Cristian Cabezon
Cristian Cabezon
Cristian Cabezon
AREA: COMUNICACIÓN.
GRADO: 4°
SECCION: “A”
TRABAJO: MONOGRAFIA.
INTRODUCCION.
MOVIMIENTO ROMANTICO.
CONTEXTO HISTORICO.
Es un movimiento cultural que se originó en Alemania y en Reino Unido a finales del siglo XVIII como
una reacción revolucionaria contra la Ilustración y el Neoclasicismo, confiriendo prioridad a
los sentimientos. Es considerado como el primer movimiento de cultura que cubrió el mapa completo
de Europa. En la mayoría de las áreas estuvo en su apogeo en el período aproximado de 1800 a 1850.
Su característica fundamental es la ruptura con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas
estereotipadas. La libertad auténtica es su búsqueda constante, por eso su rasgo revolucionario es
incuestionable. Debido a que el Romanticismo es una manera de sentir y concebir la naturaleza, así
como a la vida y al ser humano mismo, es que se presenta de manera distinta y particular en cada
país donde se desarrolla, e incluso dentro de una misma nación, se manifiestan distintas tendencias,
proyectándose ello también en todas las artes.
Se desarrolló en la primera mitad del siglo XIX, extendiéndose desde Inglaterra y Alemania hasta llegar
a otros países. Su vertiente literaria se fragmentaría posteriormente en diversas corrientes, como
el parnasianismo, el simbolismo, el decadentismo o el prerrafaelismo, reunidas en la denominación
general de posromanticismo del cual derivó el llamado modernismo hispanoamericano. Tuvo
fundamentales aportes en los campos de la literatura, la pintura y la música. Posteriormente, una de
las corrientes vanguardistas del siglo XX, el surrealismo, llevó al extremo los postulados románticos
de la exaltación del yo.
Sus características son:
1. Exaltación del yo individual.
2. Sentimiento de soledad.
3. Exaltación de la imaginación y del sentimiento.
4. Identificación con la naturaleza.
5. Ansia de libertad.
6. Espíritu de rebeldía.
7. Idealismo.
8. Papel de la intuición, imaginación e instinto.
9. La Razón no es suficiente.
10. Evasión.
Sus principales representantes:
Johann Wolfgang Goethe.
Johann Schiller.
Johann Hölderlin.
E.T.A. Hoffmann.
Víctor Hugo.
Alexandre Dumas.
Alejandro Pushkin.
MOVIMIENTO REALISTA
CONTEXTO HISTORICO.
Durante el siglo XIX, España vivió uno de los periodos más convulsos de su historia. Se abrió la
centuria con la guerra de la Independencia contra Francia y se cerró con la Guerra Hispano-
estadounidense y el Desastre del 98, que significaron la pérdida de Cuba en América y
de Filipinas en Asia. La dinastía borbónica, tras los reinados de Fernando VII (1814-1833) y de Isabel
II (1833-1868), fue derrocada por la revolución de este último año, La Gloriosa. Sucedieron la
regencia de Serrano (1869-1870) y el breve reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873). Se abrió
después la corta etapa de la Primera República (1873-1874), a la que siguieron la jefatura de Estado
de Serrano (1874) y la Restauración de la dinastía borbónica en manos de Alfonso XII (1875-1885),
hijo de Isabel II, tras el pronunciamiento de Martínez Campos. Muerto el rey, su segunda
esposa, María Cristina asumió la Regencia hasta 1902, año en que comenzó a reinar su hijo Alfonso
XIII.
PRICIPALES REPRESENTANTES
Juan Valera
Juan Valera y Alcalá-Galiano (Cabra (Córdoba), 18 de octubre de 1824 - Madrid, 18 de abril de 1905)
perteneció a una familia aristócrata. Desempeñó misiones diplomáticas en varios países y ocupó
importantes cargos políticos. Comenzó su carrera como novelista alrededor de los cincuenta años de
edad. En sus últimos años fue víctima de una ceguera progresiva.
Pedro Antonio de Alarcón
Pedro Antonio de Alarcón nació en Guadix (Granada) en 1833. Fue uno de los principales
responsables de que el realismo se impusiera a la prosa romántica en boga en aquellos momentos.
Fue político además de escritor y en su ideología evolucionó desde posturas liberales a más
tradicionalistas.
Benito Pérez Galdós
Galdós es considerado como el escritor más representativo del movimiento. Nació en Las Palmas de
Gran Canaria, en 1843. Se trasladó a Madrid con 19 años, donde se inició en la vida periodística e
ingresó en el Ateneo en 1865. Visitó por primera vez París en 1867, siguiendo la estela de Balzac,
escritor al que admiraba desde su juventud. Progresista y anticlerical, sin embargo compartió
inquietudes literarias con jóvenes escritores de diverso pensamiento, entre ellos Leopoldo Alas
Clarín, Menéndez Pelayo y José María de Pereda. De ideología y práctica Republicana, su
radicalismo inicial evolucionó hacia un socialismo humanista. A partir de 1910 comenzó a perder la
vista y murió, prácticamente ciego, diez años después.
Emilia Pardo Bazán
Emilia Pardo Bazán nació en La Coruña en 1851. I Condesa de Pardo Bazán, ( luego cambiada la
denominación por Condesa de Torre de Cela ). A los diecisiete años se casó con José Quiroga y
Pérez de Deza y se instaló en Madrid. Fue una mujer con una amplia cultura, realizó numerosos
viajes y se creó para ella una cátedra de Literatura en la Universidad de Madrid, ciudad donde
falleció en 1921.
Luis Coloma
Luis Coloma (Jerez de la Frontera, 19 de enero de 1851 - Madrid, 1914), hijo de un médico famoso, a
los doce años entró en la Escuela Naval preparatoria de San Fernando (1863), pero más tarde la
abandonó y se licenció en Derecho en la Universidad de Sevilla, aunque nunca llegó a ejercer la
profesión de abogado. Fue miembro de la Real Academia en 1908 y murió en 1914.
Armando Palacio Valdés (Entralgo, Asturias, 1853 - Madrid, 1938) se educó en Avilés y terminó el
bachillerato en Oviedo; siguió la carrera de Leyes en Madrid. Dirigió la Revista Europea, donde
publicó artículos que luego reunió en Semblanzas literarias (1871). A la muerte de José María de
Pereda en 1905, asumió su cargo en la Real Academia de la Lengua.
Gran amigo de Clarín, escribió varias novelas importantes, como Marta y María, en la que las dos
hermanas bíblicas son trasladadas a un ambiente contemporáneo, que combate el falso misticismo.
La más popular de sus obras es La hermana de San Sulpicio, donde narra las aventuras que
anteceden al matrimonio de un médico gallego y de la protagonista, una monja sin vocación que no
renueva sus votos. También cabe destacar La aldea perdida, historia dramática de un pueblo
degradado por la explotación minera.
Salvador Dalí
Salvador Dalí nació el 11 de mayo de 1904 en Figueres, España. Desde muy pequeño se animó a practicar
arte, por lo que finalmente fue a estudiar a Madrid. En la década de 1920, se trasladó a París y comenzó a
interactuar con artistas como Picasso, Magritte y Miró.
Pablo Picasso
Pablo nació el 25 de octubre de 1881 en Málaga, España. Fue un pintor español, escultor, ceramista,
grabador y escenógrafo. Es reconocido como uno de los artistas más influyentes del siglo XX y el
creador del cubismo junto a Georges Braque.
Pierre Alechinsky
Nació en Bruselas, donde recibió formación en ilustración de libros y tipografía en la École Nationale
Supérieure d’Architecture et des Arts Décoratifs. Trabajó en diversos medios, desde la pintura hasta la
poesía y el cine.
Wolf Vostell
Nació en 1932 en Leverkusen, Alemania. Estudió en la Escuela Nacional Supérieur de Bellas Artes de
París.
Igor Stravinsky
Igor Fedorovich Stravinsky nació el 17 de junio de 1882 en Oranienbaum cerca de San Petersburgo,
Rusia. Su padre era un cantante estrella de la Ópera Imperial, que esperaba que su hijo se convirtiera
en un burócrata, por lo que Igor realizó un curso universitario de derecho antes de tomar la decisión
de convertirse en músico.
Luigi Russolo
Victor Hugo casó con Adèle Foucher en 1822, con quien tuvo cinco hijos (sólo uno de ellos, Adèle, le
sobrevivió); además es conocida su considerable cantidad de amantes, entre las que destaca Juliette
Drouet.
A los 15 años participa por primera vez en un concurso de poesía; dos años más tarde resulta
galardonado. A los 20 publica su primer poemario, Odas y poesías diversas, con gran éxito.
A partir de 1827, con la publicación de Cromwell, Victor Hugo se convierte en un escritor de referencia
dentro del Romanticismo, por su estilo rompedor y su prolijidad. En 1841, con 39 años, accede a la
Academia Francesa, y en 1845 es nombrado Par de Francia.
A partir de 1844 se involucra activamente en política. Su oposición al golpe de Estado dado por quien
sería Napoleón III, en 1851, lo obliga a huir al exilio, primero a Bélgica, después a la Isla de Jersey y
luego a la de Guernsey, en el Canal de la Mancha. No regresa a Francia hasta 1870.
En 1873 Victor Hugo decide dedicarse a la educación de sus dos nietos sin abandonar totalmente la
política: en 1876 es elegido Senador.
A partir de 1878, cuando sufre una embolia, abandona la escritura activa, aunque se publican varias
recopilaciones de sus obras.
Muere el 22 de mayo de 1885. Recibe un funeral de Estado (se dice además que el féretro es
acompañado por cerca de dos millones de personas) y sus restos son llevados de inmediato al Panteón
de París, donde reposan desde entonces.
La calidad y originalidad de la obra de Victor Hugo es sólo comparable con su prolijidad: 13 obras de
teatro, nueve novelas, 21 libros de poesía y 14 ensayos, además de muchos otros escritos (artículos,
cartas, discursos).
Entre las obras de teatro de Victor Hugo más conocidas podemos mencionar Cromwellque, aunque no
era representable por su extensión, generó una gran polémica, especialmente por su prefacio. Incluso
mayor discusión produjo Hernani, que ocasionó un enfrentamiento a golpes entre los partidarios y los
detractores del romanticismo (que llegó a conocerse como “la batalla de Hernani”).
En narrativa, resaltan sus novelas Nuestra Señora de París (o El jorobado de Nuestra Señora de París)
escrita en 1831, y Los miserables, en 1862, al igual que El hombre que ríe y Noventa y tres.
Los ensayos más polémicos de Victor Hugo fueron Napoleón el pequeño e Historia de un crimen, unas
críticas duras a Napoleón III y al golpe de Estado de 1851, que le costaron el exilio.
La poesía fue, sin embargo, su pasión permanente. De hecho, se da a conocer como escritor con Odas
y poesías diversas, su primer libro publicado. Destacan también Las hojas de otoño, Las
contemplaciones, y Los cuatro vientos del espíritu.
Valjean andaba desamparado, hasta que toca la puerta del Monseñor Charles Bienvenu
Myriel, quien le da hospedaje en su casa por lo que Valjean no sospecha de quien se trata.
A pesar del buen corazón de myriel la hurta una media docena de cubiertos de plata,
mientras el monseñor dormía.
Myriel le aconseja al fugitivo Valjean que se regenere y que siga el camino del bien. Luego
se marcha despidiéndose del Monseñor. El incorregible Valjean, al día siguiente le roba
dos frascos a gervasillo, hacen que Jean Valjean empiece a tomar conciencia de la
necesidad de su regeneración.
Tiempo después, confunden a un campesino que se había robado una rama de manzana
con Jean Valjean y luego de una lucha con su conciencia, decide confesar la verdad por lo
que es detenido nuevamente.
Por aquellos días una humilde y sacrificada madre soltera llamada cantina, deja a su
querida hija Cosette al cuidado de los posaderos Thenardier, antes de morir, el
protagonista Jean Valjean se proponía proteger a la niña Cosette antes de ser condenado
nuevamente, por lo que escapa d la cárcel, rescata a la huerfanita Cosette de la casa de
los malvados hermanos thenardier y se van a Paris donde educa a la niña con su gran
fortuna.
el nuevo encuentro con Javert al salir de la alcantarilla y como Valjean salva al policía
Javert, a quien los revolucionarios habían sentenciado a muerte; el suicido de Javert
cuando decide no hacerlo prisionero, faltando así a lo que el consideraba su deber, en
pago al bondadoso proceder de Jean Valjean; el matrimonio entre Cosette y Mario
Pontmeccy, y la equivocación que sufre este, que le hace alejar a su esposa de que para
ella fu un verdadero padre.
Finaliza con la descripción literaria de los últimos instantes de la vida agitada del buen
hombre Valjean, rodeado del amor de Mario y Cosette.
DON DIMAS DE LA TIJERETA.
MANUEL PRADA.
Discurso en el Politeama
Los que pisan el umbral de la vida se juntan hoi para dar una lección a los que se acercan a las
puertas del sepulcro. La fiesta que presenciamos tiene mucho de patriotismo i algo de ironía: el niño
quiere rescatar con el oro lo que el hombre no supo defender con el hierro.
Los viejos deben temblar ante los niños, porque la jeneración que se levanta es siempre acusadora
i juez de la jeneración que desciende. De aquí, de estos grupos alegres i bulliciosos, saldrá el pensador
austero i taciturno; de aquí, el poeta que fulmine las estrofas de acero retemplado; de aquí, el
historiador que marque la frente del culpable con un sello de indeleble ignominia.
Niños, sed hombres, madrugad a la vida, porque ninguna jeneración recibió herencia más triste,
porque ninguna tuvo deberes más sagrados que cumplir, errores más graves que remediar ni
venganzas más justas que satisfacer.
En la orjía de la época independiente, vuestros antepasados bebieron el vino jeneroso i dejaron las
heces. Siendo superiores a vuestros padres, tendréis derecho para escribir el bochornoso epitafio de
una jeneración que se va, manchada con la guerra civil de medio siglo, con la quiebra fraudulenta i con
la mutilación del territorio nacional.
Si en estos momentos fuera oportuno recordar vergüenzas i renovar dolores, no acusaríamos a
unos ni disculparíamos a otros. ¿Quién puede arrojar la primera piedra?
La mano brutal de Chile despedazó nuestra carne i machacó nuestros huesos; pero los verdaderos
vencedores, las armas del enemigo, fueron nuestra ignorancia i nuestro espíritu de servidumbre.
II
Sin especialistas, o más bien dicho, con aficionados que presumían de omniscientes, vivimos de
ensayo en ensayo: ensayos de aficionados en Diplomacia, ensayos de aficionados en Economía
Política, ensayos de aficionados en Lejislación i hasta ensayos de aficionados en Tácticas i Estratejias.
El Perú fué cuerpo vivo, expuesto sobre el mármol de un anfiteatro, para sufrir las amputaciones de
cirujanos que tenían ojos con cataratas seniles i manos con temblores de paralítico. Vimos al abogado
dirijir la hacienda pública, al médico emprender obras de injeniatura, al teólogo fantasear sobre política
interior, al marino decretar en administración de justicia, al comerciante mandar cuerpos de
ejército...¡Cuánto no vimos en esa fermentación tumultuosa de todas las mediocridades, en esas
vertijinosas apariciones i desapariciones de figuras sin consistencia de hombre, en ese continuo
cambio de papeles, en esa Babel, en fin, donde la ignorancia vanidosa i vocinglera se sobrepuso
siempre al saber humilde i silencioso!
Con las muchedumbres libres aunque indisciplinadas de la Revolución, Francia marchó a la victoria;
con los ejércitos de indios disciplinados i sin libertad, el Perú irá siempre a la derrota. Si del indio
hicimos un siervo ¿qué patria defenderá? Como el siervo de la Edad media, sólo combatirá por el
señor feudal.
II
Aunque sea duro i hasta cruel repetirlo aquí, no imajinéis, señores, que el espíritu de servidumbre
sea peculiar a sólo el indio de la puna: también los mestizos de la Costa recordamos tener en nuestras
venas sangre de los súbditos de Felipe II mezclada con sangre de los súbditos de Huayna-Capac.
Nuestra columna vertebral tiende a inclinarse.
La nobleza española dejó su descendencia dejenerada i despilfarradora: el vencedor de la
Independencia legó su prole de militares i oficinistas. A sembrar el trigo i extraer el metal, la juventud
de la jeneración pasada prefirió atrofiar el cerebro en las cuadras de los cuarteles i apergaminar la piel
en las oficinas del Estado. Los hombres aptos para las rudas labores del campo i de la mina, buscaron
el manjar caído del festín de los gobiernos, ejercieron una insaciable succión en los jugos del erario
nacional i sobrepusieron el caudillo que daba el pan i los honores a la patria que exijía el oro i los
sacrificios. Por eso, aunque siempre existieron en el Perú liberales i conservadores, nunca hubo un
verdadero partido liberal ni un verdadero partido conservador, sino tres grandes divisiones: los
gobiernistas, los conspiradores i los indiferentes por egoísmo, imbecilidad o desengaño. Por eso, en
el momento supremo de la lucha, no fuimos contra el enemigo un coloso de bronce, sino una
agrupación de limaduras de plomo; no una patria unida i fuerte, sino una serie de individuos atraídos
por el interés particular y repelidos entre sí por el espíritu de bandería. Por eso, cuando el más oscuro
soldado del ejército invasor no tenía en sus labios más nombre que Chile, nosotros, desde el primer
jeneral hasta el último recluta, repetíamos el nombre de un caudillo, éramos siervos de la edad media
que invocábamos al señor feudal.
Indios de punas i serranías, mestizos de la costa, todos fuimos ignorantes i siervos; i no vencimos
ni podíamos vencer.
III
Si la ignorancia de los gobernantes i la servidumbre de los gobernados fueron nuestros vencedores,
acudamos a la Ciencia, ese redentor que nos enseña a suavizar la tiranía de la Naturaleza, adoremos
la Libertad, esa madre enjendradora de hombres fuertes.
No hablo, señores, de la ciencia momificada que va reduciéndose a polvo en nuestras universidades
retrógradas: hablo de la Ciencia robustecida con la sangre del siglo, de la Ciencia con ideas de radio
jigantesco, de la Ciencia que trasciende a juventud i sabe a miel de panales griegos, de la Ciencia
positiva que en sólo un siglo de aplicaciones industriales produjo más bienes a la Humanidad que
milenios enteros de Teolojía i Metafísica.
Hablo, señores, de la libertad para todos, i principalmente para los más desvalidos. No forman el
verdadero Perú las agrupaciones de criollos i extranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el
Pacífico i los Andes; la nación está formada por las muchedumbres de indios diseminadas en la banda
oriental de la cordillera. Trescientos años ha que el indio rastrea en las capas inferiores de la
civilización, siendo un híbrido con los vicios del bárbaro i sin las virtudes del europeo: enseñadle
siquiera a leer i escribir, i veréis si en un cuarto de siglo se levanta o no a la dignidad de hombre. A
vosotros, maestros de escuela, toca galvanizar una raza que se adormece bajo la tiranía del juez de
paz, del gobernador i del cura, esa trinidad embrutecedora del indio.
Cuando tengamos pueblo sin espíritu de servidumbre, i militares i políticos a la altura del siglo,
recuperaremos Arica i Tacna, i entonces i sólo entonces marcharemos sobre Iquique i Tarapacá,
daremos el golpe decisivo, primero i último.
Para ese gran día, que al fin llegará porque el porvenir nos debe una victoria, fiemos sólo en la luz
de nuestro cerebro i en la fuerza de nuestros brazos. Pasaron los tiempos en que unícamente el valor
decidía de los combates: hoi la guerra es un, problema, la Ciencia resuelve la ecuación. Abandonemos
el romanticismo internacional i la fe en los auxilios sobrehumanos: la Tierra escarnece a los vencidos,
i el Cielo no tiene rayos para el verdugo.
En esta obra de reconstitución i venganza no contemos con los hombres del pasado: los troncos
añosos i carcomidos produjeron ya sus flores de aroma deletéreo i sus frutas de sabor amargo. ¡Que
vengan árboles nuevos a dar flores nuevas i frutas nuevas! ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la
obra!
IV
¿Por qué desesperar? No hemos venido aquí para derramar lágrimas sobre las ruinas de una
segunda Jerusalén, sino a fortalecernos con la esperanza. Dejemos a Boabdil llorar como mujer,
nosotros esperemos como hombres.
Nunca menos que ahora conviene el abatimiento del ánimo cobarde ni las quejas del pecho sin
virilidad: hoi que Tacna rompe su silencio i nos envía el recuerdo del hermano cautivo al hermano libre,
elevémonos unas cuantas pulgadas sobre el fango de las ambiciones personales, i a las palabras de
amor i esperanza respondamos con palabras de aliento i fraternidad.
¿Por qué desalentarse? Nuestro clima, nuestro suelo ¿son acaso los últimos del Universo? En la
tierra no hai oro para adquirir las riquezas que debe producir una sola Primavera del Perú. ¿Acaso
nuestro cerebro tiene la forma rudimentaria de los cerebros hotentotes, o nuestra carne fue amasada
con el barro de Sodoma? Nuestros pueblos de la sierra son hombres amodorrados, no estatuas
petrificadas.
No carece nuestra raza de electricidad en los nervios ni de fósforo en el cerebro; nos falta, sí,
consistencia en el músculo i hierro en la sangre. Anémicos i nerviosos, no sabemos amar ni odiar con
firmeza. Versátiles en política, amamos hoi a un caudillo hasta sacrificar nuestros derechos en aras de
la dictadura; i le odiamos mañana hasta derribarle i hundirle bajo un aluvión de lodo y sangre. Sin
paciencia de aguardar el bien, exijimos improvisar lo que es obra de la incubación tardía, queremos
que un hombre repare en un día las faltas de cuatro jeneraciones. La historia de muchos gobiernos del
Perú cabe en tres palabras: imbecilidad en acción; pero la vida toda del pueblo se resume en otras
tres: versatilidad en movimiento.
Si somos versátiles en amor, no lo somos menos en odio: el puñal está penetrando en nuestras
entrañas i ya perdonamos al asesino. Alguien ha talado nuestros campos i quemado nuestras ciudades
i mutilado nuestro territorio i asaltado nuestras riquezas convertido el país entero en ruinas de un
cementerio; pues bien, señores, ese alguien a quien jurábamos rencor eterno i venganza implacable,
empieza a ser contado en el número de nuestros amigos, no es aborrecido por nosotros con todo el
fuego de la sangre, con toda la cólera del corazón.
Ya que hipocresía i mentira forman los polos de la Diplomacia, dejemos a los gobiernos mentir
hipócritamente jurándose amistad i olvido. Nosotros, hombres libres reunidos aquí para escuchar
palabras de lealtad i franqueza, nosotros que no tememos esplicaciones ni respetamos
susceptibilidades, nosotros levantemos la voz para enderezar el esqueleto de estas muchedumbres
encorvadas, hagamos por oxijenar esta atmósfera viciada con la respiración de tantos organismos
infectos, i lancemos una chispa que inflame en el corazón del pueblo el fuego para amar con firmeza
todo lo que se debe amar, i para odiar con firmeza también todo lo que se debe odiar.
¡Ojalá, señores, la lección dada hoi por los Colejios libres de Lima halle ejemplo en los más humildes
caseríos de la República! ¡Ojalá todas las frases repetidas en fiestas semejantes no sean melifluas
alocuciones destinadas a morir entre las paredes de un teatro, sino rudos martillazos que retumben
por todos los ámbitos del país! ¡Ojalá cada una de mis palabras se convierta en trueno que repercuta
en el corazón de todos los peruanos i despierte los dos sentimientos capaces de rejenerarnos i
salvarnos: el amor a la patria i el odio a Chile! Coloquemos nuestra mano sobre el pecho, el corazón
nos dirá si debemos aborrecerle...
Si el odio injusto pierde a los individuos, el odio justo salva siempre a las naciones. Por el odio a
Prusia, hoi Francia es poderosa como nunca. Cuando París vencido se ajita, Berlín vencedor se pone
de pie. Todos los días, a cada momento, admiramos las proezas de los hombres que triunfaron en las
llanuras de Maratón o se hicieron matar en los desfiladeros de las Termópilas; i bien, "la grandeza
moral de los antiguos helenos consistía en el amor constante a sus amigos i en el odio inmutable a
sus enemigos. No fomentemos, pues, en nosotros mismos los sentimientos anodinos del guardador
de serrallos, sino las pasiones formidables del hombre nacido para enjendrar a los futuros vengadores.
No diga el mundo que el recuerdo de la injuria se borró de nuestra memoria antes que desapareciera
de nuestras espaldas la roncha levantada por el látigo chileno.
Verdad, hoi nada podemos, somos impotentes; pero aticemos el rencor, revolvámonos en nuestro
despecho como la fiera se revuelca en las espinas; i si no tenemos garras para desgarrar ni dientes
para morder ¡que siquiera los mal apagados rujidos de nuestra cólera viril vayan de cuando en cuando
a turbar el sueño del orgulloso vencedor!
FLORITE.
AVES SIN NIDO.
Don Fernando Marín, minero, y su esposa Lucia se identifican plenamente con el sufrimiento de los
indios de Killac; cooperan con el dinero al Indio Juan Yupanqui para protegerlo de los cobros injustos
a que lo sometían el cura pascual, el gobernador Sebastián Pancorbo y los vecinos blancos.
Las acciones que cometen los abusivos explotadores de Killac son extremadamente inhumanas, como
por ejemplo el rapto de la pequeña hija de Juan Yupanqui que el cobrador de impuestos hace con la
complicidad de las autoridades, para luego venderla en arequipa.
La ayuda que brinda don Fernando Marín salva a la hija de JuanYupanqui. La solidaridad de la familia
Marín con los indios humillados y maltratados simboliza la medición de un elemento externo y
civilizador, ajeno a la estructura interna de la sociedad lugareña, que rompe el equilibrio tradicional de
la explotación del indio.
Los explotadores e sienten amenazados de afuera, por gente que no reconocen el equilibrio de la
explotación, y por ello deciden suprimir la amenaza de manera violenta, recurso tradicionalmente
efectivo para controlar la rebelión del indio.
Organizan una asonada popular contra los forasteros para asesinarlos; los esposos Marín escapan a
tiempo del atentado gracias a otra intervención providencial, en cierto modo otra vez ajena al lugar; se
trata de Manuel, un joven estudiante de jurisprudencia, que con el exilio de su madre Petronila, se
hace presente en la casa de los Marín para salvarlos.
Las niñas Yupanqui, que se habían quedado huérfanas son adoptadas por los Marín. Margarita
Yupanqui en manos de la novelista es apenas un recurso para insertar en la novela la trama romántica;
sin ella el paso de la narración descansaría sobre la denuncia indigenista: Manuel se enamora
subidamente de Margarita, como complemento de su figura como héroe salvador de los Marín. Las
preocupaciones de Clorinda Matto de Turner exige el castigo de los personajes culpables, así la
intención moralizante de la novela romántica se hace evidente.
El cura personaje licencioso y uno de los instigadores de la asonada contra los Marín, rápidamente
enferma y muere. Los otros complotados corren el peligro de ser enjuiciados por crimen; parecería que
los mecanismos de la justicia, que no esta del todo ausente, se movía para castigar a los culpables;
pero nuevamente son burlados por las autoridades (el gobernados Sebastián y el juez de paz)
encargados de hacerlos funcionar.
Los culpables en Killac, atentados por el nuevo subprefecto, le echan la culpa de la asonada a otro
indio, el campanero champú, que no tiene nada que hacer en el asunto, pero, por ser indio era la
victima natural e inevitable dentro del sistema de explotación.
El indio champú va a la cárcel, se apropian de su ganado, su mujer martinas acude donde los Marín
para pedir ayuda; se repite el patrón de la salvación providencial. Los Marín cansados de vivir en un
medio tan injusto y temeroso de otras represalias, resuelven marcharse a lima.
Los Marín antes de la partida, dan un banquete a las personas mas importantes que eran los mas
culpables, para con loable propósito cristiano logra persuadirles de que cambien sus costumbres
ancestrales en nombre de la moral.
Las cosas terminan como terminan con la llegada a killac de una orden judicial de encarcelamiento
para los culpables del crimen. Manuel, entenado del gobernador, gestiona y logra la libertad del indio
champú y también la de su padrastro; así quedan libres tanto el culpable como el inocente.
Los Marín se marchan y Manuel los sigue para pedir la mano de margarita. El final de la novela es
cuando Manuel y margarita descubren que son hermanos, hijos del Obispo Pedro De Miranda Y Claro,
producto de una época en que los dignatarios de la iglesia no solo tenían los privilegios de la riqueza
sino también la prerrogativa de los señores feudales.
VANGUARDISMO.
CESAR VALLEJO.