El Cuerpo Relicario PDF
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DEL CUERPO
EN EL BARROCO HISPÁNICO
VALOR DISCURSIVO
DEL CUERPO
EN EL BARROCO HISPÁNICO
Rafael García Mahíques, Sergi Doménech García, eds.
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
DIRECCIÓN
RAFAEL GARCÍA MAHÍQUES (UNIVERSITAT DE VALÈNCIA)
RAFAEL ZAFRA MOLINA (UNIVERSIDAD DE NAVARRA)
CONSEJO EDITORIAL
BEATRIZ ANTÓN MARTÍNEZ (UNIVERSIDAD DE VALLADOLID), ANTONIO BERNAT VISTARINI (UNI-
VERSITAT DE LES ILLES BALEARS), PEDRO CAMPA (UNIVERSITY OF TENNESEE AT CHATANOOGA), JAIME
CUADRIELLO (UNAM - MÉXICO), JOHN T. CULL (COLLEGE OF THE HOLY CROSS - WORCESTER), PEDRO
GERMANO LEAL (UNIVERSIDADE FEDERAL DO RIO GRANDE DO NORTE - NATAL), DAVID GRAHAM
(CONCORDIA UNIVERSITY - MONTREAL), VÍCTOR MÍNGUEZ CORNELLES (UNIVERSITAT JAUME I), JESÚS
UREÑA BRACERO (UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA).
SECRETARÍA
SERGI DOMÈNECH GARCÍA (UNIVERSITAT DE VALÈNCIA).
ASESORES CIENTÍFICOS
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PASCAL), CÉSAR CHAPARRO (UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA), PETER DALY (MCGILL UNIVERSITY),
AURORA EGIDO (UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA), JUAN FRANCISCO ESTEBAN LORENTE (UNIVERSIDAD
DE ZARAGOZA), JESÚS Mª GONZÁLEZ DE ZÁRATE (UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO), VÍCTOR INFANTES
DE MIGUEL (UNIVERSIDAD COMPLUTENSE), GIUSEPPINA LEDDA (UNIVERSITÀ DI CAGLIARI), SAGRARIO
LÓPEZ POZA (UNIVERSIDADE DE A CORUÑA), JOSÉ MANUEL LÓPEZ VÁZQUEZ (UNIVERSIDAD DE
SANTIAGO DE COMPOSTELA), ISABEL MATEO GÓMEZ (CSIC), JOSÉ MIGUEL MORALES FOLGUERA
(UNIVERSIDAD DE MÁLAGA), ALFREDO J. MORALES MARTÍNEZ (UNIVERSIDAD DE SEVILLA), PILAR
PEDRAZA (UNIVERSITAT DE VALÈNCIA), FERNANDO R. DE LA FLOR (UNIVERSIDAD DE SALAMANCA),
BÁRBARA SKINFILL (EL COLEGIO DE MICHOACÁN).
ISBN: 978-84-370-9853-1
Depósito legal: V-2870-2015
I.
el cuerpo, imagen de lo intangible
II.
pasiones y deseos.
el cuerpo como espejo de las emociones
III.
el cuerpo, modelo en el discurso salvífico
6
Medida del corazón teresiano, Fernando Moreno Cuadro............................. 227
Teatralidad del Barroco místico: los efectos de la música sobre el cuerpo en
éxtasis, Cristina Santarelli..................................................................... 247
Cubrir el cuerpo y transformar el alma. La conversión y la penitencia de
María Magdalena en la pintura barroca y el cine, Elena Monzón Pertejo. 265
La «adopción» de los santos: ejemplos valencianos amparados por los «Falsos
Cronicones», Andrés Felici Castell......................................................... 277
«El santo que domó su cuerpo». La serie de la vida de san Agustín en Ante-
quera (Málaga), Reyes Escalera Pérez..................................................... 291
Imágenes del sufrimiento de Job en una serie de sermones novohispanos del
siglo xvii, Cecilia A. Cortés Ortiz........................................................... 307
El cuerpo relicario: mártir, reliquia y simulacro como experiencia visual,
Montserrat A. Báez Hernández............................................................. 323
Devotional dressed sculptures of the Virgin: decorum and intimacy issues,
Diana Rafaela Pereira............................................................................ 335
IV.
el cuerpo, las élites y el poder
324
Fig. 1. San Satrapio. Basílica Catedral de Puebla de los Ángeles, México. S. XIX.
Para el cristianismo es llamado mártir (del latín martyr) todo aquel que padeció
en defensa de su fe y dio testimonio de ella a través de su muerte. Su martirio se con-
sideraba la renovación del sacrificio de Cristo en la cruz y por ello fue considerado
como el santo con la muerte más gloriosa. Además del símil con la muerte de Cristo,
su prototipo provenía de la imagen del Dios víctima que se sacrificó para que sus
hijos quedaran liberados de la esclavitud (Rubial, 2011: 171). Aunque a lo largo de
la historia del cristianismo existieron diversos periodos en los que se persiguió a sus
adeptos, fueron las víctimas del Imperio Romano o mártires de los primeros siglos,
quienes sirvieron para establecer el modelo idealizado del mártir que exaltaba la intre-
El cuerpo relicario
326
Fig. 2. Vas sanguinis. Basílica Catedral de Puebla de los Ángeles, México. S. XIX.
sanguin, cruore vascula, vas sanguinis, vas sanguine, vas cruoree y vaso sacro cruore. Marco
Antonio Boldetti: vaso di sangue, vas sanguine, vitra sanguinis, vas illorum sanguine tinctus
y bicchieri tinti di sangue; por último Leonardo Adami: vaso tinto di sangue y vaso del
sangue. Esta variedad de términos es estandarizada por la Sagrada Congregación de
Ritos con el nombre vas sanguinis, leyenda que en lo sucesivo portará este elemento
acompañante de los cuerpos relicario.
Una vez extraídas las osamentas de catacumba, desde el siglo XVI hasta el siglo XIX,
todos los países católicos se beneficiaron de la circulación de estas reliquias, aunque
Italia fue el principal destinatario de este tráfico piadoso (Gélis, 2005: 94). Países como
Francia, España, Suiza, Alemania, Portugal, etc. también recibieron osamentas completas
extraídas de las catacumbas romanas, sin dejar atrás a los países católicos de América:
Argentina, Brasil, Cuba, Chile, Guatemala, México, Perú y Uruguay entre otros.
La donación de estas reliquias se efectuaba través de solicitud directa al Vaticano
por iniciativa propia o por obsequio del pontífice. Dada la calidad de las osamentas
como reliquias insignes, solo podían solicitarlas «príncipes y personas ilustres» (Bol-
detti, 1720: 241). Una vez hecha la donación y para asegurar la autenticidad de una
reliquia, el Vaticano emitía un documento oficial conocido como auténtica, en ella se
incluía el año y el cementerio de donde fue extraída la osamenta, Papa que ordenó
la extracción, fecha de donación y en ocasiones el nombre de la persona a quien
fue donada. A partir de 1672 la distribución de cuerpos relicario fue regulada por el
cardenal vicario de Roma a través de la Custodia de Santas Reliquias, y la sacristía
del sumo Pontífice (Carbajal, 2013: 243), por ello las auténticas debían estar firmadas
El cuerpo relicario
CARACTERÍSTICAS VISUALES
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Fig. 3. Detalle de fragmentos de hueso en los dedos de san Satrapio. Basílica Catedral de Puebla de los Ángeles,
México. S. XIX.
es casi inifinita la variedad de artífices que los forman» (1649: 2). De acuerdo con la
definición anterior, el cuerpo relicario al ser formado por un artífice es un cuerpo
artificial y a su vez, un simulacro: «un objeto hecho, que si bien puede producir un
330 efecto de semejanza, al mismo tiempo enmascara la ausencia de modelo con la exage-
ración de su hiperrealidad» (Stoichita, 2006: 12). La definición de simulacro también
denota la ausencia de modelo: el mártir anónimo se «inventa» se le da una cara, un
gesto y una corporeidad a través de un material tangible.
La cera, el principal material con que fueron elaborados los cuerpos relicario, se
consideraba el material de las semejanzas y por sus virtudes figurativas usualmente
era considerada prodigiosa, un material mágico, casi vivo y por lo tanto inquietante
(Didi-Huberman). El cristianismo también conoció las implicaciones de este material
y lo asoció a la carne de Cristo dada en sacrificio para la salvación de la humanidad
(Bazarte, 2008), llamada por Didi-Huberman «carne para el creyente» o «carne litúr-
gica» incluía los Agnus Dei, las esculturas de los santos elaboradas en cera y los cirios
pascuales. En el caso del cuerpo relicario, la cera fue utilizada por sus características
análogas a la carne humana en la búsqueda de hiperrealidad, pues al presentar al de-
voto cuerpos de cera realistas que resguardaban los huesos de un mártir, se generaba
un «shock» que sobrepasaba los límites del simbolismo (Didi-Huberman, 2008). Es
importante señalar que en las auténticas se incluía el término simulacro asociado a la
cera, por lo que se deduce que su función era, efectivamente, imitar la carne huma-
na con la textura análoga de la cera. Como ejemplos tenemos a san Silviniano en el
convento de San Pelayo de Antealtares de Santiago de Compostela, España, que fue
entregado simulacro e cera confecto vestibus sericis (Bouza, 1990: 228) o san Feliciano en
la Iglesia de Santa María del Mar de Barcelona: corpus repositum suit in simulacro instar
figurae ex cer confecto (1845) [fig. 4].
Para el devoto, la acción de observar al cuerpo relicario podría definirse como
«privilegio de la mirada» (Stoichita, 1996) al presentar un momento en el que no se
podía estar presente, pues la vista del mártir al interior del lóculo era físicamente im-
probable. Esta experiencia es comparable a una visión extática, pues hace participar al
espectador del acto de visión. La colocación de estos relicarios en urnas, usualmente
ocultas en el interior de altares tras antipendios o cortinas, aunque obedecía a la re-
comendación litúrgica de ser decentemente ocultos (Borromeo, 2010: 33) ayudaba a
confirmar su carácter de «privilegio de la mirada», pues el mantenerlos ocultos creaba
un aura y transformaba la simple visibilidad de la figura en su epifanía, en la aparición
ritualizada de la persona objeto de culto (Belting, 2009: 114). La imagen del mártir
revestida de realismo debía entenderse a la luz de una promesa de Resurrección
antepuesta a la triste evidencia de los despojos mortales (Stoichita, 1996: 61).
El cuerpo relicario
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Fig. 4. Detalle del rostro de san Satrapio y Auténtica. Basílica Catedral de Puebla de los Ángeles, México. S.
XIX.
CONSIDERACIONES FINALES
BIBLIOGRAFÍA
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tar al temple, al olio, de la iluminacion y estofado, del pintar al fresco, de las encarnaciones,
de polimento, y de mate, del dorado, bruñido, y mate.Y enseña el modo de pintar todas las
pinturas sagradas. Por Francisco Pacheco, vezino de Sevilla, Sevilla, Por Simon Faxardo,
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