una
cantidad espec�fica de mol�culas que van a parar al torrente sangu�neo. Si cada
emoci�n determina un comportamiento, resulta f�cil imaginar que el terreno en que
las c�lulas est�n acostumbradas a manejarse sea un caldo biol�gico similar al del
adicto obligado por su dosis diaria.
Seg�n estudios realizados por la psic�loga Bernice Andrews, la injerencia del
entorno es a�n m�s determinante en las mujeres: las hace proclives a una baja
autoestima y autocr�tica desmesurada.
Hasta la fecha, pocos padres han sabido educar a sus hijos, y menos a�n a sus
hijas, de manera que desarrollen respeto por s� mismos y puedan llegar a ser
adultos capaces de responder a los desaf�os de la vida con determinaci�n y
solvencia.
Salir de ese estancamiento requiere una actitud resuelta y grandes dosis de
motivaci�n.
4.3. �Hay objetivos demasiado altos? El �xito no se le asegura a nadie ni viene
garantizado, tiene un componente de aventura, de riesgo, de relativa incertidumbre.
Conviene prepararse no solo para llegar a �l, sino para disfrutar del camino.
Mandela dej� muchas frases como legado, y esta entre ellas: �Siempre parece
imposible hasta que se hace�.
Todo depende de lo que estemos dispuestos a jugarnos.
La propuesta es averiguar qu� nos gusta m�s, qu� nos inspira, qu� talento
especial o habilidad concreta poseemos.
Despu�s, conocer las reglas de juego de lo que deseamos. Un modo eficaz es
comenzar por el final vi�ndonos a nosotros mismos con veinte a�os m�s y con una
existencia satisfactoria, feliz, definiendo:
los ingredientes que hay en nuestra vida los bienes materiales que poseemos
c�mo nos sentimos respecto a lo que hemos conseguido en qu� deriv� la visi�n de
veinte a�os atr�s qu� personas hay en nuestra vida de las que disfrutamos si
alguien cambi� como resultado de haber cambiado nosotros ese rasgo original,
diferente, por el que nos recuerdan lo que hemos hecho para que las cosas sean as�
el principal obst�culo que vencimos
la sensaci�n que tenemos respecto a lo que no hemos lo-
grado alcanzar
Tambi�n podemos imaginar c�mo es nuestra vida sin nada de ello, habiendo vivido
con las mismas inercias que tra�amos desde la infancia.
Si somos los mismos que hace veinte a�os, es posible que hayamos vivido
desmotivados, aunque lo bueno de la propuesta mencionada anteriormente es que nos
permite estar a tiempo para remediarlo. Podemos hacer balance y sacar todo el jugo
posible a nuestra existencia.
Hay sue�os que son para ejecutarse y sue�os que son para mantenerse en la fantas�a.
Cap�tulo 5
Cuando las cosas suceden con tal rapidez, nadie puede estar seguro de nada. De nada
en absoluto, ni siquiera de s� mismo.
Milan Kundera
5. De lo abstracto a lo concreto
Antes de entrar en materia pr�ctica, vamos a detenernos brevemente en el lenguaje
y en el modo en que lo empleamos, y veremos tambi�n qu� implica tomar el control
del tiempo. La productividad, que se encuentra en la base del �xito, nada tiene que
ver con vivir a mayor velocidad. Todo esto tiene profundas conexiones con la �tica,
en la que cualquier actividad empresarial o personal deber�a sustentarse.
5.1. El lenguaje: �culpable o inocente?
El lenguaje es acci�n, genera realidades en el sentido de que podemos cambiar el
curso de las cosas gracias a �l.
En estos casos, lo que se dice propicia circunstancias nuevas:
Un sacerdote proclama: �Yo os declaro marido y mujer�.
Un juez dictamina: �El acusado queda libre bajo fianza�. Una madre grita:
��Manolito, sube ahora mismo o�!�.
Una novia responde: �S�, me caso contigo�.
Un jefe a la persona aspirante al puesto de trabajo: �Queda usted contratado�.
Un jefe de Estado: �La guerra ha terminado�.
Tambi�n cuando pedimos a alguien que:
nos diga la hora nos indique una direcci�n encienda la luz nos abra la puerta
se aparte para dejarnos paso
Son usos que denotan cierta cualidad m�gica del lenguaje porque son capaces de
influir en la realidad. Decir s� o no a quien nos propone un trabajo o una cita
implica que las cosas pueden ser de una manera u otra.
Incluso decir lo que decimos de un modo u otro nos hace ser como somos: m�s o
menos cultos, campechanos, rigurosos, positivos, alegres, veraces... y termina
haci�ndonos ver el mundo desde una perspectiva particular, pues esas mismas
palabras que empleamos nos utilizan a su vez fijando las cosas que observamos; nos
las devuelven m�s consistentes y refuerzan nuestras certezas.
Tenemos que examinar qu� interpretaci�n queremos dar a ese mundo.
Hay algunos datos que podemos consensuar:
Los seres humanos necesitamos comer y dormir.
Somos b�pedos.
Tenemos capacidad para transformarnos y cambiar el entorno.
Es de d�a.
Es de noche.
Hay tantos grados de temperatura.
La Tierra es redonda.
El agua del mar es salada.
Las redes sociales y el tel�fono nos permiten comunicarnos.
No obstante, las interpretaciones que hacemos de los datos anteriores son tan
variadas como cada uno de nosotros. Dependen de nuestra educaci�n, de los valores
con los que hayamos estado en contacto y de nuestra permeabilidad a ellos:
Somos una especie muy primitiva, hasta necesitamos comer y dormir.
Ojal� no nos hubi�ramos despegado del suelo en la �poca paleol�tica, tendr�amos
menos problemas.
Estamos arrasando el planeta y todos sus recursos.
Tenemos fr�o (con independencia de lo que se�ale el term�metro).
Tenemos sue�o (aunque sea de d�a).
Nos da miedo la oscuridad, tememos la noche.
Una bocanada de agua de mar nos produce n�useas.
Las redes sociales y el tel�fono vienen a ser los patios de vecinos de los
nuevos tiempos.
Tenemos tambi�n muchas ilusiones o interpretaciones colectivas: la Tierra es
redonda, aunque cre�mos que era plana durante siglos; hemos tenido y a�n tenemos
prejuicios raciales, de clase, religiosos...
De esa manera, no vemos el mundo como es, sino como somos. Cada persona tiene una
opini�n particular acerca de lo que pasa en general y en particular. Las opiniones
se forman a partir de ciertos conocimientos, en virtud de las sensibilidades e
ideas preconcebidas. Dicho de otra manera: carecemos de mecanismos que nos permitan
descubrir el mundo exactamente como es. La palabra mundo en ning�n caso es la cosa
mundo.
Debemos hacer que el lenguaje sea lo que queremos que sea para construir un
entorno a nuestro agrado: lo m�s preciso, lo m�s concreto posible.
El lenguaje es neutro, aunque quien lo emplea est� detr�s de �l y nunca es
neutral: dime c�mo hablas y te dir� qui�n eres. De hecho, quien tiene poder y sabe
manejarlo puede llegar a montar sugestiones colectivas: se llama coacci�n, que
viene a ser �cobranza, recaudaci�n�; alguien se cobra imponi�ndose sobre otro.
En general, la fuerza de un buen discurso radica en el conocimiento que la
persona tiene de s� misma, de sus cualidades y sus defectos, y de que conozca los
mecanismos de la oratoria.
Las palabras no son las cosas. Las palabras son signos por los que hemos acordado
designar las cosas para poder referirnos a
ellas. Por muy sofisticado que sea un lenguaje, no deja de ser una abstracci�n.
Las palabras nunca son la cosa. Diciendo agua no nos mojamos ni nos quemamos
diciendo fuego. Podemos nombrar el mundo por aproximaci�n; sobre todo, si se trata
de transmitir conceptos abstractos o pensamientos complejos. Cada entorno
ling��stico tiene sus c�digos propios, una determinada manera de sentir, de pensar
y de apreciar lo que sucede.
Este panorama frena las posibilidades de entenderse de forma adecuada y es el
origen de la mayor�a de malentendidos y errores en la comprensi�n.
No obstante, podemos hacer algo al respecto.
Podemos decir nuestra verdad, la verdad que denominamos nuestra. Eso s�, el
recorrido hasta alcanzar a quien nos escucha depender� del sentir, el pensar y el
estado de �nimo de nuestro interlocutor.
Utilizamos las palabras seg�n somos de una manera u otra, y actuamos en
consecuencia:
Si decimos que no creemos en nada o que la vida no tiene sentido, actuamos sin
norte ni prop�sito o con prop�sitos poco estimulantes.
Si visualizamos un macroproyecto que nos parece s�per atractivo y lo expresamos
as�, nuestra vida estar� enfocada a alcanzarlo.
Somos lo que hacemos y nos liberamos de la trampa de ser de una sola manera al
hacerlo.
Ser de una sola manera es una idea extra�a al propio hecho de vivir, ya que vivir
implica cambio constante.
Acci�n y lenguaje est�n profundamente relacionados: no solo revelan nuestra
manera de ser, sino que logran que nos transformemos seg�n nuestros prop�sitos.
Tenemos a nuestro alcance mucho m�s de lo que imaginamos y conseguirlo depende en
un alt�simo porcentaje de d�nde nos coloquemos sentimentalmente; es decir, de c�mo
sentimos respecto a nosotros mismos, a los dem�s y a la visi�n y posibilidades que
el mundo nos ofrece.
Muchas veces actuamos como los sistemas sociales a que pertenecemos nos demandan,
pero podemos intervenir sobre ellos y
cambiarlos con acciones coordinadas.
Somos interdependientes. Hasta ahora, nos han ido moldeando de una determinada
manera para que contribuy�ramos a lo que parec�a una manera est�tica de estar en el
mundo. Sin embargo, ya no puede ser siendo como antes. La econom�a de un pa�s ahora
no se mueve sin que otros se vean afectados. Es un indicativo de que necesitamos un
ser humano que comprenda al ser humano, que sepa c�mo funciona, descubra sus
diferencias con otros, las acepte y las ponga a trabajar para el beneficio com�n.
Si algo sabemos hacer gracias a nuestros muchos siglos de entrenamiento es tener
desacuerdos por:
cuestiones intangibles (creencias religiosas)
cuestiones emocionales cuestiones comerciales cuestiones relacionadas con
nuestra manera de expresarnos (decir cualquier cosa que se nos venga a la boca sin
conocer la repercusi�n que tendr� en otros)
Tambi�n pensamos con el lenguaje, as� que importa utilizarlo bien para que la
acci�n que sigue al pensamiento sea la que nos aproxime a nuestros sue�os. Por
esto, insistimos en concretar, cuantificar y bajar de lo abstracto a lo concreto, a
lo tangible y espec�fico, y no dejaremos de hacerlo.
Debemos saber que podemos colocarnos en un punto de llegada distinto, que una
oportunidad siempre nos espera. Asumimos c�mo hemos sido hasta ahora, dejamos de
echar culpas a lo que no est� en nuestra mano cambiar y paramos en la mente una
imagen clara de lo que queremos. Empezamos a generar valor en nosotros mismos.
1. Pensar bien.
2. Actuar en consecuencia
3. Controlar el tiempo.
5.2. Controlar el tiempo
? �Por qu� l�mures borrachos toman todas las decisiones en mi lugar de trabajo?
? Las personas que tienen tiempo y pueden emborracharse en grandes comilonas de
empresa toman las decisiones, no las personas con talento.
? �Por qu� las personas con talento est�n tan ocupadas? ? Est�n arreglando los
problemas creados por las personas que tienen tiempo.
Sea o no como dice el chiste, las exigencias que se dan en la actualidad
condicionan las din�micas de las compa��as y las de sus empleados. La queja
generalizada es la falta de tiempo. Nadie tiene control sobre el tiempo. El
panorama cambia cada vez m�s r�pidamente y las inercias impiden reflexionar sobre
si es, o no, adecuado mantener ciertas rutinas obsoletas.
Perder el tiempo tiene un coste alt�simo y, sin embargo, nadie parece admitir de
buen grado que lo hace. Las jornadas de trabajo est�n llenas de responsabilidades a
las que no siempre se atiende con la dedicaci�n que ser�a deseable, son jornadas en
las que se repiten las mismas dificultades que impiden avanzar:
Reuniones interminables
Lectura y respuesta de e-mails
Mesas atiborradas de papeles
Interrupciones, llamadas
Exceso de tareas
�rdenes confusas y/o contradictorias
Trabajadores quemados
Todo ese caos genera personas distra�das, desenfocadas de lo fundamental, que es
una reflexi�n seria de la situaci�n. Resulta enormemente dificultoso que las
decisiones resuelvan los problemas de una manera eficaz. La reflexi�n permite
concretar soluciones con mayor rapidez y m�s acertadas, y rescatar ese tiempo que
se ha destinado a ella.
Las personas estresadas no se encuentran en condiciones de pensar, y mucho menos
de decidir con claridad. Si la econom�a se resiente, hay que detenerse. El miedo a
las represalias y la falta de autoconfianza hacen que las medidas que se toman
sigan siendo caducas:
Aprender
Adaptarse Hacer
Una persona con un nuevo modo de ser se adaptar� e ir� aprendiendo sobre la
marcha mientras va haciendo.
Una persona nueva:
actuar� se adaptar� aprender�
Se trata de implementar cambios en las condiciones de trabajo actuales sin a�adir
estr�s al estr�s.
Es menos complejo de lo que parece.
A modo de ejemplo, una persona que lidera equipos comunica a los dem�s que va a
efectuar cambios que depender�n de lo que cada uno haga individualmente; por eso
mismo, no sabe en qu� se van a concretar. Les transmite que conf�a y cuenta con
ellos para que tales cambios sean los que cada uno necesita y los que la compa��a
requiere al mismo tiempo. Admite que no tiene las claves para hacerlo, que ella
misma tiene que aprender c�mo se hace. La escucha es la otra cara del lenguaje y lo
que permite dirigir la conversaci�n. Importa qu� tienen que decir los trabajadores
y conocer lo que realmente sucede en la empresa.
Una historia que contin�a as�:
Pasados los d�as cr�ticos y con las fuerzas mermadas a�n, Gerardo se presenta en
la consulta de un mentor, un experto en soluci�n de problemas. Tiene claro que no
puede seguir como hasta ese momento, pero teme tomar decisiones de las que pueda
arrepentirse m�s tarde.
Gerardo: Tengo un negocio, mi sue�o de siempre, que se ha convertido en una
pesadilla. Me tiene atrapado.
Consultor: �No ser� mejor decir que quieres cambiar de estrategia porque la que
tienes no funciona? G.: �Qu� estrategia? �Si son los empleados los que no
funcionan! Estoy pensando en despedir a dos o tres y volver a lo que era el negocio
de mi padre.
C.: Por lo que me has contado, la inversi�n que hiciste fue importante. G.: S�,
pero las cosas no han salido como pensaba. Tendr� que ir m�s despacio.
C.: �Te has planteado cerrarlo?
G.: �No, claro que no! �Me gusta mi trabajo!
C.: Bien. Entonces, es una cuesti�n de cambio de estrategia.
G.: No s� de qu� otro modo se puede hacer. Ellos van a lo suyo, la pifian cada
dos por tres y la responsabilidad es m�a porque soy avaricioso. �Encima!
C.: �Qu� opciones tienes aparte de echar a dos o tres de tus empleados?
G.: Podr�a contratar a un maestro pastelero si los echo, ser�a m�s eficaz. Estos�
es como si no tuvieran gusto por el trabajo.
C.: �Has hablado con ellos?
G.: Les ped� que me echasen un capote, pero ni por el sueldo. Solo al principio
hubo alg�n peque�o cambio.
C.: �Y sabes qu� quieren, si a todos les gusta lo que hacen, si quieren seguir
ah�, si tienen quejas�?
G.: �Hombre, no pueden tener quejas porque les trato con respeto! A veces conf�o
en que las cosas se arreglen, que se entusiasmen. Antes de que me pasara esto,
�bamos muy bien; luego, ese d�a en que dos hornadas se quemaron... Quiz� ese d�a me
pas� un poco.
C.: �Te pasaste un poco? �Me lo quieres contar?
G.: Tir� las bandejas al suelo y les llam� de todo, me quit� el delantal y me
largu�, �pero es que fueron dos hornadas! Luego, me puse mal y ya no volv�.
C.: Todo eso te est� invitando a vivirlo de otra manera, a descubrir cosas que se
te han estado pasando por alto hasta ahora.
G.: �De otra manera? �Pero si lo que hacemos es sota, caballo y rey, y somos
siete gatos y medio!
C.: �Sabes qu� cosas molestan a cada uno?
G.: No.
C.: Imagina que siete personas te est�n dando la oportunidad de ser el mejor jefe
que puedes ser. Esas dificultades son tus maestras, te est�n diciendo que hay una
manera mejor de llevar ese negocio.
G.: �
C.: Y despu�s de esta experiencia, �qu� quieres para ti?
G.: No lo he pensado, solo quiero que las cosas se arreglen. En el fondo, son
buena gente y me sentir�a fatal si les despidiera.
C.: Recapitulemos. Posees una peque�a empresa, has sufrido una crisis personal y
quieres tomar medidas de las que temes poder arrepentirte despu�s que incluyen la
posibilidad de prescindir de algunos de tus empleados. Dices que no pueden tener
quejas, pero no lo sabes a ciencia cierta. Dices que se desmotivaron, pero tampoco
sabes por qu� ni si cada uno est� haciendo el trabajo para el que es m�s eficaz.
Tampoco sabes si quieren continuar ah�. �Es as�?
Gerardo se dio cuenta de que no conoc�a a sus empleados, que no sab�a llegar a
ellos m�s all� del buen trato superficial y que le costaba establecer prioridades.
No ten�a ni idea de c�mo ser�a una posible vida mejor para �l y no consegu�a
expresar ni encauzar su propio potencial. Sin querer reproducir el modelo paterno,
estaba incurriendo en comportamientos m�s disfuncionales a�n. Deb�a empezar por
redefinir sus prioridades y por aprender c�mo tener una buena comunicaci�n con sus
trabajadores. En las sesiones con el consultor, tom� conciencia de que no se
trataba de ser el mejor a cualquier precio. �De qu� le serv�a ser el mejor si
perd�a la salud y renunciaba a tener una vida m�s all� del trabajo?
Un director con una actitud recelosa o distante deber�a tomar como medida de
urgencia relacionarse mejor consigo mismo prestando atenci�n a su salud, a su
tiempo de ocio, a aspectos que le permitan aliviar la presi�n diaria.
Destinar tiempo a uno mismo cuando la empresa est� en crisis puede parecer un
contrasentido, pero no lo es.
C�mo establecer una ecuaci�n entre productividad y tiempo sigue siendo el
caballo de batalla en la din�mica empresarial y debe
incluir, adem�s, un factor que act�a en contra:
la falta de educaci�n del talento.
El aumento de la productividad quita el sue�o y se lucha contra el tiempo, pero
pocos directivos se deciden a tomar distancia porque pocos saben que:
est�n llamando productividad a algo que no lo es las agendas plagadas de tareas
entorpecen el rendimiento
en lugar de redundar en ventaja establecer una buena comunicaci�n con los equipos
es pri-
mordial
Como consecuencia de todas estas carencias, las condiciones para que se den
respuestas r�pidas y eficaces siguen ocultas.
5.3. Vivimos acelerados
Vivimos �superabundados� de:
informaci�n tareas sobrevenidas y autoimpuestas imprevistos, inconvenientes
demandas que se superponen unas a otras sin haber con-
cluido las previas vidas ansiosas en pos de una felicidad que no llega
Vivimos as� cada vez con menor capacidad de concentraci�n y sabiendo que no nos
valoran como merecemos. Si una nave extraterrestre nos observara, pensar�a que los
humanos somos multitud de puntos de colores m�s o menos encendidos movi�ndonos de
un lugar a otro sin descanso, y solo ver�a caras largas si aproximara el zoom.
Es imposible combatir tanta presi�n; de hecho, parece que hubiera un complot para
mantenernos tensos. Nuestra cultura asocia la lentitud con la ineficacia y la
torpeza, desprecia la acci�n min�scula y solo aprecia la acci�n grande, la que
viene acompa�ada con un redoble de tambores.
Nueva paradoja: en su aparente insignificancia, la acci�n min�scula es la que
encierra las claves del �xito.
Si nos preguntan si somos productivos, diremos que s�, y nos indignamos en el
caso de que alguien afirme lo contrario. Nos sobran compromisos y trabajo. Cuando
se menciona algo acerca de aumentar la productividad, nos asalta la idea de que se
enmascaran cuestiones como explotaci�n y se a�aden renuncias y m�s velocidad.
Hemos asociado lo lento a lo torpe, pero, como dec�a Ortega y Gasset, �prisa solo
tienen los enfermos y los ambiciosos�.
La ambici�n desmesurada ha tra�do enfermedad y un bienestar m�s que cuestionable,
y la cultura de la prisa nos orienta hacia un futuro que no termina de llegar
porque ya est� obsoleto cuando llega con la idea de ser felices ma�ana despreciando
nuestra cita con el presente hoy.
Los griegos distingu�an entre dos modalidades de tiempo que nos conviene recuperar:
TESTIMONIO
2011 fue un a�o muy bueno para m� en cuanto a lo econ�mico. Los n�meros lo
aseguraban con un equipo de dos personas y buenos ingresos personales sumados a los
provenientes de la gesti�n del equipo, pero algo dentro de m� no terminaba de estar
satisfecho. Peor a�n, no sab�a qu� era.
Un buen d�a, mi amigo Gabi me habl� sobre un �grupo de emprendedores�. Dijo que
conocerles me vendr�a bien para hacer nuevos clientes. Le pregunt� un poco m�s
acerca de lo que se hac�a y lo encontr� muy interesante. Entend� que era una manera
de reflexionar hacia d�nde iban en lo profesional y que usaban un m�todo sencillo,
pero eficaz, para ello. Decid� informarme, ya que me interesaba conocer c�mo
identificar lo que uno quer�a en realidad y hacia d�nde iba m�s que hacer nuevos
clientes.
Aritz me llam� mientras yo estaba en Londres de vacaciones. La semana siguiente a
mi regreso, quedamos en el Bizkaia, de Mung�a. La reuni�n no dur� mucho, ya que me
cogi� en un momento id�neo: con buenos resultados profesionales, once horas y media
diarias de actividad profesional con much�simas ineficiencias y un incipiente
desasosiego personal. Ni siquiera le pregunt� el coste, ya que me hizo ver lo que
necesitaba, algo que posteriormente pude constatar con hechos.
Mediante un intensivo trabajo en las sesiones grupales, present�ndome siempre
como voluntario y, despu�s, en las sesiones individuales con Aritz, aplicamos un
inmediato cambio de prioridades en las tareas. El objetivo era optimizar el tiempo
profesional lo m�ximo posible y obtener un mayor grado de satisfacci�n en mi vida.
Los resultados r�pidamente saltaron a la vista: pas� a trabajar poco m�s de seis
horas y media diarias y tripliqu� mis ingresos.
Aun as�, lo mejor vino despu�s. Al llegar a este punto de gesti�n del tiempo
personal, la deducci�n que hice fue inmediata: �Esto no es lo importante, esto es
solo un medio para lo realmente importante�. Entonces, Aritz me mostr� las seis
�reas de la vida, el equilibrio en el d�a a d�a, la forma de descubrir y alcanzar
de forma concreta y precisa, ladrillo a ladrillo, los medios para conseguir lo que
realmente se quiere: ese deseo sincero que duerme en el interior de cada uno. Solo
puedo agradecerte todo lo que he conseguido. Gracias de coraz�n, Aritz.
Iban Herrero
Iban Herrero Urrutia. Family Banker y supervisor en Banco Mediolanum. EFPA
European Financial Advisor (EFA).
No somos productivos si realizamos algo muy bien pero tardamos mucho en llevarlo
a cabo. Tampoco si lo hacemos con rapidez pero con resultado defectuoso. Para saber
si somos productivos, debemos verificar cu�nto tiempo tardamos en desempe�ar un
determinado cometido o trabajo con un resultado de calidad.
A mayor tiempo empleado, menor productividad.
A menor tiempo empleado, productividad m�s alta.
La eficacia nos da la medida de si somos, o no, productivos. En t�rminos
empresariales, eficacia es la cantidad de tiempo empleado en cada esfuerzo dirigido
al crecimiento de algo. Se mide por la conquista de metas.
Tuve pasi�n por el f�tbol desde muy joven. Lo combinaba con los estudios y
obten�a buenos resultados acad�micos.
Hubo un momento en que mi madre me reclam� una mejora de tales resultados al
comprender que yo estaba capacitado para ello:
�Aritz, �se puede saber por qu� solo traes notables? Podr�as estudiar m�s de lo
que estudias, que no es tanto, y sacar sobresalientes.
�Es que me gusta el f�tbol y necesito tiempo para jugar.
��Pero si no estudias m�s que tres o cuatro horas por semana�!
��Ya lo s�, y saco notas que no bajan de notable solo con esas tres o cuatro!
�Entonces, a poco que te empe�es, �tendr�s resultados mayores!
�Ya, ama, pero no me interesa. Si consigo notas que est�n muy bien y saco tiempo
para lo que me hace feliz de verdad con tres horas por semana, �para qu� dedicar
m�s horas al estudio? No me compensa. �Yo quiero ser feliz! Aritz Urresti
�Cu�ntas veces la perfecci�n no acaba siendo enemiga de lo bueno? Su meta era
poder reservar cada d�a tiempo para jugar al f�tbol, de manera que ah� qued�
sembrada una de las primeras cosas que este autor defiende: las tareas de Alta
Rentabilidad Personal (AR). Se trata de ser feliz, de hacer lo que nos entusiasma.
Ahora bien, como lo que nos hace felices son cosas distintas, necesitamos:
visualizar una imagen en concreto, que es la de nosotros
mismos siendo felices reservar a diario una acci�n espec�fica que nos acerque a
ese estado
Nos tenemos que fijar en los detalles de la imagen que hemos congelado en nuestra
cabeza y poner atenci�n a cada pormenor: C�mo estamos vestidos, con qu� colores y
tipo de calzado.
Si llevamos alg�n accesorio.
C�mo es nuestra mirada, nuestra actitud.
Qu� �poca del a�o es, qu� mes y a qu� huele.
Qu� hay alrededor, si es una zona al aire libre. Si estamos solos o hay m�s
gente.
Es una visualizaci�n a la carta para que nuestro cerebro procese la imagen de
forma adecuada. Entrando en detalles, conectamos con el lenguaje del cerebro.
Decir �quiero ir al gimnasio para adelgazar� no moviliza, pues carece de la
fuerza de lo concreto. Bien distinto es:
Mi prop�sito es adelgazar 10 kilos.
Antes de ir al trabajo, hago running durante una hora por el parque que est� al
lado de casa.
Duermo ocho horas todos los d�as. Me desplazo andando al trabajo. Compro
productos frescos.
Planifico cinco comidas saludables diarias.
Subo a pie las escaleras hasta el d�cimo piso.
Hago estiramientos durante media hora antes de comer.
Otras expresiones como �quiero encontrar trabajo�, �quiero escribir mejor� o
�quiero que mi jefe me trate bien� siguen siendo inconcretas. Sirven:
Doy clase a personas extranjeras en una escuela de idiomas.
Me ocupo de la resoluci�n de conflictos en una asociaci�n multicultural.
Llevo la contabilidad de una empresa.
Soy gerente en una compa��a de servicios.
Dirijo un equipo de cinco personas en una pasteler�a (propia o ajena).
Escribo quinientas palabras diarias para mi novela.
Hago una vi�eta por d�a para mi libro ilustrado.
Leo dos cap�tulos por d�a y se�alo las frases que me gustan o los t�rminos que
desconozco.
Dise�o una conversaci�n enfocada a tratar el tema y hablo con mi jefe.
Eficacia y eficiencia son dos t�rminos ligados a la productividad. Ser eficaz
significa alcanzar los objetivos propuestos con independencia del tiempo y los
costes empleados. Ser eficiente es hacerlo, adem�s, en el menor tiempo posible y
con el menor gasto asociado.
Ser eficaz: alcanzar los objetivos propuestos.
Ser eficiente: alcanzar los objetivos propuestos en el menor tiempo posible y
con el menor gasto asociado.
Un factor que incide directamente en la eficiencia es la motivaci�n, y la
motivaci�n est� relacionada a su vez con disponer de autonom�a para llevar a cabo
objetivos. La persona que se sabe confiable y valorada se estresa menos y da m�s de
s�. Por desgracia, las empresas no siempre utilizan la motivaci�n en este sentido,
sino que m�s bien fomentan la competencia entre sus propios miembros, lo cual, si
bien ayuda a salir de apuros puntualmente, desgasta sobremanera y genera tensiones
a la larga.
Est� cient�ficamente demostrado que la cooperaci�n motiva m�s, con diferencia,
que la competitividad. Sabernos v�lidos para los dem�s nos inspira y anima a
estrechar v�nculos. De ese modo, el sentimiento de la propia val�a crece, la
autoestima se eleva y la colectividad se enriquece. La motivaci�n ya no es un
est�mulo puntual, sino que se convierte en algo profundo y verdadero. Vamos a verlo
con un par de ejemplos de eficiencia y efectividad extra�dos de una empresa que ya
nos es familiar, que super� su propia crisis y que logr� una interesante cohesi�n
entre sus miembros gracias a la adopci�n de medidas inteligentes:
A diferencia de meses atr�s, reinaba un buen ambiente en el obrador de Gerardo.
Cada uno se sab�a valorado y ten�a la convicci�n de estar formando parte de algo
importante.
1. Producto de una casualidad, hab�an nacido los especiales de Andr�s que dieron
fama a la pasteler�a. Hasta ah� la eficacia del operario.
Una vez que obtuvo la tarde semanal para emplearla en una sola tarea, empez� a
aplicar peque�as e imaginativas f�rmulas en sus elaboraciones. La oferta se
increment� con una exquisita variedad: especiales salados.
Las ventas aumentaron. Andr�s estaba demostrando ser altamente eficiente.
2. Pablo, ocupado de la supervisi�n, se lo tom� tan a pecho que no volvi� a tener
problemas con el horno. Cada vez que el jefe se ausentaba del obrador, adoptaba un
rol semejante al de un cobrador de impuestos. Alertaba a Felipe de que empezaban a
faltar bandejas de uno u otro tama�o en el almac�n (�Nuria ha subido los dos
�ltimos paquetes a la tienda�), a Nacho cuando ve�a que la batidora llevaba
funcionando un buen rato o a Andr�s, que era el que m�s se despistaba cuando hac�a
varias cosas al mismo tiempo. Se volvi� muy eficaz.
Una de esas tardes en que Andr�s se ocupaba de una sola tarea, Pablo le acerc� un
saco de harina del almac�n. Mientras este trabajaba con la manga pastelera, se le
ocurri� comentarle: ��Y por qu� no haces esto mismo con harina de arroz? As� podr�a
comerlos mi madre, es cel�aca�.
Acababan de nacer los especiales sin gluten. Pablo estaba motivado, y la p�rdida
por la hornada frustrada unos meses atr�s no tard� en quedar reparada.
El jefe se daba cuenta de que aquello iba pareci�ndose cada vez m�s a la empresa de
sus sue�os. Ninguno era mejor que otro, ni siquiera �l. Solo necesit� apreciar las
habilidades de cada uno y tratarlos de verdad como a iguales.
6.1. Poner precio al tiempo
Los automatismos, producto de la educaci�n y asumidos sin cuestionar, nos han
inculcado que �el tiempo es oro� para infundirnos prisa, aceleraci�n, y no para
apreciarlo e invertirlo m�s y mejor en ser felices. Es posible que, desde una
concepci�n econ�mica del mundo, hayamos cre�do que el tiempo de ser felices debiera
reducirse al tiempo de consumo y a la sobreabundancia de bienes materiales. Los
modelos econ�micos acaban haciendo cultura y las formas de hacer pol�tica se
asimilan a ellos. Todo esto nos parece normal.
Desde una nueva concepci�n del tiempo, conviene pararse a pensar si las horas
dedicadas a la empresa se aprovechan en lo que valen y si las tareas se resuelven
de manera eficaz y eficiente.
Lo material tiene para nosotros un peso espec�fico del que valores de tipo
inmaterial carecen. Podemos ver qu� pasa si aplicamos una equivalencia econ�mica a
una hora de tiempo y por qu� esa hora parece valer menos que su correspondencia en
dinero:
Una AR es aquella tarea que se encuentra m�s pr�xima al objetivo que nos hemos
propuesto.
Si buscamos incentivar las ventas o atraer a nuevos clientes, hacer facturas o
seguimiento de cobros no ayuda: se produce un empate, no un resultado optimizado
que aporte valor. Hay que cobrar las facturas, pero cobrar es solo parte de un
proceso con aspectos mucho m�s determinantes, as� que esta tarea debe estar lo m�s
automatizada posible y su tiempo de ejecuci�n reducido al m�nimo.
Un programa inform�tico puede transformar presupuestos en facturas corrigiendo
peque�os ajustes o desviaciones.
Hacer un seguimiento de los presupuestos sirve. De este modo, es f�cil que nos
contraten el trabajo y que ello se traduzca en un aumento de las ventas. Esta es,
pues, una tarea de Alta Rentabilidad.
Hacer tangible no solo el tiempo, sino cada objetivo que nos proponemos, es vital
para descubrir qu� valor tiene y la forma de inspirarnos para una gesti�n eficaz de
lo que deseamos.
Haciendo tangible lo que no se puede tocar nos acercamos a los objetivos. Resulta
posible reducir a pasos cuantificables incluso algo tan gen�rico como �escribir�:
Colaboramos con un grupo editorial y nos han encargado un texto. Es algo
concreto, puesto que tiene una extensi�n y un n�mero de palabras determinado,
aunque la indicaci�n ha podido ser: �Haz algo sobre c�mo escribir bien�. �Algo� es
un concepto gen�rico, impreciso, mientras que �bien� quiere decir inteligible,
f�cil de leer, accesible a cualquier lector, ameno e instructivo. Despu�s de haber
le�do nuestro art�culo, ese futuro lector deber�a saber c�mo organizar un texto con
esas premisas. Entonces, nos decimos: �Escribiremos que un texto necesita una
estructura para que pueda ser comprendido con profundidad y que el lector no se
pierda�. Una estructura es una organizaci�n, algo que permite tomar cada parte de
forma individual y en la que cada una de ellas guarda relaci�n estrecha con el
conjunto. Podemos imaginar ese texto como una comida: cada plato ha de tener
sentido dentro del total y el vino ha de maridar con el conjunto.
Antes de ponernos a escribir, lo l�gico es que empecemos por reflexionar acerca
de: la informaci�n necesaria su extensi�n la idea central
qu� argumento vamos a defender lo que abordaremos en cada p�rrafo o cap�tulo la
conclusi�n a la que llegaremos que justifique cada p�-
rrafo o cada cap�tulo
Conviene hacer tangible y material lo que es abstracto e intangible. Si se trata de
un
servicio, especificar o definir los beneficios
concretos que se obtendr�n gracias a �l. Si se trata de un proceso, verificar cada
secuencia en que sea posible observarlo.
Poner precio a las AR y a las BR hace que nuestro cerebro se vuelva m�s permeable
a su importancia:
De lo anterior se deduce f�cilmente que una agenda apre tada no implica ni mayor
ni mejor rendimiento. La clave para una gesti�n correcta es una agenda eficaz que
trabaje a favor de las tareas que hemos anotado en ella.
Empezaremos por tomar nota de todas las actividades diarias y el tiempo dedicado
a cada una, a ser conscientes de c�mo y en qu� ocupaciones lo empleamos:
1. Tomamos nota de todas y cada una de las actividades diarias y del tiempo
destinado a ellas, hasta las m�s nimias.
Cap�tulo 7
La sabidur�a suprema es tener sue�os lo bastante grandes para no perderlos de vista
mientras se persiguen. William Faulkner
7. Planes que se resisten
Reducir el �xito a su valor estrictamente econ�mico implica a menudo renunciar a
la vida personal. Es un tributo que se paga en forma de tensi�n, represi�n y
negaci�n de aspectos como el desarrollo personal, la salud, la familia o el
descanso.
Suele faltar alegr�a en ese tipo de �xito que podr�amos llamar obsesivo. A
quienes act�an as�, les falta pasi�n y disfrute, y dejan de vivir cada peque�o
desaf�o como la aventura que debe ser. Llevan a cabo un trabajo duro con gran gasto
de energ�a y de bienestar personal, y conf�an en obtener reconocimiento social, la
admiraci�n de los suyos y, �c�mo no?, ser felices alg�n d�a. Lamentablemente, es
f�cil que terminen sus vidas entre lujos y distracciones concluyendo que la
felicidad era eso o que eso era, en todo caso, lo m�ximo que se pod�a alcanzar.
La ansiedad por conseguir objetivos a toda costa es responsable de que esos mismos
objetivos acaben truncados.
Los llamados por la sociedad mediocres o an�nimos est�n al otro lado de la
cuerda. Trabajan tan duro como aquellos, y llegan al final de sus jornadas tan
agotados o m�s. Como �nica retribuci�n, perciben sueldos bajos y modestas pensiones
al final de sus vidas laborales.
Unos y otros pueden haberse dejado llevar por mandatos ajenos directa o
indirectamente. Quienes persiguen el brillo social tanto como quienes se desloman
en trabajos poco agradecidos est�n secuestrados por consignas que no se han dado a
s� mismos.
Un monta�ero sabe que el ascenso a la cumbre es cambiante: a veces, hay cuestas
empinadas; otras, senderos c�modos y, por momentos, la caminata se complica. Debe
hacer peque�os descansos para reponer fuerzas.
Lo mismo sucede en el trayecto hacia nuestros sue�os: vivimos instantes de
cansancio, de falta de empuje y de necesidad de ajustar el ritmo, pero es
precisamente esa capacidad de perseverar y de irnos acomodando lo que nos permite
empezar a ser libres y a dirigir nuestros destinos.
El sistema nos presiona para que entremos en los cauces establecidos. Si nos
entregamos, seremos d�ciles y dependientes. Ganamos en autonom�a cada vez que
decidimos hacer algo por costoso que nos resulte. As� empezamos a ser due�os de
nuestra voluntad.
Sin motivaci�n personal no hay motivaci�n profesional y cualquier �xito estar�
vac�o de nosotros. Es err�neo llamarlo �xito.
7.1. H�bitos, barreras mentales, creencias err�neas
A pesar de la motivaci�n, de la actitud proactiva y de las ganas, puede que el
cambio no llegue. Nos lo proponemos, pero decaemos despu�s de un tiempo: hemos
tropezado con la parte oculta del iceberg.
Ideas adoptadas, traumas, experiencias dolorosas, costumbres, sentimientos de
culpa, miedos, mandatos ajenos� son trabas que nos manejan mientras pensamos y
sentimos que las cosas son, simplemente, como son.
H�bitos
Se trata de atajos que nuestro cerebro busca para optimizar el servicio que nos
brinda. Se instalan de esta manera: en alg�n momento, hemos tenido una recompensa
por determinada acci�n y la automatiza. La acci�n se vuelve rutinaria porque la
reproducimos, y la satisfacci�n est� garantizada.
Este computador interno que poseemos no discrimina entre h�bitos beneficiosos y
perjudiciales. No podemos esperar que nos ayude a salir a correr o que nos acompa�e
mientras intentamos dejar de fumar, porque no es su cometido. Por el contrario,
obtiene un beneficio inmediato si nos mantiene en la cama o se fuma un cigarrillo.
Los circuitos de la recompensa quedan activados con peque�os gestos gratificantes.
Es m�s, algunos de esos circuitos son capaces de desencadenar adicciones en tiempo
r�cord.
Se necesita una experiencia de gran conmoci�n para producir la energ�a que
revierte h�bitos. Las encuestas se�alan que entre un 5 y un 15 % de las personas lo
logra cuando hasta un 70 % de la poblaci�n querr�a cambiar alguna tendencia
automatizada.
Otra raz�n que nos lleva a acu�ar h�bitos es la b�squeda del placer, por eso nos
cuesta tanto eliminar algo que nos gusta y de lo que hemos hecho rutina. Para
instalar h�bitos que trabajen a favor de nuestros nuevos intereses, primero tenemos
que valorar sus ventajas.
Es como pensar en una inversi�n que hacemos hoy y que nos acabar� rentando en un
futuro pr�ximo.
Cambiar un h�bito es de todo menos sencillo.
Por tanto, resulta mejor adquirir buenos h�bitos, algo factible si fu�semos
conscientes
y estuvi�ramos presentes en cada instante de nuestra vida, atentos a cada
situaci�n.
Barreras o condicionamientos mentales
Nuestra mente tiene la facultad de anticiparse a cosas que van a pasar, pero no
siempre acierta en sus vaticinios. Suele estar muy segura de que act�a como debe y
pierde muchas oportunidades de conseguir ventajas que le facilitar�an el camino. Al
hilo de estas limitaciones:
1. Aritz se desplaza todos los lunes a Madrid para impartir seminarios de
desarrollo personal y profesional. El gimnasio del hotel en el que se aloja abre a
las 8:00 de la ma�ana. De haber aceptado que la norma es inamovible y no
cuestionarla, habr�a tenido que renunciar a su entrenamiento diario o asumir llegar
tarde al primer compromiso laboral del d�a.
En lugar de ello, expresa su necesidad y pide la llave del gimnasio para entrenar
de 7:00 a 8:00.
Se la dan sin poner pegas. Aritz, en lugar de esconderse detr�s de una idea
preconcebida, consigue entrenar con independencia de donde se encuentre.
2. Cada lunes, este autor toma un taxi para desplazarse desde el hotel hasta el
lugar en que imparte los seminarios. Uno de esos lunes, recibe las quejas de un
taxista acerca de que hay poca clientela, de que el panorama est� mal y
de que no saca lo bastante ni doblando la jornada. No ve a sus hijos. Al t�rmino de
la carrera�
Aritz: Yo me s� al dedillo tu historia, pero t� no sabes nada de m�. Te digo que no
vendes porque no sabes vender. Taxista: �Pero si estoy todo el d�a en la calle
buscando clientes!
A.: No me has escuchado. Desde que me he subido al taxi, lo �nico que has hecho ha
sido quejarte. �Quieres hacer el favor de escucharme cinco minutos? Te aseguro que
van a ser los cinco minutos m�s valiosos de tu vida.
T.: �
A.: Si me hubieras escuchado en lugar de quejarte, habr�as ca�do en la cuenta de
que vengo cada lunes y de que eso te garantizar�a 80 � fijos. Todos los lunes hago
este mismo trayecto tambi�n de vuelta, y podr�as sumar otros 80 � a los de antes.
Si hubieras estado atento, te habr�as enterado adem�s de que hago otro trayecto
hasta el aeropuerto que suponen 30 � m�s.
El taxista estaba recibiendo una informaci�n a partir de la cual su vida laboral
quedar�a marcada por un antes y un despu�s. Cuando Aritz regres� de su cita,
encontr� al hombre resolviendo un crucigrama.
A.: Te dir� m�s. Si me hubieras preguntado, te habr�a dicho que me estabas llevando
a la radio, y si la hubieras escuchado en lugar de hacer crucigramas, sabr�as que
vuelvo al aeropuerto dentro de tres horas. Es decir, que podr�as haber ganado 500 �
tan solo haci�ndome tres o cuatro preguntas.
Se qued� impactado y acab� dando un servicio peri�dico a Aritz, pero est� claro que
tuvo que hacer algunos ajustes en su modus operandi.
De lo anterior se deduce la importancia de estar alerta a las oportunidades, de
saber preguntar e interesarse por el otro; por supuesto, con tacto.
Todos hemos tenido miedo a hacer el rid�culo o a hablar en p�blico. Son barreras
poderosas relacionadas con la falta de confianza que se disparan ante la ausencia
de experiencias anteriores o ante contextos nuevos, desconocidos.
Tambi�n la rigidez mental instala en nuestra cabeza obst�culos que rechazan a la
imaginaci�n como fuente de creatividad; a menudo, en forma de clich�s
socioculturales: �eso no se hace�, �eso no se dice�, �no tienes m�s que p�jaros en
la cabeza�.
Otros bloqueos se deben a la mera actitud. La falta de voluntad acarrea
desinter�s por todo lo que nos rodea y podemos caer en la apat�a de perseverar en
ella.
Creencias err�neas
Afirman algo que no tiene base contrastable, que no ha sucedido del modo en que
se relata. Suelen estar influenciadas por lo que escuchamos en nuestro entorno:
�Soy muy mayor para aprender idiomas�, �si alguien de mi familia no est� bien, yo
no puedo estar bien�, �no es posible estar relajado en un examen�, �no se puede
hacer nada en un d�a lluvioso�.
Cada cual tiene las suyas. Una vez que se instalan, solo pueden superarse si la
persona est� dispuesta a cuestionarlas.
Anhelos de perfecci�n
Hay una distancia entre la b�squeda de la excelencia y la autoexigencia de
perfecci�n. La excelencia pretende la calidad, hace cosas satisfactorias poniendo
atenci�n, concentraci�n y cuidado en su ejecuci�n.
El ansia de perfecci�n siempre quiere m�s, las cosas nunca terminan de estar
bien. Un informe jam�s contiene el grado de exactitud que ser�a deseable, un
proyecto siempre puede mejorarse porque tiene alg�n fleco sin perfilar, un cuerpo
siempre puede esculpirse m�s. La frustraci�n por no poder dedicar m�s tiempo y
energ�a a lo que se tiene entre manos termina por angustiar y llega incluso a
paralizar. Quien queda atrapado en ella, es incapaz de discriminar cu�ndo un
prop�sito se ha cumplido.
7.2. Impedimentos relacionados con la funcionalidad
Los �para qu� no est�n claros
Puede que no consigamos pasar del sue�o a la acci�n, que nuestros �para qu� no
est�n claros y que su beneficio no se nos presente definido. Valdr� la pena
replantearlos, puesto que rompemos h�bitos y barreras mentales con relativo poco
esfuerzo cuando el beneficio es obvio y si no tenemos grandes lastres. Tal es el
poder de un sue�o que se concibe como misi�n: cada �para qu� se toma como una
asignaci�n que la vida nos hubiera encomendado para que le di�ramos forma. No
hemos definido los objetivos con precisi�n
Los objetivos son una porci�n de sue�o con fecha l�mite. Son un pedazo de ese
�para qu� �ltimo en un corto plazo, un fin parcial al que otros seguir�n y gracias
a los cuales el sue�o se ir� materializando.
Una vieja adivinanza pregunta ��c�mo te comer�as un elefante?�, y la respuesta
es: �troce�ndolo�. Un sue�o es algo grande, y precisamente su tama�o es lo que
disuade; se trata de un macroproyecto que, a su vez, debe estar compuesto de
microproyectos.
No sabemos marcarnos metas
Las metas son a�n m�s peque�as, son porciones de esos microproyectos u objetivos
que acabamos de ver en el p�rrafo anterior y que a�n han de desglosarse en acciones
reducidas a su m�nima expresi�n. Esas min�sculas acciones son las Cajitas�.
Si nuestro sue�o o �para qu� es:
Implementar programas de desarrollo para mayores.
Es muy posible que queramos motivar a ese grupo de poblaci�n y ayudarle a reducir
miedos y ansiedades. En tal caso, lo nuestro es motivar a un tipo de personas en el
�ltimo tramo de sus vidas haciendo pedagog�a. Un objetivo encaminado a lograr ese
sue�o o �para qu� puede ser:
Vender programas de desarrollo para la tercera edad.
Las metas o pasos parciales que van haciendo que el sue�o se desarrolle de manera
paulatina podr�an concretarse en:
Elaborar un programa piloto
Contactar con centros de mayores
Aprender a dar conferencias a peque�os grupos
Las Cajitas� son la herramienta espec�fica de Goal Boxes enfocada en la acci�n, y
que contiene la clave del �xito. Las Cajitas� son las particiones de las metas:
3Reunir material escrito
3Estructurar material en apartados
3Buscar im�genes
3Buscar local de grabaci�n
3Grabar v�deos
La planificaci�n no es realista
Si hemos de grabar v�deos, nos aseguraremos de tener una c�mara y de contar con
alguien que sepa manejarla y editar lo grabado; de lo contrario, podemos estar
dando por sentado algo que no es cierto. En tal caso, son cajitas que incorporar,
esa m�nima expresi�n de una acci�n.
Para hacer un mantenimiento del c�sped, el primer paso ser� dirigirnos al garaje
y comprobar si la cortadora est� en buen estado y las tijeras de podar se
encuentran en el lugar correspondiente.
Las acciones tienen que ser desmenuzadas hasta ese extremo para no caer en
excusas.
Cuando necesitemos vender un determinado producto, segmentamos el mercado en
grupos espec�ficos. Es el mejor modo de cubrir las necesidades de nuestros clientes
potenciales.
Dividir en microacciones la secuencia sue�o-objetivo-meta nos asegura una
planificaci�n consciente, eficaz. Es m�s, una acci�n-cajita puede fallar por un
imprevisto o porque no hemos tenido en cuenta alguna parte de su desarrollo, pero
eso tiene remedio con una acci�n de mejora. De este modo, los objetivos se
mantienen a salvo.
7.3. Actitud proactiva
Es f�cil caer en c�rculos viciosos: barreras, h�bitos y creencias err�neas
influyen directamente en las actitudes. Para superarlos, se requiere determinaci�n.
Tomar el control de la propia vida es un desaf�o que se ofrece a todo el mundo,
pero hay quienes no est�n dispuestos a asumir el compromiso.
Actitud proactiva es la capacidad de un ser humano para pasar cuanto antes a la
acci�n.
Solo hay resultado cuando hay acci�n. Para ello, es preciso derribar barreras
mentales
y condicionamientos e instalar h�bitos que trabajen a favor.
No hay cambio sin actitud proactiva. En el ser humano, siempre hay dos fuerzas en
lucha: una, aventurera, invita a explorar nuevos caminos; otra, conservadora, est�
empe�ada en que las cosas sigan como siempre.
Construimos la actitud proactiva a lo largo de varias fases:
1. Abordamos las dificultades y oportunidades en cuanto se presentan.
2. Nos anticipamos a las dificultades, consideramos los problemas desde distintas
perspectivas y tomamos decisiones coherentes al respecto.
3. Prevemos lo que puede ocurrir si dejamos que las cosas sucedan sin intervenir.
4. Conseguimos desarrollar una visi�n de largo alcance.
Ya no esperamos que los problemas y dificultades surjan, sino que creamos las
oportunidades para evitarlos. Tenemos ideas transformadoras, originales, proyectos
alternativos. Dejamos de estar a merced de las circunstancias, porque empezamos a
crearlas desde valores personales y colectivos. Sabemos estar a la altura ante
cualquier contrariedad. Si algo est� en nuestra mano, lo hacemos; de lo contrario,
nos retiramos y permitimos que sean otros quienes se ocupen. Es el nivel de la
excelencia.
De ah� salen personas motivadas por un esp�ritu de superaci�n entrenado y valores
alineados con el bien com�n desde la convicci�n de que todo es posible y de que
conseguirlo depende de nosotros en buena parte.
La persona proactiva se mantiene en coherencia priorizando y planificando cada
acci�n encaminada a logros. Su actitud es
din�mica, positiva, se mueve con confianza y protege espacios para su propio
bienestar.
Los l�deres aut�nticos llevan a cabo sus tareas de forma fluida, con gracia.
Aprenden y se adaptan. Expresan sus inquietudes y vacilaciones de manera que el
exterior sepa a qu� atenerse. Son aprendices eternos que se mantienen activos sin
alterarse. Son tambi�n grandes comunicadores que crean momentos de profundizaci�n y
desarrollo de cada conversaci�n. Su capacidad para distanciarse de los problemas y
reflexionar sobre las soluciones m�s adecuadas es determinante. Para ellos, el
miedo es un viejo conocido con el que hacen continuas alianzas.
7.4. La aut�ntica revoluci�n social Cuando est�n avaladas por la experiencia, las
palabras tienen m�s efectividad. Las personas de �xito no solo dicen qu� hay que
hacer, sino que viven en consonancia con lo que predican, desde la pr�ctica de sus
convicciones y valores.
Quienes poseen un talante emprendedor suelen tener sue�os poderosos y se toman
muy en serio cada minuto de sus vidas.
Una historia real
Corr�an los a�os sesenta. Se cuenta el caso de un hombre, Lou Holtz, que se vio
sin blanca y sin empleo a sus veintiocho a�os y con su mujer embarazada de ocho
meses. Ante una situaci�n as�, en lugar de deprimirse y caer en una espiral de
des�nimo que hubiera involucrado tambi�n a su mujer y a ese hijo a punto de nacer,
tom� papel y l�piz y se puso a redactar sus sue�os m�s locos, absurdos e
improbables, entre los que se encontraba conocer al papa, cenar en la Casa Blanca o
convertirse en entrenador de su equipo de f�tbol favorito.
Despu�s de escribir hasta 107 insensateces, se dijo: �Una vez que has escrito
todo lo que quieres conseguir en la vida, aseg�rate de que cada d�a haces algo
concreto para cumplir al menos uno de esos sue�os�.
No solo lo escribi�, sino que lo hizo. Lleg� a cumplir esos sue�os y muchos
otros. Se convirti� en el �nico entrenador de la National Collegiate Athletic
Association (NCAA) que logr� dirigir hasta seis programas diferentes de f�tbol
americano universitario y llevarlos a bowls (partidos de f�tbol americano que se
enfrentan por un t�tulo, campeonato o trofeo). Acu�� �xitos y fue reconocido como
entrenador del a�o en m�ltiples ocasiones.
Nuestras empresas y nuestra sociedad nos necesitan para que seamos art�fices de
un cambio basado en lo que cada uno de nosotros haga.
Primero, un sue�o; segundo, capacidad de pasar a la acci�n; tercero, perseverar
en cada parte del proceso.
Si alguna comparaci�n tenemos que hacer, es con nosotros mismos y respecto a un
referente que son nuestras metas, las �nicas que nos indican si avanzamos o no. Las
metas son etapas del camino que conduce a los objetivos.
1. Nos permiten reflexionar acerca de la evoluci�n del proceso.
2. Gracias a ellas, decidimos qu� tareas priorizar, cu�les proteger y en qu�
aspectos perseverar. El beneficio inmediato es la autosatisfacci�n y una mejora de
la propia autoestima.
3. Se�alan nuestro grado de coherencia, si estamos protegiendo a las tareas de Alta
Satisfacci�n Personal y las de Alta Rentabilidad Profesional a diario.
4. Nos indican qu� acciones de mejora implementar.
Un sue�o sincero, bien definido y anclado, que se percibe como prop�sito vital,
no se cae. Ciertas metas o acciones diarias, ante las que hemos de reflexionar,
pueden caerse y examinar si nuestra planificaci�n fall� o si tuvimos imprevistos;
en tales casos, proyectamos acciones correctoras.
Pongamos que nos hemos propuesto hacer tres visitas a clientes y no hacemos
ninguna. �Culparemos a la crisis por lo mal que est� todo y por las trabas que nos
pone? Tal vez, pero �a qui�n culparemos si decidimos hacer ocho y nos quedamos en
tres?
Muchos de los cambios que esperamos ver en el mundo dependen de nosotros, de que
realicemos abordajes nuevos frente a las dificultades.
No se trata solo de solvencia curricular, sino mental, emocional y actitudinal. En
la mayor�a de los casos, nos vamos a encontrar con
que sobra formaci�n y falta preparaci�n en empoderamiento e iniciativa.
Libertad no es perseguir bienes materiales de forma ansiosa, sino una tarea que
requiere curiosidad, paciencia, acci�n sostenida y generosidad.
No hay crispaci�n ni urgencias que reclamen ser atendidas en el ejercicio de la
libertad. Se lleva a cabo minuto a minuto, poniendo ecolog�a en cada pensamiento y
en cada gesto min�sculo, y teniendo presente que empieza en lo individual y
confluye en lo colectivo.
La empresa y la sociedad de hoy piden con urgencia la instauraci�n de valores que
descansan en las fortalezas mentales de todos
�directivos, empleados o trabajadores por cuenta propia�, as� como en los
respectivos actos de coherencia.
Los empleados han de sentirse motivados y deben constatar que las propuestas no
se apartan de su �tica individual, ya que pueden verse comprometidos a hacer
cambios m�s profundos.
Se les debe informar de que se trata de elevar el nivel de exigencia colectivo y
de cada uno de ellos en particular, pero que contar�n con asistencia, margen de
tiempo y la buena disposici�n de los directivos. Si estos se muestran abiertos y
act�an en coherencia, se convierten en modelos de comportamiento.
Entonces, es f�cil que la disposici�n de los empleados sea favorable y que el
proceso de cambio acabe siendo satisfactorio.
TESTIMONIO
Nac� en una familia de clase obrera. Mi aita trabajaba como soldador y luchaba con
fuerza por los derechos de los trabajadores. Fue gudari en la 2.� Guerra Mundial,
una �poca dura que le procur� grandes valores y que, incluso despu�s de su
fallecimiento, me han ayudado a tomar decisiones acertadas, como la experiencia ha
confirmado.
Mi ama, modista desde los 14 a�os, siempre estuvo al frente, cuidando de
nosotros, que �ramos tres hermanos, y gui�ndonos en nuestro d�a a d�a. Reconozco
que la transmisi�n de valores en mi familia fue muy importante para m�. No soy
nadie especial ni he hecho grandes proezas. Ni siquiera he ambicionado en mi vida
otra cosa que estar a gusto y rodeado de aquellas personas que significan algo para
m�. He conseguido sentirme m�s o menos satisfecho en ocasiones, pero no ha sido
f�cil ni pleno, ni en lo personal ni en lo profesional.
Hay una persona fundamental para m� y que me ha acompa�ado gran parte de mi vida:
mi �eterna compa�era�, mi esposa. Ella ha aportado equilibrio y reflexi�n a nuestra
relaci�n, y su concurso ha sido imprescindible para poner en pr�ctica todos
aquellos valores adquiridos.
En un momento determinado, sin ning�n hecho externo relevante que lo provocara,
comenc� a reflexionar sobre lo previsible que era nuestra vida. Me puse a pensar
sobre si ser�amos capaces de afrontar problemas diferentes a los que tenemos a
diario, que suelen ser los mismos para todas las personas en general y con peque�as
variantes.
Este pensamiento nos llev� a mi compa�era y a m� a modificar nuestro plan de
vida. La reflexi�n fue: �Hemos vivido un tiempo �como era de esperar�, y ahora
queremos vivir un tiempo de una forma diferente�.
Decidimos vivir en un medio que nos era conocido y en el que disfrut�bamos, y
hacer un largo viaje por mar a bordo de un velero. Una traves�a nos llevar�a a
vivir nuevas experiencias y a afrontar otro tipo de problemas, puede que m�s
naturales y propios del ser humano. Fueron quince meses inolvidables. Esto, que
parece sencillo as� relatado, no lo es tanto. Significa desprenderse de muchas
cosas, deshacerse de aquello que has ido acumulando a lo largo de los a�os lo hayas
usado o no. Vender el negocio, el coche, la moto, los muebles�
Significa, adem�s, comprar el barco adecuado y ponerlo a son de mar para que cumpla
la finalidad prevista. Significa, sobre todo, tomar decisiones vitales muy
importantes: paralizar la formaci�n de una hija adolescente, separarnos
temporalmente de nuestra otra hija, alejarnos de la familia y de nuestros amigos.
Desde una perspectiva temporal, yo lo denomino �meter la vida en cajas y guardarlas
en el trastero hasta la vuelta�.
En esa �poca, de manera totalmente inesperada, apareci� en mi vida Aritz Urresti,
quien, a trav�s de una metodolog�a definida, ayuda a las personas en la toma de
decisiones. Me invit� a una sesi�n sin compromiso alguno. Con mucho recelo, pero
con una sensaci�n de seriedad que no sabr�a definir, acud� a la cita y sal� de la
reuni�n con la certeza de que un apoyo externo e independiente podr�a ser
beneficioso en la toma de un mont�n de decisiones que tendr�a que tomar en adelante
y de que Aritz Urresti podr�a ser ese apoyo.
Aquel ciclo de sesiones que tuvo lugar durante varios meses modific� mi forma de
abordar el cambio de plan de vida y mi proyecto de viaje. Me atrev�, de entrada, a
hacerlo p�blico, ya que nadie m�s que mi pareja y yo lo sab�amos hasta entonces.
Hacer p�blico un proyecto personal significa abrir el campo de interacciones
beneficiosas en todos los sentidos y desde todas las perspectivas.
Lleg� el momento de soltar amarras con todas aquellas decisiones tomadas, para
bien o para mal, a bordo de nuestro velero, rumbo a lo inesperado, con un plan de
viaje definido, pero que, por diferentes avatares, fuimos modificando. Porque eso
tambi�n es sentirse vivo: decidir cambiar, modificar el rumbo.
As� fue. Ha sido una experiencia dif�cil de relatar en el nivel de aventura y los
aspectos personal y familiar. Ha sido una experiencia que sorprende, recibe halagos
y tambi�n cr�ticas, pero es mi experiencia, la de mi pareja y la de mi hija, y
siempre quedar� en nuestro recuerdo.
De la misma forma, tambi�n he tenido que tomar decisiones complicadas, pero ya
sab�a c�mo hacerlo: retomar nuestra casa, vender el barco que ha sido nuestro hogar
durante tanto tiempo en el mar, reiniciar estudios y apreciar lo que es realmente
importante para cada uno.
Me gusta decir que todo acto o decisi�n tiene consecuencias y genera un nuevo
mundo que ser�a diferente de haber tomado cualquier otro camino. En mi caso, creo
que las decisiones que he tomado han generado un nuevo mundo en el que me gustar
estar y de las que Aritz Urresti tiene buena parte de �culpa�.
Joserra Atorrasagasti
A Joserra Atorrasagasti le gusta definirse como �gente normal� aunque no haga
cosas que hace la mayor�a. �l y su familia viven su vida a caballo entre Euskadi y
Balears, y se dedican a gobernar barcos y yates.
Cap�tulo 8
Los libros de texto ense�an una disciplina, pero no ense�an c�mo pensar. Yo dir�a
que la capacidad para considerar los problemas complejos y separarlos en partes
manejables es mucho m�s importante. Las personas deben ser capaces de hacer esto en
el momento. Esa capacidad no se puede aprender de un libro, pero es la que en
realidad se necesita. Dick Parsons
8. Las Cajitas�: la letra peque�a del �xito
Todos tenemos experiencia de lo costoso que resulta enderezar un proyecto que no
est� bien planificado o no sigue pautas concretas, y tambi�n nos hemos visto
buscando algo que guardamos en un lugar err�neo. Son cosas que llevan tiempo y
energ�a, tiempo que habr�amos empleado mejor en otra cosa y energ�a por el fastidio
que supone tener que ocuparnos de algo imprevisto.
Quedamos debilitados por partida doble.
Fijar metas claras a diario motiva y dirige nuestros pasos al �xito. En cambio,
la improvisaci�n nos lleva a apuntarnos a un gimnasio o salir antes del trabajo y a
dejarlo cuando ha pasado el impulso del primer momento: las ganas nos duran unos
cuantos d�as. Al poco, nos decimos que exige demasiado esfuerzo. Cuando se repite
tres o cuatro veces en la vida, acabamos resignados pensando que las cosas son as�.
Hay una soluci�n que consume mucha menos energ�a y que es realmente eficaz: Ser
uno mismo, el cambio por el m�todo de fijarse accion es diarias
Implica modificar la mentalidad, la manera de ser. Actuar sin haber cambiado
antes de mentalidad y de h�bitos nos lleva a cosechar decepciones por falta de una
buena estrategia.
Somos nosotros quienes determinamos qu� cosas van a pasar en nuestra vida: o nos
volvemos activos y trabajamos enfocados o, por el contrario, nos entregamos a las
inercias, a esperar que algo pase. Pocas veces ocurre que ese algo cambia para
mejor, y menos a�n que nos cambie a nosotros para mejor. As� pues, somos
responsables de nuestras decisiones y de que el objetivo �xito, secundado por un
buen planteamiento realista, se encuentre entre ellas.
Se impone aprender a centrarnos d�a a d�a en tareas prioritarias, una lecci�n que
nadie nos ha ense�ado y que no se practica: los trabajos no siguen esta premisa.
Trabajamos por horas y vamos dejando para ma�ana lo que no podemos terminar hoy,
las tareas sin terminar se vuelven urgentes y desplazan a otras que se convertir�n
en urgentes a su vez en alg�n momento. As� vamos, como quien huye hacia adelante.
La buena noticia es que la herramienta clave para obtener �xitos a medio y largo
plazo existe ya y tiene un nombre singular: Las Cajitas�.
Las Cajitas� son el GPS que conduce al �xito: nosotros fijamos el destino y ellas
nos se�alan la ruta para no perdernos, nos indican cualquier desv�o del camino y
las correcciones necesarias.
Tienen tres caracter�sticas b�sicas: son acciones consecutivas, dependientes
entre s� y enfocadas a una meta. No son tareas aisladas, sino que se llevan a cabo
en continuidad, una detr�s de otra.
Comprender esto es fundamental, porque la persona busca el �xito, pero tiende a
pensar en acciones grandes que su cerebro se ve incapaz de llevar a la pr�ctica. Le
hemos dado algo de tales dimensiones, tan potente que no sabe por d�nde cogerlo. Lo
que hace es desistir, no hacer nada, o empieza y lo deja al poco tiempo.
Con semejante panorama, aprender a hacer Cajitas es prioritario. Cada cual tiene
que confeccionar las suyas y dividir su elefante. Dominarlas se convierte en todo
un arte centrado en la habilidad de concretar y al que se opone la tendencia
habitual de pensar de forma inconcreta.
Por ejemplo, �regar las plantas� �es una meta o una acci�n-cajita?
No hay duda, es una meta si es algo que puede descomponerse en fracciones todav�a
m�s peque�as.
No obstante, de 100 personas preguntadas, 99 responden que es una acci�n, y si se
les pide que rieguen las plantas, es muy f�cil que no lo hagan porque se trata de
una operaci�n que a�n se puede subdividir.
�Regar las plantas� es una meta que se compone de tres Cajitas:
1. Coger la regadera que est� en ese trastero.
2. Llenarla de agua.
3. Dirigirse al jard�n y verter el agua sobre las plantas.
A menudo, dejamos de hacer cosas porque tenemos dificultades para descomponer una
determinada tarea en partes m�s peque�as. Desconocemos el lenguaje de nuestro
cerebro.
Esos son los pasos: desde las Cajitas a las metas, y desde las metas a los
OBJETIVOS grandes y ambiciosos, como: tener cinco clientes m�s en tres meses
dedicar media jornada a desarrollar nuestro talento como
dibujantes ayudar a nuestros hijos a hacer sus deberes y leerles un
cuento antes de dormir adelgazar 10 kg de peso y fortalecer piernas y brazos
subir al Monte Perdido en las pr�ximas vacaciones relacionarnos con personas
nuevas
En el interior de esos objetivos, en la base de nuestra motivaci�n, su raz�n de
ser, lo que da sentido a cada objetivo, meta y Cajita, unos estimulantes �PARA QUɻ:
tener independencia econ�mica liberar a la pareja de su carga de trabajo ser un
ejemplo para hijos o amigos demostrar val�a y capacidad ante la propia familia
trabajar media jornada y dedicar el resto del d�a al dise�o gr�fico
surfear, hacer rutas en bici o caminatas por el monte conocer a personas en
ambientes l�dicos
dar servicio a personas para que puedan superar sus pro-
pios l�mites envejecer con calidad de vida, incorporar la meditaci�n,
la vida desacelerada viajar, conocer mundo, trabar contacto con personas de
otros pa�ses hacer voluntariado en hospitales o en comunidades des-
favorecidas acompa�ar a personas a envejecer con dignidad
Gestionar el tiempo de manera eficaz exige pr�ctica.
Si metas y Cajitas no son id�neas, hay que revisarlas para que encajen mejor con
la realidad de cada uno.
Cuando son realistas y conscientes, descubrimos d�nde tenemos una resistencia,
d�nde un temor o si se trata de simple pereza (a veces, detr�s de la pereza se
esconde un miedo o una meta que hemos confundido con una acci�n-Cajita y que a�n no
est� descompuesta en partes indivisibles).
despu�s de ser construido, mientras que lo que se crea se ama antes de ser creado.
Charles Dickens
9. Desarrollo personal: la base del desarrollo profesional
Tradicionalmente, hemos podido acceder a puestos de relevancia por la v�a de los
t�tulos. Serv�an para ejercer un tipo de liderazgo vertical a base de �rdenes desde
la cumbre hasta abajo. Este tipo de liderazgo falla a la larga, porque el l�der
solo interviene cuando algo no sale como cabe esperar, pero no sabe, se pierde ante
conflictos derivados de los modos de relacionarse.
Ni acreditaciones acad�micas ni puestos de trabajo nos hacen mejores, solo se
logra con un desarrollo personal continuado y asumiendo h�bitos creativos. Una
profesi�n no puede garantizar el cambio transformacional, pues este tiene lugar en
la gesti�n de las relaciones con uno mismo y con los dem�s; nada tiene que ver con
lo estrictamente econ�mico o profesional, salvo de manera indirecta.
Las acreditaciones por s� solas no han bastado para garantizar la buena salud de la
empresa ni su competitividad a largo plazo.
Las empresas pueden prosperar �y lo han hecho � durante un tiempo, pero hay un
momento en que terminan mostrando s�ntomas perjudiciales y su sostenibilidad se
vuelve precaria. Entonces, se ve que la creatividad brilla por su ausencia: nadie
ha o�do hablar de ella y menos a�n en relaci�n con el trabajo; es una carencia
compartida. Puede que los gerentes de este tipo de compa��as hayan sido h�biles
posicion�ndolas en mercados competitivos e incentivando a sus empleados, pero no
han puesto cuidado en la salud interna, que es una competencia espec�fica del
liderazgo transformacional (v�ase cap�tulo 6, subcap�tulo 6.4.). El equilibrio
entre necesidades personales y organizacionales ha solido hacerse de forma
intuitiva o, sencillamente, no se ha llevado a cabo por falta de sensibilidad e
ignorancia.
La realidad del mundo empresarial supone exigencias que muchas veces llegan por
sorpresa y ponen a todos contra las cuerdas; sobre todo, a quienes son m�s
exigentes con los otros que consigo mismos. Los estilos autoritarios suelen acabar
forzando despidos de esos otros, aunque el incompetente sea el que despide.
Los valores y las cualidades personales caminan paralelos a la preparaci�n
acad�mica y a menudo ense�an m�s que esta.
Una buena acci�n puede ser producto del azar. Mantener el potencial en un nivel
alto requiere estrategias de planificaci�n y capacidad para inspirar a otros, y no
hay mejor forma de estimular que predicar con el ejemplo.
Una empresa puede adoptar cambios sin que est�n respaldados por la mentalidad de
sus directivos y aun as� tener �xitos, pero
lo m�s probable es que tales cambios sean circunstanciales o tengan una duraci�n
limitada.
En nuestra sociedad se sobrevalora el conocimiento y escasean los gerentes con
visi�n, con olfato. Es obvio que se requieren conocimientos t�cnicos, pero otro
tipo de destrezas y habilidades, que pocas veces se tienen en cuenta, son
necesarias en la empresa actual:
Y Inteligencia ejecutiva, o pasar a la acci�n transformando ideas en beneficios.
Y Capacidad de automotivaci�n y de motivar al personal.
Y Inteligencia interpersonal enfocada a la resoluci�n de conflictos.
Y Sentido de la oportunidad u olfato para tratar determinados temas.
Y Habilidad para desarrollar estrategias a largo plazo o visi�n. Y Honestidad para
reconocer los propios errores y repararlos.
Cuando los jefes cambian, las estructuras tambi�n lo hacen:
es la v�a m�s efectiva. Se hace introduciendo par�metros nuevos en la cultura
empresarial, en la mentalidad y en el comportamiento de quienes est�n al frente:
aprender a defender posturas, a rendir cuentas ante la comunidad, a contribuir para
que los dem�s se sientan satisfechos por hacer lo que hacen.
Una palabra inglesa expresa este concepto: accountability. �Llevo m�s de ocho a�os
trabajando con miles de personas y poniendo en pr�ctica lo que se expone en estas
p�ginas. Hubo un momento en que comprend� esta verdad esencial: el �xito personal
va m�s all� del �xito econ�mico, y no siempre ambos coinciden.
Cuando el �xito econ�mico llega como fin en s� mismo, suele dejar insatisfecha a
la persona, y puede que quienes lo logran ni siquiera lo hayan hecho respondiendo a
una demanda profunda, sino porque lo han visto en otros y tomado como propio sin
calibrar consecuencias o sin saber si eso era lo que realmente quer�an.
Todos buscamos calidad de vida, y es m�s f�cil alcanzarla con dinero. Hay que
tener cuidado, pues podemos terminar pagando un impuesto brusco: la renuncia a la
calidad de vida que quer�amos.
En cambio, cuando el �xito llega como consecuencia de haber incorporado nuevas
habilidades, de ense�ar algo a los dem�s o porque hemos desarrollado talentos,
compensa los esfuerzos. Produce la sensaci�n de estar haciendo algo importante con
la propia vida y eleva la autoestima�.
Aritz Urresti
9.2. La soledad de los mandos empresariales
Puede que un mando parezca s�lido, fuerte y solvente, pero, si indagamos en �l, a
lo mejor comprobamos que no se permite ser vulnerable. Es f�cil que nos encontremos
con un tipo emocionalmente introvertido y que aparenta una seguridad que no tiene,
que adopta un estilo autoritario porque desea reconocimiento y consideraci�n, ya
que est� obligado a acertar en cada decisi�n que toma.
Su propia estima se reduce a ser art�fice de los logros de la empresa.
Quienes obedecen a ese perfil:
son autoexigentes con su foco afuera, no en s� mismos creen que las personas
rinden m�s si son presionadas expresan generalidades y palabras sin contenido
viven centrados en sus propios intereses gestionan el estr�s de forma deficiente
est�n sometidos a grandes presiones solo conf�an en su propia capacidad aparentan
ser invulnerables se muestran a la defensiva no se permiten el error creen
saberlo todo no delegan
Una organizaci�n est� formada por personas. Todos sus puntos fuertes son la suma
de los puntos fuertes individuales y de c�mo sus miembros se relacionan entre s�.
Cuando el estilo comunicacional es poco eficaz, se dan tensiones y desconfianzas, y
las dificultades tienden a permanecer. Las reuniones que se llevan a cabo y que
pretenden dar respuesta a tales dificultades suelen parecer m�s mon�logos que
aut�nticos di�logos. Alguien con mayor poder impone medidas y el resto las secunda
sin cuestionarlas.
La soledad que nos interesa es otra en la que aprendemos a conversar con nosotros
mismos en condiciones de:
concentraci�n eliminaci�n de interferencias
Reflexionar �sobre la marcha� puede tener otros nombres, pero no sirve para que
la persona se d� cuenta de c�mo act�a, qu� decisiones toma, para qu� las toma, qu�
errores comete y qu� conclusiones pr�cticas puede sacar de todo ello. Planea la
tentaci�n de responsabilizar a otros de lo que dej� de hacer o hizo de manera
precipitada.
Aprender a llevarse bien con uno mismo es crucial. Tenemos que ejercer la
autocr�tica y permitir que otros opinen sobre nosotros para saber cu�nto valemos.
Siempre habr� datos que se nos escapen si no analizamos qu� pensamos, qu� hacemos y
c�mo lo hacemos, y sin que los dem�s nos muestren ciertos aspectos que no siempre
vemos.
Nadie puede ense�ar excelencia si �l mismo no es excelente. Dirigir equipos
humanos requiere una ciencia distinta de la de los asientos contables y los
balances econ�micos.
Es preciso practicar la excelencia, escuchar al otro, comprenderlo, tener tacto y
sentido de la
oportunidad para transmitir convicciones propias.
Sorprende que se siga viendo con desconfianza el exceso de cordialidad entre
compa�eros o con los propios clientes en las empresas. Se argumenta que, en ese
�mbito, son relaciones basadas en el inter�s profesional y que, si se introduce lo
personal, ciertas cuestiones empresariales podr�an verse afectadas.
Como consecuencia, la separaci�n entre lo personal y lo profesional sigue
vigente. Sin embargo, el mundo global demanda cada vez m�s capacidades humanas y
personales que se conjuguen con los aspectos t�cnicos y profesionales.
Al contrario que los �ltimos, aquellas no se rigen por leyes fijas, sino que
est�n vinculadas a situaciones y maneras de ser.
9.3. Hacia lo grande desde la pr�ctica de lo peque�o
La idea de pertenecer a algo m�s grande que uno mismo es sugerente, se trata de
instaurar una cultura en la que el liderazgo sea un valor prioritario y la queja
quede fuera. Un valor como el del �presentismo� en la empresa debe quedar superado
por el del trabajo por tareas, asociado a la propia rentabilidad.
Las consignas y los mandatos ajenos destruyen la motivaci�n y degeneran en
victimismo. Ahora bien, este puede desaprenderse dado que es el resultado de un
aprendizaje. El victimismo no mueve las ruedas de la productividad porque es torpe
y desalentador, y en ning�n caso estimula lo mejor de cada uno. Es como la
oscuridad: carece de existencia por s� misma y toma su referente de la luz. Tal
como para iluminar una habitaci�n pulsamos un interruptor y la oscuridad
desaparece, para conectar con nuestra luz interna pulsamos ciertos interruptores
dentro de nosotros:
Sue�os aut�nticos. Deseos sinceros.
Valent�a. Autoexigencia. Voluntad.
Coherencia.
Congruencia.
Humildad.
Compromiso.
Estos interruptores nos permiten ser lo que estamos llamados a ser, de manera
que, si perseguimos algo, nuestra pr�ctica ser� coherente con ello tanto en la
empresa como en la vida personal.
La creatividad se dispara cuando la gente se apasiona y empuja sus l�mites.
�Puedo contaros muchas an�cdotas como estas:
1. Conoc� al due�o de un bar cuya especialidad es el jam�n y que, adem�s de vivir
estresado, cortaba m�s pan que jam�n: le ped�an m�s pan con cada plato de producto.
Despu�s de un tiempo entrenando para eliminar barreras mentales, se decidi� a poner
una cestita para el pan con su propio precio y a efectuar el cobro al momento. En
un mes logr� facturar 1.000 � m�s adem�s de ganar en tranquilidad.
2. Un frutero se quejaba de que a sus clientes les resultaba dificultoso pelar los
ajos que les vend�a, y vimos que pod�a incluir accesorios que facilitasen la tarea.
Ahora vende la fruta de siempre adem�s de artilugios que resuelven estos
inconvenientes de forma pr�ctica y factura tres veces m�s.
3. Conoc� a una peluquera convencida de que perd�a dinero cada minuto en que no se
encontraba atendiendo. En cambio, mientras atend�a era cuando realmente lo estaba
perdiendo. Le suger� parar y pensar.
La primera medida fue negociar con proveedores. La segunda, ofertar m�s servicios a
sus clientas, algo a lo que se negaba por creer que se sentir�an presionadas.
Cambi� la barrera mental de �comprometer a sus clientas� por �ofrecer productos
espec�ficos a quienes los pueden necesitar�, que era, sencillamente, ponerlas tras
esa pista y abrir el abanico de posibilidades desde un punto de vista comercial.
En quince d�as, el hecho de detenerse para reflexionar le supuso una ganancia de
700 � por servicios nuevos, cuando solo facturaba 30 � por una hora de trabajo.
4. Una cuadrilla de pintores que hab�a presentado ofertas por valor de entre 25.000
� y 30.000 � se quejaba de que �no hac�an seguimiento de presupuestos porque ten�an
que pintar�; es decir, no acud�an a las reuniones de vecinos en las que se discut�a
el asunto y donde pod�an haber defendido sus propuestas. Se les escapaba por
completo que el seguimiento de presupuestos es una AR1 porque a mayor tiempo de
dedicaci�n, mejor resultado econ�mico.
5. Impart� un curso de formaci�n en SEUR, la empresa de env�os de paqueter�a, al
que asist�a una mujer muy esc�ptica. Anotar en qu� empleaba diariamente su tiempo
le parec�a una simpleza. Aun as�, se decidi� a tomar nota en su dietario de lo que
pasaba durante los dos d�as siguientes. �Cu�l ser�a su sorpresa al comprobar que no
sacaba m�s de media hora rentable diaria! El resto eran imprevistos e
interrupciones.
Tom� varias medidas al tercer d�a, como cerrar la puerta del despacho, no coger
llamadas, no consultar e-mails y permanecer centrada por espacio de cinco horas.
Conclusi�n: fue m�s productiva en un solo d�a que en toda una semana normal, y no
solo eso, sino que continu� con la experiencia y logr� salir de trabajar antes, ir
al gimnasio cuatro d�as y recoger a sus hijos, y se sinti� menos cansada y de mejor
humor a partir de entonces.
Una medida tomada en el trabajo repercuti� en una clara mejora de su calidad de
vida�.
Aritz Urresti
9.4. El arte de planificar y de afinar en lo prioritario
Abordar la gesti�n del tiempo significa tener claros nuestros objetivos y
ponerlos sobre el papel. Es ganar tiempo y calidad de vida, aunque exige ser muy
minuciosos.
Identificar las tareas en las seis �reas de la vida y destinar un espacio
diario para cada una de ellas. Planificar es distribuir: dedicar media hora a
meditar y estar tranquilos, a leer una novela o un libro sobre emprendimiento,
hacer ejercicio, estar con la familia o los amigos, continuar la formaci�n en
lengua extranjera o trabajar en las tareas que generan resultados extraordinarios
para nuestra empresa. Las denominamos tareas de Alta Satisfacci�n Personal (AR) y
de Alta Rentabilidad Profesional (AP).
Planificar es ganar tiempo. Un proyecto que se mantiene en la mente no se
cumple, va difumin�ndose poco a poco y terminamos rest�ndole importancia.
En cambio, planificar nos da la posibilidad de contemplar el conjunto y valorar
lo que m�s nos conviene. Por otra parte, anotar las tareas garantiza un menor
�ndice de estr�s. La agenda de trabajo se convierte en un aliado y en un modo de
comprometernos con la acci�n.
Planificar tambi�n favorece la concentraci�n. Nos hace conscientes de nuestras
distracciones y del tiempo que nos lleva desempe�ar cada tarea. Cada ocupaci�n
queda resuelta con mayor prontitud.
El simple hecho de ir poniendo marcas en las tareas anotadas cuando las hemos
resuelto tiene un agradable efecto psicol�gico, automotivador y estimulante. Puede
parecer un detalle nimio, pero es significativo.
Creamos cada d�a lo que pretendemos que suceda a nuestra conveniencia. As� y
todo, habr� imprevistos que no podremos anticipar por su propia condici�n, pero eso
nos da la oportunidad de valorarlos y, seg�n su importancia, decidir qu� hacer al
respecto.
Otra ventaja: al estar en contacto diario con ese goteo de metas peque�as,
sobrevienen nuevas ideas, nuevas posibilidades creativas que, de otro modo, se
perder�an en la marea de pensamientos.
Conviene programar la agenda con una semana de antelaci�n, revisarla cada
noche seg�n los resultados del d�a transcurrido y hacer los ajustes necesarios.
9.5. Los enemigos de Las Cajitas�
El enemigo n�mero uno es no tom�rselas en serio. A la mente le atraen las cosas
complicadas para despu�s poner objeciones y decir que no lo hace. Estamos demasiado
adormecidos por las frases grandilocuentes, las abstracciones, la rutina y lo
conocido. As�, lo grande nunca termina de llegar a nuestra vida.
El segundo enemigo se deduce del primero: nuestros h�bitos se interponen entre
nosotros y nuestros anhelos. No es f�cil cambiar h�bitos, y lo sabe quien lo ha
intentado. Algunos sugieren que se necesitan 21 d�as para sustituir un h�bito por
otro; otros, que son 66 los d�as de disciplina y constancia.
El tercero son los prejuicios, las barreras mentales, nuestro rechazo a
cuestionar lo que hemos venido creyendo hasta ahora y creer que podemos cambiar
haciendo lo mismo de siempre.
Los cambios no son para todo el mundo. Cambiar es para los que se atreven, para
quienes est�n dispuestos a aprovechar las oportunidades.
El cuarto inconveniente est� relacionado con el orgullo. Nos impide reconocer que
no sabemos ciertas cosas y que nos interesa desaprender otras con el fin de
incorporar nuevas ideas y mejores h�bitos.
Un antiguo cuento oriental
Cuenta la leyenda que un conocido guerrero budista sent�a una gran admiraci�n por
un famoso maestro zen. Un buen d�a, la casualidad quiso que ambos, maestro y
guerrero, se encontraran y este �ltimo trat� de aprovechar la oportunidad para que
lo aceptara como disc�pulo. El maestro quiso saber por qu� tendr�a �l que aceptarlo
como disc�pulo, de manera que el guerrero, ni corto ni perezoso, se dispuso a
impresionarle con sus m�ritos y conocimientos sobre el zen: le recit� los t�tulos
de los libros que hab�a le�do, le hizo una relaci�n de sus numerosos estudios, de
las ense�anzas en que estaba versado, etc. Le proporcion� todo un derroche de
detalles en cuanto a formaci�n y cualidades que el maestro escuch� en silencio.
Cuando hubo puesto fin a su ch�chara y ante el asombro del guerrero, el maestro
se limit� a ofrecerle una taza de t� con la misma cordial sonrisa con que le hab�a
estado escuchando. Verti� el l�quido humeante en la taza, pero no se detuvo cuando
lleg� al borde del recipiente. Continu� verti�ndolo hasta alcanzar la mano de su
invitado y derramarlo por la mesa. El guerrero no daba cr�dito y llam� la atenci�n
al maestro:
�No puede seguir echando t�, maestro, la taza est� llena y derramar� todo si
contin�a as�.
�Efectivamente �repuso el maestro�, y no puedo aceptarlo como disc�pulo por ese
motivo. Tiene usted su taza tan llena que todo conocimiento que yo intente verter
se derramar� y desperdiciar�. V�yase a casa y vac�ela. Cuando lo haya hecho,
regrese. Solo entonces podr� aceptarle como disc�pulo.
Tenemos que vaciar la taza.
Es m�s provechoso adoptar la actitud de aprendiz eterno, capaz de crecer y
desarrollarse de forma permanente, que instalarse en la arrogancia de quien
pretende saberlo todo y no permite que nada nuevo entre en su mente.
Por �ltimo, fallan el compromiso, la paciencia, la perseverancia y la fuerza de
voluntad. De esta manera, nuestra mente sigue enredada en la vor�gine de
pensamientos circulares, en los h�bitos y barreras mentales de siempre y con la
queja como gran aliada.
9.6. El gran aliado de Las Cajitas�
Cuando primaba la cultura del esfuerzo, tambi�n se ten�a en gran estima la
palabra que se daba. Hoy, en cambio, nuestras palabras valen menos y lo del
esfuerzo tiene mala prensa. Perseguimos el efecto pastilla: aprender idiomas en
diez d�as, adelgazar viendo televisi�n y tener �xito sin salir de la madriguera;
esto es, la ley del m�nimo esfuerzo.
Las Cajitas� restablecen ese compromiso con nosotros mismos al rescatar ciertos
valores olvidados. Las personas que se enfrentan a cambios profundos saben que hay
d�as en que las cosas no salen como quisieran y que a veces deben soportar peque�as
molestias. No obstante, nada de eso las detiene, pues son conscientes de que
cualquier expectativa de triunfo desaparece sin un compromiso diario.
Trocear el elefante: el sue�o sincero se desglosa en objetivos, metas y Cajitas.
Los sue�os se apoyan en m�ltiples pilares o Cajitas, y las Cajitas nos ayudan a
enfocarnos y a desaprender lo que nos sobra. Con ellas, aprendemos a eliminar:
las voces desalentadoras
las que nos alientan simplemente por compromiso las de quienes desconocen qu�
es materializar un sue�o las que insisten en lo dif�cil de la empresa que nos
proponemos
la creencia de que no es para nosotros o de que estamos
fuera de plazo
As� nos comprometemos y conseguimos contar con nosotros mismos.
Un compromiso es un convenio voluntario que establecemos con nosotros mismos y que
est� dirigido y enfocado a alcanzar un determinado sue�o.
El compromiso nos pide ser estrategas y termina cuando alcanzamos ese sue�o. Lo
mejor de todo es que, adem�s, a�ade algo mucho m�s valioso: nuestra transformaci�n.
Hemos pasado del estado de oruga al de mariposa. Nuestra autoestima y nuestra fe
tienen ahora una vitalidad desconocida.
De ese modo, es muy probable que volvamos a comprometernos con un nuevo desaf�o,
quiz� m�s ambicioso incluso que el anterior, pero tambi�n mucho m�s f�cil, porque
ese desaf�o primero habr� tenido el valor de un recorrido inici�tico.
TESTIMONIO
Vine a Espa�a con 18 a�os para estudiar en la universidad. Al a�o de estudio, pas�
lo del Corralito, por lo que mis padres ya no me pudieron ayudar econ�micamente y
tuve que sacar la carrera trabajando y asumiendo todos mis costes de vida. Ten�a
claro que quer�a terminar mis estudios y trabajar en eventos (empec� a meterme en
ese mundo compagin�ndolo con la universidad y con mi trabajo como jefa de equipo en
el departamento internacional de Movistar).
Una vez terminada la universidad, me dediqu� a perfeccionar mi alem�n en los
veranos, hice un MBA e innumerables cursos (CCNA, etc.) para formarme y saber de
todo. Es decir, segu�a invirtiendo todos mis recursos de tiempo y dinero en m�,
pero sin un objetivo claro.
En 2008, mi marido y yo llev�bamos muchos a�os ya trabajando en eventos, con la
exigencia que ello comporta de viajar constantemente y destinar muchas horas
diarias. Esto nos determin� a montar nuestra propia empresa para que, pasados un
par de a�os, pudi�semos delegar, enviar a nuestros empleados a los eventos y
dedicarnos nosotros a otra parte de los mismos (la producci�n en oficina,
coordinaci�n, etc.). Nuestro objetivo era, adem�s, tener hijos con los que
compartir tambi�n nuestro tiempo.
En ese a�o, la crisis estaba en sus comienzos y nosotros empezamos a tener m�s y
m�s trabajo, ya que muchas agencias como la nuestra hab�an despedido a sus
empleados por no poder mantener una estructura fija y nos contrataban para que
llev�semos sus proyectos. Nos sent�amos muy afortunados por no parar de trabajar,
pero los ingresos a final de mes eran como una n�mina; buena, pero no con los
beneficios de tener nuestros propios clientes, como hab�a sido la intenci�n primera
al montar la empresa.
Pasaron 2008, 2009, 2010� y as� hasta 2014, a�o en que mi situaci�n personal
lleg� a un l�mite:
Me faltaba energ�a para estar hasta 24 horas sin dormir coordinando eventos, y
sab�a que no podr�a seguir haci�ndolo hasta jubilarme.
Llevaba dos a�os fuera de mi ciudad, M�laga, y solo volv�a a casa para hacer
cambios de ropa. A pesar de que me encanta viajar, llevaba mi vida en una maleta,
pero manteniendo los costes de alquiler, coches, etc., de algo que no pod�a
disfrutar.
Ausencia de vida social.
Ausencia de tiempo para m�.
Jornadas laborales con m�nimos de 10 horas en oficina y hasta 24 horas seguidas en
eventos.
Me hab�a quedado embarazada.
No tendr�a horas del d�a que dedicar a mi futuro hijo y, menos a�n, viajando.
Si yo dejaba de viajar para cuidar al beb�, ser�a un ingreso menos, con lo cual mi
marido iba a tener que viajar el doble para poder mantenernos; sobre todo, con un
incremento de gastos del beb�, y ambos quer�amos disfrutar del peque�o cuando
naciera.
Sab�a que este ritmo no es sostenible a largo plazo, y todo aquello para lo que
me hab�a formado y habla planificado no terminaba de dar sus frutos. Me sent�a
�desperdiciada�, ya que otras agencias, y no mi propia empresa, aprovechaban toda
mi preparaci�n.
En septiembre de 2014, estando embarazada de un mes, un colaborador me invit� al
seminario de Aritz. Era un lunes por la ma�ana, el domingo hab�a terminado de
trabajar a las dos de la madrugada y ese mismo lunes viajaba a Alemania por
trabajo. Eran las condiciones id�neas para tener la excusa de no ir a un seminario
m�s. Afortunadamente, y gracias a mi estado l�mite en b�squeda de ayuda, asist�.
Cuanto Aritz contaba parec�a la panacea a todas mis circunstancias, pero asistir a
su seminario me resultaba complicado porque implicaba:
Viajar todos los lunes a Madrid.
Anular d�as de trabajo.
El coste del viaje duplicaba el precio del seminario.
Estando embarazada, no sab�a hasta cu�ndo podr�a viajar.
As� y todo, la semana siguiente viaj� nuevamente a Madrid para una entrevista con
Aritz de apenas veinte minutos. Le plantee mi situaci�n y me anim� a unirme al
grupo.
Antes de tomar la decisi�n definitiva, habl� con quien me hab�a invitado al
seminario y llevaba unos meses haciendo el curso con Aritz. Me dijo lo que
necesitaba escuchar: �A m�,
Aritz me cambi� la vida�. Eso era lo que yo necesitaba: un cambio radical.
Semana tras semana, tomaba exhaustivas notas (ya que lo hac�a, lo hac�a bien) y
aprovechaba las casi siete horas de autob�s para organizar mi agenda, escribir los
m�s de veinte beneficios de cada aspecto que quer�a plantear, sus obst�culos, etc.
Tan solo un mes despu�s de asistir al seminario, empec� a conseguir los
siguientes resultados:
Tener una oficina (antes trabaj�bamos en casa y pagar un alquiler extra nos
parec�a algo imposible de asumir).
Contratar a nuestra primera empleada.
Renovar la web de la empresa.
Decir NO a proyectos de trabajo a t�tulo �particular� (no como empresa) que no me
mover�an de donde estaba.
Organizar las prioridades de mi d�a a d�a.
Dejar de asistir a charlas, semi-cursos, etc. que solo consum�an mi tiempo y no
me aportaban conocimientos que fuesen a cambiar mi situaci�n.
Cuando ya no pod�a desplazarme en autob�s por mi adelantado estado de gestaci�n,
empec� a ir y volver en AVE comprando los billetes mesa con mucha antelaci�n, e iba
a Bilbao cuando no pod�a a Madrid. Las sesiones con Aritz se convirtieron en mis
AR1 m�s importantes de la semana. Eran los empujones que me hac�an avanzar y tomar
decisiones de forma acertada y sin dar palos de ciego, lo que hab�a sido mi
sensaci�n en los �ltimos diez a�os.
Dej� de asistir al seminario a los ocho meses de embarazo y, al nacer el beb�, me
tom� otros cinco meses y medio de baja por maternidad (mi marido se tom� dos
meses). Al incorporarme tres horas al d�a a la oficina, mis horas eran altamente
productivas.
En 2013 (a�o anterior a empezar con Aritz), mi marido y yo dimos el paso de ir a
visitar a un cliente potencial a China y volvimos muy orgullosos de habernos
desplazado hasta all� y presentado a nuestra empresa, pero aquello pareci� un
examen de m�ster: doce personas pregunt�ndonos por qu� ten�an que contratarnos a
nosotros y qu� hac�amos mejor que ellos, y una serie de preguntas que no est�bamos
preparados para responder.
Al a�o siguiente, durante las sesiones de Aritz y su equipo, identifiqu� todas
aquellas cosas que no hab�a hecho correctamente en esa presentaci�n de empresa.
Al reincorporarme al trabajo, ya ten�amos dos empleadas (una de ellas, china) y
organic� una nueva reuni�n en el pa�s asi�tico �esta vez, con el asesoramiento de
Aritz� realizando una presentaci�n que mostrara los beneficios que ofrec�amos de
manera objetiva y tangible. No solo mantuvimos una reuni�n, sino tres con distintas
empresas.
Aparte de nuestras empleadas (ya pod�amos costear el viaje para cuatro), nuestro
peque�o beb� de seis meses vino con nosotros y, al finalizar las reuniones, nos
fuimos unos d�as a Tailandia (para muchos de nuestros amigos, tener un beb� era la
excusa perfecta para no salir de casa un d�a de lluvia; para nosotros, un incentivo
m�s para avanzar). A los pocos meses de ese viaje, mi marido hizo el seminario, ya
que resultaba imprescindible que ambos fu�semos en la misma l�nea tanto en el nivel
personal como profesional. No bastaba con que yo le contase mis metas, objetivos,
agenda... �l ten�a que buscar sus propias motivaciones.
Los beneficios del seminario hasta ahora:
En el a�o 2016 (el siguiente al del seminario), nuestra facturaci�n se hab�a
duplicado un 1.000 % con respecto al a�o anterior, y en 2017 ya hab�amos superado
en un 50 % todo lo facturado en 2016. Tenemos dos oficinas unidas.
Contamos con siete empleados en plantilla fija.
N�minas de directivos (para los dos CEO).
Tres l�neas de negocio.
Hemos pasado de trece a�os de alquiler a comprar una casa de 750 m2 (con lo que
hoy en d�a significa conseguir una hipoteca).
Dos coches y una Harley Davidson (Cajitas de mi marido).
Dos meses de vacaciones al a�o para estar 24 horas con el �peque�.
Una empleada casi interna para ayudarnos con la casa y el beb�.
Horario laboral de seis horas diarias para poder llevar al ni�o a la guarder�a y
estar toda la tarde con �l.
Flor Molet
Florencia Molet. Fundadora y CEO en Smartworks, Smartweddings, SpainVIPtours y
Make it easy events.
Cap�tulo 10
No nos da miedo emprender ciertas cosas porque sean dif�ciles. Ciertas cosas son
dif�ciles porque nos da miedo emprenderlas. S�neca
10. La esencia del mensaje contenido en Las Cajitas� Llegamos al final y
sintetizamos las ideas que hemos venido desarrollando a lo largo de los nueve
cap�tulos que nos han tra�do hasta aqu�. Ante todo, puede que alguien considera que
registrar en una agenda de cada paso diario supone una p�rdida de espontaneidad
cuando lo cierto es que sucede todo lo contrario: decidimos qu� queremos para
nosotros y la forma de hacerlo. En contrapartida, cosechamos:
una enorme satisfacci�n por haberlo hecho un mayor disfrute de la vida
Las Cajitas� nos entrenan para ser libres.
�En el desarrollo de mi profesi�n como ingeniero, utilizaba Cajitas sin darme
cuenta de que eran un instrumento poderoso. Lo hac�a de manera intuitiva hasta que
alguien me hizo notar que eran realmente eficaces. Ten�a entre manos una
metodolog�a que no estaba aprovechando en todo su potencial. Por supuesto, la
patent�. La sociedad ten�a que beneficiarse de ella. A lo largo de todo este
tiempo, muchos psic�logos internacionales han alabado la pr�ctica, ya que no solo
es muy visual y sencilla, sino que resuelve problemas complejos de la mente humana.
Consigue generar autoconfianza, ayuda a salir de estancamientos y eleva la
productividad. Las Cajitas� son el eje de este programa�.
Aritz Urresti
Se ha hablado mucho de gesti�n del tiempo como clave para sacarle todo el
rendimiento posible y alcanzar objetivos y sue�os, pero no se ha profundizado en
ello hasta el extremo que las Cajitas lo hacen.
Las Cajitas� son un lenguaje pr�ctico y universal.
�Una de las razones que me llev� a proyectar este libro fue el deseo de aumentar
la conciencia sobre un hecho lamentable: la sociedad no nos provee de herramientas
suficientes para ser libres. Esta es una de ellas. Lo �nico que hay que entender es
que la libertad se alcanza con acciones y no con excusas. Cada excusa debe ser
neutralizada con un ant�doto.
Ponemos excusas para no tener remordimientos de conciencia demostrando en el
fondo un desconocimiento absoluto de c�mo materializar los sue�os. No saber conduce
a las excusas y a la autojustificaci�n. Es como si quisi�ramos conducir bien sin
haber recibido antes clases de automoci�n.
Llevo diez a�os en contacto con personas que anhelan triunfar en sus vidas pero
no tienen las claves sobre c�mo hacerlo; ni una sola me he encontrado que supiera
c�mo actuar para convertir sus sue�os en algo real. La conclusi�n f�cil y dram�tica
es que tenemos un grave problema educativo y nuestros valores sociales dejan mucho
que desear�.
Aritz Urresti
10.1. Las ideas centrales cap�tulo a cap�tulo
En el Cap�tulo 1, hemos hablado de la rueda de la vida y de la importancia de
tenerla equilibrada para garantizar la satisfacci�n personal. De esta manera, la
b�squeda de los sue�os sintoniza con ese bienestar de fondo y el resultado es
extraordinario.
Dicho de otro modo, el precio de superar desaf�os y alcanzar lo que nos motiva
jam�s debe ser eliminar la satisfacci�n �ntima y personal de tener una vida plena,
llena de sentido. En ese primer cap�tulo, ve�amos que todo comienza con molestias
porque los planes no nos salen. Entonces, la vida se vuelve inc�moda, costosa o
dif�cil de sobrellevar. Conviene parar y hacer una radiograf�a para evaluar los
s�ntomas:
Demasiadas horas de trabajo.
Descuido personal.
Falta de tiempo que se ha vuelto cr�nica.
Hijos que crecen sin la presencia de su padre o de su madre.
Parejas cuya relaci�n se resiente. Econom�a raqu�tica.
Amigos que acaban desapareciendo. Molestias f�sicas que no pueden atenderse.
Falta de motivaci�n.
Sentimientos de culpabilidad o miedo.
Puede que hayamos consultado con expertos. Puede que las sucesivas medidas para
salir del bache no nos hayan tra�do resultados y s� a�adido frustraci�n. Estando
as� las cosas, es dif�cil decir que somos libres y felices.
En el Cap�tulo 2, hemos visto que las sociedades tienen buenas disposiciones y
leyes que garantizan nuestra integridad como personas. Nos ofrecen protecci�n y
acceso a una educaci�n que deber�a hacernos libres. La contrapartida es que
quedamos condicionados por est�ndares de calidad que nos fuerzan a ser de una
determinada manera: tenemos protecci�n, pero no podemos hablar de libertad. El
engranaje social se busca las ma�as para mantenernos fieles a �l y que
reproduzcamos su statu quo.
La libertad no viene dada por defecto.
Vivir adaptados y sometidos a ese control no es algo que hayamos decidido. Es un
condicionante social en el que sobrevivimos, pero resulta que queremos hacer algo
m�s que sobrevivir. Queremos vivir m�s y mejor, y no es gratuito. Cuestionar
determinadas costumbres o reglas es atrevernos a hacer como los salmones: nadar
contra corriente. Sin embargo, la ventaja de los salmones es que saben lo que hacen
y, en nuestro caso, tenemos que aprender.
�Quiero traer un ejemplo del mundo del marketing para que ve�is la diferencia
entre valores tradicionales y otros m�s funcionales. Os voy a contar el caso de dos
personas, una estudiosa e introvertida, con notas alt�simas y una memoria
asombrosa; la otra, extrovertida y con don de gentes, pero con un �xito regular en
sus estudios. Como
Una meta puede ser conseguir tres clientes para hacer una venta por valor de
2.000 � a cada uno.
BIBLIOGRAF�A CONSULTADA
Adem�s de la informaci�n, cursos y seminarios a que esta redactora ha tenido acceso
de la mano de Aritz Urresti Olasagaste, ha complementado contenidos sirvi�ndose de
la consulta de las siguientes obras:
Baldoni, J. (2007). Qu� hacen los l�deres para obtener los mejores resultados.
McGraw-Hill Interamericana.
Covey, S. (2004). Los 7 h�bitos de la gente altamente efectiva. Pr�cticos Empresa
y Talento.
Espinosa de los Monteros, C. (2011). Cosas que me ense�� la vida gracias a la
empresa. Deusto.
Fern�ndez, J. y Aguilar, J. (2011). La soledad del directivo. Desarrollo
personas.
Gabarr�, D. (2015). Empresa y espiritualidad. Boira, Valores Empresariales.
Harvard Business School Press. Tome el control de su tiempo (El directivo
orientado a los resultados). Editorial Gesti�n 2000.com.
Smart, J. K. (2005). Delegar realmente. Pearson Educaci�n, S.A.
Trechera, J. L. (2007). La sabidur�a de la tortuga. Sin prisa pero sin pausa.
Books4pocket.
ARITZ URRESTI OLASAGASTE // 9
100 // Las Cajitas� del �xito. La metodolog�a que ayuda a tu cerebro a priorizar
100 // Las Cajitas� del �xito. La metodolog�a que ayuda a tu cerebro a priorizar
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