MÉTODOS ALTERNATIVOS DE
SOLUCIÓN DE CONFLICTOS:
PERSPECTIVA MULTIDISCIPLINAR
Autores
(por orden de aparición)
Marta GONZALO QUIROGA Javier GUILLÉN CARAMÉS
Isabel BAZAGA FERNÁNDEZ José María CHILLÓN MEDINA
Rafael GIL NIEVAS Angelines CANO LINARES
Enrique NAVARRO CONTRERAS Francisco JIMÉNEZ GARCÍA
Paulino FAJARDO MARTOS Julia RUILOBA ALVARIÑO
Armando CASTANEDO ABAY Aranzazu ROLDÁN MARTÍNEZ
Carlos ALCOVER DE LA HERA Mar ALARCÓN CASTELLANOS
Fernando RODRÍGUEZ MAZO Óscar GÓMARA ROMEO
Rosa VENTAS SASTRE Isabel Araceli HOYO SIERRA
Flora CALVO BABIO
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Los autores
Madrid
ISBN: 84-9772-862-9
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e-mail: [email protected]
ÍNDICE
PRÓLOGO ........................................................................................................ 19
PRESENTACIÓN............................................................................................. 21
Isabel Bazaga Fernández
MEDIACIÓN Y NEGOCIACIÓN:
ESTRATEGIAS Y PRÁCTICAS PARA
LA RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
LA DIRECTIVA DE MEDIACIÓN EN LA COMUNIDAD EUROPEA... 35
Rafael Gil Nievas
I. ANTECEDENTES................................................................................... 36
II. OBJETIVO Y ÁMBITO DE LA DIRECTIVA....................................... 37
1. Desde la óptica que podríamos llamar “competencial” o
“territorial del litigio” ........................................................................ 37
8 Índice
EL ARBITRAJE: ASPECTOS
JURÍDICOS, CONSTITUCIONALES E INTERNACIONALES EN
LA SOLUCIÓN EXTRAJUDICIAL DE CONFLICTOS
SITUACIÓN ACTUAL DEL ARBITRAJE EN ESPAÑA COMO
MÉTODO ALTERNATIVO DE SOLUCIÓN DE CONFLICTOS.......... 207
Marta Gonzalo Quiroga
I. MARCO GENERAL: EL ARBITRAJE EN ESPAÑA COMO
PRINCIPAL MÉTODO ALTERNATIVO DE SOLUCIÓN DE
CONFLICTOS ........................................................................................ 208
II. REGULACIÓN ACTUAL DEL ARBITRAJE EN ESPAÑA: LA LEY
60/2003, DE 23 DE DICIEMBRE, DE ARBITRAJE (LA) .................... 209
1. Antecedentes........................................................................................ 209
2. Sistemática............................................................................................ 210
III. CRITERIOS INSPIRADORES DE LA ACTUAL LEGISLACIÓN
ESPAÑOLA DE ARBITRAJE................................................................. 211
1. Armonización y unificación.............................................................. 211
2. Arbitraje común y arbitrajes especiales.......................................... 212
3. Sistema único para el arbitraje interno y el internacional:
¿monismo arbitral en la Ley 60/2003?.............................................. 213
14 Índice
CONTRIBUCIONES
SOLUCIÓN EXTRAJUDICIAL DE CONFLICTOS EN MATERIA DE
EXTRANJERIA ................................................................................................ 347
Óscar Gómara Romeo
I. INTRODUCCIÓN
tariedad y una armonía entre las mismas. De ahí que se presuma la buena aco-
gida de esta iniciativa dirigida a garantizar un mejor acceso a la justicia para
todos los ciudadanos en los más diversos ámbitos. Entendiendo por justicia su
acepción primera. Es decir, la de la Justicia “a secas”, sin diferenciar la forma ju-
dicial o extrajudicial de acceder a ella.
Los MASC, como su propio carácter alternativo indica, implican ser elegi-
dos en detrimento de otra opción. En primer lugar, en detrimento de la vía ju-
dicial. Ahora bien, no se trata de negar la posibilidad de acudir a la justicia or-
dinaria, ya que como característica esencial los métodos extrajudiciales se
basan en la autonomía de la voluntad. Se trata, entonces, de que las partes
puedan optar libremente por otros medios legales para resolver sus divergen-
cias. Y para ello, claro está, estos otros medios deben ofrecer alguna que otra
ventaja respecto a la jurisdicción. Precisamente, son estas ventajas las que
convencen cada vez más a particulares y empresas que se deciden a incluir en
sus contratos cláusulas por las que voluntariamente se remiten para la solu-
ción de sus conflictos, futuros o presentes, al arbitraje, nacional o internacio-
nal, a la mediación, la conciliación, la transacción, etc. La elección de estos me-
canismos les proporcionan, entre otras, las siguientes ventajas respecto a la
justicia tradicional:
• Rapidez y reducción de costes: La elección de un MASC resuelve
una importante cuestión temporal. Por ejemplo, un arbitraje suele durar
entre seis, ocho meses o, incluso un año y medio como máximo, depen-
diendo de si es nacional o internacional. Si el mismo caso es decidido en
un tribunal estatal la media de tiempo empleada duplica y a veces quintu-
plica a la señalada. El MASC ahorra en tiempo lo que podría conllevar
gastarlo en un juicio de varios años con las consiguientes consecuencias
económicas sobre el caso. Este ahorro de costes proporciona un medio de
lo mas adecuado para luchar por los derechos del justiciable sin temor a
perder más tiempo y dinero del que, a lo mejor, ya le es debido. Como
prueba de ello, se ha demostrado que los particulares y empresas usuarias
de los MASC, entre los que destaca el arbitraje, pueden ahorrar tiempo y
dinero frente a los juicios ordinarios. Siguiendo con un ejemplo en la
práctica en el caso de impagos por valor a unos 90.000 euros recurrir a la
vía judicial supondría unas costas de unos 15.000 euros y entre 24 a 34 me-
ses de tiempo. Utilizando los servicios de una empresa de arbitraje el cos-
te se reduciría a unos 7000 euros y el periodo de resolución no superaría
los seis u ocho meses como máximo. Además, las sentencias judiciales fir-
Introducción a los MASC: Diagnóstico de la situación general 29
Desde un punto de vista internacional los MASC han adquirido una rele-
vancia esencial. Es fácil intuir que, más aún que los litigios domésticos, los liti-
gios internacionales se caracterizan por su mayor lentitud y el mayor coste de
los procedimientos. Pero, también es cierto que los conflictos internacionales
se han disparado en los últimos años, derivados de la realización del mercado
interior comunitario y a una escala superior de la intensificación de los inter-
cambios y la movilidad de los ciudadanos por todo el mundo con la consi-
guiente multiplicación de las demandas internacionales que llegan a los tribu-
nales. Por todo ello, los MASC figuran en la actualidad en todas las agendas
nacionales, internacionales y en una serie de organizaciones internacionales
que muestran en la potenciación de los MASC un interés prioritario.
En el ámbito del comercio electrónico los MASC son objeto de recomen-
daciones actuales en una serie de organizaciones internacionales no guberna-
mentales, como GBDe (Global Business Dialogue on e-commerce), TABD
(Transatlantic Business Dialogue) y TACD (Transatlantic Consumer Dialogue)
cuyos trabajos sigue atentamente la Comisión Europea. En el marco comuni-
Introducción a los MASC: Diagnóstico de la situación general 31
tario hay que destacar el actual proyecto de Directiva que se va a ocupar, eso
sí, de un único método alternativo de resolución de conflictos, la mediación.
Aspecto éste sobre el que versan los primeros trabajos de esta publicación.
Sumario: I. Antecedentes.- II. Objetivo y ámbito de la directiva: 1. Desde la óptica que po-
dríamos llamar “competencial” o “territorial del litigio”. 2. Por otra parte, se plantea
la cuestión del ámbito material de aplicación. 3. Ámbito territorial de la Comunidad
Europea.- III. Definiciones de mediación y mediador: 1. Mediación. 2. Media-
dor.- IV. Remisión a la mediación.- V. Calidad de la mediación.- VI. Eficacia
del acuerdo obtenido a través de la mediación.- VII. Confidencialidad del pro-
cedimiento respecto del proceso.- VIII. Efectos de la mediación sobre el trans-
curso de plazos: 1. Plazos para el ejercicio de una acción. 2. Plazos para la realización
de un acto procesal.- IX. Otras disposiciones.- X. Conclusiones
I. ANTECEDENTES
los criterios básicos que se impondrán por la misma y que después deberán re-
flejar los Estados miembros en los instrumentos de transposición.
Hemos visto que este se extiende a las materias civiles y mercantiles. Sin
embargo el concepto de civil y mercantil en el Derecho comunitario es un con-
cepto autónomo que no coincide plenamente con la concepción que en la le-
gislación interna española podemos tener de las materias que se encuadran
en el orden jurisdiccional civil. El Tribunal de Justicia de la CE ha señalado rei-
teradamente que el concepto de civil y mercantil no puede ser interpretado
solamente a la luz de la división de ordenes jurisdiccionales que puedan exis-
tir en cada Estado miembro sino que debe serlo por referencia, primero, a los
objetivos del Convenio de Bruselas de 1968 y del Reglamento 44/2001 y, se-
gundo, por referencia a los principios generales que se deducen de todos los
sistemas jurídico-nacionales. Por tanto, el concepto de “civil y mercantil” es en
3.
El ejemplo clásico es el derivado del artículo 7 c) de la Directiva 2002/8/CE conforme al
cual en los pleitos transfronterizos los beneficiarios de asistencia jurídica gratuita en ciertos ca-
sos tienen derecho al pago de los gastos de desplazamiento. En España, como en la inmensa
mayoría de los Estados miembros, la asistencia jurídica gratuita no cubre esta prestación por lo
que, por ejemplo, para un mismo pleito en Irún, al beneficiario de justicia gratuita residente en
Hendaya se le pagarían los gastos de desplazamiento mientras que al beneficiario residente en
Melilla no se le cubrirían esos costes.
La directiva de mediación en la Comunidad Europea 39
gran medida el que resulta de las materias cubiertas por el Convenio de Bruse-
las y por el Reglamento 44/2001. En lo que al Derecho español respecta queda-
rían incluidos en el ámbito de aplicación de la Directiva los pleitos derivados
“del contrato individual de trabajo”, en cuanto para el mismo los artículos 18 a
21 del Reglamento 44/2001 establece normas especiales de competencia judicial.
En este punto queremos hacer una particular reseña al Derecho de fami-
lia. Si bien muchas veces se considera que el derecho de familia es el campo
esencial en el que se mueve la mediación, no debe tenderse a considerar el
mismo como su objeto exclusivo, pues si bien puede servir en este campo para
evitar la acritud con la que pueden desenvolverse determinados procesos fa-
miliares, suprimir o atenuar el impacto psicológico del litigio o intentar pre-
servar una cordialidad mínima que permita y facilite el contacto con los hijos e
incluso que pueda reducir el dramático índice de violencia doméstica y ade-
más las leyes de las Comunidades Autónomas sobre mediación suelen tener
como objeto exclusivo la mediación familiar, el campo posible de la mediación
es mucho más amplio puesto que puede abarcar todas las materias que se en-
tienden como civiles y comerciales y, de hecho, la Directiva no contiene previ-
siones específicas para la mediación en materia de familia.
Hacemos ahora referencia al derecho de familia puesto que el mismo tie-
ne un régimen particular en la CE. Antes de la entrada en vigor del Tratado de
Niza todos los instrumentos en materia de cooperación judicial civil reque-
rían de unanimidad de los Estados miembros reunidos en el Consejo previo
informe no vinculante del Parlamento Europeo. Tras la entrada en vigor del
mismo sólo se mantiene la unanimidad para las materias de Derecho de fami-
lia y para el resto se sigue el procedimiento de codecisión (art. 251 TCE) en el
que las potestades decisorias se dividen entre el Parlamento Europeo y el
Consejo y en éste se actúa por mayoría cualificada y no por unanimidad.
Con ello tenemos tres posibles escenarios procedimentales. Primero. Co-
decisión basándose en el artículo 65 TCE. Segundo. Unanimidad por conside-
rar la Directiva como materia de Derecho de familia. Tercero. Codecisión si se
basa la Directiva en el artículo 95 TCE no previsto específicamente para la co-
operación judicial civil.
Para acabar con el ámbito diremos que el artículo 1 considera como Estado
miembro de la Comunidad Europea a los efectos de la Directiva a todos los Es-
tados miembros con la excepción de Dinamarca. Esto se debe a que Dinamar-
ca no participa en la cooperación judicial civil. Esta circunstancia está refleja-
da en los artículos 1 y 2 del Protocolo sobre la posición de Dinamarca anexo al
Tratado de la Unión Europea y al Tratado Constitutivo de la Comunidad Eu-
40 RAFAEL GIL NIEVAS
ropea. Igualmente destacar que, de acuerdo con sus protocolos, UK e IRL tie-
nen un derecho de opción positivo en este ámbito a ejercer dentro de los tres
meses siguientes a la presentación de la propuesta por la Comisión, habiéndo-
lo ejercido ambos en sentido afirmativo.
1. Mediación
cio de cualquier tipo de acción judicial. Esta posibilidad, en principio sería ad-
misible conforme al principio de libertad de pactos. No obstante el temor a
que se estableciera como condición general de la contratación en contratos de
adhesión y que con ello se perjudicara el derecho de la parte más débil a tener
libre acceso a los Tribunales hizo que tal posibilidad no fuera incorporada en el
proyecto de Directiva. Sin embargo, pudiera haberse explorado la posibilidad
de que se estableciera dicha cláusula en un contrato de adhesión pero hacien-
do depender de la sola voluntad del consumidor el acudir a la mediación, si lo
desea, con carácter previo al ejercicio de la acción judicial.
De otro lado, la posibilidad de que el procedimiento de mediación sea
prescrito por ley permite salvaguardar los supuestos en que se considere pre-
ciso imponer legalmente la misma. La imposición obligatoria de la mediación
como requisito previo al ejercicio de acciones judiciales puede sonar extraña
pero, sin embargo, no nos es ajena a nuestro Derecho puesto que existen algu-
nos supuestos como ocurre con la conciliación obligatoria previa al proceso la-
boral ante el servicio administrativo correspondiente o ante el órgano que
asuma éstas funciones (artículos 63 y siguientes de la Ley de Proceso laboral) o
con la mediación en caso de controversia en materia de invenciones laborales
(artículo 140 de la Ley 11/1986 de 20 de marzo de Patentes)
Finalmente el artículo 2 de la propuesta de Directiva añade que “no inclui-
rá los intentos del Juez por solucionar el litigio en el curso del proceso judicial
referente a dicho litigio” lo que permite que no se considere sometido al mis-
mo régimen el intento de conciliación realizado ante el Tribunal o los intentos
de acuerdo o transacción impulsados por éste una vez iniciado el proceso.
2. Mediador
V. CALIDAD DE LA MEDIACIÓN
5.
Además del ya citado Reglamento 805/2004, deben considerarse los Reglamentos 44/
2001 del Consejo de 22 de diciembre de 2000 relativo a la competencia judicial, el reconocimien-
to y la ejecución de resoluciones judiciales en materia civil y mercantil y al Reglamento 2201/
2003, del Consejo, de 27 de noviembre de 2003, relativo a la competencia, el reconocimiento y
ejecución de resoluciones judiciales en materia matrimonial y de responsabilidad parental, por
el que se deroga el Reglamento (CE) numero 1347/2000.
50 RAFAEL GIL NIEVAS
dores en mejor situación que a los propios abogados ya que respecto a éstos, el
Tribunal, aplicando el artículo 371 LEC, podría en casos extremos ordenar la
declaración6. En todo caso, esta postura que propugna la posibilidad de que el
mediador sea llamado a declarar en juicio en casos excepcionales podría inter-
pretarse que encuentra un cierto acomodo en el propio artículo 6 cuando deja
fuera de la confidencialidad los casos en que entren en juego “consideracio-
nes de orden público” lo que podría garantizar que, en excepcionales circuns-
tancias, el Tribunal pueda hacer declarar al mediador.
Ello en cuanto al mediador ya que, de otro lado, respecto de las partes, se
podrían plantear dudas sobre si las partes en la mediación deben guardar con-
fidencialidad respecto de los datos que hayan conocido en la previa media-
ción en el caso de que ésta fracase y deba acudirse a un proceso judicial ya que
es posible argumentar que se les podría privar con ello de la posibilidad de uti-
lizar los medios apropiados para su defensa. No obstante, si se quiere generar
un clima de acercamiento entre las partes en el procedimiento de mediación
parece que la confidencialidad respecto de los datos que hayan conocido en la
mediación debe de ser garantizada siempre que esos datos no los haya obteni-
do la parte a quién favorezca también de otro modo. Por ejemplo, en una in-
terpretación estricta, una de las partes podría presentar un documento en el
procedimiento de mediación que le perjudique y el mismo no podría presen-
tarse en un eventual juicio por la parte a quién favorezca. Con ello la parte de
mala fe puede intentar acudir a una mediación para presentar informaciones
que le perjudiquen, decidir dar por terminado el procedimiento de mediación
y acudir a un proceso judicial en el que tales informaciones no podrían ser uti-
lizadas contra él aún cuando la otra parte las hubiera obtenido o hubiera podi-
do obtener también por otra vía. Para evitar éstas situaciones quizá debería re-
conducirse el precepto a las informaciones que han podido ser obtenidas
exclusivamente mediante el procedimiento de mediación y no de otro modo y
atribuir un cierto poder discrecional al Tribunal sobre la materia.
Hay que añadir que las leyes españolas sobre mediación recogen la confi-
dencialidad y reserva del mediador con un alcance general. Así, el art. 9 e) de
la Ley valenciana 7/2001, el art. 4 de la Ley 15/2003 canaria, el art. 11 de la Ley
gallega 4/2001, el art. 13 de la Ley catalana 1/2001…Pero las excepciones que se
recogen al principio general de reserva y confidencialidad varían según la
normativa ante la que nos encontremos:
La Ley 1/2001 catalana, después de prohibir ser testigo o perito en juicio,
exceptúa la información no personalizada utilizada para fines de formación e
investigación, así como los supuestos en los que exista una amenaza para la vi-
6.
Sobre la extensión del secreto profesional del abogado véase el artículo 437 de la LOPJ
y la jurisprudencia de interpretación del mismo (ejemplo, el Auto del Tribunal Constitucional
de 11 de diciembre de 1989 (RTC 1989, 600 Auto).
La directiva de mediación en la Comunidad Europea 53
da, integridad física o psíquica de una persona y los casos en los que existan
hechos delictivos perseguibles de oficio.
La Ley valenciana 7/2001, después de sentar el principio de confidenciali-
dad, en cuanto a las excepciones se remite, en primer lugar a la legislación so-
bre secreto profesional y a la aceptación expresa de las partes para levantar tal
obligación, prevé normas especiales para la búsqueda de orígenes biológicos,
recoge la obligación procesal de confidencialidad sólo en cuanto al testimonio
y exceptúa la información no personalizada con fines de investigación o for-
mación, la existencia de amenaza para la vida o integridad física o psíquica de
una persona y el conocimiento de un posible hecho delictivo. Sin embargo,
caso de que la mediación hubiera sido “remitida” por la autoridad judicial se
ha de dar a ésta traslado de las actuaciones realizadas.
La Ley canaria 15/2003 recoge, con carácter general, la obligación de confi-
dencialidad, sin prever excepción alguna.
La Ley gallega 4/2001 exceptúa del deber genérico de confidencialidad la
consulta para datos estadísticos, toda información requerida por el Ministerio
Fiscal o por el Tribunal.
La Ley castellano-manchega 4/2005 de 24 de mayo impone al mediador el
deber de mantener reserva respecto de los hechos conocidos en el curso de la
mediación, salvo que el levantamiento de la misma sea compatible con la le-
gislación vigente respecto al secreto profesional o exista aceptación expresa de
ambas partes, especificando después que el deber general de confidenciali-
dad cesa en el caso de que todas las partes del procedimiento lo autoricen así
como en los casos previstos en las leyes procesales si el Juzgado o Ministerio
Fiscal requieren el expediente.
Muchas de las Comunidades autónomas que hasta hoy no tienen ley de
mediación, están preparando una normativa sobre la materia por lo que no es
descartable que en el plazo de 2-3 años tengamos un mínimo de diez leyes au-
tonómicas sobre la materia las cuales deberían seguir los principios que se es-
tablezcan en la Directiva.
acuerdo “el plazo volverá a correr desde el momento del término de la media-
ción sin acuerdo de solución, a contar desde la fecha en que una o ambas par-
tes o el mediador declaren terminada la mediación o se retiren efectivamente
de ella.” Finalmente se establece que “el plazo se ampliará en cualquier caso al
menos un mes a contar desde la fecha de su reanudación, salvo cuando sea un
plazo en el que se deba ejercitar una acción para evitar que una medida provi-
sional o similar deje de surtir efecto o se revoque.”
El precepto nos suscita distintos comentarios.
En primer lugar, terminologicamente deben hacerse varios comentarios.
Los plazos para el ejercicio de una acción normalmente son plazos de pres-
cripción (aunque en algunos supuestos lo son de caducidad) y los plazos, una
vez en el proceso para el ejercicio de los distintos actos procesales, lo son siem-
pre de caducidad.
El término que se usa y el efecto que se busca es el de la suspensión que
supone que el periodo en el cual se está desarrollando la mediación no cuenta
para el ejercicio del plazo lo cual es distinto de la interrupción que supone que
el plazo se tiene que volver a contar desde el principio. Los plazos de prescrip-
ción, tradicionalmente se interrumpen y no se suspenden como establecen los
artículos 1973 a 1975 del Código Civil (la Ley catalana 29/2002 del Código civil
de Cataluña ha regulado la suspensión de la prescripción pero no para éstos
supuestos).
En definitiva, los plazos a los que se refiere el precepto son en nuestro De-
recho tanto de prescripción como de caducidad y para ambos lo que se prevé
en la propuesta de Directiva es la suspensión y no la interrupción.
Si se trata de plazos para el ejercicio de una acción (lo que parece claro
quedaría incluido en la dicción “relativo a la demanda”), nuestro Derecho no
contempla para éstos casos norma que de manera específica se refiera a la in-
terrupción o suspensión de la prescripción por consecuencia de la mediación.
Quizá podría entenderse incluido el supuesto de mediación en la referencia a
la “reclamación extrajudicial del acreedor” (artículo 1973 del Código Civil) en
cuanto la mediación pueda suponer la existencia de una controversia entre
partes en el que una de las partes reclama algo a la otra o se reclaman mutua-
mente.
No obstante, en Cataluña, dado que el artículo 121-11 b) de la Ley 29/2002
del Código civil de Cataluña al referirse a las causas de interrupción de la
prescripción recoge el “inicio del procedimiento arbitral relativo a la preten-
sión o la interposición de la demanda de formalización judicial del arbitraje”
La directiva de mediación en la Comunidad Europea 55
X. CONCLUSIONES
Fuera del análisis que ya hemos realizado, me parece difícil exponer adi-
cionales conclusiones jurídicas concretas máxime teniendo en cuenta que la
propuesta está siendo objeto de un debate que determinará que la redacción
de numerosos preceptos sea alterada. Por ello en las conclusiones quisiera ser
“extra jurídico” y recordar dos frases que me parecen interesantes para dar a
la mediación su verdadera medida. Una frase me la dijo un gran abogado ju-
bilado que después de haber tenido a lo largo de su vida profesional infinidad
de pleitos decía siempre “el proceso es la muerte de la razón y del Derecho”.
Ante la cara de estupefacción de un simple estudiante de Derecho como era
yo y que tenía casi idealizado lo que era un juicio, mi amigo me explicaba la
frase recordando un caso en que por un determinado proceso desde la sen-
tencia de primera instancia una parte (una familia) prácticamente lo había
perdido todo ya que se había procedido a la ejecución provisional de la sen-
tencia a favor de la otra parte (otra familia). La primera familia recurrió en
apelación y perdió, recurrió en casación y perdió, recurrió en amparo ante el
Tribunal Constitucional y…ganó tras doce años de litigios en los que había pa-
sado de ser una familia acomodada a una familia en situación de necesidad
que no podía hacer la provisión de fondos del abogado y que tuvo que cam-
biar a los hijos de colegio. La segunda familia durante esos doce años disfrutó
de una situación económica muy holgada derivada de la ejecución de la sen-
tencia de primera instancia. Cuando tuvo que ejecutarse la sentencia del Tri-
bunal Constitucional que le obligaba a reintegrar todo lo obtenido con los
oportunos intereses, esta segunda familia cayó en la más absoluta ruina eco-
nómica. Mi amigo abogado lanzaba la pregunta ¿a alguna de las dos familias
le compensó ir a juicio?
La segunda frase está escrita y expuesta en carteles de algunos juzgados
norteamericanos. “El divorcio contencioso perjudica seriamente la salud”.
Creo que sobran los comentarios aunque podía añadirse “no sólo de los cón-
La directiva de mediación en la Comunidad Europea 57
1. Objeto
bre del cuando, el como y el qué va a ser lo finalmente vigente en cada Estado
miembro y aplicable por sus jueces y tribunales.
La segunda de las reflexiones tiene que ver con el ámbito de aplicación mate-
rial de la futura norma. Según nos consta, la Directiva regulará la Mediación
como solución de conflictos en el ámbito del derecho civil y mercantil. Lo anterior
quiere decir que los conflictos que se produzcan entre dos sociedades mercantiles
multinacionales estarán regulados bajo el mismo régimen jurídico que se aplicará
a los conflictos que surjan, por ejemplo, cuando una de las partes sea un consumi-
dor o cuando el conflicto se produzca en el seno de las relaciones de familia.
Los intereses originados en relaciones de derecho privado pueden ser
muy distintos. En el ámbito de las sociedades mercantiles, aquéllos pueden
reducirse a los puramente patrimoniales, mientras que cuando una de las par-
tes es un consumidor, el mantenimiento del equilibrio entre las partes y, en
consecuencia, la protección de la parte débil, es un valor prioritario. Lo mismo
se puede decir de los conflictos originados en el ámbito de las relaciones fami-
liares, situaciones en las que la protección de los menores o la no discrimina-
ción son presupuestos ineludibles.
Lo anterior ha estado bien presente en otras normas de Derecho interna-
cional privado comunitario como son los llamados Reglamentos de Bruselas I
y Bruselas II4. El primero hace expresa exclusión de su ámbito de aplicación en
su artículo 1.2 a) de las cuestiones relativas al “estado y la capacidad de las per-
sonas físicas, los regímenes matrimoniales, los testamentos y las sucesiones”.
Cuestiones estas de las que se ocupa el llamado Reglamento Bruselas II. Mien-
tras que para las materias relativas a los contratos de consumidores, de segu-
ros o de trabajo, aunque si son objeto de tratamiento en Bruselas I, el legisla-
dor estableció subregímenes especiales para ellas.
Es decir, el legislador comunitario ya ha tenido en cuenta con anteriori-
dad los diferentes intereses en presencia a la hora de regular cuestiones muy
4.
Reglamento (CE) número 44/2001 del Consejo, de 22 de diciembre de 2000, relativo a
la competencia judicial, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en materia
civil y mercantil (DOCE núm. L 012, de 16 de enero de 2001).
y Reglamento (CE) número 2201/2003 del Consejo, de 27 de noviembre de 2003, relativo a
la competencia, el reconocimiento y la ejecución de resoluciones judiciales en materia matrimo-
nial y de responsabilidad parental, por el que se deroga el Reglamento (CE) número 1347/2000
(DOUE núm. L 338, de 23 de diciembre de 2003).
El proyecto de directiva de mediación y la mediación comercial internacional 63
VIII. CONCLUSIÓNES
I. INTRODUCCIÓN Y OBJETO
3. Enfoque multidisciplinar
4. Ventajas de la mediación.
2. Cautela estratégica
1. Actuaciones previas
A) Finalidad
El proceso de solución de cualquier conflicto se inicia normalmente des-
plegando una serie de actuaciones tendentes, principalmente, a asegurar las
bases de la propia posición y, eventualmente, a mejorarla obteniendo infor-
mación del contrario.
Estas escaramuzas previas cobran especial valor en el contexto de la ac-
tual conflictología:
• Por un lado, porque ya implican gestión del conflicto en sentido
estricto, minimizando los aspectos negativos del conflicto para las partes
en cuanto que racionaliza las hostilidades al conceptuarlas como un inicio
de alguno de los modelos de mecanismos acuñados para la solución, con in-
dependencia del resultado final. (Por decirlo de otra manera, su inicio
permite atisbar el principio del fin).
• Por otro lado, y aunque resulte paradójico en relación a nuestro co-
mentario anterior, en determinados tipos de conflictos el posicionamien-
to y el avivamiento del conflicto permite acelerar y optimizar su gestión o su so-
lución. De nuevo simplificando: “si vis pacem para bellum”, sería una buena
manera de ilustrar esta nueva función asignada en la teoría del conflicto a
la fase previa.
B) Desarrollo en la práctica
Tácticamente, las partes realizan en la práctica las siguientes actuaciones:
Inicialmente se fija la pretensión formal, esto es, lo que se dice que se quiere.
El planteamiento variará enormemente en función de los modelos cultura-
les13, el grado de arrogancia, agresividad y sinceridad de las partes. Será im-
prescindible, pues, decodificar esta manifestación en el contexto cultural ade-
13.
Fukuyama, F, “La gran ruptura”, Madrid, 1999, pág. 411 y ss. en relación a la necesidad
de compartir códigos culturales (cultura común) para negociar normas de cooperación.
Estrategia y mediación 75
C) Mediación: ventajas
33.
Indudablemente la teoría de juegos del matemático John Von Mcumann y los desa-
rrollos sobre “el dilema del prisionero” serán de gran utilidad al configurar este tipo de estra-
tegias. En relación a las prevenciones no utilitaristas sobre estas teorías, merece la pena cono-
cer las reflexiones de William Poundstone en “El dilema del prisionero”, (Madrid, 1995), que
en las págs. 253 y ss. (Maquiavelo y el utilitarismo), nos sirven para conectar con la ética del
mediador: “La teoría de juegos admite infinitas lecturas, pues refleja sólo el sistema de valo-
res de los que la aplican. A veces las recomendaciones hechas por la teoría de juegos parecen
maquiavélicas; se debe a que, en general, el código moral de los que usan la teoría es maquia-
vélico”. (pág. 255).
34.
Cfr. Vincenzo Lo Cascio (“Gramática de la argumentación”, Madrid, 1998), para quien
la valoración del grado de sinceridad depende de la habilidad del decodificador (pág. 99), en un
contexto de manipulación. Más adelante (págs. 297 y ss.) cita a F. Van Eemeren y R. Grooten-
dorst (“Speech Acts in Argumentative Discussions”, Dordrecht, 1984) autores de la lista de re-
glas del acto argumentativo ideal y sus infracciones.
35.
Fukuyama, F., op. cit., pág. 412, aclara el papel de la cultura como fuente de informa-
ción para resolver el dilema del prisionero.
36.
Cfr. en Munduate, L. y Medina F.J., op. cit., el trabajo que abre el volumen (págs. 21 a
43) cuyos autores son E. Van de Vlient y C.K.W. de Drew y titulado “El conflicto en las organiza-
ciones. La optimización del rendimiento mediante la estimulación del conflicto”.
82 PAULINO FAJARDO MARTOS
V. DE LEGE FERENDA37
1. Conclusiones y recomendaciones
2. Epílogo
40.
Más allá aún, ético y emocional. Como anticipó a finales del siglo XVII el diplomático
francés, François de Callière (“Negociando con príncipes”, Madrid, 2001). “Para constituirse en
buen negociador no basta con detentar cantidad de ideas, rapidez mental u otras cualidades
propias de la inteligencia. Es necesario, también, poseer cualidades que dependan del corazón.
No existe otro empleo que requiera mayor elevación y nobleza de sentimientos en cuanto a la
manera de actuar”, (pág. 55).
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“MEDIACIÓN Y CONFLICTO
COMERCIAL.
EL ABC PARA EL ABOGADO
Y EL EMPRESARIO DE HOY”
DR. ARMANDO CASTANEDO ABAY1
Doctor en Ciencias Jurídicas
INTRODUCCIÓN
En los tiempos en que vivimos se hace más evidente cada día que el proceso
de mediación, nacido para la solución alternativa de “conflictos menores” (inter-
1.
Dr. Armando Castanedo Abay. Doctor en Ciencias Jurídicas por las Universidades de
la Habana, Cuba y Universidad de Valencia, España. Autor del libro: “Mediación. Una alternati-
va para la resolución de Conflictos”. Miembro efectivo de la Junta Directiva del Forum Mundial
de Mediación.Arbitro y mediador comercial internacional. E–mail: [email protected]
86 ARMANDO CASTANEDO ABAY
mino hacia una efectiva negociación o mediación antes de pasar al arbitraje. El ár-
bitro en este caso se limita a elegir, entre las ofertas presentadas, la que a su juicio
es más viable y se corresponde mejor con los intereses de las partes.
En la búsqueda –por el empresariado– de alternativas que coadyuven a
ser más efectivos, ágiles y económicos los procedimientos de solución de con-
troversias comerciales, también se ha recurrido a los procesos simplificados,
juicios expeditivos con jurado y expertos imparciales. Todos ellos actúan en el
marco y desde la perspectiva de la factibilidad de la solución al conflicto co-
mercial propiciando la presencia del tercero neutral5.
El proceso simplificado se ha diseñado para permitir a las partes las mismas
ventajas que el de mediación, con la diferencia de que la presentación preliminar
se hace a través de letrados, no se le denomina juicio, sino “contratación de juez”,
y finalmente se convirtió en lo que se conoce hoy como minitrial (minijuicio).
“Un ejemplo citado con mucha frecuencia, es el del proceso simplificado que tuvo
lugar en 1982 entre Texaco y la Borden Company, en el que esta última acusó a la pri-
mera de cometer acciones monopolistas, y que llevó a ambas compañías a renegociar
el contrato de suministro de gas en unos términos que ni siquiera se habían discutido
anteriormente, los representantes de las compañías firmaron también un nuevo
acuerdo de transporte de gas por parte de Texaco a Borden, muy favorable para esta
última. Ambas compañías tuvieron ganancias netas que nadie, que hubiera revisado
las reclamaciones interpuestas en el juzgado, se hubiera podido imaginar”6.
5.
Este concepto de neutralidad del tercero interviniente se encuentra en estos momen-
tos en tendencia a modificación por cuanto se cuestiona la terminología: “neutralidad para”, si
en realidad se asiste a las partes o se facilita su negociación ; la referida tendencia lo conduce a
ser sustituido por el concepto de “parcialidad compartida”, sin que esta parcialidad induzca la
idea de complicidad.
6.
Singer Linda, R: Ob., cit. Pág.89. La propia autora nos comenta otro caso singular que
resolvió los aspectos críticos del conflicto entre las empresas Kaise Aluminium and Chemical
Corporation y American Cynamid Company que habían firmado el compromiso CPR según el
cual, en caso de conflicto con algún otro de los firmantes, deberían intentar alguno de los méto-
dos de Resolución alternativa de litigios antes de incoar la causa en el juzgado. Aún así los abo-
gados tardaron tres años en lograr que ambas empresas químicas aceptasen someter a un pro-
ceso simplificado un caso cuyos perjuicios estaban valorados en 260.000 dólares. American
Cynamid le había suministrado Ácido Sulfúrico a Kaiser para la fabricación de fertilizantes. Los
granjeros de Luna Island, que compraron el fertilizante, alegaron que esta había afectado a sus
cosechas. Kaiser negoció con los granjeros y luego demandó a American Cynamid, alegando
que su producto químico estaba en mal estado.
Durante el proceso simplificado, las negociaciones acabaron en un callejón sin salida, ya
que las ofertas de los directores divergían en más de 20000 dólares. Con el fin de salir del punto
muerto – este sería un impasse para tercero según nuestra perspectiva de proceso de medica-
ción (nota del autor) – los ejecutivos decidieron que el asesor imparcial, un juez retirado del Tri-
bunal Supremo de New Jersey, emitiese un dictamen vinculante. Cada directivo escribió en un
trozo de papel una cantidad y el asesor, a quien se había advertido que no buscase una solución
de compromiso repartiendo la cantidad entre ambas partes, debía levantar el papel que en su
opinión contuviese la propuesta más realista. El caso se solucionó. Ídem, pág.90.
Mediación y conflicto comercial. el ABC para el abogado y el empresario de hoy 89
En 1985 vio la luz una propuesta de guía para empresarios que dirigían
empresas en cuanto a la solución de controversias, esta guía denominó a la
mediación el “gigante dormido” de la resolución de conflictos y el medio más
poderoso, en potencia, para que las partes alcancen términos de acuerdo7.
También se hace notar desde hace varios años, particularmente en el sec-
tor de los grandes proyectos de edificaciones, el proceso denominado partne-
ring referido al seguimiento constante y sistemático de la probabilidad con-
flictual y de los conflictos que se produzcan.
Se basa en seguir un proyecto de colaboración entre inversionistas, arqui-
tectos, constructores, potenciales compradores y todo aquel que de una ma-
nera u otra esté ligado a los referidos grandes proyectos, para avanzar en los
mismos a través de acuerdos preliminares.
Este sistema refleja previsión y se ha convertido, por un lado, en un cami-
no de profilaxis conflictual y, por el otro, de aumento del índice de eficiencia y
concordia en las transacciones mercantiles tan necesario para llevar adelante
estos proyectos.
Todas estas modalidades –desde nuestra perspectiva– se presentan con el
alcance de ser solamente tales. Nuestra posición se basa en que no es pruden-
te, e incluso podría conspirar contra la efectividad del proceso de mediación
comercial, el hecho de trabajarlo a partir de los llamados “modelos”.
Tal afirmación se basa en la experiencia práctica que indica –a partir de la
propia flexibilidad y ajustabilidad del proceso de mediación comercial– que
todos los conflictos comerciales son diferentes.
Estos nacen y se desarrollan a partir de percepciones humanas y –como
demostrado por las ciencias psicológicas– estas se forman como reflejo de his-
toria, idiosincrasia, cultura, escenario, intereses y otros muchos factores que
inciden en la subjetividad de los protagonistas del conflicto comercial.
Por tanto, el uso de modelos, al desconocer estos trascendentales factores
para la conducta humana, podría empañar la visión del mediador cuyo trabajo
fundamental transita por la exacta comprensión del reflejo de los intereses de
los mediados con el profundo análisis de sus acciones, omisiones y reacciones.
desde la posición del tercero interviniente, que desde la perspectiva de las “trinche-
ras” en que usualmente se encuentran las partes en las controversias comerciales.
Las mediaciones del tipo indicado son las más complejas pues al tratar la
mediación con percepciones humanas, estas –tan disímiles– distan mucho de
ser homogéneas o sinérgicas en sus apreciaciones, valoraciones y, en fin, inte-
reses.
No por gusto se han ratificado las convenciones de Panamá, Nueva York y
Viena; el Consejo que aglutina a las Cámaras de Comercio del MERCOSUR ha
conformado su Centro de Mediación con sedes en cada uno de los países inte-
grantes del acuerdo; la Comisión Interamericana de Arbitraje Comercial ha
decidido agregar a su estructura la Mediación Institucional; y el Banco Intera-
mericano de Desarrollo ha apoyado estos procesos intensificándolos median-
te préstamos no reembolsables.
Todo ello frente a los nuevos y “más prometedores” desafíos de los con-
flictos por monopolio comercial; por utilización de patentes relacionados con
productos transgénicos; de la bioética genética, de la transfronterización; del
uso del espacio; del e_commerce (comercio por Internet); por jaqueos electró-
nicos o, por la aparición de las “class actions” (intereses difusos) y por la
“aventura comercial” con alto insumo de propiedad intelectual.
Va siendo el momento oportuno también entonces para que la mediación
de Salomón, de los indios Navajos en el Norte, los Aimara en el Sur, los Cuá-
queros en Occidente, las comunidades orientales; de Hermes, el Dios griego
mediador de los entuertos olímpicos, juegue su rol en la evolución en espiral
de la historia y encienda “luz verde” en cuanto a poner a mano del empresario
el alivio a su mayor preocupación: la correlatividad conflictual con la eleva-
ción de costos de todo tipo.
En tal sentido van apareciendo los llamados “mini juicios”, el “sistema ju-
dicial multipuertas”, los “paneles de neutrales” de la OMC o el CISCI, el Cen-
tro de Arbitraje y Mediación Comercial de las Américas. En América Latina,
Argentina presenta las leyes de Mediación de Córdoba y Buenos Aires como
muy atinadas15, Venezuela cualifica con rango constitucional la Mediación, en
Colombia se trabaja ya por Ley (640/2001) la conciliación, en Costa Rica con su
Ley sobre Resolución Alterna de Conflictos y promoción de la Paz Social (Ley
7727/1997); en Cuba en su Código de Familia y en propuesta un Decreto Ley
para la institucionalización de la mediación comercial en su Cámara de Arbi-
traje de Comercio Internacional ; en Ecuador se le otorgó también rango
Constitucional (18 de Junio de 1996) y la RO/145 regulatoria de la Mediación;
15.
A mi juicio una de las más completas leyes de Mediación es la de la Provincia de Cór-
doba, en Argentina, esta ley 8838, con la modificación de la ley 9031, en su artículo 1ro regula:
“Instituyese en todo el ámbito de la Provincia de Córdoba y declárese de interés público provin-
cial la utilización, promoción, difusión y desarrollo de la instancia de mediación con carácter
voluntario, como método no adversarial de resolución de conflictos, cuyo objeto sea materia
disponible por los particulares, que se regirá por las disposiciones de la presente Ley”.
Mediación y conflicto comercial. el ABC para el abogado y el empresario de hoy 95
Pero también es cierto que en este sector relacional, por lo mutante que re-
sulta, es más conveniente cerrar una puerta de manera elegante y amistosa,
que abrir una a la pérdida de una posible oportunidad futura.
Para asegurarnos de que se verifique esta afirmación, el primer paso es co-
nocer como funciona el conflicto comercial; del mismo modo que si tuviéra-
mos cultura de tennis de campeonato y braceo, disminuiríamos las distancias
con quienes competimos.
A) La dinámica de la colaboración
resortes comunicativos más eficaces en estos casos, toda vez que estudia
el conflicto intercultural y el posible entrecruzamiento de la semántica del
lenguaje a través de códigos de conocimiento compartido.
13. La percepción negocial: Le llamamos de este modo al camino psi-
cológico por donde transita el negocio comercial desde que se encuentra
en estado latente, cuando se contrata y hasta cuando se ejecuta.
Está claro que la aparición del conflicto comercial depende en gran medi-
da de la percepción que tengan del desarrollo del negocio sus protagonistas.
Y, por otro lado, está demostrado que la mediación trabaja –no por el cambio
de percepciones– sino por la comprensión de los mediados- de que existen
distintas percepciones las que, al reconocerse, reconstruyen el puente comu-
nicacional como paso primario en la solución de su conflicto.
14. Micro y macrodinámica contextual19: Un empresario no realiza
sus operaciones en un solo contexto pues sabe perfectamente que mien-
tras “controle” mejor la variabilidad de contextos relacionados con sus lí-
neas de negociación, será más productivo. Los conflictos conducen a los
inexpertos en relación con ellos mismos a disminuir sustancialmente el
“tamaño del foco” con que miran la realidad a la cual se enfrentan, a con-
centrar energías para “vencer” para “doblegar al adversario” (que al mo-
mento de negociar era el “socio”).
La mediación comercial rompe con este esquema, permitiendo la identifi-
cación proactiva de la fortaleza comercial que representa trascender el conflic-
to y la modificación del propio contexto a partir de ella.
Otros muchos ámbitos en el comercio internacional son susceptibles de
ser invadidos por consecuencias negativas a partir de un tratamiento inade-
cuado de los conflictos que se presentan en los mismos, todo depende del tipo
de negocio, de sus partes y sus proyecciones en el marco referencial de las
transacciones concretas que se realicen.
mica a las acciones y reacciones de las partes, las que con su comportamiento
contencioso estimulan una conducta de índole similar.
La desescalada puede realizarse por medio de estrategias destinadas a
disminuir las hostilidades. Las fases que integran el ciclo de un conflicto son
las siguientes:
• Surgimiento: Es la fase en la cual el conflicto latente se convierte en
un conflicto manifiesto, ya sea por primera vez entre las partes involucra-
das o como un resurgimiento del mismo.
• Escalada: Es cuando las partes intensifican sus acciones para obte-
ner sus propósitos. Usualmente se manifiesta a través de hostilidades ha-
cia el adversario.
• Polarización: Sucede cuando todos los aspectos de la relación en-
tre las partes comienzan a deteriorarse. El contacto entre las partes dismi-
nuye y la comunicación se termina. Generalmente, hay un incremento en
la cantidad de asuntos problemáticos.
• Ampliación: Ocurre cuando las partes comienzan a conseguir el
apoyo de aliados y patrocinadores con el objetivo de incrementar el nú-
mero de las personas con interés en el resultado del conflicto.
• Incitación: En las últimas etapas del conflicto, las partes llegan a un
punto en el cual se ven obligados a continuar o intensificar el conflicto, sin
ninguna oportunidad de retirarse en forma segura u honorable. Comien-
za el temor de desprestigio, el no querer asumir el costo de un error, el de-
seo de venganza y el interés por recuperar lo perdido.
• Desescalada: Sucede cuando las partes, algunas veces con la ayu-
da de un intermediario, toman acciones que tienden a demostrar su dis-
ponibilidad de deponer su conducta conflictiva, ya sea unilateralmente o
de forma condicionada.
• Retirada: Es la fase en la cual las partes se involucran en un proce-
so destinado a reducir, resolver o terminar un conflicto.
Ahora ya es tiempo de retomar los diez peldaños de la escalada del con-
flicto comercial y explicar el “movimiento de cada pie” en la “subida” y en el
“descenso”, todo ello inmersos en el conflicto narrado con anterioridad.
El dominio de la vida por la pasión y su fuente que alimenta las raíces del
conflicto. Las causas de la pasión, la pérdida como experiencia solitaria y la
consiguiente ira desencadenando en el moralismo.
De nuestro ejemplo de partida recordemos que el empresario tiene en
juego el 40% de los recursos financieros de su empresa.
Entonces ¿cómo incide en él este primer “peldaño”?
Pues no solo afecta su estrategia comercial, sus objetivos o sus recursos,
sino que también incide en su vida personal, en las relaciones con su familia,
106 ARMANDO CASTANEDO ABAY
con sus amistades, le consume una gran parte de su tiempo, la manera de ver
la vida se torna diferente, centra su atención y se apasiona, y en muchos casos
se obsesiona, con la solución.
Entra en el dilema de que una solución, aunque no deseada, puede ser la
pérdida de la asociación comercial, o de un mercado activo o de uno en pro-
tección.
En este último temor –el sentimiento de pérdida– se siente solo y atrae el
complejo de culpa hacia él por el posible desenvolvimiento conflictual.
Ello desencadena en los llamados “valores comerciales”, sobre todo en el ata-
que que sufre el crédito ganado durante largo tiempo y le llega entonces –como
por arte de magia dicen algunos entrevistados– el sentimiento de ira que no es
más que la impotencia sobre el control de la situación.
Fijémonos que peso soporta en sus hombros en estos momentos el em-
presario de nuestro ejemplo, y llama la atención el hecho de que con esa pesa-
da “mochila” tiende a seguir escalando. Me pregunto entonces si no sería con-
veniente e inteligente, de tener que cargar la “mochila”, hacerlo entre tres en
un proceso – entiéndase mediación – de descarga de la misma?
Sigamos a nuestro protagonista al segundo peldaño.
No es el conflicto en sí, sino como se reacciona ante él.
Esto es una verdad de Perogrullo, pero que a veces no se toma en conside-
ración por la preocupación de cómo “moverse” con la pesada “mochila”.
Comento que siempre me ha llamado la curiosidad cuando se discute en
mediación si el conflicto es positivo o negativo, teniendo que reconocer que
mi postura ha variado con la experiencia práctica.
Creo que analizado el conflicto en sí, este ni resulta positivo ni negativo.
Sin embargo, en dependencia de cómo reaccionemos ante él, puede ser lo uno
o lo otro.
La cuestión es si decidimos –por una u otra razón y como ha quedado di-
cho– cargar la “mochila” solos o desempacarla con la colaboración de otros.
En el primero de los supuestos, no estamos haciendo otra cosa y no nos
quedará más remedio que subir al siguiente peldaño de la escalada del con-
flicto. En el segundo, podemos utilizar incluso la aparición de este para, tras-
cendiéndolo, fortalecer nuestra relación y afianzar los resortes que nos con-
duzcan al logro final de nuestros objetivos.
Por tanto, según como enfrentemos el conflicto, este resultará contrapro-
ducente o productivo.
¿Lo acompañamos al tercer escalón?
Mediación y conflicto comercial. el ABC para el abogado y el empresario de hoy 107
• Discriminación comercial.
• Empleo improductivo de recursos personales, materiales y financieros.
• Posicionamiento en el mercado.
• Victimización de la asociación comercial.
• Deslegitimación comercial.
• Tratamiento de estereotipos conflictuales.
• Disonancia cognoscitiva.
• Utilización de estrategias encubiertas.
• Deterioro de la fuerza comercial lograda en común.
• Conductas comerciales polarizadas, unilaterales y condicionadas.
• Otros.
Que no son más que posibles disputas que conforman el conflicto comer-
cial.
Dependería mucho de los intereses de los involucrados en el conflicto co-
mercial, el modo de tratar cada una de ellas para que sean acomodadas o ex-
traídas de la “mochila conflictual”.
5. Afrontando la responsabilidad de las incertidumbres y lo desconocido,
frente a la necesidad del equilibrio.
Evidentemente cuando nuestro empresario se enfrenta al conflicto sin
haber utilizado las ventajas de la mediación profiláctica con anterioridad a la
aparición del conflicto comercial, este se enfrenta a una nueva situación con
un alto grado de incertidumbre y desconocimiento acerca de su evolución.
Si además no cuenta con experiencias similares anteriores que le indiquen
la efectiva ponderación del enfrentamiento al nuevo escenario y no acude a
ser asistido por quienes estudian el conflicto por ser este el objeto de análisis
de la mediación, pues resultará la factibilidad de un elevado por ciento de
probabilidades de error conductual.
En la historia comercial se ha demostrado que mínimos errores conduc-
tuales en el manejo de sus intrínsecos conflictos, pueden conducir a daños mi-
llonarios; a la velocidad del comercio actual podría ser fatal.
Quizás en alguno de los “peldaños” anteriores de la escalada conflictual,
con la llegada de la mediación se podría reducir el daño del conflicto comer-
cial en un considerable grado. Pero llegando a esta altura, pudiéramos conver-
tirnos en magos y adivinadores frente al empresario de nuestro ejemplo y de-
cirle: “Vas como disparado al sexto peldaño, reacciona o no tendrás opción”.
6. Desde la comprensión hacia la compasión, su inoperancia con la fractu-
ra del puente comunicacional y la lejanía de la colaboración.
Cuando en nuestra frase le sugerimos su reacción inmediata, lo estamos
invitando a contrarrestar el escenario conflictual con reflexiones compartidas
Mediación y conflicto comercial. el ABC para el abogado y el empresario de hoy 109
cional en el mundo de hoy con las tantas alianzas económicas que –estratégi-
camente– pueden ser establecidas, creo que es la mejor propuesta que debe
desprenderse del presente trabajo.
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112 ARMANDO CASTANEDO ABAY
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LA MEDIACIÓN COMO ESTRATEGIA
PARA LA RESOLUCIÓN DE
CONFLICTOS: UNA PERSPECTIVA
PSICOSOCIAL
CARLOS MARÍA ALCOVER DE LA HERA
Área de Psicología Social. Departamento de Ciencias Sociales
Universidad Rey Juan Carlos
I. INTRODUCCIÓN
gran diversidad de los miembros que las componen y que conviven –en ar-
monía o enfrentados– en ellas. Las diferencias pueden ser de raza, de religión,
de lengua, de cultura, de valores, de ideas, de tendencias sexuales, de costum-
bres, de aptitudes físicas e intelectuales, de nivel económico, de intereses u ob-
jetivos o de otras muchas que las personas pueden llegar a tener1. Si bien es
cierto que en las dos últimas décadas el reconocimiento y el respeto de las di-
ferencias se han incrementado notablemente, concediendo voz2 y creando es-
pacios que permitan que todas las voces sean escuchadas y cuenten con igual-
dad de oportunidades para utilizarlas, también resulta inevitable el aumento
de conflictos, disensiones y enfrentamientos entre los individuos, grupos o
sociedades que perciben sus diferencias como irreconciliables o antagónicas.
Así, pueden encontrarse múltiples ejemplos tanto de escenarios sociales don-
de la diversidad no impide la convivencia pacífica y constructiva como de
contextos donde las diferencias parecen irresolubles y conducen al enfrenta-
miento abierto y violento. Incluso en ocasiones una misma sociedad puede
pasar de un extremo a otro sin apenas transición3.
Si se adopta una perspectiva que privilegia a las sociedades que fomentan
y potencian la diversidad y rechazan e impiden su amordazamiento o su ne-
gación, los conflictos resultan naturales, inevitables e, incluso, potencialmente
positivos. La “salud social”, valga la expresión, de un estado, una comunidad,
una organización, un colectivo o un grupo no está en función sólo de la canti-
dad de conflictos que existe en su seno, sino también y fundamentalmente de
su voluntad y su capacidad para afrontarlos, gestionarlos y resolverlos. Lo
que es negativo no es el conflicto en sí mismo, sino el no querer, no saber o no
poder solucionarlo. Tan perjudicial puede resultar negar la posibilidad o la
existencia de conflicto (se estaría en un estado utópico o totalitario) como rehu-
sar o permanecer pasivo ante él (por voluntad o por incapacidad).
Por todo ello, en estas páginas se adopta una perspectiva que reconoce la
existencia de conflictos –latentes o manifiestos– como fenómeno característico
de toda organización social, que considera que esos conflictos pueden y de-
ben –en la medida de lo posible– ser resueltos por las partes implicadas (direc-
tamente o con la participación de terceras partes) y que los conflictos son, en ge-
1.
Echevarría (1994).
2.
Hirschman (1970).
3.
Valga como ejemplo suficientemente ilustrativo lo ocurrido en la ciudad bosnia de Sa-
rajevo en la década de los noventa del siglo XX: una ciudad en la que, no sin fricciones y sin con-
flictos periódicos, habían sido capaces de convivir durante siglos personas pertenecientes a las
cuatro grandes religiones monoteístas –musulmanes, católicos, ortodoxos y judíos– y a diferen-
tes etnias, y que fue objeto de una destrucción sistemática y cruel en la que participaron ciuda-
danos que hasta poco antes formaban parte del mismo país. Sin duda, con la destrucción de Sa-
rajevo se pretendía acabar con un símbolo, negando la posibilidad de lograr la convivencia
entre grupos diferentes.
La mediación como estrategia para la resolución de conflictos: Una perspectiva psicosocial 115
4.
Munduate, Byrne y Dorado (1996).
5.
No debe entenderse con esto que la mediación es una técnica “nueva”, antes al contra-
rio: Deborah Kolb (1983) la consideraba “la segunda profesión más vieja del mundo”. En realidad, en
la mayor parte de las culturas han existido personas que por su prestigio, por su sabiduría o por
estar investidas de algún tipo de autoridad moral han actuado como mediadores naturales, lo
que en la clásica distinción de Jean-François Six (1995) se denominan “mediadores ciudada-
nos”, al igual que han sido relativamente frecuentes los denominados por este mismo autor
“mediadores institucionales”. Ya en el siglo XX, los países anglosajones especialmente han con-
tado con numerosas figuras mediadoras institucionalizadas, y ha sido en estos últimos treinta
años cuando la utilización de la mediación ha tenido una rápida expansión, tanto geográfica
como en sus ámbitos de aplicación. En el ámbito hispano, sin duda ha sido Argentina el país
donde inicialmente y con mayor expansión la mediación se ha convertido en una herramienta
ampliamente utilizada en la resolución de conflictos (véase, por ejemplo, Suares [1996]). En los
últimos años cada vez se ha prestado más atención al papel desempeñado por los factores cultu-
rales en la mediación y la negociación en general (véase, por ejemplo, Carnevale, Cha, Wan y
Fraidin [2005]).
6.
Martínez de Murguía (1999). Pueden consultarse diferentes definiciones, por ejem-
plo, en Vinyamata (2003a).
116 CARLOS MARÍA ALCOVER DE LA HERA
7.
La bibliografía sobre mediación es amplísima, por lo que resulta imposible ofrecer
aquí una revisión completa de las referencias disponibles. En castellano resultan útiles, además
de los ya citados, entre otros, los trabajos de Baruch Bush y Folger (1996); Diez y Tapia (2004);
Folger y Jones (1997); Gottheil y Schiffrin (1996); Moore (1995); Redorta (2004); Serrano y Mén-
dez (1999); Suares (1996); Vinyamata (1999). También Internet resulta una fuente de informa-
ción muy útil; se recomiendan, entre otras muchas, las siguientes direcciones: http://www.crn-
hq.org/ (Conflict Resolution Network); http://www.mediacion.com (mediación en general);
http://www.cidcm.umd.edu/ (Center for Internacional Development & Conflict Management);
http://www.incore.ulst.ac.uk/ (International Conflict Research); http://www.tc.columbia.edu/
icccr/ (International Center for Cooperation & Conflict Resolution); además se recomienda la
siguiente página: http://www.geocities.com/Athens/8945/ que ofrece una lista de vínculos con
sitios web relacionados con resolución de conflictos, bibliografías, informaciones, etc.
8.
No obstante, no todos los enfoques sobre mediación están de acuerdo acerca del pa-
pel más o menos activo del mediador, encontrándose posturas que van desde la no intervención
(lo que lo aproximaría a la figura de la tercera parte que interviene en una conciliación, donde las
partes suelen haber llegado previamente a un acuerdo y el conciliador se limita a ser una espe-
cie de testigo) hasta la participación activa, por ejemplo, proponiendo soluciones cuando las
partes implicadas no lo hacen o no aceptan las propuestas realizadas por ellas mismas.
La mediación como estrategia para la resolución de conflictos: Una perspectiva psicosocial 117
sulta imposible que sea de otra manera– que las relaciones se mantengan a
medio o largo plazo; piénsese, por ejemplo, en el caso de los contextos univer-
sitarios, donde es frecuente que sus miembros permanezcan durante muchos
años en el mismo departamento o servicio: si además de las diferencias o con-
flictos existentes se añade la incapacidad o la imposibilidad de los implicados
para relacionarse, se está ante situaciones que pueden tener consecuencias
que van mucho más allá del problema de origen (por no mencionar otro ejem-
plo paradigmático, como pueden ser las comunidades de vecinos o de propie-
tarios). Parece, en consecuencia, que en este caso centrarse exclusivamente en
la solución de un problema concreto no puede ser lo más operativo, ya que en
este tipo de relaciones donde las diferencias pueden ser muy profundas es
probable que los enfrentamientos y los conflictos surjan con frecuencia, de
manera que parece preferible que la mediación logre al menos lo que los mo-
delos de Sara Cobb o de Baruch, Bush y Folger persiguen.
Por último, y en relación con lo anterior, mencionar la gran diversidad de
ámbitos de aplicación donde la mediación resulta posible y ha mostrado su
eficacia en la resolución de conflictos. Sin entrar en las particularidades de
cada uno de ellos, cabe mencionar los siguientes12:
• Mediación derivada desde un tribunal de justicia.
• Mediación empresarial o de negocios.
• Mediación laboral.
• Mediación familiar.
• Mediación vecinal o comunitaria.
• Mediación víctima-ofensor (en material penal).
• Mediación escolar o en ámbitos educativos.
• Mediación en ámbitos sanitarios.
• Mediación en situaciones de acoso o mobbing (sin que sean materia
penal).
• Mediación urbana o ciudadana relacionada con asuntos públicos.
• Mediación de Ombudsman (o Defensores en distintos ámbitos: del
pueblo, del menor, del ciudadano, del lector, universitario, etc.).
También se han obtenido buenos resultados en las situaciones donde han
intervenido dos o más mediadores13, estrategia conocida habitualmente como
co-mediación14, y en la que trabajan juntos y con igualdad de estatus condu-
12.
Pueden encontrarse análisis más detallados en: Grover Duffy, James y Olczak (1996);
Martínez de Murguía (1999); Six (1995); y ejemplos de aplicaciones y casos prácticos, por ejem-
plo, en Aréchaga, Brandoni y Finkelstein (2004) y Vinyamata (2003b). Por supuesto, existe tam-
bién una amplia bibliografía especializada en cada uno de los ámbitos de aplicación que resulta
imposible citar aquí.
13.
Martínez de Murguía (1999).
14.
Charlton y Dewdney (1995).
La mediación como estrategia para la resolución de conflictos: Una perspectiva psicosocial 119
utilizar o no como prueba ante un juez o una instancia legal, ámbito este que
excede el análisis realizado en este capítulo.
• Realizar preguntas.
Es muy importante que el mediador pregunte directamente a las partes
para permitir a éstas expresar intereses, deseos, objetivos, etc., que en ocasio-
nes los implicados no dicen abiertamente.
Los tipos de preguntas más frecuentes son:
• De clarificación. Se refiere a la búsqueda de confirmación y de com-
probación a través de preguntas significativas y relevantes a las partes so-
bre asuntos implicados en la discusión, pero tratando de evitar que las
preguntas sean amenazadoras, inquisitoriales u opresivas.
• Preguntas cerradas. Usadas para clarificar y comprobar, suelen te-
ner un carácter dicotómico, es decir, sólo se puede responder “sí/no”, “de
acuerdo/en desacuerdo”, etc. Hay que tener cuidado con su empleo, ya
que cuando son inadecuadas pueden obstaculizar la comunicación.
• Preguntas abiertas. Formuladas de manera que se permita la res-
puesta libre y matizada, se utilizan para buscar respuestas creativas y am-
pliar el espectro de la discusión. Suelen formularse mediante los términos
“por qué”, “qué”, “dónde”, “quién”, “cómo” o “cuándo”.
• Equilibrar el poder.
Como ya se señaló más arriba, en las situaciones donde el desequilibrio de
poder entre las partes es muy elevado (y/o se percibe como insalvable), hay
que determinar la viabilidad de la mediación. Si ésta es factible, aunque exis-
tan desequilibrios de poder, tanto explícitos (por ejemplo, diferencias jerár-
quicas) como tácitos (por ejemplo, diferencias de género), el mediador ha de
procurar que la parte “débil” se sienta segura y pueda expresar y manifestar
sus opiniones, deseos, etc., de manera que en el proceso el poder esté equili-
brado en la mayor medida posible.
• Intercambiar roles.
Consiste en la invitación del mediador a que cada parte se ponga en el lu-
gar de la otra, con el objeto de percibir la realidad desde su punto de vista y
ver las posibles reacciones ante cualquier propuesta o alternativa. Requiere
un esfuerzo de imaginación de las partes que suele ser muy eficaz cuando se
logra.
126 CARLOS MARÍA ALCOVER DE LA HERA
• Otras habilidades:
Capacidad de escucha y paciencia.
Capacidad de síntesis y de potenciación de las soluciones que propongan
las partes.
Imparcialidad, a pesar de las ofensas que se hayan dirigido entre las par-
tes.
Optimismo, capacidad de desarrollo de sentido del humor.
Habilidad para transmitir serenidad.
Sencillez en la expresión de lo que es y pretende lograr la mediación (con-
trolar expectativas).
Sensibilidad ante las emociones de las personas, pero también capacidad
para no dejarse influir por los intentos de las partes para que se ponga de su
parte (“chantaje emocional”).
Mostrar y garantizar la confidencialidad del proceso.
Por último, todo mediador ha de contar con una actitud ética: no “teóri-
ca”, sino con una actitud pragmática24, así como tener conocimientos de los
procesos psicosociales de los conflictos, de las relaciones interpersonales y de
la comunicación (verbal y no verbal).
VI. CONCLUSIONES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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diación (pp. 265-303). Madrid: Pirámide.
CALCATERRA, R. A. (2002). Mediación Estratégica. Barcelona: Gedisa.
25.
Véase, para un análisis pormenorizado, Butts, Munduate, Barón y Medina (2005).
26.
Con ello se persigue el objetivo de dotar (o de incrementar) a las partes de empower-
ment, un término inglés de difícil traducción al castellano (si bien, por ejemplo, Vinyamata
[2003a] utiliza la traducción en este mismo contexto de empoderamiento), que se refiere al nivel
de poder conferido a los implicados para que asuman el protagonismo y sean capaces de plantear,
afrontar, analizar y resolver sus problemas o conflictos, en lugar de delegar o depender de otros
(por ejemplo, un juez o una figura de autoridad) para hacerlo.
La mediación como estrategia para la resolución de conflictos: Una perspectiva psicosocial 129
CARNEVALE, P. I., CHA, Y. S., WAN, C. y FRAIDIN, S. (2005). Cultura y mediación de dis-
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LA NEGOCIACIÓN COMO
ESTRATEGIA PARA LA
RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS:
UNA PERSPECTIVA PSICOSOCIAL
FERNANDO RODRÍGUEZ MAZO
Área de Psicología Social. Departamento de Ciencias Sociales
Universidad Rey Juan Carlos
“En cada drama tiene que haber presente un conflicto. El final puede ser la re-
conciliación o la destrucción; o como la vida misma, puede no haber un final; pero
el conflicto es indispensable: si no hay conflicto, no hay drama”.
G. Bernard Shaw, The perfect wagnerite.
Sumario: I. Introducción.- II. Una visión psicosocial del conflicto.- III. Estilos conduc-
tuales en la resolución de conflictos.- IV. La negociación desde una perspec-
tiva psicosocial: 1. Definición y tipos. 2. Proceso de la negociación: A) Preparación
remota de la negociación y definición del conflicto. B) Preparación del con-
texto de negociación. C) Búsqueda de alternativas mutuamente acepta-
bles. D) Evaluación de las alternativas y decisión de una solución negocia-
132 FERNANDO RODRÍGUEZ MAZO
I. INTRODUCCIÓN
trar a una única persona que haya evitado durante toda su vida encontrarse
no en una, sino en varias situaciones más o menos conflictivas; y si esto fuera
posible, sería un indicativo de inmadurez o quizá en casos extremos, de falta
de salud mental. La explicación a esta supuesta paradoja se encuentra en la in-
vestigación sobre los resultados de los conflictos: en contra de lo que pueda pa-
recer al sentido común, los conflictos son necesarios5 ya que pueden, entre
otros beneficios, fomentar la innovación y la creatividad, así como el reconoci-
miento de la legitimidad de distintos puntos de vista; por otra parte, facilitan
la predisposición al trabajo interdisciplinario, aumentan las habilidades de co-
municación de las partes y cuando se resuelven de modo cooperativo, pue-
den contribuir a establecer una identidad grupal y cohesión6. Desde este pun-
to de vista puede señalarse que quien no experimenta conflictos se estanca, no
accede a los procesos de maduración necesarios para la supervivencia de una
sociedad, organización o persona.
Sin embargo no todos los conflictos resultan positivos, e incluso los que
cumplen una función provechosa corren el riesgo de enquistarse si no se ini-
cian los procedimientos adecuados para su gestión y posterior resolución en
el momento adecuado. Entre los resultados disfuncionales de los conflictos
puede citarse los altos niveles de insatisfacción y frustración por parte de
quienes se sienten no escuchados o derrotados, el gasto excesivo de tiempo o
de recursos materiales (por ejemplo durante una huelga prolongada en una
organización laboral), el sentimiento de desconfianza o los problemas de co-
municación. Parece claro que el dominio de las estrategias de gestión resulta
fundamental para evitar estos y otros problemas7.
La resolución o atenuación de un conflicto puede abordarse empleando
diferentes procedimientos. Por una parte hay que señalar la gestión estructural
del conflicto. Estas intervenciones se realizan a nivel organizacional e inten-
tan mejorar la situación conflictiva modificando algunos parámetros del dise-
ño de la propia organización, como los mecanismos de diferenciación e inte-
gración, de jerarquía y poder, algunos procedimientos de pagas e incentivos,
etcétera8.
Hay que señalar en este punto que la gestión estructural del conflicto se en-
cuentra directamente entroncada con la prevención del mismo. El fomento de la
5.
Sin embargo, como bien señala Serrano (2005), no todo conflicto es necesario, pues
muchos son inútiles en su génesis, planteamiento y desarrollo, obedeciendo a razones espurias
y sin rastro de cambio positivo o constructivo.
6.
Véase por ejemplo Tjosvold (1988) y Fernández Ríos (1999).
7.
No todos los resultados disfuncionales de los conflictos se limitan a los problemas co-
mentados. En ocasiones se pueden encontrar situaciones más graves, donde la violencia física y
psicológica están siempre presentes: terrorismo, extorsión, delincuencia, etcétera son casi siem-
pre resultados de conflictos más o menos manifiestos en las sociedades.
8.
Medina, Luque y Cruces (2005).
136 FERNANDO RODRÍGUEZ MAZO
Compromiso
Dominación Evitación
Bajo
COOPERACIÓN
COMPROMISO
NEGOCIACIÓN
INTEGRACIÓN
COMPETICIÓN DOMINACIÓN
1. Definición y tipos
• Negociaciones Distributivas
Llamadas también de ganar-perder o negociaciones suma cero, se carac-
terizan por el hecho de que lo que una parte gana, la otra lo pierde. De esta
forma, ponen el énfasis en reclamar el valor. Las negociaciones salariales donde
18.
Pruitt y Carnevale (1993).
19.
Morley y Stephenson (1977).
20.
Medina y Munduate (2005).
140 FERNANDO RODRÍGUEZ MAZO
• Negociaciones Integradoras
También denominadas tratos todos ganan o suma positiva, se caracteri-
zan por el hecho de que tienen por objetivo el que todas las partes resulten be-
neficiadas tras la negociación. El aspecto fundamental es la creación de valor21.
Estos tratos se basan en el estilo de gestión de conflicto de integración o solu-
ción de problemas.
Para abordar una negociación integradora las dos partes deben estar mo-
tivadas para participar en la elaboración de alternativas positivas y en la selec-
ción de las más adecuadas, cooperando siempre entre ellas para conseguir la
distribución óptima de los recursos. Las habilidades de comunicación básicas
(véase el epígrafe 5.2 de este capítulo), así como el desarrollo de la autonomía,
de la creatividad o del trabajo en equipo, son también necesarias para un
abordaje satisfactorio de estas negociaciones.
Este tipo de tratos proporcionan una mayor satisfacción tanto con el pro-
ceso como con los resultados, al no sentirse frustrada ninguna de las dos par-
tes ya que no hay “perdedores” ni “ganadores”. Por otra parte, los resultados
tienen una mayor permanencia temporal que en las negociaciones distributi-
vas.
• Negociaciones Mixtas
No siempre es posible intentar gestionar un conflicto mediante una nego-
ciación integradora. Por ejemplo, es habitual que alguna de las partes se sienta
más fuerte o poderosa que la contraria, o que la colaboración al cien por cien
en el proceso integrador pueda ser interpretada como una claudicación por el
grupo al que el negociador representa. En las negociaciones mixtas, los impli-
cados no siguen una única estrategia, sino que ambas partes combinan ele-
mentos de suma positiva y de suma cero, en función de la fase de la negocia-
ción en la que se encuentren y de sus objetivos específicos a cada momento. Se
trata de la forma más habitual de negociación en la vida real. Las negociacio-
nes internacionales o la firma de convenios laborales pueden ilustrar este tipo
de tratos mixtos.
21.
Las nociones de reclamación y creación de valor en la negociación serán desarrolladas
en el epígrafe 5.1 de este mismo capítulo.
La negociación como estrategia para la resolución de conflictos: ... 141
2. Proceso de la negociación
Las fases básicas que estructuran el proceso de negociación son las si-
guientes22:
1. Preparación remota de la negociación y definición del conflicto.
2. Preparación del contexto de la negociación.
3. Búsqueda de alternativas mutuamente aceptables.
4. Evaluación de las alternativas y decisión de una solución negociada.
5. Puesta en práctica la decisión.
6. Evaluación de la efectividad de la negociación.
Antes de comenzar con la exposición de las diferentes fases, debe señalar-
se que el modelo expuesto es tan solo una más entre las posibilidades al alcan-
ce de los negociadores, pero no tiene un carácter normativo. Las siguientes fa-
ses, si bien son recomendables, no siempre se producen en los procesos de
negociación sin que ello signifique obligatoriamente una práctica incorrecta.
pecto este imprescindible durante la totalidad del proceso. Conocer cuáles son las
necesidades e intereses que hay detrás del conflicto desde ambos puntos de vista
resulta de especial utilidad a la hora de realizar una planificación rigurosa.
Esta primera fase es también la adecuada para decidir quién va a partici-
par en el proceso. Suele resultar de utilidad, cuando se quiere fomentar la co-
operación, no emplear a un negociador que en el pasado se haya caracteriza-
do por mostrarse agresivo con la otra parte, ya que este deberá comunicar
confianza, generando actitudes positivas entre los negociadores de la parte
contraria. La apertura de posibles canales de comunicación alternativos, por si
la interacción cara a cara fuese imposible o poco procedente, es también una la-
bor a realizar en esta fase.
dores intentarán emplear estrategias que les permitan acceder a la mayor can-
tidad de recursos que les ayuden a cubrir sus objetivos.
F) Evaluación de la negociación
2. Habilidades de comunicación
VI. CONCLUSIÓN
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Sumario: I. Premisa introductoria.- II. ¿Qué se entiende por mediación penal?- III. El
origen legal de la mediación: 1. La normativa internacional. 2. El principio de
oportunidad. 3. El principio de intervención mínima.- IV. Contenido de la media-
ción penal.- V. Programas de mediación en el derecho penal de menores.-
VI. Conclusiones.- VII. Bibliografía citada
I. PREMISA INTRODUCTORIA
1. La normativa internacional7
2. El principio de oportunidad
12.
Un estudio de la mediación en esta Comunidad Autónoma en: DELGADO MARTÍN, J.:
“La mediación de la Justicia de Menores. Una experiencia positiva”, en Actualidad penal, núm.
1-5, enero 1998, pp. 19-24.
13.
Un interesante estudio sobre la desjudicialización, en BERNUZ BENEITEZ, M. J.: “La
conciliación y la reparación en la LO 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad
penal de los menores. Un recurso alternativo o complementario a la Justicia de Menores”, en
Revista de Derecho penal y criminología, 2ª Época, núm. 8 (2001), pp. 263-294.
14.
Este artículo establece: “Cuando el autor de los hechos mencionados en los artículos ante-
riores sea menor de catorce años no se le exigirá responsabilidad con arreglo a la presente Ley, sino
que se aplicará lo dispuesto en las normas sobre protección de menores previstas en el Código Civil
y demás disposiciones vigentes. El Ministerio Fiscal deberá remitir a la entidad pública de protec-
ción de menores testimonio de los particulares que considere precisos respecto al menor, a fin de va-
lorar su situación y dicha entidad habrá de promover las medidas de protección adecuadas a las cir-
cunstancias de aquél conforme a lo dispuesto en la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero”.
Las medidas de intervención informal como mecanismo de sobreseimiento del expediente ... 157
el artículo 7.1.j de la LORRPM17, precepto que enumera todas las medidas sus-
ceptibles de ser impuestas al menor infractor.
Entrando ya en el contenido de la mediación en el ámbito del Derecho pe-
nal de menores, la reparación del daño causado y la conciliación con la vícti-
ma presentan el común denominador de que el ofensor y el perjudicado por
la infracción llegan a un acuerdo, cuyo cumplimiento por parte del menor ter-
mina con el conflicto jurídico iniciado por su causa. La conciliación tiene por
objeto que la víctima reciba una satisfacción psicológica a cargo del menor in-
fractor, quien ha de arrepentirse del daño causado y estar dispuesto a discul-
parse. La medida se aplicará cuando el menor efectivamente se arrepienta y
se disculpe, y la persona ofendida lo acepte y otorgue su perdón. En la repara-
ción el acuerdo no se alcanza únicamente mediante la vía de la satisfacción
psicológica, sino que requiere algo más: el menor ejecuta el compromiso con-
traído con la víctima o perjudicado de reparar el daño causado, bien mediante
trabajos en beneficio de la comunidad, bien mediante acciones adaptadas a
las necesidades del sujeto, siendo en este caso el beneficiario la propia víctima
o perjudicado18.
A los efectos del artículo 19 de la LORRPM, se considerará producida la
conciliación cuando el menor reconozca el daño causado y se disculpe ante la
víctima y ésta acepte sus disculpas. Por reparación se entenderá el compromi-
so asumido por el menor con la víctima o perjudicado de realizar determina-
das acciones en beneficio de aquéllos o de la comunidad, seguido de su reali-
zación efectiva. Por tanto, el objeto de la reparación no es sólo la realización de
una prestación económica a la víctima, sino que también puede consistir en
otras actividades de carácter restaurativo, bien sea directamente al perjudica-
do o víctima, bien de modo indirecto a la comunidad. En el caso de que el me-
nor no cumpliera la reparación o la actividad educativa acordada, el Ministe-
rio Fiscal continuará la tramitación del expediente.
Como resultado de la normativa señalada en epígrafes anteriores, de las
Recomendaciones tanto del Consejo de Europa como de Naciones Unidas, y
de la misma praxis de la mediación, este mecanismo se ha difundido como un
método alternativo eficaz para la solución de conflictos penales. Esto ha traído
como consecuencia la creación de instancias públicas específicas destinadas a
la realización de tareas mediadoras. A dichas instancias pertenecen los Equi-
pos técnicos de menores, que están ligados al sistema de Administración de
Justicia y dependen orgánicamente de las Fiscalías de Menores. Su importan-
17.
Este artículo prevé como medida las prestaciones en beneficio de la comunidad, seña-
lando que “la persona sometida a esta medida, que no podrá imponerse sin su consentimiento,
ha de realizar las actividades no retribuidas que se le indiquen, de interés social o en beneficio
de personas en situación de precariedad. Se buscará relacionar la naturaleza de dichas activida-
des con la naturaleza del bien jurídico lesionado por los hechos cometidos por el menor”.
18.
Así aparece recogido en la Exposición de Motivos de la LORRPM.
Las medidas de intervención informal como mecanismo de sobreseimiento del expediente ... 159
22.
La evaluación global de los programas de medidas realizados en Asturias, Galicia y
Madrid es bastante positiva, teniendo en cuenta que del total de 214 expedientes cerrados antes
del 31 de diciembre de 2002, 167 corresponden a actuaciones cerradas por cumplimiento, es de-
cir, el 78% de los expedientes alcanzaron los objetivos inicialmente propuestos, al realizarse las
actividades programadas.
23.
Las medidas extrajudiciales son únicamente aquéllas que permiten sobreseer el expe-
diente, esto es, conciliaciones y reparaciones. Ahora bien, las segundas pueden consistir, como
ya hemos indicado, en una reparación directa a la víctima, o bien en tareas de reparación a la so-
ciedad u otros servicios a la comunidad. En cualquier caso, no deben confundirse con las medi-
das judiciales alternativas al internamiento que pueden tener el mismo contenido, pero que se
acuerdan en un procedimiento.
24.
Estos datos han sido facilitados por la propia “Asociación Centro Trama”.
25.
Desde luego donde la institución de la mediación ha tenido un alto porcentaje de
éxito ha sido en la Comunidad Autónoma de Cataluña. Según un informe del Equipo de
mediación del Departamento de Justicia de la Generalitat de Cataluña, en los procesos de
mediación efectuados en dicha Comunidad sólo existió un fracaso de un 16,6%. Cfr. OR-
NOSA FERNÁNDEZ, R.: Derecho penal de menores. Comentarios a la Ley Orgánica 5/
2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores, Barcelona,
2001, p. 251.
Las medidas de intervención informal como mecanismo de sobreseimiento del expediente ... 161
VI. CONCLUSIONES
cen nuestra aprobación, dadas sus numerosas ventajas. Por ello, es lógico en-
tender que hayan alcanzado una gran aceptación entre nuestros doctrinarios.
I. INTRODUCCIÓN
madre dice algo que el padre considera inconveniente las visitas se dan por fi-
nalizadas.
El principal resultado es que esta mediación, si bien ha fracasado en el
concreto supuesto, ha servido para concienciar a muchos Estados de la grave-
dad de estas cuestiones, les ha hecho reflexionar y ha provocado la elabora-
ción de Convenios internacionales en esta materia o la ratificación de los ya
existentes5.
La vista está regulada en los artículos 1.901 a 1.908 de la LEC de 1881 toda-
vía vigentes en tanto en cuanto no se elabore la Ley de cooperación jurídica
internacional y jurisdicción voluntaria (Disp. Finales 18 y 20 de la Ley de En-
juiciamiento Civil 1/2000) y se desarrolla según se describe a continuación:
• Podrá promover el procedimiento la persona, institución u orga-
nismo que tenga atribuido el derecho de custodia del menor, la Autoridad
Central española encargada del cumplimiento de las obligaciones im-
puestas por el correspondiente convenio y, en representación de ésta, la
persona que designe dicha autoridad. Normalmente es la Autoridad Cen-
tral española a través del Abogado del Estado la encargada de promover
el procedimiento (art. 1.902).
• Las actuaciones se practicarán con intervención del Ministerio Fis-
cal y los interesados podrán actuar bajo la dirección del abogado (art. 1.902).
• La tramitación del procedimiento tendrá carácter preferente y debe-
rá realizarse en el plazo de seis semanas desde la fecha en se hubiere soli-
citado ante el Juez la restitución del menor (art. 1.902).
• A petición de quien promueva el procedimiento o del Ministerio
Fiscal, el Juez podrá adoptar cualquier medida provisional de custodia
del menor que estime pertinente (art. 1.903).
• Promovido el expediente, el Juez dictará en el plazo de veinticua-
tro horas, resolución en la que se requerirá a la persona que ha sustraído o
retiene al menor, con los apercibimientos legales, para que en la fecha que
se determine, que no podrá exceder de los tres días siguientes, comparez-
ca en el juzgado con el menor y manifieste: a) si accede voluntariamente a
la restitución del menor a la persona institución y organismo que es titular
del derecho de custodia; b) si se opone a la restitución por existir alguna
de las causas establecidas en el correspondiente convenio cuyo texto se
acompañará al requerimiento.
• Si la solicitud de restitución se solicita por el Convenio de la Haya
de 1980 las causas establecidas para la no restitución son las siguientes:
— No debe de haber transcurrido un plazo superior a un año des-
de que se produjo la sustracción (art. 12). Si ha transcurrido más de ese
año, la restitución no es automática si se verifica que el menor está in-
tegrado en su nuevo medio;
— No se restituirá si se demuestra por el sustractor que la perso-
na, institución u organismo, que se hubiera hecho cargo de la persona
del menor no ejercía de modo efectivo el derecho de custodia en el
momento en que fue trasladado o retenido, o había consentido o pos-
teriormente aceptado el traslado o retención (art. 13);
— No se restituirá igualmente si se demuestra por el sustractor
que existe un grave riesgo de que la restitución del menor lo exponga
172 FLORA CALVO BABÍO
Los estudios, llevados a cabo por REUNITE, que se han hecho sobre niños
que habían sufrido una sustracción que se había resuelto de forma traumática,
concluyen que casi todos los menores presentaban similar y anormal compor-
tamiento. Dicho comportamiento incluía: a) pérdida de confianza; b) miedo a
abandonar la seguridad del círculo familiar y de la gente que el menor cono-
cía; c) profundo sentimiento de culpa que se podía expresar directamente o a
través de tristeza, ira, o comportamientos como autodestrucción o desórdenes
alimenticios (anorexia o bulimia); d) grandes dificultades para trabar relacio-
nes personales y de amistad.
Por ello se consideró por la asociación citada que era mucho menos trau-
mático para los hijos que la sustracción se resolviese con un cierto acuerdo de
los padres, que propiciase una solución “amistosa” al conflicto que pudiese
minimizar estos traumas y garantizar un pacífico contacto de los hijos con am-
bos progenitores.
Se verificó a través de casos reales que un acuerdo entre los padres logra-
do a través de una mediación servía en general para:
• Evitar procedimientos judiciales contenciosos en ambos países.
• Evitar una nueva sustracción por el otro progenitor a modo de re-
vancha.
• Evitar retrasos en solucionar la situación.
• Conseguir que los padres participasen activamente en llegar a un
acuerdo que garantice el futuro de su familia.
Sin embargo, a pesar de los beneficios innegables de un proceso de me-
diación, se constató por los especialistas contratados por REUNITE que exis-
tían unos puntos débiles en la mediación que debían ser tenidos en cuenta a
fin de que el procedimiento ofreciese toda clase de garantías y fuese utilizado
por los afectados por la sustracción dichos puntos débiles eran los siguientes:
Seguridad.-La mediación en sustracción internacional de menores no se
podía poner en práctica sola, sino que debía ser una operación complementa-
ria al procedimiento judicial de retorno, cuando se ha iniciado el proceso de
retorno ante los tribunales y todavía no ha finalizado. El tribunal debía garan-
tizar, en todo momento, el hecho de que el menor va a permanecer localizable
en ese país y no va a ser trasladado a otro, puesto que si el sustractor aprove-
chaba la mediación para volver a sustraer, la mediación perdería la confianza
de los padres afectados.
Velocidad.-El proceso judicial de restitución de menores es un proceso de
emergencia que debe finalizarse, como se ha referido anteriormente, seis se-
manas después de haberse iniciado. Consecuentemente, cualquier mediación
tenía que ser organizada, y concluida en un período de tiempo inferior. Una
mediación que se celebrase tras la finalización del procedimiento judicial era
174 FLORA CALVO BABÍO
CONCLUSIÓN
creándose dos estructuras para el desarrollo del mismo –Junta Arbitral y Cole-
gio Arbitral– con funciones obviamente distintas y con soluciones jurídicas
igualmente diferentes a los problemas que puedan plantearse de la adopción
de los actos que estos dos órganos emiten, puede provocar resultados paradó-
jicos como que los actos de las Juntas Arbitrales son actos administrativos que,
por tanto, pueden ser revisados por la jurisdicción contencioso-administrati-
va y que, al mismo tiempo, esos mismos actos pueden ser el fundamento o la
causa de nulidad del laudo emitido por el otro órgano que participa en el sis-
tema arbitral de consumo –el Colegio Arbitral– y que su ulterior revisión vía la
impugnación del laudo sea encomendada a la jurisdicción civil, en virtud de
lo dispuesto en el RD 636/1993 y en los artículos 40 y siguientes de la nueva
Ley 60/2003, de 23 de diciembre.
A esta posible disfunción que lleva aparejada el sistema arbitral de consu-
mo puede unírsele otra cuestión que más que un problema en sí del sistema
arbitral es una propuesta de mejora de lege ferenda que, en mi opinión, puede
propugnarse con los matices y las propuestas que aludiré a continuación, y
que va referida a la posibilidad de que la posible ejecución forzosa de los lau-
dos pueda ser encomendada a la Administración y no a la jurisdicción civil or-
dinaria como se prevé en la actualidad.
Serán sobre estas cuestiones sobre las que versará el presente trabajo en-
caminado principalmente a la consecución de un fin primordial que encuen-
tra su razón de ser en el artículo 51 de nuestra Carta Magna: la mejora en la
protección del consumidor mediante el establecimiento de procedimientos
eficaces por parte de los poderes públicos. La necesidad de progresar en estos
procedimientos y de mejorar los ya existentes resulta del todo necesario para
dar contenido y verdadera funcionalidad al mandato establecido en el citado
precepto
tuación ordinaria de estos entes públicos se rija por el Derecho privado tal y
como prevé la Ley de Organización y Funcionamiento de la Administración
General del Estado (LOFAGE). Lo mismo sucederá con las cuestiones que sur-
jan en relación con el ámbito de contratación de las sociedades mercantiles
públicas, si el conflicto se refiere a aspectos de Derecho Público que puedan
regir la decisión de celebrar un contrato y la selección del contratista. Serán ar-
bitrables, en cambio, las controversias jurídicas de naturaleza privada aunque
una de las partes sea Administración Pública.
Distinto es el supuesto que se plantea cuando la naturaleza de la contro-
versia es de carácter jurídico-público. Se ha querido ver en el artículo 107.2 de
la Ley 30/1992 de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Pro-
cedimiento Administrativo Común (LPC) una habilitación a favor del arbitra-
je de Derecho Administrativo. En concreto el art. 107.2 dispone:
«Las leyes podrán sustituir el recurso de alzada, en supuestos o ámbitos secto-
riales determinados, y cuando la especificidad de la materia así lo justifique, por
otros procedimientos de impugnación, reclamación, conciliación, mediación y
arbitraje, ante órganos colegiados o comisiones específicas no sometidas a ins-
trucciones jerárquicas, con respeto a los principios, garantías y plazos que la pre-
sente Ley reconoce a los ciudadanos y a los interesados en todo procedimientos
administrativo.
En las mismas condiciones, el recurso de reposición podrá ser sustituido por
los procedimientos a que se refiere el párrafo anterior, respetando su carácter po-
testativo para el interesado».
La mención al arbitraje como fórmula sustitutiva de los recursos de alzada
y reposición, tal y como lo prevé este precepto, no parece que sea una vía al-
ternativa a la posibilidad de configurar un verdadero arbitraje de Derecho
Administrativo excluyente, por tanto, de la vía jurisdiccional contencioso-ad-
ministrativa. Sin ánimo de extendernos en estos aspectos, pues excede del
propósito de este trabajo, la doctrina se ha mostrado reacia ha admitir que la
previsión del art. 107.2 LPC suponga una base jurídica suficiente para que el
legislador admita el recurso al arbitraje en este tipo de controversias. Eso sí,
ello no impide que, mediante Ley, se admita y regule el arbitraje de Derecho
Administrativo, abriéndose a esta técnica de resolución de conflictos materias
a las que, en la actualidad, no cabe otra vía de resolución que la contencioso-
administrativa. En este sentido, esta hipotética Ley de Arbitraje Administrati-
vo debería delimitar de forma concreta y lo más preciso posible las cuestiones
jurídico-administrativas que podrían someterse a esta técnica de resolución
extrajudicial de conflictos.
ii) Una cuestión diferente a la que acabamos de examinar es la referida a
aquellos supuestos en que la Administración es la que se encarga de resolver
mediante la técnica arbitral, normalmente prevista por la legislación sectorial
(telecomunicaciones, energía, consumo, transportes, etc.), las controversias
Nuevos retos en la configuración jurídica de los métodos extrajudiciales ... 185
Distintas han sido las fórmulas y las soluciones adoptadas por el legisla-
dor tendentes a desarrollar mecanismos extrajudiciales de resolución de con-
flictos en lo que el papel que va a desempeñar la Administración hace que
188 JAVIER GUILLÉN CARAMÉS
rio en las relaciones comerciales lo que requiere una intervención de los pode-
res públicos, tal y como predica nuestro art. 51 CE tendente a conseguir una
situación de igualdad entre ambos. De este modo el ulterior desarrollo legisla-
tivo de este principio rector de la política social y económica ha atribuido dife-
rentes derechos a los consumidores de tal modo que puedan ejercerlos ante
situaciones en las que éstos se puedan ver vulnerados.
Sin embargo, instaurar derechos sin poner a disposición de sus titulares los
adecuados mecanismos que garanticen su ejercicio efectivo privaría a estos de-
rechos de todo su valor y eficacia práctica, por lo que es indispensable asegurar
al consumidor una serie de canales jurídicos, sencillos, rápidos, eficaces y poco
costosos para que pueda hacer valer sus derechos, en caso de violación de los
mismos. Es por tanto en este contexto donde hay que enmarcar el nacimiento
del arbitraje de consumo que además, como veremos a continuación va a en-
marcarse dentro de la estructura orgánica de las Administraciones Públicas con-
figurándose como una verdadera prestación que éstas prestan a los consumido-
res dando a sí plena eficacia al mandato establecido en el citado art. 51 CE.
• de carácter decisorio;
• imponiéndose a las partes si no pasan por él;
• de libre elección y sometimiento por parte de los interesados;
• alternativo de la actuación judicial; y
• administrado en cuanto a la organización preestablecida del arbi-
traje en la designación de los árbitros.
Este precepto que marca los rasgos esenciales de lo que debe ser el arbitra-
je de consumo fue impugnado por presunta invasión de las competencias que
las Comunidades Autónomas tenían en la materia defensa del consumidor y
usuario, si bien el Tribunal Constitucional declaró la plena constitucionalidad
del art. 31 en su sentencia 15/1989, de 26 de enero, al señalar que el estableci-
miento de un sistema general de arbitraje es materia que incuestionablemente
ha sido atribuida a la competencia exclusiva del Estado, en virtud de las cláu-
sulas primera, sexta y octava del art. 149.1 CE. A ello el Tribunal añadió en su
sentencia de 22 de marzo de 1991 que el establecimiento de un sistema de arbi-
traje se trata de una materia atribuida a la competencia del Estado, pues sien-
do el arbitraje un equivalente jurisdiccional, mediante el cual las partes pue-
den obtener los mismos objetivos que con la jurisdicción civil, esto es la
obtención de una decisión que ponga fin al conflicto con todos los efectos de
la cosa juzgada, es evidente que la creación de órganos de naturaleza arbitral
y el establecimiento de dicho procedimiento heterocompositivo es materia
propia de la legislación procesal civil, relacionada en cuanto a los efectos del
laudo arbitral y al sistema de recursos, con la Administración de Justicia.
En base a esta jurisprudencia constitucional que confirmaba la competen-
cia exclusiva del Estado para establecer este sistema de arbitraje, se aprobó el
Real Decreto 636/1993, de 3 de mayo, que regula el sistema arbitral de consu-
mo, y en el que se desarrolla todo este sistema arbitral.
Por último hay que destacar la aplicación supletoria de la LA tal y como
dispone su Disposición Adicional Unica: «Esta Ley será de aplicación supleto-
ria al arbitraje a que se refiere la Ley 26/1984, de 19 de julio (…) que en sus nor-
mas de desarrollo podrá establecer la decisión en equidad, salvo que las partes
opten expresamente por el arbitraje en derecho».
VI. CONCLUSIONES
Diversas han sido las cuestiones examinadas a lo largo del presente artí-
culo que podrían conducirnos a las siguientes conclusiones que exponemos
de forma resumida:
• Deberían simplificarse los distintos procedimientos de resolución
de conflictos en los que intervienen los consumidores y usuarios en aras a
una mejor y más eficaz protección de sus derechos, eminentemente los de
carácter económico.
• Necesidad de modificar el RD 636/1993 de arbitraje de consumo.
• Esta reforma debería llevarse a cabo mediante una norma con ran-
go de Ley. De este modo podría elaborarse una Ley específica de Arbitraje
de Consumo.
• Esta Ley podría configurar el laudo como una resolución adminis-
trativa, de tal modo que la Administración pudiera ejecutarlo en caso de
202 JAVIER GUILLÉN CARAMÉS
que una de las parte no lo cumpliera. Ello no tendrá que significar un sig-
nificativo incremento en la carga de trabajo para las Administraciones pú-
blica puesto que el número de laudos que requieren ejecución es pequeño
(el 1,59% según la Memoria Arbitral del 2003) y sí supondría una más efi-
caz protección del consumidor. Además tampoco implicaría una mayor
duración del procedimiento arbitral puesto que el plazo de resolución del
mismo podría venir impuesto en la Ley, tal y como hace el actual RD 636/
1993 (4 meses, art. 14).
• Igualmente, la posible reticencia con que el sector empresarial pu-
diera ver a esta administrativización del sistema arbitral, podría mitigarse
con diversas fórmulas de fomento del sistema que redundarán en su be-
neficio. También podrían preverse medidas específicas como ha hecho la
reciente Ley13/2003, de 17 de diciembre, de defensa y protección de los
consumidores y usuarios de Andalucía que prevé en su art. 93 la condo-
nación de sanciones para las empresas infractoras que se encuentren so-
metidas a los procedimientos de arbitraje.
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Nuevos retos en la configuración jurídica de los métodos extrajudiciales ... 203
En España, desde finales del último medio siglo hasta la actualidad, hemos
sido testigos privilegiados de una evolución cultural notable en el mundo del ar-
bitraje como método alternativo de solución de conflictos (MASC). De hecho, de
todos los MASC existentes en la actualidad el arbitraje es hoy en día el mecanismo
heterocompositivo más conocido y utilizado en nuestro país tanto por empresas
como por particulares. Tal es así que según datos recientes el arbitraje es el sistema
de resolución de conflictos alternativo a la justicia estatal más empleado por las
empresas españolas, en particular por aquellas que operan en la esfera internacio-
nal, y el número de arbitrajes se incrementa en nuestro país cada año en todos los
ámbitos. Así, a modo de ejemplo, el Tribunal de Barcelona administró en 2004 un
18% más de arbitrajes que en 2003 y cuenta, desde su fundación en 1989, con un
número superior a 1300 arbitrajes que han pasado por dicho Tribunal.
Si a éste incremento en la práctica arbitral española le unimos la política
proarbitral abanderada por la nueva ley española de arbitraje 60/2003, objeto de
analisis en el presente trabajo, el proyecto gubernamental de realizar una cam-
paña institucional para concienciar a las empresas de las ventajas de la justicia
arbitral; la puesta en marcha de un “Observatorio de arbitraje” donde puedan par-
ticipar también empresarios; la creación en junio de 2005 del “Club español de ar-
bitraje” con el fin de promocionar a nuestro país como sede internacional en esta
materia; y el dato de que Madrid, en el año 2006, es la sede del Congreso Ibero-
americano de Arbitraje, no es exagerado afirmar que en España el sector del ar-
bitraje está viviendo un momento de auge sin precedentes2.
No obstante, se observa que el auge experimentado por la justicia arbitral
no es el mismo en el ámbito empresarial que en la ciudadanía en general. Si
bien, es un hecho probado que las empresas españolas recurren cada vez más al
arbitraje para solucionar sus litigios antes que acudir a los tribunales; un estudio
reciente del Consejo Económico y Social señala que sólo dos de cada diez espa-
ñoles conoce que existe la posiblidad de resolver conflictos al margen de los juz-
2.
En este sentido, un claro ejemplo del propósito de dar a conocer y difundir el arbitraje
en todos los ámbitos como MASC se evidencia en el interés de su difusión social reflejado en el
artículo de HIDALGO, S.“Los árbitros levantan el vuelo”, en el Diario El País, Sección Negocios, 11 de
septiembre de 2005, p. 44 y el primer Congreso del Club Español del Arbitraje, los días 12 y 13 de
junio de 2006 en Madrid que tiene por título: “El arbitraje en Europa e Iberoamérica: Perspecti-
vas actuales y retos de futuro”. Inaugurado por S.M. el Rey y el Ministro de Justicia.
Situación actual del arbitraje en España como método alternativo de solución de conflictos 209
gados, y de ese dos de diez más de la mitad sólo conoce la posibilidad arbitral.
Estos datos conforman un argumento más de cara a la consecución del objetivo
esencial de la presente publicación, cual es, el de dar difusión de los diferentes
MASC para que los conozca la sociedad y del papel esencial que dentro de los
MASC tiene el arbitraje, tanto interno como internacional, en particular en Es-
paña a partir de su proyección comunitaria y especialmente iberoamericana3.
1. Antecedentes
No obstante, con el paso de los años y las nuevas circunstancias del mer-
cado la Ley 36/1988 pronto quedó desfasada, comenzando a evidenciar sus ca-
rencias en cuanto a ciertas lagunas e imperfecciones técnicas que se manifes-
taban en particular en su faceta internacional. Estos argumentos unidos a las
necesidades de mejora y seguimiento de la evolución del arbitraje y la conve-
niencia de acomodar el sistema español a la Ley Modelo de la UNCITRAL so-
bre Arbitraje Internacional, elaborada por la Comisión de Naciones Unidas
para el Derecho Mercantil Internacional (CNUDMI/UNCITRAL), de 21 de ju-
nio de 1985, equiparándolo, a su vez, con el resto de sistemas arbitrales con-
temporáneos, sirvieron a los redactores de la actual legislación para justificar
la necesidad de reforma y consiguiente promulgación de la vigente Ley espa-
ñola de arbitraje 60/20036. Legislación que, de esta manera, debe su origen a la
creciente evolución del arbitraje y a la necesidad de actualización jurídica de
este medio de solución de conflictos7.
2. Sistemática
6.
Los mencionados redactores de la Ley de Arbitraje 60/2003 que realizaron la reforma,
son los profesores VERDERA Y TUELLS y DÍEZ-PICAZO de la Universidad Complutense de
Madrid, OLIVENCIA de la Universidad de Sevilla y MANTILLA-SERRANO de Shearman &
Sterling.
7.
De hecho, al reconocimiento actual del arbitraje en nuestro sistema ha contribuido
que hoy en día se encuentra afianzada la convicción generalizada de la conveniencia de pro-
mover decididamente la difusión del arbitraje mediante la instrumentación normativa del
principio del favor arbitri o favor arbitralis. Principio que ha sido consagrado como uno de los
esenciales, sino el más, en la vigente Ley española de arbitraje, cf., VERDERA Y TUELLS, E., La
Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de arbitraje entre la tradición y la innovación, Discurso leído el 6 de ju-
nio de 2005, en el acto de su recepción como académico de número por el Excmo. Sr. D. Evelio
Verdera y Tuells y Contestación del Excmo. Sr. D. Aurelio Menéndez Menéndez, publicado por
la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Madrid, 2005, p. 23.
8.
Este es uno de los puntos que suscitó en su día cierta controversia. Pese a que la mayo-
ría de la doctrina emitió un juicio crítico favorable hacía la entonces nueva Ley española de ar-
bitraje, también coincidieron en señalar que la técnica legislativa empleada para ello no fue la
más adecuada. En este sentido, CHILLÓN MEDINA y MERINO MERCHÁN, Valoración crítica
de la Nueva Ley de arbitraje, Diario La Ley, año XXV, núm. 5945, 2 de febrero de 2004, p. 14, versión
electrónica en www.laley.net, y BURGOS LADRÓN DE GUEVARA, Aproximación a la nueva Ley
60/2003, de 23 de diciembre, de arbitraje, en Diario La ley, año XXV, nº 5978, 18 de marzo de 2004, p. 1.
Situación actual del arbitraje en España como método alternativo de solución de conflictos 211
1. Armonización y unificación
La Ley española de Arbitraje es ante todo una ley que busca unidad de cri-
terios y una mayor uniformidad basada en la armonización legislativa. De
cara al exterior, la armonización tiende a equiparar la legislación arbitral de to-
dos los países que han decidido adoptar el modelo ofrecido por la Ley Tipo,
con especial incidencia en Latinoamérica9. De cara al interior, logra armonizar
9.
Países que, unidos a los de otros ámbitos jurídicos, en la actualidad, son más de cua-
renta. Todos ellos en la página web de la UNCITRAL: http://www.uncitral.org.
212 MARTA GONZALO QUIROGA
el régimen jurídico español del arbitraje con las novedades introducidas por
la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil (LEC)10.
Uno de los más destacados ejemplos de este propósito armonizador, des-
tinado fundamentalmente a la proyección internacional de la LA, ha sido la
supresión de la protocolización notarial del laudo (art. 37.8). Exigencia que
como tal es desconocida en la mayoría de las legislaciones arbitrales del ámbi-
to comparado y en la totalidad de los Tratados internacionales sobre la mate-
ria. Sin embargo, es cierto que la ley no se ha librado del todo del llamado “las-
tre protocolizador”, ya que se sigue refiriendo a él e incluso lo permite siempre
que una de las partes lo solicite por considerarlo conveniente a sus intereses
(art. 37.8). Con ello, se deja la puerta abierta de par en par para que en España
se siga llevando a cabo la práctica tradicional de la protocolización notarial del
laudo arbitral. La reforma ha desperdiciado así una inmejorable oportunidad
para haber acabado con esta práctica definitivamente.
En todo caso, la importancia de la armonización como primer objetivo
perseguido por el legislador español se hace desde la convicción de que una
mayor uniformidad en las leyes reguladoras del arbitraje ha de propiciar su
mayor eficacia como medio de solución de controversias. El aspecto armoni-
zador de la nueva Ley es, pues, fundamental.
Otro de los puntos esenciales que han inspirado la actual reforma trata de
dotar a la legislación española de arbitraje de una mayor flexibilidad. En espe-
cial, en materia de arbitrabilidad de la controversia, identificada en el art. 2
con la disponibilidad del objeto por las partes conforme a derecho. Si bien, el
criterio de disponibilidad coincide con el previsto también en el art. 2 de la an-
terior Ley de arbitraje 36/1988, es en el modo de entender dicha disponibili-
dad dónde radica la flexibilidad. Disponibilidad como cláusula abierta que ha
Situación actual del arbitraje en España como método alternativo de solución de conflictos 215
5. Criterio antiformalista
4. De los árbitros
Haciendo buena la máxima de que “el arbitraje vale lo que valen los árbitros”,
el nuevo texto legislativo dedica el Titulo III, compuesto por nueve artículos,
del 12 al 21, a regular la figura, el nombramiento y la responsabilidad de los ár-
bitros. Las novedades observadas en este campo no tienen una particular rele-
vancia y son principalmente de carácter terminológico y numérico. En cuanto
a las primeras, en la práctica se prefiere emplear la terminología relativa a “ár-
bitros” o “colegio arbitral” frente a la tradicionalmente utilizada de “tribunal arbi-
tral”. La razón que subyace tras este cambio obedece a un mero propósito cla-
rificador de la Ley. Simplemente, pretende evitar las típicas confusiones entre
tribunales judiciales y tribunales arbitrales eludiendo para ello su utilización
en el segundo caso.
Respecto al número de árbitros, éste difiere de la anterior LA de 1988 y
también de la Ley Modelo. Si bien, lógicamente el número de árbitros sigue
siendo impar, ahora, por razones de economía, la ley dictamina que a falta de
acuerdo en el número de árbitros se designará un sólo árbitro (art. 12), en lu-
gar de los tres a los que conducía la anterior legislación arbitral, art. 13 LA 1988
y art. 10. 2 de la Ley Modelo. También, por vez primera, se recoge expresamen-
te que cuando el colegio arbitral sea de tres árbitros cada parte designará un
árbitro y estos dos serán los que designen a un tercero que será el presidente
Situación actual del arbitraje en España como método alternativo de solución de conflictos 221
del colegio arbitral (art. 15.2 b). Como es sabido, hasta ahora la posibilidad del
árbitro ex parte no se contemplaba legalmente aunque si bien venía siendo una
constante en la práctica arbitral tanto interna como internacional.
También como novedad, la propia ley incorpora la obligación de los árbi-
tros de revelar cualquier circunstancia que pueda dar lugar a “dudas justifica-
das” sobre su independencia o imparcialidad. En cualquier momento del arbi-
traje cualquiera de las partes podrá pedir a los árbitros que aclare sus
relaciones con alguna de las otras partes (art. 17.2)13.
Por otro lado, si el arbitraje superase los tres árbitros, caso que en la prácti-
ca es bastante extraño, todos ellos serán nombrados por el tribunal competen-
te a petición de cualquiera de las partes (art. 15.2 c). No obstante, las causas de
recusación de los árbitros no se regulan ya con la clásica técnica de remisión
general a las causas de abstención y recusación de jueces y magistrados. A
partir de ahora se regularán a través de una cláusula general, art. 17.3, en la
que se especifican los principios conforme a los cuales deben actuar los árbi-
tros: principios de independencia e imparcialidad.
faltan voces que argumentan que la prevalencia del arbitraje de derecho con-
tradice la flexibilidad que pretendía inspirar la actual reforma, ya que el arbi-
traje de derecho es un sistema más rígido y estricto que el arbitraje de equi-
dad, más simple, rápido y para muchos más apropiado en la resolución de
controversias de carácter comercial14.
El Título IV lo forman dos artículos en los cuales se articulan dos de las prin-
cipales novedades de la actual Ley española de Arbitraje. La primera, se refiere
14.
Cf. CHILLÓN MEDINA y MERINO MERCHÁN, “Valoración…”, loc. cit., p. 14.
15.
Así lo ha calificado LORCA NAVARRETE, A.Mª., en Comentarios a la Nueva Ley de Arbi-
traje 60/2003 de 23 de diciembre, San Sebastián, Instituto Vasco de Derecho Procesal, 2004, dentro
del Prólogo de su monografía, donde expresa textualmente: “La Ley 60/2003, ha sido un acto legis-
lativo de “entreguismo”. Se ha “entregado” el arbitraje a unos profesionales (los abogados en ejercicio) que
en la práctica han sido los máximos obstáculos para que finalmente no exista una cultura de arbitraje en
España. Cuando un profesional no cree decididamente en el arbitraje “entregarle” la institución arbitral es
asegurar su más atinado fracaso.”
16.
Cf. MULLERAT, loc. cit., p. 5.
17.
Compartiendo de este modo la opinión de GOMEZ JENE, M., cf. El arbitraje internacio-
nal en la Nueva Ley de Arbitraje, en Diario La Ley, año XXV, núm. 5952, 11 de febrero de 2004, p. 2.
Situación actual del arbitraje en España como método alternativo de solución de conflictos 223
a la posibilidad de los árbitros para decidir sobre su propia competencia (art. 22)
Por vez primera, se reconoce de forma expresa el principio de “Kompetenz-Kom-
petenz” de los árbitros para decidir su ámbito y amplitud de competencia, art.
22.1. Principio considerado como un principio de orden público trasnacional
del arbitraje que, hasta ahora, sólo había sido apuntado de forma somera en la
anterior LA a través del principio de separabilidad del convenio arbitral18.
La segunda, confiere a los árbitros la potestad de adoptar medidas caute-
lares (art. 23). Con ello, la nueva regulación ha dado respuesta a dos de las
cuestiones que resultaban más problemáticas en la práctica procesal y arbitral
anterior en cuanto a las medidas cautelares en el arbitraje. La primera, se refe-
ría a la dificultad de concretar si se podían adoptar medidas cautelares incluso
antes de que se hubiera iniciado el procedimiento arbitral. La segunda, plan-
teaba si podían los árbitros adoptar medidas cautelares con la nueva regula-
ción. La solución a ambas cuestiones se ha resuelto en sentido afirmativo.
En relación con la primera cuestión, la polémica existente en España sobre
las medidas cautelares es fruto de una anterior regulación defectuosa, tanto
desde el punto de vista de la normativa procesal como arbitral. En efecto, la
normativa sobre medidas cautelares contemplada en la Ley 36/1988, de arbi-
traje, quedó afectada por la normativa procesal introducida en la reforma de
la Ley de Enjuiciamiento Civil 1/2000. En concreto, por los artículos 722 y 730.3
LEC y la disposición final 8, que modificó la redacción del anterior art. 11 LA
1988. Si bien las modificaciones introducidas por la regulación procesal apor-
taron algo de claridad a la ausencia de una normativa especifica en cuanto a
medidas cautelares en la LA 1988, tampoco la LEC consiguió aclarar muchas
de las cuestiones que se planteaban en la práctica al respecto.
Una de las más problemáticas consistía en concretar si era posible adoptar
medidas cautelares con anterioridad a la aprobación del laudo. La discusión, a
favor y en contra, fue seguida durante largo tiempo en España sobre todo en
las distintas Audiencias Provinciales que propiciaron la existencia de una le-
gislación contradictoria y poco clara al respecto19. A pesar de ello prevaleció la
corriente jurisprudencial favorable a la permisividad de las medidas cautela-
res con carácter previo al procedimiento arbitral.
Este criterio ha sido refrendado en su totalidad en la nueva redacción del art.
11.3 de la Ley 60/2003, que reza del modo siguiente: ”El convenio arbitral no impedirá
18.
La consideración del principio de competencia-competencia como un principio de or-
den público transnacional del arbitraje se encuentra en GONZALO QUIROGA, M., “Globaliza-
ción, deslocalización y arbitraje privado internacional: ¿utopía o realidad de un orden público
transnacional?, RCEA, vol. XVIII, 2000-2001, pp. 83-123.
19.
Para una visión sobre la práctica, cf. MAGRO SERVET, La adopción de medidas cautelares en el
procedimiento arbitral en la nueva Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de arbitraje, en relación con la Ley 1/2000,
de 7 de enero, de enjuiciamiento civil, Diario La Ley, año XXV, núm. 6000, lunes, 29 de abril de 2004, p. 5.
224 MARTA GONZALO QUIROGA
a ninguna de las partes, con anterioridad a las actuaciones arbitrales o durante su tramita-
ción, solicitar de un tribunal la adopción de medidas cautelares ni a éste concederlas”. La
adición de este nuevo apartado al art. 11 LA ha resuelto con claridad y de modo de-
finitivo la polémica existente en torno a la posibilidad de instar de un Tribunal la
adopción de medidas cautelares con las características precisadas en los arts. 722 y
730.3 LEC y en la propia reforma de la LA 60/2003. De este modo, la cuestión, antes
también dudosa, de si el hecho de plantear la petición de medidas cautelares ante
un tribunal supondría la renuncia tácita al arbitraje, se responde en sentido negati-
vo. El art. 11, referido al convenio arbitral, viene a confirmar que la solicitud de me-
didas cautelares a un tribunal no supondrá la renuncia tácita al arbitraje.
En relación con la segunda cuestión, una de las principales novedades de la
actual Ley trata de la potestad que se otorga a los árbitros para dictar dichas medi-
das. En el art. 23.1 se prevé, salvo acuerdo en contrario de las partes, la posibilidad
de que los árbitros podrán, a instancia de cualquiera de las partes, adoptar las me-
didas cautelares que estimen necesarias respecto del objeto del litigio. Los árbitros
podrán incluso exigir caución suficiente al solicitante de tales medidas. En primer
lugar, dicha potestad puede ser excluida por las partes, bien directamente o por
remisión a un reglamento arbitral. En caso contrario, se entenderá que aceptan
esta potestad. En segundo lugar, es claro que la LA otorga a los árbitros la potestad
declarativa en relación con las medidas cautelares, pero siguen careciendo de po-
testad ejecutiva respecto a las mismas. Por ello, la Ley 60/2003 posibilita a los árbi-
tros solicitar la adopción de medidas cautelares a la autoridad judicial correspon-
diente que, en virtud del art. 8, será el Tribunal del lugar en que el laudo deba ser
ejecutado y, en su defecto, el del lugar donde las medidas deban producir su efi-
cacia. El cauce procesal se podrá articular, ya sea con anterioridad a las actuacio-
nes arbitrales o durante su tramitación (art. 11. 3). De ahí que las potestades judi-
ciales y arbitrales en materia cautelar sean alternativas y concurrentes conforme
al principio de buena fe procesal (EM V). Por último, estas medidas gozarán de
potestad de ejecución como si se tratase de laudos (art. 23. 2)20.
5. Procedimiento arbitral
6. El laudo
7. Acción de anulación
El Título VII trata de la anulación y de la revisión del laudo. Aquí, como prin-
cipal novedad hay que destacar la supresión del clásico recurso de anulación con-
templado en la legislación anterior, art. 45, y su sustitución por la “acción de anula-
ción”, como proceso para impugnar la validez del laudo (arts. 40 al 42). No
obstante, los motivos de anulación del laudo, siguen siendo tasados y no permi-
ten, como regla general, una revisión del fondo de la controversia decidida en
sede arbitral23. En esta ocasión, aunque el elenco de motivos y su apreciación de
oficio o a instancia de parte se ha inspirado en la Ley Modelo, el legislador español
ha ido más allá tomando una opción muy positiva en cuanto a expresar que los
derechos de defensa de las partes pueden ser apreciados de oficio por el tribunal
que conozca de la acción de anulación. Esta apreciación de oficio por el Tribunal
es una solución que mejora la contenida en la propia Ley Modelo de la Uncitral.
Aspecto que hay que destacar por el esfuerzo que ha hecho el legislador español
en adaptar la Ley Modelo pero superando en la medida de lo posible determina-
dos aspectos que también en la Ley Tipo resultaban problemáticos.
Sin embargo, es una contradicción que, después de haberse establecido fi-
nalmente un plazo determinado para dictar el laudo, el art. 41 de la nueva ley
22.
De acuerdo con la propuesta de GOMEZ JENE, loc. cit., p. 3.
23.
Un examen de dichos motivos en LORCA NAVARRETE, “Los Motivos de la denomi-
nada acción de anulación contra el laudo arbitral en la vigente Ley de Arbitraje”, Diario La Ley,
año XXV, núm. 6005, 27 de abril de 2004, pp. 1-24. Sobre la prohibición de revisión de fondo en el
arbitraje, vid. GONZALO QUIROGA, M., “La quiebra del principio de prohibición de revisión
del laudo a través del orden público: Breve referencia al sistema español y a su nueva Ley de ar-
bitraje”, DeCITA, Derecho del Comercio Internacional: temas y actualidades, 2005, pp. 135-164.
Situación actual del arbitraje en España como método alternativo de solución de conflictos 227
no recoja, dentro de los motivos de anulación, que el laudo haya sido dictado
fuera de plazo. Dicha irregularidad no da lugar a una acción de anulación de
la sentencia arbitral y, en consecuencia, deja en manos de los árbitros la potes-
tad de dictar el laudo en el tiempo que estimen conveniente. Esto es, sin limite
temporal alguno. En este punto, habrá que estar a la práctica arbitral para ob-
servar como se desarrolla este tema y qué respuesta dan los propios árbitros y
los tribunales judiciales ante ésta imprecisión técnica.
8. Ejecución
VI. CONCLUSIONES
Es indudable que desde finales del siglo XX e inicios del XXI el arbitraje se
ha ido abriendo camino en España hasta su consolidación actual como princi-
pal método heterocompositivo de solución de conflictos. Es el más conocido y
utilizado, de entre los MASC, por las empresas españolas y por la ciudadanía
en general. No obstante, en la actualidad, nos encontramos a la espera de que
el arbitraje se instale definitivamente en nuestra sociedad para resolver con-
flictos de todo tipo, siempre y cuando, claro está, estos sean arbitrables. Para
ello, además de todas las iniciativas tomadas por el Gobierno, por grupos de
investigación desde la Universidad, como el que ha dado origen a ésta publi-
cación, y por distintas asociaciones públicas y privadas con el propósito de di-
fundir y concienciar a la ciudadanía española de las ventajas de acudir al arbi-
traje para resolver sus conflictos al margen de los juzgados, ha sido
fundamental la adaptación legislativa a la situación actual del arbitraje en Es-
paña a través de la Ley española de Arbitraje, 60/2003.
Así, a lo largo de todo el trabajo se ha evidenciado como el momento ac-
tual del arbitraje en España a través del recorrido legislativo realizado es clara-
mente favorable. Nos encontramos inmersos en una cultura pro arbitraje y,
por ende, pro-MASC. La actual LA es una buena Ley que, sin duda, promove-
rá y facilitará el arbitraje nacional e internacional en España, propiciando su
mayor eficacia como medio de solución de controversias, en particular, a par-
tir de su proyección internacional prioritaria en especial con el área Latino-
230 MARTA GONZALO QUIROGA
SITIOS WEB
Monografías
AAVV., “El arbitraje internacional en la nueva ley española de arbitraje”, Anuario de Justicia
Alternativa: Especial Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de arbitraje, Tribunal Arbitral de
Barcelona y Editorial Bosch, núm. 5, año. 2004, p. 12, 199 páginas.
234 MARTA GONZALO QUIROGA
Artículos
I. INTRODUCCIÓN
4.
Precisamente, es éste último punto el que ha merecido una mención particular a efec-
tos prácticos debido a que, en la actualidad, presenta una cierta problemática en España de cara
a su repercusión práctica al estar siendo hoy cuestionado ante el planteamiento de una cues-
tión de inconstitucionalidad respecto al plazo y modo de notificaciones establecido en el art. 5.
a) LA. Sobre el particular, vid., GONZALO QUIROGA, M., “Situación actual del arbitraje en Es-
paña como método alternativo de solución de conflictos”, publicado en la presente obra, pp.
228-229.
Muestra de un procedimiento arbitral ad hoc: Perspectiva práctica jurídico-empresarial 239
2. Tipo de Arbitraje
6. Notificaciones y comunicaciones
Diez días (por ejemplo) después de la finalización del plazo para la recep-
ción de los escritos de exposición de la controversia, el día -----------------------, a
las ------- horas, se celebrará una reunión para fijar el objeto de la controversia
y de los hechos, y practicar la prueba.
En la reunión, el árbitro expondrá los puntos de acuerdo y desacuerdo en
relación con la fijación del objeto de la controversia y la determinación de los
hechos. A continuación, el árbitro oirá contradictoriamente a las partes, pri-
mero al representante de ------------------------------------------ como demandante
y después al de ----------------------------------- como demandado. Las partes ex-
pondrán cuál es, desde su punto de vista, el objeto de la controversia, su ver-
sión de los hechos y sus discrepancias y manifestarán su conformidad u opo-
sición a la práctica de las prácticas propuestas.
El árbitro resolverá sobre la conveniencia de la práctica de las pruebas y se
procederá a la práctica de las pruebas que el árbitro considere pertinentes.
En el plazo máximo de siete días desde la reunión y fijación del objeto de
la controversia y de los hechos, es decir, con fecha límite el día ----------------, el
árbitro enviará a las partes una comunicación en la que se delimitará el objeto
de la controversia en relación con los hechos que considera probados.
C. Laudo
9. Costas
Las costas del arbitraje comprenderán los honorarios del Árbitro o Ár-
bitros y cualquier otro gasto necesario para la realización del procedimien-
to arbitral. Las costas serán pagadas por partes iguales por las partes en li-
tigio.
10. Honorarios
Lugar y fecha
Muestra de un procedimiento arbitral ad hoc: Perspectiva práctica jurídico-empresarial 245
CONCLUSIONES
Esto constituye una novedad mayor, tanto mas que nunca en el ordena-
miento español se había abordado de manera tan explícita esta suerte de arbi-
traje ni se habían dedicado preceptos aplicables a la nueva categoría extraída
del fondo común del arbitraje en general. Interesa conocer en consecuencia el
sentido, el carácter, la naturaleza y el alcance del arbitraje internacional entre
nosotros, para dar cuenta de los lineamientos de un sistema que se percibe
mas como un jus singulare, que como un jus specialis, propiamente dicho.
Examinemos pues, sucesivamente, una breve síntesis de la evolución del
arbitraje en nuestra legislación,(I) para marcar los precedentes de la ley actual,
que será objeto de atención mas especial(II) y concluir finalmente con el análi-
sis de su configuración dentro del nuestro derecho del arbitraje en general.
(III).Y todo ello con los limites marcados en un trabajo de las presentes carac-
terísticas.
ción la necesidad de una urgente modificación de la ley, para hacerla discurrir por
cauces “que nos permita integrarnos en las corrientes actuales, evitando nuestro
apartamiento de una actividad tan importante como es el arbitraje”.
La ley de 1953 excluyó los arbitrajes internacionales, incluidos entre los arbi-
trajes ordenados por prescripción de derecho público. Esta precisión y una con-
cepción imperialista del orden público, tanto sustantivo como procesal, sirvió a la
jurisprudencia del Tribunal Supremo para cerrar un sistema, haciéndolo opaco a
una consideración siquiera fuese leve y minimalista del arbitraje internacional y
que, como decimos, sirvió para negar sistemáticamente, alegando para ello razo-
nes de orden público, el reconocimiento de los laudos extranjeros en multitud de
ocasiones, con lo que, en suma, se privaba de eficacia a los Convenios existentes
sobre la materia, tanto bilaterales como multilaterales, entre los que destacaba el
Protocolo y la Convención de Ginebra de 1923 y 1927.
Por otra parte, la ley de 1953 al prohibir el arbitraje institucionalizado, se
hacia especialmente proclive a ser considerada un obstáculo mayor en el de-
sarrollo y expansión de la técnica en el plano de las relaciones jurídicas priva-
das. No obstante, durante su vigencia se abordó alguna reforma para colmar
de alguna manera la flagrante ausencia del arbitraje internacional, en sus va-
riadas manifestaciones, entre nosotros5.
4.
Abundan los epítetos de carácter negativo sobre la ley de 1953 y así B.M. Cremades,
“Panorámica española del arbitraje comercial internacional”, Madrid 1975, pg. 19, que atribuye
a la misma el carácter de “un verdadero freno para el arbitraje en la vida jurídica española”; o
J. C: Fernández Rozas, “La situación del arbitraje comercial en España. Perspectivas de futuro”,
RCEA, III (1986), pg. 29 y siguientes que proclama que la LADP “nació con un doble condiciona-
miento negativo para la institución arbitral, reforzó el monopolio de la jurisdicción ordinaria, li-
mitando el ámbito de la autonomía de la voluntad de las partes y evitó referirse expresamente
al arbitraje comercial internacional, en cuyo ámbito se asistía a una notable distorsión entre el
jus specialis del arbitraje internacional y las normas que regían el arbitraje de derecho privado
en el plano interno”. Se venía a reconocer así el implícito dualismo en la regulación del arbitraje
internacional, que la ley de 1953 no acertaba a implementar. Ramos Méndez, en “La nueva re-
gulación del arbitraje en España”, incluida en el volumen “Arbitraje y litigios transfronterizos
en un foro global”, Barcelona 2005 pg. 5 y siguientes, no duda en calificar la ley de 1953 como “el
principal obstáculo para el desarrollo efectivo del mismo”.Con un punto de piedad, L. F. Regle-
ro Campos, “El convenio arbitral y las causas de nulidad del aludo en la ley de 5 de diciembre de
1988”. Madrid 1991, pg. 23 y 24, señala como las críticas vertidas contra la ley de 1953, han sido,
quizá, excesivamente despiadadas, pareciendo que los autores se olvidan de que fue el primer
texto legal que consagró la cláusula compromisoria, lo cual supuso un cambio radical respecto
de la situación anterior. En el mismo sentido, González Soria, “La intervención judicial en el ar-
bitraje. Recursos jurisdiccionales y ejecución judicial del laudo arbitral. Madrid 1988, pg. 73, re-
conoce que incorporó notables ventajas técnicas e importantes precisiones terminológicas al
sistema arbitral anterior.
5.
Otro intento notable de modificar el marco legal del arbitraje internacional lo consti-
tuyó el Real Decreto 1094/1981, de 22 de mayo, que venía a poner el énfasis sobre el desfase en-
tre “el creciente desarrollo del comercio internacional y la inexistencia de adecuados servicios
de arbitraje”. Se habilitaba en este decreto al Consejo Superior de Cámaras de Comercio, Industria
252 JOSÉ MARÍA CHILLÓN MEDINA
7.
Evelio Verdera, op. cit. pg. 31.
8.
RCEA, volumen I 1984 pg. 149 y siguientes.
254 JOSÉ MARÍA CHILLÓN MEDINA
10.
De “moderna ley de arbitraje para el tráfico globalizado” la califica Evelio Verdera.
Op. cit. pg. 59. Entre los antecedentes de la misma está el compromiso del Ministro de Justicia
en 14 de enero de 2001 ante la Comisión de Justicia e Interior del Congreso de los Diputados, de
reformar y agilizar el funcionamiento de los órganos de justicia, que incluía la modificación de
la ley de arbitraje. En el pacto de Estado para la reforma legislativa de 29 de mayo de 2001, apar-
tado 18, se prevé la promulgación de una ley de arbitraje y un impulso destacado a los medios
alternativos de solución de conflictos (art. 19). Una especial sección de la Comisión General de
Codificación fue creada por Orden Ministerial de 24 de octubre de 2001 para la elaboración de
una nueva ley de arbitraje que finalmente recibió el encargo de redactar un anteproyecto inspi-
rado en la ley modelo UNCITRAL “teniendo en cuenta las exigencias de la uniformidad del de-
recho procesal arbitral y las necesidades de la práctica del arbitraje comercial internacional”.
256 JOSÉ MARÍA CHILLÓN MEDINA
1. Caben en teoría dos sistemas –dejando aparte por ahora las innumera-
bles combinaciones que se pueden establecer–, dos formas de regular el arbitra-
je internacional, dentro de un ordenamiento: regulación unitaria para ambos ti-
pos de arbitraje, interno e internacional, y regulación por separado, o aun en el
mismo cuerpo legal, mediante valores, principios, técnicas y contenidos dife-
rentes para cada uno de ellos. Monismo se llama el primer sistema, según nos
recuerda insistentemente la Exposición de Motivos de la ley de 2003, retoman-
do una arcaica nomenclatura, y dualismo el segundo, abocado a un ordena-
miento singular que configure el arbitraje internacional como tal.
Explícitamente nuestra ley se aviene con el primero de los sistemas. Pese a
que establece los criterios de una categorización para el arbitraje internacio-
nal, susceptible de serle aplicadas normas diferentes.
2. La ley modelo UNCITRAL parte de una proposición simple y en cierto
modo adecuada: lo que es bueno para el arbitraje interno es bueno para el ar-
bitraje internacional.15 Y así lo recoge paladinamente la Exposición de Moti-
vos de nuestra ley, con la consecuencia inmediata de inducir un sistema gene-
ral denominado monista, frente al modelo dualista de distinción de dos
14.
Modificando la lamentable situación de la ley de 1988, y que suponía que los jueces desde
la ley 1/2000 de 7 de enero de enjuiciamiento civil pueden seguir adoptando medidas cautelares ante
causam incluso. Es a partir de la ley del 2003 que los árbitros por sí mismos pueden adoptar las medi-
das cautelares en aseguramiento del objeto del proceso o del proceso mismo. Lo cual se limita a su
mero carácter declarativo pero no ejecutivo que correspondería al tribunal judicial.
15.
Sin pretender negar la exactitud de esta premisa, que ha hecho evolucionar sin duda
el arbitraje interno y el arbitraje en general, desde los postulados mas flexibles del derecho del
arbitraje internacional, a través de una jurisprudencia concienciada con la realidad diferente
del arbitraje internacional ( patente en la evolución jurisprudencial en Francia y otros países de
nuestro entorno), no es menos cierto que en muchos aspectos, las necesidades específicas del
comercio internacional postulan reglas diferentes a las del arbitraje interno, con independencia
de que ello sea “bueno o malo” y sí simplemente distinto. Piénsese por ejemplo en las normas
de determinación del derecho aplicable al fondo del asunto, o las que proclaman el carácter
unitario en el reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros o, en los ordenamientos que así
lo establecen, laudos de carácter internacional.
258 JOSÉ MARÍA CHILLÓN MEDINA
nal, fue pasando también de manera más precisa y lenta al campo del arbitraje
interno en muchos países; la preponderancia del principio de autonomía de
la voluntad en el diseño del derecho aplicable a los distintos elementos o pie-
zas de la operación arbitral y que fue trasvasado progresivamente desde el
campo del arbitraje internacional al del arbitraje interno y la progresiva incor-
poración, por esta vía, de fuentes privadas en la regulación del arbitraje en ge-
neral; la restricción del concepto de orden público, ceñido a la exigua dimen-
sión del orden público internacional; el concepto y extensión de la
arbitrabilidad del litigio basado en el derecho de disposición de las partes y
eliminando progresivamente otros criterios que permanecían en el campo del
arbitraje interno, gracias al reconocimiento operado en el campo del arbitraje
internacional; el desarrollo de los procedimientos en sede arbitral con incor-
poración de principios comunes a todos los sistemas y una visión común en la
admisión y la práctica de las pruebas, diseñando un sistema único y uniforme
tanto para el arbitraje interno como para el internacional; la posibilidad de
aplicar al fondo del litigio, de manera progresiva, un sistema de fuentes no es-
tatales materializadas en los usos, principios generales del derecho y en las
propias estipulaciones del contrato, que se eleva como norma básica en cuan-
to al derecho aplicable al fondo en las convenciones internacionales y progre-
sivamente también en los derechos nacionales; el régimen de recursos y de
control sobre el laudo que ha pesado notablemente a la hora de aligerar el
control sobre los laudos internos de la misma manera que se hizo y se recono-
ció en el ámbito del arbitraje internacional, favoreciendo la existencia de un
único recurso o acción de nulidad sobre causas tasadas y motivos extrínsecos
sobre la estricta regularidad en la producción del laudo extranjero, alineado
por igual con el sistema de exequátur. Y otros.
La conclusión que de todo ello podría establecerse es que, efectivamente,
existe un conjunto de reglas, instituciones y preceptos en progresivo creci-
miento y desarrollo, por la práctica de los tribunales, de las instituciones arbi-
trales y de los ordenamientos tanto nacionales como Convencionales, tanto
procedimentales como de fondo, que alimentan de forma expansiva la ubica-
ción de un cuerpo de reglas propias del arbitraje internacional.
Reglas que son no solamente de tipo conflictual sino materiales y que con-
tienen principios que se justifican precisamente por la diferente naturaleza
del sistema de solución de controversias querido y deseado por las partes y
aceptado por los diversos ordenamientos en presencia20.
20.
Se sigue así de ello un modo de hacer tradicional en las instituciones del derecho: par-
tiendo de necesidades concretas y diferentes, la práctica elabora normas específicas propias y
atentas a esta necesidades. Posteriormente intervienen los prácticos del derecho incardinados
en las instituciones que van dando perfil a la serie de normas que finalmente son reconocidas
por la jurisprudencia tanto judicial como arbitral y pasan a los cuerpos legales tanto nacionales
como internacionales.
264 JOSÉ MARÍA CHILLÓN MEDINA
I. INTRODUCCIÓN
1.
Artículo 33.1de la Carta de las Naciones Unidas (en adelante CNU): “Las partes en una
controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguri-
dad internacionales tratarán de buscar solución, ante todo, mediante la negociación, la investigación, la
mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u
otros medios pacíficos de su elección”. Sobre resolución de conflictos y los medios y métodos de
arreglo pacífico de las controversias, vid., a título ilustrativo, F. HARTO DE VERA, Investigación
para la paz y resolución de conflictos, Ed. Tirant lo Blanch, Valencia, 2004; R. M. RIQUELME COR-
TADO, “La promoción de medios y métodos de arreglo pacífico de las controversias en la con-
memoración del centenario de la Primera Conferencia Internacional de la Paz (1899-1999)”,
Anuario de Derecho Internacional, Tomo XV, 1999, pp. 385-469.
2.
Me refiero al establecimiento de la ya mencionada Corte Penal Internacional. Hoy en
día nadie cuestiona ya, pese a las diferencias, la importancia que como precursor tuvo para la
misma la creación, por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del Tribunal Penal In-
ternacional para el territorio de la ex Yugoslavia, con competencia para enjuiciar a los presuntos
responsables de graves violaciones del derecho internacional humanitario desde el 1 de enero
de 1991 mediante la aprobación por unanimidad en la 3217ª sesión, de S/RES/827 (1993), de 25
de mayo de 1993.
3.
Cf. Artículo 24.1 CNU.
Aplicación de procedimientos alternativos de solución de conflictos a un caso concreto: ... 269
12.
El 18,6 % de las resoluciones aprobadas por el Consejo y el 18,4 % de las declaracio-
nes presidenciales emitidas entre 1990 y 2003 fueron en relación con esta cuestión. En efecto,
desde aquel 25 de septiembre de 1991 hasta el 31 de diciembre de 2003, el Consejo de Seguri-
dad ha adoptado un total de 163 resoluciones y 125 declaraciones presidenciales, lo que re-
presenta que, desde que comenzó el conflicto, prácticamente una de cada cinco resoluciones
aprobadas por el Consejo de Seguridad estuvo dedicada a este supuesto. El periodo de ma-
yor actividad respecto a esta cuestión fue el comprendido entre 1992 y 1995, con un total de 89
resoluciones y coincide con los años en los que se produjeron los enfrentamientos armados
en Bosnia Herzegovina, sin que se hubiera alcanzado todavía una efectiva pacificación de
Croacia, pero sin que hubiera surgido todavía la cuestión de Kosovo. Del total de resolucio-
nes aprobadas por el Consejo de Seguridad en el periodo mencionado, ochenta y tres lo fue-
ron expresamente en virtud del Capítulo VII de la Carta. Las actuaciones de conformidad con
el mismo implicaron tanto la imposición de sanciones en virtud del artículo 41 de la Carta, re-
forzadas con varios bloqueos, así como ciertas autorizaciones limitadas de uso de fuerza ar-
mada.
13.
La misma a la que recurrió, reafirmando su resolución 713 (1991) y todas las ulteriores
pertinentes al decidir, actuando de conformidad con el Capítulo VII de la Carta, el estableci-
miento de un tribunal internacional para enjuiciar a los presuntos responsables de graves viola-
ciones del derecho internacional humanitario, cometidas en el territorio de la antigua Yugosla-
via, entre el 1 de enero de 1991 y una fecha a determinar una vez restaurada la paz.
14.
S/RES/724 (1991), de 15 de diciembre de 1991.
15.
Todavía en el ámbito de la Cooperación Política Exterior dado que todavía no se había
aprobado el Tratado de la Unión Europea (1992) ni establecido el pilar intergubernamental de la
Política Exterior y de Seguridad Común (PESC). Pero la proximidad en el tiempo permite consi-
derar esta intervención, que trató de aunar la voluntad política de los doce en la acción exterior,
como una primera manifestación de la que, al poco tiempo, sería la PESC.
16.
También todavía en ese momento CSCE que luego pasaría a ser OSCE.
274 ANGELINES CANO LINARES
rridos casi tres meses desde la imposición del embargo, se estableció el Comité
para seguir el cumplimiento de la sanción impuesta17.
Por otro lado, también se decidió, inicialmente, el establecimiento de una
Fuerza Internacional de Protección de las Naciones Unidas en Yugoslavia co-
nocida como UNPROFOR18. Su creación respondió a una primera petición
del Gobierno federal yugoslavo y, posteriormente, a las recomendaciones del
Secretario General de la Organización, como valiosa y costosa contribución de
las Naciones Unidas para facilitar las negociaciones políticas que permitieran
la consecución de un acuerdo político19.
Ésta se configuró inicialmente como una operación clásica de manteni-
miento de la paz, a petición del propio Estado, Yugoslavia. Sin embargo, en
17.
Ante las proclamaciones de independencia de las Repúblicas federadas y con carácter
previo a la admisión como Miembros de las Naciones Unidas de Eslovenia, Croacia, y Bosnia Her-
zegovina, se adaptaron los términos del ámbito territorial de aplicación de la medida a las nuevas
circunstancias sobre el terreno, siguiendo las del informe del Secretario General, de forma que se-
ría de aplicación a todas las áreas que habían sido parte de la antigua Yugoslavia. Con el comienzo
de las negociaciones que culminarían con el Acuerdo de Paz de Dayton, el Consejo aprobó S/RES/
1021 (1995), en la que estableció las condiciones y el plazo para la finalización del embargo de ar-
mas, por lo que puede considerarse que el posible levantamiento de las mismas trata de operar
como “incentivo” para la consecución de aquél. La firma del Acuerdo de Paris, el 14 de diciembre
de 1995, entre Bosnia Herzegovina, Croacia y la República Federal Yugoslava, fue comunicada al
Consejo de Seguridad por el Secretario General. Siguiendo lo establecido en el mencionado
Acuerdo, se fijó el 13 de marzo de 1996 como fecha de terminación del embargo de armas, aunque
asumiendo igualmente los términos de lo acordado en Dayton se mantenía en vigor el embargo
sobre las armas pesadas, municiones, minas, aviones militares y helicópteros. De nuevo, las previ-
siones de un acuerdo alcanzado por las partes, bajo supervisión internacional, son las decididas
por el Consejo de Seguridad, en este caso para la finalización de las sanciones impuestas. Un nue-
vo informe del Secretario General al Consejo de Seguridad acerca del cumplimiento del Anexo I-B
de los Acuerdos de Dayton y del Acuerdo sobre Estabilización Regional comportó que el Presi-
dente del Comité de Sanciones informara, mediante nota verbal de 18 de junio de 1996, que todas
las disposiciones relativas al embargo de armas habían dejado de estar en vigor.
18.
Que en un momento posterior, a partir de 1995, fue reemplazada por varias de dife-
rentes características debido a la diversidad de los respectivos mandatos: operación de las Nacio-
nes Unidas para el restablecimiento de la confianza en Croacia (ONURC), Misión de las Na-
ciones Unidas en Bosnia-Herzegovina (UNMIBH), Fuerza de Despliegue Preventivo de las Nacio-
nes Unidas en Macedonia (UNPREDEP). A las que se pueden añadir la Operación de la Admi-
nistración de Transición de las Naciones Unidas en Eslavonia Oriental, Baranja y Srijem Occi-
dental (UNTAES) así como la Misión de observadores de las Naciones Unidas en la península
de Prevlaka (MONUP),el Grupo de apoyo de la policía de las Naciones Unidas (UNPSG), la Mi-
sión de Policía de la Naciones Unidas para Bosnia-Herzegovina (IPTF) además de la Fuerza de
Implementación de la OTAN en Bosnia-Herzegovina (IFOR) reemplazada por la Fuerza de Es-
tabilización de la OTAN en Bosnia Herzegovina (SFOR), la Fuerza Multinacional de Seguridad
para Kosovo (KFOR). Todas ellas además junto a otras misiones tanto de la Unión Europea (con
la EUAM, para la administración de Mostar, por ejemplo, vid. al respecto F: PAGANI, “L’Admi-
nistration de Mostar par l’Union Européenne”, A.F.D.I., vol. XLII, 1996, pp. 234-254) como de la
OSCE (como KVM, la misión de verificación OSCE para Kosovo).
19.
S/RES/743 (1992), de 21 de febrero de 1992, aprobada por unanimidad en la 3055ª sesión.
Aplicación de procedimientos alternativos de solución de conflictos a un caso concreto: ... 275
B) Croacia
En un principio, la situación específica de Croacia quedó sujeta a la deter-
minación de amenaza a la paz y seguridad internacionales derivada de la si-
20.
De características similares a otras fuerzas y misiones autorizadas por el Consejo de
Seguridad en años posteriores. En este punto resulta muy ilustrativo la gradual y paulatina mo-
dificación del mandato de UNPROFOR, como resultado de las sucesivas resoluciones aproba-
das por el Consejo, que pasan de una redacción ciertamente confusa y susceptible de interpre-
taciones diferentes (como es el caso por ejemplo de S/RES/807 (1993), de 19 de febrero de 1993)
hasta la formulación clara de una autorización de uso de fuerza armada en cumplimiento del
mandato (S/RES/836 (1993), de 4 de junio de 1993).
21.
Dando finalmente lugar a la Fuerza de Despliegue Preventivo de las Naciones Unidas
(UNPREDEP), establecida por S/RES/983 (1995), de 31 de marzo de 1995 aprobada por unanimi-
dad en 3512ª sesión.
276 ANGELINES CANO LINARES
22.
Establecida para cumplir las funciones previstas en el Acuerdo de Cese el fuego de 29
de marzo de 1994 y facilitar la aplicación del Acuerdo Económico de 2 de diciembre de 1994, el
31 de marzo de 1995, reemplazando a UNPROFOR en Croacia, con la aprobación por unanimi-
dad de S/RES/981 (1995) en la 3512ª sesión. Sin determinación específica, pero con actuación en
virtud del Capítulo VII de la Carta, con el fin de garantizar la seguridad y la libertad de circula-
ción del personal de las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas en el
territorio de la ex Yugoslavia.
23.
Pese a la actuación, de conformidad con el Capítulo VII de la Carta, relacionada con la
presencia del personal de las operaciones de mantenimiento de la paz. Cf. S/RES/1009 (1995), de
10 de agosto de 1995.
24.
Cf. S/RES/1019 (1995), de 9 de noviembre de 1995.
25.
Con la aprobación por unanimidad de S/RES/1037 (1996), de 15 de enero de 1996.
Aplicación de procedimientos alternativos de solución de conflictos a un caso concreto: ... 277
C) Bosnia-Herzegovina
El éxito parcial de la actuación internacional en Croacia, con el acuerdo y
la retirada de las unidades del Ejército Popular Yugoslavo, comportó que éstas
se dirigieran a las zonas serbias de Bosnia-Herzegovina. Ante la desintegra-
ción yugoslava, tanto Bosnia-Herzegovina como Macedonia proclamaron
igualmente su independencia, desencadenándose en la primera de estas Re-
públicas un sangriento conflicto armado.
La situación en Bosnia-Herzegovina fue, desde el momento mismo de la pro-
clamación de la independencia, el 30 de mayo de 1992, resaltada especialmente
por el Consejo de Seguridad en la misma decisión por la que se impusieron san-
ciones contra la República Federal Yugoslava (Serbia y Montenegro)27, potencian-
do las peculiaridades de las actuaciones del Consejo directamente relacionadas
con la prestación de la asistencia humanitaria. Posteriormente, se reforzaron las
sanciones, prohibiendo el tránsito de determinados productos e imponiendo un
bloqueo marítimo.
En efecto, la explosión del conflicto militar en Bosnia Herzegovina y el
apoyo prestado, respectivamente, por las autoridades de Belgrado y Zagreb a
26.
Los observadores militares de las Naciones Unidas fueron desplegados en la penínsu-
la de Prevlaka en octubre de 1992, al autorizar el Consejo de Seguridad, en su resolución 779
(1992), a UNPROFOR para que asumiera la responsabilidad de verificar la desmilitarización de
la zona. En 1995, esas funciones fueron asumidas por ONURC y, tras el término del mandato de
ésta, el 15 de enero de 1996, por la nueva operación, MONUP. El 11 de octubre de 2002, con la
aprobación de S/RES/1437 (2002), el Consejo de Seguridad aprobó la última de sus prórrogas
hasta el 15 de diciembre de 2002.
27.
Una situación que el Presidente musulmán de Bosnia Herzegovina siempre manifestó
que estaba agravada por el embargo de armas impuesto contra todo el territorio de la antigua Yu-
goslavia lo que favoreció las aspiraciones de los serbios. Finalmente, Bosnia Herzegovina interpuso,
el 20 de marzo de 1993, ante la C.I.J. una demanda que dio lugar a una primera sentencia de 11 de ju-
lio de 1996 (Aplicación de la Convención sobre la prevención y el castigo del crimen de genocidio. (Bosnia-Her-
zegovina vs. Serbia y Montenegro) Objeciones preliminares). Dicha sentencia fue objeto de una demanda
de revisión por parte de Yugoslavia que fue considerada inadmisible por la Corte (Sentencia de 3 de
febrero de 2003 sobre Demanda de revisión de la sentencia de 11 de julio de 1996 en el Asunto de la
Aplicación de la Convención para la prevención y represión del crimen de genocidio (Bosnia Herzegovina c/ Yu-
goslavia), excepciones preliminares. En el mismo sentido, Croacia también presentó una demanda con-
tra Serbia y Montenegro [Asunto relativo a la aplicación de la Convención para la prevención y la represión
del crimen de genocidio (Croacia c/ Serbia y Montenegro)].
278 ANGELINES CANO LINARES
28.
S/RES/757 (1992), de 30 de mayo de 1992, aprobada en la 3082ª sesión por 13 votos a fa-
vor, ninguno en contra y las abstenciones de China y Zimbabwe. Sobre las sanciones impuestas
a la RFY y su aplicación, vid. E. KALPYRIS, R.VORK, .; E., NAPOLITANO; V.Y. GHEBALI,: Les
sanctions des Nations Unies dans le conflit de l’ex Yougoslavie: la coopération OSCE/UE; Bruyland Pa-
ris, L.G.D.J., 1995 ; P. MARTIN-BIDOU, “Les mesures d’embargo prises à l’encontre de la You-
goslavie”, A.F.D.I., XXXIX, 1993, pp. 262-285.
29.
Autoproclamadas en la República de SPRSKA (República Serbia de Bosnia-Herzego-
vina), nombre que conservaron tras los Acuerdos de Paz.
30.
Que fue modificado por S/RES/992 (1995), de 11 de mayo de 1995 para permitir el uso
de las esclusas de la ribera izquierda del Danubio mientras que se reparaban las de la ribera de-
recha. Tal decisión que se mantuvo en vigor hasta la suspensión de las sanciones (S/RES/1022
(1995), de 22 de noviembre de 1995), fue adoptada tras la recomendación en ese sentido del Co-
mité de Sanciones, al que a su vez Rumania había presentado la petición y contó con el apoyo
de los otros Estado partes en la Comisión del Danubio.
Aplicación de procedimientos alternativos de solución de conflictos a un caso concreto: ... 279
D) Kosovo
La situación en Kosovo, primera víctima de la radical política nacionalista
del Presidente Milosevic, que en 1989, suprimió la Autonomía de que disfruta-
ba, se mantuvo relativamente en calma a lo largo del proceso de desintegra-
ción de Yugoslavia.
Administrada oficialmente por las autoridades serbias, la abrumadora-
mente mayoritaria población albano-kosovar se organizó, pacíficamente y en
la sombra, como un “Estado” paralelo con I. RUGOVA, líder de la Liga Demo-
32.
Que tuvo lugar los días 24 y 25 de junio de 1996, con Dinamarca como país anfitrión y
en la que participaron representantes y expertos de 29 Estados así como de la Secretaría de las
Naciones Unidas, agencias humanitarias, Unión Europea, OSCE OTAN, UEO, y Comisión del
Danubio, directamente implicados en varios aspectos de la aplicación de las sanciones, que ex-
presaron sus puntos de vista sobre las lecciones aprendidas de la experiencia. El resultado de
este encuentro fue remitido al comité de Sanciones, el 19 de septiembre de 1996, que, a su vez,
decidió remitirlo al Presidente del Consejo de Seguridad (S/1996/776).
33.
S/RES/1031 (1995),de 15 de diciembre de 1995, aprobada por unanimidad en la 3607ª
sesión. Cf. J.M. SOREL, “L’accord de paix sur la Bosnie-Herzégovine du 14 décembre de 1995:
un traité sous bénéfice d’inventaire”, A.F.D.I., 1995, pp. 65-99; J. R. W.D. JONES, “The Implica-
tion of the Peace Agreement for the International Criminal Tribunal for the Former Yugoslavia”,
E.J.I.L., 1996, pp. 226-244. Vid. Asimismo, P. C. SZASI, “The Protection of Human Rights
Through the Dyton/Paris Peace Agreement on Bosnia”, A.J.I.L., vol. 90, 1996-2, pp. 301-315, P.
GAETA, “The Dayton Agreements and International Law”, E.J.I.L., 1996-2, pp. 147-163; N.
FIGA-TALAMANCA, “The Role of NATO in the Peace Agreement for Bosnia and Herzegovi-
na”, E.J.I.L., 1996, pp. 164-175; J: SLOAN, “The Dayton Peace Agreement: Human Rights Gua-
rantees and their Implementation”, E.J.I.L., 1996, pp. 207-225; N. MAZIAU, “Cinq ans après, le
traité de Dayton-Paris à la croissée des chemins: success incertains et constats d’échec”, A.F.D.I.,
1999, pp.181-202.
Aplicación de procedimientos alternativos de solución de conflictos a un caso concreto: ... 281
crática de Kosovo, como Presidente, desde que éste resultara vencedor en las
clandestinas elecciones celebradas en mayo de 199234.
Sin embargo, a finales de febrero de 1998 se recrudeció de nuevo la repre-
sión de las fuerzas policiales serbias contra la población albanesa, al tiempo
que la resistencia armada y las ofensivas del denominado Ejército de Libera-
ción de Kosovo (ELK). Como denominador común con los anteriores supues-
tos, negociaciones y enfrentamientos sobre el terreno transcurrieron de forma
paralela.
El 31 de marzo de 1998, el Consejo de Seguridad, aprobó por unanimidad
S/RES/1160 (1998), en la que tomando nota de la propuesta del denominado
Grupo de Contacto35, actuando en virtud del Capítulo VII de la Carta instó a la
RFY a que adoptara las medidas necesarias para dar una solución política a la
cuestión de Kosovo e impuso un embargo de armas a todo el Estado, incluido
Kosovo, fijando las condiciones para su levantamiento.
Los esfuerzos negociadores se intensificaron e incluso se celebraron en-
cuentros entre RUGOVA y MILOSEVIC sin que por ello disminuyeran los
combates.
Finalmente, el 23 de septiembre de 1998, el Consejo de Seguridad consi-
deró que “el deterioro de la situación en Kosovo (RFY)” constituía una amenaza
para la paz y la seguridad en la región con la aprobación de S/RES/1199 (1998)
que contó exclusivamente con la abstención de China.
Una primera amenaza de uso de fuerza por parte de la OTAN facilitó la
consecución de un acuerdo para el establecimiento de una misión de verifica-
34.
La consideración de Estado y administración paralelos no es en absoluto exagerada,
por cuanto los albano-kosovares se dotaron de una constitución, parlamento y gobierno en la
sombra, además de organizar escuelas, asistencia sanitaria y ayudas sociales para la población
más necesitada. Kosovo presentó, junto a Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Macedo-
nia, su solicitud de reconocimiento ante la Conferencia de paz para la antigua Yugoslavia. Ru-
gova, firme partidario de la independencia de Kosovo, pero exclusivamente por medios pacífi-
cos, consiguió además controlar, al menos hasta 1998, las tendencias y elementos más radicales,
partidarios de conseguirla por la fuerza de las armas. Quizás la falta de respuesta positiva a esta
opción pacífica contribuyera definitivamente a la radicalización de la población. Cf .C. GUTIÉ-
RREZ ESPADA,“Uso de la fuerza, intervención humanitaria y libre determinación (“la guerra
de Kosovo”)”, A.D.I., vol. XVI, pp. 93-132.; J. RINGELHEIM, “Considerations on the internatio-
nal Reaction to the 1999 Kosovo Crisis”, R.B.D.I.P., 1999/2, pp. 475-543; S. SUR, “L’affaire du Ko-
sovo et le droit international”, A.F.D.I., vol. XLV, 1999, pp. 226-279; S. ALBERT, “Le droit interna-
tional et le statut d’autonomie du Kosovo”, http://www.ridi.org/adi/199906a3.html
35.
Formado por los Ministros de Asuntos Exteriores de EE.UU., Rusia, Reino Unido,
Francia, Alemania e Italia. Párrafos 8 y 16 de S/RES/1160, de 31 de marzo de 1998, aprobada por
unanimidad en la 3868ª sesión. Por otro lado, la Asamblea General aprobó el 3 de marzo de 1998
una primera resolución sobre la situación de los derechos humanos en Kosovo (A/RES/52/13)
mientras que la Comisión de Derechos Humanos en su 54º periodo de sesiones formuló, el 24
de marzo de 1998 una declaración sobre la situación de los derechos humanos en Kosovo.
282 ANGELINES CANO LINARES
36.
En efecto, el 13 de octubre, la OTAN marcó un plazo para que Milosevic aceptara las
exigencias impuestas y se dio la orden de activación que finalizó tras la aceptación por parte del
líder serbio del despliegue de un grupo de inspectores OSCE y la retirada sustancial de fuerzas
serbias de Kosovo. Por S/RES/1203 (1998), de 24 de octubre de 1998, el Consejo de Seguridad
acogió con beneplácito el acuerdo firmado en Belgrado el 16 de octubre para el establecimiento
de la misión OSCE de verificación en Kosovo.
37.
Los albaneses aceptaron el denominado Acuerdo de Rambouillet que, sin embargo,
fue rechazado por los serbios.
38.
Vid., Y. NOUVEL, “La position du Conseil de Sécurité face à la action militaire enga-
gée par l’OTAN et ses Etats membres contre la République fédérale de Yougoslavie”, A.F.D.I.,
vol. XLV, 1999, pp. 292-307, F. L. KIRGIS, “The Kosovo Situation and NATO Military Action”,
marzo 1999, ASIL Insights; F. L. KIRGIS, “NATO Interdiction of Oil Tankers”, abril 1999, ASIL In-
sights; B. SIMMA, “NATO, the UN and the Use of Force: Legal Aspects”, E.J.I.L., vol. 10, nº 1,
1999, pp. 1-22; A. CASSESE, “Ex iniuria ius oritur: Are We Moving towards International Legiti-
mation of Forcible Humanitarian Countermeasures in the World Community?”, E.J.I.L., Vol. 10,
nº 1, 1999, pp. 23-30; S. A. EGOROV, “The Kosovo Crisis and the Law of Armed Conflicts”,
R.I.C.R., nº 837, 2000, pp. 183-192; P. ROWE, “Kosovo 1999: The Air Campaign. Have the provi-
sions of Additional Protocol I withstood the test?”, R.I.C.R., nº 837, 2000, pp. 147-164; J. A. BUR-
GER, “International Humanitarian Law and the Kosovo Crisis: Lessons learned or to be Lear-
ned”, R.I.C.R., nº 837, 2000, pp. 129-145; N. VALTICOS, “Les droits de l’homme, le Droit
International et l’intervention militaire en Yougoslavie”, R.G.D.I.P., 2000/1, pp. 5-18; T. GAZZI-
NI, “NATO Coercive Military Activities in the Yugoslav Crisis (1992-1999), E.J.I.L., vol. 12, nº 3,
pp. 391-435; W. J. FENRICK, “Targeting and Proportionality during the NATO Bombing Cam-
paign against Yugoslavia”, E.J.I.L., vol. 12, 2001/3, pp. 489-502.
39.
Expresando su grave preocupación por la catástrofe humanitaria que tiene lugar en
Kosovo y zonas adyacentes de resultas de la crisis permanente. Cf. S/RES/1239 (1999), de 14 de
mayo de 1999 (Cf. P. KRÄHENBÜHL, “Conflict in the Balkans: Human Tragedies and the Cha-
llenge to Independent Humanitarian Action”, R.I.C.R., nº 837, 2000, pp. 11-29). Por otro lado, el
Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, afirmó en el transcurso de una confe-
rencia en la Universidad de Michigan, en abril de 1999, que “Emerging slowly, but I relieve surely is
an international norm against the violent repression of minorities that will and must take precedent over
concerns of State sovereignty”. Por lo que no parece excesivo considerar que dicha intervención
armada fuera considerada como amparada por la ONU y surgieran voces defensoras de una
supuesta autorización implícita (cf. O. CORTEN, F. DUBUISSON, “L’hypothèse d’une règle
émergente fondant une intervention militaire sur une “autorisation implicite” du Conseil de
Sécurité”, R.G.D.I.P., 2000/4, pp. 873-910)o como reacción a una laguna o grieta de la Carta (Cf.
Ph. WECKEL, “L’emploi de la force contre la Yougoslavie ou la Charte fissurée”, R.G.D.I.P., 2000/
1, pp. 19-36). Otros autores tratan de establecer los elementos necesarios para la construcción
jurídica de la intervención de humanidad sin que por ello sea aceptada como tal la actuación de
la OTAN en Kosovo (CF. J. COMBACAU, S. SUR, Droit International Public, 5ª ed., Montchres-
tien, Paris, 2001, pp. 634-637. Por mi parte considero que el criterio de la prevalencia de la defensa
Aplicación de procedimientos alternativos de solución de conflictos a un caso concreto: ... 283
Este uso de fuerza armada provocó que la RFY (Serbia y Montenegro) in-
terpusiera ante la Corte Internacional de Justicia tantas demandas como Esta-
dos Miembros de la OTAN, participantes en los bombardeos, sobre la licitud
de éstos.40.
Por otro lado, confirmada la retirada de Kosovo de las fuerzas de seguri-
dad de la RFY y la suspensión de las operaciones aéreas de la OTAN contra
aquella, el Consejo de Seguridad aprobó, el 10 de junio de 1999, la resolución
1244 (1999) por la que encomendó al Secretario General el establecimiento de
una presencia internacional civil, que dio lugar a la Misión de Administración
Interina de las Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK)41. Ésta coexistiría con la,
igualmente autorizada en la misma resolución, presencia internacional de se-
39.
guridad en Kosovo (KFOR), autorizada ésta a recurrir a todos los medios ne-
cesarios para el cumplimiento de las obligaciones impuestas, como responsa-
ble del establecimiento de un entorno seguro que permitiera el regreso de los
refugiados y personas desplazadas a sus hogares.
“An Analysis of the United Nations International Tribunal to Adjudicate War Crimes Committed in
the Former Yugoslavia: Parallels, Problems, Prospects”, http://www.law.inidiana. edu; L. VIERUC-
CI, “The First Steps of the International Criminal Tribunal for the Former Yugoslavia”, E.J.I.L., 1995,
nº 1, pp. 134-143; Ch. MEINDERSMA, “Violations of the Common Article 3 of the Geneva Conven-
tions as violations of the Laws or customs of War under Article 3 of the Statute of the International
Criminal Tribunal for the Former Yugoslavia”, N.I.L.R., 1995, pp. 375-397; H. ASCENSIO, A. PELLET,
“L’activité du Tribunal Pénal International pour l’ex-Yougoslavie”, A.F.D.I., XLI, 1995, pp. 101-136; G.
H. ALDRICH, “Jurisdiction of the International Criminal Tribunal for the Former Yugoslavia”,
A.J.I.L., 1996, pp.64-69; VV.AA.: “Symposium: The International Tribunal for Former Yugoslavia Co-
mes of Age”, E.J.I.L., 1996, pp. 244-298; M. FINDLAY, “Synthesis in Trial Procedures? The Experience
of International Criminal Tribunals”, I.C.L.Q., vol. 50, 2001, nº 1, pp. 26-53.
44.
En concreto, en la segunda Acta de acusación modificada, de 20 de octubre de 2001, se
relatan las operaciones minuciosamente planificadas y coordinadas lanzadas por las Fuerzas de
la RFY y serbia contra los albaneses de Kosovo y la expulsión de cerca de 800.000 civiles, entre el 1
de enero de 1999 y el 20 de junio de 1999. En el acta de acusación, modificada el 23 de octubre de
2002, Milosevic es acusado de los hechos ocurridos antes del 1 de agosto de 1991 y continuados, al
menos hasta junio de 1992, para lograr que la población croata y el resto no serbio abandonase un
tercio del territorio de Croacia y el intento de establecer un nuevo Estado dominado por los Ser-
bios, la República Serbia de Krajina. (M, P. SCHARF, “The Indictment of Slobodan Milosevic”, ju-
nio 1999, ASIL Insights. En la última acta de acusación, de 22 de noviembre de 2002, se incluyó la
expulsión de los no serbios de amplias porciones del territorio de Bosnia Herzegovina.
45.
M. Milotinovic, como Presidente de Serbia y miembro del Consejo Supremo de las
Defensa de la RFY, D. Ojdanmic, Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de la RFY y N.
Sainovic, Viceprimer Ministro de la RFY en el Asunto Milutinovic et. al (IT-99-37).
46.
Los detenidos fueron inicialmente cuatro aunque uno de ellos fue liberado el 28 de fe-
brero de 2003. Cf. Asunto Limaj, Bala, Musliu (IT-03-66).
286 ANGELINES CANO LINARES
49.
S/RES/770 (1992), de 113 de agosto de 1992. Sin embargo, la decisión de crear la
Fuerza, para el momento en que se dieran las condiciones necesarias, entre otras el pleno
cumplimiento del acuerdo de alto el fuego firmado en Ginebra, Párrafos 1 y 2 de S/RES/724
(1991), no correspondió a una decisión en virtud del mencionado Capítulo y se realizó de
manera indirecta, aprobando un informe del Secretario General Informe del Secretario Ge-
neral de 11 de diciembre de 1991, presentado de conformidad con la resolución 721 (1991).
El informe contenía un plan para una posible operación de mantenimiento de la paz. Los
preparativos iniciales para la creación de la Fuerza de las Naciones Unidas fueron decidi-
dos en la tercera de las resoluciones aprobadas por el Consejo de Seguridad en relación con
Yugoslavia. En la misma decisión en la que actuando en virtud del Capítulo VII de la Carta
se creó el comité encargado de seguir las sanciones impuestas. Párrafo 5 de S/RES/724
(1991), de 15 de diciembre de 1991, aprobada por unanimidad en la 3023 ª sesión. Al respecto,
vid. M. MERCIER, Crimes Sans châtiments: l’action humanitaire en ex Yougoslavie 1991-1993,
Bruylant, Bruselas, 1994.
50.
S/RES/815 (1993), de 30 de marzo de 1993, aprobada por unanimidad en la 3189ª se-
sión. En la misma se reafirmaron todas las disposiciones de sus resoluciones 802 (1993) y 807
(1993). La autorización de uso de fuerza por parte de UNPROFOR para garantizar su seguridad
y su libre circulación parece por tanto confirmada.
288 ANGELINES CANO LINARES
53.
Párrafo 14 de S/RES/1037 (1995), de 15 de enero de 1995.
54.
S/RES/1244 (1999), de 10 de junio de 1999.
55.
Cf. M. GUILLAUME, G. MARHIC, G. ETIENNE, “Le cadre juridique de l’action de la
KFOR au Kosovo”, A.F.D.I., vol. XLV, 1999, pp. 308-334. En la que participa también España con
un contingente de aproximadamente 1.000 efectivos. Vid. http.www.mde.es.
56.
El auto definitivo (5 de marzo de 1999) sometió toda la Opstina de Brcko, anterior a la
guerra, a la soberanía exclusiva de Bosnia-Herzegovina, perteneciendo simultáneamente el te-
rritorio en condominio a las dos entidades que conforman el Estado, la República de Sparska y
la Federación croato-musulmana.
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LAS COMISIONES
INTERNACIONALES DE
INVESTIGACIÓN:
CASO DE DARFUR (SUDÁN)
FRANCISCO JIMÉNEZ GARCÍA
Profesor TU de Derecho Internacional Público
y Relaciones Internacionales de la URJC
8.
Vid al respecto, Axel Berg, “ The 1991 Declaration on the Fact-finding by the United
Nations”, European Journal International Law, 1993, núm.4-1, pp.114-121.
296 FRANCISCO JIMÉNEZ GARCÍA
9.
Sobre esta cuestión vid. Bourloyannis “Fact-finding by the Secretary-General of the
United Nations”, New York Journal of International Law and Politics, 1991, pp. 641-669; M. J. Aznar
Gómez, “La Determinación de los hechos por el Secretario General de las Naciones Unidas en
el ámbito del mantenimiento de la paz y seguridad internacionales”, Revista Española de Derecho
Internacional, 1996-1, pp. 71-98.
Las comisiones internacionales de investigación: Caso de Darfur (Sudán) 297
10.
Sobre los informes elaborados por estas comisiones así como bibliografía y documen-
tación sobre las mismas, resulta de especial interés las siguientes direcciones electrónicas: http:/
/www.truthcommission.org/ y http://www.cverdad.org.pe/lacomision/enlaces/index.php. Vid.
asimismo P. B. Hayner, Unspeakable Truths: Confronting State Terror and Atrocity, New York, 2001;
E. Cuya, “Las Comisiones de la Verdad en América Latina”, en http://www.derechos.org/ni-
zkor/doc/verdad.html; H. van der Merwe, “The Truth and Reconciliation Commission and
Community Reconciliation: An Analysis of Competing Strategies and Conceptualizations”
(http://www.csvr.org.za/papers/paphd1.htm).
11.
Cfr. P.B. Hayner, Unspeakable Truths....., op.cit. pp.206-212.
298 FRANCISCO JIMÉNEZ GARCÍA
la construcción del muro por Israel sobre territorio palestino27, puesto que
la Corte Internacional de Justicia se basó fundamentalmente en él para re-
solver su Opinión Consultiva sobre las Consecuencias jurídicas de un muro en
el territorio palestino ocupado dictada el 9 de julio de 200428, dictamen que ha
sido flagrantemente ignorado e incumplido por Israel.
Respecto a Oriente Medio destaca asimismo el Informe de la Comisión
Internacional Independiente de Investigación relativo al atentado terroris-
ta con bombas que tuvo lugar el 14 de febrero de 2005 en Beirut (Líbano) y
que causó la muerte del ex Primer Ministro de ese país, Sr. Rafiq Hariri, y
otras veintidós personas, además de causar lesiones a docenas de perso-
nas29. Esta Comisión fue instituida en cumplimiento de la Resolución 1595
(2005) del Consejo de Seguridad y en su informe se destaca que hay prue-
bas convergentes que apuntan a la participación de funcionarios tanto liba-
neses como sirios en este acto terrorista y de que es difícil pensar que tan
compleja conjura para cometer un asesinato se haya podido llevar a cabo
sin su consentimiento. Tal informe fue seguido de resolución del Consejo
de Seguridad –Resolución 1636 (2005)– adoptada en el marco del Capítulo
VII de la Carta de las Naciones Unidas que, bajo la supervisión de un Comi-
té creado al respecto, impone importantes medidas restrictivas contra las
personas involucradas en el atentado terrorista, incluyendo medidas finan-
cieras, y advierte a Siria de las responsabilidades internacionales en que
puede incurrir de no colaborar con la Comisión de Investigación. Además
se insiste en que Siria no debe injerirse, directa o indirectamente, en los
asuntos internos del Líbano, debe abstenerse de cualquier intento de deses-
tabilizar el Líbano y debe respetar escrupulosamente la soberanía, integri-
dad territorial, unidad e independencia política de este país.
4. Respecto a Iraq, además de los informes de los inspectores sobre el
desmantelamiento del arsenal iraquí, podríamos resaltar la Misión de deter-
minación de los hechos sobre el proceso de transición política de Iraq conclui-
da el 7 de junio de 2004 y realizada por el Asesor Especial del Secretario Gene-
ral, Sr Brahimi, que llegó a la conclusión, entre otras cosas, de que no podían
celebrarse elecciones dignas de crédito antes del 30 de junio de 2004 y que ha-
bría de formarse un gobierno provisional por otros medios30.
5. Los vuelos de la CIA. El informe de 13 de diciembre de 2005 del Rela-
tor y Presidente de la Comisión de Cuestiones Jurídicas y Derechos del Hom-
bre de la Asamblea Parlamentaria sobre la existencia de centros de detención
secretos en Estados miembros del Consejo de Europa y sobre los vuelos sus-
27.
Doc. A/ES-10/248.
28.
La Opinión puede consultarse en español en Doc. A/ES-10/273.
29.
Informe de 19 de octubre de 2005. El mandato de la Comisión ha sido prorrogado has-
ta el 15 de diciembre de 2005.
30.
S/2004/461 Anexo.
302 FRANCISCO JIMÉNEZ GARCÍA
por la forma en que los gobiernos y los rebeldes cumplan esta obligación”.
A pesar de que no es un órgano judicial, sin embargo en el Informe se ha-
cen importantes aportaciones desde el punto de vista del desarrollo del
Derecho internacional penal, actuando así como nexo entre la jurispru-
dencia de los Tribunales penales internacionales ad hoc y el Estatuto de
Roma de la CPI. En concreto, respecto a la calificación de conflicto arma-
do; la relación entre las milicias Janjaweed y el Estado (teoría del control
efectivo) respecto a la atribución de la responsabilidad internacional por
los crímenes cometidos así como la responsabilidad de los grupos de los
movimientos rebeldes (Movimiento y Ejército de Liberación del Sudán y
el Movimiento de Justicia e Igualdad); el Derecho humanitario aplicable a
los conflictos internos; las categorías de crímenes internacionales con es-
pecial referencia a los crímenes de lesa humanidad así como la noción de
genocidio y la definición de los grupos protegidos en función del criterio
subjetivo (conciencia de pertenencia a un grupo); las formas de responsa-
bilidad por crímenes internacionales: asociación ilícita para la comisión
de los crímenes y responsabilidad del superior ...
3. El Informe especifica las dificultades con las que se ha encontra-
do la Comisión, en particular las referidas a la cooperación de las autori-
dades gubernamentales. Sin embargo cobra especial interés el tema re-
lativo al tiempo, pues a menudo se invoca este factor para desestimar la
viabilidad de las comisiones de investigación respecto a la actuación del
Consejo de Seguridad. Si bien el Informe menciona que la Comisión de-
bió actuar con graves limitaciones de tiempo (tres meses), agravadas ha-
bida cuenta de la escala y la magnitud de los incidentes relacionados con
el conflicto de Darfur, no obstante indica que pudo reunir un conjunto
de materiales fidedignos y coherentes con respecto a las transgresiones
que ocurrieron y a las personas sospechosas de la comisión de las mis-
mas, por lo que estima que se ha dado un primer paso hacia la rendición
de cuentas.
4. Obviamente de este Informe destacan las recomendaciones pre-
sentadas de las que cabe resaltar las siguientes:
a) La remisión a la CPI por parte del Consejo de Seguridad, reco-
mendación que se hizo efectiva mediante la ya referida Resolución
1593 (2005) que activa la jurisdicción internacional universal exhor-
tando a todos los Estados, incluidos los Estados no partes en el Estatu-
to, y las organizaciones regionales a la cooperación plena. No obstan-
te, la Resolución, al igual que ocurrió en el caso de Liberia, instaura un
régimen de capitulaciones propia de la época colonizadora34 que ex-
34.
Vid. al respecto, E. García Rico, “La Resolución 1497 (2003) del Consejo de Seguridad:
una vuelta al régimen de capitulaciones en el Derecho internacional”, Revista Española de Dere-
cho Internacional, 2004-1, pp.185-194.
Las comisiones internacionales de investigación: Caso de Darfur (Sudán) 305
V. CONCLUSIÓN
Este itinerario nos permite apreciar, aun cuando sea de forma sumaria, la
relevancia que han adquirido en la actualidad las Comisiones de Investigación
ante las controversias y situaciones internacionales al margen del éxito o fraca-
so de las mismas, pues en el fondo los éxitos y fracasos llevan a su vez implícitas
numerosas conclusiones del estado actual de la Comunidad internacional, de
su fortaleza, debilidades y deficiencias. Además desde la constitución de los
Tribunales Penales Internacionales, estas Comisiones han adquirido un prota-
gonismo prejudicial no previsto estatutariamente relativo a los poderes del Con-
306 FRANCISCO JIMÉNEZ GARCÍA
que supuso la separación de Europa en dos bloques escenificando así “la cortina
de hierro que se abatiría sobre Europa” denunciada por Winston Churchill en
1946, representaba también la reconciliación de Europa con ella misma. Al escribir
esa página de la Historia, los mandatarios del continente europeo proyectaron su
acción futura en cinco medidas concretas: el respeto de los compromisos asumi-
dos por los Estados miembros; el reforzamiento del Consejo de Europa en su acti-
vidad por excelencia como es la democracia y los derechos humanos por medio
de la adopción de tres medidas espectaculares: la puesta en marcha en el plazo de
un año de un nuevo Tribunal de Derechos Humanos, la creación del puesto de
Comisario de Derechos Humanos y la decisión de completar el reciente Conve-
nio sobre los derechos del hombre y la biomedicina mediante un Protocolo adi-
cional destinado a la prohibición de la clonación humana; la definición de las nue-
vas prioridades de la Organización dedicadas principalmente a la cohesión social,
la seguridad de los ciudadanos y los valores democráticos y diversidad cultural; la
reforma de las estructuras del Consejo de Europa iniciada ya en la Cumbre de
Viena con el fin de adaptar la Organización a la nueva misión y a su composición
ampliada y, por último, insertar los compromisos anteriores en un todo coheren-
te, ese “nuevo orden europeo” a punto de ser ya iniciado y para lo que solicitaron
la colaboración de otras organizaciones internacionales como era el caso de la
Unión Europea y la OSCE.
Cuando habían transcurridos sesenta años de la finalización de la Segunda
Guerra Mundial, treinta de la firma del Acta Final de Helsinki, veinticinco de la
aparición del sindicato “Solidaridad” y quince de la caida del Muro de Berlín, el
Consejo de Europa renovó su compromiso estatutario de consagrar todas sus
actividades a la consecución de su objetivo fundamental materializado en la de-
fensa de los derechos humanos, la democracia y el Estado de Derecho. Una vez
más, los Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros del Consejo de
Europa reunidos en la Tercera Cumbre celebrada en Varsovia los días 16 y 17 de
mayo de 2005, expresaron su firme resolución de “vigilar el pleno respeto de los
compromisos asumidos con ocasión de su adhesión a la Organización por medio del diálo-
go político, la estimulación del debate democrático y el Estado de Derecho, la evaluación y
la participación en las actividades de asistencia y de seguimiento”4. Por primera vez,
cuarenta y seis democracias europeas con la única excepción de Bielorusia –o
sea, prácticamente la totalidad del continente europeo–, se reunieron en una
ciudad que representa a la vez las destrucciones masivas ocurridas durante la
Segunda Guerra Mundial y el proceso de reunificación que ponía fin de forma
definitiva a la división arbitaria y artificial que sufría el continente europeo.
Más allá del control de legalidad especialmente sofisticado que viene a
testimoniar casi a diario el carácter innovador del sistema de protección de de-
4.
Vid. “Declaración de Varsovia”, p. 5, www.coe.int/t/dcr/summit/20050517. (La traduc-
ción en nuestra).
310 JULIA RUILOBA ALVARIÑO
5.
En adelante, el CEDH.
6.
En el Consejo de Europa existían ya otros mecanismos de control, uno de ellos jurisdiccio-
nal y varios no jurisdiccionales. El primero de ellos –el monitoring por excelencia– fue establecido por
el CEDH, viéndose profundamente reformado a partir de la entrada en vigor del Protocolo nº 11, el
1 de noviembre de 1998, que estableció un nuevo Tribunal de carácter permanente y que ha sido
descrito como el procedimiento más avanzado del mundo en materia de derechos humanos. Otros
convenios del Consejo de Europa prevén mecanismos no jurisdiccionales en los que intervienen ex-
pertos independientes como es el caso del Convenio europeo para la prevención de la tortura y de
las penas o tratos inhumanos o degradantes, la Carta Social europea y el Convenio-marco para la
protección de las minorías nacionles. Por último, el respeto de los compromisos es seguido por otra
vía que se encuentra en manos de los Comités Directores (Comité Director de derechos humanos,
de cooperación jurídica, etc.) que incluyen regularmente en el orden del día la aplicación de los ins-
trumentos elaborados por ellos mismos, bien sean recomendaciones o convenios, que no cuenten
con otro mecanismo de control. Si se tiene en cuenta que sus informes no son públicos y que sus
miembros son designados por los Gobiernos, se puede llegar a dudar de su imparcialidad aunque
en la práctica intervienen a menudo expertos externos independientes para realizar estudios com-
parativos sobre prácticas nacionales, en cuyo caso los documentos son públicos.
7.
Como fue el caso de la Resolución 547 de 30 de enero de 1967 por la que la Asamblea Par-
lamentaria rechazó la delegación parlamentaria griega surgida del “régimen de los coroneles”.
Los procedimientos políticos de control del consejo de Europa o la expresión ... 311
miento de dichos compromisos ejerciendo una presión política sobre los Esta-
dos interesados para que remediaran sus deficiencias en un plazo lo más bre-
ve posible9.
Vemos, por tanto, que la Asamblea Parlamentaria ha sido la pionera en
materia de seguimiento de las obligaciones y de los compromisos asumidos
por los Estados Miembros en el marco de la Recomendación nº 1201 y de la Di-
rectiva nº 484, adoptadas el 1 de febrero de 1993, relativas ambas a la protec-
ción de los derechos de las minorías nacionales. La Recomendación nº 1201
vaticinaba la adopción por parte del Comité de Ministros de un protocolo adi-
cional al CEDH elaborado en el seno de la Asamblea Parlamentaria, propuesta
que fue desechada al adoptar en noviembre una Convenio marco sobre la ma-
teria. La Directiva nº 484 encargaba a la Comisión de asuntos jurídicos y de
derechos humanos, responsable del examen previo de las solicitudes de adhe-
sión de los nuevos Estados, la obligación de vigilar escrupulosamente para
que los derechos incluidos en el protocolo fueran respetados por parte de los
Estados solicitantes.
Convencida de la necesidad de abrir la Organización a las nuevas demo-
cracias, la Asamblea adoptó la Directiva nº 488 (Directiva Halonen) de 29 de ju-
nio de 1993, por la que se condicionaba la plena participación de las delegacio-
nes parlamentarias al respeto de los compromisos asumidos por los Estados
en el momento de la adhesión. Dicha Directiva, amplía ratione materiae el obje-
to de control que no se limita ya al respeto de las normas relativas a los dere-
chos de las minorías nacionales, sino que encomienda a la Comisión de asun-
tos jurídicos y de derechos humanos vigilar de cerca el respeto de los
compromisos asumidos por las autoridades de los nuevos Estados miembros
y de presentar a la Mesa un informe cada seis meses hasta verificar su cumpli-
miento. Además, por medio de la Directiva nº 485 solicita de la referida Comi-
sión la realización de un informe sobre la situación de los derechos humanos
en los Estados miembros, en el que se incluya la aplicación de las sentencias
del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Posteriormente, en su Resolución 1031 (1994), la Asamblea Parlamentaria
concedía a los Estados el plazo de un año para ratificar el CEDH y mencionaba
–en una disposición que pasó casi inadvertida– que todos los Estados miem-
bros debían respetar las obligaciones suscritas en los términos del Estatuto de
la Organización, del CEDH y de todos los convenios de los que fueran Partes.
Aparte de esas obligaciones, las autoridades de ciertos Estados que se convir-
tieron en miembros de la Organización después de la adopción en mayo de
1989 de la Resolución 917 (1989) relativa al estatuto de invitado especial ante la
9.
Vid. RUILOBA ALVARIÑO, J., “Los procedimientos de control sobre los derechos hu-
manos en el ámbito regional europeo. Un caso particular: la situación de los derechos humanos
en Turquía”, Revista de Derecho Comunitario Europeo, 13, Año 6, sep/dic. 2002, p. 793.
Los procedimientos políticos de control del consejo de Europa o la expresión ... 313
13.
Esas disposiciones figuraban ya en la Directiva 508 (1995).
14.
Vid. Doc. 8057 (Resolución 1155 y Recomendación 1366 (1998); Doc. 8359, Doc. 8734,
Doc. 9198, (Resolución 1260 y Recomendación 1536 (2001), doc. 9651, Doc. 10250 (Resolución
1412 (2004) y Doc. 10541.
15.
En 1997, la Asamblea Parlamentaria ha finalizado el procedimiento relativo a la Repú-
blica Checa y Lituania (Recomendaciones 1338 y 1339, Doc. 7898 y Adendum y Doc. 7896); en
1999, el procedimiento relativo a Eslovaquia (Recomendación 1419 y Resolución 1196, Doc.
8496); en enero de 2000, sobre Bulgaria (Resolución 1211 y Recomendación 1442 y Doc. 8616);
en abril de 2000, sobre la ex República yugoslava de Macedonia (Resolución 1213 y Recomenda-
ción 1453, Doc. 8669); Croacia (Resolución 1223 y Recomendación 1473, Doc. 8823); en enero de
2001, Letonia (Resolución 1236 y Recomendación 1490, Doc. 8924) y por último, en junio de 2004,
sobre Turquía (Resolución 1380 y Recomendación 1662, Doc. 10111).
Los procedimientos políticos de control del consejo de Europa o la expresión ... 315
16.
Vid. el Informe Anual de la Mesa de la Asamblea Parlamentaria (Doc. 8689 y add.)
adoptado por la Asamblea el 3 de abril de 2000.
17.
A causa del resultado satisfactorio, la Comisión de seguimiento ha recomendado a la
Mesa de la Asamblea concluir el diálogo con Estonia, Lituania, Rumania, Croacia y la República
Checa, respectivamente en enero de 2001, enero y mayo de 2002 y septiembre y octubre de
2003.
18.
Vid. HUBER, D., Une décennie pour l´Histoire. Le Conseil de l´Europe 1989-1999, Conseil
de l´Europe, 1999, p. 127.
316 JULIA RUILOBA ALVARIÑO
19.
Vid. Monitor/Inf (2004).
Los procedimientos políticos de control del consejo de Europa o la expresión ... 317
Por conflicto de trabajo hay que entender los desacuerdos entre las partes de
una relación laboral. No todos los conflictos son lógicamente iguales. Las razones
a las que obedecen, los sujetos y la naturaleza de los intereses afectados pueden
322 ARÁNZAZU ROLDÁN MARTÍNEZ
5.
Vid, http://www.fsima.es/menu_solo.htm (última consulta 14 de septiembre 2005)
Procedimientos de solución extrajudicial de conflictos establecidos ... 325
h. g. = huelga general
5.0 0 0 ,0 0
4 .50 0 ,0 0
4 .0 0 0,0 0
3 .50 0 ,0 0
3 .0 0 0,0 0
jornadas
2 .50 0 ,0 0
2 .0 0 0,0 0
1.50 0 ,0 0
1.0 0 0,0 0
50 0,0 0
0 ,0 0
19 9 0 19 9 1 19 9 2 19 9 3 19 9 4 19 9 5 19 9 6 19 9 7 19 9 8 19 9 9 2000 2001 2001 2002
(ene- (ene-
años jul) jul)
Normativa vigente
La normativa vigente en tema de procedimientos para la solución de con-
flictos colectivos es la siguiente.
a) El art. 37.2 de la Constitución según el cual “se reconoce el derecho de
los trabajadores y empresarios a adoptar medidas de conflicto colectivo. La ley que
regule el ejercicio de este derecho, sin perjuicio de las limitaciones que pueda esta-
blecer, incluirá las garantías precisas para asegurar el funcionamiento de los servi-
cios esenciales de la comunidad”.
Este precepto constitucional aún no ha sido desarrollado legamente,
bastando para ello una simple ley ordinaria.
b) Los arts. 17 y ss del Real Decreto-Ley de Relaciones de Trabajo 17/
1977, de 4 de marzo –RDLRT–, si bien la STCo 11/1984, de 8 de abril, modi-
ficó sustancialmente determinados aspectos de los citados artículos.
c) La Ley de Procedimiento Laboral de 7 de abril de 1995, cuyos arts.
151 a 160 regulan el proceso especial de conflicto colectivo.
d) Una serie de normas dispersas reguladoras de los mecanismos de
conciliación, mediación o arbitraje, tales como los arts. 82.2 ET (regulación
de la paz laboral), 82.3 ET (actuación de la Comisión Paritaria en casos de
descuelgue salarial de la empresa), 85.1 ET (procedimientos para resolver
326 ARÁNZAZU ROLDÁN MARTÍNEZ
los procedentes de los órganos constituidos por los Convenios Colectivos que
se adhirieron posteriormente al ASEC. Ante cada concreto conflicto, quien
promueve la mediación puede designar a un mediador, o bien dejar que el
SIMA escoja a una de las personas que forman parte de las listas. La otra parte
puede, bien aceptar al mediador propuesto o designar otro mediador. Con
esta última fórmula se abre la posibilidad de mediaciones conjuntas por va-
rios mediadores, que es la que se utiliza más en la práctica.
Las características profesionales de los mediadores son diversas: profeso-
res universitarios, funcionarios (por ejemplo, Inspectores de Trabajo), profe-
sionales del asesoramiento laboral, y también personas relacionadas con las
Organizaciones Empresariales y Sindicales que están especializadas en nego-
ciación colectiva.
Los árbitros son nombrados por decisión conjunta de todas las Organiza-
ciones firmantes del ASEC, y se incorporan a una lista a la que las partes acu-
den en cada conflicto. Los árbitros son mayoritariamente profesores universi-
tarios.
El procedimiento de mediación se inicia con la solicitud que formula una
de las partes en conflicto de que el SIMA desarrolle el procedimiento. Una vez
designados los mediadores, la Fundación SIMA convoca a las partes a la me-
diación, que debe tener lugar antes de 10 días desde que se solicita, salvo que
se trate de un caso de huelga, en el que la mediación debe tener lugar antes de
72 horas.
El acto de la mediación no está sometido a exigencias formales, y es el me-
diador quien decide la manera de recabar información de las partes y, en ge-
neral, la forma de conducir la reunión. En todo caso el mediador debe formu-
lar propuestas para la solución del conflicto, que deberán ser aceptadas o
rechazadas de forma expresa por las partes.
El procedimiento de arbitraje se inicia por el acuerdo de sometimiento de
la solución de un conflicto a arbitraje, en el que se debe señalar quiénes son el
árbitro o árbitros designados. Si no hubiese acuerdo sobre la designación del
árbitro, el SIMA presentará propuestas de nombres a las partes.
El plazo para dictar el laudo es de 10 días, y deberá ser motivado. El laudo
es recurrible ante la Jurisdicción Social, pero sólo si se ha infringido el procedi-
miento, o el laudo vulnere las normas legales.
C) Efectos de la iniciación
Impide la convocatoria de huelgas y la adopción de medidas de cierre pa-
tronal, así como el ejercicio de acciones judiciales o administrativas o cual-
quier otra dirigida a la solución del conflicto, por el motivo o causa objeto de la
mediación en tanto dure ésta.
Procedimientos de solución extrajudicial de conflictos establecidos ... 331
Nº DE CONFLICTOS
AMBITO
Empresa 797
Sector 93
TIPO
PROCEDIMIENTO
Mediación 862
Arbitraje 28
RESULTADO
Fuente: SIMA.
7.
Vid, “La solución extrajudicial de conflictos: perspectiva europea y su implantación en Es-
paña”, Observatorio de Relaciones Industriales, núm. 78, febrero 2005, Consejo Económico y Social.
Procedimientos de solución extrajudicial de conflictos establecidos ... 333
8.
http://www.fsima.es/menu_solo.htm (última consulta 14 de septiembre 2005).
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LA SOLUCIÓN EXTRAJUDICIAL DE
CONFLICTOS EN EL ÁMBITO
LABORAL: PANORÁMICA GENERAL
DRA. MARÍA DEL MAR ALARCÓN CASTELLANOS
Titular de Escuela Universitaria (i) de la URJC
Departamento de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social
Universidad Rey Juan Carlos
a los “arbitrajes laborales”. MARTÍN VALVERDE, A. y otros, Derecho del Trabajo, Décimocuarta edi-
ción, Tecnos, Madrid, 2005, pag. 402. Sobre los distintos medios de solución extrajudicial de con-
flictos, vid. LANTARÓN BARQUÍN, D., Ordenación de la solución extrajudicial de los conflictos labora-
les, Lex nova, 2003. Un comentario sobre la perspectiva comunitaria de los medios extrajudiciales
de solución de conflictos en LOI, P., «la perspectiva comunitaria sobre los métodos alternativos de
solución de conflictos laborales», en Temas Laborales, número 70, 2003, págs. 43 a 57.
2.
MARTÍN VALVERDE, A. y otros, op. cit., pags. 400 y 401.
3.
Podemos definir los conflictos de regulación como aquellos conflictos que se producen
«en caso de ausencia de normativa sobre el punto controvertido, o en caso de existencia de una
normativa que una parte desea modificar o suprimir aplicando al efecto reglas de tráfico nego-
cial, usos, criterios técnicos o económicos, normas de equidad u oportunidad». Por el contrario,
los conflictos jurídicos son aquellos que versan sobre la interpretación o aplicación de una nor-
ma preexistente. MONTOYA MELGAR, A., Derecho del Trabajo, Vigésima sexta edición, Tecnos,
Madrid, 2005, pag. 703.
La solución extrajudicial de conflictos en el ámbito laboral: Panorámica general 337
que se evite la convocatoria de una huelga como medida de presión para la so-
lución del mismo. En cambio, cuando la solución se ha puesto en manos de un
Juez o Tribunal, es más difícil evitar el enfrentamiento entre las partes mien-
tras esté pendiente la tramitación del juicio y la notificación de la Sentencia.
Además de ventajas, también puede conllevar algunos inconvenientes el
recurso a los medios de solución extrajudiciales. En efecto, entre las desventa-
jas más relevantes figura el hecho de que los medios de solución extrajudicia-
les suelen generar más desconfianza que los medios de solución judiciales, ya
que, habitualmente carecen de la especialización y experiencia que han carac-
terizado tradicionalmente a los medios judiciales4.
De todas formas, los medios extrajudiciales no son medios excluyentes de
los judiciales; al contrario: los medios extrajudiciales actúan muchas veces
como trámite previo al ejercicio de acciones jurisdiccionales. En este sentido,
un ejemplo evidente lo tenemos en la conciliación previa a la vía judicial,
cuestión a la que nos referiremos someramente con posterioridad.
29.
Esta decisión constituye un acto administrativo revisable en el orden contencioso-ad-
ministrativo (TS 21 de noviembre de 2000). MARTÍN VALVERDE, A. y otros, Derecho del Trabajo,
op. cit., pag. 404.
30.
Artículo 76 ET.
31.
MARTÍN VALVERDE, A. y otros, op. cit., pag. 404.
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CONTRIBUCIONES
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SOLUCIÓN EXTRAJUDICIAL DE
CONFLICTOS EN MATERIA DE
EXTRANJERÍA
ÓSCAR GÓMARA ROMEO
Abogado de extranjería
carencia inicial que, o bien retrasa la resolución del mismo (por necesidad se-
gún los arts. 71.1 y 76 de la Ley 30/92 de RJAPYPAC de comunicar por parte de
la administración actuante el consiguiente requerimiento por defecto docu-
mental ), o bien supone la inadmisión a trámite del mismo dejando abierta ya
la vía de recurso administrativo.
Sobre este particular, se puede afirmar que no existe una sistema de infor-
mación detallada sobre los procedimientos en materia de extranjería por parte
de la administración (tanto por el volumen de trabajo en este campo como por
la escasez de medios con los que se cuenta para su tratamiento), lo que supone
que el expediente inicial pueda adolecer de defecto de forma en primera ins-
tancia.
Con la aplicación de la Ley de Extranjería y su Reglamento de Ejecución, es
posible por parte del organismo de recepción de cualquier expediente proceder
a inadmitir la solicitud pretendida, si la misma carece de documentación consi-
derada imprescindible para la resolución del expediente, de lo que se deriva di-
rectamente la necesidad de una información detallada acerca de la documenta-
ción necesaria que debe ser aportada, con el fin de evitar dicha incidencia.
En este sentido, se puede afirmar que es necesario una mejora de los ser-
vicios de información de la administración pública que, de verse reforzados,
evitarían llegar a situaciones como la anteriormente descrita facilitando en
primera instancia el trabajo de admisión; en su defecto, siempre es aconseja-
ble en este sentido, y como medida de prevención, recibir atención especiali-
zada para llegar al fin pretendido. Este tipo de atención puede ser prestada
tanto en ONGs, como en asociaciones de inmigrantes o abogados.
Tras la presentación de la solicitud, es absolutamente necesario el segui-
miento de expediente.
En materia de extranjería, como en todos los procedimientos administra-
tivos, el plazo de resolución de la administración es de tres meses. Este plazo,
generalmente es incumplido por parte de la administración en casi todas las
ocasiones,(baste citar expedientes referidos a solicitudes iniciales de autoriza-
ciones de residencia y trabajo, donde el incumplimiento es generalizado).
Hay que tener en cuenta que así como en otra casuística en la que sea de
aplicación el derecho administrativo el retraso por parte de la administración
obra, por regla general, en interés favorable del administrado, en el supuesto
del administrado extranjero no es así. Solo en el supuesto de renovación tanto
de autorización de residencia como de autorización de residencia y trabajo, la
ausencia de resolución expresa por parte de la Administración en el plazo
máximo para resolver de tres meses, el silencio obra en interés del administra-
do; es decir, el silencio es positivo. Pero esta incidencia no sucede en solicitu-
des, tramitaciones y posterior resolución de expedientes iniciales.
350 ÓSCAR GÓMARA ROMEO
aplicando la ley, pero también la equidad. Es decir, lejos de hacer ganar o perder la
pretensión de una parte, busca la solución equitativa atendiendo a las razones es-
grimidas por ambas partes. En el mundo de los negocios, y en el Derecho Interna-
cional, suele emplearse mucho este procedimiento al que las partes se sujetan vo-
luntariamente en prevención de un eventual conflicto con anterioridad a su
surgimiento. Y su inserción en la ley como procedimiento pre-judicial respeta su
carácter voluntario, habida cuenta de que se implanta para resolver conflictos que
versan sobre obligaciones extra-contractuales, o contractuales de carácter masivo.
Como vemos la solución puede ser más adecuada, más ajustada a los intereses de
las partes, pero, sin duda esta característica va a desaparecer cuando los arbitrajes
vayan creando precedentes sobre qué es lo equitativo en casos que se repiten, por
lo que la equidad puede llegar a convertirse en soluciones estándar para casos aná-
logos a las que se opta o no en función de la ganancia o pérdida que cabe obtener.
Cuando la figura del tercero llamado a ayudar a las partes a resolver el
conflicto debe limitarse exclusivamente a proporcionar información como ex-
perto y a crear la situación que facilite el acuerdo entre las partes, nos encon-
tramos ante un procedimiento de solución de conflictos que recibe el nombre
de conciliación, subrayando con ello el papel conciliador o concitador y apaci-
guador de quien actúa como mediador.
Por último, en la actualidad hablamos de mediación en sentido estricto
para denominar un método de apaciguamiento del conflicto y búsqueda co-
mún de una solución. La mediación así entendida se distingue de la concilia-
ción porque el mediador a lo que se dedica es a movilizar las barreras que im-
piden la comunicación entre las partes en conflicto, a ayudarles a disipar las
percepciones erróneas que ambos mantienen respecto a la idiosincrasia e in-
tenciones de la otra parte, y a propiciar, por tanto, un clima en el que ambas
partes valoren lo que de positivo pueden obtener restaurando la relación para
el cumplimiento de objetivos comunes.
Puesto que por mediación cabe entenderlo todo, para comprender mejor el
objetivo de la mediación en sentido estricto acudiremos a un ejemplo. Entre vic-
timizador y víctima de un delito penal, el problema sustantivo se dirime por vía
judicial. Por derecho, la víctima deberá recibir una reparación civil por el daño
que le han causado. Pero la solución penal no es suficiente, pues es de prever el
temor, y el rencor que la víctima puede albergar, y la escasa reparación moral
que puede reportar una indemnización. El daño, por tanto, no queda reparado.
En condiciones muy específicas cabe por tanto aplicar la mediación, pues esta
posee efectos beneficiosos para ambas partes. Decimos en condiciones muy es-
pecíficas pues es obvio que no todas las personas están preparadas para buscar
sanar las heridas hasta este punto, optando la mayoría por intentar olvidar, del
mismo modo que es obvio que no todos los delincuentes se arrepienten de su
delito. En estos casos la mediación, denominada mediación penal, más que
cumplir un papel alternativo desempeña un papel complementario a la solu-
360 ISABEL ARACELI HOYO SIERRA
represión o la simple gestión del conflicto y, como prueba de que ello es así,
menciona el trabajo en la política, la justicia, la religión, el ejercito y la policía
con el auxilio de los métodos alternativos desarrollados y adaptados a estos
distintos contextos por la Ciencia de resolución de conflictos.
Pero la humanidad no es tan ingenua en sus aspiraciones como para ne-
gar la evidencia, hay conflictos que tan sólo cabe resolver reprimiendo la con-
ducta injusta.
Esto introduce una variable en los métodos de resolución de conflictos ex-
trajudiciales importante, ya que la vía judicial obliga a las partes a hacer aco-
pio de todas sus armas a la hora de transformar el conflicto, omitiendo aquello
que les es desfavorable, subrayando aquello que apunta a su favor.
Por tanto, en principio, los métodos alternativos van a resultar por defini-
ción idóneos para aquellos conflictos en los que la vía judicial supone un per-
juicio para ambas partes lo suficientemente grande como para suscitar el de-
seo de eludirla. Pero, a mi juicio, el perjuicio que se trata de evitar debe ser
equiparable o igualmente disuasorio para ambos, de lo contrario el método al-
ternativo se transforma en método sustitutivo de la vía judicial.
Un ejemplo de esto lo tenemos en las Juntas arbitrales de consumo. El
consumidor voluntariamente puede acceder a un procedimiento arbitral de
una manera muy simple, le basta con cumplimentar desde su propia casa una
reclamación vía internet, pero no se le advierte que al hacerlo está renuncian-
do a la vía judicial. Resulta francamente extraño. Los comerciantes emplean
profusamente en sus contratos la fórmula arbitral para dirimir sus diferencias,
pero en ningún caso resulta válido que se comprometan a renunciar a la vía
judicial y, sin embargo, la ley, al implantar un procedimiento extrajudicial de
resolución de conflictos obliga a renunciar al consumidor. En suma, la solu-
ción arbitral resulta inapelable, hecho sorprendente y, desde luego, reductor
de derechos.
Esta tendencia de la ley a transformar la naturaleza del procedimiento ex-
trajudicial no parece accidental como podemos constatar analizando el caso
de la conciliación en el ámbito laboral.
Las partes de un despido, empresario y trabajador, pueden negociar los
términos de éste, pero sí no lo hicieran, y el trabajador desea recibir la presta-
ción por desempleo tendrá forzosamente que acudir a un acto de conciliación.
La conciliación, por tanto, ha dejado de ser voluntaria para aquel que desee
cobrar la prestación por desempleo. Cierto que en este caso la vía judicial que-
da abierta, aunque la legislación sobre la materia disuade enormemente de su
empleo. A fin de cuentas la procedencia o improcedencia de un despido de
hecho afecta únicamente al monto de la indemnización que percibirá el traba-
jador. De modo que el acto de conciliación sirve para que empresarios y traba-
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des, pero que no conviene duplicar el esfuerzo creando una vía prejudicial. A
no ser que aceptemos que con ello estamos creando nuevos procedimientos
de solucionar conflictos dándolos por resueltos sea cuales sean los efectos que
estas pseudosoluciones tengan sobre nuestra cultura jurídica, cuyo deterioro
es sin duda causa de la conflictividad que tratamos de paliar.