Echar de Menos para Nunca Echar de Más

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Echar de menos para nunca echar de más.

Sue Smile

En todo hay distancia, pero siempre pensamos en la que no podemos controlar.

Pero en todo hay distancia, de casa a la universidad, del trabajo a casa…


Por muy pequeña que sea, pero siempre la hay.
La diferencia que hay con la persona que estáis pensando en estos momentos es que
esa persona no está en ninguno de esos lugares, ni en la universidad donde vas tú, ni
podrás coincidir en ninguna de esas calles que recorres cada día, ni en ninguno de
esos lugares que llevan su nombre.

Pero como un día alguien me dijo: vamos a echarnos de menos para no echarnos de
más.

Y qué razón.

Entonces, por un momento, aflojé todos mis miedos, y até todas mis fuerzas para no
soltarlas nunca. Y me di cuenta de lo bonito que iba a ser echar de menos a alguien
que nunca iba a echar de más. Porque ¿sabéis?Siempre se acaba echando de más,
nuestro error siempre es confundirlo con echar de menos.

Nunca, nunca, nunca dejéis que los kilómetros marquen la distancia que hay entre
vosotros. Nunca. Que seáis vosotros los que marcáis cuántos abrazos os separan.

Y sí, lo sé, que muchas veces saldríais corriendo a por un abrazo, porque lo necesitáis,
pero pensad una cosa, ¿y si guardáis esas ganas para no perderlas nunca? Porque las
ganas se acaban perdiendo en un abrazo, pero las ganas que no se dan, siempre se
quedan. Como los besos que nunca se dan, como los te echo de menosque nunca se
llegaron a decir. Nadie ha olvidado los besos que nunca dio, nadie. Todos los
guardamos en algún lugar aunque muchas veces no sepamos dónde. Como los
abrazos que nunca dimos por orgullo. El orgullo no está pero los “ojalá le hubiera
abrazado a tiempo” retumban demasiado fuerte, ¿no?

La vida son dos días y un traspiés, yo ya llevo tres, así que creo que estoy
sobreviviendo.
Y como yo, estáis sobreviviendo también vosotros aunque os creáis haber perdido las
vidas que os quedaban.

Porque no las habéis perdido, están con esa persona.


Si tenéis miedo, que sea miedo de no tener miedo.

La distancia se alarga con los “no puedo”, y se acorta con ” quiero y puedo”

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