Artistas Flamencos Lucentinos

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ARTISTAS FLAMENCOS

LUCENTINOS

Francisco Díaz ‘Paco de Lucena’


Francisco Díaz Fernández nació en Lucena en 1859. Desde muy niño, llevaba la
música en la sangre y, a temprana edad, comentó a su padre que aprendería el
oficio de barbero pero a condición de hacerlo con el maestro Espinosa, pues lo
que realmente deseaba era aprender a tocar la guitarra flamenca de la que el
maestro barbero fu un buen ejecutante. El maestro le aceptó como aprendiz y
rápidamente pudo conocer la adición y pasión que éste sentía por la guitarra. En
poco tiempo, el alumno aventajó al maestro quién, admirado por su rápido
progreso y la facilidad y gracia para arrancar de la guitarra una melodía artística
y airosa, comprometió para que le oyera Don Martín Chacón Fernández de
Córdoba, III Marqués de Campo de Aras y V de Alhendín de la Vega de
Granada. El marqués intercedió para que otro noble lucentino, Don Rafael Nieto
Tamarit Conde de Huso, le enseñase todos los conocimientos musicales que éste

sabía y que eran muchos.


Don Rafael quiso comprobar si era ciertos los elogios que del aprendiz le hizo el
marqués y lo mandó llamar a su casa. Una vez hubo escuchado al Lentejo, así le
conocían todos, accedió a enseñarle, gratamente sorprendido por el gusto tan
extraordinario que para su edad tenía en el toque de guitarrista y el entusiasmo y
determinación que observó en el pequeño. Desde 1872 y hasta 1874, asistió a
clase de Don Rafael asimilando todo el repertorio de éste, sorprendiéndole con
evoluciones personales que hicieron que el aristócrata admirase su facilidad y
condiciones naturales hacia la música, por lo que le aconsejó que se marchase a
Málaga donde existía un gran ambiente flamenco y podría llegar a ser un gran
profesional.
Hacia 1875, subió al Tren del Sur y, con la mente puesta en el triunfo y el
corazón brincando en su pecho adolescente, llegó a la Perla del Mediterráneo,
talismás del arte donde se servía el flamenco nada menos que en once cafés. Una
vez en Málaga, dio con el maestro Salvador Ruiz, quien vio en Paco todas las
cualidades de un triunfador tanto en su actitud al solicitar el trabajo como en la
ejecución. Por tal razón, se convirtió en su protector y asesor, llevándole a los
cafés cantantes y ofreciéndole todas las facilidades para que el ‘Niño de Lucena’
practicara, cosa que éste hizo la mayor parte del tiempo pues era lo único que le
interesaba. De este modo, llegó a crear sus propias composiciones y modelos de
compás y el Señor Ruiz se sintió orgulloso y aguardaba pacientemente el
momento de verle triunfar.
Creemos que Paco contaba y conocía bien los fandangos de Lucena, pues tenía
muy buen oído y nos han llegado referencias de que participaba en juergas
después de las actuaciones. No obstante, creemos una hiperbole considerarlo tan
buen cantaor como guitarrista ya que, si así hubiese sido, habría probado a cantar
en los escenarios y, sin embargo, no se conocen referencias al respecto. Lo que sí
es rigurosamente cierto es que conocía y tocaba la guitarra con precisión y
virtuosismo, hasta el punto de que cuando el famoso constructor de guitarras
Antonio Torres llevó a cabo la reforma de la guitarra flamenca, necesitaba
probarla y oír la opinión de un tocaor de las características de Paco de Lucena,
razón por la cual éste hizo varias visitas al taller de Torres en Almería.
Lamentablemente, falleció muy joven, en 1898, y no vivió lo suficiente para
dejarnos grabada su obra. Por otra parte, como no existía la costumbre de llevar
al pentagrama las partituras flamencas, es difícil determinar la autoría de
cualquier pieza al tiempo que, con relativa facilidad, lo que unos creaban otros de
lo apropiaban sin que se pudiera poner remedio pues en ese tiempo no existía
ningún control ni protección para ese tipo de música Por tales motivos, es muy
difícil determinar con precisión cual fue su técnica y cuáles sus creaciones.
Dolores ‘La de la Huerta’
Es el primer nombre que aparece, con probada veracidad, relacionado con los
fandangos de Lucena a través del testimonio de Fernando Rodríguez Gómez.
Dolores se acompañaba a sí misma con una guitarrilla y sentó las bases
primitivas del Fandango de Lucena. Hasta ahora, podemos deducir, tanto por las
informaciones de los aficionados lucentinos como por las propias palabras de
Fernando, que Dolores era algunos años mayor que Rafael Rivas, pues de lo
contrario no hubiese hecho referencia a su aspecto de mujer mayor o lo hubiese
dicho también de Rafael Rivas. Sin embargo, llamó la atención la edad de
Dolores. Como suponemos que Fernando vino a Lucena al principio, es decir en
1893, sabemos que Rafael Rivas contaba con 42 años de edad, pues había nacido
en 1851. Por tanto, pensamos que Dolores debía tener entre 50 y 55 años para
que su aspecto fuese el de una mujer mayor, por lo que debió nacer entre 1838 y
1843. Con esas premisas, hemos investigado tanto en los libros de enterramiento
como en los archivos parroquiales sin contar con otro dato más que el que tuvo
una huerta en Los Huertezuelos.

Rafael Rivas Martínez


Rafael Rivas Martínez debió ser otro personaje de carácter singular capaz de
conquistar con su gracia, espontaneidad e ingenio a cuantos le conocieron.
Amigo personal del cordobés Lagartijo, su trasiego entre Córdoba y Lucena fue
constante. Sentó las bases del llamado Fandango de la Calle Rute o de Rafael
Rivas. También debió ser un magnífico cantaor a juzgar por lo que de él dijo
Fernando ‘El de Triana’. Rafael estuvo siempre presente en los ambientes de
cante de Lucena, tanto de amigos como en reuniones en casa de señores nobles y
terratenientes los cuales gustaban, como era costumbre muy extendida, de hacer
reuniones en los salones de sus lujosas casas para interpretar los cantes y el baile
de moda de la época que se vendían en pliegos suelos, como recoge el
costumbrista Octavio Aparicio López. Pero, fundamentalmente, en casa de
queridas y ambientes de juerga en las que el vino y el cante caldeaban el
ambiente, creándose un clímax propicio y, de alguna forma, admitido como
ambiente de dominancia y diversión.

Cayetano Muriel ‘Niño de Cabra’


Su nombre completo era Vicente Rafael Cayetano de la Santísima Trinidad
Muriel Expósito. Nació en Cabra, vivió en Benamejí y cantó en Lucena. Vino al
mundo en la calle de la Cuesta de San Juan el día 7 de agosto de 1870,
bautizándose al día siguiente en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y

Ángeles. Fue difícil, según comenta Manuel C amacho


Aranda, encontrar su partida de nacimiento. Desde muy pequeño, y más aún
siendo huérfano, tuvo que buscarse la vida para poder subsistir. Así pues,
recorrió los pueblos de la comarca acompañando a Blas ‘El Panero’, vendedor
ambulante, y pregonando con esa voz limpia y prodigiosa sus mercancías.
Andando pueblos, llegó a Benamejí donde el atractivo de su expresiva voz caló
en un grupo de aficionados que pronto le brindaron su amistad, cariño y
admiración, reuniéndose numerosas veces en torno a un buen vino de la tierra en
algunas antiguas tabernas como la de Melero en la calle de la Feria, la de
Antonio Moreno, la de José Marrón y la de Manecito, en cuyos
ambientesconoció a Dionisio, hermano de Pilar la que con el tiempo llegaría a ser
su esposa. Voz esplendorosa, se le achacó injustamente ser seguidor fiel en su
estilo de Don Antonio Chacón, contemporáneo de él pero en muchos cantes
distintos y propios cada cual. El libro de José Arias Espejo ‘Un Olvido
Injustificado’ nos retrata fielmente esta realidad de quien fue, sin duda, el mayor
impulsor y difusor de nuestro Fandango de Lucena.

Antonio Ranchal Álvarez de Sotomayor


Nace en Lucena en 1929, viviendo desde muy pequeño el ambiente flamenco del
que gustaban celebrar tertuliar, reuniones y recitales en la casa que tiene su
familia en La Fuensanta, cerca de los Huertezuelos. Su padre fue un hombre de
tertulia que gustaba del flamenco y lo vivía intensamente en los ambientes de La
Cueva, El Casino o las diversas bodegas. Antonio, desde pequeño, estuvo
aprendiendo, recogiendo, atesorando un amplio conocimiento del cante y
buscando con ahínco los elementos diferenciadores del cante denominado
cordobés, como las Alegrías de Córdoba, Serranas, Soleares de Córdoba o
Fandangos de Lucena, los cuales llega a conocer y dominar a la perfección.
Antonio poseía la facultad de matizar el cante, de conducirlo por donde quería y
llevarlo con la misma elegancia y porque que trasciende de su figura y linaje. En
él no hay sitio para las estridencias ni los sobresaltos. Estableciendo un símil,
diríamos que lo ejecuta con la misma soltura y maestría del jinete avezado que
conduce su jaca con exquisita naturalidad, mostrando a quienes le observan el
lucimiento y la sencillez de lo que para otros sería sumamente difícil. Pasó las
últimas décadas de su vida en Puente Genil, por razones personales, donde
falleció en 2001 aunque fue enterrado en el Cementerio de Nuestra Señora de
Araceli. Cabe destacar como un hito en su carrera el festival de los tres Antonios
(Chocolate, Fosforito y él mismo) celebrado en Lucena.

Manuel Porras y Antonio Burgos ‘Niño de Lucena’


Conocemos dos cantaores que actuaron en distintos escenarios fuera de nuestra
ciudad y que, curiosamente, tuvieron el mismo nombre artístico ‘El Niño de
Lucena’, que fueron Manuel Porras Reyes y Antonio Burgos. El primero de ellos
nació en Lucena en 1916. Fue hijo de Pepe ‘Libros’, nieto de Manuel Porras,
conocido por Manuel ‘Barato’ y María Salazar. Lucentino y gitano de pura cepa
quien desde los quince años actuaba ante los públicos de las principales ciudades
de España. En 1936, cuando contaba con veinte años, actuó en el Teatro
Principal de Lucena acompañado por el profesor de guitarra Rafael Puya ‘El
Rondeño’, siendo muy aplaudido en os fandanguillos y siguiriyas gitanas que
eran su fuerte. Por su parte, Antonio Burgos sabemos que se dedicó a cantar en
los tablaos desde los diecinueve años. Actuó en las noches turísticas de ‘Los
Tarantos’ y grabó discos con Victoria y Belter, uno de ellos con guajiras,
bulerías, un cante a la memoria de Carmen Amaya y unas alegrías. Fue ganador
del Concurso de Cante Jondo que se celebró en Córdoba en el año 1934 y
ganador del Concurso de Saetas y Flamenco celebrado en la emisora de Tánger.

Francisco de Paula Luna Navarro ‘Curro Lucena’


Nace en Lucena 1950 y comienza a cantar profesionalmente a los dieciocho años.
A la edad de veinte años se marcha a Madrid introduciéndose en los ambientes
flamencos de la época. Entra a formar parte del ya desaparecido tablao flamenco
de Las Cuevas de Nemesio, pasando posteriormente a trabajar en el también
desaparecido tablao Zambra, en el que alternó junto a cantaores

como Juan Varea, Rafael Romero ‘El Gallina’, Pepe ‘El


Culata’, Miguel Vargas o Perico ‘El del Lunar’. Su discografía está compuesta
por grabaciones realizadas junto a Manolo Sanlúcar, Perico ‘El del Lunar’,
Román Carmona, Manolo Franco o Rodrigo de San Diego. Podríamos decir que
Curro es un hombre de un enorme corazón, serio y profundo para su cante al que
empuja con singulares quejíos desde el diafragma, dando la sensación de que el
cante le sale más de las entrañas que de la garganta. Se puede definir como un
cante sobrio y fragmentario que sale de sus adentros a cuajaretones y con sabor a
solera añeja. Es obligatorio citar uno de sus premios más prestigiosos, la
obtención de la Lámpara Minera en el Concurso Nacional del Cante de las Minas
de la Unión (Murcia) en el año 1985. Hay que destacar su continuo interés y
progresión, fundamentados en su gran afición, algo que ha plasmado en múltiples
grabaciones.

Felipe García Aroca ‘El Tabarro’


Nace en Lucena en 1934 en la calle Manchados, conocida por calle de Jesús, en
el barrio denominado La Cachonera. Es otro cantaor lucentino que, como el buen
vino, va adquiriendo brillantez con el paso de los años. Felipe conoce el cante
desde niño, cuando un extraordinario cantaor arriero de profesión y que le
apreciaba muchísimo, Juan José ‘Porrillas’, se lo llevaba a la taberna de ‘La del
Pilar’ y lo sentaba en las rodillas para que le cantase. Cuando la voz del pequeño
trascendía del estrecho recinto del garito e irrumpía con claro e intenso tono en
las ventanas y balcones de la calle, las vecinas se arremolinaban al escucharlo sin
que, ni una sola vez, alguna de ellas bajase desde el Llanete de San Francisco a la
calle Jesús a avisar a su madre que al acudir y escucharle lloraba emocionada.
Felipe tiene el secreto de sus facultades que, en lugar de rendirse como sucede
desgraciadamente en otros cantaores, con el paso de los años se estabilizan y se
muestran plenas de brillantez. Esto hace que lo definamos como un cantaor
sobrio, potente, de voz redonda y limpia, con un gran conocimiento del cante y
con una especial predilección para los cantes de Málaga, Levante, tientos y
siguiriyas, además de nuestros fandangos de Lucena que canta maravillosamente
y que aprendió de los viejos arrieros lucentinos.

Antonio Hidalgo
Antonio es un ejemplo de joven excepcional, una de las más firmes promesas de
bailaor elegido para la singularidad, pues no en vano su baile, cada vez más, se
va cargando de añejas esencias
y fuerza expresiva que le proporcionan su preparación incansable, su
conocimiento de la técnica de todas nuestras danzas así como el contacto
permanente con las nuevas tendencias internacionales de la danza, lo que le

permite estar en la ola de la cresta artística. Por tal


razón, cuando uno tiene el privilegio de percibir su arte, no deja de recrear en la
retina su apuesta ágil, etérea unas veces y firme otras, que le confieren la
facultad de transmitir aun tiempo las sensaciones más serenas o eruptivas, sus
brazos que jamás se pierden y que no son en él un complemento sino que forman
parte integral del ritual expresivo que se alegran o entristecen a la par que el
gesto, que jalean y animan con la misma fuerza y ritmo intencional con el que
transmite sus inspiradas sensaciones y emociones que conservan la
armonía postural y de movimiento con elegancia varonil, agigantando o
minimizando la carga emotiva según conviene a la expresión sensitiva. Uno
presiente el éxito y la singularidad al identificar la danza con su porte clásico,
aureloado por el estigma de la etnia mediterránea especialmente dotado para
transmitir las más puras herencias y saberes de la esencia andaluza. A Antonio,
nacido en el corazón de Andalucía, se le adivina esa raíz de la que emana de
forma natural una gran carga sensitiva que cada vez percibimos con mayor
nitidez, al tiempo que posee un resuelto deseo de triunfo junto a una, no menos
espartana, disciplina que nos hacen pensar en un futuro prometedor. Ciertamente,
que le queda un largo camino por recorrer, y que a veces está lleno de
desalientos, sacrificios y sinsabores, pero no es menos cierto que está
demostrando una elección correcta y un compromiso firme para conseguir la
gloria que todos le deseamos.

Araceli Hidalgo
Araceli Hidalgo nace con el estigma de la gracia, la belleza y el duende para el
baile, pues recién cumplidos los cuatro años se traslada a Córdoba y comienza, a
temprana edad, a mostrar sus habilidades naturales llenas de espontaneidad y

encanto con las que consigue la admiración de


cuantos la observan. Bajo la dirección de Julia Casaño, comienza a impregnarse
del riquísimo repertorio del flamenco, participando desde los seis años con los
Coros y Danzas de Córdoba en numerosas galas por toda la provincia y
convirtiéndose en una auténtica revelación como niña prodigio. A los ocho años
actúa en Lorca (Murcia) y en el Festival de la Peña Flamenca de Lucena,
obteniendo un gran éxito. Ese mismo año ingresa en el Conservatorio Superior de
Danza de Córdoba donde, tras diez años de riguroso estudio, concluye su carrera
de danza obteniendo la calificación final de sobresaliente. Desde 1995, Araceli
Hidalgo es la directora de la Escuela de Danza Española que lleva su nombre en
Lucena, donde ha formado en sus inicios a jóvenes bailaoras que posteriormente
han continuado sus estudios en conservatorios y centros superiores. En la
actualidad, el alumnado que conforma esta escuela tiene edades comprendidas
entre los 3 y los 77 años. Su último espectáculo, bajo el título ‘Bailando por tu
Historia: Lucena’ y presentado en el mes de junio del presente año, ha cosechado
grandes éxitos de público y crítica presentando un viaje por la historia de Lucena
a través de los lenguajes del flamenco, la danza, la música y la palabra.
Cuadro Flamenco ‘Hermanas Mariscal’
Componen el mismo tres jóvenes lucentinas (Amalia, Charo y Manoli) que
sienten el baile flamenco desde niñas y lo aplican con un marcado sentido de la
ortodoxia y sincronización y que recibieron, desde los seis años, de su profesora
que fue nada menos que Concha Calero quien les supo transmitir el
inconfundible y reconocido arte de su escuela. Desde tan temprana edad han
seguido las enseñanzas tanto de Concha como de Rafael Rodríguez ‘Merengue’,
obteniendo diplomas de baile flamenco y abarcando prácticamente todos los
palos del mismo: alegrías, tangos, garrotín, soleá, soleá por bulerías, bulerías,
tarantos, guajira o caña.

Román Carmona ‘Carmonilla’


El flamenco le viene de su padre ‘Carmonilla Padre’, quien nunca fue un cantaor
profesional pero pero dejó su esencia y semilla

en sus hijos Moisés, Raúl y Román,


este último uno de los ejemplos que nos enseñan cómo puede llegar a dominarse
un instrumento desde sus bases iniciales puestas por su maestro Rafael ‘El
Cordobés’ y continuadas en una labor prácticamente autodidacta. Román toca,
acaricia la sonanta, con un gusto y elegancia al alcance de muy pocos. Todo un
gusto para los sentidos. Acompañante del cante y del baile, ha puesto su cante a
contribución de primeras figuras del flamenco siendo acompañante habitual de la
bailaora lucentina Araceli Hidalgo y del cantaor también lucentino Antonio
Nieto. Durante los últimos años, y respondiendo a la demanda de numerosos
jóvenes de su localidad natal, imparte clases en su domicilio de guitarra y cante,
regalando su arte y compás a nuevos aficionados del mundo flamenco. Sin duda,
Román recoge el testigo de otro lucentino ilustre en el arte de la guitarra, Paco de
Lucena. Un siglo les separa pero un arte común les une en el eterno bucle del
tiempo.
Antonio Nieto ‘Carapapa’
Cantaor lucentino por los cuatro costados. Aficionado ejemplar, lo que hace que
progrese continuamente. Su inicio en el mundo del flamenco, y en especial de la
saeta, se refiere al entorno de la Peña Flamenca de Lucena, especialmente en los

Concursos de Fandangos de Lucena organizados


por el Ayuntamiento del municipio en colaboración con esta Institución. En ellos
ha sido cantaor en la categoría de Cantaor Local, así como finalista en el
Concurso de Saetas del año 2007, destacando en la modalidad de saetas locales
de Alcantarilla y Perrilleja. Finalista en varios concursos de ámbito regional, en
2007 gana el primer premio en Frigiliana (Málaga), con el que comienza a
ilustrar su carrera con todo un futuro por delante. Cantaor serio, acompasado y
con gusto, encuentra en los matices de los Cantes por Málaga, en la seriedad de
los Cantes de Levante y en los cantes festeros su mejor vía de expresión,
destacando el sabor de sus villancicos al más puro estilo jerezano. A pesar de su
juventud, ha tenido el honor de cantar a Nuestro Padre Jesús Nazareno en el
balcón emblemático de la Capillita en numerosas ocasiones, en la alborada del
Viernes Santo lucentino. Jovial, cabal y amigo de sus amigos, Antonio es sin
duda uno de nuestros valores de futuro más solventes en este difícil mundo del
arte flamenco. El futuro, sin duda, hablará de él.

Ángel Mata
Nace en Montemayor (Córdoba) el día 1 de abril de 1979, desde siempre con una
afición desmedida al cante y la guitarra toma sus primeras clases de Rafael
Moral pasando después a la escuela guitarrística de Luís Calderito. Con el
guitarrista Paco Serrano inicia su carrera en el Conservatorio Superior de
Música de Córdoba, en el cual obtiene en 2005 la Licenciatura de Guitarra
Flamenca siendo su promoción la primera de España en esta Especialidad.
También se forma con guitarr istas de
la talla de Manolo Sanlúcar y en los Cursos de La Cátedra de Flamencología de
la Universidad de Córdoba dirigidos por Agustín Gómez. En sus inicios en el
Campo artístico, comienza a acompañar al cante y al baile a artistas de Córdoba y
su provincia, realizando giras por toda la geografía española y ahí es donde
empieza a fraguarse como un sólido guitarrista de acompañamiento. En el año
1998 recibe el Primer Premio como guitarra de acompañamiento en el Concurso
de Jóvenes Flamencos de Córdoba, organizado por la Diputación de Córdoba con
el cual realiza una gira por toda su provincia, Barcelona y Zaragoza, y también
graba su primer álbum Jóvenes Flamencos en 1998. En 2003 obtiene el primer
Premio de Guitarra de acompañamiento al cante y al baile en el Concurso de
Guitarra Joven del Festival Internacional de la Guitarra de Córdoba. También en
2003, obtiene el Primer Premio del Instituto de la Juventud de España con el
cual dentro de sus circuitos de Música, realiza una gira por toda España. Ha sido
guitarrista Oficial en infinidad de Concursos de cante flamenco y guitarrista
oficial de la Cátedra de Flamencología de la universidad de Córdoba. Ha actuado
en los mejores festivales flamencos de toda la geografía española y Peñas
flamencas, acompañando a primeras figuras como Manolo Mairena, Matilde
Coral, Chano Lobato, El chozas, El Polaco, Curro Lucena ,Curro de Utrera,
Mariana Cornejo, Gabriel Moreno o Nano de jerez, entre otros. Y a cantaores de
la nueva ola como Niño de Olivares; Antonio Ortega, Pedro Obregón, El troya ,
Miguel de Tena, o El Veneno, entre otros. En la actualidad, ejerce como profesor
de Guitarra flamenca en la Escuela de Música y Danza Ciudad de Lucena.

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