Gambaro, Griselda - La Malasangre
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Personajes
JUAN
MARIANA
SRA. PALACIOS
FOTÓGRAFO
PEDRO
CATALINA
SRA. JUÁREZ
ARTURO
PORTERO
MADRE
EMA
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1. Pánico e inocencia
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Oscuridad. Se escucha la voz de una periodista, la Sra. Palacios.
MARIANA: Yo tampoco.
JUAN: No es fácil.
MARIANA: Bueno, qué puedo decir yo ahora. Estoy casada con Juan y
tengo dos hijas.
SRA.PALACIOS: Ajá.
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MARIANA: Y yo 42.
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MARIANA: Por supuesto que igual que cualquier otra pareja tenemos
nuestras discrepancias. Eso es claro. Pero en todo lo esencial estamos
de acuerdo.
MARIANA: Alguien nos dijo, creo que fue anteayer, que la falta de
problemas es un grave problema. Eso es bastante cierto. Una vida
como la nuestra siempre tiene sus peligros. Somos muy conscientes
de eso.
MARIANA: Ahí vienen las nenas. Les voy a decir que se arreglen un
poco.
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FOTOGRAFO: A ver esas sonrisas, niñas… ¿Qué pasa con esa nena
que no sonríe?
SRA.PALACIOS: Claro.
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MARIANA: ¿Fidelidad?
MARIANA: ¿Y si no quiero?
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MARIANA: No, no es eso. Al contrario, más bien. Ahí ves qué mal me
expreso. ¿No podríamos hablar un poco de comida y de las nenas? Al
menos eso es más concreto.
Cambio de luz.
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JUAN (lee): Mariana tiene unos ojazos que parecen iluminados desde
adentro. Entonces le pregunto cómo concilia la casa con la profesión
y ella sonríe como protegiendo un dulce secreto y contesta un tanto
esquiva que funciona bien, que Juan y ella se ayudan. Es cuestión de
entendimiento, dice de pronto, y se levanta porque justo entra Juan y
se sienta en un hermoso sofá de estilo. Él coloca el brazo alrededor
de su hombro como protegiéndola y ella se acurruca contra él con
una sonrisa de seguridad y confianza. Entonces los dejo y por
supuesto me doy cuenta de que se alegran de que yo desaparezca,
para poder estar nuevamente en paz. Dos personas jóvenes, fuertes,
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CATALINA: Sí pero seguro que Juan miente mucho mejor que vos.
JUAN: Envidiable.
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PEDRO: No, no tenemos que olvidar que nosotros vivimos bajo una
apariencia feliz, que no podemos manchar con emociones de mierda.
¡Salud, Mariana! y gracias por la comida. Puede que yo no envidie tu
felicidad cursi, pero tu genialidad en el arte de la cocina es algo…
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MARIANA: ¡Ah!
CATALINA: Dice que puedo hacer lo que mierda quiera. Lo único que
le interesa es ver cuánto podemos humillarnos.
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MARIANA: No.
JUAN: ¿Qué?
PEDRO: Ya lo ves, Cata. Nos dejamos estar un poco con el orden vos
y yo. Pero ahora vamos a cambiar eso, ¿no? La semana que viene la
llamo a Mariana y reservo hora para que se encargue de nuestro
divorcio.
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Sale.
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MARIANA: ¿Te parece que dos personas puedan vivir juntas toda la
vida?
MARIANA: A veces.
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JUAN: ¡Por qué carajo tengo que ser yo el que es franco todo el
tiempo! ¿No podés decir lo que sentís vos? (PAUSA) No entiendo
cuándo nos descuidamos, qué pasó. Tomaste tus píldoras todo el
tiempo. ¿O no?
MARIANA: Tienen una tolerancia a toda prueba. Así que una tontería
más o menos de parte nuestra no tiene ninguna importancia. Nos van
a perdonar.
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MARIANA: Nada.
MARIANA: Nada.
JUAN: Me parece que a los dos nos aterroriza el llanto del bebé y eso
de amamantarlo y cambiarle los pañales y cuidarlo y levantarse de
noche y todo ese baile horroroso. Los dos lo sentimos como algo
superado.
MARIANA: No.
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MARIANA: ¡Juan!
JUAN: Sí.
MARIANA: ¿No podríamos aceptar este bebé y alegrarnos con él? ¿No
podríamos ser un poco irresponsables y dejarnos llevar, quererlo
aunque haya sido un error?
JUAN: Ya te dije que banco. Así que no necesitás volver a insistir. Sos
vos la que complicó la conversación. No yo.
MARIANA: No.
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Cambio de luz. Mariana está acostada. Juan la toma de la mano.
MARIANA: Pasable.
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JUAN: Pensé que nos podemos ir para afuera una semana. Puedo
pedirme unos días. La llamé a mamá y le pregunté si podía cuidar a
las nenas y quedó encantada.
JUAN: Les dije que te tuvieron que hacer una pequeña intervención y
que se hizo de inmediato porque el médico tenía que viajar al
exterior.
MARIANA: Maso.
MARIANA: Juan.
MARIANA: Sí.
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MARIANA: No.
MARIANA: Sí.
MARIANA: Sí.
JUAN: No.
Mariana está sola. Cierra los ojos pero no puede dormir. Se queda
mirando el techo. Las lágrimas le corren por el rostro. Suspira una y
otra vez.
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JUAN: ¿Qué te pasa?
MARIANA: Me agota.
MARIANA: Sí.
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JUAN: Claro.
MARIANA: Juana viene a limpiar hoy y le pido que se quede con ellas.
Esperame que les aviso.
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MARIANA: Pase, por favor siéntese. En qué le puedo ser útil.
MARIANA: Y ahora que los hijos no están quiere separarse, ¿es eso?
MARIANA: ¿Y su esposo?
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SRA. JUÁREZ: Sí, puede ser. Pero prefiero eso a vivir así.
MARIANA: No entiendo.
SRA. JUÁREZ: Nunca los quise. De eso estoy segura. Pero fui una
madre bastante buena de todos modos. Hice lo mejor que pude. (Ríe)
Sé precisamente lo que está pensando.
SRA. JUÁREZ: Pienso que usted opina que soy una mujer descarada y
sin moral. Que tengo todo lo que se puede desear pero no lo acepto.
Compañerismo, lealtad, cariño, amistad, satisfacción, seguridad.
SRA. JUÁREZ: Ahora le voy a contar algo, abogada. Ando por ahí con
una imagen de mí misma. Y de ninguna manera concuerda en ningún
punto con la realidad.
MARIANA: No sé.
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SRA. JUÁREZ: Eso pasa con todo lo demás, también: la música, los
aromas, el rostro y las voces de la gente. Todo se vuelve más pobre y
gris, sin valor.
SRA. JUÁREZ: Él cada vez se vuelve más amargo y odioso y dice que
soy una loca menopáusica.
SRA. JUÁREZ: Dice que se niega por mi bien. Dice que me voy a
arrepentir.
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JUAN: Mamá, cómo estás. Claro, ¿qué pasa? ¿La mamá de Mariana?
¿Qué pasó? Preocupada de qué. No, no, no. Te lo juro. Mariana y yo
estamos lo más bien. No pasó nada. Bueno, tu intuición esta vez le
erró, ¿viste? Creo que tendrías que llamar a la mamá de Mariana y
pedirle que se ocupe de algo importante en lugar de chusmear por
teléfono. Ahora estoy complicado, mamá, estoy en una reunión. Sí,
nos vemos. Beso. (Cuelga) ¡Uf! ¡Puta madre!
ARTURO: Hola.
JUAN: Hola.
ARTURO: ¿Molesto?
ARTURO: Sí, pero los estudiantes están protestando por alguna causa
noble, así que me la suspendieron.
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JUAN: Contame.
JUAN: ¿Qué?
ARTURO: Ir a la editorial.
ARTURO: No es eso...
JUAN: Sí.
ARTURO: En nuestro grupo éramos varios los que creíamos que vos
ibas a llegar muy lejos. Pensábamos que eras fenomenal. Avanzabas
más rápido que todos nosotros y te envidiábamos y estábamos un
poco celosos.
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ARTURO: Te dolió.
ARTURO: Perdoname.
JUAN: Chau.
JUAN: Adiós.
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En un bar.
JUAN: No sé.
JUAN: No. De verdad creo que fue considerado. Pero lo que pasa es
que no tengo ganas de irme de viaje.
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MARIANA: No, no va. Las nenas también pensarían que pasa algo
raro.
JUAN: ¿Será que estamos siguiendo una huella sin pensar, que nos
lleva directo al cementerio?
JUAN: Uf.
JUAN: Okey.
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JUAN: ¿Te acordás cuando casi nos encerraron en casa por haber
participado en el desfile del 1º de mayo?
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MARIANA: ¿Y ahora?
JUAN: ¿Será siempre así, que dos personas que viven juntas mucho
tiempo se cansan un poco?
MARIANA: Sí.
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JUAN: A veces me pregunto por qué siempre nos trancamos con ese
problema. La culpa de tu madre.
MARIANA: ¡Justo!
MARIANA: Creo que hay algo que tiene que dejarse escondido, a la
sombra, protegido de la transparencia.
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MARIANA (lo besa): Contigo deben ser diez veces más, tan bobo sos.
MARIANA: Esperame.
MARIANA: Pero, Cris, ¿no dormís? Pausa. ¿Por qué no? Pausa. ¿Qué
cosas horribles soñás, mi amor? Pausa. Pobrecita…
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3. Paula
JUAN: No.
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MARIANA: Es raro.
JUAN: No sé.
MARIANA: ¿Te querés divorciar? ¿Te vas a casar con ella? ¿Por qué
además tenés que hablar de esto justo esta noche? ¿Por qué tanto
apuro?
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Van a la cama.
JUAN: Ah.
JUAN: Sí.
JUAN: Si te parece…
MARIANA: No lo digas.
MARIANA: ¿De qué vas a vivir? Tenés que pasarle plata a las nenas.
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JUAN: Sí.
MARIANA: Pobrecito.
JUAN: Es imposible.
JUAN: Es inútil.
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JUAN: Ya sé para dónde vas: ¿qué van a decir nuestros padres? ¿qué
va a pensar mi hermana? ¿Y nuestros amigos? ¿Qué van a decir las
nenas y las madres de sus compañeritos de clase? A la mierda con lo
que quieran decir. Sí, me cago en todo eso. Pienso comportarme
como un canalla. Lo necesito.
MARIANA: Nada.
MARIANA: No sé, quiero. Quiero saber cómo es. ¿Tenés una foto?
Seguro que sí.
JUAN: Mariana…
JUAN: Extrae dos fotos del bolsillo del saco. Acá tenés. Una es de
hace dos años. La otra es de un pasaporte que se sacó hace poco.
JUAN: Sí.
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JUAN: Sí, ¿te acordás que fui a dar una conferencia a Chile en abril?
MARIANA: Sí.
MARIANA: Y yo confiada.
JUAN: No empieces.
MARIANA: Perdón.
JUAN: Yo sé que esto es una catástrofe, tanto para vos como para
mí. Traté de liberarme varias veces, pero fue imposible. No me suelta
y estoy loco por ella. Al principio me resistí pero ahora dejo que todo
se vaya al carajo.
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MARIANA: No, acostate y cerrá los ojos. Vas a ver que te dormís. Los
dos necesitamos dormir. Mañana va a ser un día cansador.
JUAN: Dale.
Se ríen indefensos.
MARIANA: Otra cosa. ¿El plomero que iba a venir a arreglar el baño?
¿Hablaste o lo llamo yo?
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MARIANA: Okey.
Se doblega.
MARIANA: Va a pasar.
Él toma el sobretodo.
JUAN: Chau.
MARIANA: Adiós.
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4. Valle de lágrimas
JUAN: ¡Hola!
JUAN: Perdón por llegar tarde, pero tuve un problema con el auto.
(La besa en la mejilla) ¡Qué linda estás!
MARIANA: Qué bueno que te guste. Lo compré hace unos días, pero
me arrepentí. Pero adelante, pasá.
JUAN: Excelente.
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JUAN: (lo descorcha y sirve dos copas) ¿Viste que Martín se vuelve a
casar?
MARIANA: Sí.
JUAN: Esta nueva que se consiguió, es una idiota total. Pero parece
que tiene plata. ¡Salud, (prueba el vino) muy bueno!
MARIANA: Felicitaciones.
JUAN: No, está bien. Riquísimo. Perdoname que hable tanto, pero
estoy de tan buen humor, desde que me salió ese trabajo.
Ella le sirve más vino rodeándole con sus brazos. Se inclina sobre él y
lo besa en la boca.
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JUAN: No.
MARIANA: Te molestó.
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JUAN: Sí. Uno habla solo para conjurar el gran vacío. (Se inclina) ¿De
qué te reís?
JUAN: ¿Y vos?
MARIANA (calma): Todos los días me pregunto qué fue lo que hice
mal para que pasara lo que nos pasó.
MARIANA: A ninguna.
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a vos. No sé por qué. No quiero vivir con nadie más. Los otros
hombres me aburren mucho. No te lo digo para extorsionarte. Sólo te
digo cómo es. Por eso se vuelve terrible que empieces a besarme y
nos acostemos. Porque me abro del todo. Y después…
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MARIANA: No sé.
JUAN: Dale.
MARIANA: Sí.
MARIANA: Obvio.
MARIANA: A ver.
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5. Analfabetos
JUAN: Adelante.
JUAN: Estoy con una gripe que vuelo. Hubiera preferido cancelar,
pero si te vas al exterior, no hay otra que firmar los papeles ahora,
¿no?
MARIANA: ¡Pobre, das pena! Espero que Paula te trate muy bien.
JUAN: Se te ve bien.
JUAN: Lindo.
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MARIANA: Divorciarse.
JUAN: Nadie. Está vacío. El único que está a esta hora es el portero,
abajo.
JUAN: Acá.
JUAN: Ajá.
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JUAN: No es la idea.
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MARIANA: No me enojo.
MARIANA: Nada.
MARIANA: No, porque siempre te aviso con tiempo. Vendría bien que
le pagaras el grupo de viaje del colegio. Yo no tengo fondos.
JUAN: ¿Estás loca? ¿De dónde saco tres mil dólares ahora? Imposible.
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MARIANA: No me digas...
MARIANA: Es notable…
JUAN: Te felicito.
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JUAN (rabioso): No. Hay algo que se llama ternura. Pero qué sabés
vos de eso.
JUAN: ¿Sabés lo que hacías todo el tiempo? Usabas tu sexo como una
mercancía. Si había sido bueno, me recompensabas con un polvo. Si
no, te vengabas evitándome. ¡Qué mierda! Cuando pienso cómo te
portabas me resulta grotesco. Eras peor que una puta.
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MARIANA: ¿Cuántas veces te tengo que decir que no siento nada por
vos, más que una compasión rudimentaria?
JUAN: Sí.
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MARIANA: ¿Venís?
JUAN: No.
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MARIANA: ¡Soltame!
JUAN: ¿Ah sí, cómico? ¿Por qué no te reís entonces? Me parece más
bien que estás asustada.
JUAN: ¡Callate!
Sigue una pelea brutal, enloquecida, llena de odio que dura hasta que
ambos se quedan sin fuerzas. Los dos están sangrando y furiosos
pero agotados. Se sientan en rincones opuestos del cuarto,
resoplando extenuados.
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JUAN: Okey.
MARIANA: Adiós.
JUAN: Adiós.
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MARIANA: Mami.
MADRE: Hola.
MADRE: Bien, gracias, el dolor pasó pero por supuesto que me siento
discapacitada.
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MARIANA: No puedo.
MADRE (regocijada): ¡Qué lindo! ¿Podés creer que Eva vino antes de
ayer con su noviecito? Me resulta más difícil con Cristina, pero claro,
es la imagen del abuelo.
MARIANA: Ajá.
MADRE: Lo extraño, sí. Pero no me siento más sola ahora que cuando
él vivía.
MADRE: Decí.
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MARIANA: ¿Y?
MARIANA: ¿Y vos?
MADRE: ¿Yo?
MADRE: Él me gustaba.
MADRE: No sé. Pero es muy raro que dos personas vivan juntas una
vida entera sin…
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MADRE: No me acuerdo.
JUAN: No hay por qué. Con viento a favor, de acá van a demorar en
echarme unos dos años.
JUAN: Ya lo hice.
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ARTURO: ¿Y?
JUAN: No.
JUAN: ¿Y a vos?
EMA (sonríe): ¡Qué pena! Resulta que hago una pequeña reunión y
pensé que ustedes podían venir si no tenían algo más divertido que
hacer. Seremos siete u ocho personas.
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EMA: ¿Quién?
JUAN: No es Lena.
EMA: Me parece que sos una mierda. ¿Te acordás de la última vez
que fuiste a hacerte el carné de salud y notaron que te habías
achicado unos centímetros? Bueno, es eso. (Se sienta)
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JUAN: Andate.
JUAN: No es Lena.
JUAN: No es Lena.
JUAN: Adiós.
JUAN: Esperá un momento ahora, ¿cuántos años hace que estuve ahí
por última vez?
JUAN: ¿Y vos?
MARIANA: Estresado, por supuesto. Y con presión alta, pero eso les
pasa a todos. ¿Cómo está tu esposa?
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MARIANA: ¡Totalmente!
MARIANA: No sé. Te vi tan solo, sentado en ese bar. Así que fue
natural que me acercara.
MARIANA: No.
MARIANA: Toda una vida. Toda una vida juntos. (De pronto se larga
a llorar)
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Se le ensombrece la cara.
JUAN: ¿Y entonces?
MARIANA: Me cansé.
JUAN: Yo también.
MARIANA: ¿Ves?
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MARIANA: A ver.
JUAN: Contame.
JUAN: Ajá.
JUAN: No mucho.
MARIANA: Pero no dependo de él. Vivo con él. Está bien. Me escapo
contigo. Está bien. Si encuentro algún otro que me convenga, sirve
igual.
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MARIANA: A mí no.
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