Justicia Indígena y Autodeterminación
Justicia Indígena y Autodeterminación
Justicia Indígena y Autodeterminación
ISBN: 978-607-7540-03-8
Presentación 5
5
Justicia indígena y autodeterminación
Más allá del significado lato del marxismo, la autora identifica dos aspectos
principales en la visión poscolonial, por un lado el advenimiento de una nue-
va visión epistémica de los sujetos subalternos, aquella que les es inmanente
como explotados y como indígenas, en donde concibe que “los sujetos pueden
hablar”, exigir y crear sus propias utopías y, por otro lado, identifica la im-
portancia de la alianza de los pueblos originarios con diversos núcleos que se
ubican en el escenario de las clases subalternas, de manera que el problema
de la expoliación social puede ser visto como aquel que concurre para diversos
sujetos sociales, los parias, los artesanos, los indios, los campesinos, los obre-
ros, los jornaleros, los migrantes, los homosexuales, la mujer, las prostitutas y
los discapacitados, entre otros, este pensamiento nos remite de alguna mane-
ra, a fundamentos sustentados por Boaventura de Souza Santos y los que de
conjunto habría denominado como la “epistemología del sur”, digamos como
un “adherente teórico” en el que se insertan como un gran arcoíris social, los
pueblos indígenas y sus cosmogonías.
De esta manera, consideramos que las grandes transformaciones sociales
se deban concebir a partir de una visión de conjunto y en la que si bien no
cabe duda el papel protagónico de los pueblos indios, de igual forma se deberá
transitar hacia una política de alianzas entre los diversos sectores y clases do-
minadas de la sociedad contemporánea.
Incorporarnos en este trabajo al análisis de la “cuestión indígena”, que cons-
tituye por sí mismo una definición en la balanza de la historia acerca de las
graves contradicciones que el sistema capitalista ha enquistado en los márgenes
en que se desenvuelven los pueblos de referencia, hoy signados en fenómenos de
oprobio humano, al decir de Zygmunt Bauman hasta su casi “condición líqui-
da”, en que operan hasta su “extinción como seres humanos”, al ser los siempre
desplazados, negados, explotados, oprimidos. Bajo esta tesitura esta obra se ins-
cribe en la gran corriente contemporánea descolonizadora y poscolonial.
Tres son los ejes en que se sitúa este libro, la cuestión de la justicia indíge-
na, la autodeterminación de los pueblos y su proceso de resistencia al paradig-
ma asimétrico en que se desenvuelven.
6
Presentación
Justicia indígena
Más allá del formulismo jurídico que durante las últimas décadas le ha dado
soporte a la justicia indígena en México y América Latina, encontramos que
ésta tiene un referente principal, que es el que corresponde a su concreción o
aplicación, este es el problema medular, su praxis, aspecto que nos remite al
papel del incipiente Estado en la actual coyuntura neoliberal y nos ubica en el
problema de la hegemonía la que podría adquirir explicación en la preeminen-
cia del capital sobre el trabajo.
La aquiescencia de ciertas reformas en materia de derechos indígenas a la le-
gislación latinoamericana y en particular de México, no representa como tal la
culminación de un proceso, por el contrario, significa delimitar las fórmulas que
cada país ha demarcado para intentar esbozar con mayor o menor transparencia
los derechos colectivos e individuales que competen a los pueblos indios. Así,
de forma diferenciada, países como Ecuador, Paraguay, Venezuela y Bolivia han
avanzado de manera significativa en este tenor, mientras que Guatemala, Perú
y México entre otros, se encuentran rezagados, no obstante que ha operado en
buena medida lo que algunos denominan como la “reforma indígena”.
Sin embargo, somos de la convicción que de igual manera hay que valorar
desde la hermenéutica jurídica a la normatividad en materia de pueblos in-
dígenas en el actual contexto sociopolítico, a partir del papel que han jugado
los propios protagonistas a través de su empoderamiento y de sus movimientos
sociales, a los que si bien sería infundado referir como el que fundamentó la
legislación mencionada, sí consideramos que han logrado de alguna manera
que los gobiernos latinoamericanos comiencen a ajustar la agenda normati-
va aún pendiente para los pueblos indígenas.
En el caso mexicano, este formulismo jurídico se traduce, entre otros aspec-
tos, en la adopción del Convenio 169 de la Organización Internacional del
Trabajo (oit), el que concebimos aún se encuentra “encapsulado” o limitado
en su aplicación en aspectos fundamentales como lo son, por ejemplo, recono-
cer a los pueblos de referencia como auténticos sujetos-políticos de derecho,
en calidad de ser protagonistas de su propia historia, así como la debida legi-
timación respecto del manejo de sus recursos naturales. En esta tesitura tras-
cendieron los Acuerdos alcanzados entre el Ejército Zapatista de Liberación
7
Justicia indígena y autodeterminación
Autodeterminación
9
Justicia indígena y autodeterminación
En el animus que orienta a esta obra han sido integrados artículos. En la pri-
mera parte denominada “Justicia indígena y justicia estatal: campos de inte-
racción en disputa”, se parte del sentir indígena a través de diversos estudios
de caso.
Carlos Durand y Marcos Daniel Silva enfatizan la importancia que guarda
la reciente traducción a la lengua Ñañho de la Ley de Derechos y Cultura
Indígena del Estado de Guanajuato, delimitando el contexto en que se enmar-
ca dicho evento.
Más adelante, José Rubén Orantes nos introduce en la “lógica” jurídica
subyacente en la cultura Tseltal, identificando sus articulaciones y contradic-
ciones con el ámbito de la esfera gubernamental.
Por su parte, Miguel Ángel Sámano establece una revisión analítica acerca
de los campos que ocupa el Derecho Indígena en relación con los derechos
humanos, delineando los márgenes de acción en los que realmente se ubican
los pueblos indios.
De especial interés resulta el capítulo de Luis Pérez, en primer término por el
origen Ñaño del autor, pero también por la profundidad filosófica en el conocimien-
to que para su cultura orienta aquello que solemos entender como “derecho”.
10
Presentación
11
Justicia indígena y autodeterminación
las que se sitúan en los límites del Derecho y la costumbre, de igual manera
resulta de especial interés la hipótesis sustentada por el autor al recuperar la
categoría marxista del valor de uso para ubicarla en el contexto de la cultura
Ñañho.
En un tejido más amplio, David Chacón sintoniza la cuestión del de-
sarrollo con el fenómeno de la pobreza estructural, a tal efecto recupera
los parámetros fundamentales que en nuestro días están determinando la
profundización dramática de esta contradicción socio-económica, esto sin
dejar de lado ciertas vías alternas al posible advenimiento de los pueblos
indígenas.
Este apartado cierra con el planteamiento crítico de María de Jesús Ro-
dríguez, quien nos introduce al problema territorial contemporáneo de la
población Wixárika, pero también de sus anhelos y esperanzas, no obstan-
te los avatares marcados por el actual paradigma neoliberal.
La obra concluye con una contribución fundamental, en el concierto
planetario, de los derechos de la mujer indígena. Clara Castillo agrupa
críticamente la convencionalidad internacional que da cuenta de la pros-
pectiva que guardan los derechos de referencia, hasta situar su viabilidad.
Finalmente, en un estupendo trabajo, Marcela Suárez nos traslada al mundo
de las nahuas y chinantecas del estado de Oaxaca, explicando sus resis-
tencias, sus luchas y tenacidades, pero también las contradicciones en que
se desenvuelven sus relaciones jurídicas, tanto en el ámbito de sus usos y
costumbres, como en el contexto del Derecho nacional.
Si bien la vertiente en que se ubican los trabajos que hoy presentamos
converge en una misma temática, advertimos que la mayoría corresponde
a profesores-investigadores miembros de la Red Internacional de Investiga-
ción en Desarrollo Regional, Pobreza y Derechos de los Pueblos Indios, como
así se podrá percatar el lector en el anexo de este libro. Valga precisar que la
mayoría de dichos autores pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores
y corresponden a cuatro instituciones de enseñanza superior del país.
Finalmente, dejamos constancia de los apoyos brindados por parte del
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), respecto de nuestra
12
Presentación
13
I. Justicia indígena y justicia estatal:
campos de interacción en disputa
Nuestra actual obcecación con las fronteras es el resultado de una vana esperanza: la
de poder garantizarnos una protección auténtica frente a riesgos y peligros de toda
índole, la de poder aislarnos de amenazas vagamente definidas o sin nombre, de las
que el mundo en el que vivimos parece hallarse saturado.
Zygmunt Bauman1
Introducción
1
Bauman Zygmunt. Múltiples culturas, una sola humanidad, Katz, Madrid, 2008, p. 17.
15
Carlos Humberto Durand-MArcos Daniel Silva
2
Vid. Raymundo Mier. “Tiempos y espectros de lo imaginario”, en Morales Ana María.
Territorios ilimitados. uam/Universidad Autónoma de Morelos, 2003, pp. 27-28.
3
De acuerdo con Castoriadis, lo imaginario social está constituido por producciones
de sentido, sistemas de significación social, cuya consolidación y reproducción permite
mantener unida a la sociedad. Cf. Castoriadis Cornelius. La institución imaginaria de la
sociedad, T. I, Trad. Antoni Vicens, Barcelona, Tusquets, España, 1983, pp. 278-279.
16
Nuevas adaptaciones culturales
Desarrollo
4
García Canclini, Néstor. Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la moderni-
dad, Col. Estado y Sociedad, Paidós, 2001.
5
Foucault, Michel. La verdad y las formas jurídicas, Trad. Enrique Lynch, Gedisa,
Barcelona, 1998, p. 43.
17
Carlos Humberto Durand-MArcos Daniel Silva
6
Solanes Carraro, María del Carmen, et al. “Atlas del México Prehispánico. Mapas de
periodos, regiones y culturas”, en Arqueología Mexicana, Vol. Especial, inah/Conaculta,
México, julio de 2000, pp. 27-37. En relación con la cultura Pame-Chichimeca resulta
de interés la tesis de posgrado de Israel Guevara Loya. Santa Catarina Guanajuato a
través del tiempo y sus últimos arrieros. Universidad Autónoma de Querétaro, 2014.
7
Si bien en esta imagen codificada se encuentran hechos que han sido explicados de
diversa manera, es de nuestro interés situarle como un documento originario, realiza-
do por tlacuilos chichimecas que dan cuenta de la vida social de la época. Para algunos
su interpretación carecería de un marco ritual, sin embargo, al decir de Alva Ixtlixó-
chitl, el cuadro de referencia denotaría un sentido religioso la caza en que aparecen
hombres nómadas de origen chichimeca. Cf. Lesbre Patric. “Algunas consideracio-
nes sobre la primera lámina del Mapa Quinatzin”, en Vega Sosa Constanza (coord.).
Códices y documentos sobre México. Tercer Simposio Internacional, Conaculta-inah,
México, 2000, pp. 107-111.
18
Nuevas adaptaciones culturales
8
Kirchoff, Paul. Historia Tolteca Chichimeca, Ediciones de la Casa Chata/fce/Gobierno
del estado de Puebla, México, 1989.
9
Referencia utilizada por el historiador Manuel Orozco y Berra al referirse a esta tribu
prehispánica. Cf. El cuadro desarrollado por el autor mencionado en el apéndice (am-
pliado), Núm. 3, en Durand Alcántara Carlos Humberto. El Derecho agrario y el proble-
ma agrario de México, Ed. Porrúa, 2009, p. 573-578.
10
En esta tesitura es importante la obra de Philip W. Powel. La guerra chichimeca,
fce, 1978, Cap. III.
11
Nieto Gamiño, Luis Felipe. “Cultura tolteca en Cañada de la Virgen”, www.mex-
desco.com.mx/espanol/historia/No. 229/mzo1996. Cit. En: http://arturomorales-
tirado.blogspot.mx/2007/06/historia-san-miguel-de-allende-en-el.html. Fecha de
consulta: 7 de agosto de 2015.
19
Carlos Humberto Durand-MArcos Daniel Silva
12
García Moreno, Gabriela Zepeda, Cañada de la Virgen, Allende, Guanajuato. “La
Casa de los trece cielos”, en Arqueología Mexicana, mayo-junio 2005, Vol. XIII, Núm.
73, México, p. 56.
13
Carlos Paul. “Descifran fachada-códice que simboliza cosmovisión prehispánica”
en Diario La Jornada, viernes 22 de agosto de 2014, p. 3.
14
Durand Alcántara, Carlos Humberto. Derechos indios en México…Derechos pen-
dientes, Porrúa, México, 2006, Cap. VI.
20
Nuevas adaptaciones culturales
15
Cf. Silva Maldonado, Marcos Daniel, et al. La cuestión agraria mexicana, desde el
Derecho Agrario y los pueblos indios. (La tierra y lo sagrado), uam-A, México, 2015.
16
Huerta, María Teresa, Las rebeliones indígenas de la época colonial, sep, México,
1977.
17
Cf. Gramsci, Antonio. Literatura y vida nacional, Fontamara, México, 2000.
21
Carlos Humberto Durand-MArcos Daniel Silva
18
Cf. Paz, Octavio. Laberinto de la soledad, fce, México, 1968.
22
Nuevas adaptaciones culturales
19
Cf. Hernández Navarro, Luis y Ramón Vera Hernández (comps.). Acuerdos de San An-
drés, Era, México, 2000. (1998), pp. 36-37.
23
Carlos Humberto Durand-MArcos Daniel Silva
Desde el punto de vista legislativo esta fue la pauta que abrió la brecha a
la denominada reforma indígena en México, la que advirtió distintos cambios
y adiciones constitucionales, en primer término la que correspondió a 1992
que recuperó de alguna manera parte de lo sustentado en el Convenio 169
de la oit, y que correspondió a la adición al párrafo primero del artículo 4°
constitucional, advirtiendo a México como una nación pluricultural basada
originalmente en sus pueblos indígenas. Valga precisar que como resultado de
esta nueva legislación algunas entidades federativas realizaron adecuaciones a
su marco legal, como así aconteció en Guerrero, Hidalgo, Sonora, Chihuahua
y el Estado de México.
Parteaguas de la reforma indígena lo representó la lucha presidida por el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ezln), la que si bien en sus oríge-
nes trascendió no solamente en el marco de que fueran sustentadas simples
reformas legales, es decir, que planteó el problema de la refundación del Es-
tado mexicano, sus potencialidades permitieron el advenimiento en primer
término de los llamados Acuerdos de San Andrés y, posteriormente, de las re-
formas constitucionales en materia de derechos y cultura indígena que fueron
publicadas el 14 de agosto de 2001 en el Diario Oficial de la Federación (dof),
con lo cual se adicionó un segundo y tercer párrafos al artículo 1º, se reformó
el artículo 2º, por otro lado se derogó el párrafo primero del artículo 4º, así
como se adicionó un sexto párrafo al artículo 18 y otro a la fracción tercera del
artículo 115 constitucional.
Históricamente, se trata de la segunda reforma realizada a la Constitución
Federal tratando de reconocer los derechos de los pueblos indígenas de México
y de la más debatida y cuestionada en la historia del constitucionalismo
mexicano. En los hechos seis meses después de su firma, el Gobierno Federal
dio marcha atrás a los Acuerdos de San Andrés signados con el ezln y el
cumplimiento de lo estipulado en la reforma 2011 la que aún se sitúa como
derechos pendientes.
En la palestra de dicho cumplimiento aún se cuestionan a nivel federal
aspectos fundamentales inherentes a los diálogos de San Andrés Larráinzar,
Chiapas, los cuales se ubican en los aspectos siguientes: reconocer realmente
la calidad de sujetos de derecho a los pueblos indígenas, plantear de forma
24
Nuevas adaptaciones culturales
20
Cf. Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. Programa Espe-
cial para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (2014- 2018), en DOF, 30 de abril de
2014. A la información sustentada por este medio se incorporó la reforma que sobre
la materia estableció el gobierno del estado de Guerrero.
25
Carlos Humberto Durand-MArcos Daniel Silva
21
Otomí del noroeste. (Por su denominación propia. Hñöñho [hõho] ñühú [ũhu]
ñanhú [anhu]). Guanajuato (se delimitan los poblados de lengua Otomí). Allende:
Agustín González, Alonso Yáñez, Banda, Begoña de Progreso, Cabrera, Cieneguita,
Colonia San Luis Rey, Corralejo de Abajo, Cruz del Palmar, Don Francisco, Don Juan,
El Espejo, El Lindero, El Saucillo, Flores de Begoña, Fraccionamiento Insurgentes,
Guerrero, Jalpa, Juan González, La Cieneguita, La Ciénega, La Cuadrilla, La Palmilla,
La Palmita Dos, La Tinaja, Laguna Escondida (La Laguna), La Huerta, Las Torres,
Lindero Taboada, Los Galvanes, Los Guerrero, Los López, Los Torres, Montecillo de
Nieto, Montes de Loreto, Peña Blanca, Presa Allende, Presita de Santa Rosa, Rancho
Nuevo (Rancho Nuevo de Banda), Rancho Nuevo Villa de Guadalupe, Rancho San
Marcos de Begoña, Rancho Viejo, Río Laja, Salitrillo, San Damián, San Francisco del
Fraile, San Julián de Landeta (San Julián), San Lucas, San Marcos de Begoña, San Mi-
guel de Allende, San Miguel Viejo, Santa Cecilia, Santa Teresita de Don Diego, San-
tuario, Soria, Taboada, Tierra Blanca de Arriba, Veracruz (La Era), Vivienda de Abajo.
Apaseo el Alto: Apaseo el Alto, Catalina González (Loma de San Isidro), Fracción del
Durazno (Bodegas de Paredones), San Bartolomé de Agua Caliente (San Bartolo), San
Isidro de Gamboa, San Juan del Llanito. Capulhuac: Arroyo Seco, Cano de San Isidro,
Cieneguilla, El Salto, El Picacho, El Sauz, Guadalupe, Juanica, La Cuesta de Peñones,
Las Adjuntas, Peña Blanca Dos, Rincón del Cano, Río Grande, San Miguel Alma-
ya, Tierra Blanca, Torrecitas, Villa Unión. Comonfort: Comonfort, Delgado de Aba-
jo, Delgado de Arriba, El Cerritol (Simona Capulín Gutiérrez), Empalme Escobedo
(Escobedo), Hilario Sosa Hernández (La Granjita), La Mezquitada, La Campana, La
Palma, Landín, Morales, Neutla, Neutra, Ojo de Agua del Potrero (Ojo de Agua), del
Potrero (Ojo de Agua), Ojo de, Orduña de Abajo, Orduña de Arriba, Palmillas, Pica-
cho, Rinconcillo, Rinconcillo (Rinconcillo de los Remedios), San Agustín, San Isidro
(La Loma), San Pablo. Cortázar: Colonia la Calzada (La Olla), Colonia la Fortaleza,
Cortázar, El Huevo, El Huizache, La Mocha, Tierra Fria. Dolores Hidalgo Cuna de la
Independencia: Llanito, Río Laja. Tierra Blanca: Congregación de San Ildefonso de la
Cieneguilla. Cf. Inali. Catálogo de lenguas indígenas, sep, México, 2009.
22
Chichimeco-Jonaz. (Por su denominación propia jonaz. uzá’[uzã]). Guanajuato (se
delimitan los poblados de lengua Chichimeca). San Luis de la Paz: Berlín, Buenavista
(El Cuernito), Cerro Blanco, Colonia Benito Juárez [Plan Benito Juárez], Ejido Santa
Ana y Lobos (Fracción de Lourdes), El Desmonte, El Sauz Tres, El Tepetate, Ex ha-
cienda de Ortega (Ejido Ortega), Garibaldi (El Cerrito), La Ciénega, La Curva, La
Huerta, La Laguna (La Lagunita), La Leona, La Mesa de Jesús, La Norita, Los Dolores
(Las Quince Letras), Lourdes (Estación de Lourdes), Maguey Blanco, Manzanares,
Mesa de Escalante, Mesa de la Estacada, Mesa del Pueblo, Misión de Chichimecas,
Norita del Refugio, Parajes, Paso Colorado, Piedras de Lumbre, Pozo Hondo (Ex ha-
cienda de Pozo Hondo), Puerto de la Virginita, Puerto del Gato, Rancho Nuevo de las
Trojes, San Antonio Chiquito, San Antonio Primero, San Ignacio, San Isidro de Pozos
(San Isidrito), San José del Carmen, San Pedro de los Pozos (Mineral de Pozos). Cf.
Inali. Catálogo de lenguas indígenas, sep, México, 2009.
26
Nuevas adaptaciones culturales
borando las referencias y estadísticas que les delimita como parte de la familia
lingüística Otomangue subsistente en la entidad, sin embargo, en el caso de los
Pames, que como observamos recupera el artículo arriba mencionado, conside-
ramos que aún queda como tarea de generaciones futuras dimensionar debida-
mente el carácter con el cual hoy se le reconoce como pueblo originario del estado
de Guanajuato a dicha etnia. En este sentido el Instituto Nacional de Estadística
y Geografía (Inegi), en el Conteo de Población de 2005, señaló que en la entidad
solamente existían seis hablantes de la lengua Pame.
Sin lugar a dudas que este dato no relativiza la importancia o significado
que esta población tenga respecto de las raíces culturales originarias del otrora
llamado territorio chichimeco-Pame, en este perfil concebimos que se trata de
un rescate etnológico de la cultura Pame desde la óptica del análisis histórico,
buscando sus significados en los denominados grupos prototoltecas y funda-
mentalmente de los que actualmente se erigen en la geografía guanajuatense.
Reconocer desde el lenguaje de los pueblos originarios ámbitos que les rela-
cionan con el contexto nacional, como así ocurre con la citada Ley que hoy
se traduce a la lengua Ñañho en el estado de Guanajuato, requiere de situarle
en contextos más amplios los que indudablemente tienen que ver, entre otros,
con la política del lenguaje que impera en México, en esta tesitura encontra-
mos que al decir de Schaff el lenguaje:
(…) es una práctica condensada; praxis social y praxis individual (…)
El lenguaje como punto de partida social del pensamiento humano es
el mediador entre el pensamiento social, transmitido y el pensamiento
individual creador. (…) [Más adelante señala] (…) En el proceso de la
(…) educación social el hombre no sólo aprende a hablar, sino también
a pensar. Al recibir una imagen acabada de la sociedad aprende el len-
guaje –que también es pensamiento– como una experiencia que está
establecida en las categorías del lenguaje y acumulada (…) como saber
de la sociedad sobre el mundo.23
23
Vid. Schaff, Adam. Lenguaje y conocimiento, Grijalbo, México, p. 246.
27
Carlos Humberto Durand-MArcos Daniel Silva
28
Nuevas adaptaciones culturales
26
Crefal/III/Unesco. Declaración de Pátzcuaro sobre el Derecho a la Lengua, Reu-
nión Técnica Regional de Educación Bilingüe, Pátzcuaro, Michoacán, México,
Crefal, 1980.
29
Carlos Humberto Durand-MArcos Daniel Silva
27
Foucault, Michel. Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones, Alianza, México,
2003.
30
Nuevas adaptaciones culturales
28
Gerardo, Pisarello, et al. No hay derechos. La legalidad del poder en tiempos de crisis,
Icaria-Antrazyt, Barcelona, España, 2012.
29
Paz, Octavio. Tiempo nublado, Seix Barral, 1983.
30
Lee Van Cot, Donna. Defiant again: indigenous peoples and Latin America Security.
Institute for National Strategies Studies, Washington, 1996.
31
Bourdieu, Pierre. Espíritus de Estado. Génesis del campo burocrático, Anagrama,
Barcelona, España, 1995, p. 75.
31
Carlos Humberto Durand-MArcos Daniel Silva
Bibliografía
33
Carlos Humberto Durand-MArcos Daniel Silva
34
Reconfiguración legal y política de los tseltales de
Chiapas a partir de los inter conocimientos jurídicos
José Rubén Orantes García
Cimsur-unam
Introducción
En los albores del siglo xxi la vida política mexicana ha optado por la alter-
nancia de partidos en el poder. Sin embargo, los espacios tradicionales para
construir consenso siguen determinados por reglas no escritas, las cuales
provocan que el fuerte autoritarismo del sistema jurídico mexicano tropiece
con los sistemas jurídicos de los pueblos indios, pues al no querer aceptarlos,
mucho menos entenderlos, los discrimina llamándoles “usos y costumbres”
en lugar de insertarlos, de forma mediata o inmediata, en el marco de la
legalidad.
Esta perspectiva amplia permite centrarnos en el análisis contextual del
municipio tseltal Tenejapa, Chiapas, el cual ofrece ciertas pautas para pen-
sar su juridicidad local dentro de la legalidad nacional y los espacios que
deben existir tanto al interior como al exterior, para garantizar una gober-
nabilidad con el menor grado de violencia posible y entonces preguntarnos
de qué manera se opone o se hibrida el sistema jurídico tenejapaneco con el
mexicano, hasta qué punto, en qué aspectos y en qué sentido es necesario
el acuerdo de estos sistemas con el funcionamiento y las expectativas de un
distrito judicial. Lo anterior mantiene relación directa con el proceso de con-
formación de la estructura existente en las relaciones de poder local, asunto
en el que los aparatos de Estado han jugado múltiples papeles mediante sus
instituciones.
Las formas legales, a las cuales llamo sistemas legales híbridos (Orantes Gar-
cía, 2007), son alternativas jurídicas formadas a partir de los inter conocimien-
tos de los pueblos originarios, es decir, de la combinación de una forma legal
35
José Rubén Orantes
escrita y los conocimientos legales de los tseltales, desde la oralidad, esos mal
llamados “usos y costumbres”, “derecho consuetudinario”, “meta derecho” y
una infinidad de adjetivos, algunos bastante peyorativos, que solamente de-
muestran el enorme desconocimiento de los sistemas en que la oralidad es la
hacedora de la justicia, en donde la vergüenza es una forma de control social
y existe una idea de dignidad tanto para los animales como para las plantas.
En dichas formas, los llamados “sistemas de cargos” son relaciones de apli-
cación de la justicia, con una complejidad enorme, más allá de lo enunciado
por científicos sociales quienes, desde la década de los treinta del siglo pasa-
do, desarrollaron tal propuesta en aras de una homogeneización, y con ello
trivializaron los conocimientos que desde los pueblos indígenas de Chiapas
ya se gestaba. En este texto retomo elementos de los derechos humanos, los
derechos sociales, políticos y legales, a partir del trabajo de archivo, el análisis de
actas de acuerdo y el rescate de las voces de tseltal tenejapanecos para recons-
truir su historia.
36
Reconfiguración legal y política de los tseltales
1
En el municipio de Tenejapa, gracias a ese “aislamiento” incidental por parte del
gobierno del estado, las dos primeras décadas del siglo xx fueron gobernadas por pre-
sidentes municipales tseltales tenejapanecos: Diego Gómez K’ux, de 1897 a 1900;
Alonso Girón Ch’ux, de 1901 a 1903; Jacinto Hernández Ch’ilum estuvo en el puesto
en tres periodos (1904 a 1907, 1908 a 1910 y 1911 a 1914); Pedro Jiménez Wuacax,
de 1915 a 1918, y Pedro Gómez K’ox, quien solamente estuvo en el cargo de forma
interina durante 1920.
37
José Rubén Orantes
38
Reconfiguración legal y política de los tseltales
2
Versiones de los habitantes de Tenejapa, Chiapas. Entrevistas realizadas entre los
años 1995 y 2002.
39
José Rubén Orantes
40
Reconfiguración legal y política de los tseltales
pidió entonces diez carabinas para que los ladinos pudieran defenderse,
ya que ‘los ánimos de los indígenas se encuentran bastante descontentos
en contra mía y de todos los vecinos ladinos de la localidad, encontrándo-
nos completamente escasos de armas para poder defender y garantizar las
vidas e intereses de las familias residentes en este pueblo’. Bonifaz replicó
que tampoco era posible proporcionar las armas pues no disponían de las
mismas (París Pombo, 2007: 5).3
Dicha violencia por el control del aguardiente se extendió al municipio tene-
japaneco, por lo cual el gobierno estatal requería de la articulación social
y la sumisión inmediata de tseltales, tsotsiles y mestizos, necesitaba hacer
sentir su influencia en la región y consolidar su imagen como líder capaz de
proteger a sus aliados y reprimir a sus adversarios. Muchos pueblos y parajes
comenzaron a considerar la necesidad de aliarse con los líderes indios o mesti-
zos, cediendo parte de su poder local a cambio de protección y seguridad. Así,
se dio una relación de equilibrios, pues el líder se fortalecía gracias al apoyo del
Estado y recibía dicho soporte en la medida de su influencia en el ámbito local.
El clima de violencia e ingobernabilidad representó un problema para las
instancias de los gobiernos estatal y federal. Escritos y otras constancias que
obran en expedientes de la época, y a los que se puede consultar en el archi-
vo del Juzgado de Paz y Conciliación Indígena (jpci) de Tenejapa, o bien los
informes gubernamentales de esos años, muestran que el gobierno planteó
la necesidad de intervenir en conflictos generados por los expendedores de
alcohol y la lucha entre indios y mestizos por el control político del muni-
cipio, al principio en un tono mediador y después decididamente a favor del
líder tseltal tenejapaneco Alonso Guzmán Ts’ujkin, quien recibió la insignia
indiscutible de que el Estado lo proclamaba como su elegido. Sin embargo, por
cuestiones de salud cedió el poder al siguiente año a su primo y brazo derecho
Manuel Guzmán Ts’it.
Efraín Gutiérrez aceptó la propuesta del nuevo presidente de Tenejapa. Sin
embargo, Mariano Jiménez Wakax, uno de los líderes indios que no simpati-
zaba con la campaña antialcohólica en regiones indias por parte del goberna-
3
París Pombo (2007) utiliza datos del amsc, Caja 3/20, Expediente 47, Año 1935,
“Relativo a los disturbios indígenas ocurridos en el Pueblo de Cancuc”.
41
José Rubén Orantes
dor y de la política hacia los pueblos indios del líder Erasto Urbina, se opuso
a que Guzmán Ts’it fuera presidente y tomó el poder con acciones violentas
ejecutadas por sus seguidores. Esta ofensa al viejo líder Alonso Guzmán Ts’uj-
kin incrementó las hostilidades en el municipio; el gobierno estatal envió a la
fuerza pública apoyada por policías del Ayuntamiento de San Cristóbal de Las
Casas para pacificar a los tenejapanecos, logrando expulsar a Jiménez Wakax
de la presidencia e imponiendo nuevamente, en 1939, a Guzmán Ts’ujkin; sin
embargo, su renuncia en ese mismo año removió las cenizas de la insurrec-
ción de los seguidores de Jiménez Wakax, quienes llevaron nuevamente al
poder a su líder, destituyendo al suplente de Guzmán Ts’ujkin, Alonso López
Setet, y rechazando al presidente interino erastourbinista Agustín Guzmán
Ch’ijk’.4
En 1941, en el marco de la fiesta de San Alonso, Jiménez Wakax empren-
dió una movilización india y tomó la presidencia municipal por la fuerza; sin
embargo, como la región permanecía militarizada desde 1938 contra la su-
blevación delahuertista dirigida por Alberto Pineda Ogarrio, fue detenido y
encarcelado fácilmente por las fuerzas públicas. En represalia por el levanta-
miento indio, el gobierno del estado impuso como presidente municipal inte-
rino a Manuel Martínez, un mestizo originario de San Cristóbal de Las Casas.
La crisis política del municipio duró toda la década de los cuarenta, con la
participación de presidentes interinos que gobernaban un año y la vuelta al
poder de Alonso Guzmán Ts’ujkin junto a sus hermanos Diego y Pedro. Así,
las profundas transformaciones nacionales derivadas de la revolución mexica-
na, se manifestaron en la crisis que sufrió este municipio tseltal en el periodo
comprendido entre las décadas de los años veinte y cuarenta. La alteración de
la estructura política regional no solamente se refleja en la concentración del
poder en nuevas oligarquías indias en detrimento del poder comunal. Aunado
a lo anterior:
Los habitantes de Las Casas dependían tanto de las comunidades indí-
genas como éstas de la ciudad; en efecto, los principales ingresos de los
comerciantes mestizos y criollos provenían de la venta de aguardiente a
4
Para entender la intromisión de entidades externas, el Estado y el partido oficial, en
las estructuras comunitarias de tsotsiles y tseltales Cf. Rus, 1995.
42
Reconfiguración legal y política de los tseltales
43
José Rubén Orantes
de una zona vigilada y legitimada por el estado. Por lo tanto, en los apartados
siguientes el espacio judicial tenejapaneco mantendrá nuestra atención y se
analizará el porqué de su permanencia y sus formas de inserción en la diná-
mica municipal.
El jpci tenejapaneco
La cabecera municipal
44
Reconfiguración legal y política de los tseltales
El paraje tenejapaneco
45
José Rubén Orantes
46
Reconfiguración legal y política de los tseltales
6
Distribuidos de la siguiente forma: 5 en 1922; 10 en 1923; 0 en 1924; 10 en 1925;
5 en 1926; 5 en 1927; 2 en 1928; 5 en 1929; 2 en 1930; 5 en 1931; 15 en 1932; 6
en 1933; 5 en 1934; 8 en 1935; 15 en 1936; 10 en 1937; 12 en 1938; 6 en 1939; 2
en 1940; 23 en 1941; sin datos en 1942; sin datos en 1943; sin datos en 1944; 15 en
1945; 8 en 1946; 2 en 1947; 13 en 1948; 5 en 1949; 4 en 1950 y 6 en 1951. Fuente:
archivo del jpci de Tenejapa.
7
Ambas rancherías pertenecen al municipio de Tenejapa.
47
José Rubén Orantes
48
Reconfiguración legal y política de los tseltales
49
José Rubén Orantes
50
Reconfiguración legal y política de los tseltales
51
José Rubén Orantes
De todas las denuncias al menos 80% alcanzó una sanción por parte de las
autoridades. Los actos violentos, los asaltos y las intimidaciones en Tenejapa
estuvieron fuera de control a principios de los cuarenta. Aunque la única es-
tadística existente es el registro de denuncias penales, no hay datos previos a
la creación del Juzgado Municipal; solamente en los relatos de las personas de
más edad, indios y mestizos del pueblo, sobre todo comerciantes radicados en
la cabecera, está presente la violencia sufrida por sus familiares y paisanos
en esos años. Es posible suponer, entonces, con base en estos hechos violentos,
el debilitamiento de las autoridades tradicionales y la autoridad municipal, lo
que trajo consigo serios problemas de gobernabilidad y la posterior imposición
de un presidente mestizo por parte del gobierno del estado.
Adyacente al rejuego de poder, en el municipio comenzó la intromisión
de nuevos valores y códigos de conducta. No obstante, la introducción de la
“legalidad” estatal generó nuevos márgenes para la ilegalidad. Indudablemen-
te, el control social del Estado logró desplegarse en las ciudades y los pueblos
indios de Chiapas; sin embargo, resultaba inviable en un pueblo tseltal. Como
ya se expresó, las denuncias ante el Juzgado Municipal tenejapaneco llegaban
a la etapa de sentencia en un porcentaje menor, ampliándose así la impunidad
pues en expedientes e informes del periodo se demuestra cómo algunas perso-
nas que realizaron múltiples violaciones, como los hermanos Alonso y Pedro
Sántiz Girón, nunca fueron detenidas a pesar de ser culpables y perfectamente
localizables en el municipio tenejapaneco.9 El sistema jurídico mexicano se
difunde así con poca eficacia en municipios indios de los Altos de Chiapas,
porque no fue pensado para una realidad heterogénea y con enormes diferen-
cias culturales.
Por eso, aunque el sistema jurídico mexicano enarbolaba la bandera de lo legal
de forma ideal y al Estado como único capacitado para juzgar a todos los ciuda-
danos, en el contexto del municipio tenejapaneco, el juez municipal recurriría
9
El expediente, sin número de registro, con fecha 28 de marzo de 1943, del archivo
del jpci de Tenejapa, refleja esta situación en el sentido de que dichas personas fueron
acusadas por robo, daños en propiedad ajena y por haber violado a una niña de 12
años, quien había quedado embarazada y tenido una hija.
52
Reconfiguración legal y política de los tseltales
Las características del jpci tenejapaneco durante la primera década del siglo
xxi son distintas a las que prevalecían en el periodo comprendido entre 1922
y la primera mitad de los años cincuenta, en el siglo xx. En el contexto de
creación del Juzgado Municipal, los líderes locales ejecutaban actos políticos,
sociales, económicos y judiciales en relación con instancias externas (distrito
judicial, gobierno estatal) y avalados por el juzgado y la Presidencia Munici-
pal tenejapanecos, sustentando que habían sido realizadas conforme a la ley
del sistema jurídico mexicano. Este esquema de dependencia se volvió insos-
tenible mientras más se socializaba el conocimiento básico de los principios
fundamentales de la ley, y a los sujetos antes inexistentes o remotos, tales como
los medios de comunicación, las organizaciones sociales, los organismos no gu-
bernamentales, entre otros, los cuales consideran inaceptable una actuación ju-
dicial totalmente desapegada a lo que señalan las leyes.
Estas transformaciones obligan a cambios sustanciales. Ya no basta decir
que se actúa conforme a ley, es necesario perfeccionar una antigua estrategia:
hacer que los actos aparezcan en expedientes como si hubiesen sido ejecuta-
dos legalmente. Este rasgo se incorpora a la dinámica cotidiana de los juzgados
10
Esto consta en los expedientes consultados en el jpci de Tenejapa en las décadas de
los cuarenta a los sesenta.
53
José Rubén Orantes
Bibliografía
54
Reconfiguración legal y política de los tseltales
Orantes García, José Rubén. (2007). “¿Los indígenas de los Altos de Chiapas
aplican un sistema jurídico híbrido?” en Boletín de la Asociación para
el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica [en línea], núm.
30, mayo de 2007, París, AFECH, disponible en: http://afehc-histo-
ria-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=1498 [Consul-
tado el 15 de abril de 2015].
París Pombo, María Dolores. (2007). “El indigenismo cardenista y la renova-
ción de la clase política chiapaneca (1936-1940)” en Revista Pueblos y
Fronteras Digital [en línea], núm. 3, 2007, México, Programa de Inves-
tigaciones Multidisciplinarias sobre Mesoamérica y el Sureste iia-unam,
disponible en: www.pueblosyfronteras.unam.mx [Consultado el 15 de
abril de 2015].
De la Peña Topete, Guillermo. (1986). “Poder local regional. Perspectivas
socio antropológicas” en J. Padua y A. Vanneph (coord.), Poder local,
poder regional. El Colegio de México/cemca, México.
Rus, Jan. (1995). “La Comunidad Revolucionaria Institucional: la subversión
del gobierno indígena en Los Altos de Chiapas, 1936-1968” en Juan
Pedro Viqueira y Mario Humberto Ruz (eds.), Chiapas. Los rumbos de
otra historia. ciesas, México.
Santos, Boaventura De Sousa. (2009). Una epistemología del sur. clacso/Siglo
xxi Editores/asdi, México.
55
Interculturalidad jurídica: entre los derechos humanos
y los derechos culturales de los pueblos indígenas
Miguel Ángel Sámano Rentería
Universidad Autónoma Chapingo
Introducción
57
Miguel Ángel Sámano
58
Interculturalidad jurídica
59
Miguel Ángel Sámano
60
Interculturalidad jurídica
61
Miguel Ángel Sámano
62
Interculturalidad jurídica
63
Miguel Ángel Sámano
64
Interculturalidad jurídica
65
Miguel Ángel Sámano
66
Interculturalidad jurídica
Una forma de tratar de mediar entre las diferentes posturas que se han adop-
tado para el reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos tiene
que ver con la interpretación propia de lo que es la interculturalidad. En este
sentido, los aportes que hace Mauricio Beuchot son interesantes en la medida
que trata de buscar un punto medio entre las visiones universalistas liberales y
particularistas o comunitaristas, introduciendo nuevos conceptos como el de
“pluralismo cultural analógico”.
Lo que entiende este teórico por pluralismo cultural es el diálogo de los
derechos entre dos culturas: la indígena y la occidental, lo cual implica una
retroalimentación mutua (Beuchot, 2005: 57).
Lo analógico tiene que ver con romper la vieja dicotomía “entre el libera-
lismo individualista y el igualitarismo comunitarista”, y Beuchot (2005: 58)
sugiere un analogismo político-jurídico que permita las diferencias sin le-
sionar la igualdad.
Según Beuchot, se trata de buscar un equilibrio y la analogía significa pro-
porcionalidad, entonces:
El equilibrio entre el derecho consuetudinario de las minorías étnicas
y los derechos humanos universales, esto es, que realice el equilibrio
entre particularismo y el universalismo. Tal es la idea de la proporción.
La analogía o proporcionalidad intenta respetar lo particular dentro de
los límites que imponen los derechos humanos; un límite analógico, un
67
Miguel Ángel Sámano
68
Interculturalidad jurídica
69
Miguel Ángel Sámano
Conclusiones
70
Interculturalidad jurídica
71
Miguel Ángel Sámano
72
Interculturalidad jurídica
73
Miguel Ángel Sámano
74
Aproximación al Derecho Indígena
Luis Pérez Lugo
Universidad Autónoma Chapingo
Resumen
Al abordar el tema del Derecho desde el interior de las culturas indígenas, nos
encontramos con información escasa, por ende, se da por hecho que única-
mente es una aproximación al tema desde las categorías externas a sus cultu-
ras, por lo tanto, lo indagaremos por vías paralelas, alternas, siempre con el
ánimo de encontrar y entender su tejido social y su significado.
Presentación
75
Luis Pérez Lugo
El nacimiento del mundo fue gestado por la Gran Madre, quien fundó la
comunalidad para la relación y convivencia de sus hijos humanos a los que
guía y alimenta. El ser humano es solamente un eslabón más de la gran
cadena de vida vegetal, animal, mineral, atmosférica, estelar. La necesidad de
vivir unos al lado de los otros, de observar el nzaki de todo lo existente, m´uí,
para arraigar a un sentimiento de vida con fuerza, tzedí. El Dios, Okha, al
crear al mundo tuvo equivocaciones, fallar, acertar, corregir, fue utilizado en
la construcción paulatina del mundo. El ser humano se relaciona con todo lo
existente por el hecho de ser vida. Cada acto de su vida toma como referencia
la dinámica del universo; el otomí ve al ser humano únicamente como un
eslabón más de toda la existencia universal.
De ahí aprenderían los humanos, ya que Dios los creó en tres etapas: en la
primera generación fueron muy pequeños, después fueron gigantes, y la terce-
ra generación terminó con el tamaño que tenemos actualmente. Al hombre lo
hizo de barro, le dio vida con soplo o aliento mientras que la mujer fue bajada
de la Luna (Pérez Lugo, 2007: 118), dio pensamiento, ñunfeni, al humano y
lo conminó a ser semejante a él, a aprender de cada momento como una forma
de habitar el mundo, siempre compartiendo, colaborando, Nfoxte, sanando.
En contraste, la ley de occidente es fija, no admite diálogo, aprendizaje, recon-
sideración. Así su disposición o mandato laico y religioso.
El imperativo categórico de la Gran Madre es colaborar, completar don-
de falta, aprender de las transiciones, procesos de maduración, considerar el
camino del cosmos y el suyo, como uno mismo. La Luna impuso la vitalidad
del todo; gotho, y sus ciclos, nzaná. El entorno vital y rumbo existencial, es
decir, todo lo que te rodea eres tú, la capacidad de lo que te rodea se expresa
en ti.
No competir sino estar prestos a la faena demandada por el cosmos. Si
alguien fue más agraciado con los productos, se le ve con reconocimiento y
comparte los frutos de su trabajo ofrendándolos a la tierra, al agua, al fue-
go, se convierte en el principal en la fiesta. Se le ve, no como alguien con
facultades para hacerse de propiedades e imponerse sobre los demás, sino
para recrear la noción. El conflicto de vivir o la vieja pelea entre agricultores y
76
Aproximación al Derecho Indígena
77
Luis Pérez Lugo
1
Hay también difuntos dedicados a entorpecer el mundo de la fertilidad, del cre-
cimiento y cuidado de plantas y animales, labores artesanales, de manufactura y a
los humanos. No son bien recibidos en la comunalidad, ni en esta vida, ni en la otra
dimensión. Son los truenos destructores, bastan siete pasos para andar el mundo, son
los muertos en desgracia, accidentes y las mujeres que murieron por parto, según los
otomíes.
Las ceremonias son destinadas primeramente a la atención de seres perjudiciales a
quienes se les indica, después de ofrendarles; se retiren para dar paso a la gran cele-
bración que traerá bonanza, paz, armonía, abasto, salud.
78
Aproximación al Derecho Indígena
79
Luis Pérez Lugo
80
Aproximación al Derecho Indígena
No todos los otomíes tienen la misma forma para relacionarse con las dei-
dades ni mantienen el mismo grado de conservación cultural. Las zonas más
alejadas de ciudades y valles industrializados tienen menos predisposición a
visitar la montaña, el manantial, la cueva, se habla menos el idioma otomí y
su ritmo de pérdida es muy rápido. Los jóvenes se inclinan en su mayoría por
preferir las modas occidentales en boga creadas por algún país con economía
fuerte.
Tener poder económico en un país occidental es señal de ser buen occi-
dental, por lo que muchos individuos siguen el arquetipo, vendido con el buen
nombre de progreso, civilización o universalismo. A los pueblos otomíes cer-
canos a estos símbolos occidentales, les es difícil sucumbir, se conservan como
grandes guerreros luchando contra un monstruo que los pretende apartar del
camino en su totalidad. Los estudiosos en su mayoría ven esto desde el lente
económico, consecuencia de concebirlo de forma occidentalizada, cosificada,
por la que eligen a lo más refinado de la revolución industrial hasta nuestros
días, lo demás prácticamente no existe para ellos o existe pero a su modo, en
forma de gráficas, clases sociales medidas por el elemento económico. De ahí
todos somos iguales para ellos.
Así se observará la vida en la faz de la Tierra: todo acto será vigilado por la
Gran Madre Tierra y demás deidades desde una pelea, una caída, un acame
de las milpas, una epidemia o enfermedad en los animales, una sequía, un
accidente, todo se le atribuye a las deidades que no se respetaron o no se les
ofrendó cuando lo requerían, es entonces cuando hay que rehacer la relación
con el entorno.
81
Luis Pérez Lugo
82
Aproximación al Derecho Indígena
han buscado para que indaguemos juntos una nueva relación de los pueblos
con la iglesia democrática (Pérez Lugo, 2014).
Lo comunal trasciende la tenencia de la tierra, es una forma de vivir, es
parte de las culturas nativas de América. “Nuestras tecnologías, conocimientos
y producción son resultado de una labor conjunta”.
¿Esto podría configurar una especie de socialismo? Considero que no, esto
fue más bien comunalidad otomí, lo que significa que los recursos y la energía
eran “propiedad” de la comunidad, es decir, de todas las familias “…al ser la
tierra un bien de todos, su cuidado era y en la actualidad sigue siendo de todos”
(Martínez Luna, 2003: 22).
Ya se ha dicho que lo comunal se realiza entre plantas, entre animales,
entre humanos, entre todos los elementos que interactúan en el cosmos. Así,
además de trascender la porción de la tierra donde laboran los otomíes, impli-
ca una gran disposición y capacidad para consensos. En la comunalidad todos
deben caminar hacia un solo sendero, no por obligación sino por convenci-
miento, no es aplicable la dictadura de las mayorías, se busca que todos tengan
un solo propósito. Sin embargo, en la modernidad a los pueblos otomíes ya se
les ha impuesto la propiedad privada, es decir, ya les extirparon una platafor-
ma donde realizar su cultura.
En la historia de la conquista de México, se afirma de los originarios
americanos:
(…) sin propiedad en sus bienes ni en su familia, sin mantenimientos,
ropa ni abrigo, sin fuerza física ni moral, sin esperanzas ni deseos, ni amor,
ni afectos paternales, sin compasión, ni ternura para el prójimo, ni apego
a la vida, destituido de todos los sentimientos de la naturaleza (Chávez
Chávez, 2003: 42). Después recapacitan… por haber maltratado a los
indios, somos ahora los españoles indios de los demás europeos (Chávez
Chávez, 2003: 37).
La tierra y también el modo de relación con ella, está afectado. Ahora los otomíes
viven en la “democracia”,2 lo que es poco deseable para los pueblos indígenas
2
“La democracia supone que cualquiera, desde cualquier lado, puede hablar y decir la ver-
dad, porque su mente no está separada de la verdad. Todo lo que tiene que hacer es dominar
sus pasiones y después hablar” (Cambell, Joseph, 1999:61).
83
Luis Pérez Lugo
Hay una cosa rara en la muerte de Sócrates, ese gran hombre, según nos ha trasmitido el
acontecimiento de Platón. Y es que no puede estarse callado, en presencia de la muerte
inminente. Uno se imagina que ante acontecimiento tan solemne, lo mejor sería ca-
llarse, pero él habla y habla, aunque ya no diga grandes cosas, sino funestas como que
no siente ya las piernas. O que se debe un gallo a Esculapio y hay que pagar esa deuda.
Critón, el fiel discípulo, le pregunta luego si tiene algo más que decir. Pero Sócrates ya
no responde. De manera que, cuenta Platón: “Critón le cerró los ojos y la boca” (Fe-
dón, 117e-118ª). …De manera que hablar es vivir, y el silenciar morir (Duque, Félix,
1994:23).
3
Mucho se ejerce la comunalización no por sus valores o principios sino por su capa-
cidad de pensar en pro de la colectividad y avalado por la colectividad. Aquí radica la
diferencia. Para la democracia es por mayoría, aquí los juicios de un individuo pueden
sobrepasar la mayoría para conseguir el consenso comunal. Los votos democráticos
para elegir a alguien por mayoría aquí no tiene sentido.
84
Aproximación al Derecho Indígena
85
Luis Pérez Lugo
86
Aproximación al Derecho Indígena
todos y y´eí, es ayudar a uno solo. foxte, es acomedirse a algo, mientras que
ximfoxte es ayudó.
El otomí de la Sierra Madre Oriental, el ñuhu, “el que está en el camino”,
traza con este auto designio el todo, su mundo; su vastedad cultural es anun-
ciada así. Sol que lo alumbra, la luz que potencia su interior y lo lleva por este
camino a la realización plena como individuo con su entorno, está ahí, en él
mismo el guerrero presto a vencer las fuerzas de la oscuridad y en su triunfo sale
por fin hacia el oriente cargado de victorias, de cara al Sol. El ñuhu, otomí, se
siente (tzedi= energía o nzedi) (ccli, 1997: 105), se realiza (nzaki= existen-
cia) y se sabe (nfadi= sabiduría) en el camino luminoso sobre la inmensidad
de lo pleno con el todo realizado, junto al Dios que cuida del camino. Tsi ja
tamoxk’ui ñu –que Dios te cuide tu camino; esta frase se puede descomponer
en tamoxk’ui –poder del gran ser- y tamox –como hermano- significa tam-
bién que te hermanes con Dios o que Dios te proteja.
El ñuhu interpela siempre a la existencia; a ki’mui’ ¿Cómo ha estado? –o
también xojatho na nzahki– si todavía tiene vida. El círculo de la vida es sig-
nificativo. El concepto de existencia –ja– de dar vida, de dar cuenta, de ser y el
concepto ‘mui: la existencia, el fuego encendido, estar o vivir son ideas medu-
lares o trascendentales en el otomí.
El nacer, ‘mui, es el principiar de la vida, es vivir, habitar, la costumbre, Ja
bi mui, acaba de nacer, acaba de empezar la vida, apenas va a empezar a vivir
problemas y desde este momento, su ánimo, su vida pura, sana y saludable,
su vida en equilibrio, su nzahki será siempre vigilado y le ayudará a crecer, a
formarse, bi’te.
Ya en la madurez, en el saludar amable siempre estarán las preguntas a ki
‘mui– ¿Cómo has estado?– o también xojatho na nzahki –si todavía tiene
vida–; la respuesta es xo di pohtho –todavía tengo vida–. Al reprocharle sus
padres a una muchacha por qué tiene novio, ella responde respetuosa y correc-
tamente a k ente manzahki –ahora que tengo vida – o también nuya ti pe tsira
gusto –ahora que tengo gusto–. En ese momento ella (la vida) está en sintonía
con las fuerzas del nzaki, o sea, en la plenitud animada que concuerda con el
entorno circunstancial e instantáneo del siempre, aquí y ahora, en el eterno
87
Luis Pérez Lugo
alimentar las fuerzas del ánimo que le permitirá la existencia –‘mui– desde
los años “fuertes” hasta la madurez.
Pero el nzahki decae, disminuye –bithe’ranzahki–; es como al anciano al que
se le va acabando la fuerza, se le está apagando la vida, se debilita, se acaba su
energía, no puede realizar acciones como cuando era joven. Ma da du, el estar
a punto de acabar de morir, vive sus últimas fuerzas, cuando llega la muerte, bi
un ra du, en el momento que se dispone a expirar está viviendo su muerte; al
expirar, el cadáver no es ya la muerte, sino solamente los restos de que fue,
pues vio su muerte, binu, y desapareció con ella borrando todo lo que fue.
Entonces, pasa a ser venerable alma, bendita, espíritu sagrado, difuntito –bi-
nuratsi ánima–, “pues se murió el muertito” –tsi alma– o también bihuiti, se
apagó, se acabó.
La muerte no es concebida como en occidente, la dualidad vida-muerte no
existe entre los otomíes, existe otro gran campo, otro reino que es el de la som-
bra, pero sobre esto aún no hay información, lo que puede verificarse en todos
los otomíes, incluso en otros pueblos también está, como entre los nahuas y
algunos de los pueblos amerindios.
La totalidad, go’tho, está muy relacionada con otros conceptos como el
de manifestarse –ja– que es el ser vibrante, colectivo, de trabajo mutuo, de
energía conjunta que logra la armonía de todo cuanto existe, se concibe dentro
de nuestro cuerpo en que cada una de sus partes debe estar funcionando en
perfecta armonía y, por lo tanto, al alterarse o atrofiarse un órgano de nuestro
cuerpo hay problemas o enfermedad, al igual que cuando se alteran los eco-
sistemas o cuando se siembra y no se deja que el control natural regule a las
plantas.
Así, en el nfoxte toda la sociedad está vitalizada por una función que cada
uno cumple con todos: nadie es más o es menos; los abuelos y abuelas son
guías, los niños acompañan, alegran y también enseñan a los adultos quienes
realizan la siembra de la tierra entre el hombre y la mujer en forma de nfoxte
–ayuda mutua.
Existe algo similar en la cultura mazahua, el nbóxte (pacmyc, 1996: 72)
esto implica un esfuerzo total donde todos dan todo de sí, de esta manera,
88
Aproximación al Derecho Indígena
cuando alguien realiza un favor también debe hacerlo con pleno gusto porque
si no se rompe el nfoxte, el cual mantiene las cosas en su lugar y un lugar para
cada cosa: el río, la montaña, están ahí, porque ahí deben estar y nadie riñe ni
el cedro o el pino le dice al oyamel que se quite porque el espacio es suyo, por-
que la armonía siempre contribuye con otros, hay ayuda mutua entre todos. El
nfoxte se rompe al alterarse la cultura, la costumbre, y la ideología del pueblo.
La Madre Tierra se alegra cuando nace un árbol, porque es parte de su vida, de su
sueño, de su sentimiento, y el árbol responderá dando frutos, dará cobijo a la tierra.
Todo influye porque todo vibra: el ruido, el Sol, el frío y el clima en general
influyen en el ánimo de la gente; para tener control, para prevenir o ahuyen-
tar los males se emplea el sahumerio; con el repique de una campana o con
el sonido de una flauta puede ahuyentarse o hasta eliminarse un mal; frente
al fuego uno puede ver su futuro o el origen de su mal; el temascal también
permite ese control para volver a esa interrelación armoniosa total. El pensa-
miento occidental que todo separa, todo fracciona, llama paranormales a
las fuerzas que no entiende pese a que todo existe, incluso lo que nosotros
no vemos porque hay otros ojos. Esto justamente inspiran el Derecho y la
Filosofía: limitar, separar, cortar, fraccionar el sentido de la tierra en forma de
propiedad, fraccionando el mundo con palabras, contrario a la idea comunal
de los pueblos amerindios.
En el nfoxte, lo mismo que en la naturaleza, hay que vivir con estas leyes o
patrones de vida otomíes avaladas por el todo, trascendidas por las energías.
En un atardecer, en el canto de los pájaros, en una gota de agua, hay que vivir
y después de la muerte, hay que seguir viviendo, en otras llanuras, en otras
entidades. Por eso, al salir el Sol, se dice levantémonos antes que el Sol venga
y nos encuentre sin hacer nada, que nos encuentre trabajando, antes que el Sol
venga no debemos pelear o reñir porque es una espera reverenciada como una
auto-ofrenda con buenas acciones; la salida del Sol es una manifestación de
luminosidad, de claridad, de una batalla contra las fuerzas de la noche y cada día
hay que esperarlo con gusto porque el Sol también va cambiando, por lo tanto
siempre se espera un nuevo amanecer.
89
Luis Pérez Lugo
90
Aproximación al Derecho Indígena
91
Luis Pérez Lugo
Conclusiones
92
Aproximación al Derecho Indígena
emite tres leyes: no mentir, no ser perezoso y no robar. Estas tres leyes ances-
trales son la guía para producir un país realmente diverso y múltiple cultural-
mente, para nosotros… plurinacional.
Bibliografía
93
Luis Pérez Lugo
94
Pueblos indígenas y el Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo (oit)
Cruz Velázquez Galindo
Universidad Autónoma Metropolitana
Unidad Azcapotzalco
Introducción
95
Cruz Velázquez Galindo
Esta acción deberá incluir las medidas siguientes: en primer lugar, el he-
cho de que “los pueblos indígenas y tribales deberán gozar plenamente de los
derechos humanos y libertades fundamentales, sin obstáculos ni discrimina-
ción” (oit, 1989), ello implica que las disposiciones contenidas en el Conve-
nio se aplicarán por igual a hombres y mujeres de estos pueblos; en segundo
lugar, “no deberá emplearse ninguna forma de fuerza o de coerción que viole
los derechos humanos y las libertades fundamentales de los pueblos interesa-
dos, incluidos los derechos contenidos en el presente Convenio” (oit, 1989).
En el caso mexicano, con excepción del régimen de Lázaro Cárdenas en
el que se dio un importante impulso al indigenismo1 y al reparto agrario, las
adaptaciones debidas para el reconocimiento de los derechos de los pueblo
indios, hubo de transitar la adopción del multicitado Convenio para incorporar
ciertas reformas, las que también han confluido en el marco de la explosivi-
dad del movimiento indígena, particularmente el encabezado por el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (ezln).
No obstante las reformas a la Constitución de 2011 y la adaptación del
Convenio 169 en el marco de la legislación mexicana, a los pueblos indígenas
no les han reconocido plenamente sus derechos.
En nuestros días, uno de los problemas centrales para las etnias se ubica en
los márgenes de la expansión capitalista en sus territorios y de no aplicar la
debida consulta, el Estado, respecto al empleo y explotación de sus tierras-
territorios, lo que constituye una grave omisión a lo normado en el artículo 6°
del Convenio 169 el cual obliga a los gobiernos que lo han ratificado a:
1. Consultar a los pueblos interesados, mediante procedimientos apropia-
dos y en particular a través de sus instituciones representativas, cada vez
que se prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de
afectarles directamente;
1
Delinear el indigenismo en México, adquiriría un marco conceptual diversificado, es
decir, que la óptica desde la cual se ubica esta política de Estado ha guardado cánones
diferenciados, bajo esta tesitura es indudable que si bien el indigenismo puede ser se-
ñalado como “alienante y cosificador”, venga de donde venga, de igual forma concebi-
mos que la política del cardenismo buscó sentar las bases de un sistema democrático,
fundado en su sociedad.
96
Pueblos indígenas y el Convenio 169
98
Pueblos indígenas y el Convenio 169
Este marco federal de la materia indígena a la que nos referimos tiene que
ver, entre otros, con la cuestión inherente al manejo del territorio y sus recur-
sos establecidos, por ejemplo, en el artículo 27 constitucional, a tal efecto ubicamos
que las comunidades indígenas están asentadas en espacios geográficos ricos
en recursos naturales como son, por ejemplo, hidrocarburos, petróleo, mine-
rales y maderas preciosas, y que el régimen jurídico reglamentario de dicho
precepto está permitiendo de alguna manera el despojo de sus tierras a los
pueblos originarios. La pregunta salta a la vista, ¿no obstante las evidencias
históricas de que la “cuestión indígena” en México compele a toda la nación,
por qué se redujo a la esfera de los estados?
99
Cruz Velázquez Galindo
100
Pueblos indígenas y el Convenio 169
Educación indígena
Los indígenas tienen derecho a ser educados en las escuelas a partir de la pre-
primaria y en las primarias en su propia lengua, en estas últimas por lo menos
hasta el tercer año, asimismo pueden hablar su lengua en privado y de manera
pública sin que tengan que avergonzarse de hacerlo, ya que, como dice Rosana
Blanco (2010: 76): “la educación bilingüe se prefigura como respuesta a los
derechos lingüísticos en educación de las poblaciones indígenas, pues presu-
pone el derecho a la preservación de sus lenguas y a la apropiación de la lengua
mayoritaria nacional”.
Es innegable que las lenguas indígenas se han ido perdiendo, en particular
por los procesos de asimilación cultural que viven los indígenas migrantes.
Sin embargo, es importante entender la diversidad lingüística a fin de que
las lenguas indígenas no desaparezcan en su totalidad. Es importante destacar
que dichas lenguas se encuentran protegidas por el Convenio 169 en su artículo
28, fracción primera, donde se señala que la educación debe enseñarse en
lengua materna y que además, ellos tendrán que aprender la lengua que se
habla en el país (oit, 1989).
101
Cruz Velázquez Galindo
102
Pueblos indígenas y el Convenio 169
103
Cruz Velázquez Galindo
Conclusión
Bibliografía
104
Pueblos indígenas y el Convenio 169
105
Escenarios del Derecho
Indígena en México
Carlos V. Urbalejo Guerra
Introducción
La discusión central
107
Carlos V. Urbalejo Guerra
108
Escenarios del Derecho Indígena en México
109
Carlos V. Urbalejo Guerra
110
Escenarios del Derecho Indígena en México
111
Carlos V. Urbalejo Guerra
112
Escenarios del Derecho Indígena en México
113
Carlos V. Urbalejo Guerra
114
Escenarios del Derecho Indígena en México
115
Carlos V. Urbalejo Guerra
1
Al respecto, véase Kosik, K, 1963. “Dialéctica de lo concreto”. Ed. Grijalbo, 1ª ed.,
México. En donde se precisa que: “La cotidianidad es, ante todo, la organización, día
tras día, de la vida individual de los hombres; (…) La cotidianidad no ha de entenderse,
por ello en oposición a lo que constituye la norma, (…) En la vida diaria el individuo se
crea relaciones sobre la base de su propia existencia, de su propia posibilidad y activi-
dad y, por ello, considera esta realidad como su propio mundo”, pp. 92-93.
116
Escenarios del Derecho Indígena en México
embargo, para la oficina del Alto Comisionado “El reconocimiento legal de los
sistemas normativos indígenas debe contemplar un mínimo de características
que garanticen de manera eficaz el goce, respeto y promoción del derecho de
los pueblos y comunidades indígenas para preservar, aplicar y desarrollar sus
sistemas normativos” (omac-onu-dh, 2009: 17). A mi parecer, siempre y
cuando se observe lo dispuesto en la cpeum y lo señalado en los artículos 8° y
9° del Convenio 169 de la oit.
La posición del Alto Comisionado en la materia, es que:
…reconociendo los esfuerzos legislativos realizados en esta materia, se
advierte que el conjunto de las normas creadas desde la misma Cons-
titución Federal hasta las leyes estatales reglamentarias, reproducen
prácticas encaminadas para que el sistema normativo indígena termine
por asimilarse al sistema positivo imperante. De tal suerte que no se
puede establecer que en México exista un reconocimiento pleno de los
sistemas normativos indígenas. (…). Ya que este sistema, al igual que
todo sistema normativo, constituye un cuerpo integral que abarca nom-
bramiento de autoridades, clasificación de faltas o delitos, elaboración
de penas, aplicación de sanciones, fuerza coercitiva y aceptación de las
mismas eficacia de las normas. Conjunto de elementos no reconocidos
en su totalidad en el ámbito legislativo nacional. (omac-onu-dh, 2009:
100).
Salvo que en México los sistemas normativos indígenas no están escritos, ni
codificados, clasificados y elaborados. En este punto es importante observar,
que “la ciencia jurídica mexicana no cuenta con el instrumental analítico para
enfrentar fenómenos sociales como el indigenismo (por ello), resulta de gran
dificultad hacerlos compatibles respecto de las normas y valores de los órdenes
normativos indígenas” (Cossío, 2003: 19, 37).
Si bien las posiciones vertidas tienen elementos importantes para ser discu-
tidos y analizados, en mi opinión no se trata de asimilar los sistemas normativos
indígenas al Derecho Positivo, sino sensibilizar a través del diálogo a las auto-
ridades indígenas de todos aquellos elementos que eventualmente afecten a la
población indígena y, por ende, sus derechos humanos. Para lo cual, es conve-
niente hacer dos consideraciones. Primera, es necesario ubicar las corrientes
117
Carlos V. Urbalejo Guerra
Los escenarios
118
Escenarios del Derecho Indígena en México
A. Escenario autónomo3
119
Carlos V. Urbalejo Guerra
B. Escenario de coexistencia4
4
El fundamento de este escenario es la cpeum artículos 1° y 2° apartado A, así como
los artículos 2°, 3°, 5°, 6°, 7°, 8°, 9°, 12, 30 y 33 del Convenio 169 de la oit, y los ar-
tículos 1°, 5°, 17, 27, 33, 34, 35, 40 y 46 de la Declaración sobre los Derechos de los
Pueblos Indígenas de la Organización de las Naciones Unidas.
120
Escenarios del Derecho Indígena en México
121
Carlos V. Urbalejo Guerra
C. Escenario divergente
122
Escenarios del Derecho Indígena en México
123
Carlos V. Urbalejo Guerra
Conclusiones
124
Escenarios del Derecho Indígena en México
125
Carlos V. Urbalejo Guerra
Bibliografía citada
126
Escenarios del Derecho Indígena en México
127
II. Derecho de consulta, resistencias y
defensa de los bienes de los pueblos indígenas
Este artículo indaga algunas de las causas del rezago y marginación de las
comunidades indígenas que derivan de prácticas discriminatorias añejas de los
ayuntamientos mestizos de la cabecera municipal. Así mismo, en él se analizan
las formas de organización social comunitaria, de ejercicio de la autoridad y
de gestión de sus recursos naturales, para notar la vigencia de los sistemas
normativos, y de su eficacia para salvaguardar los recursos naturales comuni-
tarios y explotarlos para el bien común de los lugareños. Al final se discuten
las posibilidades de que las comunidades logren mayor autonomía política y
económica separándose de la cabecera y creando su propio municipio.
Introducción
129
Francis Mestries Benquet
130
Marginación indígena
Sumada a esto, por lo demás, las tierras de cultivo que les dotó la reforma
agraria son minifundios de mala calidad (de temporal), estos espacios se distri-
buyen en 29% de ejidos que detentan 51.3% de la superficie de las tierras indí-
genas, 21.4 % de propiedad privada que poseen 33.5% de la superficie, y 28.8% de
tierras comunales que controlan solamente 15.2% de esta, con lo que la propie-
dad comunal no es sinónima de forma de tenencia indígena, la propiedad priva-
da está muy difundida pues casi 400,000 campesinos indígenas son propieta-
rios de parcelas privadas, en particular en las sierras de Puebla, de Hidalgo, la
mazateca en Oaxaca y la de Zongolica en Veracruz ( Leyva, 2005). Las altas
tasas de fecundidad y natalidad han atomizado aún más la tierra parcelada de
cultivo por el mecanismo de la herencia, lo que aunado a la falta de apoyos
institucionales y de tecnologías modernas a su agricultura, provoca los conflic-
tos políticos, sociales y religiosos que agitan las comunidades (Leyva, 2005).
El objetivo de esta investigación es detectar en un municipio con fuerte
presencia indígena nahua, Acaxochitlán, Hidalgo, algunas de las causas del
rezago y marginación de las comunidades que derivan de prácticas discrimi-
natorias añejas por parte de los ayuntamientos mestizos de la cabecera. Así
mismo, se analizan las formas de organización social comunitaria, de ejercicio de
la autoridad y de gestión de sus recursos naturales para percatarnos del grado
de vigencia de los valores, normas y conductas de la “comunalidad”, y de su
eficacia para salvaguardar los recursos naturales comunitarios y explotarlos
para el bien común de los lugareños. Por ende, se abordan las acciones colecti-
vas de corte político que buscan separar las comunidades de la cabecera para
crear su propio municipio indígena, primer paso de libertad en el camino de
la autonomía.
Este municipio es parte del estado de Hidalgo, que tiene 2,476,511 habitantes,
de los cuales 15% son indígenas (Instituto Nacional de Estadística y Geogra-
fía, Inegi), y padece fuertes desigualdades económicas y sociales regionales,
que se manifiestan en niveles altos de marginación en sus regiones indígenas:
131
Francis Mestries Benquet
Huasteca, Sierra Alta, Sierra Tepehua, Sierra Gorda, Sierra Nahua, donde se
ubica Acaxochitlán y Valle del Mezquital norte. En consecuencia, tiene altas
tasas de migración interna e internacional y una tasa de crecimiento demográ-
fico social negativa (Conapo, 2004). Es uno de los estados emergentes de la
migración internacional por su alto grado de marginación.
Acaxochitlán (lugar de la flor de carrizo en náhuatl) se encuentra en la Sierra
Madre oriental y en el eje neovolcánico transversal, a 2,260 msnm, colindante
con el estado de Puebla y con el municipio de Tulancingo, Hidalgo. Es una región
montañosa atravesada por múltiples ríos y tres lagunas, regada por abundantes
lluvias y con un clima templado húmedo, por lo que disfruta de abundantes bos-
ques (templado subhúmedo y mesófilo de montaña) de pinos, oyamel, encino,
eucalipto, ocote, uña de gato y cedro rojo, de frutales, hongos, flores y plantas
medicinales. El 40.88% de su superficie es de bosque, pero el uso principal del
suelo es agrícola (Instituto Nacional para el Federalismo y Desarrollo Municipal,
Inafed, 2005), aunque también florece la ganadería de ovinos. Forma parte del
Área Natural Protegida (anp) “Cuenca Hidrográfica del Río Necaxa.”
La población total es de 40,583 habitantes diseminados en 33 localidades,
de los cuales 52% son indígenas (21,387 personas), aunque solamente 13,308
personas (32%) son hablantes de lengua indígena (32%) (Comisión Nacional
para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, cdi, 2010), mayoritariamente
nahuas y una minoría otomí. Su grado de marginación es alto, en particular
en 12 comunidades indígenas con 21.82% de la población donde es muy alto.
En nueve de ellas el nivel de marginalidad de la vivienda es muy alto, ya que
su construcción es de adobe y petatillo; la población indígena cuenta con 41%
de las viviendas sin agua entubada y 36% sin drenaje; 32.6% de la población
indígena es analfabeta, pero el porcentaje sube a 41.2% en las mujeres (cdi,
2010), tampoco cuentan con servicios de transporte, situación que se debe a
la complicada geografía del terreno donde habitan. Además persiste desigual-
dad jurídica, social y de género (Plan Municipal de Desarrollo 2009-2012).
Lo inaudito es que tres comunidades indígenas superan o casi igualan en
población a la cabecera municipal: Santiago Tepepa (4,281 habitantes), Los
Reyes (3,493) y Santa Ana Tzacuala (3,203), frente a Acaxochitlán que tiene
3,554 habitantes, pero no tienen peso político en la estructura de poder local.
132
Marginación indígena
133
Francis Mestries Benquet
134
Marginación indígena
135
Francis Mestries Benquet
136
Marginación indígena
137
Francis Mestries Benquet
138
Marginación indígena
139
Francis Mestries Benquet
140
Marginación indígena
141
Francis Mestries Benquet
142
Marginación indígena
143
Francis Mestries Benquet
se deciden en asamblea. Los hombres tienen que dar faena desde los 16 o 17
años, aunque 50% de ellos lo hace hasta su mayoría de edad: “Algunos llegan
a renegar pero no lo vemos normalmente así, porque vemos la forma de que ellos
se vayan adaptando, que vean sus obligaciones desde el principio, de que no
vayan a adoptar mal camino”, y las mujeres también participan haciendo la-
bores de limpieza, los que no pueden aportar su trabajo pagan a un peón para
sustituirlos.
En otras comunidades, la cooperación es en trabajo y además en dinero:
La faena sirve para satisfacer las necesidades que se requieran en la
comunidad como es la infraestructura, cada delegado tiene que pavi-
mentar 100 metros de calle principal, y para ello cada persona de la
comunidad debe aportar $2,400 para cubrir los gastos, ya que la ayuda
que da el municipio no es suficiente para pagar todo el material. En
caso de que algún integrante de la comunidad no realice la faena, se le
sanciona con una multa de $100. Por lo general son dos faenas al año
(lavado de los tanques de agua, vialidad). Participan todos los jóvenes a
partir de los 18 años, pero en otras comunidades más retiradas le entran
señoritas para levantar la basura (“Huicho”, Montemar).
Los delegados no pueden imponer sanciones por su cuenta: “Al que
no llega a participar en la faena se le sanciona, la comunidad es la que
aprueba la sanción, tenemos actas donde con nombres y firmas nos ava-
lamos para que sea legal” (Zeferino Pérez Vargas, Tecojotal).
El desvío de las obras de beneficio social por parte de autoridades caciquiles
en ciertas comunidades grandes y fuertemente estratificadas, ha incidido en
la deslegitimación de la faena por parte de los jóvenes emigrantes retornados
que traen nuevos hábitos musicales, de vestir, de irrespeto ante los mayores y
costumbres individualistas y consumistas. Algunos delegados han optado por
suspenderlas por ineficaces:
Yo no las puse en práctica porque estoy en contra, porque la gente ya
no las toma en serio. Habría que organizar a la gente en varias cua-
drillas durante varios días para que sirvan. Además, ya no se pueden
aplicar sanciones porque la comunidad es muy grande, hay chavos
144
Marginación indígena
que salen por años y solo vienen para Navidad y no los conocemos
(Modesto Vargas, 1er delegado de Santa Ana Tzacuala, diciembre de
2014).
145
Francis Mestries Benquet
burlan las leyes ambientales que restringen la tala y la excavación del subsuelo, y
“aprovechan los recursos que los lugareños están impedidos de utilizar” (Chacón,
2009)
Por otro lado, la existencia de instituciones comunitarias que regulen
el acceso y aprovechamiento de los recursos naturales es clave para su
conservación y utilización racional en determinados biotopos, como las áreas
montañosas. Aguirre Beltrán sostiene que estas instituciones constituyen
mecanismos específicos de adaptación en medios montañosos en la medida que
la gestión comunal de los recursos forestales y pastorales resulta más operativa
y facilita la viabilidad de las explotaciones familiares. Para ello, se han creado
arreglos institucionales como consejos vecinales, asociaciones basadas en el
interés común, acuerdos informales fundados en la tradición, para asegurar
la utilización ordenada y colectiva de los recursos agrícolas, ganaderos y
forestales (Chamoux y Contreras, 1996). Sin embargo, hay que distinguir la
propiedad de la gestión comunal de los recursos, ya que la una no supone
necesariamente la otra, diferenciar la propiedad comunal del libre acceso, sin
simplificar al extremo los derechos de propiedad en la dicotomía propiedad
privada/propiedad comunal, que más que antagónicas son complementarias.
En América Latina se suele exaltar lo comunitario, lo que coadyuva
muchas veces a una ideología que contribuye al ocultamiento de des-
igualdades en beneficio de las capas internas más privilegiadas. La vi-
sión de la comunidad como identidad en la que interviniera una fusión
espiritual y afectiva de sus miembros y que actuara en el marco de la
solidaridad económica parece un tanto utópica; además no es muy segu-
ro que la postura que considera lo comunal como lo bueno por esencia,
sea la más representativa de la ideología interna (Chamoux y Contreras,
1996: 34-36).
Los cambios económicos e ideológicos en las comunidades han minado sus ins-
tituciones de control y regulación de sus bienes. Pero la pérdida de control de
algunas instituciones no ha sido sustituida por una nueva normatividad explícita
(Paré, 1996), pues crece la “contradicción entre la necesidad de regular el acceso
a los recursos forestales comunales, y la práctica tradicional de libre acceso de los
comuneros al uso de estos recursos” (Sánchez, 1996). Sin embargo, el deterioro
es limitado cuando prevalece el valor de uso del bosque para los comuneros.
146
Marginación indígena
147
Francis Mestries Benquet
148
Marginación indígena
Las leyes ambientales son camisas de fuerza para los propietarios originarios del
bosque, el único proyecto de “reforestación” que ha “pegado” es la siembra de
aguacates en varias comunidades, gracias al apoyo de la Sedesol.
Otro recurso vital es el agua, y las comunidades aún suelen manejar sus
aguas:
Para el agua, tenemos nuestro manantial que entubamos y llevamos a
las casas en base a faenas organizadas por el Comité de Aguas, que da
mantenimiento a la bomba y las cajas de agua cada dos meses; cobramos
$75 al año a los beneficiarios, no tenemos concesión de Conagua pero
es del pueblo el cerro y el manantial, aunque compartimos el agua con
otro pueblo más abajo. Pero en el estío hay escasez, porque se seca el
bosque, se seca el manantial (Zeferino Pérez Vargas, Tejocotal).
Las comunidades cuidan los montes donde nacen los veneros de agua: “El
cerro, que es de la comunidad y de Tecojotal, es sagrado, porque ahí tenemos
nuestros manantiales de agua y si lo dejamos pelón, ¿a dónde vamos a tomar
agua? Es parte de la reserva territorial del ejido” (“Huicho”, Montemar). No
obstante, en Santa Catarina existen dos redes de agua potable que suministran
a toda la población por la que paga $20 al mes, y aun así hay gente que no
cubre la cuota por falta de conciencia y de cooperación.
149
Francis Mestries Benquet
150
Marginación indígena
151
Francis Mestries Benquet
152
Marginación indígena
153
Francis Mestries Benquet
si no, nos hacen caso. Pero te dicen:” Te voy a apoyar con el 50%, no con
el 100% del costo”, y nosotros aportamos el otro 50%, ya es un aliviane
(Zeferino Pérez Vargas, delegado de Tejocotal).
La misma historia se repite en Santa Ana Tzacuala:
No nos han compuesto la carretera (que va a Acaxochitlán), falta la
segunda etapa de pavimentación que nos prometió el alcalde. Solicité
dos viajes de pizarra para recubrimiento de una escuela, pero nada, tuve
que poner mi propio camión y poner de mi bolsa el diésel, y rentar una
retroexcavadora. Todavía hay muchas casas que no tienen luz, la hemos
solicitado, pero nada; también pedimos baños ecológicos, lo mismo. He-
mos pedido la ampliación de la red de agua potable, y no. Este año a la
comunidad no nos han dado nada (Modesto Vargas).
Algo parecido pasa en Montemar: “Cada delegado tiene que pavimentar 100
metros de la calle principal, y para cubrir este requerimiento cada persona de
la comunidad tiene que aportar $2,400, ya que la ayuda que da el municipio
no es suficiente, pues solo apoya con una parte del material” (Delegado “Hui-
cho”, Montemar). En Zotictla se quejan de que:
Para los proyectos productivos nos dirigimos al municipio porque la
gente aquí no está preparada para ir a dependencias federales y sacar
proyectos directamente, pero los avisos de parte del municipio nos llegan
muy tarde, la información no está fluyendo. Además, si el municipio
no nos apoya con asesoría no podemos hacer nada aunque queramos
sembrar nuevas cosas, no sembramos pues no sabemos cómo contro-
larlas para que crezcan bien. A veces nos esforzamos como con los
aguacates, hay que echarle algo de medicina para las plagas, pero no
sabemos cuál, no tenemos asesoría de parte de ellos, y ahorita que
está el calor, el sistema de riego es fundamental, pero el agua apenas
es suficiente a veces para nosotros, y ¿De dónde obtenemos agua para
regar? (Grupo focal, Zoctitla).
Cuando las comunidades consiguen apoyos federales, la presidencia munici-
pal se hace del rogar para dar su aprobación: “Es más fácil conseguir apoyos
de instancias federales que de las municipales. Pedimos drenaje desde hace dos
154
Marginación indígena
administraciones; la cdi paga todas estas obras pero lo tiene que firmar el
presidente municipal. Hay que estar constantemente insistiendo con él para
que lo gestione” (Luisa Hernández).
Los delegados de comunidades sufren discriminación de parte de los polí-
ticos locales:
En Acaxochitlan hicimos un evento donde se invitó al señor goberna-
dor para que los indígenas del Mezquital, la Huasteca y nosotros les
hiciéramos llegar nuestras peticiones, pero el señor tenía su agenda y
venía de San Bartolo y no tenía intención de pasar por aquí, todo estaba
a reventar, llevaban rosarios, panes para darle la bienvenida, y ya se
iba para Tulancingo y que le avisan, entonces acudió, yo le iba a dar
la bienvenida, y su guarura sube y me dice: “Tienes diez segundos para
presentarlo”, y me da un codazo. Luego habló el gobernador: No tenía
contemplado venir aquí porque tengo una reunión con los empresarios
del Financiero, pero ahora les pido permiso para irme a Tulancingo”, y
nadie de la gente fue para decirle te quedas”. Aunque a los 15 días nos
mandaron a traer al Mezquital para llevar nuestras peticiones al gober-
nador…A mí hay otra cosa que me indigna mucho en lo personal, son
los medios informativos, porque muchas veces no son veraces, corrom-
pen la verdad. Por eso yo soy de las personas que digo: el 50% puede ser
cierto y otro 50% no (Tomás Cortés).
El racismo ordinario es un obstáculo para la reproducción cultural de la etni-
cidad:
Hay veces que me regañan cuando vamos a Tulancingo, cuando vamos a
comprar una ropita con la familia, y mis hijos chicos, antes, me decían:
No hables así porque se oye feo y la gente se nos queda mirando, yo he
visto que varias personas nos discriminan porque vamos con huarachi-
tos, con vestido roto, etcétera. Hay una comunidad cercana donde nos
dicen ‘nacos’ (Doroteo Vargas, 2º delegado de Tejocotal).
Sin embargo, la industrialización del país está en deuda con los territo-
rios indígenas debido al colonialismo interno que el estado capitalista ejer-
ció sobre ellas; “en Santa Catarina la planta hidroeléctrica La Trinidad,
155
Francis Mestries Benquet
construida en 1908 genera luz para Acaxochitlán, pero no para Santa Catarina
y Toxtla” (Tomás Cortés).
Varios factores inciden para que no les lleguen los recursos convenidos en
el ayuntamiento a las comunidades: la estrechez presupuestal municipal, el
desvío de fondos y el grave endeudamiento de los municipios, pues en 2013
se destapó el alto nivel de deudas de los estados y municipios, que se endeu-
daron sin control; en 2014 las deudas de gobiernos estatales y municipales
ascendieron a $ 432,172 millones, garantizados en 95% por las partidas
federales y no por impuestos locales (La Jornada, 2 de noviembre de 2014).
156
Marginación indígena
157
Francis Mestries Benquet
158
Marginación indígena
Conclusiones
159
Francis Mestries Benquet
160
Marginación indígena
Bibliografía
161
Francis Mestries Benquet
Bartolomé, Miguel. (2006). Gente de costumbre y gente razón, México, Siglo XXI.
Bartra, Armando. (1996). Federalismo y democracia. El papel de los municipios
en el desarrollo social, México, Instituto Mora.
Boege, Eckart. (2008). El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de
México, México, inah-cndi.
Bonfil, Guillermo. (1990). México profundo: una civilización negada, México,
Conaculta-Grijalvo (los noventas).
Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. (1988). Ley General del
Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, México.
Carbonell, Miguel. (2014). Constitución Política de los Estados Unidos Mexi-
canos, México, Porrúa.
Cesaire, Aimé. (1973). Discours sur le colonialisme, présence africaine, París.
Chacón, David. (2009). Democracia, nación y autonomía étnica: el derecho
fundamental de los pueblos indígenas. Porrúa, 2009.
Chamoux, Marie Noëlle y Contreras, Jesús. (1996). La gestión comunal de los
recursos. Economía y poder en las sociedades locales de España y América
Latina. Barcelona, Instituto Catalán de Antropología.
——. (1996), “Control comunal de la tierra y estrategias de las familias cam-
pesinas en la Sierra de Puebla”, en Chamoux, Marie Noëlle y Jesús Con-
treras (coords.), La gestión comunal de los recursos. Barcelona, Instituto
Catalán de Antropología.
Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. (2013). Estudio previo jus-
tificativo para la modificación de la declaratoria del Área Protectora de Re-
cursos Naturales Cuenca Hidrográfica del Río Necaxa. México, Semarnat.
Dehouve, Danielle. (2001). Ensayos de geopolítica indígena: los municipios
tlapanecos. México, ciesas-M.A. Porrúa.
Consejo Nacional de Población (Conapo). (2005). Índices de marginación
municipal. [En línea] www.conapo.gob.mx/index.php?option=conten-
t&view=article&Kid=126&itenid=293 [Fecha de consulta: 15 de abril
de 2015].
162
Marginación indígena
163
Francis Mestries Benquet
164
Ecoterritorialidad indígena y
desarrollo rural alternativo
Armando Sánchez Albarrán
Universidad Autónoma Metropolitana
Unidad Azcapotzalco
Introducción
165
Armando Sánchez Albarrán
166
Ecoterritorialidad indígena
2
Los intelectuales de la llamada Escuela de Frankfurt fueron de los primeros en per-
cibir lo anterior al contemplar, con horror, como la modernidad se había tornado en
campos de concentración y la manera en que los conocimientos científicos y tecnoló-
gicos habían llevado al hombre a la fabricación y estallamiento de la bomba nuclear.
Se trataba meramente de juicios de valor. La misma separación entre ciencias sociales
y ciencias naturales fue puesta en cuestión por biólogos y por científicos sociales.
167
Armando Sánchez Albarrán
168
Ecoterritorialidad indígena
A finales del siglo xix y principios del xx, los Estados nacionales, en buena
medida dirigidos por militares, recuperaron el carácter subordinado de los gru-
pos originarios. En el México posrevolucionario, en el pacto social no hubo cabi-
da para los grupos étnicos, nadie les consultó si querían formar parte de dichos
estados. Los liberales se opusieron al derecho colectivo del suelo por atentar
contra los derechos individuales y en su lugar promovieron formas de coloniza-
ción. El liberalismo decimonónico les concedió, en el papel, el estatuto jurídico
de ciudadanos (iguales ante la ley) pero con un mínimo de derechos funda-
mentales: a la vida, la igualdad, la libertad y la justicia; en los hechos, los grupos
étnicos han padecido: discriminación étnica, dependencia política, segregación
residencial, subordinación económica e incapacidad jurídica4 (López, 2008).
A finales del siglo xx, varios elementos marcaron el resurgimiento de re-
sistencia y emancipación del movimiento indígena:5 la conmemoración de los
4
Una forma de padecer la discriminación fueron las políticas públicas dirigidas a zo-
nas indígenas de tendencia integracionista o incorporacionista de los grupos étnicos a
la civilización; los grupos étnicos importaban como sujetos de control ideológico y de
subordinación política.
5
Algunas de las principales organizaciones indígenas en América Latina han reivin-
dicado luchas por los recursos naturales y por la justicia. Entre las más importantes
conviene destacar: en Colombia, la Asamblea Indígena Colombiana de 1970; el Con-
sejo Regional Indígena de Cauca, creado en 1971, que logró movilizar a más de 4,000
indígenas en 1973. En Ecuador, desde mediados de los años sesenta, se puede hablar
de la Federación Shuar en torno a la lucha por la tierra y en contra del despojo en
la zona amazónica. Varias organizaciones van a integrar posteriormente la Confe-
deración de Nacionalidades Indígenas (Conaie). Perú, entre finales de los años
sesenta y mediados de los ochenta, más de 50 organizaciones indígenas crearon la
Asociación Interétnica de la Selva Peruana (Aidespep), así como la Confederación de
Nacionalidades de la Amazonía Peruana (Conap) creada en 1988 con las demandas
siguientes: lucha por la tierra, defensa de la identidad, rechazo a la discriminación,
preservación de la ecología y mejoramiento de las condiciones de comercialización de
sus productos. A finales de los sesenta, Bolivia aglutina a varias organizaciones indíge-
nas en el movimiento katarista por reivindicaciones culturales, sindicales y políticas.
En los ochenta varias de éstas organizaciones se agrupan en torno a la Confederación
Indígena del Oriente, Chaco y Amazonía de Bolivia (Cidob); en los noventa se crea
la Coordinadora de Pueblos Indígenas del Beni (cpib) que protagonizó una marcha
con la asistencia de 12 pueblos indígenas reivindicando demandas ecologistas y por
el reconocimiento jurídico de sus derechos territoriales. En 1987 se creó la Asamblea
del Pueblo Guaraní (apg) que logró una curul en el parlamento Boliviano en 1993. En
Paraguay se fundó la Asociación Indigenista de Paraguay (aip) en 1942; con el tiempo
luchó por programas de desarrollo y por reivindicaciones políticas. En los años setenta
la agrupación más importante fue la Asociación de Parcialidades Indígenas (api) que
en los años noventa organizó grandes encuentros en torno al tema de la diversidad
étnica y cultural. Argentina también cuenta con organizaciones indígenas que en los
169
Armando Sánchez Albarrán
500 años del descubrimiento de América, que fue interpretado por el movi-
miento indígena continental como: 500 años de resistencia indígena, negra y
popular; la firma en varios países del Acuerdo 169 de la Organización Inter-
nacional del Trabajo (oit), el premio nobel de la paz a Rigoberta Menchú, el
levantamiento del Ejército Nacional Zapatista de Liberación (ezln) en enero
de 1994.
En México, el ezln enfrentó a un Estado en pleno proceso de mo-
dernización, en tanto que en Ecuador la Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador (Conaie) tenía ante sí a un Estado débil y con institu-
ciones incipientes que provenían de una historia de inestabilidad política.
A finales del siglo xx y principios del xxi, una gran cantidad de los movi-
mientos sociales fueron protagonizados por agrupaciones indígenas. Sin em-
170
Ecoterritorialidad indígena
bargo, eso no fue siempre así. Pero para ello se requiere pensar en lo indígenas
como nuevo sujeto social, lo cual supone romper con procesos históricos de
dominación, colonización y discriminación. Este frente de lucha del movi-
miento indígena actúa necesariamente en el ámbito de la política, y desde ahí
se plantea la demanda de la democracia y de la autonomía.
La nueva demanda principal del movimiento indígena fue el derecho de
libre determinación a la autonomía, sustentado jurídicamente desde 1966, en
los Pactos de Derechos Civiles y Políticos y de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales ya que reconocían el derecho de los pueblos a la libre determina-
ción y a establecer libremente su condición política, así como a decidir sobre
su desarrollo económico, social y cultural. Esos derechos incluían la disposición
libre de sus recursos naturales para su beneficio (López, 2008).
La libre determinación no significa la separación del Estado, sino el derecho
a la autonomía, es decir, a pertenecer a un Estado nacional en la medida en
que éste acepte reconocerlo como pueblo, con sus propios derechos y parti-
cularidades. La libre determinación supone los principios de autoafirmación
(declararse existentes), autodefinición (determinar por sí mismos quienes son
las personas que lo constituyen), autodelimitación (establecer por sí mismos
los límites de su territorio) y autodisposición (organizarse de la manera que
mejor les convenga) interna y externa de los pueblos indígenas (López, 2008).
La idea de autonomía supone romper con el pasado colonial, el movimien-
to indígena exige plenos derechos y no únicamente que sean reconocidos en
el papel, en la Constitución. Una vez que los indígenas sean reconocidos como
ciudadanos, con todos sus derechos, se rompería la espiral de discriminación
económica, política, institucional, social y cultural (Quijano, 2006).
Desde el pensamiento Sur–Sur, el movimiento indígena exige la igual-
dad, pero también el respeto jurídico a la diferencia como pueblos con
demandas particulares. El Derecho Indígena es diferente al derecho in-
dividual ya que reivindica no únicamente los derechos individuales, sino
también los colectivos.6
6
Durante la Colonia, las Leyes de Indias permitían la existencia de gobiernos de in-
dios con sus propias formas de organización política y económica. Sin embargo, con el
triunfo del liberalismo se expropiaron sistemáticamente sus terrenos al tiempo en que
se les impusieron formas de gobierno.
171
Armando Sánchez Albarrán
7
La anterior fue una de las consignas con las que se expresaron los indígenas y acti-
vistas en más de 30 ciudades de América Latina.
172
Ecoterritorialidad indígena
País Número
Guatemala 6
Panamá 6
Honduras 4
Nicaragua 4
República Dominicana 4
Costa Rica 2
Guayana Francesa 1
Paraguay 1
Trinidad y Tobago 1
Uruguay 1
Total 208
8
En febrero de 2012 fue reprimida una movilización de indígenas contra las megas
minas en Tinogasta, Catamarca; en julio de 2012 hubo otra represión en Cerro Negro;
en noviembre golpearon con cadenas y palos a asambleístas afuera de la legislatura. En
mayo de 2012 hubo otra represión en Fátima, La Rioja contra asambleístas en contra
de las minas. El Observatorio de Derechos Humanos de Pueblos Indígenas contabilizó
347 integrantes del pueblo mapuche de Neuquén por defender su territorio. En San-
tiago del Estero, 500 campesinos enfrentan procesos judiciales. En Brasil, en la mina
de Carajás hubo una manifestación y acciones para frenar el tránsito en el estado de
Maranhao.
173
Armando Sánchez Albarrán
Otros países con luchas ecoterritoriales son: Uruguay, Ecuador, Chile, Gua-
temala y México. En Montevideo, Uruguay, hubo concentraciones en contra
del proyecto minero Aratiri.9 En Argentina y Ecuador la empresa Chevron utili-
zó la técnica extractiva conocida como “fracking”, prohibida en Francia, Estados
Unidos de América, Canadá, Bulgaria y diversas regiones de Europa. En Ecua-
dor se arrasó, durante 30 años, con más de 500 mil hectáreas en la Amazonía
ecuatoriana, lo que provocó la desaparición de comunidades y ecosistemas
enteros. Chevron fue sentenciada a pagar, en un juicio que duró 16 años, 19
mil millones de dólares.10 En Chile hubo campañas en contra del proyecto
binacional de oro Pascua-Lama a cargo de la empresa Barrick-Gold. En la ac-
tualidad el proyecto se encuentra detenido.11
En Brasil hay muchas experiencias de empresas mineras, una de las más
recientes movilizó a la Red Internacional de los Afectados por la minera Vale.
En Perú hay protestas en lugares como Cajamarca en contra del proyecto de
oro en las nacientes de los ríos de la región.12 En Guatemala, comunidades
indígenas mayas realizaron acciones en contra de la mina.
En México, la minería se practica en 24 de 31 entidades, en Sonora, el oro;
Zacatecas, la plata; Chihuahua, plomo; Coahuila, hierro y carbón; San Luis
Potosí, fluorita; Durango, bentonita y perlita. Esta actividad empleó a 330 per-
sonas de manera directa y a 500 de manera indirecta. El 70% de empresas que
operan en México en éste sector son canadienses.13 Algunas de las moviliza-
ciones ecoterritoriales, incluso lograron la recuperación del territorio a favor
de las comunidades indígenas y campesinas. En el municipio de Magdalena
de Teitipac, el Comité de Defensa de la Integridad Territorial y Cultural de
Magdalena Teitipac expulsó en 2013, a la compañía minera “Plata Real” por
contaminar el Rio Dulce. En Oaxaca, indígenas zapotecos, chontales, mixtecos,
9
http://www.larepublica.pe/09-08-2013/consulta-previa-entrampada-al-no-recono-
cerse-a-pueblos-andinos, (consultado el 10/08/2013)
10
http://www.larepublica.pe/09-08-2013/consulta-previa-entrampada-al-no-re-
conocerse-a-pueblos-andinos, (consultado el 10/08/2013).
11
http://odhpi.org/2013/07/derechos-indigenas-y-luchas-territoriales/, (consul-
tado el 03/08/2013).
12
http://www.noalamina.org/mineria-latinoamerica/mineria-brasil/protesta-indi-
gena-afecta-a-la-minera-mas-grande-de-brasil-2, (consultado el 05/08/2013).
13
http://www.noalamina.org/mineria-latinoamerica/mineria-mexico/ugen-a-la-pro-
curaduria-a-proteger-a-activistas-contra-min, (consultado el 01/08/2013).
174
Ecoterritorialidad indígena
175
Armando Sánchez Albarrán
176
Ecoterritorialidad indígena
177
Armando Sánchez Albarrán
178
Ecoterritorialidad indígena
179
Armando Sánchez Albarrán
180
Ecoterritorialidad indígena
18
http://www.cepal.org/cgi-bin/getProd.asp?xml=/prensa/noticias/comunicos/9/51779/
P51779.xml&xsl =/prensa/tpl/p6f.xsl&base=/prensa/tpl/top-bottom.xsl, (consultado el
05/11/2014).
181
Armando Sánchez Albarrán
182
Ecoterritorialidad indígena
183
Armando Sánchez Albarrán
184
Ecoterritorialidad indígena
185
Armando Sánchez Albarrán
186
Ecoterritorialidad indígena
187
Armando Sánchez Albarrán
188
Ecoterritorialidad indígena
Paradigma contra
Decolonialidad Paradigma hegemónico
hegemónico
Principios Principios
Necesidades Debilidades Debilidades
NORTE/SUR SUR-SUR
189
Armando Sánchez Albarrán
Paradigma contra
Decolonialidad Paradigma hegemónico
hegemónico
Principios Principios
Necesidades Debilidades Debilidades
NORTE/SUR SUR-SUR
190
Ecoterritorialidad indígena
Paradigma contra
Decolonialidad Paradigma hegemónico
hegemónico
Principios Principios
Necesidades Debilidades Debilidades
NORTE/SUR SUR-SUR
Conclusiones
Bibliografía
192
Ecoterritorialidad indígena
194
Apuntes para una historia ambiental
de las costas mexicanas
Graciela Santamaría López
José Ricardo Hernández Lee
Universidad Nacional Autónoma de México
Campus Morelia
Resumen
Introducción
195
Graciela Santamaría López-José Hernández Lee
Historia ambiental
Definiciones y enfoques
196
Apuntes para una historia ambiental
Se observa que los estudios de historia ambiental sea han enfocado más en
entender la problemática de los ecosistemas terrestres, abriendo la oportunidad
para profundizar en el conocimiento de las zonas costera y marítima.
Como especie tenemos mucho en común con otros animales, somos animales
gremiales y transformamos el entorno a favor nuestro, la diferencia es que
podemos hacerlo con una mayor aceleración que cualquier otra especie. Podemos
derribar extensiones de selva y abrir camino para alcanzar algún recurso necesa-
rio de la forma en que las manadas de elefantes buscan su alimento y agua en
El Congo, nos organizamos y acabamos con poblaciones enteras de peces en el
océano como lo hacen los peces espada, mantenemos sembradíos de vegetales
considerados comestibles y también lo hacen murciélagos y abejas; interrum-
pimos el cauce de los ríos modificando sus parámetros fisicoquímicos al igual
que los castores. Sin embargo, las huellas de la humanidad son más persisten-
tes al paso del tiempo y la perturbación antropogénica no siempre se sincro-
197
Graciela Santamaría López-José Hernández Lee
niza con los ciclos biológicos de las especies con las que la humanidad coha-
bita y coexiste. La forma de aprovechamiento de un servicio ambiental está
determinada por la relación que los humanos establecemos con la naturaleza
y los conflictos sociales involucrados. Para entender esta situación hacemos
uso de la historia ambiental.
Lo “ambiental” como categoría para conocer la realidad se confunde a veces
con lo “ecológico”. Como disciplina, la ecología estudia las relaciones que los
organismos establecen entre sí y con su entorno biótico y abiótico usando un
enfoque de sistema. Para la ecología histórica, la actividad humana aparece
como parte del ecosistema y podemos observar cómo se influencian socieda-
des y naturaleza en diferentes escalas temporales, con énfasis en los registros
cronológicos de indicadores biológicos.
El ambiente es el espacio en que un grupo social se relaciona con la na-
turaleza. Incluye al paisaje como la percepción que una sociedad tiene de su
entorno y el espacio físico en el que los humanos satisfacen sus necesidades
biológicas y sociales, las cuales al cambiar, también modifican su apreciación
del mundo natural. La historia ambiental usa principalmente los registros de
la actividad humana para comprender los cambios ambientales, distingue las
perturbaciones humanas de los eventos atmosféricos o geológicos y también
se interesa en las repercusiones que los fenómenos ambientales ocasionan a
las sociedades humanas.
La zona costera
198
Apuntes para una historia ambiental
199
Graciela Santamaría López-José Hernández Lee
Fuente: Inegi.
200
Apuntes para una historia ambiental
201
Graciela Santamaría López-José Hernández Lee
203
Graciela Santamaría López-José Hernández Lee
204
Apuntes para una historia ambiental
205
Graciela Santamaría López-José Hernández Lee
206
Apuntes para una historia ambiental
207
Graciela Santamaría López-José Hernández Lee
ras de camarón de hasta una tonelada en una noche de luna llena, nos llevó a
la búsqueda por entender dicha realidad socioambiental mediante la historia
ambiental. La estrategia de investigación fue una descripción de los compo-
nentes físicos, meteorológicos, biológicos y sociales, así como las interacciones
entre todos estos componentes, es decir, los diferentes servicios ambientales
obtenidos de esta laguna. Para simplificar el problema nos centramos en la
pesca, sus conflictos con la explotación de hidrocarburos y el cambio en las
formas de organización de los pescadores. Para ello, se realizó un análisis de
las series históricas de la pesca en la región y la interacción con el crecimiento
poblacional, con procesos transformadores (como tormentas y huracanes), así
como políticas de manejo de recursos pesqueros a escala local y nacional.
En el camino de la historia ambiental de dicha región, se han identificado
tres momentos clave de transformación socioambiental. El primero es en la
época de los años 40, cuando el trabajo colectivo de los pescadores les llevó
al auge pesquero, momento en el que se produce la “marcha al mar” como
proceso nacional a partir del cual se fundaron las primeras cooperativas en la
laguna. El segundo periodo se da en los años 70, con un gran impulso en las
políticas pesqueras nacionales que logran generar hasta ocho cooperativas en
la zona, es un tiempo de mucha productividad pesquera sobreponiéndose a
algunos problemas ambientales en la laguna. El tercer momento es la entrada
de las políticas de libre mercado desde el ámbito nacional con repercusiones
en lo local, el manejo de los recursos se centraliza en el cuidado del Estado.
Dicha investigación mostró el cambio en las formas de organización y reglas
de acceso a los recursos naturales que, aunado al cambio de políticas pes-
queras nacionales y los fenómenos naturales, actividades de contaminación
graves que llevaron a la pesca en estado de escasez. Pero sobre todo la actitud
individualista y la pérdida de organización ha hecho difícil hacer los embates
a los malos tiempos (Santamaría, 2012). La ciencia de la historia ambiental
aquí permitió entender procesos en el ámbito local en sus interacciones en el
ámbito regional, que tienen repercusiones en el problema actual de escasez.
Fuentes para el estudio de la historia ambiental
208
Apuntes para una historia ambiental
209
Graciela Santamaría López-José Hernández Lee
Reflexiones finales
En México, las zonas costeras han permanecido invisibles para las institu-
ciones; de estas zonas se aprovechan muchos recursos: pesqueros, energéti-
cos, turísticos y otros tantos que aún no han sido identificados. Dada la mag-
nitud de la población cuya vida depende de la costa, nos parece pertinente que
se realicen estudios de historia ambiental y reconocer los servicios ambientales
ya que estos son herramientas que ayudan incrementar la comprensión de los
conflictos. Los estudios de las zonas costeras tienen vacíos que sería convenien-
te llenar para la toma de decisiones adecuadas en el manejo local y respecto a
las propuestas de políticas públicas a escala nacional. Reconocer los diferentes
servicios ambientales de la zona costera permite valorar diferentes propuestas
para su desarrollo.
210
Apuntes para una historia ambiental
211
Graciela Santamaría López-José Hernández Lee
Bibliografía
212
Apuntes para una historia ambiental
213
III. Autonomías, etnicidades en resistencia
y luchas contra el neoliberalismo
Hacia la construcción de un derecho del valor de
uso en el Valle del Mezquital hñahñu como lucha
contra el capital
Alejandro Santiago Monzalvo
Universidad Autónoma Metropolitana
Unidad Azcapotzalco
Resumen
1
Sobre su autoadscripción, es indiferente para los pobladores llamarse hñähñu u
otomíes, si bien existen estudios que problematizan dicha autodenominación, ya
diciendo que otomí es identidad dada desde el exterior nahua y español, luego mexi-
cano, y hñähñu autoadscripción real. Pocas veces a la inversa. Vamos a usar en este
escrito el nombre Hñähñu (también conocido como n’yúhú, más raramente se usa
n’yán’yu, más raro aún el uso de n’yút’Ø) para referirnos a esta cultura, también co-
nocida como otomí en tanto que hemos encontrado que es la manera en que histó-
ricamente se han autodenominado los habitantes, siendo otomí el epíteto usado por
los nahuas para referirse a estos pobladores, sin embargo, otomí es el nombre más
generalizado para esta cultura (Jiménez Moreno, 1939) (Sahagún, 1956).
2
Ver en el anexo de este capítulo, Figura 1 “Mapa geográfico, estado de Hidalgo” y
Figura 2 “Municipio de Tasquillo”.
215
Alejandro Santiago Monzalvo
Introducción
3
Dice Cerroni que es necesario reconocer dos elementos metodológicos de primer
plano dentro del marxismo: “La crítica del apriorismo como crítica de la reproducción
subrepticia y no mediada de la empiricidad, y (…) la formulación de la tesis de una
mediación científica de lo particular y lo sensible para la fundamentación de la cien-
cia positiva de la sociedad”. Señala este autor que estos elementos, unidos forman el
presupuesto inicial de la teoría materialista de Marx (Cerroni, 1969).
216
Hacia la construcción de un derecho del valor
4
“…la necesidad de realizar comparaciones del curso histórico de sociedades particu-
lares con otras para producir sintéticamente generalizaciones teóricas; pero en todo
caso, lo que prevalece es la comprensión de la historia real-esencial de cada sociedad
y la generalización es sólo síntesis comprensiva de ese devenir concreto” (García Li-
nera, 2009: 235) y (Anderson, 2007).
5
Hoy en día persiste la duda sobre el origen de la palabra Tasquillo, no obstante,
existen personas que señalan que dicho nombre tiene origen hñähñu, de ahí que su
significado en dicha lengua es “Lugar de Cabras”, lo cual coincide con las caracterís-
ticas del lugar pues tiene lo necesario para que este tipo de animales pueda vivir ahí,
sin embargo, algunas personas aseveran que tiene sus orígenes en el nahua de lo que
se desprende que puede significar “En el pequeño juego de pelota” (Guerrero, 1983).
6
El estado de Hidalgo se ubica en la región centro-norte de la República Mexicana, en
esta localidad la cultura hñähñuha sido de las más importantes del área mesoamerica-
na (Carrasco, 1950) (Lagarrigay Sandoval, 1977) (Nolasco Armas, 1963) (Arellano,
1966) (Sejourne, 1952).
7
Véase una interesante recuperación de la oralidad mesoamericana en León Portilla,
Miguel y Librado Silva Galeana (1991). Allí se abarca un gran número de discursos y
enseñanzas, legado de la propia cultura mesoamericana, conjunto de huehuehtlahtolli
referentes al campo del gobierno y orden sociopolítico, discursos y oraciones a diver-
sos dioses, expresiones de cortesía y salutaciones entre gente de linaje.
8
Durante las tareas de observación sobre qué discuten en Asamblea los comuneros, ha
sido significativo advertir cómo lo relacionan con experiencias de vida, o sea, cómo de-
viene “significativo”. Es de destacar cómo la comunidad se planteó “qué vamos a hacer”
con las personas de la comunidad que serán deportadas de eua. Sobre todo a nivel de
ocupación ¿Qué hacer?, es la cuestión.
217
Alejandro Santiago Monzalvo
Los hñähñu usan su lengua para intercambiar los productos derivados del
trabajo inmediato con el que se relacionan con la tierra, la naturaleza y con
sus semejantes comuneros. Para efectos de la ubicación geográfica de la región
y comunidades en estudio remitimos al Anexo de este trabajo, relativo a la
relación de imágenes y mapas de sitio.
218
Hacia la construcción de un derecho del valor
219
Alejandro Santiago Monzalvo
13
“La agricultura como actividad fundamental y su carácter de “proceso diferido”
en sus resultados supone, entonces, la existencia de una forma de productividad del
trabajo capaz de: a) Permitir la continuidad del proceso productivo en la siguiente
estación, en similar o mayor magnitud, a través de un fondo de semillas y productos
excedentarios que faculten materialmente recomenzar el siguiente ciclo productivo;
b) Desenvolverse como principal actividad laboral cuyo volumen de productos sea
capaz de sustentar a los trabajadores durante todo el periodo que media entre el inicio
de siembra y cosecha (seis a ocho meses), y c) Crear un fondo de reserva que permita
al conjunto social dedicado a esta actividad soportar dos o más ciclos laborales de
pérdidas, desgracias, heladas, enfermedades, que le impidan obtener regularmente el
producto de su trabajo. La forma social bajo la que este rendimiento laboral se dé y se
explique ha de desprenderse de la forma social en la que la riqueza existe dentro de la
comunidad productora y la modalidad del desarrollo tecnológico que ha de perpetuar
y orientar esta forma y función de la riqueza” (García Linera, 2009: 55).
14
De esta manera, el concepto modo de producción acerca al conocimiento del régi-
men de producción que es tomado aquí para pensar la totalidad social orgánica como
estructura compleja –formación social mexicana–, en la cual el nivel económico es
determinante en última instancia, en verdad con este concepto solamente se designa
el objeto histórico abstracto que indica que en una sociedad la producción de bienes
se da, y generalmente remite a la forma de una producción homogénea. Al centrar el
elemento formal teorizante en el nivel de concreción, estamos en presencia más bien de
220
Hacia la construcción de un derecho del valor
la categoría formación social, que indica que en una misma sociedad pueden encon-
trarse diferentes tipos de relaciones de producción, o una combinación de diferentes
sistemas económicos. Lo que indica que tanto las relaciones de producción como
los sistemas económicos sustentados en aquéllas coexisten, no de una manera anár-
quica o aislada, antes bien, una de ellas ocupa una situación dominante, imponiendo
a las demás sus propias leyes de funcionamiento, ya modificándolas, ya subordinán-
dolas. En este sentido, “cada comunidad puede, por separado, preservar sus tierras
locales o sus autoridades o sus sistemas de cultivo o sus formas de circulación de la
riqueza, pero a costa de dejar en pie y adecuarse a un poder global colonial-mercantil
que arrebata a otras comunidades sus tierras o las obliga a convertir a sus autoridades
en agentes mercantiles o a transformar sus tierra en mercancía, y a la larga, a reflejar
sin desearlo un poder general que va a arrasar con las propias conquistas de la comu-
nidad particular…” (García Linera, 2009).
15
Véase el artículo 8º de la citada ley, “El Estado reconoce la existencia y jerarquía
de las autoridades y los sistemas normativos internos de las comunidades y pueblos
indígenas, así como el derecho de éstos a resolver sus diferencias y conflictos entre sus
miembros...”.
221
Alejandro Santiago Monzalvo
222
Hacia la construcción de un derecho del valor
223
Alejandro Santiago Monzalvo
La tenencia de la tierra
224
Hacia la construcción de un derecho del valor
225
Alejandro Santiago Monzalvo
226
Hacia la construcción de un derecho del valor
227
Alejandro Santiago Monzalvo
El trabajo individual-familiar
El trabajo familiar
Consiste en la ayuda recíproca entre familias o lo que los hñähñu han llamado
Ñ’eki o “lo que espero recibir”. En relación con la B’ekigaot’e, “lo que me toca
hacer”, da paso a la ayuda recíproca, que se sustancia en estas nociones hñähñu.
Es un contrato verbal que tiene como objetivo intercambiar principalmente
un equivalente de jornadas de fuerza de trabajo por otro similar, en el que
228
Hacia la construcción de un derecho del valor
229
Alejandro Santiago Monzalvo
16
Ver Figura 3.
230
Hacia la construcción de un derecho del valor
Hasta aquí se han anotado lo que creemos son los elementos que describen
la forma económica que advertimos como comuna agrícola campesina, cuyo
proceso de trabajo inmediato define las relaciones sociales que los hñähñu en
esta localidad llevan a cabo. En el apartado siguiente se mostrarán los elemen-
tos que definen la cultura normativa hñähñu que se levanta de estos rasgos
materiales descritos.
231
Alejandro Santiago Monzalvo
232
Hacia la construcción de un derecho del valor
20
“El maguey ha dado toda su vida en beneficio del campesino y aún su tronco seco
–el ñonfi–, sirve de leña para avivar el fuego del hogar” (Guerrero, 1983: 30).
21
Distinto del principio de “no contradicción” que indica, en este análisis, que el ser
233
Alejandro Santiago Monzalvo
234
Hacia la construcción de un derecho del valor
El vocablo hñähñu Ñ’epi,24 hace referencia a las leyes y tiene una signi-
ficación que puede traducirse como la buena convivencia de las personas.
Además, sabiendo que la ñ’epi es derivada de nepi, puede entenderse con
amplitud esta noción, veamos: a) hace referencia a la vida diaria; b) indica
que una familia no puede vivir sola, y c) por lo que la base de la sociedad es la
comunidad donde se pertenece.
Por ello la necesidad “de la buena convivencia de las personas que forman
la comunidad a la cual se pertenece”. Ahora bien, de la mano de la Ñ’epi, se
asocia a la B’ekigaot’e que literalmente significa “yo también lo voy a hacer”,
“lo que me toca hacer”, “lo que falta por hacer”. De esta manera, se tiene que
una concepción de lo jurídico o del derecho entre los hñähñu en Portezuelo
tiene una significación de “lo que me toca hacer para la buena convivencia de
las personas en la comunidad a la que pertenezco”, condensado en las palabras
ñ’epi---b’ekigaot’e.
En efecto, la B’ekigaot’e se construye a partir del eje que representa perte-
necer a la comunidad, en relación directa con la propiedad y la condición de
saberse propietario, lo que redunda en este sentido de pertenencia. La subjeti-
vidad de comunero manifiesta en la condición objetiva de la propiedad produc-
to del trabajo personal es esta relación la que da paso a la configuración integral
del comunero.
23
En los estudios antropológicos, se llama sistema de cargos, véase (López Bárcenas,
s/f) (Manzanares, 2009) (Orantes, 2007).
24
En un diccionario de la lengua hñähñu puede leerse que “derecho” se anota como
hmanjuäntho, sin embargo, al pronunciar a los habitantes tal palabra, dijeron que
sólo connota “recto” o “derecho”, pero ninguna significación con la norma o la
conducta o el mandato o alguna significación con las leyes (González Cruz, 2012)
(Bernal Pérez, 2001).
235
Alejandro Santiago Monzalvo
Esta concepción de lo jurídico, bañada de “lo que queda por hacer”, per-
mite entender cómo entre los hñähñu de Ngoxt’hi se llega al entendimiento
común de lo normativo, como forma de dirigir o incidir en la conducta que
refuerza la voluntad de los miembros de la comunidad de mirarse en conjunto.
Se advierte también que lo jurídico se explica en relación con el entendimien-
to de la costumbre, y no del papel o positividad alguna que diga qué conducta
debe realizarse. La oralidad y el legado de las generaciones precedentes orien-
tan la conducta.
La relación de coacción e institución revela el grado de aceptación de las
disposiciones jurídicas al interior de la comunidad, debido a que la posibilidad
del castigo más bien cede el lugar a lo que los pobladores refirieron como
“mandato interno”, o dicho en lengua, el mpaha, es decir, impera el jamampa-
ha: “tener la disposición”, tener la voluntad de cumplir con la obligación que
confiere la pertenencia. Refieren los hñähñu que en el mpaha hay elementos
de “sentir felicidad” o “tranquilidad” al refrendar la norma de pertenencia.
Las notas anteriores de la concepción normativa hñähñu se complementan
con dos referentes lingüísticos más: 1. Räts’ediratsu’tbi (autonomía de go-
bierno), y 2. Räb’efise (autonomía personal).
En este documento se ha venido insistiendo que la autonomía personal tiene
un sentido fundamental para los hñähñu en Portezuelo, pero solamente si no se
pierde de vista al grupo, el cual debe forjar una autonomía de gobierno, conser-
var la posibilidad de elegir a sus representantes, así como hacer valer sus deci-
siones, es decir, buscar la eficacia de la norma (Velasco, 2003) (León-Portilla,
2005). La relación autonomía personal-autonomía colectiva o de gobierno,
se presenta con la intención de dar cuenta de cómo la vida personal se logra
y construye en la comunidad. De ahí surge el entramado de la vida normativa
entre los pueblos comunitarios como lo que observamos en el Portezuelo hñäh-
ñu.25 Por ejemplo, una expresión que nos muestra el aspecto u otra forma de la
norma en Portezuelo se trata de aquella que dice “Es costumbre que…” o la
25
La cosmovisión de este pueblo, por ejemplo, indica que el cambio de autoridades o
el hacer autoridad t’sutbi debe hacerse el 2 de noviembre, pues de esa manera estarán
presentes los antepasados para reforzar o legitimar, a la autoridad constituida. Esto se
contrapone al mandato de la ley orgánica estatal que impone el 16 enero para cambio
de autoridades, pues es el día en que se erigió el estado de Hidalgo y el día en que las
autoridades electas popularmente terminan su periodo.
236
Hacia la construcción de un derecho del valor
26
“La norma, para pretender existir, requiere de un acto de voluntad de alguien que
quiere esa norma” (Correas, 2007).
237
Alejandro Santiago Monzalvo
238
Hacia la construcción de un derecho del valor
o ranjut’i, “la sanción, que inicia con un señalamiento con la noción de ts’oki
(de ts’o- sucio, feo, malo y de ki, yo), que puede entenderse como “atribuir
una falta”, también recurrido con la däthogirab’etsa, que es el “evidenciar”. La
finalidad es avergonzar a quien infringe la norma comunitaria, los princi-
pios de relación con la naturaleza o con la comunidad, ensuciando la forma de
vivir. Ante ello, la costumbre indica un comportamiento y trato de no respeto
al infractor, se emplea la costumbre de “hacer que no vive” o ignorar a alguien, no
tomarlo en consideración ni atender su palabra, hjahingib’ui (de hja—pues Hina—
no y el pronombre personal en segunda persona, Gi-tú, además de B’ui, estar o
vivir), de donde se tiene: pues tú no vives, pues tú no estás, no te percibimos.27
Estos actos normativos dan como resultado a la t’ot’amfeni (de t’ot’e, hacer
y de mfeni, lo que se piensa). De esta manera, la munts’ajä’i representa Asam-
blea que refrenda los acuerdos e inicia el ciclo de otros tantos acuerdos y
mandatos que refuerzan en el grupo el propósito de la pertenencia a la comu-
nidad. El t’ot’enkohi da certeza de que “se está haciendo lo que hemos quedado”
los acuerdos, lo que ha sido acordado por todos. No obstante, en todo momento
puede aparecer la coacción o ranthäkän’epi, que significa “quitar derecho” o
cosa, o algo, a alguien.28
27
El deber obliga a la persona a transformarse, es decir, se va “…de un estado de in-
seguridad e ignorancia relativa hacia la plena seguridad del carguero en su actuación
frente al pueblo y la convicción interiorizada del papel que va a ejercer en el sistema
de cargos”. Cf. Valdivia Dounce (2010: 337). Esta autora anota además que para los
mixes, “La convicción se adquirirá basada en la idea de sacrificio: a) Entregar alimen-
tos y bebidas en sitios sagrados; b) Hacer oraciones; c) Visitar tumbas de los difuntos;
d) Hacer convivios para las autoridades, y e) Mantenerse en abstinencia sexual du-
rante el ritual de la toma de posesión del cargo, y a veces, durante todo su ejercicio”.
Nosotros no tenemos los suficientes elementos al respecto.
28
De manera tal que entre los habitantes del puerto antiguo el elemento coactivo del
uso de la fuerza, de la instalación y difusión de la amenaza, tiene un doble carácter.
Por un lado, existe la noción de la b’epi, que hace referencia a un mandato externo. La
heteronomía del mandato anuncia el deber del cumplimiento debido a la posibilidad
de una sanción o jut’ira. Por otro lado, la noción de la kadi que refiere al persuadir,
es decir, a la intención de inducir o motivar el movimiento de la conducta, aunque esta
vez desde un aspecto interno, apelando a la unilateralidad de la voluntad, para lo cual
la ts’oki (o culpa) indica atribuir una falta, siempre como reproche interno que surge
en el individuo. Generalmente se regula de la manera siguiente: a) Pago de una multa
pecuniaria; b) Cumplir un trabajo que beneficie a la comunidad o faina; c) Ser puesto
a disposición de la autoridad municipal, excepcionalmente; d) Expulsión de la comu-
nidad, y e) Pérdida de la posesión de la tierra, lo que ocasiona a la larga, pérdida de la
propiedad. Sobre todo se aplica entre quienes tienen la condición de ejidatarios.
239
Alejandro Santiago Monzalvo
Conclusiones
29
Un trabajo más amplio a este propósito podrá verse en Santiago Monzalvo Alejan-
dro, La cultura normativa Hñähñu. Introducción al estudio del derecho en una comuni-
dad del Valle del Mezquital, en imprenta.
240
Hacia la construcción de un derecho del valor
con el hábitat, entender el ciclo de la vida. Podría decirse que lo que constituye
a la comunidad es la naturaleza, el trabajo y el semejante comunero, de cuyo
seno emana la autoridad, la organización y toda una sinergia de grupo creado-
ra de la Munts’aJä’i.
La cotidianidad del lenguaje hñähñu porta dicha tridimensionalidad. Los
hallamos en su lenguaje cuando los miembros son interpelados para actuali-
zar su pertenencia con la exigencia para reforzar el vínculo que sujeta a hacer,
la correspondencia que debe tenerse con los miembros del grupo, que han
aprendido a aceptar y llenar de heroicidad, tal como las comunidades suelen
hacer: honor, autoridad, respeto, verdad, subsistencia y reproducción social.
Lo han hecho sobre todo para sobrevivir a los embates seculares de la opre-
sión que españoles y europeos, y luego la clase dominante, ejercieron sobre
este pueblo. La historia contemporánea no es distinta, ha cambiado: caballeros
por magnates y curas, pero el fin permanece intacto: sometimiento y despre-
cio, explotación de su fuerza de trabajo, expropiación de su tridimensionali-
dad comunitaria.
Mucho debe hacer la historia para dar cuenta de la fuerza organizativa de
las comunidades indígenas, es conveniente encontrar en la noción normativi-
dad del valor de uso un elemento fundamental de la pervivencia histórica del
pueblo hñähñu, en esa región, en tanto que refuerza la cohesión social que
la antropología revela para poblaciones caracterizadas como comunitarias,
dispuestas a asumir el derrotero de la autodeterminación anticapitalista real.
241
Alejandro Santiago Monzalvo
Anexo
Relación de imágenes
Figura 1. Mapa geográfico, estado de Hidalgo
242
Hacia la construcción de un derecho del valor
243
Alejandro Santiago Monzalvo
Bibliografía
244
Hacia la construcción de un derecho del valor
245
Alejandro Santiago Monzalvo
246
Desarrollo autonómico versus pobreza de
los pueblos indígenas
David Chacón Hernández
Universidad Autónoma Metropolitana
Unidad Azcapotzalco
Introducción
247
David Chacón Hernández
248
Desarrollo autonómico versus pobreza
las etnias, creyéndose popularmente que “lo bueno”, “lo adecuado” es todo
aquello que, como moda, impone una sociedad abierta o desarrollada.
Por lo tanto, si separamos el contexto de una sociedad y la otra como dos
esferas indisolubles, con la defensa de la validez de cada forma de vida, es muy
probable que resulte que las comunidades étnicas no tengan que ser considera-
das pobres porque son propietarios, tienen recursos cuyas culturas se han adap-
tado y les brindan en gran medida lo necesario para su subsistencia, además,
considerando que están orgullosos de sus tradiciones y que pueden practicarlas,
debe suponerse que su estilo de vida es producto de una libre elección.
Si tomamos en cuenta la incapacidad económica de los indígenas para
adquirir autos, ropa, accesorios, aparatos electrodomésticos, etcétera, por falta
de recursos monetarios, entonces, es muy evidente que sí hay pobreza. Sin pro-
ducto constituye una especie de “progreso”, no es solamente de la población
étnica, sino de muchos miembros de mismas sociedades urbanas que no cuen-
tan con el poder adquisitivo suficiente, lo que también genera un fenómeno de
miseria al ser la mayoría de la población la que padece las carencias básicas.
Por tales razones, la pobreza es un fenómeno que por sus cuestiones materiales
debe ser considerado como relativo.
Algunos economistas se han encargado de diferenciar la pobreza absoluta
según la cual, “una familia pertenece al grupo de personas cuyo ingreso ape-
nas si alcanza para cubrir las necesidades alimenticias. En la pobreza relativa,
algunas familias que no se encuentran en la pobreza absoluta pueden sufrir,
aun así privaciones emocionales si su renta es demasiado inferior a la media
(Fischer, 1991: 468). Quiere decir que están privados de vacaciones o de ciertos
lujos y comodidades. De hecho, la relatividad de la sensación de pobreza o de
riqueza mucho tiene que ver con el contexto cultural que en cada país y en
cada sociedad se pueda apreciar a su interior.
No se debe dejar de lado el hecho de que hay una serie de servicios cuya falta
de acceso absoluto o su tenencia deficiente también es un factor de pobreza.
Me refiero a los servicios de educación, salud y a los llamados servicios pú-
blicos urbanos como el transporte efectivo, la seguridad pública o el acceso
a las tecnologías de la información, cuya existencia no depende de un estilo
249
David Chacón Hernández
particular de vida, sino que son considerados bienes a los que hay que acceder
de manera irrefutable. En este aspecto, también es muy notoria la carencia de
acceso a los medios de información que también se puede determinar un fac-
tor de pobreza de las etnias, a pesar de la cada vez mayor penetración de medios
de comunicación a los que se puede acceder como son la señales de televisión, de
radio o de Internet. La aparición de aditamentos, así sea únicamente para
diversión, aunado a los que facilitan los trabajos domésticos, como televisores,
lavadoras, hornos, licuadoras o los relacionados a la computación, incluso telé-
fonos fijos y móviles y hasta los automóviles, pueden ser elevados ya a rango de
bienes necesarios, por lo que su tenencia no se debe considerar como artículo
de lujo ni mucho menos que es un indicativo de superación de la pobreza. Dicho
y aceptado lo anterior, la falta de ingresos que permitan su tenencia, no puede me-
nos que calificarse como una carencia basada en las bajas capacidades de elección.
Últimamente, se ha considerado otro factor de pobreza que impide el de-
sarrollo de las capacidades y limita de modo muy sensible la libertad de
elegir opciones de vida. Es la pertenencia a ciertos grupos vulnerables que
por historia han padecido algún tipo de marginación o discriminación.
Incluso, con independencia de los niveles de ingreso, una persona puede
ser pobre si pertenece a un grupo desaventajado cuyo destino pareciere
sólo vinculado a los beneficios asistenciales (Ballesteros, 1992: 137 y ss.)
Empero, bajo este criterio, la pobreza es acumulable y por lo tanto más difí-
cil de superar. Por ejemplo, una mujer es pobre por su condición de género,
pero más pobre es si pertenece a una clase social con carencias materiales. La
discapacidad física o intelectual es también un factor de pobreza aun cuando
una persona con tales características pertenezca a una familia con ingresos no
correspondientes al factor de pobreza económica. Cuando la pertenencia a un
grupo vulnerable dentro de una sociedad segrega, maltrata y discrimina, enton-
ces, con independencia de los ingresos y la capacidad de compra, también hay
una consideración de pobreza que se suma a las carencias materiales.
Frente a lo anterior, a lo largo del proceso de colonización los indígenas han
sido confinados a una pobreza, más que por los estilos de vida, primero por
la marginación y la explotación a la que han sido sometidos, luego por razo-
nes de ubicación en los que, en su gran mayoría, la población así identificada
250
Desarrollo autonómico versus pobreza
251
David Chacón Hernández
252
Desarrollo autonómico versus pobreza
Además de discriminación, esta es una actitud de los gobiernos que lejos es-
tán de respetar los compromisos adquiridos a razón de firmar y ratificar los instru-
mentos de protección de garantías fundamentales, conforme a las cuales, habría
que considerar especialmente a los indígenas sin importar el espacio en el que
se desenvuelven. En ese sentido, cuando se aplican programas de desarrollo,
esta población queda fuera del alcance de los beneficios a los que pudieran ser
acreedores de haber permanecido en su lugar de origen. De entrada, los pro-
gramas de desarrollo indígena han sido aplicados en contextos de comunidades
típicamente tradicionales con las características de ruralidad, pobreza y atraso.
Es necesario señalar que hoy todos los gobiernos orientan su economía en
pos del llamado desarrollo que, de una u otra forma, significa crecimiento y
cambio social dirigido. En lo económico, el desarrollo se puede definir como
“el proceso de incremento persistente del ingreso nacional real por habitan-
te” (Unesco, 1987: 678). Pero ¿Qué pasa en muchos países que no todos los
habitantes ven sus ingresos mejorados? ¿Acaso se detiene el desarrollo? Por
las contradicciones que hay entorno a ello, es necesario revisar si las políticas
de desarrollo se han traducido en crecimiento y bienestar para las etnias. Por
lo pronto, los organismos internacionales afiliados a la Organización de las
Naciones Unidas (onu), se guían por el concepto manejado en la Declaración
para el Desarrollo según la cual:
El derecho al desarrollo es un derecho humano inalienable en virtud del
cual todo ser humano y todos los pueblos están facultados para participar
en un desarrollo económico, social, cultural y político en el que puedan
realizarse plenamente todos los derechos humanos y libertades funda-
mentales, a contribuir a ese desarrollo y a disfrutar de él (onu, 2011).
En principio, desde hace algunas décadas se ha observado que “el desarrollo
económico parece haber aumentado y no disminuido la desigualdad entre re-
giones y clases sociales” (Stavenhagen, 1981: 87). La propia onu ha tenido
que aceptar, según el último Informe sobre el Desarrollo Humano, que “el nú-
mero de personas malnutridas en el mundo, que era de 850 millones en 1980,
asciende hoy a aproximadamente 1,000 millones. A pesar de más de treinta
años de progreso tecnológico y la explotación cada vez intensa de los recursos
naturales, 150 millones de personas más sufren hoy de malnutrición” (onu,
253
David Chacón Hernández
2011). Dadas las condiciones de progreso, hoy debería de haber menos pobres
y, por supuesto, menos personas con desnutrición.
Por muchos años ya, la geografía mundial se ha dividido en países
desarrollados y subdesarrollados. Los primeros son considerados ricos y los
segundos pobres; en ambos tipos de naciones hay personas ricas y pobres, y
no es un descubrimiento saber que en todos los países hay más pobres que
ricos, pero se considera que en los desarrollados hay mayores niveles de ingreso
y por ende de bienestar. Pese a ello, la desigualdad interna e internacional es
apabullante en los 200 países que forman el mundo.
Aunque las naciones desarrolladas representan sólo alrededor de
una cuarta parte de la población mundial, se calcula que consumen tres
cuartas partes de la producción mundial. Esto supone que los países en
desarrollo alojan a tres cuartas partes de la población mundial, con apenas
una cuarta parte del ingreso mundial. El resultado obvio es que la mayoría
de la población del planeta es pobre (Case, 1997: 542).
A razón del crecimiento de las posturas en pro de los derechos humanos en las
que la pobreza es un obstáculo para su cumplimiento, es necesario enfatizar que
las políticas desarrollistas aplicadas con predominación de la visión económica,
generaron un sistemático fenómeno global de transgresión a los derechos fun-
damentales referidos al desarrollo de todo ser humano y lo vinculado a él.
Uno de los sectores más afectados por las políticas desarrollistas infruc-
tuosas son los pueblos indígenas y prácticamente todos los pueblos rurales,
así como aquellas clases sociales, como el campesinado, grandes sectores de
proletarios los cuales, independientemente de su actividad laboral o produc-
tiva, se mantienen en la postración. Por consiguiente, habría que responder
quién ha impulsado el desarrollo, bajo qué modelo y si acaso todos los actores
sociales de un país han participado en esos modelos. La respuesta a esta última
cuestión no puede ser positiva, puesto que un sujeto colectivo que participa
en el diseño de un sistema de desarrollo no puede quedarse al margen de los
beneficios; de hecho, todos aquellos a quienes el desarrollo les ha brindado
escasos beneplácitos no pudieron haber intervenido en su estructuración. En
este aspecto, es necesario decir que, en sociedades como las latinoamericanas,
de origen común, con alta presencia étnica, la pobreza y miseria en que vive su
254
Desarrollo autonómico versus pobreza
255
David Chacón Hernández
256
Desarrollo autonómico versus pobreza
257
David Chacón Hernández
Por desarrollo autonómico hay que entender toda forma de progreso y bienestar
obtenido a partir de impulsar acciones, programas y políticas desde la organiza-
ción étnica, ya sean comunidades, tribus, clanes, pueblos o regiones, que no
sean dirigidas por las instituciones del poder público, sino por los mismos gru-
pos humanos, si acaso con el apoyo suplementario de los poderes públicos con el
propósito de generar rentas, utilidades o recursos materiales para conservarse
como culturas, así como para administrarlas y aprovecharlas. Esta forma de
desarrollo no busca solamente generar beneficios económicos, sino cualquier
forma de bienestar que, en condiciones de reparto equitativo, sus miembros
puedan hacerse acreedores tangibles y directos.
El desarrollo autonómico de los pueblos indígenas requiere un marco jurídico
bien establecido, reconocido y respetado, y una serie de garantías que permitan
258
Desarrollo autonómico versus pobreza
259
David Chacón Hernández
260
Desarrollo autonómico versus pobreza
261
David Chacón Hernández
262
Desarrollo autonómico versus pobreza
son la fuente principal de todas las demás normas y, por lo tanto, en el tema
que nos ocupa deben ser tomados ya como principal fundamento del desarrollo
de los pueblos indígenas.
Por su parte, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
en su artículo 2° ha fijado el derecho de libre determinación y de autono-
mía, lo que puede pensarse que es suficiente para fundamentar el desarrollo
autonómico. No obstante, también es un obstáculo a él, pues lo que se men-
ciona en la fracción I del apartado B es una gran limitación. Textualmente
se dice que la Federación, los Estados y los Municipios tienen obligación de:
I. Impulsar el desarrollo regional de las zonas indígenas con el pro-
pósito de fortalecer las economías locales y mejorar las condiciones
de vida de sus pueblos, mediante acciones coordinadas entre los tres
órdenes de gobierno, con la participación de las comunidades. Las au-
toridades municipales determinarán equitativamente las asignaciones
presupuestales que las comunidades administrarán directamente para
fines específicos.
Esto indica que las comunidades se desarrollarían únicamente por el impulso
de las autoridades con planes y programas dirigidos por las instituciones, sin
embargo, eso solamente es un impedimento jurídico, pues en caso de duda en
la interpretación y aplicación de normas que afecten a sujetos con identidad
indígena, se aplicará el más favorable al indígena, es decir, in dubio pro indigenae
(Chacón, 2009b).
Los indígenas con sus particulares formas de vida, y dada su cosmovi-
sión, son los mejores conservadores de cada sistema ecológico que existe
en sus territorios de influencia. Es lógico que, en lugar de realizar una
explotación de agotamiento, lo que hacen es desplegar una utilización de
conservación y eso es mucho más racional. No dudo en ningún momento
sostener que hoy por hoy, los mejores procuradores del medio ambiente
son las comunidades tradicionales, y por tal motivo los argumentos opues-
tos son infundados. Admitido lo anterior, cuando las comunidades admi-
nistren recursos hídricos, minerales, forestales o de otro tipo, serían los
primeros en evitar la explotación irracional debido a que el primer impacto
de afectación estaría en sus tierras y en su comunidad misma. Por ende,
263
David Chacón Hernández
Bibliografía
Añon Roig, María José. (1992). “La fundamentación de los derechos humanos
y necesidades básicas”, en Ballesteros, Jesús, Derechos Humanos. Concep-
to, fundamentos, sujetos. Tecnos, Madrid.
Bellesteros, Jesús. (1992). “Los derechos de los nuevos pobres”, en Balleste-
ros, Jesús, Derechos Humanos. Concepto, fundamentos, sujetos. Tec-
nos, Madrid.
Bonfil Batalla, Guillermo. (1995). “El etnodesarrollo y sus premisas jurídi-
cas, políticas y de organización”, en Obras Escogidas de Guillermo Bon-
fil. Edición preparada por Lina Odena Güemes y Paloma Bonfil. Tomo
2, Instituto Nacional Indigenista, Escuela Nacional de Antropología e
Historia, México.
Cardoso, F.H. y Faletto, Enzo. (1979). Dependencia y desarrollo en América
Latina. Siglo xxi Editores, México.
Case, Karl y Fair, Ray. (1997). Principios de Macroeconomía. Pearson, Prentice
Hall, 4a Edición, México.
264
Desarrollo autonómico versus pobreza
265
Defensa y despojo del territorio sagrado de
los indígenas Wixárika de México
María de Jesús Rodríguez Guerrero
Universidad Autónoma Metropolitana
Unidad Azcapotzalco
Introducción
Metodología
267
María de Jesús Rodríguez
268
Defensa y despojo del territorio
Varias son las problemáticas que tienen que enfrentar en la actualidad los
wixárikas, una de ellas es la contaminación y destrucción ya existente, la cual
se agravará en Wirikuta y en los 22 espacios concesionados por el gobierno
federal a las compañías mineras como la canadiense First Majestic Silver, el
proyecto Universo de la empresa Revolution Resources, la mina San Xavier, en
Cerro de San Pedro, en San Luis Potosí, propiedad de las empresas canadienses
Metallica Resources Inc., Glamis Gold Ltd., y la minera Tayahua filial de Frisco,
propiedad de Carlos Slim (La Jornada, 2011).
Tunuary y Cristian Chávez comentan que el 16 de agosto de 2012, la
Secretaría de Economía publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto
de la Reserva Minera Nacional en el territorio sagrado de Wirikuta en el estado de
San Luis Potosí, misma que ha sido repetidamente desestimada por el Consejo
Regional Wixárika y el Frente en Defensa de Wirikuta, dado que dicha reserva
deja intactos los proyectos mineros que devastarían el territorio ceremonial (La
Jornada Jalisco, 2012).
Tras la firma del Tratado de Libre Comercio (México-Canadá-EUA, sig-
nado el 17 de diciembre de 1992, y que entró en vigor el 1 de enero de
1994) se dio una apertura y flexibilización de las normas sobre inversión
extranjera. Tras la modificación de la Ley Minera en 1993 que significó la
apertura de dicho sector, las compañías canadienses tienen las puertas abier-
tas en México, y las empresas de ese país recurren a presión y chantaje para
frenar las protestas.
En nota de La Jornada de julio de 2009, se indica que “diversos estudios
han concluido que en otros países las concesiones mineras se otorgan luego de
un largo proceso que puede tardar entre ocho y 10 años” (La Jornada, 2009).
De manera distinta, en México el proceso de concesión se puede resolver en
un plazo de solamente ocho meses. La devastación ambiental y las violaciones
269
María de Jesús Rodríguez
ejercidas por las empresas mineras canadienses han sido ampliamente documen-
tadas en Guatemala, Perú, Rumania, Filipinas, Honduras, Ecuador, Bolivia,
Ghana, Surinam, la República Democrática del Congo, Papúa Nueva Guinea,
Tanzania, India, Indonesia, Zambia y Sudán.
Las empresas mineras de Canadá (con una larga lista de consecuencias
sobre el medio ambiente y las comunidades donde operan), poseen más de
70% de los proyectos de exploración, desarrollo y producción de metales
preciosos como oro y plata del total de las empresas con capital extranjero que
operan en México, según revelan informes de la Secretaría de Economía (La
Jornada, 2009).
Pese a los efectos devastadores donde operan las empresas canadienses,
como en el caso de la Minera San Xavier en San Luis Potosí, las autoridades
esperan que la producción anual global de oro en el país alcance las 70 tone-
ladas, gracias a proyectos como Peñasquito, Zacatecas; Dolores, Pinos Altos y
Palmarejo, en Chihuahua, entre otros.
270
Defensa y despojo del territorio
La salud en riesgo
271
María de Jesús Rodríguez
estos procesos utilizará solamente agua tratada pero el ingeniero Pedro Roquero
aseguró que eso sería imposible porque para la cantidad de metal que se pla-
nea extraer, la cantidad de agua requerida es mucha y el agua tratada no daría
abasto, el ingeniero Roquero asegura que la minera o está mintiendo o el que
hizo los cálculos los hizo muy mal (Morales, Blaquely [reportero], Pulso al
aire, 2013).
272
Defensa y despojo del territorio
273
María de Jesús Rodríguez
Versa el Convenio 169 que “los pueblos involucrados deben tener la opor-
tunidad de participar libremente en todos los niveles en la formulación,
implementación y evaluación de medidas y programas que les conciernen
directamente” (oit, 1989). En este caso, el pueblo indígena involucrado es
el Wixárika, conformado por varios pueblos indígenas de diversas etnias, y por
lo que se ha investigado a través de distintos medios es que no han podido
participar libremente en todos los niveles que el Convenio menciona, como
son la formulación de quejas donde muestran los daños sufridos y por sufrir
en un futuro muy cercano.
En cuanto a la implementación, lo que se ha puesto en funcionamiento son
acciones posteriores a la toma de decisión y entrega de sus tierras y espacios
sagrados por parte del gobierno a las empresas depredadoras canadienses.
Respecto a evaluación de medidas y programas que les conciernen directa-
mente, la evaluación es sobre los daños y los programas, son emergentes para
tratar de salvar lo que no ha sido destruido o dañado todavía, pero que está
a punto de serlo. Pero no solamente les concierne a ellos, también debe ser
de interés del sector gubernamental. Así lo han manifestado los wixárikas,
“el entorno por el que estamos luchando y defendiendo, es para bien de toda
la humanidad, para guardar y conservar el equilibrio de la tierra y todos sus
habitantes, así como el agua, la flora, la fauna, la ecología y el ambiente en
general” (Tamatsima Wa haa, 2013).
274
Defensa y despojo del territorio
Conclusiones
275
María de Jesús Rodríguez
Bibliografía
276
Defensa y despojo del territorio
277
IV. La mujer indígena
Resumen
1
Marco Normativo sobre Derechos de las Mujeres. Principales mecanismos nacio-
nales e internacionales que reconocen la promoción y protección de los derechos de
279
Clara Castillo Lara
Introducción
Aún no cobra la debida relevancia los derechos humanos de las mujeres indí-
genas, ni siquiera cuando existen las normas específicas para protegerlas. En el
entendido de que los instrumentos jurídicos internacionales son los tratados y
las convenciones, los cuales, al ser ratificados por el gobierno mexicano, son
obligatorios. En el caso de las mujeres indígenas existen organizaciones que se
dedican específicamente a dar seguimiento al avance de los derechos tanto de
las mujeres como de los pueblos indígenas, como ejemplo están: el Foro Perma-
nente sobre Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas (fpci) de 2000; la
Comisión sobre la Condición de la Mujer (ccm) de 1946; el Grupo de Trabajo
sobre Poblaciones Indígenas (gtpi) de 1982; el grupo de trabajo encargado de
elaborar el proyecto de Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indíge-
las mujeres. Nacionales: Ley del Instituto Nacional de las Mujeres, enero de 2001;
Ley Federal para Sancionar y Eliminar la Discriminación, junio de 2003; Ley General
de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, febrero de 2007; Reglamen-
to para el Funcionamiento del Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar
y Erradicar la Violencia contra las Mujeres. Internacionales: Convención sobre los
Derechos Políticos de la Mujer, Naciones Unidas, marzo de 1953; Convención so-
bre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, cedaw,
Naciones Unidas, diciembre de 1979; Conferencia Internacional sobre la Población
y el Desarrollo, Naciones Unidas, el Cairo, 1994; Declaración y Plataforma de la IV
Conferencia Internacional sobre la Mujer, Naciones Unidas, Beijing, 1995; Declara-
ción sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Naciones Unidas, 1993;
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra
la Mujer, “Convención de Belem do Para”, Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, Brasil, 1994; Declaración de Beijing más 5 “Mujer 2000: igualdad para los
géneros, Desarrollo y Paz para el Siglo xxi”, Naciones Unidas, 2000.
Legislación Nacional en Materia de Mujeres Indígenas. Estos son algunos de los
mecanismos nacionales que reconocen la promoción y protección de los derechos de
las mujeres indígenas, con la sugerencia de revisar la Constitución de su estado para
conocer las leyes vigentes. Nacionales: Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos; Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Veracruz, artículo
5°; Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Nayarit, artículo 7°; Consti-
tución Política del Estado Libre y Soberano de Chiapas, artículo 13; Constitución Política
del Estado Libre y Soberano de Tabasco, artículo 2°; Ley de Derechos y Cultura In-
dígenas del Estado de Baja California, artículo 21; Ley de Derechos, Cultura y Orga-
nización de los Pueblos Indígenas del Estado de Campeche, artículos 24, 25, 26, 27
y 29; Ley de Derechos y Cultura Indígenas del Estado de Chiapas, artículos 33, 34,
35, 36 y 37; Ley de Derechos de los Pueblos Indígenas y Comunidades Indígenas
del Estado Oaxaca, artículos 42, 45, 46, 47, 48, 49 y 50; Ley de Derechos, Cultura
y Organización Indígena del Estado de Quintana Roo, artículos 26, 27, 28, 29 y 30.
(Banco Interamericano de Desarrollo-bid).
280
Mujer, género y problemas de los derechos indígenas
281
Clara Castillo Lara
282
Mujer, género y problemas de los derechos indígenas
283
Clara Castillo Lara
284
Mujer, género y problemas de los derechos indígenas
285
Clara Castillo Lara
El panorama deberá ser más amplio para que se puedan establecer los
objetivos de las estrategias y proyectos a emprender e investigar si los indígenas,
en general, y las mujeres y niñas en particular, realmente conocen sus de-
rechos, los tipos de reconocimiento que requieren procurarse, y los derechos
específicos en los que deben concentrarse. Todo eso constituye una estrategia
de avance que es conveniente priorizar, y transformarlos en ideas, creencias,
prácticas y normas para asegurar su ejercicio.
3
Marco normativo relacionado con los Derechos de los Pueblos Indígenas. Estos son
los principales mecanismos internacionales que reconocen la promoción y protección
de los derechos de los pueblos indígenas: Declaración de las Naciones Unidas sobre
los Derechos de los Pueblos Indígenas; Declaración de Río sobre el Medio Ambiente
y el Desarrollo; Declaración de Atitlán; Declaración de Anchorage; Declaración Uni-
versal de la Unesco sobre la Diversidad Cultural; Convenio 169 de la oit; Conven-
ción Americana sobre los Derechos Humanos; Protocolo Adicional a la Convención;
Convención sobre los Derechos del Niño; Convención Interamericana para Prevenir
y Sancionar la Tortura; Convenio 107 sobre Poblaciones Indígenas y Tribales; Pac-
to Internacional de Derechos Económicos; Convenio Constitutivo del Fondo para el
Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe; Convenio sobre
la Diversidad Biológica; Convención de Pátzcuaro; Convención Internacional para la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial (Organización de las Na-
ciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, fao, 2010).
286
Mujer, género y problemas de los derechos indígenas
287
Clara Castillo Lara
Los derechos individuales y colectivos son aquellos que tratan sobre la reivin-
dicación y la lucha por las garantías de las mujeres en general y de la mujeres
indígenas en particular, en el marco general de sus derechos individuales, por
lo cual a veces esta búsqueda parece contradictoria con la lógica colectiva de
sus pueblos (Cruz, 2010: 139), pues los derechos de estas mujeres en el mar-
co general de los llamados usos y costumbres de sus distintas culturas y sus
sistemas de justicia, puede resultar difícil de comprender en sus respecti-
vos sistemas de creencias, respecto a la conceptualización del sistema de
administración de justicia institucionalizado. De ahí la importancia de impulsar
los procesos de reflexión y análisis entre hombres y mujeres de las distintas comu-
nidades que conforman los pueblos indígenas.
288
Mujer, género y problemas de los derechos indígenas
289
Clara Castillo Lara
tarios y en los distintos niveles de gobierno; aun así, ellas avanzan lentamente
pero de forma segura. La participación política de las mujeres indígenas todavía
es un asunto pendiente y mientras no exista su participación efectiva, no se
podrá hablar de desarrollo y democracia en el país (Martínez Pérez, 2013).
290
Mujer, género y problemas de los derechos indígenas
291
Clara Castillo Lara
292
Mujer, género y problemas de los derechos indígenas
295, 296 y 313; Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer–cedaw, artículos 1°, 3°, 5°, 8°, 13 y 14.
5
Convenio 169 de la oit, artículos 6°, 7°, 15, 16, 17, 18, 22, 27 y 28; Declaración de
las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, artículos 5°, 15, 17,
19, 29, 30, 32, 36 y 38.
6
Convenio 169 de la oit, artículos 2° y 16; Convenio sobre la Diversidad Biológica,
artículo 8°; Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas, artículos 10, 19, 28, 29, 32 y 37; el Programa 21 y la Declaración de Río
(Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo).
7
Convenio 169 de la oit, artículos 7° y 15; Convenio Internacional sobre la Elimina-
ción de toda Forma de Discriminación Racial, artículo 5°; Declaración de las Naciones
Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, artículo 5°; Convenio Consti-
tutivo del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el
Caribe, artículos 2°, 3°, 4°, 5°, 6°, 7°, 8°, 9°, 10, 11, 12, 13, 14 y 15.
8
Convenio 169 de la oit, artículo 6°; Declaración de las Naciones Unidas sobre los De-
rechos de los Pueblos Indígenas, artículo 5° (Banco Interamericano de Desarrollo-bid).
293
Clara Castillo Lara
9
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, artículos 6° y 26; Ley de Bio-
seguridad de Organismos Genéticamente Modificados, artículo 108; Ley General de De-
sarrollo Forestal Sustentable, artículo 72.
10
Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, artículos 26 y 32; Ley General
de Desarrollo Forestal Sustentable, artículos 32 y 110; Constitución Política de los
Estados Unidos mexicanos, artículo 2°.
11
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, artículos 2° y 26; Ley Ge-
neral de Desarrollo Forestal Sustentable, artículos 156 y 157.
12
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, artículos 2° y 3° (Banco
Interamericano de Desarrollo-bid).
294
Mujer, género y problemas de los derechos indígenas
295
Clara Castillo Lara
A manera de reflexión
297
Clara Castillo Lara
Bibliografía
Castro Apreza, Inés. (2011). “La participación política de las mujeres indíge-
nas en México: oportunidades y desafíos”, en Desacatos, (36), 215-221.
Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_art-
text&pid=S1405-92742011000200016&lng=es&tlng=es [Fecha de
consulta: 7 de noviembre de 2014].
Centro de Derechos Humanos de la Montaña. (2003). “Mujeres indígenas e
injusticia militar. Contra el silencio y el olvido”, en Informe del décimo
aniversario, Centro de Derechos Humanos de la Montaña “Tlachinollan”,
junio de 2003, mayo de 2004. E/CN.4/2004/80/Add.2, México.
298
Mujer, género y problemas de los derechos indígenas
299
Clara Castillo Lara
300
Mujer, género y problemas de los derechos indígenas
301
Clara Castillo Lara
Legislación nacional
303
Mujeres, familia y migración: causas y consecuencias
de la migración femenina en las familias
chinantecas y nahuas oaxaqueñas
Marcela Suárez Escobar
Universidad Autónoma Metropolitana
Unidad Azcapotzalco
Introducción
Migración interna
El proceso de globalización que se extendió por gran parte del mundo a fina-
les del siglo xx generó en México una apertura violenta a la importación de
bienes pero también al fomento de la agricultura para la exportación, esto se
305
Marcela Suárez Escobar
306
Mujeres, familia y migración
307
Marcela Suárez Escobar
na Roo y Yucatán y Mixes de Oaxaca. Gran parte de los migrantes que se des-
plazan al norte de la República son de tradición campesina, 70% pertenecen a
municipios indígenas, principalmente a la mixteca oaxaqueña, valles centrales
de Oaxaca y la Sierra Guerrerense (Vera Noriega y Robles Luján, 2010: 347).
Oaxaca
1
Ruiz Sánchez propone considerar la exclusión como privación de redes de pertenen-
cia y redes solidarias, como estar fuera del aparato productivo; la marginación como
la situación de encontrarse en los márgenes del sistema como subalterno y depaupe-
rado, y la pobreza como el resultado de la exclusión y marginación caracterizada por
la imposibilidad de los individuos de acceder a la satisfacción de necesidades básicas.
Ver Joel Ruiz Sánchez. (2010). Migración, remesas y desarrollo humano en el contexto
de la migración emergente. El caso de San Juan Chiltepec, Oaxaca.
308
Mujeres, familia y migración
309
Marcela Suárez Escobar
311
Marcela Suárez Escobar
Las mujeres, al igual que los hombres, migran para mejorar sus condicio-
nes de vida, pero su pobreza, género, origen étnico y estatus migratorio las
coloca en una situación de vulnerabilidad para sufrir violencia y la violación
de sus derechos humanos; ser mujer indígena monolingüe incrementa la fragi-
lidad. Por otro lado, las que permanecen en la zona expulsora y no pueden migrar
con sus familias también enfrentan situaciones difíciles como cambios eco-
nómicos, ya que además de su rol tradicional ahora agregan el de proveedoras
y de jefatura de hogar y transformaciones de sus identidades y roles dentro de
la comunidad. Las menores que migran con su familia se enfrentan a diversos
sufrimientos a lo largo del proceso migratorio, como alteración de patrones
culturales, hábitos y carencias alimenticias de educación y salud, y las que se
quedan al cuidado de familiares o amigos tienen que padecer la ausencia de
los padres con las consecuencias emocionales y materiales que ello conlleva.
En Santa María Teopoxco y en San José Chiltepec niños dejados al cui-
dado de parientes y abuelos presentan cambios de conducta y sociabilidad por
alteraciones en los hábitos y la disciplina.
En la migración interna está incrementándose la migración infantil y
adolescente por dos factores: porque sus padres no encuentran quien se haga
cargo de ellos en su lugar de origen, y también porque constituyen una mano
de obra valiosa que puede incrementar el exiguo ingreso familiar (Weller Ford,
2000: 2). Los niños se incorporan al trabajo desde los cuatro años de edad por
lo que sufren desgaste físico y mental, accidentes de trabajo, ausencia de escuela
y bajo desarrollo; se enfrentan a riesgos y vulnerabilidades entendiéndose por
vulnerabilidad “Inseguridad en el bienestar de los individuos, hogares o comu-
nidades a la luz de un entorno cambiante, que puede mitigarse en función de
los activos que se posean” (Cos Montiel, 2000: 7).
Los niños y adolescentes cuentan con pocos activos por lo que la migración
de menores conlleva pérdidas que generan duelos, que aunados a los factores de
estrés a los que se ven expuestos, aumentan su vulnerabilidad física y psicológi-
ca pues sufren cambios en el espacio de la socialización, alimentación, salud,
hábitos, pero también en el espacio de emociones, afiliación, afectos y expec-
tativas (Vera Noriega y Robles Luján, 2010: 346).
312
Mujeres, familia y migración
2
Algunas de las afirmaciones sostenidas respecto a la emigración en Santa María
Chiltepec, son resultado de conocimiento derivado de entrevistas con los pobladores
del lugar.
313
Marcela Suárez Escobar
314
Mujeres, familia y migración
Ante todo esto, es necesario considerar que el espacio de los derechos huma-
nos debe ser la guía o a decir de Susan Gzesh (2012), el paradigma que guíe la
política migratoria. De acuerdo a la Declaración de los Derechos Humanos,
toda persona tiene derecho a la satisfacción de los derechos económicos,
sociales y culturales indispensables para dignidad; sin embargo, las personas
que migran en calidad de forzadas ven vulnerados todos estos derechos.
El Estado mexicano debe tener la obligación de promover los derechos funda-
mentales para lo cual tiene que reconfigurar sus políticas de desarrollo para
evitar la migración forzosa por pobreza y violencia. Los seres humanos tienen
derechos y en México se infringen; la injusticia, la impunidad y la corrupción,
están presentes. La violencia existente asesina jóvenes y explota niños.
3
Entrevista a la maestra chinanteca Yetzalani Yescas.
315
Marcela Suárez Escobar
Bibliografía
Cos Montiel, Francisco. (2000). “Sirviendo a las mesas del mundo: los niños
y las niñas jornaleras agrícolas en México”, en Norma del Río (coord.).
La infancia vulnerable de México en un mundo globalizado. Universidad
Autónoma Metropolitana, México.
Coneval. (2014). Medición de la pobreza en México 2014.
Consejo Nacional de Población. (2010), Índice de marginación por localidad
2010.
Durand Alcántara, Carlos H. (2009). La autonomía regional en el marco del
desarrollo de los pueblos indios. Estudio de caso: la etnia náhuatl del estado
de Oaxaca. Santa María Teopoxco. unam, Miguel Ángel Porrúa, México.
Gzesh, Susan. (2012). “Redefición forzosa con base en los derechos humanos”,
en Raúl Delgado Wise y Humberto Martínez Covarrubias (coords.). De-
sarrollo desigual y migración forzada. Una mirada desde el sur global. Uni-
versidad Autónoma de Zacatecas, Miguel Ángel Porrúa, México.
Inegi. (2010). Censo General de Población y Vivienda, México.
López, M. G. (2002). “Trabajo infantil y migración en el Valle de San Quin-
tín. Baja California”, en Foro Invisibilidad y conciencia: migración interna
de niñas y niños jornaleros migrantes en México. uam-Xochimilco, Méxi-
co. Disponible en: http://www.uam.mx/cdi/foroinvisibilidad/trabajo/
montanagro.pdf [Fecha de consulta: 15 de abril de 2015].
Ruiz Sánchez, Joel. (2010). Migración, remesas y desarrollo humano en el con-
texto de la migración emergente. El caso de San Juan Chiltepec, Oaxaca.
Tesis doctoral, México.
Rojas Rangel, María Teresa. (2011). Inequidades. La educación primaria de
niñas y niños jornaleros migrantes. Universidad Pedagógica Nacional,
México.
Rubio, M., et al. (2000). La migración indígena en México. Estado del desarrollo
económico y social de los pueblos indígenas de México. Instituto Nacional
Indigenista, pnud, México.
316
Mujeres, familia y migración
317
V. Sobre los autores de la obra
319
Justicia indígena y autodeterminación
320
Autores de la obra
321
Justicia indígena y autodeterminación
322
Autores de la obra
y los Derechos de los Pueblos Indios, en especial en los temas relativos a los
sistemas de cargos en el contexto latinoamericano.
323
Justicia indígena y autodeterminación
324
Autores de la obra
325
Justicia indígena y autodeterminación
326
Autores de la obra
327
Justicia indígena y autodeterminación
328
Justicia indígena y autodeterminación.
Se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2015 en
Lectorum S. A. de C. V.
Se utilizó la fuente Soberana Texto para el cuerpo del texto
y Soberana Titular para títulos y subtítulos.
El tiraje consta de 1,500 ejemplares.