El Jesus de La Historia, Vias D - Coleccion Alcance
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DE LA HISTORIA
VIAS DE ACCESO
COLECCION
Al
Colección ALCANCE
36
FRANCESCO LAMBIASI
"JESUS DE LA HISTORIA"
Vías de acceso
Págs.
P R O L O G O ........................................................................... 7
3. ¿Qué es un «evangelio»?............................................. 39
4. ¿Qué es «historia»?..................................................... 53
Primer periodo:
«No a Cristo, sí a Jesús»
Segundo período:
«No a Jesús, sí a Cristo»
El de Schweitzer fue uno de los golpes más de
cisivos contra las pretensiones del racionalismo li
beral. Se abría así, justamente a comienzos de siglo,
un nuevo capítulo. Prosiguiendo en el surco abierto
por la distinción-división entre el Jesús de la histo
ria y el Cristo de la fe, algunos estudiosos alemanes
del campo protestante dieron la vuelta al plantea
miento, rechazando el intento (que se había decla
rado frustrado) de la razón consistente en llegar al
Jesús del pasado, y optando, en cambio, por la fe, a
la que consideran la única capaz de ponernos en
comunicación con el Cristo vivo en el presente de la
Iglesia (4).
En esta línea se mueve Rudolf Bultmann
( t 1976), pastor protestante y defensor apasionado
de la línea anti-racionalista, típica de la más genui-
na tradición luterana. En 1921 aparece su Historia
de la tradición sinóptica, obra ya clásica en la que
Bultmann considera imposible, ilegítima e innecesa
ria la investigación histórica de los evangelios (5).
Tercer período:
«Sí a Jesús, el Cristo»
Una postura tan radical como la formulada por
Bultmann no podía dejar de provocar fuertes reac
ciones. La más interesante es la que se produce
dentro de su propia «escuela» inmediatamente des
pués de la II Guerra Mundial.
En una conferencia pronunciada el 20 de octu
bre de 1953, con ocasión de una reunión de ex
alumnos de Bultmann, Ernst Kásemann dio co
mienzo a la «contestación» de las tesis del maes
tro (7). El camino trazado por Kásemann es un ca-
Católicos y protestantes
unidos por la «tercera vía»
Tras de la reacción a las tesis de Bultmann, el
clima que se respiraba en el campo protestante
cambió profundamente.
(8) E. K Á SEM A N N , Essays on New Testament Themes, L on
dres 1954, p. 33 (trad. castellana: Ensayos exegéticos, Ed. Sígueme,
Salam anca 1978).
La historia del «caso-Jesús» 37
¿Qué no es un evangelio?
Todos recordamos el gran nivel de aceptación
que obtuvo la película Jesús, de Zefirelli: «¡una pelí
cula igualita que el evangelio!». Claro que también
hubo quien se lamentó de que en tiempos de Jesús
no se hubiera inventado el cine, que habría sido la
manera de que pudiéramos contar con un precioso
quinto evangelio en celuloide, y seguramente con
algunos ángeles más que los que puso el católico
Zefirelli.
¿Qué es un evangelio?
En síntesis, los componentes típicos del género
literario «evangelio» pueden reducirse a «relato y
testimonio», o «historia y kerygma»; o mejor aún:
«historia kerygmática de Jesús, el Cristo» (2).
¿Y si la historia no se hiciera
a base de tijeras y pegamento?
Durante demasiado tiempo, el campo de la in
vestigación histórica se ha visto dominado por el
modelo (o la obsesión) del positivismo decimonóni-
54 El Jesús de la historia
Conocimiento «verdadero» y
conocimiento «exacto»
Hecho + significado
Dos conclusiones. Primera: si los evangelios se
presentan como la interpretación de la existencia de
Jesús considerada como el libre ofrecimiento al Pa
dre en favor de la salvación de los hombres, enton
ces los propios evangelios responden a la auténtica
noción de historia mucho más de lo que se ha podi-
¿Evangelistas fíeles?
Como hemos visto, los evangelistas no depen
den directamente de Jesús, sino de la tradición pri
mitiva. Y ahora podemos realizar la primera de
nuestras verificaciones, para lo cual nos pregunta
mos: ¿hasta qué punto han sido fieles los evangelis
tas a la tradición y hasta qué punto se han sentido
libres?
Como ya hemos dicho más de una vez, nuestro
razonamiento se circunscribe a los tres primeros
evangelios, los sinópticos. Escuchemos de nuevo el
testimonio de uno de ellos, Lucas (1, 1-4), el cual
afirma: 1) «haber investigado diligentemente»;
2) «haberlo escrito todo por su orden»; y 3) para
que Teófilo pudiera «conocer la solidez de las ense
ñanzas recibidas». Es, en definitiva, lo que la Dei
Verbum (n. 19) reasume, concentrando la actividad
redaccional de los evangelistas en torno a tres pro
cedimientos generales: selección del material, sínte
sis y actualización (7).
1) En prim er lugar se recogió el material. De
entre los diversos «fragmentos» disponibles, el evan-
72 El Jesús de la historia
Un vocabulario de fidelidad
Disponemos, pues, de otro camino para medir
la fidelidad de la Iglesia primitiva a Jesús: el del len
guaje. «Todo el mundo sabe, efectivamente, que
una comunidad, lo mismo que un individuo, se trai
ciona o, mejor dicho, se revela a través de su len
guaje, a través de la preferencia que manifieste por
el empleo de determinados términos. Y así tenemos
que un progresista hablará de cambio, de evolu
ción..., mientras que un conservador hablará del
respeto, o de la necesidad de conservar, proteger,
La etapa de la tradición 85
«Testigos-apóstoles-servídores
de la palabra»
«Si ampliamos la panorámica al resto de las
palabras-clave que constituyen la urdimbre del len
guaje del ambiente eclesial primitivo, tal como se
obtiene de las Cartas de Pablo y de los Hechos de
los Apóstoles, nos encontramos con una constela
ción de términos que remiten siempre a un vocabu
lario de fidelidad» (7).
«Testigo» es un término que Lucas, en los He
chos de los Apóstoles, reserva a los apóstoles, a
quienes han vivido en intimidad con Cristo (1, 21-
22), a quienes «han comido y bebido con él» (10,
41). Para entrar a formar parte del grupo de los
(8) Ibid., p. 2 2 1.
7
En las fuentes
de la tradición
El criterio de la originalidad
Los dos criterios que los críticos suelen recono
cer como más importantes son el criterio de la dis
continuidad y el de la continuidad. En realidad, se
trata de un único método: el método comparativo,
que establece una constante confrontación entre,
por una parte, los datos de la tradición evangélica
y, por otra, lo que se encuentra ya sea en el ambien
te judaico, ya en el del cristianismo primitivo. A
través de esta confrontación se pondrán de relieve
En las fuentes de la tradición 95
El criterio de la coherencia
Si leyéramos en un libro que Víctor Manuel II,
tras haber tomado posesión del Quirinal, fue a de
positar una corona de flores ante el altar de la pa
tria, descubriríamos inmediatamente la inaceptabili-
dad de tal noticia, dado que entonces aún no existía
tal altar de la patria. O si se atribuye a Mussolini
una página en la que se ensalza la democracia, en
seguida adopta uno una actitud de sospecha. Son
dos ejemplos banales, pero que pueden ayudarnos a
entender los dos aspectos del criterio de continui
dad (también llamado de semejanza o de coheren
cia), según el cual pueden aceptarse como auténti
cos aquellos datos de la historia de Jesús que se in
sertan adecuadamente en el contexto ambiental de
su tiempo (continuidad externa) y, por otra parte,
encajan debidamente en el núcleo original de su
mensaje (continuidad interna).
La continuidad o conformidad externa del ma
terial evangélico con el ambiente palestinense de
Jesús se puede verificar a nivel histórico-político
(cfr. los personajes a quienes conocemos por otras
fuentes: Quirino, Herodes Antipas, Caifás, Pilato...)
o a nivel geográfico (cfr. los datos topográficos re
ferentes al lago de Tiberíades, a las ciudades de Ge-
98 El Jesús de la historia
El Reino de D ios
Los milagros
La actividad taumatúrgica de Jesús queda am
pliamente atestiguada por las fuentes del Nuevo
Testamento: en el evangelio de Marcos, los relatos
de los milagros ocupan aproximadamente la mitad
del evangelio; la fuente común a Mateo y Lucas ha
conservado tres dichos de Jesús (Mt 11, 5-6; 11,
En las fuentes de la tradición 107
(14) Non solo di pane (op. cit.), p. 82; cfr. también F. ARD U S-
SO, Gesu di N azaret é Figlio di Dio?, Ed. Marietti, Turín 1980, pp.
75-86 (trad. castellana: L a divinidad de Jesús. Vías de acceso, Ed.
Sal Terrae, Santander 1981, pp. 103-118).
(15) I. D E LA PO TT E R IE, «Le sens pnm itif de la multiplica
tion des pains», en Jésus aux origines de la christologie (op. cit.), pp.
303 329.
112 El Jesús de la historia
Un estilo único
El estilo de Jesús resulta único e inconfundible
si se tienen en cuenta las características de su acti
tud con respecto al Padre, a la Ley y a los discípu
los (16).
Jesús tuvo conciencia de hallarse en una espe-
cialísima relación con Dios, como lo demuestra su
i
114 El Jesús de la historia
El punto de partida:
la muerte en la cruz
Un dato absolutamente cierto en la vida de
Jesús es su muerte en la cruz. Nadie, ni siquiera el
crítico más radical, se atreve a ponerlo en duda (1).
En efecto, la muerte en cruz verifica el criterio
de múltiple testificación, porque es un dato unáni
memente referido por las fuentes paganas, judías y
cristianas. En su célebre testimonio, recogido en los
Anuales (hacia el año 110 d.C.), Cornelio Tácito
proporciona los datos esenciales para insertar la
crucifixión de Jesús en el libro de la historia univer
sal: «El autor de esta denominación, Cristo, fue
condenado al suplicio por el procurador Poncio Pi
lato, bajo el imperio de Tiberio» (2). El testimonio
judío más autorizado sigue siendo, sin lugar a du-
«¿Eres tú el Mesías?»
He aquí que hemos vuelto de nuevo a la pregun
ta en torno a la cual gira todo el proceso a Jesús:
«¿Eres tú el Mesías?» (Me 14, 61). Según los sinóp-