Pedagogia Del Error

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SEMINARIO EN PRÁCTICA DOCENTE

E INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR

DOCENTE

DRA. ANA. MA. MATA PÉREZ

REPORTE DE LECTURA

PEDAGOGÍA DEL ERROR

ALUMNO

CUTBERTO MARIO TENORIO ANTONIO

27 DE OCTUBRE DE 2011
En respuesta al análisis de la lectura, es muy importante plantear la siguiente
pregunta: ¿Contribuye la pedagogía del error a mejorar la participación
activa de los estudiantes en el aula? Cabe decir que durante la elaboración del
presente reporte de lectura nos limitamos a reflexionar en torno a la aportación
del texto en cuestión y no fue puesto en práctica ningún ejercicio adicional a los
que vienen en la lectura para contestar la pregunta.

Se afirma en la lectura, que la pedagogía del éxito busca que el alumno aprenda
todo lo que el docente le enseña, no importa que sólo sea por pequeños lapsos
(en lo que se presenta el examen o se aprueba una materia), lo importante es
que los resultados indique que aprendió1.

La sociedad en general apoya esta pedagogía (del éxito), tal vez sin darse
cuenta. Prueba de ello es la exigencia que tanto profesores como padres de
familia, sistema educativo y sociedad en general tienen hacia los alumnos, al
momento de pedir resultados altos, sin importar si el estudiante realmente
aprendió, reflexionó y esto le permitirá tener éxito en la vida2.

La pedagogía del error, por el contrario, busca aprovechar los errores, fallas y
deficiencias de los alumnos; de tal forma que más que recriminarles 3 dichas
fallas, pretende usarlas como punto de referencia para detectar los huecos que
hay en el alumno en cuanto al conocimiento que se pretende transmitir.

1
Como diría J. Amós Comenio (1632), es un método rentable, por que aprenden muchos las mismas cosas en un tiempo
breve. Con ello se busca, implícitamente, que el estudiante manifieste una conducta de conocimiento, aunque sólo sea
temporalmente, esto es, durante el momento de la evaluación. Pag. 27, párrafo final de la Sesión 2 de la Antología “Práctica
Docente en Instituciones de Educación Superior”, CINADE 2011.
2
Esta pedagogía no es invisible, sino que ha sido ampliamente descrita por C. Bierzea en su obra “La Pedagogía del Éxito”.
Cuenta con modelos como el de Carroll y Bloom, la “Pedagogía correctiva” de Bonboir, utilizando la media estándar como
criterio de rendimiento, el “Sistema Individualizado” de Keller y Shelman, “El Aprendizaje por el dominio” de Block y
Anderson (1975), “La Instrucción basada en las competencias” de Torshen (1971, 77) y todas las variantes de la
enseñanza. Pag. 28, párrafo segundo de la Sesión 2 de la Antología “Práctica Docente en Instituciones de Educación
Superior”, CINADE 2011.
3
Hoy recriminamos los errores en las tareas escolares mediante las calificaciones sin analizar a qué se deben tales fallos.
Como escribe K. Fisher y J. Lipson (1986), los errores en el aprendizaje son ocurrencias normales y estimables en el
proceso de aprendizaje. Un estudiante puede utilizar sus errores, fallos y equivocaciones para conseguir un conocimiento
más profundo sobre determinados conceptos. Pag. 30, párrafo segundo de la Sesión 2 de la Antología “Práctica Docente
en Instituciones de Educación Superior”, CINADE 2011.
Aparentemente, es mejor la pedagogía del error que la pedagogía del éxito, pues
al aplicar la pedagogía del error correctamente, se puede obtener ventajas de los
errores, propiciando un cambio y mejora en el alumno; una prosperidad que le
impulse a seguir aprendiendo de manera reflexiva y por tanto consciente. Ante
estos comentarios, cabe señalar que el filósofo Bachelard entiende el desarrollo
de la ciencia como una sucesión de errores corregidos “Reconocer un error”,
escribe E. Martí (1987), permite proponer algo nuevo, aportar una corrección.
Equivocarse no sólo es una fatalidad humana; muchas veces puede ser lo que
motiva el cambio.

Para aproximarnos a la respuesta que nos planteamos al inicio del presente


reporte, podemos apuntar que en la aceptación y el análisis del error, estas dos
consideraciones del error conlleva dos posturas. Si la responsabilidad de evitarlos
es del alumno, el modo de tratarlos es a posteriori: el profesor los detecta y el
alumno los corrige. Si el error se repite el profesor puede sancionarlo para forzar
al alumno a asumir su responsabilidad de corregirlo. Si la responsabilidad de evitar
los errores es del profesor, el modo de tratarlo es a priori: el profesor debe
prevenirlo, anticipando en su labor docente las dificultades con las que se va a
encontrar el alumno. Si el error se repite el profesor debería replantearse sus
propuestas didácticas.

En ambos casos, tanto el profesor como el alumno, deben poner total atención en
el proceso enseñanza – aprendizaje y desde luego que de acuerdo al contexto del
que se trate, es más factible que la pedagogía del error contribuya a cambiar los
paradigmas del estudiante en el aula y mejoren ambos sus resultados a través del
diseño de actividades que promuevan la fácil comprensión de conceptos básicos,
ya que el progreso será más ágil4.

4
Por lo que respecta a la preocupación investigadora, se pasa del paradigma proceso – producto al mediacional, en
términos de A. Pérez. Pag. 32, párrafo segundo de la Sesión 2 de la Antología “Práctica Docente en Instituciones de
Educación Superior”, CINADE 2011.
Mientras el error (pedagogía del error) sea considerado como parte de una
estrategia didáctica en el aula, alumno y profesor tendrán mayores grados de
libertad para aproximarse al conocimiento. En palabras de Goethe: “Tan pronto
como se comienza a hablar, se comienza a errar”. E.J. Phelps escribió en 1889:
“El hombre que no yerra, generalmente no hace nada”. Diríamos nosotros que
“Tan pronto aceptemos nuestros errores y asimilemos el aprendizaje de él,
resultará en beneficio del saber”5.

En el proceso interactivo del aprendizaje profesor – alumno, el error se manifiesta


a través de la comunicación (el oír de ambos interactuantes pasa de un estado
fisiológico a un estado conversacional). Así, el error informa al profesor que el
alumno carece de conocimiento (en ese proceso el profesor realiza ajustes
necesarios, en métodos, didáctica, otros) y viceversa, el alumno aprende para la
vida.

5
Como escribiera Rûckert: todo error contiene un núcleo de verdad, y cada verdad puede ser una simiente de error. Pag.
36, párrafo segundo de la Sesión 2 de la Antología “Práctica Docente en Instituciones de Educación Superior”, CINADE
2011.

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