La Formación Docente en El Perú, Piscoya, Luis (2004)
La Formación Docente en El Perú, Piscoya, Luis (2004)
La Formación Docente en El Perú, Piscoya, Luis (2004)
Revista de Estudios
Latinoamericanos
ISSN: 1665-8574
[email protected]
Centro de Investigaciones sobre América
Latina y el Caribe
México
Guillermo O’Donnell
y la democracia
resumen: el artículo presenta una revisión de los aportes de Guillermo o’donnell a la teo-
ría de la democracia. reseña y ubica algunas de sus obras en el contexto de los estudios
sobre américa latina y señala tres aspectos centrales: la revisión que se propuso hacer
acerca del concepto de poliarquía, sus aportes al tema de la calidad de la democracia y una
polémica que sostuvo con adam Przeworski a propósito de los conceptos democracia dele-
gativa y accountability como instrumentos de análisis que permitan diferenciar las demo-
cracias institucionalizadas y las nuevas democracias de américa latina.
abstract: this article presents a review of the contributions of Guillermo o’donnell to the the-
ory of democracy. overview and located some of their works in the context of studies on latin
america and emphasizes in three central issues: the review that about the concept of po-
lyarchy, their contributions to the topic of the quality of democracy and a controversy that
he had with adam Przeworski to purpose of the concepts delegative democracy and ac-
countability as instruments of analysis which enable differentiate the institutionalized
democracies and the new democracies in latin america.
113
Javier Duque Daza
IntrODuccIón
D
e una manera muy esquemática y a grandes trazos, podemos dife-
renciar al menos cuatro momentos en los estudios sobre la demo-
cracia en América Latina en el último medio siglo, según algunos
problemas predominantes. Las limitaciones y quiebres democráti-
cos, las posteriores transiciones y sus trayectorias diversas —aunque con ciertos
problemas comunes—, así como las dinámicas institucionales y los cambios en
el contexto internacional fueron generando preocupaciones teóricas y empíri-
cas, que condujeron a numerosos estudios por parte de académicos latinoa-
mericanos y extranjeros, expertos en la política del subcontinente.
El primer momento, desde la década de 1960 hasta la segunda mitad de la
década de 1970, estuvo dominado por trabajos que se interrogaban sobre las
estructuras de poder, el dominio de clase —la dominación oligárquica—, el cam-
bio social y los factores que generaron los regímenes autoritarios. La democra-
cia era vista desde una perspectiva crítica, por algunos con recelo y por otros
como una búsqueda de alternativas con un fuerte influjo del marxismo, en un
sector, y por enfoques estructural-funcionalistas en otros. Ciertos autores esta-
blecieron relaciones entre desarrollo económico y democracia, y hubo trabajos
pioneros sobre los quiebres democráticos. Se trató de una época en la cual el
subcontinente se vio afectado por dictaduras o serias limitaciones democráti-
cas.1 El segundo momento, en el cual no se abandonan las líneas anteriores, co-
rresponde a la tercera ola de democratización. El regreso a la democracia y a
gobiernos civiles en muchos países y la liberalización en otros generó una nueva
serie de estudios, a la vez que se dieron cambios en el predominio de enfoques
teóricos, se pasó “de la demanda de revolución a la exigencia de democracia”.2
1
Una bibliografía comentada al respecto puede verse en Jonathan Hartlyn y Arturo Valenzuela,
“La democracia en América Latina desde 1930”, en Lesli Bethel [comp.], Historia de América
Latina, vol. 12. Política y sociedad desde 1930, Madrid, Crítica, 1989. Un análisis fue hecho
por Gerardo Munck, “Una revisión sobre los estudios sobre la democracia. Temáticas, con-
clusiones, desafíos”, en Desarrollo Económico, vol. 41, núm. 164, 2002, pp. 579-609.
2
Norbert Lechner, “De la revolución a la democracia”, en Leviatán, núm. 21, Madrid, 1985, pp.
103-113.
Los estudios fueron eclipsados por los trabajos sobre las transiciones de las
dictaduras a las democracias, especialmente desde comienzos de la década de
1980 hasta mediados de los noventa. Hubo una revaloración de la democracia y
muchas expectativas e incertidumbres, a la par que América Central estaba siendo
afectada por conflictos y la revolución sandinista había creado nuevas expectati-
vas. Muchas preguntas surgieron respecto a las condiciones institucionales, eco-
nómicas y culturales más adecuadas para que las resurgidas democracias
pudieran consolidarse. En términos de Philippe Schmitter (1997), predominó la
“transitología”, preguntas y trabajos que tenían como tema central la cuestión
del por qué de las transiciones en algunos países y sus modalidades.
El tercer momento implicó el paso de los estudios sobre los procesos de
transición a los esfuerzos por caracterizar las democracias latinoamericanas, cen-
trándose en sus especificidades y lo que se denominó inicialmente la consoli-
dación, luego la duración y estabilidad de las democracias. En este periodo de
postransición democrática hubo diversos estudios sobre partidos, democracia,
presidencialismo y una variedad de temas muy influenciados ya por el neoinsti-
tucionalismo, asimismo se empezaron a hacer trabajos comparados que com-
prendían a los países latinoamericanos en diversas tipologías. También se incluyó
el cuestionamiento de concepto de consolidación. El cuarto momento cubre la
“democracia entre siglos” especialmente en la última década, y ha tenido como
dos de sus ejes centrales las caracterizaciones en perspectiva comparada y nue-
vas tipologías a partir de amplias bases de datos de diversas instituciones y fun-
daciones, y el tema de la calidad de la democracia es cada vez más recurrente.3
3
Gerardo Munck señala en su balance de dos décadas de estudios sobre la democracia que cada
uno de los tres últimos momentos se guió por una pregunta central: el segundo momento ¿Por
qué han tenido algunos países transiciones democráticas y otros no?; el tercer momento ¿Por qué
ciertas democracias han sido más estables que otras? Y el cuarto ¿Por qué algunos países
desarrollan estados patrimoniales y otros estados burocráticos? Este balance excluye, por su
fecha de realización, los resultados de muchos trabajos de la última década sobre la calidad de
la democracia, las tipologías de democracias, las clasificaciones y la conceptualización y debates
acerca de la consolidación, la calidad, los regímenes híbridos, entre otros problemas que han
tomado fuerza y han pasado a ocupar lugares centrales en los debates actuales. Munck, op. cit.
4
La mayor parte del tiempo Guillermo O’Donnell trabajó en instituciones académicas de Estados
Unidos. En 1978 salió de Argentina, tras su doctorado en Yale en 1985 y luego de su paso por
Brasil (Universidad de Sao Paulo), se vinculó a la Universidad de Notre Dame, y tuvo lazos
también con las universidades de Stanford, California, Oxford, Cambridge.
5
Las publicaciones centrales fueron: Modernización y autoritarismo, Buenos Aires, Paidós,
1972; El Estado burocrático-autoritario: 1966-1973. Triunfo derrotas y crisis, Buenos Aires,
Editorial de Belgrano, 1982. También la contribución a la obra editada por David Collier, El
nuevo autoritarismo en América Latina, México, fCE, 1985, así como varios artículos, entre
ellos: “Modernización y golpes militares. Teoría, comparación y el caso argentino”, Buenos
Aires, Instituto Torcuato Di Tella, Mimeo, 1972; “Tensiones en el Estado burocrático-autoritario
y la cuestión de la democracia”, Buenos Aires, CEDES, 1978.
6
Guillermo O’Donnell, Philippe Schmitter, Transiciones desde un gobierno autoritario, vol. 4,
Buenos Aires, Paidós, 1986.
7
Guillermo O’Donnell, “Os atores de Pacto Democratizante: Reflexoes sobre a Transicao
Brasileira”, en Simposio, A Transicao Politica. Neceessidade e limites da Negociacao, San Pablo,
Universidad de San Pablo; “Brazil´s failure: What future for Debtor´s Cartels”, en Third Word
Quarterly, vol. 9, núm. 4, 1987; “Challenges to Democratización in Brazil: The threat of a Slow
Death”, en Word Policy Journal, octubre-diciembre de 1987; “Transicoes, continuidades and
Paradoxos”, en G. O’Donnell y f. W Reis [comps.], A Democracia no Brasil: Dilemas e
Perspectivas, San Pablo, Editorial Vertice, 1988; O Dilema das Transicoes, Nossa Amériza, San
Pablo, Memorial de América Latina, 1992.
8
Guillermo O’Donnell, “Transitions, Continuities and paradoxes”, en Scott Mainwaring, Gui-
llermo O’Donnell y Samuel Valenzuela [comps.], Issues in Democratic Consolidation, Notre
Dame, University of Notre Dame Press, 1991.
9
Artículo como “Acerca del Estado, la democratización y algunos problemas conceptuales. Una
perspectiva latinoamericana con referencia a países poscomunistas”, en Desarrollo Econó-
mico, vol. xxxIII, núm. 130, Buenos Aires; el artículo publicado originalmente en Journal of
Democracy: Delegative Democracy, vol. 5, núm. 1, 1994 y “Democracias y exclusión”, en Ágora,
vol. 1, núm. 2, Buenos Aires, 1995. En el libro Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autori-
tarismo y democratización, Buenos Aires, Paidós, 1997, se compilan algunos de los artículos
de este periodo.
10
Adam Przeworski, Sustainable Democracy, Cambridge, Cambridge University Press, 2004.
11
En el artículo “Ilusiones acerca de la consolidación”, en Nueva Sociedad, núm. 144, 1996, pp.
70-89.
12
Guillermo O’Donnell, “Teoría democrática y política comparada”, en Desarrollo Económico,
vol. 39, núm. 156, 2000, pp. 519-570.
13
Guillermo O’Donnell, Disonancias. Críticas democráticas, Buenos Aires, Prometeo Libros,
2007.
14
Guillermo O’Donnell, “Democracia, desarrollo humano y derechos humanos”, en Democra-
cia, desarrollo humano y ciudadanía: reflexiones sobre la calidad de la democracia en
América Latina, Rosario, Homo Sapiens, 2003, pp. 25-147 y “El desarrollo de la democracia
16
Véase la entrevista incluida en Gerardo Luis Munck y Richard Owen Snyder, Passion, craft, and
method in comparative politics, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 2007.
17
Entre los intentos más discutidos de adición a la poliarquía se encuentra el de Guiovanni Sar-
tori, quien consideró que debía ser poliarquía electoral, argumentando que no se trataba de nin-
guna redundancia por cuanto, por su sentido etimológico (diversos centros de poder, opuesto
a oligarquía) podían existir poliarquías no electivas, por ejemplo en la Edad Media, con múlti-
ples poderes y sin estar basado en el sufragio universal. Guiovanni, Sartori, Teoría de la de-
mocracia, Madrid, Alianza, 1987. Este libro se publicó antes de Democracy and its Critics,
New Haven, Yale University Press, 1989, obra en la cual Dahl sintetiza el concepto de manera
más clara y sin algunas ambigüedades que se pueden detectar en sus obras anteriores. Leonardo
Morlino, uno de los animadores principales de la investigación contemporánea sobre la calidad
de la democracia, señala que los atributos propuestos por Dahl constituyen los instrumentos
institucionales que realizan mejor la búsqueda de la libertad y de la igualdad, pero, siguiendo
a O’Donnell, cree que es necesario adicionar el imperio de la ley, que comprende el respeto a
las leyes, la realización de una administración eficiente, la existencia de un poder judicial in-
ción. O’Donnell propuso una revisión del concepto de poliarquía,18 ya que este
concepto es claro como patrón o estándar y permite establecer una línea divi-
soria respecto a qué puede ser considerado una democracia y qué no.
No obstante, dado que el número de países en los cuales se han establecido
democracias políticas se expandió más allá de los países con democracias con-
solidadas, muchos aspectos que se creían claramente establecidos no lo eran
tanto, por lo cual se requería clarificarlos, hacerlos explícitos y someterlos a un
examen crítico, con el horizonte de una teoría con suficiente alcance y funda-
mento empírico. Por ello propuso complementar la poliarquía con algunas adi-
ciones:
I. Que quienes ocupen las posiciones más altas (autoridades electas, y aun algu-
nas designadas) puedan cumplir sus periodos sin que éstos sean interrumpidos
antes del plazo legalmente establecido.
II. Que las autoridades electas no estén sujetas a restricciones severas, ni vetos,
ni ser excluidas de ciertos ámbitos de decisión por parte de actores no electos,
especialmente las fuerzas armadas. Los militares no deben contar con poderes tu-
telares en ningún ámbito de la vida pública.
III. Que incluya una dimensión intemporal: la expectativa generalizada (al menos
compartida por la mayoría) de que el proceso electoral y las libertades contex-
tuales se mantendrán en un futuro indefinido, porque se han institucionalizado.
IV. Hace la observación que las libertades incluidas por Dahl no garantizan ple-
namente las elecciones limpias y es necesario pensar en todas aquellas que sean
concomitantes a la existencia de elecciones limpias. Además de estas adiciones,
O’Donnell lo critica por no incluir nada respecto al tipo de régimen (presiden-
cialismo/parlamentarismo, federalismo/centralismo), y no considerar como un
requisito de las poliarquías la existencia de una constitución escrita, ni la forma
como los gobiernos son efectivos y rinden cuentas a los ciudadanos. Algunos de
estos planteamientos son ampliados en Teoría democrática y política compa-
19
Guillermo O’Donnell, “El desarrollo de la democracia en América Latina”, en La democracia
en América Latina..., pp. 33-73.
20
Aníbal Pérez-Liñán, Juicio político al presidente y nueva estabilidad política en América
Latina, México, fCE, 2007.
21
Philippe Schmitter y Karl Terry Lynn, “What Democracy Is…and Is Not”, en Journal of Demo-
cracy, vol. 2, núm. 3, 1991, pp. 75-88.
22
Loc. cit.
23
Juan Linz y Alfred Stepan, Problems of Democratic Transitions and Consolidation, Baltimore,
Johns Hopkins University Press, 1996 y Adam Przeworski, Democracy and the Market, Cam-
bridge University Press, 1991.
24
O’Donnell, Disonancias…, p. 41.
25
O’Donnell, “El desarrollo de la democracia…”, en La democracia en América Latina..., p. 53.
26
Retoma de Joseph Raz (1977) los ocho criterios que deben tenerse presentes respecto a la
aplicación de las leyes sin asimetrías: deben ser prospectivas; relativamente estables, que no se
estén modificando continuamente, las reglas particulares deben regirse por otras de mayor
orden y jerarquía; se debe garantizar la independencia judicial, deben existir audiencias abiertas
y equitativas; los tribunales deben tener poderes de revisión; los tribunales deben ser fácilmente
accesibles; no debe existir discrecionalidad.
allá de los mínimos de la poliaquía. Los promotores de estos debates han sido,
además de él, Leonardo Morlino, Larry Diamond, Philippe Schmitter, francis
Hagopian, David Beethan, David Altman y Aníbal Peréz-Liñán, Bingham Powell.27
O’Donnell contribuyó en estas reflexiones y debates, sus aportes centrales
incluyen tres vectores centrales: (1) el concepto y los tipos de Accountability —
rendición de cuentas— desde la década del noventa, vinculado inicialmente a su
concepto de democracia delegativa y desarrollado posteriormente en sus di-
mensiones vertical y horizontal, (2) el énfasis en el imperio de la ley y los reque-
rimientos de estatalidad como correlato para que exista democracia y, en sus
últimos aportes, especialmente para el PNUD, (3) la relación entre democracia,
desarrollo humano y derechos humanos, y lo que denominó democraticidad. En
su concepción última de la democracia hay un desplazamiento de los plantea-
mientos referidos al régimen político (poliarquía) hacia el Estado y la sociedad.
En la entrevista a que nos hemos referido, O’Donnell recuerda cómo sur-
gió su interés por los temas referidos a la calidad de la democracia. Señala que
quienes habían hecho parte del proyecto de las transiciones, aunque habían in-
corporado en sus análisis la incertidumbre sobre el destino de los procesos, en
general confiaban en que las democracias nuevas tendrían un mayor avance que
las que habían antecedido a los gobiernos autoritarios, los que trascenderían la
democracia política hacia la justicia social. Asimismo, señala cómo los académi-
cos que estudian la democracia en América Latina se pueden agrupar en aque-
llos que ven a los países como casos desviados de un camino predeterminado
de lo que debe ser la consolidación de la democracia (visión teleológica), y en
los que como él consideran que las democracias toman caminos diferentes, con
especificidades según los contextos históricos. Estas democracias, aunque sean
defectuosas, son diferentes a los autoritarismos, por lo cual debía hacerse una
crítica a las democracias repensando la teoría democrática que no estuviera cen-
trada sólo en los aspectos políticos, e incluir dimensiones del Estado y de la so-
ciedad, lo cual implica el riesgo de pretender comprender dentro del concepto
de democracia cosas que no se refieren a ella. Salirse de los marcos estricta-
27
Véase referencias en la bibliografía.
mente políticos del régimen implicaba un alto riesgo en términos del campo de
conocimiento.
Asumía la calidad de la democracia como democraticidad, para lo cual pro-
puso algunas dimensiones centrales y un amplio test, que incluía indicadores re-
feridos a la democraticidad del régimen político (propiamente de la poliarquía
en términos de Dahl), del Estado y del contexto social. En este sentido, un tema
central que se encuentra en toda su concepción de democraticidad se refiere a
la Accountability. Retoma sus propios aportes en textos desde la década del no-
venta y los de otros politólogos, a partir de la consideración de que los gober-
nantes deben someterse a tres tipos de rendición de cuentas o Accountability:
1) electoral vertical, es decir, la existencia de elecciones limpias e institucionali-
zadas, a través de las cuales los ciudadanos pueden cambiar el partido y las per-
sonas en el gobierno. En Democracia delegativa y Otra institucionalización ya
había señalado que la institucionalización de las elecciones (como factor adicio-
nal a la poliarquía) suponía la existencia de una evaluación retrospectiva de los
electores, y que la prensa responsable también cumplía un rol en develar es-
cándalos de corrupción e informar a los ciudadanos, 2) Accountability vertical
social, ejercida por grupos de individuos que consiguen movilizarse con el pro-
pósito de prevenir, controlar y/o castigar acciones u omisiones que pueden ser
ilegales y ejecutadas por funcionarios públicos. Aquí retoma el concepto plan-
teado por Catalina Smulovitz y Enrique Peruzzotti,28 3) también había hecho
alusión a la rendición de cuentas horizontal, aquella que implica relaciones inter-
institucionales y controles de unas agencias estatales sobre otras. Aquí ya se ubica
en el Estado y en la sociedad y considera que existen dos tipos de agencias de
este tipo de rendición de cuentas: las de balance (referidas a la separación de las
ramas del poder público Ejecutiva, Legislativa y Judicial, y sus relaciones de pesos
y contrapesos) y las asignadas (las fiscalías, auditorías, ombudsman).
28
Enrique Peruzzotti y Catalina Smulovitz, “Accountability social: la otra cara del control”, en En-
rique Peruzzotti y Catalina Smulovitz [eds.], Controlando la política. Ciudadanos y medios en
las nuevas democracias latinoamericanas, Buenos Aires, Temas, 2002.
29
O’Donnell, “El desarrollo de la…”, La democracia en América Latina..., p. 73.
30
Al respecto propone cuatro variables con sus respectivos indicadores: el sistema legal (si es
homogéneo, si se aplica a todos sin distingo de atributos personales, si prohíben la dis-
criminación), el Estado y el gobierno (si ejerce control efectivo sobre todo el territorio, si se
garantiza la Accountability horizontal), tribunales e instituciones auxiliares (acceso a la justicia
de forma libre y expedita, si se reconocen los tratados internacionales, si se respeta el debido
proceso). Guillermo O’Donnell, “Democracia, desarrollo humano y derechos humanos”, en De-
mocracia, desarrollo humano..., p. 77.
31
Sugirió cuatro indicadores: si existe un contexto social diverso y plural; si los medios de
comunicación ofrecen información y opiniones y análisis sobre asuntos diversos de interés
público y si la información es autónoma; si en las asociaciones existen derechos de participación
de sus miembros o son al menos respetados los derechos civiles; si existen libertades y garantías
para el ejercicio de Accountability vertical societal. O’Donnell, “Democracia, desarrollo…”, en
Democracia, desarrollo humano..., p. 87.
ción del ser humano como agente. Esta concepción puede ser detectada ya en
el nivel del régimen, pero sus implicaciones necesitan ser asimismo indagadas
en otras dimensiones también relevantes. A renglón seguido plantea un aspecto
que resulta crucial en las discusiones sobre la democracia y su calidad: en la me-
dida en que el estudio deja de centrase en el régimen político, el terreno de la
democracia política se va haciendo más complejo y resbaladizo.
Para O’Donnell en la mayoría de los países de América Latina existía po-
liarquía y en otros subpoliarquías. En cuanto al Estado, señalaba la presencia de
una paradoja: grandes logros y promesas de los regímenes democráticos en las
dos últimas décadas, pero con estados débiles para sustentar y expandir la de-
mocracia y para ser garantes de las relaciones sociales. Esta paradoja se da en la
trayectoria que siguieron los estados europeo-occidentales, en los cuales el Es-
tado precedió a la democracia y le sirvió de sustrato. Más allá de las realidades
empíricas, O’Donnell traza un horizonte regulador al plantear la necesidad de
un Estado de y para la democracia, plantea cuatro niveles y 30 atributos como
criterios para mapear el estado de las democracias. Se anticipa al análisis empí-
rico y plantea que en general en América Latina hay estados con déficits como
agentes del bien público y a ellos corresponden versiones disminuidas de de-
mocracia. Se trata de una visión pesimista sobre América Latina.
un DebAte IntelectuAl.
lA pOlémIcA cOn ADAm przewOrskI
Guillermo O’Donnell y Adam Przeworski, dos de los más importantes líderes
académicos en la ciencia política contemporánea con una gran influencia en
América Latina, formaron parte de diversos proyectos conjuntos, entre ellos el
programa de investigación “Transiciones desde un gobierno autoritario” que re-
presentó un hito, un punto de quiebre en los estudios sobre las denominadas
nuevas democracias y cuyos trabajos se realizaron entre 1979-1985, y del cual fue-
ron publicados los volúmenes de Transition from authoritarian Rule (1986); el
proyecto “Dilemmas and Opportunities of the Consolidation of Democracy in
32
Peruzzotti y Smulovitz, op. cit.
(1) No existe sustento empírico para afirmar que en América Latina los jefes del
poder Ejecutivo rinden cuentas en menor medida a otras instancias de poder (Le-
gislativo y Judicial) que en las democracias europeas. Su tesis es que un gober-
nante es más propenso a rendir cuentas si no controla las cámaras, si gobierna con
coaliciones, si los partidos están altamente fragmentados, de tal forma que no
pueda construir mayorías o un gobierno unificado, y si hay bicameralismo. No se
trata de un atributo propio de las nuevas democracias latinoamericanas sino de
todas en general. Aquí Przeworski se une a otras críticas que anteriormente se ha-
bían hecho a la tesis de la debilidad de la red institucional de rendición de cuen-
tas y al funcionamiento de la lógica de pesos y contrapesos.33
(2) En América Latina hay algunas instancias y fuentes de poder no controladas
por el poder Ejecutivo, que escapan a su manejo como la banca central, que en
la mayoría de los diseños institucionales se ha hecho autónoma y en los niveles
33
francisco Panizza, “Más allá de la ‘democracia delegativa’, en la ‘vieja política’ y la ‘nueva eco-
nomía’ en América Latina”, en Isidoro Cheresky e Inés Pousadela [comps.], Política e institu-
ciones en las nuevas democracias latinoamericanas, Buenos Aires, Paidós, 2001; Sofía
Respuela, ¿Democracia delegativa? Apuntes críticos. En http://hernanmontecinos.com/2008/
03/16/%C2%Bfdemocracia-delegativa-apuntes-criticos/.
34
Cabe recordar que Przeworski sostiene la tesis según la cual altos niveles de desarrollo
económico facilitan la estabilidad de la democracia.
35
Guillermo O’Donnell, “Acerca de varias accountabilities y sus interrelaciones”, en Peruzzotti, y
Smulovitz, op. cit., p. 101.
devenir de sus países, cuyas características no son propiamente las mejores: “ex-
hortar a no lamentarse implica invitar a callarse”. Observa como inusual que un
académico serio, además de considerar que las democracias son todas lo mismo,
piense que los intelectuales deban guardar silencio.
En esta disputa en particular se pusieron de manifiesto dos concepciones
respecto a la democracia en América Latina. Para Przeworski, las dificultades
que vivían los regímenes políticos latinoamericanos no obedecían a caracterís-
ticas específicas de este subcontinente, no eran locales solamente, sino generales
a todas las democracias representativas. No había tales especificidades, por lo
cual los conceptos planteados no establecían diferencias reales. Estos plantea-
mientos los ha mantenido en el tiempo. Una década después reafirmaba cómo
en las democracias actuales (todas), la participación popular en el ejercicio de
gobierno no es posible, lo cual está relacionado con el diseño institucional del
Estado moderno, que impide que existan posibilidades de controlar a la buro-
cracia. No hay mecanismos efectivos de control, sólo se puede hacer presión
ciudadana a través de sus representantes o a través de las acciones de contes-
tación social. Ello suele ocasionar la frustración ciudadana.36 Por su parte,
O’Donnell siempre pensó en la necesidad de diferenciar las especificidades de
las nuevas democracias y de revisar, de forma crítica, los conceptos y los enfo-
ques analíticos con los cuales se abordaba la democracia en América Latina.
Se trata de concepciones diferentes de la democracia. Przeworski asume la
democracia desde un concepto procesual centrado en las elecciones, y la define
como “un régimen en el cual los cargos de gobierno se cubren como consecuencia
de contiendas electorales. Un régimen sólo es democrático si se le permite a la
oposición competir, ganar y asumir cargos. En la medida en que esta definición se
centra en las elecciones, es obviamente minimalista”.37 Además, es escéptico sobre
las formas de control ciudadano de los gobernantes, por lo cual asigna un valor
36
Adam Przeworski, “No hay que permitir que los gobiernos se encuentren en manos de grupos
económicos”, Entrevista, El Tiempo Argentino, 23 de enero, 2011.
37
Bernard Manin, Adam Przeworski y Susan Stokes, “Elections and Representation”, en Adam
Przeworski, Susan C. Stokes y Bernard Manin [eds.], Democracy, Accountability, and Repre-
sentation, Cambridge, Cambridge University Press, 1999.
cOnclusIón
Guillermo O’Donnell (1935-2011) fue polémico hasta sus últimos escritos. No
sólo adelantó la controversia citada con Przeworski, siempre fue crítico defen-
sor de sus “creaciones”, de los conceptos que solía acuñar y que con frecuencia
generaban discusiones, adeptos y críticos. Hasta sus últimas publicaciones señaló
la necesidad de diferenciar las democracias nuevas de las institucionalizadas (“las
del cuadrante noroeste”). Incluso discutió al respecto con Philippe Schmitter
en su último artículo para Journal of Democracy en 2010, lo cual quedó con-
signado en los siguientes términos:
Por otra parte, Philippe subraya acertadamente que todas las nuevas democra-
cias han estado sujetas a graves problemas de desilusión de los ciudadanos. Sin
embargo, agrega que “los analistas compiten por encontrar el adjetivo más des-
pectivo” para lo que él mismo a veces llama “neo” democracia (¿es también “neo”
38
Guillermo O’Donnell, “Schmitter’s retrospective: a few dissenting notes”, en Journal of Demo-
cracy, vol. 21, núm. 1, enero de 2010, p. 3.
La inclusión del debate que sostuvo con Adam Przeworski nos permitió ilustrar
algunos de sus argumentos y la forma en cómo defendió la relevancia y validez
de algunos de sus conceptos centrales.
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