Actitud Fariseo y Publicano
Actitud Fariseo y Publicano
Actitud Fariseo y Publicano
Eran el mayor de los grupos religiosos de aquel tiempo y gozaban de gran prestigio
y respeto por parte del pueblo; quienes le reconocían como “maestros” “estudiosos”
y hasta “eruditos” de los escritos sagrados del momento (el Antiguo Testamento o
la Torá). El pueblo siempre acudía a ellos en sus dudas acerca de la Ley.
Nicodemo, José de Arimatea y Saulo de Tarso eran fariseos, y se les distinguía por
serlo. También lo eran la mayoría de los escribas; personas cuya profesión era leer
y escribir para los demás. Aunque el oficio luego evolucionó, hasta convertirse en la
de expertos de la Ley de Moisés.
Crearon numerosas normas destinadas, según ellos, a poner un cerco protector
alrededor de la Ley de Dios, “para que esta jamás fuese quebrantada”; sin
embargo solo lograron crear “cargas imposibles de llevar” (mandamientos que no
podían cumplir), ni por ellos ni por el pueblo. Dando como resultado un ambiente
general de falsa religiosidad, mucha hipocresía, y una desesperanza de la que
pocos se libraban.