Nueva Economía Del Conocimiento Torrent
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INTRODUCCIÓN
“Hacia el final del segundo milenio de la era cristiana, varios acontecimientos de tras-
cendencia histórica han transformado el paisaje social de la vida humana. Una revo-
lución tecnológica, centrada alrededor de las tecnologías de la información, está
modificando la base material de la sociedad a un ritmo acelerado. Las economías de
todo el mundo se han vuelto interdependientes a escala global, introduciendo una
nueva forma de relación entre economía, estado y sociedad en un sistema de geome-
tría variable”. (Castells, 2000: 28).
¿Son las TIC la base material de la tercera revolución industrial?. Los prin-
cipales historiadores de la tecnología (Kranzberg y Pursell, 1967; Kranzberg,
1985 y Mokyr, 1990) nos ayudan a contestar esta pregunta. Una revolución
industrial está integrada por un conjunto de cambios técnicos fundamentales
para la producción y la distribución interconectados con un conjunto de cam-
bios sociales y culturales de primera magnitud. A modo de ejemplo, durante
la primera revolución industrial el uso de nuevos materiales básicos, como el
hierro y el algodón, la aparición de nuevas fuentes energéticas, de la máqui-
na de vapor y otros inventos mecánicos, como la máquina de hilatura, y las
mejoras del transporte, supusieron un cambio radical en los esquemas tradi-
cionales de producción, con una nueva organización del trabajo: el sistema
fabril, que se basaba en la división del trabajo y la especialización por funcio-
nes. Este amplio abanico de cambios técnicos y productivos se interconectó
con un conjunto de transformaciones sociales y culturales de primera magni-
tud: la decadencia de la tierra, a favor de la producción industrial, como prin-
cipal factor productivo creador de riqueza, los cambios políticos derivados de
los nuevos esquemas del poder económico, con la aparición de las nuevas
políticas estatales vinculadas a la necesidad de integración de los mercados
nacionales y, finalmente, los importantes cambios demográficos y sociales, con
el crecimiento masivo de las ciudades, la aparición de una nueva clase social:
el proletariado industrial urbano y de un movimiento: el sindical y la emer-
gencia de nuevos patrones de autoridad en la familia y el trabajo. ¿Han gene-
rado las TIC unos cambios técnicos, productivos, sociales y culturales de esta
magnitud?. Existe un cierto consenso interdisciplinario en el ámbito de las
ciencias sociales2, lo que incluye a algunos economistas, con relación al hecho
que durante la última parte del siglo XX se han sentado las bases de un nuevo
tipo de sociedad: la sociedad de la información y el conocimiento, que tiene
su base material en una revolución tecnológica liderada por las TIC.
Con todo, esta tercera revolución industrial, basada en las tecnologías
digitales, tiene un elemento nuevo, que todavía no hemos comentado. Se
trata de la aplicación de nuevos conocimientos e informaciones sobre apara-
tos de generación de conocimiento y proceso de la información y la comuni-
cación (Castells, 2000:62). Dicho de otro modo, en la actualidad la aplicación
económica del conocimiento se utiliza más que nunca en la generación del
propio conocimiento. Aunque la utilización del conocimiento científico como
fundamento de los nuevos desarrollos tecnológicos aplicados a la producción
y el consumo no es un fenómeno nuevo3, con las TIC disponemos de unas tec-
2
Ya hemos citado anteriormente a los historiadores de la tecnología, a los cuáles hay que añadir otros
autores y obras de referencia: David (1990 y 2000), Castells (1996, 2000 y 2001), Norton (2001),
De Long (2001) y Atkeson y Kehoe (2001).
3
A modo de ejemplo: en la segunda revolución industrial el conocimiento científico descubrió el motor
de combustión interna que, poco a poco, se convirtió en una tecnología clave del esquema productivo
en la sociedad industrial. En este caso, el conocimiento actúa sobre una tecnología, que aplicada al pro-
ceso productivo, genera un cambio radical en la actividad económica.
4
Otras características importantes de estas tecnologías son el hecho que son el núcleo de un proceso
de transformación económica, que se orientan claramente hacia el proceso productivo y que han teni-
do una rápida y particular difusión temporal y territorial, desde su aparición a finales de la década de
los sesenta y principios de los setenta.
DE LA NUEVA ECONOMÍA A LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO. HACIA LA TERCERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 43
“Las TIC son el último ejemplo de cómo una tecnología transforma la actividad a través
del conjunto de la economía, tal y como la máquina de vapor, el ferrocarril o la elec-
tricidad lo hicieron en el pasado. Efectivamente, las TIC han presentado un conjunto
de impactos económicos importantes. Han contribuido al crecimiento económico de
algunos países de la OCDE en los últimos cinco años. Más significativamente, han
aportado nuevos elementos de competencia y han sido las tecnologías catalizadoras
del cambio en la actividad empresarial. Son las responsables parciales de los cambios
organizativos, de las transformaciones del trabajo y de la reorganización de las trans-
acciones empresariales”. (OCDE, 2001: 21).
Aunque es difícil resumir las múltiples acepciones del término nueva eco-
nomía, podemos señalar que su punto de partida es la fuerte vinculación encon-
trada en los EE.UU. y otros países occidentales entre la inversión en tecnologí-
as digitales y los notables aumentos de productividad y competitividad de
empresas, ramas de actividad e inclusive economías en su conjunto. Como seña-
la Norton (2001) hay tres grandes visiones de la nueva economía. Una visión
macroeconómica, que incide en la posibilidad de combinar fuertes ritmos de cre-
cimiento de la actividad económica con bajas tasas de inflación y paro. Una
visión microeconómica, que se identifica con el análisis de los cambios de com-
portamiento de los agentes económicos: consumidores, empresarios y sector
público. Y, finalmente, una visión digital, que se identifica con el estudio de los
aspectos sociales y económicos de la era de la información. Sin embargo, tam-
bién hay variantes que focalizan su interés en la organización de las empresas,
el mercado de trabajo, el desarrollo sostenible y muchos otros. De hecho, esta
variedad de enfoques nos dice mucho. La masiva incorporación del conocimien-
to a la actividad económica, que permiten, fomentan y amplían las TIC, no deja
indiferente a ninguna de las ramas del árbol económico, lo que nos da una clara
idea de la profundidad y transversalidad con la que hemos de abordar este
nuevo concepto. Con todo, y para focalizar el objeto de estudio, es importante
señalar que en este artículo nos centraremos en los aspectos más agregados (o
macroeconómicos) de la nueva economía. Desde esta perspectiva hay que des-
tacar las aportaciones iniciales de Castells (1996 y 2000), Weinstein (1997),
Greenspan (1998, 1999 y 2000), del Departamento de Comercio de los
EE.UU. (1998, 1999 y 2000) y de Stiroh (1999). Veámoslas.
7
Más adelante analizaremos con detalle la metodología, las clasificaciones y los resultados empíricos de
estos informes pioneros en el campo de la nueva economía. De momento, es importante destacar que
a partir de esta evidencia, el Bureau of Economic Analysis (www.bea.doc.gov) cambió algunos de los
elementos metodológicos para el cálculo de la contabilidad nacional de los EE.UU. Concretamente, se
modificó la base para el cálculo del índice de precios al consumo y se consideró como inversión el gasto
en software por parte de las empresas, lo que permitía su contabilización en el PIB. Una visión detalla-
da de estos cambios es la del US Bureau of Economic Analysis (1999).
8
Por primera vez, una institución oficial recogía la importancia económica de las tecnologías digitales,
hasta el punto que las consideraba tan importantes como para determinar y asignar, a partir de una cla-
sificación estándar, las ramas productivas del sector TIC .
DE LA NUEVA ECONOMÍA A LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO. HACIA LA TERCERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 47
“El término nueva economía ha sido utilizado durante los últimos años para describir
los cambios en la economía de los EE.UU. y, en particular, la variaciones de los compo-
nentes de esta economía vinculados con las tecnologías de la información y la comu-
nicación. Según este punto de vista alguna cosa está cambiando en el funcionamiento
de la economía de los EE.UU. Algunos estudios definen claramente el término nueva
economía, aunque, atendiendo a la novedad de la definición, esta puede significar
cosas distintas para diferentes autores. A grandes rasgos, las tres características prin-
cipales de la nueva economía pueden resumirse en:
1. La nueva economía podría implicar una mayor tendencia al crecimiento. Gracias a
las mejoras de eficiencia de las prácticas empresariales derivadas del uso de las
TIC, la nueva economía explica la tendencia alcista del crecimiento económico y de
la productividad durante la segunda parte de la década de los noventa.
2. La nueva economía podría afectar al ciclo económico. Las TIC, combinadas con
la globalización, pueden cambiar las relaciones a corto plazo entre la inflación
y el paro y reducir la NAIRU. Como resultado, la economía puede expandirse
durante un período más largo sin presiones inflacionistas. Según esta visión, las
TIC tienden a rebajar el crecimiento de la inflación, mientras que el aumento de
la competencia global mantiene la contención salarial. Algunos puntos de vista
más radicales argumentan que la nueva economía significa el final de los ciclos
económicos.
3. Las fuentes del crecimiento económico son diferentes en la nueva economía. Algu-
nos sectores económicos se han visto claramente beneficiados por el aumento de los
rendimientos a escala y las externalidades positivas de Internet. De esta manera,
el valor de las comunicaciones en red y las aplicaciones de Internet aumentan a
medida que crece el número de personas conectadas. Esta situación presenta
considerables efectos sinérgicos y contribuye claramente al incremento de la
productividad, al mismo tiempo que impulsa el crecimiento económico.
Estas tres características han definido la dinámica de la economía de los EE.UU.
durante los últimos años, reforzando la visión de los defensores de la existencia de una
nueva economía, si bien no se ha confirmado la visión del final de los ciclos económi-
cos. No está claro hasta que punto la economía de los EE.UU. ha entrado en una
nueva era y como superará los actuales desequilibrios macroeconómicos, de manera
que salga ilesa de la actual situación”. (OCDE, 2000: 17)
como señalan Shapiro y Varian (1999) y Shy (2001), estas mercancías tienen
unas características económicas particulares, con propiedades de bien público
e importantes externalidades. Distinguiremos, como puede observarse en la
Tabla 1, entre las propiedades económicas de las mercancías conocimiento
observable y las de las mercancías conocimiento tácito, aunque por el hecho
de ser mercancías conocimiento tienen algunos elementos comunes. En efec-
to, todas las mercancías conocimiento son no rivales (una vez generadas pue-
den ser consumidas por más de una persona) y bienes de experiencia (han de
ser consumidas para determinar su utilidad). Además, esta tipología de mer-
cancías pueden presentar la posibilidad de exclusión del consumo por parte
del empresario. A medida que las mercancías conocimiento se hagan más
fácilmente convertibles en información, más fácil es que exista la posibilidad
de exclusión del consumo por parte del empresario9.
Por lo que se refiere a las propiedades económicas específicas de las mer-
cancías conocimiento observable es importante señalar que presentan eleva-
dos rendimientos a escala, asociados a su facilidad de reproducción. Son mer-
cancías caras de producir, pero muy baratas de reproducir. Además, determi-
nan una utilidad marginal al consumo decreciente o constante en función de
la percepción de saturación que tiene el consumidor final10. En lo referente a
las barreras de salida, la complementariedad, la compatibilidad y los están-
dares de muchas de estas mercancías hacen que los costes de cambio (lock-
in) por parte del consumidor sean elevados, aunque decrecientes en función
de su menor especialización y aplicación a la actividad económica11. Y, por últi-
mo, las mercancías conocimiento observable presentan importantes externa-
lidades de red en su uso. A medida que aumenta el número de consumidores
de estas mercancías aumenta la utilidad agregada de su consumo.
Las mercancías conocimiento tácito12, por su parte, presentan menores
rendimientos a escala, asociados a sus mayores dificultades de reproducción.
9
Las posibilidades de controlar el consumo de un cálculo matemático o de una fórmula científica son
mucho menores que las de una aplicación de software o las imágenes de TV por cable. De otro modo,
a medida que el conocimiento se convierte en información aumenta la probabilidad de control del con-
sumo por parte del empresario.
10
Es bien sabido que con las tecnologías digitales, y con Internet en particular, el consumidor final tiene
una cantidad inalcanzable de información disponible para, entre otros, adquirir mercancías conocimien-
to observable de todo tipo. Precisamente, esta percepción de saturación es la que nos determina la uti-
lidad marginal decreciente en el consumo de las mercancías conocimiento observable, sobretodo aque-
llas relacionadas con el saber-qué.
11
El ejemplo paradigmático de los elevados costes de salida o de cambio de este tipo de mercancías son los
programas o las aplicaciones de software. Este tipo de costes son muy amplios y pueden ir desde el gasto
asociado al cambio de una tecnología hasta el gasto de aprendizaje de nuevos conocimientos (wetware).
12
Algunos ejemplos de estas mercancías son las capacidades, habilidades, talento o destreza que incor-
pora la fuerza de trabajo a la actividad económica, el conocimiento de los agentes económicos sobre la
producción, el mercado o un sector determinado y las capacidades de interacción social para conocer
con profundidad las características de una actividad económica. Aunque existen algunos mercados de
esta tipología de mercancías, como el de head-hunters o las bolsas de trabajo en Internet, la mayoría
de estos intercambios tienen lugar en el interior de la empresa.
DE LA NUEVA ECONOMÍA A LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO. HACIA LA TERCERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 51
Y CONOCIMIENTO TÁCITO
15
De hecho, el núcleo de la economía del conocimiento incorpora al sector productivo directamente vin-
culado con las tecnologías digitales y que llamamos sector TIC y también a la industria de los conteni-
dos digitales. Un ejemplo de empresa de la esta industria seria la fusión resultante entre uno de los prin-
cipales proveedores de Internet (America On Line) y uno de los principales proveedores de contenidos
(Time Warner). Esta fusión intenta sumar sinergias, desde la vertiente tecnológica y de los contenidos,
para explorar los nuevos mercados digitales. Las empresas de la industria de la información son aso-
ciables a lo que en términos periodísticos se conoce como empresas.com o dot.com.
16
Entre los cuáles podemos destacar las nuevas formas de producir, de trabajar, de interacción entre
empresas y de innovación tecnológica y organizativa.
17
Nuevas formas de distribución y consumo, nuevas vías de inversión y financiación y cambios en las
relaciones internacionales, entre otros.
por el uso económico intensivo del conocimiento. Por último, las modificaciones
de las relaciones laborales, los efectos ideológicos y culturales, los cambios insti-
tucionales y políticos y, en definitiva, las nuevas formas de relación del individuo
con su entorno definen algunos de los efectos de la economía del conocimiento
sobre sus bases sociológicas e institucionales. Se trata, por consiguiente, de las
repercusiones que la economía del conocimiento está generando en la construc-
ción de la sociedad de la información y el conocimiento.
Hardware
Telecomincaciones Informática
Software
Industria de la información
“La tesis básica que está detrás de la emergencia de una economía basada en el cono-
cimiento es que durante los últimos años ha aparecido una combinación única de inicia-
tivas de mercado que conllevan un progreso tecnológico en áreas como la informática,
la biotecnología, las telecomunicaciones y los transportes (por citar algunas) y que han
iniciado un conjunto de cambios dramáticos en la manera como las economías, las insti-
tuciones y los gobiernos desarrollarán sus funciones en el futuro”. (Neef, 1998: 2)
18
El sector TIC comprende al conjunto de ramas productivas que utilizan las tecnologías digitales para
producir bienes y servicios que procesan, transmiten, visualizan, detectan, miden, reproducen, contro-
lan y permiten el tratamiento de la información y la comunicación (Torrent, 2002:77). A grandes ras-
gos podemos agrupar las ramas productivas del sector TIC en tres grupos. Las manufacturas TIC, que
incorporan la fabricación de máquinas de oficina, contabilidad, ordenadores y componentes, los equipos
de transmisión y recepción de comunicaciones y la fabricación de instrumentos y aparatos de medida
del proceso industrial y no industrial, las telecomunicaciones y los servicios TIC, que agrupan los servi-
cios de telecomunicaciones y el comercio al por mayor y los alquileres de maquinaria y equipos (orde-
nadores incluidos) y, finalmente, los servicios informáticos y de software.
19
Se ha considerado oportuno destacar en una rama productiva propia el conjunto de actividades gene-
radoras del recurso explicativo de los aumentos de productividad. Siguiendo este patrón, la incorporación
a la industria del conocimiento de todas las actividades formativas y de investigación y desarrollo es del
todo natural. Además, se incluyen también un conjunto de actividades relacionadas con la difusión de
diversas manifestaciones del conocimiento, como las actividades de edición y las culturales, entre otras.
20
Además, y dentro de la industria del conocimiento, se destaca en un capítulo propio la industria de
los contenidos digitales. Siguiendo la metodología del SEDISI (2000) y de Rodríguez (2001), que reco-
ge los esfuerzos metodológicos de los Institutos de Estadística de la UE, este capítulo incorpora la edi-
ción y reproducción de soportes grabados, la producción y distribución cinematográfica y de vídeo, así
como las actividades de radio y televisión.
21
Esta clasificación se realiza a partir de una metodología que evalúa y ordena tres indicadores de
intensidad tecnológica para cada una de las ramas de actividad. Se trata del gasto en I+D dividido
por el VAB, el gasto en I+D dividido por la producción y el gasto en I+D más la tecnología incor-
porada en los bienes intermedios y de equipo divididos por la producción.
22
A diferencia de la actividad industrial, en la cuál la mayor disposición de información sobre el
gasto y los usos de la tecnología permite una aproximación a la intensidad en conocimiento, la acti-
vidad terciaria presenta muchos más problemas. De hecho, la clasificación de servicios intensivos en
conocimiento de la OCDE está poco detallada si la comparamos con la de la industria. Los servi-
cios intensivos en conocimiento según esta ordenación son las comunicaciones, los servicios finan-
cieros y a las empresas y los servicios sociales y personales. La clasificación presentada intenta avan-
zar en el detalle de estas agrupaciones. En concreto, para especificar los servicios intensivos en
conocimiento se ha contemplado la intensidad de los usos TIC, así como la formación general y
específica de la fuerza de trabajo.
23
Con el objetivo de realizar esta agrupación se han escogido los datos del Valor Añadido Bruto (VAB)
de la economía de los EE.UU. a 4 dígitos y en dólares constantes de 1996, que proporciona el Bureau
of Economic Análisis, y se ha procedido a la agrupación del conjunto de ramas productivas en función
de la intensidad en conocimiento.
DE LA NUEVA ECONOMÍA A LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO. HACIA LA TERCERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 57
24
Este registro es consistente con el trabajo de Landefeld y Fraumeni (2001), que estiman una aporta-
ción del sector TIC al crecimiento del PIB de los EE.UU. en el período 1995-2000 de 1,2 puntos por-
centuales. Si dividimos esta contribución por el crecimiento económico medio del período (4,1%) nos
determina una aportación ligeramente inferior al 30%. También cabe destacar que estos resultados son
consistentes con los obtenidos por el Departamento de Comercio de los EE.UU. (2000), que para el
período 1995-1999 sugieren una aportación del sector TIC al crecimiento de la renta cercano a una ter-
cera parte del total.
175 1,00
Economía conocimiento
Resto de la economía
150 0,75
Total
125 0,50
Resto de economía
100 0,25
Economía conocimiento
75 0,00
1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000
87
88
89
90
91
92
93
94
95
96
97
98
99
00
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
20
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Bureau of Economic Analysis de los EE.UU. [On-line].
Disponible en URL: <http://www.bea.doc.gov/bea/dn2/gpo.htm>. [Fecha de consulta: 22 de febrero de 2002].
25
De hecho, esta evidencia desde el punto de vista macroeconómico confirma la evidencia encontrada
desde la visión microeconómica o sectorial. A título de ejemplo, podemos citar los trabajos de
Brynjolfsson (1996), Bresnahan, Brynjolfsson y Hitt (1999), Brynjolfsson y Hitt (2000) o, más recien-
temente, de Baily y Lawrence (2001). Estos últimos evidencian como el aumento de la productividad
del trabajo de la economía de los EE.UU. en el período 1995-1999 es atribuible a un conjunto hetero-
géneo de ramas de actividad, entre las cuáles, destacan las manufacturas de bienes durables, el comer-
cio al por mayor y al detalle, las finanzas y los servicios personales.
DE LA NUEVA ECONOMÍA A LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO. HACIA LA TERCERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 59
De la cuál:
Pro memoria
Porcentaje de la aceleración de la
productividad del trabajo atribuible
a las TIC 44 64 73 71 -
Fuente: Elaboración propia a partir de diversos autores.
CONCLUSIONES
A lo largo de este artículo hemos analizado como el conocimiento se ha
convertido en un recurso y una mercancía de progresiva importancia para la
actividad económica. De hecho, el análisis de las características de las TIC nos
ha llevado a la interpretación económica del conocimiento y, a partir de la
visión epistemológica del concepto, nos hemos adentrado en las interiorida-
des de su producción. En este sentido, hemos visto como la producción de
conocimiento es algo singular, ya que el acto humano y dinámico de conocer
tiene características de bién público con importantes externalidades. Además,
en la producción de conocimiento utilizamos información y dos tipos básicos
de conocimiento: el que es facilmente reproducible y el que no lo es. Esta dis-
tinción nos ha llevado al análisis de las cuatro tipologías de saber que se incor-
poran a la actividad económica como recurso: el saber-qué, el saber-porqué,
el saber-como y el saber-quién. Con todo, si hubiésemos limitado nuestro aná-
lisis a este punto habríamos hecho una descripción parcial de la realidad, ya
que la actividad económica diaria acumula infinidad de transacciones de mer-
cancías conocimiento. Por este motivo, hemos analizado las propiedades eco-
nómicas de estas mercancías, en función de su facilidad de reproducción, lo
que nos permite afirmar que en la actualidad hay dos tipos de mercancías
conocimiento: las mercancías conocimiento observable y las mercancías cono-
cimiento tácito. En este sentido, podemos concluir que las tecnologías digita-
les han sentado las bases no sólo de una mayor utilización del conocimiento
como recurso, sino que también han definido todo un conjunto de nuevos
bienes y servicios que agrupamos bajo el denominador común de mercancías
conocimiento observable y conocimiento tácito.
Esta masiva incorporación del conocimiento a la actividad económica
acontencida con la irrupción de las tecnologías digitales nos permite plantear-
nos la noción de economía del conocimiento entendida como la rama del aná-
lisis económico que estudia el comportamiento y los hechos económicos deri-
vados de la aplicación productiva del conocimiento. Ahora bién, nuestra con-
cepción del conocimiento no se limita, como ha venido subrayando la teoria
económica convencional, a una visión del conocimiento científico y tecnológi-
co, sino que también comprende al conocimiento técnico y las habilidades,
fácilmente transmisibles o no, de los agentes económicos. La transversalidad
y profundidad del concepto nos permite afirmar que la economía del conoci-
miento no solamente ha comportado la aparición de un nuevo sector produc-
tivo: la industria de la información, sino que también ha ejercido importantes
efectos sinérgicos hacia el resto de las actividades económicas, ya sean de
oferta o de demanda. Empíricamente, una aproximación, a partir de la estra-
DE LA NUEVA ECONOMÍA A LA ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO. HACIA LA TERCERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 61
BIBLIOGRAFÍA
ANEXO 1
LAS RAMAS PRODUCTIVAS POR INTENSIDAD EN CONOCIMIENTO
Manufacturas TIC
3000 Fabricación de maquinaria de oficina, contabilidad e informática
3130 Fabricación de hilos y cables aislantes
32 Fabricación de equipos y aparatos de radio, televisión y comunicaciones
3210 Fabricación de tubos y válvulas y otros componentes electrónicos
3220 Fabricación de equipos de transmisión de radio, TV, telefonía y telégrafo
3230 Fabricación de equipos receptores de TV, radio, sonido, vídeo y asociados
3312 Fabricación de instrumentos y aparatos de medida no industrial
3313 Fabricación de equipos de control para procesos industriales
Telecomunicaciones
6420 Telecomunicaciones
Servicios TIC
73 Investigación y desarrollo
7310 I+D experimental en el campo de las ciencias naturales e ingeniería
7320 I+D experimental en el campo de las ciencias sociales y humanidades
91 Actividades de asociaciones
9111 Actividades de organizaciones empresariales y patronales
9112 Actividades de organizaciones profesionales
9120 Actividades sindicales
9191 Actividades de organizaciones religiosas
9192 Actividades de organizaciones políticas
9199 Actividades de otras asociaciones