Trabajo Sociología
Trabajo Sociología
Trabajo Sociología
Facultad de Medicina
Asignatura: Sociología
Dirección Web:
http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttex
t&pid=S1984-
64872012000400005&lng=en&nrm=iso&tlng=es
Introducción
Un caso en nuestra historia fue producto de las guerras que había contra los
mapuches. Las tropas estaban constituidas por un gran número de hombres, los
que en busca de satisfacer sus deseos carnales, incrementaron la cantidad de
relaciones sexuales entre ellos, culminando en severos castigos. En una
oportunidad el gobernador Juan de la Jaraquemada mandó a trece soldados del
fuerte de Paicaví a la hoguera, quienes fueron acusados de traición y sodomía
(Wikipedia, 2017).
Es por estas razones que hemos decidido basarnos en ésta publicación científica,
ya que creemos que a pesar de los altos índices de aceptación existentes en nuestro
país, aún persisten prejuicios y discriminación que se han normalizado o le han
bajado el perfil –burlas, apodos crueles, acoso, comentarios hirientes, entre otros–,
los cuales influyen en la salud mental de las personas homosexuales, bisexuales y
transexuales –dando énfasis a la situación de nuestra región–.
Aunque hemos progresado respecto a este tema, aún queda un gran trecho por
recorrer, en donde al fin podamos ver al otro como un igual, no como si tuviera una
enfermedad o considerarlo un “pecador”.
Resumen
En el marco teórico también se hablaba del llamado “estrés de las minorías”, el cual
se describe como único –es aditivo al estrés general–, crónico –la permanencia en
el grupo prejuiciado suele ser permanente– y con una base social –va más allá de
los acontecimientos individuales–. Este estrés, al que se ven sometidos los
homosexuales en su mayoría, puede gatillar un sinfín de problemas que afecten la
salud mental, como la constante actitud vigilante de los gays y lesbianas que
asumen una postura discriminatoria de otros hacia ellos o la percepción de amenaza
social, que es la expectativa de rechazo de los demás por su orientación sexual.
Yendo a un nivel más local, en nuestro país existe una problemática potente
respecto al prejuicio social: su expresión es mucho más sutil y menos explícita que
en otros lugares del mundo, por lo que existe poca evidencia de los casos de
discriminación y violencia a los que se ven sometidos los homosexuales en Chile,
solo destacándose los extremos que terminaron con la muerte de la víctima.
Para finalizar, la investigación arrojó que más del 80% de los homosexuales reportó
ser víctima de violencia –burlas, insultos, amenazas– y discriminación –
generalmente de vecinos, en ambientes religiosos y/o en el lugar de estudios–.
Situación actual en la región del Bio-Bio
En el texto en el que nos hemos basado, “Efectos del prejuicio sexual en la salud
mental de gays y lesbianas, en la ciudad de Antofagasta, Chile”, si bien no se vio
gran diferencia en la salud mental entre personas homosexuales y heterosexuales,
en nuestra región la realidad es un poco diferente.
Actualmente, es normal ver en las calles de nuestra ciudad a dos chicos o dos chicas
tomados de la mano; pero quizás para algunos, aquello no es “tan normal” como lo
es para nosotros.
Desde muy pequeños, quienes han sido nuestros guías –por lo general nuestros
padres o algún otro familiar adulto– nos han dejado líneas bastante claras respecto
a lo que es ser hombre y mujer. Quizás en la actualidad, temas como la “Ideología
de género” o una mayor apertura y apoyo a la comunidad LGBTI nos han permitido
comenzar a cambiar la forma de criar a las futuras generaciones, no obstante, las
cosas hace 20, e incluso, 10 años atrás, eran diferentes.
Paulina Monsalves, psicóloga del CESFAM Loma Colorada de San Pedro de la Paz,
nos comentó un caso que tuvo que atender, en donde el padre del usuario, un
adolescente gay, renegaba a su hijo, comentando cosas como el no estar dispuesto
a tener un “maricón” bajo su mismo techo. Este caso incluso presentó antecedentes
de agresión.
Otro punto que tocó Paulina, es que en la región existe gran predominio de la religión
Cristiana, la que, tal como comentamos en un inicio, se opone a las relaciones entre
personas del mismo sexo y ha influenciado a gran parte de la población de la región.
No obstante, no podemos generalizar y decir que todos los cristianos, sean
Católicos o Evangélicos, se oponen a las minorías sexuales.
Pero, a pesar que existen personas que los aceptan, perdura dentro del
pensamiento de varios el que mantener relaciones entre personas del mismo sexo
es “pecado”, que “es malo”, y que “Dios les castigará” o “cuando llegue el día Él los
juzgará”.
Son cosas así las que han causado gran deterioro en la salud mental de las
personas homosexuales. Y no solo hablamos desde cuando aparece una patología,
sino que también desde la sensación de seguridad y aceptación.
Si bien es bastante raro ver que se le agreda físicamente a gays y lesbianas por su
condición sexual, es más común de lo que se imagina el que reciban burlas,
comentarios malintencionados, frases hirientes y miradas de rechazo.
Sin embargo, tal como lo dice el texto, este tipo de violencia y discriminación ejercida
hacia ellos se ha invisibilizado y/o normalizado a tal magnitud que uno, como mero
espectador, no lo considera ofensivo, no obstante, si le preguntásemos a la persona
aludida, es bastante probable que nos diga que sí se sintió herida u ofendida.
De acuerdo a lo que nos dijo la psicóloga del CESFAM Loma Colorada, los casos
más comunes que atiende de personas de la comunidad LGBTI son la depresión,
ansiedad, e incluso, consumo de sustancias nocivas como el alcohol, cigarros,
marihuana y otros tipos de drogas.
Por lo general, son personas que reciben el rechazo de sus círculos más cercanos,
sea familia, amigos o algún grupo al que pertenezca –comunidad religiosa,
institución de estudios, etc. –.
Las personas homosexuales, aunque presenten apoyo de algún lugar, por ejemplo,
amigos, familia o colectivos LGBTI, siempre tendrán en contra algún grupo, siendo
el más grande, la sociedad en sí, la que con solo sus miradas de rechazo, hacen
sentirse poco aceptados a los gays y lesbianas.
Para mostrar desde primera persona la realidad que suelen enfrentar quienes se
sienten atraídos/as hacia personas de su mismo sexo, contamos con el testimonio
de una chica de 19 años de Coronel, quien ha preferido mantener su identidad
oculta, ya que prefiere no exponerse a tal magnitud al momento de contar sus
vivencias, las cuales, lamentablemente, son bastante similares a la de muchos
otros/as.
Testimonio
“¿Por dónde empezar? Se me viene mucho a la mente jajaja. Creo que todo partió
por ahí por 2011, yo no me di cuenta ahí sí po’, pero ese año me sentía atraída por
una compañera y me gustaba pasar todo el rato con ella, andábamos juntas en los
recreos, en clases, me gustaba abrazarla y todo eso, pero como mi familia jamás
me dijo que me podían también gustar las niñas yo juraba que era cariño por una
amiga más.
Después en 2012 como que empecé a abrir la mente y me planteé la idea de que
quizás de verdad me podían gustar las niñas, conocí a una y como a los cuatro
meses de hablar ella me dijo que yo le gustaba harto, yo me di cuenta que también
me gustaba y se lo dije y empezamos a pololear a escondidas de todos.
A la primera persona que le conté todo fue a mi mejor amiga, me acuerdo que
íbamos caminando al súper y yo iba nerviosa, le dije y reaccionó súper normal, me
sorprendí porque yo juraba que me iba a odiar y no me iba a hablar nunca más en
la vida o me iba a mirar raro después.
Lo feo empezó una noche de ese mismo año cuando me pillaron hablando de
madrugada con ella, me acuerdo que yo estaba con mi notebook súper callada
porque se supone que estaba durmiendo, pero no sé cómo me escucharon mis
papás, me quitaron el computador y mi mamá empezó a leer nuestras
conversaciones, no era nada del otro mundo porque yo le estaba contando que
extrañaba a mi abuela pero ella me decía “amor” y eso dejó la pura embarra’, sí…
Mi mamá se metió a la pieza a leer mientras mi papá me gritaba de todo en el pasillo,
yo era puro llorar, llorar y llorar, tenía tanto miedo; lo que me dejó más marcada fue
que de la nada él me preguntó gritando si ella era mi polola, yo no supe qué
responderle y seguí llorando no más, y como no le respondí me pegó una cachetada
en la boca y terminé sangrando porque yo tenía frenillos y se me enganchó las
mejillas con los fierros, terminé con heridas dentro de la boca durante una semana
o quizás más, además que me castigaron por más de un mes sin internet ni celular
ni notebook.
Entre todo eso y problemas en el colegio comencé a decaerme heavy, no quería ir
más a clases, no quería hablar con nadie y no me gustaba hacer nada, llegaba a la
casa a puro llorar y me aislaba hasta de mi propia familia, porque yo no la sentía mi
familia, eran para mí gente que no me iba a amar porque yo me veía amando a una
mujer en vez de a un hombre.
Me cambié de colegio para el 2013 y me dije que intentaría hacer borrón y cuenta
nueva allá, que no me avergonzaría de decir que me gustaban las niñas y lo contaría
con orgullo, pero no fue tan así, porque igual lo ocultaba, me daba miedo que le
contaran a mi mamá o que mis compañeros me aislaran por ser lesbiana.
Me hice una amiga ese año y a ella le conté que tenía polola, como me puse a llorar
me abrazó y me dijo que no tenía nada de malo si me hacía feliz, fue tan bonito
sentir apoyo, era bacán que no me miraba raro o se alejara cuando le había contado,
es más, me acuerdo hasta que me dejaba hablarle harto de ella o mostrarle fotos.
A fin de año le conté a otra amiga del colegio y ella me apoyó mucho más, hasta el
día de hoy me dice que soy muy valiente y que está orgullosa de mí cada vez que
necesito recordarlo.
Si mal no recuerdo, ese año empezó los que yo llamaba “ataques homofóbicos” de
mi mamá, porque mi papá se hacía el leso con el tema, pero mi mamá no, ella me
quitaba el celular, me pillaba hablando con la que era mi polola y me subía y me
bajaba, me decía cosas súper feas, como que era una enferma, que era una fase
no más, que donde yo me encontraba fea sentía que nunca iba a poder estar con
un hombre y que por eso me gustaban las niñas, que nunca iba a ser feliz si seguía
así, que era una decepción para todos porque tenía buenas notas pero me gustaba
una niña, cosas así, me dejó, como se dice, pa’ la caga’, porque yo me creía ese
cuento, yo juraba que estaba mal, que me iba a ir al infierno y que nunca iba a ser
feliz.
Daniel Zamudio fue un nombre que sonó con fuerza el año 2012, cuando su cuerpo,
en marzo de ese año, fue encontrado golpeado y con marcas alusivas a tortura en
el Parque San Borja en Santiago. El joven de 24 años fue abordado por cuatro
individuos, quienes tras golpearlo brutalmente, dieron fin a su vida, todo por su
orientación sexual (C. Solis, 2013).
Si bien esta ley resguarda a la comunidad LGBTI, ante conductas tan normalizadas
como lo son las burlas, comentarios maliciosos o miradas de rechazo, poco se
puede hacer.
Otra situación que nos ha tocado presenciar, es en caso de la “curiosidad” que surge
en la población cuando se enfrentan a este mundo. Muchas veces, al momento de
entablar conversaciones, sobran los “¿quién hace de mujer?” cuando son gays o
“¿cómo lo hacen para tener sexo?” cuando son lesbianas, aún existe el estereotipo
de que un hombre, solo por ser homosexual, es menos hombre, y que una mujer al
ser lesbiana es más “machito”, es menos femenina. Aún existe gran
desconocimiento respecto al mundo LGBTI y quienes lo componen.
Este recientemente entabló una relación con una transexual femenina –de sexo
masculino pero socialmente mujer–. Los vecinos suelen pegarse a las ventanas de
sus hogares cuando lo ven llegar con ella. Quizás para uno como observador
aquello no es ofensivo, sin embargo, para ella, quien es el objeto de las miradas
“curiosas” del resto, es un insulto.
Conclusión
Bibliografía